¡Oh Señor y Dios mío!
Acepto en mi ignorancia tu Sabiduría.
Acepto en mi incapacidad tu
Entendimiento.
Acepto en mis errores tu Consejo.
Acepto en mi debilidad tu Fortaleza.
Acepto en mi falta de discernimiento
tu Ciencia.
Acepto en mi egoísmo tu Piedad.
Acepto en mi soberbia tu Temor de
Dios.
Acepto en mi incredulidad tu Fe.
Acepto en mi desaliento tu Esperanza.
Acepto en mi inclemencia tu Caridad.
Acepto en mis batallas tu Paz.
Acepto en mi dolor tu Gozo.
Acepto en mi impaciencia tu
Paciencia.
Acepto en mi iniquidad tu Bondad.
Acepto en mi maldad tu Benignidad.
Acepto en mi rebeldía tu
Mansedumbre.
Acepto en mi infidelidad tu Fidelidad.
Acepto en mi orgullo tu Modestia.
Acepto en mi impureza tu
Continencia.
Acepto en mi concupiscencia tu
Castidad.
Acepto en mis faltas tu Perdón.
Acepto en mis dudas tu Verdad.
Acepto en mi tristeza tu Alegría.
Acepto en mi desorden tu Unidad.
Acepto en mis desvíos tu Camino.
Acepto en mi tribulación tu Consuelo.
Acepto en mis tinieblas tu Luz.
Acepto en mi desierto tu Manantial de
agua viva.
Acepto en mis temores tu Seguridad.
Acepto en mi pequeñez tu Grandeza.
Acepto en mis actos tus locuras de
amor, para que reciba yo en todo tu
Paz.
Acepto la acción de tu Espíritu Santo,
Fuente de gracia, Santificador, Dador
de vida, que procede del amor del
Padre y del amor del Hijo, y que con el
Padre y el Hijo es un solo Dios
verdadero, que merece todo el honor
y la gloria.
Acepto la compañía de tu Madre, para
que yo permanezca en la docilidad de
un corazón abandonado a tu voluntad,
en la confianza y en la obediencia, sin
pedir, sin esperar, sin cuestionar, sólo
aceptando y abrazando en mi cruz
todos los dones, frutos y carismas que
tú me quieres dar, para servir a la
Iglesia, cumpliendo con mi misión,
construyendo el Reino de los Cielos en
la tierra; para que cuando tú vuelvas
nos encuentres despiertos, orando,
adorando, amando, y esperando, por
tu resurrección, la vida eterna.
Permaneceré a tus pies haciendo tus
obras, en la confianza de que he
elegido la mejor parte, que no me será
quitada, porque tú siempre cumples
tus promesas.
Disponme a recibir y a dejar actuar al
Espíritu Santo en mi corazón, para
que lo enciendas con tu fuego de
amor, y transformes mi tristeza en la
alegría de servir a la Iglesia, como la
Iglesia quiere ser servida.
¡Espíritu Santo, Ven!
Amén.