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¿COMBINACION DE LEYES PENALES O UNIDAD DE LA LEY

APLICABLE?

Autores:
Cárdenas Berrocal, Samuel Anthonny
Castro Colqui, Exon Guillermo
Cencia Cayetano, Andrea
León León, Oscar Victor Antonio
Huachacca Acuña, Antony
RESUMEN
El principio de combinación de la ley penal abarca el tema de la aplicación
temporal de la ley penal, pues sugiere una excepción a la prohibición de la
irretroactividad el cual busca establecer seguridad jurídica por medio del principio
de la retroactividad penal benigna hacia el reo, pues se entiende que si hay una
modificación del hecho punible este ya no pueda ser meritorio de castigo penal.
Existe un debate respecto a la naturaleza del principio de combinación , pues
parte de la doctrina en defensa del principio de unidad lo declara inconstitucional,
pero tras el análisis doctrinal y jurisdiccional del presente trabajo se considera
que este pensamiento es desfasado , pues se comprueba en la realidad que el
accionar del legislador no es la única fuente del derecho, ya que, el ordenamiento
jurídico brinda facultad creadora del juez mediante la interpretación al caso
concreto al tomar una parte de la valoración legislativa vigente, para combinarla
con la anterior valoración de la misma en caso se presenten algún defecto o
laguna de alguno de sus elementos, mediante el supuesto de la interpretación
integral , pues se entiende que por medio de la interpretación del derecho esta
se perfecciona continuamente.
PALABRAS CLAVE: Irretroactividad, principio de unidad, principio de
combinación, valoración legislativa, interpretación integral.

SUMARIO: I. Introducción. II. Principio de irretroactividad de la ley penal. 2.1.


