La educación en el mundo actual es matizada por constantes cambios y
transformaciones por lo que cada individuo adopta conductas que le son propias de acuerdo a las diferentes situaciones que se le presenten, el éxito de una escuela o centro educativo depende del éxito individual de los maestros quienes junto con el coordinador son el recurso humano principal para su buen funcionamiento. Aunque sean los maestros los responsables directos del proceso de enseñanza y aprendizaje, el coordinador es quién debe ser vigilante de esa praxis pedagógica, es decir, ser coparticipe del proceso con la intención de fortalecer el desempeño docente, apoyando eficientemente y con calidad, el logro de los propósitos educativos. Actualmente, la educación más que estar dirigida a lo teórico, se plantea la necesidad de encaminarla hacia lo humano, por lo cual, se deben establecer mecanismos para propiciar políticas institucionales que garanticen a los docentes la actualización en el campo laboral. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en el artículo 104 establece que “la educación estará a cargo de personas de reconocida moralidad y de comprobada idoneidad académica” lo que quiere decir que el docente debe poseer requisitos profesionales indispensables para ocupar el campo laboral, además se debe considerar lo planteado por la UNESCO en cuanto a los cuatro pilares del conocimiento: aprender a ser, aprender a convivir, aprender a hacer y aprender a conocer que bien describe Delors en su libro “La Educación Encierra un Tesoro”. También el Estado Venezolano en sus políticas educativas ha asumido compromisos internacionales con relación a la Educación Inicial, entre estos la X Conferencia Iberoamericana de Educación celebrada en la ciudad de Panamá el 03 de Julio de 2000 cuyo propósito fue “lograr una educación de calidad que requiera impulsar la educación de primera infancia en el Siglo XXI” e igualmente es pertinente mencionar que la declaración final de la Conferencia Mundial para Todos de Jomtien (1990), incluye como una de sus conclusiones “Mejorar la calidad de los programas de desarrollo integral y la educación de la primera infancia mediante el fortalecimiento del monitoreo y evaluación”, es decir, se hace preciso el constante acompañamiento de aula a los docentes para supervisar su desempeño como profesionales dentro del salón de clase. Pero una de las problemáticas en nuestro país es que esos acompañamientos no se realizan con regularidad, lo que genera una serie de vicios en el hacer pedagógico, pues no es un secreto que los docentes solo traten de ser mejores cuando conocen de la presencia de un supervisor. Por ello, es importante establecer que no basta con la existencia de un supervisor que monitoree diversas escuelas, sino más bien, de un coordinador por escuela que sea el garante del cumplimiento de las políticas educativas y de que la educación que imparte sus docentes sea la de mejor calidad. Es evidente que, por el contexto comunitario, la dinámica social e interna, la manera de cómo se lleva a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje y hasta por la historia, las escuelas hasta cierto punto son diferentes, por tales razones es imprescindible que un coordinador demuestre un perfil que se adecue a los requerimientos de la comunidad educativa, entendiéndose por perfil según Páez (1999) citado en Nobrega (2009) como “un conjunto de actitudes, conocimientos, destrezas y habilidades, características de un profesional” en tanto para Díaz-Barriga (2007) considera al perfil profesional como “la determinación de las acciones generales y específicas que desarrolla un profesional en las áreas o campos de acción (emanados de la realidad social y la propia disciplina) tendientes a la resolución de las necesidades sociales” (p.87-88) por consiguiente esas características y acciones son las que identifican la formación que posee en este caso, el coordinador, para asumir en condiciones optimas las responsabilidades propias del desarrollo de funciones en un determinado ámbito pedagógico capaz de convertir debilidades en fortalezas. En este sentido, si nos insertamos en el actual mundo de las escuelas, nos daremos cuenta que existen muchas fallas a nivel educativo, lo que hace puntual descubrir y determinar cuáles son esos elementos que conlleven a la solución de tales problemas; el coordinador pedagógico desde esta óptica debe despertar el interés de cómo mantener al día esa pasión en los docentes por su labor educativa. En consecuencia, sabemos que los directores en su rol supervisor prestan mayor atención a los procesos administrativos como: estadísticas, asistencia, nómina, efemérides, entre otros; y olvidan focalizar el aspecto pedagógico centrado en la planificación y evaluación, puntos clave en la supervisión educativa, lo que demuestra un aparente desconocimiento que se tiene acerca de esa gestión en pro de la mejora de los resultados en el proceso de enseñanza y aprendizaje por lo que merece una especial atención, ya que el docente de hoy vive una etapa de transición y de cambio constantes, que requiere de una ayuda pedagógica por parte de un ente, quien en su función supervisora y de promotor pedagógico se mantenga