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¿es moralmente correcto aplicar la eutanasia?

La eutanasia (del latín científico euthanasia y este del griego antiguo εὐθανασία /euthanasía/ 'muerte dulce')1 es la
intervención voluntaria que acelera la muerte de un paciente terminal con la intención de evitar sufrimiento y dolor
del individuo. La eutanasia está asociada al final de la vida sin sufrimiento.1

En un sentido más contemporáneo y restringido, la eutanasia es aquel procedimiento voluntario, intencionado,


estudiado y consciente que realiza un médico para acelerar la muerte de un paciente terminal de algún
padecimiento incurable; a solicitud consciente, estudiada y deliberada del enfermo o familiares, quienes,
plenamente enterados de que no existe tratamiento curativo para la dolencia; le solicitan al médico que la realice
sobre el paciente para así dar fin con el dolor y sufrimiento intolerables e intratables.2

Existen diferentes leyes sobre la eutanasia en cada país. El Comité selecto de Ética médica de la Cámara de los
Lores británica define la eutanasia como «una intervención deliberada emprendida con la intención expresa de
poner fin a una vida, para aliviar el sufrimiento intratable».3 En los Países Bajos y en Bélgica, es entendida como «la
terminación de la vida por un médico a petición de un paciente».4 Sin embargo, la ley holandesa no usa el término
eutanasia, sino que lo incluye bajo la definición más amplia de «suicidio asistido y finalización de la vida a
petición».5 En Colombia la Corte Constitucional en su sentencia C 239 de 1997 manifiesta que el homicidio por
piedad «es la acción de quien obra por la motivación específica de poner fin a los intensos sufrimientos de otro», y
que «doctrinariamente se le ha denominado homicidio pietístico o eutanásico».6 Por medio de la resolución 1216
de 2015 se reglamentó la eutanasia en Colombia y se creó el protocolo médico para la aplicación de la eutanasia.7

La eutanasia está clasificada de diferentes formas: directa e indirecta según el accionar médico, voluntaria e
involuntaria si se cuenta o no con el consentimiento del paciente.8

Etimológicamente hablando, eutanasia significa: muerte apacible o muerte sin sufrimiento físico, favorecida por
otros. Es antónima de cacotanasia.13

Historia
La eutanasia se practicó en las antiguas Grecia y Roma. Por ejemplo, la cicuta se empleó en la isla de Ceos como un
medio para acelerar la muerte; técnica que también se empleaba en Marsella. La eutanasia, en el sentido de la
deliberada aceleración de la muerte de una persona, fue apoyada por Sócrates, Platón y Séneca el Viejo en el
mundo antiguo, aunque parece que Hipócrates había hablado en contra de la práctica, cuando escribió: «no
prescribiré una droga mortal para complacer a alguien, ni dar consejos que puedan causar su muerte», lo que
indica que pudo haber un cierto debate en la literatura sobre si se pretendía o no incluir la eutanasia.

Período moderno temprano


El término eutanasia en el sentido anterior de apoyar a alguien mientras moría, fue utilizado por primera vez por el
inglés Francis Bacon (1561-1626). En su trabajo Eutanasia médica eligió esta antigua palabra griega y, al hacer esto,
distinguió entre eutanasia interior o la preparación del alma para la muerte, y eutanasia exterior que pretendía
hacer el fin de la vida más llevadero e indoloro, y en excepcionales circunstancias acortando la vida. Su cambio de
significado a una muerte fácil pasó a primer plano en el periodo moderno temprano como puede ser visto en la
definición que recoge el Grosses vollständiges universal-lexicon aller wissenschafften und künste (en alemán Gran
léxico universal completo de todas las ciencias y artes) del siglo xviii d. C.: «Eutanasia: una muerte muy suave y
tranquila, que ocurre sin convulsiones dolorosas. La palabra proviene de ευ, bene, bueno y θανατος, mors, muerte.»
—Universal Lexicon17

El concepto de eutanasia en el sentido de aliviar el proceso de la muerte se remonta al historiador médico, Karl
Friedrich Heinrich Marx (1796-1877) quien se basó en las ideas filosóficas de Bacon. Según Marx, un médico tenía el
deber moral de aliviar el sufrimiento de la muerte mediante el aliento, el apoyo y la mitigación mediante el uso de
medicamentos. Tal «alivio de la muerte» reflejó el espíritu de la época de la cual fue contemporáneo, pero Marx lo
colocó en el canon de la responsabilidad médica por primera vez. También hizo hincapié en la distinción entre el
cuidado teológico del alma de las personas enfermas desde el cuidado físico y el tratamiento médico por parte de
los galenos.1819
La eutanasia, en su sentido moderno, ha sido fuertemente opuesta a la tradición judeocristiana. Tomás de Aquino
(1225-1274) se opuso, y argumentó que la práctica de la eutanasia contradecía nuestros instintos humanos
naturales de supervivencia, así como también lo hicieron François Ranchin (1565-1641), médico francés y profesor
de medicina y Michael Boudewijns (1601-1681), médico y profesor. Otras voces abogaron por la eutanasia, como el
poeta inglés John Donne (1572-1631) en 1624,23 y la eutanasia continuó en práctica. En 1678, la publicación del
libro De pulvinari morientibus non-subtrahend (del latín La almohada de los moribundos no debe ser sustraída) de
Caspar Questel, debate sobre el tema. Questel describió varias costumbres que eran usadas en ese momento para
traer la muerte a los moribundos, incluida el retiro de la almohada que, se creía, aceleraba la muerte; argumentó
en contra de tal práctica, pues hacerlo está «contra las leyes de Dios y de natura». Este punto de vista fue
compartido por otros que les siguieron, inlcuidos Philipp Jakob Spener, Veit Riedlin y Johann Georg Krünitz.25 A
pesar de la oposición, la práctica de la eutanasia continuó, involucrando técnicas como la sangría, la asfixia y sacar a
las personas de sus camas para colocarlas en el suelo frío.26

