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Rab.

Richard Gamboa Ben-Eleazar

Mataron los Judíos a


Jesús?
Un Mensaje para Cristianos

5771/2011
INTRODUCCIÓN

Una de las acusaciones con las que más nos hemos enfrentado los judíos ante
los cristianos de todas las denominaciones, es la acusación de Deicidio. Esta
consiste en afirmar que todos los judíos, no solamente los del siglo II sino de
todas las generaciones y los judíos que vivimos hoy día, somos los directos
responsables de la muerte de Jesús de Nazareth y que debemos pagar con
nuestras vidas por ese magnicidio.

Es importante recordar lo expresado por los firmantes de la Declaración de


Cheon Jeong Gung (documento internacional del cual soy uno de los
firmantes) el 10 de julio de 2009: “La era actual es la era de la autoridad de
Dios, es cuando todas las personas deben tratar de vivir las normas éticas
más elevadas, en maneras que sean transparentes y buenas”. Esta es una
época de la historia en la que todas las tradiciones religiosas sin excepción
alguna, debemos trabajar conjuntamente para eliminar de nuestros léxicos toda
enseñanza o actitud que conlleve a ofender al otro.

El Reverendo Sun Myung Moon afianza esta tarea a través de una enseñanza
que ha plasmado en su autobiografía: “Respeten las tradiciones de las otras
religiones y hagan todo lo que puedan para prevenir conflictos y discordias
entre las religiones”1. Está claro que si no existe respeto a todo nivel entre las
tradiciones de fe, será muy difícil derribar los muros de odio y de
desconfianza que actualmente impide establecer una verdadera cultura de paz
interreligiosa.

1
MOON, Sun Myung. As a peace-loving global citizen - launching edition. Seoul: Gimm-Young
Publishers, Inc. 2009, p. 310.
En tercer lugar, la dignidad recibida como Embajador Internacional para la
Paz me lleva a buscar caminos y espacios que nos permitan de manera
especial a judíos y a cristianos de todas las iglesias a entablar un diálogo
fluido, sincero y fraterno. No hacer nada al respecto sólo ampliaría aún más la
brecha entre estas dos comunidades de fe y así sería imposible involucrarnos
mutuamente en el trabajo conjunto para establecer una cultura de paz
interreligiosa en el mundo, ya que siempre debemos tener presente aquella
máxima del teólogo alemán Hans Küng: “sólo habrá paz en el mundo cuando
haya paz entre las religiones”.

Me centraré específicamente en los acontecimientos que llevaron a la


ejecución de Jesús de Nazareth durante el gobierno del emperador romano
Tiberio en la primera mitad del siglo I de la era común. Analizaremos hasta
qué punto es cierta la responsabilidad judía en esta fatídica muerte y qué
pautas podemos tener en cuenta judíos y cristianos para superar este
malentendido y caminar juntos en la de fe Abrahám en un clima de respeto y
fraternidad mutuos.

Elevo mis plegarias al Padre Celestial para que la figura del Nazareno no sea
razón de confrontación entre nuestras tradiciones de fe, sino punto de
encuentro para la fraternidad mutua y el trabajo conjunto que nos debe llevar a
la misma meta: hacer de la Humanidad una sola familia bajo Dios.

Shalom!

Rabino RICHARD GAMBOA BEN-ELEAZAR


Manhig de Shéguel
Embajador Internacional para la Paz
Bogotá D.C., Colombia
MATARON LOS JUDÍOS A JESÚS?

El Cristianismo en general enseñó por muchos siglos que todos los miembros
del Pueblo Judío somos directos y eternos responsables de la muerte de Jesús
de Nazareth; este señalamiento se ha resumido en decenas de miles de escritos
y predicaciones en la siguiente frase: “los judíos mataron a Jesús”.

Lo que no saben más de mil millones de cristianos, es que esa enseñanza se


convirtió la bandera y la justificación para asesinar a personalidades y
colectividades judías en desagravio por la ejecución del Nazareno, siendo su
máxima expresión de exterminio la Solución Final decretada por el régimen
nazi alemán en la primera mitad del siglo XX, que es lo que los judíos
llamamos en hebreo Shoáh (tragedia), en la que más de 6 millones de los
nuestros fueron asesinados entre 1933 y 19452.

2
Para un estudio profundo y visión de conjunto de la shoáh, veáse AGAMBEN, Giorgio. Lo que
queda de Auschwitz, el archivo y el testigo: homo sacer III. Valencia (España): Editorial Pre-Textos
2000. AMERY, Carl. Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI? Madrid: Turner-FCE 2002. ARENDT,
Hanna. Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. Buenos Aires: Lumen 1999.
BAUER, Yehudá. Repensar el holocausto. Paris: Autrement 2002. BAUMAN, Zygmunt.
Modernidad y holocausto. Madrid: Ediciones Sequitur 1998. BETTELHEIM, Bruno. Sobrevivir: el
holocausto una generación después. Barcelona: Editorial Crítica 1983. BRUCHFELD, Stéphane y
LEVINE, Paul. Dites-les à vos enfants, histoire de la shoah en Europe - 1933-1945. Paris: Ramsay
2000. COHEN, Elie. Human behaviour in the concentration camp. London: Free Association Books
1988. FORGES, Jean-François. Shoah, histoire et mémoire. Paris: Les Temps Modernes 2000.
FRANKL, Víctor. El hombre en búsqueda de sentido. Barcelona: Editorial Herder 1996. GILBERT,
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Company 1993. GRASS, Günter. Escribir después de Auschwitz: reflexiones sobre Alemania, un
escritor hace balance de 35 años. Traducción de SÁENZ, Miguel. Barcelona: Ed. Paidós 1999.
KERTÉSZ, Imre. Un instante de silencio en el paredón – el holocausto como cultura. Barcelona:
Editorial Herder 2002. MATE, Reyes. Memoria de Auschwitz, actualidad moral y política. Madrid:
Trotta 2003. MÈLICH, Joan Carles. La lección de Auschwitz. Barcelona: Herder 2004. WEBER,
Louis. Crónica del holocausto. Madrid: Editorial Libsa S.A. 2002. FINCHELSTEIN, Federico. Los
alemanes, el holocausto y la culpa colectiva - el debate Goldhagen, Buenos Aires: Editorial
Una sencilla y errónea enseñanza religiosa llevó a que el odio fuera cultivado
en los corazones de los cristianos por siglos, odio que fue legitimado y
bendecido sin que nadie protestara por ello.

