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Batalla de Filipos

Batalla de Filipos

Tercera guerra civil de la República romana

M Antonius.jpg

Busto de Marco Antonio

Fecha 3 y 23 de octubre de 42 a. C.

Lugar Filipos, Macedonia

Coordenadas 41°00′47″N 24°17′11″ECoordenadas: 41°00′47″N 24°17′11″E (mapa)

Casus belli Asesinato de Julio César

Resultado Decisiva victoria de los triunviros

Beligerantes

Triunviros Republicanos

Comandantes

Marco Antonio

Octavio Marco Junio Bruto †

Cayo Casio Longino †

Fuerzas en combate

113 0001 -130 0002

(191 -223 legiones romanas)

100 0001 -110 0003 infantes

13 000 jinetes1 3 90 0001 3 -100 0002

(19 legiones romanas)1

70 0001 -80 0004 5 infantes

17 0006 -20 0001 4 jinetes

5000 jinetes y numerosa infantería aliada gálata3 5

Bajas
Desconocidas 20 000 muertos7

Unos 40 000 romanos muertos.8

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La batalla de Filipos enfrentó a las fuerzas de Marco Antonio y Octavio (miembros del Segundo
Triunvirato) contra las fuerzas de los asesinos de Julio César: Marco Junio Bruto y Cayo Casio
Longino, en el año 42 a. C., en Filipos, Macedonia.

La batalla consistió en dos enfrentamientos en la llanura al oeste de la ciudad de Filipos. El primero


de ellos aconteció el 3 de octubre; Bruto se enfrentó a Octavio, mientras las fuerzas de Marco
Antonio se enfrentaban a las de Casio. En un principio, Bruto hizo retroceder a Octavio y se
adentró en su campamento. Pero en el sur, Casio fue derrotado por Marco Antonio y se suicidó
tras escuchar un informe falso según el cual Bruto también había fracasado. Bruto reunió las
tropas restantes de Casio y ambos bandos ordenaron a sus ejércitos que se retiraran a sus
campamentos. La batalla fue esencialmente un empate, si no fuera por el suicidio de Casio.

El segundo encuentro, el 23 de octubre, acabó con las fuerzas de Bruto, que a su vez se suicidó,
dejando a los triunviros con el control de la República romana.

Índice [ocultar]

1 Antecedentes

2 Fuerzas en combate

3 La primera batalla de Filipos

4 La segunda batalla de Filipos

5 Consecuencias de la batalla

6 Citas

7 Cultura popular

8 Referencias

9 Bibliografía

9.1 Fuentes antiguas

9.2 Obras modernas

10 Enlaces externos

Antecedentes[editar]
Tras la muerte de Julio César, Bruto y Casio (los dos principales conspiradores en el asesinato de
César) habían abandonado Italia y tomado el control de todas las provincias orientales (desde
Grecia y Macedonia hasta Siria), así como de los reinos orientales aliados. Bruto controlaba el
Ilírico, Macedonia y Grecia, mientras que Casio ejercía el gobierno sobre la Cirenaica, Chipre y
Asia. En virtud de la Lex Pedia, aprobada el 43 a. C., el gobierno que Bruto y Casio ejercían sobre
las provincias orientales era ilegal.

Mientras tanto, en Roma, los tres principales líderes cesarianos (Marco Antonio, Octavio y Marco
Emilio Lépido), que controlaban casi todos los ejércitos romanos de Occidente, habían establecido
el segundo triunvirato, aplastado la oposición en el senado ejecutando a varios miembros del
partido republicano, incluyendo a Cicerón, y se disponían a destruir las fuerzas de los asesinos de
César, no sólo para hacerse con el control de las provincias orientales, sino también para vengar la
muerte de César.

