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ALIMENTACIÓN DE RUMIANTES

CAPÍTULO 4
Alimentación de Bovinos de

PRAN 305
Carne

Ing. Agr. Rodrigo Arias Inostroza


MSc, PhD. in Animal Science

Magíster en Ciencias Mención Producción Animal


Instituto de Producción Animal
Facultad de Ciencias Agrarias
Universidad Austral de Chile

Teléfono : 56 63 293468
Fax : 56 63 221460
E-mail : Diplomado-ipa@uach.cl
ÍNDICE

1.- Introducción 4
2.- Manejo de la Crianza 5
2.1.- Etapas de la crianza, requerimientos y manejo alimenticio 12
3.- Crecimiento-engorda de novillos y vaquillas para produccion de carne 16
3.1.- Requerimentos nutricionales 18
4.- Alimentación en pastoreo 20
5.- Alimentación en confinamiento (corral) 22
6.- Alimentación , Calidad y Composición de la canal 24
7.- Referencias 26
8.- ANEXOS 27
Diplomado en Producción Animal 2019
PRAN-305 Producción Animal Avanzada.

Lecturas obligatorias
Arias, RA. 2011. Optimizar o maximizar. Parte II. Revista D’Leche/D’Carne N°38 agosto
2011. Año 6: 34-35.
Arias, RA. 2011. Optimizar o maximizar. Parte I. Revista D’Leche/D’Carne N°37 julio 2011.
Año 6: 46-47.
Duckett, S. K., and E. Pavan. 2007. Fatty acid profiles in grass-fed beef and what they
mean. p. 281 in Proc. National Grass-Fed Beef Conference: The Art and Science of
Grass-Fed Beef Production and Marketing. Harrisburg, PA. The Pennsylvania State
University, University Park

Lecturas complementarias
Tokach, R. J., Chung, K. Y., & Johnson, B. J. (2010). Factors affecting intramuscular
adipose tissue development in beef cattle. Department of Animal and Food Sciences,
Texas Tech University, Lubbock, 79409. Disponible en:
www.cabpartners.com/news/research/texas-tech-white-paper.pdf

Rodrigo Arias Inostroza


Ingeniero Agrónomo, MS, PhD.
Insituto de Producción Animal - Universidad Austral de Chile
Diplomado en Producción Animal 2019
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1.- Introducción
La alimentación corresponde a la ingesta de alimentos para conseguir los nutrientes
necesarios que permitan cubrir los requerimientos del animal, así como obtener también
para obtener la energía necesaria para llevar a cabo los procesos metabólicos
(catabólicos y anabólicos) según su estado de crecimiento y desarrollo. Desde un punto
de vista más práctico corresponde a la forma o sistema en que se suministra el alimento
a los animales, o si lo desea, es la nutrición puesta en práctica.

En general, en producción de carne bovina se diferencian básicamente tres sistemas de


producción: a) exclusivamente pastoriles; b) mixtos, con encierre y una dieta en base a
forraje conservado, y c) los intensivos o de confinamiento con un mayor uso de
concentrados (< 35% forrajes) o bien de subproductos de la agroindustria. En Chile
mayormente estos provienen de la industria molinera y de la industria hortofrutícola (en la
zona central). En el primer caso, se asocian más bien a los sistemas de crianza, aun
cuando los sistemas pastoriles puede implementarse en los todos los ciclos productivos,
esto es, crianza, recría y engorda (Figura 1).

Figura 1. Esquema producción e carne bovina (elaboración propia).

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Los sistemas pastoriles consisten en la utilización de los forrajes (praderas), donde el


animal cosecha su propio alimento y representa un elemento más del ecosistema pastoril.
Cabe señalar que, la calidad y cantidad de pradera son dos aspectos relevantes en estos
sistemas, siendo la energía generalmente el factor limitante en la producción. Por ello, en
éstos sistemas es fundamental optimizar la transformación y utilización de forrajes en
producto animal, esto es, kilogramos de carne por unidad de superficie. En los sistemas
mixtos, los animales son alimentados en base a praderas, pero suplementando con
forrajes conservados y alimentos concentrados, ya sea en la misma pradera (potreros de
sacrificio) o bajo condiciones de estabulación (corrales o galpones). Finalmente, en los
sistemas intensivos, la estabulación es más bien de carácter permanente (ciclo final de
engorda), cambiando básicamente de una dieta basada en alimentos fibrosos hacia una
dieta basada en alimentos concentrados. Estas proporciones pueden variar
significativamente y son en general altamente dependientes de los precios de los
alimentos disponibles.

En el caso de la recría el objetivo apunta a desarrollar la estructura o “frame” del animal a


un mínimo costo, haciendo uso de la pradera por ser ésta la fuente más barata de
nutrientes. En el caso de la engorda, el objetivo se centra en maximizar la ganancia de
peso en el menor tiempo posible al menor costo posible. En esta etapa la tasa de
conversión de alimento consumido a kilos de peso vivo es también un elemento relevante
a considerar en el éxito del negocio.