Principio de retroactividad benigna III. Principio de unidad. IV. Principio de
Combinación de leyes; V. Análisis doctrinal. VI. Análisis jurisprudencial. VII.
Consideraciones a partir del acuerdo plenario N° 2-2006/CJ-116. VIII.
Conclusiones. IX. Propuestas y/o recomendaciones.
I. Introducción.
La sociedad como realidad en constante cambio no puede ser regulada por
una misma ley permanentemente, necesita de una nueva ley (ley posterior) que
se adecue a sus nuevas situaciones sociales en tanto que la antigua ley (ley
anterior) se vuelve inoperante e ineficaz ante esta. Es así que frente a un delito,
en el caso del Derecho Penal, en donde aparentemente se puedan aplicar ambas
leyes o no hay certeza de cual se aplica se usaran un conjunto de reglas y
principios destinados a resolver los diferentes conflictos de leyes penales en el
tiempo, a esto último se le conoce como: aplicación temporal de la ley penal.
Es menester mencionar que en el Derecho Penal existe una particularidad al
momento de determinar la ley penal aplicable: el principio de retroactividad
benigna. Según este principio constitucional se le aplicará la ley que más
beneficie al reo aun si esta última entre en vigencia posteriormente al hecho
imputado. No obstante, existe controversia respecto a si en el momento de
determinar la ley penal más favorable se puede tomar partes de una y otra ley o
solo una ley en su unidad completa, esto es el conflicto entre el principio de
unidad de la ley aplicable y el principio de combinación de las leyes. Al respecto,
encontramos discusión en el campo doctrinal, falta de uniformidad de los fallos
en la jurisprudencia y finalmente en el 2006 el Acuerdo Plenario N° 2-2006/CJ-
116 que resolvió este tema.
El objetivo de este trabajo no es otro que el de realizar un análisis doctrinal,
jurisprudencial y del acuerdo plenario respecto al conflicto entre el principio de
combinación de leyes y el principio de unidad de la ley aplicable; así como el de
manifestar nuestra posición respecto al mismo con el fin no de que no haya más
debate sino el de contribuir con la comunidad científica con la producción de
conocimiento y el de ayudar a resolver algunas dudas que el lector tenga al
momento de adentrarse en la presenta investigación. Para estos fines
comenzaremos por desarrollar algunos conceptos fundamentales y necesarios
para comprender mejor el problema en cuestión y, posteriormente, se analizará
el campo doctrinal y jurisprudencial.
II. Principio de irretroactividad de la ley penal.
El principio de legalidad (artículo II del T.P. del Código Penal) impone la
prohibición de retroactividad dado que solo podemos ser sancionados por un
delito si existía una ley que lo sancionara previo al hecho cometido. Al respecto,
el primer párrafo del artículo 6 del Código Penal establece que:
La Ley Penal aplicable es la vigente en el momento de la comisión del hecho
punible. No obstante, se aplicará la más favorable al reo, en caso de conflicto en
el tiempo de leyes penales.
El aforismo Nullum crimen, nulla poena sine praevia lege, constituye la
garantía penal elemental del Derecho penal. Por ello, para que una conducta sea
considerada delito, se exige que este ya esté previsto en la ley. Además, la pena
impuesta debe estar establecida en la legislación vigente al momento de
cometido el hecho punible. Esto se deduce de la definición del delito, pues para
que este sea considerado como tal debe consistir en una conducta típica,
antijurídica y culpable. La tipicidad hace referencia a que esta conducta este
enmarcada en la descripción de un tipo penal. Pero ¿por qué es importante que
se prohíba la retroactividad de la ley penal? Al respecto, se menciona que:
La prohibición de retroactividad goza de una permanente actualidad
político-jurídica por el hecho que todo legislador puede caer en la
tentación de introducir o agravar a posteriori las previsiones de pena bajo
la impresión de hechos especialmente escandalosos, para aplacar
estados de alarma y excitación políticamente indeseable. (Roxin, 1997,
pág. 161)
Del mismo modo es común que en los regímenes totalitarios se introduzca la
figura de la retroactividad aún en perjuicio del reo pues es idea común que estos
regímenes prescindan del principio de legalidad y busquen apaciguar al pueblo
con medidas populistas sobrepasando su capacidad punitiva. Sobre ello, se
advierte:
La característica más notable del régimen nazi fue la supresión del
principio de reserva o de legalidad que consagraba la retroactividad y la
analogía penales. En principio, como la irretroactividad de la ley penal no
tenía carácter constitucional, podía ser derogada por una ley, y así
aconteció en el caso del holandés Van Labbé, condenado por el incendio
del Parlamento. (Zaffaroni, 1987, pág. 385)
En consecuencia, el principio de irretroactividad de la ley penal exige que la
conducta típica se adecue al tiempo de la ley. Esto se deriva del principio “tempus
regit actum”, por el cual “el criterio que rige la materia es que la ley penal aplicable
es la vigente al tiempo de comisión del hecho considerado como delito, y que no
se puede aplicar una pena más severa que la establecida en ese mismo
momento para la conducta ilícita que se trate”. (Sierra & López, 2007, pág. 16)
Es de señalar que el principio de irretroactividad tiene su excepción en la
aplicación de la retroactividad en beneficio del reo o retroactividad benigna.

