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Título: La libertad de prensa y el deber de veracidad


Autor: Bustamante Alsina, Jorge
Publicado en: LA LEY1998-D, 513 - Responsabilidad Civil Doctrinas Esenciales VI, 01/01/2007, 587
Cita Online: AR/DOC/3549/2001

Sumario: SUMARIO: I. Los hechos en que se funda la demanda. -- II. La prueba de los hechos. -- III. La
responsabilidad por exceso informativo. -- IV. El deber de veracidad. -- V. Las informaciones inexactas o
agraviantes. -- VI. La aplicación de estos principios en el caso resuelto. -- VII. El daño moral y las
personas jurídicas.
I. Los hechos en que se funda la demanda
La Sociedad Anónima "Galardón", licenciataria de la marca "Manhattan", para la fabricación y distribución
de camisas y otras prendas, inició demanda contra "Clarín Arte Gráfico Argentino S.A.", y Pablo Kandel, por
daños y perjuicios a raíz del suelto o noticia periodística publicada en el diario "Clarín" de la Capital Federal, en
el mes de mayo de 1994.
Con fecha 24 de mayo de 1994, el diario "Clarín" publicó una noticia suministrada por el entrevistado Víctor
Moszel dueño de la fábrica de camisas "Angelo Paolo", en la que este último, en la parte "encomillada"
mencionó que por diversos motivos "desaparecieron muchas firmas" ... (sin decir cuáles) mientras que ellos
pasaron por una crisis pero invirtieron en tecnología de punta, por lo cual no sólo siguieron sino que dejaron de
importar y multiplicaron la fabricación local, bajando los precios y mejorando la calidad. Esta noticia
correspondió a la entrevista personal sostenida entre el nombrado Moszel y el periodista de "Clarín" Pablo
Kandel, también demandado en el juicio.
En el mismo suelto periodístico hay una parte no encomillada en que se afirma concretamente que a raíz de
una denuncia de dumping hecha por algunas firmas de plaza, sólo sobrevivió "Angelo Paolo" y que en el ínterin
cerraron "Van Heusen", "Manhattan" y "Cattorini".
A raíz de esta publicación, considerada totalmente falsa, la actora "Galardón S.A." en su condición de
licenciataria de "Manhattan" publicó una solicitada en los diarios "La Nación" y "Clarín", haciendo saber que:
"Ante declaraciones irresponsables de un competidor publicadas en el diario 'Clarín' del 24 de mayo de 1994, y
repetidas en un reportaje radial en Radio Continental, 'Galardón S.A.', fabricante y distribuidor de las camisas
'Manhattan' hizo saber que su planta nunca cerró y que continuaba produciendo normalmente".
Igualmente la actora envió una carta documento el 15 de junio de 1994 al diario "Clarín", reclamando que en
la edición del día siguiente rectificase en lugar destacado, el error de información, a modo de aminorar los
perjuicios irrogados por la falsa noticia. El diario demandado no rectificó ni desmintió aquella información.
II. La prueba de los hechos
La sentencia de la Cámara admite como probados los hechos que dan fundamento a la acción y es así que el
voto del juez de Cámara Moreno Hueyo que lidera el fallo considera demostrada la ligereza en el actuar del
diario demandado, porque más allá de saber si la noticia del cierre de la empresa "Manhattan" habría sido
suministrada por Moszel o si fue de la autoría de la testigo Naishat, perteneciente al diario "Clarín", lo
censurable del diario demandado fue el haberla dado a publicidad sin haber tomado medida alguna, ni haber
adoptado algún tipo de diligencia complementaria tendiente a determinar de manera más precisa si la noticia del
cierre de las tres fábricas de camisas era verdadera o no.
III. La responsabilidad por exceso informativo
Los agravios de la demandada que impugna en la apelación el fallo condenatorio de primera instancia,
pretenden sustentarse en la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la causa "Pérez Arriaga A.
c. Arte Gráfica Editorial Argentina S.A."(1). Es verdad que en el considerando 10 de ese fallo se afirma
categóricamente que "el derecho de informar no escapa al sistema general de responsabilidad por daños que su
ejercicio puede causar a terceros. Por tanto, si la información es lesiva al honor, el órgano de difusión debe
 