Como señalamos anteriormente, dentro del rubro, un productor puede dedicarse al ciclo
completo (Figura 1) o bien a uno o una combinacion de estos. Así también,
encontraremos distintos actores que participan en el rubro (Figura 2). Cada uno de estos
sistemas de producción (vaca-ternero; crianza-engorda de vaquillas, crianza-engorda de
novillos y toretes) tiene distintos requerimientos y productos finales de venta. Además de
los ya mencionados, otros productos de venta son los bueyes y animales de desecho
(vacas viejas, toros, etc).

2.- Manejo de la Crianza: Sistema vaca-ternero


El principal objetivo de este segmento productivo es producir terneros con el mayor peso
posible al destete. En este rubro la alimentación representa al menos el 50% de los
costos de producción. Por ello resulta fundamental reducir los costos de alimentación,
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sin afectar la fertilidad del rebaño, la mortalidad y el peso de los terneros al destete.
Teóricamente, es posible alcanzar elevados niveles de producción (kg de ternero
destetado/ha) en base a praderas, siendo los factores determinantes la calidad del forraje
y la eficiencia de pastoreo. A su vez, estos están relacionados con el consumo de materia
seca (CMS) y la utilización de los nutrientes ingeridos para procesos productivos. Así
entonces, si el forraje es de alta calidad (primavera), las vacas crianceras pueden digerir
aproximadamente tres veces y media su peso corporal diariamente (Cuadro 1), pero esto
en realidad es más de lo que necesita. Lo anterior se explica porque en la medida que las
plantas maduran, la calidad del forraje disminuye, particularmente en términos de
proteína cruda y energía. Por otra parte, aumenta la fibra detergente neutro (FDN) y fibra
detergente ácido (FDA), los que son predictores del CMS y de la digestibilidad,
respectivamente.

Por otra parte, los tenores de proteína cruda de las praderas del sur de Chile son en
general más que suficientes para cubrir la demanda de la vaca criancera, incluso en
periodos de sequía. En consecuencia, todo apunta a que el factor limitante es la energía.

Cuadro 1. Consumo de Materia Seca de Vacas crianceras en función de la calidad de


forraje

Tipo forraje % del Peso Vivo

Baja calidad 1,5

Baja calidad + suplemento proteina 2,0

Buena calidad 2,5

Excelente calidad 3,5

En regiones de clima templado, el tipo de alimentación queda condicionado por la fecha


de parto, la que determinará la disponibilidad y calidad del alimento en las diferentes
etapas productivas, los cuales generalmente ocurren durante otoño y/o primavera. En
general se recomienda hacer coincidir la época de partos con la curva de crecimiento de
las praderas.

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Figura 2. Etapas de producción bovinos de carne. (Adaptado de https://farmtocafeteria.ncat.org/wp-


content/uploads/sites/3/2016/11/B2S-Infographic.jpg)

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Desde el punto de vista de la vaca criancera, el ciclo productivo se puede dividir en


cuatro etapas de manejo nutricional y alimenticio (Figura 3). Los requerimientos de estos
cuatro periodos deben ser satisfechos para que las vacas alcancen un estado de salud y
reproductivo óptimo. Sin embargo, en la práctica muchos de los sistemas de crianza se
encuentran localizados en zona más bien marginales, con serias limitaciones de
disponibilidad de alimento (pradera) en términos de calidad y cantidad, así como también
con un bajo nivel de uso de tecnología. Cabe señalar que, un mal manejo de nutrición y
alimentación pueden resultar en una mala respuesta productiva de las vacas y de las
crías en el futuro, como se explicita más adelante.

Figura 3. Etapas y días por etapa en la vaca criancera (Hall et al., 2009)

En cualquiera de los casos, la estrategia de alimentación del rebaño criancero debe estar
determinada a lograr el principal objetivo que es la eficiencia reproductiva del rebaño.
Esto pasa por manejar adecuadamente la Condición Corporal (CC) de los animales. En la
Figura 4 se presenta el efecto de la CC (escala de 1 a 9) sobre la tasa de preñez y los
días necesarios para la aparición del primer celo posparto. Claramente se observa que
cuando las vacas están en CC = 5, al momento del parto, se logran muy buenos
resultados a un costo (cantidad de alimento) aceptable. De manera análoga se observa
que, vacas en CC = 5 también alcanzan mejores niveles de inmunoglobulinas, reduciendo
así los problemas de morbidez en sus crías (Figura 5).

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Porcentaje Preñez (%) y Días al primer celo posparto 100

90
88 90
80
81
70
70
60
59
50 52
50
40

30
31
20

10

0
4 5 6 7
Puntuacion Condición Corporal (1 a 9)
% Preñez Días a primer celo

Figura 4. Alimentación y comportamiento reproductivo del rebaño de crianza (Fuente:


Selk at. al, 1986 Oklahoma State University; y Houghton et al., 1986. Purdue
University).

