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De Como El Liberalismo No Es Pecado PDF
De Como El Liberalismo No Es Pecado PDF
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•
De eómo
tL LlfitRAlISMO POLlTlCO COlOMBIANO
no e5 peeado
Edición dispuesta por el Cluerpo de aonsejeros de la Dirección nacional
del Parlido liberal parj! su dislrlbuclón gralls
BOGOTR--IffCIY!. <
/
)l~
"1 '
la repugnancia a distinguir
Actualmente, si a ésos se les pregunta si la Iglesia
condena en absoluto y sin distinción toda clase de libe-
ralismo, es decir, todas las escuelas, todas las institucio-
nes, todos los partidos. todas las tendencias, todos los
-8-
métodos y todos los hombres denominados liberales,
responderán sin vacilar afirmativamente, aunque sólo se
trate de cosas atañederas a la democracia, no incluídas
evidentemente en la condenación canónica, y sin que
para esto los detenga la consecuencia de hacer cargar a
la Iglesia con la odiosidad de presentarla como contra-
ria a esa democracia.
Distinguo pudo ser fórmula de vana sutileza en la
antigua argumentación escolástica, pero también fue y
es todavía exponente de la delicadeza de espíritu que no
comprende en una misma afirmación o negación cosas o
hechos distintos, sino que discierne entre ellos, con aná·
lisis fino y atención profunda, para establecer separa-
ciones, considerar diferencias, hacer salvedades y restric-
ciones y especificar y limitar los juicios. Distinguir vie-
ne a ser así uno de los medios de aclarar.
Buena cosa es ver a estos teólogos, que para todo 10
demás no sueltan el casuístico distinguo y el dialéctico con-
cedo, cuando se trata de liberalismo plantarse en el nego
a tocateja, rechazar toda concesión como complacencia
con el error y pretender simplificar la materia como
para ponerla al alcance de los niños .... y de los tontos.
Sabemos, pues, que hay aquí una escuela y un parti-
do interesados en explotar el equívoc0 y que, en vez de
sacar al pueblo del error en que, por ese motivo, puede
incurrir, 10 confirman en él, prevalidos de su natural ru·
deza para penetrar cuestiones que exceden su compren-
sión. Es decir, que tienen luces y no las emplean para
disipar tinieblas sino para espesarlas; se proclaman
hombres de caridad y de doctrina y las emplean para
arraigar y fomentar-sin asomos de prudencia, antes con
refinada malicia-prevenciones que saben han de tradu-
cirse en sentimientos de rencor y en obras de odio.
Rpasionamiento de /0 cuestión
Calamidad inmensa que un punto que debió tratarse
en la región tranquila de las ideas haya descendido a la
de las pasiones I Desgracia grande que una materia que
debió quedar relegada al estudio de los filósofos y de los
teólogos, cayera.. en manos de los Fray Gerundios de Cam-
pazas o de los periodistas exaltados, que \labían de tra-
tarla con ligereza, y cuyas llamaradas pasionales habían
de cald ear 1uégo el deba te hast a hace r perd er el tino a
las mism as pers onas discr etas I Y abus o incalificable ha-
cer figu rar el nom bre liber al en los catec ismo s desti na-
dos a la ense fianz a prim aria y popu lar, dond e no debi era
tene r cabi da sino la expo sició n senc illa y sum aria de la
part e esen cial del dogm a catól ico, porq ue allí no es pru-
dent e expo ner idea s que los niño s o el pueb lo no han
de ente nder , o las ente nder án de man era inex acta, <;on-
form e al uso com ún de las pala bras ! Lo que corre spon -
de en caso s tales es no dar esas noci ones cont rove rtibl es,
o darla s con las corre spon dien tes expl icaci ones , para no
semb rar adre de semi llas de disco rdia. Quie nes lo cont ra-
rio haga n, o proc eden por igno ranc ia, y ento nces no de-
ben asum ir el mag ister io, o proc eden a sabie ndas , y
ento nces incu rren en la may or de las culp as: el enve ne-
nam iento prem edita do y alev os0 de las almas.
El pueb lo, que no es filósofo, que sólo adm ite las
ideas que pued e tradu cir en imág enes o en reali dade s
tang ibles , y para quie n es inde scifr able mon serg a esto de
las relac ione s de la Igles ia y del Esta do; el pueb lo colom-
bian o, que ha toma do part e en varia s doce nas de guer ras
civil es entre liber ales y cons erva dore s ¿ qué cons ecue n-
cias ha de saca r, cuan do se le pred ica cont ra el liberalis-
mo, así en seco, segú n es costu mbre , sino que se trata de
la cosa desi gnad a por la pala bra, en su senti do corri ente ?
Lee en past orale s y perió dico s, o escu cha en pláti cas
y discu rsos que «el liberalismo está condenado por la Igle-
sia,' y, por supu esto, no entie nde por libe/'al sino 10 con-
trari o de conservador __ y por un silog ismo que no sólo
arma sino cuya cons ecue ncia saca insti ntiva men te, dedu -
ce que «qui en no es conservador es hereje. » ¿ Y cómo de-
jará de ente nder lo así el pueb lo simp le, si hast a muc hos
que la dan de ilust rado s 10 cree n de ese mod o y le con-
firm an al pueb lo su creen cia, dicié ndol e que «con su
buen senti do ha acer tado en conc reto, si no en abstr acto ? >
•
El opú6culo del P. Sardá
Esto de que «el liber alism o es peca do, > lo puso en
mod a el sace rdote espa fiol carli sta, y dent ro del carli smo,
integrista, D. Féli x Sard á y Salv any, en opús culo al cual
dio ese títul o y este expr esiv o subt ítulo : Cuestiones can-
t#1úes, lo que clara men te indic a que la opor tunid ad en
- 10-
inscr itas, como la de Bélg ica; la Jgle sia se cont enta ba,
resum ió, con deci r que su idea l era otro y no habí a para
qué pedirl!! «que trans form ase en verd ades abso lutas las ~ ~
que sólo eran nece sidad es relati~as .•
Para apre ciar el Syllabus y los acto s pont ificio s del
mism o géne ro no hay, decía , que olvid ar que su cará c-
ter prop io, ante todo , es el de decl arac ione s de princ ipios ,
que mira n a la doct rina más que a su aplic ación , a los
siste mas filosóficos más que a las Cons tituc ione s. Allí
se razo na, hast a ciert o punt o, en abstr acto , para una so-
cieda d que haya cons erva do la unid ad de su fe y se
man teng a filial men te som etida a la Sant a Sede . Sin
preo cupa rse de las reali dade s actu ales y de las nece si-
dade s cont inge ntes -aun que sin deja r de tene rlas en
cuen ta para la prác tica y de acom odar se a las circu ns-
tanc ias-f abri can en ciert o mod o su Jeru salén celes te,
su Rep úbli ca de Plató n, su Sale nto, su isla de Utop ía,
segú n las máx imas de una socie dad tan perfe cta como
irrea lizab le, y aun cuan do las regla s ideal es así sent adas
estén en cont radic ción man ifics ta con el dere cho .púb li-
ca vige nte, eso no impi de ente nder se en el terre no de
los hech os, en la esfer a de lo prác tico, ni .eso veda a la
Igles ia y a los cató licos acep tar las liber tade s polít icas
como insti tucio nes impu estas por la nece sidad , en un
·país o en una époc a; ya ese títul o Mon seño r Dup anlo up
preg unta ba dónd e, en el Syllabus o en la Encí clica Quan ta
cura, están anat emat izad as. Los pu~blos y los Gob ierno s ~
pued en tranq ui !izar se a ese resp ecto , pues la Igle sia ja-
más ha cond enad o ning una form a de Gob ierno ni nin-
guna Cons tituc ión polít ica.
Esta disti nció n-qu e no pued e honr adam ente acha -
carse a dupl icida d ni a hipo cres ía-e ntre lo abso luto y
lo relat ivo, o-p ara habl ar en el leng uaje de la escu ela,
tan gene raliz ado desp ués en el idiom a corri ente de la
teolo gía y aun de las cont rove rsias de Prcn sa-e ntre la
tesis y la hipótesis, abre anch a puer ta de salid a a los
catól icos y aun a los que no lo son, pero que están en
la nece sidad de trata r con la Igles ia. Lo que unos y
otros no pued an afirm ar a un título , pued en adm itirlo o
sopo rtarl o en otro ; lo que no pued a hace rse en el terre no
de los princ ipios , hay liber tad para acom eterl o en el de
, los hech os, sin men osca bo para la ortod oxia y sin que
eso pued a tach arle de casu ismo o de sutil eza.
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El liberalismo }! el S}!llabus
Toda la controversia reposa sobre la interpretación que
se dé a la proposición 80 del Syllabus, que dice así:
« El romano Pontifice puede y debe reconciliarse con el ~
progreso, con el liberalismo y COI< la civilización moderna » ~
(cum progressum, cum liberalismo et cum recenti civili-
tate sese reconciliare et componere).
En primer lugar, bueno es advertir que, para cual-
quier lector del SJ'llabus, esta proposición es quizá una
de las menos importantes de ese documento, y que no
por sonar ahí- y sólo ahí en todo él- la voz liberalismo,
dejarían de estar, según los teólogos, condenados en esen-
cia la escuela y el sistema así denominados, en otras
proposiciones del mismo SyUabus y en varios documen-
tos pontificios; es decir, que no se debe tomar esta pro-
posición aislándola de las demás del Syllabus, donde, aun
sin nombrarlo, también se condenan formas o manifes-
taciones del liberalismo.
~
tólica de Angers, en las páginas 36 y 37 de su obra
Quesfio1!s religieuses et sociales de lIotre temps, por la cual
mereció de León XIII a:ttísimas distinciones.
