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Universidad Católica de Honduras

Nuestra Señora Reina de la Paz


Campus Global

Catedra: Ética Jurídica

Sección: 1600B

Catedrática: Abg. Griselda Reyes

Trabajo: Investigación sobre La Eutanasia

Alumnos

María José Umanzor Saravia

Raúl Antonio Montoya Cruz

Fermín Ostilio López

Keyla Samaria Posadas

Luis Enrique Flores

Lisbeth María Contreras Ramírez

Fecha: 4 de octubre de 2022


Introducción

Dentro de los temas de controversia de la actualidad social se encuentran los mas sonados que son
aquellos relacionados con la vida humana. La eutanasia se define como una manera biomédica de
detener la vida según la necesidad. Estas necesidades se originan de los análisis de calidad de vida.
Las múltiples opiniones que surgen rechazan por un lado esta practica de muerte asistida
amparándose en razones éticas, morales, legales y religiosas; asimismo hay opiniones que favorecen
dicha practica amparándose en la dignidad y la imposibilidad de calidad de vida.

La presente investigación busca dar a conocer la información general sobre la eutanasia, opiniones,
marco legal y conclusiones.
Objetivo General

 Comprender el significado de la eutanasia para la salud pública, desde los diversos puntos de
interés como ser la dignidad, la legalidad y la sociedad ética y moral.

Objetivos Específicos

 Conocer diversos conceptos y acepciones del termino “eutanasia” a fin de crear un criterio
propio sobre sus alcances y sus implicaciones sociales, legales, éticas y morales.
 Analizar opiniones de los diversos sectores de la sociedad (médicos, juristas, sociólogos,
organizaciones populares) a fin de conocer el nivel de aceptación que tiene la eutanasia en el
mundo y retrotraer dicho análisis a nuestro país y el proceso de legalización de dicha medida
de muerte asistida en Honduras.
La Eutanasia

Antecedentes:

La mayoría de las comunidades primitivas percibía a la muerte por enfermedad o vejez de un modo
más realista que las actuales. Gracias a que era comprendida como una parte natural de la vida, era
un acto de respeto provocársela a quien estuviera muy enfermo o en agonía. En los pueblos
primitivos han existido muchos tipos de prácticas eutanásicas que consisten en acciones o rituales
realizados con el fin de dejar morir a miembros de la comunidad por diferentes razones: su edad
avanzada, su invalidez, su incompetencia, o por padecer una enfermedad incurable acompañada de
grandes dolores. Estas prácticas las realizaban familiares, chamanes o hechiceros e incluían lo mismo
“ayudar a morir”, en el sentido de acompañar en el paso de la vida a la muerte, que acelerar la muerte
misma. En Grecia, con la llegada de la medicina científica, la práctica quedó a cargo de los médicos:
fue el momento de la medicalización de la eutanasia. Más adelante, cuando el Estado aprobó el
suicidio, no solamente se fomentaba, sino que se respaldaba. En Atenas, así como en Ceos y
Marsella los magistrados disponían de veneno para aquellos que deseaban morir. Lo único que
necesitaban era un permiso oficial: Quien no desee vivir debe exponer los motivos al Senador, y una
vez que haya recibido el permiso puede quitarse la vida. “Si la existencia te resulta odiosa, muere; si
el destino te es adverso, bebe cicuta; si la pena te abruma, abandona la vida. Dejad que el infeliz
relate su desgracia, dejad que el magistrado le proporcione el remedio para que él mismo pueda
ponerle fin”.

En Atenas y en Esparta el infanticidio estaba permitido o al menos no se desaprobaba en caso de que


los niños contaran con alguna deformidad o enfermedad grave. Esto era porque morir era
considerado mejor que vivir infeliz y causar sufrimiento a las familias. Asimismo, Platón afirmaba
que las sociedades deberían estar compuestas sólo por hombres sanos, proporcionando con esta idea
cierto apoyo al suicidio. Los romanos adoptaron varias actitudes de los griegos respecto a esto,
incluso pensaban que el suicidio era aceptable si uno creía que no valía la pena vivir. Como
menciona Macías, en Roma, la exaltación de la fuerza, de la juventud y del vigor físico, hacían
concebir un rechazo por la vejez y la enfermedad y esto conjugado con la doctrina estoica que
exaltaba y hacía memorables muchos suicidios de personalidades conocidas en la cultura como
Séneca, Epíteto o Plinio el Joven. Ellos amparaban la idea de que suicidio era justificable bajo la
existencia de un gran sufrimiento.

