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Capítulo 1 - Compraventa
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Introducción al capítulo
La fusión realizada por el nuevo ordenamiento se basa en el trabajo desarrollado por los
anteriores Proyectos de reforma de la legislación civil y comercial y, particularmente, en
el sistema del Proyecto de Código Único Civil y Comercial de 1998, que se reproduce
sin variantes en enormes tramos de esta temática y al que se han introducido algunas
modificaciones menores. En este sentido, los propios Fundamentos del Código señalan
que se ha seguido el régimen de la compraventa instaurado por el Proyecto de
Unificación de la Legislación Civil y Comercial de 1987, reiterado mayormente por los
Proyectos posteriores y sintetizado por el Proyecto de 1998 (apartado VI, Libro Tercero,
" Derechos personales" , Título IV, " Contratos en particular" , punto " Compraventa.
Permuta. Suministro" ). Por lo tanto, en materia de compraventa, el texto aprobado
constituye una adaptación de las normas elaboradas por los Proyectos de Reforma
precedentes.
La regulación aprobada para este contrato implica la fusión de las normas del contrato
de compraventa que se preveían en el Código Civil y en el Código de Comercio, y su
sustitución por un régimen conjunto y único.
El nuevo Código estructura este contrato en diversas secciones que tratan temas
diferentes, a saber: disposiciones generales sobre la compraventa (arts. 1123- 1128);
cosa vendida (arts. 1129- 1132); precio (arts. 1133- 1136); obligaciones del vendedor
(arts. 1137- 1140); obligaciones del comprador (art. 1141); compraventa de cosas
muebles (arts. 1142- 1162); cláusulas que pueden ser agregadas al contrato de
compraventa (arts. 1163- 1169) y boleto de compraventa (arts. 1170- 1171).
Es decir, con otras palabras, que si bien el régimen jurídico para las ventas de cosas
muebles aparece ahora unificado y comprensivo de las antiguas ventas civiles y
mercantiles de cosas muebles, la disciplina legal que se propone para este tipo de cosas
se asemeja, y mucho, al derogado régimen de las compraventas mercantiles de cosas
muebles, con lo cual, más allá de la unificación y simplificación que trae aparejado el
nuevo régimen, las disposiciones que se prescriben para la venta mobiliaria en general
constituyen una cierta réplica del derogado régimen mercantil en esta temática.
Por otra parte, debe señalarse que el nuevo ordenamiento no ha variado algunas normas
específicas que regulan la compraventa de determinadas cosas o bajo determinadas
situaciones, como son la ley 11.867 de Transmisión de Establecimientos Comerciales e
Industriales (ley F - 0192, según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939),
la ley 14.005 de Venta de Inmuebles Fraccionados en Lotes y Pagaderos a Plazos (ley E
- 372, según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939) y la ley 22.423 de
Venta de Inmuebles del Dominio Privado del Estado (ley ADM - 1283, según Digesto
Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939), entre otras. En esas clases de ventas se
aplicarán esos regímenes legales especiales y, luego, las normas de este capítulo en lo
que resulten pertinentes (doct. art. 963).
Finalmente, para concluir esta breve introducción, en otros casos el Código ha derogado
ciertos regímenes especiales, como por ejemplo las ventas de inmuebles que regulaba
la ley 19.724 de Prehorizontalidad, y su complementaria ley 20.276 de Excepciones a la
Prehorizontalidad, que se han sustituido por las reglas de los arts. 2070 a 2072.
Art. 1123.— Definición. Hay compraventa si una de las partes se obliga a transferir la
propiedad de una cosa y la otra a pagar un precio en dinero.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
La disposición que se comenta se corresponde con el art. 1323, CCiv., y con el art. 450,
CCom., que definían este vínculo contractual, aunque presenta variantes de contenido
respecto de ellos, como indicaré en el apartado siguiente.
Su fuente inmediata es el art. 1064 del Proyecto de 1998, que ha sido calcado, con la
sola sustitución de la expresión " el dominio" por " la propiedad" que indica el nuevo
texto.
II. Comentario
A tono con la unificación civil y comercial aprobada, el Código presenta una definición
global de la compraventa y la despoja de aquellas notas que caracterizaban la
compraventa mercantil (adquisición para revender, alquilar su uso, etc., doct. arts. 8,
incs. 1° y 2°, 450, 451, CCom).
El Código también conserva el clásico carácter consensual de esta figura, propio del
Derecho Romano (Trincavelli), que se ratifica con la expresión " se obliga a" empleada
en el concepto legal — y no, si imperfectamente, dijera " entrega" la cosa— . De todas
formas, la cuestión no podría interpretarse de otra manera, ante la desaparición en el
nuevo Código de la histórica categoría de contratos consensuales y reales (doct. arts.
1140 y ss., CCiv.), como se advierte de los arts. 966 a 970, y de haber categorizado
como consensuales a ciertos contratos reales clásicos como el depósito (doct. art. 1356),
el mutuo (doct. art. 1525), el comodato (doct. art. 1533) y el contrato oneroso de renta
vitalicia (doct. art. 1599), entre otros, pese a la subsistencia de cierto carácter real en el
contrato de donación de cosas muebles no registrables y de títulos al portador, como
surge de la lectura del art. 1554.
La definición legal que se comenta presenta algunas diferencias con los conceptos de
compraventa que proponían los regímenes sustituidos, que conviene destacar:
e) El nuevo Código ha variado el régimen que el Código Civil establecía para las
obligaciones en moneda extranjera (art. 765): ya no se consideran más como
obligaciones de dar sumas de dinero, como fijaba el art. 617, CCiv., sino que se reputan
como obligaciones de dar cantidades de cosas — c lasificación que, en verdad, el nuevo
Código no recoge sino que engloba bajo la denominación " obligaciones de género"
(arts. 762 y 763)— . Se retorna, así, al sistema originario del Código de Vélez (art. 617,
texto originario de ese Código). Esta modificación impactará en el requisito tradicional
del " precio en dinero" exigido para la compraventa y resucitará las viejas discusiones
respecto de si el acto por el cual se transmite la propiedad de una cosa y se paga con
moneda extranjera es una compraventa o constituye una permuta (Salvat no se
pronuncia, Borda, Garo: compraventa, Malagarriga: parece también aceptar que es
compraventa; Spota, Instituciones... , t. IV: permuta). Considero que si el precio se fijó
en moneda extranjera continúa siendo una compraventa (ver también mi comentario al
art. 1172).
f) Los Fundamentos del Código (apartado VI, cit. ) explican que se ha preferido retomar
la palabra " propiedad" y no " dominio" , que utilizaban los anteriores Proyectos de
Reforma de la legislación civil y comercial, puesto que, por una parte, tanto la
Constitución Nacional como los Tratados firmados por nuestro país aluden a propiedad
y no a dominio, y, por la otra, puesto que se trata de un vocablo conocido y aceptado
por el lenguaje común. Sin embargo, en disposiciones posteriores (art. 1132, por
ejemplo), se insiste con la palabra dominio;
g) Finalmente, y aquí reside la modificación de mayor trascendencia que presenta el
nuevo régimen, se deroga toda alusión a la intención de lucro que pueda tener el
adquirente al tiempo de comprar la cosa, exigida por el Código mercantil para que la
venta fuera comercial (arts. 450, 451, y doct. art. 8, incs. 1° y 2°, CCom.). Esta
supresión se comprende desde que la compraventa no posee más ya su doble carácter
civil y mercantil que regía anteriormente, que justificaba los requisitos legales para
diferenciar uno y otro tipo de venta. La unificación aprobada elimina la necesidad de
esa diferenciación, y así se refleja entonces en la definición analizada.
III. Jurisprudencia
Se mantiene vigente la copiosa doctrina judicial vinculada con la definición clásica del
contrato de compraventa y con la caracterización de sus elementos esenciales (cosa y
precio en dinero). Quedan sin vigor las decisiones judiciales relacionadas con la
diferenciación entre compraventa civil y comercial. Renacerá la controversia que supo
existir respecto de si la fijación del precio en moneda extranjera califica el acto como
compraventa o como permuta.
Art. 1124.— Aplicación supletoria a otros contratos. Las normas de este Capítulo se
aplican supletoriamente a los contratos por los cuales una parte se obliga a:
Los textos anteriores no preveían una disposición como la que se comenta, que funciona
básicamente como pauta de interpretación jurídica para determinar qué normas se
aplican cuando se trata de contratos que tienen por objeto los derechos indicados en esta
disposición. Solamente el Código de Comercio, en su art. 451, in fine , establecía que se
consideraba mercantil la compraventa de " papeles de crédito comerciales" , que aludían
similarmente a los títulos valores referidos por la norma.
La fuente inmediata del texto es el art. 1065, incs. a) y b), del Proyecto de 1998, que
trataba la cuestión en términos semejantes a la norma actual.
II. Comentario
Los Fundamentos del Código explican la introducción de este artículo señalando que "
con la inclusión de ese texto, queda establecido que el objeto de la venta no se limita a
la propiedad o dominio, sino que comprende también la transferencia o constitución de
otros derechos reales" (apartado VI, cit. ).
Pese a los términos transcriptos, en verdad entiendo que esta norma no amplía el
concepto tradicional de compraventa, que quedó definido y sellado en el art. 1123
comentado, ya que de así serlo se hubiera incluido en el concepto legal de compraventa
no sólo el derecho de propiedad sino los otros derechos reales comprendidos incluyen
en esta norma; la norma prevalece sobre los Fundamentos .
La compraventa sigue teniendo los márgenes y el perfil indicados por el art. 1123 ya
explicado y el Código, con esta norma, ofrece una disposición genérica que funciona
como guía de interpretación para determinar cuáles son las reglas de Derecho que deben
aplicarse a ciertas relaciones jurídicas que resultan emparentadas con la compraventa,
sin llegar a ser ésta técnicamente. Se evita con esta directriz la aplicación supletoria de
las reglas sobre cesión de derechos (arts. 1614 y ss.).
En todos los casos anteriores, para que se apliquen las reglas de la compraventa, la parte
a quien se transfiere o constituye el derecho o título valor se debe obligar a pagar por
esa transferencia o constitución un precio en dinero.
El Código prevé la regulación específica de todas las figuras mencionadas en este
artículo. Así, trata el derecho real de condominio (arts. 1983- 2036); la propiedad
horizontal (arts. 2037- 2072, y se deroga simultáneamente la ley 13.512 de Propiedad
Horizontal); los conjuntos inmobiliarios (arts. 2073- 2113), donde se tratan
conjuntamente los clubes de campo, barrios cerrados o privados, parques industriales,
empresariales o náuticos y emprendimientos urbanísticos similares, el tiempo
compartido y los cementerios privados (arts. 2073- 2113); el derecho real de superficie
(arts. 2114- 2128, y se deroga la ley 25.509 de Derecho Real de Superficie Forestal, que
creaba el derecho real de superficie forestal); el usufructo (arts. 2129- 2153); el uso
(arts. 2154- 2157) y la habitación (arts. 2158- 2161); la servidumbre (arts. 2162- 2183);
y los títulos valores, que siguiendo el método del Proyecto de 1998, se encuentran
regulados de manera general en los arts. 1815 a 1881, que componen el Capítulo 6, "
Títulos valores" , Título V, " Otras fuentes de las obligaciones" , Libro III de este
Código.
En cuanto a las servidumbres, las reales son inherentes al inmueble dominante y, por
ende, no se concibe su transmisión con independencia de él, mientras que las personales
son intransmisibles por causa de muerte (arts. 2165 y 2172).
Finalmente, en lo que concierne a los títulos valores, debe aclararse que la aplicación de
las normas de la compraventa resulta pertinente con las siguientes salvedades:
III. Jurisprudencia
Configura una cesión de crédito, no una compraventa, la transmisión a un tercero del "
boleto " suscripto por el primitivo beneficiario de la promesa de venta que aún no tiene
extendida a su nombre la escritura traslativa de dominio ( CNCiv ., sala B, 23/5/1961 ,
LA LEY, 103 - 452).
Art. 1125.— Compraventa y contrato de obra. Cuando una de las partes se compromete
a entregar cosas por un precio, aunque éstas hayan de ser manufacturadas o producidas,
se aplican las reglas de la compraventa, a menos que de las circunstancias resulte que la
principal de las obligaciones consiste en suministrar mano de obra o prestar otros
servicios. Si la parte que encarga la manufactura o producción de las cosas asume la
obligación de proporcionar una porción substancial de los materiales necesarios, se
aplican las reglas del contrato de obra.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
Los textos derogados no preveían una disposición similar a la que se comenta, que
proporciona criterios para diferenciar el contrato de compraventa de otras figuras
jurídicas con las que puede confundirse, brindando pautas de distinción entre una y
otras.
La fuente inmediata del texto es el art. 1065, inc. c), del Proyecto de 1998, que regulaba
la cuestión de manera semejante.
Sin embargo, debe señalarse que la disposición que se comenta posee una notoria
similitud con el art. 3° de la Convención de las Naciones Unidades sobre los Contratos
de Compraventa Internacional de Mercaderías sancionada en Viena el 11 de abril de
1980 (Convención de Viena de 1980), incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en
1983 por la ley 22.765 (ley N- 1356, según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley
26.939), que dispone así: " 1. Se considerarán compraventa los contratos de suministro
de mercaderías que hayan de ser manufacturadas o producidas, a menos que la parte que
las encargue asuma la obligación de proporcionar una parte sustancial de los materiales
necesarios para esa manufactura o producción. 2. La presente Convención no se aplicará
a los contratos en los que la parte principal de las obligaciones de la parte que
proporcione las mercaderías consista en suministrar mano de obra o prestar otros
servicios" .
II. Comentario
La disposición que se comenta, " con el propósito de precisar el campo de aplicación de
la compraventa" (Fundamentos del Código, apartado VI, cit. ), establece pautas para
diferenciar la venta de otros contratos con los cuales podría confundirse, y fija cuáles
son las reglas aplicables a unos y otros, modificando las reglas precedentes del Código
Civil.
Las guías de interpretación que ofrece este art. 1125 resultan necesarias para conjurar
los debates que generó desde siempre establecer las diferencias entre la compraventa de
cosa futura y la locación de obra — c ontrato de obra en el nuevo Código, arts. 1251 y
ss.— , ya que en ambos supuestos se verifica una obligación de dar final, aunque, en la
locación de obra, ese dar está precedido de una relevante obligación de hacer a cargo del
locador. Ya Vélez daba cuenta de esa controversia en la nota al art. 1629, CCiv., al citar
las leyes romanas, las de Partidas y disposiciones legales y doctrina de entonces. Ese
debate prosiguió modernamente (Spota, Instituciones... , t. V, ob. cit. ; Spota, " Los
contratos..." , ob. cit. ), en especial, en el caso de los departamentos en construcción,
hipótesis en lo cual se debatió arduamente acerca de si se trataba de uno u otro contrato.
a) En primer lugar, se establece que, cuando el sujeto que se obliga a entregar la cosa
debe, a su vez, producirla o manufacturarla — c omo, por ejemplo, en el frecuente caso
de automotores cero quilómetro— , se aplican las normas de la compraventa, siempre
claro que se fije un precio por la enajenación. El criterio precedente otorga
preeminencia a la obligación de dar sobre la de hacer, para determinar cuáles son las
normas aplicables al vínculo jurídico en cuestión. Por ello, aun cuando la parte se
comprometa a un hacer , como evidentemente es manufacturar o producir la cosa, el
contrato será regulado por las normas de la compraventa;
c) La último guía de interpretación que surge del art. 1125 establece que, si la parte que
encarga la manufactura o producción se obliga a entregar una parte sustancial de los
materiales necesarios para esa manufactura o producción, se reputa que se trata de un
contrato de obra. Aquí conviene detenerse para aclarar algunos aspectos.
Ahora bien: considerando el clásico ejemplo que provee la doctrina (entre otros, Borda,
t. I, p. 24), del traje encargado al sastre, quien a su vez provee la tela, bajo las nuevas
normas, ¿en ese caso se trata de una venta de cosa futura o de una locación de obra?
Interpretando a contrario sensu la segunda parte del art. 1125, parecería que se tratará de
una venta, ya que quien encarga el traje — o la cosa, en general— no provee los
materiales para su confección. Y lo mismo resultaría de la interpretación armónica de
esta parte de la norma con su primera parte. De esta forma, el Código varía
notoriamente la directriz que había señalado Vélez en el art. 1629, CCiv., cuando, como
señalé, establecía que el contrato siempre era de locación de obra, aun cuando el
empresario o locador pusiera los materiales para su realización.
Finalmente, aclaro que, aunque parecería que el ámbito de aplicación del art. 1125 fuera
sólo para las cosas muebles, desde que ello se puede deducir de la Convención de Viena
de 1980 que parece ser la fuente de esta norma y de las locuciones empleadas por el
precepto, y que quedarían fuera de aquél las hipótesis de construcción o edificación de
inmuebles, conviene asignar una interpretación amplia a la norma e incluir también en
ella los supuestos vinculados con la construcción y venta de inmuebles.
III. Jurisprudencia
2. También es compraventa el contrato por el cual una persona encarga a una fábrica de
bolsas un número determinado de ellas ( CNCom ., sala A, 21/9/1970 , JA, 9 - 1971 -
515).
Art. 1126.— Compraventa y permuta. Si el precio consiste parte en dinero y parte en
otra cosa, el contrato es de permuta si es mayor el valor de la cosa y de compraventa en
los demás casos.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
La disposición se vincula con el art. 1356, Cód. Civil, y con la nota al art. 1485 del
mismo Código.
La fuente inmediata del nuevo texto es el art. 1066 del Proyecto de 1998, idéntico al
transcripto.
II. Comentario
El art. 1356, CCiv., regulaba la denominada permuta mixta o con saldo (cf. Favier-
Dubois Y Nocita), es decir, aquella en la cual la prestación a cargo de una de las partes
consistía en la entrega de una cosa y de una suma de dinero, mientras que la otra parte
sólo entregaba una cosa. Es una hipótesis sumamente usual en el tráfico negocial en
general, y en la adquisición de automotores y de inmuebles en particular.
En virtud de los términos en que estaba redactado el art. 1356, CCiv., quedaba claro que
el actor era una compraventa si la suma de dinero era mayor que la cosa entregada por
la parte, y permuta si ésta era de valor superior a aquél. Sin embargo, ante el texto del
precepto referido y lo expresado por Vélez en la nota al art. 1485, CCiv., la doctrina
nacional había discutido apasiona damente — s in sentido práctico alguno, como supe
indicar (Esper, " Permuta " , ob. cit. ) — acerca de si era compraventa o permuta el caso
en que eran iguales los valores de la cosa y del dinero que se obligaba a entregar una de
las partes: para (Rezzónico: permuta; Acuña Anzorena en Salvat parece apoyar la tesis
de la permuta; Spota, Instituciones... , t. IV, ob. cit. , Favier - Dubois Y Nocita, Wayar:
compraventa; para Borda, Guillermo A.; Malagarriga: contrato innominado).
El artículo que se comenta fija posición en la materia y agota las discusiones sobre el
punto: sólo cuando la cosa entregada sea de mayor valor que el dinero, el contrato será
de permuta; " en los demás casos" , esto es, tanto cuando el dinero entregado sea mayor
valor que el de la cosa o cuando los valores sean iguales, el contrato será de
compraventa. Ésta es la interpretación que fluye de la expresión " en los demás casos"
que utiliza la norma, que comprende entonces los dos supuestos indicados (cf. Borda,
Alejandro, " La permuta..." ).
Por lo tanto, de presentarse la rara hipótesis de igualdad de valores, puesto que basta
que las partes tasen la cosa por un valor mínimamente diferente al dinero para salirse de
la hipótesis de identidad de valores, las normas finalmente aplicables serán las de la
compraventa, como lo establece el nuevo Código en el artículo comentado.
III. Jurisprudencia
D eterminar si los valores de los inmuebles son mayores o menores a las sumas que
integran el trueque, son cuestiones de hecho que ya la Cámara ha interpretado captando
la voluntad de las partes para seguir con el análisis jurídico del contrato (SCBA,
14/5/1974 , La Ley online: 70065806).
Art. 1127.— Naturaleza del contrato. El contrato no debe ser juzgado como de
compraventa, aunque las partes así lo estipulen, si para ser tal le falta algún requisito
esencial.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El nuevo texto replica con términos casi idénticos el antiguo art. 1326, CCiv.
El Proyecto de 1998 había omitido una norma similar a la comentada y los autores del
nuevo Código prefirieron incorporarla y seguir la tradición del Código de Vélez "
porque contribuye y es útil para la tarea de calificación del contrato " ( Fundamentos del
Código, apartado VI, cit .).
II. Comentario
La regla de interpretación que establecía el art. 1326, CCiv., casi exacto al actual, era
considerada una pauta que trascendía los límites del contrato de compraventa para
constituirse en una norma de interpretación de los contratos en general y, aun, de todos
los actos jurídicos. Es decir, el art. 1326, CCiv., fijaba una guía de interpretación
jurídica general de los actos que superaba notoriamente el ámbito específico en el cual
ese art ículo se insertaba, esto es, el contrato de compraventa.
El principio interpretativo que establecía el art. 1326, CCiv., era idéntico al que ahora
impone el artículo en comentario: para calificar un contrato, es decir, para determinar
qué tipo de contrato es, a qué especie pertenece, si se trata de una compraventa, un
suministro, un contrato de obra, un mandato, etc., el intérprete debe desentrañar su
contenido esencial, indagar sus cláusulas, obligaciones y estructura, para lograr así
precisar la verdadera naturaleza y esencia de ese acuerdo, a qué categoría contractual
pertenece, sin tener en cuenta cuál es la denominación, título o rótulo que las partes le
hayan asignado.
III. Jurisprudencia
La regla del art. 1326, CCiv., ha sido aplicada inveterada y masivamente por la doctrina
judicial, al examinar todo tipo de contratos y no sólo la compraventa; sus enseñanzas
entonces se mantienen sin cambios.
2. La índole de un contrato no depende del nombre que le asignen las partes. No por la
nominación que le hayan atribuido se determina la naturaleza jurídica de los contratos;
ésta nace de la relación jurídica que han pretendido establecer los contratantes, siendo
necesario para ello indagar el motivo impulsor o fin perseguido y fijar lo que
verosímilmente entendieron o pudieron entender al vincularse ( CNCiv ., sala M,
13/10/1997, LA LEY, 1 9 98- E, 566).
Art. 1128.— Obligación de vender. Nadie está obligado a vender, excepto que se
encuentre sometido a la necesidad jurídica de hacerlo.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
La norma se corresponde con el art. 1324, CCiv., cuyos cinco incisos han sido
eliminados y se han sintetizado en la regla transcripta.
La fuente inmediata de la disposición es el art. 1067 del Proyecto de 1998, de texto casi
idéntico al actual.
II. Comentario
Las hipótesis previstas por el art. 1324, CCiv., como casos de ventas forzosas, eran
sintéticamente las siguientes: 1° compras por expropiación, por causa de utilidad
pública; 2° cuando por convención o testamento se imponía al propietario la obligación
de vender; 3° remate de cosa indivisible solicitado por uno de los copropietarios; 4°
remate judicial de la cosa; 5° venta impuesta por la ley al administrador de bienes
ajenos, de las cosas que administra.
III. Jurisprudencia
Las normas que rigen las compraventas se aplican tanto a las enajenaciones libremente
consentidas como a las que se realizan en virtud de una ejecución judicial, sin que la
circunstancia de que una de las partes en el juicio sea el Estado o una institución oficial
autorice distinción alguna al respecto (C2ª La Plata, 4/4/1944 , LA LE Y , 34 - 222).
Art. 1129.— Cosa vendida. Pueden venderse todas las cosas que pueden ser objeto de
los contratos.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El artículo que se anota corresponde al art. 1327, CCiv., que poseía un texto algo más
extenso que el actual, ya que incluía la locución " aunque sean cosas futuras, siempre
que su enajenación no sea prohibida" . Esta supresión no altera la esencia de la regla
establecida, que se mantiene vigente. El Código de Comercio no traía una disposición
semejante.
II. Comentario
Luego de fijar en los arts. 1123 a 1128 las disposiciones generales aplicables a la
compraventa, el Código presenta una sección compuesta por cuatro artículos destinada a
regular uno de los elementos esenciales de toda compraventa: la cosa objeto del
contrato.
Los Fundamentos del Código (apartado VI, cit. ) explican que no se consideró
sobreabundante incluir una norma como la presente, por cuanto ello implica remitirse a
los requisitos del objeto de los actos jurídicos, con las especificaciones contenidas en la
parte general de los contratos, y puesto que " su regulación evitará toda especulación
interpretativa, cuando la venta sea de bienes que no son cosas" .
Más allá de esta decisión opinable y método consecuente, lo cierto que es la norma
incorporada forma parte del Derecho positivo y, cabe, entonces, su análisis.
El contrato es una especie fundamental de los actos jurídicos (doct. art. 957) y, por lo
tanto, se nutre de la disciplina jurídica de éstos, en todo lo que no sea especialmente
modificado al regularse la materia contractual. A su vez, la compraventa es una especie
del género contrato y, por ello, se abastece de las disposiciones que regulan los aspectos
generales de los contratos. Por lo tanto, al analizar la cosa objeto de una compraventa,
deben valorarse tanto las disposiciones generales sobre el objeto de los actos jurídicos
(arts. 279- 280), como las normas que tratan el objeto de los contratos (arts. 1003-
1011).
El art. 279 define negativamente qué puede ser objeto de los actos jurídicos. En lugar de
establecer que ese objeto debe reunir determinadas características o condiciones,
estipula que " no debe ser" un hecho imposible, prohibido por la ley, contrario a la
moral, a las buenas costumbres, al orden público, lesivo de los derechos ajenos o de la
dignidad humana. Tampoco puede ser objeto de los actos jurídicos un bien que por un
motivo especial se haya prohibido que lo sea. El Código establece que los bienes
materiales se llaman cosas (art. 16). Con algunas variantes, el art. 279 reitera la esencia
del antiguo art. 953, CCiv., que determinaba qué podía ser objeto de los actos jurídicos.
Por otra parte, en las disposiciones subsiguientes, el Código autoriza que el objeto de
los contratos sean: bienes existentes y futuros (art. 1007); bienes ajenos (arts. 1008);
bienes litigiosos, gravados o sujetos a medidas cautelares (art. 1009); la herencia futura,
en excepcionalísimos casos (arts. 1010); o derechos sobre el cuerpo humano,
aplicándose los arts. 17 y 56 (art. 1004).
— Puede ser de propiedad del vendedor o no, ya que se admite expresamente la venta
de cosas ajenas (arts. 1008 y 1132);
— La enajenación no debe encontrarse prohibida (doct. arts. 234, 279, 1003 y 1004).
III. Jurisprudencia
La venta de una cosa embargada no afecta a la medida cautelar, por lo que el embargo
se mantiene aun cuando aquélla haya pasado a manos del adquirente (CCom., sala C,
8/4/1960 , LA LEY, 99 - 777, sum. 4869; C. 1ª La Plata, 6/12/1960 , JA, 1961 - V -
226).
Art. 1130.— Cosa cierta que ha dejado de existir. Si la venta es de cosa cierta que ha
dejado de existir al tiempo de perfeccionarse el contrato, éste no produce efecto alguno.
Si ha dejado de existir parcialmente, el comprador puede demandar la parte existente
con reducción del precio.
Puede pactarse que el comprador asuma el riesgo de que la cosa cierta haya perecido o
esté dañada al celebrarse el contrato. El vendedor no puede exigir el cumplimiento del
contrato si al celebrarlo sabía que la cosa había perecido o estaba dañada.
Art. 1131.— Cosa futura. Si se vende cosa futura, se entiende sujeta a la condición
suspensiva de que la cosa llegue a existir.
El vendedor debe realizar las tareas y esfuerzos que resulten del contrato, o de las
circunstancias, para que ésta llegue a existir en las condiciones y tiempo convenidos.
El comprador puede asumir, por cláusula expresa, el riesgo de que la cosa no llegue a
existir sin culpa del vendedor.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
La fuente inmediata de los artículos que se comentan son los arts. 1068 y 1069 del
Proyecto de 1998, de contenido bastante similar a los actuales.
II. Comentario
1. Generalidades
Sin embargo, el tratamiento de las ventas aleatorias queda subsumido de forma poco
prolija en estos artículos, cuando entiendo debió habérselas regulado en normas
separadas y más claras.
El art. 1130 prevé tres situaciones diversas vinculadas con la cosa objeto de la
compraventa, cuando se la estipula como cosa existente. Esta norma se relaciona con el
comentario al art. 1129, respecto de los requisitos de la cosa objeto de la compraventa.
El nuevo Código prevé expresamente la posibilidad de que la asunción del riesgo por el
adquirente abarque la destrucción de la cosa o sólo su daño. Sin embargo, no se prevén
las consecuencias de la asunción del riesgo por el comprador, es decir, qué ocurre si la
cosa se destruye, se pierde o se daña. En esos casos, aunque la norma omita señalarlo,
como no lo hacía el viejo Código Civil en su art. 1406, el comprador debe pagar al
vendedor el precio total de la venta (cfr. Salvat). Ésta es, justamente, la consecuencia
principal de la venta aleatoria.
d) La última parte del art. 1130 reitera la regla que traía el antiguo art. 1407, y que era
en cierto modo innecesaria, como lo es también la última oración del art. 1130, dado
que constituye una aplicación de principios generales de los actos jurídicos: si el
vendedor, al tiempo de celebrar el contrato, sabía que la cosa había perecido o estaba
dañada, no puede reclamar su cumplimiento, es decir, no puede exigir que el adquirente
le pague el precio pactado por la venta aleatoria. Es una hipótesis de dolo (art. 271 y ss.)
que vicia el consentimiento y permite al comprador perjudicado demandar la nulidad de
la venta (cf. Borda, t. I) y al vendedor le impide reclamar el cumplimiento de lo
ilícitamente acordado. La aplicación de las normas generales tornaba innecesaria esta
disposición final.
El art. 1131 refunde, con algunas variantes, los textos de los arts. 1173, 1332, 1404 y
1405, CCiv., que trataban sobre la venta de cosas futuras y sobre la venta aleatoria,
hipótesis que no son similares y que merecen distinguirse.
Finalmente, el art. 1131, última parte, estatuye un supuesto de venta aleatoria, que en la
anterior legislación se regulaba con mayor detalle en los arts. 1332, y especialmente,
1404 y 1405, CCiv. La norma acepta la posibilidad que el comprador asuma el riesgo de
que la cosa no llegue a existir sin culpa del vendedor, pero debe hacerlo " por cláusula
expresa" — r equisito que el art. 1069 del Proyecto de 1998 no lo preveía— . Parece
imponerse indirectamente, entonces, un requisito de forma a la venta de cosa futura
aleatoria, dado que la expresión cláusula denota la exigencia de una forma escrita para
su manifestación.
Por último, si bien el art. 1131 omite reiterar las consecuencias que la legislación
anterior establecía para el comprador en este tipo de venta de cosa futura — l a
obligación de pagar igualmente el precio, aun si la cosa no llegaba a existir— , entiendo
que esos efectos constituyen las derivaciones naturales de este tipo de venta, salvo,
claro, estipulación diversa de las partes.
III. Jurisprudencia
Aunque sea elevada la ganancia obtenida por el comprador de una cosecha futura, el
contrato es válido, ya que se trata de una venta aleatoria, siempre que el vendedor no
haya actuado apremiado por necesidades urgentes que pudieran haber sido explotadas
por el comprador para obtener un beneficio desmesurado (CFed. Bahía Blanca,
6/3/1958 , JA, 195 9- II I- 216).
Art. 1132.— Cosa ajena. La venta de la cosa total o parcialmente ajena es válida, en los
términos del artículo 1008. El vendedor se obliga a transmitir o hacer transmitir su
dominio al comprador.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
La espinosa cuestión de la venta de cosa ajena se encontraba regulada de manera
dispersa y contradictoria en los textos legales derogados, y había generado una
diversidad de opiniones tal que, con algo de exageración, se puede afirmar con Segovia
había tantas posiciones como autores dedicados al tema (cfr. Salvat, Borda, Castillo,
Malagarriga).
El art. 1132 del nuevo ordenamiento reitera con similar redacción el art. 1070 del
Proyecto de 1998 que, entonces, constituye su fuente inmediata.
II. Comentario
El Código Civil, como regla general, autorizaba la contratación sobre cosas ajenas en el
art. 1177. Sin embargo, al regular el contrato de compraventa, prohibía el contrato sobre
cosas ajenas (arts. 1329 a 1331, CCiv.), estableciendo un régimen complicado respecto
de las acciones posibles entre las partes del contrato según su buena o mala fe, a las que
se agregaban las facultades del verdadero titular de dominio que no había participado en
la venta de la cosa de su propiedad.
Ahora bien: es claro que, aunque no lo diga expresamente, el art. 1132 se refiere a la
venta de cosa ajena que se vende como ajena , esto es, que ambas partes conocen esa
circunstancia, ya que la venta de cosa ajena como propia, constituye un supuesto vedado
por el art. 1008, in fine , si el vendedor no hace entrega de la cosa, y aun podría
considerarse una hipótesis de dolo que nulifica el acto (doct. arts. 271 y 272).
En los supuestos de venta de cosa ajena, el Código establece en el art. 1132, in fine , en
consonancia con la doctrina y jurisprudencia tradicionales, que el vendedor se encuentra
obligado a transmitir el dominio al comprador; con lo cual, el enajenante debe adquirir
la cosa del verdadero propietario para, luego, transmitirla al adquirente. Esta es la
exigencia que clásicamente se impone vendedor en este tipo de ventas.
Sin embargo, la última parte del art. 1132 no se corresponde con lo previsto en el art.
1008, a cuyo régimen remite el propio art. 1132. Es decir, advierto cierta discordancia
entre uno y otro artículo, pese a que ambos declaran válida la hipótesis de venta de cosa
ajena. Me explicaré.
El art. 1008, que constituye casi una réplica del antiguo art. 1177, CCiv., establece que
en la contratación sobre bienes ajenos la obligación del enajenante puede asumir dos
modalidades: no garantizar el éxito de la promesa de transmitir el bien ajeno o
garantizar esa promesa. Según el tipo de obligación asumida por el transmitente, varía
en la venta de cosa ajena la actuación y la consecuente responsabilidad del vendedor: si
éste no garantizó el éxito de su promesa de transmitir la cosa ajena, contrae una
obligación de medios que sólo lo obliga a ejecutar los actos necesarios para que la
prestación se realice, y si por su culpa el bien no se transmite, debe reparar los daños; si,
por el contrario, el vendedor garantiza su promesa, asume una obligación de resultado
que lo obliga a resarcir los daños cuando esa promesa no se cumple (cfr. Alterini,
Contratos... , ob. cit. ).
Como señalé, los textos de los arts. 1008 y 1132, última parte, no se conjugan
adecuadamente (cfr. Borda, Alejandro), ya que si el vendedor no garantizó el éxito de su
promesa de entregar la cosa ajena, como lo permite el art. 1008, segunda parte, no se
comprende cómo puede estar obligado a transmitir o hacer transmitir el dominio al
comprador, como lo exige el art. 1132, in fine ; salvo que, para armonizar los textos, se
entienda que esa obligación de " transmitir o hacer transmitir" el dominio de la cosa a
cargo del vendedor que impone el art. 1132 consiste en hacer los actos necesarios para
ello, sin obligarse al resultado concreto de la transmisión. La discordancia será resuelta
analizando adecuadamente la voluntad de las partes al contratar y cuál fue el verdadero
alcance de la obligación asumida por el vendedor de una cosa que no le pertenecía, para
determinar la procedencia o no del régimen de indemnización previsto por el art. 1008.
III. Jurisprudencia
2. Para determinar la responsabilidad del vendedor de una cosa ajena deben aplicarse las
reglas de la evicción, pues la acción otorgada al comprador por el art. 1329 constituye la
ejecución anticipada de esta garantía (C1ª La Plata, 30/3/1948, JA, 1948 - I - 583).
Art. 1133.— Determinación del precio. El precio es determinado cuando las partes lo
fijan en una suma que el comprador debe pagar, cuando se deja su indicación al arbitrio
de un tercero designado o cuando lo sea con referencia a otra cosa cierta. En cualquier
otro caso, se entiende que hay precio válido si las partes previeron el procedimiento
para determinarlo.
Art. 1134.— Precio determinado por un tercero. El precio puede ser determinado por un
tercero designado en el contrato o después de su celebración. Si las partes no llegan a un
acuerdo sobre su designación o sustitución, o si el tercero no quiere o no puede realizar
la determinación, el precio lo fija el juez por el procedimiento más breve que prevea la
ley local.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El tema del precio en la compraventa tenía una regulación doble en los textos
derogados: por una parte, el Código Civil lo trataba de manera prolija y metódica, en los
arts. 1349 a 1356, que se aplicaban a la compraventa de todo tipo de cosas, muebles o
inmuebles; por la otra, el Código de Comercio, lo regulaba parcialmente en los arts. 458
y 459. No obstante, aquellas disposiciones civiles se aplicaban en lo pertinente a la
compraventa mercantil (cf. Zavala Rodríguez, Malagarriga).
Finalmente, señalo que el art. 1133 constituye una adaptación del clásico art. 1349,
CCiv. El Proyecto de 1998 no traía una disposición semejante. Por su parte, el art. 1134
refunde los arts. 1350 y ss., CCiv. y se inspira inmediatamente en el art. 1071 del
Proyecto de 1998, que reitera con mínimas variantes.
II. Comentario
Los Códigos extintos sólo exigían expresamente los requisitos a) y b), mientras que los
restantes eran exigidos por la doctrina y jurisprudencia de manera uniforme y como
resultado de una interpretación integral del ordenamiento jurídico. Para el examen del
requisito de precio " en dinero" , remito al análisis de los arts. 1123 y 1172 de este
Código.
El nuevo texto legal solamente exige, como su anterior, que el precio sea en dinero y
que esté determinado o sea determinable. El primer requisito surge de la propia
definición de compraventa que provee el Código en el art. 1123; el segundo, emana de
los arts. 1133 y 1134 que se comentan.
El precio de la venta tiene que estar determinado por alguna de las modalidades que
señala la norma, que seguidamente analizaré, o ser determinable , es decir que basta
para la validez del precio que las partes prevean el procedimiento para determinarlo.
Siguiendo la pauta que el art. 1005, in fine , establece para la determinación de la
cantidad del bien objeto de los contratos, se puede indicar que el precio es determinable
cuando se establecen los criterios suficientes para su determinación. Es decir que el
propio contrato debe señalar el modo o sistema de cálculo para arribar al precio de la
venta y, así, considerarse una hipótesis de precio válido.
Sin embargo, en cualquier caso, las partes deben respetar la prohibición de acordar
cláusulas de actualización monetaria, variación de costos, etc., prohibidas tajantemente
por los arts. 7 y 10, ley 23.928 de Convertibilidad del Austral (arts. 3° y 4°, ley D- 1725,
según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939), ratificados por la ley
25.561 de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario (ley D- 2547, según
Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939). La terminante prohibición legal
ha sido convalidada por la jurisprudencia de nuestro Alto Tribunal (CSJN, " Massolo,
Alberto José v. Transporte del Tejar SA, 20/04/2010, Fallos 333:447;" Belatti, Luis
Enrique v. F.A." , 20/12/2011, LL AR/JUR/84377/2011). La doctrina ha examinado la
vinculación de aquella prohibición con la cuestión del requisito del precio en la
compraventa (Moisset De Espanés).
Por último, el nuevo texto ha eliminado el privilegio que tenía el crédito del vendedor
en la legislación sustituida (arts. 3893 y ss., 3923 y ss., CCiv.).
Los supuestos de precio determinado o determinable que prevé el art. 1133, son los
siguientes: a) suma de dinero que el comprador debe pagar; b) precio determinado por
un tercero; c) precio fijado con referencia a otra cosa cierta; y d) fijación de
procedimiento para determinar el precio.
El primer supuesto es la hipótesis más frecuente: las partes establecen el valor de la cosa
vendida en una suma concreta y determinada. El segundo caso es usual en determinado
tipo de ventas, cuando por el valor o tipo de cosa vendida se requiere la intervención de
terceros especializados en tasar o valuar el bien objeto del contrato — i nmuebles,
acciones o participaciones societarias, etc.— . Lo examinaré en el próximo apartado. En
el tercer supuesto el precio de la cosa se fija según el valor de otra cosa cierta que le
sirve de referencia. La doctrina ejemplifica: venta de un campo por el mismo precio
pagado por el del vecino (Salvat); vendo el automóvil Chevrolet modelo 1952 al precio
a que está en el taller X (Zavala Rodríguez). Y la cuarta hipótesis favorece la
conservación de la validez del contrato (doct. art. 1066) al establecer que siempre que
las partes prevean un mecanismo o procedimiento para fijar el precio de la venta, el
precio, y por lo tanto el contrato, serán válidos; como serían los supuestos que
establecían los extintos arts. 1353 y 1354, CCiv., por ejemplo.
El régimen que propone el nuevo Código parte de similares premisas que los textos
derogados: admite la validez del precio que pueda fijar un tercero ajeno a los
contratantes. Aclara que el tercero puede estar designado en el contrato o ser nominado
después de su celebración. Esto ocurre ordinariamente cuando, en la venta de cosas
inmuebles, o en la locación de cosa con opción de compra, por ejemplo, se delega la
fijación del precio a dos o tres inmobiliarias de reconocido prestigio y tradición en la
zona de ubicación del inmueble, cuyo nombre exacto no se identifica en el contrato sino
que se lo realiza posteriormente, cuando llega el momento de establecer el precio de la
venta.
1. Existe precio cierto determinado con referencia a otra cosa, si se lo fijó en el 75% del
convenido en otro contrato celebrado entre las mismas partes ( CNCiv ., sala F,
26/10/1971, JA, 1 5- 197 2- 168).
3. Aunque la ley no lo establezca expresamente, el precio debe ser serio ( CNCiv ., sala
B, 14/11/1967 , LA LEY, 131 - 293).
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
Los artículos transcriptos se vinculan con los arts. 1344 a 1348, CCiv., que regulaban
los distintos supuestos de " venta de un inmueble determinado" , y prescribían las
diversas consecuencias jurídicas según la modalidad de venta acordada. La doctrina
afirmaba el carácter supletorio de estas normas que, por ende, podían ser modificadas
por convención en contrario de las partes (Mosset Iturraspe, Compraventa... , ob. cit. ).
II. Comentario
Los arts. 1135 y 1136 regulan la venta de inmuebles según que el precio pactado entre
las partes haya sido fijado por unidad de medida de superficie (metro cuadrado,
hectárea, etc.) o no se haya fijado según esa pauta. Las variantes son las siguientes:
a) Precio no acordado por unidad de medida : esta hipótesis se regula en el art. 1135. Se
trata del caso en que se pacta un precio global por el inmueble vendido, que puede estar
edificado o no. Las partes han indicado la superficie global del inmueble, puesto que
ello se deduce de la expresión " acordada " utilizada por la norma. Si bien la norma sólo
alude a " fracción de tierra " o " terreno " , entiendo que sus disposiciones pueden
aplicarse analógicamente a la venta de departamentos cuando su precio no se fija por
unidad de medida de superficie. La hipótesis examinada se corresponde con la que
estatuía el art. 1344, inc. 5°, CCiv. ( " con indicación del área, pero por un precio único,
y no a tanto la medida " ).
