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Evolución histórica
La relación entre percepción y memoria ha sido un tema de interés científico desde hace
muchos años. No obstante, la aparición del término de memoria sensorial es bastante más
reciente.
Las primeras investigaciones acerca de este fenómeno se produjeron en el año 1740 de la
mano de Johann Segner. En su estudio, el físico alemán demostró que para que un trozo de
carbón atado a una rueda giratoria pudiera ser percibido, necesitaba realizar una vuelta
completa en menos de 100 milisegundos.
Esta primera apreciación sirvió para postular la relación entre los mecanismos de
percepción y memoria.
Posteriormente, Broadbent en 1958 propuso la existencia de un mecanismo de memoria
inmediata que registraría la información del estímulo proximal durante un breve periodo
de tiempo.
Así mismo, Neisser en el año 1967 adoptó la teoría de Broadbent y la denominó memoria
sensorial. Según el psicólogo alemán, este tipo de memoria consistía en un registro
precategorial de la información de capacidad limitada y escasa duración.
De forma paralela, Atkinson y Siffrin propusieron la existencia de un registro sensorial para
cada una de las modalidades sensoriales. No obstante, la mayoría de investigaciones acerca
de la memoria sensorial se centraron en los dos tipos inicialmente definidos por Neisser (la
memoria icónica y la memoria ecoica).
Finalmente, fue Sperling en el año 1960 quien se encargó de explorar y delimitar de forma
específica las propiedades de la memoria icónica a través del uso del taquistocopio y la
técnica del informe parcial.
Funciones
En la actualidad, la técnica que permite medir la memoria ecoica de una forma más objetiva
es la tarea de potencial de disparidad. En esta técnica se registran los cambios en la
activación cerebral auditiva mediante el uso de electroencefalografía.