Figura 5. Alimentación y concentración de inmonoglobulinas en el suero sanguíneo en


vacas de crianza (Fuente: Odde at. al, 1986 Oklahoma State University).

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La idea del plan de alimentación en el rebaño criancero es evitar que las vacas y vaquillas
sufran de pérdidas importantes de CC. En consecuencia, el objetivo es que los animales
al momento del parto lleguen con CC = 5 (vaquillas un punto más), para que en la
temporada de encaste, 80 días después del parto estén ciclando y con buenas tasas de
preñez. Así entonces, la constante observación de la CC a través del año y las
adecuadas medidas para corregirla deben ser consideradas en los planes de
alimentación. Por ejemplo, un productor puede conformar al menos dos lotes de
animales en el predio, los que están en buena o mala CC y definir estrategias para
recuperar CC en el segundo caso y para mantener la CC en el primer caso. En general,
en el grupo que no esta bien, debe incluirse a las vaquillas pues estas requieren al menos
un punto más de CC que las vacas multíparas al momento del parto. Además, estas
representan el futuro del negocio ganadero predial, por lo que un correcto desarrollo
productivo y reproductivo resultan ser vitales. La siguiente tabla presenta algunas
sugerencias de manejo y de los momentos en que se debería poner atención a la CC de
los animales.

Periodo de producción Manejo y/o acciones

Dependiendo de la actual disponibilidad de forraje, suplementación o modificación de la


Lactancia tardía (2 meses
estrategia de destete si fuese necesario. Destetar las vacas con baja CC, especialmente las
antes del destete)
más jóvenes y viejas.

Poner especial atención a las vacas jóvenes que destetan su primer ternero y a las vacas
Destete
muy viejas.

Última oportunidad de recuperar CC. Sería un buen momento para separar vacas delgadas
100 días antes del parto
de las gordas, y preparar un plan de alimentación para estas.

Si las vacas están delgadas, se requerirá un cambio en el plan de alimentación (más


Parto
energía). Esto será más costoso.

Si las vacas están delgadas al momento del encaste, se requerirá o bien de una
Periodo de encaste
sumplementación o de una estrategia de destete temprano.

Tradicionalmente se pone especial énfasis en la alimentación y nutrición de las vacas


crianceras en el último tercio de la gestación, ya que es el momento en que se observa
un rápido crecimiento del feto y cambios evidentes en el peso vivo de la vaca. No
obstante, es preciso señalar que, como se observa en la Figura 6, el momento en que se
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fijan el número de fibras musculares y de adipocitos en el animal, así como también de


folículos antrales de la futura vaca, ocurre temprano en el periodo prenatal
específicamente en el periodo del segundo tercio de la gestación. Por ello, una mala
nutrición de la madre en este periodo no sólo impactará negativamente el ciclo
reproductivo de ésta, sino también el potencial de crecimiento de la cría y su respuesta
productiva y reproductiva futura.
Tal y como se aprecia en la Figura 6, la definición del número de fibras musculares
(hiperplasia) ocurre, en el caso del bovino, tempranamente en el periodo prenatal (1ro al
7mo mes) y este número no se modificará una vez que el animal nace. Esto, sin duda, fija
un techo productivo para ese animal si es que éste sufrió de alguna restricción nutricional.
Como se comentó al principio de este párrafo, hacia el último tercio de la gestación
ocurre un proceso de hipertrofia de esas fibras musculares (y otros tejidos), lo que
explica el crecimiento y desarrollo del feto en esa etapa. En consecuencia, durante el
periodo posnatal de crecimiento de la cría, esta no logrará una respuesta productiva
comparable a la de un animal que no sufrió de estrés nutricional durante su periodo
prenatal, aun cuando reciba una adecuada alimentación.

Figura 6. Desarrollo fetal y su realción con la miogénesis y adipogénesis (Llewellyn, D.


2012.)
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2.1 Etapas de la crianza, requerimientos y manejo alimenticio


Durante la etapa de preparto (50 a 60 días antes del parto) ocurre un rápido crecimiento
del feto, lo que implica que los requerimientos de energía y proteína aumentan en hasta
un 20% comparado con periodo anterior. Las vacas y vaquillas deben estar en buena CC
durante esta etapa, de manera tal de no afectar el reinicio del celo luego del parto. Para
este periodo se recomiendan ganancias diarias de peso de 0,50-0,75 kg/día para vacas y
de 0,90-1,10 kg/día para vaquillas. Una deficiencia de energía y proteína en la dieta
durante este periodo provocará:

• Crías más livianas.

• Un menor porcentaje de sobrevivencia de las crías.

• Una menor producción de calostro.

