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El documento resume los análisis de Foucault sobre las relaciones entre saber y poder a través de las figuras del monstruo, el incorregible y el onanista. Según Foucault, el monstruo viola las leyes naturales y cívicas, mientras que el incorregible surge luego de la introducción de técnicas disciplinarias y escapa a la normatividad. El incorregible requiere nuevas técnicas de corrección. Finalmente, Foucault analiza cómo la noción de locura surge separada de la incor
El documento resume los análisis de Foucault sobre las relaciones entre saber y poder a través de las figuras del monstruo, el incorregible y el onanista. Según Foucault, el monstruo viola las leyes naturales y cívicas, mientras que el incorregible surge luego de la introducción de técnicas disciplinarias y escapa a la normatividad. El incorregible requiere nuevas técnicas de corrección. Finalmente, Foucault analiza cómo la noción de locura surge separada de la incor
El documento resume los análisis de Foucault sobre las relaciones entre saber y poder a través de las figuras del monstruo, el incorregible y el onanista. Según Foucault, el monstruo viola las leyes naturales y cívicas, mientras que el incorregible surge luego de la introducción de técnicas disciplinarias y escapa a la normatividad. El incorregible requiere nuevas técnicas de corrección. Finalmente, Foucault analiza cómo la noción de locura surge separada de la incor
En Los Anormales Michel Foucault prolonga los análisis en torno a las relaciones
entre el saber y el poder: poder disciplinario, poder de normalización, bio-poder.
Foucault enfoca el problema de esos individuos 'peligrosos' a quienes, en el siglo XIX, se denomina 'anormales'. Define sus tres figuras principales: los monstruos, que hacen referencia a las leyes de la naturaleza y las normas de la sociedad, los incorregibles, de quienes se encargan los nuevos dispositivos de domesticación del cuerpo, y los onanistas. Los análisis de Foucault toman como punto de partida las pericias médico legales que aún se practicaban en la década de 1950. Esboza a continuación una arqueología del instinto y el deseo, a partir de las técnicas de la revelación en la confesión y la dirección de conciencia. La primera de las figuras de lo que Foucault llama el monstruo humano es el que trasgrede la ley. La noción de monstruo es así esencialmente una noción jurídica; porque lo que define al monstruo es el hecho de que sólo viola el pacto cívico y también de las leyes de la naturaleza. El campo de aparición del monstruo, por lo tanto, es un dominio al que puede calificarse de jurídico, biológico y plástico. el monstruo aparece en este espacio como un fenómeno extremo, límite, el punto de derrumbe de la ley y, al mismo tiempo, de la salud y lo natural. va a hacer su aparición la figura del individuo "peligroso. en el fondo, la persona que hay que corregir se presenta en ese carácter en la medida en que fracasaron todas las técnicas, todos los procedimientos, todas las inversiones conocidas y familiares de domesticación mediante los cuales se pudo intentar corregirla. Lo que define al individuo a corregir, por lo tanto, es que es incorregible. Y sin embargo, el incorregible exige en torno de sí cierta cantidad de intervenciones específicas, de sobreintervenciones con respecto a las técnicas conocidas y familiares de domesticación y corrección, es decir, una nueva tecnología de recuperación, de sobrecorrección. De manera que alrededor de este individuo a corregir, vemos dibujarse una especie de juego entre la incorregibilidad y la corregibilidad. El individuo a corregir. Es un personaje más reciente que el monstruo. Es menos correlativo a los imperativos de la ley y de las formas canónicas de la naturaleza que a las técnicas de encauzamiento con sus exigencias propias. La aparición del 'incorregible' es contemporánea a la puesta en práctica de las técnicas de disciplina a la que se asiste durante los siglos XVII y XVIII en el ejército, las escuelas, los talleres, e incluso, un poco más tarde, en las familias mismas. Los nuevos procedimientos de encauzamiento del cuerpo, del comportamiento, de las aptitudes, abren el problema de aquellos que escapan a esta normatividad que ya no es la soberanía de la ley. El individuo a corregir es un personaje más reciente que el monstruo. Así, según Foucault, el incorregible surge luego del monstruo, tras la introducción de técnicas disciplinarias como las del ejército, las escuelas y lugares de trabajo, así como los procesos de domesticación del cuerpo y del comportamiento. Entra el asunto de la prohibición, como método de descalificación del individuo, para luego desatarse sin medida en la práctica del encierro. Es por esta razón que no queda claro en qué momento la locura y los problemas judiciales del comportamiento forman un solo sistema a corregir. En Historia de la locura en la época clásica se trata el tema de la locura aparte del de la incorrección, pero en este caso la aparición en la escena del loco (en el sentido moderno) se da cuando los antiguos males (como la lepra) tienden a desaparecer a medida que se desarrollan formas médicas y sanitarias que tienden a mejorar el ambiente de vida en la Europa del s. XVI, reforzándose esta imagen de la locura como enfermedad mental y biológica en situaciones como la del psiquiatra Pinel, quien libera a los asilados del auspicio de parís, con el fin de hacer la vida de los locos un poco más útil para los demás. (Poniéndolos a trabajar, además le servía para estudiar sus grados de locura como cita Foucault sobre Pinel) En esta ocasión el punto de ruptura lo constituye la famosa 'liberación' del doctor Pinel a mediados del s. XVIII, pero por supuesto sobre la fastuosa escena del gran encierro de los locos en el s. XVII.
