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FRENTE AL CEREBROCENTRISMO, PSICOLOGÍA


SIN COMPLEJOS

Marino Pérez Álvarez


Universidad de Oviedo
lamo cerebrocentrismo a la ten- nales lo que en realidad hacen las perso-

L dencia, por más señas, reduccio-


nista, consistente en explicar los
asuntos humanos como cosa del cere-
nas en el mundo (se excusaría decir ex-
terior), de acuerdo con toda una historia
evolutiva y de aprendizaje. Aunque ob-
vio, no se puede obviar que el cerebro
bro, entre cuyos asuntos no faltan los
es un órgano del cuerpo y el cuerpo está
problemas psicológicos. Esta tendencia
situado en un mundo de disponibilida-
se encuentra en libros de eminentes des (por aludir a la teoría de la percep-
neurocientíficos (Damasio; Gazzaniga), ción de James Gibson y Alva Noë).
en libros de divulgación, donde la di- El poder del cerebro no está en crear
vulgación neurocientífica ya es un gé- esto y lo otro, ni tampoco en percibir el
nero literario (Punset; Morgado), en mundo, sino en mediar lo que los orga-
libros de autoayuda acerca de cómo de- nismos necesitan hacer para vivir, en
sarrollar el cerebro y sacar partido de función de las exigencias, posibilidades
tus neuronas y, en fin, en toda esa proli- y constricciones del medio (Fuchs,
feración de neuro-X, donde X es cual- 2011; Pérez-Álvarez, 2011). La plastici-
dad cerebral sugiere esta potencia y po-
quier disciplina de las ciencias sociales
tencialidad para mediar (que no crear ni
y de la humanidades (educación, ética, nos?, el cerebro, por supuesto, según en causar) las conductas y formas de vida
economía, filosofía, etc.), así como este caso el libro de Michael Gazzaniga. de las personas. La plasticidad cerebral
cualquier tema que se tercie (amor, Cómo percibimos el mundo, se nos ase- muestra que el cerebro puede ser tanto o
elección de pareja, marketing, altruis- gura que con el cerebro, en el libro ho- más variable dependiente, y por más se-
mo, egoísmo, sin que falte la felicidad, mónimo de Ignacio Morgado. Lo que ñas dependiente de la conducta y de la
etc.). encontramos en este libro, no es ya di- cultura, que variable independiente que
vulgación neurocientífica, como preten- causara y creara las actividades y asun-
Dos papeles cerebrocéntricos de y es menester que haya (género tos humanos (Li, 2003; Pérez Álvarez,
El cerebro en estos tiempos de cere- difícil, sin duda), sino, permítase decir- 2011). En todo caso, el cerebro forma
brocentrismo no tiene un papel, sino lo, la entrega a un pedagogismo enga- parte de una orquestación biocultural a
dos: como sujeto creador y como objeto ñoso. Aparte de que no es el cerebro el lo largo del desarrollo, al hilo de los
de entrenamiento. Así, por ejemplo, un que percibe (sino todo un organismo si- contextos culturales, las formas de vida
libro de Antonio Damasio toma en es- tuado en un medio), lo que hace el cere- y las circunstancias personales momen-
pañol el título de resonancias bíblicas, bro está explicado en términos to a momento (Kitayama y Uskul, 2011;
aunque seguramente de influencia pun- homunculistas que recuerdan el fantas- Kitayama y Park, 2010; Li, 2009).
setiana, Y el cerebro hizo al hombre. Lo ma en la máquina, como Gilbert Ryle En cuanto a tomar el cerebro como
que la Biblia atribuía a Dios, ahora se describiera el dualismo cartesiano, que objeto de entrenamiento, es coger el rá-
asigna al cerebro. ¿Qué nos hace huma- consiste en situar en escenarios neuro- bano por las hojas. Para empezar, el ce-

Marino Pérez Álvarez es psicólogo Especialista en Psicología Clínica y catedrático de psicología del Departamento de Psicología de la Universidad de
Oviedo. Es autor de numerosos artículos en revistas científicas, así como de libros. Entre sus últimos libros figuran La invención de los trastornos mentales
(con Héctor González, en Alianza Editorial, 2007), El mito del cerbero creador (Alianza Editorial, 2011) y Las raíces de la psicopatología moderna (Pirá-
mide, 2012).