Conocida esa declaración pontificia del Papa que
pudiéramos llamar el propio autor del Syllabus, obran mal
los que, sin otro fundamento que la proposición 80,
declaran estar condenado por la Iglesia el Partido libe-
ral colombiano, pues según la Santa Sede, con tal pro-
posición no se pretendió condenar todos y cada uno de
los partidos que lleven ese nombre_ ni referirse a un
partido político determinado.
A la página 540 de su obra verdaderamente funda-
mental y luminosa, que agotó la materia, por la autori-
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•
/
- 37 -
~
eso Pío IX adop tara el térm ino para cond enar un sis-
tema que desp oseía al Papa de sus dom inios de Rey ,
no proc ede cons agra r el nom bre liber al en sent ido idén -
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~
que de todos modos quieren es que nos coma el tigre,
que nos lleve Satanás. Y nosotroll a no dejarnos comer
ni llevar I
Estas logomaquias o cuestiones de nomInes no so.
bizantinas solamente SiDO ocasionadas a graves abusos
y a perniciosas consecuencias. Dejemos la paja y vamos
al ¡-rano; pon¡-amos a un lado la forma y preocupémo.os
- 49 -
Contrasentidos
Cosa curiosa: cuando se trata de escribir o de defen-
der el texto constitucional (artículo 38) de que .la religión
católica es la de la nación, > o de probar que los católi-
ces constituyen la inmensa mayoría de sus habitantes,
., que los disidentes son una minoría indigna de ser to-
mada en cuenta, abren el compás hasta el punto de
•
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~
O no hay razón para excluírlos del catolicismo corno
políticos, o no debe llamárseles o admitírseles en las
asociaciones como católicos. O caben en todas partes, 'O
no caben en ninguna. En esas mismas cofradías a don-
de, a despecho de todo, concurren los liberales, se les
posterga y ofende con reticencias y desconfianzas, mien-
tras los conservadores son objeto de preferencias irri-
tantes. Estas exageraciones e injusticias son las que
perjudican a la unión de los católicos, porque lentamen-
te le merman el elemento liberal, enfriado primero y
) repelido después, siendo así que el servicio y defensa de
la creencia común es el campo donde pueden encontrar-
se liberales y conservadores. De parte de los primeros,
no hay en ello inconsecuencia. Los inconsecuentes son
sus adversarios, seglares y eclesiásticos, que les niegan
una libertad de acción política que a los liberales les
está expresamente reconodda por la Santa Sede, mos-
trándose con esto sus enemigos, no sólo más papistas
- 55 -
que el Papa, lo cual ya sería extremo deplorable, sino
yendo contra prohIbiciones y mandamientos expresos
del Sumo Pontífice.
Entre las creencias religiosas y las opiniones políti-
cas de los liberales colombianos, el terreno es plano y
firme, para pasar de las unas a las otras sin obstáculo',
son otros ~os que pretenden ' que entre los dos campos
hay un abismo, para poder hablar de la necesidad de
un puente... quizá cOQ el objeto de cobrar, -a quienes lo
páS'e n , el re$pcctivo derecho. La ley política que cono-
cemos es la de que todo partido que abre abismos, aca-
ba por perecer en ellOS.
,
Rlianza de la iglesi:J
con los conservadores colombianos
Los liberales colombianos declaramos que todos o
muchos de los ata,!ucs que se nos increpan contra la
Iglesi" no han sido dirigidos contra ella sino contra su
alí,.do el pa, tielo conservador; nuéstra no ha sido la cul-
pa si, hecha causa común ele los dos, no nos ha sido po-
sible establecer una distinción que no se nos ofrecía, y
si nue5tra punterÍil no ha poC:ido ser tan exquisita que
hiriese a uno sólo de los aliad,)s yesc"timase al otro.
Dcsaparezca la confusióll y des..Lparccerá la causa del
error. Responda la Iglesia, como siempre ha respondi-
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do, de toda su doct rina, pero de sólo su doct rina, sin mez-
cla de doct rinas polít icas ajen as; pres ente su cred o puro
y limp io, sin adic ione s cons erva dora s; desli nde su cam-
po de sus inter esad os y no poca s. vece s hipó crita s alia-
dos, para no carg ar con resp onsa bilid ades que no le
com pete n y con odio sidad es que por sí quiz á no se ha-
bría atraí do; y ento nces se verá que los liber ales no
volv erán a sufri r las vaci lacio nes que hast a ahor a han
atorm enta do su conc ienci a, por no sabe r cuán do. al re-
chaz ar una opin ión polít ica prec oniz 'tda por sus adve rsa-
rios, rech azab an una verd ad catól ica, haci éndo se así
após tatas , sin sabe r cóm o ni a qué hora ; o cuán do al ad-
miti r una verd ad catól ica, porq ue con cubi erta de tál se
'les daba , 10 que degl utían era una opin ión cons en'ad ora,
de que aqéu lla era mera y falaz envo ltura .
