Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DESARROLLO SOCIO-
AFECTIVO EN LA INFANCIA
MÓDULO 2: PAUTAS DE CRIANZA Y DESARROLLO SOCIO-AFECTIVO
EN LA INFANCIA
RESULTADO DE APRENDIZAJE:
Conocer los procesos de intervención que se deben llevar a cabo durante las pautas de
crianza y el desarrollo socioafectivo del niño(a), para garantizar calidad en su formación.
CONTENIDO
Salud mental
Depresión
Estrés
Socialización
Emociones
Conductas pro-sociales
Factores de riesgo en la crianza
INTRODUCCIÓN
El desarrollo infantil integral suele definirse a través de los cambios que los niños
atraviesan en términos físicos, cognitivos, emocionales y sociales que los habilitan a una
vida autónoma y plena, por lo tanto es importante conocer los procesos por los cuales
atraviesan los niños que en ocasiones pueden interrumpir su proceso formativo.
Los bebés a los que se les hace sentir que son amados y apreciados aprenden que
inspiran cariño. Por eso, crecen sintiéndose bien consigo mismos y entablan amistades
más fácilmente
Para el Prof. Dr. García Badaracco, la definición de Salud Mental es “la capacidad para
poder ser, para poder realizarnos como seres humanos, para poder enfrentarnos con los
problemas, los conflictos, las dificultades, los avatares de la vida”. Es decir que Salud
Mental sería la capacidad potencial de realizarnos, en nuestra propia vida. No nos es dada
de una vez por todas, sino que debemos conquistarla permanentemente.
Para el Prof. Dr. Miguel Angel Materazzi, la Salud Mental es asemejable a una tríada que
está formada por:
1. Plasticidad Psicológica
2. Aporte Creativo
3. Participación
1
Proyecto ABC.¿Qué es la Salud Mental en la Infancia y por qué es importante? Recuperado en: http://cacenter-
ecmh.org/wp/wp-content/uploads/2012/01/ABC_InfantMentalHlth_Spanish.pdf
DIPLOMADO VIRTUAL EN PSICOLOGÍA INFANTIL
|GUÌA DIDÁCTICA 2 – PAUTAS DE CRIANZA Y DESARROLLO SOCIO- 2
AFECTIVO EN LA INFANCIA
Participación: que la persona perciba y participa activamente de sus crisis y de las
crisis del contexto. Se siente moviente y no movida.
Para los adultos significa tener un trabajo, mantener una casa y tener una relación
saludable. Para los niños pequeños, buena salud mental significa poder desarrollar
relaciones interpersonales seguras, sinceras y expresar sus emociones e interactuar con
otros apropiadamente, en otras palabras: jugando.
¿Pueden los padres ayudar a un niño a desarrollar una buena salud mental?
Lo primero que los padres pueden hacer es cuidarse ellos mismos. Aun antes de que su
bebé haya nacido, una madre que come bien, que hace ejercicio regularmente y evita
substancias como las drogas y el alcohol, está ayudando a su niño a desarrollar una buena
salud física y mental. Después de que haya nacido es todavía importante comer bien y
hacer ejercicio regularmente, pero los padres también deben asegurarse que tenga la
oportunidad de desarrollar buenas relaciones.
Desde el primer momento de vida, el niño está aprendiendo que ellos pueden depender de
usted para sus necesidades físicas y emocionales. Ellos están comenzando a desarrollar
confianza y lo más importante sentido de seguridad. Los niños que desarrollan esta
confianza se arriesgan, exploran su mundo y tratan nuevas cosas porque ellos saben que
están seguros.
De acuerdo con la Dra. Tonya White, pediatra y psiquiatra, la salud mental de un niño
puede algunas veces ser influenciada por la salud mental de sus padres. Algunas
investigaciones muestran que de 30 a 50 por ciento de los niños que tienen un padre con
DEPRESIÓN2
Existen varios marcos teóricos que intentan explicar el origen de la depresión infantil, así
tenemos:
En el caso de la depresión infantil, los elementos que suponen una vulnerabilidad son
de naturaleza biológica, personal, social y demográfica.
En cuanto a la clase social, algunos autores señalan que se encuentra con más
frecuencia en los niños de clase baja y media que en los de clase alta.
