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“RECURSOS NATURALES Y MEDIO AMBIENTE.


UAI – ABOGACÍA – ROSARIO

Dra. Silvina Paola Vicente

Tema: Contrato de Maquila.


1 - Origen y evolución histórica.

El término "maquila" proviene del árabe clásico “makïlah”, que significa "cosa medida", luego
devenido en el término árabe hispánico makíla, este vocablo tiene varias acepciones, una de las
cuales refería a la "porción de grano, harina o aceite que corresponde al molinero por la
molienda" o la "medida con la que se maquila", por lo que se utilizaba esta denominación para
referirse a la cantidad o porcentaje de materia prima -generalmente granos- que recibía el
molinero u otro fabricante, a modo de pago, por el servicio de manufacturar y transformar granos
o materias primas ajenos en productos más elaborados.

Podemos decir que este contrato reconoce su matriz con el régimen feudal, con motivo de la
aparición de las primeras máquinas manufactureras, como el molino. Los señores feudales, al
recibir en concesión extensos territorios y prerrogativas sobre sus habitantes, eran los únicos
con la capacidad económica y legal para contar con un molino de granos dentro de su feudo,
obteniendo de ese modo un monopolio para el desarrollo de esa incipiente actividad industrial, al
cual debían necesariamente acudir los labradores para procesar su cosecha.

En consideración a la especial relación de vasallaje de esa época en que se encontraban los


campesinos respecto del señor feudal dueño del molino, este último retenía para sí una cantidad
de lo producido luego de la molienda, pero no con el estatus de contraprestación satisfecha por
el labrador por el servicio recibido, sino como una especie de tributo debido a su señor
precisamente por esa relación de subordinación, motivo por el cual su quantum tampoco era
libremente pactado, sino que era impuesto por el acreedor.

Encontramos también rastros del contrato que nos ocupa en el derecho romano, durante la
República, ya que en ocasiones, el propietario del fundo acordaba con un mercader (o
empresario de esa época), para que mediante un precio, se ocupara de la recolección de la oliva
y preparara el aceite, lo que no se consideraba un caso de locatio conductio rei, sino de locatio
peris.

Esto nos permite afirmar que el sistema de elaboración a maquila no nació como contrato, sino
que por el contrario, lo que actualmente se conoce como contrato de maquila derivó del sistema
de elaboración feudal a maquila. Surgió como imposición del señor feudal, y que con el tiempo,
trajo aparejada la progresiva pérdida de potestades feudales y el fortalecimiento de las ciudades
y la burguesía, y especialmente después del cambio de régimen político generado en Europa por
la revolución francesa y el simultáneo advenimiento del maquinismo, fue transformándose en un
sistema productivo en el que las partes pudieron negociar cada vez en forma más libre las
condiciones de contratación.

En América, por ese entonces y debido a la influencia de su independencia -y de la codificación-


por las ideas revolucionarias francesas, fue menos receptiva que la propia Europa Occidental a
este negocio de producción o elaboración o molienda de granos, ya que aparecía como contrario
a la corriente filosófica y jurídica partidaria de la libertad contractual. Se comprende entonces
que Vélez Sarsfield no haya incluido en su Código Civil normas referentes al contrato de
maquila, en razón de que el sistema mismo era visto como antecedente de la explotación del
hombre por el hombre, contrario a las ideas liberales que se abrían paso y que colocaban al
individuo en el centro de la escena. Digamos también que en el actual Código Civil y Comercial,
tampoco se encuentra contemplado.

En nuestro país, recuerda el Dr. Vázquez, (“El contrato agrario de maquila, LL, 1985-D-1030),
que dicho negocio jurídico se proyectó antiguamente en provincias como Catamarca, Salta y la
Rioja, para cultivos hortícolas, como por ejemplo el pimentón, los olivares y la vid vinífera, en la
que los pequeños productores, en pos de obtener mejores márgenes de ganancias para sus
frutos entregan la materia prima a molineros o a plantas de extracción de aceites, o a bodegas,
para su transformación, reteniendo el industrial, un porcentaje del producido final entregando el
remanente al proveedor.