Disi pada esa desc onfia nza, aclar ada esa ince rtidu m-
bre, si los cons erva dore s quie ren segu ir habl ando de re-
ligió n, que 10 haga n bajo su excl usiv a resp onsa bilid ad,
pero no a nom bre de la Igles ia, o com o sus man data rios
y voce ros; y que bajo el disfr az relig ioso no siga n ocul-
tand o sus mira s y conv enie ncia s parti cula res de parti da-
rios polít icos. Acáb ese la conf usión , caig an las care tas
y que sepa cada cual con quié n se bate !
O la Igles ia vuel ve a tene r époc as difíc iles en Colom-
bia, o se impo ne acer ca de ella una intel igen cia entre los
disti ntos parti dos, intel igen cia cons isten te en pone rla a
un lado el uno para no apar enta r defe nder la, porq ue ella
no lo nece sita, y en pone rla a un lado el otro para no
ataca rla, desd e lueg o que eso no está en sus senti mién -
tos ni en sus inter eses , y desd e lueg o que no vueh 'a a
pres enta rse form ando entre sus enem igos .
Pero esa intel igen cia es irrea lizab le mien tras la Igle-
sia cont inúe aliad a al cons en'a tism o; sólo en el terre no
pura men te relig ioso, com o.lo indic a, lo quie re y lo man-
da el Papa , podn ín conc ertar se los ente ndim iento s y las
volu ntad es; el edifi cio de la conc ordia relig iosa sólo po-
drá asen tarse sobr e el cimi ento de los gran des princ ipios
d e la polít ica crist iana , clara men te defin idos por la Igle-
sia, no sobr e las dele znab les base s que se les anto je dar
por fund amen tales a los caud illos band erizo s, con la
cuen ta y razó n de los med ros de sus grup os y parc iales ,
Derecho de la fglesia
a ejercer una acción política
::\adie niega a la Iglesia que se valga de medios hu-
manos y, entre éstos, para la acción política, que descienda
al campo p6lítico, pero con las condiciones o circunstan-
cias tan clara y admirablemente descritas por León XIII
en su Encíclica SaPientim christiantE: .
• La flrhsia ,-elUlsa, por daree/,? y por deber, dice el esclare-
cido Pontífice, po"e' se al servicio de los partidos y plegarse a las
cxil,encias mudables de la po{(tiea . ... Celos:! de su p,opio de-
recho y rcspetuosí;ima del ajeno, se estima obligada a perma-
necer indiferente respecto ele las di.tintas forma, de gobierno
y de las instituciones civiles de los Estados cristianos, sin que
rep,uebe ningún sistema de gobierno, con tal de que respete la
religión y la disciplina cristiana de las costumbres }) .... La
Iglesia reconoce, ad~más. como indudable «que en la esfera
política puede haber materia para legitimos disentimientos y
que, r"'petando debidamente los derechos de la justicia y de
la verdad, puede procurarse llevar a la práctica las ideas que
se cree han de contribuí· mi, eficazmente que otras al bién
gemral.» La Iglesia. finalmente, rechaza toda so!idaridad con
1tI,partido político y declara que «tratar de comp, ometerla en
las querellas de los partidos y servirse de su apryQ para triunfar
más comodamentc de sus adversarios, es abusar indiscretamente
de la religion. »
::\ada más explícito y nada más aplicable a Colombia,
en sus actuales circunstancias.
::\i se diga que es inconciliable esa indiferencia res-
pecto de los partidos con la necesidad de adoptar un cam-
po polítiul para la defensa de la religión; la conciliación
se verifica aceptando los hechos sin prejuzgar el dere-
cho, y en Colom bi.,. el hecho es que la mayoría del libe-
ralismo es católica y que el derecho de gobernar co-
rresponde al Partido liberal, a título de mayor número,
de mayor competencia y de mayor probidad.
La Prensa católico-conservadora
La Iglesia admite :a cooperación de los particulares,
especialmente de 103 que tengan dopes de inteligencia y
deseo de ser útiles, «pero no asumiendo, (!ice Lpón XIII,
papel de Doctores, sino comunicando a los demás lo que
ellos han recibido y siendo a manera de ecos de la voz
de los i\Iaestro~.>
Cuántas veces han querido ser la voz y que los Obis-
pos fuesen el eco! Cuántas veces asumen el papel de
Docto -e" má~ competentes que los Prelados, hasta el
punto de querer enmendarlt's la plana! A lo menos, de
los liberales jamás han tenido los Prelados esa queja,
mientras que los otros, con sus aires de definidores ex-
cátedra y críticos de la acción de la Iglesia, le han soll-
do causar más disgustos y sinsabores que todos los libe-
rales juntos .
