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LEY 26.

994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION


LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV. CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 1. COMPRAVENTA
Comentario de Mariano ESPER
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

Sección 1ª - Disposiciones generales. Por Mariano Esper

Art. 1123. Definición.

Art. 1124. Aplicación supletoria a otros contratos

Art. 1125. Compraventa y contrato de obra

Art. 1126. Compraventa y permuta.

Art. 1127. Naturaleza del contrato.

Art. 1128. Obligación de vender

Bibliografía de la reforma: Borda, Alejandro , "La compraventa en Proyecto de


Código Civil y Comercial de la Nación de 2012 " , LL AR/DOC/6241/2012; Bor-
da, Alejandro , " La permuta en el Proyecto de Código Civil y Comercial de la
Nación de 2012 " , LL AR/DOC/6242/2012; Condolfo, Néstor , " Compraventa "
, en Universidad Católica Argentina. Facultad de Derecho. (2012). Análisis del
proyecto de nuevo Código Civil- Comercial 2012 [en línea], Buenos Aires , El
Derecho, disponible en: http:/bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/libros/ aná-
lisis - proyecto -nuevo - código - civil.pdf ; Negri, Nicolás J. , "Compraventa,
permuta y suministro" , en Rivera, Julio C. (dir.) -Medina, Graciela ( coord.),
Comentarios al Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación 2012 , Abe-
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858; Alterini, Atilio A., Contratos. Civiles. Comerciales. De consumo. Teoría ge-
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cláusula ’ pago contra documentos ’ en la venta CIF " , JA, 12 - 390; Segovia,
Lisandro , Explicación y crítica del nuevo Código de Comercio de la República
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1979; Trincavelli, Nélida E. , La compraventa en Roma. Comparación con el
Código Civil Argentino , Lerner, Buenos Aires, 1970; Wayar, Ernesto C. , Com-
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,Código de Comercio y Leyes complementarias. Comentados y concordados, t.
I, Depalma, Buenos Aires, 1967.

Introducción al capítulo

El nuevo Código disciplina el contrato de compraventa de manera unificada, es


decir, reuniendo en un mismo cuerpo de disposiciones a la compraventa civil y
a la compraventa mercantil, que dejan de designarse con esos calificativos pa-
ra denominarse, en lo sucesivo, sencillamente, como compraventa.

La fusión realizada por el nuevo ordenamiento se basa en el trabajo desarrolla-


do por los anteriores Proyectos de reforma de la legislación civil y comercial y,
particularmente, en el sistema del Proyecto de Código Único Civil y Comercial
de 1998, que se reproduce sin variantes en enormes tramos de esta temática y
al que se han introducido algunas modificaciones menores. En este sentido, los
propios Fundamentos del Código señalan que se ha seguido el régimen de la
compraventa instaurado por el Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y
Comercial de 1987, reiterado mayormente por los Proyectos posteriores y sin-
tetizado por el Proyecto de 1998 (apartado VI, Libro Tercero, " Derechos per-
sonales" , Título IV, " Contratos en particular" , punto " Compraventa. Permuta.
Suministro" ). Por lo tanto, en materia de compraventa, el texto aprobado cons-
tituye una adaptación de las normas elaboradas por los Proyectos de Reforma
precedentes.

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La regulación aprobada para este contrato implica la fusión de las normas del
contrato de compraventa que se preveían en el Código Civil y en el Código de
Comercio, y su sustitución por un régimen conjunto y único.

El nuevo Código estructura este contrato en diversas secciones que tratan te-
mas diferentes, a saber: disposiciones generales sobre la compraventa (arts.
1123- 1128); cosa vendida (arts. 1129- 1132); precio (arts. 1133- 1136); obliga-
ciones del vendedor (arts. 1137- 1140); obligaciones del comprador (art. 1141);
compraventa de cosas muebles (arts. 1142- 1162); cláusulas que pueden ser
agregadas al contrato de compraventa (arts. 1163- 1169) y boleto de compra-
venta (arts. 1170- 1171).

Como se advierte, el nuevo ordenamiento concede a la compraventa de cosas


muebles un tratamiento diferenciado y específico y, de la lectura de su articula-
do, se advierte una similitud muy marcada con las disposiciones que regían la
compraventa mercantil en el Código de Comercio (arts. 450- 477). De ello se
deduce que, si bien técnicamente ha desaparecido la división de la compraven-
ta en civil y mercantil, con su doble y diferente régimen jurídico — c omo ha
ocurrido con los otros contratos que estaban regulados doblemente en el régi-
men anterior, como el mandato (arts. 1869- 1985, CCiv., y arts. 221- 231,
CCom.), la fianza (arts. 1986- 2050, CCiv., y arts. 478- 491, CCom).), el depósi-
to (arts. 2182- 2139, CCiv., y arts. 572- 579, CCom.), el mutuo (arts. 2240-
2254, CCiv., y arts. 558- 571, CCom.), la prenda (arts. 3204- 3238, CCiv., en la
parte de derechos reales, y arts. 580- 588, CCom.)— , lo cierto es que no han
podido eliminarse totalmente las diferencias que se presentan en la vida nego-
cial entre las compraventas civiles y aquellas otras mercantiles o propias del
tráfico mercantil que justifican, por ello mismo y pese a la declamada unifica-
ción jurídica, un régimen normativo diferenciado para la compraventa de cosas
muebles.

Es decir, con otras palabras, que si bien el régimen jurídico para las ventas de
cosas muebles aparece ahora unificado y comprensivo de las antiguas ventas
civiles y mercantiles de cosas muebles, la disciplina legal que se propone para
este tipo de cosas se asemeja, y mucho, al derogado régimen de las compra-
ventas mercantiles de cosas muebles, con lo cual, más allá de la unificación y
simplificación que trae aparejado el nuevo régimen, las disposiciones que se

2660
prescriben para la venta mobiliaria en general constituyen una cierta réplica del
derogado régimen mercantil en esta temática.

Por otra parte, debe señalarse que el nuevo ordenamiento no ha variado algu-
nas normas específicas que regulan la compraventa de determinadas cosas o
bajo determinadas situaciones, como son la ley 11.867 de Transmisión de Es-
tablecimientos Comerciales e Industriales (ley F - 0192, según Digesto Jurídico
Argentino aprobado por ley 26.939), la ley 14.005 de Venta de Inmuebles Frac-
cionados en Lotes y Pagaderos a Plazos (ley E - 372, según Digesto Jurídico
Argentino aprobado por ley 26.939) y la ley 22.423 de Venta de Inmuebles del
Dominio Privado del Estado (ley ADM - 1283, según Digesto Jurídico Argentino
aprobado por ley 26.939), entre otras. En esas clases de ventas se aplicarán
esos regímenes legales especiales y, luego, las normas de este capítulo en lo
que resulten pertinentes (doct. art. 963).

Finalmente, para concluir esta breve introducción, en otros casos el Código ha


derogado ciertos regímenes especiales, como por ejemplo las ventas de in-
muebles que regulaba la ley 19.724 de Prehorizontalidad, y su complementaria
ley 20.276 de Excepciones a la Prehorizontalidad, que se han sustituido por las
reglas de los arts. 2070 a 2072.

Art. 1123. Definición. Hay compraventa si una de las partes se obliga a trans-
ferir la propiedad de una cosa y la otra a pagar un precio en dinero.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La disposición que se comenta se corresponde con el art. 1323, CCiv., y con el


art. 450, CCom., que definían este vínculo contractual, aunque presenta varian-
tes de contenido respecto de ellos, como indicaré en el apartado siguiente.

Su fuente inmediata es el art. 1064 del Proyecto de 1998, que ha sido calcado,
con la sola sustitución de la expresión " el dominio" por " la propiedad" que in-
dica el nuevo texto.

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II. Comentario

A tono con la unificación civil y comercial aprobada, el Código presenta una


definición global de la compraventa y la despoja de aquellas notas que caracte-
rizaban la compraventa mercantil (adquisición para revender, alquilar su uso,
etc., doct. arts. 8, incs. 1° y 2°, 450, 451, CCom).

En esencia, el artículo mantienen la definición universal y tradicional de la com-


praventa, esto es, el cambio de la transferencia de la propiedad de una cosa
contra el pago de un precio en dinero, perfil que hunde sus raíces en el propio
Derecho Romano (Trincavelli). Desde este punto de vista, se mantienen los dos
tradicionales elementos esenciales de esta figura jurídica: la cosa y precio en
dinero.

El Código también conserva el clásico carácter consensual de esta figura, pro-


pio del Derecho Romano (Trincavelli), que se ratifica con la expresión " se obli-
ga a" empleada en el concepto legal — y no, si imperfectamente, dijera "entre-
ga" la cosa— . De todas formas, la cuestión no podría interpretarse de otra ma-
nera, ante la desaparición en el nuevo Código de la histórica categoría de con-
tratos consensuales y reales (doct. arts. 1140 y ss., CCiv.), como se advierte de
los arts. 966 a 970, y de haber categorizado como consensuales a ciertos con-
tratos reales clásicos como el depósito (doct. art. 1356), el mutuo (doct. art.
1525), el comodato (doct. art. 1533) y el contrato oneroso de renta vitalicia
(doct. art. 1599), entre otros, pese a la subsistencia de cierto carácter real en el
contrato de donación de cosas muebles no registrables y de títulos al portador,
como surge de la lectura del art. 1554.

La definición legal que se comenta presenta algunas diferencias con los con-
ceptos de compraventa que proponían los regímenes sustituidos, que conviene
destacar:

a) La denominación de la figura es compraventa , sencillamente, y no compra y


venta (Código Civil), ni compra-venta (Código de Comercio). Esta sutil distin-
ción carece de consecuencias jurídicas y prácticas;

b) Se modifica el tiempo verbal empleado en la definición del Código Civil y se


utiliza el tiempo presente del indicativo, como en todo el articulado del Código,

2662
porque es el que más se adapta a la claridad expositiva pretendida por el nue-
vo texto (Fundamentos , apartado II " Método" , punto 1.3., " El método del An-
teproyecto" );

c) Se elimina del concepto legal la obligación del comprador de recibir la cosa


adquirida, como lo imponía el art. 1323, CCiv. Sin embargo, ello carece de im-
pacto jurídico, puesto que al regular las obligaciones de las partes, el Código
expresamente prevé que el adquirente está obligado a recibir la cosa (art.
1141, inc. b]);

d) También la nueva definición silencia la necesidad de que el precio en dinero


que abone el comprador sea cierto, como exigían el viejo Código Civil (arts.
1323 y 1349 y ss.), que se aplicaba a la compraventa mercantil (Zavala Rodrí-
guez, Malagarriga). Sin embargo, esto tampoco tiene consecuencias jurídicas
de relevancia, puesto que al regular el elemento " precio" , el Código exige que
esté determinado o sea determinable (art. 1133), en fórmula similar al texto civil
sustituido;

e) El nuevo Código ha variado el régimen que el Código Civil establecía para


las obligaciones en moneda extranjera (art. 765): ya no se consideran más co-
mo obligaciones de dar sumas de dinero, como fijaba el art. 617, CCiv., sino
que se reputan como obligaciones de dar cantidades de cosas — c lasificación
que, en verdad, el nuevo Código no recoge sino que engloba bajo la denomi-
nación " obligaciones de género" (arts. 762 y 763)— . Se retorna, así, al siste-
ma originario del Código de Vélez (art. 617, texto originario de ese Código).
Esta modificación impactará en el requisito tradicional del " precio en dinero"
exigido para la compraventa y resucitará las viejas discusiones respecto de si
el acto por el cual se transmite la propiedad de una cosa y se paga con mone-
da extranjera es una compraventa o constituye una permuta (Salvat no se pro-
nuncia, Borda, Garo: compraventa, Malagarriga: parece también aceptar que
es compraventa; Spota, Instituciones... , t. IV: permuta). Considero que si el
precio se fijó en moneda extranjera continúa siendo una compraventa (ver tam-
bién mi comentario al art. 1172).

f) Los Fundamentos del Código (apartado VI, cit. ) explican que se ha preferido
retomar la palabra " propiedad" y no" dominio" , que utilizaban los anteriores

2663
Proyectos de Reforma de la legislación civil y comercial, puesto que, por una
parte, tanto la Constitución Nacional como los Tratados firmados por nuestro
país aluden a propiedad y no a dominio, y, por la otra, puesto que se trata de
un vocablo conocido y aceptado por el lenguaje común. Sin embargo, en dis-
posiciones posteriores (art. 1132, por ejemplo), se insiste con la palabra domi-
nio;

g) Finalmente, y aquí reside la modificación de mayor trascendencia que pre-


senta el nuevo régimen, se deroga toda alusión a la intención de lucro que
pueda tener el adquirente al tiempo de comprar la cosa, exigida por el Código
mercantil para que la venta fuera comercial (arts. 450, 451, y doct. art. 8, incs.
1° y 2°, CCom.). Esta supresión se comprende desde que la compraventa no
posee más ya su doble carácter civil y mercantil que regía anteriormente, que
justificaba los requisitos legales para diferenciar uno y otro tipo de venta. La
unificación aprobada elimina la necesidad de esa diferenciación, y así se refleja
entonces en la definición analizada.

III. Jurisprudencia

Se mantiene vigente la copiosa doctrina judicial vinculada con la definición


clásica del contrato de compraventa y con la caracterización de sus elementos
esenciales (cosa y precio en dinero). Quedan sin vigor las decisiones judiciales
relacionadas con la diferenciación entre compraventa civil y comercial. Rena-
cerá la controversia que supo existir respecto de si la fijación del precio en mo-
neda extranjera califica el acto como compraventa o como permuta.

1. Si en el contrato falta alguno de los elementos que tipifican la compraventa,


ésta no existirá como tal, pero ello no determina su nulidad, sino que, según el
caso, se configurará otro contrato o será innominado (SC Santa Fe, 12/5/1971 ,
Juris , Rosario, 38 - 131).

2. La circunstancia de que el precio se haya pactado en moneda extranjera no


modifica su calidad de compraventa (CNCiv ., sala A, 17/10/1963, LA LEY, 114
- 390).

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3. Aunque la obligación contraída en moneda extranjera es legalmente conside-
rada como de dar cantidades de cosas, no puede sostenerse que no sea dine-
ro, por lo que no influye sobre la calificación del contrato ( CNCom ., sala C,
9/9/1968 , JA, 196 9-I- 1001, sum. 116; SCBA del 26/9/1967 , LA LEY, 129 -
786 ).

Art. 1124. Aplicación supletoria a otros contratos. Las normas de este Capí-
tulo se aplican supletoriamente a los contratos por los cuales una parte se obli-
ga a:

a) transferir a la otra derechos reales de condominio, propiedad horizontal, su-


perficie, usufructo o uso, o a constituir los derechos reales de condominio, su-
perficie, usufructo, uso, habitación, conjuntos inmobiliarios o servidumbre, y
dicha parte, a pagar un precio en dinero;

b) transferir la titularidad de títulos valores por un precio en dinero.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

Los textos anteriores no preveían una disposición como la que se comenta, que
funciona básicamente como pauta de interpretación jurídica para determinar
qué normas se aplican cuando se trata de contratos que tienen por objeto los
derechos indicados en esta disposición. Solamente el Código de Comercio, en
su art. 451, in fine , establecía que se consideraba mercantil la compraventa de
" papeles de crédito comerciales" , que aludían similarmente a los títulos valo-
res referidos por la norma.

La fuente inmediata del texto es el art. 1065, incs. a) y b), del Proyecto de
1998, que trataba la cuestión en términos semejantes a la norma actual.

II. Comentario

Los Fundamentos del Código explican la introducción de este artículo señalan-


do que " con la inclusión de ese texto, queda establecido que el objeto de la

2665
venta no se limita a la propiedad o dominio, sino que comprende también la
transferencia o constitución de otros derechos reales" (apartado VI, cit. ).

Pese a los términos transcriptos, en verdad entiendo que esta norma no amplía
el concepto tradicional de compraventa, que quedó definido y sellado en el art.
1123 comentado, ya que de así serlo se hubiera incluido en el concepto legal
de compraventa no sólo el derecho de propiedad sino los otros derechos reales
comprendidos incluyen en esta norma; la norma prevalece sobre los Funda-
mentos .

La compraventa sigue teniendo los márgenes y el perfil indicados por el art.


1123 ya explicado y el Código, con esta norma, ofrece una disposición genérica
que funciona como guía de interpretación para determinar cuáles son las reglas
de Derecho que deben aplicarse a ciertas relaciones jurídicas que resultan em-
parentadas con la compraventa, sin llegar a ser ésta técnicamente. Se evita
con esta directriz la aplicación supletoria de las reglas sobre cesión de dere-
chos (arts. 1614 y ss.).

En particular, el texto comentado dispone la aplicación de las disposiciones de


la compraventa a las figuras o relaciones jurídicas afines a ella que tienen por
objeto:

a) Transferir derechos reales de condominio, propiedad horizontal, superficie,


usufructo o uso;

b) Constituir derechos reales de condominio, superficie, usufructo, uso, habita-


ción, conjuntos inmobiliarios o servidumbre;

c) Transferir la titularidad de títulos valores .

En todos los casos anteriores, para que se apliquen las reglas de la compra-
venta, la parte a quien se transfiere o constituye el derecho o título valor se de-
be obligar a pagar por esa transferencia o constitución un precio en dinero.

El Código prevé la regulación específica de todas las figuras mencionadas en


este artículo. Así, trata el derecho real de condominio (arts. 1983- 2036); la
propiedad horizontal (arts. 2037- 2072, y se deroga simultáneamente la ley
13.512 de Propiedad Horizontal); los conjuntos inmobiliarios (arts. 2073- 2113),

2666
donde se tratan conjuntamente los clubes de campo, barrios cerrados o priva-
dos, parques industriales, empresariales o náuticos y emprendimientos ur-
banísticos similares, el tiempo compartido y los cementerios privados (arts.
2073- 2113); el derecho real de superficie (arts. 2114- 2128, y se deroga la ley
25.509 de Derecho Real de Superficie Forestal, que creaba el derecho real de
superficie forestal); el usufructo (arts. 2129- 2153); el uso (arts. 2154- 2157) y la
habitación (arts. 2158- 2161); la servidumbre (arts. 2162- 2183); y los títulos
valores, que siguiendo el método del Proyecto de 1998, se encuentran regula-
dos de manera general en los arts. 1815 a 1881, que componen el Capítulo 6, "
Títulos valores", Título V, " Otras fuentes de las obligaciones" , Libro III de este
Código.

Se comprende la falta de aplicación de las normas de la compraventa a la


transmisión del derecho real de habitación, justamente porque éste no se pue-
de transmitir por actos entre vivos ni por causa de muerte (doct. arts. 1906 y
2160). Menos comprensible resulta la falta de inclusión, en el artículo, de la
transferencia de derechos en conjuntos inmobiliarios, que se encuentra expre-
samente permitida (arts. 2082 y 2085, por ejemplo), o que resulta del régimen
propio del tiempo compartido o de la constitución de derechos sobre parcelas
en cementerios privados. En verdad, es precisamente a la transferencia de de-
rechos en conjuntos inmobiliarios a que se aplican las normas sobre la com-
praventa, y no tanto a la constitución de ellos, que son actos con características
diversas al contrato de compraventa (doct. art. 2075).

En cuanto a las servidumbres, las reales son inherentes al inmueble dominante


y, por ende, no se concibe su transmisión con independencia de él, mientras
que las personales son intransmisibles por causa de muerte (arts. 2165 y
2172).

Respecto de la propiedad horizontal, cabe señalar que el acto de su constitu-


ción resulta diverso en su naturaleza a la compraventa y, por ello, no corres-
ponde la aplicación supletoria de las normas de ésta (doct. art. 2038).

Finalmente, en lo que concierne a los títulos valores, debe aclararse que la


aplicación de las normas de la compraventa resulta pertinente con las siguien-
tes salvedades:

2667
Que la cosa transmitida no es el título que documenta el crédito sino, precisa-
mente, el derecho inmaterial incorporado al título;

Que existen casos de títulos valores — c on la cláusula no a la orden — para


cuya transferencia se aplican las normas de la cesión de derechos (arts. 1614 y
ss.), y no las disposiciones sobre la compraventa (doct. art. 1838).

III. Jurisprudencia

Configura una cesión de crédito, no una compraventa, la transmisión a un ter-


cero del " boleto " suscripto por el primitivo beneficiario de la promesa de venta
que aún no tiene extendida a su nombre la escritura traslativa de dominio (
CNCiv ., sala B, 23/5/1961 , LA LEY, 103 - 452).

Art. 1125. Compraventa y contrato de obra. Cuando una de las partes se


compromete a entregar cosas por un precio, aunque éstas hayan de ser manu-
facturadas o producidas, se aplican las reglas de la compraventa, a menos que
de las circunstancias resulte que la principal de las obligaciones consiste en
suministrar mano de obra o prestar otros servicios. Si la parte que encarga la
manufactura o producción de las cosas asume la obligación de proporcionar
una porción substancial de los materiales necesarios, se aplican las reglas del
contrato de obra.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

Los textos derogados no preveían una disposición similar a la que se comenta,


que proporciona criterios para diferenciar el contrato de compraventa de otras
figuras jurídicas con las que puede confundirse, brindando pautas de distinción
entre una y otras.

La fuente inmediata del texto es el art. 1065, inc. c), del Proyecto de 1998, que
regulaba la cuestión de manera semejante.

2668
Sin embargo, debe señalarse que la disposición que se comenta posee una
notoria similitud con el art. 3° de la Convención de las Naciones Unidades so-
bre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías sancionada en
Viena el 11 de abril de 1980 (Convención de Viena de 1980), incorporada a
nuestro ordenamiento jurídico en 1983 por la ley 22.765 (ley N- 1356, según
Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939), que dispone así: " 1. Se
considerarán compraventa los contratos de suministro de mercaderías que
hayan de ser manufacturadas o producidas, a menos que la parte que las en-
cargue asuma la obligación de proporcionar una parte sustancial de los mate-
riales necesarios para esa manufactura o producción. 2. La presente Conven-
ción no se aplicará a los contratos en los que la parte principal de las obligacio-
nes de la parte que proporcione las mercaderías consista en suministrar mano
de obra o prestar otros servicios" .

La identidad en la esencia de las normas y en la terminología empleada denota


la clara influencia de la Convención de Viena respecto del nuevo texto legal.

II. Comentario

La disposición que se comenta, " con el propósito de precisar el campo de apli-


cación de la compraventa"(Fundamentos del Código, apartado VI, cit. ), esta-
blece pautas para diferenciar la venta de otros contratos con los cuales podría
confundirse, y fija cuáles son las reglas aplicables a unos y otros, modificando
las reglas precedentes del Código Civil.

Las guías de interpretación que ofrece este art. 1125 resultan necesarias para
conjurar los debates que generó desde siempre establecer las diferencias entre
la compraventa de cosa futura y la locación de obra —contrato de obra en el
nuevo Código, arts. 1251 y ss.— , ya que en ambos supuestos se verifica una
obligación de dar final, aunque, en la locación de obra, ese dar está precedido
de una relevante obligación de hacer a cargo del locador. Ya Vélez daba cuen-
ta de esa controversia en la nota al art. 1629, CCiv., al citar las leyes romanas,
las de Partidas y disposiciones legales y doctrina de entonces. Ese debate pro-
siguió modernamente (Spota, Instituciones..., t. V, ob. cit. ; Spota, " Los contra-
tos..." , ob. cit. ), en especial, en el caso de los departamentos en construcción,

2669
hipótesis en lo cual se debatió arduamente acerca de si se trataba de uno u
otro contrato.

La redacción de la norma resulta imprecisa y perfectible. De todas maneras, se


pueden extraer ciertas reglas:

a) En primer lugar, se establece que, cuando el sujeto que se obliga a entregar


la cosa debe, a su vez, producirla o manufacturarla — c omo, por ejemplo, en
el frecuente caso de automotores cero quilómetro— , se aplican las normas de
la compraventa, siempre claro que se fije un precio por la enajenación. El crite-
rio precedente otorga preeminencia a la obligación de dar sobre la de hacer,
para determinar cuáles son las normas aplicables al vínculo jurídico en cues-
tión. Por ello, aun cuando la parte se comprometa a un hacer , como evidente-
mente es manufacturar o producir la cosa, el contrato será regulado por las
normas de la compraventa;

b) Sin embargo, no se considera compraventa cuando de las circunstancias del


caso resulta que la principal obligación — l a norma no señala de quién, si del
contrato en general o del pretenso vendedor, pero parecería que se trata de
éste— consiste en suministrar mano de obra o prestar otros servicios. En estos
casos, pese al silencio legal, no parece dudoso que se aplicarán las normas de
estas figuras jurídicas según corresponda (arts. 1251 y ss.). En esta hipótesis,
se otorga preponderancia a la obligación de hacer sobre la de dar;

c) La última guía de interpretación que surge del art. 1125 establece que, si la
parte que encarga la manufactura o producción se obliga a entregar una parte
sustancial de los materiales necesarios para esa manufactura o producción, se
reputa que se trata de un contrato de obra. Aquí conviene detenerse para acla-
rar algunos aspectos.

La clásica locación de obra — contrato de obra en el nuevo Código— , puede


acordarse con provisión de materiales por parte del locador, empresario u obre-
ro — contratista , en la nueva terminología— , o sin provisión de materiales, en
cuyo caso los debe suministrar el propietario o dueño de la obra — c omitente ,
en el nuevo lenguaje— . El Código Civil había intentado sellar la discusión so-
bre la cuestión regulada en el precepto que se comenta al establecer que el

2670
contrato era de locación de obra ya sea que el empresario pusiera sólo su tra-
bajo o que pusiera su trabajo y la material principal para realizar la obra (art.
1629, CCiv., y su nota).

