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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.

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CAPÍTULO I

Principios básicos de la ejecución

Gabriel Bombini

ARTÍCULO N° 1 (texto según ley 27.375, art. 1. Sancionada: 05/07/2017. Publicada en el

Boletín Oficial del 28/07/2017):

“La ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus modalidades, tiene por finalidad

lograr que el condenado adquiera la capacidad de respetar y comprender la ley, así como

también la gravedad de sus actos y de la sanción impuesta, procurando su adecuada

reinserción social, promoviendo la comprensión y el apoyo de la sociedad, que será parte de

la rehabilitación mediante el control directo e indirecto.

El régimen penitenciario a través del sistema penitenciario, deberá utilizar, de acuerdo con

las circunstancias de cada caso, todos los medios de tratamiento interdisciplinario que

resulten apropiados para la finalidad enunciada.”

La legislación penal argentina se guía por el denominado modernamente “principio

de resocialización”, receptado en la legislación bajo el rótulo de reinserción social del

condenado1.

1 En la Provincia de Buenos Aires, la ley 12256 alude a la expresión inserción social de los procesados y
condenados a través de la asistencia o tratamiento y control (art. 4). Un análisis de su problemática
formulación en Bombini, 2004.
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Este ideario penológico, que reconoce expresiones diversas en su trayectoria

histórica y que han dado configuración a su difusión actual -desde las pretensiones

correccionalistas decimonónicas o las defensistas de la readaptación social de inicios del

siglo XX-, se enmarcan dentro del espectro de las denominadas teorías de la prevención

especial positiva.

La característica determinante de las teorías de la prevención especial en su

conjunto, resulta la mira puesta en el sujeto que ya ha delinquido para intentar que no

vuelva a hacerlo. Ello conlleva necesariamente que este tipo de prevención no puede operar

en el momento de la <<conminación legal>>, sino indudablemente en el espacio propio de

la ejecución de las penas privativas de la libertad ambulatoria.

Aunque la genealogía de tales orientaciones se remonta a los orígenes del

pensamiento filosófico penal2, las mismas han recibido un vigoroso desarrollo sobre todo

por obra de la cultura penal de la segunda mitad del siglo XIX y del XX. (Ferrajoli, 1995: 264).

Tradicionalmente, las teorías preventivo-especiales reconocen dos direcciones, la

positiva de la reeducación del reo y la negativa de su eliminación o neutralización. Esta

duplicidad o bifurcación es común a las tres orientaciones en las que cabe diferenciar, en

razón de sus motivaciones filosóficas o políticas, las diversas doctrinas de la prevención

2En ese sentido señala Mir Puig -citando a Antón Oneca- que existen lejanos precedentes ya en la obra de
Platón.
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especial: las moralistas de la enmienda, las naturalistas de la defensa social y las

teleológicas de la diferenciación de la pena. (Ferrajoli, ídem: 266).

Respecto de la primera dirección mencionada, se trata del concepto de la poena

medicinalis, fruto de la concepción espiritualista del hombre informada por el principio del

libre arbitrio en su forma más abstracta e indeterminada. Esta visión pedagógica de la pena

informa en la época medieval todo el derecho penal canónico, recobra vigor en el siglo

pasado a través de las dos versiones de la moderna pedagogía penal: la católica de Karl

Roeder, y la idealista de Ugo Spirito. Así el fin de la pena será la reeducación y recuperación

moral del condenado, a quien se presupone sujeto inmoral a redimir. (Ferrajoli: 266).

En cuanto a la defensa social, la Escuela positiva italiana y al modelo soviético,

parten de la idea de que el delincuente es un ser antropólogicamente inferior, desviado. Se

asigna a la pena y, fundamentalmente a la medida de seguridad el doble fin de curar al

condenado (al presuponerle sujeto enfermo) y/o segregarlo y neutralizarlo (al verlo como

individuo peligroso). (Ferrajoli: 266-267).

Por fin, con relación a la teleología diferencial, se alinea aquí el alemán Franz von

Liszt, quien propone la finalidad preventiva especial como individualizadora y

diferenciadora de las penas, según un conocido modelo al que se hará referencia. Sin

embargo, su decisiva influencia en la legislación surge con la escuela positiva italiana la que

con Enrico Ferri alcanza su punto máximo de esplendor; y se difunde con las diferentes

escuelas ecléticas, en especial, precisamente con la dirección político-criminal de v. Liszt.

(Bustos Ramírez, 1989:27).


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La corriente española representada por Dorado Montero “...iba más allá aún que la

Escuela positiva italiana...”, y proclamaba el completo abandono de la punición de los

delincuentes y actuar en relación a éstos con medidas de protección tutelar. (Bustos

Ramírez, 1989:27). Su correccionalismo, no alcanzó seguidores consecuentes entre los

penalistas, que no se atrevieron a concebir el derecho penal -según él lo proponía como

<<derecho protector de los criminales>> (Mir Puig, 1996:53).

El progreso cognitivo articulado por la escuela moderna de v. Liszt no sólo cambió

radicalmente los frentes del discurso teorético penal, sino también los presupuestos y los

criterios para el contenido y la extensión de la pena y de sus procesos de amenaza, sanción

y ejecución, significando que el predominio de la teoría de la pena absoluta fue

definitivamente roto (Paul, 1986:64); virando de la pena justa hacia la pena útil (Pavarini,

1992). En efecto, a partir de su difundido y famoso Programa de política criminal de

Marburgo (1882), von Liszt, logró la universalización de la prevención especial (Bustos

Ramirez: ob. cit. 27), y estableció tres posibles efectos de la prevención especial: la

intimidación del infractor no necesitado de corección, la inocuización del autor no

susceptible de corrección, la corrección del delincuente susceptible de corrección y

necesitado de ella.

En cuanto a la vertiente negativa de las teorías preventivas especiales, trata de

afirmar las ideas de neutralización, o de mera contención, de eliminación física del

transgresor, como fines de la pena. Justificatorias, entonces, de penas como la de muerte,

penas y medidas de corte peligrosista a perpetuidad, cumplimiento íntegros de la condena,


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aislamientos dentro de la cárcel, regímenes de máxima seguridad, y medidas de

esterilización para cierto tipo de delitos 3.

Absolutamente injustificable en términos antropológicos 4, resulta relevante

destacar que tal sentido de la práctica institucional ha recobrado cierto vigor en los tiempos

recientes5, consecuencia de las mutaciones acaecidas en las estrategias de control social,

las prácticas de endurecimiento de penas y discursos punitivos, y específicamente a la par

del proceso de <<socialización del control>>6.

Actualmente, se destacan dos versiones de la inhabilitación altamente difundidas en

el ámbito anglosajón para la aplicación de penas privativas de libertad prolongadas: la

3 Como destaca Ferrajoli, estas teorías “...son la versión penal y criminológica del determinismo positivista...”
que considera al hombre “...como entidad animal carente de libertad y completamente sujeta a las leyes de
la necesidad natural (...) son el resultado de una desafortunada mezcla de ideas de Lombroso acerca del
delincuente nato o natural y la desigualdad natural de los hombres, y de las de Spencer acerca de la sociedad
como organismo social y las de Darwin sobre la selección y la lucha por la existencia que, aplicadas a
semejante organismo, le legitimarían para defenderse de las agresiones externas e internas mediante
prácticas de saneamiento y de profilaxis social...” (1995:267).
4 Zaffaroni et al., (2003:64) expresan que en general, no se enuncia sino como una combinación con las teorías

positivas, cuando las ideologías re (positivo-especiales) fracasan, se apela a la neutralización y a la eliminación,


cuyo modelo paradigmático es el de Garófalo. Agregan, que –sin perjuicio de resultar desde el punto de vista
empírico una “pena atroz impuesta por selección arbitraria”, “...a nivel teórico, es incompatible la idea de una
sanción jurídica con la creación de un puro obstáculo mecánico o físico, porque éste no motiva el
comportamiento sino que lo impide, lo que lesiona el concepto de persona (art. 1º de la DUDH y art. 1º de la
CADH), cuya autonomía ética le permite orientarse conforme a sentido.
5Así destaca Baratta, que tales procesos se han producido tanto en América Latina como en Europa y se

manifiesta en un sentido custodialista de la cárcel, con el surgimiento de una cárcel de máxima seguridad con
las tecnologías del aislamiento y de la aniquilación física (1986:87). Refuerza ese orden de ideas, Pavarini
quien señala la atracción cada vez más fuerte hacia las hipótesis de <<máxima seguridad>> para quienes son
definidos como peligrosos (1995:577).
6 En ese sentido, destaca Pavarini que, “...el momento de la detención mantiene una función insuprimible,

aunque distinta, en el interior del sistema de control social: la cárcel se radicaliza como respuesta extrema
con fines de incapacitación para los sujetos en relación a los cuales el sistema de control social <<blando>>
fundado en la integración demuestra un fracaso...” (1995a:576).
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inhabilitación colectiva (las condenas se imponen a amplias categorías de personas –

condenados por delitos graves, o que han reincidido un alto número de veces-, sin

predicción qué individuos resultan de alto riesgo), y la inhabilitación selectiva (predicción

de individuos de alto riesgo dentro de grupos dados y en consecuencia, uso selectivo del

encarcelamiento) (Mathiesen, 2003). Estas vertientes padecen, además de insoslayables

reparos de índole ético la ausencia de legitimación científica a través investigaciones que

demuestren eficacia en las intervenciones penales sustentadas en estas ideas

neutralizadoras (idem).

Pero nos interesa detenernos en la vertiente positiva que de algún modo podría

englobarse bajo el rótulo de la reinserción social contenido en la legislación. Como hubiera

apuntado previamente, se desarrolla con vigor en la segunda parte del siglo XIX, y durante

el siglo XX, bajo la poderosa influencia ideológica del positivismo italiano, a la que se suma

el mencionado programa lisztiano, para finalmente -sobrevenido el ocaso del positivismo

biologicista o peligrosista en el período postbélico-, al amparo del discurso sistémico de

Parsons, introducir orgánicamente la idea del tratamiento como <<resocialización>>

(Zaffaroni, 1991:37 y 1995:118). La idea antiliberal del delito como patología y de la pena

como tratamiento, se convertirán en los pilares de las teorías preventivo especial positivas.

En esta dirección enseña Zaffaroni, que:

“...en épocas más o menos contemporáneas irrumpieron conceptos mucho

más difusos, como readaptación social, reinserción social, reeducación,

repersonalización, e incluso un uso impreciso de la propia resocialización, todos


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caracterizados por el prefijo <<re>>, con lo cual daban la idea de algo que había

fallado y que justificaba una segunda intervención, lo cual, incluso fuera de

contexto ideológico, remite a la idea orgánica del funcionalismo sistémico

expuesta por su más claro fundador...” (1991:38).

El vigor de la visión de una sociedad integrada bajo esquemas consensualistas en

pleno auge de las estructuras del bienestar (Garland, 2018 <1986>) y la necesidad de

adoptar un discurso de legitimación punitiva en clave democrática para los Estados

Constitucionales en el período post-bélico (Roxin, 1997 <1966>), configuraron un escenario

adecuado para la consolidación internacional de los discursos “re”, receptados en el ámbito

de Naciones Unidas como finalidad esencial para el tratamiento de los reclusos, y por tanto

adoptados por la mayoría de los Estados Nacionales occidentales en su legislación interna y

conformación institucional de sus servicios de ejecución de penas.

Sin perjuicio de ese abrumador consenso en torno al ideal resocializador y su

vinculación con la forma del Estado democrático de Derecho (Mir Puig, 1996) –que le

permitió desmarcarse de las objeciones ético-filosóficas de raigambre kantiana-, esta

orientación punitiva comienza a sufrir una pluralidad de embates empíricos y teóricos que

desestabilizaron seriamente su reinado.

En particular, los detalles de los efectos sociales generales y los psicológicos de la

prisión en las personas que se encuentran privadas de su libertad en ellas, ha sido

tradicionalmente uno de las críticas más desbastadoras de la institución carcelaria y su

finalidad resocializadora.
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Una de las primeras aportaciones empíricas en ese sentido resulta la obra de Donald

Clemmer, The Prison Community, publicada en 1940, quien acuña la denominación proceso

de prisionización al analizar los efectos del internamiento, en la prisión de máxima

seguridad de Menard, en el Estado de Illinois.

Allí explica el autor que dicho proceso como un fenómeno que se sucede en el

interior de la institución cerrada e importa la adopción por parte del preso de la subcultura

carcelaria, entendida ésta como una disfunción en relación al sistema cultural prevaleciente

en la sociedad civil. El denominado Código del recluso, se sustenta fundamentalmente en la

idea de no cooperación con los funcionarios en cuestiones de disciplina y no facilitar nunca

la información para que pueda perjudicar a un compañero.

En tal sentido, entonces la prisionización supone la aceptación del rol de preso

(socialmente desvalorizado), la acumulación de información sobre el funcionamiento de la

cárcel, la modificación de los modos de comer, vestir, dormir y trabajar, el uso del argot

carcelario, el reconocimiento de no estar en deuda con la institución por satisfacer sus

necesidades básicas, y el deseo de un buen trabajo en el establecimiento.

El interno debe adaptarse a esta nueva cultura, bajo pena de incurrir en las sanciones

que le impongan sus compañeros, desde aislamientos hasta malos tratos, e incluso la

muerte. Pero fundamentalmente se destacan los efectos transformadores de la

personalidad del interno que harán muy difícil su posterior adaptación al medio libre, toda

vez que la adopción de la subcultura carcelaria importa la pérdida de los elementos


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culturales propios de la comunidad en libertad, es decir se opone claramente a la finalidad

resocializadora pretendida.

También afirmó el nombrado Clemmer, que el proceso sigue una relación lineal y

progresiva con el tiempo de estancia en prisión, indicando como condiciones favorables

para la baja prisionización, tanto el tratarse de una condena corta, una personalidad estable

en base a una socialización positiva, el mantenimiento de relaciones exteriores positivas, la

no integración con grupos primarios o semi-primarios, el rechazo a las concepciones y

normas de los internos y la aceptación de colaborar con los funcionarios, la distancia con

respecto a liderazgos y a la subcultura carcelaria, y la abstinencia de prácticas propias de la

misma.

En torno a las características específicas que originan y sostienen la subcultura

carcelaria se ha discutido a partir de diversos modelos interpretativos. Por un lado, Greham

Sykes (1958) desde una perspectiva funcionalista ha sostenido el denominado modelo de

privación, punto de vista desde el cual se afirma que la subcultura surge y se mantiene como

modo de contrarrestar las privaciones de la vida en prisión: la de la propia libertad, la del

contacto con el exterior, la de las relaciones heterosexuales, de modo tal que resulta

necesario adquirir un nuevo marco de referencia que pueda dar sentido a tales condiciones

de vida. Por otro, Irwin y Cressey (1962) sostuvieron otro modelo interpretativo

denominado modelo de importación, en el que se identifican subcultura delincuencial y

subcultura carcelaria, y según el cual no existen diferencias relevantes entre las

valoraciones y expectativas de comportamiento entre ciertos sectores sociales en la


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comunidad libre y en la prisionera, razón por la cual la subcultura carcelaria se corresponde

con las subculturas de procedencia de los reclusos, que se importa al interior de la cárcel.

Clemmer, a su vez, incorporando a su interpretación ambos modelos, consideró que el

origen y mantenimiento de la subcultura carcelaria, reside en las características del sujeto

recluso, tanto por su antiguo ambiente y carrera criminal, como por su contacto con otros

presos y vida de los mismos.

Sin perjuicio de lo expuesto, Goffman (1970), realizó una descripción claramente

más acabada de los efectos del encarcelamiento, vinculándolos a su concepción de la

institución total, elaborado en su obra Asylums con relación a los hospitales psiquiátricos.

Allí, el autor, en clara oposición al efecto de la pretendida resocialización, verifica un

primer proceso que califica de desculturación, caracterizado por la pérdida de las

capacidades vitales y sociales mínimas exigibles para llevar a cabo una vida en libertad: el

recluso pierde el sentido de control situacional, de la propia iniciativa y de la

autorresponsabilidad, apareciendo en él una inseguridad personal que le dificulta el

contacto con el mundo exterior. En segundo lugar, se produce un fenómeno de

enculturación, a través del cual el preso adopta, en mayor o menor grado, los usos y

costumbres, tradición y cultura del establecimiento carcelario.

En particular, en la descripción sobre las instituciones totales, Goffman señala que

en ellas: a) todos los aspectos de la vida se desarrollan en el mismo lugar y bajo la misma

autoridad, b) todas las actividades se desarrollan junto con otros, c) todas las actividades
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están estrictamente programadas, y d) todas las necesidades y aspectos de la vida de los

internos están sometidas a un plan predeterminado.

Además indica que las instituciones totales se caracterizan por el uso de sistemas de

mortificación y de privilegios, forjando un verdadero paradigma premial-punitivo como

estrategia central de gobierno institucional. La mortificación, fundamentalmente, mediante

la separación del exterior y por medio de procesos de desfiguración y contaminación,

produce cambios progresivos en las creencias que el sujeto internado tiene sobre sí mismo

y sobre los otros significativos, actuando como una mutilación del yo. Una desorganización

del yo que es, a su vez, complementada por la institución, al proporcionar un nuevo marco

de referencia para la reorganización basado en un sistema de privilegios propio de las

instituciones totales. Así, los castigos y los privilegios son modos de organización inherentes

a las instituciones totales que se articulan en un sistema de tareas internas.

Sintetiza al respecto García-Borés Espí (2003:405) las consecuencias que describe

Goffman como propias del impacto de la institución total sobre el sujeto internado: a)

Desculturación, que incapacita al sujeto a adaptarse posteriormente a la sociedad libre por

la pérdida del sentido de la realidad “normal”, debido a la pérdida de contacto con el mundo

exterior a la prisión y a la violación de la autonomía del acto. b) Mutilación del “yo”: por las

distintas condiciones de las instituciones totales: la separación del desempeño de los roles

sociales: el despojo de pertenencias, la desfiguración de su imagen social habitual; la

realización de indignidades físicas (requisas, inspecciones rectales, etc.), los actos verbales

continuos de sumisión, la violación de la intimidad, tanto de los hechos de su vida, como


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por la observación constante, las relaciones sociales forzadas, la misma omnipresencia de

otros; la exposición humillante ante familiares, la privación de relaciones heterosexuales, el

aislamiento físico, afectivo y social. c) Alta tensión psíquica: por el conjunto de esas mismas

condiciones. d) Estado de dependencia (de tipo infantil), con pérdida de la volición,

autodeterminación y autonomía, debido a la exhaustiva programación de la existencia en

el establecimiento, que tiene una fuerte incidencia negativa en la identidad del sujeto. e)

Sentimiento de tiempo perdido, malogrado o robado, que para superarlo al no contar con

válvulas de escape propias de la vida civil, lo llevan a desarrollar actitudes de distracción,

homosexualidad, fantasía, etc. f) Producción de una actitud egoísta, de ensimismamiento,

pues focaliza la atención en su especial existencia. g) Estigmatización, como categorización

social del atributo de ex – recluso con el consiguiente rechazo por parte de la sociedad.

Aun así, destaca el nombrado García-Borés Espí que, cada uno de los factores más

importantes que median en la trascendencia que el internamiento tenga sobre el preso, es

la forma de afrontar el encarcelamiento, es decir la actitud que adopte frente a la situación.

Así, menciona que Goffman propone una distinción en cuatro modos de adaptación a las

condiciones de vida de las instituciones totales, las que pueden variar o bien ser utilizadas

en forma combinada por el recluso: a) Regresión situacional, consistente en la evasión

psicológica ante la situación, por ejemplo a través de la drogadicción. b) Intransigencia, o

enfrentamiento con la prisión, desafío y negación a colaborar con la institución. c)

Colonización o integración en el mundo de la prisión, pudiendo incluso realizar actos para

evitar salir de ella. d) Conversión, que supone que el interno acepta la institución y sus
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propósitos, convirtiéndose en recluso con el que la institución puede contar, y que supone

la valoración positiva de ésta respecto de aquel.

En un excelente trabajo, Manzanos Bilbao (1991), estima que existen dos opciones

básicas: a) La sumisión, modo de integración normalizado o comportamiento adaptado a la

disciplina penitenciaria, mediante el cual se obtienen premios, recompensas o beneficios.

Ello, “va unido a la escasez y desigualdad de oportunidades de acceso a ellos, y por tanto, a

la necesidad de mantener posiciones privilegiadas para disponer de ellos. Por lo cual a la

sumisión hay que añadir la competencia y la insolidaridad entre los presos. b) La

eliminación, modo de integración divergente o comportamiento inadaptado a la disciplina.

Esta eliminación pasa por “un proceso de acción coactiva progresiva e incisiva sobre él”, lo

que supone la no otorgación de beneficios, la aplicación de medidas de castigo, mayor

número de actos de control, etc.

También se ha ahondado en los efectos psicológicos del encierro, destacando Sykes

(1958) en su estudio pionero, que el encarcelamiento produce un incremento de la

ansiedad, trastornos en relación a su propia imagen y autoestima. En esa dirección, García

(1988) –citado por García-Borés Espí (2003:408)- ha afirmado que hay un amplio acuerdo

sobre la alta frecuencia de depresión y tendencias al suicidio en los encarcelados, y en

referencia a un estudio psiquiátrico realizado en 79 prisiones con internos de larga estancia

en prisión, se afirma como conclusión que la existencia del síndrome funcional de

separación, reversible y caracterizado por cambios regresivos en el modo de vida,


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mecanismos de defensa neuróticos, dificultad para el contacto social y considerable pérdida

del sentido de la realidad, bordeando en ocasiones los estados prepsicóticos.

También, García– Bores Espí, cita por un lado, las conclusiones de corte

predominantemente psicológico del amplio estudio de Bukstell y Kilmann (1980): el nivel

de ansiedad es elevado en el ingreso a la prisión, luego desciende y vuelve subir hacia el

final de la estancia en la misma, se produce una externalización progresiva del locus de

control, dada la planificación y control exhaustivos del comportamiento por parte de la

institución, el nivel de autoestima desciende en los reclusos primarios, mientras que mejora

en los que han estado encarcelados en varias ocasiones; se detecta asimismo un incremento

de la hostilidad. A su vez, por otra parte, la investigación experimental de Zimbardo, Haney,

Banks y Jaffe (1975) 7, citando las conclusiones a través de Munné (1988: 236-237): “…A

partir de las condiciones experimentales, en los sujetos presos surgió <<un sentimiento de

destino común y de desindividualización o anonimato. Y el tener que pedir permiso para

llevar a cabo actividades cotidianas tales como ir al servicio, fumar o escribir una carta les

creó una dependencia casi infantil. En cuanto a los guardianes, también quedaron en el

anonimato gracias a que todos vistieron un uniforme igual, tenían un idéntico tratamiento

y emplearon porras, silbatos, esposas y llaves de prisión como símbolos de poder. A pesar

de ser todos los sujetos personas estables emocionalmente, (…), se desarrolló una

7 La psicología del encarcelamiento, privación, poder y patología. Realizado a partir de la simulación de una
prisión, seleccionando estudiantes voluntarios de clase media y emocionalmente estables, y reproduciendo
los procedimientos típicos de la entrada y estancia en la cárcel. Se señala, asimismo, que los efectos que se
describen se produjeron dentro de los seis primeros días, momento en el que se clausuró, mucho antes de lo
previsto. Para graficar lo afirmado puede consultarse el film Das Experiment.
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contagiosa patología emocional, que provocó rápida y fácilmente un comportamiento

sádico entre ellos. Aparecieron alteraciones temporoespaciales. Los presos estaban

preocupados de una manera obsesiva por la supervivencia inmediata. Esto alteró su

valoración del tiempo-espacio. Constantemente se referían a temas relativos al presente

vivido y a sucesos del interior del recinto carcelario. También los guardianes sintieron

además una necesidad progresiva de controlar a los presos, lo que provocó una escalada de

poder el cual era ejercido cada vez de un modo más arbitrario. Paralelamente, emergió una

dinámica particular entre el grupo de guardianes y el de los presos. Aquéllos cada vez se

mostraban más agresivos y caían en un visible autoengrandecimiento y éstos eran más

pasivos y se autohumillaban. Los primeros aumentaban su dominio y control mientras que

los segundos se sumergían más en un estado depresivo con pérdida incluso de la

esperanza…”

Un aspecto fundamental para tener en consideración en el marco de nuestra

realidad carcelaria, tiene que ver con el impacto de las condiciones ambientales en las

personas privadas de libertad, especialmente lo relativo al tema del hacinamiento. En ese

sentido, destaca García-Borés Espí (2003:410) los estudios de Pol (1981) para quien el

hacinamiento fuerza al desarrollo de conductas adaptativas de matiz patológico,

favoreciendo el incremento de conductas neuróticas; de Cox, Paulus y Mc Cain (1984),

quienes afirman que las condiciones de hacinamiento que en ellas se producen se deriva

una mayor proporción de muertes, infracciones disciplinarias y comportamientos

psicopatológicos.
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Rivera Beiras (2009: 273) busca reagrupar los trastornos y patologías de esta índole

distinguiendo las diversas etapas del tiempo de la detención en el marco del proceso de

prisionización: a) Fase procesal y de ingresos: que provoca una ruptura seria de las

referencias conductuales, relacionales y estilo de vida, y que derivan en la posible

producción de diversos traumas como elementos clave para comprender el riesgo para la

salud del neodetenido; b) Fase de Detención. En esta fase aparece la necesidad de

adaptarse a actitudes uniformadas y hábitos comunes, la obligación de tener que sustituir

deseos, necesidades, exigencias y valores personales de los detenidos con otros

heteroinducidos y coherentes con las finalidades de la institución, vivir en un ambiente que

constantemente causa ansiedad, en un espacio limitado, angosto, obligatoriamente

compartido, en un tiempo determinado, vacío, cíclico, donde la comunicación es posible

solamente si ésta es reprimida, estandarizada, sometida, limitada, y la afectividad negada

(Gallo y Ruggiero, 1989). Agravan el cuadro la presencia de trastornos psíquicos

preexistentes, considerando que en la cárcel acaba un alto número de pacientes

psiquiátricos con problemas de psicosis aguda, ingestionables socialmente y entonces sólo

controlables a través de la reclusión; c) En la fase próxima a la excarcelación, los

sentimientos de inadecuación respecto a la reinserción social y/o familiar; en relación con

el restablecimiento de un papel que se ha tenido que suspender por un tiempo, crean un

muy alto grado de ansiedad. Un indicador es el aumento de la tasa de suicidios que

justamente se incrementa en la proximidad de la salida, como testimonio del dramatismo

de las consecuencias de todo el proceso de ‘nivelación de la personalidad como instrumento

de control en la cárcel.
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Destaca entonces que es pertinente hablar de las “patologías de la reclusión”, como

aquellas que inciden en el proceso de erosión de la identidad, anulación aniquilamiento del

‘si’ y en consecuencia, una alteración de la imagen del ‘si’, de la capacidad volitiva y de la

autonomía personal, obsesiones y alteraciones de la imagen de la realidad exterior, cambios

del humor y de la psique, alteraciones en la afectividad y sexualidad y una amplia gama de

trastornos del comportamiento (2009:274): a) Fobias que desembocan, si no se tratan, en

un cuadro psicótico; b) Depresiones, que en forma grave desembocan en el suicidio; c)

Síntomas alucinantes; d) Trastornos psicosomáticos, como testimonio de la estrecha

correlación a nivel sintomatológico del sufrimiento físico y psíquico; e) Disminución de las

capacidades cognitivas; f) Cuadros neuróticos; g) Cuadros psicóticos; h) Trastornos de la

personalidad; i) Trastornos del comportamiento; j) Trastornos del humor; k) Síndrome de

prisionización; l) Síndrome gangseriano; m) Dependencias y toxicomanías. (ob. cit.)

A su vez, destaca, cómo la priorización del tratamiento farmacológico en los centros

de detención encubren los síntomas, los sedan pero no los resuelven, creando una

dependencia intracarcelaria en la cual “…los detenidos tóxicodependientes son los mayores

consumidores de psicofármacos, en una circularidad en la cual el medicamento encubre y,

en un juego retroactivo, reproduce el síntoma, creando nuevos dependientes, en coherencia

con la lógica de una institución que fabrica hándicap…” (275).

En cuanto a la posibilidad de suicidios y autolesiones, Rivera Beiras (2009: 275)

entiende el acto de autolesión como “…una forma de comunicación, conducta ésta que

pretende una acción de liberación respecto al sufrimiento, expresándola, haciéndola


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evidente, y que, en la connotación extrema, se convierte en un huir de la vida. Puede ser un

acto comunicativo de carácter demostrativo, un intento de reclamar la atención, de

readquirir un poder contractual negado por el ambiente, la única alternativa posible para

obtener una mejora de las condiciones de vida. En cualquier caso, parece ser una estrategia,

una elección de instrumentalizar el propio cuerpo, de usarlo como medio comunicativo. No

es una acción confusa, una psicopatología, es más bien una elección, aunque vivida como la

única posible. Y entonces, la lógica de tratarla con un psicofármaco corresponde a querer

negar el contenido comunicativo, una vez más a favor de una necesidad de orden y

control…” 8.

También, debe hacerse referencia a los efectos del encarcelamiento que se

extienden más allá de éste propiamente dicho. Fundamentalmente las aportaciones de

Goffman son las que han permitido afirmar a los teóricos del labelling approach la

existencia del fenómeno de la estigmatización de los reclusos y sus consecuencias en la vida

futura.

A su vez, los padecimientos del encierro no se restringen exclusivamente a la propia

persona del detenido sino que –a pesar de la pretensión normativa que fija el principio de

intrascendencia de la pena– precisamente las mismas trascienden al núcleo familiar o el

entorno del detenido, provocando diversos efectos negativos, como la desestructuración

del núcleo, la pérdida de fuentes de ingreso económico, etc. (conf. Manzanos Bilbao, 1991),

las de orden jurídico y penitenciario que enfrentan en su contacto con la cárcel, sus

8 Con cita del trabajo de Baechler (1975)


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funcionarios y el régimen penitenciario, las de orden económico y laboral, sanitario,

psicológico y socio-familiar (conf. García Bores et. al, 2005).

Ahora bien, específicamente en lo que atañe a la dinámica del diseño normativo e

institucional para la ejecución de la pena privativa de libertad, la perspectiva resocializadora

en cuanto pueda ser asociada a un discurso de moderación penal, presenta el problema de

los medios utilizados para ello (Pavarini, 1999:10). En este punto es donde se destaca la

fuerte oposición entre las propuestas que aparecen en danza: la <<resocializadora>> y la

<<garantística>>9; pero también una tendencia que podría denominarse de <<control>>,

mero control o eficacia, guiada exclusivamente por una finalidad de buen gobierno

institucional (Bergalli, 2011)10.

9 Ello aún independientemente de la demostrada divergencia entre medidas alternativas en fase ejecutiva y
efectiva descarcerización cuantitativa, verificándose por el contrario la extensión de soft control fuera del
ámbito carcelario (por todos, Cohen, S. , 1988 <<1985>>, Visiones de Control Social, Barcelona: PPU; Pavarini,
M., 1986, Fuera de los muros de la cárcel: la dislocación de la obsesión correccional, en Poder y Control nº0:
155-174; y 1995, El orden carcelario. Apuntes para una historia material de la pena, en El Derecho Penal Hoy,
Buenos Aires: Editores del Puerto: 567-596; Ruggiero, V. Decarcerizzazione e ricarcerizzazione en Dei Delitti e
delle pene, 1:127-141).
10 Expresa Bergalli que: “…Un segundo modelo de gestión penitenciaria que debe tenerse en cuenta para

explicar el papel cumplido por la cárcel en las estructuras socio-económicas de las sociedades modernas es el
que conviene denominar como el de cárcel eficiente. La ideología que lo sostiene no requiere de un discurso
de legitimación externa pues tal modelo sólo se explica en la búsqueda del apropiado y correcto
funcionamiento de la institución, tal como aparece prescripto en la legislación y en los reglamentos
penitenciarios en los cuales se apoya ese “buen” gobierno de la cárcel. Dentro de este esquema tanto los
órganos directivos y de administración, como el funcionariado previsto para la satisfacción de los fines
adjudicados a la pena privativa de libertad, tienen adjudicados por leyes y reglamentos unas tareas muy
específicas. De tal manera, en tanto y en cuanto el apropiado y correcto funcionamiento de la institución se
verifique en los hechos, queda asegurada la persistencia de la cárcel porque ésta satisface la única actividad
que está llamada a cumplir, cual es la de custodiar seres humanos y mantenerlos segregados de la sociedad
abierta, sin que se pretenda encontrarle otras finalidades diferentes…”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En efecto, la “fe correccional” contenida en la diversa legislación penitenciaria que -

con la introducción de las llamadas alternativas tan sólo en la fase ejecutiva permite reducir

o aumentar la pena impuesta judicialmente en la sentencia de condena en función de los

resultados del tratamiento carcelario- consagra un sistema de pena desigual, incierta,

flexible y arbitraria, irrespetuoso del principio de legalidad penal y de los demás principios

de limitación propios del derecho penal clásico que se reivindican como sustanciales en un

Estado democrático de derecho.

Así, la pena privativa de libertad determinada cuantitativamente en la sentencia de

condena durante el curso de su ejecución puede asumir formas absolutamente diversas –

cualitativa y cuantitativamente- en función de la mayor o menor capacidad de

<<resocialización>> del sujeto encarcelado. Ese juicio de no reincidencia como prefiere

llamarlo Pavarini se formula a partir de valoraciones subjetivas y pronósticos de conducta

confiados a los cuerpos criminológicos del Servicio Penitenciario, que operan como

paradigmas para la concesión o denegación de beneficios y/o de castigos penitenciarios. Es

un juicio sobre el autor y no sobre los hechos el que configura un <<intercambio positivo>>

que determina finalmente la pena: buena o mala conducta carcelaria, progresos o fracasos

en el proceso resocializador, colaboración o no con la justicia11 (Pavarini, 1996 y 1999).

11 Igualmente este autor (1987:122) es concluyente al establecer: “...El Tribunal de ejecución es, en los hechos,
llamado a ratificar la disminución del umbral de sufrimiento legal sobre la base de valoraciones que provienen
de la autoridad penitenciaria; estas valoraciones se fundan en criterios de peligrosidad social, o remiten
directamente a las necesidades del gobierno administrativo de la cárcel, en la lógica de premios y castigos. Es
entonces la administración penitenciaria la que predispone, construye y confecciona las condiciones mismas
del intercambio. En consecuencia, éste deviene verificado y verificable por la administración penitenciaria por
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Tal esquema contraría el principio de legalidad penal, de proporcionalidad y de

igualdad por cuanto la pena se post-determina en fase ejecutiva, existiendo tantas penas

diversas como penados a quienes se le apliquen sin ningún criterio vinculado al hecho

cometido. Y reduce a una función meramente formal (y legitimadora) a la garantía de

jurisdiccionalidad por cuanto la valoración de la personalidad del autor carece de aptitud

para ser sometido a refutación en sede judicial12. (Ferrajoli, 1995)

Pero, asimismo, la pena así concebida en ese sistema premial-punitivo, adquiere una

ductilidad funcional extra que, bajo el manto ideológico del ideal resocializador, asume

objetivos diversos (Pavarini, 1999:6): disciplinarios de control y gobierno del carcelario que

–como cualquier ‘institución total’- encuentran adecuada satisfacción en la conocida lógica

de premios y castigos (Goffman,1994); y flexiblidad para inducir a comportamientos

conformes 13. En buena medida, entonces queda desvelada la falsía de ese discurso

razones, precisamente, de disciplina carcelaria, y no resulta verificado ni verificable por parte de la autoridad
judicial...”
12 En tal sentido con su habitual claridad expone Ferrajoli: “...la pena no es ya retribución <<igual>>, sino

tratamiento diferenciado o individualizado, con fines de readaptación del condenado a modelos ético-políticos
de normalidad social; no es ya una sanción típica con contenido taxativamente predeterminado por ley , sino
una medida de contenido variable e indeterminado; y su naturaleza y medida no están vinculadas a
presupuestos de hecho a su vez predeterminados legalmente y comprobados judicialmente, sino decididos
discrecionalmente –poco importa si por la autoridad carcelaria o por los jueces de vigilancia- sobre la base de
la <<observación científica de la personalidad>> del condenado...”
13 Expresa asimismo Pavarini: “...los conceptos de resocialización o de progreso en el proceso de resocialización

enmascaran un juicio de prognosis fundado únicamente sobre una presunción de fidelidad. A este sólo fin, lo
que puede bastar es muy poco: el reconocimiento del desvalor social de la propia conducta o del propio modo
de ser, alguna declaración de querer “cambiar de vida” o de querer aceptar las “reglas de juego”. Esto puede
bastar porque también, nunca se podría verificar concretamente algo más. Pero, sobre todo, porque en esta
disponibilidad a aceptar la “normalidad” se realiza una función expresiva igualmente importante: se renuncia
en parte a la pena, a cambio de fidelidad. En verdad podemos sospechar legítimamente que el canje se efectúa
sobre una ficción de fidelidad, es decir, en última instancia, sobre una ficción de consenso. Pero, la ficción del
consenso equivale a la producción funcional del mismo (Luhmann, 1983:64 y ss.). Finalmente, para quien
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resocializador (Bergalli, 1986 y 1991a), y la consolidación, por el contrario, de un modelo

de cárcel eficiente, dedicada al mero depósito y control de los individuos.

Ahora bien, de cara al panorama así descripto, frente a las innumerables

complejidades asumidas y destacando lo arduo de la tarea, resulta ineludible la

diagramación –sin perjuicio de las mutaciones normativas necesarias de lege ferendae- de

un esquema sistemático básico de aplicación de las normas penitenciarias vigentes en la

provincia que compatibilice los criterios –prima facie- contrapuestos, y que resulte

respetuoso de los principios propios del Estado de Derecho14; utilizando en dicho marco

como guía político-criminal el respeto a la persona y su dignidad.

Es una afirmación corriente en la actualidad que a partir del señero texto de Roxin

Kriminalpolitik und Strafrechtssystem15, se sientan las bases de un sistema de construcción

dogmática de conceptos jurídico-penales orientada por decisiones valorativas, por criterios

político-criminales16. Dicho esquema –que se sustenta en la claridad y orden conceptual, la

referencia a la realidad y la orientación a las finalidades político-criminales (conf.

rehúsa, para quien no se somete subjetivamente a las condiciones de este intercambio, para quien no está
siquiera dispuesto a fingir la fidelidad, la pena de prisión puede realizar una función diversa, pero del mismo
modo material y del mismo modo funcional al mantenimiento de la realidad dada, de la normalidad : es decir,
una función de objetiva incapacitación (Blumstein, Cohen, Nagin, 1977), en otras palabras, de negación del
disenso. Si la “normalidad” producida de esta forma, como significado de lo real, es impuesta tanto a través
de la represión del disenso como por medio de la producción del consenso, el sentido mismo de la pena y de la
cárcel concluyen inevitablemente por integrarse en una dimensión simbólica...” (1995:89-90).

14 Tarea similar es la desarrollada por Salt en vinculación con la ley 24.660 (1996 y 1997).
15 Cuya primera edición data de 1970. Hay traducción castellana de Muñoz Conde, publicada en Barcelona en
1972.
16 Es la denominada <<racionalidad orientada a fines>> o <<sistemática teleológica>> (conf. Schünemann,

1991 : 63, 67)


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Schünemann, 1991:63-64)- cobra singular desarrollo dentro de ese particular ámbito

científico, destinándose esencialmente los esfuerzos a consagrar una construcción

sistemática de la teoría del delito y sus diversas categorías17.

Desde esta óptica, conviene apresurarse a afirmar con Silva Sanchez (1992:180) que

en un sistema teleológico-funcionalista, <<abierto>>, la dilucidación de la cuestión de los

fines del derecho penal –como cuestión diversa e independiente de aquella que analiza los

fines de la pena- adquiere una gran trascendencia; ello, en tanto coexisten diversos fines

legitimantes del derecho penal en una relación no siempre libre de tensiones y colisiones,

que deben ser puestas de relieve y explicadas racionalmente. Y en ese sentido, podemos

afirmar que si la concreta configuración del sistema de derecho penal se muestra como el

producto de una relación dialéctica entre el interés en eliminar la violencia social extrapenal

y el interés en disminuir la propia violencia del sistema penal (ib.:186), en la delineación de

una política criminal regida por el respeto a la persona y su dignidad18 (Silva Sanchez,

2000:28; Hassemer, 1999:26-28, Simon, 2019) un derecho penal capaz de reducir al mínimo

posible la violencia que se genera en la sociedad (Ferrajoli, 1986 y 1995), debe

cofundamentarse en la protección de los bienes jurídicos de los individuos frente a las

intervenciones agresivas de otros individuos (a través de la prevención general de delitos),

pero también frente a la intervención punitiva del Estado (a través de la concreción de

17Ver el desarrollo de la denominada Escuela de Roxin, y esencialmente Schünemann, B., 1991.


18 Claro es el criterio sentado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso “Velásquez
Rodríguez”, sentencia del 29/7/88 al expresar : “...por graves que puedan ser ciertas acciones y por culpables
que puedan ser los reos de determinados delitos, no cabe admitir que el poder pueda ejercerse sin límite alguno
o que el Estado pueda valerse de cualquier procedimiento para alcanzar sus objetivos, sin sujeción al derecho
o a la moral. Ninguna actividad delEstado puede fundarse sobre el desprecio a la dignidad humana...”.
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principios garantísticos formalizadores del control social jurídico-penal que funcionen como

reductores de la violencia estatal)19.

Como consecuencia de ello, es imposible dejar de advertir que dichas pautas de

orientación político-criminal, en un sistema que se orienta a sus consecuencias (Hassemer,

1984), deben cobrar especial vigencia en el momento de actuación del poder punitivo

estatal que mayor descarga de violencia imprime: esto es la ejecución de las penas20. Por

ello es que no encuentra explicación racional el notable cúmulo de esfuerzos científicos y

políticos para salvaguardar normativamente los elementales derechos humanos de las

19 El desarrollo de esta idea en Silva Sánchez (1992), en similar sentido, aún con sus particularidades, entre
otros Ferrajoli, 1995; y desde una perspectiva agnóstica Zaffaroni, 1990, 1993 y 2000.
20 Es conveniente tener presente en este punto la clásica caracterización de Claus Roxin delimitando los tres

diversos momentos de actuación del poder punitivo estatal: el de conminación legal, el de determinación
judicial de la pena y el tercero mencionado de ejecución. Asimismo que conforme su teoría dialéctica, la pena
asume finalidades diversas en cada uno de estos momentos, rescatándose en el primero la prevención
general, en el segundo ambas finalidades preventivas limitadas por el principio de culpabilidad, en tanto en el
tercero campea la prevención especial. Adviértase desde ya lo discutible del planteo que al menos aquí se
utiliza por sus bondades como esquema explicativo (advertencia ya formulada por el propio Roxin al aclarar
que “...no puede interpretarse en el sentido de que los fines de la pena sobre los diferentes estadios de la
aplicación del derecho penal permitan dividirse con una nítida separación. No se trata de una tajante distinción
por fases, sino de una ponderación diferenciada...” (1997:97). Es evidente que conforme a lo que se sostendrá
seguidamente la finalidad de evitación de la desocialización del sujeto debe considerarse también en los
momentos previos: al ofrecer las variantes de amenaza punitiva previendo de antemano aquéllos casos en
que pueda advertirse tal consecuencia nociva (en buena medida se aprecia en la regulación de las penas de
corta duración, en las alternativas en fase de conminación y la selección de medios prepunitivos para el
aseguramiento de protección de bienes jurídicos –carácter subsidiario-); y al proceder a determinar
judicialmente la pena (una exposición brillante al respecto en Demetrio Casado: 1999). Pero, es indudable
también –sobre todo a partir del sometimiento a discusión pública de las características de los egresos
anticipados- la presencia del componente preventivo-general en la fase de ejecución de la pena, ya sea por la
autoridad penitenciaria para elaborar los informes respectivos como para la jurisdicción para apartarse de lo
allí informado. No obstante, en este punto se hace menester consultar la interesante tesis de Silva Sanchez
en el sentido de que en un sistema de prevención de integración, altamente simbólico-comunicativo, la
condena debidamente publicitada puede cumplir por completo los objetivos político-criminales trazados,
haciendo innecesaria la ejecución de la sanción. (2000:127-128). Este aspecto de la <<inejecución>> resulta –
como se apreciará- de inconmensurable interés desde la óptica aquí presentada.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

personas hasta su declaración de culpabilidad –momento en el cual técnicamente no se

ejerce poder punitivo sino tan sólo coercitivo para asegurar el ejercicio de aquél-,

contrarrestado por el sistemático desentendimiento jurídico de lo que acontece en la etapa

de ejecución de las sanciones penales -donde la ínsita violencia del poder estatal se

despliega con absoluta desfachatez- construyendo espacios de negación jurídica apenas

morigerados por normas de carácter administrativo que someten al preso a una desigual

relación frente al poder ejecutor. Aquél primario empeño carece de funcionalidad política

alguna si en esta última secuencia se flaquea dejando sin tutela los derechos de los

ciudadanos privados de su libertad por imposición de una sanción estatal.

Ahora bien dicha orientación político-criminal vinculada a las fines del derecho

penal, debe conjugarse con las previsiones normativas que asignan específicas finalidades

a la pena en esta fase ejecutiva21, de modo de servir como informadoras de todo el derecho

de ejecución penal.

Si se observan los diversos textos normativos desde mediados de este siglo en

adelante22, en relación a la pena privativa de libertad se recoge la denominada finalidad

preventivo especial positiva resocializadora.

21 Téngase presente la distinción


entre justificación de la pena estatal y finalidades de la pena en fase ejecutiva
(conf. Zaffaroni, 1983).
22 Especialmente luego de la segunda guerra mundial, donde comienza el proceso de internacionalización de

los derechos humanos con la producción de diversos documentos regionales y universales. (conf. Bobbio,
1989).-
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Así, en el nivel normativo superior el artículo 10.3 del Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos estipula que: “...El régimen penitenciario consistirá en un

tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los

penados...”; en tanto que el artículo 5.6 de la Convención Americana de Derechos Humanos

enuncia que “...Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la

reforma y la readaptación social de los condenados...”, ambos texto constitucional en

función de lo dispuesto por el art. 75 inciso 22 de la Constitución Nacional 23.

Dichas normas, aún a pesar de las interpretaciones que pudieran extraerse de la

contenida en la C.A.D.H., hacen referencia tan sólo a la finalidad de la ejecución de las penas

y no implican la directa adscripción a una teoría de la pena determinada. (Zaffaroni,

1995:116). Por tanto es que, no obstante las abundantes críticas recibidas por este tipo de

ideología que ha congregado una legión de detractores desde los más diversos enfoques y

campos disciplinarios (vgr. Además de los ya citados ver entre otros, Bustos Ramírez,

1989:28; Jakobs, 1997:31; Paul, 1986:69; Mir Puig, 1996:55; Roxin, 1976:17; Ferrajoli,

1995:265; García-Borés Espí, 1993; Pavarini, 1996) -entre los que se destacan quienes

marcan sus rasgos ideológicos, la dudosa legitimidad en un Estado democrático de derecho,

la alteración del principio de autodeterminación y de dignidad de la persona que implican

los tratamientos como forma de su concreción, los ya analizados efectos nocivos de

23 El texto constitucional original de 1853 no hace alusión expresa a esta finalidad sino referencias que
permiten deriva su filosofía humanista, principalmente del texto de su artículo 18: “…Las cárceles de la Nación
serán sanas y limpias para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas y toda medida que a
pretext de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará responsible al juez que
la autorice…”.-
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prisonización que causa en los internados (por todos Clemmer, 1958; Goffman, 1994) y la

falsía que conlleva pretender enseñar a vivir en libertad a alguien, privándole de ella (conf.

Bergalli, 1976 y 1986; Muñoz Conde, 1982)-; en ese reducido ámbito estrictamente

ejecutivo, tales convenciones internacionales adoptan aquella finalidad que tiene la

intención de prevenir el delito actuando de modo positivo en el individuo infractor

(prevención especial positiva).

No obstante, como acertadamente indica Salt “...sin perjuicio de la insistencia de los

textos normativos de nuestro entorno cultural en establecer la resocialización, la

reeducación o la reinserción social como fin primordial de la ejecución de las penas de

encierro, lo cierto es que nunca existió claridad ni acuerdo acerca del significado concreto

de los términos utilizados para expresar este principio resocializador y mucho menos, sobre

las consecuencias dogmáticas que debía tener en el régimen penitenciario...” (1996:622 y

1999a:171).

En primer lugar, puede destacarse que hablar de resocialización del delincuente sin

cuestionar, al mismo tiempo, el conjunto normativo al que se pretende incorporarlo,

significa aceptar como perfecto el orden social vigente sin cuestionar ninguna de sus

estructuras, ni siquiera aquellas más directamente relacionadas con el delito cometido

(Muñoz Conde, 1982). No obstante ello, planteado el problema relativo a qué tipo de

normas de las muchas vigentes en la sociedad debe referirse la resocialización, las

respuestas posibles presentan diversas objeciones.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En efecto, si, por un lado, se plantea la resocialización moral del delincuente, la

misma atenta no sólo contra la libertad ideológica sino también contra los fundamentos de

una sociedad pluralista y democrática (ob. cit.). E igualmente, si se plantea la resocialización

para la legalidad, ella no sólo desconoce la verdadera naturaleza del fenómeno criminal,

sino que confunde los distintos elementos que forman la prevención especial, y carece de

una propuesta para llevarla a cabo (Mapelli Caffarena, 1983: 59).

A pesar de ello, hay quienes resaltan el valor dogmático del concepto de

resocialización, readaptación o reforma, contenido en los diversos textos normativos que, -

implicando una obligación estatal24 de proporcionar al condenado las condiciones

necesarias para un desarrollo personal adecuado que favorezca su integración a la vida

social al momento de recobrar la libertad- debe influir en la regulación de los distintos

aspectos del régimen penitenciario y en la interpretación de las normas penitenciarias (Salt,

1997, y 1999a:177; Mapelli, 1983:198 y ss.) 25, interpretación ésta que permite conjugarlo y

derivarlo directamente del principio de humanidad en los términos expresados.

24 Se habla en este sentido de un verdadero <<derecho a la ejecución>> que permitiría su exigencia por parte
del recluso hacia el Estado (ver entre otros el fallo del Juez de Ejecución del Tribunal Oral Federal de Mar del
Plata, Dr. Mario Portela, de fecha 03/04/98 “Balsas”. No obstante en dirección contraria, se ha pronunciado
el Tribunal Constitucional Español en auto 15/1984 del 15 de Enero, estableciendo que la reeducación o
reinsersión social del penado no constituye un derecho fundamental de la persona, sino un mandato del
constituyente al legislador la política penal y penitenciaria, mandato del que no se derivan derechos subjetivos
(Rivera Beiras, 1999:80).
25 También Salduna y De La Fuente, entienden que se trata de: “…Una exigencia legal y constitucional, por lo

que más allá de la teoría de la pena que defienda, el Estado no puede apartarse de este prinicipio y debe
ajustar la política penitenciaria al mencionado objetivo…” (2019: 34). En igual sentido, Santiago Martínez
(2006:64), quien considera que este posición ha sido receptada por la Sala 1ª de la Cámara Nacional de
Casación Penal en el caso “Silber” (Al respecto ver su comentario en coautoría, García Yohma – Martinez
(2002).-
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Con referencia a nuestra legislación, Corbo-Fusco señalan que: “…Este objetivo

funciona como principio rector a la luz del cual deben resolverse todas las cuestiones que

se susciten durante la ejecución de la pena, siempre en la dirección de ampliar los espacios

de libertad y de ejercicio de derechos de las personas privadas de libertad...” (2011: 1247).

Pero incluso derivan de ello otro principio que denominan “in dubio pro libertatis” según el

cual “…en la toma de decisiones que impliquen la libertad del condenado, debe prevalecer

aquella que resulte más favorable para su reinserción…” (ibidem).

Por su parte, concluyente es Rubén Alderete Lobo cuando expresa que: “”…La

reinserción social debe ser interpretada como una obligación impuesta al Estado de

proporcionar al condenado las condiciones necesarias para un desarrollo personal

adecuado que favorezca su integración a la vida social al recobrar la libertad. De ello se

deduce que toda medida de ejecución de penas debe estar dirigida a hacer efectiva la

obligación, inherente al Estado, de garantizar que las penas privativas de la libertad posean

el menor efecto desocializador y deteriorante posible, a partir del despliegue de recursos

materiales y humanos dirigidos a mitigar los efectos del encarcelamiento y ofrecer

asistencia al condenado en el medio libre, durante un período previo a su liberación

definitiva…’ (2016: 191-192).

Vale decir que, la centralidad que la finalidad preventivo-especial ha venido

teniendo en este campo, debe ser desplazada a favor del principio de humanidad de las
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

penas26 y por tanto, la reinterpretación de aquellos textos normativos debe reabsorberse y

conjugarse con semejante perspectiva, obturando toda pretensión de transformación

personal y reduciéndose a un postulado político-criminal y dogmático tendiente a generar

la obligación estatal de evitar que el tránsito prisional y sus consecuencias se proyecten

negativamente en el individuo sometido al poder penal del Estado.

Así las cosas, tal reconstrucción se cimienta en las finalidades del derecho penal con

epicentro en la persona, y por tanto, debe propiciar una actuación de la instancia jurídica

en pos de la reducción de los niveles de violencia del sistema penal. Ello plasmado al ámbito

ejecutivo se traduce en que durante su ejecución la pena no puede tener otro sentido que

la evitación de la desocialización del sujeto penado 27. Es decir, paradójicamente la

prevención especial positiva debe reconstruirse en sentido negativo, de evitación de la

desocialización (por todos, Muñoz Conde, 1999:117; Zipfer, 1999) de evitación de tratos

inhumanos, de reducción de los niveles de deterioro propios del encierro carcelario, de los

niveles de vulnerabilidad del individuo (Zaffaroni, 1995:125) 28. En suma, frente a la

contradicción institucional que importa la cárcel (Ferrajoli, 2016; Rivera Beiras, 2017) se

26 Es interesante analizar el desarrollo en el ámbito norteamericano de una jurisprudencia reciente que ha


confrontado con las políticas de encarcelamiento masivo, a partir de la reconstrucción del concepto de
dignidad (ver Simon, 2019).
27 Baratta, (1996) reconstruye el concepto de forma más amplia y habla de tender a la reintegración social del

condenado a pesar de la cárcel tendiéndose a la apertura de la misma hacia la sociedad.


28 En ese sentido, el artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 1 de la

Declaración Universal de los Derechos Humanos, Artículo 18 de la Constitución Nacional, art. 30 y 32 de la


Constitución Provincial.
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trata de un concepto de reintegración no a través de la cárcel, sino a pesar de la cárcel

(Baratta, 1996).

Dicha propuesta de reconstrucción del ideal resocializador entonces, debe partir de

considerar a un individuo social, psicológico y jurídicamente pleno 29 y debe tender a

efectivizar la sanción de modo que su ejecución estatal resulte neutra y no altere dicho

status. Esto es, en primer lugar, la evitación de la ruptura de los vínculos sociales a partir de

la prescindencia del ingreso carcelario (inejecución 30) en los casos de innecesariedad

(principio de necesidad) o de costos sociales mayores (principio de proporcionalidad

concreta o de adecuación social de los costos 31).

En la misma dirección debe fomentar –en caso de utilización de la respuesta

detentiva- las externaciones32 (Rivera Beiras, 2017: 113 y ss.) y los contactos sociales que

permitan morigerar la desocialización propia del encierro carcelario (Mapelli Caffarena,

29 Baratta (1996) habla de una <<presunción de normalidad>> contraria a cualquier pretensión criminológico-
patológico clasificatoria y diferenciadora de signo positivista. No obstante debe acentuarse desde esta óptica
fundamentalmente normativa la plenitud o desdiferenciación jurídica que repercuta en su incólumne
mantención durante la ejecución de la sanción, salvo previsión legal que prescriba y justifica la necesidad de
su alteración.
30 Ver Silva Sanchez, J.M., 2000: 125 y ss.

31 Conforme Baratta, A. , 1987:623-647.

32 En ese sentido, la Sentencia 112/1996 de 24 de junio, ponente: Tomás Vives Antón, afirma : “...la posibilidad

de conceder permisos de salida se conecta con una de las finalidades esenciales de la pena privativa de libertad,
la reeducación y reinserción social (art. 25.2 CE) (...) Pero que este principio constitucional no constituya un
derecho fundamental no significa que pueda desconocerse en la aplicación de las leyes, y menos aún cuando
el legislador ha establecido, cumpliendo el mandato de la Constitución, diversos mecanismos e instituciones
en la legislación penitenciaria precisamente dirigidos y dirigidas a garantizar dicha orientación resocializadora,
o al menos, no desocializadora precisamente facilitando la preparación de la vida en libertad a lo largo del
cumplimiento de la condena...”, publicado en Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, Tomo XLIX,
Fascículo II: 782-782.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

1986:20633), diagramando las condiciones de vida en prisión de modo que se equiparen lo

más posible a las de la sociedad -principio de atenuación34- y contrarresten las

consecuencias dañinas de la privación de libertad -principio nil nocere- (Asencio Cantisán,

1987:137), evitando someterlo a cualquier tipo de trato cruel, inhumano o degradante.

Asimismo, debe abstenerse de someter valorativamente a los individuos,

rescatando la verdadera voluntariedad y participación activa del sujeto en cualquier

modalidad tratamental, desechando aquellas que impliquen una subyugación –directa o

indirecta- por parte del sujeto para lo cual debe independizarse el tratamiento del concepto

de régimen penitenciario de estricto carácter normativo (Zaffaroni – Slokar – Alagia, 2003).

Por último, impone la garantización de todos los derechos –distintos de la privación

de libertad locomotiva- de modo de hacer realizables tales pautas; y de consagrar los

específicos derechos penitenciarios originados de la particular condición de tales sujetos,

de modo de evitar la consagración de unos sujetos con derechos de segunda categoría

(Rivera Beiras, 1993, 1998, 2009).

Ahora bien, la fórmula legal contenida en el artículo 1 de la ley 24660 debe ser

interpretada con el alcance antedicho, resultando que la expresión genérica del texto lo

admite sin obstáculos.

33 El autor lo denomina atenuación o ejecución penitenciaria mínima, que “...sirve de fundamento a


instituciones como las comunicaciones y visitas, los permisos de salida y el régimen progresivo...”
34 Mapelli (1986:205) prefiere la expresión principio de compensación.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En esta dirección, se destaca que el texto resulta superador de la fórmula contenida

en la precedente Ley Penitenciaria Nacional, decreto-ley 412/58, ratificado por ley 14467

(Lopez-Machado, 2014, pág. 45). En efecto, aquella más allá de su contexto histórico y

político de emergencia y desarrollo35, conllevaba una carga discriminatoria al adscribir a

conceptos que enfocaban la patología individual del condenado. Así se expresaba:

“… Art. 1: La ejecución de las penas privativas de libertad tiene por objeto la

readaptación social del condenado. El régimen penitenciario deberá utilizar, de acuerdo a

las necesidades peculiares de cada caso, los medios de prevención y de tratamiento curativo,

educativo, asistencial y de cualquier otro carácter de que pueda disponerse, de conformidad

con los progresos científicos que se realicen en la materia.

Art. 2: El condenado estará obligado a acatar en su integridad el tratamiento

penitenciario que se determine. Si el tratamiento prescribiere la realización de operaciones

de cirugía mayor o cualquier otra intervención quirúrgica o médica que implicaran grave

riesgo para la vida, o fueren susceptibles de disminuir, apreciable y permanentemente las

condiciones orgánicas o funcionales del condenado, deberá mediar su consentimiento o, si

fuere absolutamente incapaz, el de su representante legal y la autorización del juez de la

35 Al respecto, ver el análisis de José Daniel Cesano (2003: 84 y ss.). Allí destaca Cesano que su entrada en
vigor se concretó durante la administración de Pedro Eugenio Aramburu. Asimismo que, más allá de la
adhesión a las Reglas Mínimas del Tratamiento de los Reclusos motorizada por el Inspector General Carlos
García Basalo, muy pronto comenzó a coexistir con ideologías diversas como las que se englobaban bajo el
rótulo de la “Doctrina de la Seguridad Nacional”, con todas sus implicancias.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

causa, previo informe de peritos. En casos de extrema urgencia bastará el informe del

servicio médico, sin perjuicio de la counicación ulterior al juez de la causa…’

Lopez-Machado destacan que el nuevo texto introducido por la ley 24660 al postular

que el condenado comprenda la ley como paso previo al respeto que se le exige y se procura

su reinserción social –adecuada a las exigencias de la vida en sociedad-, promoviendo el

apoyo y comprensión de todos los miembros de esa sociedad a la que se lo reintegrará,

permite imaginar en el ánimo del legislador que el delito es un producto social y que el

condenado no como un sujeto desadaptado sino apartado del medio social al cual se lo

habrá de reintegrar a través del proceso de reinserción con la participación de la sociedad

en la resolución del problema mediante el aporte de la comprensión y el apoyo (idem 2014:

45)36.

Sin perjuicio de la subsistencia del principio enunciado encabezando el texto legal,

las reformas posteriores de las leyes 25892, 25948 y 27375 han desdibujado la racionalidad

de la legislación ejecutivo-penal en la Argentina, orientándose por criterios negativos de

mera retención o neutralización selectiva (Alderete Lobo, R., 2017).

36 Destacan estos autores la supresión de la expresión readptación que difiere sustancialmente del de
reinserción social, en tanto: “…el desadaptado, visto desde la perspectiva positivista, posee ciertas
características propias que le impiden compartir la vida en común con otros; es el responsible, por sus
limitaciones, de no convivir armónicamente con los demás y, al intentar modificar esas características, se ataca
la causa de sus desvíos. Sus propias imperfecciones lo hacen incapaz de involucrarse en actos socialemnte
positivos; su desadaptación significa que es un ser asocial y sólo modificando sus aspectos básicos –es decir,
el plexo valorativo- podría revertir su esencia y convertirse en un ser social…” (ob. cit.: pág. 47).
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En punto al texto legal, con la introducción de la reforma de la ley 27.375 por el

contrario se invierte el orden de los verbos “comprender” y “respetar” y se agrega la

expresión “así como también la gravedad de sus actos y de la sanción impuesta”,

advirtiéndose una reenfoque en una perspectiva de responsabilización individual propia de

la racionalidad neoliberal (O’Malley, 2006)37. Se agrega también –e implicando similar

orientación- a la oración que indica “promoviendo la comprensión y el apoyo de la

sociedad”, que ésta “será parte de la rehabilitación mediante el control directo e indirecto”.

En cualquier caso, la reforma aludida impacta e impactará en forma decisiva en un

sistema penitenciario como el nacional ya descalabrado. Por un lado, la ampliación del

catálogo de delitos por cuya condena no es viable incorporarse al régimen de libertad

condicional u otras salidas anticipadas ha resultado desmedida, abarcando múltiples

supuestos legales. En este sentido, la afirmación apocalíptica de Alderete Lobo (2017) en

relación a la consgración del fin de la ejecución penal en la Argentina no parece para nada

exageerada. Al menos, la impronta de progresividad aparece claramente opacada y por

tanto, la finalidad resocializadora como eje central obturada por un régimen legal de estas

características.

Pero más grave aún son las consecuencias que se vienen padeciendo y se

proyectarán en el futuro para los niveles de sobrepoblación y hacinamiento carcelario que

37Una vision del impacto de esta racionalidad pero en una institución penitenciaria peculiar en Americalatina,
puede consultar en Fernando Avila, 2018.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

serán indudablemente profundizados con la inadmisible e inconstitucional reforma

concretada.

Finalmente, para cerrar el análisis, acotar que desde el punto de vista jurisprudencial

la Corte Suprema de Justicia de la Nación, aunque no ha hecho un análisis pormenorizado

y puntual sobre el principio en cuestión, sí ha efectuado menciones diversas en fallos de

gran relevancia en materia ejecutivo penal.

Uno de los ejemplos se trata del conocido caso “Badin”38, En este caso, la Corte

analizó la responsabilidad estatal por la seguridad de los detenidos, ya el máximo tribunal

había afirmado el principio aludido aunque sosteniendo la necesidad de que su presupuesto

sea la garantía de la vida e integridad física de los detenidos: “…la seguridad como deber

primario del Estado, importa también resguardar los derechos de los penados, cuya

readaptación social se constituye en un objetivo superior del sistema y al que no sirven

formas desviadas del servicio penitenciario (…) si el Estado no puede garantizar la vida de

los internos ni evitar irregularidades, de nada sirven las políticas preventivas del delito y

menos aún las que persiguen la reinserción social de los detenidos…”.

El caso más emblemático en materia de privación de libertad y en el cual se trata el

tema de la prisionización y sobrepoblación en la Provincia de Buenos Aires, resulta el

denominado fallo “Verbitsky”.39 Allí, la Corte no obstante se recuesta sobre el principio de

38 CSJN, Sentencia del 19 de octunre de 1995. Ver su comentario junto con otros fallos de instancias inferiores
en Bombini, 2000: 116-118.
39 CSJN, Sentencia del 3 de Mayo de 2005, Fallos: 328:1146.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

humanidad de las penas y las obligaciones de protección y resguardo que emergen de

nuestro texto Constitucional, tanto por vía del artículo 18 –al que se entiende como

receptor de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos- como por los Pactos

Internacionales que se incorporan a través del art. 75 inciso 22. En concreto, se alude a la

responsabilidad estatal de protección de la dignidad humana de los detenidos y por

consiguiente a la adecuada garantía de sus derechos humanos básicos, la vida como

presupuesto, la integridad personal y física, la salud y la alimentación.

Para el caso de jovenes menores de edad, ha sido el caso “Maldonado” 40 aquel en

el que se reafirmó el ideal resocializador frente a una condena a perpetuidad: “…Que el

mandato constitucional que ordena que toda pena privativa de la libertad esté dirigida

esencialmente a la reforma y readaptación social de los condenados *art. 5. Inc.6 CADH) y

que el tratamiento penitenciario se oriente a la reforma y readaptación social de los

penados (art. 10 inc. 3 PIDCP) exige que el sentenciante no se desatienda de los posible

efectos de la pena desde el punto de vista de la prevención especial. Dicho mandato en el

caso de los menores, es mucho más constrictivo y se traduce en el deber de fundamentar

la necesidad de la privación de libertad impuesta, desde el punto de vista de las

posibilidades de resocialización, lo cual supone ponderar cuidadosamente en ese juicio de

necesidad los posibles efectos nocivos del encarcelamiento…”.

40 CSJN, Sentencia del 7 de diciembre de 2005, Fallos, 328:4343.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En otro conocido caso “Gramajo” 41 se volvió específicamente sobre el tema al

examinar las objeciones presentadas a la problemática cuestión vinculada a la medida de

seguridad que acompaña en nuestro Código Penal a quien es declarado multirreincidente.

Así es que en este precedente, rechazando el concepto de peligrosidad se afirmó

expresamente que: “…el nuestro es un modelo constitucional en el que subyace la

concepción de que la prisión solo se justifica si se la ejecuta de tal modo que se asegure que

el individuo, en algún momento, habrá de poder convivir en sociedad pacíficamente e

impone al legislador y a los jueces el deber de asumir los posibles riesgos de la libertad del

condenado, pues no hay readaptación social sin perspectiva real de libertad…” 42.

Finalmente, en el caso “Mendez”43 se trató la inconstitucionalidad de la norma que

regula el peculio por el trabajo penitenciario. Allí se hicieron extensas y contundentes

consideraciones en relación al principio resocializador: “…La readaptación social del penado

resulta, indudablemente, no un mero objetivo de la ejecución de las penas privativas de

libertad, sino el objetivo ‘superior’ de ese sistema…”44. Añadiendo inclusive que tal principio

rector no podría ser utilizado como excusa para que el Estado ponga en cabeza del propio

condenado obligaciones que le resultan propias. A su vez, se concretan las proyecciones en

términos de obligaciones estatales que se derivan de tal guía constitucional: “…Desde

antiguo con base en el art. 18 de la Const. Nacional, según el cual las cárceles serán sanas y

41 CJSN, Sentencia del 2 de Septiembre de 2006 en Fallos, 329:3680.


42 Del voto del Juez Petracchi, considerandos 29 y 30.
43 CSJN, “Mendez, Daniel Roberto s/Recurso de Casación”, sentencia del 1 de Noviembre de 2011.

44 Del voto de los jueces Lorenzetti, Highton de Nolasco, Fayt, Petracchi, Maqueda y Zaffaroni.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

limpias para resguardo y no para castigo de los detenidos en ellas –cláusula de contenido

opertativo-, se impone al Estado, por intermedio de los servicios penitenciarios respectivos,

la obligación y responsabilidad de dar a quienes están cumpliendo una condena o una

detención preventiva la adecuada custodia que se manifiesta también en el respeto de sus

vidas, salud e integridad física y moral…”. Para agregar referencias a las reglas

internacionales vigentes en la materia: “…Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los

Reclusos regular pormenorizadamente las obligaciones estatales en materia de derechos

económicos, sociales y culturales de los detenidos (…) resulta del todo evidente que, a la

luz del art. 18 de la Const. Nacional y las normas de los tratados internacionales con

jerarquía constitucional de las que se ha hecho mérito, a las que se suman los patrones de

las citadas Reglas Mínimas, la limitación salarial del art. 121, inc. c) de la ley 24660 resulta

inválida, puesto que implica transferir al interno trabajador el costo de la obligación de su

manutención que, según dicho marco normativo, pesa por entero sobre el Estado…”.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600
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Principios básicos de la ejecución

Sergio Delgado

ARTÍCULO 2º — El condenado podrá ejercer todos los derechos no afectados por la

condena o por la ley y las reglamentaciones que en su consecuencia se dicten y cumplirá

con todos los deberes que su situación le permita y con todas las obligaciones que su

condición legalmente le impone.

Referencias: CNA: Art. 19 y 43, DADDH: Arts. XVII y XXXIII, 1ADH: Art. 12.1 y 32,

DT0.35.758/47: Art. 88, BR-LEP: Art. 32, ESP-LOGP: Art. 39.11, 2) y 3), IT-LEG: Art. 42,

PERU-CEP: Art. 12, EC-ANT: Art. 82

Esta norma de corte claramente liberal se basa en el Principio de Reserva Legal

garantizado por la segunda oración del artículo 19 de la Constitución Nacional, cuando

asegura que ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley,

ni privado de lo que ella no prohíbe. Invirtiendo el orden de la norma constitucional el

texto comentado garantiza que no se prive a los condenados de ninguno de sus derechos

no afectados por la ley y que sólo se los obligue a cumplir los deberes y las obligaciones

que la ley, por su condición, les impone.

Esta garantía constitucional se ha previsto para mejor garantizar el Principio de Reserva,

asegurado por la primera oración del mismo artículo 19 de la Constitución Nacional,

cuando establece que las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, quedan exentas de la autoridad

de los magistrados.

Refuerza esta interpretación la cita que informa el anteproyecto1, entre las referencias

normativas ponderadas, del por entonces nuevo art. 43 de la Constitución Nacional, que

garantiza el amparo contra las lesiones, restricciones o amenazas de los derechos y

garantías en ella reconocidos y la prístina cita del artículo 17 de la Declaración Americana

de los Derechos y Deberes del Hombre, que nos asegura a los americanos el

reconocimiento “en cualquier parte” como sujetos de derecho y al goce de los derechos

civiles fundamentales.

Su incorporación a nuestra legislación implicó un cambio copernicano respecto de la

regulación anterior, que no preveía ámbito alguno de reserva para la libertad de los

condenados. Decía el art. 2 de la anterior Ley Penitenciaria Nacional, aprobada por el

Decreto-ley 412/58 ratificado por la ley 14.467, que el tratamiento penitenciario era

obligatorio en todas sus partes para el condenado2. Ningún derecho a la intimidad,

1
El Anteproyecto de ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad, elaborado por la Subsecretaría de
Política Penitenciaria y Readaptación Social a cargo del Dr. Julio Enrique Aparicio, acompañado de un
apéndice con las referencias normativas y concordancias citadas artículo por artículo, la exposición de
motivos que se incorporó al mensaje del Poder Ejecutivo remitiendo la propuesta de ley al Congreso, que he
tenido a la vista, obra en la web de esta Asociación Pensamiento Penal, en la Sección Misceláneas.
2
Dice dicho artículo: “El condenado está obligado a acatar en su integridad el tratamiento penitenciario que
se determine. Si el tratamiento prescribiere la realización de operaciones de cirugía mayor o cualquier otra
intervención quirúrgica o médica que implicaren grave riesgo para la vida, o fueren susceptibles de
disminuir, apreciable y permanentemente las condiciones orgánicas o funcionales del condenado, deberá
medias su consentimiento o, si fuere absolutamente incapaz, el de su representante legal y la autorización
del Juez de la causa, previo informe de peritos. En casos de extrema urgencia bastará el informe del servicio
médico, sin perjuicio de la comunicación ulterior al juez de la causa.” Conforme el Estado del Arte existente
a la fecha de sanción de esta disposición (1958), el tratamiento penitenciario obligatorio podía conllevar
aplicación de choques eléctricos, cirugías, incluso mayores, tales como lobotomías y otras prácticas cruentas
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ninguna subjetividad autónoma podía buscarse en tan drástica regulación del tiempo vital

expropiado.

El rumbo marcado por esta norma innovadora fue el seguido por la jurisprudencia de la

Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso “Romero Cacharane”3, en el que

consideró perimida la concepción basada en la norma legal anterior y originada en el

derecho administrativo alemán que consideraba al privado de su libertad una persona en

un “Estado de Sujeción Especial” que condicionaba su acceso a los derechos y garantías

normalmente reconocidos a los habitantes, que debían ser tamizados para verificar su

alcance en la medida en que no afectasen dicha relación jurídica especial.

En el considerando 7° del voto conjunto mayoritario se señaló que la negativa del a quo (la

Cámara Nacional de Casación Penal, hoy Cámara Federal de Casación Penal) de habilitar la

vía casatoria, con sustento en su jurisprudencia restrictiva que diferenciaba cuestiones

administrativas de la ejecución penal no susceptibles de inspección casatoria (Régimen de

visitas íntimas, Sanciones disciplinarias) de cuestiones jurídicas (incorporación a la

Libertad condicional), respondía a una concepción anacrónica de la ejecución de la pena

en la que la relación de sujeción especial del condenado con el Estado se da dentro de un

ámbito "administrativo" donde no existe delimitación de derechos y obligaciones de modo

que todo queda librado a la discrecionalidad del Estado.

Se describió esa relación afirmando que su concreción práctica se daba con:

consideradas convenientes, aunque en tal caso, dichas medidas extremas se sujetaban al consentimiento del
interesado.
3
Fallos 327:388, dictado el 9 de marzo de 2004.
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a) restricciones a los derechos fundamentales de los reclusos;

b) el ablandamiento del principio de legalidad en sede ejecutivo-penal-penitenciaria y

c) el debilitamiento del control jurisdiccional de la actividad administrativa.

Enseñó la Corte (en el considerando 8° del fallo citado) que la mencionada doctrina

fue perdiendo influencia en la medida en que surgieron encuentros internacionales de

derecho como los congresos realizados por la Comisión Penitenciaria Internacional desde

1872 que fueron decisivos no sólo para el desarrollo de la ciencia penitenciaria sino,

también para la nueva imagen del "preso" como un sujeto de derechos y deberes,

principios que luego serían receptados por la Naciones Unidas en diferentes resoluciones.

Este fallo particularmente influyente de la Corte Suprema marcó un punto de

inflexión en la mirada jurisprudencial tradicional de lo que ocurre en prisión4.

Legislación comparada5:

4
Así lo prueba, también, su repercusión en la doctrina, de la que dan cuenta los numerosos comentarios ya
publicados al respecto. Menciono sólo los publicados en los dos primeros años de emitido el fallo. Fue
comentado por José Daniel Cesano en el artículo “Sanciones disciplinarias, control jurisdiccional y el
principio del doble conforme (a propósito del fallo de la Corte in re “Romero Cacharane”)”, que puede
obtenerse en http//: www.eldial.com.ar/ edición Córdoba. También lo ha comentado Rubén Alderete Lobo,
en el artículo “La judicialización y el principio de legalidad en la etapa de ejecución penal. A propósito del
fallo “Romero Cacharane” de la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, publicado en la Revista de Derecho
Penal y Procesal Penal n° 2, Editorial Lexis-Nexis, Buenos Aires, 2004. Natalia Sergi lo trató en su
“Comentario al Fallo Romero Cacharane de la Corte Suprema de Justicia”, Nueva Doctrina Penal 2004/B,
pág. 585 Editores del Puerto. Diego García Yomha y Santiago Martínez, también lo han comentado en “La
doctrina del fallo “Romero Cacharane” y un esperado reconocimiento de los derechos de las personas
privadas de libertad” en Jurisprudencia Argentina 2005-I, Suplemento “Jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación”, p. 75 y ss. Pablo Vacani, lo hizo en el artículo “Entre la penitencia y el control ¿Es
posible ilusionarnos? Comentario al fallo: "Romero Cacharane, Hugo Alberto s/ ejecución penal”, publicado
también en la página web citada.
5
Víctor Hugo García, ayudante alumno en la comisión del Ciclo Profesional Orientado de la carrera de grado
de abogacía a mi cargo, próximo a graduarse de abogado en la Facultad de Derecho de la UBA, prestó
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En el anteproyecto, además de las disposiciones constitucionales y las normas

internacionales y regionales antes mencionadas, se cita al “Decreto Petinatto” (el Decreto

n° 35.758/476, cuyo art. 88 disponía los deberes básicos que estaban obligados a observar

los reclusos en los establecimientos federales, entre los cuales se enumeraba la obligación

de cumplir la pena en el lugar y grado (de progresividad) que disponga la autoridad

penitenciaria, observar el orden más riguroso en su persona y en su celda, en el pabellón,

en la escuela, en el trabajo, acatar las medidas de vigilancia y seguridad, respetar y

obedecer las órdenes, observar la higiene en su persona, celda y en los pabellones,

talleres y demás lugares, no realizar actos contra la moral, consagrarse al trabajo,

esmerarse en adquirir mayor educación, procurar superarse culturalmente en el aspecto

moral, intelectual y físico y el de recuperarse reafirmando en todos sus actos el propósito

real de enmienda y rectificación, para reintegrarse a la sociedad como un elemento útil y

de provecho común.

La norma comentada implica un avance sustantivo sobre dicha regulación, en la

que el derecho a trabajar o estudiar o a la atención de la salud no están expresamente

reconocidos sino que resultan una consecuencia práctica del respeto por parte del

condenado de su obligación de consagrarse al trabajo, esmerarse en su educación, etc.,

pero cuando se le suministra esta posibilidad. Hoy claramente los internos tienen estos

inestimable colaboración en la investigación de derecho comparado y en la compulsa de la legislación aquí


citada y, especialmente, en la traducción de la legislación sueca.
6
Su texto está disponible en la página web del Boletín Oficial Argentino en el que fue publicado el 19 de
noviembre de 1947.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

derechos asegurados por la ley y exigibles durante su encierro carcelario, incluso cuando

son alojados en establecimientos que no cuentan con plazas laborales o educativas.

Informaba el Censo Nacional Penitenciario difundido en la página web del

Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación que más de la mitad de los

internos se encontraban alojados en meras alcaidías o calabozos7. En dichos lugares no

existen plazas laborales ni educativas. Hoy la ley no se limita a obligar a los condenados a

consagrarse al trabajo o a esmerarse en su educación cuando le es dada esta oportunidad.

Claramente es obligatorio para el Estado, tanto federal como provincial y para la Ciudad

Autónoma de Buenos Aires suministrarles plazas laborales y educativas a todas y cada una

de las personas detenidas. Cuando ello no ocurre, se está incumpliendo la regulación legal

de la privación de la libertad. Lamentablemente, hoy esto ocurre de modo generalizado en

nuestro país.

Tanto en el ámbito educativo como en el laboral, en los establecimientos

penitenciarios argentinos sólo existen plazas para una pequeña parte de la población

alojada. En el caso de los alojados en dependencias policiales o meras alcaidías, es decir,

en el caso de la mayor parte de la población carcelaria argentina, debo reiterarlo, ni

siquiera eso. Repárese en que el trabajo, además de ser formativo de la capacidad

laborativa, debe estar adecuadamente retribuido y se deben cumplir las previsiones de la

7
En el último informe difundido, correspondiente al año 2015, se disimula esta realidad, pues se afirma que
son sólo 4305 los internos alojados en comisarías y los restantes 72.693 se alojan en “establecimientos
penitenciarios”. Pero se omite señalar que de los 285 establecimientos penitenciarios existentes en el país la
mayoría son meras alcaidías de alojamiento transitorio. Por ejemplo, de los 33 establecimientos
penitenciarios federales sólo trece son verdaderas cárceles y el resto son meras alcaidías ubicadas en el
interior de edificios donde funcionan los tribunales.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

legislación de seguridad social. Sólo en el ámbito federal se retribuye el trabajo carcelario

de modo apropiado. Pero en ninguna jurisdicción de nuestro país se respetan las normas

de seguridad social que amparan el trabajo carcelario. Los presos trabajadores, que son

sólo los afortunados que consiguen las escasas plazas disponibles, no cuentan con obra

social, ni con seguro de desempleo, ni con asignaciones familiares (que son significativas

en los casos de familias numerosas, que suele ser el caso de los detenidos) en nuestro

país, pese a lo que promete la ley al respecto.

La Ley brasileña n° 7210 del 11 de julio de 1984, que se cita como referencia en el

Anteproyecto, en su artículo 3° dispone que al condenado o procesado serán asegurados

todos los derechos no restringidos por la sentencia o por la ley.

También el Código de Ejecución Penal peruano promulgado por el Decreto

Legislativo n° 654 del 31 de julio 1991, que se cita como referencia, en su art. V, dispone

que el régimen penitenciario se desarrolla respetando los derechos del interno no

afectados por la condena y que está prohibida toda discriminación racial, social, política,

religiosa, económica, cultural o de cualquier otra índole.

Estas normas claramente abrevaron en el art. 3 de la Ley Orgánica española

1/1979, de 26 de septiembre, General Penitenciaria, conforme el cual la actividad

penitenciaria se ejercerá respetando la personalidad humana de los recluidos y los

derechos e intereses jurídicos de los mismos no afectados por la condena, sin establecerse

diferencia alguna por razón de raza, opiniones políticas, creencias religiosas, condición

social o cualesquiera otra circunstancia de análoga naturaleza.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La legislación española, sancionada con la finalidad de poner fin a las atrocidades

penitenciarias vividas por muchos de los legisladores que la aprobaron durante el

franquismo, mejoró en este punto la redacción de la Ley sobre la Ejecución de la Pena

Privativa de la Libertad y de las Medidas Privativas de la Libertad de Mejoramiento y

Seguridad de la República Federal de Alemania del 16 de marzo de 1976 que actualmente,

conforme el acuerdo de unificación rige en toda Alemania y cuyo artículo 4, al regular la

situación del recluso, señala que está sometido a las restricciones de libertad previstas en

la ley y que en cuanto la ley no disponga otra cosa sólo se le podrán imponer aquellas

restricciones que sean imprescindibles para mantener la seguridad o para evitar graves

alteraciones del orden en el establecimiento.

Es el rumbo que ha seguido la legislación regional, conforme se advierte en la Ley

de Ejecución Penal y Supervisión del Estado Plurinacional de Bolivia, la ley N° 2.298/2001

que, entre sus principios y garantías, regula el principio de legalidad en su art. 2,

disponiendo que ninguna persona pueda ser sometida a prisión, reclusión o detención

preventiva en establecimientos penitenciarios, sino en virtud de mandamiento escrito

emanado de autoridad judicial competente, con las formalidades legales y por causales

previamente definidas por ley y que las únicas limitaciones a los derechos del interno son

las emergentes de la condena y las previstas en esa ley; fuera de ellas no es aplicable

ninguna otra limitación. Esta enfática declaración es ratificada en el artículo 9, en el que se

dispone que “la persona privada de libertad es un sujeto de derechos que no se halla

excluido de la sociedad. Puede ejercer todos los derechos no afectados por la condena o
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

por esa ley y debe cumplir con todos los deberes que su situación legalmente le imponga”.

Los procesados y condenados, en Bolivia, entonces se encuentran dentro de la sociedad y

no excluidos de ella.

La Ley de Ejecución Penal del Reino de Suecia publicada en el Código Sueco de

Estatutos (Fängelselag, Svensk författningssamling, 2010:610), en la sección 6 de su

capítulo I, hoy también dispone que la ejecución de la pena privativa de la libertad no

puede implicar otras limitaciones a la libertad del prisionero que aquellas surgidas de esa

ley o las que sean necesarias para mantener el orden y la seguridad.

Puede decirse, entonces, a partir de estos antecedentes, que en la concepción

penitenciaria más avanzada del derecho comparado actualmente se reconocen de modo

expreso los derechos del condenado no conculcados de modo específico por la pena.

----------------------------------

ARTÍCULO 3º — La ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus modalidades,

estará sometida al permanente control judicial. El juez de ejecución o juez competente

garantizará el cumplimiento de las normas constitucionales, los tratados internacionales

ratificados por la República Argentina y los derechos de los condenados no afectados por

la condena o por la ley.

Referencias: CNA: arts. 19 y 43, CPP: arts. 490, 481 y 493, Esp. LOGP: Art. 76, Perú CEP: Tít.

Prel. IX, ANT DNPC: Art. 1°, ANT. JEA: Art. 2° y EC. Ant. Art. 12.

ARTÍCULO 4º — Será de competencia judicial durante la ejecución de la pena:


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

a) Resolver las cuestiones que se susciten cuando se considere vulnerado alguno de los

derechos del condenado;

b) Autorizar todo egreso del condenado del ámbito de la administración penitenciaria.

Referencias: CPPN: ART. 493, BR-LEP: Arts. 65 y 66, ESP.LOGP: art. 76, FR.CPP: Art. 722,

párrafo 1°, Perú CEP: Art. 148, ANT.JEA: Arts. 3 y 4.

Estas dos disposiciones introdujeron un cambio sustancial en cuanto a la incumbencia

jurisdiccional durante la ejecución de las penas privativas de la libertad en nuestro país.

Hace veinticinco años la ejecución de las condenas era, entre nosotros, una

cuestión penitenciaria, encomendada a la Administración. En la provincia de Buenos Aires

era usual, incluso, anotar a disposición de la Dirección General de Régimen Correccional a

los internos condenados, que dejaban de estar detenidos a disposición de un juez o

tribunal y pasaban a servir la pena cuyo testimonio había sido remitido, para su ejecución,

a las autoridades penitenciarias. La consulta al juez en el caso de solicitarse la libertad

condicional, prevista en el art. 13 del Código Penal era, en los hechos, una excepción y la

casi única intervención jurisdiccional prevista si se prescinde de considerar que también

debían ser comunicadas al juez las salidas transitorias acordadas a los condenados

incorporados por las autoridades penitenciarias a dicho régimen, a fin de que procediera a

acotarlas si las consideraba excesivas8.

8
El art. 11 del Decreto-Ley 412/58 ratificado por la Ley 14.467 dice: “Las salidas transitorias serán otorgadas
por el director del establecimiento por resolución fundada, previo conocimiento directo y personal del
interno. Dicha resolución se comunicará a la superioridad administrativa y al Juez de la causa. Este
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Las visitas judiciales de inspección carcelaria, que se habían continuado haciendo

incluso durante las dictaduras militares, fueron paulatinamente abandonadas entre

nosotros. Contribuyó en gran medida a ello la reforma del Código Procesal Penal de la

Nación del año 1991.

Se trataba de una buena práctica basada en la legislación hispana adecuadamente

preservada y respetada por Manuel Obarrio al redactar el proyecto del Código de

Procedimientos en Materia Penal de la Nación de 1881.

El derecho colonial vigente en nuestro país hasta bien avanzado el siglo XIX,

aunque databa del siglo XIII, dado que estaba integrado fundamentalmente por la Leyes

de Partida o Leyes de Alfonso X de Castilla, “El Sabio” elaboradas entre 1256 y 1265 para

unificar los distintos “Fueros” que regían sus dominios, contenía disposiciones que hoy

implicarían un progreso respecto de nuestras prácticas y regulaciones.

Por ejemplo, la Ley VIII del Título XXIX de la Séptima Partida, titulada “Cómo el

carcelero mayor debe dar cuenta cada mes una vez de los presos que toviere en guarda á

aquel gelos mandó guardar.”, disponía:

El carcelero mayor de cada un lugar debe venir una vez en cada mes ante el judgador

mayor que puede judgar los presos, et debel dar cuenta de quántos presos tiene, et de

cómo han nombre, et por qué razón fue cada uno preso, et de qué edat es cada uno dellos

et quánto tiempo ha que yace cada uno dellos preso. Et para poder facer el carcelero

magistrado, por resolución fundada, podrá prohibir o suspender temporalmente las salidas cuando por su
excesiva frecuencia u otras razones, considere inconveniente que se las conceda.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ciertamente, cada que los presos le aduxieren, débelos recibir por escripto, escribiendo el

nombre cada uno dellos, et el lugar donde cada uno fue preso, et la razón por que fue

preso, et el dia, et el mes et la era en que lo recibió et por cuyo mandado: et si alguno

dellos contra esto ficiere, mandamos que peche á la cámara del rey veinte maravedís de

oro. Et el judgador de cada lugar debe ser acucioso para facer esto cumplir, porque los

pueda quitar ó condepnar asi como es sobredicho en esta ley: et el juez que lo non ficiere

así debe seer tollido del oficio, et seer dado por enfamado, et pechar por ende diez

maravedís de oro a la cámara del rey9.

Es decir que, en una época en la que sólo era posible escribir en onerosos

pergaminos y en las que eran muy pocos podían escribir, se ordenaba a los carceleros

llevar registro escrito y circunstanciado de cada persona detenida, dejando constancia de

la fecha en la que cada uno había sido detenido, por orden de quién y la causa que originó

la detención y rendir con dichos documentos un informe mensual ante el más alto

tribunal. Hoy, ya avanzado el siglo XXI no tenemos previsto tan básico recaudo y, por el

contrario, nuestros más altos tribunales ignoran absolutamente lo que ocurre en las

prisiones, a las que hace más de veinte años que han dejado de visitar.

En la Recopilación de 168010 el Título VII regulaba las Visitas de Cárceles y la Ley

Primera disponía que todos los sábados dos oidores visiten las cárceles y que en las tres

9
Cito la versión de Las Siete Partidas difundida en la Web por la Biblioteca de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Sevilla. El texto obra también en el sitio web de la Biblioteca Nacional del Perú, cuyo
Virreinato integramos hasta 1776.
10
Resumo el texto de la versión disponible en el Fondo Antiguo de los Fondos Digitalizados del sitio web de
la Universidad de Sevilla.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

pascuas del año (vísperas de Navidad, Pascua de Resurrección y del Espíritu Santo o

Pentecostés, que se celebra 50 días después de la Pascua) se hiciese una visita general de

todos los oidores y demás funcionarios. La ley tercera agregaba que cuando conviniera

hacerla con más frecuencia para expedición de los negocios y soltura de los presos, se

visitasen las cárceles también los martes, jueves y sábados de cada semana. Prudente

medida para evitar el hacinamiento y el encierro abusivo o prolongado de las personas

privadas de su libertad.

El Código de Procedimientos en Materia Penal de la Nación aprobado por la ley

2.372 del año 1888 y vigente entre nosotros desde el 1° de enero de 188911, en su título

VI, regula, además de la visita mensual de cárceles que debe efectuar un camarista penal,

la visita trimestral del pleno de la cámara en lo criminal junto con los jueces, fiscales y

defensores (visita general de cárceles), visitas periódicas de los jueces de primera

instancia nacionales y federales y las de los jueces de la Corte Suprema de Justicia de la

Nación y de los demás jueces federales de todo el país.

Resulta básico y fundamental que los jueces y demás magistrados y funcionarios

realicen periódicas inspecciones carcelarias y también que estas deben estar legisladas

tanto en su periodicidad como en su objetivo. No fue ésa, sin embargo, la opinión del

fallecido Ricardo Levene (h), autor del proyecto del actual Código Procesal Penal de la

Nación (el aprobado por la Ley 23.898 del año 1991, vigente desde el 1° de septiembre de

11
Estas normas rituales deben seguir aplicándose aún hoy en causas en las que se investigan hechos
anteriores al 1° de septiembre de 1991 y en las que no se haya optado unánimemente por el actual
procedimiento penal federal, es decir, en todas aquellas en las que aún hoy se investigan delitos ocurridos
durante la última dictadura militar.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

1992) quien explicó que excluyó las normas que reglaban las visitas de cárceles por

considerar la cuestión meramente reglamentaria.

No pudo prever, Levene (h), que la Corte Suprema de Justicia que él integró

objetaría la atribución de tales competencias reglamentarias a la Cámara Nacional de

Casación Penal y que, incluso, luego de la reforma constitucional de 1994 disputaría estas

competencias claramente asignadas por el art. 114 inc. 6 de la Constitución al Consejo de

la Magistratura de la Nación, apropiándoselas. Menos aún que se las ejercería con tan

grosero mal desempeño que, al día de hoy, habiendo transcurrido más de veinticinco años

desde que se implementara la fracasada reforma procesal penal federal del año 1991, no

sólo no ha sido reglada la cuestión de las visitas de cárceles, sino que fracasó la

implementación de la Policía Judicial y de la Oficina de Protección de Víctimas y Testigos y

la implementación de todo lo que requería la creación del Tribunal de Ejecución Penal,

esto es la creación de las 17 Secretarías de Ejecución Penal en los principales

establecimientos penitenciarios federales, la Oficina de Control de la Suspensión del

Proceso a Prueba y el Equipo Interdisciplinario)12.

12
Ello ocurrió porque la Corte Suprema de Justicia de la Nación argumentó públicamente, antes de que se
aprobaran las leyes de implementación de la reforma procesal penal del año 1991, que se había atentado
contra sus atribuciones y sus competencias originarias al sacarle la función reglamentaria y de
superintendencia (que iba a comprender en lo inmediato la designación de los cincuenta Secretarios
integrantes de la Policía Judicial y de toda la estructura de ejecución penal, incluidas sus diecisiete
Secretarías de Ejecución Penal y demás personal, entre otras atribuciones) para asignárselas a un tribunal
inferior (la nueva Cámara Nacional de Casación Penal).- Cuando el H. Congreso de la Nación, pese a la
opinión de la Corte, atribuyó por el art. 9 de la ley 24.050 la función reglamentaria y de superintendencia
sobre el fuero criminal nacional a la Cámara Nacional de Casación Penal, el Poder Ejecutivo nacional
procedió, teniendo en cuenta las públicas manifestaciones de la Corte, a vetar parcialmente esta disposición
mediante el decreto de promulgación de la ley 23.050, del 30-12-91.- El art. 53 de la ley 23.050, sin
embargo, aún establecía que la Corte Suprema y “los otros órganos judiciales competentes” (es decir, la
Cámara Nacional de Casación Penal, etc.) dictarán las normas complementarias tendientes a la organización,
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Todo ello se agrava mediante la práctica actualmente generalizada, conforme a la

cual existen jueces y fiscales con competencia penal que jamás inspeccionan las prisiones,

integración y funcionamiento de los tribunales y organismos comprendidos en esa ley.- Ante ello, la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, mediante la Acordada 37 del 25 de agosto de 1992 , cuando en el
Congreso de la Nación se hallaba a estudio el proyecto de ley que implementaría instituciones a las que se
refieren las leyes 23.984 y 24.050 (esto es, el proyecto que originó la ley 24.121), afirmó que “…corresponde
que esta Corte Suprema de Justicia de la Nación dicte las normas complementarias tendientes a la
organización, integración y funcionamiento de los tribunales y organismos en ella comprendidos”, por lo
cual integró provisoriamente una Sala de la Cámara Nacional de Casación Penal con Jorge Osvaldo
Casanovas, Juan Carlos Rodríguez Basavilbaso y Juan Edgardo Fégoli, “quienes someterán a consideración de
la Corte Suprema un proyecto sobre las normas reglamentarias que coadyuven a la organización del nuevo
régimen procesal”.-
Si elaboraron o no los doctores Basavilbaso y Fégoli ese proyecto, poco importa, lamentablemente. La Corte
Suprema de Justicia de la Nación no logró hasta hoy, aun habiéndose modificado sustancialmente su
integración, luego de que fueran destituidos por mal desempeño la mayoría de sus integrantes por juicio
político, aprobar ninguna norma reglamentaria que coadyuve a la organización del actual régimen procesal
penal, ni logró poner en funcionamiento, nada menos que la Policía Judicial creada por las leyes 24.050 y
24.121 (que la Corte Suprema sí creo por Acordada que, por sus defectos, debió suspender sin que se haya
vuelto a tratar el asunto, pese a su importancia). Ni puso, tampoco, durante las pasadas décadas, en
funcionamiento las diecisiete Secretarías de Ejecución en los principales establecimientos penitenciarios
federales del país, ni el equipo interdisciplinario que debería colaborar con los tribunales nacionales de
ejecución, ni la Oficina de Control de la Suspensión del Juicio a Prueba también allí previstos. Por tardías
acordadas la Corte proveyó parcialmente durante el año 2016 los cargos necesarios para dotar al Equipo
Interdisciplinario del Tribunal de Ejecución Penal, que ha empezado a funcionar y habilitó los cargos de los
17 Secretarios de Ejecución penal en los establecimientos penitenciarios, que aún no han sido designados.
Siguen sin sede para funcionar ni adecuada dotación de personal los dos últimos juzgados nacionales de
ejecución penal (los números 4 y 5), pese a que han jurado sus titulares hace más de un año y a que una de
las juezas designadas ofreció una vivienda de su propiedad como sede de su tribunal.
Creado el Consejo de la Magistratura de la Nación luego de la reforma constitucional de 1994, también ha
fracasado en sus intentos de dictar reglamentos para la justicia (aunque ni siquiera los ha proyectado en
materia penal), dado que la Corte Suprema, ha reiterado en su actual integración, pese a la purga que la
librara de quienes incurrían en notorio mal desempeño, que el dictado de los reglamentos de la jurisdicción
es una atribución que le corresponde en su calidad de cabeza de uno de los poderes constitucionales.
Cuando el Consejo de la Magistratura los ha dictado, ha considerado que se inmiscuyó en su competencia
constitucionalmente asignada, declarando su invalidez, pese al claro texto del inciso 6 del art. 114 de la
actual constitución nacional, que hoy le atribuye al Consejo la función de “dictar los reglamentos
relacionados con la organización judicial y todos aquellos que sean necesarios para asegurar la
independencia de los jueces y la eficaz prestación de los servicios de justicia”. Por ejemplo, el 5 de julio del
año 2011 la Corte Suprema con la firma de seis de sus integrantes (Zaffaroni estaba ausente) dictó la
Acordada 11/11 que declaró inválida la decisión del Consejo de la Magistratura que excluyó a los
funcionarios (no a los magistrados) de la prohibición de participar de la actividad político partidaria.
Consideró que tales disposiciones reglamentarias “constituyen facultades inherentes de la Corte Suprema,
como órgano superior del Poder Judicial…” (considerando 2°).
Por esta disputa, que subsiste hasta el día de hoy, y por la ineficiencia en el ejercicio de las atribuciones que
tanto cela la Corte Suprema, hoy no se han adecuado a la actual estructura del Poder Judicial los
reglamentos que debieran organizar la inspección de las cárceles o regular que no se supere su cupo de
alojamiento o que no se desmadre la duración de las prisiones preventivas, que el actual art. 9 de la ley
24.390 ordenó que fueran supervisadas por el Consejo de la Magistratura de la Nación.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

como si fuesen ajenos a lo que en ellas ocurre a quienes allí cumplen medidas cautelares o

condenas cuya ejecución les compete supervisar.

Debe destacarse, además, que en esta delicada cuestión no bastaría con que los

jueces y fiscales vayan a inspeccionar frecuentemente la cárcel. La sociedad civil (toda)

debe participar de lo que allí sucede, controlando y facilitando la reinserción social. Es lo

que impone el Protocolo Facultativo del Convenio Internacional Contra la Tortura que

nuestro país ha ratificado y que debe cumplir, subsidiando y promoviendo esa

participación, según fuera exhortado por la Comisión Interamericana de Derechos

Humanos en su comunicado de prensa del 19 de octubre de 2016, emitido luego de la

visita efectuada por el Relator sobre los Derechos de las Personas Privadas de Libertad13.

13
El comunicado se encuentra disponible en su sitio Web. Si bien la Comisión Interamericana manifestó su
satisfacción por la adopción de la Ley No. 26.827 en noviembre de 2012, por la que se creó el Sistema
Nacional de Prevención de la Tortura, advirtió que este mecanismo aún no se ha implementado debido a
que las autoridades nacionales no han iniciado el proceso de designación y selección de sus integrantes.
Agregó que a nivel provincial, “… a pesar de que el artículo 32 de dicha norma establece la creación de
Mecanismos Locales de Prevención, el Ministerio Público de la Defensa de la Nación informa sobre la
“implementación irregular” de los mecanismos de prevención y limitaciones al ingreso a centros de
detención; esta situación habría ocasionado que a la fecha únicamente cinco mecanismos estuvieran
funcionando en las provincias de Chaco, Corrientes, Mendoza, Río Negro y Salta. Respecto a esta última
provincia, la Relatoría fue informada por el Presidente del Mecanismo provincial, Fabricio Imparado, que el
mecanismo entró en funciones en abril de 2014, a pesar de lo cual a la fecha no contaba con presupuesto,
estructura o recursos materiales para su operación.”. Concluyó sobre este punto destacando “…la falta de
un mecanismo nacional y los desafíos que enfrentan los mecanismos locales para desarrollar su mandato
resultan de especial preocupación para la Comisión Interamericana, sobre todo considerando los alegatos
recibidos por entidades públicas autónomas y por organizaciones de la sociedad civil, respecto a las
supuestas prácticas de tortura y malos tratos que prevalecen en centros de detención en el Estado
argentino…” Recordó, además, que el Comité de Derechos Humanos de la ONU manifestó su preocupación
por este aspecto en julio de 2016 y, en atención a la naturaleza fundamental de los derechos humanos que
se hayan en juego con el acto de reclusión, la CIDH recordó al Gobierno argentino que la gestión
penitenciaria debe regirse por criterios estrictos de transparencia, apertura y monitoreo independiente y
que: “… la Corte Interamericana ha establecido como criterio fundamental, que la forma en que se trata a
una persona detenida debe estar sujeta al escrutinio más estricto, tomando en cuenta la especial situación
de vulnerabilidad en que se encuentre”. Considerando lo anterior, la Comisión Interamericana instó al
Estado argentino a adoptar las medidas necesarias para implementar el mecanismo nacional y crear un
mecanismo en cada provincia, así como para dotar a los mecanismos provinciales con los recursos
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Derecho comparado:

La ley Orgánica General Penitenciaria del Reino de España, Nro. 1/1979 fue una de

las primeras normas europeas en crear un fuero judicial penitenciario, que hoy existe en la

mayoría de los países de ese continente. Creó la función de “Juez de Vigilancia”. Se

asignaron a este juez atribuciones para hacer cumplir la pena impuesta, resolver los

recursos referentes a las modificaciones que pueda experimentar la sanción y funciones

de garantía para “salvaguardar los derechos de los internos y corregir los abusos y

desviaciones que en el cumplimiento de los preceptos del régimen penitenciario puedan

producirse”, conforme a su art. 76. Esta norma le asignó competencia especialmente para:

a. Adoptar todas las decisiones necesarias para que los pronunciamientos de las

resoluciones en orden a las penas privativas de libertad se lleven a cabo, asumiendo las

funciones que corresponderían a los Jueces y Tribunales sentenciadores.

b. Resolver sobre las propuestas de libertad condicional de los penados y acordar las

revocaciones que procedan.

c. Aprobar las propuestas que formulen los establecimientos sobre beneficios

penitenciarios que puedan suponer acortamiento de la condena.

d. Aprobar las sanciones de aislamiento en celda de duración superior a catorce días.

suficientes y el apoyo institucional necesario para ejercer su mandato de manera efectiva y con la
autonomía e independencia que la naturaleza de sus funciones de monitoreo requieren”.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

e. Resolver por vía de recurso las reclamaciones que formulen los internos sobre

sanciones disciplinarias.

f. Resolver en base a los estudios de los Equipos de Observación y de Tratamiento, y en su

caso de la Central de Observación, los recursos referentes a clasificación inicial y a

progresiones y regresiones de grado.

g. Acordar lo que proceda sobre las peticiones o quejas que los internos formulen en

relación con el régimen y el tratamiento penitenciario en cuanto afecte a los derechos

fundamentales o a los derechos y beneficios penitenciarios de aquéllos.

h. Realizar las visitas a los establecimientos penitenciarios que prevé la Ley de

Enjuiciamiento Criminal, pudiendo el Juez Central de Vigilancia Penitenciaria recabar para

el ejercicio de dicha función el auxilio judicial de los Jueces de Vigilancia Penitenciaria del

lugar en el que radique el establecimiento que ha de ser visitado. (Modificado por ley

orgánica 5/2003)

i. Autorizar los permisos de salida cuya duración sea superior a dos días, excepto de los

clasificados en tercer grado.

j. Conocer del paso a los establecimientos de régimen cerrado de los reclusos a propuesta

del Director del establecimiento.

Los Jueces de Vigilancia también pueden dirigirse a las autoridades penitenciarias

formulando propuestas referentes a la organización y desarrollo de los servicios de

vigilancia, a la ordenación de la convivencia interior en los establecimientos, a la


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

organización y actividades de los talleres, escuela, asistencia médica y religiosa y en

general a las actividades regimentales, económico-administrativas y de tratamiento

penitenciario en sentido estricto, conforme lo prevé el art. 77.

Conforme el art. 78 de esta ley, los Jueces de Vigilancia tienen su residencia en el

territorio en el que se radican los establecimientos penitenciarios sometidos a su

jurisdicción.

Una disposición análoga a esta última claramente es necesaria en nuestro país, en

el que el fuero de Ejecución Penal Nacional de la Capital Federal tiene competencia en

todo el territorio nacional, es decir, en cada una de sus provincias y en la ciudad de

Buenos Aires. Esto, por lo inabarcable de esta jurisdicción, es disparatado y conspira

contra la eficacia del sistema. Paradójicamente esto no ocurre en el ámbito federal, donde

los jueces de ejecución son vocales del tribunal federal que impuso cada condena. Ello

sucede sólo respecto de la jurisdicción nacional en lo penal, es decir, respecto de los

delitos comunes sancionados por la justicia penal ordinaria de la Capital Federal aún a

cargo de jueces integrantes del Poder Judicial de la Nación (dos convenios de

transferencias de competencias ya se encuentran vigentes y algunos delitos ya son

juzgados por la justicia local de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y se anuncia una

pronta transferencia integral de la competencia en esta materia).

Dado que el Servicio Penitenciario Federal, que se ocupa principalmente de los

condenados por la justicia ordinaria de la Capital Federal (que integran el 60 % de su

población), pero los traslada sistemáticamente al interior del país, ha sido necesario
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

asignar esta absurda competencia territorial a los Jueces Nacionales de Ejecución Penal,

que hoy sólo controlan la ejecución de condenas y medidas de seguridad impuestas por la

justicia ordinaria de la ciudad de Buenos Aires. La radicación dentro de la jurisdicción de

los jueces federales del interior del país tampoco se aprovecha debidamente, dado que no

es infrecuente que el Servicio Penitenciario Federal traslade de un confín del territorio a

otro a los internos por razones “de seguridad”, por lo que es frecuente encontrar internos

a disposición del Tribunal Oral Federal de Orán, provincia de Salta en la U.15 del SPF en la

ciudad de Río Gallegos, Santa Cruz y viceversa.

La ley de ejecución penal de la República Federativa del Brasil, n° 7.210/1984

asigno la función de Juez de Ejecución, al juez indicado en la legislación local o, cuando no

lo estuviere, al juez de sentencia (conf. arts. 61 y 65), a quienes compete: 1) Aplicar la

legislación posterior más benigna. 2) declarar la extinción de la pena. 3) unificar las penas.

4) resolver sobre el avance o regresión en la progresividad de la pena. 4) resolver sobre

reducciones de pena. 5) sobre la remisión de la pena. 6) sobre la suspensión condicional

de la penal. 7) sobre la libertad condicional. 8) sobre los incidentes de ejecución. 9)

autorizar las salidas transitorias. 10) determinar la forma de cumplimiento de la pena

restrictiva de derechos y controlar su ejecución.11) sobre la conversión de la pena

restrictiva de derechos en multa. 12) conversión de la pena privativa de la libertad en

privativa de derechos. 13) sustitución de penas por medidas de seguridad y aplicar éstas.

14) revocación de medidas de seguridad. 15) resolver sobre la desinternación o

restablecimiento a la situación anterior. 16) sobre el cumplimiento de una medida de


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

seguridad en otra jurisdicción. 17) velar por el correcto cumplimiento de las penas y

medidas de seguridad. 18) Practicar anualmente el cómputo de las penas a cumplir.

También les compete inspeccionar mensualmente los establecimientos penales

tomando providencias para su adecuado funcionamiento y promoviendo cuando fuere el

caso la determinación de responsabilidades administrativas y clausurar (“interditar”) en

todo o en parte los establecimientos penales que estuviesen funcionando en condiciones

inadecuadas o en infracción a la ley.

El Código de Ejecución Penal de la República del Perú aprobado antes citado, en

cambio, suprimió la figura del Juez de Ejecución Penal, que había sido introducida por el

Código de ejecución penal peruano de 1985 para el control judicial de las penas. Señaló

que dicha institución “no logró la finalidad para la que fue concebida”. Entendió, además,

que como la reforma procesal penal atribuyó la investigación a los fiscales, los jueces

penas iban a poder “atender el control de la ejecución de las penas.”

La ley de Ejecución Penal y Supervisión del Estado Plurinacional de Bolivia, N°

2.298/2001, asigna al juez de ejecución penal o al juez de la causa el control jurisdiccional

permanente de las detenciones y ejecuciones de penas privativas de la libertad. Debiendo

velar por la observancia estricta de los derechos y garantías que consagran el orden

constitucional, los tratados y convenios internacionales y las leyes, en favor de toda

persona privada de libertad, conforme su art. 18. El artículo 19 señala que el juez de

ejecución penal es competente para conocer y controlar:


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

1. La ejecución de las sentencias condenatorias ejecutoriadas que impongan penas o

medidas de seguridad y de los incidentes que se produzcan durante su ejecución;

2. La concesión y revocación de la libertad condicional, así como el cumplimiento de las

condiciones impuestas;

3. El cumplimiento de las condiciones impuestas en la suspensión condicional del proceso

y de la pena;

4. El trato otorgado al detenido preventivo, de conformidad a lo establecido en el Código

de Procedimiento Penal, Ley 1970;

5. El cumplimiento de las medidas sustitutivas a la detención preventiva.

6. El cumplimiento de la condena en establecimientos especiales, cuando corresponda.

7. Otras atribuciones establecidas por ley.

El art. 123 dispone que las Resoluciones que impongan sanciones por faltas graves

y muy graves serán apelables ante el Juez de Ejecución Penal dentro de los tres días de

notificada la resolución, sin recurso ulterior.

La ley de Ejecución Penal del Reino de Suecia (Código Sueco de Estatutos

2010:610), en cambio, asigna a la autoridad administrativa la facultad de resolver las

incidencias de la ejecución penal, previéndose la posibilidad de apelar sus decisiones ante

un tribunal administrativo al que sólo puede recurrirse habiendo intentado previamente la

revisión de la denegación ante las autoridades administrativas.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Los prisioneros que consideren que su tratamiento es injusto pueden presentar

una queja ante el Ombudsman Parlamentario. Durante la investigación de una queja, este

puede visitar el establecimiento penitenciario y sostener conversaciones privadas con el

prisionero. El Ombudsman puede emitir recomendaciones (no vinculantes) y proponer

mejoras en las rutinas administrativas. No obstante esto, el Ombudsman no posee la

autoridad para modificar las decisiones tomadas por el órgano local. Aunque las

autoridades que reciben sus recomendaciones deben, en principio, darles cumplimiento o

dar fundamento escrito de la razón por la que no lo hacen dando intervención a la

autoridad superior.

En la ley sobre la Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad y de las Medidas

Privativas de la Libertad, de Mejoramiento y Seguridad alemana se asigna competencia

recursiva a las Salas de Ejecución Penitenciaria en recursos presentados contra medidas

de las autoridades penitenciarias que regulen cuestiones particulares relacionadas con el

ámbito de la ejecución, contra decisiones que rechazan peticiones o ante la omisión de

resolver. En todos estos casos se puede solicitar una resolución judicial (conf. art. 108 y

siguientes y cc.), siempre que se justifique que con la medida, rechazo u omisión han sido

lesionados sus derechos.

El derecho local puede imponer que la solicitud sólo pueda presentarse una vez

agotada la vía administrativa.

Contra la decisión de esta Sala de Ejecución Penitenciaria procede el recurso de

casación o de legitimidad (art. 116) que sólo puede interponerse, si se funda en que la
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sentencia representa una violación de la ley por no aplicarla o por aplicarla

incorrectamente. Este recurso no tiene efecto suspensivo y lo resuelve una Sala en lo

Penal del Tribunal Superior Territorial en cuya circunscripción tenga asiento la Sala de

Ejecución Penitenciaria.

Excursus: ¿Cuándo comienza la ejecución penal?:

La ejecución de las condenas que imponen prisión de cumplimiento efectivo

comienza en nuestro país, en la abrumadora mayoría de los casos, con el condenado ya

detenido como preso preventivo. Esta no es una cuestión menor, dado que el empleo

abusivo de la prisión preventiva y su desmadrada extensión temporal hasta convertirla en

una verdadera pena anticipada al juicio, constituye la principal violación de los derechos

humanos por la que ha sido encontrada responsable la Argentina desde la restauración de

la democracia el 10 de diciembre de 1983.

Dado que la confección de la historia criminológica y la elaboración del tratamiento

penitenciario es una tarea legalmente asignada a la administración conforme lo previsto

por los arts. 10 de la ley 24.660, que establece que: “La conducción, desarrollo y

supervisión de las actividades que conforman el régimen penitenciario serán de

competencia y responsabilidad administrativa, en tanto no estén específicamente

asignadas a la autoridad judicial”, resulta indispensable que el tribunal que dicta una

condena comunique de modo inmediato la nueva situación jurídica del hasta entonces

procesado, y remita el testimonio íntegro de la sentencia, acompañado de fichas


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

dactiloscópicas que permitan la identificación fehaciente del condenado, a las autoridades

penitenciarias competentes junto con esta comunicación.

Las interesantes innovaciones introducidas por los arts. 5 y 13 de la ley 24.660 que

en el año 1996 modificaron totalmente el enfoque del tratamiento penitenciario que estas

disposiciones reemplazaron, que anteriormente era “obligatorio en todas sus partes para

el interno”, obligan también a informar al condenado las consecuencias jurídicas de su

situación y su derecho a tomar parte en la confección de su historia criminológica, para

que los objetivos del tratamiento penitenciario que corresponde elaborar recabando su

cooperación, atiendan a sus condiciones personales, intereses y a sus necesidades durante

la ejecución de la condena y para el momento del egreso.

El condenado debe ser, también, informado documentadamente de su derecho a

no ser obligado a confesar o a declarar en su contra (art. 18 de la Constitución Nacional)

durante la ejecución de su condena y del carácter no secreto de los estudios diagnósticos

que médicos, psiquiatras, antropólogos, sociólogos y psicólogos le efectuarán con motivo

de la confección de su historia criminológica. El punto 70 del Protocolo de Estambul

establece que antes de iniciar estudios semejantes los profesionales intervinientes deben

explicarle sus funciones a los internos-pacientes y dejar bien en claro que la

confidencialidad médica no forma parte de ellas, como sucedería en un contexto

terapéutico. Esto no se respeta en nuestro país, en donde es habitual que los condenados

se sorprendan al advertir que información que suministraron en el marco de lo que

consideraron entrevistas terapéuticas cubiertas por el deber de confidencialidad de los


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

profesionales intervinientes, obraban en poder del fiscal y era esgrimida en su contra

durante la ejecución de su condena.

La sentencia condenatoria debe ser comunicada dentro de los cinco días de quedar

firme, además, al Registro Nacional de Reincidencia, conforme lo previsto en el art. 2 inc.

i) de la ley de facto 22.117, al cual también deben remitirse fichas dactiloscópicas del

condenado y la ficha de antecedentes con fines estadísticos. También es necesario

comunicar a la autoridad competente las inhabilitaciones que comprende la condena.

La comunicación de la condena debe efectuarse de modo inmediato, a partir de

que adquiere firmeza, aun cuando se encuentre pendiente la aprobación del cómputo de

la pena. Así lo impone el diferente régimen legal que corresponde aplicar al interno que ya

se encuentra detenido de modo cautelar a partir del momento en que debe ser

considerado condenado. Uno de los principios básicos receptado hace más de medio siglo

por las Reglas para el Tratamiento de los Reclusos aprobadas por la Asamblea General de

las Naciones Unidas en 1955 y mantenido en las Reglas Mandela del año 2016 por las

cuales se las actualizó, impone que los procesados deben tener un alojamiento distinto al

asignado a los condenados.

Esta regla básica no se respeta en la Argentina. Es habitual que se alojen

promiscuamente procesados y condenados tanto en establecimientos destinados a

encausados (y lo que es más grave, en meras alcaidías o aún en calabozos de comisarías)

como en cárceles destinadas a condenados de régimen cerrado, semi abierto o incluso en

institutos abiertos, en los que no es infrecuente que sea posible observar alojados
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

promiscuamente a condenados en régimen abierto y a presos preventivos (por ejemplo en

las Unidades 10 de Formosa, 11 de Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco y 17 de

Candelaria, Misiones del Servicio Penitenciario Federal esto fue habitual durante la

primera década de este milenio, al menos).

El Plenario Agüero:

Determinar cuándo se encuentra firme una sentencia condenatoria en materia

penal y cuando corresponde disponer su ejecución nunca ha sido un asunto pacífico. La

jurisprudencia mayoritaria tanto nacional como federal de la ciudad de Buenos Aires

consideraba que una sentencia penal solo podía ejecutarse a partir de que hubiere sido

rechazado el recurso extraordinario previsto en el art. 14 de la ley 48 contra la sentencia

definitiva de la causa, sea que hubiese sido concedido por el tribunal respectivo y

rechazado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación o bien que se hubiere denegado

la concesión misma del recurso extraordinario. Esta era la solución, al menos,

abrumadoramente mayoritaria y fue el criterio adoptado por la mayoría en el Plenario nº

8 de la Cámara Nacional de Casación Penal in re Agüero, Irma Delia s/ recurso de casación

(12-06-2002) que estableció que en el supuesto de un recurso de casación declarado mal

concedido y recurrido por vía extraordinaria, se considera firme la sentencia cuando la

Cámara Nacional de Casación declara inadmisible el recurso extraordinario federal.

Por ello una sentencia de un tribunal oral de la Capital Federal, confirmada por la

Cámara Nacional de Casación Penal, aún no era ejecutable a menos que transcurriera el

término para interponer el recurso extraordinario por ante la Corte Suprema de Justicia de
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la Nación y éste no fuera interpuesto o bien, habiendo sido interpuesto, cuando fuere

rechazado “in limine” o denegado luego de su sustanciación por la Cámara Nacional de

Casación Penal.

De haber sido concedido el recurso extraordinario, sólo cuando fuere declarado

mal concedido o rechazado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, podría

considerarse firme el fallo.

Este criterio era compartido por los tribunales superiores de provincia, que

consideraban firme una sentencia ya cuando se había denegado el recurso de casación, es

decir, antes de que se intentara la vía extraordinaria ante el superior tribunal de la

provincia o ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Este fue el criterio aplicado por

la Suprema Corte de la provincia de Córdoba in re Olariaga. Esa decisión fue dejada sin

efecto por la Corte Suprema argumentando que los jueces anteriores en jerarquía

(integrantes de la Suprema Corte de la provincia de Córdoba) confundieron la suspensión

de los efectos que hace a la ejecutabilidad de las sentencias con la inmutabilidad propia

de la cosa juzgada, que recién adquirió el fallo condenatorio con la desestimación de la

queja dispuesta por este Tribunal.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo “Caballero, Jorge Alberto y

otros s/art. 71 CC causa Nº 555 CC/2000 s/queja por denegación de recurso de

inconstitucionalidad – incidente de prescripción” – CSJN- 08/11/2005, sostuvo, en un

asunto contravencional, que: “…habiendo transcurrido el lapso en cuestión el proceso aún

se encontraba en trámite, toda vez que se hallaba operativa la fase recursiva contra la
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sentencia condenatoria que oportunamente fue dictada en la causa principal; pues con

fecha 27 de agosto de 2001 la defensa interpuso un recurso extraordinario federal cuyo

rechazó se concretó el 5 de diciembre de aquel año. En consecuencia, a la luz del texto

positivo contravencional local, la acción respectiva se hallaba prescripta y la invocación del

recurrente en cuanto a la aplicación de dicho instituto fue rechazada por el a quo sobre la

base de una interpretación arbitraria”.

La mayoría de la Corte Suprema de Justicia ha reafirmado este criterio (el 31-03-

2009) al paralizar la tramitación de actuaciones penales al entender que, durante la

tramitación de la queja por denegación del recurso extraordinario pudo haberse operado

la prescripción de la acción penal (y no la prescripción de la pena, tácitamente

considerada no firme). En los autos: “Chacoma, Claudio Gustavo s/ causa nº 84.171”

decretó: “en razón de que podría encontrarse prescripta la acción en los autos principales

con respecto a algunos de los hechos imputados, corresponde ordenar la suspensión del

trámite del presente recurso de queja a las resultas de la decisión que al respecto tomen

los jueces de la causa”.

Es decir que ha ido aún más allá de lo resuelto en el caso Caballero, en el cual se

encontraba pendiente de resolución un recurso extraordinario federal, para considerar

que el curso de la prescripción de la acción penal (en aquél caso, contravencional) puede

operarse, incluso, cuando se encuentra pendiente de consideración por la Corte una queja

por denegación de recurso extraordinario.

La notificación personal de la condena:


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La sentencia condenatoria en materia penal, aunque en modo alguno es la práctica

habitual de nuestros tribunales, debe ser notificada personalmente al imputado, dado

que la posibilidad de obtener un nuevo pronunciamiento judicial a través de los recursos

procesales constituye una facultad del imputado y no una potestad técnica del defensor.

Así lo estableció la mayoría de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Petracchi,

Maqueda, Zaffaroni y Higton de Nolasco, voto concurrente de Belluscio y Fayt y disidencia

de Boggiano) en el caso Dubra (LL 26-10-04, nro. 108.212).

Los lustros de procedimiento oral no han extirpado los vicios adquiridos durante la

vigencia del procedimiento escrito, que subsisten en nuestras prácticas forenses.

Es habitual que no se celebren las audiencias de lectura de fundamentos de las

sentencias de los tribunales orales, reemplazándolas por la entrega de testimonios a los

letrados. O que, si se efectúa la audiencia, se omita trasladar a los condenados, por lo

general detenidos.

Pero debe reiterarse que la notificación al defensor técnico, o la notificación ficta

que autoriza el ritual al preverla como efecto de la mera realización de la audiencia “ante

los que comparezcan”, es decir, validando aún la lectura frente a una sala de audiencias

vacía, salvo por el tribunal y el actuario (conf. art. 400 del CPPN y art. 251 del CPPCABA),

no es suficiente notificación, bajo el estándar fijado por la Corte Suprema de Justicia de la

Nación: se exige la notificación personal al condenado.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La notificación personal es aquella que se efectúa en la sede del tribunal en el cual

se constata la identidad y la presencia física del interesado y se documenta mediante nota

que deja el encargado del acto en el expediente (conf. art. 58 del CPP).

La notificación por cédula diligenciada en el establecimiento penal, no es

equivalente a la notificación personal ni aconsejable en materia penal, dado que por lo

general las personas privadas de su libertad carecen de un ámbito adecuado para dar

lectura y estudiar los fundamentos de la sentencia condenatoria o de las demás

resoluciones que por esta vía se les comuniquen o, incluso, de la posibilidad de preservar

adecuadamente dichos documentos, expuestos a miradas indiscretas, requisas de las

autoridades, etc.

Debe señalarse que actualmente tramitan ante tribunales de ejecución muchos

casos (una abrumadora mayoría) que no han satisfecho el estándar de notificación

personal de la decisión que impuso la condena o que implicó la firmeza de la condena.

Competencia material de la ejecución penal:

El control jurisdiccional de la ejecución penal, pese a que la regla es que la

conducción, desarrollo y supervisión de las actividades que conforman el régimen

penitenciario compete a la administración (conf. art. 10 de la ley 24.660), es amplio y debe

ser permanente (conf. el art. 3).

El control jurisdiccional de la prisión preventiva, a la que se aplican las

disposiciones que regulan la ejecución de la pena cuyas normas no contradicen el


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

principio de inocencia (conf. el art. 11 de la ley 24.660), es decir todas las que limitan la

restricción de la libertad, en especial las que regulan el régimen disciplinario de los

internos y el acceso a la progresividad de la ejecución penal, pero también las que

reglamentan el derecho a la salud, a la educación, al trabajo y a recibir formación laboral,

también debe ser amplio y permanente, aunque no lo sea en la práctica .

Las competencias expresamente asignadas al juez de ejecución comprenden,

además del permanente control jurisdiccional de la ejecución de las penas privativas de la

libertad, que debe ser efectuado mediante inspecciones por lo menos semestrales del

tratamiento y de la organización de los establecimientos de ejecución, conforme lo

previsto en los arts. 3 y 208 de la ley 24.660, el garantizar el cumplimiento de las normas

constitucionales y compromisos internacionales en materia de derechos humanos y el

respeto de los derechos de los condenados no afectados por la condena o por la ley (art. 3

antes citado) y, además, resolver las cuestiones que se susciten cuando se considere

vulnerado alguno de los derechos del condenado y autorizar todo egreso del condenado

del ámbito de la administración penitenciaria .

Los egresos del condenado del ámbito de la administración penitenciaria pueden

ser excepcionales, para cumplir con deberes morales, tratarse enfermedades o incluso

para concurrir a otros tribunales que lo requieran como imputado o testigo o por

aplicación del régimen de la progresividad, mediante la incorporación a la modalidad de

salidas transitorias, semi libertad, libertad condicional o asistida. También la conversión de

la pena en prisión discontinua y su sustitución por tareas para la comunidad son una
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

novedad, poco empleada, cierto es, cuyo otorgamiento ha sido atribuido a la jurisdicción,

al igual que la incorporación a la modalidad de detención domiciliaria.

La ley 24.660 ha creado, además, un detallado procedimiento de control

jurisdiccional sobre el régimen disciplinario: los jueces de ejecución o competentes deben

habilitar con su rúbrica los libros de registro de sanciones que deben ser llevados

respetando el orden cronológico en sus asientos y en los que deben documentarse las

visitas que deben hacer a los internos aislados o sancionados en celda de corrección un

miembro del personal superior, el capellán, un educador y el médico. Este control

jurisdiccional, introducido por la ley de ejecución de la pena privativa de la libertad recién

en el año 1996, es de suma importancia, pues permite que todo funcionario judicial o

autoridad que inspecciona un establecimiento carcelario pueda verificar, mediante la

simple compulsa del libro de registro de sanciones, que en el sector asignado a los

sancionados no se alojen sino los internos allí trasladados por la autoridad penitenciaria

competente y, también documentadamente, que hayan sido entrevistados por una

autoridad superior, por el médico, etcétera, cada día que allí permanecen. Sabido es que

los sectores en los que permanecen los internos sancionados o imputados por

infracciones disciplinarias son sectores conflictivos y en los que todo recaudo que se

adopte para prevenir la tortura y los malos tratos, es conveniente.

También deben serle comunicadas, ahora, al juez de ejecución o juez competente

las sanciones, aún las no recurridas por los internos, dentro de las seis horas subsiguientes

a su dictado y los recursos dentro de las seis horas de interpuestos. Esta comunicación
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

debe ser puesta en inmediato conocimiento de la defensa y del fiscal a fin de que puedan

introducir las peticiones que resulten pertinentes. No es la práctica usual en el fuero de

ejecución federal de la ciudad, lamentablemente.

También los aislamientos provisionales dispuestos antes de resolver la actuación,

mientras se sustancia la investigación, deben ser comunicados al juez, dentro de las

veinticuatro horas de su adopción14. Esta comunicación y, fundamentalmente, el traslado

que de ella efectúe el tribunal a las partes, es de particular importancia, dado que por lo

general los aislamientos provisionales de los internos sujetos a procesos disciplinarios

consumen una parte sustancial de las sanciones finalmente impuestas, antes de que el

control jurisdiccional haya comenzado. Esta comunicación temprana, si es oportunamente

notificada a la defensa y al fiscal, permite adelantar dicho contralor jurisdiccional para que

resulte oportuno.

Las calificaciones de conducta y concepto son impuestas por las autoridades

penitenciarias integrantes del Consejo Correccional del establecimiento en el que se

encuentra alojado el interno y puede interponerse contra ellas el recurso de

reconsideración. Este recurso administrativo no debería ser resuelto sin oír

previamente en audiencia al interno, lo que se ha previsto que ocurra obligadamente sólo

cuando el interno solicite ser oído en audiencia (conf. arts. 52 y 55 del Reglamento

aprobado por el Decreto n° 396/99). Ello, sin perjuicio del recurso de apelación que puede

interponerse ante el Juez de Ejecución, quien también debería resolver luego de una

14
Así lo impone el art. 35 del Decreto 18/97 que reglamenta el capítulo IV de esta ley.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

audiencia personal con el interno, lo que tampoco se ha previsto en el ritual federal

actual.

Los traslados de un interno de un establecimiento penitenciario a otro están

sujetos, también, al control jurisdiccional (art. 72 de la ley 24.660). Este control siempre

debe ser previo para garantizar que no implique un agravamiento indebido de la ejecución

penal. Hoy el art. 138 de la ley 24.660 reformada por la ley 26.695 establece, además, que

las autoridades penitenciarias deben “asegurar la permanencia de los internos en aquellos

establecimientos donde cursan con regularidad” o, lo que es lo mismo, evitar que los

traslados frustren los estudios que se cursan con regularidad. El art. 142 de la ley 24.660

sustituido por la misma ley establece que los jueces competentes podrán remediar los

obstáculos e incumplimientos al acceso a la educación por la vía de habeas corpus

correctivo, lo cual en algunas oportunidades importará impedir que se concreten traslados

programados por las autoridades que pudieran frustrarlos o dejar sin efecto traslados ya

concretados que lo hayan hecho.

Excursus: la vía recursiva en materia de ejecución penal:

La jurisprudencia de la Cámara Nacional de Casación Penal, durante la primera

década de su existencia, como ya hemos visto, distinguía las cuestiones de competencia

originariamente administrativa, ajenas a la vía recursiva casatoria y sólo recurribles, en

algunos casos, ante el juez de ejecución. Las decisiones de los jueces de ejecución, en

estos asuntos, en algunos casos podrían, a su vez, ser objeto del recurso de apelación del

art. 18 de la ley 24.050 y, en otros, decididas por el juez de ejecución sin recurso alguno
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

(por ejemplo, la competencia asignada por el art. 208 de la ley 24.660 para remitir

recomendaciones al Sr. Ministro de Justicia). Esta competencia meramente

“administrativa” de los jueces de ejecución debía distinguirse, de las cuestiones

netamente jurídicas, que sí admitían el recurso de casación.

Lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso Romero

Cacharane el 9 de marzo de 2004 puso fin a esta restricción de la vía casatoria. Aunque

para entonces las distintas salas de la Cámara Nacional de Casación Penal, que habían

pergeñado esas distinciones restrictivas sobre su competencia ante los reiterados recursos

interpuestos por las defensas oficiales contra decisiones denegatorias de los derechos

invocados por los condenados, las habían abandonado por una concepción amplia, ante

los múltiples recursos interpuestos por el fiscal contra decisiones que otorgaban estos

derechos.

La vía recursiva en materia de ejecución penal, respecto de una sanción

disciplinaria impuesta a un interno alojado en una cárcel mendocina, que había sido

iniciada ante su juez federal de ejecución penal encuentra, sin embargo, en mi opinión,

mejor remedio mediante la apelación ante la Cámara Federal de Mendoza que obligando

al impugnante a recurrir ante un tribunal con sede en la Capital Federal. Esta era la

solución implícita en la decisión de la Cámara Nacional de Casación Penal en el caso

Romero Cacharane. Aunque como no se ordenó la intervención del tribunal que se

entendía competente (la Cámara Federal de Mendoza), sino que se rechazó el recurso de

casación, pese a que habría correspondido suplir los defectos de la asistencia técnica del
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

recurrente, se había así confirmado la abusiva sanción impuesta sin permitir el descargo

del imputado generando el agravio y el caso federal que, con mejor criterio sobre el fondo

del asunto resolvió la Corte Suprema.

Pero respecto de la competencia material para llevar adelante la revisión del

control jurisdiccional, que es lo que en definitiva resolvió la Corte, en mi opinión, era

mejor la solución que, en el caso, admitía una revisión de la decisión jurisdiccional pero a

cargo de la Cámara Federal de la jurisdicción tal recurso, en lugar de asignárselo a un

tribunal ubicado en la Capital Federal. Esta es la solución correcta que, además, es la que

impone la ley vigente.

En efecto, el art. 75 de la ley 24.121, que asigna la función de juez de ejecución

penal en el interior del país a uno de los jueces del tribunal oral federal respectivo,

establece, en su segundo párrafo, que estas decisiones serán recurribles ante la Cámara

Federal de Apelaciones cabecera del distrito o ante el órgano judicial competente, según

el caso.

La Corte Suprema en el considerando 19 de Romero Cacharane consideró

inaceptable la conclusión referente a que las cuestiones judiciales que deba resolver el

juez de ejecución no sean apelables ante la cámara de casación sino ante otros tribunales

y recordó que tiene dicho que de "un examen en conjunto de las normas relativas a los

jueces surge, en primer lugar, que contra las resoluciones que adopte el juez de ejecución

sólo procederá el recurso de casación, según lo dispuesto por el art. 491 del Código

Procesal Penal de la Nación. Este principio sólo reconoce excepción en la disposición del
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

art. 24 inc. 1 del código de rito que atribuye intervención a la cámara de apelaciones

respectiva en los recursos interpuestos contra las resoluciones de los jueces de ejecución

para los casos de suspensión del proceso a prueba (art. 515), situación aplicable a las

resoluciones adoptadas por el juez de ejecución del tribunal oral federal en el interior del

país (art. 75, segundo párrafo, de la ley 24.121)" (Fallos: 317:1440). Concluyó recordando

que señaló en esa oportunidad, que el "...cuadro normativo no deja dudas acerca de que

la Cámara Nacional de Casación Penal constituye una jurisdicción de revisión de las

decisiones de los jueces de ejecución de la capital y del interior del país...con la única

excepción mencionada" (considerando 6°).

Pero el texto legal que como excepción al criterio general que adopta (amplia

admisibilidad de la vía recursiva ante la Cámara Nacional de Casación Penal), esto es, el

art. 21 inc. 1º del Código Procesal Penal de la Nación que citó la Corte Suprema, debió

leerse junto con el texto del art. 18 de la ley 24.050, que respecto de la Cámara Nacional

de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, lo modificó al disponer

que sería tribunal de alzada respecto de las resoluciones de los jueces de ejecución penal,

sin la limitación relativa a la suspensión del juicio a prueba prevista en la norma citada por

la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

La ley 24.050, publicada en el B.O. del 7/01/92 no sólo fue posterior a la

aprobación del Código Procesal Penal de la Nación, sino que el texto del art. 18 concluye

citando “los demás supuestos del artículo 24 del Código Procesal Penal”, que modifica en

la forma indicada.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La circunstancia de que el Código Procesal Penal, promulgado por el decreto 1782

del 4/09/91 y publicado en el Boletín Oficial del 9/09/91, conforme su artículo 539,

entrara en vigencia a partir de un año de su promulgación, luego de que se establecieran

los nuevos tribunales encargados de su aplicación, en modo alguno permite considerarlo

una ley posterior que derogó el art. 18 de la ley 24.050, como ha pretendido la

jurisprudencia de las salas de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y

Correccional de la Capital Federal cuando han rechazado esa competencia. Es contrario a

la lógica pretender que una norma posterior, que cita a la anterior, a la que modifica, haya

sido derogada por la entrada en vigencia diferida de la norma anterior, que claramente el

legislador optó por modificar y corregir.

La circunstancia de que se asigne competencia a la cámara ordinaria de la Capital

Federal en causas originariamente federales (los jueces nacionales de ejecución penal

inicialmente tenían a su cargo la ejecución de las condenas impuestas por los tribunales

orales ordinarios y federales de la ciudad, aunque hoy, recordemos, luego de la sanción de

la ley 26.371 que incorporó el art. 72 bis a la ley 24.121, sólo ejecuten las penas impuestas

por la justicia nacional), tampoco justifica rechazar la competencia asignada en las causas

originadas en la justicia ordinaria nacional, que son la enorme mayoría (más del 80 %). En

todo caso, justificaba declinar la competencia a favor de las cámaras federales respectivas

en esos casos.

----------------------------------------

CAPÍTULO II
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Modalidades básicas de la ejecución

Sección primera

Progresividad del régimen penitenciario

Períodos

ARTÍCULO 12. — El régimen penitenciario aplicable al condenado, cualquiera fuere la

pena impuesta, se caracterizará por su progresividad y constará de:

a) Período de observación;

b) Período de tratamiento;

c) Período de prueba;

d) Período de libertad condicional.

Referencias: LPN: Art. 5°, L. 11.833: art. 11, CEPBA: Art. 5°, Dcto. 35.758/47: art. 40; ESP-

LOGP: Arts. 65.2 y 72.1: Perú-CEP: Tít. Prel. III.

La progresividad estaba ausente en la ejecución penitenciaria patria. Los Códigos

penales provinciales que a partir de 1871 suplieron la laguna normativa generada por la

inactividad del Congreso Nacional en esta materia, que le había sido encomendada en

1853 por el art. 67 inc.11 de la Constitución nacional, tanto los que siguieron el modelo

dado por el Proyecto Tejedor como el Código Penal cordobés, desconocieron esta

posibilidad. La “ley Casares” como se conoció al decreto del gobernador de la provincia de


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Buenos Aires que aprobó el Reglamento Provisorio para la Penitenciaría de 1877 que

luego seguiría aplicándose cuando se federalizó, en 1880, dicho establecimiento,

desconocía toda progresividad. El régimen auburniano que regulaba consistía en una

regulación disciplinar de las jornadas idéntica a lo largo de toda la condena, igual todos los

días de la semana, principalmente dedicado al trabajo, salvo los domingos, en los que se

priorizaba la atención del culto y el tiempo para las visitas, el aseo personal y de las ropas

de los reclusos. El régimen de seguridad era el mismo a lo largo de toda la ejecución de la

pena: extremo. Se soldaba un grillete fijado a una cadena soldada a una bala de cañón al

tobillo del condenado el día de su ingreso, que se le retiraría sólo el día de su muerte o

egreso (lo que ocurría primero muchas veces era lo primero). Lo mismo que el uniforme

con vistosos listones blancos y negros para facilitar su individualización.

Sólo los primeros ocho días de detención y los últimos ocho tenían una regulación

distinta, el confinamiento en celda solitaria a pan y agua que sólo se acotaba si el interno,

a quien no se informaba esta posibilidad, solicitaba trabajar y estudiar.

El Código Penal de 1886 preveía distintas formas de ejecución de la pena privativa

de la libertad (arresto, prisión, reclusión y, luego de la reforma de 1902, relegamiento a

los confines del país), pero en ninguna de ellas se preveía progresividad alguna.

El Código Penal de 1921 redujo las formas de ejecución de la pena privativa de la

libertad a dos: de reclusión (art. 6 del Código Penal) y prisión (art. 9), ambas con trabajo

obligatorio pero a ser cumplidas en establecimientos distintos, en condiciones más

gravosas, que incluían el ser empleados en obras públicas en el primer caso. También
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

incorporó la condenación condicional (art. 26 y cc. del Código Penal) y la libertad

condicional (art. 13 y cc. del mismo texto legal). Este último instituto vino a sustituir la

denominada “gracia judicial” que, conforme el Código de 1886 permitía dar por cumplida

la pena anticipadamente a quienes habían cumplido ya una parte sustancial y habían dado

muestras de enmienda y de haber adquirido medios lícitos de vida. Importó la

incorporación de un cierto grado de progresividad en la ejecución penal, dado que los

incorporados al instituto continuaban cumpliendo su condena en libertad pero sujetos a

ciertas obligaciones y restricciones (de residencia y sujeción al control de un Patronato de

Liberados, fundamentalmente).

La ley 11.833 que se menciona como referencia de la norma comentada es la que

introdujo entre nosotros un régimen penitenciario progresivo. Ello no había sido posible

durante la discusión parlamentaria del Código Penal de 1921, al cual se propuso

incorporar esta regulación para que las penas se ejecutaran en todo el país de modo

uniforme. Primó el criterio defendido por el diputado por Tucumán Aráoz, que conllevaba

implícito el dejar en libertad de acción a las provincias. Este criterio también fue seguido

por esta ley, dado que el régimen que reguló lo impuso sólo para los establecimientos

penitenciarios federales, generando una situación anómala para las provincias, que

continuaban ejecutando las penas conforme lo previsto en el Código Penal, en el que

dicha progresividad no se ha previsto más que por la incorporación, como vimos, de la

libertad condicional.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El art. 11 de esta ley regulaba cinco distintos grados de ejecución que comprendían

uno de Observación, otro de Reclusión con trabajo en el interior del establecimiento, otro

grado de Orientación en Colonia Penal o Cárcel Industrial en el cual el condenado podía

ser empleado en trabajos al exterior, un grado de Prueba, en campos de semilibertad y un

grado E de Reintegración en libertad vigilada, sometido al cuidado del Patronato en los

casos de Libertad Condicional, por lo que comprendía la situación, además, de los

reincidentes. Esta posibilidad, sin embargo, fue conculcada por la reglamentación, que

también fue usada como referencia normativa de la actual disposición.

El art. 40 del Decreto 35.758/47 que reglamentó esta disposición preservó el rol

fundamental del Instituto de Clasificación en la confección de las historias criminológicas y

fichas individuales de tratamiento de cada interno y en la toma de decisiones sobre su

avance en la progresividad.

La anomia en materia de progresividad en la ejecución de penas, en que la sanción

de la ley 11.833, restringida a los establecimientos federales, colocó a las provincias, se vio

agravada por la reglamentación de esta ley, que puso dicho régimen progresivo en

vigencia real lo que permitió que pudieran concederse las primeras salidas transitorias a

condenados en nuestro país, lo que generó una sensación de notoria injusticia en los

presos alojados en establecimientos provinciales, a los que la falta de normativa análoga

colocaba en una situación de evidente desigualdad ante la ley. La provincia de Buenos

Aires, que es la que más establecimientos penitenciarios, personal y población carcelaria

tenía y tiene, dictó en 1950 la ley 5.619 por la que aprobó su propio Código de Ejecución
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Penal. El art. 5 citado como referencia normativa disponía un régimen progresivo

integrado por cuatro períodos uno de observación, otro de tratamiento básico, otro de

prueba y el último de reintegración.

Este Código de Ejecución Penal adoptó una interesante disposición tendiente a

permitir que fuera aplicable un régimen progresivo a la ejecución en nuestro país de una

condena de prisión de cumplimiento efectivo. Ya entonces, como actualmente, el principal

problema en materia de derechos humanos de las personas privadas de su libertad era la

duración abusiva de las prisiones preventivas. Las cárceles también estaban, como lo

están hoy, llenas de procesados y no de condenados. Y de procesados presos durante

largos años o, al menos, por un tiempo prolongado y abusivo en comparación con la

duración total de la pena en definitiva impuesta. No era extraño entonces, como no lo es

ahora, que la imposición de una condena se decida recién cuando la persona ha alcanzado

el tiempo de ejecución que le permite pedir la libertad condicional o, incluso, superada

esa fecha. Ello impide lisa y llanamente, en el caso de condenas cortas el acceso a la

progresividad. Por el contrario, el egreso abrupto de prisión, generalmente es la primera

consecuencia de más de la mitad de las condenas que se comunican para hacerse

efectivas a los Juzgados de Ejecución de esta ciudad. Para evitarlo, el art. 16 del Código

que se citó como referencia, disponía que la duración máxima del período de tratamiento

no debía ser fijada en menos de un tercio ni en más de dos tercios de la condena a

cumplirse con internación. Con ello siempre quedaba un remanente de pena con

detención a cumplir de al menos un tercio de la pena restante para intentar en dicho


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

lapso temporal la incorporación al período de prueba y a la modalidad de salidas

transitorias.

Un efecto análogo puede alcanzarse con el actual texto legal si, cuando se presenta

esta situación, es decir la de un condenado a una pena ya parcialmente purgada de modo

sustancial con la prisión preventiva cumplida como procesado, se aplica lo previsto en el

art. 7° de la ley 24.660 y se lo avanza excepcionalmente. Pero, mejor aún, ello puede ser la

directa consecuencia de la intervención inicial del equipo interdisciplinario que integra el

Consejo Correccional si, conforme lo previsto en el art. 13 de la misma ley, resuelven que

su incorporación al régimen de condenados se efectúe ya por el período de prueba o,

incluso por el período de libertad condicional (esto último ocurre frecuentemente incluso

antes de que intervenga este equipo, con la opinión del equipo interdisciplinario a cargo

de la evaluación de los procesados.

Legislación comparada:

La ley Orgánica General Penitenciaria del Reino de España, n° 1/1979, citada como

referencia normativa por quienes elaboraron el proyecto sancionado como ley 24.660,

dispone un tratamiento progresivo individualizado a las circunstancias personales de cada

interno y conforme la duración remanente de la pena. Señala que se debe fomentar la

participación del interno en la planificación y ejecución de su propio tratamiento

estimulando su interés y colaboración, teniendo en cuenta la satisfacción de sus intereses

personales compatible con la finalidad del mismo (art. 61).


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El tratamiento lo integran cuatro grados, la libertad condicional, el grado tres para

el régimen abierto, el grado dos para el régimen ordinario y el grado uno para el régimen

cerrado, de acuerdo al nivel de confianza que se deposita en el interno. El régimen es

flexible dado que siempre que es posible, conforme la observación y clasificación que se

efectúa, puede ser situado inicialmente en el grado superior sin pasar por los que le

preceden (art. 72). Claramente fue la inspiración de la innovadora redacción de la ley

24.660.

Esta regulación española se veía, además, potenciada por la redención de las penas

privativas de la libertad por el trabajo, que preveía la legislación franquista. El art. 10015

del Código Penal de 1973, disponía que podían redimir su pena por el trabajo, desde que

estuviese firme la sentencia respectiva, los reclusos condenados a penas de reclusión,

presidio y prisión. Al recluso trabajador se abonará, para el cumplimiento de la pena

impuesta, un día por cada dos de trabajo, y el tiempo así redimido se le contará también

para la concesión de la libertad condicional. No podían redimir pena por el trabajo quienes

quebrantaban la condena o lo intentaban ni los que reiteradamente observaban mala

conducta durante el cumplimiento de la condena.

Esta disposición, en mi opinión, muy útil para estimular el trabajo intramuros, que

es la herramienta terapéutica que garantiza la reducción de la reincidencia, mereció

acervas críticas en España cuando condenados por crímenes terroristas integrantes de la

15
Que integra la Sección 5ta. del Libro Primero el Código Penal español según el texto refundido conforme a
la ley 44 del 15 de noviembre de 1971, decreto 3096/1973, de 14l de septiembre, publicado en el núm. 297,
del 12 de diciembre de 1973, del boletín oficial español, páginas 24004 a 24018.)
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ETA decidieron solicitar que se les aplicase. Ello llevó a que se derogara esta norma que

hoy no existe en el derecho español y a que una jurisprudencia restrictiva del Tribunal

Supremo de España dictada en una sentencia del 28 de febrero de 2006 ante un recurso

presentado por Henri Parot (conocida como Doctrina Parot) en los hechos denegara su

aplicación ultra activa como ley más benigna al disponer que la redención se aplicase a

cada pena individualmente pero no al máximo legal impuesto a cada persona (que era de

30 años de reclusión). No obstante, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso

de Inés del Río Padra, Demanda 4275/09 fallado el 21 de octubre de 2013, consideró que

la aplicación retroactiva de la doctrina Parot a estos casos vulneraba los artículos 7 y 5.1

del Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Sin perjuicio de la polémica que generó este instituto en España, lo cierto es que

ha sido adoptado con éxito por otros países latinoamericanos. Por ejemplo el Código de

Ejecución Penal peruano citado como referencia por quienes proyectaron la ley 24.660, en

su art. 44 dispone que se redime la pena mediante el trabajo a razón de un día de pena

por dos de labor efectiva. Normas análogas rigen y se aplican con éxito en Brasil y en

Bolivia. Lamentablemente la ley 24.660 omitió reglar la redención de pena por trabajo.

Esta omisión ha sido parcialmente subsanada por la reforma introducida por la ley 26.695,

que ha incorporado al texto del art. 140 de la ley 24.660 el “Estímulo educativo” que

permite reducir los plazos para acceder a la progresividad a quienes aprueban trayectos

de formación profesional, además de estudios en los distintos niveles de la enseñanza

formal.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

CAPITULO I - Principios básicos de la ejecución

Ricardo Machado

ARTÍCULO 5º – El tratamiento del condenado deberá ser programado,

individualizado y obligatorio respecto de las normas que regulan la convivencia, la

disciplina y el trabajo.

Toda otra actividad que lo integre tendrá carácter voluntario.

Deberá atenderse a las condiciones personales del condenado, y a sus intereses y

necesidades durante la internación y al momento del egreso.

El desempeño del condenado, que pueda resultar relevante respecto de la

ejecución de la pena, deberá ser registrado e informado para su evaluación. (Artículo

sustituido por art. 2º de la ley 27.375 B. O. 28/07/2017)

Una recorrida por los antecedentes de la actual ley de ejecución nos permite

seleccionar, en tal carácter, al Reglamento Provisorio de la Penitenciaría de Buenos Aires,

del 22 de mayo de 1877; a la ley 11.833, de Organización Carcelaria y Régimen Penal, B.O.

del 13 de octubre de 1933, y al Decreto Ley 412/58, Ley Penitenciaria Nacional,

sancionada el 14 de enero de 1958 (B. O. 24/01/1958), durante el gobierno de facto del

General Pedro E. Aramburu. El propósito de esta recorrida es buscar referencias en

nuestra legislación o reglamentos, relacionadas con el concepto central de la redacción de


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

este artículo –tratamiento- el que resulta, a su vez, medular en el espíritu de la ley que

nos ocupa. En este marco resulta insoslayable referirnos a las diferencias entre la

redacción anterior del artículo y el texto actual -modificado por la ley 27.375-, hecho este

que nos llevará a considerar, por su relación y relevancia, otras modificaciones

introducidas en esta LEPPL en diferentes artículos. Si bien esos cambios regirán para

aquellos internos que resulten condenados a partir de la fecha de su publicación, la

repercusión en la dinámica institucional –tanto entre los detenidos como entre el

personal- es inevitable.

En concreta referencia al concepto de tratamiento, diremos que se trata, tal como

prescribe la letra del artículo 1° de esta ley, del conjunto de medidas que tienen como

finalidad lograr la adecuada reinserción social del individuo. Al análisis de

la evolución del término le sumaremos, por su importancia y determinante influencia en la

implementación tanto del régimen penitenciario como de la aplicación del tratamiento, el

de las variaciones que, a lo largo del tiempo, ha registrado la institución penitenciaria. La

mirada en conjunto de los dos fenómenos puede acercar elementos que posibiliten una

mejor comprensión de esa dinámica.

El Reglamento Provisorio de la Penitenciaría de Buenos Aires.

El texto del viejo “Reglamento Provisorio…”1 permite observar la centralidad de la

seguridad -el énfasis es puesto en los aspectos disciplinarios- en la finalidad del régimen

1
GARCIA BASALO, J. C.: “Historia de la penitenciaría de Buenos Aires (1869-1880”. Editorial Penitenciaria,
Buenos Aires, 1979. P 255 y ss.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

aplicado y en la tarea de funcionarios, empleados y guardias. En aquel establecimiento,

cuyo primer Director –primero, de la Penitenciaría de Buenos Aires (1877-1880) y luego de

la Penitenciaría Nacional (1880-1887)- fuera Enrique O’Gorman, imperaba un régimen

militarizado, cuya impronta se había heredado de la cárcel del Cabildo y de las prisiones

de los viejos fortines. Trabajaban en él funcionarios con indumentaria militar, con

distintivos que representaban jerarquías y ritualidad marcial en actos y actividades

cotidianas. En este escenario se dispuso, por Orden del Día N° 9 del Gobernador, que, bajo

la supervisión del Alcaide 1° del establecimiento, a quien correspondía “La policía general

del establecimiento, seguridad de los presos e higiene en sus personas (…)”, -artículo 28

del Reglamento Provisorio…- se disponga “(…) que uno de los empleados se encargue de

instruir a los presos condenados en los primeros rudimentos de la milicia, haciéndoles

conocer los deberes que aquella impone para con sus Superiores.”. El siguiente artículo de

aquella Orden –el 2°-aclaraba que “Estas lecciones se darán a los presos en las horas

destinadas al paseo por los patios, mientras no se encuentren bien instruidos.” 2. Tomando

en cuenta el aspecto que exceptuaba de tal obligación a los detenidos, seguramente la

casi totalidad de ellos recibiría la instrucción que había dispuesto el Gobernador. La

asociación entre la disciplina y la corrección surge nítida, pero ese mismo reglamento

preveía la inclusión en el plantel de empleados de “Un encargado de la instrucción

primaria y la Biblioteca” y de “Dos encargados para los talleres” y “Dos maestros para los

2
MERLO, C. A. “Resumen de Historia Penitenciaria”. Buenos Aires, 2006. S/D sobre editor. S/nro de página.
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mismos”3. La integración al cuerpo de empleados de funcionarios con responsabilidad en

tareas de formación educativa y laboral, puede leerse como antecedente histórico de las

actuales medidas de tratamiento. Sin la misma connotación, aunque con una base de

sustento similar, la educación y el trabajo integraban el régimen que se aplicaba a los

condenados.

El trabajo en los talleres, según el mismo reglamento, ocupaba la mayor parte del

tiempo de los detenidos en la Penitenciaría de Buenos Aires. El día se dividía en diez horas

al menos dedicadas al trabajo4, ocho horas al descanso y las restantes seis en tareas de

aseo personal, ejercicios y comidas. En función de la redacción del artículo, se deduce que

se refería a los días que van desde lunes a sábado, ya que, para los días domingo, se

preveía la actividad religiosa por la mañana, mientras que el resto del día debían dedicarlo

a las tareas de formación educativa y, por la noche de ese día, a concurrir a la Escuela. En

el marco de aquel modelo de prisión, a la labor en los talleres –obligatoria- se le

adjudicaba además un carácter formativo, ya que se proponía que provea “(…) Tendencia

a preparar personas competentes en algún arte u oficio, con arreglo a la duración de la

pena.”5. Esta supuesta utilidad, adicionada al humanismo de la pena, iba a encubrir, en

realidad, un régimen de explotación de una población de trabajadores altamente

3
GARCIA BASALO, J. C. Op. Cit. Título II – Capítulo I – EMPLEADOS. Artículo 10 del Reglamento Provisorio de
la Penitenciaría. P 257.
4
El mismo Reglamento… preveía que la jornada laboral de los sábados y jueves tendría una duración de
cinco horas, dedicándose las restantes cinco a tareas de higiene general, asimilables éstas a aquellas a las
que alude la redacción del artículo en comentario, en carácter de obligatorias y que redundan en beneficio
de la convivencia.
5
GARCIA BASALO, J. C. Op. Cit. Título IV – Capítulo único – TRABAJOS – Talleres. Artículo 84 del Reglamento…
p. 267.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

calificada -principalmente en la rama de la industria gráfica- que percibía por tareas

equivalentes a la de los trabajadores del medio privado una retribución salarial diez veces

menor y de la cual cobraba -en el mejor de los casos- la mitad, ya que el resto se destinaba

directamente al Estado.6

De acuerdo a la distribución temporal de las obligaciones, podemos observar un

privilegio de las actividades laborales por sobre las formativas (educativas) y religiosas,

siempre sobre el telón de fondo de la disciplina y el control. El régimen exponía sin

eufemismos un objetivo que Pavarini (1995) sintetiza en el siguiente punto y al que

considera aplicable tanto para aquellos modelos como a los actuales:

La cárcel ha surgido originariamente para satisfacer una instancia disciplinaria.

Ontológicamente es un espacio para realizar prácticas pedagógicas donde “adiestrar” a

los hombres a ser “mejores”, o sea, más útiles.7

En similar sentido, y tomándonos la licencia de articular a los autores, Raúl

Zaffaroni se refiere a los primeros momentos de las prisiones como aquellos en que se

consideraba que “(…) El “mal” (y la “enfermedad”) eran causados por el desorden de modo

que la prisión cumpliría la función de mejoramiento mediante la disciplina: el tratamiento

era disciplinamiento como cura del mal”8. Una vez “curados” y a punto de egresar, el

6
Ver el interesante artículo de BIL, Damián y POY PIÑEIRO, Lucas: “Trabajo no libre en la Penitenciaría
Nacional de Buenos Aires. El caso de los talleres gráficos”. En : Razón y Revolución Nro. 10, 2002, Reedición
electrónica. http://www.razonyrevolucion.org/textos/revryr/prodetrab/ryr10-08-Bil.pdf
7
PAVARINI, M. “Los confines de la cárcel”. Carlos Alvarez Editor. Montevideo, R.O.U., 1995, p. 14
8
Zaffaroni, E. R., “Los objetivos del sistema penitenciario y las normas constitucionales”. En El derecho penal
hoy. Homenaje al profesor David Baigún”. Ediciones Del Puerto, Buenos Aires, 1995.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

reglamento prescribía que debería pasar los últimos días de condena en encierro solitario

y sin obligación de trabajar.

Al producirse el egreso podría disponer de la totalidad del dinero acumulado

durante su labor (en realidad, como se informa más arriba, se trataba de la mitad), sólo si

acreditara haber conseguido un trabajo en el medio libre o si decidiese irse a la campaña.

En este caso, se le abonaría lo suyo (el saldo del peculio) en el acto de embarcarse. Irse

lejos, entonces, merecía un premio.

La ley 11.833. Organización carcelaria y régimen penal

El saber criminológico se había incorporado a la que, desde la federalización de la

ciudad de Buenos Aires, se había convertido en la Penitenciaría Nacional. Con José

Ingenieros como primer Director, el Instituto de Criminología, de impronta positivista,

comenzaba sus tareas hacia 1907, revistiendo a la tarea penitenciaria de carácter

científico a partir de las prácticas por entonces tomadas como el último avance en materia

de conocimiento del delito y del delincuente. La clasificación, según los criterios teóricos

del biologicismo positivista, constituía su tarea más importante. Dice al respecto Lila

Caimari que “El Instituto abarcaba un campo de investigación de gran ambición: ˂ todos

los estudios concurrentes a la determinación de las causas de la criminalidad˃, incluyendo

sociología, meteorología, antropología, sociología y morfología de cada penado.” 9. La

criminología clínica se instala como paradigma incuestionable y el Instituto de

9
CAIMARI, L.: “Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955”. Siglo XXI
editores Argentina. Buenos Aires, 2004, p. 100.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Criminología comparte jerarquía con la máxima autoridad de la penitenciaría, en lo que

iba a constituir el inicio de una larga disputa entre profesionales universitarios y guardias

penitenciarios en las entrañas de la institución.

La sanción de la ley 11.833, surgida a partir de la iniciativa de Juan José O’Connor,

contempla esa situación. El breve texto de la ley, de apenas 22 artículos, enuncia la

creación de una Dirección General de Institutos Penales de la Nación y le otorga al

Instituto de Criminología un lugar importante en la estructura jerárquica, pero esta vez

dependiente de la Dirección General. La importancia del Instituto se evidencia en la

participación que se le adjudica a los profesionales que lo integran, quienes, junto a

funcionarios estatales, participan de la implementación de “(…) políticas tendientes a

mejorar la administración y las condiciones materiales de los establecimientos carcelarios

(…)” de las provincias y territorios nacionales, creándose un “(…) sistema federal unificado

y la disponibilidad de recursos con el fin de mejorar la situación de los establecimientos

más deteriorados y, a la vez, construir nuevas cárceles.”10 La intervención del instituto, en

lo específicamente profesional, consiste en “(…) estudiar la personalidad de cada penado y

su grado de readaptación social” y en “producir los informes en los pedidos de libertad

condicional”11. Desde una perspectiva de marcado carácter médico-psiquiátrico -a tono

con la etapa, en que la preeminencia de la psiquiatría en el abordaje de los casos

criminales representaba el mayor avance científico- el individuo delincuente pasa a ser

10
En: “Las políticas penitenciarias del estado nacional entre 1930 y 1960”. Autor: Jeremías Silva. VII Jornadas
de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata. 5, 6 y 7 de diciembre de 2012.
http://jornadassociologia.fahce.unlp.edu.ar/actas/Silva.pdf
11
Ley 11.833, artículo 5°, inc. b) y c)
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

objeto de estudio para su posterior corrección. El método era la elaboración de informes

tanto diagnósticos como pronósticos, en los que jugaban un papel decisivo la peligrosidad

que denotaba el actor.

La ley establece la aplicación de un régimen progresivo a los penados cuya pena

fuere de tres años o mayor, que comienza con una etapa de observación durante la cual

se elaboran los informes diagnósticos, y siguen cuatro fases o grados, comprendiendo

cada una de ellas la atenuación del rigor y un paulatino acercamiento a una libertad

vigilada, controlada por el Patronato de Liberados. Al referirse a los establecimientos que

alojaban a los condenados, la letra de la ley alude a ciertas cuestiones que se relacionan

con los objetivos a alcanzar con vistas a un futuro en libertad. Propone la implementación

de ciertos regímenes de educación moral e instrucción práctica, de aprendizaje técnico de

oficios que podrá aprovechar al egreso y, en el punto c) del artículo 13, plantea la

implementación de “un régimen disciplinario que tenga por fin readaptar e inculcar

hábitos de disciplina y de orden y en especial, desenvolver la personalidad social del

condenado.”12.

No hay referencia puntual al concepto de tratamiento en esta ley, aunque sí se hace

referencia en repetidas ocasiones al de readaptación, ligado al de régimen con diferentes

formas (pautas morales, aprendizaje técnico, hábitos de disciplina y orden, entre otros) y

al cual podremos considerar como antecedente de aquel. Durante el período de vigencia

de la ley 11.833 tiene lugar una etapa que será trascendente para la vida institucional

12
Ley 11.833, art. 13
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

penitenciaria que articula su misión en torno a las tareas de readaptar individuos y

disciplinarlos. El 21 de noviembre de 1946 se publica en el boletín oficial el Estatuto del

Servicio Penitenciario de la Nación (Decreto 12.351 del 10/10/1946), por el que se escinde

al personal /penitenciario de la Administración Civil, militarizándolo. Un año después es

designado Roberto Pettinato a cargo de la Dirección de Institutos Penales y las reformas

se profundizaron. Se dicta un nuevo estatuto penitenciario –Decreto 11.561, B. O. del

15/6/1948, con las firmas de Perón como Presidente y el escribano Belisario Gache Pirán

como ministro de Justicia- y se producen múltiples cambios en aspectos organizativos,

formación del personal, régimen de los establecimientos, cierre del penal de

confinamiento de Ushuaia y normas de trato. Se consolida en esta etapa la superioridad

del cuerpo de guardias, de formación militarizada adquirida en la Escuela Penitenciaria de

reciente creación, por sobre el cuerpo de profesionales.

Decreto/Ley 412/58. Ley Penitenciaria Nacional. (Ratificado por la Ley 14.467)

Encontramos en el texto del artículo 1º (capítulo de Principios Básicos de la

Ejecución) la primera referencia concreta al tratamiento, equiparado en importancia a la

implementación de medios de prevención para alcanzar el principal objeto de la ley, como

es la readaptación social de los condenados. El citado tratamiento contiene, además, la

especificación del carácter de las medidas a implementarse –curativas, asistenciales y

educativas- y la obligatoriedad de su acatamiento por parte del condenado. Al momento

de abundar en precisiones acerca del alcance de la obligatoriedad, la redacción del

artículo nos remite, a manera de ejemplificación, a aspectos puramente relacionados con


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la salud física (“operaciones de cirugía mayor o cualquier otra intervención quirúrgica”),

sin hacer referencia a las otras medidas, asistenciales y curativas. Así, el condenado estaba

obligado a estudiar, a capacitarse en profesión u oficio y a relacionarse con familiares,

amigos o a establecer los lazos sociales que en esa etapa se determine, además de las

mencionadas terapias que ya citamos y a las cuales, por una cuestión de extrapolación de

sentido, agregamos a las terapias psicológicas y a aquellas actividades que fortalezcan la

moral. A colación de esto, y antes de la referencia explícita a la ley que dará una nueva

impronta a la institución penitenciaria, es importante referirnos a un aspecto ligado al

tratamiento tal como se lo concibiera en esta etapa. La legislación aludida describe la

composición de un cuerpo colegiado, denominado Consejo Correccional, que funcionará

en cada establecimiento que aloje condenados y que equivale al Tribunal de conducta que

menciona el artículo 104 de la Ley Penitenciaria Nacional (L. P. N.). Ese consejo estará

integrado por los jefes de los servicios que representen los aspectos esenciales del

tratamiento penitenciario (Artículo 27). A través de un boletín de circulación interna del

Servicio Penitenciario Federal se reglamentó el funcionamiento de esos cuerpos

poliespecializados13 y, de acuerdo al texto, estaban presididos por el Director e integrado

por los funcionarios que, como señalamos más arriba, representan los aspectos esenciales

del tratamiento. Junto a los jefes del Servicio Criminológico (para entonces, había

recuperado su original denominación), Educación, Asistencia Social, Asistencia Médica o

Servicio Psiquiátrico, entre otros, aparece el jefe de la sección Asistencia Espiritual. Si este

13
Boletín Público del Servicio Penitenciario Argentino 1729, del 8 de julio de 1986. “Reglamento para el
funcionamiento de los Consejos Correccionales. Apruébase el nuevo texto y deróganse resoluciones
anteriores”. Expte. 333/86, Resolución 731 SDN, del 24/06/1986
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

funcionario (siempre un sacerdote católico) integra el cuerpo, será porque la dependencia

a la que pertenece conforma uno de los aspectos esenciales del tratamiento, por lo cual es

fácil deducir que las actividades religiosas constituirían, también, una obligación, cuyo

cumplimiento o no era considerado a la hora de evaluar alguna solicitud o las

calificaciones periódicas.

En relación a la ley a la que nos referimos más arriba, durante la etapa de vigencia

de la Ley Penitenciaria Nacional, se sancionó la Ley Orgánica del Servicio Penitenciario

Federal, que categoriza a la institución como una fuerza de seguridad “destinada a la

custodia y guarda de los procesados y a la ejecución de las sanciones penales privativas de

la libertad, de acuerdo a disposiciones legales y reglamentarias en vigor.”14. El

organigrama que presenta la estructura institucional (artículo 7°) no menciona al Instituto

de Criminología (en aquel momento, Instituto de Clasificación) y a este se lo encontrará

integrado al grupo de las Direcciones que dependen de la Dirección General de Régimen

Correccional, elevado al rango de dirección general en la presente ley y, por ende, con

superioridad jerárquica respecto de aquel, cuyo rango es el de una Dirección. Será a esta

instancia a la que le competerá “la organización y fiscalización del régimen y tratamiento

aplicable a los internos condenados, procesados y detenidos de conformidad a las

disposiciones legales y reglamentarias”15. La ausencia de referencia taxativa en la

estructura organizacional, articulada con la integración en carácter de dirección

14
Ley Orgánica del Servicio Penitenciario Federal, 20.416, del 18 de mayo de 1973 (B. O. 14/06/1973),
sancionada en la última semana del gobierno de Alejandro Agustín Lanusse, quien ejerciera la presidencia
(de facto) del país hasta el 25 de mayo de 1973 y era Ministro de Justicia el Dr. Gervasio Colombres.
15
Artículo 18 Ley 20.416
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

subalterna a una dirección general que aparece en el quinto lugar, nos da la idea de la

pérdida de jerarquía que -al menos para la lógica de la institución- afecta al Instituto de

Criminología. Su integración a la Junta Asesora de Egresos Anticipados (JAEA), cuya

función es producir informes criminológicos ante las solicitudes de libertad condicional,

indultos o conmutaciones de penas, permiten apreciar la presencia de la dimensión

cientificista en la ejecución de la pena.

Retornando a la idea rectora de nuestro comentario -análisis y descripción de la

evolución del concepto de tratamiento y su interacción con la dinámica institucional-,

centraremos nuestra atención en los aspectos reglamentarios, aquellos que se relacionan

con la implementación concreta del tratamiento y que nos brindan una idea de sus

modalidades, alcances y limitaciones. Para esto, nos centraremos en dos boletines

públicos, recurso habitualmente utilizado para regular la actividad institucional, y que son

el ya citado B. P. (boletín público) 1729 y el B. P. 1735.

Tal fue la importancia de las reglamentaciones de esta ley, que otra construcción

conceptual contenida en ella –conducta ejemplar o el grado máximo que pudo haber

alcanzado teniendo en cuenta el tiempo de ejecución de la pena16- y que más adelante

comentaremos, fue incorporado al texto original de la ley 24.660 (artículo 17, III), y lo

conserva la redacción actual a partir de la sustitución introducida por la ley 27.375,

careciendo, como oportunamente lo expresáramos, de correlato con la legislación y

16
Artículos 11, 15 y 17 del Reglamento Interno de la Progresividad del Régimen Penitenciario, B. P. 1735.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

reglamentos. El comentario del libro cuya autoría hemos compartido con Axel López, lo

expresa de este modo:

Asimismo, consideramos que la calificación máxima susceptible de

ser alcanzada conforme el tiempo de internación a la que se refiere la

norma no tiene sentido de aplicación, toda vez que tal extremo resulta

imponderable. En efecto, si se entiende que, de conformidad con el

reglamento aplicable, no existen lapsos mínimos de encierro para verificar

ascensos en la calificación de conducta, a tal punto que resulta

técnicamente posible que un condenado recién ingresado al período de

tratamiento registre un guarismo ejemplar, es claro que el grado máximo

susceptible de ser alcanzado según el tiempo de internación siempre habrá

de ser ejemplar, convirtiéndose entonces esta previsión en una

redundancia.

El carácter obligatorio que adjudicaba este decreto-ley desde el primer artículo al

tratamiento, influye sobre las reglamentaciones y la operatoria de las diferentes áreas que

en él intervenían y esto da como resultado un proceso rígido y difícil de explicar, tanto en

aspectos relacionados con su sustento teórico como en su aplicación y, por lo tanto, en

sus resultados. Si nos detenemos en el análisis de la etapa inicial de la implementación del

régimen –hablamos del Período de Observación de la Progresividad del régimen

penitenciario¸ integrada además por otros dos períodos: Tratamiento y Prueba-,

encontramos que durante ese primer momento se prescribe como tareas dos que, cada
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

una de ellas, constituye un desafío para la ciencia: la elaboración de un diagnóstico que

explique las condiciones que llevaron al condenado a delinquir, lo cual obliga a los

profesionales que participan del proceso a realizar un exhaustivo análisis causal, y un

pronóstico acerca de cuál será el futuro de esa persona, el que implica, como sabemos,

una predicción. Dicho pronóstico contempla, además, la clasificación del individuo en una

de las tres categorías enunciadas17 en el texto de la ley y que condicionará las

características del tratamiento a aplicar. Cada condenado, según el grado de adaptabilidad

a la vida social en libertad, podría ser categorizado como a) Fácilmente adaptable; b)

Adaptable; y c) Difícilmente adaptable.18 Los criterios clasificatorios se regían por los

resultados de un estudio psicológico, el tipo de delito cometido (el monto de condena

impuesto no era una variable a despreciar) y una historia vital que contemplaba aspectos

educativos, composición familiar, historia laboral o religiosidad. Todos esos datos

culminaban en un estudio encarpetado que constituía la Historia Criminológica, cuya

17
Artículo 6° de la L. P. N. 412/58
18
Por una circular interna elaborada en el Instituto de Clasificación con posterioridad a la puesta en vigencia
de la L. P. N., firmada por los médicos criminalistas Antonio Bruno y Víctor Poggi –más precisamente, 1962 -,
a esa categorización inicial se agregaron otras categorías igualmente poco sustentadas, que representaban
valores intermedios. Según palabras de esos profesionales, la clasificación refleja “(…) una interrelación
entre el aspecto puramente criminológico y las posibilidades de una adaptación al régimen penitenciario y
una adaptación a la vida social en un futuro” (http://criminal-mente.es/2015/08/19/delincuentes-quienes-
son-clasificacion-de-los-delincuentes/). Así, se agregan las figuras que incluyen el concepto “tendencia”,
representativo de una proclividad y que –entendemos- su medición utilizaría como referencias los criterios
ya enunciados. Esas nuevas categorías, que se incorporaban a a la Historia Criminológica bajo el rótulo
Clasificación según L.P.N., eran la de Adaptable con tendencia a fácilmente adaptable, Adaptable con
tendencia a difícilmente adaptable y la de Difícilmente adaptable con tendencia a adaptable, las que
siguieron utilizándose hasta la sanción de la ley 24.660 y las nuevas reglamentaciones. A esta clasificación se
agregan las de autores como Ferri, Seelig y Hurwitz, centrándose cada uno de ellos, con mayor o menor
énfasis, en las características personales y las del medio del que emergieron los condenados. La inclusión de
las condiciones del medio resultaban inevitables, aunque la selección de las variables son motivo de
discordias teóricas aun hoy.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

confección encuentra origen en la incorporación del Instituto de Criminología a la vida

penitenciaria. Hablamos de los primeros años del siglo XX y esa documentación ha variado

relativamente poco, lo cual muestra la escasez de avances científicos en el plano de las

conductas humanas desviadas a la norma: la incorporación de los estudios psicológicos

que, paulatinamente, irían desplazando la importancia de los informes psiquiátricos -

sobre todo por la cada vez más escasa presencia de estos profesionales en las filas

penitenciarias-, un espacio mayor a los informes sociales que, en realidad, son informes

microsociales (generalmente reservados al marco familiar propio, extendiéndose a la red

de relaciones amistosas), con casi nula presencia de variables macrosociales que

complementen y aporten material al momento de comprender las conductas que

condujeron al delito, y poco más. Las mayores diferencias se expresan en los aspectos que

ya no se incluyen y que se podrían explicar en base a la irrelevancia comprobada, por la

cada vez mayor carga de trabajo o por la falta de presupuesto. Esos aspectos son los datos

antropométricos o morfológicos, los extensos cuestionarios que se completaban con las

respuestas de los detenidos y la ausencia de fotografías de los condenados.

El Reglamento Interno de la Progresividad del Régimen Penitenciario, (B. P. 1735)

enumera las etapas que conforman al régimen cuya instrumentación y contralor está a

cargo de la administración penitenciaria, los períodos ya mencionados de Observación,

Tratamiento y Prueba. En el reglamento se especifica que el período de Tratamiento se

divide en fases (Orientación, Socialización, Preconfianza -o Pre-confianza, según la


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

redacción del artículo- y Confianza)19 y que al ser incorporado al Período de Prueba, y

cumpliendo con otras condiciones, el interno podrá alcanzar las salidas temporarias bajo

la forma de Salidas transitorias con fines sociales o laborales. La responsabilidad del

personal penitenciario en la organización e instrumentación de medidas dirigidas a la

recuperación social de los reclusos no resulta novedoso ni singular, pues las anteriores

normativas lo habían previsto y las posteriores –incluso, las denominadas “Reglas

Mandela”20- también lo prevén, incorporando la participación comunitaria. Lo novedoso

del reglamento –que, a nuestro juicio, peca de falta de flexibilidad y hasta contradice

algunas cuestiones básicas relacionadas con la evolución de los individuos con vistas a la

readaptación que se pregona como objetivo- consistió en establecer una combinatoria de

requisitos en base a las calificaciones, el monto de la condena y el tiempo de permanencia

en cada etapa del régimen, todos relacionados y dependientes entre sí en una dinámica

que conformaba, en realidad, una caprichosa maraña basada en una lógica que

encuadraba antes en una ciencia exacta que en una ciencia humana. Sólo podría ser

salteado excepcionalmente, tal como se lo califica en el mismo reglamento, el requisito

temporal mediante la aplicación del artículo 41 del Reglamento Interno de la

Progresividad del Régimen Penitenciario (R.I.P.R.P.) Este artículo es el antecedente -en

nuestra opinión prácticamente vacío de contenido- del artículo 4° del vigente

19
La ley actual, modificada, ha incorporado al texto del artículo 14 lo que especifican los reglamentos
anteriores e incluye las fases a través del cual se desarrollará el período de tratamiento -Socialización,
Consolidación y Confianza- y los requisitos para acceder a las dos últimas.
20
Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas Mandela). Naciones
Unidas, Consejo Económico y Social. Viena, mayo de 2015.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Reglamento de las Modalidades Básicas de la Ejecución” (R.M.B.E.)21 que prevé la

promoción excepcional a cualquier fase del período de Tratamiento, corrigiendo en la

redacción de este artículo una preposición que, oportunamente, generara desencuentros

en su interpretación y, por lo tanto, en su aplicación22.