• Nadie nie;a, clitG: el R. P. Mulil.os, lo. servicie,. que
la Prensa c;¡tóli, a pued!l prestar a la religión. é,clareciendo
cue.,tiones uudosas y dando a los Prelados los antec<dente, ne-
cesarios para que funden sus det~rminacione~; pero dé auxi-
liar poderoso de la Iglesia, se conviel te en gró.ve ob .. táculo
cuando usurpa el plpcl del magisterio y cede a la pa,ión de
partido o a las sugesti'Jnes del amor pror-io. h;:¡sta querer erigir
sus opiniones en dogmao;;, desconociendo que la Ig!t~ia no se
rige por los dictámene, de la opiniótl ., quep.'" e la la Prensa
no es ni luarto ni se3undo poder, y que si lasumi,i6n y la obe-
dien¡ i~\. deben ser la n Irma de conducta de 1 J'i peri ,di~tas ca·
t61itos para con Jos Prel.:t.dos, la c;l'Y,'dl1d y el mutilo rCJpdo de-
ben, {Illtstiluír la de su. conducta con los demás católicos y e J7l los
simp 'es prójimos Jo
Causas como la de la Iglesia exigen, sobre todo, sua-
vidad, paciencia y mesura.
Con periódicos redactados por laicos, la dirección de
los nego ~ ios eclesiásticos ..arriesga a pasar de milnr>S de
los jefes naturales de la Iglesia a las de los s"gbres, de
suerte que lit cola se convierta en cabeza. y. como decía
Monseñ0r Dup:mloup, refiriéndose a L' U,,;v~7'S, cuan-
do lo redactaba Veuillot:
- 79 --
«La Igle,ia de Dio. n'l puede de ninguna manera. d-jaue
gobernar "'¡ IJar el perine! sm·). Si l, Santa Sede no contiene al
laici'mo Feriodi,ta, el mil irá lejos y le cam.rá m;Ís ddil'oi que
cualquiera herejí •. Selí, de preguntar,e, contil.Úl, si algunos
laico;. "bus.ndo dI 1p"der que les da un Diario, pu~den cada ma-
.
nana hablar de todos y a tod·),, ; decidir a tiempo va de . . tienlpo·
"
temu. en lds IlldS ~rave'i (ue~tiones de d letrina y de conrlucta,
la iniciativa del juicio y de la condenación, y si cuando un
Obi-ipo da a "us !sacerdotes instrucciones para dirigirl os, es per-
mitido a ese Diario colocarse entre ese Obispo y egos sacerdo-
te" para en.eñ Il a éstos después y contra aquél. A,{ la Prensa
re!ígiosa. en mara_s de Jos laico", amenaz<t sub'l lt ernizar al Cle-
¡ roy a 1,·, Obispos, y es e'o cnntrario al e,píritu y a las reglas
de la Iglesia y atentatorio al orden jerárquico.>
León XIII, en. carta al Nuncio Apostólico en Fran-
cia, se expresó ásperamente respecto a esas preten,iones
de la Prensa religiosa. Después de recordar que es a la
Santa Sede y a los Pastores establecidos por la Iglesia
para gobernar sus greyes a quienes corresponde de de-
recho el ministerio doctrinal. y que a los simples fieles
5,,10 les tOCil. el deber de aceptar las enseñanzas que la
Iglesia da. dice:
• Lo;; periodis!as cató'ico, deben ser los primero; en dar el
~jempl0. Si en efecto, la élcci-jn de la Prensa religio~a detirra
culminar en h ,cer m;, difí il para lo> Obi,pos el cumpllln:ellto
de su mi'dón; si de (j},í re..,u ta:-;e un ut::bilitamiento deJ respeto y
úbedienLÍa que se les dt:ben; f'i el orden je'árquico flle~ e ror
cPo p rturbado. porque los i ,fcriares .~e arnlga",tn el d c- recho
de jUZgrH la doctnna o la conducla ce sus verd",dero' Do(lnre"
tnt.)nces la obra de eso pe iódico, no sólo selÍa esté il para el
b é" sino pelr má, de un aspecto, grandemente nociva>
Roma nunca ha tratado de arrebatar a los católicos
la libertad de opinar en política; son algunos católicos
los que no quierE'll servirse de esa libertad, o más bien
no quieren que los ckmás se sirvan de ella. y de ahí que
las ideas libenles se les hayan hecho odiosas o sospe-
chosas; es la Prens:1. político-religiosa b. que tiene prin-
cipalmente la culpa de haber inculcado a sus lectores el
eSJ?íritu de rC:1.cción , .\' lijOS de ilustrar al clero acerca de
una socied"d que ¿¡ ign')ra. y lejos de disiparle las.
prt'v~nciones de su pducación, cxtraña al mundo y ais-
lada del siglo, los consejos de esa Prensa sólo se han
encaminado a hacerle más V más aborrecibles las ideas
modernas y a acorralarlo dentro de un pasado muerto.