Más tarde también son indispensables para el normal desarrollo emocional del niño las
buenas relaciones con los padres. Una y otra vez numerosos expertos han señalado
cómo las malas relaciones con los padres son la fuente específica de diversos
problemas infantiles, y también claro está de la depresión.
Muchos autores han relacionado la depresión infantil con el rendimiento escolar, unas
veces considerándolo como causa y otras como efecto de la depresión. De hecho un
niño deprimido puede descender su ejecución en la escuela, pero también puede
comenzar sus síntomas depresivos por un fracaso académico. De allí radica la
importancia de una buena evaluación y seguimiento por parte del maestro para detectar
estos cambios en el alumno.
La duración del episodio depresivo debe ser como mínimo de dos semanas y no
estar relacionado con el consumo de ninguna sustancia.
Presencia de dos de los siguientes síntomas:
Humor depresivo: Los niños y adolescentes, pueden presentar un estado de ánimo
deprimido o irritable. Los más pequeños, además, a menudo no son capaces de
describir cómo se sienten y suelen quejarse de molestias físicas imprecisas, y
mostrar una triste expresión facial o una escasa comunicación visual. El ánimo
irritable se puede manifestar con una conducta agresiva o acciones que demuestren
hostilidad o cólera. En los adolescentes mayores los trastornos de ánimo pueden
tener síntomas parecidos a los de los adultos.
Pérdida de interés hacia el entorno, o incapacidad para disfrutar con el juego o con
las actividades escolares.
Falta de energía: No juega, rechaza ir al colegio, en casa se le ve desanimado, no
habla, etc.
Presencia de uno o más de los siguientes síntomas:Pérdida de
confianza y autoestima, y sentimientos de inferioridad.
De hecho, los niños y adultos pueden mostrar diferentes modos de reaccionar frente al
estrés (Weinman); además el estrés juega un papel importante en las causas y el
mantenimiento de problemas emocionales, lo que es especialmente también cierto en los
niños (Chandler y Shermis). Tanto los padres, profesionales de la salud y profesores, así
como las personas que están presentes en las relaciones del niño, deben acercarse a la
compresión del estrés en los niños, para tener un mejor panorama de su salud mental en
la familia, relaciones sociales y el funcionamiento escolar.
Para acercarnos al estrés en los niños, debemos estar alertas a cuatro aspectos muy
importantes que nos orientarán tanto en la observación de los niños como en las formas
de tratar de ayudarlos (Chandler,Chandler y Maurer):
Los estresores que afectan al niño (¿qué eventos o estímulos están estresando al
niño?)
La percepción del niño sobre los estresores (¿el niño cree que no podrá
hacer frente a los estresores?, ¿qué piensa sobre la posibilidad de controlar lo que
le sucede?).
El impacto del estrés sobre las áreas de funcionamiento del niño: desempeño
escolar, relaciones sociales y familiares, salud física.
El comportamiento que adopta el niño para ajustarse al estrés. (¿El niño estresado
reacciona con comportamientos aleatorios?, ¿Qué tipo de patrón de conducta al
estrés está adoptando el niño?)
3
Merino Soto C, “Visión Introductoria al Estrés Infantil” Psicopedagogía.com, Recuperado en:
http://www.psicopedagogia.com/articulos/?articulo=177
DIPLOMADO VIRTUAL EN PSICOLOGÍA INFANTIL
|GUÌA DIDÁCTICA 2 – PAUTAS DE CRIANZA Y DESARROLLO SOCIO- 8
AFECTIVO EN LA INFANCIA
Para definir lo que es el estrés, se pueden tomar como referencia tres enfoques
(Weinman):
Por otro lado, teniendo presente los estresores, la principal fuente de estresores en la edad
escolar se ubica en el contexto escolar. Esto lo demostró Madders, quien identificó una
relación de eventos estresantes escolares y extraescolares, después de observar una
clase en el nivel primario:
Para adicionar aún más la importancia del ambiente escolar como fuente potencial de
estresores, uno de los aspectos quizás menos atraídos como objetivos de investigación en
el contexto educativo es la transición del nivel primario al secundario. En la temprana
adolescencia, este proceso esta asociado con numerosos estresores, descubriéndose que
las características del cambio o del nuevo ambiente pueden tener un impacto negativo y
ser fuentes de estrés. Chung encontró, confirmando los resultados de otras
investigaciones, que en la vida del adolescente temprano, la transición escolar es una
experiencia estresante que afectarán, de manera observable, en el rendimiento académico;
esto podrá ser más notable en los adolescentes varones que en las mujeres.
