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Los Fines Del Tratamiento Psicoanalítico
Los Fines Del Tratamiento Psicoanalítico
(1) Si no interpreto, el paciente tiene la impresión de que lo comprendo todo. En otras palabras,
al interpretar logro conservar una cierta cualidad externa por no dar totalmente en el blanco, o
incluso por equivocarme.
(2) La verbalización en el momento oportuno moviliza las fuerzas intelectuales. Movilizar los
procesos intelectuales sólo es malo cuando ellos se han vuelto seriamente disociados del ser
psicosomático. Mis interpretaciones son parcas; es lo que espero. Una interpretación por sesión
me deja conforme si se refiere al material producido por la cooperación inconsciente del
paciente. Digo una cosa, dividida o no en dos o tres partes. Nunca utilizo oraciones largas, a
menos que esté muy cansado. Si estoy al borde del agotamiento empiezo a enseñar; además, a mi
juicio, una interpretación que incluye la palabra "además" lleva el sello de sesión pedagógica.
• Esperamos una especie de fortalecimiento del yo en las etapas tempranas del análisis, gracias
al yo auxiliar que proporcionamos, simplemente por el hecho de hacer análisis estándar y
hacerlo bien. Esto corresponde al yo auxiliar de la madre que (según mi teorización)
fortalece el yo del infante si y sólo si ella es capaz de desempeñar su parte especial en ese
momento. Esa parte es temporaria y corresponde a una fase especial.
• A continuación sigue una fase prolongada en la cual la confianza del paciente en el proceso
analítico genera todo tipo de experimentación (por parte del propio paciente) en términos de
independencia del yo.
• Un self falso se ha vuelto exitoso, y para que el análisis tenga éxito en alguna fase se
destruirá la fachada de éxito, incluso de esplendor.
• Hay en el paciente una tendencia antisocial, sea en forma de agresión, de robo, o ambas
cosas, como legado de una deprivación.
• No hay vida cultural alguna, sino sólo una realidad psíquica interior y una relación con la
realidad externa, relativamente desvinculadas entre sí.
Estas y muchas otras pautas patológicas me llevan a prestar atención. Lo esencial es que baso
mi trabajo en el diagnóstico. Mientras avanzo continúo haciendo el diagnóstico individual y
social, y trabajo inequívocamente en concordancia con el diagnóstico. En este sentido hago
psicoanálisis cuando, según el diagnóstico, el individuo, en su ambiente, quiere psicoanálisis.
Incluso puedo tratar de poner en marcha una cooperación inconsciente cuando no hay un deseo
consciente de análisis. Pero, en general, el análisis es para quienes lo quieren, lo necesitan y lo
permiten.
Cuando estoy ante un caso para el que no corresponde el psicoanálisis, me convierto en un
psicoanalista que satisface o trata de satisfacer las necesidades de ese caso especial. Creo que
este trabajo no analítico puede ser realizado del mejor modo por un analista que conozca bien la
técnica psicoanalítica estándar.
Finalmente, querría decir lo que sigue. He basado mi exposición en el supuesto de que todos
los analistas son iguales, en la medida en que son analistas. Pero en realidad los analistas no son
iguales. Yo no soy ahora como era hace veinte o treinta años.
Algunos analistas sin duda trabajan mejor en el ámbito más simple y dinámico en el que el
conflicto entre el amor y el odio, con todas sus ramificaciones en la fantasía consciente e
inconsciente, constituye el problema principal. Otros analistas trabajan igualmente bien o mejor
cuando pueden abordar mecanismos mentales más primitivos en la neurosis o psicosis de
transferencia. De este modo, interpretando retaliaciones, proyecciones e introyecciones del
objeto parcial, angustias hipocondríacas y paranoides, ataques a los vínculos, trastornos de
pensamiento, etcétera, amplían el campo de operaciones y la gama de casos que pueden tratar. Se
trata de análisis de investigación y el peligro consiste sólo en que las necesidades del paciente, en
términos de dependencia infantil, se pierdan en el curso del desempeño del analista.
Naturalmente, a medida que ganamos confianza en la técnica estándar gracias a su uso en casos
adecuados, nos agrada sentir que podemos abordar los casos fronterizos sin desviarnos, y no veo
ninguna razón por la que no haya que realizar el intento, en especial si el diagnóstico puede
modificarse a favor nuestro como consecuencia de nuestro trabajo.
En mi opinión, nuestros fines en la práctica de la técnica estándar no se modifican si
interpretamos los mecanismos mentales correspondientes a los tipos psicóticos de trastorno y a
las etapas primitivas de los estados emocionales del individuo. Si nuestro fin sigue siendo
verbalizar la conciencia naciente en términos de transferencia, estamos practicando análisis; en
caso contrario, somos analistas que practican alguna otra cosa que consideramos apropiada para
la ocasión. Y, ¿por qué no?