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A.- La tutela cautelar.- «La actuación de la ley en el proceso puede asumir tres formas:
cognición, conservación, ejecución» (CHIOVENDA, Instituzioni2, 1935, § 1 10 B) pr.).
La tutela cautelar es, en relación con el derecho sustancial, una tutela mediata: más que a
hacer justicia contribuye a garantizar el eficaz funcionamiento de la justicia
(CALAMANDREI, Provvedimenti cautelari, 1936, § 9). «Para evitar que el proceso
jurisdiccional llegue demasiado tarde, hace falta, mientras tanto, arreglar provisionalmente
el litigio impidiendo determinados cambios en la situación de hecho» (CARNELUTTI,
Sistema, 1936, § 73 c)). «Se trata de que las medidas resulten en verdad eficaces para
lograr, no sólo que la sentencia de condena pueda ejecutarse de alguna manera, sino para
evitar que sea ilusoria, en sus propios términos» (Exposición de Motivos LEC, XVIII, III, in
fine).
«Las medidas cautelares, reguladas por nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil en los artículos
721 a 747, son consideradas como un proceso de facilitación cuya finalidad es remover los
obstáculos que puedan oponerse a la eficacia de una proceso principal. En este sentido, el
proceso cautelar se puede definir como aquél que tiene por objeto facilitar otro proceso
principal garantizando la eficacia de sus resultados» (AA. TS 1ª 26.6.2009, Inmoinversión
Eurogroup y Shorton Ltd.; 14.4.2011, Unión de Consumidores de Pontevedra y 2.4.2013, S.
Coop. de Viviendas S. Francisco de Lorca).
El propio Tribunal Constitucional tiene proclamado que la tutela judicial no es tal sin
medidas cautelares adecuadas que aseguren el efectivo cumplimiento de la resolución
definitiva que recaiga en el proceso ( SSTC 14/1992, 238/1992, 218/1994, 259/2007,
4/2008 y 159/2008). El derecho a la tutela cautelar, como parte del contenido esencial del
de tutela judicial efectiva, se satisface mediante una resolución judicial motivada que,
previo análisis de los factores determinantes, de la necesidad de proteger los bienes
jurídicos en conflicto, de la prueba aportada y, por lo general, previa audiencia de las partes,
se pronuncie sobre la petición de medidas razonadamente y no de forma arbitraria o carente
de fundamento (ATS Sala Especial 61 8.2.2008).
Asimismo, la demanda cautelar también se sustenta en la regla 11ª, de cierre del sistema de
medidas, que permite las medidas cautelares innominadas o atípicas: «Aquellas otras
medidas que, para la protección de ciertos derechos , prevean expresamente las leyes, o que
se estimen necesarias para asegurar la efectividad de la tutela judicial que pudiere otorgarse
en la sentencia estimatoria que recayere en el juicio». No obstante, no es necesario acudir al
poder cautelar general cuando lo solicitado encaja en la medida de abstención temporal.
Toda medida cautelar debe ser proporcionada, es decir, (A) adecuada o instrumental,
(B) necesaria o exigible y (C) razonable o proporcionada en sentido estricto.
A este respecto, puede recordarse que las medidas típicas en relación con la impugnación de
acuerdos sociales son: (a) la anotación preventiva y (b) la suspensión de acuerdos:
Por lo expuesto, resulta adecuado que los demandantes no hayan acudido a las
medidas típicas específicas en relación con la impugnación de acuerdos y sí a la
medida típica genérica de inhibición de una conducta.
Ahora bien, respecto a conductas pasadas y agotadas la medida es inidónea porque las
inhibiciones tienen efectos futuros, no sobre lo ya acontecido (v. AJM Bilbao num. 2
16.5.2008, Iberdrola vs. EDF).
Con independencia de las diversas tesis sobre el alcance del deber de abstención que, en su
caso, puedan ser relevantes para la sentencia definitiva; en este momento procesal, la
solicitud de una tutela cautelar de alta agresividad con las funciones societarias de los
demandados reclama una explicación suficiente, que no hallamos, para privar a los
codemandados de su derecho de asistencia y deliberación. En consecuencia, procede
desestimar la solicitud cautelar de privación del derecho de asistencia y deliberación por
falta de necesidad.
