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Eser DP Caso Da Mosca - Caso Da Bofetada PDF
Eser DP Caso Da Mosca - Caso Da Bofetada PDF
richt), de una lesión culposa (§ 230)? Lo que está claro es que: sin el «movi-
miento brusco de defensa» no se hubiese producido el accidente ni las con-
secuencias lesivas. ¿Demuestra ello suficientemente que A ha «realizado el
supuesto de hecho típico de una ley penal» (§§111 nr. 5, 12)? No; fundamen-
talmente, porque para la realización del supuesto de hecho típico (en el delito
de comisión) es necesario una acción. Es decir, que no es suficiente que una
persona sea un mero eslabón de una cadena de causalidad que produzca un
resultado típico (aquí: la lesión).
— ¿Supone un movimiento brusco de defensa una acción en el sentido
del Derecho penal? ¿Cómo se caracteriza mejor esta acción de defensa?
¿Como movimiento reflejo o como movimiento instintivo? ¿Como una reac-
ción (semi-)automática o impulsiva? ¿Como una acción de cortocircuito
(«Kurzschluhandlung») o como reacción de miedo? ¿Podría ser decisivo que
estas reacciones tengan una finalidad, es decir, estén dirigidas o sean dirigibles
voluntariamente? ¿Cual es el criterio determinante para la delimitación entre
una acción y la falta de acción?
En el caso de que ese movimiento brusco de defensa no constituya
una acción en el sentido del Derecho penal, ¿podría establecerse como punto
e s t C O n e x i o n t a m b i é n un reproche penal de un comportamiento anticipado a
e m w i
er, ™ ° de defensa? ¿Cual seria ese comportamiento? ¿La participación
trafico, a pesar de una adecuación deficiente para conducir vehículos de
sufi<°r tendencia a
reacciones falsas) o bien por falta de disponibilidad
,Mllc
V(SB , P a r a evitar automatismos peligrosos? ;En la conducción con la
ventana abierta?
i, n p r , Y Analmente: ¿Cómo se debe fundamentar el reproche culposo (de
consec e n c i a | ' ¿^s posible prever tales reacciones falsas junto con todas sus
entrar U e n c i a s ^ ¿Tenía que esperar A, que con la ventana abierta le podía
20) e n U n a n , °sca en el ojo? ¿Puede excluirse la capacidad de culpabilidad (§
"-aies reacciones de miedo y acciones de cortocircuito?
al debe * ' ^ m t s S e r i c h t ) aprecio la existencia de un comportamiento contrario
de su . ya que A ocasiono con su movimiento de defensa brusco el derrapaje
ene y no calculo culposamente que tal movimiento brusco se iba ha
D E R E C H O PEM
so de la mosca al
22 — No puede ser dudoso, que un hecho sólo puede existir, si existe entre
la modificación del estado de las cosas típica y el autor relación externa
20). Por el contrario, en lo que se refiere a las relaciones internas, ninguna ley
ofrece una información clara. Está especialmente abierta la cuestión de si al
hecho pertenece una acción dolosa o culposa (§§ 15, 18) o si debe considerarse
el dolo y la culpa sólo en el ámbito de la culpabilidad.
23 ee) Todos los hechos presuponen una acción u omisión típica. Esta
comprobación no es una tautología supérflua. Más bien parece un problema
objetivo que surge con especial claridad en los supuestos de hecho típicos
que —como, por ejemplo, el § 230— no contienen una caracterización
diferenciada de la acción, en los que el hecho se describe más bien como
una pura realización de un resultado (los llamados delitos cualificados por
el resultado). ¿Se debe concluir, que una acción sólo lo es, y es entonces
siempre típica, cuando (co-)realiza el resultado típico? Si se quisiera afirmar
ésto, entonces el ámbito del comportamiento típico sería demasiado amplio:
La fabricación de vehículos de acuerdo a las disposiciones reglamentarias
sería un comportamiento típico en el sentido de los §§ 223 y 230 del
Código penal alemán, porque según la experiencia siempre se producen
accidentes de tráfico y, por lo tanto, la fabricación de vehículos sería un
aporte previsible a la lesión de la integridad corporal. Si no se quierre
llegar a esta conclusión, entonces hay que aclarar qué exigencias generales
hay que exigirle a un comportamiento típico. Para este fin es útil diferenciar
(A 12) los conceptos de «hecho» y de «acción típica».