Los plazos previstos, como dijéramos más arriba, representaban un requisito y estos

plazos dependían del monto de la pena impuesta al condenado, variable esta que

condicionaba la cantidad de calificaciones positivas del concepto que el interno debería

alcanzar. Así, si la pena no excedía los tres años, no era necesario aguardar al período

calificatorio, sino que bastaba una buena clasificación criminológica (en definitiva, un

buen concepto sobre las posibilidades de readaptación, tal como, por ejemplo, si era

calificado como “Fácilmente adaptable”) para que, cumpliendo los requisitos de ausencia

de causa abierta o condena pendiente, y calificación de conducta ejemplar o máxima,

pudiese el condenado ingresar a la fase de Preconfianza. Si la condena era mayor de tres

21
Decreto 396/99 (B. O. 05/05/1999)
22
La letra del artículo 41 del reglamento expresaba que “(…) Con carácter excepcional los Consejos
Correccionales podrán proponer a la Dirección General de Régimen Correccional, el paso de los internos por
fases del Período de Tratamiento, sin reunir los requisitos temporales establecidos en este reglamento”. El
artículo 4º del RMBE se redacta así: “La promoción excepcional a cualquier fase del Período de Tratamiento
(…)” (en ambos casos, el subrayado es nuestro). Esa pequeña diferencia sintáctica provocó que, durante la
vigencia del viejo reglamento, se discutiera largamente sobre si ese tránsito excepcional por fases del
período de Tratamiento implicaba que el condenado podría acceder al período de Prueba al saltear
excepcionalmente el requisito de permanencia temporal en la fase de Confianza (entendiéndose a la etapa
de Prueba como etapa inmediata posterior a esta fase) o si el límite era, precisamente, esa fase de
Confianza. Vale decir que la excepcionalidad fue realmente eso y las ocasiones en que el condenado
sorteaba lograba los rígidos requisitos fueron, efectivamente, excepcionales. Entre las novedades incluidas
en el texto modificado de la actual ley, se insiste con la idea y se incorpora como punto c) del artículo 7º la
excepcionalidad como basamento de un cambio de fase del período de Tratamiento.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

años y hasta cinco, bastaba un cuatrimestre23 de concepto Bueno Cinco y, en esta

inteligencia, a medida que aumentaba el monto de la condena se elevaba la cantidad de

cuatrimestres de calificaciones positivas, agregándose uno más si la condena se había

impuesto con la accesoria del artículo 52 del Código Penal de entonces. Para obtener el

acceso a la fase de Confianza, la calificación de concepto bueno continuaba siendo el

requisito, pero en esta ocasión se contemplaba la cantidad de meses que debía

permanecer obligadamente en la anterior etapa de Preconfianza: un mes si la pena era de

hasta tres años, tres meses si el monto era de más de tres y hasta cinco años, un mes por

cada año de condena si esta se situaba entre más de cinco años y veinticinco, treinta

meses para los condenados a pena perpetua y, si la condena contenía la accesoria del

artículo 52, se agregaban cinco meses más a los establecidos en la regla anterior,

elevándose a tres años para los condenados a pena perpetua.

Para ingresar al Período de Prueba, el requisito temporal –que hoy, con las

modificaciones incorporadas, ha variado24- era de un tercio de cumplimiento efectivo para

los condenados a penas temporales, de diez años para los condenados a pena perpetua y,

23
Las reuniones de Consejos correccionales destinadas a las calificaciones de los condenados, tenían una
periodicidad cuatrimestral (artículo 3º, 3.1. del R.I.P.R.P.)
24
El artículo 12 de la ley 27.375 sustituye al 15 e incorpora al texto la modificación de los plazos, elevando
de un tercio a la mitad de la condena para la pena temporal sin accesoria del artículo 52; de doce (según
24.660) a quince años para los condenados a pena perpetua sin la accesoria del artículo 52 y, para aquellos
que tienen esta accesoria, prevé que podrán acceder tres años después de cumplida la pena. El requisito
calificatorio también se modificó y pasa de los ocho puntos de Conducta y siete de Concepto a Ejemplar en
ambos ítems.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

para aquellos a los que se había impuesto la accesoria del artículo 52, cumplida la pena

principal25.

Las calificaciones de concepto, condicionadas por los requisitos temporales, obligan

a ser prudentes al momento de considerar al verdadero valor que representaba. Si, tal

como lo define el artículo 5° del Reglamento para el funcionamiento de los Consejos

Correccionales (B. P. 1729), el concepto surge “(…) según lo que se deduzca, partiendo de

las manifestaciones de su conducta, carácter, tendencia, moralidad y demás cualidades

personales, con la finalidad de obtener un juicio sobre el grado de recuperación alcanzado”

(subrayado nuestro); entonces no encontramos debidamente justificado que el indicador,

para constituirse como tal, deba demostrar una permanencia en un tiempo condicionado

por el monto de la pena que se le impusiera. Las condiciones para adquirir determinadas

cualidades –formación, habilidades, aptitudes, etc.- se dan en un proceso temporal en el

que se conjugan variables, en carácter de factores y, al final de ese proceso no siempre

regular, singular y propio, el individuo habrá adquirido lo que se propuso. Es ese momento

el que debe ser evaluado y sin desatender las particularidades del escenario en que

desarrolla el proceso26. En el caso de la norma que nos ocupa, el individuo debe

25
De acuerdo al artículo 27 del Reglamento de las modalidades básicas de la ejecución” (Decreto 396/99),
vigente, al momento de escribir este comentario (finales de 2017), para la prácticamente totalidad de los
condenados, los tiempos mínimos de ejecución son los del tercio para las penas temporales, pero difiere de
la anterior reglamentación al fijar el plazo de doce años para las penas perpetuas. En lo relativo a las
calificaciones, el texto original de la ley 24.660 fija como requisito tener como calificaciones mínimas –tal
como apuntáramos en el pie de página anterior- ocho puntos en el ítem Conducta y siete en Concepto.
26
Las ya citadas Reglas Mandela expresan taxativamente la necesidad de asimilar, en la medida de lo
posible, las condiciones del instituto con el medio libre, lo cual constituye un aporte que contribuye con la
difícil tarea de evaluar capacidades y conductas a futuro. El texto de la Regla 5 expresa: “El régimen
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

demostrar su readaptación en un tiempo coherente con el monto de la pena, condición

esta que, además, condiciona la deducción del funcionario o grupo de funcionarios –

subrayado en el párrafo anterior- que tienen a su cargo la valoración conceptual y

obligándolos a objetivar una cuestión subjetiva como es, en este caso, la ponderación de

la evolución del condenado, con vistas a su recuperación social, a partir de una batería de

indicadores. Es como si la readaptación (o la posibilidad de haberla alcanzado) no se

relacionara con los logros y la demostración de los logros, sino con la severidad de la pena

que se ha impuesto, simplificando de este modo la cuestión, quitando el carácter

individual y estandarizando condiciones. Nos inclinamos a creer que tal relación es

artificial y privilegia el cumplimiento del régimen por sobre las evoluciones personales.

Observemos ahora la operatoria que condicionaba la calificación de la conducta y

del concepto de los internos, adentrándonos en el análisis de la otra norma, publicada en

el boletín público 1729 y acerca de la cual nos hemos referido en el párrafo anterior. En

primer lugar, presentaremos la relación entre el guarismo cuantitativo y el cualitativo, que

hasta hoy permanece. Las notas numéricas 9 y 10 reflejan conducta o concepto Ejemplar,

7 y 8 será Muy bueno/a, 5 y 6 Bueno/a, 3 y 4 Regular, 2 y 1 Malo/a y 0 Pésima/o. Hasta

acá no tenemos importantes objeciones que interponer. La escala que refleja la relación

conceptual-cuantitativa es similar a cualquier escala calificatoria del plano académico, por

ejemplo. Lo importante, en definitiva, es que se trata de una valoración en la que aquellos

que obtengan notas más altas representarán mejor comportamiento o mayores

penitenciario procurará reducir al mínimo las diferencias entre la vida en prisión y la vida en libertad que
tiendan a debilitar el sentido de responsabilidad del recluso o el respeto a su dignidad como ser humano.”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

posibilidades de readaptarse, del mismo modo que quien obtuvo una calificación mayor

durante una instancia académica de examen, se supone que sabe algo más que el que

obtuvo una menor. Representa una convención ya que, como lo hemos dicho tantas

veces, se valoran condiciones humanas y no estamos ante una escala que mide conceptos

con exactitud.

Esta crítica que hacemos al criterio cuasi matemático de evaluación se basa en el

texto del artículo 11 del reglamento. En él se vuelven a establecer reglas que vinculan,

ahora, el comportamiento del condenado –Conducta- con el monto de la pena. Según la L.

P. N., la conducta representa “la manifestación exterior de su actividad en lo que respecta

a su adaptación a las normas disciplinarias.”(Artículo 50) y el citado artículo 11 prescribe

un sistema progresivo de elevación de las calificaciones indudablemente ligado al

concepto de “conducta ejemplar o el grado máximo susceptible de ser alcanzado según el

tiempo de internación.” que citan tanto la ley como el R. I. P. R. P. (B. P. 1735) en calidad

de requisito para acceder a determinadas etapas del régimen penitenciario y que sobre su

influencia en la redacción de la ley 24.660 nos refiriésemos antes. Según el artículo, la

relación entre calificaciones de conducta y monto de su condena, responde a la regla que

considera que pueden acceder a la calificación de conducta Muy buena (7 u 8 puntos)

quienes tuvieron previamente una determinada cantidad de calificaciones de conducta

Buena (5 o 6 puntos) que, en los casos de condenados a penas de hasta tres años era

solamente una, mientras que para los que tenían penas de monto mayor debían ser al
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

menos dos. Para acceder a la conducta Ejemplar (9 o 10) se establecía una relación

análoga, jugando esta vez con la calificación de Muy buena.27

Treinta y siete años de aplicación de estos principios legales y reglamentarios sin la

obtención de resultados importantes en el terreno preventivo, los cambios en la

estructura social, las necesidades políticas de dar respuesta a un problema que cada vez

ocupaba mayor espacio en los medios de comunicación, más una serie de desajustes

teóricos revelados por la evolución de paradigmas en el terreno de las ciencias de la

conducta humana (la mirada positivista relegada por el influjo de las miradas

interpretativistas y críticas), dieron como resultado la aparición de una nueva ley y los

consecuentes nuevos reglamentos.

Ley 24.660. Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad.

En el proyecto en el que se respalda la sanción de la Ley 24.660 se mencionan como

factores que justifican la renovación de la legislación a los cambios sociales en general y

en el campo del delito en particular, y hace una implícita alusión a la escasa repercusión

que los programas de tratamiento implementados en las prisiones habían alcanzado hasta

entonces. Se atribuye esa falencia a lo que eufemísticamente se define en la exposición de

27
La particular forma en que estaba redactado el artículo produjo controversias en su interpretación y
obligó a la autoridad administrativa a impartir instrucciones para su aplicación. El texto era el siguiente: “La
calificación de conducta MUY BUENA, requiere previamente UNA (1) de BUENA para internos con condenas
menores a TRES (3) años y DOS (2) de BUENA para los condenados a penas de mayor duración. La
calificación de conducta EJEMPLAR, requiere prviamente DOS (2) o CUATRO (4) de MUY BUENA, según la
duración de la condena. Los inconvenientes aparecían ante los casos de condenados a una pena de tres años
de cumplimiento efectivo, ya que, de acuerdo a lo transcripto, no encuadraba en ninguna de las
alternat5ivas previstas, pues su pena no era ni mayor ni menor a tres años. Tras lo resuelto en sede
administrativa, se los asimiló al primer caso.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

motivos que propician su promulgación como un tratamiento seriamente herido por el

desinterés sobre la problemática penitenciaria y la consiguiente escasez de inversión,

cuestiones que dieron como resultado que fueran “(…) muy limitadas las posibilidades de

éxito para encarar esa meta ambiciosa: lograr que al egreso del condenado se alumbrara

el hombre nuevo.”28. Lejos de cuestionar al régimen basado en el tratamiento, el proyecto

reivindica su validez en tanto promotor de la reinserción social.

En el ya citado Análisis del régimen de ejecución penal, nos hemos referido al

concepto de tratamiento que nos ocupa y buena parte de nuestros comentarios serán,

algunos, reproducción de aquellos y otros que agregamos considerando el paso del

tiempo de la última edición.29

En nuestro libro hacemos referencia a las objeciones que, tanto desde el terreno

teórico como el de aplicación práctica, ha merecido el concepto que aparece

indisolublemente ligado a la ejecución de la pena y con una sólida base histórica y hasta

constitucional30. En nuestro libro, al referirnos puntualmente al tratamiento, hemos

escrito:

28
Proyecto de ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad. Exposición de motivos. Expte. 100.135 del
18 de abril de 1995. Iniciado en Subsecretaría de Política Penitenciaria y Readaptación Social.
29
La segunda edición, que incorpora las modificaciones producidas a partir de la sanción de las leyes 25.892,
25.948, 26.472, 26.695 y 26.813, es de noviembre de 2014. LÓPEZ, A. y MACHADO, R.: Análisis del régimen
de ejecución penal. Segunda edición actualizada y ampliada. Fabián J. Di Plácido Editor. Buenos Aires,
noviembre 2014.
30
Tanto las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos (I Congreso de las Naciones Unidas sobre
Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, Ginebra, 1955, como las ya citadas Reglas Mínimas de
las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas Mandela) (Consejo Económico y Social de
las Naciones Unidas, mayo de 2015), contienen el término y da cuenta de la importancia que le otorgan
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Las objeciones desde la dimensión teórica se sustentan en cuestiones

epistemológicas y metodológicas y, en base a éstas, ciertas corrientes se

preguntan acerca de la validez de los criterios que autorizan a pensar que

la conducta delictiva pudiese ser tratada tal como si fuese una cuestión a

ser resuelta por la vía correctiva o terapéutica individual, similar a

cualquier déficit personal. Si los supuestos contenidos en las denominadas

medidas de tratamiento a aplicarse a los condenados permiten imaginar

que interviniendo sobre aspectos puntuales tales como formación

educativa, hábitos y capacitación laboral, relaciones sociales o atención de

la salud psicofísica redundan favorablemente sobre la inserción social,

entonces, implícitamente, se estaría atribuyendo una relación positiva

entre la debilidad que muestran los sujetos en estos aspectos y la conducta

delictiva. Fiel a su sello positivista, el concepto no revela dudas sobre los

factores a los que aparece ligada la conducta delictuosa: las deficiencias

individuales, en carácter de factor, la provocan y –según se desprende del

modelo de intervención diseñado-, superando esas deficiencias se revierte

la situación.

El fenómeno, sin dudas, es mucho más complejo.

incluyéndolo desde los primeros párrafos. La mención no se agota en estas dos, sino que continúa con las
que han surgido relacionadas con ellas -o a partir de sus recomendaciones- y que conservan la inclusión e
importancia del.
Nuestra constitución ha incluido, además y en carácter de ejemplo, el Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos o la Convención Americana de los Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica).
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Si se deja de lado, por ejemplo, la consideración de factores sociales y

culturales que trascienden a las individualidades, entonces resulta

imposible poder aportar una explicación a los crímenes de aquellos que,

contando con cobertura satisfactoria en esos aspectos, incurren en el

delito. ¿Cómo explicar –en esta inteligencia- que la mayoría de los

condenados y procesados por delitos que representaron la violación

sistemática de derechos humanos son individuos que contaban con

formación educativa, inserción laboral, cobertura en el campo de la salud

psicofísica provista por las obras sociales de las fuerzas a las que la mayoría

de ellos pertenecía y, además, contaban con familia, amistades y

reconocimiento social? Y con el mismo ánimo se cuestiona la endeblez que

contiene el concepto tratamiento. ¿Cómo se puede explicar, sin riesgo de

caer en preconceptos, que quienes no cuentan con cobertura satisfactoria

en aquellos planos no necesariamente serán delincuentes?

Desde lo metodológico, no es posible invocar estudios empíricos que

den cuenta de la positiva relación entre tratamiento y reinserción, ya que

la complejidad del fenómeno –común a la que afecta a las cuestiones que

involucran las conductas humanas- torna inviable llevarlos adelante y

alcanzar resultados incuestionables. Explicar conductas o episodios,

estableciendo relaciones causales entre fenómenos, se reserva para

pequeñas situaciones de gran especificidad, con absoluto control de las


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

variables intervinientes y bajo diseño de tipo experimental. Esta

metodología es inaplicable para casos como el que nos ocupa, por lo que se

afirma que si las causas de la conducta delincuencial son materia

conjeturable, las soluciones encuadran en el mismo plano. Son numerosos

y variados los trabajos realizados sobre el tema pero, en la mayoría de

ellos, podemos destacar la prudencia de los autores al momento de valorar

los resultados alcanzados, considerando su alcance parcial.31

Ante esto –ausencia de referencias empíricas-, el tratamiento

penitenciario aparece como una cuestión hipotética o una expresión de

voluntad.

Nadie puede objetar la importancia que tiene apuntalar estos

aspectos (salud, educación, trabajo, vínculos sociales) para contrarrestar la

degradación que acarrea la prisión. Considerarlos con capacidad

resocializante o reinsertante por su mera incorporación es otra cosa y

31
En un libro cuyo autor es el Magister en Criminología Daniel Gorra, se da cuenta de una serie de trabajos
ejecutados sobre el tema que nos permite apreciar el interés y los esfuerzos de una multiplicidad de autores
(páginas 50 y sgtes.), representando este listado sólo una parcialidad, seleccionada seguramente por el
autor por su representatividad y rigor metodológico. En el prolijo trabajo empírico de base cualitativa del
autor de la obra se aborda el problema desde un adecuado recorte temático, trabajando sobre las
expectativas de reinserción de los condenados por un determinado tipo de delito (en este caso, por el delito
de robo). La estrategia metodológica adoptada por el autor y su equipo de colaboradores se plasma en
respuestas modestas y atinadas que revelan la complejidad del fenómeno al afirmar que “(…)la variedad de
elementos y cuestiones de datos determina que el problema de la criminalidad no es una cuestión del
derecho penal.” (pág. 211), para finalizar con una afirmación que corrobora esa complejidad, anotando que
“(…) podemos interpretar que la resocialización comienza desde el sujeto, que va construyendo su propio
plan de recuperación, proyectado hacia la libertad.” (pág. 214) y corroborando implícitamente la necesidad
de contar con acciones complementarias. GORRA, Daniel Gustavo, Resocialización de condenados. Editorial
ASTREA, Buenos Aires, 2013.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

suponerlos en tal carácter peca de insuficiencia. Su innegable valor de

medios inclusivos podría verse opacado por el valor correctivo que se les

adjudica. En ese orden de ideas, las dudas y objeciones se refuerzan

atendiendo a los datos de la realidad que pueden ser considerados como

resultado de la aplicación de tales medidas. El porcentaje de reiterancia

criminal revelaría la insuficiencia del tratamiento y esto lleva a dos

alternativas de explicación, ambas igualmente inquietantes, como son la de

pensar en la ineficiencia de esas medidas o en su falta de aplicación.

Pero la ley no se queda en la sola mención al tratamiento, sino que,

además, lo incorpora a una cadena de términos entre los que establece

una relación cuya comprensión y desentrañamiento implican un desafío.

En una lectura integral de la ley y los reglamentos podemos observar

el vínculo entre tratamiento, reinserción, riesgo, diagnóstico, pronóstico,

calificación de concepto, progresividad del régimen penitenciario y el

impreciso “mayor o menor posibilidad de adecuada reinserción social” al

que se refiere el art. 10132.

La interrelación de los conceptos puede verificarse al observar la que

se presenta entre tratamiento y los restantes.

32
El artículo no fue afectado por las modificaciones propuestas por la ley 27.375, por lo cual mantiene
vigencia nuestro comentario.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Tomándonos la licencia de considerar al tratamiento como eje,

podemos observar que su diseño surge luego de formulado el diagnóstico

y, a partir de su implementación, el destinatario va incorporando pautas

(hábitos laborales, formación educativa, etc.) que posibilitan valorar su

concepto. Éste, a su vez, es ilustrativo para considerar la posibilidad de

adecuada reinserción social que va alcanzando el receptor del tratamiento,

lo que va a determinar su ubicación en una etapa de la progresividad del

régimen penitenciario acorde con la evolución alcanzada y el riesgo que

una eventual libertad implicaría. La lógica se completa al considerar que

quienes reaccionan favorablemente al tratamiento y alcanzan una

avanzada etapa de la progresividad del régimen, se encuentran en

condiciones de reinsertarse adecuadamente en el medio libre.

El tratamiento, entonces, es el cimiento de la lógica de la pena tal

como se la aplica. De ahí su relevancia y la necesidad de infalibilidad y

exactitud que se le exige. Pero el término está lejos de transmitir esas

sensaciones, a pesar de lo cual no dejamos de considerarlo una evolución

frente a una pena de carácter retributivo basada en la lógica del puro

encierro o, directamente, del castigo.

El tratamiento parte de una concepción de base humanística que

confía en la superación del individuo y su potencialidad para vivir en

sociedad respetando derechos ajenos y destierra la figura del


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

irrecuperable. El error consiste en pensar que el término encuadra en una

ideología correctiva o disciplinadora y que su adhesión implica una

obligación. El texto del artículo alude a ciertas obligatoriedades y el

principio progresivo es también coherente con esto, al ligar los avances por

los estadios de la progresividad con el cumplimiento de los objetivos que

son metas del tratamiento. A nuestro entender, constituye una expresión

de respeto por la voluntad del condenado, relacionada con su proyecto de

vida, y expresa la vigencia de los derechos no afectados por la condena,

pero que, en definitiva, hacer uso de esos derechos o no, corresponde a la

esfera de sus decisiones. Coherente con lo que expresamos, resulta útil

reproducir una frase de Marino BARBERO SANTOS, citado por FERNANDEZ

GARCÍA, Julio (AA.VV., “Manual de Derecho Penitenciario”) que articula al fin

de la pena con los derechos y voluntad del condenado. El autor “(…)

enseñaba que ‹socializar no significa otra cosa que el sujeto lleve en el

futuro una vida sin cometer delito, no que haga suyos los valores de una

sociedad que pretende repudiar›”33

Esta contradicción voluntad/obligación que planteamos reproduce,

en definitiva, la vieja controversia en que se ha debatido la pena durante

un tiempo prolongado y que ha llegado hasta hoy. El encuadre en la lógica

de la seguridad –coherente con el principio de obligatoriedad- versus la

33
Citado por GUILLAMONDEGUI, Luis en Resocialización y Semilibertad. Editorial B de f, Montevideo – Buenos
Aires, 2010, pág. 7
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

lógica humanística de la evolución -basada en el principio de

voluntariedad- es todavía un debate inconcluso y el texto de la ley no logra

superarlo.

La dinámica social y los modestos resultados obtenidos por la aplicación de la ley

son constantes que impulsan la búsqueda de soluciones mediante la corrección de las

normas. La dimensión política está lejos de poder ser considerada irrelevante en estas

propuestas y, prueba de lo que afirmamos, lo constituye la reciente sanción de la ya

reiteradamente mencionada ley 27.375. Esta ley ha incorporado, a través de cuarenta y

dos artículos, una serie de modificaciones que, sintéticamente, torna más riguroso el

régimen de prisión y dificulta tanto a las posibilidades de acceder a solturas anticipadas,

como a la evolución en el régimen progresivo. La podemos considerar como una respuesta

política a demandas provenientes desde diferentes sectores y relacionada con hechos de

repercusión mediática y –por lo tanto- social, antes que fruto de estudios empíricos o de

ensayos teóricos sólidamente sustentados. El declamado propósito de favorecer la

incorporación a instituciones abiertas o semiabiertas, que conserva en la redacción del

artículo 6º que se comentará más adelante, no se compadece con la incorporación de

mayores exigencias en carácter de requisitos, sobre todo si tomamos en cuenta que esas

medidas acarrearán34 como correlato el aumento de la población de encarcelados, el

consiguiente hacinamiento y, consecuentemente, el aumento de conflictos. Estos hechos

obstaculizan cualquier intento de los condenados de cumplir con las medidas de

34
Insistimos en que la vigencia de las nuevas medidas alcanzará a aquellos que hayan sido condenados con
posterioridad a la sanción de la ley.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

tratamiento fijadas –o, sencillamente, hacer conducta, en la perspectiva lógica reflejada

en el argot del encerrado- que derivan en la concentración de internos en las etapas

iniciales de la progresividad del régimen penitenciario. Cuando hablamos sobre el

incremento de requisitos nos referimos, básicamente, a la extensión de los plazos

temporales para la incorporación al período de Prueba o a la modalidad de las salidas

transitorias y régimen de semilibertad, pero también al incremento de las calificaciones

exigidas en la conducta y concepto, a las nuevas figuras delictuales previstas en el artículo

56 bis que impiden el acceso a las etapas más avanzadas del régimen progresivo o,

incluso, a la previsión incluida en el artículo 11 bis, que incorpora a la víctima en carácter

de actor con derecho no sólo a ser informado, sino además a emitir opinión (y todo cuanto

estime conveniente, abunda el texto, sin extenderse en precisiones sobre esto) respecto

de la incorporación a etapas del régimen que implican formas de libertad ambulatoria o

autogobierno35.

Daremos nuestro punto de vista sobre alguna de estas cuestiones. El progreso en

las calificaciones en el ítem Concepto –vinculado directamente con el concepto

tratamiento- se basa en la serie de actitudes relacionadas con la adquisición de hábitos y

capacidades que permitan inferir una superación personal. El desarrollo de esas

capacidades –en general, relacionadas con actividades formativas tanto en el plano

35
No queda claro el alcance que tiene la intervención de la víctima o el de los peritos y representantes que
él designara para –por ejemplo- los casos en que el condenado tramite su libertad condicional, o aquellos de
condenados encuadrados en los artículos 128 tercer párrafo, 129 segundo párrafo y 131 del C.P cuya
incorporación al régimen de salidas transitorias se tramita. Entendemos que implica la obligación de que el
juez de ejecución tome en cuenta la opinión al momento de resolver la situación.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

educativo como en el profesional, o con programas del área de la salud mental- tiene

relación directa con la oferta institucional en este aspecto. La operatoria es sencilla: el

interno solicita ser incorporado a alguno de esos programas, se evalúan sus condiciones,

se fijan los objetivos y se lo integra. La evolución en esos planos se plasma en las

calificaciones, particularmente en la de concepto. Ahora bien, para esto, hace falta

personal para cumplimentar las tareas básicas, como son las de esclarecer al interno en

estos aspectos, informándolo y –en lo posible- estimulándolo a partir de sus intenciones y

aptitudes, que desarrolle tareas concretas de formación y asistencia, y –equiparado en

importancia- personal con capacidad y condiciones suficientes para evaluar sus eventuales

progresos o estancamientos. También hace falta para el desarrollo de los programas la

disponibilidad de recursos a nivel infraestructural en las unidades carcelarias (espacios,

maquinaria, recursos de todo tipo, etc.). Es decir, recursos humanos y materiales. Si, tal

como prevemos, la aplicación de las nuevas medidas traerá como consecuencia el

aumento del número de detenidos, entonces la escasez de recursos se tornará dramática

y las consecuencias que podemos visualizar son, a priori, dos: un cada vez mayor número

de reincidentes y la siempre oportuna solución de construir nuevos establecimientos.

Hasta tanto esto no ocurra, y más allá de su ocurrencia, la ley modificada obligará a

diseñar nuevos programas de tratamiento (los que, evidentemente, no contemplen el

principio de reintegro gradual al medio libre) para aquellos internos que, encuadrados en

las figuras expuestas en el artículo 56 bis, pierdan la expectativa de acceder a algunas

formas de libertad tiempo antes del agotamiento de la pena. Todo un desafío.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La modificación del texto del artículo que comentamos, a partir de la sustitución

propuesta en la 27.375, no lo altera en gran medida

La diferencia con la redacción del anterior se presenta en los párrafos tercero y

cuarto, más allá de una modificación sintáctica en el primero de ellos. En este se

reemplaza una conjunción por una coma, a partir de lo cual podemos inferir que pretende

aclarar que debe programarse e individualizarse la forma del cumplimiento obligatorio de

las normas que regulan tanto la convivencia como la disciplina y el trabajo. Nada

sustancial ni relevante.

En el tercer párrafo el texto difiere y agrega al egreso otro objetivo del tratamiento

para el que deberán tomarse en cuenta las condiciones personales del condenado, sus

intereses y necesidades y se refiere al tiempo durante el que permanece en prisión.

Respecto de la referencia a intereses y necesidades del condenado durante su internación,

es una réplica del texto del artículo 2 del Reglamento de las Modalidades Básicas –todavía

vigente y fuente de parte de las modificaciones de la ley-, por lo que no agrega ni quita

nada al sentido de la redacción del artículo de la ley que, como es lógico, da basamento a

la redacción del artículo de su reglamentación. Se refiere a los resultados de los estudios

que se le realizan durante el período de Observación, en el que se traza un perfil

criminológico y se diseña la serie de medidas que conformarán el Programa de

Tratamiento Individual (P. T. I.) El artículo propuesto se queda a medias tintas entre el

original y lo que reproduce casi textualmente del reglamentario, ya que este utiliza el

adverbio especialmente para referirse a la importancia del egreso, preeminencia que la


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

redacción del modificatorio desecha36. La redacción del proyecto parece asimilar en

importancia a la internación con el egreso cuando, en realidad, la importancia de este

último es incomparable por tratarse de la concreción del propósito de la intervención

institucional.

El tratamiento, entonces, en función de este texto, redunda en que no tendrá

únicamente como propósito influir en el proceso de reinserción social –que, como resulta

obvio y expresáramos, se materializa en el afuera-, sino que contempla también como

objetivo la etapa de internación y –agregamos- casi la equipara en importancia.

Esto promueve como reflexión que los redactores del texto final reiteran la lógica

ya contenida en la normativa anterior de tomar en cuenta las condiciones de los

condenados para el diseño del programa de tratamiento –el medio a través del cual se

logra la aptitud para alcanzar la meta de la reinserción, expresado en términos

mertonianos37-, o –y esto es preocupante- el legislador prevé que la serie de

modificaciones introducidas a la ley traerá como consecuencia la prolongación del tiempo

de encierro de buena parte de los condenados, y aquello que a priori consideramos el

medio para alcanzar la meta de la resocialización –la aplicación de medidas durante el

encierro- se transforma en un fin. Si así fuera, la previsión, antes que prudente, es

alarmante.

36
Transcribimos el artículo 2 del R. M. B. E. (Decreto 393/96): El tratamiento interdisciplinario
individualizado deberá atender a las condiciones personales y a los intereses y necesidades del condenado
durante su internación y muy especialmente para el momento del egreso. (El subrayado nos pertenece)
37
Merton, R. K., Teoría Social y Estructura Social (4 estudios). Editorial Andrés Bello. Chile, 1960
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En lo concerniente al cuarto y último párrafo de la modificación propuesta,

reproduciremos –por coincidir- con lo que expresara el Dr- Sergio Delgado al pedírsele que

exponga, durante una reunión con legisladores del área, su posición frente al proyecto de

modificación de la ley. El Dr. Delgado expuso en función de lo que previamente había

escrito y podemos resumirlo en lo que sigue:

Observaciones:

El texto incorpora la obligación de registrar toda conducta del

condenado para su evaluación penitenciaria y de control social.

Es una propuesta atinada, dado que es aconsejable que el

comportamiento relevante del interno sea debidamente documentado y

empleado para su evaluación penitenciaria durante un tiempo prudencial.

Pero no resulta posible registrar “toda conducta” del interno, sino sólo sus

aspectos relevantes. Y estos registros no pueden emplearse sin límite

temporal. En especial los registros de conductas negativas. De lo contrario,

se estaría descartando toda posibilidad de evolución favorable, dado que

nunca sería posible olvidar el comportamiento anterior. En la ley 12.256 de

la provincia de Buenos Aires, en cambio, para favorecer la enmienda de los

internos, se ha incorporado una modalidad de caducidad del registro de las

sanciones disciplinarias. Tampoco tiene sentido registrar secretamente

dicha información. Debe serle comunicada al interesado y a su defensa.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Reiteramos que, según nuestra interpretación, las modificaciones en la ley

representan un endurecimiento de las condiciones en que se ejecutará la pena de

encierro, agregando, relacionada con nuestra observación, la modificación que el mismo

grupo de legisladores incorpora al texto del artículo sexto. En este artículo –más allá de los

comentarios que merezca de parte de otro autor- advertimos un regreso al anterior

sentido obligatorio que contiene la adhesión al tratamiento expuesto en la L. P. N., que en

la redacción actual no figura en forma expresa –aunque, como expusiéramos antes,

podríamos interpretarlo en tal condición- pero que el texto lo dice sin adornos. El artículo

sexto termina su redacción incorporando el siguiente parágrafo: “Las acciones a adoptar

para su desarrollo (se refiere al programa de tratamiento interdisciplinario

individualizado) deberán estar dirigidas a lograr el interés, la comprensión y la activa

participación del interno. La ausencia de ello será un obstáculo para el progreso en el

cumplimiento de la pena y los beneficios que esta acuerda.” (subrayado nuestro). A la

explícita obligatoriedad de acatamiento de las acciones que, en carácter de tratamiento,

se adopten para él, se incorpora el calificativo beneficios referido a los derechos que la ley

concede.

Dejando de lado la referencia a las modificaciones producidas, que consideramos

preocupantes por insistir sobre cuestiones ya largamente probadas, refutadas y

descartadas, como son el endurecimiento de las condiciones de detención, la inclusión de

nuevas figuras penales que impiden el acceso a las etapas más elevadas del régimen de la

pena, o la imposición de requisitos de difícil obtención para poder usufructuar derechos


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

previstos, pasaremos a hacer una breve referencia a la inclusión del término tratamiento

en otras legislaciones.

Similitudes con otras legislaciones en la materia

Tomaremos para nuestro análisis, como marco bibliográfico, la publicación

Legislación Penitenciaria y de Ejecución Penal en el Derecho Comparado 38, que contiene la

ley que rige en Alemania (Ley sobre la Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad y de las

Medidas Privativas de Libertad, de Mejoramiento y Seguridad), Bolivia (Ley de Ejecución

Penal y Supervisión –Ley N° 2.298/2001), Brasil (Lei de Execucao Penal –Lei 7.210/1984), El

Salvador (Ley Penitenciaria –Decreto N° 1.027/1997), España (Ley Orgánica General

Penitenciaria –Ley N° 1/1.979. Ley Orgánica 13/1.995, sobre modificación de la Ley

Orgánica General Penitenciaria), Guatemala (Proyecto de Ley del Sistema Nacional de

Reinserción Social), Nicaragua (Ley de Régimen penitenciario y Ejecucón de la Pena –Ley

473/2003), Perú (Código de Ejecución Penal –Decreto Legislativo N° 654/1.991). A partir

de ese material, presentaremos una breve referencia al concepto tratamiento en cada una

de esas leyes.

ALEMANIA. Contiene el concepto. Artículo 6°: Estudio del tratamiento.

Participación del recluso. “El estudio abarca el conocimiento de las circunstancias que sean

necesarias para un tratamiento planificado del recluso en el régimen penitenciario durante

la ejecución y para la integración posterior a su puesta en libertad.”

38
http://www.bivica.org/upload/ag_legislacion-penitenciaria.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

BOLIVIA. Incluye el concepto. El artículo 13 lo relaciona con la infraestructura y el

hacinamiento y su texto es el siguiente: Artículo 13 (No hacinamiento). “El Estado

garantizará que los establecimientos penitenciarios cuenten con la infraestructura mínima

adecuada para la custodia y el tratamiento de los internos.” Previo a este, y relacionado,

encontramos el Artículo 10 (Progresividad): “La ejecución de la pena se basa en el sistema

progresivo que promueve la preparación del interno para su reinserción social. (…) El

avance en la progresividad dependerá del cumplimiento satisfactorio de los programas de

educación y trabajo así como de la observancia del régimen disciplinario”.

BRASIL. Encontramos el concepto en el punto XII del artículo 41. En el marco de la

enumeración de los derechos de los detenidos, se menciona al tratamiento. Traducido, el

texto garantiza XII . Igualdad de tratamiento, relacionado con las exigencias de

individualización de la pena. Se retoma el término en el capítulo VI (Del hospital de

custodia y tratamiento psiquiátrico), pero su connotación se liga a la salud -más

precisamente, a la salud mental-. Ratificado tal sentido en la redacción de los artículos

108, 120. II, 172, 173 y 184 Previo al apartado del artículo 41 que mencionamos, la ley

menciona la clasificación de la que serán objetos los presos condenados a pena privativa

de libertad, a fin de individualizar la ejecución de la pena (Artículo 8°)

EL SALVADOR. El término tratamiento lo encontramos por primera vez en el punto

13 del artículo 9 Derechos de los internos. En esto resulta coincidente con la legislación de

Brasil, ya que aparece también entre los derechos y establece como derecho “A que las

decisiones que se le apliquen referentes al régimen, tratamiento y beneficios penitenciarios


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

se fundamenten en criterios técnicos-científicos (…)”. Dos artículos anteriores se

relacionan con la finalidad de la pena: Finalidad de la ejecución. Art. 2.- “La ejecución de la

pena deberá proporcionar al condenado condiciones favorables a su desarrollo personal,

que le permitan una armónica integración a la vida social al momento de recobrar su

libertad.” El siguiente artículo es el correspondiente a Función de las instituciones

penitenciarias. Art. 3.-“ Las instituciones penitenciarias establecidas en la presente Ley,

tienen por misión fundamental procurar la readaptación social de los condenados y la

prevención de los delitos (…)”. Sucesivas referencias al término permiten inferir su relación

con la readaptación. El artículo 27, por ejemplo, menciona la individualización de los

tratamientos a cargo de un Consejo Criminológico Nacional y, al referirse a la tarea de los

Consejos Criminológicos Regionales, prevé como una de sus funciones “Determinar el

régimen de ejecuciones de la pena y medidas de seguridad, así como el tratamiento de

cada penado según sus necesidades”. (Art. 31, 2)

ESPAÑA. Encontramos el concepto en la Ley Orgánica General Penitenciaria en el

artículo 4.1. “Se procurará fomentar la colaboración de los internos en el tratamiento

penitenciario con arreglo a las técnicas y métodos que les sean prescritos en función del

diagnóstico individualizado.” Relacionado con él, podemos encontrar el texto del artículo

1º: “Las instituciones penitenciarias reguladas en la presente Ley tienen como fin

primordial la reeducación y la reinserción social de los sentenciados a penas y medidas

penales privativas de la libertad (…)”. Nuevas referencias y en similar sentido,

encontramos en los artículo 16, 19, y en varios artículos del capítulo de Trabajo. En este,
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

se otorga el carácter de elemento fundamental del tratamiento a la actividad laboral, la

que es considerada tanto un derecho como un deber.

GUATEMALA. Encontramos la primera referencia al término en el capítulo 2

Centros de reinserción social. Clases. En este capítulo se presenta la composición del

Sistema Nacional de Reinserción Social según los tipos de establecimientos. Se menciona

al tratamiento en el punto correspondiente a los Centros de Reinserción Social. Secciones.

La referencia le adjudica similar connotación al contenido en nuestra L. E. P. P. L.. El texto

es el siguiente: “En cada Centro de Reinserción Social existirán las secciones adecuadas

para favorecer el normal desarrollo de la personalidad de los reclusos, con aportación de

diversas ciencias y disciplinas orientadas a su reinserción social, teniendo en cuenta las

circunstancias personales de cada recluso. Estas secciones deberán estar debidamente

equipadas, para la mejor individualización del tratamiento, tomando en cuenta las

condiciones de cada medio y las posibilidades presupuestarias.”

NICARAGUA. El artículo 1 Objeto, fija que “(…) La ejecución de la pena tiene como

finalidad primordial la reeducación y reinserción del privado de libertad a las actividades

de la sociedad.” En el artículo 3 Actuación del Sistema Penitenciario Nacional, ratifica el fin

de la pena y otorga a la institución penitenciaria la responsabilidad en su ejecución. La

referencia al tratamiento aparece por primera vez en el texto del artículo 13. 1) 1.3.

fijando entre sus funciones “Presentar al Ministro de Gobernación proyectos y propuestas

de reformas legales y sociales vinculadas al tratamiento del interno, así como a la

prevención del delito en el interior de los centros penitenciarios. En el mismo artículo,


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

punto 2.4, se hace vuelve a hacer referencia al término y se lo retoma al ubicarlo entre las

tareas de los equipos interdisciplinarios, integrados por el Director del Centro

penitenciario, el jefe de reeducación (reproducido textualmente), Psicólogos,

Trabajadores sociales, Sociólogos y Médicos. En el artículo se menciona el derecho de

cada interno a interponer peticiones y/o quejas ante el juez de ejecución de la pena.

PERÚ. En la Exposición de Motivos. Antecedentes. del Código de Ejecución Penal se

entrecomilla la frase “El régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación,

rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad, de acuerdo con el Código de

Ejecución Penal”. El texto corresponde a parte del artículo 234 de la Constitución Política

de 1979 y, a continuación, establece que el Código “(…) diseña un nuevo Sistema

Penitenciario que, teniendo como premisa el reconocimiento jurídico y el respeto a la

persona del interno, persigue como objetivo fundamental la resocialización del penado a

través de un tratamiento científico.” Toma como basamento las reglas mínimas para el

tratamiento de los delincuentes (aprobadas por el I Congreso de las Naciones Unidas

sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente y sus modificatorias. Vuelve a

referirse al concepto al mencionar el derecho del interno “(…) a ocupar un ambiente

adecuado que permita la realización del tratamiento penitenciario.” En este marco,

destaca que la disciplina penitenciaria no constituye un fin en sí mismo, sino que es una

condición para favorecer el tratamiento.

En esta simple muestra podemos advertir la coherencia de la legislación y el uso

extendido del término. La influencia de los tratados es notoria y el fenómeno toma a


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

forma durante los años 70, cuestión esta que es destacada por Baratta quien, centrado en

las reformas italiana y alemana, afirma que la reforma “(…) sucedió bajo el signo de la

resocialización o del tratamiento reeducativo y resocializador como finalidad de la

pena.”39. El tratamiento, sobre cuya finalidad pedagógica, correctiva o curativa ya nos

hemos referido en forma crítica, representa, no obstante, una buena batería de

herramientas de inclusión y constituye un indicador de evolución de los sistemas

penitenciarios frente a los modelos basados en el puro encierro. Resta, de cualquier

modo, mucho camino por recorrer.

39
Resocialización o control social. Por un concepto crítico de “reintegración social” del condenado. Ponencia
presentada en el Seminario Criminología crítica y sistema penal”, organizado por Comisión Andina Juristas y
la Comisión Episcopal de Acción Social, en Lima, del 17 al 21 de Septiembre de 1990.
http://www.inau.gub.uy/biblioteca/Resocializacion.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

BIBLIOGRAFIA

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social” del condenado. Ponencia presentada en el Seminario Criminología crítica y sistema

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Artículo 8

Camila Petrone

1. Transcripción del texto legal en comentario.

Art. 8. Las normas de ejecución serán aplicadas sin establecer discriminación o

distingo alguno en razón de raza, sexo, idioma, religión, ideología, condición social o

cualquier otra circunstancia. Las únicas diferencias obedecerán al tratamiento

individualizado.

2. Antecedentes legislativos, historia del instituto penitenciario correspondiente.

En nuestro ordenamiento jurídico, la primer norma que parece haber instaurado el

principio de igualdad o de no discriminación es el artículo 16 de nuestra Constitución

Nacional, en tanto establece que todos los habitantes de la República Argentina son

iguales ante la ley. Demás está decir que nuestra Constitución Nacional aplica, por

igual, a todos los habitantes de la Nación Argentina que por ella se rigen y es, en este

sentido, que entiendo que ello aplica también al ámbito penitenciario.

En lo que respecta, estrictamente, a las normas de ejecución de la pena privativa de

la libertad, el primer antecedente directo del presente artículo surge del decreto

412/58, dictado en el gobierno de facto de Aramburu, al poco tiempo de la adopción


por parte de las Naciones Unidas de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los

Reclusos, de las cuales surge el antecedente inmediato internacional de la presente

norma. Así, el artículo 4º de aquel decreto-ley, establecía que: “Las normas de

ejecución que contiene esta ley y las reglamentaciones que se dicten en consecuencia,

serán aplicadas sin hacer entre los internos otras discriminaciones o diferencias que

las resultantes del tratamiento individualizado a que deben estar sometidos”.

En 1996, se adoptó el Reglamento General de Procesados (en adelante R.G.P.),

antecedente inmediato de la presente ley, en cuyos fundamentos se planteaba su

objetivo: “…posibilitar al interno procesado condiciones que hagan de su detención

preventiva un período útil para sí y para la sociedad, con pleno ejercicio de sus

derechos a la salud, a la educación, al trabajo, al mantenimiento y afianzamiento de

los lazos familiares y sociales, a la libertad de pensamiento y a la información…”.1

Allí se incorporó, en el artículo 10º, una norma muy similar respecto de la igualdad

de trato para quienes se encuentren contemplados por la presente ley. Así, el

artículo de mención establecía que: “Las disposiciones de este reglamento serán

aplicadas sin hacer entre los internos otras discriminaciones o diferencias que las que

resulten del trato individualizado aplicable.”

Al sancionarse, en julio de 1996, la Ley 24.660 de ejecución de la pena privativa de la

libertad se incorporó, en el Capítulo I, en artículo bajo análisis. En el capítulo

1. Boletín Oficial, ejemplar 28.366, del 1/4/96, p. 1/2.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

mencionado se intentó plasmar el principio de reserva consagrado en el artículo 19

de nuestra Constitución Nacional reconociéndole al condenado sus derechos

inalienables “…a la vez que se ratifica su obligación de cumplir con todos los deberes

que su situación le permita y con las obligaciones que su condición legalmente le

impone.”2 Así, el texto propuesto -que fue posteriormente aprobado e

implementado- “…ratifica el respeto a la dignidad humana, a los derechos de los

condenados y el rechazo enfático de todo tipo de discriminación (…) en consecuencia

de los mandatos constitucionales, de los principios de igualdad y humanización en el

cumplimiento del encierro de los detenidos y de los contenidos de los convenios,

pactos y declaraciones universales y regionales…3.

3. Antecedentes, similitudes y divergencias en derecho comparado.

Las cuestiones relativas a la aplicación igualitaria y no discriminatoria de las normas

de ejecución de la pena aparecen como problemáticas en distintos lugares del

mundo, sobre todo en América Latina, donde la situación carcelaria suele ser

bastante similar.

2. Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 46ª reunión, 1ª Sesión Ordinaria de


Prórroga, 7 y 8 de diciembre de 1995, p. 5686.

3. Ob. cit.
Por ejemplo, en el sistema penitenciario cubano, la categoría de género ha sido

incluida desde hace muy poco tiempo en el marco de las problemáticas

penitenciarias, a pesar de que la Constitución de aquel país establece, en sus

artículos 41 a 44 la igualdad de derechos y deberes de todos los ciudadanos y

establece que no será posible propinar un trato distinto por motivos de “sexo, color

de piel, raza, origen nacional, creencias religiosas y cualquier otra forma lesiva a la

dignidad humana”4 y, en el artículo 44 in fine, además, se dispone la obligación

estatal de “esforzarse” para crear las condiciones necesarias para materializar el

principio de igualdad.

De todas formas, quienes estudian la temática afirman que “…la categoría género ha

tenido una ínfima influencia en el sistema penitenciario cubano, pues la ubicación de

la mujer en la norma penitenciaria ha sido casi nula, al no distinguir el tratamiento

individualizado que se le debe dar a esta, limitándose solo a normar la separación de

ambos sexos en el período de reclusión…”5. De esta manera, en lo que respecta a la

cuestión de género, ello sólo se ve reflejado en el sistema penitenciario cubano al

cumplir con lo dispuesto por el art. 30, apartado N° 8 del Código Penal de aquel país

4. HUERTAS DÍAZ, O. et al. Categoría de género y su incursión en el sistema penitenciario cubano. Justicia
Juris, 11(2), 19-29

5. HUERTAS DÍAZ, O et al (2015). Categoría de género y su incursión en el sistema penitenciario cubano.


Justicia Juris, 11(2), 19-29
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

que dispone el cumplimiento de la pena de prisión de hombres y mujeres por

separado.

El problema de que aquel ordenamiento se limite a cumplir con el alojamiento de las

personas privadas de libertad en establecimientos separados deja de lado cuestiones

inherentes a la vida de una mujer en prisión, como por ejemplo los casos de

embarazos, los partos, la crianza de los hijos, entre otros.

Al mismo tiempo que las cuestiones mencionadas se dejan de lado, se advierte

patentemente la discriminación hacia las mujeres, quienes reciben tratos

discriminatorios que se reflejan, por ejemplo, en un menor número de visitas (sobre

todo “visitas íntimas”) y en el hecho de que se les permitan menos llamadas

telefónicas que a los hombres, a lo que se le suman los episodios de violencia

institucional y agresiones sexuales que sufren a menudo por parte de los operarios

penitenciarios6.

Si bien las problemáticas reseñadas en el caso cubano y el colombiano suelen

repetirse a lo largo de América Latina, cabe destacar la existencia de cierta

jurisprudencia que hace eco de los tratados internacionales, como es el caso del

Tribunal Constitucional de Costa Rica, que ha resaltado que el privado de libertad es

una persona que no está excluida de la comunidad jurídica, sino que, “…en una

democracia, el delincuente no deja, por el solo hecho de haber sido condenado, de

6. Ob. Cit.
ser sujeto de derechos, algunos se le restringen como consecuencia de la condena,

pero deben permitírseles todos los demás…”7.

En Colombia, un estudio destinado a analizar, desde una perspectiva de género,

“…los principales aspectos sociojurídicos relativos a las mujeres y a las madres

reclusas (e infancia) en Colombia, a partir de los marcos internacionales de derechos

humanos, de derecho constitucional y de derecho penitenciario…”8, desarrollado a

partir de la promulgación de una nueva ley, en enero de 2014 que a penas

desarrollaba este tema, determinó la necesidad de implementar nuevas políticas con

enfoque de género, por entender que “…la legislación y el mundo penitenciario son

realidades sexistas y masculinizadas…”9.

La problemática de género en el ámbito penitenciario, que se replica de diferentes

formas a lo largo del mundo, lleva a la necesidad de tomar medidas de igualdad no

sólo en casos de discriminación o aplicación desigual de las normas fundado en el

género sino en cualquier trato que, por cualquier motivo, implique una desigualdad

infundada o discriminación.

7. Revista de Ciencias Penales, Costa Rica, Nov. 2000., Jurisprudencia Voto 1261-90. Cf.mora/navarro
disponible en http://w1.cejamericas.org/index.php/biblioteca/biblioteca-virtual/doc_view/783-el-
juez-de-la-ejecuci%C3%B3n-penal.html (29/04/2017).

8. POZO, F. J. & MARTÍNEZ, J. A. (2015). Retos del tratamiento penitenciario en Colombia: enfoque y
acción diferencial de género desde la perspectiva internacional. Revista Criminalidad, 57 (1): 9-25.

9. SMART, C. The woman of legal discourse (pp. 772-778). En Tim Newburn. Key Readings in
Criminology. London: Willian Publishing, 2009.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por su parte, en lo que respecta al trato desigual fundado en motivos de género,

España ha desarrollado un programa de “Igualdad entre mujeres y hombres en el

ámbito penitenciario” en el marco del cual ha creado las llamadas “unidades

externas de madres (UDM)” 10 que facilitan el contacto y el encuentro familiar, el cual

se ve mermado por el encarcelamiento, y, aún, de forma más gravosa en el caso de

las mujeres11. Es, en este punto, que la política penitenciaria española se vuelve

referente a nivel mundial en tanto incluye, dentro del tratamiento penitenciario tres

alternativas que son: “a) unidades dependientes de madres (UDM) (…)ubicadas fuera

del recinto de los centros penitenciarios, preferentemente en viviendas ordinarias del

entorno (…) b) Unidades externas de madres (UEM) (…) (que) suponen el desarrollo

ambiental e infraestructural pionero del espacio materno-filial penitenciario (…) c)

Establecimiento o departamento mixto…”12. Esta última alternativa ayuda a cumplir

con la Ley Orgánica General Penitenciaria española (LOGP) que en su art. 16

establece que “los hombres y las mujeres deberán estar separados, salvo en los

supuestos excepcionales que reglamentariamente se determinen”, excepción que se

concreta a su vez en el art. 99.3 del Reglamento Pentenciario, que dispone que

10. POZO, F. J. & MARTÍNEZ, J. A. (2015). Retos del tratamiento penitenciario en Colombia: enfoque y
acción diferencial de género desde la perspectiva internacional. Revista Criminalidad, 57 (1): 9-25

11. Instituto de la Mujer (2005). Realidad social de las mujeres sin techo, prostitutas, ex reclusas
y drogodependientes de España. Madrid: Instituto de la Mujer.
12. POZO, F. J. & MARTÍNEZ, J. A. (2015). Retos del tratamiento penitenciario en Colombia: enfoque y
acción diferencial de género desde la perspectiva internacional. Revista Criminalidad, 57 (1): 9-25
“excepcionalmente, hombres y mujeres podrán compartir un mismo departamento

previo consentimiento de unos y otras y siempre que reúnan los requisitos regulados

en el cap. III del título VII RP” (Ley Orgánica 1/1979), es decir, “…para ejecutar

programas específicos de tratamiento o para evitar la desestructuración familiar,

establecer, para grupos determinados de población penitenciaria, centros o

departamentos mixtos donde indistintamente puedan ser destinados hombres y

mujeres…”.13

4. Datos empíricos que confronten críticamente la dimensión del ser (informes

oficiales, de la Procuración penitenciaria, de ONGS, visitas de organismos

internacionales, o trabajos académicos en el campo de las ciencias sociales).

Desde el año 2011, la Procuración Penitenciaria de la Nación (en adelante PPN) ha

prestado especial atención a ciertos grupos que sufren un “especial grado de

sobrevulneración” dentro de las cárceles, como es el caso de las mujeres, el colectivo

LGBTI, los niños y jóvenes, los extranjeros y las personas con discapacidad. A partir

de un estudio detallado de estos casos puntuales han llegado a conclusiones que

permiten vislumbrar que la norma contemplada en el artículo bajo examen no es

siempre puesta en práctica.

13. Ob. Cit.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En el caso de los llamados “jóvenes adultos” -es decir, personas de entre 21 y 25

años-, se ve claramente en el informe de la PPN correspondiente al año 2015 que no

gozan del mismo trato que los internos “adultos”, ya que, como los complejos

penitenciarios de adultos se encontraban sobrepasados, “…se generaba un ‘cuello de

botella’ en las unidades de jóvenes que genera que los detenidos que cumplen 21

años y están en condiciones de pasar a cárceles para adultos no sean trasladados,

imposibilitando por ello la liberación de plazas a través de esa vía…”14.

Así las cosas, el informe pone de manifiesto que en el complejo penitenciario

destinados a jóvenes adultos (CFJA) en Marcos Paz, provincia de Buenos Aires, el

hacinamiento y la sobrepoblación han conllevado un recrudecimiento de la violencia

para este grupo específico, cuyo destino en un complejo específico supone una

especial protección, que no es la existente en los hechos.

De esta forma, no sólo se dificulta el acceso a la educación y al trabajo de los jóvenes

adultos sino que, además, los detenidos sancionados, junto con aquellos “recién

llegados” que no logran adaptarse al régimen preexistente del pabellón que les

corresponda, son alojados en un pabellón específico en el cual se encuentran

aislados 23 horas del día con una sola salida nocturna -horario que, lógicamente,

impide toda comunicación con defensores, juzgados, etc.- En el caso de los jóvenes

14. Informe de la Procuración Penitenciaria de la Nación, año 2015.


adultos, entonces, mientras que el paso por este pabellón debiera ser transitorio, la

sobrepoblación ocasiona que permanezcan allí durante meses, bajo un régimen de

aislamiento.

A la vez, a diferencia de los complejos destinados a adultos, el CFJA no cuenta con

sectores especiales destinados para jóvenes con medida de resguardo, lo que ha

llevado a que, en uno de sus pabellones, en el año 2015, dos jóvenes detenidos por

delitos contra la integridad sexual sufrieran diversas agresiones asociadas al delito

imputado. Así, por no disponer de un sector de alojamiento especial, estos dos

jóvenes -como muchos otros- fueron sometidos al ya mencionado régimen de

aislamiento en celda propia durante 23 horas diarias, por no contar con lugares

específicos destinados a resguardar su integridad física, privándolos, así, de derechos

fundamentales como la educación y el trabajo.

En lo que respecta a esto último, el informe advierte que muchos jóvenes adultos

pasan dos o tres años sin trabajar, debido a la escasa oferta y a la “excusa” de su

falta de D.N.I. o CUIL, circunstancia que resulta muy frecuente y que, en realidad, no

debiera hacerlo, ya que su tramitación es una obligación del Estado al privar de

libertad a una persona.

En lo que respecta a las mujeres, el mismo informe de la P.P.N. permite vislumbrar,

también, distinciones en el trato basadas en el sexo de las privadas de libertad.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Un claro ejemplo de ello es el aislamiento nocturno en el pabellón destinado al

funcionamiento del dispositivo “Prisma”, ubicado en el Complejo Penitenciario

Federal IV –Ex “Unidad 3-, donde las privadas de libertad no cuentan con baños al

interior de las celdas, cuyas puertas se cierran de noche, obligándolas “…a solicitar su

apertura a la guardia para poder utilizar los sanitarios. Este pedido no siempre es

atendido, y, consecuentemente, en varias oportunidades las mujeres deben hacer

sus necesidades dentro de las celdas, debido a la falta de funcionamiento de los

timbres internos. El pabellón cuenta con cámaras de seguridad dentro de las celdas y

en las áreas comunes. Las imágenes son monitoreadas por el personal

penitenciario…”15.

Esto último, por más simple y nimio que parezca implica, en realidad, un

agravamiento de las condiciones de detención e, incluso, podría fundamentarse que

constituye una “vejación”, ya que se vulneran los derechos a la integridad física y a la

dignidad, limitando indebidamente la autonomía de las internas y colocándolas en

una situación humillante frente a los operarios del S.P.F., máxime si se tiene en

cuenta que allí se encuentran alojadas mujeres con padecimientos mentales.

Párrafo aparte merecen las vejatorias e invasivas requisas de las que son víctimas las

mujeres alojadas en los complejos del S.P.F. –como es el caso del Complejo IV-, las

cuales se llevan a cabo exponiendo el cuerpo a distintos niveles, implicando el

15. Ibid..
ejercicio de violencia sexual, sólo por tratarse de personas de sexo femenino en lugar

de utilizar, para ello, los dispositivos electrónicos que fueron instalados en el S.P.F. a

fin de cumplir con los estándares internacionales en la materia16.

A ello se le suma el alto nivel de violencia institucional que sufren las mujeres en las

cárceles: por ejemplo, según el mencionado informe de la P.P.N., en el año 2015, el

80% de los episodios de violencia física y torturas en complejos penitenciarios fueron

perpetuados en el Complejo IV de Mujeres del S.P.F., aumentando así la cantidad de

situaciones de violencia institucional en complejos penitenciarios con víctimas de

sexo femenino.

Por otro lado, más violencia se registra aún en los casos de mujeres embarazadas

alojadas en complejos penitenciarios, como fue el caso de la Unidad N° 31 del S.P.F. –

donde se alojan mujeres con “buena conducta”, embarazadas y/o con hijos menores

de cuatro años- y que era considerada como una “cárcel modelo” hasta que en el

año 2014 se decidió el traslado a aquel complejo de hombres detenidos por

crímenes de lesa humanidad, a fin de solucionar cuestiones de sobrepoblación en

cárceles masculinas vulnerando, así, los derechos de las mujeres alojadas en la

Unidad N° 31, muchas de las cuales tuvieron que ser trasladadas a otros complejos

penitenciarios.

16. Ibid.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La llamada “violencia obstétrica”, por otro lado, no escapa a los complejos

penitenciarios donde, en los últimos años, se han registrado varios casos de muerte

de privadas de libertad por falta de atención médica, atención deficiente e, incluso,

la muerte de un niño recién nacido al que su madre (una joven de 20 años) dio a luz

por sí sola en su propia celda, ya que la asistencia médica que había solicitado nunca

llegó, a lo que se le suma la violencia y malos tratos que normalmente sufren las

internas embarazadas o que requieren de controles ginecológicos.

El análisis de estos supuestos en el presente artículo responde a lo siguiente: el

S.P.F., innegablemente, se maneja de acuerdo a una lógica machista que coloca a la

mujer en el rol de madre reproductora, afianzando los roles tradicionales de género.

Ello se traduce, a nuestro modo de ver, en un trato discriminatorio y una aplicación

no igualitaria de las normas de ejecución ya que las únicas pasibles de sufrir este tipo

de maltratos son, precisamente, las mujeres.

Otro colectivo que sufre especial violencia y un trato discriminatorio en lo que

respecta a la aplicación de las normas de ejecución de la pena es el LGBTI17. Además

de prácticas discriminatorias fundadas en la identidad de género y maltratos físicos y

psicológicos, en la órbita del S.P.F se suman las requisas vejatorias y la particular

cuestión del alojamiento, que sólo afecta a este grupo: las mujeres transgénero que

no han realizado el cambio registral en sus documentos se encuentran alojado en

17. Ibid.
complejos penitenciarios para hombres lo que implica no sólo un trato

discriminatorio sino también una aplicación desigual de las normas de ejecución ya

que el resto de las mujeres se encuentran alojadas en establecimientos específicos.

Todo ello, afortunadamente, condujo a la Resolución N° 1.721 que creó –en el marco

del S.P.F.- el “Reglamento Interno de la U.R. VI-Anexo alojamiento de internos trans y

homosexuales”, incluyendo un protocolo de registro corporal y de sus pertenencias.

La violencia que –innegablemente- caracteriza al ámbito carcelario se traduce, en el

caso del colectivo LGBTI en prácticas discriminatorias y humillantes, faltas de

reconocimiento de la identidad de género, tormentos psíquicos y otros malos tratos

que incluyen requisas vejatorias llevadas a cabo por personal penitenciario.

Dice el informe de la P.P.N., a modo de conclusión respecto de este tema que: “La

cultura penitenciaria produce y administra las violencias y, a la vez, reproduce los

estigmas de la sociedad”18.

La nacionalidad y el idioma parecen ser, según se desprende del informe de la P.P.N.,

otros dos móviles para la discriminación y el trato desigual en lo que respecta a la

aplicación de las normas de ejecución y, además, se trata de dos supuestos

específicamente contemplados en el artículo bajo examen.

18. Ibid.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Es innegable que en el caso de las personas de nacionalidad extranjera, se trata de

personas en una situación de especial vulnerabilidad por encontrarse privados de

libertad en un país extraño, con otras costumbres, otras normas y –en algunos

supuestos- incluso un idioma desconocido.

Uno de los problemas específicos de este colectivo es la obstaculización de los

vínculos familiares y sociales, lo cual fue detectado por el informe de la P.P.N.

correspondiente al año 2015, en el cual se advirtió que un gran porcentaje de los

extranjeros privados de libertad no tienen contacto con ningún familiar ni amigo, lo

que da cuenta de una aplicación desigual de las normas de ejecución.

Además de el impedimento de las comunicaciones con sus allegados, los extranjeros

privados de libertad encuentran dificultades para acceder a la educación

universitaria, lo que hace que se encuentren inmersos en una suerte de “círculo

vicioso” ya que la Universidad de Buenos Aires –en el ámbito federal- requiere que

los extranjeros que en ella estudien tengan regularizada su situación migratoria pero,

precisamente, quienes están privados de libertad se ven impedidos a realizar aquel

trámite. En consecuencia, se ve vulnerado su derecho a la educación y, además, ello

los imposibilita a cumplir con los objetivos de la pena y, posteriormente, la falta de

estudio los priva de la aplicación de las reducciones en los plazos requeridos para el

avance de las fases y períodos de la progresividad del régimen penitenciario


establecidos por ley19, en lugar de poder acceder a ellos como cualquier otro

condenado.

5. Normas, principios y reglas de DIDH y su interpretación en los organismos de los

sistemas de protección internacional y regional, aplicables al instituto en estudio.

La norma receptada en el presente artículo resalta la aplicación, en el ámbito

penitenciario, de la obligación estatal de respetar los derechos fundamentales de las

personas en un marco de igualdad y no discriminación, basándose en lo dispuesto

por el artículo 1º de la Convención Americana de Derechos Humanos, el artículo 2º.1

del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en la Convención

Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial y

también, en el artículo 6º.1 de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los

Recursos de las Naciones Unidas.

En este sentido, el art. 1.1 de la Convención Americana no sólo establece

obligaciones generales de respeto y garantía sino también una cláusula que prevé

que las personas deben gozar y ejercer “sin discriminación alguna por motivos de

raza, color sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole,

19. Ibid.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición

social” los derechos consagrados en el pacto.20

Por otro lado, en cuanto a lo que debe entenderse por “discriminación”, la Corte

Interamericana ha definido el concepto como aquél que se configura cuando

“…existe una distinción arbitraria, esto es, una distinción carente de justificación

objetiva y razonable.”21.

Por su parte, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) estableció que “…el

principio de igualdad es violado si la distinción no tiene una justificación objetiva y

razonable, es decir, si la distinción es arbitraria.”22

Todo ello nos permite inferir que, de acuerdo a los estándares internacionales, no

todas las distinciones van en contra del derecho a la igualdad y no discriminación,

principalmente en los casos en que existen “…ciertas desigualdades de hecho que

legítimamente pueden traducirse en desigualdades de tratamiento jurídico, sin que

20. A.A.V.V., Convención Americana sobre Derechos Humanos. Comentada, Eudeba- Konrad Adenaur
Stiftung, Berlín 2014, p. 57

21. Corte IDH. Opinión consultiva OC-4/84, párr. 56, Corte IDH. Condición jurídica y derechos humanos
del niño. Opinión Consultiva OC-17/2002 de 28 de agosto de 2002, párr. 46 y Corte IDH. Condición
Jurídica y Derechos dde los migrantes indocumentados. Opinión consultiva OC- 18/03 de septiembre
de 2003, párr. 89.

22. TEDH, Caso “Relating to certain aspects of the laws on the use of languages in Education in
Belgium (merits), 23 de Julio de 1968.
tales situaciones contraríen la justicia. Por el contrario, pueden ser un vehículo para

realizarla o proteger a quienes aparezcan como jurídicamente débiles.”23

Si partimos, entonces, de la idea de que no toda diferencia de trato es

discriminatoria, correspondería, luego, determinar cuáles son las características que

permitirían no vulnerar el derecho a la igualdad. En este sentido, la Corte IDH indicó

que: “No habrá, pues, discriminación, si una distinción de tratamiento está orientada

legítimamente, es decir, si no conduce a situaciones contrarias a la justicia, a la razón

o a la naturaleza de las cosas. De ahí que no pueda afirmarse que exista

discriminación en toda diferencia de tratamiento del Estado frente al individuo…”24.

Por el contrario, la misma Corte IDH definió a las distinciones discriminatorias como

aquellas diferencias de trato que se dan entre dos personas en situaciones análogas

o similares y cuando éstas no tienden a equiparar una desigualdad de hecho.

En cuanto a los estándares internacionales respecto del tratamiento de las personas

privadas de libertad, en particular, cabe recordar que las “Reglas Mínimas para el

Tratamiento de los Reclusos” de la ONU –también conocidas como “Reglas

Mandela”, se basan, a su vez, en los instrumentos internacionales antes

mencionados y trasladan el principio de igualdad y de no discriminación al ámbito

23. Corte IDH. Opinión Consultiva OC-4/84, párr. 56

24. Ibid. Parr. 57


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

penitenciario. De esta forma, la Regla N° 2 postula que “Las reglas que siguen deben

ser aplicadas imparcialmente. No se debe hacer diferencias de trato fundadas en

prejuicios, principalmente de raza, color, sexo, lengua, religión, opinión política o

cualquier otra opinión, de origen nacional o social, fortuna, nacimiento u otra

situación cualquiera…”.

Estas reglas, tal como lo ha afirmado nuestra Suprema Corte en el fallo “Verbitsky”

“…si bien carecen de la misma jerarquía que los tratados incorporados al bloque de

constitucionalidad federal, se han convertido, por vía del art. 18 de la CN, en el

estándar internacional respecto de personas privadas de libertad…”.25

Ahora bien, lo que debiera llamar nuestra atención luego de haber analizado el

tratamiento que dan los organismos internacionales al derecho a la igualdad y no

discriminación es, en primer lugar, que lo establecido en los tratados internacionales,

como es el caso de la Convención Americana de Derechos Humanos, aplica a todas

las personas por igual, sin distinguir respecto de aquéllas privadas de libertad.

Advertimos así, entonces, que es la situación de hecho de las personas privadas de

libertad –es decir, la realidad carcelaria- la que impulsa a añadir en un instrumento

específico, como es el caso de las Reglas Mandela, un derecho del que ya -con

anterioridad y a partir de un instrumento internacional de carácter “general”- debían

gozar.

25. CSJN, “Verbitsky, H. s/ habeas corpus”, 3/05/2005.


Esto es, entonces, lo que ha hecho necesario que esta prohibición de discriminación

arbitraria y su contracara, que es el derecho a la igualdad, sean reiterados en un

instrumento que es de aplicación específica y exclusiva para las personas privadas de

libertad, a fin de asegurar que en su ámbito también rija el principio de igualdad y la

prohibición de trato discriminatorio.

6. Propuesta de interpretación del texto legal confrontando tales datos empíricos,

parámetros constitucionales e internacionales, opiniones doctrinarias y

jurisprudenciales.

La interpretación del presente artículo debe, a nuestro entender, girar en torno a los

derechos de los que efectivamente debiera privarse a las personas condenadas. Para

ello, debemos entender que las condenas de prisión no implican la “muerte civil” del

condenado ni la privación absoluta de todos los derechos sino que, en realidad,

únicamente debiera privárselos de la libertad y, además, no de toda libertad sino

únicamente de la libertad ambulatoria.

En palabras de Zaffaroni, “…el preso es un sujeto de derechos que sólo debería

perder con la condena algunos muy puntuales, como la libertad ambulatoria y, en


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

caso de condenas mayores a tres años, la potestad sobre sus hijos y bienes, mientras

que el resto de los derechos siguen vigentes.”26

En el mismo sentido sostienen Marcos Salt e Iñaki Rivera Beiras que “…La antigua

idea de que las personas a las que el Estado priva de libertad como consecuencia de

una condena penal pierden todos sus derechos y se convierten en objetos sometidos

a la arbitrariedad de la administración es incompatible con el modelo de Estado de

derecho que, precisamente, reconoce entre sus principios fundamentales aquel que

indica que en la relación con los ciudadanos, éste no ejerce su poder de manera

arbitraria…”.27

Esto se ve, además, corroborado por el artículo 2° de la ley bajo análisis en tanto

sostiene que “…las personas privadas de libertad conservan los derechos que no

afectan el cumplimiento de la sentencia condenatoria”.

El mencionado artículo se deriva, a su vez, de principios y garantías constitucionales.

Así, el artículo 18 de nuestra norma suprema prevé el llamado “principio de

legalidad”, que implica no restringir los derechos subjetivos de los privados de

libertad y no penarlo por acciones no previstas legalmente con anterioridad al hecho

delictivo (nula poena sine lege).

26. INECIP, Manual práctico para defenderse de la cárcel, disponible en: http://inecip.org/wp-
content/uploads/Inecip-Manual-Pr%C3%A1ctico-para-Defenderse-de-la-C%C3%A1rcel.pdf

27. SALT, Marcos y RIVERA BEIRAS, Iñaki, Los derechos fundamentales de los reclusos, Editores del Puerto,
Buenos Aires, 2015, p. 178
Por su parte, el artículo 19 in fine consagra el principio de reserva al establecer que

“Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni

privado de lo que ella no prohíbe”, indicando así no se les podrá impedir a las

personas –y, en este caso en particular, a las privadas de libertad- realizar conductas

que no estén expresamente prohibidas por ley.

Una vez aceptado esto, debemos admitir que “…el interno en un centro carcelario es

un sujeto de derechos que, como regla general, será titular de los mismos que las

personas libres (ámbito de reserva) y, como excepción, sufrirá las limitaciones

previstas en el ordenamiento jurídico como inherentes a la resolución judicial que

28
dispuso la medida de encierro carcelario” y todo ello, luego, se ve –o debiera

verse- reflejado en la ley de ejecución de la pena privativa de la libertad.

Luego de analizar que tanto en la Constitución Nacional como en los Tratados

Internacionales existen normas que prevén que los privados de libertad no pierden

aquéllos derechos que no afecten a la condena, podemos concluir que esto aplica,

entonces, para el principio de igualdad y/o prohibición de no discriminación, que

surge tanto de los instrumentos internacionales analizados en el punto anterior

como del artículo 16 de la Constitución Nacional.

28. Ob. Cit., p. 155 y ss.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Ahora bien, si a las personas privadas de libertad no se las priva del derecho a recibir

un trato igualitario y sin discriminación con respecto a las persona que se encuentran

también privadas de libertad –en tanto ello, en forma alguna, afecta al cumplimiento

de la pena- cabe preguntarnos por qué ha resultado necesario replicar la prohibición

de discriminación arbitraria en la ley de ejecución de la pena cuando aquélla ya

debía, en virtud de otras normas –incluso de mayor jerarquía- ser aplicable a los

privados de libertad.

La respuesta que ensayan Marcos Salt e Iñaki Ribera Beiras frente a este interrogante

es que hay dos factores que hacen que los derechos reconocidos sean “ficción” en el

ámbito carcelario. En primer lugar, se refieren a la tenencia a considerar que los

estándares internacionales respecto de los derechos de los que deben gozar los

reclusos no son más que una “declaración de principios” cuyo fin es orientar la

ejecución de la pena, y no una obligación cuyo incumplimiento generaría

responsabilidad estatal; y, por otro lado, los autores plantean la “falta de claridad de

los textos normativos para definir los límites que puede sufrir el interno al ejercicio

de sus derechos”.29

Una vez dicho esto, entonces, vemos la necesidad de que las normas establezcan

cuáles son los derechos que pueden limitarse al momento de la ejecución de la pena

29. Ob. Cit., p. 180


y cuales no. De ser así, veríamos que, en tanto carece de sentido privar a las

personas privadas de libertad de su derecho a recibir un trato igualitario y no

discriminatorio, ni siquiera sería necesaria la existencia del artículo bajo examen en

la ley 24.660.

De todos modos, no caben dudas respecto de la posibilidad de propinar un trato

diferenciado a una persona privada de libertad en relación a otra cuando

efectivamente existan circunstancias que lo ameriten pero el problema radica en

analizar cuándo esta diferencia de trato implica discriminación y cuando no. Vemos,

entonces, que la línea que separa al trato diferenciado fundado de la discriminación

es muy estrecha y que, además, según los artículos 1° y 5° de la ley 24.660, es “…la

autoridad penitenciaria la que deberá evaluar las circunstancias de cada caso en

particular, a los efectos de poder brindar el tratamiento que mejor se ajuste a las

condiciones personales del causante.”30

El problema que se presenta con esta última información, a nuestro modo de ver,

radica en dejar estas cuestiones, como la determinación del tratamiento que mejor

se ajuste a cada caso, librado a las decisiones eventualmente arbitraria de los

operarios del Servicio Penitenciario Federal, en lugar de que se trate de una decisión

judicial que permitiría un mayor control y revisión en caso de ser necesario.

30. LÓPEZ, Axel y MACHADO, Ricardo, Análisis del régimen de ejecución penal, Fabián Di Plácido Editores,
Segunda Edición Actualizada y Ampliada, Buenos Aires, 2014, p. 77.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

7. Reglamentación administrativa del texto legal, o bien estructuras institucionales

o administrativas diseñadas para la implementación de la norma.

En diciembre del año 2012, la Defensora General de la Nación y las máximas

autoridades de la Procuración Penitenciaria de la Nación y del Servicio Penitenciario

Federal redactaron el “Protocolo para la Implementación del Resguardo de Personas

en Situación de Especial Vulnerabilidad” para que sean aplicadas en unidades

carcelarias del S.P.F.

El puntapié inicial fue un expediente judicial iniciado en octubre de 2010 a partir de

un habeas corpus correctivo presentado por la PPN por el aislamiento prolongado al

que se sometía a los detenidos con medida de Resguardo de la Integridad Física

(R.I.F.). Así, en diciembre de 2012 la PPN, el SPF y la DGN presentaron a

consideración del Juzgado Federal Nº 1 de Lomas de Zamora el texto del Protocolo

consensuado entre las tres instituciones y otras organizaciones de la sociedad civil.

Posteriormente, el protocolo fue homologado por el Juez a cargo del juzgado

mencionado, disponiendo así su implementación.

Esto funcionó como un reconocimiento, a partir de denuncias llevadas a cabo por la

Procuración Penitenciaria de la Nación, de la situación especial en la que se

encontraban algunas de las personas privadas de libertad y respecto de las cuáles sí


corresponde que el trato que se les brinde sea distinto a fin de, precisamente,

intentar colocarlos en una situación de igualdad frente a los demás.

El Protocolo prevé las distintas situaciones que podrían llevar al resguardo de una

persona detenida como es, por ejemplo, según el artículo 15° de aquél, una

resolución judicial e incluso la solicitud del detenido que, por algún motivo, se sienta

en una situación de especial vulnerabilidad.

El artículo 8° del Protocolo, por ejemplo, prevé la asignación de custodia especial a

los detenidos que se encuentren con resguardo; el artículo 10° establece la

posibilidad de asignar al detenido un dispositivo electrónico que le proporcione

mayor seguridad.

Estas medidas si bien, a simple vista, parecieran configurar una diferencia de trato y

el otorgamiento de beneficios para algunos detenidos, en modo alguno implican un

trato discriminatorio (entendido como una diferencia arbitraria en el trato

dispensado a los detenidos) ya que tienen fundamento en una circunstancia externa

y cierta que es la necesidad que presentan algunos privados de libertad cuya

integridad física y psíquica se encuentra en una situación de mayor peligro que el

resto.

Por su parte, el artículo 11° del Protocolo establece que el Resguardo no podrá

implicar un agravamiento de las condiciones de detención de quienes se encuentren

en situación de especial vulnerabilidad y, a la vez, en el artículo siguiente, se prohíbe


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

el aislamiento de aquéllos fuera de los casos específicamente previstos por ley y, a la

vez, se establece la revinculación progresiva del detenido con el resto de la población

carcelaria (artículo 14°).

Todo ello nos permite ver que se trata de medidas que implican un trato

diferenciado con carácter transitorio a fin de resguardad la integridad y salud de

personas detenidas que, definitivamente, no se encuentran en una situación de

igualdad con respecto al resto de los detenidos. Vemos así que, en este caso puntual,

la inexistencia de un trato distinto implicaría, quizás, un trato discriminatorio al no

reconocer la situación especial en que se encuentran.

8. Reseña de la regulación específica en el caso de las provincias que han dictado

leyes propias o reglamentación local.

En el caso argentino si bien la ley 24.660 es una ley nacional, muchas provincias han

dictado normas locales en las cuales se remiten, en todo o en parte, a aquélla. A

continuación, haremos una breve reseña de las leyes provinciales que tratan la

cuestión penitenciaria y, en particular, en lo relativo al artículo de la ley 24.660 traído

a examen, a fin de analizar si las disposiciones del mismo se replican, se contradicen

o se omiten en aquéllas normas provinciales.


Misiones: (Ley XIV- Antes ley 3595)

En su artículo 7 establece que: “Las normas de ejecución serán aplicadas sin establecer

discriminación o distingo alguno en razón de raza, sexo, idioma, religión, ideología, condición

social o cualquier otra circunstancia. Las únicas diferencias obedecerán al tratamiento

individualizado”, es decir que replica el artículo 8° de la ley nacional.

Mendoza: Ley 8.465, modif. Por Ley 8.869.

Su artículo 10 dispone que “Las normas de ejecución serán aplicadas sin establecer

discriminación o distingo alguno en razón de raza, sexo, idioma, religión, ideología, condición

social o cualquier otra circunstancia. Las únicas diferencias obedecerán al tratamiento

individualizado, a la evolución del régimen progresivo y a las disposiciones de la ley.”

La ley mendocina, si bien parece replicar también el artículo 8° de la ley 24.660, agrega que

podrán establecerse diferencias en el trato según la evolución del régimen progresivo (es

decir, según en qué etapa del tratamiento penitenciario se encuentre la persona de la que se

trate) y según las disposiciones de la ley local, que podrá alterar lo anterior.

Provincia de Buenos Aires: Ley 12.256.

Su artículo 9° dispone, en la primera parte, que: “Los procesados y condenados

gozarán básicamente de los siguientes derechos, los que serán ejercidos sin

establecer discriminación o distingo alguno en razón de raza, color, sexo, orientación


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sexual, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o

social, posición económica, de nacimiento o cualquier otra condición social:

1) Atención y tratamiento integral para la salud; 2) Convivencia en un medio que

satisfaga condiciones de salubridad e higiene; 3) Vestimenta apropiada que no

deberá ser en modo alguno degradante o humillante; 4) Alimentación que

cuantitativa y cualitativamente sea suficiente para el mantenimiento de la salud;

5) Comunicación con el exterior…6) Educación, trabajo, descanso y goce de tiempo

libre; 7) Ejercicio libre de culto religioso; 8) Ilustración sobre las particularidades y

reglas disciplinarias dentro del régimen en el que se los ha incluido, para lo cual se les

deberá informar amplia y personalmente, entregándoseles una cartilla explicativa al

momento de su ingreso a cada modalidad. Si la persona fuere analfabeta, se le

proporcionará dicha información verbalmente; 9) Asesoramiento legal sobre

cualquier procedimiento que resulte de la aplicación de la presente y que los

involucre; 10) Peticionar, ante las autoridades del establecimiento, en debida forma;

11) Tendrá derecho, además, a conservar sus garantías fundamentales y ejercer sus

derechos, a excepción de aquéllos cuyo ejercicio esté limitado o restringido

temporalmente, por disposición de la ley y la sentencia de condena…”.

La ley de la provincia de Buenos Aires, entonces, replica el artículo 8° de la ley

nacional pero, a la vez, enumera (aunque no taxativamente, tal como puede verse en
el inciso 11°) los derechos que deben ser garantizados a las personas privadas de

libertad.

Córdoba: Ley 8878.

No regula la cuestión relativa a la igualdad y no discriminación pero remite,

específicamente, a la Ley 24.660 y, por lo tanto, al artículo bajo examen.

Catamarca: Ley 2245

Su artículo 4°, en el primer párrafo, prevé que “…Los condenados podrán ejercer

todos los derechos y facultades que la Constitución Nacional y Provincial, los tratados

internacionales ratificados por la República, las leyes penales y penitenciarias y los

reglamentos les otorgan, planteando ante el Juez de Ejecución todas las

observaciones que, con fundamento en aquellas normas, estimen convenientes”.

Esta norma provincial, en lugar de hacer referencia a los derechos que conservan los

privados de libertad o de manifestar, expresamente, que las normas de ejecución de

la pena deben aplicarse sin realizar discriminación entre los privados de libertad, se

limita a manifestar que los privados de libertad conservan todos los derechos

establecidos en la Constitución Nacional, los Tratados Internacionales y las leyes de

ejecución dentro de las cuales se encuentra –sin duda- el derecho a ser tratado sin
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

discriminación y de igual forma que las demás personas que se encuentren en

igualdad de condiciones.

9. Reseña jurisprudencial local e internacional,

-CSJN, “Verbitsky s/ habeas corpus”, 3/05/2005.

“Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos de las Naciones Unidas –si

bien carecen de la misma jerarquía que los tratados incorporados al bloque de

constitucionalidad federal- se han convertido por vía del artículo 18 de la CN en el

estándar internacional respecto de las personas privadas de libertad.”

10. Bibliografía citada y recomendada.

Doctrina, informes de organismos nacionales e internacionales y antecedentes

legislativos.

- A.A.V.V., Convención Americana sobre Derechos Humanos. Comentada,

Eudeba- Konrad Adenaur Stiftung, Berlín 2014.


- Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 46ª reunión, 1ª

Sesión Ordinaria de Prórroga, 7 y 8 de diciembre de 1995.

- Eurosocial: Programa para la cohesión social en América Latina, Ejecución de

la pena privativa de la libertad: una mirada comparada, Madrid, 2014.

- HUERTAS DÍAZ, O. et al, Categoría de género y su incursión en el sistema

penitenciario cubano, Justicia Juris, 11(2), 19-29.

- INECIP, Manual práctico para defenderse de la cárcel, disponible en:

http://inecip.org/wp-content/uploads/Inecip-Manual-Pr%C3%A1ctico-para-

Defenderse-de-la-C%C3%A1rcel.pdf

- INSTITUTO DE LA MUJER, Realidad social de las mujeres sin techo, prostitutas, ex

reclusas y drogodependientes de España, Madrid, 2005.

- LÓPEZ, Axel y MACHADO, Ricardo, Análisis del régimen de ejecución penal,

Fabián Di Plácido Editores, Segunda Edición Actualizada y Ampliada, Buenos

Aires, 2014.

- NARDIELLO, Ángel Gabriel; PADUCZAK, Sergio; PINTO, Ricardo M. (coords). Ley

24.660. Ejecución de la pena privativa de la libertad. Comentada. Anotada,

Hammurabi, Buenos Aires, 2015.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

- POZO, F. J. & MARTÍNEZ, J. A. Retos del tratamiento penitenciario en Colombia:

enfoque y acción diferencial de género desde la perspectiva internacional.

Revista Criminalidad, 2015, 57 (1): 9-25.

- PROCURACIÓN PENITENCIARIA DE LA NACIÓN, La situación de los derechos humanos

en las cárceles federales de la Argentina. Informe anual 2015.

- REVISTA DE CIENCIAS PENALES, Costa Rica, Nov. 2000., Jurisprudencia Voto 1261-

90.Cf.mora/navarro en

http://w1.cejamericas.org/index.php/biblioteca/biblioteca-

virtual/doc_view/783-el-juez-de-la-ejecuci%C3%B3n-penal.html.

- SALT, Marcos y RIVERA BEIRAS, Iñaki, Los derechos fundamentales de los

reclusos, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2015.

- SHELTON, Dinah, “Prohibición de discriminación en el derecho internacional de

los derechos humanos” en Anuario de Derechos Humanos, No. 4, Centro de

Derechos Humanos, Facultad de Derecho, Univeersidad de Chile, Santiago,

Chile, 2008, pág. 19.


- SMART, C., “The woman of legal discourse”, Tim Newburn: Key Readings in

Criminology, London, William Publishing, 2009.

- ZAFFARONI, Eugenio Raúl (Dir.); DE LANGHE, Marcela (Coord.)., Código Penal y

Normas Complementarias. Análisis Doctrinal y Jurisprudencial. Tomo XV: Ley

24.660. Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad, Hammurabi, Buenos

Aires, 2016.

Jurisprudencia internacional y opiniones consultivas.

Corte Interamericana de Derechos Humanos.

- Corte IDH, Propuesta de modificación a la Constitución Política de Costa Rica:

Opinión consultiva OC-4/84.

- Corte IDH, Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño: Opinión Consultiva OC-

17/2002.

- Corte IDH, Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados:

Opinión Consultiva OC-18/03.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Jurisprudencia Nacional:

- CSJN, “Verbitsky, H. s/ habeas corpus”, 3/05/2005.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Comentario a los artículos 13, 13 bis, 14, 14 bis y 15*

Cecilia P. Incardona.

1. Introducción.

El derecho argentino organizó su sistema de penas en torno a la privación de la libertad,

siguiendo de este modo el modelo liberal que comenzó a desarrollarse a fines del siglo XVIII y se

consolidó durante el siguiente. No previó en sus orígenes, como así tampoco en las posteriores

reformas, un régimen específico para el caso que la persona condenada se trate de una mujer. Por

ello el análisis que sigue se realizará con respecto a las reglas genéricas que se aplican a ambos

sexos.1

*El presente trabajo forma parte de una obra bibliográfica colectiva titulada “El escenario penal tras la
reforma de la ley 24.660” que será publicado por la editorial Thomson Reuters - La Ley.
1
El artículo 8 de la ley 24660 prevé como criterio general que las normas de ejecución serán aplicadas sin
establecer discriminación o distingo alguno en razón de raza, sexo, idioma, religión, ideología, condición
social o cualquier otra circunstancia. La única distinción respecto al trato en prisión que deben recibir las
mujeres, se encuentra en el Capítulo XV referido a los establecimientos de ejecución de la pena, (arts. 190 al
196). Allí se prevé que el personal penitenciario será exclusivamente femenino, que existirán sitios
especiales para la atención de internas embarazadas y de las que han dado a luz. También se exime a la
mujer embarazada de la obligación de trabajar y de toda otra modalidad de tratamiento incompatible con su
estado, estableciendo un plazo de 45 días anteriores al parto y otros 45 posteriores a él. Dispone también
que la interna podrá retener consigo a sus hijos menores de 4 años agregando que, cuando se encuentre
justificado, se organizará un jardín maternal a cargo de personal calificado. Por otra parte, el Decreto 18/97
que prevé el Reglamento de Disciplina para los Internos, establece un exhaustivo régimen de sanciones
administrativas destinada, según su letra, a posibilitar una ordenada convivencia en el interior de los
establecimientos carcelarios, y regula en los artículos 66 y 67 que a las mujeres embarazadas no podrá
ejecutársele ninguna sanción disciplinaria que pueda afectar la gestación o al hijo lactante; tampoco podrán
ejecutarse con relación a aquellas mujeres que tengan hijos a su cargo y con indicación médica que indique
que podría afectarse la salud física o psíquica del menor. Como se observa, la exclusión de factores de
género en la legislación de ejecución penal de nuestro país es notable. Ello se debe a que, con criterios
aparentemente neutrales, se diseñaron leyes y procedimientos que se aplican indistintamente a hombres y
mujeres. La paridad de los sexos en estas disposiciones no implica la igualdad material de ellos ante el
derecho, desde que las normas iguales son así aplicadas a un grupo que padece profundas desigualdades.
Las mujeres que ingresan al sistema penal argentino deben enfrentar prácticas jurisdiccionales e
institucionales patriarcales, razón por la cual sufren una mayor discriminación y marginación. Es que, al
aplicar a las mujeres un cuerpo normativo que se construyó con parámetros masculinos, con visos de
neutralidad y universalidad, se afectan gravemente sus derechos, potenciando su criminalización. Incardona,
Cecilia. Las reglas de Bangkok. Su recepción en la jurisprudencia de la Cámara Federal de Casación Penal.
Para comentar los artículos 13, 13 bis, 14, 14 bis y 15 de la ley de ejecución, y entender

cómo funcionan los períodos de observación, diagnóstico y tratamiento por los que transita una

persona privada de la libertad, resulta indispensable conocer mínimamente los orígenes de estos

institutos y el modo en que se fueron incorporando a la legislación.

Por tal razón, el presente trabajo constará de una primera parte en la cual se hará una

narración breve de la evolución de la cuestión carcelaria en nuestro país; y una segunda parte, en

la que se transcribirán los textos legales con el respectivo comentario, planteando sus principales

problemas prácticos e interpretativos.

2. Evolución histórica de la cárcel en Argentina

Conocer los antecedentes legislativos de los artículos que comentamos, implica indagar

necesariamente en la historia de las instituciones penales de nuestro país y sus objetivos.

Para situarnos mejor en el tiempo, recurriremos a la clasificación de Juan Carlos García

Basalo que divide en períodos según las normas creadas en cada uno de ellos. El primero, entre

1810 y 1933, se denomina período inorgánico. El segundo, entre 1933 y 1946, de la racionalización

legal. El tercero, desde 1946 hasta 1953, de reglamentación progresista. El cuarto, desde 1958, de

unificación legal del régimen penitenciario, dividido a su vez en varias etapas.

a) Período inorgánico (1810-1933)

Se denomina así en razón de que durante ese lapso no existió regulación legal alguna,

pues cada institución penitenciaria tenía su propio reglamento y modo de organizarse.2

ICARO - Revista de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad y el Encierro. Volumen: 8. Fabián J. Di


Plácido, Buenos Aires, 2016.
2
Cesaroni, Claudia. Masacre en el Pabellón Séptimo, Tren del Movimiento, Temperley, 2013, p. 50.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Durante este lapso, se inauguró la Penitenciaría de Buenos Aires (1877)3, y luego se

expandió el Servicio Penitenciario Federal a algunas provincias.

El Instituto de Criminología, instalado en la penitenciaría, dirigido por José Ingenieros, se

convirtió en el principal espacio de observación clínica del delincuente y abarcó una investigación

que sirvió de base empírica a su obra sobre el programa de criminología, mediante el cual validó la

hipótesis de la “escuela psicopatológica”, basado fundamentalmente en la corriente positivista

criminológica.

De ese modo, esas instituciones formaban parte de toda una red encargada de observar y

abordar a los enfermos mentales, los delincuentes y los jóvenes, que servían a los efectos de la

difusión de dichas ideas.

La observación del sujeto como objeto de estudio fue una de las primeras intervenciones

científicas en nuestro país, que concibió la necesidad de realizar un estudio sobre la personalidad

del condenado y, a partir de él, diagramar su tratamiento penitenciario.4

Como sostiene Ricardo Salvatore, la criminología positivista consolidó una cultura estatal en

Argentina, desde lugares claves de las instituciones de control social y extendiendo esas prácticas

a todo el aparato estatal.

En ese momento histórico, clave para la consolidación del estado nación, se fueron

renovando las características de un Estado conservador y la criminología contribuyó a redefinir el

alcance de la soberanía, los instrumentos de poder y las pretensiones hegemónicas del estado

oligárquico.5

3
Levaggi, Abelardo. Las cárceles argentinas de antaño,Ad Hoc, Buenos Aires, 2003. El texto analiza la historia
de las cárceles argentinas de los siglos XVIII y XIX.
4
Caimari, Lila. Apenas un delincuente. Crimen, Castigo y Cultura en la Argentina, 1880-1955,Siglo XXI
Editores Argentina S.A, Buenos Aires, 2004, p.101
5
Salvattore; Ricardo, “Sobre el surgimiento del estado médico legal en la Argentina (1890-1940), Estudios
Sociales Revista Universitaria semestral, año XI, Nº 20, Santa Fe , Argentina, Universidad Nacional del Litoral,
Por eso, el surgimiento de la criminología positivista y su difusión tuvieron incidencia en

las instituciones carcelarias, debido a que ellas no sólo eran las proveedoras de evidencia para las

investigaciones criminológicas, sino que además los “laboratorios” producían y convalidaban

hipótesis sobre el delito y el castigo, como así también la anormalidad o la enfermedad mental.6

Entre la clínica médica y la criminología, se produjo una intersección técnica que, desde las

dependencias públicas del Estado, generaban no solo el análisis y estudio de las conductas sociales

“desviadas” sino que además pusieron en marcha una serie de estrategias que diseñaban los

cánones de la normalidad, bajo una aparente neutralidad, que sirvieron de base para la

construcción social del prototipo del individuo normal para el Estado Nación. “Un ciudadano

normal que se recortaba de un fondo donde aparecían los comportamientos peligrosos”.7

El programa de Ingenieros constaba de tres etapas: etiología criminal, clínica criminológica

y terapéutica criminal.

Según Anitua, la primera buscaba las causas del delito, que no sólo serían biológicas sino

también determinadas por el ambiente. La clínica determinaría la temibilidad del delincuente. Por

último, la pena, concebida como “terapéutica” debería asegurar la “defensa social” a través de

actividades preventivas y del aislamiento en instituciones de distinto tipo, según el grado de

peligrosidad de los delincuentes.8

Las observaciones sobre las personas detenidas que se realizaban en el Instituto dirigido

por Ingenieros eran asentadas en un documento, perfectamente protocolizado, constituyéndose

primer semestre 2001:pp. 81-114. pág. 88 y sigtes. Citado por Ferreyra, Gerónimo Marcos. Psicología y
Penas, sitio: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/12/doctrina42541.pdf (visita del
14/11/2017)
6
Salvattore, op. cit.
7
Ferreyra, Gerónimo, op. cit., p. 10.
8
Anitua. Gabriel Ignacio. Historia de los pensamientos criminológicos, Editores del Puerto,Buenos Aires,
2005, p.207
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

en la raíz de lo que hoy conocemos como historia criminológica, pieza fundamental a la hora de

diagramar el tratamiento del condenado.

En la historia criminológica, la tradicional historia clínica mutaba al interceder la clínica con la

criminología.

Amil, Miceli y Rojas Breu, indican que el reglamento del Instituto de

Criminologíaespecificaba en su primer artículo que se procedería “a la preparación de un boletín

médico-psicológico para cada uno de los penados que cumplen condena en este establecimiento o

que ingresen en lo sucesivo, boletín que deberá ser mantenido constantemente al día”. Este

boletín, en la práctica, se denominó: Cuaderno Médico-Psicológico.9

En estos cuadernos se concentraba información descriptiva, y exhaustiva respecto del

sujeto detenido, sin establecer distinción entre su condición de penado o no.

En un comienzo, el cuadernoguardaba una íntima conexión con criterios autónomos delineados

por el José Ingenieros, y enmarcados en la necesidad de investigar, de recorrer “los laberintos del

alma”.

Por ese motivo se afirma que es en este siglo cuando se sentaron los puntos de partida de

la moderna psiquiatría y la nueva psicología, en el cual el hombre derribaba enigmas de sí mismo y

recorría los profundos caminos de su psiquismo obteniendo respuestas interesantes, hasta que se

encontró con el interrogante mayor, constituido por aquellas conductas altamente disonantes en

la orquestación de las sociedades10.

9
Amil, Alberto, Miceli, Claudio Marcelo y Rojas Breu, Gabriela. Criterios psicológicos en registros formales de
documentación: las historias criminológicas de la penitenciaría nacional". Memorias del Primer Congreso
Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. XVI Jornadas de Investigación. Quinto
Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR, Tomo III, pp. 392-395. Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, Ed. Facultad de Psicología, UBA. Sitio: https://www.aacademica.org/000-020/92.pdf (visita del
29/10/2017)
10
“Los sujetos atípicos, que desbordan las fronteras establecidas por las comunidades y rompen la armonía
existencial de los grupos, constituyen un desafío al saber. Cuanto más grave es la conducta, más perentoria
De esta manera, genialidad o degeneración, crimen o locura, significaron una profunda

encrucijada para el cientificismo de la época.

Como sostiene Ursula Kirsch, desde los primeros registros, José Ingenieros procuró

determinar los signos de alienación mental en el delincuente, siguiendo en este punto una

tradición, que comenzó con Lombroso.11

Tanto la conducta delincuente como la alienación mental eran consideradas aberraciones

anómalas, y se les atribuía en principio una etiología común: congénita, hereditaria y

degenerativa.

sta concepción, según Kirsch, se inscribía en el determinismo hereditario y en el

darwinismo social, logrando conmover el procedimiento judicial, ya que admitía la presencia de

locura en el delincuente, y modificaba los criterios de imputabilidad.

En el registro de Ingenieros se trataron de aportar al procedimiento judicial criterios más

precisos que permitieran diferenciar al delincuente loco de aquél que ha aprendido a simular la

locura en los trajines de la lucha por la vida.

En la segunda etapa de su programa, llamado clínica criminológica, estudió las formas del

delito y los caracteres de los delincuentes, determinando el grado de inadaptabilidad social o de

peligro individual. De esta asociación entre formas de delito y patología del delincuente, surgió la

clasificación en tres grandes formas de anomalías: moral, intelectual y volitiva. Mientras

apuntalaba la defensa social, advirtió que no solo había delincuentes congénitos, adquiridos y / o

se hace la necesidad de conocer las causas que la provocan. Desentrañar esas causas constituye un desafío
para el conocimiento”. Amil, Alberto, op cit.
11
Kirsch, Ursula. La construcción del criterio clínico criminológico. La historia de clínica criminológica (1932) -
pericias médico legales (1938)". En Memorias del Primer Congreso Internacional de Investigación y Práctica
Profesional en Psicología. XVI Jornadas de Investigación. Quinto Encuentro de Investigadores en Psicología
del MERCOSUR, Tomo III, pp. 418-420, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Facultad de Psicología, UBA. Sitio:
https://www.aacademica.org/000-020/103.pdf(visita del 20/11/2017)
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

transitorios, sino que también se especificaban los criterios de reconocimiento de la alienación

mental.12

Dicha descripción respondió a los siguientes ejes: antecedentes familiares, descripción del

detenido en particular, apartado en el cual se incluyen datos de filiación, el examen físico, el

examen psíquico, su relación con el medio ambiente (moral, inmoral), para, en un lugar relegado

del documento, exponer su actuación en el medio: hogar, calle, profesión, instrucción, facultades

mentales y, por el último, la descripción del delito.

Los antecedentes familiares contenían tanto la información filiatoria, como los

antecedentes patológicos y procesales, al incluir la categoría de herencia criminal, lo cual podría

integrar un factor criminógeno que dé cuenta de la etiología criminal, otro de los ejes ponderados

por Ingenieros.

El tercer punto del cuaderno lo formalizaba el examen físico del detenido, en el cual se

medían algunas partes de su cuerpo y se asentaban referencias respecto a su sistema muscular,

óseo, aparato respiratorio, etc.los aspectos físicos y antropométricos cobraron un lugar destacado.

Finalizaba con el examen psicológico del detenido, que a su vez se dividía en tres sectores: uno

dedicado a los instintos (de conservación, de propiedad, sexuales, de nutrición); otro referido al

medio ambiente, en el cual se especificaba si fue moral o inmoral. Luego venía la actuación en el

medio que dividía el comportamiento del sujeto en el hogar y en la calle. También existía un ítem

donde se registraba la información sobre la instrucción.

Este examen concluía con un informe sobre las facultades mentales, en el cual lo datos se

presentaban analíticamente como una serie de funciones que intentaban indagar la personalidad

del detenido: 1- atención (duración-fatiga); 2- percepción de ideas; 3- memoria (formas diversas);

12
Kirsch, op cit., p. 418
4- reflexión; 5- razonamiento; 6- deducción; 7- inducción; 8- asociación de ideas; 9- juicios; 10-

imaginación; 11- abstracción; 12- instrucción religiosa; 13- ideas y sentimientos estéticos; 14-

afectividad; 15- emotividad; 16- voluntad; 17- conciencia (que se subdivide en: A- ideas sobre la

propia personalidad; B- cumplimiento de los deberes ciudadanos; C- ideas sociales; D- ideas

morales; E- ideas jurídicas; F- concepto del delito).13

A partir de la estructura de este documento, puede verse con facilidad, cómo la

criminalidad se asociaba con enfermedades mentales. Es decir, desde el método implementado

por Ingenieros, las psicopatías eran una forma directa de entender el porqué del delito.

Por tal razón el objetivo del estudio del delincuente estaba dirigido a descubrir esa

patología, y desde allí, emprender un tratamiento.

Existía entonces un desplazamiento del estudio del hecho delictivo al del sujeto que

delinque, del cual se desprendería posteriormente el concepto de peligrosidad.14

Caimari, analizó el trabajo realizado en el Instituto de Criminología a partir del estudio de estas

historias criminológicas, que, como afirma la autora, eran el instrumento en el cual se cimentaban

las decisiones sobre el destino de los penados: la cárcel o el manicomio, la libertad condicional o la

prisión, el taller o el hospital.

Para cuestionar este mecanismo institucional, partió de una premisa simple: las historias

criminológicas se realizaban con la colaboración tensa entre penados y peritos, y se desarrollaba

en un escenario institucional claramente intimidatorio, que llevaba a adoptar una máscara de

sumisión para mejor sortear los peligros de este diálogo con el poder.15

13
Amil, Alberto, op. cit., p.393
14
Amil, Alberto, op. cit., p.393
15
Ella lo escenifica del siguiente modo: “El contexto institucional de la entrevista, en la Penitenciaría misma
pautaba signos externos de la desigualdad simbólica del intercambio. Los penados que respondían vestían
uniforme (según las épocas e instituciones, azul, gris, a rayas azules y amarillas, o completamente rojos) y se
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La relación asimétrica entre entrevistadores y entrevistados, hacía que el intercambio

entre ellos fuera distorsionado, lo cual restaba valor científico a sus conclusiones.

Afirmó Caimari, todos los entrevistados sabían que la información obtenida en este encuentro

serviría para tomar decisiones sobre su futuro. Por otro lado, la manipulación de los criterios de

peligrosidad y adaptabilidad era una destreza que permitía la supervivencia en el medio carcelario.

Así, existía una gran distancia entre la mirada científica y la realidad.16

Concluyó la autora en que todo el estudio sobre la personalidad del penado, y los criterios de

clasificación, eran funcionales a las ideas de la modernidad, resultando un modo sofisticado de

selección de los individuos capaces de integrar la sociedad argentina, de aquellos incapaces de

hacerlo.17

b) Período de racionalización legal (1933-1946)

Esta etapa histórica se inauguró con la sanción de la ley 1183318y tuvo como uno de sus

principales actores al abogado Juan José O’Connor, considerado uno de los pioneros del

penitenciarismo nacional, dados sus esfuerzos por crear una organización centralizada dentro del

orden federal, que hasta el momento no existía. En la década del ‘20 fue Director de Inspección de

las cárceles de los Territorios Nacionales.

sometían, a la vez, al examen de médicos con guardapolvo profesional e instrumentos de medición y


peritaje” Caimari, Lila,op. cit., p.139
16
Caimari, Lila, op. cit., pp.144-145
17
Caimari, Lila, op cit., p.150
18
Aprobada el 9 de octubre de 1933
Con la aprobación de la ley, se creó la Dirección General de Institutos Penales, que

mantuvo a O’Connor como la máxima autoridad en materia penitenciaria en el ámbito nacional

hasta 1937.19

La idea de pensar en la prisión como laboratorio, se vio plasmada en dicha ley, dictada

durante una época en que nuestro país asistió a un proceso de militarización del aparato de

control social con influencia de los modelos provenientes del fascismo y el franquismo.20

La norma limitó su aplicación a los establecimientos penales y, por ello, no fue complementaria del

Código Penal.21

También creó el Instituto de Clasificación de los detenidos, heredero del Instituto de

Criminología22; y marcado también por las ideas de Ingenieros; aunque su intención de establecer

un régimen progresivo que, como afirma Cesaroni, no se concretó en la práctica y sólo se avanzó

en el período de observación, Sin embargo, el modelo, perduró en el tiempo.

La ley 11833 se trató del primer instrumento legal que desarrolló la idea de la necesidad

de realizar un estudio científico de la personalidad social del condenado, a partir de la cual se

debería individualizar un tratamiento penitenciario y aplicar un régimen progresivo cuyo objetivo

fuera inculcar normas de disciplina social.En definitiva, establecía que el medio para lograr la

readaptación social era el tratamiento penitenciario obligatorio para ellos.

Se ha destacado que en esa época, tanto el tratamiento individualizado, como la

incorporación de medidas alternativas a la privación de la libertad, coincidían con las ideas que

19
De Luca, Danilo/ Malagnino, Stefany A. Reconstrucción histórica del archipiélago carcelario federal. En La
Privación de Libertad. Anitua, Iñaki. y Gual, Ramiro, compiladores, Didot, Bs. As, 2016.
20
Una descripción interesante sobre esa época en argentina realiza: Dovio. Mariana Angela. Medicina Legal
en Buenos Aires entre 1924-1934. Proyectos Legales sobre peligrosidad en la Revista de Criminología,
psiquiatría y Medicina Legal. Cuadernos de Historia 40, Departamento de Ciencias Históricas. Universidad de
Chile. Sitio: http://www.scielo.cl/pdf/cuadhist/n40/art04.pdf (visita del 27/11/2017).
21
O´Connor, Juan José. Cárceles de los territorios Nacionales. Citado por Cesaroni, op. cit., p.51
22
Cesaroni, op. cit., p.52
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

primaban en el plano internacionaldesde hacía un tiempo atrás, pues, tanto en el Congreso

Penitenciario Internacional celebrado en Roma en 1885, como en el de Budapest de 1905 se

recomendó la adopción del trabajo - uno de los ejes del tratamiento individualizado a los fines de

mejorar la salud física y moral de los penados y generar mayores condiciones para el liberado

pueda ganarse la vida.23

Los pilares de la ley se tradujeron en tres ejes: 1) el estudio científico de la personalidad

social del condenado; 2) la individualización del tratamiento penitenciario 3) la aplicación de un

régimen progresivo.

El estudio del condenado que antes se registraba en el cuaderno médico-psicológico, pasó

a llamarse historia clínica criminológica a partir de la asunción de Osvaldo Laudet como Director

del Instituto de criminología en el período 1932-1946.

Este documento profundizó las características del creado por José Ingenieros, ya que se detallaron

los antecedentes y el diagnóstico; pero se agregó el pronóstico, bajo las categorías de peligrosidad

y la adaptabilidad.

Si en el modelo anterior se investigaban el pasado y el presente del condenado, en este se

profundizó el criterio longitudinal al incluirse la restante dimensión temporal: el futuro.

La peligrosidad para Laudet, era concebida como la probabilidad de que un individuo

cometiera o intentara cometer un delito. Ser peligroso implicaba mostrar rasgos de

comportamiento antisocial debido a la condición psíquica o hábitos adquiridos, es decir, designó

los casos de individuos posiblemente dañinos por su manera de ser.24

23
Amil, Alberto, op. cit., p.394
24
Según Dovio, el concepto de peligrosidad ya se encontraba inserto en el Código Penal de 1922. Allí la
peligrosidad aparecía receptada en el artículo 34 como uno de los criterios para la declaración de la insania
(de aquel que representase un peligro para sí mismo o para los demás). También apareció en los artículos 40
y 41 donde se establecía que la pena debía regularse entre un mínimo y un máximo, pero no estableció un
concepto de peligrosidad de forma específica.
Los cambios que sufrió la historia criminológica incluyeron un nuevo diseño de la portada,

en la cual se mencionaba la pertenencia a la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires y al Instituto

de Criminología. Se sustituyó la palabra detenido por penado, es decir que el estudio criminológico

se haría solamente a quien tuviera esa calidad.

Asimismo se alteró el orden de la información, pues al presentar los datos

correspondientes al penado se antepuso su actuación en el medio -vida escolar, familiar, social,

política, laboral, militar- dejando postergada su historia personal, la que fue recortada a partir de

criterios organicistas y médicos, en los cuales se siguieron incluyendo estudios antropométricos,

profundizados en el examen antropológico.25

Más allá de la ampliación de los aspectos psicológicos a estudiar26resultaba destacable la

diferencia en relación a los conceptos de pronóstico y tratamiento.

Respecto al pronóstico, se incluyó el índice de peligrosidad, cuya graduación respondía a

criterios delineados por la escuela positivista italiana, para quienes la peligrosidad podía ser

producto de tendencias congénitas o hábitos adquiridos, por un lado, o de factores emocionales,

pasionales u ocasionales, que sólo en un momento particular convertían a un sujeto en un

delincuente.

Eran indicadores de la primera categoría, merecedora de un grado mayor de peligrosidad,

los siguientes factores: haber llevado una vida disoluta, deshonesta o parasitaria; tener

antecedentes penales y policiales; haber cometido el delito en forma precoz; haber obrado por

Para un estudio profundo sobre el concepto de peligrosidad ver: Ziffer, Patricia S. Medidas de Seguridad.
Pronósticos de peligrosidad en derecho penal, Hammurabi, Buenos Aires, 2008, pp.135-168
25
Amil, Alberto, op. cit., p.394
26
Antes se agotaba en el plano de lo instintual, y en un apartado aparte la descripción analítica de las
facultadesmentales. En la historia criminológica se deja de incluir dicho plano, para estudiar variables tales
como la isonomía el carácter, el trato, la actitud, lenguaje, temperamento, afectividad, voluntad, atención,
percepción y memoria. Asimismo, introduce un nuevo apartado: alienación mental, en el que analiza al
penado desde el prisma psiquiátrico. Amil, Alberto, op. cit., p.394
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

motivos innobles o fútiles (odio, venganza, codicia, etc.); haber preparado minuciosamente el acto

delictivo; elementos tales como el lugar, momento, instrumentos aplicados, etc. que den cuenta

de una mayor insensibilidad al cometer el delito; tener condiciones psíquicas y orgánicas

anormales.

En relación a este último punto, es importante destacar que el modelo se apuraba en

aclarar que estas condiciones no debían constituir enfermedades mentales al tiempo que sí podían

revelar tendencias criminales.27

Aquélla historia clínica criminológica, a partir de 1938 comenzó a llamarse ficha

criminológica. En este modelo, las modificaciones, en parte, recondujeron al modelo inicial en

tanto recuperó la evaluación de los instintos en su evaluación psicológica. Asimismo, confirmó y

acentúo aspectos al introducir el examen del biotipo, y al sostener la evaluación periódica en

términos del tratamiento individualizado y progresivo, basado en los tres ejes de programa creado

por Ingenieros -tríada etiología criminal, clínica y terapéutica-, como así también la ponderación

de la peligrosidad y la adaptabilidad.

cc)Período de reglamentación progresista (1946-1953)

Llamado también servicio penitenciario justicialista, este período intentó fortalecer la

intención de la ley 11833 en el sentido de que la cárcel deje de ser un lugar sólo de custodia de los

detenidos, y se constituya como uno de reforma.

Se pueden destacar varias normas que marcaron este ciclo. Entre ellas, el decreto 12.351 de 1946

que convirtió al Sistema Penitenciario Federal en parte de las fuerzas de seguridad y estableció el

estado penitenciario.

27
Amil, Alberto, op. cit., p.394
También se dictó el decreto 35758 que reglamentó la ley 11833, y que reguló la

progresividad del régimen penitenciario y la organización de la institución, además de crear la

Escuela Penitenciaria de la Nación.

Más allá del espíritu humanizador que signó la actuación de Roberto Pettinato28, uno de

las figuras más emblemáticas de su tiempo en el tema, al describir esta época Cesaroni señaló que

aquél modo de organizar el servicio penitenciario dio lugar a que la institución se autoregule,

sancione sus propias normas y construya un saber que en los hechos implicó que el gobierno de la

cárcel sea un tema de su exclusiva potestad. Este resultó ser uno de los factores determinantes

que explica, a su criterio, la opacidad de las cárceles, el abuso y la arbitrariedad que allí imperan,

sumado al abandono de las personas allí alojadas.29

d) Período de un servicio penitenciario militarizado (1956-1966)

Se dictó en ese tiempo el Decreto-ley 412/58 llamado: ley Penitenciaria Nacional, el cual

tomó como antecedente a las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos.30

Esta norma estableció nuevos criterios de clasificación de las personas condenadas, de acuerdo a

parámetros que permitieran segmentarlos en las categorías de: a) fácilmente adaptable; b)

adaptable; c) difícilmente adaptable. Esta tarea debía llevarse a cabo durante el período de

observación

Además, el período de tratamiento, regulado en el artículo 7, disponía que, en la medida

en que lo consienta la mayor o menor especialización del establecimiento penitenciario, aquél

28
Un mayor y desarrollado análisis de esta etapa puede encontrarse en Cesano, José Daniel, La política
penitenciaria durante el primer peronismo (1946-1955).
Sitio http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2017/03/doctrina45087.pdf
29
Cesaroni, op. cit., p.57
30
Aprobado por el Primer Congreso de Naciones Unidas en materia de Prevención del delito y Tratamiento
del, delincuente, reunido en Ginebra en 1955.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

podría ser fraccionado en fases que importen para los internos una paulatina atenuación de las

restricciones inherentes a la pena. Estas posibles fases podían incluir no sólo el cambio de sección

dentro del establecimiento, sino también el traslado a otro tipo de establecimiento.

e)Período de consolidación de un servicio penitenciario militarizado(1967- 1983)

Durante el gobierno de Onganía, se dictó la ley 17326,Orgánica del Servicio Penitenciario

Federal la cual, entre otras cuestiones, creó los Consejos Correccionales en cada unidad y definió

al servicio penitenciario como la rama de la administración pública activa destinada a la guarda y

custodia de los procesados y la ejecución de las sanciones penales privativas de la libertad.

Dicha norma fue sustituida por la ley 20416, dictada el 18 de mayo de 1973, durante la presidencia

de facto de Alejandro Agustín Lanusse31, hasta hoy vigente, que regula la composición, finalidad y

organización del servicio penitenciario la considera una fuerza de seguridad con un destino de

ejecución de las sanciones penales privativas de libertad, y de defensa social (artículo 5º inciso h).

Dicha ley, acotó de manera importante la actividad que debía llevar a cabo el Instituto de

Clasificación, el cual a partir de aquí, sólo se encargó de diseñar programas y brindar apoyo técnico

a los servicios criminológicos; sin abarcar al trabajo directo de los profesionales con los internos. 32

Posteriormente se dictaron una gran cantidad de reglamentaciones durante la dictadura militar.33

f) Período normalizador/disciplinario/correccional (1996 hasta la actualidad)

Repuesto el Estado democrático, recién en 1996 se sancionó la ley 24660, que suplantó el

decreto 412/58.

31
Sobre esta norma, Cesaroni destaca que la ley se dictó una semana antes de la Asunción de Héctor
Cámpora a la presidencia, y que se trata de la única norma que organiza una fuerza de seguridad que no ha
sido modificada en cuarenta años, incluyendo los treinta años de democracia desde la finalización de la
última dictadura. op. cit., p.72
32
http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Informe%20anual%202001_0.pdf (visita del 8/12/2017)
33
Decreto 261 (5/2/75); 2770 (6/10/75); ley 21267 (24/73/76); decreto 1209 (6/6/76)
Según la nota de elevación del proyecto -enviada al Congreso Nacional por el Ministro de

Justicia Rodolfo Barra-34 la ley respetó la esencia de la Ley Penitenciaria Nacional e incorporó a su

texto lo ya vigente en otras normas, actualizó conceptos y adecuó sus previsiones a los preceptos

constitucionales, contenidos en los tratados y pactos internacionales, particularmente las

recomendaciones emanadas de Naciones Unidas sobre la Prevención del Delito y Tratamiento del

Delincuente: las Reglas Mínimas de Tratamiento de los Reclusos.35

Aquéllas establecieron como finalidad de las penas y de las medidas privativas de la

libertad, el proteger a la sociedad contra el crimen, aclarando que sólo se alcanzará este fin si se

aprovecha el período de privación de libertad para lograr, en lo posible, que el condenado, una vez

liberado, no solamente quiera respetar la ley y proveer a sus necesidades, sino también que sea

capaz de hacerlo.

Se mencionaba en varias artículos de las Reglas, la necesidad de llevar adelante esos

objetivos a través de un tratamiento individual, para el cual deberá utilizar los medios curativos,

educativos, morales, espirituales y de otra naturaleza, y todas las formas de asistencia de que

puede disponer.36

La ley 24660 mantuvo -con algunas modificaciones- el texto del decreto ley 412/58, al

regular este período de tratamiento del siguiente modo: “en la medida que lo permita la mayor o

34
La nota de elevación del proyecto y el trámite parlamentario original disponibles en
elsitio:http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2016/12/miscelaneas44618.pdf(visita del
15/11/2017)
35
Adoptadas por el “Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente” celebrado en Ginebra en 1955, y aprobadas por el Consejo Económico y Social en sus Res.
Nros. 663 C (XXIV) del 31 de julio de 1957 y 2076 (LXII) del 13 de mayo de 1977
36
El artículo 66.1 establece que para lograr este fin, se deberá recurrir, en particular, a la asistencia religiosa,
en los países en que esto sea posible, a la instrucción, a la orientación y la formación profesionales, a los
métodos de asistencia social individual, al asesoramiento relativo al empleo, al desarrollo físico y a la
educación del carácter moral, en conformidad con las necesidades individuales de cada recluso. Se deberá
tener en cuenta su pasado social y criminal, su capacidad y aptitud físicas y mentales, sus disposiciones
personales, la duración de su condena y las perspectivas después de su liberación. Sitio:
http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/TreatmentOfPrisoners.aspx
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

menor especialidad del establecimiento penitenciario, el período de tratamiento podrá ser

fraccionado en fases que importen para el condenado una paulatina atenuación de las

restricciones inherentes a la pena. Estas fases podrán incluir el cambio de sección o grupo dentro

del establecimiento o su traslado a otro”.

En la nota de elevación, ya citada, también se ratificaba la importancia de aplicar un

régimen penitenciario que incluya todos los medios de tratamiento interdisciplinario apropiados.

Además remarcaba la idea de que el tratamiento, en parte obligatorio y en parte voluntario37,

sería programado e individualizado, vinculándolo necesariamente con el momento del egreso.38

Según Máximo Sozzo, esta ley poseía todos los componentes del proyecto

normalizador/disciplinario/correccional de la prisión moderna.39

37
El artículo 5 de la ley 24660 no sufrió cambios. Esta regla establece los límites y sentido de la intervención
estatal en la aplicación del régimen penitenciario, en su configuración y puesta en marcha de los programas
de tratamiento. Se separa el conjunto de actividades que no son obligatorias – las terapéuticas que están
diseñadas a colaborar en el proceso de resocialización – de las que sí lo son. Conf. Salt, Marcos. Los
Derechos fundamentales de los reclusos en la Argentina. en Rivera Beiras Iñaki - Salt Marcos. Los derechos
fundamentales de los reclusos. España y Argentina. 1ª reimpresión, Editores del Puerto, Buenos Aires,
2005,p.226
38
http://www.pensamientopenal.com.ar/miscelaneas/44618-antecedentes-del-tramite-legislativo-ley-
24660-ejecucion-penal
39
Sozzo, Máximo. Populismo punitivo, proyecto normalizador y "prisión-depósito" en Argentina.Rivista di
filosofia del diritto internazionale e della politica globale.
http://www.juragentium.org/topics/latina/es/sozzo.htm#n11 (visita 22/10/17). Citando aspectos centrales
la regulación legal, el autor señala que, para lograr las finalidades propuestas en el artículo 1, el tratamiento
interdisciplinar debería ser "programado e individualizado y obligatorio respecto de las normas que regulan
la convivencia, la disciplina y el trabajo" (art. 5). El "régimen penitenciario se basará en la progresividad"
hacia menores niveles de restricción de la libertad (art. 6), estableciendo cuatro periodos diversos -
"observación", "tratamiento", "prueba", "libertad condicional" (art. 12). En el primer periodo el "organismo
técnico-criminológico" deberá realizar "el estudio médico, psicológico y social del condenado, formulando el
diagnóstico y pronóstico criminológico, todo ello se asentará en una Historia Criminológica...que se
mantendrá actualizada", deberá buscar la colaboración del condenado para "proyectar y desarrollar su
tratamiento", indicar la sección en la que el condenado deber ser incorporado y fijar un "tiempo mínimo
para verificar los resultados del tratamiento y proceder a su actualización" (art. 13) -que se realizará "como
mínimo, cada 6 meses" (art. 27). El periodo de tratamiento a su vez se subdividirá en fases que impliquen
una "paulatina atenuación de las restricciones inherentes a la pena" (art. 14). El período de prueba implicará
sucesivamente la incorporación del condenado a un establecimiento o sección regido por el "principio de la
autodisciplina", la posibilidad de obtener "salidas transitorias" y la incorporación al "régimen de
semilibertad" -salidas laborales en los días hábiles durante el día- (arts. 15 y 23).
Y aunque fue calificado como un fracaso desde su propio nacimiento40, el ideal

resocializador del que se nutrió, impregnó toda la legislación penal de nuestro país dado que se

trató de un objetivo acorde con el paradigma constitucional (art. 18 CN), que históricamente tuvo

por fundamento la reducción de posibilidades de que el condenado vuelva a cometer delitos al

egresar de la cárcel.

La idea de la resocialización, así vista, implicaba necesariamente el paso por un

tratamiento penitenciario, llevado a cabo dentro de un régimen de ejecución de la pena que

admitiera la posibilidad de que la persona vaya adquiriendo progresivamente mayor autonomía, y

accediera a egresos anticipados antes de agotar la pena, con el objetivo de tejer redes sociales en

el medio libre, que le permitieran mantenerse lejos del delito una vez recuperada completamente

su libertad.41

Perduraron en la norma, aunque sin nombrarlos, criterios basados en la peligrosidad pues,

tal como afirma Ziffer, todas las decisiones de atenuación de la pena de prisión dependían de la

valoración de la resocialización, que no eran otra cosa que la contracara de la peligrosidad.42

Sin embargo, resulta difícil pensar en un modelo que busca la resocialización en establecimientos

superpoblados y con gran hacinamiento43, en los cuales priman condiciones de vida inhumanas y

violentas.44

Luego de este período de prueba, el condenado puede acceder a la libertad condicional de acuerdo a los
requisitos establecidos en el Código Penal (art. 28).
40
Sozzo, op. cit.
41
Nota de elevación proyecto de ley 24660. Op Cit.
42
Ziffer, Patricia. Op Cit. Pp. 149
43
Basta observar las últimas estadísticas elaboradas por el SNEEP, de las que surge que las cárceles en
Argentina tienen capacidad para alojar a 67911 personas; sin embargo se encuentran allí detenidas 76261.
Así, la superpoblación carcelaria asciende al 12% respecto al total del país. Este número igualmente refleja
parcialmente la magnitud del problema, ya que si observamos sólo las cárceles de la provincia de Buenos
Aires, que concentran el 50% del total de personas detenidas, el porcentaje de supepoblación es mucho
mayor. Sólo por mencionar un ejemplo: la Unidad Nº 32 de Florencio Varela cuenta con una capacidad de
alojamiento de 350 cupos; pero posee 868 personas detenidas, es decir un 148% de sobrepoblación. La
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Recientemente, la ley 24660 sufrió profundas modificaciones a partir de la sanción de la

ley 27.375, que tuvo origen en varios proyectos tratados por la Cámara de Diputados45,

impulsados por el diputado Luis Petri, y reflotados por el Congreso a partir del feminicidio de

Micaela García.46

Los cambios alcanzaron a los artículos que aquí comentamos.

Unidad Nº 21 de Campana tiene capacidad para 640 personas y aloja 1098. Allí el porcentaje asciende al
71,6 %.
http://www.jus.gob.ar/media/3267420/Informe%20SNEEP%20ARGENTINA%202016.pdf (visita del
9/12/2017)
44
El informe anual 2016 de la Comisión Provincial para la Memoria, que releva información respecto a la
cárceles de la Provincia de Buenos Aires, expone que de las 145 muertes ocurridas durante 2015, el 65 % fue
por enfermedades curables no asistidas, como por ejemplo la tuberculosis, que produjo 15 muertes. La tasa
de personas muertas en el sistema penitenciario asciende a 4,3 cada 1.000 personas detenidas. En el año
2015 se incrementó el número de muertes respecto de 2014. También el informe destaca que no se
implementó ninguna política destinada a prevenir o sancionar la tortura, que sigue siendo una práctica
sistemática. Durante 2015 se realizaron 6.719 entrevistas a personas detenidas o sus familiares. En estas
entrevistas se registraron 18.557 hechos de agravamiento de las condiciones de detención de las personas
detenidas, que dieron origen a 3.916 habeas corpus o acciones urgentes en las que se denunciaron
judicialmente 12.787 hechos de torturas o malos tratos. A esto deben agregarse las 42 presentaciones o
ampliaciones de habeas corpus colectivos sobre 22 unidades penitenciarias. El Registro Nacional de Casos de
Torturas y Malos Tratos relevó 2.514 hechos de tortura y malos tratos padecidos por 596 víctimas.
http://www.comisionporlamemoria.org/comite/informes/anuales/informe2016.pdf (visita del 9/12/2017)
Asimismo, resulta sumamente esclarecedor el informe estadístico sobre muertes en prisión junio 2017
realizado por el Equipo de Fallecimientos en Prisión del Observatorio de Cárceles Federales, dependiente de
la Procuración Penitenciaria de la Nación. De allí surge que durante este año 2017, se registraron un total de
21 muertes. Señalan que la muerte bajo custodia en el Servicio Penitenciario Federal tiene un carácter
disperso: los 21 casos se distribuyen en doce establecimientos diferentes. Destacan la existencia de ciertos
establecimientos con roles protagónicos: diez de las 21 muertes vuelven a registrarse en complejos de
máxima seguridad para varones adultos en el área metropolitana; siete de ellas, transcurren en el Complejo
Penitenciario Federal I de Ezeiza. Secundan a este grupo las dos muertes registradas en una cárcel de
máxima seguridad del interior del país (U. 6 SPF) y en la Colonia Penal de Santa Rosa (U. 4 SPF).
http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Muertes%20en%20Prision.%20JUNIO%202017.pdf (visita del
9/12/2017)
45
http://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dcomisiones/periodo-134/134-924.pdf
46
Así lo señaló el diputado Juan Carlos Giordano, en el dictamen en minoría.
http://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dcomisiones/periodo-134/134-1326.pdf
La reforma fue catalogada por algunos autores como la más importante que sufrió la ley

de ejecución penal desde su sanción, atribuyéndole características apocalípticas para el derecho

de ejecución de penas.47

Se trató de una reforma muy resistida desde distintos sectores, organizaciones sociales y

ámbitos académicos. Tuvo como principal objetivo el endurecimiento de los requisitos para

acceder a egresos anticipados y la reducción drástica de sujetos elegibles para ellos.48

La actual norma impide acceder a un régimen de libertad condicional o asistida a las personas

condenadas por una importante cantidad de delitos, enunciados taxativamente en el artículo 14

del Código Penal y 56 bis de la ley 24660.49

A la vez, también impuso mayores restricciones para ingresar al período de prueba, como

así también la obligación de permanecer en dicha etapa por un tiempo determinado (conf. Arts. 15

y 17). Con relación a este último, es decir requerir que el condenado permanezca un lapso de

tiempo en el período de prueba antes de acceder a las salidas transitorias, Alderete Lobo aseguró

47
Alderete Lobo, Rubén. Reforma de la ley 24660. El fin del derecho de ejecución penal en Argentina. En: El
debido proceso penal. Vol. 5, Angela Ledesma (dir), Mauro Lopardo (coord), Hammurabi. Buenos Aires,
2017. Pp.179
48
Gual, Ramiro. Cambiemos la progresividad de la pena. Revista Bordes.
http://revistabordes.com.ar/cambiemos-la-progresividad-de-la-pena/#_ftnref1 visita (22/10/17). El autor
analiza y compara los requisitos para el acceso a las salidas anticipadas entre la antigua norma y la hoy
reformada, y los delitos que quedaron excluidos el régimen de progresividad y afirma que la nueva ley
empeorará las condiciones de detención de las personas privadas de su libertad.
49
Homicidios agravados previstos en el artículo 80 del Código Penal; Delitos contra la integridad sexual,
previstos en los artículos 119, 120, 124, 125, 125 bis, 126, 127, 128 primer y segundo párrafos, y 130 del
Código Penal; Privación ilegal de la libertad coactiva, si se causare intencionalmente la muerte de la persona
ofendida, previsto en el artículo 142 bis, anteúltimo párrafo, del Código Penal; Tortura seguida de muerte,
artículo 144 ter, inciso 2, del Código Penal; Delitos previstos en los artículos 165 y 166, inciso 2, segundo
párrafo del Código Penal; Secuestro extorsivo, si se causare la muerte de la persona ofendida, conforme a
los supuestos previstos en el artículo 170, antepenúltimo y anteúltimo párrafos, del Código Penal; Delitos
previstos en los artículos 145 bis y ter del Código Penal; Casos en que sea aplicable el artículo 41 quinquies
del Código Penal; Financiamiento del terrorismo, previsto en el artículo 306 del Código Penal; Delitos
previstos en los artículos 5°, 6° y 7° de la ley 23.737; Delitos previstos en los artículos 865, 866 y 867 del
Código Aduanero.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

que ya se realizaba como una mera práctica judicial, razón por la cual la ley no hizo más que

recoger esa jurisprudencia.50

Entonces existe en la actualidad un conjunto importante de personas condenadas por un

amplio universo de delitos que se encuentran excluidos de acceder regímenes de libertad

anticipada (antes de agotar la pena); pero además, para la generalidad de los condenados, se

endurecieron los requisitos para acceder a la semilibertad y a las salidas transitorias.

De este modo, al reducirse la progresividad del régimen de ejecución de la pena, se perpetúa una

situación de encierro continuado y lineal luego del cual, de manera abrupta y repentina, sin

experiencias intermedias y sin herramientas paulatinamente adquiridas, el individuo es "arrojado"

en el medio libre51.

El modelo penitenciario legislado, amén de que como finalidad declarada busca la

corrección del condenado, parece asemejarse a un modelo de prisión depósito, dispuesto a

neutralizar temporalmente a la persona condenada.52

En ese marco, los artículos que comentamos, al regular justamente el modo en que debe

llevarse a cabo el tratamiento penitenciario y avanzarse en el régimen progresivo, a través de los

distintos períodos, tendrán poca aplicación práctica dado que el universo de delitos a los cuales se

aplican estos criterios, quedó drásticamente reducido por los artículos 56 bis de la ley 24660 y el

14 segundo párrafo del código penal.

3. Período de observación

50
Alderete Lobo, op. cit., p. 211
51
Informe sobre el Proyecto de reforma del sistema de ejecución de penas en Argentina, elaborado por el
Centro de Estudios de Ejecución Penal de La Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, elevada
al Decanato de esa facultad, el día 9 de mayo de 2017.
52
Una descripción de este modelo penitenciario puede encontrarse en Sozzo, op., cit.
Texto del artículo 13: El período de observación consiste en el estudio médico-psicológico-

social del interno y en la formulación del diagnóstico y pronóstico criminológicos. Comenzará con la

recepción del testimonio de sentencia en el organismo técnico-criminológico, el que deberá

expedirse dentro de los treinta (30) días. Recabando la cooperación del interno, el equipo

interdisciplinario confeccionará la historia criminológica.

Durante el período de observación el organismo técnico-criminológico tendrá a su cargo:

a) Realizar el estudio médico, psicológico y social del condenado, formulando el

diagnóstico y el pronóstico criminológico; todo ello se asentará en una historia criminológica

debidamente foliada y rubricada que se mantendrá permanentemente actualizada con la

información resultante de la ejecución de la pena y del tratamiento instaurado;

b) Recabar la cooperación del condenado para proyectar y desarrollar su tratamiento, a los

fines de lograr su aceptación y activa participación, se escucharán sus inquietudes;

c) Indicar la fase del período de tratamiento que se propone para incorporar al condenado

y el establecimiento, sección o grupo al que debe ser destinado;

d) Determinar el tiempo mínimo para verificar los resultados del tratamiento y proceder a

su actualización, si fuere menester. (Artículo sustituido por art. 8° de la Ley N° 27.375 B.O.

28/07/2017)53

53
Redacción anterior: Artículo 13: Durante el período de observación el organismo técnico-criminológico
tendrá a su cargo: a) Realizar el estudio médico, psicológico y social del condenado, formulando el
diagnóstico y el pronóstico criminológico; todo ello se asentará en una historia criminológica debidamente
foliada y rubricada que se mantendrá permanentemente actualizada con la información resultante de la
ejecución de la pena y del tratamiento instaurado;
b) Recabar la cooperación del condenado para proyectar y desarrollar su tratamiento, a los fines de lograr su
aceptación y activa participación, se escucharán sus inquietudes;c) Indicar el período y la fase del período de
tratamiento que se propone para incorporar al condenado y el establecimiento, sección o grupo al que debe
ser destinado;
d) Determinar el tiempo mínimo para verificar los resultados del tratamiento y proceder a su actualización,
si fuere menester.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Texto del Artículo 13 bis: A los efectos de dar cumplimiento a los recaudos del artículo

anterior se procederá de la siguiente manera:

1) Todo condenado será trasladado a un centro de observación en un término de cuarenta

y ocho (48) horas de notificada la sentencia firme en la unidad penal.

2) La unidad de servicio judicial del establecimiento penitenciario de que se trate, iniciará

un expediente adjuntando copia de la sentencia, planilla de concepto, conducta, informe de

antecedentes judiciales, de evolución en el régimen y en el tratamiento, si los hubiera, y el estudio

médico correspondiente.

3) Dicho expediente completo y así confeccionado será remitido al organismo técnico-

criminológico a fin de dar cumplimiento a la totalidad de las previsiones previstas para dicho

período.

4) El informe del organismo técnico-criminológico deberá indicar específicamente los

factores que inciden en la producción de la conducta criminal y las modificaciones a lograr en la

personalidad del interno para dar cumplimiento al tratamiento penitenciario.

5) Cumplimentados los incisos anteriores el expediente será remitido a la dirección del

penal que lo derivará a la unidad de tratamiento la que, conforme las indicaciones emanadas por

el organismo técnico-criminológico y previa evaluación de la necesidad de intervención de cada

unidad del establecimiento, hará las derivaciones correspondientes.

En todos los casos los responsables de las unidades que hayan sido indicados para la

realización del tratamiento penitenciario, deberán emitir un informe pormenorizado acerca de la


evolución del interno. Dicho informe será elaborado cada treinta (30) días y elevado al Consejo

Correccional, debiendo ser archivado en el mismo para su consulta.

Cuando el interno, por un ingreso anterior como condenado en el Servicio Penitenciario

Federal, ya tuviere historia criminológica, ésta deberá ser remitida de inmediato al organismo

técnico-criminológico del establecimiento en que aquél se encuentre alojado durante el período de

observación, para su incorporación como antecedente de los estudios interdisciplinarios a

realizarse(Artículo incorporado por art. 9° de la Ley N° 27.375 B.O. 28/07/2017).

a. Comentario.

El artículo 13 regula el primer pasaje del régimen progresivo, llamado período de

observación, que consiste en el estudio médico-psicológico-social del interno y en la formulación

del diagnóstico y pronóstico criminológicos.

La reforma no modificó la esencia de lo reglado en la antigua redacción, sino que incluyó

en este artículo y en el siguiente (13 bis) el texto que antes formaba parte de su reglamentación-

Decreto 396/99-. Es decir que se reunieron en la ley, el texto original más la disposición que

figuraba en el decreto.

La norma prescribe el estudio médico, psicológico y social del condenado, el cual debe ser

realizado por el Organismo Técnico Criminológico54, quien tiene a su cargo elaborar en un plazo de

30 días, a partir de dichos estudios, el diagnóstico y pronóstico criminológicos.

Tal diagnóstico dará lugar a la toma una serie de decisiones respecto del cómo y dónde transitará

su vida en el encierro la persona condenada, es decir que este organismo engloba el conocimiento

técnico y científico sobre el cual se asentará la esperanza estatal de la resocialización.

54
Según el artículo 185 inciso b, el organismo técnico-criminológico del que forme parte un equipo
multidisplinario constituido por un psiquiatra, un psicólogo y un asistente social y en lo posible, entre otros,
por un educador y un abogado, todos ellos con especialización en criminología y disciplinas afines.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Resulta de gran trascendencia para la persona todo lo que suceda en este período pues, a

partir de este estudio, se decide en qué fase del tratamiento ingresará, cuáles serán las actividades

que deberá emprender y en qué sector del establecimiento penitenciario deberá ser alojado.

Este procedimiento, sin embargo, se realiza sin control judicial, lo cual amplía los márgenes de

discrecionalidad/arbitrariedad de los órganos de la administración penitenciaria.55

En ese sentido, es importante destacar que, en estos estudios y sus conclusiones, no

participan profesionales ajenos a la estructura penitenciaria, es decir que la persona privada de su

libertad no tiene posibilidad de intervenir activamente en la elaboración de dicho diagnóstico,

porque para la ley, más allá de que se requiere cierta colaboración de su parte, es simplemente un

objeto de observación.

El Organismo Técnico Criminológico debe registrar su actividad en la historia criminológica,

que debe ser actualizada permanentemente con la información resultante de la ejecución de la

pena y del tratamiento instaurado.

Los profesionales que intervienen en la confección de dicha historia criminológica, llegan a

un diagnóstico, que no es más que una hipótesis explicativa de la conducta del sujeto que, a

diferencia de otros diagnósticos clínicos, no es practicado por pedido de la persona, sino que parte

de una exigencia legal.

Para proyectar el tratamiento a aplicar, la ley admite que necesita la cooperación del

condenado, es decir su consentimiento y participación, pues no existe otra manera posible de

recolectar la información que no sea a partir de una entrevista profunda con aquél.

55
Rivera Beiras, Iñaki-Salt, Marcos G. Los derechos fundamentales de los reclusos. España y Argentina.
Editores del Puerto. Buenos Aires, 2005. Pp.135
Dado que esta evaluación se va modificando a lo largo del tratamiento penitenciario es

posible que los rasgos de la personalidad o su entorno cultural y social, sufran variaciones en el

tiempo. Por tal razón resulta determinante actualizar este informe, conforme lo ordena la ley.

Se trata de un proceso dinámico, en el que interviene cada miembro del equipo

interdisciplinario, quienes, a partir de sus evaluaciones, sugieren o aconsejan la implementación

de actividades o intervenciones criminológicas, con una estrategia específica que será diseñada

para que el sujeto transite su tiempo en prisión con la debida contención y tratamiento. En este

aspecto, cabe destacar que el Organismo técnico-criminológico debe indicar, además, en qué fase

del tratamiento corresponde incorporar al condenado. 56

El diagnóstico requiere, para contener la debida fundamentación científica, un estudio

profundo de gran cantidad de variables, es decir que no es suficiente la simple percepción que el

profesional experto tuvo durante la entrevista clínica,la cual servirá, a lo sumo, para iniciar un

trabajo terapéutico con el sujeto; pero será insuficiente para una evaluación forense destinada a

diagramar un tratamiento penitenciario.

La calidad del resultado de este proceso depende también de los recursos con que

cuenten el grupo interdisciplinario, y la institución carcelaria, para su adecuado desarrollo.

En definitiva, el modo de llevar adelante la tarea de confeccionar la historia criminológica

repercutirá indefectiblemente en la puesta en marcha de un tratamiento individualizado que

condicionará la vida en prisión de la persona observada.57

56
La regla del inciso c establece que deberá indicar el período y fase. Sin embargo, tal como sostienen López
y Machado, se trata de un error de técnica legislativa, dado que el único período dividido en fases es el de
tratamiento. López, Axel-Machado, Ricardo. Análisis del régimen de ejecución penal. Di Plácido. Buenos
Aires, 2004
57
A modo de ejemplo, el Informe Anual de 2006 de la Procuración Penitenciaria de la Nación, señaló que “en
las auditorias efectuadas al Servicio Criminológico tanto de la Unidad 2 como del CPF II se constata que la
mitad de la población condenada carece de historia criminológica. Esta irregularidad es imputada a las
gestiones anteriores del Servicio Criminológico, pero en todo caso hay que destacar que se trata de un
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La masificación de la población penitenciaria atenta contra estos objetivos, pues la

cantidad necesaria de profesionales que lleven adelante este trabajo debe acorde a la cantidad de

detenidos condenados, para asegurar la identificación de un verdadero estudio individualizado y

concreto.

Nótese además que, según la ley, este período se debería aplicar a toda persona que

ingresa por primera vez a la cárcel, cuando por lo general, los sujetos que cuentan con una

sentencia de condena firme ya venían sufriendo la prisión preventiva, es decir que ya estaban

prisionalizados. Esto pone en peligro la realización de un correcto diagnóstico. Esta es una de las

principales razones por las cuales debería respetarse la separación habitacional entre condenados

y procesados, tan reclamada por normas del derecho interno e internacional, y por la Corte

Suprema58; aunque poco respetadas en nuestra práctica carcelaria.59

4. Período de tratamiento

Texto del Artículo 14. En la medida que lo permita la mayor o menor especialidad del

establecimiento penitenciario, el período de tratamiento podrá ser fraccionado en fases que

importen para el condenado una paulatina atenuación de las restricciones inherentes a la pena.

Estas fases podrán incluir el cambio de sección o grupo dentro del establecimiento o su traslado a

otro.

El período de tratamiento será progresivo y tendrá por objeto el acrecentamiento de la

confianza depositada en el interno y la atribución de responsabilidades.

problema grave que incide muy negativamente en el régimen progresivo y el tratamiento de los internos
afectados.
58
CSJN, Verbitsky, Horacio s/ habeas corpus. V. 856. XXXVIII. (Fallos: 328:1146).
59
Resultan ilustrativos los datos consignados en los últimos informes del Sistema Nacional de Estadística
sobre Ejecución de la Pena (SNEEP) del ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
Sitio:http://www.jus.gob.ar/media/3267423/Informe%20SNEEP%20SPF%202016.pdf (visita del 30/11/2017)
El periodo de tratamiento se desarrollará en tres (3) etapas o fases:

Fase 1. Socialización. Consistente en la aplicación intensiva del programa de tratamiento

propuesto por el organismo técnico-criminológico tendiente a consolidar y promover los factores

positivos de la personalidad del interno y a modificar o disminuir sus aspectos disvaliosos.

Fase 2. Consolidación. Se iniciará una vez que el interno haya alcanzado los objetivos

fijados en el programa de tratamiento para la fase 1. Consiste en la incorporación del interno a un

régimen intermedio conforme a su evolución en dicho tratamiento, en el que tendrá lugar una

supervisión atenuada que permita verificar la cotidiana aceptación de pautas y normas sociales y

la posibilidad de asignarle labores o actividades con menores medidas de contralor.

Para ser incorporado a esta fase el interno deberá reunir los requisitos y haber alcanzado los

objetivos siguientes:

a) Poseer conducta Buena cinco y concepto Bueno cinco;

b) No registrar sanciones medias o graves en el último periodo calificado;

c) Trabajar con regularidad;

d) Estar cumpliendo las actividades educativas y las de capacitación y formación laboral

indicadas en su programa de tratamiento;

e) Mantener el orden y la adecuada convivencia;

f) Demostrar hábitos de higiene en su persona, en su alojamiento y en los lugares de uso

compartido;

g) Contar con dictamen favorable del Consejo Correccional y resolución aprobatoria del

director del establecimiento.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Fase 3. Confianza. Consiste en otorgar al interno una creciente facultad de

autodeterminación a fin de evaluar la medida en que internaliza los valores esenciales para una

adecuada convivencia social, conforme a la ejecución del programa de tratamiento.

Para acceder a esta fase de tratamiento deberá poseer en el último trimestre conducta

Muy Buena siete y concepto Bueno seis y darse pleno cumplimiento a los incisos b), c), d), e), f) y g)

previstos para la incorporación a la fase 2.

El ingreso a esta fase podrá comportar para el interno condenado:

a) La carencia de vigilancia directa y permanente en el trabajo que realice dentro de los

límites del establecimiento, y/o en terrenos o instalaciones anexos a éste.

b) Realizar tareas en forma individual o grupal con discreta supervisión en zona

debidamente delimitada.

c) Alojamiento en sector independiente y separado del destinado a internos que se

encuentran en otras fases del período de tratamiento.

d) Ampliación del régimen de visitas.

e) Recreación en ambiente acorde con la confianza alcanzada. (Artículo sustituido por art.

10° de la Ley N° 27.375 B.O. 28/07/2017)60

Texto del Artículo 14 bis.- El ingreso a las diversas fases aludidas en el artículo precedente,

deberá ser propuesto por el organismo técnico-criminológico.

El Consejo Correccional, previa evaluación de dicha propuesta, emitirá dictamen por

escrito. Producido el dictamen, el director del establecimiento deberá resolver en forma fundada.

60
Redacción anterior: Artículo 14 Período de Tratamiento. Artículo 14: En la medida que lo permita la mayor
o menor especialidad del establecimiento penitenciario, el período de tratamiento podrá ser fraccionado en
fases que importen para el condenado una paulatina atenuación de las restricciones inherentes a la pena.
Estas fases podrán incluir el cambio de sección o grupo dentro del establecimiento o su traslado a otro.
Dispuesta la incorporación del interno en la fase 3, la dirección del establecimiento, dentro de las

cuarenta y ocho (48) horas remitirá las comunicaciones respectivas al juez de ejecución y al

organismo técnico-criminológico.

En caso de que el interno dejare de reunir alguna de las condiciones selectivas o cometa infracción

disciplinaria grave o las mismas sean reiteradas, el director, recibida la información, procederá a la

suspensión preventiva de los beneficios acordados en la fase 3, debiendo girar los antecedentes al

Consejo Correccional, quien en un plazo no mayor a cinco (5) días, propondrá a qué fase o sección

del establecimiento se lo incorporará, comunicando tal decisión al juez de ejecución y al organismo

técnico-criminológico.(Artículo incorporado por art. 11 de la Ley N° 27.375 B.O. 28/07/2017)

a. Comentario

Tal como lo indica su actual redacción, durante este período se aplica a la persona

condenada un tratamiento que, de dar resultado favorable, implicará que aquél vaya ganando la

confianza de las autoridades, al transitar las distintas fases, con el consiguiente aumento de

responsabilidades, siempre y cuando se sujete a las reglas que le impongan.

La regulación específica del período de tratamiento, que antes sólo se encontraba reglada

en el decreto 396/99,lo cual implicaba un compromiso serio con el principio de legalidad material,

hoy está detallada en el cuerpo legal; sin embargo existirán algunos problemas de interpretación a

la hora de determinar cuál de las normas resulta aplicable, pues la reforma le otorgó el plazo de un

año al Poder Ejecutivo para readecuar los reglamentos y por lo tanto convivirán durante un tiempo

ambas regulaciones.61

61
Artículo 228: La Nación procederá a readecuar la legislación y las reglamentaciones penitenciarias
existentes dentro de un (1) año a partir de la entrada en vigencia de la presente ley, a efectos de
concordarlas con sus disposiciones.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En caso de que se presente un conflicto entre las nuevas reglas establecidas por la ley y

las reglamentarias, entendemos que prima la ley62, salvo que la reglamentación aún vigente

contenga algún aspecto que resulte más favorable al condenado. Si bien ello debería ser evaluado

en cada caso en particular, a continuación enunciaremos las principales modificaciones.

El período de tratamiento se divide en tres fases, ahora numeradas: 1. Socialización, 2.

Consolidación, 3. Confianza.

La fase de socialización consiste en la aplicación intensiva del programa de tratamiento

propuesto por el organismo técnico-criminológico, el que tendrá como finalidad consolidar y

promover los factores positivos de la personalidad del interno y a modificar o disminuir sus

aspectos disvaliosos.

La finalidad coincide textualmente con la prevista en el artículo 15 del decreto 396/99, sin

embargo difiere en cuanto a quien es el órgano encargado de evaluar la factibilidad del

tratamiento propuesto por el organismo técnico criminológico, que en el decreto estaba en cabeza

del Consejo Correccional. Conforme la redacción actual, la propuesta efectuada por el organismo

técnico-criminológico ya no tendría que pasar por el tamiz del Consejo Correccional, es decir,

debería aplicarse directamente.

La fase de consolidación se trata de la incorporación del interno a un régimen intermedio

conforme a su evolución en dicho tratamiento, en el que tendrá lugar una supervisión atenuada

que permita verificar la cotidiana aceptación de pautas y normas sociales y la posibilidad de

asignarle labores o actividades con menores medidas de contralor. Esta finalidad es idéntica a la

prevista en el artículo 19 del decreto.

62
Conf. Principio de supremacía de las leyes. Artículo 31 de la Constitución Nacional
En cuanto a los requisitos para acceder a esta fase de consolidación, la ley trasladó

idénticas exigencias, regladas antes sólo en el decreto, a saber: a) Poseer Conducta Buena CINCO

(5) y Concepto Bueno CINCO (5); b) No registrar sanciones medias o graves en el último período

calificado; c) Trabajar con regularidad; d) Estar cumpliendo las actividades educativas y las de

capacitación y formación laboral indicadas en su programa de tratamiento; e) Mantener el orden y

la adecuada convivencia; f) Demostrar hábitos de higiene en su persona, en su alojamiento y en los

lugares de uso compartido; g) Contar con dictamen favorable del Consejo Correccional y

resolución aprobatoria del Director del establecimiento.

La fase de confianza –fase 3- consiste en otorgar al interno una creciente facultad de

autodeterminación a fin de evaluar la medida en que internaliza los valores esenciales para una

adecuada convivencia social, conforme a la ejecución del programa de tratamiento. Para acceder a

esta fase de tratamiento deberá poseer en el último trimestre conducta Muy Buena siete y

concepto Bueno seis y darse pleno cumplimiento a los incisos b), c), d), e), f) y g) previstos para la

incorporación a la fase 2.

Se advierten diferencias entre los requisitos previstos por la reglamentación (art. 22 y 23

decreto 396/99) y la nueva redacción de la ley. Al parecer, esta última sería más benéfica para el

condenado, pues ya no se exige para ingresar a la fase de confianza, la carencia de sanciones

disciplinarias en el último trimestre, en tanto el inciso b) –previsto para ingresar a la fase 2- sólo

requiere no registrar sanciones medias o graves en el último período calificado.

Se destaca una modificación importante respecto de lo previsto en el artículo 25 del decreto, en

cuanto a las condiciones que deberán respetarse al condenado al ingresar a esta fase del

tratamiento.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En efecto, la nueva norma dispone que el lugar de alojamiento debe ser no sólo

independiente; sino además, agrega la nueva ley, en un sector separado del destinado a internos

que se encuentran en otras fases del período de tratamiento.

Por cierto, también la regla dispone la ampliación del régimen de visitas, cuestión vital

para las personas privadas de su libertad. Se trata de una cuota mayor de goce de su derecho,

atento a que el decreto preveía visitas y recreación en un ambiente acorde al progreso alcanzado

en su programa de tratamiento63, es decir, no aseguraba una ampliación de la cantidad de visitas

y, además, dejaba vasto margen de discrecionalidad a la autoridad penitenciaria para determinar

qué era “acorde” al progreso o no.

La ley hoy impone directamente la ampliación del régimen, lo que debiera impactar en un

aumento de la frecuencia y horarios de las visitas que con anterioridad ya gozaba el condenado.

Por lo tanto, en caso de serle restringida esta posibilidad, el condenado podría acudir al debido

control judicial de la decisión administrativa, pues se encuentran en juego derechos esenciales de

aquél.64

Esta etapa de la ejecución de la pena se erige como una de las más importantes, teniendo

en cuenta que, según estadísticas oficiales, más del 75% de los condenados se encuentra

transitándola en la actualidad.65

Las pautas a aplicar durante el período el tratamiento, más allá de su nombre, no son

estrictamente terapéuticas, sino que tienen un componente resocializador, pues se intenta que la

persona cuente con mayores herramientas para lograr su autonomía al egresar de la cárcel.

63
Ver artículo 25 del Decreto 396/99
64
Ello de acuerdo al principio de control judicial previsto en el artículo 3, enfatizado por nuestro máximo
Tribunal en el fallo “Romero Cacharane, H. A. s/ ejecución penal” R.230. XXXIV, rta. el 09.03.04, fallos
327:388
65
http://www.jus.gob.ar/media/3267423/Informe%20SNEEP%20SPF%202016.pdf
Uno de los principios más importantes que deben ser destacados de este período es el de

la voluntad de la persona, pues sin ella existen pocas posibilidades de aplicarlo, o mejor dicho, que

tenga el resultado esperado. La idea de la primacía de la voluntad del sujeto nos indica entonces

que el tratamiento es un derecho para aquél, y como tal debería el Estado brindarle la posibilidad

del mejor tratamiento posible, de acuerdo con sus específicas necesidades.

Podrían existir objeciones que pongan en duda la legitimidad del Estado para intervenir de

este modo en los sujetos privados de su libertad, sin embargo, siempre que las técnicas utilizadas

sean respetuosas de los derechos fundamentales, aquellas no deberían diferir de otros

mecanismos de socialización o educativos usados en la comunidad.

Varias de las reglas previstas para ingresar a la fase de confianza implican necesariamente

el compromiso del condenado con la realización de diversas actividades, comoser trabajar con

regularidad, cumplir con objetivos del programa.

Si embargo, es posible que el condenado se niegue a recibir tratamiento y a cumplir con

las consignas de los encargados de diagramarlo. En su caso, no podrá ser obligado por las

autoridades a realizarlo, más allá de que ello implique para él la imposibilidad de avanzar en el

régimen progresivo. Si esa es su decisión, el deber de los organismos estatales es respetarla.

Es que el sistema se organiza de un modo tal que las actividades sólo están al alcance de aquellas

personas que logran tener buen comportamiento.66

La seguridad y el orden son los parámetros desde donde se toman las decisiones, dejando

en un lugar residual dentro de la cárcel a todo aquello que puede poner en riesgo esos objetivos.

67

66
Nótese, como vimos más arriba, que las calificaciones constituyen un factor determinante para avanzar en
el régimen progresivo y éstas se basan, principalmente, en el buen comportamiento, entendido como la
observancia de las normas reglamentarias que rigen el orden, la disciplina y la convivencia en el
establecimiento (Art.56).
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En definitiva, el avance en el tratamiento de la persona privada de su libertad, y

consecuentemente, sus posibilidades de resocialización, serán en base a la observación de su

conducta.

Por otra parte, la aplicación de un programa de tratamiento enfrenta otra complejidad: la

homogeneización de la población carcelaria, producto entre otros factores del hacinamiento. Esta

circunstancia obstaculiza de forma palmaria la posibilidad de planear y luego aplicar un

tratamiento individual, pensado en son de cada sujeto privado de su libertad en particular.

La regla incorporada en el artículo 14 bis, si bien es una clásula de contenido

procedimental, regula de un modo distinto la forma en que se tomarán las decisiones respecto al

avance en las distintas fases del tratamiento. En efecto, deja en cabeza del Organismo Técnico

Crimonológico la propuesta de ingreso a cada una de ellas, la que luego será evaluada por el

Consejo Correccional y finalmente decidida por el director de la Unidad penitenciaria.

Según el artículo 6º del decreto 396/99 este tipo de decisión estaba en manos del director del

establecimiento.

Otra inclusión interesante que realiza la nueva norma es que el ingreso del condenado en

las distintas fases debe ser comunicado al juez de ejecución, lo cual implica una mayor posibilidad

67
Si observamos el número de personal penitenciario encargado de la seguridad de los edificios y los
comparamos con la cantidad de profesionales que se desempeñan en el organismo criminológico, conforme
las estadísticas del SNEEP
(http://www.jus.gob.ar/media/3202709/Informe%20ejecutivo%20del%20Sneep%202015-
Sistema%20Nacional%20de%20Estad%C3%ADsticas%20sobre%20Ejecuci%C3%B3n%20de%20la%20Pena-
.pdf) podemos deducir que lo primordial es el mantenimiento del orden y evitar la fuga de los penados; lo
cual entra en tensión con la mirada integral de la ley hacia el tratamiento penitenciario.
Es notable en este punto el trabajo que realiza la Procuración Penitenciaria de la Nación, organismo que
viene denunciando con insistencia esta y otras sinrazones del sistema penitenciario argentino. “Como se
desprende de la simple enunciación de la Ley 24.660, la seguridad no es el elemento fundamental que
compone la vida en un establecimiento penitenciario. Es desde el prisma del tratamiento resocializador
desde donde se debe diseñar el transcurso diario de las actividades y lo residual es aquello que debe
entregarse al poder asegurativo al sólo efecto de permitir a los profesionales desarrollar sus tareas técnico-
científicas”. Sitio: http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Informe%20anual%202001_0.pdf (visita del
1/12/2017).
de control de este conjunto de decisiones que, con la regulación anterior, estaban exclusivamente

en manos de la autoridad penitenciaria.

Se establece también un mecanismo para suspender preventivamente los beneficios de la

fase 3, en caso de que el condenado deje de contar con las condiciones que exige la ley o cuando

cometa una infracción grave, o reiterada. Sobre este punto debe destacarse que al parecer la ley

impone, no faculta, al director que proceda a la suspensión preventiva de manera directa.

Para considerar que el condenado ha cometido una infracción grave o reiterada, debe

existir una resolución firme que así lo establezca pues el texto es claro en ese sentido. No habla de

imputación de una infracción, sino de la comisión de aquélla; por lo tanto los beneficios de la fase

3 sólo podrán suspenderse en caso de que exista una resolución firme que establezca o declare la

comisión de la infracción disciplinaria.

Nuevamente en este aspecto se incorpora la comunicación al juez de ejecución de la

decisión que incorporar al penado en otra fase o sección del establecimiento. En este sentido, la

norma parece ampliar las facultades del juez, en tanto, anteriormente sólo correspondía su

intervención cuando debía resolverse sobre un traslado, la incorporación a regímenes de salidas

(transitorias y semilibertad) o la libertad condicional.

5. Período de prueba

Texto del Artículo 15.El periodo de prueba consistirá en el empleo sistemático de métodos

de autogobierno y comprenderá sucesivamente:

a) La incorporación del condenado a un establecimiento abierto, semiabierto o sección

independiente de éste, que se base en el principio de autodisciplina;

b) La posibilidad de obtener salidas transitorias del establecimiento;


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

c) La incorporación al régimen de semilibertad.

Son requisitos necesarios para el ingreso al período de prueba:

1) Que la propuesta de ingreso al mismo emane del resultado del periodo de observación y

de la verificación de tratamiento.

2) Estar comprendido en alguno de los siguientes tiempos mínimos de ejecución:

a) Pena temporal sin la accesoria del artículo 52 del Código Penal: la mitad de la

condena;

b) Penas perpetuas sin la accesoria del artículo 52 del Código Penal: quince (15)

años;

c) Accesoria del artículo 52 del Código Penal, cumplida la pena: tres (3) años.

3) No tener causa abierta u otra condena pendiente.

4) Poseer conducta ejemplar y concepto ejemplar.

El director del establecimiento resolverá en forma fundada la concesión al ingreso a

período de prueba, comunicando tal decisión al juez de ejecución y al organismo técnico-

criminológico.

(Artículo sustituido por art. 12 de la Ley N° 27.375 B.O. 28/07/2017)68

a. Comentario

Durante este período se producen cambios sustanciales en las condiciones de

cumplimiento de la pena, que se traducen en una disminución significativa de la coerción.69

68
Redacción anterior: Artículo 15. El período de prueba comprenderá sucesivamente:
a) La incorporación del condenado a establecimiento abierto o sección independiente de éste, que se base
en el principio de autodisciplina;
b) La posibilidad de obtener salidas transitorias del establecimiento;
c) La incorporación al régimen de la semilibertad.
69
Rivera Beiras/Salt, op cit., p. 241
Al igual que en los artículos anteriores, la modificación de la norma mediante la ley 27375

introdujo en su texto las exigencias para acceder a este período que antes estaban reguladas en el

decreto 396/99, aunque ya desde inicio se observan diferencias sustanciales entre la antigua y la

nueva regulación.

En el artículo 26 del decreto se mencionaba el empleo sistemático de métodos de

autogobierno, tanto durante la permanencia del interno en la institución, en sus egresos

transitorios, y en la preparación inmediata para su egreso.

Al volcar el contenido del decreto en la ley, el legislador omitió incorporar la frase “tanto

durante la permanencia del interno en la institución como en sus egresos transitorios como

preparación inmediata para su egreso”. Tal exclusión no fue casual sino que obedeció a una clara

decisión de erradicar de la letra del texto legal los egresos transitorios, en la mayor medida

posible.

La norma endureció los requisitos previos para la incorporación al período de prueba, lo

cual, según Gual, supone en los hechos una cancelación o demora en el subsiguiente acceso a las

salidas transitorias.70

La reglamentación anterior del decreto 396/99 preveía en su art. 27 un requisito temporal

de un tercio de las penas temporales; doce años para las penas perpetuas y el cumplimiento de

toda la pena en los casos de accesoria del art. 52 del CP.

La nueva ley elevó los requisitos temporales yhoy exige la mitad de la pena en los casos de

penas temporales, quince años para las perpetuas, y tres años de cumplimiento de la accesoria, en

los casos del art. 52 CP.

70
Gual, Ramiro, op. cit.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

También elevó el requisito de la nota de conducta y concepto, requiriendo que ésta sea

ejemplar, cuando en el decreto 396/99 exigía conducta muy buena (8) y concepto muy bueno (7).

La propuesta de ingreso al periodo de prueba, dice la norma, debe provenir del resultado

del periodo de observación y de la verificación de tratamiento.

Alderete Lobo advierte lo confuso de esta regla, en tanto el período de observación

constituye el comienzo del diseño del programa de tratamiento y por lo tanto la actividad de

organismos penitenciarios en esta etapa es incipiente y posee una exigua duración de treinta

días.71

Para encontrar cierta coherencia a esta exigencia legal, podría interpretarse que cuando la

ley habla del resultado del periodo de observación y verificación del tratamiento, hace alusión a

los informes que cada treinta días deben elaborar los distintos estamentos penitenciarios que

fueron convocados para la realización del tratamiento penitenciario, en los que deben indicar

pormenorizadamente la evolución del interno, conforme lo prevé el anteúltimo párrafo del

artículo 13 bis.

En cuanto a la autoridad administrativa que debe decidir la incorporación del condenado a

este periodo, la reglamentación anterior (art. 27 IV decreto 396/99) dejaba en manos del Consejo

Correccional que, mediante un dictamen, opinaba si correspondía o no su avance y luego el

director del establecimiento, por resolución, lo aprobaba o no. En cambio, la reforma establece

que seráel director del establecimiento quien resuelva en forma fundada la concesión al ingreso a

período de prueba, imponiéndole la comunicación tal decisión al juez de ejecución y al organismo

técnico-criminológico.

71
Alderete Lobo, op. cit., p. 210
El ingreso al período de prueba constituye una visagra para la persona pues, a partir de

esta etapa comenzará a gozar de mayores espacios de libertad, que incluyen salidas al mundo

externo, mediante el sistema de salidas transitorias y semilibertad.

La idea de que en esta etapa la evolución del condenado sea examinada en tiempo real, a

través de una verdadera interrelación directa de aquél con el medio libre72, se ve menguada

inexorablemente a partir de la reforma, de acuerdo a los objetivos que ésta persigue.73

Por lo demás, no sólo se han endurecido los requisitos para acceder a este periodo; sino que una

vez admitido en aquél, el condenado debe permanecer allíun tiempo determinado para poder

solicitar las salidas transitorias o semilibertad.74

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72
Pinto, Ricardo Matías. Comentario exegético de la ley 24660. Artículos 12 a 56. En Código Penal y Normas
complementarias. Análisis Doctrinal y jurisprudencial. Eugenio Raúl Zaffaroni, Director. Tomo 15,
Hammurabi, Buenos Aires, 2016, p. 261
73
Una exhaustiva crítica a la reforma de la ley de ejecución, calificada como la mancha más oscura de la
legislación penitenciaria argentina, la realiza Alderete Lobo, op. cit., pp. 180/210
74
Conf. Artículo 17 I
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- Anitua. Gabriel Ignacio. Historia de los pensamientos criminológicos. Editores del Puerto.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

SEMILIBERTAD

ARTÍCULO 23. — La semilibertad permitirá al condenado trabajar fuera del establecimiento sin

supervisión continua, en iguales condiciones a las de la vida libre, incluso salario y seguridad social,

regresando al alojamiento asignado al final de cada jornada laboral.

Para ello, deberá tener asegurado, con carácter previo una adecuada ocupación o trabajo, reunir los

requisitos del artículo 17 y no encontrarse comprendido en las excepciones del artículo 56 bis.

(Artículo sustituido por art. 18 de la Ley N° 27.375, B.O. 28/07/2017)

ARTÍCULO 23 bis.- Para la incorporación al régimen de semilibertad se requerirá una información a

cargo de la Sección Asistencia Social en la que se constate:

a) Datos del empleador;

b) Naturaleza del trabajo ofrecido;

c) Lugar y ambiente donde se desarrollarán las tareas;

d) Horario a cumplir;

e) Retribución y forma de pago.

El asistente social que realice la constatación acerca del trabajo ofrecido, emitirá su opinión fundada

sobre la conveniencia de la propuesta a los efectos de su valoración por el Consejo Correccional.

(Artículo incorporado por art. 19 de la Ley N° 27.375, B.O. 28/07/2017)

1
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ARTÍCULO 24. — El condenado incorporado a semilibertad será alojado en una institución regida por el

principio de autodisciplina.

ARTÍCULO 25. — El trabajo en semilibertad será diurno y en días hábiles. Excepcionalmente será

nocturno o en días domingo o feriado y en modo alguno dificultará el retorno diario del condenado a su

alojamiento.

ARTÍCULO 26. — La incorporación a la semilibertad incluirá una salida transitoria semanal, salvo

resolución en contrario de la autoridad judicial.

SEMILIBERTAD

Por Luis Raúl Guillamondegui1

1. Concepto.

Las diversas modalidades de ejecución de la pena privativa de libertad tienen por finalidad

alcanzar la reinserción social del condenado (Art. 1 Ley 24.660, en adelante LEP).

En esa dirección, el régimen penitenciario debe utilizar todos los medios derivados de un

tratamiento de carácter interdisciplinario en procura de que la particular situación del penado sea

abordada desde diferentes ciencias de la conducta.

Este tratamiento, que deberá ser programado e individualizado de acuerdo a las características,

intereses y necesidades de la personalidad del interno y además contar con su consentimiento (Arts. 1 y

5 LEP), se enmarca dentro del régimen penitenciario, que presenta como nota distintiva su

progresividad (Art. 6 LEP y Art. 1 Reglamento de las Modalidades Básicas de la Ejecución -Decreto Nº

1
Dirección de correo electrónico: guilla70@hotmail.com
2
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

396/99-, en adelante RMBE), esto es, que la duración de la condena impuesta resulta dividida en fases o

grados, con modalidades de ejecución de distinta intensidad en cuanto a sus efectos restrictivos; etapas

a las que el condenado va accediendo gradualmente de acuerdo a su tránsito y evolución por el régimen

y tratamiento referidos.

El régimen penitenciario adoptado por nuestra legislación se encuentra fraccionado en cuatro

etapas o períodos (Art. 12 LEP): a) Período de Observación (Art. 13 LEP); b) Período de Tratamiento

propiamente dicho (Art. 14 LEP); c) Período de Prueba, que prevé la posibilidad de acceder a las salidas

transitorias y al régimen de semilibertad (Art. 15 LEP); y d) Período de Libertad Condicional (Art. 28 LEP

cc. Art. 13 y ss. CP).

La incorporación del interno al período de prueba del régimen progresivo penitenciario permite

una evaluación de los resultados perseguidos en el período de tratamiento, e importa una modificación

relevante de la modalidad de la ejecución de su pena privativa de la libertad, la que se traduce en una

significativa atenuación de la coerción propia del encierro carcelario, continuando la progresividad en

condiciones de menor control y mayor contacto con el exterior en busca de mitigar los efectos negativos

de la prisionización, y que tiene su punto culmine con la incorporación del interno al régimen de

semilibertad.

Podríamos definir la semilibertad como aquél “derecho que permite al interno no condenado por

delitos aberrantes o equiparados, que habiendo cumplimentado una parte de la pena privativa de

libertad impuesta, sin que interese su detención o unificación de condenas por un órgano judicial y que

demostró un satisfactorio avance por su proceso de reinserción social de conformidad a la valoración

jurisdiccional de los informes técnicos-criminológicos, poder desenvolver una relación laboral adecuada

en el medio libre sin vigilancia directa por un organismo de seguridad y en iguales condiciones que los
3
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

trabajadores en libertad, debiendo respetar una serie de normas de conducta para su conservación y

regresar al establecimiento penitenciario a la expiración de su jornada de trabajo” 2 (Arts. 23, 17 y 56 bis

LEP).

Esta modalidad del período de prueba del régimen progresivo se encuentra enmarcada dentro

de los denominados “métodos transicionales”, que permiten que el condenado sometido inicialmente a

un tratamiento institucional pueda abandonar el establecimiento por un tiempo breve, fijado de

antemano por la ley, para dedicarse a una actividad social, laboral o cultural, debidamente establecida.

En atención a sus notas particulares, se incluyen también dentro de los referidos métodos

transicionales al instituto de salidas transitorias que, al igual que la semilibertad, importa un derecho

penitenciario de egreso anticipado y limitado temporalmente al medio social a fines de que el interno

pueda reencontrarse con su familia y/o afectos, o para cursar estudios de distintos niveles educativos, o

bien, para participar en programas de prelibertad ante la inminencia de su egreso por libertad

condicional, asistida o por agotamiento de condena (Art. 16 LEP).

1.1. Naturaleza jurídica.

En cuanto a la naturaleza jurídica de los regímenes de salidas transitorias y semilibertad, además

de comportar modalidades propias del período de prueba del régimen penitenciario progresivo y que

importan por sí “el pleno cumplimiento de la pena” (Arts. 15 y 22 LEP), existe amplio consenso en la

doctrina nacional y extranjera en concebirlos como un derecho del condenado; tal idéntica naturaleza

2
GUILLAMONDEGUI, Luis Raúl, Resocialización y Semilibertad, Bdef, Buenos Aires-Montevideo, 2010, pp. 62-63.
4
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

jurídica reconocida contemporáneamente a la libertad condicional, y dejando de lado la arcaica

concepción de acto graciable o discrecional del Estado.

El hecho de considerar a las salidas transitorias y a la semilibertad como verdaderos derechos del

condenado no importa una cuestión baladí, ni responde a abstracciones de tinte dogmáticas; ello tiene

su sentido práctico y operativo, a punto tal que, ante la concurrencia de las exigencias legales, el

condenado tiene el derecho a reclamar su concesión y el órgano jurisdiccional, sin más, a acordarlos.

Esta perspectiva también es coherente con las características del régimen progresivo, resultando

así la única manera de que éste pueda ser realmente dirigido por la propia conducta del interno en base

a sus aspiraciones.

2. Finalidad del instituto.

La realidad penitenciaria es por demás ilustrativa respecto de las verdaderas posibilidades del

sistema penitenciario en miras a la “resocialización”; meta pretendida por el legislador.

Ello impulsó la constante búsqueda por parte de la penología de alternativas a la prisión o, al

menos, sistemas de ejecución de la pena de encierro de características más atenuadas; apareciendo en

este segundo apartado una serie de propuestas, entre ellas las salidas transitorias y la semilibertad, las

que permiten conciliar las exigencias del cumplimiento de la pena y la disminución de los efectos

negativos de la prisionización.

Ahora bien, la relación entre ellas y la resocialización es sumamente estrecha.

Sabemos que se pretende alcanzar la resocialización a través de la oferta e implementación del

tratamiento penitenciario, pero destacamos que resulta imperioso, asimismo, la organización de un

5
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

régimen sobre la base de equiparar, en lo posible, las condiciones de vida del establecimiento con las del

medio libre, acortando las distancias entre el encierro y la libertad.

Por ello es que tanto una como otra comportan instrumentos penológicos por excelencia

tendientes a promover la reinserción social del penado, o, por lo pronto, de una manera más modesta, a

prevenir su desocialización.

Junto con aquella finalidad general, el régimen de semilibertad tiene, en nuestra legislación, un

objetivo muy concreto de carácter laboral: “el trabajo del penado fuera del establecimiento carcelario”;

además de significar, como ya lo adelantáramos, una modalidad de la ejecución de la pena de encierro

con la que específicamente se “pone a prueba” al interno en miras a valorar su ulterior retorno al medio

libre, ya sea a través de la libertad condicional (Art. 28 LEP cc. Arts. 13, 14 y 17 CP) o, en su caso, a través

de la libertad asistida (Arts. 54 y 56 bis LEP).

Nuestro legislador ha reducido el ámbito de la semilibertad al aspecto laboral -a diferencia de

legislaciones extranjeras que también incluyen los aspectos familiares, sociales y educativos3; los cuales,

en nuestra normativa penitenciaria, se encuentran comprendidos en el régimen de salidas transitorias

regulado por el Art. 16 LEP-; revalorizando la finalidad del trabajo como un instrumento que dignifica y

realiza al ser humano al hacerlo sentir “alguien” dentro de la comunidad, amén de la persecución de

satisfacción de sus necesidades económicas que aquel también importa.

Por ello, “la incorporación del penado al Régimen de Semilibertad tiene una importancia

fundamental para su vida futura, ya que esta posibilidad de trabajar, instruirse y capacitarse representa

3
Vg.: Art. 48 Ley Nº 354/75 Ordinamento Penitenziario de Italia; Art. 132-25 Código Penal de Francia; Art. 86.1 Reglamento
Penitenciario de España; Art. 36.1 Código Penal de Brasil; Art. 48 Código de Ejecución Penal de Perú; Art. 105 Reglamento de
Establecimientos Penitenciarios de Chile; y Art. 148 Código Penitenciario y Carcelario de Colombia, entre otras.
6
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

uno de los valiosos instrumentos recomendados por la moderna penología y receptados por el legislador

para procurar la finalidad primera del Régimen y Tratamiento Penitenciarios: la Resocialización del

penado para convertirlo en un elemento útil a sí mismo y a la comunidad (Art. 1 Ley 24.660 en

concordancia con el Art. 5 ap. 6° del Pacto de San José de Costa Rica y el Art. 10 ap. 3° del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos)”4.

Por su parte, tal como lo habíamos adelantado, el régimen de salidas transitorias, a diferencia de

la semilibertad, persigue otros objetivos específicos respecto del condenado, tales como la

consolidación de sus lazos familiares y sociales; o el cursado de estudios formativos en los distintos

niveles educativos; o bien, la participación en programas de prelibertad ante su egreso inminente, ya

sea a través de una libertad condicional o asistida, o por agotamiento de la condena (Art. 16 LEP);

coadyuvando con la finalidad general de preparación del interno para su regreso al medio libre con

mínimas potencialidades de reincidencia5, sin perjuicio de colaborar a disminuir los efectos negativos de

la prisionización6.

Con la incorporación del penado a las salidas anticipadas mencionadas se aspira a orientarlo

definitivamente hacia la realización de sí mismo, y ante las nuevas “angustias y miedos” que

paradójicamente puede experimentar en el medio libre a causa de la inevitable estigmatización social,

4
Párrafo extraído del precedente Juzgado de Ejecución Penal de Catamarca, Auto Nº 31/2003, “Luque, Guillermo Daniel
S/Salida Laboral”, 25/04/03.
5
“… las salidas transitorias, al igual que la semilibertad, constituyen, en esencia, institutos que hacen a la mediatización del
camino trazado hacia la finalidad de la ejecución de la pena privativa de la libertad…”, CNCP, Sala IV, “Sánchez, José Esteban
S/Recurso de casación”, 08/11/07, Voto Dr. Hornos.
6
Las salidas transitorias son “entendidas como un instrumento dirigido, por un lado, a atemperar las innegables consecuencias
desocializadoras propias de la ejecución efectiva de una pena privativa de la libertad, y por el otro, destinado a ser el primer
paso real en la preparación del condenado para su reingreso al consorcio social”, LOPEZ, Axel-MACHADO, Ricardo, Análisis del
régimen de ejecución penal, Di Plácido, Buenos Aires, 2004, p. 100. En idéntico sentido, KENT, Jorge, Derecho de la ejecución
penal, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1996, pp. 236-237.
7
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

resultará decisivo el apoyo del equipo interdisciplinario penitenciario para apuntalar los aspectos de su

personalidad en crisis, buscando fortalecer su autodeterminación y autodisciplina para comprometerlo

sinceramente a alcanzar una rehabilitación acorde a sus posibilidades, en función del respeto por las

normas de convivencia y la prevención de nuevas actividades delictivas, enunciadas como fines por el

legislador (Art. 1 LEP).

