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6 meses de prisión para Patricia Poleo por difamación

Abril 13, 2005 - 00:36 (VTV)

Por ser la sentencia menor a 5 años se le concedió la medida de libertad condicional

Caracas, abril 13 (VTV) / El tribunal 10º de Juicio de Caracas condenó a Patricia Poleo a
seis meses de prisión por la comisión del delito de difamación, cometido en contra del
ministro del Interior y Justicia, Jesse Chacón.

El 18 de octubre de 2004, Poleo publicó en el diario “El Nuevo País” la fotografía de un


soldado agachado frente a un hombre tirado en el piso.

La leyenda de la gráfica afirmaba que el soldado era el actual ministro Chacón, frente a una
de las víctimas de la toma de Venezolana de Televisión, durante el golpe de Estado del 27
de noviembre de 1992.

Tras la publicación de la referida leyenda fotográfica el Ministro desmintió la acusación de


Poleo y advirtió que llevaría este caso hasta las últimas consecuencias legales.

El proceso comenzó el 6 de abril, para continuar el 8 y culminar este martes 12, cuando el
juez de la causa la condenó a seis meses.

Sin embargo, como la sentencia es menor a 5 años se le concedió la medida de libertad


condicional.

Asimismo, le ordenó publicar la sentencia en los diarios “El Nuevo País” y “El Nacional”
en dos oportunidades, con intervalo de 7 días.

"Estoy satisfecho con la sentencia del Tribunal"

Por su parte, el titular del MIJ se mostró satisfecho con la sentencia que el Tribunal 10º de
Juicio del Circuito Metropolitano, considerando que "esta sentencia debe llevar a la
reflexión sobre la ética periodística, debe llevar a la reflexión sobre el trabajo social que
hace el periodista cuando informa, la responsabilidad social que tiene y que no se puede
utilizar el poder de un medio de comunicación social para difamar".

Asimismo aclaró que "mi intención con esto no era que la periodista quedará presa, nada de
eso, en mi animo lo que estaba era demostrarle a los venezolanos, que eso que fue
publicado era falso como quedó establecido en el juicio y que fue utilizada una foto que no
correspondía a mi persona para crear una serie de señalamientos que en el desarrollo del
proceso quedó demostrado que son totalmente falsos, yo me siento satisfecho", puntualizó
Chacón.
 
2.2 Delito de difamación e injurias

a) Descripción

El delito por difamación e injurias1es una sanción que se considera cuando una persona
entiende que determinada información u opinión dañó su honor. La legislación establece una
serie de excepciones que exoneran de pena pero en ningún caso excluyen el delito.

 La reivindicación principal es la eliminación de las leyes penales de difamación, no cualquier


ley de difamación. El objetivo es lograr su descriminalización, es decir, que no sea considerado
un delito y por tanto no tengan penas de prisión.

 Una declaración internacional firmada por periodistas y defensores de la libertad de prensa


afirmó:

La criminalización de la difamación es una respuesta desproporcionada e innecesaria a la


necesidad de proteger reputaciones. Las leyes civiles de difamación proporcionan una
reparación suficiente para todos aquellos que reclaman haber sido difamados. Además, no
debería haber responsabilidad a menos que el demandado actúe con desprecio por la
verdad. Las leyes de difamación civil no deberían proporcionar una protección especial
para las figuras públicas. En casos de interés público, es necesario que los demandantes
demuestren que la información difamatoria es falsa. Cualquier reparación ordenada en
casos civiles debería ser proporcional al daño causado demostrable2.

 Nos encontramos ante un delicado caso en que se oponen dos derechos fundamentales: el de
libertad de expresión e información, y el derecho al honor, ambos reconocidos en la normativa
nacional e internacional de la que nuestro país es signatario.

 Nuestro el Poder Judicial ha avanzado, via jurisprudencia 3, en una solución al dilema: “el
derecho a informar y el derecho a informarse y ser informado” son derechos “tan trascendentes
que pueden ser ubicados en un plano superior al de los otros derechos civiles, pues ello
depende de la estructura entre el poder y la libertad. En los estados democráticos este derecho
es uno de los pilares del sistema constitucional” 4.

 En este sentido, las limitaciones a la libertad de expresión deben ser mínimas, imprescindibles
y legítimas. Según este criterio, en caso de tratarse de funcionarios públicos o personas con
notoria y voluntaria actividad pública, se ampara a los periodistas aún dando noticias falsas o
inexactas “siempre y cuando su autor las crea verdaderas y su propósito haya sido el de ilustrar
a la opinión pública del tema tratado, de buena fe y sin malicia” 5.

 Reconociendo la preeminencia del derecho a la libertad de expresión, los jueces han


entendido:

que la protección que ofrece este derecho no solo debe extenderse a las ideas favorables,
sino también y sobre todo, a aquéllas ideas que puedan resultar ofensivas, perturbadoras,
exageradas, provocativas o chocantes pues, tales son las exigencias del pluralismo y la
apertura mental sin las cuales no es posible que exista una sociedad democrática.
que si bien este derecho no ampara ni los agravios, ni la injuria, ni la calumnia, ni la
difamación; y tampoco protege la falsedad, la mentira o la inexactitud cuando es fruto de la
total y absoluta despreocupación por verificar la realidad de la información. Sí ampara a la
prensa cuando la información se refiere a cuestiones públicas o a funcionarios públicos, aún
en el caso de que la noticia tuviera expresiones falsas o inexactas, siempre y cuando su
autor las crea verdaderas y su propósito haya sido el de ilustrar a la opinión pública del
tema tratado, de buena fe y sin malicia.
que la posición de preferencia que posee la libertad de expresión por sobre los otros
derechos se mantendrá, siempre y cuando: a) la información que de ella emane resulte
“útil” a una sociedad democrática; y b) existan bases objetivas que induzcan al informador
a considerar que dicha información es cierta, aún cuando posteriormente se demuestre el
hecho como objetivamente falso.
que en caso de que el periodista haya ejercido en forma legítima este derecho, no es posible
concluir jurídicamente que el derecho al honor se hubiera visto lesionado de forma alguna.6 

 b) Antecedentes

 Junto con los anteriores antecedentes nacionales, el cambio de la legislación en la materia


también parece necesario en función de dos sentencias judiciales recientes de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Sus resoluciones son vinculantes para los países que
ratificaron el Pacto de San José de Costa Rica, y por tanto es válida para Uruguay la
jurisprudencia que van generando.

 En los casos Herrera Ulloa7 y Canese8 la Corte falló en el 2004 en contra de sentencias de
difamación en los Estados de Costa Rica y Paraguay.

 El caso costarricense comenzó con un artículo del periodista Mauricio Herrera Ulloa en el diario
La Nación en 1995. A partir de notas de prensa en medios europeos, se refirió al diplomático
costarricense Félix Przedborski y sus supuestas actividades relacionadas con el tráfico ilegal de
armas, drogas, cigarrillos y divisa extranjera en Europa.

 El juez sentenció en contra de Herrera porque no logró probar la veracidad de los hechos
publicados en los diarios europeos. Esto significa, dice la Corte en su fallo, “que el juzgador no
aceptó la excepción mencionada porque el periodista no había probado la veracidad de los
hechos de que daban cuenta las publicaciones europeas; exigencia que entraña una limitación
excesiva a la libertad de expresión, de manera inconsecuente con lo previsto en el artículo 13.2
de la Convención”.

 Y agrega: “el efecto de esta exigencia resultante de la sentencia conlleva una restricción
incompatible con el artículo 13 de la Convención Americana, toda vez que produce un efecto
disuasivo, atemorizador e inhibidor sobre todos los que ejercen la profesión de periodista, lo
que, a su vez, impide el debate público sobre temas de interés de la sociedad”.

 En el caso paraguayo, sucesivos juicios por difamación penaron con prisión y multas al
candidato presidencial Ricardo Canese. En agosto de 1992, Canese había señalado que el
candidato Juan Carlos Wasmosy era testaferro de Stroessner en la constructora CONEMPA,
empresa adjudicataria del contrato de la construcción de la Central Hidroeléctrica de Itaipú. Los
socios de Wasmosy, que no fueron mencionados por Canese, lo demandaron por injurias y
calumnia.
 Para la Corte Interamericana, la sentencia y el propio proceso «constituyeron una sanción
innecesaria y excesiva por declaraciones que emitió la presunta víctima en el marco de la
campaña electoral, respecto de otro candidato a la Presidencia y sobre asuntos de interés
público». Dichas sanciones, señala la Corte, «limitaron el debate abierto sobre temas de interés
o preocupación pública».

 Según las organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión estas


decisiones plantean importantes cuestionamientos a la compatibilidad de las leyes penales con
el derecho a la libertad de expresión. La lógica jurídica de estas decisiones hacen “necesario
que los gobiernos latinoamericanos se abstengan de procesar a periodistas por difamación y
que reformen las leyes de difamación para eliminar las sanciones penales» 9, aseguran.

 c) Propuestas

 Es urgente abordar la elaboración de un proyecto de ley la despenalización de la difamación,


haciendo compatible nuestra legislación a los estándares internacionales en materia de
derechos humanos.

 Los antecedentes planteados marcan claramente un cambio de rumbo en este tema. La


jurisprudencia uruguaya, y las recomendaciones y jurisprudencia de los instrumentos del Pacto
de San José de Costa Rica del cual nuestro país es signatario, así lo indican. Tal como
recomienda el Relator de Libertad de Expresión de la OEA se debería “promover la
modificación de las leyes sobre difamación y calumnia criminal” 10.

 En el mismo sentido, la Comisión Interamericana de la OEA recomienda a los países miembros
que ajusten su legislación a los Principios sobre Libertad de Expresión:

La protección a la reputación debe estar garantizada sólo a través de sanciones civiles, en


los casos en que la persona ofendida sea un funcionario público o persona pública o
particular que se haya involucrado voluntariamente en asuntos de interés público. Además,
en estos casos, debe probarse que en la difusión de las noticias el comunicador tuvo
intención de infligir daño o pleno conocimiento de que se estaba difundiendo noticias falsas
o se condujo con manifiesta negligencia en la búsqueda de la verdad o falsedad de las
mismas11.

 Los trabajadores de la prensa uruguayos han propuesto que el proyecto “reconozca, como
regla y no como excepción, la irrelevancia penal de las informaciones de interés general y
diligentemente chequeadas, y que como consecuencia corresponda al denunciante la carga de
probar la real malicia del periodista o ciudadano que difundieron una noticia falsa” 12.

 d) Recursos

 Declaración internacional sobre leyes penales de difamación en América Latina, varias


organizaciones
 Caso Herrera Ulloa vs Costa Rica, Corte Interamericana de Derechos Humanos, OEA

 Voto concurrente del presidente de la Corte Interamericana

 Caso Canese vs Paraguay, Corte Interamericana de Derechos Humanos, OEA

  
La injuria
La injuria es aquella expresión que lesiona la dignidad de una persona perjudicando su
reputación o atentando contra su propia estima.

Puede consistir en la atribución de unos hechos, en formular juicios de valor sobre ella…
etc.

nicamente son constitutivas de delito las injurias consideradas socialmente de carácter


grave.

Así, se puede manifestar que el delito de injurias es muy subjetivo y circunstancial en el


que hay que atender más que al significado de las palabras a la intención del que las
pronuncia, y a la situación, lugar y tiempo en que lo hace.

Si la injuria consiste en atribuir la comisión de unos hechos a otras personas, será grave
cuando se hayan llevado a cabo sabiendo que tales hechos son inciertos.

La pena

Las injurias son castigadas con pena de multa de 3 a 6 meses y las hechas con publicidad,
es decir, por medio de la imprenta, radio, o similar, con multa de 6 a 14 meses.

Si el responsable de la injuria recibe o le prometen recibir recompensa por la comisión del


delito, podrá ser además inhabilitado para el ejercicio de su cargo público, oficio o
profesión por un tiempo comprendido entre 6 meses y 2 años.

En el caso de que las injurias se dirijan contra funcionarios públicos en el ejercicio de sus
cargos, sobre faltas penales o infracciones administrativas, el acusado quedará libre de toda
responsabilidad penal si acredita que sus manifestaciones son ciertas.

La injuria y la calumnia: Supuestos comunes


¿Qué puede hacer si se considera injuriado o calumniado?

Si Ud. ha sido ofendido por una calumnia o injuria y desea que se castigue a los
responsables y obtener una reparación por la ofensa, es necesario que presente la
correspondiente querella criminal contra el presunto autor, dado que estos delitos son
privados y no se persiguen de oficio (a iniciativa de las autoridades)

La querella también puede ser presentada en su nombre por su representante legal.


Cuando la ofensa se dirige contra un funcionario público, una autoridad o un agente, y se
refiere a hechos relacionados con el ejercicio de sus cargos, será suficiente presentar una
denuncia.

El “perdón” del ofendido

El responsable de un delito de injurias o calumnias puede quedar libre de responsabilidad


penal si el ofendido o su representante legal, actuando en su nombre, le perdonan.

Este “perdón” debe realizarse de forma expresa y ser anterior al inicio de la ejecución de la
pena recogida en sentencia firme.

La confesión del acusado

Si el acusado de un delito de injurias o calumnias reconoce ante la autoridad judicial que


los hechos que atribuyó al perjudicado son falsos y se arrepiente de su actuación, el Juez o
Tribunal le impondrá la pena inferior en grado, y podrá dejar de sancionarle con la de
inhabilitación especial.

El testimonio de la retractación del acusado se le entrega al ofendido por orden del Juez o
Tribunal, y si éste lo solicita, podrá ordenarse que se publique dicho testimonio por el
mismo medio que difundió la calumnia o la injuria.

La reparación del daño causado: Las consecuencias económicas del delito

Además de las consecuencias penales anteriormente descritas consistentes en multa, prisión


e inhabilitación, el responsable de los delitos de injuria o calumnia está obligado a reparar
el daño causado mediante una compensación económica a favor del ofendido, es la
llamada ‘responsabilidad civil‘.

Será también responsable civil solidario junto con el ofensor, la persona física o jurídica
propietaria del medio de comunicación a través del cual se haya propagado la calumnia o
injuria.

La reparación del daño también comprende la publicación de la sentencia de condena


contra la persona que profirió la injuria o la calumnia. El Juez o Tribunal decidirá en qué
forma y cuándo debe publicarse esta sentencia.
Honor
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Mosaico en el zaguán del Panteón de Hombres Ilustres de Madrid (España), que resalta el honor
como virtud ejemplificada en las vidas de las personas allá sepultadas.

El honor es un concepto ideológico que ha funcionado como justificación de las relaciones


sociales en muchas civilizaciones. Específicamente cumplió esa función durante un gran
periodo de la historia de la civilización occidental, con conceptos precedentes en la
Antigüedad clásica grecorromana y en los pueblos germánicos, llegando a una alta
codificación desde la conformación del feudalismo de Europa Occidental en la Edad
Media. Continuó operante en las sociedades de Antiguo Régimen (la Edad Moderna en
Francia, España, etc.) mientras la nobleza siguió siendo clase dominante en la sociedad
estamental. El concepto pervivió en formaciones sociales históricas que se convierten en
sociedades de clase o burguesas (Inglaterra) durante la Edad Contemporánea; pero su
función es ya otra, exagerando sus extremos más románticos (por ejemplo, el duelo, que
tiene su edad de oro en el siglo XIX).

Ya en el periodo histórico del Antiguo Régimen, el honor observado hasta el extremo


llevaba hasta el ridículo (como ejemplifica Cervantes en Don Quijote), mientras otros lo
tomaban completamente en serio aunque pusieran en cuestión sus límites, exponiendo a
crítica el concepto socialmente aceptado que las elites intelectuales ven como una rémora a
desechar (dramas de Calderón[1] y Guillén de Castro).[2]

En la actualidad, el derecho al honor, asociado a otros derechos, como los relativos a la


propia imagen y a la intimidad personal y familiar (incluyendo el derecho a la protección de
datos), y sobre todo al concepto de dignidad humana, es objeto de protección jurídica tanto
en las distintas legislaciones nacionales como en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.

PRINCIPIOS ÉTICOS FUNDAMENTALES


Las revelaciones del juicio de Nuremberg acerca de las atrocidades cometidas por
los médicos nazis en el curso de unas supuestas investigaciones científicas, así
como un mal uso de la responsabilidad clínica en su colaboración en la práctica de
la tortura y en "experimentos" forzados en el campo de la genética, no solamente
provocaron la indignación de la opinión pública, sino que motivaron que la
Asociación Médica Mundial, a través de varias declaraciones, procediera a reafirmar
los principios éticos comunes a la profesión médica en todo el mundo.

Así, al código de Nuremberg (1947) reafirmaba el principio del consentimiento del


paciente, dado de modo voluntario y con pleno conocimiento, previo al tratamiento;
el principio de que los experimentos sólo pueden realizarse si "dan resultados
fructíferos para el bien de la sociedad", siempre y cuando dichos resultados no se
pudieran obtener por otros medios; y, finalmente, la exigencia de que los
experimentos debían regirse por métodos estrictamente científicos y confiarse al
personal competente.

La declaración de Ginebra (1948) parafraseó el juramento hipocrático en términos


generales y más bien imprecisos, pero puso el acento en los principios de
confidencialidad, de no discriminación por motivos de raza, religión, ideas políticas o
posición social, y de respeto a la vida humana desde el momento mismo de la
concepción.

En la declaración de Helsinki (1964) se perfeccionaron aún más los criterios éticos y


científicos relativos a los experimentos médicos con sujetos humanos, con el fin de
precisar la distinción entre la investigación clínica terapéutica y la que se hace con
otros fines.

La declaración de Sydney (1968) fue un intento de formular la definición de la


muerte, teniendo en cuenta los últimos avances en materia de técnicas de
prolongación artificial de la vida y de trasplante de órganos.

La declaración de Oslo (1970) intentó armonizar las demandas en favor del aborto
terapéutico con la tradición hipocrática.

Finalmente las declaraciones de Tokio (1975) y de Hawai (1977) se pronunciaron en


favor de prohibir la participación de los médicos (o de los miembros de la Asociación
Médica Mundial) en la tortura, y en general en el trato cruel y degradante de los
prisioneros, así como en el sometimiento ideológico de la persona (con lo que se
quería evitar los abusos en los tratamientos psiquiátricos).

En el campo de la Enfermería, se ha producido un proceso similar de formulación de


códigos de la práctica profesional y de la afirmación de valores fundamentales y
principios éticos. Así, en 1953 el Consejo Internacional de Enfermeras formuló el
"Código para Enfermeras", ejemplo que siguieron diversas asociaciones nacionales,
como, entre otras, la Asociación de Enfermeras Americanas (A.N.A.) (1968), el
Colegio Real de Enfermeras (R.C.N.) (1979), y el Consejo General de Colegios de
Diplomados de Enfermería de España (1989).

En general, las enfermeras se han centrado en su papel profesional, como de


defensor de los derechos del individuo vulnerable; y en la responsabilidad de trabajar
en favor de la recuperación de la autonomía.

ENTRE LOS PRINCIPIOS ÉTICOS TENEMOS:

   * Consentimiento informado.  
   * Derecho a ser informado.

   * Confidencialidad.

   * Derecho a la intimidad.

   * No discriminación por motivos de raza, sexo, religión, ideas políticas o posición


social.

   * Respeto a la vida humana.

   * Derecho a recibir cuidados adecuados.

   * No a la tortura y no al trato cruel y degradante, ni el sometimiento ideológico de


la persona.

   * Derecho a ser tratado con dignidad humana.

   * Autodeterminación.

   * Conservación de recursos personales.

   * Exención de perjuicio.

   * Exención del riesgo intrínseco de lesiones.

   * Consentimiento informado de la persona o de los familiares responsables de los


menores o personas incapacitadas.

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES.

Parece que existe un consenso mundial entre los profesionales de la salud, abogados,
filósofos, teólogos y expertos en ciencias sociales, cuando enuncian el carácter
fundamental de los principios de:

* Beneficencia, es decir, el deber de hacer el bien y abstenerse del mal; o ausencia


de maleficencia .

* Justicia, es decir, imparcialidad hacia todo el mundo o indiscriminación.    

* Respeto por la Persona, en la ética del cuidado de la salud; es decir, respeto a la


vida y a la dignidad del paciente.

LA BENEFICENCIA.

La exigencia de que los profesionales sanitarios deben aceptar la plena


responsabilidad por los tratamientos que prescriben a unos pacientes no versados en
las ciencias de la salud, así como a los sujetos de las investigaciones es un imperativo
del principio de Beneficencia y de abstenerse de la maleficencia.
En relación con éste último estaría el principio de Reciprocidad, esto es, el
reconocimiento del deber de cuidar de los demás como a uno le gustaría que le
cuidaran a él. A menos que se instituya un principio de reciprocidad, no hay modo
alguno de fundamentar la obligación de cuidar de los que están indefensos.

La beneficencia es un valor indispensable para el cuidado de la salud, como lo es para


la ética en general. El deber de dar asistencia no implica solamente reconocer
responsabilidades recíprocas entre unos y otros, sino que tiene que ver en particular,
con el reconocimiento del deber de proteger a los indefensos, es decir, aceptar el
papel de abogado de los derechos de quienes no pueden defenderse por sí mismos.

Asimismo, guarda relación con la obligación que tienen los profesionales de la salud
de compartir sus conocimientos y su experiencia (pues "el conocimiento es poder"), o
sea, dedicarlos a incrementar la autonomía, la formación y la capacidad de las
personas, para que éstas asuman los deberes relativos a su vida y su salud, y poder
ayudarlos a que ellos mismos se curen.

LA JUSTICIA.

La justicia, es decir, la exigencia de equidad universal, mantiene una tensa relación


con el respeto a la persona, pues puede ocurrir que el ejercicio de los derechos
individuales deba ser limitado o circunscrito en interés del bien común: por ejemplo,
se debe conciliar la libertad de movimiento y el derecho a la intimidad con las
medidas de salud pública que se adopten para combatir las epidemias.

El principio de justicia en el cuidado de la salud se refiere ante todo a la máxima


igualdad en la distribución de los recursos asistenciales y las oportunidades de recibir
cuidados y tratamiento, de los riesgos y los beneficios, con objeto de asegurar que las
personas -tanto individual como colectivamente- reciban un trato equitativo.

Para los individuos, la justicia significa principalmente ausencia de discriminación por


motivos de sexo, religión, posición social, ideas políticas, juventud, vejez, minusvalía
y perturbación mental, y asimismo igualdad de oportunidades en cuanto al acceso de
los recursos, incluyendo la medicina preventiva, los tratamientos y los frutos de las
investigaciones médicas.

La justicia en cuanto a la igualdad de los resultados para los grupos atañe a las
responsabilidades "políticas" de los profesionales de la salud en la inspección y la
distribución de los recursos, así como las etapas de planificación, investigación y
realización.

RESPETO POR LA PERSONA.

Significa en esencia, dar a los pacientes el trato de personas; esto es, individuos que
poseen derechos y obligaciones. Significa respetar la autonomía de los sujetos y
proteger a quienes puedan sufrir una pérdida de esta autonomía por causa de
enfermedad, lesiones o trastornos mentales, y obrar para que la recuperen los que la
hubieren perdido. Quiere decir, reconocer los derechos fundamentales de los
pacientes en tanto que persona, a saber: el derecho a conocer, a la intimidad y a
recibir tratamiento.
El principio de que los sujetos de las investigaciones biomédicas y paramédicas o las
personas que reciben tratamiento médico deben ser informados y dar su
consentimiento voluntario es un corolario del principio de Respeto a la Persona. La
exigencia de decir la verdad o de la honradez procede del principio del honor o de
respeto hacia el paciente, considerado como una persona amparada por el derecho de
saber.

El respeto por la persona implica prestar cuidados de tal modo que se mantenga el
nivel óptimo de autonomía del paciente, para lo cual el enfermero, además del
tratamiento, debe compartir con el paciente sus conocimientos y su experiencia, con
el fin de que no se creen ni se perpetúen relaciones de dependencia.

OTROS PRINCIPIOS.

DERECHO A LA INFORMACION.

Uno de los derechos fundamentales del paciente, es el derecho a ser informado


acerca de su enfermedad o trastorno, diagnóstico y tratamiento. Este derecho a la
información es extensible a la familia o personas próximas al enfermo, especialmente
en aquellos casos en que las circunstancias desaconsejan que éste sea informado
directamente (menor de edad, enfermedad incurable).

Por otra parte, este derecho se fundamenta en la necesidad que el enfermo y la


familia tienen de conocer su situación, ya que sólo a partir de éste conocimiento es
posible la sunción y la colaboración en las medidas y tratamiento que hayan de
aplicarse para el remedio de la enfermedad, y es que el enfermo, aunque "paciente"
es un sujeto activo que tiene el derecho a intervenir en su propio proceso curativo, so
pena de convertirse en un simple "objeto" de experimentación.

PROTECCION DE LOS DERECHOS DE LOS INDIVIDUOS UTILIZADOS 


        COMO SUJETOS DE INVESTIGACION.

Los principales factores implicados en tal protección son:

1. Consentimiento informado y voluntario por parte del  individuo.

2. Confidencialidad de los datos recogidos.

3. Protección ante los peligros que pueda correr el  individuo.

PRINCIPIOS QUE RIGEN EL CONSENTIMIENTO.

Los pacientes tienen el derecho de control sobre sus propios cuerpos. Por eso, se
requiere el consentimiento del paciente antes de: tratamientos y procedimientos
rutinarios y no rutinarios. En general se entiende que, si el paciente no dio su
consentimiento informado, el profesional sanitario puede ser responsable de agresión,
negligencia o de ambas cosas. Para la agresión, el paciente debe probar que el
profesional de la salud intentó hacer algo para lo que no tenía su consentimiento. Y
para establecer la negligencia, el paciente debe demostrar que dicho profesional tenía
el deber de informarle y no lo hizo, causándole lesión o daño.
REQUISITOS PARA UN CONSENTIMIENTO VALIDO.

Para que un consentimiento sea válido se requiere:

1. CAPACIDAD: El paciente debe ser capaz de dar su consentimiento. Esta


capacidad depende de:

-La edad:

+ Menor de edad

+ Mayor de edad legal.

-Su competencia mental, para hacer elecciones y comprender sus consecuencias  


(ancianos dementes, deficientes mentales).
+ Sólo los pacientes juzgados como incompetentes por un tribunal no pueden dar
un informe de consentimiento.      
+ Suponga siempre la competencia de un paciente a menos que se dictamine lo
contrario.

2. INFORMACION: La información dada a un paciente tiene que ser necesaria y


suficiente para que  éste tome una decisión inteligente. Hay dos tipos estándares de
información:

-Estándar Profesional: Requiere que el paciente reciba la información que la mayoría


de los profesionales sanitarios darían a los pacientes en las mismas circunstancias o
similares.

-Estándar de Situación: Viene dado por la necesidad del paciente de información


específica, acorde con su situación particular (Ejemplo: Violinista-Manos).

3. VOLUNTARIEDAD: Este consentimiento no debe ser forzado. Las personas


actúan voluntariamente cuando ejercen la libertad de elección sin violencia, fraude,
engaño, compulsión ú otras formas de limitación o coacción. Así, un paciente
ingresado durante largos períodos puede no ser capaz de actuar voluntariamente
puesto que está acostumbrado a responder incondicionalmente a las demandas de las
pautas  hospitalarias y de los profesionales del cuidado  de la salud.

Como hemos dicho en este capítulo sobre las precedencias, el ordenamiento correcto en
cualquier acto es de gran importancia, ya que puede provocar errores, molestias e incluso
hay personas que se pueden sentir ofendidas (antiguamente, producían hasta conflictos).

Dentro de las precedencias, existe la denominada "Ley de la derecha" o principio de la


derecha.

Este principio nos indica que el sitio de honor o preferente es el que se sitúa a la derecha de
la persona de la más alta jerarquía en cualquier tipo de acto o evento.
Según este principio, si el sitio de honor está situado en el sitio central, respetando este
principio, el sitio de más jerarquía debe situarse a su izquierda (para que quede a su derecha
el sitio de honor).

Este principio es de aplicación tantos en actos donde las personas están sentadas como en
actos donde se está en pie.

Como en todo, caben excepciones a cualquier norma escrita o no, por


razones de cortesía, siempre dentro de unos límites razonables
(como podemos ver en la foto adjunta, que S.M. el Rey, tiene a su
derecha e izquierda a los premiados, Premio Velázquez de las Artes
Plásticas, desplazando a S.M. lPrincipio (ética)
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En ética, los principios son reglas o normas de conducta que orientan la acción de un ser
humano. Se trata de normas de carácter general, máximamente universales, como, por
ejemplo: amar al prójimo, no mentir, respetar la vida, etc. Los principios morales también
se llaman máximas o preceptos.

Los principios son declaraciones propias del ser humano, que apoyan su necesidad de
desarrollo y felicidad, los principios son universales y se los puede apreciar en la mayoría
de las doctrinas y religiones a lo largo de la historia de la humanidad.

Emanuel Kant fundamenta la ética en la actividad propia de la razón práctica. Considera


principios aquellas proposiciones que contienen la idea de una determinación general de la
voluntad que abraza muchas reglas prácticas. Los clásifica como máximas si son subjetivos
o leyes si son objetivos.[1]

Los principios morales son una codificación de las cosas que el hombre ha descubierto que
son malas para él mismo y para los demás en algún momento de su historia, y habiendo
descubierto que estas cosas inhibían su propia supervivencia, creó entonces una ley sobre
ellas.

a Reina y la Ministra de Cultura a su izquierda


Valores universales

Como acabamos de referir (tal como se deduce del proceso de desarrollo del ser humano),
la maduración personal sólo se facilitará procurando eliminar obstáculos que puedan
originar una detención de la misma o una regresión a etapas más primitivas (propio interés).
Por eso, parece acertado concretar algunos valores universales, deseables para todos.

En este sentido, la formulación clara y precisa del imperativo categórico kantiano ofrece
abundante luz. Así, en la segunda formulación del Imperativo, en la Fundamentación de la
metafísica de las costumbres, dice: «Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en
tu persona como en la de cualquier otro, nunca meramente como un medio, sino que, en
todo momento, la trates también como a un fin». Y en la tercera insiste en el mismo
sentido: «Pues los seres racionales están todos bajo la ley de que cada uno debe tratarse a
sí mismo y debe tratar a todos los demás nunca meramente como medio, sino siempre a la
vez como fin en sí mismo. De este modo, surge un enlace sistemático de seres racionales
por leyes objetivas comunes, esto es un reino, el cual, dado que estas leyes tienen por
propósito precisamente la referencia de estos seres unos a otros como fines y medios,
puede llamarse un reino de los fines»

Se trata de aquellos valores que se fundamentan en la dignidad incondicionada de todo


ser humano. Una dignidad que -como puede deducirse de su propia génesis- no admite ser
relativizada, no puede depender de ninguna circunstancia (sexo, edad, salud - calidad de
vida - y demás cualidades).

¿Qué es un principio?

En sentido ético o moral llamamos principio a aquel juicio práctico que deriva
inmediatamente de la aceptación de un valor. Del valor más básico (el valor de toda vida
humana, de todo ser humano, es decir, su dignidad humana), se deriva el principio
primero y fundamental en el que se basan todos los demás: la actitud de respeto que merece
por el mero hecho de pertenecer a la especie humana, es decir, por su dignidad humana.

Vamos a examinar a continuación este valor fundamental (la dignidad humana), el


principio ético primordial que de él deriva (el respeto a todo ser humano), y algunos otros
principios básicos.

La dignidad humana, un valor fundamental


En la filosofía moderna y en la ética actual se propaga una subjetivización de los valores y
del bien.

Desde David Hume, existe una corriente de pensamiento que se expresa en la idea de que no es posible
derivar ningún tipo de deber a partir del ser de las cosas. El paso siguiente nos lleva a concluir que por valores
entendemos nuestras impresiones, reacciones y juicios, con lo cual convertimos el deber en un fruto de
nuestra voluntad o de nuestras decisiones.

En el positivismo jurídico tipo Kelsen el derecho es el resultado de la voluntad de las autoridades del estado,
que son las que determinan aquello que es legalmente correcto - y legítimo - y lo que no lo es.

En ética, el positivismo y el empirismo afirman que bueno y malo son decisiones meramente irracionales o
puro objeto de impresiones o reacciones, o sea, del campo emocional. Tanto en el positivismo como en el
empirismo existe aún, es verdad, la idea de valores, pero sólo como una idea subjetiva o como objeto de
consenso. El acuerdo por ejemplo de un grupo o de un pueblo crea los valores.

En realidad esto conduce a un relativismo total. Así por ejemplo, el grupo podría acordar que los judíos no
son seres humanos o que no poseen dignidad, y que por tanto se los puede asesinar sin miedo a castigo
alguno. Para esta teoría no existe ningún fundamento que se base en la naturaleza de las cosas y cualquier
punto de vista puede además variar de una a otra época. No existe ninguna barrera segura de valores frente a
la arbitrariedad del estado y el ejercicio de la violencia.

Sin embargo, el propio conocimiento y la apertura natural a los demás nos permite
reconocer en ellos y en nosotros el poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con
su inteligencia, el hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y
del que forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de felicidad
que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y empresas. Todo ello es
algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le acompaña, aunque a veces se
halle escondido por la enfermedad o la inconsciencia.

En resumen: ala vez que forma parte del mundo, el hombre lo trasciende y muestra una
singular capacidad - por su inteligencia y por su libertad - de dominarlo. Y se siente
impulsado a la acción con esta finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser
humano es de un orden superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese
valor lo denominamos "dignidad humana".

La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse. Lo
podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo
ni está en nuestra mano retirarselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a
nuestra voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y
aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.

Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como una llamada al respeto
incondicionado y absoluto. Un respeto que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los
que lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la
sociedad decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo
una realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un trato
indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados, este desprecio
no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres humanos.

Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, por su
particular potencial genético - que la enfermedad sólo es capaz de esconder pero que
resurgirá de nuevo si el individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí
mismo digno y merecedor de respeto.

Principios derivados de la dignidad humana


La primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo ser humano es la de
respeto y rechazo de toda manipulación: frente a él no podemos comportarnos como nos
conducimos ante un un objeto, como si se tratara de una "cosa", como un medio para lograr
nuestros fines personales.

Principio de Respeto

«En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno - a ti
mismo y a los demás- con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como
persona»

Todo ser humano tiene dignidad y valor inherentes, solo por su condición básica de ser
humano. El valor de los seres humanos difiere del que poseen los objetos que usamos. Las
cosas tienen un valor de intercambio. Son reemplazables. Los seres humanos, en cambio,
tienen valor ilimitado puesto que, como sujetos dotados de identidad y capaces de elegir,
son únicos e irreemplazables.

El respeto al que se refiere este principio no es la misma cosa que se significa cuando uno
dice “Ciertamente yo respeto a esta persona”, o “Tienes que hacerte merecedor de mi
respeto”. Estas son formas especiales de respeto, similares a la admiración. El principio de
respeto supone un respeto general que se debe a todas las personas.

Dado que los seres humanos son libres, en el sentido de que son capaces de efectuar
elecciones, deben ser tratados como fines, y no únicamente como meros medios. En otras
palabras: los hombre no deben ser utilizados y tratados como objetos. Las cosas pueden
manipularse y usarse, pero la capacidad de elegir propia de un ser humano debe ser
respetada.

Un criterio fácil que puede usarse para determinar si uno está tratando a alguien con respeto
consiste en considerar si la acción que va a realizar es reversible. Es decir: ¿querrías que
alguien te hiciera a ti la misma cosa que tu vas a hacer a otro? Esta es la idea fundamental
contenida en la Regla de Oro: «trata a los otros tal como querrías que ellos te trataran a
ti». Pero no es ésta una idea exclusiva de los cristianos. Más de un siglo antes del
nacimiento de Cristo, un pagano pidió al Rabí Hillel que explicara la ley de Moisés entera
mientras se sostenía sobre un solo pié. Hillel resumió todo el cuerpo de la ley judía
levantando un pié y diciendo: «No hagas a los demás lo que odiarías que ellos hicieran
contigo».
Otros principios

El respeto es un concepto rico en contenido. Contiene la esencia de lo que se refiere a la


vida moral. Sin embargo, la idea es tan amplia que en ocasiones es difícil saber cómo puede
aplicarse a un caso particular. Por eso, resulta de ayuda derivar del principio de respeto
otros principios menos básicos.

Vale la pena hacer notar que, en ética aplicada, cuanto más concreto es el caso, más puntos
muestra en los que puede originarse controversia. En esta área, la mayor dificultad reside en
aplicar un principio abstracto a las particularidades de un caso dado. En consecuencia,
convendrá disponer de formulaciones más específicas del principio general de respeto.
Entre estos principios están los de no malevolencia y de benevolencia, y el principio de
doble efecto.

Principios de No-malevolencia y de Benevolencia

«En todas y en cada una de tus acciones, evita dañar a los otros y procura siempre el
bienestar de los demás».

Principio de doble efecto

«Busca primero el efecto beneficioso. Dando por supuesto que tanto en tu actuación como
en tu intención tratas a la gente con respeto, asegúrate de que no son previsibles efectos
secundarios malos desproporcionados respecto al bien que se sigue del efecto principal»

El principio de respeto no se aplica sólo a los otros, sino también a uno mismo. Así, para un
profesional, por ejemplo, respetarse a uno mismo significa obrar con integridad.

