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PAUTAS DE CRIANZA Y

DESARROLLO SOCIO-
AFECTIVO EN LA INFANCIA
MÓDULO 2: PAUTAS DE CRIANZA Y DESARROLLO SOCIO-AFECTIVO
EN LA INFANCIA

RESULTADO DE APRENDIZAJE:

Conocer los procesos de intervención que se deben llevar a cabo durante las pautas de
crianza y el desarrollo socioafectivo del niño(a), para garantizar calidad en su formación.

CONTENIDO
Salud mental
Depresión
Estrés
Socialización
Emociones
Conductas pro-sociales
Factores de riesgo en la crianza

INTRODUCCIÓN

Pensar en el desarrollo infantil temprano desde una perspectiva integral supone


comprender que la supervivencia, el crecimiento y el desarrollo de los niños son aspectos
interdependientes. Las familias y los adultos responsables incluyendo también a
funcionarios y actores comunitarios que se relacionan con el niño y la niña asumen un rol
determinante en su crianza brindandoles cuidado, afecto, estímulo, valores y la protección
necesaria.

Las oportunidades de desarrollo de los niños aumentan exponencialmente cuando son


acompañadas y favorecidas por políticas públicas de carácter multidisciplinario e
intersectorial que favorezcan el acceso de las familias a recursos, conocimientos y
servicios de atención de calidad.

El desarrollo infantil integral suele definirse a través de los cambios que los niños
atraviesan en términos físicos, cognitivos, emocionales y sociales que los habilitan a una
vida autónoma y plena, por lo tanto es importante conocer los procesos por los cuales
atraviesan los niños que en ocasiones pueden interrumpir su proceso formativo.

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AFECTIVO EN LA INFANCIA
SALUD MENTAL1

¿Que es la salud mental en la infancia?

Las palabras “salud mental” de la niñez temprana


se refieren a la habilidad del niño de temprana
edad de experimentar emociones, entablar
relaciones y aprender. El mundo de este periodo,
por lo general, es muy breve. Los bebés crecen
entre familiares, amigos y su comunidad. Aprenden
sobre ellos mismos y el mundo que los rodea a
través de las relaciones que tienen con sus seres
queridos.

Los bebés a los que se les hace sentir que son amados y apreciados aprenden que
inspiran cariño. Por eso, crecen sintiéndose bien consigo mismos y entablan amistades
más fácilmente

Para el Prof. Dr. García Badaracco, la definición de Salud Mental es “la capacidad para
poder ser, para poder realizarnos como seres humanos, para poder enfrentarnos con los
problemas, los conflictos, las dificultades, los avatares de la vida”. Es decir que Salud
Mental sería la capacidad potencial de realizarnos, en nuestra propia vida. No nos es dada
de una vez por todas, sino que debemos conquistarla permanentemente.

Para el Prof. Dr. Miguel Angel Materazzi, la Salud Mental es asemejable a una tríada que
está formada por:

1. Plasticidad Psicológica
2. Aporte Creativo
3. Participación

Plasticidad Psicológica: Es la capacidad que posee el ser humano para poder


adaptarse activamente al medio ambiente cambiante (a diferencia de la forma
estereotipada que la lleva a alteración o trastorno psíquico severo: la adaptación
pasiva).
Aporte Creativo: le permite al individuo ser original, es la posibilidad por la cual
puede trascender el aquí y ahora.

1
Proyecto ABC.¿Qué es la Salud Mental en la Infancia y por qué es importante? Recuperado en: http://cacenter-
ecmh.org/wp/wp-content/uploads/2012/01/ABC_InfantMentalHlth_Spanish.pdf
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Participación: que la persona perciba y participa activamente de sus crisis y de las
crisis del contexto. Se siente moviente y no movida.

Para los adultos significa tener un trabajo, mantener una casa y tener una relación
saludable. Para los niños pequeños, buena salud mental significa poder desarrollar
relaciones interpersonales seguras, sinceras y expresar sus emociones e interactuar con
otros apropiadamente, en otras palabras: jugando.

¿Pueden los padres ayudar a un niño a desarrollar una buena salud mental?

Lo primero que los padres pueden hacer es cuidarse ellos mismos. Aun antes de que su
bebé haya nacido, una madre que come bien, que hace ejercicio regularmente y evita
substancias como las drogas y el alcohol, está ayudando a su niño a desarrollar una buena
salud física y mental. Después de que haya nacido es todavía importante comer bien y
hacer ejercicio regularmente, pero los padres también deben asegurarse que tenga la
oportunidad de desarrollar buenas relaciones.

Desde el primer momento de vida, el niño está aprendiendo que ellos pueden depender de
usted para sus necesidades físicas y emocionales. Ellos están comenzando a desarrollar
confianza y lo más importante sentido de seguridad. Los niños que desarrollan esta
confianza se arriesgan, exploran su mundo y tratan nuevas cosas porque ellos saben que
están seguros.

La importancia de las relaciones interpersonales

La mayoría de los niños progresan cuando reciben la cantidad y clase de estimulación


necesaria. Sin embargo, no todos los niños tienen las mismas oportunidades. Aun cuando
algunas cosas como ver la TV parecen no ser inadecuadas pueden reducir la oportunidad
de que el niño tenga relaciones humanas interpersonales, las cuales son muy importantes
durante los primeros años. Las relaciones interpersonales son importantes porque ayudan
a los niños a entender y a relacionarse emocionalmente con el mundo que los rodea. Para
fomentar ésta clase de desarrollo, se le puede dar un ambiente de apoyo emocional y con
sentido de pertenencia.

¿La salud mental de un niño es heredada?

De acuerdo con la Dra. Tonya White, pediatra y psiquiatra, la salud mental de un niño
puede algunas veces ser influenciada por la salud mental de sus padres. Algunas
investigaciones muestran que de 30 a 50 por ciento de los niños que tienen un padre con

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una enfermedad mental son diagnosticados con desórdenes mentales. Pero la doctora
White dice que el ambiente del niño también influye en su salud mental.