Es por todo lo mencionado que toda la legislación y jurisprudencia referentes al contrato de


maquila que posteriormente fue surgiendo en nuestro país fue precedida por reglas
consuetudinarias, lo cual le ha otorgado previa tipicidad social.

Fue la ley 17.662, y luego la ley 18.600, las que instituyeron el contrato de maquila de modo
específico para el sector vitivinícola en razón de las dificultades que se habían producido en el
año 1968 por la superproducción de uva de muy buen rendimiento, lo que hizo caer el precio y la
demanda.

Luego de varias décadas después cuando se sancionó la ley 25.113, que tipifica y regula el
contrato de maquila en relación a la manufactura y/o transformación de cualquier materia prima
de origen agropecuario, pero estos contratos presentan ciertos rasgos característicos que los
separan de la contratación en general.

2 - Concepto y Definición – Ley N°25.113

En el art. 1º de la ley 25.113 establece que:

"Habrá contrato de maquila o de depósito de maquila cuando el productor agropecuario se


obligue a suministrar al procesador o industrial materia prima con el derecho de participar, en las
proporciones que convengan, sobre el o los productos finales resultantes, los que deberán ser
de idénticas calidades a los que el industrial o procesador retenga para sí.

El productor agropecuario mantiene en todo el proceso de transformación la propiedad sobre la


materia prima y luego sobre la porción del producto final que le corresponde.

El procesador o industrial asume la condición de depositario de los productos finales de


propiedad del productor agropecuario debiéndolos identificar adecuadamente; estos productos
estarán a disposición plena de sus titulares.

En ningún caso esta relación constituirá actividad o hecho económico imponible".

3 - Crítica.

A la definición expuesta en la Ley 25.113, se le critica desde la doctrina, la extensión, la


confusión a la que presta y la inclusión de conceptos que no son esenciales al contrato, razón
por la cual no deberían formar parte de la definición.

4 – Naturaleza Jurídica.

Antiguamente (antes de la sanción de la Ley 25.113) algunos autores lo ubicaban dentro de la


familia de los contrato de locación de obra (actualmente contrato de obra), de cuya naturaleza
participa.
Otro sector de la doctrina, afirmaba, al analizar al contrato de maquila, que estamos frente a un
contrato de integración vertical (y sin dudas de cooperación), que no es un contrato
agroindustrial.

Coincidimos con la doctrina que actualmente, encuadra al contrato de maquila, dentro de los
contratos mixtos, dicho esto en sentido amplio, ya que en él coexisten elementos típicos de los
contratos de obra y de servicios, pero con la particularidad de que el precio no consiste en una
suma de dinero sino de una cantidad o porcentaje proporcional del producto que se obtenga, y
con una obligación complementaria de depósito y guarda por parte del industrial.

De este modo, si se entendiera la "...condición de depositario..." contenida en el art. 1º de la ley,


como sucesiva, se podría entonces sostener que la naturaleza funcional es la de un contrato de
cooperación financiera en el que prevalecen fuertemente las obligaciones del locador de obra,
encontrando ribetes distintivos en la distribución que los contratantes acuerdan sobre los
productos terminados como modo de cancelación de las prestaciones asumidas y que puede
contar con una obligación subordinada de guarda a cargo del industrial sobre los productos
finales de la otra parte, pero sostiene que lo referente a la obligación subordinada no es esencial
ya que la normativa dominante, que corresponde al contrato de obra, lleva implícita el
mantenimiento y la custodia por parte del contratista hasta la entrega o restitución de la obra.

Brebbia, completando lo antes expuesto, entiende que se trata de una especie dentro de los
denominados contratos agrarios, es decir, aquellos "preordenados al servicio de una empresa ya
constituida y en el que es siempre parte un empresario agrario teniendo por finalidad facilitar su
vida procurando o predisponiendo los factores de producción".

5 – Caracteres.

√ Es un contrato bilateral, ya que al momento del perfeccionarse ambas partes, maquilario y


maquilero, quedan obligadas recíprocamente, una –el maquilario- a proveer sus materias primas
al proceso de transformación y la otra –el maquilero- a someterlas a un proceso de elaboración
que le aporte valor agregado y la convierta en un producto final, distinto al original.

√ Es oneroso, en virtud de que las obligaciones recíprocamente asumidas por las partes
implican para ambas un sacrificio patrimonial que las mismas efectúan teniendo en vista la
contraprestación comprometida por la otra parte. De este modo, el productor aporta al proceso
productivo sus materias primas, las que se verán reducidas a favor del industrial, como
retribución por la realización de los trabajos comprometidos. A su vez, el productor, como
compensación por su aporte de materia prima, recibe una cantidad menor pero de un producto
más valioso por su industrialización.

√ En la ley 25.113 es definido como consensual, ya que además, no existe ninguna razón para
considerar su validez condicionada a la entrega de la cosa. Al margen de lo expresado, es
importante recordar que esta categoría ha desaparecido de nuestra legislación positiva ya que el
nuevo Código Civil y Comercial no contiene norma alguna al respecto.

√ Es un contrato claramente típico en virtud de la regulación que hace de él al Ley N° 25.113 y


lo ha sido desde hace ya mucho tiempo, en virtud de la ley 18.600, así como fruto de la tipicidad
social de la que ya gozaba.

√ El contrato de maquila es considerado conmutativo, ya que el objeto del contrato se


circunscribe a la manufactura de materias primas agropecuarias. Desde el inicio del contrato,
cada una de las partes sabe que aportará para la concreción del mismo. Parece claro que
ambos pueden advertir al inicio las ventajas o desventajas que les puede deparar, pues saben
qué ponen y qué reciben, sin perjuicio de lo que finalmente ocurra como buen o mal negocio, lo
cual resulta irrelevante tal como quedó expresado al analizarse la categoría de los contratos
aleatorios en el primer tomo de esta obra.

√ En su artículo 2°, de la Ley 25.113 establece las formalidades esenciales del contrato con lo
que lo claramente lo encuadramos dentro de los contratos formales, a pesar de ello, no hay
consenso respecto de si este requisito es ad solemnitatem o ad probationem.
√ Es un contrato registrable, en su art. 7º la ley 25.113 exige la inscripción del contrato, pero
este requisito no tiene efectos constitutivos ni afecta la validez y exigibilidad del contrato entre
las partes, sino que por el contrario debe entenderse como requisito para hacerlo oponible a
terceros. Adicionalmente, la registración del contrato permitirá la traba de eventuales medidas
cautelares.

√ La ley 25.113 y a pesar de que en función de la unificación de la legislación civil y comercial ha


desaparecido la significación de la categoría “comercial”, resulta demostrativa de que el sentido
de la comercialización de los productos finales se encuentra presente para el productor
agropecuario, a punto tal de no permitirse ningún tipo de limitación para que este último la
realice por su exclusiva cuenta, por lo cual deberá distinguirse entre la actividad agropecuaria
que desarrolla el productor y que lo beneficia en su inserción como parte específica contractual,
con la posición de proveedor que asume en el contrato de maquila, del cual recibirá productos
elaborados para comercializar.

√ Es de cooperación, ya que ambas partes procuran alcanzar un mejor desarrollo del objetivo
común aprovechando recíprocamente las capacidades o disponibilidades del co-contratante:
Uno aporta materia prima y el otro, capacidad de manufactura, y ambos obtienen como resultado
final una cantidad de producto elaborado, sin haber hecho desembolso para su adquisición. En
alguna medida puede considerarse que existe una suerte de "financiamiento mutuo" que se
otorgan las partes recíprocamente.

6 - Derechos y Obligaciones de las Partes.

Obligaciones del productor agropecuario

• La Ley establece que la materia prima debe ser aportada por un "productor agropecuario".
Entendemos que por tal, se designa a quien en base al trabajo logra obtener de la naturaleza
recursos animales o vegetales para su consumo, enajenación o elaboración.

• La obligación principal del productor agropecuario es claramente la de entregar su materia


prima al industrial maquilero para que este último la incorpore al proceso de elaboración o
transformación.