Las noticias que llegaban de las provincias orientales no eran nada alentadoras para los triunviros.
En esta región se organizó una oposición al nuevo régimen en torno a los "republicanos". En Siria,
Casio, el cual ya tenía relaciones con la administración provincial después de ser uno de los pocos
supervivientes de la desastrosa campaña de Craso contra el Imperio parto, había liberado al
ejército de Quinto Cecilio Baso, que se encontraba sitiado desde hacía casi tres años en la ciudad
de Apamea. Su intervención no pudo ser más afortunada; levantó el asedio y reclutó para su
bando las dos legiones de Baso, a las seis legiones que lo sitiaban y además consiguió cuatro
legiones más en Judea. Estas eran cuatro legiones que el legado Alieno llevaba desde Egipto al
cónsul Dolabela (tres de ellas dejadas por Julio César después de su campaña en Egipto), quien las
esperaba en Laodicea para que se rindieran y pasaran a su mando. De esta forma Casio, con un
impresionante ejército de doce legiones, se dirigió a Loadicea donde se hallaba Dolabela el cual,
viendo la situación, acabó suicidándose.

El conflicto internacional, por tanto, también había llegado a Egipto: Casio exigió a Cleopatra
hombres y víveres, a lo que ella se negó, bajo la excusa de que la pobreza y las enfermedades
asolaban Egipto. A pesar de todo, Cleopatra ya había decidido unirse a los triunviros con su
armada, pero un fuerte vendaval la dispersó y tuvo que regresar a Egipto.

Mientras tanto, en Macedonia el propretor Gayo Antonio, quien como “legítimo” gobernador se
enfrentaba a Bruto con dos legiones, tuvo que rendirse ante fuerzas superiores; esto después de
que Bruto, tras muchas dificultades, consiguiera la rendición de las guarniciones de Dirraquio y
Apolonia de Iliria y obligara a Publio Vatidio a retirarse hacia Iliria. Tras estos acontecimientos,
Bruto reclutó a dos legiones más entre los macedonios, y con esto disponía de un respetable
ejército formado por ocho legiones.

Filipos, en la Macedonia Oriental.


Por su parte, el triunvirato tampoco perdió el tiempo: Lépido fue dejado en Roma, mientras que
los otros triunviros (Marco Antonio y Octavio) se desplazaron al norte de Grecia con sus mejores
tropas (un total de veintiocho legiones). Enviaron una fuerza exploratoria compuesta por ocho
legiones (comandadas por Cayo Norbano Flaco y Lucio Decidio Saxa), a lo largo de la vía Egnatia,
con el objetivo de localizar el ejército de los republicanos. Norbano y Saxa pasaron la ciudad de
Filipos y se hicieron fuertes en un estrecho paso de montaña. Marco Antonio venía por detrás
mientras Octavio, que se había quedado rezagado en Dirraquio debido a su mala salud que le
acompañaría durante toda la campaña, era llevado en litera. Aunque los triunviros habían logrado
cruzar el mar Adriático, las comunicaciones con Italia se habían complicado debido a la llegada del
almirante republicano Cneo Domicio Ahenobarbo, con una flota de 130 barcos.

Los republicanos no querían involucrarse en una batalla decisiva, sino más bien lograr una buena
posición defensiva y utilizar su superioridad naval para bloquear las comunicaciones de los
triunviros con su centro de abastecimiento en Italia. Bruto habían dedicado los meses anteriores a
saquear las ciudades griegas para llenar sus reservas y se había reunido en Tracia con las legiones
romanas de las provincias orientales que habían cruzado el Helesponto. Con unas fuerzas
superiores consiguieron flanquear a Norbano y Saxa, que tuvieron que abandonar sus posiciones
defensivas y retirarse al oeste. De este modo, Bruto y Casio podían hacerse fuertes en una
posición defensiva privilegiada a ambos lados de la vía Egnatia, alrededor de 3,5 km. al oeste de la
ciudad de Filipos. Al sur su posición estaba protegida por unas marismas supuestamente
infranqueables, y en el norte por unas colinas impenetrables. Tuvieron tiempo suficiente para
fortificar su posición con una muralla y un foso. Bruto situó su campamento en el norte, mientras
Casio lo hacía al sur de la vía Egnatia. Marco Antonio llegó en poco tiempo y posicionó su ejército
al sur de la vía Egnatia, mientras Octavio situaba sus legiones al norte de la vía.

