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TRADUCCIÓN
Sotelo

CORRECCION Y LECTURA FINAL


Kelly C.

DISEÑO
Botton

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KAZUO

—Lo siento. No sabía que los Ito tenían idea de que estábamos usando
ese muelle para envíos. — Mi soldado tiembla, la sangre gotea de su
nariz rota.

—No creo que eso sea cierto. — Toru sacude sus dedos y luego desliza
sus nudillos de latón. —Creo que sabías exactamente lo que estabas
haciendo. — le da un golpe, los huesos crujen y mi soldado grita.

—Nadie puede oírte. — Suspiro y me apoyo en el marco de la puerta para


esperar a que se calmen los gritos.

—No mientas y no tendré que hacerte daño. — Toru le dice con un tono
serio mientras se limpia la sangre de los nudillos. —Puedo hacer esto
rápido, pero eso depende de ti—

Me masajeo las sienes. La guerra silenciosa que los Itos han estado
librando contra mí finalmente está empezando a afectarme. Quieren
controlar a todos los Yakuza de esta ciudad, pero esto no funciona así.
Las familias fundadoras se reparten las riendas, igual que en Japón. Pero
Isamu Ito ya ha destruido toda la línea Yoshiko, fracturando las familias y
ahora ha puesto sus ojos en mi imperio.
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— ¿Qué te ha ofrecido? ¿Dinero? ¿Posición?— Toru pasa la mano por
una mesa llena de herramientas, todas ellas pulidas y limpias... por ahora.
Es meticuloso con sus herramientas, como lo es con todas las cosas.

—Por favor. — balbucea el soldado. —No lo sé. No sé nada. Te prometo


que nunca... —

— ¡Basta!— le digo con brusquedad y avanzó hacia él— Tus acciones


han matado a siete personas. Siete. Dos mujeres que no volverán a casa
con sus hijos. ¡Cinco hombres que tenían familias esperándoles, que
dependían de ellos! Trabajaban para mí. Me ocupé de ellos. Eran mi
responsabilidad. ¡Y tú los mataste con tu traición!— Mi rugido parece
resonar en las paredes y magnificarse al igual que mi rabia.

Se lamenta.

Arrebató una cuchilla de la bandeja de Toru y se la clavó en el muslo al


soldado. — ¡Dime la puta verdad!—

Vuelve a gritar, y le doy una palmada en la boca ensangrentada,


conteniendo su dolor y haciendo que se lo trague.

—Maldita sea, Kaz.— Toru asiente con aprecio. —A eso me refiero. —

—Te voy a dejar hablar. — Miró fijamente a los ojos aterrorizados del
soldado. —Y más vale que las palabras que salgan de tu boca sean la
puta verdad. ¿Entendido?

Parpadea, con sorpresa y agonía en sus ojos.

Le suelto la boca.
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Respira entrecortadamente y luego otra vez.


—Es mejor que las próximas palabras de tus labios sean la verdad. —
Toru se inclina, con las manos en las rodillas. —Porque nunca he visto a
Kaz tan enojado. No sé qué te hará si vuelves a mentir, pero me muero
por saberlo. —

El soldado gime. Entonces todo su comportamiento cambia, su cuerpo se


vuelve flácido mientras moquea patéticamente.

Toru me mira, con sorpresa y orgullo en sus ojos.

—Sí. — El soldado deja caer la cabeza hacia delante, su cobardía es


evidente al no poder encontrar mi mirada. —Sí, Ito dijo que si le daba
información, me pondría a cargo de tus posesiones una vez que te
matara. Dijo que lo tendría todo. Todo lo que tenía que hacer era... —
suspira. —Hablarle de tus negocios. Los envíos. El dinero. Tus
movimientos. —

Me alejo y miro fijamente al traidor, con la ira hirviendo en mi interior.

Toru elige una hoja ancha de su mesa. — ¿Cuánto le dijiste antes de que
te atrapáramos?

—Lo siento. — Comienza a balbucear de nuevo, pero cuando Toru agita


la hoja frente a su cara, se desahoga. —Le conté lo del almacén y las
drogas. Yo... yo soy la razón por la que están muertos. Se lo dije. Pensé...
pensé que iba a matarlos esta noche. Pensé... — Sus palabras se
desvanecen, y casi puedo compadecerme de él cuando por fin se da
cuenta de lo incauto que ha sido. Pero no tengo espacio para la
compasión. No cuando tengo siete cuerpos que enterrar.

Toru me mira, con las cejas levantadas y la espada preparada. Le hago


un gesto con la cabeza, luego me doy la vuelta y subo las escaleras. —
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Envía su cabeza a Isamu. Que vea lo que ha conseguido con su traición.


— Atravieso la puerta de la casa principal y me dirijo a zancadas hacia mi
despacho.

Mis hombres no pestañean a pesar de la sangre en mis manos, la sangre


salpicada en mi camisa.

—Señor. — Uno de mis hombres me pisa los talones.

— ¿Qué?— ladró.

—El paquete que esperaba del Sr. Nakamura está aquí.

— ¿Paquete?— No recuerdo haber esperado un paquete de mi antiguo


mentor. — ¿De qué demonios estás hablando?— Me abalanzo sobre él.

Palidece. —En la puerta principal. — dice mansamente.

Pasó por alto mi despacho y salgo corriendo por el pasillo hasta el


vestíbulo.

Cuando llego, me detengo. No hay nada que hacer.

Hay una chica de pie, con los ojos muy abiertos puestos en mí, más
concretamente, en la sangre que me cubre. Su perfecta boca de puchero
se abre y se encoge contra la puerta. Es hermosa y a la vez está fuera
de lugar, como una flor que florece en medio de un campo de batalla.

La miró fijamente.

Ella se estremece.

Por fin encuentro mi voz. — ¿Quién demonios eres tú?—


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— ¿Mei?— Dice su nombre, pero es más bien una pregunta. Luego
inclina su barbilla hacia arriba y lo intenta de nuevo. —Mei Nakamura. —

— ¿Eres... eres la hija de Hideo?— ¿Qué diablos está haciendo ella aquí
de todos los lugares?

—Lo era. — Cruza los brazos sobre el pecho. —Pero lo repudio. Es malo.
— Un débil maullido proviene del equipaje junto a sus pies. Jadea y se
agacha para abrir una pequeña maleta. —Lo siento, Kuzi. Me he
distraído.—

Saca un gatito esponjoso del bolso y se queda de pie, con el gatito en la


mano. — ¿Dónde está mi habitación?—

Jó. De. Me.

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MEI

Hago lo posible por mantener mi rostro neutral. Kazuo me atrapa


completamente desprevenida y no porque esté cubierto de sangre. Claro,
no estoy acostumbrada a ver a la gente cubierta de ella. Mi padre trató
de protegerme de esa parte de su vida hasta cierto punto.

No lo ocultó exactamente, pero tampoco me lo puso en la cara. Sabía lo


que ocurría en el gigantesco cobertizo de la parte trasera de nuestra
propiedad, pero mi padre nunca tenía sangre cuando volvía a entrar. Pero
si tuviera que adivinar, dudo mucho que mi padre se haya ensuciado las
manos.

Me tomó más por sorpresa lo malditamente caliente que estaba Kazuo


cuando apareció. Pensé que tendría la edad de mi padre, con el pelo
canoso y tal vez una barriga que intentaba ocultar con sus caras
chaquetas de traje. Así es como lucen muchos de los hombres de alto
rango de otras familias con las que trata mi padre. Esa fue mi experiencia.
Los soldados solían ser más jóvenes y estar en buena forma. A eso me
recuerda Kazuo. Pero, sin embargo, exuda un poder y una confianza que
no se suelen ver en alguien de su edad.

El hombre es un gigante, incluso para los estándares americanos.


Apuesto a que apenas llegó al centro de su pecho. Un pecho que está
cubierto de gruesos músculos. No puedo apartar los ojos de él. Siguen
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recorriendo cada centímetro de él, deteniéndome cuando llegó a sus


grandes manos. ¿Por qué no puedo dejar de mirar sus manos cubiertas
de sangre? Son enormes. También están sin anillo de boda.

Apuesto a que podría romper el cuello de alguien con una de ellas. Te


garantizo que para él sería tan fácil como partir una ramita. Mi mente
empieza a divagar como suele hacerlo, preguntándome por qué mi padre
nunca me ofreció a Kazuo como opción de matrimonio cuando lo hizo con
algunos de los otros hombres en el poder. Quizá lo hizo y Kazuo dijo que
no. Ese pensamiento me amarga un poco el ánimo.

— ¿Entonces?— Me relamo los labios cuando no responde. —Tengo una


habitación, ¿verdad? ¿Tal vez en la casa de la piscina?— Eso sería
genial. Tener mi propio lugar. Un lugar en el que no tenga que
preocuparme de que todos mis movimientos sean vigilados.

— ¿No deberías estar en la escuela o algo así?— pregunta Kazuo. Kuzi


se mueve entre mis manos. Creo que le da miedo el grandulón.

—No quería ir a la universidad, y me echaron de mi último internado. —


Pongo los ojos en blanco. —Terminé mis clases por internet. —

— ¿Te echaron?

—Sí. —sonrío con orgullo. Hace falta mucho para que te den la patada
cuando eres la hija de Hideo Nakamura.

La escuela era horrible. Era imposible hacer amigos. Todo el mundo me


ignoraba. Por fin pude sacarle a mi compañera de cuarto la razón por la
que no le gustaba a nadie una noche en la que me encontró llorando. Se
apiadó de mí. Me explicó que no era que no les gustara. Sus padres les
dijeron que se alejaran de mí. No podía culparlos. No con mi apellido. Mi
padre puede ser un hombre temible.
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— ¿Por qué? — pregunta, dando un paso adelante, pareciendo intrigado.


—Acompáñame a la casa de la piscina y te lo diré. — Juro que sus ojos
se abren de par en par por la sorpresa, pero la oculta rápidamente.

— ¿Crees que puedes negociar conmigo, pequeña?— Vaya. Un


estremecimiento recorre mi cuerpo ante su tono severo.

Me encojo de hombros y trato de hacerme la interesante.

—No te vas a quedar en la casa de la piscina. —

— ¿Por qué no?— resoplo. Sus ojos se dirigen a mi boca. Me pareció


que lo había hecho antes cuando los lamí. Pienso en mi madrastra y en
cómo actúa cuando quiere algo de mi padre. —¿Y si soy una chica
buena?— levantó el labio inferior. — ¿Entonces puedo quedarme en la
casa de la piscina?

—No. — Gruñe la única palabra.

—Suenas como un cambiaformas. — Me río, pero Kuzi se estremece en


mi mano. —Y no asustes a mi bebé, gran bruto. — Lo meto debajo de mi
barbilla. —Está bien. Es un oso de peluche gigante. No te va a hacer
daño. — intentó tranquilizarlo.

— ¿Un oso de peluche gigante?— Kazuo refunfuña en voz baja. Se


masajea las sienes como si le diera dolor de cabeza. Mi madrastra
siempre hacía eso cuando se frustraba conmigo.

—Se lo digo para que no se asuste. — susurro.

—Sígueme. — ordena antes de encaminarse hacia una de las dos


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escaleras curvas. La verdad es que es muy bonito. Las dos suben y se


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juntan en el centro en la parte superior. Me quedo ahí. No se da cuenta


de que no lo sigo hasta que está a mitad de camino.
—No soy un perro. — digo con aspereza. No sé qué me ha pasado.
Puede que haya sido el comentario de chica buena. Ahora estoy
probando los límites.

—No, desde luego que no lo eres, pero si quieres un dormitorio, será


mejor que muevas tu culito por las escaleras. —

Pensando que ya he presionado lo suficiente, subo las escaleras pero


tomó el conjunto del otro lado. Refunfuña algo en voz baja y se reúne
conmigo en la parte superior.

—Traigan sus cosas. — les dice a los dos hombres que están atentos en
la puerta principal.

—Gracias, Ritsu y Ken. Son dos joyas. — les digo a los dos hombres.

Los ojos de Kazuo se dirigen a mí. Creo que está a punto de decirme que
no hable con sus hombres. No se me permitía hablar con los hombres de
mi padre más allá de hacer algunas preguntas. Todos hicieron lo posible
por ignorarme. Con Ritsu y Ken, han sido educados conmigo mientras
esperaba a Kazuo e incluso me han dicho sus nombres cuando les he
preguntado.

Tengo que admitir que me dio un poco de vértigo tener una conversación
con ellos. Nunca he podido hablar con chicos o con hombres. El internado
al que asistí era solo de chicas. Siempre que tengo la oportunidad de
hablar con alguien del sexo opuesto, me resulta emocionante. Toda mi
vida he querido tener un novio. Mi madrastra insiste en que estoy loca por
los chicos. No puedo evitarlo. Mis mejores amigos vienen de los libros, y
adoro las novelas románticas. Así que, ¿por qué no añadir un novio a la
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mezcla?
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A pesar de lo divertido que fue hablar con los dos hombres y el conductor
que conocí cuando mi avión aterrizó en Estados Unidos, ninguno de ellos
marcaba ninguna de las casillas que requería en un novio. Tengo una
lista muy específica. Una que añadiré cuando llegue a mi nueva
habitación. Las manos gigantes definitivamente van a estar en ella.

—Por aquí. — Me hace un gesto para que camine delante de él. —A tu


izquierda. — La casa es enorme. Supongo que un camino lleva a los
aposentos de Kazuo y el otro lado es el ala para que se alojen los
invitados.

Cuando llegamos a las altas puertas de hierro de la finca, había cinco


hombres vigilando. Por lo que pude ver, hay un gigantesco muro de piedra
que rodea toda la propiedad. Este lugar es una fortaleza. Creo que puede
ser más grande que la de mi padre.

— ¿Tu dormitorio está en el otro lado de la casa?— me asomo al pasillo


de la derecha. Tiene el mismo aspecto que el de la izquierda. Las paredes
están revestidas de arte y hermosos detalles.

—Te quedas en este lado. — dice, sin responder a mi pregunta. Recorro


el largo pasillo, pasando por algunas puertas. Al final hay dos grandes
puertas dobles. Supongo que son para entrar en la suite principal. —A tu
derecha. Tomarás esa habitación. — Es la última puerta antes de las
puertas dobles.

— ¿Y esa habitación?— Señalo las puertas dobles. —Apuesto a que hay


una bañera gigante en esa habitación. —

—La hay, pero esa es mi habitación. —


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—Oh. —
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—Voy a ducharme. Tú acomodate. — Abre mi puerta, pero retrocede. —
Entra, Mei. —

La forma en que mi nombre sale de su lengua me hace asentir y entrar


en mi habitación. En el momento en que lo hago, sostiene el pomo y cierra
la puerta detrás de mí.

— ¡Hey!— La agarró e intentó abrirla, pero el pomo no se mueve. — ¿Qué


demonios? ¡Bastardo! — Grito a través de la puerta. Cuando Kuzi se agita
en mis brazos, dejó de gritar.

—Volveré por ti más tarde. — dice a través de la puerta. Quiero gritar


más, pero no lo hago por Kuzi. No quiero asustarlo más de lo que ya está.

Miró fijamente la puerta cerrada. Si Kazuo cree que puede mantenerme


encerrada en mi habitación, va a aprender, al igual que mi padre, lo bien
que le funciona eso a cualquiera.

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KAZUO

La sangre corre por el desagüe, tiñendo de rosa la baldosa blanca hasta


que fluye clara. Apoyo el antebrazo en la pared y reclinó la cabeza contra
ella.

Decir que tengo preguntas es decir poco. ¿Por qué demonios me enviaría
Hideo a su hija? ¿Y sin avisar? No tiene sentido.

Más que eso, ¿por qué es ella tan...? No puedo poner mi dedo en lo que
es exactamente, pero mi polla ciertamente tiene una opinión. Está tan
dura que puedo sentir los latidos de mi corazón palpitando en ella.

Cierro los ojos y bajó la mano, acariciándome lentamente mientras


recuerdo su cara, la forma en que me miraba con sus grandes y hermosos
ojos. Su falda rosa. El jersey blanco que oculta unos pechos pequeños y
perfectos. Es como una fantasía florida, una nube suave en la que quiero
enterrarme.

No tardo en correrme con un gemido. He pensado en ella todo el tiempo.


Mei. La dulce y descarada Mei. ¿Qué demonios está haciendo ella aquí?

Tengo que resolver esto. Pronto. Hay demasiada muerte y guerra aquí
con los Itos. Hideo no debe darse cuenta que envió a su hija directo a la
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boca del tigre. Debería enviarla de regreso.


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Enjabonandome, pienso en su partida. No debería molestarme. Después
de todo, ella acaba de llegar. En todo caso, es una carga. No necesito
que nada me distraiga de servir la venganza a la familia Ito. Pero solo la
idea de que salga por la puerta principal y se suba a un avión de regreso
a Japón me molesta. No porque la quiera. Quiero decir, tal vez me he
corrido con fuerza mientras gemía su nombre, pero eso es solo un extraño
efecto secundario de verla justo después de cometer violencia. Tiene que
serlo. Estoy bajo mucho estrés.

Pero si la mandó de regreso, estará a salvo de los Itos y fuera de mi


camino. Cierro el grifo y salgo de la ducha. La idea de que se vaya todavía
me inquieta.

Quizá... Quizá esté aquí porque Nakamura sabe que estará más segura
conmigo. ¿Y si hay problemas en Tokio? Si ese es el caso, entonces
probablemente esté mejor aquí conmigo. Incluso con los Itos respirando
en mi cuello, no tengo ninguna duda de que puedo proteger a Mei. Ella
no tendrá que preocuparse.

Suspiro al pensar en toda la gimnasia mental que acabo de realizar. Al


menos he conseguido aterrizar y Mei se queda.

Me visto rápidamente, me detengo ante el espejo y me pasó una mano


por el pelo oscuro, luego intentó alisarlo un poco. No es que me importe
mi aspecto. Quiero decir, estoy en casa. No importa. Estoy rodeado de
soldados. Pero ahora... Ahora Mei también está aquí. No puedo permitir
que le diga a su padre que estoy flojeando. Así que sigo alisando mi
cabello hasta que esta presentable.

Tengo más asuntos que tratar hoy, incluyendo el de proveer a las familias
que perdieron a sus seres queridos gracias al traidor que hay entre
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nosotros. Una vez que haya hablado con ellos, tengo que enviar refuerzos
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a mis otras operaciones y tranquilizar a mis trabajadores personalmente.


Después, reuniones con las otras familias. Tengo que traerlos a mi lado.
Ito ha ido demasiado lejos, y ahora es el momento de acabar con él.

Así que tengo que poner a Mei en línea. No tengo tiempo para ninguno
de sus problemas. Claramente tiene algunos, dada su actitud y el hecho
de que fue expulsada de la escuela. ¿Qué es lo que hizo? No importa.
Eso no importa. Lo que importa es que ahora está bajo mi control, y tengo
la intención de mantenerla a salvo para Hideo.

Con una nueva determinación, abro la puerta de mi habitación y me dirijo


a la suya. La abro y golpeo ligeramente la madera. — ¿Mei?—

No hay respuesta.

— ¿Mei?— Vuelvo a llamar.

Silencio.

Mierda. ¿Y si he sido demasiado duro con ella? ¿Y si está llorando? Ese


pensamiento me produce un escalofrío. ¿Y si la hice llorar? No. No me
gusta nada la idea de eso.

—Mira, quizás hemos empezado con mal pie. La sangre no es algo


común. Solo fue un mal momento. Podemos hablar de tu estancia aquí y
hacer los arreglos para conseguir todas las cosas que tu gatito necesita.
— Hago una pausa, y cuando todavía no hay respuesta, respiró
profundamente. —Mira, siento haber sido brusco, ¿de acuerdo? ¿Puedo
entrar, por favor?— Gracias a Dios que Toru no está aquí arriba
escuchando cómo me arrastro.

Justo cuando digo eso, dobla la esquina en la parte superior de las


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escaleras, con una sonrisa en la cara.


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Doble mierda. — ¿Qué?— ladró.


—Te he oído hablar. ¿Qué estás haciendo?

Señalo la puerta. —Estoy hablando con Mei. —

Su sonrisa de satisfacción no hace más que crecer.


—¿Sí?—

—¿Quieres algo, Toru?— Dejó entrever mi irritación. —Estoy ocupado


ahora mismo. —

— ¿Ocupado hablando con Mei?— Se apoya en la pared junto a un jarrón


de valor incalculable.

—Sí. ¿Qué demonios te pasa?—

—No me pasa nada. Eres tú el que está hablando con una puerta. —

—Mei. — corrijo. —Estoy hablando con Mei. —

—Eso es interesante ya que Mei está en el jardín con Ritsu, Ken y su


gato. —

— ¿Qué mierda?— Me muevo antes de poder pensarlo. Bajo las


escaleras a toda prisa y me dirijo al jardín trasero. Pasada la piscina,
encuentro a Mei sentada bajo una glorieta con su gatito en el regazo y
mis hombres revoloteando a ambos lados.

Mis manos se cierran en un puño, y puedo jurar que siento cómo se


dispara mi maldita presión sanguínea.
— ¡Ritsu, Ken!—
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Se ponen en guardia.
— ¡A sus puestos!— ladró.

Intercambian una mirada y se dirigen a paso ligero hacia el jardín


delantero.

Mei me mira, con la boca fruncida. —Estábamos hablando. —

Me acerco a ella, observando su rostro inocente. Dios, ¿tiene alguna idea


de lo irresistible que parece? Por supuesto que esos imbéciles quieren
estar cerca de ella.

—Si necesitas hablar, habla conmigo. ¿Entendido?

—Pero estabas en la ducha. — Sus mejillas se tornan de un rojo intenso.


—Y tú estabas muy ocupado en la ducha. —

Jodeeeeer. — ¿Viste?

Se encoge de hombros. —Yo escuche. —

¿Por qué me excita eso? No lo sé, pero lo hace. Se me pone dura solo
de pensar en que me vea o me escuche acariciarme mientras pienso en
ella. — ¿Cómo has salido de tu habitación?—

Mueve las cejas. —Tengo una serie de habilidades particulares. —

La miro y me imagino agarrando su cabello con mi mano y dándole a su


boca inteligente exactamente lo que necesita. Me inclino y la miro a los
ojos.

Se queda sin aliento y le miro los labios mientras digo: —Yo también—
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MEI

No sé cómo piensa que su amenaza velada podría asustarme con su


boca tan cerca de la mía. Está justo ahí. Si me inclinara solo un poco, nos
estaríamos besando. Por fin tendría el primero. Es demasiado tentador
para mí como para dejarlo pasar. ¿Quién sabe si tendré otra oportunidad
con él? Así que cierro los ojos y aprieto mi boca contra la suya.