Nuestra experiencia como pueblo nos ha enseñado que toda agresión física
contra cualquier judío es impulsada por una simple opinión despreciativa
contra dicha colectividad, siempre ha sido así; unos lo llaman
“antisemitismo”, otros “antijudaísmo” y otros más “judeofobia” 3 … en
últimas es el mismo sentimiento.

Universitaria de Buenos Aires 1999. FINKELSTEIN, Norman Gary. La industria del holocausto,
reflexiones sobre la explotación del sufrimiento judío. Buenos Aires: Siglo XXI de Argentina
Editores 2002. GRYNBERG, Anne. La shoah, i'impossible oubli. Paris: Gallimard 1995.
GUTMAN Israel. The encyclopedia of the holocaust. New York City, NY (Estados Unidos):
Macmillan Publishing Company 1990. HILBERG, Raul. Exécuteurs, victimes, témoins - la
catastrophe juive. 1933- 1945. Paris: Gallimard 1994. HOESS, Rudolf. Commandant of Auschwitz.
Cleveland, OH (Estados Unidos): World Publishing 1959. HÖSS, Rudolf. Death dealer: the
Memoirs of the SS kommandant at Auschwitz. New York City, NY (Estados Unidos): De Capo
Press 1996. GILBOA, Yehoshua. Confess! confess! Boston: Little, Brown & Co. 1968. KRAUS,
Ota, and KULKA, Erich. The death factory: documents on Auschwitz. Oxford: Pergamon 1966.
LENGYEL, Olga. Five chimneys: the story of Auschwitz. Chicago, IL (Estados Unidos): Ziff-
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1965. LEWINSKA, Pelagia. Twenty months at Auschwitz. New York City, NY (Estados Unidos):
Lyle Stuart 1968. VINOCOUR, Ana. Sin título: testimonio de una sobreviviente del holocausto.
Montevideo: sin editorial 2002. RABINOWITZ, Dorothy. New lives: survivors of the holocaust
living in America. New York City, NY (Estados Unidos): Alfred A. Knopf 1976. ROUSSET,
David. The other kingdom. New York City, NY (Estados Unidos): Reynal and Hitchcock 1947.
FLINKER, Moshe. El diario del joven Moshe. Jerusalén: Yad Vashem 1971. FRIEDMAN, Philip.
Martyrs and fighters. London: Routledge & Kegan Paul 1954. GOLDSTEIN, Charles. The Bunker.
Philadelphia, PA (Estados Unidos): Jewish Publication Society 1970. HEYMAN, Eva. Diario.
Jerusalén: Yad Vashem 1974. FRANK, Ana. Diario. Ciudad de México: Editorial Porrua S.A.
1999. KAUNELSON, Yitzhak. Vittel diary. Tel-Aviv: Beit Lohamei Hagettaot and Hakibbutz
Hameuchad Publishing House 1972. NYISZLI, Miklos. Auschwitz: a doctor's eyewitness account.
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the Vilna ghetto. Tel-Aviv: Beit Lohamei Hagettaot and Hakibbutz Hameuchad Publishing House
1973. SERENY, Gitta. Into that darkness. New York City, NY (Estados Unidos): McGraw-Hill
1974. VRBA, Rudolf, and BESTIC, Alan. I cannot forgive. New York City, NY (Estados Unidos):
Bantam Books 1964. GILBERT, Martin, Auschwitz and the allies. London: Barn Owl Books 1990.
GUTMAN, Yisrael, and ROTHKIRCHEN, Livia. The catastrophe of european jewry: antecedents,
history, reflections. Jerusalem: Yad Vashem 1976.
3
Para profundizar acerca de la judeofobia véase PEDERNICK, Gustavo. “La Naturaleza de la
Judeofobia” en Masúah [en línea], [consultado el 16 de mayo de 2009], en Internet:
http://www.masuah.org/judeofobia.htm
No existe ninguna tradición religiosa ni nación que esté exenta de desarrollar
sentimientos antijudíos más profundos a causa de una simple enseñanza como
la de “los judíos mataron a Jesús”.

Tal vez para el cristianismo esta afirmación no sea grave, pero para los que
hacemos parte del Pueblo de la Alianza, esa frase se convierte en un muy
peligroso lema estigmatizador que más adelante podría generar peligrosos
ataques a todo nivel en nuestra contra. No existe ni una sola autoridad ni
persona verdaderamente judía que esté en desacuerdo con esta advertencia.

Pero en lo que sí presentamos desacuerdos es en la manera como debemos


proceder ante cualquier manifestación antijudía. Unos protestarán
públicamente, otros advertirán a sus comunitarios acerca de quien se atrevió a
decir o escribir algo contra el Pueblo Judío y prohibirá que se tenga cualquier
tipo de relación con dicha persona o entidad.

Mi propuesta es abrir el debate, discutir y explorar si es verdad o no esta


afirmación, para que lleguemos a una conclusión consecuente.

LOS PRESUPUESTOS DE INVESTIGACIÓN QUE OMITIREMOS

Ahora bien, para demostrar si es verdad o es falso que los judíos matamos a
Jesús, tenemos que explicar qué tipo de fuentes vamos a utilizar y cuáles no.

El Talmud

Si quisiéramos abordar el tema “Jesús de Nazareth” a partir de la literatura


rabínica, no sería lo recomendable por tres razones.

La primera razón es porque la redacción de la Guemará (la parte pedagógica,


narrativa y extensiva del Talmud) comenzó siglos después de los
acontecimientos relacionados con el rabino Jesús de Nazareth. Para ser mucho
más específicos, existen dos versiones de la Guemará: el Talmud de Jerusalén,
que es el más antiguo, apenas comenzó a pasarse por escrito alrededor del año
400, y el Talmud de Babilonia, que fue escrito en el siglo V. Así pues, al ser
textos demasiado alejados de las fuentes primarias del testimonio de los
discípulos de Jesús y de sus contemporáneos, no constituyen una fuente
confiable para estudiar el punto de vista rabínico acerca del Maestro de
Galilea.

