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ADOLESCENCIA Y PSICOSIS*

MOSES LAUFER, LONDRES.

La comprensión psicoanalítica de la psicosis y la comprensión del periodo de la adolescencia,


en conjunto, nos permitiría observar las psicopatologías severas que se presentan durante la
adolescencia de una manera tal que se plantearían serias dudas acerca de la validez del
diagnóstico de la psicosis durante la adolescencia. En cambio, tenemos la esperanza de poder
ser capaces de lograr una diferenciación más detallada entre la conducta y el pensamiento
que contienen manifestaciones y funcionamientos psicóticos y aquella conducta y aquel
pensamiento que, en ciertas circunstancias específicas, podrían considerarse similares, desde
un punto de vista estructural y dinámico, a las psicosis adultas.

Empiezo, pues, con un comentario de William Guillespie según el cual “la psicosis en la
adolescencia constituye un pronóstico y no un diagnóstico”, comentario que ocupa un lugar
central en lo que tararé en este artículo y que resume las diversas serias dudad que he tenido
en mi trabajo clínico con pacientes adolescentes con problemas severos con respecto a la
conveniencia y a la utilidad de la descripción “psicótico”. No intento comprobar aquí que no
existe la psicosis durante la adolescencia. Mas bien intentaré mostrar de qué manera la
función evolutiva específica de la adolescencia, o, como Freud (1905) señaló en sus Tres
ensayos acerca de la teoría de la sexualidad, de qué manera los “cambios” que tienen lugar
[después de la pubertad] y que le otorgan a la vida sexual infantil su configuración normal
“definitiva” (p. 207) pueden devenir, en cierto grupo de adolescentes, en un comportamiento
y en un pensamiento que resultan similares a aquellos de las psicosis adultas, pero que, en la
mayoría de circunstancias (al menos en mi propia experiencia y en la de aquellos que
trabajamos en el Centre for Research into Adolescent Breakdown de Londres) difiere
fundamentalmente de la psicosis en los adultos.
Los adolescentes a los que me refiero han estado en tratamiento psicoanalítico conmigo o
con mi esposa, o se encuentran en tratamiento psicoanalítico en el Centre for Research into
Adolescent Breakdown. Las edades de estos adolescentes fluctúan entre los 15 y los 19 años.
En la etapa de diagnóstico, sus psicopatologías se pudieron observar en alguna o en varias de
las siguientes manifestaciones: un intento de suicidio con la intención consciente precisa de
morir como resultado de este intento; una conducta incontrolable en el medio familiar,
conducta que incluía la agresión física o la amenaza a los padres, la destrucción de muebles
y la reclusión voluntaria del adolescente en su habitación; la convicción de que el propio
cuerpo se estaba modificando y que al final de este proceso el o la adolescente adquiriría un
cuerpo del sexo opuesto o de que se convertiría en un ser diferente, por ejemplo, en Jesucristo
o Dios, o que se reencarnaría; reacciones agudas a la agresión verbal o al insulto que tenía
como desenlace el ataque físico o la amenaza de perjudicar o matar a la otra persona; una
conducta sexual perversa; reacciones casi nulas ante cualquier interrelación con otra persona;
una ruptura o abandono de la realidad que podrían estar inducidas por el consumo de drogas,
la anorexia y la automutilación. Evito, por ahora, las referencias a otras manifestaciones tales
como las alucinaciones, las delusiones y las proyecciones paranoides. Estas descripciones
que se aplican con frecuencia a los pacientes psicóticos se examinarán más adelante a la luz
de lo que presentaré a continuación.
Como se podrá apreciar, en este artículo no me concentraré en la vida evolutiva que precede
a la pubertad. Aunque ésta podría parecer una flagrante omisión, la razón por la cual me
concentraré más bien en el periodo de la adolescencia es que deseo aislar los “cambios” que,
al parecer, desempeñan un papel esencial en las psicopatologías adolescentes y, en especial,
en los trastornos severos que se asemejan a la psicosis.
Hablar del adolescente supone hacer referencia al significado de tener un cuerpo física y
sexualmente maduro, a la posibilidad de fecundar o ser fecundada, al incesto o a las fantasías
de incesto, la violencia destructiva que se torna posible mediante el uso del propio cuerpo, a
la necesidad casi ineludible de encarar el hecho (a pesar de los esfuerzos y las fantasías de
cambiar el mundo exterior) de que se es hombre o mujer. Cualquiera que se dedique al
tratamiento de adolescentes con perturbaciones severas podrá familiarizarse inmediatamente
con una característica simple y evidente de estos adolescentes, sin tomar en consideración la
forma en que se manifiesta la patología más específica: el afán irreconciliable e infatigable
de hacer algo con respecto al propio cuerpo, o más precisamente, de alterar la imagen
corporal. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos que ésta constituye una característica
común a todos los adolescentes. No obstante, lo que distingue a los adolescentes que son el
objeto de mi descripción, de los adolescentes más normales es la naturaleza insoluble de su
búsqueda. No importa lo que hagan o cuanto traten, su angustia no disminuye porque las
fantasías vinculadas con el propio cuerpo y con lo que se aloja en éste jamás se alteran, y se
