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Codificar/decodificar:

El proceso de comunicación es entendido como una estructura compleja de relaciones,


producida y sostenida a través de la articulación de momentos relacionados pero
distintivos, ya que tienen sus propias modalidades de formas y condiciones de
existencia. Estos momentos, todos necesarios para la articulación del circuito para un
todo, pero que no garantizan al siguiente, son: PRODUCCIÓN – CIRCULACIÓN –
DISTRIBUCIÓN/CONSUMO – REPRODUCCIÓN. De esta manera, aquí el modelo ya no es
lineal (E – M – R), sino que le otorga un papel activo, de constructor de sentido al
receptor, que donde de su reproducción depende la continuidad del circuito.
Dentro de éste esquema la codificación y decodificación constituyen dos momentos
determinados con una autonomía relativa, pero en relación con el proceso de
comunicación como un todo. La codificación se realiza durante la producción del
mensaje, que es el proceso de trabajo donde comienza el circuito. Por su parte la
decodificación (reconstrucción de sentido) se produce durante el consumo del
mensaje.
Se debe tener en cuenta que ambos momentos no son idénticos, porque los códigos de
codificación y decodificación nunca son totalmente iguales, así el grado de compresión
e incomprensión en el intercambio comunicativo dependen de los grados de
simetría/asimetría establecidos en las posiciones de codificador/productor y
decodificador/receptor. De esta manera las distorsiones surgen justamente por la falta
de equivalencia en los códigos.
Naturalización de los códigos:
Se debe tener en cuenta que la “naturalización de códigos” tiene el efecto ideológico
de ocultar las prácticas de decodificación que están presentes, pero esto en realidad
solo es muestra del grado de reciprocidad entre los códigos de ambos extremos (C –D).
En este sentido, si la codificación y decodificación emplearan códigos totalmente
diferentes (como dos personas que hablan diferentes idiomas) no habría un
intercambio comunicativo en lo absoluto.
Orden cultural dominante/ Lectura preferente: (relacionado con hegemonía).
Toda sociedad, con diferentes grados de clausura, tiende a imponer sus clasificaciones
del mundo político, social y cultural, lo que constituye el “orden cultural dominante”,
aunque nunca sea unívoco. Aquí es crucial la cuestión de los discursos dominantes, ya
que las diferentes áreas de la vida social están diseñadas a través de dominios
discursivos jerárquicamente organizados en significados dominantes o preferentes
(aunque no determinantes).
Estos significados dominantes tienen un patrón de lectura preferente, es decir, buscan
dirigir como legítima la decodificación de un evento dentro de un límite de definiciones
dominantes. En este sentido, si bien existe un patrón de lecturas preferentes también
existe la posibilidad de múltiples lecturas.
Tipos de decodificación:
Así, según Hall, los receptores al consumir podrán tener 3 tipos de decodificación:
- Dominante: es la lectura que espera el que produce el mensaje, corresponde a los
puntos de vista hegemónicos que aparecen como naturales. donde se acepta el
discurso que se consume.
- De oposición: es una interpretación del mensaje desde otro marco de referencia,
donde se rechaza el discurso que se consume; se tiene una visión contraria.
- Negociada: mezcla elementos de oposición y adaptación, de forma que algunas
partes del discurso de aceptan y otras se rechazan.

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