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Adolescentes y redes sociales

La supervisión de un adulto debe ser constante y permanente para evitar


que los niños estén expuestos y vulnerables.
Para muchos padres, el que sus hijos participen en las redes sociales es
una preocupación permanente y que no siempre saben cómo abordar. Para
ellos, la psicóloga del Centro de Adolescentes y Jóvenes de Clínica Las
Condes, Alejandra Díaz, entrega algunas recomendaciones para que los
menores puedan disfrutar las ventajas de WhatsApp, Facebook, Instagram
y Twitter, de forma segura y responsable.

A juicio de la psicóloga, la edad mínima para acceder a este tipo de instancia debiera ser alrededor de los
14 años: “Si existe la necesidad de acceder a una red social antes de esta edad, debe ser necesariamente a través
del consentimiento paterno”. Sin embargo, la edad media de inicio en la telefonía móvil, por ejemplo, es
entre los 10 y los 12 años aproximadamente. En estos casos, agrega, “lo adecuado es no contratar servicios de
internet para dispositivos móviles y así limitar el acceso a ella sólo a través de los computadores de la casa”.

Es importante estimular en niños y adolescente el valor que tiene la comunicación directa por encima de la
comunicación mediada por objetos tecnológicos, y en lo posible postergar al máximo el acceso a redes
sociales u otros. “Hasta los 10 años resulta necesaria una supervisión directa y muy concreta por parte de los
cuidadores.

Sentarse con los hijos mientras ellos usan internet y no dejarlos nunca solos frente a la pantalla. Entre los 11
años y los 14 años los púberes y adolescentes tempranos tienen más experiencia en Internet, pero no se deben
dejar sin supervisión y control cuando se conectan, para evitar que estén expuestos y vulnerables frente a
material inadecuado.

A partir de los 15 años, los adolescentes medios y tardíos deben tener un acceso con menores
restricciones. Pero los padres tienen que estar disponibles para ayudar a sus hijos a comprender mensajes
inapropiados, a no exponerse y a tomar buenas decisiones”, señala la psicóloga del Centro de Adolescentes y
Jóvenes.

En el caso de los adolescentes, explica, “los jóvenes y adolescentes necesitan sentirse partícipes de algo, de
tener su propio sitio personal y de construir una red de amigos. Se buscan sentimientos de pertenencia y
afiliación, información, identidad y valores, los que determinan la forma de relacionarse en las redes”. Sin
embargo, los adolescentes no tienen su cerebro completamente desarrollado, lo que los vuelve más vulnerables
y predispone a conductas de riesgo. Por lo mismo, es indispensable que un adulto esté constantemente
supervisando la actividad que tienen en la red.

Beneficios y riesgos

El uso de redes sociales sí tiene beneficios para los menores. “Se ha mostrado que Internet estimula un mayor
número de regiones cerebrales, aumenta la memoria de trabajo, produce una mayor capacidad de
aprendizaje perceptual y permite hacer frente a varios estímulos de manera simultánea.

Los nativos digitales tienen mejor habilidad para tomar decisiones rápidas. También genera beneficios en
discapacitados auditivos”, señala la psicóloga Alejandra Díaz.

“Es necesario al comunicarse en forma virtual que los adolescentes logren releer lo que quieren transmitir y
sean cuidadosos en los momentos de alta intensidad emocional, lo cual va ligado a su capacidad de
reflexión, de control de impulsos y de postergación de la satisfacción inmediata de una necesidad. Es por
esto que resulta fundamental la guía y la educación que puedan realizar los adultos significativos, tanto en la
generación de filtros informáticos como en el desarrollo de la capacidad de autocontrol y autodirección en la
red”, añade.

Pero esta participación, dice, también puede tener riesgos: “El feedback virtual puede ser perjudicial para
algunos adolescentes, ya que se pueden expresar desde el anonimato, con un distanciamiento afectivo
importante, con bajo nivel de empatía, una utilización del “pensamiento hablado” y con una gran
dificultad para evaluar lo que sus mensajes están generando en el otro. Todo ello tiene consecuencias
negativas en la construcción de la identidad de los jóvenes, especialmente cuando la difusión de contenidos
negativos o descalificadores se propaga muy rápido y alcanza niveles insospechados”.

A veces ocurre que algunos adolescentes tienen dificultades para diferenciar el contenido público del
privado: “No logran acceder a una conciencia que les permita evitar exponerse o verse expuestos a situaciones
que, en lo inmediato, les pueden generar altos niveles de estrés y daños importantes en la visión de sí mismos,
con serios riesgos para su salud mental”.

El abuso de redes sociales ha mostrado una asociación con depresión, Síndrome de Déficit Atencional con
Hiperactividad, insomnio, disminución de horas total de sueño, disminución del rendimiento académico,
repitencia y abandono escolar. También ha sido asociado con un amplio rango de problemas psicosociales.