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(b) Además, una vez notificada la denuncia por fuerza mayor, la contraparte en los
contratos downstream podrá, a su vez, resistir la denuncia, extrajudicial o
judicialmente. Creemos igualmente razonable que el bloqueo de un órgano societario
no debe cerrar la puerta a la discusión sobre el fondo del problema que es,
verdaderamente, la existencia de una fuerza mayor que excuse el cumplimiento de los
contratos de suministro.
(c) En cualquier caso, la tesis más autorizada (v. RDGRN 5.7.1988; POLO, Los
administradores y el Consejo de administración de la sociedad anónima, 1992, 448 y
SÁNCHEZ CALERO, Los administradores en las sociedades de capital 2, 2007, 668) es
que las abstenciones computan a efectos de obtener la mayoría absoluta para la adopción de
acuerdos en el Consejo (art. 248.1 LSC), por lo que los consejeros designados a propuesta
de ENI tampoco podrían aprobar en solitario un acuerdo sin el concurso de los promovidos
por Gas Natural Fenosa. No existe en las sociedades anónimas y para el Consejo de
administración una regla similar a lo que establece el artículo 190.2 de la Ley de Sociedades
de Capital que se aplica a la junta y para las sociedades de responsabilidad limitada y,
además, es dudoso que la ratio de la norma sea trasladable, máxime considerando los
estatutos y pactos parasociales de UFG, además de la naturaleza instrumental de esta
sociedad al servicio de sus dos consocios. En otras palabras, entendemos que la
abstención de medio Consejo no permitirá a los restantes consejeros adoptar ningún
acuerdo sobre la materia, por lo que, al fin, las partes deberán acudir al procedimiento
de desbloqueo pactado o instar una decisión judicial o arbitral para denunciar los
contratos (sin perjuicio de la exceptio pacti). En definitiva, la adopción de la medida es
inocua para los intereses de los codemandados porque, a nuestro juicio, los
demandantes tampoco van a poder aprobar un acuerdo en otro sentido.
A) Peligro en la demora.-
-Resulta clásica la distinción entre el peligro de infructuosidad, como riesgo de que durante
el tiempo necesario para el desarrollo del proceso principal acontezcan hechos que impidan
o dificulten la efectividad de la sentencia, al que se atiende mediante medidas
conservativas;
-y el peligro de tardanza, entendido como el riesgo de que la mera duración del proceso y el
estado de insatisfacción del derecho unido a la situación de necesidad de quien insta la
adopción de la medida impida o dificulte la efectividad de la tutela judicial, el cual se
conjura mediante medidas anticipatorias.
Esta precisa distinción en AA. Barcelona 15ª 22.10.1999; Madrid 10ª 15.6.2002, 19ª
170/2006, 22.5 y 28ª 139/2011, 14.10; Las Palmas 5ª 25.7.2005 y Pontevedra 6ª 251/2010,
8.11. Dicho de otro modo, las medidas cautelares tratan de asegurar bien contra el peligro
de que el derecho no resulte satisfecho (peligro de infructuosidad) o contra el peligro (de
tardanza) de que el derecho sea satisfecho «demasiado tarde» o «demasiado tarde para
poderle ayudar» (CALAMANDREI, cit., § 18).
A diferencia del juicio sobre la apariencia de buen derecho , que es provisional o indiciario,
para el juicio sobre el periculum in mora hace falta algo más que la posibilidad y algo
menos que la certeza. La existencia de peligro de mora se configura con un carácter
objetivo, como una probabilidad concreta de peligro para la efectividad de la resolución que
se dicte, no en términos subjetivistas de creencia o temor del solicitante (así, ATS 1ª
3.5.2002). En principio, tampoco se autoriza el recurso a las medidas para conjurar peligros
actuales o riesgos ya actualizados. Así, AA AP Madrid 10ª 125/2008, 11.3 y 283/2008,
15.7.
