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FLACSO ARGENTINA
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
40
propuesta@flacso.org.ar
ISSN 1995- 7785
ARGENTINA
2013
Artículo
“Imágenes de la escuela rural.
Apuntes sobre las fotografías de Cecilia Gallardo”,
por Nicolás Arata,
Propuesta Educativa Número 40 – Año 22 – Nov. 2013 – Vol 2 – Págs 99 a 110
Imágenes de la escuela rural.
Apuntes sobre las fotografías de Cecilia Gallardo
Nicolás Arata*
Dr. en Educación; Prof. de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana, Universidad de Buenos Aires y Univer-
sidad Nacional de Río Negro. E-mail: nicolasarata@yahoo.com.ar
quiere decir en la creatividad del se podían distinguir con claridad los c ivilizada -basada en conceptos como
lenguaje (Ludmer, 2010). elementos urbanos que encarnaban la higiene, el recato y el control de los
el progreso –el centro, el ferrocarril, excesos-” (2012, pág. 80) que mostra-
el edificio escolar, de sus antónimos ban, entre otras cuestiones, cómo te-
-la carreta, la zona del bajo, la prác- nía que lucir una escuela del Estado
Mirar escuelas tica de ciertos oficios-. Al igual que y de qué manera había que disponer
el afamado fotógrafo Christiano Ju- los cuerpos.
Retratar escuelas es un oficio con nior, los hermanos Boote pretendían
historia. El trabajo de Cecilia Gallar- capturar en cada retrato de la edili- El ejercicio visual que despliega Ce-
do se inscribe en una tradición es- cia pública una imagen del futuro. cilia Gallardo forma parte de la tradi-
tética de largo aliento -la fotografía En ese sentido, se puede pensar la ción de fotografiar escuelas, aunque
escolar- probablemente inaugura- fotografía como un potente recurso cambie el paisaje y las tecnologías
da en nuestro país por el fotógra- pedagógico a través del cual se bus- de la imagen sean otras, sus intere-
fo Samuel Boote hacia 1889. Él y caba educar la mirada enseñándole ses estén animados por otros moti-
su hermano Arturo (argentinos de al ojo qué paisajes formaban parte vos y su exploración estética se ubi-
primera generación descendientes de la república moderna y cuáles, que en las antípodas de los retratos
de una familia inglesa) capturaron en cambio, quedaban confinados al monumentales de Boote. Intenté
una serie de vistas y costumbres de pasado. Las fotografías de la Nación leer las imágenes que forman parte
la Argentina de finales de siglo XIX en ciernes no dejaban, sin embargo, de “Zona desfavorable” guiado por
donde se retrató un conjunto de de presentar una particularidad: las la siguiente pregunta: ¿qué revelan
sujetos y edificios envueltos por un imágenes de Buenos Aires devuel- las fotografías de Gallardo sobre la
aura de modernización. Ambos fo- ven la vista de una ciudad que se ex- escuela rural respecto a otros dis-
tógrafos fueron contratados por el pandía del centro hacia la periferia cursos que han vuelto su atención
Estado con el propósito de enlazar, gracias a la infraestructura y los em- sobre ella?
a través de esas imágenes, dos dis- préstitos británicos, siguiendo crite-
cursos: el que exaltaba el proceso de rios estéticos franceses y ejecutada
modernización abierto por el Estado por arquitectos italianos, donde lo
nacional desde su conformación en único “argentino” que se puede en- ¿Qué hace a una escuela, escuela?
