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TRADUCCIÓN
Sotelo
DISEÑO
Botton
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KAZUO
—Lo siento. No sabía que los Ito tenían idea de que estábamos usando
ese muelle para envíos. — Mi soldado tiembla, la sangre gotea de su
nariz rota.
—No creo que eso sea cierto. — Toru sacude sus dedos y luego desliza
sus nudillos de latón. —Creo que sabías exactamente lo que estabas
haciendo. — le da un golpe, los huesos crujen y mi soldado grita.
—No mientas y no tendré que hacerte daño. — Toru le dice con un tono
serio mientras se limpia la sangre de los nudillos. —Puedo hacer esto
rápido, pero eso depende de ti—
Me masajeo las sienes. La guerra silenciosa que los Itos han estado
librando contra mí finalmente está empezando a afectarme. Quieren
controlar a todos los Yakuza de esta ciudad, pero esto no funciona así.
Las familias fundadoras se reparten las riendas, igual que en Japón. Pero
Isamu Ito ya ha destruido toda la línea Yoshiko, fracturando las familias y
ahora ha puesto sus ojos en mi imperio.
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— ¿Qué te ha ofrecido? ¿Dinero? ¿Posición?— Toru pasa la mano por
una mesa llena de herramientas, todas ellas pulidas y limpias... por ahora.
Es meticuloso con sus herramientas, como lo es con todas las cosas.
Se lamenta.
—Te voy a dejar hablar. — Miró fijamente a los ojos aterrorizados del
soldado. —Y más vale que las palabras que salgan de tu boca sean la
puta verdad. ¿Entendido?
Le suelto la boca.
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Toru elige una hoja ancha de su mesa. — ¿Cuánto le dijiste antes de que
te atrapáramos?
— ¿Qué?— ladró.
Hay una chica de pie, con los ojos muy abiertos puestos en mí, más
concretamente, en la sangre que me cubre. Su perfecta boca de puchero
se abre y se encoge contra la puerta. Es hermosa y a la vez está fuera
de lugar, como una flor que florece en medio de un campo de batalla.
La miró fijamente.
Ella se estremece.
— ¿Eres... eres la hija de Hideo?— ¿Qué diablos está haciendo ella aquí
de todos los lugares?
—Lo era. — Cruza los brazos sobre el pecho. —Pero lo repudio. Es malo.
— Un débil maullido proviene del equipaje junto a sus pies. Jadea y se
agacha para abrir una pequeña maleta. —Lo siento, Kuzi. Me he
distraído.—
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MEI
— ¿Te echaron?
—Sí. —sonrío con orgullo. Hace falta mucho para que te den la patada
cuando eres la hija de Hideo Nakamura.
—Traigan sus cosas. — les dice a los dos hombres que están atentos en
la puerta principal.
—Gracias, Ritsu y Ken. Son dos joyas. — les digo a los dos hombres.
Los ojos de Kazuo se dirigen a mí. Creo que está a punto de decirme que
no hable con sus hombres. No se me permitía hablar con los hombres de
mi padre más allá de hacer algunas preguntas. Todos hicieron lo posible
por ignorarme. Con Ritsu y Ken, han sido educados conmigo mientras
esperaba a Kazuo e incluso me han dicho sus nombres cuando les he
preguntado.
Tengo que admitir que me dio un poco de vértigo tener una conversación
con ellos. Nunca he podido hablar con chicos o con hombres. El internado
al que asistí era solo de chicas. Siempre que tengo la oportunidad de
hablar con alguien del sexo opuesto, me resulta emocionante. Toda mi
vida he querido tener un novio. Mi madrastra insiste en que estoy loca por
los chicos. No puedo evitarlo. Mis mejores amigos vienen de los libros, y
adoro las novelas románticas. Así que, ¿por qué no añadir un novio a la
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mezcla?
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A pesar de lo divertido que fue hablar con los dos hombres y el conductor
que conocí cuando mi avión aterrizó en Estados Unidos, ninguno de ellos
marcaba ninguna de las casillas que requería en un novio. Tengo una
lista muy específica. Una que añadiré cuando llegue a mi nueva
habitación. Las manos gigantes definitivamente van a estar en ella.
—Oh. —
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—Voy a ducharme. Tú acomodate. — Abre mi puerta, pero retrocede. —
Entra, Mei. —
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KAZUO
Decir que tengo preguntas es decir poco. ¿Por qué demonios me enviaría
Hideo a su hija? ¿Y sin avisar? No tiene sentido.
Más que eso, ¿por qué es ella tan...? No puedo poner mi dedo en lo que
es exactamente, pero mi polla ciertamente tiene una opinión. Está tan
dura que puedo sentir los latidos de mi corazón palpitando en ella.
Tengo que resolver esto. Pronto. Hay demasiada muerte y guerra aquí
con los Itos. Hideo no debe darse cuenta que envió a su hija directo a la
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Quizá... Quizá esté aquí porque Nakamura sabe que estará más segura
conmigo. ¿Y si hay problemas en Tokio? Si ese es el caso, entonces
probablemente esté mejor aquí conmigo. Incluso con los Itos respirando
en mi cuello, no tengo ninguna duda de que puedo proteger a Mei. Ella
no tendrá que preocuparse.
Tengo más asuntos que tratar hoy, incluyendo el de proveer a las familias
que perdieron a sus seres queridos gracias al traidor que hay entre
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nosotros. Una vez que haya hablado con ellos, tengo que enviar refuerzos
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Así que tengo que poner a Mei en línea. No tengo tiempo para ninguno
de sus problemas. Claramente tiene algunos, dada su actitud y el hecho
de que fue expulsada de la escuela. ¿Qué es lo que hizo? No importa.
Eso no importa. Lo que importa es que ahora está bajo mi control, y tengo
la intención de mantenerla a salvo para Hideo.
No hay respuesta.
Silencio.
—No me pasa nada. Eres tú el que está hablando con una puerta. —
Se ponen en guardia.
— ¡A sus puestos!— ladró.
Jodeeeeer. — ¿Viste?