Supervisión de un adulto

Los siguientes son ejemplos de intervenciones que los padres pueden realizar como protección con sus hijos
adolescentes:

 Reducir tiempo de uso de redes sociales y de objetos tecnológicos a una o dos horas por día.
 Definir en familia espacios libres de aparatos electrónicos.
 Educar en mecanismos de autorregulación, ayudando a equilibrar las actividades online con las
actividades offline.
 Hablar con el/la adolescente sobre el uso de Internet, mostrándole que se confía en sus criterios y en su
“no ingenuidad” (al hablar con ellos evitar actitud desconfiada y controladora para llegar a un acuerdo
de uso seguro).
 Trabajar en la comprensión de las consecuencias de lo que se hace y/o se dice en la web.
 Instruirse en el uso de Internet y redes sociales. Conocer la jerga que se utiliza en ellas.
 Recibir y pagar las cuentas de los celulares de los hijos (para tener la información de uso).
 Crear una lista de reglas (sitios a los que puede acceder, tiempos de uso, horarios, contenidos).
 Ubicar los computadores en lugares comunes (salas de estar) e instalar herramientas de filtros de
contenido.
 Controlar el historial de las páginas visitadas en el computador (si se ha vaciado el fichero,
probablemente es por alguna razón). Los adolescentes deben saber que el historial del computador será
verificado frecuentemente.
 Durante la noche, desconectar Wi Fi y dejar los celulares fuera de la pieza.
 Si un adolescente tiene acceso a una página que no es aceptable, los padres no deben reaccionar en
forma exagerada.
 Educar respecto de los riesgos asociados al uso de las redes sociales.
 Ser consistentes con las consecuencias de un mal uso de las redes sociales. Para transgresión de normas
deben existir sanciones consistentes y aplicables.
 Estar alertas a cualquier variación significativa en el comportamiento físico, cognitivo, emocional y
social del adolescente.
Cómo afecta el uso de las redes sociales a los adolescentes
Los expertos dicen que los niños están creciendo con más ansiedad y menos autoestima

Muchos padres se preocupan por la forma en que la exposición a la tecnología podría afectar a los niños
pequeños desde el punto de vista del desarrollo. Sabemos que nuestros niños en edad preescolar están
adquiriendo nuevas habilidades sociales y cognitivas a un ritmo impresionante y no queremos que horas
pegados a un iPad se lo impidan. Pero la adolescencia es un período igualmente importante y de rápido
desarrollo, sin embargo, muy pocos de nosotros estamos prestando atención a cómo el uso de la tecnología de
nuestros adolescentes ̶ mucho más intenso e íntimo que el uso de un niño de 3 años jugando con el iPhone de
papá ̶ los está afectando. De hecho, a los expertos les preocupa que las redes sociales y los mensajes de texto,
que se han vuelto tan esenciales para la vida adolescente, estén promoviendo la ansiedad y disminuyendo la
autoestima.

Comunicación indirecta
Los adolescentes son maestros en mantenerse ocupados durante horas después de la escuela y hasta mucho
después de la hora de acostarse. Cuando no están haciendo su tarea (y cuando la hacen) están en línea y en sus
teléfonos, enviando mensajes de texto, compartiendo, provocando, desplazando el cursor de arriba hacia abajo,
lo que sea. Por supuesto, antes de que todos tuvieran una cuenta de Instagram, los adolescentes también se
mantenían ocupados, pero era más probable que hablaran por teléfono o en persona cuando salían al centro
comercial. Aunque pudo haber parecido una gran cantidad de reuniones sin sentido, lo que estaban haciendo era
experimentando, probando habilidades, teniendo éxito y fracasando en cientos de pequeñas interacciones en
tiempo real, que los niños de hoy se están perdiendo. Por su parte, los adolescentes modernos están aprendiendo
a comunicarse mayormente mientras miran una pantalla, no a otra persona.

“Como especie estamos muy en sintonía con la lectura de señales sociales”, dice la Dra. Catherine Steiner-
Adair, psicóloga clínica y autora de The Big Disconnect (La Gran Desconexión). “No hay duda de que los niños
se están perdiendo habilidades sociales muy críticas. De alguna manera, enviar mensajes de texto y comunicarse
en línea no es como si creara una discapacidad de aprendizaje no verbal, sino que coloca a todos en un contexto
de discapacidad no verbal, donde el lenguaje corporal, la expresión facial e incluso los tipos más pequeños de
reacciones vocales se vuelven invisibles”.

Disminuyendo los riesgos

Ciertamente, hablar de forma indirecta crea una barrera para una comunicación clara, pero eso no es todo.
Aprender a hacer amigos es una parte importante del crecimiento, y la amistad requiere una cierta cantidad de
toma de riesgos. Esto es cierto para hacer un nuevo amigo y también es cierto para mantener amistades. Cuando
hay problemas que hay que enfrentar, grandes o pequeños, se requiere valentía para ser honesto acerca de sus
sentimientos y luego escuchar lo que la otra persona tiene para decir. Aprender a cruzar efectivamente estos
puentes es parte de lo que hace que la amistad sea divertida, emocionante y también aterradora. “Parte de la
autoestima saludable es saber cómo decir lo que piensa y siente, incluso cuando está en desacuerdo con otras
personas o si se siente emocionalmente arriesgado”, señala la Dra. Steiner-Adair.