- 80-
Dos po/ifieas
El Programa liheral
No puede exigírsenos, como no exigimos a los COIiJ-
servadores, que consignemos expresamente en nuestro
programa soluciones a cuestiones religiosas, porque
- 8S -
siendo partido constitucional y legalista, no necesita-
mos hacerlo, pues dando por resueltas en la Constitu-
ción, que hemos aceptado, y en el régimen legal deriva-
do de ella, que hemos aceptado también, las cuestiones
fundamentales, implícitamente hemos reconocido-ya
como de derecho, ya como de puro hecho-las soluciones
dadas a los problemas que se d esprenden de las r elaciones
entre el Estado y la Iglesia. Sólo nos corresponde pre-
sentar programas parciales, prácticos y variables , sobre
la base de una declaración de principios generales,
que sirvan para diferenc~arnos de los demás partidos,
o que aun siendo, .en parte, comunes con ellos, denoten
cuál es nuestra tendencia y cuáles nuestros procedi-
mientos, para que al escoger el pueblo entre nosotros y
los conservadores, sepa bien por qué y para qué lo
hace, ya que a lo que principalmente está llamado un
partido es a la aplicacíón concreta de principios y pro-
cedimientos de conducta ante los hechos de la vida real.
No basta, por tanto, que un partido se" llame liberal
para calificarlo por eso sólo de heterodoxo; hay que exa-
minar su programa para deducir de ahí su calificación
dogmática; si en él se incluyen principios o procedimien-
tos condenados por la Iglesia, estará en pugna con ella;
si no los incluye, nada tendrá ella que hacer con él.
La variabilidad y contingencias de los programas
de partido, no excluyen, antes exigen, como base de
unidad orgánica y carácter distintivo, ciertas bases ge-
nerales, expresadas en la denominación que adoptan y
en declaraciones que, si no revisten carácter doctrinal
ni envuelven profesión de verdaderos principios, en el
sentido estricto y filosófico de la palabra, a lo menos
expresan un sistema o una tendencia.
El liberalismo colombiano es una agrupación con un
programa completo que abarca soluciones para todas las
cuestiones políticas, económicas, administrativas y de
cualquier otro género que puedan influír en la vida y
prosperidad de la Nacion. Entre esas soluciones, forzo-
samente ha de haber algunas discutible~, pero ninguna
de ellas se opone a la doctrina ni a la moral católicas;
pertenecen, por tanto, a la política secundaria, respecto
de la cual, la Iglesia ha dejado plenísima libertad a los
utó!icos, como queda dicho.
En el programa liberal no hay para qué incluír pro-
fesiones de fe, porque como partido que aspira a ser
-
- 86
~:r1l~~~=:1: ;=~~:
0
ampa 4. roAdop
de las garap
ción tías
·S. o Inteligeociadeentre -.:1 y
cordatarla, para hacer más efectiva la ÍI1d:é~1II
de las dos pote stade s;
6. 0 Atenuaci6n, por medio dli'UD a I~:
del sistema de gobierno
pecta a la formaci6n y
7.· Expedici6n de la ley
se consagre la elección del Alcalde y
Distrito por el Conc ejo;
8. 0 Elección de 101 GobetuadoresJ .solbte~
por las Asambleas ;
9. 0 Medidas para la estabilida del ~Jl!iit~
rentas más cuantiosas a la amor tiRci 6n ~t.]I1
ro. Fundaci6n de estab ledm ·a(tj .
y agricola ; •
11. Nacionalizaci6n del Ej6ri:ito.
vicio milifÍlr obligatorio ;
12. Reforma de la tarifa de
la protecci6n racional a las
13. Conservaci6n y
cuya· repartici6n,
gura preo da de
instituciones repnbliCllllaa
14· Adaptación las
de los principios de I~=jtt~ &!
1; 1
como accideotea del j
de ahorro y ampat!! a-
IS. Interveoci6a
una 10lucl6n que
la Roep'ública;
lifo ConltrlJlcl6n
coloni~de eso'
pet'"ci~ ele 1
- 89 -
17. Liberación del tributo que el comercio del N arte de
Santander, Casan are y San Marlín paga a Venezuela, y del que
lo; Departamentos del Pdcífico pJgan al Perú por sal; y
18. Investigación y planteamiento de medidas adecuadas
para combatir el alcoholo.mo y las enfermedades contagiosas.»
Cuántas de las proposiciones del Programa y de la
Plataforma tienen que ver con la religión? No son pro-
blemas administrativos, independientes de toda defini-
ción canónica? Un solo punto, sobre cuarenta, se roza
con ella, yeso indirectamente; el arreglo de las relacio-
nes entre el Estado y la Iglesia, que más adelante se
precisará; pero aun allí se exige la forma concordata-
ria, es decir, la inteligencia de las dos potestadei, tra-
tando de potencia a potencia, para la celebración de un
pacto voluntario. Los liberales no queremos someter a
la Iglesia al y ~go de leyes unilaterales, hechas sin ella
o contra ella. Informamos nuestra conducta en el respe-
to sincero y delicado de los principios religiosos y nos
abstendremos cuidadosamente de perturbar las concien-
cias con temeridades arbitrarias y con imprudencias.
Nosotros queremos inaugurar la éra de la pacificación
definitiva, en el reino incontestado e incontestable de la
libertad. El liberalismo necesita-y quiere ser una espe-
ranza. no un temor.
Estas son cuestiones de hecho, que no se discuten.