• Un menor crecimiento de ternero.

• Un retraso en entrada en celo de la vaca (vaquilla), y

• Una mala respuesta reproductiva de las vacas y vaquillas.

Dado que las vaquillas son animales que aún no han alcanzado su madurez y están aun
en crecimiento, requieren de un manejo diferenciado ya que, requieren más nutrientes
que las vacas o bien una dieta de mejor calidad.

El periodo posparto (80 a 90 días después del parto), constituye el de mayor demanda
de nutrientes de la vaca y vaquilla, debido a la producción de leche para el crecimiento
del ternero, así como también a la “reparación” de su tracto reproductivo (puerperio), el
comienzo de nuevos celos, la preñez y el continuar creciendo en el caso de la vaquilla.
Una mala alimentación en este periodo tendrá importantes efectos negativos como: bajo
crecimiento de la cría y pérdida de CC excesiva. Es recomendable que durante este
periodo los animales no pierdan CC. La vaca debe ser alimentada para satisfacer los
requerimientos de producción de leche (5 a 10 lts/día al peak), asegurar el inicio del ciclo
estral y lograr estar preñadas lo antes posible. Esto último resulta de vital importancia ya
que, la cantidad de terneros destetados por año será función directa de las vacas que
logren parir dentro de los 12 meses posteriores al parto previo (Lapso interpartos = LIP).

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En este sentido, una condición corporal adecuada se encuentra estrechamente


relacionada con la eficiencia reproductiva como se presentó en la Figura 4.

Periodo de lactancia preñez (120 a 130 días después del encaste y hasta el destete). En
este periodo los requerimientos de energía y proteína caen (13% y 8% respectivamente)
comparado con el periodo anterior (posparto), ya que el peak de lactancia ha pasado.
Aunque la vaca/vaquilla ya este preñada no habrá una demanda importante de nutrientes
aún. Así entonces, la principal demanda de nutrientes estará dada por la producción de
leche, la que va disminuyendo en el tiempo.

Periodo medio de gestación (100 a 110 días después del destete hasta 60 a 90 días
antes del parto). Este es el periodo con los requerimientos más bajos ya que, las vacas y
vaquillas han destetado a sus crías y se encuentran secas. Asimismo, la demanda de
nutrientes del feto en gestación aún es baja. Los requerimientos de energía y proteína
son 23% y 36% menores a la etapa previa. En base a lo anterior, este es el mejor
momento para recuperar CC en los animales y poder hacerlo a un bajo costo, dado
que se puede hacer de forma económica con la pradera y con el tiempo suficiente para
que las ganancias de peso no sean tan altas.

Como se señaló anteriormente, la alimentación de la vaca criancera está definida por la


disponibilidad de forraje (i.e. la producción de la pradera). El período más crítico ocurre
durante el invierno, en el cual el crecimiento de la pradera es mínimo, llegando incluso a
cero. Para suplir el déficit de pradera es necesario recurrir a la suplementación con
forrajes conservados de la época de mayor crecimiento de la pradera. Sin embargo, esto
aumenta los costos de alimentación.

En lo posible se deben evitar las pérdidas importantes de CC. El grado permitido de


pérdida de CC dependerá de factores como la producción de leche y fertilidad (en vacas
con parto de otoño), supervivencia y peso vivo de la cría (partos de primavera) y la
capacidad para recuperar la CC perdida durante el siguiente período. En caso de no ser
posible la movilización de reservas, se pueden aplicar otras prácticas como la
suplementación o el destete temprano de terneros, lo cual tendrá impactos negativos
sobre los costos de alimentación y producción de kg/ha, respectivamente.

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Figura 7. Requerimientos nutricionales de la vaca de cría. (TDN = Nutrientes digestibles


totales es equivalente a la energía).
Eventualmente cuando la estacionalidad de las praderas es muy marcada o bien se
desea aumentar la carga animal, una alternativa es recurrir a forrajes o cultivos
suplementarios. Estos se caracterizan porque tienen un costo por kilo de materia seca
mayor al de la pradera (a veces el doble o más) y producen un gran volumen de forraje
(sobre 10 ton MS/ha) en un periodo de tiempo relativamente corto. Son en general
cosechados por el propio animal y en algunos casos deben ser complementados en su
consumo con fibra (heno o pajas). En el caso particular de las brásicas se recomienda
que estas no debieran incorporarse más allá de un 30% de la MS total consumida
aunque estudios recientes en vacas lecheras realizados en la UACh indican que no hay
problemas con inclusiones de hasta 45%. Estos cultivos idealmente deben formar parte
de un sistema productivo, reemplazando las praderas degradadas o bien como
estrategia para disponer de una mayor oferta de forraje, y consecuentemente una mayor
carga animal.

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Figura 8. Recursos alimenticios suplementarios (Fuente: Catrileo, 2015).