Inicios del debate moderno sobre la eutanasia


A mediados del siglo xix d. C., surgió el uso de la morfina para tratar «los dolores de la muerte». En 1848 el cirujano
estadounidense John Collins Warren (1778-1856) recomendó su empleo. En 1866, el médico británico Joseph Bullar
(1815-¿?) reveló una utilización similar para el cloroformo. Sin embargo ninguno de los dos recomendaba que la
ocupación de este fármaco debería ser para acelerar la muerte. En 1870, el inglés y maestro de escuela Samuel
Williams, inició el debate sobre la eutanasia contemporánea a través de un discurso en el Birmingham Speculative
Club, una sociedad cuyos miembros eran filósofos aficionados que recopilaba sus trabajos.31 La propuesta de
Williams fue usar cloroformo para acelerar deliberadamente la muerte de pacientes con enfermedades terminales:

«Que en todos los casos de enfermedad desesperada y dolorosa, debe ser el deber reconocido del asistente
médico, siempre que así lo desee el paciente, administrar cloroformo, o cualquier otro anestésico que pueda
reemplazar a este, de forma gradual para destruir la conciencia al primer intento, y disponga al paciente a una
muerte rápida e indolora. Se deben tomar todas las precauciones necesarias para prevenir cualquier posible abuso
de tal deber; lo que implica que debe ser establecido, más allá de la posibilidad de duda o cuestionamiento, que el
remedio fue aplicado por el deseo expreso del paciente».

—Samuel Williams (1872), Euthanasia Williams y Northgate: Londres.31

Movimiento inicial de eutanasia en los Estados Unidos de América


Artículo principal: Eutanasia en los Estados Unidos de América

Felix Adler, alrededor de 1913, fue el primer estadounidense en abogar por permitir el suicido en casos de
enfermedades crónicas.

El auge del movimiento de la eutanasia en los Estados Unidos de América coincidió con la llamada Edad chapada en
oro de ese país, un momento de cambio social y tecnológico que abarcaba un «conservadurismo individualista que
elogiaba la doctrina económica del laissez faire (en francés: dejen hacer), el método científico y el racionalismo»,
que sucedió junto a grandes depresiones económicas, industrialización y conflicto entre corporaciones y
sindicatos.31 También fue el período en el que se desarrolló el sistema hospitalario moderno, que ha sido visto
como un factor en el surgimiento del debate sobre la eutanasia.35

El abogado Robert G. Ingersoll (1833-1899) intercedió a favor de la eutanasia, afirmando, en 1894, que cuando
alguien padece una enfermedad terminal, como un cáncer en fase terminal, debería tener derecho a finalizar con
su dolor mediante el suicidio. El judío, racionalista intelectual Felix Adler (1851-1933) ofreció un enfoque similiar,
aunque, a diferencia de Ingersoll, Adler no rechazó a la religión. De hecho, argumentó un marco de cultura ética.
Este último argumentó en 1891 que aquellos que sufrían de un dolor abrumador deberían tener el derecho a
suicidarse y, además, que un médico debería estar autorizado para ayudarle. Así Adler, se convierte en el primer
estadounidense «prominente» en abogar por el suicidio en casos donde la gente sufría una enfermedad crónica.36
Tanto Ingersoll como Adler argumentaron a favor de la eutanasia voluntaria en adultos que padecen dolencias
terminales.36 Dowbiggin sostiene que al romper las objeciones morales previas a la eutanasia y el suicidio, Ingersoll
y Adler permitieron a otros extender la definición de eutanasia.37
El primer intento en este país para legalizar la eutanasia tuvo lugar cuando Henry Thomas Hunt lo introdujo en la
Asamblea General de Ohio de 1906.38 Esto lo hizo Hunt a costa de Anna S. Hall una rica heredera que fue una
figura importante en el movimiento de la eutanasia durante los primeros años del siglo xx d. C. en los Estados
Unidos de América. Hall había visto morir a su madre después de una larga batalla contra un cáncer hepático y se
había dedicado a garantizar que los demás no tuvieran que soportar el mismo sufrimiento. Con este fin, participó
en una extensa campaña de redacción de cartas, reclutó a Lurana W. Sheldon y a Maud Ballington Booth, y
organizó un debate sobre la eutanasia en la reunión anual de la American Humane Association (Asociación Humana
Estadounidense) en 1905, descrita por Jacop Appel como el primer debate público significativo sobre el tema en el
siglo xx d. C..39

El proyecto de ley de Hunt requería la administración de un anestésico para provocar la muerte de un paciente,
siempre y cuando la persona sea mayor de edad y tenga la mente sana, y se encuentre sufriendo de una lesión fatal
o una enfermedad irrevocable o un gran dolor físico. También requería que el caso fuese atendido por un médico,
el consentimiento informado ante tres testigos y la asistencia de tres médicos que tenían que aceptar que la
recuperación del paciente era imposible. Una moción para impugnar el proyecto fue rechazada, pero, de todas
formas, el proyecto de ley no pasó pues obtuvo una votación de 79 en contra y 23 a favor.

