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Fenómeno de intervención

Las influencias de los procesos de globalización, modernización y


neoliberalismo
Los constantes cambios y transformaciones de las sociedades contemporáneas a
lo largo de la historia, han configurado nuevas formas de vida caracterizadas por
la diversidad y complejidad de los fenómenos sociales. En relación a estos
cambios, es importante reconocer que la globalización ha tenido un papel
determinante, debido a la integración de una economía mundial que se ha visto
acelerada por la explosión de la tecnología informática, por la eliminación de
obstáculos a la circulación de capital y la expansión del poder económico y político
de las empresas multinacionales. (Ellwood, 2007, pág. 17). A ello se suma la
modernización, que refiere principalmente a la transición desde un sistema
tradicional hacia un sistema moderno, que ha generado una serie de pautas
relativas a la población y tasas vitales, urbanización, cambio en las estructuras
sociales, culturales y marginalidad, entre otras; instalando la idea de progreso
(Germani, 1970, pág. 21). Estas configuraciones de la sociedad también son
concebidas desde un modelo o sistema ideológico/ económico neoliberal, que ha
relevado la importancia del desarrollo económico como forma de satisfacer las
necesidades básicas de las personas. Este modelo se impone fuertemente en el
continente Latinoamericano, cuyas consecuencias se traducen en la explotación
económica, la dominación política, la opresión social y la alienación ideológica, en
todos los niveles y dimensiones que caracterizan(Socarrás, 2008, pág. 24);
penetrando en todas las esferas del mundo social, relacionándose entre
sí, y conformando lo que hoy entendemos como sociedad.
Chile no está ajeno a esta realidad. En el país, el dominio del mercado por
sobre las funciones del Estado, ha acrecentado las desigualdades entre la
población, provocando discriminación y exclusión social para los grupos que no
pueden costear sus necesidades; “los sectores menos privilegiados intentan
resolver sus necesidades de bienestar social a través de las políticas sociales del
Estado, que por su jibarización y por los amarres institucionales de la lógica
neoliberal, estaría incapacitado de cumplir con los mismos estándares de calidad y

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cobertura que los privados ofrecen, reproduciendo así las lógicas y desigualdades
producidas por el mercado en la estructura social chilena”(Olmos, Silva, 2010:101)
Por tanto el neoliberalismo ha propiciado contextos de exclusión social,
desigualdad, pobreza, precarización del trabajo y segregación. Vinculado a las
ideas planteadas por Mapp (2008), se observa que si bien el modelo puede
producir y mejorar aspectos relacionados a lo económico, este no genera
respuestas suficientes para el desarrollo de otros aspectos de la vida de las
personas.(Mapp, 2008). En torno a ello es importante tensionar estos sucesos
desde la disciplina del trabajo social, tal como planta Cristi (2012); “La crisis
económica y los problemas sociales emergentes, obligan al trabajo social a
revisitar su actuación y peritaje. Debe redefinir las finalidades de su intervención y
adaptar sus métodos y técnicas a los nuevos contextos”(Robertis, 2012).
Uno de los fenómenos que surgen por los cambios de la sociedad y el abandono
del individuo, es el consumo de drogas; “en las sociedades urbano-industriales
contemporáneas centrales se produjeron una serie de cambios sociales,
culturales,
tecnológicos, etc., que propiciaron la emergencia de un nuevo fenómeno,
etiquetado
como “droga-dependencia”” (Kornblit, Camarotti, Di Leo, 2013: 7); que ha
desencadenado una preocupación constante a nivel mundial por prevenirlo y
generar intervenciones que permitan disminuir el uso de sustancias.

Nociones básicas respecto al fenómeno social:


Para comprender desde donde se entiende el consumo problemático de drogas,
se develaron criterios orientadores que construyen la propuesta de intervención
innovadora.
El uso o consumo de drogas es un fenómeno complejo de las sociedades
actuales, que posee una multiplicidad de formas y elementos que lo conjugan.
Tiene diferentes representaciones que, “ponen en juego prácticas individuales y
colectivas, sujetos, sustancias, contextos socioeconómicos, políticos, culturales e
ideológicos” (Kornblit, Camarotti, Di Leo, 2013:3)

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Según la Organización Mundial de la Salud (1969) la droga es “toda sustancia
que, introducida en un organismo vivo, pueda modificar una o varias de sus
funciones” (Kornblit, at all, 2013:7) Esta definición reúne tanto a las drogas lícitas
que tienen una circulación regulada en el mercado con fines terapéuticos, como a
las ilícitas que se encuentran prohibidas a nivel jurídico-normativo.
Para Pons (2008) todo consumo de drogas involucra la presencia de una elección
conductual, que supone una reacción en el organismo ante la acción de la
sustancia química, y se relaciona a escenarios sociales con múltiples variables
condicionantes. Desde esta construcción, el consumo “hace referencia a la
ingestión de una sustancia por parte de una persona en un momento dado” (p,
159); sin embargo el consumo problemático se da cuando el sujeto presenta una
adicción que le hace consumir una o varias veces por día, afectando
negativamente de forma ocasional o crónica sus relaciones sociales con su salud
física o mental, en sus relaciones sociales primeras, secundarias y ante la ley.
(Kornblit, Camarotti, Di Leo, 2013) En Chile, el Servicio Nacional para la
Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA),
dependiente del Ministerio de Interior y Seguridad Pública, comprende el
consumo de drogas como el “uso recurrente de droga que produce algún efecto
perjudicial, para la persona que consume o su entorno… El consumo problemático
es considerado un indicio de abuso de drogas”.(SENDA, S/A).
El informe Mundial sobre drogas entregado el año 2012, expone que unos 230
millones de personas especialmente la población adulta del mundo consumió
alguna droga ilícita en el periodo del 2010. Por otro lado los consumidores
problemáticos de drogas suman 27 millones de la población adulta mundial.
(Naciones Unidas. Oficina contra la droga y el delito., 2012).
En cuanto a las sustancias que presentan mayor consumo, y que habitualmente
tienden a ser las drogas de inicio – se presenta principalmente aquellas sustancias
ilícitas- , el informe mundial expone, nivel mundial, las dos drogas ilícitas de mayor
consumo siguen siendo el cannabis (prevalencia anual mundial entre el 2,6% y el
5,0%) y los estimulantes de tipo anfetamínico, excluido el “éxtasis” (0,3% a 1,2%)
(Naciones Unidas. Oficina contra la droga y el delito., 2012).