100 1880 (modernización que ya podía contrar en ellas es, precisamente, la
palparse en el progreso material de mirada de los hermanos Boote. La obra de Cecilia Gallardo hace
Buenos Aires) y el llamado a la con- foco en una región de la experiencia
solidación de una identidad nacio- ¿Qué hay con las escuelas? Hacia escolar que, a pesar de ser una rea-
nal (a través de la invención de una 1889, El Estado nacional, a través lidad notablemente extendida a lo
historia patria que identificaba en del Consejo Nacional de Educación, largo y ancho del territorio nacional,
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las luchas por la independencia y la volvió a contratar los servicios pro- no ocupa un lugar preponderante
batalla de Caseros sus puntos más fesionales de Samuel Boote para fo- en nuestro imaginario educativo: la
fuertes). La combinación de ambos tografiar los edificios escolares de la escuela rural. Realicé una primera
discursos dio lugar a una mirada es- Capital que habían sido inaugurados aproximación a través de las esta-
trábica, que con un ojo observaba el oficialmente entre 1884 y 18865. La dísticas. El relevamiento anual efec-
pasado para ordenarlo y con el otro cámara de Boote retrató fachadas tuado por la Dirección Nacional de
se dirigía hacia el futuro, de donde monumentales, aulas luminosas y Información y Evaluación de la Ca-
emanaba la fuente de legitimación batallones escolares disciplinados. lidad Educativa en 2005 registró la
del progreso. Bajo esa peculiar mira- Observados de manera aislada, aque- existencia de 11.454 establecimien-
da, la ciudad oficiaba como núcleo llas fotos despiertan curiosidad; colo- tos estatales de educación primaria
del relato modernizador y el “ser cadas en serie, producen en quien las común rural; las mismas representa-
argentino” consistía en asumirse y observa un impacto acumulativo. Las ban entonces el 61,6% del total de
formar parte de un proceso civiliza- fotografías escolares de Boote contri- las unidades educativas públicas del
torio sin precedentes en la historia buyeron a configurar una mirada de país y sus aulas recibían a 563.092
nacional. larga productividad en el imaginario alumnos y alumnas, es decir, el
educativo nacional. Las 40 fotos que 15,7% de los alumnos matriculados
Aquella “república fotográfica” es- componen el Álbum de Vistas de es- del total país7. Entre 2006 y 2009, el
taba compuesta por un repertorio cuelas comunes ofrecen una de las Relevamiento de Escuelas Rurales
preciso de imágenes (La Administra- primeras imágenes modernas sobre estableció la existencia de 15.596
ción de Rentas, el Consejo Nacional las escuelas argentinas6. ¿Por qué? edificios de educación común y ges-
de Educación, la Estación de Ferro- Porque en ellas, además de verse tión estatal, esta vez tomando en
carriles, el Congreso) que construían reflejado un programa arquitectó- cuenta los niveles inicial, primario y
“un modelo de inteligibilidad para la nico, urbano y cultural, se plasmó lo medio8.
ciudad” (Cortés-Rocca, 2011). En ellas que Pablo Pineau llamó “una estética ¿Qué expresan estos números? En
principio, que la escuela rural es Las definiciones que remiten a lo para asistir a la escuela por su ac-
una realidad institucional cuyo peso rural y a lo urbano cambiaron con tividad laboral, los accidentes del
es muy significativo si la miramos el tiempo. Esos cambios tuvieron terreno o la movilidad de las per-
desde una perspectiva nacional (ya lugar en diferentes planos y nive- sonas hacia las fuentes de trabajo”
que más de la mitad de las escue- les. De ahí que resulte indispensa- (2011, pág. 13). Por ello, para com-
las públicas del país cumplen con ble contrastar las transformacio- prender las lógicas de la escuela
este perfil) y tiene una incidencia nes que sufrió la noción de educa- rural hay que empezar por dejar
sensible en algunas regiones. Al ción rural desde una perspectiva de verla como una institución que
mismo tiempo, puede inferirse que diacrónica, así como de observar simplemente se posa en un paisa-
las escuelas rurales emplazadas a lo lo que la normativa educativa je distinto al urbano y comenzar a
largo y ancho del territorio nacional o la estadística define como “lo estudiar cómo se producen las in-
proveen educación a un número rural”, con lo que puedan estar terrelaciones entre lo escolar y lo
relativamente bajo de alumnos si indicándonos sobre los procesos rural y qué efectos concretos tie-
se lo compara, por ejemplo, con la de escolarización rurales las cul- nen sobre las prácticas educativas
matrícula que asiste a las escuelas turas locales y las instituciones que allí tienen lugar.