24 b) Se plantean así, en definitiva, tres cuestiones sobre las que la ley no
ofrece una respuesta concluyente: (a) ¿Qué significa «actuar» y «omitir» (A
17)? (b) ¿Pertenece al hecho que una «acción sea dolosa o culposa» (A 22)?
(c) ¿Qué exigencias generales debe tener una acción «típica» (A 23)? La
respuesta de las cuestiones (b) y (c) no constituye un problema genuino de la
teoría de la acción, sino uno de las teorías del tipo y del ilícito. Pero,
posiblemente la determinación más exacta del concepto de acción ofrezca
también aclaración sobre estas cuestiones.
cido que la mosca realmente se encuentra ahí, (2) que desea que desaparezca
(3) que está convencido de que existen ciertas regularidades causales (l as
moscas pueden ser ahuyentadas por medio de un movimiento con el brazol
y (4) espera que la mosca como consecuencia del movimiento con el brazo
desaparezca efectivamente. La voluntad presupone entonces convicciones
deseos y expectativas. Pero ello no significa que la voluntad no se pueda
reducir a otros estados intencionales (Searle, Intentionalitat 49 ss., 13g)
Esto se pretende aclarar a continuación.
30 — El contenido de la voluntad (contenido representado intelectualmente)
es considerado abstractamente como una modificación de una situación y
sin duda, —ésto es lo que diferencia a la voluntad de otros estados inten-
cionales (como ser de los deseos o las expectativas— como una modificación
de una situación como consecuencia causal de la voluntad. Expresado de
forma clásica: «Dado que la voluntad está dirigida a algo realizable, ésto
excluye también la representación de la causalidad de la voluntad. Sólo se
quiere aquello, cuya producción uno se la representa causalmente [es decir,
como consecuencia de la voluntad] (v. Bar, Gesetz und Schuld II, 1907, p.
308, 318). Por consiguiente, pertenecen a la representación intelectual de la
voluntad dos elementos: la representación tanto de una modificación de
una situación, como la de una producción precisamente de esta modificación
de esa situación por medio de la voluntad.
31 — El contenido de la voluntad pueden ser tanto sucesos «internos»
(pensar/reflexionar, hacer cuentas, etc.) como «externos». Sin embargo, las
meras «actividades mentales» («Gedankentatigkeiten») no constituyen hechos
(A 18). En lo que se refiere a los sucesos externos, el contenido de la
voluntad sobre un movimiento corporal (como consecuencia de la voluntad)
puede estar limitado. Pero, en el caso normal éste es más amplio, es decir,
que abarca también modificaciones de una situación que se transmiten por
medio de movimientos corporales. Uno quiere eludir una mosca moviendo
el brazo de determinada manera. También se debe tener en consideración
que el efecto que se pretende transmitir por medio de un movimiento
corporal no tiene porqué ser una modificación de esa situación. También
puede consistir en evitar la modificación de esa situación.
32 — Según una convicción ampliamente difundida en la bibliografía penal,
pertenecen al contenido de la voluntad no sólo las consecuencias (accesorias)
del movimiento corporal perseguidas (intencionadas, premeditadas, preten-
didas), sino también las previstas (cfr. Welzel 34 ss., 64 ss., v. Hippel II 30°
ss.). Sin embargo, esta concepción se debe rechazar, porque c o n f u n d e
diversos estados intencionales. Ello es fácil de comprender, si se c o n s i d e r a n
las condiciones de realización de la voluntad (A 28): Si la voluntad esta
realizada, no depende de la producción o no de las consecuencias meramentes
previstas. La afirmación de que «la voluntad de realización también abaca
la realización de las consecuencias» (en este sentido Welzel, op. cit.), es P° r
ello equívoca (cfr. Schmidhauser I 5/10, 55, Oehler-FS 135 ss., Searle,
Intentionalitat 135).
33 b) La voluntad se encuentra realizada, cuando realmente produce
modificación de una situación representada intelectualmente. Según es
Caso de
FT 1
DE*
s) 43
A continuación se intentará aclarar la dependencia de las teorías de la
cción penal de determinados modos de plantear las preguntas y de deter-
minadas premisas. El fin de esta exposición es, entre otros, ser un aporte
a la comprensión del sistema penal discutido en la actualidad (a-f). Luego
se analizará la utilidad y la necesidad de un concepto de acción penal
independiente (g).