3. Antecedentes y Derecho Comparado.

Indagando precedentes en la historia penológica mundial respecto nuestro tema de estudio,

deberíamos remontarnos al denominado “Período intermedio o Prisión intermedia” del Sistema

Progresivo desarrollado por el Director de las Prisiones de Irlanda, Sir Walter Crofton, al promediar el

siglo XIX, quien sentenciaba: “Estoy íntimamente convencido que este período de prueba, que forma una

transición de la prisión a la vida en sociedad y sirve a la vez de medio seguro para distinguir al hombre

realmente mejorado del que no lo está, debe ser una excelente preparación para el momento de su

libertad”7; y también al Sistema Progresivo implantado por Montesinos en el Presidio de San Agustín en

Valencia (España) -que precede al anterior aunque sea menos conocido8-, que dividía la ejecución

penitenciaria en tres períodos, siendo la última la de “Libertad intermedia” que, entre sus “duras

pruebas”, permitía salir al penado a trabajar al exterior y de esa manera evaluar su comportamiento en

miras a su futura libertad.

7
En su informe al Gobierno en Noviembre de 1855, citado por GARCIA BASALO, Juan C., El régimen penitenciario argentino,
Librería del Jurista, Buenos Aires, 1975, p. 64.
8
DE LA CUESTA ARZAMENDI, José L., “El régimen abierto”, Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, Tomo XLIX, Madrid,
1996, p. 62.
8
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

A nivel nacional, dentro del ámbito científico, recordamos que el Primer Congreso Penitenciario

Justicialista, celebrado a mediados del siglo pasado, recomendaba “un régimen de semilibertad como

previo a todo otro régimen preparatorio que suponga la salida del sancionado del establecimiento”, y

agregaba que “como modalidad especial de la organización de la institución abierta, se ensaye un

régimen de trabajo en el exterior”9.

Mientras que a nivel normativo, nuestra predecesora legislación penitenciaria preveía dentro del

régimen de salidas transitorias regulado la posibilidad del penado de salir limitadamente de su lugar de

detención para afianzar y mejorar los lazos familiares y sociales, o para gestionar la obtención de

trabajo, alojamiento, documentos, etc., ante la proximidad de su egreso, o bien para trabajar fuera del

establecimiento, en condiciones similares a las de la vida libre, regresando luego a él, y cuya decisión

correspondía al director del penal con comunicación al juez de la causa (Arts. 8 inc. b), 9. B.- b), 1010 y 11

Decr.-Ley 412/58 ratif. Ley 14.467); perfeccionando así la senda marcada por la precursora Ley 11.833

de “Organización carcelaria y Régimen de la pena” (1933), reglamentada por el Decreto 35.788/47, que

en el grado D “De Prueba” del régimen progresivo diseñado, preveía que dicha etapa se cumpliría en

campos de semilibertad, en colonias penales, o en cárceles industriales, bajo un régimen de control más

9
HADDAD, JORGE, Derecho penitenciario, Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1999, p. 317.
10
Artículo 10.- Para la concesión de las salidas transitorias se requiere: A.- Estar comprendido en algunos de los siguientes
tiempos mínimos de ejecución: a) Penas temporales sin la accesoria del Art. 52: mitad de la condena; b) Penas perpetuas:
quince años; c) Medida de seguridad del Art. 52, cumplida la pena: a) ocho años en los casos de los inc. 1º y 2º del Art. 52 CP..;
b) tres años en los casos de los incisos 3º, 4º y último apartado del Art. 52; B.- No tener causa abierta u otra condena
pendiente. C.- Poseer conducta Ejemplar o el grado máximo susceptible de ser alcanzado según el tiempo de internación. D.-
Merecer del organismo técnico-criminológico concepto favorable sobre el proceso de su readaptación social.
9
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

atenuado que el grado anterior, “con la finalidad de comprobar la medida de la creación, rectificación y

ampliación del mundo moral del recluso y de prepararlo para su reintegro a la vida libre” 11.

Marcos Salt infiere que el legislador nacional habría tomado como precedente la regulación del

régimen de semilibertad prevista en el ordenamiento penitenciario italiano12, de características más

amplias que el nuestro y similar al de las salidas transitorias de la pretérita Ley Penitenciaria nacional

mencionada13; ya que la normativa italiana, a la par de prever que el penado pueda transcurrir parte del

día fuera del instituto para desarrollar un trabajo, también regula que éste pueda hacerlo para participar

de cualquier otra actividad provechosa para su reinserción social (vg.: actividades educativas, sociales,

etc.).

Esta modalidad está prevista para convictos con penas de menor duración (no superior a seis

meses), o que hayan purgado la mitad de la pena temporal impuesta (o los dos tercios (2/3) de la

misma, si se trata de un reincidente), o veinte años si fuera de encierro perpetuo; excluyéndose a

aquéllos condenados por determinados delitos graves vinculados con el terrorismo, el crimen

organizado y la mafia, salvo que cooperen con la Justicia y después de haber cumplido dos tercios (2/3)

de la condena (o las tres cuartas partes (3/4), si se trata de un reincidente). Corresponde a la autoridad

jurisdiccional su concesión -Tribunale di Sorveglianza- (Arts. 48, 50, 50 bis y 70.1 Ley Nº 354/1975

Ordinamento Penitenziario).

11
MARCO DEL PONT, Luis, Penología y sistemas carcelarios, Tomo I, Depalma, Buenos Aires, 1982, p. 123.
12
Según lo señala SALT, Marcos, Los derechos fundamentales de los reclusos. España y Argentina, Editores del Puerto, Buenos
Aires, 1999, p. 244; con RIVERA BEIRAS, Iñaki.
13
Art. 48 Regime di semilibertà.- “Il regime di semilibertà consiste nella concessione al condannato e all'internato di
trascorrere parte del giorno fuori dell'istituto per partecipare ad attività lavorative, istruttive o comunque utili al reinserimento
sociale...”.
10
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por su parte, la legislación española, otra de las fuentes de nuestra la Ley 24.660, prescribe que

al penado clasificado en el Tercer grado penitenciario le serán de aplicación las normas del Régimen

abierto en cualquiera de sus modalidades, lo que supondrá que éste podrá continuar su tratamiento en

semilibertad (Art. 72.2 LOGP cc. Arts. 100, 101.2, 74.2, 83 y 86 RP); regulación que sufre el impacto de la

LO 7/2003 de “Cumplimiento íntegro y efectivo de las penas”, del 02 de Julio, que incorpora las

exigencias de: a) el Período de Seguridad, esto es, el cumplimiento efectivo de una parte de la condena -

tal los modelos italiano y francés-, en el supuesto de penas superiores a cinco años de prisión (Art. 36.2

CP14), donde se exigirá el acatamiento de la mitad de la sanción de encierro impuesta -norma que afecta

de sobremanera el originario Sistema de individualización científica15, potenciado con el Principio de

flexibilidad (Art. 72.1 LOGP y Art. 100.2 RP, respectivamente), que continúa vigente para sanciones

menores al término antedicho y siempre que no se trate de internos condenados por terrorismo o

crimen organizado (Art. 36.2 in fine CP)-, y b) la satisfacción de la responsabilidad civil derivada del delito

(Art. 72.5 LOGP), que en el supuesto de tratarse de reclusos condenados por terrorismo o crimen

organizado, se exigirá además el abandono de dichas actividades, la colaboración activa con la autoridad

14
Artículo 36 Código Penal de España: 1.-…. “2.- Cuando la duración de la pena de prisión impuesta sea superior a cinco años,
la clasificación del condenado en el tercer grado de tratamiento penitenciario no podrá efectuarse hasta el cumplimiento de la
mitad de la pena impuesta…”.
15
El Sistema de Individualización Científica (Art. 72.1 LOGP), se caracteriza por la circunstancia que el tratamiento a
desarrollar en el interno, quien lo acepta voluntariamente y participa en el diseño, está basado en su personalidad e historia
criminológica; y toma como punto de partida el procedimiento de Clasificación Penitenciaria como parámetro para
determinar el Tipo de grado y Régimen aplicable (Primer grado: Régimen cerrado, Segundo grado: Régimen ordinario, y
Tercer grado: Régimen abierto), existiendo la posibilidad de combinar aspectos de los distintos Grados de conformidad al
Principio de Flexibilidad (Art. 100.2 RP), consecuencia de la idea de centralidad del Tratamiento Penitenciario (Art. 71 LOGP y
Art. 73 RP), GUILLAMONDEGUI, Luis, “La reforma de la ejecución penal y el tercer grado penitenciario”, monografía
presentada en el Programa de Doctorado “Problemas actuales del Derecho Penal y de la Criminología”, Director: Francisco
Muñoz Conde, Universidad Pablo de Olavide (UPO), Sevilla, Febrero 2004.
11
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

en la investigación y prevención de dichos delitos, y la petición expresa de perdón a las víctimas (Art.

72.6 LOGP).

El Régimen abierto español se caracteriza por la flexibilización significativa de las medidas de

seguridad y control en relación al penado, por el potenciamiento de su autorresponsabilidad -al

considerárselo a éste tipo de régimen como un “preámbulo para la libertad condicional” -, y por la

amplia posibilidad de salidas al exterior, ya sea para desarrollar actividades laborales, formativas,

familiares, de tratamiento o de cualquier otro tipo que faciliten su integración social (Art. 86.1 RP), o,

bien, de fin de semana (Art. 87 RP). De esta manera, el interno retoma sus actividades u obligaciones de

su ambiente social y familiar, y las compatibiliza con el internamiento carcelario.

Por regla, el penado debe pernoctar en el establecimiento, salvo que acepte el control de su

presencia fuera del centro penitenciario mediante dispositivos telemáticos u otros mecanismos de

control suficientes (Art. 86.4 RP); esto último, si se quiere, criticable ya que resulta difícil de

compatibilizar tales restricciones con el Principio de autorresponsabilidad inspirador del régimen

abierto.

Su concesión depende de la autoridad penitenciaria y con debida notificación al Ministerio Fiscal

a fines del control de legalidad de dicho acto administrativo (Arts. 103 y 107 RP); habiéndose obviado

llamativamente la intervención del Juez de Vigilancia Penitenciaria en este procedimiento16, quien sí

interviene en el supuesto de interposición de recurso por parte afectada (Art. 76 LOGP y Art. 54 RP).

16
Con fuerte crítica de Francisco RACIONERO CARMONA, a punto de considerar que tal facultad otorgada a la Administración
Penitenciaria representa “...la gran trampa del sistema represivo español y... el ataque mayor, el más directo a la reserva
jurisdiccional en materia penitenciaria...”; Derecho penitenciario y privación de libertad. Una perspectiva jurídica, Dykinson,
Madrid, 1999, pp. 144-145.
12
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Sobre la posibilidad de pernoctar en el domicilio, con control e inspección de la autoridad

penitenciaria y del Ministerio Público, en nuestro entorno latinoamericano, lo prevé, a modo de

innovación, el Código de Ejecución Penal de Perú (Publicado: 02/08/91), ante la carencia de

infraestructura adecuada y en pos del mantenimiento del vínculo familiar (Art. 51). Amplía la posibilidad

de la semilibertad para fines de formación educativa (Art. 48, 1º párrafo).

Se excluye del derecho de semilibertad a los condenados por determinados delitos por razones

de política criminal -tráfico ilícito de drogas y terrorismo- (Art. 48, 3º párrafo), conforme la tendencia

mundial y recogida inicialmente en las vernáculas Leyes Nº 25.892 (B.O.: 26/05/2004) y Nº 25.948 (B.O.:

12/11/2004), por las cuales el legislador nacional establece un nuevo régimen para la libertad

condicional y discrimina a determinados delincuentes de la posibilidad de una flexibilización de las

condiciones cualitativas de la pena y de un egreso anticipado a su condena; hoy continuada con la

flamante Ley N° 27.375 (B.O.: 28/07/2017).

Se requiere haber cumplido la tercera parte de la condena y no tener orden de detención en

contra, salvo en los casos especiales de Redención (Delitos de genocidio, extorsión, atentados contra la

seguridad nacional y traición, y rebelión), donde se exige haber compurgado las dos terceras partes de la

condena y cumplimentado íntegramente el monto fijado como reparación civil (Art. 48, 2º párrafo).

La autoridad jurisdiccional resuelve la petición, previa vista del Ministerio Fiscal (Art. 50), y se

revoca la semilibertad en supuestos de comisión de nuevo delito doloso o incumplimiento de las normas

de conducta fijadas (Art. 52).

En Brasil, importa una novedad la posibilidad de que el Tribunal de Sentencia, al momento de su

dictado, pueda disponer la incorporación directa del recién condenado al Régimen Abierto, en la medida

que se trate de un sanción penal de encierro igual o inferior a cuatro años (Arts. 110 y 114 Lei de
13
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Execução Penal Nº 7210 del 11/07/84 cc. Art. 33 CP); y en el caso de tratarse de una pena superior, el

interno deberá haber compurgado 1/6 de la pena en el régimen precedente (Semi-abierto) y haber

observado un buen comportamiento carcelario (Art. 112 Lei de Execução Penal Nº 7210/84), para poder

aprovechar de esta modalidad ejecutiva más flexible. Sin embargo, si se trata de un interno condenado

por un crime hediondo (homicidios calificados, secuestro, violación, genocidio, entre otros) o equiparado

(tortura, tráfico de estupefacientes, terrorismo) deberá cumplir un mínimo de dos quintos (2/5) o tres

quintos (3/5) de pena, según se trate de un primario o un reincidente respectivamente, para aspirar a su

progresión por el régimen penitenciario (Lei 11.464/07). En la legislación penitenciaria brasilera también

resulta amplio el ámbito de usufructo del régimen analizado, permitiendo al condenado “trabalhar,

freqüentar curso ou exercer outra atividade autorizada” (Art. 36.1 CP).

4. Requisitos.

El legislador ha previsto para las salidas transitorias idénticos presupuestos de procedencia que

los requeridos para el reconocimiento de la semilibertad (Art 17 LEP) -al que adiciona el de adecuada

ocupación o trabajo, en razón de su particular finalidad (Art. 23 LEP)-; y si bien, por previsión legal,

aquéllas preceden a la semilibertad (Art. 15 b) y c) LEP), nada impide que, en la práctica, el interno

pueda acceder primero a un permiso para trabajar en el medio libre, en aquellos supuestos que no

cuente con un núcleo familiar o social apropiado, o con la posibilidad de estudiar extramuros, o un

egreso inminente que justifique su incorporación a un programa de prelibertad.

Nuestra reflexión apunta a atemperar aquellos consabidos e inveterados razonamientos

administrativos y judiciales que justificándose rígidamente en una particular concepción de la

progresividad del régimen penitenciario exigen necesariamente primero una puesta a prueba del
14
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

interno en el medio libre a través del usufructo de cualquiera de las modalidades de las salidas

transitorias contempladas.

En la hipótesis discurrida, entendemos que no resulta ni justo ni razonable hacer soportar al

administrado aquellas circunstancias ajenas a sus posibilidades, debiendo admitirse la posibilidad de

incorporarlo al régimen de semilibertad si ya cuenta con los recursos para ello.

Es menester que las normas penitenciarias sean interpretadas razonablemente, con sentido

común y, en ese norte, los operadores penitenciarios y judiciales no deben olvidar que la

“resocialización tiene en relación con la norma penitenciaria funciones similares a las que tiene el bien

jurídico en relación con la norma penal. Si éste ofrece una concreción material al tipo penal y sirve como

base de su estructura e interpretación, aquella es un instrumento para interpretar la norma

penitenciaria”17.

Retomando el tema de los requisitos para el reconocimiento del régimen de semilibertad y,

como dijimos, en razón de su peculiar y específica finalidad perseguida, el legislador adiciona a los

señalados en el Art. 17 LEP, el que denominamos, Presupuesto laboral: Adecuada ocupación o trabajo

(Art. 23 LEP).

4.1.- Presupuesto laboral.

Adecuada ocupación o trabajo (Art. 23 LEP).

17
MAPELLI CAFFARENA, Borja, Pena privativa de la libertad en Nueva enciclopedia jurídica, T. XIX, Seix Editor, Barcelona,
1989, p. 449; citado por SALT, Marcos Gabriel, Los derechos fundamentales de los reclusos. España y Argentina, Editores del
Puerto, Buenos Aires, 1999, p. 176 nota 56, con RIVERA BEIRAS, Iñaki.
15
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Habíamos manifestado anteriormente que el régimen de semilibertad tiene un objetivo muy

concreto de carácter laboral: “el trabajo del penado fuera del establecimiento carcelario”18.

De allí, es que resulta necesario que el interno tenga asegurada una “adecuada ocupación o

trabajo” en el medio libre (Art. 23 LEP)19; presupuesto que, a nuestro modo de ver, descansa en dos

bases fundamentales20.

La primera, respecto del trabajo en sí mismo, teniéndose en cuenta su objeto -debe tratarse de

una actividad laboral lícita, ya sea desarrollada en relación de dependencia pública o privada, o de

manera autónoma, en las que se observen las exigencias normativas pertinentes (Art. 38 y ss. Ley de

Contrato de Trabajo y Estatutos Especiales correspondientes)- y modalidades de desenvolvimiento -

recomendándose que la prestación laboral, por razones criminológicas, no guarde relación con las

características del hecho por el que se cumple condena; y que la misma se desarrolle en un sitio estable

para permitir su contralor discontinuo por los trabajadores sociales del establecimiento penitenciario a

fines de orientar el proceso de resocialización-; como así también el cumplimiento por parte del

empleador del pago de una remuneración no inferior al salario mínimo, vital y móvil (Art. 103 y ss. LCT),

de las cargas sociales-previsionales y del seguro por accidentes (Arts. 62, 75, 79 y 80 LCT), con el fin de

prevenir y erradicar la arraigada costumbre de explotación laboral a cambio de “horas de libertad”

18
EDWARDS, Carlos Enrique, op. cit., p. 60.
19
“¿Qué sentido tiene… la expresión legal “en iguales condiciones a las de la vida libre, incluso salario y seguridad social”?
La respuesta es la siguiente: esta parte de la norma significa que, cuando un interno accede a este régimen tiene -como
cualquier persona en la vida libre- derecho a obtener un salario digno y aportes previsionales. Esto -insisto- no quiere decir
que, de no verificarse dicho estándar, no podrá tener acceso a la institución que se solicita. Y digo esto por cuanto -por su
contenido material- la semilibertad no exige que el penado esté incorporado a un régimen de contrato de trabajo o de
convenio colectivo sino “una adecuada ocupación”; noción que se satisface con la propuesta, debidamente verificada, del
ofrecimiento laboral que se efectúa…”, JEP Nº 1 CBA, “Fernández, Elio Enrique S/Ejecución de pena privativa de libertad”,
13/08/08.
20
Desarrolladas en el precedente JEP Ctca, Auto Nº 14/2001, “Salinas, Rodolfo Alberto S/Salida laboral”, 19/03/01.
16
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

asentada en la “gentileza” por la “responsabilidad patronal” asumida; práctica contraria al espíritu de la

legislación del Derecho del Trabajo y a uno de sus principios estructurales: el de la onerosidad del

empleo, como medio para garantizar la dignidad humana (Art. 115 LCT).

El salario correspondiente al penado incorporado al régimen de semilibertad podrá ser percibido

por el mismo interno -situación que nos parece más ajustada21- o por la Administración Penitenciaria -la

que debería intervenir, entendemos, frente situaciones fundadas y excepcionales-; debiéndose afectar

la porción que corresponda para indemnizar los daños y perjuicios ocasionados por el delito,

cumplimentar la prestación alimentaria civil y acrecentar el fondo de reserva a entregarse al egreso del

penado del establecimiento, ya sea por agotamiento de la condena, o por la concesión de la libertad

condicional o asistida (Art. 122 LEP).

La segunda se refiere a las condiciones que debe reunir el empleador.

Debe tratarse de una persona que tenga la capacidad económica suficiente para proveer trabajo

y poder pagarlo conforme los salarios de plaza, preferentemente carecer de antecedentes penales

computables vinculados con el delito castigado al interno pretendiente y poder proveerle al mismo de

un ambiente que promueva y estimule su adecuada reinserción social, dando asimismo muestra de

encontrarse capacitado para ejercer un control serio y responsable del penado en pos de la finalidad del

instituto preliberatorio, como instrumento de valor para alcanzar el objetivo primero del régimen y

tratamiento penitenciarios.

Por ello, y en relación con éste último apartado, creemos que no resulta aconsejable que el cargo

de empleador descanse en un familiar directo o persona ligada por amistad manifiesta con el interno -

21
En idéntico sentido al por nosotros expuesto, CERUTI, Raúl A.-RODRIGUEZ, Guillermina B., op. cit., p. 186.
17
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

salvo que se trate de un comerciante inscripto y un giro comercial en funcionamiento previo-, toda vez

que la experiencia cotidiana ha cooperado a confirmar la inconveniencia de este tipo de tutores

laborales, ya que no suelen remunerar lo convenido como salario -o a veces, ni siquiera abonan monto

alguno-, o participan de una mise en scène a los fines de que el interno usufructúe del derecho

“reposando” en su domicilio, o bien flexibilizan el control de modo tal que terminan impulsando la

“tentación” a la recaída delictiva; factores pasibles de acarrear potenciales perjuicios, tanto al penado

en su proceso de rehabilitación, como a la comunidad en su papel de reiterada damnificada por la

reincidencia criminal.

Los datos relacionados con la naturaleza y modalidad del trabajo, remuneración acordada, como

las referencias del empleador -nada obstaculizaría la propuesta de un co-empleador- y del ambiente

laboral propuestos por el interno, deben ser detallados en el correspondiente informe socio-ambiental

practicado por el trabajador social dependiente de la unidad penal que se comisione; quien también

emitirá fundadamente su postura respecto la conveniencia y alcances resocializadoras de tal oferta

laboral a efectos de su oportuna valoración por parte del Consejo Correccional del establecimiento

penitenciario (Art. 23 bis LEP).

A su turno, el magistrado, partiendo de los datos recabados en el pertinente informe social y

dentro de la reglamentación laboral correspondiente, determinará el régimen de semilibertad aplicable

al supuesto llevado a consideración, precisando que las labores se desarrollen en horario diurno y en

días hábiles en procura de prevenir cualquier atisbo de explotación laboral; siendo posible

excepcionalmente autorizar trabajos en horario nocturno o en días domingos o feriados de acuerdo a las

peculiares modalidades de la relación laboral requerida y bajo idénticas previsiones (Art. 25 LEP).

18
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Posteriormente, los profesionales penitenciarios del Servicio Social, por disposición

administrativa o hasta jurisdiccional, serán los encargados de supervisar de manera discontinua el

cumplimiento por parte del penado de las reglas de comportamiento establecidas en el resolutorio del

magistrado competente, como también la persistencia de la relación laboral y calidades del ambiente

propuesto para su desenvolvimiento, a la par de las responsabilidades patronales -aunque en relación a

lo último y de acuerdo a la particularidad de la materia, tal tarea les corresponda preferentemente a los

inspectores del organismo administrativo competente, ya sea de oficio, o por delegación, o por directiva

jurisdiccional-, realizando las observaciones que fueren conducentes a fines de la adecuación de las

particularidades del caso concreto al objetivo resocializador de la salida reconocida (Art. 20 LEP).

En caso de alguna irregularidad, está deberá ser comunicada inmediatamente, por la vía

correspondiente, al juez de ejecución penal a fines de la valoración de la conservación del derecho de

egreso anticipado, previa tramitación del incidente correspondiente, en el que se asegure el

contradictorio y el derecho de defensa técnica del penado (Art. 19 LEP cc. Art. 491 CPPN, Art. 498

CPPBA, Art.502 CPPCBA y 489 CPPCTCA).

La razón de ser de la selección de dichos profesionales para la referida función de contralor, y no

en los mismos funcionarios penitenciarios de carrera o pertenecientes a otras fuerzas de seguridad,

descansa en la finalidad de prevenir al máximo posible todo eventual acrecentamiento de la

irremediable estigmatización social del condenado -razonamiento justificado en la inteligencia del Art.

33, 3° párrafo LEP-.

Ahora bien, la norma precisa, atento el estadio en el régimen progresivo alcanzado por el interno

en semilibertad, que aquel deberá ser alojado en una institución regida por el principio de autodisciplina

(Art. 24 LEP).
19
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El reconocimiento jurisdiccional del egreso periódico bajo la modalidad de semilibertad

importará la obligación de la autoridad penitenciaria de alojar al penado en una institución regida por el

principio de autodisciplina (Art. 24 LEP); medida normativa congruente con el nivel de progresividad

alcanzado y con la que se pretende promover la asunción de un mayor grado de responsabilidad por

parte del interno e incentivarlo a interactuar más como “un hombre libre” que como un “preso”, incluso

dentro y desde la misma institución22.

Si bien nuestra realidad penitenciaria es suficientemente gráfica respecto las carencias de

infraestructura existentes, el sentido común marca que el interés del legislador, en este supuesto, es

que el penado incorporado a regímenes de salida anticipadas por su status penológico cuente con

menores restricciones intramuros, las que se irán disminuyendo paulatinamente de conformidad a su

tránsito por el régimen y tratamiento penitenciarios (Art. 6 LEP); por lo que si no se cuenta con los

denominados Centros de Reinserción Social (Art. 184 LEP) y hasta su implementación, el interno deberá

ser ubicado en un establecimiento abierto o en secciones separadas regidas por el mentado Principio de

autodisciplina (Art. 224 LEP).

Al igual que López y Machado, interpretamos que la prescripción del Art. 24 y cc. LEP también

alcanza al interno con salidas transitorias, resultando la omisión legal un error probablemente

involuntario, sencillamente subsanable por vía interpretativa23.

22
López y Machado justifican el precepto al razonar que siendo la semilibertad “un instituto de confianza, es claro que los
internos incluidos en tal régimen deben ser alojados en establecimientos que cuenten con mínimas medidas de seguridad”,
toda vez que se trata de “eliminar paulatinamente las restricciones inherentes a la ejecución de la pena, promoviendo que el
interno asuma un grado cada vez mayor de responsabilidad personal, al tiempo que se le otorgan ciertas facilidades
ambulatorias”, LOPEZ, Axel-MACHADO, Ricardo, Análisis del régimen de ejecución penal, 2° edición actualizada y ampliada, Di
Plácido, Buenos Aires, 2014, p. 141.
23
Ibídem.
20
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Así también la incorporación al régimen de semilibertad conlleva el reconocimiento de una salida

transitoria semanal, salvo disposición contraria del órgano jurisdiccional (Art. 26 LEP).

La norma encuentra su fundamento en la necesidad espiritual del interno, como cualquier otro

trabajador en libertad, de conservar y afianzar los vínculos familiares y sociales; los que en razón de su

jornada laboral se ve menguado de disfrutar.

Por tal motivo, resulta recomendable que dicha extensión no coincida con el régimen laboral

concedido ni con las fechas y horarios destinados al descanso semanal, incluso dentro de la misma

reglamentación intramuros (p/ej.: sábados a la tarde o domingos) -Art. 177 in fine LEP-.

Mientras que discernimos que la excepcionalidad podría funcionar en aquellos supuestos de

regímenes laborales sumamente flexibles que ya cuentan diariamente con esta posibilidad de manera

más o menos extensa o, en su defecto, no concurra la presencia de un grupo afectivo que justifique esta

modalidad de egreso o que el presentado aparezca como escasamente contenedor y riesgoso para las

finalidades regimentales y tratamentales perseguidas (Art. 1 LEP).

Concluyendo, no podemos obviar que nuestra histórica realidad socio-económica, cuyas aristas

resultan suficientemente ilustrativas, importa un férreo obstáculo para la consecución del presupuesto

en análisis por parte del interno y de su núcleo familiar24.

24
“… Por otra parte y más allá de que, insisto, toda la legislación debe ser objeto de cumplimiento, debemos evitar caer en
posturas hipócritas que desconozcan la realidad socio laboral, exigiendo a una persona privada de su libertad como si se
tratara de un Estado donde impera el pleno empleo. En ese orden de ideas, no puedo evitar referirme a la enorme cantidad de
agentes que desarrollan tareas en el Poder Judicial de la Nación excediendo cualquier tipo de previsión legislativa laboral, a tal
punto que ha sido reconocida oficialmente la existencia de los históricamente denominados “meritorios” mediante el reciente
censo efectuado por el Consejo de la Magistratura. Realmente, no me encuentro moralmente habilitado para acceder a la
pretensión del señor Fiscal cuando, al mismo tiempo, en el juzgado a mi cargo cumplen tareas laborales personas que no
perciben salario alguno y que no se encuentran amparadas por la legislación laboral vigente. Si el reconocimiento oficial de los
“meritorios” fue producido a partir de la necesidad de garantizar una correcta administración de Justicia, me pregunto cómo
21
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por ello, propugnamos que tanto los representantes de la agencia administrativa como los

judiciales sean profundamente cautos y criteriosos al instante de valorar las ofertas laborales y poder

concluir con propuestas y resoluciones verdaderamente equitativas donde el administrado no se vea

necesariamente compelido a soportar los efectos de situaciones y circunstancias externas que no

contribuyó a provocar25.

No debe olvidarse que “… A jueces y fiscales tocará interpretar y aplicar las normas penales con

sentido común, sin perder de vista el mandato reinsertador que preside (mientras no se cambié de la

Constitución) la fase de ejecución penal…”26.

5. Cuestiones de procedimiento.

El trámite de la semilibertad -al igual que el de las salidas transitorias- se inicia a petición expresa

del interno o de su defensor, permitiéndose efectuar el requerimiento en sede administrativa o en sede

jurisdiccional, remitiéndose, en este último supuesto, a la autoridad penitenciaria a fines de la

tramitación del expediente correspondiente.

Se recomienda que tal pedido, además de contener los datos necesarios conforme el régimen

pretendido, se efectúe de manera antedatada a la fecha de cumplimiento del presupuesto temporal, en

sería posible impedir que el interno Spikerman acceda a una ocupación laboral digna, cuando se encuentra en juego su
reinserción social…”, JNEP Nº 3, “Spikerman, Oscar Alfredo”, Agosto 2006.
25
“… pretender un trabajo formal, es desconocer los elevadísimos índices de desocupación y subocupación que azota a
nuestro país. Si en el ámbito del mundo libre, el trabajo se encuentra precarizado, encontrándose gran número de
conciudadanos realizando actividades no alcanzadas por la normativa tuitiva de las leyes laborales, pretender que un penado
sea incorporado al mercado formal, suena -perdóneseme la dureza de la expresión que utilizo- una actitud que roza con la
hipocresía.”, JEP Nº 1 CBA., “Fernández, Elio Enrique S/Ejecución de pena privativa de libertad”, 13/08/08.
26
Como bien lo indica RIOS MARTIN, Julián Carlos, Manual de ejecución penitenciaria. Defenderse de la cárcel, 3º Edición,
Colex, Madrid, 2004, p. 06.
22
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

procura que la conformación del legajo administrativo se lleve a cabo con el tiempo necesario y la

resolución jurisdiccional pueda establecer el momento a partir del cual se perfeccionará el egreso del

establecimiento.

A esos fines, sirve como parámetro ilustrativo el término prescripto (45 días) por el RMBE (Art.

40), que si bien se refiere al inicio del trámite de libertad condicional, por su similitud, es fácilmente

extensible al supuesto en análisis; sin perjuicio de la determinación de un plazo razonable por la misma

autoridad carcelaria o bien por el órgano jurisdiccional, a modo de directiva general de actuación.

En ese orden de ideas, también fortalece nuestra propuesta las previsiones de algunos

ordenamientos procesales penales (Art. 395 CPP Chubut), e incluso lo regulado por el nuevo Código

Procesal Penal Federal, que expresamente dispone que “El Servicio Penitenciario deberá remitir a la

oficina judicial todos los informes legalmente previstos para resolver los pedidos de egresos transitorios

o definitivos UN (1) mes antes de la fecha prevista en el cómputo de la pena” (Art. 308).

En líneas generales, el trámite administrativo se inicia ante el Gabinete Criminológico -u

organismo afín- del establecimiento penitenciario, el que se encarga de requerir los informes

criminológicos pertinentes a las Áreas Judicial (Situación legal del peticionante, pena impuesta y

cómputo y demás antecedentes procesales obrantes en su legajo), de Seguridad (Planilla de

Antecedentes Penitenciarios, evolución y escala actual de la calificación de Conducta y registro de

sanciones disciplinarias aplicadas; lo que permitirá valorar la concurrencia del Presupuesto de Conducta

-Art. 17.III LEP-), Social (domicilio familiar o lugar de estudio para usufructuar la salida transitoria; y

específicamente, en lo que a nuestro tema de estudio, la relación laboral ofertada, modalidades de

desenvolvimiento, retribución y forma de pago, capacidad económica del empleador propuesto y

características del ambiente de trabajo -Art. 23 bis LEP- a fin de determinar la concurrencia de una
23
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

adecuada ocupación o trabajo requerida por el Presupuesto Laboral -Art. 23 LEP-), Médica (Estado de

salud y aptitud laboral del penado, y en caso de ingesta de medicación, la recomendada a fines de

prevenir una exposición de riesgo para sí o terceros de conformidad a la modalidad laboral ofertada),

Psicológica (Estado emocional, perfil psicológico, recomendaciones tratamentales y pronóstico

criminológico del penado), Educativa (formación cultural e interés de superación personal) u otra que

correspondiere de acuerdo al caso, a efectos de que oportunamente el Gabinete Criminológico y el

Consejo Correccional motivadamente manifiesten su postura respecto de la evolución penitenciaria del

interno y las consecuencias que la incorporación al régimen de salidas transitorias o de semilibertad

puede conllevar para una reinserción social provechosa (Presupuesto de Concepto -Art. 17.IV LEP-).

Posterior a ello y sentada la postura de los referidos organismos penitenciarios, el legajo pasa al

Director del Servicio Penitenciario, quien evaluará las actuaciones y, por resolución debidamente

fundada, propondrá al magistrado competente en la ejecución penal la concesión o no del régimen de

salida requerido, propiciando, en su caso, las modalidades del usufructo del derecho (Art. 18 LEP cc. Art.

35 RMBE); propuesta administrativa que de ninguna manera resulta vinculante para la decisión

jurisdiccional, tal el sistema impuesto por la nueva legislación penitenciaria (Arts. 3 y 4 LEP).

Concluido administrativamente el expediente, el mismo se eleva a sede jurisdiccional, donde se

conforma el incidente de salidas transitorias o semilibertad (también conocido como “salida laboral”),

produciéndose el avocamiento jurisdiccional propiamente dicho respecto de tal pretensión y

anoticiando a las partes intervinientes a sus fines (Ministerio Fiscal, interno, defensa y víctima, se haya

constituido o no como querellante particular -Art. 11 bis LEP-), las que podrán proponer las medidas

probatorias convenientes a sus intereses (testimoniales, periciales, informativas, instrumentales, etc.),

diligenciándose aquellas que resultaren útiles y pertinentes en atención a las particularidades del caso.
24
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El trámite judicial se inicia con la trascripción de la situación legal-procesal y del cómputo de

pena del interno, informados por la Secretaría del órgano jurisdiccional, a fines de la verificación de los

Presupuestos Legal y Temporal respectivamente -Art. 17.V y I LEP-.

Asimismo, se verifica la existencia de asistencia técnica letrada del penado, y en caso negativo, se

lo invita a designar un defensor de su confianza, o se provee la defensa oficial (Art. 18 CN cc. Arts. 104 y

107 CPPN, Arts. 89 y 92 CPPBA, Arts. 118 y 121 CPPCba. y Arts. 117 y 120 CPPCtca.).

Paso siguiente, se requiere a los organismos administrativos correspondientes (División

Antecedentes Personales de la Policía Federal o Provincial y Registro Nacional de Estadísticas y

Reincidencia Criminal) un informe respecto de la existencia de causas penales en trámite en contra del

interno en las que interese su detención (ya sea por existir una orden de detención, o captura nacional o

internacional, o resolución firme de prisión preventiva), o de condenas pendientes sin unificar, a los

fines de la valoración de la concurrencia del Presupuesto Procesal -Art. 17.II LEP-.

Diligenciadas las pruebas admitidas y evacuados dichos informes, y en su caso expuesta la

postura del órgano judicial competente respecto del interés de detención o perfeccionada la unificación

de condenas (Art. 58 CP) y sin que ello altere el Presupuesto Temporal, se corre vista del expediente al

representante del Ministerio Fiscal que corresponda a efectos que, en su carácter de representante de

los intereses sociales, siente su postura respecto de la procedencia o no del derecho de egreso

anticipado solicitado. Así también se pone en conocimiento de la víctima el estadio del trámite, a

efectos de que pueda hacer valer sus derechos, tal lo prevé la legislación (Art. 11 bis LEP cc. Art. 12 Ley

N° 27.372, B.O.: 13/07/2017).

Y finalmente, se corre vista al defensor técnico del interno, quien procurará reforzar desde el

plano fáctico-jurídico la viabilidad de la pretensión preliberatoria de su asistido.


25
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Más allá que pueda resultar una obviedad, corresponde mencionar por si acaso que ni las

autoridades del establecimiento penitenciario, ni sus asesores multidisciplinarios, ni los equipos

interprofesionales propiamente dicho son partes procesales en un incidente de ejecución penal;

limitándose su intervención y actuación como auxiliares del órgano jurisdiccional, a quien deben ilustrar

sobre las particularidades criminológicas y penológicas del supuesto examinado y respecto sus

proyecciones vinculadas con la finalidad del cumplimiento de la sanción privativa de libertad. En caso

que fuere menester aclarar, ampliar y hasta contrastar cualquier extremo de los informes criminológicos

realizados por la agencia penitenciaria, el magistrado, por iniciativa propia o a bien pedido de parte,

puede requerir tal diligencia a los profesionales que conforman los Cuerpos Interdisciplinarios Forenses

o pertenecientes a organismos públicos y/o privados (Arts. 3 y 4 LEP).

Vale señalar que algunos ordenamientos prevén la posibilidad de que el trámite antedicho se

perfeccione y resuelva mediante una audiencia oral, como lo prescriben, entre otros, las normativas de

Buenos Aires (Art. 3 Código de Ejecución Penal), Chubut (Art. 399 CPP) y Santa Fe (Art. 433 CPP), y al

igual que el nuevo Código Procesal Penal Federal (Art. 380 CPPF)27.

Evacuadas las vistas corridas, la causa retorna al juez de ejecución penal -o al magistrado

competente-, quien toma decisión fundada sobre el pedido de incorporación del interno al régimen de

semilibertad -o en su caso, el de salidas transitorias-, determinando, en caso de su concesión, el régimen

laboral (modalidad, lugar, horario, itinerario, etc.), más las normas de conducta y restricciones a

27
Sobre las ventajas de la oralización de los incidentes de ejecución penal, puede consultarse GUILLAMONDEGUI, Luis Raúl,
“La oralización de incidentes de ejecución penal. Una experiencia provincial perfectible”, La Ley Noroeste, Año 11, Nº 11, Dic.
2007, Buenos Aires, 2007, pp. 1083-1092. En relación a la regulación de los incidentes de ejecución penal en el nuevo Código
Procesal Penal Federal (Ley N° 27.482, BO: 07/01/2019), GUILLAMONDEGUI, Luis Raúl, “El juez con funciones de ejecución. Su
regulación en el nuevo Código Procesal Penal Federal”, disponible https://www.eldial.com/nuevo/resultados-detalle-
doctrina.asp?id=12032&base=50&resaltar=guillamondegui, elDial.com - DC26E8, Publicado el 13/03/2019.
26
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

observar por el penado como también el nivel de confianza adoptado -como precisaremos luego-, bajo

apercibimiento de suspensión (faltas leves y medias), o revocación (faltas reiteradas o graves) del mismo

(Art. 19 LEP).

Y de acuerdo a la última de las reformas legislativas en la materia, en los supuestos de las

personas condenadas por los delitos previstos en el artículo 128 tercer párrafo (facilitación del acceso a

espectáculos pornográficos a menores de catorce años o suministro de material pornográfico, conforme

Ley 26.388, vigente al momento de la sanción de la Ley 27.375), 129 segundo párrafo (exhibiciones

obscenas en perjuicio de menores de edad) y 131 (grooming) del Código Penal, se continuará con la

intervención especializada prevista en el Art. 56 ter LEP.

En relación al nivel de confianza a adoptar, la flamante normativa prevé que al reconocer el

egreso anticipado, se le exigirá al interno el acompañamiento de un empleado o la colocación de un

dispositivo electrónico de control, los cuales sólo podrán ser dispensados por decisión judicial, previo

informe favorable de los órganos de control y del equipo interdisciplinario del juzgado de ejecución (Art.

19 in fine LEP).

Dicha previsión, delineada bajo la influencia de discursos de emergencia, no deja de parecer

restrictiva y hasta paradójica con el contenido y las aspiraciones resocializadoras pretendidas con el

régimen preliberatorio analizado, máxime cuando se corre el riesgo de que en razón de las carencias de

recursos estatales existentes se pueda llegar a frustrar el reconocimiento de tan relevante derecho

penitenciario.

El legislador, quizás, debería haber formulado el precepto de modo inverso, esto es,

estableciendo como regla general la salida bajo palabra de honor o confiada a la tuición de una persona

27
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

responsable; ciñendo el nivel de confianza a modo de excepción en los supuestos que así,

motivadamente, lo justifiquen.

Por ello, es de esperar que los magistrados, previa evacuación de los informes pertinentes,

resuelvan de un modo razonable y coherente las peticiones elevadas, conforme con nuestra realidad y

bajo el amparo del halo resocializador que impregna los postulados penitenciarios.

Respecto de la determinación jurisdiccional de las normas de conducta y restricciones a imponer

al interno, estas, valgan las repeticiones, deben ser razonables y coherentes, atendiendo las

particularidades del caso y la finalidad resocializadora a la postre perseguida; y principalmente claras y

precisas, toda vez que, junto con la concreta fijación del régimen laboral, tales lineamientos van a

representar las “reglas de juego” y de cuya observancia dependerá el destino del egreso reconocido.

Una vez decidida la pretensión, la resolución es remitida a la unidad de detención a fin de

diligenciar las notificaciones pertinentes para su inmediata puesta en ejecución; debiendo el Director del

establecimiento hacer efectiva las salidas (Art. 20 LEP)28, previa entrega al interno de una constancia

(p/ej.: un carné) que acredite su situación legal ante cualquier eventual requerimiento de alguna

28
Más allá que la norma hace referencia literal que el Director del establecimiento penitenciario “quedará facultado para
hacer efectivas las salidas transitorias o semilibertad” una vez anoticiado de la resolución jurisdiccional (Art. 20 LEP),
entendemos que el precepto debe interpretarse como un “deber” u “obligación” del funcionario en ese sentido, si queremos
ser conducentes con los principios generales asentados en la ley, como también lo infieren SALT, Marcos Gabriel, Los
derechos fundamentales de los reclusos. España y Argentina, Editores del Puerto, Buenos Aires, 1999, p. 247, con RIVERA
BEIRAS; LOPEZ, Axel-MACHADO, Ricardo, Análisis del régimen de ejecución penal. Ley 24.660 Ejecución de la pena privativa de
libertad, Di Plácido, Buenos Aires, 2004, p. 118; y CERUTI, Raúl A.-RODRIGUEZ, Guillermina B., Ejecución de la pena privativa
de la libertad (Ley 24.660). Comentada y anotada, La Rocca, Buenos Aires, 1998, p. 90. Tal circunstancia también es advertida
por el Senador Villarroel, al momento de fundamentar su disidencia parcial al proyecto legislativo presentado, Antecedentes
parlamentarios. Ley 24.660 Ejecución de la pena privativa de la libertad, Año 1996, Nº 9, La Ley, Buenos Aires, 1996, p. 120,
nota 55.
28
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

autoridad -posiblemente la fuerza de seguridad policial- (Art. 21 LEP) e informar posteriormente al

magistrado tal circunstancia (Art. 20 LEP).

Implementado el egreso autorizado, la autoridad penitenciaria podrá disponer la supervisión

discontinua -concebida como control esporádico y aleatorio- por parte de los profesionales del servicio

social de la institución -y no mediante el personal de comando en procura de prevenir el

acrecentamiento de la estigmatización social consecuente (Art. 20 in fine LEP)-, sin perjuicio que el juez

de ejecución penal imponga tal quehacer en la misma resolución (Arts. 3 y 19 LEP), pretendiendo no sólo

verificar el nivel de cumplimiento del interno de las obligaciones impuestas, sino principalmente valorar

como el desenvolvimiento de aquellas repercute en el gradual proceso de reinserción social, realizando

las correcciones que fueren necesarias (Arts. 1 y 19 LEP).

Retomando el aspecto procedimental, una vez resuelto el incidente de egreso anticipado y en

caso de disconformidad de alguna de las partes intervinientes, les asiste el derecho de recurrir la

resolución judicial mediante las vías recursivas previstas -la víctima, en este supuesto, podrá hacerlo en

la medida que se hubiere constituido como querellante particular y la normativa lo permita-; resultando

el recurso de casación la vía de impugnación prevista por la mayoría de las legislaciones rituales (vg.: Art.

491 in fine CPPN -precepto que veda la intervención a la parte querellante-), Art. 502 in fine CPPCba. Art.

489 in fine CPPCtca., etc.); con los inconvenientes que ello implica, según nuestra praxis judicial y hoy,

en principio, enervados desde el precedente “Casal” (20/09/2005) de nuestro tribunal cimero.

Sin embargo, vale resaltar que en los últimos años, algunas provincias empezaron a regular

recursos ordinarios ante el Tribunal de Apelaciones correspondiente, a modo de garantizar el Derecho a

la Doble Instancia (vg.: Art. 498 in fine CPPBA, Art. 500 in fine CPPSalta, Art. 511 bis CPPMza., Art. 433 in

29
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

fine CPPSF, etc.) -lineamientos seguidos por proyectos de ordenamientos rituales en consideración, y

otros, tal el nuevo Código Procesal Penal Federal, de próxima vigencia (Art. 381 CPPF)29-.

Destacamos que a partir de “Romero Cacharane” (09/03/04), nuestro máximo tribunal federal

además de fortalecer el Principio de Judicialización Penal, se nuestra sumamente enérgico respecto el

proceder desestimatorio de la Casación Penal asentado en la anacrónica Doctrina de las Relaciones

Especiales de Sujeción (RES) y principalmente por contrariar el Principio supraconstitucional del Doble

Conforme (Art. 8.2.h CADH y Art. 14.5 PIDCP).

Amén de los avances jurisprudenciales y de los primeros pasos dados por algunos estados

provinciales, bregamos por la imperiosa consolidación de un recurso sencillo y eficaz, como así también

de un mecanismo consecuente30, que permita revisar ampliamente cuestiones jurídicas y fácticas

relativas a la ejecución de la pena -y dentro de ellas, aquellas decisiones que importan una modificación

cualitativa del cumplimiento de la sanción penal-, y de ese modo hacer operativas las aspiraciones

garantistas contenidas en distintos instrumentos internacionales asumidos por nuestro país.

Para finalizar, podemos percibir que el legislador prescribe que la interposición del recurso no

suspende la ejecución, a menos que así lo disponga el tribunal (vg.: Art. 491 in fine CPPN, Art. 500 in fine

CPPSalta, etc.); mandamiento “que no se refiere al efecto del recurso de casación respecto a la resolución

29
Al respecto, GUILLAMONDEGUI, Luis Raúl, “El juez con funciones de ejecución. Su regulación en el nuevo Código Procesal
Penal Federal”, disponible en línea: https://www.eldial.com/nuevo/resultados-detalle-
doctrina.asp?id=12032&base=50&resaltar=guillamondegui, elDial.com - DC26E8, Publicado el 13/03/2019.
30
“… la vía que haga efectiva la tutela del “derecho al recurso”, puede consistir en un recurso sea de “casación”, “apelación no
tradicional o restringida” o como queramos llamarlo, que reúna los requisitos mínimos informados por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, Informe Nº 24/92...”, como ya lo apuntara, en su momento, la Prof. Ángela Ledesma:
“Aspectos críticos de la actual regulación normativa en materia de recursos en el proceso penal”, Ponencia presentada en el
XVII Encuentro Panamericano de Derecho Procesal, Barranquilla, Colombia, Marzo del 2004, disponible en línea:
www.eldial.com/suplementos/procesal/doctrina/pr040628-d.asp.
30
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

del incidente, sino, antes bien, a la posible suspensión de la ejecución de la sentencia que es objeto de

ejecución. Lo que el legislador pretende es que la resolución de un incidente de ejecución no suspenda la

ejecución de la pena impuesta hasta tanto no se encuentre firme. En los casos en que lo resuelto en el

incidente de ejecución no signifique la suspensión de la ejecución de la pena, el recurso conserva,

respecto de lo resuelto en el incidente, el efecto suspensivo previsto como principio general en el CPP” 31.

31
SALT, Marcos G., “Los recursos en la etapa de ejecución penal”, AA.VV., Los recursos en el procedimiento penal, 2º Edición
actualizada, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2004, pp. 399-400, remitiéndose el autor citado a razonamientos en igual
sentido de Claría Olmedo y Ayán.
31
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Trabajos para la comunidad.

Ezequiel Hernán Dopazo.

Artículo 50. En los casos de los incisos c) y f) del artículo 35, cuando se presente ocasión

para ello y el condenado lo solicite o acepte, el juez de ejecución o juez competente podrá sustituir,

total o parcialmente, la prisión discontinua o la semidetención por la realización de trabajo para la

comunidad no remunerado fuera de los horarios habituales de su actividad laboral comprobada.

En tal caso se computarán seis horas de trabajo para la comunidad por un día de prisión. El plazo

máximo para el cumplimiento de la pena con esta modalidad de ejecución será de dieciocho meses.

La primera aclaración que merece este artículo, es que los incisos del art. 35 mencionados

han quedado desfasados por la modificación efectuada sobre éste por la Ley nº 26.472, en un

primer momento, y luego por la modificación operada por la reciente Ley nº 27.375.

Los incisos c) y f) del art. 35, mencionados en la norma bajo análisis, corresponden a los

incisos b) y e) del art. 35 modificado por la Ley nº 26.472. Por otro lado, el actual art. 35 de la ley

de ejecución penal -modificado por la Ley nº 27.375- no contiene el supuesto del inciso e), es

decir, el original inciso f).

Esta circunstancia nos obliga a efectuar un análisis desdoblado del instituto del trabajo

comunitario: uno que contempla dos supuestos de procedencia distintos, aplicable para condenas

por hechos ocurridos con anterioridad al 28 de julio de 2017 (fecha de publicación en el Boletín

Oficial de la Ley nº 27.375), y uno aplicable al universo de condenas por hechos ocurridos con

posterioridad a dicha fecha, de procedencia más acotada.


Hasta la reciente modificación de la Ley nº 24.660, la sustitución del encierro carcelario

por trabajo comunitario podía proceder ante la conversión de la pena de multa en prisión

(conforme a lo reglado en el segundo párrafo del art. 21, CP) o ante la imposición, al momento de

la sentencia definitiva, de una pena privativa de libertad no mayor a seis meses de efectivo

cumplimiento. Esta última posibilidad ya no se encuentra contemplada en la legislación nacional.

La Ley nº 27.375 efectuó una modificación sobre los presupuestos que habilitan la prisión

discontinua y la semidetención, regulados en el art. 35, Ley nº 24.660. Puntualmente, eliminó el

inciso e), que establecía que estas modalidades especiales de ejecución de la pena privativa de

libertad podían disponerse respecto de: “La pena privativa de libertad que, al momento de la

sentencia definitiva, no sea mayor de seis meses de efectivo cumplimiento”. En consecuencia, y

atendiendo a la remisión a dicho inciso que realiza el artículo bajo estudio, el trabajo no

remunerado a favor de la comunidad ya no puede proceder ante este supuesto, quedando

relegado únicamente a las penas de multa convertidas en prisión.

Este recorte del universo de casos en que la pena de prisión puede ser sustituida por

trabajos en favor de la comunidad, se inserta en la misma lógica neo-punitivista y meramente

retributiva que ha inspirado toda la modificación de la Ley nº 27.375.

De esta manera, el principal objetivo que perseguía el trabajo comunitario previsto en el

art. 50, Ley nº 24.660, es decir, evitar los efectos negativos de la prisionización en penas cortas

que de ninguna manera pueden ser útiles para perseguir la resocialización del condenado, se ve

claramente mermado.

Ingresando ahora al análisis de los otros presupuestos para la sustitución de la pena de

prisión por trabajos no remunerados en favor de la comunidad, es necesario destacar que, aunque

el artículo pareciera otorgar la facultad discrecional al juez de ejecución (o juez competente) para
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

disponerla, mediante la utilización del vocablo “podrá”, resulta claro que esta facultad del juez de

ninguna manera puede ser ejercida de manera arbitraria e infundada. Esta decisión, como

cualquier otra, se encuentra sujeta a la manda prevista en el art. 123 del Código Procesal Penal de

la Nación, y deberá ser anulada o modificada mediante los mecanismos previstos a tales efectos,

en caso de inobservancia (recuérdese que el recurso para cuestionar las decisiones de los jueces

de ejecución en el ámbito nacional es el recurso de casación, conforme al art. 491, CPPN).

En esta línea de razonamiento, la Cámara Nacional de Casación de la Capital Federal, ha

dicho en más de una oportunidad que no resultan motivos válidos para negar la sustitución de la

pena por trabajo comunitario las declaraciones de reincidencia de persona condenada (previas e

incluso la declaración efectuada en la pena que se pretende sustituir); el haber sido

“beneficiado/a” con la sustitución en oportunidades anteriores y las rebeldías en las que hubiera

incurrido la persona condenada durante la sustanciación del proceso1.

Por otro lado, la Sala 2 de dicha Cámara, específicamente expresó que: “(…) Conforme la

previsión del instituto como mecanismo alternativo al encierro en penas de corta duración, cabe

considerar que la procedencia debe ser la regla y su negativa, la excepción (…)”2. Entendemos que

esta es la regla de interpretación y aplicación de la sustitución que corresponde aplicar.

Otro requisito que impone el artículo objeto de comentario, es la voluntad expresa de la persona

condenada para que proceda la sustitución, ya sea porque la solicite, o porque consienta de

manera expresa una dispuesta de oficio.

La norma prevé que la sustitución puede ser total o parcial, lo que implica que la

sustitución puede disponerse en el momento en que se decide la aplicación al caso de la prisión

1
CNCCC, Sala 3; Causa nº 19630/2014/TO1/CNC1, caratulada “ALMADA, Guillermo Ramón y otros s/ robo en
grado de tentativa”; Reg. nº 116/2015; rta. 02/06/15; CNCCC, Sala 3; Causa nº 63857/2013/TO1/CNC1,
caratulada “TOLOSA, Ezequiel Oscar s/ robo”; Reg. nº 1325/2017; rta. en 14/12/17; entre otras.
2
CNCCC, Sala 2; Causa nº 67518/2013/TO1/4/CNC2, caratulada “PALACIOS, Ricardo Gabriel s/ sustitución de
prisión por tareas comunitarias”; Reg. nº 489/2017; rta. en 19/06/2017.
discontinua o semidetención, o, de manera posterior, cuando la persona ya se encuentra bajo

alguna de estas modalidades y solicita la sustitución de lo que le resta de pena por trabajo no

remunerado en favor de la comunidad3.

A los fines del cómputo de la pena, la norma establece que por cada día de prisión se

computarán seis horas de trabajo para la comunidad. Axel López y Ricardo Machado, entienden

que, si bien se utiliza la expresión “día de prisión”, debe considerarse comprendida también en

ella la paridad de seis horas de trabajo comunitario con un día de reclusión4. Asimismo, el artículo

establece como plazo máximo para el cumplimiento de la pena bajo esta modalidad, el de

dieciocho meses, que como se verá en el comentario al artículo 52, puede ser ampliado -bajo

ciertas condiciones-, por hasta seis meses.

Por último, resta decir que la legislación nacional en la materia (hasta la sanción de la Ley

nº 27.063), resulta idéntica a la prevista en la Ley nº 12.256 de la Provincia de Buenos Aires

(modificada por la Ley nº 14.296). En esta provincia se regula todo lo atinente a la sustitución por

trabajo comunitario en el art. 123 bis, mientras que en el art. 117 se regula las situaciones en las

que se pueden disponer la prisión discontinua o la semidetención (de una manera equivalente a la

del art. 35, Ley nº 24.660, previo a la reciente reforma operada por la Ley nº 27.063).

Artículo 51.- El juez de ejecución o juez competente confiará la organización y supervisión

del trabajo para la comunidad del artículo 50 a un patronato de liberados o a un servicio social

calificado, de no existir aquél.

3
LÓPEZ, Axel y MACHADO, Ricardo; Análisis del Régimen de Ejecución Penal. Ejecución de la pena privativa
de libertad. Comentarios. Jurisprudencia. Concordancias. Decretos reglamentarios; Fabián J. Di Plácido
Editor; Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2014, 2da edición; pp. 192 y ss.
4
LÓPEZ y MACHADO; Op. Cit.; pp. 192 y ss.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Actualmente, en la órbita Federal y Nacional, el organismo encargado de organizar y

supervisar en esta materia es la Dirección de Control y Asistencia de Ejecución Penal. Dicho

organismo depende de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y vino a reemplazar al Patronato

de Liberados que dependía del Ministerio de Justicia de la Nación. Se encuentra en

funcionamiento provisorio desde el año 2014.

Artículo 52. En caso de incumplimiento del plazo o de la obligación fijada en el artículo 50,

el juez de ejecución o juez competente revocará el trabajo para la comunidad. La revocación, luego

de practicado el cómputo correspondiente, implicará el cumplimiento de la pena en

establecimiento semiabierto o cerrado. Por única vez y mediando causa justificada, el juez de

ejecución o juez competente podrá ampliar el plazo en hasta seis meses.

La sanción ante el incumplimiento del plazo establecido al momento de sustituir la pena

privativa de libertad, o ante el incumplimiento de la obligación asumida, es la revocación del

trabajo comunitario y, en consecuencia, el cumplimiento del resto de la pena privativa de libertad

en el establecimiento semiabierto o cerrado que designe el juez.

De manera previa, el juez debe efectuar un nuevo cómputo de pena partiendo de la

establecida en el art. 50 comentado previamente, es decir, computando un día de prisión o

reclusión cada seis horas de trabajo para la comunidad. Es necesario remarcar que no se prevé una

sanción adicional para el condenado que haya incumplido el régimen previsto; no existe en este

instituto una norma equivalente a lo dispuesto en el art. 15, CP, respecto del incumplimiento de la

libertad condicional. Por lo que cualquier decisión que pretenda imponer analógicamente la
sanción prevista en dicha norma, afectará al principio de legalidad por extensión analógica in

malam partem.

Por otro lado, la norma establece que, por una única vez y mediando causa justificada, el

juez competente podrá ampliar el plazo en hasta seis meses. Creemos que por “causa justificada”

debe entenderse aquella situación de fuerza mayor y ajena a la voluntad de la persona condenada.

En definitiva, de lo que se trata, es de que la persona brinde alguna explicación atendible,

plausible, y razonable, acerca de por qué motivos no pudo cumplir con la obligación asumida en el

plazo que se le otorgó. Entendemos que aquí también resulta de aplicación el principio de

interpretación esbozado por la Cámara Nacional de Casación en el precedente “Palacios, Ricardo

Gabriel”5, en el sentido de que, una vez justificado el incumplimiento por parte de la persona

condenada, la regla debe ser la ampliación del plazo y la negativa, la excepción.

Por último, López y Machado, entienden que: “(…) ante la existencia de una enfermedad

grave o incapacidad sobrevinientes, [la persona condenada] no se encuentre en condiciones de

continuar la realización de los trabajos para la comunidad encomendados (…) consideramos que el

resto de la pena debe ser purgado mediante la prisión domiciliaria, puesto que tal incapacidad no

puede actuar en contra del interés del justiciable quien, pese a su voluntad, no se encuentra en

posición fáctica de cumplir con las tareas asignadas. Resulta cierto que el art. 33 [relativo a la

prisión domiciliaria] no prevé expresamente esa posibilidad, pero es claro que del espíritu de la

norma se desprende su correcta aplicación en esa situación extrema”6.

Consideramos que la solución propuesta por estos autores es la que más se adecúa a los

fines previstos por el legislador al momento de sancionar el instituto bajo estudio; por otro lado, la

5
CNCCC, Sala 2; “PALACIOS”; Reg. nº 489/2017; Op. Cit.
6
LÓPEZ y MACHADO; Op. Cit.; pp. 194 y ss.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

aplicación analógica de la prisión domiciliaria no encuentra óbice alguno, ya que la analogía es

claramente en favor de la persona condenada.

Artículo 53. El condenado en cualquier tiempo podrá renunciar irrevocablemente al trabajo

para la comunidad. Practicando el nuevo cómputo, el juez de ejecución o juez competente

dispondrá que el resto de la pena se cumpla en prisión discontinua, semidetención o en un

establecimiento penitenciario.

Al momento de analizar el art. 50, se dijo que la norma prevé la voluntariedad de la

sustitución de la pena privativa de la libertad por trabajo comunitario, por lo que la previsión de

este artículo se enmarca en esta misma inteligencia: es tan voluntaria la sustitución como la

renuncia a ella.

Por otro lado, una vez ejercida la renuncia por la persona condenada, corresponde que el

juez de ejecución (o juez competente), efectué el cómputo de pena en razón de la regla

establecida en el art. 50, es decir, el juez debe computar un día de prisión o reclusión, por cada

seis horas de trabajo comunitario que se haya efectivamente realizado hasta el momento.

Por último, sólo resta decir que la renuncia a la sustitución por trabajo en favor de la

comunidad, previamente dispuesta, resulta irrevocable.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

CAPITULO II bis:

Excepciones a las modalidades básicas de la ejecución.

ARTÍCULO 56 bis. —No podrán otorgarse los beneficios comprendidos en el período de

prueba a los condenados por los siguientes delitos:

1) Homicidios agravados previstos en el artículo 80 del Código Penal

2) Delitos contra la integridad sexual, previstos en los artículos 119, 120, 124,

125, 125 bis, 126, 127, 128 primer y segundo párrafos, y 130 del Código Penal.

3) Privación ilegal de la libertad coactiva, si se causare intencionalmente la

muerte de la persona ofendida, previsto en el artículo 142 bis, anteúltimo párrafo, del Código

Penal.

4) Tortura seguida de muerte, artículo 144 ter, inciso 2, del Código Penal.

5) Delitos previstos en los artículos 165 y 166, inciso 2, segundo párrafo del

Código Penal.

6) Secuestro extorsivo, si se causare la muerte de la persona ofendida, conforme

a los supuestos previstos en el artículo 170, antepenúltimo y anteúltimo párrafos, del Código

Penal.

7) Delitos previstos en los artículos 145 bis y ter del Código Penal.

8) Casos en que sea aplicable el artículo 41 quinquies del Código Penal.

9) Financiamiento del terrorismo, previsto en el artículo 306 del Código Penal.

1
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

10) Delitos previstos en los artículos 5°, 6° y 7° de la ley 23.737 o la que en el futuro

la reemplace.

11) Delitos previstos en los artículos 865, 866 y 867 del Código Aduanero.

Los condenados incluidos en las categorías precedentes tampoco podrán obtener los

beneficios de la prisión discontinua o semidetención, ni el de la libertad asistida, previstos en los

artículos 35, 54 y concordantes de la presente ley.

(Artículo sustituido por art. 30 de la Ley N° 27.375, B.O. 28/07/2017)

ARTÍCULO 56 ter.- En los casos de las personas condenadas por los delitos previstos en

el Título III del Libro Segundo del Código Penal, se establecerá una intervención especializada y

adecuada a las necesidades del interno, con el fin de facilitar su reinserción al medio social, que

será llevada a cabo por el equipo especializado previsto en el inciso l) del artículo 185 de esta

ley.

En todos los casos, al momento de recuperar la libertad por el cumplimiento de pena, se

otorgarán a la persona condenada, un resumen de su historia clínica y una orden judicial a los

efectos de obtener una derivación a un centro sanitario, en caso de que sea necesario.

(Artículo sustituido por art. 31 de la Ley N° 27.375, B.O. 28/07/2017)

ARTÍCULO 56 quáter.- Régimen preparatorio para la liberación. En los supuestos de

condenados por delitos previstos en el artículo 56 bis, la progresividad deberá garantizarse a

partir de la implementación de un régimen preparatorio para la liberación, elaborado a través

2
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de un programa específico de carácter individual, teniendo en cuenta la gravedad del delito

cometido, que permita un mayor contacto con el mundo exterior.

Un año antes del cumplimiento de la condena, siempre que el condenado hubiera

observado con regularidad los reglamentos carcelarios y, previo informe de la dirección del

establecimiento y de peritos que pronostique en forma individualizada y favorable su

reinserción social, podrá acceder a la libertad conforme a dicho régimen. En éste, los tres (3)

primeros meses se dedicarán a la preparación dentro del establecimiento del condenado para

la liberación, con posterioridad se admitirá la realización de salidas con acompañamiento

durante un plazo de seis (6) meses y, finalmente, en los últimos tres (3) meses el condenado

accederá a la posibilidad de ingresar en el régimen de salidas fuera del establecimiento

penitenciario sin supervisión.

En todos los casos las salidas serán diurnas y por plazos no superiores a las doce (12)

horas.

(Artículo incorporado por art. 32 de la Ley N° 27.375, B.O. 28/07/2017)

ARTÍCULO 56 quinquies.- El juez de ejecución o juez competente deberá remitir al

Registro Nacional de Beneficios u otras Medidas Procesales (Renabem), o al que corresponda,

dentro de los cinco (5) días posteriores a quedar firme, copia de los siguientes actos procesales,

indicando en todos los casos las normas legales en que se fundan:

a) Otorgamiento de salidas transitorias.

3
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

b) Incorporación al régimen de semilibertad.

c) Prisión discontinua, semidetención, prisión nocturna.

d) Otorgamiento de prisión domiciliaria.

e) Otorgamiento de libertad asistida.

f) Otorgamiento de libertad condicional.

g) Todos los beneficios comprendidos en el período de prueba previsto por la ley de

ejecución de la pena.

h) Suspensión del proceso a prueba.

Deberán asentarse asimismo los datos pertenecientes al condenado, a saber:

1) Nombre y apellido del condenado sujeto a beneficio.

2) Lugar y fecha de nacimiento.

3) Nacionalidad.

4) Estado civil y, en su caso, nombres y apellidos del cónyuge.

5) Domicilio o residencia fijado para gozar del beneficio y/o libertad condicional.

6) Profesión, empleo, oficio u otro medio de vida denunciado.

7) Números de documentos de identidad y autoridades que los expidieron.

8) Nombres y apellidos de los padres.

9) Números de prontuarios.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

10) Condenas anteriores y tribunales intervinientes.

11) El tiempo de la condena fijado por el tribunal, debiendo indicarse el tiempo

de privación de libertad cumplido y el que faltare por cumplir.

12) La fecha de la sentencia, el tribunal que la dictó y el número de causa.

13) Los antecedentes penales.

14) Los dictámenes del organismo técnico-criminológico y el Consejo Correccional

del establecimiento penitenciario.

15) Las normas que el condenado debe observar.

(Artículo incorporado por art. 33 de la Ley N° 27.375, B.O. 28/07/2017)

EXCEPCIONES A LAS MODALIDADES BÁSICAS DE LA EJECUCIÓN

Por Luis Raúl Guillamondegui1

Recientemente el legislador, siguiendo la senda ya marcada por las leyes 25.892 y 25.948 -

sancionadas en el año 2004 con motivo del lamentable suceso del secuestro y homicidio del joven Axel

Blumberg-, haciendo eco de intereses políticos “justificados” en demandas sociales de similar tenor y

fortalecidas desde sectores mediáticos, presenta, mediante la Ley N° 27.375 (BO: 28/7/2017), nuevas

reglas restrictivas para el acceso a los institutos del período de prueba del régimen penitenciario (salidas

transitorias, semilibertad), a algunas alternativas para situaciones especiales (prisión discontinua,

1
Dirección de correo electrónico: guilla70@hotmail.com

5
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

semidetención), a la libertad condicional y a la libertad asistida (Art. 56 bis LEP y Art. 14, 2° párrafo CP);

sin haberse detenido, aunque más no sea un instante, a correlacionar su propuesta legislativa con las

normas y principios penales y constitucionales existentes.

Así también prevé una “intervención especializada” para internos condenados por delitos

sexuales -en consonancia con su predecesora, la Ley 26.813, BO: 16/01/2013- (Art. 56 ter LEP), regula

un peculiar “régimen preparatorio para la libertad” de los condenados por delitos aberrantes y

equiparados -con el afán de neutralizar ulteriores objeciones de constitucionalidad- (Art. 56 quáter LEP),

y prescribe un registro especial, el “Registro Nacional de Beneficios u otras Medidas Procesales

(Renabem)”, donde deben asentarse los “beneficios penitenciarios” y probation concedidas, personas

beneficiadas, normas de conducta impuestas, dictámenes penitenciarios y el tribunal interviniente (Art.

56 quinquies LEP).

En cuanto a las restricciones señaladas, el legislador aumenta -en comparación con las leyes

precursoras mencionadas- la nómina de los “delitos aberrantes” y además incluye otros de menor

gravedad y los “equipara” en cuanto a sus efectos, esto es, vedar la incorporación al período de prueba

del régimen penitenciario, prisión discontinua, semidetención, libertad condicional y asistida a los

condenados por tales crímenes; advirtiéndose, sin mayor esfuerzo, que a pesar de la distinta gravedad

criminal entre dichas categorías delictivas -en cuanto a los intereses jurídicos tutelados y sus penas

consecuentes-, y sin una razón válida, se les otorga la misma consecuencia penitenciaria.

Como supimos señalar en su momento, dentro de nuestro entorno regional y respondiendo a

semejante programa de persecución penal, Brasil supo adelantarse sancionando la Lei 8072/90 sobre os

crimes hediondos (25/07/1990), donde clasificaba una serie de delitos como atroces (asesinato,

homicidio calificado, extorsión, secuestro, violación, genocidio, etc.) y equiparaba otros a sus efectos

6
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

(tortura, tráfico ilícito de estupefacientes y terrorismo) y, en lo que a nuestro tema interesa, prescribía

la prohibición de progresividad por el régimen penitenciario a los sujetos condenados por tales

conductas: Art. 2: … § 1º: “A pena por crime previsto neste artigo será cumprida integralmente em regime

fechado.”2.

Vale señalar que, luego de un exhaustivo combate desde la ilustre doctrina penal del país vecino

(Luiz Flavio Gomes, José Pierangeli -en su trabajo en coautoría con Zaffaroni-, Roberto Cezar Bitencourt,

entre otros), el Superior Tribunal Federal en pleno resolvió la inconstitucionalidad de la desatinada

norma trascripta por resultar contraria a diferentes principios superiores y contenidos en pactos

internacionales de derechos humanos suscriptos (STF, HC 82.959, 23/02/06).

El precedente jurisdiccional citado desencadenó la sanción de la Lei 11.464/07 (28/03/07), que

reformuló la norma controvertida, permitiendo la progresión del régimen penitenciario a los

sentenciados por tales crímenes, previo cumplimiento del período de seguridad establecido3.

Retomando nuestro tema de análisis, apreciamos que ante el pedido de un interno de acceso a

regímenes de soltura anticipada o de alguna de las alternativas para situaciones especiales prescriptas,

le corresponde a la autoridad jurisdiccional verificar, en primer término, que aquel no haya sido

condenado por la comisión de algunos de los delitos aberrantes o equiparados señalados en la norma

(Art. 56 bis LEP o Art. 14, segundo párrafo CP, según correspondiere), puesto que ello importaría el

rechazo in limine de la solicitud; salvo que considere que tales restricciones contrarían la letra y el

2
GUILLAMONDEGUI, Luis Raúl, Resocialización y semilibertad, Bdef, Montevideo-Buenos Aires, 2010, pp. 85-86.
3
Lei 11.464/07. Art. 1º: O art. 2º da Lei no 8.072, de 25 de julho de 1990, passa a vigorar com a seguinte redação: “Art. 2º: ...
§ 1º A pena por crime previsto neste artigo será cumprida inicialmente em regime fechado.- § 2º A progressão de regime, no
caso dos condenados aos crimes previstos neste artigo, dar-se-á após o cumprimento de 2/5 (dois quintos) da pena, se o
apenado for primário, e de 3/5 (três quintos), se reincidente...”.

7
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

espíritu de la Constitución Nacional, para que una vez resuelta dicha cuestión, recién pasar a considerar

la concurrencia de los restantes presupuestos prescriptos.

1. Valoración crítica de la reforma de la ejecución penal (Art. 56 bis).

Concebimos que la flamante Ley 27.375 (B.O. 28/07/2017), al igual que sus predecesoras -las

aludidas leyes 25.892 y 25.948-, repercute profundamente en el campo del derecho de ejecución penal,

y pone en crisis una serie de principios penales y supraconstitucionales que sirven de cimientos para

nuestro estado de derecho.

En este acápite, tomando como punto de partida las críticas efectuadas a la reforma penitenciaria

del 2004 -sencillamente trasladables al presente-, efectuaremos algunas observaciones al precepto en

examen, sin que por ello el tema pueda considerarse agotado; sistematizando sus aspectos criticables

en las siguientes consecuencias:

A) Vulneración de la finalidad de ejecución de la pena de encierro respecto determinados

delincuentes. Principio de igualdad.

El Art. 1 LEP, en consonancia con los postulados de los tratados internacionales de derechos

humanos constitucionalizados (Art. 75 Inc. 22 CN cc. Art. 10.3 PIDCP y Art. 5.6 CADH), establece que la

finalidad de la ejecución penal será “lograr que el condenado adquiera la capacidad de respetar y

comprender la ley, así como también la gravedad de sus actos y de la sanción impuesta, procurando su

adecuada reinserción social”; estableciendo así los objetivos que debe perseguir el Estado durante la

ejecución de la pena privativa de la libertad, y a los que deben estar orientados las actividades y energías

de los operadores penitenciarios y judiciales.

8
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La discriminación de los condenados, principalmente, por los delitos aberrantes a los derechos

de libertad condicional (Art. 14, segundo párrafo CP) y -en lo que a nuestro análisis interesa- a las

modalidades de la etapa de prueba del régimen penitenciario como a las alternativas para situaciones

especiales señaladas (art. 56 bis LEP) comportan decisiones legislativas que vienen a cercenar la

propuesta de resocialización que debe ofrecer todo Estado de Derecho a las personas privadas de

libertad, y dejan un amargo sabor de discriminación, toda vez que aquella aspiración supraconstitucional

“no debe regir sólo para algunos delitos de menor gravedad, sino para todos los hechos delictivos y

respeto de todos los condenados”4; afectándose así también el principio de igualdad (Art. 16 CN), y

perfeccionándose en los hechos, prácticamente, una verdadera pena perpetua, incompatible desde ya

con nuestro sistema constitucional.

Con acierto Lascano, supo señalar en relación a las leyes 25.892 y 25.948 -razonamiento que hoy

enfocamos hacia la Ley 27.375-, que frente a tal legislación de emergencia asentada en criterios

peligrosistas propios de un derecho penal de autor, se procura sacar de circulación de por vida a

determinadas personas condenadas, lo que representa un regreso a las políticas inocuizadoras, como

aquellas que había postulado Von Liszt en su célebre Programa de Marburgo para los delincuentes

peligrosos incorregibles: la pena indeterminada.

Y el profesor mediterráneo profundizó aún más al sostener que, con dicha sanción eliminatoria o

segregatoria, también se afecta el principio de culpabilidad en su dimensión limitadora de la duración

de la pena5.

4
DE LA FUENTE, Javier-SALDUNA, Mariana, “Ejecución Penal. Reforma de los artículos 13, 14 y 15 del Código Penal”, AA.VV.,
Reformas penales, Coordinador Edgardo A. Donna, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2004, p. 42.
5
LASCANO, Carlos J. (h), “El nuevo régimen de la libertad condicional. Ley 25.892”, Pensamiento penal y criminológico. Revista
de derecho penal integrado, Año V, Nº 9, 2004, Mediterránea, Córdoba, 2004, pp. 166-167.

9
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por su parte, Alderete Lobo, luego de examinar críticamente la reforma introducida por la Ley

27.375, entiende, en cuanto al aspecto en análisis, que “la reinserción social es un derecho del

condenado, y de ello deriva una correlativa obligación estatal de garantizar su vigencia”, para después

aseverar enfáticamente que “como derecho, no puede ser invocado en contra de la persona privada de

libertad ni utilizado como fundamento para el dictado de decisiones que restrinjan otros derechos

fundamentales o establezcan soluciones o condiciones de detención más perjudiciales para la persona”6.

En esa dirección agrega: “La norma fundamental no admite diferencias en cuanto a la finalidad

de la ejecución penal que debe alcanzar a todos los presos, con independencia del delito cometido”. Por

ello, “una vez que se asume, en el orden interno, que el régimen progresivo es la herramienta de

reinserción social, se sigue una prohibición al legislador de establecer “direcciones resocializadoras más

restrictivas o diferenciadas” que priven de manera general y absoluta el acceso a los institutos de derecho

penitenciario por él creados, sobre la base de clasificaciones no relacionadas con el desempeño del

interno durante la ejecución de la pena”. Concluyendo: “El principio de igualdad establecido en el art. 16

de la CN es la apoyatura de esta prohibición” 7.

Al respecto, si recordamos la nómina de los delitos seleccionados por el derogado art. 56 bis LEP,

al menos, si se quiere, guardaba una lógica interna, en el sentido de que eran crímenes que tenían como

denominador común, la muerte de la víctima y además estaban sancionados con pena perpetua, salvo el

homicidio con motivo o en ocasión de robo del art. 165 CP.

6
ALDERETE LOBO, Rubén A., “Reforma de la ley 24.660. El fin del derecho de ejecución penal en Argentina”, El debido proceso
penal, vol. 5, Dirección: Ángela Ledesma, Hammurabi, Buenos Aires, 2017, p. 197.
7
Ibídem, p. 199.

10
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Pero, la selección del nuevo catálogo de los delitos excluidos, conforme la norma en vigor, es “es

absolutamente aleatoria e incomprensible…y representa un aditamento a la ya manifiesta ilegitimidad

constitucional de la medida legislativa adoptada”, tal lo ratifica el mentado profesor de la UBA8.

B) Vulneración del principio de progresividad del régimen penitenciario.

El principio rector de progresividad, receptado en los Arts. 6 y 12 LEP, establece que para procurar

la resocialización del condenado (Art. 1 LEP), el Estado debe utilizar, dentro del régimen penitenciario,

todos los medios necesarios y adecuados para tal finalidad (entre ellos, el ofrecimiento al penado de un

tratamiento técnico interdisciplinario e individualizado en atención a las características de su

personalidad); y que dicho régimen, cualquiera fuere la pena impuesta (el resaltado nos pertenece y es

una fiel transcripción de la letra de la ley -Art. 12 LEP; precepto no modificado por la Ley 27.375-), se

basará en la progresividad, esto es, que la duración de la condena impuesta resulta dividida en fases o

grados con modalidades de ejecución de distinta intensidad en cuanto a sus efectos restrictivos -etapas

por las que gradualmente transitará el condenado de acuerdo a su evolución favorable por el régimen

y, en su caso, por el tratamiento voluntariamente asumido-; proceso en el que se promoverá la

incorporación del interno a instituciones semiabiertas o abiertas, o a secciones separadas regidas por el

principio de autodisciplina y, en su momento, su retorno anticipado al medio libre a través de los

institutos penitenciarios previstos (salidas transitorias, semilibertad, libertad condicional, libertad

asistida, etc.).

8
Ibídem, p. 200.

11
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La exclusión de determinados delincuentes, atento el tipo de delito cometido, de la expectativa

de obtener derechos penitenciarios de egreso anticipado, importan un significativo desmedro del

sistema de ejecución de pena privativa de libertad dispuesto normativamente: el de la progresividad del

régimen penitenciario -aplicable sin interesar cual fuere el delito juzgado y la sanción penal impuesta

(recordemos la previsión del art. 12 LEP, resaltada anteriormente)-, ya que ahora es la “misma” ley la

que le priva al condenado del estímulo que representa esa posibilidad de “diseñar” voluntariamente la

forma de cómo va a cumplir su encierro, al igual que su consecuente interpretación de la oferta

resocializadora estatal.

La referencia a la mera naturaleza del delito castigado como fundamento discriminador, importa

sostener una presunción iuris et de iure de ineficacia del régimen y tratamiento penitenciarios respecto

del minúsculo colectivo conformado por los condenados señalados en la norma criticada, y que el

legislador, desde su lógica, pareciera querer convencernos que aquellos son personas “no recuperables”,

inmunes a cualquier tipo de tratamiento interdisciplinario; perspectiva, por cierto, totalmente

incompatible con el espíritu resocializador que inspira la ejecución penitenciaria de nuestro sistema

sancionador, tal lineamientos de pautas locales y supraconstitucionales.

Por su parte, en relación a éste apartado, Alderete Lobo resalta que “probablemente, uno de los

aspectos que evidencia de modo más notorio el absoluto desconocimiento teórico de los promotores de

esta reforma sea la contradicción insalvable que implica declamar, por un lado, la vigencia del régimen

progresivo y, al mismo tiempo, amputar groseramente una de sus notas distintivas, esenciales: la

12
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

posibilidad de reincorporación social del penado antes del vencimiento de la pena mediante algún

instituto de libertad vigilada”9.

C) Afectación del principio de humanidad de la pena: previsión de una pena perpetua. Principio

de razonabilidad.

Otro de los principios rectores de la ejecución penitenciaria es el de humanidad de la pena,

derivado del Art. 18 CN y en concordancia con los Tratados de Derechos Humanos con jerarquía

constitucional incorporados con la reforma de 1994 (Arts. 25 y 26 DADDH, Art. 5 DUDH, Art. 5.2 CADH y

Art. 10.1 PIDCP).

Tal axioma es receptado por el Art. 9 LEP, mediante el cual se pone de resalto la obligación erga

omnes de respetar la dignidad humana del penado y de promover una política penitenciaria humanista,

que tenga como centro de atención a la persona, a quien se le debe garantizar que la ejecución de la

pena impuesta estará exenta de tratos crueles, inhumanos o degradantes; estableciéndose, así también,

la responsabilidad penal del funcionario público o particular que tuviera participación en supuestos de

tales características10.

Al respecto, representa una relevante cimentación del Estado de Derecho, lo resuelto por nuestro

máximo Tribunal federal in re “Verbitsky, Horacio S/Habeas corpus” (03/05/2005), en relación a la

obligación estatal de cumplimentar con lo prescripto por las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los

Reclusos de las Naciones Unidas respecto del tratamiento digno que se debe conceder a toda persona

9
Op. cit., pp. 190-191.
10
GUILLAMONDEGUI, Luis Raúl, “Los principios rectores de la ejecución penal”, Revista de derecho penal y procesal penal, Nº
12, Agosto 2005, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2005, p. 1107.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

privada de libertad; a la par de exhortar a los poderes políticos a adecuar su legislación procesal penal

en materia de prisión preventiva y excarcelación, y de ejecución penal y penitenciaria a los

mandamientos constitucionales e internacionales ratificados por nuestro país.

Con los aspectos de la reforma penal analizada, creemos que se han legislado modalidades de

ejecución de penas privativas de libertad que atentan también contra el principio de humanidad de la

pena, ya que, por un lado, pretender que después de casi media vida entre rejas una persona condenada

a pena perpetua -penalidad prevista para la mayoría de los delitos aberrantes- pueda reinsertarse en la

sociedad bajo la modalidad del novedoso “Régimen preparatorio para la liberación” previsto en el Art.

56 quáter LEP, no deja de parecernos ilusorio -y hasta, permítasenos, de una profunda hipocresía

legislativa-; mientras que, por otra parte, el aprovecharse de una singular coyuntura social, para tipificar

por la ventana una pena prácticamente perpetua para determinados delincuentes -tal el caso de la

mayoría de los delitos aberrantes-, nos conduce a apreciar que la vigencia de tradicionales y sabios

postulados del Derecho penal liberal tienen en nuestro presente su partida de defunción firmada y

protocolizada de antemano.

Tanto la cláusula restrictiva de la ley penitenciaria en examen, como el limitativo precepto

regulado en el digesto punitivo para la libertad condicional (Art. 14, segundo párrafo CP), visualizan en

la praxis una pena capital, ya que el encierro prolongado o a perpetuidad importan la aniquilación física,

psíquica, civil y social de la persona; tiñendo de inhumana esta modalidad segregativa de ejecución del

encierro y haciéndola totalmente contraria a nuestra antropología constitucional11.

11
En idéntico sentido, Cesano sostiene que: “…la posibilidad de perpetuidad existencial del encierro importa, directamente,
tolerar la regresión hacia objetivos preventivos especiales negativos, que se identifican con la idea misma de inocuización;
concepto que, a su vez, no resiste el más mínimo análisis desde la óptica de este principio constitucional”, CESANO, José
Daniel, “El nuevo régimen de la Libertad Condicional (Ley 25.892)”, AA.VV., Reformas al código penal, Editorial Bdef, Buenos

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Recordemos que, antes de las reformas analizadas, tanto en nuestro derecho positivo (Arts. 13 y

53 CP, y Arts. 6, 12, 16, 17, 23, 28 y 54 LEP) como judicial12, el fundamento para sustentar la vigencia de

las penas perpetuas representaba la expectativa legal de que la persona condenada pueda retornar al

medio libre antes del cumplimiento de la grave sanción penal impuesta, primero a través de institutos

de salidas anticipadas (salidas transitorias y semilibertad), y principalmente mediante la libertad

condicional -incluso reconocida para los multirreincidentes-13, posteriormente reforzada con la previsión

de la libertad asistida, que incluía a los penados reincidentes, vedados de aquélla.

A través de dicho razonamiento, la pena perpetua regulada en nuestro digesto punitivo, en

realidad no era tal; soslayándose así eventuales objeciones fundadas en normas de rango superior.

Sin embargo, con las nuevas reglas de juego impuestas por el legislador y sin perjuicio del limitado

alcance del particular “Régimen preparatorio para la liberación” (Art. 56 quáter LEP) -como

desarrollaremos más adelante-, advertimos que, conforme la mera naturaleza del ilícito, un interno

Aires, 2005, p. 324. Por otro tanto, si bien el precedente “Gramajo, Marcelo S/Robo en grado de tentativa”, CSJN, 5/09/06,
refiere a la inconstitucionalidad del Art. 52 CP, tales conclusiones también pueden ser trasladadas respecto de cualquier
modalidad de encierro que se transforme en perpetuo: “…la pena de reclusión por tiempo indeterminado prevista en el art.
52 CPen. resulta inconstitucional por cuanto viola… el principio de prohibición de imposición de penas crueles inhumanas y
degradantes…reconocidos en las garantías constitucionales…que forman parte de nuestro bloque de constitucionalidad…”
Considerando 32. Voto de los Dres. Higton de Nolasco, Maqueda, Zaffaroni y Lorenzetti.
12
Sintetiza tal razonamiento el siguiente pasaje del voto del Dr. Fayt: “…cabe recordar que en nuestro régimen legal existe la
posibilidad de extinción de la pena de prisión perpetua una vez obtenida la libertad condicional y transcurridos cinco años sin
que ésta haya sido revocada (confr. arts. 13 y 16 del Código Penal). La única pena forzosamente perpetua conforme la
normativa vigente al momento de los hechos, era la impuesta a los reincidentes, a quienes no podía aplicárseles la libertad
condicional (situación hoy salvada a través del instituto de Libertad Asistida, incorporado por Ley 24.660).” (Cons. 11), CSJN,
“Maldonado, Daniel Enrique y otro s/ robo agravado por el uso de armas en concurso real con homicidio calificado - Causa
Nº 1174C”, 07/12/2005.
13
ZAFFARONI, Eugenio-ALAGIA, Alejandro-SLOKAR, Alejandro, Manual de derecho penal. Parte general, Ediar, Buenos Aires,
2005, pp. 709-710.

15
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

condenado por un delito aberrante no podrá acceder a ninguna de las salidas anticipadas previstas, lo

que devendrá en, posiblemente, su futuro deceso en prisión.

Así, el castigo, en estos casos, se transforma en un encierro a perpetuidad dado su efecto

absolutamente irreversible, lo que por cierto hace inadmisible su imposición dentro de nuestro sistema

normativo al tratarse de un supuesto de pena ilegal (incapacitación); que termina ubicando al Estado en

el mismo nivel que el delincuente, inobservando leyes que, en su momento, supo sancionar en

consonancia con reivindicaciones del concierto internacional.

En ese orden de ideas, contando los argumentos sentados en los precedentes “Maldonado”

(07/12/05)14 y “Gramajo” (05/09/06)15, es posible deducir que llegado el caso de una condena a pena de

encierro perpetuo, impuesta por alguno de los delitos aberrantes, esta no sería convalidada por nuestro

máximo Tribunal Federal.

Si bien procesalmente se entiende que el planteo de inconstitucionalidad debería hacerse una

vez cumplida la parte proporcional de pena para aspirar a alguno de los derechos de salida anticipada

afectados, ello no quita que los Tribunales de Sentencia se abstengan de aplicar una punición de tal

intensidad aflictiva, si comparten ab initio el razonamiento de su repercusión negativa sobre diferentes

14
“…la cámara no exhibe argumento alguno que permita entender… (o) explicar cómo es posible promover la reintegración
social del condenado por medio de una pena que se define ex ante por la decisión de… excluirlo para siempre de la sociedad.”.
Considerando 41, Voto de los Dres. Petracchi, Higton de Nolasco, Maqueda, Zaffaroni y Lorenzetti. CSJN, “Maldonado, Daniel
Enrique y otro s/ robo agravado por el uso de armas en concurso real con homicidio calificado - Causa Nº 1174C”, 07/12/2005.
15
“…la pena de reclusión por tiempo indeterminado prevista en el art. 52 CPen. resulta inconstitucional por cuanto viola el
principio de culpabilidad, el principio de proporcionalidad de la pena, el principio de reserva, el principio de legalidad, el
principio de Derecho penal de acto, el principio de prohibición de persecución penal múltiple (ne bis in idem) y el principio de
prohibición de imposición de penas crueles inhumanas y degradantes, todos los cuales aparecen reconocidos en las garantías
constitucionales consagradas -de manera expresa o por derivación- en los arts. 18 y 19 de la Const. Nacional y en diversos
instrumentos internacionales sobre derechos humanos, que forman parte de nuestro bloque de constitucionalidad.”.
Considerando 32. Voto de los Dres. Higton de Nolasco, Maqueda, Zaffaroni y Lorenzetti. CSJN, “Gramajo, Marcelo S/Robo en
grado de tentativa”, 5/09/06.

16
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Principios de nuestro Sistema jurídico y, fundamentalmente, respecto de las prescripciones

constitucionales sobre la finalidad de la ejecución penal (Art. 18 CN cc. Art. 5.6 CADH y Art. 10.3 PIDCP);

permitiéndose la determinación judicial de la sanción penal dentro de las escalas mínimas y máximas

previstas conforme los Principios de culpabilidad, derecho penal de acto y proporcionalidad de las penas

primordialmente.

Cesano, al analizar las reformas penitenciarias post Blumberg, profundizando un poco más,

razonaba: “como una apreciación general respecto a todas las exclusiones producto de la reforma,

consideramos que la modificación en cuestión no supera el test de razonabilidad, que viene impuesto por

aplicación directa del art. 28 de la Constitución Nacional” 16; raciocinio sencillamente trasladable al

precepto en examen.

Y dicha la irrazonabilidad se acentuaba aún más, siguiendo al profesor de Córdoba, cuando

resaltaba que el legislador previó para todos los casos una conclusión idéntica, a pesar que en ciertos

delitos excluidos (Arts. 124 y 165 CP) el resultado muerte de la víctima es una consecuencia no buscada

intencionalmente por el autor -al igual que hoy-.

Tales críticas nos allanan el camino en cuanto a nuestro tema en análisis, a punto de observar

que hoy esa irrazonabilidad es aún más patente en relación a los delitos equiparados, que como sabemos

cuentan con penas de menor entidad (p/ej., abuso sexual simple, gravemente ultrajante, corrupción de

menores, promoción y facilitación de la prostitución, rufianería, pornografía infantil, rapto sexual, trata

de personas, tráfico de estupefacientes, contrabando agravado, financiación de actividades terroristas,

etc.).

16
CESANO, José Daniel, “El nuevo régimen de la Libertad Condicional (Ley 25.892)”, AA.VV., Reformas al código penal, Editorial
Bdef, Buenos Aires, 2005, p. 324.

17
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Asimismo, estimamos que los argumentos desarrollados pueden resultar de provecho para

valorar la extensión y eficacia de legislaciones de semejante tenor, tal la particular previsión de los

Artículos 100 y 146 de la Ley de Ejecución Penal de Provincia de Buenos Aires (Ley 12.256 y modif.) -

predecesora, si se quiere, de la reforma de la ejecución penal del año 2004-; y las normas pertinentes

del Código de Ejecución Penal de la provincia de Mendoza (Art. 72 Ley 8645) - precursor, si se quiere, de

la reforma de la ejecución penal del año 2017-.

Si bien varias de estas reflexiones ya fueron aportadas desde hace un tiempo prolongado en

nuestros primeros ensayos sobre la temática17, reparamos con suma complacencia cómo distintos

tribunales del país fueron resolviendo la inconstitucionalidad de las normas incorporadas por la reforma

que precede a la postre hoy vigente, como también de aquellas legislaciones provinciales de similar

contenido.

A guisa de ejemplo, podemos mencionar, entre otros:

“En mi opinión, el artículo 56 bis de la ley 24.660, en cuanto veda la concesión de cualquiera

de las modalidades de ejecución distintas al encierro que implican el ingreso al período de

prueba (entre las que se encuentran las salidas transitorias) a los condenados, por la exclusiva

razón de la naturaleza de los delitos cometidos –en este caso particular, homicidio en ocasión

de robo (art. 165 del C.P.)-, vulnera los principios constitucionales de igualdad ante la ley,

razonabilidad de los actos republicanos de gobierno, el fin específico convencionalmente

declarado de la pena privativa de la libertad -esto es, la resocialización o readaptación social

17
GUILLAMONDEGUI, Luis Raúl, “La reforma de la ejecución penal”, Doctrina Judicial, Año XXI, Nº 45, 09 de Noviembre de
2005, La Ley, Buenos Aires; texto que reproduce nuestra ponencia, presentada en el Vº Encuentro Argentino de Profesores
de Derecho Penal, San Miguel de Tucumán, Octubre del 2005. Extensamente en nuestro trabajo, Resocialización y
Semilibertad, Bdef, Buenos Aires-Montevideo, 2010, pp. 87-110.

18
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de los penados-, y el consecuente sistema progresivo para la consecución del fin preventivo

especial positivo como corolario del programa constitucional para aquél fin (arts. 1, 16, 28 y

75 inc. 22 CN; 24 CADH; y 14 PIDCyP)… (…) a partir de la reforma constitucional de 1994,… el

constituyente ha otorgado rango constitucional a declaraciones, tratados y convenciones,

que contienen nuevas garantías y desarrollan más profundamente el contenido de la cláusula

originaria del art. 18 de la Carta Fundamental. En lo que aquí respecta, estableció a la

resocialización como finalidad principal de la pena privativa de la libertad, dentro de un

régimen progresivo de ejecución (artículo 5.6 de la Convención Americana sobre Derechos

Humanos… En el mismo sentido, el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos)… Así, el constituyente estableció de manera expresa los principios de humanidad

y progresividad en la ejecución de las penas privativas de la libertad, que deben regir como

pauta orientadora de la actividad de los órganos estatales que intervienen en la ejecución,

siendo la resocialización y readaptación social del condenado, su principal finalidad… En el

mismo sentido, conviene recordar lo previsto en la regla 60 de las Reglas Mínimas para el

Tratamiento de los Reclusos…: “60. 1) El régimen del establecimiento debe tratar de reducir

las diferencias que puedan existir entre la vida en prisión y la vida libre… 2) Es conveniente

que, antes del término de la ejecución de una pena o medida, se adopten los medios

necesarios para asegurar al recluso un retorno progresivo a la vida en sociedad. Este

propósito puede alcanzarse, según los casos, con un régimen preparatorio para la liberación,

organizado dentro del mismo establecimiento o en otra institución apropiada, o mediante

una liberación condicional… Asimismo, no debe perderse de vista que la Ley de Ejecución de

la Pena Privativa de Libertad establece un régimen penitenciario progresivo… (art. 6),

19
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

comprendiendo tal principio diversos niveles, entre los que se encuentra el período de prueba

que prevé en cuanto en el caso interesa el instituto de salidas transitorias (arts. 15 inc. b) y

16)… En este sentido, las salidas transitorias constituyen una mediatización del camino

trazado hacia la finalidad de la ejecución de la pena privativa de la libertad, que es la

incorporación paulatina del penado al medio libre, formando una parte medular del régimen

penitenciario, que incorporó los métodos de tratamiento “transicionales” como consecuente

característica de la progresividad del régimen penitenciario… (art. 1 del Reglamento de las

Modalidades Básicas de Ejecución)… En consecuencia, el régimen de salidas transitorias del

penado también debe estar caracterizado por la flexibilidad suficiente para posibilitar el

avance del interno, sustentado en un programa de tratamiento individualizado que dé lugar

a que su propio esfuerzo, sus condiciones personales y sus necesidades, sean el motor de ese

avance; siendo por regla general, que último tramo del cumplimiento de la pena lo sea en

libertad, bajo alguno de los institutos pertinentes. Por lo tanto, su rechazo no puede fundarse

en la exclusiva circunstancia que el interno haya sido condenado por un delito en particular,

por cuanto de apegarnos estrictamente al texto legal del artículo 56 bis de la ley 24.660 –

según ley 25.948-, vería cercenado cualquier posibilidad de acceder a instituto liberatorio

alguno. Así, no importaría el esfuerzo personal del interno, su evolución en el tratamiento

penitenciario, ni las calificaciones de conducta y concepto que éste alcance en base a su

comportamiento intramuros, dado que de cualquier forma, se encontraría imposibilitado en

su acceso… La vulneración al principio de progresividad se presenta de manera palmaria,

sobre todo en casos como éste, donde el interno reuniría todos los requisitos para su

concesión, tal como surge de su legajo personal, relativos a su comportamiento intramuros y

20
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

demás circunstancias personales. Ello por cuanto, cabe recordar, la denegatoria puesta en

crisis se funda solamente en orden al delito por él cometido… (…) En segundo lugar, considero

que la interpretación del artículo 56 bis de la ley 24.660 efectuada por el a quo, viola el

principio constitucional de igualdad ante la ley (art. 16 y 75 inc. 22 C.N.; 1 y 24 CADH; 3, 14 y

26 PIDCyP; y 8 de la ley 24.660)… el legislador ha pretendido trazar una línea divisoria entre

los condenados por los delitos enumerados en la referida disposición legal, del resto de los

penados. Dicha escisión configura un menoscabo patente al derecho de todo condenado a ser

tratado en igualdad de condiciones que los demás. Conviene recordar el criterio vertido por

la Corte Suprema de Justicia de la Nación al respecto… (N. 284. XXXII., "Nápoli, Erika Elizabeth

y otros s/infracción art. 139 bis del C. P.", rta. el 22/12/98, considerandos 13 y 14). Que a la

luz de la doctrina inveterada del Máximo Tribunal, se advierte que la diferenciación

establecida en el artículo 56 bis de la ley 24.660, se presenta arbitraria y carente de un

fundamento constitucionalmente válido que la sustente... no han quedado expresados

suficientemente los motivos por los cuales el Congreso de la Nación ha decidido que quienes

hayan cometido estos delitos determinados, no puedan acceder a ningún mecanismo

progresivo de libertad anticipada. Más aún se presenta la desigualdad ante la ley en el caso

sub examine, cuando puede colegirse de la disposición legal impugnada, que el único delito

allí establecido que tiene prevista una pena privativa de libertad temporal, es el previsto en

el artículo 165 del Código Penal… Los pocos argumentos que pueden rastrearse respecto a

las razones de la mentada división, podemos encontrarlos presentes en las discusiones

parlamentarias referidas a la sanción de la ley 25.948 –que introdujo el mentado art. 56 bis a

la ley 24.660-, y mal pueden considerarse constitucionalmente válidos, por cuanto se basan

21
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

en criterios peligrosistas, incompatibles con los derechos y garantías fundamentales previstos

en nuestro sistema jurídico. Así, en base a diferenciaciones que exceden los parámetros de un

Derecho Penal de acto y que se sustentan en cualidades personales que supuestamente

detentarían los autores del delito aquí cuestionado, se ha pretendido indebidamente otorgar

un trato diferencial y desigual, operando en tales condiciones como una suerte de presunción

iure et de iure en su contra… la ley 24.948 ha desvirtuado un derecho fundamental

expresamente previsto en el Carta Magna, esto es, el derecho de todo condenado a cumplir

su pena dentro un sistema progresivo de ejecución, donde merced a su evolución personal

se posibilite su tránsito paulatino hacia modalidades menos restrictivas de su libertad

personal... (…) el artículo 56 bis de la ley 24.660 conculca también el principio de

razonabilidad de los actos de gobierno, (arts. 1 y 28 C.N.), en cuanto los principios, garantías

y derechos reconocidos en el texto constitucional, no podrán ser alterados por las leyes que

reglamenten su ejercicio… (…) Puede advertirse la violación al derecho de igualdad ante la

ley, atento que el legislador, a través de la introducción del mentado artículo 56 bis a la ley

24.660, ha impreso un tratamiento desigual sobre casos análogos, sin una justificación

objetiva y razonable que guarde relación entre los fines constitucionalmente declarados y los

medios discriminados. Justamente, la igualdad ante la ley significa otorgar igual tratamiento

a quienes se encuentran en iguales situaciones, extremo que no encuentro se haya respetado

en la resolución aquí recurrida, por cuanto el régimen progresivo de ejecución de la pena

privativa de libertad refiere a “internos” y “condenados”, sin distinción en base a qué delitos

en particular se trata… Por lo tanto, tales criterios segregativos no son válidos para fundar el

impedimento para acceder al instituto de las salidas transitorias, en las mismas condiciones

22
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

que el resto de los condenados.(…) En virtud de las consideraciones expuestas, propongo al

Acuerdo hacer lugar al recurso de casación impetrado por la Defensa Pública Oficial de

Rodolfo Ricardo Soto Trinidad, declarar la inconstitucionalidad del art. 56 bis de la ley 24.660

-t.o. ley 25.948- en cuanto veda la concesión de salidas transitorias a los condenados por la

comisión del delito de homicidio en ocasión de robo (art. 165 C.P.), anular la resolución de fs.

26/28vta., y en consecuencia, remitir las presentes actuaciones al juzgado de origen para que

dicte un nuevo pronunciamiento de conformidad a derecho. Sin costas (arts. 471, 530 y 531

in fine del C.P.P.N.)” (los resaltados nos pertenecen).

Voto del Dr. Hornos

“…negar la posibilidad de gozar de salidas transitorias – en el caso sub examine – a quien

reúne todos los demás requisitos previstos en la ley, sólo por la naturaleza del delito, resulta

arbitrario ya que viola el principio consagrado por el artículo 16 de la C.N…. entiendo

arbitraria la selección normativa de los incisos previstos en el artículo en cuestión (en

referencia al art. 56 bis Ley 24660), puesto que no existen entre sí comunidad de

características que permitan afirmar razonablemente que haya entre ellos iguales

circunstancias que impongan igualdad de severidad en orden al tratamiento que los

perpetra… Por ello, es que entiendo que la normativa impugnada viola el principio de

igualdad ante la ley dado que el criterio utilizado para efectuar un trato desigual ante el

penado no está justificado objetiva y razonablemente ni puede sustentarse conforme lo

previsto por el art. 8 de la ley de ejecución…” (los resaltados nos pertenecen).

Voto del Dr. Gemignani

23
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

(CFCP, Sala IV, “Soto Trinidad, Rodolfo Ricardo s/recurso de casación”, 20/12/2013)

Mientras que a nivel de tribunales superiores de provincias, podemos destacar:

“En otro orden de cosas y de conformidad con los arts. 1º de la Ley 24660, 5 inc. 6º de la

Convención Americana de Derechos Humanos, y 10.3 del Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos, una de las finalidades primordiales de la pena es la resocialización,

readaptación o reeducación social del condenado, y las normas de los arts. 14 del C.P. y 56

bis del la Ley 24660 implican vulnerar y renunciar a esos fines al no contemplarse un

vencimiento y privar al reo de una expectativa legítima de obtener algún día la libertad,

resultando claramente insuficiente que ello pueda encontrar satisfacción por la incierta vía

de los institutos constitucionales de la amnistía, indulto o conmutación de pena u otras

compensaciones de menor entidad previstas en la ley de ejecución de la pena. Asimismo, la

doctrina ha apuntado atinadamente que “el principio de resocialización no debe regir sólo

para algunos delitos de menor gravedad, sino para todos los hechos delictivos y respecto de

todos los condenados” (Javier De la Fuente y Marina Salduna, “Ejecución Penal. Reforma de

los artículos 13, 14 y 15 del Código Penal”, Donna, Edgardo, “Reformas Penales”, Rubinzal

Culzoni, 2004). Ahora bien, por lo expuesto se advierte que lo que sí se torna inconstitucional

es la norma de los arts. 14 del C.P. y 56 bis de la ley penitenciaria y no la pena de prisión del

art. 80 inc. 7º, toda vez que aquél vulnera los principios constitucionales de igualdad ante la

ley, razonabilidad de los actos republicanos de gobierno, el fin específico convencionalmente

declarado de la pena privativa de la libertad -esto es, la resocialización o readaptación social

de los penados-, y el consecuente sistema progresivo para la consecución del fin preventivo

24
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

especial positivo como corolario del programa constitucional para aquél fin (arts. 1, 16, 28 y

75 inc. 22 CN; 24 CADH; y 14 PIDCyP). En consecuencia, así debe declarárselo para remover el

obstáculo y permitir al condenado solicitar, en su oportunidad, la libertad condicional, las

salidas transitorias u otros beneficios fijados para la ejecución de las penas restrictivas de la

libertad personal.”

Voto de Dres. Abel Cornejo, Ernesto R. Samsón y Guillermo Félix Díaz

“la Constitución Nacional le sugiere al legislador y al juez cuáles son los valores esenciales del

texto supremo que deben ser prioritariamente protegidos y en los que aquéllos habrán de

inspirarse al crear y aplicar la ley penal, respectivamente. Pero también les impone límites

que deben ser respetados en aras de asegurar la efectividad y supremacía del contenido

sustancial de la ley fundamental… Así las cosas, los arts. 14 del Código Penal y 56 bis de la Ley

24660 devienen ciertamente inconstitucionales, toda vez que son el producto legislativo de

una política criminal irrazonable y desproporcionada, trazada a espaldas de la Constitución

Nacional, que antepone la concepción peligrosista del “derecho penal de autor”

(“estáticamente” considerada, esto es, ponderada por la sola entidad o gravedad objetiva del

delito cometido por el condenado) a la real eficacia y evolución individual del tratamiento

penitenciario. Más aún, la norma citada en último término (incorporada a la Ley 24660 por la

Ley 25948) torna incoherente al propio régimen de ejecución de la pena privativa de la

libertad, pues resulta contraria a “la lógica interna del sistema” normativo por ella

implementado, al tiempo que debilita y contradice su objetivo primordial: la progresiva y

25
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

gradual reinserción social “de todo condenado” (v. arts. 1º, 3º, 6º, 168 y cctes. de la Ley

24660; arts. 10, ap. 3º, PIDCP y 5º, ap. 6º, CADH).”

Voto de los Dres. Dres. Guillermo Alberto Posadas y Sergio Fabián Vittar

(Corte de Justicia de Salta, “C/C Costilla, Álvaro Gabriel; Herrera, Walter Jesús - Recurso de

casación”, 19/08/2015)

Recientemente y partiendo de los argumentos ya plasmados en el precedente transcripto,

“Cañarima, Diego Alberto - Recurso de inconstitucionalidad penal”, 13/05/201918.

“De allí que en este ámbito de potestades discrecionales legislativas, el marco punitivo o la

exclusión de un beneficio para la declaración de inconstitucionalidad deben presentar una

irrazonabilidad e inequidad manifiesta (C.S.J.N., "Martínez, José Martín", Fallos 312:826, del

Voto del Dr. Fayt que concurre a formar la mayoría del Alto Tribunal; TSJ, en pleno, “Toledo”,

S. nº 148, 20/7/2008), que torne al caso aplicable la denominada regla de la clara

equivocación, conforme a la cual "sólo puede anularse una ley cuando aquéllos que tienen el

derecho de hacer leyes no sólo han cometido una equivocación, sino que han cometido una

muy clara -tan clara que no queda abierta a una cuestión racional", en cuyo caso "la función

judicial consiste solamente en establecer la frontera exterior de la acción legislativa

razonable" (Thayer, J.B., "The origin and scope of the american doctrine of constitucional

law", Harvard Law Review, Vol. 7, Dorado Porrasa, Javier, "El debate sobre el control de

18
Se puede ver nuestro trabajo “La inconstitucionalidad de las normas restrictivas de las salidas penitenciarias anticipadas y
la obstinación del legislador al redoblar su apuesta normativa (Ley 27.375). Comentario al fallo "Cañarima" de la CSJ de Salta”,
publicado en ElDial.com, 27/05/2019.

26
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

constitucionalidad en los Estados Unidos. Una polémica sobre la interpretación

constitucional", Instituto de Derechos Humanos, Universidad Carlos III de Madrid, Dykinson,

1997, p. 14 y ss). (…) Siendo así las cosas, la exclusión abstracta de un catálogo de delitos con

la consiguiente cancelación de los beneficios que durante la ejecución de la pena privativa de

libertad se confiere en virtud del principio de progresividad, tal como se encuentra

contemplada, vulnera la igualdad ante la ley por configurar una discriminación irrazonable…

Ante ello se advierte que las reglas objetadas (en referencia a los arts. 14, 2do. supuesto del

CP y 56 bis de la Ley 24.660), cancelan abstractamente esenciales beneficios del período de

prueba que se encuentra situado en el último tramo de la ejecución de la pena privativa de

libertad, consistente en un conjunto de alternativas que flexibilizan el encierro carcelario para

atenuar sus consecuencias desocializadoras, como por ejemplo la incorporación del

condenado a un establecimiento abierto o sección independiente que se basen en el principio

de autodisciplina (penal abierto o semiabierto), las salidas transitorias y la incorporación al

régimen de semilibertad, asimismo deniega todas las posibilidades de las libertades

anticipadas (libertad condicional y asistida)… resulta evidente que las restricciones aludidas

constituyen una selección discriminatoria porque, a esos efectos restrictivos, se incluye un

grupo de delitos graves pero de igual e incluso de menor lesividad por la referencia

mencionada, sin que se avizore que responda tampoco a una mayor culpabilidad por acto. Y

por ende, la aplicación de esas exclusiones al caso, resulta claramente vulnerante de la

garantía de igualdad ante la ley…”

(Superior Tribunal de Justicia de Córdoba, Sala penal, Sent. 434/15, “Aguirre, Víctor Hugo

s/ejecución de pena privativa de libertad –Recurso de Inconstitucionalidad”, 29/09/2015).

27
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Y recientemente, la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional sostiene:

“...resulta incompatible con el fin resocializador de la ejecución de la pena que los condenados

por ciertos delitos no cuenten con ninguna posibilidad de acceder a los institutos del régimen

de progresividad que, sobre la base de un tratamiento y su eventual evolución, los habilite a

tener contacto con el exterior, de manera paulatina y gradual, antes del agotamiento de la

condena… No está en discusión la potestad del legislador de establecer escalas penales en

función del mayor o menor reproche social que merezcan ciertas conductas. Lo que de ningún

modo es aceptable es que aquél instituya una regla que impida a priori a ciertos internos su

incorporación a institutos que se dirigen a obtener su resocialización, basándose para ello en

la naturaleza del delito por el cual se encuentran cumpliendo pena, descartando cualquier

tipo de análisis de su situación concreta (…) Sin embargo, en ese afán de satisfacer dichas

demandas sociales, el legislador no sólo ha olvidado decisiones del máximo intérprete de la

Constitución Nacional como la emitida en el precedente “Nápoli” ya citado, sino además, que

su potestad legislativa de diseñar las políticas que pretende instaurar encuentra un límite

infranqueable, que, como es sabido, está en la Constitución Nacional. Específicamente, ésta

en su artículo 28 establece que “(l)os principios, garantías y derechos reconocidos en los

anteriores artículos, no podrán ser alterados por las layes que reglamenten su ejercicio” (…)

En virtud de lo expuesto, cabe concluir que el art. 56 bis de la Ley n° 24.660 –incorporado por

la Ley n° 25.948– resulta violatorio de lo establecido en los arts. 5.6 de la Convención

Americana sobre Derechos Humanos y 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Políticos –cfr. art. 75 inc. 22, CN–, que específicamente prevén el principio de resocialización

como fin esencial de la ejecución de la pena.”

Voto del Dr. Morin, al que adhiere el Dr. Niño

(CNCCC, Sala 2, “Arancibia, Mario Jorge s/legajo de ejecución penal”, 10/06/2016)

Tal como advertimos, los argumentos que sustentan la manifiesta, incuestionable y palmaria

inconstitucionalidad del artículo 56 bis giran en torno a su franca contradicción con distintos principios

supraconstitucionales, partiendo de su oposición a la finalidad de la ejecución de la pena privativa de la

libertad, propugnada normativamente.

A modo de colofón, nos permitimos transcribir las reflexiones de Axel López y Ricardo Machado

sobre la problemática en análisis: “Una vez más, debemos tener en claro que el reintegro al medio social

constituye, en función de los tratados de derechos humanos incorporados, el objetivo del proceso de

ejecución penal (art. 1º) y que, además, la progresividad debe ser una característica común del régimen

penitenciario aplicable cualquiera fuere la pena impuesta (art. 12): Bajo estos parámetros, cuesta

encontrar un argumento para evitar considerar que la mentada previsión no es contraria a los fines

propios de la pena y al mandato constitucional. Aún más, y si se advierte que la ley 25.892 también impide

la soltura condicionada de los internos condenados por los delitos mencionados y que, salvo uno de ellos,

todos presentan la conminación exclusiva de la pena de prisión o de reclusión perpetua, cabe concluir

que la reforma, en tanto supone la existencia de sanciones cuya única forma de vencimiento está dada

29
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

por la desaparición física del causante en prisión, constituye un supuesto que, obvio es decirlo, resulta

difícilmente aplicable en el marco constitucional que hemos dado”19.

*Excurso: Pretéritos razonamientos sobre algunos aspectos de las reformas a los regímenes de salidas

transitorias y semilibertad, impulsadas por los proyectos Petri y Litza

Nos permitimos, en este acápite, compartir un par de reflexiones sobre el asunto en examen, las

que supimos adelantarlas en un evento académico llevado a cabo en la ciudad de La Plata en Noviembre

del 201620, el mismo día en que el proyecto de reforma penitenciaria alcanzaba media sanción por parte

de la cámara baja del Parlamento nacional21.

En aquel momento referíamos que dicha propuesta representaba un texto unificado que

respondía a los conocidos proyectos Petri y Litza -conforme los diputados que los impulsaron-, y nos

esperanzábamos en que nuestros senadores nacionales, llegado el momento, pudieran ajustar tal

boceto a las exigencias de nuestro marco constitucional.

Petri presentaba su proyecto como una herramienta para la “lucha contra la criminalidad” y

reconocía como su fuente “los puntos principales de la Ley de Ejecución Penal de la Provincia de

Mendoza” del año 2012.

19
LOPEZ, Axel-MACHADO, Ricardo, Análisis del régimen de ejecución penal. Ley 24.660. Ejecución de la pena privativa de la
libertad, 2º edición, Fabián Di Plácido Editor, Buenos Aires, 2014, pp. 129-130.
20
Primer Congreso Nacional de Ejecución Penal, Derechos Humanos y Criminología Mediática, La Plata, 23 y 24/11/2016.
21
Disponible: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2017/03/legislacion44985.pdf (fecha de visita: 22/03/17).

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Reconocía no sólo el colapso del sistema judicial -resaltando la alta cifra de los “presos sin

condena”-, sino también el fracaso del sistema penitenciario, en razón de un porcentaje del 46,5 % de

reincidentes, conforme un estudio de la Universidad 3 de Febrero.

Al respecto, advertíamos y ya criticábamos que algunas normas del proyecto legislativo citado ya

habían sido declaradas inconstitucionales por la justicia mendocina (Juzgado de ejecución penal Nº 1 de

Mendoza, “Sánchez Varela, Javier”, 27/06/2015 -la particularidad de esta resolución es que dispone la

inconstitucionalidad del Art. 72 del Código de ejecución penal mendocino (Ley 8465), de similar tenor a

la redacción del art. 56 bis del proyecto presentado- y “Berguecio Coria, Flavio”, 01/02/2016, entre

otros); y, por otro lado, que también existían estadísticas, como las elaboradas por la Unidad Fiscal de

Ejecución Penal, que informaban cifras notoriamente inferiores de reincidencia criminal que las aludidas

por el legislador.

Petri si bien admitía que “se ha objetado la constitucionalidad de las normas que se proponen”,

resaltaba que es responsabilidad del Estado la tarea de resocializar a los penados.

Y así, tomando como punto de partida de que “no existe tratado ni normativa internacional que

obligue al estado a que no se cumpla la sentencia privativa de la libertad de manera total”, como

asimismo de que “no hay norma alguna que establezca las salidas transitorias, anticipadas, como una

garantía que deben brindar los Estados a la hora de regular el régimen de ejecución de la pena”, y

haciendo una interpretación adversa -por no decir “mal intencionada”- de lo que dicen las Reglas

Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos al respecto, justificaba la esencia de su propuesta en que

la resocialización, como obligación estatal, se puede alcanzar a través de un régimen progresivo

“adaptado” que pueda desarrollarse dentro del marco de un “cumplimiento íntegro de la pena”

intramuros.

31
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El proyecto pretendía compatibilizar dos expresiones, “progresividad” y “cumplimiento íntegro y

efectivo de las penas”, que de por sí y conforme su naturaleza, sabemos, son totalmente irreconciliables.

Como advertíamos entonces -lo que nos sirve para nuestro razonamiento presente-, la propuesta

se asentaba en una notable contradicción, la que, a su vez, no tenía ni tiene cabida alguna dentro de

nuestro sistema constitucional.

En base a las justificaciones señaladas, el proyecto proponía endurecer el acceso al período de

prueba (art. 11), y el reconocimiento de las salidas transitorias y la semilibertad (art. 13), la exagerada

ampliación del catálogo de delitos aberrantes del art. 56 bis, y la regulación del “Régimen preparatorio

para la liberación”, con el que se pretendía eximirse de la tacha de la inconstitucionalidad de las penas

perpetuas al “preparar” para el retorno a la sociedad en tan sólo un año a aquellos castigados con penas

de extrema severidad (art. 56 quáter), entre otras modificaciones.

Decíamos entonces que el acceso a los regímenes de salidas transitorias y semilibertad no sólo

se dificultaba con las mayores imposiciones para el ingreso al período de prueba, sino también con la

exigencia de un mayor período de seguridad, el requerimiento de la “excelencia” del comportamiento

intramuros, mayores previsiones para agresores sexuales, y un amplísimo elenco de delitos aberrantes

y equiparados -“más de un tercio de los previstos en el Código Penal”-.

Por otro lado, en la propuesta de Petri se repetía en varias normas la imposición de que los

informes criminológicos desfavorables eran vinculantes para la autoridad jurisdiccional (p/ej., art. 13 in

fine); lo que, sabemos, importa una seria afrenta para la operatividad del Principio de Judicialización de

la Ejecución Penal (arts. 3 y 4 LEP), cimiento de la ley penitenciaria vigente.

Y respecto de los delitos aberrantes (art. 56 bis), como dijimos antes, su constitucionalidad ya

había sido puesta en crisis por diferentes tribunales del país y de distintas instancias, partiendo de un

32
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

fallo emitido en la ciudad de La Plata allá por el año 2010 respecto de una norma del código de ejecución

penal bonaerense, prácticamente idéntica a la proyectada: Juzgado de Ejecución Penal Nº 2 de La Plata,

“F., C. A.”, 26/8/10; al que le siguieron otras resoluciones, TOCF Nº 5, “Larrosa Chiazzaro”, 26/05/11; TCP

BA, Sala I, “R., J.C.”, 15/07/11; Juzgado de Ejecución Penal Nº 10 de Gral. Roca, “Herrera”, 11/07/11;

Excma. Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mar del Plata, Sala I, “Suárez-Anselmini-

Echenique”, 08/08/12; TCP BA, Sala III, “A., M.E.”, 13/09/13; el paradigmático caso “Soto Trinidad”, de

la CFCP, Sala IV, resuelto el 20/12/13; Corte de Justicia de Salta, “Costilla, Álvaro Gabriel; Herrera, Walter

Jesús”, 19/08/2015; Superior Tribunal de Justicia de Córdoba, “Aguirre”, 29/09/15; Tribunal de

Impugnación Penal de La Pampa, “Jofré”, 11/12/15; Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y

Correccional, Sala 2, “Arancibia”, 10/06/16, entre tantos.

Por todo ello, invitábamos a los concurrentes de aquellas jornadas a preguntarnos: ¿qué suerte

podría tener una legislación cuyas fuentes, desde el vamos, ya fueron tachadas de inconstitucionales?

Por su parte, el proyecto Litza, ponía un especial acento en el tratamiento penitenciario y legal

de los condenados por delitos de pornografía infantil y grooming principalmente, sin dar un justificativo

alguno. También presentaba su propio catálogo de delitos aberrantes y equiparados (art. 8), aunque,

reconocíamos, de menor extensión que el de Petri.

Ahora bien, como anticipábamos, al ser estudiados tales proyectos en comisión, fueron

unificados y a la postre se proponía uno, que se potenciaba en los aspectos negativos discurridos, aunque

eliminaba la afrenta al principio de judicialización, arriba señalada. Y es el que obtuvo la media sanción

de la Cámara de Diputados.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Nos esperanzábamos entonces, huelga repetirlo, que la razón y la filosofía de derechos humanos

iluminaran a nuestros legisladores al momento de reexaminar la propuesta y, llegado el caso, sancionar

alguna reforma a nuestra legislación penitenciaria.

El desenlace de los desvaríos parlamentarios ya lo conocemos…

Cómo razonábamos en otro pretérito ensayo22, ante situaciones de emergencia como la

presente, a los juristas nos queda el poder del discurso para hacer frente a las propuestas justificadas en

aquellas; y, por su parte, le corresponde al legislador trabajar como un “hábil arquitecto, cuyo oficio es

oponerse a las direcciones ruinosas de la gravedad, y mantener las que contribuyen a la fuerza del

edificio”, tal las sabias palabras del Marqués de Beccaria, expresadas allá por el siglo XVIII23.

Y ahora, los invitamos a Uds. a interrogarse: ¿nos podremos esperanzar en el control de

constitucionalidad y/o de convencionalidad de aquellas normas penitenciarias manifiestamente

contrarias a nuestro bloque constitucional?

El tiempo nos sabrá dar la respuesta…

2. Intervención especializada en delitos sexuales (Art. 56 ter).

El legislador, siguiendo la senda marcada por la Ley 26.813 (BO: 16/01/2013), regula una

“intervención especializada” respecto de internos condenados por delitos sexuales, bajo la preocupación

que dichos crímenes comportan socialmente; pesar que también se reitera en otras normas

22
GUILLAMONDEGUI, Luis Raúl, “Los discursos de emergencia y la tendencia hacia un derecho penal del enemigo”, La Ley
Actualidad, del 19 y 21 de Julio de 2005.
23
Tratado de los Delitos y de las Penas, Trad. Juan A. De Las Casas, Di Plácido, Buenos Aires, 1998, p. 38.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

penitenciarias, bajo una lógica lindante con criterios peligrosistas propios de un derecho penal de autor,

vedado constitucionalmente.

3. Régimen preparatorio para la liberación (Art. 56 quáter)

En procura de neutralizar futuras declaraciones de inconstitucionalidad respecto de la norma del

56 bis y sus correlacionadas, el legislador regula un peculiar “régimen preparatorio para la libertad” de

los condenados por delitos aberrantes y equiparados, partiendo, como razonamos antes, de una

malintencionada interpretación de lo prescripto por las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los

Reclusos de las Naciones Unidas -también conocidas como “Reglas Mandela”-, ya que las expresiones

“progresividad” y “cumplimiento íntegro y efectivo de las penas”, de por sí y conforme su naturaleza,

sabemos, son “totalmente irreconciliables”.

La ley aspira que en el caso de los condenados por cualquiera de los delitos enumerados en el

artículo 56 bis, la progresividad del régimen penitenciario en miras de la finalidad de reinserción social

se garantice mediante la implementación de un “régimen preparatorio para la liberación”, elaborado a

través de un programa específico de carácter individual, teniendo en cuenta la gravedad del delito

cometido, y que permita un mayor contacto con el mundo exterior.

Así, requiriendo un presupuesto temporal (un año antes del cumplimiento total de la condena),

uno de conducta (observación regular de los reglamentos carcelarios) y otro de concepto (pronóstico

favorable de reinserción social, emitido por la autoridad penitenciaria y peritos), el interno podrá

acceder a una libertad ¿anticipada?, conforme al régimen mencionado; el cual se encuentra dividido en

las siguientes instancias temporales:

35
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

a) Los tres (3) primeros meses se dedicarán a la preparación del interno dentro del

establecimiento penitenciario;

b) En los próximos seis (6) meses se permitirá la realización de salidas con acompañamiento; y

c) Finalmente, en los últimos tres (3) meses, el condenado podrá acceder al régimen de salidas

fuera del establecimiento penitenciario sin supervisión.

Vale señalar que en todos los casos, las salidas serán diurnas y por plazos no superiores a las doce

(12) horas.

Sin ánimo abundar en razonamientos ya expuestos, entendemos que la propuesta legislativa

afecta seriamente los ya aludidos principios de resocialización y de progresividad del régimen

penitenciario, pero también, especialmente, el de humanidad de la pena (art. 18 CN, arts. 25 y 26

DADDH, art. 5 DUDH, art. 5.2 CADH y art. 10.1 PIDCP, y art. 9 LEP), ya que la modalidad de ejecución

regulada importa, sin mayores esfuerzos, la imposición, en los hechos, de una pena cruel, inhumana y

degradante.

4. Registro Nacional de Beneficios u otras Medidas Procesales (Renabem) (Art. 56 quinquies)

Y finalmente el legislador, impone una especial obligación al juez de ejecución penal, esto es, la

de comunicar, una vez firmes, aquellas resoluciones por las cuales se otorgan probation, salidas

penitenciarias anticipadas y alternativas para situaciones especiales, con expresa mención de su

fundamento normativo; como así también de una serie de datos relacionados al condenado.

La norma es si se quiere superflua, ya que los tribunales del país, conforme la legislación vigente,

ya cuentan con esa obligación respecto del Registro Nacional de Reincidencia y Estadística Criminal y las

Divisiones de Antecedentes Policiales; y quizás lo que el legislador pretenda con esta previsión es

36
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sencillamente facilitarle a otras instancias administrativas el contralor de la tarea de los jueces de

ejecución penal -muchas veces presentados, mediática e interesadamente, como “enemigos de la

sociedad”-, y hasta contar, en la mano, con el material necesario para iniciar prontamente los procesos

de destitución disciplinantes ante el usufructo fallido de un “beneficio penitenciario” por parte del

interno privilegiado.

37
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Normas de trato: Vestimenta y Ropa

María José Lainatti

ARTÍCULO 63: “La Administración proveerá al interno de vestimenta acorde al clima y a la

estación, para usarla en el interior del establecimiento. En manera alguna esas prendas,

por sus características podrán resultar humillantes. Deberá cuidarse su mantenimiento en

buen estado de conservación e higiene.

Cuando el interno hubiere de salir del establecimiento, en los casos autorizados, deberá

permitírsele utilizar sus ropas personales. Si no dispusiere de ellas, se le facilitará

vestimenta adecuada”.

ARTÍCULO 64: “Al interno se le proveerá de ropa suficiente para su cama individual, la que

será mudada con regularidad”.

Antecedentes Legislativos e Históricos

Con la aprobación del Código Penal Carlos Tejedor, desde el año 1866, empezó a regularse

en Argentina la vida carcelaria. Poco tiempo después de sancionarse dicho código, se

1
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

construyó en Buenos Aires la Cárcel que fuera inaugurada el 28 de mayo de 1877 con el

nombre de Penitenciaria de Buenos Aires.

Este edificio funcionaba en calle Las Heras al 3400 y pertenecía a la Provincia de Buenos

Aires ya que la Capital, aún para esa época, no se había federalizado. Cuando ello se

produjo, en el año 1880, pasó a llamarse Penitenciaría Nacional.

Con esta inauguración se trasladaron setecientos diez (710) presos de la cárcel del Cabildo

hacia la Penitenciaria. Cuando un preso ingresaba a dicho establecimiento era porque

tenía una larga condena por cumplir. Ingresaban engrillados, de dos en dos, y una vez

dentro, se les quitaban los grillos, se los afeitaba y cortaba el pelo. Luego se los bañaba,

pesaba y se les entregaba un uniforme azul de blusa, pantalón y gorro totalmente nuevos.

Una vez dentro, perdían su nombre ya que se les daba un número que llevaban pintado en

la blusa, gorro, pantalón en la parte delantera y trasera. Se les advertía sobre las reglas de

disciplina, silencio y castigo, y luego, entraban en su celda en silencio donde cumplirían su

condena1.

1
Martino, Mónica Viviana: “Las cárceles federales argentinas. Su historia desde 1553 hasta la actualidad”,
en Revista de Pensamiento Penal. 12/05/2015.

2
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Un dato que llamó la atención para aquella época fue la Cárcel de Neuquén, llamada

vulgarmente “Cárcel Miseria”, dentro de la cual, los privados de libertad no poseían

uniformes y eran confundidos con los celadores, por lo que se decía que facilitaba la

“fuga” de los mismos.

Las mujeres también tuvieron sus uniformes. En 1890 se crea el “Asilo Correccional de

Mujeres” por iniciativa del Ministro de Justicia Juan María Gutiérrez, quien entrega la

dirección a la orden religiosa del “Buen Pastor”, congregación que se encargaría de casi

todos los institutos penales de mujeres de América Latina y Europa. Por ochenta y cinco

(85) años las monjas mantuvieron la dirección del penal, hasta que en 1974 el Servicio

Penitenciario Federal se hizo cargo del lugar por tres (3) años, siendo las mujeres allí

presas trasladadas al actual Instituto Correccional de Mujeres, Unidad 3, en la localidad de

Ezeiza, Provincia de Buenos Aires3.

2
https://santostefanocarlosalberto.blogspot.com.ar/2016/07/dia-del-servicio-penitenciario-federal.html
3
http://www.museodelamujer.org.ar/Edificio.html

3
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Uno de los puntos establecidos por la normativa específica era que el uniforme de las

detenidas debía ser "azul con su número de orden, lo mismo que su ropa interior". Valen

aquí algunas referencias de la investigación de la antropóloga Gabriela Ini, quien señala un

memo de las religiosas, fechado el 22 de septiembre de 1899, en el que solicitan: “…Señor

Habilitado de la Casa de Corrección de Mujeres, Dr. Luis...: sírvase procurarnos unos 5

lienzos de paja y 14 metros de arpillera para hacer 14 colchones con destino a las

indígenas que tenemos alojadas...”. En otro piden tela para los uniformes de las menores

(28-10-1899); camas de hierro para el departamentos de las mujeres con hijos (15-11-

1899)5.

Ahora bien, volviendo a la Penitenciaria Nacional, ya para el año 1909, se dicta un

“reglamento de prisión nacional” -Decreto S/N/1909-, mediante el cual, se aprueba el

Reglamento proyectado por el Director de la “Cárcel de Encausados” con las

4
http://museopenitenciarioargentino.blogspot.com.ar/
5
http://www.museodelamujer.org.ar/Edificio.html

4
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

modificaciones indicadas por la Inspección General de Justicia, debiendo substituirse el

título de Cárcel de Encausados que lleva el Establecimiento, por el de “Prisión Nacional”.

Dicho Decreto contenía un numeroso cumulo de disposiciones relacionadas a la

organización de la Prisión Nacional. En lo relativo al instituto en análisis, mencionaremos,

a modo de ejemplo:

“Art. 15. Después de la visita del practicante, y si éste no ve inconveniente, el preso es

conducido al local destinado para su aseo personal (baño y corte de cabello), en donde

vestirá la ropa exterior que le entrega el Establecimiento. Si el preso carece de mudas de

ropa interior, igualmente se le entregarán”.

“Art. 18. Las ropas de propiedad particular que traiga el detenido, serán guardadas en la

Ropería, previa desinfección, salvo la ropa interior que el detenido quiera usar”.

“Art. 31. Los presos que por maldad o descuido destruyan o deterioren las ropas de vestir,

camas o mobiliario, o cometan cualquier otro daño, están obligados a pagar el valor de

dicho daño, sin perjuicio de la responsabilidad criminal, si hubiere lugar a ello”.

“Art. 71. La ropa de cama y la destinada al uso interior de los presos, se muda todas las

semanas”.

“Art. 72. La ropa y sábanas que han servido a un preso, no pueden darse a otro sin haber

sido antes lavadas”.

5
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Art. 73. El lavado de la ropa y efectos de cama así como de los trajes, se efectúa por los

presos que designe la Dirección, bajo la vigilancia del Encargado del Lavadero”.

“Art. 75. Las ropas de vestir y de cama que se hayan deteriorado, deben ser compuestas

enseguida. Las retiradas del servicio, son destinadas a este fin”.

Con el correr del tiempo, el Servicio Penitenciario Federal reconoce sus orígenes orgánicos

como repartición estatal, en la Ley 11.833 de Organización Carcelaria y Régimen de la

Pena de 1933, obra del Dr. Juan José O'Connor, destacado funcionario y penalista, que

abogó por el cumplimiento del mandato constitucional del artículo 18: "…Las cárceles de

la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en

ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo

que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice…".

Hasta dicha época -década del 30- reinaron los malos tratos y las torturas (picana

eléctrica, el “pouching”, el “gallito ciego”, etc.). Fue Roberto Pettinato quien introdujo

cambios importantes en el trato para con los privados de la libertad, siendo un

“adelantado” para dicha época, ya que consideraba a los detenidos como “sujetos de

derechos”6.

6
Martino, Mónica Viviana: “Las cárceles federales argentinas. Su historia desde 1553 hasta la actualidad”,
en Revista de Pensamiento Penal. 12/05/2015.

6
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

A fines de 1930, Pettinato fue trasladado a la cárcel de Ushuaia como jefe de la Sección

penal creando allí un campo de deportes y mejorando la dieta de los penados. Con ello

comenzó el incipiente cambio carcelario. Era común ver en las revistas de la época -como

ser la Revista Penal y Penitenciaria- que Pettinato posara junto con los penados vistiendo

equipos de fútbol lo cual para ese entonces era inédito ya que las únicas fotos que se

veían de los presos eran con el uniforme a rayas o trabajando.

Llegado el año 1947 se eliminó la utilización del traje a rayas que utilizaban los presos

siendo reemplazado por un traje oscuro. Sin perjuicio de ello, el uso del informe

infamante de los penados era ya preocupación en 1899. Por ese entonces, Pietro Gori

denunció el carácter oprobioso y traumático de los uniformes rojos que usaban los

penados de Sierra Chica. El primer gobernador de la Penitenciaria, O´Gorman, se negó a

imponer el uso de los uniformes rayados, pero a pesar del consenso de lo oprobioso de

7
Roberto Pettinato: http://museopenitenciarioargentino.blogspot.com.ar/

7
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ellos el temor a la fuga prevalecía ya que el uniforme rayado azul y amarillo se comenzó a

aplicar luego de la gran fuga de 19238.

La orientación institucional carcelaria de la “humanización de las penas” fue ganando

territorio con el avance de las décadas en el Siglo XX. Muy atrás quedaron los “barracones

infames” de alojamiento de presos en las cárceles del sur del país, como los calificó quien

mejor las conoció a partir de la segunda década del siglo anterior, el ilustre penitenciarista

argentino Juan José O´Connor. Y varias décadas debieron transcurrir para que, por

iniciativa del entonces Director General de Institutos Penales, Roberto Pettinato, se

eliminaran los grilletes de sujeción y el traje a rayas que uniformó a los internos hasta

fines de la década del 40´9. En un discurso, el entonces presidente Juan Domingo Perón

ordenó que los eliminaran, porque esos trajes de rayas horizontales atentaban "contra los

propósitos de humanización y contra la dignidad humana".

El Decreto Ley 412/58 (ratificado por la Ley 14.467) reguló, desde el año 1958 hasta el año

1996, la situación jurídica de las personas privadas de libertad.

8
Martino, Mónica Viviana: “Las cárceles federales argentinas. Su historia desde 1553 hasta la actualidad”,
en Revista de Pensamiento Penal. 12/05/2015.
9
ídem

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La Ley Penitenciaria Nacional Nro 14.467 -antecedente inmediato de la ley actual de

ejecución de la pena-, en sus artículos 23, 24 y 25, contenía expresamente las

disposiciones relacionadas a la vestimenta y la ropa de cama:

ARTICULO 23: “La administración proveerá al interno de vestimenta uniforme adecuada al

clima y a la estación, para usarla en el interior del establecimiento.

En manera alguna esas prendas, por sus características, podrán resultar humillantes, ni

señalar significativamente la condición de condenado. Deberá cuidarse su mantenimiento

en buen estado de conservación e higiene”.

ARTICULO 24: “Cuando el interno hubiere de salir del establecimiento, en los casos

autorizados, deberá permitírsele usar sus ropas personales. Si no dispusiere de ellas, se le

facilitará vestimenta apropiada”.

ARTICULO 25: “El interno deberá disponer de ropa suficiente para su cama individual, que

será mudada con regularidad”.

Finalmente, en el año 1996, la Ley de Ejecución Nacional Nro 24.660 dispuso en sus

artículos 63 y 64, la derogación normativa total del uso de uniforme en los

establecimientos carcelarios nacionales.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La “vestimenta y ropa” en la Historia Penitenciaria Bonaerense10

Hasta el año 1983, antes del retorno de la democracia, los privados de la libertad en

jurisdicción de la Provincia de Buenos Aires usaban uniformes.

Existía un área de ropería donde el procesado o condenado -sin distinción alguna-, al

ingresar a la Cárcel, dejaba la vestimenta que traía puesta para colocarse el uniforme

proveído por el Servicio Penitenciario Bonaerense. La ropa y el calzado del detenido se

colocaban en una bolsa de tela junto a cinco bolillas de naftalina -para mantenerla en

buenas condiciones- y así, al momento de recuperar la libertad, se les entregaba

nuevamente. Sucedía que muchos condenados debían cumplir condenas extensas (diez o

quince años) y la consecuencia inmediata a ello era que, al momento de recuperar la

libertad, al cambiarles la fisonomía del cuerpo, la ropa que se les devolvía no les cabía, o

por ejemplo los botones no les abrochaban.

Al ingreso de la Unidad se les dispensaban dos (2) tipos de calzados: en un primer

momento, se entregaban alpargatas con suelas de un tipo de hierba que se podía

“consumir”. Los privados de libertad se “las fumaban” para drogarse. Por dicha situación,

se quedaban sin calzados. Entonces, luego de esta experiencia, se les empezó a entregar

10
Entrevista personal con Hugo Marcelo Rascov, Titular a cargo de la Director Provincial de Análisis de la
Información Penitenciaria del Ministerio de Justicia. La Plata, Provincia de Buenos Aires. 07/02/2017.

10
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

un par de alpargata con suela de “yute” y un par de zapatos de cuero con suela que se

confeccionaba en la misma Cárcel de alojamiento.

En relación a la ropa, se les proveía una camisa blanca “tipo Mao” que poseía botones a

partir del pecho e iba abrochada hasta el último botón del cuello. El pantalón era acorde a

su situación. A los “penados” se les entregaba un uniforme color marrón oscuro que los

identificaba y los distinguía de los “procesados”, los cuales poseían un uniforme color azul

grafa (oscuro). Los “detenidos especiales” del Servicio Penitenciario Federal, para

distinguirse del resto, vestían de civil.

El uniforme variaba en telas según la estación del año. Para el invierno era “frizado” y de

grafa para el verano. En algunas Cárceles, como por ejemplo la Nro 9 de La Plata, también

se les otorgaba pantuflas para el baño con el fin de prevenir enfermedades “micóticas”. En

dicha Cárcel, asimismo, se fabricaban los uniformes y funcionaban lavaderos que lavaban

su propia ropa y la de otras Unidades.

Una característica distintiva era que los uniformes poseían una insignia para

diferenciación de la conducta: en el brazo, debajo del hombro, la camisa poseía un botón

donde se colocaba esta especie de distintivo, el cual, reflejaba la conducta del preso con

líneas de cuero. Una sola línea expresaba “conducta buena”, dos líneas “conducta muy

buena” y tres líneas “conducta ejemplar”. Si no poseía líneas, podría tratarse de un

interno en período de observación o con “conducta negativa”.

11
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En diferentes Cárceles, como por ejemplo, en Sierra Chica, hasta el año 1982,

aproximadamente, el preso no era identificado por su nombre, sino que se le asignaba un

número y el trato personal era con el número.

Además, en el uniforme se estampaba en la zona de la pierna y en el pecho la Unidad a la

que pertenecían (ej. U.9) pero sin salirse de los colores que se establecían.

En relación a la ropa de cama, al ingreso se les entregaba un colchón de lana con una

almohada y dos juegos de sábanas. La ropa de cama debía ventilarse. El colchón debía

doblarse en rollo y las sábanas se doblaban de acuerdo al día de la semana: lunes,

miércoles y viernes se debía doblar en forma “cuadrada” y martes, jueves y sábado en

forma de “cono”.

Con el retorno de la democracia se dejó de lado el uniforme. Sin embargo, en el año 1998,

aproximadamente, la idea del uso del uniforme comenzó a circular. Se reinstaló en la

Cárcel Nro 29 de Melchor Romero (Cárcel de alta seguridad) y era de color beige con rayas

naranjas. Esto duró un mes ya que el detenido lo prendía fuego. A partir de esto, el preso

vestía sus prendas personales pero al momento del traslado o comparendo, se le ponía

este uniforme beige con naranja. Duró hasta el cierre de la Cárcel por la intervención de
12
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

las organizaciones de Derechos Humanos. Actualmente, funciona como Unidad de

Tránsito.

Vestimenta y Ropa de Cama en la normativa nacional actual

La Ley Nacional de Ejecución Nro 24.660 contiene normativa expresa en sus artículos 63 y

64, la que fuera citada al comienzo del presente análisis. Por su parte, el Reglamento

General de Procesados -Decreto Nº 303/96- en sus artículos 48 y 49, reproduce casi

textualmente lo establecido por la norma nacional.

ARTICULO 48: “La administración proveerá al interno de vestimenta acorde al clima y a la

estación, para usarla en el interior del establecimiento.

En manera alguna, esas prendas, por sus características, podrán resultar humillantes.

Deberá cuidarse su mantenimiento en buen estado de conservación e higiene.

Cuando el interno saliere del establecimiento, en los casos autorizados, deberá utilizar sus

ropas personales. Si no dispusiere de ellas, se procurará facilitarle vestimenta adecuada”.

ARTICULO 49: “Al interno se le proveerá de ropa suficiente para su cama individual, la que

será mudada con regularidad”.

En relación a la ropa de cama, parte del mobiliario indispensable para la mera

subsistencia, por razones obvias, debe ser prodigado por la administración penitenciaria

13
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

en condiciones higiénicas y de seguridad. Una previsión relacionada con esto último es la

evitación de proveer colchones, sábanas o mantas de material muy inflamable11.

Según lo prescribe el Manual de Información Básica para Internos provisto por el Servicio

Penitenciario Federal12, de acuerdo a los artículos 48 y 49 del Decreto Nº 303/96, el

privado de libertad podrá utilizar su propia vestimenta siempre que sea adecuada y limpia.

Si tiene poca ropa puede consultar en el área de asistencia social del establecimiento

penitenciario. La ropa de cama será provista por la institución y cambiada con regularidad.

No se encuentran permitidas telas de color azul, celeste, negro y gris. Al respecto se hace

referencia en el Anexo II referente a: Elementos Autorizados y No Autorizados para uso

dentro de los Establecimientos Penitenciarios:

Conforme la normativa vigente se autorizará el ingreso -en cantidades razonables para

consumo personal- de los elementos que se detallan a continuación:

11
Cerutti, Raúl A y Guillermina B. Rodriguez: “Ejecución de la pena privativa de libertad (Ley 24,660):
Comentada y anotada: doctrina, legislación”, en Ed. La Rocca, Buenos Aires, 1998.
12
Manual de Información Básica para internos”. Dirección de Trato y Tratamiento - Dirección General de
Régimen Correccional. Servicio Penitenciario Federal. Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la
Nación. Año 2011.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Ropas en general: Juego de sábanas, Frazada, Juego de toallas, Repasador, Ropa interior,

Medias, Pantalones largos y cortos, Joggins, Camisa, Remera, Zapatillas, Ojotas, Zapatos,

Pijama, Pañuelo.

El Decreto 1136/97 reglamentario de la Ley 24.660 establece en su artículo 17 que el

Director Nacional del Servicio Penitenciario Federal determinará la nómina de alimentos,

ropas u otros objetos que “el visitante podrá ingresar para el interno”, su modalidad de

ingreso y la forma en que deban ser presentados para facilitar su registro sin que sean

dañados. Este Decreto autoriza a los familiares, allegados y amigos a entregar al privado

de libertad los víveres necesarios para subsistir dentro de la Cárcel, circunstancia que

debería de ser, en principio, solventada por el propio Estado.

De igual forma, en lo referido a las “visitas conyugales”, el Decreto mencionado - Decreto

1136/97- dispone en el artículo 66 que “el visitante proveerá la ropa de cama” y los

artículos de profilaxis e higiene personal.

Por último se aclara que, ante un permiso de salida concedido en caso de enfermedad o

accidente grave o fallecimiento de familiar o allegado con derecho a visita y

correspondencia, para cumplir con sus deberes morales, el interno “usará sus ropas

personales” durante el permiso de salida (articulo 15 Decreto 1136/97).

Por último, dentro de las normas de conducta que debe observar una persona privada de

la libertad - Reglamento de Disciplina para los Internos (Decreto Nºº 18/97)- se encuentra
15
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la de “cuidar el mantenimiento de sus ropas de vestir y cama”. Su incumplimiento puede

configurar la comisión de una infracción disciplinaria “leve” (artículo 16).

Derecho Comparado e Instrumentos Internacionales

El párrafo 1° del artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y

Culturales prevé el derecho al vestido como componente del derecho de toda persona a

un nivel adecuado de vida.

Las “Reglas Mínimas para el tratamiento de los Reclusos” adoptadas por el Primer

Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del

Delincuente, celebrado en Ginebra en 1955, y aprobadas por el Consejo Económico y

Social en sus resoluciones 663C (XXIV) de 31 de julio de 1957 y 2076 (LXII) de 13 de mayo

de 1977, en sus reglas 17, 18 y 19 establecieron, expresamente, todo lo relativo al

instituto penitenciario en análisis:

Regla 17. “1) Todo recluso a quien no se permita vestir sus propias prendas recibirá las

apropiadas al clima y suficientes para mantenerle en buena salud. Dichas prendas no

deberán ser en modo alguno degradantes ni humillantes. 2) Todas las prendas deberán

estar limpias y mantenidas en buen estado. La ropa interior se cambiará y lavará con la

16
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

frecuencia necesaria para mantener la higiene. 3) En circunstancias excepcionales, cuando

el recluso se aleje del establecimiento para fines autorizados, se le permitirá que use sus

propias prendas o vestidos que no llamen la atención”.

Regla 18. “Cuando se autorice a los reclusos para que vistan sus propias prendas, se

tomarán disposiciones en el momento de su ingreso en el establecimiento, para asegurarse

de que están limpias y utilizables”.

Regla 19. “Cada recluso dispondrá, en conformidad con los usos locales o nacionales, de

una cama individual y de ropa de cama individual suficiente, mantenida convenientemente

y mudada con regularidad a fin de asegurar su limpieza”.

La normativa internacional mencionada ha sido un antecedente inmediato del Proyecto

de Ley 24.660 de Ejecución Nacional, regulando expresamente sobre vestimenta y ropa de

cama, representando, de este modo, un máximo respeto por los derechos humanos de las

personas privadas de libertad.

Asimismo, la O.N.U. a través de su Manual de capacitación en derechos humanos para

funcionarios de prisiones13, ha regulado -en su Capítulo 7- lo relativo al “derecho al

13
O.N.U.: “Los Derechos Humanos y las Prisiones. Manual de Capacitación en Derechos Humanos para
funcionarios de prisiones”. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidad para los Derechos
Humanos. Serie Nro 11. Naciones Unidas, Nueva York y Ginebra 2004. Número de venta: S.04.XIV.1, ISBN 92-
1-354079-5, ISSN 1020-301X.

17
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

vestido y a la ropa de cama”. El objetivo de este capítulo es destacar la importancia que

tiene para la salud general y la autoestima de todas las personas de la prisión el hecho de

que los presos dispongan de vestimenta y ropa de cama limpia y adecuada.

Como Principio Fundamental dispone que: “…El vestido, como componente del derecho a

un nivel de vida adecuado, es un derecho humano. Todos los presos a los que no se

permita llevar sus propias ropas recibirán ropas adecuadas. Se dispondrá de medios para

mantener la ropa limpia y en buenas condiciones. Todos los presos recibirán una cama

individual y ropa de cama limpia así como medios para mantenerlas limpias. Se dispondrá

de medios para lavar y secar regularmente la ropa de vestir y la ropa de cama…”.

Continúa exponiendo que, en algunos países, los presos preventivos pueden llevar sus

propias ropas y los condenados deben llevar un uniforme del centro penitenciario. En

otros países, todos los presos, salvo los de la categoría de máxima seguridad, pueden

llevar sus propias ropas. Sea cual sea el sistema empleado, los presos deben mudar

periódicamente sus prendas de vestir personales. Deben existir dentro o fuera del

establecimiento medios para lavar y secar la ropa de la prisión. Si los presos llevan sus

propias ropas, debe permitirse a las familias proporcionarles mudas regulares.

En países como Alaska, Estados Unidos, México, Honduras, Cuba, entre otras, se

encuentra vigente el uso de uniforme para los privados de libertad.

18
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En otros, los uniformes son destinados únicamente para privados de libertad en Cárceles

de Máxima Seguridad (Ej. “Yare III” en Venezuela) o para Cárceles de Mujeres (Ej.

“Talavera Bruce” en Brasil).

Países como Chile, Colombia, Costa Rica, Argentina, no reinstauraron -por el momento- la

idea del uso de uniforme, prevaleciendo -si se quiere- el principio de dignidad humana y

de no discriminación.

Allá por el año 2000, en Argentina se intentó a través de una Resolución del Ministerio de

Justicia Nro 179/2000 la reimplantación del uniforme “naranja” para privados de la

libertad “reincidentes”, “fugados y recapturados” y para aquellos considerados

“peligrosos”.

En el año 2016, el país vecino Uruguayo -al igual que Costa Rica en el año 201514- intentó,

mediante un proyecto, reinstaurar los uniformes de las personas privadas de libertad15,

situación que no prosperó.

Demás está aclarar que las ropas de la prisión no deben ser degradantes ni humillantes. En

algunos países el grado de sobreocupación de las prisiones obliga a que los presos

compartan camas. Debe hacerse todo lo posible para evitar esa situación.

14
http://www.nacion.com/ocio/artes/uniforme-penal_0_1489451073.html
15
http://www.elobservador.com.uy/el-gobierno-quiere-que-presos-ciertas-carceles-usen-uniformes-
n874300

19
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Las características de la cama y de la ropa de cama pueden variar con arreglo a las

tradiciones locales. Lo que se proporcione en la prisión debe ser parecido a lo que se

utiliza en la comunidad. Lo mismo para la vestimenta y el respeto absoluto para la

comunidad transexual.

Por su parte, el Manual de Buena Práctica Penitenciaria del Instituto Interamericano de

Derechos Humanos16, mediante el cual, se implementan las “Reglas Mínimas para el

Tratamiento de los reclusos”, contiene referencias expresas a la vestimenta y ropa de

cama de las personas privadas de libertad. Entre ellas, podemos mencionar:

“…Esta regla hace hincapié sobre dos aspectos importantes de la ropa: su función

protectora social y sicológica. Por lo tanto, la ropa debe ser apropiada tanto para

condiciones climáticas extremas, como para condiciones especiales de trabajo. Sin

embargo, la ropa adecuada y decente, además de afectar en forma obvia la salud de los

reclusos, también afecta su moral. Esto es especialmente verdad de la propia ropa de los

presos o, al menos, vestuario que no es un uniforme. El usar ropa propia, es parte de la

identidad y por lo tanto, aumenta el auto-respeto y la individualidad. Los uniformes de la

institución penal tienen el efecto opuesto. Si a los presos se les entrega ropa, la ropa civil

es definitivamente preferible a los uniformes penales. Aunque a menudo se pueden usar

16
Manual de buena práctica penitenciaria. Implementación de las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para
el Tratamiento de los Reclusos. Instituto Interamericano de Derechos Humanos. San José, C.R., 1998.

20
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

overoles para trabajar, es aconsejable que se les permita a los presos usar su ropa, o “de

civil”, después del trabajo…”.

“…Vale la pena señalar que el personal puede hacer mucho para facilitar la mantención de

la limpieza de la ropa de los presos. En muchos lugares el mayor problema que hay es

cómo secar la ropa, excepto en las localidades con climas tropicales e instituciones

equipadas con secadores de ropa. El personal, por profundo conocimiento de los presos y

de la institución, están en una mejor posición para idear un sistema para secar la ropa y

ropa interior de los presos, designando áreas especiales, entregando cordeles para colgar

la ropa, etc. También es necesario considerar, al mismo tiempo, algunos aspectos

importantes, como el peligro de incendio y la seguridad del fuego de las prendas de vestir

(si el robo entre los presos es un problema)…”.

“…Cuando se permite a los presos usar su propia ropa y zapatos además de instaurar un

sistema de admisión de estos artículos que vienen de afuera, se debe recordar que algunos

presos pueden no tener medios para comprar ropa o una persona para llevárselas. Esto es

particularmente cierto en el caso de presos pobres o extranjeros. Así, incluso si se permite

usar ropa de civil, la institución tiene todavía la responsabilidad de proveer ropa a aquellos

que los necesitan. Es importante que los miembros del personal también estén atentos al

hecho de que algunos presos puedan no necesitar (inicialmente) ropa o zapatos, pero una

vez que estos se gasten será necesario reemplazarlos…”.

21
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Como podemos observar, la normativa internacional y las organizaciones de derechos

humanos protegen al individuo privado de libertad sobre la base del principio

fundamental de la dignidad humana, poniendo de resalto que la persona en contexto de

encierro no debe sufrir de humillaciones y de tratos degradantes, prevaleciendo el

derecho de toda persona a una vestimenta digna y adecuada. Ello, asimismo, en clara

conexión con el resguardo a su derecho a la salud.

Regulación normativa en la Provincia de Buenos Aires

La ley 12.256 de Ejecución Penal de la Provincia de Buenos Aires, dictada con

posterioridad a la Ley 24.660, bien sabido es que no solo regula autónomamente algunos

institutos, sino que incluso en su artículo 2 establece la exclusiva aplicación de la ley local

a los fines de asegurar el principio de igualdad de trato, cualquiera fuera la autoridad

judicial, provincial, nacional o extranjera a cuyo cargo los detenidos se encuentren.

De ese modo, al contrario de la ley nacional, habilita la procedencia de institutos que se

vinculan directamente con el cumplimiento de las penas de prisión, no solo en cuanto a

las garantías relativas a la calidad del encierro, sino directamente en su cuantía. Por otro

lado, cuando se afirma que “las normas de la ley de ejecución constituyen la

reglamentación mínima de derechos humanos reconocidos constitucionalmente”, se

quiere subrayar que, siempre que una disposición de la ley local habilite una alternativa

morigeradora de los efectos desocializadores de la pena otorgando mayores beneficios al

22
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

detenido, resulta ésta plenamente aplicable por sobre las previsiones de la legislación

nacional. Así lo ha resuelto el Excmo. Tribunal de Casación Penal de Buenos Aires en

Acuerdo Plenario de fecha 04/11/2014: “…El régimen legal aplicable en materia de

ejecución de las penas privativas de libertad es la Ley Provincial N° 12.256, en cuanto

resulte más beneficioso, para el condenado, que la ley marco N° 24.660 del ordenamiento

nacional…”17.

Sin perjuicio de lo expuesto, la Ley Nro. 12.256, al igual que la Ley de Ejecución Nacional,

dispone en diversos artículos, lo relativo a la vestimenta y ropa de cama.

En su artículo 9 expresa que los procesados y condenados gozarán básicamente de los

siguientes derechos, los que serán ejercidos sin establecer discriminación o distingo

alguno en razón de raza, color, sexo, orientación sexual, idioma, religión, opinión política o

de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, de nacimiento o

cualquier otra condición social: “…3) Vestimenta apropiada que no deberá ser en modo

alguno degradante o humillante…”.

Asimismo, al momento de regular el instituto de la Prisión Discontinua, en el artículo 125

dispone: “La vestimenta básica de los condenados incluidos en cualquiera de las

17
Tribunal de Casación Penal de Buenos Aires. “A. F. E. s/ recurso de casación”, Acuerdo Plenario de fecha 4-
11-2014.

23
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

modalidades de este régimen será de tipo civil y provista por el Servicio Penitenciario

supletoriamente, cuando no pudiesen adquirirla con el producto de su trabajo”.

En relación al régimen semiabierto expresa en el artículo 136 “El Servicio Penitenciario

proveerá el equipo celdario, pudiéndose autorizar el uso de equipos y vestimenta que se

ajusten a las normas que determine la reglamentación”.

En el régimen cerrado establece en su artículo 152: “El Servicio Penitenciario proveerá el

equipo celdario pudiéndose autorizar el uso de equipo y vestimenta que se ajusten a las

normas que determine la reglamentación”.

Al igual que la Ley de Ejecución Nacional, se considera pasible de una sanción leve:

“Descuidar la higiene o el mantenimiento de la ropa de cama” (artículo 48 bis inc. d Ley

12.256).

La práctica cotidiana en el ejercicio de la profesión nos demuestra que, en realidad, en

ningún establecimiento Provincial el Servicio Penitenciario se hace entrega de vestimenta

alguna, por lo que las familias y amigos de las personas privadas de libertad son quienes

proveen de ropas a sus allegados. En algunas ocasiones, se producen intercambios y

entrega de ropa entre los mismos detenidos o son las ONG quienes asisten a los privados

de libertad en sus necesidades básicas. Es por ello que, el análisis de la normativa muere

en su propia letra.

24
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Jurisprudencia

No encontramos en nuestro país jurisprudencia que se relacione con la vestimenta y ropa

de cama que debería brindar el Estado en los establecimientos carcelarios. Ello, porque -

como tal como lo veníamos exponiendo-, son los familiares, amigos y allegados quienes

proporcionan los víveres básicos a la persona privada de libertad. De igual forma, y en

muchas ocasiones, son los mismos compañeros y las ONG quienes hacen entrega de

dichos elementos tan necesarios para la vida cotidiana.

Sin perjuicio de ello, no deja de ser responsabilidad del Estado tratar a las personas

alojadas en los establecimientos con la dignidad y el respeto que merecen por su

condición de persona humana, siendo guardianes obligados tanto de su vida, como de su

integridad física y moral.

25
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Bibliografía citada y recomendada

1. Martino, Mónica Viviana: “Las cárceles federales argentinas. Su historia desde

1553 hasta la actualidad”, en Revista de Pensamiento Penal, 12/05/2015.

2. Lopez, Axel y Ricardo Machado: “Análisis del Régimen de Ejecución Penal.

Ejecución de la Pena privativa de libertad. Comentarios, Jurisprudencia,

Concordancias y Decretos Reglamentarios. Ley 24.660 y sus modificatorias.

Segunda Edición Actualizada y Ampliada. Ed. Fabián J. Di Plácido, 2014.

3. Cerutti, Raúl A y Guillermina B. Rodriguez: “Ejecución de la pena privativa de

libertad (Ley 24,660): Comentada y anotada: doctrina, legislación”, en Ed. La

Rocca, Buenos Aires, 1998.

4. Manual de Información Básica para internos. Dirección de Trato y Tratamiento -

Dirección General de Régimen Correccional. Servicio Penitenciario Federal.

Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Año 2011.

5. O.N.U.: “Los Derechos Humanos y las Prisiones. Manual de Capacitación en

Derechos Humanos para funcionarios de prisiones”. Oficina del Alto Comisionado

de las Naciones Unidad para los Derechos Humanos. Serie Nro 11. Naciones

Unidas, Nueva York y Ginebra 2004. Número de venta: S.04.XIV.1, ISBN 92-1-

354079-5, ISSN 1020-301X.

26
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

6. Manual de buena práctica penitenciaria. Implementación de las Reglas Mínimas de

Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos. Instituto Interamericano de

Derechos Humanos. San José, C.R., 1998.

7. https://santostefanocarlosalberto.blogspot.com.ar/2016/07/dia-del-servicio-

penitenciario-federal.html

8. http://museopenitenciarioargentino.blogspot.com.ar/

9. http://www.museodelamujer.org.ar/Edificio.html

10. http://www.spf.gob.ar/www/historia

27
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Trabajo

Elsa Porta

En el Capítulo VII, la ley 24.660 trata lo atinente al trabajo en contexto de encierro.

Conviene precisar que al respecto se ha registrado una notable evolución. Según las

recomendaciones que formuló el 2° Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención

del Delito y Tratamiento del Delincuente (Londres, 1960), referido a la integración del

trabajo penitenciario en la economía nacional y la remuneración de los reclusos, se

pueden distinguir cuatro períodos en la evolución del trabajo en la prisión: 1) el trabajo

como pena; 2) el trabajo como parte integrante de la pena; 3) el trabajo como medio de

promover la readaptación social del recluso cuando se impone una sanción penal privativa

de libertad o cuando se lo sujeta a una medida de seguridad; y 4) el trabajo penitenciario

considerado simplemente como parte del trabajo en general1.

1) El trabajo como pena en sí mismo es quizás la concepción más antigua y también

la más cruel e inhumana del trabajo penitenciario. Se utilizaba en la Edad Antigua, en

parte como lógica consecuencia de la subestimación que se profesó por muchas labores -

especialmente manuales- calificadas de serviles y solo mucho más tarde dignificadas.

1
GARCÍA BASALO, Juan Carlos, La integración del trabajo penitenciario en la economía nacional, incluida la
remuneración de los reclusos: informe general, New York, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales
‒ Naciones Unidas, 1960,
http://www.unodc.org/documents/congress//Previous_Congresses/2nd_Congress_1960/011_ACONF.17.1_
The_Integration_of_Prison_Labor_with_the_National_Economy_S.pdf.

1
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Con amplias variantes, subsistió durante muchos siglos. Desde la condenación a

trabajar en las minas en Roma, por ejemplo, hasta la condena al servicio de las armas, que

en ciertos países perduró hasta el siglo XIX -incluso con regulación en algún código penal-,

pasando por la condena a galeras. La privación o la restricción de la libertad, según los

tiempos y los casos, fue solamente un medio material de asegurar la prestación del

trabajo, es decir de asegurar la ejecución de la pena impuesta. Lo esencial de esta

penalidad es la utilización, la explotación del trabajo del condenado, hasta la extenuación

si fuera necesario, en tareas rudas, pesadas y penosas, sin retribución ni compensación de

ninguna especie. Se le concede al condenado el mínimo de bienes y servicios de uso y/o

consumo personal estrictamente indispensables para atender a su nuda subsistencia, más

para proteger el posible valor económico representado por su trabajo que por

elementales consideraciones de carácter humanitario. La clásica fórmula: “condenado a X

años de galeras, a ración y sin sueldo”, sintetiza en determinadas épocas esas

características esenciales. La pena de presidio y otras de distintas denominaciones que

aparecen en diversas legislaciones significaban trabajo duro y sin compensación. En tales

casos, el trabajo constituía una pena en sí.

En nuestro país, el Código de Tejedor (1865-1866) establecía que: “Los

sentenciados a presidio trabajarán públicamente en beneficio del Estado, llevarán una

cadena al pie, pendiente de la cintura, o asida a la de otro penado, serán empleados en

trabajos exteriores, duros y penosos, como construcciones de canales, obras de

2
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

fortificación, caminos y no recibirán auxilio alguno de fuera del establecimiento” (artículo

7).

2) El trabajo como parte de la pena constituye una etapa de transición entre el

trabajo como pena en sí mismo y el trabajo como medio de tratamiento. Se caracteriza

principalmente porque se le atribuye una función represiva acorde con la finalidad

expiatoria que procura la imposición y ejecución de la pena. El trabajo constituye en sí una

agravación, dolorosa o mortificante, de la ejecución penal. La pena combina el trabajo

forzado y la privación de libertad.

A mediados del siglo XIX, la mayoría de las legislaciones europeas distinguía entre

penas que implicaban la obligación de trabajar y aquellas que permitían libremente el

ocio, y las primeras eran más gravosas, por cuanto el trabajo constituía un castigo

adicional que se imponía al reo de acuerdo a la entidad del delito cometido. Asimismo, el

trabajo carcelario era entendido como una manera de disponer fácilmente de mano de

obra gratuita para solventar los emprendimientos económicos estatales, especialmente

en lo que se refiere a tareas de construcción y minería2.

El ya recordado Código de Tejedor contemplaba también este tipo de trabajo al

disponer que: “Los sentenciados a penitenciaría la sufrirán en las penitenciarías donde las

hubiese, o en establecimientos distintos de los presidios, con sujeción a trabajos forzosos

2
LÓPEZ, Axel-MACHADO, Ricardo, Análisis del régimen de ejecución penal, p.299, Fabián J. Di Plácido Editor
Buenos Aires 2004.

3
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

dentro de ellos mismos, y sin cadena, exceptuando el caso de temerse seriamente la

evasión”.

Enrolado en esta tendencia, el Código Penal vigente, en su artículo 6°, dispone que:

“La pena de reclusión, perpetua o temporal, se cumplirá con trabajo obligatorio en los

establecimientos destinados al efecto. Los recluidos podrán ser empleados en obras

públicas de cualquier clase con tal que no fueren contratadas por particulares”3, mientras

que el artículo 9° establece que: “La pena de prisión, perpetua o temporal, se cumplirá

con trabajo obligatorio, en establecimientos distintos de los destinados a los recluidos”.

3) El trabajo como medio de tratamiento de los condenados a una pena privativa

de libertad o de quienes están sujetos a una medida de seguridad de ese tipo, aparece ya

en las instituciones correccionales precursoras de la reforma carcelaria de fines del siglo

XVIII y comienzos del siglo XIX. Se sustenta en la premisa de la eficacia del trabajo como

medio de promover y alcanzar la readaptación moral y social de los reclusos. Esta idea

3
En el Anteproyecto de Código Penal del año 2014, cuya redacción estuvo a cargo de una Comisión
presidida por Eugenio Raúl Zaffaroni e integrada por León Carlos Arslanián, María Elena Barbagelata Ricardo
Gil Lavedra y , Federico Pinedo ((Decreto PEN 678/12) se suprime la reclusión. La Exposición de Motivos
explica que “… se abandona definitivamente la diferencia entre penas privativas de libertad, que en la
actualidad desaparecen de la legislación comparada y que, en general, eran producto de tiempos en que la
ejecución penal no había cobrado autonomía legislativa ni doctrinaria y que, además, solía responder al
mantenimiento de penas infamantes. Si bien la diferencia entre reclusión y prisión perdió vigencia con las
leyes de ejecución penal desde 1958, se ha pretendido frecuentemente que se mantiene en vigor,
especialmente para el cómputo de la prisión preventiva, lo que se traduce en una condenación a una pena
que no existe con el único objeto de restar la mitad del tiempo de prisión preventiva de la pena que se
impone. En este sentido, tampoco hasta el momento ha sido concluyente nuestra CSJN, pese a que la […]
ley 26.200 establece claramente que donde el tratado dice reclusión debe entenderse prisión. No respeta el
principio de racionalidad republicana pensar que el más grave de los crímenes puede ser penado con una
supuesta pena menos grave que la de otros. Con esta disposición, pese a ser escueta, se eliminarían
definitivamente todas las mencionadas dificultades de interpretación y se archivaría el resto de instituciones
que son hoy anticuadas” (p. 104).

4
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

básica fue recogida y utilizada en forma diversa por la mayoría de los regímenes
·-
penitenciarios. El trabajo pasó así a ser considerado como una influencia beneficiosa que

se impuso en ciertos casos, aun en contra de la letra de ciertos textos legales. Este

concepto del trabajo penitenciario ha sido acogido entusiastamente por los congresos

penitenciarios internacionales de la postguerra. Así en el XII Congreso Internacional Penal

y Penitenciario (La Haya, 1950) se declaró: “El trabajo penitenciario no debe ser

considerado como un complemento de la pena, sino como un medio de tratamiento de

los delincuentes”.

En lo atinente a la ejecución de la pena privativa de libertad, resultan

fundamentales las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, adoptadas por el

1er Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del

Delincuente, celebrado en Ginebra en 1955, que fueron aprobadas por el Consejo

Económico y Social de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en sus Resoluciones

663C (31/07/57) y 2076 (13/05/77). En el año 2015, la Asamblea General de este

organismo internacional aprobó una revisión de dichas reglas a las que denominó Reglas

Mandela, como homenaje al presidente de Sudáfrica que estuvo 27 años privado de la

libertad.

Es importante destacar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sostuvo que

"… las Reglas Mínimas para el tratamiento de reclusos de las Naciones Unidas —si bien

carecen de la misma jerarquía que los tratados incorporados al bloque de

5
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

constitucionalidad federal— se han convertido, por vía del art. 18 de la Constitución

Nacional, en el estándar internacional respecto de personas privadas de libertad”4.

Las Reglas Mínimas (Ginebra, 1955) adhieren a la teoría de que el trabajo en la

prisión no debe ser considerado como un complemento de la pena y por ello

establecieron como principio que: “El trabajo penitenciario no deberá tener carácter

aflictivo” (regla 71)5.

La legislación argentina abandonó la concepción del trabajo como integrante de la

pena a partir de la vigencia del decreto-ley 412/58, el que ratificado por la ley 14.467

pasó a ser la Ley Penitenciaria Nacional, este instrumento normativo consideró al trabajo

como parte del tratamiento, pues en su artículo 54 establecía que: “El trabajo

penitenciario será utilizado como medio de tratamiento y no como castigo adicional”.

4) El trabajo penitenciario como parte del trabajo en general. Esta tesitura

considera que el trabajo penitenciario no es más ni menos que una parte del trabajo en

general. Se parte del artículo 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las

Naciones Unidas que establece que: “Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre

elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la

protección contra el desempleo”. La concepción descripta se muestra contraria a la

innecesaria supresión de derechos individuales de las personas detenidas, pues se

sostiene que el derecho de la sociedad de penar al delincuente y de privarle de su libertad

4
CSJ, Fallo “Verbitsky, Horacio s/hábeas corpus”, sentencia del 03/05/2005, LL, 2005-C 276.

5
Reglas Mandela, 97,1

6
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

impide que el recluso ejercite completamente, entre otros, el derecho a trabajar, pero que

de ninguna manera lo priva de ese derecho como tal. En el reconocimiento de ese

derecho del recluso a trabajar ―condicionado por la pena pero no por ello suprimido―,

hallarán correcta solución, entre otros, el problema de la competencia entre su trabajo y

el trabajo libre, que de este modo se transformará de una cuestión meramente económica

en un problema fundamental de respeto de derechos humanos.

Dentro de esta concepción, no se excluye que, en casos muy determinados, el

trabajo pueda ser un medio de tratamiento en sentido estricto. En todo caso, se afirma

que la integración del trabajo penitenciario en el trabajo en general y en la economía

nacional facilitaría no solo la readaptación del recluso, sino también ayudaría a resolver

algunos otros problemas, tales como los referentes a la remuneración y condiciones

generales del trabajo.

El documento de Naciones Unidas que explica de esta forma la evolución del

trabajo en la cárcel, señala también que:

Quizás pudiera decirse que lo importante es seguir esta última concepción del

trabajo penitenciario. Las divergencias pueden aparecer cuando se trate de fijar los

límites de esta orientación. La conclusión que se extrae de esta reseña de

tendencias y prácticas es que muchas veces el trabajo penitenciario debe significar

la continuación con nuevas modalidades de un aspecto fundamental, de la vida

individual y económico-social normal. En algunos casos, podría hablarse en sentido

estricto del trabajo penitenciario como medio de tratamiento. Por regla general el

7
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

trabajo penitenciario es el elemento indispensable e insustituible en todo método

de readaptación social tanto presente como futuro.

La idea del trabajo penitenciario como parte del trabajo en general está de

acuerdo con el espíritu del parágrafo 1 de la regla mínima 60, que dice: “El régimen del

establecimiento debe tratar de reducir las diferencias que puedan existir entre la vida en

prisión y la vida libre en cuanto estas contribuyan a debilitar el sentido de responsabilidad

del recluso o el respeto a la dignidad de su persona”.

La integración del trabajo penitenciario al trabajo general no debe entenderse

como una incorporación de índole puramente económica, en torno a la cual se haga girar

subordinadamente el interés del recluso y de la sociedad en lograr la readaptación social

de aquel. Esto no impide que el aspecto económico juegue el papel que le corresponde, ya

que conforme la regla mínima 71 el trabajo “debe ser productivo”. Ahora bien, esta

finalidad económica se halla subordinada a otro principio establecido por otra regla

mínima, según la cual “el interés de los reclusos y su formación profesional no deben

quedar subordinados a los beneficios pecuniarios de una industria penitenciaria” (regla

72) y este mismo precepto establece, en su primer apartado, que “la organización y los

métodos de trabajo penitenciario deberán asemejarse lo más posible a los que se aplican

a un trabajo similar fuera del establecimiento, a fin de preparar a los reclusos para las

condiciones normales del trabajo libre”6.

6
En idéntico sentido la Regla 99, apartado 1º de Reglas Mandela.

8
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La citada Recomendación expone ideas que, pese al tiempo transcurrido, cobran

especial significación en el momento actual. Así se señala que:

Desde el punto de vista de la readaptación social, la integración del trabajo

penitenciario en el trabajo libre y en la economía nacional requiere que el recluso

sepa que el trabajo que realiza tiene el mismo carácter, igual sentido y mismo valor

social que el trabajo libre que tal vez ejecutaba antes de su internación y que el

que efectuará al reincorporarse a la sociedad. El trabajo realizado en estas

condiciones le hará sentirse vinculado a la comunidad y le dará el sentimiento de

participar con su esfuerzo diario en el desarrollo económico y social de la

comunidad. Desde el punto de vista de la sociedad, esta integración del trabajo

penitenciario en la economía nacional constituye un aporte fundamental para que

la gente modifique su actitud de desconfianza, hostilidad o indiferencia hacia el

recluso de hoy y el liberado de mañana. Con ello se facilitarán la solución del

trabajo penitenciario y la readaptación social del recluso. En suma, la integración

del trabajo penitenciario en la economía nacional, conforme a las reglas mínimas

mencionadas, es una tesis que merece ser desarrollada por las ventajas que

presenta para la readaptación social del recluso y para los intereses de la propia

comunidad.

En la referida Recomendación se precisa también que:

Existen ya casos aislados de integración, pero de lo que se trata es de ensanchar

esa integración y hacerla lo más general que sea posible. Para comenzar debe

9
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

abandonarse la idea de que el trabajo penitenciario se halla más relacionado con la

pena que con el trabajo en general […]. La posibilidad de realizar la integración

económica ha sido demostrada por la experiencia alentadora recogida en diversas

regiones del mundo y en distintas coyunturas económico-sociales. Así durante la

segunda guerra mundial, tanto en Europa como en Estados Unidos, la integración

del trabajo penitenciario con la economía nacional -economía de guerra- fue

efectiva y económicamente satisfactoria, tanto en tareas agrícolas como

industriales organizadas por el Estado o particulares…

En concordancia con esta tesitura, las Reglas Penitenciarias Europeas del año 2006

establecen como principio general que “… la vida en la prisión se adaptará en la medida de

lo posible a los aspectos positivos de la vida en el exterior de la prisión” (regla 5) y,

específicamente, en relación con el trabajo dispone que “… cuando un detenido

condenado esté obligado a trabajar, las condiciones del trabajo deben ser conforme a las

normas y a los controles vigentes en el exterior” (regla 105.3).

Tampoco puede desconocerse que en el ámbito penitenciario el trabajo de las

personas privadas de la libertad también es considerado como un instrumento de control

disciplinario, dado que constituye una forma de aminorar las tensiones en el interior de la

prisión, pues la reducción del ocio determina una disminución de la conflictividad entre los

10
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

detenidos; una función básica del trabajo es ocupar y estructurar el tiempo y la vida

cotidiana de los presos7.

En la actualidad, el trabajo constituye el ejercicio de un derecho humano

fundamental y es uno de los elementos más conducentes ―el otro es la educación― para

la inclusión social de las personas privadas de la libertad ambulatoria y, por consiguiente,

un factor relevante para evitar la reincidencia, lo que indirectamente tiene decisiva

incidencia en la cuestión de la seguridad ciudadana.

En efecto, distintos estudios confirman la tesis de que el trabajo en contexto de

encierro facilita la socialización de la persona detenida, a través del aprendizaje e

interiorización de pautas de comportamiento, valores y hábitos (de autodisciplina,

puntualidad, responsabilidad, valoración del esfuerzo y convivencia)8.