Si el prog-rama liberal fuera sometido al examen del
Papa, de seguro no encontraría en él una sola proposi-
ción condenable. «Todo eso, diría, son puntos de polí-
tica secundaria, libremente opinables, en que la Iglesia
nada tiene que ver. Puede ser deplorable que ese parti-
do político colombiano hay~ adoptado el nombre de !ibe-
ral, malsonante, en cierto sentido, para la Santa Sede
y ocasionado a confusiones, aunque ya ha tenido en
Francia la consagración católica, en el partido de la Ac-
ción liberal y así pudieron bien los Obispos de ese país
ordenar, durante la~ últimas elecciones, preces «por el
trÍllnfo de la Cauia liberal. ; pero la esencia de los pro-
pósitos del liberalismo colombiano es sana y la de sus
soluciones será o nó aceptable en el orden de lo rea-
lizable y lo acertado, dentro de las posibilidades del
país; mas en ello la Iglesia no interviene .•
El liberalismo reconoce que para determinar qué
doctrinas se contienen en la Revelación, sólo la Iglesia
docente tiene misión para ello, y en la Iglesia su Doctor
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El Par/ido católico
Parlidq calólico! nunca se juntaron un sustantivo y
un adjetivo que representen ideas más antitéticas. Par-
tido: la porción de un todo; calólico: universal (del grie-
go cata, sobre, y olos. entero), es decir lo difundido en
todos los lugares y 10 existente en todos los tiempos.
La sola etimología basta para persuadir de que no de-
ben aproximarse dos voces que están en pugna tan ma-
ni1iesta. Podría decirse que gritan y se dan de bofetadas
al verse juntas
El carácter propio de los partidos es presentar solu-
ciones de gobierno opuestas entre sí; encerrarse en de-
terminadas doctrinas e instituciones; levantar en el seno
de una misma sociedad la bandera de huestes en discor-
-9 1 -
Resumen
.
Indicaciones de orden práctico
En el confesonario
Cuan do en el Trib unal de la peni tenc ia o en otra par-
te se inquieról. de un liber al por la clase de su opin ión
polít ica, cont este con el catec ismo crist iano : «Eso no me
lo preg unté is a mí, que soy igno rant e; doct ores tiene
nues tra sant a mad re Igles ia, que os sabr án resp onde r..
Que a quie n vaya a expo ner públ icam ente punt os
de fe, se le exija n cono cimi ento s com pleto s, es natu ral;
pero al com ún de los crey ente s no hay más razó n para
exig irle dom inio prof undo de la doct rina cató lica acer ca
del liber alism o que resp ecto del mist erio de la Sant ísi-
ma Trin idad , o de la Enca rnac ión del Verb o o de la In-
mac ulad a Conc epció n o de la infal ibilid ad pont ificia .
A qué conf esor se le ocur re dar o nega r la abso lució n
si su peni tente no se mue stra fuert e en esos dogm as
cuan do sobr e ellos lo inter roga ? Pues lo mism o pasa con
el emb rollo del liber alism o, mate ria que ha llega do a ser
tan abst rusa que los mism os teólo gos vaci lan en ella a
vece s, cuan do no se cont radic en; en todo caso , no han
llega do a pone rse d~ acue rdo,
No hay moti vo para hace r ~lliberalismo una exce p-
ción y Elmpeñarse en mete r en la cabe za del pueb lo teo-
rías que es inca paz de ente nder , o exig ir, aun de las per-
sona s culta s, cono cimi ento s teoló gico s que no han teni-
do ocas ión de adqu irir. Exíj asele s a todo s prud enci a
para no habl ar de lo que no entie nden o doci lidad para
¡;om eter su juici o al de los auto rizad os; pero emp léen se
En el matrimonio
En elecciones
Reconocemos que la acción de la Iglesia no se limi-
mita a la vida privada, sino que alcanza también a la
pú blica, porque, cómo 10 dice Le6n XIII «no puede ser-
Ie indiferente que en los Estados rijan tales o cuales
- 12 4 -
COOPERACIÓ:-;¡ EW EL LIBERALISMO
USO DEL NOMBRE LIBERAL(PÁGINA 473}
,Para poder juzgar bien del grado de culpa que pueda exis-
tir en el pésimo (1) uso del nombre liberal, por la positiva co-
operación al liberalismo, debe distinguirse cuidadosamente su
doble significación. En sentido propio yestricto, señala al que
profesa y defiende los errores del liberalismo; en este sentido
lo toma el Sumo Pontífice en los documentos citados, y nos-
otros en este opúsculo (2). En sentido lato, impropio (3), pero
muy corriente, no implica más que predilecci6n por una for-
ma política, oposición a un partido adverso, vana complacen-
cia en un nombre grato a los oídos, o finalmente, adhesión
personal, bien por gratitud, bien por amistad, ora por captarse
su benevolencia, ora por la esperanza de un destino, a deter-
minada personalidad política que ocupa el más alto puesto en
el partido.