En segundo lugar, la Guemará menciona a varios personajes de nombre Yeshu


(Jesús en arameo) en condiciones bastante controversiales y que no se
relacionan en lo más mínimo con los testimonios de los Evangelios del Nuevo
Testamento Cristiano. Por ejemplo, se menciona a un Jesús hijo de Pantera
cuyo padre fue un soldado romano llamado Pantera y una madre de nombre
María, que es considerada por esta fuente una mujer desvergonzada; aunque
existe otro debate en el que se explica que “Pantera” viene del griego
Parthénos que significa “doncella, virgen” y que por tanto no debe ser
relacionado con algún soldado romano como progenitor de Jesús4.

También encontramos apartes del Talmud que refieren a cinco discípulos de


Jesús que no se relacionan en lo absoluto con los Doce Apóstoles. Otro aparte
de la Guemará justifica la ejecución de Jesús el Día de la Pascua por haber
sido “un hechicero malvado que arrastró al pueblo hacia el mal”. Pero como se
señaló anteriormente, estos son comentarios rabínicos con más de 300 años de
distancia, llenos de prejuicios. Por tanto dichos comentarios talmúdicos son
completamente inútiles para trabajarlos en esta investigación.

En tercer lugar, los demás relatos guemáricos referentes a Jesús reflejan un


odio extremo contra el Maestro de Galilea en los que se pone en tela de juicio,
incluso, su identidad judía. Si retomamos la primera justificación que se
expuso, se deduce que dichos relatos rabínicos fueron escritos para
desacreditar por completo toda la doctrina cristiana y toda relación de la

4
GAVITO, Leopoldo. México, un síndrome de responsabilidad diluida [en línea], [consultado el
17 de julio de 2011], en Internet: http://itica.aiu.edu/applications/DocumentLibraryManager
/upload/Leopoldo Patricio Gavito Nanson.doc , p. 17.
Iglesia con el Judaísmo. Por ser fuentes demasiado alejadas del contexto
histórico de Jesús y extremadamente cargadas de odio y de descalificaciones,
no nos son en lo absoluto útiles para referirnos al Nazareno en contexto judío.

El Evangelio de Juan

Otra fuente sobre la cual no vamos a trabajar para nuestra investigación es el


Evangelio de Juan, o llamado por los biblistas el Cuarto Evangelio, dado que
las recientes investigaciones concluyen que no se puede señalar con certeza de
que el autor de este Evangelio haya sido el mismo Juan Apóstol5.

De otro lado el Cuarto Evangelio fue escrito entre los últimos años del siglo I
y principios del siglo II de la era común, por lo que está distanciado del
testimonio de los contemporáneos de Jesús de Nazareth y se presta para
identificar especulaciones que pudieran haber hecho parte de la Comunidad
Joánica que desarrolló la redacción del Cuarto Evangelio6.

5
FUENTES, Miguel Angel. “¿Quién fue el autor del Cuarto Evangelio?” en Catholic.Net [en
línea], [consultado el 17 de julio de 2011], en Internet: http://es.catholic.net/sacerdotes
/222/696/articulo.php?id=18259
6
Para profundizar en las conclusiones de las investigaciones de los biblistas referentes al Cuarto
Evangelio, véase MURILLO, L. San Juan, estudio critico-exegetico sobre el cuarto evangelio. Sin
ciudad: Gustavo Gili 1908. DODD, Charles Harold. The interpretation of the fourth Gospel.
Cambridge: Cambridge University Press 1958. CABA, José. Teología joanea salvación ofrecida por
Dios. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos 2007. SEUBERT, Augusto. Cómo entender los
mensajes del evangelio de Juan. Santafé de Bogotá: San Pablo 1995. HAENCHEN, Ernst. Das
Johannesevangelium. Tubingen: Mohr 1980. BROWN, Raymond. El evangelio y las cartas de Juan.
Bilbao (España): Desclée de Brouwer 2010. TUÑÍ, Josep Oriol. El Evangelio es Jesús: pautas para
una nueva comprensión del evangelio según Juan. Estella (Navarra, España): Verbo Divino 2010.
ESCAFFRE, Bernadette. Evangelio de Jesucristo según San Juan. Estella (Navarra, España): Verbo
Divino 2010. CARRILLO, Salvador. El evangelio según San Juan : el evangelio del camino, de la
verdad y de la vida. Estella (Navarra, España): Verbo Divino 2010. VAN TILBORG, Sjef.
Comentario al evangelio de Juan. . Estella (Navarra, España): Verbo Divino 2005. ORTIZ, Pedro.
Evangelio de Juan. Santafé de Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana 1997. CASTRO,
Secundino. Evangelio de Juan: comprensión exegético-existencial. Madrid: Desclée de Brouwer
2001. SCHANACKENBOURG, Rudolf. El evangelio según San Juan: versión y comentario.
Barcelona: Herder 1980.
En tercer lugar, y precisamente por la influencia helenística que pretendía
hacer frente a los señalamientos anticristianos de la Yeshivá o escuela
Rabínica de Yamnía en el año 80 (que fue la que expulsó de manera definitiva
de la Comunidad Judía a todos los judíos creyentes en Jesús de Nazareth como
Mesías), el Cuarto Evangelio presenta una abierta respuesta antijudía que no
corresponde al discurso y modo de vida de un judío tan devoto y observante
de la Ley Judía como lo era Jesús de Nazareth.

Son los Judíos “Hijos del Diablo” como Afirma el Cuarto Evangelio?

Muchos cristianos citan el Evangelio de Juan7, especialmente el capítulo 8,


para demostrar que los judíos estamos completamente perdidos y bajo
maldición eterna; especialmente se citan los versículos 41 al 44, en los que
Jesús acusa a los judíos de ser “hijos del diablo”8.

7
Este evangelio fue además señalado durante los primeros siglos de la Iglesia como un evangelio
de influencia gnóstica, por lo que por poco no entra al cánon del Nuevo Testamento y hubiera sido
clasificado como un Evangelio Apócrifo. Aún así el Concilio de Roma en el año 382 lo aprobó en el
canon del Nuevo Testamento. Véase DS 84.
8
Esta cita bíblica fue usada por muchos santos de la Iglesia, especialmente por San Juan
Cristóstomo, para promover el odio contra los judíos como algo que agradaba a Dios:

Cómo pueden los cristianos atreverse a sostener la más mínima conversación con judíos,
los más miserables de todos los hombres, hombres que son... concupiscentes, rapaces,
avaros, bandidos pérfidos. ¿Acaso no son ellos asesinos, destructores, hombres; poseídos
por el demonio a quienes la mala vida y la embriaguez han entregado a las costumbres de
los cerdos y la cabra concupiscente? Ellos solo conocen una cosa: satisfacer sus agallas,
emborracharse matar y estropear...