Una investigación, encargada por el Centre d’Iniciatives per a la Reinserció (CIRE) y

financiada por el Centre d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada (CEFJE), ambos

organismos del Departament de Justicia de la Generalitat de Catalunya, tuvo por finalidad

determinar en qué proporción quienes salían en libertad conseguían un empleo y en qué

grado haber trabajado en los talleres de la prisión o haber participado en cursos de

formación y capacitación laboral influyó favorablemente en la obtención del empleo. Para

la realización de dicho estudio se entrevistaron a expertos y a ex detenidos con

7
MIGUÉLEZ, Fausto, Trabajar en prisión, Barcelona, Icaria, 2007, pp. 12, 53 y ss.
8
ALÓS MONER, Ramón, MARTÍN ARTILES, Antonio, MIGUÉLEZ LOBO, Fausto y BADÍA, Francesc Gibert, “¿Sirve el
trabajo penitenciario para la inserción? Un estudio a partir de las opiniones de los presos de las cárceles de
Cataluña”, en Reis. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, n° 127, Madrid, Centro de
Investigaciones Sociológicas, 2009, pp. 11-31, http://www.redalyc.org/artículo.oa?id=99715163001.

11
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

experiencias positivas (estaban trabajando) y negativas (reincidieron en el delito), también

se analizaron el grado de participación en diversas medidas penitenciarias (talleres,

formación, permisos del último año, medidas de inserción) y, sobre todo se siguieron los

itinerarios laborales de más de 3.000 personas excarceladas, entre 2004 y 2007.

El resultado de la muestra fue que el 43,6% de los liberados ha encontrado un

trabajo y el haber trabajado en contexto de encierro ha sido un factor relevante para la

obtención de un empleo. Los autores que dirigieron la investigación concluyeron que “… la

inserción ocupacional es inseparable de la inserción social. La búsqueda de la reinserción

social debe seguir siendo el principal objetivo, ya que es la mejor manera de evitar la

reincidencia. Una reinserción social sin empleo es precaria: condena al asistencialismo o

condena a la reincidencia”9.

Jake Cronin, analista de políticas del Instituto de Política Pública de la Facultad de

Asuntos Públicos Truman, en la Universidad de Missouri, concluyó que las personas

privadas de la libertad que obtenían su GED (título secundario para adultos) en las

cárceles de Missouri tenían significativamente más posibilidades de encontrar un empleo

luego de la prisionización y menos probabilidades de reincidir que las personas detenidas

que no lo conseguían. Cronin encontró el salto máximo en porcentajes reducidos de

reincidencia, más del 33 por ciento, cuando observó a los detenidos que obtuvieron el

GED y consiguieron un empleo a tiempo completo luego de su puesta en libertad. “El

empleo prueba ser el predictor más fuerte del no regreso a la cárcel que hemos

9
ALÓS, R., JÓDAR, P. y MIGUÉLEZ, F., “Cómo los ex-presos se insertan en el trabajo al recuperar la libertad”,
http://www.academia.edu/637679/Los_ex-presos_que_se_insertan_en_el_trabajo (pdf).

12
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

encontrado”, expresó Cronin. “Aquellos que tienen un empleo a tiempo completo tienen

muchas menos posibilidades de regresar a la cárcel que los detenidos que se encuentran

desempleados”. Los porcentajes de reincidencia fueron reducidos casi a la mitad para los

ex presos con un trabajo a tiempo completo comparado con detenidos similares que eran

desempleados. Las personas privadas de la libertad que aprovechan las oportunidades

educativas disponibles para ellas en la cárcel tienen más probabilidades de encontrar un

trabajo que aquellas que no lo hacen.10

Un estudio realizado en 1997 por Saylor & Gaes (Uggen & Staff, 2001) con una

muestra de sujetos que trabajaron durante su permanencia en la cárcel o recibieron

apoyo vocacional mostró una disminución de 24% en la probabilidad de reincidir en

comparación con el grupo de control que no había recibido estos beneficios. Por otra

parte, se han desarrollado diversos estudios acerca del efecto de la calidad del trabajo y la

conducta delictual. Estudios longitudinales han mostrado que el empleo de alta calidad

influye positivamente en la prevención de la conducta delictual (Uggen & Staff, 2001) y

que los infractores que participan de este tipo de empleos muestran menor tendencia a

reincidir11.

10
http://www.usprisonculture.com/blog/tag/reentry/; http://ipp.missouri.edu/wp-
content/uploads/2014/06/the_path_to_successful_reentry.pdf;
https://bibliotecasabiertas.wordpress.com/2012/02/07/prison-education-reduces-recidivismla-educacion-
en-la-carcel-reduce-la-reincidencia/.
11
DROPPELMANN, Catalina, “Elementos claves en la rehabilitación y reinserción de infractores de ley en Chile”,
en Conceptos, nº 14, marzo de 2010, p. 11, citado en Javier Palummo (coord.), El trabajo dentro de las
cárceles y la inserción laboral de las personas liberadas del sistema penitenciario. Situación legal y
reglamentaria, Montevideo, Ministerio del Interior ‒ OIT, 2011,
http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/---ro-lima/---sro-
santiago/documents/genericdocument/wcms_198482.pdf.

13
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Principios generales

ARTICULO 106. — El trabajo constituye un derecho y un deber del interno. Es una de las

bases del tratamiento y tiene positiva incidencia en su formación.

La Ley Penitenciaria Nacional confería al trabajo de las personas privadas de

libertad ambulatoria el carácter de derecho y deber porque disponía que: “El trabajo será

obligatorio para el detenido y condicionado a su aptitud física y mental. Para la

Administración, importará el deber de proporcionarlo y remunerarlo, según las

disposiciones de esta ley y de los reglamentos que en su consecuencia se dicten” (artículo

55).

El trabajo, en su aspecto bifronte, también aparece en la Declaración Americana de

los Derechos y Deberes del

Hombre (Bogotá, 1948), dado que por un lado lo consagra como un derecho (artículo XIV),

mientras que por otro, el artículo XXXVII establece que “… toda persona tiene el deber de

trabajar, dentro de su capacidad y posibilidades, a fin de obtener los recursos para su

subsistencia o en beneficio de la comunidad”.

Ese doble carácter está consagrado expresamente por la ley 24.660, dado que

dispone que el trabajo intramuros es un derecho y un deber de las personas condenadas y

lo considera una de las bases del tratamiento, que tiene positiva incidencia en su

formación (artículo 106).

14
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por su parte, el RGP establece que el trabajo debidamente remunerado constituye

un derecho del procesado, lo califica como un elemento social relevante y prevé que, por

vía reglamentaria, el Ministerio de Justicia, a través de la Secretaría de Política

Penitenciaria y de Readaptación Social, establezca beneficios adicionales para aquellos

procesados que trabajen (artículo 97).

La ley 24.660 dispone su aplicación a los procesados, a condición de que sus

normas no contradigan el principio de inocencia y resulten más favorables y útiles para

resguardar la personalidad de quienes se encuentran imputados de un delito sin que se

haya dictado sentencia que determine su responsabilidad penal (artículo 11 ley 24.660).

En concordancia con esta disposición, el artículo 6° del RGP prevé también que, con su

conformidad, sin afectar el principio de inocencia, ni la defensa en juicio, el procesado

podrá ser incorporado a las normas vigentes para condenados. Por lo tanto podemos

concluir que si se incorpora a este régimen y decide trabajar intramuros le serán

aplicables los preceptos que, respecto del trabajo, prescribe la ley 24.660.

El decreto 1464 del año 2007, que modifica el RGP, también confiere relevancia al

trabajo del procesado, pues en el supuesto de que en el último trimestre hubiera sido

calificado con conducta Buena, CINCO (5), trabaje con regularidad o haya solicitado

hacerlo y asista a los cursos que tenga pendientes para cumplir con la educación

legalmente obligatoria o haya solicitado asistir a los mismos a tal fin, podrá peticionar su

incorporación anticipada al régimen de ejecución de la pena y podrá ser promovido hasta

la última fase del período de tratamiento de la progresividad del régimen de la pena (arts.

15
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

2° y 3° del referido decreto, que sustituyen los arts. 35 y 37 del Reglamento General de

Procesados, aprobado por decreto 303/96).

La ley 12.256 de Ejecución Penal Bonaerense dispone que:

El trabajo constituye un derecho para los procesados y un derecho deber para los

condenados, el que se les proporcionará en la medida de las posibilidades de cada

establecimiento (artículo 34).

Esto significa que existen dos clases diferentes de trabajos que tienen como

ámbito la prisión.

1) El trabajo constituye un derecho de la persona privada de la libertad (condenada

o procesada). Se trata del trabajo voluntario de tales sujetos y constituye el ejercicio pleno

del derecho a trabajar y a ejercer toda industria lícita, consagrados por los artículos 14 y

14 bis de la Ley Suprema, pues ningún preso puede ser ajeno al “derecho de toda persona

a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente escogido o

aceptado” (artículo 6° del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y

Culturales)12.

Este pacto consagra, en su artículo 2.1, el principio de la progresiva realización de

los derechos que el mismo reconoce13 y, por consiguiente, los estados tienen ciertas

12
Cámara Federal de Casación Penal, Sala II, sentencia 2490/14, del 01/12/2014, en autos “Képych Yúriy
Tibériyevich s/recurso de casación”.
13
“Artículo 2.1. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas,
tanto por separado, como mediante la asistencia y la cooperación internacionales, especialmente
económicas y técnicas, hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por

16
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

obligaciones de aplicación inmediata referentes a los derechos económicos, sociales y

culturales.

En esta dirección, el Comité de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de

las Naciones Unidas decidió que en el caso del derecho al trabajo, por ejemplo, los

estados parte estarían obligados a prohibir cualquier tipo de trabajo forzoso y estarían

impedidos de negar o limitar el acceso igualitario a un trabajo decente para todas las

personas, incluidas las personas privadas de libertad14.

En el 8º Congreso de Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento

del Delincuente (La Habana, Cuba, 1990), en la Declaración de Principios Básicos para el

Tratamiento de los Reclusos se estableció, como regla elemental, que el ser humano no

pierde su dignidad por estar privado de su libertad y que con excepción de aquellas

limitaciones que sean evidentemente necesarias por el hecho del encarcelamiento, todos

ellos, sin distinción alguna, siguen gozando de los derechos humanos y libertades

fundamentales reconocidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el

Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en el Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo, así como de los

demás derechos estipulados en otros instrumentos de Naciones Unidas (principio 5°).

todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad
de los derechos aquí reconocidos”.
14
ONU. Comité de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas. E/C.12/GC/18, 6
de febrero de 2006. Disponible en:
http://www.unhchr.ch/tbs/doc.nsf/898586b1dc7b4043c1256a450044f331/493bee38093458c0c125711400
29367c/$FILE/G0640313.pdf.

17
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por su parte, la ley 24.660 establece que: “El condenado podrá ejercer todos los

derechos no afectados por la condena o por la ley y las reglamentaciones que en su

consecuencia se dicten y cumplirá con todos los deberes que su situación le permita y con

todas las obligaciones que su condición legalmente le impone” (artículo 2°).

En consecuencia, el acceso al trabajo de una persona privada de la libertad

ambulatoria, en su lugar de detención, no resulta ser una concesión graciable del estado,

en general, ni de los distintos servicios penitenciarios, en particular, sino que, de

conformidad con lo expresamente dispuesto por el artículo 106 de la ley 24.660,

constituye un derecho y un deber de la persona condenada y un derecho de la persona

procesada (artículo 97 RGP), por lo tanto, el acceso al trabajo no puede ser entendido

como un medio de gobierno de la prisión, ni como premio que se concede a algunos

detenidos, ni como castigo que se impone a otros.

La normativa vigente en nuestro país consagra al trabajo como un derecho de las

personas privadas de la libertad ambulatoria; derecho que tiene particular relevancia

porque significa que se impone al estado, correlativamente, el deber indelegable de

asegurarles el efectivo y pleno ejercicio del derecho al trabajo.

Por consiguiente, y de conformidad con las disposiciones que regulan la situación

de las personas privadas de la libertad, el derecho a acceder al trabajo, así como el

ejercicio del derecho de trabajar, deben ser garantizados por el estado, sin limitaciones ni

discriminaciones y en condiciones dignas, dado que el ejercicio pleno de tales

prerrogativas contribuye a la inclusión social de las personas detenidas.

18
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En efecto, todas las personas privadas de la libertad tienen derecho al trabajo, sin

ninguna discriminación, pues el artículo 8° de la ley 24.660 dispone que: “Las normas de

ejecución serán aplicadas sin establecer discriminación o distingo alguno en razón de raza,

sexo, idioma, religión, ideología, condición social o cualquier otra circunstancia. Las únicas

diferencias obedecerán al tratamiento individualizado” (en sentido análogo, artículo 10

del RGP).

Vale decir, que salvo las naturales diferencias que puedan surgir de la

implementación individualizada del tratamiento de inserción social, todas las personas

detenidas tienen derecho a acceder a un trabajo en el interior de la prisión. Como la

citada disposición establece que no se puede discriminar o distinguir por “cualquier otra

circunstancia”, corresponde considerar que tampoco puede negarse el acceso al empleo

en razón del tipo de delito cometido por la persona presa.

El ejercicio de este derecho tampoco puede resultar afectado por la imposición de

medidas disciplinarias (ni siquiera por el aislamiento), ni por los traslados dispuestos por la

autoridad penitenciaria.

En caso de traslado de una persona privada de libertad que se encuentra

incorporada al trabajo, deberá garantizarse la continuación de su actividad productiva en

el establecimiento de destino. La autoridad penitenciaria competente deberá considerar

19
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la pertinencia del traslado, en función de que en la unidad de destino existan ofertas

laborales y vacantes para garantizar la inmediata continuidad del trabajo15.

El derecho de las personas detenidas a que el estado les proporcione un trabajo es

una prerrogativa que no posee ningún sujeto desocupado en el medio libre; y tiene su

razón de ser en la “reinserción social” que tanto los tratados internacionales que integran

el bloque de constitucionalidad federal16 como la propia ley de ejecución penal declaran

como finalidad esencial de la pena privativa de la libertad (artículo 1°).

Al respecto, la Corte Suprema de Justicia de la Nación precisó que “ … la primera

advertencia que corresponde formular es que la readaptación social del penado resulta,

indudablemente, no un mero objetivo de la ejecución de las penas privativas de la

libertad, sino el objetivo “superior” de ese sistema”17.

En síntesis, las personas detenidas tienen derecho a que el estado les proporcione

un trabajo productivo, rentable y que ocupe plenamente la jornada laboral, ya que en el

15
En sentido análogo, artículo 7.2 de la reglamentación del capítulo VIII de la ley de ejecución de la pena
privativa de la libertad 24.660 ‒texto según ley 26.695‒ aprobada por decreto 140/2015 (BO 10/02/2015).
Esta es la propuesta de la Comisión Especial de Estudio sobre la Vigencia y Estado de las Relaciones
Laborales en el Marco del Trabajo prestado en condiciones de encierro de las Personas Privadas de su
Libertad Ambulatoria, creada por Resolución del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la
Nación Nº 1373/14, pub. “Trabajo en Cárceles”, p 24.
16
Convención Americana de Derechos Humanos: “Las penas privativas de libertad tendrán como finalidad
esencial la reforma y la readaptación social de los condenados” (artículo 5°, ap. 6°). Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos: “El régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial
será la reforma y la readaptación social de los penados” (artículo 10, ap. 3°).
17
“Verbitsky”, Fallos 328:1146, 1186 y su cita, 2005).

20
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

esquema de la ley 24.660 no hay espacio para la laborterapia, ni para el trabajo

benévolo18.

Para que se configure la relación laboral en contexto de encierro solo es necesario

que tales personas manifiesten su voluntad de trabajar, sin que la autoridad penitenciaria

pueda eximirse del cumplimiento de este deber en ningún momento, pues subsiste

durante todo el tiempo que se prolongue la privación de la libertad, dado que la ley no

establece su pérdida, ni su caducidad. Por lo tanto, aun cuando en un principio la persona

presa se hubiera negado a trabajar, de modo voluntario, posteriormente puede modificar

su decisión y la autoridad penitenciaria queda obligada a proporcionarle una ocupación

efectiva.

En mi opinión, el sujeto privado de la libertad tiene un verdadero derecho

subjetivo a tener un trabajo en la prisión y esta es la diferencia más significativa respecto

del vínculo laboral en el medio libre y es la que suscita más perplejidades. En efecto, a

menudo se plantea la paradoja: ¿cómo es posible que el estado deba dar trabajo a las

personas privadas de libertad, cuando no está obligado a darlo en el mundo libre a

quienes no delinquieron?

Este disímil tratamiento tiene su razón de ser en la inserción social que, como

señalara, los tratados internacionales que integran el bloque de constitucionalidad federal

y la propia ley de ejecución penal la declaran como finalidad de la pena privativa de la

18
Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos Adoptadas (Ginebra en 1955), Regla, 71.3: “Se
proporcionará a los reclusos un trabajo productivo, suficiente para ocuparlos durante la duración normal de
una jornada de trabajo”. En el mismo sentido, Regla 96.2 de las Reglas Mandela.

21
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

libertad (art. 1°), inserción que también puede ser entendida como una política proactiva

en favor de un sector de la población más vulnerable19.

En España, en atención a que el derecho de los condenados a tener un trabajo en

la prisión está consagrado por el artículo 25.2 de la Constitución Española, mientras que el

genérico derecho a trabajar está reconocido por el artículo 35.1 (“… todos los españoles

tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo… ”), se ha planteado una polémica

respecto de si aquel es un derecho subjetivo que autoriza al condenado a reclamar que el

estado le proporcione un trabajo efectivo.

Palomeque López, entre otros autores, ha respondido afirmativamente y al

respecto, aparte de la ubicación sistemática del precepto, esgrime los siguientes

argumentos a favor de esta interpretación: la importancia del trabajo como factor

resocializador, la situación especial en que se encuentran las personas presas y la

obligación de proporcionar un trabajo por parte de la administración, tal como consta en

la legislación penitenciaria española20.

19
CASTEL, Robert: “Las políticas de inserción obedecen a una lógica de discriminación positiva: se focalizan en
poblaciones particulares y zonas singulares del espacio social, y despliegan estrategias específicas. Pero si
ciertos grupos, o ciertos lugares, son entonces objeto de atención y cuidados adicionales, ello ocurre a partir
de la constatación de que tienen menos y son menos, de que están en una situación deficitaria. En realidad,
padecen un déficit de integración, como los habitantes de los barrios desheredados, los desertores
escolares, las familias mal socializadas, los jóvenes mal empleados o inempleables, los desempleados
durante lapsos prolongados... Las políticas de inserción pueden entenderse como un conjunto de empresas
de elevación del nivel para cerrar la distancia con una integración lograda (un marco de vida decente, una
escolaridad “normal”, un empleo estable, etcétera)”, (Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica
del salariado, Buenos Aires, Paidós, 1997, p. 351, https://catedracoi2.files.wordpress.com/2013/05/castel-
robert-la-metamorfosis-de-la-cuestic3b3n-social.pdf).

20
PALOMEQUE LÓPEZ, Manuel Carlos, “El derecho al trabajo de los penados y la efectividad de los derechos
fundamentales”, Cívitas. Revista Española de Derecho del Trabajo, n° 42, 1990, pp. 305-312. El mismo autor,

22
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Fernández Artiach sostiene que se trata de un derecho subjetivo y que la diferencia

con el resto de la población resulta de la especial situación jurídica en la que se encuentra

el titular de ese derecho distinta del ciudadano libre, el cual posee unas posibilidades de

autogestión y competitividad en el mercado de trabajo de las que carece el recluso.

Asimismo la diferencia también se presenta en el distinto carácter del sujeto pasivo

obligado a satisfacer el derecho de ese concreto titular, en este caso, la administración

penitenciaria, único sujeto con capacidad para dar respuesta a la pretensión en ese

sentido del reclamante, que debe utilizar todos los recursos que posee para garantizar ese

derecho de las personas privadas de la libertad.21

Con relación al tema, se pronunció el Tribunal Constitucional, que reconoció la

existencia de un derecho subjetivo, pero no de un derecho fundamental. Se trataría de un

derecho subjetivo de prestación que implica el derecho a favor de los detenidos a una

actividad laboral retribuida y la obligación de la administración de crear y proporcionarles

un trabajo remunerado, pero dentro de las posibilidades presupuestarias existentes en

cada momento.22.

“El derecho al trabajo de los penados y la efectividad de los derechos fundamentales (a propósito de la
sentencia del Tribunal Constitucional, Sala 1ª, 172/1989, de 19 de octubre, BOE de 7 de noviembre)”, ibidem.
En el mismo sentido, DE LA CUESTA ARZAMENDI, José Luis, “El trabajo de los internos en el derecho penitenciario
español”, Cuadernos de Derecho Judicial, Madrid, CGPJ, 1995,
http://www.ehu.eus/documents/1736829/2010409/CLC+36+El+trabajo+de+los+internos+en+el+derecho+p
enitenciario+espanol.pdf.
21
FERNÁNDEZ ARTIACH, Pilar, El trabajo de los internos en los establecimientos penitenciarios, Valencia, Tirant
lo Blanch ‒ Universidad de Valencia, 2006, pp. 106-107.
22
En este sentido, pueden citarse las sentencias 172/1989, de 19 de octubre de año y 17/1993, de 18 de
enero de 1993.

23
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Si bien en Argentina la caracterización del trabajo como un derecho de los sujetos

privados de la libertad emana de una norma de menor jerarquía, no por eso se puede

desconocer su pleno carácter operativo. No se trata de una mera declaración, sino de un

derecho conferido a dichos sujetos, derecho que es conducente para el logro de una

adecuada reinserción social, objetivo este que han fijado instrumentos internacionales,

que tienen, como señalara, rango constitucional a partir de la reforma de 1994.23

En conclusión, el estado debe garantizar a dichas personas el acceso irrestricto al

trabajo y es, a la vez, el obligado a proporcionarles una ocupación efectiva.

Este trabajo debe ser remunerado y, como veremos, goza de todas las

protecciones que la Constitución Nacional, los tratados internacionales y la legislación

vigente brindan al trabajo humano prestado en libertad y además recibe el amparo de

todas las garantías que el llamado bloque de constitucionalidad federal acuerda al trabajo

intramuros.

Cabe señalar que la ley de ejecución penal 24.660 es aplicable en todo el territorio

nacional porque es complementaria del Código Penal (conf. artículo 229). Por tal razón, el

artículo 228 fijó el plazo de un año, contado a partir de la entrada en vigencia de dicha ley,

para que las provincias revisasen la legislación y las reglamentaciones penitenciarias

existentes en sus respectivas jurisdicciones a efectos de concordarlas con las disposiciones

contenidas en dicho cuerpo legal.

23
Convención Americana de Derechos Humanos, art. 5.6; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
art. 10.3.

24
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Sin embargo, frente a su dictado, las provincias han tenido reacciones disímiles.

Algunas han adherido al régimen de la ley 24.660 sin limitación alguna (Entre Ríos, San

Juan, por ejemplo), mientras que otras lo hicieron con reservas (Santa Fe) y un tercer

grupo ha dictado normas que excluyen su aplicación (Buenos Aires, ley 12.256). Por

último, existen provincias que, si bien adhirieron a las directivas generales de la ley

24.660, también han legislado sobre aspectos particulares de la ejecución de la pena (por

ejemplo, Córdoba).

La Corte Suprema de Justicia de la Nación señaló que la ley 24.660 es “… una clara

norma marco que es constitucional, pues no impide ni avanza sobre las legislaciones de

ejecución penal provinciales, sino que establece su adecuación, debiendo interpretarse

que establece un marco mínimo de régimen, más allá del cual pueden avanzar las

provincias en sus respectivas legislaciones”24.

En consecuencia, las legislaciones provinciales, en materia de ejecución penal,

deben respetar los estándares mínimos que establece la ley 24.660, lo que se proyecta

necesariamente sobre la cuestión del trabajo de las personas privadas de la libertad

ambulatoria.

Merece destacarse que a pesar de que en nuestro país, el trabajo es un derecho

de las personas presas, el obligado al efecto -es decir, el Estado Nacional y los estados

provinciales, por medio de sus respectivas administraciones penitenciarias- no cumplen su

24
“Verbitsky”, Fallos 328:1146, 1186 y su cita (2005).

25
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

deber legal de proporcionar empleo formativo y debidamente remunerado a todas las

personas que lo solicitan.

2) El trabajo como un deber está integrado por el conjunto de labores de higiene y

mantenimiento que debe realizar la persona privada de la libertad dentro del

establecimiento y que forma parte de las actitudes que se tienen en cuenta al momento

de valorar su conducta25.

La ejecución del trabajo voluntario remunerado no exime a ningún detenido de su

prestación personal para labores generales del establecimiento o comisiones que se le

encomienden de acuerdo con los reglamentos, pues estas –como expresara- constituyen

un deber y no serán remuneradas, salvo que fuere su única ocupación (artículo 111 ley

24.660 y artículo 88 RGP)

Por otro lado, el trabajo voluntario forma parte, también, del tratamiento

individual que debe ser ofrecido al detenido por la autoridad penitenciaria. Las Reglas

Mandela disponen que “El tratamiento de las personas condenadas a una pena o medida

privativa de libertad debe tener por objeto, en la medida en que la duración de la pena lo

permita, inculcarles la voluntad de vivir conforme a la ley y mantenerse con el producto

de su trabajo y crear en ellos la aptitud para hacerlo. Dicho tratamiento estará

25
Ley 24.660, artículo 100. — El interno será calificado de acuerdo a su conducta. Se entenderá por
conducta la observancia de las normas reglamentarias que rigen el orden, la disciplina y la convivencia
dentro del establecimiento. La calificación de conducta tendrá valor y efectos para determinar la frecuencia
de las visitas, la participación en actividades recreativas y otras que los reglamentos establezcan. (artículo
103).

26
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

encaminado a fomentar en ellos el respeto de sí mismos y desarrollar su sentido de la

responsabilidad” (regla 91).

Conviene resaltar que el tratamiento, según la ley 24.660, debe ser

interdisciplinario, programado, individualizado y obligatorio en determinados aspectos

(arts. 1° y 5°). Esto significa que deberán participar en el tratamiento del detenido

psiquiatras, sociólogos, médicos, pedagogos, asistentes sociales, maestros, etc., a efectos

de coadyuvar en este proceso encaminado a obtener la reinserción del detenido.

El carácter programado del tratamiento consiste en que será planificado y se

desarrollará de modo continuado, atendiendo a la evolución del detenido. Además debe

ser individualizado, vale decir debe tomar en cuenta las condiciones personales, intereses

y necesidades de aquel. Y, por último, será obligatorio respecto de las normas que regulan

la convivencia, la disciplina y el trabajo, en tanto que las otras actividades que lo integren

tendrán carácter voluntario.

López y Machado señalan que el trabajo obligatorio se refiere a la prestación de

tareas de mantenimiento que le encomienden al detenido, conforme lo dispuesto por el

art. 17, inc. k del Reglamento de Disciplina para los Detenidos (aprobado por decreto

18/97), mientras que la actividad productiva, que implica capacitación y es siempre

remunerada, integra el programa de tratamiento de reinserción social y su cumplimiento

no puede ser exigido de manera compulsiva26.

26
LÓPEZ, Axel y MACHADO, Ricardo, Análisis del Régimen de Ejecución Penal. Ley 24.660. Ejecución de la pena
privativa de la libertad, Buenos Aires, Fabián J. Di Plácido, 2004, nota 19, p. 49.

27
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Comparto dicha conclusión, pues el artículo 13, inciso b) de la ley 24.660 establece

que durante el período de observación el organismo técnico-criminológico tendrá a su

cargo: “Recabar la cooperación del condenado para proyectar y desarrollar su

tratamiento. A los fines de lograr su aceptación y activa participación, se escucharán sus

inquietudes” (en sentido análogo, art. 10 del Reglamento de Modalidades Básicas de la

Ejecución). Vale decir, que aquel podría rehusarse voluntariamente a realizar alguna de las

actividades propuestas en materia de educación o de trabajo, por ejemplo, lo que, según

López y Machado, tendrá como consecuencia que se lo aparte del carácter progresivo del

régimen y se le impida, por lo tanto, acceder a modos de cumplimiento de la pena más

benignos27.

En cuanto al derecho comparado, las Reglas Penitenciarias Europeas, adoptadas

por la Comisión de Ministros el 11 de enero de 2006, disponen que: “El trabajo en prisión

debe estar considerado como un elemento positivo del régimen carcelario y en ningún

caso debe estar impuesto como sanción” (26.1).

En nuestro ámbito regional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

aprobó en su 131º período ordinario de sesiones, celebrado en marzo de 2008, los

Principios y buenas prácticas sobre la protección de las personas privadas de libertad en

las Américas, cuyo principio XIV, en su primer apartado, establece:

Toda persona privada de libertad tendrá derecho a trabajar, a tener oportunidades

efectivas de trabajo, y a recibir una remuneración adecuada y equitativa por ello,

27
Ibidem, p. 51.

28
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de acuerdo con sus capacidades físicas y mentales, a fin de promover la reforma,

rehabilitación y readaptación social de los condenados, estimular e incentivar la

cultura del trabajo, y combatir el ocio en los lugares de privación de libertad. En

ningún caso el trabajo tendrá carácter aflictivo.

En la República Federal de Alemania, por ejemplo, la Ley Federal del 16 de marzo

de 1976, sobre ejecución de las penas y medidas privativas de libertad (StVollzG), regula la

cuestión del trabajo penitenciario en los centros de penados de adultos alemanes (arts. 37

a 52, Título Quinto: Trabajo, capacitación y perfeccionamiento).

El trabajo se considera un elemento esencial para conseguir la resocialización del

preso. La experiencia alemana demuestra que un número importante de detenidos tiene

serios problemas laborales: alrededor de una tercera parte de ellos no tenía ningún

empleo antes de su encarcelamiento. El trabajo productivo se concibe como una forma

principal para transmitir a la persona presa ciertas aptitudes para ejercer un trabajo

remunerado después de su puesta en libertad, reforzar su posición en el mercado laboral

o acostumbrarles a desempeñar un trabajo regular. La Ley Penitenciaria concibe el trabajo

como una obligación de la persona privada de la libertad que comprende únicamente

tareas adecuadas a sus aptitudes personales. También se da una importancia básica a la

aplicación de medidas de formación profesional, mediante cursos que se imparten

durante el horario laboral.

El trabajo y la formación de los reclusos son la garantía de su posterior inserción en

la sociedad libre. La administración penitenciaria debe proporcionar a cada recluso un

29
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

trabajo productivo en función de sus aptitudes y preferencias28. Si un recluso no puede

contar con un puesto de trabajo o acción de formación profesional debe proporcionársele

una actividad útil. El trabajo de carácter terapéutico debe reservarse a los reclusos sin

capacidad laboral. El trabajo productivo es una obligación y en su defecto se autorizará a

realizar un curso de formación profesional u otra ocupación útil de coste razonable. Existe

la obligación de realizar servicios generales de la prisión de hasta tres meses al año. Tanto

el trabajo productivo como el terapéutico y las prestaciones en servicios auxiliares de la

prisión serán remunerados en proporción a la productividad y tipo de trabajo, tomando

como referencia un salario básico de la ley laboral común y estableciendo un mínimo

equivalente al 75% del mismo. Solo se eximen de la obligación laboral los detenidos en

prisión provisional, los reos mayores de 65 años y las mujeres embarazadas y lactantes.

Los trabajos terapéuticos se reservan a las personas presas con capacidades limitadas.

Existe derecho al seguro por desempleo y accidente laboral. La organización del trabajo

penitenciario corresponde a cada ministerio de justicia de los diferentes estados de la

República Federal. Estos pueden ceder la gestión a empresas privadas o bien una sociedad

mercantil creada por el estado y que se rija por el derecho privado29.

En el caso de Francia, la organización del sistema penitenciario francés es

centralizada. Depende desde 1911 del Ministerio de Justicia (Garde des Sceaux et Ministre

28
Congreso de la Nación, Dirección de Información Parlamentaria, Documentación Extranjera, El trabajo de
los detenidos. Análisis de la legislación vigente en Alemania, España, Francia e Italia, octubre de 2004, p. 4.
29
Centre d’Iniciatives per a la Reinserció, Libro Blanco. El trabajo en las prisiones europeas. Organización y
gestión de los talleres penitenciarios, Barcelona, CIRE, p. 265 y ss.,
http://justicia.gencat.cat/web/.content/documents/arxius/el_trabajo_en_las_prisiones_europeas.pdf.

30
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de la Justice) a través de la Dirección de la Administración Penitenciaria (DAP), que actúa

en los diferentes departamentos de la República, mediante las direcciones regionales y los

jefes de misión en los departamentos metropolitanos (DOM) y territorios de ultramar

(TOM). El trabajo penitenciario, que desde 1987 ha dejado de ser considerado obligatorio

para los detenidos, tiene dos posibles métodos de gestión: gestión directa por la

administración del trabajo industrial, mediante el organismo SEP-RIEP (Régie Industrielle

des Établissements Pénitentiaires) y gestión mixta o de cesión a empresas privadas

especializadas, mediante contratos de concesión plurianuales. Las empresas

concesionarias se encargan de gestionar todas las ocupaciones laborales en talleres, la

formación profesional y los servicios generales de la prisión, todas ellas remuneradas y

bajo la alta supervisión de la Dirección de la Administración Penitenciaria30.

Pese a que el trabajo de las personas condenadas no es más obligatorio desde

1987, permanece como un derecho reconocido por la Constitución (reconocido pero no

aplicado para todos los ciudadanos). Las actividades y las remuneraciones son variadas. En

el año 2008, cuatro (4) detenidos sobre diez (10) estaban remunerados. Alrededor de

siete mil (7.000) de ellos trabajaba para concesionarios que proponían la mayoría de las

veces actividades de mantenimiento, por un salario mensual medio de trescientos setenta

(370) euros. Cerca de siete mil (7.000) igualmente trabajaban para el servicio general

(distribución de comidas, limpieza de locales, etc.) por una remuneración mensual de

doscientos veinte (220) euros. Tres mil (3.000) detenidos eran remunerados dentro del

30
Ibidem, p. 245 y ss.

31
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sistema de la formación profesional y percibían un promedio 3 (tres) euros por hora. Mil

(1.000) detenidos, en definitiva, eran asalariados del Régie Industrielle des Établissements

Pénitentiaries (RIEP) por quinientos veinte (520) euros –promedio- por mes31.

En España, la Constitución de 1978 establece que las penas privativas de libertad y

las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no

podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena de prisión que estuviere

cumpliendo la misma gozará de los derechos fundamentales que consagra la Constitución,

a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido del fallo

condenatorio, el sentido de la pena o por la ley penitenciaria. En todo caso, tendrá

derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la seguridad

social, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad (artículo

25). El trabajo en la prisión también se considera un derecho y un deber de cada persona

privada de libertad. Está destinado a la resocialización del preso (artículo 26 de la Ley

Orgánica General Penitenciaria del 26/09/1979, según revisión vigente a partir del

02/07/2003).

En Méjico, la Constitución dispone que:

El sistema penitenciario se organizará sobre la base del respeto a los

derechos humanos, del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la

salud y el deporte como medios para lograr la reinserción del sentenciado a la

sociedad y procurar que no vuelva a delinquir, observando los beneficios que para

31
COMBESSIE, Philippe, Sociologie de la prison, 3a ed., Paris, La Decouverte, 2009, pp. 46-47.

32
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

él prevé la ley… (2° párrafo, reformado mediante Decreto publicado en el Diario

Oficial de la Federación –DOF- el 10 de junio de 2011).

En el plano infraconstitucional, la Ley que Establece las Normas Mínimas sobre

Readaptación Social de Sentenciados (publicada en el Diario Oficial de la Federación el 19

de mayo de 1971, texto vigente, según la última reforma publicada DOF 13/06/2014)

establece que:

La asignación de los detenidos al trabajo se hará tomando en cuenta los deseos, la

vocación, las aptitudes, tratándose de internas, en su caso, el estado de gravidez, la

capacitación laboral para el trabajo en libertad y el tratamiento de aquéllos, así como las

posibilidades del reclusorio. El trabajo en los reclusorios se organizará previo estudio de

las características de la economía local, especialmente del mercado oficial, a fin de

favorecer la correspondencia entre las demandas de éste y la producción penitenciaria,

con vistas a la autosuficiencia económica del establecimiento. Para este último efecto, se

trazará un plan de trabajo y producción que será sometido a aprobación del Gobierno del

Estado y, en los términos del convenio respectivo, de la Secretaría de Seguridad Pública

(artículo 10).

Es de interés señalar que Alemania, España, Francia e Italia coinciden en que la

obligatoriedad del trabajo carcelario jamás se aplica a las personas detenidas acusadas,

33
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

que aún no han sido condenadas, sometidas a prisión preventiva o provisional, quienes

pueden trabajar, si lo desean32.

ARTICULO 107. — El trabajo se regirá por los siguientes principios:

a) No se impondrá como castigo;

b) No será aflictivo, denigrante, infamante ni forzado;

c) Propenderá a la formación y al mejoramiento de los hábitos laborales;

d) Procurará la capacitación del interno para desempeñarse en la vida libre;

e) Se programará teniendo en cuenta las aptitudes y condiciones psicofísicas de los

internos, las tecnologías utilizadas en el medio libre y las demandas del mercado

laboral;

f) Deberá ser remunerado;

g) Se respetará la legislación laboral y de seguridad social vigente.

El trabajo no puede ser aflictivo.

En ningún caso, ya sea como derecho o como deber, el trabajo puede ser impuesto

como castigo, ni ser aflictivo, denigrante, infamante, ni forzado (artículo 107, incs. a y b ley

24.660).

32
Congreso de la Nación, El trabajo de los detenidos…, op. cit., p. 16.

34
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Estas prohibiciones son consecuencia del principio de respeto a la dignidad de la

persona humana que debe imperar en la aplicación de la pena privativa de la libertad, el

que tiene carácter constitucional, conforme lo dispuesto por el artículo 18 de la Carta

Magna, cuestión en la que también resulta relevante la Convención contra la Tortura y

otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, que fue adoptada por la

Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante resolución 39/46, del 10 de

diciembre de 1984, aprobada por la República Argentina por la ley 23.338 (BO 26/02/87) y

que también tiene rango constitucional.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su art. 10 prescribe que

“Toda persona privada de la libertad será tratada humanamente y con el respeto debido

a la dignidad inherente al ser humano…” y en igual sentido se expresa el art. 1º de la

Declaración Universal de los Derechos Humanos. La Convención Americana sobre

Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) en el art. 5, párr..2 dispone que

“Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Toda

persona privada de la libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente

al ser humano”.

La regla prevista por los dos primeros incisos del citado artículo 107 de la ley de

ejecución penal concuerda con lo dispuesto por los artículos 9° de dicha ley y del RGP que

establecen que tanto la ejecución de la pena como el régimen carcelario aplicable a los

detenidos estarán exentos de tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Trabajo acorde a las condiciones físicas y mentales de las personas presas.

35
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El trabajo en contexto de encierro debe programarse teniendo en cuenta las

aptitudes psicofísicas y las condiciones personales de los sujetos privados de la libertad

ambulatoria (arts. 107, 109, 114 ley 24.660, artículo 98 RGP). Estas normas concuerdan

con el Código Penal, que dispone que los hombres débiles o enfermos y los mayores de

sesenta años no deben ser sometidos sino a la clase de trabajo especial que determine la

dirección del establecimiento (artículo 7°). La detenida embarazada está eximida de la

obligación de trabajar y de toda otra modalidad de tratamiento incompatible con su

estado, cuarenta y cinco días antes y después del parto (artículo 193 de la ley 24.660).

Estas disposiciones tienen por función evitar que el trabajo en situación de

encierro tenga carácter aflictivo, condición vedada no solo por la propia ley 24.660, sino

también por la regla 71 de las ya citadas Reglas Mínimas, que si bien establece que todos

los condenados serán sometidos a la obligación de trabajar, supedita este deber a la

aptitud física y mental del recluso, según la determine el médico (aps. 1° y 2°)33.

El trabajo voluntario de los detenidos debe estar basado en criterios pedagógicos y

psicotécnicos. Dentro de las posibilidades existentes, el sujeto privado de la libertad podrá

manifestar su preferencia por el trabajo que desee realizar. En el caso de personas que

ejerciten o perfeccionen actividades artísticas o intelectuales, estas podrán ser su única

actividad laboral si fuere productiva y compatible con su tratamiento y con el régimen del

establecimiento (ley 24.660, arts. 112 y 113, y RGP, arts. 104 y 105).

Trabajo forzoso.

33
Reglas Mandela, 96.1 y 97.1.

36
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Al respecto, cabe señalar que la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se

pronunció por medio del Convenio 29, del año 1930, que la República Argentina ratificó el

14/03/1950. Posteriormente, en el año 1957, la Conferencia adoptó el Convenio 105 de

abolición del trabajo forzoso, que entró en vigor en 1959 y fue ratificado por nuestro país

el 18/01/1960.

No debe olvidarse que los Convenios de la OIT, ratificados por nuestro país, tienen

jerarquía superior a las leyes, pues se inscriben en la categoría de los tratados, según lo

afirmara la Corte Suprema de Justicia de modo reiterado (cf. artículo 75, inc. 22, párr. 1°

de la CN, CSJ, sentencia del 26/10/2004, en autos “Milone, Juan A. c/Asociart SA

Aseguradora de Riesgos del Trabajo34).

No obstante, la misma Corte sostuvo que el Convenio 87 de la OIT, referido a la

libertad sindical, posee jerarquía constitucional, en tanto se halla integrado al Pacto

Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ―artículo 8º-, al Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos -artículo 22- y a la Convención Americana

sobre Derechos Humanos -artículo 16- (sentencia del 11/11/2008, dictada en autos

“Asociación de Trabajadores del Estado c/Ministerio de Trabajo s/Ley de Asociaciones

Sindicales”).

Por tal razón corresponde reconocer jerarquía constitucional al Convenio 29 sobre

trabajo forzoso, dado que también se encuentra integrado tanto a la Convención


34
Doctrina reiterada al decidir los autos “Pinturas y Revestimientos Aplicados SA s/quiebra” de fecha
26/03/2014, sentencia en la que también se citan otros precedentes del Tribunal en el mismo sentido (La
Ley, 15/05/2014).

37
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Americana de Derechos Humanos (artículo 6°, aps. 1° y 2°) como al Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos (artículo 8°, ap. 3.a).

En efecto, la Convención Americana de Derechos Humanos prevé en su artículo 6°,

apartado 2°, que: “Nadie debe ser constreñido a ejecutar un trabajo forzoso u obligatorio,

y tanto estos, como la trata de esclavos y la trata de mujeres están prohibidas en todas

sus formas…”.

En la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo de la OIT

de 1998, la temática del trabajo forzoso es tan importante que ha sido incluida en la

nómina de los cuatro principios y derechos fundamentales que deben respetar los estados

miembros, entre ellos: “…c) la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u

obligatorio”.

Se trata, tal como expresa dicha declaración, de principios y derechos que los

estados deben respetar por su sola pertenencia a la OIT, con independencia de que hayan

ratificado el convenio internacional respectivo.

En diciembre de 1998, los estados parte del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay

y Uruguay) acordaron mediante la Declaración Socio-Laboral eliminar el uso de todas las

formas de trabajo forzoso u obligatorio, incorporando los principios y las disposiciones de

los Convenios 29 y 105 de la OIT.

El primero de estos convenios de OIT prohíbe toda forma de trabajo forzoso u

obligatorio, al que define como “… todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la

38
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece

voluntariamente”.

Sin embargo, tanto el convenio citado como la Convención Americana de Derechos

Humanos establecen como excepción al concepto de trabajo forzoso u obligatorio

aquellos trabajos o servicios que se imponen como consecuencia de una condena dictada

por un órgano judicial.

El referido convenio de OIT, en su artículo 2°, párrafo 2°, inciso c), precisa que la

expresión “trabajo forzoso u obligatorio” no comprende “… cualquier trabajo o servicio

que se exija a un individuo en virtud de una condena pronunciada por sentencia judicial, a

condición de que este trabajo o servicio se realice bajo la vigilancia y control de las

autoridades públicas y que dicho individuo no sea cedido o puesto a disposición de

particulares, compañías o personas jurídicas de carácter privado”.

La condena debe emanar de un órgano judicial, no basta una decisión de un

organismo administrativo, por elevado que fuera su rango, ni de cualquier otra autoridad,

por encumbrada que fuese. Esta disposición tiene por finalidad asegurar el respeto de las

garantías del debido proceso: la presunción de inocencia, la igualdad de todos ante la ley,

la regularidad e imparcialidad del procedimiento judicial, la independencia e imparcialidad

de los tribunales, las garantías necesarias para la defensa, una tipificación clara del delito y

la irretroactividad de la ley penal. Por tanto, no se puede imponer un trabajo obligatorio a

39
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

menos que la persona considerada haya sido reconocida culpable de un delito, con las

debidas garantías procesales35.

Por su parte, el instrumento regional establece que:

2. Nadie debe ser constreñido a ejecutar un trabajo forzoso u obligatorio. En los

países donde ciertos delitos tengan señalada pena privativa de la libertad

acompañada de trabajos forzosos, esta disposición no podrá ser interpretada en el

sentido de que prohíbe el cumplimiento de dicha pena impuesta por juez o

tribunal competente. El trabajo forzoso no debe afectar a la dignidad ni a la

capacidad física e intelectual del recluido. 3. No constituyen trabajo forzoso u

obligatorio, para los efectos de este artículo: a. los trabajos o servicios que se

exijan normalmente de una persona recluida en cumplimiento de una sentencia o

resolución formal dictada por la autoridad judicial competente. Tales trabajos o

servicios deberán realizarse bajo la vigilancia y control de las autoridades públicas,

y los individuos que los efectúen no serán puestos a disposición de particulares,

compañías o personas jurídicas de carácter privado (artículo 6°).

La Comisión de Expertos en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones de la

OIT, instituida por resolución adoptada por la Conferencia Internacional del Trabajo en su

octava reunión (1926) y que ejerce el control regular de la observación por los estados

miembros de las obligaciones derivadas de los convenios que han ratificado, en relación

35
VON POTOBSKY, Geraldo W. y BARTOLOMEI DE LA CRUZ, Héctor, La Organización Internacional del Trabajo,
Buenos Aires, Astrea, 1990, p. 171.

40
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

con la situación de la Argentina, tomó nota con interés de las disposiciones de la ley de

ejecución de la pena privativa de libertad, relativas al trabajo penitenciario (ley 24.660,

arts. 106 a 132)36.

Como ya lo señalara, el referido convenio internacional considera “trabajo forzoso

u obligatorio” a “… todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una

pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente”.

La expresión “bajo amenaza de una pena cualquiera” no significa “pena” en el

sentido de sanción penal, sino que también comprende la privación de cualquier derecho,

privilegio o ventaja. Esta situación puede configurarse, por ejemplo, cuando las personas

que se niegan a llevar a cabo un trabajo se exponen a perder determinados derechos,

ventajas o privilegios37.

Por su parte, la locución “ofrecimiento voluntario” hace referencia al

consentimiento formal, preferentemente por escrito, dado libremente y con conocimiento

de causa por los trabajadores para formar parte de una relación de empleo, así como a su

libertad para renunciar a su empleo en cualquier momento (por ejemplo, mediante un

preaviso razonable)38.

36
Observación individual de la CEACyR sobre la Argentina, Convenio 29 (2004).
37
OIT Conferencia Internacional del Trabajo, 101ª reunión, 2012, Estudio General sobre los convenios
fundamentales relativos a los derechos del trabajo a la luz de la Declaración de la OIT sobre justicia social
para una globalización equitativa, 2008, Informe III (Parte 1B) , ap. 270, p. 117.
38
Ibidem, ap. 271, p. 117.

41
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La Comisión de Expertos en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones de la

OIT recordó de modo reiterado…

… que el trabajo o servicio que se exija a una persona en virtud de una condena

pronunciada por sentencia judicial es compatible con el Convenio únicamente si se

reúnen dos condiciones, a saber: que este trabajo o servicio se realice bajo la

vigilancia y control de las autoridades públicas y que dicha persona no sea cedida o

puesta a disposición de particulares, compañías o personas jurídicas de carácter

privado.

Las dos condiciones establecidas en el artículo 2.c son igualmente importantes y se

aplican de manera acumulativa: el hecho de que un recluso permanezca en todo

momento bajo la vigilancia y el control de una autoridad pública no exime al gobierno de

la obligación de cumplir con la segunda condición, a saber, que la persona de que se trata

no ha de ser cedida o puesta a disposición de particulares, compañías o personas jurídicas

de carácter privado.

De no cumplirse una de estas dos condiciones, la situación no queda excluida del

ámbito de aplicación del Convenio, y el trabajo forzoso exigido a personas condenadas en

estas circunstancias queda prohibido en virtud del artículo 1.1 del Convenio. En esos

casos, la Comisión pidió a los gobiernos involucrados que adoptasen las medidas

necesarias para asegurar la observancia del Convenio como, por ejemplo, garantizar que

los presos que trabajan para empresas privadas se ofrezcan voluntariamente para

desempeñar esta actividad sin presiones o amenazas de cualquier sanción, habida cuenta

42
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de su condición de mano de obra en cautividad, con sujeción a garantías relativas a la

remuneración y de otras condiciones de empleo semejantes a una relación libre de

trabajo. En esta situación, el trabajo de los presos para empresas privadas no entra dentro

del ámbito de aplicación del Convenio, ya que no hay obligatoriedad39.

Es necesario remarcar que las condiciones que establece el citado Convenio Nº 29

para que un trabajo no sea considerado como forzoso, también deben observarse cuando

se trate de una condena a cumplir un trabajo de utilidad pública o en favor de la

comunidad (artículo 50 ley 24.660).

En su reunión del año 2007, la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT

precisó que, para que este trabajo comunitario o de utilidad pública, exigido en

cumplimiento de una pena, no sea considerado como una forma de trabajo forzoso, debe

reunir las condiciones establecidas en el citado Convenio 29. La primera de ellas no suele

generar dificultad alguna, ya que en las legislaciones que la Comisión ha examinado la

pena de prestación de trabajo de utilidad pública es una sanción penal que solo una

instancia jurisdiccional puede imponer. También se cumple la segunda condición, prevista

en el párrafo 2.c del artículo 2° del Convenio, cuando la prestación de trabajo de utilidad

pública se realiza en beneficio del estado y entidades que lo integran (administraciones,

colectividades territoriales, servicios públicos, establecimientos públicos, etc.). Cuando se

reúnen esas dos condiciones, la pena de prestación de trabajo de utilidad pública entra en

39
Observación (CEACR), adoptada en 2011 y publicada en la 101ª sesión de 2012.

43
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

el ámbito de aplicación de la excepción prevista en el Convenio y no merece objeciones de

la Comisión.

La situación es diferente cuando la legislación por la que se instituye la pena prevé

que la prestación de trabajo de utilidad pública, que debe realizar el condenado, puede

efectuarse por cuenta de una entidad distinta de una persona jurídica de derecho público.

Ahora bien, resulta que en la inmensa mayoría de las legislaciones examinadas por la

Comisión la prestación de trabajo de utilidad pública también puede realizarse en

beneficio de personas jurídicas de derecho privado, como asociaciones u otras

instituciones sin fines de lucro. La Comisión vela, entonces, para que concurran dos

elementos: por una parte, que la persona condenada consienta formalmente en cumplir la

pena de prestación de trabajo de utilidad pública y, por otra parte, que las modalidades

de realización de ese trabajo estén suficientemente definidas y controladas, para

garantizar que el trabajo realizado sea, efectivamente, de utilidad pública y que las

entidades para las cuales se efectúe no tengan fines de lucro.

El informe señala que el consentimiento de la persona condenada a la pena de

prestación de trabajo de utilidad pública suele venir garantizado por la legislación. Esta

pena permite a las jurisdicciones sancionar a los autores de determinados delitos, sin

enviarlos a la cárcel, pues consiste en la realización de obras destinadas en cierta medida a

reparar el perjuicio causado a la sociedad por la transgresión cometida. En vista del

objetivo perseguido, se ha considerado, en general deseable, que la persona condenada

consienta formalmente en realizar un trabajo de ese tipo. En ese orden de ideas, las

44
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

legislaciones examinadas prevén, por ejemplo, la presencia obligatoria del condenado en

el momento de pronunciarse la pena, la obtención de su acuerdo, la posibilidad para el

condenado de solicitar esa medida alternativa o, al contrario, de rechazarla40.

En relación con el trabajo en contexto de encierro y a la luz de las directivas

impuestas por el Convenio Nº29, cabe concluir que la disposición del artículo 110 de la ley

de ejecución penal parece colisionar con ellas, pues establece que: “Sin perjuicio de su

obligación a trabajar, no se coaccionará al detenido a hacerlo. Su negativa injustificada

será considerada falta media e incidirá desfavorablemente en el concepto”41.

Esta calificación habrá de repercutir en su avance en el sistema de progresividad, lo

cual debe ser entendido como una pérdida de una ventaja o privilegio.

Al respecto, la Comisión de Expertos de la OIT ha sostenido que…

… siempre ha establecido claramente que para su compatibilidad con el Convenio

[29], el trabajo de los reclusos para empresas privadas debe depender del

consentimiento libre de los trabajadores interesados, sin sujeción a la amenaza de

una pena cualquiera, en el sentido amplio del artículo 2°, párrafo 1° del Convenio,

40
Conferencia Internacional del Trabajo ‒ 96ª reunión, Informe III (Parte 1B). Estudio general relativo al
Convenio sobre el trabajo forzoso, 1930 (núm. 29), y al Convenio sobre la abolición del trabajo forzoso, 1957
(núm. 105), Ginebra, Oficina Internacional del Trabajo, 2007.
41
Ley 24.660, artículo 101. — El interno será calificado, asimismo, de acuerdo al concepto que merezca. Se
entenderá por concepto la ponderación de su evolución personal de la que sea deducible su mayor o menor
posibilidad de adecuada reinserción social. La calificación de concepto servirá de base para la aplicación de
la progresividad del régimen, el otorgamiento de salidas transitorias, semilibertad, libertad condicional,
libertad asistida, conmutación de pena e indulto (artículo 104).

45
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

tal como la pérdida de privilegios o una evaluación desfavorable del

comportamiento tenido en cuenta para la reducción de la pena42.

Si bien este criterio ha sido expresado en relación con los detenidos que trabajan

para una empresa privada, no existen razones para que no sea aplicable a aquellas

personas privadas de la libertad que lo hacen para el estado.

De todos modos, merece señalarse que nuestro derecho positivo

infraconstitucional ha suprimido el trabajo obligatorio como parte de la pena privativa de

la libertad. El trabajo como deber ha quedado limitado solo a las tareas de limpieza y

mantenimiento que benefician al conjunto de la población carcelaria y, conforme a las

normas vigentes, tales trabajos o servicios prestados por los sujetos detenidos no deben

afectar su dignidad como personas, ni su capacidad física e intelectual.

También debe destacarse que, conforme lo dispuesto por los referidos

instrumentos internacionales, constituirían “trabajos forzosos” los desempeñados por un

detenido simplemente procesado, no condenado por sentencia firme, salvo que esos

servicios fueran prestados en forma voluntaria.

Trabajo formativo para desempeñarse en la vida libre.

La ley y el RGP establecen que el trabajo voluntario de las personas privadas de la

libertad debe propender a la formación y al mejoramiento de los hábitos laborales.

42
Conferencia Internacional del Trabajo, 90º reunión, 2002, Informe III (parte 1A), ap. 10, p.105.

46
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Esta tiene que ser una de las primeras finalidades del trabajo en el contexto de

encierro, porque en nuestro país la mayoría de los detenidos carecen de este tipo de

hábitos. El Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (SNEEP),

dependiente de la Dirección Nacional de Política Criminal en Materia de Justicia y

Legislación Penal, de la Subsecretaría de Política Criminal del Ministerio de Justicia y

Derechos Humanos, en su informe anual correspondiente al año 2014 -que puede

consultarse vía Internet-, da cuenta que de un total de 68.407 personas privadas de la

libertad en todo el país, 48% eran condenados, el 51% eran procesados y 1% correspondía

a inimputables, menores o detenidos sin discriminar y del total de procesados y

condenados al momento de ingresar al establecimiento penal, el 44% eran desocupados y

el 49% de todos ellos no tenía oficio ni profesión43.

El trabajo penitenciario debe estar orientado a la capacitación laboral del detenido

para desempeñarse en la vida libre. Debe atenderse, en particular, la formación y

capacitación de los jóvenes adultos de dieciocho a veintiún años,. El tratamiento, en el

caso de estos jóvenes pondrá especial empeño en la capacitación profesional así como en

la enseñanza obligatoria y en el mantenimiento de los vínculos familiares (artículo 197).

El régimen de aprendizaje de oficios que se implemente ha de ser concordante con

las condiciones personales de la persona privada de la libertad, con sus posibles

actividades futuras en el medio libre, con las tecnologías utilizadas en este medio y con las

demandas del mercado laboral. Deberá promoverse la organización de sistemas y

43
www.infojus.gob.ar/informe SNEEP ARGENTINA; http://www.jus.gob.ar/areas-tematicas/estadisticas-de-
politica-criminal/mapa.aspx.

47
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

programas de formación y reconversión laboral, las que podrán realizarse con la

participación concertada de las autoridades laborales, agrupaciones sindicales,

empresarias y otras entidades sociales vinculadas al trabajo y a la producción (arts. 114 y

115 ley 24.660 y arts. 100, 101, 103, 104, 105 RGP).

La ley 24.660 reclama el apoyo y la comprensión de la sociedad respecto del

condenado para lograr su reinserción social (artículo 1°) y, específicamente, respecto del

trabajo dispone que se promoverá la participación de las entidades intermedias vinculadas

al mundo laboral (entidades sindicales, cámaras empresariales, etc.) en la organización de

sistemas y programas de formación y reconversión laboral (arts. 111 ley citada, 101 RGP).

El trabajo de las personas detenidas debe procurar su capacitación para

desempeñarse en la vida libre. No debe olvidarse que la finalidad esencial del trabajo en la

prisión es la preparación para su futura inserción laboral, por cuya razón ha de conectarse

con los programas de formación profesional ocupacional que se desarrollen en los centros

penitenciarios, tanto a efectos de mejorar las capacidades de las mismas para el posterior

desempeño en un puesto de trabajo en los talleres productivos, como para su futura

incorporación laboral cuando accedan a la libertad.

El Informe Final de la Comisión Especial de Estudio sobre la Vigencia y Estado de las

Relaciones Laborales en el Marco del Trabajo prestado en condiciones de encierro de las

Personas Privadas de su Libertad Ambulatoria, creada por Resolución del Ministerio de

Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación Nº 1373/14, señala:

48
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“En la actualidad, las personas detenidas que trabajan intramuros desarrollan una

variada cantidad de tareas. Si bien, conforme el espíritu de la ley 24.660, el trabajo

en la cárcel debería propender a la formación laboral y profesional de las personas

privadas de la libertad ambulatoria, existen pocas áreas laborales relacionadas con

oficios o profesiones. Sólo funcionan unos pocos talleres de sastrería, jardinería,

reparación de motores y carpintería. Por el contrario, las tareas desarrolladas por

la mayoría de las personas que trabajan en contexto de encierro, poco tienen de

formativas pues, por lo general, se encuentran directamente relacionadas con las

necesidades funcionales básicas del establecimiento carcelario en el cual se

encuentran alojadas. Así, en su mayoría, prestan servicios en la “fajina” (limpieza

de los pabellones de alojamiento y sus respectivos “baños” y “cocinas”), en los

“tachos” (recolección de basura), en la panadería (que abastece de productos

panificados a las unidades carcelarias) y en la cocina (donde se preparan las

comidas de las personas presas). En menor medida, también desarrollan

actividades de pintura, plomería y electricidad, mayormente orientadas a la

reparación y mantenimiento de las instalaciones del establecimiento penitenciario.

Así las cosas, puede afirmarse que, a pesar de contar con un presupuesto

específico al efecto, los distintos servicios penitenciarios han subcontratado o,

como vulgarmente se denomina, “tercerizado” numerosos servicios relacionados

con el funcionamiento básico de sus establecimientos carcelarios con ¡las propias

49
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

personas detenidas!, todo ello, desde luego, en un contexto de absoluta

inseguridad y precariedad laboral 44.

Igualmente se constata en muchos centros penitenciarios, que las personas

privadas de la libertad realizan actividades que no tienen perspectivas de rentabilidad en

el medio libre (por ejemplo, elaboración de narices para payasos, pegado de manijas de

hilo sisal en bolsas de papel madera, armado de broches para colgar ropa, etc.), o que se

capaciten en técnicas laborales que han caído en desuso o que adquieran oficios que no

son demandados por el mercado laboral extramuros. Por ejemplo, existen unidades

penitenciarias en las cuales los detenidos trabajan en imprentas donde funcionan linotipos

de plomo cuando estas técnicas de impresión han dejado de utilizarse en el mundo libre

desde hace décadas o que toda la actividad de las personas presas consistan en tareas

agrícolas o de cría de ganado menor cuando una vez cumplida la condena se reintegrarán

a un medio urbano. Tampoco es admisible, en el caso de las mujeres, que se las capacite

únicamente para realizar labores propias del mundo doméstico, cuando de lo que se trata

es de proporcionales herramientas para que, una vez agotada la pena, puedan acceder a

un empleo rentable.

No puede pasarse por alto que el cumplimiento de la obligación de dar trabajo

está condicionada por la cuestión presupuestaria, por el diseño edilicio del

establecimiento carcelario (posibilidad de instalar talleres), etc., pero en la actualidad,

existe toda una serie de actividades que pueden realizarse a partir de la utilización de las

44
Informe Final, pub “Trabajo en cárceles”, ps.31 y 32

50
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

herramientas informáticas y que son requeridas y valoradas por el mercado de trabajo

extramuros.

No debe soslayarse tampoco, que en el mundo existen graves dificultades para

favorecer el empleo en contexto de encierro. Por lo tanto, es necesario que el estado

convoque a la empresa privada y a entidades intermedias, como sindicatos, cámaras

empresariales, universidades nacionales, organizaciones no gubernamentales, para

capacitar y generar trabajo suficiente para emplear a la mayor cantidad de personas

privadas de la libertad que manifiesten su voluntad de trabajar.

Se ha sostenido que, desde el punto de vista económico, el trabajo en situación de

encierro no es competitivo debido a su baja productividad, concretamente entre el 11 y el

15% en comparación con el trabajo en libertad y que ello se debe, sobre todo, a dos

circunstancias. Por una parte, a una maquinaria y a una tecnología anticuada, debido a las

escasas inversiones; por otra, a la inferior cualificación profesional del detenido. Sin

embargo, cuando se valoran los servicios públicos -y la actividad penitenciaria es uno de

ellos-, el criterio de la rentabilidad no puede ser ni el único, ni el más importante y, en

este sentido, se afirma que la prisión más rentable es la que ofrece unas cuotas más altas

de reinserción45.

En consecuencia, es necesario capacitar a las personas detenidas e incentivarlas a

que participen en cursos de formación y capacitación profesional.


45
MAPELLI CAFFARENA, Borja, “Una nueva versión de las normas penitenciarias europeas”,
Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología (en línea), n° 8, 7 de marzo de 2006, pp. 1-44,
http://criminet.ugr.es/recpc/08/recpc08-r1.pdf.

51
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La realización de este tipo de cursos y prácticas se equipara a la instrucción

educativa formal a fin de acceder por este medio a los beneficios previstos en la ley de

estímulo educativo (ley 26.695). El estímulo educativo representó un avance en el

concepto de educación que se recibe dentro del penal. En concreto, consiste en una

herramienta para incentivar a la persona privada de la libertad para que efectúe y termine

estudios tendientes a mejorar su situación dentro y fuera del establecimiento y vincula el

esfuerzo en lograr superar su nivel educativo con la posibilidad de adelantar la salida del

penal.

La capacitación laboral que se desarrolla en los talleres con fines productivos, así

como la educación profesional técnica regulada por la ley 26.058 resultan ser vías de

instrucción que no deben quedar por fuera de los incentivos propuestos en la ley 26.695,

dado que la educación brindada en estos ámbitos tiene por finalidad la adquisición de

habilidades técnicas que le permita a la persona subsistir en el mercado de trabajo

extramuros y debe ser alentada de la misma manera que los estudios formales.

En Alemania, por ejemplo, en caso de que la administración penitenciaria no pueda

destinar a cada detenido un trabajo productivo y remunerado en relación con su vocación

y capacidad, o una actividad de formación profesional, deberá asignarle una actividad útil

y de costo justificado. Los detenidos también están obligados a trabajar en el servicio

52
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

general del establecimiento (cocina, lavado, limpieza) durante tres meses al año. Por

encima de este período se requiere el acuerdo de los detenidos46.

Trabajo productivo y remunerado.

El trabajo de los sujetos privados de la libertad debe ser productivo y remunerado.

La regla 71 de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos de las Naciones

Unidas (ONU, Ginebra, 1955) establece que “se proporcionará a los reclusos un trabajo

productivo, suficiente para ocuparlos durante la duración normal de una jornada de

trabajo”47.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 45/111, de 14 de

diciembre de 1990, adoptó los “Principios Básicos para el Tratamiento de los Reclusos”,

uno de los cuales señala que:

“Se crearán condiciones que permitan a los reclusos realizar actividades laborales

remuneradas y útiles que faciliten su reinserción en el mercado laboral del país y

les permitan contribuir al sustento económico de su familia y al suyo propio”

(principio 8°).

Asimismo, la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos estableció, como

principio, que:

46
Congreso de la Nación, Dirección de Información Parlamentaria, Documentación Extranjera, El trabajo de
los detenidos…, op. cit., p. 4.

47
Reglas Mandela, 96.2 .

53
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Toda persona privada de libertad tendrá derecho a trabajar, a tener oportunidades

efectivas de trabajo, y a recibir una remuneración adecuada y equitativa por ello,

de acuerdo con sus capacidades físicas y mentales, a fin de promover la reforma,

rehabilitación y readaptación social de los condenados, estimular e incentivar la

cultura del trabajo, y combatir el ocio en los lugares de privación de libertad. En

ningún caso el trabajo tendrá carácter aflictivo (principio XIV, Principios y buenas

prácticas sobre la protección de las personas privadas de libertad en las Américas,

2008).

Por consiguiente, las personas detenidas tienen derecho a que el estado les

proporcione un trabajo productivo, rentable y que ocupe plenamente la jornada laboral,

ya que en el esquema de la ley 24.660 no hay espacio para la laborterapia, ni para el

trabajo benévolo.

Es necesario señalar, de modo especial, que el trabajo realizado por las personas

privadas de la libertad en contexto de encierro no responde al concepto de laborterapia,

sino al de trabajo productivo, como así también que no corresponde que se denomine

peculio a la retribución económica que obtienen dichas personas como contraprestación

por su trabajo.

La aclaración resulta necesaria, pues en nuestro país, existen normas, tanto

nacionales como provinciales, legales y también reglamentarias, que deben ser

modificadas en cuanto denominan laborterapia a la actividad productiva de los sujetos

privados de la libertad y peculio a la remuneración que ellos perciben.

54
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por ejemplo, la ley 24.372 que crea el Ente de Cooperación Técnica y Financiera

del Servicio Penitenciario Federal –ENCOPE- que es el organismo que encauza la actividad

laboral de las personas privadas de la libertad en los establecimientos penitenciarios

federales, se refiere a los talleres de laborterapia.

Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra laborterapia, significa

“tratamiento de las enfermedades mentales o psíquicas mediante el trabajo”, es

improcedente a los fines de definir al trabajo prestado en contexto de encierro.

La laborterapia apunta a solucionar la discapacidad física e intelectual, deficiencias

cognitivas y sensoriales provocadas por accidentes cerebro-vasculares, enfermedades

degenerativas o traumatismos cráneo-encefálicos. Por ello, si dentro de un centro

penitenciario se realiza alguna actividad física o intelectual voluntaria, sin fines

productivos, dicha tarea será considerada una actividad recreativa, pero no laborterapia.

Por las razones expuestas, ningún trabajo voluntario realizado por las personas

privadas de la libertad en condiciones de encierro puede considerarse laborterapia, en

tanto esta tiene fines terapéuticos. De esa manera, la utilización de dicho término

respecto de personas alojadas en los centros de detención que no tengan deficiencias

físicas ni mentales incapacitantes se asemeja a los tratamientos morales, que no solo son

anacrónicos (siglo XVIII), sino también inconstitucionales (arts. 18 y 19 CN). Insistir en el

concepto de laborterapia implica una discriminación a la personalidad de los sujetos

55
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

privados de libertad, un menoscabo a la dignidad de su persona y una violación de sus

derechos como ciudadano48.

Si bien la ley 24.660 dispone que el trabajo de las personas detenidas no se debe

organizar exclusivamente en función del rendimiento económico individual o del conjunto

de la actividad (artículo 108), la rentabilidad económica es un factor que debe tenerse en

especial consideración. Así lo establece la misma ley en su artículo 113, en el caso de

detenidos que ejerciten o perfeccionen actividades artísticas o intelectuales, pues estas

podrán ser su única actividad laboral siempre que fueren productivas y compatibles con su

tratamiento y con el régimen del establecimiento.

En el diseño de la ley 24.660, la ocupación que debe proporcionar el estado como

parte del tratamiento de reinserción social debe ser rentable, es decir generar un rédito

económico para el empleador y también para la persona que trabaja.

En nuestro país, ya el Código Tejedor estableció que el trabajo de los condenados

debía ser remunerado, pues disponía que el producto del trabajo prestado por los

“sentenciados a penitenciaría” se aplicaba “en primer lugar a indemnizar al gasto causado

en el establecimiento; en segundo a satisfacer la responsabilidad civil; y en tercero, a

procurar a los condenados algún auxilio, y a formarles un ahorro, cuyo fondo se les

entregará cumplida la condena” (artículo 104). El Código de 1886 mantuvo con escasas

variantes esta última disposición solo limitada a los condenados a penitenciaría:

48
Informe Final de la Comisión Especial citada en nota 15, pub.“Trabajo en cárceles”, p.31

56
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Los sentenciados a penitenciaría sufrirán las penas en las Penitenciarías, y donde

no las hubiere, en establecimientos distintos de los presidios, con sujeción a

trabajos forzosos dentro de ellos mismos. Si el condenado no tuviese medios

propios para satisfacer la responsabilidad civil en que hubiese incurrido por el

delito cometido, el producto de su trabajo se destinará íntegro a este objeto y al

sostén de su familia si la tuviese. Satisfecha la responsabilidad civil, el producto del

trabajo se aplicará a satisfacer los gastos que causare en el establecimiento, y a

formarle un fondo propio que se le entregará a su salida. Lo que se aplique a

gastos del penado no excederá de las dos terceras partes del producto de su

trabajo (artículo 65, Código Penal de 1886).

El Proyecto de Reforma del Código Penal de 1903 extendió la regla a los

condenados a presidio o penitenciaría, criterio que se plasmó en el artículo 11 del Código

Penal vigente, para las penas de reclusión y prisión49.

La ley 24.660 enfatiza el carácter rentable del trabajo en contexto de encierro,

pues contempla la existencia de utilidades materiales para la administración penitenciaria,

las que deberán emplearse “exclusivamente en obras y servicios relacionados con el

tratamiento de los internos” (artículo 119, última parte)50 y la retribución económica que

49
Cámara de Apelaciones en lo Penal, Contravencional y de Faltas, Sala II, causa nº 19004-04-CC/2008
caratulada “Incidente de apelación en autos Toledo, Cristian Maximiliano s/inf. art (s). 189 bis, Portación de
arma de fuego de uso civil CP (p/L 2303)”, de fecha 12/07/ 2011.

50
En el mismo sentido, la ley 24.372 que crea el Ente de Cooperación Técnica y Financiera del Servicio
Penitenciario Federal –ENCOPE- dispone en su artículo 5º que “ Las utilidades que produzca el trabajo o la
producción penitenciaria y en general la que surja de los recursos precedentemente previstos se destinarán
exclusivamente al trabajo penitenciario”

57
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

recibe el sujeto que presta servicios se llama remuneración y la ley, en forma expresa y

reiterada, dispone que el trabajo de las personas detenidas debe ser remunerado

(artículos 107, inc. f), 111, 120 y 121).

Por lo tanto, también resulta inadmisible que se denomine peculio a la retribución

que perciben las personas privadas de la libertad que trabajan, ya que con esta expresión

se designaba a una porción pequeña de bienes que se entregaba a una persona por su

situación o circunstancias, pero que no tenía relación con un trabajo productivo. Así, el

peculio se define como: “1. La hacienda o caudal que el padre o señor permitía al hijo o

siervo para su uso y comercio 2. Dinero que particularmente tiene cada uno, sea o no hijo

de familia”51.

El Ente de Cooperación Técnica y Financiera del Servicio Penitenciario Federal –

ENCOPE- es el organismo que encauza el trabajo voluntario de las personas privadas de la

libertad en el ámbito federal y es quien abona las remuneraciones correspondientes, sin

embargo en el recibo que instrumenta dicho pago se denomina peculio a esa retribución.

En este sentido puede señalarse también la situación de la Provincia de Santa Fe, porque

si bien dicha provincia –por medio de la ley provincial Nº 11.661- adhirió al régimen de la

ley Nº 24.660- Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad-, lo hizo con reservas y una

ellas está referida al trabajo, pues en su artículo 2º dispone que “Cuando la organización

del trabajo esté a cargo del Estado y los bienes o servicios producidos por el interno se

destinaren al Estado o entidades de bien público, no serán de aplicación las normas

51
Diccionario de la Real Academia Española.

58
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

contempladas en los artículos 107 incs. f) y g); 111; 120 y 128. En este supuesto, el interno

percibirá por su labor una suma que tendrá carácter no remuneratorio y se denomina

“peculio estímulo”.

El salario que recibe un trabajador goza de una protección especial que debe ser

garantizada a los trabajadores en condiciones de encierro de igual manera que a aquellos

que se desempeñan en el medio libre. Representa la retribución por su esfuerzo,

capacidad de trabajo y puesta a disposición del empleador en una relación sinalagmática.

En consecuencia, no existe duda de que no se trata de una dádiva ni un aporte voluntario

de la administración penitenciaria52.

El trabajo en situación de encierro debe ser remunerado por múltiples razones. En

primer lugar, es una herramienta ineludible a fin de conseguir la adecuada reinserción

social del detenido, para que pueda generar un proyecto de vida sustentable. El salario

que obtenga mientras se encuentra en prisión le permitirá atender a sus necesidades

personales y familiares y -en el caso de los condenados- posibilitará la reparación debida a

la víctima del delito. Cuando la persona detenida recupere su libertad, de acuerdo con las

disposiciones de la ley 24.660 y del RGP, podrá contar con un capital propio.

En consecuencia, la retribución del trabajador intramuros debe tener entidad

económica, no puede consistir en una suma simbólica, insignificante o irrisoria, dado que

tanto la citada ley como el RGP disponen distintas deducciones que afectan la

remuneración, además de las correspondientes a la seguridad social. En efecto, en el caso

52
Informe Final de la Comisión Especial mencionada en nota 15, pub. Trabajo en cárceles, p.31.

59
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de las personas condenadas, establece descuentos encaminados a indemnizar a la víctima

del delito, cuando así lo dispone la sentencia, a cumplir con la obligación alimentaria, a

costear los gastos ocasionados al establecimiento y a formar un fondo propio que se

entregará a la persona detenida cuando recupere la libertad a fin de que cuente con

recursos suficientes para afrontar los primeros gastos de su vida en el medio libre

(artículos 11 del Código Penal, 121 ley 24.660, 109 y 110 RGP).

Derecho aplicable al trabajo en la prisión.

1. Tanto la ley 24.660 como el RGP, de modo expreso y reiterado, disponen que al

trabajo prestado en contexto de encierro se le debe aplicar “… la legislación laboral y de la

seguridad social vigentes o la legislación inherente al trabajo libre”. El artículo 107 de la

ley 24.660 cuando establece los principios que deben regir el trabajo de los detenidos

dispone, expresamente, que “… se respetará la legislación laboral y de la seguridad social

vigentes”. También, en relación con la organización del trabajo de los sujetos privados de

la libertad, prescribe que sus métodos, modalidades, jornadas y horarios de labor,

medidas preventivas de higiene y seguridad atenderán a las exigencias técnicas y “… a las

normas establecidas en la legislación inherente al trabajo libre” (artículo 117). Asimismo,

dispone que, cuando la organización del trabajo esté a cargo de una empresa mixta o

privada, la remuneración del trabajador intramuros será igual al salario de la vida libre,

correspondiente a la categoría profesional de que se trate y que los salarios serán

abonados en los términos establecidos en la “legislación laboral vigente” (artículo 120).

Prevé, también, que “… la muerte o los accidentes sufridos por detenidos durante o con

60
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

motivo de la ejecución del trabajo y las enfermedades profesionales serán indemnizables

conforme la legislación vigente” (artículo 130). Esta indemnización “… se determinará

sobre la base de los salarios fijados en los convenios o disposiciones vigentes, a la fecha

del siniestro, para las mismas o similares actividades en el medio libre” (artículo 131). El

RGP contiene normas análogas (arts. 103,109, in fine, 112, 113,114).

La circunstancia de que sea el estado (nacional o provincial) el obligado a ofrecer

trabajo a la persona privada de la libertad, o que tanto la autoridad penitenciaria o entes

descentralizados funcionen con el carácter, derechos y obligaciones de las personas

jurídicas de derecho público, no determina que sea de carácter público el vínculo laboral

que existe entre el estado (o dichos organismos) y los detenidos que trabajan, pues es

claro que estos, que prestan servicios en los talleres instalados en establecimientos

carcelarios, no son dependientes del sector público, ni cumplen funciones propias del

estado.

Tampoco es de aplicación a esta relación la ley 25.164, que regula los deberes y

derechos del personal que integra el Servicio Civil de la Nación, constituido por las

personas que, habiendo sido designadas conforme las previsiones de dicha ley, prestan

servicios en dependencias del Poder Ejecutivo Nacional, incluso en entes jurídicamente

descentralizados. Recordemos que la propia ley 25.164 establece como impedimentos

para el ingreso al empleo público el haber sido condenado por delito doloso ―hasta el

cumplimiento de la pena privativa de la libertad o el término previsto para la prescripción

de la pena―, el haber sido condenado por delito en perjuicio de la administración pública

61
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

nacional, provincial o municipal y también el tener proceso penal pendiente que pueda

dar lugar a condena por los delitos enunciados precedentemente (art. 5°). Esto significa

que, por definición, los condenados y los procesados por tales delitos no pueden ingresar

al empleo público.

Asimismo, es necesario recordar que la Ley de Contrato de Trabajo (LCT) establece

que: “La vigencia de esta ley quedará condicionada a que la aplicación de sus

disposiciones resulte compatible con la naturaleza y modalidades de la actividad de que se

trate y con el específico régimen jurídico a que se halle sujeta. Las disposiciones de esta

ley no serán aplicables a los dependientes de la administración pública nacional, provincial

o municipal, excepto que por acto expreso se los incluya en la misma o en el régimen de

las convenciones colectivas de trabajo” (art. 2°, ap. 2.a). La jurisprudencia laboral hizo

extensivo este criterio a todos los organismos estatales y entidades autárquicas que

funcionan dentro de la órbita de los ministerios del Poder Ejecutivo Nacional 53.

Este criterio normativo puede servir de pauta para determinar cuál es el derecho

aplicable a una relación tan peculiar, como es la que se establece entre la persona privada

de la libertad que, de modo voluntario, trabaja en la prisión y el estado (autoridad

penitenciaria, entes descentralizados, empresas privadas, etcétera).

En mi opinión, este vínculo está sujeto a un régimen normativo específico que

resulta de la ley 24.660 y del RGP, los que a su vez remiten a la legislación laboral vigente.

Esta remisión está referida al Derecho del Trabajo, dado que es el ordenamiento que,

53
CNAT, Sala VIII, sent. del 15/02/02, “Aroya, Susana c/ISSB”, entre muchos otros.

62
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

como regla general, regula el trabajo libre y se aplica a la mayor parte de la población

económicamente activa (PEA)54. Es público y notorio que, exceptuados los empleados del

estado (nacional, provincial o municipal), al resto de este colectivo se le aplican las normas

del Derecho del Trabajo privado55.

La ley 24.660 y el RGP también prevén la aplicación de los convenios colectivos al

trabajo intramuros pues disponen –como señalara- que la indemnización por accidente

laboral sufrido por el detenido “… se determinará sobre la base de los salarios fijados en

los convenios o disposiciones vigentes a la fecha del siniestro para las mismas o similares

actividades en el medio libre” (artículo 131). Estos convenios no pueden ser otros que los

convenios colectivos de trabajo, que son los únicos convenios que fijan salarios y

determinan categorías profesionales, concepto al que también se refieren los citados

artículos 120 de la ley 24.660 y 109 del RGP56.

En conclusión, por la clara remisión que disponen la ley 24.660 y el RGP, el derecho

del trabajo privado es el que regula la relación laboral que se establece entre los

detenidos que trabajan, por un lado, y el estado (la administración penitenciaria, entes

descentralizados nacionales o provinciales), con la concurrencia de empresas o entidades

privadas, por el otro.

54
Esta expresión abarca a todas las personas de uno u otro sexo que son capaces de aportar su trabajo para
producir bienes y servicios económicos e incluye no sólo a las personas que efectivamente se encuentran
prestando servicios, sino también a quienes aun cuando están desempleados, buscan trabajo.
55
Ver, entre otras fuentes, los siguientes sitios web: www.censo2010.indec.gov.ar/, comercioyjusticia.info y
www.agenciacta.org/ (Acta. Agencia de Noticias de la CTA, Central de Trabajadores de Argentina).
56
PORTA, Elsa, El trabajo en contexto de encierro, p. 116, Ediar Buenos Aires, 2016.

63
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La circunstancia de que la ley 24.660 expresamente disponga que “… el trabajo de

los detenidos no se organizará exclusivamente en función del rendimiento económico

individual o del conjunto de la actividad”, sino que tendrá como finalidad primordial lograr

la generación de hábitos laborales, la capacitación y la creatividad (arts. 108 de la referida

ley y 108 del RGP), no desvirtúa la calificación de “trabajo” en los términos de la LCT a la

prestación de servicios por parte de los detenidos, porque el artículo 4° de la ley laboral

establece que “[c]onstituye trabajo […] toda actividad lícita que se preste en favor de

quien tiene la facultad de dirigirla, mediante una remuneración” y en su último párrafo,

textualmente, expresa que: “El contrato de trabajo tiene como principal objeto la

actividad productiva y creadora del hombre en sí. Sólo después ha de entenderse que

media entre las partes una relación de intercambio y un fin económico en cuanto se

disciplina por esta ley”.

Como vemos, tanto la LCT como la ley 24.660 y el RGP ponen en segundo lugar el

aspecto económico. Lo prioritario, para ambos instrumentos normativos, es la creatividad

de la persona, su dignidad y, específicamente respecto del trabajo intramuros, la

resocialización, la capacitación laboral del sujeto detenido, la generación de hábitos de

trabajo.

El hecho de que el trabajo en la prisión tenga como objetivo esta capacitación

laboral tampoco resulta eficaz para desplazar la aplicación del derecho del trabajo

privado, pues el contrato de aprendizaje con finalidad formativa tiene carácter laboral.

64
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La doctrina y la legislación comparada utilizan la denominación de contrato de

aprendizaje para referirse al que se estipula entre un empleador y un trabajador potencial

con el objeto de que este último, el aprendiz, adquiera el conocimiento técnico de un

oficio o profesión57.

En nuestro país se estableció el régimen de aprendizaje y orientación profesional

mediante los decretos leyes 14.538/44 y 6.648/45. En la actualidad, este contrato está

regulado por la ley 26.390 (BO 24/06/2008), que modifica el art 1º de la ley 25.013, y

define al contrato de trabajo de aprendizaje como aquel que tiene una finalidad formativa

teórico-práctica, la que será descripta con precisión en un programa adecuado al plazo de

duración del contrato y que se celebrará por escrito entre un empleador y un joven sin

empleo, de entre dieciséis (16) y veintiocho (28) años.

En síntesis, considero que al trabajo voluntario de las personas privadas de la

libertad en situación de encierro se le deben aplicar las normas del derecho del trabajo

privado58.

Sin embargo, en la doctrina laboral existen posturas que divergen con la tesitura

expuesta. Foglia, por ejemplo, sostiene que entre el penado y Estado no media un

contrato ni relación de trabajo. El Estado no es empleador ni el penado es trabajador

dependiente en el sentido de la Ley de Contrato de Trabajo. Se trata de una relación de

57
LIVELLARA, Carlos A., “Contrato de trabajo de aprendizaje”, en Mario E. Ackerman (dir.), Tratado de
Derecho del Trabajo, t. II, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2005, p. 525.
58
En igual sentido se pronuncian ISEQUILLA, Matías, “El derecho del trabajo y la libertad sindical de las
personas privadas de la libertad”, en Infojus, año II, Número 6 ps. 277 y ss, GARCÍA, Héctor O. ver EL
TRABAJO Y LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS PRIVADAS DE LA LIBERTAD (informe del relator, Alejandro
Sudera) http://www.derecho.uba.ar/institucional/2015-personas-privadas-de-la-libertad-sudera.pdf

65
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

derecho público resultante de una condena judicial que exterioriza el poder punitivo del

estado. Este autor expresa que frente a las referencias que hace la ley de ejecución

penal a la legislación laboral vigente pueden adoptarse distintas posiciones: una, que la

legislación laboral jamás se aplica, que se aplica en su totalidad o que solo lo es en

aquellos supuestos en que la referencia es expresa. Al respecto, considera que esta última

tesitura es la mejor se ajusta al plexo legal, aunque luego de superar el test de

compatibilidad y que la remisión es restrictiva y únicamente respecto de aquellos

institutos que el régimen específico expresamente considera aplicables, esto es la

remuneración en lo que hace a las fechas de pago (art. 120 y ss), jornada de labor,

horarios (art.117 y el de infortunios laborales (arts. 117 y 130y ss). Para finalizar, expresa

que a los restantes aspectos de la relación entre el penado y el Estado no le son aplicables

la normas de la LCT y se regulan por la normativa específica59.

En sentido análogo se manifiestan, entre otros, Rodríguez Mancini y Ramírez

Bosco.60

En resumen y según mi postura, son de aplicación al trabajo prestado en contexto

de encierro la Ley de Contrato de Trabajo (20.744 y sus modificatorias), la Ley sobre

Jornada (11.544), la Ley de Higiene y Seguridad en el Trabajo (19.587 y su decreto

59
FOGLIA, Ricardo Arturo, “Trabajo de los penados”, ps.443 a 445 en Regímenes Laborales Especiales”, Ed.
Thomson- Reuters La Ley, Buenos Aires, 2014.
60
Ver EL TRABAJO Y LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS PRIVADAS DE LA LIBERTAD (informe del relator,
Alejandro Sudera) http://www.derecho.uba.ar/institucional/2015-personas-privadas-de-la-libertad-
sudera.pdf

66
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

reglamentario), la Ley Antidiscriminatoria (23.592), la Ley Nacional de Empleo (24.013), la

Ley de Riesgos del Trabajo (24.557, sus modificatorias y ley 26.773), entre otras.

También se aplican al trabajo de las personas privadas de libertad, en el marco

supralegal, los Convenios de OIT Nº 1, de horas de trabajo (ratificado por Argentina el 30

de noviembre de 1933), Nº 95 sobre protección del salario (ratificado por Argentina el 24

de setiembre de 1956), Nº 100, Nº 111 y Nº 156 sobre igualdad de oportunidades y de

trato en el empleo y no discriminación (ratificados por nuestro país por decreto-ley

11.595, del año 1956, por ley 17.677 y por ley 23.451, respectivamente).

El Convenio Internacional de Trabajo Nº 100 se refiere al principio de igualdad de

remuneración entre la mano de obra masculina y la femenina por un trabajo de igual

valor. El Nº 111 establece la prohibición de discriminar en el empleo y ocupación por

motivo ilícito (raza, color, sexo, religión, opinión política, ascendencia nacional u origen

social), indicando que el término “discriminación” comprende “cualquier distinción,

exclusión o preferencia” basada en dichos motivos que tenga por efecto “anular o alterar

la igualdad de oportunidades o de trato en el empleo y la ocupación”. Por último, el

Convenio Nº 156 consagra la igualdad de oportunidades y de trato entre trabajadores y

trabajadoras con responsabilidades familiares.

Asimismo, es aplicable a las personas privadas de la libertad ambulatoria que

trabajan el concepto de trabajo decente. Esta categoría fue acuñada por el Director

General de la Oficina Internacional del Trabajo en la 87ª reunión de la Organización

Internacional del Trabajo (OIT), celebrada en junio de 1999, con el propósito de mitigar los

67
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

impactos de la globalización en la situación de los trabajadores y dar una solución al

crecimiento del trabajo informal y al deterioro de la calidad de la ocupación laboral, así

como también promover políticas por parte de los estados miembros de dicha

organización tendientes a la inclusión social y al mejoramiento de la vida de sus

habitantes.

Se propuso un concepto de trabajo que tuviera como eje central la dignidad de las

personas y no limitara la protección solo al ámbito laboral. El trabajo decente debe

comprender el trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y

dignidad en el cual los derechos son protegidos y se cuenta con una remuneración

adecuada y protección social.

El concepto de trabajo decente se basa en el reconocimiento de que el trabajo es

fuente de dignidad personal, estabilidad familiar, paz en la comunidad, democracias que

actúan en beneficio de todos y crecimiento económico, todo lo cual aumenta las

oportunidades de trabajo productivo y el desarrollo de las empresas.

El trabajo decente refleja las prioridades de la agenda social, económica y política

de los países y del sistema internacional. En un período relativamente breve, este

concepto ha logrado un consenso internacional entre gobiernos, empleadores,

trabajadores y la sociedad civil sobre el hecho de que el empleo productivo y el trabajo

decente son elementos fundamentales para alcanzar una globalización justa, reducir la

pobreza y obtener desarrollo equitativo, inclusivo y sostenible.

68
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Para lograr estas metas, es necesario que los estados miembros de OIT

implementen políticas públicas que procuren el desarrollo económico, sin restringir las

normas de protección social ni los derechos de los trabajadores. También es necesario que

dichos estados cumplan los principios y derechos fundamentales enunciados en la

Declaración de la OIT en junio de 1998, relativos a: la libertad de asociación y la libertad

sindical y el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva; la eliminación

de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio; la abolición efectiva del trabajo

infantil; y la eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación61.

Al respecto, el art 7º de la ley 25.877 dispone que:

El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social promoverá la inclusión del

concepto de trabajo decente en las políticas públicas nacionales, provinciales y

municipales. A tal fin, ejecutará y promoverá la implementación, articulada con

otros organismos nacionales, provinciales y municipales, de acciones dirigidas a

sostener y fomentar el empleo, reinsertar laboralmente a los trabajadores

desocupados y capacitar y formar profesionalmente a los trabajadores.

Por lo tanto, el ámbito de la prisión debería ser un lugar propicio para desarrollar

estas acciones, incorporando a los detenidos al mundo del trabajo.

Igualmente, es aplicable a las personas que trabajan en contexto de encierro el

principio protectorio, que tiene jerarquía constitucional (art. 14 bis CN) y es la piedra

61
OIT, “El programa de trabajo decente”, en http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/decent-work-
agenda/lang--es/index.htm.

69
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

angular del Derecho del Trabajo. La justificación de este principio se centra precisamente

en la necesidad de dotar al trabajador, quien es la parte más débil del vínculo laboral, de

los elementos necesarios que compensen su situación.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación al decidir la causa “Vizzotti” (Fallos

327:3677) señaló con singular énfasis que el trabajador es sujeto de “preferente tutela

constitucional” y goza de la “protección especial del Estado”, según lo expone la Carta

Internacional Americana de Garantías Sociales, adoptada como Declaración de los

Derechos Sociales del trabajador (artículo 2.a), la cual ampara a los trabajadores “de toda

clase” y sirve para la adecuada interpretación y el desarrollo de las normas de la

Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (“Ascua”, Fallos 333:1361,

1369/1370 - 2010).

Resulta claro, entonces, que la persona detenida que trabaja debe gozar de la

efectiva tutela constitucional, pues el hecho de que el estado nacional o provincial (por

medio de la autoridad penitenciaria) sea el empleador no hace sino reafirmar esta

garantía. La aplicación del Derecho Laboral a las personas privadas de la libertad que

trabajan determina que tanto las condiciones de labor como las remuneraciones no

pueden ser inferiores a las fijadas por las leyes citadas, toda vez que las normas laborales

son de orden público y, por consiguiente, no pueden ser soslayadas por el empleador, ni

aun con el acuerdo del trabajador. El artículo 7° de la LCT enfáticamente establece que:

“Las partes, en ningún caso, pueden pactar condiciones menos favorables para el

trabajador que las dispuestas en las normas legales, convenciones colectivas de trabajo o

70
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

laudo con fuerza de tales, o que resulten contrarias a las mismas. Tales actos llevan

aparejada la sanción prevista en el artículo 44 de esta ley”.

Esta sanción no es otra que la nulidad y, consecuentemente, las cláusulas nulas

quedan sustituidas automáticamente por las disposiciones legales (artículo 13 LCT).

En relación con la Provincia de Buenos Aires, corresponde señalar que la ley

12.256, de Ejecución Penal Bonaerense, legisla sobre el trabajo en contexto de encierro.

Al respecto, en su artículo 35 establece:

La organización del trabajo penitenciario en su aspecto técnico administrativo,

modalidades, horarios, previsiones referidos a la higiene y seguridad industrial,

accidentes e indemnizaciones se regirán por las normas legales establecidas para

la materia en cuanto sean compatibles con las particularidades del sistema que

esta ley implementa (el destacado me pertenece).

El citado ordenamiento legal dispone que será el Consejo de Administración del

Trabajo Penitenciario el que fijará las remuneraciones del trabajo carcelario para cada una

de las categorías profesionales que establezca la reglamentación guardando

proporcionalidad con los salarios que correspondan para el trabajo libre; que las

actividades productivas y rentables reproducirán en lo posible las características del

trabajo en libertad con especial consideración de las aptitudes y capacidades de los

procesados y condenados; que el Servicio Penitenciario favorecerá la implementación de

programas de capacitación laboral y el desarrollo de actividades artísticas e intelectuales

71
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

conforme a los diferentes regímenes previstos en la citada ley; que el producto del trabajo

asignado a cada interno deducidos los aportes correspondientes a la Seguridad Social,

tenderá a solventar sus necesidades personales, familiares, sociales y a indemnizar los

daños y perjuicios causados por el delito conforme lo establezca la sentencia, en los

porcentajes que fije la reglamentación” (arts. 9°, inc. 6°, 35, 37, 39 y 130).

Vale decir que la ley de ejecución penal bonaerense también dispone la aplicación

de las normas que integran el derecho de trabajo privado, en cuanto sean compatibles

con las particularidades que presenta el trabajo prestado en contexto de encierro.

Las normas internacionales y el derecho comparado avalan la tesis que sustento ya

que la tendencia es que las mismas disposiciones que regulan el trabajo extramuros sean

aplicables a las personas privadas de libertad que trabajan en las cárceles.

Así, la regla 72 de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos

establece, específicamente, que “… la organización y los métodos de trabajo penitenciario

deberán asemejarse lo más posible a los que se aplican a un trabajo similar fuera del

establecimiento, a fin de preparar a los reclusos para las condiciones normales del trabajo

libre”. 62

Cabe destacar que la OIT señaló que en su Estudio General de 2007, la Comisión

de Expertos en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones ha considerado que, en el

contexto carcelario, el indicador más fiable de la voluntariedad del trabajo es que las

62
En idéntico sentido Reglas Mandela, 99,1

72
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

condiciones en las cuales se realiza se aproximen a las condiciones de una relación libre de

trabajo, entre otras, las relativas al pago de salarios (dejando margen para descuentos y

cesiones), a la seguridad social y a la seguridad y salud ocupacionales63.

En España, la Ley Orgánica General Penitenciaria 1/1979 señala que el trabajo

penitenciario tiene que ser “… formativo, creador o conservador de hábitos laborales,

productivo, y con la finalidad de preparar al detenido para el acceso al mercado laboral a

la salida de prisión” (artículo 26.c). El vínculo que une al trabajador-detenido con la

empresa-administración penitenciaria (Organismo Autónomo Trabajo Penitenciario y

Formación para el Empleo) tiene naturaleza de relación laboral de carácter especial, según

el artículo 2.1.c del Estatuto de los Trabajadores (texto refundido por Real Decreto

Legislativo 1/1995, actualizado a fecha 15 de octubre de 2011).

El trabajo de los reclusos primero fue regulado por el Reglamento Penitenciario,

aprobado por el Real Decreto 190/1996, luego sustituido por el Real Decreto 782/200164,

al que están sometidos los detenidos que prestan servicios dentro de los establecimientos

penitenciarios, mientras que los que trabajan en forma externa están regidos por las

reglas generales del derecho laboral.

El Real Decreto 782/2001 consagra una especie de derecho laboral de los

detenidos, y la legislación laboral general se aplica únicamente cuando este decreto lo

63
Conferencia Internacional del Trabajo ‒ 101ª reunión, Estudio General sobre los convenios fundamentales
relativos a los derechos en el trabajo a la luz de la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una
globalización equitativa, 2008, Ginebra, Oficina Internacional del Trabajo, 2012.
64
Revisión vigente desde el 19 de Enero de 2009,

73
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

determina en forma expresa (artículo 1.4)65. Sin embargo, es imposible que los únicos

veintiún artículos del citado Real Decreto puedan contemplar las múltiples vicisitudes que

se presentan durante el desarrollo de un vínculo laboral y ello determina, entonces, la

aplicación supletoria –por vía analógica- de la legislación laboral común.

En Uruguay, el decreto 225/006 que reglamenta la ley 17.897, sobre redención de

la pena por trabajo, contiene normas que se aplican con carácter general al trabajo

prestado por las personas privadas de libertad. Este decreto 225/006 indica los principios

y derechos que deben regir este trabajo en atención a lo que disponen los Convenios

Internacionales de Trabajo sobre el tema. Así se establece que: a) El trabajo penitenciario

es un “derecho” (artículo 63) y un elemento fundamental en el tratamiento; b) No puede

tener carácter aflictivo sino de rehabilitación y/o formación (artículo 64). La norma indica

además que está prohibido el trabajo forzoso, de acuerdo a los Convenios Internacionales

de Trabajo 29 y 105. Agrega que el trabajo no violentará la dignidad del recluso, debe

tener carácter formativo o terapéutico, y no puede estar supeditado al logro de intereses

económicos por la Administración Penitenciaria. La finalidad debe ser la preparación de

los reclusos para el acceso al mercado laboral cuando obtengan su liberación; c) Los

reclusos deben prestar su conformidad por escrito, por documento comunicado a su

defensor y al Comisionado Parlamentario, por tratarse de trabajo voluntario (artículo 65);

d) Si bien se trata de una relación particular o especial deben garantizarse determinados

mínimos en las condiciones de trabajo, como seguridad e higiene, jornadas máximas de

65
Congreso de la Nación, El trabajo de los detenidos…, op. cit., pp. 7-9.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

trabajo, descanso semanal, remuneración. Recientemente, en los años 2010 y 2011, se

llevó a cabo el programa “Apoyo a la reforma de las instituciones para personas privadas

de libertad”, que ha sido el marco en el cual múltiples organismos del gobierno uruguayo

y agencias, fondos y programas de las Naciones Unidas han confluido en aras de trabajar

en la reforma penitenciaria. Fue en este marco que el Ministerio del Interior y Naciones

Unidas entendieron que la reforma penitenciaria debía abordar el conjunto programado,

coordinado y sostenido de acciones, programas y políticas orientadas a generar

condiciones para que la privación de libertad no sea un mero castigo, sino una instancia

de rehabilitación para la plena reinserción social.

La participación de la OIT, como agencia especializada de las Naciones Unidas,

permitió abordar los aspectos vinculados con la capacitación y el empleo desde la

perspectiva del Trabajo Decente, entendido éste como un objetivo que tiene carácter

universal e indivisible y que se basa en valores y principios fundamentales consagrados en

la normas internacionales de derechos humanos, en la Declaración sobre los Principios y

Derechos Fundamentales en el Trabajo y más específicamente en los Convenios

Internacionales del Trabajo que ha ratificado el Uruguay.

En el informe que da cuenta de esta iniciativa se señala:

… en aras de construir una política pública adecuada y consistente con los

derechos humanos de los que habitan tanto dentro como fuera del sistema

carcelario, el gobierno considera “el trabajo” como uno de los ejes prioritarios de

esta reforma. Ello parte de entender que la privación de libertad no genera, por sí

75
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sola, las condiciones suficientes para cumplir la reinserción social de quien haya

cometido delito. La habilitación-rehabilitación social sólo puede perseguirse en

base a una política sostenida de formación, capacitación y trabajo. Para ello, se

expresa, el trabajo debe ser digno, decente y constituir una fase en la etapa hacia

la reinserción social de los privados de libertad, en el marco de un tratamiento

progresivo. Las personas privadas de libertad deben gozar de las garantías mínimas

con que debe contar un trabajador en materia de protección social, condiciones

laborales, ajustadas en tiempo y circunstancia a la función de rehabilitación que el

trabajo apunta a generar en estos casos66.

En conclusión, la tendencia en el mundo occidental es que las normas que regulan

el trabajo intramuros se asemejen, en cuanto fuese posible, con las que rigen el trabajo en

el medio libre.

No obstante, hay países que consideran que el trabajo en contexto de encierro no

está regido por las normas del derecho laboral. En Perú, por ejemplo, el Reglamento del

Código de Ejecución Penal (Decreto Supremo 654) dispone que el trabajo en los

establecimientos penitenciarios es obligatorio para los sentenciados, como medio

terapéutico adecuado a los fines de la resocialización y claramente señala que: “El trabajo

penitenciario no genera vínculo ni relación laboral algunos” (artículo 105, in fine, Decreto

Supremo 015-2003-JUS).

66
PALUMMO, Javier (coord.), El trabajo dentro de las cárceles…, op. cit., p. 6.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En Colombia, el tratamiento legal del trabajo en contexto de encierro difiere del

trabajo del hombre libre y, por lo tanto, no le es aplicable en toda su extensión lo

dispuesto por el Código de Trabajo. La Corte Constitucional expresó que, en principio, el

trabajo de los reclusos es una prestación de servicios de naturaleza civil, en la cual no

existe propiamente relación de subordinación y, por consiguiente, no hay contrato de

trabajo (sentencia C-394 de 1995, Magistrado Ponente: Vladimiro Naranjo Meza)67.

3. Pronunciamientos de la Procuración Penitenciaria de la Nación y de distintos

tribunales de nuestro país.

Tanto la Procuración Penitenciaria de la Nación como distintos tribunales se

pronunciaron sosteniendo que al trabajo prestado en la prisión se debe aplicar el derecho

laboral privado.

En efecto, la Sala III del Tribunal de Casación Penal de la ciudad de La Plata

confirmó la decisión de la Sala II de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mar

del Plata, que rechazó el recurso de apelación interpuesto por el Fiscal de Estado de la

Provincia de Buenos Aires y, en consecuencia, ratificó la resolución del Juez de Ejecución

en cuanto dispuso, en lo sustancial, que en un término de (90) noventa días la situación de

los detenidos trabajadores de las Unidades enclavadas en el Complejo Penitenciario de

Batán se ajustase a lo normado por las leyes 20.744, 24.660, 24.241, 24.557 y requirió a

las autoridades penitenciarias que arbitrasen los medios necesarios para lograr el estricto
67
GALVIS RUEDA, María Carolina, Sistema penitenciario y carcelario en Colombia: teoría y realidad [tesis de
grado], Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana ‒ Facultad de Ciencias Jurídicas ‒ Departamento de Derecho
Penal, 2003, http://www.javeriana.edu.co/biblos/tesis/derecho/dere5/TESIS92.pdf.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

cumplimiento de las obligaciones emergentes a favor de los detenidos trabajadores, en los

convenios de trabajo que se celebren en el marco de la Ley Provincial 11.026 (sentencia

dictada el 07/03/2012, en causa 13.451, caratulada “Detenidos Unidad 15 Batán s/ rec. de

queja interp. por Fiscal del Estado”)68.

La Procuración Penitenciaria de la Nación, en los primeros días de agosto del año

2012, emitió un comunicado respecto de la vigencia de los derechos laborales al interior

del Servicio Penitenciario Federal. En esta comunicación –que puede consultarse vía

internet- señaló que, ya sea desde su rol de empleador directo, o a partir de convenios

firmados con empresas privadas, el Servicio Penitenciario Federal junto al Ente de

Cooperación Técnica y Financiera (ENCOPE) son los únicos responsables de garantizar el

acceso al trabajo de la totalidad de los detenidos en el régimen penitenciario federal y que

la relación se adecue al marco normativo vigente. Al respecto expresó: “En primer lugar,

correspondería adelantar que las actividades laborales de los detenidos se encuentran

remuneradas y, en principio como criterio general, se rigen por la normativa laboral y de

la seguridad social vigente en el medio libre…”69.

La Procuración Penitenciaria de la Nación es un organismo oficial dependiente del

Poder Legislativo, dotado de plena autonomía e independencia para, en principio, y como

objetivo fundante, proteger los derechos fundamentales de las personas privadas de

libertad en el ámbito federal y, asimismo, para controlar la actuación del Servicio

Penitenciario Federal. La institución fue creada inicialmente por el Poder Ejecutivo

68
Pensamiento penal, n° 140, 16 de marzo de 2012.
69
http://www.ppn.gov.ar/?q=node/1670

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

mediante decreto 1598 del 29 de julio de 1993. Una década más tarde, por ley 25.875,

sancionada por el Congreso el 17 de diciembre de 2003, pasó a la órbita del Poder

Legislativo, adquiriendo una nueva jerarquía institucional como órgano extra poder, con

amplia autonomía e independencia funcional, lo cual supuso un cambio sustancial

respecto de sus diez años de existencia en el ámbito del Poder Ejecutivo. La autonomía

respecto del Poder Ejecutivo constituía una cuestión pendiente, debido a la función de

control que la Procuración Penitenciaria tiene respecto del Servicio Penitenciario Federal,

dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.

El Sindicato Único de Trabajadores Privados de la Libertad Ambulatoria (SUTPLA),

que agrupa a las personas detenidas que prestan servicios en los diversos

establecimientos penitenciarios pertenecientes al Servicio Penitenciario Federal o a los

distintos Servicios Penitenciarios Provinciales de la República Argentina, que se fundó en

julio de 2012, tema sobre el que me explayaré más adelante, por medio de su Secretario

General, y con la adhesión de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), promovió

ante la Justicia Nacional del Trabajo varias acciones de amparo, en los términos del

artículo 43 de la Constitución Nacional y de la ley 16.986, contra el Estado Nacional,

Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, la Dirección Nacional del Servicio

Penitenciario Federal y el Ente de Cooperación Técnica y Financiera del Servicio

Penitenciario Federal con distintos objetos.

Por medio de una de ellas pretendió, con fundamento en lo dispuesto por la ley

24.660 y en normas constitucionales, que se ordenase a los citados organismos que

79
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

procedieran, en forma inmediata, a otorgar trabajo a la totalidad de las personas privadas

de la libertad ambulatoria que se encontraban alojadas en los diversos establecimientos

penitenciarios dependientes de la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal y

que, al momento de interponer la demanda, estaban desocupadas.

El Fiscal General ante la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo se pronunció

por la competencia de la Justicia Laboral porque destacó que el ordenamiento legal, cuyo

acatamiento se pretende, establece expresamente que los contratos de trabajo con los

detenidos se rigen por la legislación laboral, lo que debe entenderse como una remisión

cabal al Derecho del Trabajo Privado70.

La Sala IX de dicha Cámara, que conoció en otra de las acciones promovidas por el

referido sindicato, compartió los fundamentos del dictamen de la Fiscalía General,

reconoció tácitamente que el trabajo prestado intramuros por las personas privadas de la

libertad se rige por el derecho laboral privado y, consecuentemente, admitió la

competencia de la Justicia Nacional del Trabajo para resolver los conflictos generados con

motivo de la prestación de dicho trabajo71.

En noviembre de 2013, la Sala III de la Cámara Federal de La Plata, al decidir una

causa promovida por un grupo numeroso de mujeres que trabajan y se encuentran

70
Dictamen Nº 56320, del 5 de febrero de 2013, en la causa “Sindicato Único de Trabajadores Privados de la
Libertad Ambulatoria SUTPLA y otro c/ Estado Nacional ‒ Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la
Nación y otro s/Acción de Amparo”, expte. 55651/2012 de la Sala I de la CNAT.
71
CNAT, Sala IX, sent. int. Nº 14.137, del 30 de julio de 2013, en autos “Sindicato Único de Trabajadores
Privados de la Libertad Ambulatoria SUTPLA y otro c/Estado Nacional ‒ Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación y otro s/Acción de Amparo”, dictamen del Fiscal General Nº 56.897 del 15/04/2013.

80
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

privadas de su libertad en el Complejo Penitenciario Federal IV, de Ezeiza, señaló que “… el

Capítulo VII, de la ley 24.660 de Ejecución de la Pena, está dedicado a reglamentar el

trabajo de las personas durante su situación de encierro. A lo largo del mencionado

capítulo, la normativa refiere a la legislación general, a los fines de dar el marco de

organización al trabajo… ”.

A continuación, el tribunal transcribió los artículos de la ley de ejecución que, en

concreto, remiten a la legislación general que regula relación de empleo en el medio libre

y al respecto puntualizó: “Esa legislación, en principio, serían las normas de derecho

laboral privado, es decir, la ley 20.744 de contrato de trabajo y sus modificatorias”. El

Tribunal agregó al respecto:

Debe enfatizarse que ello es así solo en principio, porque la LCT establece como

fuentes de regulación del contrato de trabajo 1) a sí misma; 2) a las leyes y

estatutos profesionales; 3) a las convenciones colectivas o laudos con fuerza de

tales; 4) a la voluntad de las partes; y 5) a los usos y las costumbres (art. 1º de la

ley 20.744). Pero cualquiera sea la fuente de regulación de la actividad, lo cierto es

que: “Las partes, en ningún caso, pueden pactar condiciones menos favorables

para el trabajador que las dispuestas en las normas legales, convenciones

colectivas de trabajo o laudo con fuerza de tales o que resulten contrarias a las

misma. Tales actos llevan aparejada la sanción prevista en el art. 44 de esta ley

(art. 7º de la mencionada ley)”.

Finalmente, la mencionada Sala resolvió:

81
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

2) Ordenar al ENCOPE con la intervención de los organismos del Estado vinculados

a la materia en cuestión y la Procuración Penitenciaria Federal, que elabore un

régimen de trabajo para las personas privadas de su libertad que organice el

trabajo intramuros, el cual deberá atender a las características especiales del

ámbito en el que se desarrolla y a la normativa local vigente y los instrumentos

internacionales que rigen la materia; […] 4) Ordenar que, mientras se elabore el

régimen de trabajo en situación de encierro dispuesto en el párrafo anterior y

hasta tanto ello suceda, el director del Servicio Penitenciario Federal instruya a las

autoridades del Complejo Penitenciario Federal IV a los fines de que ajuste su

actuación a las disposiciones de la ley 20.744 de Contrato de Trabajo y sus

modificatorias, respecto de las internas que desempeñen tareas laborales…72

En el mismo sentido, en cuanto a la aplicación de las leyes laborales se pronunció

la Cámara Federal de La Plata, Sala II (sentencia del 03/12/2013, en autos “Nwanyiaku,

Ifeanyichukwu s/hábeas corpus”).

En junio de 2014, la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, ante un

recurso interpuesto por el Secretario de Asuntos Jurídicos del Sindicato Único de

Trabajadores Privados de la Libertad Ambulatoria y en representación de todos los

trabajadores que prestan servicios en el ámbito del Complejo Penitenciario de la CABA,

resolvió a favor de los detenidos trabajadores con fundamento en lo dispuesto por los

artículos 14 y 14 bis de la CN. En la presentación de estos se denunciaron demoras

72
Expte. FLP1467/2013, “s/hábeas corpus. Presentante: Luna Vila, Daiana”.

82
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

injustificadas por parte de la administración en materia del pago de salarios al indicarse

que el ENCOPE no autorizaba a la Sección Administrativa a ingresar a la cuenta donde sí

estaba acreditado el dinero para el pago de salarios. El Dr. Hornos, vocal preopinante,

sostuvo que…

… en el caso, la denuncia de irregularidades en materia del pago del peculio, tanto

en relación con su dilación como en orden a la modalidad en que ello se efectiviza,

con eventual afectación de los familiares de los detenidos trabajadores constituye

por la naturaleza de los derechos involucrados una situación susceptible de

encuadrar en los supuestos previstos por el artículo 43 de la CN y el artículo 3°,

inciso 2º de la ley de hábeas corpus. Adviértase que la cuestión se relaciona con el

derecho al trabajo, que se encuentra plenamente reconocido como tal a las

personas privadas de libertad conforme lo regulan los artículos 106, 107, en

particular, y siguientes de la Ley 24.660; y en especial con el salario, cuya

naturaleza alimentaria resulta indiscutible y su irregular satisfacción puede afectar

no solo la subsistencia del detenido trabajador sino la de su grupo familiar,

comprometiendo aun otros intereses (arts. 14 y 14 bis, CN)73.

En diciembre de 2014, la Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal dictó un

fallo relevante en relación con el trabajo prestado en contexto de encierro74, pues el vocal

preopinante, Dr. Slokar, señaló que en lo atingente al trabajo es de destacar que todo

73
Sentencia del 04/06/2014, voto del Dr. Gustavo M. Hornos, causa CCC14905/2014/1/CFC1 del registro de
Sala IV, caratulada: “Gutiérrez, Alejandro s/recurso de casación”.
74
Sentencia del 01/12/2014, causa 1318/13 del registro de Sala II, caratulada: “Képych Yúriy Tibériyevich
s/recurso de casación”.

83
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

preso no puede ser ajeno al “… derecho de toda persona a tener la oportunidad de

ganarse la vida mediante un trabajo libremente escogido o aceptado” (art. 6º, PIDESC), lo

que goza en nuestro país de estatus y protección constitucional, habida cuenta de que se

encuentra garantizado por el artículo 14 bis CN y por diversos tratados internacionales de

derechos humanos expresamente incluidos en el artículo 75, inciso 22 de la norma

suprema, tales como la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 23), la

Convención Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. 14), el Pacto

Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (arts. 6º y 7º). Asimismo

subrayó que, en todo orden jurídico desarrollado, el trabajo se entiende en la doble

valencia de derecho-deber del recluso (España, art. 26 LOGP; Italia, art. 20; Bélgica, arts.

63-63; Alemania, art. 41; Holanda, art. 32; Inglaterra y Gales, norma 28; Suecia, art. 10;

Francia, D-98)75.

Agregó también que…

… en nuestro medio, cabe afirmar sin hesitación que la privación de la libertad

ambulatoria de una persona de manera alguna debe significar un impedimento a

los fines del irrestricto ejercicio del derecho al trabajo, en tanto en el plano

específico el art. 1º de la ley 24.660 expresamente establece que: “la ejecución de

la pena privativa de libertad, en todas sus modalidades, tiene por finalidad lograr

que el condenado adquiera la capacidad de comprender y respetar la ley

75
Cf. GARCÍA ARAN, Mercedes y DE SOLA DUEÑAS, Ángel, Legislació penitenciària europea comparada,
Barcelona, Centre d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada ‒ Generalitat de Catalunya, 1991, p. 39.

84
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

procurando su adecuada reinserción social, promoviendo la comprensión y el

apoyo de la sociedad”.

El magistrado remarcó igualmente que

“… el trabajo del preso en su lugar de detención no resulta ser una

concesión graciable, sino que, de conformidad con lo expresamente dispuesto por

la normativa en la materia, constituye un derecho (art. 106 de la ley 24.660 y el art.

97 del decreto 303/96)..”.

El citado pronunciamiento hizo hincapié en que…

… resultan aplicables a las relaciones laborales de los detenidos la totalidad

de las normas que integran denominado Orden Público Laboral, tales como la ley

20.744 de Contrato de Trabajo (LCT), la ley 24.013 Nacional de Empleo (LNE), la ley

24.557 de Riesgos de Trabajo (LRT), la ley 19.587 de Seguridad e Higiene en el

Trabajo, entre otras.

También señaló, evocando lo dispuesto en el tercer párrafo del artículo 14 bis CN y

el inciso g) del artículo 107 de la ley 24.660, que…

… cabe también concluir que asiste a los trabajadores privados de la libertad

ambulatoria el derecho a gozar de la totalidad de los beneficios de la Seguridad

Social inherentes al trabajo dependiente, en especial los previstos por las leyes

24.241 (jubilaciones y pensiones), 24.714 (asignaciones familiares) y 23.660 (obra

social).

85
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El magistrado remarcó con singular énfasis que:

En definitiva, para cualquier preso que trabaje no pueden dejar de gobernar como

estándares -entre otros- el derecho a la remuneración y la regla de asimilación al

trabajo libre, con todos sus alcances (vgr. asignaciones familiares, obra social,

cobertura frente a accidentes de trabajo, capacitación laboral, agremiación) por

imperio del principio de progresividad. En este ámbito, como en el medio libre,

nunca es tan necesario recordar el eterno adagio: el trabajo digno dignifica al

hombre.

También la Sala IV de la Cámara Federal de la Casación Penal dictó otro

trascendente fallo en relación con el trabajo en contexto carcelario76. El vocal

preopinante, Dr Hornos, señaló:

“…Es que, no debe perderse de vista que, para que el trabajo intramuros

realmente funcione como herramienta para la reinserción social del condenado,

éste debe reunir todos los requisitos legales que lo protegen; además porque ésta

es la única forma de que el trabajo se presente como una alternativa posible al

camino de la delincuencia. Por todo lo expuesto, el trabajo prestado intramuros

debe respetar la legislación laboral vigente, y por ello, cabe recordar que los

detenidos trabajadores están incluidos dentro del régimen de la seguridad social…”

76
Sentencia del 4/12/2015 dictada en la causa “Internas de la Unidad Nº 31 SPF s/ Hábeas Corpus”;

86
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Como se advierte, todos estos pronunciamientos expresan categóricamente que el

Derecho del Trabajo Privado es el que regula el trabajo de las personas privadas de la

libertad.

4. Relación laboral en contexto de encierro

Por consiguiente, y de conformidad con la normativa laboral aplicable, considero

que el vínculo que se establece entre las personas privadas de la libertad ambulatoria, por

un lado, y el estado (o el ENCOPE) con concurrencia de empresas mixtas o privadas, por el

otro, es aquel que la Ley de Contrato de Trabajo denomina “relación de trabajo” y que se

configura “… cuando una persona realiza actos, ejecuta obras o presta servicios en favor

de otra, bajo la dependencia de esta en forma voluntaria y mediante el pago de una

remuneración, cualquiera sea el acto que le dé origen” (art. 22).

Fernández Madrid sostiene que:

La relación de trabajo es la relación jurídica que surge entre el trabajador y

el empleador por el hecho de la prestación de los servicios, con independencia del

acto jurídico que ha originado dicha prestación. Cuando ese vínculo cobra vida, por

la prestación efectiva del trabajo, queda bajo la protección completa del orden

público laboral, aun cuando no exista contrato o éste sea nulo o anulado.77

La relación que se genera entre las personas detenidas que trabajan y el estado no

puede considerarse un contrato en los términos del derecho laboral, pues como señalara,

77
FERNÁNDEZ MADRID, Juan Carlos, Tratado práctico de Derecho del Trabajo, t. I, p. 602 , La ley, Buenos
Aires1989,.

87
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

aun cuando hablamos de trabajo voluntario, lo cierto es que este vínculo se establece en

contexto de encierro, con todas las limitaciones que ello determina sobre la voluntad del

sujeto privado de libertad. No podemos soslayar que si bien este decide trabajar existe

una cierta coerción, pues su negativa injustificada a hacerlo habrá de incidir en la

calificación del concepto y, por lo tanto, en el avance a través de las distintas fases de la

progresividad del sistema penitenciario. La persona detenida tampoco tiene plena libertad

de elección, tanto respecto de quién será el empleador como en relación con las labores a

realizar, ya que estas estarán condicionadas por las posibilidades del establecimiento

carcelario.

Fernández Madrid expresa en este sentido:

“La diferenciación que se efectúa entre contrato y relación de trabajo es útil para

resolver la normativa aplicable en los supuestos de contratos nulos o de

contrataciones forzosas en que no existe contrato sino un acto administrativo

determinante de la vinculación”78.

5. Derechos emergentes de la libertad sindical

Cabe destacar asimismo que, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 14 de

la Constitución Nacional, los detenidos que trabajan tienen derecho “de asociarse con

fines útiles” y, según lo establece el artículo 14 bis, también tienen derecho a una

organización sindical libre y democrática, a concertar, por medio de las entidades

78
Ibidem, p. 604.

88
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

profesionales, convenios colectivos de trabajo, a recurrir a la conciliación y al arbitraje, a

ejercer el derecho de huelga, con las restricciones que señalaremos, a ser designados y a

designar representantes gremiales que gozarán de las garantías necesarias para el

cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad en el empleo.

Esto significa que los sujetos privados de la libertad que trabajan de modo

voluntario en la prisión son también titulares de los derechos emergentes de la libertad

sindical.

Según Ermida Uriarte, la libertad sindical no es uno más entre los derechos

humanos fundamentales, sino que es un pre-rrequisito para el ejercicio de otros derechos,

es un derecho para obtener derechos, es “… generador o creador de otros derechos de los

trabajadores y al mismo tiempo garante de su eficacia”79.

En resumen y por todo lo reseñado, los detenidos que trabajan tienen derecho a

ejercer en forma plena su derecho a la libertad sindical, tanto en su aspecto positivo como

negativo. Vale decir, poseen el derecho de constituir una organización sindical autónoma,

el de afiliarse, mantenerse en la afiliación, no afiliarse, o desafiliarse de una organización

existente, reunirse, desarrollar actividades sindicales, peticionar ante las autoridades y

empleadores, participar en la vida interna de los sindicatos, postular candidatos, elegir

libremente a sus representantes y ejercer cargos de representación gremial (art. 4° ley

23.551). La persona privada de la libertad ambulatoria que trabaja también puede solicitar

79
ERMIDA URIARTE, Oscar, “Crítica de la libertad sindical”, en Revista Derecho PUCP, nº 68, 2012, pp. 33-61.

89
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

al sindicato que ejerza la defensa de sus derechos individuales y colectivos (art. 31, ley

citada).

La citada ley 23.551 no tiene ninguna restricción respecto de la afiliación sindical,

ya que consagra –en principio- un sistema de sindicalismo abierto y la regla es que las

asociaciones sindicales deben admitir la libre afiliación (art. 12). Las únicas restricciones al

respecto consisten en que para afiliarse a una entidad gremial el trabajador debe ser

mayor de 16 años (art. 13, sustituido por art. 21 de la ley 26.390, BO 25/06/2008) y la

reglamentación (decreto 467/88) agrega que la solicitud de afiliación del trabajador podrá

ser rechazada por incumplimiento de los requisitos de forma impuestos por los estatutos

de la organización sindical, por no desempeñarse en la actividad, profesión, oficio,

categoría o empresa que representa el sindicato, por haber sido objeto de expulsión por

un sindicato, sin que haya transcurrido un año desde la fecha de la medida y por “…

hallarse procesado o haber sido condenado judicialmente por la comisión de un delito en

perjuicio de una asociación sindical de trabajadores, si no hubiese transcurrido un plazo

igual al plazo de prescripción de la pena contado desde que la sanción hubiera terminado

de cumplirse”.

Los detenidos trabajadores, afiliados a una entidad sindical, pueden participar

activamente -dentro de lo que la situación carcelaria permite- en la vida sindical, tanto en

el gobierno como en la administración de la asociación. Su condición de condenados o

procesados no los excluye de tal participación, pues la ley 23.551 impone, como principio,

que las asociaciones sindicales no podrán establecer diferencias por razones ideológicas,

90
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

políticas, sociales, de credo, nacionalidad, raza o sexo, debiendo abstenerse de dar un

trato discriminatorio a los afiliados (art. 7°).

Los sujetos privados de la libertad que trabajan también tienen derecho a reunirse

y deliberar, facultad que deberán ejercer con sujeción a las restricciones que resultan de

las medidas de seguridad que caracterizan el ámbito carcelario80. La ley 23.551 no

establece ninguna limitación para actuar como elector. Para ser elegido delegado de los

trabajadores ante la empresa se necesita ser mayor de 18 años, contar con un año de

antigüedad en la afiliación y un año de antigüedad en la empresa. Consecuentemente, los

detenidos trabajadores pueden elegir delegados del personal ante la empresa como

también a quienes ocuparán cargos electivos o representativos en la entidad sindical (arts.

40 a 46 y art. 48, ley 23.551).

Asimismo, tienen derecho a ser elegidos para ejercer dichos cargos. Sin embargo,

para integrar los órganos directivos de la asociación, el artículo 18 de la ley 23.551,

reformado por la ley 25.674, requiere ser mayor de edad, tener dos años en la afiliación y

dos años de antigüedad en el desempeño de la actividad y además no tener inhibiciones

civiles o penales (inc. b). El artículo 16 del decreto reglamentario 467/88 precisa que se

entenderá por inhibición penal las penas accesorias de inhabilitación absoluta o relativa,

respecto del impedimento a acceder a cargos electivos o empleo público, previstas en el

Código Penal, y por leyes complementarias y por inhibición civil las inhabilitaciones

80
Sentencia del 04/12/2012, en autos “Gutiérrez, Alejandro y otro s/acción de hábeas corpus correctivo de
incidencia colectiva” (expte. 43.806/12, del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción de la Capital
Federal Nº 31, Secretaría Nº 119).

91
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

dispuestas judicialmente, por aplicación de la ley de concursos o el Código Civil o cualquier

otra norma de derecho privado.

Al respecto, corresponde recordar que el artículo 12 del Código Penal establece

que…

… la reclusión y la prisión por más de tres años llevan como inherente la

inhabilitación absoluta, por el tiempo de la condena, la que podrá durar hasta tres

años más, si así lo resuelve el tribunal, de acuerdo con la índole de delito. Importa

además la privación, mientras dure la pena, de la patria potestad, de la

administración de los bienes y del derecho de disponer de ellos por actos entre

vivos. El penado quedará sujeto a la curatela establecida por el Código Civil para los

incapaces.

El artículo 19 dispone, a su vez, que…

… la inhabilitación absoluta importa: 1º la privación del empleo o cargo público que

ejercía el penado aunque provenga de elección popular; 2º la privación del derecho

electoral; 3º la incapacidad para obtener cargos, empleos y comisiones públicas; 4º la

suspensión del goce de toda jubilación, pensión o retiro, civil o militar… 81

81
Al respecto, el Anteproyecto de Código Penal del año 2014 suprime la inhabilitación absoluta y establece
en el artículo 36 la pena de inhabilitación con las siguientes características: “1. La inhabilitación producirá la
privación del empleo, cargo, profesión o derecho sobre el que recayere y el impedimento para obtener otro
del mismo género. Tendrá una duración mínima de seis meses y máxima de veinte años. 2. Aunque la
inhabilitación no estuviere expresamente prevista, podrá imponerse por un plazo de seis meses a seis años,
cuando el delito importare: a) Abuso en el ejercicio de la patria potestad, adopción, tutela o curatela. b)
Incompetencia o abuso en el desempeño de una profesión o actividad cuyo ejercicio dependa de una
autorización, licencia o habilitación del poder público. 3. Quien hubiere cometido el hecho en el ejercicio no

92
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En síntesis, podemos concluir que, desde el punto de vista normativo, no existe

ninguna restricción para que las personas detenidas que trabajan participen tanto en la

elección de delegados del personal en la empresa como de representantes sindicales, ni

tampoco para que ejerzan estos cargos, excepto que se trate de la integración de órganos

directivos y de condenados a pena de prisión de más de tres años, pues esta es la única

limitación que establece la Ley de Asociaciones Sindicales, dado que las restricciones que

disponen tanto el Código Penal como el Código Electoral Nacional están referidas al

ejercicio de los derechos políticos.

Cabe resaltar que los delegados de los trabajadores ante el empleador, así como

quienes ejercen cargos electivos o representativos en asociaciones sindicales, tengan o no

personería gremial, gozan de las garantías previstas en la ley 23.551 para asegurar su

estabilidad en el empleo (cf. art. 14 bis CN y arts. 48, 49, 50, 52 y 53 de la citada ley)82.

Asimismo resulta aplicable a las relaciones laborales, la ley 23.592 –según lo decidiera la

autorizado de una actividad, podrá ser interdictado para adquirir el ejercicio legal de ella por un plazo igual
al de la inhabilitación aplicable. 4. Todo funcionario o empleado público que fuere condenado a pena de
prisión, por un delito cometido en ejercicio de sus funciones o aprovechando o abusando de su ocasión,
sufrirá pena de inhabilitación por el doble del tiempo de la condena, salvo disposición expresa de este
Código. Esta pena no excederá el máximo señalado por el inciso 1º”. A su vez, el artículo 38 contempla la
inhabilitación accesoria a la pena de prisión en los siguientes términos: “1. Todo condenado a prisión por
más de tres años será privado del empleo o cargo público que ejercía, aunque proviniere de elección
popular, durante el tiempo de la condena. 2. Tampoco podrá obtener durante el tiempo de la condena
empleos, cargos, comisiones o ejercer funciones públicas”.

82
CSJ, sentencia del 11/11/2008, dictada en autos “Asociación de Trabajadores del Estado c/Ministerio de
Trabajo s/Ley de Asociaciones Sindicales”. En el mismo sentido, CSJ, en autos “Rossi, Adriana c/Estado
Nacional, Armada Argentina”, del 09/12/2009 y “Asociación de Trabajadores del Estado c/ Municipalidad de
la ciudad de Salta s/acción de inconstitucionalidad”, del 18/06/2013.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Corte Suprema de Justicia de la Nación- que veda toda forma de discriminación, por lo

que es válido incluir aquella que tenga como motivo la actuación gremial del afectado83.

En síntesis, en ejercicio de la libertad sindical, los detenidos que trabajan pueden

afiliarse a una organización sindical existente o bien constituir una que agrupe solo a

quienes prestan servicios en la prisión, en el entendimiento de que, por el lugar y las

condiciones en que desempeñan sus labores, tienen intereses homogéneos claramente

diferenciados de aquellos trabajadores que, en libertad, ejercen el mismo oficio o están

incluidos en la misma actividad.

En atención a como se realiza el trabajo en el interior de una prisión, concluyo que

las personas privadas de la libertad que trabajan poseen intereses homogéneos

claramente diferenciados de los trabajadores en el medio libre. Por lo tanto, tienen

derecho a la autotutela y, conforme lo dispuesto por el Convenio 87 de la OIT, a constituir

un sindicato autónomo que represente intereses tan peculiares, como son los que

resultan de la prestación de servicios en un establecimiento carcelario.

El Convenio citado sobre libertad sindical y protección del derecho de sindicación

establece que “… los trabajadores y los empleadores, sin distinción alguna y sin

autorización previa, […] tienen derecho a constituir las organizaciones que estimen

convenientes”. La Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones

de la OIT expresó que todos los trabajadores, sin ninguna distinción, incluida la no

83
CSJ, sentencia del 07/12/2010, dictada en autos “Álvarez, Maximiliano y otros c Cencosud SA”; sentencia
del 09/09/2014, en autos “Ledesma, Florencio c/Citrus Batalla SA s/sumarísimo”, L.263.XLV.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

discriminación debida a la ocupación, deberían tener “… el derecho de constituir

libremente las organizaciones que estimen convenientes y afiliarse a ellas”. También

puntualizó que la expresión “sin ninguna distinción” que contiene el citado artículo

significa que se reconoce la libertad sindical sin discriminación de ninguna clase debida a

la ocupación, al sexo, al color, a la raza, a las creencias, a la nacionalidad, a las opiniones

políticas, etc., no solo a los trabajadores del sector privado de la economía, sino también a

los funcionarios y a los agentes de los servicios públicos en general84.

En conclusión, no hay ninguna razón, desde el punto de vista normativo, para

impedir a los trabajadores, en el contexto de encierro, el derecho de constituir la

asociación sindical que estimen conveniente, sin necesidad de ninguna autorización

previa.

Recordemos que los sindicatos son las asociaciones que tienen por objeto la

defensa de los intereses de los trabajadores y que la ley 23.551 considera como tales a

todo cuanto se relacione con sus condiciones de vida y de trabajo y que la acción sindical

debe contribuir a remover los obstáculos que dificulten la realización plena del trabajador

(arts. 2° y 3°). También es función propia del sindicato vigilar el cumplimiento de la

legislación laboral y de la seguridad social (art. 31 ley citada).

La ley 23.551 reconoce a las asociaciones sindicales en general, tengan o no

personería gremial, el derecho de determinar su nombre, su objeto, el ámbito de

84
OIT, La libertad sindical. Recopilación de decisiones y principios del Comité de Libertad Sindical del Consejo
de Administración de la OIT, 5ª ed., Ginebra, 2006, citado por LÓPEZ, Justo, “Libertad Sindical”, op. cit., pp.
208-209.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

representación personal y de actuación territorial, de adoptar el tipo de organización que

estimen apropiado, aprobar sus estatutos, constituir asociaciones de grado superior,

afiliarse a las ya constituidas o desafiliarse. Así como también formular su programa de

acción, y realizar todas las actividades lícitas en defensa del interés de los trabajadores

(art. 5°).

La sindicalización de los detenidos que trabajan en un nucleamiento autónomo es

viable, aun cuando no pueda considerarse que se trata de trabajadores que prestan

servicios para una misma empresa, o bien que realicen una misma actividad, pues lo

relevante es que todos ellos prestan servicios dentro de un establecimiento carcelario,

más allá de cual sea la tarea que, en concreto, cumpla cada uno de los sujetos y que esa

situación es la que determina una vulnerabilidad específica, a la vez que esa agrupación

constituye una herramienta necesaria para la autotutela de sus derechos laborales.

En este punto es preciso recordar que la ley 23.551 contempla tres clases o tipos

de asociaciones sindicales: la que agrupa a trabajadores que realizan una misma actividad

o actividades afines, la de trabajadores del mismo oficio, profesión o categoría, aunque se

desempeñen en actividades distintas, y trabajadores que prestan servicios en una misma

empresa (art. 10). Al respecto, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo de la Capital

Federal ha señalado que las tipologías de organizaciones sindicales previstas por el

artículo 10 de la ley 23.551 no son taxativas, sino meramente enunciativas y que no

existen tipos puros. En efecto, la enunciación de los tipos sindicales previstos en el citado

artículo 10 (sindicatos de actividad, de oficio o de empresa) no es taxativa y nada impide

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

que los trabajadores en ejercicio de su autonomía y libertad sindical elijan otras formas de

agruparse (en tipos impuros o mixtos) siempre que presenten cierta homogeneidad de

intereses y no reflejen una artificiosa atomización sindical, mediante la adopción de

criterios de agrupación absurdos o carentes de significación. Este ha sido el criterio

sostenido, entre otros, por Néstor Corte al señalar que “… asignar carácter taxativo y

excluyente a esa enunciación sería desconocer el mandato constitucional del artículo 14

bis que asegura la libertad de organización sindical, como también el margen de

permisividad que garantiza el artículo 19 de la Carta Magna para todas las formas de

comportamiento que no estén legalmente prohibidas”85. Es que la norma no puede

impedir que los trabajadores opten por módulos diferentes de organización en tanto que,

por su naturaleza y fines, sean entidades de carácter sindical y cumplan con los recaudos

que justifican la representación que invocan86.

El 13 de julio del año 2012, se constituyó en el Centro Universitario Devoto,

ubicado en el Complejo Penitenciario Federal II, de la Ciudad de Buenos Aires, el Sindicato

Único de Trabajadores Privados de la Libertad Ambulatoria (SUTPLA), que agrupa a los

trabajadores privados de esa libertad que prestan servicios en los diversos

establecimientos penitenciarios pertenecientes al Servicio Penitenciario Federal o a los

distintos Servicios Penitenciarios Provinciales de la República Argentina. Los trabajadores

también decidieron solicitar la inscripción gremial ante el Ministerio de Trabajo, adherirse

85
CORTE, Néstor, El modelo sindical argentino, 2ª ed. actualizada, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1994, p. 193.
86
CNAT, Sala IV, SD 94.900, 24/09/2010, en autos “Ministerio de Trabajo c/Asociación del Personal
Jerárquico del Jockey Club s/Ley de Asoc. Sindicales”; Sala II, SD del 29/09/2011, en autos “Ministerio de
Trabajo c/Unión de Aviadores de Líneas Aéreas s/Ley de Asociaciones Sindicales”.

97
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

a la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), aprobar el proyecto de Estatuto y

designar la Comisión Directiva provisoria.

La Procuración Penitenciaria de la Nación, a través de un comunicado, reconoció

como un hecho positivo las iniciativas relativas a la sindicalización de los trabajadores

privados de libertad, en tanto ello puede constituir una herramienta institucional eficaz

que permita canalizar intervenciones apropiadas ante las vulneraciones reseñadas en

dicha comunicación87.

En mi opinión, la fundación de una entidad gremial por parte de los trabajadores

en contexto de encierro -experiencia inédita hasta el momento de su constitución88-

constituye un hecho relevante, en primer lugar, porque indica que los detenidos se

autopercibieron como trabajadores, esto es, quisieron fundar y constituyeron una

organización sindical para mejorar su condición de trabajadores, no formaron una simple

agrupación de presos89.

En segundo término, esta fundación evidencia un proceso de “empoderamiento”,

vale decir un devenir en el que las personas privadas de la libertad que trabajan fortalecen

sus capacidades, confianza, visión y protagonismo como grupo social para impulsar

cambios positivos en las situaciones que viven. Este empoderamiento tiene una dimensión

individual y otra colectiva, la primera conlleva un mayor nivel de confianza, autoestima y

87
Comunicado respecto de la vigencia de los derechos laborales al interior del Servicio Penitenciario Federal,
de agosto de 2012, www.ppn.gov.ar
88
En mayo de 2014 los prisioneros de la cárcel de Tegel, Berlín, constituyeron un sindicato,
http://www.theguardian.com/world/2014/may/30/inmates-berlin-tegel-jail-set-up-union-for-prisoners.
89
Al respecto, ver mi trabajo “La protección de los derechos laborales de los internos trabajadores”, en
Derecho Penal, año II, nº 6, Buenos Aires, Infojus, 2013, p. 383 y ss.

98
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

capacidad de los internos que trabajan para responder a sus propias necesidades. El

aspecto colectivo se traduce en participación comunitaria, en la capacidad de organizarse

para aumentar su propia autonomía, para hacer valer sus derechos. En este caso, implica

espíritu de solidaridad, ansias de mejorar sus condiciones laborales y culmina con la

reivindicación por sí y para sí del ejercicio de un derecho humano fundamental, como es el

de libertad sindical.

En tercer lugar, considero que a mayor debilidad de los trabajadores corresponde

otorgar una protección mayor. Las personas privadas de la libertad suman a la

vulnerabilidad en que se encontraban al ingresar a la cárcel la hiposuficiencia que

caracteriza la condición de trabajador, aun en el medio libre, a lo cual se añade la

privación de la libertad que los torna aún más débiles y vulnerables.

Por lo tanto, desde mi punto de vista, una asociación gremial autónoma que

agrupe solo a quienes trabajan en la prisión es la mejor herramienta de autotutela, toda

vez que la forma en que se implementa el trabajo en la prisión con cambios frecuentes de

talleres, de tareas, etc., impide que los detenidos se agrupen tomando en cuenta la

actividad, su profesión, oficio e incluso la empresa para la que trabajan. De lo contrario, se

produciría una fragmentación artificiosa que restaría fuerza a los diferentes sindicatos que

representasen a los trabajadores privados de la libertad en una negociación frente a un

empleador poderoso como es el estado.

El sindicato junto con la negociación colectiva, el derecho de huelga y la regulación

jurídica de los conflictos colectivos constituyen el llamado Derecho Colectivo del Trabajo.

99
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En consecuencia, es sumamente beneficioso que los detenidos trabajadores participen en

una de las instituciones de esta rama del ordenamiento, que resulta esencial en la vida

democrática porque es necesario institucionalizar la participación de los distintos sectores

sociales.

Es paradójico que haya quienes miran con temor y prevención la sindicalización de

los detenidos que trabajan, ya que, en la actualidad, la principal función del sindicato es

reforzar la posición negociadora del sector laboral, reponer la igualdad de las partes para

que las relaciones de trabajo se puedan regular autónomamente y, sobre todo, encauzar

pacíficamente los conflictos que caracterizan la relación entre capital y trabajo, conflicto

que adquiere mayor tensión cuando este vínculo se desarrolla en un contexto de encierro.

Tampoco puede perderse de vista que esta agremiación, sustentada en la

condición de trabajadores privados de la libertad, es temporaria, dado que cuando

egresen de la prisión y trabajen en el medio libre se afiliarán, entonces sí, al sindicato

correspondiente al oficio, actividad o empresa que desempeñen.

6. Derecho a la negociación colectiva

El sindicato que represente a los detenidos que trabajan ante el empleador (estado

nacional o provincial, ENCOPE o empresas que utilizan la mano de obra de las personas

presas), más allá de la actividad que cada uno de ellos desarrolle, también podrá negociar

colectivamente todo lo atinente a condiciones de labor y remuneraciones (art. 14 bis CN).

100
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La negociación colectiva es la vía para obtener una solución consensuada ante los

conflictos que caracterizan la relación capital y trabajo. Esta herramienta –como señalara-

cobra especial relevancia cuando esa relación se desarrolla en un ámbito, como el

carcelario, que agrega al vínculo laboral mayor conflictividad.

En nuestro país, está difundida la práctica de las llamadas “Mesas de Diálogo”, por

medio de las cuales se acuerdan soluciones para contingencias específicas del ámbito

carcelario (violencia, requisas, etc.). Sin embargo, , bajo ese nombre también se

realizaron -y, de hecho, se siguen realizando- reuniones de la autoridad penitenciaria y el

SUTPLA con la finalidad de establecer mejoras en las condiciones de trabajo para las

personas privadas de la libertad que prestan servicios intramuros90.

7. Derecho de huelga

Esta garantía está asegurada, como ya expusiera, por el artículo 14 bis de la CN y

también por el Convenio 87 de la OIT, ya que se ha interpretado que se alude a este

derecho en el artículo 3.1 cuando garantiza la autonomía de las organizaciones de

trabajadores para formular su programa de acción. Como señalara, dicho convenio se

encuentra contenido en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y

Culturales (art. 8.3) y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 22.3),

90
Informe Final de la Comisión citada en nota 15, Trabajo en cárceles, ps.97, 98 y 116.

101
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

los cuales a partir de la reforma constitucional de 1994 gozan de jerarquía

constitucional91.

Por su parte, la Declaración Sociolaboral del Mercosur establece en su artículo 11:

“Todos los trabajadores y las organizaciones sindicales tienen garantizado el ejercicio del

derecho de huelga… ”. El Comité de Libertad Sindical ha señalado que el derecho de

huelga es un derecho legítimo, al que pueden recurrir los trabajadores y sus

organizaciones y uno de los medios esenciales de que disponen para promover y defender

sus intereses económicos y sociales92.

La ley 23.551 reconoce el derecho de huelga a las asociaciones sindicales en

general, sin distinguir si tienen o no personería gremial (art. 5°, inc. d). En el fallo dictado

en la causa “Orellano, Francisco Daniel c/Correo Oficial de la República Argentina S.A. s/

juicio sumarísimo”, con la firma de los jueces Lorenzetti, Highton de Nolasco y Maqueda,

la Corte Suprema resolvió que no son legítimas las medidas de fuerza promovidas por

grupos informales ya que -sostuvo- el art. 14 bis de la Constitución Nacional y las normas

internacionales sobre derechos humanos solamente le reconocen el derecho de declarar

una huelga a los sindicatos, es decir, a las organizaciones formales de trabajadores93.

91
CSJ, sentencia del 11/11/2008, en autos “Asociación de Trabajadores del Estado c/ Estado Nacional –
Ministerio de Trabajo”.
92
OIT, La libertad sindical. Recopilación de decisiones y principios del Comité de Libertad Sindical del Consejo
de Administración de la OIT, 5ª ed., Ginebra, 2006, párrs. 520 y 521-523, citado por Héctor Omar García, “El
derecho de huelga”, en Julio C. Simón (dir.), Tratado de Derecho Colectivo del Trabajo, t. II, Buenos Aires, La
Ley, 2012, p. 511.
93
CSJ, sentencia del 7/6/2016.

102
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Sin embargo, considero, como otros autores, que la titularidad de tal derecho

compete tanto a un conjunto inorgánico de trabajadores como al sindicato formalmente

constituido, tenga o no personería gremial94.

Entiendo por huelga la abstención o la alteración temporal, colectiva y concertada

de la prestación laboral por parte de los trabajadores, con la intención de causar un daño

al empleador, como elemento de presión, para obtener el cumplimiento de una norma

preexistente o bien una modificación de las condiciones laborales o la satisfacción de

determinadas reivindicaciones del grupo colectivo.

Igualmente, cabe caracterizar como huelga a otras medidas de acción directa que

también gozan de la protección constitucional (por ejemplo, los paros rotativos, el trabajo

a desgano, a reglamento). Bidart Campos sostiene que si la huelga es la forma extrema del

conflicto colectivo de trabajo, y está garantizada por la Constitución Nacional, las formas

atenuadas, atemperadas o menos drásticas y rigurosas tienen entonces similar cabida en

el concepto constitucional de huelga95.

Héctor O. García señala dos caracteres de la huelga: es un acto colectivo y

concertado, pues resulta de una voluntad colectiva de los trabajadores reunidos en grupo

94
En sentido análogo, KROTOSCHIN, Ernesto, Tratado práctico del Derecho del Trabajo, t. II, Buenos Aires,
Depalma, 1977, p. 12; LÓPEZ, Guillermo A. F., Derecho de las asociaciones sindicales, 2ª ed., Buenos Aires, La
Ley, p. 89; FERNÁNDEZ MADRID, Juan Carlos, Tratado práctico del Derecho del Trabajo, t. III, 3ª ed. actualizada y
ampliada, Buenos Aires, La Ley, 2009, p. 507, citados por Eduardo Álvarez, quien también participa de esta
opinión, en “Los conflictos colectivos de trabajo y el derecho de huelga”, en Julio C. Simón (dir.), Tratado de
Derecho Colectivo del Trabajo, t. II, Buenos Aires, La Ley, 2012, pp. 446-447. En contra de la posición
expuesta, CNAT, Sala II, sent. del 20/07/2007 en autos “Zavaglia, Gustavo Martín c/Artes Gráficas
Rioplatenses SA s/despido”.
95
BIDART CAMPOS, Germán, “Principios constitucionales de derecho del trabajo (individual y colectivo) y de la
seguridad social en el art. 14 bis”, en Trabajo y seguridad social, suplemento extraordinario, septiembre de
1981, p. 523.

103
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

que puede asumir un carácter formal y estable, como es el sindicato, o informal y

transitorio o ad hoc, como son las coaliciones, las asambleas o cualquier conjunto

identificable con la noción amplia de gremio utilizada por el artículo 14 bis de la

Constitución Nacional o de organización con la misma connotación amplia que establece

expresamente el artículo 10 del Convenio 87 de la OIT, siempre que la misma se

encuentre instrumentada hacia la defensa o promoción de un interés económico-social de

los trabajadores. Asimismo la huelga en tanto acto colectivo expresa la decisión adoptada

mediante la concertación entre los miembros del sujeto o ente colectivo96.

La huelga, así entendida, determina que el perjuicio causado al empleador resulta

exclusivamente de la falta de prestación laboral o de su alteración que, como señalara, es

concertada y colectiva, lo que significa excluir cualquier otro acto dañoso que puedan

realizar los trabajadores.

A mi juicio, no existe un ejercicio regular y legítimo del derecho de huelga cuando

los daños sufridos por el empleador derivan de actos violentos de los trabajadores, ya sea

en contra de personas o de bienes de aquel. El artículo 87 de la LCT responsabiliza al

trabajador cuando, en ejercicio de sus funciones, causa perjuicios a los intereses del

empleador mediante dolo o culpa grave. En consecuencia, esta responsabilidad surge

también en supuestos de daños provocados en el marco de una huelga, con motivo de la

realización de hechos ilícitos extraños a la prestación laboral y más aún si el

96
GARCÍA, Héctor O., “El derecho de huelga”, en Julio C. Simón (dir.), Tratado de Derecho Colectivo del
Trabajo, t. II, Buenos Aires, La Ley, 2012, p. 569.

104
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

comportamiento lesivo configura un delito del derecho penal, que puede dar lugar a una

sanción de tal carácter.

Cabe destacar que este modo de pensar es aplicable al trabajo prestado en el

mundo libre. Guillermo A. F. López, por ejemplo, sostiene que la huelga es el derecho

subjetivo colectivo reconocido a los trabajadores para la autotutela de sus derechos e

intereses, mediante el ejercicio de las medidas de acción directa, que los usos y

costumbres incorporan en las relaciones laborales que no entren en la esfera de lo ilícito

penal97.

La ley 23.551, como explicara, reconoce a las asociaciones sindicales, en general, el

derecho de formular su programa de acción y realizar todas las actividades lícitas en

defensa del interés de los trabajadores. En especial, ejercer el derecho a negociar

colectivamente, el de participar, el de huelga y el de adoptar demás medidas legítimas de

acción sindical (art. 5°, inc. d). He subrayado tales expresiones, pues debe enfatizarse el

carácter lícito y legítimo que deben tener todas las medidas que pueda realizar el

sindicato en defensa de los intereses de los trabajadores, por lo tanto la huelga, que es la

acción sindical por excelencia, debe ejercerse sin traspasar tales límites.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación consideró que la jerarquía constitucional

de la huelga no obstaculiza la sanción legal de tipos de conducta que importen

extralimitaciones en el ejercicio razonable del mencionado derecho, ni justifica la comisión

97
LÓPEZ, Guillermo A. F., “Pasado, presente y futuro del derecho colectivo del trabajo”, en AA.VV., Derecho
colectivo del trabajo, Buenos Aires, La Ley, 1998, p. 8.

105
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de delitos comunes en el curso del movimiento huelguístico, sino que excluye solamente

las sanciones penales a la participación en huelgas en tanto las mismas sean pacíficas98.

Los organismos internacionales, como el Comité de Libertad Sindical, tampoco

amparan las extralimitaciones en el ejercicio del derecho de huelga y en este concepto

incluyen el deterioro o destrucción de bienes y locales de la empresa y la violencia física

contra personas, consecuencias que normalmente suelen encontrarse castigadas por las

legislaciones nacionales y, en función de su gravedad, pueden implicar desde el despido

justificado hasta sanciones de tipo penal99.

Justo López caracterizó a la huelga como acto jurídico de presión, pues constituye

un derecho en el sentido de poder jurídico, cuyo ejercicio no solamente puede sino

consiste en causar un daño, como medio de presión sobre la voluntad patronal,

suspendiendo los contratos individuales de trabajo y evitando así que la inejecución de

tareas pueda ser considerada una transgresión100.

Como nuestro ordenamiento jurídico reconoce el derecho de huelga, debemos

concluir que el ejercicio de la huelga no puede acarrear la aplicación de una sanción, sea

penal o contravencional, ni constituir un acto ilícito civil ni generar por lo tanto

responsabilidad extracontractual o contractual. La adhesión individual del trabajador a la

medida colectiva no puede ser calificada como incumplimiento laboral y, por

98
CSJ, sent. del 13/05/1964, en autos “Ribas, Riego y otros”, Fallos 258:257.
99
OIT‒Comité de Libertad Sindical, 1998b, 309° Informe, párr. 305.
100
LÓPEZ, Justo, “La huelga como acto jurídico colectivo”, en Legislación del Trabajo, t. XX-A, 1972, pp. 5-7.

106
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

consiguiente, no es susceptible de ser sancionado mediante medidas disciplinarias (art.

1.2.b, Conv. 98, OIT).

El ejercicio regular del derecho de huelga tampoco puede ser objeto de sanciones

penitenciarias, ni incidir en las calificaciones del trabajador en contexto de encierro, en

cuanto a conducta o concepto, ni tampoco puede ser reprimido mediante la aplicación de

sanciones encubiertas, tales como traslados, negativa de tareas, disminución de horas de

labor, etc. (art. 1.2.b, Conv. 98, OIT). El ejercicio de dicho derecho no puede menoscabar

otros derechos del trabajador detenido (a recibir alimentos, asistencia médica, a la

limpieza del establecimiento, etc.), ni tampoco puede afectar la realización de otras

actividades por parte de aquel, por ejemplo asistir a clases, recibir visitas, etcétera.

El trabajador que adhiere a la huelga no puede sufrir otro perjuicio que el que

deriva de la pérdida del salario, ya que, en principio, al no haber prestación laboral no hay

derecho a remuneración; el empleador no debe financiar la huelga, solo debe soportarla.

Sin embargo, en atención al ámbito donde se desarrollan las relaciones laborales

de las personas detenidas y a las condiciones de seguridad que imperan en los

establecimientos penitenciarios, el ejercicio del derecho de huelga por parte de estos

trabajadores puede someterse a ciertas restricciones o limitaciones que no rigen para los

trabajadores en el medio libre. No puede soslayarse que, aun en este medio, y conforme

los lineamientos de la Organización Internacional del Trabajo, en especial del Comité de

Libertad Sindical y de la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y

107
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Recomendaciones, existen limitaciones específicas para ciertos colectivos de trabajadores

(los que prestan denominados “servicios esenciales”, los policías, por ejemplo).

Asimismo, deberán respetar los límites y restricciones que, en relación con el

derecho de huelga, también rigen extramuros para la totalidad de los trabajadores en

cuanto a que cualquier medida de acción directa que se lleve a cabo solo puede adoptar,

ineludiblemente, formas pacíficas y acatando las medidas de seguridad propias de la

prisión. En conclusión, nunca la huelga puede confundirse con un motín.

Igualmente, deberá tenerse en consideración que, por las circunstancias especiales

que caracterizan a la prestación laboral penitenciaria, como también por las condiciones

de seguridad que necesariamente deben existir en las cárceles, sería conveniente que

antes de la adopción de cualquier medida de acción directa, el sindicato que agrupe a los

trabajadores en contexto de encierro preavisase a la parte empleadora (la autoridad

penitenciaria), al Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación y al

Ministerio de Justicia y de Derechos Humanos, en forma fehaciente y con suficiente

anticipación, para que la administración penitenciaria pudiese implementar las acciones

que estime necesarias a fin de garantizar la seguridad del establecimiento y de las

personas alojadas en él, de modo análogo a lo dispuesto por el artículo 7° del decreto

272/06, reglamentario de la ley 25.877101.

101
PORTA, Elsa, El trabajo de las personas privadas de la libertad en la República Argentina (tercera parte)”,
pub. Derecho del Trabajo, Año LXXIII, Nº 2, p.205, La protección de los derechos laborales de los internos
trabajadores- ”, pub. en Infojus, Año II, Nº6, pág.383 y sigs. En el mismo sentido se pronunció la Comisión
Especial citada en nota 15, Trabajo en cárceles, ps. 98 a 101 y 117 a 120.

108
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

8 Competencia

En cuanto al fuero competente para dilucidar los conflictos que pueden plantearse

en relación con el trabajo en contexto de encierro, cabe tener presente que todo lo

atinente a la ejecución de la pena privativa de libertad corresponde al juez de ejecución

penal, lo que obviamente comprende al trabajo (conf. artículos 3° y 4° de la ley 24.660 y

493 del Código de Procedimientos en lo Penal). Este criterio ha sido expuesto por la

Procuración General de la Nación en una contienda negativa de competencia que llegó

ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación102.

Tal tesitura resulta de aplicación en el caso de jueces de instrucción y tribunales

orales que tengan a cargo personas privadas de libertad bajo medida cautelar de prisión

preventiva, por aplicación del art. 3 de la ley 24.660 que encomienda la protección de los

derechos fundamentales de la persona detenida al juez de ejecución o “juez competente.”

La privación de la libertad supone para la persona detenida serias dificultades para

articular reclamos ante la justicia (Reglas de Brasilia, XXII y XXIII) y ello justifica un criterio

amplio de acceso al servicio de justicia que contemple la posibilidad de demandar ante la

justicia laboral o por la vía de hábeas corpus, bajo el procedimiento reglado por ley

23.098. En atención a dichas dificultades de hecho que la situación de encierro supone,

en el marco de las relaciones laborales intramuros y ante los reclamos de trabajo y de

102
Dictamen de fecha 14/10/2014, S.C. Comp; 125.L.L., en autos “Sindicato Único de Trabajadores
Privados de la Libertad Ambulatoria SUTPLA y otros c/Estado Nacional ‒ Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación y otros s/amparo”.

109
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

seguridad social, debería ponderarse la aplicación de la dispensa de prescripción (conf.

artículo 2550 del Código Civil y Comercial Unificado; texto anterior, artículo 3980).

Por lo tanto, no puede desconocerse el derecho del trabajador privado de libertad

y de las asociaciones sindicales que lo representan de articular sus reclamos laborales por

otras vías jurisdiccionales disponibles, distintas a la del juez de ejecución penal.

La acción de hábeas corpus constituye una vía específica, y no subsidiaria a las vías

ordinarias, para instar la protección de los derechos fundamentales de las personas

privadas de libertad. Una interpretación literal del art. 3ro. de la ley 23.098 veda atribuir a

la acción procedencia excepcional al establecer que corresponderá el procedimiento de

hábeas corpus cuando se denuncie un acto u omisión de autoridad pública que implique la

“agravación ilegítima de la forma y condiciones en que se cumple la privación de la

libertad sin perjuicio de las facultades propias del juez del proceso si lo hubiere.” Sobre la

procedencia de la vía, autorizada doctrina ha referido que “la Constitución Nacional no la

prevé como remedio inusual, heroico o residual, sino como una garantía ejercitable

fluidamente, en cuanto proceda. Además, la ley 23.098 lo planifica como una acción

autónoma especial, de tipo popular, informal y expeditiva, aparentemente no subordinada

a la previa interposición de otro tramite, ni tampoco reservada para situaciones que hayan

de interpretarse restrictivamente.103”

103
Sagüés, Néstor Pedro. Derecho Procesal Constitucional. Hábeas Corpus. 4º edición. Editorial
ASTREA. p.376.

110
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La jurisprudencia ha considerado que los incumplimientos de la administración

penitenciaria respecto del trabajo intramuros constituyen un agravamiento de las

condiciones de detención que habilita también la vía del hábeas corpus ante el fuero

penal (conf. artículo 3º ley 23.098)104.

El trabajador privado de libertad también podría optar por articular sus reclamos

referidos al trabajo en contexto de encierro ante el fuero laboral, atento que la ley

procesal laboral, en el ámbito nacional (ley 18.345), establece en su artículo 21 inc. a), que

son de competencia de la Justicia Nacional del Trabajo las causas en las que tenga

influencia decisiva la determinación de cuestiones directamente vinculadas con aspectos

del derecho al trabajo.

Sin duda, serán de competencia de la Justicia del Trabajo las contiendas que,

teniendo origen en el trabajo intramuros, solo se plantean cuando el trabajador recuperó

la libertad105. Este fuero resulta también competente para conocer en reclamos fundados

en la ley de asociaciones profesionales (23.551) y en materia de infortunios laborales

(leyes 24.557 y 26.773).

9. Legitimación procesal

104
Sala III del Tribunal de Casación Penal de la ciudad de La Plata, sentencia dictada el 7/03/2012,
en causa 13.451, caratulada “Detenidos Unidad 15 Batán s/rec. de queja interp. por Fiscal del Estado”,
Cámara Federal de Casación Penal, Sala IV, sentencia dictada el 04/06/2014, causa “Gutiérrez, Alejandro
s/rec. de casación”, Cámara Federal de Casación Penal, Sala II, sentencia de fecha 01/12/2014, en autos
“Kepych, Yúriy Tibériyevich s/ recurso de casación, entre otros.
105
PORTA, Elsa en “El trabajo en contexto de encierro” p. 263, ed. Ediar, Buenos Aires, 2016.

111
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

No hay duda de que las personas privadas de la libertad, como sujetos de derecho,

tienen la facultad de asumir individualmente la defensa de sus intereses.

La ley 24.660 reconoce al detenido el derecho de presentar peticiones y quejas al

director del establecimiento y dirigirse, sin censura, a otra autoridad administrativa

superior, al juez de ejecución o al juez competente y a la vez dispone que la resolución

que se adopte deberá ser fundada, emitida en tiempo razonable y notificada al interno

(art. 67).

El nuevo Código Procesal Penal de la Nación106, en su artículo 323, establece: “El

condenado podrá ejercer durante la ejecución de la pena todos los derechos y facultades

que le reconoce la Constitución Nacional, los instrumentos internacionales de Derechos

Humanos y las leyes penales, y plantear ante los jueces que correspondan las quejas y

peticiones que estime convenientes”. Asimismo, dispone que el condenado, durante la

ejecución de la pena, contará con defensa técnica que podrá ser ejercida, por el defensor

que actuó hasta el dictado de la sentencia definitiva, o bien por el defensor público (art.

324). En mi opinión, esta defensa también tendrá a su cargo controlar que se respeten los

derechos laborales del condenado que presta servicios en contexto de encierro.

Las citadas normas procesales, como también las contenidas en la ley 24.660,

constituyen una correcta reglamentación del derecho constitucional de peticionar ante las

autoridades (art. 14 CN), ya que procuran que las personas privadas de la libertad tengan

un efectivo acceso al servicio de justicia y obtengan una respuesta rápida y eficaz.

106
Aprobado por ley 27.063, vigencia suspendida por decreto 257/15.

112
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Sin embargo -como ya lo señalara-, en la actualidad, en atención a lo dispuesto por

el artículo 12 del Código Penal, la condena a la pena de prisión privativa de la libertad por

más de tres años lleva como inherente la inhabilitación absoluta por el tiempo de la

condena, la que podrá durar hasta tres años más si así lo resuelve el tribunal, y determina

que el penado queda sujeto a la curatela establecida por el Código Civil para los incapaces.

En consecuencia, de conformidad con la citada disposición penal, el condenado

que se halla en dicha situación está impedido de ejercer, por sí, la defensa de sus derechos

ante la justicia y solo el curador, designado de conformidad con lo dispuesto por el Código

Civil, es quien está legitimado para actuar en juicio.

Como lo expresara, es necesario modificar esta norma del Código Penal, dado que

desconoce el carácter de sujeto de derecho de la persona privada de la libertad, condición

reconocida y consagrada expresamente por los tratados internacionales que tienen rango

constitucional107.

Por otra parte, existen –en la práctica- obstáculos que impiden que la persona

privada de la libertad pueda otorgar un poder para litigar, por lo que las normas

procesales laborales deberían contemplar y enmendar dicha situación.

107
“El ser humano no pierde su dignidad por estar privado de su libertad y con excepción de aquellas
limitaciones que sean evidentemente necesarias por el hecho del encarcelamiento, todos ellos, sin
distinción alguna, siguen gozando de los derechos humanos y libertades fundamentales reconocidos en la
Declaración Universal de Derechos Humanos, en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo, así como de
los demás derechos estipulados en otros instrumentos de Naciones Unidas” (8º Congreso de Naciones
Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente ‒ La Habana, Cuba, 1990, Declaración de
Principios Básicos para el Tratamiento de los Reclusos, Principio 5°).

113
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Los trabajadores en contexto de encierro tienen también derecho de reclamar por

medio de la agrupación sindical que los represente.

En efecto, el artículo 31 de la ley 23.551 confiere a las asociaciones sindicales con

personería gremial la facultad de “… [d]efender y representar ante el Estado y los

empleadores los intereses individuales y colectivos de los trabajadores”.

Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró la

inconstitucionalidad de la referida norma, dado que concluyó que también asiste a una

asociación simplemente inscripta el derecho de representar los intereses colectivos de los

trabajadores a los efectos de promover el reclamo judicial, pues el mismo está

inequívocamente reconocido por normas de jerarquía constitucional y, en consecuencia,

el artículo 31, inciso a) de la ley 23.551, es incompatible con ellas, en la medida en que los

privilegios que en esta materia otorga a las asociaciones con personería gremial, en

desmedro de las simplemente inscriptas, exceden el margen autorizado por las

primeras.108

El artículo 22 del decreto 467/88 establece que para representar los intereses

individuales de los trabajadores la entidad gremial deberá acreditar el consentimiento por

escrito por parte de los interesados del ejercicio de dicha tutela.

La distinción entre el interés colectivo y el interés individual se torna borrosa en los

supuestos en que la lesión a un derecho de naturaleza individual impacta vulnerando el

108
CSJ, causa “ATE s/acción de constitucionalidad” del 18/06/2013, publicado en La Ley, 03/07/2013.

114
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

interés colectivo, especialmente cuando la situación aparece proyectándose sobre un

conjunto de trabajadores en idéntica situación, esto es, lo que en doctrina se ha dado en

llamar intereses individuales homogéneos o situaciones de conflictos pluriindividuales109.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación al decidir la causa “Halabi” precisó que…

… la Constitución Nacional admite en el segundo párrafo del art. 43 una […]

categoría conformada por derechos de incidencia colectiva referentes a intereses

individuales homogéneos. Tal sería el caso de los derechos personales o patrimoniales

derivados de afectaciones al ambiente y a la competencia, de los derechos de los usuarios

y consumidores como de los derechos de sujetos discriminados. En estos casos no hay un

bien colectivo, ya que se afectan derechos individuales enteramente divisibles. Sin em-

bargo, hay un hecho, único o continuado, que provoca la lesión a todos ellos y por lo tanto

es identificable una causa fáctica homogénea. Ese dato tiene relevancia jurídica, porque,

en tales casos, la demostración de los presupuestos de la pretensión es común a todos

esos intereses, excepto en lo que concierne al daño que individualmente se sufre. Hay una

homogeneidad fáctica y normativa que lleva a considerar razonable la realización de un

solo juicio con efectos expansivos de la cosa juzgada que en él se dicte, salvo en lo que

hace a la prueba del daño.110

El Tribunal Supremo señaló que en esos casos…

109
ELÍAS, Jorge, “Acción declarativa promovida por el sindicato frente al incumplimiento o fraude del
empleador”, en Revista de Derecho Laboral, n° 2, 2006, p. 81. Ver también mi artículo: “El sindicato y los
derechos individuales homogéneos de incidencia colectiva”, en Derecho del Trabajo, año LXXIII, nº 12, p.
3185.

110
“Halabi, Ernesto c/PEN ‒ ley 25.873 ‒ dto. 1563/04 s/amparo ley 16.986”, sentencia del 24/02/2009.

115
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

… el primer elemento a comprobar es la existencia de un hecho único o

complejo que causa una lesión a una pluralidad relevante de derechos individuales.

El segundo elemento consiste en que la pretensión debe estar concentrada

en los efectos comunes y no en lo que cada individuo puede peticionar. De tal

manera, la existencia de causa o controversia, en estos supuestos, no se relaciona

con el daño diferenciado que cada sujeto sufra en su esfera, sino con los elementos

homogéneos que tiene esa pluralidad de sujetos al estar afectados por un mismo

hecho.

Como tercer elemento es exigible que el interés individual considerado

aisladamente no justifique la promoción de una demanda, con lo cual podría verse

afectado el acceso a la justicia. Sin perjuicio de ello […] la acción resultará de todos

modos procedente en aquellos supuestos en los que cobran preeminencia otros

aspectos referidos a materias tales como el ambiente, el consumo o la salud o

afectan a grupos que tradicionalmente han sido postergados, o en su caso,

débilmente protegidos. En esas circunstancias, la naturaleza de esos derechos

excede el interés de cada parte, y al mismo tiempo, pone en evidencia la presencia

de un fuerte interés estatal para su protección, entendido como el de la sociedad

en su conjunto. En tal sentido, los artículos 41, 42 y 43, párrafo segundo, de la

Constitución Nacional brindan una pauta en la línea expuesta.111

111
CSJ, P. 361. XLIII, autos “PADEC c/Swiss Medical SA s/nulidad de cláusulas contractuales”, sentencia del
21/08/2013.

116
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La actuación del sujeto colectivo se justifica más aún cuando los “… trabajadores

en forma individual carecen de capacidad de hecho para plantear oportunamente una

controversia judicial”112. Maurino, Nino y Sigal incluyen en la noción de derecho de

incidencia colectiva no solo la tutela de bienes colectivos (o sea, bienes indivisibles) sino

también la de derechos individuales homogéneos si -de acuerdo con las circunstancias del

caso- existen obstáculos para el acceso a la justicia de parte de los titulares de esos

derechos113.

No puede soslayarse que se justifica la promoción de un proceso colectivo cuando

por la cantidad de trabajadores afectados, es imposible la tramitación recurriendo a los

remedios procesales tradicionales como son el litisconsorcio activo o la acumulación de

procesos, a la vez que se evita la multiplicidad de litigios con el consecuente riesgo de

decisiones contradictorias.

En mi opinión, teniendo en cuenta la situación de las personas privadas que

trabajan, el sindicato que los agrupa está habilitado para defender y representar ante la

justicia los intereses individuales de esos trabajadores, de conformidad con lo dispuesto

por el artículo 43, párrafo 2°, de la Constitución Nacional, cuando los incumplimientos del

empleador son de suma gravedad y afectan a una pluralidad de sujetos, pues en tal

112
ELÍAS, Jorge, “Acción declarativa promovida…”, op. cit., p. 75.
113
MAURINO, Gustavo, NINO, Ezequiel y SIGAL, Martín, Acciones colectivas, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2005, pp.
190 y 192, citado por Julio César Rivera (h) en “La noción de derechos de incidencia colectiva en la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y de los tribunales inferiores”,
www.rivera.com.ar.

117
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

supuesto la lesión impacta en el universo representado por el sindicato y los reclamos

individuales no son idóneos para remediar la situación colectiva.

En este mismo sentido, es importante destacar, también, que aun cuando la

Constitución Nacional no menciona en forma expresa el hábeas corpus como instrumento

deducible en forma colectiva, debido a la condición de los sujetos afectados y a la

categoría del derecho infringido, la defensa de derechos de incidencia colectiva debe

tener lugar más allá del nomen juris específico de la acción intentada. En este sentido,

cabe tener presente el expreso reconocimiento que la Corte Suprema de Justicia de la

Nación ha efectuado del hábeas corpus correctivo pluri-individual en el fallo “Verbitsky,

Horacio s/hábeas corpus” (Fallos 328:1146, consids. 16 y 17).

En el año 2012, el Sindicato Único de Trabajadores Privados de la Libertad

Ambulatoria (SUTPLA), que agrupa a los trabajadores privados de esa libertad que prestan

servicios en los diversos establecimientos penitenciarios pertenecientes al Servicio

Penitenciario Federal o a los distintos Servicios Penitenciarios Provinciales de la República

Argentina, por medio de su Secretario General, y con la adhesión de la Central de

Trabajadores de la Argentina (CTA) promovió varias acciones de amparo, en los términos

del artículo 43 de la Constitución Nacional y de la ley 16.986, contra el Estado Nacional,

Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, la Dirección Nacional del Servicio

Penitenciario Federal y el Ente de Cooperación Técnica y Financiera del Servicio

Penitenciario Federal con distintos objetos.

118
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por medio de una de ellas, las entidades actoras pretendieron que todos los

detenidos trabajadores percibieran una remuneración mensual equivalente al Salario

Mínimo Vital y Móvil y la acción fue desestimada porque el juzgador de primera instancia

concluyó que la acción deducida tenía como presupuesto la existencia de un derecho de

incidencia colectiva, ya que se invocaba la legitimación para reclamar en representación

de un grupo indeterminado de personas. Sin embargo de la propia demanda y de los

recibos de haberes acompañados resultaba que el reclamo no involucraba a un universo

indeterminado de personas que trabajaban, sino solo a un grupo de ellas, a las que no se

las ocuparía una jornada completa de labor, o no se les reconocería el cumplimiento de

una jornada completa y tampoco parecía existir un derecho homogéneo, porque de los

recibos adjuntos resultaba que se presentaban dos casos individuales distintos. El

magistrado también destacó que la vía elegida no era idónea para introducir un reclamo

adicional de diferencias salariales por el período no prescripto, ya que la propia

indeterminación y abstracción de la acción colectiva deducida impedía la introducción de

una pretensión salarial que necesariamente requería un planteo individual o

plurindividual. En definitiva, desestimó la vía elegida, de conformidad con lo dispuesto por

el artículo 3° de la ley 16.986.114

La Sala IX de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo confirmó la sentencia

de grado, con remisión al dictamen del Sr. Fiscal General, haciendo hincapié en que el

reclamo debería ser encauzado en el marco de una demanda específica con

114
“Sindicato Único de Trabajadores Privados de la Libertad Ambulatoria SUTPLA y otro c/Estado Nacional ‒
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y otro s/Acción de Amparo”, expte. 55.656/2012 del
Juzgado Nacional de 1ª Instancia del Trabajo Nº 26.

119
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

individualización expresa de los accionantes, ya fuera que intervinieran por derecho

propio, ya fuese que lo hicieran mediante el sistema de representación previsto por la ley

23.551 y el artículo 22 del decreto 467/88115.

En noviembre de 2015, la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó el

recurso extraordinario interpuesto por SUTPLA expresando:

Que aunque, por hipótesis, pudiera estimarse que la sentencia recurrida es

equiparable a un pronunciamiento definitivo, de todos modos la pretensión

recursiva es inadmisible pues la demanda, tal como está planteada, no demuestra

que el SUTPLA sea una asociación habilitada para promover, con arreglo a la

doctrina de los precedentes mencionados en el considerando anterior, un reclamo

judicial en el que invoque la representación de los intereses colectivos de los

trabajadores a los que alude la demanda o la defensa de derechos de incidencia

colectiva referentes a intereses individuales homogéneos de los mismos. En efecto,

está claro que el citado caso “Asociación de Trabajadores del Estado” se refiere a la

legitimación de las asociaciones sindicales simplemente inscriptas, y lo cierto es

que del texto de la demanda y de la documentación adjuntada simplemente surge

que el SUTPLA solicitó su inscripción como entidad gremial con arreglo a las

disposiciones de la ley 23.551, mas no que esa inscripción en el registro respectivo

haya sido dispuesta por la autoridad de aplicación (cfr. fs. 4 y 60/64).

115
CNAT, Sala IX, sent. int. 14.137 de fecha 30/07/2013. Ver mi artículo: “El sindicato y los derechos
individuales homogéneos de incidencia colectiva”, en Derecho del Trabajo, año LXXIII, nº 12, p. 3185.

120
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

No puede soslayarse que el art. 14 bis de la Constitución Nacional dispone

que el reconocimiento de los derechos inherentes a la organización sindical está

supeditado al requisito de la simple inscripción de la entidad gremial en un registro

especial. Requisito que, como la misma demanda lo admite, se cubre con la

registración prevista en la ley citada, cuyo artículo 23 establece que “… a partir de

su inscripción, [la asociación] adquirirá personería jurídica y tendrá los siguientes

derechos: […] b) representar los intereses colectivos […].

Que la omisión de demostrar la inscripción del SUTPLA en el registro

especial para las asociaciones sindicales también obsta a la posibilidad de

encuadrar al presente reclamo como una acción colectiva en los términos de la

doctrina sentada por el Tribunal en los precedentes “Halabi” y “PADEC c/Swiss

Medical SA s/nulidad de cláusulas contractuales”. Ello es así ya que el artículo 43

de la Constitución Nacional solo otorga legitimación para demandar en defensa de

derechos de incidencia colectiva a aquellas asociaciones que se encuentren “…

registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de

organización”. En consecuencia, para accionar invocando -en los términos de este

precepto constitucional- la defensa de los intereses de los trabajadores la entidad

demandante debió, cuanto menos, demostrar que había cumplido con las normas

legales que expresamente la habilitaban para ejercer dicha representación (cf. fallo

del 27 de noviembre de 2014 in re CSJ 803/2010 (46- A) “Asociación Civil

121
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

DEFENDER y otros c/Telefónica de Argentina SA s/proceso de conocimiento”,

considerando 5°).116

Este pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de la Nación resulta

significativo, más allá de su resultado, pues el alto tribunal reconoce implícitamente el

derecho de agremiarse a las personas privadas de la libertad117.

10. Derecho a los beneficios de la seguridad social

El artículo 107 de la ley 24.660, en su inciso g), dispone también de modo expreso

que el trabajo en contexto de encierro debe respetar la legislación vigente en materia de

Seguridad Social.

Corresponde señalar que el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, en su

último párrafo, expresamente consagra el derecho de toda persona de acceder a los

beneficios de la seguridad social.

Este derecho está contemplado en el artículo 9 del Pacto Internacional de

Derechos Económico y Sociales y Culturales, en el artículo 22 de la Declaración Universal

de Derechos Humanos y en el artículo 16 de la Declaración Americana de los

116
CSJ 841/2013 (49-S)/CS1 ‒Recurso de hecho‒, “Sindicato Único de Trabajadores Privados de la Libertad
Ambulatoria c/Estado Nacional‒Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y otros s/amparo”,
sentencia del 10/11/2015.
117
PORTA, Elsa, -Nota a fallo – Derechos laborales y de la seguridad social de las personas que trabajan en
contexto de encierro-, pub La Ley 10.2.2016, pág.8. En el mismo sentido, Cámara Federal de Casación Penal,
Sala IV, voto del Dr. Hornos sentencia del 4/12/2015, en causa “Internas de la Unidad Nº 31 SPF s/ Hábeas
Corpus”;

122
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Derechos y Deberes del Hombre, todos ellos con jerarquía constitucional (artículo 75,

inciso 22 de la Constitución Nacional).