DEPRESIÓN2

La depresión es un trastorno del estado de ánimo


que afecta tanto a niños como a adultos; resulta
altamente incapacitante y cursa con un elevado
nivel de malestar en ambos casos. Sin embargo, si
tenemos en cuenta la falta de madurez emocional
y la falta de recursos para manejar sus propias
emociones, comprenderemos que en el caso de
los más pequeños este trastorno puede ser
altamente interferente en su desarrollo.

CRITERIOS Y SÍNTOMAS EMOCIONALES:


Los expertos en el tema de depresión infantil, a través de numerosas investigaciones
han llegado a la aceptación de los siguientes síntomas característicos y criterios de la
depresión infantil: Tristeza, irritabilidad, anhedonia (pérdida del placer), llanto fácil, falta
del sentido del humor, sentimiento de no ser querido, baja autoestima, aislamiento
social, cambios en el sueño, cambios de apetito y peso, hiperactividad, disforia e
ideación suicida.

¿POR QUÉ SE PRODUCE LA DEPRESIÓN INFANTIL?

Existen varios marcos teóricos que intentan explicar el origen de la depresión infantil, así
tenemos:

Conductual: A través de la ausencia de refuerzos (Lazarus), deficiencia de


habilidades sociales y acontecimientos negativos ocurridos en la vida del niño.
Cognitivo: La existencia de juicios negativos (Beck), experiencias de fracasos,
modelos depresivos(Bandura), indefensión aprendida(Seligman), ausencia de
control, atribuciones negativas.
Psicodinámico: En relación a la pérdida de la autoestima (del yo-según Freud), y la
pérdida del objeto bueno (Spiz).
Biológico: Por una disfunción del sistema neuroendocrino (aumentan los niveles de
cortisol y disminuye la hormona de crecimiento), por una disminución de la actividad
de la serotonina (neurotransmisor cerebral), y por efecto de la herencia (caso de
padres depresivos).
2
Hernández González Eduardo, Pediatra y Terapeuta de la Conducta Infantil, “La depresión Infantil”, Recuperado en:
http://www.psicologia-online.com/infantil/depresion.shtml
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En la actualidad más bien se admite una compleja interacción de distintos factores tanto
de carácter biológico como social que sirven de base a la aparición de las distintas
conductas normales y patológicas. Es necesario que se dé una cierta vulnerabilidad
personal, familiar y ambiental que combinadas dan lugar a la aparición de una conducta
desajustada.

En el caso de la depresión infantil, los elementos que suponen una vulnerabilidad son
de naturaleza biológica, personal, social y demográfica.

EPIDEMIOLOGÍA DE LA DEPRESIÓN INFANTIL

Los porcentajes de depresión infantil detectados entre la población infantil es alrededor


del 8-10%, de acuerdo a numerosas investigaciones.

Diversos estudios señalan que el sexo femenino se ha asociado sistemáticamente al


incremento de la probabilidad de desarrollar depresión, efectivamente la sintomatología
es más alta en las niñas que en los niños, sobre todo en los rangos que sobrepasan los
12 años, antes de esta edad es raro encontrar diferencias entre los dos sexos.

En cuanto a la clase social, algunos autores señalan que se encuentra con más
frecuencia en los niños de clase baja y media que en los de clase alta.

INFLUENCIA DE LA FAMILIA Y LA ESCUELA EN LA DEPRESIÓN INFANTIL

La familia es el entorno más inmediato del niño, su microcosmos y en sus cuidados y


atención se basa la posibilidad de supervivencia del sujeto humano, pero no sólo su
supervivencia física, sino personal ya que el niño desde los 0 meses hasta los 3 años,
desarrolla todos los elementos básicos con los que más tarde va a construir su vida
futura: lenguaje, afectos, hábitos, motivaciones.

El apego con el que la madre y el hijo se imprintan mutuamente es el vehículo de una


adecuada integración social y personal del niño. Los apegos inseguros se han
relacionado con todo tipo de problemas de conducta y también con la depresión, así
como un apego seguro es la meta ideal de prevención de la aparición de depresión
infantil. Así mismo la depresión materna aparece claramente definida como uno de los
factores de riesgo asociados al desencadenamiento de una depresión en el niño.

Más tarde también son indispensables para el normal desarrollo emocional del niño las
buenas relaciones con los padres. Una y otra vez numerosos expertos han señalado
cómo las malas relaciones con los padres son la fuente específica de diversos
problemas infantiles, y también claro está de la depresión.

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En relación con la familia también se ha estudiado el puesto que se ocupa entre los
hermanos. En muchas investigaciones aparece la posición intermedia como la más
vulnerable a desarrollar trastornos de tipo emocional.

Los padres deben prestar especial atención a la construcción de una adecuada


autoestima y autoeficacia en el niño, así como incentivar en ellos la capacidad de
afrontamiento, y el manejo adecuado de la frustración, todo ello constituye la prevención
primaria de la depresión infantil.

En cuanto a la escuela, sabemos que la localización precoz de cualquier deficiencia de


aprendizaje en un niño y su pronta solución es imprescindible para lograr una situación
de progreso normal y aceptable, eliminando así la posibilidad de trastornos afectivos
que conlleven a la aparición de depresión infantil.

Muchos autores han relacionado la depresión infantil con el rendimiento escolar, unas
veces considerándolo como causa y otras como efecto de la depresión. De hecho un
niño deprimido puede descender su ejecución en la escuela, pero también puede
comenzar sus síntomas depresivos por un fracaso académico. De allí radica la
importancia de una buena evaluación y seguimiento por parte del maestro para detectar
estos cambios en el alumno.

La duración del episodio depresivo debe ser como mínimo de dos semanas y no
estar relacionado con el consumo de ninguna sustancia.
Presencia de dos de los siguientes síntomas:
Humor depresivo: Los niños y adolescentes, pueden presentar un estado de ánimo
deprimido o irritable. Los más pequeños, además, a menudo no son capaces de
describir cómo se sienten y suelen quejarse de molestias físicas imprecisas, y
mostrar una triste expresión facial o una escasa comunicación visual. El ánimo
irritable se puede manifestar con una conducta agresiva o acciones que demuestren
hostilidad o cólera. En los adolescentes mayores los trastornos de ánimo pueden
tener síntomas parecidos a los de los adultos.
Pérdida de interés hacia el entorno, o incapacidad para disfrutar con el juego o con
las actividades escolares.
Falta de energía: No juega, rechaza ir al colegio, en casa se le ve desanimado, no
habla, etc.
Presencia de uno o más de los siguientes síntomas:Pérdida de
confianza y autoestima, y sentimientos de inferioridad.