Pero cuando la amistad se lleva a cabo en línea y a través de textos, los niños lo hacen en un contexto despojado
de muchos de los aspectos más personales y a veces intimidantes, de la comunicación. Es más fácil mantener la
defensa en alto cuando estás enviando mensajes de texto, por lo que hay menos en juego. No estás escuchando o
viendo el efecto que tus palabras están causando en la otra persona. Debido a que la conversación no está
sucediendo en tiempo real, cada parte puede tomar más tiempo para considerar una respuesta. No es de extrañar
que los niños digan que llamar a alguien por teléfono es “demasiado intenso”; requiere una comunicación más
directa y si no está acostumbrado a eso, puede sentirse atemorizado.
Si los niños no practican lo suficiente relacionándose con otras personas y satisfaciendo sus necesidades en
persona y en tiempo real, muchos de ellos crecerán hasta convertirse en adultos ansiosos acerca del medio
principal de comunicación de nuestra especie: hablar. Y, por supuesto, las negociaciones sociales solo se
vuelven más riesgosas a medida que la gente envejece y comienza a navegar en relaciones románticas y empleo.

Acoso cibernético y el síndrome del impostor

El otro gran peligro que proviene de que los niños se comuniquen más de forma indirecta es que se ha vuelto
más fácil ser cruel. “Los niños envían todo tipo de mensajes que ni en un millón de años contemplarían decirle a
nadie en la cara”, dice la Dra. Donna Wick, una psicóloga clínica y de desarrollo que dirige Mind to Mind
Parent. Ella señala que esto parece ser especialmente cierto en el caso de las niñas, a quienes generalmente no
les gusta estar en desacuerdo en la “vida real”.

“Esperas enseñarles que pueden estar en desacuerdo sin poner en peligro la relación, pero lo que las redes
sociales les están enseñando a hacer es estar en desacuerdo de maneras más extremas que ponen en peligro la
relación. Es exactamente lo que no quieres que suceda”, dice ella.

La Dra. Steiner-Adair concuerda con que las niñas corren un riesgo especial. “Las niñas se socializan más para
compararse con otras personas, en particular con otras niñas, para desarrollar sus identidades, por lo que las
hace más vulnerables a la desventaja de todo esto”. Ella advierte que a menudo la falta de autoestima sólida es
la culpable. “Olvidamos que la agresión relacional proviene de la inseguridad y de sentirse mal contigo mismo,
y el deseo de derribar a otras personas para sentirse mejor”.

La aceptación entre sus iguales es importante para los adolescentes, y muchos de ellos se preocupan por su
imagen tanto como un político que se postula para un cargo y para ellos puede sentirse tan serio. Agregue a eso
el hecho de que los niños de hoy están obteniendo datos reales de encuestas sobre cuánto les gustan a las
personas o sobre su apariencia, a través de cosas como “me gusta”. Es suficiente para que alguien no mire.
¿Quién no querría verse más chévere si puede? Entonces los niños pueden pasar horas podando sus identidades
en línea, tratando de proyectar una imagen idealizada. Las adolescentes clasifican centenares de fotos,
agonizando sobre cuáles publicar en línea. Los chicos compiten por la atención tratando de superar a los demás,
empujando todo lo que pueden en la ya desinhibida atmósfera en línea. Los niños hacen pandillas unos contra
otros.

Los adolescentes siempre han estado haciendo esto, pero con el advenimiento de las redes sociales se enfrentan
a más oportunidades y más trampas que nunca. Cuando los niños se desplazan a través de sus muros en redes
sociales y ven qué bien parecen todos, solo aumenta la presión. Estamos acostumbrados a preocuparnos por los
ideales poco prácticos que los modelos de revistas retocados digitalmente le dan a nuestros hijos, pero ¿qué
sucede cuando el chico de al lado también está retocado? Aún más confuso, ¿qué pasa cuando tu propio perfil
no representa realmente a la persona que sientes que eres en tu interior?

“La adolescencia y en particular el principio de la década de los veinte, son los años en los que eres muy
consciente de los contrastes entre quién pareces ser y quién crees que eres”, dice el Dr. Wick. “Es similar al
‘síndrome impostor’ en psicología. A medida que envejeces y adquieres más dominio, empiezas a darte cuenta
de que en realidad eres bueno en algunas cosas y luego sientes que esa brecha, con suerte, se estrecha. ¡Pero
imagine que su miedo más profundo y tenebroso es que no sea tan bueno como parece, y luego imagine que
necesita verse tan bien todo el tiempo! Es agotador”.

Como explica la Dra. Steiner-Adair, “la autoestima proviene de la consolidación de lo que eres”. Cuantas más
identidades tengas, y cuanto más tiempo pases haciéndote pasar por alguien que no eres, más difícil será sentirte
bien acerca de ti mismo.
Acecho (y ser ignorado)

Otro gran cambio que ha llegado con la nueva tecnología, y especialmente con los teléfonos inteligentes, es que
nunca estamos realmente solos. Los niños actualizan sus estados, comparten lo que están viendo, escuchando y
leyendo, y tienen aplicaciones que les permiten a sus amigos conocer su ubicación específica en un mapa en
todo momento. Incluso si una persona no está tratando de mantener a sus amigos actualizados, nunca estará
fuera del alcance de un mensaje de texto. El resultado es que los niños se sienten hiperconectados entre sí. La
conversación nunca debe detenerse y parece que siempre sucede algo nuevo.