2.1. Principio de retroactividad benigna.


El artículo 6 del Código Penal señala que en caso de conflicto en el tiempo
“se aplicará la más favorable al reo”. La Constitución consagra este principio en
su artículo 103 al regular que “Ninguna ley tiene fuerca ni efecto retroactivos,
salvo en materia penal, cuando favorece al reo”. Sobre este principio:
El sentido de la regulación consiste en que parece adecuado tomar
como base de la sanción penal la valoración legal existente en el momento
de dictar sentencia (…) Si en el momento de la condena el legislador
considera que una conducta es menos merecedora de pena o incluso que
no lo es en absoluto, desde el punto de vista político criminal no tendría el
menor sentido castigar pese a ello conforme a la concepción vigente, en
el momento del hecho que entretanto ha quedado superada. (Roxin, 1997,
págs. 166-167)
El fundamento de la aplicación de la ley penal más benigna es variado,
algunos autores consideran que bajo un criterio político criminal si el legislador
ha disminuido la sanción o incluso se ha suprimido no tendría sentido alguno
castigar ese delito con una sanción más grave e incluso suprimir la pena para el
delito en cuestión. Al respecto, también se menciona que:
Si los hechos han dejado de ser desvalorados por el legislador o se les
desvalora en menor medida, no tiene sentido que los ciudadanos sigan
padeciendo las consecuencias de unas leyes que han dejado de
considerarse adecuadas (…) la retroactividad de la ley penal más
favorable constituye así una excepción al principio general de
irretroactividad de las leyes penales. (Muñoz Conde, 2010, pág. 141)
Es necesario entonces fundamentar la aplicación de la retroactividad benigna
apelando a diversos principios del Derecho penal, entre ellos la limitación del
poder punitivo del Estado “destinada a humanizar el sistema punitivo y a
garantizar, y a garantizar mejor, por tanto, los derechos fundamentales de la
persona” (Hurtado, 1987, pág. 32). Se dice además que: “la retroactividad es de
la ley penal y debe extenderse a toda disposición penal que desincrimina, que
convierta un delito en contravención, que introduzca una nueva causa de
justificación, una nueva causa de inculpabilidad o una causa que impida la
operatividad de la punibilidad, es decir, a todo que el contenido que hace recaer
pena sobre la conducta”. (Zaffaroni, 1998, pág. 463)
La ley más favorable se presenta en dos diferentes etapas, ya sea como su
completa despenalización o su atenuación. La primera comúnmente
denominada abolitio criminis que vuelve atípica una conducta típica. Esto permite
la supresión completa de la pena que se aplicaba al que era considerado delito.
El cual a su vez puede presentarse como eliminación del hecho típico o anulación
de la pena aplicada a este hecho.
El primero como eliminación total de la conducta típica y el segundo cuando
este deja de ser tratado como ilícito penal y pasa a ser tratado como un ilícito
civil o administrativo. La modificatoria del hecho punible entonces consigue que
este deje de ser meritorio de un castigo penal, y como tal cumple el principio de
mínima intervención del Derecho penal pues este deja de castigar conductas que
ya no ameriten su intervención. Entonces, la nueva ley que despenaliza el delito
se aplicará de manera retroactiva en todas aquellas personas sancionadas por
ese hecho, pues no se justifica un trato diferenciado entre quienes cometan en
adelante la conducta y quienes la cometieron con anterioridad. En consecuencia,
queda claro que la elección de cuál es la ley más favorable al reo es sencilla de
determinar siempre que ambas penas sean de igual naturaleza. Por ejemplo:
En el 2019 se sanciona el delito de homicidio piadoso con una pena no mayor
de tres años, si por algún motivo en el futuro este delito se sancionara con una
pena menor o incluso con la supresión total de la pena, entonces se deberá
aplicar la ley que más beneficie al reo la cual, en este caso en concreto, es la
posterior.
Pero qué ocurre si la naturaleza de las penas es diferente, ¿es acaso una
sanción como la inhabilitación de por vida de cierta actividad menos perjudicial
que una pena privativa de la libertad (que incluso puede ser suspendida) de
duración corta? Sobre ello Muñoz Conde refiere que: “la permisión de la
retroactividad se establece para aquello que favorece al reo, y por tanto deberá
decidirse en atención a sus circunstancias concretas”. (Muñoz Conde, 2010, pág.
146)
También están las cuestiones sobre la aplicación de las leyes intermedias, es
decir las que no estaban vigentes al momento de los hechos ni al momento del
juicio. Al existir un conflicto entre tres leyes penales, la previa al hecho, la ley
intermedia y la posterior, se aplicará la ley intermedia siempre y cuando esta sea
la más favorable al reo, ya que “se acepta su aplicación en atención a que éste
pudo ser juzgado con arreglo a la misma si el juicio se hubiera celebrado bajo su
vigencia y si ello no ha ocurrido, no deben aplicársele las consecuencias de la
ley que le perjudica.” (Muñoz Conde, 2010, pág. 147)