Todo su cuerpo se paraliza. Estoy segura de que se sorprende de que lo


haya hecho, pero ¿qué podía hacer? Una chica necesita que la besen a
veces, y es él quien pone su boca tan cerca de la mía. Una boca con los
labios llenos. Todo en este hombre es realmente grande.

—Se supone que tienes que devolverme el beso. — susurro después de


que nos quedemos ahí durante un largo momento con solo nuestras
bocas apretadas.

—Mei... — No tiene la oportunidad de terminar lo que va a decir porque


deslizo mi lengua por sus labios separados.

Gime y sus dedos se introducen en mi pelo, agarrando un puñado. De un


tirón, me echa la cabeza hacia atrás y se hace cargo del beso. Su lengua
se introduce en mi boca, enredándose con la mía. Santa mierda.
Rápidamente veo que me he metido en un problema. Sin querer parecer
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una mojigata o que no tengo ni idea de lo que estoy haciendo, hundo mis
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dientes en su labio inferior para darle un pequeño mordisco.


Un gruñido sale de él mientras se echa hacia atrás. —Me has mordido.
— Se lame el labio inferior. No estoy segura de sí lo dice como si fuera
algo malo o bueno.

—Bueno, nadie me da de comer por aquí. — Me pongo las gafas de sol


y vuelvo a acariciar a Kuzi, intentando fingir que todo mi mundo no acaba
de volcarse. No me extraña que la gente siempre se esté besando. Es
increíble.

Kazuo me mira fijamente. Su rostro es ilegible. ¿Por qué lo he mordido?


No fue un mordisco fuerte. Un pequeño mordisco es todo. Quería ser sexy
y que él pensara que estaba a su altura. Pero mi plan parece que me ha
salido el tiro por la culata. Ahora ya no me va a besar.

—Toma a tu gatito y te daré de comer. —

— ¿Cocinas?

—Te dije que tengo unas habilidades muy particulares.

Resoplo una carcajada. — ¿Cocinando? Creía que eran cuchillos sin


duda, pero no pensé ni por un segundo que fueran cuchillos de cocina.

—Uno de tantos. —

Muevo la nariz, pensándolo bien. Ahora está siendo muy amable. ¿Fue
mi beso lo que cambió su tono hacia mí? Cuando mi madrastra se pone
a coquetear con mi padre, él hace todo tipo de cosas por ella. No puedo
creer que sea buena en esto de la seducción. Se tocaba mientras
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pensaba en mí. — ¿Pensar en mí cocinando te hace sonrojar, Mei?


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—No, es por el sol. — me pongo de pie con Kuzi en mis manos. Las
mujeres que seducen a los hombres no se sonrojan, así que obviamente
no me estoy sonrojando.

—Haré que pidan protector solar. — me pasa los nudillos por la mejilla.
Su toque es suave. —Una piel tan suave necesita protección. —

Lo miro fijamente, sorprendida. Tengo que luchar para no inclinarme


hacia su tacto. Ya no es el guerrero cubierto de sangre de antes. Ha sido
sustituido por este gentil gigante que ahora está frente a mí. — ¿Qué más
crees que vas a necesitar? ¿Suministros para el gatito?— Suelta la mano
y empieza a caminar. Lo sigo rápidamente.

—Sí, necesitaré de todo. Acabo de recibirlo. — Beso la parte superior de


la cabeza de Kuzi. —Mi padre nunca me dejaría tener uno, así que
cuando me fui lo conseguí.

—Sobre eso. — Kazuo ralentiza sus pasos cuando ve que prácticamente


tengo que correr para seguirle el ritmo. — ¿Te has escapado o realmente
te ha enviado Hideo aquí?

—Supongo que depende de a quién le preguntes. —

—Te pregunto a ti. —

— ¿Aún no has hablado con él?— Curioseo, tratando de ver cuánto sabe
Kazuo.

—Todavía no. —

— ¿Demasiado ocupado en la ducha?— Me burlo.


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—Algo así. — Abre la puerta trasera y me la sujeta. —El sol te está


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tocando la piel otra vez, Mei. —


Lo fulmino con la mirada mientras me deslizo junto a él.

Sus labios se mueven, una sonrisa tirando de ellos. Si antes pensaba que
Kazuo era guapo, cuando sonríe es algo totalmente distinto. No estoy
segura de estar preparada para lidiar con esta nueva faceta suya.

—Todos fuera. — dice cuando entramos en la cocina. Todos se


dispersan, dejándonos a Kazuo y a mí solos una vez más. Me acerco a
la gigantesca isla de la cocina y dejo a Kuzi sobre ella.

— ¿Puedo tomar uno de estos?— Miró una de los cupcakes que está
bajo una tapa de cristal. —Sachi nunca tenía dulces en casa. Decía que
los carbohidratos son el diablo. ¿Cómo pudo decir eso cuando se casó
con mi padre?— Me quedo sin palabras.

Los labios de Kazuo se mueven de nuevo.

Un revoloteo excitado me llena la barriga.

Mi padre no es el diablo en sí mismo. Quiero decir que estoy segura de


que algunos dirían que sí lo es. Solo me pregunto si realmente me quiere.
¿O cree que soy una carga con la que se ha quedado? Soy su única
heredera. Mi verdadera madre murió en el parto. Mi padre no se volvió a
casar hasta que yo tenía unos ocho años. Nunca he visto amor real entre
los dos. Son amistosos, pero me resulta extraño. No es algo que quisiera.
Intentó ser mi madre algunas veces, pero lo hizo fatal.

— ¿Sachi? Esa es tu madrastra, ¿verdad? Creo que la he conocido. —

—Si la conocieras, la recordarías. —


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Levanta la tapa por mí. Kuzi va trotando por el mostrador, inspeccionando
su nuevo espacio. Espero que Kazuo me diga que lo ponga en el suelo,
pero no lo hace. Tomó el cupcake y le quitó el papel.

Se encoge de hombros. —Recuerdo que pensé que le vendría bien un


cupcake. —

—A todo el mundo le vendría bien un cupcake. — coincido, hundiendo


los dientes en el cielo azucarado. Gimoteo. Sabe delicioso, pero no tanto
como el de Kazuo. Me mira fijamente. Me relamo los labios pensando que
tal vez tengo glaseado en la cara o algo así. — ¿Un bocado?— Le
ofrezco.

—Ya tendré mi bocado más tarde. — dice, la intensidad de sus ojos hace
que todo mi cuerpo se inunde de calor. Espero que se refiera a mí.
También espero que consiga el bocado antes de hablar con mi padre.
Porque después de eso, puede que no quiera saber nada de mí.

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KAZUO

Dejó caer los fideos udon en el caldo de pollo hirviendo y sacó una sartén
para dorar el kiri mochi.

—Esto ya huele bien. Me recuerda a casa. — Acaricia a su gatito y me


mira cocinar.

Siento su mirada en mi espalda, y por un breve segundo, me flexiono.


Cuando jadea, no puedo evitar mi sonrisa. Una parte de mí dice que esto
tiene que parar. Es la hija de Hideo. Es demasiado joven. Demasiado
inocente. Hay tantas razones por las que no debería pensar en ella como
algo más que un pupilo al que cuidar. Pero entonces ella me besó.

Mierda. Ese beso. Fue tan inesperado. Atrevido. Pensé que lo que pasó
en la ducha fue una simple descarga de presión. ¿Pero lo que pasó bajo
la pérgola? Fue algo mucho más.

Echo un poco de mantequilla en la sartén y agrego los cuadritos de kiri


mochi para que se doren. — ¿Qué estudiaste en la escuela?

—Umm, bueno, mi escuela era algo anticuada, así que hice lo habitual,
además de caligrafía y todo eso. —
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Página
— ¿Universidad?— Vierto su udon en un bol y lo cubro con el mochi
crujiente. Tomó una pequeña tabla de cortar y le cortó rápidamente un
poco de cebolla verde y rábano en rodajas finas.

—Vaya, eres muy bueno con el cuchillo. — Me mira para terminar. —


Como fluido. —

Deslizó el tazón frente a ella con un juego de palillos y una cuchara. —


Come. —

—Gracias. — Se sienta, y su gatito se acerca trotando y olfateando. —Lo


siento, Kuzi. No puedes comer esto. Es todo para mí. — Se lame los
labios.

Intento no mirar. — ¿Así que la universidad?— Vuelvo a preguntar.

Sopla la sopa caliente. —Bueno, papá quería que hiciera cosas de


contabilidad. Pero los números y yo no nos llevamos bien. Así que intenté
hacer literatura en su lugar. Eso no le gustó. Y para ser sincera, no me
gustó la universidad. —

— ¿Por qué no?

Prueba un bocado de fideos y mochi. El sonido que hace va directo a mi


polla.

— ¡Esto es increíble!— Sorbe los fideos y tengo que reprimir una


carcajada por lo linda que es cuando tiene hambre.

—Me alegro de que te guste lo que cocino. Ahora, continúa. ¿Qué tipo de
literatura quieres estudiar?
25
Página

Sus mejillas vuelven a ser del color de las flores de cerezo mientras le
doy una servilleta. —Bueno, me gustan todos los tipos de libros. —
— ¿Mmm-hmm?— Me inclino hacia atrás y cruzó los brazos.

Come un poco más y se retuerce en su asiento.

Sigo mirándola.

Se quiebra. —Romances, ¿de acuerdo? Me encanta un buen romance.


Creo que es un género muy infravalorado, sobre todo porque trata del
cumplimiento de los deseos femeninos y se centra en la mirada femenina.
Es así de subversivo, desafiando al patriarcado. —

No es de extrañar que ella y Hideo estén enfrentados. Él es un estricto


tradicionalista. Tener una hija que lee romances y abraza cualquier cosa
‘subversiva’ no lo haría feliz en lo más mínimo.

— ¿Así que eres una rebelde?— Pregunto.

—No. — Termina su bol de udon y se limpia la boca con la servilleta. —


Simplemente no me gusta que me digan lo que tengo que hacer todo el
tiempo. Lo que hay que llevar. Cómo mirar. Todo eso. Y estar rodeada de
gente que sabía quién era mi padre tampoco ayudaba. Todo el mundo
me tenía miedo. No tenía amigos. Nada de nada. Y los chicos ni siquiera
me miraban porque sabían... —

—Bueno. — pongo mis palmas en la isla.

— ¿Qué?— arquea una ceja.

—He dicho que es bueno que los chicos no te miren, Mei. — Odio la idea
de que algunos pequeños imbéciles imaginen que tienen una oportunidad
26

con esta descarada mujer.


Página

— ¿Por qué?—
—Porque no necesitas un chico. Necesitas un hombre.

—Oh. — Se lame los labios de nuevo.

La deseo. No tiene sentido negarlo ahora. No después de besarnos. Pero


maldita sea, esto me ha golpeado tan fuerte y rápido que estoy
empezando a cuestionar mi cordura. Nunca me he sentido así, nunca he
deseado algo tanto como la deseo a ella. No, no la deseo, la necesito.

Sus labios se separan cuando caminó alrededor de la isla hacia ella, con
la intención de probar su boca de nuevo.

— ¿Jefe?— Toru entra a grandes zancadas. Se detiene al ver mi cara y


mira rápidamente entre Mei y yo.

Maldito mal momento.

— ¿Qué?— Intento no soltar la palabra, pero sigue sonando con


irritación.

—Los Itos han convocado una reunión. Todas las familias Yakuza. —

— ¿Cuándo?— Aprieto los dientes.

—El viernes por la noche. Parece que llevan tiempo planeando esto. Van
a hacer un gran baile en su casa.

—Nada de lo que hace Isamu Ito es un accidente. — Hago crujir mis


nudillos. —Planeó el ataque contra nosotros y luego lo utilizó como
pretexto para reunir a las familias. Va a intentar hacer una jugada para
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conseguir más poder. —


Página
Toru asiente. —Suena bien. Utilizará nuestras pérdidas como pretexto,
dirá que puede proporcionar protección a todas las familias. Aunque sea
él quien esté detrás del ataque. —

—Exactamente. — Ya sabía que Isamu era un bastardo astuto, pero esta


nueva estratagema es un detalle que no vi venir. Pero no importa. Los
Itos pronto se extinguirán.

— ¿Cómo debemos jugar a esto?— Toru envía una mirada anhelante


hacia la olla de udon vacía. — ¿Hay más?

—Lo siento. — Mei se encoge de hombros y le muestra su cuenco vacío.


—Estaba tan bueno que no pude evitarlo. —

—No caigas en la cocina de Kaz. Al menos no hasta que hayas probado


su daifuku. —

— ¿Bolas de mochi dulce?— Los ojos de Mei se abren de par en par. —


¡Me encantan!

—Te las haré después de que me cuentes más sobre el motivo de tu


visita. — Arqueo una ceja hacia ella.

Arruga la nariz y toma a Kuzi. —Estaré en mi habitación.— Se marcha,


moviendo las caderas. Maldita sea, si no me excita con solo alejarse.

Toru se gira y me mira fijamente. Con fuerza.

— ¿Qué?— Me encojo de hombros.

—Ya sabes qué. —


28

—No es nada. —
Página
— ¿Lo es? Porque la forma en que ustedes dos se besaron en el jardín
dice lo contrario. —

Por supuesto que lo vio. Nada se le escapa a Toru. —Bastardo


escurridizo. —

—Mi trabajo es vigilarte. — Pasa el dedo por la olla de udon y lame el


caldo. —Maldita sea. Ahora tengo hambre. —

Suspiro. —Mei es inesperada, ¿de acuerdo? No sé qué pasa con ella,


pero voy a averiguarlo. —

—Tienes que llamar a Hideo. —

—Lo haré en cuanto amanezca por ahí. — Pongo la olla y el tazón de Mei
en el fregadero.

— ¿Y el baile de Ito?

Lo pienso un minuto más. —Dile a Ito que asistiré. —

— ¿De verdad?—

—Sí. Quiero ver cómo hace su discurso y pone en marcha su plan para
poder destrozarlo todo delante de su cara. Valdrá la pena. —

Toru sonríe como un tiburón. —Me parece bien. —

Salgo de la cocina y Toru me sigue.

— ¿No vienes a la oficina? — dice, con una voz teñida de humor.


29

—Tengo que ocuparme de algunas cosas en mi habitación. —


Página
—Mmm-hmm. — dice a mi espalda que se retira.

Pero ya me he ido, subiendo las escaleras y merodeando hacia la


habitación de Mei.

30
Página
MEI

— ¿Qué tienes aquí? ¿Ladrillos?— pregunta Daisuke mientras lleva otra


de mis cajas a mi habitación. Todos aquí han sido muy amables. Esto
está muy lejos de lo que pensaba que iba a ser.

—Libros. — Aplaudo con entusiasmo cuando deja la caja en el suelo. Me


apresuro a revisarlos.

En casa, los tenía escondidos para que mi padre no los viera. Desde que
Kazuo se mostró tan abierto y aceptó mi amor por los libros románticos,
creo que aquí podré colocarlos para poder contemplarlos. Hay gente a la
que le encanta poner obras de arte en su casa para mirarlas. Yo prefiero
mirar los libros. Aunque estén apilados en pequeños montones por toda
la habitación.

No pude empacar todo, pero logré sacar algunas de mis cosas favoritas
de mi dormitorio. Me ayudó el hecho de haber volado hasta aquí en un
avión privado. Eso significaba que podía llevar más cosas que si hubiera
estado en un vuelo comercial. Al menos esa es mi especulación. Nunca
me han permitido volar en otra cosa que no sea privada. Por lo que he
visto en las películas, creo que hay un límite de bolsas de algún tipo.

Estoy bastante segura de que mi padre pensó que si me metía en un


31

aeropuerto comercial podría tener la tentación de escabullirme. Suelo ser


Página

bastante buena en eso. Seguro que la idea se me habría pasado por la


cabeza si se me diera la oportunidad, pero probablemente me habría
reprimido sabiendo que no tenía ningún sitio al que ir.

Sé que soy ingenua en muchas cosas. No de las cosas que dan miedo
en la vida, extrañamente, sino de las cosas normales. No soy tan ingenua
como para darme cuenta de ello. Nunca podría decirte lo que cuesta un
galón de leche porque nunca he estado en un supermercado. Me han
regalado muchas cosas. Pero también me han negado muchas otras
cosas. Los libros son una de ellas.

—Son muchos libros. — Daisuke mira por encima de mi hombro dentro


de la caja. Todos los hombres son gigantes aquí en América, aunque
Daisuke parece un poco más joven que el resto de los que he visto.

Se dice que Kazuo y sus hombres son de los más feroces y temidos.
Nadie se atreve a cruzarse con ellos. Por eso estoy un poco sorprendida
por lo serviciales que han sido. El propio Kazuo me preparó algo para
comer. Es algo fuera de lo común para un hombre de su posición. Sé que
mi padre nunca ha movido un dedo en nuestra cocina. Claro que siempre
ha cuidado de que nada me falte, pero en forma de ayuda contratada.

La puerta de mi habitación se abre de golpe contra la pared. Doy un salto


y me doy la vuelta para ver a Kazuo asomando por la puerta, con una
expresión mortífera en su bello rostro. — ¿Qué está pasando aquí? —

—Estaba ayudando a la señorita Nakamura con el resto de sus cajas. —


se apresura a explicar Daisuke.

—No hay razón para que la puerta esté cerrada cuando estás a solas con
Mei. —
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—Lo siento, señor. — Daisuke agacha la cabeza.


Página

—Yo me encargo de Mei desde aquí. Vuelve a tu puesto.—


Daisuke sale corriendo de la habitación.

— ¡Gracias!— Gritó tras él, sin querer que piense que soy maleducada.
Intento mirar a Kazuo. —Me estás poniendo las cosas difíciles para hacer
amigos por aquí. No es que vaya a morder a tus hombres. — Aprieto los
dientes. — ¿O sí?— Le dedico mi mejor sonrisa. Es bueno mantener a
un hombre como Kazuo alerta.

—Cuidado con tus provocaciones, Mei. — Kazuo coge las dos últimas
cajas fuera de mi habitación y las mete con facilidad.

—Está bien, solo te mordere. — vuelvo a burlarme de él, sin prestar


atención a su advertencia.

Soy como una niña que pone a prueba sus límites.

—Entonces no deberíamos tener ningún problema. — responde,


sorprendiéndome. ¿Estaba celoso? Me cuesta creerlo. Estoy segura de
que Kazuo ha recibido muchas ofertas de matrimonio de montones de
familias. Lo observó mientras cooloca las dos últimas cajas junto a las
otras. —Tenemos que hablar. —

Me estremezco por dentro. ¿No es eso lo que dice la gente cuando está
a punto de romper con la otra persona? ¿Es que Kazuo y yo estamos
saliendo ahora y me lo he perdido? Si besas a alguien, ¿asumo que estás
saliendo? Odio lo poco que sé sobre esto porque quiero saberlo todo. Es
por lo que deseaba tanto venir a Estados Unidos. Para romper con
algunas de las tradiciones que mi padre quería imponerme.

— ¿Pensé que habías dicho que podía seguir mordisqueándote?— Odio


33

lo insegura que sueno. Se supone que debo ser audaz y sexy. —Quiero
decir, está bien. Lo que sea. — Me lo quitó de encima, tomando una pila
Página

de mis libros para colocarlos en una de las mesitas de noche.


Cuando me doy la vuelta, me encuentro con Kazuo. Su mano me agarra
por las caderas, evitando que me caiga hacia atrás.

— ¿Por qué te ha enviado tu padre aquí?

— ¿Todavía no has hablado con él?— Inclinó la cabeza hacia atrás para
mirar su hermoso rostro.

—Quiero oírlo de ti. —

— ¿Importaría? creerás lo que diga. —

—No, Mei. No lo haré. Siento que puedo ser un poco irracional cuando
se trata de ti. No solo eres una chica muy hermosa, sino que tienes un
espíritu salvaje que estoy seguro de que le ha sido difícil tratar de
enjaular. Imposible, de hecho. —

—Es muy amable de tu parte decir eso. —

—No soy un hombre amable, Mei. Soy justo y honesto.

También he oído eso de él. —Bueno, yo creo que eres amable. —

Sus cejas se juntan, y no estoy segura de que le guste el título.

Suspiro. —Seguí huyendo, y por supuesto mi padre siguió


encontrándome. Decía que iba a hacer que me mataran. —

— ¿Y sin embargo seguías escapándote?


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— ¿Qué sentido tiene vivir si estás encerrada en una habitación sola?


Página

Realmente se volvió loco cuando me echaron por ir a escondidas a la


universidad de chicos.— Los dedos de Kazuo se flexionan sobre mis
caderas. Puedo notar su rabia a fuego lento bajo la superficie, aunque
mantenga una expresión neutra. —Cree que soy una puta. — Me encojo
de hombros. —Me siento sola. ¿Sabes lo que es estar rodeada de tanta
gente y sentirse sola? No solo sola, sino invisible. Nadie me ve.

—Te prometo, Mei, que no eres invisible. —

— ¿Me convierte en una puta el querer que me toquen? ¿Querer ser


amada?— Preguntó.

—Mei... —

—Señor. — llama Toru desde la puerta. —Hideo Nakamura está


llamando ahora para hablar con usted.

Toru tiene el mejor momento. No estoy segura de estar preparada para


escuchar la respuesta de Kazuo.

35
Página
KAZUO

Le doy a Mei una mirada más antes de unirme a Toru en el pasillo. —No
se permite a nadie en su habitación, excepto a mí. ¿Entendido?— Bajo
corriendo las escaleras con Toru pisándome los talones.

—Claro. ¿Por qué? ¿Estaba Daisuke siendo un problema?

—No. Solo que no quiero a ningún otro hombre en su habitación. Eso es


todo. —

—Te das cuenta de que Daisuke es gay, ¿verdad?— Toru me sigue a la


oficina.

— ¿Lo es?— Me siento en mi escritorio.

—Sí, lleva casado unos, no sé, diez años o algo así, creo. — Toru sonríe.
— ¿Pero no puede entrar en la habitación de Mei?

Me encojo de hombros. —Está bien, tal vez él. Pero solo él. Y no con
demasiada frecuencia. —

Me doy cuenta de que Toru quiere estallar en carcajadas, pero se las


arregla para mantener la cara seria. —Entendido, jefe. —
36
Página

—No seas un imbécil. — me quejo.


—Solo hago lo que me dices. Eso es todo. — Cierra la puerta de mi
despacho.

No tengo tiempo para sus juegos. No cuando mi mentor quiere hablar


conmigo. Me dirijo al teléfono y presiono el botón para poner a Hideo en
el altavoz.

—Buenas noches. — me saluda, con un tono tan serio como siempre. —


Supongo que mi hija ha llegado ilesa.

—Sí. Se está instalando. — Hago una pausa, a pesar de querer disparar


varias preguntas. Hideo no es un hombre que hable mucho. Dice lo que
tiene que decir, pero tengo que ser paciente.