44
Las teorías de la acción se pueden diferenciar en función a la forma en
que responden las preguntas enunciadas (A 40 ss.). La teoría causal (a), la
teoría final (b), la teoría de la evitabilidad (Vermeidbarkeitslehre) (c), y la
teoría intencional (d) contienen respuestas divergentes a la tercera pregunta
(A 42). La teoría de la social acción (e) y la formal-abstracta (f) responden,
por el contrario, sólo la primera y la segunta pregunta (A 40, 41). ¿Cómo
son estas respuestas?
a) La teoría causal de la acción fue desarrollada al final del siglo 45
pasado. Esta se caracteriza por abstraer el contenido de la voluntad y
considerar como criterio determinante exclusivamente la eficacia causal de
la voluntad. Por lo tanto, la acción se define como «una causación arbitraria
o no evitación de una modificación (de un resultado) en el mundo exterior»
(v. Liszt, Lehrbuch des deutschen Strafrechts, 20. ed., 1914, p. 127).
Mezger, uno de los posteriores defensores de esta posición, observa sobre 46
esto. <[108] la teoría de la acción penal sólo se pregunta por lo que se ha
ocasionado por la voluntad del que actúa, lo que se ha producido como «efecto»
a
voluntad. Todos estos efectos son parte integrante de la acción. No
•T»i te importancia aquí, en qué medida todos estos efectos también son
e nido de
pen ( !a conciencia y de la voluntad del que actúa... [Sólo] la teoría
volunté ' a c u l P a bHidad suscita la pregunta de en qué medida el efecto de la
ad
ha sido... «contenido» de la voluntad.»
la a^o aS °^ s e r v a ciones muestran con toda claridad que la teoría causal de
hecho' 0 " CS u n a «teoría» sobre qué aspectos de la acción pertenecen al
vas- ° b l e p a ' incito (A 42). Como tal contiene dos premisas normati-
lu
nclan' a C o n v i c c i ° n d e que el ilícito se debe determinar (Mezger 162 ss.)
las car- e n t a ^ m e n t e de forma objetiva (es decir, sin tomar en consideración
todo , 0 1C : h erist *as intelectuales-espirituales). Expresado de forma sencilla:
' J e tivo pertenece al ilícito, todo lo subjetivo a la culpabilidad. Por
Caso de la mosca DERECHO P E N
ello, es dudoso que la respuesta de la teoría social de la acción sea útil (Cf
Herzberg JZ 1988, 573/7, Blei I 74) y si acaso es necesaria una teoría tal
68 La definición de la acción como «un comportamiento socialmente releva
l/\mir>nKlíHi /(objetivamente) no ofrece
y dominable» nfannn ninguna información
' -f - *' acerca de Ule
SI v
llegado el caso, cuales son los aspectos subjetivos de la acción que pertenec
al hecho o bien al ilícito. Es decir, que la teoría social de la acción no ofreT
ninguna respuesta al problema de la coordinación (A 42). Ello no impide
incluir elementos subjetivos al concepto de ilícito (cfr. Jescheck 201, 203
217), pero tampoco obliga a ello. Su importancia para el concepto de ilícito
se agota, pues, en una función negativa de exclusión (negative Ausgrenzungs-
funktion).
69 f) Según una concepción más amplia, que por falta de un mejor nombre
se podría denominar como teoría formalrabstracta de la acción (formal-
abstrakte Handlungslehre), pertenece a la parte externa de la acción sólo (!)
el comportamiento corporal a la parte interior le pertenece una voluntad y
que se debe referir a ese comportamiento corporal y sólo a él. Lo que el que
actúa ocasiona con su comportamiento arbitrario debe ser intrascendente.
Por lo tanto, la acción se define como «un comportamiento humano llevado
por la voluntad» (Baumann/ Weber 191 ss., 203). O, como ya lo había formu-
lado M. E. Mayer (Die schuldhafte Handlung und ihre Arten, 1901, p. 18):
«Las acciones son actividades de la voluntad que se exteriorizan y agotan en
movimientos corporales positivos o negativos (es decir, omitidos).»