actualizado en el proceso. En la Ley Orgánica de Educación (2009) en su art. 6 establece que el Estado Docente a través de los órganos nacionales en materia de Educativa es quién dentro de sus competencias garantiza, regula, supervisa y controla el cumplimiento de objetivos en materia educativa en los establecimientos docentes oficiales y privados y la idoneidad de los profesionales de la docencia…, igualmente en el art. 42 refiere a que la supervisión educativa constituirá un proceso único, integral, holístico, sistemático y metodológico a fin de orientar y acompañar el proceso en pro de garantizar los fines de la educación previstos en la Constitución Bolivariana y el L.O.E. Las supervisiones se estructuran de acuerdo a Rutter y Conde (1998) en Nacional, Estadal, Municipal y de Plantel, y es el Reglamento General de la Ley Orgánica de Educación donde se establece los requisitos para optar por el cargo a supervisor así como sus atribuciones, pero lo cierto es que a pesar de que cada instancia posee competencias y funciones específicas; en el plano de la realidad necesitamos de coordinadores pedagógicos que corresponda con la situación de cada institución y al nivel y modalidad del sistema educativo, ese coordinador que en su función supervisora, ofrezca ese acompañamiento al docente a fin de guiar su trabajo con el propósito de corregir y orientar la labor educativa, aquel que satisfaga las necesidades inmediatas del personal docente en beneficio de los niños y niñas que conlleve el progreso de la praxis pedagógica. En consecuencia, cabe destacar que Muñoz (citado en Márquez 2004) dice que la supervisión, debe ser un proceso continuo, dinámico y agregaría sistemático cuyo objetivo primordial sea contribuir al mejoramiento de la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje en una empresa educativa, en función de sus fines; en concordancia, el art. 154 numeral 7 del Reglamento General de la Ley Orgánica de Educación (2003) nos plantea mejorar la calidad de la enseñanza y además estimular la superación profesional de los docentes como uno de los objetivos de la supervisión educativa. A tal efecto es preciso señalar que la figura directiva o coordinador de cada centro escolar es el responsable inmediato de la gestión institucional y por ende debe ejecutar acciones que le permitan al docente, cumplir de una manera precisa con su planificación. Sin embargo, el director en su rol como supervisor pedagógico no se centra en orientar y evaluar lo pertinente en cuanto a la elaboración y ejecución de las planificaciones en su totalidad. Específicamente, en los Centros de Educación Inicial, nivel preescolar, dentro de la praxis pedagógica integradora por ejemplo, es imprescindible que la planificación del docente se establezca en función del desarrollo evolutivo del niño para así generar un conjunto de habilidades y actitudes y conseguir en ellos el aprendizaje significativo, pero en ocasiones se olvida que existen procesos que llevan una secuencia y que por tanto deben ser respetados; por otro lado, existen planificaciones maravillosas donde se plantean actividades y estrategias innovadoras acordes a la edad del niño y niña, pero cuando vas a la práctica observas que lo escrito en el papel realmente no es lo que está ejecutando o si se está ejecutando el docente carece de emotividad hacia lo que hace, más sencillo aún, cuando en los Lunas Cívicos decimos a nuestros niños que debemos respetar y valorar los símbolos patrios de nuestro país o municipio y al momento de entonar el himno somos los maestros quienes no lo cantamos con entusiasmo, entonces aquí y en todas las anteriores es cuando el coordinador del centro juega un papel importante y atiende esa necesidad desde la acción educativa, por lo que en tal sentido, cabe preguntarse si un director o supervisor además de ejercer sus funciones administrativas realmente ¿es vigilante de que la planificación realizada por el docente se adapta al nivel o edad del niño?, ¿es vigilante de que la panificación es ejecutada para lograr aprendizajes significativos?, ¿es vigilante de que los maestros entonan el Himno con entusiasmo?, así como los ejemplos descritos y las interrogantes planteadas pueden surgir infinitas en torno a las diversas fallas que podemos encontrar en el nivel de educación inicial. Dentro del marco de los objetivos educativos planteados a nivel nacional, la figura directiva o coordinador de cada centro escolar juega un papel muy importante, por lo que sus funciones no deben centrarse únicamente a gerenciar administrativamente la institución, sino que debe ir con miras a gerenciar pedagógicamente ese recurso humano como lo es el “maestro”. En este sentido, en el contexto educativo es evidente la necesidad de establecer un enlace entre coordinador y maestras donde se favorezca el desempeño profesional y el proceso de enseñanza y aprendizaje, pues el Coordinador Pedagógico podría reforzar equipos de trabajo (Personal Docente) y acompañar a las escuelas en el diseño y gestión de proyectos de innovación, de acuerdo a sus funciones como Investigador, Planificador, Ejecutor, Evaluador siendo guía en el acompañamiento pedagógico de los docentes. El Coordinador Pedagógico