Toru me mira interrogativamente cuando el silencio se alarga. Me limito a


negar. Supongo que él también tendrá que aprender a tener paciencia. Él
no estudió con un capo Yakuza como yo. Aunque no es un príncipe de la
mafia japonesa, como algunos dicen que soy yo, sigue siendo la mejor
arma de mi arsenal. La lealtad está en sus huesos, en su sangre. Confío
en él con mi vida. Dicho esto, también puede ser un verdadero dolor de
cabeza. Como ahora, cuando está poniendo los ojos en blanco y
maldiciendo en silencio al teléfono.

Hideo se aclara la garganta.

Toru se hunde en el sofá frente a mi escritorio y se queda mirando el


teléfono.

Hideo se aclara la garganta de nuevo.


37

Toru levanta las manos.


Página
Yo reprimo la risa. Así es como trabaja Hideo. Recuerdo muchas veces
que intentaba enseñarme algo. Esperar a que hablara me llevaba más
tiempo que el propio conocimiento que me impartía. Siempre me decía
que pensar antes de hablar es la marca de un líder fuerte.

—Mei es... — comenzó. —No es lo que esperaba en una hija. —

La puerta de mi despacho se abre un poco y veo el pelo oscuro de Mei.


Debería espantarla, pero no lo hago. Esto le concierne a ella. Es justo
que sepa lo que su padre tiene que decir al respecto.

—Mei siempre ha sido una chica dulce, por supuesto. Muy parecida a su
madre con sus travesuras. Pero ahora que es mayor, no sé cuál es la
mejor manera de mantenerla a raya. — Suspira. —Ella no es como tú,
Kazuo. No se parece en nada a ti. A ti supe entrenarte. A ella... —

Su silencio se alarga de nuevo, y Toru reclina la cabeza en el sofá,


fingiendo sueño.

—La enviaste a mí por una razón. ¿Qué puedo hacer por ti, Hideo?— No
quiero presionar demasiado, pero tengo que admitir que siento una gran
curiosidad por su plan.

—Ella necesita... Necesita más disciplina de la que yo puedo dar. — Por


primera vez desde que lo conozco, suena cansado. —He intentado todas
las formas que se me ocurren para llegar a ella, pero no puedo hacer
más. No lo haré. —

Me cuesta creer lo que estoy escuchando. Hideo no tuvo absolutamente


ningún problema en disciplinarme cuando me estaba entrenando. Por
otra parte —miro a la puerta— Mei es diferente. No es una persona a la
38

que se pueda obligar a encajar en una caja o en un papel. Yo, en cambio,


Página

disfruto de mi papel, y le agradezco a Hideo todo lo que ha hecho por mí.


—Mei es especial. Pero ella es especial de una manera que no entiendo.
Así que te la he enviado a ti. Siempre has seguido el camino correcto,
Kazuo. Tienes disciplina y fuerza. Quiero que las utilices con Mei y que le
inculques lo importante que es que sea una buena hija para mí. — Se
aclara la garganta y añade rápidamente: —Pero no la lastimes. —

Me burlo en silencio. Hideo no tenía ningún problema en castigarme -con


palabras o con una vara- si se me ocurría pasarme de la raya.

Mei abre la puerta un poco más y su mirada se encuentra con la mía.


Parece tan sorprendida como yo por las palabras de su padre.

La idea de que alguien le haga daño me hace sentir una furia abrasadora
en la sangre. No me importa quién sea -su padre u otra persona-, nadie
va a tocarle un pelo.

— ¿Puedes hacer esto por mí? Reconozco que la envié a ti cuando


estaba especialmente disgustada y nos separamos en malos términos.
Ella no entiende que nuestras vidas no son cuentos de hadas ni esos
libros tontos que le gusta leer. Mei debe entender que su futuro consiste
en casarse y crear herederos. No un romance.— Su voz se endurece. —
He intentado inculcarle eso, pero es obstinada. Se escapa. Visitando
lugares en los que no tiene nada que hacer. —

— ¿Como la universidad de chicos?— Pregunto.

—Exactamente. — gime. —Cuando me enteré de que había ido ahí, tuve


que pagar a una docena de personas para mantenerlo en secreto. De lo
contrario, su reputación se arruinaría, y entonces no podría asegurar un
partido ventajoso. Todas estas cosas son realmente el lugar de una
madre, pero ella y su madrastra no están en buenos términos. Así que he
39

hecho lo mejor que he podido. No fue suficiente. —


Página
Estoy sorprendido. Hideo ha dicho más en los últimos cinco minutos que
en años. Está claro que Mei le toca la fibra sensible. Puedo entenderlo.

—Ella está a salvo aquí. —

—No tengo ninguna duda de eso, incluso con el asunto de Ito. Pero
necesito que la tomes firmemente de la mano y le muestres que su vida
de fantasía no es real. Pon sus pies firmemente en el suelo, Kaz. Cuando
eso esté hecho, envíamela de regreso. Ya tengo pretendientes haciendo
cola para conocerla. —

Agarró el teléfono con tanta fuerza que el plástico se rompe. Hideo me la


envió para que la pusiera en línea. Ya he decidido que ella es perfecta tal
como es. Su padre ha estado metiendo todas estas ideas equivocadas
en su cabeza. ¿Y casarla con algún pretendiente idiota? No en mi maldito
Cuidado.

— ¿Me ayudarás?— Hideo pregunta.

—Sí. — Sonrío y me recuesto en mi silla. —La educaré, Hideo.


Personalmente. —

Cuando miro hacia la puerta, veo un destello de pelo oscuro y luego oigo
pasos corriendo. Mei se ha ido. Pero no puede escapar de mí,
especialmente ahora que me han dado rienda suelta. Tengo muchos
planes en mente para ella, aunque dudo que ninguno de ellos sea el que
Hideo prevé. No, definitivamente no.
40
Página
MEI

Al escuchar la conversación entre mi padre y Kazuo, una llama de


esperanza floreció en mi pecho. Al principio pensé que todo este tiempo
había malinterpretado a mi padre y que en realidad me quiere, pero tiene
su propia manera de demostrarlo.

Pero al final, lo que le importaba era lo mismo de siempre: que yo


cumpliera con mi deber para con la familia. Eso siempre le importaría más
que cualquier otra cosa. Creo que lo sabía, pero tenía la ridícula
sensación de que su amor por mí podría ganar al final. Creo que su plan
funcionó más rápido de lo que pretendía, porque escuchar esas palabras
me quitó la última pizca de esperanza que tenía respecto a él.

No ayudó que Kazuo se pusiera de acuerdo con él, pisoteando cualquier


idea que tuviera de que fuera independiente o de que realmente me
gustara. Parece más que dispuesto a cumplir las órdenes de mi padre.
No debería sorprenderme. Todo el mundo siempre lo está. Excepto yo.
Probablemente soy la única a la que mi padre no ha podido controlar.

Cuando regreso a mi habitación, sé que irme de un ataque en este


momento no es el mejor plan de acción. Me atraparían antes de que
pudiera salir tres metros por la puerta. Tendré que esperar mi momento.
Pensar a dónde voy a ir y cómo voy a sobrevivir. Esto ya no es un juego.
41

No voy a ser entregada como una novia virginal a un pretendiente de la


Página

elección de mi padre.
No mentía cuando le dije a Kazuo que la muerte era un destino que
estaba dispuesta a afrontar para tener mi libertad. No me casaré con un
hombre al que no ame y tendré sus hijos solo para que esas niñas puedan
afrontar un día el mismo destino que yo. Nunca lo permitiría.

—Mei. — No me giró al oír la voz de Kazuo, no quiero que vea mis


lágrimas.

— ¿Qué?— Pregunto.

No lo oigo moverse de la puerta, pero siento el calor de su cuerpo


acercarse a mi espalda. Doy unos pasos hacia adelante antes de que
pueda intentar tocarme. Si es que lo hace.

—Estaba seguro de que te encontraría aquí arriba haciendo las maletas.


—No me conoces, Kazuo. Tampoco te conozco. Es mejor que no


hagamos presunciones sobre el otro. — Es difícil evitar el temblor de mi
voz.

A pesar de las ganas que tenía de que me besara, me da rabia haber


perdido mi primer beso con él. Va a hacer todo lo que pueda para
romperme y conseguir que caiga en la línea para poder enviarme de
regreso con mi padre y que otro hombre pueda tenerme. No debería doler
tanto como lo hace, pero me duele el corazón. No importa que solo haya
conocido a Kazuo un día. Lo quiero a él. A nadie más.

—Creo que te conozco muy bien, pequeña rebelde. —


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—Pues no quiero conocerte más. ¿Crees que puedes engañarme con tus
Página

besos y tus habilidades culinarias para poder utilizarme y complacer a mi


padre?— Me doy la vuelta para mirarlo, inclinando la barbilla para
encontrar su mirada. —Puedes irte a la mierda. —

Empieza a sonreír, pero vacila al ver mi cara. Odio estar llorando. No sé


si es porque estoy enojada o triste. Supongo que es por todo. —Oh, soy
una puta porque quiero que me besen, ¿verdad? ¡No! Que me cambie a
alguien por algún tipo de ganancia es lo que realmente me hará ser una
puta. —

—Mei. — Levanta la mano para intentar tocarme la cara, pero lo rechazó,


retrocediendo para alejarme de él.

—No me toques. — No puedo dejar que me toque. Si me toca, me


romperé. Creeré lo que sea que me susurre al oído. Sellaré mi destino.

—Creo que lo que necesitas, pequeña rebelde, es mi toque. Creo que lo


necesitas mucho. —

—Padre dijo que no debes hacerme daño. — Sé que solo se refería a la


violencia física, no a las cosas que Kazuo me ha hecho emocionalmente.

—Esta es mi casa. En mi casa hago lo que quiero. —

No tengo oportunidad de responder. Se mueve, me levanta, mis pies


abandonan el suelo mientras su boca captura la mía. Me pega a la puerta
del dormitorio, cerrándola en el proceso.

Espero que el beso sea duro para igualar la firmeza con la que me sujeta,
pero no es así. Es suave y lento, con una dulzura y algo más que no
puedo identificar. Me dan ganas de llorar y de aferrarme a él al mismo
tiempo.
43
Página

Mi padre tiene razón. Antes de esa llamada, tenía todo tipo de dulces
fantasías en mi cabeza sobre quién podría ser Kazuo. Lo anhelaba como
mi propio héroe de cuento. Incluso ahora estoy tratando de aferrarme a
eso por este beso.

—No serás la puta de nadie más que la mía, Mei. — dice cuando levanta
la boca.

Jadeo, y el dolor que se ha formado entre mis muslos se intensifica. Eso


debería enojarme, pero lo único que hace es excitarme. La idea de ser su
pequeña puta. Una a la que sigue besando con dulzura, pero a la que
también hace cosas muy sucias.

—No confío en ti. — le digo, sabiendo que le va a hacer enojar, pero


quiero algún tipo de emoción de él.

—Yo tampoco estoy seguro de confiar en ti. ¿Vas a intentar huir, mi


pequeña rebelde?—

—No. — miento.

—Los mentirosos son castigados en mi casa. — Me lleva hasta la cama


y me tumba en ella.

Me doy la vuelta para tratar de pasar al otro lado, pero no llegó muy lejos.
Una de sus manos me rodea el tobillo y me tira de la cama hasta que mis
piernas cuelgan por el lateral. Su otra mano se posa en el centro de mi
espalda antes de soltarme el tobillo para levantarme la falda, dejando al
descubierto mis bragas blancas de algodón.

— ¡Kazuo!— Me contoneo, pero es inútil. No sé por qué, de entre todo,


estoy pensando en mis estúpidas bragas.
44

—Tu ropa interior no grita nada de puta. —


Página
Parece que no puedo formar palabras mientras me las baja hasta la mitad
de los muslos. —De hecho, grita algo completamente diferente. — Me
recorre con los dedos la parte posterior de los muslos hasta el trasero. —
Mentir es un límite duro para mí, Mei. Tendré que castigarte por ello. —

Su mano desciende sobre mi culo, golpeando una mejilla y luego la otra.


Gimoteo y volteo la cara hacia el edredón mientras su mano frota los
puntos que ha golpeado. —Gira la cabeza hacia atrás. Quiero oírte. —
Antes de que tenga la oportunidad de hacer lo que me dice, ya me está
azotando de nuevo.

— ¡Sí!— Levantó la cabeza para decir. No sé si estoy de acuerdo o quiero


más. Mi cabeza no es lo único que levantó. Muevo el culo, empujándolo
más arriba de la cama.

—Buena chica. — Su mano baja entre mis muslos. Cierro los ojos,
sabiendo lo que está a punto de encontrar. Estoy empapada.

—Estás desnuda. — Por primera vez desde que me persiguió hasta mi


habitación, oigo ira en su voz.

—Me gusta cómo se siente. — admito.

Sus dedos se deslizan por mi piel resbaladiza. —La verdad. Por eso te
recompensaré. — Presiona con más firmeza y sus dedos recorren mi
clítoris. Gimo, a punto de llegar al límite. Creo que podría haberme corrido
solo con los azotes si hubiera mantenido los muslos apretados con
suficiente fuerza, sobre todo con lo excitada que estaba ya. — ¿Será esta
la primera vez que un hombre te hace correrte, pequeña rebelde?—

—Sí. — Muevo las caderas.


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—Mi chica buena — elogia. —Solo una pequeña puta para mí. — Aprieta
Página

los dedos y me da un pequeño pellizco en el clítoris. Grito su nombre


mientras el orgasmo estalla en todo mi cuerpo. Un maremoto de placer
me atraviesa, arrastrando parte de mi tristeza y mi rabia en el proceso,
antes de que mi cuerpo se desplome sobre la cama.

Cuando Kazuo retira su mano de entre mis muslos, giró la cabeza para
mirarlo y veo cómo se lleva los dedos a la boca, chupándolos. Sus ojos
permanecen fijos en los míos mientras lo hace. Un gemido retumba en él.

—Sabía que serías dulce. — Me pone la falda en su sitio y me baja las


bragas hasta el final. Mis ojos luchan por mantenerse abiertos. Lo
siguiente que siento es que me levanta. Me envuelvo en él mientras me
lleva. Un momento después, me tumba en su cama. Su olor me rodea y
hace que me relaje más.

—Duerme, pequeña rebelde. — me susurra al oído. —Puedes intentar


escapar, pero debes saber que nunca te librarás de mí. —

46
Página
KAZUO

Kuzi salta a mi cama y se acomoda a los pies de Mei. Ronronea


suavemente mientras amasa el edredón. No me gusta que otro hombre
comparta la cama de Mei, pero supongo que puedo hacer una excepción
con el esponjoso gatito.

Me pongo de pie y observó a Mei durante un rato. Es joven e ingenua,


pero también tiene agallas. Enfrentarse a su padre y desobedecer sus
deseos son cosas que incluso yo dudaría en hacer. Hideo no es un
hombre amable. Ha tenido que ser duro e implacable para mantener su
posición Yakuza. Aunque no puedo evitar que me divierta su incapacidad
para controlar a la rebelde voluntariosa que duerme profundamente en mi
cama.

Unos pasos en el pasillo llaman mi atención y salgo con facilidad,


cerrando la puerta detrás de mí. Toru mira la puerta.

—Está dormida. — Intento decirlo con la mayor despreocupación posible.

— ¿En tu cama?— Sonríe.

Por supuesto que está detrás de mí. Siempre lo está. —Supongo que
estás aquí arriba por una razón. —
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Página

Su sonrisa se desvanece. —Sí, hay más problemas. —


— ¿Más?— Suspiro y lo sigo escaleras abajo, sintiéndome de repente
extra cansado de los Itos y sus estupideces.

—Uno de nuestros camiones fue golpeado en la autopista que va a la


ciudad. —

— ¿Cómo lo golpearon?— pregunto.

Saca su teléfono, revisa algunos mensajes y me enseña las fotos. Un


camión de 18 ruedas lleno de agujeros de bala, el conductor colgando
medio fuera de la cabina, con la cara ensangrentada.

— ¿El cargamento?—

—Se lo han llevado. — Guarda el teléfono.

— ¿Cuánto?—

—Esta fue la entrega de la bolsa de dinero junto con algunos productos


farmacéuticos sin procesar. Así que estamos viendo medio millón en
pérdidas. — Frunce el ceño. —Me encargué del informante, pero creo
que les dio suficiente información para unos cuantos golpes más contra
nosotros. Voy a tener que cambiar algunas cosas para evitarlo. —

—Hazlo. — No esperaba otro golpe contra mí tan rápido después del


primero. Ito no está actuando con sigilo. De hecho, en todo caso, se está
volviendo temerario. —Ito se está moviendo mucho más rápido de lo que
anticipamos. ¿Por qué?—

—Sospecho que es la influencia de Rai. Ha estado presionando a su


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padre para que se expanda, y siempre ha estado celoso de ti. —


Página
—Rai. — Asiento. He pensado lo mismo. Isamu lo ha criado como un
principito mimado, dándole lo mejor de todo. Las pocas veces que nos
hemos visto, me ha parecido un mierdecilla manipulador, un chico al que
su padre premiaba aunque nunca lo mereciera. Ahora tiene veinte años
y busca hacerse un nombre en los Yakuza. —Rai ha estado tranquilo, sin
embargo. No más salidas nocturnas y carreras callejeras con los Lambos
de su padre. Pero supongo que tiene sentido, especialmente si está
presionando a Isamu desde dentro. Está manteniendo un perfil bajo. —

Toru resopla. —Rai es una serpiente. No me extrañaría que empujara a


su padre a la calle y que viera cómo lo cortamos. Quiere ser el jefe de los
Itos. —

—Estoy de acuerdo. Está llevando a su padre por el camino de los


cerezos en flor. —

—Directo a la ruina. — Toru sacude la cabeza. —Puedo poner algunos


tanteos, probar nuestra suposición para ver si Rai está detrás. —

—Hazlo. Mientras tanto, no puedo dejar esto sin respuesta. —

—Esperaba que dijeras eso. — Toru hace crujir sus nudillos. —Puedo
reunir una fuerza y hacer un ataque donde quieras. —

—Voy a ir. No puedo sentarme y dejar que mi gente sea asesinada. —

—No me gusta. — Toru frunce el ceño. —Deberías quedarte aquí


donde... —

—No. — Lo cierro. Nunca he sido el tipo de líder que podría enviar a sus
soldados a la batalla y sentarse a ver la carnicería. Nunca les pediría que
49

hicieran algo que yo no haría. No está en mi naturaleza, y no es como


Página

Hideo me enseñó a liderar.


—Elige una docena de hombres, y al menos dos de ellos deben saber
cómo pilotar un barco. —

— ¿Vamos a pescar?— Toru se levanta y se dirige al amplio armario de


armas disimulado tras mis estanterías.

—Algo así. — Miro al techo. Mei debe estar fuera por la noche. Se corrió
con fuerza con nada más que mis dedos en su clítoris. Mi polla salta al
recordarlo. Su inocencia es un maldito faro que me llama a ella. Quiero
destrozarla, follarla hasta la inconciencia. Pero con lo dulce que es, no
creo que lo haga nunca. Aun así, voy a disfrutar ensuciándola.

— ¿Tierra a Kaz?— Toru está de pie frente a mí.

Parpadeo. — ¿Qué?—

— ¿Te ha dicho Hideo que la rompas para su futuro marido? Un chico


con un fondo fiduciario y... —

Antes de saber lo que estoy haciendo, agarró su abrigo. —No va a haber


un futuro marido. — Al menos, no uno que no sea yo.

Sonríe. —Lo sabía. —

— ¿Qué?— Me obligó a soltarlo. Nunca he ido detrás de Toru así. Pon


las cosas en su sitio, Kaz. Toru es como mi hermano, no un enemigo.

—Te has enamorado de la hija de Hideo. —

—No me he enamorado. — Me encojo de hombros.


50

— ¿Estás seguro? Entonces déjame oler tus dedos. —


Página

Vuelvo a agarrar su abrigo y lo empujó hacia atrás. —Cierra la boca. —


Se dobla, riendo. —Sí, estás acabado, Kaz. —

Lo sacudo. —Eres un idiota, ¿lo sabías? —

Se endereza y se limpia los ojos sin dejar de reír. —Estás jodidamente


acabado, jefe. Tenía que pasar tarde o temprano, supongo. —

Lo ignoro y escojo mis armas, luego salgo hacia el garaje. No sé por qué
me irrita. Después de todo, tiene razón. Me he enamorado de la pequeña
rebelde que duerme en mi cama. Fue tan repentino que apenas lo sentí,
como un pinchazo o un corte de papel. Pero ahora puedo sentirla,
residiendo en mi corazón, instalándose y poseyéndome más y más a
cada segundo.

Tal vez no pueda controlar todos mis sentimientos por ella, pero sí puedo
cometer varios actos de venganza para liberar la tensión. Empezaré con
el yate de Ito, el que compró para el vigésimo cumpleaños de Rai. Estará
en el fondo de la bahía antes de que termine la noche.

Y luego volveré a casa con Mei, a su boca descarada y su suave piel. A


A-Z q la calidez de sus muslos y el calor entre ellos. Mía. Toda mía.
51
Página
MEI

¿Qué está tramando este hombre? No había podido escuchar lo que se


decía entre Kazuo y Toru, pero sé que están saliendo de la casa. Cuando
Kazuo me levantó y me llevó a su cama, dejando incluso que viniera Kuzi,
me pareció muy dulce. Esperaba que se arrastrara conmigo. Esperaba
que me diera un abrazo o algo así. O que termináramos haciendo algo
más, pero no. Se fue.

No debería herir mis sentimientos. Quiero decir, estoy planeando irme,


pero aun así me dolió. Después de los azotes que se convirtieron en algo
que parecía mucho más, esperaba que las cosas hubieran cambiado
entre Kazuo y yo. Que no se limitara a hacer lo que mi padre le ordenaba.
Rápidamente me recordé a mí misma lo que mi padre había dicho sobre
que mi cabeza estaba llena de fantasías. Tengo que mantener los pies
firmemente plantados en el suelo.

Ese había sido el plan, pero en este momento estoy tumbada porque
estoy metida en un baúl. Uno que se calienta cada vez más. No sé por
qué pensé que era una buena idea, pero aquí estoy.

Todavía llevo puesta la falda y solo he tenido tiempo de ponerme unos


zapatos antes de tener que actuar. Sabía que solo tenía una pequeña
ventana de tiempo para entrar en el maletero antes de que todos salieran
52

al garaje. No esperaba que hubiera tantas opciones. Había sido una


Página

apuesta de en qué coche meterme, pero había elegido bien. Oigo la voz
de Kazuo, pero no distingo nada de lo que se dice. Reconocería esa voz
en cualquier lugar.