Debe siempre tenerse en cuenta la antedicha distinci6n, no
sólo en el tribunal de la penitencia, para juzgar rectamente de
1.. culpa, y en el púlpit~, para instruir adecuadamente, sino
también. y esto con mucho tino, en la justa apreciaci6n de las
personas; pues como nota acertadamente el P. Villa da, se
calumnia gravemente al que es motejado de liberal, en su sen-
tido estricto, y no profesa los errores del liberalismo. »
(PÁGINA 475)
- fec ta a las doct rinas de la Iglesia' (carta del C arde nal Ra mpo-
Ila al O bispo de Sa lama nca, 17 de feb rero de 18 9 1) .
y añade ,; 'Sería de desears e q ue, pa ra desig nar los par ti-
"S
dos políticos, los católicos cogiesen y adoptasen otra deno-
minación , par:, que el .aornbre de liberales que se les aplica no
dé a los fieles ocasión de eq,:ivoca ción o escándalo'. ( 1),
(PAGINA 476)
Para .q ue n o los co nsi dere con facil idad como reos de cul-
pa grave. debe el confesor ten er siempre ante los' ojos aquella
sap ientísima norma de San .An tonino , que d ice ; 'No sin gran
. peligro se ca lifica de p eca do morta l aquello que no esté espe-
cificado por la expresa autoridad de la Sagrada E scr itura j de
Jos Cánones, o por la determin a ción de, la I glesia, o p or evi-
dentes razones. P ues si se de cid e que hay pecado m ortal en Jo
queno lo h ay, pecará mort almente el que contravin iere, por-
q ue toa o lo que se ha ce contra la-c onciencia merece e l fuego
del i nfi ern o. >
T a mbié n debe te ne rse en cuenta lo de San to T om ás ; ' En
toda cu estió1 q ue verse sobre p ecados mor tales, h ay p eligro
I en precisarla, :: no ser q ue expresamente haya u!'a verdad que
afi rm ar. J •
DE LA RETRACTACION O ABJURACrON
(PÁGINA 414)
• '41" ••
•
Confirmación final
DICTAMENES DEL CARDENAL RAMPOLLA, SECRETARIO DE
ESTADO DE LEON XIII, y DEL CARDENAL MERRY
DEL VAL, SEr:RETARIO DE EST.\DO DE PIO X
-
INDICE
Eltema ......................................... 3
AJclflce politico, religioso y filantré.p·co de este escrito 4
Origen y deformaciones de la controversia..... ... .. 7
La repugnancia a distinguir........ .............. 7
Apa,ionamiento de la cuestión.... ........ . . ...•.. 8
El opúsculo del P. Sardá ...................... " . . 9
Catolicismo y carlismo en EspJña........ .. .. ...... 10
El opú<culo del P. Sardá ante la Santa Sede... . .... . II
Evolución política del P. Sardá. . . • . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Modo de plantear la cuestión...................... 14
Historia del Syll.b7ls....... . . .. ... .. .. . .......... 15
Errores condenados en el Syllabus................. IS
Errores condenados en la Encíclica Quallla cura... .. 16
La cuestión romana y el Sy llabus. . . . . . . . . • . . . . . . . . 17
El liberalismo y el Sylfabus....................... 23
Liberalismo, progreso y civilización................ 23
Qué liberalismo está condenado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Dónde comienzan las discrepancias ......... , . . . . . . . 26
El nombre «liberal» no está condenado.. . . . . . . . . . . . 27
Acepciones del nombre liberal declaradas admisibles
por la Iglesia . ......•. , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Variacione; histÓricas de las palabras liberal y libera-
lísmo.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. ......... 37
Diferencias eotre liberales y conservadores ......... . 42
N uestro liberalismo es verdade, o liberalismo ........ . 45
Conveodda que cambiásemos de nombre político? .. . 47
El criterio del olfato .......... .................. . 49
Quiénes rompen la unidad religiosa •..•............ 50
Con trasen ti dos .....•.. ....•.•.......•........... 53
- Catolicismo práctico de los liberales. Reclamación de
la igualdad ................................. ·
Esterilidad para el bién de la intolerancia religiosa r
SS
política y su fecundidad para el mál ............ . 58
- 14 2 -
CONTENIDO
Qué es el liberalismo moderno.-Im-
portancia de la cuestión religiosa.-Nece-
sidad de una religión.-C~pacidad de
adaptación de la Iglesia.-La intoleran-
cia no es exclusiva del catolicismo.-He-
cho histórico olvidado.-La religión y la
libertad política.-Cambio de religión.--
Opción imposible.-Fuerza del catolicis-
mo.-Qué es clericalismo y quiénes son
clericales.-
· Cómo en política y en reli-
gión los extremos se tocan.-Posible con-
ciliación entre la Iglesia y el liberalismo
pOlítico.-Fl cristianis~10 y la democra-
cia.-Forma del acuerdo en Colombia.-
La Iglesia y el derecho romún.-Rela-
ciones entre la Iglesia y el Estado.-La
nueva fórmula liberal--Necesidad del Con-
cordato-Reformas convenientes al ac-
tual-1Iirando hacia el porvenir.