Los requerimientos nutricionales de las vacas crianceras dependen básicamente del peso
vivo, situación productiva y condiciones ambientales (especialmente durante el invierno;
Anexo 1).

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3.- Crecimiento-engorda de novillos y vaquillas para producción de carne

Para desarrollar adecuados programas de alimentación en el rebaño de carne en la etapa


de recría y engorda, es necesario entender la fisiología del crecimiento de los animales.
Cada tejido y órgano del animal tiene un ritmo de crecimiento propio. Esto implica que
desde la fase fetal hasta la fase adulta las proporciones, conformación y aspecto exterior
cambien. Lo anterior define los requerimientos nutricionales específicos para cada etapa.
En la Figura 9 se puede observar que la proporción relativa de los diferentes tejidos y
órganos del animal cambian a medida que estos se van desarrollando. En las primeras
semanas de vida, el desarrollo de la estructura ósea ocurre rápidamente alcanzando un
23% del peso vivo (PV) a alrededor de los 70-80 kg, mientras que disminuye a 12%
cuando han alcanzado 300 kg de PV. La proporción relativa de músculos aumenta desde
un 32 a 45% entre los 50 y 100 kg de PV, para luego disminuir levemente hasta un 42%
hacia los 550 kg de PV. Finalmente, se observa que la acumulación relativa de tejido
adiposo aumenta a medida que el animal se acerca a la fase adulta.

Cuando se analiza la alimentación de bovinos en crecimiento-engorda es necesario


considerar el genotipo del animal. Las razas de carne se dividen fundamentalmente en
razas de madurez temprana (i.e. Hereford y Angus) y razas de madurez tardía (i.e.
Charolais, Limousin, Blega-Azul, entre otros). En la práctica los genotipos precoces
tienden a un mayor grado de engrasamiento temprano, por lo cual deben tener un
período de finalización o engorda más breve que las razas tardías, las cuales depositan
tejido adiposo más tardíamente. El género es otro de los factores que influyen en el
rendimiento, y composición de la canal y peso vivo al sacrificio. Las hembras tienen
menores ganancias diarias de peso (GDP) y mayor acumulación de tejido adiposo (a una
misma edad) que los machos, por lo cual su faenamiento se realiza con un menor peso
vivo, usualmente unos 50 kg menos. Finalmente, dentro de las razas también se debe
considerar el “Frame” (Estructura Corporal) del animal (escala de 1 a 9).

Los sistemas de producción de carne, consideran básicamente dos etapas: crecimiento


posdestete (etapa de recría) y finalización (etapa de engorda). Generalmente, la primera
etapa considera una mayor utilización de forrajes en las dietas, tratado de colocar en el
animal la mayor cantidad de kilos posibles a un mínimo costo (al menos 90 a 150 kg de
PV). Así entonces, si el animal se destetó con 250 kg PV al finalizar la etapa de recría
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debería pesar entre 340 a 400 kg de PV. Sin embargo, es necesario señalar que el
objetivo en esta etapa no es lograr las máximas GDP, sino más bien desarrollar la
estructura (Frame) del animal para posteriormente “rellenarla” en la etapa de engorda o
finalización.

Figura 9. Peso y proporción relativa de los tejidos corporales del animal en función del
tiempo (http://www.grainsa.co.za/making-sense-out-of-maturity-types-in-beef-
cattle).

En la última etapa - engorda - se requiere de una mayor inclusión de concentrados ó


praderas de muy buena calidad para lograr los objetivos de cobertura e infiltración de
grasa y de maximizar la GDP. Entre ambas etapas existe un período de transición o
adaptación a la dieta de engorda, en el cual debe realizarse un incremento gradual de
concentrados en la dieta. Esto con el objeto de dar tiempo suficiente a los
microorganismos del rumen a adaptarse al nuevo sustrato, y de esta forma, prevenir
cuadros severos de acidosis u otros trastornos metabólicos que generan tanto
problemas de salud, como de consumo de alimentos y GDP de los animales. Usualmente,
este periodo de adaptación a la dieta de finalización puede tomar entre 14 y 28 días, lo
cual dependerá del nivel de granos o cocentrados que se desea incorporar en la dieta de
finalización. En el caso de Chile, la mayoría de las dietas de engorda o finalización no
supera el 60 a 70% de concentrados, mientrás que otros países como USA y Australia
pueden alcanzar el 85 a 95%. Es importante, en cualquiera de los casos, que la dieta de

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finalización contenga una cantidad de fibra mínima efectiva para asegurar la motilidad y
salud ruminal, usualmente al menos 5%.

Por otra parte, la finalización de los animales también puede realizarse a pradera si se
efectua en primavera, periodo en donde la calidad de la pradera será la mejor,
permitiendo GDP > 1,0 kg/d. En estos casos puede o no utilizarse alguna suplementación
a potrero, según disponibilidad y costos de estos suplementos. En estos casos los días
en engorda para alcanzar un peso o nivel de engrasamiento específico serán mayores
que en los sistemas a corral o galpón.