70 ¿Cual es la razón de tal «concepto mínimo» de acción? También la teoría
formal-abstracta es, según su propia pretensión, una respuesta a la pregunta
de qué aspectos de la acción son comunes a todos los hechos (A 41). Pero
es dudoso que esta respuesta sea de alguna ayuda. La definición de la acción
(en sentido amplio) como «un comportamiento llevado por la voluntad» no
aporta nada para la omisión (cfr. Schóncke-Schróder/Lenckner 27, § 19).
Sin embargo, se introduce otro motivo a la discusión a favor de la teoría
formal-abstracta: según el cual seria necesario crear un concepto de acción
«libre del tipo penal» y libre de valoración (Baumann/ Weber 187 s., 207 s.).
Esto se podrá comprender (también) por el hecho de que la teoría formal-
abstracta quiere configurar un concepto de acción que no pretende prejuzgar
de ningún modo el problema de la coordinación (A 42) (Baumann/ Weber
287 ss., 428 ss., asignan el dolo y la culpa a la culpabilidad).
71 g) ¿Cómo se deben responder las preguntas que, después de todo esto,
determinan la discusión sobre el concepto penal de acción?; Es acaso necesaria
una teoría de la acción independiente? Como resultado provisional de este
breve paso por las teorías de la acción se pueden formular dos resultados.
72 — El problema de clasificación de las categorías de la teoría del
el problema de imputación (A 42) no se pueden solucionar, o al menos
forma concluyente, en el nivel del concepto de acción. Si se quiere a C
qué aspectos de la acción (contenido de voluntad, conocimiento o p° sl
conocimiento de la posibilidad de la producción de consecuencias no desea""-"
etc.) son de importancia para la existencia de un hecho, entonces habra 4
argumentar desde el el concepto del hecho o bien del ilícito (Schild, Stra
Caso de la moscaPE*DERECI
HO PEÍ
_
tanto es correcto cuando se dice que los dados de la dogmática
68 s.)- P ° r l ° a n a i " n o se encuentran en la teoría de la acción, sino recién en
d e l Derecho pe ^ ( S c h ó n c k e - S c h r ó d e r / L e n c k n e r 37, 46, 54, § 13). Sin
la tipi c l d a d y , a e r r 6neo negarles a las teorías de la acción en este punto todo
embargo- ®erl d e t 0 ( j 0 S modos, ponen de manifiesto los principios de
valor. D a ° u | o c ^ ¿ n los cuales se puede diferenciar el ilícito de la culpa-
^ S r t i l o b r e « t a cuestión A 90 ss ).
. 73
s e refiere al esfuerzo por obtener un concepto general (A 41),
' " i ° omprobar que todos los hechos presuponen una modificación o no-
ó n ^ o deseada) de situaciones que están sujetos al control voluntario
B. i autor
'' . . ^65 „„
(A \ E
ss.). ^sias ta comprobación
w i n p ™ ^ . . es — —en — lo que -i— se
— refiere a la
1 iración del concepto central del ilícito» (ésto es lo que espera Maiwald
ZStW 86, 626/655 del concepto general de acción)— de gran ayuda. Porque
demostrará que el criterio de disvalor primario se encuentra en la modi-
ficación o no-modificación de situaciones que se configuran como un menos-
cabo del bien jurídico y que ésta sólo es ilícito personal, cuando se encuentra
en al ámbito de la voluntad posible de la persona concreta (A 36). Para llegar
a esta constatación no es necesario una teoría independiente de la acción y
tampoco tiene ningún sentido denominar como comportamiento o incluso
como acción a un suceso evitable (o la «evitabilidad de una diferencia de
resultado» («Vermeidbarkeit einer Erfolgsdifferenz»); cfr. Jakobs 6/32). Todas
las demás afirmaciones diferentes tienen que dejarse medir por si contienen
mayor información sobre el «sustrato real que pueda ser el punto de conexión
para el castigo de una persona» (ello es lo que busca Bloy ZStW 90, 609/
615). La descripción de acción en sentido amplio como «un comportamiento
humano llevado por la voluntad» (A 69), como «objetivización de la persona»
(Maiwald op. cit., Bloy op. cit.) o como «comportamiento humano socialmente
relevante» no aporta un conocimiento adicional tan significante (cfr. también
Schmidháuser 16/62). También la caracterización de acción en sentido amplio
como «no evitación evitable» («vermeidbares Nichtvermeiden» - Herzberg J Z
19
88, 573/576; en sentido crítico sobre ello Brammsen J Z 1989, 72 ss., con
ulteriores referencias) no es necesaria. Más bien apunta a que justamente la
'usqueda de un concepto unitario de acción no facilita el hallazgo del sustrato
real que tienen todos los
hechos en común, sino que lo dificulta. Es un
¡JJucio no justificado creer c . . „ que este sustrato real se encuentra en _una
<ar l 0 n e n
sentido amplio» (cfr. también Gross, Criminal Justice 48 ss.).