públicas de la provincia de Buenos del campo, así como el modo en - En tercer lugar, es importante
Aires. Claro que estamos hablando que maestros y alumnos, padres y mencionar que no existe una
de números y no de derechos ina- madres perciben a la escuela. Con sino varias ruralidades y que estas
lienables, o de los instrumentos de ello no resigno toda posibilidad pueden pensarse, al menos, a par-
los que dispone el Estado para ga- de construir miradas de conjunto tir de dos tópicos: como un modo
rantizar el acceso a una educación sobre la escuela rural; en cambio, de habitar el espacio o como un
de calidad para todos. acepto que puede haber muchas modo de imaginarlo. Respecto
narrativas para un mismo objeto al primero, estos pueden distin-
Que las herramientas estadísticas y que si seguimos, por ejemplo, el guirse unos de otros “según las
son un instrumento valioso para camino de los estudios etnográ- formas de propiedad de la tierra,
conocer e interpretar la realidad ficos, seguramente realizaremos la producción y sus formas de co-
educativa, no hay dudas. Sucede más descubrimientos que com- mercialización, su cercanía o leja-
que al procesar una multiplicidad probaciones. nía de centros urbanos, sus formas
de experiencias para transformar- - En segundo lugar, como indica de relacionarse con el Estado y el 101
las en datos, indefectiblemente se Alicia Civera, la escuela fue incor- mercado interno…” (Civera, 2011,
generan algunos problemas que porando características propias al pág. 10). Con relación al segundo,
ponen en tensión diferentes mo- introducirse en ella el mundo ru- se pueden identificar un conjunto
dos de construir un saber sobre la ral: “los problemas de inasistencia de reflexiones gestadas durante
escuela rural. Un ejemplo. El criterio según las temporadas de siembra el siglo XIX, donde se puso de ma-
va común que identificó “lo rural” En algunas fotografías, Cecilia Ga- torno a las cuales se hace, se deshace
con “lo desierto”. Para no pocos llardo retrata una escena de límites y se rehace el sentido de vacío de lo ar-
hombres de letras, lo rural-desier- imprecisos, desprovista de acciden- gentino” (Rodríguez, 2010, pág.13).
to estableció con la ciudad un par tes, sin variedad ni contrastes, sin Una larga tradición literaria argen-
de opuestos que se implicaban orden ni medida. Una escena donde tina hizo de la llanura su desvelo.
mutuamente como localizaciones la naturaleza se abre frente a nues- El desierto como el grado cero de
de la cultura desde las cuales era tra mirada recreando un paisaje no la literatura nacional y la literatura
posible imaginar el propio lugar intervenido por el hombre, bajo un nacional como el punto de partida
en el mundo, es decir, un modo de infinito cielo de pampa. Me gusta hacia el desierto. Porque mucho
ser argentino. El par urbano-rural imaginar ese espacio como un mun- antes que la brújula, el teodolito o
fue, entonces, algo más que la re- do de tradiciones autosuficientes, el sextante hicieran su ciencia, la lla-
ferencia a lugares concretos. Son, sin dilemas de identidad, seguro de nura fue hablada por la literatura; allí
en palabras de Malosetti Costa, sí. Un mundo donde la escuela es donde el saber técnico del cartógra-
espacios que “Condensan ideas, un punto blanco, un accidente de fo aún callaba, la imaginación litera-
sentimientos, deseos y frustraciones la civilización, una isla de cemento ria dio testimonio.
en relación con la sociedad y con la rodeada de tierra parda. Aún más:
política. […] Involucran las ideas de me inclino a pensar que nuestras En Facundo, Domingo F. Sarmiento
progreso y de tradición, de acción escuelas rurales están mucho más dió cuerda y echó a andar ese ar-
y contemplación, de guerra y paz” determinadas por su geografía que tefacto discursivo, ejecutando con
(2007, pág. 7). por su historia; en el caso particular palabras un desplazamiento de sen-
de la escuela de El Desvío, creo que tidos: a la llanura pampeana la nom-
La condensación de estos relatos esa inmensidad de tierra que la re- bra desierto y al desierto lo equiparó
se cuela en las imágenes de Gallar- cibe y la rodea es la que le otorga con “la imagen del mar en la tierra”
do. Aunque sus fotografías sugieran su verdadero carácter y le imprime (1977, pág. 24). El mar simboliza el lí-
distancia, silencio, pero no vacío. su misión: contener el desierto allí mite, pero también la imposibilidad
Esto tiene que ver con el punto de donde se impone la opresión de lo de lo público. Si el desierto, como el
vista que adopta la autora para cap- abierto. Si esto fuese cierto, enton- mar, conforma un mundo sin histo-
turar las imágenes. Haciendo foco ces, tal vez sea más pertinente pre- ria, sus habitantes no pueden más
102 en la escuela, caracterizada por guntarse dónde empieza la escuela que vagar libremente por él, sin nin-
el discurso pedagógico moderno que cuándo se fundó. gún tipo de sujeción a la autoridad y
como un puesto de avanzada de la sin la necesidad de tener que iden-
civilización, las imágenes también Vale una aclaración. En este caso tificarse con el Estado ni con el mer-
retratan la torre de una iglesia o la no apelo a la palabra desierto para cado. Claro que aquella imagen del
presencia de un aljibe. Esos objetos describir una vasta extensión de desierto puede asociarse también
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nos recuerdan que la escuela mo- médanos transitada por beduinos con una utopía; me gusta entrever
derna, estatal y laica coexistió y co- y salpicada de tanto en tanto por en esa imagen del desierto el origen
existe con otras instituciones con las algún oasis. Pienso aquí al desierto de Acracia, la patria del libertario: un
cuales la educación pública llegó a como “una suerte de artefacto dis- país utópico, sin gobierno, a-mone-
rivalizar pero que, al menos en este cursivo que provee las imágenes en tario, sustentado en acuerdos mu-
caso, forman parte de un mismo
paisaje. ¿Qué relación establecerá el
maestro con el cura del paraje? ¿Será
una cimentada alrededor de la cola-
boración sincera o, por el contrario,
se tratará de un vínculo astillado por
miradas recelosas? ¿Y el aljibe? ¿Se
inscribe dentro de un imaginario
modernizador que lo concibe como
una rémora del pasado, o bien se lo
asocia con una herramienta cotidia-
na e imprescindible, ligada a la más
elemental subsistencia? Claro que
no se trata de preguntas dirigidas a
las fotos, sino de interrogantes que
emanan de ellas cuando las obser-
vamos.