Humphry, afirma que la influencia de Sócrates, Platón y los estoicos fue muy importante en la
práctica de la eutanasia, pues lograron despojar al concepto de suicidio de muchas supersticiones
hasta lograr que fuera considerado como una práctica digna de tener en cuenta. De hecho, Sócrates
antes de morir envenenado con cicuta, defendió la idea de que la muerte es noble y deseable. Esas
discusiones y practicas no quedaron circunscriptas solo a Grecia. Cleopatra creó, en Egipto, una
academia para estudiar las formas de muerte menos dolorosas. La llegada del cristianismo vino de la
mano con muchos cambios ideológicos drásticos. Tanto el aborto como la eutanasia y el suicidio
fueron condenados por la Iglesia. Esto, porque predominaba la creencia de que una persona no puede
disponer deliberadamente de la vida, solamente Dios puede decidir. Según Von Engelhart, el
medioevo cristiano trajo consigo cambios de gran alcance para el trato con la muerte y el
fallecimiento, pues se introduce al mundo y a la medicina una profundidad de la piedad y amor al
prójimo. “Terminar con los heridos en los combates es un hecho que atraviesa toda la historia, y en la
Edad Media, se llamó misericordia al corto puñal afiladísimo que servía para rematar a los que caían
en las luchas multitudinarias o en los llamados Juicios de Dios” (Jiménez de Asúa, 1984, p. 364). En
el Renacimiento, Santo Tomás Moro muestra una actitud favorable hacia la eutanasia en la Utopía,
alegando que, si la enfermedad es o incurable o un martirio continuo, no se debe dudar en aceptar la
muerte. Humphry y Cols, citan una parte de esta obra en uno de sus ensayos: “Si sacerdotes y
oficiales del gobierno visitan a enfermos incurables que padecen constantes y terribles dolores y les
dicen…Puesto que tu vida es miserable, ¿por qué dudas en morir? Eres prisionero de una cámara de
tortura, ¿por qué no escapas a un mundo mejor? Nosotros nos ocuparemos de tu liberación. Si el
enfermo piensa que estos argumentos son convincentes, o ayuna hasta la muerte o bien se le
administra un soporífero que le libere sin dolor de su mísera condición. Pero esto es estrictamente
voluntario”.

Contrariamente al pensamiento de los griegos y los romanos, los cristianos fomentaron la idea de que
aquel que atente contra su propia vida no recibiría una sepultura cristiana pues ésta era sólo voluntad
de Dios. Francis Bacon, en el año 1623, retoma el antiguo concepto de eutanasia haciendo referencia
a dos tipos de ésta: exterior e interior. La primera se refiere al término de la vida en sí, y la segunda,
a la preparación espiritual para la muerte. El médico alemán Karl F. H. Marx, defiende una tesis
doctoral sobre la eutanasia médica. En ésta expone la necesidad de enseñar a los médicos a cuidar
hábil y humanamente a aquellos que están en la fase terminal de su vida. Por su parte, Hume, en su
ensayo Sobre el Suicidio, defiende lo siguiente: "Si el disponer de la vida humana fuera algo
reservado exclusivamente al Todopoderoso, y fuese un quebrantamiento del derecho divino el que
los hombres dispusieran de sus propias vidas, tan criminal sería el que un hombre actuara para
conservar la vida, como el que decidiese destruirla” Barroso y Grau, afirman que la Primera Guerra
Mundial abrió un gran debate sobre la práctica de la eutanasia y, al respecto, añaden: “El criminalista
y jurista alemán Karl Binding y el psiquiatra Alfred Hoch, abogaban en un libro publicado en 1920,
por la eliminación física de toda persona carente de vida social útil, como los idiotas, dementes,
minusválidos y demás. En la década de los 30 se aprobaron en la Alemania nazi leyes que
practicaban la esterilización forzosa a individuos con enfermedades genéticas, esquizofrénicos,
alcohólicos y delincuentes; acompañada de esta ley, aparece el proyecto de la eutanasia a los
impedidos y anormales. De hecho, 400 mil personas fueron esterilizadas hasta 1944. El propio Hitler
aprobó una ley para la aplicación de la eutanasia a los enfermos con trastornos genéticos, uno de los
genocidios más grandes que se recuerden”.