Siempre se me ha dado bien escabullirme. No estoy segura de si es una


habilidad que heredé de mi padre o el hecho de que a todo el mundo le
dijeron que me ignorara. No está de más que haya aprendido todo tipo
de cosas sobre forzar cerraduras en YouTube. Cuando no tienes muchos
amigos y toneladas de tiempo libre, hay mucho que puedes aprender de
Internet si te comprometes.

Al cabo de un rato, noto que el coche frena y empieza a dar unas cuantas
vueltas. El nivel de ruido ha disminuido en el exterior, así que sé que
hemos salido de la autopista. Un momento después, llegamos a un
badén. Mi mente piensa en todos los lugares a los que podríamos ir.

Es bastante tarde. Sé que a veces se celebran reuniones en restaurantes


elegantes o incluso en clubes nocturnos. En Estados Unidos hay muchos
clubes de striptease. En las películas siempre se ven hombres haciendo
negocios en ellos. ¿Es ahí donde va? No se me pasó por alto que Kazuo
no se había corrido después de que hubiéramos jugado. No de la forma
en que lo había hecho en la ducha más temprano en el día. Habría
pensado que lo habría necesitado más después.

Mi mente comienza a conjurar las peores ideas. ¿Y si no le gusto ahora


que me ha visto mejor? Incluso había probado. Sé que estoy un poco en
el lado curvilíneo en comparación con muchas chicas. Me encantan los
carbohidratos, pero mi madrastra los odia, y su cuerpo lo demuestra. Ella
se ajusta al estándar cultural, y sé que siempre se avergonzó de que yo
nunca pudiera hacerlo.

Cuando el coche se detiene por fin, ya me he puesto muy nerviosa.


53

Quiero salir del maletero y gritar: ‘¡Atrapado, imbécil!’, pero ¿realmente


Página

está atrapado? Kazuo no es mío. Ni siquiera soy de él. No tengo ni idea


de a quién voy a pertenecer si mi padre se sale con la suya.
Por mucho que me mate, sigo siendo paciente y esperó mientras oigo
que se acercan más vehículos. Oigo cómo se abren y se cierran las
puertas. Luego, el zumbido de la gente hablando. Espero a que se haga
el silencio antes de tirar del cierre del maletero y abrirlo. Salgo con
cuidado y veo que estamos en un muelle. Un puñado de otros coches
oscurecidos están estacionados junto al de Kazuo.

Me doy la vuelta para ver a dónde han ido todos. A lo lejos se ve un


precioso yate blanco. Está iluminado. Enseguida sé de qué se trata. Es
uno de esos barcos de fiesta. ¿Los hombres ricos no contratan a
supermodelos y otras cosas para que vayan de fiesta con ellos? Las
llevan a estas habitaciones debajo de la cubierta y hacen cosas
indecibles.

Aprieto los puños, pensando en mi Kazuo azotando a otra chica. Si


pensaba que estaba enojada con mi padre, eso no era nada en
comparación. Me importa una mierda si tengo derecho a Kazuo o no. No
debería ni mirar a nadie más. No me importa si es ilógico y tonto.

Debería hacer una carrera por él. Es mi oportunidad. En lugar de eso, me


dirijo hacia el yate. Mi ira está ahora en pleno control de mí. El muelle
está vacío, Kazuo y sus hombres ya están en el barco, probablemente
empezando la fiesta.

Me digo a mí misma que iré a echar un vistazo. Veré qué clase de hombre
es Kazuo. Una vez que lo haga, tal vez estos sentimientos desaparezcan.
Entonces podré deshacerme de las fantasías de mi cabeza y empezar a
elaborar un plan para una huida real.

Me deslizo en el barco con bastante facilidad, y luego me dirijo hacia la


54

parte de atrás para tratar de encontrar algún tipo de escalera.


Página

Probablemente debería buscar algún lugar donde esconderme hasta que


la fiesta se ponga en marcha. Rápidamente localizó las escaleras y me
dirijo hacia ellas. Me distraigo un par de veces ante la belleza del yate.
Todo es nuevo y limpio.

¿Por qué no me pidió que fuera al yate con él? Podría pasar un buen rato.
Quiero decir, preferiría ir de día cuando pudiéramos nadar y él pudiera
darme de comer uvas. Tal vez incluso ver un delfín o algo así. Eso suena
increíble. También podría bailar sobre una mesa si eso es lo que quiere.

Al oír que alguien se acerca, me meto en uno de los dormitorios. Pero


solo oigo hombres. No hay mujeres riendo o música sonando hasta
ahora. Respiro cuando el olor a gasolina empieza a llenar el aire. ¿Qué
demonios? Tal vez estén echando gasolina antes de despegar, pero
maldita sea, es fuerte. El olor empieza a ser abrumador, y algo en esto
no parece correcto. ¿Pero qué sé yo de yates? Nadie me invita a subir a
ellos.

—Oh Dios. — Jadeo cuando veo que el humo se filtra por debajo de la
puerta, y empieza a sonar una alarma. Abro la puerta, tratando de
escapar. El humo llena el pasillo, impidiendo ver y haciendo que me
desoriente rápidamente. Hago lo único que se me ocurre hacer.

Grito llamando a Kazuo.


55
Página
KAZUO

— ¿Qué fue eso?— pregunta Toru mientras lanza el último bidón de gas
sobre el yate en llamas.

Mi corazón ya ha saltado a la garganta y me detengo en seco. — ¿Mei?—

Me giro. El grito vuelve a sonar.

El yate ya está flotando lejos del muelle, con las amarras soltadas para
que pueda arder en medio de la bahía para que todo el mundo lo vea.

Tengo que ir. Ahora. Si no lo hago...

Retrocedo hasta el borde posterior del muelle, y luego corro a toda


velocidad.

— ¡Kaz, no lo hagas!— grita Toru mientras saltó sobre el agua oscura y


apenas consigo enganchar la barandilla inferior del yate en llamas.

Algo en el interior explota y el barco se inclina tan violentamente que casi


me lanza al vacío. Pero no me suelto. No cuando Mei me necesita.

Me levanto y permanezco agachado, con el humo negro ondeando a mí


56

alrededor y las llamas consumiendo el puente. — ¡Mei!—


Página
Oigo su débil grito. Viene de debajo de la cubierta. Las llamas lamen las
escaleras mientras me apresuro a bajarlas. Me golpeó las rodillas, me
quito la chaqueta y me la pongo alrededor de la cabeza para evitar el
humo asfixiante. Tanteo el terreno, arrastrándome hasta llegar a una
puerta. Pero cuando aprieto la mano contra ella, me arde. Ella no está
ahí. No puede estar.

—¿Mei, dónde estás?— Llamó.

— ¡Kazuo! No puedo respirar. — Está cerca.

Me volteo al oír su voz y me pongo en pie, corriendo de cabeza a través


del calor y el humo.

— ¡Aquí, estoy aquí!— Tose.

La agarro, y otra explosión sacude el yate mientras la atraigo hacia mis


brazos y le cubro la cara con mi abrigo.

No hay tiempo que perder. Vuelvo corriendo por donde he venido, con las
llamas arrastrándose por el techo mientras caen trozos de madera y fibra
de vidrio retorcida a nuestro alrededor. Subo las escaleras a toda prisa,
con los ojos llorosos y la garganta ardiendo.

Cuando vuelvo a la cubierta, todo el barco empieza a irse a estribor,


haciendo agua mientras las llamas devoran todo lo que hay sobre la
superficie.

Si nos quedamos aquí, moriremos. Abrazando fuertemente a Mei contra


mí, me precipito por la cubierta, luego saltó la barandilla, caemos en las
frías y oscuras aguas de abajo. Justo cuando caemos, otra explosión
57

destroza un trozo del yate, partes de madera en llamas vuelan por


Página

encima. Nos sumergimos, y el agua está sorprendentemente fría a pesar


del infierno que nos rodea.
Mei empieza a agitarse, pero la sujetó con fuerza y doy una patada hacia
la superficie. Cuando salimos del agua, ambos respiramos con dificultad.
El humo aún se arremolina a nuestro alrededor, pero no es tan espeso
como en el barco.

Golpeo con un brazo, nadando hacia el muelle donde Toru ya está


lanzando una línea para nosotros. Lo tomó y nos arrastra mientras el yate
cruje y gime, con la mitad sumergida.

Mei tose mientras se la entregó a Toru. Luego subo detrás de ella y me


siento pesadamente en el muelle mientras Toru nos mira.

—Mierda. — está pálido, como si hubiera visto su propio maldito


fantasma. —Maldita sea, Kaz. —

Me inclino sobre Mei y pongo una mano en su mejilla manchada de hollín.


— ¿Estás bien?—

Tose un poco más y asiente. —Creo que sí. —

— ¿Estás segura?— La atraigo hacia mi regazo y la miró, examinando


cada parte de ella que puedo ver. —¿Tienes alguna quemadura o
herida?—

Niega. —No. —Le lloran los ojos. —Pero lo siento. No lo sabía. — Rompe
a llorar y entierra su cara en mi pecho. —Lo siento mucho. —

Quiero enojarme con ella. Y lo estoy, hasta cierto punto. Porque me ha


dado un susto de muerte. Si la hubieran herido, no sería capaz de
perdonarme.
58
Página

Abrazándola, la acuno suavemente mientras mis hombres vuelven a sus


coches y se marchan. Las sirenas suenan a lo lejos mientras me pongo
en pie y la llevo, todavía llorando, a mi coche. Me siento en el asiento
trasero y la abrazo mientras Toru conduce.

Nunca he tenido tanto miedo en mi vida. Eso es mucho decir después de


las cosas que he hecho, las cosas por las que he pasado. Pero cuando
escuché su grito aterrorizado, gritando por mí, un escalofrío me recorre
la espalda al recordar cómo sonó.

— ¿Por qué, pequeña rebelde?— le quitó el pelo mojado de la frente. —


¿Por qué has hecho eso?—

Se lamenta, sus lágrimas siguen fluyendo mientras le acaricio las mejillas.


—Pensé que estabas... pensé... — tose.

Dirijo mi mirada a Toru en el retrovisor. —Trae a mi médico a la casa


ahora. Quiero que la revise inmediatamente. Paga el doble, el triple, lo
que sea necesario. —

—Entendido. — Toru asiente y saca su teléfono.

Volviendo a Mei, presionó un beso en su fría frente. —Ahora explícate.


Necesito saber lo que acaba de pasar para que no vuelva a suceder. —

—Quería que vinieras a la cama, pero no lo hiciste, así que los escuché
un poco a ti y a Toru, pero realmente no podía decir de qué estaban
hablando. Sabía que ibas a alguna parte, así que me escondí en tu
maletero. — Su voz se eleva y habla rápido.

Vuelvo a besar su frente. —Estás a salvo. No pasa nada. Ve despacio,


pequeña rebelde. Tómate tu tiempo. —
59

Asiente y vuelve a moquear. —Pensé que ibas a una fiesta en el yate.


Pensé que habría strippers y cosas así, y me enojé y... —
Página
No puedo contener el bufido que se me escapa. —¿Pensaste que me iba
con otra mujer cuando te tenía en mi cama?—

Sus cejas se juntan. —Quiero decir, supongo que... Sí. Eso es lo que
pensé. —

Me río tan fuerte que me hace toser, con los pulmones chamuscados por
todo el humo caliente, pero maldita sea si no es divertida. — ¿Crees que
hay alguna mujer en el mundo que pueda tentarme ahora que te he
tenido, Mei?—

Su ceño se convierte en una pequeña sonrisa. — ¿Lo dices en serio?—

—Por supuesto. — Aprieto mi frente contra la suya. —No lo dudes, Mei.


Nunca. —

—De acuerdo. —

Aprieto más mi agarre sobre ella. —Y no te pongas nunca en peligro así.


¿Entendido?—

—No era mi intención. —

—Pero lo hiciste. Si quieres preguntarme algo, pregunta. Si quieres saber


a dónde voy, pregunta. Pero no te pongas en peligro. Podría haberte
perdido. — Mi voz se quiebra ante ese pensamiento, ante el dolor de
expresarlo en voz alta. —No me hagas eso, Mei. — le susurro y le acarició
la mejilla. —Por favor, no lo hagas.—

Entierra su cara en mi cuello y asiente. —No lo haré. Lo siento. —


60

—Está bien, pequeña rebelde. Vamos a estar bien. — La abrazó con


Página

fuerza y me planteo seriamente volver a dejarla fuera de la seguridad de


mis dos brazos.
MEI

Kazuo está de pie al final de la cama con los brazos cruzados sobre el
pecho. Prácticamente está mirando al doctor mientras me examina. El Dr.
Hunt lucha por sonreír, sin que Kazuo parezca molestarlo. Ya somos uno.
Yo misma empiezo a estar molesta.

Han pasado casi tres días desde aquella terrible noche. Al principio no
creí que Kazuo estuviera enojado conmigo. No con la forma en que me
abrazaba como si fuera a desaparecer si me dejaba ir aunque fuera un
segundo. Me llevó de regreso a la casa, donde ladró órdenes gruñendo a
todos menos a mí antes de llevarme a su dormitorio. Me quitó la ropa y
me metió en la ducha con él. Hizo lo mismo con su propia ropa, pero se
dejó puestos sus estúpidos calzoncillos.

A pesar de que la cabeza me latía con fuerza y sentía que mis pulmones
se incendiaban, lo único a lo que podía prestar atención era a la
sensación de las manos de Kazuo sobre mi cuerpo mientras limpiaba el
humo de mi pelo y luego de mi piel antes de hacer lo mismo con la suya.
Vi la silueta de su erección, pero no hizo ningún movimiento para evitarla.
Nunca lo hace.

Una vez que se aseguró de que me había limpiado todo el hollín, me llevó
a la cama, donde el médico vino a revisarme. Para entonces me sentía
61

un millón de veces mejor, pero el doctor dijo que tenía que tomármelo con
Página

calma. Esta cama ha sido mi prisión durante las últimas 72 horas.


Al principio me encantaba. Kazuo me daba muchos mimos y nos
tumbamos en la cama con Kuzi a nuestro lado. Pero cada vez que
intentaba llevar las cosas más lejos, Kazuo metía su mano dentro de mis
bragas y me hacía llegar al orgasmo. Pensaba que estaba en el paraíso.
Excepto que ahora me doy cuenta de que estoy en arresto domiciliario
con solo orgasmos poco convincentes.

De acuerdo, no son poco convincentes. Son alucinantes. Tanto que me


olvido de estar en arresto domiciliario cuando Kazuo empieza a besarme
y a darme sus dulces caricias. Pero me estoy dando cuenta de que
necesito más. Mucho más. Kazuo me mantiene a un brazo de distancia
sin dejar de abrazarme. Parece una locura, pero es cierto. Cada día que
pasa me impaciento más.

—Tus pulmones suenan bien. Creo que ya puedes dejarla salir de la


cama. — dice el Dr. Hunt mientras baja su estetoscopio de mi espalda.

— ¿Está seguro?— El ceño de Kazuo se frunce.

—Estoy seguro. Es una joven sana. No es necesario que siga en reposo.


Quiero sacarle la lengua a Kazuo, pero consigo controlarme. Antes de


que viniera el doctor Hunt, Kazuo hablaba de que me quedaría en esta
cama durante una semana. Es imposible que pueda quedarme quieta
tanto tiempo. Me volveré loca.

— ¿Podemos hablar?— Kazuo le hace un gesto al doctor para que le siga


fuera de la habitación. Sé que va a intentar convencer al doctor de que
cambie de opinión. Pongo los ojos en blanco. Le llamaría la atención a
62

Kazuo, pero no lo hago, sabiendo que en el momento en que salga de


Página

esta habitación, yo saldré de esta cama.


—Podemos. — acepta el Dr. Hunt. —Pero su salud no va a cambiar fuera
en el pasillo. —

Luchó contra una risita, sin querer pinchar a mi oso Kazuo, o tal vez
debería hacerlo. Observó cómo ambos salen del dormitorio para tener su
pequeña charla. Mis pensamientos se dirigen a los azotes que me dio por
mentir.

Después de la última maniobra que hice, debería estar en graves


problemas. Supongo que estoy en arresto domiciliario, pero no ha habido
azotes ni nada parecido a lo que me dio ese día. Un dolor empieza a
formarse entre mis muslos cuando recuerdo lo intenso que fue aquel
orgasmo. Cómo su mano me dio dolor y placer al mismo tiempo.

Aunque suene a locura, cuando Kazuo me tenía doblada sobre el lado de


la cama dándome mi castigo, me sentía vista y realmente atendida. Me
encantó cada segundo hasta que se marchó de la habitación. No he
vuelto a ver ese lado de él desde entonces. Desde la noche del incendio
del yate, me trata como si fuera de cristal.

Lo que hice fue una estupidez, y nunca lo volvería a hacer, pero necesito
que vuelva el Kazuo del otro día. No quiero estar sentada en una
estantería como si fuera demasiado delicada para manejarme. Quiero
sentarme en su regazo, o que me arrope sobre él. Eso suena aún mejor.

—El Dr. Hunt está de acuerdo en que dos días más de reposo en cama
le vendrán bien a tu cuerpo. — dice Kazuo, sacándome de mis
pensamientos.

Lo miro fijamente, sabiendo que, o bien el médico no ha dicho realmente


eso, o bien lo ha convencido de alguna manera. — ¿Es así?— Levantó
63

una ceja, llamándole la atención sobre sus tonterías. — ¿Dónde se ha


Página

metido el buen Dr. Hunt? Me encantaría preguntarle por qué ha cambiado


de opinión. — Dos pueden jugar a este juego. No hay manera de que me
quede en esta cama por dos días más. La única manera de que eso
suceda es si Kazuo finalmente cede.

—Tenía otros pacientes que ver así que se fue. — Antes de que pueda
intentar rechazarlo, me besa sin sentido. Su mano, como siempre, se
desliza dentro de mis bragas. Sus dedos mágicos consiguen que me
corra por él. —Descansa. — ordena, besándome dulcemente. —Volveré
después de tu siesta. Voy a mi oficina. —

—Mmbien. — Bostezo mientras se desliza por la habitación. Casi


funciona hasta que Kuzi golpea su patita contra mi cara, despertándome
antes de que pueda caer en un sueño profundo. — ¿Quieres jugar?— Le
doy un beso en la nariz. —Deja que me vista. — Salto de la cama,
formando un plan que me va a meter en problemas, pero esta vez de los
buenos.

He querido compensar a los hombres de Kazuo por haberlo convertido


en una bestia malhumorada. Estoy segura de que está descargando su
frustración en todos los demás cuando debería ser yo la que estuviera
realmente enojada. Así que voy a hornear a los chicos mis famosas
galletas de sesamo, y tengo el trajecito perfecto para ponerme mientras
completo la tarea.

Espero que esta vez, cuando Kazuo me traiga de regreso a esta cama,
reciba el castigo que me merezco.
64
Página
KAZUO

—Solo tenemos dos días antes de la fiesta. — Toru mira fijamente su


portátil mientras yo me siento detrás de mi escritorio. Suspira. —Es una
pesadilla logística hacer todas las cosas que quieres hacer. —

—Tengo fe en ti. —

— ¿Estás seguro de que quieres hacer esto?— Me mira por encima de


su pantalla.

—Sí. Esto ha tardado mucho en llegar. Y ahora que los Itos han decidido
atacar abiertamente, tienen que irse. —

Sonríe. —He oído que Rai perdió la cabeza delante de todos sus hombres
cuando vio lo que quedaba de su yate. —

—Bien. — Quiero alegrarme de haber incendiado el barco de ese hijo de


puta, pero no lo hago. Fue una llamada demasiado cercana para Mei. Ella
no debería haber estado ahí en primer lugar. Pero eso no borra el hecho
de que mis acciones la pusieron en peligro. Eso es lo último que quiero
hacer.

—Deja de castigarte, Kaz. No sabías que estaba ahí. —


65
Página
—Debería haberlo hecho. — Me pongo de pie y me estiro. —Debería
saber dónde está en todo momento. —

—Ahora lo sabes. —

—Así es. — Exhalo completamente y luego tomó aire. Hago una pausa y
miró a mí alrededor. — ¿Qué es eso?—

— ¿Qué?— Toru sigue tecleando.

—Ese olor. — vuelvo a olfatear. —Huele a... —

Levanta la cabeza e inhala. —Como algo de almendra. O tal vez sea... —

—Galletas de sesamo. — Reconocería ese olor en cualquier lugar. Es mi


golosina favorita y no es algo particularmente común en Estados Unidos.

—Mi abuela solía hacerlas. Sésamo negro. Son jodidamente adictivas. —


Cierra su portátil y se levanta. —Me vendría bien un bocadillo. —

La risa llega a mis oídos. Es profunda, masculina, y también puedo oír


una risa más aguda. Es entonces cuando mi espalda se endereza y mis
puños se aprietan.

—Vaya, ¿qué pasa?— Toru abre la puerta del vestíbulo, dejando que
más de ese increíble olor entre en mi despacho.

—Se supone que está en la cama. —

Las cejas de Toru se levantan hasta la línea del cabello. —Oh, joder. —
66

— ¡Mei!— Paso junto a él y voy por el pasillo hacia la cocina. La puerta


Página

está abierta y algunos de mis hombres salen, cada uno con una galleta
en la mano.
— ¡Pónganse jodidamente a trabajar!— gruño.

Se giran, me miran y se dispersan como ratas en un barco que se hunde.

Entró en la cocina y encuentro a Mei dándole un plato a Ken.

—Me encanta esta receta. — Le sonríe. — ¿A ti no?—

No le doy la oportunidad de responder. Lo agarró por el cuello, lo sacó de


la cocina y lo empujó al pasillo. No deja caer la galleta, pero se va con un
—“Lo siento, jefe”— por encima del hombro mientras desaparece hacia
el vestíbulo.

Cerrando la puerta detrás de él, giró hacia Mei. — ¿Qué demonios crees
que estás haciendo?— Intento mantener un tono uniforme, pero no
puedo. No cuando está aquí con el pelo suelto y llevando nada más que
una de mis camisas abotonadas. Puedo ver sus pezones apuntando
contra la tela. Mi polla ya está dura, y me acerco a ella, inmovilizándola
entre el mostrador y yo. —Contéstame, Mei. —

Mueve las pestañas y se encoge de hombros inocentemente. —Solo


estaba haciendo galletas. Todos aquí han sido tan amables, que pensé
en devolverles el favor... —

— ¿Llevando esto?— Me aprieto contra ella, dejándole sentir lo duro que


estoy para ella.

Su respiración se entrecorta.