En la Observación General Nº 19 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y

Culturales, en referencia a la seguridad social, se sostuvo que “…debido a su carácter

redistributivo, desempeña un papel importante para reducir y mitigar la pobreza, prevenir

la exclusión social y promover la inclusión social”. Más específicamente, cuando el Comité

se refirió a la accesibilidad a los beneficios de la seguridad social sostuvo que “Todas las

personas deben estar cubiertas por el sistema de seguridad social, incluidas las personas

pertenecientes a los grupos más desfavorecidos o marginados…”; y al enumerar a qué

grupos consideraba desfavorecidos incluyó expresamente a los presos y detenidos. En tal

sentido, el Comité indicó que “Aunque toda persona tiene derecho a la seguridad social,

los Estados Partes deben prestar especial atención a las personas y los grupos que

tradicionalmente han tenido dificultades para ejercer este derecho, en particular las

mujeres, los desempleados, los trabajadores insuficientemente protegidos por la

seguridad social, las personas que trabajan en el sector no estructurado, los trabajadores

enfermos o lesionados…los presos y los detenidos” (apartado 31)118.

En concordancia con tales premisas, la ley de ejecución penal establece que el

trabajo en contexto de encierro respetará la legislación de seguridad social vigente (art.

107 inc. g) y que las remuneraciones de las personas privadas de la libertad que trabajan

118
Cámara Federal de Casación Penal, Sala IV, sentencia del 4/12/2015, en la causa “Internas de la Unidad
Nº 31 SPF s/ Hábeas Corpus”;

123
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sufrirán descuentos con destino a aportes correspondientes a la seguridad social (arts. 121

y 110 del RGP).

Estas normas imponen este deber en forma expresa, a diferencia de la anterior Ley

Penitenciaria Nacional, que nada disponía al respecto. La obligación de realizar aportes

previsionales en relación con las personas condenadas que trabajan fue establecida, antes

de la vigencia de la ley 24.241 (BO 18/10/1993), tanto por la ley 23.157 como por el

decreto 458/88 que dispusieron que el estado debía efectuar el aporte previsional

correspondiente, como parte empleadora, respecto de los penados alojados en

establecimientos dependientes del Servicio Penitenciario Federal que estuvieran

cumpliendo penas privativas de libertad, que en forma regular trabajasen y percibiesen

remuneración, como mínimo por el término de tres (3) meses, en talleres habilitados a

tales efectos. Estas disposiciones confirman, también, el carácter laboral del vínculo que

se entabla entre los detenidos que trabajan y la autoridad penitenciaria, a la vez que

consagran el deber del Estado, como empleador, de cumplir con las obligaciones que le

impone el régimen de la Seguridad Social.

José Luis de la Cuesta Arzamendi, con referencia al derecho penitenciario español,

señaló que “La insistencia en la protección de los detenidos trabajadores por la Seguridad

Social refuerza la prohibición del trabajo forzoso, históricamente caracterizado por su

aflictividad, su realización en condiciones lamentables de seguridad e higiene, la carencia

124
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de toda remuneración y de toda cobertura social”119. Este razonamiento resulta

plenamente aplicable a nuestro ordenamiento jurídico.

En consecuencia, cabe concluir que asiste a los trabajadores privados de la libertad

ambulatoria el derecho a gozar de la totalidad de los beneficios del sistema de Seguridad

Social inherentes al trabajo dependiente, en especial los previstos por las leyes 24.241

(jubilaciones y pensiones), 24.714 (asignaciones familiares), 23.660 (obra social), 23.661

(seguro de salud), 24.013 (prestación de desempleo) y demás beneficios previstos por

normas nacionales o provinciales concordantes o complementarias.

En igual sentido se pronunció la Comisión Especial de Estudio sobre las Condiciones

de Vigencia y Estado de las Relaciones Laborales en el Marco del Trabajo Prestado en

Condiciones de Encierro de las Personas Privadas de su Libertad Ambulatoria, creada por

Resolución Nº1373/2012 del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social120.

El efectivo goce de dichos beneficios resulta fundamental no solo para asegurar la

real protección social de las personas privadas de la libertad que trabajan, sino también

respecto de sus familias, extremo que, en definitiva, redunda en el fortalecimiento de los

vínculos familiares, todo ello en consonancia con los objetivos propuestos por los artículos

168 de la ley 24.660 y 5° del decreto 1136/97.

119
De la Cuesta Arzamendi, José Luis, “El trabajo de los internos en el Derecho Penitenciario Español”, en
http://www.ehu.eus/documents/1736829/2010409/CLC+36+El+trabajo+de+los+internos+en+el+derecho+p
enitenciario+espanol.pdf.
http://www.ehu.eus/documents/1736829/2010409/CLC+36+El+trabajo+de+los+detenidos+en+el+derecho+
penitenciario+espanol.pdf.
120
Trabajo en cárceles, ps.120 a 129

125
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por lo tanto, el estado y las empresas que utilizan el trabajo de las personas

privadas de la libertad deben cumplir las obligaciones que resultan de la LCT, de los

estatutos profesionales, convenciones colectivas de trabajo y de los sistemas de seguridad

social, de modo de posibilitar al trabajador el goce íntegro y oportuno de los beneficios

que tales disposiciones les acuerdan (art.79 LCT)

Aportes previsionales Este deber de ingresar los fondos destinados al Sistema de

Seguridad Social por parte del empleador, ya sea como obligado directo o como agente de

retención, es también una obligación contractual (art. 79 LCT).

No obstante la disposición expresa de la ley 24.660 en tal sentido, estas

obligaciones no son cumplidas en tiempo oportuno y con la debida regularidad por parte

del estado empleador, pues no registra el vínculo laboral con la persona privada de la

libertad, desde su inicio efectivo, según lo dispuesto por los arts. 52 de la LCT y 7° de la ley

24.013121, ni tampoco ingresa las contribuciones patronales y aportes personales

retenidos de las remuneraciones de las personas trabajadoras privadas de su libertad

ambulatoria, en el tiempo y en la forma, determinados por las normas vigentes (ley

24.241). Es necesario también que el empleador proceda a dar el alta temprana de los

trabajadores, pues ello favorecerá el correcto ingreso, recaudación y fiscalización de las

cotizaciones, inscripción que no se efectúa regularmente.

121
El empleador, conforme a la normativa vigente, está obligado a registrar el vínculo laboral desde su inicio
efectivo. Recordemos que en el mundo libre esta obligación debe cumplirse, aunque se trate de un contrato
a prueba (cf. art. 7° ley 24.013, art. 92 LCT, según texto art. 2°, inc. 3° ley 25.877).

126
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Asignaciones familiares. También asiste derecho a los detenidos que trabajan a

percibir asignaciones familiares, conforme lo dispone la ley 24.714. Sin embargo, tales

beneficios no les son reconocidos pese a que los trabajadores reúnen los requisitos

exigidos por la citada ley y los presupuestos correspondientes a los años 2012 y 2013 -que

pueden consultarse vía Internet- destinan partidas para hacer frente a dicha obligación.

En efecto, en ambos presupuestos, luego de señalar las metas físicas del Servicio

Penitenciario Federal, expresamente se establece:

“El ENCOPE continuará expandiendo los talleres de laborterapia dirigidos a los

internos penitenciarios, garantizando derechos básicos en materia de seguridad social,

tales como la percepción de asignaciones familiares y el reconocimiento del fondo de

desempleo a los internos trabajadores que egresen del Servicio Penitenciario Federal”.

En similares términos se destinan partidas con esta finalidad en el presupuesto

correspondiente al año 2014.122

Existe en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de resolución, por

medio de la cual se “solicita al Poder Ejecutivo Nacional que se revise y modifique las

normas y los procedimientos administrativos de la ANSES que impiden el cobro de las

asignaciones familiares por parte de trabajadores detenidos, procesados y/o condenados,

contribuyendo así a mitigar la situación de mayor vulnerabilidad a la que se encuentran

122
Cf. Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, 2012. Presupuesto. Resumen,
http://www.mecon.gov.ar/onp/html/presupresumen/resum12.pdf, p. 55; 2013. Presupuesto. Resumen,
http://www.mecon.gov.ar/onp/html/presupresumen/resum13.pdf, p. 58; 2014. Presupuesto. Resumen,
http://www.mecon.gov.ar/onp/html/presupresumen/resum14.pdf, p. 60.

127
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

expuestos sus hijos e hijas con motivo de dicha situación. Asimismo proceder a agilizar y

garantizar el cobro de la AUH cuando corresponda, evitando que la situación de encierro

sea un obstaculizador del acceso a la información y al ejercicio pleno de los derechos”123.

La Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal dictó una sentencia relevante en

lo atinente a las asignaciones familiares. Al respecto el Dr. Hornos, vocal preopinante,

sostuvo que:

“…el derecho a trabajar, es un derecho que la persona conserva aún privada

de su libertad -como específicamente se estipula en la ley 24.660-, y como tal, goza

de la protección constitucional del artículo 14 bis que específicamente dispone que

el Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, en consonancia con lo

plasmado en el artículo 107 inciso g) de la ley 24.660; derecho del cual, el estado

es garante”124.

Asimismo señaló que:

“…que la Corte Constitucional Italiana en un conflicto similar al presente, se

expidió en forma favorable al reconocimiento pleno de los derechos de los

trabajadores detenidos. Indicó que “el rol asignado al trabajo en el ámbito de una

connotación de la pena no ya exclusivamente aflictiva, implica que cuando se

concrete una relación de trabajo subordinado, ésta asuma una relevancia distinta,

123
Nº de Expediente 7812-D-2012, Trámite Parlamentario 158 (02/11/2012) Firmantes CICILIANI, Alicia M.
BARCHETTA, Omar S - RASINO, Elida E. - PERALTA, Fabián F. - DUCLOS, Omar. A - AMADEO, Eduardo P. -
GARNERO, Estela R - DE GENNARO, Víctor N. PUCHETA, Ramona (Texto facilitado por los firmantes del
proyecto), http://www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=7812-d-2012
124
Sentencia del 4/12/2015 dictada en la causa “INTERNAS DE LA UNIDAD Nº 31 SPF s/ HABEAS CORPUS”;

128
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

dando lugar a los correlativos derechos y obligaciones”. Asimismo, la Corte ordenó

que el juez de vigilancia era el competente “en materia de reclamos de los

detenidos sobre la atribución de la calificación en el trabajo, la paga, y la

remuneración, el desarrollo de las actividades de aprendizaje y trabajo, y las

aseguraciones sociales” (Cfr. Ruotolo, Marco “Derechos de los Detenidos y

Constitución”, traducción de Pablo D. Eiroa, editorial ad hoc, Bs. As, 2004, págs.

255 y ss., con cita en los considerandos 5º y 6º de la sentencia nº158 de 2001 y las

sentencias 490 y 594 de 1004 y 26 de 2001 de la Corte Constitucional

Italiana)…”

Más adelante precisó que:

“…Es que, no debe perderse de vista que, para que el trabajo intramuros

realmente funcione como herramienta para la reinserción social del condenado,

éste debe reunir todos los requisitos legales que lo protegen; además porque ésta

es la única forma de que el trabajo se presente como una alternativa posible al

camino de la delincuencia. Por todo lo expuesto, el trabajo prestado intramuros

debe respetar la legislación laboral vigente, y por ello, cabe recordar que los

detenidos trabajadores están incluidos dentro del régimen de la seguridad social, y

son sujetos beneficiarios de las asignaciones familiares previstas en la ley 24.714..”.

Beneficios del Sistema Nacional de salud. Igualmente, asiste derecho a las personas

que trabajan en contexto de encierro, así como a sus familiares más cercanos a gozar de

los beneficios del sistema de salud regulado por las leyes 23.660 y 23.661.

129
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En efecto, el artículo 8° de la primera de estas leyes que regula las Obras Sociales

dispone:

Quedan obligatoriamente incluidos en calidad de beneficiarios de las obras

sociales: a) Los trabajadores que presten servicios en relación de dependencia, sea en el

ámbito privado o en el sector público del Poder Ejecutivo o en sus organismos autárquicos

y descentralizados; en empresas y sociedades del Estado, en la Municipalidad de la Ciudad

de Buenos Aires y en el Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del

Atlántico Sur (inciso sustituido por art. 2° de la ley 23.890, BO 30/10/1990).

El artículo 9°, por su parte, incluye en condición de beneficiarios a los grupos

familiares primarios de esos trabajadores.125

Sin embargo, las personas privadas de la libertad que prestan servicios en contexto

de encierro no tienen la cobertura de salud que prescribe el Sistema Nacional de Salud, ni

tampoco sus familias, sin que existan causas legales por las cuales estos trabajadores no

acceden a dichos beneficios.

125
El citado artículo 9° establece: “Quedan también incluidos en calidad de beneficiarios: a) Los grupos
familiares primarios de las categorías indicadas en el artículo anterior. Se entiende por grupo familiar
primario el integrado por el cónyuge del afiliado titular, los hijos solteros hasta los veintiún años, no
emancipados por habilitación de edad o ejercicio de actividad profesional, comercial o laboral, los hijos
solteros mayores de veintiún años y hasta los veinticinco años inclusive, que estén a exclusivo cargo del
afiliado titular que cursen estudios regulares oficialmente reconocidos por la autoridad pertinente, los hijos
incapacitados y a cargo del afiliado titular, mayores de veintiún años; los hijos del cónyuge; los menores
cuya guarda y tutela haya sido acordada por autoridad judicial o administrativa, que reúnan los requisitos
establecidos en este inciso; b) Las personas que convivan con el afiliado titular y reciban del mismo
ostensible trato familiar, según la acreditación que determine la reglamentación”.

130
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La ley 23.661 crea el Sistema Nacional del Seguro de Salud, con los alcances de un

seguro social, a efectos de procurar el pleno goce del derecho a la salud para todos los

habitantes del país sin discriminación social, económica, cultural o geográfica (art. 1°).

Dicho seguro tiene como objetivo fundamental proveer el otorgamiento de prestaciones

de salud igualitarias, integrales y humanizadas, tendientes a la promoción, protección,

recuperación y rehabilitación de la salud, que respondan al mejor nivel de calidad

disponible y garanticen a los beneficiarios la obtención del mismo tipo y nivel de

prestaciones, eliminando toda forma de discriminación en base a un criterio de justicia

distributiva (art. 2°).

Las obras sociales son los agentes del Seguro de Salud (art. 2°) y quedan incluidos

en el seguro: “Todos los beneficiarios comprendidos en la Ley de Obras Sociales” (art. 5°,

inc. a).

Ante la amplitud de los términos utilizados por las citadas normas, no hay ninguna

razón para excluir a las personas detenidas que trabajan del goce de las referidas

coberturas más aun cuando las remuneraciones de los detenidos que trabajan sufren

descuentos con destino al PAMI (conf. art. 8 ley 19.032).

Prestación por desempleo. Asimismo, estas personas -al momento de recuperar su

libertad ambulatoria- tienen derecho a acceder a la prestación por desempleo prevista por

los artículos 112 y siguientes de la ley 24.013, pues tampoco hay ningún motivo de

carácter normativo que justifique excluirlas del goce de tal beneficio.

131
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Recordemos que la Declaración Universal de Derechos Humanos establece que

toda persona tiene derecho a “la protección contra el desempleo” (art. 23).

En cambio, considero que no correspondería otorgar dicha prestación cuando la

persona detenida, por cualquier razón, se queda sin trabajo en contexto de encierro,

porque en tal supuesto el estado, conforme lo disponen la ley 24.660 y el RGP, tiene el

deber indelegable de proporcionarle ocupación efectiva y remunerada durante todo el

tiempo en que se encuentre privada de la libertad.

ARTICULO 108. — El trabajo de los internos no se organizará exclusivamente en función

del rendimiento económico individual o del conjunto de la actividad, sino que tendrá

como finalidad primordial la generación de hábitos laborales, la capacitación y la

creatividad.

Esta norma concuerda con las Reglas Mínimas de Naciones Unidas, en su versión

original, las cuales establecen que ”La organización y los métodos de trabajo

penitenciario deberán asemejarse lo más posible a los que se aplican a un trabajo similar

fuera del establecimiento, a fin de preparar a los reclusos para las condiciones normales

del trabajo libre. Sin embargo, el interés de los reclusos y de su formación profesional no

deberán quedar subordinados al deseo de lograr beneficios pecuniarios de una industria

penitenciaria”(Regla 72). Igual contenido tienen las Reglas Mandela (99).

ARTICULO 109. — El trabajo del interno estará condicionado a su aptitud física o mental.

132
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Esta disposición responde a los principios establecidos por el artículo107 ya

analizados, en especial, en cuanto prescriben que el trabajo en contexto de encierro no

debe tener carácter aflictivo así como también que las labores deben ser acordes a la

capacidad psíco-física de la persona presa.

ARTICULO 110. — Sin perjuicio de su obligación a trabajar, no se coaccionará al interno a

hacerlo. Su negativa injustificada será considerada falta media e incidirá

desfavorablemente en el concepto.

Aun cuando en algunos aspectos el trabajo en la prisión es una obligación del

detenido, no se lo puede coaccionar a hacerlo (artículo 110). Esto significa que no puede

ser compelido físicamente, ni por medios violentos a desempeñar una actividad laboral

remunerada, sin embargo la ley establece cierta coerción, pues la negativa injustificada a

trabajar por parte del detenido será considerada falta media e incidirá desfavorablemente

tanto en la calificación de su conducta como del concepto. Así, la negativa injustificada a

realizar el trabajo voluntario influirá en el concepto, mientras que esa renuencia respecto

de las labores que constituyen un deber será ponderada al calificar su conducta, todo lo

cual habrá de incidir en su posibilidad de avanzar o no en el régimen de progresividad

(arts. 110 y 100 de la ley 24.660 y 17 inc. k del Reglamento de Disciplina para los

Detenidos, aprobado por decreto 18/97, Anexo I, dictado el 09/01/97, publicado en BO

14/01/97).

ARTICULO 111. — La ejecución del trabajo remunerado no exime a ningún interno de su

prestación personal para labores generales del establecimiento o comisiones que se le

133
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

encomienden de acuerdo con los reglamentos. Estas actividades no serán remuneradas,

salvo que fueren su única ocupación.

La realización de un trabajo voluntario remunerado no exime a ningún detenido de

aportar su prestación personal para labores que, según los reglamentos, constituyen un

deber y no serán remuneradas, salvo que fuere su única ocupación (artículo 111 ley

24.660, artículo 99 RGP). Estas labores, a las que ya he aludido, son las atinentes al orden

y a la higiene de la celda del detenido y de todo lo atinente a su persona (ropa, vajilla,

etc.), así como al orden y aseo de su alojamiento, pabellones, etc. (artículo 61). En cambio,

las tareas que realiza la persona privada de la libertad en el establecimiento carcelario en

cocina, lavadero, higiene y mantenimiento de espacios comunes, etc., deberán ser

consideradas trabajo con derecho a remuneración, cuando se trate de su única ocupación.

ARTÍCULO 112. — El trabajo del interno estará basado en criterios pedagógicos y

psicotécnicos. Dentro de las posibilidades existentes el interno podrá manifestar su

preferencia por el trabajo que desee realizar.

El trabajo en contexto de encierro, según López y Machado, debe organizarse y

planificarse, atendiendo a la capacidad y a la calificación técnica o profesional de los

detenidos de manera que satisfaga sus aspiraciones laborales126.

Las Reglas Mínimas (Ginebra 1955) disponen en tal sentido “Dentro de los límites

compatibles con una selección profesional racional y con las exigencias de la

126
López-Machado, ob.cit.p.309

134
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

administración y la disciplina penitenciarias, los reclusos podrán escoger la clase de

trabajo que deseen realizar” (Regla 71.6)127.

El hecho de que el sujeto privado de la libertad pueda expresar su preferencia por

el trabajo que quiere realizar y que tal deseo sea considerado incidirá favorablemente

tanto en la dedicación que ponga en la actividad laboral como en la efectividad del

tratamiento128.

ARTÍCULO 113. — En el caso de internos que ejerciten o perfeccionen actividades

artísticas o intelectuales, éstas podrán ser su única actividad laboral si fuere productiva

y compatible con su tratamiento y con el régimen del establecimiento.

Como señalara al comentar las normas precedentes, el trabajo que se asigne a la

persona detenida debe ser acorde a sus condiciones personales, por lo tanto si esta

persona tiene condiciones artísticas o intelectuales, resulta lógico que esta sea su

actividad laboral. Sin embargo, la ley supedita su autorización a tres requisitos: 1º) que

esta actividad sea productiva, en el sentido ya expresado, vale decir que genere un rédito

económico, 2º) que sea compatible con el tratamiento de dicha persona y 3º) que sea

compatible con el régimen del establecimiento carcelario.

Esta actividad podría ser realizada por el detenido por cuenta propia, por sistema

de cooperativas y también en relación de dependencia, por ejemplo, para el estado o una

empresa privada (art. 119 ley 24.660).

127
En igual sentido, Reglas Mandela, 98.3
128
EDWARS, Carlos E. Ejecución de la pena privativa de la libertad, p.309, Astrea, Buenos Aires, 2007.

135
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

López y Machado consideran que esta norma exime al detenido que posea estas

cualidades de prestar tareas obligatorias129. No comparto dicha opinión, pues entiendo

que el precepto legal está referido al trabajo voluntario remunerado y por lo tanto la

única actividad laboral será la referida a su quehacer artístico o intelectual, pero no lo

exime de realizar las labores obligatorias (trabajo como deber), pues no existe ninguna

razón que justifique un trato disímil respecto del resto de las personas privadas de la

libertad (arts.8 ley 24.660 y 10 RGP).

Formación profesional

ARTÍCULO 114. — La capacitación laboral del interno, particularmente la de los jóvenes

adultos, será objeto de especial cuidado. el régimen de aprendizaje de oficios a

implementar, será concordante con las condiciones personales del interno y con sus

posibles actividades futuras en el medio libre.

En este tema la ley nacional sigue las directrices de las Reglas Mínimas, (Ginebra,

1955) ya que estas disponen que “En la medida de lo posible, ese trabajo deberá contribuir

por su naturaleza a mantener o aumentar la capacidad del recluso para ganar

honradamente su vida después de su liberación. 5) Se dará formación profesional en algún

oficio útil a los reclusos que estén en condiciones de aprovecharla, particularmente a los

jóvenes” (Regla 71, 4 y5).130

129
López-Machado, ob. cit. p.309.
130
Reglas Mandela, 98.1 y 2.

136
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Se ha insistido en la baja productividad del trabajo en contexto de encierro y ello

obedece, fundamentalmente a dos causas, la maquinaria obsoleta y la falta de

capacitación de las personas privadas de la libertad que trabajan131. Por lo tanto, es

necesario capacitar a estas personas e incentivarlas a que participen en cursos de

formación y capacitación profesional. Sería conveniente que la realización de este tipo de

cursos y prácticas se equiparase a la instrucción educativa formal a fin de acceder por este

medio a los beneficios previstos en la ley de estímulo educativo (ley 26.695).

Los talleres profesionales, si bien resultan contemplados en la práctica, deberían

considerarse comprendidos expresamente en el capítulo XII de la ley 26.206, ya que

cumplen con el objetivo previsto en el art. 56 inc. b), en tanto es una modalidad de

formación técnica y en el inc. d) porque resulta una alternativa de educación formal, en la

que se procura la capacitación de la persona detenida así como su futura incorporación al

trabajo libre, y debe ser estimulada de la misma manera que lo son los cursos obligatorios

de la educación formal, ya que tienen una y la misma finalidad, dar fin al estado de

vulnerabilidad.

La educación profesional técnica regulada por la ley 26.058 tiene un nivel medio y

terciario que requiere la disposición de competencias profesionales que se desarrollan a

través de procesos sistemáticos y prolongados de formación. En el caso de los talleres de

capacitación laboral, que se deben realizar según el art. 114 de la ley 24.660, se apunta a

131
MAPELLI CAFFARENA, Borja, ”Una nueva versión de las normas penitenciarias europeas”. Revista
Electrónica de Ciencia Penal y Criminología (en línea). 2006, núm. 08-r1, p. r1:1-
r1:44.:http://criminet.ugr.es/recpc/08/recpc08-r1.pdf

137
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

proporcionar condiciones para el trabajo, la producción y la complementación teórico-

práctica en la realización de tareas que permita su inserción en el ámbito económico-

productivo. Por ello, en dos modalidades de instrucción diferentes, ambos conocimientos

tienen en miras la inserción laboral de la persona detenida.

Por lo tanto, también debería estimularse la realización de estos talleres de

formación en oficios, para lo cual resulta un instrumento útil asimilarlos a los estudios

contemplados en la ley 26.695 y, en consecuencia, la persona privada de la libertad que

complete y apruebe estos cursos gozará de los beneficios previstos por el art. 140 de la ley

24.660 (texto conforme citada ley 26.695)132.

ARTICULO 115. — Se promoverá la organización de sistemas y programas de formación y

reconversión laboral, las que podrán realizarse con la participación concertada de las

autoridades laborales, agrupaciones sindicales, empresarias y otras entidades sociales

vinculadas al trabajo y a la producción.

La ley 24.660 reclama el apoyo y la comprensión de la sociedad para lograr la

reinserción social del condenado (artículo 1°) y, específicamente, respecto del trabajo

dispone que se promoverá la participación en la organización de sistemas y programas de

formación y reconversión laboral, de agentes de la producción, como son las entidades

intermedias vinculadas al mundo laboral (asociaciones sindicales, cámaras empresariales,

etc. (art.101 RGP).

132
Informe Final de Comisión Especial, citada en nota 38, Trabajo en Cárceles, p.33

138
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En nuestro país, merece destacarse la activa participación de las asociaciones

sindicales (UOCRA, SMATA, ASOCIACIÓN OBRERA TEXTIL, entre otras), como también la

especial intervención de las universidades en la capacitación de las personas privadas de

la libertad con miras hacia su futura reinserción laboral.

Este trabajo sindical y universitario en las cárceles, constituye un ejemplo a seguir,

que debe ser promovido y ampliado, dado que, por un lado, cumple con el propósito de la

formación y capacitación laboral de quienes están privados de la libertad, y por otro,

contribuye a que las personas y organizaciones del mundo libre se interioricen acerca de

la realidad carcelaria y de la situación de las personas condenadas y procesadas. Todo lo

cual, contribuirá a su adecuada inserción social133.

Hay estudios nacionales e internacionales que revelan que tanto la educación

como el trabajo formativo en contexto de encierro son los factores más útiles para reducir

la reincidencia. En nuestro país tenemos una experiencia bien concreta a partir de la

inserción de la Universidad de Buenos Aires en la Cárcel de Devoto. En 1986, dicha

Universidad celebró un acuerdo con el SPF y a lo largo de estos 30 años de

funcionamiento se constató una significativa diferencia en cuanto a índices de

reincidencia. Según un estudio de la Facultad de Derecho y la Procuración Penitenciaria de

la Nación, la tasa de reincidencia de los presos que estudian una carrera en prisión es casi

133
Informe Final Comisión citada en nota 15, Trabajo en cárceles , p.93

139
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

tres veces más baja que la de los presos que no estudian (15% versus 40%): la mayoría no

vuelve a delinquir134. 47

ARTICULO 116. — Los diplomas, certificados o constancias de capacitación laboral que

se expidan, no deberán contener referencias de carácter penitenciario.

Esta directriz tiene por finalidad evitar cualquier tipo de estigmatización de las

personas privadas de la libertad en su vida social futura (artículo 102 del RGP).

López y Machado señalan certeramente que los certificados y títulos de

capacitación o de formación profesional deben ser idénticos a los expedidos en la vida

libre, con el objeto de que el detenido se encuentre en iguales condiciones que el resto de

las personas para adquirir un empleo y agregan:

Esta lógica previsión se topa con la práctica usual de los empleadores,

quienes, por lo general, exigen la presentación del certificado de antecedentes

expedido por el Registro Nacional de Reincidencia, con la oculta, pero a la vez,

evidente intención de rechazar a aquellos que posean condenas135.

Organización

ARTICULO 117. — La organización del trabajo penitenciario, sus métodos, modalidades,

jornadas de labor, horarios, medidas preventivas de higiene y seguridad, atenderán a las

134
Clarin.com Sociedad 03/12/15, Presos que estudian: el 85% no vuelve a la cárcel

135
LÓPEZ-MACHADO, ob. cit., p313 y su nota.

140
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

exigencias técnicas y a las normas establecidas en la legislación inherente al trabajo

libre.

ARTICULO 118. — La administración velará para que las tareas laborales se coordinen

con los horarios destinados a otros aspectos del tratamiento del interno.

La primera de estas disposiciones dispone de modo concreto que el trabajo en

contexto de encierro deberá adecuarse a las exigencias técnicas y a la legislación laboral

que rige en el medio libre.

El artículo 75 de la Ley de Contrato de Trabajo dispone que el empleador está

obligado a observar las normas legales sobre higiene y seguridad en el trabajo. y a hacer

observar las pausas y limitaciones a la duración del trabajo establecidas en el

ordenamiento legal.

En concreto, resulta aplicable al trabajo en contexto de encierro la ley de jornada

11.544, también deberán respetarse las pausas entre jornada y jornada, así como los

descansos semanales y anuales previstos por la LCT (arts. 197,204, 150 y ss). Recordemos

que la propia Constitución Nacional garantiza “la jornada limitada, descanso y vacaciones

pagados” (art. 14 bis). Asimismo deberán observarse las disposiciones de la ley de

Higiene y Seguridad (19.587 y su decreto reglamentario 351/79). Las normas que regulan

estos aspectos de la relación de trabajo integran el llamado orden público laboral, por lo

tanto, será nulo todo acuerdo de partes que implique la renuncia de tales derechos (conf.

artículos 7, 12 LCT y 40 del Convenio Nº 52 de OIT).

141
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Esto significa que el tiempo de labor en la prisión debe tener las mismas

limitaciones que se aplican al trabajo en el medio libre, dado tales suspensiones al tiempo

de trabajo constituyen también medidas preventivas de higiene y seguridad,

encaminadas a proteger la salud psíco-física y la dignidad de las personas que trabajan

intramuros

Es necesario destacar que el artículo 107 de la ley 24.660 establece como

principio, entre otros, que el trabajo no debe ser aflictivo (inc.b)). Esta directriz

igualmente está consagrada, por las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos,

ya sea en su versión original como en la revisión del año 2015136 y también en los

“Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de Libertad en

las Américas” (Principio XIV)137.

Según el Diccionario de la Real Academia, una de las acepciones del verbo “afligir”

es “causar molestia o sufrimiento físico”; consecuentemente, un trabajo que no respete

las pausas previstas por la legislación laboral para restaurar las energías del trabajador

puede tornarse aflictivo contrariando tanto la ley de ejecución penal como las normas

laborales.

Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, tanto en su versión

original, como en las llamadas “Reglas Mandela” establecen que “En los establecimientos

penitenciarios se tomarán las mismas precauciones prescritas para proteger la seguridad y

136
Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos (Ginebra,1955), Regla 71.1. Reglas Mandela,
Regla 97.1
137
Adoptados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en marzo de 2008.

142
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la salud de los trabajadores libres”, así como también que “la ley o un reglamento

administrativo fijará el número máximo de horas de trabajo para los reclusos por día y por

semana, teniendo en cuenta los reglamentos o los usos locales seguidos con respecto al

empleo de los trabajadores libres y que “las horas así fijadas deberán dejar un día de

descanso por semana y tiempo suficiente para la instrucción y otras actividades previstas

para el tratamiento y la readaptación del recluso”138.

La ley de ejecución penal impone a la administración penitenciaria el deber de

velar para que las tareas laborales se coordinen con los horarios destinados a otros

aspectos del tratamiento del detenido (art.118) y el reglamento interno de cada

establecimiento de ejecución debe contemplar una racional distribución del tiempo

diario de modo que garantice la coordinación de los medios de tratamiento que en cada

caso deban utilizarse, en particular la enseñanza en los niveles obligatorios, la atención de

las necesidades físicas y espirituales y las actividades laborales, familiares, sociales,

culturales y recreativas de los internos, asegurando ocho horas para el reposo nocturno y

un día de descanso semanal (art.177).

La Comisión Especial de estudio sobre las condiciones de vigencia y estado de las

relaciones laborales en el marco del trabajo prestado en condiciones de encierro de las

personas privadas de su libertad ambulatoria creada por el Ministerio de Trabajo, Empleo

y Seguridad Social de la Nación, en su Informe Final presentado en marzo de 2015,

propuso que se computara como tiempo de trabajo, el lapso que insuma el traslado de

138
Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, Ginebra 1955, Reglas 74.1 y 75. Reglas Mandela,
Reglas 101.1 y 102.

143
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la persona detenida desde el lugar donde se encuentra alojada hasta aquel donde deba

prestar sus tareas. En los hechos, las personas privadas de la libertad ambulatoria son

retiradas de sus respectivos pabellones y solo muchas horas después se las hace entrar a

prestar tareas, sin que esos períodos de tiempo sean retribuidos en modo alguno y sin que

la autoridad penitenciaria pueda justificar tal demora.

La Ley de Contrato de Trabajo “entiende por remuneración la contraprestación que

debe percibir el trabajador como consecuencia del contrato de trabajo” y dispone que “el

empleador debe al trabajador la remuneración, aunque éste no preste servicios, por la

mera circunstancia de haber puesto su fuerza de trabajo a disposición de aquél” (art. 103).

Si bien en el medio libre, el tiempo que insume al trabajador el traslado desde su

domicilio al lugar de trabajo no integra la jornada laboral (art.1º decreto 16.115/33), la

doctrina señala que hay situaciones en que por el sitio en que se desarrollan los trabajos o

por su naturaleza, resulta inequitativo hacer soportar al trabajador el lapso abarcado por

el trayecto y estos casos deben ser resueltos por reglamentaciones especiales o por

convenio de partes139. Esta es la situación de las personas detenidas que trabajan y que,

por lo tanto, merecen un trato diferenciado.

Asimismo, la Comisión propició que la autoridad penitenciaria implemente

sistemas que determinen, de modo objetivo y a todo efecto, la cantidad de horas que han

139
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN C. en López, Centeno, Fernández Madrid, Ley de Contrato de Trabajo
Comentada, ed. Contabilidad Moderna, T. II, pág. 704, Buenos aires, 1978. CARCAVALLO, HUGO, Tratado de
Derecho del Trabajo (Vázquez Vialard, Antonio (dir), T.4, pág. 14, ed. Astrea, Buenos Aires, 1983

144
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

prestado servicios las personas detenidas en los lugares de trabajo que funcionan en las

prisiones, dado que en la actualidad no existen140.

En cuanto al descanso anual, merece remarcarse que el goce de vacaciones

determina la suspensión de la prestación de servicios durante el lapso que corrresponda,

pero no significa que el detenido se dedique al ocio absoluto, ni que su tratamiento deba

interrumpirse ni suspenderse. Por el contrario, en esos períodos vacacionales el

tratamiento de reinserción social no se interrumpirá, sino que se deberán intensificar las

otras facetas del mismo, como por ejemplo el afianzamiento de los lazos sociales y

familiares, la promoción de la educación, la inclusión de actividades relacionadas con los

intereses espirituales y culturales de la persona privada de la libertad, así como también

las vinculadas con la recreación, el esparcimiento y la cultura.

Tampoco puede soslayarse que durante las vacaciones, tanto el procesado como el

condenado, no están eximidos de realizar sus prestaciones personales para labores

generales del establecimiento o comisiones que se le encomienden de acuerdo con los

reglamentos, actividades que, como principio no son remuneradas (artículos 111 ley

24.660 y 99 del RGP).

En Alemania, por ejemplo, desde la reforma legislativa del 27 de diciembre de

2000, publicada el 1° de enero de 2001, los detenidos tienen veinticuatro días de licencia

140
Comunicado de la Procuración Penitenciaria de la Nación, agosto 2012, respecto de la vigencia de los
derechos laborales al interior del Servicio Penitenciario Federal: www.ppn.gov.ar. Trabajo en cárceles, ps.66
y 73.

145
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

anual. A diferencia de los días de descanso semanal, la licencia anual da lugar al pago de

una indemnización calculada a partir de la remuneración de los últimos tres meses141.

En España, se contemplan treinta días de licencia anual paga. El momento del

disfrute se debe condicionar a las orientaciones del tratamiento y a las necesidades de

trabajo en los sectores laborales (Real Decreto 782/2001)142.

La aludida Comisión Especial de estudio sobre las condiciones de vigencia y estado

de las relaciones laborales en el marco del trabajo prestado en condiciones de encierro de

las personas privadas de su libertad ambulatoria, (creada por Resolución N° 1373/2014 del

Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación), en su informe final precisó

respecto del descanso anual, que en nuestro país, pese al mandato constitucional, las

personas presas que trabajan no gozan de vacaciones pagas, (conf. arts. 14 bis de la CN y

arts.75, 150 y sigs. LCT) y propició que el Estado Nacional y los Estados Provinciales

aseguren a las personas privadas de la libertad que trabajan el derecho al pleno y efectivo

goce de vacaciones pagas143.

Asimismo, asiste derecho a la persona privada de la libertad que trabaja en

contexto de encierro de gozar de las licencias pagas previstas por la legislación laboral en

el medio libre (enfermedad, maternidad, nacimiento de hijo, fallecimiento de familiares y

exámenes –arts.208,177,158 LCT- ).

141
Congreso de la Nación, Dirección de Información Parlamentaria, Documentación Extranjera, “El trabajo
de los detenidos, Análisis de la Legislación Vigente en Alemania, España, Francia e Italia”, Octubre 2004, p. 6
142
Real Decreto 782/2001, artículo 17.ap.5).
143
“Trabajo en cárceles” ps.75 y 76. Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.

146
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La organización del trabajo de las personas privadas de la libertad deberá realizarse

de modo tal que no impida el ejercicio de otros derechos (a la educación, a recibir visitas -

arts. 133, 158, 160, ley 24.660-), pues también constituyen factores conducentes a la

inserción social de quienes están detenidos, ya que no es admisible que se generen

situaciones en las que la persona detenida tenga que elegir entre estudiar y trabajar, pues

un aspecto significativo del “tratamiento penitenciario” es brindar a la persona presa una

educación adecuada (ley 24.660, capítulo VIII, texto cf. ley 26.695). Del mismo modo,

resulta inaceptable que las personas que trabajan en contexto de encierro pierdan su

salario en caso de que reciban visitas de sus familiares, dado que es imprescindible que

mantengan las relaciones familiares y sociales (arts. 158 a 167 de la citada ley).

Por lo tanto, deberían pagarse los salarios correspondientes a aquellas ausencias al

trabajo que no sean imputables al trabajador y que por lo tanto se encuentran justificadas

como son las causadas por tener que comparecer ante los tribunales, reuniones con

asesores letrados, asistir a otras actividades del tratamiento (educación, visitas, por

ejemplo).

ARTICULO 119. — El trabajo y la producción podrán organizarse por administración, bajo

las formas de ente descentralizado, empresa mixta o privada, por cuenta propia del

detenido o mediante sistema cooperativo. En cualquiera de esas modalidades la

administración ejercerá la supervisión de la actividad del interno en lo concerniente al

tratamiento.

147
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Un reglamento especial establecerá las normas regulatorias de los aspectos vinculados a

la organización, funcionamiento, supervisión y evaluación de los entes oficiales, mixtos,

privados o cooperativos.

Las utilidades materiales percibidas por la administración penitenciaria se emplearán

exclusivamente en obras y servicios relacionados con el tratamiento de los internos.

La ley 24.660 admite distintos tipos organizativos para encauzar el trabajo de las

personas detenidas. Por lo tanto, podrá organizarse por administración, bajo las formas de

ente descentralizado, empresa mixta o privada, por cuenta propia del detenido o

mediante sistema cooperativo. En cualquiera de esas modalidades, la administración

ejercerá la supervisión de la actividad de la persona privada de la libertad, en lo

concerniente al tratamiento.

Recordemos que el tratamiento del condenado, según expresa la ley, debe ser

programado e individualizado y obligatorio respecto de las normas que regulan la

convivencia, la disciplina y el trabajo (artículo 5°). Vale decir, es un tratamiento planificado

que se aplica a cada penado en forma particular atendiendo tanto a sus características

personales como a sus intereses y necesidades para el momento del egreso, todo ello

dentro de las posibilidades de la administración penitenciaria, pero solo es obligatorio en

los aspectos señalados, ya que el citado artículo establece expresamente que toda otra

actividad que lo integre tendrá carácter voluntario.

148
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Cualquiera sea la modalidad en que se enmarque el trabajo de los sujetos

detenidos, deberá respetarse la legislación vigente y los principios señalados

precedentemente.

La ley 24.660 –artículo 119- admite las siguientes modalidades para organizar el

trabajo intramuros:

a) Por administración. En este supuesto, el propio estado, la autoridad penitenciaria, es el

que provee la materia prima, las maquinarias y herramientas necesarias para la

producción, organiza el trabajo de las personas privadas de la libertad, se apropia de los

productos elaborados y abona los salarios. Este era el sistema adoptado por el decreto

412/58 (artículo 62)

b) Por ente descentralizado. En esta hipótesis, un ente estatal, creado al efecto de

organizar el trabajo intramuros, es el que provee la materia prima, las maquinarias y

herramientas necesarias para la producción, organiza el trabajo de los detenidos, se

apropia de los productos elaborados y paga las remuneraciones.

c) Por empresa mixta o privada. En este caso una empresa privada – que tiene un acuerdo

con la administración penitenciaria- provee la materia prima, las máquinas y herramientas

necesarias para realizar el trabajo, formula el plan de trabajo de las personas presas, se

apropia de lo producido por ellas y, a cambio, se hace cargo del pago de sus salarios.

d) Por cuenta propia. La ley prevé que el detenido organice su propio trabajo, corra con

los riesgos de la explotación y se apropie de los beneficios de su labor.

149
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

e) Por medio de cooperativas. Las personas privadas de la libertad se asocian, constituyen

una empresa que autogestionan, aportan su trabajo personal, disponen de lo producido y

participan de las pérdidas y ganancias. En este punto la norma adquiere gran importancia

porque modifica, respecto de las personas detenidas que trabajan, la ley que regula las

cooperativas (20.337). Conviene recordar que esta ley dispone que:

No pueden ser consejeros: […] 2º. Los condenados con accesoria de inhabilitación

de ejercer cargos públicos; los condenados por hurto, robo, defraudación,

cohecho, emisión de cheques sin fondos, delitos contra la fe pública; los

condenados por delitos cometidos en la constitución, funcionamiento y liquidación

de sociedades. En todos los casos hasta diez años después de cumplida la condena

(artículo 64).

Sistema Penitenciario Federal. Ente de Cooperación Técnica y Financiera del Servicio

Penitenciario Federal (ENCOPE)

En el ámbito nacional, conforme la ley 20.416, la administración de los

establecimientos carcelarios está a cargo del Servicio Penitenciario Federal, que es una

fuerza de seguridad de la Nación destinada a la custodia y guarda de los procesados, y a la

ejecución de las sanciones penales privativas de libertad, de acuerdo con las disposiciones

legales y reglamentarias en vigor (artículo 1°). Dicho servicio depende del Poder Ejecutivo

Nacional por intermedio del Ministerio de Justicia (artículo 4°).

150
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En la actualidad, en jurisdicción federal, todo lo atinente al trabajo voluntario de

los condenados y procesados es regulado, en concreto, por el ENCOPE (Ente de

Cooperación Técnica y Financiera del Servicio Penitenciario Federal). Este ente, creado en

1994 por la ley 24.372, es un organismo descentralizado del mencionado servicio

penitenciario y tiene por finalidad propender al mejor funcionamiento y a la

modernización de los métodos operativos de los talleres de laborterapia para los

detenidos alojados en jurisdicción de la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario

Federal. El ENCOPE funciona con el carácter, derechos y obligaciones de las personas

jurídicas de derecho público y su objeto se circunscribe exclusivamente a coadyuvar a la

Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal a cumplir lo establecido en el

Capítulo VI ―Trabajo― de la Ley Penitenciaria Nacional, decreto-ley 412/58, con los

alcances y las limitaciones dispuestas en la citada ley 24.372.

Es relevante destacar que esta norma legal no guarda coherencia con el espíritu, ni

con la letra, de la aludida Ley Penitenciaria Nacional, que estaba vigente cuando se

sancionó la citada ley 24.372, ni tampoco con la ley 24.660 que en la actualidad regula

todo lo relativo al trabajo intramuros, pues –como expresara- las referidas normas llaman

trabajo a la prestación personal de las personas presas y claramente establecen que debe

ser remunerado. Sin embargo, la ley que crea el ENCOPE la denomina laborterapia y

prevé el pago de incentivos no remuneratorios por producción, calidad, eficiencia, etc., y

en los recibos que emite el ente y que entrega a los detenidos trabajadores designa como

“peculio” a la remuneración.

151
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En mi opinión, la utilización de las expresiones laborterapia y peculio parece

obedecer al intento de restarle carácter laboral al vínculo con los trabajadores privados de

la libertad, ocultando su condición productiva y redituable, pese a que la propia ley

24.372, en su artículo 5º prevé la obtención de utilidades del trabajo o la producción

penitenciaria y al igual que lo preceptuado por el art. 119, último párrafo, de la ley de

ejecución penal vigente dispone que “se destinarán exclusivamente al trabajo

penitenciario”.

Por otra parte, todos los órganos del Ente Cooperador (Asamblea de Delegados,

Consejo Directivo y Comisión Revisora) están integrados por personal superior del Servicio

Penitenciario Federal (arts. 10 a 15). Vale decir que la misma fuerza de seguridad que

tiene a su cargo la custodia y guarda de las personas privadas de la libertad es la que

asume el rol de empleador, por lo que el acceso al trabajo es concebido como un medio

de gobierno de la cárcel, como sistema de premios y castigos y no como un derecho

humano fundamental y un elemento esencial en el proceso de socialización.

La citada Comisión Especial en su Informe Final expresó que

” la gestión del trabajo de las personas privadas de la libertad en contexto

de encierro por parte del ENCOPE ha sido francamente censurable, dado que

desde su creación y de manera constante ha ignorado y vulnerado los derechos de

152
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

las personas detenidas que trabajan, tanto los que resultan de instrumentos

internacionales como del derecho interno”144.

Cabe destacar al respecto que la Procuración Penitenciaria de la Nación ha

constatado y señalado, en reiteradas oportunidades, la sistemática inobservancia de la

legislación laboral y de la seguridad social vigentes por parte del citado Ente

Cooperador”145.

En España, por ejemplo, el Organismo Autónomo Trabajo Penitenciario y

Formación para el Empleo es el encargado de organizar y retribuir el trabajo de los

detenidos en el interior de las prisiones. Su estatuto fue aprobado por el Real Decreto 865

del año 2005 y en la actualidad está regulado por el Real Decreto 122/2015, de 27 de

febrero146. Es un organismo adscripto al Ministerio del Interior y su objeto es la

promoción, organización y control del trabajo productivo y la formación para el empleo de

los reclusos en los centros penitenciarios. Entre sus competencias podemos citar la

formación y la asistencia social de las personas presas, pero no interviene en la vigilancia

de las mismas. Goza de personalidad jurídica y autonomía financiera y posee el carácter

de empleador de los detenidos147.

Participación de la empresa privada en el trabajo intramuros

144
Trabajo en Cárceles, p.53.
145
Entre muchos otros, recomendación 692/PPN/08, de diciembre de 2008, luego de realizarse en el mes de
agosto de ese año una visita de monitoreo a la Prisión Regional del Norte ‒Unidad Nº 7‒ perteneciente al
Servicio Penitenciario Federal, y “Comunicado respecto de la vigencia de los derechos laborales al interior
del Servicio Penitenciario Federal”, de agosto del año 2012. Ambos pueden consultarse en www.ppn.gov.ar.
146
. Ref. BOE-A-2015-2115.
147
Congreso de la Nación, El trabajo de los detenidos…, op. cit., p. 8.

153
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Algunos autores, como Edwards, sostienen que la realización de trabajos por parte

de los detenidos a favor de empresas privadas está en colisión con lo dispuesto por el

artículo 6º, ap. 3.a del Pacto de San José de Costa Rica que tiene jerarquía constitucional

(cf. artículo 75, inc. 22, párr. 1° CN), ya que establece que los trabajos o servicios que se

exijan normalmente de una persona recluida, en cumplimiento de una sentencia o

resolución formal dictada por la autoridad judicial competente, deberán realizarse bajo la

vigilancia y control de las autoridades públicas, y los individuos que los efectúen no serán

puestos a disposición de particulares, compañías o personas jurídicas de carácter privado.

El autor citado afirma que, desde el punto de vista de las normas constitucionales,

las personas detenidas no pueden realizar trabajos a favor de particulares. A su criterio, el

fundamento de dicha prohibición radica en evitar una especie de privatización del trabajo

carcelario, a favor o en beneficio de algunos particulares148.

Como lo destacara, esta norma del Pacto de San José de Costa Rica coincide en su

contenido con el artículo 2°, inciso c) del Convenio 29 de la OIT sobre Trabajo Forzoso, ya

que establece que para que el trabajo prestado por el detenido no constituya “trabajo

forzoso” no solo debe existir una condena pronunciada por sentencia judicial, sino que

este trabajo o servicio debe realizarse bajo la vigilancia y control de las autoridades

públicas, y dicho individuo no puede ser cedido o puesto a disposición de particulares,

compañías o personas jurídicas de carácter privado.

10. EDWARDS, Carlos E., Ejecución de la pena privativa de libertad, Buenos Aires, Astrea, 2007, p. 149.

154
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En la 96ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, en el año 2007, el

gobierno del Canadá, en su memoria, expresó preocupación en relación con la

interpretación restrictiva del artículo 2°, párrafo 2.c del Convenio 29 de la OIT, formulada

por la Comisión de Expertos en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones respecto

del papel desempeñado por el sector privado. El citado gobierno indicó que, en su

opinión, la condición establecida en este artículo, según la cual el trabajo penitenciario

debe ser realizado “bajo la vigilancia y control de las autoridades públicas” es interpretada

por la aludida Comisión de Expertos de manera tan restrictiva que toda forma de trabajo

penitenciario que implicara la participación de una empresa privada sería contraria al

Convenio. El gobierno del Canadá considera que la asociación entre el sector público y el

sector privado, que permite ofrecer a los reclusos experiencias profesionales útiles, es un

elemento fundamental de las políticas penitenciarias modernas. El gobierno de dicho país

añadió que este tipo de organización no debería constituir automáticamente una violación

del Convenio, por lo que entiende que sigue siendo necesario que esta cuestión se

examine en el contexto de un enfoque más progresista del Convenio 29. Por tales razones,

sostuvo que consideraría la ratificación del referido Convenio cuando tenga la seguridad

de que las iniciativas realizadas en el marco de asociación del sector público con el sector

privado, que permiten que los reclusos tengan acceso a experiencias profesionales útiles,

no constituyan una violación del Convenio149. La OIT ha señalado que en su Estudio

General de 2007, la Comisión de Expertos en la Aplicación de Convenios y

149
Conferencia Internacional del Trabajo ‒ 96ª reunión, Informe III (Parte 1B). Estudio general relativo al
Convenio sobre el trabajo forzoso, 1930 (núm. 29), y al Convenio sobre la abolición del trabajo forzoso, 1957
(núm. 105), Ginebra, Oficina Internacional del Trabajo, 2007.

155
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Recomendaciones ha observado en algunos estados miembros una tendencia que incluye

dos fenómenos relacionados y que han tenido un efecto considerable en la aplicación del

Convenio. Uno de ellos consiste en la práctica, cada vez más frecuente, de que los reclusos

en las cárceles administradas por el estado trabajen para empresas privadas, dentro y

fuera del recinto penitenciario; el otro es que en algunos casos se subcontrata a empresas

privadas para la administración de las cárceles, y los reclusos trabajan en las prisiones para

cumplir finalidades de producción. Esta tendencia puede observarse tanto en países

vinculados por el Convenio como en los estados que no lo han ratificado y tiene un

impacto evidente en la aplicación del mismo, en particular tratándose del artículo 2°,

párrafo 2.c. Tras un análisis pormenorizado y profundo de dicha tendencia, la Comisión ha

llegado a la conclusión de que la privatización del trabajo penitenciario no es incompatible

con el Convenio, si se organiza y pone en práctica en el entendimiento de que esta forma

de trabajo debe incluir requisitos adicionales para garantizar el respeto del Convenio.

Como antes se indicó, cuando existan las garantías necesarias para asegurar que los

reclusos afectados acepten voluntariamente el trabajo, dando libremente y con

conocimiento de causa su consentimiento y sin presiones o amenaza de sanción alguna,

como se exige en el artículo 2°, párrafo 1° del Convenio, dicho trabajo no quedaría

comprendido en el campo de aplicación del Convenio. La Comisión ha considerado que, en

el contexto carcelario, el indicador más fiable de la voluntariedad del trabajo es que las

condiciones en las cuales se realiza se aproximen a las condiciones de una relación libre de

trabajo, entre otras, las relativas al pago de salarios (dejando margen para descuentos y

cesiones), a la seguridad social y a la seguridad y salud ocupacionales. Como la Comisión

156
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ha señalado en su anterior Estudio General, varios países han hecho ya progresos para

garantizar un cumplimiento cabal del Convenio, adoptando medidas tanto legislativas

como prácticas, a fin de que las condiciones del empleo privado de reclusos se aproximen

progresivamente a las de los trabajadores libres. La Comisión ha solicitado a otros países

que tomen medidas en ese sentido. Asimismo, reitera su esperanza de que se realicen

continuos progresos en este sentido y espera que las anteriores indicaciones

proporcionen una orientación útil sobre la forma en que debería aplicarse el Convenio

tanto en beneficio de los estados miembros que lo hayan ratificado, como de aquellos que

contemplen la posibilidad de hacerlo150.

En los Principios y buenas prácticas sobre la protección de las personas privadas de

libertad en las Américas, aprobado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

en el año 2008, se establece que:

Los Estados Miembros promoverán en los lugares de privación de libertad, de

manera progresiva y según la máxima disponibilidad de sus recursos, la orientación

vocacional y el desarrollo de proyectos de capacitación técnico-profesional; y

garantizarán el establecimiento de talleres laborales permanentes, suficientes y

adecuados, para lo cual fomentarán la participación y cooperación de la sociedad y

de la empresa privada (principio XIV, tercer apartado).

150
Conferencia Internacional del Trabajo, 101ª reunión, 2012, Estudio General sobre los convenios
fundamentales relativos a los derechos en el trabajo a la luz de la Declaración de la OIT sobre la justicia
social para una globalización equitativa, 2008, OIT, Ginebra, 2012, ap. 291,
http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_norm/---
relconf/documents/meetingdocument/wcms_174832.pdf.

157
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En mi opinión, el sistema que adoptan tanto la ley 24.660 como el RGP no resulta

incompatible con las mencionadas normas internacionales porque las cárceles argentinas

son dirigidas y administradas por el estado (nacional o provincial), y si bien el detenido

presta servicios a favor de empresas privadas, elegidas por la autoridad penitenciaria, lo

hace voluntariamente, en el establecimiento carcelario, y siempre la administración ejerce

la supervisión de la actividad de la persona privada de la libertad ambulatoria en lo

concerniente al tratamiento (artículo 119).

Sin embargo, es necesario que el consentimiento del trabajador sea dado por

escrito y que la vigilancia y control de la autoridad pública que exigen las referidas normas

internacionales estén a cargo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la

Nación y de sus equivalentes provinciales, por medio de sus órganos competentes

(Inspección del Trabajo), para que verifiquen tanto las condiciones de higiene y seguridad

en el trabajo como el efectivo cumplimiento de las normas laborales y de la seguridad

social vigentes, tanto en los talleres de trabajo que funcionan en el interior de los centros

penitenciarios como en relación con las labores necesarias para el correcto

funcionamiento del establecimiento penal, dado que dichos órganos son los que tienen

especial capacitación para controlar la observancia de tales disposiciones. Ello, sin

perjuicio de las inspecciones que deben realizar las Aseguradoras de Riesgos de Trabajo,

conforme lo dispuesto por las leyes 24.557 y 26.773, que regulan todo lo atinente a tales

riesgos en el medio libre.

158
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Un grave problema que presenta el trabajo en el mundo globalizado, tanto en el

medio libre como en el contexto de encierro, es su escasez. Por lo tanto, es necesario

promover la participación de la empresa privada para acrecentar la oferta de trabajo en el

interior de las prisiones. Es evidente que tratar con personas detenidas y el sistema

carcelario implica para cualquier empresa una percepción de peligro, de riesgo y de

posibles complicaciones agregados a los ya existentes en cualquier actividad comercial.

En consecuencia, más allá de los aspectos sociales positivos que son evidentes con

estas iniciativas, hace falta ofrecer un beneficio económico a estas empresas para

compensarlas por ese factor de riesgo. Este beneficio puede darse en forma de subsidios,

créditos, exenciones tributarias, seguro por daños y perjuicios, etcétera.

Asimismo, es preciso que las autoridades carcelarias realicen algunas actividades

básicas para promover la iniciativa privada. Es necesario que lleven a cabo un estudio de

las diferentes calificaciones de las personas detenidas (o ex detenidas) disponibles para

trabajar en las empresas. Estas personas deben estar categorizadas en función del trabajo

que pueden llegar a desempeñar, su nivel de experiencia, educación, etc., conformando

un mercado laboral intracarcelario o poscarcelario que estaría disponible para las

empresas interesadas, por medio de una base de datos de fácil acceso y simple utilización,

para que estas puedan tomar una decisión informada y certera, fortaleciendo así la

transparencia que debe tener este proceso de inserción laboral 151.

151
PALUMMO, Javier (coord.), El trabajo dentro de las cárceles y la inserción laboral de las personas liberadas
del sistema penitenciario. Situación legal y reglamentaria, OIT y Ministerio del Interior ‒ Uruguay, noviembre

159
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Aun cuando el trabajo en la cárcel se organice con la participación de empresas

privadas, vale decir que estas sean las que suministran la materia prima, las herramientas

y maquinarias necesarias para realizar el trabajo, que organicen y dirijan la prestación de

servicios por parte de las personas presas, dispongan de lo producido por estos

trabajadores y que también se hagan cargo del pago de sus remuneraciones, todas estas

circunstancias no bastan para desplazar la responsabilidad del estado.

La ley 24.660 consagra el derecho al trabajo de los procesados y condenados, por

ende es claro que el estado es el sujeto pasivo de la obligación de dar ocupación y si no la

satisface por sí mismo, sino que lo hace con la concurrencia de empresas privadas,

igualmente resulta solidariamente responsable del adecuado cumplimiento de las

obligaciones laborales y del régimen de la seguridad social en los términos del artículo 30

de la LCT. A su vez, los empresarios privados son también responsables por aplicación del

artículo 29 de la ley citada, ya que son quienes efectivamente utilizan la prestación

personal de los trabajadores en contexto de encierro.

Es el estado el que debe afrontar las cargas que pueda causarle su obligación de

proporcionar trabajo a los detenidos, sin que aquellas puedan ser trasladadas a los

trabajadores, pues, en definitiva, es aquel el que debe asegurar el acceso irrestricto al

trabajo de la totalidad de las personas a quienes decidió privar de la libertad. La Corte

Suprema de Justicia de la Nación señaló con singular énfasis que: “No es admisible que el

2011, p. 94, http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/---ro-lima/---sro-


santiago/documents/genericdocument/wcms_198482.pdf.

160
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Estado ponga la satisfacción –total o parcial- de obligaciones propias en cabeza del

interno… ”152.

Es razonable y conveniente –como se puntualizara- que el estado recurra,

mediante acuerdos, a empresas privadas para facilitar y fomentar el trabajo de

procesados y condenados en los establecimientos carcelarios, asimismo es admisible que

estas empresas privadas tengan algún tipo de aliciente que los lleve a elegir esta

modalidad de contratación (ventajas impositivas, facilidades crediticias, derecho de

preferencia en las licitaciones públicas, etc.), sin embargo resulta censurable que esa

condición “ventajosa” tenga que ser soportada por los trabajadores, cuyos derechos

constitucionales resultan inalienables, aun cuando se trate de personas privadas de la

libertad.

En Francia, por ejemplo, las empresas que invierten en el ambiente carcelario

obtienen dos tipos de beneficios: uno financiero, del 3 a 5% del volumen de negocios y un

beneficio mediático, ya que la empresa goza de una imagen ciudadana preocupada por la

reinserción de los detenidos153

Remuneración

ARTICULO 120. — El trabajo del interno remunerado, salvo los casos previstos por el

artículo 111. Si los bienes o servicios producidos se destinaren al Estado o a entidades de

152
CSJ, en fallo “Méndez, Daniel Roberto s/recurso de casación”, de fecha 01/11/2011.
153
Congreso de la Nación, Dirección de Información Parlamentaria, Documentación Extranjera, El trabajo de
los detenidos…, op. cit., p. 12.

161
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

bien público, el salario del interno no será inferior a las tres cuartas partes del salario

mínimo vital móvil. En los demás casos o cuando la organización del trabajo esté a cargo

de una empresa mixta o privada la remuneración será igual al salario de la vida libre

correspondiente a la categoría profesional de que se trate.

Los salarios serán abonados en los términos establecidos en la legislación laboral

vigente.

Como se señalara, el trabajo en situación de encierro debe ser remunerado por

múltiples razones. En primer lugar, es una herramienta ineludible a fin de conseguir la

adecuada reinserción social del detenido, para que pueda generar un proyecto de vida

sustentable. El salario que obtenga mientras se encuentra en prisión le permitirá atender

a sus necesidades personales y familiares y -en el caso de los condenados- posibilitará la

reparación debida a la víctima del delito. Cuando la persona detenida recupere su libertad,

de acuerdo con las disposiciones de la ley 24.660 y del RGP, podrá contar con un capital

propio.

En consecuencia, la retribución del trabajador intramuros debe tener entidad

económica, no puede consistir en una suma simbólica, insignificante o irrisoria, dado que

tanto la citada ley como el RGP disponen distintas deducciones que afectan la

remuneración, además de las correspondientes a la seguridad social.Los artículos 107

inciso f) y 120 de la ley 24.660 expresamente disponen que el trabajo de las personas

privadas de la libertad ambulatoria debe ser remunerado.

162
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Con respecto a la cuantía de la remuneración de las personas detenidas condenadas

que trabajan, el artículo 120 de la ley 24.660 establece que si los bienes o servicios

producidos por el trabajo intramuros se destinaren al Estado o a entidades de bien

público, el salario del trabajador no será inferior a las tres cuartas partes del Salario

Mínimo, Vital y Móvil. Al respecto, cabe señalar que dicha disposición colisiona

insalvablemente con la garantía contenida en el artículo 14 bis de la Constitución

Nacional, en el sentido que “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de

las leyes, las que asegurarán al trabajador (…) retribución justa; salario mínimo vital móvil

(…)”. Por otra parte, dicha norma establece que en los demás casos, es decir, cuando los

bienes o servicios producidos no se destinaren al Estado o a entidades de bien público, o

cuando la organización del trabajo esté a cargo de una empresa mixta o privada, la

remuneración de la persona condenada que trabaja será igual al salario de la vida libre

correspondiente a la categoría profesional de que se trate, no pudiendo en ningún caso

ser inferior al Salario Mínimo, Vital y Móvil.

En relación con la remuneración de las personas procesadas (o condenadas sin

sentencia firme), el artículo 109 del decreto 303/96 dispone que “… si los bienes o

servicios producidos se destinaren al Estado Nacional o a entidades de bien público, el

detenido percibirá el salario mínimo vital móvil… En los demás casos o cuando la

organización del trabajo esté a cargo de una empresa mixta o privada la remuneración

será igual al salario de la vida libre correspondiente a la categoría profesional de que se

trate”.

163
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Es mi criterio que tanto el artículo 120 de la ley 24.660 como el artículo 109 del RGP

resultan inconstitucionales, pues de conformidad con la Constitución Nacional y las leyes

laborales, la remuneración que percibe el trabajador no puede ser inferior al salario

mínimo vital y móvil, ni tampoco a los salarios mínimos establecidos por los Convenios

Colectivos de Trabajo que regulen la actividad, los cuales, como es sabido, pueden

establecer condiciones más favorables para los trabajadores que las que fija la ley (arts. 14

bis CN, 7, 8, 9, 116, 117, 118 de la LCT).

Los artículos de la ley de ejecución penal y del RGP, antes citados, disponen una

irrazonable disminución de la remuneración de quienes trabajan en contexto de encierro,

en función de la persona del empleador, y en el caso de que este sea el Estado o una

entidad de bien público, les conceden a estos un privilegio carente de razonabilidad.

Estos preceptos lucen también incoherentes, pues, por un lado, consagran como

regla que “la remuneración debe ser igual al salario de la vida libre o a la categoría

profesional de que se trate” cuando el trabajo se presta a favor de una empresa mixta o

privada y por otro, establecen una excepción cuando “los bienes o servicios producidos se

destinan al Estado o a entidades de bien público” dado que en tal caso el salario de la

persona condenada “no será inferior a las tres cuartas partes del salario mínimo vital y

móvil”, es decir, disponen una quita equivalente a un cuarto de ese salario mínimo y para

las personas procesadas será igual al salario mínimo vital móvil.

Estas excepciones vulneran expresas garantías constitucionales como son las

contenidas en el artículo 14 bis de la CN en cuanto aseguran a las personas detenidas que

164
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

trabajan el derecho a una retribución justa, al salario mínimo vital móvil y a igual

remuneración por igual tarea, garantías que, como ya se ha señalado, resultan también de

aplicación al trabajo en contexto de encierro.

Por otra parte, estas diferencias resultan incompatibles con el derecho

constitucional a la igualdad de trato (artículo 16), tanto desde el punto de vista del

trabajador como desde la óptica del dador de trabajo, ya que el mismo servicio prestado a

favor del Estado o de una institución de bien público será remunerado en forma diferente

si el que trabaja está en libertad o en prisión, y en este caso también será distinto el

salario de la persona detenida si está condenada o procesada, aun cuando realicen

idéntica tarea. El artículo109 del RGP dispone que si los bienes o servicios producidos se

destinaren al Estado o a entidades de bien público, la persona procesada percibirá el

salario mínimo, vital y móvil en forma íntegra. Es claro que también se coloca en una

situación de mayor competitividad a dichas instituciones respecto de otros empleadores.

Asimismo, carece de fundamento que se disminuya la remuneración de la persona

detenida en atención a la persona del empleador, dado que ante la ley laboral es

indiferente si los fines de la empresa son económicos o benéficos (artículo 5 de la LCT).

Esta diferencia también provocará que, para recibir una retribución mayor, las personas

detenidas prefieran trabajar para empresas privadas.

En consecuencia, considero que, en virtud de la plena vigencia de las garantías

constitucionales descriptas precedentemente, como así también a los fines garantizar la

voluntariedad del trabajo en contexto de encierro, conforme lo señalara la OIT y, en

165
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

especial, para proteger a esta mano de obra cautiva y evitar una competencia desleal con

los trabajadores libres154, las personas privadas de la libertad ambulatoria tienen derecho

a percibir por sus servicios laborales una remuneración igual a la que recibe un trabajador

que presta tareas en la misma actividad, en el medio libre.

Es decir que, en ningún caso, el salario de las personas que trabajan en contexto de

encierro debería ser inferior al mínimo previsto, para su categoría, por el Convenio

Colectivo de Trabajo que regula la actividad y que, en el supuesto de que no hubiere

convenio colectivo aplicable, la remuneración nunca debería ser inferior al salario mínimo

vital y móvil (arts. 116, 117, 118 de la Ley de Contrato de Trabajo -LCT-).

Consecuentemente, esa retribución se deberá computar, tanto para calcular otras

remuneraciones, (por ej. sueldo anual complementario, salarios correspondientes a

vacaciones, horas extras, etc.), como para determinar la indemnización por infortunio

laboral.

Esta postura ha sido sostenida también por la Procuración Penitenciaria de la

Nación, en su Informe Anual, correspondiente al año 2012, al señalar:

… nada impide continuar exigiendo que un trabajador privado de la libertad

perciba por sus tareas la misma remuneración que devenga un trabajador de esa

especialidad en el medio libre: es decir, continúa siendo un reclamo fundado que

un trabajador afectado dentro del régimen penitenciario federal a una tarea

154
OIT, Informe del Comité de Expertos en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones, año 2001, ap.145

166
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

definida –vgr. un taller textil– debe percibir montos idénticos a los establecidos en

el convenio colectivo de esa industria en el medio libre.155

Asimismo, dicho artículo 120 determina que “Los salarios serán abonados en los

términos establecidos en la legislación laboral vigente”. De esa manera, mediante el

mecanismo de la remisión legal, la norma citada precedentemente dispone en forma

expresa la regulación del instituto de la remuneración de las personas privadas de la

libertad en los términos previstos por los arts. 103, siguientes y concordantes de la Ley de

Contrato de Trabajo156.

La citada Comisión Especial, creada por el Ministerio de Trabajo, Empleo y

Seguridad Social de la Nación, en su Informe Final presentado en marzo de 2015,

propuso, a los fines de poder determinar con precisión el monto abonado y la fecha de

pago, como así también con el objeto de evitar a los familiares de las personas detenidas

que trabajan engorrosos trámites administrativos al efecto, que el pago de la

remuneración de tales personas se realice, bajo pena de nulidad, por medio de la

acreditación en una cuenta bancaria abierta a nombre de quien presta el servicio, en una

entidad bancaria oficial, ello sin perjuicio de que la percepción efectiva sea realizada por la

persona autorizada por el sujeto privado de la libertad. Dicha cuenta especial tendrá el

nombre de “cuenta sueldo” y bajo ningún concepto podrá tener límites de extracciones,

155
Procuración Penitenciaria de la Nación, La situación de los derechos humanos en las cárceles federales de
la Argentina. Informe anual 2012, p. 335,
http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Informe%20Anual%202012%20completo.pdf.
156
ISEQUILLA, Matías, El derecho al trabajo y a la libertad sindical de las personas privadas de la libertad
ambulatoria, p.284, Infojus Derecho Penal , Año II, Nº6.

167
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ni costo alguno para las personas que trabajan en contexto de encierro, en cuanto a su

constitución, mantenimiento o extracción de fondos en todo el sistema bancario,

cualquiera fuera la modalidad extractiva empleada (cfr. art. 124 de la LCT, texto conforme

ley 26.590)157.

ARTÏCULO 121. — La retribución del trabajo del interno, deducidos los aportes

correspondientes a la seguridad social, se distribuirá simultáneamente en la forma

siguiente:

a) 10 % para indemnizar los daños y perjuicios causados por el delito, conforme lo

disponga la sentencia;

b) 35 % para la prestación de alimentos, según el Código Civil;

c) 25 % para costear los gastos que causare en el establecimiento;

d) 30 % para formar un fondo propio que se le entregará a su salida.

El artículo 121 establece que, además de los descuentos destinados a la seguridad

social, la remuneración de los detenidos trabajadores se distribuya del siguiente modo:

a) 10% para indemnizar los daños y perjuicios causados por el delito, conforme lo

disponga la sentencia;

b) 35% para la prestación de alimentos, según el Código Civil;

157
Trabajo en cárceles, ps.65 y 73

168
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

c) 25% para costear los gastos que causare en el establecimiento (en este punto la

norma fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el

caso “Méndez, Daniel Roberto s/recurso de casación”, Fallos 328:1146, sentencia del

01/11/2011, M. 821. XLIII, cuestión que será tratada más adelante);

d) 30% para formar un fondo propio que se le entregará a su salida.

La ley reglamenta así el artículo 11 del Código Penal. Es conveniente resaltar la

voluntad del legislador de que el empleador intramuros respete la legislación vigente en

materia de seguridad social, pues da por sentado que deben realizarse los aportes

correspondientes a dicho sistema.

Igualmente debe recordarse que la comisión de un hecho delictuoso genera dos

tipos de responsabilidades: la penal y la civil, por lo tanto el autor del delito también debe

responder civilmente por los daños y perjuicios causados a la víctima (arts. 1716 y 1717

del Código Civil y Comercial Unificado).

En consecuencia, si el condenado no ha indemnizado al damnificado por el delito,

una parte de su remuneración (10%) se deberá destinar a tal fin. Sin embargo, en la

práctica, tal deducción no se realiza porque es excepcional que se demande esta

indemnización en sede penal y, por consiguiente, las sentencias no se pronuncian al

respecto.

169
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El hecho de estar privado de su libertad tampoco exime al condenado del

cumplimiento de la obligación alimentaria que establece la legislación civil (arts. . 537 y

538 del Código Civil y Comercial Unificado, art. 2° ley 24.660).

Tanto el inciso c) del artículo 121 de la ley 24.660, como el artículo 109 del RGP,

establecen que el 25% de la retribución del trabajo de la persona privada de la libertad se

destinará a “costear los gastos que causare en el establecimiento”.

En la jurisprudencia se planteó el interrogante acerca de cuáles son los “gastos” a

los que se refiere la citada norma legal, lo que dio lugar a corrientes contrapuestas. Por un

lado, algunos tribunales resolvían a favor de la constitucionalidad del precepto

entendiendo que este ordenaba la retención para los gastos “ordinarios de manutención”

y que esta era una vía conducente a la reinserción social de la persona, en tanto

fomentaba el cumplimiento de sus responsabilidades, las que debería afrontar una vez

reinserta en la sociedad (cf. caso “Lena Agüero”, Sala IV de la CNCP, voto de los Dres.

Hornos y González Palazzo, 4 de mayo de 2009, entre otros), o bien se entendía que tales

gastos se preveían en concepto de “gastos extraordinarios” destinados a reparar los daños

producidos por el detenido en bienes del estado o de terceros (cf. caso “Molina”, Sala I de

la CNCP, 25 de agosto de 2006, entre otros).

Por otro lado, una jurisprudencia mayoritaria se inclinaba por declarar la

inconstitucionalidad del mentado inciso, entendiendo que el término “gastos” se refiere

exclusivamente a los “gastos de manutención” del detenido, pero considerando que tal

precepto vulnera garantías que le son constitucionalmente reconocidas, por lo que el

170
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

estado tiene el deber de solventarlos sin requerir aportes propios de los detenidos (cf.

caso “Villafañe”, Sala III de la CNCP, 8 de octubre de 2009, entre otros).

Esta posición mayoritaria fue avalada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación

al decidir el caso “Méndez, Daniel Roberto s/recurso de casación” (M. 821. XLIII).

La Corte declaró la inconstitucionalidad del artículo 121, inciso c) de la ley de

ejecución penal y del art. 11 inciso 3º del Código Penal por considerar que las normas

mencionadas vulneran expresas garantías consagradas por la Constitución Nacional y por

tratados internacionales.

El alto tribunal expresó que conforme al artículo 18 de la Constitución Nacional y

las normas de los tratados internacionales con jerarquía constitucional, la limitación

salarial del artículo 121, inciso c) de la ley 24.660, cuya base se encuentra en el inciso 3º

del artículo 11 del Código Penal de la Nación, resulta inválida puesto que implica transferir

al detenido trabajador el costo de la obligación de su manutención que, según dicho

marco normativo, pesa por entero sobre el estado.

El tribunal supremo señaló que…

… la primera advertencia que corresponde formular es que la readaptación social

del penado resulta, indudablemente, no un mero objetivo de la ejecución de las

penas privativas de la libertad, sino el objetivo “superior” de ese sistema

(“Verbitsky”, Fallos 328:1146, 1186 y su cita, 2005). Empero, es igualmente cierto

que, no por su elevado emplazamiento, dicho objetivo consiente toda medida por

171
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

el solo hecho de que se la considere dirigida a su logro. El presente caso,

precisamente, se emplaza en ese terreno, pues no resulta admisible que, so color

de la mentada readaptación, el Estado ponga la satisfacción —total o parcial— de

obligaciones propias en cabeza del detenido. Es que resulta claro del texto

constitucional y de los tratados internacionales con dicha jerarquía (arts. 18 y 75,

inciso 22 de la Constitución Nacional) que pesa sobre el Estado el deber de

custodia de todas las personas que están sometidas a detención preventiva o

condena y que dicho deber estatal debe llevarse a cabo con el debido respeto de

los derechos fundamentales reconocidos por dichas normas, en el marco de los

estándares internacionales. […] por lo tanto, si se acepta, como surge claramente

de normas de rango constitucional, que se encuentra en cuestión un deber

netamente estadual con el propósito de sustentar el fin de readaptación social de

las personas condenadas, el artículo 121, inciso c) de la ley 24.660, no sólo frustra y

desvirtúa los propósitos de la ley en que se encuentra inserto, sino que colisiona

con enunciados de jerarquía constitucional, y es deber de los jueces apartarse de

tal precepto y dejar de aplicarlo a fin de asegurar la supremacía de la Constitución

Federal. No se trata de apreciar el mérito, conveniencia u oportunidad de una

norma dictada por el legislador, sino que la cuestión planteada está bajo la

jurisdicción de esta Corte, ya que sin duda alguna al Poder Judicial de la Nación le

compete garantizar la eficacia de los derechos, y evitar que estos sean vulnerados,

172
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

como objetivo fundamental y rector a la hora de administrar justicia y decidir las

controversias158

En este punto, cabe tener presente que nuestra Constitución dispone que “…Las

cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos

detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos

más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice” (artículo 18). En

igual sentido deben ser interpretados el artículo 5.6 de la Convención Americana de

Derechos Humanos y el artículo 10.3 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos. Estos

artículos prohíben el agravamiento de la pena a los detenidos más allá de lo que ella exija,

lo cual se ve vulnerado toda vez que se retiene a la persona una representativa suma de

los ingresos obtenidos por medio de su trabajo.

La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre dispone que “…

todo individuo tiene derecho también a un tratamiento humano durante la privación de

su libertad” (art. 25).

Conforme a las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, el estado

deberá garantizar que los locales destinados al alojamiento de los reclusos mantengan

condiciones de higiene acordes al clima, superficie, alumbrado, calefacción, ventilación,

etc. (cf. regla 10, entre otros). Asimismo se deberá proveer instalaciones sanitarias

adecuadas y decentes (cf. reglas 12, 13 y 14, entre otros), prendas de vestir y de cama

158
. (Fallos: 328:1146, sentencia del 01/11/2011, M. 821. XLIII, “Méndez, Daniel Roberto s/recurso de
casación”).

173
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

apropiadas y salubres, y una alimentación de buena calidad así como agua potable cuando

el recluso lo necesite (cf. regla 20.1).

El Comité de Derechos Humanos ha dicho que estas reglas mínimas deberán

observarse “… cualquiera sea el nivel de desarrollo del Estado parte de que se trate…” y

que “… deben cumplirse siempre, aunque consideraciones económicas o presupuestarias

puedan hacer difícil el cumplimiento de esas obligaciones”159.

Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se ha referido a la

importancia de estas reglas en diversas resoluciones y observaciones160, así como también

lo ha hecho la Corte Interamericana de Derechos Humanos al indicar, por ejemplo, que…

… numerosas decisiones de organismos internacionales invocan las Reglas

Mínimas de Naciones Unidas para el Tratamiento de Reclusos, a fin de interpretar

el contenido del derecho de los presos a un trato digno y humano; aquellas

159
Comité de Derechos Humanos, 51º período de sesiones, Comunicación 458/1991: Cameroon, 10/08/94,
CCPR/C/51/D/458/1991.
160
Al respecto, véase por ejemplo: Informe especial sobre la situación de los derechos humanos en la cárcel
de Challapalca, OEA/Ser.L/V/II.118, doc. 3, adoptado el 9 de octubre de 2003 (en adelante Informe especial
sobre la situación de los derechos humanos en la cárcel de Challapalca), párrs. 16 y 17; CIDH, Informe 28/09,
Fondo, Dexter Lendore, Trinidad y Tobago, 20 de marzo de 2009, párrs. 30 y 31; CIDH, Informe 78/07,
Fondo, Chad Roger Goodman, Bahamas, 15 de octubre de 2007, párrs. 86 y 87; CIDH, Informe 67/06, caso
12.476, Fondo, Oscar Elías Biscet y otros, Cuba, 21 de octubre de 2006, párr. 152; CIDH, Informe 76/02, caso
12.347, Fondo, Dave Sewell, Jamaica, 27 de diciembre de 2002, párrs. 114 y 115; CIDH, Informe 58/02, caso
12.275, Fondo, Denton Aitken, Jamaica, 21 de octubre de 2002, párrs. 134 y 135; Informe 127/01, caso
12.183, Fondo, Joseph Thomas, Jamaica, 3 de diciembre de 2001, párr. 133; CIDH, Informe 49/01, casos
11.826, 11.843, 11.846, 11.847, Fondo, Leroy Lamey, Kevin Mykoo, Milton Montique, Dalton Daley, Jamaica,
4 de abril de 2001, párr. 204; CIDH, Informe 48/01, Fondo, casos 12.067, 12.068 y 12.086, Michael Edwards,
Omar Hall, Brian Schroeter y Jerónimo Bowleg, Bahamas, 4 de abril de 2001, párr. 195; y CIDH, Informe
41/00, casos 12.023, 12.044, 12.107, 12.126, 12.146, Fondo, Desmond McKenzie y otros, Jamaica, 13 de
abril de 2000, párr. 289. Además, en sus Informes de País la CIDH ha usado, reiteradamente, tanto las Reglas
Mínimas como el resto de los mencionados instrumentos internacionales.

174
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

prescriben las normas básicas respecto al alojamiento, higiene, tratamiento

médico y ejercicio de los reos privados de la libertad.161

La Declaración de Principios Básicos para el Tratamiento de los Reclusos162

establece lo siguiente:

1. Todos los reclusos serán tratados con el respeto que merecen su dignidad y

valor inherentes de seres humanos.

2. No existirá discriminación […].

[…]

5. […] seguirán gozando de los derechos humanos y las libertades fundamentales

consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y, cuando el Estado

de que se trate sea parte, en el Pacto Internacional de Derechos Económicos,

Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su

Protocolo Facultativo, así como de los demás derechos estipulados en otros

instrumentos de las Naciones Unidas.

La disposición contenida en el artículo 121 inciso c) de la ley 24.660 también

vulnera la garantía de igualdad de trato que establece el artículo 16 CN, pues solo los

detenidos que trabajan deben afrontar los gastos causados en el establecimiento,

mientras que los que no lo hacen están exentos de tal carga, lo cual no es compatible con

161
Corte IDH, caso “Raxcacó Reyes vs. Guatemala”, sentencia del 15 de septiembre de 2005 (Fondo,
Reparaciones y Costas), párr. 99.
162
Adoptada y proclamada por la Asamblea General en su resolución 45/111, de 14 de diciembre de 1990.

175
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

el carácter de derecho que la ley citada le confiere al trabajo del condenado, ni con la

garantía constitucional de trabajar y ejercer toda industria lícita prevista en el artículo 14

de la Carta Magna. Tampoco puede perderse de vista que el trabajo –como señalara- es

una de las vías más idóneas para que el condenado pueda avanzar en el régimen de

progresividad y lograr su reinserción social.

Por aplicación de la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación,

el Servicio Penitenciario Federal, el 12 de diciembre de 2011, ordenó al ENCOPE que se

abstuviera de deducir el referido 25% previsto por el artículo 121, inciso c) de la ley 24.660

de la remuneración percibida por los detenidos trabajadores (Boletín Público

Penitenciario, Nº 3023).

A mi modo de ver, el citado fallo “Méndez” tiene una singular proyección porque,

al declarar la inconstitucionalidad de tales descuentos, garantiza la intangibilidad de la

remuneración de la persona privada de la libertad que trabaja.

Recordemos que el artículo 131 de la LCT dispone:

No podrá deducirse, retenerse o compensarse suma alguna que rebaje el monto

de las remuneraciones. Quedan comprendidos especialmente en esta prohibición

los descuentos, retenciones o compensaciones por entrega de mercaderías,

provisión de alimentos, vivienda o alojamiento, uso o empleo de herramientas, o

cualquier otra prestación en dinero o en especie. No se podrá imponer multas al

176
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

trabajador ni deducirse, retenerse o compensarse por vía de ellas el monto de las

remuneraciones.

Vale decir que la remuneración de los detenidos trabajadores no puede verse

disminuida por descuentos que obedezcan a gastos de alojamiento, provisión de

alimentos, etcétera.

Las deducciones destinadas a satisfacer la obligación alimentaria y a indemnizar los

perjuicios sufridos por la víctima del delito, cuando así lo dispone la sentencia, no generan

diferencias con el trabajador en el medio libre, puesto que el artículo 120 de la LCT

establece que el salario mínimo vital es inembargable en la proporción que establezca la

reglamentación, salvo por deudas alimentarias, y toda persona que causa un daño a otra

está obligada a reparar los perjuicios causados (arts. 1716 y 1717 del Código Civil y

Comercial Unificado).

La ley de ejecución penal también dispone que el 30% del salario del condenado

que trabaja se destine a la constitución de un fondo propio que se le entregará en el

momento de su egreso del establecimiento carcelario. En el caso de los procesados, el

fondo de reserva se forma con una deducción del 20% del salario (art. 110, inc. b del RGP).

ARTICULO 122. — El salario correspondiente al interno durante la semilibertad, prisión

discontinua o semidetención podrá ser percibido por la administración penitenciaria o

por el propio interno. En todos los casos deberá ser aplicado al cumplimiento de lo

dispuesto en los incisos 1, 2 y 4 del artículo 11 del Código Penal.

177
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Esta disposición contempla la situación que se presenta cuando el detenido

accede a alguna de estas modalidades de libertad atenuada. En tal caso la persona vive y

trabaja fuera del establecimiento carcelario. En dicho supuesto se excluyen los gastos

causados en la prisión y el porcentual destinado a tales erogaciones incrementará el

fondo propio como lo establece el artículo 126.

En el ámbito federal, a partir del dictado del fallo “Méndez, Daniel Roberto

s/recurso de casación” (Fallos 328:1146, sentencia del 01/11/2011, M. 821. XLIII), el

Servicio Penitenciario Federal dispuso el cese del descuento del 25% previsto por el

artículo 121, inciso c) (Resolución DN N° 2514 del 12 de diciembre de 2011). En

consecuencia, de conformidad con lo estatuido por la ley 24.660, corresponde que ese

25% del salario acreciente el fondo propio del interno trabajador (arts. 122 y 126).

ARTICULO 123. — Cuando no hubiere indemnización que satisfacer, la parte que

correspondiere a la misma según el artículo anterior acrecerá el porcentaje destinado a

la prestación de alimentos.

Si el detenido trabajador no tiene que satisfacer la indemnización prevista por el

derecho civil, porque no existe responsabilidad de su parte en dicho ámbito o si ya reparó

el daño causado, el porcentaje destinado a tal resarcimiento acrecentará la porción

destinada a cumplir la obligación alimentaria.

ARTICULO 124. — Si el interno no tuviere indemnización que satisfacer, ni hubiere lugar

a la prestación de alimentos, los porcentajes respectivos acrecerán al fondo propio.

178
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Esta norma contempla la hipótesis en la cual el detenido trabajador no tiene que

pagar una indemnización por daño ni tampoco satisfacer una obligación alimentaria. En

tal supuesto, los porcentajes de la remuneración correspondiente a tales rubros

contribuirán a formar su fondo propio.

ARTICULO 125. — Si el interno tuviere que satisfacer indemnización, pero no prestación

alimentaria, la parte que pudiere corresponder a ésta, acrecerá el fondo propio.

El precepto legal es claro y sigue los lineamientos expuestos en las normas previas

y siguientes. En todos los casos en que el detenido no tenga que afrontar alguno de los

rubros previstos por el citado artículo 121, la porción destinada a dicho concepto será

destinada a incrementar el fondo propio

ARTICULO 126. — En los casos previstos en el artículo 122, la parte destinada para

costear los gastos que el interno causara al establecimiento, acrecerá su fondo propio.

Como se señalara, se trata de los supuestos en que el detenido goza de libertad

limitada (semilibertad, prisión discontinua o semidentención) como él no ocasiona gastos

en el establecimiento penitenciario, el porcentaje destinado a dicho concepto acrecerá su

fondo propio.

ARTICULO 127. — La administración penitenciaria podrá autorizar que se destine como

fondo disponible hasta un máximo del 30 % del fondo propio mensual, siempre que el

interno haya alcanzado como mínimo la calificación de conducta buena. El fondo

179
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

disponible se depositará en el establecimiento a la orden del interno para adquisición de

los artículos de uso y consumo personal que autoricen los reglamentos.

Mientras que en el mundo libre el trabajador dispone libremente de su salario, la

ley 24.660 establece las deducciones antedichas, por lo que el interno trabajador no

puede disponer de su remuneración, salvo que la autoridad penitenciaria autorice que se

destine como fondo disponible hasta un máximo del 30% de fondo propio mensual,

siempre que el interno haya alcanzado como mínimo la calificación de conducta buena y

ese fondo disponible se deposita en el establecimiento a la orden de aquel para la

adquisición de artículos de uso y consumo personal que autoricen los reglamentos (art.

127). Esto significa que existe un fondo disponible mensual para afrontar los gastos de los

detenidos, porque lo cierto es que el estado no les provee los elementos básicos para su

subsistencia, no obstante las obligaciones impuestas por la ley de ejecución penal al

respecto (cf. arts. 58, 60, 62, 63, 64 y 65).

Es correcto que se exija a la persona privada de la libertad que trabaja una

determinada calificación de la conducta para poder disponer mensualmente de una parte

del fondo propio, ya que ello constituye un estímulo para que se comporte en forma

correcta en la prisión163.

Sin embargo, si el detenido satisface tal requisito, la administración penitenciaria

deberá autorizar ineludiblemente el uso del fondo disponible, sin que pueda esgrimir

163
LÓPEZ, Axel y MACHADO, Ricardo, Análisis del Régimen de Ejecución Penal…, op. cit., nota 18, p. 326.

180
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ninguna otra razón para negar tal permiso. Al respecto, la Procuración Penitenciaria de la

Nación ha indicado:

… la posibilidad de los trabajadores de disponer anticipadamente del fondo de

reserva en caso de desearlo se encuentra sujeta a las resultas de una tramitación

interna que atenta contra el logro de tal objetivo. Por ello, resulta al menos

contradictorio que la administración, a través de la Sección de Asistencia Social,

emita opinión alguna –y mucho menos vinculante- respecto de la posibilidad o no

del trabajador de disponer de las sumas percibidas como contraprestación por su

tarea realizada. Mas suponiendo que ello solo presente un carácter formal, siendo

indefectiblemente otorgadas las sumas, el excesivo rigor burocrático y formal

produce retrasos e incomodidades que tienden a vulnerar la posibilidad de los

internos de disponer de los fondos de su propiedad en el momento que necesitan

y desean. Que, por ello, debe exigirse de las autoridades de la Unidad el

establecimiento de un nuevo régimen interno para la tramitación de estas

solicitudes por parte de los trabajadores, a los efectos de aminorar los efectos

perniciosos del encierro…164.

ARTICULO 128. — El fondo propio, deducida en su caso la parte disponible que autoriza

el artículo anterior, constituirá un fondo de reserva, que deberá ser depositado a interés

en una institución bancaria oficial, en las mejores condiciones de plaza. Este fondo, que

164
Procuración Penitenciaria de la Nación, Recomendación 692/PPN/08, del 04/12/2008.

181
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

será entregado al interno a su egreso, por agotamiento de pena, libertad condicional o

asistida, será incesible e inembargable, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 129.

Los reglamentos establecerán en casos debidamente justificados y con intervención

judicial, la disposición anticipada del fondo de reserva. En el supuesto de fallecimiento

del interno el fondo de reserva será transmisible a sus herederos.

Las citadas Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos de las Naciones

Unidas establecen que:

1) el trabajo de los reclusos deberá ser remunerado de una manera

equitativa. 2) El reglamento permitirá a los reclusos que utilicen, por lo menos, una

parte de su remuneración para adquirir objetos destinados a su uso personal y que

envíen otra parte a su familia. 3) El reglamento deberá igualmente prever que la

administración reserve una parte de la remuneración a fin de constituir un fondo

que será entregado al recluso al ser puesto en libertad (regla 76)165.

La legislación nacional respeta estos principios y dicho fondo constituye una suerte

de “ahorro forzoso” que se impone al detenido trabajador con la finalidad de que tenga

recursos económicos propios cuando recupere la libertad y evitar que, ante la falta de

tales medios, recaiga en el delito. Este fondo se mantiene en depósito hasta que el

detenido recupere la libertad, ya sea por agotamiento de la pena o porque accede a la

libertad condicional o a la libertad asistida.

165
Reglas Mandela, 103.

182
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Con el objetivo de preservar el valor real de dicho capital la ley dispone que se lo

deposite a interés en un banco oficial en las mejores condiciones de plaza.

Este fondo es inembargable y no puede ser objeto de cesión. Estas restricciones

son compatibles con la finalidad que se le asigna a este fondo, vale decir que se mantenga

íntegro para el momento del egreso. Sin embargo, la propia ley establece una excepción,

dado que dispone que se podrá afectar hasta un 20% del fondo para afrontar los gastos

por daños causados por el detenido en bienes muebles o inmuebles del estado o de

terceros, de conformidad con lo prescripto por el artículo 129.

En el caso de fallecimiento del titular de este fondo, el mismo se transmite a sus

herederos.

En mi opinión, los artículos 121, inciso d), 127 y 128 de la ley 24.660 y el artículo

110 del RGP vulneran, también, el derecho de propiedad de los trabajadores privados de

la libertad, garantía reconocida a todos los habitantes de nuestro país por el artículo 17 de

la Constitución Nacional, porque expresamente imponen a dichos trabajadores una

especie de “ahorro forzoso”, al disponer que la administración penitenciaria debe retener,

con destino al llamado Fondo de Reserva, el 30% de la remuneración mensual de los

condenados que trabajan y el 20% del salario mensual de los procesados que trabajan,

fondo que les será entregado al momento de recuperar la libertad ambulatoria.

En la actualidad, este porcentaje se incrementa si el condenado no debe

indemnizar a la víctima del delito, o no debe cumplir con la obligación alimentaria y

183
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

también porque, como señalara, en el ámbito federal, a partir de la decisión de la Corte

Suprema de Justicia de la Nación (caso “Méndez”), no se realiza el descuento para atender

los gastos causados en el establecimiento (arts. 122, 123, 124, 125 y 126 de la ley 24.660).

En consecuencia, la persona condenada solo podrá disponer hasta un máximo del

30% del fondo propio mensual, sujeto a la autorización de la administración penitenciaria

y siempre que haya alcanzado como mínimo la calificación de conducta buena (art. 127).

Este fondo disponible –como señalara- se deposita en el establecimiento a la orden de esa

persona para adquisición de los artículos de uso y consumo personal que autoricen los

reglamentos (art. 127, ley citada).

Asimismo, y con respecto a los detenidos procesados, el artículo 110 del RGP

dispone que dichos trabajadores pueden disponer libremente del 80% de su salario, y que

el 20% restante le será retenido para formar un fondo de reserva que le será entregado al

ser puesto en libertad, sin que medie sentencia condenatoria definitiva.

Es cierto que, en cuanto a la constitución del fondo de reserva, la legislación

nacional se adecua a lo preceptuado por las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los

Reclusos de las Naciones Unidas, pero no puede perderse de vista que estos principios

establecen estándares mínimos, que pueden modificarse en beneficio de las personas

privadas de la libertad.

Tampoco paso por alto que el condenado a pena privativa de libertad por más de

tres años está privado de administrar sus bienes y del derecho de disponer de ellos por

184
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

actos entre vivos, porque el artículo 12 del Código Penal dispone que dicha sanción “…

lleva como inherente la inhabilitación absoluta, por el tiempo de la condena, la que podrá

durar hasta tres años más si así lo resuelve el tribunal, de acuerdo con la índole del

delito”. Esta inhabilitación absoluta “… importa la privación, mientras dure la pena, de la

patria potestad, de la administración de los bienes y del derecho de disponer de ellos por

actos entre vivos. El penado queda sujeto a la curatela establecida en el Código Civil para

los incapaces”.

Estas restricciones resultan –en mi opinión- inconstitucionales puesto

que conforme a los tratados internacionales que tiene jerarquía constitucional (artículo

75, inciso 22 CN) “Toda persona tiene derecho al reconocimiento de su personalidad

jurídica” (artículo 3 de la Convención Americana de Derechos Humanos), “…a que se le

reconozca en cualquier parte como sujeto de derechos y obligaciones, y a gozar de los

derechos civiles fundamentales (artículo 17 de la Declaración Americana de los Derechos y

Deberes del Hombres.

En el Proyecto de Reforma del Código Penal del año 2014, la pena de inhabilitación

absoluta desaparece, pues según se explica “… en algunos de sus aspectos, está

demasiado cerca de la vieja muerte civil, lo que plantea problemas de constitucionalidad,

al tiempo que conspira contra la posibilidad de reinserción social del penado.166

166
En efecto, en el Proyecto de Reforma de1 Código Penal del año 2014, la pena de inhabilitación está
contemplada en el artículo 36, inciso 1º con los siguientes efectos: “... producirá la privación del empleo,
cargo, profesión o derecho sobre el que recayere y el impedimento para obtener otro del mismo género.
Tendrá una duración mínima de seis meses y máxima de veinte años”. La Exposición de Motivos explica que
se renuncia a la vigente distinción entre inhabilitación absoluta y especial, porque la primera “… en algunos

185
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Al respecto, Zaffaroni, Alagia y Slokar sostienen:

… la incapacidad civil tiene el carácter de pena accesoria y no el de una mera

consecuencia accesoria de la pena porque la privación efectiva de la libertad no

necesariamente la implica, es decir, el penado no está fácticamente imposibilitado

de ejercer los derechos que el art. 12 cancela […]. En cuanto a la inhabilitación para

la administración de los bienes, cabe señalar que esta pena accesoria es la más

marcada supervivencia de la muerte civil, desaparecida en Francia en 1854 y en

Baviera en 1849, sin que haya tenido nunca plena vigencia en la Argentina. Con

toda razón se ha afirmado desde hace muchos años que esta pena debía

desaparecer por su incompatibilidad con las modernas versiones legitimantes del

castigo, por lo que fue suprimida en el proyecto de 1960 y en los proyectos de

1964-1975. Ninguna duda cabe de que la privación de este derecho -al igual que la

suspensión de la patria potestad- no resulta de la restricción ambulatoria que

importa el encierro. Sin duda, esta pena accesoria lesiona el principio de mínima

de sus aspectos, está demasiado cerca de la vieja muerte civil, lo que plantea problemas de
constitucionalidad, al tiempo que conspira contra la posibilidad de reinserción social del penado. No tiene
ningún sentido privar al penado de aspectos fundamentales de su capacidad civil adulta. Para mayor
inconveniente, no han faltado opiniones que extienden la incapacidad del penado por más tiempo que el de
la pena o al menos durante la libertad condicional. Toda prolongación más allá de la duración de la pena de
prisión se halla cercana a la vieja idea de pena infamante, por lo cual es conveniente suprimirla. Tampoco se
observa ninguna razón práctica para mantener una incapacidad para desempeñar funciones públicas a quien
ha cumplido su pena, salvo los casos en que esto resulte indicado y que, por ende, serán objeto de la
respectiva pena de inhabilitación. Cabe observar que, dada la amplitud del concepto de empleado público,
se ha objetado que cualquier condenado, una vez cumplida la pena, no podría desempeñarse como
operador de limpieza municipal, por ejemplo; más aún, se le niega la licencia de conductor de vehículos de
alquiler en la Ciudad de Buenos Aires. Por todas estas razones se ha entendido que la pena de inhabilitación
se cumple durante el tiempo fijado en la condenación a esta pena, durante el cual será privado de toda
función pública –como también del derecho a ejercer la actividad sobre la que recayere– y no podrá
obtenerla durante el mismo tiempo” (p. 126).

186
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

irracionalidad, lo que indica que la ley debe ser interpretada muy restrictivamente,

para evitar decisiones inconstitucionales. Para ello, debe tenerse en cuenta que la

curatela es una institución del derecho civil, que tiene carácter tutelar y, por ende,

no puede interpretarse de modo diferente en sede penal. Por ende, en esta sede

no puede imponerse mecánicamente, porque si falta el supuesto tutelar su

fundamento sería un resabio de muerte civil y, por ende, sería inconstitucional. El

único supuesto en que puede imponerse esta pena accesoria sería el resultante de

una real incapacidad del penado para administrar sus bienes, con claro perjuicio

para su patrimonio y, por consiguiente, cuando sea evidente su conveniencia a

favor del propio interés del penado y de las personas que tuviesen trato familiar

con este…167.

El Dr. Juan Carlos Gemignani, vocal de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación

Penal, señaló al respecto que:

“…he sostenido que las disposiciones 2º y 3º del artículo 12 del Código Penal son

contrarias a nuestro bloque constitucional federal.. .”.” ..En efecto, la situación de

encarcelamiento, no puede de ningún modo constituir una diferencia de

tratamiento con aquellas personas que se encuentran en el ámbito libre. Más aún,

la norma en cuestión implica que, bajo una mirada eminentemente paternalista, el

legislador imponga solapadamente una verdadera sanción de naturaleza

retributiva y no una mera consecuencia del encierro, la cual no se compadece con

167
ALAGIA, Alejandro, SLOKAR, Alejandro y ZAFFARONI, Eugenio, Derecho penal. Parte general, Buenos Aires,
Ediar, 2003, pp. 985-987.

187
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

los postulados del Estado democrático de derecho que emerge de nuestra Ley

Suprema. Ello no es compatible con el rol del Estado dentro de nuestra

arquitectura constitucional, el cual debe ser de carácter fraterno y no paternalista

–como el de la norma en examen-, debiendo ser especialmente cuidadoso de no

inmiscuirse dentro del ámbito de autonomía personal de cada individuo que se

encuentra protegido constitucionalmente (art. 19 de la Constitución Nacional). “

“La aplicación de esta norma conlleva dos consecuencias que no se ajustan a los

parámetros constitucionales, la primera de ellas, es la privación de la

responsabilidad parental. Sobre este particular, observo que esta parte de la

norma conlleva un innecesario agravamiento de la pena impuesta por resultar

indigna, inhumana y degradante. Además, produce efectos claramente

estigmatizantes y contrarios a la resocialización del condenado, dándose de bruces

con la voluntad del constituyente de garantizar una protección integral de la

familia como pilar básico de nuestra sociedad política (art. 14 bis, última parte, de

la Constitución Nacional)…”. “..En segundo término, la privación mientras dure la

pena de la administración de los bienes y del derecho de disponer de ellos por acto

entre vivos dispuesta por la misma norma también resulta contraria a nuestra Ley

Fundamental. Y así lo es, en virtud de que dicha interdicción implica lisa y

llanamente la eliminación de la voluntad del sujeto penado, quedando

prácticamente equiparado a los efectos legales con la categoría jurídica de la

incapacidad de ejercicio, lo cual resulta evidentemente frustratorio de un

razonable ejercicio de su derecho de propiedad (art. 17 C.N.). Vale puntualizar que

188
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

teniendo en cuenta el Estado democrático de derecho que estructura nuestra

Carta Fundamental y los Pactos Internacionales con jerarquía constitucional, el art.

12, segunda y tercera disposición, del Código Penal son inconstitucionales, ya que

de no ser así dejaríamos vigente –más allá de los dos casos de excepción

destacados- una norma que se asemeja a una suerte de ‘muerte civil morigerada’,

que a su vez produce una mortificación innecesaria al penado y que afecta no sólo

sus eventuales actividades comerciales, sino se contrapone con la estabilidad que

deben tener los lazos familiares y con la protección del interés superior de los

niños” 168

En conclusión, la referida norma del Código Penal resulta inconstitucional, pues la

restricción del derecho de propiedad del trabajador en contexto de encierro implica

desconocer su carácter de sujeto de derecho, condición expresamente reconocida por

instrumentos internacionales de derechos humanos que tienen rango constitucional, ya

que la persona detenida que trabaja resulta ser lo suficientemente capaz como para poder

decidir con su propio criterio el destino que ha de asignarle a su remuneración.

De igual modo, son inconstitucionales las disposiciones legales que imponen al

detenido que trabaja la constitución de una especie de “ahorro forzoso” pues al impedir

la libre e inmediata disponibilidad respecto de su salario afectan el carácter alimentario de

este, dado que las condiciones sociales de la población carcelaria y de sus familias exigen

que se atiendan en primer término necesidades acuciantes y actuales, por lo tanto

168
“Sentencia del 4/12/2015, dictada en autos “Internas de la Unidad Nº 31 SPF s/ hábeas corpus”

189
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

resultan contrarias al principio protectorio consagrado por el artículo 14 bis de la

Constitución Nacional, así como a las garantías de igualdad ante la ley y de inviolabilidad

de la propiedad previstas por los artículos 16 y 17 de la Carta Magna.

Por consiguiente, es válido sostener que el detenido que trabaja tiene la potestad

-en ejercicio de la garantía constitucional de propiedad- de disponer libremente de su

remuneración mensual, ya que en este punto deber primar su voluntad, pues no hay

motivo para privarlo del derecho de decidir de qué manera utilizará la retribución

obtenida como fruto de su trabajo. Por otra parte, el ejercicio de esta facultad también

será conducente al logro de una mayor responsabilidad y una adecuada inserción social.

Asimismo, cabe señalar que a los juzgados de ejecución penal concurren

diariamente los liberados a los que no se les ha hecho entrega del fondo de reserva

correspondiente, quienes se encuentran obligados a un extenso peregrinar por las oficinas

administrativas del Servicio Penitenciario Federal, hasta que finalmente se les reconoce su

derecho169.

En consecuencia, en caso de concretarse una reforma del Código Penal y de la Ley

de Ejecución Penal deberían derogarse el artículo 12 del citado código y las normas que

imponen la constitución del fondo de reserva, pues vulneran expresas disposiciones

constitucionales que reconocen a la persona privada de la libertad el carácter de sujeto de

169
LÓPEZ, Axel y MACHADO, Ricardo, Análisis del Régimen de Ejecución Penal…, op. cit., nota 19, p. 327. Ver al
respecto mi comentario Un nuevo pronunciamiento judicial que pone otra vez en escena el trabajo de las
personas privadas de la libertad-, pub. Derecho del Trabajo Año LXXVNº9, Setiembre 2015, pág.1823.

190
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

derecho y, consecuentemente, su capacidad para ejercer con plenitud los derechos

humanos fundamentales.

ARTICULO 129. — De la remuneración del trabajo del interno, deducidos los aportes

correspondientes a la seguridad social, podrá descontarse, en hasta un 20 % los cargos

por concepto de reparación de daños intencionales o culposos causados en las cosas

muebles o inmuebles del Estado o de terceros.

La ley 24.660 autoriza un descuento de hasta el 20% de la remuneración del

trabajador detenido, por concepto de reparación de daños intencionales o culposos

causados por éste en las cosas muebles o inmuebles del estado o de terceros (art. 129).

Vale decir que, en este aspecto, no se aplica la Ley de Contrato de Trabajo, que solo

autoriza la retención -también del 20% del salario- en caso de daños graves e

intencionales en los talleres, instrumentos o materiales de trabajo y genéricamente en los

intereses del empleador, lo que significa que el trabajador en el medio libre solo

responderá por los perjuicios causados por dolo o culpa grave en ejercicio de sus

funciones, mientras que en el contexto de encierro el trabajador responde también por

los daños causados por la simple culpa.

En el marco de la ley laboral, el empleador debe consignar judicialmente la porción

retenida del salario, a las resultas de las acciones pertinentes, y la acción de

responsabilidad contra el trabajador caduca si no se ejerce dentro de los noventa días (cf.

arts. 87 y 135 LCT). En el contexto de encierro el empleador puede retener por sí, sin

necesidad de consignar judicialmente.

191
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Accidentes de trabajo y enfermedades profesionales

ARTICULO 130. — La muerte o los accidentes sufridos por internos durante o con motivo

de la ejecución del trabajo, así como las enfermedades profesionales contraídas por su

causa, serán indemnizables conforme la legislación vigente.

La ley de ejecución penal y también el RGP establecen que los infortunios laborales

(enfermedades y accidentes) se deben indemnizar de conformidad con la legislación

vigente. En la actualidad, dicha cuestión está regulada por la leyes 24.557 y 26.773.

La exigencia de tal protección resulta de las Reglas Mínimas de Ginebra y también

de las Reglas Mandela y, como se señalara precedentemente, es un requisito que debe

respetarse para que el trabajo en contexto de encierro pueda ser considerado trabajo

voluntario y por lo tanto compatible con el Convenio Nº 29 de OIT.

La Justicia Laboral resulta competente para conocer en tal tipo de conflictos.

ARTICULO 131. — La indemnización, cualquiera fuere el monto de la efectiva

remuneración percibida por el interno, se determinará sobre la base de los salarios

fijados en los convenios o disposiciones vigentes, a la fecha del siniestro, para las

mismas o similares actividades en el medio libre.

Este artículo de la ley 24.660 y su similar en el RGP (art. 113), referidos a la

determinación de la indemnización en caso de muerte o accidentes sufridos por los

detenidos durante o con motivo de la ejecución del trabajo así como en el supuesto de las

enfermedades profesionales contraídas por su causa, vulneran, también, el orden de

192
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

prelación normativa que resulta del principio protectorio receptado por la Constitución

Nacional, en concreto, la regla de la norma más favorable para el trabajador, que

determina la jerarquía de la legislación laboral, a la vez que contradicen lo dispuesto por

los artículos 130 de la ley 24.660 y 112 del RGP que establecen que dichos infortunios

serán indemnizables conforme la legislación vigente.

Los citados artículos 131 y 113, en primer lugar, toleran que los detenidos

trabajadores perciban remuneraciones inferiores al salario mínimo vital móvil y a los

mínimos de convenio, toda vez que establecen que la indemnización correspondiente en

caso de muerte, accidente laboral o enfermedad profesional se debe determinar sobre la

base de los salarios fijados en los convenios o disposiciones vigentes, a la fecha del

siniestro, para las mismas o similares actividades en el medio libre, “… cualquiera fuere el

monto de la efectiva remuneración percibida por el detenido”.

Vale decir que la norma admite que el trabajador privado de la libertad perciba una

retribución inferior a la que fijan las convenciones colectivas de trabajo o al salario mínimo

vital móvil, que es el que resulta de las disposiciones vigentes.

Por lo tanto, son aplicables los razonamientos expuestos al comentar el artículo

120, en cuanto a la violación de las garantías constitucionales referidas al salario mínimo

vital y móvil, a la retribución justa y a igual remuneración por igual tarea.

Por otra parte, estas disposiciones pueden llegar a vulnerar la regla de la condición

más beneficiosa, que es una regla que emana del principio protectorio (art.14 bis CN),

193
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

pues podría darse el caso de que el trabajador detenido percibiera un salario mayor que

aquellos mínimos (legales o convencionales) y, por lo tanto, tiene derecho a que se

compute esta remuneración efectivamente percibida, que es lo que disponen las leyes

24.557 y 26.773 que regulan todo lo relativo a los infortunios laborales, Por lo expuesto,

considero que una futura reforma de la ley de ejecución penal debería adecuar dichas

disposiciones a las normas constitucionales y modificarlas en el sentido de que la

remuneración del trabajador detenido (procesado o condenado) debe ser igual a la que

recibe un trabajador de la misma actividad en el medio libre con la finalidad de garantizar

la voluntariedad del trabajo en condiciones de encierro, conforme lo señalara la OIT y, en

especial, para proteger a esta mano de obra cautiva y evitar una competencia desleal con

los trabajadores libres170.

ARTICULO 132. — Durante el tiempo que dure su incapacidad, el interno accidentado o

enfermo percibirá la remuneración que tenía asignada.

El trabajador accidentado tiene derecho a percibir la remuneración asignada

durante el tiempo que dure la incapacidad, cuestión que contemplan de modo

sobreabundante la norma presente y el artículo 114 del RGP, ya que dicho derecho está

expresamente reconocido por las leyes 24.557 y 26.773 que regulan todo lo atinente a los

infortunios laborales.

170
OIT, Informe del Comité de Expertos en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones, 2001, ap. 145.

194
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

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200
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Comentario al Artículo 135.

Ignacio Calvi

Artículo 135: “Restricciones prohibidas al derecho a la educación. El acceso a la

educación en todos sus niveles y modalidades no admitirá limitación alguna fundada en motivos

discriminatorios, ni en la situación procesal de los internos, el tipo de establecimiento de

detención, la modalidad de encierro, el nivel de seguridad, el grado de avance en la

progresividad del régimen penitenciario, las calificaciones de conducta o concepto, ni en ninguna

otra circunstancia que implique una restricción injustificada del derecho a la educación.”

Redacción anterior: “Se impartirá enseñanza obligatoria a los internos analfabetos y a

quienes no hubieren alcanzado el nivel mínimo fijado por la ley. El director del establecimiento

podrá eximir de esta obligación a quienes carecieren de suficientes aptitudes intelectuales. En

estos casos, los internos recibirán instrucción adecuada, utilizando métodos especiales de

enseñanza.”

La sanción de la ley 26.695 trajo una saludable reforma al sistema educativo intra-

penitenciario, otorgando en expectativa un derecho más amplio y absoluto al acceso a la

educación en todos sus niveles.

Establece responsabilidades del Estado nacional, las provincias y la Ciudad Autónoma de

Buenos Aires de que ello se cumpla. La normativa instaura la escolaridad obligatoria para los

internos que no hayan cumplido el mínimo establecido por la ley y la creación de un mecanismo
de fiscalización de la gestión educativa, rompiendo así con una vieja discusión sobre si la

educación para adultos era obligatoria o solo un derecho1.

Sin dudas, la ampliación del derecho, la falta de distinción entre procesado y condenado

para el acceso a la educación, la generación de incentivos para su acceso2, constituyen avances en

la apertura necesaria de las cárceles, Baratta señalaba “…la cuestión carcelaria no puede

resolverse permaneciendo en el interior de la cárcel, conservándola como institución cerrada.

Porque el lugar de la solución del problema carcelario es toda la sociedad…”. 3

En este sentido, que la reforma viene a equiparar situaciones que, de hecho, no deberían

resultar desiguales: el acceso a la educación no podía ser limitado en condiciones de encierro y

reducirse a situaciones de analfabetismo.

Resulta curioso, al menos, que en el debate parlamentario en el que se aprobó la ley

24.660, el Senador Quinzio4 “…Como filosofía, este proyecto sostiene el predominio del criterio

educativo, formativo, y transformador sobre el mero aseguramiento, sobre la seguridad como fin

en sí mismo, ya que la seguridad sobre claras bases legales es un medio y nunca un fin.”

Esto, nos lleva comprender que lo que hoy aparece como admisible en cuanto a las

condiciones de detención, en un futuro (en la profundización de los Derechos Humanos) quizás

sea inadmisible. Por ello, siendo conceptos socioculturales que se encuentran en constante

evolución la forma en que se trata debe ser atendiendo a que se ajusta al momento actual y ser

reabierto en otras ocasiones.

1
Ver tratamiento integral a la reforma de la ley en MATKOVIC, Pablo A., “Ley 26.695, DE EDUCACION EN
CONTEXTO DE ENCIERRO: EDUCACION PARA TODOS: ACIERTOS, PROBLEMATICAS Y DESAFIOS.” Disponible
en http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2011/10/doctrina31688.pdf
2
Ver Art. 140 de esta norma
3
BARATTA, Alessadro; Criminología crítica y crítica del derecho penal: introducción a la sociología jurídico
penal, 1º edición, Ed. Siglo XXI, año 2004, página 393.
4
QUINZIO, Bernardo, uno de los pocos que expuso en esa ocasión. Ver diario de sesiones de la Cámara de
Senadores de la Nación del 19 de junio de 1996.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Aunque el encarcelamiento se considere un castigo justificado, no debe llevar consigo una

privación adicional de los derechos, ya que el único derecho que se priva, al estar detenido, es la

libertad ambulatoria.

Es necesario destacar además que nuestra Carta Magna, al hacer referencia a las

condiciones que deben tener las cárceles de la Nación determina que “…serán sanas y limpias,

para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…”. Conjuntamente con ello, el

Pacto de San José de Costa Rica, al referirse a la finalidad de las penas privativas de libertad, dejó

sentado que la reforma y readaptación social de los condenados son los objetivos que se deben

perseguir.

La educación es un derecho que hace a la condición del ser humano, ya que a partir de ella

se construye el lazo de pertenencia ala sociedad, a la palabra, a la tradición, al lenguaje, en

definitiva, a la transmisión y recreación de la cultura, esencial para la condición humana 5.

Por lo tanto, quien no reciba o no haga uso de este derecho pierde la oportunidad de

pertenecer a la sociedad, a participar de manera real y constituirse en un ciudadano, que haga uso

de sus derechos y cumpla con sus deberes a favor del desarrollo de la sociedad.

No sólo debe hacerse uso del derecho de manera individual sino que es el Estado quien

debe garantizarlo plenamente. Porque un derecho que no reúne las condiciones de acceso de

todos los ciudadanos y de cumplimiento pleno del mismo produce privilegios para unos pocos y el

resto quedará en el camino hacia el no-ejercicio de sus derechos sociales.

En términos del sistema interamericano, la Comisión se ha expresado en relación a la

necesidad de políticas públicas integrales orientadas a lograr que el sistema penitenciario cumpla

con los fines que establece la Convención Americana sobre Derechos Humanos: la reforma y

5
NUÑEZ, Violeta “Pedagogía Social: cartas para navegar en el nuevo milenio”,edit. Santillana, Bs. As. 1999,
Pág. 5.
readaptación social de los condenados. “Es imprescindible que la respuesta del Estado a los

problemas de criminalidad y de inseguridad ciudadana no esté compuesta exclusivamente de

medidas de carácter represivo, sino también preventivo. Dentro de esta categoría, debemos

incluir los programas de mejoramiento del sistema penitenciario, dirigidos a promover y fomentar

el trabajo y la educación en las cárceles, como medio idóneo para lograr la reinserción social de las

personas privadas de libertad…”, dijo el Relator. “Este tipo de programas lograrían disminuir los

niveles de reincidencia, y por lo tanto, bajarían los niveles de criminalidad”6.

En conclusión, la normativa vigente garantiza la educación (en cualquiera de sus niveles)

para las personas privadas de la libertad, estableciendo de este modo un nuevo estándar a ser

cumplido por el Estado: que cada persona que ingresa al sistema penitenciario pueda acceder a

obtener un nivel educacional superior al que tenía al momento de su detención.

Este derecho debiera ser puesto en marcha por el órgano administrativo (Servicio

Penitenciario Federal) conforme ser analizará en los Artículos siguientes, pero ante fallas o

carencias existen, al menos, dos vías idóneas de reparación: 1. Presentación ante el Juez de

ejecución o natural quién, inicialmente, posee competencia para todos las referidas a la ejecución

de la condena (o del desarrollo de las prisión preventiva, según se trate); y 2. Por la vía del habeas

corpus, pudiendo colectivizar el reclamo de tratarse de una cuestión estructural que trascienda al

presentante7.

Finalmente, cabe detallar que la CSJN ha dado un alcance al término “garantizar” que debe

ser tenido como guía por los tribunales inferiores. Es deber del Estado “remover los obstáculos

6
En referencia la situación de las personas privadas de la libertad en Honduras, año 2013, EA/Ser.L/V/II.147
7
Art. 43 de la Constitución Nacional de conformidad con la interpretación que ha realizado la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, por cuanto ha entendido que ante la falta de reglamentación, se extiende de aquel.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

que puedan existir” o en definitiva, que impidieran el disfrute de los derechos consagrados a favor

de los individuos8.

8
CSJN fallos 318:514, 530 y 331:2691, entre otros.
Comentarios al Artículo 136

Artículo 136: Situaciones especiales. Las necesidades especiales de cualquier persona o

grupo serán atendidas a fin de garantizar el pleno acceso a la educación, tal como establece la

Ley de Educación Nacional 26.206. La mujer privada de su libertad será especialmente asistida

durante el embarazo, el parto, y se le proveerán los medios materiales para la crianza adecuada

de su hijo mientras éste permanezca en el medio carcelario, facilitándose la continuidad y la

finalización de los estudios, tal como lo establece el artículo 58 de la Ley de Educación Nacional.

(Artículo sustituido por art. 1º de la Ley Nº 26.695 B.O. 29/08/2011)

Norma asociada: Artículo 58 Ley de educación nacional (26.206), “Los sistemas educativos

jurisdiccionales ofrecerán atención educativa de nivel inicial destinada a los/as niños/as de

CUARENTA Y CINCO (45) días a CUATRO (4) años de edad, nacidos/as y/o criados/as en estos

contextos, a través de jardines maternales o de infantes, así como otras actividades educativas y

recreativas dentro y fuera de las unidades penitenciarias.”

Los alumnos que asisten a las escuelas en las unidades penitenciarias fueron y son sujetos

de múltiples exclusiones, a las que ahora se suma una nueva: la privación de la libertad. Estudiar

en la cárcel les permite recuperar al menos un derecho negado, el de la educación. De esta

manera el lugar ocupado puede ser no solo el de recluso, sino el de alumno en un espacio que

abre una posibilidad diferente.

Quizá aquí pueda radicarse la esperanza en que estos seres humanos se conecten con su

propia potencia y originen acciones auto-habilitadoras que marquen la diferencia entre modos de
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

existencia: "la diferencia cualitativa entre los modos de existencia bueno-malo"9 en un plan de

inmanencia que pueda representar, entre otros logros, el pasaje de ocupante al de habitante.

La escuela, aún en condiciones de encierro, puede habilitar un espacio de libertad no para

"rehabilitar" para un futuro (cuando se salga en libertad), sino interviniendo en el hoy para

constituirse en uno, donde la dignidad sea posible.

El estudiante preso se resiste a ser tomado como preso en la prisión; no puede ser

capturado integralmente como preso en la prisión en la que está apresado. El estudiante preso, si

bien está preso, no es preso -voluntad única del actual sistema carcelario- sino estudiante10, y por

lo tanto corresponde sea tratado como tal.

Por lo tanto, debe la administración garantizar el efectivo goce del derecho a la educación

en los casos en que posean hijos menores otorgando un espacio de educativo y recreativo para los

hijos de la mujer privada de la libertad.

9
DELEUZE, Gilles, Spinoza: filosofía práctica, año 2001, Barcelona,TusQuets
10
LEWKOWICZ, Ignacio, "La situación carcelaria", en Diego Zerba (comp.): El malestar en el sistema
carcelario, año 1996, Buenos Aires. Texto disponible en:
http://www.estudiolwz.com.ar/protoWeb/lwzArchGral/art/SituacionCarcelaria.pdf
Comentarios al Artículo 137

Artículo 137: Notificación al interno. El contenido de este capítulo será puesto en

conocimiento de todas las personas privadas de libertad, en forma fehaciente, al momento de su

ingreso a una institución. Desde el momento mismo del ingreso se asegurará al interno su

derecho a la educación, y se adoptarán las medidas necesarias para mantener, fomentar y

mejorar sus capacidades e instrucción. Cada vez que un interno ingrese a un establecimiento, las

autoridades educativas y penitenciarias deberán certificar su nivel de instrucción dejando

constancia en el legajo personal y en los registros pertinentes.

En caso de ingresar con algún nivel de escolaridad incompleto, la autoridad educativa

determinará el grado de estudio alcanzado mediante los procedimientos estipulados para los

alumnos del sistema educativo y asegurará la continuidad de esos estudios desde el último

grado alcanzado al momento de privación de libertad. (Artículo sustituido por art. 1º de la Ley

Nº 26.695 B.O. 29/08/2011)

La norma es novedosa, por cuanto no halla similitud con su antecesora que no contemplaba

esta circunstancia. De manera paradojal, esta norma ha sido objeto de reglamentación interna por

parte de los propios Complejos Penitenciarios, esto es, no sólo no se aplica de modo directo sino

que siquiera existe a nivel Dirección Nacional una normativa común que deba ser respetado,

existiendo múltiples modos de llevarlo adelante, teniendo en cuenta las especiales circunstancias

de cada lugar de alojamiento.

Al ingresar al penal, la persona es entrevistada para la confección de su historia

criminológica, donde se asientan diversos datos del sujeto.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

De la Historia Criminológica debe surgir el tiempo mínimo para verificar los resultados del

tratamiento y todo lo relacionado a la propuesta que haga el Consejo Correccional respecto de la

salud, intereses y educación del preso.

El contenido de la Historia Criminológica es importante porque en la práctica suceden tres

cuestiones:

1. el preso no sabe qué debe hacer y qué sucede si no lo hace;

2. puede suceder que la administración penitenciaria no realice este informe de la forma

interactiva en que demanda la ley; es decir, con la intervención del condenado y no le avise al

preso de la importancia y finalidad que tiene esta entrevista. Lo anterior implicará que el Servicio

Penitenciario fije, individualmente, todo lo relativo a sus avances;

3. puede suceder que esta historia criminológica nunca se confeccione o no se realice en

los tiempos que demanda la ley.

Si no se controla correctamente, las consecuencias se advertirán una vez que se verifique

que el condenado no avanzó de fase en fase.

Debe ser confeccionada de manera interactiva con el preso y marcará los objetivos que

debe cumplir éste. A su vez, el decreto Nº 396/9911establece que dicha historia se confeccionará

teniendo en cuenta las aptitudes, inquietudes y necesidades de aquel.

De esta manera, no existe impedimento legal para que el condenado pueda acceder a

dicha información, pues es el mismo Servicio Penitenciario quien debe hacerle saber de los

resultados y objetivos.

11
Disponible en http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/55000-59999/57365/texact.htm
Así, el condenado puede pedir su Historia Criminológica al Consejo Correccional y, de no

poder acceder, se lo debe solicitar al juez de ejecución –por sí solo o por medio de su defensor-

para que interceda y permita controlarla.

Es importante aclarar que la Historia Criminológica no es secreta ni puede funcionar como

un factor sorpresa para el condenado, pues sus objetivos son fundamentales para que entre todos

se cumpla con la finalidad de la ley.12

El control por parte del interno, como de los órganos de la defensa y su Juez natural

resultan imprescindibles a fin de lograr un correcto abordaje, proponiendo metas posibles,

alternativas valiosas que permitan un desarrollo integral del sujeto.

12
Ver consideraciones que realiza INECIP sobre cuestiones relativas a las personas privadas de la libertad. El
documento completo se puede consultar en http://inecip.org/wp-content/uploads/Inecip-Manual-
Pr%C3%A1ctico-para-Defenderse-de-la-C%C3%A1rcel.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Comentario al Artículo 138

Artículo 138: Acciones de implementación. El Ministerio de Educación acordará y

coordinará todas las acciones, estrategias y mecanismos necesarios para la adecuada

satisfacción de las obligaciones de este capítulo con las autoridades nacionales y provinciales y

de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con Institutos de educación superior de gestión estatal

y con Universidades Nacionales.

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y sus equivalentes provinciales y de la

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la autoridad penitenciaria, y los organismos responsables de

las instituciones en que se encuentran niños y adolescentes privados de su libertad, deberán

atender las indicaciones de la autoridad educativa y adoptar todas las medidas necesarias para

el cumplimiento de lo establecido en el presente capítulo.

Entre otras acciones, deberán proveer de ámbitos apropiados para la educación, tanto

para los internos como para el personal docente y penitenciario, adoptar las previsiones

presupuestarias y reglamentarias pertinentes, remover todo obstáculo que limite los derechos

de las personas con discapacidad, asegurar la permanencia de los internos en aquellos

establecimientos donde cursan con regularidad, mantener un adecuado registro de los créditos y

logros educativos, requerir y conservar cualquier antecedente útil a la mejor formación del

interno, garantizar la capacitación permanente del personal penitenciario en las áreas

pertinentes, fomentar la suscripción de convenios de cooperación con instituciones públicas y

privadas, garantizar el acceso a la información y a los ámbitos educativos de las familias y de las

organizaciones e instituciones vinculadas al tema, fomentar las visitas y todas las actividades

que incrementen el contacto con el mundo exterior, incluyendo el contacto de los internos con

estudiantes, docentes y profesores de otros ámbitos, la facilitación del derecho a enseñar de


aquellos internos con aptitud para ello, y la adopción de toda otra medida útil a la satisfacción

plena e igualitaria del derecho a la educación.

En todo establecimiento funcionará, además, una biblioteca para los internos, debiendo

estimularse su utilización según lo estipula la Ley de Educación Nacional. (Artículo sustituido por

art. 1º de la Ley Nº 26.695 B.O. 29/08/2011).

Norma Asociada: Artículo 3 de la Ley de Educación Superior (Ley 24.521) — “La Educación

Superior tiene por finalidad proporcionar formación científica, profesional, humanística y técnica

en el más alto nivel, contribuir a la preservación de la cultura nacional, promover la generación y

desarrollo del conocimiento en todas sus formas, y desarrollar las actitudes y valores que requiere

la formación de personas responsables, con conciencia ética y solidaria, reflexivas, críticas, capaces

de mejorar la calidad de vida, consolidar el respeto al medio ambiente, a las instituciones de la

República y a la vigencia del orden democrático.”

En primer lugar la norma pone cabeza del Ministerio de Educación la coordinación de

acciones para la adecuada satisfacción de los derechos de este capítulo.

Es, en este sentido, que debería promocionar o incentivar el ingreso de Universidades

públicas o Institutos de Educación Superior en establecimientos penitenciarios.

En lo concreto, el Programa UBA XXII es –al menos a la fecha- el único que funciona de

modo continuo en el área metropolitana, centrándose sus acciones en el Centro Universitario de

Devoto (CUD). Dicha circunstancia ha motivado presentaciones de habeas corpus por parte del

colectivo de “estudiantes universitarios-detenidos”, sobre lo que volveré mas adelante.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Además, establece que es el Ministerio de Justicia el que debe atender las indicaciones

educativas y adoptar medidas tendientes a su efectiva puesta en marcha. En definitiva, en materia

de educación, existe una suerte de orden jerárquico que queda puesto de manifiesto aquí: es la

autoridad penitenciaria la que debe acatar las decisiones educativas para brindar un adecuado

servicio.

Esto último se traduce en brindar las herramientas necesarias con el fin de que el detenido

pueda acceder en tiempo y forma a las clases, que tenga la posibilidad de estudiar en su lugar de

alojamiento, como así también, se le permita tomar contacto con sus pares –compañeros de

estudio- y de material adecuado para la preparación de los exámenes.

Claramente, la estructura carcelaria carece de un criterio de apertura educativa, al no

haberse contemplado inicialmente esta circunstancia, lo que implica una necesaria injerencia de

todos los órganos del estado para paulatinamente complementar tareas e ir alcanzando

estándares cada vez más altos.

El fomento de la utilización de la Bibliotecas con las que deben contar los establecimientos

carcelarios, no es más que la consumación de los fines de la Ley Educación Superior, en tanto se

pretende no sólo el pleno acceso al material sino dar la posibilidad que a través de aquél se genere

nuevo material científico en las materias de estudio.

Jurisprudencia asociada.

La Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN) presentó una acción de habeas corpus

respecto a 14 internos –que estudiaban en el CUD- que fueron alojados en diversas Unidades
penitenciarias13. Esto motivó que el Juzgado Nacional de Instrucción nro. 31 ordenara que para el

traslado de los internos que cursaban estudios universitarios debían ser traslados con un móvil

exclusivo a tal fin. La decisión fue confirmada por la Cámara y recurrida en Casación.

La Casación entendió que se puso en tela de juicio la vigencia de los derechos

contemplados por la normativa federal contenida en la ley 26.695, en lo que el derecho a la

educación contempla, en perjuicio de garantías constitucionales previstas en los Arts. 18 y 75 inc.

22 de la CN, 12 de la DADDH, 8 y 14 de la CADH.

En su decisorio, consideró que se habían agravado las condiciones de detención y se había

afectado el derecho a la educación conforme el Art. 138 de la ley 24.660, circunstancia que

requería una solución integral tendiente a garantizar la superación de las situaciones planteadas y

las por venir en mismo sentido, es decir, evitar que se repitan en el futuro.

En este sentido, entendió que debía garantizarse la permanencia de los internos en los

establecimientos donde cursan con regularidad, otorgando una clara supremacía del derecho a la

educación por sobre la ubicación y la disponibilidad geográfica de las personas privadas de la

libertad.

Por otro lado, cabe recordar otro sumario donde se ejecuta lo resuelto por la Exma.

Cámara Nacional de Casación Penal (Sala II, causa 14961, Reg. 20116), allí el Juzgado Nacional de

Menores nro. 4 (sec. 10, sumario 38745/2011) dispuso el pasado 28 de octubre de 2014 que la

totalidad de los estudiantes del CUD deberían estar alojados en el Complejo de CABA haciendo dos

excepciones: 1) los detenidos de fuerza o asimilados y 2) aquellos imputados por delitos de índole

sexual. Se destaca, a su vez, que dicho tribunal monitorea mediante reuniones periódicas (e

13
“NN s/Recurso de Casación, detenidos que cursan estudios en el CUD” CFCP, Sala 2, Reg. 20.116 del
22/06/2012
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

informes) con la División Traslados y las distintas unidades penitenciarias con el fin de optimizar el

sistema de traslados para aquellas personas que cursan en el CUD.


Comentario al Artículo 139

Artículo 139: Documentación y certificados. A los efectos de garantizar la provisión y la

continuidad de los estudios, se documentarán en el legajo personal del interno o procesado los

créditos y logros educativos correspondientes alcanzados de manera total o parcial que,

además, se consignarán en la documentación de la institución educativa correspondiente. En

caso de traslado del interno o procesado, la autoridad educativa deberá ser informada por la

autoridad judicial correspondiente para proceder a tramitar de manera automática el pase y las

equivalencias de acuerdo a la institución educativa y al plan de estudios que se corresponda con

el nuevo destino penitenciario o el educacional que se elija al recuperar la libertad. Los

certificados de estudios y diplomas extendidos por la autoridad educacional competente durante

la permanencia del interno en un establecimiento penitenciario, no deberán contener ninguna

indicación que permita advertir esa circunstancia. (Artículo sustituido por art. 1º de la Ley Nº

26.695 B.O. 29/08/2011)

El certificado de estudios puede solicitarse a través del área social de la unidad donde se

encuentra actualmente detenido, para que le pida a la unidad anterior que envíe la

documentación.

Si esto no tiene resultado, se puede solicitar al juez o defensor que libre un oficio a la otra

unidad para que entregue los certificados.

Entregar el certificado es una obligación que debe cumplir el Servicio Penitenciario Federal,

a través del área de educación, quien lo debe gestionar ante la autoridad competente.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Análisis de los artículos vinculados a la salud en la ley 24.660.

La importancia de las “Reglas Mandela”.

Pablo Ordóñez

En el presente trabajo, analizaré, uno por uno, los artículos de la ley 24.660

vinculados con la salud de aquellas personas que se encuentran alojadas en el interior de

un establecimiento carcelario. Labor que realizaré recordando que las personas privadas

de su libertad tienen derecho a la misma calidad de salud que el resto de la comunidad y

que el pleno goce de tales derechos es clave en su reinserción en la sociedad.

No desconozco que mi postura de otorgar derechos (en estos caso derechos básicos

que no deberían resultar llamativos) a personas que, en muchos casos, no en todos, han

tenido una o varias equivocaciones importantes en su vida puede tener detractores pero

por eso, con más razón, es que invito a pensar sí no sería mucho más sencillo resocializar a

una persona si durante el tiempo que esté encerrada en una prisión se lo educa, se le

enseña un oficio, se lo alimenta adecuadamente, se cuida de su salud. Objetivos que hoy

existen en la teoría pero que no se cumplen en la práctica.

Los cuales sólo podrán llevarse adelante con un cambio estructural y con un

importante incremento presupuestario. Pero que, seguramente, de cumplirse, en el largo

plazo (aquí la razón por la que entiendo que cuesta aplicar el cambio) se verán y ayudarán
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

a las personas que tuvieron que pasar por un establecimiento penitenciario y al resto de la

sociedad.1

Pero pese a ello y a que el derecho a la vida y a la salud se relacionan directamente

con la protección de la dignidad, el progreso en el reconocimiento al derecho a la salud no

ha evolucionado a idéntica velocidad en un contexto de prisionización. Debiéndose, en lo

que respecta a la salud, dejar de hablar de internos para hablar de pacientes.

Art. 143: “El interno tiene derecho a la salud. Deberá brindársele oportuna asistencia

médica integral, no pudiendo ser interferida su accesibilidad a la consulta y a los

tratamientos prescriptos.

Los estudios diagnósticos, tratamientos y medicamentos indicados, le serán

suministrados sin cargo.”

El concepto de salud, conforme a la definición de la Organización Mundial de la

Salud, comprende “…un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no

solamente la ausencia de afecciones o enfermedades…”. Esta trascripción del Preámbulo

de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud2 brinda una aproximación sobre

1
Alfredo Dillon, “Educación, mucho más que nuevos conocimientos. Presos que estudian: el 85% no vuelve a
la cárcel”, nota publicada en el diario “Clarín” el 3 de diciembre de 2015.
2
Adoptada por la Conferencia Sanitaria Internacional celebrada en Nueva York del 19 de junio al 22 de julio
de 1946 y firmada el 22 de julio de 1946 por los representantes de 61 Estados (Official Records of the World
Health Organization, Nº 2, p. 100). Entró en vigor el 7 de abril de 1948.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

lo que hoy en día significa. Esto es: escapando a lo que podría pensarse como una noción

tradicional relacionada únicamente con la ausencia de enfermedades.3

Más allá de su derivación implícita del art. 33 de la C.N. y de lo dicho en cuanto a

que“…las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de

los reos detenidos en ellas…”4, con la incorporación de los tratados sobre Derechos

Humanos con jerarquía constitucional -art. 75 inc. 22 de la Carta Magna- realizada con la

reforma constitucional de 1994 se le dio al derecho a la salud en el interior de las cárceles

un mayor sustento legal.

Así, la salud encuentra protección en los siguientes instrumentos: Declaración

Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (arts. 1y 11); Declaración Universal de

Derechos Humanos (arts. 3 y 25); Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y

Culturales (art. 12, inc. 1 y 2, apartado “d”); Convención Americana sobre Derechos

Humanos (arts. 4, inciso 1, art. 5 inc., art. 19 y 26).

En tal sentido, el art. 12 del P.I.D.E.S. reconoce “...el derecho de toda persona al

disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental...” y los “Principios Básicos para

el Tratamiento de los Reclusos”5 en el punto 2 expresan que “...Los reclusos tendrán

acceso a los servicios de salud de que disponga el país, sin discriminación por su condición

jurídica...”.

3
La Ley de Salud en Cárceles de la Provincia de Buenos Aires, elaborada el 9 de abril del año 2013, define a
la salud en las cárceles, en su artículo 2, como “la salud física, mental e integral de las personas privadas de
libertad alojadas en instituciones dependientes del Servicio Penitenciario Bonaerense…”.
4
Art. n° 18 de la C.N.
5
Receptados por la Asamblea General en su resolución 45/111, la cual es del 14 de diciembre de 1990.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Los “Principios de Ética Médica” acordados por la Organización de Estados

Americanos (OEA) en 19826, imponen en su principio 1 que “El personal de salud,

especialmente los médicos, encargado de la atención médica de personas presas o

detenidas tiene el deber de brindar protección a la salud física y mental de dichas personas

y de tratar sus enfermedades al mismo nivel de calidad que brindan a las personas que no

están presas o detenidas...”.

Y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos estableció en 2008, mediante

los Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de Libertad

en las Américas, que “el Estado deberá garantizar que los servicios de salud

proporcionados en los lugares de privación de libertad funcionen en estrecha coordinación

con el sistema de salud pública, de manera que las políticas y prácticas de salud pública

sean incorporadas en los lugares de privación de libertad…”.

Ahora bien, párrafo aparte debe hacerse para las “Reglas Mandela”7, toda vez que

las mismas han venido a establecer nuevos estándares para el tratamiento de la población

6
Adoptado por la Asamblea General en su resolución 37/194, el 18 de diciembre de 1982.
7
Las Reglas Mandela o Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos son normas adoptadas por las
Naciones Unidas en 1955 que tuvieron su última reforma el pasado 17 de diciembre de 2015.
Esta versión aprobada por unanimidad en la 70ª sesión de la Asamblea General de la ONU busca cambiar lo
que hasta ahora ha sido el sistema carcelario y su política de sujeción y castigo para transformarse en una
oportunidad de desarrollo personal que traiga a su vez beneficios para la sociedad.
Las Reglas Mandela establecen que el fin de la pena es la protección de la sociedad contra el delito y la
reducción de la reincidencia, lo que indican que únicamente puede lograrse con una exitosa reinserción de
la persona en la sociedad tras su puesta en libertad.
Agregan una serie de principios fundamentales que incluyen el respeto a la dignidad humana y la prohibición
inderogable de la tortura y cualquier trato cruel, inhumano o degradante.
Proponen la investigación de todas las muertes bajo custodia, la protección y cuidados especiales de los
grupos vulnerables, la independencia del personal médico, restricciones sobre las medidas disciplinarias,
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

privada de su libertad. A los cuales se llegó basándose en los avances de la ciencia

penitenciaria y las prácticas internacionales. Si bien estas Reglas no son de cumplimiento

obligatorio para los Estados, son pilares que deben guiar las políticas penitenciarias.

Máxime en un caso como el de nuestro país en el que, como iremos viendo la salud de las

personas detenidas se encuentra regulada por una ley que posee más de veinte años y

que en varios puntos necesita ser repensada a fin de poder lograr su fin: la reinserción en

la sociedad de las personas detenidas.

En lo que en el marco del presente trabajo me interesa resaltar, en su regla 24

expresan que: “1. La prestación de servicios médicos a los reclusos es una responsabilidad

del Estado. Los reclusos gozarán de los mismos estándares de atención sanitaria que estén

disponibles en la comunidad exterior y tendrán acceso gratuito a los servicios de salud

necesarios sin discriminación por razón de su situación jurídica.

2. Los servicios médicos se organizarán en estrecha vinculación con la administración

del servicio de salud pública general y de un modo tal que se logre la continuidad exterior

del tratamiento y la atención, incluso en lo que respecta al VIH, la tuberculosis y otras

enfermedades infecciosas, y la drogadependencia.”

A su vez, la regla 25 enuncia que “1. Todo establecimiento penitenciario contará con

un servicio de atención sanitaria encargado de evaluar, promover, proteger y mejorar la

una regulación más precisa respecto a los registros personales, así como cuestiones relativas a las
condiciones de habitabilidad, trabajo, educación, deporte y contacto con el mundo exterior.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

salud física y mental de los reclusos, en particular de los que tengan necesidades sanitarias

especiales o problemas de salud que dificulten su reeducación.

2. El servicio de atención sanitaria constará de un equipo interdisciplinar con

suficiente personal calificado que actúe con plena independencia clínica y posea suficientes

conocimientos especializados en psicología y psiquiatría. Todo recluso tendrá acceso a los

servicios de un dentista calificado.”

Pese a ello, la realidad de nuestras cárceles muestra una cantidad ilimitada de

factores que inciden de manera negativa en la salud integral de los internos.

Con el objetivo de interiorizarnos en lo que sucede en las unidades penitenciarias de

nuestro país, comenzaré por recordar que en la República Argentina existe un sistema

bipartito de administración carcelaria. Por un lado, el sistema nacional creó el Servicio

Penitenciario Federal que depende del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos

Humanos; y por el otro se encuentran los diferentes sistemas provinciales.8

A nivel federal, el sistema sanitario se estructura mediante servicios médicos de baja

complejidad ubicados en cada establecimiento penitenciario. Tales servicios son

coordinados por la Dirección de Sanidad que depende de la Dirección General de Régimen

8
El artículo 5 de la Constitución Nacional dispone que “Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo
el sistema representativo republicano, de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la
Constitución nacional; y que asegure su administración de justicia, su régimen municipal, y la educación
primaria. Bajo de estas condiciones el Gobierno federal, garante a cada provincia el goce y ejercicio de sus
instituciones”.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Correccional del S.P.F. Cuestión que provoca un detalle no menor: el personal sanitario

que realiza estas funciones resulta ser de carrera penitenciaria.9

Provocando ello una gran cantidad de situaciones en las que resultan perjudicados

aquellos que deberían ser resociabilizados. Por ejemplo, pueden darse casos en los que

exista la disparidad jerárquica entre un médico y un guardia del servicio penitenciario.

Creando rispideces que afectan el trabajo diario y que terminen perjudicando el objetivo

de resocialización.

Inconveniente que, como lo he mencionado, ha sido puesto en debate por las

“Reglas Mandela”, toda vez que las mismas se han encargado de destacar la importancia

de la independencia del personal médico. Opinión que comparto y que muestra la

necesidad de debatir este tema.

Independencia que se necesita mucho más allá de los correspondientes

juramentos10 prestados por los profesionales. Intentando poner el foco del debate con mi

planteo no en el mero caso de la necesidad por parte de una persona detenida de ser

asistida, sino en los casos en los que los profesionales de la salud deben expedirse

respecto de, por ejemplo, el avance de una persona en los institutos relacionados con la

recuperación de la libertad ambulatoria. Resultando, a mi entender, más difícil que existan

preconceptos de las personas detenidas a evaluar por parte de los médicos si estos no son

9
Lo mismo sucede con el personal médico de las unidades provinciales.
10
Los valores médicos occidentales fueron marcados por la influencia del Juramento de Hipócrates e
invocaciones como la Plegaria de Maimónides. El juramento hipocrático constituye una promesa de
solidaridad con los demás médicos y el compromiso de atender a los pacientes adecuadamente. Además
contiene la promesa de confidencialidad. Estos conceptos se reflejan en todos los códigos modernos
profesionales de ética de la atención de salud.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de carrera penitenciaria. Es decir, y en la línea de lo dicho por las “Reglas Mandela”,

entiendo que, pese a sus mencionados juramentos, serían mucho más objetivos si son

independientes del servicio penitenciario.

Un sistema como el postulado lejos está de ser novedoso, por ejemplo, en el Reino

Unido el sistema de salud de las prisiones es controlado por el sistema Nacional de Salud.

Allí, el cambio de mando fue paulatino, ya que en el año 1999 hubo un traspaso

gradual de la responsabilidad de proporcionar asistencia sanitaria del Servicio

Penitenciario –perteneciente al Ministerio del Interior- a la parte integrante del Sistema

Nacional de Salud. El traspaso se realizó en varias etapas y terminó en abril de 2006 con

resultado positivo en cuanto al mejoramiento de atención de los pacientes.11

Fincados sobre cómo se maneja la administración penitenciaria en nuestro país y

quien maneja el cuidado de la salud de los internos (profesionales que resultan ser

penitenciarios), empezaré a analizar los inconvenientes más comunes vinculados con la

salud de las personas detenidas.

Conforme surge del informe realizado en el año 2009 por la Dirección de Sanidad del

Servicio Penitenciario Federal, las patologías prevalentes detectadas resultan ser las

infecciones respiratorias, la hipertensión y las dermopatías.

Algunas de las principales razones de ello pueden encontrarse en las condiciones de

sobrepoblación y hacinamiento que caracterizan a nuestras prisiones,12 ya que en tales

11
www.publichealthy.com
12
Conforme surge del comunicado de prensa 151/16 de la Relatoría sobre los Derechos de Personas
Privadas de Libertad de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –comunicado realizado producto
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

condiciones no es posible lograr un buen estándar en ninguna de las funciones

penitenciarias esenciales (salud, alimentación, higiene, seguridad, educación, trabajo o

recreación).

Al respecto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tiene dicho que “el

hacinamiento de personas privadas de libertad (…) facilita la propagación de

enfermedades; crea un ambiente en el que las condiciones de salubridad, sanitarias y de

higiene son deplorables…”.13

Por su parte, en las Observaciones Finales del Comité de Derechos Humanos, en su

98 período de sesiones celebrado en Nueva York el 26 de marzo de 2010, en relación a la

República Argentina, se expresó que “continúan preocupando al Comité las condiciones

imperantes en muchos centros penitenciarios del país, incluido el alto índice de

hacinamiento, la violencia intracarcelaria y la mala calidad en la prestación de servicios y

la satisfacción de necesidades fundamentales, en particular en materia de higiene,

alimentación y atención médica…”.

Como vemos, nuestro país posee en el control de las prisiones problemas

estructurales (la no independencia de los médicos y la sobrepoblación, por ejemplo) que

dificultan, entre muchas otras cuestiones, un derecho básico como lo es el acceso a la

salud.

de la visita de trabajo realizada en septiembre de 2016- para diciembre de 2015 se registraba en la


República Argentina un total de 71.464 personas detenidas.
13
C.I.D.H., Informe sobre los Derechos Humanos de las personas privadas de la libertad en las Américas,
OEA/Ser. L/V/II., Doc. 64, 31 de diciembre de 2011, párr. 455.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Pese a tal inconveniente principal no puedo obviar que a lo largo de los últimos años

se tomaron decisiones que intentaron mejorar el día a día de la salud de las personas allí

alojadas.

Por ejemplo, el 6 de mayo de 2010 se firmaron los acuerdos para aplicar el

Programa de Control de Tuberculosis y Remediar + Redes14 con el objetivo de combatir las

enfermedades infecciosas.

Se implementó el 1 de abril de 2008 el Programa de Salud Sexual y Procreación

Responsable, el cual consiste no sólo en la distribución de métodos anticonceptivos tales

como los orales, de lactancia, inyectables, y de barrera; sino que aporta la posibilidad de

realizar ligadura de trompas de falopio o vasectomía en hospitales públicos (según la ley

25.673 de creación del Programa y la Ley 26.130 de anticoncepción quirúrgica).15

En dicho año 2008, más precisamente el 22 de octubre, se firmaron los Acuerdos

Complementarios para la aplicación de los programas: VIH/SIDA y Enfermedades de

Transmisión Sexual, Materno Infantil, Salud Ocular y Prevención de la Ceguera, Salud

Sexual y Procreación Responsable.

Asimismo, y en una postura que comparto, en los últimos años se ha comenzado a

debatir el derecho a tener relaciones sexuales, libres y consentidas en el interior de una

prisión como parte del derecho a la salud.

14
Tal programa, amplió la entrega de botiquines con medicamentos básicos a los establecimientos del S.P.F.
en un 150 por ciento y elevó los tratamientos en un 136 por ciento.
15
Resolución 652/08 de la Dirección Nacional del S.P.F.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El derecho a la visita íntima como expresión a la vida privada familiar y al desarrollo

de la personalidad tiene su fundamento en que es un principio básico del derecho

internacional que la condición de privación de libertad no puede resultar en la

consecuente privación de derechos fundamentales.

Al analizar el acceso a la visita íntima como derecho al libre desarrollo de la

personalidad, la Corte Constitucional de Colombia señaló que tanto para aquellos reclusos

que tengan conformada una familia como para los que no, el derecho a la visita íntima

constituye un desarrollo claro del derecho al libre desarrollo de la personalidad. Asimismo,

expresó el tribunal que una de las facetas en las que se ve plasmado el derecho al libre

desarrollo de la personalidad es la sexualidad del ser humano, el cual debe verse de una

manera integral teniendo en cuenta, por tanto, el aspecto corporal o físico.

Concluyendo el tribunal colombiano que la relación física entre el recluso y su

visitante es uno de los ámbitos del libre desarrollo de la personalidad que continúa

protegido aún en prisión.16

Así, la salud sexual requiere la posibilidad de obtener experiencias sexuales seguras

y libres. Por ello, para que la salud sexual se logre, los derechos sexuales de todas las

personas deben ser respetados, protegidos y cumplidos.

Cabe destacar que en el 14 Congreso Mundial de Sexología realizado en Hong Kong,

se adoptó la Declaración Universal de los Derechos Sexuales. En su Preámbulo, se señaló

que la sexualidad es una parte integral de la personalidad de todo ser humano y que su

16
Sentencia T-69 de 2002.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

desarrollo depende de la satisfacción de las necesidades humanas básicas como el

contacto, la intimidad emocional, el placer, la ternura y el amor.

En dicho congreso se especificó que la sexualidad es esencial para el bienestar

individual, interpersonal y social, y que los derechos sexuales son derechos humanos

universales basados en la libertad, dignidad e igualdad para todos los seres humanos.17

El derecho a la visita íntima tutela al mismo tiempo el derecho a la vida privada,

comprendiendo la protección del vínculo familiar y la posibilidad de formar una familia, e

igualmente el derecho a la salud, incluyendo el derecho a la sexualidad y a la

reproducción. Por ello, es que entiendo que cuando hablamos del derecho a la salud

también debe incluirse la posibilidad de tener relaciones sexuales. Debiendo adaptarse

todavía más nuestro sistema carcelario a ello. Siempre ofreciendo la correspondiente

privacidad y el acceso libre y gratuito a profilácticos.

En otro norte, y más precisamente en lo vinculado a la necesidad de considerar las

adicciones, ya sea a los estupefacientes o al alcohol, como una afección a la salud, el 29 de

julio de 2008 se firmó el Convenio de Marco de Asistencia y Cooperación entre los

Ministerios de Justicia y Salud incluyendo como garante del mismo a la Comisión Nacional

Coordinadora de Políticas Públicas en materia de Prevención y Control de Tráfico Ilícito de

Estupefacientes de la Delincuencia Organizada Trasnacional y la Corrupción con el fin de

implementar políticas sanitarias en las unidades que dependen del S.P.F.

17
Disponible en: http://www.tc.umn.edu/-colem001/was/wdeclara.htm.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En dicho convenio, se puso como objetivo el ayudar a las personas que egresen de

los establecimientos carcelarios para que continúen los tratamientos que iniciaron en su

estadía allí adentro.18 Idea que, considero, resulta ser clave y que debe ser todavía más

fomentada no solo en lo que al área de salud respecta sino también lo laboral y

educacional.

Sumado al mencionado convenio, el 2 de abril de 2009 se firmó el Acuerdo

Complementario para la aplicación del Programa de Salud Mental y Adicciones.19 Acuerdo

que resulta ser otra muestra más del concepto amplio de salud definido al principio del

trabajo y que debe ser el norte de nuestro sistema, ya que engloba a la salud psicofísica.

Pero tal como resalté anteriormente, las falencias del sistema provocan que en el

interior de las unidades penitenciarias el consumo de estas sustancias exista

cotidianamente (pese a que como es sabido resulta ser ilegal) y tenga como uno de sus

objetivos el alejarse mentalmente del sitio en el que físicamente se encuentran.

Respecto a ello, corresponde destacar que la atención a la salud psicofísica resulta ser el

primero de los objetivos del programa de reinserción social, toda vez que el artículo 11 del

decreto 396/99, denominado “Ejecución Privativa de la libertad”, publicado en el boletín

oficial el 24 de mayo de 1999, señala que: “Al término del período de observación, el

responsable del Servicio Criminológico elevará al Director del establecimiento un informe

18
Conforme surge de la Guía de Atención y Tratamientos en prisión por el uso de drogas de la editorial OME
de España del año 2012, en la Unión Europea, en la mayoría de los estudios realizados la prevalencia del
consumo de drogas en la población encarcelada es mayor al 50% (p. 18).
19
En dicha guía, se señala que al 31 de diciembre de 2010, España tenía en sus presos un 17,6 por ciento con
antecedentes psiquiátricos previo a su detención (p. 17).
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

proponiendo la fase del Período de Tratamiento para incorporar al interno, el

establecimiento, sección o grupo a que debe ser destinado y su programa de tratamiento.

Este deberá contener las recomendaciones respecto a:

a) Atender a su salud psicofísica,

b) Mantener o mejorar su educación,

c) Promover su aprendizaje profesional o actividad laboral,

d) Posibilitar las exigencias de su vida religiosa,

e) Facilitar y estimular sus relaciones familiares y sociales,

f) Desarrollar toda actividad de interés, de acuerdo a las particularidades del caso, teniendo

en cuenta la fase propuesta y lo dispuesto en los artículos 15, 19 y 22.

En el supuesto en que el Servicio Criminológico propiciare la permanencia del interno en el

establecimiento en el que se encuentre y la Dirección compartiere ese criterio, ésta lo

incorporará de inmediato a la fase propuesta.”

Por ello, entiendo que la ley de ejecución de la pena debe ser analizada de manera

conjunta, ya que pese a no pertenecer al presente capítulo de la ley 24.660, el artículo 58

de dicha ley dispone que: “El régimen penitenciario deberá asegurar y promover el

bienestar psicofísico de los internos. Para ello se implementarán medidas e prevención,

recuperación y rehabilitación de la salud y se entenderán especialmente las condiciones

ambientales e higiénicas de los establecimientos”. Condiciones ambientales e higiénicas

que en nada ayudan a cuidar la salud de los internos y mucho menos a colaborar con el fin

de la pena: la reinserción en la sociedad.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Al respecto, la regla n° 22 de las llamadas “Reglas Mandela” establece que: “1. Todo

recluso recibirá de la administración del establecimiento penitenciario, a las horas

acostumbradas, una alimentación de buena calidad, bien preparada y servida, cuyo valor

nutritivo sea suficiente para el mantenimiento de su salud y de sus fuerzas.

2. Todo recluso tendrá la posibilidad de proveerse de agua potable cuando la

necesite.”

Por su parte, la regla n° 35 expresa que “1. El médico o el organismo de salud pública

competente hará inspecciones periódicas y asesorará al director del establecimiento

penitenciario con respecto a:

a) la cantidad, calidad, preparación y distribución de los alimentos;

b) la higiene y el aseo de las instalaciones y de los reclusos;

c) las condiciones de saneamiento, climatización, iluminación y ventilación;

d) la calidad y el aseo de la ropa y la cama de los reclusos;

e) la observancia de las reglas relativas a la educación física y la práctica

deportiva cuando estas actividades no sean organizadas por personal especializado.

2. El Director del establecimiento penitenciario tendrá en cuenta el

asesoramiento y los informes presentados conforme a lo dispuesto en el párrafo 1 de esta

regla y en la regla 33 y adoptará inmediatamente las medidas necesarias para que se

sigan los consejos y recomendaciones que consten en los informes. Cuando esos consejos o

recomendaciones no correspondan a su ámbito de competencia, o cuando no esté

conforme con ellos, el director transmitirá inmediatamente a una autoridad superior su


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

propio informe y los consejos o recomendaciones del médico o del organismo de salud

pública competente.”

A su vez, las Reglas Mínimas para el tratamiento de los reclusos20 establecen en su

artículo 20 que “1) Todo recluso recibirá de la administración, a las horas acostumbradas,

una alimentación de buena calidad, bien preparada y servida, cuyo valor nutritivo sea

suficiente para el mantenimiento de su salud y de sus fuerzas…”.21

Por su parte, la ley 24.660 en su art. 65 dispone que “La alimentación del interno

estará a cargo de la administración; será adecuada a sus necesidades y sustentada en

criterios higiénico dietéticos. Sin perjuicio de ello y conforme los reglamentos que se dicten,

el interno podrá adquirir o recibir alimentos de sus familiares visitantes. La prohibición de

bebidas alcohólicas será absoluta”.

Pero pese a ello, el estado de los alimentos que reciben las personas detenidas en

nuestro país no escapa a la realidad de las cárceles. Es decir: no es bueno.

Provocando ello que deban tener que velar porque sus allegados, los que poseen,

les hagan llegar alimentos o por intermedio de los agentes penitenciarios tengan que

comprar alimentos en la vulgarmente llamada cantina. Sitio en el que terminan abonando

20
Adoptadas por el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente, celebrado en Ginebra en 1955 y aprobadas por el Consejo Económico y Social en sus
resoluciones 663 C (XXIV) del 31 de julio de 1957 y 2076 (LXII) del 13 de mayo de 1977.
21
No en todos los sistemas penitenciarios la alimentación corre a cargo de la institución. En países tales
como Rusia y Colombia son las familias de los reclusos las que deben satisfacer tal necesidad.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

tales productos a precios generalmente más costosos que los que suelen tener en otros

sitios.22

Por ello es que entiendo que no sólo debe mejorarse la calidad de los alimentos que

reciben (lo que seguramente demandará una movida presupuestaria), sino que también

para evitar inconvenientes debería prohibirse la recepción de alimentos por parte de

allegados (provocando ello un cambio en la redacción de la ley) ya que ello suele provocar

robos y todo tipo de conflictos internos, y la compra en la cantina (para evitar negocios

clandestinos y situaciones de poder por parte de los agentes penitenciarios). Ello siempre

recordando que la alimentación debe ser cien por ciento brindada por el Estado. Una

situación que hoy, en la práctica, dista de ser real.

Conforme surge de la Recomendación 736, expediente 6720/8023, de la

Procuración Penitenciaria de la Nación, “la mala alimentación conlleva otras

problemáticas, ya que para suplir o complementar la comida suministrada por el Servicio

Penitenciario, utilizan sus propios recursos económicos –en caso que contaran con los

mismos- a los fines de adquirir alimentos a través del sistema de ´cantina´, o bien, recurren

al aporte de alimentos por parte de sus familiares o allegados ocasionándoles también un

gasto.

22
En el comunicado de prensa 151/16 de la Relatoría sobre los Derechos de Personas Privadas de Libertad
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se informó que en todas las comisarías de las
provincias de Buenos Aires y Santa Fe se recibieron quejas por la falta de atención médica y por la mala
calidad e insuficiente de los alimentos. Destacando que les fue comunicado que los alimentos se proveerían
únicamente una vez al día.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Que, en relación a esto, la limitación por parte del Servicio Penitenciario respecto de los

alimentos que pueden o no ingresar las visitas y los deficientes alimentos suministrados,

pueden entenderse como una especulación por parte del personal tendiente a acrecentar

las ventas de la mercadería que se vende en el Complejo a través del mencionado sistema

de ´cantina´…”.

Con el objetivo de intentar solucionar los inconvenientes vinculados con la

alimentación en las unidades carcelarias (comida en mal estado, con mal gusto, con

temperaturas no acordes con las requeridas por el plato, entregada en horarios que nada

tienen que ver con los socialmente conocidos, sospechas de negocios ilegales por parte de

los agentes penitenciarios), la Procuración Penitenciaria de la Nación interpuso un hábeas

corpus.

Luego de una serie de audiencias, informes y recursos arribó a la Sala II de la

C.F.C.P., la cual hizo lugar parcialmente y ordenó la confección de protocolos de actuación

de las áreas competentes y un patrón de control que asegure que la alimentación que se

prepare se adecue a los menús que han sido aprobados en ese establecimiento. A su vez,

hizo que se diseñe otro protocolo que asegure que la alimentación preparada sea

distribuida sin discriminación.

En la resolución se afirmó que “Este deber de garantía no se restringe a la seguridad

de la vida del detenido, sino que comprende el respeto de su dignidad en general, y la


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protección de su integridad física y psíquica. La alimentación es a este fin una condición

fundamental para la conservación de estas…”.23

Así, la Sala II de la C.F.C.P. simplificó mi idea: la alimentación debe ser considerada

dentro del derecho a la salud porque es parte del cuidado de la integridad física y psíquica.

Una persona que no está bien alimentada no puede estar en condiciones de aprovechar

los diferentes talleres y gabinetes que le permitirán reinsertarse adecuadamente en la

sociedad. Pero al solución brindada por la citada Sala II no es más que un parche, se

necesita un protocolo para todas las prisiones de nuestro país. Con la actual escueta

redacción de la ley 24.660 en lo que respecta a la alimentación de las personas detenidas

no alcanza para que este derecho se respete realmente,

Como corolario de los mencionados convenios, en el año 2012 se lanzó el Programa

de Salud para personas en contexto de encierro, cuyo objetivo fue integrar a la población

de internos en los planes de prevención de enfermedades.

Se planteó un abordaje en el que convergen los Ministerios Nacionales de Salud,

Desarrollo Social, Trabajo, Empleo y Seguridad Social, Educación y Justicia y Derechos

Humanos.

El objetivo general del programa fue el de mejorar la calidad en el acceso a la salud

de las personas en contextos de encierro mediante el fortalecimiento de los sistemas

sanitarios penitenciarios federales y provinciales de todo el país.

23
Causa n° 13.788, del 11 de mayo de 2011 -32 del bibliorato-.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En oportunidad de la firma del convenio, la Presidenta de la Nación, Dra. Cristina

Fernández de Kirchner, expresó que “esta comunión de esfuerzos entre los ministerios

para dirigirse precisamente a una población muy especial como es la población carcelaria,

es importante. ¿Y por qué población especial? Porque, como sucede en nuestro país y en

muchísimos países emergentes, y no tan emergentes también, en primeros países

desarrollados del mundo, la población carcelaria tiene una directa vinculación también con

los niveles de pobreza de la gente (…) y entonces, tal vez, hacer un ejercicio de doble

justicia: la justicia que impera en la Constitución, cuando nos asegura que la población

carcelaria tiene estos derechos, y la doble justicia que significa también aquellos que han

sido arrastrados muchas veces por la vida y por distintas circunstancias…”.

Los objetivos específicos del programa son:

a) En lo referido a maternidad e infancia:

-asegurar el control periódico de la población infantil y materna.

-incorporar la observación y acompañamiento del desarrollo infantil desde una

perspectiva integral de la salud, abarcando el desarrollo psico –emocional, intelectual y

motriz, el lenguaje, la alimentación, la socialización, el ambiente y la educación de los

niños y las niñas y de sus madres.

b) En cuanto a la prevención del cáncer de cuello cérvico uterino:

-evitar la muerte por cáncer de cuello de útero.

-alcanzar el 100% de cobertura de tamizaje.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

-lograr que el 100% de las mujeres con lesiones de alto grado reciban tratamiento

dentro de los 6 meses después del diagnóstico.

c) Puntualmente en cuanto a la tuberculosis:

-realizar un estudio de prevalencia de YBC en el ámbito del Sistema Penitenciario

Federal.

-impedir o mitigar el desarrollo de la TB resistente, a través del TDO.

-monitorear los laboratorios y optimizar la logística y entrega de recursos para

reducir la superposición de compras de insumos.

d) En relación al VIH/SIDA y salud sexual:

-realizar un estudio de prevalencia en el ámbito del Servicio Penitenciario Federal.

-crear y fortalecer los espacios de conserjería en salud sexual.

-optimizar la logística de entrega de insumos de prevención y asistencia.

Resulta imperiosa la necesidad de contar con un sistema (el cual entiendo que

debería tener un presupuesto mayor) que pueda tornar plenamente operativos los

postulados señalados y la remover obstáculos (corrupción, exceso de burocracia, etc…)

que hoy están plenamente arraigados.24 Siendo, a mi entender, clave para ello que el

personal de salud no pertenezca al servicio penitenciario.

24
A modo de ejemplo, en nuestro país, las cárceles son el único lugar cerrado donde todavía se puede fumar
tabaco. Al fumar no sólo se pone en riesgo la propia salud sino también la de los que inhalan el humo del
ambiente.
Siendo todavía más grave cuando esto tiene lugar en la Unidad 31 del S.P.F. por ejemplo, ya que durante el
embarazo el consumo de tabaco puede producir un parto prematuro, un aborto espontáneo, menor peso al
nacer, retraso en el crecimiento intrauterino, muerte perinatal, etc…
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Art. 144: “Al ingreso o reingreso del interno a un establecimiento, deberá ser

examinado por un profesional médico. Este dejará constancia en la historia clínica de su

estado clínico, así como de las lesiones o signos de malos tratos y de los síndromes etílicos

o de ingesta de drogas, estupefacientes o cualquier otra sustancia tóxica susceptible de

producir dependencia física o psíquica, si los presentara.

Detectadas las anomalías aludidas, el médico deberá comunicarlas inmediatamente

al director del establecimiento.”

Pareciera sencillo el artículo en cuanto a la disposición de que al ingreso del interno

la autoridad penitenciaria debe corroborar su estado de salud y tomar las

correspondientes medidas para mejorar el mismo, como así también que dichos chequeos

deben ser volcados en la historia clínica del interno. Lo interesante pasa por descubrir

cuáles son las verdaderas razones de tales controles.

Una de ellas es evitar responsabilidades del Estado por su estado de salud en caso

de éste no ser óptimo. Este chequeo se realiza tanto en el primer ingreso a la unidad como

en todos sus reingresos (a su retorno de su salida transitoria, semi libertad, prisión

discontinua o semi detención comparendos, visitas intercarcelarias u salidas

extraordinarias).

Al referirme al estudio de las verdaderas razones, me refiero a que con estos

controles se busca tanto ofrecer la debida asistencia médica como controlar el

cumplimiento de las normas de conducta.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Control que no pareciera ser lo sustancial del artículo pero cuando lo analizamos de

forma completa vemos que en el artículo 17, inciso a) del decreto 18/97, el cual se

denomina “Reglamento de disciplina para los internos”25 se dispone que la negativa por

parte del interno al control médico resulta ser una falta media.

Por ello, y con el objetivo de arribar a un control íntegro de lo referido a la salud de

las personas detenidas, me entrometeré en el análisis, en lo vinculado con el tema, del

Reglamento de Disciplina para los internos. Así, dispone en su artículo 15 que las

infracciones disciplinarias se clasifican en leves, medias y graves. Resultando las

infracciones leves26, previstas en el artículo 16, las de:

a) no respetar injustificadamente el horario o la convocatoria a actividades;

b) descuidar el aseo personal o la higiene del lugar de su alojamiento o de las

instalaciones del establecimiento;

c) cocinar en logares, horarios o en formas no autorizadas;

d) descuidar la higiene o el mantenimiento de la ropa de cama o de las

prendas personales;

e) comportarse agresivamente durante el desarrollo de las prácticas

deportivas que realice;

f) no realizar en la forma encomendada las prestaciones personas en las

labores de limpieza o mantenimiento;

25
Publicado en el boletín Oficial el 14 de enero de 1997.
26
Subrayo los aspectos vinculados con el presente trabajo.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

g) alterar el orden con cantos, gritos, ruidos o mediante el elevado volumen

de aparatos electrónicos autorizados;

h) formular peticiones o reclamaciones incorrectamente;

i) no guardar la debida compostura y moderación en las acciones o palabras ante

otra u otras personas;

j) no comunicar de inmediato al personal cualquier anormalidad, desperfecto o

deterioro producido en el lugar de alojamiento o en otras dependencias;

k) fumar en lugares u horarios no autorizados;

l) fingir enfermedad para la obtención indebida de medicamentos o para eludir una

obligación;

ll) negarse a dar su identificación o dar una falsa a un funcionario en servicio;

m) producir actos de escándalo en ocasión de ser trasladado a nuevo destino,

o conducido para la realización de diligencias judiciales u otras o durante las salidas en los

casos autorizados por la legislación vigente;

n) no observar la consideración y el respeto debido a funcionarios y visitantes;

ñ) ausentarse, sin autorización, del lugar que, en cada circunstancia, tenga asignado.

Son varias las faltas leves que se vinculan con incumplimientos de cuestiones

relacionadas con el presente capítulo de la ley de Ejecución de la Pena. Resultando en este

caso las faltas leves principalmente relacionadas con el incumplimiento de la conservación

de la higiene y la limpieza (a excepción de lo relacionado con los medicamentos, lo cual lo


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

analizaré en uno de los artículos venideros). Lo cual resulta llamativo viendo el estado en

el que se encuentran las cárceles en nuestro país.

Ahora bien, al analizar las infracciones medias nos encontramos con que no solo se

encuentra penada la situación que provocó el presente análisis del reglamento sino

también otro tipo de cuestiones familiarizadas con lo estudiado en el presente trabajo.

Así, en el citado decreto establece que son infracciones medias:

a) negarse al examen médico a su ingreso o reingreso al establecimiento, o a

los exámenes médicos legal o reglamentariamente exigibles;

b) incumplir las normas de los procedimientos de registro personal o de sus

pertenencias, recuentos, requisas, encierros, desencierros o con las que regulan el acceso

o permanencia a los diversos sectores de establecimiento;

c) impedir u obstaculizar, sin derecho, la realización de actos administrativos;

d) destruir, inutilizar, ocultar o hacer desaparecer, total o parcialmente,

instalaciones, mobiliario y todo objeto o elemento provisto por la administración o

perteneciente a terceros;

e) resistir pasivamente al cumplimiento de órdenes legalmente impartidas por

funcionario competente a no atacarlas;

f) autoagredirse o intentarlo;

g) dar a los alimentos suministrados o prescritos un destino distinto al

previsto;
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

h) negarse injustificadamente a recibir el tratamiento médico indicado o los

medicamentos conforme lo prescrito o darle a éstos un destino diferente;

i) desalentar, interferir o impedir a otros internos el ejercicio de sus derechos al

trabajo, a la educación, a la asistencia social, a la asistencia espiritual, a las relaciones

familiares y sociales;

j) promover actitudes en sus visitantes o en otras personas tendientes a la violación

de normas reglamentarias;

k) negarse en forma injustificada a realizar personalmente las labores de

mantenimiento que se le encomienden;

l) amedrentar o intimidar física o psíquicamente a otro interno para que realice

tareas en su reemplazo o en su beneficio personal;

ll) organizar o participar en juegos de suerte, apuestas o azar no autorizados;

m) peticionar colectivamente, directa o indirectamente, en forma oral o

escrita;

n) preparar o colaborar en la elaboración de bebidas alcohólicas o sustancias

tóxicas o adulterar comidas y bebidas;

ñ) usar o consumir drogas o medicamentos no autorizados por el servicio médico;

o) efectuar en forma clandestina conexiones eléctricas, telefónicas, informáticas, de

gas o de agua;
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

p) sacar, clandestinamente, alimentos o elementos varios pertenecientes a la

administración o a terceros de depósitos, economatos o de otras dependencias, o

materiales, maquinarias, herramientas o insumos de los sectores de trabajo;

q) confeccionar objetos, clandestinamente, para sí o para terceros;

r) no comunicar al personal cualquier accidente que sufra o presencie;

s) sabotear, interfiriendo o interrumpiendo el orden a la seguridad del

establecimiento;

t) utilizar equipos o maquinarias sin la debida autorización o en contravención con

las normas de seguridad fijadas;

u) mantener o intentar contactos clandestinos dentro del establecimiento o con el

exterior;

v) divulgar noticias, antecedentes o datos falsos para menoscabar la seguridad o el

prestigio de las instituciones;

w) regresar del medio libre en estado de ebriedad o bajo el efecto de

estupefaciente;

x) desatender, injustificadamente, o tratar con rudeza, en el caso de la interna

madre, a su hijo;

y) maltratar, de palabra o de hecho, a visitantes;

z) intentar o mantener relaciones sexuales no autorizadas.

Entonces, y en conexión con lo que en el presente trabajo me interesa estudiar y

debatir, vemos que se termina sancionado como una falta media: negarse a un examen
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

médico al ingreso o reingreso, dar a los alimentos un destino diferente al previsto, negarse

injustificadamente a recibir tratamiento médico o los medicamentos ordenados (lo cual

volveré a analizar en uno de los apartados venideros), consumir alcohol o sustancias

estupefacientes y regresar del medio libre ebrio o drogado. Es decir, aquella mera frase

destacada en el artículo 144 de la ley 24.660 de que el interno debe ser examinado a su

ingreso o reingreso tiene una connotación que va más allá de la referida meramente a al

salud.

Y a su vez, en el artículo 18 de tal decreto se especifican las infracciones graves, las

cuales resultan ser:

a) evadirse o intentarlo, colaborar en la evasión de otros o poseer elementos

para ello;

b) incitar o participar en movimientos para quebrantar el orden y la disciplina;

c) tener dinero u otros valores que lo reemplacen, poseer, ocultar, facilitar o

traficar elementos electrónicos o medicamentos no autorizados, estupefacientes, alcohol,

sustancias tóxicas o explosivas, armas o todo instrumento capaz de atentar contra la vida,

la salud o la integridad propia o de terceros;

d) intentar introducir o sacar elementos de cualquier naturaleza eludiendo los

controles reglamentarios;

e) retener, agredir, coaccionar o amenazar a funcionarios u otras personas;

f) intimidar física, psíquica o sexualmente a otra persona;


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

g) amenazar o desarrollar acciones que sean real o potencialmente aptas para

contagiar enfermedades;

h) resistir activa y gravemente al cumplimiento de órdenes legalmente

impartidas por funcionario competente;

i) provocar accidentes de trabajo o de cualquier otra naturaleza;

j) cometer un hecho previsto como delito doloso, son perjuicio de ser sometido al

eventual proceso penal.

Sobre la base de tales faltas, las sanciones aplicables se encuentran previstas en el

artículo 19 y resultan ser:

a) amonestación.

b) exclusión de las actividades recreativas o deportivas hasta diez días.

c) Exclusión de la actividad en común hasta quince días.

d) Suspensión o restricción parcial de los derechos reglamentarios de visita y

correspondencia; suspensión o restricción total o parcial de los siguientes derechos

reglamentarios: comunicaciones telefónicas, recreos individuales o en grupo, participación

en actividades recreativas, culturales y deportivas, adquisición o recepción de artículos de

uso y consumo personal, de diarios o revistas y acceso a los medios de comunicación

social de hasta quince días de duración.

e) Permanencia en su alojamiento individual o en celda cuyas condiciones no

agraven ilegítimamente la detención, hasta quince días ininterrumpidos.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

f) Permanencia en su alojamiento individual o en celda cuyas condiciones no

agraven ilegítimamente su detención, hasta siete fines de semana sucesivos o alternados.

g) Traslado a otra sección del establecimiento de régimen más riguroso.

h) Traslado a otro establecimiento.27

En cuanto a la correlación entre las infracciones y las sanciones y a fin de, con el

objetivo de tomar una consideración real de lo debatido, , el artículo 20 del citado decreto

especifica que las infracciones disciplinarias se establecen:

a) Infracciones leves: con las previstas en los incisos a) y b).

b) Infracciones medias: con las previstas en los incisos e), d) e) hasta siete días

ininterrumpidos y f) hasta tres fines de semana sucesivos o alternados.

c) Infracciones graves: con las previstas en los incisos e), f), g) y h).

Tal como desarrollé al comienzo del análisis del presente artículo, lo establecido en

la ley 24.660, pese a no decirlo claramente, posee una clara conexión con lo dispuesto en

el Reglamento de Disciplina para los internos, resultando dicho chequeo a los internos a

su ingreso o reingreso al establecimiento penal una cuestión mucho más compleja que la

simple inscripción de su estado en su historia clínica.

Sentado tal fin y castigo encubierto, y en la línea de lo citado al comienzo del

presente trabajo en cuanto a la importancia y uso que debe dársele a las “Reglas

Mandela”. Destaco que las mismas en su regla n° 30 expresan que “Un médico u otro

27
Asimismo, dicho artículo aclara que la ejecución de las sanciones no implicará la suspensión total del
derecho a visita y correspondencia de un familiar directo o allegado del interno, en caso de no contar con
aquél.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

profesional de la salud competente, esté o no a las órdenes del médico, deberá ver a cada

recluso, hablar con él y examinarlo tan pronto como sea posible tras su ingreso y,

posteriormente, tan a menudo como sea necesario, se procurará, en especial:

a) Reconocer las necesidades de atención de la salud y adoptar todas las

medidas necesarias para el tratamiento;

b) Detectar los malos tratos que los reclusos recién llegados pueden haber

sufrido antes de su ingreso;

c) Detectar todo indicio de estrés psicológico o de otra índole causado por la

reclusión, incluidos el riesgo de suicidio o autolesión y en el síndrome de abstinencia

resultante del uso de drogas, medicamentos o alcohol, y aplicar todas las medidas o

tratamientos individualizados que corresponda;

d) Facilitar a los reclusos de quienes se sospeche que sufren enfermedades

contagiosas aislamiento médico y un tratamiento apropiado durante el período de

infección;

e) Determinar la capacidad física de cada recluso para trabajar, hacer ejercicio

y participar en otras actividades, según corresponda”.