Después de 1906, el debate sobre la eutanasia se redujo en intensidad, resurgiendo periódicamente, pero no
volviendo al mismo nivel de discusión hasta la década de 1930 en el Reino Unido.40

El oponente a la eutanasia, Ian Dowbiggin (1952) argumenta que la creación temprana de la Sociedad
Estadounidense pro Eutanasia (ESA; por sus siglas en inglés) reflejó la cantidad de procedimientos eutanásicos
percibidos en ese momento, 1920, a menudo viéndolo como un asunto de eugenesia más que como un tema
relacionado con los derechos individuales.36 Dowbiggin sostiene que no todos los eugenistas se unieron a la ESA
«solo por razones eugenésicas», si no que, según postula, había claras conexiones ideológicas entre los
movimientos eugenésicos y la eutanasia.36

Década de 1930 en la Gran Bretaña

La Sociedad Voluntaria de Legalización de la Eutanasia (actualmente denominada Dignity in Diying), fue fundada en
1935 por Charles Killick Millard. El movimiento hizo campaña para la legalización de la eutanasia en Gran Bretaña.

En enero de 1936, el rey Jorge V recibió una dosis fatal de morfina y cocaína para acelerar su muerte. En ese
momento padecía de insuficiencia cardiorrespiratoria y la decisión de dar fin a su vida la tomó su médico lord
Bertrand Dawson.44 Aunque este evento fue mantenido en secreto durante más de cincuenta años, la muerte de
Jorge V coincidió con la legislación propuesta en la Cámara de los Lores para legalizar la eutanasia.45

Aktion T4
Artículo principal: Aktion T4

En octubre de 1939 Adolf Hitler firmó una «nota de eutanasia» con fecha anterior al 1 de septiembre de 1939, en la
que autorizaba a su médico Karl Brandt y al Reichsleiter Philipp Bouhler a implementar el programa.

El Aktion T4 es el nombre que se le dio, en la posguerra, al asesinato en masa mediante la eutanasia involuntaria
durante la Alemania nazi. Ciertos médicos alemanes fueron autorizados a seleccionar pacientes «considerados
incurablemente enfermos, después del examen médico más crítico» y luego administrarles una «muerte por
piedad» (Gnadentod). Después del final nominal del programa, los médicos en instalaciones alemanas y austríacas
continuaron con muchas de las prácticas del Aktion T4, hasta la derrota de la Alemania en 1945.

Los asesinatos tuvieron lugar desde septiembre de 1939 hasta el final de la guerra Mundial en 1945, tiempo
durante el cual fueron liquidadas entre 275 000 a 300 000 personas en varios centros de exterminio ubicados en
hospitales psiquiátricos en Alemania y Austria, junto con los de la Polonia dominada, y los del Protectorado de
Bohemia y Moravia (ahora República Checa). El número de víctimas registradas inicialmente fue un desalentador
total de 70 273 personas; el cual ha sido revisado, mostrándose notoriamente al alza, debido al descubrimiento de
víctimas adicionales que figuran en los archivos de la antigua Alemania Oriental. Aproximadamente la mitad de los
asesinados fueron tomados de los asilos de las iglesias, a menudo con la aprobación de las autoridades
protestantes o católicas de esas instituciones.
Han sido ofrecidas varias razones para el programa, incluida la eugenesia, la compasión, la reducción del
sufrimiento, la higiene racial, la rentabilidad y la presión sobre el presupuesto de beneficencia social. La
continuación no oficial de la política dio lugar a muertes adicionales por medicamentos y medios similares, lo que
resultó en camas «vaciadas» a finales de 1941. La tecnología que fue desarrollada bajo el programa Aktion T4,
particularmente el uso del gas letal para matar a un gran número de personas, fue responsabilidad de la división
médica del Ministerio del Interior del Reich. La tecnología, el personal y las técnicas desarrollas fueron
fundamentales para la implementación de los genocidios nazis. Aunque el programa fue autorizado por Hitler, los
homicidios han sido vistos como asesinatos en Alemania. El número de muertos fue aproximadamente unos 200
000 en Alemania y Austria; en otros países europeos, aproximadamente 100 000 personas también fueron víctimas
letales.