—Bueno, no quería tener que buscar en mi ropa. Esto era lo más fácil de
67

poner. —
Página

—Se supone que estabas en la cama. —


Inclina su barbilla hacia arriba. —No quiero estar en la cama si no estás
ahí conmigo. —

—No me provoques, Mei. — Aprieto mi muslo entre sus piernas y siento


el calor que desprende. Entonces un pensamiento me golpea como una
bala entre los ojos. —¿Llevas bragas?—

Se lleva la mano a la espalda y toma una galleta, luego me la ofrece a los


labios. — ¿Importa si lo hago?—

La galleta huele de maravilla. Me doy cuenta de que está intentando


distraerme del hecho de que ha aparecido aquí abajo, donde todos mis
hombres podían mirarla abiertamente. Me hierve la sangre solo de
pensarlo. Maldita sea.

—Mei... —

Me mete la galleta en la boca antes de que pueda decir más.


Prácticamente se derrite en mi lengua. Con sabor a nuez, con la cantidad
justa de dulce y todavía caliente. Mastico y la miró fijamente.

Tiene las mejillas rosadas y los labios entreabiertos. —¿Te gusta?—

Trago. —No. —

—Oh. — Su cara cae.

—Me encanta. — La besó con fuerza y me alejo. Todavía está delicada


por el fuego, me recuerdo.
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Cuando me alejo, me golpea el pecho.


Página

— ¿Qué estás haciendo?—


— ¡No soy de cristal! Estoy bien. Deja de tratarme como si fuera una
inválida en un asilo. — Pone las manos en las caderas, mirándome
fijamente como si estuviera dispuesta a ir a la guerra.

— ¡Casi te mueres!— Agarró la parte delantera de su camisa y la atraigo


hacia mí. —Casi te pierdo. — Mi voz se calma.

Ella envuelve sus manos alrededor de las mías. —Pero no lo hice. Estoy
bien. — Se lame los labios. —Y sé que estuvo mal que te siguiera. Y
ahora... — mira mi boca. —Parece que he ido y te he vuelto a enojar. —
Una sonrisa diabólica se insinúa en sus labios. —Upss. —

Le retuerzo la camisa, acercándola a mí. —Empiezo a pensar que quieres


ser castigada, Mei. ¿Es eso?—

— ¿Qué? — balbucea. —N-n-no. Es una locura. —

La azoto antes de que pueda protestar, luego la tiró sobre el mostrador


de la cocina justo al lado de su fuente de deliciosas galletas. Al levantar
la parte trasera de la camisa, veo que mis sospechas eran correctas. —
Sin bragas, mi pequeña rebelde. Lo vas a pagar. —

—Por favor. — gime. Está mojada para mí, su coño brilla por detrás. El
solo hecho de verla presionada bajo mi palma, con el culo a la vista, me
rompe. No puedo contenerme.

Aplico mi mano con fuerza sobre su culo. Grita. La nalgueo una y otra
vez, enrojeciendo su piel mientras sus gritos se vuelven más feroces, más
profundos. Y entonces empieza a gemir, el dolor y el placer se mezclan
mientras castigo su dulce culito.
69
Página
Cuando me detengo, con el corazón palpitando, la polla luchando contra
mi cremallera, todo lo que puedo hacer es mirar su belleza, las marcas
de las manos en su piel. Mis marcas.

Es entonces cuando me arrodillo y adoro su húmedo coño. Una vez que


la pruebe, puede que nunca pare.

70
Página
MEI

— ¡Kazuo!— Gritó su nombre cuando entierra su cara entre mis muslos


desde atrás.

No me cuesta mucho. El primer roce de su lengua contra mi clítoris es


todo lo que necesito. He estado en vilo desde que urdí mi pequeño plan
para que me disciplinara. Mi clítoris pedía ser acariciado. Y él lo cumple.

Cada vez que su mano desciende sobre mi culo, el dolor se transforma


rápidamente en placer que se dispara directamente entre mis muslos.
Kazuo se bebe mi orgasmo y va por más. Sus manos me agarran por el
culo, me levantan del mostrador unos centímetros y me separan más. Su
lengua entra y sale de mí, imitando el sexo.

Con cada nueva embestida, solo puedo pensar en que sustituya su


lengua por su polla. En saber lo que se siente al ser llenada por Kazuo.
En toda mi locura de chico, nunca he deseado el sexo. Quería saber qué
se siente con un beso, pero nunca vi a uno de los chicos del campus de
al lado y me imaginé estar con ellos. Incluso cuando me tocaba, siempre
me imaginaba a un hombre sin rostro, pero ya no. Ahora ese rostro está
claro como el cristal.

Kazuo.
71
Página
Empujo hacia atrás, tratando de satisfacer cada uno de sus empujes. —
Codiciosa. — gruñe contra mi culo justo antes de volver a azotarme.

Gimoteo. —Por favor. — le ruego. —Necesito más. —

—Mi putita quiere correrse de nuevo. — Otro gemido me abandona ante


su tono. ¿Por qué pensar en ser su puta me excita tanto? También dijo
eso la última vez que me azotó. Mi mente no dejaba de reproducirlo una
y otra vez en mi cabeza.

—Sí, Kazuo. Quiero ser tu puta. — Tan pronto como digo esas palabras,
su boca se detiene. —Kazuo. — Me entra el pánico, sin querer que este
momento se acabe. Mi cuerpo zumba ya con la necesidad de otro
orgasmo. El dolor ha vuelto peor que antes. Ni siquiera puedo pensar con
claridad en este momento.

Intento mirar por encima del hombro para devolverle la mirada, pero se
mueve antes de que pueda hacerlo. En un instante, me da la vuelta y me
arranca la camiseta del cuerpo. Me tumbo en la encimera, a la vista de
él. Mis piernas cuelgan por el lateral y él se sitúa entre ellas. Agradezco
el frío de la encimera. Todo mi cuerpo arde de necesidad.

—Vas a ser mía. — Sus ásperos dedos recorren mis muslos. Mi espalda
se arquea, mi cuerpo quiere estar aún más cerca de él, pero todavía está
demasiado lejos. Quiero que cada centímetro de su cuerpo se apriete
contra mí. Estar atrapada debajo de él para que lo tome.

—Por favor. — le ruego.

Una de sus manos se desliza hacia arriba para cubrir mi sexo mientras la
otra busca el cinturón de sus pantalones.
72
Página

Oh, mierda. Esta vez sí que lo he presionado más. ¿Va a follarme aquí
mismo, en la encimera de la cocina? No es como me imaginaba mi
primera vez, pero ahora mismo, no podría importarme menos. Me duele
estar llena de él.

Veo cómo se libera la polla de los pantalones y se toma la mano para


acariciarse. Su otra mano, que aún está acariciando mi sexo, se desliza
por mi montículo y sus dedos separan mis pliegues para revelar el
pequeño manojo de nervios que ya está pidiendo su atención.

Mis ojos se centran en su polla. Trago saliva al ver su tamaño. Soy una
chica pequeña. Claro que tengo algunas curvas, pero no estoy segura de
poder soportarlo. Eso no me impide dejar que mis piernas se abran más.
Estoy dispuesta a intentarlo.

Me relamo los labios cuando se forma una pequeña gota de presemen


en la punta roja y furiosa. Debe dolerle lo mismo que a mí. ¿Cómo ha
podido contenerse todo este tiempo? Sé que me desea, lo que me hace
comprender que Kazuo ha antepuesto mis necesidades. Ha estado
apartando sus propios deseos para asegurarse de que yo obtenía lo que
necesitaba. Me aferro a la esperanza de que eso sea cierto. Los hombres
en esta vida nunca ponen a sus mujeres en primer lugar. ¿Podría mi
Kazuo ser diferente? Tal vez por eso me siento tan atraída por él.

—Kazuo. — Empujo hacia abajo mientras él roza su polla contra mi sexo,


untando su semen en mi piel. Empieza a salir más de la cabeza de su
polla.

—Necesito marcarte. — gruñe.

— ¿Qué...? —Jadeo cuando arrastra la cabeza por mi clítoris mientras


empieza a bombear sus caderas. Su polla entra y sale de su mano. Con
cada empujón, se desliza por mi clítoris, haciéndome gemir su nombre.
73
Página
—Tócate las tetas, pequeña rebelde. — me ordena. Me acarició los
pechos. Mis manos no se comparan con las suyas, pero tendrán que
servir ya que las suyas están ocupadas. —Hazlo como yo. —

Tiro de mis pezones como él hace siempre. —Eres una chica tan buena
cuando juego con tu coño. —

—Sí. — gimo de acuerdo.

—A las chicas malas no se les toca el coño. —

— ¡Kazuo!— Siseo. Su lenguaje sucio es demasiado. ¿A quién quiero


engañar? Todo lo es.

—Correte para mí. Muéstrame cuánto te gusta. — Golpea la cabeza de


su polla contra mi clítoris, provocando mi orgasmo. Los puntos negros
bailan en mis ojos mientras empiezo a deshacerme. Grito su nombre
mientras el placer que nunca antes había sentido se apodera de mi
cuerpo.

Oigo a Kazuo gemir por mi nombre mientras su liberación salpica mi sexo


y mis muslos antes de que deslice la cabeza de su polla por mis pliegues.
Mi sexo se contrae en torno a la punta de su polla mientras besa la
entrada, pero no la introduce.

Levanto la cabeza y veo que sigue masturbándose. Suelta otro gemido,


sus ojos se fijan en los míos mientras libera más, solo que esta vez se
derrama dentro de mí.

De repente, Kazuo retrocede un metro, con la polla suelta y una expresión


de aturdimiento en la cara. Una parte de su descarga cae dentro de mí.
74

Hundo los dientes en el labio inferior, preguntándome qué significa esto,


Página

pero demasiado asustada para preguntar.


Así que hago lo que mejor se me da. Huyó, pero esta vez de regreso a
mi habitación.

75
Página
KAZUO

La persigo y la atrapó en el pasillo antes de arrastrarla a mi despacho.


Jadea, su cuerpo es tan cálido y maleable en mis manos. La hago girar y
la inmovilizó contra la puerta.

— ¿Adónde crees que vas, Mei?—

Sus ojos se abren de par en par, como un ciervo en la mira de un


depredador. —Iba a... —

— ¿Ibas a presumir de este hermoso cuerpo delante de mis hombres?


¿Era eso lo que planeabas hacer?— Me inclino, nuestros labios se
acercan.

—Quiero decir... —se agacha y me arrebata la camisa. —No iba a hacer


alarde. —

— ¿Todavía tienes mi semen en tu húmedo coño, e ibas a exhibir esas


perfectas tetas para alguien más?— No puedo evitar la rabia asesina en
mis venas. La idea de que mis hombres la miren, y mucho menos que se
lleven galletas de ella, podría asesinarlos a todos ahora mismo.

—Oye. — Se levanta y presiona sus palmas en mis mejillas. —Kazuo. —


76

Su voz es tan dulce, tan acogedora. —No pasa nada. Estoy bien. —
Página
Presiona sus labios contra los míos y luego se retira. —No los quiero.
Nunca he querido a nadie como te quiero a ti. —

¿Cómo sabe lo que tiene que decir para calmar a la bestia que llevo
dentro? No lo sé. Pero lo hace. Dejó escapar un suspiro y la suelto,
aunque sigo estirando la mano y juntando su camisa.

—Te llevaré a donde quieras ir. — La recojo en mis brazos y la estrecho


contra mí, ocultando su belleza de cualquier mirada indiscreta. —Solo
dime dónde. —

—A mi habitación. Quiero darme un baño y ponerme ropa limpia. —

—Tal vez deberías volver a la cama como el doctor... —

—No. —pone su pequeña barbilla en desafío. —Rotundo No. —

Le beso la punta de la nariz. No hay forma de negárselo. Ni siquiera


puedo imaginarme tratando de decirle que no. Además, es una pequeña
rebelde. Hará lo que quiera sin importar lo que yo diga. Solo pensarlo me
hace sonreír.

—Debes estar preparando algún plan ruin para sonreír así. — Arquea una
ceja.

—Tal vez. — Salgo del despacho, con cuidado de mantenerla cerca de


mí mientras la llevo arriba.

—Tus hombres han sido unos perfectos caballeros. No tienes que


preocuparte por ellos. No son para nada como los hombres de mi padre.

77

Me pongo rígido al llegar a mi dormitorio. — ¿Los hombres de Hideo te


Página

han maltratado?—
Levanta la vista. —No. Quiero decir, no realmente. Susurraban sobre mí,
supongo. Pero nunca me tocaron. Papá los habría matado. —

Yo los mataría ahora. Si me diera un solo nombre de alguien que la


hubiera dañado, estaría muerto por la mañana. Pero tal como están las
cosas, la pongo de pie, luego me inclino y preparo un baño para ella.

—Dije que quería ir a mi habitación. — enreda sus dedos. — ¿Te


acuerdas?

Me encojo de hombros. —Mi bañera es más grande. —

—Ya lo veo. — Sonríe cuando saco una bomba de baño arco iris de un
cajón y la agrego.

—No te tomé por el tipo de bombas de baño. —

—No lo soy. Pero sé que lo eras. — Abro el cajón por completo para
mostrárselo. —Tengo todas tus cosas favoritas. —

—Oh, Dios mío. — chilla. — ¡Incluso tienes mis mascarillas favoritas! Solo
las venden en Japón. —

—Lo sé. — Me vuelvo hacia ella y la tomó por los hombros, luego le quitó
la camiseta. Cae al suelo en un charco mientras sus mejillas se vuelven
de un dulce color rosa. Tengo ganas de volver a probarla, de lamerla
hasta que grite. Ella me hace eso, me vuelve salvaje. Solo puedo verla a
ella. Aunque esté solo en una habitación, siempre está bailando en los
límites de mi visión. Mi propio espejismo personal.
78

Se gira y mete un pie en la bañera, luego se hunde mientras las burbujas


burbujean a su alrededor. —Esto se siente increíble. —
Página
—Que tengas un buen baño, pequeña rebelde. Te lo has ganado. — Le
doy un beso en la cabeza. —Volveré más tarde. Necesito trabajar en
algunas cosas. —

— ¿Qué cosas?— Mueve los dedos entre las burbujas. —Sabes, nunca
le pregunté a mi padre cosas así. Creo que tal vez porque no quería saber
las respuestas. Pero contigo... quiero saber todo sobre ti. —

Debería mentirle, decirle que estoy haciendo algún tipo de negocio


legítimo. Pero no lo hago. Le digo la verdad. —Los Itos han estado
haciendo movimientos contra mí. El yate... — Obligo a que el recuerdo
de Mei gritando por mí quede en el fondo de mi mente. —El yate fue un
acto de represalia. Fue solo la salva inicial. Hay mucho, mucho más que
debe ponerse en marcha antes del viernes. —

— ¿Por qué? ¿Qué pasa el viernes?— Se inclina hacia atrás, las puntas
de sus pezones coquetean con la superficie del agua ondulante. Parece
una especie de espíritu del agua, aquí para atraer a los hombres
desprevenidos a sus tumbas. Por Mei, estaría encantado de sumergirme
en las olas para siempre si eso significaba que puedo quedarme con ella.
— ¿Kaz?—

Parpadeo, recordándome a mí mismo, y encuentro su mirada. —Me has


llamado Kaz. —

Se encoge de hombros. —He oído a Toru llamarte así. Creo que es


bonito. —

Resoplo. —Bonito, ¿eh?

—Mucho. Supongo que si tu mejor amigo te llama Kaz, entonces yo


79

también puedo. —
Página
—Tienes razón. — Me siento en el borde de la bañera y cierro el agua.
— ¿Está suficientemente caliente?

—Perfecta. — Suspira y se hunde más, con sus oscuros mechones de


pelo flotando en la superficie. — ¿Qué pasa el viernes?

—Persistente, ¿verdad?

—Mucho. —asiente.

—Los Itos han convocado una reunión de las principales familias Yakuza,
la mía incluida. Va a ser una gran fiesta, aunque yo estaré ahí solo por
negocios. —

— ¿Una fiesta?— se sienta y se abraza las rodillas. —¿Puedo ir?—

—No iba a llevarte... —

Su cara cae al instante.

—Pero ahora que te sientes mejor... —

Sus ojos se iluminan. — ¿Puedo ir?—

—Mañana viene una costurera para que puedas elegir tu vestido. Lo que
quieras, Mei. — Todavía quiero dejarla aquí bajo llave, pero me engañaría
a mí mismo si lo hiciera. Ella está más segura cuando está conmigo. Ella
debe estar a mi lado.

— ¡Oh, Dios mío, estoy tan emocionada!— aplaude, enviando agua que
salpica sobre mí.
80

—Upss, lo siento. — Se calma.


Página
La agarro del pelo y la atraigo hacia mí, besándola con fuerza antes de
ponerme de pie. —Disfruta de tu baño, pequeña rebelde. Volveré pronto.

—De acuerdo. — Se muerde el labio inferior.

—Pero no más horneado para mis hombres. — Le meneó un dedo. —


¿Entendido?—

—Aww, pero me gusta hacerlos felices. — Me mira con ojos de cierva.

Me quejo. —Bien. Puedes hornear. Pero solo si estoy en la cocina contigo


y estás vestida de pies a cabeza. —

—Trato. — Desaparece bajo la superficie, mi pequeño y dulce espíritu


acuático, al que seguiría con gusto hasta las profundidades del infierno y
de regreso.

81
Página
MEI

—Este es el indicado. — le digo a Brigitte. Estoy sonriendo tanto que me


empiezan a doler las mejillas.

Estoy deseando ver qué piensa Kazuo de mi vestido. Me he pasado toda


la tarde preparándome para la fiesta. Puede resultar patético admitirlo,
pero es la primera vez que voy a un evento así.

Nunca pude ir a las que organizaron mi padre y mi madrastra a lo largo


de los años, y no cuento las del internado. En esos ni siquiera se
permitían chicos, y nadie se juntaba conmigo, eso sí. Mi padre es tan
temible que no solo los chicos me evitaban, sino también otras chicas. Es
una de las razones por las que he aprendido a entretenerme, o como le
gusta decir a mi padre, a meterme en problemas.

—Tenía el presentimiento de que éste sería el elegido. Por eso lo he


dejado para el final. — Me guiña un ojo en el espejo.

Ayer hablé con Brigitte por teléfono y respondí a todas sus preguntas
sobre el estilo del vestido y el color que prefería. Le envié una foto mía
para que viera mi forma y eligiera lo que creía que me quedaría mejor.
Todos los vestidos que trajo son preciosos, pero este es perfecto.
Acentúa mis mejores rasgos.
82
Página
—Ni siquiera sabía lo que era 'sexy pero no demasiado sexy' hasta este
vestido. —

Me río. Eso es lo que pedí. También quería que fuera un blanco suave de
algún tipo. Está claro que Brigitte es buena en su trabajo, porque lo ha
conseguido a la perfección. El suave vestido rosa pétalo es coqueto pero
inocente al mismo tiempo.

Me giro cuando oigo que se abre la puerta del dormitorio. Kazuo se


congela cuando sus ojos se posan en mí. Siempre lo hace. Siempre que
entra en una habitación, me busca. Creo que se está obsesionando
conmigo. Ese es mi plan, al menos. Necesito que Kazuo se enamore de
mí. Lástima que no sepa nada sobre el arte de la seducción, pero a juzgar
por la mirada acalorada de Kazuo ahora mismo, no estoy fallando en ello.
Al menos es un comienzo.

—Fuera. — ordena antes de entrar en la habitación. Sigue manteniendo


la puerta abierta. —Todos. — Sus ojos no se apartan de mí. La peluquera
y la maquillista que estaban recogiendo ya toman sus cosas y hacen lo
que se les dice, saliendo a toda prisa de la sala.

Las mariposas me llenan el estómago y el calor se forma entre mis


muslos. Me encanta cuando pierde el control cuando se trata de mí.
Últimamente lo hace mucho. Su boca ha besado cada centímetro de mi
piel.

—Mi trabajo aquí ha terminado. — Brigitte sonríe mientras sigue a las


otras dos mujeres. Kazuo cierra la puerta tras ellas. El fuerte chasquido
de la cerradura es el único sonido en la habitación.

—Estás muy guapo con tu esmoquin. — le digo, relamiéndome los labios.


83

Demasiado guapo, en realidad.


Página
Apuesto a que las mujeres se le echan encima todo el tiempo en este tipo
de eventos. He oído de pasada que Kazuo no acepta ofertas de
matrimonio de las familias, pero apuesto a que la gente sigue
enviándolas. Probablemente le ofrecen dotes astronómicas para que se
case con sus hijas.

—No estoy seguro de que esto sea una buena idea. —

— ¿Qué?— pregunto, confundida. Mi corazón se hunde. — ¿No puedo


ir?— Hundo los dientes en mi labio inferior cuando empieza a temblar.
Quiero parecer fuerte ante Kazuo. Una mujer digna de estar a su lado. En
tres rápidos pasos, Kazuo cierra el espacio entre nosotros.

—Me vas a meter en problemas, pequeña rebelde. — Me arranca el labio


inferior de los dientes con el pulgar.

— ¿Tú? Yo soy la que se mete en problemas por aquí.— intento bromear.


Sus dedos recorren mi mandíbula y bajan por mi cuello. Me encanta la
aspereza de sus dedos contra mi piel.

—La gente te va a mirar. — Su tacto recorre mis pechos, haciéndolos


crecer por la necesidad.

—Tú eres el que no se puede perder. Apuesto a que todas las mujeres
claman por tu atención. ¿Cuántas ofertas de matrimonio has recibido? —
Levantó la barbilla, intentando fingir que los celos no me comen viva.

—No recibo ofertas de matrimonio. — refunfuña.

—Eso no es lo que he preguntado, y lo sabes. —


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—No importa. — Me agarra. Suelto un pequeño chillido de sorpresa. Me


Página

agarra con fuerza, casi hasta el punto de ser doloroso. Sus ojos se han
vuelto un poco salvajes. Me he dado cuenta de que eso ocurre a menudo
últimamente.

Mi Kazuo tiene un problema de control. Especialmente cuando se trata


de mí. He notado que puede ser un poco irracional a veces. Eso debería
preocuparme. Tal vez incluso asustarme, pero no lo hace. Lo que hace
es darme esperanza, y más que eso, me hace sentir necesitada por él.
Rezo para que me necesite más que nada en este mundo. Tendrá que
hacerlo si planea que estemos juntos para siempre.

Me lleva hasta la cama y me deposita en ella. —Mi vestido. —

—Súbelo. — me ordena. Agarra el cinturón. — ¡Ahora!— dice,


incitándome a actuar. No soy de las que se dejan mandar fácilmente, pero
cuando Kazuo utiliza ese tono, mi cuerpo cae bajo su control. La
necesidad de complacerlo me acomete con fuerza.

Me agarro a la parte inferior del vestido, tirando de él hasta que me rodea


la cintura, dejando al descubierto mis bragas de seda. Cuando las ve,
emite un profundo y sexy rugido.

—Kazuo. — gimoteo, necesitándolo.