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rebro no es un órgano sensible del que psicológicos (psiquiátricos o mentales), dependientes de la práctica, sabido
tengamos experiencia directa y pudiera a cuenta de hacerlos pasar como enfer- que nadie llega a ser un virtuoso de la
ser objeto de entrenamiento como, por medades como otras cualquiera. Esta música (y de nada) sin al menos unas
ejemplo, los músculos esqueléticos o convención la hemos llamado invencio- 10.000 horas de práctica exigente, de
los esfínteres, por más que se hable de nes, a propósito de la “la invención de lo que ni Mozart se libró (Shenk,
“gimnasia cerebral” (una magnífica ex- los trastornos mentales”, no porque és- 2011). La alteración cerebral de los
presión debida a Cajal). La modifica- tos no sean hechos reales, si no por ser músicos, además de ser correlativa de
ción del cerebro es inherente a las hechos reales como supuestas enferme- la práctica (a más años de profesión,
actividades del organismo y el hecho de dades (González Pardo y Pérez Álvarez, más alteración), es específica del ins-
que permanezcan “huellas” de estas ac- 2007). Como ocurre en absolutamente trumento musical, según sea, por
tividades en el cerebro (y en todo el todas las actividades humanas, inclu- ejemplo, violinista o pianista. El cam-
cuerpo) permite que los hábitos y las yendo la de los clínicos en su ejercicio bio cerebral implicado, pero no sólo
experiencias sean duraderas, para bien y profesional, el cerebro también está im- cerebral, sino del cuerpo (digitación,
para mal: para bien si aquello aprendido plicado en los trastornos psicológicos postura, coordinación, etc.), supone
es, por ejemplo, una habilidad musical (de lo contrario estarías muerto). Ahora una adaptación y predisposición que
y para mal si lo aprendido es una neuro- bien, su implicación no quiere decir que facilita la subsiguiente práctica, así
sis obsesivo-compulsiva. Supuesto que sea la causa, ni deba ser el objeto del como la sensibilidad y susceptibilidad
el entrenamiento del cerebro es para al- tratamiento, según se suele entender. Ni a ambientes y exigencias musicales.
go, para el desarrollo de la memoria, de tampoco quiere decir que la considera- No en vano se habla de la importancia
la música, de las matemáticas o de lo ción del cerebro sea trivial. de empezar tempranamente, de niño,
que sea, la realización de ese algo ya Sirva el caso de los taxistas de Lon- el aprendizaje de instrumentos musi-
implica su ejercitación, de manera que dres, no porque tengan ningún trastor- cales, como de tantas habilidades. Lo
tomarlo como objeto puede ser más una no psicológico, sino por introducir el malo es que las exposiciones y apren-
actividad distractora, si es que no senci- argumento. Como se sabe, de acuerdo dizajes tempranos también pueden re-
llamente un esnobismo. Si se quiere con estudios célebres de la neurocien- ferirse a experiencias y hábitos
preparar el cerebro para la memoria, en- cia, en los taxistas de Londres la parte psicopatológicos.
trena la memoria, recuérdese lo que hi- posterior de su hipocampo presenta un Las alteraciones cerebrales asociadas
zo Joshua Foer para ganar un volumen significativamente aumenta- a trastornos psicológicos pueden tener
campeonato de memoria: entrenar con- do, correlativo a los años de experien- también un estatus dependiente y con-
cienzudamente la memoria y de paso cia. Ni que recordar tiene entre secuente de la “práctica” y de los ava-
escribir un buen libro sobre su ciencia y psicólogos que el hipocampo es una tares de la vida, encontrados en las
arte (Foer, 2012), y si se quiere preparar estructura cerebral relacionada con la “escuelas” neuróticas y psicóticas de
para las matemáticas o la música, estu- memoria espacial y la navegación, en familias, entornos sociales y épocas
dia matemáticas o música. Si se dice animales y humanos. Pues bien, a na- “enloquecidas”. Es decir, los esfuerzos
que hay que tener el cerebro ocupado, die se la ha ocurrido, al menos dejarlo adaptativos (las acciones y reacciones
es uno el que lo debe estar, en realidad, por escrito o decirlo ante testigos, que de las personas, empezando por los ni-
a no ser que uno estuviera disociado de tal alteración cerebral es la causa de ños, llamados “síntomas” en los cen-
su cerebro, lo que sería otro el proble- ser taxista. Por el contrario, son bien tros de salud), debidos a las
ma. Entre no hacer nada y hacer algo conocidas las exigencias requeridas y condiciones ambientales (situaciones
entretenido y desafiante, mejor quizá las habilidades desarrolladas para ser traumáticas, apego desorganizado, es-
esto último, lo que seguramente será taxista en la jungla de asfalto de más trés continuado, conflictos, pérdidas),
mejor para uno y su cerebro incluido. de 25.000 calles de Londres, como pa- pueden dar lugar, cómo no, a alteracio-
ra entender el carácter dependiente-de- nes cerebrales. Ahora bien, estas altera-
¿Qué tiene que ver el cerebro con los la-práctica de dicha alteración. En ciones puede que sean, en realidad, más
trastornos psicológicos?, mucho, pero definitiva, que ser taxista es lo que consecuencia que causa del problema.
no confundamos dónde está su im- causa la alteración del hipocampo. El Sin embargo, cuando se trata de trastor-
portancia cerebro de los músicos también es cé- nos psicológicos, los correlatos neuro-
El cerebrocentrismo tiene especial lebre en neurociencia, por mostrar al- nales se suelen tomar como causa o
gancho en relación con los trastornos teraciones estructurales y funcionales antecedentes, cuando no tiene por qué

