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CAPÍTULO II

JESÚS DE NAZARET.

EL PREDCADOR DEL REINO DE DIOS


Una aproximación histórico-teológica

“Jesús es la realización de la plenitud


humana para toda la humanidad”
(Cfr. Vaticano. II)

Introducción
Este capítulo pretende una aproximación a la figura histórica de Jesús de
Nazaret, el predicador del Reino. Tarea compleja, porque los datos
fundamentales nos vienen por los evangelios, que son fruto de la
experiencia pascual de los discípulos, es decir, de algún modo son
documentos comprometidos. Sin embargo, guardan un núcleo histórico que,
desde un análisis histórico-literario e histórico crítico de las fuentes
permiten el acceso a Jesús histórico (González Faus), al predicador del
Reino.

Acercarse al Jesús histórico es una misión fundamental, porque la fe


cristiana no es un conjunto de ritos, doctrina, celebraciones y exigencias
morales a-históricas, es ante todo la adhesión a una persona, a Jesús de
Nazaret el profeta del Reino de Dios, que luego de la experiencia de la
resurrección será proclamado como el Señor. Sin el Jesús histórico, el
cristianismo sería pura ideología o máximo una filosofía de la beneficencia.

El capítulo comienza (1) con la presentación de los imaginarios socio-


religiosos presentes en la cultura judía del siglo I d.C. que influyeron en la
construcción de la personalidad y opciones de Jesús. (2) Luego se abre el
panorama de los grupos sociales, instituciones y expectativas “salvadoras”
con las que entró en sintonía o franca confrontación Jesús. (3) Se avanza
con un acercamiento crítico a la historicidad de la persona. (4)
Pedagógicamente se presenta los hitos fundamentales de la vida del
Predicador, que de ninguna manera pretende ser una biografía, tarea
siempre aspirada por la investigación pero también siempre inconclusa. (5)
Como eje central se desarrolla el proyecto-utopía y práctica de Jesús que
constituyó una buena noticia para aquellos que todos los días vivían y
escuchaban solo malas noticias. (6) El desarrollo del capítulo continúa con
el análisis de la percepción que la gente, los discípulos y el mismo Jesús
tenía de si mismo ¿quién dice la gente que soy yo? ¡fue la gran pregunta!
Que sigue resonando hasta hoy. (7) Se termina con la percepción que
Jesús tuvo de su propia vida y muerte, como fruto de la desobediencia a un
sistema religioso-político ¡si, Jesús murió por desobediente! Además fue un
signo de coherencia de vida ¡hasta el final! Parafraseando a Silvio
Rodríguez Jesús fue de esas personas que dicen "yo me muero como viví,
como viví".

2.1 La Historia del Pueblo de Israel en Jesús


¿Qué personajes estaban vivos en la memoria del pueblo y en Jesús?

“Dime a quién admiras y te


diré cuáles son tus sueños”.

El pueblo de Jesús era un pueblo con memoria, más aún, celebraba su


historia, porque sabía que "quien sabe de donde viene sabe hacia donde
va". Los imaginarios sociales, religiosos y culturales coexistían como un
todo, conformando el marco simbólico con el que la comunidad construía
su cosmovisión del pasado, del presente y del futuro. En fidelidad a la
misma idea de tiempo lineal experimentada por el mismo pueblo de Israel
presento un visión cronológica de la historia, sobre todo con la finalidad
pedagógica de reconstruir los hechos y recordar los personajes que estaban
“presentes” en la memoria viva del pueblo y que tenían fuerza para
dinamizar su propia historia.

a. Abrahán el Padre del pueblo (aprox. año 1800 a.C.)


Abrahán, hombre seminómada, era considerado como el patriarca fundante
del pueblo, quien hizo la experiencia de un Dios motivador que le
prometió tierra y descendencia, dos elementos vitales para los clanes
seminómadas. Formar un gran pueblo-familia, tan grande como las
arenas del mar o las estrellas del cielo; conseguir una tierra para el pastoreo
y el descanso.

De este antepasado, estaba vivo en tiempos de Jesús un rito de identidad,


la circuncisión abrahámica que era realizada a los niños varones como
símbolo de pertenencia al pueblo de Israel y el ideal de construir una nueva
tierra cuya señal fundamental sea la paz ¡qué paradoja!

b. Moisés el liberador y legislador (Aprox. año 1250 a.C.)


Moisés es un personaje que hace parte del imaginario Israelita por varios
motivos: Por ser el artífice de la liberación de un grupo de esclavos
sometidos al dominio de los egipcios, que movidos por la fe en un Dios
liberador lucharon por su libertad. Porque simbólicamente Moisés es el
mediador de la Alianza del Pueblo con Yavé, pacto que tuvo su concreción
en los diez mandamientos. Porque se reconoció en Moisés la autoridad
legislativa, a quien se le atribuye la autoría del Pentateuco.

Simbólicamente el episodio de la liberación se conmemora con el rito/ fiesta


de la Pascua ¡El paso del mar rojo!, celebración que en el siglo I d.C.
convocaba a unas 130.000 personas entre judíos y prosélitos que llegaban
diariamente a Jerusalén procedentes de todas partes del mundo conocido.

c. David, el hombre del Reino (Aprox. año 1000 a.C.)


David era recordado en la memoria popular de manera polifacética, como
pastor, como guerrero vencedor de Goliat, como salmista creador de los
cantos para Yavé. Pero sobre todo, David fue recordado como el rey que
gobernó a las tribus con justicia, “según el corazón de Dios”, de allí que
luego de su muerte, surgió la ilusión de volver a tener un rey, o construir un
reinado al estilo de David.
La personalidad de David fue tan influyente que se le atribuyen los Salmos.
En el siglo I. d.C. el mismo Jesús fue proclamado como "hijo de David".
Incluso la identidad del pueblo se lo simboliza con la Estrella de David.
d. El profeta Elías (aprox. año 850 a.C.)
Elías proclamó sus profecías en el Reino del Norte, la memoria popular lo
recordaba como el gran luchador contra los profetas de Baal, defensor de
los pobres y solidario con las viudas.

Fue una figura tan significativa que en el imaginario popular nunca murió. El
mismo Dios lo había arrebatado en un carro de fuego. Se creía que un
signo de la llegada del Mesías sería la vuelta de Elías.

e. Isaías el profeta Mesiánico (aprox. año 740)


El profeta Isaías dirigió su palabra en el Reino del Sur a mediados del siglo
VIII a.C., sus escritos impactaron tanto a la comunidad, que su nombre fue
conservado y nuevos escritos proféticos, muy posteriores le fueron
atribuidos a él. Es decir, formó una escuela que inspirada en su
personalidad siguió profetizando y escribiendo bajo el nombre de "Isaías".

En la memoria popular, los textos de Is. 7-12 eran permanentemente


leídos, como si su lectura constante tendrían la fuerza para hacer presente
al Mesías esperado. A Jesús el primer adjetivo que se le dio fue
justamente el de Mesías.

g. La figura del Siervo Sufriente (550 a.C.)


Esta figura surgió en la época del destierro, tiempo de crisis y sufrimiento
del pueblo por su migración forzada. El Siervo Sufriente representa a un
hombre que asume en su cuerpo el dolor de todos los que sufren, cual chivo
expiatorio que solidariamente carga con la culpa y con el dolor del pueblo
para que por su intermedio el pueblo sea sanado ¡solidaridad extrema,
asumir el dolor del otro! Esta figura influyo en la personalidad de Jesús de
tal forma que se descubrió profundamente solidario con la gente.

h. La Figura del Hijo del Hombre (aprox. 160 a.C.)


Esta figura emerge en un contexto donde solo aparecen bestias como el
león, el oso, el leopardo y una bestia con diez cuerdos, estos animales
simbolizan la tiranía de los imperios que dominaron al pueblo; en
contraposición aparece la figura del Hijo del Hombre, quien baja de lo alto
para gobernar con humanidad al pueblo explotado. Este imaginario estaba
presente sobre todo en el pueblo pobre que ya no tenía ninguna confianza
en los líderes de su tiempo.

Todos estos personajes simbólicos estaban vivos en el corazón del pueblo y


constituían la matriz de interpretación de los nuevos acontecimientos que
iban viviendo. Como parte del pueblo, Jesús de Nazaret hizo suyo este
imaginario, pues fue judío y educado en las tradiciones histórico religiosas
de su pueblo. Esta herencia fue configurando su fondo vital de sentido con
el que afrontó su viva en su contexto particular.

Buscando dialogar con o entre los jóvenes de hoy, también podemos


preguntar, ¿Qué personajes rondan su memoria? De sus respuestas, se
puede sacar un cúmulo de sueños y valores con los que se identifica la
juventud de este tiempo. ¡Es un buen termómetro!

2.2. Los grupos sociales e instituciones en tiempos de Jesús


¿Por qué es importante conocer el país de Jesús?
“Yo soy yo y mis circunstancias”
J. Ortega y Gasset,

La frase de Ortega y Gasset nos recuerda que las personas se configuran


por el entorno social, no hay sujetos “burbuja” que puedan desarrollarse en
soledad, somos con otros y gracias a los otros. Por ello, un estudio hondo
de la persona de Jesús exige conocer el entorno social, cultural e
institucional del siglo primero d.C.

a. Los grupos sociales, políticos y religiosos en tiempos de Jesús


¿Quiénes eran y cómo reaccionaron ante Jesús?