—Tira de ellos a un lado. Si quieres ir esta noche, será con mi marca


sobre ti. Olerás a mí. Es la única manera de pasar esta noche, sabiendo
que todos los ojos estarán puestos en lo que es mío. —

Santa mierda. Tiro de mis bragas a un lado mientras veo a Kazuo


comenzar a acariciarse. Sus ojos se comen cada centímetro de mí
mientras se masturba con rabia. La visión es lo más caliente que he visto
en mi vida.
85

—Por favor. — Suplico por alivio, mi clítoris palpitando por atención.


Página
—Mei. — Gime mi nombre mientras empieza a correrse.

Rocía mi sexo y mis muslos antes de que empiece a frotarlo en mi piel.


Sus dedos juegan con mi clítoris en el proceso. No tardó mucho en
correrme. Grito su nombre cuando me marca.

Por mucho que me guste, el dolor no desaparece del todo. Adoro su


marca en mí y la llevo con orgullo, pero nadie puede verla realmente.
Quiero que me reclame para que todos lo vean y lo sepan.

● Todavía no me ha quitado la virginidad. Cada día, ese hecho me


llena de más dudas sobre lo que significa para nosotros. ¿Teme a
mi padre o no le interesa la idea de tenerme como esposa? Ha
dejado claro que no quiere casarse. Es probable que sea una
mezcla de todo ello. No puedo evitar que esas cosas se cuelen en
mi mente.

Intento decirme a mí misma que no puede ser verdad. No con la forma


en que me tiene cerca y me mantiene toda para él. Sin embargo, me está
ocultando algo. Creo que debería empezar a hacer lo mismo. Tal vez
debería darle a mi Kazuo una muestra de lo que se siente -incluso si me
mata- al ocultarle mi corazón.

Puede que sea la única forma de reclamar el suyo o, al menos, de


proteger el mío.
86
Página
KAZUO

La seguridad es estricta. Esperaba que fuera así y, curiosamente, me


hace sentir mejor por llevar a Mei. Ella tiene que ser protegida.

Isamu Ito ha comenzado una guerra contra mí, lo cual es profundamente


desacertado, pero ni siquiera él es tan tonto como para atacar a las
familias gobernantes del bajo mundo en terreno neutral. Eso despertaría
al dragón dormido en Japón, y toda la fuerza Yakuza se pondría en
marcha contra los Ito.

—Es hermoso. — Los ojos de Mei se abren de par en par cuando nuestro
coche se detiene frente a la casa. Los grandes árboles de la parte
delantera de la casa han sido cubiertos con luces blancas que caen en
cascada hasta el suelo, que está lleno de pétalos de flores. Evoca la
primavera, la danza de los cerezos en flor y la promesa de renovación.

—No tan hermoso como tú, pequeña rebelde. — La beso suavemente,


saboreando sus labios mientras sonríe.

—Eres una persona que habla con suavidad. —

— ¿Lo soy?— Acarició mi mano por su costado, sintiendo la sedosa tela


del vestido que no puede compararse con la suave piel que hay debajo.
87
Página

—Cuando quieres serlo. —


— ¿Listo?— Toru pregunta desde el asiento del conductor.

—Sí. — Le doy un beso más a Mei, luego salgo y la ayudó a salir del
coche.

—Ya conoces el plan. No pierdas de vista a Mei, pase lo que pase. —

—Lo sé. — Toru sacude la cabeza. —Solo me lo has dicho un millón de


veces en dos idiomas diferentes. Creo que lo tengo. —

—No te preocupes. — Mei me aprieta la mano. —Estoy contigo. —

Maldita sea. Su confianza en mí es como una inyección de adrenalina


pura. Es exactamente lo que necesito.

Me inclino y le susurro al oído: —Vamos. Voy a mostrarte. —

Sonríe maravillosamente mientras la conduzco por las escaleras hasta


las puertas abiertas de la entrada. La música se arremolina en el aire
cuando entramos, y recibo asentimientos de varios miembros
gobernantes Yakuza.

Un camarero pasa con una bandeja de champán. Tomo una para Mei y
se la doy.

—Oh, burbujas. — Le da un sorbo mientras la conduzco fuera del


vestíbulo y hacia el resplandeciente salón de baile. La música está más
alta aquí y la gente llena la pista de baile. La mayoría de ellos son
probablemente contratados o quizás los hijos mayores de los jefes.
Ciertamente se divierten, todos se mueven al ritmo de la música mientras
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los camareros pasan por los bordes con bandejas de comida y bebida.
Página
—Esto es mucho más divertido de lo que esperaba. — Los ojos de Mei
se abren de par en par cuando un DJ empieza a tocar algo con un ritmo
más fuerte. Sus caderas se mueven al ritmo, y no puedo evitar agarrarla
y atraerla hacia mí. Se balancea contra mí y luego se gira de espaldas a
mí. Cuando su culo presiona mi erección, me sonríe por encima del
hombro.

—Oh, mi pequeña rebelde. Estás pidiendo un poco de disciplina. —


Agarró sus caderas con más fuerza y aprieto mi polla contra ella. —Y la
tendrás esta noche. —

Se estremece, pero sigue moviéndose al ritmo de la música. Me pierdo


en ella, en el aroma de su piel y la suavidad de su pelo oscuro. Ella es un
regalo, uno que no merezco. Hideo nunca debió enviármela, pero me
alegro mucho de que lo hiciera. Tal vez él sabía lo que ella significaría
para mí. Es entonces cuando me doy cuenta de que Hideo planeó esto
todo el tiempo. Él me conoce mejor que nadie, y aunque no entiende a
Mei, ciertamente la conoce también. Esto es lo que él quería. Nosotros
dos. Fui un tonto al no verlo antes.

— ¿Qué?— Se gira en mis brazos y me mira. — ¿Qué pasa?—

—Nada. Nada de nada. — La besó con fuerza y la atraigo hacia mí. Sé


que los murmullos de las otras familias se propagarán, pero no me
importa. Quiero que sepan que es mía. Toda jodidamante mía.

Se aferra a mi esmoquin y se pone de puntillas con sus tacones. Cuando


deslizo mi lengua contra la suya, gime en mi boca. La quiero aquí y ahora.
Pero no puedo tenerla.

Me separo y apoyo mi mano en su cuello. —Pronto, pequeña rebelde,


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voy a darte cada centímetro de mí, y no voy a parar nunca. Voy a follarte
tan bien que te arruinare. —
Página
— ¿Y luego seré tu puta para siempre? ¿Es eso cierto?— Mueve sus
pestañas inocentemente.

—Para siempre. — acepto.

Siento un toque en mi hombro, y sé que tiene que ser Toru. Nadie más
se atrevería a tocarme.

—La reunión está a punto de empezar. — Se pone de pie junto a mi codo.

Levantó la barbilla a Mei. —Quédate con Toru, pero no muevas ese culo
perfecto para nadie más que para mí. ¿Entendido?—

Sus labios se curvan en una sonrisa. —Sí. Además, he visto una gran
mesa de comida al lado del vestíbulo que tengo que investigar. —

—Hazlo. Y te llenaré de algo mucho más dulce después de la fiesta. —

Toru gime y pone los ojos en blanco mientras Mei se sonroja.

—Quédate con ella. — Me giro hacia Toru.

—Lo sé. — Se inclina más cerca. —El plan ya está en marcha. Los
almacenes de Ito ya están ardiendo, y sus casas de vacaciones están a
punto de arder también. —

—Bien. — Sonrío ante la destrucción que mis soldados están llevando a


los Itos esta noche. Isamu puede pensar que me ha acorralado en esta
fiesta, pero cuando se dé cuenta de que le he golpeado, se desmoronará.
Cuento con ello.
90

—Vuelvo pronto. — Beso la frente de Mei y me alejó a grandes zancadas


Página

para subir las escaleras hacia la reunión de trabajo. Ito está de pie en el
rellano, observando cómo me acerco. Cuando sus ojos se dirigen a Mei,
me obligo a enmascarar la furia que sube a mis entrañas. No quiero que
ni siquiera respire el mismo aire que ella. No se lo merece.

—Kazuo. — Me mira fijamente mientras paso junto a él. —Me alegro de


que hayas aceptado mi invitación. —

Su hijo Rai está de pie junto a la puerta de la sala de reuniones, con sus
ojos brillantes puestos en mí.

— ¿Has navegado bien últimamente?— Le preguntó.

Las manos de Rai se cierran en puños. —Bastardo. —

Sonrío. —Acabemos con esto. Soy un hombre ocupado.—

Isamu resopla. —Seguro que tienes mucho qué hacer con la hija de
Hideo, Mei. He oído que es tan fresca como una ciruela madura. O al
menos lo era... — Deja la insinuación en el aire.

Me detengo, pero no le doy la satisfacción de darme la vuelta. —No


menciones su nombre y te permitiré seguir respirando. — Con eso, sigo
por el pasillo y entró en la sala de reuniones. Cuanto antes termine esto,
antes podré darle a Mei lo que ha estado pidiendo desde el momento en
que nos conocimos.
91
Página
MEI

—Puedes comer y vigilarme al mismo tiempo. — le digo a Toru mientras


le pongo en las manos un plato lleno de comida. Lo toma a regañadientes
para que yo me prepare uno. —Podrías desfallecer y desmayarte sin
alimentarte. — bromeó, haciendo que esboce una pequeña sonrisa. Los
hombres de Kazuo son muy diferentes a los de mi padre. Siempre son
cálidos y respetuosos conmigo.

Sé que Kazuo puede ponerse un poco celoso cuando les presto atención,
pero disfruto haciéndoles regalos. Es mi forma de demostrarles que yo
también los respeto. No solo eso, sino que mantienen a mi Kazuo a salvo.
Alimentarlos a veces es lo menos que puedo hacer a cambio.

Además, quiero que me quieran porque lo hacen de verdad, no porque


Kazuo se lo ordene. Quiero que su respeto por mí sea real. Veo la lealtad
que les tienen tanto los hombres de mi padre como los de Kazuo. Quiero
eso. Solo que tengo una manera diferente de conseguirlo. Supongo que
tengo algo de mi padre en mí después de todo.

—Gracias. — dice Toru y me sigue por la mesa mientras apilo un poco


de esto y aquello en mi plato. Quiero probarlo todo y experimentarlo todo.
No hay muchos más que estén disfrutando de la comida. La mesa parece
más una decoración que otra cosa.
92
Página
Mi madrastra organizaba fiestas en las que los camareros se paseaban
con bandejas de comida que nunca se tocaban. Yo siempre me colaba
en la cocina y robaba los bocadillos. Era la única vez que se permitía esa
cantidad de carbohidratos en la casa a la vez.

— ¿Nos sentamos?— Asiento hacia una mesa vacía.

—Si quieres. — Toru se acerca y me pone una silla. La tomo. Deja su


plato junto al mío. — ¿Bebida?—

—Sí, por favor. —

—Voy a estar justo ahí. — Señala la barra que está a seis metros. —
Tienes que quedarte en la mesa. —

—Lo prometo. — le tranquilizo. Me doy cuenta de que no está seguro de


si debe dejarme. Aunque solo esté a seis metros de distancia con una
vista clara de donde estoy sentada. —Sé que esta noche es importante.
Mantendré mi trasero en esta silla hasta que vuelvas. No quiero causarles
a ti o a Kazuo más estrés. Lo dejaré para cuando estemos en casa. —

—Gracias. — Me dedica una suave sonrisa antes de apresurarse hacia


la barra.

Odio que dude de mí, pero lo entiendo después del incidente del yate. Y
resulta que tengo fama de hacer lo contrario de lo que me dice todo el
mundo. Quiero decir, Kazuo no me llama pequeña rebelde sin razón.
Sinceramente, no estoy segura de si los hombres se preocupan por mi
seguridad porque en general se preocupan por mí o temen lo que Kazuo
haría si me hicieran daño.
93

Me entretengo un rato con la comida, aunque cada vez que levanto la


Página

vista, Toru me mira fijamente. Finalmente, muevo un poco mi silla para


poder tener una vista más amplia de la pista de baile que de los
guardaespaldas. Me pregunto qué estará haciendo Kazuo ahora mismo.
Probablemente esté encerrado en una habitación con un grupo de viejos
mafiosos japoneses hablando de negocios. Qué asco. Prefiero mi
pequeño plato de golosinas, aunque sería mejor que Kaz me diera de
comer de su mano. Empiezo a soñar con ello, con cómo me mete la
comida en la boca y me besa con...

— ¿Y a quién tenemos aquí?

Aparto mi atención de mi plato para ver a dos mujeres de pie al otro lado
de la mesa redonda.

La del vestido dorado saca una silla y se deja caer en ella. La otra
permanece de pie con los ojos fijos en mí. No estoy segura de que el
ajustado vestido rojo que lleva permita sentarse. Antes me había fijado
en las dos en la pista de baile. Era difícil no verlas con su pelo rubio
brillante y su altura. Me superarían fácilmente incluso sin sus tacones.
Dicho esto, apuesto a que sigo pesando más que ellas.

—Soy Mei. — digo, omitiendo mi apellido.

—Has venido con Kazuo. — dice la que está de pie sin molestarse en
ofrecerme su nombre.

—Así es. — Tomo uno de los pequeños bollos de crema de mi plato y me


lo meto en la boca.

Las dos fruncen la nariz.

— ¿Están saliendo? — pregunta la de rojo cuando se da cuenta de que


no voy a ofrecer más información.
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Página

No me malinterpretes, quiero decirles que Kazuo es mío y que se


mantengan alejadas, pero intento ser una buena chica. Además, no sé
qué somos Kazuo y yo en este momento. La forma en que me tiene cerca
y sus actos de posesividad junto con sus celos me hacen pensar que se
va a quedar conmigo para siempre, pero él nunca ha dicho eso. No quiero
suponer nada porque sé lo que dicen de la gente que lo hace.

Es imposible que mi padre deje que Kazuo se quede conmigo sin alguna
promesa de matrimonio, algo que Kazuo ha dejado claro que no quiere.
Incluso si cambiara de opinión y quisiera casarse conmigo, tendría que
pedirle permiso a mi padre. ¿Y si le dijera que no? Kazuo respeta tanto a
mi padre que probablemente me dejaría ir. Por mucho que me rompa el
corazón pensar en ello, podría ser el mejor resultado si Kazuo no me
quiere de verdad. Que no se enfrente a mi padre por nosotros me
ayudaría a alejarme de él. Aparto mi plato de repente, ya no tengo tanta
hambre.

—Venimos juntos. — señaló, odiando tener que ser imprecisa. Quiero


llamar a Kazuo mío.

—Eso no significa nada. — La que lleva el vestido dorado finalmente


habla. —Yo también he venido con Kazuo. — sonríe, encendiendo una
ira que nunca antes había sentido dentro de mí. Sus palabras se sienten
como una bofetada en mi cara.

— ¿Estás diciendo que mi Kazuo te ha follado?— Me levanto de mi


asiento, sin querer escuchar más sobre el pasado de Kazuo con otras
mujeres.

Mi enojo no es solo con su falta de respeto, sino también con la de Kazuo.


Puede que sea irracional, pero ni siquiera quiere tener sexo conmigo,
pero luego me lleva a un lugar donde hay otras mujeres con las que ha
estado...
95
Página

No me importa que sea su pasado y que piense que nunca se va a casar,


así que no importa una mierda dónde coma. Tal vez Kazuo no necesite
pedirle nada a mi padre, porque no voy a pasarme la vida lidiando con
sus mujeres del pasado que son tan atrevidas para faltarle el respeto a
otras mujeres.

Se pone en pie, con los ojos muy abiertos por la sorpresa de mi arrebato.
Estoy segura de que pensó que iba a huir llorando o algo así.
Rápidamente, se recompone y me fulmina con la mirada. Estoy segura
de que es para que me eche atrás. Esta vez no. No cuando se trata de
Kazuo.

—Cómo iba diciendo... —

—Es una pregunta de sí o no. — La interrumpo. Mis manos se cierran en


puños a los lados. Creo que nunca había sentido este nivel de ira en mi
vida.

—No debes saber quién soy. — responde, inclinando la nariz hacia mí.

—Y está claro que tú no tienes ni idea de quién soy yo.— Sonrío.

—Oh, sé quién eres. — Sus ojos me recorren de arriba abajo. —No eres
su tipo normal, pero tal vez esta vez lo está mezclando. En cualquier caso,
solo eres una adición al azar a su cuenta. No me preocupa. Te
abandonará de la misma manera que hizo con todas las demás. Volverá
a mí. Siempre lo hace. — Se lame los labios.

Juro que mi visión se nubla por un segundo de lo enojada que estoy. —


Clare. — La chica de rojo da un paso atrás mientras coge el codo de su
amiga para intentar apartarla, pero Clare se la quita de encima.

—Mei, ¿hay algún problema?— pregunta Toru, llegando a mi lado con


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nuestras bebidas en las manos.


Página
—No hay ningún problema, Toru. Bueno, al menos no uno que no pueda
manejar yo misma. — le aseguro con una sonrisa mientras me deslizo
alrededor de la mesa pasando por delante de él.

Clare da un paso atrás cuando me acerco a ella. No es suficiente. Vuelve


a abrir estúpidamente esa boca suya. Esta vez no tiene la oportunidad de
hablar. Me abalanzo sobre ella. Mis manos rodean su cuello mientras mi
visión se vuelve roja. El Nakamura que hay en mí ha salido a jugar.

97
Página
KAZUO

Ito ha estado hablando durante cinco minutos seguidos. Hablando de


unidad, de cómo las familias deben trabajar juntas para asegurar un
futuro provechoso para todos.

Lo observo, sin apartar los ojos de la serpiente mientras trata de vender


sus patrañas. Su mirada se posa a menudo en mí, pero no doy muestras
de mis sentimientos sobre las ridículas mentiras que salen de sus labios.
Puedo ver a través de él, pero también todos los demás en esta sala. No
hemos llegado a la cima de los rangos Yakuza por ser tontos.

—Y esta es la razón por la que creo que Rai se convertirá en el líder que
todos necesitamos. Él puede unir a las familias, mantener el orden y la
justicia entre nosotros. Es joven, inteligente, y como mi sucesor, heredará
la totalidad de mi operación. — Me mira fijamente. —Sería prudente que
todos ustedes lo respetaran y comprendieran que es mi deseo que se
convierta en el líder de la organización en Estados Unidos. Está
preparado. —

Rai, sentado detrás de su padre, hincha el pecho.

Cuando Isamu toma asiento, mira a su alrededor como si esperara un


aplauso o quizás algún tipo de felicitación. Lo que recibe es un silencio
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absoluto. Hasta que Rai empieza a aplaudir. Eso se apaga rápidamente


Página

mientras me pongo de pie.


—Siento que hablo en nombre del resto de las familias cuando digo, con
todo respeto, que Rai Ito nunca será más que un cachorro llorón,
apuntalado por su padre porque era demasiado débil para de valerse por
sí mismo. — Veo varias sonrisas alrededor de la mesa y algunos
asentimientos.

— ¿Te atreves a insultar a mi hijo?— Isamu se levanta y mete la mano


en su traje.

Pero, por supuesto, aquí no se permiten armas. Es terreno neutral. Todos


hemos sido registrados antes de entrar en esta sala, incluido él. Aun así,
el hecho de que haya metido la mano no es algo que pase desapercibido.
Somos los jefes de la organización. Si bien nos involucramos
regularmente en la violencia, no lo hacemos a la vista de todos y, desde
luego, no entre nosotros. Ya me imagino a Hideo regañando a Isamu por
atreverse a romper la etiqueta de esta manera y traer la deshonra a su
propio nombre.

—Ciertamente me atrevo. Aunque estás evitando el elefante obvio en la


habitación, todo el mundo aquí sabe que me has golpeado sin
justificación ni provocación. Has matado a mi gente y me has hecho
perder dinero: son dos cosas que nunca toleraré. Si fueras la mitad de
líder que dices ser, lo sabrías. Pero... — Miro a Rai y luego a su padre.
—Cómo eres menos que la mitad de un hombre, y tu hijo es menos que
la mitad de ti, ¿realmente creías que le permitiría sentarse en esta mesa?
— Me burlo mientras me alejo de la mesa.

Ito escupe mientras el rostro de Rai adquiere un violento tono carmesí.

—Gracias por la fiesta, Isamu. Es un evento realmente encantador. Como


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un regalo bien pensado para todos los presentes. A cambio, te he hecho


varios regalos. — El teléfono de Rai zumba, y luego el de Ito empieza a
Página
vibrar sobre la mesa. —Disfrútalos. — Con eso, me doy la vuelta y me
dirijo a la puerta a grandes zancadas.

El guardia me abre, e inmediatamente me dirijo hacia abajo. Por lo que a


mí respecta, mi negocio aquí ha terminado. Dada la fría recepción que
tuvo el discurso de Isamu por parte de las otras familias, estoy seguro de
que no están muy lejos, dejando a Ito y a Rai en la estacada. Bien.

Cuando entró en el salón de baile, localizó a Mei en cuestión de instantes.


Supongo que el hecho de que tire al suelo a otra mujer e intente saltar
sobre ella es algo habitual en mi pequeña rebelde.

La mujer grita y trata de levantar las manos para evitar que Mei la ataque.
Mei no cede a pesar de que Toru intenta interponerse entre ella y su
presa.

Corro hacia delante y la recojo en mis brazos antes de que pueda ir a por
la mujer a sus pies.

Mei grita y empieza a balancearse antes de darse cuenta de que soy yo


quien la sujeta. Entonces se le pone una mirada tímida en su rostro
angelical.

— ¿Qué estás haciendo, Mei?— No puedo ocultar la diversión en mi voz.

—Señora, esta chica es violenta. — Toru sacude la cabeza y ayuda a la


otra mujer a levantarse con bastante brusquedad. —Aléjate de ella y de
Kazuo. —

—No hay problema. — La mujer del piso se aleja a trompicones entre la


multitud.
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—Vamos. — Levantó la barbilla hacia la salida.


Página
— ¡Hey! ¡No soy violenta!— Mei da un manotazo a Toru pero no puede
alcanzarlo.

—Seguro que no lo eres. — Él apura su bebida, tira el vaso sobre la mesa


y nos saca de la fiesta.

— ¿Vas a explicarte?— La llevó escaleras abajo, con varios curiosos


cuchicheando y mirando. Me importa una mierda que quieran chismear
sobre nosotros. Esta noche es mi noche. Los Itos van a caer, y Mei está
en mis brazos. Eso es lo único que me importa.

La siento en el coche y me deslizo a su lado mientras Toru arranca el


motor. Tirando de ella hacia mi regazo, deslizo una mano por su muslo y
paso el pulgar por el borde de sus bragas. — ¿Mei?—

Sus labios se separan, un ligero suspiro sale de ella, pero no habla.