¿La sinagoga? No solo es un teatro y una casa de prostitución, sino una caverna de
bandidos, una reparación de bestias salvajes, un lugar de vergüenza y ridículo, el domicilio
del diablo, como también lo son las almas de los judíos. En verdad los judíos adoran al
diablo; sus ritos son criminales e inmundos; su religión es una enfermedad. Su sinagoga,
de nuevo, es una asamblea de criminales... una cueva de ladrones... una caverna de
demonios, un abismo de perdición... yo también aborrezco a la sinagoga. Dios aborrece a
los judíos y siempre aborreció a los judíos... Yo también aborrezco a los judíos.

Citado por J.P.V. “El antisemitismo cristiano (¿o habría que decir romano?)” en Cristianismo
Primitivo [en línea],[consultado el 16 de mayo de 2009], en Internet: http://www.cristianismo-
primitivo.org/siglo_IV/ antisemitismo_cristiano.htm .
En primer lugar, a qué clase de “judíos” se estaba dirigiendo Jesús, si
seguimos el contexto de la cita bíblica? Una lectura de contexto de este
capítulo nos muestra que el Maestro estaba hablando al interior de Templo de
Jerusalén, de lo que se deduce, estaba rodeado de una gran cantidad de
fariseos, escribas y sacerdotes levitas, la gran mayoría de ellos opositores
públicos de la enseñanza de Jesús.

De otro lado el mismo evangelio aclara que todas estas palabras de Jesús
llevaron a que muchos judíos creyeran en Él9, así que no podemos afirmar que
Jesús, el judío más observante de la Torá, estaba maldiciendo a todos sus
compatriotas. Esto contradeciría desde sus mismas bases la vocación
mesiánica de Jesús de Nazareth, ya que una de las características de un Mesías
enviado por Dios, justamente como lo enseña el Padre Verdadero, es
demostrar con el amor a la Humanidad que se ama sinceramente al Padre
Celestial, y amar de corazón al propio país para demostrar que se ama
verdaderamente a la Humanidad.

En tercer lugar la acusación de “hijos del diablo” iba específicamente contra


las autoridades religiosas que no sólo tergiversaban con sus enseñanzas
revestidas de “reveladas por Dios” la correcta observancia de la Torá, sino que
además de negarse a reconocer a Jesús como Mesías maquinaron su asesinato.
No es una acusación contra el Pueblo Judío como muchos, equivocadamente,
han querido enseñar.

Teniendo en cuentas estas explicaciones, no se debe hace una lectura literal de


este capítulo del Evangelio de Juan para justificar el odio contra un grupo de
personas (en este caso contra los judíos). Ningún tipo de enseñanza u opinión
cristiana o unificacionista que tenga connotaciones discriminatorias puede
justificarse en el tiempo y el espacio, ya que tales posturas contradicen
abiertamente el Gran Mandamiento del Amor 10 y del perdón 11 al que todo
aquel que reconozca a Jesús de Nazareth como Mesías está obligado.
9
Juan 8,30.
10
Juan 13,24-25.
ENTREMOS EN MATERIA: LOS JUDIOS CRUCIFICABAN?

Muchos piensan que en el siglo I las autoridades judías tenían la potestad de


ejecutar a los criminales mediante la crucifixión, pero no es así. La misma
Historia Universal confirma que la crucifixión era una práctica de ejecución
inventada por los asirios y los persas, práctica que luego fue asumida por los
romanos. De hecho, los romanos se especializaron en inventar y tornar en más
complejas las prácticas de la crucifixión, haciendo de ella la más horrible de
las ejecuciones que pueblo alguno haya podido desarrollar contra sus
oponentes sometidos en la Edad Antigua.

Por su parte, la Ley Judía prohibía ejecutar a cualquier reo clavándole en


madero alguno. En la Torá, en Deuteronomio 21:23 está escrito: “no dejaréis
que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo
día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que
El Eterno tu Dios te da por heredad”. La única pena capital establecida era el
apedreamiento y no otro tipo de ejecución.

De otro lado, una cuidadosa revisión de los Evangelios Sinópticos (Mateo,


Marcos y Lucas) demuestra también que los judíos no crucificaron a Jesús; en
ninguna parte de los Evangelios aparece tal afirmación.

Así las cosas, es completamente erróneo afirmar que “los judíos crucificaron a
Jesús”. No existe evidencia alguna de ello.

QUIÉNES ARRESTARON A JESÚS?

El imaginario colectivo sugiere que fueron los guardias del Templo los que
arrestaron a Jesús, pero en los Evangelios encontramos que quienes lo
arrestaron eran una compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los

11
Mateo 18,21-22.
judíos… nada menos que autoridades al servicio del Imperio Romano, quien
la presencia de Jesús sí representaba un peligro para su dominio12.

Permítanme citar por un momento el Cuarto Evangelio, que suministra una


información muy importante: según el texto, Jesús fue llevado ante Anás, el
suegro de Caifás. Este procedimiento se efectuó en Israel bajo dominio
romano con mucha frecuencia con quienes eran vistos como una amenaza para
el gobierno de los romanos en Tierra Santa, y en consecuencia a los beneficios
que el poder romano les otorgaba a los saduceos que se aferraban a un poder
político del cual el pueblo no estaba de acuerdo.

Así las cosas, tenemos que sacar de la jugada al Pueblo, el cual no tiene
responsabilidad alguna en el arresto de Jesús.

EL JUICIO DE JESÚS ANTE EL SANEDRÍN

Otro punto de controversia referente a la muerte de Jesús es el juicio al que el


Sanedrín le sometió. Es importante aclarar qué fue lo que pasó.

Si seguimos cuidadosamente la lectura de los Evangelios, encontraremos que


Jesús fue llevado la madrugada del Día de la Pascua ante la máxima autoridad
del Judaísmo en aquel tiempo: el Beit Din (en griego synedrión, en castellano
“sanedrín”). Este era un consejo de justicia conformado por 71 ancianos, entre
eminentes rabinos y sacerdotes, siendo presidido por el Cohen Gadól (el Sumo
Sacerdote), quien era considerado la representación suprema de la autoridad
de Dios sobre la tierra desde los tiempos de Aarón, el hermano de Moisés.