Así, las reglas, en una visión más moderna de lo que representa el artículo

estudiado, propician mirar el ingreso o reingreso del interno no sólo desde una visión de

inspección sino también observar las condiciones psíquicas en las que se encuentra.

Ahora bien, y para el caso de que se detecte algún indicio de tortura, la regla n° 23

también va más allá y expresa que “Si los profesionales de la salud, al examinar a un
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

recluso en el momento de su ingreso en prisión o al prestarle atención médica

posteriormente, se percatan de algún indicio de tortura u otros tratos o penas crueles,

inhumanos o degradantes, deberán documentar y denunciar esos caos ante la autoridad

médica, administrativa o judicial competente. Se seguirá el procedimiento de seguridad

apropiado para no exponer al recluso o a sus allegados a los peligros que pudiera correr el

riesgo de sufrir”.

Hay que tener en cuenta que cuando los prisioneros estén de acuerdo en la

revelación, no existe ningún conflicto y hay una evidente obligación moral. Pero si se

niegan a permitir que se revele el hecho, el médico debe ponderar el riesgo y el peligro

potencial para ese paciente concreto contra los beneficios que para la población

penitenciaria en general y para los intereses de la sociedad puede reportar el prevenir que

se perpetúen esos abusos.28

Fácilmente puede advertirse que las mencionadas Reglas Mandela no poseen fines

encubiertos como sí lo posee la ley de Ejecución de la Pena sino que buscan, desde una

visión mucho más humana, mejorar el estado de salud del interno (físico y psíquico).

Prestando más atención a que si el mismo sufrió alguna tortura o maltrato que a si luego

de su acceso momentáneo al medio libre volvió alcoholizado o bajo los efectos de

sustancias alucinógenas.

28
Protocolo de Estambul, Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos
o penas crueles, inhumanos o degradantes, Naciones Unidas. Nueva York y Ginebra, 2001, p. 16.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Art. 145: “La historia clínica en la que quedará registrada toda prestación médica, se

completará con la incorporación de los estudios psicológico y social realizados durante el

período de observación, previsto en el artículo 13 inciso a), y la actualización que aluden el

artículo 13 inciso d) y el artículo 27.

Copia de la historia clínica y de sus actuaciones integrará la historia criminológica.”

La historia clínica es el documento médico legal que contiene todos los datos

psicobiopatológicos de un paciente. El acceso a tal información es confidencial.

El tratamiento de reinserción social presenta desde su inicio un carácter

interdisciplinario, ya que la formulación del pronóstico y diagnóstico a los que allí se alude

se logra mediante la realización del estudio médico, psicológico y social del interno. Todo

ello junto con los testimonios de la sentencia condenatoria y del cómputo de vencimiento

de pena resulta ser la historia criminológica del interno.29

Aquí es donde otra vez vemos el inconveniente que resalté anteriormente y que es

uno de los íconos del presente trabajo, ya que este equipo de profesionales se encuentra

formado por gente de carrera penitenciaria.

En cuanto a la realización de la historia clínica, las “Reglas Mandela” en su regla n°

26 establecen que: “1. El servicio de atención de la salud preparará y mantendrá

historiales médicos correctos, actualizados y confidenciales de todos los reclusos, y se

deberá permitir al recluso que lo solicite el acceso a su propio historial. Todo recluso podrá

facultar a un tercero para acceder a su historial médico.


29
Axel López, Ricardo Machado, “Análisis del régimen de ejcución penal”, “Fabián J. Di Plácido Editor”,
C.A.B.A., 2014, p.415.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

2. En caso de traslado de un recluso, su historial médico se remitirá a los servicios de

atención de la salud de la institución receptora y permanecerá sujeto al principio de

confidencialidad médica.”

Asimismo, la regla n° 33 señala que “El médico informará al director del

establecimiento penitenciario cada vez que estime que la salud física o mental de un

recluso haya sido o pueda ser perjudicada por su reclusión continuada o por determinadas

condiciones de reclusión.”

Tal como expresé anteriormente, con el fin de obtener una visión amplia del

capítulo de salud de la ley 24.660, comentaré ciertas cuestiones relativas al período de

observación mencionado en el artículo aquí puntualmente analizado.

El Período de Observación consiste en el estudio médico, psicológico y social del

interno y en la formulación del diagnóstico y pronóstico criminológicos. Tal período

comienza con la recepción del testimonio de sentencia y del cómputo de la pena en el

Servicio Criminológico de cada establecimiento. En esta etapa, se solicita la cooperación

del interno para que el equipo interdisciplinario pueda confeccionar su Historia

Criminológica. Equipo interdisciplinario que, como desarrollé, no deja de estar

conformado por personas pertenecientes al servicio penitenciario.

En la Historia Criminológica se consignan las fechas en que el interno podría acceder

a las distintas etapas de la progresividad: Período de Prueba; Salidas Transitorias y

Semilibertad; Libertad Condicional; Libertad Asistida; Programa de Prelibertad, y egreso

por agotamiento de la pena.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Al término del Período de Observación, el responsable del Servicio Criminológico,

eleva al Director del establecimiento un informe proponiendo la fase que sería correcta

del Período de Tratamiento para incorporar al interno, el establecimiento, sección o grupo

a que debe ser destinado y su programa de tratamiento. En lo que en el marco del

presente trabajo interesa, resalto que éste contiene las recomendaciones respecto a:

salud psicofísica, educación, aprendizaje profesional, actividad laboral y actividades de

interés, etc… Diferentes aspectos que el detenido debe trabajar para lograr reinsertarse

en la sociedad.

El período de tratamiento es la aplicación de las determinaciones del Consejo

Correccional y es fraccionado en tres fases sucesivas: Socialización, Consolidación y

Confianza.

El Período de Prueba consiste en el empleo de métodos de autogobierno, tanto

durante la permanencia del interno en la institución como en sus egresos transitorios,

como preparación inmediata para su libertad.

Comprende sucesivamente: la incorporación del interno a establecimiento abierto o

sección independiente que se base en el principio de autodisciplina; la posibilidad de

obtener salidas transitorias, y la incorporación al régimen de Semilibertad.30

30
La incorporación al Periodo de Prueba exige no poseer procesos penales en los que interese la detención o
condenas pendientes y estar comprendido en alguno de los siguientes tiempos mínimos de ejecución:
 Penas temporales: un tercio de la condena
 Pena perpetua: doce años
 Pena con accesoria del artículo 52 del Código Penal: cumplimiento de toda la pena.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En cuanto al período de observación, el artículo 13 de la ley 24.660 establece que:

“Durante el período de observación el organismo técnico – criminológico tendrá a su

cargo:

a) Realizar el estudio médico, psicológico y social del condenado, formulando

el diagnóstico y el pronóstico criminológico, todo ello se asentará en una Historia

Criminológica debidamente foliada y rubricada que se mantendrá permanentemente

actualizada con la información resultante de la ejecución de la pena y del tratamiento

instaurado;

b) Recabar la cooperación del condenado para proyectar y desarrollar su

tratamiento. A los fines de lograr su aceptación y activa participación, se escucharán sus

inquietudes;

c) Indicar el período y fase de aquel que se propone para incorporar al

condenado y el establecimiento, sección o grupo que debe ser destinado;

Además, tener en el último trimestre conducta Muy Buena ocho (8) y concepto Muy Bueno siete (7), como
mínimo, un dictamen favorable del Consejo Correccional y la resolución aprobatoria del Director del
establecimiento.
Las salidas transitorias tienen distintas frecuencias según su motivo, que pueden ser:
 Para afianzar y mejorar los lazos familiares y sociales:
 Para cursar estudios
 Para participar en el Programa de Prelibertad
 De carácter excepcional
La Semi libertad consiste en permitir al condenado trabajar fuera del establecimiento sin supervisión
continua en condiciones iguales a la vida libre, incluso salario y seguridad social, regresando a su
alojamiento al fin de cada jornada laboral.
Se requiere un informe del área de Asistencia Social que constate: datos del empleador, si correspondiere;
naturaleza del trabajo ofrecido; lugar y ambiente donde se desarrollarán las tareas; horario a cumplir;
retribución y forma de pago.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

d) Determinar el tiempo mínimo para verificar los resultados del tratamiento y

proceder a su actualización, si fuere menester.”

Los mencionados autores López y Machado han explicado respecto del inciso a) que

del mismo se extrae el carácter interdisciplinario que conlleva el tratamiento de

reinserción social, toda vez que se requiere la participación del personal médico,

psicológico y social del establecimiento carcelario a los efectos de la confección de un

estudio que determine el diagnóstico y el pronóstico criminológico del causante.

Y respecto al inciso d), los autores detallaron que no significa que cada estadío del

régimen progresivo requiera de un lapso temporal determinado para que el condenado

pueda ser incorporado a un nivel superior, sino que es de toda lógica pretender que el

desenvolvimiento del interno respecto de los objetivos que son propuestos en el

programa de tratamiento pueda ser objeto de ponderación luego del transcurso de un

tiempo mínimo prefijado que, si fuera necesario, podrá ser extendido o reducido por

razones fundadas.31

Ante tal dificultad técnica, la intervención jurisdiccional de control se limita a realizar

un análisis comparativo entre los objetivos que le fueron propuestos al interno en el

programa de tratamiento individual y las actividades voluntarias realizadas por aquél para

31
El artículo 27 de la mencionada ley señala que “La verificación y actualización del tratamiento a que se
refiere el artículo 13, inciso d), corresponderá al organismo técnico –criminológico y se efectuará como
mínimo, cada seis meses.
En los casos de las personas condenadas por los delitos previstos en los artículos 119, segundo y tercer
párrafo, 120, 124 y 125 del Código Penal, los profesionales del equipo especializado del establecimiento
deberán elaborar un informe circunstanciado dando cuenta de la evolución del interno y toda otra
circunstancia que pueda resultar relevante.”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

el cumplimiento de tales objetivos. De tal modo, se verifica si existió o no en el caso una

actuación arbitraria por parte de la administración en la aplicación del régimen

progresivo.32

Art. 146: “Cuando el interne ingrese o reingrese al establecimiento con

medicamentos en su poder o los reciba del exterior, el director conforme dictamen médico

decidirá el uso que debía hacerse de ellos.”

Un medicamento es toda sustancia o combinación de sustancias que se presente

como poseedora de propiedades para el tratamiento o prevención de enfermedades en

seres humanos o que pueda usarse o administrarse con el objetivo de restaurar, corregir o

modificar las funciones fisiológicas ejerciendo una acción farmacológica, inmunológica o

metabólica, o de establecer un diagnóstico médico.

Aquí hay que diferenciar entre las situaciones en las que la tenencia de tales

medicamentos está o no autorizada. Ya que: poseer sin autorización un medicamento

resulta ser una falta grave para un interno33, fingir una enfermedad para poder disponer

de medicamentos es una falta leve y consumir medicamentos no autorizados es una falta

media.34 Cuestiones éstas que ya fueron analizadas detalladamente en el análisis de los

artículos anteriores del presente capítulo de la ley 24.660.

32
Ob. Cit., p. 105/6.
33
La Sección de Abastecimiento de Material Sanitario (SAMS) es la que se encarga de comprar los remedios
para distribuirlos entre los establecimientos penitenciarios federales.
34
Art. 16 inc. l) y art. 17, inc ñ) del decreto 18/97.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El inconveniente radica en que, conforme lo ha dicho la Organización Mundial de la

Salud en el Proyecto de Salud en Prisiones, “los que ingresan bajo régimen de algún

medicamento u otro problema relacionado con la salud, a menudo se perjudican por no

contar con la atención adecuada…”.35 Atención médica que como fui desarrollando dista

de ser la que todo humano merece por su condición de tal y que provoca que en muchas

ocasiones terminen siendo castigados con la imposición de una sanción por el hecho de

intentar cuidar su salud ante la ausencia del Estado, debiendo, de acreditarse tal legítimo

fin de la medicación, a mi entender, no aplicarse sanción alguna.

Lo cual, pese a lo dicho, está lejos de ser lo correcto, toda vez que todas las

medicaciones deberían ser íntegramente brindados, y en el horario correcto, por el

Estado. Cuestión que evitaría la posibilidad de que exista un mercado negro de

medicamentos en el interior de los establecimientos penitenciarios.

Otro inconveniente que suele darse asiduamente con el otorgamiento de la

medicación suele ser el que tiene lugar cuando una persona que se encuentra detenida

que toma uno o varios medicamentes en forma diaria debe ser trasladada a una sede

judicial para una determinada audiencia, toda vez que allí, en muchos casos, el horario en

el que comienza su traslado hacia la sede judicial todavía no recibió su dosis diaria. Lo que

provoca que sean trasladadas sin la debida medicación.

Situación que pareciera sencilla de solucionar pero que con los actuales problemas

estructurales de nuestras prisiones lejos está de serlo y que no resulta ser un problema

35
http://www.euro.who.int
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

menor, toda vez que someter a un traslado (que en muchos casos dura más de 12 horas) a

una persona sin su medicación puede ocasionar inconvenientes irreparables.

Art. 147: “El interno podrá ser trasladado a un establecimiento penitenciario

especializado de carácter asistencial médico o psiquiátrico o a un centro apropiado del

medio libre, cuando la naturaleza del caso así lo aconseje.

En el segundo de los supuestos se requerirá previa autorización del juez de ejecución

o juez competente, salvo razones de urgencia. En todos los casos se comunicará la

novedad de inmediato al magistrado interviniente.”

Este artículo fue observado en la disidencia parcial de la Cámara de Senadores, ya

que un sector consideraba ambiguo el segundo párrafo del mencionado artículo por no

especificar en qué supuesto (establecimiento asistencial psiquiátrico o centro apropiado

del medio libre) se requiere la autorización judicial para efectuar el traslado del interno.

Al respecto, los mencionados autores López y Machado tienen dicho, en una opinión

que comparto, que tal observación resulta desacertada. Ello debido a que por un lado es

claro que el magistrado debe autorizar todo egreso del condenado del ámbito de la

administración penitenciaria (el traslado de carácter asistencial implica la continuidad de

su tratamiento en dependencias del servicio penitenciario, por lo que no se requiere su

autorización si su comunicación para que realice el debido control); pero por otro lado es

evidente que la norma se refiere a internos imputables, motivo por el cual no es correcta
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la afirmación de que resulta de aplicación lo previsto en el art. 34 inc. 1 del C.P. respecto

del traslado a un establecimiento penitenciario de carácter psiquiátrico.36

Lo cual, a mi entender, y en la línea de lo dicho por los mencionados autores, debe

ser analizado de manera conjunta con lo dispuesto en el art. 4 de la ley 24.660 dispone

que: “Será de competencia judicial durante la ejecución de la pena:

a) Resolver las cuestiones que se suscitan cuando se considere vulnerado

alguno de los derechos del condenado.

b) Autorizar todo egreso del condenado del ámbito de la administración

penitenciaria”.

Mencionada la existencia de la disidencia y desarrolladas las razones por las que

entiendo que la misma fue errónea, resalto que en cuanto al traslado a hospitales civiles

las “Reglas Mandela” en su regla n° 27 disponen que “1. Todos los establecimientos

penitenciarios facilitarán a los reclusos acceso rápido a atención médica en casos

urgentes. Los reclusos que requieran cuidados especiales o cirugía serán trasladados a

establecimientos especializados o a hospitales civiles. Cuando el establecimiento

penitenciario tenga sus propios servicios de hospital, contará con el personal y el equipo

adecuados para proporcionar el tratamiento y la atención que corresponda a los reclusos

que les sean remitidos.

2. Solo podrán tomar decisiones médicas los profesionales de la salud competentes y

el personal penitenciario no sanitario no podrá desestimar ni desoír esas decisiones.”

36
Ob. Cit., p. 418/9.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

De manera similar, el artículo 497 del C.P.P.N. dispone que: “Si durante la ejecución

de la pena privativa de libertad el condenado denotare sufrir alguna enfermedad, el

tribunal de ejecución, previo a su dictamen de peritos designados de oficio, dispondrá su

internación en un establecimiento adecuado, si no fuere posible atenderlo en aquel donde

está alojado o ello importara un grave peligro para su salud.

El tiempo de internación se computará a los fines de la pena, siempre que el

condenado se halle privado de su libertad durante ese tiempo y que la enfermedad no

haya sido simulada o procurada para sustraerse de la pena. Los condenados, sin distinción

de sexo, podrán recibir visitas íntimas periódicas, las cuales se llevarán a cabo

resguardando la decencia, discreción y tranquilidad del establecimiento”.

No quedando dudas entonces de la posibilidad de que, de ser necesario, se traslade

a la persona detenida, en tiempo y forma, a un lugar adecuado para el cuidado de su

salud. Debiendo primar siempre la salud de la persona detenida.

Demás está decir que el ámbito de intervención jurisdiccional en el proceso de

ejecución penal quedó resuelto por la C.S.J.N. en el fallo “Romero Cacharane”37, toda vez

que allí se estableció la plena vigencia del principio de judicialización en la faz ejecutiva de

la pena. Por lo que todas estas cuestiones deben ser puestas en conocimiento del juez que

se encuentra a cargo de la detención y éste, de manera inmediata, debe informar lo

sucedido al asistente técnico del detenido a fin de que realice, de considerarlo necesario,

los pertinentes planteos y avisos a familiares y allegados.

37
Fallo: 327:388, 9 de marzo de 2004.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En relación al trascendente fallo de nuestro Máximo Tribunal, la autora Natalia Sergi

tiene dicho que tal resolución refuerza los principios de competencia administrativa y

judicial y la vigencia del principio de legalidad como límite gubernamental a la facultad

reglamentaria del poder ejecutivo y la obligación de los jueces de velar por el respecto de

éste límite.38

Art. 148: “El interno podrá requerir, a su exclusivo cargo, la atención de

profesionales privados.

La autoridad penitenciaria dará curso al pedido, excepto que razones debidamente

fundadas aconsejen limitar este derecho.

Toda divergencia será resuelta por el juez de ejecución o juez competente.”

Sobre la base de tal claro y contundente derecho corresponde analizar como se

llevará adelante el mismo. Existen dos posibilidades: que el interno sea trasladado por el

servicio penitenciario (con conocimiento judicial de ello) al consultorio del profesional

privado o que tal profesional concurra al establecimiento penitenciario a fin de llevar

adelante la consulta.

Para que logre llevarse a cabo esta segunda opción deberá tenerse en cuenta que la

posibilidad de ser atendido por un profesional privado ha tenido un importante correlato

en la jurisprudencia nacional e internacional. Así, en la sentencia emitida por el Tribunal

38
“Comentario al fallo ´Romero Cacharane´ de la Suprema Corte de Justicia”, publicado en Nueva Doctrina
Penal 2004/B, Editores del Puerto, p. 587.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Europeo de Derechos Humanos en el caso “Wenner v. Alemania”39 el 1 de septiembre de

2016 se manifestó (en relación a lo decidido en los casos “Keenan v. Reino Unido” y

“Khudobin v. Rusia”) que “…era esencial para un prisionero que sufre una enfermedad

grave someterse –por un especialista en la enfermedad en cuestión–, a una evaluación

adecuada de su estado actual de salud, con el fin de proporcionar un tratamiento

adecuado…”.40

Por ello, cabe recordar la resolución del Presidente de la Corte Interamericana de

Derechos Humanos del 10 de diciembre de 2010, caratulada “Solicitud de medidas

provisionales presentada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos respecto

de Venezuela”, asunto de María Lourdes Afiuni, oportunidad en la que se consideró que

“el Estado debe permitir y facilitar que los detenidos sean atendidos por un facultativo

elegido por ellos mismos o por quienes ejercen su representación o custodia legal, según

las necesidades específicas de su situación real…”.

Allí, se citó el caso “Cesti Hurtado. Medidas Provisionales respecto de Perú”41; el caso

“García Asto y Ramírez Rojas vs. Perú”42 y el caso “De la Cruz Flores”43. Además, el caso

“Tibi”44 y el caso “Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela”.45

39
Aplicación 62303/13.
40
Parr. 56.
41
Considerando sexto.
42
Párr. 227.
43
Sentencia de 18 de noviembre de 2004. Serie C No. 115, párr. 122.
44
Sentencia de 7 de septiembre de 2004. Serie C No. 114, párr. 157.
45
Párr. 102.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En aquél, se requirió al Estado que “en el evento de que la señora Afiuni necesite

atención médica especializada, y sin perjuicio de la atención que puedan brindar los

médicos adscritos a instituciones estatales, adopte las providencias necesarias para que

sea atendida por médicos de su elección”.

Es importante aclarar que si bien los honorarios profesionales están a cargo del

interno, el tratamiento aconsejado queda a cargo de la administración. Ello porque, como

dije al principio del trabajo, el Estado es garante de la salud de aquella persona que se

encuentra privada de su libertad ambulatoria.

Cuestión que vuelve a plantearnos el debate sobre lo que realmente debe primar: si

el derecho a la salud o la seguridad. Mi respuesta vuelve a ser la misma: ante todo debe

privilegiarse la salud de las personas. Las cuales, como dije, en estos casos deben ser

tratadas como pacientes y no como prisioneros.

En lo referido al modo en que deben realizarse estas visitas, el decreto 1136/97 del

30 de octubre de 1997 detalla en su art. 93 que ”Los profesionales de la salud requeridos

por el interno a sus expensas para su atención privada, deberán prestar conformidad para

la visita, en el expediente que se abrirá a tal efecto acreditando su identidad y su condición

de facultativo, haciendo constar su matrícula profesional, su domicilio y su teléfono.

Previo a su aceptación, se le informarán los deberes y derechos de los visitantes”. 46

46
Se dispone en su artículo 94 que “Previo a su ingreso al lugar asignado para la visita, el profesional deberá
permitir la revisión de las pertenencias que lleve consigo, pudiendo ingresar solo los elementos que se
vinculen a su misión. Si hubiere censores no intensivos u otras técnicas no táctiles, deberá aceptar su empleo.
El incumplimiento de esta u otras disposiciones del presente Reglamento deberá hacerse constar en
acta que se agregará al expediente iniciado con el pedido del interno”.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por su parte, el artículo 95 de tal decreto aclara que “Esta visita deberá realizarse en

las instalaciones del Servicio Médico, en el día y el horario previamente establecidos por el

Director.

Si del examen médico surgiere la necesidad de dispensar al interno alguna atención

inmediata, lo informará, en el acto, al médico del establecimiento.

En caso de coincidir ambos profesionales, el visitante procederá, en presencia del

médico del establecimiento, a la administración de la terapéutica aconsejada”.

Además, el art. 96 del citado decreto dispone que “El profesional de la salud a su

egreso dejará constancia del diagnóstico y del tratamiento prescripto, si procediere, lo que

se hará constar en la Historia Clínica del interno. Los costos de dicho tratamiento estarán

al exclusivo cargo del interno, excepto cuando el tratamiento sea indispensable para el

mantenimiento o la recuperación de la salud, circunstancia que se constatará por el

Servicio Médico del establecimiento”.

En esa línea, el artículo 97 del decreto ordena que “Cualquier divergencia entre el

Servicio Médico del establecimiento y el profesional médico visitante, incluyendo la

prolongación y periodicidad de los exámenes, controles y visitas asistenciales, será elevada

a consideración del juez competente”.

Art. 149: “Si el tratamiento del interno prescribiere la realización de operaciones de

cirugía mayor o cualquiera otra intervención quirúrgica o médica que implicaren grave
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

riesgo para la vida o fueren susceptibles de disminuir permanentemente sus condiciones

orgánicas o funcionales, deberá mediar su consentimiento o el de su representante legal y

la autorización del juez de ejecución o juez competente, previo informe de peritos.

En caso de extrema urgencia, bastará el informe médico, sin perjuicio de la

inmediata comunicación al juez de ejecución o juez competente.”

El consentimiento sólo puede ser prestado por el representante legal cuando el

interno no pueda expresar su voluntad. Debe recordarse la ya desarrollada utilización del

principio de judicialización en cuanto a que todas estas situaciones deben ser informadas

y revisadas por el juez que se encuentra a cargo de su detención.

Siendo lógico el artículo en cuanto a que puede prescindirse del consentimiento del

interno si es un caso de extrema urgencia. Siempre con la posterior comunicación al

magistrado competente. El que deberá dar inmediato aviso al asistente técnico del

detenido.

Art. 150: “Está expresamente prohibido someter a los internos a investigaciones o

tratamientos médicos o científicos de carácter experimental. Solo se permitirán mediante

solicitud del interno, en enfermedades incurables y siempre que las investigaciones o

tratamientos experimentales sean avalados por la autoridad sanitaria correspondiente y

se orienten a lograr una mejora en su estado de salud.”

El artículo encuentra sustento en lo dispuesto en el artículo 7 del P.I.D.C. y P., toda

vez que el mismo aclara que nadie será sometido sin su libre consentimiento a
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

experimentos médicos o científicos. Buscando ello evitar que se use a los internos como

banco de pruebas sin que ello sea su propia intención.

En otra época se explicaba el comportamiento delictivo sobre la base de una

patología de la persona que lo cometía. En el año 1912 la Ciudad Autónoma de Buenos

Aires se vió perturbada por un joven de 16 años llamado Cayetano Santos Godino que

confesaba a los diarios porteños haber sido autor del delito de homicidio reiterado en

cuatro oportunidades y otras siete tentativas de homicidio, víctimas que oscilaban entre

los 13 años y los 18 meses de edad, no mostrándose en ningún momento arrepentido de

ello y manifestando placer sexual por lo hecho. En el año 1927 los médicos del Penal de

Usuahia –conocida vulgarmente como la Cárcel del Fin del Mundo- le practicaron una

operación de reducción de orejas en razón de una serie de investigaciones realizadas por

el médico italiano Césare Lombroso que señalaban que las personas petisas y de orejas de

gran tamaño eran malvadas, intervención quirúrgica que no tuvo el resultado esperado.

Tal como fui desarrollando a lo largo del trabajo, las “Reglas Mandela” han

profundizado varias de las cuestiones trascendentales de la vida de las personas detenidas

y el presente artículo de la ley 24.660 no fue la excepción.

Así, en su regla 32 establecen que “1. La relación entre el médico u otros

profesionales estará determinada por las mismas normas éticas y profesionales que se

apliquen a los pacientes en la comunidad exterior, en particular:

a) La obligación de proteger la salud física y mental de los reclusos y de

prevenir y tratar las enfermedades exclusivamente por razones clínicas;


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

b) El respeto a la autonomía de los reclusos en lo que respecta a su propia

salud, y el consentimiento fundamentado como base de la relación entre médico y

paciente;

c) La confidencialidad de la información médica, a menos que mantenerla

pueda dar lugar a una situación de peligro real e inminente para el paciente o para

terceros;

d) La prohibición absoluta de participar, activa o pasivamente, en actos que

puedan constituir tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes,

incluidos experimentos médicos o científicos que puedan ser perjudiciales para la salud del

recluso, como la extracción de células, tejido u órganos.

2. Sin menoscabo de lo dispuesto en el párrafo 1 d) de esta regla, se podrá

permitir que los reclusos, previo consentimiento suyo libre y fundamentado, y de

conformidad con la legislación aplicable, participen en ensayos clínicos y en otro tipo de

investigaciones médicos accesibles a nivel de la comunidad su se prevé que reportarán un

beneficio directo y apreciable para su salud, y donen células, tejido y órganos a un

familiar.”

Art. 151: “Si el interno se negare a ingerir alimentos, se intensificarán los cuidados y

controles médicos. Se informará de inmediato al juez de ejecución o juez competente

solicitando, en el mismo acto, su autorización para proceder a la alimentación forzada,

cuando, a criterio médico, existiere grave riesgo para la salud del interno.”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Pese a no señalarlo expresamente, se alude a la conocida huelga de hambre. Huelga

que es definida por la Real Academia Española como “Abstinencia voluntaria de alimentos,

practicada durante un tiempo o, a veces, con carácter indefinido, para forzar los

sentimientos de quien puede conceder lo que se le pide”.

La cual quizás tuvo su pico de trascendencia mundial cuando M. Gandhi realizó una

huelga de hambre que cambió el destino de la India doblegando al imperio británico e

instalándola como una herramienta legítima de movilización social.47

Por ello, corresponde partir de la base de que una huelga de hambre no es una

conducta suicida, porque quienes reclaman por este medio no buscan la muerte sino que

asumen un riesgo en busca de un bien que entendieron prioritario.

El dilema pasa por determinar si, pese a su negativa, el interno puede ser obligado a

alimentarse mediante la fuerza desde un principio, ya que en caso de llegar a caer en un

estado de inconsciencia la autoridad judicial debe ordenar el suministro forzoso. Como así

también de la medicación que sea necesaria para estabilizar su salud.

Dilema que, a mi entender, debe ser resuelto considerando a la huelga de hambre

como un decisión propia de la persona que la realiza (en este caso personas adultas y

capaces de dirigir sus acciones). Por ello, de no caer tal persona en un estado de

inconsciencia, no puede obligársela a ingerir alimentos y debe respetarse (con los debidos

controles médicos) su intención de no alimentarse.

47
Nació el 2 de octubre de 1869 en Nueva Delhi (Unión de la India) y falleció el 30 de enero de 1948. Entre
otras importantes cuestiones, promovió la resistencia no violenta.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Art. 152: “Los tratamientos psiquiátricos que impliquen suspensión de la conciencia

o pérdida de la autonomía psíquica, aunque fueran transitorias, sólo podrán ser realizados

en establecimientos especializados.”

En este tipo de tratamientos médicos, como en todos, el interno debe prestar su

consentimiento y el traslado debe ser puesto en conocimiento de forma inmediata al

magistrado competente. El cual, como expresé anteriormente, debe notificar de ello a su

Representante Legal.

El cual deberá arbitrar los medios para cerciorarse que el consentimiento fue

brindado libremente. Como es sabido, la ley 24.660 data del año 1996 por lo que

corresponde destacar al analizar estos establecimientos especializados que a raíz de la

implementación de la ley 26.657 conocida como Ley de Salud de Salud Mental48,

promulgada el 2 de diciembre de 2010 y publicada en el boletín Oficial el 3 de diciembre

48
Expresa en su art. 1 que su objeto es asegurar el derecho a la protección de la salud mental. En su art. 3
define a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos,
culturales, biológicos y psicológicos.
En su art. 4 expresa que las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de salud
mental. En su art. 7 reconoce a las personas con padecimientos mentales el derecho a la atención sanitaria
gratuita, a preservar sus grupos de identidad, a recibir el tratamiento que menos restrinja sus derechos, a
ser acompañado por sus familiares, a acceder a su historia clínica, a que en el caso de internaciones
involuntarias las condiciones sean supervisadas periódicamente, a no ser discriminado, a ser informado, a
poder tomar decisiones, a no ser objeto de experimentos, a que su padecimiento no sea considerado
inmodificable, a no ser sometido a trabajos forzosos.
En el art. 14 se señala que la internación es de carácter restrictivo y que sólo puede llevarse a cabo cuando
aporte beneficios. El art. 5 dispone que debe ser lo más breve posible. Y en cuanto a la internación
involuntaria, el art. 20 dispone que únicamente podrá realizarse cuando a criterio del equipo de salud exista
una situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros. Situación de riesgo que debe ser
declarada con la firma de dos profesionales de diferentes disciplinas (uno de los cuales debe ser psicólogo o
médico psiquiatra).
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de 2010, se eliminaran los establecimientos de carácter asistencial psiquiátrico

pertenecientes al S.P.F.

Por intermedio de ella se creó el Programa Interministerial de Salud Mental

Argentino (PRISMA) que reemplazó a las Unidades n° 2049 y 2750 del S.P.F. Dicho programa

fue puesto en marcha el 27 de julio de 2011.

El PRISMA es un programa implementado por el Ministerio de Justicia y Derechos

Humanos de la Nación y el Ministerio de Salud de la Nación que se creó con el objetivo de

tratar la problemática de hombres y mujeres alojados en establecimientos penitenciarios

especializados y en otras unidades.

El PRISMA se constituye de diversos dispositivos: evaluación, tratamiento y egreso,

con actividades y finalidades diferentes y específicas.

El dispositivo de evaluación recibe requerimientos de las autoridades judiciales

como de las autoridades de los establecimientos penitenciarios por indicación de sus

equipos de salud mental.

Los pacientes que se admiten son: los que poseen trastornos psicóticos agudos y

transitorios con elevado riesgo de suicidio – episodios depresivos graves; cuadros de

excitación psicomotriz; con esquizofrenia y / o trastorno de ideas delirantes persistentes,

49
El 31 de mayo del año 2011 tuvo lugar un importante incendio en donde por aquel entonces funcionaba la
Unidad 20 del S.P.F. que ocasionó la muerte de David Díaz Ríos (19 años, de nacionalidad española) y de
Leandro Nahuel Muñoz (22 años, argentino), ambos detenidos a disposición de tribunales de la C.A.B.A., lo
que provocó que la Unidad se cierre y se traslade al interior del Complejo Penitenciario Federal Nº 1. Es
decir, bajo la custodia del Servicio Penitenciario Federal.
50
El Servicio Psiquiátrico Central de Mujeres se encontraba en el Hospital Nacional “Braulio Moyano” de la
C.A.B.A., desde 1980. La mudanza se realizó en julio de 2011 debido a la decisión del Poder Ejecutivo de
trasladar las Unidades 20 y 27.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

con retraso mental moderado, grave y / o profundo y pacientes con trastornos mentales

severos.

El dispositivo de tratamiento se organiza alrededor de tres instancias: una de

atención a personas con episodios agudos, otra la de atención con personas con

trastornos mentales severos y la última, residencial, para personas con declaración de

inimputabilidad conforme lo previsto en el artículo n° 34 del código penal.51

Lo peculiar del programa es que se encuentra localizado dentro del Complejo

Penitenciario Federal nº I, ya que se implementó en el espacio donde se encontraba el

Centro de Rehabilitación de Drogas perteneciente a la Unidad n° 3. Mensaje que entiendo

resulta ser el de que no estamos en presencia de pacientes o de personas

institucionalizadas sino de presos.

Tiempo después de la creación de dicho programa tuvo lugar la implementación del

PROTIN52 (Programa de Tratamiento Interdisciplinario Individualizado e Integral).

Programa que fue aprobado por el Servicio Penitenciario Federal a través de la publicación

en el Boletín Público n° 467 del 24 de julio de 201253.

El programa busca diferenciarse de aquellos de salud mental implementados de

manera ambulatoria en el ámbito penitenciario y poder brindarle al paciente un

tratamiento integral que facilite su reinserción en la sociedad.

51
El dispositivo de egreso es abierto.
52
El marco normativo del programa es la Ley 26.657.
53
Resolución 1373.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por otro lado, pero con clara vinculación con los tratamientos psiquiátricos, es de

considerar que la Organización Mundial de la Salud realizó en Ginebra en el año 2007 una

publicación titulada “Prevención del Suicidio en cárceles y prisiones”.54 En aquella,

especificó que el suicidio es la causa individual más común de muerte en escenarios

penitenciarios y que por ello el suministro de servicios adecuados para la prevención e

intervención del suicidio es beneficioso tanto para los internos55 como para la institución

en la que se ofrecen los servicios.

En nuestro país, en algunos establecimientos penitenciarios, se ha creado el

Programa de Prevención Suicida. Aquí, y en la línea de lo dicho por la O.M.S., hay que

tener en cuenta que “el personal de salud mental, atención de la salud u otro personal

profesional previenen en realidad muy pocos suicidios, ya que generalmente los intentos

de suicidio ocurren en las unidades habitacionales de los reclusos y a menudo a últimas

horas de la tarde o durante fines de semana cuando generalmente están fuera del alcance

del personal del programa. Por lo tanto, el personal penitenciario que ha sido capacitado

en la prevención del suicidio y está más atento a los reclusos bajo su cuidado, debe impedir

54
Allí se especificó que muchas características de los reclusos suicidas pueden ser compartidas por todos los
otros reclusos y muy pocos estudios identificaron las características que distinguen a los presos que
cometen suicidio de otros presos. Asimismo, se detalló que un estudio austríaco (Fruehwald S, Matsching T,
Koening F, Bauer P, Frottier P., Suicide in custody. A case – control study. British Joaurnal of Psychiatry, 2004,
185_494-498) identificó cuatro factores individuales específicos (una historia de intentos suicidas;
diagnóstico psiquiátrico; medicamento psicotrópico recetado durante el encarcelamiento; un alto índice de
delitos violentos) y un factor ambiental (alojamiento en celdas individuales).
55
En tal publicación la O.M.S. señaló que los detenidos en espera de juicio tienen una tasa de intentos
suicidas de aproximadamente 7,5 veces y los presos sentenciados tienen una tasa casi seis veces más alta
que la de los hombres fuera de prisión en la población general.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

que ocurran estos incidentes…”.56 Por ello, si el personal penitenciario va a ser responsable

para el riesgo de suicidio debe recibir la capacitación necesaria. Cuestión que debe

ponerse en marcha adecuadamente en nuestro país.

La O.M.S. señaló que las mejores prácticas para prevenir los suicidios en escenarios

de cárceles y prisiones están basadas en el desarrollo y documentación de un plan integral

de prevención del suicidio con los siguientes elementos:

-un programa de capacitación para el personal penitenciario y aquellos que provean

asistencia médica;

-prestar atención a la calidad del clima social de los internos, minimizar la

intimidación y otros tipos de violencia;

-procedimientos para evaluar a los reclusos;

-un mecanismo para mantener la comunicación entre los miembros del personal en

relación con los reclusos de alto riesgo;

-procedimientos escritos que describan los requisitos mínimos para alojar a los

reclusos de alto riesgo;

-los reclusos con trastornos mentales en necesidad de tratamiento deben recibirlo y

mantenerse en estricta observación;

-desarrollo de cursos para garantizar el acceso al personal de salud mental cuando

se requiera mayor evaluación y tratamiento;

56
P. 14.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

-una estrategia para rendir información sobre la ocurrencia de un suicidio con el fin

de identificar las formas de mejorar la detección, monitoreo y manejo del suicidio en los

escenarios penitenciarios.

Tal como fui desarrollando, el artículo es claro en cuanto a que este tipo de

tratamientos psiquiátricos deben ser desarrollados en sitios específicos, la cuestión pasa

por analizar si tales establecimientos especializados cuentan con las herramientas como

para poder llevar adelante su fin.

Es innegable que el dictado de la ley de Salud Mental fue un paso adelante pero

entiendo que ciertas cuestiones, tales como que el PRISMA se encuentre dentro de un

complejo carcelario, demuestran que, en la práctica, no se eliminaron los

establecimientos de carácter asistencial psiquiátricos pertenecientes al S.P.F.

Conclusión:

Tal como fui detallando a lo largo del presente comentario al capítulo de salud de la

ley 24.660, entiendo que tal ley, la cual como mencioné fue creada en el año 1996, debe

ser, al momento de ser aplicada, constantemente analizada junto con las “Reglas

Mandela”. Ello debido a que tales reglas resultan ser claves para actualizar y llenar las

lagunas de la ley 24.660. Una ley que al día de hoy tiene más de veinte años.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Las mencionadas reglas fueron así denominadas en homenaje a Nelson Rolihlahla

Mandela57, quien pasó 27 años encarcelado como parte de su lucha por los derechos

humanos, la igualdad, la democracia y la promoción de una cultura de paz en todo el

mundo. Lucha que continuó, sin rencores, al recuperar su libertad.

Los principios fundamentales de las Reglas son:

-se aplican en forma imparcial y sin discriminación,

-el sistema penitenciario no deberá agravar los sufrimientos que implican la

privación de la libertad y el despojo del derecho a la autodeterminación de las personas

detenidas,

-todos los reclusos serán tratados con el respeto que merecen su dignidad y su valor

intrínseco en cuanto a seres humanos,

-nadie será sometido a torturas ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes,

-se tendrán en cuenta las necesidades individuales de los reclusos, en particular las

de las categorías más vulnerables en el contexto penitenciario,

-se deberán reducir al mínimo las diferencias entre la vida en prisión y la vida en

libertad,

-las medidas privativas de libertad tienen por objetivo proteger a la sociedad contra

el delito y reducir la reincidencia. Esos objetivos sólo pueden lograrse si se ofrece a las

57
Nació el 18 de julio de 1918, fue un activista sudafricano que luchó contra el régimen de segregación racial
(apartheid). Consiguió que se celebraran las primeras elecciones democráticas de la historia de su país en
1994, en las que fue elegido como el primer presidente negro de Sudáfrica. Recibió el premio Nobel de la
Paz en 1993 por haber promovido el diálogo multirracial para conseguir la paz, la igualdad y la democracia
de su pueblo. Es un referente universal en materia de derechos humanos.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

personas presas educación, salud, formación profesional y trabajo, así como otras formas

de asistencia apropiadas que brinden herramientas para lograr su reinserción en la

sociedad tras su puesta en libertad.

Reglas que insisto deben utilizarse al analizar todos los aspectos de la ley 24.660,

pero todavía más en el capítulo referido a la salud, toda vez que en días en los que nos

encontramos con un auge de reforma de la ley 24.660 vemos al analizar el texto del

proyecto que el capítulo vinculado a la salud no tendría modificaciones.

Por ello, es que a fin de solucionar inconvenientes cotidianos, pero sobre todo con el

objetivo de repensar cuestiones estructurales como lo resulta ser que el personal médico

deje de ser de carrera penitenciario, comprendo que tales reglas deben ser fuente de

consulta principal hasta que, tal como lo manifesté al inicio del presente trabajo, se

reestructure, realmente, todo nuestro sistema carcelario y se comience a pensar en el

largo plazo.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Comentario al Capítulo XI - artículos 158 al 167

“Relaciones Personales y Sociales”

Alejandro Javier Osio

Introducción.

El Capítulo que introducimos, en la lógica penitenciara clásica y en las ideologías más afines

con el castigo que con la integración comunitaria de las personas privadas de la libertad, como es

sabido, no es de los más importantes de la Ley 24660. De hecho, así parecen revelarlo los escasos

aportes doctrinarios, jurisprudenciales y analíticos que existen luego de veintiún años de existencia

normativa, cuando desde la lógica convencional del principio resocializador como fundamento y fin

de la pena privativa de la libertad debería resultar uno de los pilares en torno a los cuales deberían

girar los abordajes estatales, pues supone cuatro cuestiones de importancia superlativa para

mitigar la desocialización que causa todo sistema carcelario:

En primer lugar, contempla las relaciones familiares y sociales de las personas prisionizadas,

esto es, la generación, el mantenimiento y/o el refuerzo de los vínculos de referencia social en el

ámbito de la sociedad no prisionizada. Relación por lo demás constreñida a sufrir malos tratos y

condicionamientos que obligan a sus integrantes a replantearse permanentemente su

mantenimiento o su renuncia, logrando sus impedientes muchas veces este último cometido.

En segundo lugar, incluye el derecho a las visitas y a la comunicación por múltiples medios

de las personas privadas de libertad con el mundo exterior. Relación que recibe siempre los
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

embates del correccionalismo y la disciplina carcelaria, relación mal vista, combatida y hasta

obstaculizada la del medio social extramuros con el medio social intramuros.

En tercer lugar, el acceso y garantía de la información desde la cárcel hacia afuera y desde

el afuera hacia la cárcel, no sólo directamente sino mediante los mecanismos y medios de

comunicación que permitan las tecnologías disponibles. Lo cual también suele ser resistido;

Y en cuarto lugar permite, fortalece y garantiza el derecho material y formal de la defensa

en juicio, mediante el cumplimiento de las formas sustanciales del debido proceso permitiendo el

contacto directo y fluido con los agentes del proceso de ejecución (juez, defensor, fiscal y demás

operadores jurídicos) en el marco de su pena. Relación cuya fluidez, decididamente es

obstaculizada desde siempre en el ámbito penitenciario.

Desde el entendimiento de una persona privada de la libertad con la cual es necesario

trabajar en conjunto, incluyendo todas las aristas posibles para reducir sus aspectos vulnerables

mientras cumple una condena, y también en la asistencia post penitenciaria, queda claro que la

vinculación extramuros con otras personas, asociaciones, organismos del Estado, medios de

comunicación, etcétera, resultan no sólo necesarias para poder iniciar un proceso de inclusión o

integración comunitaria sino que de vital importancia para la consecución de los fines

normativamente enunciados de la pena de prisión en los artículos 5.6 de la CADH, 10.3 del PIDCP y

1 de la Ley 24660.

En esa lógica inclusiva y respetuosa de la dignidad de los seres humanos, es que se

corresponderán los trazos del comentario que introducimos, pues entendemos que es la manera

más acorde al Estado Constitucional de Derecho que debe reforzarse como fin ideológico último de
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

todo análisis de cualquier aspecto del campo carcelario, máxime si se trata de la vinculación

conectiva del interior de la cárcel con el “mundo libre”, relación que es siempre tensa, muchas

veces violenta, y siempre de límites poco claros en términos de derechos e interferencias estatales,

contextos en los cuales es fácil advertir avasallamientos propios de la corrupción, como en

cualquier espacio estatal de los Estados latinoamericanos, pero por sobre todo, disminuciones,

afectaciones y hasta restricciones o impedimentos de acceso a los derechos que no deberían

perderse por una sentencia penal, pero que las lógicas de poder imperantes generan con el disfraz

de la seguridad o el castigo disciplinante, entre otros motivos que suelen exponerse muy a menudo

para enmascarar las violencias en este ámbito.

Por último, diremos que en algunos espacios del campo jurídico se muestran algunos avances en la

correcta senda en clave de derechos humanos, pero debemos decir también que aún es

embrionaria cualquier conclusión que pretenda un espacio de afianzamiento, pese a contar con el

respaldo de algunas jurisprudencias del máximo nivel nacional e internacional, y las experiencias

del derecho y práctica comparados, aunque no suelen mirarse muy a menudo en esa clave, sino

más bien en el sentido contrario, aunque cabe ser optimista en el marco de un contexto

latinoamericano como el que vivimos, pese a que las realidades marquen lo contrario pues

entendemos que la profundización de los efectos desocializadores de la cárcel no es el camino, que

se cuenta con herramientas normativas adecuadas para evitarlos (aunque mejorables por

supuesto) y en fin que se cuenta con material diverso de exploración y examen para entenderlo de

una buena vez y trabajar en serio por la socialización e inclusión comunitaria de las personas

criminalizadas selectiva y arbitrariamente por un sistema penal y carcelario cuyos fracasos se


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

derraman a borbotones a diario, y esto incluye desde los derechos de las personas condenadas,

pasando por el de las personas que trabajan en relación de dependencia o simple relación

comunitaria con los servicios penitenciarios o policías, y las organizaciones no gubernamentales,

hasta la participación de la comunidad toda y fundamentalmente por los derechos y participación

de las propias víctimas de los delitos cometidos y por venir.

Luego de estos embrionarios anuncios, iniciamos el comentario propuesto, siguiendo un

esquema dado para cada uno de los artículos a tratar y que conforman en conjunto el CAPITULO XI

Relaciones familiares y sociales de la Ley Nacional nº 24660, de Ejecución de la Pena Privativa de la

Libertad.1

ARTICULO 158. — El interno tiene derecho a comunicarse periódicamente, en forma oral

o escrita, con su familia, amigos, allegados, curadores y abogados, así como con representantes

de organismos oficiales e instituciones privadas con personería jurídica que se interesen por su

reinserción social. En todos los casos se respetará la privacidad de esas comunicaciones, sin otras

restricciones que las dispuestas por juez competente.

Antecedentes legislativos e historia del instituto.

Los antecedentes legislativos, según se indica en la documentación oficial de la labor

parlamentaria de la Ley 24660, se compone por la anterior Ley Penitenciaria Nacional art. 91, la

regla 37 de las Reglas de Naciones Unidas para el tratamiento de los reclusos, las leyes de

1
Sancionada: Junio 19 de 1996. Promulgada: Julio 8 de 1996.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ejecución y/o penitenciarias de Brasil (art. 41.x), España (art. 51.1), Francia (art. D 414), Italia (arts.

18 y 28), Perú (art. 47), Antillas (Art. 103) y Ecuador (arts. 59, 60 y 63).

Antecedentes, similitudes y divergencias en el derecho comparado.

En la actualidad las similitudes con la legislación comparada es llamativa, hasta el punto de

contar casi con la misma redacción en algunos casos, y para ello pueden tomarse como ejemplos,

los artículos 37 del Código de Ejecución Penal del Perú, 130 del similar de Paraguay, y 10 a 12 de la

Ley Uruguaya, en el marco del MERCOSUR, pero también de las legislaciones europeas de los

países de los cuales provienen las doctrinas y aportes teóricos, prácticos y jurisprudenciales que

mayormente suelen ser citados por la producción científica y jurisprudencial local en el marco del

Derecho Penal y del derecho de Ejecución Penal en particular, por ejemplo, el artículo 23 de la Ley

Alemana y 51 de la Española.

Datos empíricos que confronten críticamente la dimensión del ser.

Como en casi todos los aspectos de la cuestión carcelaria, en el marco de los derechos de

las personas privadas de la libertad en nuestro país hay un desfasaje, por no decir contradicción,

entre el mundo del deber ser normativo (plagado de derechos y herramientas para garantizarlos) y

el ser de la realidad (plagado de obstáculos y restricciones que disminuyen o directamente privan

su acceso).

De esto que decimos da cuenta el último informe presentado por la Procuración

Penitenciaria de la Nación sobre el sistema carcelario argentino del año 20152, en el cual da cuenta

2
Informe Anual 2015 de la PPN denominado “La situación de los derechos humanos en las cárceles federales de la
Argentina”. Disponible en: http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Informe%20Anual%202015_0.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de lo siguiente: “…la experiencia acumulada de la Procuración Penitenciaria de la Nación en sus

inspecciones a centros de detención, y particularmente en el monitoreo sobre el desarrollo de las

jornadas de visitas, demuestra que no prima la lógica de favorecer las relaciones familiares. Por el

contrario, muy frecuentemente la administración penitenciaria antepone criterios de seguridad en

detrimento del derecho de las personas presas a recibir visitas, o bien simplemente desatiende su

obligación de allanar el camino de los visitantes a fin de propiciar la continuidad de los vínculos.

Como ejemplo de ello, pueden mencionarse diferentes prácticas desplegadas regularmente por la

administración penitenciaria: procedimientos abusivos en el registro de los visitantes y de los

paquetes que ingresan; solicitud de excesivos e interminables requisitos y condiciones para

autorizar su ingreso; falta de información clara y precisa sobre las condiciones para el ingreso –

acerca de la documentación a presentar, los días y horarios de visitas, los productos permitidos,

etc.–; y malas condiciones materiales de los lugares destinados a la espera de los visitantes y de los

salones en donde se mantienen las visitas. Conforme a ello, la Procuración Penitenciaria de la

Nación ha incluido entre sus líneas de trabajo la protección y promoción del derecho de las

personas presas a mantener sus vínculos familiares y sociales325. Durante el año 2015 se

efectuaron diversas intervenciones y señalamientos de las principales irregularidades constatadas

en el desarrollo de las visitas, que aquí se reseñan” (p. 399/400)”

Y a pie de página nº 246 se incluye una cuestión de la cual luego nos ocuparemos, y que

conspira de la manera más flagrante posible contra el derecho en análisis como es la cuestión de

los traslados a lugares lejanos del centro de vida de las personas privadas de la libertad,

destacándolo del siguiente modo: “326. Otro punto especialmente crítico donde la interrupción de
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

los lazos familiares se operativiza, y no se ha desarrollado en este informe, es la realización de

traslados intempestivamente los viernes por la tarde, obstaculizando el control judicial oportuno y

previo de la decisión administrativa. Fuera del horario judicial de atención al público, la Procuración

Penitenciaria ha debido recurrir a la acción de habeas corpus para cuestionar traslados ilegítimos

cuando, por ejemplo, el lugar de residencia familiar justifica su permanencia en la unidad de origen;

o el traslado pulveriza una autorización previa a mantener visitas íntimas o de penal a penal.

Constituye en estos casos una buena práctica del juez de habeas corpus suspender

preventivamente el traslado de la persona privada de libertad, hasta tanto el juez de su causa tome

conocimiento de la medida ordenada y efectúe un debido contralor judicial. Conf., por caso,

Juzgado Federal Nº 1 de Lomas de Zamora, Causa N° 34.641/2015 (rta. 4 de septiembre de 2014) y

Causa Nº 985/2016 (rta. 24 de febrero de 2014).”

Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su

interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección Internacional y Regional,

aplicables al instituto en estudio.

En el marco del derecho internacional de los Derechos Humanos se cuenta con múltiples

normas que establecen la protección de la familia como elemento fundamental de la sociedad, el

derecho de toda persona a constituirla y mantener los vínculos creados a partir de ella, como así

también el derecho a la comunicación fluida, periódica y en privado, para mantenerlos, como así

también con abogados y/o asesores jurídicos, y formar parte y participar de la vida cultural de la

comunidad, lo cual incluye a la familia en sentido amplio, y la protección especial a los derechos de

niñas, niños y adolescentes separados de sus padres por motivos de privación de la libertad. Entre
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ellos los artículos VI de la DADDH, XII de la DADDH, 16.3 y 27 de la DUDH, 10.1 y 15.1 del PIDESC,

23.1 del PIDCP, 17 de la CADH, 3.1 y 2, 9.3 y 4 –mantener contacto y saber de la persona detenida-

y 16 CDN que prohíbe las injerencias arbitrarias en la familia del niño.

En materia de reglas y principios se cuenta con los siguientes que sientan los mismos

estándares, incluso con mayor detalle en relación a las personas privadas de su libertad,

incluyendo los beneficios no sólo para los condenados sino también, y muy especialmente, para las

familias y allegados que se encuentran en el ámbito libre, conformando ambas cuestiones

sustratos esenciales para evitar la desocialización y mantener las relaciones comunitarias:

Conjunto de Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier

forma de detención o prisión.3

“Visitas: Principio 19: Toda persona detenida o presa tendrá el derecho de ser visitada, en

particular por sus familiares, y de tener correspondencia con ellos y tendrá oportunidad adecuada

de comunicarse con el mundo exterior, con sujeción a las condiciones y restricciones razonables

determinadas por ley o reglamentos dictados conforme a derecho.”

“Principio 20: Si lo solicita la persona detenida o presa, será mantenida en lo posible en un

lugar de detención o prisión situado a una distancia razonable de su lugar de residencia habitual.

Comunicación y confidencialidad.”

“Principio 29: 1. A fin de velar por la estricta observancia de las leyes y reglamentos

pertinentes, los lugares de detención serán visitados regularmente por personas calificadas y

3
Adoptado por la Asamblea General en su resolución 43/173, de 9 de diciembre de 1988)
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

experimentadas nombradas por una autoridad competente distinta de la autoridad directamente

encargada de la administración del lugar de detención o prisión, y dependientes de esa autoridad.”

“2. La persona detenida o presa tendrá derecho a comunicarse libremente y en régimen de

absoluta confidencialidad con las personas que visiten los lugares de detención o prisión de

conformidad con lo dispuesto en el párrafo 1 del presente principio, con sujeción a condiciones

razonables que garanticen la seguridad y el orden en tales lugares.”

Reglas de las Naciones Unidas para el tratamiento de las reclusas y medidas no privativas

de la libertad para las mujeres delincuentes (Reglas de Bangkok)4

“8. Contacto con el mundo exterior: [Complemento de los párrafos 37 a 39 de las Reglas

mínimas para el tratamiento de los reclusos]”

“Regla 26: Se alentara y facilitara por todos los medios razonables el contacto de las reclusas con

sus familiares, incluidos sus hijos, y los tutores y representantes legales de sus hijos. Cuando sea

posible, se adoptaran medidas para reducir los problemas de las mujeres que se hallen recluidas en

instituciones lejanas de su hogar.”

“Regla 27: En caso de que se permitan las visitas conyugales, las reclusas tendrán el mismo

derecho a ellas que los reclusos de sexo masculino.”

“Regla 28: Las visitas en que se lleve a niños se realizaran en un entorno propicio, incluso

por lo que atañe al comportamiento del personal, y en ellas se deberá permitir el libre contacto

4
Aprobada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 65/229, Nueva York,
Estados Unidos de América, 21 de diciembre de 2010. Disponibles en: https://www.unodc.org/documents/justice-
and-prison-reform/Bangkok_Rules_ESP_24032015.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

entre la madre y su hijo o sus hijos. De ser posible, se deberán alentar las visitas que permitan una

permanencia prolongada con ellos.”

“Relaciones sociales y asistencia posterior al encarcelamiento [Complemento de los párrafos

79 a 81 de las Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos]”

“Regla 43: Las autoridades penitenciarias alentaran y, de ser posible, facilitaran las visitas a las

reclusas, como condición previa importante para asegurar su bienestar psicológico y su reinserción

social.”

“Regla 44: Teniendo presente que el numero de reclusas que han sido victimas de violencia

en el hogar es desproporcionado, se las consultará debidamente respecto de las personas, incluidos

sus familiares, a las que se permita visitarlas.”

“Regla 45: Las autoridades penitenciarias brindaran en la mayor medida posible a las

reclusas opciones como la visita al hogar, prisiones abiertas, albergues de transición y programas y

servicios de base comunitaria, a fin de facilitar a su paso del encarcelamiento a la libertad, reducir

la estigmatización y restablecer lo antes posible su contacto con sus familiares.”

Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas

Mandela)5

“Contacto con el mundo exterior:”

5
Resolución aprobada por la Asamblea General de la ONU el 17 de diciembre de 2015. Mediante resolución 70/175.
Disponibles en: http://www.reglasmandela.com.ar/01.%20Reglas%20Mandela.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Regla 58: 1. Los reclusos estarán autorizados a comunicarse periódicamente, bajo la

debida vigilancia, con su familia y amigos: a) por correspondencia escrita y por los medios de

telecomunicaciones, electrónicos, digitales o de otra índole que haya disponibles; y b) recibiendo

visitas.”

“2. En caso de que se permitan las visitas conyugales, este derecho se aplicará sin

discriminación y las reclusas podrán ejercerlo en igualdad de condiciones que los reclusos. Se

contará con procedimientos y locales que garanticen el acceso equitativo e igualitario y se prestará

la debida atención a la seguridad y dignidad.”

“Regla 59: En la medida de lo posible, los reclusos serán internados en establecimientos

penitenciarios cercanos a su hogar o a su lugar de reinserción social.”

“Regla 61: 1. Se facilitarán a los reclusos oportunidades, tiempo e instalaciones adecuadas

para recibir visitas de un asesor jurídico o proveedor de asistencia jurídica de su elección,

entrevistarse con él y consultarle sobre cualquier asunto jurídico, sin demora, interferencia ni

censura y en forma plenamente confidencial, de conformidad con la legislación nacional aplicable.

El personal penitenciario podrá vigilar visualmente las consultas, pero no podrá escuchar la

conversación.”

“2. Si un recluso no habla el idioma local, la administración del establecimiento

penitenciario le facilitará el acceso a los servicios de un intérprete independiente y calificado.”

“3. Los reclusos tendrán acceso a asistencia jurídica efectiva.”

“II. Reglas aplicables a categorías especiales. A. Reclusos penados”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Regla 87: Es conveniente que, antes de que el recluso termine de cumplir su pena, se adopten las

medidas necesarias para asegurarle un retorno progresivo a la vida en sociedad. Este propósito

puede alcanzarse, según los casos, con un régimen preparatorio para la puesta en libertad,

organizado dentro del mismo establecimiento penitenciario o en otra institución apropiada, o

mediante la libertad condicional bajo una vigilancia que no deberá confiarse a la policía y que

comprenderá una asistencia social eficaz.”

“Regla 88: 1. En el tratamiento de los reclusos no se recalcará el hecho de su exclusión de la

sociedad, sino, por el contrario, el hecho de que continúan formando parte de ella. Con ese fin se

buscará, en lo posible, la cooperación de organismos de la comunidad que ayuden al personal del

establecimiento penitenciario en la tarea de reinsertar a los reclusos en la sociedad.”

“2. Cada establecimiento penitenciario contará con la colaboración de trabajadores sociales

encargados de mantener y mejorar las relaciones del recluso con su familia y con los organismos

sociales que puedan serle útiles. Se adoptarán medidas para proteger, en la medida en que ello sea

compatible con la ley y con la pena impuesta, los derechos relativos a los intereses civiles, la

seguridad social y otras prestaciones sociales de los reclusos.”

“Relaciones sociales y ayuda pospenitenciaria. Regla 106: Se velará particularmente por el

mantenimiento y mejoramiento de las relaciones entre el recluso y su familia que redunden en

beneficio de ambas partes.”

“Regla 107: Se tendrá debidamente en cuenta, desde el comienzo de la ejecución de la pena,

el porvenir del recluso después de su liberación, y se alentará y ayudará al recluso a que mantenga
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

o establezca relaciones con personas u organismos externos que puedan favorecer su reinserción

social y el interés superior de su familia.”

Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de la Libertad

en las Américas6

“Principio XVIII. Contacto con el mundo exterior.”

“Las personas privadas de libertad tendrán derecho a recibir y enviar correspondencia,

sujeto a aquellas limitaciones compatibles con el derecho internacional; y a mantener contacto

personal y directo, mediante visitas periódicas, con sus familiares, representantes legales, y con

otras personas, especialmente con sus padres, hijos e hijas, y con sus respectivas parejas.”

“Tendrán derecho a estar informadas sobre los acontecimientos del mundo exterior por los

medios de comunicación social, y por cualquier otra forma de comunicación con el exterior, de

conformidad con la ley.”

En el marco de la interpretación de los derechos enunciados, y especialmente del contacto

de las personas privadas de la libertad con el exterior de la cárcel, en cuanto a las relaciones

familiares, sociales y con los diferentes operadores jurídicos, la Comisión Interamericana de

Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) cuentan

con una prolífica estandarización, que puede sintetizarse en lo que sigue.

La CIDH ya en su informe sobre los derechos humanos de las personas privadas de la

libertad en las Américas ya citado sostenía que: “…el Estado tiene la obligación de facilitar y

6
Adoptados por la la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a instancia de su Relatoría sobre los Derechos
de las Personas Privadas de Libertad (OEA/Ser/L/V/II.131 doc. 26). Disponibles en:
http://www.oas.org/es/cidh/mandato/Basicos/PrincipiosPPL.asp
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

reglamentar el contacto entre los reclusos y sus familias, y de respetar los derechos fundamentales

de éstos contra toda interferencia abusiva y arbitraria. Al respecto, la CIDH ha reiterado que las

visitas familiares de los reclusos son un elemento fundamental del derecho a la protección de la

familia de todas las partes afectadas en esta relación, así: [E]n razón de las circunstancias

excepcionales que presenta el encarcelamiento, el Estado tiene la obligación de tomar medidas

conducentes a garantizar efectivamente el derecho de mantener y desarrollar las relaciones

familiares. Por lo tanto, la necesidad de cualquier medida que restrinja este derecho debe ajustarse

a los requisitos ordinarios y razonables del encarcelamiento. (CIDH, Informe No. 67/06, Caso

12.476, Fondo, Oscar Elías Biscet y otros, Cuba, 21 de octubre de 2006, párr. 237; CIDH, Informe No.

38/96, Caso 10.506, Fondo, X y Y, Argentina, 15 de octubre de 1996, párr. 97 y 98. En el mismo

sentido, la Corte Europea ha indicado que toda privación de libertad llevada a cabo de acuerdo con

la ley entraña por su propia naturaleza una limitación a la vida privada y familiar. Sin embargo, es

una parte esencial del derecho de todo recluso al respeto a su vida familiar y que las autoridades

penitenciarias le brinden las facilidades necesarias para que pueda mantener contacto con su

familia. European Court of Human Rights, Case of Messina v. Italy (No. 2), (Application no.

25498/94), Judgment of September 28, 2000, Second Section, para. 61. El tema del contacto con la

familia y la comunidad de los niños, niñas y adolescentes privados de libertad es ampliamente

desarrollado por la CIDH en: CIDH, Informe sobre Justicia Juvenil y Derechos Humanos en las

Américas, párr. 389‐405)”. p.219

“577. De las obligaciones generales de respeto y garantía de los derechos humanos

establecidas en el artículo 1.1 de la Convención y del deber específico de proteger a la familia


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

impuesto por el artículo 17.1 de la misma, surge claramente que el Estado como garante de los

derechos de las personas sometidas a su custodia, tiene la obligación positiva de crear las

condiciones necesarias para hacer efectivo el contacto de las personas privadas de libertad con sus

familias (el cual, por regla general se da por medio de tres vías: correspondencia, visitas y llamadas

telefónicas). En particular, el Estado debe atender todas aquellas deficiencias estructurales que

impiden que el contacto y la comunicación entre los internos y sus familias se den en condiciones

dignas, seguras y con suficiente regularidad.” P.219

“578. Para las personas privadas de libertad, el apoyo de sus familiares es esencial en

muchos aspectos, que van desde lo afectivo y emocional hasta el sustento material. En la mayoría

de las cárceles de la región, los elementos que necesitan los presos para satisfacer sus necesidades

más elementales no le son suministrados por el Estado, como debería ser, sino por sus propios

familiares o por terceros. Por otro lado, a nivel emocional y sicológico, el mantenimiento del

contacto familiar es tan importante para los reclusos, que su ausencia se considera un factor

objetivo que contribuye a incrementar el riesgo de que éstos recurran al suicidio”( World Health

Organization (WHO), Preventing Suicide in Jails and Prisons, (update 2007), pág. 16, disponible en:

http://www.who.int/mental_health/prevention/suicide/resource_jails_prisons.pdf.).” P.220

“B. Principales desafíos identificados y estándares aplicables. 579. La CIDH ha observado

que fundamentalmente existen dos grandes obstáculos para mantenimiento de una interacción

normal entre los internos y sus familias: (a) la falta de condiciones para que las visitas puedan

llevarse a cado de forma digna, es decir, en condiciones aceptables de privacidad, higiene y

seguridad; y (b) el trato humillante o denigrante hacia los familiares de los reclusos por parte de las
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

autoridades durante los días de visitas. Este tipo de situaciones, además de afectar directamente a

lo familiares de los reclusos, son factores que desincentivan el que éstos acudan a visitar a los

reclusos, lo que definitivamente impacta en el mantenimiento de las relaciones familiares de los

reclusos.” P.220/221

“584. Asimismo, es inaceptable desde todo punto de vista que las autoridades penitenciarias

exijan el pago de cuotas o la realización de otros actos a los internos para que éstos accedan a sus

días de visitas, o para permitirles el acceso a los teléfonos públicos o al envío de

correspondencia669. El Estado tiene el deber de detectar y erradicar este tipo de prácticas, así

como de investigar y sancionar a aquellos funcionarios que incurran en ellas o las encubran.” P. 221

“594. Cuando el acceso a los establecimientos de detención y penitenciarios se hace

extremadamente difícil u oneroso para los familiares, al punto de imposibilitar el contacto regular,

se afecta inevitablemente el derecho de ambas partes a mantener relaciones familiares. Por lo que,

dependiendo de las particularidades del caso este hecho podría constituir una violación al derecho

a la protección de la familia, y eventualmente de otros derechos como el derecho a la integrad

personal o al debido proceso.” p.224

“595. Así por ejemplo, la CIDH ha determinado que las condiciones geográficas de la Cárcel

de Challapalca, en Tacna, Perú dificultan a tal punto la realización de las visitas familiares que

constituyen una restricción indebida a este derecho. Dicho centro penal está ubicado sobre la

cordillera de los Andes, a una altura de 4,600 metros de altura sobre el nivel del mar y a dos días de

viaje desde Lima, por lo que los familiares de los detenidos debían turnarse entre ellos para realizar

las visitas semanales. Además, debido a la altura el acceso de los niños y personas mayores es
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

imposible.” (CIDH, Informe Especial sobre la Situación de los Derechos Humanos en la Cárcel de

Challapalca, párrs. 20, 88, 89 y 117). P 224

“598. De igual forma, en el curso de su reciente visita a Argentina el Relator de PPL constató

la práctica por parte del Servicio Penitenciario Bonaerense de trasladar reiteradamente a los

reclusos, llevándolos compulsivamente de una Unidad Penitenciaria a otra en el vasto territorio de

la Provincia de Buenos Aires, lo que en la mayoría de los casos los somete a un alejamiento excesivo

de sus familias por periodos prolongados de tiempo. Esta práctica afecta de manera particular a

aquellas familias con escasos recursos económicos, para el desplazamiento a lugares distantes

resulta excesivamente oneroso.” P. 225/226

Informe No. 3/11 ·Petición 491‐98, Admisibilidad, Néstor Rolando López y otros,

Argentina, 5 de enero de 2011”7. La CIDH consideró la caracterización prima facie de las alegadas

violaciones a los artículos 17 (derecho a la protección de la familia) y 5 (derecho a la integridad

personal) de la Convención Americana, en relación al traslado de reclusos de la provincia de

Neuquén a Unidades del Servicio Penitenciario Federal ubicadas en lugares muy distantes del

domicilio de sus familias.

Por su parte la CorteIDH se ha pronunciado en diversos fallos del siguiente modo:

Respecto del concepto de familia, ha sentado las bases de un concepto amplio sin seguir

ningún modelo, por ende no está reducido a uniones matrimoniales, ni calificadas por composición

7
Disponible en:
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:8pEp9fUKDfsJ:www.oas.org/es/cidh/decisiones/2011/ARAD
491-98ES.doc+&cd=1&hl=es-419&ct=clnk&gl=ar
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de género o inclinación sexual, debiendo abarcar todos los lazos posibles de hecho establecidos

por la vida en común (“Atala Riffo y niñas v. Chile, sent. Del 24/02/2012, pár. 142)8

En el “Cuadernillo de Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Nº

9” denominado “Personas Privadas de Libertad”9, se describe la postura clara y contundente de la

Corte IDH en relación a que la incomunicación produce graves efectos degradantes sobre las

personas y por ende el contacto con el mundo exterior, tanto para mantener sus vínculos sociales

como para permitir el derecho de defensa en juicio, es de vital importancia para las personas

privadas de libertad y una obligación primordial para los Estados: “194. La Corte ha establecido que

el “aislamiento prolongado y la incomunicación coactiva son, por sí mismos, tratamientos crueles e

inhumanos, lesivos de la integridad psíquica y moral de la persona y del derecho al respeto de la

dignidad inherente al ser humano”90. En el mismo sentido: Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs.

Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2006, párr. 323; Caso

Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez. Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y

Costas. Sentencia de 21 de noviembre de 2007, párr. 171. 195. La Corte ha dicho, también, que en

“los términos del artículo 5.2 de la Convención toda persona privada de libertad tiene derecho a

vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe

garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal. En consecuencia, el Estado, como

responsable de los establecimientos de detención, es el garante de estos derechos de los

8
Citado por Pablo Larsen en “Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”. Hammurabi, Bs.As.
2016, pág. 319.
9
Disponible en http://www.corteidh.or.cr/sitios/libros/todos/docs/privados9.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

detenidos”91. La incomunicación ha sido concebida como un instrumento excepcional por los

graves efectos que tiene sobre el detenido, pues “el aislamiento del mundo exterior produce en

cualquier persona sufrimientos morales y perturbaciones psíquicas, la coloca en una situación de

particular vulnerabilidad y acrecient[a] el riesgo de agresión y arbitrariedad en las cárceles”92.

Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras. Fondo. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4,

párr. 156; Caso Godínez Cruz Vs. Honduras. Fondo. Sentencia de 20 de enero de 1989. Serie C No. 5,

párr. 164; Caso Fairén Garbi y Solís Corrales Vs. Honduras. Fondo. Sentencia de 15 de marzo de

1989. Serie C No. 6, párr. 149. 91 Caso Neira Alegría y Otros Vs. Fondo. Sentencia de 19 de enero de

1995. Serie C No. 20, Perú, párr. 60. 92 Caso Suárez Rosero Vs. Ecuador. Interpretación de la

Sentencia de Reparaciones. Sentencia de 29 de mayo de 1999. Serie C No. 51, párr. 90”

Y vuelve a ratificar dichos estándares en los casos “Cantoral Benavides Vs. Perú” Fondo.

Sentencia de 18 de agosto de 2000; “De la Cruz Flores Vs. Perú” Fondo, Reparaciones y Costas.

Sentencia de 18 de noviembre de 2004, párr. 128; “Bámaca Velásquez Vs. Guatemala” Fondo.

Sentencia de 25 de noviembre; de 2000, párr. 150; “Caso Maritza Urrutia Vs. Guatemala” Fondo,

Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 2003, párr. 87; entre varios otros.

Propuesta de interpretación del texto legal.

El interno tiene derecho a comunicarse periódicamente, en forma oral o escrita, con su

familia, amigos, allegados, curadores y abogados, así como con representantes de organismos

oficiales e instituciones privadas con personería jurídica que se interesen por su reinserción social.

En todos los casos se respetará la privacidad de esas comunicaciones, sin otras restricciones que

las dispuestas por juez competente.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Como en muchas de las cuestiones atinentes al régimen de ejecución de la pena privativa de la

libertad10, también en este capítulo los derechos de las personas en ese marco son restringidos y

hasta obstaculizados en varias esferas, la más palmaria es la que muestra el desfasaje entre la

norma vigente y la realidad imperante, pero en este capítulo también se da la más difícil de

justificar desde los principios constitucionales, consistente en la diferencia entre la norma de fondo

y la de forma que la reglamenta, pues ésta última introduce elementos que limitan a aquélla o que

la restringen de tal manera que dificultan o directamente obstaculizan el fin propuesto en la ley

sustancial, lo cual, claramente y está casi demás decirlo, va en contra del artículo 99.2 de la CN.

En este artículo, interpretado de manera acorde al artículo 29 de la CADH, entendiendo que

están implicados los derechos a la información, a la comunicación, a la readaptación social

(mantenimiento de los vínculos sociales), a la libertad de culto y a la defensa en juicio, claramente

el “derecho a comunicarse periódicamente” implica varias aristas; por un lado, el derecho de las

personas privadas de libertad de contar con medios y herramientas a disposición para materializar

el fin normativo de manera oportuna, material y efectiva; y en segundo lugar, la obligación estatal

de asegurarlo.

Como puede verse en los artículos 1 y 3 del Decreto Reglamentario nº 1136/9711, se reitera

esta norma, en vez de precisarla, remitiéndose a normas formalmente administrativas, locales de

10
La paradigmática es las salidas transitorias, donde el artículo 34 del Dec. 396/99 exige período de prueba mientras
que el 17 de la LEP no.
11
Decreto 1136/97. Reglamentación del Capítulo XI "Relaciones Familiares y Sociales" (Artículos 158 a 167) y
disposiciones vinculadas. Reglamento de Comunicaciones de los Internos. Bs. As., 30/10/97.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

cada unidad penitenciaria, ajustándose las posibilidades, oportunidad, condiciones y supervisión a

los regímenes y posibilidades de cada unidad y a las instrucciones que dicte el Director. Es decir,

que se libra totalmente al arbitrio de cada Director/a de unidad penitenciaria si se cumple o no con

la periodicidad que manda la norma de fondo.

Y si a esto se agrega que las normas reglamentarias de cada unidad son enteramente

subterráneas, pues casi no se publican, casi no se informan ni a detenidas/os ni a familiares,

allegados y/o abogadas/os, cambian de manera arbitraria, y frecuentemente se incumplen aún

existiendo, la arbitrariedad que permite el ordenamiento jurídico vigente y que se impone en la

realidad penitenciaria, queda completo.

En cuanto a la forma oral y escrita, mucho no se puede agregar, más que el dato de

experiencia consistente en que los recursos para las comunicaciones orales son escasos (cuando no

inexistentes), pues en las unidades penitenciarias del Servicio Penitenciario Federal y de casi todos

los provinciales, hay con suerte uno o dos teléfonos por pabellón para ser utilizados por muchas

personas y en horarios restringidos, lo cual obstaculiza las posibilidades de comunicación oral,

siendo que no debería haber ningún obstáculo para que las personas privadas de la libertad

posean celulares u otros medios de comunicación con el exterior de igual modo que en el ámbito

libre (sobre ello hay jurisprudencia que luego repasaremos).

En lo respectivo a la comunicación escrita, además de dificultarse la tarea de poseer

elementos para hacerlo, en las unidades penitenciarias suelen establecerse normas muy rígidas en

cuanto a los días y horarios en que pueden presentarse escritos, y los días en que tales escritos

salen de los penales, lo que coloca al individuo en desventaja notoria con respecto al ámbito libre a
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

efectos de mantener lazos, participar de acontecimientos de sus grupos de pertenencia, opinar

sobre la realidad, publicar sus ideas, etcétera, lo cual, claramente, conspira contra el fin último de

la pena.

En lo concerniente a los vínculos que justifican el acceso al derecho de comunicación con

las personas privadas de libertad, enumerados en el texto como “familia, amigos, allegados,

curadores y abogados, así como con representantes de organismos oficiales e instituciones

privadas con personería jurídica que se interesen por su reinserción social”, deben hacerse las

siguientes consideraciones.

El Código Civil y Comercial de la Nación sancionado recientemente por Ley 26.99412 ha

generado cambios en la interpretación de una multiplicidad de artículos y normas penales en

virtud del principio de legalidad, y por contener muchos tipos penales elementos descriptivos y

normativos cuya definición se encuentran en el código civil y comercial, como así también la ley de

ejecución de la pena privativa de la libertad, por ejemplo en el ámbito familiar. El concepto de

familia no es el mismo en esta nueva normativa que en la suplantada, ahora resulta mucho más

amplia y se reconocen y formalizan vínculos familiares, convivenciales y no convivenciales, cuyos

estatus no existían en la normativa anterior o estaban en duda y se reconocían

jurisprudencialmente.

Ergo, la familia con derecho a visita y comunicación con las personas privadas de la libertad

incluye a todos los vínculos legislados en el Libro Segundo del Código Civil y Comercial que incluye

12
Sanción: 1 de octubre de 2014 Promulgación: 7 de octubre de 2014 Publicación: 8 de octubre de 2014. Puesto en
vigencia por decreto 1795/2014.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

una conceptuación de familia y de vinculación parental mucho más amplia que el viejo código de

Vélez Sarsfield, conceptuación vinculada a lo cultural y ya no atado a la naturaleza, marco en el

cual se formalizan el reconocimiento y protección de una pluralidad de formas familiares, lo cual,

como dice Aída Kemelmaier de Carlucci13 “…no implica desvalorizar el valor de la familia.

Reconocer la multiplicidad de formas familiares no significa negar que la familia "constituye el

primer nivel de integración social del individuo, su primera escuela, un lugar de desarrollo personal,

transmisor de cultura y riqueza que ejerce importantes funciones" (8), entre ellas, la de satisfacer

las necesidades fundamentales de la persona y complementar su personalidad a través de la unión

con personas que la acompañan a afrontar las dificultades de la existencia (9).” P. 3

Y continúa explicando que la nueva legislación implica un "Código para una sociedad

multicultural. En materia de familia se han adoptado decisiones importantes a fin de dar un marco

regulatorio a una serie de conductas sociales que no se pueden ignorar. En ese sentido, se

incorporan normas relativas a la filiación que tienen en cuenta la fecundación in vitro; en el

régimen legal de las personas menores de edad también se receptan muchas novedades como

consecuencia de los tratados internacionales; en materia de matrimonio, se regulan los efectos del

sistema igualitario ya receptado por el legislador y la posibilidad de optar por un régimen

patrimonial; también se regulan las uniones convivenciales, fenómeno social cada vez más

frecuente en la Argentina. Ello no significa promover determinadas conductas o una decisión

13
Kemelmaier de Carlucci, Aída “Las nuevas realidades familiares en el Código Civil y Comercial argentino de 2014”.
Disponible en http://www.nuevocodigocivil.com/wp-content/uploads/2015/02/Las-nuevas-realidades-familiares-en-
el-Codigo-Civil-y-Comercial-argentino-de-2014.-Por-Aida-Kemelmajer-de-Carlucci.pdf
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valorativa respecto de algunas de ellas. De lo que se trata es de regular una serie de opciones de

vida propias de una sociedad pluralista, en la que conviven diferentes visiones que el legislador no

puede desatender" P. 4.

Por ende, parafraseando a la autora citada, el concepto de familia de la LEP también debe

hacerla una ley para una sociedad multicultural, e implicar todos los vínculos reconocidos, que ya

existían y que el legislador no puede ignorar. A lo que agregamos, y que la reglamentación tanto al

nivel central (Decreto 1136/97) como a nivel de cada unidad penitenciaria, tampoco pueden seguir

ignorando, por lo cual estarán obligadas a revisar las reglamentaciones y requisitos fijados a esos

fines para habilitar los derechos implicados.

En relación a la amistad, ni la ley de fondo ni el decreto reglamentario lo definen, por ende

debe acudirse al diccionario de la real academia, y si bien el vocablo “amigo/a” no aporta mucho

para la precisión que buscamos, la palabra “amistad” sí lo hace. Así podemos encontrar que tiene 7

acepciones, pero en su primera acepción significa: “1. F. Afecto personal, puro y desinteresado,

compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”14

Entonces, será esa definición de amigo/a como a quien tenga relación de amistad con una

persona privada de la libertad, y ello de no constarle a las autoridades de un penal, debe

constatarse por los medios señalados por el artículo 36 última parte, con un informe del área de

Asistencia Social, sin que la carencia de documentación que así lo acredite pueda ser excluyente.

14
Diccionario RAE. Edición del Tricentenario. Disponible en http://dle.rae.es/?id=2MkIDT9
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En lo relativo a los allegados, el artículo 36 del Dec. 1136/97 contiene una descripción bien

amplia, aunque criticable porque mezcla allí a las amistades, cuando en la ley de fondo son

conceptos diferentes (se presume que es allí puesto que de lo contrario el legislador hubiera

consignado sólo allegados), por lo cual ingresa en este concepto cualquier persona que tenga trato

o confianza con el interno, lo cual excluye únicamente a las personas desconocidas o sin ninguna

relación con el interno. Quizá esa definición por exclusión sea la que más derechos acuerde a las

personas privadas de la libertad, sólo no son allegadas aquéllas personas desconocidas o sin ningún

tipo de trato o confianza con los internos, y de ese modo asegurar cualquier vínculo que pueda

resultar positivo para el interno y su readaptación social.

Con respecto a los conceptos de curadores y abogados, entiendo que cabe remitirse a las

legislaciones específicas que regulen dichas profesiones a fin de asegurar una definición de las

calidades que requiere la normativa para acceder al derecho, que cumpla con el principio de

legalidad, y por mandato del artículo 158 en comentario, y 80 y ss. del Dec. 1136/97, deben ser sus

abogados y/o procuradores, puesto que lo que se pretende asegurar es el derecho de defensa y la

asistencia jurídica, por lo cual el decreto agrega en la norma citada que dichas entrevistas serán

privadas y confidenciales.

Y por último, en relación a los representantes de organismos oficiales e instituciones

privadas con personería jurídica que se interesen por su reinserción social, debe entenderse en el

sentido más amplio posible (“Acosta” CSJN –cons. 6-) a fin de no limitar el acceso al derecho más

allá de lo estrictamente legislado (principio de máxima taxatividad legal interpretativa, mandato

del art. 9 de la CADH y 9 del PIDCP), por lo cual debe entenderse que son representantes todas las
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

personas que puedan relacionarse con el interno invocando la personería jurídica de una

institución privada u organismo oficial sin ser, necesariamente, el representante legal de la firma u

órgano, pues la ley no lo exige así, como tampoco que se trate de una ONG, empresa, organismo

oficial, etcétera destinado a la readaptación social de personas privadas de la libertad, puesto que

tampoco lo exige la ley, sino que ampara el actuar y permite el acceso al derecho a los organismos

o instituciones “que se interesen” por la reinserción social de una persona presa. Ergo, sólo

resultará exigible la verificación de la personería jurídica y la pertenencia a ella de la persona que

concurre al establecimiento penitenciario, todo lo demás que pueda exigirse administrativamente

excedería las facultades reglamentarias constitucionales.

Para terminar con la interpretación de este artículo, nos resta decir que el derecho a la

privacidad de las comunicaciones de las personas privadas de la libertad, sin otras restricciones que

las dispuestas por juez competente, en la práctica rara vez se cumple, puesto que los teléfonos

públicos o semi-públicos están situados generalmente en lugares comunes o de paso de personas

detenidas y cercanos a la ubicación de los celadores, por lo cual las comunicaciones telefónicas son

escuchadas por otras personas y mantener una privacidad en ellas es prácticamente imposible.

Además, en los penales, con excepciones aisladas, está prohibida la tenencia y utilización de

teléfonos celulares (con basamento legal en el artículo 85.c de la LEP), lo que sí permitiría

realmente comunicaciones privadas al interior y desde los penales. Siendo la seguridad el motivo

generalmente admitido en los reglamentos internos y en las resoluciones administrativas y

judiciales el fundamento primordial sobre el que gira la negativa a la autorización para tener tales

dispositivos de comunicación, cuando una mayor afluencia comunicativa, de información y


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

vinculación relacional del interior del penal con el exterior, por parte de internos, entendiendo a

tales cuestiones como reales derechos de las personas privadas sólo de la libertad locomotiva,

indicaría lo contrario.

Hoy en día las tecnologías disponibles en redes sociales, acceso a internet, mensajería,

etcétera le permitiría a un individuo, mediante su celular, comunicarse, acceder a información,

mantener vínculos sociales, estudiar, trabajar, comprar y vender elementos de necesidad para él,

su familia y otras personas, pero además realizar un control inmediato de las torturas, malos

tratos, y peticiones ante la conversión de las penas en crueles, inhumanas y degradantes y hasta el

efectivo ejercicio del derecho de peticionar a las autoridades por sus derechos, etcétera, todo lo

cual permitiría ciertamente no sólo descomprimir una multiplicidad de conflictos en el interior de

los penales, sino por sobre todo conducir el sistema hacia un estado constitucional de derecho

donde la privación sea sólo de la libertad locomotiva, como indica el artículo 5 del Código Penal.

Esa falsa seguridad se basa en la presunción –nunca demostrada en general- de que los

internos e internas seguirán delinquiendo utilizando los teléfonos para eso, cometiendo asaltos

express y virtuales, participando de bandas delictivas, etcétera, lo cual puede pasar en algunos

casos pero del mismo modo en que puede suceder en el ámbito libre, y no por ello se han

prohibido los celulares y aparatos electrónicos que permitan la comunicación, por ende, ello no

sólo contradice la autorización legal a privar sólo de la libertad y no de otros derechos, sino que el

principio de igualdad constitucional va de bruces con tales prohibiciones (Artículo 16 de la CN).

Y hasta con la racionalidad más mínima e indispensable en un sistema legal y lógico

cualquiera ¿cómo explicar que el peligro para los secuestros y demás delitos mediante la telefonía
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

puede cometerse mediante el uso de celulares pero no de los teléfonos fijos que sí se permiten y

que la mayoría de los pabellones de unidades penales tienen? La única razón diferenciadora

posible es que como los teléfonos fijos están al paso de las demás personas y cerca de los

celadores, un delito puede prevenirse escuchando las comunicaciones, pero ello va en contra de la

privacidad que exige la ley y la intimidad protegida constitucionalmente en el artículo 18 de la CN,

por ende, tampoco resulta un argumento válidamente sostenible. Ergo, no hay ninguno válido para

dejar sin efecto el principio general sostenido por la CSJN en el fallo “Méndez” respecto a que una

persona no pierde la protección de las leyes y la Constitución Nacional por el sólo hecho de estar

privado de su libertad15, por ende se viola la exigencia de razonabilidad para prohibir el acceso a

derechos en el ámbito de la pena de prisión (Art. 28 de la CN)

Pero además de eso, la prohibición de tener y usar celulares por parte de las personas

privadas de la libertad choca contra el principio de legalidad (por no estar expresamente previsto

en la Ley 24660) en su manifestación de precisión como máxima taxatividad legal (Art. 19CN) sino

también choca contra el principio de lesividad (Art. 18CN) puesto que su tenencia y utilización

lícita no afecta absolutamente ningún bien jurídico ni la moral o salud pública como afirma Juliano

en su artículo específico de la temática recién citado.

Como versa el habeas corpus colectivo planteado en el año 2015 respecto de las personas

privadas de la libertad en la UP 3 del SPB: “En esta materia se han logrado diversos avances: la

Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal dictó la resolución DN 1536/08 que estableció
15
Juliano, Mario Alberto “¿Debe habilitarse el uso de telefonía celular a la población carcelaria?”. Disponible en
http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2013/07/doctrina36677.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la regulación en el acceso del sistema de mensajería electrónica instantánea en la Unidad 9 (Región

sur), significando ello un avance sustancial fácilmente trasladable a otras cárceles. En la exposición

de motivos de esta resolución se consideró “es fundamental el mantener y fortalecer en todas sus

formas los lazos familiares y sociales de las personas privadas de su libertad” y se entendió “que

como parte de ese proceso, la importancia que adquiere el tratamiento del interno amerita el

diseño e inclusión de nuevas alternativas y técnicas de comunicación, acercando así los beneficios

que las nuevas herramientas tecnológicas conllevan” (DN 1536/08). Tal interpretación del Estado

Nacional es la correcta. El uso progresivo de las tecnologías disponibles exige afianzar la

reglamentación de dicho derecho fundamental, siendo ello una deuda del Estado provincial que

termina consagrando la idea totalizante y dañina de seguridad y control por parte del Servicio

Penitenciario Provincial, aumentando en forma considerable el uso de la sanción de aislamiento y

restricción de la libertad en sus diferentes formas. Las personas privadas de libertad no deben ver

afectado sus derechos constitucionales por meras decisiones de la administración penitenciaria.

Tanto la Ley Nacional de Ejecución Penal N° 24.660 (art. 2) como la Ley provincial de Ejecución

Penal N° 12. 256 (Art. 9) colocan en pie de igualdad a quienes sufren encierro respecto de quienes

se encuentran en libertad en relación con el ejercicio de determinados derechos. Esto exige por

parte del Estado asumir una posición de garante que efectivamente tutele el ejercicio igualitario de

derechos tal como surge de los Arts. 1.1 y 2 de la CADH y 2.1 del PIDCP… Es un principio

fundamental que “la protección de los derechos humanos requiere que los actos estatales que los

afecten de manera fundamental no queden al arbitrio del poder público, sino que estén rodeados

de un conjunto de garantías enderezadas a asegurar que no se vulneren los atributos inviolables de


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la persona, dentro de las cuales, acaso la más relevante tenga que ser que las limitaciones se

establezcan por una ley adoptada por el Poder Legislativo, de acuerdo con lo establecido por la

Constitución (Corte IDH, Opinión consultiva 6/86, 9/5/1986; Informe 38/96. Caso 10.506.

Argentina, 15 de octubre de 1996, par. 61 y CSJN en fallo 327:388, consid,. 11°). En el marco de

estas prohibiciones excesivas y generales del SPB es menester obtener un criterio racional, en

cuanto la censura indiscriminada no sólo está contemplada por ley formal, sino que a la vez su

reglamentación debe ser razonable, sin alterar el derecho en trato (art. 28 CN); que el derecho a la

comunicación con familiares mediante teléfonos personales puede prohibirse relativamente si es

que existe una fundada razón para creer que el interno con dicho teléfono pueda poner en riesgo la

seguridad del establecimiento, de lo contrario, se trataría de una medida excesiva que sin razón

alguna viola el vínculo familiar y afecta la integridad personal” 16

Consideraciones de este tenor pueden verse en el caso "CASADO, MATIAS EZEQUIEL -

CASADO, JONATHAN IVAN S/ HOMICIDIO SIMPLE - LESIONES LEVES (con acumuladas 4756-0196 y

ac. 4791, 4792, 4793) Expte. T.C. 4856-0053", resuelto por el Tribunal en lo Criminal Nº 1 de

Necochea el día 16/08/201217 y reiterado en los casos “Galván” del 23/12/201318 y “Rivas” del

18/09/201519 entre otros del mismo tribunal.

16
El planteo completo está disponible en
http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/01/doctrina40462.pdf
17
Disponible en http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/fallos34728.pdf
18
Disponible en http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/fallos38116.pdf
19
Disponible en http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/09/fallos42058.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Tal como refieren López y Machado en su comentario a la misma norma, las restricciones a

las comunicaciones (escuchas, apertura de correspondencia, intervención telefónica, etc.) a cargo

de un juez competente pueden resultar ajenas a la ejecución de la pena y aparecer en el marco de

investigaciones vinculadas a la comisión de delitos ordenadas en procesos judiciales distintos al de

ejecución.20

Y ahora sí como corolario de este aporte, debemos decir que una de las formas en que

históricamente el Servicio Penitenciario Federal ha afectado más palmariamente lo que este

capítulo pretende fortalecer, ha sido el traslado de las personas privadas de la libertad a distancias

lejanas de sus centros de vida, lo cual agregado a las dificultades económicas e impedimentos

sociales, laborales, económicos, etcétera de los sectores criminalizados y sus familias, en gran

parte de los casos culmina coartando la posibilidad de vinculación familiar y de recibir visitas. Sobre

el particular ha sido señero el fallo “Chena, Roberto Emanuel y otros” del Tribunal de Impugnación

Penal de La Pampa21, ante un habeas correctivo colectivo planteado por la Defensa Pública Oficial

de esa provincia, que terminó con la repatriación de todas las personas privadas de su libertad

alojadas lejos de sus familias, con más la imposibilidad a cargo del SPF de materializar dicha

medida con el fin que fuera, sin antes asegurar las reglas del debido proceso y la decisión

jurisdiccional que así lo disponga mediante el Juez de Ejecución competente.

20
López, Axel y Machado, Ricardo “Análisis del régimen de ejecución penal”. D¡Fabián Di Plácido Editores. Bs.As. 2004,
pág. 379/380.
21
Fallo Plenario en legajo nº 9221/12, del 17 de diciembre de 2012. Disponible en
http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/fallos40123.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Reseñamos lo más importante del fallo: “RESOLUCIÓN EN PLENO: En la ciudad de Santa

Rosa, capital de la Provincia de la Pampa, a los diecisiete días del mes de diciembre de dos mil

trece, se reúne en pleno el Tribunal de Impugnación Penal integrado por los jueces Pablo T.

Balaguer, Verónica E. Fantini, Carlos A. Flores y Filinto B. Rebechi, asistidos por la Secretaria, María

Elena Grégoire, a fin de resolver el hábeas corpus colectivo y correctivo interpuesto ante este

Tribunal con fecha 9 de septiembre del corriente año por el Defensor General de la Provincia de La

Pampa Eduardo Luis Aguirre y el Defensor Oficial de Ejecución Penal Alejandro Osio, y registrado

como Legajo nº 9221/2, caratulado: "CHENA, Roberto Emanuel y otros S/ Hábeas corpus colectivo"

del que RESULTA... II. Que, escuchadas que fueran las partes involucradas, surge claramente que

ninguna controversia existe sobre que el alojamiento del condenado a pena de prisión en lugar

distante al de su familia implica, en principio, una afectación de los derechos de que es titular,

suponiendo ello un agravamiento de las condiciones de detención.”

“Ello surge de la ponderación del art. 10.3 del PIDCyP, que a la vez que complementa la

prohibición establecida en el art. 7 del mencionado tratado, refuerza la obligación del Estado

Argentino -por haber ratificado aquél- de realizar todas las acciones positivas en pro de resguardar

aquellos derechos declamados de las personas privadas de su libertad ambulatoria, a las que

inscribe en el conjunto de personas vulnerables, en razón de su misma condición.”

“Que esta idea fuerza del Estado Argentino garantizador de las obligaciones positivas que

ha asumido internacionalmente será el pivote sobre el que girará el tratamiento de la posición de

la Provincia a este respecto, lo que más adelante se desarrollará, y del rol que, en consecuencia, ha

asumido el Servicio Penitenciario Federal.”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Que los derechos vulnerados que implican ese agravamiento de que habla el art. 3.2 de la

ley 23.098, serían el del respeto a la dignidad inherente al ser humano, toda vez que ese

alejamiento supone un menoscabo al contacto directo, personal y frecuente, con el mundo de sus

afectos, a través de la visita de sus familiares.”

“Además, representa también ello una vulneración al proceso de resocialización, en cuanto

ese alejamiento que impacta en la posibilidad del preso para recibir visitas, supone una privación

importante del fundamental mantenimiento del contacto con el mundo externo y la adecuada

contención que ello entraña.”

“Supone también una vulneración al principio-derecho de la no trascendencia de la pena -

art. 5.3 de la CADH-, y una seria afectación de su derecho de acceso inmediato a tomar contacto

con su defensor y el juez controlador de la ejecución, afectaciones que se engloban en el derecho a

la tutela judicial efectiva -arts. 8.1 y 25 de la CADH- y en el principio de judicialización que rige en la

vida intramuros -art. 3 de la ley 24660-. Afirmación que se deriva por la realidad misma que implica

la lejanía y el consiguiente menoscabo de su derecho a defensa -arts. 8.1 y 8.2 d) de la CADH-.”

“c) Las Prácticas de las Agencias Estatales a la luz de los Derechos Humanos y el Rol de

Garante del Estado. Esta visión ajustada a los standards constitucionales y convencionales que

busca, justamente, hacer operativos derechos que el estado provincial no puede ignorar, se

contrapone a lo que parece ser una costumbre enraizada en la agencia administrativa en dar el

lugar de alojamiento en función de los parámetros que ha informado la Dirección Nacional de

Régimen Correccional. Esto es, el perfil criminológico de la persona -sólo se aplicaría éste a aquél

que ha cumplido pena anteriormente en la órbita del SPF, toda vez que, al momento de asignársele
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

lugar de alojamiento, se cuenta tan sólo con la sentencia condenatoria-, el término de la pena

impuesta, la índole del delito y los cupos, es decir, las plazas que puedan estar disponibles para la

recepción del interno.”

“Esta costumbre enraizada en la agencia administrativa es la que debe ajustarse a los

cambios que implica el principio de progresividad e irreversibilidad de los derechos humanos.

Mantener esta práctica de la agencia administrativa en cuanto a la discrecionalidad de resolver

sobre el lugar de alojamiento del condenado pampeano, significaría un estancamiento frente a una

realidad existente, y que aún no ha sido reconocida por el estado provincial.”

“Así, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dicho en el caso "Bulacio vs.

Argentina" -sentencia del 18-09-2003, serie C, nº 100, párr. 126, "Las autoridades estatales

ejercen un control total sobre la persona que se encuentra sujeta a su custodia. La forma en que se

trata a un detenido debe estar sujeta al escrutinio más estricto, tomando en cuenta la especial

vulnerabilidad de aquél".”

“Y en el caso "Instituto de Reeducación del Menor vs. Paraguay", 2 de septiembre de 2004,

serie C, nº 112, párrs. 152 y 153, el mismo tribunal internacional dijo: "Frente a las personas

privadas de libertad, el Estado se encuentra en una posición especial de garante, toda vez que las

autoridades penitenciarias ejercen un fuerte control o dominio sobre las personas que se

encuentran sujetas a su custodia. De este modo, se produce una relación e interacción especial de

sujeción entre la persona privada de libertad y el Estado, caracterizada por la particular intensidad

con que el Estado puede regular sus derechos y obligaciones y por las circunstancias propias del

encierro, en donde al recluso se le impide satisfacer por cuenta propia una serie de necesidades
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

básicas que son esenciales para el desarrollo de una vida digna. Ante esta relación e interacción

especial de sujeción entre el interno y el Estado, este último debe asumir una serie de

responsabilidades particulares y tomar diversas iniciativas especiales para garantizar a los reclusos

las condiciones necesarias para desarrollar una vida digna y contribuir al goce efectivo de aquellos

derechos que bajo ninguna circunstancia pueden restringirse o de aquéllos cuya restricción no

deriva necesariamente de la privación de libertad y que, por tanto, no es permisible...".”

“Y es justamente a lo que nos referimos. Es decir, a la obligación del estado provincial de

tomar diversas iniciativas especiales para garantizar a los reclusos el pleno ejercicio de los

derechos no afectados directamente por el encierro.”

“Entendemos que tal vez el estado provincial no ha todavía comprendido, en forma

adecuada, cuál es su rol de garante. En este sentido, acudimos a una cita, también de la Corte

Interamericana, en el caso "Velazquez Rodriguez vs. Honduras", sentencia del 29 de julio de 1988,

serie C, nº 4, párrafo 167 "La obligación de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos

humanos no se agota con la existencia de un orden normativo dirigido a hacer posible el

cumplimiento de esta obligación, sino que comparta la necesidad de una conducta gubernamental

que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz garantía del libre y pleno ejercicio de los

Derechos Humanos".”

“Y en ese camino de buscar iniciativas especiales -tal como aluden los fallos citados-

deviene obligatorio para el estado provincial la toma de acciones positivas para prevenir la

vulneración de derechos de sus condenados.”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“d) Interpretación del Derecho Positivo acorde a los Derechos Humanos de las Personas

Privadas de su Libertad. Los arts. 1 y 2 de la CADH sientan no sólo la obligación de los Estados

partes de respetar los derechos allí sancionados sino también el deber de adoptar, en su legislación

interna, las normas necesarias para efectivizarlos.”

“Ya nos hemos referido a los derechos reconocidos a las personas privadas de su libertad y

hemos precisado las normas constitucionales y convencionales que así lo disponen, concluyendo

que el desarraigo de los condenados a disposición de la justicia provincial de su jurisdicción

entraña una vulneración tal que supone el agravamiento ilegítimo de sus condiciones de

detención.”

“El compromiso asumido por el Estado argentino de armonizar su derecho interno a lo que

surge de los pactos ratificados supone, necesariamente, la contracara de ello. Es decir, el

compromiso también de borrar de su derecho interno aquellas disposiciones que se contrapongan

a los derechos que se ha obligado a respetar.”

“Aún presuponiendo la vigencia del principio de interacción entre el derecho interno y el

internacional -que obliga a seleccionar la norma que mejor satisfaga a la vigencia del derecho

reconocido- y aún dentro de la restricta y correcta visión de nuestro más Alto Tribunal en cuanto a

que la declaración de inconstitucionalidad de una norma resulta ser la última ratio a que el juez

debe recurrir cuando no existe otro modo de salvaguardar algún derecho o garantía amparado

constitucionalmente (2249:51; 288:325; 306:1597; 331:2068; 333:447).”

“RESUELVE: 1.-) DECLARAR LA INCONSTITUCIONALIDAD Y ANTICONVENCIONALIDAD de la

cláusula Quinta del Convenio suscripto entre el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Nación y el Gobierno de la provincia de La Pampa, el día 12 de septiembre del año 2007, aprobado

por ley provincial nº 2365 -publicada en el Boletín Oficial de la provincia el 01-11-2007- en cuanto

deja a criterio del Servicio Penitenciario Federal determinar el establecimiento donde los

condenados por la justicia provincial pampeana cumplan su condena ya sea que se encuentren en

esta provincia o fuera de ella, sin contar para tal decisión con autorización del Juez de Ejecución

interviniente, por resultar atentatoria de los derechos a la integridad personal, a la dignidad

humana, a la intrascendencia de la pena y a la readaptación social, a la tutela judicial efectiva y al

debido proceso (arts. 5.2, 5.3, 5.6 y 25.1 C.A.D.H., 10.1 y 10.3 del PIDCyP, 18 y 75 inc. 22 de la CN)

como así también de la obligación de respetar los derechos (artículo 1.1 de la C.A.D.H.) y de

adoptar disposiciones del derecho interno (artículo 2 C.A.D.H.). 2.-) HACER LUGAR a la acción

de Hábeas Corpus por cuanto el alojamiento de condenados a disposición de la justicia provincial

en establecimientos dependientes del SPF fuera de la provincia, supone un agravamiento ilegítimo

a las condiciones en que se cumple la privación de libertad -art. 3, inc. 2 de la ley 23098- por la

afectación que acarrea este extrañamiento en los derechos humanos de las personas privadas de

su libertad y, en consecuencia: a) ORDENAR a los Jueces de Ejecución de la Provincia REVISAR, en

cada caso concreto, la razonabilidad del alojamiento de los condenados a su disposición que en

la ACTUALIDAD se encuentren en extraña jurisdicción, y tomar las medidas adecuadas conforme

los lineamientos dados en ésta para hacer cesar, eventualmente, el agravamiento ilegítimo de las

condiciones de detención que el extrañamiento supone. b) ORDENAR al SPF que, PREVIO A

EFECTIVIZARSE la admisión o traslado de un condenado a disposición de la justicia provincial

en establecimiento penitenciario federal fuera de la provincia de La Pampa, deberá solicitar y


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

contar con la autorización previa del juez competente, asegurándose en el procedimiento a

instaurarse las garantías del debido proceso -arts. 3, 4 y 72 y ss. de la ley 24660-.”

Reglamentación administrativa del texto legal o estructuras institucionales o

administrativas diseñadas para implementar la norma.

Este capítulo 11 de la Ley 24660 ha sido reglamentado mediante el Decreto 1136/97 ya

citado y sus disposiciones más importantes en relación a lo que venimos tratando son las

siguientes:

“Artículo 1º — El interno tiene derecho a comunicarse periódicamente, en forma oral o

escrita, con su familia, amigos, allegados, curadores y abogados, así como con

representantes de organismos oficiales e institucionales privadas con personería jurídica que

se interesen por su reinserción social.”

“Artículo 2º — En todos los casos se evitará cualquier interferencia que pueda afectar

la privacidad de las comunicaciones. Las únicas restricciones serán las dispuestas por el juez

competente.”

“Artículo 3º — Las comunicaciones se ajustarán a las condiciones, oportunidad y

supervisión que se establecen en este Reglamento, las que concordantemente contenga el

Reglamento Interno de cada establecimiento y las instrucciones que en su consecuencia dicte

el Director.”

“Artículo 4º — Las comunicaciones orales o escritas solo podrán ser suspendidas o

restringidas transitoriamente, en los casos previstos en este Reglamento, por resolución


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

fundada del Director, quien de inmediato lo comunicará al juez competente. El interno será

notificado de la suspensión o restricción e informado de su derecho de recurrir

judicialmente.”

“Artículo 5º — El personal penitenciario deberá facilitar y estimular las relaciones del

interno con su familia, en tanto fueren convenientes para ambos. Asimismo lo alentará para

que continúe o establezca vínculos útiles, que puedan favorecer sus posibilidades de

reinserción social, con personas u organismos oficiales o privados que posean personería

jurídica con ese específico objeto social.”

“Las actuaciones pertinentes deberán tramitarse con carácter de preferente despacho,

evitándose toda diligencia innecesaria al efecto.”

“Visitas de Abogados Defensores, Apoderados y Curadores”

“Artículo 80. — En ejercicio de su derecho de defensa, el interno podrá comunicarse

libre y privadamente con su o sus defensores, mediante entrevistas personales

confidenciales.”

“Artículo 81. — El personal penitenciario dispensará al abogado en ejercicio de su

profesión, la consideración y respeto debidos a los magistrados según lo dispone la LEY Nº

23.187, artículo 5º.”

“Artículo 82. — Las entrevistas con los abogados defensores podrán mantenerse

durante todos los días de la semana, entre las OCHO (8) horas y las VEINTE (20) horas. Ello no

obstará a que, excepcionalmente el Director o quien se encuentre legalmente a cargo del


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establecimiento, en caso de necesidad y urgencia pueda autorizar la visita, fuera del horario

fijado.”

“Artículo 83. — La entrevista de los abogados defensores con los internos se realizará

en el locutorio o lugar adecuado que determine la Dirección del establecimiento.”

“Artículo 84. — La entrevista del abogado defensor con el interno deberá ser individual.

Cuando el mismo abogado asuma la defensa de DOS (2) o más internos involucrados en una

misma causa y alojados en el mismo establecimiento podrá entrevistarlos en forma conjunta

en la medida en que lo permitan las instalaciones y no se afecte la seguridad.”

“Comunicaciones Telefónicas”

“Artículo 128. — La frecuencia de las comunicaciones telefónicas y su duración, de

acuerdo a la conducta del penado y al comportamiento del procesado, serán fijadas en el

Reglamento Interno de cada establecimiento según fuere su régimen, el nivel de seguridad y

las posibilidades de sus instalaciones específicas.”

“En su caso regirá lo dispuesto en los artículos 54, inciso d); 59 y 62 del REGLAMENTO

DE DISCIPLINA PARA LOS INTERNOS.”

“Artículo 129. — Estas comunicaciones se efectuarán exclusivamente mediante los

teléfonos públicos habilitados en el establecimiento entre las OCHO (8) horas y las VEINTE

(20) horas. En todos los casos, el importe será satisfecho por el interno.”

“Artículo 130. — El Director dispondrá que en el uso del servicio telefónico gocen de

prioridad:”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“a) El interno cuyos familiares residan en localidades alejadas del país o no puedan

desplazarse para visitarlo;”

“b) El interno que deba comunicarse por asuntos importantes y urgentes, debidamente

justificados, con familiares, abogados u otros.”

“Artículo 131. — El Reglamento Interno de cada establecimiento y las instrucciones

dictadas por el Director fijarán las reglas que el interno deberá observar para y durante las

comunicaciones.”

ARTICULO 159. — Los internos de nacionalidad extranjera, gozarán de facilidades

para comunicarse con sus representantes diplomáticos y consulares acreditados. Los

internos nacionales de Estados sin representación diplomática o consular en el país, los

refugiados y los apátridas, tendrán las mismas posibilidades para dirigirse al representante

diplomático del Estado encargado de sus intereses en el país o a cualquier autoridad

nacional o internacional que tenga la misión de protegerlos.

Antecedentes legislativos e historia del instituto.

Los antecedentes legislativos, según se indica en la documentación oficial de la labor

parlamentaria de la Ley 24660, se compone por la regla 38 de las Reglas de Naciones Unidas

para el tratamiento de los reclusos, y las leyes de ejecución y/o penitenciarias de Francia

(art. D 264) y Perú (art. 41)

Antecedentes, similitudes y divergencias en el derecho comparado.

En el artículo 132 del código de ejecución del Paraguay puede encontrarse una norma

de similar factura, pero en todas las demás que citamos en el artículo anterior se aclara que
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

no puede haber distingos por varios motivos, entre ellos, por la raza y nacionalidad. Ergo, los

derechos de las personas presas, además de las comunicaciones consulares establecidas por

convenios bilaterales y multinacionales, deben ser los mismos que los nacionales del país en

que se encuentran privados de su libertad.

Datos empíricos que confronten críticamente la dimensión del ser.

En el cuaderno del observatorio de cárceles federales de la Procuración Penitenciaria

de la Nación denominado “Prisión e inmigración. Población extranjera detenida en cárceles

federales”22, se da cuenta de la siguiente realidad en el marco de las personas a las cuales se

aplica la normativa en comentario.

“En el caso de la Argentina, como veremos, no se verifica un proceso equiparable de

sobrerrepresentación carcelaria, pues en el conjunto del país hay un 6% de extranjeros presos

mientras que los migrantes constituyen el 4,5% de la población, lo que refleja un porcentaje

apenas superior de extranjeros en prisión en comparación con su representación social. Por

otro lado, se observa que la mayoría de los extranjeros presos lo están en el Sistema

Penitenciario Federal, donde sí constituyen un porcentaje significativo de la población

detenida, alcanzando el 20%.” P.7

“Por otro lado, la Organización Internacional para las Migraciones ha publicado datos

acerca de las tasas de condenas en Argentina por origen nacional9. Así se conoció que las

personas nacidas fuera de Argentina tienen una tasa de 123 condenados cada 100.000

22
Cuadernos de la Procuración Penitenciaria nº 7. Prisión e inmigración, población extranjera detenida en cárceles
federales. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Procuración Penitenciaria de la Nación, 2014. Disponible en:
http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Cuaderno%20PPN%20Prisi%C3%B3n%20e%20inmigraci%C3%B3n_0.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

habitantes, contra una tasa de 99 condenados cada 100.000 habitantes argentinos. Al

calcular la diferencia por sexo, la sobrerrepresentación se dispara en el caso de las mujeres.

La tasa de condenas para el colectivo femenino nacido en el país es de 12, mientras que para

el caso de las mujeres extranjeras asciende a 35. Esta información permite suponer que las

mujeres extranjeras tienen aproximadamente tres veces más posibilidades de ser

condenadas que las mujeres argentinas.” P.7

“Los datos mencionados -porcentaje de extranjeros respecto del total de presos y tasa

de encarcelamiento y de condenados extranjeros en Argentina- habilitan la reflexión acerca

de las particularidades del caso de los detenidos foráneos alojados en las cárceles nacionales.

La existencia de sobrerrepresentación carcelaria de un determinado grupo étnico o nacional

respecto de su presencia en la sociedad es indicador de que el mismo ha sufrido un proceso

de criminalización más intenso, que puede ser consecuencia de una mayor criminalidad, de

discriminación en el sistema penal, o una mixtura de ambas cosas. Además, en el caso de los

extranjeros presos no podemos ignorar que un porcentaje relevante de los mismos no

residían en la Argentina antes de ingresar en prisión, siendo detenidos en la frontera al

intentar entrar o salir del país con sustancias estupefacientes en su poder. Es decir, que se

trata de población en tránsito que no puede ser catalogada como “migrante” en sentido

sociológico, puesto que su paso por Argentina se limitó simplemente a cumplir una función

como eslabón de una cadena de tráfico de drogas a nivel internacional. Estos casos caen bajo

la órbita del sistema federal.” P.8/9


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Más de la mitad de los extranjeros presos se encuentran detenidos en cárceles

federales, concretamente el 60% de los presos extranjeros de la Argentina, constituyendo un

colectivo de 2.102 individuos. Otro porcentaje significativo está en cárceles de la Provincia de

Buenos Aires, alcanzando el 28% de los detenidos extranjeros de la Argentina. En menor

medida en las provincias de Mendoza, Misiones y Córdoba encontramos respectivamente al

2,4%, 2% y 1,6% de los presos extranjeros en la Argentina.” P. 10.

“En cuanto a la nacionalidad de origen de los extranjeros, debemos destacar que más

del 80% proceden de países limítrofes o Perú. Los presos de nacionalidad paraguaya son los

más numerosos, lo que se corresponde con su presencia en la Argentina, pues de acuerdo a

los datos del INDEC esta colectividad es la más importante en la actualidad. Le siguen en

segundo lugar los presos oriundos de Bolivia y en tercer lugar los de Perú, lo que también

encuentra correspondencia en gran medida con los datos del INDEC.” P.12

“La Procuración Penitenciaria está recabando información sobre los detenidos bajo

jurisdicción federal alojados fuera del SPF, a los fines de identificar el universo de los

detenidos en esta jurisdicción. Se encuentra en proceso de carga una base de datos con

información de los detenidos alojados tanto en servicios penitenciarios provinciales, como a

cargo de fuerzas policiales federales y provinciales, así como de Gendarmería Nacional y

Prefectura Naval, que arroja un total de 1935 presos federales fuera del SPF (las estadísticas

de SNEEP indican 1412 presos federales en cárceles provinciales, pero no incluyen a los

detenidos a cargo de otras fuerzas de seguridad). De esa cifra total de 1935 presos, 1095

dependían de los servicios penitenciarios provinciales, 433 dependían de las policías


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

provinciales, y 405 de fuerzas de seguridad nacionales como Gendarmería, Prefectura Naval

o Policía Aeroportuaria” P. 34

Se señalan graves problemas de comunicación de los no hispanoparlantes a página 36,

como así también para el mantenimiento de vínculos familiares debido a las distancias,

costos de viajes y estadías que el Estado ni el SPF les costea, a página 52.

“De los datos anteriores emerge que únicamente una cuarta parte de los extranjeros encuestados

recibían visitas regularmente, es decir, con una periodicidad mensual o superior. Por otro lado, el

53% de los presos entrevistados no recibe visitas de su núcleo familiar. Al consultarles los motivos

por los cuales no eran visitados, la mayoría argumentó razones vinculadas con la lejanía de sus

familias, los altos costos que les supone viajar a Argentina y otras situaciones que indicaban que la

imposibilidad de acceder al derecho de vinculación se debe en la mayoría de los casos a que sus

parientes no residen en Argentina (72%). Un 43% de los extranjeros no puede recibir llamados

telefónicos en sus pabellones. Además, las entrevistas y las visitas a estas unidades han aportado

información variada del mal funcionamiento de los teléfonos: frecuentes desperfectos, reducida

cantidad de aparatos telefónicos, permiso para utilizarlos en franjas horarias que no permiten la

comunicación con sus países de origen, etc. De los relatos es posible derivar que la problemática

alrededor de los teléfonos y las tarjetas telefónicas es generalizada y constante” P.58.

“Asistencia consular. En este contexto de alta vulnerabilidad de las personas extranjeras

detenidas en cárceles federales, y en particular de las que no tienen lazos familiares en la

Argentina, la asistencia consular resulta indispensable. No obstante, de las entrevistas realizadas se

desprende que en la mayoría de los casos prima una grave desatención consular hacia este grupo,
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

debido a que dos tercios de los entrevistados dijeron no recibir ningún tipo de asistencia por parte

de sus representantes consulares. Más del 90% de los detenidos refirió que no recibe depósitos de

dinero o mercadería.” P. 60

“De los relatos se desprende que únicamente algunos consulados, en particular de los

países de Europa Occidental, brindan asistencia material a sus connacionales detenidos31. Si bien

resulta comprensible que los países más pobres no puedan destinar muchos recursos a atender las

necesidades de sus nacionales presos en el extranjero, lo cierto es que en el caso de la Argentina

esa asistencia resultaría fundamental en los primeros momentos de la detención, hasta tanto

accedan a un trabajo en prisión que les permita adquirir productos básicos para su subsistencia y

tarjetas telefónicas para comunicarse con su familia. Por otro lado, de las entrevistas efectuadas se

desprende que menos de un tercio de los extranjeros recibe visitas por parte de sus delegados

consulares. Además, de acuerdo con los relatos de los detenidos, sus visitas suelen ser muy

esporádicas y sus aportes poco relevantes, tanto en cantidad como en calidad.” P. 61

“Si bien en términos generales la asistencia consular recibida por los extranjeros es irregular

y reducida, cuando se observa la presencia de los consulados según establecimiento penitenciario

se notan disparidades muy marcadas. Tal como se observa en el gráfico que sigue, la situación se

agrava particularmente en las unidades 22 de Jujuy, y en los Complejos Penitenciarios II de Marcos

Paz y III de Güemes, Salta.” P. 62

“En cuanto a la frecuencia de la asistencia que reciben, en la mejor de las situaciones, ésta

es trimestral. En cuanto a su modalidad, solo para algunas nacionalidades europeas, implica

además de una visita el aporte de dinero. En algunos casos, el consulado deposita mercadería y
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

otros elementos como tarjetas telefónicas o artículos de primera necesidad –higiene personal o

vestimenta-. Por otro lado, varios extranjeros resaltaron que los consulados les suministran

información acerca del estado de su trámite de expulsión. Las críticas más frecuentes efectuadas

por los detenidos se relacionan con la falta de información a propósito de las competencias y

funciones desarrolladas por sus representantes consulares, así como las vías de comunicación a

través de las cuales contactarlos.” P. 63

En el Cuaderno migratorio nº 2 de la OIM23, páginas 256 a 361 se da cuenta de la siguiente

realidad:

“No disponemos de información estadística acerca del funcionamiento del régimen

penitenciario progresivo en el caso de los extranjeros no residentes. No obstante, de un mero

análisis de la normativa legal podemos derivar que existen grandes dificultades para que realmente

se pueda hacer efectiva la orientación de las penas privativas de libertad hacia la reeducación y

reinserción social, como exige la Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos

incorporados a la misma.”

“A pesar que en principio la ley de Ejecución no hace distinciones entre presos nacionales y

extranjeros, en la práctica los extranjeros condenados a penas privativas de libertad sufren una

serie de discriminaciones consistentes en la privación de muchos derechos, que convierten la pena

de cárcel en una “doble condena”29. Estas discriminaciones afectan especialmente al colectivo de

23
Cuaderno migratorio nº 2 de la OIM, El impacto de las Migraciones en Argentina, Organización internacional para las
Migraciones, Oficina Regional para América del Sur, 2012. Disponible en:
http://www.migraciones.gov.ar/pdf_varios/campana_grafica/OIM-Cuadernos-Migratorios-Nro2-El-impacto-de-las-
Migraciones-en-Argentina.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

los extranjeros que no residían en la Argentina antes de su detención, pero tampoco los extranjeros

que entran en la categoría de inmigrantes están exentos de ellas.”

“En el ámbito de las “salidas” de la cárcel, bien temporales, bien definitivas, es don- de

encontramos que la condición de “extranjero” tiene más consecuencias en cuanto a generar

diferencias respecto al resto de los reclusos. Al gozar de menos arraigo en el país, no tener

familiares próximos o no disponer de permiso de residencia, los extranjeros encuentran grandes

dificultades y restricciones para transitar por el régimen penitenciario progresivo que prevé la Ley

de Ejecución como camino para recobrar la libertad, pero también durante la vida en prisión tiene

reflejos la condición de “extranjero no residente”. En fin, veremos que es la propia orientación hacia

la reinserción social de las penas privativas de libertad la que se pone en entredicho en el caso de

los extranjeros no residentes.”

“d) Derecho a la información y a la defensa. Una parte de los reclusos extranjeros desconoce

el idioma castellano o tiene un dominio insuficiente del mismo, lo cuál le lleva a padecer una

situación de aislamiento e indefensión. La administración penitenciaria no dispone de intérpretes

para posibilitar la comunicación de los extranjeros con los operadores jurídicos (defensores, jueces,

procuración penitenciaria y otros funcionarios, etc.). Ello provoca que los reclusos extranjeros en

muchos casos no tengan una adecuada información sobre su situación personal, procesal y

penitenciaria, y no puedan hacer efectivos sus derechos de defensa y las garantías procesales que

les asisten en el ámbito penitenciario, e incluso no pueden comprender las órdenes que imparte el

personal penitenciario.”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“e) Comunicaciones y visitas. Al estar en muchas ocasiones alejados de su núcleo familiar y

afectivo, los presos extranjeros no reciben visitas de familiares y amigos. Una investigación sobre

mujeres en prisión reveló que el 59% de las extranjeras presas en el SPF nunca recibió visitas de

familiares o allegados (CELS, DGN, PPN, 2011:96). Además, los extranjeros tienen serias dificultades

para comunicarse telefónicamente con sus países de origen, debido a la falta de recursos

económicos para adquirir tarjetas telefónicas y por obstáculos que interpone el SPF. Ello provoca un

gran aislamiento de estas personas y la ruptura de sus vínculos familiares, que se suma al general

aislamiento que conlleva la pena carcelaria, lo que afecta negativamente a su futura reinserción

social. Además de la enorme angustia que provoca la pérdida de contacto con sus seres queridos,

sobremanera en el caso de las madres que dejan en sus países de residencia a hijos menores en

situación de desamparo.”

“f) Salidas transitorias, semilibertad y libertad condicional. Las salidas transitorias y la

semilibertad30 son instrumentos del tratamiento penitenciario que tienen la finalidad de preparar

la futura vida en libertad y, por lo tanto, se vinculan directamente con el mandato legal de

orientar las penas privativas de libertad hacia la reinserción social.”

“30- En el caso de la semilibertad, que permite trabajar en el exterior durante el día y

pernoctar en la cárcel, debemos dejar asentado el ínfimo uso de dicha posibilidad por parte de la

administración penitenciaria y la justicia de ejecución. Según la síntesis semanal de 11/03/2011 de

la Dirección de Judicial del SPF, en esa fecha había únicamente 20 detenidos con régimen de

semilibertad, de un total de 9.575 personas presas en cárceles federales (el 0,2%).”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“La Ley de Ejecución no establece ninguna especialidad en cuanto a la posibilidad de los

penados extranjeros de obtener salidas transitorias o semilibertad. Sin embargo, en la práctica son

denegadas sistemáticamente a la población extranjera no residente, por considerar que la falta de

arraigo familiar constituye un factor de riesgo que hace aumentar las probabilidades de fuga del

penado. Pero también en el caso de los extranjeros que se encontraban residiendo en la Argentina

la categoría del menor arraigo a menudo les juega en contra. Las estadísticas penitenciarias del

SNEEP indican que en el año 2008 solo un 10% de los presos en la Argentina accedió a salidas

transitorias, porcentaje que se reduce al 6% en el caso de los extranjeros.”

“Por su parte, la libertad condicional puede ser obtenida cuando el penado ha cumplido las

tres cuartas partes de la condena. Pero al carecer de domicilio en la Argentina, los reclusos

extranjeros no residentes tienen serias dificultades para que les sea concedida la libertad

condicional.”

“Como regulación específica en el caso de los extranjeros irregulares, la Ley de Migraciones

prevé la expulsión cuando el penado haya cumplido la mitad de la condena, que es el plazo

previsto para acceder a las salidas transitorias o la semilibertad, cuestión sobre la que nos

centraremos en el próximo apartado.”

“La expulsión sustitutiva como instrumento controvertido. El artículo 64 de la Ley de

Migraciones 25.871 prevé la expulsión de los extranjeros irregulares una vez hayan cumplido la

mitad de la condena, en sustitución de las instituciones del régimen penitenciario progresivo como

las salidas transitorias, semilibertad o libertad condicional. Es decir, para los extranjeros
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

irregulares, la expulsión vendría a sustituir la con- cesión de salidas transitorias, semilibertad o

libertad condicional.”

“Lo primero que podemos advertir es que la regulación de la expulsión no tiene en cuenta

las efectivas posibilidades o necesidades de reinserción social del penado, y puede ser adoptada en

contra de la voluntad del afectado, aunque el mismo tuviese arraigo en Argentina. Se hace

prevalecer la situación administrativa de irregularidad sobre el mandato legal de orientación de las

penas hacia la reinserción, y se decreta la expulsión pese a que desde una perspectiva

resocializadora fuese aconsejable la permanencia del extranjero en Argentina (por ejemplo, por

tener mayor arraigo que en su país de origen o por residir su familia en Argentina).”

“Esta previsión de “expulsión sustitutiva” hace ilusoria la ejecución de la pena privativa de

libertad orientada a la reinserción social, en el caso de los extranjeros no residentes legalmente. Si

la persona va a ser expulsada, difícilmente se le podrá aplicar un tratamiento penitenciario dirigido

a la reinserción social (¿a qué sociedad?), de manera que devendrá imposible que la pena cumpla

su función legal31. En estos casos la pena de prisión sólo podrá tener funciones preventivo-

generales y retributivas.”

“Ello supone una excepción a los principios generales del sistema penal y penitenciario que

establecen el objetivo resocializador, el cual no regiría en el caso de los extranjeros no residentes.”

“Pero también en el caso de los extranjeros que residían en Argentina antes de su detención

puede resultar difícil que durante la ejecución de la pena se desarrolle un tratamiento penitenciario

orientado a la reinserción social, debido a que la propia Ley de Migraciones establece la

cancelación de la residencia a los extranjeros condenados a penas mayores de cinco años o que
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sean reiterantes en la comisión de delitos (artículo 62)32, así como el impedimento para el ingreso

y permanencia de extranjeros en el país cuando hayan sido condenados o estén cumpliendo

condena (artículo 29). Por consiguiente, la imposibilidad de acceder a un permiso de residencia en

el caso de los condenados extranjeros impediría su “reinserción social” en la Argentina, puesto que

su estadía en el país sería irregular. Ello implica que una vez el penado extranjero extingue su

condena, si su pena no ha sido anteriormente sustituida por la expulsión, quede permanentemente

bajo la amenaza de una expulsión administrativa.”

Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su

interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección Internacional y Regional,

aplicables al instituto en estudio.

En el marco del derecho internacional de los Derechos Humanos se cuenta con múltiples

normas que establecen la igualdad de las personas de diferente nacionalidad o la obligación de no

discriminar por su razón. Entre ellos los artículos II de la DADDH, 2 de la DUDH, 2.2 del PIDESC, 2

del PIDCP, 1 de la CADH, y por supuesto la convención específica sobre la eliminación de todas las

formas de discriminación racial24 y el artículo 16 de la Constitución Nacional.

En materia de reglas y principios se cuenta con los siguientes que sientan los mismos

estándares, incluso con mayor detalle en relación a las personas privadas de su libertad,

incluyendo los derechos de asistencia consular y diplomática, lo cual sumado a los derechos de

visitas, recibir encomiendas, comunicación e información ya comentados, conforman cuestiones

24
ONU, resolución 2106 A (XX) del 21 de diciembre de 1965.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

esenciales para evitar la desocialización y mantener las relaciones comunitarias de los extranjeros

presos en un país distinto al de residencia:

Conjunto de Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier

forma de detención o prisión25:

“Principio 16. 1. Prontamente después de su arresto y después de cada traslado de un lugar

de detención o prisión a otro, la persona detenida o presa tendrá derecho a notificar, o a pedir que

la autoridad competente notifique, a su familia o a otras personas idóneas que él designe, su

arresto, detención o prisión o su traslado y el lugar en que se encuentra bajo custodia.”

“2. Si se trata de un extranjero, la persona detenida o presa será también informada

prontamente de su derecho a ponerse en comunicación por los medios adecuados con una oficina

consular o la misión diplomática del Estado del que sea nacional o de aquel al que, por otras

razones, competa recibir esa comunicación, de conformidad con el derecho internacional o con el

representante de la organización internacional competente, si se trata de un refugiado o se halla

bajo la protección de una organización intergubernamental por algún otro motivo.”

Reglas Mandela:

“Regla 62. 1. Los reclusos de nacionalidad extranjera gozarán de facilidades adecuadas para

comunicarse con los representantes diplomáticos y consulares del Estado del que sean nacionales.

2. Los reclusos que sean nacionales de Estados que no tengan representación diplomática ni

consular en el país, así como los refugiados y apátridas, gozarán de las mismas facilidades para

25
Adoptado por la Asamblea General en su resolución 43/173, de 9 de diciembre de 1988.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

dirigirse al representante diplomático del Estado encargado de sus intereses o a cualquier

autoridad nacional o internacional que tenga la misión de proteger a las personas en su situación.”

“Regla 63. Los reclusos tendrán oportunidad de informarse periódicamente de las noticias

de actualidad más importantes, sea mediante la lectura de diarios o revistas o de publicaciones

especiales del establecimiento penitenciario, sea mediante emisiones de radio, conferencias o

cualquier otro medio similar, autorizado o controlado por la administración del establecimiento

penitenciario.”

“Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las personas privadas de la libertad

en las Américas”26:

“Principio II. Igualdad y no-discriminación. Toda persona privada de libertad será igual ante

la ley, y tendrá derecho a igual protección de la ley y de los tribunales de justicia. Tendrá derecho,

además, a conservar sus garantías fundamentales y ejercer sus derechos, a excepción de aquéllos

cuyo ejercicio esté limitado o restringido temporalmente, por disposición de la ley, y por razones

inherentes a su condición de personas privadas de libertad.”

“Bajo ninguna circunstancia se discriminará a las personas privadas de libertad por motivos

de su raza, origen étnico, nacionalidad, color, sexo, edad, idioma, religión, opiniones políticas o de

otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento, discapacidad física, mental o

sensorial, género, orientación sexual, o cualquiera otra condición social. En consecuencia, se

prohibirá cualquier distinción, exclusión o restricción que tenga por objeto o por resultado,

26
(OEA/Ser/L/V/II.131 doc. 26)
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos internacionalmente

reconocidos a las personas privadas de libertad.”

“Principio V. Debido proceso legal. Las personas privadas de libertad en un Estado Miembro

de la Organización de los Estados Americanos del que no fueren nacionales, deberán ser

informadas, sin demora y en cualquier caso antes de rendir su primera declaración ante la

autoridad competente, de su derecho a la asistencia consular o diplomática, y a solicitar que se les

notifique de manera inmediata su privación de libertad. Tendrán derecho, además, a comunicarse

libre y privadamente con su representación diplomática o consular.

Por su parte la Procuración Penitenciaria de la Nación ha efectuado una recomendación

sobre el acceso a la información relativa a las personas extranjeras retenidas en el marco de la

aplicación de la ley 25871, el día 17/11/201627 debido a que se carece de información oficial sobre

ellas, y ello dificulta tanto el acceso a sus derechos como da lugar a su desaparición forzada u otras

vulneraciones a los derechos humanos, impide el seguimiento de sus trámites judiciales y

administrativos, etcétera.

Propuesta de interpretación del texto legal.

Entendemos que cuando el artículo en comentario expresa que los internos de nacionalidad

extranjera, GOZARÁN DE FACILIDADES para comunicarse con sus representantes diplomáticos y

consulares acreditados.” Y continúa aclarando que “Los internos nacionales de Estados sin

representación diplomática o consular en el país, los refugiados y los apátridas, TENDRÁN LAS

MISMAS POSIBILIDADES para dirigirse al representante diplomático del Estado encargado de sus

27
Disponible en: http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/RECO%20%20847-16.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

intereses en el país o a cualquier autoridad nacional o internacional que tenga la misión de

protegerlos”, debe entenderse en clave de sobre vulnerabilidad28 de este sector de la población

penal.

Esto implica que en dicho entendimiento se tenga en cuenta que este grupo se encuentra

en una posición más desaventajada que el resto de las personas privadas de su libertad en

términos estructurales, en primer lugar por tener que residir en una cultura ajena a la suya y por

ende el Estado debe brindarle las herramientas, medios y posibilidades de comunicación con que

deben contar las personas nacionales residentes en el país, más otros medios, herramientas y

recursos específicos que posibiliten materialmente las comunicaciones a que manda el texto legal.

Dicha interpretación nos resulta no sólo acorde a los compromisos internacionalmente

adquiridos, algunos de los cuales reseñamos anteriormente, sino tomar los datos de la realidad

penitenciaria argentina recién reseñada, en que se dificulta y hasta obstaculiza de diversas

maneras la comunicación y mantenimiento de vínculos sociales y familiares de extranjeros alojados

en unidades penales de Argentina, por lo cual el Estado debe realizar un esfuerzo más importante

para asegurar el acceso a los derechos a este sector de la población privada de la libertad, máxime

en los casos en que se trata de personas no hispanoparlantes y/o con vínculos en países lejanos al

nuestro o sin representación diplomática o consular acreditada, puesto que en estos casos,

además de las dificultades reseñadas, se contará con mayores obstáculos para acceder a los

28
Un tratamiento más detenido sobre este aspecto puede verse en el Informe Anual 2015 de la Procuración
Penitenciaria de la Nación, pág. 466 y ss. Disponible en:
http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Informe%20Anual%202015_0.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

derechos, todo lo cual, claramente conspira contra el único fin posible de la pena de prisión

establecido en los artículos 5.6 de la CADH y 10.34 del PIDCP –reinserción social-.

En relación a la enumeración de autoridades diplomáticas, consulares y de protección, sean

o no de la nación a la que pertenecen las personas privadas de su libertad, de la redacción queda

claro que resulta sólo enunciativa, puesto que no expresa ningún cargo, ni identifica ningún título

en quien pueda asegurar el derecho legislado, sino que sólo exige la acreditación en el país en el

caso de los Estados con representación diplomática y/o consular en Argentina, o que sea

encargado de los intereses similares en nuestro país para el caso de Estados sin representación

diplomática y/o consular acreditada, y por último, meramente que tenga la misión de protegerlos,

para el caso de que las autoridades encargadas no lo materialicen en debida forma o que estas

organizaciones o estados puedan cumplir un rol concurrente con los estados que se ocupan de los

derechos de sus nacionales en el marco de la ejecución de una pena privativa de libertad en

nuestro país.

Entendemos que esa interpretación es la que más derechos acuerda a los condenados

extranjeros ante una norma jurídica que enumera de manera enunciativa y genérica las

posibilidades y las personas encargadas para materializar el acceso a los derechos de las personas

extranjeras que cumplen pena de prisión en nuestro país, por ende, se ajusta a los principios de

máxima taxatividad legal e interpretación pro persona (Arts. 16, 19 y 75.22CN, y 9 y 29 de la

CADH).
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por último, nos parece útil referir que en las páginas 42 a 44 del “Manual Práctico para

Defenderse de la Cárcel” elaborado por el INECIP29 se reseñan las indicaciones esenciales para

tener en cuenta en este ámbito. Así se indica que: “…al momento de aprehender a un extranjero, el

juez de instrucción debe notificar al cónsul de su país. También la Procuración General de la Nación

ha solicitado a los fiscales que informen a los respectivos cónsules sobre los detenidos extranjeros.

Además, el condenado puede solicitar la presencia del cónsul en la unidad para entrevistarse con él;

e incluso pedirle que gestione los trámites para la extradición y así, terminar de cumplir la pena en

su lugar de origen.”

Si el consulado no llega a la unidad donde se encuentra alojado “…debería depositarle -vía

giro o encomienda-, tanto el dinero como las provisiones, en la “cantina” del penal para que el

preso pueda disponer de estos elementos.”

Si el detenido estaba en compañía de hijos menores “En este caso, es la justicia la que

dispone adónde deriva a estos menores, los que seguramente quedan institucionalizados. De darse

esta situación, si los presos tienen familia en el extranjero, deberían poner en conocimiento al

cónsul (ver pregunta 25) para que realice los trámites necesarios y envíe a los menores a su país de

origen con sus familiares.”

Y por último ante la pregunta de si pueden cumplir las penas en sus países se indica que “Sí.

La Ley de Migraciones prevé que el condenado extranjero que se encontrare cumpliendo pena

privativa de libertad podrá ser expulsado cuando se hubieran cumplido los supuestos establecidos

29
Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales”, Imprenta PASART SRL, 2006. Disponible on line en:
http://inecip.org/wp-content/uploads/Inecip-Manual-Pr%C3%A1ctico-para-Defenderse-de-la-C%C3%A1rcel.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

en los acápites I, inciso a) y II del artículo 17 de la Ley 24.660 que correspondieren para cada

circunstancia; es decir, cuando haya cumplido los tiempos de ejecución impuestos para la salida

transitoria o semilibertad y no haya causa abierta donde interese su detención u otra condena

pendiente. La ejecución del extrañamiento dará por cumplida la pena impuesta originalmente por

el tribunal competente.”30

Jurisprudencia.

En materia jurisprudencial, podemos traer a colación el libro de Pablo Larsen ya citado,

quien a páginas 421/423 se ocupa de los principios de igualdad y no discriminación, y a página

164/165 se ocupa de las personas migrantes privadas de la libertad, conforme lo ha hecho la

CorteIDH.

Así respecto de los migrantes privados de la libertad se los considera sujetos en situación de

particular vulnerabilidad debido a que a su situación de extranjeros privados de la libertad en

países de los que no son nacionales, se le suma que se los priva de la liberad en centros

penitenciarios con personas procesadas o condenadas, cuando ellos lo están solo por su situación

migratoria irregular, por lo cual los Estados deben abstenerse de actuar de manera tal que

propicien, estimulen o profundicen esa situación debiendo dispone las medidas necesarias para

30
A fin de contrastar el deber ser normativo con la realidad del ser penitenciario en esta temática, puede verse el
Informe Anual 2015 de la Procuración Penitenciaria de la Nación, pág. 466/483. Disponible en:
http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Informe%20Anual%202015_0.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

prevenir y proteger los derechos de las personas en esa situación citando el fallo “Vélez Loor v.

Panamá”31

Con respecto a la protección de la familia y las personas privadas de la libertad, Larsen cita el fallo

“Norín Catrimán y otros (Dirigentes, miembros y activistas del Pueblo Indígena Mapuche) v. Chile32

y afirma que las reglas y principios internacionales resaltan la importancia del contacto de las

personas privadas de la libertad con el mundo exterior y a comunicarse periódicamente con sus

familias, por lo tanto los Estados deben facilitar el mantenimiento del contacto personal, directo y

periódico de las personas privadas de la libertad con sus familiares y parejas.33

Y por último, citando los fallos “Yatama v. Nicaragua”34 y “Apitz Barbera y otros (Corte

Primera de lo Contencioso Administrativo) v. Venezuela”35 fija los estándares en materia de

reconocimiento legal formal y material de los derechos y garantías de la CADH y su aplicación de

acuerdo a los principios de igualdad y no discriminación. Específicamente el artículo 1.1 como

referente al deber del Estado de respetar y garantizar sin discriminación los derechos contenidos

31
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS CASO VÉLEZ LOOR VS. PANAMÁ SENTENCIA DE 23 DE
NOVIEMBRE DE 2010 (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas). Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_218_esp2.pdf
32
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS CASO NORÍN CATRIMÁN Y OTROS (DIRIGENTES, MIEMBROS Y
ACTIVISTA DEL PUEBLO INDÍGENA MAPUCHE) VS. CHILE SENTENCIA DE 29 DE MAYO DE 2014 (FONDO, REPARACIONES
Y COSTAS). Disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_279_esp.pdf
33
Larsen, Pablo, ob. Cit. p.325.
34
Corte Interamericana de Derechos Humanos Caso Yatama Vs. Nicaragua Sentencia de 23 de Junio de 2005
(Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas). Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_127_esp.pdf
35
Corte Interamericana de Derechos Humanos Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo”) vs. Venezuela Sentencia de 5 de agosto de 2008 (Excepción preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas). Disponible en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_182_esp.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

en la CADH y el artículo 24 de esta convención la obligación de asegurar el derecho a la igual

protección de la ley.36

A nivel interno, traeremos a colación el fallo de la Sala I de la Cámara Nacional de Casación

Penal, en causa Nº 5795, caratulada: “Chukura O’Kasili, Nicholas s/recurso de

inconstitucionalidad”, que resolvió Declarar la constitucionalidad del art. 64, inc. a, de la ley 25.871

(de expulsión de extranjeros) que contiene las siguientes consideraciones en torno al principio de

igualdad constitucional:

“El fundamento para desbaratar la supuesta afectación, por parte de la norma en examen,

del derecho previsto por el art. 16 de la Constitución Nacional lo da la jurisprudencia del Máximo

Tribunal: La garantía de igualdad ante la ley radica en consagrar un trato legal igualitario a quienes

se hallen en una razonable igualdad de circunstancias, lo que no impide que el legislador contemple

en forma distinta situaciones que considere diferentes, en tanto dichas distinciones no se formulen

con criterios arbitrarios, de indebido favor o disfavor, o de ilegítima persecución (Fallos: 323:1566).”

“Ello es así porque lo que surge a la luz de estos actuados es que Chukura O’Kasili, por su

condición de extranjero y características particulares, justamente no se halla en igualdad de

condiciones que los reclusos nacionales. Ello es visible si se atiende a que aquél, a diferencia de la

mayoría de éstos, no tiene familiares ni amigos en el país, nuestra sociedad le es extraña y

prácticamente no habla español. Tales circunstancias tornan prácticamente ilusoria -como lo

señaló la defensa- tanto su resocialización como su derecho a acceder a los beneficios que le

otorgan los arts. 16 y 23 de la ley penitenciaria, pues cabría preguntarse qué lazos familiares y

36
Larsen, Pablo, ob. Cit. p.422/423.
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sociales podría el enjuiciado afianzar o mejorar; qué estudios sería factible que curse; de qué

programas específicos de prelibertad podría participar (art. 16, puntos II.a, II.b y II.c, de la ley

24.660, respectivamente); o qué clase de empleo podría obtener (art. 23, ídem.). La respuesta

negativa es obvia.”

“De cuanto precede, entonces, se sigue que la norma bajo estudio no trae aparejada

desigualdad alguna en cuanto al derecho de resocialización que le asisten a ambos tipos de

condenados (arts. 75, inc. 22, C.N., 6 de la C.A.D.H., 10.3 del P.I.D.C y P. y 1º de la ley 24.660). Todo

lo contrario, ella lo que persigue es hacer cierto ese derecho, y en pos de ello es que propugna que

el extranjero sea devuelto a la sociedad que le es afín.”

“No obstante que lo manifestado demuestra que la norma en estudio no transgrede el art.

16 de la Ley Fundamental, valga aclarar que al Tribunal no se le pasa por alto jurisprudencia de la

Corte Suprema de Justicia de la Nación que sostiene que “Ante los categóricos términos del art. 20

de la Constitución Nacional, toda distinción efectuada entre nacionales y extranjeros, en lo que

respecta al goce de los derechos reconocidos en la Ley Fundamental, se halla afectada por una

presunción de inconstitucionalidad; por tal razón, aquel que sostenga la legitimidad de tal

distinción debe acreditar la existencia de un interés estatal urgente, para justificar aquélla, y no es

suficiente a tal efecto, que la medida adoptada sea razonable (Fallos: 311:2272). Lo que sucede es

que esta doctrina no resulta aplicable al presente. En efecto, sólo será pasible de aplicación cuando,

como hubo ocurrido en el caso del que se la extrajo, la ley restrinja al habitante extranjero algún

derecho civil del que sí goza su similar de origen nacional (en dicho caso, específicamente, una ley

de la Provincia de Buenos Aires, impedía a los extranjeros ejercer la docencia en carácter de titular
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o suplente en la actividad privada, sistemática o asistemática), mas no cuando, como en el

presente, a aquéllos se le acuerda un derecho que por su condición, no le es otorgado a los

nacionales.”

Reglamentación administrativa del texto legal, o bien estructuras institucionales o

administrativas diseñadas para la implementación de la norma.

En el caso de extranjeros les resulta enteramente aplicable el Decreto 1136/97 ya

mencionado anteriormente, el cual además cuenta con un apartado específico para el caso de las

visitas diplomáticas, consulares o de organismos internacionales que transcribimos a continuación.

“Visitas de Representantes Diplomáticos y de Organismos Internacionales”

“Artículo 101. — La Dirección brindará los medios necesarios para que los internos de

nacionalidad extranjera se comuniquen con sus representantes diplomáticos y consulares

acreditados. Los internos nacionales de Estados sin representación diplomática o consular en el

país, los refugiados y los apátridas tendrán las mismas posibilidades para dirigirse al representante

diplomático del Estado encargado de sus intereses en el país o a cualquier autoridad nacional o

internacional que tenga la misión de protegerlos.”

“Los representantes diplomáticos o consulares acreditados podrán entrevistar a los internos

que lo soliciten UNA (1) vez por semana durante DOS (2) horas, entre las OCHO (8) horas y las

VEINTE (20) horas. En caso necesario el Director podrá autorizar entrevistas adiciónales. El personal

penitenciario les dispensara la consideración y respeto debidos a su investidura.”

“Las entrevistas, en todos los casos, se realizaran en locutorio o lugar adecuado que

determine el Director.”
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“Artículo 102. — Las mismas posibilidades y facilidades previstas en el artículo 101

para comunicarse con un interno se otorgarán a los funcionarios integrantes de los cuerpos

orgánicos de la Cruz Roja Internacional, de organismos de las Naciones Unidas o de la

Organización de Estados Americanos con misiones específicas y afines a la materia

penitenciaria.”

“Artículo 103. — Los visitantes a que se refieren los artículos 101 y 102 deberán

acreditar su identidad y exhibir la credencial extendida por la autoridad correspondiente.”

“En caso de duda, el Director antes de autorizar la entrevista deberá recabar

instrucciones del Director Nacional del SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL.”

ARTICULO 160. — Las visitas y la correspondencia que reciba o remita el interno y

las comunicaciones telefónicas, se ajustarán a las condiciones, oportunidad y supervisión

que determinen los reglamentos, los que no podrán desvirtuar lo establecido en los

artículos 158 y 159.

Antecedentes legislativos e historia del instituto.

Los antecedentes legislativos, según se indica en la documentación oficial de la labor

parlamentaria de la Ley 24660, se compone por la anterior Ley Penitenciaria Nacional art.

92, la regla 37 de las Reglas de Naciones Unidas para el tratamiento de los reclusos, las leyes

de ejecución y/o penitenciarias de Francia (arts. D 186 y D 417), Italia (arts. 18), CE – RM 37

y CK-RPE: 43.1.

Antecedentes, similitudes y divergencias en el derecho comparado.


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En la actualidad las similitudes con la legislación comparada es llamativa, hasta el punto de

contar casi con la misma redacción en algunos casos, y para ello pueden tomarse como ejemplos,

los artículos 133 del Código de Ejecución Penal de Paraguay, y 13 de la Ley Uruguaya, en el marco

del MERCOSUR, pero también de las legislaciones europeas de los países de los cuales provienen

las doctrinas y aportes teóricos, prácticos y jurisprudenciales que mayormente suelen ser citados

por la producción científica y jurisprudencial local en el marco del Derecho Penal y del derecho de

Ejecución Penal en particular, por ejemplo, la ley Española (Arts. 43 y 45/49) y la Ley Alemana

(Arts. 23/29), aunque en estos casos las restricciones a estos derechos no están completamente

derivadas a los reglamentos y tampoco están establecidas en una norma genérica como en

Argentina, sino en cada artículo sobre el final de su redacción se destaca el modo en que puede

restringirse o prohibirse sin desvirtuar el derecho.

Datos empíricos que confronten críticamente la dimensión del ser.

Sobre esto ya reseñamos los informes de la Procuración Penitenciaria de la Nación y de

otros organismos para verificar las carencias en materia de acceso al derecho a las comunicaciones

y en lo que sigue de comentario nos ocuparemos de las visitas y correspondencias, por lo que nos

remitimos a esos lugares específicos en honor a la brevedad, como así también en materia de

Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su

interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección Internacional y Regional, aplicables

al instituto en estudio

Propuesta de interpretación del texto legal.


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Más que disquisiciones interpretativas sobre un texto que parece no presentar demasiadas

dificultades en torno a ello, lo que sí debemos señalar son los límites constitucionales de los

institutos en juego, por un lado las facultades reglamentarias y por otro la inviolabilidad de las

correspondencias.

El primero es un límite en torno al artículo 99.2 de la Constitución Nacional, como ya

dijimos al principio, a fin de prestar especial atención a las reglamentaciones restrictivas en torno a

las condiciones, oportunidad y supervisión que determinen en función de la autorización de la

normativa en comentario, derivándose todo ello a los reglamentos, aunque con la advertencia de

que no podrán desvirtuar lo establecido en los artículos 158 y 159, lo cual en algunas exigencias

demasiado estrictas o en las previsiones de impedimento de comunicaciones, o restricciones a las

visitas o acceso a las correspondencias o visitas por razones disciplinarias, verdaderamente

desvirtúan los caracteres generales de los derechos legislados en este capítulo.

Como dice María Vanesa Naranjo: “En virtud de lo dispuesto por el artículo 99, inciso 2°, de

la Constitución Nacional, el Poder Ejecutivo expide los "reglamentos que sean necesarios para la

ejecución de las leyes de la Nación, cuidando de no alterar su espíritu con excepciones

reglamentarias". La última precisión de la norma constitucional importa afirmar que "el

reglamento, en tanto que producto normativo esencialmente subordinado, debe respetar una serie

de límites como requisito inexcusable para su validez" (Cfr. Fernández Salmerón, Manuel. ―El

control jurisdiccional de los Reglamentos. Procedimiento administrativo, proceso judicial y potestad

reglamentaria, p. 208 Ed. Atelier. 2002); límites que, precisamente, se vinculan con el respeto a la

jerarquía normativa y a la adecuación a los derechos fundamentales que surgen de la parte


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dogmática de nuestra Ley Fundamental y de los tratados de Derechos humanos que integran el

bloque de constitucionalidad (Cfr. ―Rigidez constitucional y normatividad de la ciencia jurídica‖.

Op. Cit., p. 246). De manera tal que, como principio general, resultará inadmisible, desde una

perspectiva constitucional, que a través de un decreto reglamentario se restrinja un derecho

fundamental cuando la ley no lo ha hecho. Igualmente, si una ley —respetando los criterios ya

trazados (esto es la conjunción entre el respeto al núcleo esencial y a la proporcionalidad) - 12

restringe un derecho fundamental, la norma reglamentaria no podrá intensificar, aún más, la

limitación del derecho ya afectado. En tal sentido, quizá, uno de los aspectos más interesantes sea

el de analizar sí, tales reglamentaciones, se adecuan o ajustan a la ley o si, por el contrario, la

facultad reglamentaria, en algunos casos, la desborda en perjuicio de los derechos del interno.”37

“El tema planteado no es, por cierto, patrimonio exclusivo del Derecho de ejecución penal.

Es por ello que, se hace necesario describir, mínimamente, esta problemática desde la óptica más

general del Derecho constitucional, en particular, la propia Constitución Nacional, cuyo alcance no

se detiene frente a los muros de una prisión. La parte dogmática de la Constitución, aquella que

contiene los derechos individuales o, en otros términos, los derechos humanos, también rige dentro

de las cárceles. Esto significa que aun dentro de la cárcel deberán respetarse dos principios

cardinales del derecho penal: el de legalidad (art. 18 CN) y el de reserva (art. 19 CN). Vale decir que

si el delito y su pena deben estar establecidos antes de su comisión, la pena aplicada no puede ir

más allá de los límites naturales que el encierro en sí mismo entraña. En segundo lugar, el principio

37
Naranjo, María Vanesa “El derecho de visitas. Hacia el camino de la resocialización”. Revista Pensamiento Penal,
02/02/2012, p. 11. Disponible en: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2012/02/doctrina32944.pdf
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de reserva se llama así porque el hombre se ha reservado para sí (ante el Estado) la libertad, por lo

tanto, todo lo que no está expresamente prohibido cae en el ámbito de la libertad personal.

Lamentablemente en la realidad carcelaria esto se ha invertido y, por tanto, el interno no tiene

ningún derecho, a menos que un reglamento (o la práctica cotidiana intramuros) se lo permita.”38

Jurisprudencia.

En materia de interpretación sobre la reglamentación restrictiva versus las normas de

superior jerarquía en el ámbito de la limitación de derechos, resulta destacable el informe 38/96

de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.39 Allí se trató “…una denuncia en contra del

Gobierno de Argentina, con relación a la situación de dos personas -una madre y su hija-, en virtud

de que las autoridades penitenciarias realizan, en forma rutinaria, revisiones vaginales a las

mujeres que visitan las cárceles. La Comisión concluyó que, al imponer una condición ilegal a la

realización de las visitas a la penitenciaría sin disponer de una orden judicial ni ofrecer las garantías

médicas apropiadas y al realizar revisiones e inspecciones en las condiciones alegadas, el Estado

argentino ha violado los derechos de las denunciantes.”

Y entre sus conclusiones destaca que “…e) El Estado tiene la obligación de facilitar y

reglamentar el contacto entre los reclusos y sus familias, y de respetar los derechos fundamentales

de todas las personas contra las interferencias abusivas y arbitrarias por parte de aquél y sus

funcionarios públicos. f) La protección a los derechos humanos, en especial los derechos civiles y

políticos recogidos en la Convención sobre Derechos Humanos (Adla, XLIV-B, 1250), se funda en la
38
Naranjo, ob. Cit. p. 12/13.
39
Respecto del caso 10.506: Argentina. 15/10/1996. Publicado en: LA LEY 1997-E, 784. Cita online: AR/JUR/3523/1996.
16.
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existencia de ciertos atributos inviolables de la persona que no pueden ser legítimamente

menoscabados por el ejercicio del poder público, pues se trata de esferas individuales que el Estado

no puede vulnerar o en las que sólo puede penetrar limitadamente. g) Los Estados deben organizar

su estructura interna de manera que asegure el pleno goce de los derechos humanos....”40

En materia de inviolabilidad de las correspondencias, no puede obviarse lo resuelto por la

CSJN en el caso “Dessy”41 en que sostuvo que:

“7. Que, por ello cabe consignar algunas expresiones de la exposición de motivos de la Ley

Penitenciaria Nacional y de la fuente normativa que ésta tomó en consideración, es decir, el

"Conjunto de reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos", aprobado por el Primer Congreso

de las Naciones Unidas en materia de prevención del delito y tratamiento del delincuente reunido

en Ginebra en 1955 el que sugirió que la Asamblea General de las Naciones Unidas recomiende a

los gobiernos el estudio de las disposiciones con ánimo favorable, contemplando la posibilidad de

adoptarlas y aplicarlas en la administración de las instituciones penitenciarias. Así, en la exposición

de motivos de la ley mencionada se aclara que las normas que tratan sobre la comunicación del

interno con el mundo exterior, "además de dar imperatividad legal al principio que sustentan, de

comunicabilidad del recluso con las personas de su familia y allegados, de vieja data en todo el

mundo, asimila este capítulo a la tendencia actual en la materia, en cuanto exhibe como idea

fundamentadora que la institución penitenciaria no debe aislarse del medio social, debiendo

favorecerse la comunicación del recluso con el exterior en toda forma compatible con el régimen,

40
citado por María Vanesa Naranjo en la obra citada, p. 15/18.
41
C.S.J.N. “Dessy s/ hábeas corpus” Rto. 19/10/95. Publicado en Fallos 318:1894.
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hasta el límite que pueda hacérselo sin violentar las normas jurídico penales que condicionan el

régimen de cumplimiento de la pena" (parág. 83).”

“Por su parte, la segunda disposición citada "Conjunto de reglas mínimas para el

tratamiento de los reclusos" refiere que "se autorizará a todo acusado para que se procure, a sus

expensas o las de un tercero, libros, periódicos, recado de escribir, así como otros medios de

ocupación, dentro de los límites compatibles con el interés de la administración de justicia, la

seguridad y el buen orden del establecimiento" (art. 90).”

“8. Que, la reglamentación que ha dado lugar al acto de autoridad nacional cuestionado como

lesivo a tales postulados Boletín Público del Servicio Penitenciario Federal Argentino n. 1266, del

24/1/79, acompañada en la audiencia celebrada en la causa por las autoridades del Servicio

Penitenciario establece que "La correspondencia epistolar y telegráfica será objeto de supervisión y

censura. Para esto último deberán tenerse en consideración aquellos aspectos que por su

naturaleza puedan aparecer, incidir o convertirse en factores negativos, desde el punto de vista que

sustentan los principios en que se basa el concepto de readaptación social" (art. 3). "Si a juicio de la

Dirección del Establecimiento resultara inconveniente dar curso por su contenido a una carta, se

procederá a efectuar la devolución de la misma al remitente, informándole sobre las causales

motivadoras" (art. 4); "No se autorizará la entrada o salida de correspondencia en la que se

empleen signos o palabras convencionales, se utilice lenguaje obsceno, se hagan alusiones o

emitan juicios con respecto al régimen interno o al personal del Servicio Penitenciario Federal, o

que se refieran a asuntos que por su naturaleza escapen a los términos rigurosamente personales o

de familia" (art. 5); "Cuando de la correspondencia surjan indicios que hagan presumir la comisión
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de un delito o la persistencia en actividades delictivas, se iniciarán actuaciones comunicando a la

autoridad policial o judicial que correspondiere, acorde con las características de tales indicios" (art.

13).”

“9. Que las normas reglamentarias citadas han impuesto, a través de un texto ambiguo

(especialmente los arts. 3 y 4 del reglamento), una restricción al secreto epistolar, absoluta y

permanente. No se distinguen oportunidades ni situaciones, condiciones ni causas, remitentes ni

destinatarios. Toda carta de todo preso, en todo momento, y dirigida a cualquier persona, está

sometida al régimen aludido, a pesar de que el art. 92 LPN. solo establece la supervisión de la

correspondencia que ellos reciben.”

“Respecto de los papeles privados y la correspondencia, el art. 18 CN. expresa que "una ley

determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación".

La Ley Penitenciaria Nacional, cuyos autores no han dejado de tener en cuenta no cabe la

presunción contraria la particular situación en que se encuentran los presos y la necesidad de

preservar la seguridad, no prevé la censura de la correspondencia que ellos envían, por lo que las

disposiciones del reglamento que lo autorizan representan una extralimitación de la facultad

reglamentaria prevista en el art. 99 inc. 2 CN., autorizando, sin fundamento legal, un

indiscriminado y permanente allanamiento de los derechos constitucionales a la inviolabilidad de la

correspondencia y a la privacidad, amparados, respectivamente, por los arts. 18 y 19 de nuestra

Carta Magna.”

“Sin perjuicio del vicio de inconstitucionalidad señalada, cabe agregar que carecen de

racionalidad las circunstancias previstas en el art. 5 de dicho reglamento para fundar la negativa al
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envío de la correspondencia del interno. Por ejemplo, en cuanto a la referencia al "lenguaje

obsceno", no se advierte cuál sería el interés legítimamente del Estado para intervenir la

correspondencia privada del recluso a efectos de asegurarse que ésta guarde un lenguaje decoroso.

La prohibición que las misivas "hagan alusiones o emitan juicios con respecto al régimen interno o

al personal del Servicio Penitenciario Federal" no sólo carece de vinculación razonable con los

objetivos de seguridad y resocialización previstos en la ley penitenciaria, sino que además cercena

un medio idóneo tal vez el único con que cuentan los reclusos para hacer llegar al mundo exterior

denuncias o reflexiones sobre el ámbito carcelario, y aún, reclamar ayuda ante abusos de la

autoridad. La exigencia de que las cartas de los reclusos sólo aludan a asuntos estrictamente

particulares o de familia se funda en una concepción alienante, que niega al preso la facultad de

expresarse sobre temas sociales y políticos.”

“10. Que el propósito de readaptación social del penado, que debe estar en la base del

tratamiento carcelario y es expresamente predicado en el art. 1 LPN. se ve controvertido por

disposiciones y actos de autoridad como los que han dado lugar a esta causa, ya que censurar y

obstaculizar la comunicación del recluso con el exterior es un modo de distanciarlo del medio social

al que deberá reintegrarse tras el cumplimiento de la pena.”

“Al respecto, no es ocioso recordar las palabras del juez Thurgood Marshall con la

concurrencia del juez Brennan y los estudios en que se apoya, en el caso Procunier v. Martínez (416

U.S. 396, 426): "La correspondencia proporciona uno de los escasos vínculos que los detenidos

retienen con su comunidades o familias, vínculos esenciales para el éxito en su posterior retorno al

mundo exterior (véase e.g., National Advisory Commission on Criminal Justice Standards and Goals,
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Correction, 67 68,... 1973). El juez Kaufman escribiendo para el Segundo Circuito, asentó dos

observaciones particularmente a propósito del reclamo de rehabilitación de beneficios en Sostre v.

Mc. Ginnis, 442 F.2d 178, 199 1971 (en pleno): `Las cartas mantienen al detenido en contacto con el

mundo exterior, ayudan a contener algo de lo mórbido y de la falta de esperanzas producidas por la

vida y aislamiento de la prisión, estimulan sus impulsos naturales y humanos, y por otra parte

pueden contribuir a mejorar las actitudes mentales y de reforma' y `el daño que la censura hace a

la rehabilitación no puede ser provechoso.”

“Los detenidos pierden contacto con el mundo exterior y se vuelven cautelosos en exponer

pensamientos o críticas de la prisión en sus cartas. El incremento de la alienación social que

produce este arbitrio ha sido considerado nocivo' (Singer, Censorship of Prisoners Mail and the

Constitution,...). La Corte agrega que hoy `la autoridad de las opiniones profesionales parece

indicar que la libertad de los presos para mantener correspondencia con externos contribuye más

que retarda los fines de la rehabilitación (diversos estudios han recomendado que las autoridades

tienen el derecho para inspeccionar el correo por motivos de contrabando pero no para leerlo'.

National Advisory Commission on Criminal Justice Standards and Goals, Corrections, Standard

2.17.,... 1973 ; ver California Board of Corrections, California Correctional System Study: Institutions

40, ... 1971 ; Center of Criminal Justice Boston University Law School, Modes Rules and Regulations

on Prisoners, Rights and Responsabilites, Standards IC 1C2,... 1973 ".”

“La contradicción entre el objetivo de readaptación social sostenido en la Ley Penitenciaria

argentina y la censura de la correspondencia induce a recordar que no le está permitido al

legislador obrar de modo que redunde en destrucción de lo mismo que ha querido amparar y
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sostener (Alcorta, "Garantías Constitucionales", ps. 34 y 35; Alberdi, Juan B., "Organización de la

Confederación Argentina", p. 176 y art. 20 de su "Proyecto de Constitución", Fallos 117 432).”

“11. Que la seguridad de una prisión y la finalidad de impedir que desde su interior sean

conducidas actividades delictivas o planes de fuga, configuran propósitos incuestionables del

Estado. Pero esto no justifica la censura de la correspondencia de los internos, ya que éstos pueden

mantener, mediante el régimen de visitas, conversaciones privadas y "visitas íntimas periódicas"

(art. 497 CPr.Cr.) (9). Todo ello sin perjuicio de admitir que, en el caso particular en que hubiese

razones fundadas para temer que, a través de la correspondencia que emite, el penado pudiese

favorecer la comisión de actos ilícitos, las autoridades penitenciarias requieran en sede judicial la

intervención de dicha correspondencia (doctrina arts. 185, 234 y 235 CPr.Cr. y doctrina de Fallos 90

152; 171 366 [10]; 177 390 [11]).”

“12. Que de tales consideraciones se verifica en autos un supuesto en que la

reglamentación en que se fundan los cuestionados actos de la autoridad carcelaria ha violado la ley

y esa circunstancia la ha puesto en contradicción con las normas constitucionales citadas, pues

aquélla ha ido más allá de los límites trazados por la política legislativa y las características de la

materia (doctrina de Fallos 148 430 [12]; 237 636 [13], entre otros) quebrantando las garantías

constitucionales enunciadas, lo que obliga a esta Corte a su declaración de inconstitucionalidad

(arts. 18 , 19, 28 , 31 y 99 inc. 2 CN.).”

Reglamentación administrativa del texto legal, o bien estructuras institucionales o

administrativas diseñadas para la implementación de la norma.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Reseñamos a continuación los artículos más importantes del reglamento de visitas

contenido en el Decreto 1136/97.

“Visitas. Normas Generales. Artículo 8º — Las visitas serán concedidas previo pedido o

conformidad expresa del interno, quien podrá en cualquier momento, bajo constancia escrita,

desistir de la visita solicitada o propuesta.”

“Artículo 9º — El Director dispondrá el programa de las distintas clases de visitas, en horario

diurno y en turnos distintos para hombres y mujeres, de acuerdo con las características y factores

climáticos y la estación del año.”

“Artículo 10. — Los días y horas destinados a las visitas deberán ser asignados

contemplando, en la mayor medida de lo posible, las circunstancias e intereses del interno y sus

visitantes.”

“Artículo 12. — Reunidos los requisitos exigidos en cada caso, según lo establecido en el

ANEXO "A", la Dirección procederá a expedir una tarjeta individual para acceder a la visita. En cada

oportunidad que el visitante concurra al establecimiento deberá acreditar su identidad y presentar

dicha tarjeta.”

“Artículo 13. — En los casos de pedido o de propuesta de visita de cónyuge, concubina,

concubinario, padres, hijos y hermanos, y hasta que se hayan reunido las comprobaciones de

identidad, parentesco y otros requisitos que correspondiere, el Director de considerar que el vinculo

invocado es cierto podrá extender una tarjeta provisional valida por DOS (2) meses a contar de la

fecha de su emisión. Dicho término podrá ser prorrogado por motivos fundados.”
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“Artículo 14. — Cuando el visitante hubiere extraviado la documentación que

acredita su identidad o la misma se encontrare en trámite deberá presentar las constancias

expedidas por autoridad competente. En estos casos se otorgará una autorización

provisional valida por DOS (2) meses, prorrogable por motivos fundados.”

“Artículo 15. — Las visitas no se realizarán en el alojamiento del interno con

excepción de las instalaciones hospitalarias, de no mediar contraindicación médica.”

“Artículo 16. — El Director será responsable de adoptar las medidas necesarias para

que los locales y sectores destinados a las distintas clases de visitas se encuentren en

perfectas condiciones de orden e higiene.”

“Artículo 17. — El Director Nacional del SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL

determinará la nómina de alimentos, ropas u otros objetos que el visitante podrá ingresar

para el interno, su modalidad de ingreso y la forma en que deban ser presentados para

facilitar su registro sin que sean dañados.”

“Artículo 18. — Corresponderá al Director dictar las instrucciones especiales que

surjan de las características del establecimiento a su cargo y de los internos que allí se

encuentren alojados.”

“Artículo 19. — El Director pondrá oportunamente en conocimiento de internos y de

visitantes, en forma clara y precisa, las normas que deberán respetar.”

“Artículo 20. — El visitante que portare vendajes, yeso, prótesis, ortesis o parches

terapéuticos deberá acreditar la correspondiente prescripción médica. En caso necesario el


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Director podrá disponer que el Servicio Médico del establecimiento efectúe las verificaciones

pertinentes.”

“Artículo 23. — En los casos que el visitante no observare los deberes mencionados

en el artículo 22, el Director podrá proceder a advertirlo o a suspenderlo temporal o

definitivamente de acuerdo a la gravedad de la infracción, a las circunstancias de tiempo,

modo y lugar y a su reiteración.”

“Artículo 24. — Al primer incumplimiento de los deberes previstos en los incisos a), b),

c), d), e), f), g), h), i), j), k), l) y n) del artículo 22, el Director dispondrá una advertencia al

visitante. Esa advertencia estará a cargo de un Asistente Social, quien exhortará al visitante

a modificar su comportamiento y a considerar las consecuencias negativas del mismo. En el

caso de infracción del inciso m) del artículo 22, corresponderá la suspensión establecida en el

artículo 23.”

“Artículo 25. — El máximo de la suspensión temporal no superará el mes.”

"Artículo 26. — Corresponderá la suspensión definitiva en el caso de presunta

comisión de delito denunciado ante autoridad competente o cuando el visitante hubiera sido

suspendido tres veces en el lapso de SEIS (6) meses.”

“Artículo 27. — La decisión que adopte el Director será aplicada, previa tramitación

escrita. El procedimiento se iniciará mediante parte del personal o por denuncia de internos

o de terceros. Se notificará al visitante en forma inmediata, brindándosele la posibilidad de

presentar descargos dentro del plazo de CUARENTA Y OCHO (48) horas, vencido el cual el
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Director resolverá dentro de las VEINTICUATRO (24) horas siguientes. Al ser notificado, se le

deberá informar que podrá recurrir ante el Juez de Ejecución o juez competente.”

“Visitas de Menores de Edad. Artículo 28. — El visitante menor de edad no emancipado

deberá contar con expresa autorización de la madre, del padre, del tutor o del Juez

competente para ingresar al establecimiento. A tal efecto la DIRECCION NACIONAL del

SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL confeccionará un formulario que debidamente

completado deberá presentarse con las firmas certificadas por autoridad competente.”

“Visitas de Familiares y Allegados. Clases. Artículo 30. — Las visitas de familiares o

allegados a los internos podrán ser: a) Ordinarias; b) Extraordinarias; c) de Consolidación

Familiar; d) Excepcionales; e) entre Internos.”

“Visitas ordinarias. Artículo 31. — El interno tiene derecho a recibir con regularidad

como visitas ordinarias, las de sus familiares y allegados, de acuerdo a lo dispuesto en esta

reglamentación.”

“Artículo 32. — El Director Nacional del SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL

determinará la duración de la visita, en los casos no previstos en este Reglamento, y el

número máximo de visitantes que el interno puede recibir simultáneamente, según las

secciones o tipos de establecimientos de similares características. Corresponderá al Director

dictar las instrucciones a aplicarse en situaciones especiales.”

“Artículo 33. — La frecuencia de las visitas ordinarias y su duración, de acuerdo a la

conducta del penado o al comportamiento del procesado, serán fijadas en el Reglamento


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Interno de cada establecimiento, según fueren su régimen, el nivel de seguridad y las

posibilidades de las instalaciones destinadas a ese efecto.”

“Con excepción de los internos que se encuentren incorporados a un régimen

terapéutico especializado en razón de su tratamiento la frecuencia de las visitas ordinarias

no podrá ser menor a UNA (1) visita semanal con una duración de DOS (2) horas.

“Artículo 34. — La acreditación de los vínculos familiares se efectuará con

intervención del Servicio Social del establecimiento con la documentación indicada en el

ANEXO "A" y supletoriamente con información sumaria judicial o administrativa.”

“Artículo 37. — No se autorizará la visita de: a) Novia, novio, concubina o

concubinario cuando la interna o el interno tuviese registrada a otra persona en el mismo

carácter; b) Concubina o concubinario cuando visite a otra interna o interno en tal carácter o

cuando la interna o el interno reciba la visita de su cónyuge.”

“Artículo 38. — La visita de ex-internos se autorizará cuando se tratare de: a)

Cónyuge; b) Concubina o concubinario; c) Parientes por consanguinidad en primer grado.

Otros casos podrán ser considerados por el Director, previo Informe del Servicio Social

cuando del mismo resulte que la visita puede ser favorable y compatible con el tratamiento

del interno.”

“Visitas Extraordinarias. Artículo 39. — Se considerarán visitas extraordinarias

aquellas que, pudiendo ser en principio ordinarias, por circunstancias atendibles de

distancia, salud o trabajo no pueden realizarse en las condiciones y oportunidad fijadas para

estas.”
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“Artículo 40. — La persona que se encuentre autorizada a realizar visitas

extraordinarias, no podrá obtener simultáneamente visitas ordinarias con el mismo interno.”

“Artículo 41. — Las visitas extraordinarias por razones de distancia podrán

contemplar dos situaciones fácticas: a) Cuando la persona con derecho a visita ordinaria se

domicilie a más de CIEN (100) kilómetros y hasta TRESCIENTOS (300) kilómetros del

establecimiento que aloje al interno; b) Cuando el Interno este alojado en un establecimiento

a más de TRESCIENTOS (300) kilómetros del domicilio real de su cónyuge, hijos, padres,

hermanos, concubina o concubinario que tuvieren reconocido su derecho a visita ordinaria.

En ambos casos, el domicilio real se acreditará mediante el documento de identidad y, por

excepción fundada, por otro medio fehaciente.”

“Artículo 42. — Las visitas extraordinarias por distancia previstas en el Artículo 41 no

serán acumulables. Se realizarán durante CINCO (5) días consecutivos, cada TREINTA (30)

días, con una duración de TRES (3) horas diarias.”

“Si el visitante dejare transitoriamente de estar comprendido en los casos del Artículo

41 volverá a tener la posibilidad de gozar de visitas extraordinarias por distancia, luego de

transcurridos TREINTA (30) días de la última visita ordinaria.”

“Artículo 43. — En el caso previsto en el Artículo 41, inciso b), cuando el Servicio

Social constatare que los familiares comprendidos carecen de los medios económicos

indispensables para trasladarse al lugar en que se encuentre el interno, iniciará de inmediato

las gestiones destinadas a facilitar su traslado y estadía, pudiendo recurrirse al concurso de

otros organismos oficiales de nivel nacional, provincial o municipal, a los recursos de la


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comunidad o a los organismos mencionados en el Artículo 168 de la LEY DE EJECUCION DE

LA PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD Nº 24.660. Si se documentare que dichas gestiones

resultaren infructuosas, será de aplicación lo dispuesto en los artículos 44, 45, 46 y 47.”

“Artículo 44. — Podrá disponerse el traslado del interno al establecimiento más

cercano al domicilio real de los familiares mencionados, mediando pedido o conformidad

expresa del interno cuando la solicitud fuera interpuesta por el visitante y siempre que el

interno reúna los siguientes requisitos: a) Estar alojado en un establecimiento que se

encuentre a más de TRESCIENTOS (300) kilómetros de la residencia de sus familiares; b)

Registrar una permanencia continuada en el establecimiento no inferior a SEIS (6) meses; c)

Poseer, en el último trimestre, conducta y concepto Bueno-cinco (5)-, como mínimo; d)

Contar con el dictamen favorable del Instituto de Clasificación.”

“Artículo 45. — La resolución será dictada por el Director General de Régimen

Correccional. Cuando la resolución fuere favorable en la misma se deberá determinar el

establecimiento que alojará transitoriamente al interno, por un plazo no mayor de VEINTE

(20) días y las medidas de seguridad que deberán tomarse durante el traslado. La visita,

durante dicho lapso, será de TRES (3) hora diarias, como máximo.”

“Artículo 46. — Si la resolución adoptada fuere negativa el pedido sólo podrá ser

reiterado luego de haber transcurrido SEIS (6) meses de su notificación.”

“Artículo 47. — La solicitud de esta visita extraordinaria por razón de distancia, sólo

podrá reiterarse luego de haber transcurrido UN (1) año desde el reintegro del interno al

establecimiento de origen.”
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“Artículo 48. — Podrán concederse visitas extraordinarias por razones de salud

cuando quien tenga derecho a visita ordinaria, lo solicite por escrito y acompañe

certificación médica que acredite un impedimento psicofísico que requiera una modalidad

diferencial para su desarrollo.”

“Artículo 49. — Podrán concederse visitas extraordinarias por razones de trabajo

cuando se solicite por escrito y se acredite el impedimento invocado.”

“Artículo 50. — En los casos de los artículos 48 y 49 el Director recabará un informe del

Servicio Social y/o del Servicio Médico del establecimiento, según corresponda.”

“Visitas de consolidación familiar. Artículo 51. — Estas visitas tienen por finalidad

consolidar y fortalecer las relaciones del interno con sus familiares más directos. Podrán

comprender a quienes hayan acreditado su condición de: a) Cónyuge; b) Padres; c) Hijos; d)

Hermanos; e) Concubina o concubinario.”

“Artículo 52. — Estas visitas tendrán CUATRO (4) modalidades esenciales: a) Reunión

familiar en ocasión de fechas significativas para el interno o su familia; b) Visita individual

del hijo mayor de CATORCE (14) años y menor de DIECIOCHO (18) años a su padre o a su

madre; c) Visita individual del padre o madre o tutor al joven adulto de DIECIOCHO (18) a

VEINTIUN (21) años y a los comprendidos en el artículo 198 de la LEY DE EJECUCION DE LA

PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD Nº 24.660; y d) Visita de reunión conyugal.”

“Artículo 55. — Para el otorgamiento de las visitas de consolidación familiar previstas

en el artículo 52, incisos a), b) y c), previamente se deberá contar con el informe del Servicio
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Social que acredite su conveniencia. En caso favorable, se acordará una visita UNA (1) vez

por mes, durante DOS (2) horas en cada una de las diferentes modalidades.”