En el entendimiento actual, el uso del término «eutanasia» en el contexto del Aktion T4 se le considera un
eufemismo para ocultar un programa de genocidio, en el cual las personas fueron asesinadas por «discapacidades,
creencias religiosas y valores individuales discordantes» con el régimen nazi. Comparado con las discusiones sobre
eutanasia que siguieron al finalizar la guerra, el programa Nazi pudo haber sido redactado en palabras que parecen
similares al uso moderno del término, la diferencia radica en que durante el T4 no hubo «misericordia» y los
pacientes no fueron necesariamente pacientes terminales. A pesar de estas diferencias, el historiador y opositor a
la eutanasia Ian Dowbiggin escribe que «los orígenes de la eutanasia Nazi, como los del movimiento
estadounidense pro eutanasia, preceden al Tercer Reich y se entrelazaron con la historia de la eugenesia y el
darwinismo social, como también con los esfuerzos para desacreditar la moralidad tradicional y la ética».

La petición de 1949 del estado de Nueva York a favor de la eutanasia y la oposición católica
El 6 de enero de 1949, la Sociedad Estadounidense pro Eutanasia presentó a la Legislatura del Estado de Nueva
York una petición para legalizar la eutanasia, firmada por 379 ministros protestantes y judíos, el grupo más grande
de líderes religiosos que haya adoptado esta postura. Una petición similar había sido enviada a la Legislatura de
Nueva York en 1947, firmada por aproximadamente mil médicos de Nueva York. Los líderes religiosos católicos
criticaron la petición, diciendo que tal proyecto de ley «legalizaría un pacto “asesinatosuicida”» dicha crítica incluía
una «racionalización del quinto mandamiento de la ley de Dios: “No matarás”».70 El reverendo Robert E.
McCormick dijo que: «El objetivo final de la Sociedad pro Eutanasia se basa en el principio totalitario de que el
estado es supremo y que el individuo no tiene derecho a vivir si su permanencia en la vida es una carga u obstáculo
para el estado. Los nazis siguieron este principio y la eutanasia obligatoria se practicó como parte de su programa
durante la guerra reciente. Los ciudadanos estadounidenses del estado de Nueva York debemos hacernos esta
pregunta: ¿vamos a terminar con el trabajo de Hitler?». —Reverendo Robert E. McCormick.70

La petición provocó tensiones entre la Sociedad Estadounidense pro Eutanasia y la Iglesia Católica, lo que
contribuyó a un clima de sentimiento anticatólico en general, en relación con cuestiones como el control de la
natalidad, la eugenesia y el control de la población. Sin embargo, la petición no dio lugar a ningún cambio legal.36

Contexto del derecho continental


En el contexto del derecho continental, o sistema romano germano francés o derecho civil, la eutanasia ha sido
definida por los belgas como el «acto ejecutado por un tercero que intencionalmente da por terminada la vida de
una persona a petición de la persona». En el caso colombiano, la Corte Constitucional, recoge los términos con los
que se le conoce y los define según la motivación así: «el homicidio por piedad, según los elementos que el tipo
describe, es la acción de quien obra por la motivación específica de poner fin a los intensos sufrimientos de otro.

Luego, la Corte Constitucional de Colombia, aclara en su sentencia C 239 de 1997 que el homicidio eutanásico, no
debe ser confundido con la eugenesia citando las motivaciones de una y de otra, de la siguiente manera: «Se
confunde los conceptos de homicidio eutanásico y homicidio eugenésico; en el primero la motivación consiste en
ayudar a otro a morir dignamente, en tanto que en el segundo se persigue como fin, con fundamento en hipótesis
seudocientíficas, la preservación y el mejoramiento de la raza o de la especie humana».6 Esto es: «no se trata de
eliminar a los improductivos, sino de hacer que cese el dolor del que padece sin ninguna esperanza de que termine
su sufrimiento. El comportamiento no es el mismo cuando el sujeto pasivo no ha manifestado su voluntad, o se
opone a la materialización del hecho porque, a pesar de las condiciones físicas en que se encuentra, desea seguir
viviendo hasta el final; al de aquel que realiza la conducta cuando la persona consiente el hecho y solicita que le
ayuden a morir».

La Corte Constitucional Colombiana explica que sin los elementos mencionados: «Es claro que para que se
configure esta forma de homicidio atenuado no basta el actuar conforme a un sentimiento de piedad, ya que es
necesario que se presenten además los elementos objetivos exigidos por el tipo penal, a saber, que el sujeto pasivo
tenga intensos sufrimientos derivados de lesión corporal o enfermedad grave o incurable». Por lo tanto «No existe
homicidio piadoso cuando una persona mata a otro individuo que no padece esos sufrimientos, aun cuando
invoque razones de piedad. En este caso, que constituye un homicidio simple, o incluso agravado, la muerte es el
producto del sentimiento egoísta del victimario, que anula una existencia, por que a su juicio no tiene ningún
valor».6

En la sentencia T 970 de 2014, deja claro que sin importar la definición de eutanasia, sí es patente que en el
procedimiento de este tipo de homicidio deben concurrir los siguientes elementos: «(i) el sujeto pasivo que padece
una enfermedad terminal; (ii) el sujeto activo que realiza la acción u omisión tendiente a acabar con los dolores del
paciente quien, en todos los casos, debe ser un médico; (iii) debe producirse por petición expresa, reiterada e
informada de los pacientes». Además indica que cuando no están presentes los elementos anteriores «se estará en
presencia de un fenómeno distinto que no compete en sí mismo a la ciencia médica. Sin embargo, cuando se
verifican en su totalidad, la eutanasia puede provocarse de diferentes maneras».

Tanto en la legislación belga como en la colombiana, la eutanasia sólo puede ser suminstrada por un médico a un
enfermo terminal a solicitud del paciente, además el médico debe seguir un protocolo definido.

Contexto del derecho anglosajón


En el uso actual anglosajón, la eutanasia ha sido definida como la «inducción indolora de una muerte rápida». La
definición en inglés ofrecida por el Oxford English Dictionary incorpora el sufrimiento como una condición
necesaria, así: «muerte sin dolor de un paciente que padece una enfermedad incurable y dolorosa o se encuentra
en un coma irreversible».80 Este enfoque está incluido en la definición de Marvin Kohl,h y Paul Kurtzi (1925-2012),
como «un modo o acto de inducir o permitir la muerte sin dolor como un alivio del sufrimiento».82 P

El tercer elemento incorporado en muchas definiciones es el de la intencionalidad: la muerte debe ser intencional,
en lugar de accidental, y la intención de la acción debe ser una «muerte misericordiosa».78 Michael J. Warren;l
argumentó que «el principal asunto que diferencia la eutanasia de la intención de “homicidio simple” es el motivo
del agente: debe haber un buen motivo en lo que respecta al bien de la persona muerta.»84 De manera similar,
Heathe Draperm habla de la importancia de la finalidad, argumentando que «el motivo forma parte crucial de los
argumentos para la eutanasia, porque debe ser sobre el mejor interés de la persona que la recibe».79 Algunas
definiciones, como la ofrecida por el Comité selecto de Ética médica de la Cámara de los Lores toman este camino,
en el cual la eutanasia es definida como «una intervención deliberada emprendida con la intención expresa de
poner fin a una vida para aliviar el sufrimiento intratable».

Draper argumentó que cualquier definición de eutanasia debe incorporar cuatro elementos: un agente y un sujeto;
una intención; una proximidad causal tal que las acciones del agente conducen al resultado; y un resultado. En base
a esto, ofreció una definición que incorpora esos elementos, afirmando que la eutanasia «debe definirse como la
muerte que resulta de la intención de una persona de matar a otra persona, utilizando los medios más suaves e
indoloros posibles, motivados únicamente por los mejores intereses de la persona que muere».

«En resumen, hemos argumentado [...] que la muerte de un ser humano, A, es un ejemplo de eutanasia si y sólo si
(1) la muerte de A está destinada por al menos otro ser humano, B, donde B o es quien causa de muerte o es un
elemento causalmente relevante del evento que resulta en la muerte de A, ya sea por acción u omisión; (2) hay
suficiente evidencia objetiva para que B crea que A está sufriendo agudamente o está comatoso irreversiblemente,
o que hay suficiente evidencia objetiva relacionada conla condición presente de A, de tal manera que una o más
leyes causales conocidas respaldan la creencia de B de que A estrá en una condición de sufrimiento agudo o en
estado comatoso irreversible; (3) (a) la razón principal de B para intentar la muerte de A es el cese del sufrimiento
de A, en el futuro real o predicho, o en la comorbilidad irreversible, donde B no intenta la muerte de A por una
razón primaria diferente, aunque puede haber otras razones relevantes, y (b) hay suficiente evidencia actual para A
o B que los medios causales para la muerte de A no producirán más sufrimiento que el que se produciría para A si B
no interviniese; (4) los medios causales para el evento de la muerte de A son elegidos por A o B con la intención
primordial de proveer un medio causal tan indoloro como sea posible, a menos que A o B tengan razón primordial
para un medio causal más doloroso, donde la razón para elegir el último medio causal no entra en conflicto con la
evidencia en 3b; (5) A es un organismo no fetal».

—Beauchamp y Davidson88

Wreen ofreció una definición en dos secciones, en parte como una respuesta a Beauchamp y Davidson:

«La persona A cometió un acto de eutanasia si y sólo si (1) A mató a B o la dejó morir; (2) A intentó matar a B; (3) la
intención especificada en (2) fue al menos parcialmente causa de la acción especificada en (1); (4) la jornada causal
desde la intención especificada en (2) a la acción especificada en (1) está más o menos de acuerdo con el plan de
acción de A; (5) A mata a B voluntariamente; (6) el motivo de la acción espeficada en (1), el motivo detrás de la
intención especificada en (2) es el bien de la persona muerta»

—Michael Wreen89

Al discutir su definición, Wreen señaló la dificultad de justificar la eutanasia cuando se enfrenta con la noción del
derecho a la vida. En respuesta, Wreen argumentó que la eutanasia tiene que ser voluntaria, y que la «eutanasia
involuntaria es, como tal, un gran error».90 Otros comentaristas incorporan el consentimiento en sus definiciones
de una manera más directa. Por ejemplo, en una discusión sobre eutanasia presentada en el 2003 por el Grupo de
Ética de la Asociación Europea de Cuidados Paliativos (AECP. EPAC, por sus siglas en inglés), los autores ofrecieron
lo siguiente: «La muerte provocada por el médico de una persona sin el consentimiento de la persona, ya sea
involuntario, cuando la persona no puede consentir; o involuntario, contra la voluntad de la persona; no es
eutanasia: es asesinato. Por lo tanto, la eutanasia puede ser sólo voluntaria». Aunque el Grupo de Trabajo de Ética
de la AECP argumentó que tanto la eutanasia no voluntaria como la involuntaria no podían incluirse en al definición
de eutanasia; existe una discusión literaria sobre la exclusión de la primera pero no de la segunda.90
Clasificaciones de eutanasia
La eutanasia está clasificada de diferentes formas: directa e indirecta según el accionar médico, y voluntaria e
involuntaria si se cuenta o no con el consentimiento del paciente informado y consciente.

Según el accionar médico

Eutanasia directa: cuando existe una provocación intencional del médico que busca la terminación de la vida del
paciente. Esta a su vez posee dos formas:

Activa o positiva: se le considera activa o positiva (acción) cuando existe un despliegue médico para producir la
muerte de una persona como suministrar directamente algún tipo de fármaco o realizando intervenciones cuyo
objetivo es causar la muerte.

Pasiva o negativa: es pasiva o negativa (omisión) cuando la muerte es producida por la omisión de tratamientos,
medicamentos, terapias o alimentos. En este tipo de eutanasia, la actuación del médico es negativa pues su
conducta es de «no hacer». En otras palabras se culmina todo tipo de actividad terapéutica para prolongar la vida
de una persona que se encuentre en fase terminal, pues se ha concluido que el tratamiento es inútil para el
mejoramiento del paciente.9

Eutanasia indirecta: es la que se verifica cuando se origina sin la intención de causar la muerte del paciente. Según
la definición de eutanasia la indirecta no lo sería pues uno de los elementos de esta práctica es la provocación
intencional de la muerte. En todo caso, la indirecta se da como resultado de efectuar procedimientos médicos
intensos, con intención terapéutica, que pueden producir la muerte.95

Según la voluntad del paciente

Voluntaria: es aquella en la cual es el paciente quien toma la decisión o por terceras personas obedeciendo los
deseos que el paciente ha expresado con anterioridad en algún tipo de documento o grabación.96

No voluntaria: ocurre cuando un tercero toma la decisión pues no es posible averiguar la voluntad del paciente por
la imposibilidad de expresarla o porque este no ha dejado expresa su voluntad.

Involuntaria: sucede cuando un tercero toma la decisión pues no es posible averiguar la voluntad del paciente por
la imposibilidad de expresarla, este no ha dejado expresa su voluntad y no se le consulta a los parientes.

Conceptos relacionados

Argumentos en pro y en contra


Históricamente, el debate sobre la eutanasia ha tendido a centrarse en una serie de preocupaciones clave. Según el
estadounidense oncólogo y bioético Ezekiel Emanuel (1957), opositor a la eutanasia, los partidarios de esta han
presentado cuatro argumentos principales:

a) que las personas tienen derecho a la autodeterminación y, por lo tanto, de permitírseles elegir su destino;

b) ayudar a un sujeto a morir podría ser una mejor opción que requerir que continúen sufriendo;

c) la distinción entre la eutanasia pasiva, que a menudo está permitida, y la eutanasia activa, que no es sustantiva,
o en la cual el principio subyacente —la doctrina del doble efecto—, es irrazonable o poco sólida; y

d) permitir la eutanasia no conducirá, necesariamente, a consecuencias inaceptables.

Los activistas a favor de la eutanasia suelen indicar que en países como Bélgica, Países Bajos, y que en estados de
Estados Unidos como el de Oregón, donde esta ha sido legalizada no ha sido problemático.

De manera similar, Emanuel argumenta que hay cuatro argumentos principales presentados por los oponentes de
la eutanasia:

a) no todas las muertes son dolorosas;


b) están disponibles alternativas como la interrupción del tratamiento activo combinadas con el uso del alivio
efectivo del dolor;

c) la distinción entre eutanasia activa y pasiva es moralmente significativa; y

d) la legalización de la eutanasia colocará a la sociedad en la falacia del efecto dominó, lo que conducirá a
consecuencias inaceptables.

De hecho en el 2013 en Oregón, el dolor no era una de las cinco razones principales por las cuales las personas
buscaban la eutanasia. Los principales motivos fueron la pérdida de la dignidad y el temor a ser una carga para los
demás.

Los contornos de la noción del derecho a la vida son objeto de debate filosófico, legal y moral. Varias tradiciones
filosóficas o religiosas rechazan el suicidio en sus diversas formas. Otras rechazan específicamente la eutanasia: la
intervención de un actor que termina la vida del paciente es considerada una forma de asesinato.