III. Principio de unidad.


Reconocido en el artículo 7 del derogado Código Penal de 1924, este principio
de basa en que la ley penal es una unidad indivisible creada por el legislador y
esto es garantía del poder del legislador quien, en un Estado de derecho, se le
ha confiado la potestad exclusiva de crear leyes para hacer más armoniosa la
convivencia humana en sociedad.
Esta establece que en el derecho penal y, en especial, en el ámbito de la
vigencia temporal de la ley penal, no existe un principio de combinación de leyes.
Por el contrario, “el único principio válido es el de unidad de la ley aplicable, que
rige el proceso de determinación de lo más favorable al imputado en caso de
conflicto temporal de leyes penales” (Caro, 2005, pág. 340).De esta manera, la
creatividad de la interpretación del magistrado tendría un límite: debe considerar
cada ley en su integridad, sin sobrepasar sus límites, e interpreta cuál de todas
es la más favorable al reo y lo que no se puede hacer es anteponer la
interpretación del magistrado a la misma ley seccionando varias leyes para unir
las porciones que parezcan más favorables, porque el producto que a aplicar ya
no es una ley propiamente dicha, sino un híbrido fruto del invento del magistrado.
Cabe resaltar que cuando una determinada ley penal es creada por el
legislador esta cobra autonomía de su creador el cual determinara su unidad.
Tratándose de una ley penal, la exigencia de su unidad es mayor, pues de esa
manera se hace previsible y comprensible para el ciudadano las pautas de
conductas que el sistema normativo establece a fin de que su estricta
observancia posibilite el funcionamiento de la convivencia en sociedad. Esto
último se puede lograr de una mejor manera cuando en la ley quedan plasmados
los presupuestos de la punibilidad y la clase de pena con que el Estado se dirige
a la generalidad, pero, en todo caso, plasmados como el resultado de un
procedimiento de creación de leyes en la forma que la Constitución fija. Solo así
la ley penal podrá en sí misma representar una garantía contra la arbitrariedad.
En uno u otro caso, cuando la ley penal se ha infringido, “corresponde a la
justicia penal hacer efectivo su cumplimiento estricto porque, de lo contrario, si
las infracciones quedan impunes o las sanciones son suavizadas sin razón
explicable, entonces ya no es posible hablar de una sociedad en funcionamiento
ni de garantías normativas mínimas para una convivencia pacífica “ (Caro, 2005,
pág. 405).
Con lo expuesto anteriormente la doctrina en defensa del principio de la
unidad de la ley penal nos da a entender que defienden el principio de legalidad
que constituye el máximo rector del derecho penal (art. II, Título preliminar CP)
y, al mismo tiempo, goza de rango constitucional (art. 2, inc. 24 d, Const.).