¿Por qué me excita eso? No lo sé, pero lo hace. Se me pone dura solo
de pensar en que me vea o me escuche acariciarme mientras pienso en
ella. — ¿Cómo has salido de tu habitación?—
Se queda sin aliento y le miro los labios mientras digo: —Yo también—
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MEI
una mojigata o que no tengo ni idea de lo que estoy haciendo, hundo mis
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— ¿Cocinas?
—Uno de tantos. —
Muevo la nariz, pensándolo bien. Ahora está siendo muy amable. ¿Fue
mi beso lo que cambió su tono hacia mí? Cuando mi madrastra se pone
a coquetear con mi padre, él hace todo tipo de cosas por ella. No puedo
creer que sea buena en esto de la seducción. Se tocaba mientras
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—Haré que pidan protector solar. — me pasa los nudillos por la mejilla.
Su toque es suave. —Una piel tan suave necesita protección. —
— ¿Aún no has hablado con él?— Curioseo, tratando de ver cuánto sabe
Kazuo.
—Todavía no. —
Sus labios se mueven, una sonrisa tirando de ellos. Si antes pensaba que
Kazuo era guapo, cuando sonríe es algo totalmente distinto. No estoy
segura de estar preparada para lidiar con esta nueva faceta suya.
— ¿Puedo tomar uno de estos?— Miró una de los cupcakes que está
bajo una tapa de cristal. —Sachi nunca tenía dulces en casa. Decía que
los carbohidratos son el diablo. ¿Cómo pudo decir eso cuando se casó
con mi padre?— Me quedo sin palabras.
—Ya tendré mi bocado más tarde. — dice, la intensidad de sus ojos hace
que todo mi cuerpo se inunde de calor. Espero que se refiera a mí.
También espero que consiga el bocado antes de hablar con mi padre.
Porque después de eso, puede que no quiera saber nada de mí.
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KAZUO
Dejó caer los fideos udon en el caldo de pollo hirviendo y sacó una sartén
para dorar el kiri mochi.
Mierda. Ese beso. Fue tan inesperado. Atrevido. Pensé que lo que pasó
en la ducha fue una simple descarga de presión. ¿Pero lo que pasó bajo
la pérgola? Fue algo mucho más.
—Umm, bueno, mi escuela era algo anticuada, así que hice lo habitual,
además de caligrafía y todo eso. —
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— ¿Universidad?— Vierto su udon en un bol y lo cubro con el mochi
crujiente. Tomó una pequeña tabla de cortar y le cortó rápidamente un
poco de cebolla verde y rábano en rodajas finas.
—Me alegro de que te guste lo que cocino. Ahora, continúa. ¿Qué tipo de
literatura quieres estudiar?
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Sus mejillas vuelven a ser del color de las flores de cerezo mientras le
doy una servilleta. —Bueno, me gustan todos los tipos de libros. —
— ¿Mmm-hmm?— Me inclino hacia atrás y cruzó los brazos.
Sigo mirándola.
—He dicho que es bueno que los chicos no te miren, Mei. — Odio la idea
de que algunos pequeños imbéciles imaginen que tienen una oportunidad
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— ¿Por qué?—
—Porque no necesitas un chico. Necesitas un hombre.
Sus labios se separan cuando caminó alrededor de la isla hacia ella, con
la intención de probar su boca de nuevo.
—Los Itos han convocado una reunión. Todas las familias Yakuza. —
—El viernes por la noche. Parece que llevan tiempo planeando esto. Van
a hacer un gran baile en su casa.
—No es nada. —
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— ¿Lo es? Porque la forma en que ustedes dos se besaron en el jardín
dice lo contrario. —
—Lo haré en cuanto amanezca por ahí. — Pongo la olla y el tazón de Mei
en el fregadero.
— ¿Y el baile de Ito?
— ¿De verdad?—
—Sí. Quiero ver cómo hace su discurso y pone en marcha su plan para
poder destrozarlo todo delante de su cara. Valdrá la pena. —
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MEI
En casa, los tenía escondidos para que mi padre no los viera. Desde que
Kazuo se mostró tan abierto y aceptó mi amor por los libros románticos,
creo que aquí podré colocarlos para poder contemplarlos. Hay gente a la
que le encanta poner obras de arte en su casa para mirarlas. Yo prefiero
mirar los libros. Aunque estén apilados en pequeños montones por toda
la habitación.
No pude empacar todo, pero logré sacar algunas de mis cosas favoritas
de mi dormitorio. Me ayudó el hecho de haber volado hasta aquí en un
avión privado. Eso significaba que podía llevar más cosas que si hubiera
estado en un vuelo comercial. Al menos esa es mi especulación. Nunca
me han permitido volar en otra cosa que no sea privada. Por lo que he
visto en las películas, creo que hay un límite de bolsas de algún tipo.
Sé que soy ingenua en muchas cosas. No de las cosas que dan miedo
en la vida, extrañamente, sino de las cosas normales. No soy tan ingenua
como para darme cuenta de ello. Nunca podría decirte lo que cuesta un
galón de leche porque nunca he estado en un supermercado. Me han
regalado muchas cosas. Pero también me han negado muchas otras
cosas. Los libros son una de ellas.
Se dice que Kazuo y sus hombres son de los más feroces y temidos.
Nadie se atreve a cruzarse con ellos. Por eso estoy un poco sorprendida
por lo serviciales que han sido. El propio Kazuo me preparó algo para
comer. Es algo fuera de lo común para un hombre de su posición. Sé que
mi padre nunca ha movido un dedo en nuestra cocina. Claro que siempre
ha cuidado de que nada me falte, pero en forma de ayuda contratada.
—No hay razón para que la puerta esté cerrada cuando estás a solas con
Mei. —
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— ¡Gracias!— Gritó tras él, sin querer que piense que soy maleducada.
Intento mirar a Kazuo. —Me estás poniendo las cosas difíciles para hacer
amigos por aquí. No es que vaya a morder a tus hombres. — Aprieto los
dientes. — ¿O sí?— Le dedico mi mejor sonrisa. Es bueno mantener a
un hombre como Kazuo alerta.
—Cuidado con tus provocaciones, Mei. — Kazuo coge las dos últimas
cajas fuera de mi habitación y las mete con facilidad.