debe brindar a sus docentes una gama de situaciones que fomente el crecimiento integral y de desarrollo de destrezas oportunos al proceso de reconstrucción de conocimientos sobre las bases de las experiencias previas, la realidad de cada aula y la de su centro educativo, porque basado en un enfoque constructivista como el que nos plantea Vygotsky, las herramientas cognitivas se desprenden de las relaciones sociales y el conocimiento es situado y colaborativo, esto es según Santrock (2001) que: El conocimiento es distribuido entre la gente y el medio ambiente, que incluye objetos, artefactos, herramientas, libros y las comunidades donde vive la gente. Esto sugiere que el conocimiento avanza más a través de la interacción con los demás en actividades que demandan cooperación. (p.66) Por su parte, un coordinador pedagógico que posea un perfil adecuado, al momento de abordar el acompañamiento, lo visualizará como un proceso que se da de manera bilateral y multilateral con la finalidad de compartir experiencias que enriquezcan a todos como equipo de trabajo desde una perspectiva constructivista. En línea con el texto es importante mencionar que al emplear el término pedagógico, se busca dar una visión más clara en función a la orientación que se quiere para el perfil que se desea desarrollar en vista de la necesidad recuperadora de la acción docente en la educación inicial, bajo un enfoque constructivista constituido por lla intervención de la realidad con el fin de colaborar en la estructuración de saberes, dejando a un lado las prácticas tradicionalista en donde, quien más sabia, era el coordinador. Aunque la teoría constructivistas de Lev Vygotsky se centra en la construcción del conocimiento del niño relacionado con su entorno, especificando zonas de desarrollo próximo y procesos de andamiajes, es apropiado establecer que igualmente puede ser aplicado al adulto, considerando que el aprendizaje es un proceso de construcción que se logra a través de la modificación de las estructuras mentales y que contribuye al desarrollo de la persona, un desarrollo que va a la par de la adquisición de experiencias y que en este caso de la investigación, el coordinador pedagógico poco ayudaría al crecimiento profesional del docente en su praxis educativa, este hecho por sí solo justifica la necesidad de crear su perfil. Vygotsky articuló algunas ideas, ya mencionadas, como lo es el concepto de las zona de desarrollo próximo (ZDP) estableciendo que es la distancia entre el nivel de desarrollo, determinado por la capacidad para resolver independientemente un problema, y el nivel o zona de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz. Así, el coordinador pedagógico en su acompañamiento docente es una clave indispensable que funciona como herramienta de construcción que determina una nueva dirección, define hacia donde debe ir el proceso educativo y cómo debe ajustarse de ser necesario. Por ello, el coordinador pedagógico es una figura indispensable para encauzar la labor de los docentes con la finalidad de mejorar la calidad de los procesos de forma continua e integral. Para ejecutar un cargo con eficiencia es imprescindible que se considere un perfil con la finalidad de que se pueda abordar con éxito, desde las competencias del ser, toda una gama de factores que influyen en el proceso educativo. En este sentido, existen diversos autores que especifican que la práctica profesional se constituye de la práctica social, Díaz-Barriga (2007) considera que el perfil profesional “es la determinación de las acciones generales y específicas que desarrolla un profesional en las áreas o campos de acción (emanados de la realidad social y de la propia disciplina) tendientes a la solución de las necesidades sociales” (p.88). Lo anterior señala la importancia de adecuar un perfil según el contexto en el que se desenvolverá el profesional, en este caso, el Coordinador Pedagógico, que más allá de acciones generales debe centrarse en acciones específicas, es decir, propias de su ocupación, caracterizada por comprender procesos educativos específicos, centradas en los cuatro saberes fundamentales: saber, hacer, ser y convivir, estos últimos establecidos por Delors en 1996; entendiéndose por acciones a un conjunto de competencias indispensables para el ejercicio de sus funciones. El Proyecto Tuning (2006), como señala Canquiz (2004), sostiene que las competencias representan las cualidades de las personas para desempeñarse productivamente en una situación de trabajo, llegando a depender para su desarrollo no sólo de las situaciones de aprendizaje formal, sino también del aprendizaje derivado de las experiencias de situaciones concretas de trabajo, además agregan (2006) que la competencia va mucho más allá, por cuanto es aplicable al saber reflexionar, valorar, organizar, seleccionar e integrar lo que puede ser mejor para realizar una actividad profesional. En línea con el texto, el coordinador pedagógico debe poseer no solo conocimientos, sino habilidades y destrezas en lo personal y ocupacional que permita, genere y facilite aprendizajes al desarrollar su labor en pro de una educación inicial que responda a su fortalecimiento desde la acción pedagógica.