erigen en el persecutor. Para estos adolescentes, sus cuerpos sexualmente maduros (o
determinadas partes de sus cuerpos) no solo son sus enemigos, sino que representan aquello
(un objeto, generalmente la madre o el padre edípicos) que obstaculiza la consecución de un
estado de equilibrio narcisista, de paz, de unión edípica que supone gratificación y
destructividad sexuales.
Deseo pasar a describir el modelo de funcionamiento mental que me ocupa y el cual aplico
en mi trabajo regular con adolescentes. Este modelo me ayuda a tomar decisiones con
respecto a la severidad del trastorno, la posibilidad de reversión y la medida en que se ha
dañado o destruido la relación con la realidad externa. Cuando Freud (1924a) hizo referencia
al complejo de Edipo, lo hizo teniendo en mente diversos aspectos interrelacionados o, al
menos, así lo considero. Para él, Edipo era sinónimo de incesto, mientras que lo preedípico
significaba sexual, más no incestuoso (Loewald, 1979). El Edipo y su resolución
significaban, para Freud, la internacionalización de una instancia mental superior a la que
denominó superyó. Sin embargo, considero que él tenía en mente algo más que podría
constituir una parte esencial de lo que observamos en la patología adolescente y que debiera
ocupar un lugar especial en la comprensión de las manifestaciones psicóticas o en las
llamadas psicosis de la adolescencia. Pienso que en la resolución del complejo de Edipo
suponía que el examen de la realidad y la relación con la realidad externa se estableciesen
como una parte de la resolución edípica. Se supuso además que esta relación con la realidad
contenía: (i) la imagen del propio cuerpo, (ii) las principales fantasías que determinan la
forma y la orientación de las gratificaciones sexuales propias, y (iii) la selección de las
principales defensas contra la angustia de castración, es decir, la naturaleza de las agresiones
y la manera en que la relación con la realidad externa y con la realidad interna pueden
mantenerse, o pueden distorsionarse.
Recurriendo a mi propio lenguaje, el contenido de la fantasía masturbatoria central se fija
como una parte de la resolución edípica (Laufer, M., 1976). Así, esta fantasía forma parte de
todas las gratificaciones, regresiones, distorsiones de la realidad y relaciones objetales del
individuo (Laufer y Laufer, 1984). Si estoy aplicando correctamente las apreciaciones de
Freud, entonces, la ruptura con la realidad (sea ésta de carácter trastorno o permanente), que
podemos observar en las patologías de la adolescencia que me ocupan, se confirma en el
momento de la resolución del complejo de Edipo. Sin embargo, esta afirmación resulta
insuficiente si lo que deseamos es comprender la relación entre adolescencia y psicosis.
Debemos añadirle otra dimensión si hemos de explicar las rupturas con la realidad, rupturas
repentinas, severas o impredecibles que podemos observar durante la adolescencia, o si
hemos de explicar los cambios súbitos e imposibles de reconocer que, al parecer, ocurren
después de la pubertad, cambios que pueden anunciar (lo que se podría describir cómo) un
estado psicótico.
Esta nueva dimensión puede describirse de la siguiente manera: algunos adolescentes
inconscientemente experimentan el periodo de la pubertad, es decir, la madurez sexual y
física como un ataque traumático a la organización defensiva. Estos adolescentes se sienten
abrumados por la angustia que resulta del ataque del superyó y de la realidad externa
distorsionada. Para estos adolescentes, la madurez sexual y física supone la posibilidad de un
ataque sexual a uno de los padres edípicos, fantasía o deseo (o ambos) que con frecuencia se
experimentan, a través de la proyección, en tanto que temor al mundo externo, o como el
odio del propio cuerpo sexual que se erige en persecutor. Para algunos adolescentes, la
reacción y el trauma adquieren un carácter externo. Algunos experimentan el periodo de la
pubertad como la prueba final de que poseen un cuerpo diferente al que tenían, en la fantasía,
antes de la pubertad, o al que ellos suponían que adquirirían llegada la pubertad. En otras
palabras, se adquiere el conocimiento inconsciente de que su cuerpo real, es ahora
insatisfactorio y, de alguna manera, diferente al que tenían, en la fantasía durante el periodo
de la pubertad. Considero que éste constituye el anuncio del desmoronamiento que tiene lugar
en la pubertad, al decir desmoronamiento me refiero a la ruptura de la relación con el nuevo
cuerpo sexual, ruptura que supone el rechazo de los genitales sexualmente maduros que
forman parte de la imagen corporal. En algunos adolescentes, en cambio, se da una mayor
dependencia de las relaciones con una imagen corporal idealizada que, ya se, está exenta de
sexualidad o que satisface las exigencias del superyó (Laufer y Laufer, 1984). Es aquí donde
la fantasía masturbatoria central, que se ha fijado en el momento de la resolución edípica,
adquiere una importancia renovada. Hago referencia a esto debido a que existen diversos
factores esenciales en el desarrollo del adolescente, en su vínculo con la realidad (o ruptura
con la realidad) y en el destino de sus relaciones con los padres edípicos internalizados, que
forman parte de la fantasía masturbatoria central. Me refiero (i) a la dirección de la libido (si