Me estremezco por dentro. ¿No es eso lo que dice la gente cuando está
a punto de romper con la otra persona? ¿Es que Kazuo y yo estamos
saliendo ahora y me lo he perdido? Si besas a alguien, ¿asumo que estás
saliendo? Odio lo poco que sé sobre esto porque quiero saberlo todo. Es
por lo que deseaba tanto venir a Estados Unidos. Para romper con
algunas de las tradiciones que mi padre quería imponerme.
lo insegura que sueno. Se supone que debo ser audaz y sexy. —Quiero
decir, está bien. Lo que sea. — Me lo quitó de encima, tomando una pila
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— ¿Todavía no has hablado con él?— Inclinó la cabeza hacia atrás para
mirar su hermoso rostro.
—No, Mei. No lo haré. Siento que puedo ser un poco irracional cuando
se trata de ti. No solo eres una chica muy hermosa, sino que tienes un
espíritu salvaje que estoy seguro de que le ha sido difícil tratar de
enjaular. Imposible, de hecho. —
—Mei... —
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KAZUO
Le doy a Mei una mirada más antes de unirme a Toru en el pasillo. —No
se permite a nadie en su habitación, excepto a mí. ¿Entendido?— Bajo
corriendo las escaleras con Toru pisándome los talones.
—Sí, lleva casado unos, no sé, diez años o algo así, creo. — Toru sonríe.
— ¿Pero no puede entrar en la habitación de Mei?
Me encojo de hombros. —Está bien, tal vez él. Pero solo él. Y no con
demasiada frecuencia. —
—Mei siempre ha sido una chica dulce, por supuesto. Muy parecida a su
madre con sus travesuras. Pero ahora que es mayor, no sé cuál es la
mejor manera de mantenerla a raya. — Suspira. —Ella no es como tú,
Kazuo. No se parece en nada a ti. A ti supe entrenarte. A ella... —
—La enviaste a mí por una razón. ¿Qué puedo hacer por ti, Hideo?— No
quiero presionar demasiado, pero tengo que admitir que siento una gran
curiosidad por su plan.
La idea de que alguien le haga daño me hace sentir una furia abrasadora
en la sangre. No me importa quién sea -su padre u otra persona-, nadie
va a tocarle un pelo.
—No tengo ninguna duda de eso, incluso con el asunto de Ito. Pero
necesito que la tomes firmemente de la mano y le muestres que su vida
de fantasía no es real. Pon sus pies firmemente en el suelo, Kaz. Cuando
eso esté hecho, envíamela de regreso. Ya tengo pretendientes haciendo
cola para conocerla. —
Cuando miro hacia la puerta, veo un destello de pelo oscuro y luego oigo
pasos corriendo. Mei se ha ido. Pero no puede escapar de mí,
especialmente ahora que me han dado rienda suelta. Tengo muchos
planes en mente para ella, aunque dudo que ninguno de ellos sea el que
Hideo prevé. No, definitivamente no.
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MEI
elección de mi padre.
No mentía cuando le dije a Kazuo que la muerte era un destino que
estaba dispuesta a afrontar para tener mi libertad. No me casaré con un
hombre al que no ame y tendré sus hijos solo para que esas niñas puedan
afrontar un día el mismo destino que yo. Nunca lo permitiría.
— ¿Qué?— Pregunto.
—Pues no quiero conocerte más. ¿Crees que puedes engañarme con tus
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Espero que el beso sea duro para igualar la firmeza con la que me sujeta,
pero no es así. Es suave y lento, con una dulzura y algo más que no
puedo identificar. Me dan ganas de llorar y de aferrarme a él al mismo
tiempo.
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Mi padre tiene razón. Antes de esa llamada, tenía todo tipo de dulces
fantasías en mi cabeza sobre quién podría ser Kazuo. Lo anhelaba como
mi propio héroe de cuento. Incluso ahora estoy tratando de aferrarme a
eso por este beso.
—No serás la puta de nadie más que la mía, Mei. — dice cuando levanta
la boca.
—No. — miento.
Me doy la vuelta para tratar de pasar al otro lado, pero no llegó muy lejos.
Una de sus manos me rodea el tobillo y me tira de la cama hasta que mis
piernas cuelgan por el lateral. Su otra mano se posa en el centro de mi
espalda antes de soltarme el tobillo para levantarme la falda, dejando al
descubierto mis bragas blancas de algodón.
—Buena chica. — Su mano baja entre mis muslos. Cierro los ojos,
sabiendo lo que está a punto de encontrar. Estoy empapada.
Sus dedos se deslizan por mi piel resbaladiza. —La verdad. Por eso te
recompensaré. — Presiona con más firmeza y sus dedos recorren mi
clítoris. Gimo, a punto de llegar al límite. Creo que podría haberme corrido
solo con los azotes si hubiera mantenido los muslos apretados con
suficiente fuerza, sobre todo con lo excitada que estaba ya. — ¿Será esta
la primera vez que un hombre te hace correrte, pequeña rebelde?—
—Mi chica buena — elogia. —Solo una pequeña puta para mí. — Aprieta
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Cuando Kazuo retira su mano de entre mis muslos, giró la cabeza para
mirarlo y veo cómo se lleva los dedos a la boca, chupándolos. Sus ojos
permanecen fijos en los míos mientras lo hace. Un gemido retumba en él.
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KAZUO
Por supuesto que está detrás de mí. Siempre lo está. —Supongo que
estás aquí arriba por una razón. —
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— ¿El cargamento?—
— ¿Cuánto?—
—Esperaba que dijeras eso. — Toru hace crujir sus nudillos. —Puedo
reunir una fuerza y hacer un ataque donde quieras. —
—No. — Lo cierro. Nunca he sido el tipo de líder que podría enviar a sus
soldados a la batalla y sentarse a ver la carnicería. Nunca les pediría que
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—Algo así. — Miro al techo. Mei debe estar fuera por la noche. Se corrió
con fuerza con nada más que mis dedos en su clítoris. Mi polla salta al
recordarlo. Su inocencia es un maldito faro que me llama a ella. Quiero
destrozarla, follarla hasta la inconciencia. Pero con lo dulce que es, no
creo que lo haga nunca. Aun así, voy a disfrutar ensuciándola.