Las consecuencias de haber pactado la venta bajo esta modalidad son las siguientes: si
existe una diferencia mayor al cinco por ciento entre la superficie del inmueble y la
superficie acordada — l o que está presuponiendo que se debe realizar una mensura que
determine con precisión cuál es la superficie real de la cosa vendida— , cualquiera de
las partes tiene derecho a pedir la diferencia de precio a la otra: el comprador, si la
superficie es menor, tiene derecho a la reducción proporcional del precio; el vendedor,
si la superficie es mayor, a su aumento proporcional. Si la diferencia entre la superficie
real del terreno y la acordada en la venta es igual o menor al cinco por ciento, ninguna
de las partes tiene derecho a reclamo alguno. Cuando el comprador, por aplicación de
esta norma, debe pagar un precio mayor, podrá optar por resolver la venta. Se mantiene
la sustancia de las soluciones que propugnaban los arts. 1346 y 1347, CCiv.; la u´nica
diferencia que puede apuntarse es con relacio´n al supuesto de que la diferencia sea
exactamente del cinco por ciento (BORDA, Alejandro, " La compraventa..." ).
b) Precio acordado por unidad de medida de superficie : en esta situación, regulada por
el art. 1136, las partes fijaron el precio del inmueble según una medida determinada
(metros cuadrados, hectáreas, etc.).
El artículo regula dos supuestos diferentes: en su primera parte, la superficie total del
inmueble no se ha designado en el contrato; en su segunda parte, esa superficie fue
establecida en el contrato.
Cuando las partes fijaron el precio de la venta por unidad de medida y sin designar la
superficie del inmueble, el precio total es el que resulta en función de la superficie real
del inmueble. Es decir: habrá que mensurar el bien raíz y, con ello, multiplicar el precio
de la medida por la cantidad de metros, hectáreas, etc., que tenga el inmueble. Era la
venta ad mensuram que regulaba el art. 1344, inc. 2°, CCiv.
Cuando los contratantes establecieron el precio por unidad de medida y, además,
designaron la superficie total del inmueble vendido, se aplica el art. 1136, segunda
parte: si la superficie real total excede en más de un cinco por ciento a la estipulada en
el contrato, el comprador podrá resolver la venta. Era la hipótesis prevista en el art.
1344, inc. 4°, CCiv., cuyas consecuencias fijaba el art. 1345, CCiv.
El nuevo régimen modifica las soluciones que preveía el Código de Vélez, ya que
cuando se acordaba el precio por unidad de medida y se designaba la superficie total de
lo vendido (art. 1344, inc. 4°, CCiv.), el viejo Código Civil autorizaba al comprador a
tomar el exceso de la superficie real — p agando el adicional que correspondiera— o a
solicitar la reducción del precio si la superficie real era menor a la pactada, en ambos
casos aunque la diferencia entre una superficie y otra fuera inferior al cinco por ciento.
Por último, el nuevo Código fija el margen de tolerancia legal en que sea superior al
cinco por ciento, sustituyendo así la expresión " vigésimo" que empleaba el Código
Civil y que había originado discrepancias respecto a qué porcentaje o cifra aludía (cfr.
Borda) y ha suprimido algunas variantes previstas en el viejo régimen, particularmente,
la venta ad corpus estatuida por el viejo art. 1344, inc. 1°, CCiv. No obstante esa
supresión, cualquier modalidad lícita puede ser válidamente pactada por las partes en el
marco de la autonomía de la voluntad ratificada por el nuevo Código (arts. 12, 958 y
concs.).
III. Jurisprudencia
El comprador sólo puede pedir la resolución del contrato en caso de aumento del precio,
no de disminución (CCiv. 1ª, 21/12/1938 , LA LEY, 14 - 154).
Art. 1138.— Gastos de entrega. Excepto pacto en contrario, están a cargo del vendedor
los gastos de la entrega de la cosa vendida y los que se originen en la obtención de los
instrumentos referidos en el artículo 1137. En la compraventa de inmuebles también
están a su cargo los del estudio del título y sus antecedentes y, en su caso, los de
mensura y los tributos que graven la venta.
Art. 1139.— Tiempo de entrega del inmueble. El vendedor debe entregar el inmueble
inmediatamente de la escrituración, excepto convención en contrario.
Art. 1140.— Entrega de la cosa. La cosa debe entregarse con sus accesorios, libre de
toda relación de poder y de oposición de tercero.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El Código Civil regulaba el capital tema de las obligaciones del vendedor en un capítulo
separado, dentro de las normas que disciplinaban la compraventa. Concretamente, en los
arts. 1408 a 1423. El Código de Comercio, por su parte, trataba la cuestión de manera
dispersa dentro del articulado general dedicado a la compraventa (arts. 450 a 477).
La fuente inmediata de los arts. 1137 a 1140 son los arts. 1074 a 1077 del Proyecto de
1998, de contenido semejante a las disposiciones transcriptas.
II. Comentario
1. Generalidades
En esencia, como se advertirá del desarrollo que sigue, las obligaciones del vendedor
son similares en el régimen extinto y en el sistema actual: debe conservar la cosa como
existía al tiempo del contrato, transferir la propiedad al comprador, abonar ciertos gastos
y responder por evicción y vicios redhibitorios — e sto último, denominado obligación
de saneamiento en el nuevo sistema, arts. 1033 y ss.— . El nuevo ordenamiento no
replica numerosas disposiciones del Código Civil sustituido vinculadas con los efectos
del incumplimiento del vendedor a las obligaciones debidas (arts. 1412, 1420 y ss.,
entre otros, CCiv.). La ausencia de esas normas en el nuevo ordenamiento no modifica
los efectos del incumplimiento del vendedor a sus obligaciones.
Como dispone el art. 1140 que se comenta, la entrega de la cosa debe hacerse con sus
accesorios, libre de toda relación de poder y de oposición de terceros. Estas condiciones
se reiteran: a) en el art. 746, cuando impone al deudor de una cosa cierta la obligación
de entregar la cosa con sus accesorios; b) en el art. 1926, cuando se establece que para
adquirir la posesión o tenencia por la tradición, la cosa debe estar libre de toda relación
excluyente; y c) cuando este mismo precepto ratifica que para adquirir la posesión o
tenencia por la tradición no debe existir oposición alguna. El Código Civil sustituido
preveía disposiciones similares en los arts. 575, 1409, 1426, 2380 y 2383.
Por otra parte, el art. 1139 del nuevo Código dispone que el vendedor debe entregar el
inmueble " inmediatamente de la escrituración" (sic ). Es evidente que se trata de un
defecto de redacción y que debe leerse como " inmediatamente después de la
escrituración" . El vendedor queda exceptuado de entregar el bien en ese momento si se
hubiere acordado lo contrario (art. 1139, in fine ), mas no resultaba necesario aclarar
esto último puesto que el propio Código establece como principio general el carácter
supletorio de las normas legales en materia de contratos (art. 962), salvo que se
verifiquen los supuestos allí indicados.
La ley pone a cargo del vendedor el pago de algunos costos vinculados con la venta
celebrada, salvo que lo contrario se haya pactado en el contrato, dado que en esta
materia, como lo vengo indicando insistentemente, rige con plenitud el principio de
autonomía de la voluntad (doct. arts. 12, 944, 958 y 962).
En primer término, el enajenante debe abonar los gastos que origine la entrega de la
cosa. Así lo dispone el art. 1138, tal como lo establecían el art. 1415, CCiv., y el art.
460, CCom.
En segundo lugar, el nuevo Código también pone a cargo del vendedor los gastos que se
generen para obtener " los instrumentos requeridos por los usos o las particularidades de
la venta" (art. 1137), como podrían ser certificados, visados, constancias documentales,
etcétera. Además de esos costos a cargo del enajenante, la ley agrega que, en la venta
inmobiliaria, también se encuentran a cargo del vendedor los gastos derivados del
estudio de títulos, los costos de la mensura del inmueble y el pago de los tributos que
graven la venta.
Respecto del " estudio del título y su s antecedentes" , la expresión más difundida sería
estudio de títulos, como se encuentra afianzada en la doctrina, jurisprudencia y en el
ámbito notarial (cf. Alterini, " Estudio..." , ob.cit. ). La decisión legal de poner a cargo
del enajenante el pago del estudio de títulos recoge los usos y costumbres notariales
según los cuales, usualmente, es el vendedor quien sufraga ese análisis jurídico-
documental, en aquellas jurisdicciones donde se suele confeccionar.
En tercer lugar, el art. 1138 también establece como obligación a cargo del vendedor el
pago de los gastos de la mensura del inmueble. Este deber surge cuando resulta
necesario tomar las dimensiones del inmueble para determinar la exactitud de lo
vendido — p or ejemplo, en los supuestos de los arts. 1135 y 1136 analizados— , y su
costo se refleja frecuentemente en la negociación del precio de la venta. En aquellos
casos, entonces, la mensura y su costo se encuentran a cargo del enajenante. Queda
siempre a salvo el pacto en contrario sobre la materia.
Finalmente, el enajenante también debe pagar los tributos que graven la venta, como
prescribe el art. 1138, in fine . Esta disposición puede resultar problemática porque
alude a los " tributos" , es decir a los impuestos, tasas y contribuciones, que " graven la
venta" , y no a los tributos que graven al vendedor. ¿Cuál es el alcance exacto de esa
expresión? ¿Abarca los impuestos de carácter netamente local, como el impuesto de
sellos por ejemplo, cuya creación, imposición y fiscalización corresponde a las
jurisdicciones locales y no a una ley nacional como este Código? Salvat decía que eran
a cargo del enajenante los impuestos que gravaban el acto de venta, " en la medida que
sean legalmente a cargo del vendedor" . Entiendo que la exigencia legal se refiere a
aquellos impuestos que gravan al vendedor en cuanto tal, como son el impuesto a la
transferencia de inmuebles o el impuesto a las ganancias, por ejemplo, mas no se refiere
al pago del impuesto de sellos u otros tributos locales que gravan operaciones y
negocios, cuyo obligado al pago se determina por las legislaturas locales competentes
para ello.
2.4. Responder por saneamiento
Esta obligación central del vendedor no aparece incluida en la sección que se comenta,
que trata las obligaciones del vendedor. El Código Civil originario preveía
expresamente esta obligación en el art. 1414, al regular el contrato de compraventa.
Otro tanto hacía el Código de Comercio para las ventas mercantiles, al tratar los vicios
ocultos en su art. 473.
La ausencia de mención específica de esta obligación en la parte del Código que trata
sobre las obligaciones del vendedor en modo alguno afecta su existencia real, concreta y
plenamente aplicable a la compraventa, ya que los contratos se integran con las normas
supletorias de la ley (conf. art. 964, inc. b]) y no hay duda que la clásica obligación de
saneamiento del vendedor, comprensiva de la responsabilidad por evicción y por vicios
ocultos, rige con plenitud en el contrato de compraventa (doct. art. 1033, inc. a]). La
política del nuevo ordenamiento ha sido simplificar los antiguos textos y establecer
principios generales aplicables a situaciones particulares, como en este caso.
Los Fundamentos del Código (apartado VI, cit. ) explican que el vendedor y el
comprador, además de las obligaciones nucleares y típicas del contrato, tienen deberes
colaterales, que son " absolutamente diferentes" a aquéllas en cuanto a su entidad y
funciones. Sin embargo, la redacción es algo confusa, no precisa cuáles son en concreto
y sólo indica que " es labor de la doctrina desarrollar aisladamente cada uno de ellos" .
La lectura de los Fundamentos parecería llevar a considerar que, para el Código, sólo
son obligaciones nucleares y típicas del contrato la transferencia de la propiedad y el
pago del precio, y que los demás supuestos son deberes colaterales. En esta
interpretación, la obligación de pagar los gastos de entrega, del estudio de títulos, etc.,
constituirían los deberes colaterales a que hacen referencia los Fundamentos .
Algunos los deberes colaterales del vendedor referidos en los Fundamentos surgen del
propio art. 1137: a) poner a disposición del comprador los instrumentos requeridos por
los usos o las particularidades de la venta; y b) prestar toda cooperación para que la
transferencia dominial se concrete. Otros deberes de esa clase pueden surgir
secundariamente del principio cardinal de la buena fe que rige durante toda la vida del
contrato (doct. arts. 9, 729, 961 y concs.).
a) El deber de " poner a disposición" del comprador los instrumentos requeridos por los
usos o las particularidades de la venta parecería agotarse con ello, es decir, con su
puesta a disposición y no con su entrega efectiva. Sin embargo, creo que si esos
instrumentos son accesorios de la cosa, o pueden ser calificados como tales, la situación
del vendedor se modifica ya que se encontrará obligado a entregarlos junto con la cosa,
como accesorios de ella precisamente (doct. art. 746). Por otra parte, en la compraventa
de cosas muebles, este deber colateral puede asumir la entidad de una verdadera
obligación, como la reputa el art. 1146, que luego examinaré;
III. Jurisprudencia
La copiosa doctrina judicial vinculada con las obligaciones a cargo del vendedor se
mantiene mayormente sin variantes, desde que el nuevo Código reitera las históricas
obligaciones y deberes del enajenante.
3. Los accesorios que el vendedor tiene la obligación de entregar juntamente con la cosa
vendida son los que estaban en ella en el momento de celebrarse el contrato (CCiv., sala
A, 26/6/1951 , LA LEY, 63 - 752).
c) pagar los gastos de recibo, incluidos los de testimonio de la escritura pública y los
demás posteriores a la venta.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El Código Civil regulaba las obligaciones del comprador en un capítulo único (arts.
1424 a 1433), que debía integrarse con aquellas disposiciones pertinentes establecidas
en materia de obligaciones, según cuál fuera el tipo de cosa objeto del contrato. El
Código de Comercio, por su parte, trataba la materia más dispersamente, a tono con su
modo de regular globalmente este contrato en los arts. 450 a 477, sin divisiones en
capítulos, secciones ni apartados.
La fuente inmediata del art. 1141 es el art. 1078 del Proyecto de 1998, casi exacto al
actual.
II. Comentario
1. Generalidades
En esencia, el régimen del Código mantiene las tradicionales obligaciones a cargo del
comprador, con algunas variantes menores: pagar el precio, recibir la cosa y su
documentación accesoria, y abonar los gastos de recibo de la cosa y ciertas erogaciones
adicionales.
Con cierta confusión de lenguaje, como ya indiqué, los Fundamentos (apartado VI, cit. )
discriminan las obligaciones del adquirente de sus deberes colaterales, y manifiestan
que ambos son diferentes en cuanto a su entidad y funciones. Sin embargo, al regular la
materia, el Código no efectúa ninguna diferenciación entre unas y otros; aun más, el
título de la Sección y el encabezamiento del artículo aluden únicamente a " obligaciones
del comprador " . En los próximos apartados, no obstante, intentaré efectuar la referida
precisión . Valen también aquí las consideraciones al respecto que expuse al tratar las
obligaciones y deberes del vendedor.
2. Pagar el precio
El pago del precio de la venta resulta la obligación tradicional y esencial que este
contrato impone a cargo del comprador. El Código Civil originario también estatuía esta
obligación en numerosas normas, primordialmente en el art. 1424. He señalado
anteriormente cuáles son los requisitos que debe tener el precio en la compraventa, a
cuyo análisis me remito (supra , comentario a los arts. 1133 y 1134).
El art. 1141, inc. a), establece que el pago del precio debe efectuarse en el lugar y
tiempo convenidos. Se resalta, nuevamente, la autonomía de la voluntad que rige en la
materia (doct. arts. 12, 958 y 962), tal como regía en el régimen sustituido (doct. arts.
1411, 1424 y concs.,CCiv.). A su vez, establece una regla de interpretación general
según la cual si nada se ha pactado en el contrato respecto de esta cuestión, la ley
presume que la venta es de contado y, por tanto, lo lógico es entender que el pago del
precio debe realizarse en forma simultánea a la celebración del contrato y entrega de la
cosa (Borda; aunque en sede mercantil esa noción tenía otros alcances bajo las normas
del Código sustituido, cfr. Malagarriga, Zavala Rodríguez).
El Código Civil fijaba únicamente la obligación del comprador de recibir la cosa (art.
1427) y establecía las consecuencias derivadas de su incumplimiento (arts. 1430 y 1431,
CCiv.), mas no traía una disposición específica semejante a la que se analiza, que ha
sido evidentemente extraída del art. 60 de la Convención de las Naciones Unidades
sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías sancionada en Viena
el 11 de abril de 1980 (Convención de Viena de 1980), e incorporada a nuestro
ordenamiento jurídico en 1983 por la ley 22.765 (ley N- 1356, según Digesto Jurídico
Argentino aprobado por ley 26.939).
La redacción del texto legal y lo señalado en los Fundamentos (apartado VI, cit. )
permitirían entender que el compromiso que el inc. b) exige del comprador constituye
uno de esos deberes colaterales a su cargo referidos en los Fundamentos , y no una
obligación en concreto. Ello, pese a la denominación de la Sección 4ª en que se inserta y
al contenido del encabezamiento del artículo, como lo he expuesto. Se advierte la
diversa entidad entre una y otro, y por ello, su incumplimiento entiendo que no autoriza
a ejercer la cláusula resolutoria implícita (doct. arts. 1084 y 1088).
Para concluir con las obligaciones del adquirente, el art. 1141, inc. c), impone al
comprador la obligación de pagar los gastos de recibo de la cosa. La norma agrega que
también debe sufragar el costo del testimonio de la escritura pública y los demás gastos
posteriores a la venta, pero la redacción del inciso no permite deducir con claridad si los
supuestos son ejemplos de los " gastos de recibo" mencionados al inicio, o hipótesis
diferentes a ellos. En cualquier caso, todos estos costos corren a cargo del adquirente,
excepto, claro, estipulación diversa acordada con el vendedor (doct. arts. 12, 944, 958 y
962).
Los costos de recibo son los gastos necesarios para hacerse cargo de la cosa (Salvat). En
la venta de cosas muebles, los gastos de transporte son a cargo del comprador (doct. art.
1151; ídem art. 460, CCom., según el alcance que le asignaba la doctrina comercialista,
cfr. Malagarriga, Zavala Rodríguez).
III. Jurisprudencia
2. La pretensión del vendedor de entregar la cosa vendida sin sus accesorios autoriza al
comprador a negarse a pagar el precio ( CNCiv ., sala E, 29/8/1969 , LA LEY, 137 -
555, sum. 22.811).
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
Sin embargo, el art. I del Título Preliminar y el art. 207, CCom., en tanto prescribían
que para todas la cuestiones no previstas o resueltas por el Código mercantil, se
aplicarían las normas del Código Civil o del Derecho Civil, podrían en algún punto
considerarse antecedentes al espíritu de la nueva disposición. Considerando entonces,
con importantes salvedades, que las disposiciones del nuevo Código que regulan la
compraventa de cosas muebles constituyen, en esencia, una réplica de las normas que el
Código de Comercio estableció para las ventas mercantiles, podría asimilarse la norma
en comentario al espíritu de los referidos arts. I y 207, del viejo Código mercantil.
II. Comentario
El artículo constituye una pauta para guiar al intérprete al tiempo de examinar cuál es el
régimen legal de la compraventa de cosas muebles: establece que las disposiciones
contenidas en este Capítulo, algunas de las cuales constituyen reglas generales para toda
compraventa, otras fijan normas particulares para las ventas de inmuebles y otras
estatuyen disposiciones comunes a muebles e inmuebles (arts. 1163 a 1169), pueden
resultar aplicables a la venta mobiliaria en la medida que resulten compatibles, todo lo
cual deberá determinarse en cada caso concreto según las circunstancias particulares de
cada venta, las estipulaciones que las partes hayan convenido, etcétera.
Sin embargo, una cuestión algo confusa es determinar si estas disposiciones sobre
compraventa de cosas muebles se aplican también a las compraventas de consumo. Las
compraventas de consumo — q ue en verdad pueden ser tanto de cosas muebles como
de inmuebles — son tales en tanto encuadren en el ámbito de aplicación que delimitan
los 1092 y ss., del nuevo Código, y los arts. 1° y 2°, ley 24.240 de Defensa del
Consumidor (ley F - 1884 según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939).
¿Por qué se presenta esta inquietud si no debería dudarse que, cuando la venta es de una
cosa mueble, rigen estas normas ya una compraventa de consumo o no? La duda
aparece por dos motivos: a) la afirmación formulada en los Fundamentos del Código,
cuando indican que las reglas aplicables a la compraventa de cosas muebles tienen "
mucha relevancia en el tráfico comercial; en materia de consumo se aplica el Título III"
(apartado VI, cit. ). ¿Cuál es el motivo y el exacto alcance de esta afirmación?; y b) las
expresiones " mercaderías" y " tráfico mercantil " , y demás términos empleadas por las
normas incluidas en esta Sección, que r emiten a las típicas compras de mercaderías o
efectos entre comerciantes, ajenas tradicionalmente al ámbito del consumo. Aunque ya
no resulte apropiado referirse a ventas mercantiles o a enajenaciones entre comerciantes,
por haber perdido vigencia con el nuevo Código, la potencia y realismo de tales ventas
es tan masiva en la práctica negocial que resulta poco menos que imposible sustraerse a
su influencia. Normas como las contenidas en esta Sección constituyen resabios de esa
fuerte impronta y tradición.
La solución a la inquietud entiendo que la provee el art. 963, que regula la prelación
normativa cuando concurren disposiciones de este Código y de alguna ley especial, en
cuyo caso el Código da preferencia a ley especial, sin excluir la aplicación de las
normas del Código — e l art. 1709 establece un orden diverso para la hipótesis de
responsabilidad civil— . Por lo tanto, la explicación dada en los Fundamentos entiendo
que debe interpretarse en el sentido de darle preeminencia a las normas que regulan las
compras de consumo, sin que ello implique que en tantas cuestiones que esa legislación
no regula específicamente — l ugar de pago del precio, entrega de la cosa, cosas
entregadas en " fardos" (art. 1155), etc.— rijan supletoriamente, y en lo que resulten
pertinentes y aplicables, salvo algunos supuestos dudosos (p. ej., art. 1145), las
disposiciones de esta Sección y las de este Capítulo (arg. art. 1142).
Por último, se advierte claramente que las normas que integran esta Sección destinada a
la compraventa de cosas muebles constituyen una refundición de las disposiciones y
principios del Código de Comercio y del Código Civil en materia de compraventa, y,
especialmente, de las normas que integran la Convención de las Naciones Unidades
sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías sancionada en Viena
el 11 de abril de 1980 (Convención de Viena de 1980), incorporada a nuestro
ordenamiento jurídico en 1983 por la ley 22.765 (ley N- 1356, según Digesto Jurídico
Argentino aprobado por ley 26.939).
III. Jurisprudencia
Parágrafo 1º - Precio
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El Código Civil preveía en el art. 1354 una hipótesis parecida a la regulada por el
artículo que se comenta, cuando establecía que si la cosa " se hubiere entregado" al
comprador sin determinar su precio o si hubiere duda sobre el precio determinado, se
presumía que las partes se habían sujetado al precio corriente vigente en el día y lugar
de la entrega. La doctrina nacional en general sostenía que ese precepto se vinculaba
con su precedente, el art. 1353, CCiv., y por lo tanto se afirmaba que el art. 1354, CCiv.,
sólo regía para las cosas muebles (Salvat). Autores como Borda, sin embargo, sostenían
la viabilidad de esta norma para todo tipo de ventas, mobiliarias o inmobiliarias.
La norma regía para las ventas civiles, en tanto hubiera habido entrega de la cosa. En
cualquier caso, lo cierto es que la ley anterior no invalidaba el acto de la compraventa
por la ausencia de uno de sus elementos esenciales — e l precio— , sino que integraba
el silencio contractual con el precio corriente que tenía la cosa en el día y lugar de la
entrega.
Para las compraventas mercantiles, el art. 458, CCom., establecía un régimen similar:
prescribía que en caso de entrega de la cosa sin determinación del precio, se entendía
que las partes se habían sujetado al precio corriente, en el día y lugar de la entrega. Y
concluía indicando que en caso de diversidad de precio en el mismo día y lugar,
prevalecía el término medio.
La fuente inmediata del precepto es el art. 1080 del Proyecto de 1998, que establecía
pautas algo diversas al texto actual.
II. Comentario
a) Contrato válidamente celebrado : es decir, que la voluntad no esté afectada por algún
vicio del consentimiento, que se haya celebrado por sujetos capaces para ello, con
objeto y causa lícitos, etcétera. En fin, que el contrato no sea susceptible de nulidad por
los motivos que la ley permite invalidar un contrato;
c) Cosas muebles : el supuesto regulado por la norma sólo rige para la venta mobiliaria,
en virtud de la ubicación metodológica del artículo que se comenta y de los propios
términos de la norma, que alude a " mercaderías" y " tráfico mercantil" .
El art. 1143 constituye una típica disposición supletoria de la voluntad de las partes que
se establece para integrar el contenido del acuerdo contractual cuando los contratantes,
por cualquier motivo, han omitido acordar especialmente algún aspecto esencial o
accesorio del contrato celebrado. Esto permite la subsistencia y validez del vínculo
jurídico, y no invalidarlo o tornarlo ineficaz ante la ausencia de alguno de sus elementos
(doct. arts. 982, 1066 y concs.).
Recordemos que el art. 964 prevé expresamente que el contenido del contrato se integra
con las normas indisponibles, con las normas supletorias y con los usos y prácticas del
lugar de celebración del contrato. Por lo tanto, esa directriz general cobra cuerpo y
actualidad en la disposición especial del art. 1143 que se comenta.
Por lo tanto, cuando las partes no hayan determinado el precio de la cosa vendida, la ley
completa esa ausencia de voluntad contractual presumiendo que los contratantes se han
sujetado al precio usualmente cobrado al tiempo de celebración del contrato: a) de
mercaderías semejantes; b) vendidas en circunstancias similares; y c) en el tráfico
mercantil — e s decir, en el rubro comercial pertinente — de que se trate.
Entiendo que en caso de falta de acuerdo entre las partes sobre el precio concreto de la
venta, deberá intervenir el juez para fijar el precio debido, según las pautas antedichas y
para mantener viva la convención (doct. art. 1066), pese a que el Código no reprodujo la
última parte del art. 1080 del Proyecto de 1998 que determinaba la fijación del precio
por el juez si no podía ser precisado por las reglas que esa norma preveía.
Art. 1144.— Precio fijado por peso, número o medida. Si el precio se fija con relación
al peso, número o medida, es debido el precio proporcional al número, peso o medida
real de las cosas vendidas. Si el precio se determina en función del peso de las cosas, en
caso de duda, se lo calcula por el peso neto.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
Esta norma no posee un antecedente exacto en los Códigos derogados, aunque el
Código Civil regulaba la venta por junto en los arts. 1339 y 1341, y la venta por peso,
cuenta o medida, en los arts. 1339, 1340, 1342 y 1343. El Código mercantil trataba las
ventas por junto en los arts. 468 y 469.
La venta era por junto cuando las cosas se vendían en masa, formando un solo todo y
por un solo precio; y el contrato se considera perfeccionado desde que las partes se
habían puesto de acuerdo sobre el precio y la cosa. Este Código regula los efectos de la
venta por junto en el art. 1159. Por su parte, la venta se reputaba a peso, cuenta o
medida cuando las cosas no se vendían en masa o por un solo precio y la venta no se
consideraba perfecta sino hasta que las cosas estuvieran contadas, pesadas o medidas
(art. 1342, CCiv., disposición criticada por la doctrina, cfr. Borda).
II. Comentario
En este tipo de ventas, la ley determina que se debe pagar el precio proporcional al
número, peso o medida real de las cosas vendidas, y no al número, peso o medida total
tomada como parámetro. Es decir: se debe abonar lo realmente vendido y comprado,
para lo cual las partes deberán contar, pesar o medir las cosas objeto del contrato, luego
de lo cual deberán aplicar la pauta tomada como referencia para precisar el precio
proporcional que debe abonar el comprador.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El Código de Comercio ofrecía, con algunas variantes de redacción, una norma muy
similar a esta disposición: el clásico art. 474, CCom. Este artículo había originado una
copiosa doctrina y jurisprudencia tanto por sus poderosos efectos prácticos y jurídicos,
como por la discusión generada respecto de su aplicación o no a otros documentos
comerciales diversos a la factura.
El Código Civil no preveía ninguna norma semejante, lo cual es entendible desde que se
trata de una situación típica del tráfico comercial.
La fuente inmediata del precepto es el art. 1082 del Proyecto de 1998, que regulaba la
cuestión con términos casi idénticos al actual.
II. Comentario
En la práctica negocial, en la factura se hacen constar los datos del vendedor y del
comprador, la descripción del objeto vendido, su cantidad y demás características, la
identificación del precio por unidad y el total de la venta, y también se asientan otros
términos y condiciones del negocio, que varían según el tipo de mercadería, los usos del
vendedor, el tráfico mercantil de que se trate, etcétera. También es frecuente que la
factura indique la moneda de pago, el plazo y lugar de pago, las consecuencias
pecuniarias — i ntereses— en caso de incumplimiento del comprador en el tiempo
debido y otras condiciones habituales de las ventas mercantiles (cfr. Halperin). La
factura suele emitirse y entregarse en otros contratos comerciales, y no sólo en las
ventas.
Como las compraventas mercantiles y otros contratos típicos del comercio no suelen
celebrarse por escrito, la factura constituye el documento comercial por antonomasia
que cumple la finalidad probatoria del acuerdo contractual. Por ese motivo, entre otros,
suele integrarse con contenidos y especificaciones adicionales a los que la ley exige.
Recordemos que el Código de Comercio establecía en su art. 208, inc. 5°, que los
contratos comerciales se acreditaban por las " facturas aceptadas " .
Por otra parte, la doctrina nacional consideró desde siempre que la presunción similar
que establecía el viejo art. 474, CCom., era iuris tantum , es decir, que admitía pruebas
que desvirtuaran esa presunción (Zavala Rodríguez, Fernández, Caputo) Semejante
conclusión resulta aplicable para la idéntica presunción que establece la disposición que
se analiza.
El art. 1145 concluye con una excepción a la obligación del vendedor de emitir y
entregar una factura al comprador: cuando los usos y costumbres estilan no emitir
factura, y salvo disposición legal en contrario, el vendedor queda eximido de cumplir
esta obligación, pero debe entregar al comprador un documento que acredite la venta.
Este instrumento no tendrá el contenido previsto por la ley para la factura, pero podría
quedar sometido al régimen de impugnación y a las consecuencias jurídicas previstas
por este artículo para el caso de falta de ella, que examinaré seguidamente, según la
postura que se adopte respecto de la aplicación analógica o no del régimen del art. 1145
a otros documentos mercantiles.
Finalmente, destaco que el precepto en comentario suprimió el último párrafo del art.
474, CCom., que establecía que si el plazo de pago era superior a treinta días, se
aplicaban las normas sobre factura de crédito, que se regía por la ley 24.760; pero ésta
ha sido incorporada al Código de Comercio a partir del art. 989, según Digesto Jurídico
Argentino aprobado por ley 26.939. Sin embargo, el Código mercantil fue derogado por
la ley 26.994 que aprobó este Código Civil y Comercial, con lo cual habrá que adecuar
prontamente esta desprolijidad normativa que afecta a numerosas leyes que el Digesto
había incorporado al Código de Comercio, ahora eliminado (ley 19.550 de
Sociedades, ley 24.522 de Concursos y Quiebras, etc.).
En efecto: si el comprador no cuestiona la factura dentro del plazo legal de diez días
corridos, o el convencional mayor acordado, la factura se reputa aceptada en su
integridad. El nuevo Código eliminó la expresión " se presumen cuentas liquidadas" que
contenía el antiguo art. 474, CCom., y la sustituyó por la locución " se presume
aceptada" . Esa modificación lingüística carece de consecuencias jurídicas: no
disminuye el derecho que el vendedor tenía en el régimen extinto y que tiene en el
actual; por lo tanto, la factura no impugnada en plazo por el comprador se presume
aceptada y permite al vendedor efectuar el reclamo judicial por el pago del saldo de
precio con base en ese contenido aceptado, que constituirá la base esencial de la
demanda del vendedor, junto con el remito y la restante documentación mercantil que
acredite la venta, sus condiciones y el cumplimiento del vendedor a sus obligaciones.
III. Jurisprudencia
En virtud de la similitud de régimen entre el sistema creado por el art. 474, CCom., y la
norma que se comenta, la doctrina judicial creada alrededor de aquél resulta aplicable al
nuevo articulado. Idéntica reflexión cabe concluir respecto del debate no agotado sobre
la aplicación o no del entonces art. 474, CCom., a otros documentos comerciales
diferentes de la factura.
El régimen del art. 474 del Cód. de Comercio se aplica supletoriamente a las notas de
débito y de crédito, ya que así lo autoriza el art. 16 del Cód. Civil ( CNCom ., sala E,
21/12/1999 , ED, 189 - 271).
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
II. Comentario
El artículo parte del supuesto de que, en determinadas ventas de cosa muebles, efectos
de comercio, mercaderías, etc., es necesario entregar documentación de diversa índole
vinculada con la venta para que el comprador o el tenedor transitorio de la mercadería
pueda acreditar su titularidad, efectuar gestiones administrativas, impositivas, aduaneras
u otras, o realizar reclamos u otros actos. Recordemos que: a) el art. 1137 establece que
el vendedor debe poner a disposición del comprador los instrumentos requeridos por los
usos o las particularidades de la venta y que el art. 1141, inc. b), prescribe como una de
las obligaciones del comprador recibir los documentos vinculados con el contrato; y b)
que esas normas se aplican a la compraventa de cosas muebles en cuanto fueren
compatibles (art. 1142).
El principio general establecido por el art. 1146 es que el vendedor debe entregar al
adquirente los documentos vinculados con la venta en el tiempo, lugar y de la forma
convenidos. Rige en su plenitud, entonces y nuevamente, el principio de autonomía de
la voluntad previsto genéricamente en el art. 958 del Código.
Por último, si el vendedor entrega con antelación las cosas objeto del contrato, se aplica
el régimen del art. 1150 en tanto se verifiquen las condiciones allí expuestas, a cuyo
estudio me remito.
Art. 1147.— Plazo para la entrega de la cosa. La entrega debe hacerse dentro de las
veinticuatro horas de celebrado el contrato, excepto que de la convención o los usos
resulte otro plazo.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El Código Civil regulaba en los arts. 1409 y 1427 lo atinente al plazo de entrega de la
cosa: el primero disponía que el vendedor debía entregarla el día convenido y, a falta de
pacto, el día que el comprador lo exigiera; el segundo señalaba que el adquirente estaba
obligado a recibir la cosa en el día convenido o en el que establecieran los usos y, a falta
de convención o de usos, inmediatamente después de la compra. Esas normas regían en
las ventas civiles, complementadas por los arts. 1430 y 1431, CCiv., en materia de
consecuencias del incumplimiento del comprador a su obligación a recibir la cosa.
El art. 1084 del Proyecto de 1998 contiene un artículo casi idéntico al transcripto.
II. Comentario
Como el nuevo sistema establece en el art. 6° el modo de computar los plazos fijado en
horas, habrá que estar a esas disposiciones para precisar el momento en que el vendedor
debe cumplir en tiempo su obligación de entrega. El vencimiento del plazo sin que el
enajenante haya cumplido lo coloca en situación de mora automática (cf. Halperin, al
examinar el viejo art. 464, CCom.), por considerarse que el artículo constituye un
supuesto de mora legal (contra: Zavala Rodríguez).
III. Jurisprudencia
2. Fijada una fecha límite en un acto comercial, sea para ejercer una opción, sea para
integrar un precio, debe juzgarse que el plazo es un motivo determinante para el
acreedor por lo que la mora se produce automáticamente, es ex re ( CNCom ., sala B,
JA, 1959 - V - 371).
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El extinto Código Civil establecía en el art. 1410, para las ventas civiles, un principio
similar al previsto en la norma que se comenta: el vendedor debía entregar la cosa en el
lugar pactado y, a falta de convenio sobre el punto, en el lugar en que se encontraba la
cosa en la época del contrato. Reiteraba así el principio general establecido para el pago
de las obligaciones de cosa cierta y determinada (doct. art. 747, CCiv.; cfr. Salvat).
El Código mercantil, por su parte, prescribía en el art. 461, para las ventas comerciales,
un principio idéntico al régimen civil: a falta de estipulación, el vendedor debía entregar
la cosa en el lugar donde ésta se hallaba al tiempo de la venta.
La norma transcripta resulta idéntica al art. 1085 del Proyecto de 1998, y sólo varía su
epígrafe.
II. Comentario
El Código trata en este artículo lo relativo al lugar donde la cosa vendida debe
entregarse al comprador.
El principio general reiterado en esta materia es que rige lo libremente convenido entre
las partes (doct. arts. 12, 873, 958 y 1148). Si los contratantes nada han previsto al
respecto, la ley establece las siguientes pautas residuales: a) el lugar determinado por los
usos; b) el que surja de las particularidades de la venta. Esto último alude a que la
naturaleza de la cosa, las condiciones de las partes u otras circunstancias pueden llegar a
precisar cuál es el lugar donde la cosa debe ser entregada al adquirente. Finalmente, si
faltan esos criterios residuales, la ley establece como regla supletoria final la siguiente:
si se trata de cosa cierta, el lugar de entrega es el lugar donde la cosa se encontraba al
momento de celebrarse el contrato. Como se advierte, la regla es la misma que la que
preveían los antiguos arts. 747 y 1410, CCiv., y el art. 461, CCom.
Al regular la cuestión de esta manera, el nuevo Código se apartó del propio principio
general que había establecido en materia de lugar de pago de las obligaciones de dar
cosas ciertas, ya que el art. 874, inc. a), determina que a falta de estipulación el lugar de
pago es donde la cosa " se encuentra habitualmente" , que puede no coincidir con el
lugar donde la cosa se hallaba el día de celebración del contrato. Piénsese, por ejemplo,
en la compraventa de un automotor, que puede encontrarse habitualmente en un garaje,
pero el día en que se establecieron las condiciones del negocio y se concertó la venta se
encontraba en la vía pública . Pese a la apuntada discordancia legal, se aplica la regla
del art. 1148 que se analiza, por ser específica del contrato de compraventa.
III. Jurisprudencia
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
a) Por la primera, la norma faculta a los contratantes a pactar que la puesta a disposición
de la cosa vendida, en un lugar cierto y en forma incondicional, tenga los mismos
efectos que la entrega. Los requisitos que exige la ley son dos: que el lugar sea cierto ,
lo que podría traducirse como existente e identificable, y que la puesta a disposición sea
incondicional, es decir que no esté subordinada a condiciones, como podría ser, por
ejemplo, que se la sujete al pago del precio o de una parte de él, a otorgar garantías por
el saldo, que el adquirente renuncie al ejercicio de determinados derechos, etcétera.
En cualquier caso, la ley indica que el comprador tendrá siempre derecho a revisar la
mercadería y a expresar su disconformidad o rechazo dentro del plazo de diez días de
retirada — o el mayor plazo que se haya acordado, arg. arts. 958 y 962— , lo cual es
lógico dado que se trata de un supuesto que la ley admite para tener por cumplida la
obligación del vendedor de entregar la cosa, pero el adquirente aun no ha tenido
contacto efectivo con la cosa como para revisarla y constatar que se adecua al contrato.
La disconformidad del comprador puede manifestarse por cualquier forma (doct. art.
284), aunque conviene que sea documentada para mejorar la prueba de esa
impugnación.
b) La segunda opción que se concede a los contratantes resulta una aplicación concreta
del principio más general que establece el art. 1925, para adquirir relaciones de poder
por la tradición de la cosa. El art. 1149 establece que, en caso de mercaderías en
tránsito, es decir que deben ser remitidas por el vendedor al comprador, las partes
pueden estipular que la entrega se considere realizada por la cesión o endoso de los
documentos de transporte involucrados en la remesa — c arta de porte, conocimiento de
embarque, etc. — , y desde la fecha de aquellos actos. El endoso o cesión constituyen
dos modos válidos para transmitir títulos valores a la orden y no a la orden (art. 1838);
en materia de transporte de cosas, los títulos representativos de las mercaderías
transportadas — c arta de porte, segundo ejemplar de la carta de porte, etc. (art. 1298 y
ss.) — otorgan a su portador legítimo el derecho a la entrega de la cosa, su posesión y el
poder de disponerla mediante la transferencia del título (arts. 1303 y 1828).
Por último, en cuanto a riesgos y gastos de las cosas vendidas, la disposición que se
comenta se vincula con el art. 1151, a cuyo comentario me remito.
III. Jurisprudencia
Hay tradición simbólica en la venta de cosas muebles, ya que quien las remite las
entrega al agente que debe transportarlas por cuenta y orden del comprador, usando un
medio común de transporte generalmente utilizado (SC Salta, II, 28/2/1969 , JA, 1969 -
Reseñas - 660, sum. 131).
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
Los Códigos sustituidos no traían una norma similar a la transcripta. Sin embargo,
constituye una reproducción, con pequeñas variantes, del art. 37 de la Convención de las
Naciones Unidades sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías
sancionada en Viena el 11 de abril de 1980 (Convención de Viena de 1980) e
incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en 1983 por la ley 22.765 (ley N- 1356,
según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939).
Por otra parte, el artículo transcripto es prácticamente idéntico al art. 1086 del Proyecto
de 1998, que probablemente se haya inspirado en aquél.
Finalmente, el espíritu y finalidad del precepto que se anota se vincula con la regla
establecida en el art. 1146, a cuyo comentario me remito.
II. Comentario
Aunque el principio general en las obligaciones a plazo es que el deudor que paga antes
del plazo no puede repetir lo pagado (art. 352, y similar art. 571 del Código Civil
originario), la disposición en comentario presenta una particular situación: el vendedor
que pagó — l éase: entregó las cosas a cuya dación se había obligado— antes del plazo
y que haya entregado cosas que en cantidad o calidad no se ajusten a lo debido, tendrá la
facultad de enmendar su defectuoso proceder hasta el momento establecido inicialmente
como fecha de cumplimiento de su obligación.
a) Entregar la parte o cantidad faltante: esta hipótesis supone que el vendedor había
entregado solo una parte o una cantidad menor de la cosa debida. Se autoriza al
enajenante a completar lo adeudado y su cumplimiento se tendrá por realizado en
tiempo y forma;
La expresión de " cosa no adecuada al contrato" que emplea el nuevo Código tanto en
este artículo como en los siguientes de esta Sección (arts. 1154, 1156, 1157, por
ejemplo) es nueva materia de regulación de la compraventa en el Derecho interno
argentino. El art. 1156 indica los supuestos en que ello se verifica: por ejemplo, se
comprende la hipótesis de diferencia de calidad de la cosa entregad respecto de la
convenida; esto responde, en última instancia, a los principios generales de identidad e
integridad del pago (arts. 868 y 869).
En los casos de los apartados b) y c) referidos, el art. 1150 autoriza al vendedor a ejercer
su derecho siempre y cuando ello no ocasione al comprador " inconvenientes ni gastos
excesivos" : esta fórmula es la misma que utiliza la ley al regular la hipótesis de falta de
conformidad de los documentos entregados anticipadamente al comprador (art. 1146), y
replica los términos de la Convención de Viena (arts. 34 y 37). Sin embargo, en esta
Convención, aquella prevención se establece para todas las hipótesis que el vendedor
puede ejercer, y no sólo para las señaladas en los anteriores apartados b) y c).
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El Código Civil no preveía una disposición exacta a la transcripta, aunque del principio
res perit et crescit domino vigente en el texto extinguido (doct. arts. 578 y ss., CCiv.) y
del art. 1415 que ponía a cargo del vendedor los gastos de la entrega de la cosa, podían
advertirse algunas semejanzas con lo establecido en este precepto.
II. Comentario
El artículo que se anota constituye una aplicación particular del principio más general
que el nuevo Código establece en el art. 755: el propietario soporta los riesgos de la
cosa, que se corresponde con el principio latino res perit domino , esto es, las cosas
perecen o se pierden para su dueño.
Art. 1152.— Tiempo del pago. El pago se hace contra la entrega de la cosa, excepto
pacto en contrario. El comprador no está obligado a pagar el precio mientras no tiene la
posibilidad de examinar las cosas, a menos que las modalidades de entrega o de pago
pactadas por las partes sean incompatibles con esta posibilidad.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El Código Civil preveía la obligación del comprador de pagar el precio en los arts. 1411
y 1424, estableciendo como principio general que el pago debía realizarse en el lugar y
tiempo estipulados en el contrato y, a falta de convenio, en el lugar y tiempo en que se
haga entrega de la cosa, excepto que la venta hubiera sido a crédito. Se fijaban algunos
efectos complementarios en los arts. 1418, 1426 y 1428, CCiv.
El Código mercantil regulaba la cuestión del tiempo y lugar del pago del precio en las
ventas comerciales en los arts. 464 y 465: por el primero, a falta de estipulación en
contrario, el comprador tenía diez días para pagar el precio contados desde que el
vendedor había puesto la cosa a su disposición, pero no podía exigir la entrega de la
cosa si no pagaba simultáneamente su precio; por el segundo, se establecía que desde
que el vendedor ponía la cosa a disposición del comprador y éste se daba por satisfecho
de su calidad, existía la obligación de pagar el precio al contado o al término pactado.
También se vinculaban con esta materia los arts. 455 y 457, CCom., sobre ventas de
cosas que no se tenían a la vista y que generaban el derecho del comprador a examinar
la cosa comprada.
La segunda parte del art. 1152 es un fiel reflejo del art. 58.3 de a Convención de las
Naciones Unidades sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías
sancionada en Viena el 11 de abril de 1980 (Convención de Viena de 1980), que fue
incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en 1983 por la ley 22.765 (ley N- 1356,
según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939).
El art. 1088 del Proyecto de 1998 es la fuente inmediata de esta disposición, de términos
casi idénticos a los transcriptos.
II. Comentario
El principio general en materia de pago del precio de la venta por el comprador,
nuevamente, es el de la autonomía de la voluntad, en virtud del cual las partes pueden
libremente estipular el lugar y la fecha en que el precio debe ser pagado (doct. arts. 12,
944, 958 y 962). A falta de acuerdo sobre el punto, rigen las disposiciones del precepto
en comentario.
La regla principal que impone la norma de " pago contra entrega de la cosa" recoge la
tradición en la materia, que también preveían los textos sustituidos: la simultaneidad en
los actos de entrega de la cosa objeto de la venta y del pago el precio. De esta forma, se
coloca a ambos contratantes en igualdad de condiciones respecto de la prestación
debida. El Código Civil recogía esta simultaneidad de cumplimiento en los arts. 1418,
1426 y 1428, y el Código mercantil en los arts. 464 y concs. (cf. Zavala Rodríguez).
La segunda parte del artículo recoge la sentencia que establecía el extinto art. 465,
CCom.: desde que el vendedor ponía la cosa a disposición del comprador y éste se daba
" por satisfecho de su calidad" , se activaba el deber de abonar el precio. Para las ventas
de cosas que no se tenían a la vista ni que podían clasificarse por una calidad
determinada y conocida en el comercio, el Código mercantil presumía en el comprador
la reserva de examinarlas y de rescindir libremente el contrato, si los efectos no le
convinieren (arts. 455 y 457, CCom.).
Lo que el Código exige es que el comprador tenga " la posibilidad" de examinar la cosa,
mas no que efectivamente ejercite ese derecho. Ello es lógico, ya que si fuera de otra
manera, se delegaría en el comprador la potestad de pagar el precio cuando quisiera, ya
que bastaría que se demore injustificadamente en examinar la cosa para evitar el pago
de lo debido. El art. 1155 alude a la prerrogativa del comprador de analizar el objeto
adquirido en las específicas ventas de cosas entregadas " en fardo o bajo cubierta" , que
más adelante examinaré.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El artículo en comentario constituye una réplica del art. 1089 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
El art. 1153 regula las tradicionales ventas sobre muestras que, como señalé en el
apartado anterior, son típicas del tráfico mercantil y usualmente se celebran entre
comerciantes. La muestra es una parte del producto o artículo, u otra fracción del
artículo que las partes conocen perfectamente (Zavala Rodríguez). Los ejemplos
podrían multiplicarse al infinito, pero bastan los siguientes: alfombras, telas, cortinas,
revestimientos y cerámicos, pisos flotantes u otros, materiales de construcción, y un
largo etcétera.
Una vez que la cosa ha sido recibida por el comprador, éste tiene derecho a examinarla
y a verificar si la cosa presenta vicios de calidad, faltantes, desperfectos, etc. (doct. arts.
1152 y 1157). En los términos de las nuevas normas, el comprador puede verificar si la
cosa entregada es " adecuada al contrato" . En el supuesto del art. 1149, rige el plazo allí
indicado para revisar el objeto vendido.
El Código no establece la forma o modo de transmitir esa queja y, por lo tanto, rige el
principio de libertad de formas consagrado en el art. 284. Sin embargo, a los fines
probatorios, resultará conveniente que el comprador comunique su disconformidad por
escrito o por un modo fehaciente si es posible: carta documento o notificación por acta
notarial, por ejemplo.
III. Jurisprudencia
Art. 1154.— Compraventa de cosas que no están a la vista. En los casos de cosas que no
están a la vista y deben ser remitidas por el vendedor al comprador, la cosa debe
adecuarse al contrato al momento de su entrega al comprador, al transportista o al
tercero designado para recibirla.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El art. 1090 del Proyecto de 1998 regulaba la cuestión con términos idénticos a la
norma transcripta.
II. Comentario
El régimen de esta norma debe complementarse e integrarse con los arts. 1149, 1152,
1156, 1157 y 1158, según que su aplicación corresponda considerando los diversos
supuestos y circunstancias de la venta. Las ventas a satisfacción del comprador han
quedado reguladas en el art. 1160.
La doctrina tradicional reputaba a las ventas de cosas que no se tienen a la vista como
ventas entre ausentes (Garo, Zavala Rodríguez). Si bien esta modalidad podía tener
aplicación en su tiempo, cabe preguntarse, en la era de las telecomunicaciones, Internet ,
etc., qué hipótesis usuales reales pueden llegar a ser cubiertas por esta norma.
La disposición legal establece que en la venta de cosas que no están a la vista y que,
además, deben ser remitidas por el vendedor al comprador, la cosa debe adecuarse al
contrato al momento de la entrega , ya sea al propio comprador, al transportista o al
tercero nombrado para recibirla, como podría ser un representante de aquél. Esta
regulación merece las siguientes reflexiones:
b) el concepto de " cosa adecuada al contrato" que emplea el Código en diversas normas
de esta Sección emana de la calificación provista por el art. 1156. Por lo tanto, será
necesario examinar esa disposición para verificar cuándo una cosa se considera
adecuada al convenio;
d) recibida la cosa por los sujetos indicados, se aplica el régimen del art. 1157: el
comprador podrá impugnar la falta de adecuación de las cosas vendidas al contrato,
informando esa situación al vendedor " sin demora" , como reza aquella norma, cuyo
alcance analizaré en el comentario respectivo. El plazo para cuestionar se cuenta desde
su recepción por el comprador (doct. art. 1158);
Por último, entiendo que las ventas reguladas por el artículo que se comenta — y su
régimen de impugnación consecuente, arts. 1156, 1157 y concs. — no incluye en
principio a las compraventas de consumo: éstas se regulan por su propio régimen legal
(ley 24.240 de Defensa del Consumidor, ley F - 1884 según Digesto Jurídico Argentino
aprobado por ley 26.939, y arts. 1092 a 1122 de este Código, entre otras disposiciones).
Esta norma sólo podría aplicarse subsidiariamente, de corresponder y en lo que fuere
compatible, como señalé al iniciar el comentario de esta Sección que regula la
compraventa mobiliaria.
Art. 1155.— Cosas que se entregan en fardos o bajo cubierta. Si las cosas muebles se
entregan en fardo o bajo cubierta que impiden su examen y reconocimiento, el
comprador puede reclamar en los diez días inmediatos a la entrega, cualquier falta en la
cantidad o la inadecuación de las cosas al contrato.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
La norma que se comenta replica casi exactamente los términos del famoso art. 472,
CCom., que disciplinaba el régimen de impugnación de los vicios aparentes cuando las
cosas vendidas se entregaban " en fardos o bajo cubiertas " . Sin embargo, modifica el
plazo que allí se otorgaba al comprador para cuestionar faltas en la cantidad o vicio en
calidad de las cosas vendidas y elimina la engorrosa parte de aquél vinculada con las
exigencias probatorias que se le imponían su cargo. Se mejora, entonces, la situación
jurídica del adquirente al ampliarse el plazo para su reclamo y al suprimirse las pruebas
que debía realizar para fundar su reclamo.
II. Comentario
El nuevo Código ofrece un sistema particular para que el comprador pueda impugnar la
falta de cantidad o la inadecuación de las cosas al contrato cuando se trata de ventas de
cosas que se entregan en fardos o bajo cubierta, es decir, con una terminología más
actual y apropiada, cuando la cosa o cosas se entregan encerradas en cajas, bultos,
sacos, bolsos, envueltas, etc., de manera tal que el comprador no pueda constatar en ese
acto su cantidad o calidad. Se trata del reclamo por vicios aparentes, ya que los vicios
ocultos tienen su propio régim en (arts. 1033 y ss.). Como señalé en el apartado anterior,
el texto actual es casi idéntico al del viejo Código mercantil, aunque se mejora la
posición del comprador para efectuar los reclamos que la norma le autoriza realizar.
El régimen que propone el Código para reclamar por vicios aparentes es el siguiente:
b) la venta de cosas " sobre muestras" y la venta de " cosas que no están a la vista" se
rige por los arts. 1153 y 1154, respectivamente, que se complementan con los arts.
1156, 1157 y 1158, como indiqué al comentar aquéllos;
c) los vicios ocultos tienen su propio régimen en los arts. 1033 y ss. de este Código;
d) recibida la cosa por el comprador, éste tendrá diez días — e n lugar de los tres que
reconocía el texto anterior del art. 472, CCom.— para reclamar al vendedor cualquier
falta en la cantidad o inadecuación de las cosas al contrato. El plazo de diez días se
computa por días corridos (art. 6) y comienza a correr desde el día siguiente al de la
entrega;
h) la ley no establece cuál es la forma para realizar el reclamo, por lo que rige el
principio general de libertad de formas (art. 284). Sin embargo, como he señalado al
examinar el régimen de los arts. 1153 y 1154, lo más conveniente para el comprador
será que su reclamo o impugnación se realice por algún medio escrito o fehaciente, a fin
de mejorar la prueba de ello en sede arbitral o judicial;
i) el comprador no deberá ya acreditar " que los cabos o extremidades de las piezas
están intactas" o que " los vicios o defectos no han podido suceder por caso fortuito, ni
causarse fraudulentamente en su poder" , como exigía el extinto art. 472, CCom.
Bastará que lo acredite por los medios generales de prueba previstos en la legislación
procesal, dado que deberá acreditar un hecho, y no el contrato en sí;
j) No rige el sistema supletorio de peritos arbitradores previsto en el art. 1157 para los
casos de ventas sobre muestras y de ventas de cosas que no están a la vista, puesto que
aquella norma no prevé su aplicación al régimen de los vicios aparentes regulados por el
artículo que se comenta. En este sentido, se modifica la regla del régimen mercantil
anterior, que delegaba la determinación de todo vicio o defecto que se atribuya a las
cosas vendidas, como también lo relativo a diferencias en las calidades, a la
intervención de peritos arbitradores (art. 476, CCom., cfr. Zavala Rodríguez);
k) finalmente, en términos cuasi idénticos al último párrafo del art. 472, CCom., la
nueva ley establece que el vendedor siempre puede exigir que en el acto de entrega el
comprador examine la cosa para verificar la existencia de la cantidad convenida y su
adecuación al contrato, y en caso de inacción del comprador, queda firme el acto y la
entrega, y el adquirente carecerá en lo sucesivo de derecho a efectuar reclamos
posteriores.
III. Jurisprudencia
1. El art. 472, CCom., legisla respecto de las faltas en la cantidad o vicios en la calidad,
es decir, deficiencias y vicios aparentes que pueden percibirse por el simple
reconocimiento en el momento de la entrega (CCom., JA, 19 - 994).
2. El término que establece el art. 472, CCom., tiene carácter perentorio (CCom., 42 -
288).
Art. 1156.— Adecuación de las cosas muebles a lo convenido. Se considera que las
cosas muebles son adecuadas al contrato si:
a) son aptas para los fines a que ordinariamente se destinan cosas del mismo tipo;
b) son aptas para cualquier fin especial que expresa o tácitamente se haya hecho saber al
vendedor en el momento de la celebración del contrato, excepto que de las
circunstancias resulte que el comprador no confió o no era razonable que confiara, en la
idoneidad y criterio del vendedor;
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El art. 1092 del Proyecto de 1998 también reproducía, aun más exactamente, el precepto
de la Convención referida.
II. Comentario
El art. 35.2 de la Convención de Viena, claro inspirador del artículo que se comenta,
comienza señalando que " salvo que las partes hayan pactado otra cosa [...]" ; ello
ratifica la idea expuesta precedentemente sobre el carácter supletorio y, por ende
enunciativo, de la regulación establecida en el precepto anotado. Por lo tanto, entiendo
que las hipótesis previstas por la ley, que en principio se explican por sí solas, resultan
enunciativas y no de carácter taxativo.
El art. 1156 concluye estableciendo una pauta que excluye la responsabilidad del
vendedor en caso de " inadecuación de la cosa" al contrato: señala que el enajenante no
es responsable, a tenor de lo dispuesto " en los incisos a) y c) de este artículo" , si el
comprador conocía o debía conocer la inadecuación de la cosa al tiempo de celebrarse el
contrato.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
La materia tratada por este artículo se encontraba regulada originariamente en los arts.
455, 456, 457 y 476, CCom. El Código Civil no regulaba esta cuestión.
Esas disposiciones del Código mercantil preveían un régimen para las ventas de cosas
que no se tenían a la vista, que no se podían clasificar por una calidad determinada y
conocida en el comercio, y las sujetas a prueba, por una parte (arts. 455 y 457), y de
ventas hechas sobre muestras o determinando una calidad conocida en el comercio, por
la otra (art. 456). La solución del régimen anterior para resolver las diferencias en las
ventas sobre muestras (arts. 456, CCom.) o en caso de vicios o defectos de las cosas
vendidas, o por diferencias en sus calidades, era a través de peritos arbitradores, salvo
pacto en contrario (art. 476, CCom.).
Por último, aclaro que el art. 1093 del Proyecto de 1998 reproduce casi exactamente el
artículo que se anota.
II. Comentario
a) de qué forma debe realizarse esa comunicación, por lo que como expuse en los
comentarios a aquellas normas, rige la libertad de formas del art. 284. Sin embargo, al
comprador le convendrá utilizar un medio escrito o fehaciente que le permita acreditar
la realización de la queja;
b) cuál es el plazo concreto para su impugnación, ya que la expresión " sin demora" que
la ley actual emplea no precisa un plazo exacto para ello. Como ya indiqué también,
entiendo que es razonable considerar que el reclamo del comprador debe realizarse
dentro de un plazo no mayor a cuarenta y ocho horas desde la entrega de la cosa,
considerando la celeridad y rapidez que las nuevas tecnologías proveen a los negocios y
tráfico mercantil actuales. A lo sumo, como máximo, el plazo sería de tres días, si se
pretende unificar el plazo de impugnación con la pauta genérica estatuida en el art. 748
para reclamar defectos de cantidad, calidad o vicios aparentes en las ventas de cosas
muebles cerradas o " bajo cubierta" . En cualquier caso, el plazo de impugnación nunca
podría superar el término máximo de diez días que pareciera establecerse como
parámetro general (doct. arts. 1149, 1155 y 1160 del Código, y art. 34, ley 24.240 de
Defensa del Consumidor, ley F- 1884 según Digesto Jurídico Argentino aprobado
por ley 26.939).
La última parte de la norma es novedosa cuando establece que si las partes no se ponen
de acuerdo para designar al perito arbitrador que intervendrá en el diferendo sobre la
adecuación de la cosa al contrato, cualquiera de ellas puede solicitar judicialmente su
designación dentro de un plazo de caducidad de treinta días desde que la cosa se haya
entregado; en ese caso, el juez nombra el arbitrador.
Como se trata de un plazo de caducidad, rige el art. 2566 que dispone que la caducidad
extingue el derecho no ejercido. Ahora bien: ¿cuál es el derecho que caduca? La norma
no es clara respecto de qué derecho se extinguiría por el plazo de caducidad
transcurrido: si el derecho de la parte a solicitar judicialmente la designación de un
perito arbitrador, si el derecho del contratante a nombrar perito arbitrador o,
directamente, si el plazo aborta la facultad de utilizar este medio de resolución de
diferencias y, por lo tanto, a reclamar la inadecuación de la cosa adquirida a los
términos del contrato.
III. Jurisprudencia
1. Si el comprador ha hecho imposible la prueba prevista por los arts. 456 y 476, por
desaparición de la mercadería vendida, originada por su propia naturaleza perecedera,
que exigió su inmediato consumo, no puede resistirse al pago del precio alegando que
no era de la calidad convenida (CCom., JA, 40 - 641).
2. El pronunciamiento de los peritos a que se refiere el segundo apartado del art. 456 y
el art. 476 no puede ser suplido por prueba testimonial (CCom., JA, 71 - 371).
Art. 1158.— Plazo para reclamar por los defectos de las cosas. Si la venta fue convenida
mediante entrega a un transportista o a un tercero distinto del comprador y no ha habido
inspección de la cosa, los plazos para reclamar por las diferencias de cantidad o por su
no adecuación al contrato se cuentan desde su recepción por el comprador.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
II. Comentario
Las excepciones a la regla interpretativa supletoria que provee la ley son dos: a) que las
partes hayan pactado otro modo de cómputo del plazo de impugnación, en la medida
que ese pacto no sea abusivo (doct. art. 10) y siempre que el comprador haya tenido
alguna posibilidad de examinar la cosa (doct. art. 1152, salvo los casos allí
exceptuados); b) si, pese a que la cosa se entregó a un transportista o a otro tercero, la
cosa pudo ser inspeccionada (doct. art. 1158).
Art. 1159.— Compraventa por junto. Si la venta es por una cantidad de cosas "por
junto" el comprador no está obligado a recibir sólo una parte de ellas, excepto pacto en
contrario. Si la recibe, la venta y transmisión del dominio quedan firmes a su respecto.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
legal
La denominada venta de cosas " por junto" estaba regulada tanto en el Código Civil
como en el Código de Comercio: en el primero, era tratada en los art. 1339 y 1341; en el
segundo, en los arts. 468 y 469 ó 470. Borda señalaba que los arts. 1339 a 1343 carecían
de toda significación en nuestro Derecho y por eso habían suprimidos en los Proyectos
de Reforma, con la aprobación unánime de la doctrina.
Pese a ello, el Proyecto de 1998 preveía el art. 1095 con un texto casi idéntico al
artículo que se comenta.
II. Comentario
El Código regula la venta por junto en este único artículo. No define qué se entiende por
tal, como lo hacía el Código Civil cuando establecía que la venta era por junto cuando
las cosas era n vendidas en masa, formando un solo todo y por un solo precio (art.
1339). Garo decía dos son los factores que concurren a su caracterización: el precio
único, que puede pagarse por partes o a plazos, pero que no puede dividirse con relación
a las cosas, y las prestaciones en mercaderías, que forman un complejo, un todo, sin
especificación de sus componentes, y que es menester contar, pesar, medir o clasificar.
La doctrina variaba en los ejemplos posibles, ya que mientras Salvat decía que este tipo
de ventas tenían por objeto cantidades de cosas (trigo, vino, etc.), Zavala Rodríguez
ponía ejemplos incompatibles con eso ( " vendo todas las herramientas, muebles, útiles,
de mi taller " ).
El Código de Comercio no definía este tipo de venta, pero la regulaba en los arts. 468 y
469.
Cuando la venta es " por junto" , y salvo pacto en contrario de los contratantes (arts. 12,
958, 962 y 1159), el comprador no puede ser obligado a recibir únicamente una parte de
las cosas adquiridas, porque eso implicaría precisamente desnaturalizar este tipo de
venta y desconocer la voluntad de las partes, y particularmente el interés comprador, de
adquirir las cosas como un todo.
El artículo concluye señalando que si, no obstante ello, el adquirente recibe una parte de
las cosas enajenadas, la venta y la transmisión del dominio quedarán firmes respecto de
esa parte entregada y recibida. Es, en sustancia, el régimen que establecía el art. 468,
segunda parte, CCom.
III. Jurisprudencia
b) la compraventa se conviene o es, de acuerdo con los usos, " a satisfacción del
comprador" .
El plazo para aceptar es de diez días, excepto que otro se haya pactado o emane de los
usos. La cosa se considera aceptada y el contrato se juzga concluido cuando el
comprador paga el precio sin reserva o deja transcurrir el plazo sin pronunciarse.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
legal
Las denominadas ventas sujetas a satisfacción del comprador, ventas sujetas a ensayo o
prueba, ventas ad gustum y ventas sometidas a condición suspensiva tenían una
regulación diversa en los Códigos anteriores.
Los textos del Código Civil no resultaban del todo claro respecto de si había una
relación de género a especie entre las ventas a satisfacción del comprador, reguladas en
los arts. 1365 y 1377 a 1379, como dije, y las ventas sujetas a ensayo o prueba de la
cosa y las ventas ad gustum , tratadas en los arts. 1336 y 1337, o si se trataba de
hipótesis diferentes. La doctrina nacional no coincidía al respecto. En cualquier caso,
parecía claro que todas estas clases de venta eran ventas condicionales , sujetas a la
condición suspensiva de que la cosa vendida resultara del agrado personal del
comprador. El Código Civil determinaba que si el adquirente no declaraba si la cosa
resultaba de su agrado dentro del plazo convencional fijado al efecto o dentro del
término establecido judicialmente para ello, la cosa se tenía por aceptada, la venta se
consideraba perfecta y el comprador debía abonar el precio estipulado (cfr. Borda).
b) El Código de Comercio estipulaba que para las hipótesis del art. 455 facultad de
probar la cosa vendida —" el género contratado" decía el Código— , se entendía que el
comprador podía rescindir el contrato si la cosa no le convenía. Pero el régimen
comercial era diferente de l civil en cuanto a los efectos de la mora del comprador en
probar la cosa: en aquél, el acto quedaba sin efecto alguno (doct. art. 455), mientras que
en el civil, como vimos, la venta se consideraba perfecta y cerrada, y el comprador
debía pagar el precio acordado.
La fuente inmediata de la norma es el texto casi idéntico del art. 1096 del Proyecto de
1998.
II. Comentario
El art. 1160 mantiene la esencia de lo que se consideraba la " venta a satisfacción del
comprador" y las " ventas sujetas a prueba" , y modifica algunos aspectos accesorios de
estas modalidades, en lo que hace a la terminología empleada, el ejercicio del derecho
por el adquirente y cómo su silencio impacta sobre la venta celebrada. Mejora, en
verdad, las normas sustituidas, por los siguientes motivos:
d) el art. 1160 establece un plazo de diez días para que el comprador se expida en el
sentido de aceptar o rechazar la cosa. Este constituye un plazo supletorio, ya que la
voluntad contractual (arts. 12, 958, 962 y 1160, último párrafo) o los usos negociales
pueden establecer un término diferente. El plazo se computa por días corridos (doct. art.
6);
e) los efectos que se prevén para esta modalidad de venta son los mismos que establecía
la legislación civil sustituida y difieren de la que regulaba el Código mercantil, como lo
señalé anteriormente: si el comprador paga el precio sin formular reservas en ese acto o
si deja transcurrir el plazo de diez días sin pronunciarse, la condición se considera
cumplida, es decir, la cosa se considera aceptada y el contrato perfecto y válidamente
cerrado;
f) el Código no establece la forma en que el comprador debe expedirse, por lo que regirá
en la materia el principio general de libertad de formas (art. 284). Si el adquirente paga
el precio de la venta sin efectuar reserva o si realiza cualquier otro acto del cual se
pueda inferir su intención de aceptar la cosa (doct. art. 264), como por ejemplo su
enajenación a un tercero, la venta se considera perfecta y concluida;
Finalmente, queda por señalar que en caso de duda sobre si la venta condicional está
sujeta a una condición suspensiva o resolutoria, se aplica el art. 1168, a cuyo análisis
reenvío al lector.
III. Jurisprudencia
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
legal
II. Comentario
El artículo proporciona una regla supletoria al establecer que las cláusulas de uso
frecuente en las ventas internacionales se presumen empleadas con el significado propio
que les da su uso, ya se trate de una venta internacional o nacional, y salvo que de las
circunstancias surja lo contrario.
Las cláusulas referidas por la norma son todas aquellas que tienen un uso extendido en
las ventas internacionales. La ley no las circunscribe a ningún grupo, clase o categoría
en particular. Sin embargo, es evidente que la disposición alude especialmente a los
denominados Incoterms , es decir, los International Commercial Terms , que son
aquellas cláusulas típicas y masivamente utilizadas en las compraventas internacionales
y que se identifican con las conocidas siglas EXW, FOB, FAS, CIF, CFR, etcétera.
Brevemente diré que estas reglas del comercio internacional nacieron de los inveterados
usos y costumbres provenientes de los negocios concertados entre personas o empresas
domiciliadas en diversos países que, con el tiempo, fueron consolidándose bajo las
famosas siglas referidas. Sin embargo, la tarea de sistematización, precisión de
significado y alcances, efectos y ámbito usual de aplicación de aquellas cláusulas es
realizado desde hace décadas por la también famosa Cámara de Comercio Internacional
( ICC , en su sigla inglesa), que es una institución no gubernamental constituida en el
año 1919, con sede en la ciudad de París. La ICC tiene registrado a su nombre la
expresión Incoterms , es decir, que Incoterms es una marca registrada a favor de esa
institución.
Retomando el análisis del art. 1161: en éste se establece una regla de interpretación
general según la cual todas estas cláusulas Incoterms y todas aquellas otras que puedan
utilizarse en las compraventas internacionales y que no están categorizadas como
Incoterms , tendrán el significado y deberán entenderse en el sentido que surjan de sus
usos internacionales, ya sea que se trate de una venta internacional o de una nacional.
Esta última parte de la norma se explica porque, como indiqué, también es usual que en
las ventas que se celebran y ejecutan dentro del territorio nacional se empleen ese tipo
de cláusulas para regular los diversos aspectos de una compraventa. El significado de
cada cláusula según el uso internacional es, precisamente, el que tiene estandarizado la
ICC , en tanto se trate de alguna cláusula Incoterms que esa institución sistematiza.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
legal
Ninguno de los Códigos sustituidos contenía disposiciones como ésta; s e trata de una
norma novedosa en el ordenamiento legal argentino.
El art. 1098 del Proyecto de 1998 estatuía una norma parecida a la transcripta.
II. Comentario
Como ocurre con numerosas disposiciones de esta Sección, se trata nuevamente de una
norma de interpretación de la voluntad negocial que tendrá aplicación y relevancia en
tanto no surja una regla de interpretación diversa de la voluntad de las partes o de los
usos específicos aplicables en una región o actividad determinada.
En este tipo de cláusulas, lo relevante para las partes ha sido que el pago del precio sea
realizado contra la entrega de la documentación vinculada con el contrato o que la
aceptación u otro acto del comprador quede subordinado a la entrega de esa
documentación; en definitiva, que el acto de pagar el precio o de aceptar la venta no esté
vinculado ni en función del examen, revisión o recepción de las cosas compradas, sino
únicamente relacionado con la documentación vinculante (cfr. Satanowsky). Se
considera que esta cláusula implica la renuncia del comprador a su derecho a revisar las
mercaderías antes de pagar el precio (art. 1152; antiguo art. 465, CCom.).
En otras palabras: las partes vinculan uno de los débitos a cargo d el vendedor, como es
entregar la documentación del contrato (doct. arts. 1137, 1141, inc. b] y 1146), con la
obligación del comprador de pagar el precio, con la aceptación definitiva por el
comprador de la venta o con cualquier otro acto propio del contrato, todo lo cual es
lícito y posible en el amplio marco de la autonomía de la voluntad (doct. arts. 12, 958,
962 y concs.).
La regla de interpretación que establece la norma determina que, en esos casos, el
comprador sólo puede negarse a pagar el precio, aceptar o ejecutar el acto de que se
trate en caso de falta de adecuación de los documentos con el contrato, excepto en los
siguientes supuestos: pacto en contrario, usos contrarios o que ya esté demostrada la
falta de identidad de los documentos con la cosa vendida. No es relevante para ello lo
relativo a la inspección, examen o aceptación de la cosa vendida. Si los documentos
vinculados con el contrato fueron entregados al comprador de manera anticipada al
plazo debido, se aplica el régimen del art. 1146, a cuyo comentario me remito.
El art. 1162 concluye estableciendo que si el acto de que se trate — p ago, aceptación u
otro acto— debe realizarse por medio de un banco — a lgo sumamente frecuente en las
contrataciones internacionales a través dio de la figura del crédito documentado— , el
vendedor no tiene acción contra el comprador hasta que el banco rehúse realizar el acto
debido de que se trate.
El Código de Vélez trataba la materia en el Capítulo IV, " De las cláusulas especiales
que pueden ser agregadas al contrato de compra y venta" (arts. 1363 a 1407), ubicado
dentro del articulado que disciplinaba este contrato. Como se advierte, era un
tratamiento extenso, casi de la misma expansión que el contenido de los textos que
regulan la compraventa en el sistema actual.
En ese capítulo, Vélez sentó el principio general en la materia (art. 1363), que replicaba
el principio más general de la autonomía de la voluntad estatuido en el famoso art.
1197, CCiv., y procedió a regular sucesivamente los siguiente pactos, cláusulas o
modalidades de la compraventa: la cláusula de no enajenar (art. 1364); la venta a
satisfacción del comprador (arts. 1365 y 1377 a 1379); la venta con pacto de retroventa
(arts. 1366 y 1380 a 1390); el pacto de reventa (arts. 1367 y 1391); el pacto de
preferencia (arts. 1368 y 1392 a 1396); el pacto de mejor comprador (arts. 1369 y 1397
a 1403); las ventas condicionales (arts. 1370 a 1372); la venta con cláusula de
arrepentimiento (art. 1373); la venta con pacto comisorio (arts. 1374 y 1375); la venta
con reserva de dominio (art. 1376); y las ventas aleatorias (arts. 1404 a 1407), aunque
estas últimas, más que una cláusula o pacto, son un tipo de compraventa que se
contrapone a las ventas conmutativas (ver comentarios a arts. 1130 y 1131).
Además de esas normas, el Código Civil regulaba en otras sectores del articulado que
trataba la compraventa, a las ventas sujetas a ensayo o prueba y las ventas ad gustum
(arts. 1336 y 1337), que he analizado al examinar el art. 1160.
Como se advierte, entonces, el sistema del Código Civil en la materia era extenso,
casuista y detallista, y también algo disperso e intrincado en la reglamentación que
ofrecía de algunas de las cláusulas que podían estipularse en la compraventa.
El nuevo Código agrupa bajo esta misma Sección 7ª (arts. 1163 a 1169) las normas que
disciplinan los diversos pactos o cláusulas que se pueden estipular en la compraventa.
En concreto, el nuevo ordenamiento trata las siguientes modalidades: el pacto de
retroventa, el pacto de reventa, el pacto de preferencia y las ventas condicionales.
Sin embargo, en otras disposiciones del articulado que regula la compraventa — c omo
se refleja en los comentarios a los artículos precedentes— , o en otras partes del Código,
el nuevo texto legal también prevé otras modalidades de este contrato: para las
compraventas de cosas muebles, se disciplinan las ventas sujetas a prueba y a
satisfacción del comprador (art. 1160), las ventas con cláusulas usuales en el comercio
internacional (art. 1161) y las ventas con las cláusulas referidas en el art. 1162; además,
en el art. 1972, ubicado dentro de las normas que tratan sobre los límites al dominio, se
regulan las cláusulas de inenajenabilidad, aplicables no sólo a la compraventa sino
también a otros actos a título oneroso o gratuito, tanto para cosas muebles como
inmuebles.
En cuanto a la venta con pacto comisorio, el Código elimina sin reemplazar el polémico
art. 1374, CCiv., cuyo exacto alcance fue materia de arduos debates doctrinarios y
jurisprudenciales aún inconclusos, y delega toda la materia de la cláusula resolutoria
implícita , como así se denomina en la nueva legislación, a la parte general de los
contratos (arts. 1087 a 1089).
Art. 1163.— Pacto de retroventa. Pacto de retroventa es aquel por el cual el vendedor se
reserva el derecho de recuperar la cosa vendida y entregada al comprador contra
restitución del precio, con el exceso o disminución convenidos.
El contrato sujeto a este pacto se rige por las reglas de la compraventa sometida a
condición resolutoria.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El Código Civil trataba la venta con pacto de retroventa en el art. 1366 y en los arts.
1380 a 1390. El Código mercantil no proporcionaba disposiciones al respecto.
El Proyecto de 1998 regulaba este pacto en el art. 1099, con términos muy semejantes al
actual.
II. Comentario
La doctrina nacional tradicional observó con disfavor este pacto (cfr. BORDA) porque
generalmente se utilizaba para encubrir préstamos de dinero usurarios, sirviendo la cosa
entregada de garantía de la restitución del préstamo. No obstante ello, el Código actual
regula un pacto que tiene tradición, por lo menos, romana (Trincavelli).
Por otra parte, la nueva legislación no detalla cuáles son las consecuencias del ejercicio
por el vendedor del derecho acordado por el pacto de retroventa, como lo hacía Vélez en
los arts. 1380 a 1390, CCiv., más que indicar que hay restitución recíproca de la cosa y
precio, y que este pacto se rige por " las reglas de la compraventa sometida a condición
resolutoria" . Es decir, se remite al sintético art. 1169, que más abajo también analizaré.
En cualquier caso, Vélez resultaba más explícito respecto de los efectos del ejercicio del
pacto por el vendedor, como lo revelan los arts. 1383 a 1385, CCiv., aunque
probablemente por la aplicación conjunta de las normas sobre condición resolutoria,
dominio revocable, obligaciones de dar para restituir, etc., las consecuencias previstas
por el Código anterior y el Código actual resulten semejantes en general.
Finalmente, señalo que las normas que el Código Civil proporcionaba para regular los
efectos del pacto respecto de los sucesores de los contratantes (arts. 1387 y ss., CCiv.),
fueron eliminadas por el nuevo texto, con lo cual se aplican las normas generales de este
Código en materia sucesoria.
III. Jurisprudencia
Art. 1164.— Pacto de reventa. Pacto de reventa es aquel por el cual el comprador se
reserva el derecho de devolver la cosa comprada. Ejercido el derecho, el vendedor debe
restituir el precio, con el exceso o disminución convenidos.
El Código Civil trataba la venta con pacto de reventa en los arts. 1367 y 1391, que
remitían a los arts. 1380 a 1390 que regulaban el pacto de retroventa. El Código
mercantil no proporcionaba definiciones ni regulación sobre este pacto.
El art. 1100 del Proyecto de 1998 trataba la cuestión con términos idénticos a los
transcriptos.
II. Comentario
Por este motivo, el Código Civil originario preveía que el régimen del pacto de
retroventa se aplicaba cuando la retroventa se estipulaba a favor del comprador (art.
1391, CCiv.), en cuyo caso se denominaba pacto de reventa. En virtud de esa aplicación
normativa, el pacto de reventa también estaba prohibido en la venta de cosas muebles y
el plazo máximo por el que podía acordarse en las ventas inmobiliarias era de tres años
(arts. 1380 y 1381, respectivamente, CCiv.).
III. Jurisprudencia
Ver la doctrina judicial relativa del pacto de retroventa (art. 1163), aplicable en lo
pertinente.
Art. 1165.— Pacto de preferencia. Pacto de preferencia es aquel por el cual el vendedor
tiene derecho a recuperar la cosa con prelación a cualquier otro adquirente si el
comprador decide enajenarla. El derecho que otorga es personal y no puede cederse ni
pasa a los herederos.
El comprador debe comunicar oportunamente al vendedor su decisión de enajenar la
cosa y todas las particularidades de la operación proyectada o, en su caso, el lugar y
tiempo en que debe celebrarse la subasta.
Excepto que otro plazo resulte de la convención, los usos o las circunstancias del caso,
el vendedor debe ejercer su derecho de preferencia dentro de los diez días de recibida
dicha comunicación.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El art. 1101 del Proyecto de 1998 reglaba la cuestión con términos semejantes a los de
este precepto.
II. Comentario
Sin embargo, el nuevo texto contiene algunas diferencias respecto de su antecesor, entre
las cuales destaco las siguientes:
a) en el régimen originario, la preferencia del vendedor tenía lugar sólo si el comprador
decidía venderla o darla en pago, pero no cuando enajenase la cosa por otros contratos o
constituyese sobre ella derechos reales (art. 1392, CCiv.). El nuevo sistema es más
amplio y extiende la prerrogativa del vendedor siempre que el adquirente decida
enajenar la cosa adquirida, con lo cual se incorporan otros actos posibles como la
permuta, donación, aporte en sociedad, transacción, fideicomiso u otros que impliquen
transmitir la propiedad de la cosa y, con ello, configuren una enajenación;
e) el Código Civil sustituido preveía los efectos de la venta de la cosa por el comprador
que no había dado aviso previo al vendedor: la transferencia era válida, en protección
del tercer adquirente, pero debía indemnizar al primitivo dueño los perjuicios que le
hubiera ocasionado (art. 1394). Esta disposición no se replica en el régimen actual del
pacto de preferencia en la compraventa, ni en el régimen general de este pacto regulado
en los arts. 997 y 998. Sin embargo, el art. 1166 regula genéricamente la cuestión
declarando que en las cosas registrables, el pacto es oponible al tercero si resulta del
documento inscripto en el Registro correspondiente o si de otro modo el tercero tuvo
conocimiento efectivo de la existencia del pacto, con lo cual, se protege el derecho de
preferencia del vendedor en esas hipótesis, lo que será ampliado al comentar aquella
disposición;
f) otra diferencia entre ambos sistemas se presenta si la cosa se vende por subasta: en el
régimen anterior, el vendedor tenía derecho a que el comprador le notificara el día y
lugar en que se realizaría el remate si la cosa era inmueble, mas no tenía derecho alguno
si la cosa era mueble (art. 1395); en el nuevo ordenamiento, el comprador debe
comunicar oportunamente al vendedor el tiempo y lugar de la subasta, cualquiera fuera
el tipo de cosa que se enajene.
Una vez que el comprador notifica al vendedor su decisión de enajenar la cosa, si éste
ofrece las condiciones y requisitos pretendidos por el comprador, se activa su
prerrogativa y tendrá derecho a ser preferido frente a cualquier otro tercero que
proponga las mismas condiciones; la operación, entonces, debe ser concretada con el
vendedor.
Finalmente, queda por señalar que tanto el Código sustituido como el actual no indican
cuál es la forma de la comunicación que debe formular el comprador al vendedor, ni
tampoco cuál es la manera en que el vendedor debe avisar al adquirente su decisión de
ejercer la preferencia pactada. Por lo tanto, y salvo que las partes hayan acordado un
modo especial para efectuar esas comunicaciones, en principio rige para ambas el
principio de libertad de formas consagrado genéricamente en el art. 284 para todos los
actos jurídicos, aunque para el caso del comprador hay que tener presente la posible
aplicación supletoria del art. 998 que regula la preferencia en general, según el cual esa
comunicación debe ser una " declaración" con los " los requisitos de la oferta" .
III. Jurisprudencia
2. El solo transcurso del plazo sin que el comprador haya rechazado la cosa, importa
una declaración tácita de que es de su agrado, siendo innecesario que el vendedor lo
interpele para que manifieste expresamente su decisión (CCom., sala B, 21/3/1958 , JA,
195 9-I- 6, sum. 48).
3. El pago del precio, sin reserva alguna, importa una declaración tácita del comprador
de que la cosa es de su agrado (CFed., 10/02/1965, JA, 196 5- I I- 476).
Si las cosas vendidas son muebles no registrables, los pactos no son oponibles a terceros
adquirentes de buena fe y a título oneroso.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
Como lo expuse en los comentarios anteriores, el viejo Código Civil sólo autorizaba los
pactos de retroventa y de reventa para la venta de cosas inmuebles (arts. 1380 y 1391),
pero admitía la cláusula de preferencia en todo tipo de ventas (doct. arts. 1393 y 1395).
En cuanto a su oponibilidad a terceros, el sistema del Código Civil protegía al vendedor
o al comprador, en la retroventa o en la reventa respectivamente, ya que establecía que
la obligación de sufrir la retroventa pasaba a los terceros adquirentes de la cosa, aunque
en la venta que se les hubiese hecho no se hubiere expresado que la cosa vendida estaba
sujeta a un pacto de retroventa (art. 1388, CCiv., aplicable a la reventa por remisión del
art. 1391, CCiv.; norma criticada duramente por BORDA). En cuanto al derecho de
preferencia, la legislación anterior desprotegía en parte al vendedor, ya que establecía
que si el comprador vendía la cosa sin avisar al vendedor, la venta era válida pero debía
indemnizarlo de los perjuicios que le hubiera ocasionado (arts. 1394 y 1395).
El art. 1102 del Proyecto de 1998 reglaba la cuestión con términos parecidos a la norma
actual.
II. Comentario
El artículo que se anota regula dos cuestiones importantes vinculadas con los pactos de
retroventa, reventa y preferencia: a) cuál es su ámbito de aplicación o, mejor, a qué tipo
de cosas se aplican esos pactos; y b) cuáles son los efectos de esos pactos frente a
terceros, que varían según determinadas condiciones. Los examinaré seguidamente.
b) En cuanto a los efectos de estos pactos, el art. 1166 establece un régimen general para
determinar cuándo los pactos de retroventa, reventa y de preferencia son oponibles a los
terceros interesados. La norma regula diversamente la materia según que se trate de
cosas registrables — i nmuebles, automotores, maquinaria agrícola y vial, buques,
aeronaves, etc.— o de cosas muebles no registrables. Este régimen de oponibilidad
modifica el sistema del Código Civil previsto en el art. 1388 para la retroventa, y para la
reventa por remisión del art. 1391, y el sistema de la preferencia establecido en el art.
1394, CCiv.
Para las cosas registrables, el nuevo sistema protege al beneficiario del pacto de que se
trate al disponer que ese cláusula será oponible a los terceros interesados si: a) el pacto
surge de los documentos inscriptos en el Registro que corresponda, es decir, aplicando
los efectos de la publicidad registral; o b) si el tercero tuvo de otro modo conocimiento
efectivo del pacto en cuestión. En cualquiera de esas hipótesis, el pacto de retroventa,
reventa o preferencia puede hacerse valer ante el tercero interesado, frente a quien podrá
invocarse el derecho contenido en el pacto ignorado, con el impacto que ello tendrá en
la restitución de la cosa al titular del pacto no respetado y demás cuestiones vinculadas a
ello.
Art. 1167.— Plazos. Los pactos regulados en los artículos precedentes pueden ser
convenidos por un plazo que no exceda de cinco años si se trata de cosas inmuebles, y
de dos años si se trata de cosas muebles, contados desde la celebración del contrato.
Si las partes convienen un plazo mayor se reduce al máximo legal. El plazo establecido
por la ley es perentorio e improrrogable.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El Código Civil establecía que el pacto de retroventa y el de reventa, que sólo regían en
las ventas de inmuebles, no podían tener un plazo mayor de tres años, desde el día del
contrato (art. 1381, CCiv., aplicable a la retroventa por el art. 1391, CCiv.). El pacto de
preferencia no tenía determinado por ley un plazo máximo de duración (cf. Borda).
La fuente inmediata del precepto es el art. 1103 del Proyecto de 1998, de términos muy
similares al actual.
II. Comentario
La disposición determina cuáles son los plazos máximos posibles de los pactos de
retroventa, reventa y de preferencia, que varían según el tipo de cosa objeto del
contrato: dos años en caso de muebles y cinco años en caso de inmuebles. Este último
tiempo pareciera excesivo no sólo en comparación con el término más reducido, de tres
años, que estipulaba el Código Civil originario para la retroventa y para la reventa (arts.
1381 y 1391) sino, especialmente, para la seguridad de las transacciones inmobiliarias,
especialmente en materia de retroventa y reventa, dado que quedarían en algún punto
inciertas por estar sujetas a una condición resolutoria y a un dominio imperfecto
revocable (art. 1964), que no permitiría al titular del dominio consolidar su derecho
respecto de la cosa adquirida sino hasta después de vencido ese largo plazo.
Especialmente si se advierte que coincide con el plazo ordinario de prescripción de
cinco años estatuido por el nuevo Código con carácter general (art. 2560),
sensiblemente inferior a los diez años de sus predecesores (art. 4023, CCiv., y art. 846,
CCom.), lo que denotaría un ánimo de consolidar las relaciones jurídicas y derechos en
menor tiempo que el previsto en las normas sustituidas (cf. Fundamentos del Código,
apartado IX], Libro Sexto, " Disposiciones comunes a los derechos personales y reales"
, punto 8, " Plazos de prescripción" ).
Los plazos se computan desde la celebración del contrato, cualquiera sea la fecha en que
la cosa se haya entregado al comprador. Si las partes estipularan plazos más amplios,
quedan reducidos a los términos fijados en este artículo, por tratarse de una norma
imperativa o, en su caso, de orden público, como he indicado. Tampoco las partes
pueden prorrogar ni renovar el plazo inicial establecido, de manera que sumado al
tiempo originario supere los términos de dos o cinco años establecidos por la ley, ya que
el plazo es " perentorio e improrrogable" , como señala la norma. Todo esto es,
precisamente, consecuencia directa del señalado carácter de orden público, o
imperativo, de la disposición que se analiza.
III. Jurisprudencia
1. El plazo establecido por el art. 1381, CCiv., es de orden público, por lo que es nula
cualquier convención en la medida que lo amplíe (C2ª La Plata, 22/7/1958 , JA, 1959 - I
- 165).
2. Si las partes no han estipulado el plazo para la retroventa, debe estarse al indicado en
el art. 1381, CCiv. (C. Stgo. del E., 5/8/1963 , LA LEY, 114 - 26).
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El Código Civil preveía una norma prácticamente exacta a la transcripta (art. 1372),
incorporada a continuación de la regulación de las ventas sujetas a condición suspensiva
(art. 1370) y resolutoria (art. 1371). El Código mercantil no preveía una disposición
semejante.
El art. 1104 del Proyecto de 1998 regulaba la cuestión con términos casi idénticos a los
transcriptos.
II. Comentario
Por lo tanto, en caso de duda sobre si enfrentamos a uno u otro tipo de venta
condicional, la ley presume que la condición pactada es resolutoria si antes de su
cumplimiento el vendedor había hecho tradición de la cosa al comprador.
III. Jurisprudencia
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El art. 1105 del Proyecto de 1998 contiene un texto casi idéntico al actual.
II. Comentario
Las ventas sujetas a condición resolutoria son aquellas en las que se subordina la
resolución de un derecho adquirido a un hecho futuro e incierto (art. 343). Entre otros
supuestos, quedan incluidas las compraventas con pacto de retroventa y con pacto de
reventa (arts. 1163 y 1164).
La venta bajo condición resolutoria se rige: a) por lo dispuesto en el art. 1169; b) por las
disposiciones generales aplicables a toda condición resolutoria (arts. 343 a 349); y c)
finalmente, por las reglas del dominio revocable (arts. 1964 a 1969), dado que es la
clase de dominio que adquiere el comprador en este tipo de acuerdos.
La norma anotada establece dos reglas para las compraventas sujetas a condición
resolutoria: la primera, que este tipo de ventas produce los efectos propios del contrato;
la segunda, que la tradición o la inscripción registral sólo transmite un dominio
revocable.
Como se advierte claramente, la disposición separa los efectos que el contrato produce
en el ámbito de los derechos personales — p rimera parte— , de aquellos que genera en
el área de los derechos reales — s egunda parte—:
a) En el primer campo, este tipo de venta produce los " efectos propios" del contrato.
Esto significa que las partes quedan recíprocamente obligadas a cumplir el conjunto de
obligaciones y deberes colaterales que surjan del contrato, ya sean convencionales,
legales o emergentes de los usos aplicables. Y, asimismo y como contrapartida, ambos
contratantes quedan facultados a ejercer los derechos comprendidos en esta figura
jurídica. En definitiva, las partes deben actuar " como si la venta no fuese condicional" ,
como rezaba con buena técnica el antiguo art. 1371, inc. 1°, CCiv., cuya esencia en este
punto no se ha modificado;
La aclaración legal que realiza el art. 1169, última parte, no era en verdad necesaria: por
aplicación de lo dispuesto en el art. 1965, el dominio que se transmite al comprador
cuando la venta se sujeta a una condición resolutoria es imperfecto por ser revocable,
desde que está restringido en su posible duración temporal.
b) el comprador pagó como mínimo el veinticinco por ciento del precio con anterioridad
a la traba de la cautelar;
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
1. La legislación civil
El Código Civil extinguido no conten ía una disposición como la que se anota. Regulaba
todo lo atin ente al boleto de compraventa únicamente en dos normas que disciplinaban
unos pocos aspectos relativos a este extendido instrumento contractual: el art. 1185 bis ,
incorporado en 1968 por la ley 17.711, luego modificado por la ley 17.940, que
regulaba la oponibilidad del boleto al concurso o quiebra del vendedor, tema legislado
en el siguiente artículo de este Código, y el art. 2355, cuyo último párrafo, también
incorporado por la ley 17.711, reputaba legítima la adquisición de la posesión de
inmuebles de buena fe, mediando boleto de compraventa, en una redacción que generó
polémicas doctrinarias aún no agotadas.
En lo demás, la Código precedente no traía normas expresas que rigieran los numerosos
conflictos que genera el masivo boleto de compraventa inmobiliaria, por lo que para
resolver esas controversias e interpretarlo adecuadamente debían aplicarse las normas y
principios generales que el Código Civil establecía, básicamente, en materia de actos
jurídicos, obligaciones, contratos y derechos reales.
2. La legislación mercantil
II. Comentario
1. El boleto de compraventa. Generalidades
La referida cuestión tiene una consecuencia práctica decisiva en el régimen del nuevo
Código, ya que si se reputa al boleto como un contrato preliminar habrá que aplicar las
reglas que los arts. 994 a 996 establecen para los contratos preliminares, entre las cuales
se determina que su plazo de vigencia es de un año, que las partes podrán renovar " a su
vencimiento" (art. 996) — ¿ antes no?— , lo que impactará decididamente en la
mecánica de esta masiva figura jurídica que frecuentemente se celebra por períodos muy
superiores al plazo legal indicado. La naturaleza jurídica del boleto no impactará en
materia de asentimiento conyugal de inmuebles gananciales en el régimen de
comunidad cuando se pretenda enajenarlos o gravarlos, ya que sea que se repute al
boleto como un contrato definitivo de venta o sólo se lo califique como un contrato
preliminar de venta, la ley exige para ambos supuestos la prestación del asentimiento
del cónyuge no titular del inmueble (art. 470).
El precepto predispone reglas generales para clarificar una de las cuestiones más
debatidas vinculadas con esta figura: el conflicto entre el titular de un boleto de
compraventa y el acreedor del vendedor que solicitó alguna medida cautelar sobre el
inmueble objeto de la venta.
La línea legislativa adoptada por el Código toma partido en esta debatida cuestión y
consolida la corriente jurisprudencial que predicaba la aplicación analógica del régimen
de oponibilidad del viejo art. 1185 bis , CCiv., a las ejecuciones individuales. El sistema
del art. 1185 bis , CCiv., se mantiene casi sin variantes en el nuevo Código, como se
verá al examinar el siguiente art. 1171. La norma comprende las medidas cautelares
trabadas sobre el inmueble, lo que incluye el embargo, la anotación de litis, la
prohibición de contratar u otras que puedan decretarse sobre el bien raíz de acuerdo con
la legislación procesal que corresponda aplicar.
Los requisitos que el art. 1170 prescribe para otorgar preferencia o prioridad al
adquirente del inmueble por boleto de compraventa frente a terceros que hayan trabado
medidas cautelares sobre el bien raíz enajenado son los siguientes:
a) Buena fe : este requisito surge del encabezamiento del artículo. El art. 1185 bis ,
CCiv., ya lo imponía para las ejecuciones colectivas. El adquirente debe tener buena fe
en el momento de la celebración del contrato ;
c) Pago como mínimo del 25% del precio, con anterioridad a la traba de la cautelar : el
pago de esa porción mínima del precio reitera el porcentaje que preveía el extinto art.
1185 bis . El art. 1171 reitera esta pauta . El pago tiene que haber sido realizado antes de
la traba de la medida cautelar, lo que entiendo se refiere al momento que el Registro
inmobiliario correspondiente toma razón o inscribe la orden del juez de decretar la
medida cautelar. Recordemos que, en cuanto al pago, siguen vigentes las disposiciones
de orden público de la ley 25.345 de Prevención de la Evasión Fiscal (ley L - 2441,
según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939), pese a que la realidad haya
desvirtuado su intención y prescripciones ;
d) Fecha cierta del boleto : el nuevo Código alteró el nunca pacífico régimen de la fecha
cierta de los instrumentos privados que establecía el art. 1035, CCiv., y fijó una regla
general y abierta en la materia, considerando que un instrumento privado adquiere fecha
cierta frente a terceros " el día en que acontece un hecho del que resulta como
consecuencia ineludible que el documento ya estaba firmado o no pudo ser firmado
después" (art. 317). Esta flexibilidad normativa permite que la jurisprudencia reconozca
como hechos que otorgan fecha cierta a los instrumentos privados a supuestos que
actualmente son de discutible admisión. Al exigir fecha cierta al boleto para su
preferencia ante medidas cautelares sobre el inmuebles, la legislación vigente aclara un
tema muy discutido en la doctrina (cfr. Gatti- Alterini).
d) Publicidad suficiente de la adquisición : el Código admite las variantes de publicidad
registral o posesoria para tener por satisfecho este requisito. La publicidad puede
verificarse si el titular del boleto fue puesto en posesión de la cosa o si el instrumento
ingresó para su inscripción en el Registro pertinente, cuando ello se encuentre
autorizado. La ley no aclara si la relación de poder posesoria o la inscripción en el
Registro debió comenzar antes de la traba de la medida cautelar sobre el inmueble o si
puede serlo después.
III. Jurisprudencia
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
El precepto constituye una fusión del derogado art. 1185 bis , CCiv., y del art. 146, ley
24.522 de Concursos y Quiebras.
Los requisitos que el artículo exige para que el adquirente por boleto pueda oponer su
instrumento al concurso o quiebra del vendedor y, por lo tanto, tenga un trato
preferencial diferenciado del régimen de los acreedores quirografarios, son los
siguientes:
b) El boleto debe tener fecha cierta, como también exige el art. 1170 para hacer
prevalecer el boleto frente a las medidas cautelares trabadas sobre el bien raíz;
c) El comprador debe haber abonado el veinticinco por ciento del precio de venta, como
mínimo. La norma no aclara cuándo debió verificarse ese pago, pero la doctrina judicial
del plenario capitalino Arturo de Zaguir v. Concepción Arenal SCA (LL 1981- C- 465)
aclara que el precio debió ser abonado antes de la falencia del vendedor;
Reunidos estos requisitos, el art. 1171 establece que el juez debe disponer el
otorgamiento de la escritura pública a favor del comprador. Se unifica, así, la directriz
prevista en el art. 146, ley 24.522, que también obliga al juez a disponer esa medida, y
mejora la expresión potestativa (" podrá" ) que contenía el desaparecido art. 1185 bis ,
CCiv. El art. 146 de la legislación falencial agrega que la decisión del juez se adoptará
cualquiera fuera el destino del inmueble, a diferencia de su predecesora, la vieja ley
19.551 de Concursos y Quiebras, que limitaba la aplicación a inmuebles destinados a
vivienda (cfr. Fassi).
La norma concluye con una medida protectoria del derecho del comprador por boleto,
para que no vea reducida su posibilidad de oponer el boleto al concurso o quiebra del
enajenante, y una disposición protectoria del concursado o fallido: a) por la primera, se
mantienen los plazos de cumplimiento de las obligaciones del adquirente; y b) por la
segunda, si la obligación del comprador fuera a plazo, se debe constituir hipoteca en
primer grado sobre el inmueble, en garantía del pago del saldo de precio.
III. Jurisprudencia
1. El pago del 25% del precio a que alude el art. 1185 bis del Cód. Civil debe haber sido
efectuado por el comprador antes de la falencia del vendedor, haya mediado o no por
parte del ahora fallido la entrega de la posesión del inmueble vendido a aquél ( CNCom
., en pleno 8/7/1981 , LA LEY, 1 9 81- C, 465).
I. Introducción
Desde antiguo, por ejemplo, ya el Anteproyecto Bibiloni de 1926, sólo contenía una
disposición relativa a la permuta, que disponía que las normas de la compraventa se
aplicaban por analogía al trueque de bienes (Anteproyecto de Reformas al Código Civil
argentino , t. VI, "Obligaciones. Parte especial" , Abeledo, Buenos Aires, 1932, p. 47), y
los posteriores proyectos de reforma tendieron desde siempre a simplificar y reducir el
articulado destinado a regular la permuta, estableciendo mínimas pautas, y dejando que
todo lo demás quede regulado por las disposiciones de la compraventa. Así procede
también el nuevo Código, en consonancia con los proyectos precedentes.
El nuevo ordenamiento regula la permuta, directamente, en los arts. 1172 a 1175. Sin
embargo, también provee normas aplicables a esta figura en los arts. 1039 y ss. — o
bligación de saneamiento— y en el art. 1126 — p ermuta mixta o con saldo— , que
deben por ello ser tenidos en cuenta al momento de examinar este contrato.
Los arts. 1172 a 1175 se han tomado del Proyecto de Código Único Civil y Comercial
de 1998, que regulaba la permuta en los arts. 1106 a 1109, con términos muy similares a
los del nuevo Código.
Por último, señalo que el nuevo ordenamiento no ha reproducido el art. 1486, CCiv.,
como tampoco su espejo en la compraventa, el art. 1425, CCiv. (Rezzónico, Borda), que
también se suprime, aunque la regla que ellos consagraban puede considerarse
comprendida ya sea en la figura de la " suspensión del cumplimiento" (art. 1031), que es
la vieja y conocida " excepción de incumplimiento contractual" (arts. 510 y 1201,
CCiv.; cf. SPOTA) o en la figura de la tutela preventiva que ahora regula el art. 1032
(esto último, cf. BORDA, Alejandro), ambas recogidas por este Código. Tampoco se
replican los arts. 1487 y 1488, CCiv., ni las disquisiciones sobre evicción total o parcial
de la cosa permutada, que realizaban los arts. 2128 a 2131, CCiv.
II. Comentario
2. El contrato de permuta
La definición prevista por el nuevo texto legal es más sencilla que la establecida por el
art. 1485, CCiv., y a la vez mejora su redacción, dado que la expresión " con tal que éste
[el copermutante] le dé la propiedad de otra cosa" , que contenía la última parte de
aquella disposición, era algo imprecisa en tanto se podía interpretar que la prestación del
copermutante debía ser simultánea a la obligación que asumía el permutante (cfr.
Favier- Dubois y Nocita), aunque el carácter consensual de la permuta no podía en
verdad ponerse en duda (Salvat, t. I, ob. cit. , Borda, López De Zavalía, Wayar). Por
ello, la expresión legal actual que indica que hay permutación si las partes " se obligan"
es más conveniente que su predecesora. La redacción del art. 1172 permite concluir que
el contrato de permuta se perfecciona con la asunción de las obligaciones recíprocas
asumidas por las partes, de transferirse el dominio de cosas que no son dinero. Este
perfeccionamiento contractual resulta coherente con la eliminación de la clasificación
de contratos reales y consensuales decidida por el nuevo Código (arts. 966 a 970),
aunque algún resabio de la categoría de los contratos reales se advierte en el art. 1554
relativo a la donación manual.
a) El objeto del contrato deben ser " cosas que no son dinero" . Esto requiere de varias
explicaciones.
En primer término, el objeto deben ser cosas (Rezzónico, Borda, Wayar; contra: Salvat),
cuya definición legal surge del art. 16, que dispone que los bienes materiales
susceptibles de valor económico se llaman cosas. Por lo tanto, ése es el ámbito de
funcionamiento ordinario de esta figura, acorde con el texto histórico y actual relativo a
este contrato. Spota explica que el objeto de la permuta pueden ser no sólo cosas ciertas,
sino también cosas inciertas y aun futuras, por aplicación de las reglas de la
compraventa.
b) La expresión de " cosas que no son dinero" que contiene la definición legal que se
examina permite deducir que, existiendo dinero en la operación, no se tratará ya de un
contrato de permuta sino de una compraventa u otro negocio diverso al trueque. Sin
embargo, hay que aclarar una importante situación: el texto que se comenta formaba
parte del Anteproyecto de este Código, el cual calificaba a las obligaciones en moneda
que no tuviera curso legal en la República, como una obligación de dar sumas de dinero
(art. 765 del Anteproyecto). Este artículo fue modificado por el Poder Ejecutivo
Nacional, que alteró las reglas aplicables a las obligaciones de dar dinero en moneda
extranjera y estableció que esas deudas deben considerarse como de " dar cantidades de
cosas" — e videntemente se han referido a las obligaciones de género, porque la
calificación de obligaciones de dar cantidades de cosas ha desaparecido de la nueva
legislación con esa denominación— . El texto del art. 765 reformado por el Poder
Ejecutivo Nacional fue aprobado como tal por el Congreso de la Nación, con la sola
variante de " podrá liberarse" por " puede liberarse" .
De lo anterior se deduce que las obligaciones de dar dinero en moneda que no tienen
curso legal en nuestro país se rigen por las obligaciones de género (cantidades de cosas),
asimilándolas a éstas. Se retorna, así, al régimen originario que Vélez había previsto
para ese tipo de obligaciones (art. 617, texto originario, CCiv.).
La modificación del art. 765 realizada por el Poder Ejecutivo Nacional y aprobada por
el Poder Legislativo no alteró, sin embargo, el texto del art. 1172 que se anota. Por lo
tanto, se mantuvo la expresión " cosas que no son dinero" empleada también en el
Anteproyecto, pero varió su impacto jurídico: con el texto del Anteproyecto la
adquisición de la propiedad de una cosa con dinero que no tenía curso legal en la
República era una compraventa, como también era el sistema del Código Civil al
tiempo de la sanción de este nuevo Código, con la modificación del art. 765 esa
adquisición con moneda que no tiene curso legal en el país, es decir con una " cosa que
no es dinero" , podría hacer considerar el acto como una permuta, regido por las normas
de ésta, como sostenían algunos autores bajo el régimen originario de las obligaciones
en moneda extranjera que preveía el Código Civil (Spota; López De Zavalía considera
que es una permuta de particulares características). Sin embargo, la doctrina mayoritaria
sostenía, en posición que comparto, que el pago en dinero extranjero no alteraba la
naturaleza de compraventa del acto y no lo convertía en permuta (cf. Borda, Guillermo
A., Rezzónico, Wayar). Esta controversia se reactivará con los nuevos textos legales.
Más allá de ello, lo relevante para que se configure este contrato es que las partes se
obliguen a transferirse recíprocamente el derecho real de dominio — s i fueran otros
derechos reales, rige lo expuesto respecto de la interacción de los arts. 1124 y 1175 —
que detenten sobre las cosas de su propiedad; por lo tanto, si sólo se transfirieran el uso,
la tenencia o la obligación de cuidar o conservar las cosas intercambiadas, ello no
conformaría el contrato en análisis y configuraría un contrato innominado, regido por
las reglas y según el orden establecidos por el art. 970.
c) La eliminación del Código de Comercio y, con él, del art. 451 según el cual la
adquisición de " moneda metálica" era compraventa, traerá como consecuencia
determinar si la adquisición de moneda extranjera con moneda nacional es una
compraventa o una permuta, y si es una u otra la adquisición de moneda extranjera con
moneda extranjera.
III. Jurisprudencia
Art. 1173.— Gastos. Excepto pacto en contrario, los gastos previstos en el artículo 1138
y todos los demás gastos que origine la permuta, son soportados por los contratantes por
partes iguales.
El Código Civil no preveía una norma similar a la transcripta. La fuente inmediata del
precepto que se comenta es el art. 1107, del Proyecto de 1998, casi exacto al actual.
II. Comentario
El artículo establece una norma supletoria de la voluntad de las partes que determina
cómo deben distribuirse los gastos del contrato, en caso de que nada se haya estipulado
al respecto. Es decir que el principio general es la plena autonomía de la voluntad en
esta materia — c onsagrada en el art. 958 del Código nuevo— y, en defecto de
estipulación entre las partes, la regla legal establece distribuir los costos y gastos del
contrato de manera igualitaria entre los contratantes.
El precepto remite: a) por una parte, a los gastos que el art. 1138 impone a cargo del
vendedor, esto es, los costos de entrega de la cosa vendida, los devengados en obtener
los instrumentos contractuales requeridos por los usos o por las particularidades de la
venta y, cuando el objeto es un inmueble, los gastos del estudio del título y sus
antecedentes, la mensura y los tributos que graven la venta; y b) por otra parte, a los
gastos de recibo de las cosas, incluidos los del testimonio de la escritura pública y los
demás posteriores a la venta (arts. 1141), como también las tasas o tributos, visado de
documentación, depósito, transporte u otros originados en la permuta.
La regla supletoria consagrada por el art. 1173 constituye una diferencia importante
entre el régimen aplicable a la compraventa y a la permuta: en la primera, cada parte
contractual asume ciertos gastos prefijados legalmente, mientras que en la segunda las
erogaciones se reparten igualitariamente, como ha quedado expuesto.
El fundamento de esta regla igualitaria reside en que en la permuta, cada parte asume
simultáneamente el rol de comprador y vendedor (Rezzónico, Favier- Dubois y Nocita)
y, por ende, es lógico que los gastos se sufraguen equitativamente, salvo, insisto pacto
contrario al respecto.
La fuente inmediata del precepto que se comenta es el art. 1108 del Proyecto de 1998,
que regulaba la materia con términos semejantes al texto actual.
II. Comentario
El precepto en comentario reitera, con variantes de redacción, las opciones que el viejo
art. 2128, CCiv., consagraba a favor del permutante evicto, a la vez que elimina la
posibilidad que otorgaba el extinto art. 1489, CCiv., que también facultaba al
permutante vencido a reclamar a su copermutante el valor de la cosa que recibió y que
justamente perdió por evicción frente al reclamo del tercero. La doctrina armonizaba y
permitía la convivencia de las tres opciones que otorgaban esos preceptos, como indiqué
(Rezzónico, Esborraz).
b) Reclamar el valor de esa cosa, también con más los daños sufridos. El valor a tomar
en cuenta es el que tenía la cosa " al tiempo de la evicción" (art. 1174). No se reproduce
la aclaración que traía el art. 2121, CCiv., en materia de evicción total en la
compraventa, que se aplicaba a la permuta, que adicionaba " si su aumento no nació de
causas extraordinarias";
c) Ejercer alguna de las opciones que le otorga el art. 1039, es decir: 1) reclamar el
saneamiento del título; 2) solicitar un bien equivalente si la cosa perdida por evicción
era fungible; o 3) declarar la resolución del contrato, en tanto se presenten los requisitos
del art. 1049, salvo que se den las circunstancias previstas en los arts. 1050 ó 1057 del
Código. La opción de reclamar el saneamiento del título que puede ejercer el
permutante en general como titular de la obligación de saneamiento, no procedería en la
hipótesis del art. 1174, desde que presupone que el copermutante ya fue vencido por un
tercero respecto de la propiedad de la cosa transmitida y, entonces, no se podría sanear
un título que ya fue declarado como perteneciente a un tercero (cf. Borda, Alejandro) ;
d) En todos los supuestos, el permutante afectado puede reclamar los daños sufridos
(art. 1040). El nuevo Código no establece los rubros indemnizatorios posibles, como lo
hacían los arts. 2118 y siguientes, CCiv., en materia de evicción de la compraventa y,
por ende, en caso de permuta, lo que era lógico dado que la responsabilidad por
saneamiento constituye una responsabilidad de tipo objetivo (Mosset Iturraspe,
Contratos , ob. cit. ) que se independiza de la culpa o dolo del enajenante — que sólo
agravan la responsabilidad — , como parece reconocerlo también el art. 1040, inc. 2°,
del nuevo Código cuando señala que no hay indemnización de daños a favor del
adquirente si el enajenante no conoció ni pudo conocer el peligro de la evicción o la
existencia de vicios.
Ahora bien: ¿cuál es el alcance de los daños resarcibles? ¿Abarca el daño emergente,
lucro cesante, daño moral, etc., en la terminología antigua (cf. doct. arts. 1737 y ss.)? ¿O
está limitado a ciertos rubros, como lo fijaban los arts. 2118 y ss., CCiv.? Y cuando se
aplican los excepciones del art. 1040, es decir que no hay reparación de daños a favor
del copermutante evicto, ¿tampoco éste puede reclamar las costas del contrato, gastos
por mejoras, etc., como permitía el Código Civil en los referidos preceptos? Parecería
que, al no establecer categorías, se autoriza una indemnización de todos los daños
ocasionados.
Por último, señalo que la reparación de daños no procede en los diversos supuestos
establecidos en el art. 1040 del Código que, a su vez, también tiene excepciones a esas
hipótesis.
e) Antes de ser vencido por el tercero, el permutante demandado también gozará de los
derechos que se reconocen en los arts. 1039 y siguientes, como citar de evicción al
garante (art. 1046) o solicitar el reembolso de los gastos de defensa de sus derechos (art.
1047). Esas facultades podrán ser ejercidas por permutante al ser demandado
judicialmente por el tercero, mas es claro que en el supuesto de hecho del que parte el
art 1174, esto es, que el permutante ya fue vencido en la propiedad de la cosa que le fue
entregada, esta facultad podrá haber sido ejercida precisamente durante ese proceso y no
una vez que haya concluido.
III. Jurisprudencia
C uando en la permuta de inmuebles una de las partes ha integrado el precio con dinero,
tiene derecho a repetir de ese importe la suma que proporcionalmente corresponda a la
superficie que falta en el inmueble que se le ha entregado en cambio y cuya integridad
fue asegurada en el contrato (CPaz I, 4/6/1941 , LA LE Y , 22 - 965).
El Código Civil establecía una regla idéntica en el art. 1492. A su vez los arts. 1490 y
1491, CCiv., constituían aplicaciones puntuales y específicas de esa regla más general,
que el nuevo texto no reproduce por innecesarias.
II. Comentario
De todas maneras, la autonomía de la voluntad (art. 958) y los usos y prácticas vigentes
en el lugar de celebración del contrato (doct. art. 964) resultarán esenciales para
determinar el exacto contenido contractual y asignar los verdaderos efectos al contrato
de permuta celebrado, ya que las propias normas que regulan la compraventa establecen
en casi todos los casos la primacía de la voluntad de las partes o de los usos por sobre
las reglas legales supletorias que disciplinan ese contrato.
III. Jurisprudencia
Son tan afines las figuras contractuales que la compraventa, trueque o permutación, que
la propia ley (art. 1492, CCiv.) dispone la aplicación residual de las normas atinentes a
la venta y entre estas normas no puede dejar de estar aprehendida la del art. 1185 bis
(SCBA, 1/2/1985 , Abeledo Perrot online N° 70065611).
II. Comentario
El contrato de suministro es aquel en virtud del cual, el suministrado, para satisfacer las
necesidades ordinarias de su empresa recurre al suministrante, quien desempeña toda
una actividad tendiente a la entrega, continua o periódica de las cosas objeto de esta
operatoria, de acuerdo a las modalidades pactadas y a cambio de un precio.
Las partes en el contrato son: el suministrante o abastecedor, que suele ser una empresa,
dado que tal forma de organización brinda mayor seguridad en lo que respecta a la
solvencia para cumplir con las prestaciones prometidas, y el suministrado o abastecido.
El abastecedor no sólo se obliga a entregar las cosas a lo largo del tiempo, sino también
a prestar un servicio a fin que los bienes necesarios para el desarrollo y funcionamiento
de la empresa del suministrado sean recibidos por él en tiempo y forma oportunos.
Es importante destacar que entre las partes no se forma una relación de dependencia,
sino que sólo hay un contrato entre ambas. No existe la subordinación jurídica.
Asimismo se puede pactar que el suministrado pague un precio por cada entrega, o por
un conjunto de ellas.
Los caracteres de periodicidad o continuidad, son las causas por la cual las partes,
recurren a esta figura contractual y no a la compraventa.
El artículo incorpora la opción de contratar a través de esta figura no sólo bienes sino
también servicios.
III. Jurisprudencia
Art. 1177.— Plazo máximo. El contrato de suministro puede ser convenido por un plazo
máximo de veinte años, si se trata de frutos o productos del suelo o del subsuelo, con
proceso de elaboración o sin él, y de diez años en los demás casos. El plazo máximo se
computa a partir de la primera entrega ordinaria.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
II. Comentario
El objeto del suministro que describe el artículo son cosas que sean extraídas del suelo o
subsuelo, ya sea que tengan un proceso de elaboración o no.
Por cosas en sentido amplio debe entenderse, agua, frutos, combustible, minerales,
energía, etc.
Por lo general el objeto del suministro recae en cosas consumibles, pero nada impide
que se trate de cosas no consumibles, incluso no fungibles.
El artículo determina que la duración del suministro en caso de frutos o productos del
suelo o subsuelo con elaboración o sin él, es de 20 años y de 10 años para el resto de los
casos.
III. Jurisprudencia
En relación con el cómputo del plazo del contrato, el mismo se establece a partir de la
primera entrega ordinaria del servicio o mercadería. La jurisprudencia ha dicho que: "
aun cuando pudieran haber existido irregularidades en el procedimiento administrativo
de contratación directa, si el contrato de suministro había comenzado a ejecutarse con la
primera entrega de la mercadería, la administración no puede negar el pago de lo ya
recibido " (ST San Luis, 27/5/2008, LLGran Cuyo, 2008, octubre, 894).
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
II. Comentario
Son las cosas que se cuentan, pesan y miden teniendo en cuanta no sólo la calidad de las
cosas sino también las consideraciones socioeconómicas para medir la cantidad, y a su
vez considerando que existe una unidad media mínima.
El artículo establece que en principio las obligaciones pueden estar sometidas a las
necesidades normales del suministrado al tiempo de su celebración, en caso de que nada
se haya establecido en el contrato.
Art. 1179.— Aviso. Si las cantidades a entregar en cada período u oportunidad pueden
variarse, cada parte debe dar aviso a la otra de la modificación en sus necesidades de
recepción o posibilidades de entrega, en la forma y oportunidades que pacten. No
habiendo convención, debe avisarse con una anticipación que permita a la otra parte
prever las acciones necesarias para una eficiente operación.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuente del nuevo texto
II. Comentario
En este supuesto una de las partes debe dar aviso a la otra del cambio en sus
necesidades de recepción o entrega con una anticipación que permita a ésta tomar las
decisiones necesarias para una eficiente operación.
La primera obligación de entrega puede estar sometida a un plazo que puede ser diario,
semanal o mensual.
Si no hay convención alguna sobre el período de entrega, debe avisarse a la otra parte
con una antelación tal que permita realizar las acciones necesarias para una eficiente
operación.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
II. Comentario
El presente artículo protege a ambas partes contratantes, a través del plazo legal o
convencional para el cumplimiento de las prestaciones singulares.
Se entiende que el plazo para cumplir con las obligaciones de los cocontratantes es en
interés de ambos, salvo pacto en contrario.
c) debe ser pagado dentro de los primeros diez días del mes calendario siguiente a aquel
en que ocurrió la entrega.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuente del nuevo texto
II. Comentario
Ahora bien, el artículo presente prevé el supuesto que el precio no esté fijado en el
contrato, con lo cual se establecen tres posibilidades.
La tercera, menciona que a falta de convención acerca del precio, el mismo deberá ser
abonado dentro de los primeros diez días del mes en que ocurrió la entrega.
Art. 1182.— Pacto de preferencia. El pacto mediante el cual una de las partes se obliga
a dar preferencia a la otra en la celebración de un contrato sucesivo relativo al mismo o
similar objeto, es válido siempre que la duración de la obligación no exceda de tres
años.
La parte que desee contratar con terceros el reemplazo total o parcial del suministro
cuyo plazo ha expirado o expirará en fecha próxima, debe dar aviso a la otra de las
condiciones en que proyecta contratar con terceros, en la forma y condiciones pactadas
en el contrato. La otra parte debe hacer uso de la preferencia, haciéndolo saber según lo
acordado. A falta de estipulación en el contrato, se aplican la forma y condiciones de
uso. En su defecto, una parte debe notificar por medio fehaciente las condiciones del
nuevo contrato con una antelación de treinta días a su terminación y la otra debe hacer
saber por igual medio si utilizará el pacto de preferencia dentro de los quince días de
recibida la notificación. En caso de silencio de ésta, expira su derecho de preferencia.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
II. Comentario
El artículo menciona en su primer párrafo que la parte que dé preferencia a la otra para
celebrar un contrato sucesivo, relativo al mismo o similar objeto, sólo puede originar un
nuevo contrato por un plazo máximo de tres años, renovable sólo por una vez.
En caso de que una de las partes desee contratar con terceros reemplazando total o
parcialmente el contrato anterior, debe dar aviso a la otra parte de la nueva contratación
con los terceros.
La parte que haga uso de este derecho debe notificar por un medio fehaciente las
condiciones del nuevo contrato, con una antelación de treinta días a la conclusión del
mismo.
La otra parte deberá hacer saber por el mismo medio fehaciente si utilizará o no el pacto
de preferencia dentro de los quince días de recibida la notificación.
En todos los casos, la preferencia será oponible sólo a terceros que la hubiesen
conocido.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuente del nuevo texto
II. Comentario
El artículo prevé que cualquiera de las partes pueden rescindir el suministro establecido
por tiempo indeterminado, debiendo dar preaviso en el término pactado o conforme los
usos y costumbres.
El art. 1183 determina que en caso de que no haya sido establecido expresamente el
plazo de duración del contrato cualquiera de las partes podrá rescindirlo sin expresión
de causa, debiendo notificar a la otra parte con una anticipación que no puede ser menor
a 60 días, para no incurrir en responsabilidad alguna.
Quedan a salvo las prestaciones pendientes, del mes en curso, al momento en que se
notifique al cocontratante la intención de resolver el contrato, como así también el
cumplimiento de las obligaciones pecuniarias pendientes.
El artículo menciona que de no existir pacto se aplican los usos y costumbres, dentro de
ellos entendemos que cada parte podría rescindir el contrato unilateralmente, pero con
obligación de indemnizar a la otra si tal rescisión fue intempestiva o de mala fe.
III. Jurisprudencia
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuente del nuevo texto
II. Comentario
El artículo prevé la posibilidad de resolver el contrato de suministro en caso de
incumplimiento del mismo, cuando la falta sea de notable importancia.
III. Jurisprudencia
Art. 1185.— Suspensión del suministro. Si los incumplimientos de una parte no tienen
las características del artículo 1184, la otra parte sólo puede suspender sus prestaciones
hasta tanto se subsane el incumplimiento, si ha advertido al incumplidor mediante un
preaviso otorgado en los términos pactados o, en su defecto, con una anticipación
razonable atendiendo a las circunstancias.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuente del nuevo texto
II. Comentario
A diferencia del artículo anterior, en caso de incumplimiento de una de las partes de sus
deberes contractuales, la otra parte sólo puede dejar de cumplir con sus obligaciones
hasta tanto la primera subsane su incumplimiento. En este artículo no se contempla la
posibilidad de resolución contractual ante el incumplimiento de una de las partes;
siempre y cuando se haya notificado mediante un preaviso pactado con anterioridad o
con una anticipación razonable al incumplidor que no cumplió con su obligación,
teniendo en cuenta las circunstancias del caso.
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo texto
II. Comentario
III. Jurisprudencia
Capítulo 4 - Locación
Sección 1ª - Disposiciones generales. Por Esteban Javier Arias Cáu y Matías Leonardo
Nieto
Bibliografía clásica : Arias Cáu, Esteban J. , " Locación de cosas" , en Armella, Cristina
N. (dir.) - Esper, Mariano (coord.), Corte Suprema de Justicia de la Nación. Máximos
Precedentes. Contratos , t. II, La Ley, Buenos Aires, 2014; Borda, Alejandro , El
contrato de fianza. Límites de la responsabilidad del fiador , La Ley, Buenos Aires,
2009; Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil. Contratos , t. I, 8ª edición
actualizada por Alejandro BORDA, LexisNexis - Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2005;
Calegari De Grosso, Lydia E. , Urbanizaciones cerradas. Temas de derecho urbanístico,
Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2009; Cifuentes, Santos (dir.) - Sagarna, Fernando A .
(coord.), Código Civil Comentado y Anotado , t. II, 1ª edición, La Ley, Buenos Aires,
2003; Esper, Mariano, Intermediación en contratos inmobiliarios , C orretaje. Agente
inmobiliario. Instrumentos usuales. Derechos y obligaciones de los contratantes,
Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2010; Hernández, Carlos A . - Frustragli, Sandra A. , "
Contrato de Locación de cosas" , en Nicolau, Noemí , Fundamentos de derecho
contractual , t. II, La Ley, Buenos Aires, 2009; Hernández, Carlos A. - Frustragli,
Sandra A. , en Lorenzetti, Ricardo L. (dir.),Código Civil Comentado, Doctrina -
jurisprudencia - bibliografía. Contratos, Parte especial , t. I, Rubinzal Culzoni, Santa Fe,
2007; Leiva Fernández, Luis F. P ., Colección de Análisis Jurisprudencial, Contratos
Civiles y Comerciales , 1ª edición., La Ley, Buenos Aires, 2002; Leiva Fernández, Luis
F.P ., en Llambias, Jorge J. (dir.) - Alterini, Atilio A. (coord..),Código Civil anotado , t.
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los Contratos. Parte especial , t. 3, 2ª edición, Zavalía, Buenos Aires, 2003; Lorenzetti,
Ricardo L. , Tratado de los contratos , t. II, 2ª edición actualizada y aumentada,
Rubinzal- Culzoni Editores, Santa Fe, 2007; Márquez, José F. - Calderón, Maximiliano
, " La tutela del consumidor de los derechos de uso y goce de un inmueble. La locación
y la ley 24.240" , en Revista de Derecho Privado y Comunitario , Locación de cosas
inmuebles y equivalentes, 2004- 2; Moeremans, Daniel E. - Rousset, Maximiliano ,
Locaciones urbanas. Ley 23.091 , LexisNexis- Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2002;
Otero, Esteban D. , " Locación de cosas" , en Esper, Mariano , Manual de Contratos
Civiles y Comerciales. Parte Especial , Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2011;
Rezzónico, Luis M. , Estudio de los Contratos en nuestro Derecho Civil , 2ª edición, t.
II, Depalma, Buenos Aires, 1959; Salvat, Raymundo M. , Tratado de Derecho Civil
Argentino. Fuentes del nuevo texto de las obligaciones , t. II, 2ª edición actualizada por
Arturo Acuña Anzorena, TEA, Buenos Aires, 1957; Spota, Alberto G. - Leiva
Fernández , Luis F.P. , Contratos. Instituciones de Derecho Civil , t. V, 2ª edición
actualizada y ampliada, La Ley, Buenos Aires, 2009.
Art. 1187.— Definición. Hay contrato de locación si una parte se obliga a otorgar a otra
el uso y goce temporario de una cosa, a cambio del pago de un precio en dinero.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1493 y 1494; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, arts. 1074 y 1075; Proyecto de Código Civil de la República
Argentina de 1998, art. 1121.
II. Comentario
1. Definición
En primer lugar, la obligación del locador de otorgar el uso y goce de una cosa. Los
términos uso y goce aún mantienen plurisignificación jurídica, como adujo en su
momento respecto del Código de Vélez López De Zavalía (arg. art. 2145, que hace
comprender en el derecho real de uso tanto las facultades de uso, como de goce, en la
extensión y con los límites que se establezca en el título). Conceptualmente, es útil
entender el uso como la facultad de empleo de la cosa, y el goce como la de percepción
de frutos (Leiva Fernández). Así las cosas, lo realmente característico de este contrato
es el no compromiso de transmisión del derecho real de dominio o de la posesión sobre
la cosa que el locatario reconoce en cabeza del locador. Debe advertirse que pueden
darse en locación las universalidades (arg. art. 1188, Proyecto 2012; ver fundamento
nro. 188 del Proyecto de 1998), tal el caso de la locación de un fondo de comercio. Ello
ciertamente pone en jaque, artículo seguido, la definición diseñada. La más calificada
doctrina sostenía que, si por ejemplo, se quería locar en el régimen de Vélez un
inmueble con un fondo de comercio, por el inmueble podía procederse mediante la
locación, mas no así para el fondo de comercio, operación a la que debían aplicársele las
reglas de la cesión de derechos (Lorenzetti). Ahora, si bien se permite la locación de
universalidades (y, por ende, de fondos de comercio) se observa la inadecuación de la
definición al resto del articulado (ver art. 16).
El último párrafo del precepto manda aplicar en subsidio las normas del contrato de
compraventa en lo referente al consentimiento, precio y objeto. De este modo, y siempre
considerando las particulares diferencias entre ambos tipos contractuales, habrán de
resolverse las lagunas por aplicación subsidiaria de las normas sobre la compraventa y,
recién acudir a las normas generales sobre los contratos para, finalmente, recurrir a la
teoría general de las obligaciones (por ejemplo, las de dar cosas para restitución, arts.
759- 761; o bien el art. 749 para transferir uso o tenencia; o bien arts. 765- 772 de
obligaciones de dar sumas de dinero). Finalmente, en materia de integración contractual
habrá también de acudirse a los usos y prácticas (arg. art. 964 inc. c) en virtud de la
unificación de la materia civil con la comercial. Este contrato puede ser de consumo,
cuando se perfeccione una relación de consumo, debiéndose aplicar las normas del
Título III del Código Civil y Comercial de la Nación conjuntamente con las previstas en
la ley 24.240 y sus modificatorias.
III. Jurisprudencia
(ST Santiago del Estero, 20/2/2009. LLNOA, 2009-449); (CNCom., sala D, 9/8/2010,
LLAR/JUR/47112/2010).
En cuanto a las fuentes del artículo: Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1084;
Proyecto de Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1122; Ley 23.091,art.
1.
II. Comentario
1. De la forma
Cabe advertir que al reglar la forma se deja entrever la posibilidad de dar en locación
universalidades. En doctrina, con relación a la locación de un fondo de comercio, se
decía que " es en verdad un contrato complejo que rompe los límites demasiado
estrechos de la mera locación. Importa el alquiler del local e instalaciones, la venta o el
préstamo de consumo de las mercaderías, la cesión temporaria del derecho al nombre y
de la clientela" (Borda). Sin embargo, el concepto diseñado en el art. 1187 toma por
objeto las " cosas" , que deben constituir bienes materiales (art. 16). Sobre esto nos
hemos referido ya en el comentario anterior.
Este precepto permite inferir a contrario sensu, que como principio el contrato de
locación no es formal. Sin embargo, cuando el objeto del mismo constituya la
transferencia del uso y goce sobre inmuebles, muebles registrables, universalidades que
incluyan alguno de los bienes referidos, o partes materiales de un inmueble, debe
hacerse el mismo por escrito. No otorgada la forma escrita se constituye una obligación
de hacer, pudiendo otorgar el instrumento del contrato el juez en representación de la
parte omisa (arg. arts. 285 y 1018, Código Civil y Comercial de la Nación). Podríamos
decir que, en los supuestos contemplados por el artículo, nos hallamos ante negocios
formales de solemnidad relativa (Rivera), por cuanto el artículo no contiene la mención
" bajo sanción de nulidad" .
Finalmente, resta reseñar que toda prórroga o modificación de los contratos con forma
impuesta, también deberán observar la forma escrita, aspecto ya contemplado en la ley
23.091, no así en el régimen del Código Civil. Afirmándose, que " cabe considerar que
la prórroga refiere al acuerdo expreso de las partes destinado a extender la vigencia del
plazo de la locación originaria" (Hernández- Frustagli).
III. Jurisprudencia
Art. 1189.— Transmisión por causa de muerte. Enajenación de la cosa locada. Excepto
pacto en contrario, la locación:
El derecho del continuador en la locación prevalece sobre el del heredero del locatario.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1496 y 1498; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1076; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de
1998, arts. 1123 y 1124; Ley 23.091,art. 9.
II. Comentario
El precepto no es más que una aplicación del principio general recogido en el art.
1024Código Civil y Comercial de la Nación. En efecto, al no tratarse la locación de
cosas de un contrato intuito personae (Lorenzetti) sólo podría obstruir la transmisión
mortis causa un pacto o disposición legal en contrario (el que no podrá, sin embargo,
restringir el plazo del art. 1198 cuando la locación sea de inmuebles sin importar su
destino). En el caso del fallecimiento del locatario, el derecho del continuador prevalece
incluso sobre el del heredero del locatario, es decir, se genera una prevalencia de este
instituto frente al derecho sucesorio (Leiva Fernández). Es importante notar que la
redacción del texto consagra un derecho a hacer subsistir la locación sólo en cabeza de
los continuadores, sujetos que no se identifican con los herederos del locatario. Esta
opción beneficia a quien habitaba el inmueble y logre acreditar haber recibido ostensible
trato familiar por un año previo al abandono o fallecimiento del locatario. Como puede
observarse la norma exige conjuntivamente dos requisitos para ser continuador, no
bastando la mera habitación sino también, requiriéndose el trato familiar, aun cuando no
se verificare grado alguno de parentesco. Quedan comprendidas situaciones tales como
los " hijos ajenos criados o parientes lejanos sin vocación sucesoria" (Leiva Fernández).
Este artículo se aplica aun cuando la transmisión mortis causa opere a título singular,
como por ejemplo, por un legado.
En virtud de lo normado por el art. 1219 inc c) del Código Civil y Comercial de la
Nación, cuando se abandonase la cosa locada surge el derecho de resolución por causa
imputable al locatario. Sin embargo, aun cuando se ausentase el locatario sin dejar
apoderado, en la medida que tuviere grupo conviviente habitando en el inmueble, estos
tendrán la facultad de convertirse en continuadores de la locación. El abandono consiste
en el retiro de la finca arrendada sin dejar en ella la o las personas necesarias para poder
cumplir los actos materiales requeridos para su conservación (Salvat). Cabe recordar
que esta facultad exige igualmente que la cosa locada sea un inmueble con destino a
habitación.
III. Jurisprudencia
(CSJN, 20/5/1982, Fallos: 304:711); ( CNCiv ., sala C, 12/3/1992, JA, 1992 - IV - 178);
( CNCiv ., sala C, 20/5/1999, JA, 2000 - III - 583); ( CNCiv ., sala H, 17/04/1997, LA
LEY, 1997 - E, 888); ( CNCiv . sala G, 06/11/1996, LA LEY, 1997 - C, 482 ).
Art. 1191.— Facultades del representante. Para celebrar contrato de locación por más de
tres años, o cobrar alquileres anticipados por el mismo período, se requiere facultad
expresa.
Este artículo se aparta tanto de la técnica legislativa del Proyecto de 1998, como del
Código de Vélez. La nueva metodología es criticable ya que se trata de una
reproducción del principio contenido en el art. 375 in fine del Código Civil y Comercial
de la Nación, no habiéndose incluido excepción alguna que justifique su inclusión.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1881 inc. 10); Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1077; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de
1998, art. 366 inc. k).
II. Comentario
Pues bien, la norma proyectada manda tener facultades expresas para cobrar alquileres
anticipados por más de tres años, ampliando el plazo del Proyecto de 1993. Ya
alertamos que esta norma debió ubicarse en la parte general al tratar sobre la
representación. Sin embargo, cabe señalar que existe una sutil diferencia con el
contenido del art. 375 inc. k) del Código Civil y Comercial de la Nación. Mientras la
última norma exige facultades expresas para cobrar alquileres anticipados por más de un
año, la primera los exige para más de tres años. Una lectura detenida, sin embargo,
permite advertir cómo conciliar ambos preceptos. Cuando la locación sea de inmuebles,
se aplica como lex specialis el art. 375 inc. k), y por ende se requiere facultad expresa
para cobrar alquileres adelantados por más de un año. Cuando la locación verse sobre
cosas muebles, o universalidades que no contengan inmuebles, se requiere facultad
expresa para cobrar alquileres anticipados por más de tres años. No logra advertirse, sin
embargo, la necesidad de esta norma que bien pudo y debió dejarse emplazada en el art.
375 inc. k), con similar contenido al que traía el Proyecto de 1998. El facultamiento
expreso sólo es referido para cobrar los alquileres anticipados, más no para pagarlos de
ese modo. Sin embargo, el inc. h) del art. 375 del Código Civil y Comercial de la
Nación requiere facultades especiales para efectuar pagos que no sean los ordinarios de
administración, con lo cual, entendemos, un buen criterio temporal para determinar
cuando el pago por adelantado excede el mero acto de administración, es emplear el
plazo para su cobro. En conclusión, tanto para cobrar como para pagar por adelantado,
en las condiciones temporales de los artículos estudiados, se requiere de un
facultamiento especial.
Sea la locación de inmueble, mueble o universalidad, siempre que el plazo sea mayor a
tres años, se requiere facultamiento expreso para celebrar el contrato. Otra diferencia
que puede advertirse de la confrontación de ambas normas surge en que el art. 375 inc.
k) del Código Civil y Comercial de la Nación exige facultades expresas para " dar o
tomar en locación inmuebles por más de tres años" ; en cambio, la norma anotada sólo
la exige para " celebrar contrato de locación" . Entendemos que una hermenéutica
correcta podría ser incluir en el término celebrar , tanto al eventual locador como al
locatario, exigiéndose en ambos casos las facultades expresas cuando se exceda el
término legal. En otras palabras, este facultamiento especial es exigible tanto para dar
como para tomar en locación por más de tres años.
III. Jurisprudencia
Sección 2ª - Objeto y destino. Por Esteban Javier Arias Cáu y Matías Leonardo Nieto
Bibliografía clásica: Arias Cáu, Esteban J. , " Locación de cosas " , en Armella, Cristina
N . (dir.) - Esper, Mariano (coord.), Corte Suprema de Justicia de la Nación. Máximos
Precedentes. Contratos , t. II, La Ley, Buenos Aires, 2014; Moeremans, Daniel E. -
Rousset, Maximiliano , Locaciones urbanas. Ley 23.091 , LexisNexis - Abeledo -
Perrot, Buenos Aires, 2002; Otero, Esteban D. , " Locación de cosas " , en Esper,
Mariano , Manual de contratos civiles y comerciales. Parte especial , Abeledo - Perrot,
Buenos Aires, 2011.
Art. 1192.— Cosas. Toda cosa presente o futura, cuya tenencia esté en el comercio,
puede ser objeto del contrato de locación, si es determinable, aunque sea sólo en su
especie. Se comprenden en el contrato, a falta de previsión en contrario, los productos y
los frutos ordinarios.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1499, 1500 y 1501; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1078, 1079 y 1080; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1125.
II. Comentario
2. Determinada o determinable
Puede que la cosa objeto del contrato esté perfectamente delimitada (en cuyo caso se
aplicarían las reglas de las obligaciones de dar cosas ciertas para transferir su uso y
goce), o bien, sea indeterminada pero determinable. Los ejemplos clásicos son el
alquiler de un coche, sin individualización de su dominio, pero con delimitación de su
especie (por ejemplo, un coche tipo 4x4, modelo 2013, etc.). En estos últimos supuestos
habrán de aplicarse las reglas de las obligaciones de género, determinándose una cosa
de calidad media (Lorenzetti). Las cosas consumibles no son objeto del contrato de
locación, sino más bien del mutuo; pero si eventualmente se pactase un uso anormal de
las mismas, que no consista en darles el último uso (como entregar una torta para
exposición en vidriera con la condición de restituirla en un plazo) podríamos hallarnos
ante una auténtica locación de cosa (López De Zavalía). La indeterminación, por tanto,
es siempre relativa.
La norma exige, siguiendo al Proyecto de 1998, que la cosa este en el comercio. ¿Qué
sucede con las cosas fuera del comercio? Una interpretación a contrario sensu de la
nueva normativa, permite sostener que es imposible arrendar cosas fuera del comercio,
sin distinciones. Sin embargo, el régimen de Vélez permite estos contratos cuando las
cosas no hubieran sido puestas fuera del comercio en razón de su nocividad, o por
cuestiones de moral y buenas costumbres. El mismo criterio fue seguido por el art. 1080
del Proyecto de 1993, en estos términos: " Se podrán arrendar las cosas que están fuera
del comercio, salvo que lo estén por nocivas al bien público o contrarias a la moral y
buenas costumbres" . Empero, la norma proyectada no admite distinciones.
5. Frutos y productos
III. Jurisprudencia
( CNCiv ., sala C, 3/5/1989, LA LEY, 1989 - D, 41); (SCJ Mendoza, sala 1ª, 18/4/1991,
LA LEY, 1991 - C, 409); (CCiv. y Com. Resistencia, sala 4ª, 29/06/2010,
LLAR/JUR/34489/2010)
Art. 1193.— Contrato reglado por normas administrativas. Si el locador es una persona
jurídica de derecho público, el contrato se rige en lo pertinente por las normas
administrativas y, en subsidio, por las de este Capítulo.
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1502; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1081; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de
1998, art. 1126.
II. Comentario
Cuando el Estado entrega en " arrendamiento" bienes del dominio público, estamos
indudablemente en el ámbito de aplicación de las reglas del derecho público, en la
especie administrativo, siendo en tal caso más correcto aludir a " concesiones de uso"
que a locaciones o arrendamientos (López De Zavalía), y ello con total independencia
del nombre que quisieran darle las partes (Marienhoff). En este tipo de contratos se
advierte un régimen jurídico exorbitante, que no deja lugar a dudas sobre la aplicación
plena y preeminente del Derecho Administrativo.
Cuando el bien, cuyo uso y goce pretende transferirse, pertenece al dominio privado del
Estado, las normas del Derecho Administrativo se ordenan más bien al proceso de
formación de la voluntad administrativa, aunque el contrato celebrado, queda sujeto en
mayor medida a normas del derecho común. Así, con relación el régimen del Código de
Vélez, se dijo que la " locaciones sobre bienes de dominio privado del Estado están
regidas por las normas del Derecho administrativo y supletoriamente por las reglas del
Derecho común. La subsidiariedad significa que el primero alcanza a las condiciones de
la oferta, precio, plazo, formas, garantías, derecho y deberes de las partes, y en todo lo
no previsto se aplica el derecho común" (Hernández- Frustagli).
Por último, cuando el Estado actúa como sujeto de derecho privado celebrando
contratos de locación con particulares, y asumiendo el rol de locatario , queda sujeto a
las disposiciones comunes de la materia.
3. Competencia
Habría que distinguir si el Estado en sentido lato obra como locador o como locatario.
En virtud de lo expuesto, si el Estado actúa como locador " se aplican las normas del
derecho administrativo y resulta competente la Suprema Corte de Justicia" (Cifuentes-
Sagarna). En cambio, si el Estado es locatario y contrata en ese carácter la locación de
una propiedad de un particular, " se aplican las normas del derecho civil" (Cifuentes-
Sagarna), siendo competentes los tribunales ordinarios.
III. Jurisprudencia
(CSJN, 16/4/1945, Fallos: 201:339); (CFed. Bahía Blanca, sala I, 15/4/1999, LA LEY,
1999 - D, 564); (CSJN, 8/4/2008, Fallos: 331: 622)
Art. 1194.— Destino de la cosa locada. El locatario debe dar a la cosa locada el destino
acordado en el contrato.
A falta de convención, puede darle el destino que tenía al momento de locarse, el que se
da a cosas análogas en el lugar donde la cosa se encuentra o el que corresponde a su
naturaleza.
A los efectos de este Capítulo, si el destino es mixto se aplican las normas
correspondientes al habitacional.
Puede observarse una mejor técnica legislativa que subsume en un solo artículo
numerosos preceptos del Código de Vélez relativos al destino. Asimismo, el texto
resuelve problemas interpretativos al establecer que, ante la presencia de un destino
mixto, han de aplicarse las normas correspondientes al destino habitacional. No
encontramos en el nuevo régimen de locación de cosas un texto similar al del art. 1503
de Vélez (requisito de uso honesto en el destino de la cosa), pues, en realidad, no es
necesario, por vigencia de los preceptos generales contenidos en los arts. 279, 386
y 1014 del Código Civil y Comercial de la Nación.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1504 (reforma ley 11.156) y
1554.
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1083 y 1089; Proyecto de Código Civil de
la República Argentina de 1998, arts. 1127 y 1128.
II. Comentario
El artículo comentado establece las reglas necesarias para determinar el uso o destino de
la cosa locada. En primer lugar, se otorga preeminencia a la autonomía privada de las
partes mediante la frase " destino acordado" , que nosotros denominamos como destino
subjetivo . A falta de convenio expreso, se disponen distintas alternativas para suplir
esta omisión. La conjunción disyuntiva " o" permite inferir que el locatario podrá darle
a la cosa cualquiera de los siguientes destinos: aquel que tenía la cosa al momento de
celebrarse el contrato, el que se le suele dar a cosas de naturaleza análoga o bien aquel
que mejor se corresponda con la naturaleza de la cosa. Este último, lo conocemos como
destino objetivo .
Toda vez que el destino habitacional ha sido objeto de una mayor tutela, la norma
establece que existiendo destino mixto (inmueble que se alquila para colocar un
comercio y vivienda), debe dispensarse el tratamiento normativo de tutela habitacional
(ver arts. 1196, 1222). Todo error sobre el destino, en la medida que implique una
variación del régimen legal aplicable, debe ser considerado esencial, y viciará al acto de
una nulidad relativa. Se enseña por autorizada doctrina (Lorenzetti) que el destino de la
cosa puede determinarse objetiva o subjetivamente. Mientras la determinación subjetiva
del destino viene dada por el acuerdo de partes, la objetiva se vincula más bien con el
uso propio de la cosa, y reseña este autor que las cosas tienen un uso, un destino que
surge de las propias condiciones funcionales de la cosa, de los usos anteriores al
contrato y, menciona incluso, como un calificante objetivo, la habilitación municipal.
Entendemos que todas estas ideas están receptadas en el artículo 1194 anotado.
El texto (art. 1195) confiere una tutela más amplia a las personas incapaces o con
capacidad restringida, pues no sólo protege a aquellos que se encuentren bajo la
representación o guarda del locatario o sublocatario, sino que se extiende incluso a
aquellos que reciben mera " asistencia" por parte de éste, y aun cuando no habiten el
inmueble. En tal sentido, se dijo: " El art. 1195 propuesto — c oincidente con el artículo
1128 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la República Argentina— también
invalida la exigencia de que el locador pueda exigir como condición que el eventual
locatario capaz habite el inmueble junto con el incapaz" (Leiva Fernández) .
En efecto, el Proyecto de 1993 disponía, en su art. 1083, que: " Será nula toda cláusula
por la que se pretendiere excluir de la cosa arrendada o subalquilada a los menores que
estén bajo la patria potestad o guarda del locatario o sublocatario, en su caso" .
La sanción sigue siendo la nulidad de toda cláusula que restringa el ingreso de los
incapaces mencionados o pretenda excluir del inmueble, aun cuando la locación no
tuviera destino habitacional, admitiendo ambas opciones. Ello surge del giro utilizado "
cualquiera sea destino" debiéndose interpretar en sentido amplio. Asimismo, la nulidad
será " parcial y sólo recaerá sobre la cláusula de exclusión" (Cifuentes- Sagarna).
La regla se extiende a todos los incapaces de hecho y no sólo a los menores (Leiva
Fernández), como estaba redactado en el Proyecto de 1993.
III. Jurisprudencia
El Código de Vélez otorga preeminencia a la autonomía privada de las partes (art. 1197)
pudiendo éstas convenir el pago anticipado de la locación, en una sola vez o por
diferentes períodos (mensuales, bimestrales, semestrales, etc.). Sin embargo, cuando se
trata de locaciones destinadas a viviendas, el régimen tuitivo de la ley 23.091 dispuso,
para evitar excesos o abusos de los locadores, que los pagos anticipados de alquileres no
podrían ser por períodos mayores a un mes y los depósitos de garantía no podían
superar el importe equivalente a un mes de alquiler por año de locación convenida. El
Proyecto de 1998 carece de una norma similar.
II. Comentario
1. De la tutela habitacional
Se hace referencia a esta disposición en los Fundamentos como una forma de tutela
habitacional, siguiendo a la ley 23.091. Autorizada doctrina, afirmaba que el régimen
antedicho contiene " diversas disposiciones tendientes a proteger a los inquilinos de
vivienda contra los posibles abusos que puedan cometer los locadores que, dada la
escasez de viviendas, son la parte más fuerte del contrato de locación" (Borda). De este
modo, se dijo que " el legislador receptó el buen uso y desechó la práctica abusiva — f
recuente al tiempo de su sanción— que consistía en imponer pagos anticipados elevado
que en algunos casos llevaban incluso a exigir la totalidad del canon, afectándose el
acceso a la vivienda" (Hernández- Frustagli).
El Proyecto de 1998 no incluyó una pauta similar " por considerar que debían ser
regulados por la ley de oferta y demanda y que el Estado debía abstenerse de intervenir
en las relaciones patrimoniales entre particulares" (Leiva Fernández). El Código Civil y
Comercial de la Nación, sin embargo, aquí se apartó del Proyecto de 1998 y dispuso
incluir esta tutela en su articulado.
El ámbito de aplicación de esta norma está delimitado por el uso de la cosa (destino de
vivienda) no siendo, por ende aplicable a la locación de inmuebles con destino
comercial donde es costumbre exigir el pago del valor llave. En materia habitacional, el
valor llave (como cualquier concepto equivalente) constituye un sobreprecio para exigir
valores anticipados. La disposición de la ley 23.091 de locaciones urbanas consigna
que, pagados estos valores en contravención a lo normado, el locatario podría demandar
el reintegro actualizado de las sumas obladas, debiendo cargar el locador con las costas
si se requiriese para ello la iniciación de trámites judiciales. De más está decir, que
dicha prescripción era innecesaria y surge del plexo normativo vigente con lo que se
mejora la técnica legislativa. Entendemos, además, que la norma proyectada (aun
habiendo eliminado la última regla de su redacción), no pierde su contenido de orden
público y como tal es inderogable, pues de otro modo se vería frustrada la finalidad
perseguida con la misma.
Por último, cabe recordar que en aquellos casos de locaciones habitacionales regidas por
el derecho del consumidor, también se aplican sus normas protectorias a esa relación
jurídica.
III. Jurisprudencia
(CNCiv., sala E, 22/5/1980, LA LEY, 1980-D, 147); (CCiv. Neuquén, sala II, 7/8/2008,
LLAR/JUR/16466/2008)
Sección 3ª - Tiempo de la locación. Por Esteban Javier Arias Cáu y Matías Leonardo
Nieto
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1505; Proyecto de unificación de
1987, art. 1505; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1085; Proyecto de 1993 de
la Comisión Federal de Juristas, art. 1505; Proyecto de Código Civil de la República
Argentina de 1998, art. 1129.
II. Comentario
La redacción del artículo distingue entre objeto y destino. Cuando dice " cualquiera sea
su objeto" entendemos que se refiere a la posibilidad de aplicar el precepto tanto a
bienes muebles, inmuebles, o universalidades que los contengan; pero, finalmente, es el
destino de la locación el que determina el plazo máximo. El plazo máximo en las
locaciones encuentra su fundamento en razones de política legislativa. En efecto, plazos
excesivamente extensos perjudican el tráfico comercial, las inversiones en la cosa
locada, y suelen erigirse en fuente de problemas cuando la cosa ingresa en un acervo
hereditario.
El plazo debe contarse desde que principia efectivamente el uso y goce de la cosa
locada. El plazo es de carácter resolutorio, aunque no es difícil imaginar en un contrato
de locación que consigne también un plazo suspensivo (Lorenzetti); en este último caso,
la locación comenzaría a producir sus efectos pasado cierto tiempo (el término del plazo
suspensivo) y hasta el lapso que comprenda el plazo resolutorio. Esta norma debe ser
considerada de orden público, por lo que, si se excediese dicho término, el
arrendamiento debe ser considerado hecho por el máximo tolerado por la norma. Por el
mismo orden público que gravita en la norma, el destino de la cosa se determina por el
que efectivamente entendieron las partes darle a la cosa con prescindencia del que se
hubiera consignado en instrumento alguno. Si eventualmente no se hubiera acordado el
destino, debe procederse conforme lo normado por el art. 1194 del Código Civil y
Comercial de la Nación.
Sin embargo, esta opinión no es unánime, habiéndose afirmado por autorizada doctrina
que, en la " duración máxima del contrato de locación no se encuentra interesado el
orden público, desde que las partes pueden volver a contratar en los mismos términos
tantas veces como quieran, postergando sine die la restitución de la tenencia. Además,
existen en el Código Civil situaciones mucho más gravosas que el contrato de locación
que no tienen plazo máximo, como el comodato en el ámbito contractual; o que lo
tienen muy amplio, como el usufructo en el campo de los derechos reales, que puede
extenderse hasta una vida. Con el agravante — e n ambos casos— de la gratuidad,
porque el comodato es esencialmente gratuito, y el usufructo admite la modalidad
gratuita" (Leiva Fernández).
Estimamos razonable la fijación de ambos plazos. En tal sentido, se ha dicho que " debe
tenerse presente que en la contratación empresaria es muy necesario y lícito tener
contratos de locación por plazos mayores" (Lorenzetti). Por ejemplo, el Proyecto de
1993, mantenía el plazo de 10 años para las locaciones urbanas, ampliándolo a 20 años
cuando el destino del bien fuera una explotación industrial o comercial, plazos que en
nuestros días pueden parecer exiguos. El Proyecto de la Comisión Federal de Juristas
(art. 1505) disponía: " El contrato de locación no puede hacerse por mayor tiempo de
diez años si se tratara de casa habitación, y de cincuenta años en los otros casos. El que
se hiciera por mayor tiempo quedará concluido en esos plazos" .
3. De la renovación. Límite
III. Jurisprudencia
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1506, 1507, 1508, 1511;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1086 y 1087; Proyecto de Código Civil de
la República Argentina de 1998, art. 1130; ley 23.091,art. 2.
II. Comentario
Esta norma delimita su ámbito de aplicación a las locaciones que tienen por objeto
inmuebles, sin importar el destino del mismo, pudiendo ser habitacional, comercial o
industrial. Tampoco interesa si tiene o no muebles (art. 2, ley 23.091). Como bien se ha
dicho, " los plazos mínimos están instituidos a favor del locatario, atento a la finalidad
tuitiva de la ley" (Moeremans- Rousset). Así, tratándose " de una norma de orden
público, no puede ser derogada por convenio de partes, y son ineficaces las cláusulas
penales instrumentadas para que el locatario no invoque este beneficio" (Lorenzetti). La
norma es lo suficientemente clara y sienta como regla general el término de dos años,
cualquiera sea el destino. De este modo unifica los plazos, tanto para la locación
habitacional como para otros destinos.
La técnica legislativa es superior al régimen de Vélez y de la ley de locaciones urbanas,
que ya mencionamos, restringía su ámbito de aplicación a inmuebles situados dentro del
éjido urbano. Con relación a la derogación tácita de la regulación de los plazos del
Código de Vélez, por parte de la ley 23.091, se interpretaba que " dichos textos
mantienen vigencia, aunque en un ámbito residual, para las locaciones con destino de
vivienda o económicos, de inmuebles ubicados fuera de las plantas urbanas, ya que se
trata de casos excluidos, tanto del ámbito de la Ley de Locaciones Urbanas como de la
Ley de arrendamiento Rurales" (Hernández- Frustagli).
Todo contrato celebrado por un plazo menor, o sin determinación del mismo, debe ser
considerado hecho por tal término mínimo, con las excepciones que veremos en el
comentario del artículo siguiente. En el caso que las partes no hubieran determinado el
plazo de la locación, el Proyecto de 1993 (art. 1087) estableció un interesante sistema
supletorio según el caso (vivienda, oficina, departamentos amueblados, muebles para
local urbano y muebles en general).
La norma que impone el plazo mínimo " forma parte del denominado orden público de
protección de la parte débil, razón por la cual es obligatorio para el locador, pero no
para el locatario" (Lorenzetti).
En virtud que el plazo mínimo es otorgado al locatario para su protección, sólo él podría
renunciar al mismo (aunque no anticipadamente, pues estamos frente a una norma de
orden público, y serían inválidos los pactos en tal sentido). Por ello es requisito que el
locatario se encuentre en tenencia de la cosa para poder renunciar al plazo mínimo (no
podría hacerlo antes de la entrega de la misma), evitándose las " renuncias sistemáticas
y anticipadas" (Leiva Fernández).
III. Jurisprudencia
Art. 1199.— Excepciones al plazo mínimo legal. No se aplica el plazo mínimo legal a
los contratos de locación de inmuebles o parte de ellos destinados a:
c) guarda de cosas;
Tampoco se aplica el plazo mínimo legal a los contratos que tengan por objeto el
cumplimiento de una finalidad determinada expresada en el contrato y que debe
normalmente cumplirse en el plazo menor pactado.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1507 y 1508; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1086; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de
1998, art. 1131; ley 23.091,art. 2.
II. Comentario
El vocablo " excepciones" nos parece feliz, porque en el régimen de la ley 23.091 se
utiliza " excluidos" habiéndose discutido si sólo beneficiaba al locatario o también al
locador. Sin embargo, autorizada doctrina, expresaba que " los plazos mínimos están
instituidos a favor del locatario, atento a la finalidad tuitiva de la ley. Además, esta tesis
sí se ve apoyada en la facultad rescisoria del locatario pues la obligación de pagar la
indemnización prevista en la ley es renunciable" (Moeremans- Rousset).
Los destinos de excepción son los mencionados por la norma. El primer inciso es de una
hermenéutica sencilla y no nos detendremos en la misma, justificándose en las
características del locatario. El segundo inciso se refiere a locaciones con fines de
turismo, en el cual es dable advertir la supresión del requisito de ubicación en zonas
turísticas que existía en la legislación especial (ley 23.091,art. 2), permitiéndose una
interpretación extensiva de este supuesto. Aun así, entendemos resultará de suma
utilidad la aptitud turística de la zona para facilitar la prueba del destino acordado, sin
dejar de reconocer que la actual redacción resulta más razonable, pues turismo o
esparcimiento puede realizarse en cualquier lugar con prescindencia de su
infraestructura, logística o aceptación turística. La tercera excepción es la locación de
inmuebles con destino de guarda de cosas, no discriminándose los supuestos a los
cuales se refiere. En el caso de la guarda de automóviles resultará usualmente más
común entender que se ha configurado el contrato de garaje al que deben aplicarse las
normas del depósito necesario (conf. art. 1375). En el cuarto inciso se contempla la
locación de predios feriales, supuesto ya previsto en la ley 23,091, pero mejorándose su
redacción abarcando la exposición u oferta de cosas o servicios. En efecto, el predio
ferial se caracteriza por la ubicación de numerosos puestos comerciales en idéntico
inmueble y que colaboran con expensas comunes, ajustándose a mínimas pautas de
coordinación (por ejemplo, en lo referente a la limpieza, horarios de cierre y apertura,
etc.). Este último precepto se aplica, en resumidas cuentas, a distintos centros de
compras (Shopping, galerías comerciales, etc.). Por último, tampoco se aplica el
mínimo legal en aquellos contratos que tengan por objeto una finalidad, determinada y
expresada, que debe cumplirse en un plazo menor al fijado por la ley.
El texto proyectado sigue a sus antecedentes, pero con algunas modificaciones formales
y otras sustanciales. En las formales, el Proyecto de 1998 sólo contenía tres supuestos
en igual número de incisos (organismos internacionales, viviendas con muebles
destinadas al turismo y locaciones con una finalidad determinada). Por su parte, la ley
23.091 incluía cinco supuestos que estaban excluidos del mínimo legal, a saber: a)
Contratos con organismos internacionales, para embajadas y personal diplomático; b)
Locaciones de viviendas con muebles con fines de turismo en " zonas aptas para ese
destino" ; c) Ocupaciones de lugares destinados a la guarda de animales, vehículos u
otros objetos y los garajes que forman parte del inmueble; d) las locaciones de puestos
en mercados o ferias; e) Las locaciones en que el Estado (nacional, provincial,
municipios o entes autárquicos) sea inquilino. Por su parte, el Proyecto ha tomado
partido por incluir cuatro incisos y un párrafo final relativo a la locación con finalidad
determinada.
(CSJN, 20/5/1980, Fallos: 304:711 - C1ª Civ. y Com. San Nicolás, 8/10/1997, Juba
B1400721 - CNCiv ., sala H, 31/5/2005, LA LEY, 2005- E, 20).
Parágrafo 1º - Obligaciones del locador. Por Esteban Javier Arias Cáu y Matías
Leonardo Nieto
Art. 1200.— Entregar la cosa. El locador debe entregar la cosa conforme a lo acordado.
A falta de previsión contractual debe entregarla en estado apropiado para su destino,
excepto los defectos que el locatario conoció o pudo haber conocido.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1514; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1088 inc. 1); Proyecto de Código Civil de la República
Argentina de 1998, art. 1132.
II. Comentario
Este precepto estatuye la principal obligación del locador, cual es la entrega de la cosa,
la concesión de su uso y goce. Tratándose de un contrato consensual la " entrega de la
cosa es una obligación causada por el contrato, de lo que se sigue que no es un modo de
perfeccionamiento del mismo (...) La entrega tampoco es tradición, de modo que no se
transmite el dominio, sino la tenencia" (Lorenzetti).
Nos encontramos frente a una obligación de dar, con el fin de trasferir el uso o la
tenencia de la cosa que merced al art. 749, se rige en su plenitud por el esquema
previsto en este capítulo 4. Se ha dicho, con respecto a esta exigencia, que " la misma
tiene a satisfacer las expectativas que el locatario tuviere en miras al tiempo de la
contratación, en especial, considerando el destino que se le dará a la cosa locada"
(Hernández — Frustagli).
El estado apropiado de la cosa debe ser verificado al momento de la entrega, siendo una
de las obligaciones emergentes del contrato la realización de las reparaciones necesarias
en el intervalo que va desde el perfeccionamiento del mismo a la entrega, salvo los
casos excepcionales en que la autonomía de la voluntad la descarta (López De Zavalía).
III Jurisprudencia
Art. 1201.— Conservar la cosa con aptitud para el uso convenido. El locador debe
conservar la cosa locada en estado de servir al uso y goce convenido y efectuar a su
cargo la reparación que exija el deterioro originado en su calidad o defecto, en su propia
culpa, o en la de sus dependientes o en hechos de terceros o caso fortuito.
II. Comentario
1. Obligación de conservación
Por una parte, el locador debe cargar con las reparaciones que exija el deterioro causado
en la calidad de la cosa, sin perjuicio de modificar este régimen por el poder
configurador de la autonomía de la voluntad, las partes " pueden aumentar la garantía
por vicios, incluyendo en el concepto otros rubros que consideren necesarios"
(Lorenzetti). Se entiende por deterioro cuando la cosa deja de estar en buen estado
conforme al criterio socio económico vigente (López De Zavalía) y lo pactado, sin
llegar al grado propio de una destrucción total o parcial de la cosa. Se comprenden en
esta causal la humedad en las paredes, las goteras, las pérdidas de líquidos en un rodado
rentado, etc. El deterioro no debe confundirse con destrucción parcial de la cosa, pues
este último caso se caracteriza no por una aminoración en las posibilidades de buen uso
y goce de la cosa, sino por una imposibilidad de uso y goce circunscripta a una
determinada parte de la cosa (por ejemplo, si se hubiera derrumbado el techo de un
cuarto de la casa). El deterioro, señala el Código Civil y Comercial de la Nación, puede
originarse en la misma calidad de la cosa, o en un defecto. Entendemos, que ha marcado
una distinción conceptual que permite comprender como reparaciones a cargo del
locador, no sólo a aquellas que causalmente se vinculan con un vicio, rotura o falla de la
cosa (el término defecto sería comprensivo del vicio al que antes aludía el Código de
Vélez) sino también aquellas que, naturalmente, van produciéndose por el paso del
tiempo y, ciertamente, castigan con mayor dureza a una cosa si menor la calidad de sus
materiales o técnica de construcción.
También se deben estas reparaciones si se ocasionan la propia culpa del locador o sus
dependientes o incluso por caso fortuito, siendo esto último una aplicación de la regla "
res perit et crescit domino " (López De Zavalía).
Mención aparte requiere la prescripción que obliga al locador a reparar los daños
ocasionados por terceros a la cosa; no debiéndose considerar tercero para estos efectos a
las personas que convivan con el locador, o sus dependientes, ni a los visitantes
ocasionales. Tampoco comprende los daños que hubiera podido evitar el locador
ejerciendo una vigilancia razonable sobre la cosa (todo ello por el deber de
conservación que también pesa sobre el locatario, conf. art. 1206).
El último párrafo consagra el derecho del locatario a exigir una reducción del canon
proporcional a la gravedad de las molestias que le ocasionare la reparación de las
mismas, habilitándose, incluso, acorde a la gravedad de la situación, a resolver el
contrato. El art. 1519 del Código de Vélez otorgaba al locatario la facultad de cesar el
arrendamiento (con la consecuente cesación en los pagos, aun cuando no derivasen de
un casus ). Entendemos que la normativa actual aún posibilita aquella facultad si las
reparaciones exigiesen tales molestias que el locatario se viera momentáneamente
privado de usa la cosa, no pudiéndose luego exigir los meses suplementarios si esas
reparaciones se derivasen del caso fortuito (BORDA), pero sí cuando los deterioros se
vinculasen causalmente con la culpa del locador o sus dependientes.
III. Jurisprudencia
Art. 1202.— Pagar mejoras. El locador debe pagar las mejoras necesarias hechas por el
locatario a la cosa locada, aunque no lo haya convenido, si el contrato se resuelve sin
culpa del locatario, excepto que sea por destrucción de la cosa.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1539, 1545, 1549, 1550;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1088 inc. 2) y 1106; Proyecto de Código
Civil de la República Argentina de 1998, art. 1134.
II. Comentario
1. Nociones generales
La mejora es " todo aumento del valor de la cosa, aunque no afecte la estructura del bien
" (Lorenzetti). En otros términos, es una modificación valiosa en la cosa, y como toda
mejora, se caracteriza por la introducción de alguna alteración material en la cosa
(López De Zavalía). Por su parte, son mejoras necesarias aquellas modificaciones
imprescindibles o sin las cuales la cosa no puede ser conservada. Son mejoras ú tiles
aquellas que, " no siendo indispensables para la conservación de la cosa, son de
manifiesto provecho para cualquier poseedor de ella, porque no son realizadas teniendo
en cuenta el interés de una de las partes, sino de la cosa " (Lorenzetti). Por último, son
mejoras voluntarias, de lujo o recreo, las que tienen por finalidad la exclusiva utilidad
para el que las hizo.
Creemos que el artículo 1934 del Código Civil y Comercial de la Nación brinda pautas
concretas para su conceptualización. En tal sentido, se entiende como mejora necesaria
aquella " cuya realización es indispensable para la conservación de la cosa " y son a
cargo del locador (interpretando ello a contrario sensu de lo dispuesto por el art. 1207
que sólo carga las mejoras de mero mantenimiento al locatario). Ahora bien, sucede con
las mejoras necesarias que, si por la mala fe contractual del locador (Lorenzetti), o
cualquier otra causa que no sea la misma culpa del locatario, el contrato se extinguiese
de modo intempestivo, entonces se impondrá al locador la obligación de afrontar dichas
mejoras necesarias que hubiera erogado el locatario, aunque " no lo haya convenido " .
Este precepto, entendemos, podría ser derogado por la voluntad de las partes siempre
que el mismo no revista las notas propias de un contrato de consumo.
Por último, el locador deberá abonar las mejoras necesarias si el contrato se resuelve sin
culpa del locatario, englobándose aquellos supuestos que no sean por vencimiento del
plazo contractual. En tal sentido, con relación el régimen de Vélez, se dijo: " creemos
que como regla son reembolsables, y por tanto, el locador deberá hacerse cargo de ellas,
salvo extinción por culpa del locatario o pacto expreso liberatorio " (Hernández —
Frustagli).
III. Jurisprudencia
Art. 1203.— Frustración del uso o goce de la cosa. Si por caso fortuito o fuerza mayor,
el locatario se ve impedido de usar o gozar de la cosa, o ésta no puede servir para el
objeto de la convención, puede pedir la rescisión del contrato, o la cesación del pago del
precio por el tiempo que no pueda usar o gozar de la cosa. Si el caso fortuito no afecta a
la cosa misma, sus obligaciones continúan como antes.
II. Comentario
Este precepto constituye una aplicación de la doctrina de la frustración del fin del
contrato, que tiene su origen en el campo de la locación y se " aplica en contratos en los
que la finalidad perseguida por una de las partes haya sido conocida por la otra, y sea
fundamental en la terminación de la voluntad de alguno de los contratantes. En el
supuesto en que la finalidad no haya podido ser lograda y que esa falla sea producido
por alguna razón externa y ajena a la voluntad de las partes, se permite la resolución "
(Lorenzetti). En el caso de la norma anotada, se exige la concurrencia de tres
circunstancias como presupuesto de su aplicación, a saber: a) Que exista una concreta
dificultad o imposibilidad de usar o gozar de la cosa; b) Que esa dificultad o
imposibilidad se conecte casualmente con una circunstancia que revista las notas
propias del casus ; c) Que el caso fortuito afecte a la cosa locada.
Una vez verificadas todas estas notas, pueden darse dos consecuencias: 1) La extinción;
2) La suspensión del contrato (Hernández- Frustagli). El Código Civil y Comercial de la
Nación asigna esta facultad al locatario. No se respondería por daños y perjuicios salvo
pacto en contrario, pues estamos en el terreno del caso fortuito (Salvat).
La conjunción disyuntiva que se impone entre los términos usar y gozar confiere mayor
amplitud a la norma, pero es observable que el Código Civil y Comercial de la Nación
no brinda pautas claras para determinar la significación de uno y otro término.
Siguiendo con la distinción conceptual que aceptamos al comentar el art. 1187,
entendemos que si el locatario pudiera usar una cosa, pero no percibir los frutos que por
causa del contrato de locación le hubieran correspondido, queda habilitado a pedir la
suspensión del contrato si dicha circunstancia pudiera considerarse como frustratoria del
fin contractual previsto, siendo esto último, el criterio rector con que se debe aplicar la
regla.
De lo expuesto, se infiere que el caso fortuito debe afectar a la cosa y no a las personas.
Ello se colige de la nota de objetividad antes aludida que consigna el art. 1732. Así,
suponiendo que una persona alquila un departamento en un tercer piso con fines de
vivienda y sin escaleras, y luego el locatario por un accidente se ve impedido de subir
escaleras durante unos seis meses, no podría, fundado en este artículo, solicitar la
suspensión del pago del canon locativo. La objetividad exige que la imposibilidad de
uso y goce conforme la finalidad proyectada, sea de tal grado de impersonalidad, que a
cualquier contratante común y corriente pudiese impedirle el uso o goce. Quedan
incluidas en estas disposiciones imposibilidades o impedimentos que provengan del
hecho de terceros, en la medida que refieran a la cosa misma (como si una
muchedumbre evitase el ingreso o salida de un edificio por manifestar que debe ser
tratado como patrimonio arquitectónico y quitado del comercio). En cambio, " no se
encuentra comprendida la mudanza del locatario por haber cambiado su destino laboral
Vg. (ejecutivo, militar o diplomático), ni el establecimiento cercano de un negocio del
mismo que disminuye las ganancias del locatario" (Leiva Fernández).
III. Jurisprudencia
La frustración del fin del contrato es admisible en nuestro derecho como causal de
rescisión del vínculo (...) cuyo cumplimiento o continuación de cumplimiento ha
perdido sentido y razón de ser por haber sobrevenido hechos de ciertas características
que generan una situación distinta a la existente al tiempo de la celebración del contrato
(CNCom ., sala D, 22/5/2001, LA LEY, 2001- F, 423 - DJ, 2002- I-102).
El Código de Vélez, en el art. 1605, califica como vicio redhibitorio en las fincas
urbanas volverse oscura la casa por motivos de construcciones vecinas o amenazar
ruina. La pérdida de luminosidad del inmueble se encuentra plasmada en el art. 1135 del
Proyecto de 1998. No creemos que sean sobreabundantes (arts. 955, 956, o 1732 del
Código Civil y Comercial de la Nación). No podemos dejar de expresar que hay un
notable avance en la técnica legislativa frente a la casuística proyectada por Vélez (ej. la
disposición contenida en el artículo 1519 sobre los trabajos efectuados por los vecinos),
que tornaba dificultosa su interpretación.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1519, 1520, 1521, 1522, 1526 y
1605; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1119; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1135.
II. Comentario
Sin embargo, a nuestro juicio, la norma debe entenderse con cierto grado de
flexibilidad. No debe olvidarse que estos preceptos son aplicaciones de la doctrina de la
frustración del fin contractual y que, si se hubiera impuesto como condición contractual
la luminosidad del inmueble, mal podría entenderse que este artículo veda la extinción
del contrato por tal motivo. Igualmente, entendemos, nada obsta a la renegociación del
canon locativo por este motivo.
Se entiende que es un defecto grave de la cosa que impiden su uso, algunos podrían
interpretar que implican la imposibilidad total del uso de la cosa. Sin embargo,
autorizada doctrina afirma que " esta interpretación sería excesiva; se acepta sin
discrepancias serias, que basta conque hagan desagradable el uso de la cosa o impidan
su uso normal, aunque sea parcialmente" (Borda).
Cabe agregar que el texto anotado sigue el criterio ya previsto en el Proyecto de 1998, y
que se caracteriza por modificar la naturaleza de vicio redhibitorio que el Código de
Vélez le otorga al supuesto en el art. 1605. En cambio, el Proyecto del Poder Ejecutivo
de 1993 (art. 1119) también caracterizaba a la pérdida de luminosidad como vicio
redhibitorio.
Autorizada doctrina critica la calificación de vicio de este supuesto, afirmando que " no
debería ser vicio, ya que no constituye un defecto de la cosa" (Leiva Fernández). En
efecto, a diferencia del vicio redhibitorio que se caracteriza por ser oculto y anterior o
concomitante al perfeccionamiento del contrario, en este supuesto se trata de un defecto
que surge con posterioridad y que no posibilita el debido uso y goce de la cosa.
Todo el esquema anterior, sin embargo, se modifica cuando se pruebe el dolo del
locador. En dicho supuesto, el locatario queda autorizado a solicitar la reducción del
precio locativo (actio quanti minoris ) o bien a resolver el contrato (actio redhibitoria ).
Por ejemplo, la construcción de un edificio de departamentos al lado de una casa con
amplias vistas, con conocimiento previo del locador y cuyo destino hubiera sido
previsto contractualmente, en forma expresa.
4. De la responsabilidad
Art. 1205.— Prohibición de variar el destino. El locatario puede usar y gozar de la cosa
conforme a derecho y exclusivamente para el destino correspondiente. No puede
variarlo aunque ello no cause perjuicio al locador.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1503, 1504, 1554 y 1555;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1099 inc. 1) y art. 1100; Proyecto de Código
Civil de la República Argentina de 1998, art. 1136.
II. Comentario
La primera obligación del locatario consiste en usar y gozar de la cosa locada conforme
al destino pactado. El precepto debe interpretarse teniendo en cuento lo normado por el
art. 1194 del Código Civil y Comercial de la Nación y sigue los antecedentes del
Proyecto de 1993 (art. 1100) y del Proyecto de 1998 (art. 1136). Por tanto, el destino
que debe darse a la cosa es, en primer lugar, el convenido en el contrato; a falta de
convención, aquel que tenía al momento de celebrarse el arrendamiento (si hubiera
habido un uso discernible y debidamente conocido por el locatario). Caso contrario, se
entenderá que debe dársele el uso que se le dispensa a cosas similares y, finalmente, a
falta de todas estas alternativas, deberá estarse a la naturaleza objetiva y funcional de la
cosa.
Sin embargo, la voluntad de las partes puede modificarse y facultar el cambio de destino
de la cosa por un acto posterior.
2. Prohibición. Efectos
III. Jurisprudencia
(CSJN, 27/5/1974, Fallos: 288:435); (CNEsp. Civ y Com., sala II, 28/2/1978, JA, 1979-
II- 732); (CNCiv ., sala E, 2/5/2005, LL AR/JUR/8964/2005); (CNCiv ., sala M,
20/2/1992, LA LEY, 1992- E, 406).
Art. 1206.— Conservar la cosa en buen estado. Destrucción. El locatario debe mantener
la cosa y conservarla en el estado en que la recibió. No cumple con esta obligación si la
abandona sin dejar quien haga sus veces.
Responde por cualquier deterioro causado a la cosa, incluso por visitantes ocasionales,
pero no por acción del locador o sus dependientes; asimismo responde por la
destrucción de la cosa por incendio no originado en caso fortuito.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1561 al 1572; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, art. 1099 inc. 2) y art. 1102; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1137.
II. Comentario
1. Conservación de la cosa
El Proyecto de 1993 (art. 1099 inc. 2) también dispone como obligación del locatario la
de " conservar en buen estado la cosa alquilada y responder por todo deterioro que le
causare" . El texto propuesto sigue al Proyecto de 1998 (art. 1137).
2. Abandono de la cosa
El locatario responde por cualquier deterioro causado a la cosa, por hecho propio o por
terceros (visitantes), debiendo realizar las reparaciones necesarias. Asimismo, responde
por la destrucción de la cosa, en el caso de daños derivados de un incendio, excepto que
éste se origine en caso fortuito. Por ello, deberá usar con precaución los servicios
públicos domiciliarios, especialmente aquellos que sean potencialmente causa de un
incendio (ej. gas natural), debiendo efectuar el mantenimiento de los aparatos del hogar.
Conforme adelantamos, se ha mejorado el régimen de Vélez (art. 1572) que considera al
incendio como caso fortuito, hasta que el locador pruebe la culpa del locatario o
personas vinculadas (cesionario, subarrendatario, huéspedes), invirtiéndose la carga de
la prueba.
III. Jurisprudencia
El incendio no debe presumirse causado por casus , sino que debe admitirse la
posibilidad de que sea más bien el resultado de negligencia o culpa de parte de las
personas encargas de mantener la vigilancia y cuidados necesarios (CNCiv ., sala C,
1/3/1984, ED, 108- 654).
(C1ª Civ. Com. San Isidro, Sala 1ª, 11/8/1998. DJ, 1989- 1- 568).
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1573; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1102; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de
1998, art. 1138.
II. Comentario
Un buen criterio para trazar la distinción es el siguiente, tomando el ejemplo del alquiler
de un automóvil por un lapso prolongado. Según la norma que comentamos, el locatario
corre con las mejoras de mero mantenimiento, como con los gastos de conservación. Lo
que distingue a una de otra, es que el gasto, no implica alteraciones materiales en la
cosa. Si el locatario debe, por ejemplo, parchar una cubierta al advertir que la misma ha
perdido presión, habrá efectuado una tarea indispensable para que el automotor pueda
seguir funcionando correctamente y, ciertamente, por más ínfima que sea, implica un
trabajo de modificación material, pues exige el cambio de un accesorio indispensable.
Por el contrario, la obligación de abonar el precio del combustible, si bien constituye
una erogación necesaria para poder usar la cosa conforme al destino pactado, o de uso,
no implica una alteración material sobre el objeto de la relación locativa. La distinción a
veces puede ser muy confusa y casi siempre se configura como una situación de hecho
que el juez habrá de analizar en cada caso particular. El problema, obviamente, no se
presentará con las locaciones de muebles, y así, rentado un automóvil, deberá cargar el
locatario tanto con el pago del combustible como con la reparación de una cubierta
pinchada. El problema adquiere importancia práctica fundamental, sin embargo, en
relación a la locación de inmuebles. En estos casos debe interpretarse con un criterio
restrictivo los gastos que debe realizar el locatario por cuanto resulta un mero tenedor de
la cosa. Por ello en caso de duda, deberá entenderse que se está frente a un gasto de
conservación y no una mejora de tenencia en las locaciones de inmuebles (el problema,
en las locaciones de muebles, es ciertamente de gabinete).
Por similar argumento, las reparaciones que se derivan de un uso adecuado y normal de
la cosas, sólo serán a cargo del locatario en la medida que sean menores, pero si
implican una erogación substancial, como un calefón que deviene inutilizable por tener
ya veinte años de uso, serán a cargo del locador (Rezzónico), ésta es la interpretación
que mejor se ajusta a las pautas del art. 1934. Es que el locatario sólo debe correr con
mejoras de conservación que se deriven del uso ordinario que éste ha hecho, aun cuando
hubiera sido el normal y adecuado; mientras que el locador es garante de los vicios o
defectos graves y ha asumido la obligación de entregar la cosa en buen estado
(Lorenzetti). Por ejemplo, reparar una cerradura, sería una mejora de mantenimiento que
debe correr a cuenta del locatario, pero no el cambio del cableado eléctrico del
inmueble. El tema es verdaderamente arduo y, creemos, se echa de menos alguna lista
enunciativa orientadora.
2. Reparaciones urgentes
En relación a las reparaciones urgentes que corren a cargo del locador, basta con que se
le curse algún tipo de notificación que, si bien la norma no lo prescribe, conviene sea
fehaciente. Sin embargo, muchas veces la urgencia no admite dilación alguna, y no es
por ello dable exigir al locatario la espera que insume el lapso de diligenciamiento de
una carta documento (como por ejemplo ante la rotura de una cañería), y de ahí la
correcta flexibilidad de la norma. En casos como el antes descripto, el envío de un
mensaje de texto por telefonía celular, por ejemplo, revestiría gran utilidad.
III. Jurisprudencia
(CSJN, 25/4/1941, Fallos: 189:286); (CSJN, 27/5/1974, Fallos: 288:435); (CNCiv ., sala
C, 23/12/1993, LA LEY, 1994- D, 210); (CCiv. y Com., Azul, 18/6/1996. LLBA, 1996-
1004); (CNCiv ., sala E, 22/10/1999, LA LEY, 2000- B, 650); (CNCiv ., sala G,
19/9/2001, LA LEY, 2001- A, 946); (CCiv. y Com., Morón, sala II, 7/4/2009, LLBA,
2009- 667).
Art. 1208.— Pagar el canon convenido. La prestación dineraria a cargo del locatario se
integra con el precio de la locación y toda otra prestación de pago periódico asumida
convencionalmente por el locatario. Para su cobro se concede vía ejecutiva.
A falta de convención, el pago debe ser hecho por anticipado: si la cosa es mueble, de
contado; y si es inmueble, por período mensual.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1556, 1574, 1575, 1578, 1581;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1099 y 1104; Proyecto de Código Civil de
la República Argentina de 1998, art. 1139.
II. Comentario
A nuestro criterio, si el pago de expensas, por caso, fuera puesto a cargo del locatario de
un departamento, éste integrará el valor del canon locativo. Curiosamente la norma nada
dice sobre conceptos que no se abonan mensualmente como el valor llave que, a los
fines impositivos, se considera integrante del precio locativo. Cabe recordar que la
versión del art. 765 que se generó a partir de las modificaciones realizadas al
anteproyecto por el Poder Ejecutivo impide pactar el pago del canon locativo en
moneda extranjera con lo que, es probable, se siga recurriendo a la práctica de " pactar
alquileres escalonados" (Leiva Fernández). Para otra postura, el " pacto sobre alquileres
progresivos es lícito siempre que no tenga por causa una actualización contra la
inflación, y no sea abusivo" (Lorenzetti).
2. De la vía ejecutiva
Se mantiene la vía ejecutiva para el cobro de alquileres, la que estará, por lo demás
sujeta a la normativa del rito procesal aplicable. Este agregado no estaba incluido en el
antecedente del art. 1139 del Proyecto de 1998, " por considerar que esa regulación es
propia del derecho procesal y por tanto, es ajena a un código de derecho sustancial"
(Leiva Fernández). Sin embargo, el Código Civil y Comercial de la Nación estimó
adecuado incluirla para evitar dudas. También es importante precisar que la acción
ejecutiva no se circunscribe solamente al pago de los alquileres adeudados, sino también
a toda obligación que se devengue periódicamente y haya sido puesta a cargo del
locatario (ej. impuestos, tasas, servicios, expensas), y que la norma denomina canon
locativo.
3. Pauta supletoria
La norma establece como pauta supletoria que, a falta de convención, el pago de
locaciones de muebles se hace de contado, y en el caso de inmuebles, en forma
periódica, tal como mandan las costumbres en el tráfico jurídico, superándose así las
dificultades interpretativas que poseía el Código de Vélez en esta materia. La obligación
de abonar los arriendos deja de subsistir cuando el locatario intenta restituir el bien, más
allá de los justos reclamos que pueda luego el locador incoar.
III. Jurisprudencia
(CSJN, 13/3/1967, Fallos: 267:133); (CSJN, 28/3/1995, Fallos: 318:424); (CNCiv ., sala
J, 26/2/1991, LA LEY, 1991- C, 356); (CNCiv ., sala B, 1/9/1995, LA LEY, 1997- E,
1021); Los alquileres escalonados no son cláusulas de ajuste, sino precios diferentes por
distintos tiempos de locación y, por tanto, no se encuentran comprendidas en la
prohibición indexatoria de la ley de convertibilidad (CNCiv ., sala L, 17/5/1999, LA
LEY, 1999- F, 92); (C. Civ. Com., Minas, Paz y Trib., Mendoza, 3ª, 27/10/2008. LL
Gran Cuyo, 2009- 184); (CNCiv ., sala G, 21/5/1996, LA LEY, 1 99 6-E, 674); (CNCiv
., sala F, 8/3/2010, JA, 2010- III- 73).
Art. 1209.— Pagar cargas y contribuciones por la actividad. El locatario tiene a su cargo
el pago de las cargas y contribuciones que se originen en el destino que dé a la cosa
locada.
No tiene a su cargo el pago de las que graven la cosa, excepto pacto en contrario.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1553; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1113; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de
1998, art. 1140.
II. Comentario
Se ha dicho que " si el locatario asume el pago de expensas o servicios puede hacerlo
bajo una doble modalidad, entregar su monto al locador para que sea éste quien pague la
deuda, o pagarla el locatario directamente al tercero acreedor en cuyo caso debería — p
or aplicación de este artículo— entregar la constancia de pago al locador al cesar el
vínculo contractual" (Leiva Fernández).
El Código de Vélez (art. 1553) impone al locador pagar las cargas y contribuciones que
" graviten sobre la cosa arrendada" . Sin embargo, se ha dicho que en la " actualidad se
ha consolidado una práctica de sustituir esta disposición supletoria por cláusulas que
imponen al locatario el pago de impuestos y contribuciones que recaigan sobre el bien
arrendado. Sin embargo, en el contexto del Código Civil sólo son a cargo del locatario
aquellos impuestos y contribuciones que se vinculen a la actividad específica explotada
en el inmueble alquilado cuando se trata de locaciones con destino comercial"
(Hernández - Frustagli).
Este criterio fue seguido por el Proyecto del Poder Ejecutivo, art. 1113 en su primer
párrafo, considerándola también una obligación del locador. Empero, en su segundo
párrafo, en virtud de la mentada unificación, se incluyó la siguiente frase: " Sin
embargo, será el locatario el obligado a abonar las que se aplicaren en razón de la
actividad a que él se dedique" . El Proyecto de 1998 ha mantenido la distinción de las
cargas según graven la cosa o la actividad del locatario, y su contenido ha sido
reproducido textualmente en la norma anotada.
Esta distinción la estimamos adecuada según el destino que puede tener la cosa locada,
ya sea habitacional o empresaria.
III. Jurisprudencia
(CSJN, 6/7/1956, Fallos: 235:296); (CCiv. y Com. Córdoba, 7ª, 20/10/1994, LLC,
1995-351); (C2ª Civ. y Com. Paraná, sala II, 3/5/2002, LLAR/JUR/3491/2002).
También debe entregarle las constancias de los pagos que efectuó en razón de la
relación locativa y que resulten atinentes a la cosa o a los servicios que tenga.
La contracara del uso y goce concedido por el locador a favor del locatario es la
obligación de éste de restituir la cosa, una vez finalizado el contrato. Se mejora la
técnica legislativa con relación al sistema de Vélez, especialmente incluyéndose un
parágrafo específico para las mejoras. El texto propuesto sigue al Proyecto de 1998.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1615 y 1616; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, arts. 1099 inc. 5) y 1106; Proyecto de Código Civil de la República
Argentina de 1998, art. 1141.
II. Comentario
1. Obligación de restitución
La restitución opera in idem debiéndose devolver lo recibido, y siendo la descripción
contractual el mejor punto de partida para determinar el estado de restitución debido
(López De Zavalía). En tal sentido, se afirmó que una vez extinguido el contrato, " nace
la obligación restitutoria, la que incumplida da lugar a la acción de desalojo"
(Hernández - Frustagli).
El locatario no responde por los deterioros propios del transcurso del tiempo y del uso
regular de la cosa salvo pacto en contrario. En efecto, sucede que forma parte de la
ecuación financiera que subyace al contrato, que el precio locativo incluya la
amortización del bien de capital. Por lo demás este precepto es una aplicación del
artículo 1940, inc c) del Código Civil y Comercial de la Nación.
El Proyecto de 1993 (art. 1106), siguiendo al Cód. de Vélez, incluía una presunción que,
salvo constancia escrita, se presumirá " que la cosa, al ser entregada al comienzo de la
locación se encontraba en buen estado y era apta para su destino" . Esta presunción ha
sido suprimida por el Proyecto de 1998, y ha sido seguida por el Código Civil y
Comercial comentado.
2. De los deterioros
Los deterioros que sufra la cosa por el uso normal o regular como aquellos que tengan
que ver con el trascurso del tiempo, no implica dejar de lado el estado en la cual se
recibió la cosa. Por supuesto, nos referimos a aquellos deterioros menores. El Proyecto
de 1993 (art. 1106) era más explícito: " No responderá el locatario de los deterioros
provenientes de la acción del tiempo o del uso extraordinario de ella que el locador
hubiera autorizado" .
Ésta es, quizás, la innovación más interesante en cuanto prescribe la expresa mención a
la obligación de entregar los comprobantes de pago de servicios a cargo del locatario,
siguiendo el antecedente del Proyecto de 1998.
III. Jurisprudencia
(CSJN, 25/4/1941, Fallos: 189:286); (CSJN, 14/12/1942, Fallos: 194:378);
(CSJN, 27/5/1974, Fallos: 288:435); (CNCiv ., sala J, 9/4/1996, LA LEY, 1996- D,
873); (CNFCiv. y Com., sala II, 8/10/2003. JA, 2004- II- 549); (CCiv. Com. Minas Paz
y Trib. Mendoza, 5ª, 5/5/2009, LLAR/JUR/11006/2009).
Art. 1211.— Regla. El locatario puede realizar mejoras en la cosa locada, excepto que
esté prohibido en el contrato, alteren la substancia o forma de la cosa, o haya sido
interpelado a restituirla.
No tiene derecho a reclamar el pago de mejoras útiles y de mero lujo o suntuarias, pero,
si son mejoras necesarias, puede reclamar su valor al locador.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1537, 1538, 1539, 1540, 1541,
1542, 1543, 1545, 1546, 1547, 1548, 1549, 1550, 1551; Proyecto del Poder Ejecutivo de
1993, arts. 1097, 1098, 1106, 1111; Proyecto de Código Civil de la República Argentina
de 1998, arts. 1142, 1143.
II. Comentario
1. Regla
En principio, y como ley supletoria, el locatario puede realizar mejoras en la cosa locada
que le permitan llevar a la práctica el uso y goce concedido, pudiendo ser necesarias,
útiles o suntuarias. Como vemos, la regla sigue siendo aquélla contenida en el art. 1533
del Código de Vélez. El Proyecto de 1993 (art. 1097) disponía: " Si no hubiese
prohibición en el contrato, el locatario podrá hacer en la cosa arrendada las mejoras que
deseare para su utilidad y comodidad, con tal de que no altere su forma o que no hubiese
sido citado para la restitución de la cosa " .
Sin embargo, esta regla tiene sus excepciones para el supuesto que las partes hayan
pactado en contrario; o bien impliquen mudar o alterar su destino; o bien haya sido
interpelado a reintegrarla al locador.
En primer lugar, para el supuesto que las partes hayan pactado en contrario, habrá que
distinguir si se trata de una " cláusula que podrá tener carácter general o referir a
supuestos determinados" (Hernández - Frustagli). En otros términos, las partes en virtud
de su autonomía privada pueden establecer al momento de contratar la prohibición
general o especial de introducir cualquier especie de mejora; empero, también,
posteriormente las partes podrían establecer una autorización similar. En segundo lugar,
se interpreta en doctrina que el fundamento de prohibir mejoras que alteren el destino de
la cosa consiste " en que la modificación de la cosa es una facultad del propietario y no
del tenedor- locatario" (Lorenzetti). En tercer lugar, el fundamento de la prohibición de
introducir mejoras una vez requerida la devolución de la cosa, por cualquier medio
(notificación judicial o extrajudicial), radica " en la imposibilidad de que el locatario
logre un pleno disfrute de la misma" (Hernández - Frustagli).
2. Derecho de pago
Como principio, para el supuesto que hubiere realizado mejoras, sólo tiene derecho a
reclamar el valor de las mejoras necesarias que haya introducido en el inmueble. Es
decir, deberán cuantificarse y abonarse al locatario. El Proyecto de 1993 (art. 1106)
prescribía: " El locador deberá pagar las mejoras necesarias hechas por el locatario. Si
además deseare conservar mejoras hechas contra una prohibición del contrato, deberá
pagarle un importe igual al mayor valor que hubiese adquirido la cosa" .
Este artículo debe interpretarse teniendo en cuenta las definiciones del art. 1934 del
Código Civil y Comercial de la Nación. Nos remitimos a los comentarios de los arts.
1202 y 1207, donde hemos tratado ya estos temas.
Para el supuesto que la norma supletoria haya sido modificada por las partes, por
ejemplo, prohibiéndose la introducción de mejoras, sea por una prohibición general o
particular, o bien de algunos de los otros supuestos previstos en la norma, la violación
implica desconocer uno de los principales deberes a cargo del locatario, cual es el de
conservación de la cosa, autorizando al locador a extinguir la relación contractual. Se
advierte que la posición adoptada, siguiendo el Proyecto de 1998, implica la
autorización de finalización del contrato; a diferencia del Proyecto de 1993, que
comprendía su pago para el supuesto que el locador quisiera mantenerlas.
En el régimen del Código de Vélez, el art. 1565 prescribe tres consecuencias: 1) Impedir
o paralizar su ejecución; b) Demandar la demolición; c) Solicitar la restitución de la
cosa en el estado en el cual fue entregada. Como dijimos antes, el régimen anotado es
mucho más sencillo y su sanción es la resolución del contrato.
III. Jurisprudencia
(CSJN, 27/5/1974, Fallos: 288:435); (CNCom ., sala B, 26/3/1979, ED, 85- 170);
(CNEsp. Civ. y Com., sala I, 8/2/1979, LA LEY, 1980- A, 194); (CSJN, 20/12/1984,
LA LEY, 1985- B, 56); (CNCiv ., sala K, 16/7/1996, LA LEY, 1997- E, 1026).
Sección 5ª - Cesión y sublocación. Por Esteban Javier Arias Cáu y Matías Leonardo
Nieto
Art. 1213.— Cesión. El locatario sólo puede ceder su posición contractual en los
términos previstos en los artículos 1636 y siguientes. La cesión que no reúna tales
requisitos viola la prohibición de variar el destino de la cosa locada.
Este precepto resulta novedoso frente al régimen de Vélez, y ello es así por cuanto aquel
ordenamiento no regulaba la técnica de la cesión de posición contractual con lo que mal
podía establecer una remisión normativa como la ahora existente. En el Código de
Vélez estaba claramente delineada la cesión de posición contractual y la sublocación
como nuevo contrato (López De Zavalía). La actual referencia a la sublocación de toda
la cosa como cesión viene a introducir cierta confusión. Se elimina el tope de valor
locativo en los subarriendos que hubiera sido introducido por la ley 11.723.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1583, 1584, 1585 y 1597;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1114; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1144.
II. Comentario
1. De la cesión
2. De la sublocación
Por último, la posición contractual del locador o del locatario puede ser cedida en tanto
no nos encontremos frente a vínculos intuito personae (Lorenzetti).
III. Jurisprudencia
Las obligaciones del cesionario de una locación están regidas por el contrato de
locación originario, pues aquél ocupa la posición contractual que tenía el cedente
(CNCiv ., sala H, 15/7/1998, LA LEY, 1999- F, 387 — DJ 2000- I- 506).
Art. 1214.— Sublocación. El locatario puede dar en sublocación parte de la cosa locada,
si no hay pacto en contrario. Para ello debe comunicar al locador, por medio fehaciente,
su intención de sublocar e indicarle el nombre y domicilio de la persona con quien se
propone contratar, y el destino que el sublocatario asignará a la cosa.
El locador sólo puede oponerse por medio fehaciente, dentro del plazo de diez días de
notificado. El silencio del locador importa su conformidad con la sublocación
propuesta.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1583, 1598, 1602; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, art. 1115; Proyecto de Código Civil de la República Argentina
de 1998, art. 1198.
II. Comentario
1. De la sublocación. Regla
El régimen de Vélez (art. 1583) establece que el locatario puede subarrendar, en todo o
en parte, si no estuviese prohibido por el contrato o por la ley, agregando luego que, aun
para el caso de no contar con el consentimiento, esto no impedirá ceder o subarrendar si
el sublocatario propuesto ofreciese " todas las condiciones de solvencia y buen crédito"
(art. 1598).
Evidentemente, siendo esto una norma supletoria, bien puede el acuerdo dispensar al
locatario de este procedimiento, o bien establecer una prohibición de iniciarlo. En este
último caso, aunque el locatario cursare la notificación fehaciente al locador, y hubieran
transcurrido los diez días que fija la norma, no se habilitaría por ello la autorización para
subarrendar.
2. Efecto de la prohibición
Para el supuesto que el locatario hubiera violado la expresa prohibición del contrato o
bien no hubiera seguido el procedimiento establecido por la norma, la consecuencia es
diversa al sistema de Vélez. En el régimen del Código Civil, según el art. 1598, la
violación de la prohibición no impedirá la cesión o sublocación siempre que el
cesionario o sublocatario tuviera solvencia y buen crédito. En tal sentido, se expresó que
el Codificador " ha querido facultar a priori al locatario a ceder o sublocar, dejando al
locador la posibilidad de impugnar judicialmente su proceder, en la medida que tenga
fundamentos objetivos para ello al haberse elegido un locatario con condiciones de
solvencia insuficientes, o que no goce de buen crédito por haber observado manifiesta
desaprensión en el cumplimiento de sus obligaciones" (Hernández - Frustagli). Por el
contrario, en el texto anotado, se considera que habrá igualmente violado el destino de
la cosa locada y pesarán sobre él las consecuencias que para tal incumplimiento el
ordenamiento dispone.
III. Jurisprudencia
(CNPaz en pleno, 7/7/1970, ED, 33- 139); (CNEsp. Civ. y Com., sala V, 7/4/1981,
BCECyC, 981- 704)
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1585, 1590, 1594, 1595, 1600;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1114; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1147.
II. Comentario
1. De las relaciones
Debemos cuidar que la cesión del derecho de uso y goce derivado de un contrato de
locación de cosa no se confunda con una sublocación. Puede resultar complejo discernir
donde hay propiamente una cesión y donde una sublocación. Algunos criterios
orientativos pueden ser el precio porque si se paga en un solo acto puede ser indicativo
de una cesión; en cambio, si el mismo es periódico, será una sublocación. También la
extensión es, en el régimen proyectado, determinante por lo dicho ut supra, pues la
sublocación para tener el régimen propio de la locación de cosas, no puede referir a toda
la cosa.
III. Jurisprudencia
Quien invoca la calidad de sublocatario debe acreditarlo en legal forma, pues el régimen
de beneficios no comprende al simple ocupante, ni al intruso, ni al precario tenedor. No
basta ocupar la finca ni vivir en ella, es menester la existencia de un contrato y quien lo
invoque tendrá que demostrarlo por el modo establecido en las leyes generales (CNCiv
., sala D, 4/5/1964, LA LEY, 115- 21); (CNCiv ., sala H, 15/7/1998, LA LEY, 1999- F,
387).
Art. 1216.— Acciones directas. Sin perjuicio de sus derechos respecto al locatario, el
locador tiene acción directa contra el sublocatario para cobrar el alquiler adeudado por
el locatario, en la medida de la deuda del sublocatario. También puede exigir de éste el
cumplimiento de las obligaciones que la sublocación le impone, inclusive el
resarcimiento de los daños causados por uso indebido de la cosa.
II. Comentario
El precepto consagra las llamadas acciones directas que emanan de la sublocación. Las
mismas siguen siendo excepcionales en nuestro sistema de derecho privado por
apartarse del principio general del efecto relativo de las obligaciones. En tal sentido, se
ha dicho que la " acción directa del subarrendatario contra el locador principal, se puede
ejercer sólo dentro de los límites del contrato originario. A su vez, la acción directa del
arrendador originario contra el subarrendatario, se puede ejercer solo dentro de los
límites del contrato de subarriendo" (Cifuentes- Sagarna). En tal sentido, la doctrina
mayoritaria había reconocido " que la acción directa del subarrendatario deba ser
ejercida dentro de los límites del contrato de locación originario y del contrato de
sublocación" (Borda).
Entonces, por expresa habilitación legal, el locador puede exigir al sublocatario el pago
de los alquileres adeudados por hasta el monto que le debiera al locatario- sublocador.
La acción agrede directamente el patrimonio del sublocatario haciendo ingresar los
bienes adeudados al patrimonio del locador sin ingresar previamente al patrimonio del
locatario- sublocador. La acción no se limita al mondo adeudado en concepto de canon
locativo, pues la norma habilita la acción directa para el cumplimiento de las
obligaciones que la sublocación le impone. Por su parte, el sublocatario podría también
mediante la acción directa que se le habilita exigirle al locador que se avenga a cumplir
con las obligaciones originalmente asumidas en el contrato de locación celebrado con el
locatario- sublocador; así por ejemplo, la de mantener la cosa en buen estado de
conservación (Salvat).
2. De la cesación
La extinción de la locación originaria causa la conclusión del contrato del sublocatario,
en virtud que sus derechos y obligaciones se rigen por el contrato base, que motivó la
locación. Por tanto, no podría invocar un plazo más extenso que el previsto
originariamente. Esta regla tiene una excepción, para el caso que de confusión.
3. Del privilegio
El Proyecto de 1998 (art. 1148) en su último párrafo prescribía: " El privilegio del
locador se extiende a los bienes del sublocatario, en la medida de las obligaciones de
éste" . Igual principio se encuentra establecido en el art. 1593 del Cód. Civ. El Proyecto
por su parte ha suprimido dicho párrafo.
III. Jurisprudencia
Sección 6ª - Extinción. Por Esteban Javier Arias Cáu y Matías Leonardo Nieto
b) la resolución anticipada.
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1604; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1118; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de
1998, art. 1149.
II. Comentario
Por el contrario, el régimen de Vélez traía siete incisos que habían motivado diversas
clasificaciones por la doctrina, distinguiéndose entre " aquellas que son consecuencia
del cumplimiento del contrato (agotamiento del plazo resolutorio), de las que devienen
de la ineficacia (rescisión). Entre estas últimas, hay causas que son inherentes al
contrato y otras que provocan la extinción por vía derivada, como ocurre por ejemplo
cuando extingue la sublocación por efecto de lo que sucede en el contrato principal"
(Moeremans- Rousset). El Proyecto de 1993 (art. 1118) sigue idéntico criterio. Por
último, autorizada doctrina, con base en el Proyecto de 1998, prefirió distinguir entre "
causales generales, comunes a cualquier contrato, y especiales, propias de este contrato"
(Hernández- Frustagli).
2. El vencimiento del plazo
3. Del requerimiento
4. De la resolución anticipada
Para el caso que por imperio legal se admita la resolución anticipada del contrato de
locación, se podrá pedir la devolución de la cosa. Nos remitimos al comentario del art.
1219.
III. Jurisprudencia
El contrato de locación es de tracto sucesivo y por ende, subsiste a través del tiempo,
pero sin ninguna duda, también es temporario y ciertamente llega un momento en que
concluye. Una de las causas de conclusión del contrato, es precisamente, el vencimiento
del término, conforme resulta del art. 1604 del Cód. Civil al establecer que si la locación
fuese contratada por tiempo determinado, concluye acabado ese tiempo (...) y se
explica, desde que las convenciones hechas en los contratos es una regla ala que las
partes deben someterse como a la ley misma (SC Mendoza, sala I, 27/8/1979, LA LEY,
1980- A, 598); (CNCiv ., sala C, 21/5/1991, LA LEY, 1991- E, 177); (CNCiv ., sala A,
27/10/1992, JA, 1993- III- 610).
Art. 1218.— Continuación de la locación concluida. Si vence el plazo convenido o el
plazo mínimo legal en ausencia de convención, y el locatario continúa en la tenencia de
la cosa, no hay tácita reconducción, sino la continuación de la locación en los mismos
términos contratados, hasta que cualquiera de las partes dé por concluido el contrato
mediante comunicación fehaciente.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1622, 1609, 1610; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, art. 1121; Proyecto de Código Civil de la República Argentina
de 1998, art. 1150.
II. Comentario
1. De la continuación de la locación
El primer párrafo es similar al Código de Vélez (art. 1622) en cuanto estipula que la
continuación de la tenencia por parte del locatario no implica tácita reconducción, sino
continuación de la locación vencida. Al respecto, se dijo que " una vez finalizado el
plazo contractual de la locación, si el locatario permanece en el uso y goce de la cosa no
se juzga que hay tácita reconducción sino continuación de la locación bajo los mismos
términos del contrato vencido. Tres son las condiciones que se han tenido en cuenta
para aplicar la continuidad de la locación: a) que exista un contrato de plazo fijo de
duración; b) que ese plazo haya transcurrido y c) que el locatario permanezca en el uso
y goce de la cosa sin que el locador se oponga " (Cifuentes - Sagarna). Sin embargo,
autorizada doctrina afirmó que " hay quienes — e n criterio que compartimos — han
dicho que el Código Civil— a un negándolo — ha adoptado uno de los modelos
posibles de tácita reconducción, aunque sin desconocer que quiso darle matices
especiales al excluirlo de las reglas de los artículos 1509 y 1610 inciso 2° del Código
Civil" (Hernández-Frustagli).
El Proyecto de 1993 (art. 1121) prescribía: " Si, terminado el contrato, el locatario
permaneciere en el uso y goce de la cosa arrendada, no se juzgará que hay tácita
reconducción" . El primer párrafo es idéntico al Proyecto de 1998 (art. 1150), con la
diferencia sutil de evitar reenvíos.
2. Recepción de pagos
En el último párrafo aparece como una novedad, incluso frente al texto del Proyecto de
1998, la recepción de pagos durante la continuación de la locación. El mismo resulta
superfluo, pues, evidentemente no habiendo tácita reconducción, el contrato vigente
propaga sus efectos en el tiempo, y uno de ellos es la facultad del locador de exigir y
recibir los pagos. Mal podría argumentarse en base a la parquedad de esta norma que
ella autoriza aceptar pagos de diferente cuantía a los originalmente pactados sin que
opere el nacimiento de un nuevo contrato.
En tal sentido, se afirmó: " El añadido me parece innecesario puesto que la continuación
de la locación bajo sus mismos términos implica necesariamente el pago, cobro y
otorgamiento de recibo de alquileres. Y quien paga, cobra exige u otorga recibo lo hace
en virtud de los deberes seguidos de la continuación de la locación que está en sus
manos utilizar o no, y no porque exista tácita reconducción" (Leiva Fernández).
III. Jurisprudencia
b) por falta de conservación de la cosa locada, o su abandono sin dejar quien haga sus
veces;
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1604 inc. 7°); Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, arts. 1151 y 1152.
II. Comentario
III. Jurisprudencia
(CNEsp. Civ. y Com., sala IV, 23/5/1974, LA LEY, 156 - 595); ( CNCiv ., sala G,
3/5/1989, LA LEY, 1990 - A, 317); (C2ª Civ. y Com. La Plata, sala 3ª, 16/0/1991, Lexis
nro. 14/42175); (CCirc. Santa Fe, 28/9/2008, LLAR/JUR/27348/2008); (TCas. Penal
Bs. As., sala I, 27/11/2008, LL AR/JUR/17319/2008); ( CNCiv ., sala J, 28/12/2010,
LA LEY, 2011 - A, 324).
b) en los casos del artículo 1199, debiendo abonar al locador el equivalente a dos meses
de alquiler.
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 23.091,art. 8; Proyecto del Poder Ejecutivo de
1993, art. 1120; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1153.
II. Comentario
1. De la resolución anticipada
Fuera de los casos del art. 1199, se requiere que hayan transcurrido al menos seis meses
de contrato. Si bien se exige una notificación fehaciente al locador, lo cierto es que no
se establece una determinada antelación en la comunicación, siendo ésta una de las
novedades más inexplicables de la reforma. En el último párrafo del art. 1153, del
Proyecto de 1998, se prescribía " la resolución anticipada se produce a los sesenta (60)
días de ser comunicada a la otra parte" . En tales términos se afirmó: " En mi propuesta,
como en la norma vigente, se establecía que el aviso de resolución debía efectuarse al
menos con sesenta días de antelación. Inexplicablemente, el Proyecto no contiene
antelación alguna, lo que originará abusos de las partes y también planteos judiciales" .
Basta con que el locatario abone los montos referidos en el inciso b) del artículo para
conseguir el efecto extintivo.
III. Jurisprudencia
(CNCiv ., sala A, 24/2/1998, LA LEY, 1999- E, 904); (Trib. Cas. Penal Bs. As., sala I,
27/11/2008, LL AR/JUR/17319/2008); (CNCiv ., sala J, 20/10/2010,
LLAR/JUR/65149/2010).
Sección 7ª - Efectos de la extinción. Por Esteban Javier Arias Cáu y Matías Leonardo
Nieto
II. Comentario
Se trata de una regla que tiene efectos tuitivos para el locatario permitiéndole abonar los
alquileres adeudados, para evitar el desalojo. Sin embargo, se afirmó por autorizada
doctrina: " En mi propuesta a la Comisión no se contempló ex profeso la intimación
previa a la demanda de desalojo por falta de pago del art. 5º de la L. 23.091 porque en la
práctica si es omitida, los jueces la consideran suplida por el traslado de la demanda, en
vez de retrotraer el proceso" (Leiva Fernández).
III. Jurisprudencia
1. La intimación prevista en el art. 5° de la ley 23.091 de locaciones urbanas (Adla,
XLIV- D, 3712) es un requisito formal que se debe cumplir antes de la promoción del
juicio de desalojo por falta de pago, con la finalidad de evitar un desalojo intempestivo
que redunde en una imprevista situación de desamparo del locatario. Sin embargo, la
ausencia de intimación previa no obsta a la procedencia de la acción, si no se ha pagado
ni se satisface al tiempo de contestar la demanda el alquiler adeudado" (CNCiv ., Sala
E, 22/9/1997, LA LEY, 1998- B, 174). (CNCiv ., sala G, 5/5/1998, LA LEY, 1998- E,
46)
Con esta norma se elimina del Código Civil la enorme multiplicidad de plazos de
desalojo, siguiéndose al Proyecto de 1998.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1507; Proyecto de Código Civil
de la República Argentina de 1998, art. 1154.
II. Comentario
Con respecto al texto comentado se afirmó: " El proyectado art. 1223 proviene de los
arts. 1609 y 1611 del Cód. Civil, y establece un plazo mínimo de ejecución de las
sentencias de desalojo de diez días. De esta manera se respeta las facultades
provinciales sobre el procedimiento" (Leiva Fernández)
Por tanto, en toda otra situación de incumplimiento, tal como la variación del destino, o
el incumplimiento del deber de mantener al locatario en el uso o goce pacífico y
adecuado de la cosa, deberá emplazarse el cumplimiento de lo pactado como un paso
previo a la extinción por uso de la cláusula resolutoria implícita. Como bien se dijo: "
Mi propuesta también recoge la enseñanza de Llambías en orden a la inaplicabilidad de
las reglas del pacto comisorio tácito (que el Proyecto denomina cláusula resolutoria
implícita) en los supuestos que señala" (Leiva Fernández).
III. Jurisprudencia
(CCiv. Com. Garantías Necochea, 10/6/2008, DJ, 2008- II-2293); (CCiv. Com. Minas
Paz y Trib. Mendoza, 5ª, 5/5/2009, LL AR/JUR/11006/2009); (SCBA, 26/8/2009,
RCyS, 2010- III-115 — LL AR/JUR/43380/2009).
Art. 1224.— Facultades sobre las mejoras útiles o suntuarias. El locatario puede retirar
la mejora útil o suntuaria al concluir la locación; pero no puede hacerlo si acordó que
quede en beneficio de la cosa, si de la separación se sigue daño para ella, o separarla no
le ocasiona provecho alguno.
El Código de Vélez regula aquellas mejoras que no debe pagar el locador como
accesorios de la cosa, cualquiera sea su valor, no pudiendo el locatario separarlas si
ocasionara daño o no resulta de provecho. La norma anotada ha seguido el criterio del
Proyecto de 1998.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1620; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1111; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de
1998, art. 1155.
II. Comentario
Es dable advertir que las mejoras útiles, en el régimen de Vélez, son " a cargo del
locador cuando el contrato se extingue sin culpa del locatario, esto es, por culpa del
locador o caso fortuito (arts. 1539 inc. 4° y 1550 inc. 1° del Cód. Civil) (...) Las mejoras
voluntarias o suntuarias son excepcionalmente a cargo del locador, requiriéndose culpa
de éste en la resolución del contrato para obligarlo a su pago (art. 1539 inc. 5° del
C.C.)" (Hernández — Frustagli).
III. Jurisprudencia
Art. 1225.— Caducidad de la fianza. Renovación. Las obligaciones del fiador cesan
automáticamente al vencimiento del plazo de la locación, excepto la que derive de la no
restitución en tiempo del inmueble locado.
Es nula toda disposición anticipada que extienda la fianza, sea simple, solidaria como
codeudor o principal pagador, del contrato de locación original.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1582 (ley 25.628); Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1506 inc. b).
II. Comentario
1. Concepto
2. De la sanción
Al fulminar la norma con sanción de nulidad toda cláusula por la que se prorroguen de
modo automático las fianzas, el fiador se desvincula de la relación contractual aun
cuando se haya pactado la prórroga tácita; de no haberse pactado la misma, sólo
responde por la obligación de restituir la cosa. Es evidente que la prohibición de
extensión anticipada de fianza es de orden público e inderogable por la voluntad de las
partes. Así las cosas, si locador y locatario deseasen renovar el contrato de locación, aun
tácitamente (por ejemplo, aceptando el locador un mayor precio en concepto de canon
locativo), se deberá requerir la expresa conformidad del fiador para obligarse
nuevamente, sea para prorrogar la fianza en similares condiciones a las originalmente
pactadas, o bajo nuevas condiciones contractuales.
Debe entenderse que la extensión de la obligación del fiador por la no restitución del
inmueble locado se circunscribe al pago de los alquileres devengados y costas judiciales
derivadas hasta la efectiva restitución de la cosa. No se extiende a la falta de pago de
gastos de conservación a cargo del locatario devengados con posterioridad a la fecha de
cese del contrato, como tampoco a perjuicios derivados de una sublocación celebrada
con posterioridad, etc.
En tal sentido, se ha dicho que " comprende las fianzas como garantía personal, pero no
a los depósitos en garantía ni a los seguros de compañías aseguradoras" (Cifuentes-
Sagarna).
4. Aspectos no comprendidos
III. Jurisprudencia
(CNCiv ., sala C, 26/11/2000. ED, 191- 603); (CNCiv ., sala K, 12/11/2002, LA LEY,
2003- A, 70); (CNCiv ., sala M, 2/5/2003, JA, 2003); (C. iv. y Com. 8ª Nom., Córdoba,
28/7/2005. LLC, 2005- 1027); (CCiv. Com. Garantías Necochea, 10/6/2008, DJ, 2008-
II, 2293).
Art. 1226.— Facultad de retención. El ejercicio del derecho de retención por el locatario
lo faculta a percibir los frutos naturales que la cosa produzca. Si lo hace, al momento de
la percepción debe compensar ese valor con la suma que le es debida.
No existe en el texto una disposición similar al art. 1618 del Código Civil. Ello implica
una depuración plausible, bastando la actual disposición contenida en el art. 2589 del
Código Civil y Comercial de la Nación.
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1547, 1618; Proyecto de Código
Civil de la República Argentina de 1998, art. 1156.
II. Comentario
1. De la facultad. Requisitos
Esta facultad se vincula a lo normado en el art. 2590 inc. c) del Código Civil y
Comercial de la Nación. En nuestro criterio se trata de una aplicación específica del
derecho de retención, con lo que el locatario no debe abonar el canon locativo pero
tampoco puede usar de la cosa (López De Zavalía). Existe una corriente opuesta (Leiva
Fernández) que ha llamado a esta peculiar facultad del locatario retención irregular toda
vez que locatario podría usar la cosa y percibir los frutos en orden a la compensación
con lo debido por mejoras.
El art. 1547 del Cód. Civil acuerda al locatario el derecho de retener la cosa arrendada,
hasta que sea pagado del valor de las mejoras y gastos, explicándose que este " derecho
es de carácter excepcional y debe armonizarse con el art. 1618. Por ello, se ha resuelto
que para que el locatario pueda ejercer la retención de la cosa, es necesario que las
mejoras hayan sido apreciadas y calificadas judicialmente y que no existan causales de
rescisión del contrato o sentencia dictada en juicio de desalojo por falta de pago"
(Cifuentes- Sagarna). El Proyecto de 1998, en su art. 1156, disponía: " El ejercicio del
derecho de retención por el locatario lo faculta a obtener de la cosa retenida el provecho
que produzca espontáneamente. Si lo hace queda obligado a compensar su valor al
momento de la percepción con la cantidad correspondiente de la suma que le es debida"
. De este modo, se ampliaba la facultad para facilitar el uso del inmueble, explicándose
en estos términos: " Mi propuesta, entonces, no se refería sólo a frutos naturales sino a
provechos producidos espontáneamente, porque lo significativo es el valor de la
ocupación del inmueble, que — s in duda— no es un fruto natural" (Leiva Fernández).
III. Jurisprudencia
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 1; ley 24.441,art. 27; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1145 a 1151; Proyecto de la Comisión Federal de Juristas
de 1993, art. 1366; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de 1998, arts.
1157 a 1174.
II. Comentario
1. Antecedentes
El leasing, desde el punto de vista contractual, si bien fue una modalidad muy utilizada
en el ámbito empresario no fue legislado por la República Argentina como contrato
típico durante bastante tiempo revistiendo, por lo tanto, solamente tipicidad social , a
pesar de encontrarse ya algunos antecedentes (decreto ley 13.130/57 referido a la Carta
Orgánica del Banco de Crédito Argentino o el decreto ley 18.061/69 de Actividades
financieras) para su regulación, incluso en proyectos de unificación de los códigos civil
y comercial.
