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Corocotta y las Guerras 

Cántabras

Recientemente se ha puesto de moda la figura del caudillo cántabro Corocotta gracias al libro
de Javier Lorenzo, “Corocotta, el último soldurio”.La figura de Corocotta como gran caudillo
de los guerreros Cantabros en su lucha por la independencia durante las Guerras Cántabras
es muy romántica, es casi un Asterix de carne y hueso… Pero, ¿Mereció tal fama? ¿Quiénes
eran los cántabros? Este artículo pretende responder esas preguntas y exponer con
rigurosidad histórica el periodo conocido como Guerras Cántabras, periodo en el que sale a la
luz Corocotta como caudillo.

De Corocotta y de la época de las Guerras Cántabras sabemos muy poco, y todo lo que sabemos lo
sabemos gracias a las fuentes romanas, gracias a cronistas como, Floro, Orosio, Dión Casio y en
menor medida Jordanes y otros. Al ser fuentes provenientes del bando ganador siempre hay que
examinarlas atentamente y contrastarlas con los restos arqueológicos para ver cuál es el grado de
veracidad de las mismas.

El pueblo cantabro habitaba la zona norte de la Península Ibérica, tenia como vecinos a los Atures al
Oeste, a los Vaceos al sur y a los Vascones al este. El territorio cantabro seria el doble del que
ocupa hoy la provincia de Cantabria. Los cantabros eran un pueblo guerrero surgido de la fusión de
los invasores celtas y la población autóctona. No eran un pueblo unificado, sino que estaba
compuesto de varias tribus menores: Los Orgenomescos en la zona de la costa oeste, los Coniscos
en la región de Santander, los Aurinos en la costa este, los Vadinenses limitando con los Astures,
los Concanos en la región de Potes, los Tamaricos en la zona de Velilla de Guardo y varias tribus
mas…. Sus costumbres y modos de vida serán muy austeros y primitivos, al estilo de los celtas de
Tracia y Escitia según comparan los cronistas romanos. Una economía y modo de vida basado en la
guerra, actuando como mercenarios o saqueado las tierras y cosechas de sus vecinos Vacceos,
Turmódigos y Autrigones.

Los cantabros eran un pueblo famoso por sus cualidades guerreras ya que solían participar como
mercenarios en muchos conflictos. Acompañaron como mercenarios a Aníbal y sus cartagineses en
la Segunda Guerra Púnica dando muestra de una gran valía. En ese conflicto se hizo famoso el
caudillo cantabro Laro por su corpulencia y por el número de enemigos que segó con su hacha de
dos cabezas. También aparecieron durante el asedio de Numancia, intentando auxiliar a los sitiados.
Nuevamente se les encontraría Julio Cesar durante la Guerra de las Galias, en la que los Cantabros
participaron como auxiliares de los Aquitanos. Así pues Los Cantabros serían para los romanos “el
pueblo más fiero de la Península” y todo un quebradero de cabeza a la hora de imponer la
civilización y el orden en la Península. Cuando el emperador Augusto llegue al poder decidirá poner
fin a las incursiones de saqueo de los Cantabros sobre tierras de pueblos ya sometidos a Roma.
Además el hallazgo de minas de oro en la zona norte era una suculenta tentación para Roma, ya que
las guerras civiles entre los sucesores de Cesar habían dejado las arcas vacías. Así pues Augusto
decidió acabar con los saqueos Cantabros, apoderarse de las minas de oro y unificar toda la
Península como parte del imperio unificado que estaba construyendo, además de aumentar su
prestigio como general. Fruto de todo esto serán las Guerras Cantabras, del 29 al 19 a.C.

Así pues en el año 29 a. C., Statilio Tauro, legado de Augusto, emprende una campaña contra los
pueblos vacceos, cantabros y astures, antiguos enemigos aliados frente a Roma, el enemigo común
que les pretendía someter a todos. Peor la unión será más nominal que efectiva, la coordinación
militar entre los tres pueblos será nula. El legado Statilio logró pacificar rápidamente a los Vacceos,
una victoria que le hizo valedor de la celebración del triunfo. Sin embargo no consiguió derrotar a
los Cantabros y Atures refugiados en sus “castros” o campamentos fortificados en las montañas y
decidió levantar un campamento en Asturica, la actual Astorga, para las futuras campañas.

Durante el 28 a. C la guerra la continúa el legado Calvisio Sabino, una campaña de la que se


desconocen los detalles, solo se sabe que el legado fue premiado con el triunfo. Durante el 27 a. C.,
será el legado Sexto Apuleyo el encargado de llevar las operaciones obteniendo también el triunfo.
En el año 26 a C. Augusto se pone personalmente al mando de las operaciones con las legiones: I
Augusta, II Augusta, IV Macedonica, V Alaudae, VI Victrix, IX Hispana, X Gemina y según
algunos historiadores también estaría la Legión XX Valeria Victrix. En total unos 80.000 hombres
entre legionarios y auxiliares.