En el Judaísmo existe un consenso al opinar que varias cosas en este juicio


relatado por los Evangelios no encajan. Para empezar el Beit Din no podía
sesionar en festividades, y según los Evangelios a Jesús se le juzgó en plena

12
Véase Mateo 26,47; Marcos 14,43-50; Lucas 22,47-53.
festividad de Pésaj (la Pascua Judía). Así que en primer lugar tenemos aquí
una sospecha inicial de que algo anda mal.

Segundo: el Beit Din sólo podía sesionar a puerta abierta y en la modalidad de


quórum pleno, pero según Marcos 14,54 y Mateo 26,57, el Beit Din sesionó
esa misma noche (en víspera de la Pascua), lo cual era completamente ilegal,
ya que los casos de pena capital sólo podían juzgarse durante el día como se
establece en la Mishná: “Los procesos de sangre se celebran durante el día y
la decisión ha de ser tomada de día”13.

Además la misma norma estipula que los casos capitales no pueden juzgarse
en víspera de Shabat ni en vísperas de días festivos: “Por eso no puede
realizarse un proceso de sangre en la vigilia de Shabat o de día festivo”.

Y si tenemos en cuenta que el juicio contra Jesús ocurrió en la madrugada de


la festividad más importante del año hebreo, todo el mundo estaba en sus
casas durmiendo porque era día festivo, fiesta de precepto… no cabe duda de
que no sólo no hubo presencia del pueblo esa mañana (cosa también ilegal),
sino que sólo llamaron a unos cuantos miembros del Beit Din para juzgar al
Maestro de Galilea (no sería descabellado pensar que solamente llamaron a
aquellos miembros del Sanedrín enemigos de Jesús para poder manipular las
decisiones sin tener que debatir con los demás miembros que sí apoyaban al
Nazareno).

Tercero: quienes sirvieron de testigos contra Jesús resultaron ser falsos


testigos14.

Así las cosas tenemos aquí un juicio completamente injusto e ilegal en todo
sentido porque no se cumplieron con los procedimientos halájicos (es decir,
conforme a la Ley Judía).

13
Masejet Sanhedrín 4:1
14
Mateo 26,59-61. Marcos 14,55-59.
Jesús No Fue Condenado por Decir que Era “Hijo de Dios”

Uno de los más grandes malentendidos entre el Judaísmo y el Cristianismo es


la acusación de que el Sanedrín condenó a Jesús por haber dicho que era el
hijo de Dios. Esta acusación es falsa porque en el Judaísmo decir que uno es
Hijo de Dios no constituye blasfemia15.

El Cohen Gadól Caifás no podía condenar a Jesús porque, como lo relatan los
Evangelios, los testigos presentados se contradecían entre sí en su testimonio y
nada pudieron probarle al Maestro. Y la Ley Judía prohíbe condenar a un reo
sin testigos veraces y aún más! Aunque el acusado se declarara contra sí
mismo, no se le podía condenar si dos testigos no sustentaban los cargos que
se les imputaba.

En este punto Caifás cometió otro error contra la Ley Judía: envió a la muerte
a un inocente, sólo porque éste cuestionaba la corrupción de las altas
autoridades judías al servicio de los intereses romanos.

Es más: aunque el acusado dijera que era el Mesías, aún así no era sujeto de
condenación alguna si la persona en cuestión no hubiera utilizado
explícitamente el Santo Nombre de Dios (cosa que sí equivalía a blasfemia
como lo señala el Talmud16), ya que eso no demostraba nada ante el Sanedrín
y porque además la condición de Mesías requería consenso general entre el
pueblo y las autoridades religiosas.

La pena capital señalada por la Torá para el caso de blasfemia era el


apedreamiento17… pero había un problema: estando bajo dominación romana
no se podía ejecutar a nadie sin permiso de las autoridades invasoras. La
excomunión religiosa no serviría de nada, Caifás y sus secuaces necesitaban

15
2a. Samuel 2,7; Salmo 2,7; Talmud Babí Taanit 24b; Berajot 17b; Hulin 86ª; Mishnah Masejet
Taanit 3:8; Mishna Berajot 5:1.
16
Yoma 3:8; 6:2; Sota 7:6; Sanhedrin 7:4.
17
Levítico 20,15-16.
hallar una causal válida ante la ley romana para ejecutar a Jesús, y por eso
condujeron al Maestro ante la máxima autoridad romana de la región: el
procurador Poncio Pilato.

En conclusión, el juicio del Sanedrín contra Jesús de Nazareth fue, desde todo
punto de vista, un juicio inválido, ilegal, injusto y viciado desde sus mismas
bases…. pero no es acaso lo mismo que sucede en muchos países, en donde
miles de profetas y santos son asesinados por el poder público o por los
matones al servicio del poder político, económico, social o religioso a causa
de sus palabras que reclaman libertad, paz, justicia y respeto a la dignidad
humana?

EL JUICIO DE JESÚS ANTE LA LEY ROMANA

Debemos tener en cuenta que el Imperio ajusticiaba a diestra y siniestra por


cualquier motivo, pero declararse “rey” sin haber sido nombrado por el
Emperador constituía un delito llamado lesa majestad, cuyo castigo era la
muerte en la cruz.

Jesús de Nazareth lo sabía muy bien, al declarar su dignidad de rey ante una
autoridad romana era formar su propia sentencia de muerte… Jesús no fue
asesinado accidentalmente, él sabía perfectamente lo que estaba haciendo
cuando habló con el procurador romano Poncio Pilato y le ratificó “sí, soy rey,
tú lo has dicho”… aunque lo hizo dudar cuando le explicó “mi reino no es de
este mundo”; por eso Pilato le dijo a sus acusadores “yo no hallo culpa en este
hombre”.

Pilato creyó que castigando a Jesús con la flagelación (una serie de golpes con
azotes que tenían puntas de hierro que desgarraban la piel) calmaría la sed de
venganza de sus enemigos, pero no fue así. Las autoridades judías que odiaban
a Jesús invocaron la crucifixión contra el Nazareno. La presión de las
autoridades judías que animaron a cientos de habitantes de Jerusalén para que
exigieran la muerte de Jesús agravó la situación, y Pilato entregó al Maestro a
la crucifixión.
NO ES VERDAD QUE “TODO EL PUEBLO” DEMANDÓ SU
EJECUCIÓN

En los Evangelios encontramos que una muchedumbre gritaba a Pilato


“Crucifícalo! Crucifícalo!”. Todo aquel que sea un verdadero estudioso de la
Torá y de la Ley Judía sabe perfectamente que está prohibido desear o
demandar la maldición de otro judío, como versa un muy antiguo dicho
rabínico: “cada judío es responsable por el otro”.