A finales del siglo pasado, un médico estadounidense conocido como “Doctor Muerte” se hizo
famoso por haber inventado una máquina de suicidio. Gafo, sostiene que la figura de Kevorkian, este
médico patólogo de origen ucraniano, es probablemente la más prominente en el debate de la
eutanasia. Jack Kevorkian inició su carrera a favor de la eutanasia y en pro de aquellos enfermos que
deseaban dar sentido a su vida y a su autonomía por medio de una muerte digna. Él mismo declaró
haber asistido a más de 130 personas en su uso, aunque, la justicia norteamericana había intentado
infructuosamente condenarlo e impedirle su participación en esos actos eutanásicos. “Para ello ha
ideado una máquina, una caja con sustancias químicas –barbitúricos y cianuro de potasio- y cables
eléctricos, con la que el propio interesado aplica la dosis letal que le quita la vida”. Kevorkian fue
condenado en 1999 a una pena de 10 a 25 años de prisión por el asesinato de Thomas Youk, luego de
compartir en una cadena de televisión el video en el que Youk fallecía al recibir una inyección letal.
Actualmente, se defienden una gran variedad de posturas y opiniones sobre este controversial tema.
Las leyes difieren en el mundo, como en muchos otros asuntos controvertidos, algunos países son
más tolerantes con la práctica de la eutanasia que otros. Desde hace algunos años, prospera el
fenómeno de los cuidados paliativos, el cual se opone a la eutanasia. Originario de Estados Unidos,
sale a la luz el concepto del servicio de hospicio que se da en las viviendas que existen para eso o a
domicilio en los hogares. En contraste, actualmente la eutanasia es legal en los Países Bajos, Bélgica
y Luxemburgo. El suicidio asistido es legal en Suiza y en Washington, Oregón y Montana, estados
de E.E.U.U. Todo lo referente a la situación vigente en general, será desarrollado posteriormente.

Definición y tipos:

La definición de eutanasia aún es un tema emergente en permanente revisión. Sin embargo, habría
cierto consenso por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Médica
Mundial en definirla como “el acto deliberado de poner fin a la vida, a petición propia o de algún
familiar”. La eutanasia es la acción u omisión de una acción que provoca la muerte de una persona
con una enfermedad incurable para evitar sufrimientos físicos y psicológicos. También se habla de
eutanasia aplicada a animales. En ocasiones se habla de la 'eutanasia' en otros términos como
'suicidio asistido' aunque en términos estrictos, el suicidio asistido es la muerte de una persona
provocada por ella misma de manera voluntaria y activa, pero utilizando los medios o la información
necesaria sobre los procedimientos proporcionados por otra persona de forma deliberada. El tema de
la eutanasia en las personas es un tema que suscita posturas encontradas. Cada país tiene su propia
legislación en torno a este asunto. Se suele hablar de derecho a morir con dignidad y a evitar
mayores sufrimientos como principales argumentos para defender la eutanasia. Por otro lado, se
suele hablar de derecho a la vida en posturas en contra de la eutanasia, así como motivos religiosos.

Tipos de eutanasia.

Teniendo en cuenta la diversidad de opiniones sobre este tema, se podría hacer una clasificación
genérica sobre los distintos tipos de eutanasia:

 Eutanasia directa o indirecta

La eutanasia directa tiene el objetivo provocar la muerte. Dentro de este apartado, la eutanasia puede
ser activa (si se administran sustancias letales que causan la muerte, es decir a través de una acción)
o pasiva, también llamada distanasia (si no se administran o se dejan de administrar tratamientos
que mantienen con vida a la persona, es decir, por omisión). La eutanasia indirecta tiene el objetivo
de aliviar el sufrimiento de un enfermo. En este sentido, por ejemplo, ciertos tratamientos paliativos
que se utilizan como analgésico también provocan de una manera indirecta el acortamiento de la
vida.

 Eutanasia voluntaria o involuntaria

La eutanasia voluntaria se produce cuando una persona con uso de sus capacidades pide o ha pedido
en el pasado que sea ayudado para morir. La eutanasia no voluntaria se puede dar, por un lado,
cuando una persona no está en posesión de sus capacidades físicas o psíquicas para pedir la
eutanasia, pero esta voluntad fue expresada con anterioridad. Por otro lado, también se puede dar
cuando una persona no posee estas capacidades, pero se realiza el procedimiento de igual manera.

 Eutanasia eugénica o piadosa

La eutanasia eugénica o la eugenesia, es aquella que su finalidad es la muerte de una persona por
motivos sociales y/o raciales. Se trata de provocar la muerte en personas por causas eminentemente
sociales, como, por ejemplo, ocurría en Esparta con recién nacidos con algún tipo de deficiencia.
Cuando se produce en fetos se suele hablar de 'aborto'. La eutanasia piadosa tiene por finalidad evitar
dolor y sufrimiento a una persona enferma.

Reflexion moral y etica sobre la eutanasia.

Hace unos meses, Gregorio Peces-Barba, en su habitual página de Abc, publicó, bajo el mismo título
que encabeza estas líneas, un sorprendente artículo en defensa de la legalización de la eutanasia. Es,
sorprendente, en efecto, que, un gran defensor de los derechos humanos como Gregorio Peces-Barba
ataque el más fundamental de tales derechos, que es el derecho a la vida, defendiendo el derecho a
matar. Porque el lector que hubiera tenido la paciencia de llegar al final del artículo de Peces-Barba a
que me refiero, lo que sin duda sacó en limpio es que, en determinadas circunstancias, el Estado
puede dejar de proteger el bien de la vida, o sea, hablando en plata, autorizar a un ciudadano para que
asesine a otro ciudadano. Y esto, respetando a las personas que dicen lo contrario, no es éticamente
correcto.Los partidarios de la legalización del aborto y la eutanasia dicen que no es admisible la
pretensión de extender a todos los ciudadanos lo que, según ellos, no son más que exigencias de la
moral católica. No es, así. Mi postura no parte del hecho de aceptar íntegramente, como acepto, el
magisterio de la Iglesia católica, sino que nace de algo anterior y distinto, que atañe, a todos los se
res humanos; es decir, el respeto a la dignidad de la persona. Es en estos términos que pretendo
responder a la reflexión del profesor Peces-Barba.
Eutanasia, si bien etimológicamente significa "muerte buena" o "muerte dulce", se emplea para
designar cosas muy distintas. Puede significar "dejar morir dignamente" por contraposición al
"encarnizamiento terapéutico". Así entendida, la eutanasia sería éticamente correcta, ya que repugna
a la dignidad de la persona empeñarse en prolongar artificialmente la vida con técnicas
desproporcionadas; basta dejar obrar a la naturaleza, poniendo los Cuidados necesarios para aliviar el
dolor físico y moral del moribundo. Pero no cabe disfrazar la eutanasia con la capa de la oposición al
encarnizamiento cuando se pretende inducir deliberadamente la muerte mediante la supresión del
sustento o la medicación normal adecuada; esta llamada "eutanasia pasiva" se identifica, por
omisión, con la "eutanasia activa", por comisión. Tal "eutanasia", puede ser:
1. Voluntaria: enfermos, terminales o no, con lucidez mental, que solicitan que se les mate, para
liberarse de sufrimientos físicos o morales que consideran insoportables, y alguien
intencionadamente los mata. Esta eutanasia, en el paciente se asimila al suicidio en el agente
equivale al homicidio por requerimiento.
2. No voluntaria: ancianos, incapaces mentales y recién nacidos con alguna tara, qué no pueden dar,
o simplemente no dan, el consentimiento, y alguien los elimina con la pretendida intención de hacer
un bien a ellos o a la sociedad. Se trata de homicidio por acuerdo, en contra de la voluntad del sujeto,
o "interpretando" su voluntad

3. Suicidio profesionalmente asistido. El individuo, enfermo o no, que, deseando acabar con su vida,
solicita y obtiene la ayuda técnica para llevar a cabo su propósito,

Mi opinión es que ninguna de estas, tres clases de eutanasia es éticamente correcta, porque, en sí, al
margen de las responsabilidades subjetivas, el suicidio y el homicidio son siempre acciones
intrínsecamente malas. Wittgenstein, a pesar de haber tenido en su vida momentos de perdición e
indignidad en los que llegó a pensar en el suicidio, afirma que el suicidio -al que, en el mejor de los
casos, se contrae la eutanasia- es la acción inmoral por antonomasia, pues en ella el hombre se
reduce a la condición de objeto del. instinto. Y Kant, al que Peces-Barba recurre con frecuencia,
juzga al suicida como un monstruo, negando que haya algún fin que justifique el suicidio. Yo no
comparto, desde luego, el calificativo que Kant. adjudica al suicida porque pienso que el que llega a
la decisión de quitarse la vida es digno de compasión. Pero comprender a la persona que incurre en
error no es lo mismo que justificar la acción errónea. Por lo tanto, entiendo que la despenalización de
la eutanasia no, es ética y menos lo es su legalización. La tolerancia del mal no puede llegar a lo que
conculca los derechos fundamentales del hombre.

Lo que sucede es que los partidarios de la ética de la tercera persona, entre los que sitúo a Peces-
Barba, juzgan la moralidad de las acciones sólo por sus con secuencias externas, despreocupándose
de lo que sucede en el agente; olvidan que cuando alguien, por ejemplo, roba, hace un daño al
robado, pero además se hace un daño a sí mismo al convertirse en ladrón. De la misma forma el que
mata, aunque sea a un no nacido o a un anciano, se hace a sí mismo homicida. Estos pensadores
aceptan la legalización de la eutanasia porque para ellos lo que importa son las constantes
sociológicas empíricamente observables, es decir, no lo que debe ser, sino lo que es. Y suponen que
hay, o habrá, una voluntad mayoritaria para sostener que la eutanasia es un bien para el hombre y
que, por ello, hay que legalizarla. Pero la ley es un acto de la razón práctica, porqué es propio de la
razón y no de la voluntad ordenar al hombre al debido fin. Está claro que interviene la voluntad, pero
la voluntad no es la causa eficiente de la ley, porque si fuera así el capricho podría convertirse en ley.
El derecho a la vida, y su protección por el Estado, pertenece al orden del deber ser, de los
imperativos absolutos que son norma de la realidad y no la realidad -pura y simple- convertida en
una constante. Si no hubiera un deber ser dado al hombre y no por. él constituido, ninguna conducta
humana -por ejemplo, el terrorismo de Estado- ninguna estructura social, ningún régimen político
podría ser condenado en nombre de la justicia. Todas las conductas serían válidas, si así se considera
por un grupo social concreto.

El hombre tiene derechos, y derechos irrevocables, no porque se los haya otorgado una instancia
política, que igual que se los da se los puede quitar; las declaraciones de derechos, humanos, en
cuanto se refieren a los fundamentales, no son otra cosa que el reconocimiento de que estos derechos
existen. Los derechos fundamentales del hombre derivan de su condición de persona. Entiéndase
bien, no de la definición de persona que pueda hacer cualquier derecho positivo, sino del concepto
antropológico y metafísico -que es el que importa en las cuestiones morales- a que. se refiere Boecio
cuando dice que persona es una sustancia individual de naturaleza racional. Por ello, los derechos
fundamentales del hombre, y en primer lugar el derecho a la vida, que además es irrenunciable, se
encuentran fuera del alcance de toda discusión humana. De aquí que aunque todas las voluntades
presentes en un Congreso -que no serán todas- aprueben la legalización de la eutanasia, esta ley por
no ser racional no es, en términos filosóficos, verdadera ley, Y todo el mundo está legitimado, en
términos éticos, a resistirla.

El argumento empleado por Peces-Barba para defender la legalización de la eutanasia es que sólo
merece ser protegida la vida digna, identificando vida digna con vida sana. Según él, cuando la salud
se deteriora hasta una situación vegetativa, terminal o excesivamente penosa, la vida no merece la
pena de ser protegida y cabe justificar la autorización por parte del Estado para su eliminación. Pero,
¿no sería, por lo menos, tan indigna la vida paupérrima? Entonces, ¿porqué no eliminar a todos los
hambrientos del Tercer Mundo, haciéndoles "un bien" a ellos y resolviendo de paso las
preocupaciones que su hambre causa a los demás? Me temo que esta identificación de la vida digna
con la salud y el bienestar constituiría el inicio de una pendiente hacia concepciones de índole
racista, al estilo nazi, en las que la vida del más débil queda en manos del más fuerte.

Los partidarios de la eutanasia invocan como motivo la "compasión" ante el sufrimiento físico moral
del enfermo, afirmando que, en estos casos, producir o acelerar la muerte es una obra de piedad. En
primer lugar hay que decir que el sufrimiento es ciertamente un mal, pero no es un mal moral
absoluto; al contrario, el sufrimiento aceptado puede tener un valor positivo para la afirmación de la
personalidad humana. Platón afirma que la vida de la sabiduría consiste en ejercitarse en la muerte, y
el propio Epicuro dice que en ocasiones puede ser indigno del hombre rechazar el dolor. Esto que es
válido a lo largo de la vida, como lo corroboran tantas personas que sin el sufrimiento no habrían
adquirido la fortaleza de ánimo que poseen, no tiene por qué no serlo en la fase terminal de la vida, y
el dolor puede ayudar a llegar dignamente a la muerte. Pero, en se gundo lugar, es más que verosímil
sospechar que tras la "compasión" invocada puede ocultar se el propósito egoísta de liberar se de las
molestias que ocasiona el enfermo o simplemente el viejo. De hecho, en los países en que está
legalizada la eutanasia voluntaria son frecuentes los casos en los que se ha causado la muerte sin el
consentimiento del enfermo e incluso en contra de su voluntad, lo que crea un estado de angustia
entre la gente de avanzada edad, por el temor de que, en cualquier momento, puedan ser eliminadas
para evitar las molestias que ocasionan a su alrededor.