—Mei, necesito que me cuentes lo que acaba de pasar. — Deslizo el


pulgar hacia arriba y me introduzco bajo sus bragas, sintiendo el calor de
su coño húmedo.

Se retuerce, su respiración se acelera. —Estoy enojada contigo. —

— ¿Oh?— acaricio lentamente mi pulgar sobre su clítoris. — ¿Por qué?

—Porque tú... mmmph. — Se muerde el labio mientras muevo más dedos


por debajo de sus bragas y deslizo uno dentro de ella. —Porque tú... —
Su cabeza se echa hacia atrás y aprieto mis labios en su garganta.

— ¿Sí?— Murmuró contra su piel mientras Toru agarra el espejo


retrovisor y lo aparta para no poder vernos mientras conduce. — ¿Qué
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he hecho, pequeña rebelde? ¿Qué te ha hecho enojar tanto?


Página
Jadea cuando le meto otro dedo y le tomo el pecho con la otra mano. Lo
aprieto, luego agarró la parte superior de su vestido y tiro de él hacia abajo
para poder sentir su suave piel y el duro pico de su teta.

—Ella, uh, dijo... —

Me inclino y muerdo su pezón, luego lo chupo en mi boca mientras vuelvo


a poner mis dedos en su clítoris. —¿Qué ha dicho?

Sus piernas se abren más, dándome un mejor acceso, y lo tomo y paso


mis dedos por su raja. —Tan mojada para mí, pequeña rebelde. Podría
abrirte ahora mismo y bajarte sobre mi polla. Apuesto a que te estiraría
perfectamente. —

Gime, luego se pone rígida y me empuja. — ¡No!

— ¿No?— Vuelvo a presionar con dos dedos dentro de ella.

Mueve sus caderas, cabalgando sobre mis dedos, pero luego se detiene
de nuevo. —No, Kazuo. —

— ¿Por qué no?— Me retiro y rodeo su clítoris. — ¿Por qué decir que no
cuando puedo sentir lo mucho que deseas esto?—

— ¡Porque esa chica dijo que te la habías follado! — grita.

Toru suelta una carcajada.

Saco mis dedos de las bragas de Mei y los lamo mientras ella mira.
Sonrió, disfrutando de su pequeño ataque de celos.
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— ¿Por qué sonríes?— resopla y trata de apartarse. No lo consigue.


Página

—Porque sabes a gloria. —


— ¡Deja de reírte! Estuviste con esa chica. —arruga la nariz. —Eres un
jugador. —

— ¿Un jugador?— Me río, la diversión sale de mí mientras Mei frunce el


ceño. —Mei, no he visto a esa chica en mi vida. Lo que te haya dicho era
mentira, pequeña rebelde. Cuando te dije que no me interesaban las
propuestas de matrimonio de otras familias, lo dije en serio. Eso incluye
ser atrapado por cualquier mujer que quiera utilizarme para quedarse
embarazada o ganar influencia entre los Yakuza. —

Gira la cabeza, con la mirada inquisitiva. —Quieres decir... —

—Quiero decir que eres la única que he querido, Mei. Eres la única con
la que he soñado formar una familia. Eres la única mujer con la que he
esperado casarme. —

Parpadea con fuerza. —Entonces quieres decir que nunca... —

—Quiero decir que te amo, Mei. Quiero que estés conmigo siempre. —
La besó con fuerza, mostrándole lo mucho que creo en nosotros. Quiero
que ella también lo crea. Porque ahora sé -más de lo que he sabido en
toda mi vida- que somos el uno para el otro. Para siempre. 103
Página
MEI

¿Me ama? Miró fijamente el atractivo rostro de Kazuo y me pregunto si


estoy soñando. Levantó la mano y la pongo sobre sus mejillas. — ¿Me
amas?

— ¿De verdad estás tan sorprendida, mi pequeña rebelde? Apenas te he


perdido de vista desde que te vi por primera vez. Pierdo la puta cabeza
cada vez que pienso en que te pase algo. No quiero experimentar nunca
un mundo que no te tenga en él, Mei. ¿Qué crees que significa todo eso?

— ¡Que me amas!— chilló, con una emoción incontrolable. —Mi plan ha


funcionado. Te tengo. — Me siento más erguida. Seguro que mi cara está
llena de suficiencia, como debe ser. Todas esas zorras que han estado
intentando enganchar a Kazuo, y yo soy la que lo ha atrapado.

—Mei. — me advierte Kazuo, llevando sus manos a mi cadera. —


Cuidado. —

— ¿O qué? Estás enamorado de mí. Tus amenazas no significan nada


ahora. —

— ¿Es así?— Suelta su agarre de mis caderas, pero solo un segundo


antes de volver a agarrarlas y empezar a hacerme cosquillas.
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Página
— ¡Kazuo!— Grito, casi cayendo hacia atrás en mi intento de alejarme de
él. Se asegura de que no llegue lejos mientras sigue haciéndome
cosquillas. — ¡Lo siento!

—Vas a necesitar más que eso. — Me tira contra él. —Dámelo, pequeña
rebelde. —

—Yo también te amo, Kazuo. Tanto que al principio me daba miedo. —

— ¿Pero ya no?

—No. — Sacudo la cabeza. —Ya no tengo miedo. —

Es una locura cómo tres pequeñas palabras pueden cambiar todo tu


mundo. Todos mis miedos y dudas han desaparecido. Me eligió.

—Tendremos que casarnos pronto. —

—Espera, no me digas que tengo que ser una novia virgen. — Jadeo. —
Ya hemos esperado bastante. —

—Ha pasado una semana. — Se ríe.

—Cinco días en realidad, pero eso es una eternidad. — Gimoteo,


dejándome caer hacia atrás de nuevo, mi cuerpo se vuelve flácido
mientras pretendo desmayarme. Bueno, intento caer hacia atrás pero no
consigo nada.

—Pensé que eras mi putita. — me susurra Kazuo al oído antes de que su


boca recorra mi cuello. Sus dientes rozan suave y eróticamente mi piel.
105

—Sí. — gimo, apretándome contra su polla. —Lo hago. Quiero ser todo
Página

para Kazuo. Puedo ser todo lo que él necesita.


—Esperarás a que estemos solos. — Me pellizca el cuello. —Solo eres
mi puta. Solo para mis ojos. — Dejo caer mi cabeza hacia delante para
encontrar su mirada. Me encanta ver lo hambriento que está de mí. Ahora
que sé que me ama, significa mucho más.

—Mi padre. — Probablemente es lo último que debería sacar a colación


ahora, pero quiero saber cómo piensa Kazuo manejar esto.

—No tiene nada que ver contigo y conmigo. —

— ¿De verdad?— No me sorprende del todo después de lo que Kazuo


me ha confesado, pero aun así. Sé lo mucho que Kazuo respeta a mi
padre. No solo eso, mi padre podría empezar una guerra por esto. —
¿Empezarías una guerra por mí, Kazuo?— Me relamo los labios. No
quiero que haya una por mí. Quiero que mi padre acepte esto. Que se
alegre por nosotros, pero maldita sea, es caliente pensar que Kazuo iría
a la guerra por mí.

—Me ofende que tengas que hacerme esa pregunta. — Sus manos
agarran mi culo. —Serás mi reina. Cualquiera que intente decir lo
contrario se arrepentirá de esas palabras. —

— ¿Por qué me excita esto?— Me contoneo, tratando de rechazar su


dura polla.

—Creo que mi pequeña rebelde está sedienta de sangre. —

—Hace una semana, me habría reído de que alguien me llamara así, pero
desde que te conocí, descubrí que lo soy. —

—Encontraste tu pasión y descubriste por qué valía la pena luchar. —


106

dice con orgullo en su voz.


Página

—Aunque espero que no se llegue a eso. No con mi padre. —


—No lo hará. Creo que tu padre sabía lo que hacía cuando te envió a mí.

Medito sus palabras un momento. —Dios mío. — Me doy cuenta de que


Kazuo tiene razón.

Tengo la sensación de que mi padre sabía cómo era Kazuo con las
mujeres. Ahora tiene mucho sentido. No es completamente inaudito que
algunos guerreros sean célibes. Lo eligen para no dejar que esas cosas
les distraigan. Padre sabía que estaba a salvo con Kazuo o, más
probablemente, que lo atraería al matrimonio.

—Sabía que nunca sería capaz de decirte que no. Que te querría más
que nada. —

Él creía en mí. Mi padre siempre ha hablado muy bien de Kazuo. Incluso


dijo que sería difícil para Kazuo encontrar una esposa que pudiera ser lo
que necesitaba. Todo el tiempo pensó que yo era la pareja perfecta.

—No hay que esperar más. — Voy por el botón de su camisa.

—Mei. — me gruñe Kazuo, pero lo ignoro, queriendo que estemos piel


con piel. —Conduce más rápido. — ordena a Toru antes de reclamar mi
boca. Me pierdo en sus besos. Apenas soy consciente de que Kazuo nos
saca del coche y me lleva dentro.

El resto del mundo se desvanece mientras sigo tirando de su ropa. Solo


vuelvo a la realidad cuando me deja caer en la cama y me arranca el
vestido del cuerpo. Kazuo se quita el resto de la ropa y se arrodilla junto
a la cama.
107
Página
Me tira hacia abajo hasta que mi culo casi se cae del borde y entierra su
cara entre mis muslos. Estoy tan excitada por el viaje de regreso a casa
que me desboca el primer roce de su lengua con mi clítoris.

Eso no detiene a Kazuo. Mete y saca dos dedos mientras se bebe mi


placer y exige que le dé más. Su lengua es implacable y me empuja hacia
otro orgasmo, introduciendo un tercer dedo en mi interior.

Mi cuerpo aún quiere más. Estoy llena, pero no es suficiente. Lo necesito


todo. —Kazuo. — gimoteo, a punto de correrse de nuevo, pero primero
lo quiero a él dentro de mí. Pero si Kazuo quiere que me corra, me voy a
correr.

Jadeo cuando el orgasmo empieza a dispararse, pero Kazuo saca sus


dedos de mí de repente, poniéndose en pie. Su pulgar sustituye a su
lengua en mi clítoris. Frota con firmeza en círculos ahí mientras guía la
cabeza de su polla hasta mi entrada. Presiona dentro de mí un
centímetro, dando un empujón superficial.

— ¿Crees que puedes aguantar toda mi polla como una buena puta? —
me pregunta, usando palabras que sabe que aumentarán mi necesidad
de él.

—Sé que puedo. — Empujo hacia abajo, haciendo que se hunda un poco
más en mí.

—Chica mala. — Levanta la mano de mi clítoris, pero vuelve a bajarla con


un chasquido. Jadeo ante la sensación.

— ¿Acabas de...?—
108

Lo hace de nuevo, golpeando mi clítoris antes de que su pulgar comience


Página

a frotar círculos firmes ahí de nuevo.


—Kazuo. — gimoteo.

—Continúa. Dámelo. — Añade otra bofetada rápida, y luego frota la


palma de la mano en mi clítoris.

— ¡Kazuo!— Grito mientras me arranca el orgasmo. Me recorre el cuerpo


cuando Kazuo me penetra por completo, rompiendo mi virginidad. Vuelvo
a gritar su nombre mientras el dolor y el placer se mezclan. Ni en mis
sueños más salvajes había imaginado que me sentiría así.

Kazuo grita mi nombre mientras se mantiene quieto con su polla aún


plantada en lo más profundo de mí ser. Siento que el calor se derrama
dentro de mí. Me agarra por las caderas, asegurándose de que me quedo
totalmente plantada en su polla mientras sigue corriéndose.

—Mei. — Sisea mi nombre.

Lo veo luchar por el control mientras cualquier dolor que haya sentido se
desvanece. Solo queda la sensación de plenitud. Puede que acabe de
correrse, pero sé que quiere moverse. Puedo verlo escrito en su cara.
Quiere soltarse y cazar dentro de mí y reclamar más de mí. Me encanta
ser la única que podrá ver esta faceta suya. Mi sexo se agita alrededor
de su polla, deseando eso también. Quiero sentir a Kazuo con cada paso
que dé mañana. Levanto las piernas y las envuelvo alrededor de él.

—Dámelo, Kazuo. — Levanto las caderas para mostrarle que estoy lista
para más. Puedo soportarlo. —Suéltalo.

Toma una respiración profunda, su nariz dilatada. —Te amo. — gruñe


antes de soltarse y darnos a los dos lo que necesitamos. Me reclama
durante toda la noche y yo lo reclamo a él.
109
Página
KAZUO

— ¿Cuántas bajas?— Acarició el muslo de Mei mientras se sienta en mi


regazo.

Toru bosteza desde su lugar en el sofá de mi oficina. Ha tenido unos días


duros supervisando mi venganza contra los Itos.

—Veamos. Perdieron una docena de soldados en su barco de


contenedores antes de que llegara a puerto. Luego destruimos hasta la
última parte de su carga a bordo. Las casas de Isamu en Cabo, Florencia,
Tokio y Lisboa no son más que cenizas, pero no sé si algún soldado murió
ahí. Estoy esperando más informes de nuestros chicos. —

—Les dijiste que solo había soldados, ¿no?

—Sí. — Se recuesta y se tapa los ojos con un antebrazo. —Hemos sido


muy cuidadosos con la sangre de quién derramamos. No somos idiotas
como los Itos. —

—Bien. —

Mei se inclina y empieza a mordisquearme el cuello. Ya la he tenido dos


veces hoy, pero si sigue así, vamos a tener que añadir una tercera. No
110

tengo suficiente con ella. Es todo lo que pensé que nunca tendría.
Página
— ¡Jefe!— Ken entra corriendo por la puerta de la oficina.

Toru se pone de pie en el sofá. — ¿Qué? ¿Qué pasa?

— ¡Hay un problema en la parte de atrás!— Ken se da la vuelta y sale


corriendo antes de que podamos hacer ninguna pregunta.

Me levanto y pongo a Mei en pie. —Quédate aquí. —

—De ninguna manera. — Me agarra la mano y me aprieta los dedos con


fuerza. Cómo sabía que haría.

— ¿Un problema en la parte de atrás?— Toru dice con cierta rigidez. Su


actuación necesita un poco de trabajo, pero Mei no parece darse cuenta.

— ¿Estamos en peligro?— Me mira, con los ojos muy abiertos.

—Nunca estás en peligro cuando estás conmigo, pequeña rebelde. —

— ¡Gran problema! Vaya, jefe, ¡te necesitamos ahora mismo!— Ken


llama desde el pasillo mientras abre la puerta en el crepúsculo temprano
que está cayendo afuera.

—Te tengo cubierto. — Toru hace ademán de sacar su pistola mientras


caminamos hacia el patio trasero junto a la piscina. El arco de rosas sigue
floreciendo, y Kuzi está sentado en el banco que hay debajo, con un collar
de flores alrededor de su esponjoso cuello.

— ¿Qué hace Kuzi aquí?— Mei se precipita hacia él. — ¡Dios mío,
deberías estar adentro! Podría ser peligroso.
111

Ronronea cuando ella lo coge en brazos y le besa la coronilla. —Dulce


bebé. —
Página
Me arrodillo y, cuando Mei se da la vuelta, casi tropieza conmigo. Riendo,
la sostengo, y cuando se da cuenta de lo que estoy haciendo, jadea, sus
ojos se llenan de lágrimas.

Mis hombres están alineados a lo largo de la parte trasera de la casa, y


Toru enfunda su pistola antes de agarrar a Kuzi de Mei. —Pequeño
monstruo peludo. — Se aleja con el gato ronroneante en brazos.

— ¿Esto está pasando de verdad?— Mei se cubre la cara con las manos.

Me estiro y las alejó, luego beso cada una. —Esto es real. Tú y yo somos
lo más real que he conocido. —

—No puedo creerlo. — Se limpia una lágrima mientras saco el anillo de


mi bolsillo. —Mei Nakamura, ¿quieres ser mi esposa?

— ¡Por supuesto!— Se lanza hacia delante, su impulso nos lleva al


césped mientras mis hombres ríen y aplauden. Me llena la cara de besos
mientras me aferro a ella y deslizó una mano hacia abajo para
asegurarme de que no muestra demasiada piel. Este hermoso cuerpo es
todo mío, y solo mío. — ¡Te amo!— Me besa la boca y se queda ahí.

Lo hago más profundo, lamiéndola mientras ella gime ligeramente.

Toru silba alto y agudo. —Bien, chicos, vuelvan a la casa. Nuestro trabajo
aquí ha terminado. —

Una vez que estamos solos, la pongo de espaldas. —¿Eres feliz?

—Muy feliz. — abre sus piernas y me recibe entre sus muslos. —Nunca
he sido más feliz. —
112
Página

Eso es exactamente lo que quería oír.


—Aunque hay una cosa que podría hacerme aún más feliz. — Mueve sus
caderas, frotándose contra mi dura polla.

—Entonces la tendrás. Pero primero... — Me arrodillo y le tomo la mano,


luego deslizó el anillo en su dedo.

Ella lo mira fijamente mientras liberó mi polla y le quitó las bragas. —Es
tan grande y brillante. Y me encantan los ópalos a los lados. Son mis
favoritos. —

—Lo sé. — Pasó la punta de mi polla por su entrada y me deslizo dentro


de ella. El placer me recorre como un cohete, y cuando me tira hacia
abajo para darme otro beso, sé que el vínculo entre nosotros es algo que
durará para siempre.

—Te amo, Kaz. — Se balancea contra mí, mostrándome lo mucho que


me necesita mientras comienzo un ritmo duro y constante. —Soy tuya. —

—He sido tuyo antes de que nos conociéramos. — La beso, sellando mi


corazón con un beso. Ella lo es todo para mí. Y pronto será mi esposa.

Solo pensar en ella en un uchikake tradicional me hace sentir calor. Dios,


qué hermosa novia será.

—No puedo esperar a ser tu esposa. — Me besa y pasamos la siguiente


hora en el césped haciendo el amor, haciendo planes y planeando
nuestra nueva vida juntos.

***
113
Página
—Llevan una semana comprometidos, ni siquiera se han casado todavía,
y ya no consigo que te concentres. — Toru gime y se frota el puente de
la nariz.

—Estoy concentrado. — Me encojo de hombros y terminó de atarme el


kimono. — ¿Crees que a Mei le gustará más el negro o el gris?

Pone los ojos en blanco. —Le encantará cualquier cosa que elijas.
¿Cómo va de compras? Recibo constantes mensajes de Ritsu, Ken y los
otros seis que enviaste para vigilarla. Creo que están aburridos de estar
en una tienda de ropa. — Su teléfono suena en el momento justo.

—Está en la última prueba. Tiene un kimono tradicional para la boda y


luego un vestido occidental para la recepción. ¿Dónde estamos en la
planificación?

—Todo está listo. El vuelo de Hideo está a tiempo. Nuestro coche lo


recogerá en una media hora. El florista está haciendo las cosas de las
flores, y los encargados del catering se han hecho cargo de la cocina.
Mañana por la mañana, este lugar va a estar completamente lleno de
comida y flores. —

—Esas son dos de las cosas favoritas de Mei. — Sonrío mientras me


decido por el tradicional gris. Llevaré un esmoquin negro para la
recepción.

—Sí, el gris. — Toru asiente mientras dejo mi selección a un lado y me


vuelvo a poner mi ropa habitual.

— ¿Cómo están nuestros amigos los Itos?— Salgo a grandes zancadas


de mi armario con Toru pisándome los talones.
114
Página
—En total desorden. Varios de los soldados que les quedan están
abandonando el barco y buscando cómo colarse en las otras familias.
Incluso un par ha pedido unirse a nosotros. —

—Tómalos. — Me encojo de hombros.

— ¿Qué?

—Mantenlos en un nivel bajo y haz que nuestros hombres


experimentados los vigilen, pero ¿por qué no? Solo quemará más a
Isamu cuando se dé cuenta de que se los he robado. —

Toru asiente. —La verdad es que es una muy buena idea. Ya está hecho.
Ah, y las otras familias han aceptado todas sus invitaciones a la boda.
Estarán aquí.

Me imaginé que lo harían. Después de lo que le hice a Ito, dudo que


alguno de ellos quiera siquiera insinuar que podría estar en mi contra. —
Bien. Tendremos paz entre las familias. Eso es lo que todos queremos.
Ahora que Ito ha caído de su posición, podremos expandirnos y llenar ese
espacio. —

— ¿Cuándo vas a acabar con él?— pregunta Toru mientras entramos en


mi despacho.

—No lo he decidido. — Le envío un mensaje de texto rápido a Mei: “Te


amo y te extraño”. responde con una cara de gato sonriente y luego un
corazón.

—Puede que quieras hacerlo pronto y sacarlo de su miseria. — Toru


suelta una carcajada.
115
Página
Sirvo dos tragos. —Después de la boda, nos ocuparemos de los
negocios. Hasta entonces, vamos a celebrarlo. — Le entregó un vaso. —
Por mi novia. —

—Porque finalmente te establezcas y formes una familia.— Sonríe


irónicamente y apura su vaso.

—Será mejor que cuides tu tono. — Le doy una palmada en el hombro.


—O Cupido podría oírte y venir por ti después. —

—Nunca. — Se sirve otra copa mientras me siento y vuelvo a enviar un


mensaje a Mei. “¿Ya has terminado?”

“En el camino de regreso. Y tengo algunas cosas extra divertidas para


debajo de mi kimono.”

Gimoteo y me vuelvo a sentar en mi silla. Mi pequeña rebelde. No puedo


esperar a ver lo que ha preparado para nuestra noche de bodas. Lo único
que sé con certeza es que soy un hombre muy afortunado.

116
Página
MEI

—Gracias por todo. — Le doy a Brigitte un abrazo y un beso en la mejilla.


Cuando la llamé asustada para saber qué necesitaba para nuestra boda
de última hora, me dijo que no me preocupara. Que ella se encargaría de
todo. No estaba segura de que fuera a conseguirlo, pero lo consiguió con
creces. No podría estar más feliz.

—Fue un placer. Estaré ahí a primera hora de la mañana para ayudarte


a ponerte los vestidos. —

— ¿Te quedarás para la boda y la recepción?— Pregunto. He disfrutado


saliendo con Brigitte y podría vernos fácilmente haciéndonos amigas. Eso
no es algo que haya tenido antes. Es agradable experimentarlo por fin.
Mi vida aquí va a ser muy diferente. Ya puedo verlo.

—Me encantaría. — Me besa en la mejilla antes de salir de la tienda de


vestidos. Me esperan tres todoterrenos oscurecidos. Uno de los hombres
de Kazuo abre la puerta trasera del que está en el centro para que me
deslice en él antes de que salgamos hacia casa.