“Artículo 56. — El interno que no goce de permiso de salida para afianzar y mejorar

los lazos familiares, podrá recibir la visita prevista en el artículo 52, inciso d), de su cónyuge

o a falta de este, de la persona con quien mantuviera vida marital al momento de la

detención, en la forma y modo que determina este Reglamento, resguardando la intimidad

de ambos y la tranquilidad del establecimiento. Asimismo, previo estudio e informe del

Servicio Social, se podrá autorizar esta modalidad de visita en el caso de una relación

afectiva iniciada con posterioridad a la detención, siempre que se acredite una vinculación

previa no inferior a los SEIS (6) meses.”

“Artículo 57. — La frecuencia de esta visita será quincenal con una duración máxima

de DOS (2) horas.”

“Artículo 58. — Las visitas de consolidación familiar mencionadas en el artículo 52

inciso d), que resulten extraordinarias por distancia, se realizarán durante CINCO (5) días

consecutivos cada TREINTA (30) días, con una extensión de TRES (3) horas diarias. Volverá a

tener la posibilidad de gozar de estas visitas luego de transcurridos TREINTA (30) días de

efectuada la última.”

“Artículo 59. — En todos los casos de solicitud de visita de reunión conyugal, y previo

al requerimiento de los informes previstos en el artículo 60, el interno y el visitante

propuesto serán fehacientemente notificados de que deberán prestar su consentimiento

para que el resultado de dichos informes sea puesto en conocimiento de la otra parte. En el
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supuesto de negativa a prestarlo, esta circunstancia también se pondrá en conocimiento de

la otra parte.”

“Artículo 60. — Para acceder a la visita de reunión conyugal, y posteriormente por lo

menos cada SEIS (6) meses, se requerirá: a) Informe del Servicio Médico del establecimiento

sobre el estado de salud psicofísica del interno y si padece o no alguna enfermedad

infectocontagiosa, el que será puesto en conocimiento del interno. Si del informe surgiere la

existencia de una enfermedad infectocontagiosa, especialmente las de transmisión sexual, el

médico deberá informar al interno sobre el carácter de la misma, medios y formas de

transmitirla, dejándose constancia de ello; b) Informe médico sobre el estado de salud

psicofísica del visitante y si padece o no alguna enfermedad infectocontagiosa, el que será

entregado, en sobre cerrado, al Servicio Médico del establecimiento extendiéndose

constancia de ello. Si no mediare oposición del interno o de su visitante, el médico del

establecimiento, bajo constancia, pondrá en conocimiento de ambos dichos Informes.”

“Artículo 63. — El menor de edad no emancipado, sea visitante o visitado, deberá

contar además, con expresa autorización escrita de sus padres, tutor o, en su defecto, de

juez competente.”

“Artículo 64. — El pedido de visitas de reunión conyugal será presentado, por escrito,

por el Interno con identificación del visitante propuesto. Con tal solicitud se procederá a la

apertura de un expediente que seguirá el siguiente trámite: a) Verificación del vínculo

invocado; b) Conformidad por escrito del visitante propuesto, y además, si este fuera menor

no emancipado las de sus padres o tutores; c) Constancia de que se ha dado cumplimiento


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con lo dispuesto en el artículo 59; d) Informes médicos del interno y del visitante, cuyos

resultados no obstarán la concesión de estas visitas. Reunidos estos requisitos el Director

concederá la visita de reunión conyugal solicitada notificando, bajo constancia, al interno y

al visitante su otorgamiento y lo dispuesto en los artículos 65 a 67.”

“Artículo 65. — La visita de reunión conyugal se efectuará en horario diurno, en el día

y hora que se indique y en los lugares determinados a este fin conforme lo dispuesto en el

artículo 9º. En ningún caso tendrá lugar en el alojamiento del interno.”

“Artículo 66. — El visitante proveerá la ropa de cama y los artículos de profilaxis e

higiene personal. El interno y su visita serán conjuntamente responsables del aseo del lugar

asignado.”

“Artículo 67. — No se permitirá el ingreso del exterior de alimentos ni bebidas.”

“Artículo 68. — No podrá recibir la visita de reunión conyugal el interno alojado en

establecimientos o secciones especiales de carácter asistencial, médico, psiquiátrico o en los

que se desarrollen regímenes terapéuticos especializados.”

“Visitas excepcionales. Artículo 69. — El interno que deba cumplir la sanción de

prohibición de recibir visita, o las de permanencia continua o discontinua en alojamiento

individual tiene derecho a recibir, en locutorio, UNA (1) sola visita durante DOS (2) horas, del

familiar directo o allegado, en caso de no contar con aquel, que bajo constancia indique al

ser notificado de la sanción impuesta. El Servicio Social, en tiempo oportuno, comunicará

fehacientemente al familiar o allegado la decisión del interno.”


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“Visitas entre Internos. Artículo 70. — Los internos alojados en distintos

establecimientos del SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL que disten entre si, no más de CIEN

(100) kilómetros, podrán visitase de acuerdo con las disposiciones del presente Reglamento.”

“Artículo 71. — El Director General de Régimen Correccional podrá autorizar la visita

entre internos cuando se tratare de: I. Cónyuge. II. Consanguíneos: a) Descendientes: Hijos;

b) Ascendientes: Padres; c) Colaterales: Hermanos. III. Concubina o concubinario.”

“Artículo 72. — La visita entre internos alojados en distintos establecimientos podrá

tener lugar UNA (1) vez cada QUINCE (15) días con una duración efectiva de TRES (3) horas.”

“Artículo 73. — Para acceder a estas visitas ambos internos deberán, como mínimo,

tener conducta buena si fueren condenados, o comportamiento bueno si fueren procesados,

y no registrar sanciones en el último trimestre. La pérdida de alguno de estos requisitos

determinará la suspensión de esta clase de visitas hasta su re adquisición.”

“Artículo 74. — El pedido de estas visitas será presentado por escrito por uno de los

interesados, procediéndose a la apertura de un expediente que seguirá el siguiente trámite:

a) Incorporación, respecto del interno peticionante, de su situación legal, verificación del

vinculo, antecedentes disciplinarios, conducta o comportamiento según corresponda e

informe del Servicio Social sobre la conveniencia de acceder a lo solicitado; b) Remisión del

expediente al establecimiento donde se encuentra alojado el otro interno para que este

manifieste expresamente su conformidad o disconformidad y agregación, en este último

caso, de los informes enumerados en el inciso a); c) Elevación de todo lo actuado a

consideración del Director General de Régimen Correccional. Si se accediere a lo peticionado,


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la resolución determinará cual de los internos será trasladado y las pertinentes medidas de

seguridad; d) Comunicación inmediata de la resolución al juez de la causa, si se tratare de

procesados. Cuando no mediare su oposición se procederá a su cumplimiento.”

“Artículo 75. — La visita de reunión conyugal entre internos alocados en distintos

establecimientos deberá reunir los recaudos establecidos en los artículos 56, 65, 66, 67, 72 y

73 del presente Reglamento.”

“Artículo 76. — Para acceder a esta visita, y con una periodicidad de SEIS (6) meses,

se requerirá informe del Servicio Médico de los establecimientos donde se encuentren

alojados ambos internos que acredite su estado de salud psicofísica y que de acuerdo a los

exámenes practicados no padezcan ninguna enfermedad infectocontagiosa. Los informes

serán puestos en conocimiento de ambos internos por el médico del establecimiento en que

se encuentren alojados, dejándose constancia fehaciente de ello; debiendo dar cumplimiento

con lo dispuesto en los artículos 59 y 60. En dicha oportunidad el médico deberá brindar la

información y asesoramiento necesarios sobre toda medida médico-preventiva,

especialmente la referida a enfermedades de transmisión sexual.”

“Artículo 77. — El pedido de visita de reunión conyugal será presentado por escrito

por la interna o el interno con identificación del otro interno o interna propuesto. Con tal

solicitud se procederá a la apertura de un expediente que seguirá el siguiente trámite: a)

Verificación del vinculo invocado; b) Comprobación del requisito de conducta o

comportamiento de ambos internos; c) Constancia de que se ha dado cumplimiento con lo

dispuesto en el artículo 59; d) Conformidad por escrito del interno propuesto; e) Informes
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médicos de ambos internos; f) Reunidos los informes se elevará el expediente a resolución

del Director General de Régimen Correccional. Si se accediere a lo peticionado la resolución

determinará cual de los internos será trasladado y las pertinentes medidas de seguridad; g)

La resolución dictada deberá comunicarse de inmediato al Juez de la causa cuando uno o

ambos internos fueren procesados. Si no mediare su oposición se procederá a notificársela a

los internos.”

“Artículo 78. — Ambos internos serán conjuntamente responsables del aseo del lugar

asignado, no permitiéndoseles el ingreso de alimentos, bebidas ni aparatos reproductores de

sonido.”

“Artículo 79. — El MINISTERIO DE JUSTICIA por intermedio de la SECRETARIA DE

POLITICA PENITENCIARIA Y DE READAPTACION SOCIAL adoptará las previsiones

correspondientes a fin de que cuando se proyecten los acuerdos con las provincias se

considere la factibilidad de incluir normas que permitan la visita interjurisdiccional de los

internos.”

“Visitas de Abogados Defensores, Apoderados y Curadores. Artículo 80. — En

ejercicio de su derecho de defensa, el interno podrá comunicarse libre y privadamente con su

o sus defensores, mediante entrevistas personales confidenciales.”

“Artículo 81. — El personal penitenciario dispensará al abogado en ejercicio de su

profesión, la consideración y respeto debidos a los magistrados según lo dispone la LEY Nº

23.187, artículo 5º.”


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“Artículo 82. — Las entrevistas con los abogados defensores podrán mantenerse

durante todos los días de la semana, entre las OCHO (8) horas y las VEINTE (20) horas. Ello

no obstará a que, excepcionalmente el Director o quien se encuentre legalmente a cargo del

establecimiento, en caso de necesidad y urgencia pueda autorizar la visita, fuera del horario

fijado.”

“Artículo 83. — La entrevista de los abogados defensores con los internos se realizará

en el locutorio o lugar adecuado que determine la Dirección del establecimiento.”

“Artículo 84. — La entrevista del abogado defensor con el interno deberá ser

individual. Cuando el mismo abogado asuma la defensa de DOS (2) o más internos

involucrados en una misma causa y alojados en el mismo establecimiento podrá

entrevistarlos en forma conjunta en la medida en que lo permitan las instalaciones y no se

afecte la seguridad.”

“Artículo 85. — Los abogados defensores deberán acreditar su identidad y su

condición de tales con la certificación extendida por el juzgado a cuya disposición se

encuentra alojado el interno. En la certificación judicial deberá constar nombre del interno,

tipo y número de documento del profesional, tomo y folio de su matricula y número de la

causa en que interviene.”

“Artículo 86. — Al ingreso al establecimiento, el abogado defensor deberá hacer

entrega de su documento de identidad, el que será devuelto a su salida.”

“Artículo 87. — Previo a su ingreso al lugar asignado para la visita, el abogado

defensor deberá permitir la revisión de las pertenencias que lleve consigo, pudiendo ingresar
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solo los elementos que se vinculen directamente con su misión. Si hubiere censores no

intensivos u otras técnicas no táctiles, deberá aceptar su empleo. El incumplimiento por

parte del abogado defensor de los deberes enunciados en el artículo 22, incisos a), b), f), g) y

h) del presente Reglamento, será comunicado inmediatamente al juez competente y al

Colegio de Abogados que corresponda.

“Artículo 88. — Cuando el interno no hubiere designado defensor, se autorizarán

hasta DOS (2) entrevistas personales previas con el o los abogados que indicare.”

“Artículo 89. — El interno deberá informar nombre, apellido y teléfono de su o sus

defensores, como así de todo cambio posterior.”

“Artículo 90. — Los apoderados y curadores del interno, para acceder a su visita,

deberán presentar su documento de identidad y acreditar el carácter invocado mediante la

presentación de copia autenticada del poder o resolución judicial en la que conste su

identificación.”

“Artículo 91. — La visita de apoderados y curadores tendrá lugar DOS (2) veces por

semana con una duración de DOS (2) horas cada una. En caso necesario el Director podrá

autorizar entrevistas adiciónales.”

“Artículo 92. — En cada establecimiento se habilitará un libro de visitas de abogados

defensores, apoderados y curadores destinado a registrar las entrevistas, en el que constará:

a) Fecha y horario de las visitas; b) Datos del abogado defensor, del apoderado o del

curador; c) Datos del interno.”


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“Visitas de Profesionales de la Salud. Artículo 93. — Los profesionales de la salud

requeridos por el interno a sus expensas para su atención privada, deberán prestar

conformidad para la visita, en el expediente que se abrirá a tal efecto acreditando su

identidad y su condición de facultativo, haciendo constar su matricula profesional, su

domicilio y su teléfono. Previo a su aceptación, se le informarán los deberes y derechos de

los visitantes.”

“Artículo 94. — Previo a su ingreso al lugar asignado para la visita, el profesional

deberá permitir la revisión de las pertenencias que lleve consigo, pudiendo ingresar solo los

elementos que se vinculen a su misión. Si hubiere censores no intensivos u otras técnicas no

táctiles, deberá aceptar su empleo.”

“Artículo 95. — Esta visita deberá realizarse en las instalaciones del Servicio Médico,

en el día y el horario previamente establecidos por el Director. Si del examen médico surgiere

la necesidad de dispensar al interno alguna atención inmediata, lo informará, en el acto, al

médico del establecimiento. En caso de coincidir ambos profesionales, el visitante procederá,

en presencia del medico del establecimiento, a la administración de la terapéutica

aconsejada.”

“Artículo 96. — El profesional de la salud a su egreso dejará constancia del

diagnóstico y del tratamiento prescripto, si procediere, lo que se hará constar en la Historia

Clínica del interno. Los costos de dicho tratamiento estarán al exclusivo cargo del interno,

excepto cuando el tratamiento sea indispensable para el mantenimiento o la recuperación

de la salud, circunstancia que se constatará por el Servicio Médico del establecimiento.”


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“Artículo 97. — Cualquier divergencia entre el Servicio Médico del establecimiento y

el profesional médico visitante, incluyendo la prolongación y periodicidad de los exámenes,

controles y visitas asistenciales, será elevada a consideración del juez competente.”

“Visita de Asistencia Espiritual. Artículo 98. — El interno tiene derecho a recibir

asistencia espiritual mediante la visita de miembros de la Iglesia Católica Apostólica

Romana, si esta fuere su religión, o de representantes del credo que profese, reconocido e

inscripto en el Registro Nacional de Cultos. Ninguna sanción disciplinaria podrá suspender el

ejercicio de este derecho.”

“Artículo 99. — Para acceder a la visita se deberá acreditar la identidad y el carácter

que se invoca mediante: a) Comprobante extendido por la correspondiente autoridad

eclesiástica para los miembros de la religión Católica Apostólica Romana; b) Comprobante

extendido por el MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, COMERCIO INTERNACIONAL Y

CULTO para los representantes de otros credos.”

“Artículo 100. — Estas visitas tendrán una frecuencia semanal de DOS (2) horas de

duración.”

“Visitas de Representantes Diplomáticos y de Organismos Internacionales” ya las

reseñamos respecto del artículo anterior al que nos remitimos.

“Visitas de Estudio. Artículo 104. — Para obtener la autorización de visitas de

estudiantes terciarios o universitarios que cursen materias afines con la problemática

penitenciaria deberán cumplirse los siguientes requisitos: a) Solicitud del docente o del

encargado responsable del grupo con expresa indicación de la entidad u organismo al que
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pertenece; b) Objeto de la visita; c) Proposición de días y horarios para la visita; d) Nómina

de visitantes con número de documento de identidad, el que deberá exhibirse al ingreso.”

“La solicitud deberá presentarse ante el Director del establecimiento con TREINTA

(30) días de, anticipación a la visita, la que será resuelta y notificada con SIETE (7) días

previos a dicha fecha.”

“Artículo 105. — A fin de resguardar la privacidad de la familia del interno y el

derecho de este a su intimidad e identidad y evitar la posible estigmatización, en ningún

caso se autorizarán entrevistas personales de estudiantes o profesionales, fuera de los

autorizados por este Reglamento y siempre que no se los exhiba públicamente o se publicite

su causa.”

“Cooperación de Voluntarios. Artículo 106. — La DIRECCION NACIONAL del SERVICIO

PENITENCIARIO FEDERAL promoverá la participación de cooperadores voluntarios para

desarrollar, de acuerdo al tipo de establecimiento y a la categoría de internos alojados,

actividades recreativas y culturales, utilizando todos los medios compatibles con el régimen

del establecimiento. El programa recreativo comprenderá prácticas deportivas,

preferentemente de equipo.”

“Artículo 107. — A los efectos del artículo anterior y ad referéndum de la SECRETARIA

DE POLITICA PENITENCIARIA Y DE READAPTACION SOCIAL, el Director Nacional del SERVICIO

PENITENCIARIO FEDERAL podrá celebrar convenios con universidades, institutos de

enseñanza de nivel terciario o instituciones científicas, culturales o deportivas, con

personería jurídica.”
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“Visitas de Asistencia Social. Artículo 108. — El interno individualmente podrá recibir

la visita de personas, de miembros de organismos oficiales o privados que posean personería

jurídica con el objeto especifico de favorecer sus posibilidades de reinserción social,

contribuir al amparo de su familia o atender a las necesidades morales y materiales

especialmente cuando carezca de familiares o estos se encontraren imposibilitados de

visitarlo. Su acción, en todos los casos, será coordinada por el servicio social del

establecimiento.”

“Artículo 109. — Los miembros de los organismos oficiales deberán acreditar, en

cada caso, su identidad personal, su pertenencia al mismo y el motivo de su visita.”

“Artículo 110. — Las organizaciones privadas cuyo objeto social encuadre

específicamente en lo previsto en el artículo 108 deberán inscribirse en un registro que

llevará la SECRETARIA DE POLITICA PENITENCIARIA Y DE READAPTACION SOCIAL. A tales

efectos deberán presentar la solicitud correspondiente acompañando: a) Copia certificada

de sus estatutos y de la resolución que le acuerda la personería jurídica; b) Copia certificada

de la memoria y balance del último ejercicio; c) Nómina actualizada de sus autoridades

indicando sus documentos de identidad; d) Actividades que se proponen desarrollar con el

interno; e) Nómina de las personas propuestas para entrevistar al interno, con indicación de

sus datos personales y calificación profesional.”

“Artículo 111. — Cuando la solicitud fuere resuelta favorablemente, se concederá

una autorización provisional para operar en un lapso de UN (1) año. A su término, previo
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informe fundado del Director Nacional del SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL podrá

concederse la acreditación definitiva.”

“Comunicaciones Telefónicas. Artículo 128. — La frecuencia de las comunicaciones

telefónicas y su duración, de acuerdo a la conducta del penado y al comportamiento del

procesado, serán fijadas en el Reglamento Interno de cada establecimiento según fuere su

régimen, el nivel de seguridad y las posibilidades de sus instalaciones específicas. En su caso

regirá lo dispuesto en los artículos 54, inciso d); 59 y 62 del REGLAMENTO DE DISCIPLINA

PARA LOS INTERNOS.”

“Artículo 129. — Estas comunicaciones se efectuarán exclusivamente mediante los

teléfonos públicos habilitados en el establecimiento entre las OCHO (8) horas y las VEINTE

(20) horas. En todos los casos, el importe será satisfecho por el interno.”

“Artículo 130. — El Director dispondrá que en el uso del servicio telefónico gocen de

prioridad: a) El interno cuyos familiares residan en localidades alejadas del país o no puedan

desplazarse para visitarlo; b) El interno que deba comunicarse por asuntos importantes y

urgentes, debidamente justificados, con familiares, abogados u otros.”

“Artículo 131. — El Reglamento Interno de cada establecimiento y las instrucciones

dictadas por el Director fijarán las reglas que el interno deberá observar para y durante las

comunicaciones.”

“Correspondencia. Artículo 132. — El interno podrá recibir y expedir a su costo

correspondencia sin censura y sin límites en cuanto a la cantidad. Las únicas restricciones
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

serán las previstas en los artículos 54, inciso e); 55, segundo párrafo; 59 y 62 en función del

artículo 19 in fine del REGLAMENTO DE DISCIPLINA PARA LOS INTERNOS.”

“Artículo 133. — Toda correspondencia que expida el interno se depositará en sobre

cerrado donde conste el nombre y apellido del remitente.”

“La correspondencia que ingrese o salga del establecimiento será registrada en un libro

habilitado a tal fin, donde constará: a) Nombre, apellido y dirección del destinatario o

remitente; b) Fecha de envió o de recepción; c) Nombre, apellido y firma del interno.”

“Artículo 134. — La correspondencia que reciba o remita el interno deberá ser

distribuida o despachada inmediatamente en días hábiles y dentro del horario que

establezca el Reglamento Interno de cada establecimiento y las instrucciones dictadas por el

Director.”

“Artículo 135. — La correspondencia dirigida al interno deberá ser abierta por el

destinatario en presencia del funcionario, sin perjuicio de haberla sometido, con

anterioridad, a censores u otros medios eficaces para detectar la posible introducción de

objetos o sustancias no autorizadas.”

“Artículo 136. — Cuando el Interno haya afectado o intente alterar el orden y

seguridad del establecimiento o se sospeche fehacientemente que hubiera impartido o

recibido instrucciones para la comisión de delitos mediante la correspondencia, el Director

podrá suspenderla informándolo de inmediato al juez competente con remisión de las piezas

correspondientes.”
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“Educación a Distancia. Artículo 137. — La correspondencia motivada por la

enseñanza a distancia se regirá por las normas que reglamenten el Capitulo VII de la LEY DE

EJECUCION DE LA PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD Nº 24.660.”

“Recepción de Paquetes. Artículo 138. — El interno podrá recibir paquetes

conteniendo artículos de uso y consumo personal cuyo ingreso se encuentre autorizado. Las

únicas restricciones serán las previstas en los artículos 54, inciso c); 58, primer párrafo y 60

del REGLAMENTO DE DISCIPLINA PARA LOS INTERNOS. Los paquetes serán abiertos por el

personal encargado de esta tarea, en presencia del destinatario. Los artículos autorizados

les serán entregados bajo constancia de recepción suscripta por el interno.”

“Artículo 139. — El ingreso de paquetes, por cualquier vía, se registrará en el libro

correspondiente. Cuando la entrega fuese realizada por el remitente, los paquetes serán

abiertos en su presencia por el personal a cargo de esa tarea, haciéndole entrega del recibo

pertinente con detalle de su contenido.”

“Artículo 140. — El Director dispondrá los días y horas habilitados para que los

familiares o allegados ingresen los paquetes para el interno. En cada caso se deberá

identificar fehacientemente al portador de los mismos y a su destinatario.”

“Artículo 141. — Los artículos cuyo ingreso no este autorizado quedarán en depósito

hasta que sean retirados por persona autorizada por el interno o hasta su egreso.”

“Artículo 142. — Si el paquete tuviere alimentos perecederos no autorizados, el

interno será notificado a fin de que los haga retirar dentro del plazo perentorio que se fije.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Vencido dicho plazo, los alimentos serán considerados abandonados, procediéndose en la

forma dispuesta en el artículo 143, previa notificación al interno.”

“Artículo 143. — Si a su egreso el interno no retirará de inmediato los artículos de su

pertenencia existentes en depósito será intimado fehacientemente para que lo haga. Si no lo

hiciere dentro de los SESENTA (60) días de notificado; se los considerará abandonados. El

Director podrá disponer su uso interno y si ello no fuera posible serán destruidos,

documentándose el procedimiento mediante acta.”

ARTICULO 161. — Las comunicaciones orales o escritas previstas en el artículo 160, sólo

podrán ser suspendidas o restringidas transitoriamente, por resolución fundada del director del

establecimiento, quien de inmediato, lo comunicará al juez de ejecución o juez competente. El

interno será notificado de la suspensión o restricción transitoria de su derecho.

Los antecedentes legislativos, según se indica en la documentación oficial de la labor

parlamentaria de la Ley 24660, se compone por la Ley de Ejecución de Pena de Brasil (art. 41.XV),

de Uruguay (art. 13) de España (LOGP, Art. 51.5), de Francia (CPP, Arts. D 414 y D 417), de Italia

(LEG, Art. 18), de Perú (CEP, Arts. 49 y 50) y de Ecuador (ANT, Arts. 63 y 64).

Los antecedentes, similitudes y divergencias en el derecho comparado son los mismos que

los señalados para el artículo anteriormente comentado.

Datos empíricos que confronten críticamente la dimensión del ser.

Sobre esto ya reseñamos los informes de la Procuración Penitenciaria de la Nación y de

otros organismos para verificar las carencias en materia de acceso al derecho a las comunicaciones

y en lo que sigue de comentario nos ocuparemos de las visitas y correspondencias, por lo que nos
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

remitimos a esos lugares específicos en honor a la brevedad, como así también en materia de

Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su

interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección Internacional y Regional, aplicables

al instituto en estudio

Propuesta de interpretación del texto legal.

Si bien confrontando tales datos empíricos, parámetros constitucionales e internacionales,

opiniones doctrinarias y jurisprudenciales, nos remitimos a todo lo dicho en el comentario al

artículo anterior por resultarle enteramente de aplicación, podemos agregar que el primer límite

que le impone la norma al Director al suspender o restringir las comunicaciones tiene que ver con

que no puede hacerlo de manera permanente o sine die, sino que sólo puede hacerlo

transitoriamente, lo cual obliga al Director a señalar expresamente en su resolución el tiempo

determinado de manera concreta por el cual el interno tendrá suspendido o restringido su

derecho, puesto que de otro modo se habilitará una discrecionalidad intolerable en términos de

arbitrariedad, e imposibilitará cualquier tipo de control del interno y su defensa y/o del Juez

competente, puesto que ninguno de ellos sabrá por cuánto tiempo estará suspendido o restringido

el derecho.

Ello se deriva del término “transitorio” que en el diccionario RAE, ya citado en varias

oportunidades aquí, significa en sus dos acepciones: “1. Adj. Pasajero, temporal. 2. Adj. Caduco,

perecedero, fugaz.”42 Ergo, la suspensión o restricción del derecho a la comunicación por vías

orales o escritas, para que cumpla con el requisito de transitoria, exigido expresamente en la

42
Diccionario de la lengua española, edición del tricentenario. Disponible en: http://dle.rae.es/?id=aKn6kLx
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

norma en comentario, debe contener la indicación concreta del plazo por el cual se impone, con

fecha y hora de inicio y fin. Esta indeterminación y el espacio de arbitrariedad que posibilita ya

había merecido críticas en la discusión parlamentaria de la norma43 y que López y Machado

entienden que quedó solucionado con el Decreto 1136/97 y con el de sanciones disciplinarias

18/97 que regula expresamente el procedimiento disciplinar, marco en el cual se encuentra

prevista la notificación al interno, la indicación de plazo, la notificación inmediata al Juez y el

recurso a fin de su revisión. A lo que agregamos que ello soluciona las cosas en el mundo del deber

ser, más en el del ser no aporta demasiada claridad para restringir el grado de arbitrariedad que

posibilita y que los servicios penitenciarios aprovechan asiduamente, muestra de ello son los

procesos disciplinares de larga duración en el tiempo, sin cumplimiento de los plazos legales,

algunos de los cuales suelen terminar sin adoptar temperamento disciplinario, y algunos de sus

efectos pueden verse los informes anuales de la PPN y del SNEEP.

El segundo límite impuesto por la norma al habilitar la suspensión o la restricción, se obliga

al Director a fundamentar de manera suficiente la necesidad, adecuación al caso, utilidad,

pertinencia y suficiencia de optar por una o por otra medida, teniendo especialmente en cuenta

siempre el principio de última ratio que lo obligará a considerar en primer lugar siempre la

restricción y como última medida la suspensión del derecho, todo lo cual es válido como exigencia

también para la elección del tiempo por el cual se impondrá la medida.

Respecto de la inmediatez como concepto jurídico indefinido, entendemos que suele

generar problemas derivados de la interpretación laxa del concepto, asimilado a las posibilidades

43
Antecedentes Parlamentarios LL., año III, N° 9, p{ag. 66. Citado por López y Machado, ob.cit. pág. 385.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de la utilización de un tiempo prudencial para formalizar la comunicación al Juez competente, lo

cual suele derivar en cuestiones administrativas burocráticas estandarizadas que dan trámite a

estas cuestiones de manera similar a cualquiera de mero trámite sin urgencias, por lo cual se suele

tardar más tiempo que el comprendido en las restricciones impuestas (por ejemplo, se aísla

provisionalmente a internos por cuestiones disciplinares y se los priva de toda comunicación o se

las limita a un llamado diario, por un lapso de 3 días y se comunica al Juez a los 4 o 5 días o más) y

si a ello se suman los escasos recursos destinados para esos efectos, y sin tener en cuenta las

posibilidades de utilizar tecnologías actuales para las comunicaciones inmediatas, el panorama en

la práctica suele ser de grandes dilaciones que tornan en abstracto el control judicial efectivo

(materialmente posible y decisivo para la situación), oportuno (mientras sucede la limitación del

derecho) y pertinente (adecuado a lo que el caso demande para su control y decisión) sobre las

restricciones impuestas administrativamente sobre los derechos de los internos, quizá también de

manera estratégica (para disciplinar).

Según la expresión del término “de Inmediato” en el diccionario de la Real Academia

Española significa “Inmediatamente” y la definición para esta palabra es en sus dos acepciones “!.

Adv. Sin interposición de otra cosa. 2. Adv. Ahora, al punto, al instante.” 44 Por ende, el deber del

Director del establecimiento penal ante una restricción al derecho del interno sobre sus

comunicaciones orales y/o escritas, consiste en la comunicación al Juez de ejecución o competente

sin ninguna interposición de otro trámite, actuación o actividad de la índole que sea, y para ello

44
Diccionario de la Lengua Española, Edición del Tricentenario. Disponible en: http://dle.rae.es/?id=Le5i92Y
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

debe maximizar la utilización de todas las tecnologías disponibles, por lo cual cualquier dilación,

sea cual sea el motivo, lo hace incurrir en incumplimiento de los deberes a su cargo.

Pero antes de la afectación al derecho, el artículo incluye una orden inevitable para el

Director, quien según la letra de la norma en comentario es el facultado para limitar el derecho, e

inescindible de cualquier decisión administrativa o jurisdiccional que produzca la limitación o

restricción de un derecho de una persona, mucho más como en el caso que se trata de personas a

disposición del Estado por encontrarse privadas de su libertad. Nos referimos a la exigencia legal

de que la decisión que suspenda o restrinja el derecho a la comunicación sea mediante resolución

fundada.

Esta obligación obliga a la fundamentación de esa orden particular obligatoria para los

administrados que configura toda resolución, y esa fundamentación debe contener todos los

requisitos necesarios para configurar una derivación razonada del derecho vigente, como ha

sostenido reiteradamente la CSJN en materia de arbitrariedad, a fin de poder sostener la validez de

una decisión administrativa o jurisdiccional.45

Pero en lo específicamente atinente a la exigencia de fundamentar las decisiones en el

ámbito del derecho al debido proceso adjetivo, podemos traer a colación lo siguiente de Ezequiel

Cassagne quien afirma que: “El principio del debido proceso adjetivo es una expresión de la

garantía de derecho de defensa consagrada en el artículo 18 de nuestra Constitución Nacional, y de

45
Fallos 339:1448 ”Recurso de hecho deducido por el Fiscal General ante la Cámara Federal de Casación Penal en la
causa Farifia Acosta, Jorge Darío s/abuso sexual (art. 119, primer párrafo)". CSJN 11/10/2016, con cita de Fallos
313:1223; 320:2089; 323:1449; 324:3612 y CSJ 83/2013 (49-A)/CS1 "Albarenque, Claudia Dario s/ causa n° 115.904",
resuelta el 19 de mayo de 2015.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la tutela judicial efectiva reconocida en los artículos 8 y 25 de la Convención Americana sobre

derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), en los artículos 2, inc. 3, y 14 del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y en el artículo 10 de la Declaración Universal de

Derechos Humanos, todos con jerarquía constitucional conforme lo establece expresamente

nuestra propia carta fundamental (artículo 75, inciso 22)… El deber de emitir una decisión

administrativa fundada encuentra también su cimiento en la obligación de que todo acto contenga

una motivación, por medio de la cual se exprese en forma concreta las razones que llevan al órgano

administrativo a emitir dicho acto, sustentándose en los antecedentes de hecho y de derecho que le

sirvieron de causa. (3) En este entendimiento, una decisión que debe resolver una petición de un

particular deberá valorar — y expresar— como antecedentes los hechos y el derecho aplicable, así

como también las peticiones del © Thomson La Ley 2 administrado. Pero, como sostiene Coviello,

cuando se hace referencia al derecho a una decisión fundada, “con ello no es que sólo nos estamos

refiriendo a la motivación del acto administrativo como elemento esencial de él. Antes bien, ello

apunta a algo más elevado: la forma republicana de gobierno o sana democracia significa que los

poderes públicos — todos— deben dar razón de sus decisiones (4).”46

Y por último, entendemos que el mismo requisito de inmediatez del que hablamos antes es

exigido para la notificación del interno a quien se le suspenden o restringen sus comunicaciones,

debido que de no entenderse de ese modo el último párrafo del artículo en comentario, se habilita

una discrecionalidad sumamente peligrosa para el ámbito penitenciario, consistente en no contar

46
Cassagne, Ezequiel “El control de la inactividad formal de la administración”, p.1. Disponible en:
http://www.cassagne.com.ar/publicaciones/El_control_de_la_inactividad_formal_de_la_administracion.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

con ningún plazo para notificar al interno de la suspensión o restricción de un derecho que le

pertenece, lo cual puede obstaculizar todo tipo de ejercicio del derecho de defensa material,

incumplir con las formas sustanciales del debido proceso adjetivo administrativo obstaculizando la

posibilidad recursiva, e impedir materialmente la intervención del defensor del interno cuyos

derechos se limitan, todo lo cual, claramente dejaría en una situación de indefensión total, o al

menos oportuna si se entiende que la notificación puede hacerse durante o aún después del

cumplimiento de la medida tornándose abstracta cualquier tipo de articulación en su contra, lo

cual no puede ser suplido por el conocimiento por parte del Juez competente de la medida

impuesta, pues si bien es quien tiene el deber de realizar el control judicial en el ámbito de la

ejecución de la pena privativa de la libertad (Art. 3 de la LEP), de ningún modo puede ejercer el

derecho de defensa en juicio del condenado, ni en términos formales ni materiales, lo cual debe

ser siempre garantizado por mandato constitucional (Art. 18 CN) y legal (Art. 6 de la LEP)

ARTICULO 162. — El visitante deberá respetar las normas reglamentarias vigentes en la

institución, las indicaciones del personal y abstenerse de introducir o intentar ingresar elemento

alguno que no haya sido permitido y expresamente autorizado por el director. Si faltaren a esta

prescripción o se comprobare connivencia culpable con el interno, o no guardare la debida

compostura, su ingreso al establecimiento será suspendido, temporal o definitivamente, por

resolución del director, la que podrá recurrirse ante el juez de ejecución o el juez competente.

Antecedentes legislativos e historia del instituto.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Los antecedentes legislativos, según se indica en la documentación oficial de la labor

parlamentaria de la Ley 24660, se compone por el artículo 76 de la RPN y el artículo D 404 de la ley

de ejecución francesa.

Antecedentes, similitudes y divergencias en el derecho comparado.

En la actualidad las similitudes con la legislación comparada es llamativa, hasta el punto de

contar casi con la misma redacción en algunos casos, y para ello pueden tomarse como ejemplos,

los artículos 134 del Código de Ejecución Penal de Paraguay, 103 in fine y 108 de la Ley de Bolivia y

13 de la Ley Uruguaya, en el marco del MERCOSUR, pero también de las legislaciones europeas de

los países de los cuales provienen las doctrinas y aportes teóricos, prácticos y jurisprudenciales que

mayormente suelen ser citados por la producción científica y jurisprudencial local en el marco del

Derecho Penal y del derecho de Ejecución Penal en particular, por ejemplo, la ley Española (Arts.

45/49) y la Ley Alemana (Art. 27), aunque en estos casos las restricciones a estos derechos no

están completamente derivadas a los reglamentos y tampoco están establecidas en una norma

genérica como en Argentina, sino en cada artículo sobre el final de su redacción se destaca el

modo en que puede restringirse o prohibirse sin desvirtuar el derecho.

Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su

interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección Internacional y Regional,

aplicables al instituto en estudio.

Reglas Mandela.

“Regla 61”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“1. Se facilitarán a los reclusos oportunidades, tiempo e instalaciones adecuadas para

recibir visitas de un asesor jurídico o proveedor de asistencia jurídica de su elección, entrevistarse

con él y consultarle sobre cualquier asunto jurídico, si demora, interferencia ni censura y en forma

plenamente confidencial, de conformidad con la legislación nacional aplicable. El personal

penitenciario podrá vigilar visualmente las consultas, pero no podrá escuchar la conversación. 2. Si

un recluso no habla el idioma local, la administración del establecimiento penitenciario le facilitará

el acceso a los servicios de un intérprete independiente y calificado.”

“Depósito de objetos pertenecientes a los reclusos.”

“Regla 67”

“1. Cuando el recluso ingrese en prisión, todo el dinero, los objetos de valor, la ropa y otros

efectos personales que el reglamento no le autorice a retener serán guardados en un lugar seguro.

Se hará un inventario de todo ello, que el recluso firmará. Se tomarán las medidas necesarias para

que dichas pertenencias se conserven en buen estado.”

“2. Los objetos y el dinero pertenecientes al recluso le serán devueltos en el momento de su

puesta en libertad, con excepción del dinero que se le haya autorizado a gastar, de los objetos que

haya remitido al exterior, con la debida autorización, y de la ropa cuya destrucción se haya

estimado necesaria por razones de higiene. El recluso firmará un recibo de los objetos y el dinero

restituidos.”

“3. El dinero o los objetos enviados al recluso desde el exterior serán sometidos a las mismas

reglas.”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“4. Si el recluso lleva consigo drogas o medicamentos en el momento de su ingreso, el

médico u otro profesional de la salud calificado decidirá el uso que se hará de ellos.”

“3. Los reclusos tendrán acceso a asistencia jurídica efectiva.”

“Regla 74”

“1. La administración penitenciaria seleccionará cuidadosamente al personal de todos los

grados, puesto que de la integridad, humanidad, aptitud personal y capacidad profesional de dicho

personal dependerá la buena dirección de los establecimientos penitenciarios.”

“2. La administración penitenciaria se esforzará constantemente por despertar y mantener,

en el espíritu del personal y en la opinión pública, la convicción de que la función penitenciaria

constituye un servicio social de gran importancia y, al efecto, utilizará todos los medios apropiados

para informar al público.”

“3. Para lograr los fines mencionados será indispensable que los miembros del personal

penitenciario sean profesionales contratados a tiempo completo con la condición de funcionarios

públicos y, por tanto, con la seguridad de que la estabilidad en su empleo dependerá únicamente

de su buena conducta, de la eficacia de su trabajo y de su aptitud física. La remuneración del

personal deberá ser suficiente para obtener y conservar los servicios de hombres y mujeres capaces.

Las prestaciones laborales y condiciones de servicio serán favorables, teniendo en cuenta el difícil

trabajo que desempeñan.”

“Regla 77”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Todo el personal penitenciario deberá conducirse y cumplir sus funciones, en toda

circunstancia, de manera que su ejemplo inspire respeto y ejerza una influencia beneficiosa en los

reclusos.”

“Regla 88”

“1. En el tratamiento de los reclusos no se recalcará el hecho de su exclusión de la sociedad,

sino, por el contrario, el hecho de que continúan formando parte de ella. Con ese fin se buscará, en

lo posible, la cooperación de organismos de la comunidad que ayuden al personal del

establecimiento penitenciario en la tarea de reinsertar a los reclusos en la sociedad.”

“2. Cada establecimiento penitenciario contará con la colaboración de trabajadores sociales

encargados de mantener y mejorar las relaciones del recluso con su familia y con los organismos

sociales que puedan serle útiles. Se adoptarán medidas para proteger, en la medida en que ello sea

compatible con la ley y con la pena impuesta, los derechos relativos a los intereses civiles, la

seguridad social y otras prestaciones sociales de los reclusos.”

Conjunto de Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier

forma de detención o prisión.47

“Visitas: Principio 19: Toda persona detenida o presa tendrá el derecho de ser visitada, en

particular por sus familiares, y de tener correspondencia con ellos y tendrá oportunidad adecuada

de comunicarse con el mundo exterior, con sujeción a las condiciones y restricciones razonables

determinadas por ley o reglamentos dictados conforme a derecho.”

Propuesta de interpretación del texto legal.

47
(Adoptado por la Asamblea General en su resolución 43/173, de 9 de diciembre de 1988)
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En relación a los deberes que surgen de la norma en comentario para las personas

visitantes de otras privadas de la libertad, entendemos que la norma de fondo es tan laxa que todo

lo esencial ha quedado derivado en la reglamentación y ni siquiera sólo en la reglamentación de la

norma de fondo, sino delegada al ámbito de discrecionalidad del Director del SPF, de los directores

de las unidades penitenciarias y hasta del personal que actúe en el momento de las visitas, por lo

cual, entendemos que deben maximizarse las posibilidades de reducción de la arbitrariedad que se

habilita, mediante diferentes mecanismos, como pueden ser la exigencia de comunicación previa y

detallada por escrito de manera concreta sobre todas las reglas aplicables a una visita, entrega de

productos o enseres, etcétera, como así también la protocolización de actuaciones para el caso de

que se presenten urgencias, imprevistos, incidentes, etcétera a fin de que los visitantes sepan

cómo actuar, cómo no hacerlo, qué conductas tomar ante cada caso, por ejemplo ante disturbios,

peleas, incendio u otro estrago que pueda producirse de manera imprevista, como así también

contar con recursos disponibles para resolver diferencias de criterios con los agentes del SPF,

actividades que puedan considerarse permitidas o sean limítrofes con las no permitidas.

Un recurso válido para el control oportuno debe ser la posibilidad de contacto inmediato

con el Juez de Ejecución o competente a fin de que controle judicialmente (Art. 3LEP) lo dispuesto

desde el SPF y pueda adecuar la situación a la normativa aplicable, más no establecer una mera

posibilidad recursiva, como lo hace el reglamento, sin siquiera indicar plazos, modalidades,

suspensión de las decisiones o no, y demás cuestiones esenciales en materia recursiva, pues puede

verse en la práctica un sin número de conflictos que casi nunca llegan a resolverse de modo

oportuno, puesto que, por ejemplo, quien viaja muchos kilómetros de distancia para visitar a un
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ser querido privado de su libertad y al llegar le aducen que no puede ingresar por su vestimenta o

falta de algún trámite administrativo o documentación, o no le permiten ingresar los enseres que

lleva, o se los rompen o destrozan haciéndolos inutilizables, generalmente no cuenta con un

recurso efectivo e inmediato para revertir la situación, quedándole la mera queja posterior, o

reclamo ante la autoridad judicial que resulte competente, recibiendo tratamiento, abordaje y

resolución mucho tiempo después cuando ya la visita o la entrega de vestimenta o enseres fue

obstaculizada.

Otra posibilidad, quizá más concreta por la proximidad de sus oficinas a disposición, debería

ser la procuración penitenciaria de la nación, a la cual deberían poder acudir de inmediato los

familiares y los propios internos en pos de la salvaguarda de los derechos que venimos comentado,

aunque este organismo resulta aún embrionario en su posicionamiento en y ante el SPF, y las

respuestas suelen burocratizarse también al igual que en los poderes judiciales, por lo cual

tampoco se cuenta en todas las unidades con una capacidad de resolución oportuna de los

conflictos que se generan al momento de las visitas o presentación o retiro de encomiendas Otras

alternativas pueden ser el recurso jerárquico administrativo o la apelación directa al juez de

ejecución como marca el decreto reglamentario, con aplicación analógica del procedimiento de

apelación para cuando este recurso está previsto en el reglamento de disciplina para los internos

por resultar cuestiones equiparables, incluso la suspensión de visitas está prevista dentro de ese

régimen como sanción ante determinadas infracciones (Art. 19.d del Dec. 18/97).

Ahora bien, más allá de las alternativas propuestas y de las soluciones administrativas a

cargo del superior jerárquico al Director, como las soluciones judiciales a cargo del Juez de
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Ejecución ante el recurso del visitante “sancionado” no podemos dejar de manifestar nuestro

desacuerdo con la conclusión de López y Machado de que la previsión del artículo 27 in fine del

reglamento que faculta al visitante a recurrir la suspensión de la visita, no sea aplicada porque el

interno ya cuenta con una posibilidad recursiva en el artículo 4, inc. a.48, puesto que el fin de la

dogmática penal debe ser el afianzamiento del estado constitucional de derecho y donde las

normas estipulan un derecho, la doctrina debe compatibilizarlo constitucionalmente con otras

normas a fin de demostrar su utilización, minimizar la posibilidad de arbitrariedad administrativa y

judicial mediante el aporte de definiciones y mecanismos precisos, y no como hacen los autores de

mención concluyendo en que se deje sin aplicación. Es más, el consejo debería ser de adecuación

normativa para su aclaración y definición de los pasos, modos, autoridades competentes, plazos,

etcétera para el recurso previsto de manera deficiente en favor de quien visita una cárcel.

Ahora como bien lo dispone el decreto reglamentario que a continuación transcribimos, el

mandato al visitante sobre que “deberá respetar las normas reglamentarias vigentes en la

institución” tiene como contrapartida previa la obligación de informarlas de manera completa y

precisa, y abstenerse de implementar cualquier modificación o diseñar normas nuevas sin que

puedan conocerlas antes quienes terminan siendo los destinatario de las posibles sanciones, todo

lo cual se deriva del más mínimo debido proceso adjetivo en el ámbito sancionatorio, sea

administrativo o judicial.

En lo que entendemos un exceso de laxitud en el ámbito de la habilitación de

discrecionalidad en manos del personal penitenciario al obligar al visitante a cumplir con “las

48
López y Machado, ob.cit. pág. 387.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

indicaciones del personal”, como ya dijimos sería necesario reducir las arbitrariedades mediante

una precisión normativa más eficiente en términos de previsibilidad de las directivas y restricciones

posibles, y/o también asegurar sistemas de control externo al SPF (judicial y de la PPN), además de

exigir un mínimo de racionalidad y fundamentación como a cualquier acto de gobierno, por

mandato constitucional (Arts. 1, 18, 19 y 75.22 de la CN)

En cuanto al mandato que sigue a continuación, de “abstenerse de introducir o intentar

ingresar elemento alguno que no haya sido permitido y expresamente autorizado por el director”,

debemos hacer la misma reserva puesto que el espacio discrecional que se habilita muestra

claramente que en todo este capítulo se ha dado prioridad a la seguridad en el penal y a la

habilitación del mayor poder discrecional que se pudo en pos del control de todo lo que ingresa y

egresa a las unidades penitenciarias, por sobre los derechos de las personas privadas de su libertad

y de quienes los visitan. Pero además abre el arco necesario para la generación de grandes

espacios de corrupción con uno de los derechos más sensibles en el ámbito penitenciario como el

contacto de las personas privadas de la libertad con sus familias y seres queridos, espacio de

corrupción que en grandes niveles no es desaprovechado por el SPF, de lo cual da cuenta en cada

informe anual de la PPN49, pero que cualquiera que recorra mínimamente durante algún tiempo

las cárceles argentinas puede verificar de manera palmaria, como así también accediendo a las

historias narradas en las páginas que aglutinan a familiares de personas privadas de la libertad

como la ACiFaD (Asociación de Familiares de Detenidos en Cárceles Federales)50.

49
Ver informe de la PPN, año 2015, págs.. 401 y ss.
50
Cuyo blog es http://familiaresdedetenidos.blogspot.com.ar/
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por último, la precisión normativa derivada del principio de legalidad constitucional (Arts.

16 y 75.22CN, 9CADH y 14.1 del PIDCP) que venimos exigiendo, se completa con las posibilidades

sancionatorias a cargo del Director del penal en que sucedan los hechos, habilitando la norma a

que “Si faltaren a esta prescripción o se comprobare connivencia culpable con el interno, o no

guardare la debida compostura, su ingreso al establecimiento será suspendido, temporal o

definitivamente, por resolución del director, la que podrá recurrirse ante el juez de ejecución o el

juez competente.”

Puede verse muy claramente que la norma carece hasta de una mínima precisión y torna en

enteramente arbitraria y delegada a la mera subjetividad de quien aplique el reglamento la

resolución de la permisión, suspensión o restricción de los derechos comprendidos en este

capítulo, puesto que además de las pocas conductas transgresoras de la norma estipuladas

expresamente en ella y en el decreto reglamentario, habilita facultades restrictivas mediante la

utilización términos abiertos, ambiguos y anfibológicos como “guardare la debida compostura”,

que a modo de cláusula genérica permite su llenado con cualquier tipo de conducta que el

Director, por los motivos que sea, lícitos o ilícitos, entienda que debe limitar o restringir el derecho

en ciernes, como así tampoco precisa por cuánto tiempo puede suspenderse el ejercicio del

derecho, dotándolo así de una laxitud imposible de precisar de manera anticipada.

Por ende el visitante no sólo que no conoce con precisión lo que está permitido y lo que

está sancionado en el marco de las visitas, sino que tampoco siquiera puede conocer la magnitud

de la sanción que le pueden imponer para no permitir su visita, y por último, ni siquiera sabe a

ciencia cierta cuál es el modo que tiene para asegurar su derecho al doble conforme en esta
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

especie de “anormal” proceso administrativo sancionatorio que le reconoce un recurso ante el juez

de ejecución o competente pero no establece los medios, plazos, formas, etcétera para ello. Por lo

cual, ante las imprevisiones normativas, lo que sucede habitualmente es que se recurra al habeas

corpus, lo cual es quizá lo más adecuado para lograr un control oportuno y que pueda ser eficaz

sobre el derecho en juego, o se acuda posteriormente al juzgado de ejecución competente en la

pena del interno a ser visitado, pero ello ya no resuelve de modo oportuno la visita o entrega de

pertenencias que fuera obstaculizada o restringida.

Necesario nos es recordar una vez más, que “El trato punitivo para con los privados de la

libertad no reconoce las reglas del Estado de Derecho, sino que se rige con las reglas del Estado de

policía, privando a los presos de su condición de personas.”51, y muestra de ello son este tipo de

normas como la que comentamos, cuando lo adecuado a un pretendido estado constitucional de

derecho como el argentino implicaría que “…la tarea debería estar orientada a reconvertir el

espacio carcelario en un espacio donde exista el control del derecho. Es decir, dejar de lado esa

sujeción de tipo administrativo para lograr la revalorización de los derechos y el control del derecho

de ese ámbito. En definitiva, la construcción del ciudadano y la pugna por el respeto a todos sus

derechos fundamentales.”52

En esta lógica y en función del único fin jurídicamente legitimado de la pena privativa de la

libertad (reinserción social) es que deben entenderse las normas en comentario, para, desde esa

51
Zaffaroni, Eugenio, R., "El enemigo en el Derecho Penal", Ed. Ediar, Buenos Aires, 2006, ps. 12/13.
52
Cejas Meliare, Ariel y Lauro, Mariana Cecilia “Arbitrariedades del Reglamento de Modalidades Básicas de la
Ejecución a la luz de la ley 24660, p. 2. Thomson Reuters. Cita online: AP/DOC/3498/2012
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óptica, reducir al mínimo posible el ámbito de arbitrariedad que se habilita y ampliar al máximo

posible las posibilidades de contacto de las personas privadas de su libertad con el mundo exterior

y fundamentalmente con sus familiares, allegados y asesores jurídicos y diplomáticos, teniendo

siempre en miras el fundamental aporte que ello significa al mantenimiento de la vinculación social

como así también desde allí poder trabajar en la reducción de los ámbitos vulnerables de los

seleccionados por el sistema penal en pos de la integración comunitaria de esos individuos

desplazados e incluidos en espacios de instituciones totales con reglas de una sociedad ficticia que

en nada o muy poco se parece al ámbito de la convivencia social a la cual deberán regresar con

aspiraciones personales de integración y desarrollo en algún momento de sus vidas, más allá o más

acá en el tiempo dependiendo de la duración de sus penas, pues el entendimiento y trabajo

constante desde esas lógicas permitirá la deconstrucción del derecho de policía, autoritario,

premial, verticalista, subterráneo y oscuro que impera en todo lo penitenciario, más allá de las

normas formales.

Como corolario diremos que en el ámbito interpretativo y de las prácticas en los contextos

en los cuales las normas en comentario pueden incidir, entendemos que debe privilegiar siempre

el fin expresado por el legislador en el artículo 5º del Decreto 1136/97, en cuanto pone en cabeza

de los agentes penitenciarios el deber de facilitar y estimular el contacto del interno con sus

familiares, y por ende, la obligación de no impedir u obstaculizar dicho contacto.

Reglamentación administrativa del texto legal, o bien estructuras institucionales o

administrativas diseñadas para la implementación de la norma.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Además de los artículos ya reseñados en el comentario al artículo anterior resultan

aplicables aquí los siguientes artículos que, en lo esencial, reseñan los derechos y deberes

fundamentales a la hora del desarrollo de una visita, según lo prescribe el reglamente aplicable

(Decreto 1136/97).

“Derechos y Deberes de los Visitantes. Artículo 21. — El visitante tendrá derecho a: a)

Acceder a la visita sin otras limitaciones que las contenidas en este Reglamento, en el Reglamento

interno de cada establecimiento y en las instrucciones dictadas por el Director en su consecuencia;

b) Recibir información clara y precisa sobre los requisitos que debe cumplir para acceder a la visita,

las normas que deberá observar, la nómina de objetos y/o elementos que puede llevar al interno y

la forma en que estos deben ser presentados para facilitar su registro sin que sean dañados; c)

Peticionar ante el Director el ingreso de objetos y/o elementos no previstos en la nómina

autorizada en forma general; d) Solicitar se lo exceptúe de los procedimientos de registro personal,

sin que ello implique supresión del examen de visu de su persona y vestimenta, ni del empleo de

censores no intensivos u otras técnicas no táctiles apropiadas y eficaces. En tal supuesto la visita

sólo podrá ser realizada sin contacto con el interno, en locutorio o, si lo permiten las instalaciones

del establecimiento, en lugar acondicionado para ello; e) Recurrir ante el Director Nacional del

SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL, dentro de las CUARENTA Y OCHO (48) horas de notificadas las

resoluciones del Director del establecimiento que puedan afectar sus legítimos intereses.”

“Artículo 22. — Constituyen deberes del visitante: a) Respetar las normas contenidas en el

presente Reglamento, en el Reglamento Interno y en las instrucciones dictadas por el Director en su

consecuencia; b) Respetar el orden del establecimiento; c) Observar el horario fijado para su


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ingreso y egreso; d) Presentarse sobrio, aseado y adecuadamente vestido; e) Presentar

documentación y suministrar información fidedignas para los trámites de visita; f) Abstenerse de

ingresar equipos móviles o elementos de comunicación personal o los destinados al

almacenamiento, captación o reproducción de imágenes, sonidos o textos; g) Abstenerse de

introducir o sacar objetos, elementos o sustancias no autorizados expresamente; h) Respetar la

prohibición de fumar en lugares no autorizados; i) Guardar corrección en el trato con el personal

penitenciario y con terceros; j) Resguardar las instalaciones y el mobiliario del establecimiento y

cualquier elemento provisto o facilitado para la visita; k) Acatar las directivas que el personal

imparta para el desarrollo de la visita; l) Mantener la higiene del sector destinado a la visita; m)

Respetar la seguridad del establecimiento y no realizar actos que puedan derivar en indisciplina,

evasión o fuga; n) Adecuar su comportamiento de manera que no ofenda al orden o a la moral

pública.”

Y por último, para el caso de que se trate de niñas/os y adolescentes el artículo 29 del

Decreto citado dispone que:

“Artículo 29. — La visita del menor se ajustará a las siguientes reglas: a) El menor de hasta

DOCE (12) años de edad sólo podrá ingresar acompañado por un familiar o persona designada por

su madre, padre o tutor. Esta visita se hará en días y horas especialmente habilitados para este tipo

de visitantes, y en un lugar que, en la medida de lo posible, evite al niño la vivencia del ámbito

carcelario; b) El menor entre DOCE (12) y DIECIOCHO (18) años de edad deberá ingresar con la

visita correspondiente a su sexo, acompañados por un familiar o una persona designada en forma
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

fehaciente por su madre, padre o tutor, o autorizada por juez competente; c) El menor entre

DIECIOCHO (18) y VEINTIUN (21) años de edad, podrá ingresar solo.”

Éste último inciso está claramente al margen de la CIDN (art. 1) y del Código civil y

Comercial de la Nación (Art. 25) que de manera conteste establecen la mayoría de edad a los 18

años, por lo cual la denominación de menor para quienes tienen entre 18 y 21 años va en contra de

la legislación de fondo y la convencional, ergo, debe ser declarada anticonvencional e

inconstitucional, o directamente desecharse y tenerse por no escrita y por ende, no puede

requerirse ningún requisito diferente al de las personas adultas.

ARTICULO 163. — El visitante y sus pertenencias, por razones de seguridad, serán

registrados. El registro, dentro del respeto a la dignidad de la persona humana, será realizado o

dirigido, según el procedimiento previsto en los reglamentos por personal del mismo sexo del

visitante. El registro manual, en la medida de lo posible, será sustituido por sensores no

intensivos u otras técnicas no táctiles apropiadas y eficaces.

Antecedentes legislativos e historia del instituto.

Los antecedentes legislativos, según se indica en la documentación oficial de la labor

parlamentaria de la Ley 24660, se compone por lo siguientes: ONU-RM 37; CE-RM 37, CE_RPE 43.1,

leyes de ejecución de España art. 23, de Francia art. D406, de Italia art. 34 y del reglamento 69, y

de Ecuador art. 23.

Antecedentes, similitudes y divergencias en el derecho comparado.

En la actualidad las similitudes con la legislación comparada es llamativa, hasta el punto de

contar casi con la misma redacción en algunos casos, y para ello pueden tomarse como ejemplos,
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los artículos 135 del Código de Ejecución Penal de Paraguay, 107 de la Ley de Bolivia y 13 de la Ley

Uruguaya, en el marco del MERCOSUR, pero también de las legislaciones europeas de los países de

los cuales provienen las doctrinas y aportes teóricos, prácticos y jurisprudenciales que

mayormente suelen ser citados por la producción científica y jurisprudencial local en el marco del

Derecho Penal y del derecho de Ejecución Penal en particular, por ejemplo, la Ley Alemana (Arts.

24.3, 27).

Datos empíricos que confronten críticamente la dimensión del ser.

En el informe anual 2015 de la Procuración Penitenciaria de La Nación que ya hemos citado

en otras oportunidades en este aporte, se describe a páginas 400/406 un relevamiento realizado

sobre las cárceles federales metropolitanas, en relación a las restricciones, impedimentos y demás

obstáculos en los registros a visitantes, que configuran reales vulneraciones a los derechos de

visitantes y visitados, como así también excesos rigurosos pero sistemáticos en los registros y

requisas a personas que visitan a quienes se encuentran privados de su libertad: “la experiencia

acumulada de la Procuración Penitenciaria de la Nación en sus inspecciones a centros de detención,

y particularmente en el monitoreo sobre el desarrollo de las jornadas de visitas, demuestra que no

prima la lógica de favorecer las relaciones familiares. Por el contrario, muy frecuentemente la

administración penitenciaria antepone criterios de seguridad en detrimento del derecho de las

personas presas a recibir visitas, o bien simplemente desatiende su obligación de allanar el camino

de los visitantes a fin de propiciar la continuidad de los vínculos. Como ejemplo de ello, pueden

mencionarse diferentes prácticas desplegadas regularmente por la administración penitenciaria:

procedimientos abusivos en el registro de los visitantes y de los paquetes que ingresan; solicitud de
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

excesivos e interminables requisitos y condiciones para autorizar su ingreso; falta de información

clara y precisa sobre las condiciones para el ingreso –acerca de la documentación a presentar, los

días y horarios de visitas, los productos permitidos, etc.–; y malas condiciones materiales de los

lugares destinados a la espera de los visitantes y de los salones en donde se mantienen las visitas.”

“Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza. En noviembre de 2015 se efectuó un nuevo

relevamiento sobre el ingreso de los visitantes al Complejo, esta vez en función de una medida de

fuerza y de reclamos efectuados por los detenidos de la Unidad Residencial III y del Centro

Universitario de Ezeiza por las demoras en el ingreso de los visitantes a los salones de visita. En esa

oportunidad se recibieron reclamos por parte de los visitantes respecto a las importantes dilaciones

registradas previo a su ingreso. Esta situación provoca que quienes acuden a visitar a una persona

detenida en el complejo, deban disponer de un día completo para ello.”

“Otra cuestión que volvió a constatarse es la falta de información que se brinda a los

visitantes acerca de qué productos se encuentran autorizados a ingresar y cuáles están prohibidos.

En tal sentido, los familiares y amigos consultados refirieron que ellos mismos circulan esta

información, aunque el criterio para el ingreso de la mercadería varía según los funcionarios de

turno. También señalaron que el personal rompe los alimentos al momento del control, y que son

revisados de manera inapropiada.”

“Acerca de las inspecciones corporales, se verificó un doble registro –a través del escáner y

manual–. Al respecto, los agentes de la División Control y Registro afirmaron que los equipos

electrónicos eran un “complemento” de los registros manuales, y que la Guía de detección de

trazas, aprobada y publicada en el Boletín Público Normativo Nº 269, indicaba que la sustitución de
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

los registros manuales por los electrónicos sería un proceso paulatino. De este modo, justificaron la

realización de requisas manuales tanto para las inspecciones corporales como de la mercadería.

Por otra parte, el día en que se efectuó el monitoreo no se encontraba operando el escáner

corporal, argumentado en un problema de software.”

“Un emergente del monitoreo ha sido el pésimo estado de limpieza de los baños ubicados

fuera del sector de ingreso destinados a ser utilizados por los visitantes mientras aguardan el inicio

de los controles –cabe destacar que la espera en este sector suele prolongarse por varias horas–.

Esto fue advertido a las autoridades, quienes señalaron que los detenidos limpian los baños por la

tarde, luego de que finaliza el horario de visita. Manifestaron que ellos mismos han solicitado en

varias oportunidades la contratación de un servicio de limpieza privado que se ocupe de esta

tarea.”

“Al mes siguiente se desarrolló una inspección de las habitaciones destinadas a las visitas

íntimas de la Unidad... Efectivamente se constató que las habitaciones se encontraban

deterioradas, principalmente en lo que respecta a las instalaciones sanitarias, hallándose la grifería

rota, los pisos inundados y las rejillas obstruidas con basura. También los colchones exhibían un

deplorable estado. Una de las habitaciones tampoco contaba con luz artificial, mientras el ingreso

de luz natural resultaba nulo. Respecto a la ventilación de estos espacios, debe recalcarse que se

trata de habitaciones ubicadas en el corredor de un salón de visitas sin salida al exterior. Solamente

cuentan con pequeñas aberturas en las puertas por lo que la circulación de aire natural es

prácticamente inexistente.”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“La problemática del mantenimiento de los sectores destinados a las visitas no resulta una

novedad. A principios del 2013 desde esta Procuración Penitenciaria ya se habían advertido

condiciones inapropiadas en estos espacios”

Si bien el informe continúa con otros complejos penitenciarios, las circunstancias

constatadas se replican por lo cual entendemos que es suficiente con esa referencia, resultando

generalizadas las constataciones también a las demás unidades penitenciarias federales del país.

Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su

interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección Internacional y Regional,

aplicables al instituto en estudio

Convención Americana de Derechos Humanos

“Artículo 5. Derecho a la Integridad Personal”

“1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.”

“2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o

degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad

inherente al ser humano.”

“3. La pena no puede trascender de la persona del delincuente.”

“6. Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la

readaptación social de los condenados.”

Reglas Mandela

“Regla 60”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“1. Para que un visitante sea autorizado a entrar en un establecimiento penitenciario

deberá prestar su consentimiento a ser registrado. El visitante podrá retirar su consentimiento en

cualquier momento, en cuyo caso la administración penitenciaria le podrá denegar el acceso.”

“2. Los procedimientos de registro y entrada no podrán ser degradantes para los visitantes y

se regirán por principios cuando menos tan protectores como los que figuran en las reglas 50 a 52.

Se evitarán los registros de los orificios corporales y no se emplearán con niños.”

PRINCIPIOS Y BUENAS PRÁCTICAS SOBRE LA PROTECCIÓN DE LAS PERSONAS PRIVADAS

DE LIBERTAD EN LAS AMÉRICAS53

“Principio XXI. Registros corporales, inspección de instalaciones y otras medidas”

“Los registros corporales, la inspección de instalaciones y las medidas de organización de los

lugares de privación de libertad, cuando sean procedentes de conformidad con la ley, deberán

obedecer a los criterios de necesidad, razonabilidad y proporcionalidad.”

“Los registros corporales a las personas privadas de libertad y a los visitantes de los lugares

de privación de libertad se practicarán en condiciones sanitarias adecuadas, por personal calificado

del mismo sexo, y deberán ser compatibles con la dignidad humana y con el respeto a los derechos

fundamentales. Para ello, los Estados Miembros utilizarán medios alternativos que tomen en

consideración procedimientos y equipo tecnológico u otros métodos apropiados.”

“Los registros intrusivos vaginales y anales serán prohibidos por la ley.”

53
Adoptados por la Comisión durante el 131º período ordinario de sesiones, celebrado del 3 al 14 de marzo de 2008.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Las inspecciones o registros practicados al interior de las unidades e instalaciones de los

lugares de privación de libertad, deberán realizarse por autoridad competente, conforme a un

debido procedimiento y con respeto a los derechos de las personas privadas de libertad.”

Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2011.

“2. Trato humillante o denigrante hacia los familiares de los reclusos”

“587. Es frecuente que durante las visitas a centros de reclusión los familiares de los

detenidos, que por lo general son mujeres, niños y personas de edad avanzada, tengan que esperar

turno durante varias horas, muchas veces a la intemperie y cargando paquetes; someterse a

inspecciones rigurosas, tanto corporales, como de sus pertenencias, que en muchos casos tienen un

carácter denigrante; y en definitiva someterse a autoridades policiales o militares encargadas de la

seguridad externa de los centros penitenciarios, que por lo general no están debidamente

capacitadas para tratar a los visitantes; y que no actúan con sujeción a las autoridades civiles, sino

que responden únicamente a las cadenas de mando a las que pertenecen, lo que en los hechos crea

espacios para actuaciones arbitrarias y carentes de supervisión y determinación de

responsabilidades.”

“588. A este respecto, un problema ampliamente documentado, tanto por la CIDH, como

por los mecanismos de la ONU, es la práctica de realizar revisiones denigrantes a las mujeres que

acuden a las visitas, las cuales pueden incluir revisiones vaginales y anales. Así por ejemplo, en el

curso de su visita in loco a Perú de 1998 la CIDH informó, luego de visitar varias cárceles, que: [L]as

mujeres son sometidas generalmente a un chequeo denigrante, a través de una revisión vaginal,

que, por demás, se efectuaría con el mismo guante para todas las mujeres que acuden a cada uno
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de los penales. Se agrega que las mujeres son luego obligadas a saltar, semidesnudas y en posición

de cuclillas, y que adicionalmente se les toca.”

“589. Esta práctica de los registros corporales e intrusivos denigrantes a mujeres y niñas que

acuden como visitantes a los centros penitenciarios también ha sido constatada por el Relator

sobre los Derechos de las Personas Privadas de Libertad de la CIDH de manera especial en sus

visitas de trabajo a Chile de 2008 y a El Salvador de 2010; así como por otros mecanismos de

Naciones Unidas, como el Subcomité de la ONU para la Prevención de la Tortura, en su misión a

México de 2008674, y el Relator Especial sobre la Tortura, en su visita a Brasil de 2000675. El uso

de este tipo de prácticas en Brasil también fue expuesto recientemente en el contexto de una

audiencia temática realizada en la sede de la Comisión Interamericana en marzo de 2010, durante

su 138º periodo de sesiones.”

“590. De acuerdo con los estándares fijados por la CIDH en los Principios y Buenas Prácticas

(Principio XXI), el empleo de registros corporales a las personas privadas de libertad y a sus

visitantes no deberán aplicarse de forma indiscriminada, sino que debe responder a criterios de

necesidad, razonabilidad y proporcionalidad. Además, deben practicarse “en condiciones sanitarias

adecuadas, por personal calificado del mismo sexo, y deberán ser compatibles con la dignidad

humana y con el respeto a los derechos fundamentales. Para ello, los Estados Miembros utilizarán

medios alternativos que tomen en consideración procedimientos y equipo tecnológico u otros

métodos apropiados”. En cambio, los registros intrusivos vaginales y anales serán prohibidos por la

ley.”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“591. La CIDH reitera que los Estados no sólo tienen la facultad, sino la obligación de

mantener la seguridad y el orden interno en las cárceles, lo que implica el adecuado control del

ingreso de efectos ilícitos como armas, drogas, licor, teléfonos celulares, entre otros. Sin embargo,

la implementación de estos esquemas de seguridad debe llevarse a cabo de forma tal que se

respeten los derechos fundamentales de los internos y sus familias. Es esencial que el personal de

custodia directa de los internos y de seguridad externa de los centros penitenciarios esté

capacitado para mantener un balance entre el cumplimiento de sus funciones de seguridad y el

trato digno hacia los visitantes.”

“592. Es importante que existan normas e indicaciones claras sobre el tipo de objetos cuyo

ingreso está permitido o prohibido, y que tales disposiciones puedan ser conocidas por los

familiares. Una buena práctica al respecto es colocar carteles o letreros en lugares visibles al

público. Lo importante en esta materia es fijar un régimen sin variaciones frecuentes, en el que

tales normas sean implementadas de manera consistente y organizada. De forma tal que se

reduzcan los espacios de arbitrariedad y se mantenga un clima de respeto recíproco entre las

autoridades y las visitas.”

“593. Por otro lado, en la práctica el trato denigrante o arbitrario por parte de las

autoridades hacia los familiares de los reclusos es un factor que incrementa sensiblemente los

niveles de tensión y estrés en la población reclusa, lo que eventualmente puede resultar en hechos

de violencia o en manifestaciones de protesta.”

Propuesta de interpretación del texto legal.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En este artículo reina la generalidad como premisa, lo cual no sólo presenta problemas en

relación al principio de legalidad (Arts. 19 y 75.22CN, 9CADH) con el consiguiente mandato de

precisión en términos normativos (máxima taxatividad legal), que genera la obligación por parte

del legislador de ser lo más preciso posible en la utilización de las palabras y en la construcción de

un texto unívoco y claro para regular los derechos de las personas.

El enunciado inicial del artículo “El visitante y sus pertenencias, por razones de seguridad,

serán registrados.”. Es de una generalidad enorme, puesto que pone en la cúspide de las

cuestiones a analizar a la seguridad, en vez de a la integridad y humanidad de las personas a ser

registradas, pero si a ello se le suma que lo que sigue de la norma tampoco ofrece límites precisos,

sino otras generalidades a ser precisadas por reglamentos que nunca se dictaron, y teniendo en

cuenta que esta norma tiene su espacio de operación en el ámbito penitenciario, quizá uno de los

más amplificantes del poder punitivo sobre los derechos de las personas, la generalidad se vuelve

intolerable constitucional-convencionalmente.

Ahora bien, esto que venimos afirmando es lo que ha habilitado históricamente los

avasallamientos a los derechos y dignidad de las personas que visitan a las que están privadas de

su libertad, y la utilización arbitraria del poder a cargo de agentes penitenciarios que mediante el

desarrollo de prácticas sistemáticas y arbitrarias para el registro de personas y pertenencias que

ingresan a las unidades penitenciarias.

La Procuración Penitenciaria de la Nación en el proyecto de Ley que propone la

“MODIFICACIÓN DE LOS ARTS.70 Y 163 DE LA LEY DE EJECUCIÓN DE LA PENA PRIVATIVA DE LA


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

LIBERTAD N° 24.660. PROCEDIMIENTOS DE REGISTRO PERSONAL Y REQUISA DE INSTALACIONES”54,

da cuenta de lo siguiente, en la línea de lo que afirmamos:

“La Procuración Penitenciaria de la Nación considera que los registros de las personas

detenidas y sus visitantes son susceptibles de producir graves afectaciones de derechos y de la

dignidad humana, motivo por el cual requieren de una regulación con rango de Ley que establezca

los principios y garantías que deben regir la realización de dichos procedimientos. En el debate en la

Cámara de Senadores de la Nación en torno de la sanción de la Ley 24.660, el Senador Pedro

Guillermo Villarroel introdujo una disidencia parcial al dictamen de la Comisión de Asuntos Penales

y Regímenes Carcelarios (cfr. Diario de Sesiones, 19 de junio de 1996, p.3057). En ella, avanzó una

serie de observaciones al art.70 del cuerpo legal que fuera finalmente sancionado, que merecen la

pena ser reseñadas. En primer lugar, considera el legislador que la norma es “…demasiado genérica

e insuficiente, ya que delega en la reglamentación las condiciones de ejercicio de esa facultad.”

(Diario de Sesiones, p. 3058). En segundo lugar, el senador Villarroel advirtió la necesidad de que la

norma estableciera al menos “…las condiciones mínimas de ejercicio de la facultad, su motivación,

la necesidad de su limitación al objeto establecido, sus límites espaciales y temporales y la

autoridad competente para decidir su realización” a fin de impedir que las requisas se empleen

como forma de castigo u hostigamiento (Diarios de Sesiones, p. 3058). Así también la doctrina

especializada en la materia se pliega a la crítica planteada por el senador, afirmando que “…los

54
Disponible en:
http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/PROYECTO%20DE%20LEY%20PPN%20REGISTROS%20PERSONALES%20Y%20
REQUISA.pdfhttp://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/PROYECTO%20DE%20LEY%20PPN%20REGISTROS%20PERSONA
LES%20Y%20REQUISA.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

registros y las requisas de internos e instalaciones constituyen una de las cuestiones de mayor

dificultad que se presentan en el ámbito carcelario y que, por tal motivo, debió haber sido tratada

de un modo más pormenorizado y explícito” considerando “…un error que las condiciones de

cumplimiento para las tareas de registro y requisa queden supeditadas a ‘las garantías que

reglamentariamente se determinen’, ya que el ejercicio de dicha facultad por parte de la autoridad

penitenciaria debió haber sido expresamente regulado en la ley.” (LÓPEZ, Axel y MACHADO,

Ricardo, Análisis del Régimen de Ejecución Penal, Fabián Di Plácido, Buenos Aires, 2004, pp.

213/214. Resaltados nuestros). En lo que respecta al diferimiento de facultades de reglamentación

en materia de derechos fundamentales en el Poder Ejecutivo, señalado por la opinión en disidencia

del senador, que finalmente, por vía de delegación, le son conferidas a la autoridad penitenciaria,

resulta criticable desde el punto de vista del principio de legalidad y del principio republicano de

división de poderes. En este punto, además, la Corte Interamericana de Derechos Humanos,

intérprete último de la Convención Americana de Derechos Humanos que posee jerarquía

constitucional por medio del art. 75 inc. 22 C.N, se ha pronunciado de modo concreto, sosteniendo

en la Opinión Consultiva 6/86 del 9/5/1986 que“(S)ólo la ley formal, entendida como lo ha hecho

esta Corte [norma jurídica adoptada por el órgano legislativo y promulgada por el Poder Ejecutivo,

según el procedimiento requerido por el derecho interno de cada Estado], tiene aptitud para

restringir el goce o ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención.” (consid. 35, O.C.- 6/86

del 9/5/1986, Corte I.D.H. El resaltado es nuestro.)”

“En este sentido, y teniendo en cuenta lo usual que ha devenido restringir derechos en

nombre del orden y la seguridad del establecimiento, el jurista cordobés José Daniel CESANO ha
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

señalado que “…resulta importante buscar criterios que permitan limitar la actividad legislativa y

reglamentaria en la medida en que, bajo la vaguedad y la imprecisión que subyacen a la invocación

de razones de orden y seguridad, o de que determinada restricción resulta inherente al sentido de

la condena, puedan afectarse derechos fundamentales de los internos.” (CESANO, José Daniel,

“Derechos fundamentales de los condenados a penas privativas de la libertad y restricciones legales

y reglamentarias: en busca de los límites del legislador y de la administración” en Anuario de

Derecho Constitucional Latinoamericano, 2008, p. 287). Como regla general para evaluar la

legitimidad de una limitación de derechos por vía reglamentaria, el autor propone tener en miras el

principio que indica que no se puede, válidamente, a través de un decreto reglamentario, restringir

un derecho fundamental cuando la ley no lo ha hecho, como así tampoco puede la norma

reglamentaria intensificar aún más la limitación de un derecho que ya hubiera sido restringido por

una ley. Lamentablemente, en la actualidad, los procedimientos de registro corporal y de

instalaciones se encuentran regulados por normativas de inferior rango al decreto reglamentario –y

por tanto de legitimidad cuestionable-, que invocan razones de seguridad, y emanan de fuentes

diversas y hasta superpuestas en cuanto a las competencias, lo que redunda en una aplicación

confusa que deja abierta la puerta a la arbitrariedad y la desprotección de las personas a quienes

se les impone.”

“La primer norma es el “Reglamento General de Registro e Inspección”, aprobado con

carácter provisorio por Resolución N°1889 del 6 de noviembre de 2015, que deroga la “Guía de 4

Procedimientos de la Función Requisa”1. La Guía de Requisa de 1991 reguló durante 25 años lo

concerniente tanto a requisas de detenidos como de visitantes e instalaciones edilicias,


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

estableciendo registros físicos de las personas presas y sus visitantes muy invasivos y humillantes,

fundamentados en la necesidad de preservar la seguridad carcelaria frente a la posibilidad de

introducción y tenencia de elementos no permitidos a través de las visitas o de los propios

detenidos.”

“En el caso de los registros a visitantes, se prevé que se efectúe mediante equipos

electrónicos, y solo cuando no pueda ser llevado a cabo, se procederá a un registro personal previo

consentimiento del visitante. Dicho registro personal “no puede ser intrusivo ni recaer sobre

cavidades íntimas. En ningún caso se requerirá a la persona que se desprenda de la totalidad de su

vestimenta. Deberá siempre resguardarse el pudor, la dignidad e integridad sexual del visitante. El

registro vaginal y anal se encuentran prohibidos bajo cualquier circunstancia” (art. 9, inc.c). El

nuevo Reglamento constituye un avance en tanto prohíbe expresamente el registro de cavidades

íntimas en el caso de los visitantes, pero en cambio no lo impide tratándose de personas detenidas,

caso en el cual se habilita incluso la posibilidad de inspeccionar la zona genital y anal mediante la

técnica de “flexiones”.”

“Por otro lado, este nuevo Reglamento no deroga expresamente la Disposición N°221/06 de

la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios del 7/12/20062 , donde se establecieron criterios

respecto del registro corporal de visitantes femeninos a raíz de una resolución judicial que declaró

inconstitucional la “Guía de Procedimientos de la Función Requisa”.3 En dicha Disposición, tomando

como base los estándares fijados por el “Caso X e Y” de la Comisión Interamericana de Derechos

Humanos, se estipula que los registros (1) serán realizados por profesionales de la salud del mismo

sexo que la visitante, que (2) las cavidades íntimas sólo podrán revisarse de visu, que (3) en caso de
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negativa de la visitante a someterse al procedimiento podrá usufructuar la visita en locutorio sin

contacto físico y que (4) se comunicará al juez del cual dependa el interno la adopción de la medida.

La previsión de revisión de visu de las cavidades íntimas de las visitantes entra en contradicción con

el nuevo Reglamento de 2015 aprobado por la Dirección Nacional del SPF, de modo de nos

encontramos ante normativas superpuestas emanadas de autoridades diversas.”

“Por último, la Resolución N°829 del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación

del 17/6/20115 aprobó la “Guía de procedimientos para el uso de sistemas de detección de trazas

en establecimientos penitenciarios”, en la cual se reglamenta el procedimiento de registro para los

visitantes, los detenidos y sus pertenencias mediante la utilización de aparatos electrónicos no

invasivos de detección de estupefacientes, armas, explosivos y otros elementos cuya tenencia e

ingreso a la cárcel se encuentra prohibido. Frente a este yuxtapuesto y confuso panorama

normativo, se advierte como imperiosa la necesidad de estipular una previsión legal que evite que

los registros de detenidos, visitantes y sectores de alojamiento se transforme en un campo propicio

para el abuso de poder y la vulneración de derechos humanos en el contexto carcelario.”55

55
Ahora bien, para limitar ese marco de habilitación a la arbitrariedad y precisar las facultades restrictivas en el
contexto de las inspecciones y requisas, la PPN propone el siguiente texto normativo de fondo, que nos parece
necesario resaltar por su adecuación a los estándares internacionales:
“ARTICULO 1º. Sustitúyase el artículo 70 “Registro de internos y de instalaciones” de la ley 24.660 por los siguientes:
“Principios rectores de los procedimientos de registro personal de internos, visitantes, funcionarios y de requisa de las
instalaciones” Artículo 70.- 1. Los procedimientos de registro personal y requisa de instalaciones tendrán como objeto
la preservación de la vida, la seguridad y la integridad física de los detenidos y demás personas que concurran a
establecimientos penitenciarios. Se guiarán por los criterios de necesidad, razonabilidad y proporcionalidad, debiendo
respetar la dignidad humana. Los registros manuales serán sustituidos por procedimientos adecuados mediante
equipos tecnológicos. 2. En todo procedimiento de registro o inspección, debe guardarse siempre la debida
proporcionalidad entre la afectación a la intimidad y la finalidad perseguida con su realización, debiendo optarse
siempre por la modalidad que resulte menos gravosa. 3. Están prohibidos los registros táctiles y visuales de las
cavidades corporales íntimas, así como la obligación de realizar flexiones y cualquier otro procedimiento de registro
humillante o que pueda constituir un trato degradante. Artículo 70 bis.- Los registros de las personas detenidas se
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regirán por los siguientes principios: 1. Deberán responder a motivos racionales y ser realizados en los supuestos y
circunstancias que reglamentariamente se determinen, evitando que puedan ser usados de forma discriminatoria o
como medios de intimidación o represalias. 2. Siempre que sea posible los registros manuales y aquellos que impliquen
que la persona detenida deba despojarse de su ropa, serán sustituidos por medios alternativos como escáneres y
detectores de metal. 3. Los registros corporales que conllevan la inspección visual del cuerpo desnudo de la persona
detenida serán excepcionales, únicamente para el caso que no exista otra alternativa posible para la detección de
elementos prohibidos o cuando los dispositivos técnicos arrojaren resultado positivo. 13 En dichas circunstancias, la
persona debe ser examinada por personal del mismo sexo y en un recinto que asegure su privacidad. Estos registros
deberán ser efectuados exponiendo una parte del cuerpo por vez, de manera que en ningún momento la persona
permanezca completamente desnuda frente al personal penitenciario. Se dispensará un trato especialmente
cuidadoso a las personas de edad avanzada, en estado de gravidez y a aquellas con alguna discapacidad. En el caso de
las personas LGBTI, se les brindará la posibilidad de elegir si quieren ser registradas por funcionarios de género
masculino o femenino. Bajo ninguna circunstancia podrán efectuarse registros corporales que conllevan la inspección
visual del cuerpo desnudo a niños menores de edad que vivan con sus madres en prisión. Artículo 70 ter.- El registro de
los familiares y otros visitantes de los internos que concurran a un establecimiento penitenciario se regirá por los
siguientes principios: 1. Se llevará a cabo mediante el uso de dispositivos tecnológicos. Ello también se aplicará a la
inspección de sus pertenencias personales y de los productos o mercaderías que ingrese al establecimiento para
consumo durante la visita o destinadas al detenido/a. 2. Si los dispositivos técnicos para la detección de elementos
prohibidos no se hallaren instalados en el establecimiento o circunstancialmente no se encontrasen en
funcionamiento, o para el supuesto de que el registro mediante los mismos arrojare resultado positivo, se podrá
efectuar un registro manual mediante palpado sobre prendas de vestir, siempre por personal del mismo sexo que la
persona requisada. En el caso de las personas LGBTI, se les brindará la posibilidad de elegir si quieren ser registradas
por funcionarios de género masculino o femenino. Bajo ninguna circunstancia se someterá a los niños menores de
edad que vayan a visitar a sus progenitores a un establecimiento penitenciario a registros corporales intrusivos o que
atenten contra su dignidad. 3. Debe hallarse siempre disponible para los visitantes la opción de retirarse del
procedimiento de registro o de mantener la visita en el locutorio cuando no deseen someterse al mismo. Artículo 70
quater.- Los funcionarios penitenciarios y otras personas que concurran a cumplir funciones a los establecimientos
penitenciarios serán registradas a su ingreso y egreso mediante el uso de aparatos tecnológicos. 14 Artículo 70
quinquies.- Las inspecciones o requisas de los lugares de alojamiento de los internos y de sus pertenencias dentro de
los establecimientos penitenciarios se regirán por los siguientes principios: 1. Los procedimientos de requisa de los
lugares de alojamiento podrán ser ordinarios o extraordinarios. Tendrán la consideración de ordinarios cuando
respondan a una planificación rutinaria de la autoridad penitenciaria, y serán considerados extraordinarios cuando se
realicen ante circunstancia excepcionales en los casos en que existiera un riesgo serio e inminente para la integridad
física de las personas o la seguridad del establecimiento penitenciario. 2. Los procedimientos de registro, requisa o
recuento serán planificados por la autoridad penitenciaria siguiendo criterios de necesidad, razonabilidad y
proporcionalidad. No podrán ser efectuados en horario nocturno, salvo previa autorización judicial o en el caso de
requisas extraordinarias motivadas en el peligro inminente para la vida o integridad física de las personas. 3.
Reglamentariamente se establecerá la frecuencia máxima de requisas ordinarias de instalaciones o pertenencias
personales de los detenidos, según el tipo de establecimiento o sector (máxima, mediana o mínima seguridad). El
reglamento también dispondrá la autoridad competente para ordenar la realización de los registros y requisas, así
como el procedimiento a seguir y las constancias documentales que deberán labrarse. En el caso de los
establecimientos de mínima seguridad o sectores destinados a personas detenidas en período de prueba, se requerirá
autorización judicial para efectuar registros de la celda o pabellón de alojamiento. 4. Para el caso de ser necesaria la
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Por su parte, el artículo vigente continúa expresando también de modo vago e impreciso

que “El registro, dentro del respeto a la dignidad de la persona humana, será realizado o dirigido,

según el procedimiento previsto en los reglamentos por personal del mismo sexo del visitante.”

De lo cual no sólo que no surgen expresamente cuáles son las prácticas permitidas y las que

vulneran la dignidad de la persona humana, sino que además hasta permite el registro invasivo de

una persona por otra de otro sexo, puesto que la cópula “o” es separativa y denota una opción

inspección de las instalaciones donde funcionan Centros Universitarios, se requerirá autorización para el ingreso a las
autoridades de la Universidad de la cual dependan los mismos. Las requisas se llevarán a cabo en presencia de
estudiantes universitarios, pudiendo también estar presente alguna autoridad universitaria. Estos principios sólo se
excepcionarán cuando exista una orden judicial o en caso de requisa extraordinaria motivada en peligro inminente
para la vida o integridad física de las personas. 5. Las requisas de pabellones que alojen niños no podrán ser realizadas
en presencia de éstos, quienes deberán ser previamente retirados del pabellón. 6. Las requisas ordinarias en los
dispositivos de Salud Mental penitenciarios se deberán realizar cuando se encuentre presente el equipo tratante de
profesionales, permitiendo su ingreso a las salas durante la realización de las mismas, con el objetivo de contener y
asistir a los pacientes allí internados. 15 7. Todos los procedimientos de inspección de instalaciones deberán ser
efectuados del modo menos invasivo posible, en presencia de los detenidos y cuidando de no dañar sus pertenencias
personales. 8. Reglamentariamente se establecerá el listado de los objetos, mercaderías y pertenencias que se
encuentran prohibidos dentro de los establecimientos penitenciarios y no son susceptibles de ser ingresados por los
detenidos o sus familiares. 9. Las requisas de instalaciones y los recuentos de población penal deberán ser grabados
mediante cámaras filmadoras fijas sin ángulos ciegos desde su inicio hasta su finalización, y conservados por el lapso
temporal y con los recaudos de seguridad que se establezcan reglamentariamente. 8. Cuando los procedimientos de
requisa de instalaciones o pertenencias de los detenidos persigan la búsqueda de elementos previamente
determinados en el marco de tareas de inteligencia, se recabará la autorización del juez competente. 10. En todo
cuanto sea asimilable y no se halle regulado, serán de aplicación supletoria las normas del Código Procesal Penal
correspondiente, relativas a las formalidades para la consecución válida de procedimientos de registro, requisa o
inspección de personas, lugares o cosas y de secuestro de objetos. Artículo 70 sixties.- Cualquier situación anómala en
el uso de los aparatos electrónicos de inspección, así como la realización de registros manuales que impliquen desnudo
de las personas revisadas, y la realización de requisas extraordinarias de los lugares de alojamiento, deberán ser
autorizadas por el funcionario a cargo del establecimiento penitenciario mediante resolución fundada, quedar
asentadas en el libro de novedades correspondiente y ser notificadas dentro de las 12 horas al juez de turno y a los
organismos de control del sistema nacional de prevención de la tortura. ARTÍCULO 2°.- Sustitúyase la redacción del
artículo 163 por la siguiente: Artículo 163: “El visitante y sus pertenencias, por razones de seguridad, serán registrados.
El registro, dentro del respeto a la dignidad de la persona humana, será realizado según los principios rectores
previstos en los arts. 70 a 70 sixties de esta Ley”. 16 ARTÍCULO 3°.- El Poder Ejecutivo Nacional deberá dictar un
decreto reglamentario sobre los procedimientos de registro de personas y requisa de instalaciones dentro de los
establecimientos penitenciarios, que desarrolle estos principios rectores. ARTÍCULO 4°.- Comuníquese al Poder
Ejecutivo Nacional.”
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entre uno u otro supuesto a ambos lados de ella, por ende, la norma permitiría el registro de una

persona de un sexo a otra de uno distinto, siempre y cuando el procedimiento esté dirigido por

una de su propio sexo, lo cual ya supera todo límite de tolerancia en este ámbito de ambigüedad

normativa.

Este artículo entendido en forma restringida, de acuerdo al principio de máxima taxatividad

interpretativa, y en función del principio pro persona56, es decir, limitando el poder del Estado y

decidiendo en pos del derecho frente a ese poder, admitiría sólo una respuesta posible en relación

a las prácticas para los registros y requisas de personas y pertenencias, consistente en el respeto a

la dignidad humana siempre, por lo cual deberían siempre los agentes penitenciarios o auxiliares

optar por el medio menos invasivo posible, que claramente son los medios electrónicos o

escáneres, teniendo la obligación el Estado de que estén a disposición en todos los

establecimientos penitenciarios, con medidas de emergencia para el caso de falta o mal

funcionamiento, e intermedias para el caso de su inexistencia, estando prohibidas las medidas de

inspección corporales directas y físicas por su vulneración a la dignidad humana, no pudiendo

resultar en ningún caso la seguridad un presupuesto o motivo que pueda autorizar excepciones en

este contexto, pues además, el Estado tiene en su poder otras medidas de seguridad adentro de

los penales mucho más efectivas y menos invasivas pare prevenir el ingreso y egreso de elementos

no permitidos, que afecten la integridad física de presos y visitantes, etcétera.

56
Como mandan los artículos 18 y 75.22CN, y 29CADH, y los fallos “Arriola”, “F.A.L.” y “Acosta” entre otros de la CSJN
en materia de interpretación de normas para que resulten válidas.
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Y esto que venimos diciendo se completa con el último párrafo del artículo que debe ser el

que impone los límites a los dos primeros “El registro manual, en la medida de lo posible, será

sustituido por sensores no intensivos u otras técnicas no táctiles apropiadas y eficaces.”.

Lo lapidario de este último párrafo es la expresión “en la medida de lo posible”, ahora bien,

si ese concepto se entiende en función de los principios de humanidad, pro persona y en función

de la obligación del Estado en materia de debida diligencia para prevenir la afectación de derechos

humanos, con más la obligación de respetar, garantizar, no vulnerar y sancionar las vulneraciones

de derechos fundamentales, el resultado no puede ser otro que la sustitución de los medios

intrusivos y/o táctiles por sensores o medios tecnológicos que dejen a salvo los derechos humanos

de los visitantes, contando el estado argentino con tecnologías disponibles para ello, ahora como la

norma habilita también otra interpretación, es esa la que prima en la práctica, como dicen López y

Machado, dando lugar a un sinnúmero de excusas a la administración para perpetuar el trato al

que históricamente han sido sometidos los visitantes.57

El Fiscal General ante la Cámara Federal de Casación Penal, Dr. Javier De Luca, en su

dictamen ante un caso58 en que se discutían derechos en este contexto del que venimos hablando,

destacó lo siguiente:

“La cuestión bajo estudio ha sido abordada por la Comisión Interamericana de Derechos

Humanos (en adelante CIDH) en su “Informe sobre los derechos humanos de las personas privadas

57
López y Machado, ob.cit. pág. 389.
58
DICTAMEN Nº 10.838. Causa nº FTU 9277/2014/38/RH2, Sala II, Fiscalnet 51493/2014,
“GODOY, María Noelia s/ infracción ley 23.737.Disponible en:
http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2016/12/miscelaneas44619.pdf
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de libertad” del 2011. Allí observó que un problema ampliamente documentado, tanto por la CIDH

como por los mecanismos de la ONU, es la práctica de realizar revisiones denigrantes a las mujeres

que acuden a las visitas, las cuales pueden incluir revisiones vaginales y anales. Al respecto, dijo que

“de acuerdo con los estándares fijados por la CIDH en los Principios y Buenas Prácticas (Principio

XXI), el empleo de registros corporales a las personas privadas de libertad y a sus visitantes no

deberán aplicarse en forma indiscriminada, sino que debe responder a criterios de necesidad,

razonabilidad y proporcionalidad. Además, deben practicarse „en condiciones sanitarias

adecuadas, por personal calificado del mismo sexo, y deberán ser compatibles con la dignidad

humana y con el respeto a los derechos fundamentales. Para ello, los Estados Miembros utilizarán

medios alternativos que tomen en consideración procedimientos y equipo tecnológico u otros

métodos apropiados‟. En cambio, los registros intrusivos vaginales y anales serán prohibidos por la

ley”1 (el subrayado me pertenece). En otras palabras, para la CIDH los registros vaginales no sólo

son inadmisibles sino que deben estar vedados por ley. El informe no admite excepciones. Su

contenido, ineludible para resolver el caso bajo estudio, ha sido ignorado por el Tribunal.”

“La tensión entre seguridad y dignidad, alegada por el Tribunal para legitimar aquella

práctica fue resuelta por la CIDH de la siguiente forma: “La CIDH reitera que los Estados no sólo

tienen la facultad, sino la obligación de mantener la seguridad y el orden interno en las cárceles, lo

que implica el adecuado control del ingreso de efectos ilícitos como armas, drogas, licor, teléfonos

celulares, entre otros. Sin embargo, la implementación de estos esquemas de seguridad debe

llevarse a cabo de forma tal que se respeten los derechos fundamentales de los internos y sus

familias. Es esencial que el personal de custodia directa de los internos y de seguridad externa de
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los centros penitenciarios esté capacitado para mantener un balance entre el cumplimiento de sus

funciones de seguridad y el trato digno hacia los visitantes”2. Dicho de otra forma, aquella tensión

entre seguridad y dignidad no es tal, pues existen medios que permiten al Estado garantizar la

seguridad, sin afectar la dignidad de las visitas. Por lo tanto, la necesidad de evitar el ingreso de

material prohibido al establecimiento penitenciario no puede servir de pretexto para legitimar las

inspecciones vaginales.”

“Es más, el trato humillante hacia las visitas genera malestar entre los internos y ello puede

derivar en situaciones de violencia. De esa forma, una medida destinada a mantener la seguridad

termina conspirando contra ella. En este sentido, la CIDH ha señalado que en la práctica el trato

denigrante o arbitrario por parte de las autoridades hacia los familiares de los reclusos es un factor

que incrementa sensiblemente los niveles de tensión y estrés en la población reclusa, lo que

eventualmente puede resultar en hechos de violencia o en manifestaciones de protesta.”

“Recientemente, el “Informe del Relator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas

crueles, inhumanos o degradantes” expresa que “los registros corporales, en particular los registros

invasivos y sin ropa, son una práctica común y pueden constituir malos tratos cuando se llevan a

cabo de manera desproporcionada, humillante o discriminatoria”.”

“También resulta pertinente citar la regla 54.6 de las “Reglas penitenciarias europeas”

adoptadas por el Concejo Europeo, la que establece que el personal penitenciario no puede realizar

ningún examen de las cavidades corporales. El argumento de que el Estado Argentino no se

encuentra en condición -entiéndase, económica- para implementar medios técnicos menos lesivos

no puede sostenerse a la luz de la jurisprudencia internacional, de aplicación obligatoria al caso. En


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primer lugar debo observar que se trata de una mera conjetura de los magistrados ya que no

apoyan su afirmación en ningún dato objetivo. Además, en el precedente “Montero Aranguren y

otros (Retén de Catia) vs. Venezuela” la Corte IDH recordó que “los Estados no pueden alegar

dificultades económicas para justificar condiciones de detención que no cumplan con los estándares

mínimos internacionales en la materia y que no respeten la dignidad inherente del ser humano”7.

Por esta razón, los supuestos gastos que irrogaría la implementación de los medios técnicos menos

lesivos tampoco pueden servir de excusa para incumplir con la obligación de garantizar el respeto

por la dignidad de las personas.”

“En estas condiciones, la cuestión en torno a la ausencia de orden judicial o falta de testigos

civiles pierde relevancia porque se trata de una práctica humillante y degradante, rechazada por la

comunidad internacional. Nótese que ninguna de las fuentes citadas distingue entre inspecciones

vaginales autorizadas por juez o practicadas sin autorización. La falta de autorización judicial sólo

contribuye a su irracionalidad.”

“Del mismo modo, carece de relevancia si el personal penitenciario actuó de buena fe al

descubrir el material estupefaciente a los efectos de legitimar el procedimiento, ya que estas

prácticas son inadmisibles con independencia de los fines perseguidos por quien las realiza. En otras

palabras, no se resuelve el problema con afirmar que los funcionarios actuaron de buena fe. Pero,

además, el argumento de que el descubrimiento del estupefaciente ha sido inevitable y que se trata

de prueba independiente es inadmisible en este caso no sólo desde el punto de vista estético, sino

también jurídico porque no hay nada de inevitable en la decisión de revisar la vagina de una visita,

del mismo modo en que no es inevitable buscar un automóvil en los cajones de un mueble. Ese
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argumento no puede esgrimirse en un acto jurisdiccional. No existen inspecciones vaginales de

buena fe porque el derecho no las admite. Se confunde allí la vieja discusión sobre el fundamento

de la regla de exclusión: si es ética (como en Fallos 303:1938, “Montenegro” y voto disidente en el

precedente “United States v. Calandra”8 entre otros) o utilitario (“United States v. Leon”9 y

“Arizona v. Evans”10). Lo cierto es que el fin disuasorio sostenido por la doctrina utilitaria se aparta

de la protección constitucional de la intimidad, que no distingue finalidades. La crítica a esa

doctrina postula que el fundamento de la exclusión probatoria debe ser la de impedir que el Estado

se aproveche de un acto ilegal. El fundamento utilitario, suscripto por el voto mayoritario del fallo

recurrido, es incompatible con nuestro Estado constitucional de derecho: si el Estado se valiese de

intrusiones masivas a la intimidad y dignidad de todas las personas, por el sólo hecho de que los

funcionarios lo hacen de buena fe (se creen autorizados a hacerlo), instantáneamente se

descubrirían numerosos hechos delictivos. Pero, ante semejante panorama, el Estado ya no

cumpliría su función de garantizar derechos sino que se convertiría en la principal amenaza para el

bienestar de la población, con el pretexto de descubrir todos los delitos.”

“Por último, debo señalar que prácticas degradantes como las que sufrió la encausada

Godoy pueden desalentar las visitas a los internos, lo cual redunda en una restricción al régimen de

visitas y constituye un trato cruel respecto del interno y, por otro lado, es una fuente de corrupción

administrativa porque genera la ocasión para que las visitas o los internos deban ceder algo para

sortear su revisación denigrante. Al respecto, en numerosas ocasiones la Corte Interamericana dijo

que este tipo de restricciones constituyen formas de tratos crueles, inhumanos o degradantes en

sentido del artículo 5.2 de la Convención14. En particular, en el “Caso García Asto y Ramírez Rojas”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la Corte Interamericana sostuvo que la restricción de visitas de los familiares de los internos, así

como los tratos humillantes que recibía su familia al visitarle, constituyeron una vulneración de la

integridad psíquica y moral de éstos15. De lo reseñado se desprende que el Estado debe abstenerse

de toda práctica que dificulte o desaliente las visitas a los internos.”

“Por todo lo expuesto es preciso concluir que las inspecciones vaginales realizadas a las

visitas en los establecimientos penitenciarios son prácticas contrarias al derecho internacional de

los derechos humanos y, por lo tanto, antijurídicas. No pueden ser legitimadas bajo ninguna

circunstancia y el Estado debe proveer de medios tecnológicos que permitan cumplir con su

obligación de mantener la seguridad del establecimiento sin afectar la dignidad de las visitas.”

Entonces, como corolario de lo que hemos expuesto, entendemos que el único margen

para la compatibilización constitucional-convencional de la norma en comentario, puede realizarse

siguiendo los lineamientos que aquí hemos expresado, puesto que de otro modo, entendiendo que

en la tensión entre dignidad y seguridad, este segundo concepto puede legitimar el avasallamiento

del primero, tanto la norma como las prácticas consecuentes serán antijurídicas por contrarias al

derecho internacional de los derechos humanos.

Jurisprudencia.

En el ámbito jurisprudencial, sin dudas el caso “Arena”59 otorga el maco fundamental que

es necesario respetar en los contextos de visitas de personas no privadas de la libertad a personas

que sí lo están.

59
Visitas de familiares a detenidos. Revisiones vaginales. Derecho a la dignidad e integridad personal. Comisión
Interamericana de Derechos Humanos. Informe Nº 38/96. CASO 10.506 ARGENTINA[1]. Rto. 15 de octubre de 1996.
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Recordemos que los hechos eran los siguientes: “1) Que contra la resolución de la sala II de

la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, por la que se hizo lugar a la

acción de amparo interpuesta por María Arena y se ordenó al Servicio Penitenciario Federal que

cesaran las inspecciones intrusivas respecto de su persona y de la de su hija, como requisito previo

a la visita del detenido Ernesto Lorenzo, alojado en la Unidad N° 1, se interpusieron los recursos

extraordinarios de fs. 72/80 por el Director del Servicio Penitenciario Federal, y de fs. 81/85 vta. por

el fiscal de Cámara, que fueron concedidos a fs. 96. 2) Que el fundamento de la acción de amparo

fue la exigencia, por el personal de la Unidad N° 1 de Caseros; de que tanto la demandante como su

hija de 14 años de edad, se sometiesen a inspección por el personal femenino de esa Unidad, como

condición previa a la visita de su esposo alojado en ella. Esto constituiría --según la recurrente-- una

vejación y violación a sus derechos elementales.”

Y que la CSJN al dictar su fallo el 21/11/1989 concluyó: “11) Que el examen de las medidas

adoptadas por el Servicio Penitenciario Federal respecto de la accionante no autoriza a concluir que

aquéllas sean manifiestamente arbitrarias, en el sentido del art. 1° de la ley de amparo, toda vez

que no parece existir en la actualidad medios alternativos --por lo menos en lo que respecta a las

sustancias estupefacientes-- para detectar la presencia de objetos peligrosos en aquellos visitantes

que pretenden tener contacto físico con los internos. No desconoce el tribunal la fuerte intrusión

que las medidas impugnadas, reseñadas en el consid. 3° del presente, provocan en el derecho a la

intimidad de la actora, pero es precisamente el caso de autos en el cual resulta aplicable la doctrina

según la cual son legítimas las medidas fuertemente limitativas de la libertad individual cuando

aquéllas tienden a preservar un interés estatal vital --como lo es la preservación de la integridad


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física de los internos-- y no parecen existir, por lo menos de lo que surge de las constancias de la

presente causa, vías alternativas menos restrictivas para satisfacer dicho interés estatal (ver, en tal

sentido, Tribe, "American Constitutional Law", cap. 15, 2ª edición).”

“12) Que la legitimación de la medida impugnada debe tener como lógica contrapartida el

derecho de la accionante a decidir libremente, en ocasión de efectuar la correspondiente visita, no

tener contacto físico directo con el interno Lorenzo, lo cual hará desaparecer, obviamente, la

facultad de las autoridades carcelarias de efectuar la inspección corporal cuestionada. Por ello, se

deja sin efecto la sentencia apelada”

Llegado el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su Informe nº

38/96 Caso 10506 Argentina del 15/10/1996, sostuvo lo siguiente:

“51. El artículo 1.1. de la Convención requiere que los Estados partes respeten y garanticen

el pleno y libre ejercicio de todos los derechos reconocidos por la Convención. Esas obligaciones

limitan la autoridad del Estado para imponer restricciones sobre los derechos protegidos por la

Convención. La Corte Interamericana ha manifestado que: El ejercicio de la autoridad pública tiene

unos límites que derivan de que los derechos humanos son atributos inherentes a la dignidad

humana y, en consecuencia, superiores al poder del Estado. [10] dispuesto en la Convención deben

cumplir con tres condiciones específicas. Una medida que de alguna manera afecte los derechos

protegidos por la Convención debe necesariamente: 1) ser prescrita por la ley; 2) ser necesaria para

la seguridad de todos y guardar relación con las demandas justas de una sociedad democrática; 3)

su aplicación se debe ceñir estrictamente a las circunstancias específicas enunciadas en el artículo

32.2, y ser proporcional y razonable a fin de lograr esos objetivos. 1) la legalidad de la medida”
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“61. La Corte Interamericana ha manifestado que: Por ello, dentro de las cuales, acaso la

más relevante tenga que ser que las limitaciones se establezcan por una ley adoptada por el Poder

Legislativo, de acuerdo con lo establecido por la Constitución.[15]”

“62. Por lo tanto, cualquier acción que afecte los derechos básicos debe ser prescrita por

una ley aprobada por el Poder Legislativo y debe ser congruente con el orden jurídico interno. El

Gobierno la protección de los derechos humanos requiere que los actos estatales que los afecten de

manera fundamental no queden al arbitrio del poder público, sino que estén rodeados de un

conjunto de garantías enderezadas a asegurar que no se vulneren los atributos inviolables de la

persona sostiene que las inspecciones vaginales de las personas que visitan las penitenciarías

argentinas están autorizadas por la ley y por los reglamentos internos.”

“66. La Comisión es consciente de que en todos los países existen reglamentos sobre el

tratamiento de prisioneros y detenidos, así como normas que rigen sus derechos a visitas en cuanto

a horario, lugar, forma, tipo de contacto, etc. También se reconoce que las requisas del cuerpo, y

algunas veces el examen físico intrusivo de los detenidos y prisioneros, podrían ser necesarios en

ciertos casos.”

“67. Sin embargo, este caso implica los derechos de los visitantes, cuyos derechos no se ven

limitados automáticamente por razón de su contacto con los internos.”

“68. La Comisión no cuestiona la necesidad de requisas generales antes de permitir el

ingreso a una penitenciaría. Sin embargo, las revisiones o inspecciones vaginales son un tipo de

requisa excepcional y muy intrusiva. La Comisión quisiera subrayar que el visitante o miembro de la

familia que procure ejercer su derecho a una vida familiar no debe convertirse automáticamente en
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sospechoso de un acto ilícito y no puede considerarse, en principio, que represente una amenaza

grave para la seguridad. Aunque la medida en cuestión puede adoptarse excepcionalmente para

garantizar la seguridad en ciertos casos específicos, no puede sostenerse que su aplicación

sistemática a todos los visitantes sea una medida necesaria para garantizar la seguridad pública.”

“3) razonabilidad y proporcionalidad de la medida.”

““70. La restricción a los derechos humanos debe ser proporcional al interés que la justifica y

ajustarse estrechamente al logro de ese legítimo objetivo. [18] Para justificar las restricciones de los

derechos personales de los visitantes no basta invocar razones de seguridad. Después de todo, se

trata de buscar un balance entre el interés legítimo de los familiares y de los presos de realizar

visitas sin restricciones arbitrarias o abusivas, y el interés público de garantizar la seguridad en las

penitenciarías.”

“71. La razonabilidad y proporcionalidad de una medida se pueden determinar únicamente

por la vía del examen de un caso específico. La Comisión opina que una inspección vaginal es

mucho más que una medida restrictiva en el sentido de que implica la invasión del cuerpo de la

mujer. Por tanto, el equilibrio de intereses que debe hacer al analizar la legitimidad de dicha

medida, necesariamente requiere sujetar al Estado a una pauta más alta con respecto al interés de

realizar una inspección vaginal o cualquier tipo de requisa invasiva del cuerpo.”

“72. La Comisión estima que para establecer la legitimidad excepcional de una revisión o

inspección vaginal, en un caso en particular, es necesario que se cumplan cuatro condiciones: 1)

tiene que ser absolutamente necesaria para lograr el objetivo de seguridad en el caso específico; 2)
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no debe existir alternativa alguna; 3) debería, en principio, ser autorizada por orden judicial; y “4)

debe ser realizada únicamente por profesionales de la salud.”

a) necesidad absoluta 73. La Comisión opina que ese procedimiento no debe aplicarse a no

ser que sea absolutamente necesario para lograr el objetivo de seguridad en un caso en particular.

El requisito de necesidad significa que las inspecciones y revisiones de esta naturaleza se deben

realizar únicamente en casos específicos cuando existen razones para creer que hay un peligro real

para la seguridad o que la persona en cuestión puede estar transportando sustancias ilícitas.”

“b) no existencia de una opción alternativa. 74. La Comisión considera que la práctica de

realizar revisiones e inspecciones vaginales y la consecuente interferencia con el derecho de visita

no sólo deberá satisfacer un interés público imperativo, sino también deberá tener en cuenta que

"entre varias opciones para alcanzar ese objetivo debe escogerse aquélla que restrinja en menor

escala el derecho protegido". [19]”

“c) la existencia de una orden judicial. 81. Incluso asumiendo que no existiera un medio

menos invasivo, la Comisión opina que para realizar una inspección corporal intrusiva, que había

sido suspendida debido al peligro de infección del personal de la penitenciaría, es necesario que

haya una orden judicial. En principio, un juez debería evaluar la necesidad de llevar a cabo esas

inspecciones como requisito ineludible para una visita personal sin infringir la dignidad e integridad

personal del individuo. La Comisión considera que las excepciones a esta regla deberían estar

expresamente establecidas por ley.”

“100. Por lo tanto, la Comisión concluye que cuando las autoridades del Estado argentino

requirieron que la Sra. X y su hija se sometieran a inspecciones vaginales cada vez que deseaban
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tener un contacto personal con el marido de la Sra. X, ejercieron una interferencia indebida en el

derecho a la familia de los peticionarios.”

“4. Derechos del niño: artículo 19”

“101. El artículo 19 dice: Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su

condición de menor requieren por parte de su familia, de la sociedad y del Estado. 102. Argentina

también ha ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño que

dispone: Artículo 3”

“105. Por lo tanto, la Comisión concluye que cuando las autoridades de la penitenciaría

propusieron y realizaron inspecciones vaginales en la menor Y antes de que ella visitara

personalmente a su padre, el Estado argentino violó el artículo 19 de la Convención.”

La CorteIDH también se pronunció al respecto, por ejemplo, en el caso “Asunto del

Complejo Penitenciario de Curado respecto de Brasil”60 en el que recomendó al Estado de Brasil a

que: “…adopte medidas de corto plazo a efectos de: a)…b)…c)…d) asegurar las condiciones de

seguridad y respeto a la vida e integridad personal de todos los internos, funcionarios y visitantes

del Complejo de Curado, y e) eliminar la práctica de revisiones humillantes que afecten la intimidad

y la dignidad de los visitantes.”, por consideraciones similares a las que expusimos anteriormente.

Por su parte el fallo de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional –

Sala 5- del Poder Judicial de la Nación, en autos “Q. H., T. y otros sobre habeas corpus…” - I. 1/S.

60
Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de 22 de mayo de 2014. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/medidas/pedrinhas_se_01.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

105 (CCC 56451/2015/CA1), el 2 de noviembre de 2015, sostuvo lo siguiente en el marco de un

habeas corpus de la Defensoría General de la Nación:

“Antecedentes del caso. A fs. 1/11 representantes de distintas comisiones de la Defensoría

General de la Nación interpusieron acción de habeas corpus colectivo, correctivo y preventivo a

favor de la totalidad de las personas de la comunidad “trans” (travesti, transexual, transgénero)

detenidas en la órbita del Servicio Penitenciario Federal, en virtud de que a partir de entrevistas

mantenidas con esa población surgió un relato conteste respecto al modo en que son examinadas y

requisadas al ingresar a la Alcaidía Penal Federal (Unidad 29) y al Centro de Detención Judicial

(Unidad 28) procedentes de otras unidades, cuando deben comparecer ante la autoridad judicial.

En líneas generales, expusieron que son objeto de exámenes corporales y requisas degradantes,

que comprometen distintos derechos de raigambre constitucional e internacional (derecho a la

integridad personal, a la dignidad, a no sufrir tratos crueles, inhumanos y degradantes, a la vida

privada, a la no discriminación, a ser oídos y al acceso a la justicia) verificándose a través de esas

prácticas una vulneración y restricción arbitraria de tales derechos, y por ende, un agravamiento

ilegítimo en las condiciones de detención. Concretamente, refirieron que los testimonios recabados

permitieron advertir que eran sometidas a desnudos íntegros o parciales por orden de agentes

penitenciarios del sexo masculino, en ocasiones sin presencia de personal médico o sanitario, que

en ciertas oportunidades podían llegar a participar hasta cuatro agentes y que siquiera se

realizaban a puertas cerradas, siendo usual que recibieran insultos, malos tratos verbales y

expresiones discriminatorias relacionadas con su identidad y expresión de género….el juez de la

instancia de origen resolvió hacer lugar a la acción de habeas corpus, ordenar la cesación
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

inmediata del acto lesivo, disponer una serie de medidas vinculadas con el ingreso para

comparendos judiciales de personas “trans”, extraer testimonios de estos actuados para investigar

la posible comisión de delitos de acción pública e imponer las costas al Servicio Penitenciario

Federal (fs. 68/78 vta.). Para así decidir, sostuvo que tras la realización de diversas medidas

ordenadas en autos y del testimonio de las internas, se corroboró la modalidad degradante a la que

-a su entender- son sometidas en cada ocasión en que resultan trasladadas a las Unidades 28 y 29

del S.P.F., y que aquélla constituye un supuesto de agravamiento ilegítimo de las condiciones en las

que se cumple su privación de la libertad. En base a ello, dispuso específicamente hacer saber al

Director del Servicio Penitenciario Federal que “deberán arbitrarse los medios necesarios para que,

en el caso de ingreso para comparendos judiciales de personas “trans” (transexuales, travestis o

transgénero) y -por razones estrictamente de seguridad penitenciaria y/o de los internos- resulte

necesario practicar requisas personales en forma invasiva, se adopten los siguientes recaudos: 1)

Que tales requisas sean practicadas exclusivamente por personal penitenciario profesional de la

salud -médico y/o sanitario-; 2) En casos de necesidad fundada, cuando sea necesario practicar un

registro táctil sobre los requisados, se haga sobre las prendas de vestir y prescindiendo de los

desnudos totales y parciales, previa consulta a la persona involucrada respecto de su preferencia

sobre la identidad de género de quien lo llevará a cabo, respetando en todo momento la intimidad

del requisado.- De igual manera, en situaciones en las cuales deba procederse al examen físico para

constatar lesiones en estos casos, deberá garantizarse: 1) La participación exclusiva de personal

médico o sanitario y sólo en la cantidad estrictamente necesaria para llevar a cabo la diligencia; 2)

La prohibición de desnudos íntegros y parciales; 3) La consulta a la persona involucrada respecto de


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la preferencia sobre la identidad de género de la persona que hará el examen y; 4) La disposición en

el ámbito de la unidad penitenciaria de un espacio adecuado que resguarde la privacidad del acto

de requisa”

“III. Sobre el fondo del asunto. Los jueces Mirta López González y Ricardo Pinto dijeron:

Llegado el momento de abordar la cuestión traída a estudio del tribunal, y circunscriptos a los

agravios introducidos por la parte recurrente al momento de la interposición del recurso, se

advierte que a partir de la sanción del “Protocolo de Registro Corporal y Pertenencias de Personas

Trans en la Órbita del Servicio Penitenciario Federal Argentino” (en adelante “el Protocolo”),

aprobado como Anexo IV de la Resolución nro. 1721 de la Dirección Nacional del Servicio

Penitenciario Federal, de fecha 5 de octubre de 2015, gran parte de los agravios invocados por la

recurrente carecen de virtualidad a la actualidad, pues, el Protocolo ha modificado sustancialmente

la forma de proceder para el registro de personas trans que se encuentran dentro del ámbito del

S.P.F. En este aspecto, de su lectura se extrae la implementación de un procedimiento que

conforme surge de la redacción de los arts. 12 y 16 del anexo, se presenta en dos etapas

simultáneas: el visu corporal a cargo de personal médico, sin participación de personal de

seguridad -cfr. incisos a) y c) del art. 12- y la entrega al personal de seguridad de las prendas que la

interna lleva puestas para su control -inc. c) del mismo artículo-.”

“El propio Servicio Penitenciario informó en la audiencia que el objetivo de dichos exámenes

consiste en la constatación de que los internos que ingresan a una determinada unidad no posean

lesiones físicas que puedan poner en peligro su salud. Concretamente, al practicar el examen físico

sobre la persona, lo que se pretende es determinar si padece alguna lesión que pudo ser provocada
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

en el Complejo Penitenciario del que proviene o, incluso, si fue lesionado en el móvil de traslado. A

esos fines, profesionales de la salud examinan a la persona detenida, para lo cual se le exige que se

desnude. Respecto a esta cuestión corresponde efectuar las siguientes consideraciones. Nuestra

Constitución establece en su artículo 18 que “Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para

seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de

precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que

la autorice”. El ingreso de una persona en el ámbito carcelario no lo despoja de la protección de la

ley y, menos aún, de la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales de la misma jerarquía.

Ya el Máximo Tribunal, con cita en un precedente de la Corte Interamericana de Derechos

Humanos, señaló que “quien sea detenido tiene derecho a vivir en condiciones de detención

compatibles con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la

integridad personal, y que es el Estado el que se encuentra en una posición especial de garante,

toda vez que las autoridades penitenciarias ejercen un fuerte control o dominio sobre las personas

que se encuentran sujetas a su custodia. De este modo, se produce una relación e interacción

especial de sujeción entre la persona privada de su libertad y el Estado, caracterizada por la

particular intensidad con que el Estado puede regular sus derechos y obligaciones y por las

circunstancias propias del encierro, en donde al recluso se le impide satisfacer por cuenta propia

una serie de necesidades básicas que son esenciales para el desarrollo de una vida digna” (CSJN,

“Gatica, Susana Mercedes c/ Provincia de Buenos Aires”, rta. 22/12/2009).”

“Y que es tal el respeto por la integridad de las personas privadas de su libertad que “la

Convención Americana lo protege particularmente al establecer, inter alia, la prohibición de la


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

tortura, los tratos crueles, inhumanos y degradantes y la imposibilidad de suspenderlo durante

estados de emergencia. Agregó que el derecho a la integridad personal no sólo implica que el

Estado debe respetarlo (obligación negativa), sino que, además, requiere que el Estado adopte

todas las medidas apropiadas para garantizarlo (obligación positiva), en cumplimiento de su deber

general establecido en su artículo 1.1. de la Convención Americana” (considerandos 44 y 45 de la

causa “Verbitsky, Horacio s/ habeas corpus”, Fallos: 328:1146). Se trata en definitiva en el caso en

estudio de conciliar el derecho a la dignidad con aquellos aspectos necesarios para la seguridad

penitenciaria, de forma tal de que ninguno de ellos sea sacrificado en pos del otro. De este modo, al

igual que sucede con las requisas personales, el examen físico de las internas trans al momento de

su ingreso en las Unidades 28 y 29 del S.P.F. tiene entidad para comprometer la dignidad de su

persona si no se justifica la necesidad y razonabilidad de su realización. Sobre este aspecto, el

propio S.P.F. expuso que las internas son examinadas antes de egresar de su lugar de alojamiento,

razón por la cual no se advertiría en términos generales motivo alguno que conduzca a presumir en

abstracto la necesidad de una nueva revisación médica como regla al momento del ingreso de las

Unidades 28 y 29, siempre respecto de personas que provienen de unidades dependientes del S.P.F.

y que jamás salieron de la esfera de custodia de aquél.”

“Es que el mero hecho de exigirle a una persona privada de la libertad que se desnude frente

a otra -que por lógica se halla en situación de superioridad frente a aquélla- puede constituir la

lesión de derechos reconocidos en el plano constitucional e internacional; más aún, cuando afecta a

una población vulnerable y discriminada históricamente por su identidad de género.”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

A propósito del tema, se sostuvo “Que resulta necesario recordar, a los fines de la solución

del caso, que un principio constitucional impone que las cárceles tengan como propósito

fundamental la seguridad y no el castigo de los reos detenidos en ellas, proscribiendo toda medida

“que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija” (art. 18 de

la Constitución Nacional)… Aunque la realidad se empeñe muchas veces en desmentirlo, cabe

destacar que la cláusula tiene contenido operativo. Como tal impone al Estado, por intermedio de

los servicios penitenciarios respectivos, la obligación y responsabilidad de dar a quienes están

cumpliendo una condena o una detención preventiva la adecuada custodia que se manifiesta

también en el respeto de sus vidas, salud, e integridad física y moral. La seguridad, como deber

primario del Estado, no sólo importa resguardar los derechos de los ciudadanos frente a la

delincuencia, sino también, como se desprende del citado art. 18, los de los propios penados, cuya

readaptación social se constituye en un objetivo superior del sistema y al que no sirven formas

desviadas del control penitenciario” (CSJN, B. 142. XXIII, “Balbín, Rubén y otros c/ Provincia de

Buenos Aires”, rta. 19/10/1995).

“No podemos pasar por alto que la sanción de la ley 26.743 ha receptado el derecho que

tiene toda persona al reconocimiento de su identidad de género, al libre desarrollo de su persona

conforme a su identidad de género y a ser tratada de acuerdo con ésta (artículo 1 de la ley 26.743,

sancionada el 9 de mayo de 2012).- Se debe tener en cuenta que las integrantes del grupo no deben

ser discriminadas en cuanto al trato y, específicamente, dada su identidad de género se requiere la

adopción de medidas que impliquen excepcionalidad en las injerencias sobre su privacidad,

interpretando esta situación como una discriminación positiva hacia ese grupo. En este marco, la
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

situación del grupo accionante requiere de una “acción afirmativa” para evitar su discriminación.

Este concepto fue analizado por la Corte Suprema de los Estados Unidos de América en los

precedentes “Gorbak, Erika” y “Grutter, Bárbara c. Bollinger, Lee y otros” (ver La Ley 2004-B, 282 y

2004-B, 283, respectivamente y Gelli, María Angélica “Constitución de la Nación Argentina.

Comentada y concordada”, Tercera edición ampliada y actualizada, La Ley, Bs. As., 2005, pág. 198,

199 y sgs.).

Así ha sostenido la doctrina que “La reforma constitucional de 1994 atribuyó al Congreso la

competencia para legislar medidas de acción positiva, a fin de garantizar la igualdad real de trato,

en particular respecto de niños, mujeres, ancianos y discapacitados. Por su parte, el art. 37 y la

cláusula segunda de la Constitución garantizaron las acciones positivas a favor de mujeres, en

materia electoral y partidaria asegurando, como mínimo, el mantenimiento de las ya establecidas

por ley. Las disposiciones constitucionales y legales referidas al llamado cupo integran un tipo de

las llamadas acciones afirmativas o de discriminación inversa o benigna en las que una categoría

sospechosa, en este caso fundada en el sexo, es empleada para superar una desigualdad cultural y

hasta tanto ésta se supere” (Gelli, op. cit., pág. 194 y 195).”

“La Corte americana utiliza la doctrina de las categorías sospechosas que son aquellas que

originan una discriminación perversa, fundada en la raza, el sexo o la nacionalidad. Ese tribunal

sometió a lo que llamó un escrutinio o control estricto (strict escrutinity) a esas categorías

sospechosas, exigiendo la existencia de un interés suficientemente probado -que no implique

persecución o antagonismo contra la clase cuestionada-, para sustentar la constitucionalidad de la

discriminación (cfr. “Gorbak, Erika”, La Ley 2004-B, 282).”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Por su parte, en el fallo “Ortega, Daniel Héctor” del 15 de octubre de 2015, los Ministros de

la Corte Suprema de Justicia de la Nación se remitieron al dictamen del Procurador General de la

Nación que explicó “…según lo ha sostenido la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es una

parte importante de la obligación internacional asumida para la eliminación de prácticas sociales

discriminatorias, como las que se expresan en la violencia de género, el asegurar que los

procedimientos en los que se ventilan ataques discriminatorios sean conducidos de modo que no se

socave la confianza de los miembros del grupo discriminado en la capacidad y disposición de las

autoridades de protegerlos de la amenaza de violencia discriminatoria (Corte IDG, ‘Caso González y

otras [‘Campo Algodonero’] vs. México’ cit., 293)”.”

“La consulta a la persona involucrada respecto de la preferencia sobre la identidad de

género de la persona que hará el examen. Dicho recaudo fue ordenado por el juez de grado en

ambos supuestos (requisas y exámenes físicos), siendo varios los instrumentos que han abordado

distintas posibilidades vinculadas con esta cuestión. Para comenzar, la resolución 1/08 “Principios y

Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de Libertad en las Américas” de la

Comisión Interamericana de Derechos Humanos establece que “La vigilancia y custodia de las

mujeres privadas de libertad será ejercida exclusivamente por personal del sexo femenino, sin

perjuicio de que funcionarios con otras capacidades o de otras disciplinas, tales como médicos,

profesionales de enseñanza o personal administrativo, puedan ser del sexo masculino” (Principio

XX). Por su parte, en las “Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos” se esboza que “La

vigilancia de las reclusas será ejercida exclusivamente por funcionarios femeninos. Sin embargo,

esto no excluirá que funcionarios del sexo masculino, especialmente los médicos y personal de
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

enseñanza, desempeñen sus funciones profesionales en establecimientos o secciones reservados

para mujeres” (Punto 53.1).

A su vez, las Reglas de Bangkok (A/Red/65/229 aprobada por la Asamblea General)

establecen que “Si una reclusa pide que la examine o la trate una médica o enfermera, se accederá

a esa petición en la medida de lo posible, excepto en las situaciones que requieran intervención

médica urgente. Si pese a lo solicitado por la reclusa, el reconocimiento es realizado por un médico,

deberá estar presente un miembro del personal penitenciario femenino” (Regla 10).”

“El Protocolo establece en su artículo 14 que “En todos los casos en la medida que resulte

factible se deberá implementar medios tecnológicos que puedan suplir la necesidad de realizar

registros corporales a las internas, como ser el uso de “scanner” o aparatos electrónicos que se

adecuen a los más altos estándares en materia de salud”.”

ARTICULO 164. — El interno tiene el derecho a estar informado de los sucesos de la vida

nacional e internacional, por los medios de comunicación social, publicaciones o emisiones

especiales permitidas.

Antecedentes legislativos e historia del instituto.

Los antecedentes legislativos, según se indica en la documentación oficial de la labor

parlamentaria de la Ley 24660, se compone por lo siguientes: Ley7 Penitenciaria Nacional art. 93,

ONU-RM 39, ANT-DNPC Art. 18.12, ANT-NAN Art. 81, y leyes de ejecución de Brasil Art. 41.XV, de

Francia Art. D 431 y D444, de Italia Art. 18, y de Ecuador Art. 85.

Antecedentes, similitudes y divergencias en el derecho comparado.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En la actualidad las similitudes con la legislación comparada se encuentran en el artículo

136 del Código de Ejecución Penal de Paraguay y 41 de la ley de ejecución de Brasil.

Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su

interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección Internacional y Regional,

aplicables al instituto en estudio.

Reglas Mandela.

“Regla 63”

“Los reclusos tendrán oportunidad de informarse periódicamente de las noticias de

actualidad más importantes, sea mediante la lectura de diarios o revistas o de publicaciones

especiales del establecimiento penitenciario, sea mediante emisiones de radio, conferencias o

cualquier otro medio similar, autorizado o controlado por la administración del establecimiento

penitenciario.”

“Conjunto de Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier

forma de detención o prisión”61

Conjunto de Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier

forma de detención o prisión.62

“Principio 28”

“La persona detenida o presa tendrá derecho a obtener, dentro de los límites de los

recursos disponibles si se trata de fuentes públicas, cantidades razonables de materiales

61
Adoptado por la Asamblea General en su resolución 43/173, de 9 de diciembre de 1988.
62
Adoptado por la Asamblea General en su resolución 43/173, de 9 de diciembre de 1988
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

educacionales, culturales y de información, con sujeción a condiciones razonables que garanticen

la seguridad y el orden en el lugar de detención o prisión.”

Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de la Libertad

en las Américas.63

“Principio XVIII. Contacto con el mundo exterior”

“Las personas privadas de libertad tendrán derecho a… Tendrán derecho a estar informadas

sobre los acontecimientos del mundo exterior por los medios de comunicación social, y por

cualquier otra forma de comunicación con el exterior, de conformidad con la ley.”

Propuesta de interpretación del texto legal.

Entendemos que el artículo en comentario debe interpretarse del modo más amplio posible

debido a que no señala limitaciones más que la permisión genérica en materia del derecho de

acceso a la información a fin de poder mantenerse conectado con la realidad del medio libre,

actualizado en cuanto a los sucesos que acontezcan en el país y en el mundo, puesto que no debe

entenderse a la cárcel como un aislamiento sino sólo como un medio de privación de la libertad

ambulatorio, por ende el derecho a estar informado debe ser garantizado por el Estado, y no

limitado más allá de las limitaciones impuestas por la legislación vigente de conformidad al artículo

13 de la CADH y 19.2 del PIDCP, en el sentido de que conserva pleno su derecho a buscar, recibir y

difundir información e ideas de toda índole, aún estando privado de su libertad.

Y esto tiene que ver no sólo con el entendimiento de que la pena privativa de la libertad no

debe traer como anexo la privación de otros derechos –al menos reducir ese impacto en la medida

63
Adoptados por la Comisión durante el 131º período ordinario de sesiones, celebrado del 3 al 14 de marzo de 2008.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de lo posible-, sino con la conceptualización de los derechos en pos del fin resocializador de la pena

según los artículos 5.6CADH y 10.3PPIDCP, puesto que si se lo ve de esa manera, se concluirá

necesariamente que el mantenimiento del contacto con el exterior sumado a la recepción de

información de toda índole del ámbito libre, sea por los medios de comunicación televisivos,

radiales, digitales, etcétera, todo ello coadyuvará a reducir el aislamiento que supone la

prisionización y por ende también los efectos desocializantes propios de toda institución

totalizante.

Por tales razones, el acceso a la información debe ser facilitado, promovido y reforzado por

las instituciones penitenciarias, y no limitados como sucede a menudo en la realidad penitenciaria

vía reglamentaria. Por ejemplo, mediante imposiciones arbitrarias que limitan el ingreso y/o la

tenencia de artefactos que permiten recibir información desde el exterior (televisores, radios, etc.)

por motivos de seguridad, buena conducta u otros motivos que en nada deberían relacionarse con

el derecho en comentario, que en estas lógicas penitenciarias aparecen reducidos a dinámicas de

premios y castigos, sin anclar los fundamentos en los efectos desocializantes que producen.

En el trabajo “Derribando el autoestigma, medios de comunicación en la cárcel”64

CONTRERAS-PULIDO, P., MARTÍN-PENA, D. y AGUADED, I., al analizar el fenómeno en el marco

español, citan el prólogo de la la Ley Orgánica 1/1979, General Penitenciaria (LOGP) que nos

parece pertinente en relación a lo que venimos diciendo, dicen que: “En su Preámbulo, se recoge

un aspecto primordial que da fundamento a este trabajo: Al defender en primer término la

finalidad resocializadora de la pena, la Ley pretende significar que el penado no es un ser eliminado

64
CUADERNOS.INFO Nº 36 ISSN 0719-3661. Versión electrónica: ISSN 0719-367x. Disponible en:
http://www.cuadernos.info/index.php/CDI/article/view/708/565
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de la sociedad, sino una persona que continúa formando parte de la misma, incluso como miembro

activo, si bien sometido a un particular régimen, motivado por el comportamiento antisocial

anterior de aquel y encaminado a preparar su vuelta a la vida libre en las mejores condiciones para

ejercitar socialmente su libertad. (LOGP1/1979)” p. 16.

Y hablan de la “educomunicación” como un ejercicio de alfabetización, es decir como un

medio de educación más para el desarrollo individual del ser humano privado de su libertad con

fines a su participación activa en la sociedad de la que forma parte. Lo dicen del siguiente modo:

“En la perspectiva de la comunicación para el desarrollo, la comunicación alternativa o la

del cambio social (Freire, 1970; Kaplún, 1998; Gumucio-Dagron, 2010; Tufte, 2012), se entiende la

comunicación desde un prisma de participación, activismo, colectividad y desarrollo, todo lo cual

adquiere mayor sentido, sobre todo en la actualidad, si incluimos la mirada de la educomunicación.

Sin duda, que la ciudadanía sea partícipe, se apropie y empodere gracias a la construcción de

discursos a través de los medios, tendrá un mayor eco si se hace desde el conocimiento, desde un

ejercicio de alfabetización y desde la mirada crítica. Todo esto se logrará con una verdadera

vocación de educar en medios de comunicación para el cambio social.” P.17/18

Es más, alertan sobre la posibilidad no sólo de recibir información sino de generarla

mediante la creación de medios de comunicación en las prisiones: “La necesidad de alfabetizar hoy

día a la ciudadanía desde el punto de vista mediático (que incluye tanto medios de comunicación

tradicionales como las tecnologías de la información y la comunicación) se hace acuciante.

Organismos como la Unesco, la Comisión Europea o la ONU han promovido diferentes declara-

ciones3 y documentos para defender dicha alfabetización y alertar a los Estados a realizar
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

programas de alfabetización mediática tanto en entornos formales (escuelas) como no formales

(familia, centros cívicos, etcétera). En estas materias, Barranquero (2007, p. 17) aporta una serie de

premisas relativas a la educomunicación para el cambio social, las que también deberían marcar la

intencionalidad de proyectos como la creación de medios de comunicación en prisiones que aquí

exponemos. Entre ellas, destaca que lo importante de la experiencia no sea el producto final, sino el

camino que se realiza para conseguirlo, donde confluyen enormes posibilidades de desarrollo de

habilidades, de competencias, de construcción y de mejora que pueden ser planificadas de manera

transversal a lo largo del proceso. Esto es importante, pero no lo es menos el hecho de que sea el

propio colectivo necesitado de esos cambios el que protagonice dicha actividad. Así se favorece su

verdadero empoderamiento a través de la participación.” P. 18

Ceruti y Rodríguez dicen además que la censura previa de la lectura afecta la libertad de

conciencia en el marco del principio de reserva constitucional (Art. 19CN) y de ningún modo puede

tener relación con la pena en los términos del artículo 18 de la CN65.

Lo cierto es que el artículo consagra expresamente el derecho de acceso a la información

sin restricciones, y así debe ser interpretado en el marco del derecho fundamental reconocido en

las normas del máximo nivel jerárquico de nuestro ordenamiento jurídico, por lo cual no debería

ser limitado por cuestiones reglamentarias, teniendo en cuenta lo expuesto con anterioridad en

referencias a los límites constitucionales del facultado a reglamentar, al momento de disponer

mecanismos y actividades en general que puedan limitar, restringir o directamente obstaculizar el

65
Ceruti, Raúl A. y Rodríguez, Guillermina B. “Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad”. Ley 24660 comentada y
anotada. Ediciones La Rocca. Bs.As. 1998, pág. 207/8
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

acceso a un derecho. Aunque en el mundo del ser penitenciario, sabemos que ello sucede

sistemáticamente mediante las reglamentaciones de las unidades penitenciarias que, por ejemplo,

impiden la tenencia de artefactos electrodomésticos a los internos que no poseen puntaje de

conducta bueno como mínimo en los términos del artículo 120 del Decreto 1136/97, norma que

claramente y de manera flagrante excede las potestades reglamentarias en esta materia por

imponer restricciones al acceso al derecho que ampliamente reconoce el artículo 164LEP que

comentamos, incluyendo restricciones atinentes a la conducta y comportamiento bueno como

mínimo, lo que traducido en términos de puntaje alfanumérico, conforme al artículo 51 del Dec.

396/99 implica contar con Conducta 5 como mínimo, lo cual deja de nuevo a la arbitrariedad

administrativa penitenciaria la restricción o el directo impedimento de acceso a un derecho

humano básico de las personas privadas de la libertad, que en pos de la disciplina (valor sublime en

la dinámica penitenciaria) puede ser coartado y/o limitado, lo cual en clave convencional-

constitucional no pude ser de ningún modo así, sino todo lo contrario.

Es más, en la práctica penitenciaria de las unidades del SPF, es común encontrar

modalidades que exigen puntaje ejemplar de conducta (10) y concepto bueno (5) como mínimo,

para acceder a la utilización particular de aparatos electrodomésticos de información y

entretenimiento (televisores y radiograbadores por ejemplo), fundamentadas tales restricciones

en la consideración de alicientes para el avance de los internos en el sistema de progresividad,

pese a que no estén previstos en ninguna norma jurídica, con el doble discurso de presentar tales

restricciones totalmente ilegales y al margen hasta de la reglamentación vigente, en que ello

puede configurar un aliciente para el interno a fin de adecuar su conducta y cumplimiento de


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

objetivos penitenciarios a fin de obtener la posibilidad de acceso a radiograbadores o televisores

para uso particular.66

Reglamentación administrativa del texto legal, o bien estructuras institucionales o

administrativas diseñadas para la implementación de la norma.

Decreto 1136/97. Reglamentación del Capítulo XI "Relaciones Familiares y Sociales"

(Artículos 158 a 167) y disposiciones vinculadas. Reglamento de Comunicaciones de los Internos.

Bs. As., 30/10/97

“Acceso a los Medios de Comunicación Social”

“Artículo 118. — El interno tiene derecho a estar informado de los sucesos de la vida

nacional e internacional por los medios de comunicación social, publicaciones o emisiones internas.

En consecuencia, podrá adquirir a su costa o recibir diarios, periódicos, revistas y libros de libre

circulación en el país.”

“Artículo 119. — El Director, de acuerdo a las características del establecimiento y a los

intereses de sus alojados, fijará los días y horas en que el interno pueda acceder a las emisiones de

radio y televisión, a volumen moderado para no interferir con otras actividades o perturbar la

tranquilidad.”

“Las limitaciones que se fijen no responderán al ejercicio de censura, sino a razones de adecuada

convivencia.”

66
En la U.4 del SPF con asiento en la provincia de La Pampa ello fue informado por escrito así al Juzgado de Ejecución
Penal Nº 1 en autos “Roldán, Jonathan Eliazar s /ejecución de pena” legajo nº 35415/2, con motivo de un reclamo por
entrega de un radiograbador para uso particular del interno.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Artículo 120. — La posesión personal y uso en su tiempo libre de un aparato de radio

portátil o de un reproductor de sonido para ser utilizado con audífono o auricular podrán ser

autorizados al interno que tenga conducta o comportamiento bueno.”

“Relaciones con los Medios de Comunicación Social”

“Artículo 121. — El Director Nacional del SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL podrá autorizar

el ingreso a sus establecimientos de representantes especializados de los distintos medios de

comunicación social, que tengan como objeto preestablecido recoger información institucional para

su divulgación en la comunidad, a fin de promover la comprensión y el apoyo a la labor social que

se realiza.”

“Artículo 122. — Cuando el interno solicite o acepte mantener una entrevista individual con

un representante especializado de un medio de comunicación social, previa opinión del Director del

establecimiento en que se aloje y siempre que no mediare oposición del juez competente, el

Director Nacional del SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL podrá autorizarla. Esto no obsta a que el

interno se pueda comunicar sin censura y conforme las previsiones de este Reglamento en forma

escrita o telefónica, con los medios de comunicación social.”

“Artículo 123. — Cuando se solicite el ingreso de equipos destinados a la captación de

imágenes y sonidos, el responsable del medio deberá comprometerse por escrito a difundir las

imágenes y el sonido, utilizando técnicas distorsivas que impidan la identificación del interno, su

posible estigmatización y la de su núcleo familiar. Tampoco se podrá aludir a hechos delictivos o a

historias personales que directa o indirectamente permitan individualizar al entrevistado.”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Artículo 124. — El representante del medio deberá respetar las normas del artículo 22,

salvo lo previsto en el inciso f) en los equipos o elementos expresamente autorizados. Para su

ingreso deberá presentar previamente el compromiso requerido en el artículo 123.”

Jurisprudencia.

En materia jurisprudencial es destacable un auto dictado en la provincia de Córdoba donde

se reconoce el acceso a la comunicación e información periodística a una interna con fundamento

en la normativa internacional aplicable y cita jurisprudencial del máximo tribunal colombiano.

Se trata del caso “BENITEZ, Alida Ramona s/ Ejecución de pena privativa de la libertad”,

Expediente Letra B – Nº 02 – Año 2007 (Nº 175713 –SAC-, Resolución interlocutoria nº 4/2008, del

15/02/2008. Registro de este Juzgado de Ejecución Penal de 1ª nominación de Córdoba, en el que

se sentó lo siguiente:

“II.- Que corresponde señalar que los condenados, sea cual fuese la naturaleza de su delito,

conservan inalterados aquellos derechos fundamentales que les corresponden y que no se ven

afectados por la esencia de la pena que se encuentra ejecutando. Se trata de una garantía de

raigambre Constitucional (principio de legalidad – artículo 18 de la Constitución Nacional-), que

encuentra su materialización legal en la clara previsión contenida por el artículo 2º de la ley

24.660.”

“Entre tales derechos cuenta el de su libertad de expresión, consagrado por los artículos IV

de la Declaración Americana de Derechos Humanos y 13.1, de la Convención Americana de

Derechos Humanos; ambos con jerarquía Constitucional, a partir de la reforma de 1994 (artículo

75, inciso 22, 2ª cláusula de la Constitución Nacional).”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Se ha dicho con justeza que la libertad de prensa lleva implícita a la libertad de expresión

(Quiroga Lavié, op. cit., p. 153); motivo por el cual, como una proyección natural de este último

derecho se ubica, precisamente, el de mantener contacto con los medios de comunicación. En tal

sentido, la Corte Constitucional de Colombia, en opinión que comparto, ha expresado que la

exigibilidad del derecho fundamental a la libertad de expresión no es ajena a la vida carcelaria

aunque se haga uso de ella para manifestar críticas: “(...) „En efecto, la democracia y el pluralismo

no se terminan en las puertas de la prisión. Por el contrario, el interno debe ser considerado como

un interlocutor válido que, pese a su situación de privación de libertad, necesita estar informado y,

puede, a su vez, manifestar sus opiniones y pensamientos y las informaciones que, conforme a

éstos, estime pertinentes‟” (cfr. Sentencia T – 706 de 1996; citada por Carlos Augusto Lozano

Bedoya, Derechos de las personas privadas de libertad. Manual para su vigilancia y protección,

Coedición Defensoría del Pueblo – Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones

Unidas para los Derechos Humanos – Unión Europea, Bogotá, 2006, p. 141. versión electrónica

disponible en http://www.hchr.org.co/publicaciones/libros/Manual%20DP/Capitulo%20II.pdf).”

ARTICULO 165. — La enfermedad o accidentes graves o el fallecimiento del interno, será

comunicado inmediatamente a su familia, allegados o persona indicada previamente por aquél,

al representante de su credo religioso y al juez de ejecución o juez competente.

Los antecedentes legislativos, según se indica en la documentación oficial de la labor

parlamentaria de la Ley 24660, se compone por lo siguientes: Ley Penitenciaria Nacional art. 94,

CEPBA, Art. 125; ONU-RM 44.1, y leyes de ejecución de España art. 52, de Francia Art. D 427, de

Italia Art. 29 y 44, de Venezuela Art. 67 y de Ecuador Art. 83.


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Antecedentes, similitudes y divergencias en el derecho comparado.

En la actualidad las similitudes con la legislación comparada se encuentran con los artículos

137 del Código de Ejecución Penal de Paraguay, 95 de la Ley de Bolivia y 15 de la Ley Uruguaya, en

el marco del MERCOSUR, pero también de las legislaciones europeas, por ejemplo, la ley Española

(Arts. 52) y la Ley Alemana (Art. 66).

Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su

interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección Internacional y Regional,

aplicables al instituto en estudio.

Reglas Mandela

“Regla 68. Todo recluso tendrá derecho a informar inmediatamente a su familia, o a

cualquier otra persona que haya designado como contacto, de su encarcelamiento, su traslado a

otro establecimiento y cualquier enfermedad o lesión graves, y recibirá la capacidad y los medios

para ejercer ese derecho. La divulgación de información personal de los reclusos estará sujeta a la

legislación nacional.”

“Regla 69. En caso de fallecimiento de un recluso, el director del establecimiento

penitenciario informará inmediatamente a sus familiares más allegados o a la persona

designada como contacto para casos de emergencia. Ante un supuesto de enfermedad o

lesión grave o de traslado de un recluso a un centro hospitalario, el director deberá notificar

a las personas que el recluso haya designado para recibir información relacionada con su

estado de salud. Se respetará la solicitud expresa del recluso de que no se informe a su


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

cónyuge o familiar más cercano en caso de enfermedad o lesión.”

Propuesta de interpretación del texto legal.

La norma comienza enunciando los supuestos que disparan el mecanismo que regula a

continuación, y se refiere a ello como “enfermedad o accidentes graves o el fallecimiento del

interno”.

En todos los supuestos, por una cuestión de especialidad en las competencias, ello no

puede ni debe estar a la arbitraria decisión del director de la unidad penitenciaria y/o del jefe de

turno a cargo, sino que la aseveración de grave debe provenir de un diagnóstico médico realizado

de manera inmediata a su existencia. Ergo, el requisito legal implica un diagnóstico a cargo del

profesional médico actuante, sea interno o externo al servicio penitenciario, con la carga de

responsabilidades que sobre sus actuaciones genera la Ley 1713267 y su reglamento68. Y ante la

duda de si se trata de graves o no, debe presumirse que sí lo es y cumplir con el aviso de igual

forma a fin de asegurar el derecho.

En cuanto a la exigencia de comunicación inmediata es aplicable la conceptualización que

hicimos más arriba, en el sentido de entender la inmediatez como el paso consecutivo siguiente sin

solución de continuidad y en el menor plazo posible a fin de permitir el conocimiento e

intervención oportuna y con posibilidades de eficacia para el acto que se requiera. Por ejemplo, en

el caso de enfermedad o accidentes graves a fines de coadyuvar en la atención hospitalaria con


67
ARTE DE CURAR. LEY 17.132. Reglas para el ejercicio de la medicina, odontología y actividad de colaboración
de las mismas. Buenos Aires, 24 de enero de 1967.

68
DECRETO NACIONAL 6.216/1967. BUENOS AIRES, 30 de Agosto de 1967. Boletín Oficial, 8 de Septiembre de 1967
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

todo lo que resulte necesario para el paciente, como así también para la autorización, realización y

tramitación de los actos que se requieran en el ámbito sanitario, como pueden ser autorizaciones

para determinadas intervenciones quirúrgicas, traslados a unidades especializadas, donación de

sangre, etcétera.

A quienes se debe avisar es a la familia, allegados o persona indicada previamente por el

interno, enumeración que por su fin e indicación genérica debe tenerse como enunciativa y por

ende comprender a toda persona que tenga vinculación con el interno y que pueda resultar útil

para el momento de emergencia en que éste se encuentra, lo cual estará a cargo del personal de

Asistencia Social de la unidad penitenciaria.

Y si bien los medios por los cuales debe hacerlo no están indicados ni en la norma de fondo

ni en el pobre artículo 133 del Decreto 1136/97 que lo reglamenta, debe entenderse que debe ser

cualquier medio fehaciente, en el sentido de que permita la comunicación certera y acreditable

con posterioridad, y que implique el medio más rápido con que se cuente a disposición para poder

cumplir el fin del legislador en la emergencia que supone la norma. López y Machado dicen que por

razones humanitarias es aconsejable que la comunicación sea de forma personal69, lo cual puede

ser ideal si las circunstancias lo permiten, pero ello no implica un deber y en muchas ocasiones

hasta puede ser contraproducente con el fin de la norma, puesto que la localización y encuentro

personal puede llevar un tiempo que conspire contra la posibilidad de participación activa de la

persona comunicada en la emergencia y/o fallecimiento, por ejemplo por razones de distancia,

laborales, de falta de medios de locomoción, etcétera.

69
López y Machado, ob.cit pág. 392.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En cuanto a la segunda parte de las personas a avisar, tiene que ver con la asistencia

espiritual en momentos en que, quien profesa un culto determinado, suele estar más aferrado a

ello teniendo a su alcance al representante de su credo religioso a fin de su contención,

acompañamiento, celebración de los actos que indiquen el culto que practican, comprensión de la

gravedad y/o desenlace luctuoso de haberlo y lo que ello implica espiritualmente, como así

también la realización de oraciones, bendiciones, sepulcros en caso de fallecimiento y demás

actividades propias de cada conjunto de creencias en el plano espiritual.

Y por último, también al juez de ejecución o juez competente a fin de garantizar el control

judicial de lo actuado y/o la toma de medidas de primera mano para asegurar derecho a la salud

que las personas privadas de la libertad tienen por el sólo hecho de ser personas, el cual reviste

calidad de derecho humano básico reconocido en el máximo nivel normativo supranacional (Arts.

11 de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, entre otros) con rango

constitucional en el art. 75, inciso 22, de la Constitución Nacional, y también con anclaje legal en

nuestro medio (Arts. 143 y ss. de la LEP), quien debe disponer las medidas necesarias que no se

hayan dispuesto antes de manera oportuna, a fin de asegurar que quien haya sufrido el accidente

o enfermedad grave reciba por parte de médicos especializados las curaciones, diagnóstico y

tratamiento que sean necesarios bajo la supervisión de profesionales de la salud en ámbitos

asépticos adecuados, y no en una situación de encierro con graves deficiencias sanitarias como se

encuentran actualmente las cárceles en nuestro país, lo que también hace al trato humanitario de

los detenidos y al reconocimiento de su integridad y dignidad personal en los términos de los

artículos 5 de la CADH, y 10 del PIDCP, entre otros, también con asiento constitucional, y
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

especialmente el principio de igualdad para con el resto de la población no prisionizada (Art. 16

CN), pues es de Perogrullo decir pero necesario reafirmar, que las personas no pierden su derecho

a la salud por el sólo hecho de ser privadas de la libertad., el cual debe ser garantizado de acuerdo

a lo previsto en los artículos 143 a 152 de la Ley 24660, e incluso el Juez debe disponer, según

corresponda, lo previsto en los artículos 147 y 149 de esa LEP.

Reglamentación administrativa del texto legal, o bien estructuras institucionales o

administrativas diseñadas para la implementación de la norma.

“Comunicaciones de Emergencia. “Artículo 113. — La enfermedad o accidentes graves o

fallecimiento del interno, previo el pertinente informe médico, serán comunicados inmediatamente

por el Servicio Social del establecimiento a su familiar, allegado o persona previamente indicadas

por aquel, al representante de su credo religioso y, con intervención de la Sección Judicial, al juez

competente.”

ARTICULO 166. — El interno será autorizado, en caso de enfermedad o accidente grave o

fallecimiento de familiares o allegados con derecho a visita o correspondencia, para cumplir con

sus deberes morales, excepto cuando se tuviesen serios y fundamentados motivos para resolver

lo contrario.

En los casos de las personas procesadas o condenadas por los delitos previstos en los artículos

119, segundo y tercer párrafo, 120, 124 y 125 del Código Penal, se exigirá en todos los casos el

acompañamiento de dos (2) empleados del Servicio de Custodia, Traslados y Objetivos Fijos del

Servicio Penitenciario Federal.70

70
Artículo sustituido por art. 9° de la Ley N° 26.813 B.O. 16/1/2013.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Los antecedentes legislativos del texto original, según se indica en la documentación oficial

de la labor parlamentaria de la Ley 24660, se compone por lo siguientes: Ley Penitenciaria Nacional

art. 95, CPPN, Art. 496; DNIP: Res. 2-7-1956, ONU-RM 44.2), y leyes de ejecución de Brasil Art. 120,

España art. 47.1, de Francia Art. D 424-1 y D 425, de Italia Art. 30 y de Ecuador Art. 41 y 42.

Este artículo fue reformado por Ley 26813 que agregó el requisito del segundo párrafo de la

norma vigente cuyos fundamentos, reseñados en el proyecto de esa ley aducen lo siguiente:

“El presente proyecto de ley tiene como objetivo reducir la probabilidad de reincidencia y

una adecuada inserción al medio social de las personas condenadas por delitos graves contra la

integridad sexual. El mismo tiene como antecedente el trabajo y análisis elaborado por la Comisión

de Legislación Penal durante el periodo legislativo del año 2010, reproduciendo en ese sentido el

dictamen aprobado en consideración al proyecto de ley Nro. 4169- D-2009. Proponemos una serie

de modificaciones al régimen penitenciario, en particular, al momento de autorizar todo tipo de

egresos de la institución carcelaria y la adopción de medidas de seguridad.”

“Esta regulación comprende a los condenados por los siguientes delitos contra la integridad

sexual: abuso sexual; corrupción; promoción, facilitación y explotación de la prostitución.”

“Consideramos que se justifican estas medidas, ateniéndonos a las tasas de reincidencia que

se registran en las personas que han cometido delitos contra la integridad sexual y a la gravedad

que tienen estos hechos por los daños provocados a las víctimas, por ende, es necesario adoptar

este tipo de medidas de control.”71

Antecedentes, similitudes y divergencias en el derecho comparado.

71
Nº de Expediente 0926-D-2011. Trámite Parlamentario 011 (17/03/2011).
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En la actualidad las similitudes con la legislación comparada es llamativa, hasta el punto de

contar casi con la misma redacción en algunos casos, y para ello pueden tomarse como ejemplos,

los artículos 109 de la Ley de Ejecución de Bolivia y 14 de la Ley Uruguaya, en el marco del

MERCOSUR, pero también de las legislaciones europeas, por ejemplo, la ley Española (Arts. 52) y la

Ley Alemana (Art. 13), aunque en este último caso se prevé de modo genérico el permiso de salía

por circunstancias especiales dentro de las cuales puede entenderse lo previsto por la norma

argentina en particular.

Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su

interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección Internacional y Regional,

aplicables al instituto en estudio.

Reglas Mandela

“Regla 70. La administración del establecimiento penitenciario informará inmediatamente

al recluso de toda enfermedad grave o fallecimiento de un familiar cercano o cualquier otra

persona allegada. Cuando las circunstancias lo permitan, se le autorizará a ir, solo o con custodia, a

la cabecera del familiar cercano o persona allegada en caso de enfermedad grave, o a asistir al

funeral de dicha persona.”

Propuesta de interpretación del texto legal.

Respecto de la primera parte de la norma -hasta que llega a las excepciones- le resulta de

aplicación lo que dijimos respecto del artículo anterior porque el legislador ha utilizado los mismos

presupuestos, resultando útil agregar solamente que las personas que tienen derecho a visita o

correspondencia están enunciadas a lo largo de todo el Decreto 1136/97 en las diferentes visitas
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

que permite (espirituales, de educación, familiares, íntimas, de abogados y asistentes jurídicos,

diplomáticos, etcétera) pero el artículo permite las salidas a los efectos de este artículo 166, sólo

en caso de enfermedad o accidente grave o fallecimiento de familiares o allegados con derecho a

visita o correspondencia, por ende, deben ser entendidos los familiares en los términos del Código

Civil y Comercial y los allegados en los términos del artículo 34 del Decreto 1136/97, el que por su

amplitud –como ya vimos- incluye a toda persona que tenga alguna relación vincular por el motivo

que fuera con el interno de manera asidua.

En el marco de las excepciones, nuevamente aparece la vaguedad debida a la utilización de

terminología imprecisa que habilita la restricción de derechos como hemos visto a lo largo de todo

el trabajo, puesto que lo que se considere como “serios y fundamentados motivos para resolver lo

contrario” será materia de decisión administrativa primero y judicial después –al momento de

autorizar o no la salida del penal al interno incurso en el supuesto previsto en la norma-, y aunque

doctrinariamente se le agreguen requisitos de verificación previa y fehaciente de maniobras

dirigidas a la fuga o evasión del interno, como aducen López y Machado72 u otros requisitos, lo

cierto es que la norma habilita la arbitrariedad para la restricción del acceso a la salida del penal

por razones humanitarias, en pos de una supuesta seguridad no definida.

En la práctica del derecho de ejecución penal, aparecen como más recurrentes algunos

motivos más que otros sobre las excepciones, como el de seguridad (en caso de que el delito

hubiese sido cometido dentro del grupo de pertenencia que también asistirá al centro de salud o al

cementerio ya sea que se trate de enfermedad o lesión grave, o fallecimiento); falta de recursos

72
López y Machado, ob.cit, pág. 394.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

(escasez de móviles, personal u otros medios necesarios para los traslados, superposición con otras

diligencias con los mismos medios, etcétera), especialmente cuando los internos están alojados a

largas distancias de los centros de salud o cementerios a los cuales deben concurrir para efectivizar

las salidas; riesgo de fuga o evasión; y más solapados los consistentes en comunicaciones tardías,

falta de notificación a los internos, responsabilización a los correos o medios de comunicación y/o

notificación, o las distancias entre los Juzgados competentes, los internos y los centros de salud o

cementerios, etcétera, todo lo cual producen en la práctica que la salida no pueda realizarse de

manera oportuna. Lo cual es pasible de corrección en internaciones más o menos prolongadas,

pero no lo es en situaciones de emergencias graves, enfermedades terminales o en períodos

terminales, fallecimientos y sepulcros, etcétera, marco en el cual la herramienta del habeas corpus

puede resultar útil para el acceso al derecho, pero la agilización por parte de la Procuración

Penitenciaria de la Nación, la sección de Asistencia Social, Judicial y Médica de los penales y la

actividad judicial (del Juez y Defensor) son esenciales para ello, por lo cual en este marco el deber

es el de máxima celeridad y no obstaculización por parte del Estado a través de todas sus agencias

sean nacionales o provinciales.

Como bien refieren López y Machado73 la legislación omitió la autorización para salir del

penal por motivo de nacimiento de sus hijos y para participar del parto, lo cual en la práctica es

incluido generalmente, aún a propuesta de las unidades penales pese a no estar expresamente

establecido en la norma.

73
López y Machado, ob.cit. pág. 394.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El segundo párrafo que agrega requisitos para el caso de que las personas a egresar del penal

hubieran sido condenados por delitos contra la integridad sexual merece algunos reparos en

términos constitucionales.

Sin detenernos demasiado en un análisis que pueda exceder el marco propuesto para este

trabajo, diremos que del texto de la norma y adunado a ello los fundamentos sostenidos para

proponer su sanción, entendemos que se ha incurrido en una inconstitucionalidad y

anticonvencionalidad múltiple.

Lo primero es la discriminación hacia personas sólo por el delito por el cual resultaron

condenadas para el acceso a determinados derechos, sin siquiera tener en cuenta las

características individuales de cada quien, lo cual choca con los principios de igualdad y no

discriminación de los artículo 16 y 75.22 de la C.N. y 1.1 y 24 CADH, 2 de la DADDH, 1 y 7 de la

DUDH y 14 y 26 del PIDCP.

Como explica María Angélica Gelli74: "...sostener que todos los habitantes son iguales ante

la ley sólo constituye un principio valioso pero incompleto. La derogación de los privilegios y fueros

en razón de origen o situación social, dispuestos por ley, constituyen el inicio de todo proceso

igualitario pero la cuestión esencial radica en determinad qué se entiende por igual y qué criterios o

pautas se emplean para igualar o diferenciar. ... La doctrina reiterada de la Corte Suprema ha

sostenido que la ley debe ser igual para los iguales en igualdad de circunstancias. Con lo cual ha

examinado la categoría normativa hacia adentro, para evaluar si a alguno de los integrantes de

aquélla se los excluye del goce de los derechos que se reconocen a otros. Una garantía mayor de la

74
Constitución de la Nación Argentina. Comentada y concordada. 4ª edición. Tomo I, pág. 232)
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

igualdad exige un análisis de razonabilidad más intenso para controlar las pautas con las que se

construyeron las categorías, criterio que se ha abierto paso en la doctrina de la Corte Suprema...".

Ahora bien ¿Qué debe entenderse por ello? Que las personas que se encuentren en

igualdad de condiciones -dentro de una misma categoría parafraseando el texto citado- deben ser

tratadas de igual modo. La Corte lo ha dicho en el fallo "Gottschau, Evelyn Patrizia c/Consejo de la

Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires s/amparo”75, considerando 4°): "Que sí es

aplicable, en casos como el de Gottschau, el art. 16 de la Constitución Nacional que, en lo que

interesa, dispone "Todos sus habitantes [de la Nación Argentina] son iguales ante la ley, y

admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad [...]". Esta norma no establece una

equiparación rígida, como el art. 20 de la Constitución Nacional, sino que impone un principio

genérico (igualdad ante la ley de todos los habitantes) que no impide la existencia de diferencias

legítimas. El Tribunal lo ha dicho desde antaño: la igualdad establecida por el art. 16 de la

Constitución no es otra cosa que el derecho a que no se establezcan excepciones o privilegios que

excluyan a unos de lo que en iguales circunstancias se concede a otros (Fallos: 153:67, entre

muchos otros). El ámbito del art. 16 de la Constitución Nacional admite las gradaciones, las

apreciaciones de más o de menos, el balance y la ponderación. Todo ello en tanto no se altere lo

central del principio...". Reiterando así, lo ya sostenido en fallos "Calvo y Pesini, Rocío c/ Córdoba,

Provincia de s/ amparo." (C. 3. XXXI. 24 de febrero de 1998) y "Hooft, Pedro Cornelio Federico c/

Buenos Aires, Provincia de s/ acción declarativa de inconstitucionalidad." (H. 172. XXXV.16 de

noviembre de 2004.).”

75
G. 841. XXXVI. G. 835. XXXVI. RECURSO DE HECHO. 8 de agosto de 2006)
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Como puede verse de una lectura simple del régimen penitenciario establecido desde el

Código Penal hasta los Decretos Reglamentarios, pasando por la Ley 24660, no hay categorías de

personas diferenciadas ontológicamente según diferencias que puedan considerarse legítimas por

establecer desigualdades a ser consideradas por el legislador para modificar los regímenes o

modalidades de sus penas, con dos excepciones: el caso de los reincidentes declarados (que

merece serios reparos constitucionalmente hablando) y el artículo 10 del Código Penal, cuyos

supuestos han sido establecidos en beneficio de los condenados en marcos situacionales

específicos. Es más, las penas que se les imponen a los prisionizados son todas iguales, pues ya en

la normativa vigente no hay diferencias siquiera entre la reclusión y la prisión, pues todas se

ejecutan en los mismos ámbitos, del mismo modo y con la misma progresividad.

Pero luego, en todo el proceso o decurso del cumplimiento de la pena, las diferencias de

regímenes, modalidades, institutos a los que se accede, otorgamiento de institutos, etcétera, se

establecen de acuerdo a la conducta y concepto mantenidos por el condenado, a sus

características individuales más allá del delito por el cual fuera condenado, lo que da muestras que

todos los internos son iguales ex ante, y sus posibilidades de acceso a diferentes institutos se van

acrecentando a medida que cumplen los objetivos penitenciarios y observan los reglamentos con

regularidad (al menos en el deber ser). Así, al ingresar en el cumplimiento de una pena de prisión o

reclusión, las personas son todas iguales, no sólo por el sólo hecho de ser tales, lo que ya impediría

cualquier distingo discriminatorio, sino además por expresa aplicación de la normativa vigente.

Ahora bien, cuando una ley posterior -Ley 26.813- establece diferencias respecto de

aplicación de normas, y ello conlleva a un distingo discriminatorio pues se funda en diferenciarlos


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de acuerdo al delito que cometieron y no a las características individuales de cada quien y a la

evolución en el régimen de progresividad de la pena, por más que sea la ley aplicable debe

analizarse a la luz de las normas de superior jerarquía, para verificar si se compadece con aquéllas

o no.

En el caso del artículo que comentamos (y sucede lo mismo por ejemplo con el 56bis de la

Ley 24.660, incorporado en 2004), vemos que ello no es así porque excluye a unos lo que permite a

otros en iguales condiciones, y aún en peores condiciones, puesto que la norma vigente distingue

sin siquiera tener en cuenta la intensidad lesiva de los condenados por ciertos delitos (por ejemplo,

no comprende a los genocidas, o a los traidores a la patria, homicidios simples o agravados no

previstos expresamente allí), dejando en evidencia que el único fin de esta reforma fue el electoral

o populista punitivo ante un reclamo de un sector social ante el cual los legisladores reaccionaron

espasmódicamente. Pero ello de ningún modo debe ser avalado por los jueces, quienes en nuestro

sistema difuso están obligados funcionalmente a revisar la constitucionalidad y convencionalidad

de las leyes76.

Según tiene dicho y reiterado también la Corte, por ejemplo en el fallo "Arriola", cuando

una norma inferior se encuentra en pugna con un mandato constitucional o convencional, debe

buscarse una interpretación acorde, y si no es posible declararla lisa y llanamente inconstitucional,

76
Ello resulta de la jurisprudencia de la CSJN a partir del fallo "Mazzeo" (M. 2333. XLII. "Mazzeo, Julio Lilo y otros s/ rec.
de casación e inconstitucionalidad" del 13/07/2007), últimamente materializado en el fallo "Rodríguez Pereyra"(R. 401.
XLIII., Rodriguez Pereyra, Jorge Luis y otra e Ejército Argentino s/daños y perjuicios.), pero también y por ello, de la
jurisprudencia de la CorteIDH, en los fallos "Almonacid Arellano vs Chile", "Trabajadores cesados del Congreso vs/
Perú", "Radilla Pacheco vs México" y "Gelman vs Uruguay", a partir de los cuales se delínea la exigencia del control de
convencionalidad.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

aunque ésta debe ser la última ratio por la importancia institucional que reviste tal acto. Y es esto

lo que sucede con la diferencia de tratamiento establecida en el artículo que criticamos. Esto es así,

como dijimos, porque a personas en igualdad de condiciones -condenados por diversos delitos-, se

les dispensa un trato diferenciado atendiendo solamente al delito por el cual fueron condenados y

sin importar siquiera el estado de su progresividad o la personalidad demostrada a lo largo de los

años de cumplimiento de la pena.

En esta línea de pensamiento se ha dicho que "Si bien el legislador puede crear categorías,

grupos o clasificaciones que irroguen un trato diferente entre los habitantes, la razonabilidad es la

pauta para ponderar la medida de la igualdad o dicho de otro modo, el criterio empleado para

discriminar debe ser razonable. Como derivación las únicas desigualdades inconstitucionales son las

arbitrarias y por arbitrarias han de estimarse las que carecen de toda razonabilidad, las

persecutorias, las hostiles, las que deparan indebidos privilegios ó en su caso indebidas

limitaciones. Corresponde entonces al poder judicial verificar si el criterio de discriminación es o no

razonable, porque el juicio acerca de la razonabilidad proporciona el cartabón para decidir si una

desigualdad viola o no la constitución (Bidart Campos, Tratado Elemental de Derecho

Constitucional Argentino, Tomo I-B, Editorial Ediar, 2006, página 77). A partir de éstos postulados si

analizamos los delitos previstos por la última parte del art. 14 del Código Penal, y el resto de los

delitos contenidos en la parte especial de nuestro ordenamiento de fondo, puede concluirse que la

selectividad del legislador, no aparece como razonable, dado que: a) Otros hechos de igual

gravedad, no sólo por la pena prevista, sino por el resultado, no han sido excluidos. b) No se hacen

distinciones respecto al grado de participación del agente en el hecho, por lo que una persona
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

condenada como partícipe secundario también ve cercenado su derecho. c) El criterio de selección a

partir de la protección de ciertos bienes jurídicos, como la propiedad (art. 165 y 80 inciso 7mo),

respecto de otros (art. 79 y 80 en el resto de sus incisos, los cuales protegen esencialmente la vida)

altera la preeminencia de los valores fundamentales que nuestro Codificador previera

originariamente y cuyo espíritu es mantenido por la sociedad actual. Puede ponerse en duda

razonablemente que nuestra sociedad, frente a la pregunta de qué valor debe ser más protegido,

entre la vida y la propiedad, opte por el segundo."77

Además de lo expuesto hasta aquí, entendemos que la norma en comentario atenta

también contra el principio de humanidad, en tanto respeto por la dignidad del ser humano.

Como sostienen Zaffaroni-Alagia-Slokar: "El principio de humanidad impone la exclusión

de toda crueldad inusitada. Está consagrado en la CN con la prohibición de los azotes y el tormento

(art. 18 CN) y en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos con la prohibición de la tortura

y las penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes (art. 5º de la DUDH, 7º del PIDCP y 5º de la

CADH), es decir que, todas las penas que aparezcan abstractamente como crueles y

desproporcionadas en relación al injusto cometido están prohibidas constitucionalmente..."78 .

Esto significa que constitucional y convencionalmente está reconocido el principio de

humanidad, básico y elemental, que no puede ser avasallado por ninguna de las agencias que

intervienen en el proceso de criminalización –ni por el legislador ni por los jueces-, pues éste

77
Karina Costas, tema "El art. 14 del Código Penal, a partir de la reforma introducida por la Ley 25.892". Disponible en
http://www.pensamientopenal.com.ar/sites/default/files/2012/02/guillamondegui._karina_costas.pdf.
78
Zaffaroni, Eugenio Raúl; Alagia, Alejandro; Slokar, Alejandro "Manual de Derecho Penal. Parte General".EDIAR. Bs.As.
2006, pág. 112.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

reconocimiento expreso en nuestras normas fundamentales y de mayor jerarquía, se debe lisa y

llanamente al reconocimiento de la dignidad humana, derecho éste que es de naturaleza pre-

estatal, y que incluso ha sido positivizado en las normas de mayor jerarquía (Arts. 1 de la DUDH y

5.1 de la CADH).

Bajo este prisma entonces, una pena por más que se imponga como sanción por un delito

cometido, su finalidad, como se vio más arriba, no puede ser solo castigo, sino que es

fundamentalmente la resocialización, pues es éste instituto el que aparece en consonancia con un

reconocimiento efectivo de la dignidad de las personas debido a que, aún cuando halla dañado un

bien jurídico protegido por la ley de un Estado, éste debe brindarles las herramientas necesarias,

durante el tiempo que los jueces hayan creído oportuno al determinar la pena, para lograr la

internalización de pautas y hábitos que les permitan la vida en sociedad con observancia de las

normas mínimas de convivencia social pacífica. Por ello es que se ha normado un régimen

progresivo que vaya permitiendo la autonomía en el marco de la ejecución de una pena, que

además de lo dicho, no puede ser humillante ni denigrante para el sujeto de derechos que la sufre

y que en algún momento de su vida retornará al ámbito libre.

Ahora bien, cuando se establecen requisitos sin importar lo que pueda hacer la persona

condenada durante su estadía intramuros o los recursos que el Estado le destine para su

resocialización, o la reducción de sus aspectos vulnerables que permitieron su selección

criminalizante, o los elementos que puedan surgir del análisis de su tiempo en prisión como así

también de sus egresos esporádicos si cuenta con salidas transitorias por ejemplo y sólo se pone el

ojo en el delito por el que fuera condenado, la constitucionalidad es francamente de imposible


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

justificación pero además, la medida es totalmente inútil para el fin perseguido por la ley de

ejecución.

El Juez Rodrigo Morabito ha dicho que "Evidentemente, bajo el pretexto de excluir de la

sociedad a determinadas personas que son consideradas 'peligrosas' o lamentablemente

denominadas como 'indeseados', el legislador ha traspasado los límites infranqueables que fijan la

constitución y los tratados internacionales, avasallando el derecho fundamental a la 'reinserción' de

las personas privadas de libertad y, en consecuencia, originando en el derecho penitenciario

argentino una pena sin dudas inhumana. Entonces, no es concebible que, por el juego de diversas

normas infraconstitucionales, la situación a la que queda expuesta una persona que es condenada

por un delito determinado, por más grave que éste sea, a partir de la sanción quede firme y

comience a ejecutarse legalmente, pueda ser equiparada a la de un sujeto sin ninguna esperanza

de alcanzar a vivir nuevamente en libertad, en algún momento de su vida. La situación a la que se

arribaría, en un contexto así, equivaldría a darle a la persona condenada el status de una cosa, y

destinarlo a un castigo... inmutable, sin importar los recursos interdisciplinarios que el Estado

destine a su rehabilitación, ni el esfuerzo que él mismo haga, mientras cumple la pena, para

comprender y aceptar su falta y prepararse para asumir, en algún momento de su vida, un rol útil

para su propia existencia y la de la comunidad en la que tendrá que reinsertarse. El condenado es,

como lo son todos, una entidad bio-psico-social, y la pena, aún la más grave posible en el

ordenamiento penal, no lo puede degradar como ser humano."79.

79
Morabito, Rodrigo ¿QUE ES LO CRUEL, INHUMANO Y DEGRADANTE DE UNA PENA?, p.15. Disponible en
http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2011/07/doctrina30053.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Pero diremos un poco más, pues a lo expuesto, según creemos, se suma una

inconstitucionalidad más en la línea de lo que se denomina peligrosismo patologizante 80 y que

conduce a decisiones propias del derecho penal de autor, sin rigor científico alguno ni apoyatura

en los números estadísticos siquiera, sino en meras especulaciones deterministas, lo cual lleva a un

retroceso en materia jurídica de varios siglos y va francamente en contra del artículo 18

constitucional.

Nos referimos con ello a la afirmación acrítica y dogmática (sin fundamentación válida en

términos racionales ni exigencia de comprobación en la realidad de cada caso) en relación a que las

personas condenadas por delitos contra la integridad sexual, puestos en libertad, incurrirán

nuevamente en una infracción penal del mismo tenor por la cual fueron condenados, asentada

sobre una premisa no demostrada y generalizante concerniente a que todos los abusadores

sexuales reinciden y ello se debe a una afección o patología psicológica de imposible detección

preventiva.81

Pues si no se lo entiende así, no se podría comprender por qué la exigencia en la custodia

permanente sólo de los condenados por delitos contra la integridad sexual. Y en este caso

80
Para más detalles sobre las creaciones de otredad en las personas ver Zaffaroni, Eugenio Raúl "El enemigo en el
Derecho Penal"Ediar. Bs.As. 2007)
81
Una buena base de datos y conceptos sobre el conocimiento del fenómeno de reincidencia en los casos de agresores
sexuales, pueden verse en el trabajo de Viviana Schweizer y Guadalupe Blanco “Aproximaciones a la problemática de la
reincidencia sexual” Disponible en: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/05/doctrina41179.pdf. Y
si bien un tratamiento del tema excedería el marco de este aporte, para sostener o rebatir las afirmaciones que
comúnmente se hacen sobre la temática, quizá sea necesario primer hacer estudios como el que se ha realizado en el
año 2009 en las cárceles de Catalunia (España), denominado “Delitos sexuales y reincidencia”, realizado por el Ámbito
Social y Criminológico del Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada del Departamento de Justicia de
Catalunia (España). Disponible en
http://libros.metabiblioteca.org/bitstream/001/559/1/Delitos_sexuales_y_reincidencia.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

particular, puede verse claramente que ello figura así como motivo esencial de la legislación que

comentamos en lo cual campea la falsa dicotomía que pone en encono el derecho del condenado a

su libertad y el de la sociedad a ser protegida ante el riesgo de comisión de delitos, por lo cual se

debe fallar en favor de éste último, lo cual da claras muestra de la presunción de la que venimos

dando cuenta. La cual, por su parte, además de ser inverificable por tratarse de futurología de

imposible confirmación, científicamente es insostenible y jurídicamente viola los principios de

igualdad ante la ley, debido a lo dicho hasta aquí; el principio de responsabilidad por el acto

propio, debido a que a tal categoría de personas se les atribuyen hechos delictivos futuros que se

presumen y que, por supuesto, aún no realizaron (ni siquiera intentaron) y que sin sustento más

que una presunción arbitraria se piensa que cometerán en un futuro; y el de personalidad de la

pena, puesto que en el particular se presume todo ello sobre tales personas sin que hayan

incurrido en ninguna infracción nueva (ni siquiera administrativa); y el de inocencia por asignarle

consecuencias legales restrictivas (en este caso para el acceso al derecho de visitas) sin que se le

hubiera demostrado por un tribunal competente luego de un juicio justo la comisión de algún

hecho con esa consecuencia normativa.

Es decir, se presume que existirá reiterancia delictiva específica cuando ello no se

encuentra asentado sobre ninguna base sólida de conocimiento. Me refiero con ello a que no se

asienta ni sobre cuestiones científicas psicológicas, psiquiátricas, psicosociales, sociales o de otra

índole, como así tampoco sobre normas legales vigentes, ni siquiera tampoco sobre estadísticas

cualitativas o cuantitativas sobre la cuestión -con la reserva que ello también acarrearía-, lo que

hace aparecer a la presunción como meramente proselitista en términos políticos, pero afirmado
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

en fallos judiciales sería arbitrario por mandato de la jurisprudencia de la CSJN en materia de

fundamentación, por lo que no podría sostener la validez de ningún acto jurisdiccional82 -aunque

de hecho suceda a diario-.