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No obstante lo anterior, no debemos bajar del plano societario al comercial. En el
conflicto societario, el daño no es el daño económico que provoca la prolongación de
los contratos de suministro sino el "daño jurídico" de que los consejeros
codemandados sigan votando decisiones en violación, aparente, de su deber de
abstención. Sin ir más lejos, las partes reconocen que se ha convocado un consejo para los
días posteriores a la vista de cautelares. Ciertamente, por lo expuesto sobre la formación de
mayorías en el Consejo, la adopción de la medida no pensamos que vaya a eliminar el daño
económico, lícito o no, por el sobrecoste del suministro, pero sí concurre el llamado peligro
de tardanza o riesgo de reiteración de la conducta ilícita durante la sustanciación del litigio.
Conviene destacar, con carácter previo, que el proceso cautelar no puede convertirse en un
proceso paralelo idéntico al de declaración, pues esto no llenaría la función de prevención
urgente. Las resoluciones cautelares «deben, pues, contentarse, en lugar de con la certeza,
que solamente podría lograrse a través de largas investigaciones, con la apariencia
del derecho , que puede resultar a través de una cognición mucho más expeditiva y
superficial que la ordinaria ( summaria cognitio)» (CALAMANDREI, cit., § 20). Entre
otros, lo recuerda la STC 148/1993; STS 1ª 401/2006, 19.4; y AA. AP Madrid 28ª 2/2007,
9.1, Endesa vs. Gas Natural e Iberdrola y 152/2008, 22.5.
En el presente caso, a la vista de las alegaciones de las partes, no huelga aclarar que
ventilamos una disputa societaria: el deber de abstención de administradores en conflicto de
intereses respecto de una decisión. La existencia o no de una causa de fuerza mayor que
justifique la denuncia de los contratos de suministro no es nuestro tema de decisión.
Tampoco puede descartarse en este momento procesal que la compañía tenga éxito en sus
arbitrajes contra el Gobierno egipcio o la contraparte egipcia, o que las acciones
diplomáticas prosperen (v. docs. num. 10 de la demanda); pero no es una cuestión decisiva
para nuestra decisión ya que, si la fuerza mayor desaparece, los consejeros auspiciados por
el consocio ENI, S.p.A. no podrán invocar esta causa para la aprobación de acuerdos pero
los consejeros codemandados igualmente habrían de abstenerse en la votación.
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Por otra parte, cabe recordar que la doctrina de los actos propios, si realmente los hubiera,
ni convalida ni priva de legitimación para impugnar actos nulos (entre otras, SSTS 1ª
50/2002, 1.2; 173/2009, 18.3 y 826/2009, 21.12). Por último, la defensa in pari delicto, en
relación con la sociedad dominada por UFG o con la actuación de ENI en Egipto, no
conviene a los actos ilícitos (votación desleal) y no meramente ilegales, sin perjuicio de
los derechos simétricos de los codemandados frente a los codemandantes si estos hubieran
conculcado sus propios deberes de abstención.
No obstante, como para todo se encuentran lecturas o se encargan dictámenes, quizá los
consejeros codemandantes o el consejero delegado pretendan ampararse en lo que
consideramos una apariencia de acuerdo para denunciar los contratos de suministro, por lo
que es oportuno imponer una caución previa a la ejecución de la medida cautelar ya que
existe riesgo de abuso de la neutralización del bloque adverso. Con criterios de prudencia,
nos parece adecuado fijar una caución parcial de 10 millones de euros.
En este sentido, estimamos adecuado imponer una caución de diez millones de euros
que deberá prestarse en todo caso. Además, conforme al artículo 735.2 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil que permite al tribunal determinar la forma, cuantía y tiempo de la
caución, para la ejecución de la medida se exige a la parte demandante, adicionalmente, una
garantía a primera demanda para el caso de que los procedimientos arbitrales ya iniciados
por UFG para defender el cumplimiento de los contratos en Egipto resulten desfavorables
utilizándose como razón de la decisión, única o junto con otras, el voto favorable a la
denuncia o la denuncia misma de los contratos de suministro por los consejeros
codemandantes o por el consejero delegado.