Para describir ahora las diversas formas que toman las reacciones al estrés, se abordarán
dos perspectivas muy ilustrativas de las respuestas al estrés por los niños.
Mecanismos de Defensa
Es probable que en alguna oportunidad, los profesores o padres de familia han escuchado
hablar sobre los mecanismos de defensa. incluso, su uso también forma parte
del vocabulario de quienes se han enterado superficialmente de su significado.
Está demostrado que los mecanismos de defensa siguen una secuencia predecible en el
desarrollo de la persona. En otras palabras, desde la infancia hasta la adultez,
DIPLOMADO VIRTUAL EN PSICOLOGÍA INFANTIL
|GUÌA DIDÁCTICA 2 – PAUTAS DE CRIANZA Y DESARROLLO SOCIO- 10
AFECTIVO EN LA INFANCIA
la persona utiliza diferentes defensas ante las situaciones estresantes,
de acuerdo diferentes momentos en su desarrollo. Como tales periodos
de desarrollo involucran un desarrollo cognitivo en aumento, la persona usa las defensas
más complejas mientras más edad tenga, y las más simples o primitivas en edades
tempranas; esto lleva a afirmar que existen mecanismos de defensa apropiados para una
edad en el desarrollo del niño (Cramer y Gaul).
Para tener una mejor visión de lo que estamos hablando, las siguientes descripciones
provienen, principalmente, del trabajo de Cramer, sobre el desarrollo de los mecanismos
de defensa, considerando principalmente tres de ellas: negación, proyección e
identificación.
La negación, defensa típica de los niños en edad preescolar ante los situaciones
estresantes, aparta la atención fuera de los estímulos nocivos o peligrosos, negando su
existencia. Durante las relaciones del niño con un ambiente estresante, las conductas que
demuestren afirmaciones de negación de lo que está sucediendo, percepción inesperada
de optimismo, bondad o gentileza en una situación donde claramente no la hay, negar
sentimientos, "no ver" el estímulo amenazante, etc., pueden ser alusivas a la utilización de
la negación. Este recurso se puede resumir en "no existe eso". Lo que ocurre es una pobre
diferenciación entre los estímulos internos y los externos (típico en edades tempranas).
Tanto las relaciones sociales como el creciente desarrollo cognitivo contribuyen a reducir el
uso de esta defensa; sin embargo, a nivel de la fantasía, aún puede seguir utilizándose, sin
distorsionar la realidad (por ejemplo,cuando los adultos se detienen a "soñar despiertos").
Los adultos que utilizan tal mecanismo de defensa como recurso principal para afrontar el
estrés, estarían utilizando una defensa primitiva y, por lo tanto, inmadura.
La proyección es utilizada, por lo común, por los niños en edad escolar y es más madura
que la negación. El niño, en esta etapa, reconoce mejor lo que ocurre fuera de él (la
realidad) y dentro de él (sus fantasías); similarmente, está aprendiendo normas sociales
que las interioriza y controlan ciertos pensamientos y sentimientos que en estas edades
son considerados inaceptables. La proyección funciona atribuyendo las características
propias que son desagradables o inaceptables. "No soy yo, son ellos" es una afirmación
que podría resumir el uso de la proyección. Los niños (y adultos) que utilizan la proyección
en situaciones de ansiedad, no muestran una seria distorsión de la realidad. La proyección
es utilizado a través de la niñez y adolescencia. Atribuir la propia agresividad o
sentimientos hostiles a otros, la suspicacia, afirmar conocer y saber las necesidades e
intensiones de otros, percepción de ser amenazado sin bases objetivas, etc., son indicios
del uso de la proyección.
Sabemos que las situaciones bipolares (éxito-fracaso) tienden a ser percibidas como
amenazantes a la propia autoestima. En tales situaciones, los niños (así como los adultos)
utilizan generalmente la negación para protegerse de la sensación de
fracaso, mientras que los niños ante el éxito tienden a utilizar más defensas de
identificación.
La diferencia de género influye en cómo los niños y las niñas utilizarán los mecanismos
defensivos. Por ejemplo, los varones tienden a orientar más sus reacciones defensivas
hacia el exterior (hacia el mundo externo); los niños son, entonces, más "acting out",
descargando hacia fuera de sí mismos sus emociones o culpando a los demás por
su propio fracaso. Las niñas, contrariamente, tienden a orientan sus respuestas hacia el
interior (mundo interno) (Cramer, 1983). Es más esperable, por lo tanto, ver que los niños
expresen sus quejas, agresión y reacciones a la frustración hacia las personas, los objetos
y la situación externa en general. Las niñas, son percibidas con comportamientos que
reflejen volcar hacia sí mismas las frustraciones, agresividad o emociones displacenteras;
y es más probable también que el fracaso sea atribuido a sí mismas.
Si se construye un eje, se puede hallar cuatro cuadrantes que corresponden a los modos
en que las reacciones al estrés de los niños pueden tomar forma. Los cuatro patrones
de respuesta al estrés pueden ser descritos de la siguiente manera (Chandler):
Desde este punto de vista, la conducta del niño bajo estrés puede ir desde el
extremo pasivo al extremo activo; y por otro lado, del extremo introvertido al extremo
extrovertido. Mientras más extremas sean las conductas (hacia los polos Activo-Pasivo o
Introversión-Extroversión), más desadaptativos será el ajuste del niño a su ambiente.
SOCIALIZACIÓN4
Este proceso mediante el cual los niños aprenden a diferenciar lo aceptable (positivo) de lo
inaceptable (negativo) en su comportamiento se llama socialización. Se espera que los
niños aprendan, por ejemplo, que las agresiones físicas, el robo y el engaño son negativos,
y que la cooperación, la honestidad y el compartir son positivos. Algunas teorías sugieren
que la socialización sólo se aprende a través de la imitación o a través de un proceso de
premios y castigos. Sin embargo, las teorías más recientes destacan el papel de las
variables cognitivas y perceptivas, del pensamiento y el conocimiento, y sostienen que
la madurez social exige la comprensión explícita o implícita de las reglas
del comportamiento social aplicadas en las diferentes situaciones.
Los miembros de los grupos de pares cambian con la edad, tendiendo a ser homogéneos
(del mismo sexo, de la misma zona) antes de la adolescencia. Después pasan
a depender más de las relaciones de intereses y valores compartidos, formándose grupos
más heterogéneos.
fenómenos independientes, aunque ambos surgen por las mismas causas. La timidez se
manifiesta en todos los campos de la actividad: física, intelectual y sentimental. El niño
tímido, en general, se presenta con un aire de cortedad, con una actitud vacilante y
un carácter nervioso no activo (palpitaciones, temblores, enrojecimiento repentino).
Con frecuencia desarrolla un comportamiento autoritario como modo de compensar sus
propios miedos.
Las reacciones de los padres ante las emociones de los hijos juegan un papel importante
en el desarrollo socioemocional.
Rutter & Sroufe realizaron investigaciones sobre las contribuciones de los estilos de
crianza y las prácticas de crianza de la familia en el desarrollo emocional durante la
infancia y en relación con problemas externalizantes de comportamiento. Shapiro, sostiene
que los niños están afectados por la falta de atención familiar y que su desarrollo
emocional es mucho más vulnerable ante situaciones estresantes y por la falta de modelos
adecuados para el desarrollo emocional.5
Las emociones determinan nuestra relación con el mundo. Nuestra salud mental y
bienestar personal se influyen mutuamente, dependiendo en gran medida de cómo nos
relacionamos con el mundo, así de las emociones que se generan.
5
Cuervo Martínez A, “Pautas de crianza y desarrollo socioafectivo en la Infancia”, Las emociones, Recuperado en:
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1794-99982010000100009
DIPLOMADO VIRTUAL EN PSICOLOGÍA INFANTIL
|GUÌA DIDÁCTICA 2 – PAUTAS DE CRIANZA Y DESARROLLO SOCIO- 17
AFECTIVO EN LA INFANCIA
A través del llanto, la sonrisa o conductas rudimentarias nos vamos relacionando con el
mundo y el resto de seres humanos. Así podemos afirmar, que nuestras emociones
configuran nuestro paisaje físico, mental, anímico y social.