Quiénes gritaban “crucifícale!”? está claro que las autoridades rabínicas y


sacerdotales que los condenaron inicialmente. En segundo lugar la
muchedumbre que, como siempre sucede en cualquier nación a lo largo de la
historia, es susceptible y objeto de cualquier tipo de manipulaciones de
aquellos que ostentan el poder.

Pero es completamente falso que “todo el Pueblo Judío” sea responsable de la


ejecución de Jesús. En el Evangelio de Lucas encontramos que otra
muchedumbre le seguía en el camino hacia el Gólgota junto con un gran
número de mujeres que lloraban y se lamentaban por él 18 . Todos los que
estuvieron presente en la muerte de Jesús lamentaron que esto hubiera
sucedido y se golpearon el pecho en señal de rabia y de dolor19… incluso un
soldado romano le reconoció como Hijo de Dios20.

Si los judíos de Jerusalén odiaban a Jesús como muchos afirman, qué sentido
tenía llorarlo y lamentar su injusta ejecución?

18
Lucas 23,27
19
Lucas 23,48
20
Mateo 27,54; Marcos 15,39; Lucas 23,47.
POR QUÉ FUERON MILES LOS SACERDOTES DEL TEMPLO QUE
SE BAUTIZARON DESPUÉS DE LA MUERTE DE JESÚS?

Los Hechos de los Apóstoles cuentan textualmente que “multitud de


sacerdotes iban aceptando la fe”21. Esto, para los cristianos y cristianos, pasa
desapercibido y se mira como un suceso normal en el camino de la Iglesia
Primitiva.

Lo que los cristianos y cristianos no saben es que en aquel tiempo sucedió


algo al interior del Templo que determinó que miles de cohaním o sacerdotes
levitas reconocieran a Jesús de Nazareth como el Mesías que Israel esperaba,
y esto sin duda alguna generó gran revuelo al interior de la casta sacerdotal
israelita y del Templo mismo en aquel tiempo.

La respuesta la encontramos, para sorpresa de los mismos judíos, en el


Talmud y en la literatura cabalística. Ambos, el Talmud y el Zohar haKadósh,
contienen relatos de cómo, en los días del Templo, el Sumo Sacerdote, una
vez al año - en Yom Kipúr o Día de la Expiación - entraba en el Lugar
Santísimo y ofrecía un sacrificio por el perdón de los pecados de todo Israel.

Ambos textos mencionan el “milagro de la cinta escarlata” en el cual una cinta


escarlata se volvería blanca milagrosamente, como señal de que Dios había
aceptado el sacrificio:

Todos los pecados son perdonados... en este día, las manchas del alma
y del cuerpo... todas ese día... Dios hace penitencia por Israel y los
purifica de todos sus pecados y no son acusados ante Él... En este día el
sacerdote... hace penitencia por él y por su casa y por los sacerdotes y
por todo Israel... Y sabían, por una cierta cinta escarlata, si el
sacerdote había tenido éxito... Se sabía si el color de la cinta cambiaba
a blanco, que había júbilo en lo alto y en lo bajo. Si no, todos quedaban
acongojados, sabiendo que su oración no había sido aceptada22.
21
Hechos 6,7.
22
Zohar Vayikrá, Sección 3, abreviado.
El que la cinta escarlata se convirtiera en blanca era el signo de que Dios había
aceptado el sacrificio y perdonado al pueblo judío sus pecados23. Sin embargo,
el mismo Talmud reporta que cuarenta años antes de que el Templo fuera
destruido, este gran milagro, que confirmaba la aceptación divina del
sacrificio del sacerdote, dejó de ocurrir.

El Talmud dice:

Originalmente, se acostumbraba amarrar la cinta escarlata en la parte


de afuera de la puerta del Templo. Si se volvía blanca el pueblo se
alegraba, y si no se volvía blanca se entristecían... Por cuarenta años
antes de la destrucción del Templo la cinta nunca se volvió blanca, sino
que permanecía roja24.

La destrucción del Templo ocurrió alrededor del año 70; es decir, que el
milagro dejó de ocurrir alrededor del año 30, precisamente cuando tuvo lugar
la crucifixión de Jesús. De acuerdo con el Nuevo Testamento, en el mismo
momento en que Jesús murió en la Cruz, la cortina del Templo que separaba al
Santuario se rasgó en dos, simbolizando así el final de la eficacia de los
sacrificios de la Antigua Alianza25.

Por esta razón fueron miles los sacerdotes del Templo que reconocieron a
Jesús de Nazareth como Mesías. Así que no se puede afirmar que todas las
autoridades judías seguían odiando a Jesús, ya que a la luz del Principio
Divino, los cohaním estaban sirviendo de condición de indemnización a causa
del error que cometieron los miembros del Sanedrín que condenaron al
Maestro.

23
“Aunque sus pecados sean como escarlata, quedarán blancos como la nieve; aunque sean rojos
como púrpura, se volverán como lana blanca”. Isaías 1,18.
24
Rosh HaShanáh 31b. Yoma 39b. También citado por Roy SCHOEMAN. La salvación viene de
los judíos. Bogotá: Misión Católica Peregrinos del Amor, sin fecha, pp. 71-72.
25
Mateo 27,51; Marcos 15,38; Lucas 23,45.
EL APORTE DE LA IGLESIA CATÓLICA A LA CUESTIÓN DE LA
RESPONSABILIDAD JUDÍA EN LA MUERTE DE JESÚS

Aunque por siglos se cultivó en el Cristianismo toda una teología llamada


Teología de la Suplantación, que ponía a Israel como nación maldita y fuera
del Plan Salvífico a causa de la ejecución de Jesús con desastrosas
consecuencias 26 , la Iglesia Católica realizó en 1965 un giro de 360 grados
respecto a este tema, realizando así una muy importante y trascendente
condición de indemnización que han seguido cientos de iglesias cristianas no-
católicas.