• Entre algunas de las características inmodificables más importantes fijadas por la propia ley
podemos mencionar:

→ Lo entregado debe ser materia prima, es decir, el producto de la explotación tal cual
fue obtenida, sin transformaciones previas, excepto las necesarias para permitir su
conservación y/o transporte.

→ La materia prima entregada debe ser agropecuaria, es decir, proveniente de la


explotación agrícola o ganadera (granos, flores, frutas, hortalizas, caña, fibras, carne,
leche, cueros, lana, etc.) mediante los cuales pueden producirse innumerables materias
elaboradas, desde productos alimenticios de la más amplia variedad, hasta telas,
biocombustibles, etc. Una interpretación amplia permite incluir dentro del objeto de este
contrato también los productos forestales, alcanzando así a la industria del papel, la
madera, etc.

→ En principio, la materia prima debe provenir de la propia explotación del productor; el


tipo legal no prevé la posibilidad de que éste adquiera de terceros la materia prima que
someterá al proceso de producción por el sistema de maquila. Entendemos que quedaría
comprendido el propietario de un fundo rural arrendado o entregado en aparcería a un
tercero que al recibir como contraprestación de dicho contrato parte de la producción
decidiese entregarla para su manufactura bajo este régimen.

• Por el contrario, las partes sí podrían acordar libremente respecto de las siguientes condiciones
contractuales:

→ La especie, cantidad y calidad de materias primas que serán entregadas


→ El modo a utilizar para la entrega de las materias primas agropecuarias, lo cual se
refiere tanto a si la misma será a granel, en fardos, en sacos, en frío, congelado, fresco,
etc.; como así también si es continuada o de una sola vez.

→ El medio de entrega, en cuanto al tipo de transporte a utilizar, por ejemplo, camiones y


sus condiciones, como por ejemplo, si las materias a procesar son transportadas sobre
una cadena de frío.

→ A quien le corresponderán los costos de la entrega y dónde se hará, cuestiones que


otra forma serán regidas por los arts. 746 y ss. del Código Civil y Comercial sobre las
obligaciones de dar.

→ Se considera que también es una obligación principal del productor aceptar la retención
que hace el industrial maquilero de una parte del producto, como contraprestación por su
trabajo. La doctrina ha entendido que se trata de una suerte de retribución "autoliquidable"
en cuanto el industrial no necesitará de la conformidad del productor para retener para sí
la porción convenida.

Obligaciones del industrial maquilero

• El industrial maquilero debe realizar un proceso de transformación adecuado a lo pactado,


sobre la materia prima específicamente aportada por el productor teniendo en cuenta su
naturaleza y las posibilidades tecnológicas con las que cuenta, tal como expresa el párr. 1º del
art. 1º de la ley 25.113. Entendemos que se trata de una obligación de resultados, en atención a
la asimilación que en este sentido se hace del contrato de maquila al contrato de obra.

• Reconocer al productor, durante todo el proceso de transformación, la propiedad del porcentaje


de materias primas y/o productos elaborados que deberá restituirle al finalizar su transformación,
cumpliendo a su respecto los deberes del depositario, de acuerdo al párr. 2º del art. 1º.

• Permitir al productor el acceso al lugar de procesamiento, a fin de verificar el cumplimiento de


normas de calidad y rendimiento de las cantidades, para tener el control de lo que le será
entregado, lo cual debe estar descrito en el contrato, tal como lo dispone el inc. e) del art. 2º y se
encuentra consagrado en el art. 4º.

• Restituir al productor, al fin del proceso, el porcentaje acordado de producto final con valor
agregado, según resulta del párr. 1º del art. 1º y art. 3º de la ley especial. Los productos finales a
entregar al productor deberán ser de idéntica calidad a los que el industrial retenga para sí.

Bibliografía:

- “Derecho Agrario” – Fernando P. Brebbia / Nancy L. Malanos. Editorial Astrea 3°


Reimpresión.

- “Tratado de los Contratos de Empresa” – Tomo II – Ernesto Martorell. Editorial


Abeledoperrot.

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