ésta permanece orientada hacia el objeto o es principalmente narcisista) (ii) el grado de
distorsión de la imagen corporal sexual y (iii) al lugar que ocupa la sexualidad genital en las
fantasías del adolescente y en sus relaciones objetales, y así se está persiguiendo esta
sexualidad o ya se la ha desechado. Las respuestas nos ayudarán a lograr una mayor
comprensión de las diferencias entre un episodio psicótico agudo, un funcionamiento
psicótico y una psicosis. Así mismo, estas respuestas nos ayudarán a comprender el
significado y la función de las alucinaciones y delusiones que podemos observar en algunos
pacientes adolescentes que algunos podrían considerar psicóticos.
En La perdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis Freud (1924b) señala que “en la
neurosis se evita un área de la realidad mediante una especia de huida, mientras que en la
psicosis, la realidad se vuelve a modelar” (p. 185) o “en la neurosis no se niega la realidad
tan solo se la pasa por alto, en la psicosis se niega la realidad y se intenta sustituirla” (p. 185).
En Neurosis y psicosis, Freud (1924c) señala: “normalmente, el mundo externo gobierna al
yo de dos maneras: en primer lugar, mediante las percepciones actuales que siempre son
renovables, y en segundo lugar, mediante la reserva de recuerdos de percepción anteriores
que, en la forma de ‘un mundo interno’, dan lugar a esa percepción del yo y a un elemento
constitutivo de este (p.150).
Si aplicamos algunas de las percepciones de Freud a nuestra comprensión de las
manifestaciones psicóticas o de las psicosis de la adolescencia, podremos establecer
diferencias más nítidas de un episodio psicótico, un funcionamiento psicótico y una psicosis.
Esto resulta esencial para la evolución y el tratamiento de los adolescentes que presentan
trastornos serios ya que cada una de las diversas evoluciones supone expectativas y objetivos
diferentes y además tiene una repercusión importante en nuestro tratamiento de la
transferencia (Laufer, M.E., 1981). En este articulo me limitaré a presentar los factores que
podrían ayudarnos a decidir la categoría adecuada de evolución y no discutiré los aspectos
relacionados con el tratamiento.
Existen diferencias cruciales entre las siguientes categorías: el episodio psicótico, el
funcionamiento psicótico y la psicosis. Estas diferencias se pueden definir de la siguiente
manera: el adolescente que ha experimentado un episodio psicótico (un intento de suicidio o
una automutilación), presenta una ruptura de carácter temporal con la realidad. En este caso,
el adolescente re-niega de, es decir, repudia o niega un aspecto de la realidad únicamente.
Para él, los padres internalizados están aún muy activos en su interior, y el odio o la ira hacia
su propio cuerpo se dirige simultáneamente a los padres internalizados y a su propio cuerpo
sexual. No obstante, el adolescente mantiene una relación con estos objetos edípicos
internalizados a pesar del deseo de darles muerte y de asesinar a su propio cuerpo sexual.
Además, la culpa que se deriva de sus fantasías de incesto lo hace sentir que debe destruir su
cuerpo o, al menos, una parte de este. Estos adolescentes sienten que se encuentran en un
estado de punto muerto psíquico; no encuentran otro recurso para combatir su angustia que
la destrucción de lo que perciben como la fuente de dolor.
En el adolescente que presenta áreas de funcionamiento psicótico (anorexia, obesidad,
adicción a las drogas, depresiones que bordean la melancolía clásica), se da una distorsión
de la realidad a través de la proyección (similar a la que se da en el adolescente que
experimenta un episodio psicótico), pero para este adolescente, los objetos edípicos
internalizados mismos se experimentan como persecutores. No llego a comprender aún qué
es lo que impide a estos adolescentes alejarse completamente del mundo externo recurriendo
a la re-negación o la substitución a través de alucinaciones o delusiones. Estos adolescentes
conservan aún la habilidad de luchar contra sus persecutores internos mediante la agresión
dirigida contra su propio cuerpo, y mediante la vivencia reiterada de la gratificación sexual
en la forma de un sentimiento pasivo o de una rendición ante los objetos edípicos
internalizados. No obstante, también en este caso, el factor importante radica en que, los
objetos internalizados se encuentran presentes y en que los objetos edípicos siempre
participan en la lucha que se libra entre la fantasía y la realidad. La fantasía de incesto llega
a su fin en esta patología; sin embargo, estos adolescentes, al parecer, presentan una mayor
habilidad para la regresión. La fantasía del incesto no ha llegado a destruir completamente el
objeto externo real, a pesar de haber dado lugar a la distorsión severa del objeto. Estos
adolescentes todavía dependen del objeto externo para lograr la gratificación. En otras
palabras, el objeto externo continúa jugando un papel importante al permitirle al adolescente
experimentar y superar su fantasía masturbatoria central. Para estos adolescentes también
existe el odio hacia su cuerpo sexual y genital, y desean destruir su cuerpo sexual y genital,
mas no su cuerpo pregenital no-incestuoso.
La evaluación de la psicosis debe reservarse únicamente para una categoría muy especial de
trastornos en la adolescencia y no debe confundirse con ninguna de las dos categorías