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responder por el daño moral causado a terceros. En tal caso, comprobado el exceso informativo, quien pretenda
el resarcimiento deberá demostrar la culpa o negligencia en que incurrió el informador conforme al régimen
general de responsabilidad por el hecho propio que contiene la fórmula del art. 1109 del Código Civil". Se
agrega en el fallo: "En efecto, no existe en el ordenamiento legal de nuestro país un sistema excepcional de
responsabilidad objetiva para aplicar a la actividad supuestamente riesgosa de la prensa. Si así fuera, el deber de
resarcir debería imponerse ante la sola comprobación del daño. Por ello, en el sistema legal vigente es
imprescindible probar aún el factor de imputabilidad subjetivo, sea la culpa o el dolo de la persona u órgano que
dio la noticia o publicó la crónica".
Acierta Moreno Hueyo cuando expresa en su voto que no comparte los fundamentos de la queja. En efecto,
la doctrina que se invoca es aplicable al caso resuelto, pero no para darle la razón a la apelante demandada en el
juicio, sino por el contrario, para dar sustento a la condena. Veremos más adelante que la demandada, como
órgano de información no cumplió el deber de veracidad que configura su culpa, es decir, el factor subjetivo de
imputabilidad suficiente para atribuirle responsabilidad por los daños subsecuentes a la publicación impugnada.
La jurisprudencia del más Alto Tribunal de la Nación ha consolidado en reiterados pronunciamientos el
principio según el cual: "El derecho de prensa radica en el reconocimiento de que todos los hombres gozan de la
facultad de publicar sus ideas por la prensa sin el previo contralor de la autoridad, pero no de la subsiguiente
impunidad de quien utiliza la prensa como un medio para cometer delitos y causar daños por culpa o
negligencia. La Constitución Nacional no asegura la impunidad de la prensa. Una vez efectuada la publicación,
su contenido queda sometido a la ley y al control de los jueces"(2).
Las responsabilidades que ponen límite a la libertad de expresión constituyen también un enunciado del
Pacto de San José de Costa Rica (Adla, XLIV-B, 1250). El art. 13, punto 2, expresa que "el ejercicio del derecho
previsto en el inciso precedente, no puede estar sujeto a previa censura, sino a responsabilidades ulteriores, las
que deben estar fijadas expresamente por la ley".
Posteriormente al caso "Ponzetti de Balbín" la Suprema Corte de Justicia en otro fallo definitorio en la
construcción de la doctrina sobre la libertad de prensa señaló cuál es el alcance y cuáles son los límites del
derecho de información. En el caso "Campillay"(3) estableció con toda precisión que "ese derecho no es
absoluto en cuanto a las responsabilidades que el legislador puede determinar a raíz de los abusos producidos
mediante su ejercicio, sea por la comisión de delitos penales o actos ilícitos civiles. La función primordial que
en toda sociedad moderna cumple el periodismo supone que ha de actuar con la más amplia libertad, pero el
ejercicio del derecho de informar no puede extenderse en detrimento de la necesaria armonía con los restantes
derechos constitucionales, entre los que se encuentran la integridad moral y el honor de las personas".
IV. El deber de veracidad
El marco normativo impone deberes como límite al derecho de informar. El deber específico de quien ejerce
este derecho, es el de ser veraz y no agraviar. Ser veraz o creíble corresponde al deber de veracidad que es la
cualidad de quien practica la verdad. Es una obligación de medios que exige ser diligente y prudente al recoger
y trasmitir la información. Es decir que se debe actuar sin culpa aunque la información resulte inexacta, y se
debe evitar el agravio al honor y reputación de otro (4). El derecho de informar está condicionado al ejercicio
razonablemente cuidadoso y diligente de esta actividad, el cual no comporta la garantía de que la información
sea cierta, ni impone restricción alguna a la libertad de expresión que halla su límite natural en el derecho que
cada uno tiene de recibir una información veraz o creíble aunque sea intrínsecamente falsa.
El deber genérico es el que impone el art. 1109 del Cód. Civil: "Todo el que ejecuta un hecho que por su
culpa o negligencia ocasiona un daño a otro está obligado a la reparación del perjuicio". En esta línea de
fundamentación que parte del factor subjetivo de imputabilidad, la Corte Suprema de Justicia, en el citado caso
"Campillay" fijó las pautas objetivas de prudencia que deben observarse cuando se da una información; esto es:
"debe ser atribuida directamente a la fuente, usar el modo potencial del verbo y reservar la identidad de la
persona involucrada". El informador que respeta estas pautas, no incurre en culpa y no es responsable. Por el
contrario, si no procede así debe presumirse su culpa y el daño le es imputable conforme al art 1109 del Cód.
 

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Civil.
V. Las informaciones inexactas o agraviantes
En el fallo de la Suprema Corte Nacional que el voto de Moreno Hueyo lo califica de "leading case" o sea el
que dictó en el caso "Vago, Jorge c. La Urraca S.A."(5), se expresa (votos de los doctores Fayt y Barra): "La
doctrina, atenta a los problemas de la responsabilidad civil de las informaciones inexactas o agraviantes vertidas
por la prensa, y a la responsabilidad civil por los daños que pudieran ocasionar, distingue la información
inexacta, que no se corresponde con la realidad de los hechos, y la clasifican en falsa o errónea"(6).
La información inexacta, hemos dicho, es aquélla que no concuerda con la verdad por ser falsa o errónea. La
información es falsa cuando ella es engañosa, fingida o simulada para dar al hecho una apariencia distinta de la
realidad. La información es errónea cuando ella es el resultado de un concepto equivocado que en la mente del
informante difiere de la realidad. En uno u otro caso la información no es verdadera, pero cuando ella se da
falsamente, consiste en un acto deliberado y consciente con el fin de engañar. El informador obra con dolo o
mala fe. Cuando la información se da por error consiste en un acto no consciente que no se quiere, no se siente
ni se piensa. El informador obra de buena fe.
Si la información no verdadera es trasmitida con falsedad, el autor es responsable civil y penalmente, según
la naturaleza del bien jurídico afectado.
Si la información no verdadera es trasmitida por error, el autor no sería responsable civilmente del perjuicio
causado si el error fuese excusable. En cambio, sería responsable si el error hubiese sido inexcusable faltando el
informante al deber de veracidad, que consiste en el obrar cauteloso y prudente de recibir y trasmitir la
información.
La información es agraviante, independientemente de ser inexacta o no, cuando afecta la dignidad de las
personas hiriendo la propia estima que cada uno tiene de sí mismo o cuando ataca la reputación, honor, fama o
decoro de que goza ante los demás.
Tanto la información inexacta, desde una apreciación objetiva, como la información agraviante desde una
valorización subjetiva, producen efectos civiles además de las consecuencias penales, si ellas tipifican delitos
que la ley penal reprime.
Desde el punto de vista de los efectos civiles la cuestión debe ser considerada en relación a la
responsabilidad civil por daños que tales informaciones pudieran causar (7).
VI. La aplicación de estos principios en el caso resuelto
En la sentencia de Cámara siguiendo estos principios, se dice que: "En el caso, ha existido una información
falsa (creemos que con más precisión debió decirse 'errónea e inexacta') publicada por la prensa, pero esta
circunstancia, lejos de emanar de un error excusable es fruto de la negligencia, culpa y notorio descuido por
parte del órgano periodístico, que no tomó medida de previsión alguna tendiente a constatar la verdad de lo
ocurrido, como pudo haber sido, por ejemplo, un simple llamado telefónico a las empresas afectadas tendiente a
constatar si continuaban o no operando en plaza. Nada se hizo en este sentido. El diario publicó la información
falsa con total despreocupación de su resultado siendo que se trata de una fábrica comercial cuyo cierre es
susceptible de causar los consiguientes trastornos en la competencia y con relación a la clientela".
Resulta claro, entonces, como lo dijimos antes, que la jurisprudencia que cita la demandada en su apelación,
es perfectamente aplicable para admitir la acción y dar sustento a la sentencia condenatoria. La publicación que
perjudicaba a la actora fue hecha por el diario "Clarín", sin cumplir el deber de veracidad que incumbe al
informante como obligación de medio, y que configura la culpa como factor de imputabilidad del acto ilícito o
sea de la antijuridicidad objetiva que resulta de dar una información inexacta.
El daño como elemento del acto ilícito también ha sido probado, según se expresa en el voto del juez de
Cámara, y, por ello la sentencia de primera instancia condenó a pagar el importe de reembolso, como costo de la
solicitada pagada por la actora.
 