IV. Principio de combinación.


Mediante la interpretación de «lo más favorable» al reo se ha llegado a tratar
sobre el conflicto en el tiempo de leyes penales mediante el reconocimiento, en
el art. 6, de la existencia del principio de combinación en donde se aplica la
función creadora del juez en la cual este adecua mediante la interpretación, al
caso concreto los alcances de la nueva decisión legislativa, pero en modo alguno
está autorizado a tomar una parte de la valoración legislativa, para combinarla
con la anterior valoración en el caso la ley presente algún defecto o laguna en
alguno de sus elementos, el juez tendrá la facultad de integrar dicho elemento
mediante su interpretación.
En este sentido, el principio se origina mediante la interpretación judicial del
art. 6 CP dada por la corte suprema que mediante acuerdo plenario estableció
que “También es posible que se pueda elegir entre dos leyes penales sucesivas
en el tiempo los preceptos más favorables, en virtud al principio de combinación
que permite al juzgador poder establecer una mayor benignidad penal a favor
del reo”
Principal argumento en defensa de la combinación leyes es que dicho
procedimiento constituye un supuesto de «interpretación integradora», por lo
tanto, no se está creando una tercera ley, sino que se está efectivizando un
proceso de integración de normas más favorables al reo, que no colisionan con
los contenidos del principio de legalidad tal como aducen sus principales críticos.
La interpretación, de un modo general, se orienta a desentrañar el sentido
preciso de una ley mediante el esclarecimiento del sentido de los elementos
que la conforman, pero sin salir fuera de sus límites o contornos. De esta
manera, mediante la interpretación, «el derecho se perfecciona
continuamente». Por su parte, la integración también se dirige a averiguar el
contenido y alcance de la ley, pero con la característica que acude a otras
instancias normativas diferentes de la misma ley cuyo contenido se busca
esclarecer. Con esto se reconoce que la integración también persigue
esclarecer el sentido de una ley (Caro, 2005, pág. 335).
Parte de la doctrina plantea que aplicar un principio de combinación vulnera
el principio de legalidad, principio de unidad y a su vez es un atentado a la
separación de poderes del estado, ya que, se haría una atribución de facultades
legislativas a un órgano que no es competente pues “se estaría creando una
tercera ley y que el juez estaría arrogando funciones del legislador” (Bustos,
2004, pág. 600).
Por otro lado se tiene a la doctrina que establece cuales deberían ser los
puntos para una combinación de la leyes penales tal como es el caso que dicta
que en el juicio comparativo, no solo se debe considerar la duración y la especie
de la pena, sino que debe considerarse también las penas accesorias, las
circunstancias agravantes y atenuantes, la calificación del hecho, las causas que
hacen desaparecer el delito y la pena, y los beneficios que pueden concederse ,
por lo tanto, “no siempre se trata de lex tertia sino de una interpretación
integrativa favorable al reo” (Antolisei, 1998, pág. 76) .
Para concluir en el fondo esta discusión se encuentra la difícil delimitación
entre la función creadora del juez y la exclusividad de la labor legislativa del
legislador. No hay que dejar de la lado el deber de sujeción de la norma que
según afirma Sánchez (2000, pág. 251) “concierne a todas las personas,
aunque más directamente al juez penal, ya que en relación con los demás, este
tiene naturalmente un mayor espacio de libertad legitimado constitucionalmente
para interpretar la ley” ,pero, se debe destacar el papel del juez en la actualidad
pues en sí mismo encarna la garantía delimitar la pretensión del intervencionismo
estatal sobre los derechos de las personas el cual debe realizar de manera
independiente frente a terceros y a sus propias convicciones morales, políticas y
otras similares.

V. Análisis doctrinal.
Como hemos podido apreciar, los principios desarrollados en los apartados III
y IV son, en efecto, antípoda uno respecto al otro. Esta diferencia se hace aún
más notoria al determinar la favorabilidad de la ley penal; esto es, si para precisar
esta se debe combinar aspectos parciales favorables de una ley anterior y otra
posterior (en virtud del principio de combinación de las leyes) o solo se debe
aplicar la ley que en su completitud sea más favorable (en virtud del principio de
unidad de la ley aplicable).
Al respecto, en la doctrina penal encontramos categóricamente dos sectores,
uno a favor del principio de unidad y otro a favor del principio de combinación.
No obstante en este último sector se encuentran otros dos que detallaremos más
adelante.
Un mayoritario sector en la doctrina sostiene que al combinar dos leyes
penales (una anterior con otra posterior) se estaría creando una tercera ley (lex
tertia), la cual al no ser producto del legislador, sino del juez, se le estaría
brindando facultades legislativas que no le competen a este último. De este
modo, este pseudo principio (como se refiere Caro John) sería inconstitucional,
además de contravenir con el principio de separación de poderes y de legalidad.
En esta línea de pensamiento perfilan juristas como Caro John, Cerezo Mir, Villa
Stein, Jiménez de Asúa, García Cavero, entre otros.
Un minoritario sector en la doctrina sostiene que la combinación de leyes tiene
su asidero constitucional en el artículo 103 de la Constitución, toda vez que
según el argumento a fortiori: “Si se puede escoger el todo para favorecer al reo,
se podrá también tomar parte de ese todo para combinar con la parte del otro
todo para cumplir con la misma finalidad” (el subrayado es nuestro) (Bramont-
Arias Torres, 2004, pág. 319).
Asimismo dentro de este sector podemos encontrar, primero: quienes
admiten la combinación de leyes penales sin restricción alguna más que la de
favorecer al reo argumentando que no se trata de la creación de una tercera ley,
sino de una interpretación integrativa en tanto se le pueda dar el sentido a dos
disposiciones normativas para aplicarlas en un mismo caso. Y segundo: quienes
solo admiten la combinación de leyes penales simples y leyes penales complejas
divisibles, mas no la de las leyes penales complejas invivibles, ya que en el caso
de hacerlo si se estaría creando una tercera ley. No obstante, quienes siguen
esta última línea admiten que el problema está en determinar esa indivisibilidad
en abstracto.
Siguiendo esta línea encontramos a juristas como Bramont-Arias Torres,
Antolisei, Villavicencio, Hurtado Pozo.
Respecto a estas dos corrientes doctrinales desarrolladas brevemente, nos
acogemos a la primera en tanto consideramos que es la que más beneficiará a
los reos ya que al haber combinación de las leyes se podrá tomar más beneficios
que tomando solo una ley. Asimismo, criticamos la postura Caro John al
manifestar el principio de combinación es inconstitucional, ya que este último se
encuentra en consonancia y con la misma finalidad que el principio constitucional
de retroactividad benigna toda vez que si lo que se busca es que el reo pase
menos tiempo privado de su libertad, el principio de combinación cumpliría
efectivamente ese fin.