Esta condición de indemnización se estableció en el Concilio Vaticano II a


través de la publicación de la Declaración Nostra Aetate, en especial el
numeral 4 que atañe a la visión cristiana hacia el Judaísmo.

Me permito compartirles el numeral completo para que lo analicemos:

Al investigar el misterio de la Iglesia, este Sagrado Concilio recuerda


los vínculos con que el Pueblo del Nuevo Testamento está
espiritualmente unido con la raza de Abraham. Pues la Iglesia de
Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se
encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y los Profetas, conforme al
misterio salvífico de Dios. Reconoce que todos los cristianos, hijos
de Abraham según la fe, están incluidos en la vocación del mismo
Patriarca y que la salvación de la Iglesia está místicamente
prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud.

26
Para profundizar acerca de cómo llevó la Teología de la Suplantación a asesinar a millones de
judíos a lo largo de dos mil años, véase GAMBOA, Richard. La Iglesia y la Shoáh: necesidad y
urgencia de un ejercicio penitencial permanente de la memoria histórica [en línea], [consultado el
17 de julio de 2011], en Internet: http://es.scribd.com/doc/33979505/La-Iglesia-y-la-Shoah-
Necesidad-y-Urgencia-de-un-Ejercicio-Penitencial-Permanente-de-la-Memoria-Historica
Por lo cual, la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la Revelación
del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo, con quien Dios, por
su inefable misericordia se dignó establecer la Antigua Alianza, ni
puede olvidar que se nutre de la raíz del buen olivo en que se han
injertado las ramas del olivo silvestre que son los gentiles. Cree, pues,
la Iglesia que Cristo, nuestra paz, reconcilió por la cruz a Judíos y
Gentiles y que de ambos hizo una sola cosa en sí mismo.

La Iglesia tiene siempre ante sus ojos las palabras del Apóstol Pablo
sobre sus hermanos de sangre, "a quienes pertenecen la adopción y la
gloria, la Alianza, la Ley, el culto y las promesas; y también los
Patriarcas, y de quienes procede Cristo según la carne" (Romanos 9,4-
5), hijo de la Virgen María. Recuerda también que los Apóstoles,
fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío, así
como muchísimos de aquellos primeros discípulos que anunciaron
al mundo el Evangelio de Cristo.

Como afirma la Sagrada Escritura, Jerusalén no conoció el tiempo de


su visita, gran parte de los Judíos no aceptaron el Evangelio e incluso
no pocos se opusieron a su difusión. No obstante, según el Apóstol, los
Judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque
Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación27. La Iglesia,
juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol espera el día, que
sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una
sola voz y "le servirán como un solo hombre" (Sofonías, 3,9).

27
Para profundizar acerca de la actual vigencia del Pueblo Judío en el Plan Salvífico y la
Providencia de la Restauración, véase LECHUGA, Armando. Injertados en su propio olivo: una
visión actual de los judíos por Jesús. Barcelona: Ed. CLIE 1994. STERN, David. Restaurando las
raíces judías del evangelio. Clarksville, MD (Estados Unidos): Jewish New Testament Publications
1998. BAUM, Gregory. Los judíos y el evangelio. Madrid: Aguilar S.A. de Ediciones 1965.
WILKINSON, John. Israel mi gloria: el plan de Dios para los judíos. Montevideo: Editorial
Llamada de Medianoche 1998. SCHOEMAN, Roy. La salvación viene de los judíos. Bogotá:
Misión Católica Peregrinos del Amor, sin fecha. EKMAN, Ulf. Los judíos: el pueblo del futuro.
Barcelona: Ed. CLIE 1998.
Como es, por consiguiente, tan grande el patrimonio espiritual común a
cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y
recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se
consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y teológicos y
con el diálogo fraterno.

Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores


reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su Pasión se
hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que
entonces vivían, ni a los Judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo
Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los Judíos como reprobados de
Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras.
Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté
conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en
la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios.

Además, la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los


hombres, consciente del patrimonio común con los Judíos, e
impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad
evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de
antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los Judíos.

Por los demás, Cristo, como siempre lo ha profesado y profesa la


Iglesia, abrazó voluntariamente y movido por inmensa caridad, su
Pasión y Muerte, por los pecados de todos los hombres, para que todos
consigan la salvación. Es, pues, deber de la Iglesia en su predicación el
anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y
como fuente de toda gracia.

De este importante documento, el cual es actualmente la Hoja de Ruta de


diálogo oficial entre el Judaísmo y la Iglesia Católica, quiero resaltar una frase
muy importante. Dice el Concilio Vaticano II que sí es cierto que los
responsables directos de la muerte de Jesús fueron, como lo hemos señalado
en esta investigación, las autoridades judías junto con sus seguidores.
Lo que no es cierto, cosa que también fue demostrada, es que haya sido la
totalidad del Pueblo Judío la responsable de esta ejecución.

POR QUÉ TENGO YO QUE PAGAR POR LOS ERRORES DE MIS


ANCESTROS?

No sería justo echarle la culpa a los españoles de hoy día por el Holocausto
Amerindio durante la conquista del Nuevo Mundo entre 1493 y 1530, época
en la que los conquistadores hispánicos dieron muerte a más de 20 millones de
nativos americanos en nombre de Cristo y de Su Majestad el Rey28. No sería
justo señalar a los alemanes que viven actualmente por culpa de los errores de
sus ancestros que perpetraron el genocidio contra más de 6 millones de judíos.

No sería justo, desde ningún punto de vista, que yo condenara a todos los
miembros actuales del Partido Conservador Colombiano por los asesinatos
perpetrados contra mis ancestros del Partido Liberal durante la Guerra de los
Mil Días y en la época de la Violencia en la mitad del siglo XX.

No sería justo, de igual manera, que los coreanos discriminaran y odiaran a los
japoneses de hoy día por causa de la invasión y todos los crímenes cometidos
durante los 40 años de ocupación nipona.

