Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
A. El Pentateuco
1. Los primeros cinco libros de la Biblia (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio), que relatan una historia que abarca desde la creación del mundo
hasta la muerte de Moisés, son considerados en la tradición hebrea un único libro,
denominado “la ley” (Torá; ley, enseñanza) o “la ley de Moisés”, porque la
legislación de Moisés forma una parte importante del mismo.
2. Torá es el título más antiguo y se sigue utilizando en nuestros días.
3. A partir de Filón de Alejandría (siglo I d.C.), los judíos de la diáspora y,
posteriormente, los cristianos de lengua griega y latina dieron a la Torá el nombre
de Pentateuco, es decir “el libro en cinco tomos”, indicando de este modo la
división en cinco libros que ya era común en tiempo de los LXX (siglo III/II a.C.).
4. No obstante, los Padres no utilizaron el término “Pentateuco” más que rara vez,
prefiriendo hablar de la “Ley” o de la “Ley de Moisés”, como era costumbre entre
los hebreos y en el Nuevo Testamento
2. En la Biblia hebrea el libro recibe el nombre de las dos primeras palabras del
texto: welleh shemoth, “y estos son los nombres” (esto siguiendo un uso del
Antiguo Oriente que denominaba los libros con sus palabras iniciales).
D. Egipto
1. Breve repaso de la historia antigua de Egipto
La historia de Egipto se remonta aproximadamente al año 3000 A.C., cuando el reino del
valle del Nilo y el reino del delta fueron unificados por el brillante rey Menes. Treinta
dinastías o familias reales reinaron durante los años 3000 hasta 300 a.C. La ciudad de
Menfis, situada entre el delta y el valle del Nilo, fue capital del reino hasta que se trasladó
el gobierno de la región del sur a Tebas en la época del Nuevo Reino (1546-1085 a.C.)
La época clásica de la civilización egipcia se llama el Antiguo Reino (2700-2200 a.C.). Las
enormes pirámides, edificadas, como tumbas reales, y la gran esfinge de Gizeh, fueron
construidas en este período. Luego hubo dos siglos de decadencia seguidos por el Reino
Medio (2000-1780 a.C.). Surgió un poderoso gobierno centralizado bajo la duodécima
dinastía que trajo proyectos de irrigación, explotación minera de cobre en la Península de
Sinaí y la construcción de un canal entre el Mar Rojo y el Río Nilo. El comercio egipcio se
extendió a las tierras marítimas de la parte oriental del Mar Mediterráneo. Florecieron la
educación y la literatura. Esta época brillante fue seguida a su vez por dos siglos de
decadencia y de gobierno débil.
2. Acontecimientos contemporáneos
Los hicsos era un pueblo de descendientes de asiáticos (Cercano Oriente) que emigraron
hacia el Delta del Nilo Oriental durante las dinastías XII y XIII (1991-1649 a.C.) Aunque
eran una etnia minoritaria llegaron a hacerse con el poder y fundaron la XV dinastía de
faraones que gobernó desde 1638 al 1530 a.C. Los reyes hicsos hicieron de Avaris su
capital.
Localización del yacimiento de Tell el-Dab'a en el Delta.
© 2020 Stantis et al.
Amosis I, tebano, pudo sacar a los hicsos del mando y de la tierra de Egipto y luego
estableció el Nuevo reino. Tebas se convirtió en la capital egipcia de un imperio que
prometía renacer.
El más famoso conquistador egipcio y fundador del imperio de Egipto en la época del
Nuevo Reino fue Tutmosis III (Totmes III) que gobernó del 1504-1450 a.C. En dieciocho
campañas, extendió el alcance de su reinado hasta el Eúfrates, marchando sus ejércitos a
través de Palestina o navegando por el Mediterráneo hasta la costa fenicia. Como militar y
constructor de imperios, ha sido frecuentemente comparado con Alejandro Magno y
Napoleón. Puesto que tales campañas eran llevadas a cabo durante el verano, acostumbraba
a promover la construcción de grandes edificios durante el invierno, embelleciendo y
ensanchando el gran templo de Karnak, que había sido erigido para Amón durante el Reino
Medio. Los obeliscos que erigió pueden ser contemplados en nuestros días en Londres,
Nueva York, el Lateranense y Constantinopla.
Tutmosis III fue seguido por Amenofis II (1450-1425) que fue un gran deportista, Tutmosis
IV (1425-1417) y Amenofis III (1417-1379). Amenofis IV, o Akh-en-Atón (1379-1362), es
mejor conocido por la revolución llevada a cabo en materia religiosa. Él fue el campeón de
la adoración de Atón, que estaba representado por el disco solar. Construyendo un templo a
su nuevo dios en Tebas, mientras que era corregente con su padre, se proclamó a sí mismo
el primer sacerdote de Atón. No satisfecho con erigir templos en varias ciudades por todo
su imperio, eligió el nuevo emplazamiento de Amarna para la situación de su dios. Desde
esta capital, situada aproximadamente a medio camino entre Tebas y Menfís, estableció la
adoración de Atón como la religión del Estado. Tomó las medidas precisas para que se
adorase y sirviese solo a este dios. Tan dedicado estuvo a Atón que él y sus devotos
olvidaron las demandas de ayuda procedentes de varias partes de su reino. Los archivos de
Amarna, descubiertos en 1887, proporcionan un testimonio al respecto. Cuando Akh-en-
Atón murió, la capital nuevamente establecida fue abandonada. Su yerno, Tut-ank-Amón,
aseguró su trono renunciando a Atón y restaurando la antigua religión de los dioses de
Tebas. La tumba de Tut-ank-Amón, descubierta en 1929, suministró abundante evidencia
de su devoción a Amón. Con la corta vida y el breve reinado de Ay la XVIII dinastía
terminó en 1348 a. C.
Los dos grandes reyes de la próxima dinastía, que duró hasta 1200 a. C., fueron Seti I
(1318-1304) y Ramsés II (1304-1237). El primero comenzó la reconquista del imperio
asiático, que había estado perdido durante los días de Akh-en-Atón y llevó la capital a la
parte oriental del Delta. El ultimo continuó su intento de reconquistar Siria, pero
eventualmente firmó un, tratado de paz con el rey hitita, que selló su acuerdo al dar su hija
en matrimonio a Ramsés II. Este es el primero de los pactos de no agresión entre naciones
conocido hasta hoy. Además del extenso plan de construcciones en o cerca de Tebas,
Ramsés II también embelleció Tanis, la capital del Delta, que los gobernantes hicsos habían
utilizado siglos antes.
Durante el resto de las dinastías XIX y XX, los gobernantes egipcios lucharon para retener
su reinado. Conforme fue decreciendo el poder central, el sacerdocio local de Amón ganó
bastante fuerza para establecer la XXI dinastía alrededor de 1085 a. C. y Egipto nunca
recobró ya más, como resultante del declive que sufría, el volver a ganar su posición como
potencia mundial.
3. La religión en Egipto
Egipto era un país politeísta. Con deidades locales como base de la religión, los dioses
egipcios se hicieron numerosos. Los dioses de la Naturaleza fueron comúnmente
representados por animales y pájaros. Eventualmente, las divinidades cósmicas,
personificadas en las fuerzas de la Naturaleza, fueron elevadas por encima de los dioses
locales y fueron teóricamente considerados como deidades nacionales o universales. Había
una tal cantidad, que llegaron a ser agrupados en familias de triadas y novenarios.
De igual forma, los templos fueron numerosos por todo Egipto. Con la provisión de un
hogar o templo para cada dios, llegó el sacerdocio, las ofertas, los festivales, ritos y
ceremonias para su adoración y culto. Como respuesta a tales circunstancias, el pueblo
consideraba a sus dioses como sus benefactores. La fertilidad de la tierra y de los animales,
la victoria o la derrota, la inundación del Valle del Nilo y, de hecho, cualquier factor que
afectase a su bienestar, estaba adscrito a cualquier dios.
Los egipcios creían en una vida después de la muerte. Una conducta intachable sobre la
tierra conducía a la inmortalidad del hombre. Esto cuenta por los enterramientos reales
representados por las pirámides y otras tumbas, en las cuales se depositan toda clase de
provisiones tales como alimentos, bebidas y objetos de lujo con la intención de su
utilización en la vida de ultratumba. En los primeros tiempos, incluso a los sirvientes se les
mataba y guardaba junto al cuerpo de sus amos. Como Osiris, el símbolo divino de la
inmortalidad, el egipcio muerto anticipaba así el juicio de un tribunal del ultramundo con la
esperanza de estar moralmente destinado a la felicidad de una vida eterna.
En primer lugar, Dios le predijo a Abraham, en Génesis 15:16, que después de sufrir
opresión en tierra ajena, sus descendientes retornarían a Canaán “en la cuarta generación”.
Esto dijo poco después de la afirmación del versículo 13 de que “tu descendencia...será
oprimida cuatrocientos años” por la potencia extranjera. Es evidente que en el caso de
Abraham se computaba una generación en cien años y esto es pertinente en vista del hecho
de que Abraham cumplió cien años cuando nació su hijo Isaac. Fueron entonces cuatro
siglos y no 215 años el tiempo que los israelitas estuvieron en tierra extranjera.
En tercer lugar, el incremento del pueblo. Que pasó de 70 o 75 personas, que había en la
inmigrante familia de Jacob, a una nación de más de dos millones de almas (a juzgar por los
603 550 combatientes mencionados en Números 2:32), va en contra de una permanencia de
solamente 215 años. Si en realidad no hubo más que cuatro generaciones, entonces el ritmo
de multiplicación hubiera sido necesariamente astronómico. Aun si pudiéramos meter
cuatro generaciones en 215 años, tendría que haber habido un promedio de cuatro hijos
sobrevivientes por padre. Pero si la permanencia duró 430 años, en ese caso la
multiplicación deseada daría un promedio de tres hijos y tres hijas de cada pareja durante
las primeras seis generaciones, y un promedio de dos hijos y dos hijas en las últimas cuatro
generaciones. A este paso, en la décima generación (según Delitzsch, Pentateuch, 2:30)
hubiera habido 478 224 hijos mayores de veinte años a los 400 años de estar en Egipto,
mientras que 125 326 varones de edad militar hubieran pertenecido a la novena generación.
Sumados harían el gran total de 603 550 hombres de armas.
2. Con la salida de Egipto, Israel adquiere no solo su libertad como nación, sino que
en el Sinaí se convierte en un pueblo, el pueblo de Dios, e inicia su vida como
nación santa, dedicada al culto de Dios.
Bibliografía
Archer, Gleason. 1981. Reseña crítica de una introducción al Antiguo Testamento, Grand
Rapids, Michigan: Editorial Portavoz.
Benware, Paul. 1994. Panorama del Antiguo Testamento. Michigan: Editorial Portavoz.
Marull, David. 2020. “Los hicsos no invadieron Egipto, ya vivían allí cuando se
proclamaron faraones”, la Vanguardia (16 de julio), en
https://www.lavanguardia.com/cultura/20200716/482333100187/hicsos-egipto-invasion-
extranjeros-arqueologia-nilo-faraones.html. Consultado el 13 de agosto de 2021
Mayans, Carme. 2020. “Los hicsos no invadieron Egipto”, National Geographic (18 de
julio), en h t t p s : / / h i s t o r i a . n a t i o n a l g e o g r a p h i c . c o m . e s / a / h i c s o s - n o -
invadieron-egipto_15536. Consultado el 9 de abril de 2021.