Recién en el año 1995, mediante el dictado de la ley 24.441 (BO 16/1/95), se promueve
la regulación legal del instituto con un objetivo claro, instaurar el leasing inmobiliario "
como un instituto idóneo para paliar el déficit habitacional del país" (Frustagli y
Hernández). Sin embargo, a nuestro juicio, la técnica legislativa utilizada no fue
totalmente la correcta por dos motivos: Por un lado, porque una figura contractual de la
entidad del leasing debió contar con una normativa propia y específica, y no incluirla
dentro de una ley ómnibus que sistematizaba otras figuras contractuales, como el
fideicomiso o el régimen de corretaje, o bien modificaba regulaciones procesales. Se
incurrió, también, en un excesivo reglamentarismo para un contrato que "hasta
entonces" había funcionado razonablemente, con apoyo en el principio de la autonomía
de la voluntad, fundamento de nuestro derecho privado, configurándose un tratamiento
legislativo " paradójicamente desprolijo" (BORDA). Empero, por otro lado, se eligió
definir el contrato conforme el criterio más moderno en la materia (Leiva Fernández;
Spota y Leiva Fernández) y configurarlo con una naturaleza propia y específica.
3. Nuestro concepto
4. Caracteres
5. Naturaleza jurídica
A diferencia del régimen de la ley 24.441 que lo consideraba un contrato mixto por
acumulación contractual (locación de cosas con opción de compra), la ley 25.248 y el
Código Civil y Comercial de la Nación lo configuran como un contrato autónomo
(Lavalle Cobo) En otros términos, se ha adoptado la naturaleza propia y espec ífica del
contrato de leasing en sentido amplio, posición de política legislativa que compartimos.
III. Jurisprudencia
Uno de los principales beneficios del contrato de leasing es que facilita el acceso de los
operadores económicos a ciertos bienes de uso (o incluso de consumo) mediante una
forma de financiamiento relativamente segura y sin necesidad de adquirir directamente
la propiedad. Asimismo, tiene el claro incentivo de que el mismo bien adquirido por el
tomador se transforma en garantía para el cumplimiento del contrato, garantía que, por
otro lado, es sumamente efectiva, ya que el dador nunca ha perdido la propiedad del
bien objeto de leasing (CNCom ., sala F, 23/2/2010, MJJ55971).
Art. 1228.— Objeto. Pueden ser objeto del contrato cosas muebles e inmuebles, marcas,
patentes o modelos industriales y software, de propiedad del dador o sobre los que el
dador tenga la facultad de dar en leasing.
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 2; ley 24.441,art. 27 inc. b);
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1145 inc. 2; el Proyecto de la Comisión
Federal de Juristas de 1993, art. 1366 incs. 1 y 2; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, arts. 1158 y 1159.
II. Comentario
1. Objeto amplio
En principio, el objeto del contrato de leasing puede ser cualquier bien , comprendiendo
tanto a las cosas muebles o inmuebles como los objetos inmateriales, por lo cual resulta
lo suficientemente amplio para incluir bienes tecnológicos (como el software) actuales o
futuros , como también derechos sobre marcas, patentes y modelos industriales, ya sean
de propiedad del dador o sobre los que el dador tenga la facultad de dar en leasing.
Empero, debe tratarse de cosas individualizadas, " lo que significa que deben ser
susceptibles de identificación, a fin de que puedan ser registradas" (Lorenzetti).
2. Supuestos previstos
El leasing puede perfeccionarse sobre cosas inmuebles , ya sean " inmuebles nuevos o
usados, inmuebles urbanos o rurales, con destino habitacional, comercial, industrial,
profesional o mixto" (Spota y Leiva Fernández). En cuanto a las cosas muebles, como
tampoco el legislador ha distinguido, pueden ser nuevas o usadas, con destino a la
producción o de consumo.
A diferencia del régimen de la ley 24.441, la ley 25.248 optó por incluir como bienes
susceptibles de incluirse como objeto a los derechos de propiedad industrial e
intelectual, a los efectos de ampliar las posibilidades jurídicas de este contrato. El
régimen específico de las marcas se encuentra contenido en la ley 22.362, y allí cabe
remitirse. Las patentes de invención están reguladas en la ley 24.481, encontrándose en
su art. 1 la enumeración de aquellas invenciones de productos o procedimientos que son
susceptibles de registrarse. Por último, los modelos industriales están regulados por el
Decreto ley 6673/63, ratificado por la ley 16.478, definiéndose al modelo o diseño
industrial " a las formas o el aspecto incorporados o aplicados a un producto industrial
que le confieren carácter ornamental" (art. 3°).
2.3 Software
El texto mantiene la inclusión del software, que se encuentra regulado en la ley 25.922
denominada de " Promoción de la industria del software" , que lo define como " la
expresión organizada de un conjunto de órdenes o instrucciones en cualquier lenguaje
de alto nivel, de nivel intermedio, de ensamblaje o de máquina, organizadas en
estructuras de diversas secuencias y combinaciones, almacenadas en medio magnético,
óptico, eléctrico, discos, chips, circuitos o cualquier otro que resulte apropiado o que se
desarrolle en el futuro, previsto para que una computadora o cualquier máquina con
capacidad de procesamiento de información ejecute una función específica, disponiendo
o no de datos, directa o indirectamente" .
La importancia de la programación del lenguaje en nuestros días es superlativa, porque
de nada sirve tener una computadora sin un sistema informático que la controle y dirija.
Por otra parte, el avance cada más veloz de la tecnología implica que los equipos deban
renovarse de un modo permanente, con el consiguiente egreso de fondos para una
empresa. Para algunos, habría que recurrir al contrato de licencia de uso de software. De
acuerdo a las necesidades del tomador pueden existir dos clases de leasing, ya sea sobre
un programa estándar o enlatado susceptible de aplicarse a cualquiera; o bien, un
programa hecho a medida.
En el art. 1233 del Código Civil y Comercial de la Nación se permite obtener aquellos
servicios y accesorios necesarios para la utilización del bien, incluyendo su costo en el
canon a abonar al dador, como objeto del contrato. Ello resulta muy útil, especialmente
en el leasing operativo, en el cual por lo general se encuentra el dador a cargo el
mantenimiento del bien.
III. Jurisprudencia
Es decir, no existe controversia en cuanto a que el Sr. Antidin suscribió los contratos
que obran a fs. 201/235 (reservados en sobre nro. 45.591 y que en este acto se tienen a
la vista, ver copias a fs.4/37), por medio de los cuales acordó con la demandada el
leasing de cinco vehículos para transporte de pasajeros (dominios DIE 137; DCP 945;
CYK 605; CYK 606 y CFY 383). Tampoco hay discrepancias respecto a que estos
automotores (4 minibuses y 1 ómnibus) — a su vez— fueron puestos a disposición de la
empresa accionada para que prestaran los servicios de transporte de personas
comprometidos con sus clientes y que por ellos ésta le abonaba un precio. De igual
modo, y sin perjuicio de cuanto agregaré más adelante, podría decirse que — c on
excepción de la unidad correspondiente al dominio CFY 383— la relación brevemente
descripta llegó decididamente a su fin cuando la encartada retuvo en su poder los
vehículos y le reclamó en forma epistolar al Sr. Antidin el cobro de los cánones
locativos correspondientes a los meses de noviembre y diciembre del año 2002 y de los
meses de enero y febrero del año 2003, así como los gastos de mantenimiento de las
unidades comprometidas, los cuales se hallarían supuestamente adeudados (CNCom .,
sala B, 29/8/2012, MJJ75269).
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 3; ley 24.441,art. 27 inc. c);
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1145 inc. 4 y 5; Proyecto de Código Civil de
la República Argentina de 1998, art. 1158.
II. Comentario
1. Noción
El vocablo canon deriva de la voz latina canon que significa regla o contribución. Desde
el punto de vista jurídico, es aquella contraprestación del tomador por el uso y goce del
bien materia del contrato de leasing, consistente en una suma de dinero pactada
contractualmente. Para el derecho nacional se trata de un elemento tipificante por lo
cual su no inclusión en el instrumento implica la desnaturalización del contrato de
leasing o su eventual nulidad como tal. En otras palabras, es el precio por el uso y goce
del bien, objeto de leasing.
El texto propuesto es idéntico al art. 3 de la ley 25.248 otorgando a las partes completa
libertad para fijar cual será el monto del canon a abonar en el leasing como también su
periodicidad, admitiéndose métodos diversos, según la conveniencia de cada tomador,
desechándose el criterio de la amortización del bien según criterios contables, que fuera
seguido por la ley 24.441 (art. 27, inc. c), y que fuera criticado porque no todos los
objetos admitían un " paralelismo tan estrecho, entre precio, duración y amortización"
(Lavalle Cobo).
La adopción del canon como contraprestación a cargo del tomador del leasing nos
permite distinguirla tanto de un alquiler como de un precio de una compraventa a
cuotas. Se diferencia del primero en que el canon comprende otros rubros , además del
monto por el uso de la cosa y que generalmente se fija según un porcentaje del valor
total de ésta. Se distingue del segundo, en que el pago de las cuotas comprende una
parte del monto total de la cosa, cancelada la última se obtiene la propiedad no
requiriéndose ningún pago extra o valor residual; en cambio, en el contrato de leasing
además se deberá fijar y abonar el precio de la opción de compra.
2. Requisitos
El canon debe ser abonado en dinero, admitiéndose sólo la moneda nacional de curso
legal (art. 765), tomándose la moneda extranjera como una obligación de dar cantidades
de cosas, a diferencia del régimen de la ley 25.248.
2.2 Monto
El monto del canon resulta sustancial para el contrato de leasing por ello debe estar
fijado expresamente en el instrumento o " debe tener un nivel absoluto de determinación
" (Lorenzetti). Por lo cual, si el contrato no tiene fijado el monto del canon o bien no se
ha previsto la moneda de pago, a pesar de la integración normativa prevista con las
reglas de la compraventa (art. 1250) no tendrá validez como contrato de leasing. En
materia comercial se han seguido diversos criterios para establecer el monto a abonar en
concepto de canon, a saber: a) Valor fijo; b) Valor decreciente (sistema alemán); c)
Valor variable (tasa Libor o Prime ); d) Combinación de valor fijo o variable más pagos
iniciales ( ballon payments ); e) Valores escalonados (para actividades agrícolas), etc.
(Spota y Leiva Fernández )
2.3 Composición
2.4 Periodicidad
III. Jurisprudencia
En el leasing el precio es un canon que se integra con el valor económico del uso
(alquiler de la locación), el correspondiente a la amortización del valor de la propiedad
(precio de la compraventa), el costo financiero (interés del mutuo), el costo de los
servicios y accesorios, además de los costos administrativos y de gestión. Entonces, si el
canon es idéntico al precio dividido por la cantidad de períodos de uso, es igual a una
venta a plazo; por ello, se estima necesario que en el momento del ejercicio de la opción
de compra exista el pago de un precio, que representa el valor residual de la cosa (
CNCom ., sala F, 23/2/2010, MJJ55971 ).
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 4; ley 24.441,art. 27 inc. d);
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1145 inc. 4 y 5; Proyecto de Código Civil de
la República Argentina de 1998, art. 1158.
II. Comentario
1. Carácter tipificante
2. Autonomía privada
Sin embargo, es justo reconocer que esta autonomía para fijar el precio debe ser
razonable , porque también se ha alertado por los autores especializados que " debe
existir una relación entre el precio por el uso del bien y el precio de compra del mismo
al final del contrato, de modo tal que impida que el tomador tenga por única salida
ejercer la opción de compra" (Frustagli y Hernandez). En cuanto a la forma , podría
generarse la duda si debiera instrumentarse por escritura pública, por ejemplo, en el
supuesto de leasing inmobiliario. Se ha respondido negativamente, afirmándose que: "
La ley no exige ninguna forma" (Molina Sandoval y De Amunátegui Rodríguez). Con
relación al modo de exteriorizar la utilización de la opción, se ha dicho, con razón, que
no requiere forma solemne para manifestarse, por lo cual " podrá realizarse mediante
cualquier medio fehaciente antes de vencido el plazo" (Spota y Leiva Fernández). El
pago puede integrarse en un pago único, o realizarse en cuotas, naciendo recién en este
último supuesto, con el pago de la última cuota, el derecho a gozar de la transferencia
del dominio, sin perjuicio de los demás requisitos exigidos legalmente conforme la
naturaleza del bien. Si el tomador no hace conocer su voluntad de hacer uso de la
opción, debe interpretarse que ha renunciado a su ejercicio, perdiendo dicha facultad.
Por último, la opción puede ser " pactada como una cláusula, o como un anexo del
contrato, o como un acto documental diferente, pero causalmente unido a la locación"
(Lorenzetti).
Para el supuesto que no se hubiera establecido el precio en el contrato, las pautas para
su determinación pueden ser: a) Tasación por un tercero; b) Comparación con el valor
de otra cosa cierta; c) Valor corriente en plaza del bien, salvo que sea inmueble o un
derecho intelectual.
Empero, la doctrina más reciente ha alertado sobre que " nada se contempla para el caso
de declinación de la opción de compra y sus derivaciones, aspecto que necesariamente
debe ser cubierto por el contrato, en razón de las connotaciones jurídicas y financieras
que tiene" (Barreira Delfino).
III. Jurisprudencia
La opción concedida en el contrato de leasing a favor del tomador constituye una oferta
irrevocable de venta unilateral de parte del dador, que sólo puede ser retirada cuando se
agote el término fijado para que el locatario opte por comprar o desistir de ello (CNCom
., sala A, 27/6/1997, LA LEY, 1998- E, 383). (CNCom ., sala B, 11/12/1992).
Art. 1231.— Modalidades en la elección del bien. El bien objeto del contrato puede:
e) adquirirse por el dador al tomador por el mismo contrato o habérselo adquirido con
anterioridad;
f) estar a disposición jurídica del dador por título que le permita constituir leasing sobre
él.
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 5; ley 24.441,art. 27 inc. b) y 28;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1145 inc. 1 y 2 y art. 1146; Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1159.
II. Comentario
En cambio, la ley 25.248, siguiendo las directrices del Proyecto de Código Civil de
1998, adoptó una definición flexible y que pudiera abarcar el mayor número de
opciones "denominándolas como modalidades"para las partes contractuales, ya sea
recurriendo al leasing financiero, ya sea recurriéndose al leasing operativo, o
habilitándose el leasing de retro, y por último, se admitió el subleasing. El texto ha
seguido el mismo método, en el artículo comentado, por lo cual se mantiene la
discusión doctrina, y que se actualiza.
El subtipo , en cambio, participa de los elementos generales del tipo pero "al mismo
tiempo" se incluyen especificaciones en cuanto al sujeto, objeto o la causa, conforme a
una idea predeterminada y con distintas finalidades económicas. Es decir, el subtipo
aparece " cuando el legislador otorga a las modalidades un rango especial, si se cumplen
los requisitos establecidos en la ley " . Por ejemplo, la ley 24.441 siguió el criterio de
establecer un tipo leasing , considerándolo como un contrato mixto por acumulación
contractual (locación de cosas y opción de compra), regulando a continuación tres
subtipos (el leasing mobiliario financiero, el leasing mobiliario operativo, y el leasing
inmobiliario), excluyéndose "por lógica consecuencia" todas las demás variantes, y que
subsistieron como contratos atípicos.
Pues bien, compartimos la última posición cuando afirma que se trata de modalidades
de un mismo contrato, pero preferimos denominarla especies siguiendo la distinción
aristotélica entre el género próximo y la diferencia específica. Porque está claro que el
género leasing comprende los elementos esenciales, y luego las distintas especies
permiten distinguir variantes en el sujeto, objeto e incluso en la causa pero siempre
dentro del tipo contractual leasing.
En la especie leasing financiero , una sociedad financiera o una sociedad cuyo objeto
societario sea el leasing, adquiere ciertos bienes de un fabricante o proveedor, que
habían sido previamente elegidos o seleccionados por el tomador, con la finalidad de
celebrar un contrato de leasing. Se advierte que la finalidad del dador es ser un mero
intermediario financiero entre el fabricante y el tomador, toda vez que éste " no puede
adquirir el bien por carecer de capital suficiente para adquirirlo o porque no tiene interés
en hacerlo en razón de la amortización del mismo " (Spota - Leiva Fernández). Cierta
doctrina advierte la existencia de tres partes contractuales (fabricante, dador y tomador)
por lo cual se afirma el carácter trilateral del contrato. Para otros, se perfeccionan dos
contratos conexos, desde el punto de vista jurídico, ya que por un lado el dador celebra
una compraventa o un contrato de suministro con el fabricante o proveedor y luego un
contrato de leasing con el tomador.
A pesar de ser una modalidad controvertida, porque alguna doctrina creyó ver un
negocio jurídico indirecto o una figura fraudulenta, fue receptada por la ley 25.248 en
su artículo 5 inc. d) y mantenida en el Código Civil y Comercial de la Nación en su inc.
e) del art. 1231.
2.4 Subleasing
Por último, el dador no necesariamente tiene que ser el propietario o poseedor del bien
para perfeccionar un contrato de leasing, sino que se admite la figura del subleasing " en
la cual el tomador originario se convierte, a su vez, en dador " (Lavalle Cobo). Esta
modalidad parece estar autorizada por el inc. f) del art. 1231, que mantiene la redacción
del inc. f del art. 5 de la ley 25.248. Sin embargo, su interpretación es restrictiva en la
medida que tiene que armonizarse con los arts. 1238 y 1242. En conclusión, " en
aquellos casos que se posibilite el subleasing, éste quedará sujeto al régimen normativo
del leasing y los derechos y obligaciones entre, subdador y el subtomador se regirán por
los términos acordados en el nuevo contrato, sin perjuicio de que la relación originaria
entre el dador y el tomador - subdador permanezca inalterada " . (Fresneda Saieg, -
Frustagli y Hernández).
III. Jurisprudencia
En los casos del inciso d) del artículo 1231, así como en aquellos casos en que el dador
es fabricante, importador, vendedor o constructor del bien dado en leasing, el dador no
puede liberarse de la obligación de entrega y de la obligación de saneamiento.
En los casos del inciso e) del mismo artículo, el dador no responde por la obligación de
entrega ni por garantía de saneamiento, excepto pacto en contrario.
En los casos del inciso f) se deben aplicar las reglas de los párrafos anteriores de este
artículo, según corresponda a la situación concreta.
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 6; ley 24.441,art. 28; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, art. 1146; Proyecto de Código Civil de la República Argentina
de 1998, art. 1160.
II. Comentario
El primer párrafo del artículo comentado es aplicable a los incisos a), b) y c) del art.
1231, que regula el leasing financiero . Esta especie o modalidad se verifica cuando una
persona física o jurídica, por lo general una sociedad financiera o una sociedad cuyo
objeto societario sea el leasing, adquiere ciertos bienes de un fabricante o proveedor,
que habían sido previamente elegidos o seleccionados por el tomador, con la finalidad
de celebrar un contrato de leasing. Se advierte que la finalidad del dador es ser un mero
intermediario financiero entre el fabricante y el tomador: " hay un negocio de
compraventa o suministro, celebrado por el fabricante o comerciante con el dador (que
es quien financia el negocio), sobre el bien indicado por el tomador, y luego un leasing
entre la entidad financiera y el tomador" (Lorenzetti).
Sin embargo, no basta que el dador adquiera el bien sino que debe ponerlo a disposición
del tomador, mediante la tenencia, a fin que lo utilice, por lo cual no debe interpretarse
literalmente el párrafo que afirma que cumple el contrato con la sola adquisición. Por lo
general, el dador le dará una orden de entrega al tomador para que reciba el bien,
debiendo verificar " que se encuentre en perfectas condiciones y con todos sus
accesorios " (Lavalle Cobo), pudiendo reclamar todos los derechos emanados del
contrato de compraventa, sin necesidad de cesión, tratándose de una acción directa y no
" de una acción subrogatoria ni una subrogación legal o sustitución de los derechos del
dador al tomador " (Molina Sandoval y De Amunátegui Rodríguez)). Dicho en otras
palabras, se trata de una " hipótesis de reconocimiento legal de la conexidad contractual
existente en el contrato de leasing financiero " (Lorenzetti). Sin embargo, ha sido
motivo de crítica que no se haya facultado expresamente al tomador a requerir la
resolución del contrato " porque la extinción del vínculo contractual sólo puede ser
demandada por las partes del negocio " (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).
En el segundo párrafo se trata del denominado leasing operativo , que se verifica cuando
el dador conviene con el tomador el uso y goce de un bien para destinarlo al
equipamiento de su empresa, en virtud de su costo o depreciación tecnológica; o, por el
contrario, el tomador puede destinar el bien para su consumo final. En este supuesto, el
dador es el fabricante, importador o vendedor del bien, objeto del leasing, por lo cual su
finalidad no es financiera sino simplemente comercializadora u operacional, es decir, de
cambio . Por ello, aquí se prohíbe la liberación del dador de las obligaciones de entrega
y de saneamiento, y analógicamente resulta aplicable a aquellos supuestos de bienes en
los cuales el dador tenga su propiedad con anterioridad al contrato de leasing. Si
comparamos esta norma con el instituto de los vicios redhibitorios regulados en el
CCiv., en los cuales constituye una garantía que se incluye como cláusula accidental, en
virtud que las partes pueden agravarla o incluso suprimirla, resulta que en el leasing " el
legislador ha sido un tanto más exigente, revistiendo en algunas hipótesis "leasing
operativo" a estas garantías de carácter imperativo" (Lorenzetti), siendo nula toda
cláusula exonerativa en contrario.
II. Comentario
1. Fundamento de la norma
Se ha dicho que " este artículo es aclaratorio respecto de situaciones que, por su
complejidad, pueden llevar a que un caso concreto sea calificado como de naturaleza
jurídica distinta que el leasing" (Lavalle Cobo).
La ley 24.441 tipificó al leasing como una locación de cosas con opción de compra,
siendo criticable esa decisión porque no permitía comprender en su ámbito de
aplicación a los derechos. Tampoco abarcaba al leasing empresarial que permite utilizar
una empresa llave en mano, enteramente lista y equipada para la producción. Mucho
menos se ocupó del denominado leasing de consumo. La ley 25.248 intentó subsanar
este defecto ya que limitaba el ámbito de aplicación del instituto e impedía la
realización de negocios jurídicos empresariales. Se ha dicho que el fundamento de la
norma consiste en el " carácter principal que tiene el contrato de leasing, mientras que
las obras o los servicios que el dador puede prestar al tomador son siempre de
naturaleza accesoria cuanto no se trata de operaciones preparatorias del contrato"
(Lavalle Cobo).
2. Efectos
III. Jurisprudencia
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 8; Proyecto del Poder Ejecutivo de
1993, arts. 1148; Proyecto de la Comisión Federal de Juristas de 1993, art. 1366;
Proyecto de Código Civil de la República Argentina de 1998, arts. 1162.
II. Comentario
El contrato de leasing tiene que instrumentarse siempre por escrito para tener validez y
producir efectos adquiriendo el carácter de formal, según el artículo comentado. Esta
circunstancia no es menor, porque la ley 24.441 no contenía norma alguna al respecto
ocasionando disputas doctrinarias al respecto, especialmente en materia de leasing
inmobiliario. Su texto sigue al pie de la letra el art. 8 de la ley 25.248, habiéndose
perdido sin embargo la oportunidad de mejorarse su redacción, por algunas críticas
recibidas en materia de técnica legislativa, como veremos más abajo.
Empero, se ha dicho con razón que el contrato es formal con solemnidad relativa porque
si las partes no cumplen con las solemnidades exigidas por la ley " se operará la
conversión del negocio jurídico regulada en el art. 1185, Cód. Civil, dando cuenta de un
contrato preliminar por defecto de solemnidades mediante las cuales las partes se
obligarán a elevar el acto a la forma impuesta legalmente" (Fresneda Saieg, Frustagli y
Hernández). En otros términos, por tanto, será un " contrato en el cual las partes se han
obligado a hacer escritura pública (art. 1185), y en el que, por tratarse de una obligación
de hacer, la parte que se resistiere a su otorgamiento podrá ser demandada por
escrituración (art. 1187)" (Lavalle Cobo).
2. De la técnica legislativa
Con anterioridad, la doctrina había sido muy crítica con la redacción del art. 8 de la ley
25.248, circunstancia que ha sido soslayada porque se ha insistido en el texto
cuestionado. La norma determina que el contrato debe inscribirse en el registro que
corresponda " según la naturaleza de la cosa que constituye su objeto" . El vocablo
técnico cosa no es el adecuado porque el contrato de leasing tiene como objeto bienes ,
que pueden ser cosas (muebles o inmuebles), derechos o software, aspecto que lo
distingue del contrato de locación. Es más, el propio legislador lo ha reconocido en los
arts. 1227, 1231 y 1235, pudiéndose haber modificado el término para no persistir en el
error.
Por otra parte, tampoco resulta feliz la frase " cosas no registrables" porque daría la
impresión que dichas cosas no fueran posible de registrarse. Como bien se interpretó, en
realidad, se ha querido " referirse a bienes, que siendo material y jurídicamente
susceptibles de registración, no están sometidos a inscripción en un registro especial"
(Moisset De Espanés).
En nuestro caso, las normas generales deberán integrarse con las leyes específicas de
cada uno de los Registros, a saber: 1) Ley Nacional Registral 17.801 en materia
inmobiliaria; 2) Decreto ley 6582/58 en materia de automotores, que crea el Registro de
Propiedad Automotor; 3) Ley de Navegación 20.094; 4) Código Aeronáutico; 5) Ley de
Prenda con Registro, dec.-ley 15.348/1946, texto ordenado por el dec. 897/1995.
3. De la inscripción registral
3.1 Oponibilidad
Se había sugerido brindar claridad a la norma, afirmándose que como regla " si el
perfeccionamiento del contrato de leasing precede a la ejecución de la obligación de
entregar el bien para su uso por el tomador, el contrato producirá efectos desde la fecha
de la celebración si es inscripto en el respectivo registro dentro del plazo que cada una
de las leyes registrables establece" (Lorenzetti). A nuestro juicio, como regla es dable
señalar que el contrato será oponible a los terceros desde la fecha de su celebración y
siempre que su inscripción haya sido realizada en el término legal, de acuerdo a la
naturaleza del bien y la existencia de un registro especial. Por ejemplo: 1) En materia de
inmuebles deberá inscribirse en el plazo de 45 días; 2) En materia de automotores
deberá inscribirse en el plazo de 10 días; 3) En los demás bienes dentro de las 24 horas
de su perfeccionamiento. En todos estos supuestos, " la inscripción tempestiva permitirá
que la misma se retrotraiga a la fecha de celebración, a partir de la cual se operará su
oponibilidad a terceros interesados" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández). En
materia registral el cómputo de los plazos se realiza en días hábiles administrativos, y
no en días corridos, como se computan en el Código Civil. En virtud de su naturaleza
consensual el contrato " puede ser inscripto antes de la entrega de los bienes" (Lavalle
Cobo).
La norma dispone dos plazos de vigencia de la inscripción del contrato de leasing, a los
efectos de su oponibilidad frente a los terceros. Así, distingue si se trata de inmuebles y
otros bienes. En el primer caso, la inscripción se mantiene por el plazo de 20 años. En el
segundo caso, tratándose de muebles, derechos o software, la inscripción se mantiene
por 10 años. En ambos supuestos, es factible su renovación siempre que se formalice
antes de su vencimiento, ya sea por pedido del dador o bien por orden judicial. Creemos
que las partes recurrirán a la renovación de la inscripción cuando opte el tomador por
renovar el contrato, por lo general, ello ocurrirá en la modalidad del leasing de retro.
De la regulación legal no surge cuantas veces es posible la renovación de la
registración, generándose dos tesis al respecto. Para una primera tesis, que toma la
interpretación literal del texto, afirma que sólo puede renovarse una sola vez. Para una
segunda tesis, en cambio, aplicando analógicamente el art. 23 de la ley 12.962, afirma
que " para el caso de ejecución judicial permite que el juez ordene la reinscripción todas
las veces que fuere necesario" (Lavalle Cobo).
III. Jurisprudencia
Art. 1235.— Modalidades de los bienes. A los efectos de la registración del contrato de
leasing son aplicables las normas legales y reglamentarias que correspondan según la
naturaleza de los bienes.
El registro debe expedir certificados e informes. El certificado que indique que sobre
determinados bienes no aparece inscrito ningún contrato de leasing tiene eficacia legal
hasta veinticuatro horas de expedido.
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 9; ley 24.441,art. 30; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, art. 1148; Proyecto de Código Civil de la República Argentina
de 1998, art. 1163.
II. Comentario
En virtud de la naturaleza de los bienes que pueden ser materia del contrato de leasing,
se realiza un reenvío a aquellos regímenes legales y reglamentarios que resultarán
aplicables, por analogía y siempre en lo que sea pertinente, conforme a la naturaleza
propia del leasing. En tal supuesto, debe recordarse que no existe un registro único para
los contratos de leasing, sino que se recurre a todos aquellos registros ya creados por las
leyes especiales de acuerdo a los bienes que se trate, y que tienen por finalidad la
registración de la titularidad, las transmisiones y especialmente los gravámenes que
puedan recaer sobre ellos.
Sin embargo, en materia de software y a los fines de evitar una doble registración, de su
propiedad en el Registro nacional de la Propiedad Intelectual y del leasing en el
Registro de Créditos Prendarios, se había propuesto que " los leasings de softwares
deben ser inscriptos en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual, en
cumplimiento de las disposiciones reglamentarias correspondientes" (Lavalle Cobo).
Esta crítica no ha sido receptada en el Proyecto, por lo cual podría llegar a interpretarse
que existe obligación de realizar la doble registración, lo cual no compartimos en virtud
de la correcta hermenéutica de la ley 25.036.
Para el supuesto que se perfeccione un contrato de leasing sobre cosas muebles que sean
susceptibles de traslado a diferentes jurisdicciones, se aplicará la ley de prenda con
registro para casos de iguales circunstancias. Por ello, el régimen especial dispone que
el registro ante el cual se practique o efectivice la inscripción del contrato, deberá
comunicar dentro de las veinticuatro horas a los registros del lugar donde se encuentren
situados los bienes. Se ha explicado que esta solución resulta acertada porque se evita "
la necesidad de presentar un mismo contrato para su inscripción ante distintos registros,
con el consiguiente peligro que la dilación de los trámites lleve a que se exceda el plazo
legal para su inscripción, con la consiguiente pérdida de la oponibilidad a los terceros"
(Lavalle Cobo).
Ahora bien, si el registro no cumple con su obligación legal dentro del plazo fijado ello
no afectará la validez del contrato de leasing y sus efectos.
III. Jurisprudencia
Art. 1236.— Traslado de los bienes. El tomador no puede sustraer los bienes muebles
del lugar en que deben encontrarse de acuerdo a lo estipulado en el contrato inscrito.
Sólo puede trasladarlos con la conformidad expresa del dador, otorgada en el contrato o
por acto escrito posterior, y después de haberse inscrito el traslado y la conformidad del
dador en los registros correspondientes. Se aplican las normas pertinentes de la Ley de
Prenda con Registro al respecto.
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 10; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1164.
II. Comentario
2. Excepción. Requisitos
3. De su comparación
Esta remisión, sin embargo, tenía su importancia práctica en virtud que el sexto párrafo
del art. 13 de la Ley de Prenda con Registro faculta al acreedor prendario a pedir el
secuestro de las cosas muebles, afirmándose que se trata de un secuestro precautorio que
tiene por objeto asegurar el estado del bien, como vía preparatoria para una eventual
acción judicial. Por el contrario, la remisión genérica implicará que la doctrina
determine las distintas medidas que podrá tomar el dador ante el uso indebido de las
cosas materia de leasing o la prohibición de la inspección por parte del tomador.
4. De los efectos
Resulta claro que el efecto práctico perseguido consiste en " establecer en cada caso el
lugar de ubicación real de las cosas muebles " (Lavalle Cobo). Para el supuesto de
incumplimiento del tomador de lo establecido en la norma, como vimos, se " faculta al
dador a inspeccionar el bien y a solicitar el secuestro del bien " (Lorenzetti). Un caso
particular, es el de los automotores que en virtud del art. 13 de la ley 12.962 quedan
comprendidos " sólo cuando se trate de su desplazamiento definitivo " , por lo cual a
contrario sensu creemos que no resulta necesario cumplir con el procedimiento
establecido por el artículo comentado, si se trata de desplazamientos temporarios.
III. Jurisprudencia
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 11; ley 24.441,art. 31; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1149; Proyecto de Código Civil de la República
Argentina de 1998, art. 1165, primer párrafo.
II. Comentario
1. Generalidades
El contrato de leasing debe ser inscripto por ante el Registro correspondiente a los
efectos de ser oponible a los terceros, como modo de publicidad, especialmente cuando
se trate de cosas muebles. La norma, en cambio, no utiliza dicho término sino que se
refiere a los " acreedores de las partes" . Sabemos que las partes del contrato, son el
dador y el tomador, por lo cual en una primera aproximación, son terceros aquellos que
no son partes. En consecuencia, corresponde distinguir quienes son los terceros. Desde
el punto de vista general, el vocablo terceros comprende a los terceros interesados y no
interesados, siendo los acreedores una especie dentro de los primeros. En cambio, los
terceros no interesados son todos aquellos que no integran la primera categoría y que
deben respetar el contrato.
La fuente inmediata del artículo comentado es el art. 11 de al ley 25.248 que cuenta con
tres párrafos. En el primero dispone la oponibilidad del contrato y habilita a los
acreedores del tomador a ejercer la acción subrogatoria para ejercer la opción de
compra. El segundo y tercero regula los efectos del contrato de leasing en el concurso y
quiebra del dador, y en la quiebra del tomador, respectivamente.
La fuente mediata es el art. 31 de la ley 24.441 que incorporaba un párrafo que decía "
sólo podrán ejercer las facultades que les son propias pero que no obstaculicen el
cumplimiento de la finalidad del contrato" .
En otros términos, corresponde afirmar que " mediando inscripción, la oponibilidad del
contrato a los acreedores de cualquiera de las partes consiste precisamente en que éstos
deban respetar las situaciones jurídicas generadas por el contrato de leasing, lo cual
implica que sus acciones no obstaculicen el cumplimiento de la finalidad del negocio
mientras no logren la declaración de inoponibilidad a través de la acción revocatoria o la
declaración de nulidad por simulación del negocio, si tales acciones fuesen procedentes"
(Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández). En igual sentido, se ha afirmado que " los
terceros interesados tienen frente al leasing no inscripto los mismos derechos que frente
a cualquier otro contrato y, por ende, de no mediar simulación o fraude, no están en
condiciones de atacarlo" (Lavalle Cobo).
Con buen criterio, en cambio, se ha elegido no regular los efectos del contrato de
leasing para el supuesto de concurso o quiebra del dador y del tomador, debiéndose
tratar dichos temas en la ley de concursos y quiebras.
3. De los efectos
Por lo general, se pone énfasis en que la oponibilidad tiene efectos sobre los terceros.
Sin embargo, no se repara en que los efectos inmediatos recaen sobre las propias partes.
Por ello, compartimos la opinión que expresa que " el contrato de leasing inscripto
puede ser invocado por cualquiera de las partes ante los acreedores de la otra para alegar
un derecho preferente; es decir que el legislador trata a los derechos creditorios
emergentes del leasing como una suerte de derecho personal privilegiado" (Fresneda
Saieg, Frustagli y Hernández).
Como regla, los acreedores del dador no pueden agredir el bien objeto del leasing
mientras el tomador se encuentre en uso y goce del mismo, dentro del plazo contractual
o bien para el caso de renovación o prórroga del contrato; en cambio, si podrán solicitar
medidas de embargo preventivo sobre el bien, sobre el canon o sobre el precio de
compra. Sin embargo, si el tomador no hace uso de la opción de compra, podrán
embargar y proceder al secuestro del bien. En cambio, si el tomador hace uso de la
opción de compra los acreedores sólo podrán embargar el precio de compra con más los
accesorios legales, pero no el bien ni impedir que salga del patrimonio del dador.
Cabe preguntarse si los acreedores del dador podrán ejercer la acción subrogatoria para
ejercer por él derechos y obligaciones del contrato de leasing. Al respecto, se ha dicho
que los acreedores tendrán " legitimación para ejecutar al tomador por la falta de pago
de los cánones y, en su caso, del precio de la opción de compra. En cambio, al no existir
norma expresa al respecto, en caso de incumplimiento del tomador, los acreedores del
dador no tendrán derecho para solicitar el secuestro de la cosa mueble ni el desalojo de
los inmuebles, ya que ello implicaría el ejercicio de facultades del dador, privativas de
éste" (Lavalle Cobo).
Los acreedores del tomador tampoco pueden agredir el bien porque no ha ingresado
todavía en el patrimonio del deudor, ya que su propiedad y posesión le pertenece al
dador, facilitándole la inscripción del contrato oponer esta circunstancia. Sin embargo,
como existe la posibilidad cierta que el tomador adquiera la propiedad, es factible su
embargo luego de ejercida la opción de compra. También podrían los acreedores ejercer
la acción subrogatoria, supuesto que analizaremos a continuación.
4.1 Antecedentes
4.3 Fundamentos
Con razón, se ha expresado que la facultad otorgada ha " contemplado la situación
peculiar que existe en el leasing debido a que los cánones pagados por el tomador se
componen en parte por un valor que representa "para el dador" recuperación del costo
del bien, de modo tal que sería abusivo negar a los acreedores el ejercicio de una
facultad que permite ingresar un bien al patrimonio de su deudor por un valor residual"
(Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).
4.4 Su crítica
Se ha dicho, por autorizada doctrina que esta norma es de práctica imposible por los
acreedores en virtud que " el ejercicio de la opción de compra reconocida en el contrato
de leasing, no es obligatorio sino facultativo, por lo tanto, el tomador no está obligado a
ejercer esa opción, por lo que nunca puede caer en inacción, requisito indubitable que
amerita el ejercicio por la misma por parte de sus acreedores" (Barreira Delfino).
III. Jurisprudencia
Las calidades de dador y tomador del contrato de leasing podrán ser opuestas al tercero
víctima de un ilícito sólo si el contrato se encuentra inscripto, siendo evidente que la ley
ha querido garantizar a los terceros, siendo rigurosa con los plazos y con el deber de
inscripción para que se pueda cumplir con esa finalidad ante los ajenos al contrato
(CACiv. y Com. Mercedes, sala 3ª, 14/10/2010, MJJ58921).
Art. 1238.— Uso y goce del bien. El tomador puede usar y gozar del bien objeto del
leasing conforme a su destino, pero no puede venderlo, gravarlo ni disponer de él. Los
gastos ordinarios y extraordinarios de conservación y uso, incluyendo seguros,
impuestos y tasas, que recaigan sobre los bienes y las sanciones ocasionadas por su uso,
son a cargo del tomador, excepto convención en contrario.
El tomador puede arrendar el bien objeto del leasing, excepto pacto en contrario. En
ningún caso el locatario o arrendatario puede pretender derechos sobre el bien que
impidan o limiten en modo alguno los derechos del dador.
II. Comentario
El contrato de leasing otorga al tomador el derecho personal de uso y goce del bien, y
no su propiedad, en virtud que el mismo constituye la mejor garantía para el dador, sin
perjuicio de exigir o poder recurrir a otros medios de garantía de su crédito.
Precisamente, este derecho personal constituye la causa fin del contrato que se celebra
por lo que cualquier imposibilidad, material o jurídica, de uso y goce conspira contra la
finalidad económica tenida en cuenta al momento de su perfeccionamiento.
El tomador tiene también obligaciones legales que debe cumplir, respetando el plexo
contractual. Empero, además, se han previsto prohibiciones en materia de disposición
del bien, que resultan concordantes con la tenencia otorgada. Sin embargo, éstas carecen
de relevancia o bien son redundantes, en virtud que la inscripción del contrato implica la
inoponibilidad de dichos actos frente a terceros, según lo prescribe el art. 1239,
otorgándole por consiguiente al dador la correspondiente acción reivindicatoria.
El uso del bien debe ser conforme a su destino teniéndose en cuenta la finalidad objetiva
del objeto del contrato, a diferencia de la locación de cosas en el cual, a falta de
convención, puede darle el destino que tenía al momento de la locación, el de cosas
análogas o el que corresponda a su naturaleza (art. 1154 y 1504). Cualquier desvío, total
o parcial, del uso del bien constituye un incumplimiento contractual, siendo pasible de
las acciones legales que correspondan; en otras palabras, " está obligado a ejercerlo
regularmente, conforme se exige al locatario y de acuerdo a los standards de buena fe y
del ejercicio no abusivo de los derechos " (Lorenzetti). También debe realizar el
procedimiento de autorización, notificación y registración, de modo previo a realizar el
traslado del bien, conforme se regula en el art. 1236. Por último, para el supuesto que
causare un daño a un tercero con el bien, el tomador resulta responsable con un factor
de atribución objetivo, sin perjuicio de la responsabilidad del dador para el supuesto de
no haber contratado un seguro, conforme veremos en el comentario del art. 1243, y que
modifica el régimen vigente en materia de responsabilidad.
Debe mantener el bien en buen estado de uso y de conservación, haciendo los gastos
necesarios, ya sean ordinarios o extraordinarios, aplicándose subsidiariamente las
normas previstas para la locación de cosas, con las reservas que veremos más abajo.
Esta obligación incluye abonar los seguros, impuestos y tasas que recaigan sobre el
bien, que hayan sido incluidos en el instrumento contractual. La norma es supletoria de
la voluntad de las partes quienes pueden incluir otros tributos, pero sienta un principio
general para los tomadores. Para ello, deberán afrontar a su costa los servicios de
mantenimiento y reparación, aun aquellos de carácter extraordinario, sobre el bien
contando " para ello con los derechos correspondientes a las garantías de fábrica"
(Lavalle Cobo) frente al proveedor o fabricante sin necesidad de cesión alguna de parte
del dador. Esta obligación puede tornarse gravosa para cuando el tomador fuere un
consumidor, pudiéndose invocar su nulidad en virtud de su carácter de abusiva.
Como el dador mantiene la propiedad y la posesión del bien, el tomador debe facilitarle
la inspección para conocer su estado y radicación, pudiendo ser causal de
incumplimiento contractual cualquier oposición infundada.
La norma aclara que el tomador, con relación al objeto del leasing, " no puede venderlo,
gravarlo ni disponer de el" , afirmación a todas luces redundante en virtud que el
tomador sólo tiene la tenencia del bien, y además el contrato se encuentra inscripto en
un registro, siendo oponible esta situación jurídica a los terceros. En tales términos, el
art. 1166 del Proyecto de Código Civil de 1998 enfatizaba: " La venta o gravamen
consentido por el tomador es inoponible al dador" . En conclusión, " el tomador no
puede gravar ni vender el la cosa; si lo hace es responsable por los daños causados
frente al dador; este último tiene acción reivindicatoria contra el tercero, pidiendo
directamente el secuestro de la cosa" (Lorenzetti).
En primer lugar, el derecho principal del tomador consiste en usar y gozar del bien
objeto del leasing, siendo idéntico al derecho del locador. Sin embargo, en el contrato
de leasing se agrega " conforme a su destino" , no siendo conforme con el carácter
supletorio previsto en materia de locación (arts. 1154 y 1159, Cód. Civil), que permite
dar el bien el destino que pacten las partes y sólo para el caso de silencio, recién exigir
que el uso sea acorde a la naturaleza del bien.
En segundo lugar, en materia de conservación del bien, la norma impone al tomador los
gastos ordinarios y extraordinarios, salvo pacto en contrario. Con respecto a los gastos
ordinarios existen puntos de conexión con la locación, siendo lo normal que se
encuentren a su cargo en virtud que posee el disfrute del bien. Sin embargo, resulta
criticable que no distinga las distintas especies de leasing, como el financiero, operativo
o retroleasing; porque recordemos que, en el leasing operativo, por lo común será el
dador quien tendrá a su cargo el mantenimiento o service del bien.