“Independientemente de lo que pensemos sobre las ‘relaciones’ mantenidas y en algunos casos iniciadas en las
redes sociales, los niños nunca obtienen un descanso de ellas”, señala el Dr. Wick. “Y eso, en sí mismo, puede
producir ansiedad. Todos necesitan un respiro de las demandas de intimidad y conexión; tiempo a solas para
reorganizarse, reponerse o simplemente relajarse. Cuando no tienes eso, es fácil convertirte en alguien
emocionalmente agotado y terreno fértil para que la ansiedad se reproduzca”.

De igual modo, es sorprendentemente fácil sentirse solo en medio de toda esa hiperconexión. Por un lado, ahora
los niños saben con certeza deprimente cuando se les ignora. Todos tenemos teléfonos y todos respondemos a
las cosas con bastante rapidez, de modo que cuando esperas una respuesta que no llega, el silencio puede ser
ensordecedor. El tratamiento silencioso puede ser un insulto estratégico o simplemente el desafortunado efecto
secundario de una relación adolescente en línea que comienza intensamente, pero luego se desvanece.

“En los viejos tiempos, cuando un niño iba a romper contigo tenía que tener una conversación contigo. O al
menos tenía que llamar “, dice el Dr. Wick. “En estos días, podría desaparecer de tu pantalla y podrías nunca
llegar a tener la conversación sobre… ¿Qué hice?”. Con frecuencia los niños quedan imaginándose lo peor de sí
mismos.

Pero incluso cuando la conversación no termina, estar en constante estado de alerta puede provocar ansiedad.
Podemos sentir que estamos siendo dejados de lado y nosotros mismos hacer de lado a los demás, y nuestra
necesidad humana de comunicarnos también se delega de manera efectiva de ese modo.

¿Qué deberían hacer los padres?

Ambos expertos entrevistados para este artículo coincidieron en que lo mejor que pueden hacer los padres para
minimizar los riesgos asociados con la tecnología es reducir primero su propio consumo. Depende de los padres
dar un buen ejemplo de cómo se ve el uso saludable de la computadora. La mayoría de nosotros revisa
demasiado nuestros teléfonos o nuestro correo electrónico, ya sea por interés real o por el hábito nervioso. Los
niños deberían estar acostumbrados a ver nuestras caras, no nuestras cabezas inclinadas sobre una pantalla.
Establezca zonas libres de tecnología en la casa y horas sin tecnología, en las que nadie usa el teléfono,
incluidos mamá y papá. “No entre por la puerta después del trabajo en medio de una conversación”, aconseja la
Dra. Steiner-Adair. “No camine por la puerta después del trabajo, diga ‘hola’ rápidamente y luego ‘simplemente
revise su correo electrónico’. Por la mañana, levántese media hora antes que sus hijos y revise su correo
electrónico en ese momento. Préstele toda su atención hasta que salgan por la puerta. Y ninguno de ustedes
debería usar teléfonos en el automóvil hacia o desde la escuela porque ese es un momento importante para
hablar”.

Limitar la cantidad de tiempo que pasa enchufado a las computadoras no sólo proporciona un contrapunto
saludable para el mundo obsesionado con la tecnología, sino que también fortalece el vínculo entre padres e
hijos y hace que los niños se sientan más seguros. Los niños necesitan saber que usted está disponible para
ayudarlos con sus problemas, hablar sobre su día o para darles una perspectiva realista.“Son los mini momentos
de desconexión, cuando los padres están demasiado concentrados en sus propios dispositivos y pantallas, que
diluyen la relación entre padres e hijos”.
Los riesgos de las redes sociales en la salud mental de los adolescentes

Las redes sociales forman parte de nuestra vida. Plataformas como Facebook, Twitter e
Instagram han revolucionado la manera de conectar entre nosotros y son utilizadas por
una de cada cuatro personas en todo el mundo.

Las redes sociales se han convertido en un espacio en el que formamos y


construimos relaciones, configuramos nuestra propia identidad, y nos expresamos
y conocemos el mundo que nos rodea. ¿Pero hemos valorado suficientemente qué riesgos supone?

La mayor incidencia del uso de las redes sociales se da entre los jóvenes de 16 a 24 años, un periodo crucial
para el desarrollo emocional y psicosocial de las personas. Precisamente por ello, es necesaria una mayor
comprensión del impacto de las redes sociales en los jóvenes, poniendo especial interés en cómo éstas pueden
afectar a su salud mental.

¿De qué manera las redes sociales afectan a la salud mental?