Según la Corte Constitucional de Colombia, la Constitución de Colombia protege la vida como un derecho además
de incorporarla como un valor dentro del ordenamiento, y para asegurar el derecho a la vida el Estado y los
ciudadanos tienen competencias y deberes con esta. Sin embargo el «Estado no puede pretender cumplir esa
obligación desconociendo la autonomía y la dignidad de las propias personas. Por ello ha sido doctrina constante
de esta Corporación que toda terapia debe contar con el consentimiento informado del paciente, quien puede
entonces rehusar determinados tratamientos que objetivamente podrían prolongar la duración de su existencia
biológica pero que él considera incompatibles con sus más hondas convicciones personales. Sólo el titular del
derecho a la vida puede decidir hasta cuándo es ella deseable y compatible con la dignidad humana. Y si los
derechos no son absolutos, tampoco lo es el deber de garantizarlos, que puede encontrar límites en la decisión de
los individuos, respecto a aquellos asuntos que sólo a ellos les atañen». La postura de la Corte frente a los enfermos
terminales que experimentan intensos sufrimientos, también considera que el deber estatal de proteger la vida,
«cede frente al consentimiento informado del paciente que desea morir en forma digna. En efecto, en este caso, el
deber estatal se debilita considerablemente por cuanto, en virtud de los informes médicos, puede sostenerse que,
más allá de toda duda razonable, la muerte es inevitable en un tiempo relativamente corto». Es en estos casos
cuando el paciente terminal toma una decisión sobre cómo enfrentar la muerte, pues está informado y es
consciente de que «no está optando entre la muerte y muchos años de vida plena, sino entre morir en condiciones
que él escoge, o morir poco tiempo después en circunstancias dolorosas y que juzga indignas». El derecho a vivir
dignamente implica, entonces, el derecho a morir en forma digna; condenar a una persona a prolongar por escaso
tiempo su existencia, cuando es contrario a sus deseos y está padeciendo profundas aflicciones logra que la
persona quede «reducida a un instrumento para la preservación de la vida como valor abstracto».104

La visión de la dignidad humana


Un punto que, muy comúnmente, marca la línea divisoria entre los partidarios y los opositores de la eutanasia es la
visión de la dignidad humana, ya que es un argumento invocado tanto para justificar el mantenimiento de la
prohibición de la eutanasia como para despenalizarla. Por lo tanto, una recomendación de la Asamblea
Parlamentaria del Consejo de Europa, adoptada el 21 de mayo de 1999, establece que la dignidad es una noción
absoluta:

«La dignidad es inherente a la existencia de cada ser humano. Si su posesión se debiera a peculiaridades,
habilidades o cualquier condición, la dignidad no sería ni igual ni universalmente peculiar para todos los seres
humanos. Por lo tanto, el ser humano está investido de dignidad a lo largo de su vida. El dolor, el sufrimiento o la
debilidad no pueden privarlo de ella».

—Consejo de Europa

La recomendación, por lo tanto, exige «consagrar y proteger el derecho de las personas terminalmente enfermas y
moribundas a una gama completa de cuidados paliativos» y «mantener [la] prohibición absoluta intencional de la
vida de los pacientes incurables y moribundos».110
El impacto de la eutanasia en el tema de la dignidad humana va más allá de la cuestión de una situación individual
al final de la vida. Por lo tanto, el Informe Sicardo critica a la eutanasia porque «internaliza las representaciones
sociales negativas de un cierto número de situaciones de vejez, enfermedad y discapacidad», lo que corre el riesgo
de distanciar a la medicina del «deber universal de la humanidad de la atención y acompañamiento»

Gestión de los recursos sociales

Algunos de los defensores de la eutanasia buscan superar tanto la visión de la dignidad individual absoluta como la
libertad a favor de una concepción utilitarista de la moralidad. El utilitarismo permite, y eventualmente promueve,
el sacrificio de la felicidad individual a favor del mayor número. Con esto en mente, se considera legítimo optimizar
el uso de los recursos médicos dando prioridad a los pacientes cuyas vidas pueden ser salvadas, y considerar como
una carga los recursos destinados a mantener con vida a las personas que ya no pueden traer nada a la sociedad.
Esta concepción, teorizada por el filósofo australiano utilitarista Peter Singer (1946), es defendida en particular en
Suiza por el presidente del Partido Demócrata Cristiano Christophe Darbellay.116

Tomando en cuenta el sufrimiento

De acuerdo con los opositores a la eutanasia, actualmente los dolores son bien tenidos en cuenta y a menudo son
calmados de manera efectiva, especialmente en los servicios de cuidados paliativos. Lo cual indica un sufrimiento
significativo que no es el dolor, por ejemplo:

la pérdida progresiva de control sobre el propio cuerpo, como en el caso de las enfermedades neurodegenerativas;

la sensación de sofocación; la deformación del cuerpo y, especialmente, del rostro; y la pérdida permanente de la
autonomía.

La disminución de casos de eutanasia en los Países Bajos entre el 2001 y el 2005 parece ser atribuible, según los
autores de un informe basado en estadísticas sobre la eutanasia; a la mejora de los cuidados paliativos.