VI. Análisis jurisprudencial.


El principio de combinación de leyes penales en la práctica jurisprudencial
se viene aplicando tras el Acuerdo Plenario N° 2-2006/CJ-116, cuando señala
que la aplicación de una norma que resulta de una combinación de otras normas
es un principio que debe ser establecido en la doctrina legal del derecho penal
que implica que, cuando hay una colisión entre dos normas penales cuya
vigencia temporal ha sido diferente, y pudiéndose aplicar cualquiera de ellas al
reo, debe aplicarse escogiendo lo más favorable de cada una de ellas siempre y
cuando resulte más favorable para éste.
No obstante, la aplicación de este principio ha generado divergencias y
una discusión doctrinal en nuestra jurisprudencia, que resulta de varias
interpretaciones que se le puede dar a la decisión tomada en el Acuerdo Plenario
antes mencionado. Siendo así que para algunos juristas resulta factible y
congruente la implementación de este principio con la finalidad esencial de
favorecer al reo, y para otros no. La R.N. 1570 -2014, Lima, fue presentado
contra el recurso de nulidad interpuesto por el representante de la Procuraduría
Pública del Estado contra la resolución de fecha doce de febrero de dos mil
catorce, que declaró, de oficio, prescrita la acción penal; en consecuencia,
extinguida la acción penal seguida contra Teodoro Castro Huayta, por el delito
contra la tranquilidad pública-terrorismo, en perjuicio del Estado. En dicha
resolución la Procuraduría del Estado en sus agravios cuestiona la aplicación de
una ley más benigna a hechos ocurridos con anterioridad a su vigencia, es decir,
la preferencia de una ley posterior sobre otras que fueron coetáneas a la
realización del hecho investigado; sin embargo, dichas alegaciones no merecen
amparo, debido a que esta discrecionalidad de reconocer normas penales a favor
del procesado, aun cuando estas hayan sido expedidas con posterioridad a los
hechos investigados, y que le favorezcan es una garantía que los modernos
ordenamientos jurídicos penales contemplan, como así lo dejó zanjado el
Acuerdo Plenario N° 2-2006/CJ-116, cuando señala que es congruente con la
finalidad esencial de favorabilidad que se puedan conocer -dentro de las leyes
penales- preceptos que más favorezcan al reo, pues si se autoriza escoger entre
dos leyes distintas en el tiempo, resulta coherente y razonable que puedan
combinarse para buscar un tratamiento más favorable. Declarándose tras esta
exposición de la señora jueza suprema Barrios Alvarado no haber nulidad en la
resolución y disponiendo su archivamiento.
Es así que en nuestro Código Penal vigente ya se regula la aplicación del
principio de combinación y retroactividad benigna, prevista en el artículo 6, del
Código Penal, la misma que no colisiona con el principio de legalidad, pero para
algunos al mencionar que la práctica jurisprudencial de combinar las leyes
significa una clara violación del principio de legalidad, y que afecta incluso a la
propia constitucionalidad de las decisiones judiciales, en tanto que la
Constitución determina claramente que la potestad del juez es de aplicar la ley
penal en su integridad, mas no así la de extraer aspectos favorables de dos leyes
penales diferentes para luego combinarlas y aplicar el producto combinado en la
sentencia como si se tratara de una auténtica ley penal (Caro, J. A., 2005:335).
Pero en este principio solo se efectiviza un proceso de integración de normas
más favorable al reo y, por el contrario, guarda coherencia con el principio de
necesidad de la intervención penal, porque cuando se producen variaciones en
los preceptos que integran las normas penales y que favorecen al reo, es
evidente que el legislador ha estimado necesario regular -en sentido benéfico- la
intervención penal.