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Reproches: En los niños se refleja mediante una auto-desvalorización o
un sentimiento de culpa excesivo o inapropiado.
Ideas o intentos autolíticos (autodestructivos): En los niños y adolescentes se
observan signos no verbales de conducta suicida como realizar acciones en las que
corre riesgos de forma reiterada, a veces como si se tratase de un juego o adoptar
comportamientos autolesivos (por ejemplo arañarse).
Incapacidad para concentrarse o tomar decisiones, que en el caso de los niños se
traduce en problemas de conducta o un bajo rendimiento académico.
Actividad psicomotriz agitada o inhibida.
Alteraciones del sueño.
Variaciones de peso (en los niños generalmente se da un aumento).
Quejas somáticas (dolor de cabeza, gripe, etcétera). Este criterio es muy frecuente
en niños.

Diferencia entre depresión y tristeza de los niños

La depresión infantil es un desorden caracterizado


por una alteración en el estado de ánimo. Hay que
distinguir cuando hay una depresión y cuándo el niño
solamente está triste, porque muchas veces los niños al
igual que los adultos, se ponen tristes. Pero eso no
significa que estén deprimidos.

Para estar deprimidos, estamos hablando que ya es un


diagnóstico dentro de la salud mental y el niño tiene que
estar muy triste o tener una serie de alteraciones, que se
le notan en el colegio, con los amigos y los padres,
durante un periodo largo de tiempo. Un niño deprimido está todo el día triste, deja de hacer
actividades que antes hacía, pierde el apetito.

En función de como sean esos síntomas y de la gravedad de los síntomas podremos


hablar de un estado de depresión leve, moderado o severo. También tenemos que pensar
que los síntomas van a variar en función de la edad del niño.

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ESTRÉS3
El tema del estrés es muy amplio y debe ser evaluado
cuidadosamente para poder encontrar cuales son las
situaciones que lo provocan. Las preguntas básicas
para iniciar la comprensión del tema son pocas: ¿qué es el
estrés?, ¿qué reacciones tenemos cuando experimentamos
estrés?, ¿Se puede afirmar que los niños también padecen
estrés bajo condiciones difíciles?

De hecho, los niños y adultos pueden mostrar diferentes modos de reaccionar frente al
estrés (Weinman); además el estrés juega un papel importante en las causas y el
mantenimiento de problemas emocionales, lo que es especialmente también cierto en los
niños (Chandler y Shermis). Tanto los padres, profesionales de la salud y profesores, así
como las personas que están presentes en las relaciones del niño, deben acercarse a la
compresión del estrés en los niños, para tener un mejor panorama de su salud mental en
la familia, relaciones sociales y el funcionamiento escolar.

Para acercarnos al estrés en los niños, debemos estar alertas a cuatro aspectos muy
importantes que nos orientarán tanto en la observación de los niños como en las formas
de tratar de ayudarlos (Chandler,Chandler y Maurer):

Los estresores que afectan al niño (¿qué eventos o estímulos están estresando al
niño?)
La percepción del niño sobre los estresores (¿el niño cree que no podrá
hacer frente a los estresores?, ¿qué piensa sobre la posibilidad de controlar lo que
le sucede?).
El impacto del estrés sobre las áreas de funcionamiento del niño: desempeño
escolar, relaciones sociales y familiares, salud física.
El comportamiento que adopta el niño para ajustarse al estrés. (¿El niño estresado
reacciona con comportamientos aleatorios?, ¿Qué tipo de patrón de conducta al
estrés está adoptando el niño?)

Estos elementos deben ser considerados puntos clave para la investigación , la


intervención terapéutica y la prevención. La observación del niño, sea por un
especialista, profesor o padre de familia, debe estar orientada por estos cuatro puntos de
referencia.

3
Merino Soto C, “Visión Introductoria al Estrés Infantil” Psicopedagogía.com, Recuperado en:
http://www.psicopedagogia.com/articulos/?articulo=177
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Para definir lo que es el estrés, se pueden tomar como referencia tres enfoques
(Weinman):

El estrés como estímulo: la monotonía, el


aislamiento, el trabajo continuado bajo presión de
tiempo, el calor, el cambio abrupto de ambiente, etc.,
son condiciones estresantes cuyos
efectos generalmente provocan al niño reacciones de
adaptación; estas reacciones pueden, sin embargo,
no ser adaptativas. Desde este punto de vista, se
toma al estrés como estresor, es decir, como las
características del ambiente que exigen conductas de adaptación.Se
pueden identificar tanto estresores externos (como las circunstancias en las líneas
anteriores) como estresores internos (impulsos, deseos, etc.).
El estrés como respuesta: El niño exhibe conductas como respuesta que intentan
adaptarlo al estresor. Los niños pueden mostrar diferentes estilos de respuesta ante
el estrés (Chandler, 1985; Chandler, 1994; Chandler y Maurer, 1996), reacciones
que significan el uso de determinados mecanismos de defensa (Cramer,
1987), inclusive desde la edad preescolar (Cramer y
Block).Considerando el aspecto fisiológico, Selye denominó Síndrome de
Adaptación General a la reacción fisiológica generalizada en la experiencia de
estrés.
El estrés como amenaza percibida:Desde otro punto, se asume que el estrés
proviene de la percepción y evaluación que la persona hace de la situación,
identificándola como evento amenazante para la propia seguridad. El sujeto evalúa
y compara sus propias capacidades para hacer frente al estrés y la intensidad del
estresor, experimentando reacciones consecuentes de esa evaluación. La
disparidad entre los retos que experimenta la persona y la creencia que tiene sobre
su capacidad para afrontarlos, determina la experiencia del estrés(Alsop y
McCaffrey).

Por otro lado, teniendo presente los estresores, la principal fuente de estresores en la edad
escolar se ubica en el contexto escolar. Esto lo demostró Madders, quien identificó una
relación de eventos estresantes escolares y extraescolares, después de observar una
clase en el nivel primario:

Pérdida de algún padre (por fallecimiento o divorcio).


Orinarse en clase.
Perderse; ser dejado solo.
Ser molestado por niños mayores.
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Ser el último en lograr algo.
Ser ridiculizado en clase.
Peleas entre los padres.
Mudarse a un nuevo colegio o salón.
Ir al dentista o al hospital.
Llevar a la casa un reporte negativo del colegio.
Romper o perder cosas.
Ser diferente (en algún aspecto).
Un nuevo bebé en la familia.
Hacer algo ante un público.
Llegar tarde al colegio.

Se puede observar que un número de estresores relativamente importante proviene


del contexto escolar.

Para adicionar aún más la importancia del ambiente escolar como fuente potencial de
estresores, uno de los aspectos quizás menos atraídos como objetivos de investigación en
el contexto educativo es la transición del nivel primario al secundario. En la temprana
adolescencia, este proceso esta asociado con numerosos estresores, descubriéndose que
las características del cambio o del nuevo ambiente pueden tener un impacto negativo y
ser fuentes de estrés. Chung encontró, confirmando los resultados de otras
investigaciones, que en la vida del adolescente temprano, la transición escolar es una
experiencia estresante que afectarán, de manera observable, en el rendimiento académico;
esto podrá ser más notable en los adolescentes varones que en las mujeres.

Para describir ahora las diversas formas que toman las reacciones al estrés, se abordarán
dos perspectivas muy ilustrativas de las respuestas al estrés por los niños.

Mecanismos de Defensa

Es probable que en alguna oportunidad, los profesores o padres de familia han escuchado
hablar sobre los mecanismos de defensa. incluso, su uso también forma parte
del vocabulario de quienes se han enterado superficialmente de su significado.

Utilizando la definición de una reconocida investigadora (Cramer), mecanismo de defensa


es una operación cognitiva que funciona como protección para la persona ante los efectos
de la ansiedad. En este sentido, las defensas son adaptativas, pues permiten a
la persona continuar funcionando en situaciones que le generan ansiedad (Cramer).

Está demostrado que los mecanismos de defensa siguen una secuencia predecible en el
desarrollo de la persona. En otras palabras, desde la infancia hasta la adultez,
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la persona utiliza diferentes defensas ante las situaciones estresantes,
de acuerdo diferentes momentos en su desarrollo. Como tales periodos
de desarrollo involucran un desarrollo cognitivo en aumento, la persona usa las defensas
más complejas mientras más edad tenga, y las más simples o primitivas en edades
tempranas; esto lleva a afirmar que existen mecanismos de defensa apropiados para una
edad en el desarrollo del niño (Cramer y Gaul).

Para tener una mejor visión de lo que estamos hablando, las siguientes descripciones
provienen, principalmente, del trabajo de Cramer, sobre el desarrollo de los mecanismos
de defensa, considerando principalmente tres de ellas: negación, proyección e
identificación.

La negación, defensa típica de los niños en edad preescolar ante los situaciones
estresantes, aparta la atención fuera de los estímulos nocivos o peligrosos, negando su
existencia. Durante las relaciones del niño con un ambiente estresante, las conductas que
demuestren afirmaciones de negación de lo que está sucediendo, percepción inesperada
de optimismo, bondad o gentileza en una situación donde claramente no la hay, negar
sentimientos, "no ver" el estímulo amenazante, etc., pueden ser alusivas a la utilización de
la negación. Este recurso se puede resumir en "no existe eso". Lo que ocurre es una pobre
diferenciación entre los estímulos internos y los externos (típico en edades tempranas).
Tanto las relaciones sociales como el creciente desarrollo cognitivo contribuyen a reducir el
uso de esta defensa; sin embargo, a nivel de la fantasía, aún puede seguir utilizándose, sin
distorsionar la realidad (por ejemplo,cuando los adultos se detienen a "soñar despiertos").
Los adultos que utilizan tal mecanismo de defensa como recurso principal para afrontar el
estrés, estarían utilizando una defensa primitiva y, por lo tanto, inmadura.

La proyección es utilizada, por lo común, por los niños en edad escolar y es más madura
que la negación. El niño, en esta etapa, reconoce mejor lo que ocurre fuera de él (la
realidad) y dentro de él (sus fantasías); similarmente, está aprendiendo normas sociales
que las interioriza y controlan ciertos pensamientos y sentimientos que en estas edades
son considerados inaceptables. La proyección funciona atribuyendo las características
propias que son desagradables o inaceptables. "No soy yo, son ellos" es una afirmación
que podría resumir el uso de la proyección. Los niños (y adultos) que utilizan la proyección
en situaciones de ansiedad, no muestran una seria distorsión de la realidad. La proyección
es utilizado a través de la niñez y adolescencia. Atribuir la propia agresividad o
sentimientos hostiles a otros, la suspicacia, afirmar conocer y saber las necesidades e
intensiones de otros, percepción de ser amenazado sin bases objetivas, etc., son indicios
del uso de la proyección.

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Por último, en mecanismo de identificación. "No son ellos, soy yo" es una afirmación que
podría ser identificado en esta defensa. Ocurre cuando se toma como propio ciertas
cualidades o características de otras personas o personajes, cuyos efectos mejorarán la
propia seguridad y autoestima. Durante la adolescencia, esta defensa un papel importante.
La imitación de actividades y características de personajes, la autoestima conseguida a
través de la afiliación con otras personas, etc., son expresiones de la identificación.

Sabemos que las situaciones bipolares (éxito-fracaso) tienden a ser percibidas como
amenazantes a la propia autoestima. En tales situaciones, los niños (así como los adultos)
utilizan generalmente la negación para protegerse de la sensación de
fracaso, mientras que los niños ante el éxito tienden a utilizar más defensas de
identificación.

La diferencia de género influye en cómo los niños y las niñas utilizarán los mecanismos
defensivos. Por ejemplo, los varones tienden a orientar más sus reacciones defensivas
hacia el exterior (hacia el mundo externo); los niños son, entonces, más "acting out",
descargando hacia fuera de sí mismos sus emociones o culpando a los demás por
su propio fracaso. Las niñas, contrariamente, tienden a orientan sus respuestas hacia el
interior (mundo interno) (Cramer, 1983). Es más esperable, por lo tanto, ver que los niños
expresen sus quejas, agresión y reacciones a la frustración hacia las personas, los objetos
y la situación externa en general. Las niñas, son percibidas con comportamientos que
reflejen volcar hacia sí mismas las frustraciones, agresividad o emociones displacenteras;
y es más probable también que el fracaso sea atribuido a sí mismas.

Patrones de conducta frente al estrés

Los niños pueden mostrar ciertos patrones en sus


reacciones frente a los estresores. Estas
reacciones son intentos adaptativos para ajustarse
a las demandas del ambiente estresante.
Imaginémonos por un momento una línea recta;
en un extremo están las conductas adaptativas y
efectivas y en el otro extremo los comportamientos
desadaptativos frente a los estresores.

Si se construye un eje, se puede hallar cuatro cuadrantes que corresponden a los modos
en que las reacciones al estrés de los niños pueden tomar forma. Los cuatro patrones
de respuesta al estrés pueden ser descritos de la siguiente manera (Chandler):

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Respuesta Dependiente: falta de autoconfianza, dificultad para aceptar las críticas,
pobre asertividad, poca participación en actividades.
Respuesta Reprimida: mucha sensibilidad, fácilmente se molestan o se les hieren
sus sentimientos, temerosos ante nuevas situaciones, poca confianza en sí mismos,
preocupados innecesariamente.
Respuesta Pasivo-Agresiva:Frecuentemente son niños de
bajo rendimiento académico, tienden a postergar sus deberes; poco cooperativos,
despistados; sus notas tienden a bajar.
Respuesta Impulsiva: Exigente, desafiante, de temperamento explosivo;
iniciarán incomodidad o molestia en sus interacciones con otros niños; Por otro lado
pueden ser muy activos, descuidados en su trabajo escolar.

Desde este punto de vista, la conducta del niño bajo estrés puede ir desde el
extremo pasivo al extremo activo; y por otro lado, del extremo introvertido al extremo
extrovertido. Mientras más extremas sean las conductas (hacia los polos Activo-Pasivo o
Introversión-Extroversión), más desadaptativos será el ajuste del niño a su ambiente.

De manera similar, Moos y Billings describieron unos patrones de respuestas


para enfrentar las situaciones estresantes:

Aceptación Resignada: Aceptar la situación tal como ocurre. Hay


un sentimiento de sometimiento al destino o que nada puede hacerse.
Descarga Emocional:Las respuestas de este tipo involucran
una carencia de control en las emociones, dejando que se exterioricen
de manera intensa.
Desarrollo de Recompensas Alternativas: para compensar la frustración o la
pérdida experimentada, la persona puede recurrir a buscar metas sustitutas,
creando fuentes alternativas para buscar satisfacción. Implica una conducta
autónoma.
Evitación cognitiva: Se escapa en las fantasías, en el "soñar despierto" y en negar
la situación estresante.

SOCIALIZACIÓN4

La socialización es un proceso mediante el cual el individuo adopta


los elementos socioculturales de su medio ambiente y los integra a su personalidad para
adaptarse a la sociedad. Dicho en otros términos, socializar es el proceso por el cual el
niño, aprende a diferenciar lo aceptable de lo inaceptable en su
4
Miranda Montoya E, “La socialización como elemento fundamental en la vida”, Psicopedagogía.com, Recuperado en:
http://www.psicopedagogia.com/socializacion
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AFECTIVO EN LA INFANCIA
comportamiento. Socializar es un proceso muy importante que debe fomentarse en los
niños y niñas desde muy corta edad.

La primera infancia es el periodo en el que tiene


lugar el proceso de socialización más intenso,
cuando el ser humano es más apto para
aprender. Desde que se nace se está
aprendiendo y se continúa haciéndolo hasta la
muerte. Así como no todos los niños gatean,
caminan o hablan a la misma
edad, tampoco para aprender hay una edad
fija. Los niños difieren unos de otros en cuanto a
su ritmo de aprendizaje, de ahí la importancia de ofrecer estímulos, experiencias o
materiales que contribuyan en el aprendizaje, ya que el proceso mismo lo realizan los
propios niños.

Este proceso mediante el cual los niños aprenden a diferenciar lo aceptable (positivo) de lo
inaceptable (negativo) en su comportamiento se llama socialización. Se espera que los
niños aprendan, por ejemplo, que las agresiones físicas, el robo y el engaño son negativos,
y que la cooperación, la honestidad y el compartir son positivos. Algunas teorías sugieren
que la socialización sólo se aprende a través de la imitación o a través de un proceso de
premios y castigos. Sin embargo, las teorías más recientes destacan el papel de las
variables cognitivas y perceptivas, del pensamiento y el conocimiento, y sostienen que
la madurez social exige la comprensión explícita o implícita de las reglas
del comportamiento social aplicadas en las diferentes situaciones.

Sin embargo, la socialización del niño durante la


infancia no constituye en sí una preparación
suficiente y perfecta, sino que a medida que crece y
se desarrolla su
medio ambiente podrá variar exigiéndole nuevos
tipos de comportamiento. Por lo tanto es
fundamental ir enfrentando a nuestros niños y niñas
a diversos ambientes: familiar, escolar, comunal y
otros.
Los diversos aspectos del desarrollo del niño abarcan el crecimiento físico, los cambios
psicológicos y emocionales, y la adaptación social. Es válido propiciar la adaptación social,
como la fuente de socialización en los niños (as).

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AFECTIVO EN LA INFANCIA
Motivar a los niños a relacionar y socializar, redundará en beneficio de una sana
personalidad. Ya que esto permitirá a los niños aprender a evitar conflictos y a
manejarlos cuando inevitablemente ocurren. Los padres excesivamente estrictos o
permisivos limitan las posibilidades de los niños al evitar o controlar esos conflictos.

Numerosas investigaciones han llegado a la conclusión de que


el comportamiento y actitudes de los padres hacia los hijos es muy variada, y abarca desde
la educación más estricta hasta la extrema permisividad, de la calidez a la hostilidad, o de
la implicación ansiosa a la más serena despreocupación. Estas variaciones en
las actitudes originan muy distintos tipos de relaciones familiares. La hostilidad paterna o la
total permisividad, por ejemplo, suelen relacionarse con niños muy agresivos y rebeldes,
mientras que una actitud cálida y restrictiva por parte de los padres suele motivar en los
hijos un comportamiento educado y obediente. Los sistemas de castigo también influyen
en el comportamiento. Por ejemplo, los padres que abusan del castigo físico tienden a
generar hijos que se exceden en el uso de la agresión física, ya que precisamente uno de
los modos más frecuentes de adquisición de pautas de comportamiento es por imitación de
las pautas paternas (aprendizaje por modelado).

Las relaciones sociales infantiles suponen interacción y coordinación de los intereses


mutuos, en las que el niño adquiere pautas de comportamiento social a través de los
juegos, especialmente dentro de lo que se conoce como su „grupo de pares‟ (niños de la
misma edad y aproximadamente el mismo estatus social, con los que comparte tiempo,
espacio físico y actividades comunes). De esta manera pasan, desde los años previos a su
escolarización (desde la etapa preescolar) hasta su adolescencia, por sistemas sociales
progresivamente más sofisticados que influirán en sus valores y en
su comportamiento futuro. La transición hacia el mundo social adulto es apoyada por los
fenómenos de liderazgo dentro del grupo de iguales, donde se atribuyen roles distintos a
los diferentes miembros en función de su fuerza o debilidad. Además, el niño aprende
a sentir la necesidad de comportarse de forma cooperativa, a conseguir objetivos
colectivos y a resolver conflictos entre individuos. La conformidad (acatamiento de las
normas del grupo social) con este grupo de pares alcanzará su cuota máxima cuando el
niño llegue a la pubertad, a los 12 años aproximadamente, y nunca desaparecerá del
comportamiento social del individuo, aunque sus manifestaciones entre los adultos sean
menos obvias.

Los miembros de los grupos de pares cambian con la edad, tendiendo a ser homogéneos
(del mismo sexo, de la misma zona) antes de la adolescencia. Después pasan
a depender más de las relaciones de intereses y valores compartidos, formándose grupos
más heterogéneos.

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Por otro lado analizaremos, que entre mayor interacción, relaciones sociales
o socialización tengan los niños (as), con sus grupos pares; se convertirán en personas
más seguras y extrovertidas. Ayudando por tanto
la socialización a contrarrestar la timidez o limitación o defecto del carácter que impide
el desarrollo armónico del yo y que en las personas que la padecen se manifiesta por una
inseguridad ante los demás, una torpeza o incapacidad para afrontar y resolver las
relaciones sociales.

Lo que caracteriza a la timidez es la


perturbación afectiva refleja a la presencia
de los demás como
un mecanismo de defensa del yo. Sus
orígenes son complejos; puede provenir de
una actitud hereditaria, pero en la mayor
parte de los casos es la consecuencia de un
defecto de socialización (carencia
de socialización o de interacción) debido a un medio insuficiente o excesivamente
protector. Pese a que la timidez y el complejo o sentimiento de inferioridad
suelen aparecer asociados, se trata de

fenómenos independientes, aunque ambos surgen por las mismas causas. La timidez se
manifiesta en todos los campos de la actividad: física, intelectual y sentimental. El niño
tímido, en general, se presenta con un aire de cortedad, con una actitud vacilante y
un carácter nervioso no activo (palpitaciones, temblores, enrojecimiento repentino).
Con frecuencia desarrolla un comportamiento autoritario como modo de compensar sus
propios miedos.

De lo anterior desprendemos que la socialización va muy


ligada a establecer buenas y sanas relaciones
interpersonales; así que la timidez en muchos casos
podría deberse a problemas de socialización o de
interacción ausente o escasa en los niños y niñas. Es
fundamental que el padre o madre de familia, ayude
a formar la personalidad de su hijo (a), para
encaminarlos hacia el éxito. En gran parte los padres de
familia, tienen en sus manos el poder de criar niños(as)
éxitosos, es tiempo ya de empezar a trabajar en la construcción de una personalidad
definida en los niños y niñas.

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EMOCIONES

Las reacciones de los padres ante las emociones de los hijos juegan un papel importante
en el desarrollo socioemocional.

Estévez, Musitu & Herrero plantean en sus


investigaciones las relaciones entre el contexto
familiar y los problemas de comunicación como
uno de los factores de riesgo para el ajuste
psicológico de los adolescentes; además,
analizaron la influencia de los problemas de
comunicación (padre y madre por separado) y el
ajuste escolar en la salud mental de los
adolescentes, (malestar psicológico,
sintomatología depresiva y estrés percibido).
También plantean la posibilidad de la
bidireccionalidad, es decir, que el ajuste emocional de los adolescentes afecta la
comunicación y la dinámica familiar.

Rutter & Sroufe realizaron investigaciones sobre las contribuciones de los estilos de
crianza y las prácticas de crianza de la familia en el desarrollo emocional durante la
infancia y en relación con problemas externalizantes de comportamiento. Shapiro, sostiene
que los niños están afectados por la falta de atención familiar y que su desarrollo
emocional es mucho más vulnerable ante situaciones estresantes y por la falta de modelos
adecuados para el desarrollo emocional.5

¿Por qué son tan importantes las emociones?

Las emociones determinan nuestra relación con el mundo. Nuestra salud mental y
bienestar personal se influyen mutuamente, dependiendo en gran medida de cómo nos
relacionamos con el mundo, así de las emociones que se generan.

Al nacer no tenemos desarrollados el pensamiento, ni el lenguaje, ni siquiera podemos


planificar lo que hacemos, sin embargo, nuestras emociones nos permiten comunicarnos e
identificar aquello que es bueno y malo para nosotros.

5
Cuervo Martínez A, “Pautas de crianza y desarrollo socioafectivo en la Infancia”, Las emociones, Recuperado en:
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1794-99982010000100009
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A través del llanto, la sonrisa o conductas rudimentarias nos vamos relacionando con el
mundo y el resto de seres humanos. Así podemos afirmar, que nuestras emociones
configuran nuestro paisaje físico, mental, anímico y social.