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Criterios de construcción
Presentado ya algunas nociones básicas respecto al fenómeno social del
consumo problemático de drogas, se presentará una construcción respecto al
fenómeno de intervención, dicha construcción se fundamenta en la idea de
comprender el fenómeno desde personas que presentan este consumo en
contextos vulnerables. En este sentido el territorio, es el escenario que enmarca a
los diferentes actores sociales, así como también la delimitación de un espacio.
Cuando nos referimos a territorio este tiene que ver con el espacio que habitan los
sujetos, en donde existe un sentido de pertenencia, representaciones simbólicas,
subjetividades, etc. “El territorio construye subjetividad y es construido desde ella.
Lo territorial es memoria, recuerdos y «previsiones extrañas» poseyendo también
diversas posibilidades de acceso a la multiplicidad de imágenes, representaciones,
imaginarios y sentidos que trasciende a la realidad objetiva desde fisonomías que
cambian a partir de innumerables expresiones”(Carballeda, 2012:28). Existe
entonces una relación sujeto-entorno, sin embargo si este es un escenario
vulnerable, se torna para los sujetos como un factor de riesgo, quedando
expuestos a una fragilidad que debilita esta identidad territorial, y que dificulta
enfrentar o sobreponerse al consumo problemático, afectando directamente su
bienestar y el de su entorno cercano.
Para efectos de la propuesta, el concepto de vulnerabilidad refiere a, “un proceso
multidimensional que confluye en el riesgo o probabilidad del individuo, hogar o
comunidad de ser herido, lesionado o dañado ante cambios o permanencia de
situaciones externas y/o interna” (Busso, 2001). A modo de complementar lo
expuesto, se sustentará la comprensión desde lo planteado por Roberto Pizarro
(2001) quien plantea “El concepto de vulnerabilidad social tiene dos componentes
explicativos. Por una parte, la inseguridad e indefensión que experimentan las
comunidades, familias e individuos en sus condiciones de vida a consecuencia del
impacto provocado por algún tipo de evento económico-social de carácter
traumático. Por otra parte, el manejo de recursos y las estrategias que utilizan las

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comunidades, familias y personas para enfrentar los efectos de ese
evento”(Pizarro, 2001).

Por lo tanto, se entiende la vulnerabilidad como un proceso en el cual el sujeto, la


familia y/o comunidad queda expuesto a riesgos o a diversas adversidades
provenientes de su entorno; “los efectos de las vicisitudes del mercado, del
repliegue de funciones del Estado y del debilitamiento de las instituciones
primordiales (básicamente, comunidad y familia)” (Katzman, 2000: 278)

Como se mencionó anteriormente el territorio en contextos vulnerables dificulta el


desarrollo de la vida social y la identidad que se tenga hacia él. En este mismo
sentido la comprensión de los factores de riesgo se hace necesaria para
comprender que hay elementos que pueden afectar de manera negativa las
esferas, individual, familiar y entorno de las personas, “los factores de riesgo, se
refiere a esas variables que pueden afectar negativamente el desarrollo de una
persona, es decir la presencia de situaciones contextuales o personales que, al
presentarse, aumentan las probabilidades de desarrollar problemas emocionales,
conductuales o de salud”. (Droppelman en Tierra de Esperanza, S/A) Los cuales
pueden desarrollar durante la niñez, acrecentarse durante la adolescencia e
intensificarse o detenerse durante la adultez, en relación a lo mencionado, es de
primordial importancia entonces relevar el territorio de forma que los sujetos
puedan desarrollarse en él y sentirse parte de él como un espacio de los acoge y
los cobija, de manera que todas las construcciones de subjetividades que en él
convergen puedan salir a la luz y dar ese giro como un factor protector.“Hoy día
debemos situarnos en una perspectiva más amplia y asumir que la identidad se
configura mediante procesos donde la gente interactúa constantemente en un
entorno sociocultural cambiante y diverso” (Feliz, 2003:14). Por lo tanto es de gran
relevancia, mantener dentro de las intervenciones que se diseñan para abordar la
problemática, la mirada del paradigma de factores de riesgo, y estar
constantemente identificándolos y visibilizándolos, y desde ahí trabajar
constantemente en ellos.

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