se r e R f e S U m e n : L a s teorías de la acción sólo son limitadamente útiles en lo que 74
3 a cuest
todo ' i ° n sobre los aspectos de la acción comunes al hecho o a
S 05
prap fechos. Ello ha conllevado a que se pusiera en duda su justificación
13) y Iiat, ca (cfr., p o r ejemplo, Otto I 63, Schoncke-Schróder/Lenckner 37, §
n
ne
se le otorgara al concepto de acción una función delimitadora
8ati va Hasta aquí ¿son las teorías de la acción útiles?
Ce 3- El C O n c e t o
ntral d P de acción en su función delimitadora negativa. El punto 75
Se
Paraciáe ' a s e n t e n c i a del OLG Hamm se encuentra en el problema de la
mín1Ir|()s0n d e la llamada falta de acción. Se trata, pues, de los requisitos
OLq j, ^ue debe reunir una «acción en sentido jurídico-penal» (A 40). El
mr
n sostiene, en coincidencia con las opiniones obtenidas hasta el
Caso de la mosca D E R E C H O PENA
JLiS^ VU
Hifprpntps nii#» HAU» se
L-tiNNPF
Pars.
razonablemente. La primera cuestión es: ¿Existe (bajo aspectos jurídico- pena i
una lesión no permitida con generalidad o una puesta en peligro de bien'J
jurídicos? La segunda pregunta es: ¿Existen motivos que justifiquen un COrT
portamiento no permitido con generalidad? Todos los elementos que le (ja
(o le quitan) a un comportamiento el carácter de «no permitido con genera
lidad» —y a ellos corresponde junto a la lesión o puesta en peligro del bie
jurídico también la no observación del riesgo permitido (Jakobs 7/39 ss.; en
otro sentido, por ejemplo, OLG Karlsruhe NJW 1986, 1358/60, Maurach-
Zipf II 44/11 s.)— se deben analizar en el ámbito de la realización del
supuesto de hecho típico. Como esencia de estas características la realización
del supuesto de hecho típico (dentro del ilícito) constituye también un ámbito
propio de análisis.
110 b) La relación entre el hecho y el ilícito se describe con frecuencia de
forma superficial, diciendo que la realización del supuesto de hecho típico es
un «indicio» de antijuricidad o bien del ilícito (cfr., por ejemplo, Baumann
Weber 257, 265, Maurach-Zipf I 24/7 ss., Ebert/Kühl Jura 1981, 225; cfr.
también BGHSt 35, 270/275). Esta formulación es cuando menos equívoca,
porque el hecho constituye el ilícito en el caso de falta de causas de justificación
(Jakobs 6/59 ss., Schmidháuser I 6/8 ss., Schóncke-Schróder/Lenckner 47,
§ 13). En la resolución del caso práctico es suficiente con la comprobación de
que las causas de justificación no sean manifiestas (con mayor precisión
sobre esta cuestión el caso del bastón nr. 9 A 29 ss.).