VII. Consideraciones a partir del Acuerdo Plenario N°2-2006/CJ-116


En el 2006 se llevó a cabo el Acuerdo Plenario N°2-2006/CJ-116 para
llegar a un acuerdo sobre la aplicación de los principios de combinación y de
unidad de leyes.
En la fundamentación jurídica se deja en claro que la irretroactividad de la
ley es regla general, teniendo como excepción principios que versan sobre el
beneficio que obtiene el reo en cuanto se le aplica una ley penal que le sea más
favorable ante duda o conflicto entre leyes; pudiendo ser estas vigentes anterior
o posteriormente al hecho cometido. Además, es posible elegir elementos
favorables de distintas leyes sucesivas en el tiempo en cuanto estos beneficien
al reo, siendo esto conocido como el principio de combinación, lo cual no conlleva
la creación de una nueva ley sino haciendo efectivo un proceso de integración
de normas.
Ante lo expuesto, se decidió establecer como doctrina legal al principio de
combinación en base a lo señalado en la presente sentencia plenaria; precisar
que se modifican las Ejecutorias Supremas conforme a los términos
establecidos; y publicar el Acuerdo Plenario en el Diario Oficial El Peruano.
Es así como la decisión de los miembros de la Corte Suprema es la de
establecer como doctrina legal, respecto al principio de combinación de leyes
penales en el tiempo, pudiendo escogerse lo más favorable de una y otra ley,
siempre que sea más favorable al reo.
Entre los miembros de la Corte Suprema no existía unanimidad en la
decisión del caso, entre los votos a favor se encontraban los de: Salas Gamboa,
Gonzales Campos, Barrientos Peña, Vega Vega, Lecaros Cornejo, entre otros. Commented [v1]:

En el presente artículo nos encontramos a favor de lo dispuesto por el


Acuerdo Plenario N°2-2006/CJ-116, pues lo encontramos correctamente
fundamentado basándonos en el principio constitucional de beneficiar al reo.
En contraste, el juez supremo Aldo Martín Figueroa Navarro expresa su
descontento con lo acordado, puesto que: “la decisión adoptada no tiene eficacia
normativa porque no refleja una posición unánime, lo suficientemente motivada
y explicativa de su contenido. Así mismo, sus alcances prácticos son muy
restringidos porque no tienen efectos vinculantes” (Figueroa, 2009, pág. 2).
Expresa detalladamente ciertos inconvenientes en cuanto a lo acordado en
Acuerdo Plenario, sin embargo, se está olvidando en qué se basa la decisión
tomada. Parece que algunos miembros de la Corte Suprema de Justicia, entre
los que se encuentran Sivina Hurtado, San Martin Castro, Valdez Roca y
Calderon Castillo, siguen la tesis de Muñoz Conde, quien señala:
“Lo que no resulta posible, pese a que se ha propuesto doctrinalmente,
es aplicar los aspectos más beneficiosos de una ley y de otra, pues con
ello el tribunal estaría creando una norma nueva (lex tertia) y des-
empeñando con ello funciones legislativas que no le competen (STS de
29 de junio de 1985). Tal es el criterio de la Disposición transitoria
segunda del Código penal” (Muñoz Conde, 2010, pág. 146).
La posición discordante no se adecua al criterio del acuerdo plenario pues “con
ello no se está creando una tercera ley o lex tertia, sino que se está
efectivizando un proceso de integración de normas más favorable al reo, pues
si se autoriza escoger entre 2 leyes distintas resulta coherente que puedan
combinarse”.
El acuerdo plenario, a nuestro parecer, tiene como fundamento más
relevante un principio constitucional de favorecimiento sobre el reo ubicado en el
párrafo segundo del artículo 103, el cual debe predominar en la jurisprudencia
dado el principio de jerarquía normativa pues efectiviza el proceso de
interpretación integradora de normas más favorable para el reo.
VIII. Conclusiones.

Tras la aprobación del Acuerdo Plenario, en mayoría, y al consagrar el


principio de combinación de leyes, se concluye que es ciertamente saludable.
Esta decisión se inscribe dentro de la tendencia a posicionar a la
jurisprudencia, dándole sentido concreto a la ley, generando con ello una
certeza en las decisiones judiciales.
A raíz de la aprobación del Acuerdo surgieron conflictos sobre la aplicación
de este principio en nuestra jurisprudencia, pues algunos resaltaban la
inconstitucionalidad en dicha aplicación, en la cual al presentarse un supuesto
conflicto de leyes penales en el tiempo ha de acogerse el principio de unidad de
aplicación de la ley, es decir solo aplicar la ley que contenga medidas o
sanciones menos gravosas. Pero desde el año 2007 se viene ejerciendo la
aplicación de combinación de leyes, permitiendo al juzgador poder establecer
una mayor benignidad penal a favor del reo.
Es necesario enfatizar que con la implementación de este principio no se está
creando una ley tercera o Lex tertia, sino que se efectiviza el proceso de
interpretación integradora de normas más favorable para el reo, es decir se
autoriza escoger entre dos leyes distintas en el tiempo para combinarse
buscando un tratamiento más favorable al reo, la cual tiene rango constitucional
en tanto que el Código Penal enfatiza que «[…] la ley penal aplicable es la vigente
en el momento de la comisión del hecho punible» (art. 6), empero se aplicará la
más favorable al reo en caso de conflicto en el tiempo. Por lo que dicha
disposición está conectada con el principio de combinación de leyes y el principio
constitucional de la aplicación retroactiva de la ley en el ámbito penal por lo que
no colisiona con los contenidos del principio de legalidad.
IX. Propuestas
1.- El denominado conflicto en la aplicación temporal de ley penal responde
a una serie de cuestionamientos que se han hecho sobre esta, pero no debe
olvidarse que el artículo 6 del Código Penal establece la facultad del juez de
hacer uso del principio de combinación de penas.
2.- La retroactividad benigna ha sido desarrollada por la doctrina y responde
a fundamentos político-criminales que buscan establecer la voluntad del
legislador quien no considera adecuado seguir castigando con penas que con
el tiempo han sido desvaloradas e incluso suprimidas.
3.- Dados los cuestionamientos que se han hecho sobre la interpretación del
artículo 6 del Código Penal sería posible hacer una modificación al
mencionado artículo, el cual podría tener la siguiente estructura:
La Ley Penal aplicable es la vigente en el momento de la comisión del hecho
punible. No obstante, se aplicará la más favorable al reo y se facultará la
elección de los prefectos más favorables en caso de conflicto en el tiempo de
leyes penales.
Si durante la ejecución de la sanción se dictare una ley más favorable al
condenado, el Juez sustituirá la sanción impuesta por la que corresponda,
conforme a la nueva ley.
BIBLIOGRAFIA

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