Además, las emociones también funcionan como indicadores de nuestro interior. Por eso,
un consejo cuando sintamos una emoción es preguntarnos: ¿para qué me sirve esta
emoción?

¿Por qué es importante educar en emociones?

Las emociones nos aportan información sobre nuestra


relación con el entorno. Experimentamos alegría o
satisfacción cuando las cosas nos salen bien, y tristeza o
desesperanza, cuando sucede todo lo contrario, como
que experimentemos pérdidas o amenazas.

Cada vez que experimentamos una emoción, podemos


crear pensamientos acordes a ésta, interviniendo además
nuestro sistema nervioso como el preparador del
organismo para la mejor respuesta.

Las emociones son como un sistema de alarma que se activan cuando detectamos algún
cambio en la situación que nos rodea; son recursos adaptativos que los seres humanos
presentamos, y que dan prioridad a la información más relevante para cada uno, activando
así diferentes procesos que nos permitirán dar una respuesta.

En la infancia, experimentar emociones positivas con frecuencia, favorece el posible


desarrollo de una personalidad optimista, confiada y extrovertida, sucediendo lo contrario
con la vivencia de emociones negativas.

Así una adecuada educación emocional, permitirá adquirir destrezas para el manejo de los
estados emocionales, reducir las emociones negativas y aumentar en buena medida, las
emociones positivas.

En este sentido, podemos mencionar por ejemplo, el saber resolver de manera asertiva
los conflictos, encajar una frustración a corto plazo a cambio de una recompensa a largo
plazo y manejar nuestros estados de ánimos para motivarnos.

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CONDUCTAS PROSOCIALES6

Las habilidades prosociales y su importancia:

Las habilidades o destrezas prosociales constituyen


elementos fundamentales a ser trabajados en un
proyecto de prevención de la violencia y la promoción
de patrones de convivencia pacífica en los niños (as).

Cumplen varios objetivos básicos:

Brindar a los niños elementos de socialización y cortesía. Se ha detectado que


frecuentemente la agresión se instala en el aula debido a que algún niño (a) no sabe
la forma adecuada de solicitar un juguete, el ingreso a un juego o un turno. Debido a
esto, puede ser agredido por sus pares (sus iguales) o aislado. A su vez, él puede
tornarse violento. Dentro de estas destrezas se incluyen “decir gracias”, “comenzar
una conversación”, “solicitar hablar”, “hablar amablemente”, etc.
Aportar a los niños herramientas de asertividad. Ésta se refiere a la capacidad de
expresar eficazmente los propios deseos y necesidades. Cuando un niño(a) carece
de este tipo de destrezas, puede expresarse de manera que irrespeta y agrede a
sus pares, o puede ser incapaz de manifestar lo suyo, situándose en un lugar
pasivo. Esto propicia que sea victimizado. Dentro de tales habilidades pueden
incluirse “conocer los propios sentimientos”, “expresar los propios sentimientos”,
“compartir”, etc.
Darle a los niños elementos de prevención y manejo de conflictos. Estos apuntan a
que los niños aprendan a “evitar que se instale la agresión” o “evitar involucrarse” en
escenas de este tipo cuando se les presente tal posibilidad. Además, pretenden
enseñarle a los niños a autocontrolarse de manera suficiente para no desencadenar
ellos la violencia. Dentro de estas destrezas se incluyen “la relajación”.
Propiciar en los niños la construcción de vínculos sociales. Esto se refiere a crear en
ellos la conciencia de que cada persona que encuentran a su paso es también un
ser humano como ellos mismos. A partir del logro de dicha perspectiva, el niño
puede comprender que sus acciones producen placer o sufrimiento en los otros.
Esto le permite tratarlos con empatía y tolerancia. Además, puede desarrollar los
conceptos de solidaridad y compromiso social, indispensables para trabajar en
equipo con los otros.

6
Pedagoteca, “La importancia de trabajar las habilidades prosociales en la Infancia”, Recuperado en:
https://pedagoteca.wordpress.com/2013/06/10/la-importancia-de-trabajar-las-habilidades-prosociales-en-la-infancia/
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Las direcciones hacia las cuales están orientadas las habilidades prosociales (socialización
y cortesía; asertividad; prevención y manejo de conflictos y construcción de vínculos
sociales) se entrelazan tan íntimamente, que no podría decirse exactamente donde
comienza una y termina la otra. Por ejemplo, “hablar amablemente” es al mismo tiempo un
elemento de cortesía pero también puede evitar el comienzo de una riña. Esto hace
imprescindible trabajar con los niños permanentemente en todas las vías.

¿Quién se Beneficia con Aprender Habilidades Prosociales?

Tres grupos principales de niños pueden beneficiarse con la enseñanza sistemática en


habilidades sociales:

Niños que son retraídos o agresivos.


Niños que se están desarrollando normalmente, pero tienen déficits periódicos en
las conductas prosociales.
Niños que tienen problemas de aprendizaje, desórdenes de comunicación,
problemas de comportamiento u otras limitaciones.

El hogar es un espacio facilitador de conductas prosociales como lo analiza Rodríguez, ya


que el ensayo en la realización de conductas prosociales estimula tendencias prosociales.
Los niños a quienes se les asigna la responsabilidad de enseñar conductas prosociales a
otros niños muestran más conductas prosociales en otras situaciones. De manera similar,
a los niños que se les asigna la realización de tareas domésticas, o actividades de apoyo a
los hermanos (especialmente tareas que comparten responsabilidad hacia los demás),
tienden a ser más prosociales que otros niños.

También, Mestre, Samper, Tur & Diez en sus investigaciones respecto a la relación de
estilos de crianza y desarrollo prosocial de los hijos, concluyen la importancia de la
dimensión afectiva en las relaciones familiares, incluyendo evaluaciones positivas del hijo,
interés, apoyo emocional y la coherencia en la aplicación de normas. Destacan también
que las relaciones con los hijos deben ser adecuadas a su edad o nivel de desarrollo.