VIGILAR Y CASTIGAR: EL NACIMIENTO DE LA PRISION MICHEL FOUCAULT
Vigilar y castigar habla sobre la evolución de los métodos de castigo y vigilancia desde la sociedad medieval a la contemporánea: los suplicios, la humillación pública, la prisión, la escuela entre muchas expresiones de poder que se han utilizado para controlar de una forma u otra el comportamiento de una sociedad. Desde esta perspectiva Michel Foucault nos dirige poco a poco a un camino que nos demuestra los procesos que ha tenido la sociedad para castigar y vigilar empezando desde lo material, lo físico (torturas, suplicio, castigos) hasta llegar a algo intangible(psicológico, alma) En todas las instituciones hay un común denominador que es vigilancia panóptica (todo lo ve) un disparador del poder donde existía el rechazo. Este dispositivo tiene la facultad de v er todo sin ser visto esto para que la persona no cambie su comportamiento. A través de la vigilacia se impone disciplina En el primer capítulo Foucault inicia el estudio de la pena desde el siglo XVI y encuentra que lo característico de esta forma de penalidad es el suplicio. El suplicio es la pena corporal, que debe cumplir con tres requisitos: 1) debe producir cierta cantidad de sufrimiento; 2) dicha producción debe estar sometida a reglas, así, dependiendo de la gravedad del delito, se impone determinado castigo; y 3) el suplicio forma parte de un ritual en donde se marca al delincuente que fue víctima del suplicio y, a la vez, se comprueba el triunfo de la justicia sobre el delito. Esta forma de castigo se ejerce por varias razones; una es la razón política en la que el delito se observa como si se hubiese cometido directamente contra el monarca. Otra razón es la económica, según la cual el suplicio se entiende bajo al sistema de producción de los siglos XVI y XVII, en el que las fuerzas de trabajo y, por tanto, el cuerpo humano, no tienen el valor que les confiere una economía industrial. Para Foucault, el suplicio hace parte de la práctica jurídica porque revela la verdad y realiza el poder. En el segundo capítulo, �Castigo�, Foucault muestra cómo a partir del siglo XVIII la pena que se imponía sobre el cuerpo del condenado, en espacios públicos, empieza a extinguirse. Se da entonces la desaparición del espectáculo punitivo pues �La ejecución pública se percibe ahora como un foco en el que se reanima la violencia�La justicia pasa a descargar la ejecución de las penas al ámbito administrativo, y en el ámbito teórico penal se empieza a afirmar que lo que busca la justicia no es el castigo, la imposición de la pena, sino reformar, corregir. Así, aun si las penas se siguen ejerciendo a través del cuerpo (encierro, trabajo forzoso, interdicción de residencia, deportación, etc.), no es éste el fin último del castigo; no se trata ya de buscar un suplicio; sino a través del cuerpo �al cual se le concibe como instrumento� privar al individuo de un derecho y un bien (por ejemplo, de la libertad). el castigo dejo de ser un espectaculo punitivo que buscaba intimidarseriamente ala población, atrás "de quedo su perspectiva casiteatral y dio paso a que lo penitenciario se hiciera mas oculto y mas humano. A razón de esto, las practicas punitivas se hacen púdicas, dejando a un lado el castigo al cuerpo y procediendo a la restricción de voluntades y derechos. En algunos casos, quitar la existencia sin producir dolor. Entonces, se crea la guillotina. El objeto de la pena ya no es el cuerpo sino el alma. El alma como objeto de la penalidad explicaría entonces la inserción en el ámbito penal de la psiquiatría, la criminología y la antropología criminal, pues su función consistiría en dar una justificación científica al castigo legal de por qué juzgar no simple-mente las infracciones, sino a los individuos, no ya sólo lo que han hecho, sino lo que son. En el capítulo �Disciplina�, Foucault encuentra que el castigo en forma de ejercicio y aislamiento, soportado en la prisión como institución, termina imponiéndose en las sociedades modernas, en parte, debido a la incursión de un nuevo mecanismo de poder: la disciplina. La disciplina son los �métodos que permiten el con trol minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad Para Foucault, la prisión ha sobrevivido y ha triunfado como lugar del castigo a pesar de no lograr realmente la terminación o disminución de los delitos, pues el sistema carcelario no estaría destinado a suprimir las infracciones, sino más bien a distinguirlas, a distribuirlas, a utilizarlas; no tanto para docilitar a los delincuentes, como para someterlos. En ese sentido, Foucault propone que el sistema penal sería una forma de administrar los ilegalismos, aceptando algunos y reprimiendo otros.
Cuerpos en tiempos fluidos en cuerpo y alma: Una historia descarnada: Debate y contribuciones históricas, culturales y políticas sobre el cuerpo y sus mutaciones