Parpadeo. — ¿Qué?—
Lo ignoro y escojo mis armas, luego salgo hacia el garaje. No sé por qué
me irrita. Después de todo, tiene razón. Me he enamorado de la pequeña
rebelde que duerme en mi cama. Fue tan repentino que apenas lo sentí,
como un pinchazo o un corte de papel. Pero ahora puedo sentirla,
residiendo en mi corazón, instalándose y poseyéndome más y más a
cada segundo.
Tal vez no pueda controlar todos mis sentimientos por ella, pero sí puedo
cometer varios actos de venganza para liberar la tensión. Empezaré con
el yate de Ito, el que compró para el vigésimo cumpleaños de Rai. Estará
en el fondo de la bahía antes de que termine la noche.
Ese había sido el plan, pero en este momento estoy tumbada porque
estoy metida en un baúl. Uno que se calienta cada vez más. No sé por
qué pensé que era una buena idea, pero aquí estoy.
apuesta de en qué coche meterme, pero había elegido bien. Oigo la voz
de Kazuo, pero no distingo nada de lo que se dice. Reconocería esa voz
en cualquier lugar.
Al cabo de un rato, noto que el coche frena y empieza a dar unas cuantas
vueltas. El nivel de ruido ha disminuido en el exterior, así que sé que
hemos salido de la autopista. Un momento después, llegamos a un
badén. Mi mente piensa en todos los lugares a los que podríamos ir.
Me digo a mí misma que iré a echar un vistazo. Veré qué clase de hombre
es Kazuo. Una vez que lo haga, tal vez estos sentimientos desaparezcan.
Entonces podré deshacerme de las fantasías de mi cabeza y empezar a
elaborar un plan para una huida real.
¿Por qué no me pidió que fuera al yate con él? Podría pasar un buen rato.
Quiero decir, preferiría ir de día cuando pudiéramos nadar y él pudiera
darme de comer uvas. Tal vez incluso ver un delfín o algo así. Eso suena
increíble. También podría bailar sobre una mesa si eso es lo que quiere.
—Oh Dios. — Jadeo cuando veo que el humo se filtra por debajo de la
puerta, y empieza a sonar una alarma. Abro la puerta, tratando de
escapar. El humo llena el pasillo, impidiendo ver y haciendo que me
desoriente rápidamente. Hago lo único que se me ocurre hacer.
— ¿Qué fue eso?— pregunta Toru mientras lanza el último bidón de gas
sobre el yate en llamas.
El yate ya está flotando lejos del muelle, con las amarras soltadas para
que pueda arder en medio de la bahía para que todo el mundo lo vea.
No hay tiempo que perder. Vuelvo corriendo por donde he venido, con las
llamas arrastrándose por el techo mientras caen trozos de madera y fibra
de vidrio retorcida a nuestro alrededor. Subo las escaleras a toda prisa,
con los ojos llorosos y la garganta ardiendo.
Niega. —No. —Le lloran los ojos. —Pero lo siento. No lo sabía. — Rompe
a llorar y entierra su cara en mi pecho. —Lo siento mucho. —
—Quería que vinieras a la cama, pero no lo hiciste, así que los escuché
un poco a ti y a Toru, pero realmente no podía decir de qué estaban
hablando. Sabía que ibas a alguna parte, así que me escondí en tu
maletero. — Su voz se eleva y habla rápido.
Sus cejas se juntan. —Quiero decir, supongo que... Sí. Eso es lo que
pensé. —
Me río tan fuerte que me hace toser, con los pulmones chamuscados por
todo el humo caliente, pero maldita sea si no es divertida. — ¿Crees que
hay alguna mujer en el mundo que pueda tentarme ahora que te he
tenido, Mei?—
—De acuerdo. —
Kazuo está de pie al final de la cama con los brazos cruzados sobre el
pecho. Prácticamente está mirando al doctor mientras me examina. El Dr.
Hunt lucha por sonreír, sin que Kazuo parezca molestarlo. Ya somos uno.
Yo misma empiezo a estar molesta.
Han pasado casi tres días desde aquella terrible noche. Al principio no
creí que Kazuo estuviera enojado conmigo. No con la forma en que me
abrazaba como si fuera a desaparecer si me dejaba ir aunque fuera un
segundo. Me llevó de regreso a la casa, donde ladró órdenes gruñendo a
todos menos a mí antes de llevarme a su dormitorio. Me quitó la ropa y
me metió en la ducha con él. Hizo lo mismo con su propia ropa, pero se
dejó puestos sus estúpidos calzoncillos.
A pesar de que la cabeza me latía con fuerza y sentía que mis pulmones
se incendiaban, lo único a lo que podía prestar atención era a la
sensación de las manos de Kazuo sobre mi cuerpo mientras limpiaba el
humo de mi pelo y luego de mi piel antes de hacer lo mismo con la suya.
Vi la silueta de su erección, pero no hizo ningún movimiento para evitarla.
Nunca lo hace.
Una vez que se aseguró de que me había limpiado todo el hollín, me llevó
a la cama, donde el médico vino a revisarme. Para entonces me sentía
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un millón de veces mejor, pero el doctor dijo que tenía que tomármelo con
Página
Luchó contra una risita, sin querer pinchar a mi oso Kazuo, o tal vez
debería hacerlo. Observó cómo ambos salen del dormitorio para tener su
pequeña charla. Mis pensamientos se dirigen a los azotes que me dio por
mentir.
Lo que hice fue una estupidez, y nunca lo volvería a hacer, pero necesito
que vuelva el Kazuo del otro día. No quiero estar sentada en una
estantería como si fuera demasiado delicada para manejarme. Quiero
sentarme en su regazo, o que me arrope sobre él. Eso suena aún mejor.
—El Dr. Hunt está de acuerdo en que dos días más de reposo en cama
le vendrán bien a tu cuerpo. — dice Kazuo, sacándome de mis
pensamientos.
—Tenía otros pacientes que ver así que se fue. — Antes de que pueda
intentar rechazarlo, me besa sin sentido. Su mano, como siempre, se
desliza dentro de mis bragas. Sus dedos mágicos consiguen que me
corra por él. —Descansa. — ordena, besándome dulcemente. —Volveré
después de tu siesta. Voy a mi oficina. —
Espero que esta vez, cuando Kazuo me traiga de regreso a esta cama,
reciba el castigo que me merezco.