Algunos médicos y comentaristas objetan la necesidad de introducir la eutanasia en la ley, debido al progreso,
presente y futuro, de la medicina paliativa en la lucha contra el sufrimiento en su totalidad. Por lo tanto, el
genetista Axel Kahn dice: «solucionaría una ley de eutanasia si esa fuera la única forma de calmar el
sufrimiento».106

Opinión médica

Las opiniones de los médicos sobre la legalización de la eutanasia están divididas. Así lo muestra una encuesta
realizada por el Institut national de la santé et de la recherche médicale INSERM (Instituto Nacional de Salud e
Investigación Médica); efectuada en el 2003 que muestra que 45 % de los médicos de familia franceses, están a
favor de una despenalización de la eutanasia equiparable al porcentaje obtenido en los Países Bajos. Los autores
del estudio informan que «los médicos más involucrados y cómodos con los cuidados paliativos y con el
seguimiento al final de la vida son, a menudo, más hostiles a la legalización de la eutanasia», en comparación con
«aquellos que se sienten incómodos con los pacientes al final de su vida». El mismo estudio apunta a una
tendencia, particularmente entre los médicos que no han recibido capacitación específica, en técnicas como la
reanimación o la sedación, equiparándolas con la eutanasia. Finalmente, indica una correlación estadística entre la
tendencia a hacer esta asimilación y el hecho de declararse a favor de la eutanasia.119

En todos los casos, independientemente de si la eutanasia está despenalizada o no, lo que está en juego para los
médicos y los equipos de atención sigue siendo lo ético: la ley no prevalece sobre la reflexión ética y personal en la
elección de los actos al final de la vida, inyecciones letales, decisión de detener el tratamiento o sedación terminal.
En el caso de la eutanasia en particular, la cuestión de su legitimidad ética no se confunde con la cuestión de su
legalización o despenalización. En este sentido, la filósofa francesa Marta Spranzi señala que «permitir
explícitamente a que los miembros de la profesión médica den muerte, aunque solo sea con el laudable propósito
de aliviar los sufrimientos de los pacientes, incluso por parte de los propios médicos, como más problemáticos que
la realidad del gesto en sí, deber cumplido en el silencio de la relación médica» a causa de posibles consecuencias.
En el Reino Unido, el grupo en pro del suicidio asistido Dignity in Dying cita investigaciones contradictorias sobre las
actitudes de los médicos hacia la muerte asistida; en la encuesta publicada en el 2009 sobre medicina paliativa la
cual arroja que el 64 % de los encuestados apoya la muerte asistida en los casos en los cuales el paciente tiene una
enfermedad incurable y dolorosa, mientras que el 34 % se opone.121 En un estudio revelado en BMC Medical
Ethics el 49 % de los médicos encuestados se opone a cambiar la ley para permitir la muerte asistida y el 39 % está
a favor de tal cambio legal.122

Una encuesta de 2010 realizada en los Estados Unidos de América entre más de 10 000 médicos, encontró que el
16.3 % de los médicos consideraría suspender la terapia para mantener la vida si la familia lo exige, incluso en la
creencia de ser prematuro. Apróximadamente 54.5 % no lo haría, y el 29.2 % restante respondió «depende».123 El
estudio también encontró que el 45.8 % de los médicos estuvieron de acuerdo en que el suicidio asistido por un
médico debería ser permitido en algunos casos, mientras que el 40.7 % no lo estuvo; y el 13.5 % restante sintió que
dependía.123

Puntos de vista religiosos

Artículo principal: Puntos de vista religiosos sobre la eutanasia

Los puntos de vista religiosos sobre la eutanasia son variados. Si bien el punto de vista sobre el tema no
necesariamente se entrelaza directamente con la religión, a menudo afecta la opinión de una persona. Si bien la
influencia de la religión en los puntos de vista de alguien hacia los cuidados paliativos hace una diferencia, a
menudo desempeñan una función más pequeña de lo que podría esperarse. Se realizó un análisis de la conexión
entre la religión de los adultos estadounidenses y su punto de vista sobre la eutanasia para ver cómo se combinan.
Los hallazgos concluyeron que la afiliación religiosa con la que cada persona se asocia no necesariamente se
relaciona con su postura al respecto de la eutanasia.124 Las investigaciones muestran que, si bien muchos
pertenecen a una religión específica, es posible que no siempre vean todos los aspectos de la eutanasia como
relevantes para ellos.

Algunos análisis de metadatos han apoyado la hipótesis de que las actitudes de las enfermeras hacia la eutanasia y
el suicidio asistido por médicos están influenciadas por su religión y su cosmovisión. Atribuir más importancia a la
religión también parece hacer que sea menos probable un acuerdo con la eutanasia y el suicidio asistido por un
médico.125 Un estudio de opinión pública realizado en 1995 encontró que la tendencia a ver una distinción entre la
eutanasia activa y el suicidio se ve claramente afectada por la afiliación religiosa y el nivel de educación.126 En
Australia, más médicos sin afiliación religiosa formal simpatizaron con la eutanasia voluntaria activa, y reconocieron
que la habían practicado a diferencia de los médicos que dijeron tener alguna filiación religiosa. De aquellos que se
identifican con una religión e informan de una afiliación protestante fueron intermedios en sus actitudes y prácticas
entre los grupos agnóstico, ateo y católico. Los católicos registraron actitudes más opuestas, pero aun así el 18 %
de los médicos católicos encuestados registraron que habían tomado medidas activas para provocar la muerte de
aquellos pacientes que lo solicitaron.127

La eutanasia en el Perú

La eutanasia en el Perú esta regulado en el Código Penal, donde en el artículo 112 sobre el Homicidio Piadoso, se
puede apreciar: "El que, por piedad, mata a un enfermo incurable que le solicita de manera expresa y consciente
para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de tres años."128
Esta se entiende como la regulación normativa penal. Asimismo se tiene una regulación médica, la cual a la fecha
genera muchas controversias

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