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ES UNA BATALLA NAVAL

Hacia el 31 a.C. se desarrollará, en la costa occidental de Grecia, la batalla de Accio o de


Actium, una de las batallas navales más conocidas de la antigüedad. Conflicto que
enfrentará a dos de los líderes político-militares más importantes del momento en el mundo
romano, Marco Antonio y Cayo Octavio. (27 a. C.-14 d. C.). Los resultados y las
consecuencias derivadas de la batalla de Actium, fueron decisivos para la instauración del
Imperio Romano, un nuevo sistema político autocrático, que sustituiría al anterior sistema
de la Republica romana, en los años posteriores al asesinato del dictador Julio Cesar.

MUERTE DE CESAR Y SEGUNDO TRIUNVIRATO Repasemos ahora, el contexto y la


situación política, previos, a esta crucial batalla. Tras el asesinato de César en el año 44
a.C., Marco Antonio, mano derecha de César y Octavio hijo adoptivo del dictador
asesinado, dejan a un lado su rivalidad por el poder y forman, junto a Marco Emilio Lépido,
el Segundo Triunvirato. Pero la ambición de los triunviros principales, reaparece pronto.
Lépido es desplazado del Triunvirato y Octavio y Antonio inician una guerra civil que
culminará en el enfrentamiento directo de ambos en la batalla naval de Accio, que supondrá
el fin de Marco Antonio y sus aliados egipcios, y el inicio de una nueva etapa política en
Roma liderada por Octavio Augusto. El conflicto político entre los generales se había
tratado de evitar, pues no había pasado demasiado tiempo desde la Guerra Civil entre
Pompeyo y César. La Paz de Brindisi del año 40 a.C., permitió suavizar el complicado
panorama político que se había ido desarrollando tras la muerte de César. La última medida
de contención política aplicada fue la ejecución de un reparto territorial que delimitara las
zonas de influencia de cada uno de los triunviros. Marco Antonio recibió Oriente. Occidente
quedó bajo el dominio de Octavio y África pasó a manos de Lépido. Pero, a partir del 36
a.C., Marco Antonio comienza a afianzar su posición estratégica en Oriente, con la
conquista de territorios y con expediciones militares. En una de estas campañas,
concretamente en la de Antioquía, Antonio toma contacto con una mujer de especial
importancia, Cleopatra VII Filopator, reina faraón, de la Dinastía Ptolemaica de Egipto. La
reina egipcia que ve en Marco Antonio un importante aliado para llevar a cabo sus deseos
de fortalecer Egipto y convertirlo en un Estado más influyente, se convertirá en poco
tiempo, en su aliada, su amante y finalmente su esposa.

A través de ella, el triunviro romano llegará a otros Estados orientales con los que formará
una especie alianza, asegurándose hombres y armas al servicio de Roma en caso de un
enfrentamiento bélico. Uno de los aliados orientales de Marco Antonio será Herodes el
Grande, el rey de Judea. El creciente poder de Marco Antonio será visto por Octavio como
una amenaza para sus aspiraciones políticas y se convertirá en uno de los factores decisivos,
de una nueva Guerra Civil. Cayo Julio César Octaviano, Octavio, hijo adoptivo de Julio
César y por tanto heredero de su legado supo ganarse pronto el favor de las legiones y de
los veteranos de César en Campania y Etruria, al tiempo que aumentaba su fama entre el
pueblo. Marco Antonio, sin embargo, tenía muchos enemigos en Roma y sus conquistas en
Oriente fueron concebidas por el Senado como un medio para ennoblecerse personalmente
y como el intento de crear un nuevo imperio con capital en Alejandría. El Senado
finalmente acusaría de traición a Marco Antonio y lo desplazaría del Triunvirato. Esta
decisión senatorial desencadenará el inicio de la IV Guerra Civil romana (32-30 a.C.) en la
que se inscribe la Batalla de Actium, (31 a.C.). . UNA BATALLA NAVAL DECISIVA
Entremos de lleno en algunos detalles de la contienda. La decisión de que fuera una batalla
naval se desconoce quien la tomó. Publio Canidio Craso, uno de los más importantes
generales de Marco Antonio era partidario de una batalla terrestre en suelo macedonio, pero
finalmente esto no fue así. Algunos historiadores resaltan la influencia de Cleopatra en este
aspecto. Otros lo determinan como una cuestión estratégica, pues en caso de derrota, la
retirada hacia nuevas posiciones sería más sencilla. Sin embargo, las fuerzas de las que
disponía cada uno de los triunviros al comienzo del conflicto, desequilibraba la balanza a
favor de Marco Antonio. Octavio contaba con la disciplina de sus hombres veteranos y la
experiencia de sus oficiales, entre los que se encontraba la figura de Marco Vipsanio
Agripa. Disponía de ochenta mil soldados y cuatrocientas naves, frente a los cien mil
efectivos y ochocientos barcos que acumulaba Marco Antonio, entre los que se encontraban
doscientas galeras cedidas por Cleopatra.