El Código nuevo resuelve esta cuestión de modo diverso al art. 1629, CCiv., y,
además, con cierta contradicción. Según la regla que estoy analizando, si quien
provee la materia es el sujeto que encarga la obra, es decir, el comitente, el
contrato es de obra y no de compraventa. Esto constituye doctrina uniforme en
la materia y se explica porque queda patente el énfasis que se ha colocado en
la obligación de hacer, en el encargo concreto al contratista, y no tanto en la
obligación de dar que cierra la ejecución de la obra y que concluye el contrato.

Ahora bien: considerando el clásico ejemplo que provee la doctrina (entre otros,
Borda, t. I, p. 24), del traje encargado al sastre, quien a su vez provee la tela,
bajo las nuevas normas, ¿en ese caso se trata de una venta de cosa futura o
de una locación de obra? Interpretando a contrario sensu la segunda parte del
art. 1125, parecería que se tratará de una venta, ya que quien encarga el traje
— o la cosa, en general— no provee los materiales para su confección. Y lo
mismo resultaría de la interpretación armónica de esta parte de la norma con
su primera parte. De esta forma, el Código varía notoriamente la directriz que
había señalado Vélez en el art. 1629, CCiv., cuando, como señalé, establecía
que el contrato siempre era de locación de obra, aun cuando el empresario o
locador pusiera los materiales para su realización.

Lo contradictorio de esta nueva regla resulta de su confrontación con el art.


1262, in fine , cuando, al regular el contrato de obra, el Código dispone que si
nada se convino ni surge de los usos, se presume, excepto prueba en contra-
rio, que el contratista (locador o empresario) es quien provee los materiales (cf.
también Borda, t. II, ob. cit. , p. 56) ¿No se deduc ía del art. 1125, segunda par-
te, a contrario sensu , que si era el contratista quien proveía los materiales el
contrato era de venta? La jurisprudencia arbitrará las soluciones para compati-
bilizar ambas normas, considerando especialmente las circunstancias de cada
caso concreto.

Finalmente, aclaro que, aunque parecería que el ámbito de aplicación del art.
1125 fuera sólo para las cosas muebles, desde que ello se puede deducir de la
Convención de Viena de 1980 que parece ser la fuente de esta norma y de las

2671
locuciones empleadas por el precepto, y que quedarían fuera de aquél las hipó-
tesis de construcción o edificación de inmuebles, conviene asignar una inter-
pretación amplia a la norma e incluir también en ella los supuestos vinculados
con la construcción y venta de inmuebles.

III. Jurisprudencia

1. Se ha determinado que es compraventa y no locación de obra el contrato por


el cual se adquiere un departamento en construcción o a construirse ( CNCiv .,
sala F, 02/10/1969, LA LEY, 140 - 817, sum. 25.013, CNCiv ., sala
D,31/12/1965 , JA, 1966 - II - 576).

2. También es compraventa el contrato por el cual una persona encarga a una


fábrica de bolsas un número determinado de ellas ( CNCom ., sala A,
21/9/1970 , JA, 9 - 1971 - 515).

Art. 1126. Compraventa y permuta. Si el precio consiste parte en dinero y


parte en otra cosa, el contrato es de permuta si es mayor el valor de la cosa y
de compraventa en los demás casos.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La disposición se vincula con el art. 1356, Cód. Civil, y con la nota al art. 1485
del mismo Código.

La fuente inmediata del nuevo texto es el art. 1066 del Proyecto de 1998, idén-
tico al transcripto.

II. Comentario

El art. 1356, CCiv., regulaba la denominada permuta mixta o con saldo (cf. Fa-
vier- Dubois y Nocita), es decir, aquella en la cual la prestación a cargo de una
de las partes consistía en la entrega de una cosa y de una suma de dinero,
mientras que la otra parte sólo entregaba una cosa. Es una hipótesis suma-

2672
mente usual en el tráfico negocial en general, y en la adquisición de automoto-
res y de inmuebles en particular.

En virtud de los términos en que estaba redactado el art. 1356, CCiv., quedaba
claro que el actor era una compraventa si la suma de dinero era mayor que la
cosa entregada por la parte, y permuta si ésta era de valor superior a aquél. Sin
embargo, ante el texto del precepto referido y lo expresado por Vélez en la nota
al art. 1485,CCiv., la doctrina nacional había discutido apasionadamente —s in
sentido práctico alguno, como supe indicar (Esper, " Permuta " , ob. cit. )—
acerca de si era compraventa o permuta el caso en que eran iguales los valo-
res de la cosa y del dinero que se obligaba a entregar una de las partes: para
(Rezzónico: permuta; Acuña Anzorena en Salvat parece apoyar la tesis de la
permuta; Spota, Instituciones..., t. IV, ob. cit. , Favier - Dubois Y Nocita, Wayar:
compraventa; para Borda, Guillermo A.; Malagarriga: contrato innominado).

El artículo que se comenta fija posición en la materia y agota las discusiones


sobre el punto: sólo cuando la cosa entregada sea de mayor valor que el dine-
ro, el contrato será de permuta; " en los demás casos”, esto es, tanto cuando el
dinero entregado sea mayor valor que el de la cosa o cuando los valores sean
iguales, el contrato será de compraventa. Ésta es la interpretación que fluye de
la expresión " en los demás casos" que utiliza la norma, que comprende enton-
ces los dos supuestos indicados (cf. Borda, Alejandro, " La permuta...”).

Por lo tanto, de presentarse la rara hipótesis de igualdad de valores, puesto


que basta que las partes tasen la cosa por un valor mínimamente diferente al
dinero para salirse de la hipótesis de identidad de valores, las normas finalmen-
te aplicables serán las de la compraventa, como lo establece el nuevo Código
en el artículo comentado.

III. Jurisprudencia

Determinar si los valores de los inmuebles son mayores o menores a las sumas
que integran el trueque, son cuestiones de hecho que ya la Cámara ha inter-
pretado captando la voluntad de las partes para seguir con el análisis jurídico
del contrato (SCBA, 14/5/1974 , La Ley online: 70065806).

2673
Art. 1127. Naturaleza del contrato. El contrato no debe ser juzgado como de
compraventa, aunque las partes así lo estipulen, si para ser tal le falta algún
requisito esencial.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El nuevo texto replica con términos casi idénticos el antiguo art. 1326, CCiv.

El Proyecto de 1998 había omitido una norma similar a la comentada y los au-
tores del nuevo Código prefirieron incorporarla y seguir la tradición del Código
de Vélez " porque contribuye y es útil para la tarea de calificación del contrato "
( Fundamentos del Código, apartado VI, cit .).

II. Comentario

La regla de interpretación que establecía el art. 1326, CCiv., casi exacto al ac-
tual, era considerada una pauta que trascendía los límites del contrato de com-
praventa para constituirse en una norma de interpretación de los contratos en
general y, aun, de todos los actos jurídicos. Es decir, el art. 1326, CCiv., fijaba
una guía de interpretación jurídica general de los actos que superaba notoria-
mente el ámbito específico en el cual ese artículo se insertaba, esto es, el con-
trato de compraventa.

El principio interpretativo que establecía el art. 1326, CCiv., era idéntico al que
ahora impone el artículo en comentario: para calificar un contrato, es decir, pa-
ra determinar qué tipo de contrato es, a qué especie pertenece, si se trata de
una compraventa, un suministro, un contrato de obra, un mandato, etc., el
intérprete debe desentrañar su contenido esencial, indagar sus cláusulas, obli-
gaciones y estructura, para lograr así precisar la verdadera naturaleza y esen-
cia de ese acuerdo, a qué categoría contractual pertenece, sin tener en cuenta
cuál es la denominación, título o rótulo que las partes le hayan asignado.

La regla comentada se encuentra también recogida en el art. 1°, ley 13.246 de


Arrendamientos y Aparecerías Rurales (ley E - 0316, según Digesto Jurídico
Argentino aprobado por ley 26.939) y en el art. 7°, in fine , ley 26.737de Régi-

2674
men de Protección al Dominio Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenen-
cia de las Tierras Rurales (ley H - 3273, según Digesto Jurídico Argentino
aprobado por ley 26.939).

III. Jurisprudencia

La regla del art. 1326, CCiv., ha sido aplicada inveterada y masivamente por la
doctrina judicial, al examinar todo tipo de contratos y no sólo la compraventa;
sus enseñanzas entonces se mantienen sin cambios.

1. El contrato debe calificarse en atención a la finalidad perseguida por las par-


te en el momento en que lo celebraron, a cuyo efecto deberá tenerse en cuenta
si concurren los elementos que caracterizan a los legislados, con prescindencia
de la denominación que las partes le dieran (CCom., 6/7/1951 , LA LEY , 63 -
728, CNCiv., sala C, 19/4/1961, LA LEY, 102 - 603, CNCiv ., sala D, 17/2/1967,
JA, 196 7- I V- 313).

2. La índole de un contrato no depende del nombre que le asignen las partes.


No por la nominación que le hayan atribuido se determina la naturaleza jurídica
de los contratos; ésta nace de la relación jurídica que han pretendido estable-
cer los contratantes, siendo necesario para ello indagar el motivo impulsor o fin
perseguido y fijar lo que verosímilmente entendieron o pudieron entender al
vincularse (CNCiv ., sala M, 13/10/1997, LA LEY, 1 9 98- E, 566).

Art. 1128. Obligación de vender. Nadie está obligado a vender, excepto que
se encuentre sometido a la necesidad jurídica de hacerlo.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La norma se corresponde con el art. 1324, CCiv., cuyos cinco incisos han sido
eliminados y se han sintetizado en la regla transcripta.

La fuente inmediata de la disposición es el art. 1067 del Proyecto de 1998, de


texto casi idéntico al actual.

2675
II. Comentario

El artículo trata las denominadas ventas forzosas o necesarias , que se encon-


traban reguladas en las cinco hipótesis que preveía el viejo art. 1324, CCiv. La
nominación de ventas forzosas o necesarias (Salvat, Wayar) aludía a los distin-
tos supuestos legales respecto de los que se discutía si existía un consenti-
miento contractual real.

Las hipótesis previstas por el art. 1324, CCiv., como casos de ventas forzosas,
eran sintéticamente las siguientes: 1° compras por expropiación, por causa de
utilidad pública; 2° cuando por convención o testamento se imponía al propieta-
rio la obligación de vender; 3° remate de cosa indivisible solicitado por uno de
los copropietarios; 4° remate judicial de la cosa; 5° venta impuesta por la ley al
administrador de bienes ajenos, de las cosas que administra.

Como se advierte, el listado abarcaba hipótesis bien disímiles y de dudosa cali-


ficación como compraventas. La doctrina nacional discutió la naturaleza de ca-
da una de estas hipótesis, asignando diverso sentido a unas y otras (cfr. Salvat,
Borda).

El artículo que se comenta pretende agotar esas interminables discrepancias


doctrinarias respecto de la naturaleza y alcances de cada uno de los supuestos
que preveía el Código Civil y provee un texto depurado de hipótesis concretas
de ventas forzosas, al tiempo que brinda una premisa general: nadie se en-
cuentra obligado a vender una cosa de su propiedad, excepto que jurídicamen-
te se encuentre constreñido a ello. Esta regla puede abarcar las hipótesis que
estatuía el discutido art. 1324, CCiv., e incluso, otras que éste no preveía, pero
que a partir de ahora se puedan considerar comprendidas dentro de la amplia
expresión del art. 1128.

III. Jurisprudencia

Las normas que rigen las compraventas se aplican tanto a las enajenaciones
libremente consentidas como a las que se realizan en virtud de una ejecución
judicial, sin que la circunstancia de que una de las partes en el juicio sea el Es-
tado o una institución oficial autorice distinción alguna al respecto (C2ª La Pla-
ta, 4/4/1944 , LA LE Y , 34 - 222).

2676
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 1. COMPRAVENTA
Comentario de Mariano ESPER
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

Sección 2ª - Cosa vendida.

Art. 1129. Cosa vendida

Art. 1130. Cosa cierta que ha dejado de existir

Art. 1131. Cosa futura

Art. 1132. Cosa ajena

Art. 1129. Cosa vendida. Pueden venderse todas las cosas que pueden ser
objeto de los contratos.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El artículo que se anota corresponde al art. 1327, CCiv., que poseía un texto
algo más extenso que el actual, ya que incluía la locución " aunque sean cosas
futuras, siempre que su enajenación no sea prohibida" . Esta supresión no alte-
ra la esencia de la regla establecida, que se mantiene vigente. El Código de
Comercio no traía una disposición semejante.

El Proyecto de 1998 no contenía una norma como la transcripta.

II. Comentario

1. Método adoptado por el nuevo Código

2677
Luego de fijar en los arts. 1123 a 1128 las disposiciones generales aplicables a
la compraventa, el Código presenta una sección compuesta por cuatro artículos
destinada a regular uno de los elementos esenciales de toda compraventa: la
cosa objeto del contrato.

El Código de Vélez también trataba la cosa vendida en un capítulo general des-


tinado a ello (arts. 1327 a 1348), que incluían disposiciones variadas que el
nuevo Código simplificó, unificó o adecuó metodológicamen te, al ubicarlas en
otros sectores de este capítulo.

Los Fundamentos del Código (apartado VI, cit. ) explican que no se consideró
sobreabundante incluir una norma como la presente, por cuanto ello implica
remitirse a los requisitos del objeto de los actos jurídicos, con las especificacio-
nes contenidas en la parte general de los contratos, y puesto que " su regula-
ción evitará toda especulación interpretativa, cuando la venta sea de bienes
que no son cosas" .

Más allá de esta decisión opinable y método consecuente, lo cierto que es la


norma incorporada forma parte del Derecho positivo y, cabe, entonces, su aná-
lisis.

2. La cosa objeto de la compraventa

El contrato es una especie fundamental de los actos jurídicos (doct. art. 957) y,
por lo tanto, se nutre de la disciplina jurídica de éstos, en todo lo que no sea
especialmente modificado al regularse la materia contractual. A su vez, la com-
praventa es una especie del género contrato y, por ello, se abastece de las dis-
posiciones que regulan los aspectos generales de los contratos. Por lo tanto, al
analizar la cosa objeto de una compraventa, deben valorarse tanto las disposi-
ciones generales sobre el objeto de los actos jurídicos (arts. 279- 280), como
las normas que tratan el objeto de los contratos (arts. 1003- 1011).

El art. 279 define negativamente qué puede ser objeto de los actos jurídicos.
En lugar de establecer que ese objeto debe reunir determinadas características
o condiciones, estipula que " no debe ser" un hecho imposible, prohibido por la
ley, contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público, lesivo de
los derechos ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede ser objeto de

2678
los actos jurídicos un bien que por un motivo especial se haya prohibido que lo
sea. El Código establece que los bienes materiales se llaman cosas (art. 16).
Con algunas variantes, el art. 279 reitera la esencia del antiguo art. 953, CCiv.,
que determinaba qué podía ser objeto de los actos jurídicos.

A su vez, al regularse la materia contractual, el Código declara aplicables al


objeto de los contratos las normas sobre el objeto de los actos jurídicos — lo
que constituye una remisión innecesaria— y prescribe algunas directrices es-
pecíficas que debe reunir el objeto de los contratos, a saber: debe ser lícito,
posible, determinado o determinable, susceptible de valoración económica y
corresponder a un interés de las partes, aun cuando éste no sea patrimonial
(art. 1003). Son, en definitiva, los requisitos que la doctrina moderna explicaba
que debía reunir el objeto de los contratos (cf. Mosset Iturraspe, Contratos , ob.
cit. ; Alterini, Contratos ..., ob. cit ).

Por otra parte, en las disposiciones subsiguientes, el Código autoriza que el


objeto de los contratos sean: bienes existentes y futuros (art. 1007); bienes
ajenos (arts. 1008); bienes litigiosos, gravados o sujetos a medidas cautelares
(art. 1009); la herencia futura, en excepcionalísimos casos (arts. 1010); o dere-
chos sobre el cuerpo humano, aplicándose los arts. 17 y 56 (art. 1004).

Teniendo presente las reglas expuestas, se concluye que la cosa objeto de la


compraventa debe cumplir con los siguientes requisitos:

— Debe tratarse de una cosa, es decir, de un bien material susceptible de valor


económico (arts. 16 y 1003);

— Debe estar precisada en su especie o género, y su cantidad debe ser de-


terminable (art. 1005);

— Debe existir al celebrarse el contrato o ser susceptible de existir, es decir,


puede tratarse de una cosa presente o futura (arts. 1007 y 1131);

— Puede ser de propiedad del vendedor o no, ya que se admite expresamente


la venta de cosas ajenas (arts. 1008 y 1132);

— Puede tratarse de cosas sometidas a litigios, gravadas o afectadas por me-


didas cautelares (arts. 1009);

2679
— La enajenación no debe encontrarse prohibida (doct. arts. 234, 279, 1003 y
1004).

En esencia, se mantiene el régimen derogado del Código Civil y del Código de


Comercio, con las diferencias introducidas en materia de cosas ajenas — c uyo
régimen se aclara, como se explicará al examinar el art. 1132— , herencias
futuras, dado que ahora se permite expresamente pactar sobre ellas cuando se
reúnen determinados requisitos (art. 1010), y actos de disposición sobre el
cuerpo humano o sus partes, en la medida que se cumplan con las disposicio-
nes que el propio Código prevé en los arts. 17 y 56. Sobre esto último, habrá
que analizar adecuadamente si una compraventa sobre partes del cuerpo
humano —sangre, genes, pelo, células madre, etc.— puede ser considerada
lícita y no atenta contra la moral, buenas costumbres, orden público o dignidad
de la persona humana, que tornen nulo el acto en sí mismo.

III. Jurisprudencia

La venta de una cosa embargada no afecta a la medida cautelar, por lo que el


embargo se mantiene aun cuando aquélla haya pasado a manos del adquirente
(CCom., sala C, 8/4/1960, LA LEY, 99 - 777, sum. 4869; C. 1ª La Plata,
6/12/1960, JA, 1961 - V - 226).

Art. 1130. Cosa cierta que ha dejado de existir. Si la venta es de cosa cierta
que ha dejado de existir al tiempo de perfeccionarse el contrato, éste no produ-
ce efecto alguno. Si ha dejado de existir parcialmente, el comprador puede de-
mandar la parte existente con reducción del precio.

Puede pactarse que el comprador asuma el riesgo de que la cosa cierta haya
perecido o esté dañada al celebrarse el contrato. El vendedor no puede exigir
el cumplimiento del contrato si al celebrarlo sabía que la cosa había perecido o
estaba dañada.

Art. 1131. Cosa futura. Si se vende cosa futura, se entiende sujeta a la condi-
ción suspensiva de que la cosa llegue a existir.

2680
El vendedor debe realizar las tareas y esfuerzos que resulten del contrato, o de
las circunstancias, para que ésta llegue a existir en las condiciones y tiempo
convenidos.

El comprador puede asumir, por cláusula expresa, el riesgo de que la cosa no


llegue a existir sin culpa del vendedor.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El Código Civil regulaba la cuestión de la venta de cosa existente que ha deja-


do de existir, de cosa futura y de cosa aleatoria en diversas normas: en los arts.
1172 y 1173, ubicados en la parte general de los contratos, y en los arts. 1328,
1332 y 1404 a 1406, situados específicamente al tratar el contrato de compra-
venta. El Código mercantil no contenía normas sobre la materia.

La fuente inmediata de los artículos que se comentan son los arts. 1068 y 1069
del Proyecto de 1998, de contenido bastante similar a los actuales.

II. Comentario

1. Generalidades

El nuevo ordenamiento unifica la regulación de la venta de cosas existentes y


de cosas futuras y condensa en dos artículos, con algunas variantes de redac-
ción, las disposiciones que el Código Civil había establecido de forma algo dis-
persa, señaladas en el apartado anterior. Desde este punto de vista, se mejora
el método de Vélez.

Sin embargo, el tratamiento de las ventas aleatorias queda subsumido de for-


ma poco prolija en estos artículos, cuando entiendo debió habérselas regulado
en normas separadas y más claras.

2. Venta de cosa cierta que ha dejado de existir

El art. 1130 prevé tres situaciones diversas vinculadas con la cosa objeto de la
compraventa, cuando se la estipula como cosa existente. Esta norma se rela-
ciona con el comentario al art. 1129, respecto de los requisitos de la cosa obje-
to de la compraventa.

2681
a) La primera situación prevista es la de venta de cosa cierta que ha dejado de
existir al tiempo de perfeccionarse el contrato. En estos casos, el contrato no
produce efecto alguno. Esto constituye una regla similar a la prevista en los
extintos arts. 1172 y 1328, CCiv. El nuevo Código alude a cosa cierta , puesto
que el régimen de las cosas inciertas es diverso: antes de su individualización,
el caso fortuito no libera al deudor, porque el género no perece (doct. art. 763),
como también lo disponía el régimen extinto (art. 604, CCiv.).

b) La segunda hipótesis prevé que si la cosa ha dejado de existir en parte, el


comprador puede reclamar la porción restante, pagando la parte proporcional
del precio según la parte que haya quedado existente. El viejo Código Civil
también regulaba esta situación, aunque otorgaba expresamente al adquirente
la opción de extinguir la venta o reclamar la entrega de la parte existente, con
reducción proporcional del precio (arts. 580 y 1328; Borda, t. I, p. 59). La facul-
tad concedida al comprador en el art. 1130, derivada de la palabra puede ,
podría dar lugar a entender que el adquirente también tiene la opción de dejar
sin efecto el contrato.

c) El tercer supuesto regulado por el art. 1130 es una hipótesis de venta aleato-
ria , prevista en los arts. 1332, 1406 y 1407, CCiv. El Código anterior definía a
los contratos aleatorios en el art. 2051, CCiv., en ocasión de regular ese tipo de
convenios, precisamente. El nuevo Código, por su parte, con mejor metodolog-
ía, define a los contratos aleatorios en la parte general de los contratos, consi-
derando que son tales cuando las ventajas o las pérdidas, para uno de los con-
tratantes o para todos ellos, dependen de un acontecimiento incierto (art. 968).

En consonancia con el principio de la autonomía de la voluntad, regulado ahora


en el art. 958, la norma en comentario prevé que el comprador puede asumir el
riesgo de que la cosa cierta haya perecido o esté dañada altiempo de celebrar-
se el contrato.

El nuevo Código prevé expresamente la posibilidad de que la asunción del


riesgo por el adquirente abarque la destrucción de la cosa o sólo su daño. Sin
embargo, no se prevén las consecuencias de la asunción del riesgo por el
comprador, es decir, qué ocurre si la cosa se destruye, se pierde o se daña. En
esos casos, aunque la norma omita señalarlo, como no lo hacía el viejo Código
Civil en su art. 1406, el comprador debe pagar al vendedor el precio total de la

2682
venta (cfr. Salvat). Ésta es, justamente, la consecuencia principal de la venta
aleatoria.

d) La última parte del art. 1130 reitera la regla que traía el antiguo art. 1407, y
que era en cierto modo innecesaria, como lo es también la última oración del
art. 1130, dado que constituye una aplicación de principios generales de los
actos jurídicos: si el vendedor, al tiempo de celebrar el contrato, sabía que la
cosa había perecido o estaba dañada, no puede reclamar su cumplimiento, es
decir, no puede exigir que el adquirente le pague el precio pactado por la venta
aleatoria. Es una hipótesis de dolo (art. 271 y ss.) que vicia el consentimiento y
permite al comprador perjudicado demandar la nulidad de la venta (cf. Borda, t.
I) y al vendedor le impide reclamar el cumplimiento de lo ilícitamente acordado.
La aplicación de las normas generales tornaba innecesaria esta disposición
final.

3. Venta de cosa futura

El art. 1131 refunde, con algunas variantes, los textos de los arts. 1173, 1332,
1404 y 1405, CCiv., que trataban sobre la venta de cosas futuras y sobre la
venta aleatoria, hipótesis que no son similares y que merecen distinguirse.

Tradicionalmente, se distinguían dos hipótesis de venta de cosa futura:

a) Aquella en el acto estaba subordinado a la condición suspensiva de que la


cosa llegara a existir, en la que el comprador no asumía ningún riesgo respecto
de la existencia futura de la cosa, y que era reputada una venta conmutativa y
condicional (doct. art. 1007, antiguo art. 1173, CCiv.) Es la venta de cosa espe-
rada o emptio rei speratae , en su expresión latina;

b) La venta de cosa futura en la que el comprador asumía el riesgo de que la


cosa no llegara a existir en todo o en parte, que era una hipótesis de venta
aleatoria — e l otro supuesto de venta aleatoria fue examinado en el punto 2,
anterior— . Es la venta de esperanza o emptio spei , en la clásica locución lati-
na.

La venta de cosa futura conmutativa está sujeta a un hecho condicionante sus-


pensivo: que la cosa llegue a existir. Es, entonces, una venta condicional (doct.
art. 1007). Durante la pendencia de la condición, el vendedor debe realizar los

2683
actos convenientes para que la cosa llegue a existir en las condiciones pacta-
das, y, en todo caso, no debe impedir que ello ocurra. Como explican los Fun-
damentos (apartado VI, cit.), este proceder del vendedor integra la condición
suspensiva y no se asume como obligación separada de ella y, de esta mane-
ra, se diferencia más nítidamente la venta conmutativa de cosa futura, del con-
trato de obra —locación de obra en la antigua terminología— .

Finalmente, el art. 1131, última parte, estatuye un supuesto de venta aleatoria,


que en la anterior legislación se regulaba con mayor detalle en los arts. 1332, y
especialmente, 1404 y 1405, CCiv. La norma acepta la posibilidad que el com-
prador asuma el riesgo de que la cosa no llegue a existir sin culpa del vende-
dor, pero debe hacerlo " por cláusula expresa" —requisito que el art. 1069 del
Proyecto de 1998 no lo preveía—. Parece imponerse indirectamente, entonces,
un requisito de forma a la venta de cosa futura aleatoria, dado que la expresión
cláusula de nota la exigencia de una forma escrita para su manifestación.

Por último, si bien el art. 1131 omite reiterar las consecuencias que la legisla-
ción anterior establecía para el comprador en este tipo de venta de cosa futura
—la obligación de pagar igualmente el precio, aun si la cosa no llegaba a exis-
tir— , entiendo que esos efectos constituyen las derivaciones naturales de este
tipo de venta, salvo, claro, estipulación diversa de las partes.

III. Jurisprudencia

Aunque sea elevada la ganancia obtenida por el comprador de una cosecha


futura, el contrato es válido, ya que se trata de una venta aleatoria, siempre que
el vendedor no haya actuado apremiado por necesidades urgentes que pudie-
ran haber sido explotadas por el comprador para obtener un beneficio desme-
surado (CFed. Bahía Blanca,6/3/1958 , JA, 195 9- II I- 216).

Art. 1132. Cosa ajena. La venta de la cosa total o parcialmente ajena es váli-
da, en los términos del artículo 1008. El vendedor se obliga a transmitir o hacer
transmitir su dominio al comprador.

2684
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo
texto

La espinosa cuestión de la venta de cosa ajena se encontraba regulada de


manera dispersa y contradictoria en los textos legales derogados, y había ge-
nerado una diversidad de opiniones tal que, con algo de exageración, se puede
afirmar con Segovia había tantas posiciones como autores dedicados al tema
(cfr. Salvat, Borda, Castillo, Malagarriga).

En concreto, el Código Civil trataba la materia en dos ámbitos diferentes: de-


ntro de la parte general de contratos, en el famoso art. 1177, y en su correlato,
el art. 1178, y al disciplinar el contrato de compraventa, en los arts. 1329 a
1331, donde regulaba sucesivamente la venta de cosa totalmente ajena y la
venta de cosa parcialmente ajena. ElCódigo de Comercio también analiz aba la
materia, aunque únicamente lo hacía en el art. 453, ubicado en las normas re-
lativas a la compraventa.

El art. 1132 del nuevo ordenamiento reitera con similar redacción el art. 1070
del Proyecto de 1998 que, entonces, constituye su fuente inmediata.

II. Comentario

1. Los textos legales anteriores

Como indiqué en el apartado anterior, la legislación precedente era confusa y


contradictoria al regular la complicada cuestión de la venta de cosa ajena. Lo
hacía bajo dos regímenes diferentes: el civil y el mercantil, que eran contradic-
torios en su letra, aunque no tanto en su funcionamiento, como consecuencia
de la tarea de purificación y unificación que había llevado adelante la doctrina y
la jurisprudencia.

El Código Civil, como regla general, autorizaba la contratación sobre cosas


ajenas en el art. 1177. Sin embargo, al regular el contrato de compraventa,
prohibía el contrato sobre cosas ajenas (arts. 1329 a 1331, CCiv.), establecien-
do un régimen complicado respecto de las acciones posibles entre las partes

2685
del contrato según su buena o mala fe, a las que se agregaban las facultades
del verdadero titular de dominio que no había participado en la venta de la cosa
de su propiedad.

La doctrina nacional (Borda, Rezzónico, Wayar) se encargó de aclarar, desde


siempre, que la enajenación verdaderamente prohibida por el Código era la
venta de cosa ajena como propia (doct. art. 1178, CCiv.), es decir, como si fue-
ra de titularidad del enajenante, cuando en verdad no lo era; y examinaba los
diferentes efectos y acciones emergentes de ese acto según la buena o la mala
fe de los contratantes. La venta de cosa ajena, como ajena , es decir, con co-
nocimiento de ambas partes respecto de la ajenidad de la cosa, y buena fe, era
un acto admitido por el ordenamiento jurídico que obligaba al vendedor a adqui-
rir la propiedad de la cosa para transmitírsela al comprador. La venta era in-
oponible al dueño de la cosa (Spota, " Venta..." , cit.).

El Código de Comercio, por su parte, partía de la hipótesis opuesta al art. 1329,


CCiv.: su art. 453 declaraba expresamente la validez de la venta de cosa ajena
y establecía los efectos y consecuencias de esa enajenación, que también va-
riaban según la buena o mala fe de las partes. No obstante, la doctrina comer-
cialista más renombrada no coincidía respecto del ámbito de aplicación de las
situaciones reguladas en el primero y segundo párrafos de la norma (Castillo,
Malagarriga).

2. El nuevo régimen de venta de cosa ajena

El nuevo Código unifica, aclara y simplifica los contradictorios textos legales


derogados. Así, en un solo artículo, declara expresamente que la venta de cosa
total o parcialmente ajena es válida, y determina que sus efectos se regularán
por el art. 1008. Con ello, se agotan las discusiones doctrinarias y jurispruden-
ciales respecto del alcance de los textos civiles y mercantil extinguidos.

Ahora bien: es claro que, aunque no lo diga expresamente, el art. 1132 se refie-
re a la venta de cosa ajena que se vende como ajena , esto es, que ambas par-
tes conocen esa circunstancia, ya que la venta de cosa ajena como propia,
constituye un supuesto vedado por el art. 1008, in fine , si el vendedor no hace
entrega de la cosa, y aun podría considerarse una hipótesis de dolo que nulifica
el acto (doct. arts. 271 y 272).

2686
En los supuestos de venta de cosa ajena, el Código establece en el art. 1132,
in fine , en consonancia con la doctrina y jurisprudencia tradicionales, que el
vendedor se encuentra obligado a transmitir el dominio al comprador; con lo
cual, el enajenante debe adquirir la cosa del verdadero propietario para, luego,
transmitirla al adquirente. Esta es la exigencia que clásicamente se impone
vendedor en este tipo de ventas.

Sin embargo, la última parte del art. 1132 no se corresponde con lo previsto en
el art. 1008, a cuyo régimen remite el propio art. 1132. Es decir, advierto cierta
discordancia entre uno y otro artículo, pese a que ambos declaran válida la
hipótesis de venta de cosa ajena. Me explicaré.

El art. 1008, que constituye casi una réplica del antiguo art. 1177, CCiv., esta-
blece que en la contratación sobre bienes ajenos la obligación del enajenante
puede asumir dos modalidades: no garantizar el éxito de la promesa de trans-
mitir el bien ajeno o garantizar esa promesa. Según el tipo de obligación asu-
mida por el transmitente, varía en la venta de cosa ajena la actuación y la con-
secuente responsabilidad del vendedor: si éste no garantizó el éxito de su pro-
mesa de transmitir la cosa ajena, contrae una obligación de medios que sólo lo
obliga a ejecutar los actos necesarios para que la prestación se realice, y si por
su culpa el bien no se transmite, debe reparar los daños; si, por el contrario, el
vendedor garantiza su promesa, asume una obligación de resultado que lo
obliga a resarcir los daños cuando esa promesa no se cumple (cfr. Alterini,
Contratos... , ob. cit. ).

Como señalé, los textos de los arts. 1008 y 1132, última parte, no se conjugan
adecuadamente (cfr. Borda, Alejandro), ya que si el vendedor no garantizó el
éxito de su promesa de entregar la cosa ajena, como lo permite el art. 1008,
segunda parte, no se comprende cómo puede estar obligado a transmitir o
hacer transmitir el dominio al comprador, como lo exige el art. 1132, in fine ;
salvo que, para armonizar los textos, se entienda que esa obligación de "
transmitir o hacer transmitir" el dominio de la cosa a cargo del vendedor que
impone el art. 1132 consiste en hacer los actos necesarios para ello, sin obli-
garse al resultado concreto de la transmisión. La discordancia será resuelta
analizando adecuadamente la voluntad de las partes al contratar y cuál fue el
verdadero alcance de la obligación asumida por el vendedor de una cosa que

2687
no le pertenecía, para determinar la procedencia o no del régimen de indemni-
zación previsto por el art. 1008.

Finalmente, el nuevo sistema también afirma la validez de la venta de cosa


parcialmente ajena, a la que se le aplican las reglas examinadas (arts. 1008 y
1131), dejándose sin efecto la disposición del Código Civil que declaraba nulo
todo el acto, aun respecto de la parte que el vendedor tenía sobre la cosa ena-
jenada (art. 1331, CCiv.).

III. Jurisprudencia

1. La promesa de venta de un inmueble ajeno es válida ( CNCiv ., sala A,


30/08/1971, LA LEY, 146 - 674, sum. 28.755; CNCiv ., sala F, 13/2/1969 , LA
LEY, 136 - 50).

2. Para determinar la responsabilidad del vendedor de una cosa ajena deben


aplicarse las reglas de la evicción, pues la acción otorgada al comprador por el
art. 1329 constituye la ejecución anticipada de esta garantía (C1ª La Plata,
30/3/1948, JA, 1948 - I - 583).

2688
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 1. COMPRAVENTA
Comentario de Mariano ESPER
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

Sección 3ª - Precio.

Art. 1133. Determinación del precio

Art. 1134. Precio determinado por un tercero

Art. 1135. Precio no convenido por unidad de medida de superficie.

Art. 1136. Precio convenido por unidad de medida de superficie

Art. 1133. Determinación del precio. El precio es determinado cuando las


partes lo fijan en una suma que el comprador debe pagar, cuando se deja su
indicación al arbitrio de un tercero designado o cuando lo sea con referencia a
otra cosa cierta. En cualquier otro caso, se entiende que hay precio válido si las
partes previeron el procedimiento para determinarlo.

Art. 1134. Precio determinado por un tercero. El precio puede ser determi-
nado por un tercero designado en el contrato o después de su celebración. Si
las partes no llegan a un acuerdo sobre su designación o sustitución, o si el
tercero no quiere o no puede realizar la determinación, el precio lo fija el juez
por el procedimiento más breve que prevea la ley local.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El tema del precio en la compraventa tenía una regulación doble en los textos
derogados: por una parte, el Código Civil lo trataba de manera prolija y metódi-

2689
ca, en los arts. 1349 a 1356, que se aplicaban a la compraventa de todo tipo de
cosas, muebles o inmuebles; por la otra, el Código de Comercio, lo regulaba
parcialmente en los arts. 458 y 459. No obstante, aquellas disposiciones civiles
se aplicaban en lo pertinente a la compraventa mercantil (cf. Zavala Rodríguez,
Malagarriga).

La unificación de los Códigos extintos implicó ensamblar el régimen de los con-


tratos y, por lo tanto, los requisitos y modalidades del precio en la compraventa.
Así, la normativa en la temática es inicialmente única. Sin embargo, la fuerte
incidencia que la compraventa mercantil tiene en el tráfico y en los negocios
impactó en el nuevo texto, a punto tal que la venta de cosas muebles se legisla
de forma separada (arts. 1142 y ss.) al régimen general de la compraventa. Y si
bien las reglas sobre el precio se aplican a toda venta de cosa mueble, sin que
importe su antigua condición de civil o mercantil — calificación que desaparece
en el nuevo texto— , lo cierto es que en la venta de cosas muebles aparece un
régimen de precio impregnado de las antiguas disposiciones mercantiles en la
materia. Volveré sobre el punto al tratar específicamente ese tipo de venta.

Resumiendo, el nuevo Código regula el precio en la compraventa con la si-


guiente metodología: a) primero, lo trata de forma genérica en los arts. 1133 y
1134, que, en principio, se aplican para todo tipo de compraventa; y b) poste-
riormente, al disciplinar la compraventa de cosas muebles en particular, pre-
senta dos normas que completan la regulación anterior (arts. 1143 y 1144). Los
arts. 1135 y 1136 también se refieren al precio en la compraventa, mas se apli-
can específicamente a la venta de inmuebles.

Finalmente, señalo que el art. 1133 constituye una adaptación del clásico art.
1349, CCiv. El Proyecto de 1998 no traía una disposición semejante. Por su
parte, el art. 1134 refunde los arts. 1350 y ss., CCiv. y se inspira inmediatamen-
te en el art. 1071 del Proyecto de 1998, que reitera con mínimas variantes.

II. Comentario

1. Generalidades sobre el precio en la compraventa

2690
Tradicionalmente, se exige que el precio en la compraventa reúna los siguien-
tes requisitos: a) en dinero; b) cierto; y c) serio (cfr. Salvat). Además, el precio
no debe ser vil.

Los Códigos extintos sólo exigían expresamente los requisitos a) y b), mientras
que los restantes eran exigidos por la doctrina y jurisprudencia de manera uni-
forme y como resultado de una interpretación integral del ordenamiento jurídi-
co. Para el examen del requisito de precio " en dinero" , remito al análisis de los
arts. 1123 y 1172 de este Código.

El nuevo texto legal solamente exige, como su anterior, que el precio sea en
dinero y que esté determinado o sea determinable. El primer requisito surge de
la propia definición de compraventa que provee el Código en el art. 1123; el
segundo, emana de los arts. 1133 y 1134 que se comentan.

En verdad, la terminología que emplea el Código es de precio determinado y no


de precio cierto como utilizaba el Código Civil sustituido; sin embargo, no existe
en esta diferencia semántica mayores consecuencias jurídicas desde que el
antiguo texto señalaba como hipótesis de precio cierto las mismas que el Códi-
go actual prevé como precio determinado. Salvat decía: precio cierto quiere
decir precio determinado o terminable. Además, otros autores nacionales alud-
ían tradicionalmente a precio determinado como requisito del precio en la com-
praventa (cf. Moisset De Espanés). Es decir, se trata de una variante sin impac-
to jurídico alguno.

El precio de la venta tiene que estar determinado por alguna de las modalida-
des que señala la norma, que seguidamente analizaré, o ser determinable , es
decir que basta para la validez del precio que las partes prevean el procedi-
miento para determinarlo. Siguiendo la pauta que el art. 1005, in fine , estable-
ce para la determinación de la cantidad del bien objeto de los contratos, se
puede indicar que el precio es determinable cuando se establecen los criterios
suficientes para su determinación. Es decir que el propio contrato debe señalar
el modo o sistema de cálculo para arribar al precio de la venta y, así, conside-
rarse una hipótesis de precio válido.

Sin embargo, en cualquier caso, las partes deben respetar la prohibición de


acordar cláusulas de actualización monetaria, variación de costos, etc., prohibi-

2691
das tajantemente por los arts. 7 y 10, ley 23.928 de Convertibilidad del Austral
(arts. 3° y 4°, ley D- 1725, según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley
26.939), ratificados por la ley 25.561 de Emergencia Pública y Reforma del
Régimen Cambiario (ley D- 2547, según Digesto Jurídico Argentino aprobado
por ley 26.939). La terminante prohibición legal ha sido convalidada por la juris-
prudencia de nuestro Alto Tribunal (CSJN, " Massolo, Alberto José v. Transpor-
te del Tejar SA, 20/04/2010, Fallos 333:447;" Belatti, Luis Enrique v. F.A." ,
20/12/2011, LL AR/JUR/84377/2011). La doctrina ha examinado la vinculación
de aquella prohibición con la cuestión del requisito del precio en la compraven-
ta (Moisset De Espanés).

Por último, el nuevo texto ha eliminado el privilegio que tenía el crédito del ven-
dedor en la legislación sustituida (arts. 3893 y ss., 3923 y ss., CCiv.).

2. Hipótesis de precio determinado

Los supuestos de precio determinado o determinable que prevé el art. 1133,


son los siguientes: a) suma de dinero que el comprador debe pagar; b) precio
determinado por un tercero; c) precio fijado con referencia a otra cosa cierta; y
d) fijación de procedimiento para determinar el precio.

El primer supuesto es la hipótesis más frecuente: las partes establecen el valor


de la cosa vendida en una suma concreta y determinada. El segundo caso es
usual en determinado tipo de ventas, cuando por el valor o tipo de cosa vendi-
da se requiere la intervención de terceros especializados en tasar o valuar el
bien objeto del contrato — inmuebles, acciones o participaciones societarias,
etc.— . Lo examinaré en el próximo apartado. En el tercer supuesto el precio
de la cosa se fija según el valor de otra cosa cierta que le sirve de referencia.
La doctrina ejemplifica: venta de un campo por el mismo precio pagado por el
del vecino (Salvat); vendo el automóvil Chevrolet modelo 1952 al precio a que
está en el taller X (Zavala Rodríguez). Y la cuarta hipótesis favorece la conser-
vación de la validez del contrato (doct. art. 1066) al establecer que siempre que
las partes prevean un mecanismo o procedimiento para fijar el precio de la ven-
ta, el precio, y por lo tanto el contrato, serán válidos; como serían los supuestos
que establecían los extintos arts. 1353 y 1354, CCiv., por ejemplo.

2692
3. Precio determinado por un tercero

El Código Civil originario establecía la validez del precio de la venta cuando su


determinación se delegaba a un sujeto distinto de los contratantes. Era el su-
puesto de precio determinado por un tercero y su régimen surgía de los arts.
1350 a 1352, CCiv.: si el tercero no quería o no podía determinar el precio, la
venta quedaba sin efecto; si el tercero estimaba el precio, su valuación tenía
efecto retroactivo al día de celebración del contrato, era irrevocable y no había
recurso alguno para variarlo, salvo algunos supuestos que la doctrina explicaba
(cfr. SALVAT). El Código mercantil preveía también la hipótesis de precio deja-
do al arbitrio de tercero en el art. 459, y prescribía que si el tercero no podía o
no quería hacer la determinación, la venta quedaba sin efecto, salvo pacto en
contrario.

El régimen que propone el nuevo Código parte de similares premisas que los
textos derogados: admite la validez del precio que pueda fijar un tercero ajeno
a los contratantes. Aclara que el tercero puede estar designado en el contrato o
ser nominado después de su celebración. Esto ocurre ordinariamente cuando,
en la venta de cosas inmuebles, o en la locación de cosa con opción de com-
pra, por ejemplo, se delega la fijación del precio a dos o tres inmobiliarias de
reconocido prestigio y tradición en la zona de ubicación del inmueble, cuyo
nombre exacto no se identifica en el contrato sino que se lo realiza posterior-
mente, cuando llega el momento de establecer el precio de la venta.

Ahora bien: en consonancia con el principio de conservación de los contratos y


de su eficacia enfatizado por el nuevo Código (art. 1066), que ya reconocía la
legislación anterior (doct. art. 218, inc. 3°, CCom., y art. 100, ley 19.550 Gene-
ral de Sociedades), el art. 1134 establece que si el tercero no puede o no quie-
re determinar el precio, o si las partes no convienen sobre su designación o
sustitución, en todos estos supuestos el precio será fijado por el juez por el
procedimiento más breve que prevea la ley local. Esta solución varía la que
estatuía n el art. 1350, CCiv., CCiv., y el art. 459, CCom., que decretaban la
ineficacia del acuerdo para hipótesis similares.

III. Jurisprudencia

2693
1. Existe precio cierto determinado con referencia a otra cosa, si se lo fijó en el
75% del convenido en otro contrato celebrado entre las mismas partes (CNCiv.,
sala F, 26/10/1971, JA, 1 5- 197 2- 168).

2. El tercero a cuyo arbitrio se ha dejado librada la determinación del precio,


actúa como mandatario de las partes (C. 2ª La Plata, 17/9/1957 , DJBA, 52 -
563; SC Mendoza 15/6/1967 , LA LEY, 128 - 149).

3. Aunque la ley no lo establezca expresamente, el precio debe ser serio (


CNCiv ., sala B, 14/11/1967 , LA LEY,131 - 293).

Art. 1135. Precio no convenido por unidad de medida de superficie. Si el


objeto principal de la venta es una fracción de tierra, aunque esté edificada, no
habiendo sido convenido el precio por unidad de medida de superficie y la su-
perficie de terreno tiene una diferencia mayor del cinco por ciento con la acor-
dada, el vendedor o el comprador, según los casos, tiene derecho de pedir el
ajuste de la diferencia. El comprador que por aplicación de esta regla debe pa-
gar un mayor precio puede resolver la compra.

Art. 1136. Precio convenido por unidad de medida de superficie. Si el pre-


cio es convenido por unidad de medida de superficie, el precio total es el que
resulta en función de la superficie real del inmueble. Si lo vendido es una ex-
tensión determinada, y la superficie total excede en más de un cinco por ciento
a la expresada en el contrato, el comprador tiene derecho a resolver.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

Los artículos transcriptos se vinculan con los arts. 1344 a 1348, CCiv., que re-
gulaban los distintos supuestos de "venta de un inmueble determinado" , y
prescribían las diversas consecuencias jurídicas según la modalidad de venta
acordada. La doctrina afirmaba el carácter supletorio de estas normas que, por

2694
ende, podían ser modificadas por convención en contrario de las partes (Mos-
set Iturraspe, Compraventa..., ob. cit. ).

El Código de Comercio, cuyo ámbito de aplicación se circunscribía mayormente


a las cosas muebles (doct. arts. 8, 450, 451 y 452, inc. 1°, CCom.), no preveía
normas destinadas a regular la venta de inmuebles.

La fuente inmediata de los preceptos son los arts. 1072 y 1073 del Proyecto de
1998, de contenido similar al transcripto.

Art. 1136. Precio convenido por unidad de medida de superficie

II. Comentario

Los arts. 1135 y 1136 regulan la venta de inmuebles según que el precio pac-
tado entre las partes haya sido fijado por unidad de medida de superficie (metro
cuadrado, hectárea, etc.) o no se haya fijado según esa pauta. Las variantes
son las siguientes:

a) Precio no acordado por unidad de medida: esta hipótesis se regula en el art.


1135. Se trata del caso en que se pacta un precio global por el inmueble vendi-
do, que puede estar edificado o no. Las partes han indicado la superficie global
del inmueble, puesto que ello se deduce de la expresión " acordada " utilizada
por la norma. Si bien la norma sólo alude a "fracción de tierra" o "terreno" , en-
tiendo que sus disposiciones pueden aplicarse analógicamente a la venta de
departamentos cuando su precio no se fija por unidad de medida de superficie.
La hipótesis examinada se corresponde con la que estatuía el art. 1344, inc. 5°,
CCiv. ( "con indicación del área, pero por un precio único, y no a tanto la medi-
da" ).

Las consecuencias de haber pactado la venta bajo esta modalidad son las si-
guientes: si existe una diferencia mayor al cinco por ciento entre la superficie
del inmueble y la superficie acordada — lo que está presuponiendo que se de-
be realizar una mensura que determine con precisión cuál es la superficie real
de la cosa vendida— , cualquiera de las partes tiene derecho a pedir la diferen-
cia de precio a la otra: el comprador, si la superficie es menor, tiene derecho a
la reducción proporcional del precio; el vendedor, si la superficie es mayor, a su
aumento proporcional. Si la diferencia entre la superficie real del terreno y la

2695
acordada en la venta es igual o menor al cinco por ciento, ninguna de las par-
tes tiene derecho a reclamo alguno. Cuando el comprador, por aplicación de
esta norma, debe pagar un precio mayor, podrá optar por resolver la venta. Se
mantiene la sustancia de las soluciones que propugnaban los arts. 1346 y
1347, CCiv.; la única diferencia que puede apuntarse es con relación al su-
puesto de que la diferencia sea exactamente del cinco por ciento (BORDA, Ale-
jandro, " La compraventa...”).

b) Precio acordado por unidad de medida de superficie: en esta situación, regu-


lada por el art. 1136, las partes fijaron el precio del inmueble según una medida
determinada (metros cuadrados, hectáreas, etc.).

El artículo regula dos supuestos diferentes: en su primera parte, la superficie


total del inmueble no se ha designado en el contrato; en su segunda parte, esa
superficie fue establecida en el contrato.

Cuando las partes fijaron el precio de la venta por unidad de medida y sin de-
signar la superficie del inmueble, el precio total es el que resulta en función de
la superficie real del inmueble. Es decir: habrá que mensurar el bien raíz y, con
ello, multiplicar el precio de la medida por la cantidad de metros, hectáreas,
etc., que tenga el inmueble. Era la venta ad mensuram que regulaba el art.
1344, inc. 2°, CCiv.

Cuando los contratantes establecieron el precio por unidad de medida y,


además, designaron la superficie total del inmueble vendido, se aplica el art.
1136, segunda parte: si la superficie real total excede en más de un cinco por
ciento a la estipulada en el contrato, el comprador podrá resolver la venta. Era
la hipótesis prevista en el art. 1344, inc. 4°, CCiv., cuyas consecuencias fijaba
el art. 1345, CCiv.

El nuevo régimen modifica las soluciones que preveía el Código de Vélez, ya


que cuando se acordaba el precio por unidad de medida y se designaba la su-
perficie total de lo vendido (art. 1344, inc. 4°, CCiv.), el viejo Código Civil autori-
zaba al comprador a tomar el exceso de la superficie real —pagando el adicio-
nal que correspondiera— o a solicitar la reducción del precio si la superficie real
era menor a la pactada, en ambos casos aunque la diferencia entre una super-
ficie y otra fuera inferior al cinco por ciento.

2696
Por último, el nuevo Código fija el margen de tolerancia legal en que sea supe-
rior al cinco por ciento, sustituyendo así la expresión " vigésimo" que empleaba
el Código Civil y que había originado discrepancias respecto a qué porcentaje o
cifra aludía (cfr. Borda) y ha suprimido algunas variantes previstas en el viejo
régimen, particularmente, la venta ad corpus estatuida por el viejo art. 1344,
inc. 1°, CCiv. No obstante esa supresión, cualquier modalidad lícita puede ser
válidamente pactada por las partes en el marco de la autonomía de la voluntad
ratificada por el nuevo Código (arts. 12, 958 y concs.).

III. Jurisprudencia

El comprador sólo puede pedir la resolución del contrato en caso de aumento


del precio, no de disminución (CCiv.1ª, 21/12/1938, LA LEY, 14 - 154).

2697
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 1. COMPRAVENTA
Comentario de Mariano ESPER
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

Sección 4ª - Obligaciones del vendedor.

Art. 1137. Obligación de transferir

Art. 1138. Gastos de entrega.

Art. 1139. Tiempo de entrega del inmueble..

Art. 1140. Entrega de la cosa.

Art. 1137. Obligación de transferir. El vendedor debe transferir al comprador


la propiedad de la cosa vendida. También está obligado a poner a disposición
del comprador los instrumentos requeridos por los usos o las particularidades
de la venta, y a prestar toda cooperación que le sea exigible para que la trans-
ferencia dominial se concrete.

Art. 1138. Gastos de entrega. Excepto pacto en contrario, están a cargo del
vendedor los gastos de la entrega de la cosa vendida y los que se originen en
la obtención de los instrumentos referidos en el artículo 1137. En la compraven-
ta de inmuebles también están a su cargo los del estudio del título y sus ante-
cedentes y, en su caso, los de mensura y los tributos que graven la venta.

Art. 1139. Tiempo de entrega del inmueble. El vendedor debe entregar el


inmueble inmediatamente de la escrituración, excepto convención en contrario.

2698
Art. 1140. Entrega de la cosa. La cosa debe entregarse con sus accesorios,
libre de toda relación de poder y de oposición de tercero.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El Código Civil regulaba el capital tema de las obligaciones del vendedor en un


capítulo separado, dentro de las normas que disciplinaban la compraventa.
Concretamente, en los arts. 1408 a 1423. El Código de Comercio, por su parte,
trataba la cuestión de manera dispersa dentro del articulado general dedicado a
la compraventa (arts. 450 a 477).

Como el nuevo Código divide el tratamiento de la compraventa en disposicio-


nes generales y en disposiciones específicas relativas a la venta de cosas
muebles, las normas del viejo Código de Comercio se reflejan más en estas
últimas que en las reglas genéricas de los arts. 1137 a 1140, que seguidamen-
te examinaré. No obstante, como en esencia las obligaciones del vendedor son
las mismas cualquiera sea el tipo de cosa objeto del contrato — con algunas
variantes que en cada caso se señalarán— , aquellas disposiciones del Código
mercantil también sirven como antecedentes pertinentes de la nueva regula-
ción.

La fuente inmediata de los arts. 1137 a 1140 son los arts. 1074 a 1077 del Pro-
yecto de 1998, de contenido semejante a las disposiciones transcriptas.

II. Comentario

1. Generalidades

Elaborar un comentario unificado de las disposiciones vinculadas con las obli-


gaciones del vendedor resulta apropiado y conveniente puesto que: a) existe
una clara interrelación entre ellas; b) un estudio omnicomprensivo de esos de-
beres proporciona al lector una mirada más integral de la materia analizada; y
c) existen algunas obligaciones a su cargo que no surgen expresamente del
articulado que se comenta, pero que emanan de otras disposiciones del Código
que se aplican a la materia y que, por ende, deben integrarse en el análisis. Por

2699
estos motivos, opté por comentar unificadamente estas disposiciones, y no
hacerlo de forma segregada.

En esencia, como se advertirá del desarrollo que sigue, las obligaciones del
vendedor son similares en el régimen extinto y en el sistema actual: debe con-
servar la cosa como existía al tiempo del contrato, transferir la propiedad al
comprador, abonar ciertos gastos y responder por evicción y vicios redhibitorios
— e sto último, denominado obligación de saneamiento en el nuevo sistema,
arts. 1033 y ss.— . El nuevo ordenamiento no replica numerosas disposiciones
del Código Civil sustituido vinculadas con los efectos del incumplimiento del
vendedor a las obligaciones debidas (arts. 1412, 1420 y ss., entre otros, CCiv.).
La ausencia de esas normas en el nuevo ordenamiento no modifica los efectos
del incumplimiento del vendedor a sus obligaciones.

Además de las tradicionales obligaciones del enajenante, el Código agrega al-


gunos deberes colaterales de conducta a cargo de vendedor, que luego exami-
naré. Por otra parte, el nuevo ordenamiento no recoge concretamente la obli-
gación del vendedor de recibir el precio de la venta, como establecía el art.
1411, CCiv., aunque esto es razonable desde que se trata de un deber genéri-
co de todo acreedor de sumas de dinero, que no exigía una disposición especí-
fica en la regulación de la compraventa.

Por lo tanto, si bien se trata de un nuevo Código, la matriz obligacional y la


mecánica de funcionamiento de este contrato resulta similar en el cotejo entre
los textos anteriores y el actual.

2. Las obligaciones del vendedor

El Código regula en pocos artículos lo relativo a las obligaciones del enajenan-


te, de manera más ordenada, purificada y sencilla que su Código antecesor, lo
que resulta metodológicamente más apropiado y coadyuva a una adecuada
interpretación.

El vendedor se encuentra obligado a cumplir con los siguientes deberes: a)


conservar la cosa objeto del contrato; b) transferir la propiedad de la cosa; c)
pagar los gastos de entrega de la cosa y los que se originen en la obtención de
los instrumentos de la venta; y d) responder por saneamiento. Además, el ven-

2700
dedor también tiene a su cargo el cumplimiento de ciertos deberes colaterales
y, en las ventas de cosas muebles, existen ciertas obligaciones adicionales es-
pecíficas —como por ejemplo entregar una factura en los términos del art.
1145— . Examinaré separadamente estas cuestiones.

2.1. Conservar la cosa

Este deber no surge explícitamente de los arts. 1137 a 1140 que se comentan,
pero sí de otras disposiciones aplicables a la compraventa. En efecto: el art.
746, al regular las obligaciones de dar, dispone que el deudor de una cosa cier-
ta — e n nuestro tema, el vendedor— está obligado a conservarla en el mismo
estado en que se encontraba cuando contrajo la obligación. Este deber reitera
el principio general que establecía el art. 1408, CCiv., y nada agrega a él. Por
ello, son aplicables a esto obligación las enseñanzas tradicionales de la doctri-
na y jurisprudencia sobre su alcance y contenido.

El tradicional carácter consensual de la compraventa — recuerdo que la divi-


sión entre contratos consensuales y reales que proponía los arts. 1140 y ss.,
CCiv., ha desaparecido del nuevo texto, como surge de los arts. 966 a 970, y a
salvo el caso del art. 1554— confirma que el vendedor queda obligado a con-
servar la cosa desde el día mismo del contrato, excepto, claro, los supuestos
en que la ley exige una formalidad esencial para la celebración del contrato —
podría ser el caso de art. 1°, ley 14.005 de Venta de Inmuebles Fraccionados
en Lotes y Pagaderos a Plazos (ley E- 0372, según Digesto Jurídico Argentino
aprobado por ley 26.939; cfr. ARIZA)— , en cuyo caso hasta tanto esa solem-
nidad no se cumpla, el contrato no se considerará celebrado y, por lo tanto, no
habrá obligaciones exigibles a cargo del vendedor. Parecería que el régimen
formal que se impone al contrato de compraventa de inmuebles en el art. 1017,
inc. 1°, al exigir escritura pública, no tiene carácter solemne absoluto (doct.
arts. 285, 969 y 1018), como sí lo tiene la formalidad requerida para ciertas do-
naciones (art. 1552).

2.2. Transferir la propiedad de la cosa

Luego de conservar la cosa en su poder, el vendedor debe seguidamente


transferir su propiedad al comprador, en el tiempo y lugar contractualmente es-
tipulados. Esta tradicional obligación del enajenante surge con claridad del art.

2701
1137 que se comenta y de la propia definición del art. 1123 que el Código pro-
vee. Como expliqué al examinar este último artículo, los Fundamentos del
Código (apartado VI, cit. ) explican los motivos por los cuales se prefirió emple-
ar la palabra propiedad, y no dominio, en la definición de este contrato. Esos
motivos resultan válidamente aplicables a este análisis.

La obligación del vendedor que se examina constituye el deber central a su


cargo. El Código Civil originario la fijaba en los arts. 1323, 1409 y concordan-
tes.

En esencia, el deber de transferir la propiedad se puede fraccionar, por lo me-


nos teóricamente, en dos aspectos: a) la entrega de la cosa; y b) la existencia y
legitimidad del derecho que se transmite sobre ella.

a) La entrega de la cosa es la dación material que el vendedor debe efectuar al


comprador. Esa entrega o tradición es sumamente relevante no sólo en el
ámbito de los derechos personales emanados de la venta sino porque, antes
de esa entrega o tradición, el acreedor — e l comprador, en nuestro tema— no
adquiere sobre la cosa ningún derecho real. Este inveterado principio surgía del
famoso art. 577, CCiv., y lo reitera el art. 750, del nuevo Código.

La tradición de la cosa debe cumplirse de acuerdo con la forma legal que exi-
gen los arts. 1924 y 1925 — similares a los arts. 2377 y ss., CCiv.— , salvo que
se presenten algunas de las excepciones que se establecen en los arts. 1892,
1923 o en otras disposiciones que admitan un modo suficiente diverso para
tener por cumplida la entrega de la cosa (doct. art. 1149, por ejemplo). El Códi-
go Civil decía: " Lo que en adelante se dispone sobre la tradición en general de
las cosas, es aplicable a la tradición de las cosas vendidas " (art. 1417), con lo
que remitía a los referidos arts. 2377, siguientes y concordantes (cfr. Salvat). El
nuevo Código no reproduce esta remisión, a tono con la simplificación de las
normas y la aplicación de las pautas generales a las situaciones particulares
que se verifica en numerosas hipótesis del nuevo texto, como en la situación
examinada.

Como dispone el art. 1140 que se comenta, la entrega de la cosa debe hacerse
con sus accesorios, libre de toda relación de poder y de oposición de terceros.
Estas condiciones se reiteran: a) en el art. 746, cuando impone al deudor de

2702
una cosa cierta la obligación de entregar la cosa con sus accesorios; b) en el
art. 1926, cuando se establece que para adquirir la posesión o tenencia por la
tradición, la cosa debe estar libre de toda relación excluyente; y c) cuando este
mismo precepto ratifica que para adquirir la posesión o tenencia por la tradición
no debe existir oposición alguna. El Código Civil sustituido preveía disposicio-
nes similares en los arts. 575, 1409, 1426, 2380 y 2383.

Por otra parte, el art. 1139 del nuevo Código dispone que el vendedor debe
entregar el inmueble " inmediatamente de la escrituración" (sic ). Es evidente
que se trata de un defecto de redacción y que debe leerse como "inmediata-
mente después de la escrituración" . El vendedor queda exceptuado de entre-
gar el bien en ese momento si se hubiere acordado lo contrario (art. 1139, in
fine ), mas no resultaba necesario aclarar esto último puesto que el propio
Código establece como principio general el carácter supletorio de las normas
legales en materia de contratos (art. 962), salvo que se verifiquen los supues-
tos allí indicados.

Finalmente, en materia cosas muebles, se aplican primordialmente las disposi-


ciones de los arts. 1142, a cuyo análisis me remito.

b) El otro aspecto que involucra la obligación del vendedor de transferir al ad-


quirente la propiedad de la cosa reside en la existencia y legitimidad del dere-
cho que transmite. En efecto, no basta con que el vendedor entregue material-
mente la cosa al comprador, cumpliendo las formalidades legales que exigen
los arts. 1924 y concs., si él no transmite un derecho completo, legítimo y válido
sobre esa cosa, sea porque no es el titular del derecho de propiedad que
transmite, porque éste se encuentra restringido o gravado, porque el propio
vendedor no puede disponer de sus bienes o por cualquier otro motivo que
afecte el derecho del comprador a recibir un derecho pleno y disponer, usar y
gozar de la cosa adquirida sin pretensión de terceros. Se debe tratar de una
tradición válidamente realizada y, además, que permita al comprador adquirir
un derecho de propiedad perfecto. El incumplimiento de esta obligación activa
la responsabilidad del vendedor por saneamiento (arts. 1033 y ss.), que en el
Código Civil extinto se denominaba evicción (arts. 2089 y ss.).

2703
2.3. Pagar los gastos de entrega y los originados en la obtención de los instru-
mentos de la venta

La ley pone a cargo del vendedor el pago de algunos costos vinculados con la
venta celebrada, salvo que lo contrario se haya pactado en el contrato, dado
que en esta materia, como lo vengo indicando insistentemente, rige con pleni-
tud el principio de autonomía de la voluntad (doct. arts. 12, 944, 958 y 962).

En primer término, el enajenante debe abonar los gastos que origine la entrega
de la cosa. Así lo dispone el art. 1138, tal como lo establecían el art. 1415,
CCiv., y el art. 460, CCom.

En segundo lugar, el nuevo Código también pone a cargo del vendedor los gas-
tos que se generen para obtener " los instrumentos requeridos por los usos o
las particularidades de la venta" (art. 1137), como podrían ser certificados, vi-
sados, constancias documentales, etcétera. Además de esos costos a cargo
del enajenante, la ley agrega que, en la venta inmobiliaria, también se encuen-
tran a cargo del vendedor los gastos derivados del estudio de títulos, los costos
de la mensura del inmueble y el pago de los tributos que graven la venta.

Respecto del " estudio del título y su s antecedentes" , la expresión más difun-
dida sería estudio de títulos, como se encuentra afianzada en la doctrina, juris-
prudencia y en el ámbito notarial (cf. Alterini, " Estudio..." , ob.cit. ). La decisión
legal de poner a cargo del enajenante el pago del estudio de títulos recoge los
usos y costumbres notariales según los cuales, usualmente, es el vendedor
quien sufraga ese análisis jurídico- documental, en aquellas jurisdicciones don-
de se suele confeccionar.

En tercer lugar, el art. 1138 también establece como obligación a cargo del
vendedor el pago de los gastos de la mensura del inmueble. Este deber surge
cuando resulta necesario tomar las dimensiones del inmueble para determinar
la exactitud de lo vendido —por ejemplo, en los supuestos de los arts. 1135 y
1136 analizados— , y su costo se refleja frecuentemente en la negociación del
precio de la venta. En aquellos casos, entonces, la mensura y su costo se en-
cuentran a cargo del enajenante. Queda siempre a salvo el pacto en contrario
sobre la materia.

2704
Finalmente, el enajenante también debe pagar los tributos que graven la venta,
como prescribe el art. 1138, in fine. Esta disposición puede resultar problemáti-
ca porque alude a los "tributos”, es decir a los impuestos, tasas y contribucio-
nes, que " graven la venta" , y no a los tributos que graven al vendedor. ¿Cuál
es el alcance exacto de esa expresión? ¿Abarca los impuestos de carácter ne-
tamente local, como el impuesto de sellos por ejemplo, cuya creación, imposi-
ción y fiscalización corresponde a las jurisdicciones locales y no a una ley na-
cional como este Código? Salvat decía que eran a cargo del enajenante los
impuestos que gravaban el acto de venta, " en la medida que sean legalmente
a cargo del vendedor" . Entiendo que la exigencia legal se refiere a aquellos
impuestos que gravan al vendedor en cuanto tal, como son el impuesto a la
transferencia de inmuebles o el impuesto a las ganancias, por ejemplo, mas no
se refiere al pago del impuesto de sellos u otros tributos locales que gravan
operaciones y negocios, cuyo obligado al pago se determina por las legislatu-
ras locales competentes para ello.

2.4. Responder por saneamiento

El nuevo Código adapta la terminología de las clásicas garantías de evicción y


vicios redhibitorios, que Vélez reguló de manera metodológicamente inapropia-
da (cfr. Mosset Iturraspe, Contratos , ob. cit. ) en la parte del Código que trata
ba los contratos en particular (en los arts. 2089 y ss., y 2164 y ss., respectiva-
mente). El nuevo ordenamiento las disciplina bajo la denominación global de
obligación de saneamiento en las disposiciones de la parte general de los con-
tratos, donde metodológicamente resulta más adecuado (arts. 1033 y ss.).

Esta obligación central del vendedor no aparece incluida en la sección que se


comenta, que trata las obligaciones del vendedor. El Código Civil originario
preveía expresamente esta obligación en el art. 1414, al regular el contrato de
compraventa. Otro tanto hacía el Código de Comercio para las ventas mercan-
tiles, al tratar los vicios ocultos en su art. 473.

La ausencia de mención específica de esta obligación en la parte del Código


que trata sobre las obligaciones del vendedor en modo alguno afecta su exis-
tencia real, concreta y plenamente aplicable a la compraventa, ya que los con-
tratos se integran con las normas supletorias de la ley (conf. art. 964, inc. b]) y

2705
no hay duda que la clásica obligación de saneamiento del vendedor, compren-
siva de la responsabilidad por evicción y por vicios ocultos, rige con plenitud en
el contrato de compraventa (doct. art. 1033, inc. a]). La política del nuevo orde-
namiento ha sido simplificar los antiguos textos y establecer principios genera-
les aplicables a situaciones particulares, como en este caso.

Finalmente, debe recordarse, como enseña la doctrina que comparto, que la


responsabilidad emergente de la evicción o de los vicios ocultos tiene carácter
objetivo porque no deriva de la culpa o dolo del enajenante, los que, de existir,
sólo agravan su responsabilidad en cuanto a los daños resarcibles (cf. Mosset
Iturraspe, Contratos , ob. cit. ).

3. Otros deberes a cargo del vendedor

Los Fundamentos del Código (apartado VI, cit. ) explican que el vendedor y el
comprador, además de las obligaciones nucleares y típicas del contrato, tienen
deberes colaterales, que son " absolutamente diferentes" a aquéllas en cuanto
a su entidad y funciones. Sin embargo, la redacción es algo confusa, no precisa
cuáles son en concreto y sólo indica que " es labor de la doctrina desarrollar
aisladamente cada uno de ellos" .

La lectura de los Fundamentos parecería llevar a considerar que, para el Códi-


go, sólo son obligaciones nucleares y típicas del contrato la transferencia de la
propiedad y el pago del precio, y que los demás supuestos son deberes colate-
rales. En esta interpretación, la obligación de pagar los gastos de entrega, del
estudio de títulos, etc., constituirían los deberes colaterales a que hacen refe-
rencia los Fundamentos.

Algunos los deberes colaterales del vendedor referidos en los Fundamentos


surgen del propio art. 1137: a) poner a disposición del comprador los instru-
mentos requeridos por los usos o las particularidades de la venta; y b) prestar
toda cooperación para que la transferencia dominial se concrete. Otros deberes
de esa clase pueden surgir secundariamente del principio cardinal de la buena
fe que rige durante toda la vida del contrato (doct. arts. 9, 729, 961 y concs.).

Estos deberes colaterales a cargo del enajenante se diferenciarían de las obli-


gaciones que él debe cumplir no sólo en cuanto a su contenido, desde que

2706
unos y otros resultan diferentes, sino, sobre todo, en cuanto a su jerarquía o
potencia —" entidad" , en los términos de los Fundamentos — de suerte tal que
el incumplimiento de estos deberes no revestiría la envergadura o jerarquía tal
como para, por ejemplo, dar por resuelto el contrato en ejercicio de la cláusula
resolutoria implícita prevista en el art. 1088, ya que su ejercicio requiere que el
incumplimiento sea esencial , en los términos del art. 1084, y no parecería que
la inobservancia de alguno de esos deberes pudiera considerarse como tal.

Dos reflexiones adicionales:

a) El deber de " poner a disposición" del comprador los instrumentos requeridos


por los usos o las particularidades de la venta parecería agotarse con ello, es
decir, con su puesta a disposición y no con su entrega efectiva. Sin embargo,
creo que si esos instrumentos son accesorios de la cosa, o pueden ser califica-
dos como tales, la situación del vendedor se modifica ya que se encontrará
obligado a entregarlos junto con la cosa, como accesorios de ella precisamente
(doct. art. 746). Por otra parte, en la compraventa de cosas muebles, este de-
ber colateral puede asumir la entidad de una verdadera obligación, como la
reputa el art. 1146, que luego examinaré;

b) El deber de cooperar a que la transferencia dominial se concrete involucra


obligaciones de hacer y de no hacer: lo primero, en cuanto implica actos de
diligencia por parte del vendedor, como comparecer en tiempo, modo, lugar,
etc., a la formalización del acto, o la entrega al escribano de la documentación
necesaria para que éste pueda confeccionar la escritura pública que documen-
te la operación, entre otras posibilidades; y lo segundo, en tanto debe abste-
nerse de realizar actos que obstaculicen o impidan hacer efectiva la transferen-
cia dominial a que se comprometió por contrato.

III. Jurisprudencia

La copiosa doctrina judicial vinculada con las obligaciones a cargo del vende-
dor se mantiene mayormente sin variantes, desde que el nuevo Código reitera
las históricas obligaciones y deberes del enajenante.

2707
1. El vendedor no debe modificar el estado en que se hallaba la cosa en el
momento de celebrarse el contrato (CNCiv ., sala D, 6/5/1964 , LA LEY, 115 -
143).

2. La obligación de entregar del vendedor comprende la de realizar todas las


formalidades, aun administrativas, que sean necesarias para que el comprador
pueda gozar la cosa conforme a su destino ( CNCiv ., sala D, 22/5/1959 , JA,
1960 - I - 427).

3. Los accesorios que el vendedor tiene la obligación de entregar juntamente


con la cosa vendida son los que estaban en ella en el momento de celebrarse
el contrato (CCiv., sala A, 26/6/1951 , LA LEY, 63 - 752).

2708
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 1. COMPRAVENTA
Comentario de Mariano ESPER
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

Sección 5ª - Obligaciones del comprador.

Art. 1141. Enumeración

Art. 1141. Enumeración. Son obligaciones del comprador:

a) pagar el precio en el lugar y tiempo convenidos. Si nada se pacta, se entien-


de que la venta es de contado;

b) recibir la cosa y los documentos vinculados con el contrato. Esta obligación


de recibir consiste en realizar todos los actos que razonablemente cabe espe-
rar del comprador para que el vendedor pueda efectuar la entrega, y hacerse
cargo de la cosa;

c) pagar los gastos de recibo, incluidos los de testimonio de la escritura pública


y los demás posteriores a la venta.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El Código Civil regulaba las obligaciones del comprador en un capítulo único


(arts. 1424 a 1433), que debía integrarse con aquellas disposiciones pertinen-
tes establecidas en materia de obligaciones, según cuál fuera el tipo de cosa
objeto del contrato. El Código de Comercio, por su parte, trataba la materia
más dispersamente, a tono con su modo de regular globalmente este contrato
en los arts. 450 a 477, sin divisiones en capítulos, secciones ni apartados.

2709
La fuente inmediata del art. 1141 es el art. 1078 del Proyecto de 1998, casi
exacto al actual.

II. Comentario

1. Generalidades

El nuevo Código disciplina todo el régimen de las obligaciones del comprador


en un solo artículo, a diferencia del régimen reemplazado que lo hacía en va-
rias disposiciones. Este método resulta más claro y simple, y, por lo tanto, re-
sulta útil para la mejor interpretación y ejecución de esta figura contractual.

En esencia, el régimen del Código mantiene las tradicionales obligaciones a


cargo del comprador, con algunas variantes menores: pagar el precio, recibir la
cosa y su documentación accesoria, y abonar los gastos de recibo de la cosa y
ciertas erogaciones adicionales.

Con cierta confusión de lenguaje, como ya indiqué, los Fundamentos (apartado


VI, cit.) discriminan las obligaciones del adquirente de sus deberes colaterales,
y manifiestan que ambos son diferentes en cuanto a su entidad y funciones. Sin
embargo, al regular la materia, el Código no efectúa ninguna diferenciación en-
tre unas y otros; aun más, el título de la Sección y el encabezamiento del artí-
culo aluden únicamente a " obligaciones del comprador " . En los próximos
apartados, no obstante, intentaré efectuar la referida precisión . Valen también
aquí las consideraciones al respecto que expuse al tratar las obligaciones y
deberes del vendedor.

2. Pagar el precio

El pago del precio de la venta resulta la obligación tradicional y esencial que


este contrato impone a cargo del comprador. El Código Civil originario también
estatuía esta obligación en numerosas normas, primordialmente en el art. 1424.
He señalado anteriormente cuáles son los requisitos que debe tener el precio
en la compraventa, a cuyo análisis me remito (supra, comentario a los arts.
1133 y 1134).

2710
El art. 1141, inc. a), establece que el pago del precio debe efectuarse en el lu-
gar y tiempo convenidos. Se resalta, nuevamente, la autonomía de la voluntad
que rige en la materia (doct. arts. 12, 958 y 962), tal como regía en el régimen
sustituido (doct. arts. 1411, 1424 y concs.,CCiv.). A su vez, establece una regla
de interpretación general según la cual si nada se ha pactado en el contrato
respecto de esta cuestión, la ley presume que la venta es de contado y, por
tanto, lo lógico es entender que el pago del precio debe realizarse en forma
simultánea a la celebración del contrato y entrega de la cosa (Borda; aunque
en sede mercantil esa noción tenía otros alcances bajo las normas del Código
sustituido, cfr. Malagarriga, Zavala Rodríguez).

En materia de venta de cosas muebles, se aplican primeramente las reglas es-


tablecidas por los arts. 1142 y siguientes, a cuyo examen reenvío al lector.

3. Recibir la cosa y los documentos vinculados con el contrato

El art. 1141, inc. b), establece que es obligación del comprador recibir la cosa y
los documentos relacionados con el convenio, y explicita en qué consiste esta
obligación: comprende realizar todos los actos que razonablemente cabe espe-
rar del adquirente para que el vendedor pueda efectuar la entrega, como tam-
bién consiste en hacerse cargo de la cosa.

El Código Civil fijaba únicamente la obligación del comprador de recibir la cosa


(art. 1427) y establecía las consecuencias derivadas de su incumplimiento
(arts. 1430 y 1431, CCiv.), mas no traía una disposición específica semejante a
la que se analiza, que ha sido evidentemente extraída del art. 60 de la Conven-
ción de las Naciones Unidades sobre los Contratos de Compraventa Interna-
cional de Mercaderías sancionada en Viena el 11 de abril de 1980 (Convención
de Viena de 1980), e incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en 1983 por
la ley 22.765 (ley N- 1356, según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley
26.939).

La redacción del texto legal y lo señalado en los Fundamentos (apartado VI, cit.
) permitirían entender que el compromiso que el inc. b) exige del comprador
constituye uno de esos deberes colaterales a su cargo referidos en los Funda-
mentos , y no una obligación en concreto. Ello, pese a la denominación de la
Sección 4ª en que se inserta y al contenido del encabezamiento del artículo,

2711
como lo he expuesto. Se advierte la diversa entidad entre una y otro, y por ello,
su incumplimiento entiendo que no autoriza a ejercer la cláusula resolutoria
implícita (doct. arts. 1084 y 1088).

Se trata, en definitiva, de un deber de cooperar con el vendedor para que la


transferencia dominial y, por ende, el efectivo cumplimiento del contrato, pueda
materializarse y satisfacer así la finalidad propia de esta figura contractual.

4. Pagar ciertos gastos

Para concluir con las obligaciones del adquirente, el art. 1141, inc. c), impone al
comprador la obligación de pagar los gastos de recibo de la cosa. La norma
agrega que también debe sufragar el costo del testimonio de la escritura públi-
ca y los demás gastos posteriores a la venta, pero la redacción del inciso no
permite deducir con claridad si los supuestos son ejemplos de los " gastos de
recibo" mencionados al inicio, o hipótesis diferentes a ellos. En cualquier caso,
todos estos costos corren a cargo del adquirente, excepto, claro, estipulación
diversa acordada con el vendedor (doct. arts. 12, 944, 958 y 962).

Los costos de recibo son los gastos necesarios para hacerse cargo de la cosa
(Salvat). En la venta de cosas muebles, los gastos de transporte son a cargo
del comprador (doct. art. 1151; ídem art. 460, CCom., según el alcance que le
asignaba la doctrina comercialista, cfr. Malagarriga, Zavala Rodríguez).

El costo del testimonio de la escritura pública remite a las compras de inmue-


bles — y a las demás transferencias onerosas regidas por las normas de la
compraventa, arg. art. 1124— , y refleja los usos y costumbres notariales: los
honorarios del escribano, folios de actuación notarial, etc., son abonadores re-
gularmente por los adquirentes.

En cuanto a las " demás" erogaciones posteriores a la venta aludidas por el


inciso, se refiere a los gastos de inscripción, tasas vinculadas a ello, etc., y res-
tantes supuestos relacionados con ese tramo de la operación, estando ya la
cosa en poder del comprador, según se infiere de la atenta lectura del inc. c)
del artículo que se anota.

III. Jurisprudencia

2712
La doctrina judicial vinculada con las obligaciones del comprador se mantiene
mayormente sin cambios puesto que el nuevo C ódigo r egula este aspecto del
contrato de manera equivalente a los textos anteriores.

1. Se hallan a cargo del comprador los honorarios por el otorgamiento de la


escritura, los sellos de la escritura matriz y de los testimonios, los gastos de
inscripción en los registros ( CNCiv ., sala E, 13/4/1971 , JA 11 - 1971 - 549,
sum. 35; C1ª La Plata 22/3/1958 , JA, 1958 - IV - 569; CCiv. 2ª, 7/5/1945 , GF,
176 - 469; CCiv. 1ª, 24/3/1944 , JA, 1944 -II - 16).

2. La pretensión del vendedor de entregar la cosa vendida sin sus accesorios


autoriza al comprador a negarse a pagar el precio ( CNCiv ., sala E, 29/8/1969 ,
LA LEY, 137 - 555, sum. 22.811).

2713
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 1. COMPRAVENTA
Comentario de Mariano ESPER
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

SECCION 6ª Compraventa de cosas muebles

Parágrafo 1°. Precio.


Articulo 1143. Silencio del precio.

Articulo 1144. Precio fijado por peso, número o medida.

Parágrafo 2° Entrega de la documentación

Articulo 1145.entrega de factura.

Articulo 1146. Obligación de entregar documentos.

Parágrafo 3° Entrega de la cosa.

Articulo 1147. Plazo para la entrega de la cosa.

Articulo 1148. Lugar de entrega de la cosa.

Articulo 1149. Puesta a disposición de las cosas vendidas.endoso de


mercaderías en tránsito.

Articulo 1150. Entrega anticipada de cosas no adecuadas al contrato.

Articulo 1151. Riesgos de daños o pérdida de las cosas.

Parágrafo 4° Recepción de la cosa y pago del precio

Articulo 1152. Tiempo del pago.

Articulo 1153. Compraventa sobre muestras.

Articulo 1154. Compraventa de cosas que no están a la vista.

Articulo 1155. Cosas que se entregan en fardos o bajo cubierta.

Articulo 1156. Adecuación de las cosas muebles a lo convenido.

Articulo 1157. Determinación de la adecuación de las cosas al contrato.

2714
Articulo 1158. Plazo para reclamar por los defectos de las cosas.

Articulo 1159. Compraventa por junto.

Articulo 1160. Compraventas sujetas a condición suspensiva.

Articulo 1161. Cláusulas de difusión general en los usos internaciona-


les.

Articulo 1162. Compraventa con cláusula pago contra documentos.

Art. 1142. Regla de interpretación. Las disposiciones de esta Sección no ex-


cluyen la aplicación de las demás normas del Capítulo en cuanto sean compa-
tibles.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

En virtud de la unificación de las normas sobre compraventa civil y mercantil


efectuada por el nuevo ordenamiento, y de la metodología propuesta para dis-
ciplinar el contrato de compraventa, los textos anteriores no contenían ninguna
disposición similar a la que se comenta.

Sin embargo, el art. I del Título Preliminar y el art. 207, CCom., en tanto pres-
cribían que para todas la cuestiones no previstas o resueltas por el Código
mercantil, se aplicarían las normas del Código Civil o del Derecho Civil, podrían
en algún punto considerarse antecedentes al espíritu de la nueva disposición.
Considerando entonces, con importantes salvedades, que las disposiciones del
nuevo Código que regulan la compraventa de cosas muebles constituyen, en
esencia, una réplica de las normas que el Código de Comercio estableció para
las ventas mercantiles, podría asimilarse la norma en comentario al espíritu de
los referidos arts. I y 207, del viejo Código mercantil.

El art. 1142 reproduce el art. 1079 del Proyecto de 1998.

II. Comentario

2715
El artículo constituye una pauta para guiar al intérprete al tiempo de examinar
cuál es el régimen legal de la compraventa de cosas muebles: establece que
las disposiciones contenidas en este Capítulo, algunas de las cuales constitu-
yen reglas generales para toda compraventa, otras fijan normas particulares
para las ventas de inmuebles y otras estatuyen disposiciones comunes a mue-
bles e inmuebles (arts. 1163 a 1169), pueden resultar aplicables a la venta mo-
biliaria en la medida que resulten compatibles, todo lo cual deberá determinar-
se en cada caso concreto según las circunstancias particulares de cada venta,
las estipulaciones que las partes hayan convenido, etcétera.

Sin embargo, una cuestión algo confusa es determinar si estas disposiciones


sobre compraventa de cosas muebles se aplican también a las compraventas
de consumo. Las compraventas de consumo — q ue en verdad pueden ser
tanto de cosas muebles como de inmuebles — son tales en tanto encuadren en
el ámbito de aplicación que delimitan los 1092 y ss., del nuevo Código, y los
arts. 1° y 2°, ley 24.240 de Defensa del Consumidor (ley F - 1884 según Diges-
to Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939).

¿Por qué se presenta esta inquietud si no debería dudarse que, cuando la ven-
ta es de una cosa mueble, rigen estas normas ya una compraventa de consu-
mo o no? La duda aparece por dos motivos: a) la afirmación formulada en los-
Fundamentos del Código, cuando indican que las reglas aplicables a la com-
praventa de cosas muebles tienen "mucha relevancia en el tráfico comercial; en
materia de consumo se aplica el Título III" (apartado VI, cit.). ¿Cuál es el motivo
y el exacto alcance de esta afirmación?; y b) las expresiones " mercaderías" y "
tráfico mercantil " , y demás términos empleadas por las normas incluidas en
esta Sección, que r emiten a las típicas compras de mercaderías o efectos en-
tre comerciantes, ajenas tradicionalmente al ámbito del consumo. Aunque ya
no resulte apropiado referirse a ventas mercantiles o a enajenaciones entre
comerciantes, por haber perdido vigencia con el nuevo Código, la potencia y
realismo de tales ventas es tan masiva en la práctica negocial que resulta poco
menos que imposible sustraerse a su influencia. Normas como las contenidas
en esta Sección constituyen resabios de esa fuerte impronta y tradición.

La solución a la inquietud entiendo que la provee el art. 963, que regula la pre-
lación normativa cuando concurren disposiciones de este Código y de alguna

2716
ley especial, en cuyo caso el Código da preferencia a ley especial, sin excluir la
aplicación de las normas del Código —el art. 1709 establece un orden diverso
para la hipótesis de responsabilidad civil— . Por lo tanto, la explicación dada en
los Fundamentos entiendo que debe interpretarse en el sentido de darle pre-
eminencia a las normas que regulan las compras de consumo, sin que ello im-
plique que en tantas cuestiones que esa legislación no regula específicamente
— lugar de pago del precio, entrega de la cosa, cosas entregadas en " fardos"
(art. 1155), etc.— rijan supletoriamente, y en lo que resulten pertinentes y apli-
cables, salvo algunos supuestos dudosos (p. ej., art. 1145), las disposiciones
de esta Sección y las de este Capítulo (arg. art. 1142).

Por último, se advierte claramente que las normas que integran esta Sección
destinada a la compraventa de cosas muebles constituyen una refundición de
las disposiciones y principios del Código de Comercio y del Código Civil en ma-
teria de compraventa, y, especialmente, de las normas que integran la Conven-
ción de las Naciones Unidades sobre los Contratos de Compraventa Interna-
cional de Mercaderías sancionada en Viena el 11 de abril de 1980 (Convención
de Viena de 1980), incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en 1983 por la
ley 22.765 (ley N- 1356, según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley
26.939).

Estas disímiles fuentes explican a mi entender el dificultoso ensamble entre


ellas y el trabajoso resultado a que se ha arribado, consistente en un texto en el
que conviven normas casi calcadas del Código de Comercio con otras tomadas
casi literalmetne de la Convención de Viena, aprobada cien años después que
aquél. Ello traerá problemas de coordinación e intepretación, que la doctrina y
la jurisprudencia terminarán armonizando.

III. Jurisprudencia

Ante la novedad normativa, no existe jurisprudencia que analice específicamen-


te normas similares a la comentada.

Parágrafo 1º - Precio

2717
Art. 1143. Silencio sobre el precio. Cuando el contrato ha sido válidamente ce-
lebrado, pero el precio no se ha señalado ni expresa ni tácitamente, ni se ha
estipulado un medio para determinarlo, se considera, excepto indicación en
contrario, que las partes han hecho referencia al precio generalmente cobrado
en el momento de la celebración del contrato para tales mercaderías, vendidas
en circunstancias semejantes, en el tráfico mercantil de que se trate.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El Código Civil preveía en el art. 1354 una hipótesis parecida a la regulada por
el artículo que se comenta, cuando establecía que si la cosa " se hubiere en-
tregado" al comprador sin determinar su precio o si hubiere duda sobre el pre-
cio determinado, se presumía que las partes se habían sujetado al precio co-
rriente vigente en el día y lugar de la entrega. La doctrina nacional en general
sostenía que ese precepto se vinculaba con su precedente, el art. 1353, CCiv.,
y por lo tanto se afirmaba que el art. 1354, CCiv., sólo regía para las cosas
muebles (Salvat). Autores como Borda, sin embargo, sostenían la viabilidad de
esta norma para todo tipo de ventas, mobiliarias o inmobiliarias.

La norma regía para las ventas civiles, en tanto hubiera habido entrega de la
cosa. En cualquier caso, lo cierto es que la ley anterior no invalidaba el acto de
la compraventa por la ausencia de uno de sus elementos esenciales —el pre-
cio— , sino que integraba el silencio contractual con el precio corriente que ten-
ía la cosa en el día y lugar de la entrega.

Para las compraventas mercantiles, el art. 458, CCom., establecía un régimen


similar: prescribía que en caso de entrega de la cosa sin determinación del pre-
cio, se entendía que las partes se habían sujetado al precio corriente, en el día
y lugar de la entrega. Y concluía indicando que en caso de diversidad de precio
en el mismo día y lugar, prevalecía el término medio.

La Convención de las Naciones Unidades sobre los Contratos de Compraventa


Internacional de Mercaderías sancionada en Viena el 11 de abril de 1980 (Con-
vención de Viena de 1980) e incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en

2718
1983 por la ley 22.765 (ley N- 1356, según Digesto Jurídico Argentino aprobado
por ley 26.939) tiene un texto casi idéntico al transcripto, que es el art. 55, el
cual evidentemente y más allá de los antecedentes nacionales referidos, ha
sido el inspirador de la norma que se anota.

La fuente inmediata del precepto es el art. 1080 del Proyecto de 1998, que es-
tablecía pautas algo diversas al texto actual.

II. Comentario

1. Requisitos de aplicación de la norma

El artículo que se anota regula la hipótesis de falta de precio al tiempo de cele-


brarse un contrato de compraventa, y establece el modo de suplir esa ausen-
cia.

Los requisitos de procedencia de la norma son:

a) Contrato válidamente celebrado : es decir, que la voluntad no esté afectada


por algún vicio del consentimiento, que se haya celebrado por sujetos capaces
para ello, con objeto y causa lícitos, etcétera. En fin, que el contrato no sea
susceptible de nulidad por los motivos que la ley permite invalidar un contrato;

b) Ausencia de precio : es decir, que el precio de la cosa no esté expresa ni


tácitamente acordado, ni las partes hayan previsto un procedimiento para de-
terminarlo, hipótesis esta última que la legislación autoriza como supuesto de
precio válido (art. 1133, in fine );

c) Cosas muebles: el supuesto regulado por la norma sólo rige para la venta
mobiliaria, en virtud de la ubicación metodológica del artículo que se comenta y
de los propios términos de la norma, que alude a " mercaderías" y "tráfico mer-
cantil”.

2. Régimen supletorio previsto por la ley

El art. 1143 constituye una típica disposición supletoria de la voluntad de las


partes que se establece para integrar el contenido del acuerdo contractual
cuando los contratantes, por cualquier motivo, han omitido acordar especial-
mente algún aspecto esencial o accesorio del contrato celebrado. Esto permite

2719
la subsistencia y validez del vínculo jurídico, y no invalidarlo o tornarlo ineficaz
ante la ausencia de alguno de sus elementos (doct. arts. 982, 1066 y concs.).

Recordemos que el art. 964 prevé expresamente que el contenido del contrato
se integra con las normas indisponibles, con las normas supletorias y con los
usos y prácticas del lugar de celebración del contrato. Por lo tanto, esa directriz
general cobra cuerpo y actualidad en la disposición especial del art. 1143 que
se comenta.

Por lo tanto, cuando las partes no hayan determinado el precio de la cosa ven-
dida, la ley completa esa ausencia de voluntad contractual presumiendo que
los contratantes se han sujetado al precio usualmente cobrado al tiempo de
celebración del contrato: a) de mercaderías semejantes; b) vendidas en cir-
cunstancias similares; y c) en el tráfico mercantil — es decir, en el rubro comer-
cial pertinente— de que se trate.

Entiendo que en caso de falta de acuerdo entre las partes sobre el precio con-
creto de la venta, deberá intervenir el juez para fijar el precio debido, según las
pautas antedichas y para mantener viva la convención (doct. art. 1066), pese a
que el Código no reprodujo la última parte del art. 1080 del Proyecto de 1998
que determinaba la fijación del precio por el juez si no podía ser precisado por
las reglas que esa norma preveía.

Art. 1144.— Precio fijado por peso, número o medida. Si el precio se fija con
relación al peso, número o medida, es debido el precio proporcional al número,
peso o medida real de las cosas vendidas. Si el precio se determina en función
del peso de las cosas, en caso de duda, se lo calcula por el peso neto.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

Esta norma no posee un antecedente exacto en los Códigos derogados, aun-


que el Código Civil regulaba la venta por junto en los arts. 1339 y 1341, y la
venta por peso, cuenta o medida, en los arts. 1339, 1340, 1342 y 1343. El
Código mercantil trataba las ventas por junto en los arts. 468 y 469.

2720
La venta era por junto cuando las cosas se vendían en masa, formando un solo
todo y por un solo precio; y el contrato se considera perfeccionado desde que
las partes se habían puesto de acuerdo sobre el precio y la cosa. Este Código
regula los efectos de la venta por junto en el art. 1159. Por su parte, la venta se
reputaba a peso, cuenta o medida cuando las cosas no se vendían en masa o
por un solo precio y la venta no se consideraba perfecta sino hasta que las co-
sas estuvieran contadas, pesadas o medidas (art. 1342, CCiv., disposición criti-
cada por la doctrina, cfr. Borda).

La última parte de la norma es similar al art. 56 de la Convención de las Nacio-


nes Unidades sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercader-
ías sancionada en Viena el 11 de abril de 1980 (Convención de Viena de 1980)
e incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en 1983 por la ley 22.765 (ley N-
1356, según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939).

El precepto reproduce sin variantes el art. 1081 del Proyecto de 1998.

II. Comentario

La disposición que se anota establece algunas reglas de interpretación de la


voluntad negocial cuando se adquieren determinados efectos, mercaderías o
cosas muebles, y se fija su valor tomando un parámetro determinado: un peso,
una medida, un número determinado. Ello resulta útil cuando se contrata a tan-
to el kilo, tonelada o litros de mercadería, o a tanto el metro, o a tanto la unidad
de una cantidad determinada de unidades.

En este tipo de ventas, la ley determina que se debe pagar el precio proporcio-
nal al número, peso o medida real de las cosas vendidas, y no al número, peso
o medida total tomada como parámetro. Es decir: se debe abonar lo realmente
vendido y comprado, para lo cual las partes deberán contar, pesar o medir las
cosas objeto del contrato, luego de lo cual deberán aplicar la pauta tomada
como referencia para precisar el precio proporcional que debe abonar el com-
prador.

La norma concluye estableciendo otra guía supletoria de la voluntad contrac-


tual: si el precio se fija en función del peso de las cosas, y hay duda al respec-
to, se lo calcula por el peso neto (cfr. Garo).

2721
Parágrafo 2º - Entrega de la documentación

Art. 1145. Entrega de factura. El vendedor debe entregar al comprador una


factura que describa la cosa vendida, su precio, o la parte de éste que ha sido
pagada y los demás términos de la venta. Si la factura no indica plazo para el
pago del precio se presume que la venta es de contado. La factura no observa-
da dentro de los diez días de recibida se presume aceptada en todo su conte-
nido.

Excepto disposición legal, si es de uso no emitir factura, el vendedor debe en-


tregar un documento que acredite la venta.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo
texto

El Código de Comercio ofrecía, con algunas variantes de redacción, una norma


muy similar a esta disposición: el clásico art. 474, CCom. Este artículo había
originado una copiosa doctrina y jurisprudencia tanto por sus poderosos efectos
prácticos y jurídicos, como por la discusión generada respecto de su aplicación
o no a otros documentos comerciales diversos a la factura.

El Código Civil no preveía ninguna norma semejante, lo cual es entendible


desde que se trata de una situación típica del tráfico comercial.

La fuente inmediata del precepto es el art. 1082 del Proyecto de 1998, que re-
gulaba la cuestión con términos casi idénticos al actual.

II. Comentario

1. Ámbito de aplicación del art. 1145

La disposición que se comenta tiene su campo de aplicación más directo en las


adquisiciones que se verifican en el giro mercantil de los comerciantes. Si bien
la categoría jurídica de comerciante ha desaparecido del nuevo texto legal, no
ocurre lo mismo con su calificación social o económica, desde que los sujetos
que se dedicaban al tráfico negocial de mercaderías y efectos de comercio lo
seguirán haciendo con independencia de la pérdida del estatus jurídico de co-
merciante. Nótese que el Código de Comercio, que regulaba las ventas mer-
cantiles, proveía una disposición muy similar a la comentada (art. 474), que

2722
regía precisamente ese tipo de transacciones (doct. arts. 1°, 2°, 7°, 8°, 450, 451
y 452, CCom.).

Aunque el campo de aplicación típico de la norma es el tráfico mercantil referi-


do, ello no significa que no rija en las ventas que se realizan entre no comer-
ciantes, o entre uno que lo es y otro que no lo es: por una parte, el nuevo orde-
namiento ha eliminado la distinción entre el ámbito civil y el mercantil; por la
otra, la norma no precisa un campo determinado de aplicación y, por ende, el
intérprete no debe establecer distinciones allí donde la norma no las realiza.

Sin embargo, entiendo que el precepto no rige directamente en las compraven-


tas de consumo, que son aquellas que encuadran en lo dispuesto en los arts.
1° y 2°, ley 24.240 de Defensa del Consumidor (ley F- 1884 según Digesto
Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939) y en los arts. 1092 y ss., del Códi-
go, por así deducirse de los Fundamentos del Código (apartado VI, cit. ), como
también por los principios protectorios del consumidor que rigen en ese ámbito
y por las importantes consecuencias negativas que conllevaría para el consu-
midor la falta de impugnación de la factura en los términos señalados por la
norma. Tal vez podría regir subsidiariamente y de ser favorable para el consu-
midor (doct. art. 3°, ley 24.240), ya que en las compraventas de consumo se
aplicarán primordialmente, como lo he indicado al comentar el art. 1142, las
disposiciones específicas sobre consumo (art. 42, CN, ley 24.240,arts. 1092 a
1122 de este Código, etc.), desde que son los regímenes legales particulares
que rigen ese tipo de relaciones (doct. art. 963, inc. a]). Por otra parte, como en
los contratos de consumo el proveedor está obligado a extender y entregar al
consumidor un documento de venta que contenga las especificaciones y requi-
sitos que establece el art. 10, ley 24.240 (art. 11, ley F- 1884 según Digesto
Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939), se satisfacen ciertos recaudos
previstos por la norma en comentario.

2. Obligación del vendedor de entregar una factura

El artículo impone como obligación del vendedor entregar al comprador de co-


sas muebles una factura que detalle la cosa vendida, el precio de la venta y las
demás condiciones y términos del negocio, indicándose si el precio o parte de

2723
él ha sido pagado. Si la factura no indica el plazo de pago del precio, la ley pre-
sume que la venta es de contado.

La factura es un típico documento propio de las prácticos y usos mercantiles. El


histórico art. 474, CCom., establecía que el vendedor no podía " rehusar" al
comprador una factura, que contuviera los breves datos que allí se indicaban.
La nueva norma ha mejorado la redacción al indicar expresamente la obliga-
ción del enajenante de entregar la factura en cuestión.

En la práctica negocial, en la factura se hacen constar los datos del vendedor y


del comprador, la descripción del objeto vendido, su cantidad y demás carac-
terísticas, la identificación del precio por unidad y el total de la venta, y también
se asientan otros términos y condiciones del negocio, que varían según el tipo
de mercadería, los usos del vendedor, el tráfico mercantil de que se trate, etcé-
tera. También es frecuente que la factura indique la moneda de pago, el plazo y
lugar de pago, las consecuencias pecuniarias —intereses— en caso de incum-
plimiento del comprador en el tiempo debido y otras condiciones habituales de
las ventas mercantiles (cfr. Halperin). La factura suele emitirse y entregarse en
otros contratos comerciales, y no sólo en las ventas.

Como las compraventas mercantiles y otros contratos típicos del comercio no


suelen celebrarse por escrito, la factura constituye el documento comercial por
antonomasia que cumple la finalidad probatoria del acuerdo contractual. Por
ese motivo, entre otros, suele integrarse con contenidos y especificaciones adi-
cionales a los que la ley exige. Recordemos que el Código de Comercio esta-
blecía en su art. 208, inc. 5°, que los contratos comerciales se acreditaban por
las "facturas aceptadas” .

El artículo en comentario crea una presunción legal: si la factura no establece


un plazo para pagar el precio, se reputa que la venta fue de contado, es decir,
que se abonó simultáneamente con la celebración del negocio y la entrega de
la cosa (Borda). Sin embargo, la doctrina comercialista entendía que el pago al
contado a que se refería el art. 474, CCom., era el que se hacía dentro de los
diez días que establecía el art. 464, CCom. (cfr. Zavala Rodríguez), que el nue-
vo texto no reproduce.

2724
Por otra parte, la doctrina nacional consideró desde siempre que la presunción
similar que establecía el viejo art. 474, CCom., era iuris tantum, es decir, que
admitía pruebas que desvirtuaran esa presunción (Zavala Rodríguez, Fernán-
dez, Caputo) Semejante conclusión resulta aplicable para la idéntica presun-
ción que establece la disposición que se analiza.

El art. 1145 concluye con una excepción a la obligación del vendedor de emitir
y entregar una factura al comprador: cuando los usos y costumbres estilan no
emitir factura, y salvo disposición legal en contrario, el vendedor queda eximido
de cumplir esta obligación, pero debe entregar al comprador un documento que
acredite la venta. Este instrumento no tendrá el contenido previsto por la ley
para la factura, pero podría quedar sometido al régimen de impugnación y a las
consecuencias jurídicas previstas por este artículo para el caso de falta de ella,
que examinaré seguidamente, según la postura que se adopte respecto de la
aplicación analógica o no del régimen del art. 1145 a otros documentos mer-
cantiles.

Finalmente, destaco que el precepto en comentario suprimió el último párrafo


del art. 474, CCom., que establecía que si el plazo de pago era superior a trein-
ta días, se aplicaban las normas sobre factura de crédito, que se regía por la
ley 24.760; pero ésta ha sido incorporada al Código de Comercio a partir del
art. 989, según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939. Sin em-
bargo, el Código mercantil fue derogado por la ley 26.994 que aprobó este
Código Civil y Comercial, con lo cual habrá que adecuar prontamente esta des-
prolijidad normativa que afecta a numerosas leyes que el Digesto había incor-
porado al Código de Comercio, ahora eliminado (ley 19.550 de Sociedades, ley
24.522 de Concursos y Quiebras, etc.).

3. Efectos de la factura no impugnada en tiempo

Además de exigir al vendedor la entrega de una factura al comprador, el art.


1145 impone al adquirente el derecho y la carga de cuestionar la factura entre-
gada por el enajenante, y establece cuáles son las consecuencias de la falta de
impugnación en tiempo de esa factura. La expresión " no observada" que em-
plea la ley debe ser leída como no cuestionada o no impugnada.

2725
El artículo otorga al comprador un plazo de diez días para impugnar o cuestio-
nar la factura. Este plazo se computa en días corridos, como es el régimen ge-
neral del Código (doct. art. 6). Entiendo que el plazo puede ser ampliado por
convención de partes, pero dudosamente pueda ser reducido ya que ello im-
portaría menoscabar el derecho que la ley ha consagrado a favor del compra-
dor de revisar el contenido de la factura e impugnarla consecuentemente si
considera que él no refleja lo contratado .

La norma no establece un modo específico para que el comprador impugne la


factura. Por lo tanto, podría hacerlo de cualquier manera o por cualquier medio
(doct. art. 284, que consagra la libertad de forma para exteriorizar la voluntad).
Sin embargo, a los fines probatorios y, especialmente, por práctica generaliza-
da en el comercio, las facturas se impugnan por escrito a través de la emisión
de las conocidas notas de débito, por las que el emisor — esto es, el compra-
dor — se reconoce titular de un crédito contra el destinatario de esa nota —el
vendedor, en el caso— .

Antes señalé que la ley impone al comprador el derecho y la carga de cuestio-


nar la factura, y no la obligación de hacerlo, puesto que: por lo primero, el ad-
quirente tiene la facultad de revisar el contenido de la factura y determinar si se
ajusta o no a lo pactado con el vendedor; por lo segundo, puesto que el cum-
plimiento de esa conducta no puede ser exigido por el vendedor y, si el com-
prador no ejerce su facultad en tiempo, su omisión arrastra la aplicación de la
presunción legal, que resulta disvaliosa para sus intereses.

En efecto: si el comprador no cuestiona la factura dentro del plazo legal de diez


días corridos, o el convencional mayor acordado, la factura se reputa aceptada
en su integridad. El nuevo Código eliminó la expresión " se presumen cuentas
liquidadas" que contenía el antiguo art. 474, CCom., y la sustituyó por la locu-
ción " se presume aceptada”. Esa modificación lingüística carece de conse-
cuencias jurídicas: no disminuye el derecho que el vendedor tenía en el régi-
men extinto y que tiene en el actual; por lo tanto, la factura no impugnada en
plazo por el comprador se presume aceptada y permite al vendedor efectuar el
reclamo judicial por el pago del saldo de precio con base en ese contenido
aceptado, que constituirá la base esencial de la demanda del vendedor, junto

2726
con el remito y la restante documentación mercantil que acredite la venta, sus
condiciones y el cumplimiento del vendedor a sus obligaciones.

4. Aplicabilidad del régimen del art. 1145 a otros documentos comerciales

La jurisprudencia se encuentra dividida con relación a determinar si el régimen


del entonces art. 474, CCom., se aplicaba únicamente a la factura allí regulada
o si regía analógicamente a otros documentos mercantiles, como los remitos,
las notas de crédito y débito, etcétera.

No es del caso ingresar en aquella polémica, mas sí señalar que su existencia


y contenido se trasladan íntegramente al nuevo texto legal puesto que: a) la
similitud de términos entre las normas cotejadas determina la subsistencia de la
controversia; y b) el nuevo articulado perdió una importante oportunidad para
concluir con ella y aclarar esos aspectos en uno u otro sentido.

III. Jurisprudencia

En virtud de la similitud de régimen entre el sistema creado por el art. 474,


CCom., y la norma que se comenta, la doctrina judicial creada alrededor de
aquél resulta aplicable al nuevo articulado. Idéntica reflexión cabe concluir res-
pecto del debate no agotado sobre la aplicación o no del entonces art. 474,
CCom., a otros documentos comerciales diferentes de la factura.

El régimen del art. 474 del Cód. de Comercio se aplica supletoriamente a las
notas de débito y de crédito, ya que así lo autoriza el art. 16 del Cód. Civil
(CNCom ., sala E, 21/12/1999 , ED, 189 - 271).

Art. 1146. Obligación de entregar documentos. Si el vendedor está obligado


a entregar documentos relacionados con las cosas vendidas, debe hacerlo en
el momento, lugar y forma fijados por el contrato. En caso de entrega anticipa-
da de documentos, el vendedor puede, hasta el momento fijado para la entre-
ga, subsanar cualquier falta de conformidad de ellos, si el ejercicio de ese de-
recho no ocasiona inconvenientes ni gastos excesivos al comprador.

2727
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del
nuevo texto.

Los Códigos sustituidos no proporcionaban una disposición similar a la presen-


te. El precepto transcripto es casi una réplica del art. 1083 del Proyecto de
1998 y éste, aunque en sus Fundamentos (n° 184) ninguna mención se haga al
respecto, parece haberse inspirado en el art. 34 de la Convención de las Na-
ciones Unidades sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Merca-
derías sancionada en Viena el 11 de abril de 1980 (Convención de Viena de
1980), e incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en 1983 por la ley 22.765
(ley N- 1356, según Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939), casi
idéntico a la norma que se comenta, excepto que ésta no reprodujo la última
oración de aquél.

II. Comentario

El artículo parte del supuesto de que, en determinadas ventas de cosa mue-


bles, efectos de comercio, mercaderías, etc., es necesario entregar documen-
tación de diversa índole vinculada con la venta para que el comprador o el te-
nedor transitorio de la mercadería pueda acreditar su titularidad, efectuar ges-
tiones administrativas, impositivas, aduaneras u otras, o realizar reclamos u
otros actos. Recordemos que: a) el art. 1137 establece que el vendedor debe
poner a disposición del comprador los instrumentos requeridos por los usos o
las particularidades de la venta y que el art. 1141, inc. b), prescribe como una
de las obligaciones del comprador recibir los documentos vinculados con el
contrato; y b) que esas normas se aplican a la compraventa de cosas muebles
en cuanto fueren compatibles (art. 1142).

El principio general establecido por el art. 1146 es que el vendedor debe entre-
gar al adquirente los documentos vinculados con la venta en el tiempo, lugar y
de la forma convenidos. Rige en su plenitud, entonces y nuevamente, el princi-
pio de autonomía de la voluntad previsto genéricamente en el art. 958 del
Código.

En caso de que el vendedor haya entregado al comprador los documentos vin-


culados con la compra en tiempo anterior al estipulado en el acuerdo, por
ejemplo remitiéndoselos a su domicilio o establecimiento, y los documentos

2728
enviados fueren insuficientes, estuvieren incompletos o de cualquier forma
existiera un error en ellos, la ley concede al vendedor la facultad de subsanar "
cualquier falta de conformidad de ellos" hasta el momento en que inicialmente
se había pactado que el vendedor debía cumplir con esta obligación.

La prerrogativa que la ley concede al enajenante está subordinada al hecho de


que el ejercicio de ella no ocasione inconvenientes ni gastos " excesivos " al
comprador, en cuyo caso, por interpretación a contrario sensu , se deduce que
el vendedor no tendría la referida facultad de subsana ción y que la remisión o
entrega anticipada y defectuosa de la documentación debería considerarse
como un incumplimiento por su parte, que sólo podrá subsanar en caso de que
el comprador preste su conformidad a ello.

Por último, si el vendedor entrega con antelación las cosas objeto del contrato,
se aplica el régimen del art. 1150 en tanto se verifiquen las condiciones allí ex-
puestas, a cuyo estudio me remito.

Parágrafo 3º - Entrega de la cosa

Art. 1147. Plazo para la entrega de la cosa. La entrega debe hacerse dentro
de las veinticuatro horas de celebrado el contrato, excepto que de la conven-
ción o los usos resulte otro plazo.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El Código Civil regulaba en los arts. 1409 y 1427 lo atinente al plazo de entrega
de la cosa: el primero disponía que el vendedor debía entregarla el día conve-
nido y, a falta de pacto, el día que el comprador lo exigiera; el segundo señala-
ba que el adquirente estaba obligado a recibir la cosa en el día convenido o en
el que establecieran los usos y, a falta de convención o de usos, inmediata-
mente después de la compra. Esas normas regían en las ventas civiles, com-
plementadas por los arts. 1430 y 1431, CCiv., en materia de consecuencias del
incumplimiento del comprador a su obligación a recibir la cosa.

El Código de Comercio trataba la cuestión analizada en el art. 464, y disponía


que, a falta de estipulación sobre el plazo de entrega de los efectos vendidos,

2729
el vendedor estaba obligado a " tener a disposición" del comprador la cosa
vendida dentro de las veinticuatro horas siguientes al contrato. Esta norma pa-
rece ser la inspiración directa del nuevo Código para disciplinar específicamen-
te el tema del plazo de entrega de la cosa en la venta de cosas muebles en
virtud de: a) la similitud de textos entre esa regla y el art. 1147 que se comenta;
y b) las normas de la compraventa mercantil del histórico Código de Comercio
y el contenido, redacción y régimen similar de numerosas disposiciones relati-
vas a la venta de cosas muebles que el Código nuevo presenta.

El art. 1084 del Proyecto de 1998 contiene un artículo casi idéntico al transcrip-
to.

II. Comentario

Prácticamente todo el régimen de obligaciones y derechos de las partes en la


compraventa y en los contratos en general (doct. art. 962), se encuentra ampa-
rado por el principio de la autonomía de la voluntad, como lo he señalado con
insistencia en los comentarios anteriores. Por ello, los contratantes son en prin-
cipio libres para fijar las estipulaciones y condiciones de su operación (doct.
arts. 12, 944 y 958). En el tema regulado por el art. 1147, también rigen esas
pautas y principios y, por lo tanto, las partes tienen libertad para determinar el
plazo en que la cosa vendida debe ser entregada al comprador.

En caso de que las partes no hayan acordado el plazo de entrega de la cosa o


no existieran usos que fijen el plazo aplicable (doct. arts. 964, inc. c] y 1147), el
nuevo Código impone en la materia la misma regla que establecía el pretérito
Código de Comercio, con alguna variante de redacción: el vendedor debe en-
tregar la cosa — y no ya, como antes, " tener a disposición"— dentro de las
veinticuatro horas de celebrado el contrato.

Como el nuevo sistema establece en el art. 6° el modo de computar los plazos


fijados en horas, habrá que estar a esas disposiciones para precisar el momen-
to en que el vendedor debe cumplir en tiempo su obligación de entrega. El ven-
cimiento del plazo sin que el enajenante haya cumplido lo coloca en situación
de mora automática (cf. Halperin, al examinar el viejo art. 464, CCom.), por
considerarse que el artículo constituye un supuesto de mora legal (contra: Za-
vala Rodríguez).

2730
III. Jurisprudencia

1. No habiéndose convenido un plazo estricto es evidente que para que el ven-


dedor incurriera en mora era indispensable o fijarlo de común acuerdo o deter-
minarlo mediante un requerimiento judicial o extrajudicial, es decir, la constitu-
ción en mora (CCom., JA, 9 - 945).

2. Fijada una fecha límite en un acto comercial, sea para ejercer una opción,
sea para integrar un precio, debe juzgarse que el plazo es un motivo determi-
nante para el acreedor por lo que la mora se produce automáticamente, es ex
re (CNCom., sala B, JA, 1959 - V - 371).

Art. 1148. Lugar de entrega de la cosa. El lugar de la entrega es el que se


convino, o el que determinen los usos o las particularidades de la venta. En su
defecto, la entrega debe hacerse en el lugar en que la cosa cierta se encontra-
ba al celebrarse el contrato.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El extinto Código Civil establecía en el art. 1410, para las ventas civiles, un
principio similar al previsto en la norma que se comenta: el vendedor debía en-
tregar la cosa en el lugar pactado y, a falta de convenio sobre el punto, en el
lugar en que se encontraba la cosa en la época del contrato. Reiteraba así el
principio general establecido para el pago de las obligaciones de cosa cierta y
determinada (doct. art. 747, CCiv.; cfr. Salvat).

El Código mercantil, por su parte, prescribía en el art. 461, para las ventas co-
merciales, un principio idéntico al régimen civil: a falta de estipulación, el ven-
dedor debía entregar la cosa en el lugar donde ésta se hallaba al tiempo de la
venta.

La norma transcripta resulta idéntica al art. 1085 del Proyecto de 1998, y sólo
varía su epígrafe.

II. Comentario

2731
El Código trata en este artículo lo relativo al lugar donde la cosa vendida debe
entregarse al comprador.

El principio general reiterado en esta materia es que rige lo libremente conveni-


do entre las partes (doct. arts. 12, 873, 958 y 1148). Si los contratantes nada
han previsto al respecto, la ley establece las siguientes pautas residuales: a) el
lugar determinado por los usos; b) el que surja de las particularidades de la
venta. Esto último alude a que la naturaleza de la cosa, las condiciones de las
partes u otras circunstancias pueden llegar a precisar cuál es el lugar donde la
cosa debe ser entregada al adquirente. Finalmente, si faltan esos criterios resi-
duales, la ley establece como regla supletoria final la siguiente: si se trata de
cosa cierta, el lugar de entrega es el lugar donde la cosa se encontraba al mo-
mento de celebrarse el contrato. Como se advierte, la regla es la misma que la
que preveían los antiguos arts. 747 y 1410, CCiv., y el art. 461, CCom.

Al regular la cuestión de esta manera, el nuevo Código se apartó del propio


principio general que había establecido en materia de lugar de pago de las
obligaciones de dar cosas ciertas, ya que el art. 874, inc. a), determina que a
falta de estipulación el lugar de pago es donde la cosa " se encuentra habitual-
mente" , que puede no coincidir con el lugar donde la cosa se hallaba el día de
celebración del contrato. Piénsese, por ejemplo, en la compraventa de un au-
tomotor, que puede encontrarse habitualmente en un garaje, pero el día en que
se establecieron las condiciones del negocio y se concertó la venta se encon-
traba en la vía pública . Pese a la apuntada discordancia legal, se aplica la re-
gla del art. 1148 que se analiza, por ser específica del contrato de compraven-
ta.

III. Jurisprudencia

Se mantienen el pensamiento judicial tradicional en la materia, ante la falta de


cambios sustanciales entre el régimen derogado y el que lo sustituye.

Art. 1149. Puesta a disposición de las cosas vendidas. Endoso de merca-


derías en tránsito. Las partes pueden pactar que la puesta a disposición de la
mercadería vendida en lugar cierto y en forma incondicional tenga los efectos

2732
de la entrega, sin perjuicio de los derechos del comprador de revisarla y expre-
sar su no conformidad dentro de los diez días de retirada. También pueden
pactar que la entrega de la mercadería en tránsito tenga lugar por el simple
consentimiento de las partes materializado en la cesión o el endoso de los do-
cumentos de transporte desde la fecha de su cesión o endoso.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La legislación sustituida no contenía una disposición similar a la transcripta,


aunque el art. 2388, CCiv. y los arts. 461 y ss., CCom., contienen expresiones
vinculadas con la materia regulada en esta norma.

II. Comentario

La norma se encuadra dentro del marco de la autonomía de la voluntad que


expresamente se les reconoce a los contratantes en la cuestión vinculada con
la entrega de la cosa vendida, ya referida en varios comentarios de este Capí-
tulo. Dentro de ese campo, la ley concede a las partes dos medios alternativos
a la entrega concreta de la cosa, para reputar que ésta se ha verificado. Es
opinable si las partes pueden utilizar otros procedimientos diversos a ésos,
puesto que al tratarse de un contrato que tiene por finalidad última transmitir el
derecho real de dominio de la cosa, rigen en esta última cuestión las normas en
materia de tradición para adquirir derechos reales o la posesión de la cosa, que
son de orden público (doct. arts. 1884, 1892, 1923, 1924 y 1925).

Las posibilidades que la ley otorga son las siguientes:

a) Por la primera, la norma faculta a los contratantes a pactar que la puesta a


disposición de la cosa vendida, en un lugar cierto y en forma incondicional, ten-
ga los mismos efectos que la entrega. Los requisitos que exige la ley son dos:
que el lugar sea cierto , lo que podría traducirse como existente e identificable,
y que la puesta a disposición sea incondicional, es decir que no esté subordi-
nada a condiciones, como podría ser, por ejemplo, que se la sujete al pago del

2733
precio o de una parte de él, a otorgar garantías por el saldo, que el adquirente
renuncie al ejercicio de determinados derechos, etcétera.

En cualquier caso, la ley indica que el comprador tendrá siempre derecho a


revisar la mercadería y a expresar su disconformidad o rechazo dentro del pla-
zo de diez días de retirada —o el mayor plazo que se haya acordado, arg. arts.
958 y 962— , lo cual es lógico dado que se trata de un supuesto que la ley ad-
mite para tener por cumplida la obligación del vendedor de entregar la cosa,
pero el adquirente aun no ha tenido contacto efectivo con la cosa como para
revisarla y constatar que se adecua al contrato. La disconformidad del compra-
dor puede manifestarse por cualquier forma (doct. art. 284), aunque conviene
que sea documentada para mejorar la prueba de esa impugnación.

b) La segunda opción que se concede a los contratantes resulta una aplicación


concreta del principio más general que establece el art. 1925, para adquirir re-
laciones de poder por la tradición de la cosa. El art. 1149 establece que, en
caso de mercaderías en tránsito, es decir que deben ser remitidas por el ven-
dedor al comprador, las partes pueden estipular que la entrega se considere
realizada por la cesión o endoso de los documentos de transporte involucrados
en la remesa —carta de porte, conocimiento de embarque, etc.— , y desde la
fecha de aquellos actos. El endoso o cesión constituyen dos modos válidos
para transmitir títulos valores a la orden y no a la orden (art. 1838); en materia
de transporte de cosas, los títulos representativos de las mercaderías transpor-
tadas —carta de porte, segundo ejemplar de la carta de porte, etc. (art. 1298 y
ss.)— otorgan a su portador legítimo el derecho a la entrega de la cosa, su po-
sesión y el poder de disponerla mediante la transferencia del título (arts. 1303 y
1828).

Por último, en cuanto a riesgos y gastos de las cosas vendidas, la disposición


que se comenta se vincula con el art. 1151, a cuyo comentario me remito.

III. Jurisprudencia

Hay tradición simbólica en la venta de cosas muebles, ya que quien las remite
las entrega al agente que debe transportarlas por cuenta y orden del compra-
dor, usando un medio común de transporte generalmente utilizado (SC Salta, II,
28/2/1969, JA, 1969 - Reseñas - 660, sum. 131).

2734
Art. 1150. Entrega anticipada de cosas no adecuadas al contrato. En caso de
entrega anticipada de cosas no adecuadas al contrato, sea en cantidad o cali-
dad, el vendedor puede, hasta la fecha fijada:

a) entregar la parte o cantidad que falte de las cosas;

b) entregar otras cosas en sustitución de las dadas o subsanar cualquier falta


de adecuación de las cosas entregadas a lo convenido, siempre que el ejercicio
de ese derecho no ocasione al comprador inconvenientes ni gastos excesivos;
no obstante, el comprador conserva el derecho de exigir la indemnización de
los daños.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo
texto

Los Códigos sustituidos no traían una norma similar a la transcripta. Sin em-
bargo, constituye una reproducción, con pequeñas variantes, del art. 37 de la
Convención de las Naciones Unidades sobre los Contratos de Compraventa
Internacional de Mercaderías sancionada en Viena el 11 de abril de 1980 (Con-
vención de Viena de 1980) e incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en
1983 por la ley 22.765 (ley N- 1356, según Digesto Jurídico Argentino aprobado
por ley 26.939).

Por otra parte, el artículo transcripto es prácticamente idéntico al art. 1086 del
Proyecto de 1998, que probablemente se haya inspirado en aquél.

Finalmente, el espíritu y finalidad del precepto que se anota se vincula con la


regla establecida en el art. 1146, a cuyo comentario me remito.

II. Comentario

Aunque el principio general en las obligaciones a plazo es que el deudor que


paga antes del plazo no puede repetir lo pagado (art. 352, y similar art. 571 del
Código Civil originario), la disposición en comentario presenta una particular
situación: el vendedor que pagó —léase: entregó las cosas a cuya dación se
había obligado— antes del plazo y que haya entregado cosas que en cantidad

2735
o calidad no se ajusten a lo debido, tendrá la facultad de enmendar su defec-
tuoso proceder hasta el momento establecido inicialmente como fecha de cum-
plimiento de su obligación.

En ese supuesto, la ley otorga al enajenante las tres opciones siguientes :

a) Entregar la parte o cantidad faltante: esta hipótesis supone que el vendedor


había entregado solo una parte o una cantidad menor de la cosa debida. Se
autoriza al enajenante a completar lo adeudado y su cumplimiento se tendrá
por realizado en tiempo y forma;

b) Entregar otras cosas en sustitución de las dadas: es la hipótesis que proba-


blemente más le convenga al adquirente;

c) Subsanar cualquier falta de adecuación de las cosas entregadas a lo conve-


nido, siempre que el ejercicio de ese derecho no ocasione al comprador incon-
venientes ni gastos excesivos. Este supuesto alude a defectos en la calidad o
características de la cosa ya entregada al adquirente y permite al vendedor
sustituir las cosas o enmendar los defectos existentes, según cuál sea la enti-
dad de éstos.

La expresión de " cosa no adecuada al contrato" que emplea el nuevo Código


tanto en este artículo como en los siguientes de esta Sección (arts. 1154, 1156,
1157, por ejemplo) es nueva materia de regulación de la compraventa en el
Derecho interno argentino. El art. 1156 indica los supuestos en que ello se veri-
fica: por ejemplo, se comprende la hipótesis de diferencia de calidad de la cosa
entregad respecto de la convenida; esto responde, en última instancia, a los
principios generales de identidad e integridad del pago (arts. 868 y 869).

En los casos de los apartados b) y c) referidos, el art. 1150 autoriza al vende-


dor a ejercer su derecho siempre y cuando ello no ocasione al comprador " in-
convenientes ni gastos excesivos”: esta fórmula es la misma que utiliza la ley al
regular la hipótesis de falta de conformidad de los documentos entregados an-
ticipadamente al comprador (art. 1146), y replica los términos de la Convención
de Viena (arts. 34 y 37). Sin embargo, en esta Convención, aquella prevención
se establece para todas las hipótesis que el vendedor puede ejercer, y no sólo
para las señaladas en los anteriores apartados b) y c).

2736
La norma examinada concluye disponiendo que, pese a la facultad consagrada
a favor del vendedor, el comprador conserva siempre su derecho de exigir la
indemnización de los daños, tal como lo admite el art. 37 de la Convención de
Viena, en norma similar a la comentada. No queda claro si esta opción a favor
del comprador se aplica sólo a la última de hipótesis del art. 1150 o a los dos
supuestos previstos en la norma. La Convención la prevé para todas las hipó-
tesis reguladas en el art. 37, que son las mismas que las de este art. 1150 que
se anota. Tampoco resulta claro si el comprador debe hacer reserva de su de-
recho al tiempo de recibir las cosas inadecuadas al contrato o si basta con la
invocación de esta previsión legal para ejercer su reclamo, aun cuando hubiera
extendido recibo de pago a favor del vendedor.

Art. 1151. Riesgos de daños o pérdida de las cosas. Están a cargo del ven-
dedor los riesgos de daños o pérdida de las cosas, y los gastos incurridos has-
ta ponerla a disposición del comprador en los términos del artículo 1149 o, en
su caso, del transportista u otro tercero, pesada o medida y en las demás con-
diciones pactadas o que resulten de los usos aplicables o de las particularida-
des de la venta.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El Código Civil no preveía una disposición exacta a la transcripta, aunque del


principio res perit et crescit domino vigente en el texto extinguido (doct. arts.
578 y ss., CCiv.) y del art. 1415 que ponía a cargo del vendedor los gastos de
la entrega de la cosa, podían advertirse algunas semejanzas con lo establecido
en este precepto.

Por su parte, el Código de Comercio, destinado propiamente a regular las ven-


tas mercantiles y fuente concreta de toda esta Sección del nuevo Código desti-
nada a la venta de cosas muebles, regulaba en el art. 460 algunos aspectos de
la materia tratada en este precepto.

2737
II. Comentario

El artículo que se anota constituye una aplicación particular del principio más
general que el nuevo Código establece en el art. 755: el propietario soporta los
riesgos de la cosa, que se corresponde con el principio latino res perit domino,
esto es, las cosas perecen o se pierden para su dueño.

Efectivamente: como el vendedor es el propietario de los efectos vendidos has-


ta su tradición efectiva al comprador (doct. arts. 750, 1924 y concs.) o hasta
que se verifiquen otras modalidades admitidas (arts. 1925, por ejemplo), los
eventos que afecten las cosas son soportados por él únicamente, y no pueden
ser reclamados al comprador, más allá de cómo impacten esos eventos en su
responsabilidad frente a éste (doct. arts. 755, 955 y 956). Por otra parte, el
vendedor se encuentra obligado a conservar la cosa en el mismo estado en
que se encontraba cuando celebró el contrato (art. 746).

En este contexto, el Código decreta como principio general en la compraventa


de cosas muebles que todos los riesgos de daños o de pérdida que recaigan
sobre la cosa son a cargo y deben ser asumidos por el vendedor, hasta que
ponga las cosas a disposición del comprador (doct. art. 1149) o de un transpor-
tista o tercero —un consignatario, por ejemplo— , pesada o medida y en las
demás condiciones pactadas o que resulten de los usos o de las particularida-
des de la operación. Se deduce de ello que, salvo pacto en contrario, el vende-
dor tiene a su cargo todos los costos necesarios vinculados con esos actos
(doct. antiguo art. 460, CCom.). El art. 1138, aplicable a este tipo de compra-
ventas (doct. art. 1142), ya establecía que los gastos de entrega de la cosa son
a cargo del vendedor.

Parágrafo 4º - Recepción de la cosa y pago del precio

Art. 1152. Tiempo del pago. El pago se hace contra la entrega de la cosa, ex-
cepto pacto en contrario. El comprador no está obligado a pagar el precio mien-
tras no tiene la posibilidad de examinar las cosas, a menos que las modalida-
des de entrega o de pago pactadas por las partes sean incompatibles con esta
posibilidad.

2738
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del
nuevo texto

El Código Civil preveía la obligación del comprador de pagar el precio en los


arts. 1411 y 1424, estableciendo como principio general que el pago debía rea-
lizarse en el lugar y tiempo estipulados en el contrato y, a falta de convenio, en
el lugar y tiempo en que se haga entrega de la cosa, excepto que la venta
hubiera sido a crédito. Se fijaban algunos efectos complementarios en los arts.
1418, 1426 y 1428, CCiv.

El Código mercantil regulaba la cuestión del tiempo y lugar del pago del precio
en las ventas comerciales en los arts. 464 y 465: por el primero, a falta de esti-
pulación en contrario, el comprador tenía diez días para pagar el precio conta-
dos desde que el vendedor había puesto la cosa a su disposición, pero no pod-
ía exigir la entrega de la cosa si no pagaba simultáneamente su precio; por el
segundo, se establecía que desde que el vendedor ponía la cosa a disposición
del comprador y éste se daba por satisfecho de su calidad, existía la obligación
de pagar el precio al contado o al término pactado. También se vinculaban con
esta materia los arts. 455 y 457, CCom., sobre ventas de cosas que no se ten-
ían a la vista y que generaban el derecho del comprador a examinar la cosa
comprada.

La segunda parte del art. 1152 es un fiel reflejo del art. 58.3 de la Convención
de las Naciones Unidades sobre los Contratos de Compraventa Internacional
de Mercaderías sancionada en Viena el 11 de abril de 1980 (Convención de
Viena de 1980), que fue incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en 1983
por la ley 22.765 (ley N- 1356, según Digesto Jurídico Argentino aprobado por
ley 26.939).

El art. 1088 del Proyecto de 1998 es la fuente inmediata de esta disposición, de


términos casi idénticos a los transcriptos.

II. Comentario

El principio general en materia de pago del precio de la venta por el comprador,


nuevamente, es el de la autonomía de la voluntad, en virtud del cual las partes
pueden libremente estipular el lugar y la fecha en que el precio debe ser paga-

2739
do (doct. arts. 12, 944, 958 y 962). A falta de acuerdo sobre el punto, rigen las
disposiciones del precepto en comentario.

La regla principal que impone la norma de " pago contra entrega de la cosa"
recoge la tradición en la materia, que también preveían los textos sustituidos: la
simultaneidad en los actos de entrega de la cosa objeto de la venta y del pago
el precio. De esta forma, se coloca a ambos contratantes en igualdad de condi-
ciones respecto de la prestación debida. El Código Civil recogía esta simulta-
neidad de cumplimiento en los arts. 1418, 1426 y 1428, y el Código mercantil
en los arts. 464 y concs. (cf. Zavala Rodríguez).

La segunda parte del artículo recoge la sentencia que establecía el extinto art.
465, CCom.: desde que el vendedor ponía la cosa a disposición del comprador
y éste se daba " por satisfecho de su calidad”, se activaba el deber de abonar
el precio. Para las ventas de cosas que no se tenían a la vista ni que podían
clasificarse por una calidad determinada y conocida en el comercio, el Código
mercantil presumía en el comprador la reserva de examinarlas y de rescindir
libremente el contrato, si los efectos no le convinieren (arts. 455 y 457, CCom.).

De acuerdo con el texto actual, el comprador posee como regla la prerrogativa


de examinar la cosa o géneros vendidos y, hasta tanto no tenga la " posibili-
dad" de hacerlo, no emerge su obligación de pagar el precio. LosFundamentos
del Código (apartado VI, cit. ) aclaran que la obligación del vendedor de permitir
que el adquirente examine las cosas compradas es exigible, como regla, en
toda compraventa.

Lo que el Código exige es que el comprador tenga " la posibilidad" de examinar


la cosa, mas no que efectivamente ejercite ese derecho. Ello es lógico, ya que
si fuera de otra manera, se delegaría en el comprador la potestad de pagar el
precio cuando quisiera, ya que bastaría que se demore injustificadamente en
examinar la cosa para evitar el pago de lo debido. El art. 1155 alude a la pre-
rrogativa del comprador de analizar el objeto adquirido en las específicas ven-
tas de cosas entregadas " en fardo o bajo cubierta”, que más adelante exami-
naré.

El nuevo ordenamiento establece una excepción a la facultad del adquirente de


no pagar el precio hasta que no haya tenido la posibilidad de examinar la cosa:

2740
cuando las modalidades de entrega o de pago acordadas sean incompatibles
con esa posibilidad de examen y revisión. Parecería que en estos supuestos el
pago debe realizarse en el término convenido (por ejemplo, a través de la cláu-
sula pago contra documentos, regulada en el art. 1162) o cuando la mercadería
se haya puesto a disposición (doct. art. 1149; art. 58, Convención de Viena).
Sin embargo, retengamos que si las partes estipularon que la puesta a disposi-
ción de las mercaderías tiene los efectos de la entrega, el comprador siempre
posee el derecho de revisar la cosa por un plazo de diez días (doct. art. 1149).
Por lo tanto, será necesario evaluar las particularidades de la contratación para
determinar si se aplica la norma que se comenta o el referido art. 1149 y el
régimen que allí se prevé.

Art. 1153. Compraventa sobre muestras. Si la compraventa se hace sobre


muestras, el comprador no puede rehusar la recepción si la cosa es de igual
calidad que la muestra.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La compraventa sobre muestras es típica del tráfico mercantil y es mayormente


usual entre comerciantes. Por ese motivo, la materia se encontraba regulada
por el viejo Código de Comercio (art. 456), que establecía en esencia un régi-
men similar al precepto que se comenta y al art. 1157 de este Código, que lo
complementa. El Código Civil, por tanto, no preveía normas sobre la materia.

El artículo en comentario constituye una réplica del art. 1089 del Proyecto de
1998.

II. Comentario

El art. 1153 regula las tradicionales ventas sobre muestras que, como señalé
en el apartado anterior, son típicas del tráfico mercantil y usualmente se cele-
bran entre comerciantes. La muestra es una parte del producto o artículo, u
otra fracción del artículo que las partes conocen perfectamente (Zavala Rodrí-

2741
guez). Los ejemplos podrían multiplicarse al infinito, pero bastan los siguientes:
alfombras, telas, cortinas, revestimientos y cerámicos, pisos flotantes u otros,
materiales de construcción, y un largo etcétera.

En esta modalidad, el comprador decide contratar según la muestra de la cosa


que ha tenido a la vista, y no según la exacta y misma cosa que adquiere. Por
lo tanto, pueden presentarse discordancias entre la muestra base de la contra-
tación y la cosa misma que se adquiere. En tal caso se aplicarán las reglas que
establece el nuevo Código en los arts. 1156 y 1157, que sintetizaré a continua-
ción.

Como primer paso, el comprador tiene la obligación de recibir la cosa vendida


si es de igual calidad que la muestra. El Código de Comercio aludía a " géneros
contratados" y a que " sean conformes a las mismas muestras" (art. 456). El
cambio terminológico no incide en el análisis jurídico, porque ambas disposi-
ciones regulan situaciones idénticas.

Una vez que la cosa ha sido recibida por el comprador, éste tiene derecho a
examinarla y a verificar si la cosa presenta vicios de calidad, faltantes, desper-
fectos, etc. (doct. arts. 1152 y 1157). En los términos de las nuevas normas, el
comprador puede verificar si la cosa entregada es " adecuada al contrato" . En
el supuesto del art. 1149, rige el plazo allí indicado para revisar el objeto vendi-
do.

Si la cosa presentara vicios advertibles, defectos en la calidad, faltantes, rotu-


ras o no sea de la calidad convenida según la muestra base de la contratación,
es decir, si la cosa no es adecuada al contrato en los términos del art. 1156, el
adquirente debe informar esa situación " sin demora " al vendedor. Esta expre-
sión debe conciliarse con las circunstancias de la venta, los medios de que dis-
pone el comprador para efectuar la comunicación referida y las demás circuns-
tancias del caso. En la época actual de las telecomunicaciones, un plazo de no
más de cuarenta y ocho horas puede considerarse razonable al efecto (ver in-
fra , comentario al art. 1157).

El Código no establece la forma o modo de transmitir esa queja y, por lo tanto,


rige el principio de libertad de formas consagrado en el art. 284. Sin embargo, a
los fines probatorios, resultará conveniente que el comprador comunique su

2742
disconformidad por escrito o por un modo fehaciente si es posible: carta docu-
mento o notificación por acta notarial, por ejemplo.

Por último, informado el vendedor de la falta de adecuación de la cosa al con-


trato, el art. 1157 establece que la determinación de si la cosa vendida es ade-
cuada o no será determinada por peritos arbitradores, excepto pacto en contra-
rio. Como ampliaré al comentar esa disposición, se reitera con ello el espíritu
del antiguo 456, CCom., que preveía similar intervención para este tipo de ven-
tas.

III. Jurisprudencia

1. Son admisibles leves diferencias de tamaño que no graviten en el destino de


la cosa y no causen perjuicio (CCom., JA, 12 - 405).

2. Si las diferencias de calidad de la mercadería con la muestra son apreciables


netamente al taco y a la vista, no pueden alegarse seis meses después de re-
cibida y vencido el plazo fijado para el pago del precio (CCom., LA LEY, 7 -
840).

Art. 1154. Compraventa de cosas que no están a la vista. En los casos de


cosas que no están a la vista y deben ser remitidas por el vendedor al compra-
dor, la cosa debe adecuarse al contrato al momento de su entrega al compra-
dor, al transportista o al tercero designado para recibirla.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La compraventa de cosas que no están a la vista se regía históricamente por la


legislación mercantil. El Código de Comercio regulaba esta cuestión en los arts.
455 y 457: a) el primero, presumía en el comprador el derecho de examinar la
cosa en el tipo de ventas que allí se referían —como lo consagra genéricamen-
te el actual art. 1152 al establecer la "posibilidad " del comprador de revisar las
cosas adquiridas — y de rescindir el contrato si " los géneros no le convinieren
" (eran supuestos de ventas sujetas a ensayo o prueba, o a satisfacción del

2743
comprador, según la disímil terminología y clasificación autoral, cf. Zavala
Rodríguez); b) el segundo, disponía que en la venta de cosas que no estaban a
la vista, y que debían ser remitidas al comprador por el vendedor, se entendía
siempre estipulada la condición resolutoria para el caso de que la cosa no fuera
de la calidad convenida.

El Código mercantil extinto trataba conjuntamente la venta de cosas que no se


tenían a la vista y la de efectos que no se podían clasificar como de una calidad
determinada y conocida en el comercio. Esa noción de cosa de " calidad de-
terminada" también la recogía el viejo art. 1338, CCiv. El nuevo texto no alude
a esa circunstancia y sólo regula la venta de " cosas que no están a la vista" ,
cuyo régimen analizaré seguidamente.

El art. 1090 del Proyecto de 1998 regulaba la cuestión con términos idénticos a
la norma transcripta.

II. Comentario

El régimen de esta norma debe complementarse e integrarse con los arts.


1149, 1152, 1156, 1157 y 1158, según que su aplicación corresponda conside-
rando los diversos supuestos y circunstancias de la venta. Las ventas a satis-
facción del comprador han quedado reguladas en el art. 1160.

La doctrina tradicional reputaba a las ventas de cosas que no se tienen a la


vista como ventas entre ausentes (Garo, Zavala Rodríguez). Si bien esta moda-
lidad podía tener aplicación en su tiempo, cabe preguntarse, en la era de las
telecomunicaciones, Internet , etc., qué hipótesis usuales reales pueden llegar
a ser cubiertas por esta norma.

La disposición legal establece que en la venta de cosas que no están a la vista


y que, además, deben ser remitidas por el vendedor al comprador, la cosa de-
be adecuarse al contrato al momento de la entrega , ya sea al propio compra-
dor, al transportista o al tercero nombrado para recibirla, como podría ser un
representante de aquél. Esta regulación merece las siguientes reflexiones:

a) La entrega de la cosa remite a las disposiciones generales sobre la tradición


(arts. 1923 a 1925) o a modos equivalentes a ella, como los previstos en el art.
1149;

2744
b) el concepto de " cosa adecuada al contrato" que emplea el Código en diver-
sas normas de esta Sección emana de la calificación provista por el art. 1156.
Por lo tanto, será necesario examinar esa disposición para verificar cuándo una
cosa se considera adecuada al convenio;

c) la adecuación señalada debe verificarse al momento de entregar la cosa al


propio comprador, a un transportista o a un tercero designado y autorizado pa-
ra recibirla. La entrega de la cosa al transportista, si se realizó con acuerdo del
comprador, constituye una hipótesis de tradición de la cosa (doct. art. 1925);

d) recibida la cosa por los sujetos indicados, se aplica el régimen del art. 1157:
el comprador podrá impugnar la falta de adecuación de las cosas vendidas al
contrato, informando esa situación al vendedor " sin demora" , como reza aque-
lla norma, cuyo alcance analizaré en el comentario respectivo. El plazo para
cuestionar se cuenta desde su recepción por el comprador (doct. art. 1158);

e) efectuada la comunicación precedente, rige también el art. 1157: la determi-


nación de si la cosa es adecuada o no al contrato se efectúa por peritos arbi-
tradores, salvo que las partes hubieran acordado otro medio o procedimiento
para que se coteje la falta de adecuación de las cosas a lo estipulado. Era el
sistema que instituían los clásicos arts. 456 y 476, CCom., en sus respectivos
campos de aplicación;

f) si las cosas vendidas y remitidas al comprador, al transportista o al tercero


designado al efecto se encuentran cerradas en cajas, bultos, en fardos o " bajo
cubierta, juega el régimen de impugnación previsto en el art. 1155, que inme-
diatamente examinaré.

Por último, entiendo que las ventas reguladas por el artículo que se comenta
—y su régimen de impugnación consecuente, arts. 1156, 1157 y concs.— no
incluye en principio a las compraventas de consumo: éstas se regulan por su
propio régimen legal (ley 24.240 de Defensa del Consumidor, ley F-1884 según
Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939, y arts. 1092 a 1122 de es-
te Código, entre otras disposiciones). Esta norma sólo podría aplicarse subsi-
diariamente, de corresponder y en lo que fuere compatible, como señalé al ini-
ciar el comentario de esta Sección que regula la compraventa mobiliaria.

2745
Art. 1155. Cosas que se entregan en fardos o bajo cubierta. Si las cosas mue-
bles se entregan en fardo o bajo cubierta que impiden su examen y reconoci-
miento, el comprador puede reclamar en los diez días inmediatos a la entrega,
cualquier falta en la cantidad o la inadecuación de las cosas al contrato.

El vendedor puede exigir que en el acto de la entrega se haga el reconocimien-


to íntegro de la cantidad y de la adecuación de las cosas entregadas al contra-
to, y en ese caso no hay lugar a reclamos después de recibidas.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La norma que se comenta replica casi exactamente los términos del famoso
art. 472, CCom., que disciplinaba el régimen de impugnación de los vicios apa-
rentes cuando las cosas vendidas se entregaban " en fardos o bajo cubiertas " .
Sin embargo, modifica el plazo que allí se otorgaba al comprador para cuestio-
nar faltas en la cantidad o vicio en calidad de las cosas vendidas y elimina la
engorrosa parte de aquél vinculada con las exigencias probatorias que se le
imponían su cargo. Se mejora, entonces, la situación jurídica del adquirente al
ampliarse el plazo para su reclamo y al suprimirse las pruebas que debía reali-
zar para fundar su reclamo.

Por su parte, el Código Civil no preveía normas similares a la comentada.

Finalmente, la disposición reitera el texto del art. 1091 del Proyecto de 1998,
pero amplía el plazo de tres días que éste estatuía.

II. Comentario

El nuevo Código ofrece un sistema particular para que el comprador pueda im-
pugnar la falta de cantidad o la inadecuación de las cosas al contrato cuando
se trata de ventas de cosas que se entregan en fardos o bajo cubierta, es decir,
con una terminología más actual y apropiada, cuando la cosa o cosas se entre-
gan encerradas en cajas, bultos, sacos, bolsos, envueltas, etc., de manera tal
que el comprador no pueda constatar en ese acto su cantidad o calidad. Se
trata del reclamo por vicios aparentes, ya que los vicios ocultos tienen su propio

2746
régimen (arts. 1033 y ss.). Como señalé en el apartado anterior, el texto actual
es casi idéntico al del viejo Código mercantil, aunque se mejora la posición del
comprador para efectuar los reclamos que la norma le autoriza realizar.

El régimen específico del art. 1155 se aplica a la compraventa de cosas mue-


bles y supone un ligero apartamiento del sistema genérico que el mismo Códi-
go propone en el art. 748, para todo acreedor de una obligación de dar cosa
mueble cerrada o bajo cubierta. El intérprete judicial deberá precisar si en los
contratos atípicos afines a la compraventa, cuyas normas podrían resultar apli-
cables, corresponderá aplicar el régimen general del art. 748 o el específico de
este art. 1156. El art. 970, inc. b), parecería dar prevalencia al primero.

El régimen que propone el Código para reclamar por vicios aparentes es el si-
guiente:

a) la cosa o cosas deben entregarse encerradas, en fardos, bajo cubiertas, en


bolsos, sacos, bultos o de cualquier otro modo que le impida al comprador
(doct. art. 1158) verificar su cantidad y calidad en el acto de la entrega;

b) la venta de cosas " sobre muestras" y la venta de " cosas que no están a la
vista" se rige por los arts. 1153 y 1154, respectivamente, que se complementan
con los arts. 1156, 1157 y 1158, como indiqué al comentar aquéllos;

c) los vicios ocultos tienen su propio régimen en los arts. 1033 y ss. de este
Código;

d) recibida la cosa por el comprador, éste tendrá diez días — e n lugar de los
tres que reconocía el texto anterior del art. 472, CCom.— para reclamar al ven-
dedor cualquier falta en la cantidad o inadecuación de las cosas al contrato. El
plazo de diez días se computa por días corridos (art. 6) y comienza a correr
desde el día siguiente al de la entrega;

e) la terminología de la ley actual alude a falta en la cantidad —de manera


idéntica al texto mercantil referido— e "inadecuación de las cosas al contrato" ,
en sustitución de la expresión " vicio en la calidad" que empleaba aquel art.
472, CCom. Sin embargo, la expresión vicio o defecto de la calidad es tan
clásica que el propio nuevo Código no puede sustraerse a ella, como lo consta-
ta su art. 748;

2747
f) el Código amplió a diez días el plazo de reclamo del comprador, apartándose
tanto del Código de Comercio originario (art. 472) como de su antecedente in-
mediato, el art. 1091 del Proyecto de 1998, que establecían tres días para ello.
Los Fundamentos del Código (apartado VI, cit.) explican que ello se decidió
para adecuar el plazo de impugnación en estos casos al plazo que prevé el "
artículo 32" de la 24.240 de Defensa del Consumidor (ley F-1884 según Diges-
to Jurídico Argentino, aprobado por ley 26.939). Entiendo que hay un error de
tipeo en los Fundamentos y que en verdad se aludió al art. 34 de esa ley, que
es el que establece el plazo de diez días para que el comprador- consumidor
revoque su aceptación en los casos de ventas domiciliarias, por corresponden-
cia y similares;

g) el plazo de diez días concedido al comprador es de caducidad, institución


que se rige por los arts. 2566 y ss. del Código. Por lo cual, vencido el plazo, se
extingue el derecho no ejercido por su titular —el comprador—;

h) la ley no establece cuál es la forma para realizar el reclamo, por lo que rige
el principio general de libertad de formas (art. 284). Sin embargo, como he se-
ñalado al examinar el régimen de los arts. 1153 y 1154, lo más conveniente
para el comprador será que su reclamo o impugnación se realice por algún
medio escrito o fehaciente, a fin de mejorar la prueba de ello en sede arbitral o
judicial;

i) el comprador no deberá ya acreditar " que los cabos o extremidades de las


piezas están intactas" o que " los vicios o defectos no han podido suceder por
caso fortuito, ni causarse fraudulentamente en su poder" , como exigía el extin-
to art. 472, CCom. Bastará que lo acredite por los medios generales de prueba
previstos en la legislación procesal, dado que deberá acreditar un hecho, y no
el contrato en sí;

j) No rige el sistema supletorio de peritos arbitradores previsto en el art. 1157


para los casos de ventas sobre muestras y de ventas de cosas que no están a
la vista, puesto que aquella norma no prevé su aplicación al régimen de los vi-
cios aparentes regulados por el artículo que se comenta. En este sentido, se
modifica la regla del régimen mercantil anterior, que delegaba la determinación
de todo vicio o defecto que se atribuya a las cosas vendidas, como también lo

2748
relativo a diferencias en las calidades, a la intervención de peritos arbitradores
(art. 476, CCom., cfr. Zavala Rodríguez);

k) finalmente, en términos cuasi idénticos al último párrafo del art. 472, CCom.,
la nueva ley establece que el vendedor siempre puede exigir que en el acto de
entrega el comprador examine la cosa para verificar la existencia de la cantidad
convenida y su adecuación al contrato, y en caso de inacción del comprador,
queda firme el acto y la entrega, y el adquirente carecerá en lo sucesivo de de-
recho a efectuar reclamos posteriores.

III. Jurisprudencia

1. El art. 472, CCom., legisla respecto de las faltas en la cantidad o vicios en la


calidad, es decir, deficiencias y vicios aparentes que pueden percibirse por el
simple reconocimiento en el momento de la entrega (CCom., JA, 19 - 994).

2. El término que establece el art. 472, CCom., tiene carácter perentorio


(CCom., 42 - 288).

Art. 1156. Adecuación de las cosas muebles a lo convenido. Se considera


que las cosas muebles son adecuadas al contrato si:

a) son aptas para los fines a que ordinariamente se destinan cosas del mismo
tipo;

b) son aptas para cualquier fin especial que expresa o tácitamente se haya
hecho saber al vendedor en el momento de la celebración del contrato, excepto
que de las circunstancias resulte que el comprador no confió o no era razona-
ble que confiara, en la idoneidad y criterio del vendedor;

c) están envasadas o embaladas de la manera habitual para tales mercaderías


o, si no la hay, de una adecuada para conservarlas y protegerlas;

d) responden a lo previsto en el artículo 1153.

El vendedor no es responsable, a tenor de lo dispuesto en los incisos a) y c) de


este artículo, de la inadecuación de la cosa que el comprador conocía o debía
conocer en el momento de la celebración del contrato.

2749
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del
nuevo texto

La norma transcripta no reconoce un antecedente concreto en los extintos


Códigos Civil y de Comercio. Sin embargo, constituye casi un calco del art.
35.2 de la Convención de las Naciones Unidades sobre los Contratos de Com-
praventa Internacional de Mercaderías sancionada en Viena el 11 de abril de
1980 (Convención de Viena de 1980), incorporada a nuestro ordenamiento
jurídico en 1983 por la ley 22.765 (ley N- 1356, según Digesto Jurídico Argenti-
no aprobado por ley 26.939). Aunque los Fundamentos del Código (apartado
VI, cit. ) no precisan que esa norma ha inspirado al artículo bajo comentario,
ello resulta palpable del cotejo de ambos textos.

