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son muchos los platillos que han persistido al paso del tiempo para convertirse en
evidencia de las diversas dinámicas que han afectado la región que habitamos
desde antes de la colonización hasta la actualidad. Preparaciones que hacen parte
del menú diario de los colombianos son tan ancestrales que tienen toda una
historia por contar. Ellos son la razón de este artículo.
Nuestra comida es el resultado de una fusión interesante que nos hace lo que
somos, alimentos y prácticas culinarias que se dividen entre las culturas
indoamericana, europea y africana. Si comenzamos con las tradiciones
aborígenes nativas de América del Sur cabe anotar que se alimentaban a punta de
verduras y frutas de la región, complementando la alimentación con la cacería y la
pesca. Nuestros indígenas aprovechaban los recursos que les brindaba la tierra,
volviéndola cada vez más productiva para alimentarse y cuidar de sus familias.
1. El ajiaco
2. El sancocho
Casi tan antiguo como el ajiaco es el sancocho, con la diferencia que su origen,
aunque en algunos casos se vincule con el primer platillo de nuestro top,
realmente se debe a cocidos y estofados de origen español, italiano, francés,
danés y africano. Ya en Colombia, este platillo goza de un arraigo tal que según el
Atlas etnográfico-lingüístico del Instituto Caro y Cuervo es preparado en más de
193 municipios del país.
Hay diferentes tipos de sancocho, los hay de pescado, de pollo, de gallina y más.
Dependiendo de la región donde se haga tiene sus variaciones, por ejemplo en el
Valle se hace con hojas de cimarrón y ajo, en Boyacá con arracacha y en
Cartagena con costilla de res.
El sancocho es uno de los platos más emblemáticos de nuestro país, lleva años
en nuestra mesa con esa deliciosa combinación de mazorca, zanahoria, plátano
verde, plátano maduro, ñame, yuca, papa, ahuyama, malanga, guineo verde,
arracacha, fríjoles, lentejas, arvejas y apio, entre otros tantos alimentos, y
realmente tiene una deliciosa historia.
3. Bandeja paisa
Esta es tal vez una de las recetas más representativas de nuestra cocina indígena.
Un alimento basado en harina de maíz precocida en su base pero que puede
contener de todo, chicharrón, coco, huevo, mejor dicho lo que uno quiera. En
nuestro país existen aproximadamente 75 clases de arepas, pero no somos el
único país que sea famoso por ellas, en el Sur de América muchos países tienen
esta comida ancestral en su mesa, tanto como para que se celebre el 10 de
septiembre el Día mundial de la arepa.
5. El tamal
El tamal es otro de esos platos que pervive desde tiempos pre coloniales y que
conserva muchas de sus raíces pero que, a la vez, demuestra la mezcla de
culturas que ha compuesto la identidad de nuestra región. El tamal hace parte
junto a los bollos, las hallacas, los pasteles y los envueltos, de las más de 40
preparaciones de este tipo identificadas en el país.
El origen de este manjar es incierto. Aunque se estima que es del año 100 A.C.,
no se ha podido definir si es un plato de Norteamérica que migro hacia el centro y
sur del continente, si es de Suramérica y realizó el recorrido inverso o si desde el
centro del nuevo mundo se repartió al resto del territorio americano. Sin embargo,
algo que si se ha fechado es el origen de la palabra. Este manjar debe su nombre
al vocablo náhuatl “tamalli”, que significa envuelto.
La llegada española y negra aportó algunos ingredientes a lo que comemos hoy
como el pollo y la carne de res, además de vegetales como la zanahoria y frutos
como la aceituna.
Costa Pacífica
Sus costas, con las ensenadas y bahías más bellas de Colombia, favorecen la
proliferación de platos de pescados y mariscos que constituyen la base alimenticia
de la población autóctona, que gustan acompañar con plátano y yuca.
Tiene también frutas exóticas, como el borojó y el almirajó, de magnífico sabor,
con las que se preparan agradables refrescos. Buenaventura, Guapi y Tumaco
constituyen la trilogía gastronómica de la región, y, aunque comparten muchas
preparaciones, siempre nos sorprenden con la originalidad de un toque distintivo
de cada pueblo.
El paisa, por el contrario, es muy poco amante de los aliños, que usa con gran
moderación, al punto de que su arepa favorita no lleva sal. No usa tanto el plátano
como el resto del país, solo algunas tajadas de plátano pintón acompañan sus
platos.
Es también muy conservador en sus gustos y muy poco amigo de aventurarse a
probar otra cocina que no sea la de su tierra. A pesar de disponer de Costa
Atlántica, come más pescado del Cauca y del Magdalena que del mar,
posiblemente debido a las dificultades de transporte que siempre han tenido.
Medellín ha sido desde el siglo pasado madre de más libros de cocina que todo el
país junto, desafortunadamente no siempre dedicados a la cocina antioqueña
tradicional.
Caldas, poblada por antioqueños en el siglo pasado, aporta muy poco a una nueva
cocina y, a pesar de producir el mejor café del mundo, no lo utiliza sino como
bebida y algo en sus postres.
Salamina (Caldas) parece tener una vieja inquietud culinaria manifestada en platos
especiales y magníficas ensaladas, como la de remolachas rellenas con huevo
duro, que es un bellísimo acompañamiento para cualquier buen plato.
- Guarapo (Llanos)
- Jugo de chontaduros (Caquetá)
- Fariña-mandioca (Amazonas)
- Hervido (Llanos)
- Picadillo (Arauca)
- Sopa de caracoles (Amazonas)
- Guiso de tortugas (Putumayo)
- Mamona – ternera a la llanera (Llanos)
- Tatuco (Casanare)
- Carne asada tungos (Meta)
Valle, Cauca y Nariño
Esta amplia zona, ayer parte del Cauca grande, tiene una influencia fundamental
en la gastronomía colombiana. Si bien el centro y el norte del valle catalizaron la
mayoría de las tradiciones de la buena mesa, hoy estas se han extendido hasta
abarcar prácticamente todo el sur, y han invadido las grandes ciudades,
acompañando la nostalgia de los emigrados. Más cocina de hacienda que de
ciudad, tiene en la caña de azúcar, que cultiva con talento, la base de una variada
producción de excelentes dulces: su célebre manjar blanco, sus grajeas, sus
delicados confites. El plátano es una fruta más en la enorme paleta que colorea
sus puestos de venta, con variados y deliciosos frutos, como el níspero de
Guacarí.
Hoy agrícola, ayer ganadera, la zona del valle es, tal vez, la que más harinas fritas
lleva a su mesa. Tamales de Cartago, o su casi extinguido chuyaco, y cada
pueblo, o casi cada familia, tiene una receta propia del sancocho, que defiende
como una atalaya de la tradición.
El Cauca, tal vez el departamento más rico en variedad de platos de todo el país,
conserva diversidades criollas. Las viejas fórmulas indígenas, talentosas y
económicas, y la colorida comida de los negros, que le ha dado ritmo y fuerza, al
igual que a su música.
Entre las cosas legítimamente autóctonas destaca un vegetal muy especial, el
ulluco, con su enorme variedad de preparaciones, todas originales y apetitosas.
Nariño es la tierra de los quillacingas, leales al reino de Quito, del que recogieron
en su mansedumbre sus hábitos culinarios, que hoy nos llegan acompañando al
tradicional cui, que hay que saber matar más que guisar. Su pastelería es variada
y suculenta.
- Champús (Valle)
- Arepas asadas en piedra (Nariño)
- Cucas (Cauca)
- Pandebono (Valle)
- Sancocho de gallina (Valle)
- Aborrajados (Valle)
- Cuy (Nariño)
- Bofe (Valle)
- Lomo (Cauca)
- Tripazo (Cauca)
Santanderes
Los guanes, antiguos habitantes de la región, eran, según nos dicen los cronistas
españoles, altos y fuertes, hecho que atribuían a su alimentación a base de frutas,
poca carne y mucho pescado. Su principal cultivo era el maíz, que llamaban aba.