En este momento, en las conquistas romanas se había creado una división total de la moribunda
república romana: por un lado Occidente, del lado de los triunviros, y por otro lado, Oriente del
lado de los republicanos. La gran cantidad de legiones unidas por uno y otro lado reflejaba que iba
a ser una monumental batalla que iba a decidir el futuro de Roma, de forma idéntica que en
Farsalia: las mejores tropas romanas se enfrentaban en un solo campo de batalla, dejando de lado
una larga campaña que a ninguno de los dos favorecería, debido a la difícil situación en que se
encontraban tanto los triunviros como los republicanos. Debía ser una única batalla, y a muerte.
Nuevamente, los seguidores de Pompeyo y los de César se iban a enfrentar en una región de
Grecia, en una batalla que iba a marcar la lucha por la República o por el Imperio.

Fuerzas en combate[editar]

El ejército de los triunviros comprendía diecinueve legiones (otras legiones se habían dejado
atrás). Las fuentes informan solamente del nombre de una legión (la IV legión), pero otras legiones
estaban presentes incluyendo la VI, VII, VIII, X Equestris, XII, III, XXVI, XXVIII, XXIX, y XXX, porque
sus veteranos participaron en el reparto de tierras después de la batalla. Apiano informa que las
legiones de los triunviros contaban con sus filas completas. Además, tenían una gran fuerza de
caballería (13 000 jinetes con Octavio y 20 000 con Marco Antonio).
Los republicanos tenían diecisiete legiones (ocho con Bruto y nueve con Casio), mientras que otras
dos legiones estaban con la flota. Solamente dos legiones contaban con sus filas completas, pero
el ejército fue reforzado por medio del reclutamiento en los reinos aliados del este. Apiano
informa que el ejército reunía en torno a 80 000 soldados de infantería. La caballería englobaba un
total de 17 000 jinetes, incluyendo 5000 arqueros que montaban al modo oriental. Este ejército
incluía las viejas legiones cesarianas presentes en el este (probablemente las legiones XXVII, XXXVI,
XXXVII, XXXI y XXXIII); de modo que la mayoría de estos legionarios eran antiguos veteranos
cesarianos. No obstante, al menos la legión XXXVI estaba compuesta por veteranos de Pompeyo,
alistados en el ejército de César tras la batalla de Farsalia. La lealtad de los soldados que enviaban
a luchar contra el heredero de César era un asunto delicado para los republicanos (es importante
destacar que el nombre de "Octavio" no fue utilizado por sus contemporáneos: Octavio era
conocido como Cayo Julio César). Casio había intentado reforzar la lealtad de los soldados con
discursos enérgicos ("No tiene nada que ver que hayáis sido soldados de César. Entonces no
éramos sus soldados, sino los soldados de nuestro país") y con un regalo de 1500 denarios para
cada legionario y 7500 para cada centurión.

Aunque las fuentes antiguas no informan del número total de hombres de ambos ejércitos, parece
que tenían una fuerza similar (los historiadores modernos han fijado un total de en torno a 100
000 hombres en cada bando).

Movimientos de los ejércitos antes de la batalla.

La primera batalla de Filipos[editar]

Marco Antonio planteó batalla varias veces, pero los republicanos no cayeron en el engaño y no
abandonaron su posición defensiva. De modo que Marco Antonio trató de flanquear en secreto la
posición de los republicanos a través de las marismas del sur. Con gran esfuerzo consiguió abrir un
paso a través de las marismas, lanzándose sobre ellos. Esta maniobra fue finalmente advertida por
Casio que intentó un contraataque desplazando parte de su ejército al sur, hacia las marismas, y
fabricando un dique transversal, intentando cortar el ala derecha de Marco Antonio. Esto provocó
la batalla general del 3 de octubre de 42 a. C.