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KAZUO
—Tengo fe en ti. —
—Sí. Esto ha tardado mucho en llegar. Y ahora que los Itos han decidido
atacar abiertamente, tienen que irse. —
Sonríe. —He oído que Rai perdió la cabeza delante de todos sus hombres
cuando vio lo que quedaba de su yate. —
—Ahora lo sabes. —
—Así es. — Exhalo completamente y luego tomó aire. Hago una pausa y
miró a mí alrededor. — ¿Qué es eso?—
—Vaya, ¿qué pasa?— Toru abre la puerta del vestíbulo, dejando que
más de ese increíble olor entre en mi despacho.
Las cejas de Toru se levantan hasta la línea del cabello. —Oh, joder. —
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está abierta y algunos de mis hombres salen, cada uno con una galleta
en la mano.
— ¡Pónganse jodidamente a trabajar!— gruño.
Cerrando la puerta detrás de él, giró hacia Mei. — ¿Qué demonios crees
que estás haciendo?— Intento mantener un tono uniforme, pero no
puedo. No cuando está aquí con el pelo suelto y llevando nada más que
una de mis camisas abotonadas. Puedo ver sus pezones apuntando
contra la tela. Mi polla ya está dura, y me acerco a ella, inmovilizándola
entre el mostrador y yo. —Contéstame, Mei. —
Su respiración se entrecorta.
—Bueno, no quería tener que buscar en mi ropa. Esto era lo más fácil de
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poner. —
Página
—Mei... —
Trago. —No. —
Ella envuelve sus manos alrededor de las mías. —Pero no lo hice. Estoy
bien. — Se lame los labios. —Y sé que estuvo mal que te siguiera. Y
ahora... — mira mi boca. —Parece que he ido y te he vuelto a enojar. —
Una sonrisa diabólica se insinúa en sus labios. —Upss. —
—Por favor. — gime. Está mojada para mí, su coño brilla por detrás. El
solo hecho de verla presionada bajo mi palma, con el culo a la vista, me
rompe. No puedo contenerme.
Aplico mi mano con fuerza sobre su culo. Grita. La nalgueo una y otra
vez, enrojeciendo su piel mientras sus gritos se vuelven más feroces, más
profundos. Y entonces empieza a gemir, el dolor y el placer se mezclan
mientras castigo su dulce culito.
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Cuando me detengo, con el corazón palpitando, la polla luchando contra
mi cremallera, todo lo que puedo hacer es mirar su belleza, las marcas
de las manos en su piel. Mis marcas.
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MEI
Kazuo.
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Empujo hacia atrás, tratando de satisfacer cada uno de sus empujes. —
Codiciosa. — gruñe contra mi culo justo antes de volver a azotarme.
—Sí, Kazuo. Quiero ser tu puta. — Tan pronto como digo esas palabras,
su boca se detiene. —Kazuo. — Me entra el pánico, sin querer que este
momento se acabe. Mi cuerpo zumba ya con la necesidad de otro
orgasmo. El dolor ha vuelto peor que antes. Ni siquiera puedo pensar con
claridad en este momento.
Intento mirar por encima del hombro para devolverle la mirada, pero se
mueve antes de que pueda hacerlo. En un instante, me da la vuelta y me
arranca la camiseta del cuerpo. Me tumbo en la encimera, a la vista de
él. Mis piernas cuelgan por el lateral y él se sitúa entre ellas. Agradezco
el frío de la encimera. Todo mi cuerpo arde de necesidad.
—Vas a ser mía. — Sus ásperos dedos recorren mis muslos. Mi espalda
se arquea, mi cuerpo quiere estar aún más cerca de él, pero todavía está
demasiado lejos. Quiero que cada centímetro de su cuerpo se apriete
contra mí. Estar atrapada debajo de él para que lo tome.
Una de sus manos se desliza hacia arriba para cubrir mi sexo mientras la
otra busca el cinturón de sus pantalones.
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Oh, mierda. Esta vez sí que lo he presionado más. ¿Va a follarme aquí
mismo, en la encimera de la cocina? No es como me imaginaba mi
primera vez, pero ahora mismo, no podría importarme menos. Me duele
estar llena de él.
Mis ojos se centran en su polla. Trago saliva al ver su tamaño. Soy una
chica pequeña. Claro que tengo algunas curvas, pero no estoy segura de
poder soportarlo. Eso no me impide dejar que mis piernas se abran más.
Estoy dispuesta a intentarlo.
Tiro de mis pezones como él hace siempre. —Eres una chica tan buena
cuando juego con tu coño. —
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KAZUO
Su voz es tan dulce, tan acogedora. —No pasa nada. Estoy bien. —
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Presiona sus labios contra los míos y luego se retira. —No los quiero.
Nunca he querido a nadie como te quiero a ti. —
¿Cómo sabe lo que tiene que decir para calmar a la bestia que llevo
dentro? No lo sé. Pero lo hace. Dejó escapar un suspiro y la suelto,
aunque sigo estirando la mano y juntando su camisa.
—Debes estar preparando algún plan ruin para sonreír así. — Arquea una
ceja.
han maltratado?—
Levanta la vista. —No. Quiero decir, no realmente. Susurraban sobre mí,
supongo. Pero nunca me tocaron. Papá los habría matado. —
—Ya lo veo. — Sonríe cuando saco una bomba de baño arco iris de un
cajón y la agrego.
—No lo soy. Pero sé que lo eras. — Abro el cajón por completo para
mostrárselo. —Tengo todas tus cosas favoritas. —
—Oh, Dios mío. — chilla. — ¡Incluso tienes mis mascarillas favoritas! Solo
las venden en Japón. —
—Lo sé. — Me vuelvo hacia ella y la tomó por los hombros, luego le quitó
la camiseta. Cae al suelo en un charco mientras sus mejillas se vuelven
de un dulce color rosa. Tengo ganas de volver a probarla, de lamerla
hasta que grite. Ella me hace eso, me vuelve salvaje. Solo puedo verla a
ella. Aunque esté solo en una habitación, siempre está bailando en los
límites de mi visión. Mi propio espejismo personal.