Mi Kazuo no se anda con rodeos cuando se trata de seguridad. No salgo


de la finca sin una flota de guardias armados a mí alrededor. Parece un
poco exagerado, pero no voy a cuestionarlo por ahora. No con todo lo
117

que está pasando con los Itos. Sé que tenerme protegida tranquiliza a
Página

Kazuo. Además, mi mente está en un asunto más importante en este


momento. Mi padre. Debería aterrizar en cualquier momento. Eso
significa que no tendré mucho tiempo con mi prometido antes de que mi
padre esté aquí.

Me pregunto cómo estará Kazuo en su presencia. Normalmente no puede


apartar las manos de mí ni siquiera cuando sus hombres están cerca.
Tengo curiosidad por ver si será diferente cuando mi padre esté en la
habitación. Estoy segura de que a mi padre no le va a gustar que Kazuo
y yo compartamos dormitorio antes de casarnos, pero quizá me
equivoque. Él fue quien me envió a Kazuo, así que sus costumbres de la
vieja escuela podrían estar cambiando.

En cuanto el todoterreno se detiene en la entrada de la casa, salgo de un


salto. No puedo esperar ni un segundo más para ver a mi Kazuo. No estoy
acostumbrada a estar lejos de él durante largos periodos de tiempo,
aunque tuve que ponerme firme para que me viera con el kimono de boda
antes de la ceremonia.

— ¡Mei, espera!— Uno de los guardias me llama.

— ¡Estamos dentro de la puerta!— Le grito antes de abrir de golpe la


puerta principal, casi golpeando a Kazuo en el proceso. Venía a verme.
Claro que sí.

— ¿Les estás haciendo pasar un mal rato, pequeña rebelde?

—Nunca. — Salto a los brazos de Kazuo. Me coge con facilidad, sus


manos agarrando mi culo. —Solo te hago pasar un mal rato. — digo antes
de besarlo. —Llévame arriba. — exijo. —No tenemos mucho tiempo. —

— ¿Crees que estás al mando?— Me muerde el labio inferior.


118

—Cuando se trata de salirme con la mía, sí. — Sonrío, pero no me lleva


Página

arriba. En cambio, me lleva hacia su despacho.


—Fuera. — le ordena a Toru, que mueve la cabeza hacia nosotros, pero
veo que oculta su sonrisa. Kazuo cierra la puerta de una patada y me
lleva al sofá. Me deja en el suelo. Me arrodillo y voy por su cinturón. —
Codiciosa. ¿Te excita comprar vestidos?

—Pensar en nuestra noche de bodas sí. — Le meto la mano en el


pantalón y le saco la polla.

—Pequeña rebelde. — me advierte.

— ¿Qué?— Resopló. —Nunca me dejas. Quiero hacerlo. — Lo miro a


través de las pestañas. Me pasa los dedos por el pelo antes de agarrar
un puñado.

—Abre la boca. — me ordena.

Hago lo que me dice, abriendo bien la boca para él. Lentamente, guía su
polla hasta mis labios. Nunca me deja hacer esto, siempre quiere estar
dentro de mí más que nada. Pero esta vez, quiero probarlo.

Gime cuando le rodeo con la boca y empiezo a chupar. Me sujeta el pelo


con fuerza y me mantiene en su sitio mientras entra y sale de mi boca.
Ahueco las mejillas y chupo todo lo que puedo.

Me mojo tanto que las bragas se me pegan. Aprieto los muslos,


necesitando algo que me ayude a aliviar el dolor. No puedo evitar
excitarme con los sonidos que emite Kazuo y la lujuria que se refleja en
su rostro.

— ¡No!— grito cuando de repente da un tirón hacia atrás, sacando su


119

polla de mí. Intentó protestar, pero Kazuo es demasiado rápido. Lo


Página

siguiente que sé es que me ha inmovilizado contra el sofá. El sonido de


mis bragas al ser arrancadas de mi cuerpo se oye con fuerza en la
habitación antes de que me meta la polla hasta el fondo.

Me corro al instante, mi sexo se cierra en torno a su polla. Grita mi nombre


mientras se corre conmigo. Su semilla se derrama dentro de mí.

—Me corro dentro de ti. ¿Lo has entendido, pequeña rebelde?

Asiento. —Sí. — Le sonrío, bastante satisfecha de mí misma. Me encanta


que lo ponga tan nervioso que no pueda controlarse.

—Buena chica. — Me da un dulce beso que termina demasiado pronto


cuando llaman a la puerta.

—Tenemos un problema, señor. — llama Toru. Kazuo se retira de mí,


derramando parte de su semen en el proceso. Como siempre hace, se
echa hacia atrás y observa. — ¿Señor?— Toru vuelve a llamar.

Kazuo gruñe pero se levanta del sofá. Se arregla la ropa antes de bajarme
el vestido y recoger mis bragas rotas del suelo. Se las mete en el bolsillo.
Me siento y me aliso el pelo para parecer un poco más arreglada.

—Entra. —llama. — ¿Qué pasa? ¿Ha aterrizado Hideo?

—Sí, lo hizo, pero hubo una emboscada. —

— ¿Qué?— Jadeo, saltando de mi asiento. — ¿Dónde está mi padre?


Está... — Ni siquiera puedo terminar. Kazuo me rodea con su brazo,
atrayéndome a su lado.

—Contesta. — exige Kazuo. Puedo sentir su rabia incluso mientras me


120

abraza con suavidad.


Página
—Se lo han llevado, pero aún está vivo. — dice Toru. —Estoy seguro de
que pronto recibiremos una llamada.

—No vamos a esperar una llamada. Quiero que todos estén listos para
salir en cinco minutos, excepto los guardias normales de Mei. —

— ¡Voy contigo!— Grito.

—No. —

Intentó protestar, pero Kazuo me echa por encima del hombro. — ¡No te
atrevas!— Grito mientras me lleva por las escaleras. — ¡Kazuo! Bájame.
— Me contoneo, intentando liberarme, pero es inútil. No se detiene hasta
que estamos en el dormitorio. Me deja en la cama.

Intentó saltar, pero él es más rápido, como siempre. Antes de que me dé


cuenta de lo que está ocurriendo, un brazalete me rodea la muñeca
mientras otro se engancha al marco de la cama.

—Sé que los candados de las puertas no suelen detenerte. No tengo


elección, pequeña rebelde. Esta es la única forma de mantenerte a salvo.

—Kazuo, ábrelo ahora mismo. — Me enfurezco con él. — ¡Es mi padre!

—Te amo. — Me agarra la cara con las dos manos y me da un fuerte


beso. Al principio intento resistirme, pero pronto le devuelvo el beso.

—No lo hagas. — le digo cuando rompe el beso.

—Es por tu propio bien. —


121

— ¡Kazuo!— Grito mientras da unos pasos hacia atrás fuera de mi


Página

alcance.
—Volveré pronto. —

Kuzi salta a la cama y se deja caer a mi lado.

—Te amo. — vuelve a decir.

— ¡Yo también te amo, imbécil!— Grito tras él cuando la puerta se cierra.


La cerradura encaja en su sitio. Mis ojos se dirigen al brazalete de mi
muñeca. Sé que salir de esta cosa no será el único obstáculo que tenga
que superar. Estoy segura de que Kazuo también tiene a sus hombres
delante de la puerta. Suspiro, sabiendo que esto va a llevar más tiempo
del que esperaba.

Debería haberme llevado con él. Creo que se olvida de que no solo las
cerraduras son buenas para escapar.

122
Página
KAZUO

—Desesperadamente tonto. — Aprieto los dientes mientras acelero hacia


las afueras de la ciudad. —Esto es obra de Rai. Isamu nunca se movería
contra Hideo—

—Estoy de acuerdo. — Toru termina de cargar cartuchos en su escopeta


semiautomática y luego comprueba los cargadores de sus pistolas. —
Pero la gente hace tonterías cuando se ve acorralada. —

—Debería haber acabado con ellos. Mi piedad es lo que ha llevado a esto.


Permitirles vivir fue un error. —

—Yo no lo veo así. — Toru mira la columna de vehículos detrás de


nosotros.

— ¿Cómo es eso?— Doy un giro brusco a la derecha y bordeo unos


almacenes a lo largo de un complejo industrial.

—Al llevarse a Hideo, los Itos han sellado sus destinos. Si alguno de los
miembros de las familias se sentía un poco aprensivo con sus ataques
contra ellos, ese remilgo ha desaparecido. Ellos verán a los Itos como
una amenaza, ahora más que nunca. Un comodín, que sale a la fuerza y
hace daño a la estructura de poder. —
123
Página
Toru tiene razón. Este es el clavo en el ataúd para los Itos. Aun así, nunca
hubiera usado a Hideo como carnada. Especialmente no ahora que va a
ser mi suegro.

—Tenemos que traerlo vivo. No voy a defraudar a Mei.—

Toru se encoge de hombros. —Ya sabes cómo es Hideo. Puede que ya


los haya matado a todos. —

Eso hace que una sonrisa irónica aparezca en mis labios. —Como
agarrar a un tigre por la cola. —

—Más o menos. —

Nos acercamos a una valla de eslabones con una única caseta de


vigilancia. En cuanto el personal de seguridad de Ito sale, los soldados
que están detrás de mí empiezan a disparar. Aprieto el acelerador y
derribo la verja mientras avanzo a toda velocidad. Solo una de las
grandes instalaciones de almacenamiento y descarga tiene coches a su
alrededor. Los itos siempre han sido una banda de hijos de puta
evidentes.

—Ahí. — Me sacudo la barbilla y me detengo en uno de los muelles de


carga. —Vamos. — Tomo mis pistolas y me aseguro de que mis cuchillos
estén ocultos pero listos.

La fila de todoterrenos que hay detrás de mí se despliega, bloqueando la


carretera para cualquiera que vaya o venga.

Toru y yo salimos, el calor de la batalla ya calienta nuestras venas. Le


hago un gesto para que se desplace hacia la derecha con un contingente
124

de soldados mientras yo entro por los muelles de carga abiertos.


Página
El tiroteo es inmediato, los disparos rompen los cristales de nuestros
vehículos y pasan zumbando. Al pegarme a un lado del edificio, hago un
gesto a mis soldados para que lancen granadas. La primera ronda es un
estallido, así que cierro los ojos. Una vez que explotan, los disparos del
interior cesan, y entonces lanzo dos granadas de percusión a la vez.

— ¡Abajo!— Gritó a mis hombres. Todos caemos a la cubierta mientras


las explosiones destruyen cualquier resistencia que quede.

En cuanto los escombros dejan de volar, me pongo en pie y los conduzco


al interior. Disparó dos veces a cada soldado enemigo que veo, vivo o
muerto, para asegurarme de que no se levanten de nuevo. Mis hombres
se abren en abanico, revisando las habitaciones y detrás de las cajas en
busca de más soldados. Unos cuantos disparos me indican que han
encontrado algunos. Pero no me interesa la limpieza. Tengo que llegar a
Hideo.

Una escalera a mi derecha lleva al nivel superior. Justo cuando la


alcanzó, alguien grita mientras nos llueven disparos.

— ¡Atrás!— Arrastró a uno de mis hombres contra un cajón, salvándolo


de la embestida mientras las balas se incrustan en el hormigón a nuestros
pies. El resto de mis soldados se lanzan a cubrirse y devuelven el fuego.

—Está arriba. — Una vez más, tengo a Ito acorralado. No tiene dónde ir.
Solo tengo que superar a sus matones en la parte superior de la escalera.

Disparo a la vuelta de la esquina, haciendo lo posible por eliminarlos


desde abajo. Pero no puedo conseguir un buen ángulo. Dado el
interminable fuego de retorno, puedo decir que mis hombres tampoco
pueden. Joder.
125
Página

Justo cuando estoy considerando más granadas, oigo gritos y aún más
disparos. Me asomo a la esquina y veo a Toru y a sus hombres
reventando las ventanas de la parte superior del edificio y acribillando a
los guardias de Ito.

Joder, es un espectáculo precioso.

— ¡Ahora!— Me apresuro a subir las escaleras, con mis hombres justo


detrás de mí, mientras esquivo un cuerpo que cae y me abro paso a tiros
a través de unos cuantos más.

Una vez que llegó al rellano, Toru salta desde una de las ventanas y
aborda a un soldado, luego lo azota con la pistola con una puta venganza.
Me detendría a admirar su trabajo, pero tengo mayores preocupaciones.

Solo hay una puerta aquí arriba que lleva a las oficinas. Me echo hacia
atrás, la derribó de una patada y me tiro al suelo cuando pasan los
disparos. De espaldas, apuntó hacia arriba, dejando caer un hombre tras
otro. Mis soldados entran a raudales, terminando el trabajo mientras me
pongo en pie y me abro paso hasta la parte de atrás. Cuando llego, solo
quedan Hideo, Isamu y Rai en una larga mesa de conferencias.

Me limpio las salpicaduras de sangre de los ojos y le hago una reverencia


a Hideo. —Sensei. —

—Ya era hora. — Mira a Rai, que tiene una pistola en la cabeza. —Estos
idiotas ni siquiera me ofrecieron té. —

Isamu, con un aspecto más cansado del que nunca le he visto, se hunde
en una de las sillas de cuero. —Rai, se acabó. —

—No se ha acabado. Tengo lo que quiere. — Agita su arma hacia Hideo.


126

— ¿Pretendes casarte con mi hija, y esta es la bienvenida que


recibo?Hideo ignora completamente a Rai mientras me increpa. —
Página

Esperaba algo mejor. —


—Mis disculpas, Hideo. No era mi intención este desvío. Después de
todo, ¿quién sería tan tonto como para secuestrarte?

Asiente lentamente. —Es cierto. Supongo que tienes razón. Esto fue
bastante inesperado, aunque admito que ver todo este derramamiento de
sangre me recuerda a mis viejos tiempos. —

Me encuentro con la mirada de Rai. — ¿Siquiera sabes a quién estás


apuntando con tu arma?

—Sé que es hombre muerto si no se retira de una puta vez. —

Hideo suspira pesadamente, con el aburrimiento escrito en su cara.

—Hideo ha matado a más hombres como tú de los que puede contar.


Una vez le vi acabar con un hombre con nada más que un palillo. Él es la
razón por la que los Yakuza son temidos en todo el mundo. Es la razón
por la que nadie jode con nosotros, ni los rusos, ni los italianos, ni siquiera
la Tríada. ¿Pero crees que vas a matarlo así? ¿Con esta clase de
deshonra?— Podría reírme de la estupidez de Rai, si no fuera por la
pistola que está apuntando a mi futuro suegro.

—Rai, por favor. Nosotros... cometimos un error. Todo esto... — Isamu


agita una mano. —Orgullo. El orgullo antes de la caída. — Mira a su hijo.
—Has llevado a esta familia a la ruina. —

— ¿Yo?— Rai sacude la cabeza. — ¡He comenzado una nueva era para
los Itos! Una vez que mate a estos dos, podremos... —

— ¡He traído galletas!— La voz de Mei corta las tonterías de Rai, e incluso
127

se abre paso entre los hombres endurecidos de mi espalda. —Son las


Página

restantes de esta mañana, pero prometo que están muy buenas. Semillas
de sésamo. —
Aprieto los dientes. Voy a matar a su guardia personal cuando salga de
aquí.

Rai se queda con la boca abierta, su arma se tambalea. — ¿Qué


demonios es una mujer...?

Mi cuchillo está en su garganta antes de que pueda terminar su pregunta.


Entonces giró y atraigo a Mei hacia mis brazos, protegiéndola de lo que
sé que se avecina.

Rai cae de rodillas mientras Hideo le quita el arma con calma, la pone en
la cabeza de Isamu y aprieta el gatillo.

Hideo se pone de pie, se quita de encima y dice: —Tomaré una galleta,


hija. No sabía que supieras hornear. Tu nuevo esposo apreciará esa
habilidad, estoy seguro. —

128
Página
MEI

— ¡Sakura!— La voz de mi esposo brama por toda la casa. Una risita sale
de debajo del fregadero y me hace sonreír.

Abro el armario y veo los ojos amarillos de Kuzi mirando a través de la


oscuridad mientras se esconde con Sakura. Introduzco una galleta en el
interior. Una mano diminuta con las uñas pintadas de morado se desliza
unos centímetros para tomarla. Cierro rápidamente el armario cuando
Kazuo entra en la cocina bailando.

—Esto es culpa tuya. — refunfuña y se acerca a mí. Sus dedos se hunden


en mi pelo y me echan la cabeza hacia atrás para darme un beso
profundo y posesivo. Con la otra mano me frota el bulto que me salió hace
unos días. Con Sakura tardó una eternidad en aparecer, pero esta vez
solo estoy de cuatro meses y ya se me nota. Este niño va a ser tan grande
como su padre. —Le has enseñado tus maneras rebeldes. —

—De nada. — sonrío. —Nadie mantendrá encerrada a nuestra niña. —

—Eso es cierto. — Una sonrisa tira de sus labios. Está lleno de ella. Le
encanta que Sakura sea astuta. La niña puede aparecer de la nada y salir
de cualquier cosa. Su cuna era una broma. Ha aprendido a salir de ella
en un abrir y cerrar de ojos. El temporizador de mi siguiente tanda de
129

galletas empieza a sonar, distrayéndome de mis pensamientos.


Página
Kazuo toma una de las manoplas y me abre el horno mientras termino de
preparar mi bandeja de té. — ¡Bu!— grita Sakura antes de saltar con Kuzi
en brazos. Su carita está cubierta de migas de galleta. Estoy segura de
que también veo unas cuantas migas en la cara de Kuzi.

—Ya está. — Kazuo deja caer la bandeja de galletas sobre la encimera.


Sakura suelta un chillido y sale corriendo. Kazuo la persigue. Algunos de
los guardias tienen que saltar fuera de su camino. Los sonidos de la risa
de Sakura resuenan por toda la casa, haciendo que mi corazón se alegre.

Mi Kazuo es un esposo maravilloso, pero es algo totalmente distinto


cuando se trata de nuestra niña. Es el mejor padre del mundo. Aunque
quiero mucho a mi padre, no siempre me gustó cómo me crió. Kazuo es
más práctico. Está dispuesto a mostrarle a nuestra hija afecto y amor. La
deja ser ella misma. No creía que pudiera amarlo más, pero verle con
nuestra hija me ha demostrado lo contrario.

Utilizó la espátula para colocar algunas de las galletas frescas en mi


bandeja antes de añadir la tetera de agua caliente y llevar la bandeja al
patio trasero, donde mi padre está sentado bajo el cálido sol.

—Tengo galletas de sésamo frescas. — digo poniendo la bandeja sobre


la mesa.

Aunque no me gusten algunas de las formas en que me crió mi padre, las


cosas han cambiado con los años. No sé si es porque es mayor o si
Sakura ha tenido algún efecto en él. Lo único que sé es que es diferente
con ella que conmigo. Estoy muy agradecida por eso. Me encanta lo
unidos que están.

—Tengo todos los carbohidratos mientras estoy aquí. — Toma una de las
130

galletas de sésamo de la bandeja mientras le preparo el té.


Página
—Sabes que también puedes comer carbohidratos en casa si lo deseas.
— Nunca entenderé el control que tiene mi madrastra sobre esa casa.

Supongo que la cocina es realmente el único lugar donde ella lo tiene. No


la he visto desde que me fui de casa. Nunca viene con mi padre en sus
visitas. Me sorprende, ya que parece que cada vez son más frecuentes.
Honestamente, no entiendo su relación en absoluto.

—Probablemente sea mejor así. — Toma otra galleta de la bandeja.

— ¿Por qué te casaste con ella?— Le preguntó. Tengo curiosidad por


saber cómo acabó con mi madrastra. No tiene sentido que fuera tan
bueno emparejando a Kazuo y a mí, pero no cuando se trata de su propia
relación. Mi padre sabía de algún modo que Kazuo y yo encajaríamos
perfectamente sin conocernos. No tiene sentido que se haya metido en
un matrimonio sin amor.

—La vida de Sachi no era fácil. Necesitaba protección y yo necesitaba


una madre para mi hija. — Lo miró fijamente. Sachi no tiene un hueso de
afecto en su cuerpo.

—Sé que lo hacía fatal. — Suspira. —Creía que se le daría mejor que a
mí, pero me equivoqué. —

— ¿Te equivocaste?— Repito. ¿Acaba de decir eso?

—La pena te hace eso. Sabía que nunca amaría a Sachi. Mi corazón
estaba a salvo, pero ella estaba más rota de lo que yo creía entonces.
Estaba recurriendo a mi propia culpa. —

— ¿Por mamá?— Nunca habla de ella, aunque aún cuelgan fotos suyas
131

en la casa.
Página
—Puedo luchar contra muchas cosas, pero el cáncer no es una de ellas.

Me acerco para tomar su mano. El dolor en sus ojos me rompe el corazón


por él. No quiero pensar en un mundo sin mi Kazuo. —Kazuo te da lo que
yo no pude. —

— ¿Él era tu manera de compensarme?

Asiente.

—Gracias por enviarme aquí. — Le doy un apretón en la mano.

— ¡Me va a atrapar!— grita Sakura, saliendo corriendo de la casa. En un


abrir y cerrar de ojos, mi padre se mueve, levantando a Sakura en brazos
y metiéndola en su regazo. Kazuo sale paseando por la puerta trasera
con Kuzi a su lado. Kuzi no tarda en saltar sobre la mesa.

—Ya te he atrapado. — Papá empieza a hacerle cosquillas a Sakura. Ella


estalla en un ataque de risa, robando una galleta en el proceso. Se me
derrite el corazón al verlos juntos.

—Veo que no eres lo suficientemente rápido. — bromeó con mi esposo.

—En eso te equivocas, pequeña rebelde. — Me levanta de la silla y me


abraza. —Estás haciendo de niñera. — le grita por encima del hombro a
mi padre.

— ¡No soy un bebé!— Sakura le grita.

—Está creciendo rápido. — Rodeé mis brazos alrededor del cuello de


132

Kazuo mientras me llevaba por las escaleras hasta nuestro dormitorio.


Página

—No te preocupes. Habrá más. — Me deja caer en la cama.


—Vas a tenerme preñada durante años, ¿verdad? — Voy por su cinturón.

—Sabes que lo quieres. Siempre ávida de más. — Me relamo los labios.

—Para ti sí. —

—Solo para mí. — Me agarra la barbilla. —Embarazada o no, seguiré


azotando tu culito. —

—Bien. — Sonrió, haciéndole sonreír.

Amo a este hombre con todo lo que soy. No cambiaría ni una sola cosa
que me haya puesto en el camino hacia él. Toda mi rebeldía me llevó
directamente a mi pareja perfecta.

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MINK escribe romances dulces y salados que siempre satisfacen con un felices para siempre.
El trabajo de sus sueños es Editora en Jefe en Cat Fancy, y se la puede encontrar con un gatito en su
regazo, su Kindle en la mano y una taza de café humeante a su lado.
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