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ser así necesariamente, ni probable- que en general promueven las terapias ciones epigenéticas pueden ser induci-
mente lo sea, como sugiere el caso de psicológicas. Así, un ejemplo, más iró- das por las condiciones ambientales y
los taxistas y de los músicos. nico que otra cosa, en este contexto, es- los propios trastornos a que dan lugar
Esto no quita para que, una vez dadas tá en las alteraciones volumétricas como esquizofrenia, estrés postraumáti-
las alteraciones cerebrales, puedan en- encontradas en pacientes diagnostica- co, anorexia, dependencia de sustancia,
trar en un bucle de predisposición, aquí dos de esquizofrenia (menor volumen etc. La cuestión es entender cómo as-
llamada “vulnerabilidad”. Se trataría de general y mayor ventricular). A lo que pectos del ambiente social se traducen
un bucle constituido por ambientes – parece, estas alteraciones, lejos de ser en consecuencias psicopatológicas o de
hábitos – experiencias – “síntomas” – un antecedente (sugerido como factor cómo el ambiente “entra en la mente”,
“circuitos neuronales defectuosos” – causal) son, en realidad, efecto de la lo que puede estar epigenéticamente
modificaciones epigenéticas – contex- medicación antipsicótica (Ho, Andrea- mediado (Toyokawa, Uddin, Koenen y
tos clínicos “tóxicos” y de nuevo am- sen, Ziebel, Pierson y Magnotta, 2011). Galea, 2012).
bientes, etc. Este bucle De modo que la medicación antipsicó-
“psico-patológico” puede predisponer, tica puede estar contribuyendo tanto a No existen genes de…, ni se los espera
consolidar y así “cronificar”, un proble- la alteración cerebral como al rebaja- En relación con la genética, buscada
ma, tanto o más en la medida en que in- miento de los síntomas, cumpliendo por la psiquiatría desesperadamente
cluya contextos clínicos “tóxicos” (el con el doble sentido de pharmacon co- (como si le fuera en ello su estatus
discurso genético, la ideología cerebro- mo medicamento y veneno. No es difí- científico y profesional), aparte de no
céntrica, la doctrina de la vulnerabili- cil de entender el bucle iatrogénico que aparecer el gen de esto y lo otro y de
dad-estrés, la medicación, etc.) y, a la esto puede suponer, todo ello sin consi- saber, ya que ni se los espera, la cues-
vez, excluya contextos alternativos de derar que la esquizofrenia sea ninguna tión está en que lo decisivo es lo que
normalización, desarrollo de habilida- bendición ni de que haya para ella “jar- ocurre a lo largo de todo el desarrollo,
des, reorientación de y hacia la vida, lo dines de rosas”. Asimismo, las altera- desde el zigoto a la tumba, de manera