En tiempos de Jesús coexistían diversos grupos sociales, políticos y


religiosos, unos ligados al poder político y religioso, otros luchando por
participar de él y la mayoría excluidos del mismo. Nos interesa conocer el
tejido social palestino porque Jesús interactuó con ellos, a unos
criticándolos fuertemente, a otros invitándoles a la conversión y con otros
definitivamente se mostró profundamente solidario y actuó en su defensa.

Pedagógicamente presento diez grupos sociales, destacando: origen,


características, expectativa sobre el Mesías/salvador y la conducta que
mantuvieron frente a Jesús.

Los herodianos:
Este grupo, políticamente se articulaba alrededor de la dinastía de
Herodes. Desde la época de Herodes el Grande, que gobernó el país desde
el año 37 al 4 a.C., se aliaron al poder romano para defender intereses
compartidos. Eran miembros de la corte, vivían bien y por lo tanto no
tenían ningún interés en la venida del Mesías. Por miedo a perder su
poder hicieron alianza con los fariseos y actuaron en contra de Jesús (Mc.
3, 6; Mt. 22, 16).

Los Saduceos:
Era un grupo aristocrático y latifundista que se decían descendientes del
Sumo Sacerdote Sadoc. Normalmente vivían en Jerusalén y sus tierras
campesinas estaban en manos de administradores. De este grupo salían
los Sumos Sacerdotes y tenían el dominio político del Sanedrín. El
historiador F. Josefo dice de ellos que “no convencían más que a los ricos y
no eran seguidos por el pueblo”. Era una aristocracia despótica. No creían
en la resurrección de los muertos, ni tampoco tenían expectativa mesiánica.
¡les iba tan bien en la vida que no necesitaban de un Goel o padrino
rescatador! Eran oportunistas y convivían con las grandes autoridades
romanas y herodianas. También se pusieron en contra de Jesús (Mt.22, 23).

Los Fariseos:
Este grupo tuvo su origen en tiempos de la revolución de los hermanos
macabeos. Surgieron como personas piadosas opuestas a la invasión de
la cultura griega, en defensa de su fe. Socialmente eran comerciantes,
artesanos y hasta campesinos con una formación disciplinada. Distribuían
las 24 horas del día en 8 horas de trabajo, 8 de oración y estudio de la Ley
y 8 horas de descaso. Eran respetados por el pueblo. Su objetivo de vida
era cumplir la Ley como el medio para ser justificados por Dios. ¡El mérito
humano era lo importante! Pero descuidaban la justicia y la misericordia
con el hermano. Esperaban un Mesías Rey que limpiara de paganos y
pecadores al país. En tiempos de Jesús, el grupo estaba formado por unas
6.000 personas. Parece que los fariseos se opusieron tenazmente a Jesús y
se escandalizan de su práctica. (Mc.2, 18-22). Sobrevivieron a la caída de
Jerusalén en el año 70.

Esenios:
Este grupo tuvo su origen en los mismos círculos piadosos de la resistencia
de los hermanos macabeos. Se fueron separando de aquellos círculos
porque eran más radicales que los fariseos. Se trasladaron a vivir al otro
lado del mar Muerto. Eran nacionalistas, por eso, no aprobaban la alianza
de algunos grupos con los romanos. Esperaban una próxima venida del
Mesías como maestro de justicia y sacerdote que purificaría el templo.
Jesús al parecer no tuvo contacto con ellos.

Los Sacerdotes:
Esta casta social tiene su origen en la visión sacrificial de la religión judía.
Estaban muy ligados al templo de Jerusalén, donde se organizaban en
turnos diarios y semanales para ofrecer los sacrificios que el pueblo
presentaba. Recordemos que la gente ofrecía en sacrifico, según sus
posibilidades desde terneros, corderitos, harina, hasta palomas, de estas
ofrendas una parte quedaba con el sacerdote y otra con las personas que
ofrecían el sacrificio. En tiempos de Jesús había unos 7000 sacerdotes.
Otros, vivían en el interior de Palestina, en pequeñas aldeas y formaban
parte de los sacerdotes pobres. Quizá esperaban un Mesías sacerdote que
sentara su poder en el templo. Jesús mantuvo distancia con este grupo.

Los Publicanos:
Eran personas encargadas de cobrar los impuestos para Roma. Por eso
eran mal vistos y juzgados como pecadores y colaboracionistas. Se los
consideraba también impuros porque estaba en contacto con la moneda del
emperador. En su mayoría eran empleados públicos, sin tener una posición
alta dentro de la escala social. Jesús con sentido misericordioso los valoró e
incluso hizo una parábola contraponiendo la actitud limitada del publicano
frente a la actitud orgullosa de un fariseo.

Los Escribas:
Su origen está en la necesidad que el pueblo tenía de personas que
interpreten la Ley. Eran los profesores ambulantes, filósofos y sobre todo
maestros de la ley. Por su rol en la sociedad tenían más influencia en la
formación de la mentalidad y conciencia del pueblo. Normalmente eran
pobres, pues vivían de las ayudas de la gente o de su trabajo personal.
Jesús mantuvo una posición crítica frente a este grupo, pues en algunos
casos, no solo que vivían de la solidaridad del pueblo sino también del
engaño, por eso el Nazareno pedía a la gente que tengan cuidado de los
escribas que “devoran las casas de las viudas mientras fingen largos rezos”
(Mc 12, 40).

Los Sicarios:
Era un grupo minoritario de gente nacionalista, radical y violenta.
Realizaban acciones aisladas de violencia contra los romanos, porque
querían un Israel libre e independiente. Con el pasar de los años, el
movimiento dio origen a los Celotes o celosos de Dios y se enfrentaron
contra el imperio romano (!), pero fueron aplastados, e incluso el mismo
templo destruido y el pueblo dispersado. Esperaban un Mesías guerrero
que dirigiera la lucha de liberación nacional. Jesús no se identificó con ellos
pero al parecer uno o dos de sus discípulos formaron parte de ese grupo.

Los pobres
Con este nombre se agrupa a gran parte del pueblo como los campesinos,
esclavos, jornaleros que apenas si tenían para vivir. Socialmente no
estaban organizados, pero cultivaban la expectativa de un Mesías solidario
con su situación. Frente a este grupo Jesús se mantuvo cercano y fueron su
auditorio permanente.

Los excluidos
Este grupo humano estaba formado por enfermos, que en aquella época
eran considerados pecadores ¡la enfermedad era sinónimo de pecado! ,
por extranjeros y pecadores públicos que eran rechazados por el
convencionalismo cultural. Jesús se mostró solidario con este grupo, los
curó, y orientó su vida hacia los ideales del Reino. Su solidaridad
escandalizó a fariseos y escribas.

b. Las instituciones de Israel


¿Qué poder tenían estas instituciones frente al pueblo?

Los grupos que se acaba de describir estaban articulados en instituciones


que sostenían la estructura social y religiosa de aquella época:

El Imperio Romano:
El imperio romano desde el siglo primero antes de Cristo, controlaba toda
la cuenca del Mediterráneo, incluida la zona de Palestina. El auge del
imperio, sin embargo surgió con la figura de Cesar Augusto que gobernó
desde el año 31 a.C., al 14 d.C. ¡Cuarenta y cinco años! Llevó un estilo de
gobierno imperial de poder total denominado “Pax Romana”.

La pax romana estaba caracterizada por: Un alto control militar, había


centurias de soldados por todo el territorio palestino. Cobro de impuestos
tanto por habitante como por el uso de la tierra, de allí surgió la
conveniencia de realizar censos para saber el número de contribuyentes.
Estos impuestos constituían una carga para el pueblo pobre.

Políticamente Cesarea del mar era la sede del procurador romano, que
en el momento de la sentencia y muerte de Jesús era Poncio Pilatos.
Los judíos habían conquistado algunos privilegios como no hacer el
servicio militar, administrar justicia de acuerdo a sus leyes y hacer respetar
su religión, sin embargo, se reservaban autoridad de quitar y poner
sumos sacerdotes a su conveniencia. En el templo se ofrecía sacrificios
diarios por el emperador de turno. Esto constituía una ofensa para los
judíos piadosos y nacionalistas.
Recordemos que la muerte en cruz que sufrió Jesús era una atribución que
tenía el imperio. Jesús murió según la ley romana.

El Templo:
Culturalmente el templo era el símbolo de la identidad religiosa de los
judíos tanto de los que vivían en Palestina como para los judíos de la
diáspora. Esta fuerza simbólica económicamente se convirtió en un
"tesoro disputado", por la cantidad de dinero que por concepto de
limosnas y ofrendas dejaban los peregrinos. Se calcula que anualmente el
templo recibía unos 15 millones de denarios (moneda con la que podía
comer un día una familia), por ello, la expresión "cueva de ladrones" era
oportuna. El templo contaba con una burocracia impresionante con
alrededor de 18.000 empleados entre: sumos sacerdotes, jefes de
sacerdotes, vigilantes, cantores, sirvientes, entre otros, preocupados de
mantener la estructura económico/religiosa.

Religiosamente el Templo había olvidado su finalidad, celebrar la pascua


liberadora de Yavé para su pueblo y se volvió en un centro administrador
de una fe sin espíritu. Se había convertido, en boca de Jesús, en “una
higuera estéril”.

