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Sistema Acusatorio Adversarial
Sistema Acusatorio Adversarial
Adversarial
Por Prof. Eduardo M. Jauchen
El sistema de enjuiciamiento inquisitivo se caracterizaba esencialmente por
concentrar los poderes de investigar, acusar y juzgar en una misma persona (el
inquisidor), quien como delegado del poder (Monarca o Príncipe) ejercía la
jurisdicción en una plenitud desmedida y monopolizante de todos los extremos
del procedimiento. Con ello se confundían en la misma persona, las instituciones
procesales de acción y jurisdicción lo que representaba por antonomasia la
negación absoluta de la imparcialidad como elemento inherente a la
administración de justicia. El ciudadano acusado carecía de derechos y era solo
un objeto de persecución, a quien incluso se podía someter a tormentos a fin de
procurar su confesión, la cual acreditaba sin más el hecho. El procedimiento se
caracterizaba por ser secreto y escrito, en el cual no existía la posibilidad de
debate o contradicción sobre los argumentos ni las pruebas. El inquisidor actuaba
de oficio, investigando e incorporando pruebas. Y ponderaba la viabilidad del
castigo con base en una tabulación prefijada del valor que a cada elemento
probatorio debía otorgársele según lo establecía la normativa preexistente, de
manera que estaba sujeto a lo que las disposiciones regulaban sin tener margen
para su interpretación personal, era el denominado sistema de pruebas legales o
tabuladas.
Este proceso penal, impone abandonar todo modelo penal inquisitivo y avanzar
hacia otro con una orientación de carácter adversarial, reestableciendo la
imparcialidad del tribunal, lo que necesariamente trae consigo
el contrainterrogatorio como vía principal para materializar el principio de
contradicción, dar confiabilidad a la prueba y controlar la veracidad de testigos y
peritos. Pues solo mediante el contrainterrogatorio directo, libre, amplio y pleno
es posible verificar la confiabilidad y credibilidad de sus declaraciones, de modo
que pasadas por este filtro, queden descartadas o aceptadas en cuanto a su
eficacia acreditante. Con la denominación de acusatorio-adversarial se
individualiza el rol de los actores en el juicio, ya que el fiscal o acusador público
ejerce la potestad persecutoria, y la defensa técnica se opone la pretensión
punitiva del Ministerio Público.
A los jueces les debe interesar que la contraparte realice cabalmente su rol, para
resolver con las mejores garantías el caso concreto. Pues es información obtenida
de primera calidad, pues la confrontación, como derecho de defensa, permite
también que el juez pueda aceptar una información que ha sido debidamente
procesada y puesta a prueba. Previamente la trasladará a la contraparte para que
sea quien logre desmentirla o desvirtuarla utilizando toda su capacidad para
contradecirla, a través del contraexamen. Esto es lo que se denomina proceso de
depuración de la información, que solo se logra con un contraexamen o
contrainterrogatorio en un juicio oral, público y contradictorio
Sin embargo, el debate oral no debe ser interpretado en sentido negativo como
discordia, sino por el contrario de manera constructiva, como camino hacia una
solución. En la controversia se exponen hipótesis opuestas que son objeto de una
libre discusión, y ello favorece la búsqueda de la verdad. La oralidad tiene la
ventaja de que pone a las partes frente a frente para que le hablen directamente
al juzgador, sin intermediarios (principio de inmediación). A su vez, el tribunal
percibe de forma personal y directa la práctica de la prueba, observa y escucha
con análisis crítico las intervenciones opuestas de las partes. La controversia es
también útil para las partes en conflicto, ya que permite conocer otros puntos de
vista y así, en su caso, rectificar los propios.
Por ello es relevante la forma en que se estructure desde el inicio el planteo del
caso; pues será la brújula del litigante, el mapa sobre el que se ha diseñado el
transcurso del proceso. Es el planteamiento que el fiscal y el abogado defensor
hacen sobre los hechos penalmente importantes, los fundamentos jurídicos que lo
apoyan y las pruebas que los sustentan. Es la visión estratégica para afrontar el
juicio oral.
Las partes de un discurso jurídico deben tener como objeto rebatir las posiciones
que asumen las partes contrarias o funcionarios en un proceso. Es ahí donde
predomina en el juicio el principio de contradicción que implica cargas y deberes
para cada uno de los litigantes, por cuanto comprende la defensa en igualdad de
oportunidades y derechos.
BIBLIOGRAFIA: