Está en la página 1de 7

Quiebres

Gestión de
Equipos de Alto
Rendimiento

1
¿Qué son los “Quiebres”?
Un quiebre es una Hay sucesos o situaciones en la vida que nos producen un “quiebre”, una
interrupción en el fluir ruptura en el transitar cotidiano de nuestra vida. Los quiebres implican que
transparente de la vida aquellas cosas que no veíamos, que eran invisibles para nosotros, se
(Echeverría, 2009). transformen en algo visible y nos hagan conscientes de su ocurrencia.

¿Por qué hablamos de quiebres y no problemas u


oportunidades?: Echeverría, 1994, eligió la noción de
quiebre ya que, el concepto de problema y oportunidad está
ligado a la concepción tradicional del mundo, que postula
que tanto las dificultades como oportunidades que
enfrentamos en la vida “existen por sí mismas, con
independencia nuestra”. Por el contrario, la noción de
quiebre permite subrayar que las dificultades y
oportunidades son tales en función del tipo de observador
que somos.

Sostiene que muchos de los “problemas” que vivimos se


disuelven como tales o se convierten en oportunidad de
aprendizaje si variamos el juicio y la interpretación con la
cual declaramos el quiebre. (Collado Apiolaza, 2016, p. 99).

En los módulos anteriores, hemos trabajado en profundidad los actos


lingüísticos, recordemos entonces que las personas utilizamos el lenguaje
como un factor recursivo, es decir, nos permite el lenguaje volvernos sobre
nosotros mismos para reinterpretar nuestro propio lenguaje. Cuando
interpretamos nuestro lenguaje, cuestionamos nuestras propias
decisiones, el sentido de la vida, la propia existencia. El lenguaje nos
permite dar sentido a nuestra existencia.

Somos seres capaces de realizar cuestionamientos a nuestra persona,


reflexionar sobre los acontecimientos, y somos capaces de pensar, buscar
razones que expliquen el acontecer diario.

Reflexionamos sobre lo que acontece, sobre nuestras experiencias, pero


también sobre la manera en la que reflexionamos, lo cual nos permite
buscar maneras más poderosas de llevar adelante nuestras
interpretaciones de los hechos.

Transparencia y quiebre

2
Rafael Echeverría nos introduce a los conceptos de transparencia y quiebre
mediante la utilización de ejemplificaciones de la vida cotidiana:

Cuando, por ejemplo, caminamos, subimos la escala,


martillamos un clavo en la pared, escribimos en el
computador, hablamos por teléfono, andamos en bicicleta,
comemos en la mesa, cocinamos, etcétera, lo hacemos en
transparencia. Ello implica que no tenemos la atención
puesta en cada paso que damos al caminar o en cada
movimiento que hacemos con las manos al escribir en el
computador. Tampoco proyectamos por anticipado el
movimiento que haremos a continuación. La acción
transparente no sigue los supuestos ofrecidos por la
interpretación de la acción racional.

Sostenemos que sólo emerge la deliberación, la


conciencia de lo que estamos ejecutando, cuando este fluir
en la transparencia, por alguna razón, se ve interrumpido:
cuando se produce lo que llamamos un quiebre.

Un quiebre, diremos, es una interrupción en el fluir


transparente de la vida.

Volvamos a algunos de los ejemplos anteriores y


examinemos algunas situaciones en las que la transparencia
se quiebra. Si en nuestro manejar hacia la oficina resulta que
al acercarnos a cada semáforo lo encontramos con luz roja,
es muy posible que luego de detenernos en los primeros, los
que sigan nos serán muy visibles y comenzaremos a pensar
en cómo es posible que no los sincronicen. Aquello que
antes nos era transparente emerge ahora en nuestro campo
de atención, tomamos conciencia de ello y concita nuestro
pensamiento. Sólo entonces nuestra acción se rige por los
padrones de la acción racional. A partir del quiebre de la
transparencia, constituimos la relación sujeto-objeto y
comenzamos a pensar en cómo reestablecer la
transparencia perdida. (Echeverría, 2009, p. 106).

¿Cuándo se generan los quiebres?

El quiebre, entendido como el interrumpir de una transparencia habitual,


se genera a partir de un acontecer que es interpretado por nosotros como

3
quiebre. Esto quiere decir que el quiebre en sí es un juicio, una opinión que
sostenemos sobre lo que sucede en el entorno, y es visto como algo que
difiere de lo que debía acontecer. Cuando se genera un quiebre, se debe a
que emitimos un juicio sobre el hecho de que algo que ocurre no es
coherente con lo que esperábamos que ocurriese. La existencia del quiebre
se da, entonces, por nuestra capacidad, como seres lingüísticos, de emitir
juicios.

Si en nuestro accionar se interrumpe la transparencia, eso se debe a


nuestra capacidad de hacer juicio sobre lo que ocurrió y no a la
interrupción en sí misma. Si quisiéramos reconstruir lingüísticamente un
quiebre, deberíamos decir: “Aquello que sucede no es como lo esperaba”;
sin embargo, no es la expresión más común que utilizamos cada vez que un
acontecimiento nos interrumpe nuestras acciones.

Una de las principales posturas para diferenciar la palabra quiebre de la


palabra problema radica en la concepción tradicional de los problemas.
Estos últimos tienen una connotación negativa, fundamentalmente
construida por nuestras historias y experiencias pasadas. Cuando las
personas hablamos de problemas, nuestra visión sobre ellos es hacer
referencia a una situación cuyas consecuencias son negativas para nuestro
actuar; sin embargo, cuando hablamos de un quiebre, este puede referirse
tanto a un aspecto negativo como a uno positivo. Dependerá no solo del
acontecimiento, sino del juicio de valor que hacemos sobre este.

