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Las Privatizaciones en Peru PDF
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Introducción
A inicios de los 90, las empresas públicas peruanas atravesaban una seria cri-
sis, no solo por cuestiones financieras y de gestión sino también por su des-
legitimación en la sociedad. Sus significativos déficits eran cubiertos en su
Ariela Ruiz Caro: economista peruana con estudios en la Universidad Humboldt de Berlín y la
Universidad de Buenos Aires. Especialista en temas de comercio e integración. Ha sido funciona-
ria de la Comunidad Andina y el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA). Ac-
tualmente es consultora de la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
Palabras clave: neoliberalismo, privatizaciones, rol del Estado, Perú.
Nota: parte de este artículo incluye algunas ideas volcadas en el estudio realizado por la autora
«El proceso de privatizaciones en el Perú durante el periodo 1991-2002», Serie Gestión Pública No 22,
Ilpes / Cepal, Naciones Unidas, Santiago de Chile, julio de 2002.
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mayor parte con financiamiento interno (el externo era virtualmente inacce-
sible como consecuencia de la crisis de la deuda), lo cual impulsó la inflación.
El origen de estos déficits puede encontrarse en la utilización de las empre-
sas como instrumento de subsidios, las dificultades para acceder al mercado
internacional de capitales y la tendencia decreciente en los precios de muchos
recursos naturales.
Este artículo evalúa el proceso de privatización que tuvo lugar en Perú en los
90, describe sus características fundamentales e intenta determinar si se cum-
plieron sus principales objetivos.
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La mayor parte de las empresas públicas peruanas, tanto las nuevas como
aquellas que son resultado del proceso de nacionalización, se remontan a ini-
cios de los 70, cuando el gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado
incrementó significativamente la participación del sector público en la econo-
mía. El objetivo era controlar la provisión de los servicios públicos básicos, ge-
nerar una industria nacional intensiva en capital, controlar el sector financie-
ro y producir y exportar recursos naturales.
A fines de los 80, Así, entre 1970 y 1990, las empresas estata-
las compañías públicas les experimentaron un fuerte crecimiento
controlaban entre 15% de su participación en la economía. A fines
y 20% del PIB, 28% de de los 80, las compañías públicas controla-
las exportaciones y 26% ban entre 15% y 20% del PIB, 28% de las
exportaciones y 26% de las importaciones.
de las importaciones
El Estado tenía el monopolio de servicios
básicos como la electricidad, los hidrocarburos y las telecomunicaciones. Con-
taba, además, con una participación superior a 60% en el sistema financiero,
a través de la banca estatal de fomento y la banca asociada, controlaba 35% de
la producción minera y mantenía una presencia importante en la pesca y la
comercialización de alimentos, entre otras actividades económicas1.
El crecimiento del mercado dependió del Estado, en una relación causal que
perduró hasta los 80. Cuando el Estado entró en crisis y el modelo de crecimiento
se dejó de lado, el sector privado –debido al tipo de relación que se había esta-
blecido– también resultó golpeado. Desde entonces, la inversión pública registra
una tendencia declinante y lo mismo ocurre con la inversión privada, tenden-
cia reforzada por la violencia terrorista de aquellos años. El resultado fue el
creciente desempleo, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, el incre-
mento de la pobreza a niveles extremos y la creciente informalización.
El rol del Estado como gestor del desarrollo económico fue entonces elimina-
do de la política económica. Desde luego, no faltaron argumentos razonables
para ello. La Comisión de Promoción de la Inversión Privada (Copri), orga-
nismo creado en 1991 para implementar el proceso de privatización, se encar-
gó de difundir los errados criterios con que se habían manejado las empresas
1. Ver Bruno Franco, Ítalo Muñoz, Pedro Sánchez y Verónica Zavala: «Las privatizaciones y conce-
siones» en R. Abusada et al. (eds.): La reforma incompleta. Rescatando los noventa, tomo 2, Universi-
dad del Pacífico / Instituto Peruano de Economía, Lima, 2000.
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Sin embargo, estos informes no explicaban las causas del fracaso de las em-
presas públicas en Perú, entre las cuales sobresalen las políticas de promoción
de la inversión privada –especialmente en el manejo de precios y tarifas pú-
blicas y en algunos productos industriales– derivadas de la aplicación extre-
ma del modelo de sustitución de importaciones. Este modelo dio lugar a im-
portantes transferencias del sector público al sector privado.
2. Copri: «La privatización en el Perú: un proceso en marcha», Copri, Lima, diciembre de 1993, p. 8.
3. A pesar del potencial que podría tener el Estado como asignador más eficiente en el ámbito de los
servicios públicos, la propiedad estatal no garantiza automáticamente los intereses de los sectores de
menores ingresos. El Estado no es una instancia neutral ya que en él se cristalizan relaciones de poder.
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La gestión de todas las actividades productivas debe estar en manos privadas. Ade-
más, no es cierto que el Estado deja de ganar utilidades futuras de las empresas que ge-
neran ganancias. Las proyecciones de futuras ganancias estarán incluidas en el precio
de venta. En todo caso, el Estado deja de recibir las utilidades de períodos futuros, pe-
ro recibe hoy el valor presente de dichos flujos. Además, cualquier empresa que pue-
da tener una gestión más eficiente e incrementar sus ganancias, está perdiendo dinero.
Por otro lado, al incrementarse los niveles de producción en las empresas privatizadas,
el Estado recibirá mayores ingresos vía una mayor recaudación de impuestos.4
Otro de los objetivos del proceso de transferencia de las empresas públicas al sec-
tor privado fue captar inversiones extranjeras. El proceso de privatización absor-
bió, desde 1992 hasta fines de los 90, las dos terceras partes de dicha inversión en
el país. Fue una forma de atraer capitales productivos que, de no haber encontra-
do estas altas tasas de rentabilidad con riesgos mínimos, se habrían dirigido al
sector financiero. En otras palabras, en Perú las privatizaciones y concesiones no
solo constituyeron componentes fundamentales del programa de reformas sino
que fueron mecanismos importantes para promover la inversión privada.
Logros y limitaciones
De acuerdo con los defensores de las privatizaciones, uno de los efectos más
notables de éstas consistió en haber actuado como un decisivo catalizador del
proceso de inversión privada que sustentó el crecimiento económico de los 90.
Se estima que al menos dos tercios del stock de inversión extranjera fueron
consecuencia de las privatizaciones. En ese sentido, una de las afirmaciones
más comunes es que, como resultado del aumento de la inversión privada, se
reforzó la capacidad productiva del país, especialmente en telecomunicacio-
nes, minería y electricidad, donde hoy operan empresas más fuertes y compe-
titivas, con un mejor conocimiento de los mercados externos y con amplias
posibilidades de obtener los capitales necesarios para continuar su expansión.
En efecto, es en estos sectores donde se ha registrado la mayor parte de los
procesos de transferencia tecnológica.
5. Ver Máximo Torero y Alberto Pascó-Font: «El impacto social de la privatización y de la regula-
ción de los servicios públicos en el Perú», Documento de Trabajo No 35, Grupo de Análisis para el
Desarrollo, 2000.
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Por otro lado, algunas consultoras sostienen que «el notable incremento de las
operaciones de las empresas privatizadas ha llevado a la mayoría de estas em-
presas a elevar sus niveles de adquisiciones, tanto de insumos como de bie-
nes de capital, provenientes de empresas locales, contribuyendo de este mo-
do a su fortalecimiento»6. Al respecto, haría falta evaluar qué porcentaje de
esas adquisiciones se ha realizado en el mercado local y, entre ellas, cuáles
mantienen vínculos con las empresas privatizadas. Este aspecto no ha sido
debidamente comprobado en el caso peruano7.
Las fuentes oficiales y los informes presentados por algunas instituciones aca-
démicas coinciden también en señalar que, si bien la corrección de los dese-
quilibrios fiscales no constituyó el objetivo principal del programa de privati-
zaciones, cuyo móvil fue la eficiencia y competitividad global de la economía,
éstas generaron un efecto positivo sobre las cuentas fiscales de Perú. Los in-
gresos provenientes de la venta de las empresas, el incremento de la recauda-
ción por los impuestos a las utilidades8, la eliminación de las transferencias
del gobierno hacia las empresas estatales deficitarias y la rebaja en los pagos
de la deuda por los títulos adquiridos9 habrían contribuido, según estas posi-
ciones, a equilibrar las cuentas fiscales.
se explica porque el Estado asumió los pasivos de las empresas públicas an-
tes de que éstas fueran privatizadas. Del total, 764 millones de dólares co-
rrespondieron a deuda externa, 696 millones a deuda interna y 210 millo-
nes a deudas tributarias de las empresas.
10. Según la Comisión Investigadora de los Delitos Económicos y Financieros ocurridos entre 1990
y 2001, más de la mitad de lo que se gastó en equipos de defensa en la década se realizó con fon-
dos provenientes de la privatización, la mayor parte bajo dispositivos secretos.
11. Informe final de la Comisión Investigadora del Congreso sobre Delitos Económicos y Financie-
ros cometidos entre 1990 y 2001, junio del 2002.
12. Copri: op.cit.
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Conclusiones
Quince años después del inicio del proceso de privatización en Perú, la sensa-
ción de pérdida irreversible del control sobre las empresas del Estado prevalece
sobre los beneficios obtenidos. Los resultados son ambivalentes. La ampliación
de la cobertura de los servicios públicos y la modernización tecnológica en di-
versos sectores de la economía, así como los altos niveles de inversión que per-
mitieron incrementar la producción en el sector minero, son algunos de los
rasgos más notables de este proceso. Sin embargo, los indicios y la información
disponibles permiten aseverar que no se han logrado todos los objetivos.
Uno de los efectos más notables del proceso de privatización, que coincidió
con un periodo en el que se canalizaron importantes flujos de capitales hacia
los países emergentes, consistió en que actuó como un decisivo catalizador de
la inversión privada que sustentó el crecimiento económico de los 90. El esta-
llido de la crisis del Sudeste asiático en 1997 marcó un punto de inflexión y
dio inicio a un proceso de contracción del flujo de capitales. Hasta ese mo-
mento, el fácil acceso a abundantes recursos financieros había permitido que
se modernizaran algunos sectores y que la aplicación de políticas de equili-
brio macroeconómico y fiscal acabara con el proceso de hiperinflación. Pero
estas reformas no tuvieron un impacto positivo en el aparato industrial lo-
cal ni en el sector agropecuario. Debido a ello, los resultados en cuanto a la
generación de empleo y de ingresos no han sido satisfactorios.
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