Primera batalla de Filipos.

Marco Antonio ordenó una carga contra Casio, teniendo como objetivo las fortificaciones entre el
campamento de Casio y las marismas. Al mismo tiempo, los soldados de Bruto, provocados por el
ejército de los triunviros, acometieron contra el ejército de Octavio, sin esperar la orden de ataque
(dada con el santo y seña "Libertad"). Este asalto sorpresa tuvo un éxito completo: las tropas de
Octavio huyeron y fueron perseguidas hasta su campamento, que fue capturado por los hombres
de Bruto, dirigidos por Marco Valerio Mesala Corvino. Tres estándares de las legiones de Octavio
fueron capturados, un claro indicio de la desbandada. Octavio no se encontraba en su tienda: su
litera fue agujereada y cortada en pedazos. La mayoría de los historiadores antiguos señalan que
había sido advertido en un sueño de que tuviera cuidado ese día, como él mismo escribió en sus
memorias. Plinio informa que Octavio fue ocultado en la marisma.

Sin embargo, en el otro lado del vía Egnatia, Marco Antonio asaltó las fortificaciones de Casio,
demoliendo la empalizada y llenando el foso. Capturó fácilmente el campamento de Casio, que fue
defendido solo por unos pocos hombres. Al parecer, parte del ejército de Casio había avanzado
hacia el sur: cuando trataron de regresar fueron repelidos fácilmente por Marco Antonio.

Aparentemente, el resultado de la batalla fue un empate. Casio había perdido 9000 hombres,
mientras que Octavio tenía cerca de 18 000 bajas. Sin embargo, el campo de batalla era muy
grande y las nubes de polvo hacían imposible hacer una valoración clara del resultado de la
batalla, así que ambas partes ignoraban el destino que había tenido los otros. Casio subió a lo alto
de una colina, pero no pudo ver bien qué sucedía en el lado de Bruto. Creyendo que había sufrido
una derrota aplastante ordenó a su liberto Píndaro que lo matara. Bruto lloró sobre el cuerpo de
Casio, llamándolo "el último de los romanos". Sin embargo, evitó un entierro público, temiendo los
efectos negativos sobre la moral del ejército.

Fuentes alternativas atribuyen a la codicia de las tropas de Bruto como el factor que impidió su
victoria definitiva el 3 de octubre. El saqueo prematuro y el acopio de botín por parte de las
fuerzas de Bruto permitieron a las tropas de Octavio recomponer sus líneas. "¡Termina la batalla
una vez que ha empezado!", se convirtió en un grito de combate habitual en el futuro reinado de
Octavio como emperador.

La segunda batalla de Filipos[editar]

El mismo día de la primera batalla de Filipos la flota republicana, que patrullaba el mar Jónico,
interceptó y destruyó los refuerzos de los triunviros (dos legiones, otras tropas y suministros
dirigidas por Domicio Calvino). De ese modo, la posición estratégica de Marco Antonio y Octavio se
tornó muy preocupante, puesto que las regiones ya agotadas de Macedonia y Tesalia no podían
abastecer a su ejército por mucho tiempo, mientras que Bruto podría recibir fácilmente
suministros por mar. Los triunviros tuvieron que enviar una legión al sur, a Acaya, para recoger
más suministros. Se elevó la moral de las tropas con la promesa de 5000 denarios adicionales para
cada legionario y 25 000 para cada centurión.

Sin embargo, en el otro lado, el ejército de los republicanos se había quedado sin su mejor
estratega. Bruto tenía menos experiencia militar que Casio y, lo que era peor, no podía ganarse el
respeto de sus aliados y de sus soldados, aunque había ofrecido otros 1000 denarios para cada
soldado después de la batalla.