De los ejemplos anteriores se deducen dos elementos a tener en cuenta:

28
Para un análisis en conjunto de la masacre contra los nativos en América Latina durante la
conquista española en los siglos XV y XVI, véase DUSSEL, Enrique. Historia general de la iglesia
en América Latina. Salamanca (España), Sígueme 1983. DE LAS CASAS, Bartolomé. Historia de
las Indias. Madrid, Alianza Editorial 1994, tomos I-III. RESTALL, Matthew. Los siete mitos de la
conquista española. Traducción al castellano de Marta PINO. México D.F., Ediciones Paidós
Ibérica 2005. LÓPEZ MICHELLSEN, Alfonso. La conquista española y sus frutos. Madrid, Ed.
Instituto De Cultura Hispánica 1976. LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco. La conquista de México.
Barcelona, Linkgua S.L. Ediciones 2008. MORALES PADRÓN, Francisco. Historia general de
América. Madrid, Espasa Calpe 1975. MOORE, David. Historia de la América Latina. Buenos
Aires, Poseidón 1945. RAMOS PEREZ, Demetrio. De la América indígena a la nueva América.
Vol. IX de la GRAN HISTORIA UNIVERSAL. Madrid, Ed. Nájera 1987.
1. No es correcto acusar a la totalidad del Pueblo Judío de aquel tiempo como
responsable de la muerte de Jesús.
2. No es correcto tampoco, como exhorta el Concilio Vaticano II, hacer
responsable de la muerte de Jesús a los judíos de las siguientes generaciones,
incluso, a los judíos de hoy día.

CÓMO FOMENTAR EL DIÁLOGO JUDEO-CRISTIANO?

Si el Cristianismo quiere lograr una fluida y fraterna cultura de diálogo y de


cooperación interreligiosa con el Pueblo Judío, lo primero que hay que hacer
es establecer un cambio radical de lenguaje y de discurso referente al
Judaísmo.

Esta primera etapa, la del diálogo, requiere seguir a rajatabla el consejo del
Reverendo Moon de “hacer todo lo que se pueda para prevenir conflictos y
discordias entre las religiones”. El asunto de la muerte de Jesús es el principal
elemento que hay que resolver para aclarar malentendidos que por siglos se
difundieron. Espero esta investigación sea un valioso aporte en la resolución
del conflicto existente entre el Judaísmo y la Iglesia.

Dentro de esta cultura del respeto, debo aclarar que para el Judaísmo es una
gravísima falta de respeto expresar cualquier justificación a la Shoáh, ya que
no existe en el mundo razón alguna para afirmar que el asesinato de más de 6
millones de judíos tenía que ocurrir… sencillamente este horrendo crimen
jamás debió suceder en la Historia de la Humanidad y todos los judíos del
mundo estamos de acuerdo en ello.

El tema del Holocausto es un punto demasiado sensible en el Pueblo Judío,


por lo que declaraciones que afirman que “era la Voluntad de Dios el
Holocausto” sólo agravan aún más las cosas en lugar de resolverlas. Este tipo
de declaraciones jamás se pueden volver a repetir si se quiere acercar al
Judaísmo a la cultura de cooperación interreligiosa para la paz mundial.

Lo segundo que se requiere es establecer canales de comunicación fluidos. De


nada servirá este esfuerzo si los cristianos no se esfuerzan por establecer
canales de diálogo fluidos con las diversas autoridades rabínicas en sus
respectivos países.

Necesitamos aclarar los malentendidos, hablar con sinceridad pero con


corazón fraterno y eliminar de nuestro lenguaje (incluso de nuestro lenguaje
religioso) cualquier enseñanza o declaración que conlleve a despreciar al otro.
No se trata de quitar palabras de los libros sagrados del Cristianismo sino de
direccionarlas a una acertada hermenéutica o lectura actual e histórico-crítica
de las palabras sagradas. Yo mismo he insistido a mis correligionarios y
colegas rabinos a que también hay que eliminar del lenguaje rabínico y
sinagogal toda enseñanza o discurso que nos lleve a despreciar a los no-judíos.
El trabajo es, pues, de ambas partes por igual.

Finalmente y como he insistido, una forma ideal para generar el aprecio y la


cooperación entre judíos y cristianos, es compartiendo elementos que nos son
comunes. La Iglesia tiene raíces judías! Por eso es muy importante que en las
comunidades cristianas, a todo nivel, se puedan dictar clases de Cultura
Hebrea para identificar, valorar y apreciar aquellos elementos que sirven de
base para la existencia del Cristianismo. Una acción recíproca tiene que venir
del Judaísmo hacia las iglesias.

CONCLUSIÓN

Habiendo explorado las fuentes neo-testamentarias, talmúdicas y teológicas


referentes a la ejecución de Jesús de Nazareth, podemos exponer las siguientes
conclusiones:

a. Sí es verdad que las autoridades judías del siglo I fueron las autoras
intelectuales que llevaron a que Jesús de Nazareth fuera ajusticiado por los
romanos, por tanto podemos decir con la suficiente objetividad que ellos sí
mataron a Jesús, por cuanto se trató de un grupo de judíos corruptos que
ostentaban el poder y que, pretendiendo preservar los privilegios del poder
político que los invasores romanos les habían otorgado, se deshicieron del
Maestro de Galilea mediante un juicio ilegal, inválido, injusto y viciado, como
se demostró en esta investigación.
b. Si bien un centenar de judíos seguidores de las autoridades religiosas de
Jerusalén alentaron a una muchedumbre a demandar la crucifixión de Jesús,
no es cierto que el Pueblo Judío del siglo I haya sido el responsable de dicho
asesinato, por tanto los Judíos en cuanto nación, no mataron a Jesús.

c. De igual manera no tiene base alguna la afirmación de que todas las


generaciones siguientes de judíos, incluyendo a los que vivimos actualmente
en el mundo físico, seamos responsable de este crimen. Nosotros no hemos
matado a nadie!

d. No es correcto, por tanto, emitir enseñanza, discurso, escrito u opinión


alguna venida del Cristianismo concerniente a la muerte de Jesús, señalando a
la totalidad de la nación judía como responsable. Hacerlo es señal de no estar
caminando en el sendero del Amor Verdadero.

Queda, pues, el desafío de sanar las heridas causadas y alentar el diálogo


fraterno entre el Judaísmo y el Cristianismo, para dar ejemplo a todas las
demás tradiciones religiosas y encaminarnos todos juntos a una cultura
interconfesional que, respetando celosamente las expresiones de fe de cada
credo y trabajando duramente por evitar o remediar cualquier situación que
pueda ofender a todas las confesiones, establezcamos con la ayuda del Padre
Celestial el reino de la paz en el mundo.

El que establece la paz en las alturas otorgue con Sus piedades paz para
nosotros y para toda la Humanidad, y dígase: Amén!

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