Principio de Integridad

«Compórtate en todo momento con la honestidad de un auténtico profesional, tomando


todas tus decisiones con el respeto que te debes a ti mismo, de tal modo que te hagas así
merecedor de vivir con plenitud tu profesión».

Ser profesional no es únicamente ejercer una profesión sino que implica realizarlo con
profesionalidad, es decir: con conocimiento profundo del arte, con absoluta lealtad a las
normas deontológicas y buscando el servicio a las personas y a la sociedad por encima de
los intereses egoístas.

Otros principios básicos a tener presentes son los de justicia y utilidad.


Principio de Justicia

«Trata a los otros tal como les corresponde como seres humanos; sé justo, tratando a la
gente de forma igual. Es decir: tratando a cada uno de forma similar en circunstancias
similares».

La idea principal del principio de justicia es la de tratar a la gente de forma apropiada. Esto
puede expresarse de diversas maneras ya que la justicia tiene diversos aspectos. Estos
aspectos incluyen la justicia substantiva, distributiva, conmutativa, procesal y retributiva.

Principio de Utilidad

«Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu intención tratas a la gente con
respeto, elige siempre aquella actuación que produzca el mayor beneficio para el mayor
número de personas».

El principio de utilidad pone énfasis en las consecuencias de la acción. Sin embargo,


supone que has actuado con respeto a las personas. Si tienes que elegir entre dos acciones
moralmente permisibles, elige aquella que tiene mejor resultado para más gente.

El honor, principio moral, en la historia Española

por D. Alvaro de Maortua


Tomado de Arbil

l honor es una cualidad del alma por la que un hombre se conduce con
arreglo a los principios morales más elevados. Cobra pleno sentido y
vigencia práctica en la persona y vida de los héroes y de los santos. El
honor supone las virtudes cristianas y, entre ellas, las magnanimidad.

El honor, la magnanimidad y el valor son virtudes históricas y


características españolas con su formidable belleza moral. Desde la
primera y maravillosa gesta, que recoge la historia, de Numancia, el
largo período de la Reconquista, el descubrimiento y conquista de
América y la Contrarreforma, a la última guerra contra el materialismo
ateo, la Historia de España está llena de personajes representativos que
cobran valor legendario y universal precisamente por su contextura
psicológica netamente hispánica: el Cid Campeador y Jaime I, Alfonso
X el Sabio y Guzmán el Bueno, San Raimundo de Peñafort y el beato
Raimundo Lullio, Cortés y ...hasta el infinito.

Santa Teresa de Jesús admiraba, amaba y ejercía el sentido de


grandeza, el honor, el amor a la gloria y todo lo que constituía, en
suma, la esencia de las tradiciones de España. Y le molestaba que los
libros de caballería relatasen hechos heroicos imaginarios con
personajes frecuentemente ingleses o franceses, cuando las auténticas
proezas reales de los héroes españoles eran mucho más dignas de
admiración y de asombro. Por eso exclamaba: "Una higa para todos
los golpes que fingen de Amadís y los fieros hechos de los gigantes, si
hubiese en España quien los de los españoles celebrase".

"España aportó también al mundo uno de los rasgos característicos


de su actitud ante la vida: ese sentido de la caballería que se
identifica con el "artificio de lo heroico", que no consiste tan sólo en
que se tenga y practique el valor, sino precisamente en el alarde del
valor, no por orgullo sino por amor, para sostener el valor y la moral
de su gente. No otra cosa es el gesto de Cortés al hundir sus naves, o
de Pizarro al trazar con su espada la raya sobre la arena para "los
trece de la fama", o el heroísmo a secas de Joaquín Vara del Rey en el
fuerte de El Caney, o de Saturnino Martín Cerezo y Enrique de las
Morenas al otro extremo del mundo en el blocao de Baler.

"Artificio" que alcanza a todos los extremos de la existencia,


ennobleciéndola, buscando para ella la dignidad, preciándose del
ingenio y burlándose de lo meramente utilitario" (Luis Suárez
Fernández : Euroamérica).

Afirma Ortega y Gasset, en sus "Meditaciones del Quijote", que:


"Desdichada la raza que no hace un alto en la encrucijada antes de
proseguir su ruta, que no siente la necesidad heroica de justificar su
destino, de volcar claridades sobre su misión en la historia". Pues
bien: sólo España ha realizado tal operación en la historia.
Ha habido en la historia de España dos ocasiones en las que
especialmente se planteó la legitimidad, y lo que es más, la moralidad
de determinadas acciones políticas o militares cuya transcendencia se
entrevió con mayor o menor claridad. En ambos casos teólogos y
juristas estudiaron la cuestión de la existencia o no existencia de justos
títulos que legitimaran.