anteriores (la del episodio psicótico o la del funcionamiento psicótico). Existen diferencias
esenciales entre estas dos primeras categorías y la psicosis adolescente. Las características
del adolescente psicótico son las siguientes: ha perdido la capacidad de dudar; ha tenido que
destruir la realidad y sustituirla por otra con el fin de permanecer en el estado de unión
narcisista; no vivencia su cuerpo sexual como el perseguidor (aunque sí sea el perseguidor)
debido a que ha destruido inconscientemente su cuerpo sexual y ha destruido a los padres
internalizados a través de su ruptura con la realidad. Estos adolescentes experimentan
inconscientemente el periodo de la pubertad como la realización de su fantasía de incesto.
Tiene lugar una especia de perdida repentina de la capacidad de controlar la fantasía del
incesto y una “ruptura” con el propio cuerpo sexual, que es precedida por una ruptura con la
realidad por lo cual el adolescente cree que su fantasía ha tenido lugar en la realidad con uno
de los padres o, al menos, le resulta imposible saber si esto ha ocurrido o no. El adolescente
psicótico no lo recuerda, sino que, actúa esta fantasía en la ruptura y en su relación con su
propio cuerpo. Una de las fantasías características de estos adolescentes es la de que su
cuerpo se modifica hasta convertirse en otro cuerpo distinto, es decir, en un cuerpo del sexo
opuesto, o la de poseer un cuerpo que no pertenece en absoluto a este mundo (un cuerpo que
puede tener una relación sexual consigo mismo, es decir, que es al mismo tiempo masculino
y femenino). No obstante, considero que esta fantasía contiene igualmente el recurso del
adolescente para “no recordar” o, en otras palabras, supone una defensa desesperada contra
el recuerdo. Sin embargo en estos adolescentes existe otro aspecto que se revela como
esencial en su experiencia de la ruptura severa o, al parecer, completa con la realidad que
tiene lugar en la pubertad, ruptura que puede tronarse evidente recién en el periodo de la
adolescencia. Durante el periodo en el cual estos adolescentes empiezan a no reconocer como
propio su cuerpo sexual o desear modificarlo, a experimentar delusiones o alucinaciones de
agresión o gratificación incestuosa, vivencian a los padres edípicos internalizados como si
ya no estuvieran presentes, es decir, como si hubiesen sido destruidos por la relación sexual
fantaseada con el adolescente.
Un adolescente psicótico al que traté experimentaba la gratificación incestuosa y la
destrucción de la madre edípica frotándose en el excusado con su propia orina y sus heces y
tendiéndose en su cama para olerse en éxtasis. En el caso de estos adolescentes también
debemos añadirle otro significado a su comportamiento y al contenido de sus delusiones y
alucinaciones. La destrucción del progenitor edípico jamás llega a ser completa y podemos
comprender sus fantasías, no solo en términos de sus fantasías masturbatorias centrales, sino
también como el recurso de estos adolescentes para intentar revivir su anterior realidad, para
tratar de restablecer la presencia de los padres internalizados. No obstante, en la evaluación
de este aspecto, debemos prestar especial atención a los factores que nos podrían asistir en la
consideración de las posibilidades de reversión mediante el tratamiento. Algunos de estos
adolescentes presentan patologías que parecen fijas, invariables, totalmente autocontenidas,
que no suponen duda alguna y que carecen de indicios de una orientación hacia la búsqueda
de un objeto. En este caso, pareciera que el desarrollo cesase y que las gratificaciones y la
realidad distorsionada no pudiesen ser sustituidas. Podríamos afirmar que la organización
sexual definitiva (Freud 1905) de estos adolescentes ya se ha establecido hace mucho tiempo,
incluso posiblemente antes de la pubertad y que experimentan la pubertad y la adolescencia
como la confirmación definitiva de la destrucción de su fantasía de acuerdo con la cual
poseen un cuerpo distinto. Considero que el repudio del desarrollo puede tener lugar antes
de la adolescencia, no obstante, aun no estoy convencido de que así sea.
Otros adolescentes que presentan rasgos psicóticos similares muestran, al parecer, un rasgo
adicional. Estos adolescentes parecen haber modificado su realidad y sus vidas parecen
regirse totalmente por sus mundos internos fantaseados. Sin embargo, conservan, en cierta
medida, la capacidad para la duda y para la búsqueda de un área de contacto a través de la
transferencia. No obstante, ocurre así mismo que, a pesar de los progresos que parecen tener
lugar en el marco de la transferencia, existe paralelamente un mundo de fantasía que
permanece indemne y que parece no perder su fuerza. Es como si estos adolescentes no
hubiesen logrado aún destruir totalmente sus objetos originales internalizados y, por tanto,
no los han sustituido aún por otros objetos de la fantasía que encajen completamente en su
organización delusiva o alucinatoria. Estos adolescentes presentan todos los rasgos de estar
psicóticos, pero sus fantasías todavía no incluyen la destrucción completa de sus cuerpos
sexuales y genitales. Sin embargo, aún no me encuentro en condiciones de explicar qué
aspecto de su organización psíquica los “salva” de la psicosis, a pesar de que ya no presentan
deseo alguno de progreso.
RESUMEN.