Además, las emociones también funcionan como indicadores de nuestro interior. Por eso,
un consejo cuando sintamos una emoción es preguntarnos: ¿para qué me sirve esta
emoción?
Las emociones son como un sistema de alarma que se activan cuando detectamos algún
cambio en la situación que nos rodea; son recursos adaptativos que los seres humanos
presentamos, y que dan prioridad a la información más relevante para cada uno, activando
así diferentes procesos que nos permitirán dar una respuesta.
Así una adecuada educación emocional, permitirá adquirir destrezas para el manejo de los
estados emocionales, reducir las emociones negativas y aumentar en buena medida, las
emociones positivas.
En este sentido, podemos mencionar por ejemplo, el saber resolver de manera asertiva
los conflictos, encajar una frustración a corto plazo a cambio de una recompensa a largo
plazo y manejar nuestros estados de ánimos para motivarnos.
6
Pedagoteca, “La importancia de trabajar las habilidades prosociales en la Infancia”, Recuperado en:
https://pedagoteca.wordpress.com/2013/06/10/la-importancia-de-trabajar-las-habilidades-prosociales-en-la-infancia/
DIPLOMADO VIRTUAL EN PSICOLOGÍA INFANTIL
|GUÌA DIDÁCTICA 2 – PAUTAS DE CRIANZA Y DESARROLLO SOCIO- 19
AFECTIVO EN LA INFANCIA
Las direcciones hacia las cuales están orientadas las habilidades prosociales (socialización
y cortesía; asertividad; prevención y manejo de conflictos y construcción de vínculos
sociales) se entrelazan tan íntimamente, que no podría decirse exactamente donde
comienza una y termina la otra. Por ejemplo, “hablar amablemente” es al mismo tiempo un
elemento de cortesía pero también puede evitar el comienzo de una riña. Esto hace
imprescindible trabajar con los niños permanentemente en todas las vías.
También, Mestre, Samper, Tur & Diez en sus investigaciones respecto a la relación de
estilos de crianza y desarrollo prosocial de los hijos, concluyen la importancia de la
dimensión afectiva en las relaciones familiares, incluyendo evaluaciones positivas del hijo,
interés, apoyo emocional y la coherencia en la aplicación de normas. Destacan también
que las relaciones con los hijos deben ser adecuadas a su edad o nivel de desarrollo.
Cuando la madre es quien evalúa los estilos de crianza, los hijos alcanzan menor poder
predictor en el comportamiento prosocial. La evaluación positiva del hijo(a), el apoyo
emocional (junto con la coherencia en la aplicación de las normas) es el estilo de crianza
más relacionado positivamente con la empatía y con el comportamiento prosocial. Así
pues, la convivencia familiar que percibe el adolescente, caracterizada por el afecto y
apoyo emocional especialmente por parte de su madre y junto con la estimulación de la
autonomía del hijo, alcanza un poder predictor del comportamiento prosocial. Se puede
concluir que el comportamiento prosocial y el comportamiento agresivo son los extremos
También se han encontrado relaciones entre los estilos permisivos y autoritarios con el
desarrollo cognoscitivo y emocional como las observadas por Arvelo, quien analizó la
función paterna, las prácticas de crianza y el desarrollo en adolescentes, encontrando
relación con problemas de bajo rendimiento escolar, dificultades en la comunicación,
hostilidad, depresión, mentiras frecuentes y conductas transgresoras. En lo que se refiere a
las pautas de crianza se detectó una permisividad por parte de los padres y especialmente
las madres.
Los estilos de crianza inadecuados de los padres durante la infancia se relacionan como
factores de riesgo de problemáticas cognoscitivas o socioafectivas y sobre los cuales se
deben orientar las estrategias de prevención en la familia y generar espacios para
desarrollar habilidades sociales y conductas prosociales en otros contextos.
Diversos estudios como los de Patterson, DeGarmo & Forgatch brindan aportes sobre
situaciones estresantes en la familia, pautas de crianza y ajuste en el desarrollo de los
niños y niñas, en padres y madres; identifican y proponen cinco prácticas de crianza
efectivas: el estímulo, la disciplina, el monitoreo, la solución de problemas y el
involucramiento positivo con atención y cuidado. Estas prácticas orientan el diseño de
propuestas de prevención e intervención con familias y cuidadores.