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— ¿Qué cosas?— Mueve los dedos entre las burbujas. —Sabes, nunca
le pregunté a mi padre cosas así. Creo que tal vez porque no quería saber
las respuestas. Pero contigo... quiero saber todo sobre ti. —
— ¿Por qué? ¿Qué pasa el viernes?— Se inclina hacia atrás, las puntas
de sus pezones coquetean con la superficie del agua ondulante. Parece
una especie de espíritu del agua, aquí para atraer a los hombres
desprevenidos a sus tumbas. Por Mei, estaría encantado de sumergirme
en las olas para siempre si eso significaba que puedo quedarme con ella.
— ¿Kaz?—
también puedo. —
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—Tienes razón. — Me siento en el borde de la bañera y cierro el agua.
— ¿Está suficientemente caliente?
—Persistente, ¿verdad?
—Mucho. —asiente.
—Los Itos han convocado una reunión de las principales familias Yakuza,
la mía incluida. Va a ser una gran fiesta, aunque yo estaré ahí solo por
negocios. —
—Mañana viene una costurera para que puedas elegir tu vestido. Lo que
quieras, Mei. — Todavía quiero dejarla aquí bajo llave, pero me engañaría
a mí mismo si lo hiciera. Ella está más segura cuando está conmigo. Ella
debe estar a mi lado.
— ¡Oh, Dios mío, estoy tan emocionada!— aplaude, enviando agua que
salpica sobre mí.
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81
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MEI
Ayer hablé con Brigitte por teléfono y respondí a todas sus preguntas
sobre el estilo del vestido y el color que prefería. Le envié una foto mía
para que viera mi forma y eligiera lo que creía que me quedaría mejor.
Todos los vestidos que trajo son preciosos, pero este es perfecto.
Acentúa mis mejores rasgos.
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—Ni siquiera sabía lo que era 'sexy pero no demasiado sexy' hasta este
vestido. —
Me río. Eso es lo que pedí. También quería que fuera un blanco suave de
algún tipo. Está claro que Brigitte es buena en su trabajo, porque lo ha
conseguido a la perfección. El suave vestido rosa pétalo es coqueto pero
inocente al mismo tiempo.
—Tú eres el que no se puede perder. Apuesto a que todas las mujeres
claman por tu atención. ¿Cuántas ofertas de matrimonio has recibido? —
Levantó la barbilla, intentando fingir que los celos no me comen viva.
agarra con fuerza, casi hasta el punto de ser doloroso. Sus ojos se han
vuelto un poco salvajes. Me he dado cuenta de que eso ocurre a menudo
últimamente.
—Es hermoso. — Los ojos de Mei se abren de par en par cuando nuestro
coche se detiene frente a la casa. Los grandes árboles de la parte
delantera de la casa han sido cubiertos con luces blancas que caen en
cascada hasta el suelo, que está lleno de pétalos de flores. Evoca la
primavera, la danza de los cerezos en flor y la promesa de renovación.
—Sí. — Le doy un beso más a Mei, luego salgo y la ayudó a salir del
coche.
Un camarero pasa con una bandeja de champán. Tomo una para Mei y
se la doy.
los camareros pasan por los bordes con bandejas de comida y bebida.
Página
—Esto es mucho más divertido de lo que esperaba. — Los ojos de Mei
se abren de par en par cuando un DJ empieza a tocar algo con un ritmo
más fuerte. Sus caderas se mueven al ritmo, y no puedo evitar agarrarla
y atraerla hacia mí. Se balancea contra mí y luego se gira de espaldas a
mí. Cuando su culo presiona mi erección, me sonríe por encima del
hombro.
voy a darte cada centímetro de mí, y no voy a parar nunca. Voy a follarte
tan bien que te arruinare. —
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— ¿Y luego seré tu puta para siempre? ¿Es eso cierto?— Mueve sus
pestañas inocentemente.
Siento un toque en mi hombro, y sé que tiene que ser Toru. Nadie más
se atrevería a tocarme.
Levantó la barbilla a Mei. —Quédate con Toru, pero no muevas ese culo
perfecto para nadie más que para mí. ¿Entendido?—
Sus labios se curvan en una sonrisa. —Sí. Además, he visto una gran
mesa de comida al lado del vestíbulo que tengo que investigar. —
—Lo sé. — Se inclina más cerca. —El plan ya está en marcha. Los
almacenes de Ito ya están ardiendo, y sus casas de vacaciones están a
punto de arder también. —
para subir las escaleras hacia la reunión de trabajo. Ito está de pie en el
rellano, observando cómo me acerco. Cuando sus ojos se dirigen a Mei,
me obligo a enmascarar la furia que sube a mis entrañas. No quiero que
ni siquiera respire el mismo aire que ella. No se lo merece.
Su hijo Rai está de pie junto a la puerta de la sala de reuniones, con sus
ojos brillantes puestos en mí.
Isamu resopla. —Seguro que tienes mucho qué hacer con la hija de
Hideo, Mei. He oído que es tan fresca como una ciruela madura. O al
menos lo era... — Deja la insinuación en el aire.
Sé que Kazuo puede ponerse un poco celoso cuando les presto atención,
pero disfruto haciéndoles regalos. Es mi forma de demostrarles que yo
también los respeto. No solo eso, sino que mantienen a mi Kazuo a salvo.
Alimentarlos a veces es lo menos que puedo hacer a cambio.
—Voy a estar justo ahí. — Señala la barra que está a seis metros. —
Tienes que quedarte en la mesa. —
Odio que dude de mí, pero lo entiendo después del incidente del yate. Y
resulta que tengo fama de hacer lo contrario de lo que me dice todo el
mundo. Quiero decir, Kazuo no me llama pequeña rebelde sin razón.
Sinceramente, no estoy segura de si los hombres se preocupan por mi
seguridad porque en general se preocupan por mí o temen lo que Kazuo
haría si me hicieran daño.
93
Aparto mi atención de mi plato para ver a dos mujeres de pie al otro lado
de la mesa redonda.
La del vestido dorado saca una silla y se deja caer en ella. La otra
permanece de pie con los ojos fijos en mí. No estoy segura de que el
ajustado vestido rojo que lleva permita sentarse. Antes me había fijado
en las dos en la pista de baile. Era difícil no verlas con su pelo rubio
brillante y su altura. Me superarían fácilmente incluso sin sus tacones.
Dicho esto, apuesto a que sigo pesando más que ellas.