En este articulo se habla de como la función específica evolutiva de la adolescencia puede


resultar en conducta y modo de pensar que se asemejan a las psicosis adultas, pero que, en la
mayoría de las circunstancias, son fundamentalmente diferentes de aquellas.
Todo aquel que trate adolescentes con problemas severos estará familiarizado con una simple
u obvia característica de todos ellos: su eterna e imposible búsqueda de un camino en su
aspecto corporal.
Si queremos entender las manifestaciones psicóticas o psicosis de la adolescencia debemos
diferenciar entre: (i) un episodio psicótico (ii) funcionamiento psicótico y, (iii) psicosis. El
diagnóstico de psicosis debe reservarse para una categoría muy especial de perturbaciones
en la adolescencia y no debe confundirse ni con un episodio psicótico, ni con el
funcionamiento psicótico.

REFERENCIAS

FREUD, S. (1905). Three essays on the theory of sexuality. S.E. 7.


------------- (1924a). The dissolution of the Oedipus complex. S.E. 19.
------------- (1924b). The loss of reality in neurosis and psychosis. S.E. 19
------------- (1924c). Neurosis and psychosis. S.E. 19
LAUFER, M. (1976). The central masturbation fantasy, the final sexual organization, and
adolescence. Psychoanal. Study Child, 23: 297-316.
------------- & LAUFER, M.E. (1984). Adolescence and Developmental Breakdown. New
Haven & Londres: Yale Univ. Press.
LAUFER, M.E. (1981). The adolescent’s use of the body in object relationships and in the
transference: a comparison of borderline and narcissistic models of functioning. Psychoanal.
Study Child, 36: 163 -180
LOEWALD, H. W. (1979). The waning of the Oedipus complex. J. Amer. Psychoanal. Assn,
27: 751-775

*Publicado en: Int. J. Psycho-Anal (1986), 67, 367


Trabajo presentado en el 34to. Congreso Internacional de Psicoanálisis celebrado en Hamburgo en
julio de 1985.
Una copia de este texto fue presentada y discutida en el Coloquio “Psicoanálisis, adolescencia y
psicosis, que se llevó a cabo en París, en mayo de 1984.

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