fundó la escuela de El Desvío. Él me su ausencia), dispusieron tiempo, comanno, y El inspector Ratier y los
cuenta cada detalle, todas las veces. capital y energía para levantar el maestros de tierra adentro, de Adria-
Que se encontró con don Leocadio edificio escolar del barrio o del para- na Puiggrós, publicados en 2011 y
Cano y querían una escuela. Que je. Se puede identificar esta pulsión 2012 respectivamente. Una hojeada
hicieron un censo. Que comenzó a colectiva con varias generaciones rápida basta para identificar algu-
enseñar bajo una enramada. Que de hombres y mujeres para quienes nos puntos en común: los dos sitúan
buena parte de su relato en la región
patagónica, su narrativa se sustenta
en el trabajo con los archivos (orales,
en el caso de Saccomanno, y escritos,
en el caso de Puiggrós) y en ambos
se retrata la experiencia de ser maes-
tro en la Patagonia argentina. Desta-
quemos ahora las particularidades
de cada libro.
ñó como maestro de una escuela tante, en su testimonio, Balbo subra- respuestas en los fundamentos pe-
rural situada en Cipolletti. Para en- ya que ese destino no representaba dagógicos que, como el de Freire,
tonces, ya había tomado contac- ni una salida económica ni un gesto fueron concebidos y ensayados más
to con las ideas de Paulo Freire y romántico (pág. 170), sino un “au- allá del ámbito escolar.
descubierto “la importancia de la toexilio para sacarse el exilio” (Ibíd,
pregunta en el tiempo pedagógico” pág. 179). Hay en esta expresión dos Una fotografía de Cecilia distrajo mi
(Saccomanno, 2011, pág. 73). Dice nociones interpuestas: la del exilio atención sobre estos textos. En ella
sobre aquella institución: “Era una como el lugar que se deja o pierde veo un pizarrón con números roma-
escuela marginal. Los alumnos eran y la de autoexilio como aquel lugar nos. Vuelvo a ver la foto mientras por
los hijos de los peones golondrina. que se busca o encuentra. la espalda me recorre un escalofrío
Y las autoridades consideraban a freireano. ¿Números romanos? Ape-
los pibes como delincuentes juveni- Las clases tenían lugar en el local nas podría sostenerse el valor de
les. (Ibíd, pág. 79). En realidad, sus donde funcionaba la cooperativa enseñarlos en una escuela urbana.
alumnos eran en su mayoría canilli- y en dos casas prestadas (vuelvo a ¿Quién podría interpretar que su en-
tas que trabajaban de noche y asis- insistir aquí con la pregunta: ¿qué señanza en una escuela de Santiago
tían a la escuela durante el día. La hace a una escuela, escuela? ¿El edi- no fuese otra cosa que tiempo per-
experiencia quedó interrumpida el ficio? ¿Una situación de enseñanza? dido? La respuesta provisoria esta-
24 de marzo de 1976, cuando Balbo ¿La presencia de un sujeto dispues- ba a vuelta de página. Saccomanno
fue detenido, conducido a la U9 de to a enseñar?). Balbo chocó con las narra una escena en la que Waico, el
Neuquén –donde estuvo 6 meses-, representaciones sobre lo que es paisano que oficiaba de intermedia-
luego fue trasladado a un penal de una escuela y un maestro que tenía rio entre la gente de la comunidad
Rawson durante un año y medio, en la comunidad. Recuerda que el em- y el maestro, le transmite a Nano el
el que fue sometido a torturas, has- pleo de historietas y de las láminas interés que existe en el pueblo por
ta que logró exiliarse en Italia. que dibujó Mariano Villegas demos- aprender los números romanos.
