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Enfoque interseccional

El enfoque interseccional dentro de las corrientes feministas ha sido empleado


para dar respuesta a las desigualdades sociales direccionadas por el género. En
este enfoque la premisa principal es la superposición de categorías bajo las
relaciones de poder y dominación “la interseccionalidad es entendida a nivel de
grupos y sujetos y también a nivel estructural, dando cuenta de las bases
materiales de la desigualdad” (Magliano 2015: 696).
Las principales categorías que se proponen para esta superposición son sexo,
raza y clase “Le concept d'intersectionnalité a permis de proposer une pensée
féministe combinant les dominations de sexe, de race, de clase” (Séchet 2012:
77).
Por otra parte, existe una interseccionalidad más profundizada que incluye edad,
género, raza, clase y nacionalidad. Esta conjugación es la causante de diferencias
y desigualdades. Otra característica de la interseccionalidad se observa dentro de
las estructuras familiares en las que han surgido cambios debido a que las
mujeres han salido de sus casas y tomado la jefatura de hogar, lo que ha
implicado la doblegación a la doble jornada de algunas de estas mujeres (Bonnetti
y Freire de Lima e Souza 2011).
La interseccionalidad responde a diferentes formas de discriminación y
desventajas en la estructura social como consecuencia del cruce de múltiples
identidades. Su finalidad no es la suma de categorías, más bien es comprender
que estas al estar imbricadas desencadenan diferentes experiencias (Kaminker y
Ortiz 2004).“La interseccionalidad, de modo fundamental, vino a poner en
discusión formas de opresión, falsos universalismos, múltiples clasificaciones
sociales y su incidencia en la vida de las personas” (Magliano 2015:705).
Dentro de las cadenas de cuidado que suelen ser de responsabilidad femenina
convergen diferentes categorías “estas cadenas involucran grandes divisiones
sociales y profundas desigualdades. Reflejan divisiones
de clases, de riqueza, de ingresos y estatus” (Arriagada y Todaro 2012: 21). Que
al seguir reproduciendo estos cruces se generan nuevas desigualdades
perpetuando las diferencias entre “mujeres y familias de distinta nacionalidad,
clase social, raza o nivel de estudios” (Arriagada y Todaro 2012: 21).
Otra característica que se superpone a esta intersección es la condición de madre.
Tal como señala Davis (1981) históricamente la interseccionalidad involucra a la
maternidad como categoría de imbricación, en un primer momento la acción
reproductiva era utilizada como forma de control del cuerpo por parte de los
hombres, siendo utilizadas como objeto de satisfacción del placer masculino y
producción de una cierta raza. “Las mujeres blancas estaban aprendiendo que
como madres cargaban con una responsabilidad muy especial en la lucha por
salvaguardar la supremacía blanca. Después de todo ellas eran las «madres de la
raza»” (Davis 1981: 125).
Llevándolo al fenómeno de la migración femenina en Chile, la superposición de
categorías que se conjugan son principalmente sexo, raza y clase.
Comprendiendo el sexo como una posición que pone a lo femenino en desventaja
respecto al sexo masculino, esta posición es provocada por las expectativas y
expresiones de roles asociadas a cada uno respectivamente (Herrera 2000).
Presentando a la raza como una característica que predispone ciertos
comportamientos sociales, como el racismo, xenofobia y aporofobia. Davis (1981)
señala que las personas migrantes son vulnerables al ser visualizadas como
objeto de explotación; principalmente a las mujeres con su fuerza de trabajo y la
dominación de sus cuerpos expresadas en abusos físicos y sexuales.
La maternidad migrante se visualiza como una triple forma de discriminación, la
primera por ser mujer, visualizada en desventaja ante lo masculino; ser
migrante, con esta predisposición de ser visualizada como vulnerable; y madre
como forma de perpetuación de su raza.
Esto se puede ver reflejado en los índices de pobreza multidimensional que afecta
al conjunto familiar, a continuación se comparan los porcentajes de esta pobreza
diferenciados por el tipo de hogar; primeramente los hogares que se componen de
una jefatura de hogar femenina alcanza un 9,2% En contraste a la situación de los
hogares con jefatura masculina, en donde se reconoce que un 6,4% se clasifican
como pobres de manera multidimensional (CASEN 2017).
En relación con su país de origen los datos entregados por la encuesta CASEN
(2017) siguen inclinando la pobreza multidimensional hacia la población migrante
como un sector con predisposición a esta condición en contraste a la población
nacida en Chile.

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