Esta preocupación por la moralidad de acciones políticas y militares,


de si en conciencia podían justificarse o no, constituye un hecho único
en la historia de las naciones. Por lo general, los pueblos suelen
moverse en la vida política más por razones de Estado que por
cuestiones de conciencia.
Es pues España la única nación en el mundo que como decía Ortega,
"ha sentido la necesidad heroica de justificar su destino, de volcar
claridades sobre su misión en la Historia".
“TORTURA Y OTROS TRATOS O
PENAS
CRUELES INHUMANOS Y
DEGRADANTES I*”
*Tomado de Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanos o
degradantes. Serie de Capacitación Profesional No 8. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos
Humanos.
Teniendo en cuenta la importancia que
subyace frente a las temáticas de
Derechos Humanos, para la Dirección
general del INPEC resulta fundamental
tratar en este primer Boletín del año
2010 un tema relevante no solo en la
escena internacional sino nacional como
es la Tortura, a partir de su definición y
de la normativa existente, lo cual
permitirá hacer un análisis mucho mas
profundo frente al tema.
NORMAS JURIDICAS
INTERNACIONALES APLICABLES
El Derecho a no ser sometido a tortura
esta firmemente establecido en el
Derecho Internacional. La Declaración
Universal de los Derechos Humanos, el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y la Convención contra la
Tortura y otros Tratos Crueles,
Inhumanos y Degradantes, prohíben
expresamente la tortura. Del mismo
modo, varios instrumentos regionales
establecen el derecho a no ser sometido
a Tortura como son la Convención
Americana de Derechos Humanos, la
Carta Africana de Derechos Humanos y
de los Pueblos y el Convenio para la
Protección de los Derechos y de las
Libertades Fundamentales, los cuales
contienen prohibiciones expresas de la
tortura.
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2
LAS NACIONES UNIDAS
Para asegurar la adecuada protección d
todas las personas contra la tortura o
tratos crueles, inhumanos y degradantes,
durante muchos años las Naciones Unidas
han procurado elaborar normas
universalmente aplicables. Los convenios,
declaraciones y resoluciones adoptados
por los Estados miembros de las
Naciones Unidas entre ellos Colombia,
afirman claramente que no pueden haber
excepciones a la prohibición de la tortura
y establecen distintas obligaciones para
garantizar la protección contra tales
abusos. Entre los más importantes de
esos instrumentos figuran la Declaración
Universal de Derechos Humanos, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, las Reglas Mínimas para el
Tratamiento de los Reclusos, la
Declaración de las Naciones Unidas sobre
la Protección de Todas las Personas
contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos y Degradantes, el
Código de Conducta para funcionarios de
hacer cumplir la Ley, los Principios de
ética médica aplicables a la función del
personal de salud, especialmente los
médicos, en la protección de personas
presas y tenidas contra la tortura y
otros tratos o penas, crueles, inhumanos
o degradantes (principios de ética
médica), la Convención contra la Tortura,
el conjunto de principios para la
protección de todas las personas
sometidas a cualquier forma de
detención o prisión y los principios
básicos para el tratamiento de los
reclusos.
Otros órganos y mecanismos de derechos
humanos de las Naciones Unidas han
adoptado medidas con el fin de elaborar
normas para la prevención de la tortura y
normas que obliguen a los Estados a
investigar toda denuncia de tortura.
Entre estos órganos y mecanismos
figuran el Comité contra la Tortura, el
Comité de Derechos Humanos, la
Comisión de Derechos Humanos, el
Relator especial contra la Tortura, el
relator especial sobre violencia contra la
mujer y los relatores especiales para los
países nombrados por la Comisión de
Derechos Humanos, temas que serán
explicados a profundidad en el siguiente
Boletín.
OBLIGACIONES LEGALES DE
PREVENIR LA TORTURA
Los instrumentos internacionales citados
anteriormente establecen ciertas
obligaciones que los Estados deben
respetar, para asegurar la protección
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3
contra la tortura. Entre ellas figuran las
siguientes:
a) Tomar medidas legislativas,
administrativas, judiciales o de otra
índole, eficaces para impedir los actos
de tortura. En ningún caso podrán
invocarse circunstancias excepcionales
tales como el Estado de guerra como
justificación de la tortura (Articulo 2 de
la Convención contra la tortura y Artículo
3 de la Declaración sobre protección
contra la Tortura)
b) No se procederá a la expulsión,
devolución o extradición de una persona a
otro Estado, cuando haya razones
fundadas para creer que estaría en
peligro de ser sometida a tortura
(Artículo 3 de la Convención contra la
Tortura)
c) Penalizar los actos de tortura, incluida
la complicidad o la participación en ellos
(Artículo 4 de la Convención contra la
Tortura, Principio 7 del Conjunto de
Principios sobre la Detención, Artículo 7
de la Declaración de Protección contra la
Tortura y párrafos 31 a 33 de las Reglas
Mínimas para el tratamiento de los
reclusos)
d) Hacer de la tortura un delito que dé
lugar a extradición y ayudar a otros
Estados Parte en lo que respecta los
procedimientos penales incoados en casos
de tortura (Artículos 8 y 9 de la
Convención contra la Tortura)
e) Limitar el uso de la detención en
régimen de incomunicación; asegurar que
los detenidos se mantienen en lugares
oficialmente reconocidos como lugares de
detención; asegurar que los nombres de
las personas responsables de su
detención figuran en registros
fácilmente disponibles y accesibles a los
interesados, incluidos familiares y
amigos; registrar la hora y lugar de todos
los interrogatorios junto con los nombres
de las personas presentes y garantizar
que médicos, abogados y familiares
tienen acceso a los detenidos (Artículos
11 de la Convención contra la Tortura;
Principios 11 a 13, 15 a 19 y 23 del
Conjunto de Principios sobre la
Detención; párrafos 7, 22 y 37 de las
normas mínimas para el tratamiento de
los reclusos).
f) Asegurar una educación y una
formación sobre la prohibición de la
tortura en la formación profesional de
los agentes del orden (civiles y militares),
del personal médico, de los funcionarios
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4
públicos y otras personas indicadas
(Artículo 10 de la Convención contra la
Tortura, artículo 5 de la Declaración
sobre la Protección contra la Tortura,
párrafo 54 de las Normas Mínimas para
el Tratamiento de los Reclusos)
g) Asegurar que ninguna declaración que
se demuestre que ha sido hecha como
resultado de torturas, pueda ser
invocada como prueba en ningún
procedimiento, salvo en contra de una
persona acusada de tortura como prueba
de que se formuló dicha declaración
(Artículo 15 de la Convención contra la
Tortura, artículo 12 de la Declaración
sobre la Protección contra la Tortura)
h) Asegurar que las autoridades
competentes procedan a una
investigación pronta e imparcial, siempre
que haya motivos razonables para creer
que se ha cometido un acto de tortura
(Articulo 12 de la Convención contra la
Tortura, Principios 33 y 34 del Conjunto
de Principios sobre la Detención, artículo
9 de la Declaración sobre protección
contra la Tortura)
i) Asegurar que toda víctima de tortura
obtenga reparación e indemnización
adecuada (Artículos 13 y 14 de la
convención contra la tortura, artículo 11
de la Declaración sobre la Protección
contra la Tortura, párrafos 35 y 36 de
las Normas mínimas para el tratamiento
de los reclusos)
j) Asegurar que el o los presuntos
culpables, sean sometidos a un
procedimiento penal si una investigación
demuestra que parece haber cometido un
acto de tortura. Si se considera que una
denuncia de trato o pena cruel, inhumano
o degradante esta bien fundada, el o los
presuntos autores serán sometidos a los
procedimientos penales, disciplinarios o
de otro tipo que correspondan (Artículo
7 de la Convención contra la Tortura,
artículo 10 de la Declaración sobre la
protección contra la Tortura)
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DIRECCIÓN GENERAL
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