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LA MAXIMIZACIÓN DE LA UTILIDAD

Autor: La Tercera

Gran parte de la teoría económica descansa sobre algunos preceptos del


utilitarismo. Pero ¿qué es el utilitarismo? ¿Cuáles son sus principios? ¿En términos
sociales es simplemente alcanzar la mayor felicidad para el mayor número de
personas?

¿Por qué el agua, que es un bien necesario para vivir tiene un valor muy bajo y los
diamantes, que son un mero adorno, son tan caros? Durante los inicios de la
economía -en los siglos XVIII y XIX- el gran problema era qué determinaba el valor
de un bien. Las respuestas iban en torno al concepto de escasez y a la cantidad de
trabajo que requiere cada bien. Así, si cazar un ciervo demoraba dos días y un jabalí
sólo uno, esperaríamos que el valor del ciervo fuera dos veces el valor del jabalí.

El utilitarismo es un sistema filosófico que tuvo gran influencia en el desarrollo de la


economía. El concepto de utilidad, pilar fundamental en el pensamiento de Jeremy
Bentham, resuelve el problema del valor: este está determinando por la utilidad
marginal. Lo interesante es que gran parte de la teoría económica descansa sobre
algunos preceptos del utilitarismo.

Bentham (1748-1832) fue un personaje fascinante que siempre buscaba aplicar su


pensamiento a la esfera pública. Ofrecía sus servicios de manera gratuita a los
países que se independizaban para diseñar una constitución utilitarista. Incluso
O’Higgins recibió una carta con su propuesta.

LA IMPORTANCIA DE LOS GUSTOS

En la primera frase de su “Introducción a los Principios de Moral y Legislación”


señala que “la naturaleza ha puesto a la humanidad bajo el gobierno de dos grandes
maestros, el placer y el dolor”. El argumento de Bentham es muy simple: los
hombres buscan el placer y evitan el dolor. Ahora bien, esta idea también considera
el horizonte de tiempo. Tenía muy claro que muchas veces aceptamos dolor a
cambio de un mayor placer a futuro. Esto es algo así como un “valor presente neto”
de todos los placeres menos los dolores, lo que en términos simples es la utilidad.
A Jeremy Bentham no le interesa qué es la utilidad. Puede ser la felicidad o el
beneficio propio. Lo que le importa es que los seres humanos actuamos de acuerdo
con un principio de “maximización” de la utilidad.
Aunque dedicó muchas energías intentando cuantificarla, es decir, determinando
qué cantidad de “utilidades” nos proporcionan ciertas acciones (por ejemplo,
conversar con un amigo), el gran giro del pensamiento económico fue darse cuenta
de que la utilidad depende de las preferencias de cada uno.
Esto es, todos tenemos distintas utilidades porque nuestros gustos o preferencias
difieren. No necesitamos saber cuánta utilidad nos proporciona el consumo de un
bien, sino cómo es esta en comparación con otras alternativas.

MAYOR FELICIDAD PARA EL MAYOR NUMERO

Las características principales del utilitarismo son su hedonismo -buscamos placer


y evitamos el dolor- y la maximización de la utilidad. Pero también está la idea de
que todos valemos lo mismo. Que cada uno cuenta por uno.

Otro punto relevante es el salto de lo micro a lo macro: así como cada individuo
maximiza su utilidad, la sociedad debe maximizar la utilidad agregada de todos sus
individuos. Por eso se dice que el principio de acción utilitarista, en términos
sociales, es alcanzar la “mayor felicidad del mayor número”.

Así, tanto desde el punto de vista individual como social, lo que importa es la máxima
utilidad. Vemos qué produce mayor beneficio y, en base a ese resultado, tenemos
un curso de acción que se convierte en principio. El caso más conocido es el análisis
de costo y beneficio.

PARA TENER EN CUENTA

A fines de los 60 y ante la incipiente competencia de los autos europeos y


japoneses, el presidente de Ford, Lee Lacocca se puso como meta fabricar y poner
en el mercado el Ford Pinto en sólo 24 meses. No debía pesar más de 2000 libras
ni costar más de US$ 2.000.

En agosto de 1978 tres jóvenes estadounidenses murieron al estallar el Ford Pinto


en que viajaban luego de ser impactado por atrás a baja velocidad. No era la primera
vez que uno de estos autos estallaba.

Durante el proceso judicial se revelaron los resultados de los ensayos de choque


realizados al Ford Pinto. De los once automóviles testeados, ocho habían fallado en
la prueba de impacto trasero a baja velocidad y estos poseían el estanque de
bencina estándar. Los tres que pasaron la prueba tenían un dispositivo adicional,
que costaba US$ 11, y que impedía que el estanque se rompiera.
Pese a los resultados del estudio, Ford construyó el Ford Pinto con el estanque sin
el dispositivo, ya que cumplía con las exigencias del departamento de seguridad de
carreteras norteamericano.

En el juicio se mostró un memo interno de Ford, que indicaba que se contemplaba


fabricar 12,5 millones de estos autos. El costo del dispositivo sumaba un adicional
US$ 137 millones. En el documento se calculaba que sin utilizar el dispositivo
morirían 180 personas, quedarían 180 heridos graves y 2.100 vehículos quemados.
El costo de un muerto era de US$ 180 mil; el de un herido grave, US$ 67 mil y el de
reparar un auto quemado, US$ 700.

La suma de estos costos ascendía a US$ 49.5 millones. Después de un simple


análisis costo-beneficio, Ford decidió lanzar el Ford Pinto sabiendo que la prueba
de impacto trasero había fallado, pero cumpliendo la ley.

Al conocerse estos detalles Lacocca tuvo que renunciar, pero inmediatamente fue
contratado por Chrysler, donde fue presidente hasta 1992.

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