bido, objetos que hablan a quienes que portan estos objetos. Por otra
les hacen hablar. Contienen, en ese parte, no sostengo que las res-
sentido, memoria” (Viñao, 2012, puestas a todas las preguntas so-
pág. 10). La memoria de un objeto bre la cultura material puedan en-
está hecha de pliegues y replie- contrarse en estos objetos, ya que
gues; estos pueden distinguirse en muchos casos sólo a través de
entre la memoria de su creación rodeos y empleando otras fuentes
(¿En qué pensaba quién diseñó tal pueden ser interpretadas. Pero sí
o cual objeto? ¿De qué materiales creo que lo que estos objetos nos
y técnicas se valió? ¿A qué proble- informan sobre las formas escola-
mas pretendía dar solución?), y la res pueden ayudarnos a identificar
memoria de sus usos (¿Cómo uti- nuevas canteras documentales, a
lizó el objeto en cuestión su pro- formular nuevas preguntas a las
pietario? Esos usos, ¿cambiaron fuentes habituales y a instalar una
con el tiempo? ¿Existe o no una mirada oblicua sobre los proble-
correspondencia entre las funcio- mas de siempre (Gorelik, 1998).
nes para las cuáles fue diseñado el
objeto, respecto de las formas en ¿Cómo pueden ser leídas estas
En un primer momento, el maestro que fue empleado?). La memoria imágenes? Walter Benjamin suge-
rechaza la solicitud argumentan- de los objetos nos recuerda, en ría que el modo en que ha transcu-
do que los números romanos no se última instancia, que aquellos son rrido una velada con invitados era
utilizaban más. Waico insiste y Nano el resultado de “una construcción algo que, quien se quedase hasta
accede a enseñarlos, aunque seguía cultural que expresa y refleja, más el final, podía apreciar dando una
sin comprender lo que motivaba allá de su materialidad, determina- ojeada a la posición de los platos
aquel pedido. Ese día la capilla don- dos discursos” y representan “una y las tazas, las copas y las fuentes.
de tenían lugar las clases rebasaba fuente silenciosa de enseñanzas” De manera análoga, podemos in-
de gente. Después de explicar el por- (Escolano, 2000, pág. 184-185). ferir qué sucedió durante una jor-
qué de la base diez, Balbo comenzó nada escolar por la disposición en
a escribir en el pizarrón los números Las quince piezas que conforman la que se encuentran los pupitres 107
romanos al lado del número arábigo la muestra de Cecilia Gallardo es- o los restos de escritos en el pi-
correspondiente. Cuando llegó al XV, tán impregnadas de esa materiali- zarrón. Se trata, por cierto, de un
más de la mitad de la gente se había dad. Pero dos en particular hacen saber indiciario elaborado a partir
retirado del reciento. ¿Qué había pa- foco en su forma específica. ¿Cómo del esfuerzo por descifrar las hue-
sado? “Un par de años atrás había pa- pueden ayudarnos los objetos ma- llas, síntomas y trazos que forman
representar los intereses que or- escuela, si ninguno de nosotros tras palabras solo pueden intentar
ganizan la tarea de reconstrucción estuvo cuando esas fotos fueron acercarse a ese arte silencioso, que
historiográfica. Así, sostiene, “mien- tomadas? (2010). Desde el punto detiene todo lo que se mueve.
tras los historiadores de objetos no de vista de las relaciones que se
se hubieran preocupado por lo que establecen entre materialidades y
sucedió en la velada, dedicándose a prácticas: ¿hasta dónde la forma de
una clasificación y descripción de la un lápiz o un pupitre se relaciona
vajilla, los historiadores de la vela- con la cultura escolar? ¿Qué pode-
da no se hubieran preocupado por mos alcanzar a vislumbrar a través
la vajilla, dedicándose a la biografía de estos objetos? ¿Qué nos permi-
de los comensales” (2010, pág. 25). ten inferir estas imágenes sobre la
Mucho se ha escrito ya en el ámbito cultura material de una escuela?
de la historiografía educativa sobre ¿Qué nos dicen sobre sus alumnos
las consecuencias que acarrea un y maestros?
enfoque que aborde las ideas pe-
dagógicas sin problematizar la rela-
ción que éstas mantuvieron con las
prácticas concretas (o con las “tra- El discreto encanto de fotografiar
ducciones” realizadas por quienes
las implementan). Algo semejante En estas páginas procuré estable-
podríamos advertir sobre los pro- cer una relación especular entre
blemas que se desprenden del es- texto e imagen. Especular porque
tudio de la cultura material cuando mi intención no consistió tanto
ésta se limita pura y exclusivamen- en ilustrar las palabras con imá-
te al análisis de las meras formas de genes, sino en pensar a partir de
los objetos. ellas algunos problemas que de
otra forma muy probablemente
La premisa que debería guiar nues- no se me hubieran figurado. No se
108 tras indagaciones sobre la cultura piensa lo mismo con palabras que
material de la escuela (en su doble con imágenes y, por lo tanto, hay
función de “guías hacia” el pasado que servirse de ellas para identifi-
de la cultura escolar y como “mani- car problemas nuevos, desplegar
festación de” ella) podría resumirse nuevos ángulos de lectura o refor-
en el apotegma: todo es relación, mular viejas preguntas de investi-
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Notas
1 La muestra se expuso en la 4ta. Bienal Argentina de Fotografía Documental, entre el 15 de octubre y 14 de noviembre de 2010,
en San Miguel de Tucumán y en Rayuela Resto Bar, entre el 19 de marzo y 20 de abril de 2011, en San Miguel de Tucumán. La
obra de Cecilia Gallardo puede visitarse en: http://ceciliagallardo.blogspot.com.ar.
2 La cumbre tuvo lugar en la ciudad de Mar del Plata los días 3 y 4 de diciembre de 2010.
3 Entre los estudios que realizan aportes en este sentido, subrayamos el trabajo de Daniel Feldman: “Imágenes en la historia de la
enseñanza”, en Educação & Sociedade, Campinas, vol. 25, Nº 86, pág. 75-101, 2004. Disponible en: http://www.cedes.unicamp.br
4 Un informe sobre la construcción de los 40 edificios escolares inaugurados durante la primera presidencia de Julio A. Roca
(1880-1886) puede encontrarse en Zorrilla, Benjamín: “Los edificios de la Capital: el grande acontecimiento”, en Educación
Común en la Capital, Provincias y Territorios Nacionales. Buenos Aires, Imprenta de la Tribuna Nacional, 1887.
5 Una versión del álbum: “República Argentina. Consejo Nacional de Educación. Vistas de Escuelas Comunes. 1889” puede
consultarse en el banco fotográfico digital de la fototeca de la Biblioteca Nacional (http://www.bn.gov.ar/fototeca).
ción argentina se remonta a finales del siglo XIX; desde tory of Argentinean education goes back to the late nine-
entonces la cámara ha registrado el desenvolvimiento teenth century, since then the camera has recorded the
de las prácticas escolares; ha retratado a sus protagonis- development of school practices, it has portrayed their
tas —maestras, maestros, alumnos-; ha dejado testimo- protagonists -teachers, students-; it has left testimony of
nio de sus espacios y rituales, entre otros aspectos de la their spaces and rituals, amongst other aspects of life in
vida en las escuelas, contribuyendo a formar un valioso schools, helping to create a valuable body of documen-
acervo de fuentes documentales que permiten recons- tary sources that allow to reconstruct different sections
truir diferentes tramos y aspectos de la experiencia es- and aspects of the school experience. In addition, the in-
colar. Por otra parte, el interés por la fotografía escolar se terest in scholar picture has been renewed in recent years
ha renovado en los últimos años como resultado de los as a result of the new ways in which documentalists and
nuevos modos en que los documentalistas y fotógrafos photographers record educational events, as well as the
registran los eventos educativos, y de las estrategias y strategies and frameworks used by historians to interro-
marcos conceptuales que emplean los historiadores gate visual sources. In this case, I lean on Gallardo’s im-
para interrogar las fuentes visuales. En este caso me ages about the Rural School Nº 282 located in “El Desvío”
apoyo en las imágenes elaboradas por Gallardo sobre to pose, from a historical perspective, some problems
la escuela rural N° 282 situada en El Desvío para plantear, and suggest some approaches to study the forms that
desde una perspectiva histórica, algunos problemas y the “inland” school, adopts.
sugerir algunos enfoques en torno al estudio de las for-
mas que adopta la escuela de “tierra adentro”.