En las tres siguientes semanas, Marco Antonio pudo avanzar lentamente sus fuerzas hacia el sur
del ejército de Bruto, fortificando una colina cerca del antiguo campamento de Casio, que había
sido dejada sin vigilar por Bruto.
Segunda batalla de Filipos.

Para evitar ser flanqueado, Bruto fue obligado a extender su línea hacia el sur, en paralelo a la vía
Egnatia, construyendo varios puestos fortificados. La posición defensiva de Bruto seguía siendo
segura, manteniendo las tierras altas y con una línea segura de comunicación con el mar. Quería
mantener el plan original de evitar un enfrentamiento abierto, mientras esperaba que su
superioridad naval agotara al enemigo. Desafortunadamente, la mayoría de sus oficiales y los
soldados estaban cansados de las tácticas dilatorias y exigieron una batalla abierta.
Probablemente Bruto y sus oficiales temían que sus soldados se pasaran al enemigo si no
mantenían el control de sus tropas. Plutarco también indica que Bruto no había recibido noticias
de la derrota de Domicio Calvino en el mar Jónico. Así, cuando algunos de los aliados orientales y
de los mercenarios comenzaron a abandonar, Bruto se vio forzado a atacar la tarde del 23 de
octubre. Como él dijo: "Parece que prosigo la guerra como Pompeyo el Grande, no tanto
ordenando sino siendo ordenado."

La batalla dio lugar a un combate cuerpo a cuerpo entre dos ejércitos de veteranos bien
adiestrados. Se olvidaron de las flechas y de las jabalinas, y los soldados lucharon en formación
cerrada frente a frente con sus espadas, la carnicería era terrible. Al final, el ataque de Bruto fue
rechazado y sus soldados huyeron desordenadamente, rompiendo las filas. Los soldados de
Octavio capturaron las puertas del campamento de Bruto antes de que su ejército pudiera
alcanzar esta posición defensiva. El ejército de Bruto no pudo recomponerse, con lo que la victoria
de los triunviros fue completa. Bruto pudo retirarse a las colinas próximas con una fuerza
equivalente a cuatro legiones. Viendo que la rendición y su captura eran inevitables, Bruto se
suicidó.

El número total de bajas de la segunda batalla de Filipos no fueron comunicadas, pero los
combates cuerpo a cuerpo probablemente dieron lugar a grandes pérdidas en ambos lados.

Consecuencias de la batalla[editar]

La victoria del triunvirato había sido un éxito, pero sobre todo para Marco Antonio, el verdadero
triunfador en Filipos, que aguantó el empuje de Casio, desmoralizándolo y pudiendo arreglar la
mala situación en la que se había colocado un enfermo Octavio, después de la pérdida de su
campamento ante Bruto. Este hecho es descrito de una forma muy directa por Plutarco al hablar
de la victoria del triunvirato: “Ninguna hazaña notable se vio de Octavio, sino que a Antonio era a
quien se debían las victorias y los triunfos.”. La batalla de Filipos marcó el punto más alto de la
carrera de Marco Antonio. En aquella época era el general romano más famoso y el triunviro de
mayor categoría.

Los restos del ejército de los republicanos fueron reunidos y casi 14 000 hombres fueron
enrolados en el ejército de los triunviros. Algunos soldados veteranos permanecieron en la ciudad
de Filipos, que se convirtió en una colonia romana. A su vez, otros veteranos fueron
recompensados tras la batalla de Filipos con tierras en Italia, que fueron expropiadas al efecto. El
hijo de uno de los expropiados había adquirido cierta fama como poeta. Se llamaba Publio Virgilio
Marón. Uno de los generales de Octavio, llamado Cayo Asinio Polión, era aficionado a la poesía y
había oído hablar de él. Su intercesión logró que le fuera devuelta su granja al padre de Virgilio.

Otro literato afectado por la guerra fue Quinto Horacio Flaco. Había sido oficial en el ejército de
Bruto, pero durante la batalla de Filipos huyó del combate en lo que, de acuerdo con los cánones
de la época, se podría llamar un acto de cobardía. Salvó la vida, pero perdió sus posesiones en
Italia. Marchó a Roma y encontró trabajo como escribano.