El Sanedrín:
El Sanedrín era el consejo nacional de Israel, integrado por 70 personas
influyentes de la sociedad como: sumos sacerdotes (quienes presidían el
consejo), saduceos, sacerdotes, escribas y algunos fariseos. Tenía
facultades para juzgar, condenar y conducir el rumbo el país. Su ámbito de
influencia era penal, político y religioso. Anás fue Sumo Sacerdote
durante muchos años. Gobernó apoyado por los romanos y buscando
quedar bien con ellos. Al parecer, Nicodemo y José de Arimatea, discípulos
ocultos de Jesús eran miembros de este consejo.

La Sinagoga
La sinagoga era un centro religioso donde la comunidad judía se
congregaba los días sábados para leer y comentar la ley, recitar los salmos
y hacer oración. La dirección estaba en manos de los maestros de la ley.

No se sabe el tiempo exacto de su nacimiento, pero es posible que en el


siglo VII a. C., que se prohibieron los santuarios en otras provincias
Israelitas y se centralizó el culto en Jerusalén haya surgido esta institución.
Se fortaleció con el exilio porque muchos judíos quedaron en la dispersión
en Egipto, Babilonia y otros pueblos. En la época de Jesús la sinagoga era
un símbolo de identidad religiosa dentro y fuera de Palestina.

También fungía como una pequeña escuela, donde la gente aprendía a leer
y escribir, a la par que conocía la historia del pueblo, aprendía los salmos y
los cantos. ¡Muchas cosas Jesús las aprendió en la sinagoga! Según Lucas,
Jesús inició su misión en la sinagoga de Nazaret, leyendo el pasaje de
Isaías sobre el año de gracia del Señor.

2.3. La historicidad de Jesús y rasgos personales


¿Qué se puede conocer del Jesús histórico?
Jesús ¿historia o leyenda?

Para aproximarnos al Jesús histórico pedagógicamente se formula tres


preguntas: ¿Existió históricamente Jesús de Nazaret? ¿Qué fuentes
histórico-religiosas respalda la historicidad? Y si existió ¿Qué se puede
saber de él?

a. ¿Existió históricamente Jesús de Nazaret?


Hasta finales de la edad Media, a ningún investigador se la habría pasado
por la cabeza plantearse la cuestión de la historicidad de Jesús. Los
evangelios eran el testimonio que definía con autoridad su existencia. Solo
con el advenimiento de la Modernidad, que separa la razón de la fe, la
ciencia de la religión, el dogma de la historia cuando se empezó a
cuestionar a la figura histórica de Jesús.
Reimarus en el siglo dieciocho fue el primero que hizo la distinción entre
Jesús de la historia y Cristo de la fe. Para él Jesús fue un líder político que
intentó derribar el poder romano pero fracasó; luego sus discípulos
inventarían el "fraude" de la resurrección. Con su hipótesis abrió el debate
del Jesús histórico y el Cristo de la fe, que dura prácticamente hasta
nuestros días.

A comienzos del siglo XX, en algunas obras de divulgación se dejaba


planteada la hipótesis de la inexistencia de Jesús (¡?). K. Kausky, con
presupuestos materialistas radicalizó la hipótesis y sin mucho estudio crítico
de los textos, afirmó la inexistencia del Jesús histórico, o de haber
existido, fue alguien insignificante históricamente.

Pasados algunos sustos, hoy ningún investigador serio plantea la hipótesis


de la inexistencia del Jesús histórico, por el contrario, presentan fuentes
que respaldan sus afirmaciones.

b. ¿Qué fuentes históricas no cristianas respaldan la historicidad de


Jesús?
Hay dos fuentes básicas que dan sustento a la historicidad de Jesús: (1) las
judías, que comprende la obra del judío Flavio Josefo, historiador que vivió
en el siglo primero d. C. y un comentario al Talmud de siglos posteriores y
(2) las obras de historiadores romanos.

Las fuentes judías:


En la obra “Antigüedades Judías” Josefo, escribe un párrafo de unas pocas
líneas dedicadas a Jesús: "Por esta época vivió Jesús, hombre sabio, si es
que debe llamársele hombre, pues realizaba obras asombrosas y era
maestro de hombres que aceptaban con gusto la verdad, arrastrando tras
de si a muchos judíos, y también a mucha gente de estirpe griega. Era el
Mesías” (Antiguedades Judías 18,63).
Este documento contiene algunos añadidos posteriores, como la afirmación
"si es que debe llamársele hombre" y “era el Mesías” que es imposible que
hubiera afirmado Josefo, pero nos da el dato fundamental, que existió un tal
Jesús. Josefo también nos aporta otro dato indirecto sobre Jesús, “Anás
creyó que, muerto Festo, y hallándose aún de camino Albino, era ocasión
de reunir al Sanedrín y presentar ante él al hermano de Jesús, llamado
Cristo, cuyo nombre era Santiago, y a algunos otros. Los acusó de haber
violado la ley y los entregó para que los lapidaran” (Antigüedades Judías
20,200).

En un comentario al Talmud hecho por el rabí Ulla en el siglo III se registra


dos datos sobre Jesús. En el primero esencialmente se cuenta que Jesús
fue colgado en víspera de la pascua judía, tal vez por haber practicado la
hechicería y ser un embaucador del pueblo. Y en otro pasaje cuando el rabí
comenta sobre los gestos de la mano izquierda, que es para rechazar y la
derecha para acoger, comenta que el rabí Yoshua ben Perahjah, rechazó a
Jesús con ambas manos.

Las fuentes Romanas


El historiador Plinio el Joven, que vivió entre la segunda mitad del siglo
primero y los inicios del segundo, nos recuerda que Trajano prohibió la
formación de asociaciones religiosas privadas, entre las que se prohíbe a
los cristianos, cantar himnos a Cristo como si fuera un Dios.

Tácito, contemporáneo a Plinio, registra que Nerón acusó del incendio de


Roma a los cristianos por considerarlos gente con vicios y despreciados del
pueblo. Sobre Jesús nos recuerda que había sufrido la pena de muerte en
tiempos del emperador Tiberio por sentencia de Poncio Pilatos.

Otros testimonios históricos como el de Seutonio, Dion Casio y otros


hablan del movimiento cristiano y por ende indirectamente de Jesús.
En síntesis, estas fuentes son muy escuetas y dan a entender que la figura
histórica de Jesús no fue relevante a los ojos de los judíos ni de los
romanos. Pero nos dejan claro una cosa fundamental, la historicidad de
Jesús de Nazaret.

c. ¿Qué se puede saber de Jesús?


Trabajando con la hipótesis de la modernidad de separar al Jesús de la
historia y al Cristo de la fe, y con el desarrollo de los métodos histórico
críticos, personas como Schweitzer concluyeron que los evangelios no
eran fuentes fiables para saber algo significativo del Jesús histórico, pues
consideraba que la mediación de la comunidad eran tan grande que
desfiguraba el rostro del personaje, que el acceso era prácticamente
imposible. ¡El Jesús histórico quedaba pulverizado! Es como decir, que
existió una persona tan enamorada que su amor por la otra persona le hizo
perder objetividad absoluta, y que todos los adjetivos que dice de ella no
corresponden para nada con la realidad histórica. ¿Puede existir una
persona así? algunos creen que si, por eso, frente a esta conclusión,
Bultmann defendió la tesis de que para los creyentes era irrelevante el
Jesús histórico porque la adhesión de fe a Jesucristo se hace no sobre el
Jesús histórico sino sobre Cristo resucitado.

En esta bipolaridad excluyente Kasemann, discípulo de Bultmann hizo un


trabajo importante al incorporar el relato como el modo por el cual el Jesús
de la historia y el de la fe quedan soldados o unidos. Otros como
Gerhardson desarrollan la dinámica de la tradición oral como medio por el
cual los dos momentos de Jesu-cristo guardan continuidad. Del estudio
tanto de la tradición oral como del método narrativo, se descubrió que
guardan una alta fidelidad creativa entre el hecho y lo que se cuenta del
hecho.

Además, en los últimos años, se ha desarrolla la cristología contextual que


aporta con más elementos para ambientar de mejor manera al Jesús
histórico. Es significativa la obra de J. Meyer con su libro “Un judío
marginal”.
Calmadas las aguas, los investigadores, creyentes o no, están de acuerdo
en que en Israel, en época de Herodes el Grande vivió un hombre llamado
Jesús de Nazaret, o "un tal Jesús" para decir con las palabras de Pedro
cuando fue llamado a juicio por andar alborotando al pueblo. Este Jesús de
Nazaret, justo cuando le tomaron preso a Juan Bautista comenzó a predicar
la llegada del Reino de Dios y que por hacer milagros y decir unas cuantas
parábolas proféticas fue crucificado en tiempos de Poncio Pilatos. Luego,
sus seguidores se reagruparon y empezaron a predicar que su Maestro
había resucitado. Esto es lo se puede decirse del Jesús histórico. Otros
datos más ricos nos vienen de los evangelios, que son un testimonio de fe
de los creyentes pero no por ello vacíos de sustancia histórica de Jesús.

d. Algunos datos personales de Jesús


¿Cuál fue su cédula de identidad?

Esquemáticamente y recogiendo las conclusiones más certeras, presento


una imaginaria “cédula de identidad de Jesús” en la que se plasman los
datos más generales de este hombre de Nazaret.

Nombre: Jeshua-Jesús, 557 veces repetido en los evangelios, y 905 veces


en todo el Nuevo Testamento. Es un nombre hebreo similar al de Josué.
Quiere decir Yavé Salva. Tiene la misma raíz de YHWH y la forma verbal
Yasha, es decir salvar.

Familia: Sus padres fueron: José, habitante de Nazaret (Lc. 3,29), de


profesión carpintero (Mt 13,55); y María, originaria de Nazaret, esposa de
José (Mt 1,16). Sus familiares cercanos fueron Santiago, llamado el herma-
no del Señor, que fue dirigente de la comunidad de Jerusalén, José, Simón
y Judas (Mt 13,55).

Fecha de nacimiento: Jesús con certeza, nació en tiempos del emperador


romano Octavio César Augusto y del Rey Herodes el Grande. Nació en el
año 6 o 4 a.C. (!!) Si, seis, o cuatro años ante de la fecha convencional. Lo
que sucede es que el monje Dionisio el Pequeño en el siglo VI calculó mal
la fecha del nacimiento de Jesús, erró por un pequeño margen de 4 ó 6
años. Es decir, Jesús nació unos años antes que la fecha propuesta por
Dionisio.

Día y mes de nacimiento: No tenemos datos sobre el día y el mes del


nacimiento de Jesús. La Biblia no lo registra. Sin embargo, el 24 de
diciembre se recuerda su nacimiento, porque en aquella fecha en los
primeros siglos del cristianismo en Roma se celebraba la fiesta del Sol
invicto, vencedor de oscuridad. La Iglesia “cristianizó” esa fiesta
sustituyendo la celebración del Sol invicto por la del nacimiento de Jesús
“que es luz que viene de lo alto”.
Lugar de nacimiento: Nació en Belén de Judá (Lc 2,1-6). Algunos investiga-
dores dicen que pudo ser en Nazaret, de hecho, siempre se le conoció co-
mo el Nazareno, o el Galileo.

Sexo y género: hombre, de género masculino. Por su conducta se


descubre que integraba armónicamente sus rasgos masculinos con su
carga femenina. Por eso Jesús fue un varón y no un “macho”, pues el
“macho” es la negación de la carga femenina que todos llevamos dentro.

Nacionalidad: No fue ciudadano romano, al contrario, fue un judío-israelita,


pueblo colonizado por el imperio romano. Israel por haber vivido más de
600 años de invasión política y cultural, cultivó su identidad nacional desde
la resistencia. Era un pueblo que estaba cansado del dominio extranjero,
por eso esperaban ansiosamente al Mesías liberador.

Idioma: Jesús hablaba arameo, pero con un tono particular, propio de los
habitantes de Galilea. Seguramente sabía también algo de hebreo, pues,
era el idioma oficial en que se hacían las oraciones y las lecturas en la sina-
goga (Lc 4,16-17). Incluso algunos plantean que sabría también griego,
porque era el idioma dominante en aquella época. ¿Quién de nosotros no
sabe unas cuantas palabras en inglés?, luego también el Nazareno sabría
unas cuantas en griego.
Estudios: Jesús no estudio en Jerusalén, ni hizo cursos con el viejo Gama-
liel maestro de Pablo. No obtuvo ningún título, no fue ni un rabino ni un in-
telectual. No dejó nada escrito. Sin embargo, sabía escribir (Jn 8,6) y leía en
hebreo (Lc 4,16). Aprendió mucho en la escuela de la Sinagoga, pero sobre
todo en la escuela de la vida, tanto que todos admiraban la autoridad con la
que hablaba (Mt 8,28-29).

Domicilio: Hasta que empezó a predicar el Reino, su domicilio fue Nazaret


(Lc 4,16). Luego andaba de un lugar para otro sin tener donde reclinar su
cabeza (Mt 8,20). Cuando subía a Jerusalén se quedaba en casa de Marta
y María. Su centro de operaciones en la región de Galilea fue Cafarnaún,
seguramente se hospedaba en casa de Pedro.
Oficio: Jesús fue carpintero, que en aquel tiempo significaba hacer de todo
un poco, levantar una pared, elaborar unos muebles o incluso hundir el ara-
do en la tierra, es decir, tendría todas las habilidades para construir una ca-
sa completa y saberla conservar, hacer un poco de todo ¡que bueno! Los
últimos años de su vida, Jesús abandonó su oficio para convertirse en un
predicador ambulante con sus discípulos y discípulas.

Posición social: Su nacimiento fue en extrema pobreza, al interior de un co-


rral ajeno (Lc 2,7). En la presentación en el templo, sus padres ofrendaron
dos tórtolas, que era la ofrenda que realizaban los pobres (Lc 2,24). Por el
oficio de José y luego de Jesús, podemos deducir que era una familia senci-
lla y pobre. Lo que queda claro en los evangelios, es que hizo una opción
radical por los pobres, los desheredados, los enfermos, los marginados, los
pecadores, los excluidos de la sociedad.

Religión: Jesús fue judío hasta el fin de su vida, participó de las fiestas co-
mo la pascua y de las asambleas semanales en la sinagoga. Pero fue críti-
co de la ley, del templo, de la teología a tal punto que sus seguidores luego
de la muerte de su maestro fueron expulsados de la religión oficial.
Ubicación religiosa: Jesús fue laico, un seglar dentro de la sociedad judía.
No se identificó con ningún estilo religioso de aquella época: no fue un sa-
cerdote judío, sin embargo, criticó sus liturgias que se habían convertido en
un medio de explotación a los peregrinos. No fue un saduceo, imposible,
era un grupo solo para la aristocracia y muy conservador. No fue un fariseo,
pues les corría a los legalistas, más bien los combatió. Tampoco se identifi-
co con los zelotes, aunque entre los doce, más de uno era simpatizante de
aquel grupo. No fue un monje esenio, ni de lejos, su estilo de vida era otro.
Por último, aunque muchos lo llamaron maestro-rabí ni estudió ni le gustó
el papel de intérprete de la Ley.

2.4 Momentos importantes de la vida de Jesús


¿Cuáles son los hitos de su vida? Y ¿de tu vida?
"Nuestra vida se define por dos o tres
momentos de ausencia o presencia
de amor y por dos o tres decisiones
trascendentales"

Hoy se afirma que reconstruir una aproximación a la vida entera de Jesús,


será una tarea inconclusa, porque cualquier intento de realizar una
biografía sintética de Jesús quedaría con muchos eslabones sueltos. Si
bien estamos de acuerdo con esa afirmación, en este trabajo, que tiene una
intencionalidad más pedagógica, reconstruyo algunos hitos histórico-
teológicos de la vida del Maestro. Desde luego es una "biografía" post-
evento, es decir elaborada a partir de la experiencia de la resurrección.

Todas las personas vivimos momentos diarios, comunes y otros momentos


trascendentales, decisivos, que marcan nuestra vida. Una decisión tomada
o acción vivida en cualquier momento de nuestra vida puede dejarnos una
huella para siempre. De Jesús podemos decir lo mismo, pasó momentos
trascendentales, que fueron haciendo de su vida, una con sentido.

a. La Concepción
Este momento se identifica con el surgimiento del ser. ¡El paso del no ser al
ser es el gran misterio de la vida!. En el caso de Jesús simbólicamente está
reflejado en el relato de la Anunciación. Lo interesante de este momento es
que entran en juego el amor de Dios, que quiere hacerse cercano a la
humanidad y la libertad de María que decide apostar por un sueño y dice
si al proyecto de Dios. Amor y libertad de la pareja es un binomio que
deben entran en juego en la experiencia de la concepción un hijo. A la vez
que son dos valores reivindicados por la juventud.

b. Nacimiento e infancia
El nacimiento de Jesús, por lo que nos cuentan los evangelios, estuvo mar-
cado por la pobreza de la familia de Nazaret. Según Mateo Jesús nació en
Belén, lugar donde mil años antes había nacido el rey David. Más aún, sus
padres le pusieron el nombre de Jeshua, que significa "Yavé salva",
recordemos que en la cultura judía, el nombre orienta la misión de la
persona.

Su infancia seguramente estuvo copada por la participación en la vida


cotidiana de la familia, el barrio, y la sinagoga. Una mezcla entre el juego
con sus vecinos y la colaboración en el trabajo doméstico y artesanal. Por
último, también haría parte de su vida la oración vivida al ritmo diario en la
familia, al ritmo semanal en la sinagoga, y al ritmo anual en el templo.
De este tiempo dice el evangelio de Lucas que “el niño crecía y se fortalecía
llenándose de sabiduría y contaba con la gracia de Dios (Lc 2,40).

c. La juventud.
De la juventud no tenemos ningún dato registrado. Sin embargo, el
episodio del niño, mejor diríamos del adolescente, perdido y hallado en el
templo (Lc 2,41-52), nos entrega un dato significativo. A los 12 años el niño
en la sociedad judía dejaba de ser tal y pasaba a vivir un tiempo corto de
juventud. Este paso se hacía con el gesto de colocar la Ley en las manos
del muchacho, para significar que desde ese instante comenzaba a tener
responsabilidades y derechos.
El episodio más allá de la simbología teológica nos muestra a un muchacho
que va con sus padres a Jerusalén y luego por su propia cuenta y sin
informarlos nada se queda en la fiesta de Pascua en Jerusalén. El tomó
una decisión libre, autónoma. ¡Había empezado a ser joven!

Por otro lado, del estilo de vida que nos muestran los evangelios, podemos
inferir que Jesús vivió una juventud sana, alegre y abierta a la relación con
sus vecinos. Las afirmaciones que circulan en algunos libros "científicos"
en el sentido de que Jesús en su juventud fue a prepararse en los secretos
de la mística India o en la sabiduría egipcia, son mera hipótesis sin
fundamento histórico, pues no hay fuentes serias que respalden tales
versiones.

d. Comienzo de su vida pública.


Aproximadamente a los 30 años, en tiempo del emperador Tiberio, tiempo
del procurador Poncio Pilatos, Jesús que había oído hablar del Predicador
Juan, llego al río Jordán, y se hizo Bautizar. Fue un momento fuerte de en-
cuentro con Dios, pues vivió la experiencia de sentirse amado por su Padre
"este es mi hijo amado". ¡Descubrirse amado por otro es una fuerza que
dinamiza todas las fibras humanas!

Por otro lado, con el bautismo Juan lo enviaba a ser profeta. Pero su
predicación solo comenzó cuando le tomaron preso a Juan Bautista (Mc
1,14). Este episodio afectó emotivamente a Jesús ¡se sintió indignado! Por
ello, leyendo los signos de los tiempos se atrevió a decir. “El plazo se ha
cumplido” y comenzó a anunciar el Reino de Dios. Enseñaba en parábolas,
y hacía milagros en bien de los enfermos y desvalidos. En ese tiempo, las
multitudes lo seguían. Tenia un éxito arrollador.

e. El tiempo de crisis
Hacia la mitad de su vida pública, Jesús afronta una crisis que se la puede
identificar como, crisis de estilo mesiánico, pues las masas le siguen por el
pan y los milagros, buscan de él cosas asombrosas. Sus discípulos le
siguen por el interés de tener parte en el poder. Las autoridades judías
quieren matarlo. Es un momento de confusión, tentación, miedo y toma de
decisiones fuertes. Confusión, por ello, en este momento Jesús hace a sus
discípulos la gran pregunta ¿quién dice la gente que soy yo? (Mc 8,29).
Tentación de realizar un estilo mesiánico fundado en el tener, en el poder y
en el aparecer y no en el compartir y servir. Miedo porque como toda
persona al sentirse amenazado de muerte le surgieron sentimientos
encontrados. Pero Jesús no prolongó la crisis, tomó una decisión
importante, subir a Jerusalén.

f. La toma de decisión, ¡ir a Jerusalén!


Jesús no rehuyó el compromiso ni la muerte, por el contrario, lo asumió, por
eso, fiel a su proyecto, decidió a costo de su propia vida, subir a Jerusalén,
ir al templo, al centro del poder y desenmascara a quienes habían hecho
una cueva de ladrones la casa de Yavé Dios.

Esta decisión de subir a Jerusalén fue confirmada por su Padre, con el ges-
to de la transfiguración En que Jesús se siente respaldado al escuchar la
Palabra de Dios “este es mi hijo amado, a él han de escucharlo” (Mc 9,2-
13). ¡Qué bueno que los hijos se sientan respaldados por sus padres
cuando toman decisiones fuertes!.

f. Pasión y muerte.
En la última pascua de su vida, Jesús cenó con sus discípulos. Le llegó la
hora. En el huerto ora profundamente, pues tiene una lucha interna entre
hacer la voluntad del Padre, ser coherente con su vida o echarse para atrás
por miedo a la muerte, en ese momento se encuentra sólo, sus discípulos
aunque lo acompañan se quedan dormidos y nuevamente decide solo.

Fue acusado de blasfemo por el poder religioso y de agitador por el poder


político. Fue condenado a muerte y crucificado fuera de las murallas de
Jerusalén en el monte de la calavera. Al parecer con su muerte también
moría la causa del Reino. Su lucha era una pasión inútil.

g. La resurrección:
Este fue un acontecimiento, por el cual los discípulos experimentaron que
Jesús había resucitado. El Dios de la Vida no podía dejarlo muerto al
apasionado por la vida. El Resucitado se dejó ver a sus discípulos y
discípulas. Para los discípulos fue el signo de que la causa de Jesús seguía
en pie, la lucha por pasar de condiciones de limitación a otras de plenitud
tenía sentido con la resurrección de Jesús. Pero la resurrección, en su
sentido más profundo, se ubica en otra esfera más allá del tiempo y el
espacio.

Estos hitos de la vida de Jesús estuvieron marcados por el amor que


experimento y por los sueños que apostó. ¿Qué valores han marcado y
siguen marcando tu vida?

2.5 El Anuncio de la Buena Nueva del Reino


¡Una novedad que rompió con patrones culturales!
" El Reino es trabajar para
que las personas pasen de
la carencia a la plenitud".
E. Dussel.

Jesús tenía clara su pasión por el Reinado de Dios, e hizo de esta pasión el
centro de su predicación. Por eso, con razón se afirma que Jesús no
predicó a Dios, ni se predico así mismo, predicó el Reino de Dios.

a. Su anuncio programático
El anuncio del Reino giró en torno a cuatro palabras programáticas: la
conversión, la felicidad, la opción por los pobres y a la defensa de la vida,
que con fidelidad creativa a la palabra y obra de Jesús los evangelios nos
recuerdan:

En Marcos: El Reino de Dios ha Llegado. ¡Cambien de vida!


Marcos abre el anuncio de Reino con estas palabras: "El plazo está
vencido, el Reino de Dios se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la
Buena Nueva" (Mc 1,15). Es decir, había llegado la hora en que las
ilusiones del pueblo se concreten. Con la expresión "el Reino de Dios ha
llegado", Jesús les trae la Buena Noticia ¡Dios viene a gobernar entre
nosotros! ¡El sueño tan esperado y anunciado por los profetas se ha
cumplido! Cuando nos dice "tomen otro camino" nos pide dar un nuevo
horizonte a nuestras vidas, una metanoia, un cambio en nuestra forma de
pensar, de sentir y actuar. Por último, este anuncio programático de Marcos
termina con la invitación a "Creer en la Buena Nueva", a creer en las
promesas de Dios, y a creer en la vida humana, "Creo en el hombre y en la
comunidad " decía L. Proaño. ¡Esta es la novedad del Reino!

En Mateo: El Reino es una propuesta de felicidad


Mateo nos recuerda la novedad del Reino en clave de bienaventuranzas (5,
1-12) y desde un lugar concreto: el monte. Esto es significativo, porque
supone que el Nuevo Moisés entronca su programa en el imaginario del
pueblo de Israel, en sus ilusiones, expectativas y sobre todo, en uno de sus
modelos referenciales como Moisés el liberador y legislador. Pero al mismo
tiempo, Jesús haciendo una relectura, supera los mandamientos y pone
como centro de su anuncio la motivación mayor de todos los seres
humanos, la felicidad.
Felicidad para los pobres con espíritu, no para los que tiene un pobre
espíritu, porque pueden descubrir la fuerza dinamizadora del Espíritu (5,3)
Felicidad para los que ahora llorar, porque cuando se forme la comunidad
recibirán el consuelo de muchos hermanos (5,4)
Felicidad para los que han soportado pacientemente la exclusión
económica, porque llegó el tiempo del nuevo reparto equitativo de los
bienes de la tierra (5,5)
Felicidad para quienes han trabajado por superar situaciones injustas,
porque llegó la hora de recibir los frutos de su lucha: La justicia en
abundancia (5,6).
Felicidad para los compasivos, porque en reciprocidad recibirán
misericordia (5,7).
Felicidad para los de corazón puro y honesto porque descubrirán a Dios en
su corazón (5,8)
Felicidad para los trabajadores incansables por la paz, porque serán
reconocidos como hijos de Dios y hermanos de comunidad (5, 9)
Felicidad para aquellos que por proclamar la justicia, son perseguidos,
porque de ellos es el Reino de Dios (5,10).

Pero esta felicidad como la propone Jesús tiene tres sentidos: La primera,
la felicidad como conversión para asumir una nueva actitud ante la vida,
más positiva y movilizadora. La segunda, la felicidad como tarea de formar
comunidad donde se haga viable esa felicidad predicada, y la tercera la
felicidad como regalo-gracia transformadora que surge del encuentro de la
persona con Dios, mejor con el Reino de Dios.

Esta es la oferta de Jesús para todos, especialmente para tantos jóvenes de


corazón triste y sin rumbo. La felicidad ¿apostamos por ella?

En Lucas: Anunciar la Buena Nueva a los pobres


Lucas, enfatiza la novedad del Reino en el anuncio programático realizado
por Jesús en la sinagoga de Nazaret (4,14-30) donde Jesús entronca su
novedad en la vieja novedad de Isaías:
Anunciar Buenas nuevas a los pobres, que por tantos años han recibido
solo malas noticias. ¡Esta es su hora!
Anunciar a los cautivos que está próxima su libertad, que recuperarán su
dignidad humana y que podrán vivir bajo la libertad de los hijos de Dios.
Anunciar a los ciegos que pronto van a ver, y poder caminar sin tropezar
por los caminos de la vida.
Anunciar que llegó la hora de despedir libres a los oprimidos, para que
puedan gozar de la libertad y la justicia.