—Has venido con Kazuo. — dice la que está de pie sin molestarse en
ofrecerme su nombre.
Es imposible que mi padre deje que Kazuo se quede conmigo sin alguna
promesa de matrimonio, algo que Kazuo ha dejado claro que no quiere.
Incluso si cambiara de opinión y quisiera casarse conmigo, tendría que
pedirle permiso a mi padre. ¿Y si le dijera que no? Kazuo respeta tanto a
mi padre que probablemente me dejaría ir. Por mucho que me rompa el
corazón pensar en ello, podría ser el mejor resultado si Kazuo no me
quiere de verdad. Que no se enfrente a mi padre por nosotros me
ayudaría a alejarme de él. Aparto mi plato de repente, ya no tengo tanta
hambre.
Se pone en pie, con los ojos muy abiertos por la sorpresa de mi arrebato.
Estoy segura de que pensó que iba a huir llorando o algo así.
Rápidamente, se recompone y me fulmina con la mirada. Estoy segura
de que es para que me eche atrás. Esta vez no. No cuando se trata de
Kazuo.
—No debes saber quién soy. — responde, inclinando la nariz hacia mí.
—Oh, sé quién eres. — Sus ojos me recorren de arriba abajo. —No eres
su tipo normal, pero tal vez esta vez lo está mezclando. En cualquier caso,
solo eres una adición al azar a su cuenta. No me preocupa. Te
abandonará de la misma manera que hizo con todas las demás. Volverá
a mí. Siempre lo hace. — Se lame los labios.
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KAZUO
—Y esta es la razón por la que creo que Rai se convertirá en el líder que
todos necesitamos. Él puede unir a las familias, mantener el orden y la
justicia entre nosotros. Es joven, inteligente, y como mi sucesor, heredará
la totalidad de mi operación. — Me mira fijamente. —Sería prudente que
todos ustedes lo respetaran y comprendieran que es mi deseo que se
convierta en el líder de la organización en Estados Unidos. Está
preparado. —
La mujer grita y trata de levantar las manos para evitar que Mei la ataque.
Mei no cede a pesar de que Toru intenta interponerse entre ella y su
presa.
Corro hacia delante y la recojo en mis brazos antes de que pueda ir a por
la mujer a sus pies.
Mueve sus caderas, cabalgando sobre mis dedos, pero luego se detiene
de nuevo. —No, Kazuo. —
— ¿Por qué no?— Me retiro y rodeo su clítoris. — ¿Por qué decir que no
cuando puedo sentir lo mucho que deseas esto?—
Saco mis dedos de las bragas de Mei y los lamo mientras ella mira.
Sonrió, disfrutando de su pequeño ataque de celos.
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—Quiero decir que eres la única que he querido, Mei. Eres la única con
la que he soñado formar una familia. Eres la única mujer con la que he
esperado casarme. —
—Quiero decir que te amo, Mei. Quiero que estés conmigo siempre. —
La besó con fuerza, mostrándole lo mucho que creo en nosotros. Quiero
que ella también lo crea. Porque ahora sé -más de lo que he sabido en
toda mi vida- que somos el uno para el otro. Para siempre. 103
Página
MEI
—Vas a necesitar más que eso. — Me tira contra él. —Dámelo, pequeña
rebelde. —
— ¿Pero ya no?
—Espera, no me digas que tengo que ser una novia virgen. — Jadeo. —
Ya hemos esperado bastante. —
—Sí. — gimo, apretándome contra su polla. —Lo hago. Quiero ser todo
Página
—Me ofende que tengas que hacerme esa pregunta. — Sus manos
agarran mi culo. —Serás mi reina. Cualquiera que intente decir lo
contrario se arrepentirá de esas palabras. —
—Hace una semana, me habría reído de que alguien me llamara así, pero
desde que te conocí, descubrí que lo soy. —
Tengo la sensación de que mi padre sabía cómo era Kazuo con las
mujeres. Ahora tiene mucho sentido. No es completamente inaudito que
algunos guerreros sean célibes. Lo eligen para no dejar que esas cosas
les distraigan. Padre sabía que estaba a salvo con Kazuo o, más
probablemente, que lo atraería al matrimonio.
—Sabía que nunca sería capaz de decirte que no. Que te querría más
que nada. —
— ¿Crees que puedes aguantar toda mi polla como una buena puta? —
me pregunta, usando palabras que sabe que aumentarán mi necesidad
de él.
—Sé que puedo. — Empujo hacia abajo, haciendo que se hunda un poco
más en mí.
— ¿Acabas de...?—
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Lo veo luchar por el control mientras cualquier dolor que haya sentido se
desvanece. Solo queda la sensación de plenitud. Puede que acabe de
correrse, pero sé que quiere moverse. Puedo verlo escrito en su cara.
Quiere soltarse y cazar dentro de mí y reclamar más de mí. Me encanta
ser la única que podrá ver esta faceta suya. Mi sexo se agita alrededor
de su polla, deseando eso también. Quiero sentir a Kazuo con cada paso
que dé mañana. Levanto las piernas y las envuelvo alrededor de él.
—Dámelo, Kazuo. — Levanto las caderas para mostrarle que estoy lista
para más. Puedo soportarlo. —Suéltalo.
—Bien. —
tengo suficiente con ella. Es todo lo que pensé que nunca tendría.
Página
— ¡Jefe!— Ken entra corriendo por la puerta de la oficina.
— ¿Qué hace Kuzi aquí?— Mei se precipita hacia él. — ¡Dios mío,
deberías estar adentro! Podría ser peligroso.
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— ¿Esto está pasando de verdad?— Mei se cubre la cara con las manos.
Me estiro y las alejó, luego beso cada una. —Esto es real. Tú y yo somos
lo más real que he conocido. —
Toru silba alto y agudo. —Bien, chicos, vuelvan a la casa. Nuestro trabajo
aquí ha terminado. —
—Muy feliz. — abre sus piernas y me recibe entre sus muslos. —Nunca
he sido más feliz. —
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Ella lo mira fijamente mientras liberó mi polla y le quitó las bragas. —Es
tan grande y brillante. Y me encantan los ópalos a los lados. Son mis
favoritos. —
***
113
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—Llevan una semana comprometidos, ni siquiera se han casado todavía,
y ya no consigo que te concentres. — Toru gime y se frota el puente de
la nariz.