3.1.- Requerimientos nutricionales


Los requerimientos nutricionales de bovinos en crecimiento-engorda dependerán
principalmente del peso vivo (este determina requerimiento de nutrientes y energía de
mantención) y de la GDP proyectada (determina el requerimiento de nutrientes y energía
necesaria para producir músculos, hueso y grasa). Esto último se conoce como la
“composición de la ganacia de peso”. Respecto a los nutrientes, el principal factor
limitante en la engorda de bovinos suele ser el consumo de energía, especialmente en
sistemas pastoriles. En el caso de las engordas intensivas la proteína cobra también
mayor relevancia, pero en esta etapa los requerimientos de PC son más bajos que en la
etapa de recría, alcanzando el orden del 10 a 12%.

La determinación de los requerimientos energéticos, en el caso de bovinos en


crecimiento-engorda, es preferible hacerlo utilizando la metodología propuesta por el
NASEM (National Academies of Sciences, Engineering and Medicine) en su publicación
del 2016 “Nutrient Requirements of Beef Cattle” 8° edición. Esto es, utilizar la energía
neta (EN) necesaria para un determinado crecimiento (mantención + ganancia de peso).
Esto último se debe a que el sistema de energía metabolizable, tradicionamente utilizada
en Chile, es utilizada con distinta eficiencia para procesos de mantención (60-70%) y de
crecimiento.

La Figura 10 muestra la relación entre energía retenida (RE) y energía metabolizable (EM).
Las pendientes de ambas curvas (kg y km) representan las eficiencias de uso de la EM y el
punto en el cual RE = 0, representa la cantidad de energía consumida por el animal para
cubrir sus requerimientos de mantención. Como se puede apreciar las eficiencias son

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distintas y en el caso particular de la eficiencia de ganancia esta puede variar en entre 10


y 55%, lo que dependerá del peso y estado de madurez del animal (terneros recién
destetados son menos eficientes por incompleto desarrollo del rumen), y la calidad del
alimento (a mayor calidad mayor eficiencia de utilización).

Figura 10. Representación de la relación entre energía retenida (RE) y energía


meabolizable (ME). Las lineas punteadas muestran la relación curvilínea
(basado en Garrett, 1980), en tanto la línea sólida muestra la aproximación
lineal (NRC, 1981).

Un déficit proteico o de elementos minerales, también tienen efecto negativo sobre GDP,
por lo que deben ser considerados al balancear la ración. En los sistemas pastoriles del
sur de Chile las praderas aportan suficiente proteína (en efecto en exceso en casi todo el
año). La proteína microbiana representa entre 40 a 60% del flujo de aminoácidos a nivel
intestinal, modelando así el patrón de aminoácidos disponibles para el depósito de
tejidos en el animal. Las deficiencias proteicas (y por ende la necesidad de utilizar
suplementos proteicos) ocurren principalmente en animales en confinamiento (galpones o
corrales) con dietas con una alta inclusión de ensilaje y grano de maíz (dietas con alto
contenido de energía y baja PC). En estos casos, se han observado deficiencias de
aminoácidos azufrados, lisina, isoleucina e histidina. En estas condiciones se hace
necesario suplementar con proteína degradable ruminal (PDR), también conocida como
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Degradable Intake Protein (DIP) en el NRC de carne del 2000 hacia atrás. Esto permitirá
aumentar la producción de proteína microbiana y satisfacer los requerimientos
aminoacídicos, siempre y cuando la dieta contenga suficiente energía para estimular el
crecimiento microbiano.

La suplementación con fuentes de proteína no degradable ruminal (PNDR) y de


aminoácidos protegidos ha demostrado tener una mejor respuesta en dietas con bajo
contenido de energía (basadas en forrajes toscos como paja de cereales), donde el
desarrollo de los microorganismos es limitado. En el caso de dietas energéticas, un
reemplazo de PDR por PNDR puede tener efectos negativos, ya que el NH3 disponible a
nivel ruminal puede llegar a ser insuficiente para el desarrollo de los microorganismos,
disminuyendo la digestibilidad de los alimentos.

4.- Alimentación en pastoreo


La ventaja comparativa de los sistemas a pastoreo comparado con sistemas intensivos
en confinamiento, es el bajo costo de alimentación. En condiciones de pastoreo la carga
animal y la calidad de la pradera serán determinantes en las GDP que se puedan lograr
en el sistema. Esta suele variar poco a medida que aumenta la carga animal hasta llegar a
un determinado nivel en que el aumento de carga resulta en una baja GDP, producto de
una fuerte disminución en el CMS y en la capacidad de seleccionar los componentes de
mejor calidad de la pradera (Figura 11). Cuando los animales son alimentados ad-libitum,
pueden aumentar las ganancias de peso vivo hasta un 20%. No obstante lo anterior, la
eficiencia de utilización y posterior calidad de la pradera caen considerablemente.

