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Juliana Bosio

41000787
Comisión: viernes de 11.00 a 13.00

Universidad Nacional de Córdoba


Facultad de Filosofía y Humanidades
Escuela de Historia
Cátedra de Historia de la Cultura

Trabajo Práctico I: genealogías de la anormalidad

1. Defina, según el planteo de Foucault, el concepto de economía del poder punitivo


y los cambios en esa economía en relación con las nociones de criminalidad y
anormalidad.

Foucault entiende a la economía del poder punitivo en términos de ejercicio del poder de
castigar en una sociedad y tiempo particulares. En este sentido, la descripción de tal o
cual economía supone interesarse por quién lo ejerce y cómo.

En el siglo XVII, la economía del poder punitivo tenía un carácter desproporcionado -en
cuanto a la relación crimen y castigo-, ritual y discontinuo. En este marco, el monstruo,
quien trasgrede el conjunto de las leyes socio-jurídicas y naturales, es intrínsecamente
criminal. La criminalidad se entiende como consecuencia lógica de la monstruosidad.

En el siglo XIX, en cambio, el ejercicio del poder de castigar se lleva a cabo de forma
proporcionada, pública demostrable y sistemática, a través de mecanismos permanentes
de vigilancia y castigo. En este marco, el autor ya no habla de la figura del monstruo sino
de la del anormal, quien representa una ruptura con el comportamiento mismo. La
anormalidad puede ser o no principio de conductas criminales pero lo verdaderamente
monstruoso es la criminalidad en sí.

2. Explique las características de las tres figuras que conducen a la figura del anormal
en el siglo XIV y presente los argumentos principales que, según Foucault, dan
cuenta de la transformación del monstruo en anormal.
Juliana Bosio
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Comisión: viernes de 11.00 a 13.00

A lo largo de las clases dictadas por Foucault, reunidas en Los Anormales, se encuentra
reconstruida lo que este autor considera la lógica de surgimiento de la anormalidad o
genealogía de la anormalidad.

Según este planteo, el dominio de la anomalía, tal como funciona en el siglo XIX, se
constituyó a partir de tres elementos o figuras que empiezan a delinearse a partir del siglo
XVIII.

La primera figura es la del monstruo humano que se caracteriza por ser una mezcla
excepcional entre lo imposible y lo prohibido, un desorden de la naturaleza que trastorna,
a la vez, el orden natural y social. Su fuerza y su capacidad de inquietud yacen, explica
Foucault, en que a la vez que el monstruo viola la ley, la deja sin voz. Éste es su principal
inequívoco.

La segunda figura es la del individuo a corregir que aparece como un fenómeno corriente
cuyo marco de referencia es la familia y su entorno. En relación a su alto índice de
frecuencia yace la primera paradoja: el incorregible es regular en su irregularidad. La
segunda paradoja es que éste es, fundamentalmente, incorregible y aun así se lo inserta
constantemente en sistemas o aparatos de corrección.

La tercera figura es la del masturbador u onanista. Ésta es propia de fines del siglo XVIII,
su campo de aparición es la familia –en un sentido más estrecho, circunscripto al
individuo y su cuerpo- y su índice de frecuencia es incluso más alto que el del
incorregible, aparece como un fenómeno casi universal. De este modo, suscita un secreto
universal “(…) que todo el mundo comparte y a la vez nadie comunica” (Foucault, 2011,
p. 65) y allí yace su inequívoco o paradoja etiológica: este secreto universal es al mismo
tiempo potencial principio de la explicación de la singularidad o anormalidad patológica.

Habiendo expuesto las características del monstruo, el incorregible y el onanista, Foucault


avanza en su reconstrucción de la genealogía de la anormalidad estableciendo que tales
figuras comienzan a intercambiar rasgos a fines del siglo XVIII.

No obstante, sus perfiles no terminan de superponerse debido a que los sistemas de saber
y poder en los que se inscriben permanecen diferenciados. Una verdadera tecnología de
la anomalía humana aparece, para el autor, cuando se establece una red que reúne,
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organiza y articula las diferentes instancias de saber y poder propias de cada una de las
figuras bajo la égida de un único sistema de regularidades.

El principio de la transformación del monstruo en anormal yace, entonces, en la economía


del poder punitivito. Y, particularmente, en la modificación de esa economía.

En este sentido, Foucault plantea que hasta el siglo XVIII la economía del poder punitivo
era tal que la naturaleza del crimen no necesitaba ser planteada: la monstruosidad era
intrínsecamente criminal. Luego, a fines del siglo XVIII, surge una nueva economía de
los mecanismos de poder en la cual el poder –en lugar de ejercerse de manera ritual,
ceremonial y discontinua- se ejerce a través de mecanismos permanentes de vigilancia y
castigo.

En consecuencia, este nuevo ejercicio del poder de castigar supone interesarse por la
naturaleza del criminal y la razón del crimen, en un marco en donde el monstruo no es
disruptivo en relación a la naturaleza sino al comportamiento mismo y lo monstruoso es
la criminalidad misma.

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