En Filipos no sólo murieron Bruto, Casio y muchos de sus seguidores, sino que cayeron con ellos
los viejos ideales republicanos. Muchos prisioneros fueron ajusticiados sin piedad. Cuenta
Suetonio que Octavio no ahorró ultrajes con los prisioneros de la nobilitas. De esta derrota sólo
unos pocos pudieron escapar para unirse a las tropas de Sexto Pompeyo, el hijo menor de
Pompeyo el Grande, que había iniciado el reclutamiento de un ejército y comenzaba a adueñarse
de parte de las provincias occidentales. Los partidos senatorial y republicano fueron aniquilados:
nadie más debía desafiar el poder del Triunvirato.

Los triunviros ahora dominaban Roma y quizá pensaron que sería mejor para todos separarse.
Lépido recibió el Oeste y Antonio el Este, mientras que Octavio permanecía en Roma.

Pero la batalla de Filipos puso también en evidencia parte de las contradicciones internas de los
triunviros. Por supuestas o reales complicidades de Lépido con Sexto Pompeyo, los dos hombres
fuertes del triunvirato, Octavio y Antonio, decidieron un nuevo reparto territorial que incluía
privar a Lépido del gobierno de provincias: así, Marco Antonio obtuvo también la responsabilidad
del gobierno de la Narbonense y de todo el Oriente al que ya tenía sobre la Galia Cisalpina y la
Galia Comata. A su vez, Octavio quedó al frente de las dos provincias de Hispania, además de
Numidia y África; tenía también que desalojar a Sexto Pompeyo del gobierno de Sicilia. Ahora bien,
el triunvirato se mantuvo formalmente a pesar de que el poder real residía en sólo dos de sus
miembros. Lépido se encargaba de los aspectos religiosos.

Citas[editar]

Plutarco describe que Marco Antonio cubrió el cuerpo de Bruto con una toga púrpura como
muestra de respeto y aunque no habían sido amigos, recordó que Bruto había estipulado, como
condición para unirse a la conspiración para asesinar a César, que la vida de Marco Antonio fuera
respetada.

Plutarco refiere que Bruto vio a un fantasma unos meses antes de la batalla. Una noche vio una
forma enorme y tenebrosa que se le apareció; cuando él le preguntó tranquilamente, "¿Qué eres
tú?" contestó "Tu espíritu maligno, Bruto: Te veré en Filipos." Bruto se encontró otra vez con el
fantasma la noche anterior a la batalla. Este episodio es uno de los más famosos de la obra de
William Shakespeare, Julio César.

Plutarco también indica las últimas palabras de Bruto, citadas en una tragedia griega "Oh
miserable virtud, tu no fuiste más que un nombre, pero yo te adoré como una realidad cierta; pero
ahora, parece, que no fueras más que el esclavo de la fortuna."
La propia versión de Octavio de la batalla de Filipos indica: "Envié al exilio a los asesinos de mi
padre, castigando sus crímenes con los tribunales ordinarios, más tarde, cuando hicieron la guerra
a la república dos veces los derroté en batalla". Qui parentem meum [interfecer]un[t eo]s in
exilium expuli iudiciis legitimis ultus eorum [fa]cin[us, e]t postea bellum inferentis rei publicae vici
b[is a]cie. Res Gestae 2.

Cultura popular[editar]

La batalla aparece reflejada en la obra de William Shakespeare Julio César (trasfondo de los actos
4 y 5).

La batalla también se esboza en la película Cleopatra, dirigida por Joseph L. Mankiewicz,


protagonizada por Rex Harrison (Julio César), Richard Burton (Marco Antonio) y Elizabeth Taylor
(Cleopatra).

En el episodio La batalla de Filipos, sexto de la segunda temporada de la serie de televisión Roma,


se plantea una versión novelada de la batalla.

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