En Grecia, pese a la desventaja inicial, Agripa asestó un duro golpe al enemigo. Enclaves
como Corinto o Corcira fueron tomados. Marco Antonio quedaba aislado en el Peloponeso.
El rápido avance del ejército de Octavio en territorio griego, atribuido a la escasa
organización de la infantería de Marco Antonio, propició deserciones en el ejército, incluso
de oficiales. Este fue el caso de Quinto Delio, uno de los mejores capitanes de Marco
Antonio. El momento de un enfrentamiento directo estaba cada vez más próximo. Octavio
ordenó acampar a sus hombres, al Norte, en el golfo de Ambracia, en la zona del Epiro, y
Marco Antonio concentró sus fuerzas en el Sur, en la región de Acarnania, próxima a
Actium. Entre ambos puntos se encuentra un estrecho de unos 800 metros de ancho. Pronto
la batalla daría comienzo. La flota de Marco Antonio salió al encuentro del ejército de
Octavio. Las naves, en posición de combate, configuraban una única línea, dividida en tres
partes.

El control del flanco derecho fue asumido directamente por Marco Antonio, el centro a
Marco Octavio y la parte izquierda a Cayo Sosio. En la retaguardia de esta formación
quedaron las galeras de Cleopatra, tripuladas por mercenarios. Frente a estos, Octavio
estableció su flota de combate, situándose él mismo en el ala derecha, Lucio Arruncio en el
centro, y Agripa en la izquierda. Ambos ejércitos pensaron en la misma estrategia para
acabar con el enemigo. Marco Antonio, mediante un movimiento envolvente, trataría de
sorprender al flanco de Agripa, y dividir a la flota de Octavio y éste trataría de hacer lo
mismo en el flanco derecho del enemigo, que correspondía a Marco Antonio. Cabe destacar
un artefacto del que estaban provistos las embarcaciones, se le conoce como harpax, y
mejoraba el tradicional corvus. Este harpax, era una especie de catapulta romana que se
situaba sobre la cubierta de las naves de guerra y disparaba unas cuerdas cuyos extremos
estaban provistos de garfios con los que clavarlos en el navío enemigo, atraerlo y abordarlo.
La flota de Marco Antonio caía en las garras de estas harpax. Nada podían hacer contra los
oficiales y soldados experimentados de Octavio.

La derrota inminente hizo reaccionar a Marco Antonio, quien se dispuso a huir, seguido de
sus oficiales, dejando atrás a una infinidad de soldados que se perdieron en el fondo del mar
Jónico. El futuro emperador se comprometía a llegar hasta el final y derrotar
definitivamente a su rival. Para lograr este objetivo tendría que asaltar la mismísima
Alejandría, donde Marco Antonio se había refugiado. La situación se complicaba para
Marco Antonio. Se dice que se quitó la vida por el dolor que le causó la noticia de la muerte
de su esposa Cleopatra, engaño que esta misma propició, con el fin de que no sufriera el
castigo que Octavio tenía preparado para él. Poco después Cleopatra también se quitaría la
vida. Sabía de las intenciones de Octavio, pues había sido acusada de ser aliada de su
enemigo y de querer aumentar su poder e influencia en Oriente, frente a Roma. Este vacío
de poder en Egipto, tras la desaparición de ambos personajes, propició la incorporación del
país a los dominios de Roma, lo que sentará las bases del posterior Imperio Romano.
BATALLA NAVAL DE ACTIUM
Entre los años 58 y 52 a.C., Julio César lideró a las legiones romanas hasta dominar a las
tribus galas. Sometió al dominio romano, en una serie de audaces campañas, buena parte de
los territorios de las actuales Francia y Bélgica, e incluso realizó incursiones en Britania y
Germania. Al acabar su mandato, César había extendido las fronteras de la República
romana hasta Europa central y se había convertido en uno de los hombres más ricos y
poderosos de Roma. La lucha contra estas tribus constituyó un desafío militar mayúsculo,
que puso de manifiesto por qué el ejército romano fue el más poderoso y el más eficaz de la
Antigüedad.