La concepción de problema frente a quiebre radica en que los estos


últimos habitan en el observador que somos. Somos nosotros mismos
quienes definimos la existencia o no de un quiebre y permitimos que un
acontecimiento, de acuerdo al juicio que hacemos sobre él, nos interrumpa
nuestra transparencia habitual.

Cuando hablamos de quiebre, damos responsabilidad al observador que


estamos siendo sobre cómo interpreta el acontecimiento. Los problemas,
por otro lado, vienen cargados de la concepción de que existen por sí
mismos, aunque sepamos que esto no es así. Se utiliza el término quiebre
para separar ambas distinciones.

El hecho de que los quiebres puedan ser negativos o positivos dependerá


del juicio que hagamos sobre ellos y de las posibilidades futuras que nos
generen. Cuando la transparencia se quiebra, por ejemplo, porque
olvidamos las llaves del auto dentro de este y no podremos asistir a tiempo
a la reunión de directorio, las consecuencias serán juzgadas
negativamente; decimos, entonces, que el quiebre es negativo. Por otro
lado, la transparencia de nuestro andar puede verse interrumpida porque
hemos sido promocionados en el trabajo mediante una declaración de

4
nuestro jefe. De este modo, nuestro día a día transparente también se ve
interrumpido, pero juzgamos ese acontecimiento como algo favorable para
nuestra carrera y desarrollo personal, motivo por el cual se constituye en
un quiebre positivo.

Las posibilidades de acción se restringen cuando el quiebre es negativo y se


expanden cuando el quiebre es positivo.

Declaración de quiebres, fuentes internas y externas

Hasta ahora hemos hablado de la existencia de quiebres en relación a un


acontecimiento que se genera “externamente” e interrumpe nuestro
accionar; sin embargo, los quiebres también pueden generarse
internamente. Mediante una declaración una persona también puede
interrumpir su accionar habitual.

Hemos mencionado en módulos anteriores que una declaración genera


mundo, es decir, cuando se realiza una declaración, modificamos el
acontecer de los hechos. Podemos hacer declaraciones y diseñar, entonces,
quiebres en nuestra vida. Los quiebres, hemos dicho, son juicios, y los
juicios son un tipo de declaración. Es a través de la realización de
declaraciones que tenemos la enorme posibilidad de generar quiebres sin
esperar que algo acontezca, sino, simplemente, declarándolo. Un ejemplo
de esta fuente de generación de quiebres es la declaración: “Basta”.
Cuando decimos “basta” a una relación improductiva, interrumpimos el
curso habitual de las cosas, declaramos un final a la relación y, por
consiguiente, se produce un quiebre, ya que las acciones no vuelven a ser
las mismas, se ha interrumpido la transparencia.

Lo que ocurre con la declaración es que hemos generado un quiebre,


cuando no lo había. Al realizar la declaración, lo que antes no era un
problema en sí, o no había acontecido, se ha convertido. Si observamos la
inversa, también podremos decir que lo que antes sí era un problema,
mediante una declaración dejó de serlo.

Los quiebres en sí no son buenos ni malos. No podemos evitar que


sucedan, y menos aún podemos pretender que no existan. Cada
interrupción en nuestra transparencia genera oportunidades de
crecimiento tanto personal como profesional, lo cual dependerá de nuestra
capacidad de realizar interpretaciones que construyan posibilidades de
acción futuras positivas. De acuerdo a los juicios que hacemos sobre los
quiebres son las posibilidades de acción que generamos para nosotros y
para quienes nos rodean.

5
Bibliografía de referencias
Agüero, A. M., y Sturich, T. (2008). Formación en Coaching Ontológico.
Córdoba: Consultora R.Q.

Asociación Cordobesa Profesionales del Coaching. (2011). La excelencia


como posibilidad. Córdoba: Consultora S.R.L.

Coaching, A. A. (s. f.). Asociación Argentina de Profesionales de Coaching.


Significación del Coaching Ontológico constructivista y sistémico. (2015)
Lenven Anclas

Collado Apiolaza, V. (2016). Mediación y coaching ontológico. Revista de


mediación familiar chilena, 3(1) 94-101. Recuperado de:
http://www.mediacionchile.cl/media/2017/01/libro-mediacion22-12-
2016.pdf#page=94

Echeverría, R. (1996). Ontología del Lenguaje. Santiago de Chile: Dolmen.

Echeverría, R. (2008). El observador y su mundo. Santiago de Chile:


Comunicaciones Noreste Ltda.

Echeverría, R. (2009). Ontología del lenguaje. Santiago de Chile:


Comunicaciones Noreste Ltda.

Echeverría, R. (2011). Ética y Coaching Ontológico. Buenos Aires: Ediciones


Granica S. A.

Flores, F. (1990). Inventando la empresa del siglo XXI. Santiago de Chile:


Dolmen.

Flores, F. (1994). Creando organizaciones para el futuro. Santiago de Chile:


Dolmen.

Hidalgo, I. (2009). Gestión Ontológica. Estado de Miranda: Mil Palabras.

Maturana, H. (2007). El árbol del conocimiento. Santiago de Chile:


Universitaria.

Maturana, H., y Ludewig, K. (1994). Reflexiones y conversaciones. Córdoba:


FUPALI.

Maturana, H., y Nisis, S. (1999). Transformación en la convivencia. Santiago


de Chile: Dolmen.

6
Raij, S. (2013). Coaching para el alma. Buenos Aires: Paidós.

También podría gustarte