111 4. Resultado sobre la punibilidad de A: La conducción de un a u t o m ó v i l
con la ventana abierta y sin suficiente concentración para e v i t a r automatismos
peligrosos hacen de la conducción un comportamiento no permitido y a n e s g a d o
y, por lo tanto, se trata de un comportamiento objetivamente típico. Este
comportamiento objetivamente típico ha producido la lesión corporal de otra
persona. La producción del resultado típico es también la r e a l i z a c i ó n
riesgo no permitido que A ha llevado a cabo. Por lo tanto, el tipo objet^
del § 230 se encuentra realizado. Por consiguiente, habría que analizar tamo^
en el ámbito de la tipicidad, si A ha actuado individualmente c 0 " t r d a t i v a
deber, es decir, si ha actuado culposamente. Si esta cuestión es alirm ^
entonces —como se verá del esquema de resolución de casos que se ^ ^
a continuación— habría que considerar a continuación, si existen ^ ¡ón .
justificación, causas de exclusión de la culpabilidad o causas de exc
Para lo cual no parece haber indicios.
d«
210
Culpabili(
de j a d : falta de causas de exclusión
a
culpabilidad y de causas de exculpación
d e si
exis m p r ° b a C 1 ° n d e l a culpabilidad se agota en el análisis de la pregunta 115
P r las
° cual=CaUSaS' P ° r l a s c u a l e s l a culpabilidad podría quedar excluida o
atla aut
lizar si e l o r podría quedar disculpado. Cuestión que hay que
1, E n t r a * ' 1 1 6 1 1 l0S corres
P o n d i e n t e s puntos de apoyo.
íesc a Cn cons
ritas): " ideración como causas de exclusión de la culpabilidad
me
dad m ' en n ta] ; 8 c i d a d de culpabildad por minoridad (§ 19) o bien por enfer-
Caso de la mosca DERECHO PENA
A) Explicación y profundización
I. En general sobre el papel de la causalidad en el marco
de la imputación
1. En esta sentencia se habla tanto de la «relación causal» como de
«previsibilidad» y «culpabilidad». Todo esto se vincula, —como en r e a l i d a d
toda la dogmática de los presupuestos generales de la punibilidad (vease
Jakobs 7/4a, 6/1 sgtes., 7/1 sgtes., 20),— con la imputación del comporta-
miento humano y sus consecuencias. Pero, como también se demuestra
este caso es preciso separar distintos niveles de la imputación:
a) Por un lado, se trata de establecer en qué medida un movimien^
corporal o cualquier otro comportamiento humano resulta imputaDle c ^ ^
una acción penalmente relevante. Mientras que este problema r e f e r e n ^ ^
teoría general de la acción era el punto central del caso anterior (nr. - . .
sgtes.), en este caso está fuera de toda duda la calidad de acción d
querido por A sobre la cara de B. r |a
b) Pero, además también el resultado típico tiene que ser causa ° ^ ¡a
acción como parte o consecuencia de la acción cuestionada (por ^ ' ^ j c j d i 0
lesión de la salud en el § 223 Código Penal alemán, la muerte en el ^ ce¡lt e
del § 226 Código Penal alemán). En tiempos ya pasados, como ''^rentes
sentencia, se creyó poder resolver esta cuestión sobre la base de las ^ ein0S tró
«teorías de la causalidad». Pero, con el transcurso del tiempo s e ^ de
que ello era insuficiente; por lo tanto, hoy en día se habla, casi S K ^ ¿ e est"
«imputación objetiva». Más adelante, se aclarará cual es el significa
diferencia y de qué depende en particular. Por ahora, sin embargo,
mencionar aun otros aspectos de la imputación, dado que:
Caso de la bofetada 4
B
1
^ul ta e H ,ClaC ' Ón e n t r e l o s <<d eli tos de resultado» y los «delitos cualificados
A
1 SI*M B a u m a n n / W e b e r 201 sgtes., y también Eser, Strafrecht III
' La e
nunc 1 49 e n el q u e A c r e
tlire r ¡a respe\ * ' ' y ° poder negar la causalidad de
°r de
'a Ge 3 a detenci
' ó n de M, argumentando que de igual modo el
a
Po S, posiblemente, hubiese denunciado a M, teniendo
ello peores consecuencias para éste [50]: «Sólo se podría negar ¡mn
comportamiento de A, en el sentido de la equivalencia de las condici a n ° ' a al
el resultado, si el resultado hubiese tenido lugar con hechos igual° n e S P a r a
denuncia. Este presupuesto falta, si en lugar de la acción de A h u b ' S ' n Sü
tomar en consideración otra acción que en realidad no hubiese ten I f ^ <1Ue
lu
para que se mantuviera el resultado.» Cfr. también el caso de la s P n t Q J 9ar
oc,,
2, 2 0 en el nr. 5 A 26. iencia BGHt
M
A c
' °nduct or r ^ CtlV ° r e s u l t a e l c a s o d e l a sentencia BGHSt 30, 228, en el que 34
Col|
sionado 6 UR a u t o m ó v i l F o r d . colisionó con un Citroen (que a su vez había
Car
retera deb'd" UR c a m ' ° n c ' u e s e encontraba parado correctamente en la
de
Pie delant ° 3 m t e n s a nie bla), matando al conductor de aquel que estaba
c rr
° 'Portarr1¡ent d e S u a u t o r n óvil. A, creyó poder negar la causalidad de su
^"mentando ° ~ " c o n t r a r i o a su deber de cuidado por exceso de velocidad—,
í^ 6 ^ aún hnK Ue a u n c ' u e hubiese conducido a la velocidad permitida, con la
c^ IOnado . pordúo^ 6 p o d i d o detenerse a tiempo, C igualmente hubiese sido
n
S|n automóv*! í c o n d u c t o r d e l Opel que venía detrás de él hubiese colisionado
reí ern,J arg 0 , ! de
y éste hubiese colisionado también con el Citroen.