Ambicioso vástago de una familia de la más rancia nobleza romana, César protagonizó un
espectacular ascenso político en Roma, que lo llevó en el año 59 a.C. al máximo cargo de la
República, el de cónsul. A los 42 años había demostrado su habilidad en las intrigas, su
tirón entre el pueblo y, como propretor en la Hispania Ulterior, sus dotes de administrador.
Pero para ponerse a la altura de sus rivales de la aristocracia romana, en particular de
Pompeyo, le faltaba un triunfo militar indiscutible. Con este objetivo en mente logró que lo
nombraran gobernador de la Galia Cisalpina, lo que le daba el mando sobre cuatro legiones,
y la posibilidad de emprender una campaña de conquista contra los pueblos que habitaban
la Galia libre, provincia que también le fue atribuida.

La Guerra de las Galias

A principios de marzo del 58 a.C., César ocupó su nuevo cargo. Durante los ocho años
siguientes sometió al dominio romano, en una serie de audaces campañas, buena parte de
los territorios de las actuales Francia y Bélgica, e incluso realizó incursiones en Britania y
Germania. Al acabar su mandato, César había extendido las fronteras de la República
romana hasta Europa central y se había convertido en uno de los hombres más ricos y
poderosos de Roma. Sin embargo, la guerra de las Galias no fue un paseo militar para César
y sus tropas, pues los galos ofrecieron una enconada resistencia y derrotaron a los romanos
en varias ocasiones. La lucha contra los galos constituyó un desafío militar mayúsculo, que
puso de manifiesto por qué el ejército romano fue el más poderoso y el más eficaz de la
Antigüedad.

César sabía que el resultado final de sus campañas dependía de sus tropas. Por ello, actuó
como un excelente motivador, capaz de conseguir que sus hombres se entregasen en cuerpo
y alma a cada tarea, ya fuese un asedio o bien una batalla. Puede que los soldados romanos
no fuesen, individualmente, más valientes o más fuertes que los guerreros galos, pero
colectivamente eran más disciplinados. El ejército romano de entonces, era heredero de las
reformas llevadas a cabo, medio siglo antes, por el cónsul Cayo Mario, pariente de César.
Entre ambos lo habían convertido en una fuerza de guerra casi profesional. Por todo esto las
unidades romanas eran más eficaces en combate que las galas y, sobre todo, eran mucho
más capaces de superar situaciones adversas. Cabe destacar la importancia de los
centuriones, quienes en último término garantizaban la cohesión de las legiones. Cada
legión, contaba con sesenta de estos oficiales al mando de una centuria de ochenta hombres.
En combate se esperaba de ellos que dieran ejemplo de valor y desprecio a la muerte ante
sus hombres. Los Comentarios sobre la guerra de las Galias, obra que escribió el propio
Julio César para glorificar sus conquistas en este territorio, están repletos de historias
heroicas protagonizadas por estos centuriones. Por ejemplo, la de Publio Sextio, el
centurión que, pese a llevar varios días enfermo y sin comer, formó junto con otros
centuriones ante la puerta de un campamento el tiempo suficiente para organizar la defensa,
luchando hasta que se desmayó por las graves heridas recibidas.

La superioridad tecnológica fue también determinante, en la victoria final de los romanos en


territorio galo, en particular en lo que se refiere a las conquistas de ciudades. Dominaban un
gran número de tácticas estratégicas y máquinas de asedio que podían ser utilizadas en los
asaltos a las fortalezas, como torres móviles y arietes, hacían obras de circunvalación para
aislar a las ciudades atacadas y construían campamentos fortificados para pasar la noche. Se
mostraron como grandes maestros en el arte de la guerra. Esta combinación de un ejército
casi profesional, dirigido por un general brillante y con gran capacidad para tomar ciudades,
resultó ser demasiado para los galos. Así pues, las conquistas de César cambiaron para
siempre la historia de las Galias y de la propia Roma.

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