El evangelista para confirmar su anuncio programático nos recuerda que en


una ocasión llegaron donde Jesús unos discípulos de Juan el Bautista para
preguntarle "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?",
Jesús no contestó ni si ni no, les remitió a su práctica "Vayan a contarle a
Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos
son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia la
buena nueva a los pobres" (Lc 7,21-23).

En Juan: La promoción de la vida


El evangelista Juan sintetizó el espíritu de la práctica de Jesús en una
frase fundamental: “Yo he venido para dar vida y que la tengan en
abundancia” (Jn 10,10). Por eso, más allá de la estructura fuertemente
teológica de este evangelio, su autor nos muestra a un Jesús defendiendo,
recuperando y promoviendo la vida de la gente.

b. La práctica concreta del Reino


El anuncio programático del Reino, Jesús lo concretó en una práctica
sanadora y liberadora marcada por la ruptura de los patrones culturales y la
novedad en las relaciones interpersonales. Inspirado en el texto de Carlos
Mesters, “Con Jesús a contra mano” quien a mi parecer mejor ha trabajado
la práctica de Jesús, recuerdo esas novedades y rupturas de Jesús.

Formó una comunidad de discípulos y misioneros del Reino.


Jesús descubrió desde el inicio de su predicación la necesidad de
configurar un pequeño espacio comunitario, donde se testimonien los
valores del Reino.
Describamos algunas de sus características: Una comunidad de invitados
al discipulado (Mc 1,16-20), fermento y levadura del Reino. En la que se
consideren entre todos como hermanos (Mt, 23-24). Se cultive la amistad
profunda (Jn 15,15). Espacio de "poder" no para oprimir sino para servir (Lc
22, 25-26; Mc 10,43). Que hora en común (Lc 9,28; Mt, 26,36-37).
Demuestra la alegría de saborear los signos de la presencia del Reino (Lc
10,23-24). Una comunidad misionera que está llamada a dar testimonio de
Jesús resucitado como la mayor Buena Nueva (Mc 16,15).

Hoy que vivimos tiempos de masificación e individualismo, no hay espacio


para verdaderas comunidades que construyan identidad. Estas se
constituyen en espacios de salvación. Por ello, formar pequeñas
comunidades con rostro propio de tipo generacional, de género y étnicos,
donde se pueda realizar procesos de sensibilización de su propia identidad
y misión será seguir en la ruta de la práctica profética de Jesús.

Acogió a los que eran excluidos


Recordemos que la sociedad Judía en tiempos de Jesús, excluía a un gran
segmento de la sociedad. La exclusión se fundaba en razones religiosas. El
rechazo a los leprosos ciegos, paralíticos y toda clase de enfermos venía
por la
idea de que Dios bendice con salud y riqueza a los buenos y justos y
maldice con enfermedad y pobreza a los pecadores. Se sumaban a esta
exclusión los
inmorales, los herejes, los niños y las mujeres.

La gran novedad de Jesús fue su cambio de conducta frente a este grupo


humano. Se acercó a ellos, curó sus dolencias, los reinsertó en la sociedad.
Es decir, su cambio de actitud se constituyó en Buena Noticia. Los
excluidos eran hijos amados de Dios y Dios mismo se hizo próximo a ellos
en Jesús de Nazaret.

Hoy la exclusión ya no viene solo del sistema religioso, sino sobre todo,
del económico. Aquí esperamos descubrir buenas noticias, gestos grandes
o pequeños y proyectos de justicia, no de limosna.

Reivindicó el protagonismo de la mujer


En tiempos de Jesús la mujer no era tomada en cuenta en el campo social
ni en el religioso. Más bien, era sujeto de impureza y de pecado. La mujer
por su ciclo menstrual era considerada impura, y tenía que realizar ritos de
purificación. No podía participar con decisión en la asamblea sinagogal. En
el templo había un patio para lo hombres y uno más atrás para las mujeres.
Incluso parece que no tenía derecho a heredar ni dar testimonio jurídico.

La práctica salvadora de Jesús fue una novedad, pues en primera instancia


él compartió tiempos de su vida con “pecadoras”, mujeres extranjeras y se
mostró misericordioso con ellas. El episodio de la mujer adúltera (Jn 8) nos
muestra de cuerpo entero la actitud humanista de Jesús. Incluso
participaron del discipulado del Maestro (Lc 8,1-3) y en la experiencia de la
resurrección ellas fueron las primeras invitadas a dar testimonio ante los
apóstoles.

Por eso, Jesús actuó proféticamente en una sociedad patriarcal y puso las
bases de una cultura gineándrica, de participación simétrica entre varones y
mujeres. En nuestra sociedad tan machista todavía estamos en deuda con
esta práctica de Jesús.

Compartió una nueva pedagogía


Jesús usó un lenguaje sencillo para entrar en comunicación con el pueblo.
Utilizó los mismos códigos del pueblo y desarrollo un conjunto de recursos
y estrategias para que su mensaje llegue al corazón.

Jesús usó permanentemente la pregunta y repregunta, que permitía que el


pueblo o sus contrarios dialogaran y se dieran cuenta de la realidad. El uso
creativo de las parábolas era el medio para anunciar su novedad sobre el
Dios amoroso; criticar la hipocresía religiosa de sus adversarios, y sobre
todo, proponer una nueva ética para sus discípulos y para todos quienes
aceptaban sumarse a su propuesta.

Hoy urge una pedagogía significativa, donde los jóvenes se sientan


reflejados e interpelados y que les de herramientas para poner en práctica
el mundo de valores conocidos pero aún no compartidos.

Combatió el poder del mal


Jesús de Nazaret, fue un apasionado por la vida, y dar vida en abundancia
fue su misión por excelencia. En lenguaje de E. Fromm Jesús fue un biófilo.
Era una persona capaz de conmoverse por el llanto de una viuda (Lc 7,13),
de luchar contra el hambre (Mc 6,35-44), de criticar la letra que mata (Mc
2,23-28), de luchar contra la muerte (Mc 5,41-42) y contra todas las fuerzas
de espíritus de muerte (Mc 1,21-26).
Combatió a las fuerzas del mal por medio de la palabra y el gesto. La
Palabra de Jesús cargada de vida y vitalidad tenía la fuerza necesaria para
regenerar la vida de los enfermos, de los tristes, de los que no tenía ilusión
de vivir. Por otro lado, por medio de los gestos como dar la mano, poner
saliva en los ojos, abrazar entre otros, Jesús contagió vitalidad a todo el que
se acercaba con confianza a su persona.

Hoy, con tantas formas de muertes, unas lentas, otras sofisticadas y otras
que matan el espíritu, es necesario identificarse con el biófilo Jesús para
defender a muerte la vida y la dignidad humana.

Dio apertura universal al Reino de Dios


La sociedad en la que vivía Jesús, estaba tremendamente dividida entre:
judíos y extranjeros, entre los que eran mi prójimo y los que no eran
prójimo, entre puros e impuros, entre hombres privilegiados y mujeres
marginadas, entre ricos y pobres.

La práctica de Jesús fue combatir estas diferencias injustas: Gracias a una


mujer extranjera descubrió la universalidad de su Reino (Mt 15,21-28). Puso
como modelo de prójimo de un judío a un samaritano (Lc 10,29-37). Criticó
la ley de la pureza, diciendo que no hay nada puro e impuro externo (Mt
23,23-24). Elevó a las mujeres a calidad de discípulas (Lc 8,1-3) y exigió un
trato simétrico entre varones y mujeres (Mt 19,7-12). Denunció a los ricos
Epulones que solo piensan en acumular sin importarles el dolor de los
Lázaros (Lc 16,19-31).

Hoy no se trata de abolir las diferencias regionales, étnicas o nacionales. Se


trata de que las diferencias sean reconocidas para un trato simétrico entre
ellas. Y otras diferencias como las económicas superarlas a fuerza de
justicia y solidaridad.

Reveló el rostro cariñoso de Dios


En tiempo de Jesús, la experiencia del Dios liberador había sido sustituida
por el Dios legalista, distante y hasta castigador. Las autoridades religiosas
habían cerrado las puertas del Reino a miles de personas.

Jesús con su práctica cercana a los necesitados, su experiencia de


intimidad con Dios traducida en parábolas reveló el rostro cariñoso de un
Dios preocupado por la vida de sus hijos, que no castigaba sino bendecía,
que perdona, que estaba más cerca del pueblo que lo que el mismo pueblo
imaginaba. Jesús corrió el velo y nos mostró de cuerpo entero a un Dios
papito/mamita Abba.

Hoy que vivimos tiempos de complejo de culpa, miedo, tristeza fatalismo,


hacer la experiencia del Dios de la gratuidad y la misericordia es una
alternativa humanizante.

2.6 La identidad de Jesús


¿Quién dice la gente que es Jesús?, ¿Qué dice Jesús sobre si mismo?, y
¿Qué interrogantes profundos provocó en su tiempo?

La identidad, como la capacidad auto-consciente de saberse uno mismo y


perteneciente a una comunidad, es un fenómeno complejo que se da
como fruto del diálogo con los otros y consigo mismo. En el caso de Jesús
la identidad es vista desde diversos enfoques: desde lo que la gente decía
del Carpintero, lo que Jesús decía de si mismo y los interrogantes
profundos que generó entre la gente de su tiempo.

a. ¿Qué dice la gente de su tiempo sobre Jesús?