Pone los ojos en blanco. —Le encantará cualquier cosa que elijas.
¿Cómo va de compras? Recibo constantes mensajes de Ritsu, Ken y los
otros seis que enviaste para vigilarla. Creo que están aburridos de estar
en una tienda de ropa. — Su teléfono suena en el momento justo.
— ¿Qué?
Toru asiente. —La verdad es que es una muy buena idea. Ya está hecho.
Ah, y las otras familias han aceptado todas sus invitaciones a la boda.
Estarán aquí.
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MEI
que está pasando con los Itos. Sé que tenerme protegida tranquiliza a
Página
Hago lo que me dice, abriendo bien la boca para él. Lentamente, guía su
polla hasta mis labios. Nunca me deja hacer esto, siempre quiere estar
dentro de mí más que nada. Pero esta vez, quiero probarlo.
Kazuo gruñe pero se levanta del sofá. Se arregla la ropa antes de bajarme
el vestido y recoger mis bragas rotas del suelo. Se las mete en el bolsillo.
Me siento y me aliso el pelo para parecer un poco más arreglada.
—No vamos a esperar una llamada. Quiero que todos estén listos para
salir en cinco minutos, excepto los guardias normales de Mei. —
—No. —
Intentó protestar, pero Kazuo me echa por encima del hombro. — ¡No te
atrevas!— Grito mientras me lleva por las escaleras. — ¡Kazuo! Bájame.
— Me contoneo, intentando liberarme, pero es inútil. No se detiene hasta
que estamos en el dormitorio. Me deja en la cama.
alcance.
—Volveré pronto. —
Debería haberme llevado con él. Creo que se olvida de que no solo las
cerraduras son buenas para escapar.
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KAZUO
—Al llevarse a Hideo, los Itos han sellado sus destinos. Si alguno de los
miembros de las familias se sentía un poco aprensivo con sus ataques
contra ellos, ese remilgo ha desaparecido. Ellos verán a los Itos como
una amenaza, ahora más que nunca. Un comodín, que sale a la fuerza y
hace daño a la estructura de poder. —
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Toru tiene razón. Este es el clavo en el ataúd para los Itos. Aun así, nunca
hubiera usado a Hideo como carnada. Especialmente no ahora que va a
ser mi suegro.
Eso hace que una sonrisa irónica aparezca en mis labios. —Como
agarrar a un tigre por la cola. —
—Más o menos. —
—Está arriba. — Una vez más, tengo a Ito acorralado. No tiene dónde ir.
Solo tengo que superar a sus matones en la parte superior de la escalera.
Justo cuando estoy considerando más granadas, oigo gritos y aún más
disparos. Me asomo a la esquina y veo a Toru y a sus hombres
reventando las ventanas de la parte superior del edificio y acribillando a
los guardias de Ito.
Una vez que llegó al rellano, Toru salta desde una de las ventanas y
aborda a un soldado, luego lo azota con la pistola con una puta venganza.
Me detendría a admirar su trabajo, pero tengo mayores preocupaciones.
Solo hay una puerta aquí arriba que lleva a las oficinas. Me echo hacia
atrás, la derribó de una patada y me tiro al suelo cuando pasan los
disparos. De espaldas, apuntó hacia arriba, dejando caer un hombre tras
otro. Mis soldados entran a raudales, terminando el trabajo mientras me
pongo en pie y me abro paso hasta la parte de atrás. Cuando llego, solo
quedan Hideo, Isamu y Rai en una larga mesa de conferencias.
—Ya era hora. — Mira a Rai, que tiene una pistola en la cabeza. —Estos
idiotas ni siquiera me ofrecieron té. —
Isamu, con un aspecto más cansado del que nunca le he visto, se hunde
en una de las sillas de cuero. —Rai, se acabó. —
Asiente lentamente. —Es cierto. Supongo que tienes razón. Esto fue
bastante inesperado, aunque admito que ver todo este derramamiento de
sangre me recuerda a mis viejos tiempos. —
— ¿Yo?— Rai sacude la cabeza. — ¡He comenzado una nueva era para
los Itos! Una vez que mate a estos dos, podremos... —
— ¡He traído galletas!— La voz de Mei corta las tonterías de Rai, e incluso
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restantes de esta mañana, pero prometo que están muy buenas. Semillas
de sésamo. —
Aprieto los dientes. Voy a matar a su guardia personal cuando salga de
aquí.
Rai cae de rodillas mientras Hideo le quita el arma con calma, la pone en
la cabeza de Isamu y aprieta el gatillo.
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MEI
— ¡Sakura!— La voz de mi esposo brama por toda la casa. Una risita sale
de debajo del fregadero y me hace sonreír.
—Eso es cierto. — Una sonrisa tira de sus labios. Está lleno de ella. Le
encanta que Sakura sea astuta. La niña puede aparecer de la nada y salir
de cualquier cosa. Su cuna era una broma. Ha aprendido a salir de ella
en un abrir y cerrar de ojos. El temporizador de mi siguiente tanda de
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—Tengo todos los carbohidratos mientras estoy aquí. — Toma una de las
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—Sé que lo hacía fatal. — Suspira. —Creía que se le daría mejor que a
mí, pero me equivoqué. —
—La pena te hace eso. Sabía que nunca amaría a Sachi. Mi corazón
estaba a salvo, pero ella estaba más rota de lo que yo creía entonces.
Estaba recurriendo a mi propia culpa. —
— ¿Por mamá?— Nunca habla de ella, aunque aún cuelgan fotos suyas
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en la casa.
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—Puedo luchar contra muchas cosas, pero el cáncer no es una de ellas.
—
Asiente.
—Para ti sí. —
Amo a este hombre con todo lo que soy. No cambiaría ni una sola cosa
que me haya puesto en el camino hacia él. Toda mi rebeldía me llevó
directamente a mi pareja perfecta.
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MINK escribe romances dulces y salados que siempre satisfacen con un felices para siempre.
El trabajo de sus sueños es Editora en Jefe en Cat Fancy, y se la puede encontrar con un gatito en su
regazo, su Kindle en la mano y una taza de café humeante a su lado.
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