Muchos jóvenes no han conocido un mundo sin acceso a Internet y redes sociales. El uso diario, o casi diario de
Internet, ha aumentado rápidamente en la última década. En 2007, sólo el 22% de las personas del Reino Unido
tenían al menos un perfil en las redes sociales; mientras que el 2016, esta cifra había aumentado al 89%. Ser un
adolescente es ya bastante difícil, pero las presiones a las que se enfrentan los jóvenes conectados a las
redes, son sin duda únicas para esta generación digital.

Sabemos que las redes sociales más populares son fuente de innumerables beneficios y ventajas para sus
usuarios, pero también generan efectos secundarios poco saludables. Un nuevo estudio, realizado entre
jóvenes británicos, se centra en un problema muy particular: el bienestar y la salud mental de los usuarios de
estas aplicaciones, sobre todo Instagram, la que se considera la peor red para la salud mental de los
adolescentes.

Los efectos negativos: Ansiedad y depresión

Uno de cada seis jóvenes experimentará un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida, y las
tasas de ansiedad y depresión en los jóvenes han aumentado un 70%. El estudio ha demostrado que cuatro de
cada cinco jóvenes afirman que el uso de las redes sociales provoca que sus sentimientos de ansiedad empeoren.
Ver amigos constantemente de vacaciones o disfrutando de las noches, puede hacer que los jóvenes sientan que
se están perdiendo cosas mientras que otros disfrutan de la vida. Estos sentimientos pueden promover un
"comparar" y un efecto de "desesperación".

Las imágenes a menudo poco realistas que se ofrecen en las redes sociales pueden hacer que los jóvenes tengan
sentimientos de autoconciencia, baja autoestima y la búsqueda del perfeccionismo que puede manifestarse
como trastornos de ansiedad.

El uso de las redes sociales durante más de dos horas al día también se ha asociado, de forma independiente,
con la mala auto apreciación de la salud mental, un aumento de los niveles de angustia psicológica y la ideación
suicida. Este fenómeno se ha etiquetado incluso como "depresión de Facebook".

Dormir

El sueño y la salud mental están estrechamente relacionados. El sueño es especialmente importante en los
jóvenes y adolescentes, ya que el dormir es un momento clave para su desarrollo. El sueño es esencial para que
podamos funcionar correctamente durante el día y los adolescentes necesitan alrededor de 1-2 horas más de
sueño diaria que los adultos.
Numerosos estudios han demostrado que el uso creciente de redes sociales tiene una asociación significativa
con la mala calidad del sueño en los jóvenes. Utilizar las redes sociales a través de teléfonos, ordenadores
portátiles y tabletas por la noche antes de dormir también está relacionado con un sueño de mala calidad. Se
piensa que el uso de luces LED antes del sueño, puede interferir y bloquear procesos naturales en el cerebro que
desencadenan sensaciones de somnolencia, así como la liberación de la hormona del sueño, la melatonina.

Esto significa que se tarda más en dormir y las personas terminan consiguiendo menos horas de sueño cada
noche. Uno de cada cinco jóvenes afirma despertarse durante la noche para consultar mensajes en las
redes sociales, lo que multiplica por tres el hecho de sentirse cansados en la escuela, en comparación con los
compañeros de clase que no utilizan las redes sociales durante la noche.

Imagen corporal

La imagen corporal es un problema para muchos jóvenes, tanto hombres como mujeres. Hay 10 millones de
fotografías nuevas cargadas sólo en Facebook cada hora, ofreciendo constantemente las posibilidades de
compararse. Un estudio también ha demostrado que las chicas expresaban un deseo para cambiar su
apariencia como la cara, el pelo y/o la piel después de pasar tiempo en Facebook.

Acoso cibernético

El acoso durante la infancia es un factor de riesgo importante para una serie de problemas, incluida la salud
mental. El aumento de las redes sociales ha hecho que casi todos los niños y jóvenes estén en contacto constante
entre ellos. La jornada escolar permite interacciones cara a cara y el tiempo en casa está lleno de contactos a
través de las plataformas de las redes sociales. Aunque buena parte de esta interacción es positiva, también
presenta oportunidades para aquellos que quieren continuar con su abuso incluso cuando no están físicamente
cerca de un individuo.

El aumento de la popularidad de las aplicaciones de mensajería instantánea, como Snapchat y WhatsApp,


también puede convertirse en una problema ya que actúan como vehículos rápidos para difundir mensajes
de propaganda y difundir imágenes.

Siete de cada 10 jóvenes han experimentado ciberacoso. Estas estadísticas son extremadamente preocupantes
para la salud general y el bienestar de nuestros jóvenes. Las víctimas de acoso escolar tienen más posibilidades
de experimentar bajo rendimiento académico, depresión, ansiedad, sentimientos de soledad y cambios en los
patrones de sueño y de alimentación, que podrían alterar su vida.

Miedo a perderse alguna cosa (FOMO)

FOMO son las iniciales de fear of missing out, que se puede traducir por "miedo a perderse algo". La expresión
describe una nueva forma de ansiedad surgida con la popularización del móvil y las redes sociales, una
necesidad compulsiva de estar conectados.