Ón d e s o s t u v o lo
Prod' caús r siguiente: [231] «No se puede suprimir la
ade Ucc'ón d e | r a d a d d e u n comportamiento contrario al deber posterior y la
Cüa
do d e ,, eSU o
' P° r el comportamiento contrario al deber temporalmente
n
tercero (aqui el dei conductor del Opel) que realmente no
Caso de la bofetada 4
dedsivo^n'estícuestión Z t ^ T S í J )'
sobre el resultado
RESUHN^
(A 33 sete V? causaiiriad
Í A ™
F- v ^ de tal . eficacia
" , real de la acción
acción
cuestión con una hipó e:f s cercana a ía " " ^ 2 C ° m p r ° b a r sti
d e <<¿qUé h u b Í C S e
ocurrido sin la a ^ ó n ? » , la fórmuía "
de una relación P n t r » T " ' • " , , u m , q u e a q u i s e P i n t e a exige la existencia
Wolter, op. cit., 32, 57 ss., 330 ss.). Por consiguiente, por ejem
de un avión no le es imputable objetivamente al jefe de la firm H ° ' l a ca¡d
aVÍac
aunque éste indudablemente lo ha co-producido y estadística™ 'ói>
6ra
visible, siempre que la empresa de aviación se mantenga en Pre'
«nesgo permitido» (cfr. Schóncke-Schróder-Cramer § 15 n ° - m a r c ° del
también Frisch, Verhalten 61 ss., sobre mayores constelaciones v m 144 Ss
en las cuales la existencia del comportamiento ilícito ya resulta d* ' ealistas
64 b) Para la verdadera imputación objetiva del resultado es nece osa),
el peligro desaprobado se concrete en el resultado típico. Aún es no. que
ld
cuales son los requisitos particulares de esta «relación de riesso»7f °
Spe
cialmente Frisch, Verhalten 55 s„ 507 ss, Jakobs 7/72 ss Lackner Fs /
Krümpelmann Jescheck-FS I 313 ss., Puppe ZStW 99 595 s s V Z
cialmente se trata de que «se haya concretado, en base a un cur7n ^
típicamente adecuado, aquel riesgo (jurídicamente desaprobado) en
dañoso que haya sido causado por el comportamiento lesivo del autor n "
sobrepasar el nesgo permitido, cuya producción podría haberse evitado
luncion del fin de protección de la norma correspondiente » (así Wessels I Si
en el mismo sentido Jescheck LK 59, 62 § 13, Maurach-Zipf I 18/42 «
Roxin Honig-FS 131 ss., Rudolphi SK 63 s„ § 1, JuS 1969, 549 ss., Schoncke-
Schroder-Lenckner 95 s„ § 13 con ulteriores referencias, también en el mismo
JZ^Üo - !518 n q U ) e C O n S l d e r á n d ° a s P e c t o s d e previsibilidad— OLG Stuttgan
65 ¿Pero, cómo se puede afirmar esta cuestión? Dado que muy difícilmente
se puede afirmarlo de manera positiva, se procura establecer en forma negativa
al mismo tiempo grupos de casos, en los cuales falta justamente la relación
de riesgo o, en los que ésta resulta al menos problemática; así especialmen-
te:
— cuando la relación de causalidad resulta estar, de forma atípica, al
margen de la experiencia general de manera tal que el resultado no r e p r e s e n t a
ya la realización del riesgo creado por el autor, sino que es parte integrante
del riesgo de la vida en general (Puppe ZStW 99, 608, ss.), como ser en el
caso, en que un accidentado muere durante el tratamiento en el h o s p i t a l ,
porque se ha producido un incendio en el mismo (cfr. Frisch, Verhalten 386
ss, Rudolphi SK 63, 75 § 1; también Ebert JR 1982, 421 sobre el caso de la
