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ESFINGE
La inscripción jeroglífica que compone la denominada “Estela del Sueño” del faraón
Tutmosis IV, el octavo de la XVIIIa Dinastía Manetoniana, es de tipo tanto político
como religioso. En sí, el texto se puede insertar perfectamente dentro de un género
literario que recoge todos aquellos pasajes y textos cuyo tema principal son las
ensoñaciones así como las profecías. Dicho género recibe el nombre de “Libros de los
Sueños”1. Tenemos constancia de su existencia a partir del Primer Periodo Intermedio.
Estaban dirigidos a proteger al difunto dormido mediante rituales elaborados, alejándolo
así de las pesadillas enviadas (según el ideario religioso egipcio al respecto) por
enemigos y demonios y ayudándolo a combatirlas. Su esencia e intencionalidad tienen
como principal objetivo “combatir todas las ensoñaciones maliciosas en todos los malos
sueños”. A raíz del denominado “Papiro bíblico Chester Beaty”, de tiempos de la XIIa
Dinastía, que se creó a modo de manual para la interpretación de estos sueños y
profecías y ubicado actualmente en el British Museum, es conveniente destacar que su
importancia y utilización en otros periodos algo más tardíos como el Reino Nuevo – que
es el que concierne a este trabajo – influyeron en la elaboración de copias póstumas a la
originaria en tiempos del reinado de Ramsés II bajo la supervisión de su escriba real de
la villa de los trabajadores de Deir el-Medina.
1
Sobre este tema, vid: “The Oxford Encyclopedia of Ancient Egypt”. Vol.1. págs. 410-411.
1
¿Quién o quiénes son los autores?
Antes de decir de mano de quién/es fue inscrito este pasaje de la vida de
Tutmosis IV en la estela se precisa la división en dos partes fundamentales de su
traducción:
- Una primera parte referida a la advocación o nombramiento del
monarca utilizando para ello los correspondientes mecanismos de
formulación y titulaturas reales (líneas 1-24 de la traducción)
- Una segunda que justifica el por qué de la creación de la estela a raíz
de lo que le pasó al faraón, de edad adolescente por aquel entonces,
desde un punto de vista religioso e incluso propagandístico como se
verá a continuación (líneas 24-80 de la traducción)
Sobre los análisis formales y temáticos de estas dos partes incidiré con mayor
profundidad más tarde.
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Los criterios de clasificación y división de la línea dinástica de Amenofis II quedan recogidos por
Dodson-Dyan Hilton: 2005, 132.
2
Localización cronológica y geográfica
En líneas generales, la familia dinástica de Tutmosis IV compone la denominada
Dinastía XVIII según el cómputo de Manetón de Sebenitos, y está enmarcada en
lo que se conoce como el Reino Nuevo. Este período ha sido denominado por
los historiadores como la época de mayor esplendor de Egipto que estuvo
gobernado por las más famosas figuras de soberanos (Kessler, 1997a). Lejos de
profundizar en las características políticas, económicas y sociales del período lo
que más interesa es hablar sobre la familia de Amenofis II y la extraña coyuntura
interna que se vivió en ella.
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Destinatario/s
Por último quedaría hablar de para quién iría dirigido este documento epigráfico.
Aparte de tener las características propias de los “Libros de los Sueños” no se
está intentando proteger al faraón de algún tipo de malas ensoñaciones ni de
demonios, sino que se quiere dar otro mensaje: la proclamación como soberano
del Alto y Bajo Egipto por designación divina.
El principal destinatario a quien iría dirigido este mensaje sería al público: a los
devotos que transitaran las rutas y vías procesionales hasta llegar a la necrópolis
de Guiza, así como a los miembros de la administración real que en
determinadas ocasiones llegaran a cuestionarse el nuevo reinado.
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Luego nos encontraríamos con las fórmulas y otros mecanismos de
apelación divina al rey típicas de los textos dirigidos a ensalzar su
figura. Así por ejemplo la actuación administrativa y religiosa que
tuvo Tutmosis, según nos cuenta el texto, estuvo encaminada
principalmente a rituales religiosos realizados en Heliópolis y sobre
todo en la que fuera la capital del Reino Antiguo, Menfis.
“…el benefactor heredero de Kephri…”→ alusión a un antepasado
memorable para intensificar aun más la legitimidad al trono. Ésta fue
Párrafo 2 una dinámica constante a lo largo de todas las épocas del Egipto
Faraónico
“…que purifica Heliópolis y satisface a Re, que honra el templo de
Menfis…”→ resulta un tanto incoherente que no se haga referencia a
Amón-Ra, principal divinidad del Reino-Nuevo. Ello se debe a la
ruptura de la oficialidad de sus cultos y a un distanciamiento de la
familia real con el clero tebano a quien se intentó reducir su enorme
poder. Estaríamos ante los antecedentes del denominado “período de
Amarna”.