Puedo dar testimonio de personas que, en situaciones peores que las que a veces. reclaman la muerte,
viven su deteriorada vida con sentido positivo, porque se ven rodeados de cariñosa ayuda. Y es que,
casi siempre, las invocaciones a la muerte, cuando se producen, son en realidad- peticiones
angustiosas de asistencia y afecto. Este es el verdadero enfoque de la eutanasia: superar el egoísmo,
para proporcionar al enfermo terminal, junto con los cuidados físicos, compañía y simpatía para
conducirle a una muerte natural digna.

Eutanasia y Derecho.

En 2015, el tema de la muerte asistida fue ampliamente difundida por los medios del mundo después
de que el primer caso de la eutanasia legal haya sido realizado en Colombia. También, ese año el
suicidio asistido fue legalizado en Canadá y en el estado de California en Estados Unidos.
Actualmente, el suicidio asistido está permitido en cuatro países de Europa occidental: Países Bajos,
Bélgica, Luxemburgo y Suiza; dos países de América del Norte: Canadá y Estados Unidos, en el
estado de Oregon, Washington, Montana, Vermont y California; y Colombia, único representante de
América del Sur. 

En España, existen en la actualidad 3 diferentes propuestas de Ley Orgánica presentadas por


distintos grupos parlamentarios, que hacen referencia al proceso final de la vida. El grupo
parlamentario de Ciudadanos ha presentado la «Proposición de Ley de derechos y garantías de la
dignidad de la persona ante el proceso final de su vida», mientras que el grupo parlamentario
Socialista ha presentado la «Proposición de Ley reguladora de los derechos de la persona ante el
proceso final de la vida». Ambas propuestas de ley coinciden esencialmente con lo regulado a nivel
autonómico, contemplando la sedación paliativa y en fase de agonía e incorporando matices no
universales como la obligación de los profesionales de consultar el Registro de Voluntades
Anticipadas ante un paciente incapacitado de hecho o el derecho a la habitación individual y el
acompañamiento familiar y apoyo espiritual. De manera más destacada, incluyen la supresión del
punto 3 del redactado del artículo 11 de la Ley de Autonomía del Paciente, omitiendo, por tanto, la
mención a la lex artis, y, en el caso de Ciudadanos, añaden el derecho de los profesionales a la
objeción de conciencia ante la obligación legal de respetar la voluntad, los valores, las creencias y las
preferencias del paciente en la toma de decisiones clínicas (artículo 15). Ambas particularidades
resultan polémicas y cuentan con la oposición del Grupo de Atención Médica al Final de la Vida de
la Organización Médica Colegial y la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL). Obviar
la lex artis, que es la auténtica garantía de la buena práctica médica, supondría modificar sus
fundamentos basados en el conocimiento científico, las bases éticas y las normas legales.

Desde el punto de vista de la biolegalidad.


El bioderecho es una disciplina emergente de la bioética que, en las dos últimas décadas ha
pretendido afrontar soluciones a conflictos morales en el marco del derecho, con una fuerte
incidencia en los derechos humanos. El auge de la biotecnología ha marcado una ocurrencia sin
precedentes en la vida humana, con repercusiones directas en la sociedad y en la persona. El impacto
de la investigación con seres humanos ha producido cambios rotundos en la cotidianidad, al suscitar
escepticismos éticos; por esto, para garantizar el mantenimiento de la dignidad como principio
fundamental de los derechos humanos, se hace necesaria la intervención jurídica.

El bioderecho propone límites jurídicos a la influencia de la ciencia y la tecnología en la intimidad


humana, al dirimir el conflicto entre lo natural y lo artificial, proponiendo ajustes coercitivos desde la
ley a situaciones que no se resuelven con códigos de honor, como la relatividad creciente sobre el
comienzo y final de la vida, la toma de decisiones y la prevalencia de la autonomía de la persona, en
contraste con los avances de la medicina. Esto obliga a tomar medidas para mantener la garantía por
el derecho a la intimidad de los ciudadanos, la salvaguardia de lo cultural y lo multicultural, la
defensa del ambiente como propiedad de responsabilidad ciudadana y el mantenimiento del Estado
social como garante del bienestar de la ciudadanía.

Las preocupaciones y reflexiones interdisciplinarias de la bioética dieron origen al bioderecho. La


bioética, primero como neologismo y luego como disciplina académica, tuvo su origen en la década
de los setenta, cuando estableció relaciones entre las ciencias que procuran el mantenimiento de la
vida y la ética, mediante los enfoques principialista, crítico y personalista. Potter (s. f), oncólogo de
la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, se planteó la bioética como un nexo entre las culturas
científica y humanista. Su pretensión mayor fue la aplicación del saber biológico para el
mejoramiento de la calidad de vida. Con todo, el entorno conceptual que abarca la bioética como
disciplina académica no está del todo delimitada y su definición en sí misma es muy amplia. Y
aunque el cultivo de la disciplina bioética es reciente, no lo son así los problemas de los que se
ocupa, ni sus principios e interrogantes, pues configura su actuar como una ética aplicada. El
bioderecho guarda afinidad con la bioética.