Respecto a la calidad de la pradera, tal cual y como fue mencionado anteriormente, el


contenido o densidad energética de la pradera será fundamental en las GDP alcanzadas.
Cuando la calidad es baja (< 2.0 Mcal/kg MS) el crecimiento es nulo o negativo, mientras
que praderas de alta calidad (> 2.7 Mcal/kg MS) permiten sostener GDP mayores a 1,25
kg/día (Figura 12).

Por otro lado, la calidad de la pradera también tiene un efecto directo sobre el CMS, ya
que alimentos de menor calidad son menos digestibles y permanecen más tiempo en el
rumen, limitando el consumo, inclusive con altas ofertas de pradera.

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Figura 11. Relación entre carga animal y kg de carne producidos por animal y hectárea
(Adaptado de Clark, 1992).

Figura 12. Relación entre el contenido energético de la pradera y la ganancia diaria de


peso en novillos de 300 kg alimentados ad-libitum (Adaptado de Smeaton,
2003). Conversión 1 MJ = 0,2388 Mcal.

Sin embargo, la mantención de la calidad de la pradera (a través de pastoreos intensos


sin selección) resulta contradictoria con una elevada GDP. Por ello resulta necesario
buscar el equilibrio entre GDP y el mantenimiento de la calidad de la pradera. Una

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alternativa para maximizar la GDP es dejar residuos altos, los cuales son consumidos por
algún grupo de animales de menores requerimientos.

La suplementación con concentrados puede constituir una alternativa cuando la


disponibilidad y/o calidad de la pradera es baja. Por el contrario, la respuesta a la
suplementación suele ser baja cuando la pradera no es limitante, producto de una
elevada tasa de sustitución (kg de pradera que se dejan de consumir, por cada kg de
suplemento ofrecido). En general, se recomienda suplementar cuando la calidad de la
pradera es baja, ya que el bajo valor nutritivo no puede ser compensado con un aumento
en la capacidad de consumo, más aún, una menor calidad de la pradera genera un efecto
negativo en el consumo y eficiencia de utilización de la energía metabolizable.

La respuesta a la suplementación con concentrados energéticos suele estar en el rango


de los 5,5-10,0 kg de concentrado/kg GDP, produciéndose la mejor respuesta con
animales de alto potencial de crecimiento, baja oferta y calidad de la pradera. Recuerde
que en la etapa de finalización los requerimientos de energía del animal aumentan
producto de la acumulación de tejido adiposo, el cual tiene un mayor costo energético
que la formación de tejido muscular.

5.- Alimentación en confinamiento


Los sistemas de engorda en confinamiento buscan maximizar la GDP (> 1.0 kg/día) y de
este modo acortar los días en engorda, para lo cual utilizan dietas con una elevada
proporción de granos y concentrados (alta densidad energética), y una baja proporción
de forrajes. Esto resulta en que la eficiencia productiva y conversión de alimento sean
mayores que en sistemas pastoriles (conversion de 5,5:1 vs. 12:1). Los animales
alimentados en confinamiento tienden a engrasarse más y más rápido, especialmente en
ciertos genotipos (razas de madurez temprana), estando listos para el faenamiento con
pesos menores que en las razas continentales.
El alimento generalmente es ofrecido ad-libitum (+ 5 a 10% del consumo esperado) para
maximizar la capacidad de consumo, aunque también existen estudios que indican que
con una oferta limitada de alimentos por ejemplo 90% del CMS esperado resulta ser más
conveniente, ya que se mejora la conversión. Al trabajar con raciones balanceadas, la
ganancia de peso se acerca a la esperada y se encuentra menos sujeta a las variaciones
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en la cantidad y calidad de los forrajes. Existen sistemas en los cuales se restringe el


alimento, remplazando forrajes (ensilaje de maíz) con cereales, lo que permite mantener
GDP similares con una mayor eficiencia.

Figura 13. Efecto del tipo de sistema sobre los días en engorda y características de la
canal.

6.- Alimentación, calidad y composición de la canal


Es sabido que la alimentación puede afectar el rendimiento y calidad de la canal. Por
ejemplo, al comparar animales alimentados con pradera vs. alimentados con dietas ricas
en granos, los primeros tienen una carne más magra (extra magra en el caso chileno), un
menor porcentaje de grasas saturadas y un mayor contenido de ácidos grasos Omega-3
y CLA (ácido linoleico conjujado). No obstante, existen interacciones entre la alimentación
y otros factores; e.g. dietas de mayor digestibilidad tienden una mayor proporción de
grasa en la canal en razas de madurez temprana, mientras que razas de madurez tardía
tienen una mayor capacidad de desarrollo de tejido magro, por lo que el porcentaje de
grasa de la canal es menor.