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que el ambiente y la conducta de los la ISPS: International Society for Psy- plejos. En realidad, puede que la psico-
organismos (sus vicisitudes y esfuer- chological and Social Approaches to logía tenga más que decir del funcio-
zos adaptativos) recobran el protago- Psychosis, es muestra de este enfoque namiento del cerebro y sea más
nismo que el fundamentalismo reemergente. relevante para su estudio, que al revés,
genético trata de arrebatar, más por in- a pesar de que los “fundamentos neu-
tereses que por evidencias científicas. Más psicología y menos neuroimágenes robiológicos” se suelen poner por de-
La ironía es que “los avances recientes Los propios tratamientos psicológicos lante o en la base de la conducta, de la
en el entendimiento de los mecanismos pueden producir cambios cerebrales y personalidad, etc. La conducta y la cul-
genéticos/moleculares subyacentes a hasta epigenéticos, según los hechos y tura son las condiciones que moldean
los trastornos psicológicos piden una razonamientos señalados. Sin embar- la estructura y funcionamiento del ce-
mejor apreciación del papel del am- go, los correlatos neuronales (típica- rebro, incluyendo las alteraciones aso-
biente y de las experiencias psicológi- mente, neuroimágenes en tal o cual ciadas a los trastornos clínicos
cas.” (Masterpasqua, 2009, p. 200; ver área) no hacen mejores a los tratamien- (Gergen, 2010; Kitayama y Park,
en el mismo sentido Zhang & Meaney, tos psicológicos: ni su disponibilidad 2009; Kitayama y Uskul, 2011; Li,
2010). Aún los trastornos psicológicos, los confirma, ni su falta deja de confir- 2003; 2009; Pérez Álvarez, 2011). Pre-
incluyendo la esquizofrenia, podrían marlos, toda vez que se miden por las guntas cómo el cerebro genera el yo o
ser hereditarios, sin ser genéticos, por- mejorías observadas en quienes los si- la conciencia, son preguntas mal for-
que se “hereden” por vía epigenética, guen. Así, tampoco las neuroimágenes muladas, por prejuiciosas y presuntuo-
conductual y cultural. Al fin y al cabo, hacen más reales los trastornos psico- sas, que dan por supuesto que son cosa
valga por caso, la religión y el acento lógicos: su realidad es la vivida y com- del cerebro, a la vez, que ignoran el ca-
argentino corren en familia, sin ser ge- portada por la propia persona. La rácter institucional e histórico-cultural
néticos, hasta donde cabe pensar. tristeza o las voces son tan reales y, en del yo y la conciencia. Por ignorar, ig-
No se trata de negar los posibles facto- cierta manera, más que los propios cir- noran que hasta el propio funciona-
res neuronales y epigenéticos implica- cuitos neuronales implicados, de los miento del cerebro está a expensas de
dos en los trastornos psicológicos, sino que no se tiene experiencia. La impli- la organización de la sociedad. El cere-
de ponerlos en su sitio: en un circuito cación de distintas realidades físicas, bro humano no ha cambiado como po-
de factores. Un circuito que, por cierto, psicológicas y culturales (cuerpo, con- co en los últimos 40.000 años y el yo y
tiene su origen, valdría decir su causa ducta y cultura) es una cuestión filosó- la conciencia es cosa de tiempos y con-
inicial, en los esfuerzos adaptativos en fica que, si no se tiene clara, textos históricos, empezando por la in-
función de las exigencias, posibilidades fácilmente lleva a incurrir en el monis- vención de la escritura, hace unos
y constricciones ambientales. No se tra- mo creyendo superar el dualismo, una 6.000 años, no prevista ni en los genes
ta, por tanto, de negar su implicación, de cuyas versiones es el homunculis- ni en el “diseño” del cerebro. Son los
pero tampoco de poner la genética ni la mo. Para una posible aclaración filosó- desarrollos culturales, empezando por
alteración cerebral por delante, como fica puede verse El mito del cerebro la escritura, los que han reorganizado
presuntos factores primarios y primor- creador (Pérez Álvarez, 2011). La el funcionamiento del cerebro y conti-
diales (etiológicos), ni de apostar el re- aclaración de estas cuestiones y el aná- núan haciéndolo (para el papel de la
medio a la medicación a cuenta de lisis crítico de los “intereses creados” escritura, véase Pérez Álvarez, 2011,
supuestas enfermedades orgánicas. In- en torno a la tecnología de neuroima- cap. 6, y Pérez Álvarez, 2012, cap. 6 y
cluso en la esquizofrenia, donde la me- gen (amén de la psicofarmacológica) 7). El poder del cerebro, como se de-
dicación ni se discute, deja mucho que tiene importancia científica, política y cía, está en mediar, permitir y posibili-
desear (véase el artículo de Héctor Gon- económica. Un ejemplo de “neuroeco- tar (que no crear, generar o causar) las
zález Pardo). Ante la incertidumbre y nomía” podría formularse así: gastar formas de vida que dan lugar a “nichos
desánimo reinantes en la neurobiología dinero en buscar neuroimágenes de tra- culturales” e instituciones, los cuales
de la esquizofrenia, se está reabriendo tamientos y trastornos, probablemente terminan por funcionar como “trinque-
la perspectiva psicológica y social, in- sea más causa de despilfarro que de tes” que hacen difícil la vuelta atrás.
cluyendo el tratamiento (Morgan y Hut- conocimiento de causa. Pero, si las instituciones y los anda-
chinson, 2010; Moskowitz, 2011). La Es importante que los psicólogos co- miajes culturales desaparecieran de la
revista Psychosis. Psychological, Social nozcan y contribuyan a estudiar la faz de la tierra, el cerebro quedaría sin
and Integrative Approaches, órgano de complejidad del cerebro, pero sin com- contexto ni andamios.

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REFERENCIAS

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466.

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