La eutanasia, según el bioderecho en Colombia La Corte Constitucional (1997), mediante la


Sentencia C-239, determinó estar ajustado a la Constitución el artículo 326 del Código Penal, que
identifica el delito de eutanasia bajo la condición de que el paciente lo haya expresado de manera
libre, mediante consentimiento informado. De esto no podrá derivarse responsabilidad penal para el
médico, que lleva a efecto la asistencia eutanásica. En la Corte Constitucional (1997), en la Sentencia
C-239, el magistrado Vladimiro Naranjo Mesa expres, que la eutanasia se refiere justamente a la
conducta que describe el artículo 326, del Código Penal. En primer lugar, hace unas precisiones
terminológicas entre eutanasia activa y pasiva; es decir, distanasia y medicina paliativa. Luego,
explica el sustento de ilegitimidad jurídica de la conducta eutanásica que, para este análisis, se
identifica en los principios bioéticos. Sobre la autonomía, lo hace a partir de la concepción
personalista del derecho a la vida, que parte del derecho como tal, en cuanto para el viviente la vida
es su mismo ser. Según Naranjo, ser y vivir se identifica de forma mutua. Para determinar el alcance
y los límites del derecho a la vida, se hace necesario identificar lo que el ser humano es, desde este
punto de vista y a diferencia de los demás seres vivientes, un ser personal que se domina así mismo
por la razón y este dominio lo expresa en la libertad.

En nuestro país…

En Honduras aún no se ha abordado cuál es la relación de la medicina y en particular de la medicina


forense con la eutanasia, el suicidio asistido y las consideraciones bioéticas al respecto. Sin embargo,
el código penal hondureño, titulo III, en su artículo 197, referente a “inducción y auxilio al suicidio”,
cita: “quien mediando requerimiento inequívoco auxilia a otra persona a cometer suicidio debe
incurrir en la pena de prisión de tres a seis años” . De igual manera el código de ética del Colegio
Médico hondureño en su artículo número 73 prohíbe a los médicos realizar la eutanasia y la
considera contrario a la ética médica. El médico forense por su formación es el profesional que
integra la perspectiva médica y bioética al área legal, y dado que la eutanasia y la muerte asistida son
temas muy controvertidos en los que además de las consideraciones morales y religiosas; las
consideraciones clínicas, legales, políticas, y éticas, juegan un papel importante, se consideró en esta
revisión determinar y listar, cuáles son los aspectos bioéticos relacionados con la eutanasia y la
muerte asistida y asi mismo su relación con la medicina legal. Además: 1.- Contrastar los avances
científicos y los aspectos bioéticos que permiten justificar la eutanasia y muerte asistida en otras
legislaciones. 2.- Determinar los aspectos medico legales que intervienen en la eutanasia y la muerte
asistida. 3.- Describir la participación de los médicos forenses en la eutanasia y la muerte asistida.

El Código Penal hondureño vigente por primera vez se refiere al suicidio asistido, “como auxilio al
suicidio”, pero aclara que quien lo practique incurre en la pena de prisión de tres a seis años. Sin
embargo, otros autores consideran que la eutanasia y el propio suicidio asistido son lícitas en el plano
ético pues son una manifestación de la dignidad del hombre la cuál radica en su libertad de elección.
En los debates sobre la muerte asistida se refiere a cómo el respeto por la autonomía y la
beneficencia del paciente determina la aceptabilidad moral y legal de la muerte asistida por un
médico. En base a lo anterior podemos afirmar que a nivel internacional los argumentos éticos tanto
a favor como en contra del suicidio asistido y la eutanasia han sido extensamente discutidos sin
llegar a un consenso. Por otra parte, en la mayoría de los estudios revisados no se habla de la
participación del médico forense, pero si del papel de un profesional de la medicina, ya que tanto la
eutanasia como el suicidio asistido requieren de la participación de un médico para realizar el
procedimiento y verificar que se cumplan los requisitos tanto clínicos como legales; si bien es cierto
que el médico no participa en el proceso legal, sí se encarga de verificar que se cumplan los
requisitos según la legislación, así como asegurarse de que las sustancias que se administran o
prescriban aseguren una muerte sin ocasionar dolor ni otros síntomas y debe consultar previamente
con un colega sobre la solicitud y redactar un informe del procedimiento y de acuerdo a la
legislación enviarlo al ente competente para que se pronuncie y evitar un proceso legal. Además, es
importante tomar en consideración otras figuras como; la postura de cuidados paliativos, la religión y
la sociedad, ya que tanto la eutanasia como el suicidio asistido deben de tener un abordaje
multidisciplinario. Ahora bien, el médico forense, por su preparación doctrinal, sus conocimientos
procesales y por su vinculación con los jueces, con el objetivo de la guarda y defensa de las garantías
constitucionales, sería el profesional más cualificado para administrar el principio de beneficencia
(acto por el cual el médico decide, en ausencia de consentimiento válido, lo mejor para el paciente,
que fue el paradigma que reguló la relación médico paciente hasta la segunda mitad del siglo XX),
que en estos casos se impone. Sin embargo, en la mayoría de las legislaciones revisadas tanto
internacionales como nacionales no figura la función del médico forense en estos aspectos, excepto
en la legislación holandesa donde señala la necesidad de una “pericia especial” del médico en la
realización del acto eutanásico, el que debe realizarse de forma meticulosa y profesional, y una vez
concluido se debe presentar al médico forense un informe que acredite el cumplimiento de los
requisitos legales. De igual manera, en la legislación de Suiza algunos institutos de medicina forense
son involucrados por la policía para las investigaciones post mortem de los casos de suicidio asistido
que se denuncian, de los cuales aproximadamente la mitad son investigados por funcionarios de
salud pública. Las políticas para el final de la vida se debaten acaloradamente en muchos países, el
tema de la eutanasia es tanto una cuestión legal como bioética. En el contexto legal, la pregunta
crucial es si debe despenalizarse y / o legalizarse. Actualmente se utilizan pruebas internacionales
para apoyar u oponerse a las reformas legales. Por ejemplo, propuestas políticas recientes sobre la
legalización de “ayuda médica para morir”, ‘‘suicidio asistido” y “eutanasia”, en Canadá, el Reino
Unido y Francia han hecho frecuentes referencias a la investigación empírica de otros países, el
debate moderno se ha estancado y como resultado, los debates éticos y legales en torno al suicidio
asistido y la eutanasia se beneficiarían si se expandieran más allá de su estrecho enfoque, tener en
cuenta una gama más amplia de perspectivas, pruebas y argumentos puede ayudar a ver la muerte
asistida bajo una nueva luz. En el proyecto de ley propuesto en India respecto a la eutanasia destacan
algunos aspectos como ser: que todo el proceso debe documentarse para que el médico tratante evite
futuras demandas, los cuidados paliativos no deben ser restringidos y en el caso de los pacientes
incompetentes o menores de edad el médico debe actuar en el mejor interés del sujeto, preparando un
panel de expertos y tomando una decisión en conjunto.

Conclusiones

En conclusión, la eutanasia es una práctica que permite a personas enfermas la oportunidad de


terminar su vida de una manera digna e indolora. La eutanasia es una práctica que lleva siglos
practicándose, la eutanasia libera alas personas de la cárcel que se tornan sus vidas al adquirir una
condición fatal, las religiones no deberían poner sus opiniones sobre el sufrimiento de la gente y
deberían dejar que el paciente decida la manera y el momento en que desea morir. Por supuesto que
la eutanasia, solo debería estar a consideración cuando no hay una cura viable para dicha
enfermedad, ya sea física o mental. las religiones no deberían poner sus opiniones sobre el
sufrimiento de la gente y deberían dejar que el paciente decida la manera y el momento en que desea
morir. Por supuesto que la eutanasia, solo debería estar a consideración cuando no hay una cura
viable para dicha enfermedad, ya sea física o mental. as religiones no deberían poner sus opiniones
sobre el sufrimiento de la gente y deberían dejar que el paciente decida la manera y el momento en
que desea morir. Por supuesto que la eutanasia, solo debería estar a consideración cuando no hay una
cura viable para dicha enfermedad, ya sea física o mental., la eutanasia es la acción de evitar el
sufrimiento de enfermos terminales propiciando su muerte, el suicidio asistido es la proporción de
los medios necesarios para que el paciente produzca la muerte. Existen argumentos en pro de la
eutanasia los cuales defienden la autonomía de las personas y su derecho a muerte, así como en
contra al defender el derecho de la vida. La eutanasia presenta dilemas, tanto
jurídicamente,moralmente y religiosamente, cada año países debaten y se plantean si, este tema de la
eutanasia es un tema muy controversial ya que hay distintas opiniones y puntos de vista
Bibliografia

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