Con él preparaban una sopa, suque (mazamorra), unas tortas llamadas bun o
tajitafun (arepas), y una bebida llamada chicha, que puede traducirse como
“bebida para hombre”. Importantísimo también fue el uso del quibsa (ají) en su
dieta.
Fueron estos indios los que descubrieron que las hormigas culonas no solo eran
deliciosas, sino que tenían propiedades afrodisíacas, receta que se ha conservado
hasta hoy y que hemos recogido en este libro. La cocina santandereana ha sido
siempre muy rica. Perú de la Croix cuenta que a Bolívar se le dio un banquete en
Bucaramanga que, por su cantidad y calidad, causó la admiración del Libertador,
una visita al médico y dos días a té y tisanas.
Se sabe que el héroe prefería el té al café, la arepa al pan, comía gran cantidad de
ají pique y gustaba preparar sus propias ensaladas haciendo gran alarde de su
destreza.
Santander produce en Lebrija la mejor piña del país y magníficos dulces en
Piedecuesta. Su mayor orgullo son sus arepas, el mute y el cabrito con pepitoria,
que se han popularizado en restaurantes de todo el país.
Cartagena fue el gran puerto abierto al mundo. Sus productos y sus influencias se
reflejan en su cocina, que ha sabido reunir el refinamiento de lo internacional, lo
autóctono y la sazón de la mano africana de sus alegres cocineras.
La gran calidad de sus pescados y mariscos se reúne en el mercado con las
excelentes carnes de las sabanas de Bolívar.
Una curiosidad gastronómica interesante son las ostras del río Opia, cerca de
Piedras, exactas a las de mar, que se preparan con una salsa de tomates y limón,
y se riegan con abundante vino dulce. Las bebidas más populares y famosísimas
entre las señoras son las mistelas, de gran tradición social y elevadísima
graduación alcohólica debido al azúcar y a las frutas y yerbas de su fórmula,
responsable de elegantísimas borracheras.
Mariquita, con sus árboles de canela sembrados por José Celestino Mutis, posee
un suelo y un clima ideal para la producción de frutos tropicales, entre los que
destacan los mangos y los mangostinos.
- Almojábanas (Huila)
- Arepas de arroz (Tolima)
- Cuchuco de maíz añejo (Huila)
- Hogo (Tolima)
- Asado huilense (Huila)
- Chivo relleno (Tolima)
- Lechona (Tolima)
- Pastel sanpedrino (Huila)
- Tamales (Tolima)
- Dulce de guayaba (Huila)
Boyacá y Cundinamarca
Cada pueblito, cada caserío, cada valle tienen un plato típico que atesoran con
cariño y nutren con el toque original de cada familia.
Su amplia variedad gastronómica ofrece en Tunja matices de franca competencia,
sobre todo los días jueves, cuando restaurantes populares sirven su cuchuco de
espinazo de cerdo, plato talentoso y original que haría las delicias del más
sofisticado gourmet.
Villa de Leyva, paisaje de olivares y magníficos bizcochos,
Paipa con su riquísima cocina tradicional, Tota con sus truchas y un enorme
etcétera, hacen de esta región un punto inimitable para el turismo gastronómico.
Girardot comparte con Flandes, Tolima, los honores del mejor viudo de pescado
que, junto con la tradicional subienda, es un auténtico festival para los amantes del
buen pescado de río.
En suma, una región de amplísimas posibilidades para el más exigente
gastrónomo.
- Canelazo (Boyacá)
- Chocolate santafereño (Bogotá)
- Arepas asadas (Cundinamarca)
- Colaciones (Cundinamarca)
- Pan de yuca (Boyacá – Cundinamarca)
- Ajiaco (Bogotá)
- Cuchuco de maíz (Tunja, Boyacá)
- Changua (Boyacá – Cundinamarca)
- Empanadas bogotanas (Cundinamarca)
- Envueltos de mazorca (Boyacá)
- Papas chorreadas (Boyacá)
- Fritanga (Bogotá)
- Puchero (Bogotá)
- Truchas (Boyacá – Cundinamarca)