En esencia, FOMO es la preocupación que los eventos sociales, o de cualquier otro tipo, puedan tener lugar sin
que estemos presentes para disfrutar. FOMO se caracteriza por la necesidad de estar constantemente conectado
con lo que hacen los demás, para no perderse nada. El intercambio de fotos y vídeos en las redes sociales
significa que los jóvenes experimentan una corriente prácticamente interminable de experiencias de otros, que
potencialmente pueden alimentar los sentimientos de que se están perdiendo cosas.
Los efectos positivos:
Pero no todo es malo en las redes: los aspectos más positivos en los que destacaron estas apps fueron la
capacidad de tomar conciencia (sobre todo en YouTube), de expresarse y encontrar una identidad propia
(Instagram) y de crear comunidad y encontrar apoyo emocional (Facebook).

Auto expresión e identidad propia

La auto expresión y la identidad propia son aspectos importantes del desarrollo en jóvenes y adolescentes. Esta
etapa es un momento en que los jóvenes intentan experimentar cosas nuevas, diferentes aspectos de sí mismos y
su identidad. A lo largo de este periodo, los jóvenes tienen un medio para expresarse y explorar quién son.

Los medios sociales pueden actuar como una plataforma eficaz para una auto expresión positiva, que les
permita presentar lo mejor de sí mismos. Son capaces de personalizar sus perfiles con imágenes, vídeos y
palabras que expresan quiénes son y cómo se identifican con el mundo. Las plataformas de medios sociales
también son lugares para que los jóvenes compartan contenido creativo y puedan expresar sus intereses y
pasiones con los demás. Ser capaz de "gustar" o "seguir" páginas o grupos, hace que los jóvenes puedan
construir un "catálogo de identidad" que los represente.

Hacer, mantener y construir relaciones

Las plataformas de las redes sociales ofrecen a los jóvenes una herramienta útil para hacer, mantener o
hacer realidad relaciones interpersonales a nivel mundial. Esto puede ser a través de estar conectado con
amigos y familiares de todo el mundo, que de otro modo sería imposible. También pueden realizar nuevos
amigos a través de las redes, aunque los jóvenes deberían abordar esto con precaución y sólo deberían
encontrarse por primera vez en entornos seguros.

El aspecto de la construcción de comunidades también es un elemento positivo. Al unirse a "grupos" o


"páginas", los jóvenes pueden rodearse de personas similares con quienes comparten sus pensamientos o
inquietudes. Estos grupos pueden ser minorías en el mundo real, pero pueden crear comunidades en línea que
proporcionen una red segura para los jóvenes, tales como aquellos de la comunidad LGBT o las minorías
étnicas. Los medios sociales permiten que estos jóvenes se conecten y generen sentido de comunidad, a pesar de
la separación geográfica.
Uso de redes sociales en la adolescencia
Las redes sociales en la adolescencia son un fenómeno de masas. Millones de jóvenes buscan refuerzo social a
través de su móvil publicando fotos y contenido personal.
En este artículo analizamos la investigación al respecto y cómo las Redes Sociales afectan al cerebro
adolescente. Descubrirás que la repercusión de las publicaciones de tu hijo puede ser mucho más potente que
unos cuantos «me gusta» de sus amigos.
Los efectos en el cerebro adolescente tras un «me gusta» en las Redes Sociales.
Un equipo de investigadores de la UCLA se ha dedicado a estudiar los efectos del refuerzo de grupo en las
Redes Sociales. Mediante resonancia magnética analizaban los cerebros de adolescentes ante la repercusión de
sus publicaciones en estos medios.
Sus resultados son sorprendentes. Para un adolescente la respuesta cerebral al acumular muchos «me gusta»
en una de sus publicaciones en Redes Sociales es poderosa. Es comparable a la que se produce ante comer
chocolate, ganar mucho dinero o incluso masturbarse.
Además el efecto es más potente cuanto mayor sea la repercusión de la publicación. Esto influye en el
poder adictivo de las Redes Sociales y la constante necesidad de refuerzo en ellas de algunos adolescentes.
Por otra parte, en este estudio se realizaron los ensayos utilizando cuentas anónimas que no tenían relación
con los participantes. Es decir, el adolescente recibía «me gusta» de personas que no conocía. Se piensa que de
provenir este refuerzo positivo de personas conocidas la repercusión sería todavía mayor.
Otro de los efectos interesantes analizados en la investigación se refiere al sentimiento de comunidad. Se
encontró que había mayores probabilidades de que a un adolescente le gustara una foto si ésta ya tenía una gran
cantidad de «me gusta» previos.

Redes Sociales y depresión en la adolescencia.


El profesor Cleland Woods y su equipo de la Universidad de Glasgow han estudiado los efectos de las redes
sociales en el estado de ánimo de los adolescentes.
En su investigación han encontrado que muchos adolescentes tienen una exigencia percibida de
disponibilidad continua. Piensan que deben estar siempre conectados con sus amigos y mantenerse al día de
las novedades. Además perciben la necesidad de responder inmediatamente ante los mensajes.
En este contexto las redes sociales en la adolescencia pueden generar tres efectos:

1. Ansiedad: esta percepción de urgencia y necesidad de conexión con el grupo puede provocar estrés.
Mantener la alerta durante las 24 horas del día, 7 días a la semana es un estresor importante para el
adolescente. A medio plazo incluso pueden producirse alteraciones al mantener la activación y la alerta
de forma artificial.
2. Depresión: el estado de ánimo se puede ver afectado a medio plazo y aparecer síntomas depresivos en el
adolescente.
3. Sueño alterado: puede disminuir la calidad del sueño en el adolescente debido a los resultados
anteriores. Además en el estudio se encontró un efecto inesperado. Aquellos usuarios que se conectaban
por la noche a las redes sociales tenían peor calidad del sueño.