Cuando la madre es quien evalúa los estilos de crianza, los hijos alcanzan menor poder
predictor en el comportamiento prosocial. La evaluación positiva del hijo(a), el apoyo
emocional (junto con la coherencia en la aplicación de las normas) es el estilo de crianza
más relacionado positivamente con la empatía y con el comportamiento prosocial. Así
pues, la convivencia familiar que percibe el adolescente, caracterizada por el afecto y
apoyo emocional especialmente por parte de su madre y junto con la estimulación de la
autonomía del hijo, alcanza un poder predictor del comportamiento prosocial. Se puede
concluir que el comportamiento prosocial y el comportamiento agresivo son los extremos

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AFECTIVO EN LA INFANCIA
de una dimensión modulada por procesos cognitivos y emocionales de signo contrario, en
los que los estilos de crianza contribuyen a su desarrollo.

FACTORES DE RIESGO EN LA CRIANZA

Ramírez plantea que las prácticas de crianza


que utilizan los padres se relacionan con los
problemas de conducta de los hijos; como
prácticas de crianza inadecuadas: afecto
negativo, castigos no físicos, control
autoritario y énfasis en el logro, los hijos
tienen mayor probabilidad de presentar
problemas de conducta tanto externos como
internos. Concretamente, el afecto negativo
predice conducta agresiva, problemas de atención y de comportamiento, El control
autoritario predice ansiedad/depresión y el énfasis en el logro predice ansiedad/depresión,
problemas sociales. También Ramírez en sus investigaciones muestra la relación entre los
conflictos maritales, las pautas de crianza y el comportamiento de los niños y encuentra
que los problemas comportamentales aumentan en la medida en que aumentan los
conflictos matrimoniales y las prácticas de crianza inadecuadas (como control autoritario,
énfasis en el logro y castigos no físicos), y disminuyen las adecuadas (como expresión de
afecto, guía razonada y disfrutar con el niño).

También se han encontrado relaciones entre los estilos permisivos y autoritarios con el
desarrollo cognoscitivo y emocional como las observadas por Arvelo, quien analizó la
función paterna, las prácticas de crianza y el desarrollo en adolescentes, encontrando
relación con problemas de bajo rendimiento escolar, dificultades en la comunicación,
hostilidad, depresión, mentiras frecuentes y conductas transgresoras. En lo que se refiere a
las pautas de crianza se detectó una permisividad por parte de los padres y especialmente
las madres.

Los estilos de crianza inadecuados de los padres durante la infancia se relacionan como
factores de riesgo de problemáticas cognoscitivas o socioafectivas y sobre los cuales se
deben orientar las estrategias de prevención en la familia y generar espacios para
desarrollar habilidades sociales y conductas prosociales en otros contextos.

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AFECTIVO EN LA INFANCIA
PAUTAS DE CRIANZA Y PREVENCIÓN DE PROBLEMAS EN EL DESARROLLO
SOCIOAFECTIVO EN LA INFANCIA

La prevención de factores de riesgo en la familia que influya negativamente en los estilos


de crianza y en el desarrollo socioafectivo durante la infancia es una responsabilidad de los
distintos profesionales y sectores para lograr un mejor desarrollo de habilidades,
competencias parentales, habilidades emocionales y conductas prosociales en los niños,
niñas y adolescentes.

Diversos estudios como los de Patterson, DeGarmo & Forgatch brindan aportes sobre
situaciones estresantes en la familia, pautas de crianza y ajuste en el desarrollo de los
niños y niñas, en padres y madres; identifican y proponen cinco prácticas de crianza
efectivas: el estímulo, la disciplina, el monitoreo, la solución de problemas y el
involucramiento positivo con atención y cuidado. Estas prácticas orientan el diseño de
propuestas de prevención e intervención con familias y cuidadores.

Otras investigaciones, en este caso la planteada por


Amaya genera una propuesta de programa-guía para el
desarrollo de competencias emocionales y parentales
desde una perspectiva comunitaria y preventiva, en la
que resalta la importancia de orientar a los padres y
madres en el desarrollo de estrategias cognitivas y de
relajación que les permita controlar sus emociones de
manera positiva en momentos de cierta tensión
emocional. Asi mismo, resulta necesario trabajar con los
padres y madres las habilidades de comunicación con
los hijos, los procesos de resolución de conflictos y de
negociación, las estrategias para establecer límites y regulación del comportamiento en los
hijos, y las habilidades para fomentar la autoestima y la asertividad de los padres y madres
en el desarrollo de la función parental.

Respecto a prevención, tipos de familia y cambios familiares, analiza algunos factores


sociales que han aumentado las transformaciones familiares, e incrementado en los hijos
el riesgo de bajo rendimiento, de fracaso, de problemas emocionales y conductuales en
contextos escolares; por estas razones señala la necesidad de que en el sistema escolar
se desarrollen mecanismos protectores y preventivos para los niños provenientes de
familias monoparentales y disfuncionales especialmente.

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AFECTIVO EN LA INFANCIA
CIBERGRAFÍA

Proyecto ABC. ¿Qué es la Salud Mental en la Infancia y por qué es importante?


Recuperado en: http://cacenter-ecmh.org/wp/wp-
content/uploads/2012/01/ABC_InfantMentalHlth_Spanish.pdf
Hernández González Eduardo, Pediatra y Terapeuta de la Conducta Infantil, “La
depresión Infantil”, Recuperado en: http://www.psicologia-
online.com/infantil/depresion.shtml
Merino Soto C, “Visión Introductoria al Estrés Infantil” Psicopedagogía.com,
Recuperado en: http://www.psicopedagogia.com/articulos/?articulo=177
Miranda Montoya E, “La socialización como elemento fundamental en la vida”,
Psicopedagogía.com, Recuperado en: http://www.psicopedagogia.com/socializacion
Cuervo Martínez A, “Pautas de crianza y desarrollo socio-afectivo en la Infancia”,
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http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1794-
99982010000100009
Pedagoteca, “La importancia de trabajar las habilidades pro-sociales en la Infancia”,
Recuperado en: https://pedagoteca.wordpress.com/2013/06/10/la-importancia-de-
trabajar-las-habilidades-prosociales-en-la-infancia/

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