¡Las respuestas son controvertidas! ¿Qué pensar?

Aquí recogemos los sobrenombres o adjetivos que están especialmente en


los evangelios sinópticos, previo un discernimiento de los adjetivos, que
según un sano uso de los métodos histórico críticos, son pre-pascuales, es
decir, adjetivos anteriores a la experiencia de la resurrección y no tanto los
adjetivos pos-pascuales.
Metodológicamente partimos de la misma pregunta que Jesús, de camino al
pueblo de Cesarea de Filipo, formuló a sus discípulos: “¿Quién dice la
gente que soy yo?”.

En un primer momento para sus familiares Jesús fue visto como un loco. No
era para menos, tenía un comportamiento extraño a las costumbres, por
ejemplo no se casó, cuando a la edad de Jesús todos los muchachos
estaban casados. Algo aún más extraño, cuando el Nazareno se enteró
de la prisión de Juan, Jesús se dedicó a predicar la llegada del Reino, por
todos estos detalles, simplemente le consideraron que estaba loco.
Recordemos el episodio de Marcos que cuenta que mientras estaba reunido
en una casa, llegaron sus familiares para llevárselo de vuelta a casa
aduciendo que se había vuelto loco (!) Mc 3,21. Desde luego esa visión fue
evolucionando pues luego vamos ver a su madre María al pie de la cruz y
reunido con los discípulos orando cuando vivieron la experiencia del Espíritu
Santo. Incluso Santiago, llamado el hermano de Jesús, luego va a ser
encargado de la comunidad de Jerusalén.

Para sus amigos y discípulos Jesús fue una persona desconcertante, pero
en un primer momento lo siguen viendo en él al Mesías Davídico que puede
liberar al pueblo del poder romano, pero sobre todo, con el cual pueden
tener una cuota de poder.

Posteriormente, sigue desconcertante pero no lo entienden, por eso cuando


Jesús les lanza la pregunta sobre su identidad, Pedro en el evangelio de
Marcos le dice tu eres el Mesías, e inmediatamente Jesús tiene que
aclararles que su estilo mesiánico es de servidor y no de triunfador político,
con lo que dejó más desconcertados a varios discípulos.

Para sus paisanos de Nazaret, simplemente era el hijo del carpintero y por
esta razón, aunque su mensaje les impresionó, no se abrieron a su
persona, pues era el hijo del carpintero y su madre y hermanas y hermanos
vivían entre ellos. Incluso luego de su comentario sobre Isaías se
indignaron y le quisieron despeñar (cf. Lc 4, 29).

El Pueblo vio en Jesús un profeta, o como al viejo Elías que según las
Escrituras habría de venir, incluso creyeron que era el mismo Juan que
había vuelto a la vida y es que la predicación de Jesús y Juan se parecían
tanto que se prestaba a confusión.

Otras fracciones del pueblo creyeron ver en él al Nuevo David y esperaban


acciones políticas. Otros también junto con su adjetivo de profeta lo
reconocieron como alguien que hacía milagros y les daba comer.

Para los fariseos y maestros de la ley locales, Jesús era un blasfemo, pues
trataba de forma irreverente a Dios. También lo llamaban amigo publicanos
y pecadores, más aún, lo decían bebedor y comilón. La verdad era que
Jesús tenía una conducta que rompía con los esquemas religiosos y
culturales de su tiempo, por eso los fariseos no se cansaban de insultarlo.

Los Maestros de la Ley venidos de Jerusalén, es decir, los más preparados


en el conocimiento de la Ley simplemente sentenciaron que Jesús era un
endemoniado y que todas las cosas extraordinarias que realizaba lo hacía
por el poder de Belzebú (Mc 3,22).

Para Juan Bautista, Jesús fue el hombre que le tenía desconcertado. Ya en


la cárcel Juan mandó a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús si él era
o no el Mesías que debía venir. Jesús dando una respuesta inteligente o
para mantener la tensión no le dijo ni que si ni que no. Simplemente le
informó de lo que estaba haciendo: los ciegos ven, los cojos caminan, los
leprosos son purificados, los sordos oyen y se anuncia la buena nueva a los
pobres (Lc 7, 22).

Para los romanos, Jesús es un revoltoso que podía ser peligroso si


alentaba en el pueblo la ilusión de ser proclamado como rey. De hecho las
autoridades judías cuando dan a conocer el caso de Jesús el poder político
hábilmente lo acusan de alborotar al pueblo diciendo que quiere
proclamarse rey. Por eso en la cruz de Jesús Pilatos mandó a escribir la
causa de su muerte, "Inri", Iesús Nazareno Rey de los Iudíos.

Para otros, como el joven rico, Jesús era un Maestro bueno que enseñaba
con sabiduría cosas interesantes desde la vida y para la vida, no tanto de
la ley por la ley.

En definitiva Jesús por su práctica fue una persona que provocaba


definiciones, por eso recibió adjetivos en favor o en contra ¡fue un persona
controvertida!

b. ¿Quién fue Jesús para sí mismo?


¡Este es el hijo del hombre!

Ciertamente que Jesús no se llamó a sí mismo Dios con nosotros, ni Verbo


encarnado, ni Camino Verdad y Vida, esos son adjetivos sustantivados
pos-pascuales dados por la comunidad de fe luego de la resurrección.
Históricamente parece que Jesús se autotituló "hijo de hombre", adjetivo
que tenía para sus contemporáneos sabor apocalíptico que puede significar
por un lado, su profunda identificación como ser humano y por otro, su
conciencia de ser el enviado escatológico, de los últimos días, de Dios
para su pueblo. Este título Jesús lo pudo hacer suyo leyendo al Profeta
Ezequiel o mejor libro de Daniel, que justamente habla de esta figura
escatológica.

Además se llamó y aceptó el título de Profeta, con toda la carga de sentido


que tiene esa palabra, de ser portador de un mensaje de Dios en los
frentes de anuncio y denuncia, que Jesús lo supo asumir como parte de su
identidad. De hecho, realizó signos proféticos fuertes como la purificación
del templo de Jerusalén al estilo Jeremías y la crítica a las autoridades de
su tiempo.
La expresión el Hijo usado en tercera persona también parecer ser original
de Jesús, lo que nos muestra su relacional filial que el cultivó frente a su
Padre Dios. Este punto lo desarrollamos más adelante.

c. Los interrogantes del pueblo y los discípulos.


¿De dónde le viene tanta autoridad?

Los discípulos hicieron la experiencia humana de Jesús, sin embargo, a


veces encontraban gestos, expresiones y acciones que les desconcertaban
y que hacía que se pregunten ¿quién mismo es este hombre?

¿De dónde le viene su sabiduría?


El pueblo, especialmente sus paisanos, luego de escucharle se quedaron
sorprendidos y se preguntaron " ¿de dónde le viene esto? Y ¿qué sabiduría
es esta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos?"
(Mc 6,1-3). Para sus paisanos esto no tenía explicación, pues sabían que
era hijo del carpintero. Además Jesús en algunos encuentros se muestra
conocedor de las intenciones de la gente que le rodea, leía la mente (Mc
2,8).

¿De dónde le viene su autoridad ante la ley?


Moisés, según la tradición, era el legislador del pueblo. Su palabra escrita
era la autoridad. Luego estaban los maestros de la ley que fungían como
intérpretes autorizados. Sin embargo, Jesús sorprende a la gente de su
tiempo cuando en el monte de las bienaventuranzas, se considera un nuevo
legislador y propone las bienaventuranzas como regla de vida, más aún, se
atreve a decir: "se dijo a sus antepasados pero yo ahora les digo" (¡!) (Mt
5,21-48). Durante su práctica misionera, a petición de la gente interpretó la
ley de Moisés, atribuyéndose el papel de intérprete que era un oficio
privativo de los Maestros.

En forma callada o expresa en la gente provocaba los interrogantes ¿de


donde le viene la autoridad para sin ser Maestro interpretar la Ley? Más
aún, ¿Acaso éste se cree más que Moisés?
¿Quién es él para afirma que el Reino de Dios a llegado?
Jesús Anunció el Reino de Dios en estos términos: "El plazo se ha cumplido
y el Reino de Dios esta cerca: conviértanse y crean en la buena nueva" (Mc
1,15).
¿Quién es él para afirmar que el plazo esta cumplido y que el Reino a
llegado?, más todavía, se atreve a decir que con él el Reino se hace
presente y en función de eso, realiza parábolas en las que pide cambio de
conducta y muestra signos o milagros como testimonio de que el Reino en
su persona ha comenzado. Es decir, muestra una alta conciencia de envió
y misión que no lo había reclamado nadie antes de él.

¿Con qué autoridad perdona los pecados?


Según el principio del judaísmo solo Dios tiene poder para perdonar los
pecados. Más aún, los pecadores eran castigados por Dios con enfermedad
y pobreza. La conducta que debía mantener un buen judío era distanciarse
de los pecadores. Por eso, la conducta de Jesús, sorprendió cuando ante
un enfermo que vivía atado a una silla, antes de curarle o en vez de curarle
le dice "tus pecados te son perdonados" (Mt 9,2) sin pedirle nada a cambio,
estas palabras seguramente provocaron desconcierto pues como hemos
dicho, según sus ideas solo Dios tenía atribución para esto.