Por otra parte, aumentar la relación proteína-energía de la dieta disminuye la proporción


de grasa en la canal en etapas tempranas de desarrollo (o bien con bajo peso vivo), ya
que favorece el desarrollo de músculos a expensas de la acumulación de tejido adiposo.
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Mientras que en el período de finalización el efecto de los niveles de proteína en la dieta


son menores e incluso adversos. Esto ocurre ya que en la etapa de finalización disminuye
la capacidad de acumular tejido muscular, por lo tanto cualquier exceso de nutrientes en
la dieta (especialmente energía y proteína) será destinado principalmente a la
acumulación de tejido adiposo, aumentando el porcentaje de grasa en la canal. Asimismo,
alimentos con un mayor contenido de carotenos derivan en una grasa de color más
amarillento. Comparativamente las praderas tiernas tienen altos contenidos de carotenos
y por ende producen una grasa más amarillenta que la de los animales alimentados con
granos (ricos en almidón). En tanto, la suplementación con vitamina E favorece la
estabilidad posmortem de la carne producto de su efecto antioxidante. Debido a que
praderas tiernas tienen alto contenido de vtiamina E, el efecto de la suplementación es
menor que en confinamiento.

La Figura 14 presenta los principales cambios observados en la calidad de la canal


asociados a la finalización en pradera a igualdad de días de engorda o bien de peso vivo
a la faena (Figura 13). Se observa que las canales de animales terminados en praderas
tienen un valor negativo para la mayoría de las variables observadas, pero como
mencionamos en el párrafo anterior muchas positivas desde el punto de vista de la salud
de las personas. Destaca entre estas la coloración más amarillenta de la grasa y más
oscura del músculo en el caso de la engorda a pradera, mientras que la palatabilidad
(terneza, jugosidad y sabor) podrían ser discutibles, pues dependen de la población a la
que se le consulte. En este caso son datos correspondientes a los Estados Unidos, en
donde la gente está acostumbrada y prefiere la carne de animales engordados en
feedlots con dietas ricas en granos (maíz).

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40%
27%
20%
20%
7%

0%
-2% -3%
-6%
-10%
-14%
-20% -13%
-17%
-21%
-23%
-26%

-40%
-42%

-60% Igualdad días en engorda


-66% Igualdad peso canal
-80%
Peso de la Espesor Marmoleo Color Color Fuerza de Terneza Jugosidad Sabor
canal grasa músculo grasa corte
dorsal

Figura 14. Cambios en la calidad de la canal asociados a la finalización en pradera a


igualdad de días o de peso a la faena.

Animales que debido a diferentes planos nutricionales llegan a término a diferentes


edades, difieren en la calidad de la canal y de su carne, debido a la composición de la
ganancia. Aquellos más jóvenes (y por lo tanto con mayores GDP) tienen una mayor
proporción de grasa, marmoleo y terneza. Finalmente, es común que se utilicen aditivos e
implantes promotores del crecimiento tanto en la recría como en la engorda para
favorecer la ganancia diaria de peso, rendimiento de la canal y proporción de tejido
magro.

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Referencias
Anrique, R., R. Fuchslocher, S. Iraira, and R. Saldaña. 2010. Composición de alimentos
para el ganado bovino. 4a ed. Imprenta América, Valdivia, Chile.

Buxadé, C. 1995. Zootecnia: Bases de Producción Animal. Tomo III: Alimentos y


Racionamiento. Mundiprensa. Madrid, España.

Hall, J. B., W.W. Seay, S.M. Baker. 2009. Nutrition and Feeding of the Cow-Calf Herd:
Production Cycle Nutrition and Nutrient Requirements of Cows, Pregnant Heifers
and Bulls. Publication 400-012 Virginia Cooperative Extension. 8 pag.

Llewellyn, D. 2012. Feeding Beef Cattle II: Fetal Programming—RethinkingCow/Calf


Feeding Programs. Whasiton State University Extension N° EM060E. 4 pag.

National Academies of Sciences, Engineering and Medicine. 2016. Nutrient Requirements


of Beef Cattle, 8° Revised Edition. Washington, DC: The National Academies Press.
doi: 10.17226/19014.

NRC. 2000. Nutrient Requirements of Beef Cattle: Seventh Revised Edition: Update 2000

Perry y Cecava, M. 1995. Beef Cattle Feeding and Nutrition. 2nd Edition. Academic Press.
California, USA.

Smeaton, D. 2003. Profitable Beef Production: A Guide to Beef Production in New


Zealand. NZ Beef Council.

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ANEXOS
Anexo 1 Requerimientos Nutricionales de vacas crianceras

Anrique y col. (2010)

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Anexo 2 Requerimientos Nutricionales para bovinos en Crecimiento-Engorde

Fuente: NRC (2000)

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