Experiencias negativas en Redes Sociales.


Si piensas que tu hijo no está expuesto a estos riesgos, echa un vistazo a estas estadísticas:

 El 82% de los adolescentes aseguró haber sufrido al menos una experiencia negativa reseñable en
Facebook.
 Más de la mitad de los encuestados reconoció haber padecido un acontecimiento negativo generador de
estrés en Redes Sociales durante al año anterior.
 Hasta un 63% reconoció haber tenido cuatro o más experiencias negativas en Facebook durante su
juventud.
 Aquellos usuarios que en algún momento de su vida han tenido alguna experiencia negativa en
Facebook, tienen más probabilidad de padecer una depresión. Hasta 3,2 veces mayor con respecto a
otras personas que no han sufrido este tipo de traumas.

El uso de Redes Sociales en la adolescencia puede mejorar la memoria a largo plazo.


No todos los efectos de las Redes Sociales son negativos. En un curioso estudio sobre el tema se ha encontrado
un llamativo efecto de estos medios sobre la memoria.
Según Qi Wang y su equipo de la Universidad de Cornwell ayuda a la retención.
Pudiera pensarse que al servir como un almacén externo de memoria empeoraría los recuerdos de la persona.
Sin embargo, los resultados son claros. Las Redes Sociales proporcionan un repositorio único de recuerdos
que ayuda a compartir y almacenar información.
Esta gestión de datos autobiográficos ayuda a la construcción del yo personal. Además tiene consecuencias de
facilitación mnemotécnica que ayuda a fijar los recuerdos en la memoria.
Las motivaciones por las que los jóvenes utilizan una red social El impacto de las
redes sociales en los jóvenes

En la actualidad ser usuario de una red adquiere un valor de identidad. Las


motivaciones por las que los jóvenes utilizan una red social pueden sintetizarse en
la siguiente fórmula: entablar contactos + interactuar con amigos + generar nuevos
vínculos + crear comunidad. “Si no estás, no existís”, coinciden en su particular lenguaje los adolescentes. En la
actualidad ser usuario de una red adquiere un valor de identidad y un sentido de pertenencia. Y, a la luz de lo
que muestran las cifras, los jóvenes parecen tener razón.

Una herramienta de comunicación


¿Qué es una red social? Es una estructura compuesta por grupos de personas que están conectadas entre sí por
uno o varios tipos de relaciones, como la amistad, el parentesco, intereses o conocimientos comunes. La
definición preexiste al nacimiento de las redes informáticas y aún de Internet aunque, el concepto se ha
popularizado por el uso cada vez más generalizado del dispositivo en la red de redes. “Los vínculos que tienen
los jóvenes en la vida real encontraron una herramienta en la web que les permite estar conectados al instante.
La red social es un nuevo lugar donde encontrarse pero no es un generador mágico de amistades”, sostiene la
Licenciada Mariela Arinas, psicóloga de adolescentes. “Los vínculos genuinos necesitan de un tiempo y un
trabajo de construcción, no nacen instantáneamente”, asegura esta especialista para quien es vital la mirada
atenta de los padres para que el uso de Facebook sea positivo. En rigor, a diferencia de la vida real donde un
amigo es una persona con la que se tiene una relación de afecto, el “amigo” de la red social es todo aquel que
envió una solicitud de amistad y fue aceptado. Los adultos tienen que “ayudar a romper con la ilusión de que
con las redes todo se puede lograr, porque eso refuerza la omnipotencia típica de esta etapa, y además,
intensifica la idea equivocada que los objetivos se alcanzan de un modo rápido. En la vida offline no es así, los
buenos resultados implican una tarea previa, un proceso. La gran velocidad con la que suceden las cosas en las
redes, es decir online, puede confundirlos”, advierte Arinas. “Su objetivo principal es comunicarse con sus
amigos y ser aceptados”, dice la Doctora en Comunicación Roxana Morduchowicz, autora del libro La
construcción de la identidad juvenil en Internet. “En cada texto o imagen que suben, los chicos buscan definir
quiénes son, cómo se ven y qué piensan los demás de ellos. La participación en las redes sociales refuerza las
formas de sociabilidad tradicional”, señala. “La pantalla es un soporte para la vida social de los jóvenes”, opina
Alejandro Fishman, en su doble rol de presidente de Yahoo Argentina y del IAB (Interactive Advertising
Bureau). “Las redes los están cruzando minuto a minuto y complementan su vida real, ampliando las
herramientas disponibles para comunicarse”.