En una segunda parte se cuentan los datos relativos a una breve biografía del joven
faraón que corresponderían con el párrafo 3, y los relativos a la ubicación, con los
párrafos 4 y 5 en el que se desarrolló el suceso de la ensoñación.
5
“… junto a Horus en el Horizonte” – “Hacia la colosal estatua de
Kephri”→ ambas referencias no mencionan directamente la meseta
de Guiza. No obstante el término “Horus en el Horizonte” es uno de
los apelativos asociados a la Esfinge (Bunson, 1991a, 387), y junto
con la que alude al que posiblemente sea Quefrén por “Kephri” nos
Párrafos 4 y 5
estarían indicando ambas con certeza de que sería el lugar correcto.
“se detenía… en Re-Stau, de Renenutet…”→ otra de sus costumbres
era la de frecuentar templos en lugares sagrados como El-Fayum,
lugar en el que se ubica el templo de Renenutet dedicado a Isis y
Hathor.
Una de las peculiaridades que se ven es que se asocie el rostro de la Esfinge con el del
faraón Quefrén, al que se le denominó en épocas posteriores al Reino Antiguo como un
dios, algo que también queda reflejado en el texto. Esto último ha generado gran
controversia entre autores e investigadores, quienes actualmente no se han puesto de
acuerdo aún sobre a quién se le debe la autoría de la Esfinge y qué representa ésta
verdaderamente. No es de extrañar que se hayan postulado al respecto variedad de
teorías en relación a bajo el mandato de qué faraón fue erigida, si bajo el reinado de
Keops, el de Quefrén, o el de Dyedefre. Dado que la inscripción de la estela menciona
directamente al segundo de ellos que incluso ha sido divinizado (párrafo 6, ll. 53-58)
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podría pensarse o bien que el monumento representa al monarca como un ser híbrido o
bien que fue mandado construir por él mismo.
Para finalizar el relato termina con la súplica que el dios le hace a Tutmosis que consiste
en que lo libere y lo limpie de la arena que hasta entonces le cubría, y a cambio le
concedería el privilegio de convertirle en el soberano de Egipto. La estela sería un
agradecimiento después de que se cumpliera la promesa del dios y Tutmosis se
convirtiera en el nuevo monarca.
En síntesis la idea principal que se puede sacar es la de que se está intentando legitimar
un reinado a consecuencia de una serie de acontecimientos que hicieron necesaria dicha
empresa.
Las principales causas que motivaron la realización de esta estela habría que
remontarlas inicialmente a la labor administrativa y constructiva llevada a cabo por
Amenofis II en Guiza en torno al complejo que rodea a la Esfinge, donde construyó un
templo para el dios Horemakhet/Harmaki en el cual se hallaron otras estelas dedicadas
por los hermanos de Tutmosis.
En cuanto a él, parece ser que su legitimación no tuvo reconocimiento alguno por parte
de su padre. Por ello, y tras la prematura muerte del legítimo heredero – el denominado
Amenofis C – se vio necesitado de una serie de mecanismos coercitivos para luchar por
el poder. Recurriendo a la legitimación – valga la redundancia – divina nuestro monarca
se presenta como el verdadero y único heredero. Y para asegurarse de que se desviaba la
atención de los problemas de sucesión tanto con la realización de su propia estela como
por un programa de remodelaciones en Guiza sometió a aquellas estelas de sus
hermanos ubicadas en el templo edificado por su padre a un proceso de “damnatio
memoriae” puesto que se hallaron rotas y borradas. No por esto debe tratarse de un
completo usurpador ya que en el Reino Nuevo la ideología real giraba en torno a la
legitimación divina ni existe una razón de suficiente peso para explicar el suceso (Shaw,
2007a, 330, 335-337).
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Ninguna de las referencias religiosas de la estela hace mención al dios Amón. Esto
resulta algo incoherente ya que era la principal divinidad adorada en esta época cuyos
principales devotos eran los miembros de un clero cada vez con mayor poder. La
intencionalidad religiosa de esta estela no pretende por tanto honrar ni mencionar al dios
Amón en favor del clero de Ra en Heliópolis encargado del culto a Atón, divinidad
asimilada por Amenofis III y de forma brutal por Akhenatón en momentos posteriores.
IV. CONCLUSIONES
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mencionarse la capital tebana se mencionen tanto Heliópolis como Menfis por ser las
principales ciudades en las que se ofrecería culto a Atón – “Atum” en el texto –.
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BIBLIOGRAFÍA
BRYAN, M.BETSY. (1991): The Reign of Tutmose IV. Johns Hopkins University Press
DODSON DYAN HILTON, AIDAN. (2005): Las familias reales del Antiguo Egipto.
Madrid Oberon
SHAW, IAN; NICHOLSON, PAUL. (2004): Diccionario Akal del Antiguo Egipto.
Ediciones Akal. Madrid
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