sentencia OLG Stuttgart, NJW 1982, 295),
— cuando el resultado se encuentra/uera del ámbito de protección de
norma de comportamiento vulnerada (cfr. el caso de la sentencia B G H S t
59 en Eser, Strafrecht I (3. ed.), nr. 7 A 3 ss.; cfr. la crítica de F r i s c h so»
la «Teoría de la finalidad de protección» («Schutzzwecklehre») en V e r h a
Cuestiones finales
c ro sideramos el caso de la bofetada, que ya tiene varias décadas, bajo
rasfondo de esta evolución entonces se plantean las siguientes cuestiones:
d
7 Porqué se intento a toda costa explicar la producción del resultado
rtal'desde la teoría de la adecuación típica? Seguramente, porque en el
momento en que se dictó la sentencia, —en el que no existía el § 56, intro-
ducido en 1953, como antecesor del actual § 18—, sólo se trataba de establecer
la causación del resultado mortal totalmente independiente de la culpabilidad
y por lo tanto, no era posible llevar a cabo una corrección en el ámbito de
¡a culpabilidad' de consecuencias totalmente inprevisibles (cfr. A 71). Para
moderar esta excesiva responsabilidad por el resultado una parte de la doctrina
habia propuesto una filtración a través de la teoría de la adecuación típica (E
6). Sin embargo, el BGH no cree poder aceptar la falsación de una teoría de
la causalidad que trabaja con los criterios de culpabilidad de esta forma (E
" 7; y también BGHSt 19, 382/7).
2. ¿Se llegaría a una solución más favorable para A con la actual teoría
de la imputación objetiva? Casi seguro que no, ya que la fuerte bofetada
no sólo en relación con la salud, sino también en relación a la vida—
constituye un comportamiento que implica un peligro jurídicamente desapro-
bado (A 61 ss.; cfr. sobre la relatividad de lo prohibido, Frisch, Verhalten 62
' ss., Jakobs 7/76 ss.) y precisamente es ese riesgo el que se concreta
n
el resultado típico (A 64 ss.).
Jurisn ¿ H ° d r í a m o d ' ^ c a r s e e s t a afirmación por el hecho de que tanto la
de fi, , c ? c i a c o m o la doctrina dominante exijan J más allá de una relación
causal^,,- = .. „ . .. ,
•nmediat«Í^ y t?e ' a imputación objetiva del resultado, además «una i r e l a c i ó n
v a Íttdbarer z
' Wr, , usammenhang») entre el delito base («Grunddelikt»)
la
Ta m p 0 c o * víctima» (así en el caso de la sentencia BGHSt 33, 322/3)?
Mue entre a
ningún co . ' lesión y el resultado de muerte no se ha producido
po t
Además 1 ™ ^ amientio ulterior relevante ni de la víctima ni de un tercero.
dQ
minantel 0 0 t a c i a constituye, como lo sostiene últimamente la doctrina
para <<nes
la 8° específicamente típico» («tatbestandsspezifische Gefahr»)
ar &produc da
P ticular de i - Confr. para mayores aclaraciones sobre el problema
es
PecIaW^? S d e l l t o s cualificados por el resultado, Eser, Strafrecht III nr.
4 A 4 ss.
aso, e] V a n a e s t 0 > h oy en día, necesariamente a la condena de A? En
de l a f '? C U r , S 0 hubiese tenido un resultado más favorable por la indi-
ihora s l 6> P o s i b i l i d a d (E 1), dado que desde la introducción del
8 18
) por la Tercera Ley de reforma penal (3. StAG) de 1953,