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VII. El daño moral y las personas jurídicas


La demandante se agravia porque el juez desestima el reclamo del daño moral, fundado en que la actora es
una persona jurídica (sociedad comercial) "respecto de la cual no resulta procedente el progreso de este rubro".
El fallo de la alzada desestima este agravio y cita en apoyo de esta decisión la corriente doctrinaria y
jurisprudencial según la cual: "No cabe la reparación del daño moral en favor de una sociedad comercial, pues
dado que su capacidad jurídica está limitada por el principio de su especialidad y que su finalidad propia es la
obtención de ganancias, todo aquello que puede afectar su prestigio o su buen nombre comercial, o bien redunda
en la disminución de sus beneficios o bien carece de trascendencia a los fines indemnizatorios ya que se trata de
entes que no son susceptibles de sufrir padecimientos espirituales".
La Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció que no resulta indemnizable el daño moral invocado
por una sociedad anónima porque no es un ente susceptible de sufrir padecimientos espirituales (8).
Las personas jurídicas, en general, en cuanto no son susceptibles de sufrir padecimientos espirituales no
están legitimadas activamente para reclamar resarcimiento por presunto daño moral. Los ataques a sus derechos
extrapatrimoniales, que los tienen en cuanto son sujetos de derecho, aunque no son los mismos que se reconocen
a las personas físicas como seres humanos, sólo son indemnizables si afectan indirectamente el patrimonio. Esos
derechos extrapatrimoniales, tales como el nombre y la reputación, constituyen aspectos sociales de su
personalidad y gozan de protección jurídica mediante el reconocimiento de derechos subjetivos que confieren
poderes de actuar en su defensa, si hubiere daño patrimonial indirecto.
Los miembros y los representantes de las personas jurídicas no están legitimados para reclamar a título
propio indemnización por el daño moral que sufran indirectamente, a causa de ataques a bienes
extrapatrimoniales de los entes morales de los cuales forman parte (9).
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723).
 (1) ANCAROLA, Gerardo, "A propósito del último fallo sobre libertad de prensa de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación ¿Un retorno a las fuentes?, ED, 154-959.
 (2) CS, "Ponzetti de Balbín c. Editorial Atlántida", 11/12/1984, LA LEY, 1985-B, 114.
 (3) CS, "Campillay c. La Razón", 15/8/1986, LA LEY, 1986-C, 406.
 (4) BUSTAMANTE ALSINA, J., "Responsabilidad civil y otros estudios", Vol. IV, p. 325, 1997.
 (5) SC, 19/11/1991, LA LEY, 1992-B, 365.
 (6) El fallo mencionado en la nota anterior cita literalmente al autor de esta nota mencionando la fuente:
BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, "Anales de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales" - Año
XXXIV - Nº 27, LA LEY, 1989-D, 886.
 (7) BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, "Teoría general de la responsabilidad civil", p. 260, 9ª ed., 1997.
 (8) SC, 30/6/1977, ED, 73-717 y "Kasdorf S.A. c. Provincia de Jujuy", 23/3/1990, La Ley, 1991-A, 52.
 (9) BUSTAMANTE ALSINA, J., "Teoría general de la responsabilidad civil", p. 256, 9ª ed., 1997.

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Fallo comentado: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala K (CNCiv)(SalaK) ~ 1998/02/25 ~


Galardón S.A. c. Clarín E. G. E. A. S.A. y otro.

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