Con respecto a los gastos extraordinarios, la norma nos parece que resulta excesiva,
tampoco distingue entre las clases de leasing y no se compadece con el régimen
supletorio de la locación de cosas (arts. 1568 y 1568, Cód. Civil). En efecto, la regla en
materia de asunción de riesgos implica que el propietario corre con el riesgo de pérdida
o destrucción de la cosa; sin embargo, en el caso del leasing financiero se ha establecido
una excepción, con fundamento en el carácter financiero del vínculo contractual.
Empero, en el supuesto del leasing operativo se ha dicho que " la solución legal carece
de justificación (...) donde la función financiera no se presenta con la misma intensidad
sino que prevalece la finalidad de intercambio" (Fresneda Saieg, Frustagli y
Hernández).
En tercer lugar, se impone a cargo del tomador el pago de los impuestos y tasas que
recaigan sobre el bien, diferenciándose del régimen de la locación. Así, en materia de
impuestos que tengan relación con la titularidad del bien deben ser soportados por el
locador propietario; en cambio, aquellas tasas que gravan el uso del bien deben ser
abonadas por el locatario. En cambio, aquí la norma no distingue los tributos por razón
de titularidad ni uso, mencionando impuestos y tasas en plural, con lo cual caben por lo
menos dos respuestas: a) El tomador debe abonar todos los impuestos y tasas que
recaigan sobre el bien, ya sean con sustento en su titularidad como en su disfrute; b) El
tomador sólo debe abonar aquellos impuestos o tasas que gravan el uso y goce del bien.
En cuarto término, en materia de reparaciones, no se aplica el art. 1516 del Cód. Civil
ya que debe realizar a su costa sobre el bien, incluso aquellas que impliquen gastos
extraordinarios, salvo convención en contrario.
4. Del arrendamiento
Si bien la norma no dice nada, en virtud del principio de autonomía privada, las partes
podrían establecer una cláusula que autorice la cesión de la posición contractual,
siempre y cuando no exista pacto en contrario. No obstante ello, " el contrato de leasing
ha sido calificado en ocasiones como intuitu personae , toda vez que el dador tiene
interés en la persona del tomador, ya que la cosa está bajo su cuidado (Lorenzetti). En
cambio, si se ha autorizado expresamente la cesión de la posición contractual por el
dador, como veremos más abajo, en el art. 1247 del Proyecto.
III. Jurisprudencia
El art. 12 de la ley regulatoria del contrato de leasing (25.248), conforme la cual las
sanciones ocasionadas por el uso del bien objeto del contrato de leasing son a cargo del
tomador, salvo convención en contrario, aparece como derogatoria de los regímenes
represivos que establecen sanciones pecuniarias que debe afrontar el propietario de los
bienes, con independencia de la persona que ha cometido las correspondientes
infracciones; orientándose en la sintonía que marca el artículo 17 de la misma ley en el
sentido de responsabilizar civilmente al tomador y exonerar al dador por la
responsabilidad objetiva que respecto del dueño de la cosa que ha causado un daño
contempla el artículo 1113 del Cód. Civil (CACiv. y Com. Santa Fe, sala 1ª, 7/2/2008,
MJJ20356)
El dador tiene acción reivindicatoria sobre la cosa mueble que se encuentre en poder de
cualquier tercero, pudiendo hacer aplicación directa de lo dispuesto en el artículo 1249
inciso a), sin perjuicio de la responsabilidad del tomador.
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 13; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, arts. 1166.
II. Comentario
En el segundo caso, para reforzar aún más la posición del dador, el legislador ha
previsto que si el tomador realiza cualquiera de los actos prohibidos, le concede la
acción reinvidicatoria incluso frente a cualquier tercero, aunque fuere de buena fe y a
título oneroso, que veremos a continuación. Para cierta postura doctrinaria, los
antecedentes de la norma " debemos encontrarlos en el art. 41 de la Ley de Prenda con
Registro" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).
2. De la acción reivindicatoria
Se ha destacado que utilizar esta acción constituye " una mera facultad del dador (y no
una obligación) (...) Sólo está legitimado el dador. En consecuencia el tomador (...) no
puede ejercer la acción reivindicatoria; frente a la inacción del dador carece de acción
jurídica para reclamar al tercero adquirente de la cosa mueble" (Molina Sandoval y De
Amunátegui Rodríguez).
2.2 De la vía especial del secuestro de bienes
Ello implica que el tomador " responderá siempre por los daños y perjuicios causados al
dador, de acuerdo con las reglas generales de la responsabilidad civil" (Lavalle Cobo),
en virtud que con su conducta ha incumplido expresamente la ley y el contrato,
ocasionándole un dispendio material y procesal al dador, quien para recuperar el bien ha
debido incurrir en gastos de tiempo y dinero.
III. Jurisprudencia
Art. 1240.— Opción de compra. Ejercicio. La opción de compra puede ejercerse por el
tomador una vez que haya pagado tres cuartas partes del canon total estipulado, o antes
si así lo convinieron las partes.
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 14; ley 24.441,art. 27 inc. d);
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1145 inc. 4 y 5; Proyecto de Código Civil de
la República Argentina de 1998, art. 1167.
II. Comentario
Para arribar a esta conclusión se valen también del art. 16 de la ley 25.248, contenido en
el art. 1242 del texto, en cuanto el derecho a la transmisión del dominio nace con el
ejercicio de la opción de compra y el pago del precio fijado en el contrato, " es decir,
basta su manifestación de voluntad para perfeccionar el contrato" (Molina Sandoval). Se
ha definido al contrato de opción, como " aquél en el cual una de las partes queda
vinculada a una determinada oferta y la otra parte se reserva la libertad de aceptarla o
no, dentro del plazo que se fije" (Aparicio), con sustento en el texto del art. 1331 del
Código Civil italiano de 1942.
En este aspecto, y a los efectos del leasing, resulta interesante esta postura doctrinaria,
en virtud que " la opción se caracteriza porque el titular del derecho es quien tiene
acción para exigir que se perfeccione el contrato definitivo, la otra parte sólo tiene
obligaciones" (Nicolau). A modo de conclusión, en virtud que el Código Civil y
Comercial de la Nación incorpora al contrato de opción en el art. 996, se refuerza la
postura doctrinaria antedicha, debiéndose cumplir la opción contenida no siendo
susceptible de revocarse por ningún motivo, transfiriéndose a los herederos la facultad
de elegir o no la compra del bien.
2. Plazo para la opción. ¿Desde cuando y hasta cuando?
Ahora bien, la norma dice a partir de cuando puede ejercerse pero no dice hasta cuando
el tomador podrá comunicar su intención de comprar el bien, por lo cual, una vez más,
dependerá de la autonomía contractual y, si las partes nada han dicho, se afirma que la
opción puede ejercerse hasta antes del vencimiento contractual . De lo contrario, su
silencio se interpretará en sentido negativo y que carece de la intención de quedarse con
el bien. Estimamos que " la última oportunidad se da cuando el tomador se encuentra
obligado, sino opta, a restituir la cosa" (López de Zavalía), porque si la restituye implica
que no hará uso de la opción de compra; en cambio, sino lo hace incurre en mora
haciéndose pasible de las acciones legales.
3. Modo de ejercicio
Ahora bien, se trata a nuestro juicio de un carácter relevante, y por lo general será un
contrato de duración. Empero, no estamos seguros que se trate de un elemento
tipificante del contrato sub exámine, a diferencia de la opción de compra, y por ello no
está incluido en la definición legal ni se ha previsto un plazo mínimo y mucho menos
máximo, para dejar autonomía a las futuras partes contractuales. En suma, dependerá de
la modalidad que recurran las partes (financiero, operativo, mobiliario o inmobiliario,
retroleasing, de empresas o de consumo, etc.) para asegurar la finalidad buscada, pero
reiteramos "no sin polémica para algunos" que no se trata de un elemento tipificante,
como si lo es la opción de compra, sin la cual el contrato no será de leasing, sino alguna
variante atípica.
III. Jurisprudencia
Art. 1241.— Prórroga del contrato. El contrato puede prever su prórroga a opción del
tomador y las condiciones de su ejercicio.
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 15; ley 24.441,art. 29; Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1147; Proyecto de Código Civil de la República
Argentina de 1998, art. 1167.
II. Comentario
1. Opción de prórroga
El tomador del contrato de leasing dispone de un elenco de alternativas, algunas
establecidas por el legislador y otras que surgen del principio de autonomía privada de
las partes, para utilizar al momento de la finalización del contrato. Precisamente, entre
las primeras se encuentra la opción de prórroga del contrato, aplicable a todas las
especies de leasing, y cuya fuente inmediata es el art. 15 de la ley 25.248. A diferencia
de la opción de compra que posee naturaleza tipificante y por tanto es esencial para
calificar a un contrato como de leasing, la facultad de prorrogar el contrato puede o no
estar incluida en el plexo contractual; y para el supuesto que las partes la incluyeran,
deberá además establecer las condiciones de su ejercicio. Se trata, por tanto, de una
cláusula accidental del contrato, contando con ella el tomador " si es que ha así ha sido
prevista expresamente en el contrato de leasing" (Lorenzetti); y tiene su razón de ser en
virtud que el tomador puede manifestar su interés en continuar gozando del bien. Con
buen criterio, se ha dicho que la " prórroga del período locativo podrá optarse en el
momento que determinen las partes, pero solamente comenzará a correr desde la fecha
de su vencimiento, pues en el caso contrario, si el contrato se prorrogara antes de su
vencimiento, se produciría una modificación del contrato original y no su prórroga"
(Lavalle Cobo).
Esta cláusula resulta más acorde con la modalidad del retroleasing porque permite
seguir utilizando un bien; empero, creemos que no es compatible con las otras
modalidades, como el leasing financiero y el operativo, porque persiguen la adquisición
del bien o su renovación, respectivamente. En tal sentido, se ha dicho que si nos
atenemos " a la naturaleza financiera del contrato de leasing, esa posibilidad de prórroga
es desaconsejable" (Barreira Delfino).
1.2 Registración
Como la prórroga del contrato implica una modificación del plazo original, y en virtud
que el art. 1234 y concordantes, disponen un régimen de inscripción del contrato a los
efectos de su oponibilidad para terceros, debe inscribirse también el instrumento de
prórroga.
2. Opción de renovación
La ley 24.441, en su art. 29, prescribía la opción de renovación del contrato mediante la
sustitución de " las cosas que constituyen su objeto por otras nuevas en las condiciones
que se hubiesen pactado" . Empero, como bien se señaló, esta renovación de los bienes
no preveía " la prórroga del período locativo" (Lavalle Cobo). La ley 25.248 no incluyó
una norma similar como tampoco el texto proyectado, habiéndose afirmado que ello es
acertado " porque entendemos que es innecesaria esta intervención del legislador, ya
que es una cuestión de las partes establecer si compran la misma cosa u otra distinta, y
ello no desnaturaliza la función típica del contrato" (Lorenzetti). Sin perjuicio de ello,
en virtud de la autonomía de las partes es factible su inclusión, debiéndose convenir
también la regulación de los derechos y obligaciones para el supuesto de hacer uso de la
misma. Por ejemplo, " plazos para su ejercicio, pautas para la elección del nuevo bien y
bases para la determinación del canon" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).
Al momento del perfeccionamiento del contrato, el tomador conoce que puede hacer
uso de la opción de compra del bien, por imperio legal. Empero, en tanto facultad puede
o no utilizarla. Pues bien, no se ha previsto expresamente la posibilidad de restitución
del bien por parte del legislador, que resulta ser la contrapartida por el no uso de la
opción de compra. En otros términos, si al momento de concluir el plazo del contrato, el
tomador elige no comprar el bien deberá restituirlo al dador, a la sazón propietario y
poseedor, en el estado en que se encuentre, bajo apercibimiento de incurrir en mora y
responder por los daños.
III. Jurisprudencia
Art. 1242.— Transmisión del dominio. El derecho del tomador a la transmisión del
dominio nace con el ejercicio de la opción de compra y el pago del precio del ejercicio
de la opción conforme a lo determinado en el contrato. El dominio se adquiere
cumplidos esos requisitos, excepto que la ley exija otros de acuerdo con la naturaleza
del bien de que se trate, a cuyo efecto las partes deben otorgar la documentación y
efectuar los demás actos necesarios.
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 16; ley 24.441,art. 32; Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1150; Proyecto de Código Civil de la República
Argentina de 1998, art. 1168.
II. Comentario
Por otra parte, en virtud del ejercicio de la opción de compra el tomador pasa a ser
comprador y el dador se transforma en vendedor, aplicándose subsidiariamente las
reglas de la compraventa (cfr., art. 1250), que es un contrato consensual siendo el pago
"en realidad" ejecución del contrato de opción de compra del bien. En otros términos,
con razón, se ha afirmado que " el derecho del tomador- comprador a la transmisión del
dominio, nace desde el perfeccionamiento del contrato por el solo ejercicio del derecho
de opción (título), pero se requiere de una actividad personal suya (pago del precio) que
sumada a la tradición produzca la transmisión del dominio" . No debe olvidarse que el
tomador ya se encuentra con la tenencia del bien, por lo cual una vez ejercida la opción
y abonado el precio no requiere actos materiales de tradición, siendo un supuesto de
traditio brevi manu, conforme lo previsto en el art. 2387 del Cód. Civil.
El espíritu de la norma tiende a proteger tanto a las partes como a los terceros. Por un
lado, al dador evitando que se transfiera el dominio hasta tanto se abone el precio
pactado. Por otro lado, a los terceros a fin de evitar los fraudes, especialmente en los
casos de cosas muebles no registrables. Es dable reconocer que la ley 24.441, en su art.
32, resultaba mucho más sencilla en su interpretación: " La transmisión del dominio se
produce por el ejercicio de la opción, el pago del valor residual en las condiciones
fijadas en el contrato y el cumplimiento de los recaudos legales pertinentes de acuerdo
con la naturaleza de la cosa de que es trate, a cuyo efecto las partes deberán otorgar la
documentación necesaria" .
En cuanto al plazo del pago del precio del la opción de compra, en virtud de la
autonomía privada, deberá estar establecido en el contrato. Para el caso de silencio, rige
supletoriamente el régimen jurídico de la compraventa, por lo cual existen varias
opciones: a) Puede ser al contado (cfr., art. 1141); b) Contra entrega de la cosa (art.
1152).
Por último, se explicita la obligación del dador de otorgar toda aquella documentación
que sea necesaria para efectivizar la transferencia del dominio. Para el supuesto de
incumplimiento, tratándose de una obligación de hacer es susceptible de ejecución
forzada, y ante la contumacia del dador la documentación puede ser suscripta por el
juez. También puede resolver el contrato con más los daños. Empero, en el caso que
fuere el tomador un consumidor, entendemos que deberá prevalecer el criterio que exige
el cumplimiento del dador, porque le interesa adquirir el bien y no los daños que este
incumplimiento pudiere ocasionarle.
III. Jurisprudencia
Debe rechazarse la demanda de daños y perjuicios incoada por quien fuera desalojado,
alegando que las partes habían convenido la opción de venta del inmueble alquilado,
pero que dicha venta no se pudo concretar porque la demandada/locadora no tiene ni
tenía, al momento de la promesa, la documentación para realizar la transferencia de
dominio. Ello, pues no se encuentra probado que la demandada haya sido constituída en
mora por la actora, ni tampoco que la misma frustrara la compraventa del inmueble
(CACiv. y Com. Lomas de Zamora, sala I, 13/8/2009, MJJ46195).
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 17; Ley 24.441,art. 33; Proyecto
de Código Civil de 1998, art. 1169.
II. Comentario
La reparación de los daños que sufran terceros como consecuencia de un bien otorgado
por medio de un contrato de leasing, ha sido motivo de arduas disputas en materia
doctrinaria, ya sea en el derecho nacional como en el comparado. En efecto, la finalidad
económica y financiera del leasing que subyace a toda esta materia ha sido el argumento
principal para evitar que el dador sea responsable por aquellos daños causados por el
bien, cuando es utilizado por el tomador, quien es el que se favorece por su uso y goce:
en suma, es el guardián del bien.
El art. 33 de la ley 24.441 establecía " la responsabilidad objetiva del dador emergente
del art. 1113, Cód. Civil, se limita al valor de la cosa entregada en leasing cuyo riesgo o
vicio fuere la causa del daño si el dador o el tomador no hubieran podido
razonablemente haberse asegurado y sin perjuicio de la responsabilidad del tomador" .
Esta redacción fue muy criticada por la doctrina civilista, denominándola como un "
mecanismo de limitación cuantitativa de la responsabilidad del dador" (Fresneda Saieg,
Frustagli y Hernández), llegándose a aprobar un despacho de mayoría, en la Comisión II
de las " VII Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil" , propiciándose su derogación a fin
de obtener la responsabilidad plena de los dadores. En cambio, la doctrina comercialista
afirmaba que esta responsabilidad objetiva conspiraba contra " el pleno desarrollo de la
actividad, porque aun cuando se hubieran asegurado los riesgos correspondientes, las
instituciones financieras eran sistemáticamente demandadas por daños y perjuicios"
(Lavalle Cobo).
El art. 17 de la ley 25.248 hizo caso omiso a las críticas y avanzó aún más disponiendo
lisa y llanamente la exclusión total de responsabilidad del dador, en estos términos: " la
responsabilidad objetiva emergente del art. 1113, CCiv. recae exclusivamente sobre el
tomador o guardián de las cosas dadas en leasing" , modificación que fue considerada
como un " criterio correcto de establecer que en los casos de responsabilidad objetiva
(...) el único responsable es el tomador" (Lavalle Cobo), siempre y cuando el contrato se
encuentre debidamente registrado. Desde otro punto de vista, en cambio se dijo que " la
ley actual se aparta del proyecto de 1998 y, perjudicando el interés de los eventuales
damnificados, los obliga a tener que acreditar la presencia de un factor de atribución
subjetivo para responsabilizar al dador" (Lorenzetti).
La responsabilidad del tomador corre a " partir del momento en que recibe la cosa (...)
se proyecta también al guardián de las cosas dadas en leasing, por ejemplo, al
depositario a quien el tomador las hubiere confiado o al locatario de ellas" (Lavalle
Cobo).
En los Fundamentos del Anteproyecto se expresa que frente a " este debate es necesario
buscar un equilibrio que contemple el derecho de las víctimas al resarcimiento y la
necesidad de viabilizar este tipo de contratos. Por esta razón se elabora una norma que,
siguiendo el Proyecto de 1998, establece un adecuado balance" .
Sin embargo, desde el punto de vista del derecho de seguros, el dador contratará el
seguro como tomador del mismo para resguardar su patrimonio; y desde el punto de
vista del contrato de leasing, avizoramos que incluirá la prima dentro del canon a abonar
por el tomador, en virtud de los arts. 1229 y 1238 del Código Civil y Comercial de la
Nación. En dicho caso, el factor de atribución será objetivo de manera idéntica al
tomador, en virtud del reenvío al art. 1757 que regula la responsabilidad por el " hecho
de las cosas y actividades riesgosas" . De modo reciente, se ha afirmado " que la
eliminación de esta exención, implica un retroceso normativo que puede traducirse en
un desaliento para ofrecer este tipo de negocio financiero o un fuerte encarecimiento del
mismo, en función del mayor riesgo imperante" (Barreira Delfino). Ello, sin perjuicio,
de otros seguros que pueda contratar el tomador que cubran los riesgos de los bienes
otorgados en leasing, por ejemplo por pérdida o destrucción de la cosa, en los cuales por
lo general " son (...) endosados a favor del dador en cumplimiento de disposiciones
contractuales, ya que cubren los riesgos de pérdida total o parcial de la cosa" (Lavalle
Cobo).
Cabe advertir que el Proyecto suprimió la acción directa en contra del asegurador que
gozaba el damnificado según el texto elevado por la Comisión de reformas, siguiendo el
Proyecto de 1998, que decía lo siguiente: " En el ámbito de la responsabilidad prevista
en este artículo, se reconoce al damnificado acción directa contra el asegurador en los
términos del contrato de seguro. El dador es responsable únicamente en los casos que no
haya contratado este seguro. La responsabilidad del tomador se juzga según la
responsabilidad por el hecho de las cosas" .
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 18; Proyecto de Código Civil de
1998, arts. 1170.
II. Comentario
1. Antecedentes normativos
La norma anotada tiene su antecedente mediato en el art. 1170 del Proyecto de Código
Civil de 1998 y el art. 25 del dec.-ley 15.348/1946 sobre Prenda con Registro. El
antecedente inmediato es el art. 18 de la ley 25.248 que estableció un procedimiento de
cancelación de la inscripción del leasing en tres incisos, cuando lo solicitara el tomador
en un proceso judicial (inc. a); cuando lo solicitara el dador o su cesionario (inc. b);
cuando lo solicitara el tomador mediante un procedimiento extrajudicial (inc. c).
Del texto del artículo comentado podemos adelantar que se ha mejorado su técnica
legislativa, al fraccionarse el art. 18 citado en tres artículos: arts. 1244, 1245 y 1246. De
este modo, se permite tener una comprensión más sencilla de los distintos supuestos
sometidos a tratamiento. Sin embargo, compartimos la postura que afirma que nada se
dice " de la cancelación de la inscripción en casos de incumplimientos contractuales del
tomador que se dan lugar a la rescisión del contrato de leasing, lo que hubiera sido
conveniente prever atento las diversas interpretaciones de los registros sobre el
particular " (Barreira Delfino).
Es sabido que todo contrato de leasing debe registrarse a los efectos de hacer oponible
sus cláusulas a los terceros. Una vez concluido, ya sea por finalización del plazo o bien
por hacer el tomador uso de la opción de compra, en virtud del principio de paralelismo
de las formas resulta necesario cancelar la inscripción. El ámbito de aplicación para la
cancelación de la inscripción del leasing comprende sólo a las cosas muebles no
registrables y al software , llenándose un vacío legal y con ese fin " establece un
régimen análogo al de cancelación de los gravámenes prendarios legislado en el art. 25
del dec.- ley 15.348/46, adaptado a los contratos de leasing" (Lavalle Cobo).
A tales efectos, dispone dos supuestos: a) Por orden judicial, dictada en un proceso; b)
A petición del dador o su cesionario.
III. Jurisprudencia
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 18; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, arts. 1170.
II. Comentario
1. Antecedentes
En primer lugar, el tomador debe haber abonado tres cuartas partes del canon total o
menos si así se hubiere estipulado (art. 1240) y haber exteriorizado su voluntad de
adquirir el bien. Resulta fundamental que no haya incurrido en mora, de lo contrario "
no estará en condiciones legales de proceder a la cancelación por consignación del saldo
de precio si se encuentra en mora y ese estado de incumplimiento, de acuerdo con las
cláusulas contractuales, le ha hecho perder el derecho de optar por la compra" (Lavalle
Cobo).
En segundo lugar, deberá depositar el monto total de los cánones previstos, con más el
precio de compra fijado en el contrato o bien ya determinado según procedimientos
pactados (art. 1230). Se incluyen también aquellos accesorios previstos. El régimen del
art. 18 inc. c) de la ley 25.248 es más explicito porque se debe " acompañar constancia
de depósito en el banco oficial o el que corresponde a la jurisdicción del registro de la
inscripción, del monto de los cánones totales no pagados y del precio de ejercicio de la
opción, con sus accesorios" . Debe recordarse que la finalidad del leasing es financiera
por lo cual el plazo del contrato debe tener una razonable relación con los cánones
pactados.
En tercer lugar, debe acreditar haber interpelado al dador ofreciéndole los pagos de los
rubros antedichos, en un plazo de 15 días hábiles , por lo general en el domicilio
establecido en el contrato. Se había recomendado en doctrina " que hubiera sido mejor
prescribir el uso de la carta- documento que funciona en la actualidad como medio
fehaciente indiscutido de notificación por correo" (Lavalle Cobo). Sin embargo, la
norma guarda silencio sobre el medio de interpelación por lo cual podrá utilizarse la
carta documento o bien la carta certificada o cualquier otro medio que sea fehaciente, y
que permita acreditar su recepción sin duda alguna por parte del dador. Al respecto, se
dijo que frente a esta pretensión la conducta del dador admitía dos opciones: " a)
formular observaciones al pedido, lo cual obligará al tomador a valerse del
procedimiento indicado en el punto 1; b) no formular expresamente observaciones, con
cuyo silencio generará una importante presunción en cuanto a la caducidad de sus
derechos" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).
En cuarto lugar, también, si las partes han previsto otras obligaciones accesorias a las
previstas por la legislación, el tomador deberá cumplirlas. Para ello, el encargado del
registro deberá verificar el instrumento contractual registrado.
3. Procedimiento de cancelación
Una vez verificado el cumplimiento de todos los recaudos previstos por la norma, el
encargado del registro debe iniciar el procedimiento de cancelación previsto en el art.
1246, y que será objeto de análisis a continuación.
III. Jurisprudencia
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 18 inc. c); Proyecto de Código Civil
de la República Argentina de 1998, arts. 1170.
II. Comentario
1. Antecedentes
A diferencia del art. 1245, esta vez dispone cual será el medio fehaciente para notificar
al dador del requerimiento del tomador: la carta certificada . Por lo tanto, el encargado
del registro obligatoriamente deberá utilizar este medio para hacer conocer la pretensión
al dador. Sin embargo, como ya adelantamos, mientras el medio utilizado permita
conocer que la notificación ha llegado a conocimiento del dador, y pueda acreditarse su
debida recepción, podrá ser utilizada cualquier medio, como la carta documento o la
carta certificada.
En segundo lugar, ante la notificación el dador, se abre un plazo de 15 días hábiles para
que el dador manifieste su conformidad expresa o bien su silencio ante el requerimiento
de cancelación de la inscripción. La doctrina sostiene que el " silencio del dador crea la
presunción de que presta su conformidad con la cancelación " (Lavalle Cobo) siendo
uno de los pocos supuestos en los cuales la inacción o silencio tiene efectos positivos
(cfr., art. 919, Cód. Civil)
Una vez que transcurre dicho plazo y ante la falta de exteriorización del dador, el
encargado puede proceder a la cancelación, notificando al dador y al tomador,
respectivamente. Para ello "de modo previo" deberá realizar un cálculo del depósito
efectuado por el tomador y si se ajusta a lo previsto en el contrato. Recordemos que el
art. 1230 del Cód. Civ. y Com determina que el precio de ejercicio de la opción de
compra debe estar " fijado en el contrato o ser determinable según procedimientos o
pautas pactadas " . Por lo tanto, de la claridad de la redacción de aquella cláusula
dependerá que el encargado del registro determine si el depósito se ajusta o no al plexo
contractual. Tendrá que hacer, pues, un juicio de razonabilidad.
En tercer lugar, una vez notificado el depósito del tomador la conducta del dador puede
consistir en expresar observaciones, de distinta índole. En tal sentido, puede estimar el
depósito como insuficiente o bien denunciar que el tomador se encontraba en mora y
había perdido la oportunidad de hacer uso de la opción de compra. En otros términos, el
procedimiento extrajudicial de cancelación de la inscripción se tornaría contencioso ,
por lo cual corresponde que se dilucide en los estrados judiciales dentro del marco del
art. 1244 del inc. a), debiendo el encargado del registro concluir el trámite.
Ahora bien, del texto de la norma no surge la solución para aquellos casos en que el
dador formule observaciones, pero que el encargado estimara que éstas carecen de
entidad. Simplemente, se expresa que el encargado puede estimar insuficiente el
depósito.
III. Jurisprudencia
Art. 1247.— Cesión de contratos o de créditos del dador. El dador siempre puede ceder
los créditos actuales o futuros por canon o precio de ejercicio de la opción de compra. A
los fines de su titulización puede hacerlo en los términos de los artículos 1614 y
siguientes de este Código o en la forma prevista por la ley especial. Esta cesión no
perjudica los derechos del tomador respecto del ejercicio o no ejercicio de la opción de
compra o, en su caso, a la cancelación anticipada de los cánones, todo ello según lo
pactado en el contrato.
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 19; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, arts. 1171.
II. Comentario
1. Antecedentes
Asimismo, con anterioridad había sido objeto de crítica el epígrafe puesto que, en rigor,
lo que se pretende regular es la cesión de créditos del dador ya sean actuales o futuros
por parte del dador, pudiendo recaer sobre el canon pactado o el precio del ejercicio de
la opción de compra, y no la cesió n del contrato . Sin embargo, se ha optado por
mantener el texto cuestionado sin modificación alguna, renaciendo las opiniones
doctrinarias al respecto.
Desde el punto de vista de la técnica legislativa, se modifica el reenvío que hace el art.
19 de la ley 25.248 a los artículos 70, 71 y 72 de la ley 24.441, toda vez que a partir del
art. 1614 del Código Civil y Comercial de la Nación, en su capítulo 26, se trata de la
Cesión de derechos. En tal sentido, también se corrige el defecto del texto anterior que
mencionaba el vocablo " titularización" o " titulación" en el Proyecto de Código Civil
de 1998 (art. 1171), cuando en realidad, el término correcto es " titulización" de activos
o bien securitización de créditos.
Por último, el art. 19 de la ley 25.248 dispone que la cesión no perjudica los derechos
del tomador " todo ello según lo pactado en el contrato inscrito" . En cambio, el art.
1247 anotado ha suprimido el vocablo " inscrito" , dándolo por sobreentendido.
En segundo término, del texto de la norma se explicita la facultad irrestricta del dador
"por ello se utiliza el vocablo siempre " de ceder sus créditos emergentes del contrato de
leasing, ya sean en concepto de cánones o bien del precio del ejercicio de la opción de
compra. De este modo, se garantiza la nulidad de cualquier cláusula o prohibición en
contrario, ya sea legal o reglamentaria. Los créditos pueden ser actuales o futuros, en
virtud que se encuadran dentro del objeto de la cesión, que no hace distinción.
Por supuesto, la cesión debe cumplirse con la formalidad propia del contrato principal
debiéndose instrumentar por escrito y notificarse al deudor cedido. Sin embargo, esta
última posición ha sido desechada, de modo reciente, afirmándose que " se deja de lado
el requisito de la notificación al deudor cedido por acto público, por un mecanismo más
dinámico, pero cuidando siempre que el deudor tome conocimiento de la cesión para
cancelar su obligación con el nuevo acreedor" (Barreira Delfino).
III. Jurisprudencia
La ley nacional 25.248 que regula el contrato de leasing establece, en su art. 17, que la
responsabilidad objetiva emergente del artículo 1113 del Cám Civ. recae
exclusivamente sobre el tomador o guardián de las cosas dadas en leasing. Asimismo, el
artículo 8 de dicha ley establece que: A los efectos de su oponibilidad frente a terceros,
el contrato debe inscribirse en el registro que corresponda según la naturaleza de la cosa
que constituye su objeto. Del informe del Registro Nacional de la Propiedad Automotor,
surge la inscripción del contrato de leasing en el que figura como tomador la empresa
codemandada, con fecha anterior al siniestro, por lo que se ha configurado la eximente
de responsabilidad prevista en el artículo 17 de la ley nacional 25.248, por lo que deberá
admitirse la excepción de falta de legitimación pasiva opuesta por la codemandada
dadora en el contrato de leasing. A mayor abundamiento, consta copia del convenio de
cesión de contratos de leasing celebrado entre ambas codemandadas, de fecha anterior
al siniestro, con firmas certificadas por ante escribano público, resultando ser una de
ellas la cedente del contrato de leasing de la unidad en cuestión, habiendo asumido la
otra, su carácter de cesionaria y, por ende, las obligaciones del deudor cedido " ( CNCiv
., sala J, 11/9/2007, MJJ16211).
a) si el tomador ha pagado menos de un cuarto del monto del canon total convenido, la
mora es automática y el dador puede demandar judicialmente el desalojo. Se debe dar
vista por cinco días al tomador, quien puede probar documentalmente el pago de los
períodos que se le reclaman o paralizar el trámite, por única vez, mediante el pago de lo
adeudado, con más sus intereses y costas. Caso contrario, el juez debe disponer el
lanzamiento sin más trámite;
b) si el tomador ha pagado un cuarto o más pero menos de tres cuartas partes del canon
convenido, la mora es automática; el dador debe intimarlo al pago del o de los períodos
adeudados con más sus intereses y el tomador dispone por única vez de un plazo no
menor de sesenta días, contados a partir de la recepción de la notificación, para el pago
del o de los períodos adeudados con más sus intereses. Pasado ese plazo sin que el pago
se verifique, el dador puede demandar el desalojo, de lo que se debe dar vista por cinco
días al tomador. Dentro de ese plazo, el tomador puede demostrar el pago de lo
reclamado, o paralizar el procedimiento mediante el pago de lo adeudado con más sus
intereses y costas, si antes no hubiese recurrido a este procedimiento. Si, según el
contrato, el tomador puede hacer ejercicio de la opción de compra, en el mismo plazo
puede pagar, además, el precio de ejercicio de esa opción, con sus accesorios
contractuales y legales. En caso contrario, el juez debe disponer el lanzamiento sin más
trámite ;
c) si el incumplimiento se produce después de haber pagado las tres cuartas partes del
canon, la mora es automática; el dador debe intimarlo al pago y el tomador tiene la
opción de pagar lo adeudado más sus intereses dentro de los noventa días, contados a
partir de la recepción de la notificación si antes no hubiera recurrido a ese
procedimiento, o el precio de ejercicio de la opción de compra que resulte de la
aplicación del contrato, a la fecha de la mora, con sus intereses. Pasado ese plazo sin
que el pago se verifique, el dador puede demandar el desalojo, de lo que debe darse
vista al tomador por cinco días, quien sólo puede paralizarlo ejerciendo alguna de las
opciones previstas en este inciso, agregándole las costas del proceso ;
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 20; ley 24.441,art. 34; Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, arts. 1172.
II. Comentario
1. Antecedentes normativos
La norma bajo comentario dispone dos clases de regulaciones. Por un lado, regula los
efectos del incumplimiento del contrato de leasing que recaiga sobre cosas inmuebles ,
de acuerdo a un sistema progresivo de pago de cánones y de mora, de naturaleza
eminentemente material. Por otro lado, también incluye normas relativas a plazos, pago
de accesorios contractuales y costas, procedimiento de desalojo y vía ejecutiva para
reclamar cánones impagos, todas ellas de naturaleza formal o procesal, que deberán ser
armonizadas con las leyes locales.
El art. 1248 tiene un epígrafe que dice " incumplimiento y ejecución en caso de
inmuebles" por lo cual podría inducir a error al intérprete al creer "razonablemente" que
dispone todas aquellas causales posibles de incumplimiento del contrato de leasing, ya
sea por el dador o por el tomador, cuando tenga por objeto cosas inmuebles. Sin
embargo, ello no es así; por el contrario, su ámbito de aplicación es restrictivo " por
cuanto sólo refieren al caso de incumplimiento de la obligación del tomador de pagar el
canon convenido" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández). En consecuencia, los demás
incumplimientos del contrato deberán ser resueltos por la integración y aplicación de los
principios generales del derecho privado, y muy en particular, los principios del derecho
de defensa del consumidor, cuando el tomador sea consumidor o usuario, debiéndose
aplicar las reglas previstas en el art. 1093 y concordantes del Código Civil y Comercial
de la Nación.
Si el tomador al momento de incurrir en mora tiene abonado los cánones entre un cuarto
pero menos de tres cuartos, a diferencia del caso anterior, el dador debe remitirle una
intimación extrajudicial requiriéndole los períodos adeudados. Ante esta situación el
tomador dispone por única vez , en un plazo no menor a 60 días, de la oportunidad de
cancelar los períodos adeudados con sus intereses. Este plazo legal debe contarse por
días corridos y " tiene la naturaleza de un plazo de gracia, que permite la purga de la
mora" (Lavalle Cobo).
En tales términos, se ha dicho que " esta interpretación es la única posible, toda vez que
carece de sentido afirmar que el contrato quedará resuelto de pleno derecho por el
vencimiento del plazo suplementario, si luego se reconoce que el tomador puede
paralizar el juicio de desalojo" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández). Para otra
postura, la " única finalidad que podría tener la norma en cuestión es la de aclarar que la
situación de mora, una vez purgada, no hace perder al tomador el derecho de ejercitar la
opción de compra anticipada, si ésa es su voluntad" (Lavalle Cobo).
En una facultad que fue muy discutida en el Congreso, una vez producido el desalojo, el
dador podrá reclamar el pago de los cánones adeudados " hasta el momento del
lanzamiento, con más sus intereses y costas" . También podrá reclamar los daños que
resulten del deterioro " anormal de la cosa imputable al tomador por dolo, culpa o
negligencia por la vía procesal pertinente" .
Esta alternativa legal a favor del dador ha sido cuestionada afirmándose que " no ha sido
acompañada por una equilibrada tutela de los intereses de los tomadores (...) no sólo en
lo concerniente a la posibilidad de que el dador pueda reclamar cánones hasta el
momento del lanzamiento, sino también en relación a tratar a las prestaciones cumplidas
como equivalentes y divisibles, esto es, sujetas a compensación y ajenas a toda
posibilidad de restitución" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).
Desde otro punto de vista, con respecto a la discusión si debe el dador esperar el
resultado del desalojo para recién promover el cobro de cánones adeudados, se ha dicho
que " el texto de la ley no es prohibitivo y, por ello, no autoriza a inferir que sea
legalmente inviable la deducción simultánea de las acciones por desalojo del inmueble y
por cobro de los cánones. Quitar ese derecho al dador requiere una prohibición expresa
de la ley (...) pues de aplicarse tal interpretación de la ley estaría concediendo una
espera implícita al tomador y a sus codeudores o fiadores para el pago de los cánones"
(Lavalle Cobo).
III. Jurisprudencia
a) obtener el inmediato secuestro del bien, con la sola presentación del contrato inscrito,
y la prueba de haber interpelado al tomador por un plazo no menor de cinco días para la
regularización. Producido el secuestro, queda resuelto el contrato. El dador puede
promover ejecución por el cobro del canon que se haya devengado ordinariamente hasta
el período íntegro en que se produjo el secuestro, la cláusula penal pactada en el
contrato y sus intereses; todo ello sin perjuicio de la acción del dador por los daños y
perjuicios, y la acción del tomador si correspondieran; o
b) accionar por vía ejecutiva por el cobro del canon no pagado, incluyendo la totalidad
del canon pendiente; si así se hubiera convenido, con la sola presentación del contrato
inscripto y sus accesorios. En este caso, sólo procede el secuestro cuando ha vencido el
plazo ordinario del leasing sin haberse pagado el canon íntegro y el precio de la opción
de compra, o cuando se demuestre sumariamente el peligro en la conservación del bien,
debiendo el dador otorgar caución suficiente. En el juicio ejecutivo previsto en ambos
incisos, puede incluirse la ejecución contra los fiadores o garantes del tomador. El
domicilio constituido es el fijado en el contrato.
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 21; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, arts. 1173.
II. Comentario
1. Antecedentes
Se ha dicho, que " no estando en presencia de normas de orden público, por vía
contractual el dador puede diseñar un esquema de defensa y recupero de su acreencia,
de mayor eficacia y eficiencia, para los supuestos de incumplimiento del contrato de
leasing por parte del tomador" , teniendo en cuenta la especial naturaleza financiera del
negocio (Barreira Delfino).
Hasta tanto no se efectivice el secuestro judicial del bien el contrato sigue vigente, por
lo cual " el mero vencimiento del plazo otorgado al deudor sin que éste purgue la mora,
no produce de pleno derecho la resolución del negocio" (Fresneda Saieg, Frustagli y
Hernández).
En otros términos, sólo el secuestro del bien produce la resolución del vínculo
contractual pudiendo el dador demandar el cobro de los cánones adeudados hasta que el
secuestro se efectivice, como veremos a continuación.
El dador además puede promover la ejecución de los cánones adeudados hasta " el
período integro en que se produjo el secuestro, la cláusula penal pactada en el contrato y
sus intereses" . Esta acción puede ser, por tanto, acumulada al procedimiento ejecutivo
de secuestro del bien. Se trata de una acción de naturaleza ejecutiva por lo cual los
plazos y las defensas a oponer por el tomador son restringidos, dejándose todas aquellas
cuestiones que la excedan para el juicio ordinario posterior. En cuanto al límite de
cánones adeudados, como principio , " está dado por el período completo corriente en el
momento en que se produce el secuestro (...) Extinguido el vínculo contractual y,
restituido el bien a su dueño, no puede devengarse canon alguno por períodos
posteriores" (Lavalle Cobo). Sin embargo, si estuviere pactada la caducidad de los
plazos por mora, el dador podría demandar la totalidad de los cánones pactados, siendo
una excepción a la regla precedente.
En el inciso b) del art. 1249 habilita el cobro de cánones adeudados por la vía ejecutiva,
con el solo requisito habilitante de encontrarse inscripto el contrato de leasing
mobiliario. Es decir, que el dador puede optar por perseguir el secuestro del bien como
procedimiento ejecutivo autónomo para finiquitar el vínculo contractual o bien
promover la ejecución que tenga por objeto el cobro de los cánones adeudados.
Conforme fuera denunciado, la ley 25.248 no incorporó normas especiales para regular
la resolución del contrato, la ejecución de saldos deudores por falta de pago de cánones
ni el secuestro de los bienes, materia del contrato.
III. Jurisprudencia
(CNCom ., sala D, 10/3/1999, JA, 1999- III- 168) (CNCom ., 14/2/2003, EDJ6125)
(CNCom ., sala C, 30/10/2009, MJJ52419) (CNCom ., Sala F, 23/2/2010, MJJ55971).
El trámite particular instado por el art. 21 inc. a) de la ley 25.248 se caracteriza por una
actividad jurisdiccional limitada a la mera comprobación de los recaudos de
admisibilidad de la medida y su diligenciamiento, pues sólo se trata de la apertura de
una vía judicial voluntaria para obtener la orden de secuestro impartida por juez
competente, agotándose precisamente su objeto procesal con la entrega del bien
pignorado al acreedor prendario. El secuestro previsto por la ley 25.248: 21 se cumple
sin que medie contradictorio con el deudor, a quien tampoco se le admite, en el marco
de este trámite, recurso alguno para enervar el ejercicio del derecho que le asiste a su
acreedor. Despréndese de ello que no es dable examinar en este tipo de trámite otra
cuestión que no sean aquellas atinentes a la eficacia y realización del secuestro (CNCom
., sala A, 8/9/2011, MJJ69479).
En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 26; ley 24.441,art. 33; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, art. 1151; el Proyecto de Código Civil de la República
Argentina de 1998, art. 1174.
II. Comentario
2.1 Su análisis
Si bien hemos ponderado la redacción del art. 1250 en cuanto introduce algunos
cambios al régimen vigente, creemos que se ha quedado a mitad de camino al no incluir
otras remisiones o integraciones que eran requeridas también por la doctrina.
En segundo lugar, ya había sido objeto de reparos la norma fundante por parte de la
doctrina calificándola de " incoherente" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández), por
dos motivos: a) En materia de locación de cosas la remisión " quedaba vacía de
contenido" porque en el período de uso y goce "art. 12, ley 25.248; art. 1238 del
Anteproyecto" se imponen los gastos ordinarios y extraordinarios al tomador; se
excluyen los plazos mínimos y máximos de la locación y se establecen disposiciones
específicas sobre la resolución por incumplimiento; b) En materia de compraventa el
texto limita la aplicación a partir del ejercicio de la opción de compra " lo que no sólo es
criticable desde la perspectiva del perfeccionamiento contractual" (Fresneda Saieg, -
Frustagli y Hernández), quedando ceñida a los efectos poscontractuales, como evicción
y vicios redhibitorios.
En tercer lugar, la doctrina comercialista había criticado esta remisión genérica a los
contratos típicos, de locación de cosas y compraventa, que en rigor " cumplen funciones
jurídico- económicas totalmente distintas" (Barreira Delfino), propiciando la
incorporación de reglas de interpretación propias que atienden a la causa final de la
operación.
3. Incompatibilidades
III. Jurisprudencia
Sin perjuicio de la naturaleza jurídica propia del leasing, la ley 25.248 establece que se
le aplican subsidiariamente las reglas de la locación, correspondiendo por analogía la
prescripción a los cinco años para el cobro de los cánones adeudados (CNCom ., sala C,
30/10/2009, MJJ52419).