Y por último, esta demonización de sujetos en virtud del delito de índole sexual cometido,

coloca al juzgador sin más herramientas que ello en la posibilidad de utilizar la vigilancia sólo

respecto de los condenados por esa clase de infracciones, cuando de haber regulado el legislador

parámetros objetivos que permitieran su utilización de acuerdo a otros estándares derivados del

cumplimiento de la pena (relevados en su transcurso mediante la intervención del Estado, la

comunidad y el propio sujeto), le hubiera permitido a los juzgadores su utilización en un abanico

más importante de casos y ante evidencias acreditadas de los riesgos que pretende evitar.

Reglamentación administrativa del texto legal, o bien estructuras institucionales o

administrativas diseñadas para la implementación de la norma.

“Permisos de Salida. Artículo 114. — Si lo desea, el interno podrá ser autorizado a obtener

permiso de salida, en caso de enfermedad o accidente grave o fallecimiento de familiar o allegado

con derecho a visita y correspondencia, para cumplir con sus deberes morales.”

“Comprobado el motivo invocado, el pedido del interno será remitido de Inmediato al juez

competente, informando el Director al mismo tiempo si a su juicio existen serios y fundamentados

motivos para no acceder a lo peticionado. En el mismo acto solicitará para el caso que la resolución

82
La doctrina de la CSJN en materia de arbitrariedad, se encuentra delineada entre muchos otros, en los fallos
307:1094 "Cerámica San Lorenzo S.A."; 320:2662 "Villamea"; 324:3839 "Mazza"; 329:1436 "Baratti"; 330:3092 "Sabio",
331:2077 "Tarditi" y 331:1090 "De los Santos". También es de utilidad ver lo dicho por la CIDH en autos "Bulacio vs
Argentina" 18/09/2003, "Myrna Mack Chang vs Guatemala" 25/11/2003, "Maritza Urrutia vs Guatemala" 27/11/2003 y
"Herrera Ulloa vs Costa Rica" 02/07/2004.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

fuera favorable, la duración del permiso de salida, su frecuencia si correspondiere, y toda otra

instrucción que el magistrado estimare conveniente.”

Artículo 115. — El Interno usara sus ropas personales durante el permiso de salida y, sin

desmedro de las medidas de seguridad que en cada caso corresponda, será acompañado por

personal no uniformado.”

“Artículo 116. — El Director deberá comunicar al juez competente, dentro de las

VEINTICUATRO (24) horas, el cumplimiento de las ordenes que este haya impartido.”

Jurisprudencia.

Si bien no se refieren a este artículo en particular, son destacables los estándares sentados

en los siguientes fallos, especialmente teniendo en cuenta las críticas que hemos formulado en

relación al segundo párrafo de la norma en comentario.

El Juzgado de Ejecución nº 2 de La Plata en causa nº 2835: "F. Carlos s/legajo de ejecución",

en fallo del 26/08/2010, al declarar la inconstitucionalidad del art. 100 de la Ley Bonaerense de

Ejecución Penal nº 12.256, similar al art. 56bis de la Ley Nacional 24.660, sostuvo: "En lo que sique

se transitarán idénticos lineamientos que el máximo Tribunal de la Nación -fallos 327:2868, 'Nápoli

Erika y Otros'- ha recorrido para similar situación a la planteada en el presente caso. Comenzó

diciéndose allí, en lo pertinente, que la garantía de igualdad consagrada en la Constitución

Nacional consiste en aplicar la ley a todos los casos ocurrentes según sus diferencias constitutivas,

de tal suerte que no se trata de la igualdad absoluta o rígida sino de la igualdad para todos los

casos idénticos, lo que importa la prohibición de establecer excepciones que excluyan a unos de lo

que se concede a otros en las mismas circunstancias (Fallos 123:106; 180:149); pero no impiden
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

que el legislador establezca distinciones valederas entre supuestos que estime diferentes, en tanto

aquellas no sean arbitrarias, es decir, que no obedezcan a propósitos de injusta persecución o

indebido privilegio, sino a una objetiva razón de discriminación (Fallos 302:484 y 313:1638

considerando 2 del voto del Dr. Belluscio)"

"Ello determina la existencia de alguna base válida para la clasificación, distinción o

categoría adoptada, lo que significa que debe haber algún motivo sustancial para que las

propiedades o personas sean catalogadas en grupos distintos (doctrina de Fallos 138:313; 147:402)

considerando como tal aquél conducente a los fines que imponen su adaptación (Fallos 256:241,

consid. 5º y sus citas) e inválido el que se apoya en un criterio de distinción arbitrario, es decir que

no obedece a fines propios de la competencia del Congreso, o si la potestad legislativa no ha sido

ejercida de modo conducente al objeto perseguido (Fallos 25:410, consid. 2º)"

También lo sentado por el Tribunal Oral en lo Criminal Oral Federal Nº 5, en causa nº 1320:

"Larroza Chiazzaro, Carlos", en que se declaró la inconstitucionalidad del artículo 56bis de la LEP:

"La Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso "Lori Berenson Mejía contra Perú" del

25/11/2004, señaló, en lo que hace al art. 5 de la Convención Americana, que "las sanciones

penales son una expresión de la potestad punitiva del Estado e implican menoscabo, privación o

alteración de los derechos de las personas, como consecuencia de una conducta ilícita. Sin

embargo, las lesiones, sufrimientos, daños a la salud o perjuicios sufridos por una persona mientras

se encuentra privada de la libertad pueden llegar a constituir una forma de pena cruel cuando,

debido a las condiciones de encierro, exista un deterioro de la integridad física, psíquica y moral,

que está estrictamente prohibido por el inciso 2 del artículo 5 de la Convención. Las situaciones
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

descritas son contrarias a la finalidad esencial de las penas privativas de libertad, como establece el

inciso 6 del citado artículo, es decir, la reforma y la readaptación social de los condenados. Las

autoridades judiciales deben tomar en consideración estas circunstancias al momento de aplicar o

evaluar las penas establecidas".

"La necesaria progresividad que debe tener el régimen penitenciario al que es sometido el

condenado, desde el mismo inicio del cumplimiento de la condena, hace ineludible que la

inconstitucionalidad referida sea declarada en el momento de imposición de la pena y no quepa

aquí esperar la etapa de ejecución. Por ello, habremos de rechazar el planteo que cuestionó por

inconstitucional la pena de prisión perpetua y sí haremos lugar a la declaración de

inconstitucionalidad de los artículos 14 del Código Penal y 56 bis de la ley 24.660."

"3. Sin perjuicio de lo decidido cabe señalar, como se dijo, la mala técnica legislativa

utilizada en la reforma introducida por la ley 25.892 que fue producto de la presión que sufrieran

los legisladores en virtud de los reclamos que se efectuaran en las llamadas "marchas Blumberg"

como oportunamente señaláramos en la causa "Valdez, Gabriel Alejandro" (cfr. T.O.C. n° 1, causa

n° 2.270, sentencia del 12/10/05). Dicho modo espasmódico de responder las agencias

responsables de la creación de las leyes se tradujo en la imprecisión de los tipos penales creados y

en una ausencia de proporcionalidad punitiva, es decir que reflejó –al decir de Sergio Moccia- una

forma asistemática con que operaba la tarea legislativa en materia penal (cfr. Moccia, Sergio "La

Perenne Emergenza", Edizioni Scientifiche Italiane, 1997, pág. 16 y 17, citado por Yacobucci,

Guillermo Jorge en "¿Cómo interpretar la política criminal de nuestros días?" en El Derecho del 27

de septiembre de 2004). Para los actores políticos, frente a las presiones inmediatas de la
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

indignación pública, las críticas de los medios masivos de comunicación y la competencia electoral

sobre el tema del delito, resulta extremadamente difícil desembarazarse de la responsabilidad por

el control del delito y señalar los límites del Estado en la materia. Frente a estas presiones, señala

Garland, el atractivo esencial y persistente de la respuesta "soberana" frente al delito (y sobre todo

de las leyes vengativas que crean sanciones penales más severas y facultades policiales más

amplias) es que puede ser representada como una intervención inmediata, confiada y fiable (cfr.

Garland, David "La cultura del control", Ed. Gedisa, Barcelona, 2005, pág. 227). Tal acción brinda la

impresión de que "algo se está haciendo", aquí, ahora, decidida y rápidamente, sin importar el

principio de legalidad, la utilización del derecho penal como ultima ratio y el principio de

proporcionalidad de las penas."

ARTICULO 167. — Los internos que no gocen de permiso de salida para afianzar y mejorar

los lazos familiares podrán recibir la visita íntima de su cónyuge o, a falta de éste, de la persona

con quien mantiene vida marital permanente, en la forma y modo que determinen los

reglamentos.

Los antecedentes legislativos, según se indica en la documentación oficial de la labor

parlamentaria de la Ley 24660, se compone por lo siguientes: CPPN, Art. 497; DTO.35.758/47: Art.

64, Dto. 153/62 ER, RES-BA, y leyes de ejecución de Brasil Art. 41.X, España art. 51, párrafo 2º y 53,

de Perú Art. 52, de ANT-DNPC Art. 5, 10, 18 y 20, y de Ecuador Art. 60.

Antecedentes, similitudes y divergencias en el derecho comparado.

En la actualidad las similitudes con la legislación comparada pueden encontrarse en los

artículos 106 de la Ley de Ejecución de Bolivia y 131 del Código de Ejecución Penal de Paraguay, en
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

el marco del MERCOSUR, pero también de las legislaciones europeas, por ejemplo, la ley Española

(Arts. 53).

Datos empíricos que confronten críticamente la dimensión del ser.

En el Informe de la Procuración Penitenciaria de la Nación 2015 ya referido aquí en

reiteradas oportunidades, figuran distintos relevamientos:

“Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza”

“…se desarrolló una inspección de las habitaciones destinadas a las visitas íntimas de la

Unidad Residencial de Ingreso, a partir del reclamo de un detenido acerca del mal estado de

conservación del sector. Efectivamente se constató que las habitaciones se encontraban

deterioradas, principalmente en lo que respecta a las instalaciones sanitarias, hallándose la grifería

rota, los pisos inundados y las rejillas obstruidas con basura. También los colchones exhibían un

deplorable estado. Una de las habitaciones tampoco contaba con luz artificial, mientras el ingreso

de luz natural resultaba nulo. Respecto a la ventilación de estos espacios, debe recalcarse que se

trata de habitaciones ubicadas en el corredor de un salón de visitas sin salida al exterior. Solamente

cuentan con pequeñas aberturas en las puertas por lo que la circulación de aire natural es

prácticamente inexistente.”

“La problemática del mantenimiento de los sectores destinados a las visitas no resulta una

novedad. A principios del 2013 desde esta Procuración Penitenciaria ya se habían advertido

condiciones inapropiadas en estos espacios330. El 22 de octubre de 2013, se formuló la

Recomendación N° 805/PPN/13 encomendando al Director Nacional SPF arbitrar “los medios

necesarios para que se refaccionen todas las habitaciones destinadas a las visitas de reunión
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

conyugal que aún no fueron reacondicionadas y las que se hallan clausuradas, en cada una de las

Unidades Residenciales del Complejo Penitenciario Federal I”. También se recomendó la colocación

de artefactos para la calefacción y la ventilación en cada una de las habitaciones. Puntualmente, al

Jefe del Complejo se le recomendó que establezca las estrategias necesarias a fin de garantizar

adecuadas condiciones de higiene en las habitaciones de todas las unidades residenciales.”

Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su

interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección Internacional y Regional,

aplicables al instituto en estudio.

Reglas Mandela

“Contacto con el mundo exterior”

“Regla 58”

“2. En caso de que se permitan las visitas conyugales, este derecho se aplicará sin

discriminación y las reclusas podrán ejercerlo en igualdad de condiciones que los reclusos. Se

contará con procedimientos y locales que garanticen el acceso equitativo e igualitario y se prestará

la debida atención a la seguridad y dignidad.”

Reglas de Bangkok

“8. Contacto con el mundo exterior”

“[Complemento de los párrafos 37 a 39 de las Reglas mínimas para el tratamiento de los

reclusos]”

“Regla 27”
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“En caso de que se permitan las visitas conyugales, las reclusas tendrán el mismo derecho a

ellas que los reclusos de sexo masculino.”

Informe sobre los Derechos Humanos de las Personas Privadas de la Libertad en las

Américas, 201183

“586. De igual forma, los Estados deben garantizar que las visitas íntimas de pareja de los

reclusos y reclusas también se realicen dignamente en condiciones mínimas de higiene, seguridad y

respeto por parte de los funcionaros. Esto implica que deben crearse locales destinados a este

propósito y evitar la práctica de que los reclusos y reclusas reciban a sus parejas en sus propias

celdas. Además, los Estados deben supervisar adecuadamente y ejercer un monitoreo estricto de la

forma como se llevan a cabo este tipo de visitas para prevenir cualquier tipo de irregularidad, tanto

en la concesión de los permisos de visitas conyugales, como en la práctica de las mismas. La falta

de controles en este ámbito, permite la comisión de irregularidades que pueden ir desde el cobro de

cuotas indebidas para acceder a este tipo de visitas, hasta el ejercicio ilegal de la prostitución.”

Propuesta de interpretación del texto legal.

Comenzaremos diciendo que entendemos como esencial que la norma en comentario sea

comprendida dentro de uno de los derechos humanos que no deber ser afectados por la condena

privativa de la libertad, o al menos serlo en la menor medida posible, como es el derecho a la

libertad sexual como una de las manifestaciones del principio de dignidad (Art. 5 de la CADH), pues

es claro que cualquier prisionización conspira contra el libre ejercicio de la sexualidad, pero el

Estado tiene el deber de minimizar ese efecto sobre el derecho invocado a fin de correr la vara lo

83
OEA/Ser.L/V/II. Doc. 64 31 diciembre 2011 Original: Español. Disponible en:
https://www.oas.org/es/cidh/ppl/docs/pdf/ppl2011esp.pdf
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

más que le sea posible hacia el ámbito de libertad en el acceso y ejercicio del derecho, pues ya no

debería formar parte del sufrimiento causado por el cumplimiento de la pena de encierro, la

obligación a mantener abstinencia sexual, como solía serlo durante el siglo XIX y una parte del XX,

como indican López y Machado.84

El artículo comienza indicando quiénes pueden contar con las visitas que regula, excluyendo

sólo a las personas que gocen de permiso de salida para afianzar y mejorar los lazos familiares, lo

cual plantea la subsidiariedad de este artículo respecto de las personas que estén incorporadas en

el régimen de salidas transitorias por el motivo allí indicado, previsto normativamente en el

artículo 17 de la LEP y 28.I del Decreto 396/99, pero no excluye a quienes estén incorporados al

régimen de salidas transitorias por los motivos enunciados en los incisos II y III del artículo 28 del

Decreto 396/99, o cualquier otro tipo de salidas del penal aunque sean vigiladas (por ejemplo

visitas regulares dentro de la esfera del artículo 166 de la LEP).

La segunda parte del artículo en que indica quiénes pueden ser los visitantes indica sólo al

“cónyuge o, a falta de éste, de la persona con quien mantiene vida marital permanente”, lo cual

claramente ha quedado desfasado con respecto al matrimonio y a las uniones convivenciales que

registra el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, en sus artículos 401 a 528, por lo cual,

entendiendo que la norma en comentario se refería al cónyuge –con lo primero- y al concubinario

–con lo segundo-, en una interpretación evolutiva del supuesto, y a fin de garantizar el acceso al

derecho a todas las personas en igualdad de derechos para no incurrir en una discriminación no

permitida constitucionalmente, es que deben entenderse comprendidas todas las uniones –

84
López y Machado, ob. Cit. Pág. 395
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

matrimonios y uniones convivenciales- receptadas en el Código Civil y Comercial de la Nación

puesto que ello forma parte del fin del legislador aunque la referencia terminológica corresponde a

una legislación suplantada (Código Civil de la Nación – Ley 370-). Pues una interpretación en

contrario dejaría afuera algunos supuestos que hoy han sido equiparados en la legislación civil.

Por último, y en esa misma línea, al utilizar la norma el término “persona”, ello incluye a

todas/os las/os individuas/os sin importar su género, elección sexual, etcétera sino sólo la

acreditación del vínculo exigido por la ley, por lo cual debe asegurarse el acceso al derecho en

igualdad de condiciones a todas las personas sin distingos sospechosos que puedan dar lugar a

discriminaciones no permitidas por la Constitución Nacional y el Código Civil y Comercial de la

Nación. Será el Estado quien deberá disponer de las medidas que sean necesarias para adaptar los

lugares, la forma de requisa, etcétera a fin de asegurar el acceso al derecho.

Por último, la norma delega en la facultad reglamentaria los pormenores, sobre lo cual hay

que recordar la advertencia que ya hiciéramos varias veces en este comentario a fin de no rodear

de tantos requisitos y restricciones que terminen por impedir u obstaculizar el acceso a las visitas

de reunión conyugal o íntimas, pues recuérdese que el deber de los servicios penitenciarios es

fomentar, alentar y fortalecer la existencia de vínculos sociales de los internos e internas siendo las

de reunión conyugal para mantener relaciones sexuales o íntimas, no sólo ejercicio de la libertad

sexual de cada interviniente, sino también, y esencialmente, actos que ingresan dentro del

principio de reserva constitucional (Art. 19 CN) y por ende ajeno no sólo a los Magistrados sino a

todo aquél que no sea autorizado por las personas en su ejercicio de la autonomía individual y
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

libertad sexual, para lo cual el Estado debe rodear de medios necesarios a fin de permitir el acceso

al derecho y su preservación de terceros.

Reglamentación administrativa del texto legal, o bien estructuras institucionales o

administrativas diseñadas para la implementación de la norma.

“Visitas de consolidación familiar”

“Artículo 51. — Estas visitas tienen por finalidad consolidar y fortalecer las relaciones del

interno con sus familiares más directos. Podrán comprender a quienes hayan acreditado su

condición de: a) Cónyuge; b) Padres; c) Hijos; d) Hermanos; e) Concubina o concubinario.”

“Artículo 52. — Estas visitas tendrán CUATRO (4) modalidades esenciales: a) Reunión

familiar en ocasión de fechas significativas para el interno o su familia; b) Visita individual del hijo

mayor de CATORCE (14) años y menor de DIECIOCHO (18) años a su padre o a su madre; c) Visita

individual del padre o madre o tutor al joven adulto de DIECIOCHO (18) a VEINTIUN (21) años y a

los comprendidos en el artículo 198 de la LEY DE EJECUCION DE LA PENA PRIVATIVA DE LA

LIBERTAD Nº 24.660; d) Visita de reunión conyugal.”

“Artículo 53. — La visita que procura la reunión familiar deberá ser solicitada, por

escrito, con QUINCE (15) días antelación a la fecha del acontecimiento que motiva la

solicitud.”

“Deberá ser resuelta y notificada con SIETE (7) días previos a dicha fecha.”

“Artículo 54. — La visita prevista en el artículo 52, inciso b) tiene por finalidad brindar

la oportunidad de que el interno, sin la presencia de otros familiares, pueda dialogar


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

directamente con su hijo sobre la problemática inherente a su edad. Idéntico propósito tiene

la visita prevista en el artículo 52, inciso c).”

“Artículo 55. — Para el otorgamiento de las visitas de consolidación familiar previstas

en el artículo 52, incisos a), b) y c), previamente se deberá contar con el informe del Servicio

Social que acredite su conveniencia. En caso favorable, se acordará una visita UNA (1) vez por

mes, durante DOS (2) horas en cada una de las diferentes modalidades.”

“Artículo 56. — El interno que no goce de permiso de salida para afianzar y mejorar

los lazos familiares, podrá recibir la visita prevista en el artículo 52, inciso d), de su cónyuge o

a falta de este, de la persona con quien mantuviera vida marital al momento de la detención,

en la forma y modo que determina este Reglamento, resguardando la intimidad de ambos y

la tranquilidad del establecimiento.”

“Asimismo, previo estudio e informe del Servicio Social, se podrá autorizar esta

modalidad de visita en el caso de una relación afectiva iniciada con posterioridad a la

detención, siempre que se acredite una vinculación previa no inferior a los SEIS (6) meses.”

“Artículo 57. — La frecuencia de esta visita será quincenal con una duración máxima

de DOS (2) horas.”

“Artículo 58. — Las visitas de consolidación familiar mencionadas en el artículo 52

inciso d), que resulten extraordinarias por distancia, se realizarán durante CINCO (5) días

consecutivos cada TREINTA (30) días, con una extensión de TRES (3) horas diarias.”

“Volverá a tener la posibilidad de gozar de estas visitas luego de transcurridos TREINTA (30)

días de efectuada la última.”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Artículo 59. — En todos los casos de solicitud de visita de reunión conyugal, y previo

al requerimiento de los informes previstos en el artículo 60, el interno y el visitante propuesto

serán fehacientemente notificados de que deberán prestar su consentimiento para que el

resultado de dichos informes sea puesto en conocimiento de la otra parte. En el supuesto de

negativa a prestarlo, esta circunstancia también se pondrá en conocimiento de la otra

parte.”

“A los efectos de registrar el consentimiento o su negativa a prestarlo, la DIRECCION

NACIONAL del SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL confeccionará el formulario

correspondiente.”

“Artículo 60. — Para acceder a la visita de reunión conyugal, y posteriormente por lo

menos cada SEIS (6) meses, se requerirá: a) Informe del Servicio Médico del establecimiento

sobre el estado de salud psicofísica del interno y si padece o no alguna enfermedad

infectocontagiosa, el que será puesto en conocimiento del interno. Si del informe surgiere la

existencia de una enfermedad infectocontagiosa, especialmente las de transmisión sexual, el

médico deberá informar al interno sobre el carácter de la misma, medios y formas de

transmitirla, dejándose constancia de ello; b) Informe médico sobre el estado de salud

psicofísica del visitante y si padece o no alguna enfermedad infectocontagiosa, el que será

entregado, en sobre cerrado, al Servicio Médico del establecimiento extendiéndose

constancia de ello.”

“Si no mediare oposición del interno o de su visitante, el médico del establecimiento,

bajo constancia, pondrá en conocimiento de ambos dichos Informes.”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Artículo 61. — Los informes médicos deberán ser reservados por el Director del

Servicio Médico teniendo acceso a ellos sólo los profesionales de dicho servicio.”

“Artículo 62. — En todos los casos y con la misma periodicidad del artículo 60, el

Servicio Médico deberá brindar simultáneamente al Interno y al visitante la información y

asesoramiento necesarios sobre toda medida médico-preventiva, especialmente la referida a

enfermedades de transmisión sexual, tendiente a evitar su propagación.”

“Artículo 63. — El menor de edad no emancipado, sea visitante o visitado, deberá

contar además, con expresa autorización escrita de sus padres, tutor o, en su defecto, de juez

competente.”

“A tal efecto la DIRECCION NACIONAL del SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL

confeccionará un formulario que debidamente completado deberá presentarse con las firmas

certificadas por autoridad competente.”

“Artículo 64. — El pedido de visitas de reunión conyugal será presentado, por escrito,

por el Interno con identificación del visitante propuesto. Con tal solicitud se procederá a la

apertura de un expediente que seguirá el siguiente trámite: a) Verificación del vinculo

invocado; b) Conformidad por escrito del visitante propuesto, y además, si este fuera menor

no emancipado las de sus padres o tutores; c) Constancia de que se ha dado cumplimiento

con lo dispuesto en el artículo 59; d) Informes médicos del interno y del visitante, cuyos

resultados no obstarán la concesión de estas visitas.”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Reunidos estos requisitos el Director concederá la visita de reunión conyugal

solicitada notificando, bajo constancia, al interno y al visitante su otorgamiento y lo

dispuesto en los artículos 65 a 67.”

“Artículo 65. — La visita de reunión conyugal se efectuará en horario diurno, en el día

y hora que se indique y en los lugares determinados a este fin conforme lo dispuesto en el

artículo 9º. En ningún caso tendrá lugar en el alojamiento del interno.”

“Artículo 66. — El visitante proveerá la ropa de cama y los artículos de profilaxis e

higiene personal.”

“El interno y su visita serán conjuntamente responsables del aseo del lugar asignado.”

“Artículo 67. — No se permitirá el ingreso del exterior de alimentos ni bebidas.”

“Artículo 68. — No podrá recibir la visita de reunión conyugal el interno alojado en

establecimientos o secciones especiales de carácter asistencial, médico, psiquiátrico o en los

que se desarrollen regímenes terapéuticos especializados.”

“Visitas excepcionales”

“Artículo 69. — El interno que deba cumplir la sanción de prohibición de recibir visita,

o las de permanencia continua o discontinua en alojamiento individual tiene derecho a

recibir, en locutorio, UNA (1) sola visita durante DOS (2) horas, del familiar directo o allegado,

en caso de no contar con aquel, que bajo constancia indique al ser notificado de la sanción

impuesta. El Servicio Social, en tiempo oportuno, comunicará fehacientemente al familiar o

allegado la decisión del interno.”

“Visitas entre Internos”


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Artículo 70. — Los internos alojados en distintos establecimientos del SERVICIO

PENITENCIARIO FEDERAL que disten entre si, no más de CIEN (100) kilómetros, podrán

visitase de acuerdo con las disposiciones del presente Reglamento.”

“Artículo 71. — El Director General de Régimen Correccional podrá autorizar la visita

entre internos cuando se tratare de: I. Cónyuge. II. Consanguíneos: a) Descendientes: Hijos; b)

Ascendientes: Padres; c) Colaterales: Hermanos. III. Concubina o concubinario.”

“Artículo 72. — La visita entre internos alojados en distintos establecimientos podrá

tener lugar UNA (1) vez cada QUINCE (15) días con una duración efectiva de TRES (3) horas.”

“Artículo 73. — Para acceder a estas visitas ambos internos deberán, como mínimo,

tener conducta buena si fueren condenados, o comportamiento bueno si fueren procesados,

y no registrar sanciones en el último trimestre.”

“La pérdida de alguno de estos requisitos determinará la suspensión de esta clase de

visitas hasta su readquisición.”

“Artículo 74. — El pedido de estas visitas será presentado por escrito por uno de los

interesados, procediéndose a la apertura de un expediente que seguirá el siguiente trámite:

a) Incorporación, respecto del interno peticionante, de su situación legal, verificación del

vinculo, antecedentes disciplinarios, conducta o comportamiento según corresponda e

informe del Servicio Social sobre la conveniencia de acceder a lo solicitado; b) Remisión del

expediente al establecimiento donde se encuentra alojado el otro interno para que este

manifieste expresamente su conformidad o disconformidad y agregación, en este último

caso, de los informes enumerados en el inciso a); c) Elevación de todo lo actuado a


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

consideración del Director General de Régimen Correccional. Si se accediere a lo peticionado,

la resolución determinará cual de los internos será trasladado y las pertinentes medidas de

seguridad; d) Comunicación inmediata de la resolución al juez de la causa, si se tratare de

procesados. Cuando no mediare su oposición se procederá a su cumplimiento.”

“Artículo 75. — La visita de reunión conyugal entre internos alocados en distintos

establecimientos deberá reunir los recaudos establecidos en los artículos 56, 65, 66, 67, 72 y

73 del presente Reglamento.”

“Artículo 76. — Para acceder a esta visita, y con una periodicidad de SEIS (6) meses, se

requerirá informe del Servicio Médico de los establecimientos donde se encuentren alojados

ambos internos que acredite su estado de salud psicofísica y que de acuerdo a los exámenes

practicados no padezcan ninguna enfermedad infectocontagiosa.”

“Los informes serán puestos en conocimiento de ambos internos por el médico del

establecimiento en que se encuentren alojados, dejándose constancia fehaciente de ello;

debiendo dar cumplimiento con lo dispuesto en los artículos 59 y 60.”

“En dicha oportunidad el médico deberá brindar la información y asesoramiento

necesarios sobre toda medida médico-preventiva, especialmente la referida a enfermedades

de transmisión sexual.”

“Artículo 77. — El pedido de visita de reunión conyugal será presentado por escrito

por la interna o el interno con identificación del otro interno o interna propuesto. Con tal

solicitud se procederá a la apertura de un expediente que seguirá el siguiente trámite: a)

Verificación del vinculo invocado; b) Comprobación del requisito de conducta o


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

comportamiento de ambos internos; c) Constancia de que se ha dado cumplimiento con lo

dispuesto en el artículo 59; d) Conformidad por escrito del interno propuesto; e) Informes

médicos de ambos internos; f) Reunidos los informes se elevará el expediente a resolución del

Director General de Régimen Correccional. Si se accediere a lo peticionado la resolución

determinará cual de los internos será trasladado y las pertinentes medidas de seguridad; g)

La resolución dictada deberá comunicarse de inmediato al Juez de la causa cuando uno o

ambos internos fueren procesados. Si no mediare su oposición se procederá a notificársela a

los internos.”

“Artículo 78. — Ambos internos serán conjuntamente responsables del aseo del lugar

asignado, no permitiéndoseles el ingreso de alimentos, bebidas ni aparatos reproductores de

sonido.”

“Artículo 79. — El MINISTERIO DE JUSTICIA por intermedio de la SECRETARIA DE

POLITICA PENITENCIARIA Y DE READAPTACION SOCIAL adoptará las previsiones

correspondientes a fin de que cuando se proyecten los acuerdos con las provincias se

considere la factibilidad de incluir normas que permitan la visita interjurisdiccional de los

internos.”

Jurisprudencia.

En materia jurisprudencial traeremos a colación un fallo de la provincia de Córdoba

que visibiliza una cuestión espinosa en el ámbito del artículo en comentario y aunque no lo

resuelve como desearíamos, introduce cuestiones interesantes de ser conocidas. Se trata de

una resolución judicial de apelación sobre una sanción aplicada a internos del mismo sexo a
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

quienes se les imputaba haber mantenido relaciones sexuales no autorizadas por el penal,

cuando estaban en una misma celda siendo pareja desde hacía más de 6 años.

“Córdoba, 17 de Noviembre de 2005, expediente C-17/03 y C-13/01, a los internos D.

A. NN y G. G. NN por mantener relaciones sexuales no autorizadas…Y CONSIDERANDO:…el

señor Defensor Oficial entiende que corresponde tener en cuenta que tratándose de la

expresión de sexualidad de dos personas llevadas a cabo en un ámbito reservado como es la

celda cerrada, haciendo alusión que el hecho se observó a través de una ventana, la misma

debe encontrar amparo en el articulo 19 de la Constitución Nacional, toda vez que no hay

afectación alguna que al estado interese. También manifiesta el Señor Defensor Oficial que a

la falta de pruebas de que el hecho haya existido debe sumarse la no existencia de certificado

medico que acredite la verosimilitud de lo constatado, esto seria un certificado medico que

acredite que la relación sexual existió… corrida la vista al Señor Fiscal General, previo a

opinar, solicitó se oficie al Servicio Penitenciario a Efectos de que se informe sobre el Régimen

de visitas intimas, horario, modalidad, lugar o pabellón, y de que manera se instrumenta en

el caso de personas homosexuales, todo ello conforme lo establece el art. 167 de la Ley

24.660. 10) Que el Servicio Penitenciario informa a fs. de este “Para Agregar”, que la Ley

Penitenciaria Nacional 24660 y el Reglamento Interno del Complejo Carcelario N° 1 Rvdo

Padre Luchesse no estipulan visitas intimas para internos Homosexuales y acompaña una

copia de los artículos 12, 13 y 14 del reglamento Interno que versa sobre las visitas…11) Que

corrida la vista al Señor Fiscal General Dr. Miguel Angel Rizzotti, este opina que se debe hacer

lugar al descargo y dejar si efecto la sanción impuesta, coincidiendo con la defensa en que “el
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

hecho llevado a cabo en un ámbito cerrado debe encontrar amparo en el Art. 19 de la C.N.:

“Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral

pública, ni perjudiquen a un tercero, están solo reservados a Dios y exentas de las

autoridades de los Magistrados. Que el privar al interno de sus visitas intimas y de sus libres

relaciones sexuales, es ir mas allá de la pena impuesta en la sentencia y afecta las relaciones

personales y la libre elección sexual, que hacen al desarrollo integral de la personalidad.

Asimismo opina el señor Fiscal General que debe entenderse que jamás puede sancionarse a

los internos por mantener relaciones sexuales no autorizadas ya que no se encuentran

estipuladas conforme lo informa el Servicio Penitenciario y que jamás podrían ser

autorizadas. Que las relaciones sexuales entre los internos sancionados no se mantenían en

un ámbito abierto sino en un ámbito cerrado, tanto así que fue necesario que los Empleados

de Servicio Penitenciario observaran por la ventana la conducta de los encartados y no surge

que el hecho cometido se haya realizado en horario no permitido, destacando también el

Señor Fiscal General que el art. 167 de la Ley 24.660 garantiza mantener relaciones intimas

de los internos con su cónyuge o con la persona con quien mantiene vida marital

permanente, en la forma que determinen los reglamentos, entendiendo que la enumeración

que expresa la norma no es limitativa y por tanto extensible a personas con una elección de

sexo diferente u orientación homosexual, destacando que el único limite para el ejercicio de

un derecho en el ámbito penitenciario, esta basado en la seguridad del establecimiento,

cuestión que no se vincula con la actividad sexual de los internos ni con su elección sexual.

Asimismo opina el señor Fiscal General, y a entender de este Tribunal hecha un haz de luz en
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la cuestión, que estando acreditado en autos que NN y NN son pareja de larga data, y por lo

tanto el negarles un régimen de vistas intimas a una pareja a esta u otra pareja homosexual,

implica un trato desigual, contrario a lo dispuesto en el articulo 16 de la Constitución

Nacional.”

“12) Que en virtud del caso planteado y del vacío existente en la Ley penitenciaria

Nacional y en el Reglamento Interno penitenciario de la provincia de Córdoba en virtud de

que no esta expresamente establecido el derecho de los internos con elección sexual distinta

u homosexualidad, a mantener visitas intimas con su pareja, es un problema de amplia

repercusión, tanto en el ámbito jurídico como en el social y familiar, debatiéndose en la

actualidad el derecho de adopción por parte de parejas de homosexuales, el derecho de

unión civil matrimonial y el derecho de ser beneficiario de la pensión al cónyuge supérstite

por los aportes realizados por su pareja homosexual conviviente al momento de

fallecimiento.”

“13) Que así la cuestión planteada, es necesaria la urgente intervención de los

distintos órganos de Gobierno para readecuar la legislación vigente a clarificar y determinar

con certeza, objetividad y madurez social los mismos. Atendiendo al caso particular que llega

a Despacho, este Juez de ejecución, entiende que la sanción impuesta descripta en los

considerando 1,2,3,4 ,es de aplicación por cuanto la misma queda acreditada por lo

informado por el Servicio Penitenciario, que es quien tiene la autoridad para mantener el

orden interno de los establecimientos penitenciario, donde la reglamentación y el

cumplimiento de la misma es uno de los pilares fundamentales en los que se basa la


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

resocialización del interno en todos los ámbitos de la vida mientras dure su detención para

poder lograr una verdadera reinserción social, en una sociedad que compromete su

funcionamiento y el respeto de todos los derechos reconocidos, tanto de la Constitución

Nacional como de los Tratados Internacionales, al cumplimiento de normas y

reglamentaciones establecidas que hacen a la convivencia de todos los seres sin distinción de

sexualidad, color, nacionalidad, o situación socioeconómica.!”

“16) Que tampoco es violatorio del articulo 19 de la C.N. la aplicación de los reglamentos

internos como así la Ley 24.660, por cuanto los mismo están establecidos para mantener y

encauzar la conducta de los internos, y las visitas intimas están regladas en función de la

mantención del orden, la profilaxis, y la salud de los internos y que a opinión de este Juez de

ejecución debería ser de aplicación mas celosa en un pabellón de homosexuales, donde justamente

por seguridad de los mismo se separan del resto de la población penitenciaria para evitar

posibilidad alguna de abuso. Por lo tanto los internos deben adecuarse a las reglamentaciones

vigentes incluso a la regulación de las visitas intimas que si bien no están siendo de aplicación

efectiva en el caso de internos homosexuales, no se encuentra diferenciada la condición de

heterosexual u homosexual en el texto de la Ley o del Reglamento Interno, pero esto no autoriza a

los internos a mantener relaciones sexuales en ámbitos distintos a los que están establecido para

todos los internos, por lo tanto el debate y la implementación se debe producir por los carriles

legales correspondientes solicitando al Servicio Penitenciario el derecho a mantener visitas intimas,

y en caso de que el mismo sea negado, solicitar la intervención, en resguardo de ese derecho, al

Señor Juez de ejecución competente, hecho o situación que en este caso particular no se ha dado.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

No existen constancias de que la visitas intimas se hayan solicitado ante el Servicio Penitenciario y

tampoco ante este Juez de ejecución.”

“17) Que si bien el Servicio Penitenciario interpreta e informa, que ni la Ley 24.660, ni el

Reglamento Interno del Servicio Penitenciario de Córdoba estipulan visitas intimas de internos

homosexuales, este Juez de ejecución opina que es tal cual lo menciona, una cuestión de

interpretación ya que tampoco las prohíbe expresamente, y que si bien al momento de aprobarse la

ley, o en el espíritu que llevo a la sanción de la misma el legislador no tuvo en cuenta esta situación,

tampoco fue acotada en distinción de condiciones sexuales en el texto de la misma, no encontrando

en forma expresa en el texto de la ley impedimento para la reglamentación interna de visitas

intimas para los internos homosexuales.”

“18) Que analizando, este Juez de ejecución, el escrito del Señor Fiscal General Dr. Miguel

Ángel Rizzotti, a fs 82/83vta de autos este comparte algunos criterios con el Señor Defensor Oficial,

vertidos en el mismo por cuanto que el privar al interno de sus visitas intimas, y de sus libres

relaciones sexuales, es ir mas allá de la pena impuesta en la sentencia y afectar de este modo las

relaciones personales y la libre elección sexual que hacen al desarrollo integral de la personalidad.

Sin embargo este Juez de ejecución, no comparte el criterio de que “no puede fundamentarse una

sanción en mantener relaciones sexuales no autorizadas por cuanto las mismas no están

estipuladas y por lo tanto no pueden ser autorizadas”, ya que el reglamento interno estipula y

reglamenta el régimen de visitas intimas sin distinguir orientación sexual, y además no surge de

autos que las mismas hayan sido solicitadas y mucho menos hayan sido negadas por las

Autoridades del Servicio Penitenciario.-“


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“19) Que por encontrarse reglamentada la visita intima para los internos, es de aplicación la

sanción impuesta a los internos por cuanto mas allá de que el hecho se haya producido en una

celda o como lo manifiesta el Señor Fiscal General “...no estaban manteniendo relaciones sexuales

en un ámbito abierto...” “...y no surge que el hecho fuera cometido en horario no permitido” este

Juez de ejecución, entiende el hecho se sucedió fuera de toda autorización, fuera del lugar

establecido para las visitas intimas, conforme se aplica para la población carcelaria, debiendo

cumplimentar la acreditación de la relación sentimental, al puntaje de conducta correspondiente

mantenida por los internos, todas estas condiciones que son exigidas a la totalidad de la población

carcelaria y que no justifica que la condición de homosexuales y su alojamiento en un pabellón al

efecto, les diferencie del resto y les permita mantener relaciones sexuales en las celdas, a la vista

del los otros internos y en el momento que los internos determinen y sin las medidas de seguridad

y profilaxis exigidas.”

“20) Que acierta de manera impecable el Señor Fiscal General al interpretar el articulo 167

de la Ley 24.660 destacando que el mismo “garantiza mantener relaciones intimas de los internos

con su cónyuge o a falta de este con la persona con quien mantiene vida marital permanente en la

forma que determinen los reglamentos, entendiendo que la enumeración que expresa la norma no

es limitativa y por lo tanto extensible a personas con una elección de sexo diferente u orientación

homosexual , destacando que el único limite para el ejercicio de un derecho en el ámbito

penitenciario, esta basado en la seguridad del Establecimiento, cuestión que no se vincula con la

actividad sexual de los internos ni con su elección sexual”.-


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“21) Que expuestos así los considerandos este Juez de ejecución entiende que las sanciones

aplicadas a los internos G. G. NN y D. A. NN, son ajustadas a la normativa vigente del reglamento

interno del Servicio Penitenciario de la Provincia de Córdoba, no encontrando en la norma

impedimento alguno para que se hagan efectivas, en igualdad de trato, conforme a los derechos y

obligaciones de toda la población carcelaria, especialmente en lo atinente a las visitas intimas que

deben ser solicitadas acreditando la relación sentimental de los internos, que cumplidas estas

condiciones no hay impedimento alguno para que las visitas intimas se lleven a cabo en igualdad

de situación , condición, lugar, seguridad y profilaxis que el resto de los internos.”

“22) Que advirtiendo que el comportamiento de los internos, quienes han sido encontrados

en dos oportunidades manteniendo relaciones sexuales no autorizadas, podría entorpecer la

conducta general del pabellón donde se encuentran alojados, este Juez de ejecución no encuentra

objeción respecto a que sean alojados en celdas separadas en pos del cumplimiento de los

Reglamentos internos, pero entiende que el Servicio Penitenciario debe arbitrar las medidas

necesarias para que los internos del pabellón de homosexuales tengan en igualdad de condiciones,

las visitas intimas, conforme lo establece el art. 71, 73, 74, 75, 76, 77, 78, del decreto 1136/97 de

ejecución de la pena privativa de la libertad.”

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Alejandro Javier Osio,

Asociación Pensamiento Penal.

Docente UNLPam

Defensor Oficial de Ejecución, en lo Penal y de Faltas

De la Provincia de La Pampa
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Mujeres con hijos en prisión. Comentario a los artículos 195 y 196

Marta Monclús Masó

La legislación argentina contiene dos previsiones destinadas a evitar la ruptura del

vínculo materno filial en el caso de mujeres en conflicto con la ley penal que son madres

de niños de corta edad. La primera, en el artículo 195 de la Ley de Ejecución 24.660,

permite que las mujeres encarceladas tengan con ellas a sus hijos hasta los cuatro años de

edad. Y la segunda, que las madres de niños de hasta cinco años de edad cumplan su

encierro en régimen de arresto domiciliario (art. 32 Ley Ejecución Penal y 10 Código

Penal). En este trabajo nos ocuparemos de la posibilidad legal de que los niños convivan

en prisión junto a sus madres.

1. Acerca de la previsión legal de convivencia de niños en prisión junto a sus madres

La convivencia de niños junto a sus madres en prisión está contemplada en el Capítulo

XV de la Ley de Ejecución Penal, bajo el epígrafe “Establecimientos para mujeres”. Dicho

apartado se limita a disponer que los establecimientos para mujeres estén a cargo de

personal femenino, y a prever los supuestos de mujeres embarazadas o madres de niños

de hasta 4 años de edad. Lo cual no hace más que poner de manifiesto la ausencia de una

1
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

perspectiva de género en la referida Ley pues dicha perspectiva se agota en la cuestión de

la maternidad.

Los arts. 195 y 196 de la Ley 24.660 establecen lo siguiente:

ARTÍCULO 195. — La interna podrá retener consigo a sus hijos menores de cuatro

años. Cuando se encuentre justificado, se organizará un jardín maternal a cargo de

personal calificado.

ARTÍCULO 196. — Al cumplirse la edad fijada en el artículo anterior, si el progenitor

no estuviere en condiciones de hacerse cargo del hijo, la administración

penitenciaria dará intervención a la autoridad judicial o administrativa que

corresponda.

La previsión de que las madres de niños pequeños puedan tenerlos con ellas en

prisión hasta cierta edad ya estaba contemplada en la Ley Penitenciaria Nacional,

estableciéndose en dicha norma el límite de edad de los menores en 2 años. La Ley de

Ejecución 24.660 aumenta el límite hasta los 4 años de edad. Más allá de esta

modificación en el límite de edad, estos preceptos no fueron motivo de debate en el

momento de aprobación de la actual Ley de Ejecución Penal. Cabe señalar que

encontramos previsiones similares en el derecho comparado1.

1
En España las mujeres pueden tener a sus hijos en prisión hasta los 3 años de edad (art. 38 Ley Orgánica
General Penitenciaria 1/1979). También Italia permite la convivencia de los niños con sus madres presas,
pero en establecimientos de régimen atenuado (legge Nº 62, 21 aprile 2011). Además, al igual que en
Argentina, en Italia se prevén medidas alternativas al encierro como el arresto domiciliario.

2
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La convivencia de los niños en prisión junto a sus madres permite preservar el vínculo

materno-filial, lo que resulta fundamental sobre todo en niños de corta edad, aunque

expone a los menores a un lugar inadecuado para su crecimiento y desarrollo2.

La Ley no contempla medidas o servicios específicos para atender las especiales

necesidades que genera el ejercicio de la maternidad tras las rejas. En general, el trato a

las mujeres con hijos en prisión es igual al del resto de la población femenina, lo que las

coloca en una situación de mayor vulnerabilidad3.

Un estudio de 2005 de la Representación Cuáquera ante la ONU (Quaker UN Office)4

señalaba la poca atención que se ha dado a los niños que viven en las cárceles con sus

madres, pues no se presta atención a cómo se toman las decisiones sobre el alojamiento

de los niños con sus madres en prisión, al impacto que ello puede ocasionarles, si las

instalaciones son adecuadas, si existen medidas de apoyo a la maternidad, cómo manejar

la eventual posterior separación, si se prevén alternativas a la prisión, entre otras

cuestiones.

Las Reglas de Bangkok dedican un apartado específico a las “Reclusas embarazadas,

lactantes y con hijos en la cárcel” (Reglas 48 a 52), señalando la necesidad de especial

cuidado en cuestión de salud y alimentación, y señalando que “Toda decisión de permitir

que los niños permanezcan con sus madres en la cárcel se basará en el interés superior del

2
Ver al respecto Tomkin, 2009; Naredo Molero, 1999; Di Corleto/ Monclús Masó, 2009; Varela, 2007.
3
CELS, DGN, PPN, 2011: 172.
4
Marlene Alejos (2005): Babies and Young Children Residing in Prison, citado por Laurel Townhead (2006):
Mujeres en la cárcel e hijos de madres encarceladas: Desarrollos recientes en el sistema de derechos
humanos de las Naciones Unidas, Quaker United Nations Office.

3
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

niño” (regla 49) y que ese mismo interés superior debe presidir “las decisiones respecto

del momento en que se debe separar a un hijo de su madre” (Regla 52). También dispone

esa misma regla que en caso de separación “se brindará a las reclusas el máximo posible

de posibilidades y servicios para reunirse con sus hijos, cuando ello redunde en el interés

superior de estos y sin afectar el orden público”.

2. El arresto domiciliario de la madre como alternativa preferible

Hay pleno acuerdo doctrinal acerca de que la sustitución del encarcelamiento de la

madre por un arresto domiciliario es preferible al ingreso en prisión de su hijo/a5. La

convivencia de la madre en prisión con sus hijos debe ser la última alternativa,

únicamente para el caso que no resulte posible prescindir del encarcelamiento de la

mujer. El arresto domiciliario evita el ingreso a prisión del niño menor de 4 años, a la vez

que permite la presencia en el hogar de la madre, que a menudo tiene a cargo a otros

hijos menores de edad de más de 4 años, que también necesitan de los cuidados

maternos. Téngase en cuenta que la investigación desarrollada por CELS, DGN y PPN

titulada Mujeres en Prisión. Los Alcances del Castigo puso de manifiesto que la gran

mayoría de las mujeres encarceladas encabezaban familias monoparentales y ejercían la

5
Naredo Molero, María, 1999; Di Corleto/ Monclús Masó, 2009: 285/302; Varela, 2007; Palliotti, 2008;
Centro de Estudios Legales y Sociales, Defensoría General de la Nación y Procuración Penitenciaria de la
Nación, 2011; Ministerio Público de la Defensa, 2015.

4
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

jefatura del hogar6. Además de que la sustitución del encierro carcelario por el arresto

domiciliario reduce el dolor que se impone a la mujer que ha entrado en conflicto con la

ley penal, y pone de manifiesto que es posible pensar en alternativas que desplacen la

hegemonía de la pena carcelaria.

La regulación del arresto domiciliario para mujeres madres prevista en los artículos 32

Ley 24.660, 10 CP y 314 CPPN constituye una normativa dirigida a implementar los

compromisos internacionales asumidos por el Estado argentino en la materia. El artículo 9

de la Convención sobre los Derechos del Niño declara la obligación de los Estados de velar

para que el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto

cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades competentes determinen, de

conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es necesaria

para el interés superior del niño. Por otro lado, las Reglas de Bangkok “Reglas de la ONU

para el tratamiento de las reclusas y medidas no privativas de la libertad para las mujeres

delincuentes”, aprobadas por la Asamblea de las Naciones Unidas el 21 de diciembre de

2010, disponen en la Regla 64 que “Cuando sea posible y apropiado se preferirá imponer

sentencias no privativas de la libertad a las embarazadas y las mujeres que tengan niños a

cargo, y se considerará imponer sentencias privativas de la libertad si el delito es grave o

violento o si la mujer representa un peligro permanente, pero teniendo presente el

interés superior del niño o los niños y asegurando, al mismo tiempo, que se adopten

disposiciones apropiadas para el cuidado de esos niños”.

6
CELS, DGN, PPN, 2011: 154.

5
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La CSJN se pronunció acerca del instituto del arresto domiciliario en junio de 2013, en

el caso “Fernández, Ana María”7. El dictamen de la Procuradora General, a cuyos

fundamentos se remite la Corte, fija como estándar que el tribunal debía conceder el

arresto domiciliario si era la mejor solución para proteger los derechos del niño, y solo

rechazarlo “si acreditaba que existían circunstancias excepcionales que demostraban que

su interés superior quedaba mejor tutelado si permanece en prisión con su madre, o

separándolo de ella”. El dictamen de la Procuración también señala que “crecer en una

prisión para adultos no puede constituir, de ningún modo, el mejor entorno para el

desarrollo de un niño e incluso puede ocasionarle graves perjuicios. Por su lado, el

mantenimiento del vínculo materno filial es esencial en los primeros años de vida para el

desarrollo psicofísico y emocional de las niñas y niños”. El alojamiento del niño en prisión,

según el dictamen, es una alternativa solo para casos excepcionales con el fin de evitar la

disolución del vínculo materno filial.

3. Algunos datos estadísticos sobre mujeres con niños en prisión

Las estadísticas del SNEEP 20158 indican que a diciembre de ese año había un total

de 2.963 mujeres en las cárceles argentinas, que constituían el 4% de la población

carcelaria del país; 140 tenían hijos menores de cuatro años con ellas en la cárcel, lo que a

su vez constituía el 5% de las mujeres presas.

7
CSJN, “Fernández, Ana María s/ causa nº 17.156”, rta. 18/06/2013.
8
Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena, elaboradas por la Dirección Nacional de
Política Criminal en materia de Justicia y Legislación Penal. Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

6
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Evolución madres y niños en prisión en Argentina. Años 2003-2015

Total Argentina

Año Mujeres Madres con hijos % madres con hijos

presas en prisión en prisión

2003 2294 190 8%

2004 2621 196 7%

2005 2172 180 8%

2006 2791 202 7%

2007 2804 185 7%

2008 2807 186 7%

2009 2633 146 6%

2010 2719 142 5%

2011 2911 164 6%

2012 2854 148 5%

2013 2839 164 6%

2014 2.989 162 5%

2015 2.963 140 5%

Fuente: Elaboración propia en base a las estadísticas del SNEEP

La cifra de mujeres presas se mantiene relativamente estable desde el año 2006;

mientras que a partir del año 2009 se observa un leve descenso de la cantidad de niños
7
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

alojados en prisión junto a sus madres, lo que coincide con la entrada en vigor de la

modificación legal que incorpora el arresto domiciliario para mujeres embarazadas y

madres de niños de hasta 5 años de edad. Téngase en cuenta por otro lado que las

estadísticas de mujeres con niños en prisión no comprenden los datos de todas las

mujeres madres de niños menores de cuatro años que se encuentran encarceladas, pues

una parte importante de ellas decide no mantener a sus niños en prisión pese a que la Ley

de Ejecución lo autorice. La mayoría de las mujeres madres de hijos pequeños prefiere

acceder al arresto domiciliario, y sólo en el caso de que les sea denegado, o hasta tanto se

les conceda, optan por tener a sus hijos con ellas en prisión a falta de una mejor opción

para cuidar a sus hijos. La investigación Mujeres en prisión puso de manifestó que sólo la

mitad de las mujeres presas madres de hijos de menos de 4 años optaron por tenerlos con

ellas en la cárcel, a la vez que también reveló que el 86% de las mujeres presas son

madres, una cuarta parte de las cuales tiene hijos menores de 4 años9.

4. Vida en prisión de las madres con sus hijos

9
CELS, DGN, PPN, 2011, pág. 154.

8
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Como ha sido señalado, los niños en prisión deben enfrentar las mismas dificultades

que sus madres en cuanto al acceso a derechos en materia de educación, salud, higiene y

alimentación, vínculos con el exterior, entre otros10.

La vida en prisión de las mujeres que conviven con sus hijos menores de 4 años se

caracteriza por la constante preocupación acerca de las necesidades insatisfechas de sus

hijos. Estas mujeres están más preocupadas por la higiene del lugar de alojamiento, las

plagas persistentes (cucarachas, ratas, etc.), las condiciones materiales (espacios no aptos

para los niños, sin juegos, con elementos riesgosos, conexiones eléctricas inseguras, falta

de medidas de prevención de incendios, etc.), la alimentación que reciben para sus hijos,

la atención a la salud (la ausencia de guardia pediátrica permanente, los reiterados

episodios de enfermedades respiratorias que sufren los pequeños, etc).

Señala la investigación Mujeres en Prisión: “Contrario a un prejuicio más o menos

difundido entre los operadores penitenciarios o judiciales, conforme al cual las mujeres

“se embarazan” o llevan consigo a sus hijos para “pasarla mejor”, la evaluación de los

datos obtenidos en esta investigación nos llevan a conclusiones opuestas. La vida en la

cárcel de las mujeres que están embarazadas o que permanecen alojadas con sus hijos

menores de 4 años no parece ser menos compleja que la del resto. Por el contrario,

además de las carencias que padece la población penitenciaria en general, este grupo

10
Comisión sobre temáticas de género, Limitaciones al encarcelamiento: La situación de las mujeres
embarazadas o con hijos menores de edad, Edición del Departamento de Comunicación Institucional de la
Defensoría General de la Nación, 2007.

9
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

debe enfrentar también mayores dificultades para satisfacer las necesidades específicas

de los niños, o las propias por su condición de gestantes”11.

La citada investigación tuvo un impacto positivo en algunos aspectos de la vida en

prisión de las mujeres madres detenidas en cárceles federales, en particular en lo relativo

a los traslados para comparecer ante la justicia, pues desde distintos Organismos se

venían denunciando las condiciones inhumanas en las que se llevaban a cabo 12. Así, se

logró que la Dirección Nacional del SPF dispusiera que los traslados de las detenidas

madres juntamente con sus hijos o de detenidas embarazadas alojadas en la U.31 se

efectúen en un vehículo acondicionado especialmente para ellos (Res. D.N. N° 453/2009).

También a raíz de las denuncias e intervenciones llevadas a cabo por la Procuración

Penitenciaria y otras instituciones, se observan mejoras por lo que se refiere a los

registros personales y requisa de las instalaciones que alojan a madres con niños, pues en

el año 2015 se aprobó un Protocolo específico para el SPF13 que establece que el personal

del jardín maternal participe conteniendo a los niños durante la realización de los

procedimientos de requisa, entre otras previsiones destinadas a proteger a los menores.

Por lo demás, en los años transcurridos desde la realización de la referida

investigación, no se ha producido el necesario cambio de paradigma que ponga de

11
CELS, DGN, PPN, 2011, pág. 172.
12
ver al respecto la Recomendación de la Procuración Penitenciaria de la Nación Nº 673 del 26 de julio de
2007.
13
“Protocolo de Inspección y Registro de Planta de Madres”, aprobado mediante Resolución de Dirección
Nacional del SPF Nº 1964 y publicado en el Boletín Público Normativo Nº 588, de 16 de noviembre de 2015.

10
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

manifiesto la necesidad de evitar a toda costa el encarcelamiento de las madres, en vez de

seguir encerrando a sus hijos junto a ellas.

Un momento especialmente complejo es el de la separación de la madre y el niño al

cumplir éste los 4 años de edad, o con anterioridad si se decide su externación del ámbito

penitenciario. El impacto traumático de la separación no es mitigado por la

implementación de programas destinados a mantener el vínculo tras el egreso del menor.

De modo que a menudo la relación materno-filial pasa de un estrechísimo contacto (pues

el niño hasta los 4 años de edad estuvo casi exclusivamente con su madre) a una brutal

ruptura, solo atenuada en algunos casos a través de esporádicas visitas.

5. Ausencia de criterios legales para el ingreso y egreso de los niños en prisión.

Arbitrariedad de la administración penitenciaria para la externación de los

menores

El artículo 195 no contiene ninguna previsión acerca del procedimiento para el ingreso

del menor a prisión junto a su madre. El precepto se limita a disponer que “La interna

podrá retener consigo a sus hijos menores de cuatro años”, sin establecer si para ello

debe intervenir alguna autoridad que lo autorice, como podría ser el Director del penal

previo informe de los servicios sociales del establecimiento, el Juez de Ejecución o Juez a

11
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

cargo de la causa o el Juzgado de Menores o si se requiere el consentimiento del otro

progenitor, en caso de que exista. Tampoco se establece criterio alguno para tomar dicha

decisión. Pese al silencio de la ley, el criterio no podría ser otro que el derecho de la

madre y el hijo al mantenimiento del vínculo materno-filial y el interés superior del menor.

En el ámbito federal, en el año 1997 se dictó el “Reglamento de Alojamiento de

Menores de Edad junto a sus Madres Detenidas en Establecimientos del Servicio

Penitenciario Federal”14. Cabe señalar que un reglamento interno del SPF en ningún caso

puede limitar un derecho reconocido por ley a las mujeres, y que se basa en la

incorporación a la Constitución Nacional de la normativa internacional de Derechos

Humanos, que reconoce una especial protección al vínculo materno-filial, al interés

superior del menor y a la familia como elemento nodal de la sociedad.

Lo cierto es que en la práctica por lo general no se presentan problemas para el

ingreso del menor a prisión, al menos en el ámbito de las cárceles federales, siempre que

pueda acreditarse el vínculo mediante la correspondiente partida de nacimiento.

No obstante, sí se han detectado casos en que se ha puesto fin a la convivencia de la

madre con el menor de forma abrupta, en contra de la voluntad de la mujer y mediante

procedimientos arbitrarios no regulados por la ley, sino previstos en una normativa

interna del SPF que vulnera el derecho de las mujeres y sus hijos al mantenimiento del

vínculo materno-filial.

14
Aprobado mediante Resolución Nº 1074 del Director Nacional del SPF y publicado en el Boletín Público
Normativo Nº 65, de 28 de mayo de 1997.

12
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El Equipo de Género y Diversidad Sexual de la Procuración Penitenciaria de la Nación

ha advertido en los últimos años una práctica alarmante de “externación” de menores de

la Unidad 31 del SPF, a partir de situaciones con características similares: frente a

episodios de conflicto en la Unidad 31, se diagnostica a la madre de un cuadro de

“excitación psicomotriz”, implicando su traslado al anexo psiquiátrico del Complejo

Penitenciario Federal IV. En paralelo se da intervención a un equipo interdisciplinario de la

U.31 previsto en el referido Reglamento de Alojamiento de Menores15, el cual sugiere la

externación del menor, lo que luego es avalado por el Servicio Local de Promoción y

Protección de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes que dicta una medida de

abrigo en favor del menor. Finalmente la desvinculación materno-filial es sellada por la

intervención de los Juzgados de Menores, que dan inicio a un lento expediente judicial sin

adoptar medida cautelar alguna para garantizar la preservación del vínculo 16.

Estos casos son especialmente preocupantes cuando no hay familiares que puedan

asumir el cuidado de los menores, pues los niños son institucionalizados en hogares y

puestos en adopción, pese a que su madre manifieste la voluntad de mantener su patria

potestad. Este tipo de prácticas recuerda las arbitrariedades cometidas en las cárceles de

mujeres desde el mismo surgimiento de la institución total, que implicaron el “robo” de

15
El artículo 19 del “Reglamento de Alojamiento de Menores de Edad junto a sus Madres Detenidas en
Establecimientos del Servicio Penitenciario Federal” dispone que “El equipo interdisciplinario estará
compuesto por: representantes de la División Judicial, la Sección Asistencia Médica (Médico pediatra,
Médico Clínico, Psicólogo), la Sección Asistencia Social y de la División Seguridad Interna; los que se reunirán
con una periodicidad mensual”.
16
Ver el acápite “Crónicas de finales anunciados: las malas madres” en el apartado sobre mujeres en prisión
del Informe Anual PPN 2014.

13
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

bebés de mujeres en situación de elevada vulnerabilidad, como han documentado varios

historiadores17. Resulta alarmante y perturbador que actualmente puedan seguir

sucediendo este tipo de prácticas, que sin lugar a dudas podemos calificar como violencia

de género.

Frente a estas situaciones, la intervención del Estado no puede limitarse a lo punitivo.

El encarcelamiento de la madre y la intervención de la justicia de menores para

desvincular a esos niños de una “mala madre” muestra la actuación de un Estado

insensible frente a las necesidades más acuciantes de las mujeres y los niños, colectivos

que merecen especial atención conforme al marco de protección internacional de

derechos humanos.

6. Una infraestructura inadecuada

Debemos señalar que los establecimientos penitenciarios donde se alojan las mujeres

con sus hijos de 4 años de edad no se distinguen ediliciamente del resto de las cárceles. Se

trata de edificaciones que suelen estar alejadas de los núcleos urbanos, rodeadas por un

perímetro de seguridad custodiado por una guardia armada, con una estructura edilicia de

pabellones y celdas caracterizada por la presencia de rejas y cerrojos como elementos

17
Ver entre otros Villalta, Carla (2012); Vinyes, Ricard (2002); Vinyes / Armengou / Belis (2003).

14
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

omnipresentes. Ese es el espacio donde viven los niños con sus madres, lo que resulta

absolutamente inadecuado para la formación de su personalidad.

En el ámbito federal la Unidad 31 de Ezeiza es la que mayor cantidad de niños aloja

y constituye un espacio absolutamente inadecuado para la crianza de los menores: las

madres y sus hijos se alojan en celdas de muy reducidas dimensiones, sin espacio apenas

para la cuna, los patios no disponen de juegos y las rejas no han desaparecido del entorno.

Se trata de una cárcel con las mismas características que otros establecimientos

penitenciarios que no alojan a menores. La única diferencia es la existencia de un jardín

maternal que cuenta con adecuadas instalaciones a nivel de infraestructura.

Frente a ello, sostenemos que debería ser política de Estado la sustitución de las

cárceles tradicionales como lugares de encierro para madres con niños, por otros espacios

con sistemas de control y seguridad mucho más discretos, como serían a nivel comparado

las Unidades Externas de Madres18 o los Institutos de Custodia Atenuada (ICAM)19. Se

trata de un modelo de establecimiento que atenúa todos los elementos más visibles de “lo

carcelario”, sin dejar por ello de estar destinado al cumplimiento de penas en régimen de

encierro. En ellos se eliminan los barrotes, los uniformes penitenciarios, las celdas y los

18
Implementadas en España a partir del año 2004, aunque sólo para las mujeres avanzadas en la
progresividad. No vamos a hacer aquí una valoración de la experiencia de las Unidades Externas de Madres
creadas en España, ni a analizar las pautas de funcionamiento de las mismas, simplemente nos parece
interesante destacar los elementos que tienen que ver con lo edilicio y estructural. Ver Ministerio del
Interior, Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, “Unidades Externas de Madres, 2010. Disponible
en
http://www.institucionpenitenciaria.es/web/export/sites/default/datos/descargables/publicaciones/Unidad
es_Externas_de_Madres_accesible.pdf
19
Previstos en Italia por la Ley nº 62, de 21 de abril de 2011.

15
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

alambrados. Se trata de edificaciones que se insertan en la comunidad, de modo que no

se encuentran alejadas de los núcleos poblacionales. Ello permite que las mujeres y sus

hijos/as accedan a todos los servicios comunitarios (jardín maternal, escuelas, hospitales,

etc.). El personal no viste uniforme alguno, las celdas son sustituidas por pequeños

departamentos para la convivencia de las madres con sus hijos/as, y los elementos de

seguridad son atenuados, sustituyendo los alambrados por cámaras de seguridad y

detectores.

Por lo demás, en el informe de la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre violencia

contra la mujer se menciona la necesidad de establecer prisiones especializadas más

pequeñas que sean fácilmente accesibles, para los casos en que no se pueda prescindir del

encarcelamiento20.

7. Necesidad de una perspectiva de género

El abordaje de las mujeres en prisión junto a sus hijos por lo general se orienta a la

protección del interés superior del menor, quedando en segundo plano el derecho de la

madre a mantener el vínculo materno-filial. Lo que pone de manifiesto una ausencia de

20
Señala la relatora: “Se reconoce cada vez más que la mayoría de las mujeres delincuentes entrañan un
riesgo mínimo, si es que constituyen alguno, para la sociedad. En el caso de las mujeres que se consideran
un riesgo para la sociedad, las recomendaciones incluyen la necesidad de establecer prisiones especializadas
más pequeñas que sean fácilmente accesibles y donde se proporcione atención de la salud mental y física,
servicios correctivos y de rehabilitación, un espacio adecuado para vivir y servicios de visita de familiares”.
En http://www.onu.cl/onu/wp-content/uploads/2014/02/report-de-manjoo-a-la-AG-2013-sp.pdf.

16
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

perspectiva de género en el enfoque de la temática y un predominio de abordaje del

problema desde la perspectiva exclusiva del menor, como si los intereses de la madre y su

hijo fuesen contradictorios, cuando en realidad la verdadera colisión es la que enfrenta la

pretensión punitiva del Estado con el interés coincidente de madre e hijo de mantener su

vínculo materno-filial (Naredo, 1999: 203/204). Como señala la citada autora, “Poner el

acento únicamente en las necesidades e intereses de una de las dos personas que forman

la relación madre-hijo o hija, implica que no se ha prestado atención a las necesidades de

la “otra parte”, en este caso la madre presa. Esta falta de atención […] significa que a la

mujer reclusa, en tanto que criminal o presunta criminal, no se le presta credibilidad como

madre y sus requerimientos en este sentido son tratados como cualquier queja

“ordinaria” de los reclusos y reclusas frente a la Administración” (Naredo, 1999: 199).

Es así como cobra absoluta relevancia la identificación de las mujeres que entran en

conflicto con la ley penal con la idea de “mala madre”21, quien pierde el derecho a la

crianza de sus hijos y a la preservación de su rol maternal.

Ello viene abonado por la obsoleta previsión del artículo 12 del Código Penal, que

establece la privación de la patria potestad en caso de condenas superiores a tres años.

Téngase en cuenta que en la época en que se introdujo dicha previsión, el

encarcelamiento de las mujeres era algo sumamente excepcional. La mayoría de las

personas encarceladas eran hombres, quienes a menudo eran enviados a presidios

21
El positivismo criminológico asoció la criminalidad femenina con la falta de instinto maternal, la
prostitución, una sexualidad desordenada o un comportamiento amoral de las mujeres. La descripción de la
mujer delincuente que realiza Lombroso se definía por oposición al ideal de la mujer abnegada, madre y
esposa ejemplar (Di Corleto, 2015).

17
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ubicados muy lejos del domicilio familiar, de modo que la privación de la patria potestad

podía ser una necesidad práctica para el funcionamiento del núcleo familiar, en el marco

de una sociedad patriarcal que requería la autorización paterna y marital para multitud de

actividades cotidianas. En el caso del encarcelamiento de mujeres embarazadas o madres

de niños pequeños, a menudo se trataba de embarazos adolescentes o de hijos

concebidos fuera de un matrimonio (“ilegítimos” en el lenguaje de antaño). Ahí adquiría

toda su virtualidad la idea de la “mala madre”, y el Estado o las congregaciones religiosas

a cargo de los penales de mujeres -en Argentina y la mayor parte de Latinoamérica la

Orden del Buen Pastor- se arrogaban la potestad de “robarle” el hijo a su madre presa22.

En la actualidad, como ha sostenido autorizada doctrina (Zaffaroni/Slokar/Alagia,

2000:941), el alcance de la privación de la patria potestad del art. 12 CP debe

interpretarse restrictivamente, operando solo cuando la condena sea por delitos

cometidos por los padres contra los hijos menores23.

En el caso de las madres encarceladas que conviven en prisión junto a sus hijos

menores de cuatro años resulta a todas luces absurdo sostener la privación o suspensión

del ejercicio de la patria potestad establecida en el artículo 12 del Código Penal, pues lo

22
Ver al respecto Ini, María Gabriela (2000:159-185).
23
Este sería el supuesto que establece el art. 307, inciso 1 º, del Código Civil: “Cualquiera de los padres
queda privado de la patria potestad: 1. Por ser condenado como autor, coautor, instigador o cómplice de un
delito doloso contra la persona o los bienes de alguno de sus hijos, o como coautor, instigador o cómplice de
un delito cometido por el hijo. […]”.Incluso en presencia de una condena penal por delitos cometidos contra
los hijos, la doctrina civilista ha discutido si la privación de la patria potestad debe operar de forma
automática cuando se trata de condena penal por incumplimiento de las obligaciones alimentarias,
encontrando autorizadas opiniones que se pronuncian en sentido negativo y privilegian la valoración del
interés superior del niño/a (Grosman, 2004: 4).

18
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

cierto es que esas mujeres se encuentran ejerciendo en la práctica la patria potestad con

independencia de su situación de procesadas o condenadas.

Bibliografía citada

Centro de Estudios Legales y Sociales, Defensoría General de la Nación y Procuración

Penitenciaria de la Nación, (2011), Mujeres en prisión. Los alcances del castigo, Buenos

Aires, Siglo XXI.

Comisión sobre temáticas de género, Limitaciones al encarcelamiento: La situación

de las mujeres embarazadas o con hijos menores de edad, Edición del Departamento de

Comunicación Institucional de la Defensoría General de la Nación, 2007.

Di Corleto, J. /Monclús Masó, M., (2009), “El arresto domiciliario para mujeres

embarazadas o madres de niños menores de cinco años”, en Anitua, G.I. y Tedesco, I.

(eds.), La cultura penal. Homenaje al Profesor Edmundo S. Hendler, Buenos Aires, Del

Puerto.

Di Corleto, Julieta (2015): “Los crímenes de las mujeres en el positivismo: El caso de

Carmen Guillot (Buenos Aires, 1914)”, disponible en

http://www.pensamientopenal.com.ar/doctrina/40524-crimenes-mujeres-positivismo-

caso-carmen-guillot.

19
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Grosman, Cecilia, “La privación de la patria potestad y el interés superior del niño”,

LA LEY17/11/2004.

Ini, María Gabriela (2000): “El tiempo quieto. Instancias de negociación y resistencia

desde el encierro. Monjas y presas en el Asilo Correccional de Mujeres de Buenos Aires.

1939-1941”, en Nari / Fabre (Comp.): Voces de mujeres encarceladas, Buenos Aires,

Catálogos, pág. 159-185.

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Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

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21
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Artículos 197 y 198

Damián R. Muñoz

María García Morabito

Maia Plotno

1. Transcripción del texto legal en comentario.

ARTÍCULO 197. — Los jóvenes adultos de dieciocho a veintiún años deberán ser alojados

en instituciones especiales o en secciones separadas o independientes de los

establecimientos para adultos. En su tratamiento se pondrá particular empeño en la

enseñanza obligatoria, en la capacitación profesional y en el mantenimiento de los

vínculos familiares.

ARTÍCULO 198. — Excepcionalmente y mediando los informes favorables del organismo

técnico-criminológico y del consejo correccional del establecimiento, quienes hayan

cumplido veintiún años podrán permanecer en instituciones o secciones especiales para

jóvenes adultos hasta cumplir veinticinco años. Luego serán trasladados a un

establecimiento para adultos.

2. Antecedentes legislativos e historia del instituto penitenciario correspondiente

2.1. Antecedentes legislativos.

1
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

El decreto- ley de Penitenciaría Nacional1, en tanto antecesor de la ley n° 24.660 -de

Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad-, en el Capítulo XIII denominado

“Establecimientos Penitenciarios” contenía una única y breve regulación titulada

genéricamente “Menores”.

El artículo 114 se refería al grupo etario comprendido por aquellos sujetos de entre

dieciocho y veintidós años de edad y disponía que éstos debían ser alojados en un

instituto especial o en sección especial e independiente del establecimiento para mayores.

El decreto comentado permaneció vigente por treinta y siete años, hasta que en el año

1995 el Poder Ejecutivo Nacional envió para su consideración al Poder Legislativo un

proyecto de ley de ejecución de la pena privativa de libertad2.

En aquel mensaje, se sostuvo la necesidad de generar una reforma penitenciaria integral

que respondiera a los “más importantes congresos mundiales y su aporte en los

organismos internacionales, en particular la Organización de las Naciones Unidas que en

1955 en Ginebra aprobó las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos”.

Esto es, que recogiera los preceptos constitucionales en la materia, los contenidos en los

tratados y pactos internacionales y nacionales, particularmente las recomendaciones

realizadas por la Organización de Naciones Unidas sobre la Prevención de Delito y

1
Decreto ley n° 412/58, del 14/1/1958, publicado en el Boletín Oficial el 24/1/1958, ratificado por la ley
14.467.
2
Mensaje n° 959 y proyecto de ley de ejecución de la pena privativa de la libertad (28-P.E.-95). Remitido el
6 de julio de 1.995, C.D.- 136/95.
2
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Tratamiento del Delincuente, la legislación comparada y los diversos anteproyectos

nacionales.

Asimismo, el proyecto que sustentaba la reforma se fundó sobre la base de que en la

última etapa de aquel devenir histórico las inversiones en materia penitenciaria habían

sido escasas, sumado al hacinamiento que se había constatado, circunstancias que

condujeron a considerar que “el tratamiento, en síntesis, fue seriamente herido y así

fueron muy limitadas las posibilidades de éxito para encarar esa meta tan ambiciosa:

lograr que al egreso del condenado se alumbrara un hombre nuevo”.

En adición a ello, el mensaje resaltó los cambios que el entramado social había padecido

en punto al crecimiento demográfico, “la constante modificación de pautas y de valores,

los derivados de las migraciones, de la anomia, del urbanismo, de la crisis familiar y de los

desajustes económicos”, así como también las nuevas formas delictivas y con ellas los

“nuevos tipos de delincuentes”.

Asimismo, destacaba que la violencia en el tejido social había sido trasladada al contexto

penitenciario, situación que debía ser atendida por la legislación.

En definitiva, conforme expresara el mensaje enviado por el Poder Ejecutivo, aquel

proyecto pretendía proporcionar un marco adecuado para que las instituciones

involucradas encontraran en la ley claros ámbitos de incumbencia y directrices que

3
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sustentaran la posibilidad de cambio tendiente a lograr una adecuada reinserción social

del condenado.

Tal como de allí se desprende, el proyecto buscaba respetar la esencia de la Ley de

Penitenciaría Nacional y la experiencia que había arrojado por más de treinta y siete años.

Esto es, la idea del proyecto era mantener incólume la técnica legislativa empleada

incorporando a su texto otras normas legales, así como también adecuar y actualizar su

contenido.

En lo que se refiere específicamente a los artículos 197 y 198, cuyo comentario nos ocupa,

cabe mencionar que finalmente resultaron sancionados sin haber efectuado ninguna

modificación respecto del proyecto originario.

En este sentido, resulta importante señalar que a diferencia de lo que preveía la Ley de

Penitenciaría Nacional que en su artículo 114 disponía que los “menores” de entre

dieciocho y veintidós años de edad debían ser alojados en un instituto especial o en

sección especial e independiente del establecimiento para mayores, el proyecto aquí

comentado y que resultó sancionado de ese mismo modo amplió en cierta forma la

regulación al respecto, así como también dispuso la posibilidad de que excepcionalmente

permanezcan alojados en este tipo establecimientos hasta los veinticinco años de edad,

luego de lo cual debían ser trasladados a un establecimiento para adultos.

4
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Asimismo, a diferencia de la redacción anterior, previó la obligación de poner particular

empeño en la enseñanza obligatoria, en la capacitación profesional y en el mantenimiento

de los lazos familiares.

De este modo, la Comisión Legislativa Penal3 emitió su dictamen favorable y aconsejó su

sanción4, sin perjuicio de lo cual, cabe señalar que su informe no profundizó en las razones

que la motivaban a ello y simplemente se remitió a los fundamentos expuestos en el

mensaje de elevación.

De ese modo, el proyecto fue aprobado por la Cámara de Diputados de la Nación en la 46°

reunión – 1° sesión ordinaria de prórroga los días siete y ocho de diciembre de 1995.

Por su parte, las Comisiones de Asuntos Penales y Regímenes Carcelarios y de Interior y

Justicia de la Cámara de Senadores5, en concordancia, aconsejaron la aprobación del

proyecto de ley, en el convencimiento de que sería “un gran avance en la solución del

problema penitenciario actual de nuestro país”.

En este sentido, de la exposición de los motivos que condujeron a aquel dictamen

tampoco surge una extensa fundamentación respecto a los artículos 197 y 198.

3
Compuesta por los Diputados y Diputadas Juan O. Gauna, Miguel A. Pichetto, José L. Zavalía, Antonio
Achem, Luisa C. Donni, Francisco U. Fragoso, Alcides H. López, Carlos O. Menem, Ricardo F. Molinas, Jorge H.
Neder y Leonor E. Tolomeo.
4
Orden del día n° 2125.
5
Compuesta por los Senadores y Senadoras Cristina E. Kirchner, Bernardo P. Quizio, Jorge A. Agúndez,
Ernesto R. Oudin, Jorge D. Solana, Augusto Alasino, Eduardo P. Vaca, Jorge R. Yoma, Raúl A- Galván, José
Genoud, Carlos L. de la Rosa, Alcides H. López, Rivas y Olijela del Valle Rivas.
5
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Asimismo, cabe mencionar que los Sres. Senadores por las provincias de Catamarca y

Corrientes, Pedro G. Villarroel6 y José A. Romero Feris7, respectivamente, fueron los

únicos que emitieron su voto en disidencia, no obstante lo cual, tampoco brindaron

explicaciones ni disintieron respecto a la formulación del capítulo denominado

“Establecimientos de Ejecución de la Pena” ni tampoco, específicamente a los destinados

a los jóvenes adultos.

Así, el Sr. Senador Villarroel, sostuvo que compartía en general los lineamientos del

proyecto, sin perjuicio de lo cual su disidencia apuntaba a algunos aspectos específicos,

ninguno de ellos vinculados a la regulación que nos ocupa.

De este modo, en la 23° reunión – 12° sesión ordinaria, de la Cámara de Senadores de la

Nación llevada a cabo el 19 de junio de 1996, quedó definitivamente sancionado el

proyecto de ley, siendo promulgada el 8 de julio y publicada en el Boletín Oficial el 16 de

julio de ese mismo año.

2.2. Historia del instituto penitenciario correspondiente.

Más allá que el encierro de la niñez y adolescencia se originó a raíz de la creación de

distintos dispositivos que fueron puestos en marcha a finales del siglo XIX, en este

6
Integrante de la bancada de la Unión Cívica Radical.
7
Integrante del bloque Autonomista, quien en su voto manifestó compartir la disidencia parcial del Sr.
Senador Villarroel.
6
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

apartado nos dedicaremos a contextualizar puntualmente el momento histórico y el

surgimiento de la Colonia Penal de Varones de Marcos Paz.

A finales del siglo XIX y principios del XX, el Estado argentino se avocó a la construcción de

dispositivos alternativos de los que hasta ese momento funcionaban, esto es, los asilos de

menores dependientes de las fuerzas policiales, a la par que construía el Asilo Correccional

de Menores.

Durante el gobierno de Julio A. Roca8, específicamente en el año 1904, aquel Asilo se

trasladó a la Colonia Penal de Menores Varones de Marcos Paz, constituyéndose así en el

primer “reformatorio” del país.

Necesariamente este tipo de procesos deben enmarcarse sociológicamente, y

específicamente en este devenir histórico, debe puntualizarse que la sociedad mundial

estaba sufriendo diversas transformaciones urbanas y demográficas en el ámbito citadino,

de las que nuestro país no resultó ajeno y que necesariamente tuvieron repercusión en el

entramado social. Nos referimos, por un lado, al proceso de industrialización; y por el

otro, a la llegada a nuestro país de trabajadores inmigrantes y con ellos, sus hijos.

Sobre este punto, Anitua expone el modo en que se fue forjando la estigmatización del

“otro” enemigo foráneo. Debe tenerse en cuenta que “la Argentina de entonces se

8
En este sentido, Anitua señala que basta recordar que la circunstancia de que el lema del gobierno de Julio
A. Roca fuera “Paz y administración” para dar cuenta del discurso que evidentemente aquel mandatario
estaba nutrido (Anitua, Gabriel Ignacio, Historia de los pensamientos criminológicos, Ed. Del Puerto, 2da.
Reimpresión, 2010, p. 201).
7
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

construía bajo el proceso inmigratorio. Así el primer censo argentino fue de 1869, y para

entonces 210.000 del millón y medio de habitantes eran extranjeros. Un número muy bajo

comparado con el del segundo censo de 1895, que señalaba 1.100.000 inmigrantes, sobre

los casi cuatro millones de habitantes. Y aún más comparado con el de 1914 que indicaba

la existencia de 2.357.952 extranjeros sobre una población total de 7.885.325 –y la mitad

de ese setenta por ciento de nacionales eran hijos de extranjeros-. Tales cifras ayudaron a

que las clases dominantes señalasen al inmigrante italiano, pero sobre todo judío, como

nuevo objeto de represión, principalmente por sus posibilidades de ´contaminar´. Así es

que se extendería el discurso médico del contagio aplicado a las ideas anarquistas de los

obreros organizados, a las enfermedades de las prostitutas, etcétera. (…) En ese contexto,

no extraña que los textos posteriores dedicasen muchas páginas a estigmatizar a los

inmigrantes –primero europeos, luego del interior del país y finalmente de los países

vecinos- y a asociar a la situación de pobreza, vagancia y criminalidad, a menudo también

con características políticas”.9

En este contexto, para ciertos sectores dominantes, resultaba necesario crear

instituciones diferenciadas de las escuelas a través de las cuales se lograra

reformar/neutralizar a aquellos grupos vulnerados que no lograban encajar en el

estereotipo de “niñez”10, a la vez de educarlos. Dicha exigencia provenía nada más ni nada

9
Anitua, Gabriel Ignacio, op. cit., p. 205.
10
Debe remarcarse que “Control social de todas las infancias hubo desde los orígenes de la fundación de
nuestro país, pero la clasificación institucional de los sujetos infantiles en niños propiamente dichos (en
8
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

menos que de las clases más acomodadas del país que reclamaban con fervor la

intervención de un Estado que estuviera dispuesto a confiscar el “problema” y combatiera

esta alarmante situación.

En el imaginario social se instalaba cada vez con mayor fuerza la idea de que aquellos

“enemigos-menores” vagabundos y abandonados que circulaban por las calles resultaban

ser la causa de todos los males asociados a la delincuencia que la ciudad estaba

padeciendo.

Así, la idea de implementar las Colonias Agrícolas tuvo su fundamento en una concepción

de la época, esto es, la utilización del trabajo y la educación como herramienta de control

social11 disciplinante y moralizadora frente a la “infancia desvalida”, utilizando para ello

instituciones totales de privación de la libertad.

La intervención Estatal frente a la “infancia conflictuada/conflictiva” operaba para ambos

casos en el mismo orden, a partir de premisas positivistas de prevención, todo ello

posiciones de sujeto vinculadas a su condición de hijo de familia legítima y a su inscripción como alumno del
sistema de educación pública nacional) y en menores (en posiciones de sujeto relacionadas con la carencia de
familia, hogar, recursos o desamparo moral y a su condición de pupilo protegido por el Estado) es
consecuencia directa de los dispositivos legales e institucionales desplegados en la propia constitución del
Estado moderno en la Argentina…” (Costa, Mara y Gagliardo, Rafael S., Las infancias de la minoridad. Una
mirada desde las políticas públicas”, en Tutelados y Asistidos. Programas Sociales, políticas públicas y
subjetividad, Comp.: Silvia Duschatzky, Ed. Paidós, 2° re-impresión, 2008, Buenos Aires, p. 69-70).
11
Nos referimos a la intención de educar a esta niñez “descarriada” inculcándoles los valores moralmente
aceptados por la clase dominante.
9
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

justificado bajo el ropaje de la protección y bajo las concepciones del denominado

“complejo tutelar”12.

De este modo, comenzó a instaurarse una concepción dicotómica de la niñez, por un lado

se hablaba de los “niños” y, por otro, los “menores”, términos que peyorativamente

diferenciaban –y diferencian- según la posición social que ostentaran los alumnos,

trabajadores e hijos; mientras que el segundo término se refería a los “vagos”,

“delincuentes” y “abandonados”.

En este sentido, María Carolina Zapiola afirma que:

“El ´problema´ que constituían los niños huérfanos, pobres, abandonados, explotados,

trabajadores y/o delincuentes en los hondamente transformados espacios urbanos de la

Argentina agroexportadora se instaló como tema álgido de debate durante las dos

primeras décadas del siglo XX. Plasmando sus discursos en publicaciones científicas,

literarias, periodísticas, políticas y pedagógicas, profesionales y funcionarios cuestionaron

las prácticas contemporáneas consistentes en encerrar a los menores huérfanos o

abandonados en cárceles de mujeres o asilos manejados por particulares, en colocarlos

12
La potestad paternalista del Estado mediante la cual estaba autorizado a intervenir como una suerte de
tutor frente a “menores” delincuentes y/o abandonados quedó justificada legalmente mediante la sanción
de la Ley de Patronato de Menores (ley n° 10.903) en el año 1919, que permaneció vigente hasta el dictado
de la ley n° 26.061 denominada “Ley de Protección Integral de los derechos de los niños, niñas y
adolescentes”, publicada en el Boletín Oficial el 21 de octubre del 2005. Dicho texto pretendió armonizar la
normativa local con las obligaciones internacionales asumidas por el Estado argentino mediante la reforma
de la Constitución Nacional en el año 1994 y con ella, la incorporación de la Convención sobre los Derechos
del Niño.
10
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

como sirvientes en familias sustitutas que los maltrataban, en dejarlos librados a su suerte,

y, si se trataba de menores delincuentes, en encerrarlos en cárceles para adultos. Desde

distintas perspectivas políticas e intelectuales se alzaron voces que reclamaron al Estado

una intervención legal e institucional que garantizara la corrección de los niños y jóvenes

que ya habían sido lanzados por la pendiente del mal y el tratamiento preventivo de

aquellos que se encaminaban hacia el mismo destino”.13

Así, el poder coercitivo se activaba indistintamente frente a aquellos niños en situación de

abandono, pobreza, desprotección y orfandad, así como también respecto de aquellos

sospechados de haber infringido la ley penal, sobre la base de que resultaba imperioso

neutralizarlos, sea cual fuere el origen de la “desviación”.

Se consideraba que ambas situaciones representaban una amenaza a la seguridad

ciudadana, en la medida en que ese Estado fuertemente paternalista, motivado por la

demanda de las clases sociales más aventajadas, los rotulaba bajo el estereotipo de

potenciales delincuentes y respecto de quienes debía intervenir para evitar su escalada a

la criminalidad.

13
Zapiola, María Carolina, Niños asesinos de niños: el caso del Petiso Orejudo. Argentina, comienzos del siglo
XX, Revista electrónica Nuevo Mundo Mundo Nuevos, número 6-2006, Sección Coloquios. Disponible en:
http://horizontesyc.com.ar/archivos/1272150287/NI%D1OS_ASESINOS_DE_NI%D1OS_EL_CASO_DEL_PETIS
O_OREJUDO_(ARGENTINA_COMIENZOS_DEL_SIGLO_XX)_POR_MARIA_CAROLINA_ZAPIOLA.pdf.
11
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Conviene aclarar que, en rigor, el encierro de niños, niñas y adolescentes tuvo su origen a

mediados del siglo XIX en Estados Unidos, en el marco de una cruzada moral denominada

“Los Salvadores de los Niños”, surgida a raíz de la situación que produjo proceso de

industrialización y la llegada del capitalismo que empujaron a una gran cantidad de niños

a situación de calle.

Este movimiento que, de alguna manera, resultó importado por los exponentes

positivistas a nuestro país –con especificidades propias-, implementó el dispositivo del

reformatorio como figura previa a la instauración de las Colonias Penales. Así, bajo la

función simbólica de preservar las instituciones fundamentales como la familia, grupos de

mujeres de clases acomodadas comenzaron a ocuparse en clave filantrópica de la niñez

“abandonada y delincuente”.

Primaba una concepción maternalista que consideraba a las mujeres “curadoras por

naturaleza” de los niños descarriados, en tanto su función era vista como una

prolongación de las funciones del manejo de la casa. Es decir, subyacía la idea de que las

mujeres eran mejores maestras que los hombres y nadie mejor que ellas para “salvar” a la

infancia “descarriada”.14

14
Platt, Anthony M., Los Salvadores de los Niños o la Invención de la delincuencia, Siglo XXI Editores, 5°
edición en español, México, 2006, p. 96 y ss. En este sentido, el autor afirma que: “Las mujeres de clase
media experimentaron al cambiar el siglo una revolución de status compleja de vasto alcance. Sus funciones
tradicionales estaban drásticamente puestas en peligro por el debilitamiento de los roles domésticos y el
reajuste especializado de la vida familiar. (…) La labor filantrópica llenaba de un vacío en su vida, un vacío
creado por la declinación de la religión tradicional, el aumento del ocio y el aburrimiento, la aparición de la
12
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Así, Platt enseña que el plan de reformatorio contenía las siguientes bases:

“1) Los ´delincuentes´ jóvenes tenían que ser separados de los criminales adultos. 2) Los

´delincuentes´ tenían que ser apartados de su medio y encerrados por su propio bien y

protección. Los reformatorios debían ser santuarios custodiados, donde se combinarían

amor y orientación con firmeza y restricciones. 3) Los ´delincuentes´ deberían ser enviados

al reformatorio sin proceso y con requisitos legales mínimos. No era necesario un proceso

en regla, puesto que los reformatorios debían reformar y no castigar. 4) Las sentencias

eran indeterminadas, para que los reclusos fueran alentado a cooperar en su propia

reforma y los ´delincuentes´ recalcitrantes no pudieran reanudar su infame carrera. 5) No

debería confundirse reforma con sentimentalismo. Sólo se requería el castigo mientras

fuera conveniente para la persona castigada y después de haberse agotado todos los

demás métodos. 6) Los reclusos tenían que estar protegidos de la pereza, la indulgencia y

el lujo, mediante el ejercicio militar y físico y vigilancia constante. 7) Los reformatorios

deberían estar constituidos en el campo y designados de acuerdo con el ´plan de cabañas´.

8) El trabajo, la enseñanza y la religión constituyen la esencia del programa de reforma.

Los reclusos deberían recibir una educación más que elemental. Deberían predominar en

ella los conocimientos industriales y agrícolas. 9) Debería enseñárseles el valor de la

educación pública y la desintegración de la vida comunal en las ciudades impersonales y llenas de gente…”
(Platt, Anthony M., op. cit, p. 99).
13
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sobriedad, la templanza, la inventiva, la prudencia, la ambición “realista” y la

adaptación…”.15

Años más tarde, esa misma concepción criminológica positivista, influenciada fuertemente

por el discurso médico, así como también por el higienismo, fue la que condujo al Estado –

bajo las premisas de “Orden y Progreso”- a la elección de la localidad de Marcos Paz para

la localización de la Colonia.16

Al respecto, Zapiola enseña que:

“En junio de 1905 el Congreso de la Nación autorizó al Presidente Julio A. Roca y al

Ministro del Interior Joaquín V. González a invertir hasta $ 200.000 m/n en la instalación

de una colonia agrícola industrial de menores varones que reemplazaría al Asilo

Correccional de Menores de la Capital. A tal efecto, el PEN había adquirido dos años antes

el establecimiento de campo ´Cabaña Laura´, situado en Marcos Paz, provincia de Buenos

Aires, por entender que la propiedad reunía las condiciones requeridas para implantar en

ella ´un instituto destinado a la instrucción práctica de la ganadería, de la agricultura y de

la industria, en el cual pueden instruirse y ocuparse los menores que, por falta de padres y

15
Platt, Anthony M., op. cit., p. 77
16
Esta idea lógicamente coincidió con una tendencia mundial. Así María Carolina Zapiola explica que: “De la
multiplicidad de colonias fundadas al calor de este impulso, dos se transformaron en íconos de la educación
residencial decimonónica, principales destinos para el peregrinaje filantrópico y modelos para la creación de
instituciones afines: la RauheHaus y Mettray. La primera, fundada en 1833 en Hamburgo por HinrichWichern
(…) y Auguste Demetz fundó en 1839 la colonia agrícola de Mettray” (Zapiola, María Carolina, Educar para
prevenir el mal. Las colonias rurales para menores en el imaginario de sus impulsores, Buenos Aires,
comienzos del siglo XX). Disponible en: http://pensamientopenal.com.ar/doctrina/42858-educar-prevenir-
mal-colonias-rurales-menores-imaginario-sus-impulsores-buenos-aires.
14
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de hogar, o por sus malas inclinaciones, necesitan de la protección del Gobierno o de una

dirección especial que les inculque hábitos de trabajo y corrija sus deficiencias..´”.17

Se tuvo especialmente en cuenta su alejada ubicación respecto del radio de la ciudad, así

como también que al hallarse en plena llanura pampeana, se privilegiaría el trabajo de la

tierra, esto es, la actividad agrícola-ganadera y el contacto con la naturaleza.

De esta forma, la lejanía de estos dispositivos punitivos-rurales lograría neutralizar al

“menor-enemigo”, “delincuente/abandonado” y “limpiar” la ciudad de sus males, así

como también “purificar” a aquel colectivo.

La idea subyacente no era otra que la de negar su condición, expulsar a este colectivo

considerado peligroso por el entramado social, aislarlo, no sólo de la sociedad “sana” sino

también de su propias familias, quienes eran consideradas culpables de haber arrojado a

sus hijos a la delincuencia y vagancia. Pero, muy especialmente, el objetivo era invisibilizar

a la niñez vulnerada. En palabras de Lila Caimari, se trataba “solucionar el problema de la

niñez mediante la eliminación de los niños”.18

17
Zapiola, María Carolina, ¿Antro o escuela de regeneración? Representaciones encontradas de la Colonia de
Menores Varones de Marcos Paz, Buenos Aires, 1905-1915, en Mallo, Silvia y Moreyra, Beatriz (coord.),
Miradas sobre la historia social en la Argentina en los comienzos del siglo XXI, Córdoba-Bs. As., Centro de
Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segretti”- Instituto de Historia Americana Colonial de la Universidad
Nacional de La Plata, 2008, ISBN: 978-987-24227-1-4, pág. 3. Disponible en:
http://www.crimenysociedad.com.ar/wp-content/uploads/2009/09/Art%C3%ADculo-Zapiola-I-Jornadas-
Historia-Social.pdf.
18
Caimari, Lila, Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955, Buenos Aires,
Ed. Siglo XXI, 2004.
15
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Sin perjuicio de ello, la realidad es que en el plano internacional convivían en este sentido

dos discursos contrapuestos respecto al modo en que debía solucionarse el problema de

la “minoridad”.

Por un lado, cierto sector suscribía al modelo de reformatorio de tipo urbano

concentrados en grandes edificios (esto es, el denominado sistema congregate) y, por el

otro, aquellos que sostenían la conveniencia de instaurar colonias rurales alejadas del

ámbito citadino.

Los argumentos para sostener y rechazar unos y otros modelos versaban sobre diferentes

puntos. Así, por ejemplo, Meyer Arana (referente de la época en políticas públicas de la

infancia, médico, miembro de la Comisión Directiva del Patronato de la Infancia, director

de la Revista de Higiene Infantil y autor de numerosas publicaciones), se encontraba entre

aquellos que rechazaban el sistema “congregate” y sostenía que:

“Hoy son vetustos los asilos urbanos de pisos superpuestos, -propensos a la formación de

verdaderos hacinamientos que repudian las teorías y la higiene condena, porque en ellos

no siempre hay el aire necesario ni es tan puro cual lo han menester los protegidos, -de

pobreza física ingénita, como que son producto del conventillo, nacidos entre la necesidad

y las privaciones. El niño de precario desarrollo por miseria orgánica reclama el ambiente

16
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

sano del campo para sus obligadas convalecencias. Allí aprenderá lo necesario para llevar,

mañana, luces de civilización y progreso a nuestros desiertos territorios nacionales”.19

Por su parte, aquellos que apoyaban la idea de un asilo urbano rechazaban el sistema de

reforma rural en la medida en que entendían que toda la formación agrícola ganadera que

allí recibían no podría ser puesta en práctica por los “menores” al regresar a sus ciudades,

circunstancia que contribuiría a que retomaran sus viejos malos hábitos.

En esa línea, se sostenía que:

“En estas circunstancias es dudoso que el muchacho egresado de tal lugar… y puesto a

buscar empleo en la agricultura, pudiera lograrlo, sobre todo si se recuerda que cada año

les va resultando más difícil a los braseros agrícolas hallar empleo fijo y remunerativo para

todo el año. Existe el grave peligro de que muchos egresados de esa institución, incapaces

de hallar empleo en actividades agrícolas, vuelvan a la ciudad, y al no encontrar en ella

una oportunidad de aprovechar los conocimientos técnicos adquiridos, se desalienten y

vuelvan a sus antiguas compañías y ocupaciones de delincuentes”.20

19
Meyer Arana, Alberto, (1906). Colonias para menores. Bases que han servido para la organización de la
Colonia de Menores Varones (Marcos Paz) (IV a VI). Buenos Aires: Talleres Gráficos de la Penitenciaría
Nacional, citado en: Zapiola, María Carolina, Educar para prevenir el mal. Las colonias rurales para menores
en el imaginario de sus impulsores, op. cit.
20
Proceedings of the Illions Conference of Charity, 1901, p. 232-233, citado en: Platt, Anthony M., op. cit., p.
95.
17
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Lo cierto es que más allá del tiempo transcurrido, los diferentes contextos históricos y los

evidentes cambios socio-culturales, políticos, normativos, demográficos y económicos, no

pueden desconocerse que muchos de aquellos fundamentos presentan ciertas líneas de

continuidad en el presente. Y, en particular, con los artículos en comentario

4. Datos empíricos que confronten críticamente la dimensión del ser (informes

oficiales, de la Procuración Penitenciaria, de ONGs, visitas de organismos

internacionales, o trabajos académicos en el campo de las ciencias sociales).

En este punto, cabe aclarar en primera instancia que abordaremos dos supuestos: por un

lado, los jóvenes imputados de delitos y privados de libertad que ya adquirieron la

mayoría de edad y hasta cumplir los 21 años; y, por el otro, los jóvenes menores de 18

años de edad imputados de delitos en el marco del decreto ley n° 22.278, que adquieren

la mayoría de edad privados de libertad.

4.1. Los denominados jóvenes adultos con imputación penal entre los 18 y 21

años.

En el ámbito de la justicia nacional y/o federal los jóvenes adultos privados de libertad son

alojados en el Complejo Federal de Jóvenes Adultos –en adelante CFJA- del Servicio

Penitenciario Federal, que se compone de dos unidades residenciales. En algunas de estas

unidades los jóvenes adultos se encuentran alojados dentro de Complejos para adultos,
18
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

pero en secciones separadas, como es el caso de la Unidad Residencial II (Ex Anexo

Módulo V). En estos casos, se trata de secciones separadas pero que forman parte de

establecimientos para adultos.

En la página web del Servicio Penitenciario Federal obra información acerca de la

capacidad de alojamiento, talleres y educación ofrecida:

http://www.spf.gob.ar/www/establecimiento-det/catcms/43/Complejo-Federal-de-

Jovenes-Adultos. También ofrece información al respecto la Procuración Penitenciaria de

la Nación http://www.ppn.gov.ar/?q=cfja.

Si bien de los datos oficiales del Servicio Penitenciario Federal se desprende que en dicho

Complejo existe una vasta oferta de educación formal e informal, talleres y trabajo, lo

cierto es que el real acceso a los derechos a la educación, a la salud y al trabajo se ven

claramente restringidos.

Cabe destacar, en este sentido, el capítulo destinado a los Jóvenes adultos en el Servicio

Penitenciario Federal que se incluye en el informe anual del año 2015 de la Procuración

Penitenciaria de la Nación:

http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Informe%20Anual%202015_0.pdf (capítulo IX

1.1).

19
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Allí se hace mención a diversos problemas detectados en el Complejo de mención,

haciéndose hincapié en la sobrepoblación que motivó la interposición de un habeas

corpus que continúa en trámite21.

El habeas corpus de mención fue presentado en el mes de marzo de 2015 por la

Procuración Penitenciaria de la Nación en favor de todas las personas alojadas en la

Unidad Residencial II del CFJA, exponiendo que “… los servicios están colapsados, se han

visto incrementado los índices de violencia entre detenidos con motivo de un aumento de

la conflictividad que supone la convivencia en espacios insuficientes e inadecuados y, de

particular gravedad, algunos detenidos deben compartir la cama, por no resultar

suficientes las existentes para la cantidad de detenidos”. En el habeas corpus, además, es

parte del expediente la Comisión de Cárceles de la Defensoría General de la Nación,22

organismo que también hace mención a numerosas situaciones conflictivas y de violencia

en el CFJA.

Por otra parte, respecto de los índices de violencia, se consigna en el informe antes citado

que “el régimen de vida implementado en estos establecimientos ha originado el aumento

del encierro y el consecuente recrudecimiento de la violencia. Las nuevas medidas

adoptadas para pretender saldar una cuestión de cupos han convertido en pabellones de

máxima conflictividad a los sectores que hasta ahora se mantenían fuera del espiral de

21
Juzgado en lo Criminal y Correccional N° 3 de Morón, Secretaría 9. Causa N°10867/15.
22
Creada mediante Resolución DGN N° 158 del 26 de febrero de 1998 a fin de verificar las condiciones de
alojamiento, alimentación y atención médica de los internos en las distintas unidades carcelarias del país.
20
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

violencia; en respuesta, se sucedieron procedimientos de requisas más frecuentes y

violentos, haciendo caso omiso al aumento de la conflictividad entre detenidos, y la

situación específica de aquellos que sufren situaciones de coerción. Otras consecuencias de

la sobrepoblación reinante son las dificultades para lograr la asignación de tareas

laborales concretas, la vulneración del derecho a la educación y al acceso a actividades

fundamentales para sobrellevar la vida en el encierro, como las recreativas y deportivas. A

lo descripto anteriormente se adiciona el retorno del aislamiento. Al poco tiempo del

traslado de los adultos al complejo de jóvenes y hasta la fecha de confección del presente

informe, todas las personas que son alojadas en el Pabellón 8,estén o no sancionadas,

viven bajo régimen de aislamiento”.23

Específicamente respecto de la dificultad para acceder a un trabajo se estableció en el

informe que: “La problemática relacionada a la efectivización del derecho al trabajo de los

jóvenes adultos ha sido abordada ya en el Informe Anual 2014, señalando como

principales falencias las demoras en los trámites para la afectación laboral, la falta de

ocupación efectiva y la carencia de carácter formativo de las actividades laborales

desempeñadas (…) Otra deuda en materia laboral del CFJA comprende la falta de actividad

formativa que brinde herramientas adecuadas para los jóvenes adultos, tal como lo

estipula el artículo 25 del Protocolo para Prevenir y Resolver Situaciones de Violencia en

Unidades de Jóvenes Adultos. En la actualidad las tareas que se realizan en mayor medida

23
Págs. 425 y 426 Informe Anual 2015 de la Procuración Penitenciaria de la Nación
http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Informe%20Anual%202015_0.pdf.
21
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

incluyen el llamado ´taller de artesanías´ –eufemismo bajo el cual se encubren tareas de

confección de broches y bolsas de madera, realizadas de forma mecanizada, sin ningún

tipo de aporte técnico, y para aprovechamiento de empresas privadas– seguido por tareas

de fajina en la unidad. En menor medida también se trabaja en las distintas áreas –

administrativa, judiciales y cocina– y se realizan tareas de jardinería. Alarmantemente,

solo unos pocos jóvenes alojados en el CRD y en la Unidad N° 26 acceden a tareas

productivas, asociadas a la crianza y cuidado de algunos animales. Finalmente, se realizan

cursos en los cuales se incorpora conocimiento técnico de gran valor; sin embargo, una vez

finalizada la capacitación, que puede durar varios meses, los jóvenes no son insertados en

talleres productivos donde desempeñar tal oficio”.24

Cabe destacar, además, que de acuerdo a información relevada por la Comisión de

Cárceles de la Defensoría General de la Nación -al mes de julio de 2016- había 112 adultos

entre 21 y 24 años alojados -en su mayoría- en un pabellón especial del CFJA25 (Pabellón 2

de la Unidad Residencial II del CFJA Unidad 24, que aloja exclusivamente internos de 21 a

25 años bajo el Protocolo de Personas en Situación especial de Vulnerabilidad), a la espera

de ser trasladados a otras Unidades del SPF. Situación que se enmarcó en la Resolución

459 del SPF y sus sucesivas prórrogas.

24
Informe Anual 2015 de la Procuración Penitenciaria de la Nación, p. 432/433.
25
Según información aportada por el SPF a la Comisión de Cárceles de la Defensoría General de la Nación.
22
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Da cuenta de las condiciones de alojamiento también el último informe de monitoreo del

Sistema Interinstitucional de Control de Unidades Carcelarias realizado el 10 de febrero de

2016 al Módulo V del CFJA.

En dicho informe, el Sistema Interinstitucional recomendó flexibilizar el régimen de vida

establecido en los pabellones en que se alojan jóvenes adultos, limitando la cantidad de

horas de encierro en las celdas.

Mayor información acerca de las condiciones de alojamiento del Complejo Federal para

Jóvenes Adultos del Servicio Penitenciario Federal puede encontrarse en el informe anual

del año 2014 de la Procuración Penitenciaria de la Nación:

http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/INFORME%20ANUAL%20PPN%202014_0.pdf,

así como en el Informe de monitoreo del Complejo Penitenciario Federal de Jóvenes

Adultos –U-24, U-26 y Centro Federal de Tratamientos Especializados “Malvinas

Argentinas” del año 2007 de la PPN:

http://www.ppn.gov.ar/sites/default/files/Informe%20UCPF%20de%20jóvenes%20adulto

s%2001-2007.pdf.

23
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

4.2. Jóvenes con imputación penal bajo el régimen penal juvenil, que

adquieren la mayoría de edad mientras están privados de libertad.

Ahora bien y también en el ámbito de la jurisdicción penal de la Capital Federal, si un

joven es privado de libertad por hechos presuntamente cometidos antes de cumplir los 18

años, es alojado en un Centro Socioeducativo de Régimen Cerrado dependiente -hasta el

primer semestre de 2016- de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia del

Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (SENNAF).26

En el año 2009, como consecuencia de la modificación de la mayoría de edad27, la SENNAF

decidió continuar alojando en sus dispositivos a jóvenes de entre 18 y 21 años de edad,

imputados y/o condenados por delitos presuntamente cometidos en su calidad de

menores de edad. Se trata del Centro Socioeducativo de Régimen Cerrado Manuel

Belgrano –en adelante CSRC Manuel Belgrano-, donde con base en el principio de

especialidad, se trazan planes individuales para cada uno de los jóvenes alojados, con ejes

fundamentales en la educación formal y cursos de formación profesional, acceso a

tratamientos psicológicos y régimen de progresividad.

26
En el transcurso del año 2016 los programas de atención directa y los dispositivos gubernamentales de
intervención con adolescentes infractores a la Ley Penal fueron transferidos a la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (cfr. Decreto 873/2016). Por lo que a partir del mes de septiembre de 2016 pasaron a
depender del Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del GCBA.
27
Ley n° 26.579 que fijó la mayoría de edad, en materia civil, en los dieciocho años.
24
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Cabe destacar que los Centros de mención encuentran su marco regulatorio en la

Resolución n° 991/2009 “Normativa General para Centros de Régimen Cerrado” que se

encuentra vigente.

En el mes de octubre de 2015 se suscribió un convenio entre el Ministerio de Justicia y el

de Desarrollo Social de la Nación para el traslado de jóvenes desde los Centros

Socioeducativos de Régimen Cerrado a Unidades del Servicio Penitenciario Federal.

Sin perjuicio de la importancia del contenido del convenio suscripto, a los fines de

efectivizar traslados que tengan en cuenta los avances alcanzados por los jóvenes y que

las evaluaciones del Servicio Penitenciario Federal se realicen durante la permanencia de

los jóvenes en los Centros Socioeducativo de Régimen Cerrado, máxime a los fines de

evitar el paso por el módulo de ingresos del CFJA –módulo V- el mismo no se habría

llegado a implementar hasta la fecha.

25
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

26
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27
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29
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Respecto de las condiciones generales de alojamiento y tratamiento que se dispensa en el

CSRC Manuel Belgrano a los jóvenes mayores de 18 años cabe destacar la relevancia del

aspecto educativo y el acceso a derechos culturales, salud y la posibilidad de contacto

permanente con sus familiares. En este sentido, el Centro, además de ofrecer educación

primaria y secundaria y talleres y cursos de formación profesional, a raíz de un acuerdo

celebrado con el Centro Universitario de la Universidad de San Martín (CUSAM) ofrece el

dictado del curso preuniversitario para el ingreso a la carrera de sociología y la materia de

antropología correspondiente al primer año de la carrera.

Resulta evidente la diferencia en el abordaje entre los Centros especializados y las

Unidades del Servicio Penitenciario, no sólo en lo que hace a las condiciones de

alojamiento, sino en los índices de violencia que se registran, el acceso a los derechos a la

salud, a la educación, al contacto con familiares. Asimismo, en los Centros se desempeñan

operadores socioeducativos y personal de seguridad perteneciente a un Cuerpo Especial

de Seguridad y Vigilancia.

De los informes de monitoreo confeccionados por la Comisión de Seguimiento del

Tratamiento Institucional de Niñas, Niños y Adolescentes de la Defensoría General de la

Nación28 surge, respecto de las visitas familiares que “se realizan preponderantemente en

28
Creada mediante Resolución DGN N° 841/2006 a los fines de verificar condiciones generales de
alojamiento de niñas, niños y adolescentes en las distintas instituciones del país.
30
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

los comedores de los sectores pero pueden también realizarse en el hall de entrada o en el

patio cuando algún joven lo solicita o algún familiar tiene dificultades para subir las

escaleras. Esta modalidad habría sido una dinámica propia del Centro debido a que el

patio no cuenta con ninguna protección para el frío o el calor y que en ocasiones especiales

se planifican actividades en el patio. Así, a modo de ejemplo, mencionó que el día 20 de

mayo, se había realizado una actividad a la cual concurrieron las familias. Allí se expuso lo

producido en los talleres y tocó un grupo de música al final del encuentro”.29

En relación con el eje laboral, se consigna en el mismo informe que los “jóvenes se

encuentran inscriptos en el Programa PROGRESAR, por el cual perciben una beca mensual,

que, si bien existió un retraso en el cobro, esto ya se encontraría regularizado. Por otra

parte se continúa dictando el curso a cargo de la Autoridad Federal de Servicios de

Comunicación Audiovisual por medio del cual también se percibe una beca mensual y se

capacita a los jóvenes en diversas materias relacionadas con la comunicación. En relación

al proyecto de cooperativa ´La Yoly´, se informó que éste concluyó en diciembre debido a la

necesidad de contar con mayores recursos materiales para la producción. También se

estaría llevando adelante un eje solidario, el cual tiene por finalidad realizar diversas

producciones de objetos para la comunidad. A modo de ejemplo mencionó que están

confeccionando insumos para un jardín de un barrio al cual pertenece uno de los jóvenes”.

29
Informe de la visita oficial realizada por la Comisión de Seguimiento del Tratamiento Institucional de
Niñas, Niños y Adolescentes al Centro Socioeducativo de Régimen Cerrado Manuel Belgrano el 25 de mayo
de 2015.
31
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En el punto IX del informe se destacan apreciaciones generales, a saber: “Cabe destacar

las mejoras edilicias realizadas a lo largo del año, particularmente las remodelaciones de

los baños del centro, que habían sido objeto de reiteradas recomendaciones por parte de

esta Comisión. Sin embargo, aún se encuentra pendiente la construcción de lugares

adecuados de guardado de las pertenencias de los jóvenes. Esta falencia no resulta menor,

ya que se adopta una práctica de características típicamente carcelarias, por medio de la

cual los jóvenes duermen en el piso sobre los colchones, apoyando sus pertenencias sobre

los tirantes de la cama a fin de que no se les arruinen sus pertenencias. Durante la visita,

realizada en horario nocturno y un día feriado, percibimos un buen clima general, sin

perjuicio de ello, cabe destacar que los jóvenes se encontraban exclusivamente a cargo de

personal del cuerpo de vigilancia, quienes no portaban ningún tipo de identificación. De las

entrevistas con los jóvenes y la compulsa de los libros no se vislumbró la realización de

mayores actividades esos días más que la visita familiar y salidas al patio. Algunos jóvenes

del sector de autonomía manifestaron que habían concurrido operadores en algún

momento del fin de semana. En este sentido, resultaría conveniente la ampliación de

horario de personal convivencial y mayor planificación de actividades para los fines de

semana y días feriados a fin de que no sean los empleados de seguridad la única presencia

en la institución y que puedan utilizar más el patio y/o realizar actividades deportivas. Por

otra parte, esta Comisión ha sostenido en varias oportunidades la necesidad de contar con

un protocolo de actuación que unifique los criterios en todos los centros de régimen

32
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

cerrado, así como algunas pautas para la implementación y adecuado registro de las

sanciones previstas en la Resolución N° 991. En términos generales cabe reiterar que

resultan valorables las mejoras realizadas, así como los esfuerzos por mantener adecuadas

condiciones institucionales, sin perjuicio de lo cual, la antigüedad del inmueble hace que

algunos aspectos estructurales resulten incompatibles con los nuevos estándares en

materia de protección de derechos de jóvenes privados de libertad. Por ello, es preciso

expresar nuevamente que a entender de esta Comisión resultaría apropiada la

planificación de soluciones definitivas vinculadas a la existencia de nuevos edificios para el

funcionamiento de Centros de Régimen Cerrado que desde lo arquitectónico permitan

llevar adelante los proyectos institucionales que tienen por objeto garantizar los derechos

de los jóvenes que allí se alojan”.

Asimismo, se reconocen en dicho informe las siguientes buenas prácticas: el

pormenorizado conocimiento de la situación de cada joven demostrado por las

autoridades y el diseño de estrategias concretas en cada caso a fin de garantizar los

derechos de los jóvenes. Se resalta la buena predisposición de las autoridades respecto de

las recomendaciones efectuadas por la Comisión a lo largo del año. Se señaló la dinámica

institucional relativa a la rotación quincenal de los jóvenes, la cual ha contribuido

notablemente a la disminución de la conflictividad y mejora de los aspectos

convivenciales. Se destacó el alto grado de escolaridad de los jóvenes y la finalización de la

escolaridad de varios de ellos, como así también el inicio del curso de ingreso a la

33
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Universidad de San Martín para los jóvenes que terminaron la escuela secundaria. Se

resaltaron las actividades del taller de radio y la formación en aspectos relativos a medios

de comunicación dictado por el AFSCA. Y en punto al desarrollo del eje laboral, se destaca

la inclusión de los jóvenes en diversos programas como el PROGRESAR y la articulación

con el Ministerio de Trabajo de la Nación para su capacitación laboral.

5. Normas, Principios y Reglas del Derecho Internacional de los Derechos

Humanos y su interpretación en los organismos de los Sistemas de Protección

Internacional y Regional, aplicables al instituto en estudio

Como se ha señalado más arriba, la ley n° 26.579 estableció que en la República Argentina

la mayoría de edad se alcanza al cumplir los 18 años. En materia penal rige para las

personas menores de esa edad una protección jurídica reforzada que, entre otros tantos

principios, se cristaliza en el llamado “principio de especialidad”. Es decir, la prohibición

absoluta de dispensar un trato que en igual circunstancia se brindaría a un adulto.

La base normativa de donde surge este principio radica en el artículo 40.3 de la

Convención sobre los Derechos del Niño (en adelante CDN) que prevé que “Los Estados

Partes tomarán todas las medidas apropiadas para promover el establecimiento de leyes,

procedimientos, autoridades e instituciones específicos para los niños de quienes se

34
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

alegue que han infringido las leyes penales o a quienes se acuse o declare culpables de

haber infringido esas leyes […]” (Lo resaltado no se encuentra en el original).

Del mismo modo el artículo 5.5 de la Convención Americana de Derechos Humanos (en

adelante CADH) establece que “cuando los menores puedan ser procesados, deben ser

separados de los adultos y llevados ante tribunales especializados, con la mayor celeridad

posible, para su tratamiento”.

Tales disposiciones deben interpretarse, además, a la luz del artículo 19 de la CADH que

establece que “Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de

menor requieren por parte de su familia, de la sociedad y del Estado”.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante Corte IDH) entiende respecto

del mencionado principio que “una consecuencia evidente de la pertinencia de atender en

forma diferenciada y específica las cuestiones referentes a los niños, y particularmente, las

relacionadas con la conducta ilícita, es el establecimiento de órganos jurisdiccionales

especializados para el conocimiento de conductas penalmente típicas atribuidas a

aquéllos”.30

Este concepto ha sido sostenido y reiterado por dicho Tribunal, que profundizará esta

línea argumental expresando que “Si bien los niños cuentan con los mismos derechos

humanos que los adultos durante los procesos, la forma en que ejercen tales derechos

30
Corte IDH, Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño, Opinión Consultiva OC – 17/02 del 28 de
agosto de 2002, Serie A N° 17, párr. 109.

35
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

varía en función de su nivel de desarrollo. Por lo tanto, es indispensable reconocer y

respetar las diferencias de trato que corresponden a diferencias de situación, entre quienes

participan en un proceso. Lo anterior corresponde al principio de trato diferenciado que,

aplicado en el ámbito penal, implica que las diferencias de los niños y los adultos, tanto

por lo que respecta a “su desarrollo físico y psicológico, como por sus necesidades

emocionales y educativas”, sean tomadas en cuenta para la existencia de un sistema

separado de justicia penal juvenil”.31

En relación al fundamento de este principio rector en materia de derechos del niño la

Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene dicho “que en el marco de un derecho penal

compatible con la Constitución y su concepto de persona no es posible eludir la limitación

que a la pena impone la culpabilidad por el hecho, y en el caso particular de la culpabilidad

de un niño, la reducción que se deriva de la consideración de su inmadurez emocional o

afectiva universalmente reconocida como producto necesario de su etapa vital

evolutiva, así como la inadmisibilidad de la apelación a la culpabilidad de autor, por

resultar ella absolutamente incompatible con nuestra Ley Fundamental. En tales

condiciones, no resta otra solución que reconocer que la reacción punitiva estatal debe

31
Corte IDH, Caso Mendoza y otros vs. Argentina, Sentencia de 14 de mayo de 2013, Excepciones
Preliminares, Fondo y Reparaciones, Serie C No. 260, párr. 145

36
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

ser inferior que la que correspondería, a igualdad de circunstancias, respecto de un

adulto”32 (Lo resaltado no se encuentra en el original).

La Corte Interamericana también se ha ocupado de dejar en claro que alcance tiene este

principio rector, así indicó que “conforme al principio de especialización, se requiere el

establecimiento de un sistema de justicia especializado en todas las fases del proceso y

durante la ejecución de las medidas o sanciones que, eventualmente, se apliquen a los

menores de edad que hayan cometido delitos y que, conforme a la legislación interna,

sean imputables. Ello involucra tanto a la legislación o marco jurídico como a las

instituciones y actores estatales especializados en justicia penal juvenil. Sin embargo,

también implica la aplicación de los derechos y principios jurídicos especiales que

protegen los derechos de los niños imputados de un delito o ya condenados por el

mismo”.33 (Lo resaltado no se encuentra en el original)

Así este Tribunal entiende que “Para salvaguardar los derechos de los niños detenidos,

especialmente su derecho a la integridad personal, es indispensable que se les separe de

los detenidos adultos. Y, como lo estableciera este Tribunal, las personas encargadas de los

centros de detención de niños infractores o procesados deben estar debidamente

capacitadas para el desempeño de su cometido”34.

32
CSJN, Maldonado Daniel y otro, Fallos 328: 4343, 07/12/05, Considerando 40.
33
Corte IDH, Caso Mendoza y otros vs. Argentina, óp. cit. párr.146.
34
Corte IDH, Caso Bulacio Vs. Argentina, Sentencia de 18 de septiembre de 2003, Serie C N°100, párr. 136.
37
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante CIDH) ha

expresado que “(…) la especialización requiere leyes, procedimientos e instituciones

específicos para niños, además de capacitación específica para todas las personas que

trabajan en el sistema de justicia juvenil. Estos requisitos de especialización se aplican a

todo el sistema y a las personas que en él laboran, incluyendo al personal no jurídico que

asesora a los tribunales o que ejecuta las medidas ordenadas por los tribunales, y al

personal de las instituciones en las que se mantiene a los niños privados de su libertad.

Los requisitos de especialización también se aplican a las fuerzas policiales cuando entran

en contacto con los niños y las niñas” 35 (Lo resaltado no se encuentra en el original).

Puede deducirse de todo lo dicho que el principio de especialidad implica una protección

especial y un trato diferenciado desde el inicio de la causa penal, pasando por la detención

y el discurrir de todo el proceso hasta el final de la ejecución de la pena. Por lo tanto,

cuando el o la joven se encuentre privado de libertad por un delito que cometió –o que

presuntamente cometió- antes de cumplir los 18 años de edad deberá aplicarse el plexo

normativo internacional previsto para las personas menores de 18 años de edad.

Entre las normas específicas que regulan la materia pueden destacarse:

35
CIDH, Informe Justicia Juvenil y Derechos Humanos en las Américas, OEA/Ser.L/V/II Doc. 78, adoptado el
13 de julio de 2011, p. 21, párr. 85

38
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

 Las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de

Menores (Reglas de Beijing)36

 Las Reglas de la Naciones Unidas para la Protección de los menores privados de

libertad 37

 Las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil

(Directrices de Riad)38

 La Observación General Nº 10 (2007) del Comité de los Derechos del Niño de Naciones

Unidas “Los Derechos del Niño en la Justicia de Menores. Distr. GeneralCRC/C/GC/10

25 de abril de 2007.39

Este conjunto de instrumentos constituyen lo que la CorteIDH ha entendido como un

“amplio corpus iuris”40 de protección jurídica de la infancia en lo que refiere a justicia

penal juvenil. Así, cabe recordar que “el concepto de un corpus juris en materia de niñez se

refiere al reconocimiento de la existencia de un conjunto de normas fundamentales que

36
http://www2.ohchr.org/spanish/law/reglas_beijing.htm
37
http://www2.ohchr.org/spanish/law/menores.htm
38
http://www2.ohchr.org/spanish/law/directrices_riad.htm
39
http://www2.ohchr.org/english/bodies/crc/docs/CRC.C.GC.10_sp.pdf
40
Corte IDH, Opinión Consultiva OC 17/2002, ob. cit., párr. 23 y 24; Caso de los Niños de la Calle Villagrán
Morales y Otros vs. Guatemala, Sentencia del 11 de septiembre de 1997, Serie C N°77, párr. 194; Caso
Instituto de Reeducación del Menor vs. Paraguay, ob. cit., párr. 148 y 149; Caso Genlman v. Uruguay,
Sentencia del 24 de febrero de 2011, Serie C N° 221, párr. 121; Fornerón e hija vs. Argentina, Sentencia del
27 de abril de 2012, Serie C, N° 242, párr.44, entre otros.
39
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

se encuentran vinculadas con el fin de garantizar los derechos humanos de las niñas, los

niños y adolescentes”.41

Entonces, queda claro que si él o la joven se encuentra privado de la libertad por un delito

cometido siendo menor de edad, los estándares aplicables son aquellos relativos a niños,

niñas y adolescentes aun cuando la persona haya alcanzado ya la mayoría de edad.

En tal sentido el Comité de Derechos del Niño ha expresado que “(…) observa con

reconocimiento que algunos Estados Partes permiten la aplicación de las normas y los

reglamentos de la justicia de menores a personas que tienen 18 años o más, por lo general

hasta los 21 años, bien sea como norma general o como excepción”.42

La CIDH también expresó que “al igual que el Comité de los Derechos del Niños, la

Comisión recomienda a los Estados Miembros que permitan la aplicación de las normas del

sistema de justicia juvenil a personas que tienen 18 o más, por lo general hasta los 21, bien

sea como norma general o como excepción. En tal sentido, la Comisión alienta a los

Estados Miembros a adoptar disposiciones en el derecho interno que regulen el

juzgamiento y la ejecución de sanciones para jóvenes mayores de 18 años que hayan

41
CIDH. Informe Justicia Juvenil y Derechos Humanos en las Américas, ob. cit., párr. 16.
42
Comité de los Derechos del Niño, Los derechos del niño en la justicia de menores. Observación General Nº
10.CRC/C/GC/10, 25 de abril de 2007, párr. 38.

40
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

infringido la ley penal durante su minoridad a fin de que éstos no pasen al sistema de

adultos por el mero hecho de haber cumplido los 18 años de edad”.43

En estos supuestos las normas especiales del sistema penal juvenil deberán interpretarse

de manera armónica y como complementarias de los derechos previstos para las personas

privadas de libertad. Entre los instrumentos internacionales de derechos humanos

relativos a la protección de personas privadas de libertad se destacan:

 La Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o

Degradantes 44, que posee jerarquía constitucional en nuestro país;

 El Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas

Crueles, Inhumanos o Degradantes ;45

 Las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (en

adelante Reglas de Mandela);46

 Las Reglas de las Naciones Unidas para el tratamiento de las reclusas y medidas no

privativas de la libertad para las mujeres delincuentes (en adelante Reglas de Bangkok);47

43
CIDH, ob. cit., párr. 44-45.
44
http://www2.ohchr.org/spanish/law/cat.htm
45
http://daccess-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N02/551/51/PDF/N0255151.pdf?OpenElement
46
https://www.unodc.org/documents/commissions/CCPCJ/CCPCJ_Sessions/CCPCJ_24/resolutions/L6_Rev1/
ECN152015_L6Rev1_s_V1503588.pdf
47
https://www.unodc.org/documents/justice-and-prison-reform/crimeprevention/65_229_Spanish.pdf

41
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

 El Conjunto de Principios para la protección de todas las personas sometidas a

cualquier forma de detención o prisión48; entre otros.

La Regla 2.2 de las Reglas de Mandela expresamente prevé que se debe tener en cuenta

las necesidades de las categorías más vulnerables.49 Para determinar tales categorías

resulta de utilidad recordar el Principio 5.2 del Conjunto de Principios para la protección

de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión, el que

establece que “las medidas que se apliquen con arreglo a la ley y que tiendan a proteger

exclusivamente los derechos y la condición especial de la mujer, en particular de las

mujeres embarazadas y las madres lactantes, los niños y los jóvenes, las personas de

edad, los enfermos o los impedidos, no se considerarán discriminatorias(…)”.

También la CIDH ha considerado a los jóvenes dentro de los grupos de “alto riesgo”. Así ha

dicho que los “Estados deben adoptar medidas especiales para satisfacer las necesidades

particulares de salud de las personas privadas de libertad pertenecientes a grupos de alto

riesgo como: las personas adultas mayores, las mujeres, los niños y las niñas, los jóvenes y

48
Adoptado por la Asamblea General en su resolución 43/173, de 9 de diciembre de 1988
49
Regla 22. “Con el propósito de aplicar el principio de no discriminación, las administraciones penitenciarias
tendrán en cuenta las necesidades individuales de los reclusos, en particular de las categorías más
vulnerables en el contexto penitenciario. Se deberán adoptar medidas de protección y promoción de los
derechos de los reclusos con necesidades especiales, y dichas medidas no se considerarán discriminatorias”.

42
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

adolescentes, las personas con discapacidad, las personas portadoras del VIH/SIDA,

tuberculosis, y las personas con enfermedades en fase terminal”.50

Existen además otras normas que indican claramente la separación de los jóvenes de los

adultos. Puede mencionarse la Regla 11.d) de las Reglas de Mandela que indica “Los

reclusos pertenecientes a categorías distintas deberán ser alojados en establecimientos

diferentes o en pabellones diferentes dentro de un mismo establecimiento, según su sexo y

edad, sus antecedentes penales, los motivos de su detención y el trato que corresponda

aplicarles; por consiguiente: (…) d) los jóvenes estarán separados de los adultos”.

En el ámbito interamericano encontramos el Principio XIX, de los Principios y Buenas

Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de Libertad en las Américas 51 que

indica que “se dispondrá la separación de mujeres y hombres; niños, niñas y adultos;

jóvenes y adultos; personas adultas mayores; procesados y condenados; y personas

privadas de libertad por razones civiles y por razones penales (…)”.

Finalmente las Reglas de Bangkok han destacado la vulnerabilidad de las jóvenes,

expresando en la Regla 65 que se “evitará en la medida de lo posible recluir en

50
CIDH, Informe sobre los derechos humanos de las personas privadas de libertad en las Américas,
OEA/Ser.L/V/II, adoptado el 31 diciembre 2011, párr. 535.
51
OEA/Ser/L/V/II.131 doc. 26.

43
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

instituciones a los niños en conflicto con la ley. Al adoptar decisiones se tendrá presente la

vulnerabilidad de las delincuentes juveniles debida a su género”.

Es así que los estándares arriba mencionados, que surgen de los instrumentos

internacionales así como aquellas interpretaciones que los organismos de protección del

sistema internacional han efectuado, permiten sostener –tal como lo haremos en el punto

siguiente- la conveniencia de mantener el alojamiento de los jóvenes de 18 a 21/25 años

en dispositivos penitenciarios especializados, haciendo especial énfasis en la formación

educativa, laboral, las relaciones familiares y la atención a la salud, entre otros derechos.

6. Propuesta de interpretación del texto legal confrontando tales datos

empíricos, parámetros constitucionales e internacionales, opiniones

doctrinarias y jurisprudenciales.

Por todo lo reseñado hasta aquí, parece claro que el fundamento de los artículos en

comentario radicaba en que, en función de la normativa vigente hasta el 2009, existía una

distinción en punto a la mayoría de edad penal y civil. Esto es, en tanto la penal se fijaba

en 18 años, la civil en los 21. Y esta distinción justificaba un alojamiento penitenciario

diferenciado para los jóvenes entre dichas edades, en el que –al menos, desde su

44
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

regulación normativa- se estableciera un tratamiento orientado en la educación,

capacitación profesional y fortalecimiento de los vínculos familiares.

Sin perjuicio de que en la actualidad, al homologarse ambas mayorías de edad en los 18

años, esta distinción perdiera fundamento normativo, lo cierto es que consideramos una

buena práctica mantener una disposición que permite ajustar la intervención

penitenciaria en función de un estadio vital particular como lo es el período entre los 18 y

los 21/15 años de edad. En el que si bien se trata de personas mayores de edad, se

encuentran transitando los primeros peldaños de la adultez, y esto justifica claramente

que durante el alojamiento intramuros se haga hincapié en la educación, formación

profesional y los vínculos familiares52.

52
En este mismo sentido se expresó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al sostener que las
“personas privadas de libertad pertenecientes a diversas categorías deberán ser alojadas en diferentes
lugares de privación de libertad o en distintas secciones dentro de dichos establecimientos, según su sexo,
edad, la razón de su privación de libertad, la necesidad de protección de la vida e integridad de las personas
privadas de libertad o del personal, las necesidades especiales de atención, u otras circunstancias
relacionadas con cuestiones de seguridad interna. En particular, se dispondrá la separación de mujeres y
hombres; niños, niñas y adultos; jóvenes y adultos; personas adultas mayores; procesados y condenados; y
personas privadas de libertad por razones civiles y por razones penales. En los casos de privación de libertad
de los solicitantes de asilo o refugio, y en otros casos similares, los niños y niñas no deberán ser separados de
sus padres. Los solicitantes de asilo o refugio y las personas privadas de libertad a causa de infracción de las
disposiciones sobre migración no deberán estar privados de libertad en establecimientos destinados a
personas condenadas o acusadas por infracciones penales. En ningún caso la separación de las personas
privadas de libertad por categorías será utilizada para justificar la discriminación, la imposición de torturas,
tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, o condiciones de privación de libertad más rigurosas o
menos adecuadas a un determinado grupo de personas. Los mismos criterios deberán ser observados
durante el traslado de las personas privadas de libertad” (principio XIX, titulado separación de categorías, en
CIDH, Principios y buenas prácticas sobre la protección de las personas privadas de libertad en las Américas).
También sostuvo que: “535. Asimismo, la CIDH reitera que los Estados deben adoptar medidas especiales
para satisfacer las necesidades particulares de salud de las personas privadas de libertad pertenecientes a
grupos de alto riesgo como: las personas adultas mayores, las mujeres, los niños y las niñas, los jóvenes y
45
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Tal como ya fuera adelantado más arriba, en nuestra propuesta interpretativa deben

considerarse dos supuestos bien distintos:

a) el colectivo de los jóvenes mayores de 18 años sometidos a proceso penal bajo el

régimen penal juvenil;

b) el colectivo de los jóvenes mayores de 18 años involucrados en causas bajo la

normativa de los adultos.

Estos dos colectivos imponen la aplicación de dos sistemas punitivos diferenciados que,

insistimos, deben cristalizarse en dos formas diversas de privación de libertad y, por ende,

en dispositivos diferenciados.

Como ya hemos detallado, el principio de especialidad impone la exigencia de otorgar a

los adolescentes (imputados o condenados por hechos cometidos siendo menores de

edad) un trato diferenciado al brindado a los adultos.

Y corresponde destacar aquí que el régimen penal juvenil vigente establece que el

adolescente sólo puede ser condenado cuando cumple los 18 años, es decir, y conforme la

legislación civil, cuando adquiere la mayoría de edad. Razón por la cual, y teniendo en

cuenta que todos los derechos específicos en materia de niñez y adolescencia deben

adolescentes, las personas con discapacidad, las personas portadoras del VIH/SIDA, tuberculosis, y las
personas con enfermedades en fase terminal629. Sin embargo, un análisis comprensivo de las obligaciones
de los Estados con respecto a estos grupos amerita un estudio mucho más extenso y pormenorizado que
excede los objetivos del presente informe” (CIDH, Informe sobre los derechos humanos de las personas
privadas de libertad en las Américas, 31 de diciembre de 2011).
46
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

aplicarse en todas las fases del proceso, ello implica que su aplicación debe regir hasta el

agotamiento de la sanción más allá de la edad que el joven posea.

Es por ello que, partiendo de una aplicación amplia del principio de especialidad, Beloff y

Terragni detallan las siguientes reglas:

“— principio de separación entre procesados por la justicia especializada y procesados

ante la justicia penal general;

— principio de separación de los condenados por la justicia especializada de los

condenados por la justicia de adultos;

— ultraactividad de las normas penales juveniles;

— principio de humanidad reforzado en la ejecución de las sanciones que busca cumplir el

ideal resocializador que justifica la sanción penal juvenil; y

— principio del interés superior del niño”53.

53
Beloff, Mary y Terragni, Martiniano, La extensión del principio de especialidad a la ejecución de sanciones
aplicadas a menores penalmente responsables cuando adquieren la mayoría de edad, Revista de Derecho
Penal y Procesal Penal, Abeledo Perrot n° AP/DOC/1173/2015.
47
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Es decir, el punto de partida que constituye el fundamento del régimen especial para la

infancia y adolescencia está dado por la edad al momento del hecho, más allá de la edad

que posea cuando sea declarado penalmente responsable, cuando sea condenado (que,

reiteramos, nuestra legislación exige que sea mayor de edad), o cuando agote la sanción.

Todo el sistema de protección integral en materia penal juvenil está centrado en la edad

del joven al momento del suceso endilgado.

De ahí entonces que el Comité de los Derecho del Niño haya explicado, en punto a la

prohibición de la pena capital que:

“el criterio explícito y decisivo que inspira esa norma es la edad en el momento de la

comisión del delito, lo que significa que no se impondrá la pena capital por delitos

cometidos por menores de dieciocho años, independientemente de cuál sea su edad

cuando se celebre el juicio, se dicte sentencia o se ejecute la pena”.54

Y, en idéntico sentido, el CPPN establece la competencia de los Tribunales y Juzgados de

Menores para intervenir en aquellos delitos cometidos por menores de dieciocho años al

momento de su comisión, sin perjuicio de la edad al momento del juzgamiento (arts. 28 y

29).

Y en esta misma lógica, Beloff y Terragni también afirman que se “podría argumentar que,

dado que la pena sólo puede ser aplicada luego de que la persona declarada penalmente

54
Comité de los Derechos del Niño, Observación General n° 10, 25 de abril de 2007.
48
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

responsable alcanza sus 18 años de edad, nunca se verificaría un supuesto de ejecución

especializada respecto de un menor de edad (ejecución especializada en sentido estricto).

En otras palabras, toda persona condenada (por la regla del artículo 4 de la ley 22278)

siempre resultaría adulta al momento de efectivamente aplicársele la pena. Dicha

conclusión, sin embargo, contradice un principio constitucional elemental: el principio de la

determinación de la pena en función del momento de comisión del delito. En efecto, más

allá de que someter a un condenado por un delito cuando era menor de edad penalmente

responsable a las mismas condiciones que a un condenado mayor de edad frustra dos

principios centrales del corpus iuris de protección de derechos a la infancia —la

especialidad y la prevención especial positiva como sentido esencial y único del castigo

penal impuesto a los jóvenes—, hacerlo colisiona también con el principio de legalidad de

las penas, en tanto no es posible agravar las condiciones de cumplimiento de la condena

sólo por el hecho del transcurso del tiempo que convierte a una persona de niño en adulto.

En tal sentido, difícilmente pueda argumentarse que la ejecución de una pena privativa de

libertad en una institución penitenciaria diseñada para adultos (o aun para jóvenes

adultos), en la República Argentina, signifique una sanción menos gravosa que la ejecución

de la misma condena en una institución especializada para menores de edad”55.

Desde esta perspectiva y por aplicación de los principios y estándares internacionales en

materia penal juvenil, la previsión del art. 6, decreto ley n° 22.278 resulta inaplicable. Esta

55
Beloff, Mary y Terragni, Martiniano, op. cit.
49
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

norma establece que las “penas privativas de libertad que los jueces impusieran a los

menores se harán efectivas en institutos especializados. Si en esta situación alcanzaren la

mayoría de edad, cumplirán el resto de la condena en establecimientos para adultos”.

Al haberse equiparado las dos edades, en punto a la mayoría de edad penal y civil, hoy por

hoy y conforme la legislación vigente, el régimen penal juvenil sólo habilita a imponer una

pena cuando ya se ha alcanzado la mayoría de edad56. De ahí, entonces, no puede más

que afirmarse que todo el discurrir de la pena privativa de libertad se cumple a partir de la

mayoría de edad, pero que ello no puede ser obstáculo alguno para que su ejecución se

encuentre enmarcada en el principio de especialidad y trato diferenciado que impida la

intervención penitenciaria para este colectivo. En suma, los jóvenes privados de libertad

por causas regidas por el derecho penal juvenil, deben ser alojados en dispositivos

especializados (no penitenciarios), regulados por todos los principios y estándares

internacionales de la materia y hasta el agotamiento de la sanción.

Como consecuencia lógica de nuestra propuesta hermenéutica, los artículos en

comentario que regulan el alojamiento de los denominados jóvenes adultos, se aplican

para aquellos imputados con causas iniciadas entre sus 18 y 21 años de edad, esto es,

regidas por el derecho penal de los adultos.

56
Conforme art. 4, decreto ley n° 22.278.
50
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Y este trato diferenciado ya no se funda en la mayoría de edad civil, sino en que, en tanto

jóvenes, esto es, personas que transitan la primera etapa del mundo adulto, se justifica

una especial atención en la intervención penitenciaria.

7. Reglamentación administrativa del texto legal, o bien estructuras

institucionales o administrativas diseñadas para la implementación de la

norma

 Decreto n° 1221/96

En concordancia con lo dispuesto por la los artículos 197 y 198, ley n° 24.660, el Poder

Ejecutivo Nacional dictó el 28 de octubre de 1996 el decreto n° 1221 mediante el cual

dispuso la creación del Complejo Federal de Jóvenes Adultos (Unidad n° 24), ello habida

cuenta que había finalizado la obra destinada a su construcción, disponiéndose, en

consecuencia, su funcionamiento a partir del 31 del mismo mes y año y con una capacidad

de ciento cincuenta y dos plazas.

Esta regulación, conforme se desprende de sus considerandos, se enmarca en una línea de

acción tendiente a regular la metodología de los tratamientos especializados que había

51
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

comenzado con la puesta en marcha con la creación de un instituto especializado en la

atención de los jóvenes adultos57.

El decreto destaca que el Complejo Federal de Jóvenes Adultos se constituyó como el

primer establecimiento integral destinado a aquellos sujetos que “precozmente han

llegado al delito y que la sociedad y el Estado deben recuperar para su adecuada

reinserción social”.

Así las cosas, se previó con “la específica finalidad de albergar jóvenes adultos, con un

diseño acorde a la metodología de tratamiento a implementar y utilizando la más

avanzada tecnología en materia de arquitectura penitenciaria”.

De este modo, conforme la información arrojada por el sitio web del Servicio Penitenciario

Federal58, el mencionado establecimiento está integrado por un sector administrativo

central y tres sectores diferenciados: el Instituto Federal de Jóvenes Adultos (Unidad 24)

de máxima seguridad, el Instituto Dr. Juan Carlos Landó (Unidad 26) de mediana

seguridad, y el Centro Federal de Tratamientos Especializados Malvinas Argentinas, de

mínima seguridad.

57
Creado mediante el decreto n° 327/96 dictado con fecha 2/4/96 y denominado “Centro Federal de
Tratamientos Especializados Malvinas Argentinas”.
58
Ver: http://www.spf.gob.ar/www/establecimiento-det/catcms/43/Complejo-Federal-de-Jovenes-Adultos.
52
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Así, el Complejo se encuentra conformado por Unidades Residenciales: La Unidad

Residencial I, que tiene una capacidad total de alojamiento de doscientas treinta y nueve

plazas y está compuesta por tres áreas, a saber:

Instituto Federal de Jóvenes Adultos (Unidad n° 24): que posee un cupo de alojamiento

para ciento cincuenta y dos internos y que a su vez se subdivide en dos sectores

denominados “A” y “B”.

El primero de ellos, está compuesto por cuatro pabellones que se dividen de acuerdo al

programa que se desarrolla en cada pabellón. Los pabellones “A” y “B” tienen una

capacidad de doce plazas cada uno y está destinado a la realización de la pre-admisión del

Centro de Rehabilitación para Drogodependientes (CRD).

Por su parte, los pabellones “C” y “D”, registran un cupo de dieciséis internos cada uno

correspondientes de la segunda etapa de admisión de la Metodología Pedagógica

Socializadora (MPS).

El sector “B” está compuesto por los pabellones “E” y ”F”, los que cuentan con una

capacidad de alojamiento de cuarenta y seis residentes cada uno y está destinado a la

aplicación de tercera etapa de integración plena de la MPS, dicha área cuenta, además,

con una cocina central, servicio médico y una sala de internación de cuatro camas.

53
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Instituto Dr. Juan Carlos Landó (Unidad n° 26), está emplazado en las instalaciones que

correspondieron a El Retiro, ex anexo de la Colonia Ricardo Gutiérrez que también se

denominó “Dr. Juan José O’Connor” y que funcionó hasta 1980 con dependencia del

Ministerio de Acción Social de la Nación.

Con posterioridad a ello, el 19 de marzo de 1981 fue transferido al Servicio Penitenciario

Federal con la intervención del entonces Ministerio de Justicia de la Nación para ser

destinado al alojamiento de jóvenes adultos de acuerdo a lo establecido por el artículo 8

del Código Penal y el 114 de la Ley Penitenciaria Nacional (Decreto n° 412/58).

Dicho instituto está destinado a recibir a los internos que han evolucionado durante su

tránsito por la Unidad n° 24. Motivo por el cual se les proporciona un régimen más abierto

y flexible, basado en un tratamiento focalizado en la formación laboral, como estadio

previo a recuperar la libertad, o bien al traslado a otro establecimiento por haber

alcanzado la mayoría de edad.

La Unidad n° 26 cuenta con capacidad para alojar a cuarenta y tres internos y está

distribuida con tres sectores. Esto es, el sector “A”, con una capacidad para alojar a

veintinueve internos, el sector “B”, que posee un cupo de diez internos y el sector “C” con

una capacidad para 4 internos. En esta área se desarrolla la última etapa del programa de

tratamiento MPS.

54
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Por su parte, el Centro Federal de Tratamientos Especializados Malvinas Argentinas,

registra una capacidad de alojamiento es de cuarenta y cuatro internos y está destinado a

brindar la atención específica requerida por ley n° 23.737 y orientada a la recuperación de

jóvenes que padecen un consumo problemático de sustancias y que requieren

tratamientos especializados.

Dicho Centro posee cuatro alas de alojamiento con sectores independientes con

capacidad para alojar a once internos en habitaciones individuales.

Por su parte, la Unidad Residencial II (Ex Anexo Módulo V), está ubicada en el Complejo

Penitenciario Federal II de Marcos Paz59, sin perjuicio de lo cual depende técnica y

administrativa de la Jefatura del Complejo Federal de Jóvenes Adultos, mientras que el

Complejo Penitenciario Federal II solamente conserva su responsabilidad en las áreas de

seguridad externa y emergencia médica.

Finalmente, conviene puntualizar, aunque aquello no se desprenda del decreto aquí

comentado que respecto a las jóvenes adultas, el Complejo Penitenciario Federal nº IV –

que posee una capacidad de alojamiento de quinientos cincuenta y nueve internas60-

cuenta con tres pabellones destinados a su alojamiento y un Salón de Usos Múltiples

59
Mediante Resolución n° 905/2010 se afectó el sector denominado Unidad Residencial V del Complejo
Penitenciario Federal II de Marcos Paz.
60
Conforme la información proporcionada por el sitio Web del Servicio Penitenciario Federal. Ver:
http://www.spf.gob.ar/www/establecimiento-det/catcms/41/Complejo-Penitenciario-Federal-IV-de-
Mujeres.
55
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

donde se diagraman distintos talleres y actividades educativas, médicas y laborales en

forma separada de la población adulta.

Por su parte, la Unidad nº 31, denominada “Centro Federal de Detención de Mujeres” 61,

cuenta con un cupo de doscientas cincuenta internas y está destinada al alojamiento de

mujeres embarazadas o acompañadas por un niño menor de cuatro años de edad. De

manera tal que aquellas mujeres comprendidas entre los dieciocho años hasta los veintiún

años de edad y excepcionalmente hasta los veinticinco años que se encuentren en esta

condición podrán ser alojadas en esta unidad.

 Decreto n° 303/96

El 14 de enero de 1997 la Secretaría de Política Penitenciaria y de Readaptación Social –

Política Penitenciaria Argentina-, emitió la Resolución n° 13/97 por intermedio de la cual

ordenó el texto correspondiente al Reglamento General de Procesados, de conformidad

con lo dispuesto en el decreto n° 303/9662 y el n° 18, de fecha 9 de enero de 1997.

De este modo, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 197, ley n° 24.660, objeto

de este comentario, dicho reglamento en su artículo 23 prevé específicamente el

alojamiento diferenciado y establece que la autoridad penitenciaria, una vez finalizado el

procedimiento de ingreso y con el objeto de conformar grupos homogéneos, a la vez de

61
Conforme la información proporcionada por el sitio Web del Servicio Penitenciario Federal. Ver:
http://www.spf.gob.ar/www/establecimiento/catcms/5/pub/21/Unidad-31-Centro-Federal-de-Detencion-
de-Mujeres-
62
De fecha 26/3/96.
56
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

evitar la posible influencia negativa de unos internos sobre los otros, dispondrá su

alojamiento teniendo en consideración entre otras cuestiones la edad del sujeto, de

manera tal que en el inciso b) se prevé que se alojarán separadamente los jóvenes adultos

de los adultos.

Asimismo, en el título XII regula la cuestión vinculada a los “Grupos Diferenciados”, de

manera tal que los artículos 124 y 125 del capítulo II resultan ser una mera transcripción

de lo normado por los artículos 197 y 198, ley n° 24.660.

8. Reseña de la regulación específica en el caso de las provincias que han

dictado leyes propias o reglamentación local.

8.1. Provincias que tienen regulación sobre alojamiento de “jóvenes adultos”.

 Art. 15, ley n° 12.256, Provincia de Buenos Aires.

 Art. 211, inc. d, ley n° 8465, Provincia de Mendoza.

 Arts. 19/21, ley XIV n° 7, Provincia de Misiones.

 Art. 32, ley n° 3008, Provincia de Río Negro.

8.2. Provincias que se rigen por la ley n° 24.660.

57
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

 Decreto ley n° 115/01, Provincia de Corrientes.

 Ley n° 5.131, Provincia de Jujuy.

 Ley n° 7.712, Provincia de La Rioja (adhesión indirecta por vía de la competencia

del Juez de Ejecución, conf. art. 3, ley n° 7.712).

 Ley 6.683, Provincia de San Juan.

 Ley n° 11.661, Provincia de Santa Fe.

 Ley 6.892, Provincia de Santiago del Estero.

8.3. Provincias que no tiene regulación sobre alojamiento de “jóvenes

adultos”63.

 Catamarca.

 Córdoba.

 Chaco.

 Chubut.

 Entre Ríos.

63
En varias de estas Provincias se aplica directamente la ley n° 24.660, sin que exista una normativa local
que adhiera expresamente al texto nacional.
58
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

 Formosa.

 La Pampa.

 Neuquén.

 Salta.

 San Luis.

 Santa Cruz.

 Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

 Tucumán.

9. Reseña de jurisprudencia local e internacional.

Cabe destacar en este apartado cierta jurisprudencia que sostuvo el alojamiento en

dispositivos especializados de jóvenes que ya habían alcanzado la mayoría de edad.

“En efecto, una situación particular ocurre cuando un niño que está cumpliendo una pena

privativa de libertad en virtud de una conducta llevada a cabo antes de los 18 años

cumple la mayoría de edad mientras se encuentra detenido. Esto es lo que efectivamente

dispone el artículo 6 del decreto-ley 22.278 en los siguientes términos: ´... Las penas
59
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

privativas de libertad que los jueces impusieran a los menores se harán efectivas en

institutos especializados. Si en esta situación alcanzaren la mayoría de edad, cumplirán

el resto de la condena en establecimientos para adultos...´.

“Adviértase que el joven de autos, ha alcanzado la edad de 18 años sin haber sido

condenado en la causa en la que se encuentra acusado, solo pesa sobre el mismo una

medida de internación provisoria con abordaje interdisciplinario en las instalaciones del

hoy Centro Juvenil Santa Rosa, por lo que, en principio, el traslado a un establecimiento

para adultos solo sería posible con una pena privativa de libertad y no con una medida

excepcional (cautelar) de privación de libertad. Sin embargo, también se suscita otra

cuestión que considero crucial a la hora de abordar situaciones como las que aquí nos

ocupa. Veamos.

“El artículo 10 del decreto-ley 22.278 de un modo claro expresa: ´... La privación de

libertad del menor que incurriere en delito entre los dieciocho (18) años y la mayoría de

edad, se hará efectiva, durante ese lapso, en los establecimientos mencionados en el art.

6º...´.

“(…) En función de todo lo hasta aquí desarrollado, no corresponde que los jóvenes que

han alcanzado los dieciocho años sean sin más trasladados a un régimen de adultos, como

60
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

lo es el Servicio Penitenciario. Las niñas, niños y adolescentes que se encuentran en esta

situación tienen derecho a que se les apliquen las medidas alternativas que presenta la

legislación minoril, lo cual se encuentra consagrado no sólo en la legislación provincial y

nacional sino también por la internacional. El adoptar la decisión o la responsabilidad de la

decisión de proceder al traslado de las niñas, niños y adolescentes que se encuentran con

distintas atribuciones delictivas por el sólo hecho de haber cumplido dieciocho (18) años a

Establecimiento Penitenciario para adultos, importaría sin más anular los objetivos que la

legislación ha previsto para aquellos que han cometido ilícitos en su menor edad. En

definitiva, un simple cambio cronológico -el paso a los dieciocho años- no puede bastar

para que se los derive, sin más, a un establecimiento común de adultos.

“(…) De esto se trata ni más ni menos, los beneficios del sistema penal juvenil, tratar de

evitar la sanción y por lógica consecuencia, que antes de estar condenados no

permanezcan en instituciones carcelarias. Además, mal podrían cumplirse tal objetivo, en

un Sistema Penitenciario, que no tiene previsto las modalidades, programas y alternativas

necesarias para llevar adelante el Tratamiento Socio Educativo que dispone el régimen

penal juvenil, ni está en sus fines específicos hacerlo. En el mismo sentido, la Asociación

Internacional de la Juventud y la Familia, Jueces y Magistrados, que celebró su XVII

Congreso Mundial en Belfast, Irlanda del Norte, en el año 2006, en lo que aquí interesa,

destacó las siguientes afirmaciones, que reflejan las principales cuestiones que surgieron

61
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

de las deliberaciones y los debates celebrados, reconociendo la gran naturaleza transitoria

de la delincuencia juvenil y la particular vulnerabilidad de los niños que entran en

contacto con el sistema de justicia penal, que los Estados deben adoptar, un enfoque

holístico del sistema de justicia de menores que dé prioridad a los recursos

adecuadamente, y en el punto (17) C. referido a la Detención, específicamente concluye

que: ´Los menores deben ser detenidos sólo en centros especiales por separado de

cualquier cárcel de adultos. Estos centros deben proporcionar a los jóvenes programas de

educación durante su detención. Las niñas que son detenidas deben estar bajo el cuidado

de personal femenino´.

“(…) Conforme una interpretación armónica con los estándares internacionales de

derechos humanos que deben ser observados, cabe concluir entonces que, aún cumpliendo

los dieciocho años de edad, siguen manteniendo la categoría jurídica de adolescentes

infractores para la justicia penal juvenil, aquellos jóvenes que habiendo cometido un delito

antes de los 18 años, pueden ser castigados por un delito en forma diferente a un adulto,

se encuentren procesados o hayan sido declarados responsables de su comisión.

“(…) RESUELVO: (…) III) RECOMENDAR al MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL de la

provincia, en tanto órgano administrativo competente de las instituciones en la que lo

hacen alojados jóvenes en conflicto con la ley penal, a) EVALÚE adoptar a la brevedad las

62
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

medidas necesarias para garantizar el alojamiento de los jóvenes de hasta veintiún años

sujetos al Régimen Penal de la Minoridad, conforme criterios de clasificación que

contemplen las circunstancias y necesidades de los mismos, edad y situación legal, de

modo que se garantice el Interés Superior de todos (art. 3 y 40 inc. 4 C.D.N., 17. a de las

Reglas de Beijing y 27 y cctes. de las Reglas de Naciones Unidas para la Protección de los

Menores Privados de Libertad y demás legislación convencional, nacional y provincial,

conforme el alcance precedentemente dado; b) De conformidad al punto anterior, se

arbitren los recaudos pertinentes para que el órgano competente dicte -en un término en

lo preferente no mayor a los seis meses-, un reglamento que sea promulgado por el Poder

Ejecutivo y publicado (arts. 149 inc. 3) de la Constitución de la Provincia Catamarca), con

arreglo a los estándares internacionales y nacionales en la materia, que regule los Centros

Socioeducativos y la facultad disciplinaria en los mismos, clasificación de los lugares de

alojamiento en relación a la problemática y situación legal de los jóvenes, prevea los

medios adecuados para garantizar la cabal protección de la salud física y mental de los

menores de edad, calidad alimentaria, indumentaria y de higiene, implementación de

talleres formativos y de capacitación laboral y actividad deportiva regulares, que deberán

mantenerse aún en períodos de receso escolar; y c) la selección de profesionales y personal

competente, lo sea en número o suficiente acorde a las necesidades de los jóvenes”64.

64
Juzgado de Menores de Segunda Nominación de San Fernando del Valle de Catamarca, Expediente n°
473/2009, “M.A.N. s/ disposición libertad asistida”, rta. 10 de marzo de 2014 (los destacados corresponden
al original).
63
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Que a la fecha este Tribunal, en esa calidad –personas mayores de 18 años de edad

privadas de su libertad por causas iniciadas como menores de edad- registra seis personas

alojadas en el CRC ´Manuel Belgrano´, una de las cuales ha peticionado, expresamente

conjuntamente con su defensa, su traslado a una dependencia del S.P.F., encontrándose a

estudio dicha solicitud. Que en esos casos continúan rigiendo a su respecto las

prescripciones de la ley 22.278, puesto que todos ellos eran menores de edad al

momento de la comisión de los ilícitos imputados, posibilitando la ultra actividad del

específico régimen establecido en el art 4° de aquella norma, y el cumplimiento de la

detención preventiva en establecimientos para jóvenes. Que, a la fecha, las autoridades

de la Sennaf no han explicitado la cantidad de vacantes totales con que cuenta el citado

CRC ni cuántas de ellas se ven afectadas por el alojamiento de mayores de 18 años de

edad con causas iniciadas cuando eran menores para la ley penal. Que la mayoría de

este Tribunal ha venido sosteniendo de cinco años a esta parte y en sus diversas

integraciones, que al adquirir sus 18 años de edad, la persona cuya privación de libertad

fuera dispuesta, se la alojara en el ´C.R.C Dr. Manuel Belgrano´, en el entendimiento que

su estadía allí permitía la continuación y consecución de las diversas propuestas

trazadas por los equipos interdisciplinarios en sus diferentes ámbitos de acción. (…) Que

64
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

la continuidad de la internación de los jóvenes en el ´C.R.C. Belgrano´ queda así alcanzada

por los principios rectores de progresividad e irreversibilidad. Esto es del Derecho al

haberse determinado en interés superior de los jóvenes allí alojados una mejora del piso

mínimo de sus derechos y garantías y que una vez superado ese estándar no cabe volver

atrás en perjuicio de quienes ya hubieren gozado de esa mejoría. Que, asimismo, estos

derechos adquiridos deben ser interpretados en forma extensiva en orden a la concesión

de derechos y restrictiva para su limitación, resultando, en esa dirección, evidente que

en actual lugar de internación se garantizan de mejor modo los derechos de jóvenes que

delinquieron en su condición de menores de edad. Que si bien la existencia de la situación

generada a partir de los hechos acaecidos en el CRC ´Rocca´ y la consecuente y

sobreviniente falta de utilización de dicho Centro es real, también lo es que con el

transcurso del tiempo la situación de emergencia inicial se ha ido superando, hallándose

alojados a la fecha, dentro del CRC ´Dr. Manuel Belgrano´ los menores en la segunda

planta del edificio, en tanto los mayores en la primera y tercera, sin descartar por ello que

no debe perderse de vista que la progresividad de la disposición supone su ampliación y

perfeccionamiento de acuerdo a las necesidades surgidas. Que por lo tanto haciendo una

aplicación armónica de la Convención de los Derechos del Niño (Ley 23.849), y de su

Observación General N° 10, de consuno con las “Reglas de las naciones Unidas para la

protección de Menores de Edad” es que entendemos que por el momento corresponde

que aquéllas personas mayores de 18 años de edad que ya se encuentran alojadas en el

65
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

CRC Belgrano continúen en el ámbito de dicho dispositivo” (el resaltado no corresponde

al original).65

“El apuntado menoscabo de los derechos de B. no puede ser avalado por el tribunal sobre

la base de los restantes informes remitidos por el Servicio Penitenciario Federal, en tanto

resulta evidente que –tal como se ha ejecutado- el traslado en modo alguno contribuyó a

los fines resocializadores que el ordenamiento jurídico asigna a la pena, sino que –antes

bien- surtió precisamente el efecto contrario. Ello resulta particularmente inadmisible por

tratarse de una persona que ha sido condenada, por sentencia no firme, por hechos

presuntamente cometidos antes de alcanzar los 18 años de edad, extremo que, como

alegó la defensa, impone tomar en consideración la Convención sobre los Derechos del

Niño, en tanto prevé un trato específico y diferenciado para tales supuestos que, sobre

todo, han de procurar evitar que la pena privativa de la libertad tenga efectos negativos

para la reintegración social del condenado (cfr. C.S.J.N, Fallo 328:4343, “Maldonado”,

considerando 35° del voto de la mayoría)” (el destacado nos pertenece)66.

65
Tribunal Oral de Menores n° 2 de la Capital Federal, resolución dictada en virtud de una solicitud de la
SENNAF, rta. 18 de mayo de 2016 (el destacado nos pertenece).
66
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, Sala V, Causa n° 58272/201 “B., J. M. s/
hábeas corpus” (el resaltado no corresponde al original).
66
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“desea hacer referencia a lo señalado por el tercer juez del tribunal a modo de obiter

dictum, al proponer la remisión del joven a un centro de detención de mayores; que la

Observación General 10 es clarísima al sostener que el corte de dieciocho años de edad

establecido en la Convención no lleva a que se deba tratar, a partir de esa edad, como a

un adulto a quien hasta el día anterior era tratado como un adolescente, por lo que

dicha Observación aconseja que el régimen propio de la Convención continúe

aplicándose hasta los veintiún años; ello justifica que continúe en un instituto de menores

una persona que no tuvo experiencia de detención en un centro de mayores, porque lo que

se busca es evitarla y propender a su reinserción social. Por tanto, la decisión de trasladar

a una persona que no tiene antecedentes y una imputación de un delito como menor de

dieciocho años a un centro de detención de mayores, implica un grave perjuicio hacia el

mencionado propósito del derecho penal juvenil. Por último, sostiene que cree que el

Tribunal no ha cumplido con el mandato que surge de las observaciones generales del

Comité de los Derecho del Niño y de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos

Humanos, en el sentido de aplicar la Convención del Niño a los adolescentes, con lo que

debe revocarse la decisión”67.

67
Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional, Sala 3, CCC 61535/2014/TO1/8/CNC1, rta.
01/03/2016. Voto del Juez Jantus (el destacado nos pertenece).
67
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

10. Bibliografía citada y recomendada.

Alanis, Andrea Laura, “La experiencia de la Colonia de Menores Varones de Marcos Paz y la

niñez vulnerable en Argentina, 1904-1924”, en Tres miradas en torno a la infancia y

sociedad, Seminarios de Investigación en Ciencias Sociales, coord.: Festini, Patricia,

Universidad Nacional de Quilmes, Serie Digital n° 6.

Disponible en:http://www.unq.edu.ar/advf/documentos/4fe9cb6177c38.pdf

Anitua, Gabriel Ignacio, Historia de los pensamientos criminológicos, Ed. Del Puerto, 2da.

Reimpresión, 2010.

Beloff, Mary y Terragni, Martiniano, La extensión del principio de especialidad a la

ejecución de sanciones aplicadas a menores penalmente responsables cuando adquieren la

mayoría de edad, Revista de Derecho Penal y Procesal Penal, Abeledo Perrot n°

AP/DOC/1173/2015.

Caimari, Lila, Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955,

Buenos Aires, Ed. Siglo XXI, 2004.

Costa, Mara y Gagliardo, Rafael S., “Las infancias de la minoridad. Una mirada desde las

políticas públicas”, en Tutelados y Asistidos. Programas Sociales, políticas públicas y

subjetividad. Comp.: Silvia Duschatzky, Colección Tramas Sociales. Ed. Paidós, 2° re-

impresión, 2008, Buenos Aires.

68
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Platt, Anthony M., Los Salvadores de los Niños o la Invención de la delincuencia, Siglo XXI

Editores, Quinta edición en español, México, 2006.

Zapiola, María Carolina, “¿Antro o escuela de regeneración? Representaciones

encontradas de la Colonia de Menores Varones de Marcos Paz, Buenos Aires, 1905-1915”,

en Mallo, Silvia y Moreyra, Beatriz (coord.), Miradas sobre la historia social en la Argentina

en los comienzos del siglo XXI, Córdoba-Bs. As., Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos

S. A. Segretti”-Instituto de Historia Americana Colonial de la Universidad Nacional de La

Plata, 2008.

Disponible en:

http://www.crimenysociedad.com.ar/wp-content/uploads/2009/09/Artículo-Zapiola-I-

Jornadas-Historia-Social.pdf

Zapiola, María Carolina, Educar para prevenir el mal. Las colonias rurales para menores en

el imaginario de sus impulsores, Buenos Aires, comienzos del siglo XX.

Disponible en:

http://pensamientopenal.com.ar/doctrina/42858-educar-prevenir-mal-colonias-rurales-

menores-imaginario-sus-impulsores-buenos-aires

69
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Zapiola, María Carolina, "Niños asesinos de niños: el caso del Petiso Orejudo. Argentina,

comienzos del siglo XX", Revista electrónica Nuevo Mundo Mundo Nuevo, número 6-2006,

Sección Coloquios.

Disponible en:

http://horizontesyc.com.ar/archivos/1272150287/NI%D1OS_ASESINOS_DE_NI%D1OS_EL

_CASO_DEL_PETISO_OREJUDO_(ARGENTINA_COMIENZOS_DEL_SIGLO_XX)_POR_MARIA_

CAROLINA_ZAPIOLA.pdf

70
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

Contralor judicial y administrativo de la ejecución

Sergio Delgado

ARTÍCULO 208. — El juez de ejecución o juez competente verificará, por lo menos

semestralmente, si el tratamiento de los condenados y la organización de los

establecimientos de ejecución se ajusta a las prescripciones de esta ley y de los

reglamentos que en su consecuencia dicte el Poder Ejecutivo. Las observaciones y

recomendaciones que resulten de esas inspecciones serán comunicadas al ministerio

competente.

Referencias: LPN: art.121, ESP-LOGP: 77, FR-CPP: Art. D 229.

ARTÍCULO 209. — El Poder Ejecutivo dispondrá que inspectores calificados por su

formación y experiencia, designados por una autoridad superior a la administración

penitenciaria efectúen verificaciones, por lo menos, semestrales con los mismos

propósitos que los establecidos en el artículo 208.

Referencias: LPN: art. 121, ONU-RM: 55, CE-RM: 56.1) y 2), FR-CPP: Art. D 229.

Ambas normas partieron del compromiso impuesto por las Reglas Mínimas de

1955. Dentro de las reglas relativas al personal penitenciario la Regla 55, bajo el título

“Inspección”, dispone:
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

“Inspectores calificados y experimentados, designados por una autoridad competente,

inspeccionarán regularmente los establecimientos y servicios penitenciarios. Velarán en

particular porque estos establecimientos se administren conforme a las leyes y los

reglamentos en vigor y con la finalidad de alcanzar los objetivos de los servicios

penitenciarios y correccionales”.

El art. 121 del Decreto Ley 412/58 ratificado por la ley 14.467 había ya ampliado

esta obligación de designar inspectores al reglar, en la misma norma, la disposición de la

última oración del art. 18 de la Constitución que responsabiliza a los jueces por la

salubridad y limpieza de las prisiones al reprocharles las severidades adoptadas para

mortificar a los presos que vayan más allá de lo que la seguridad exija.

El texto sustituido por el actual decía: “La autoridad judicial que corresponda

verificará directamente, a períodos regulares, si el tratamiento de los internos se ajusta a

las normas contenidas en la presente ley y en los reglamentos que en su consecuencia se

dicten. Sin perjuicio de ello, inspectores penitenciarios calificados, designados por la

autoridad administrativa, realizarán verificaciones periódicas del mismo carácter.”

Es decir que ya la ley en 1958 regló no sólo el compromiso de designar inspectores

penitenciarios calificados sino la obligación de visitar periódicamente las prisiones por los

jueces competentes.

Como novedad se asigna, además, a los jueces que inspeccionen prisiones las

atribuciones administrativas de un Ombudsman, que en las Reglas Mínimas se asignan a


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

los médicos (Regla 26), dado que se prevé que sus observaciones y recomendaciones sean

comunicadas al ministro competente.

El cambio normativo introducido en 1996 se inscribe en la tendencia mundial a

incrementar el control sobre las prisiones como ámbitos en los que puede incurrirse en

situaciones de tortura, que ha sufrido un cambio sustantivo a partir de la vigencia, en el

año 2002 del Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura.

El estándar internacional:

Ya el art. 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por

resolución de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el 10 de

diciembre de 1948 ha asegurado que nadie deber ser sometido a torturas ni a penas o

tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Al año siguiente los Convenios firmados en la ciudad de Ginebra el 12 de agosto,

para mejorar la suerte de los heridos y enfermos de las fuerzas en campaña (bélica) y de

los náufragos en el mar, así como el trato debido a los prisioneros de guerra y la

protección debida a las personas civiles en tiempos de guerra, volvieron a garantizar la

abolición de la tortura y los malos tratos durante los conflictos armados.

El 9 de diciembre de 1975 la Declaración sobre la Protección de Todas las Personas

contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes adoptada por

la Asamblea General en su resolución 3452 (XXX), excluyó de la definición de tortura

adoptada en su artículo 1 solamente “a las penas o sufrimientos que sean consecuencia


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

únicamente de la privación legítima de la libertad, o sean inherentes o incidentales a ésta,

en la medida en que estén en consonancia con las Reglas Mínimas para el Tratamiento de

los Reclusos”.

El compromiso internacional logrado el 10 de diciembre de 1984 con la firma de la

Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles Inhumanas o Degradantes no

logró mantener la referencia a las Reglas Mínimas.

Esta cita de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos fue suprimida

en el art. 1° de la Convención. Haya sido esta decisión impulsada por el bloque soviético,

cuando la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas lo lideraba, o impulsada por los

líderes del Mundo Libre, lo cierto es que todos aceptaron excluir de la Convención contra

la Tortura toda referencia a que el incumplimiento de las Reglas Mínimas pudiera generar

responsabilidad internacional.

Ello importó un retroceso respecto del anterior consenso, que en 1975 había

coincidido en adoptar el estándar dado por las Reglas Mínimas como parámetro para el

sufrimiento tolerable imponible a los privados legalmente de su libertad. Para peor, se

aprobó un texto que, leído aisladamente, parece afirmar que es posible torturar a quienes

se encuentran legalmente privados de su libertad, dado que tales sufrimientos no se

considerarán tortura a los fines de la Convención. La interpretación sistemática de esta

norma, como se explica en la nota al pie número 3, no lo permite.

El estándar nacional:
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

En nuestro país, no obstante la dificultad señalada para asumir un compromiso

mayor a nivel internacional, la cuestión puede considerarse superada dado que la Corte

Suprema de Justicia ha admitido en el caso “Verbitsky” que las Reglas Mínimas, si bien

carecen de la misma jerarquía que los tratados incorporados al bloque de

constitucionalidad federal, se han convertido, por vía del art. 18 de la Constitución

Nacional, en el estándar internacional respecto de personas privadas de libertad (Fallos

328:1146, considerando 39 y punto dispositivo 2, que declara que las Reglas Mínimas

configuran las pautas fundamentales a las que debe adecuarse toda detención en nuestro

país).

Compromisos internacionales respecto de los presos torturados:

Sin perjuicio del reparo expuesto al texto del art. 1 de la Convención contra la

Tortura, no puede negarse que la suscripción de la Convención fue, considerada en su

conjunto, un avance sustantivo del derecho internacional. A la abolición de la tortura y los

malos tratos garantizada por los Convenios de Ginebra de 1949 para los tiempos de

guerra, se sumó mediante la firma de este pacto internacional, un claro compromiso para

la abolición de la tortura, también en tiempos de paz.

Además de la obligación de prohibir y castigar como delito, no admitiendo que

circunstancias excepcionales o emergencias públicas o el cumplimiento de una orden de

un funcionario superior, se invoquen como justificación de la tortura (arts. 2 y 4 de la

Convención contra la Tortura) y del compromiso de investigar pronta e imparcialmente,

cuando haya motivos razonables para creer que se ha cometido un acto de tortura (art.
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

12), se han obligado los países que la han ratificado a que su legislación deba garantizar a

la víctima de un acto de tortura la reparación y el derecho a una indemnización justa y

adecuada, incluidos los medios para su rehabilitación lo más completa posible (art. 14.1

de la Convención). Es un compromiso que nuestro país, que ha incorporado el texto de

esta Convención a la Constitución Nacional, ha asumido.

Pero la Convención contra la Tortura ha previsto, además, en su Protocolo

Facultativo, que también hemos suscripto, la obligación de permitir visitas del Subcomité

de la Tortura de la ONU y de los Mecanismos Locales de Prevención de la Tortura a

cualquier lugar bajo su jurisdicción y control donde se encuentren o pudieran encontrarse

personas privadas de su libertad, con el fin de fortalecer, si fuera necesario, la protección

de estas personas contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o

degradantes (art. 4 del Protocolo Facultativo).

Este compromiso hoy no se cumple cabalmente en la Argentina. Con larga demora

se aprobó la ley 25.932 que aprobó la creación del Mecanismo Nacional de Prevención de

la Tortura pero aún no se ha constituido este organismo al no haber sido designados los

representantes parlamentarios, ni convocado el procedimiento para designar a los

representantes de las ONGs1.

La previsión legal aquí comentada, teniendo en cuenta que hemos logrado

respetar el compromiso a facilitar y promover la inspección de cárceles por ONGs, es de

1
NdE: Desde el 28 de diciembre de 2017 se encuentra conformado el MNP
http://www.parlamentario.com/noticia-107587.html
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

capital importancia. En todos los países del mundo las prisiones son ámbitos rigurosos y

de difícil acceso en los que no es inusual que surjan conflictos entre los propios internos

en ocasiones y siempre entre los internos y el personal, conflictos que suelen dirimirse

mediante el uso de la fuerza pública. Estando estos ámbitos y, en especial, los sectores

destinados al alojamiento de los internos y a sus actividades diarias separados del mundo

exterior por dispositivos de seguridad más o menos intensos según el grado de

conflictividad de la población que alojan, inspeccionar lo que ocurre en su interior

periódicamente es de fundamental importancia para garantizar que allí se respeten las

previsiones legales y las garantías y derechos de los allí privados de su libertad y también

de quienes allí trabajan en las tareas de custodia y tratamiento y merecen condiciones

decorosas, salubres e higiénicas de labor.

Un interesante ejemplo del ejercicio de estas atribuciones legales por los jueces y

del intercambio que pueden originar se ha publicado en la Sección de Ejecución Penal de

la Revista de Derecho Penal y Procesal Penal que dirigieron Andrés J. D’Alessio y Pedro J.

Bertolino en la editorial LexisNexis, n° 5/2007 del mes de mayo, páginas 893 y siguientes,

bajo el título Documentos, Tratamiento de condenados y organización de

establecimientos de ejecución. Allí obra el informe elevado por los jueces nacionales de

ejecución penal de la Capital Federal durante el año 2006 al entonces Ministro de Justicia

y Derechos Humanos y la respuesta del Dr. Alberto J. B. Iribarne sobre cada uno de los

problemas sistémicos allí detallados en cuanto al trabajo penitenciario (insuficiencia de

plazas, baja calificación de la mayoría de las existentes, obsolescencia de las máquinas


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

herramientas, incumplimiento de la legislación laboral por insuficiencia e irregular

liquidación de las retribuciones, de las normas de seguridad laboral y de seguridad social),

a la educación (que si bien había mejorado continuaba siendo deficitaria por la

insuficiencia de plazas, por la inadecuación del calendario escolar empleado, que era el del

medio libre, pese a que no debiera haber receso de verano ni de invierno, por la dificultar

para validar los estudios en las diversas jurisdicciones provinciales), a la integración social

(impedida por la distribución física de los establecimientos penitenciarios en el interior del

país), a los tratamientos médicos y psiquiátricos, a los estudios criminológicos, a las

morosidades e irregularidades administrativas en la contestación de los requerimientos

jurisdiccionales, al régimen disciplinario, a la prevención de delitos (dificultada por la

asignación a las propias autoridades penitenciarias de incumbencia en la prevención

sumarial de las causas penales), entre otros aspectos relevantes.

Este interesante intercambio que la ley comentada impulsa, lamentablemente, no

ha tenido continuidad. Ninguno de los ministros de justicia que se han sucedido durante la

última década ha vuelto a responder detalladamente sobre estos asuntos ni ha

continuado el camino, que pudo ser fructífero, que iniciara el ministro citado.

Huelga mencionar que los problemas allí diagnosticados no se han solucionado

durante la última década, sino agravado en casi todos los temas.

Legislación comparada:
Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

La ley Orgánica General Penitenciaria del Reino de España, Nro. 1/1979, dispone en

el ya citado art. 76 (modificado por la ley orgánica 5/2003, que incorporó al Juez Central

de Vigilancia o Juez de Vigilancia de la Audiencia Nacional) que los Jueces de Vigilancia

deben realizar visitas a los establecimientos penitenciarios que prevé la Ley de

Enjuiciamiento Criminal auxiliando en dicho cometido al Juez Central de Vigilancia

Penitenciaria (con sede en Madrid). Por el art. 77 de la misma ley orgánica general, los

Jueces de Vigilancia están facultados a dirigirse a las autoridades penitenciarias para

formular propuestas referentes a la organización y desarrollo de los servicios de vigilancia,

a la ordenación de la convivencia interior en los establecimientos, a la organización y

actividades de los talleres, escuela, asistencia médica y religiosa y en general a las

actividades regimentales, económico-administrativas y de tratamiento penitenciario en

sentido estricto.

Claramente esta última norma inspiró la última oración del actual art. 208 aquí

comentado.

La ley sobre la Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad y de las Medidas

Privativas de la Libertad de Mejoramiento y Seguridad de la República Federal de

Alemania antes citada también reguló esa cuestión. Su título segundo trata de la

inspección de los establecimientos penitenciarios. Por el art. 151 se designa órganos

supervisores a las administraciones judiciales de los Länder, que pueden delegar

facultades de inspección a las oficinas encargadas de la ejecución penitenciaria. Estas

inspecciones judiciales deben contar con personal calificado o asesoramiento profesional


Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad comentada | Ley 24.600

en lo laboral, social, formación profesional y asistencia sanitaria, entre otras incumbencias

específicas.

También prevé esta norma, en su inciso 2 la facultad de que en la inspección

participe personal calificado propio de la autoridad penitenciaria.

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