Augusto estaba decidido a dar el golpe final, no obstante el terreno montañoso y la eficaz lucha de
guerrillas de los cantabros no se lo ponía fácil. Augusto establecería su principal base de
operaciones en Segisamo y Portus Blendius en la zona de Suances le serviría como base de
abastecimiento costero. Durante el año 26 a. C. la guerra se dedica en exclusiva a acabar con los
cantabros. El ejército romano se desplegó en tres columnas que avanzando por tierra abarcaban todo
el territorio cantabro, según los cronistas romanos se dispondrían como para “una batida contra
alimañas”, así mismo en la costa actuaba la flota romana que desembarco una legión para
sorprender a los cantabros por la espalda, según algunos historiadores la legión que desembarcó fue
la Legión IX Hispana. Acosados por las columnas romanas los cantabros se refugiaron en la ciudad
de Bergida a la que Orosio llama Atica. Asediados por el legado Antistio los cantabros escaparon al
castro fortificado del monte Vindio donde sufrieron un nuevo asedio hasta que el hambre mató a la
mayoría de los defensores.

El resto de cantabros se refugio en Aracillum, durante los inicios de este asedio, el emperador
Augusto, cansado de la larga guerra de guerrillas se marcho “enfermo” a Tarraco y dejo la campaña
en manos de su experto legado, Cayo Antistio Vetus. Cercados por las columnas de Antistio y la
columna que había desembarcado en la costa, los cantabros resistieron duramente a vida o muerte,
pero tras el duro asedio los romanos consiguieron tomar Aracillum aunque a un elevado coste en
vidas para el ejército atacante. No solo bajas causadas por los cantabros, sino por el crudo inverno y
las plagas de ratas que acababan con los suministros romanos.

En este contexto surge Corocotta, como caudillo militar cantabro, de él poco se sabe, simplemente
conocemos de Corocotta unas líneas que escribió sobre él el historiador romano Dión Casio,
textualmente dice así: ”…Se irritó (Augusto) tanto al principio contra un tal Corocotta, bandolero
español poderosísimo, que hizo pregonar una recompensa de 25.000 sestercios a quien lo apresase;
pero más tarde, como se le presentase espontáneamente, no solo no le hizo ningún daño, sino que
incluso le regaló aquella suma…” Solo hay esto escrito sobre Corocotta, el resto solo son hipótesis
a debatir. Podemos suponer que fue un caudillo importante, pues los romanos llamaban a los
caudillos enemigos importantes, como Viriato y Vercingetórix “bandoleros”, para no reconocerles
legitimidad o autoridad alguna. La historia del dinero en mi opinión me parece inventada o
fantasiosa, una forma del escritor para ensalzar al emperador y su magnanimidad. Los romanos eran
gente práctica y a los enemigos que se ponían a su alcance les solían matar sin miramientos. Con lo
cual en mi opinión en cuanto Corocotta hubiera asomado la cabeza por el campamento romano la
habría perdido. Pero bueno, las líneas están ahí y cada cual las puede interpretar como quiera.
Históricamente nada más se sabe sobre el caudillo, el resto es terreno para la novela y la
especulación. Pero es de suponer que acabaría como el resto de su pueblo, muerto o esclavizado.

Tras las anteriores victorias romanas las siguientes campañas militares se orientaron a someter al
resto de cantabros y a los astures en la zona de la Gallaecia. El conflicto se decidió en el asedio a
Mons Medullius. Tras duras batallas la mayoría de los sitiados supervivientes se suicidó con
derivados del Tejo para no acabar como esclavos.

En cuanto a los astures, acampados junto al rió Astura, pretendían sorprender a los romanos en un
ataque por sorpresa. Pero fueron traicionados y los romanos al mando de Carisio les derrotaron tras
una dura batalla. Tras esa derrota los astures se refugiaron en la ciudad de Lancia. Pero la ciudad
fue tomada al asalto por Carisio, tras rodearla e incendiarla. Tras esta victoria la guerra bajó de
intensidad, siendo mayoritariamente una interminable lucha contra guerrillas.

A finales del 25 a.C., Augusto regresó a Roma, donde cerrará las puertas del Templo de Jano como
símbolo de la Paz en el imperio. Pero tras la propaganda del emperador la realidad es que la tan
destacada paz es ficticia, los cántabros y astures se sublevaron de nuevo y los legados Carisio, de
Lusitania y Lucio Aelio Lamia de la Hispania Citerior se tuvieron que encargar de sofocar las
revueltas producidas entre los años 24 y 22 a. C. Los astures fueron sometidos rápidamente, pero
los cántabros se obcecaron en resistir, lo cual provocó serías represalias romanas, muchos de los
cantabros fueron vendidos como esclavos y sus ciudades fueron arrasadas.

En el 20 a.C., los cántabros vendidos como esclavos se rebelaron y tras matar a sus dueños
regresaron a las montañas. Augusto decidido a acabar para siempre con las continuas sublevaciones
y problemas causados por los cantabros envió a Marco Agripa, el mejor general del imperio para
pacificar la región definitivamente y a cualquier coste, el prestigio del emperador estaba en juego.
Agripa llevó a cabo una dura campaña, los cantabros eran un duro rival, que causo numerosas bajas
entre los romanos, incluso una legión perdió el titulo de “Augusta” por huir del enemigo. Pero
finalmente fueron derrotados y tras ser vencidos la represión fue despiadada. Todos los varones
cantabros en edad militar apresados serán asesinados, los castros serán arrasados y el resto de la
población será trasladada a la Meseta. En el 19 a.C. el pueblo cantabro ha sido sometido
definitivamente tras numerosas batallas, revueltas y baños de sangre. Su nombre nunca será
olvidado por los romanos, los cantabros siempre serán el pueblo indomable, un pueblo en el los
prisioneros cantaban mientras eran crucificados.
© 2007 – Autor: Marco Antonio Martín García

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