Por otro lado, Jesús mantuvo cercanía con gente pecadora e incluso
comió con ellos y se atrevió a afirmar que los publicanos y las prostitutas
llegaran antes al Reino de Dios (Mt, 21,31).
Seguramente, surgieron preguntas como estas ¿Cómo puede estar seguro
de que Dios actúa así con los pecadores? ¿Con qué derecho identifica su
actuación con la de Dios?

¿Quién es este que puede caminar sobre las aguas?


Los evangelios de Marcos, Mateo y Juan consignan un episodio extraño
para un ser humano, caminar sobre las aguas. Si este acontecimiento fue
tal como lo narra el documento más antiguo, ciertamente los discípulos se
quedarían asustados, pues para ellos era un fantasma y se preguntarían
entre ellos ¿Quién es este que camina sobre las aguas?

¿Por qué se atreve a llamarle a Dios Abba?


La cultura religiosa del tiempo de Jesús nunca se dirigía de forma directa
Dios. ¡Su nombre era innombrable! Por eso usaban expresiones como El
Altísimo, el Santo, Señor de los cielos. Solo el Sumo Sacerdote una vez al
año pronunciaba el santo nombre en medio de cantos que impedía
escuchar el nombre. En este ambiente Jesús se atreve a dirigirse a Dios
con una expresión tierna, afectiva "Abba". Esto era un signo de la profunda
intimidad que mantenía Jesús con su Padre del cielo.

Los que compartieron con él este trato, seguramente se quedaron


fascinados, pero la gente, distante del mundo orante de Jesús le
consideraría un atrevido, que no guarda el menor de los respetos por
Adonay. Pero al mismo tiempo, les provocaría preguntarse ¿Por qué se
atreve a invocar a Dios como si se tratara de una relación afectiva entre el
hijo y el padre?

Todos estos rasgos desconcertantes dejaban entrever que Jesús era


alguien especial y que generó curiosidad. Por ejemplo, Juan Bautista,
estaba inquieto por saber quien mismo era Jesús. Herodes expresa
"¿Quien es este del que oigo hablar tantas cosas?” y comenta el
evangelista que Herodes tenía tanta inquietud que quería conocerle.

2.7 La cruz la consecuencia de su opción por el Reino


¿Cuál es el límite del compromiso por una causa?
"Hay que ser como los árboles,
renovarse constantemente pero
sin moverse de su sitio"
(de sus ideales)
O. Paz.
La mu erte de Jesús en una cruz no fue un acto “natural”, tampoco debe ser
interpretado como si fuera el ciego destino que le espera a Jesús. Fue ante
todo un asesinato provocado por las autoridades judías, en complicidad con
las romanas. Decir que Jesús fue asesinado es una frase fuerte, que puede
lastimar la sensibilidad mágico - religiosa, pero hace justicia con lo que le
sucedió al profeta de Galilea. Por otro lado, fue una opción libre asumida
por Jesús como señal de su fidelidad hasta el fin.

a. La Cruz consecuencia de su desobediencia y actuación profética


Normalmente escuchamos que Jesús murió en la cruz por ser obediente al
Padre, efectivamente es así, pero aquí doy un giro con fuerza histórica y
hablo de desobediencia civil, política y religiosa, porque el carpintero de
Nazaret murió como los profetas que desde su comunión con Dios fueron
libres para criticar y desobedecer a las tradiciones de su tiempo.

Jesús fue desobediente de los dogmas religiosos, por ejemplo el trato


eufemístico para dirigirse a Dios, Jesús lo deja atrás llamándolo Abba,
papito. Esto era un atrevimiento.

Fue desobediente de las tradiciones legales que absolutizaron la ley


sometiendo a la persona a su servicio y afirmó la que la ley debe estar al
servicio de la vida. Fue desobediente de las tradiciones rituales como el
ayuno y crítico de la limosna y la oración que solo se hace para ser
admirados por otros. Fue desobediente de las tradiciones culturales
estrechas que solo reconocían como prójimo (con derecho a la solidaridad)
solo a los de su propio pueblo, mientras Jesús se mostró abierto a la
comunión con otros grupos culturales y religiosos. Fue libre para criticar a
las autoridades religiosas, a quienes les llamó sepulcros blanqueados y los
acusó de haberse adueñado de la puerta del Reino, impidiendo la entrada
del pueblo. Fue crítico de la institución del templo, que se había convertido
en una cueva de ladrones (!).

Por estas razones Jesús se ganó la enemistad de las autoridades religiosas


que muy tempranamente ya quisieron eliminarlo (Mc 3,7) pues Él se
convirtió en una amenaza para sus intereses que se veían socavados por la
palabra y obra de Jesús.

b. La cruz como desencanto de sus seguidores


Jesús fue una persona ante quien la gente luego de conocerle no podía
quedar indiferente, tomaba partido por él o contra él. Cuando Jesús empezó
el anuncio del Reino de Dios, mucha gente se “encanto” con su mensaje, la
esperanza de tiempos mejores seguía en pie. De hecho en el primer
momento de la vida pública de Jesús mucha gente lo seguía creyendo ver
en él al Mesías político, de línea davídica, que les liberaría del poder
romano. En torno a esta ilusión mesiánica lo siguieron discípulos como
Judas y mucha gente del pueblo.

Incluso Pedro se sorprende cuando en el camino Jesús anuncia su futura


muerte al llegar a Jerusalén, pues él también participa de la idea del
mesianismo real. Los hijos del trueno Santiago y Juan ya de camino a
Jerusalén a través de su madre le pidieron tomar parte en el gobierno real
de Jesús.

El momento cumbre se da cuando Jesús entra a Jerusalén y el pueblo le


proclama Rey “Hossana al hijo de David” y él contesta que su reino no es
de este mundo, la gente no le entiende y un grupo de interesados le
presiona para que asuma el poder frente a lo cual Jesús huye a la montaña
y evita la tentación del mesianismo político. En estas circunstancias, la
gente lo abandona, Judas le traiciona y más de uno de los discípulos vive
el desencanto “Nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel”
(Lc 24,21).

c. La cruz como opción de fidelidad al Reino ¡hasta dar la vida!


Parafraseando a Bertold Brech diríamos “hay hombres que luchan un día y
son buenos, hay gente que lucha un año y son mejores, pero hay quienes
luchan hasta dar su vida, esos son los insustituibles”. Este es el caso de
Jesús de Nazaret.
Jesús desde su irrupción en la vida pública tuvo clara su opción
fundamental: El reino de Dios, que se convirtió en horizonte de su vida
“Busquen primero el Reino de Dios y el resto vendrá por añadidura”. Su
modo de pensar y actuar no fue bien visto por las autoridades judías, que
desde el inicio de su predicación buscaban eliminarlo. Tal ves podríamos
decir, bueno él no haría mucho caso porque Galilea y la ciudad de
Cafarnaún están muy lejos y el peligro no era tan real. Pero el peligro fue
aumentando conforme asumía una posición cada vez más profética, hasta
el punto que él es consciente de esto y entra en un tiempo de
discernimiento mesiánico que culmina con la decisión de ir a Jerusalén, al
centro del poder religioso. Con esta decisión de asumir su propia muerte,
actúa en coherencia, pues no renuncia a su propuesta sino que la confirma.
Su pasión por el Reino no podía quedar truncada por su miedo. El Reino
era más fuerte que él y le fortalecía. Con la decisión clara, y mientras hacía
un descanso de camino a Jerusalén, anuncia a sus discípulos que el futuro
que le espera en Jerusalén no es el triunfo, sino la muerte. Ante tal decisión
los discípulos se quedaron desconcertados. Esta decisión fue respaldada
por su Padre Dios en la montaña de la Transfiguración.

Pero la fidelidad a su causa será puesta al fuego, en Jerusalén cuando


luego de todo su actuar profético, los jefes de los sacerdotes y los maestros
de la ley tomaron la decisión de eliminar rápidamente a Jesús. El y sus
discípulos se sintieron cada vez más acorralados, Judas haya había
acordado con los jefes de los sacerdotes entregarle a su Maestro que no
cumplió con lo que él esperaba. Más aún otros discípulos argumentando
que era muy dura la propuesta de Jesús lo abandonaron. Quizás era el
momento de renunciar a cualquier sueño y huir para salvar su vida. Pero
antes de tomar una decisión urgente, en ese momento también urgente,
Jesús les pidió a sus mejores amigos, Pedro, Santiago y Juan que le
acompañaran a orar a su Padre en un huerto cercano, y allí atrapado por
sentimientos encontrados de miedo y confianza, Jesús vivió su lucha mayor
para descubrir cual era la voluntad del Padre sobre su vida. La invitación
era ser fiel hasta el final, por eso en soledad y en medio del sueño de sus
discípulos tomó la decisión de afrontar la muerte, pues también en el último
tramo del camino debía asumir la responsabilidad de sus hechos y
palabras. Lo contrario, es decir, dar marcha atrás y huir, hubiera sido darles
la razón a sus enemigos y confirmar que su mensaje del Reino era una
ilusión caprichosa de alguien que a última hora se desdijo de lo que dijo y
deshizo lo que hizo. En este sentido Jesús murió como vivió, coherente
hasta el final. Como dice la canción “yo me muero como viví”.

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