La seducción de la fama
La popularidad es hoy un valor altamente positivo para los jóvenes, indicó una encuesta del Ministerio de
Educación realizada entre 3500 alumnos secundarios. Por eso es fácil entender la actitud tan generalizada de
exhibir la cantidad de amigos que tienen en la red. Ese gesto expone con claridad que el anonimato y la
intimidad ceden ante el deseo de la fama. Algo que, por cierto, no es exclusivo de los menores y se hace visible
en la cultura televisiva que domina en la actualidad. A contramano de la idea, bastante generalizada, acerca de
que la gran permanencia frente a la computadora los convierte en una generación aislada, la consultora de la
Unesco en temas educativos, Dra. Morduchowicz, opina que “la presencia de las pantallas en su vida no implica
un aislamiento o anular su vida social, al contrario”. Por supuesto, “estar quince horas chateando no es
beneficioso”, como tampoco lo es estar esa cantidad de tiempo mirando televisión o leyendo un libro. Los
adultos tienen que promover que las actividades sean diversas y pongan en juego distintos aspectos de los
chicos”. Se refiere a la posibilidad de que los adolescentes desplieguen sus potencialidades intelectuales, físicas
y expresivas.
La plaza pública
Impulsados por las generaciones tween y teen, que es la denominación que los analistas de marketing le han
dado al target de los pre-adolescentes y adolescentes, los dispositivos digitales son la nueva plaza pública en la
que se dialoga, intercambia y construyen vínculos. Ellos no conocieron la vida sin computadora, playstation o
celular. No conciben, por ejemplo, que los adultos hayan vivido en un tiempo en que se miraba la televisión sin
control remoto. “Muchas personas no podrían imaginar su vida sin tener actividad en la red social”, dice
Fishman. “Tengan cuidado con lo que suban a Facebook”, les dijo a los estudiantes de una escuela secundaria
de Wakefield, Virginia, el propio presidente de los Estados Unidos, Barack Obama durante la inauguración del
último ciclo escolar. Estaba preocupado por la facilidad con que los jóvenes acceden a los distintos dispositivos
electrónicos. En ese sentido, Fishman cree que los padres tienen que funcionar como filtro y control de sus
hijos. “No es que no puede pasar nada porque los chicos están en casa, porque al conectarse con una red social
corren los mismos riesgos que si estuvieran en la calle, se expone información que tal vez no queremos que
tengan o pueden pasar datos que los haga vulnerables. Y, por otra parte, los adultos tienen que impulsar otras
actividades porque no toda la vida es digital. Existen los deportes, el estudio, los momentos para compartir en
familia. Es importante por ellos y por nosotros no perdernos el hecho de sentarnos a jugar con un rompecabezas
o a las cartas, enseñarles a andar en bici, estudiar de forma tradicional para que aprendan a procesar lo que no
está en la red”.

¿Los chicos saben más?


Si los jóvenes tienen el manejo instrumental de la tecnología, son los adultos quienes deben guiar el uso porque
poseen un criterio adecuado producto de su experiencia de vida. “El problema es que hay un desconocimiento
de los mayores sobre cómo funciona Internet o una red social. Muchos son ajenos a ese mundo y hasta le tienen
miedo”, aporta Fishman. También señala que hoy para los más jóvenes es importante ser popular y esto se
opone a la preservación de la intimidad que es un valor que deben transmitir los padres. Para evitar los peligros
que pudieran surgir, los especialistas sugieren que los jóvenes no brinden información personal, no suban fotos
privadas ni publiquen fotos de sus amigos sin permiso pero además que no se contacten con desconocidos ni se
encuentren con personas que conocieron en la red. El presidente de Yahoo no cree que las redes sociales tal
como funcionan hoy sean el modelo final y definitivo. Seguramente va a haber cambios, aunque no haya hoy
certezas de hacia dónde vamos. “Nosotros, los grandes, venimos de experimentar otro tipo de vida y de conocer
otras cosas y, aunque nuestros hijos crezcan con estos dispositivos, no creo que dentro de cincuenta años el
mundo de simulación virtual se convierta en lo único que exista y nos domine. Me parece una idea muy loca”,
finaliza. Lo que es innegable es que las redes sociales llegaron para afectar las vidas de todos, especialmente de
los jóvenes. Pero no son buenas o malas per se, sino que se convierten en positivas o negativas según la
información que circule en ellas. Sería como hablar de la radio, el televisor o el teléfono y darles un valor a los
aparatos. “Para la mayoría de los chicos son medios para comunicarse con sus pares y en ese sentido son
beneficiosos. No debemos endiosarlos ni demonizarlos. Lo que sucede allí es un reflejo de lo que les ocurre en
la vida, tal vez un poco más amplificado”, asegura Arinas. ¿Los chicos escriben peor que antes? ¿Están más
expuestos a situaciones de inseguridad? ¿Hablan menos con sus padres? Puede que sí, “pero no es
responsabilidad de las redes sociales sino de la cultura actual”, dice la psicóloga Mariela Arinas. Y concluye
que la mejor manera de garantizar un buen uso de las redes “es que los adultos promuevan el diálogo con sus
hijos”

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