El art. 1092 del Proyecto de 1998 también reproducía, aun más exactamente,
el precepto de la Convención referida.

II. Comentario

La norma brinda pautas de interpretación para determinar el alcance de la ex-


presión " adecuación de la cosa al contrato" que tan frecuentemente es em-
pleada por la ley en esta Sección. Es, entonces, una disposición de carácter
interpretativo y entiendo que supletoria de la voluntad contractual (doct. arts.
12, 944, 958 y 962), ya que las partes podrían válidamente estipular qué se
entiende por " adecuación de la cosa al contrato" , en suplencia o ampliación
de las opciones que prevé el art. 1156 que se comenta, y ello sería indudable-
mente válido; o incluso la jurisprudencia podría adicionar otros supuestos que
también se reputen como falta de adecuación de las cosas a lo convenido por
las partes.

El art. 35.2 de la Convención de Viena, claro inspirador del artículo que se co-
menta, comienza señalando que "salvo que las partes hayan pactado otra cosa
[...]" ; ello ratifica la idea expuesta precedentemente sobre el carácter supletorio
y, por ende enunciativo, de la regulación establecida en el precepto anotado.
Por lo tanto, entiendo que las hipótesis previstas por la ley, que en principio se
explican por sí solas, resultan enunciativas y no de carácter taxativo.

2750
El art. 1156 concluye estableciendo una pauta que excluye la responsabilidad
del vendedor en caso de "inadecuación de la cosa" al contrato: señala que el
enajenante no es responsable, a tenor de lo dispuesto " en los incisos a) y c) de
este artículo" , si el comprador conocía o debía conocer la inadecuación de la
cosa al tiempo de celebrarse el contrato.

Lo llamativo de este último párrafo es que el art. 35.2 de la Convención de Vie-


na prescribe que el vendedor no es responsable en ninguno caso de los previs-
tos en los apartados que señala ese artículo — que son los mismos que recoge
el art. 1156 de este Código— , y no únicamente en dos de sus incisos. Por su
parte, el art. 1092, in fine , del Proyecto de 1998, que replica casi literalmente el
art. 35.2 de la Convención de Viena, había modificado aquel último párrafo y
había consignado que el vendedor no era responsable en los supuestos de los
incisos a) y c) de ese artículo.

Es decir: se trató de un error de reproducción del art. 35, último apartado, de la


Convención de Viena, cometido por el Proyecto de 1998 y seguido por este
Código, y, por lo tanto, debe interpretarse que el art. 1156 último párrafo quiso
decir " en los incisos a) a d) de este artículo " o se trató de una modificación
intencional respecto de qué hipótesis de inadecuación de la cosa al contrato
autorizaban la exclusión de responsabilidad del vendedor. Me inclino por la
primera interpretación puesto que no advierto motivos serios para que el ven-
dedor no sea responsable también en los supuestos del art. 1156, incs. b) y d),
si se verifica el conocimiento efectivo o presunto del comprador respecto de la
inadecuación de la cosa a lo pactado, a que hace referencia el último párrafo
del art. 1156.

Art. 1157. Determinación de la adecuación de las cosas al contrato. En los ca-


sos de los artículos 1153 y 1154 el comprador debe informar al vendedor sin
demora de la falta de adecuación de las cosas a lo convenido.

La determinación de si la cosa remitida por el vendedor es adecuada al contra-


to se hace por peritos arbitradores, excepto estipulación contraria.

2751
Si las partes no acuerdan sobre la designación del perito arbitrador, cualquiera
de ellas puede demandar judicialmente su designación dentro del plazo de ca-
ducidad de treinta días de entrega de la cosa. El juez designa el arbitrador.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La materia tratada por este artículo se encontraba regulada originariamente en


los arts. 455, 456, 457 y 476, CCom. El Código Civil no regulaba esta cuestión.

Esas disposiciones del Código mercantil preveían un régimen para las ventas
de cosas que no se tenían a la vista, que no se podían clasificar por una cali-
dad determinada y conocida en el comercio, y las sujetas a prueba, por una
parte (arts. 455 y 457), y de ventas hechas sobre muestras o determinando una
calidad conocida en el comercio, por la otra (art. 456). La solución del régimen
anterior para resolver las diferencias en las ventas sobre muestras (arts. 456,
CCom.) o en caso de vicios o defectos de las cosas vendidas, o por diferencias
en sus calidades, era a través de peritos arbitradores, salvo pacto en contrario
(art. 476, CCom.).

Por último, aclaro que el art. 1093 del Proyecto de 1998 reproduce casi exac-
tamente el artículo que se anota.

II. Comentario

La disposición que se examina complementa e integra el régimen de las ventas


sobre muestras establecido en el art. 1153 y las ventas de cosas que no están
a la vista, fijado por el art. 1154, todos los cuales también se vinculan con el art.
1158.

El art. 1157 establece cuál es el procedimiento a seguir en caso que el com-


prador considere que la cosa adquirida es inadecuada al contrato, en las moda-
lidades de venta señaladas en el párrafo anterior. Para ello, el comprador, que
siempre posee la facultad de examinar la cosa comprada (doct. art. 1152), de-
be comunicar al vendedor " sin demora" la inadecuación de la cosa a lo pacta-
do.

2752
La ley omite aclarar estos aspectos:

a) de qué forma debe realizarse esa comunicación, por lo que como expuse en
los comentarios a aquellas normas, rige la libertad de formas del art. 284. Sin
embargo, al comprador le convendrá utilizar un medio escrito o fehaciente que
le permita acreditar la realización de la queja;

b) cuál es el plazo concreto para su impugnación, ya que la expresión " sin de-
mora" que la ley actual emplea no precisa un plazo exacto para ello. Como ya
indiqué también, entiendo que es razonable considerar que el reclamo del
comprador debe realizarse dentro de un plazo no mayor a cuarenta y ocho
horas desde la entrega de la cosa, considerando la celeridad y rapidez que las
nuevas tecnologías proveen a los negocios y tráfico mercantil actuales. A lo
sumo, como máximo, el plazo sería de tres días, si se pretende unificar el plazo
de impugnación con la pauta genérica estatuida en el art. 748 para reclamar
defectos de cantidad, calidad o vicios aparentes en las ventas de cosas mue-
bles cerradas o " bajo cubierta" . En cualquier caso, el plazo de impugnación
nunca podría superar el término máximo de diez días que pareciera establecer-
se como parámetro general (doct. arts. 1149, 1155 y 1160 del Código, y art. 34,
ley 24.240 de Defensa del Consumidor, ley F- 1884 según Digesto Jurídico Ar-
gentino aprobado por ley 26.939).

La controversia sobre si los efectos adquiridos se adecuan o no a los términos


del contrato se zanjará por peritos arbitradores, salvo que las partes hayan es-
tipulado otro medio para resolver esas diferencias. El extinto art. 456, CCom.,
establecía una norma similar para la venta sobre muestras. La intervención de
peritos arbitradores implica la aplicación de las normas procesales que en cada
jurisdicción local regulan la denominada pericia arbitral, lo que generalmente
acontece en los respectivos Códigos procesales. A nivel nacional, rige el art.
773, del CCPCN (art. 772, ley U- 0692 según Digesto Jurídico Argentino apro-
bado por ley 26.939).

La última parte de la norma es novedosa cuando establece que si las partes no


se ponen de acuerdo para designar al perito arbitrador que intervendrá en el
diferendo sobre la adecuación de la cosa al contrato, cualquiera de ellas puede
solicitar judicialmente su designación dentro de un plazo de caducidad de trein-

2753
ta días desde que la cosa se haya entregado; en ese caso, el juez nombra el
arbitrador.

Como se trata de un plazo de caducidad, rige el art. 2566 que dispone que la
caducidad extingue el derecho no ejercido. Ahora bien: ¿cuál es el derecho que
caduca? La norma no es clara respecto de qué derecho se extinguiría por el
plazo de caducidad transcurrido: si el derecho de la parte a solicitar judicial-
mente la designación de un perito arbitrador, si el derecho del contratante a
nombrar perito arbitrador o, directamente, si el plazo aborta la facultad de utili-
zar este medio de resolución de diferencias y, por lo tanto, a reclamar la inade-
cuación de la cosa adquirida a los términos del contrato.

Pareciera que el derecho que caduca por falta de su ejercicio es la prerrogativa


de solicitar judicialmente la designación de un perito arbitrador cuando las par-
tes no se pusieran de acuerdo en ello. Sin embargo, no se debe perder de vista
que la caducidad de este derecho impacta directamente en: a) la designación
de un perito; b) la utilización del régimen de peritos arbitradores; y, c) en defini-
tiva, en el derecho del contratante, especialmente del comprador, que fue quien
inicialmente efectuó su reclamo al vendedor por la inadecuación de la cosa a
los términos del convenio.

III. Jurisprudencia

1. Si el comprador ha hecho imposible la prueba prevista por los arts. 456 y


476, por desaparición de la mercadería vendida, originada por su propia natura-
leza perecedera, que exigió su inmediato consumo, no puede resistirse al pago
del precio alegando que no era de la calidad convenida (CCom., JA, 40 - 641).

2. El pronunciamiento de los peritos a que se refiere el segundo apartado del


art. 456 y el art. 476 no puede ser suplido por prueba testimonial (CCom., JA,
71 - 371).

Art. 1158. Plazo para reclamar por los defectos de las cosas. Si la venta fue
convenida mediante entrega a un transportista o a un tercero distinto del com-
prador y no ha habido inspección de la cosa, los plazos para reclamar por las

2754
diferencias de cantidad o por su no adecuación al contrato se cuentan desde su
recepción por el comprador.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La norma transcripta no posee su correlato exacto en el régimen del Código de


Comercio ni, menos, en el sistema del Código Civil. Al examinar el art. 472,
CCom., y el plazo de reclamo que allí se preveía a favor del comprador para
impugnar la falta en la cantidad o vicio en la calidad de las cosas adquiridas
—"inadecuación" de la cosa al contrato, en la terminología vigente— , la doctri-
na sostenía que el plazo de impugnación corría desde la entrega efectiva y no
desde la entrega simbólica (Fernández); era la entrega efectiva que permitía
ver y palpar las cosas, y no la entrega simbólica que no permitía su examen
real (Zavala Rodríguez). Era lo justo y lógico para un ejercicio efectivo del de-
recho por parte del adquirente.

La fuente inmediata de la norma es el art. 1094 del Proyecto de 1998, prácti-


camente idéntico al actual.

II. Comentario

En el tráfico negocial y, especialmente, en las tradicionales ventas entre co-


merciantes, es sumamente frecuente, que los efectos o géneros adquiridos no
se entreguen directamente a la persona del comprador sino que se transporten
hasta su lugar de recibo, o se entreguen a un intermediario determinado, que
puede ser un consignatario o un depositario, por ejemplo. Con este escenario
de hecho como trasfondo, la norma ofrece una pauta para precisar el cómputo
del plazo que posee el comprador para cuestionar cualquier falta en la cantidad
o inadecuación de la cosa al contrato y resuelve que ese plazo se contabilice
desde que la cosa efectivamente se reciba por el comprador, y no cuando ésta
se entregue al transportista, aun cuando ese acto tenga los efectos de la entre-
ga (doct. art. 1925), o cuando se verifiquen otras modalidades de entrega admi-
tidas (doct. art. 1149).

2755
Técnicamente, se trata una disposición de carácter interpretativo destinada a
evitar, precisamente, conflictos de hermenéutica respecto de cómo se rigen los
supuestos de hecho regulados por la norma. La disposición debe considerarse
complementaria del régimen de impugnación por falta en la cantidad o inade-
cuación de las cosas al contrato previsto principalmente en las distintas situa-
ciones y modalidades de venta de los arts. 1149, 1153, 1154, 1155, 1156 y
1157, ya examinados.

Las excepciones a la regla interpretativa supletoria que provee la ley son dos:
a) que las partes hayan pactado otro modo de cómputo del plazo de impugna-
ción, en la medida que ese pacto no sea abusivo (doct. art. 10) y siempre que
el comprador haya tenido alguna posibilidad de examinar la cosa (doct. art.
1152, salvo los casos allí exceptuados); b) si, pese a que la cosa se entregó a
un transportista o a otro tercero, la cosa pudo ser inspeccionada (doct. art.
1158).

Los plazos para cuestionar la falta de cantidad o la inadecuación de la cosa al


contrato son los que se fijan en las normas precedentes que he comentado
(arts. 1153, 1154 y 1155), según cuál sea el tipo de cosa objeto de la venta y
demás particularidades del negocio celebrado.

Art. 1159. Compraventa por junto. Si la venta es por una cantidad de cosas
"por junto" el comprador no está obligado a recibir sólo una parte de ellas, ex-
cepto pacto en contrario. Si la recibe, la venta y transmisión del dominio que-
dan firmes a su respecto.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto legal

La denominada venta de cosas " por junto" estaba regulada tanto en el Código
Civil como en el Código de Comercio: en el primero, era tratada en los art. 1339
y 1341; en el segundo, en los arts. 468 y 469 ó 470. Borda señalaba que los
arts. 1339 a 1343 carecían de toda significación en nuestro Derecho y por eso
habían suprimidos en los Proyectos de Reforma, con la aprobación unánime de
la doctrina.

2756
Pese a ello, el Proyecto de 1998 preveía el art. 1095 con un texto casi idéntico
al artículo que se comenta.

II. Comentario

El Código regula la venta por junto en este único artículo. No define qué se en-
tiende por tal, como lo hacía el Código Civil cuando establecía que la venta era
por junto cuando las cosas era n vendidas en masa, formando un solo todo y
por un solo precio (art. 1339). Garo decía dos son los factores que concurren a
su caracterización: el precio único, que puede pagarse por partes o a plazos,
pero que no puede dividirse con relación a las cosas, y las prestaciones en
mercaderías, que forman un complejo, un todo, sin especificación de sus com-
ponentes, y que es menester contar, pesar, medir o clasificar. La doctrina va-
riaba en los ejemplos posibles, ya que mientras Salvat decía que este tipo de
ventas tenían por objeto cantidades de cosas (trigo, vino, etc.), Zavala Rodrí-
guez ponía ejemplos incompatibles con eso (“ vendo todas las herramientas,
muebles, útiles, de mi taller").

Es decir que se suponía la existencia de más de una cosa como objeto de la


compraventa, pero contratada o comprada en masa, como un todo, por lo que
más allá de su, en su caso, posible individualización física y material de cada
cosa y su diferenciación de las otras, al adquirente le importaba su compra co-
mo un todo, en masa. Y el precio a pagar era también único por el conjunto, y
no dividido según las cosas que integraban la masa.

El Código de Comercio no definía este tipo de venta, pero la regulaba en los


arts. 468 y 469.

En definitiva, en la venta por junto, de lo que se trata es que el comprador con-


trate la adquisición de un conjunto de cosas como un todo , ya sea que exista
un precio único y global (Código Civil) o se verifiquen precios diferenciados
(Código mercantil; cfr. Garo). Ese aspecto es el determinante en la nueva legis-
lación, sin importar que haya un precio o varios.

Cuando la venta es " por junto" , y salvo pacto en contrario de los contratantes
(arts. 12, 958, 962 y 1159), el comprador no puede ser obligado a recibir úni-
camente una parte de las cosas adquiridas, porque eso implicaría precisamen-

2757
te desnaturalizar este tipo de venta y desconocer la voluntad de las partes, y
particularmente el interés comprador, de adquirir las cosas como un todo.

El artículo concluye señalando que si, no obstante ello, el adquirente recibe una
parte de las cosas enajenadas, la venta y la transmisión del dominio quedarán
firmes respecto de esa parte entregada y recibida. Es, en sustancia, el régimen
que establecía el art. 468, segunda parte, CCom.

III. Jurisprudencia

Si el cumplimiento parcial no fue rechazado ni protestado oportunamente, debe


considerarse perfeccionada la venta por la cantidad aceptada y el comprador
está obligado a pagar el precio de ésta (CCom., 30/07/1940, JA, 71 - 371).

Art. 1160. Compraventas sujetas a condición suspensiva. La compraventa está


sujeta a la condición suspensiva de la aceptación de la cosa por el comprador
si:

a) el comprador se reserva la facultad de probar la cosa;

b) la compraventa se conviene o es, de acuerdo con los usos, " a satisfacción


del comprador”.

El plazo para aceptar es de diez días, excepto que otro se haya pactado o
emane de los usos. La cosa se considera aceptada y el contrato se juzga con-
cluido cuando el comprador paga el precio sin reserva o deja transcurrir el pla-
zo sin pronunciarse.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto legal

Las denominadas ventas sujetas a satisfacción del comprador, ventas sujetas a


ensayo o prueba, ventas ad gustum y ventas sometidas a condición suspensiva
tenían una regulación diversa en los Códigos anteriores.

a) En el Código Civil, la cuestión se trataba dispersamente en los arts. 1336 y


1337 —ventas sujetas a ensayo o prueba de la cosa vendida y ventas ad gus-

2758
tum — , por un parte, y los arts. 1365 y 1377 a 1379 —ventas a satisfacción el
comprador— , por la otra. También se disciplinaba las ventas sujetas a condi-
ción suspensiva en general en los arts. 1370 y 1372. El Código de Comercio
trataba en el art. 455 la cuestión de las ventas sujetas a prueba o ensayo (la
doctrina divergía respecto de los nombres y modalidades, cfr. Zavala Rodrí-
guez).

Los textos del Código Civil no resultaban del todo claro respecto de si había
una relación de género a especie entre las ventas a satisfacción del comprador,
reguladas en los arts. 1365 y 1377 a 1379, como dije, y las ventas sujetas a
ensayo o prueba de la cosa y las ventas ad gustum , tratadas en los arts. 1336
y 1337, o si se trataba de hipótesis diferentes. La doctrina nacional no coincidía
al respecto. En cualquier caso, parecía claro que todas estas clases de venta
eran ventas condicionales, sujetas a la condición suspensiva de que la cosa
vendida resultara del agrado personal del comprador. El Código Civil determi-
naba que si el adquirente no declaraba si la cosa resultaba de su agrado dentro
del plazo convencional fijado al efecto o dentro del término establecido judi-
cialmente para ello, la cosa se tenía por aceptada, la venta se consideraba per-
fecta y el comprador debía abonar el precio estipulado (cfr. Borda).

b) El Código de Comercio estipulaba que para las hipótesis del art. 455 facultad
de probar la cosa vendida —"el género contratado" decía el Código— , se en-
tendía que el comprador podía rescindir el contrato si la cosa no le convenía.
Pero el régimen comercial era diferente del civil en cuanto a los efectos de la
mora del comprador en probar la cosa: en aquél, el acto quedaba sin efecto
alguno (doct. art. 455), mientras que en el civil, como vimos, la venta se consi-
deraba perfecta y cerrada, y el comprador debía pagar el precio acordado.

La fuente inmediata de la norma es el texto casi idéntico del art. 1096 del Pro-
yecto de 1998.

II. Comentario

El art. 1160 mantiene la esencia de lo que se consideraba la "venta a satisfac-


ción del comprador" y las " ventas sujetas a prueba”, y modifica algunos aspec-
tos accesorios de estas modalidades, en lo que hace a la terminología emplea-
da, el ejercicio del derecho por el adquirente y cómo su silencio impacta sobre

2759
la venta celebrada. Mejora, en verdad, las normas sustituidas, por los siguien-
tes motivos:

a) unifica el diverso régimen que la materia presentaba en sede civil y en el


ámbito mercantil;

b) reduce a un solo artículo la dispersión que la cuestión ofrecía en el Código


Civil;

c) simplifica los términos de la institución, al reconducir la materia a una situa-


ción general de venta sujeta a condición suspensiva, con las dos variantes que
ofrece el artículo en comentario;

d) concluye, de esta forma, con los interminables debates doctrinarios respecto


de la relación entre las ventas reguladas en los arts. 1336 y 1337 y las previs-
tas en los arts. 1365, 1377 a 1379, todos del Código Civil.

El art. 1160 clasifica y engloba como compraventas sometidas a condición sus-


pensiva a dos modalidades: a) las compras en las que el adquirente se reservó
la facultad de probar la cosa; y b) las compras genéricamente denominadas a
satisfacción del comprador . Entre éstas, entiendo que quedan comprendidas
las clásicas ventas ad gustum , que el nuevo ordenamiento no designa expre-
samente, y las demás consideradas genéricamente como a satisfacción del
adquirente.

Valen algunas aclaraciones sobre el nuevo régimen:

a) la condición a que se somete el contrato es que la cosa sea aceptada por el


comprador; para lo cual debe probarla, gustarla o examinarla según correspon-
da a la naturaleza de la cosa y demás circunstancias de la venta. El derecho
del comprador podrá ser o no absoluto según las modalidades de la venta (cfr.
Borda);

b) la condición a que se somete el contrato reviste el carácter de suspensiva. El


nuevo Código eliminó todas las disposiciones que el Código Civil traía sobre
compraventas condicionales (arts. 1370 y ss.) y optó, con metodología más
depurada, regular todo lo atinente a la condición en la parte general de los ac-
tos jurídicos, como modalidad de éstos. Lo propio hizo con el plazo y con el
cargo. Así, entonces, el régimen de la condición en general se trata en los arts.

2760
343 a 349 de este Código y esas disposiciones, en cuanto se refieran y versen
sobre la condición suspensiva, se aplican a las compraventas que regula este
artículo;

c) para la nueva ley, la condición no opera retroactivamente, salvo pacto en


contrario (art. 346). De esta forma, este Código se aparta y modifica el régimen
general retroactivo de la condición que estableció Vélez en el art. 543, CCiv.,
fundamentado en la sólida nota a la norma que transcribe la doctrina francesa
de entonces. En nuestro tema, la condición es, reitero, la aceptación de la cosa
por el comprador y el efecto retroactivo entiendo que se hubiera correspondido
mejor con la estructura y funcionamiento de esta modalidad de compraventa;

d) el art. 1160 establece un plazo de diez días para que el comprador se expida
en el sentido de aceptar o rechazar la cosa. Este constituye un plazo supletorio,
ya que la voluntad contractual (arts. 12, 958, 962 y 1160, último párrafo) o los
usos negociales pueden establecer un término diferente. El plazo se computa
por días corridos (doct. art. 6);

e) los efectos que se prevén para esta modalidad de venta son los mismos que
establecía la legislación civil sustituida y difieren de la que regulaba el Código
mercantil, como lo señalé anteriormente: si el comprador paga el precio sin
formular reservas en ese acto o si deja transcurrir el plazo de diez días sin pro-
nunciarse, la condición se considera cumplida, es decir, la cosa se considera
aceptada y el contrato perfecto y válidamente cerrado;

f) el Código no establece la forma en que el comprador debe expedirse, por lo


que regirá en la materia el principio general de libertad de formas (art. 284). Si
el adquirente paga el precio de la venta sin efectuar reserva o si realiza cual-
quier otro acto del cual se pueda inferir su intención de aceptar la cosa (doct.
art. 264), como por ejemplo su enajenación a un tercero, la venta se considera
perfecta y concluida;

g) la nueva norma no reproduce el art. 1377, CCiv., en cuanto reputaba al


comprador como un comodatario mientras no se expidiera sobre si la cosa era
de su agrado o no. No obstante, entiendo que así debe considerárselo en el
ínterin entre el momento en que recibe la cosa y el instante en que acepte o

2761
hasta el vencimiento del plazo legal, convencional o de usos que tiene para
ello.

Finalmente, queda por señalar que en caso de duda sobre si la venta condicio-
nal está sujeta a una condición suspensiva o resolutoria, se aplica el art. 1168,
a cuyo análisis reenvío al lector.

III. Jurisprudencia

Dada la similitud de la esencia entre el régimen derogado y el proyectado, las


enseñanzas de la doctrina judicial desarrollada alrededor de la venta a satis-
facción del comprador se mantiene generalmente vigente, con las adecuacio-
nes que importa la fijación de un plazo concreto para que el comprador se ex-
pida sobre si la cosa le agrada o no.

En la venta a ensayo, la facultad de rehusar la cosa tiene carácter absoluto, ya


que el comprador es el único que puede decidir con respecto a si la cosa es de
su agrado personal, por lo que resulta inaplicable la teoría del abuso del dere-
cho (CFed. Resistencia 25/6/1959, LA LEY, 98 - 667; CCom., 6/4/1943, LA
LEY, 30 - 265. Contra: C. Rosario, 13/6/1952, LA LEY, 69 - 481).

Art. 1161. Cláusulas de difusión general en los usos internacionales. Las


cláusulas que tengan difusión en los usos internacionales se presumen utiliza-
das con el significado que les adjudiquen tales usos, aunque la venta no sea
internacional, siempre que de las circunstancias no resulte lo contrario.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto legal

Los Códigos derogados no traían ninguna disposición semejante a la que se


anota. La fuente directa del precepto es el art. 1097 del Proyecto de 1998, idén-
tico al actual y tomado del Proyecto de 1987, según indican los Fundamento
del Proyecto de 1998 (n° 184).

II. Comentario

2762
El artículo proporciona una regla supletoria al establecer que las cláusulas de
uso frecuente en las ventas internacionales se presumen empleadas con el
significado propio que les da su uso, ya se trate de una venta internacional o
nacional, y salvo que de las circunstancias surja lo contrario.

Las cláusulas referidas por la norma son todas aquellas que tienen un uso ex-
tendido en las ventas internacionales. La ley no las circunscribe a ningún gru-
po, clase o categoría en particular. Sin embargo, es evidente que la disposición
alude especialmente a los denominados Incoterms , es decir, los International
Commercial Terms , que son aquellas cláusulas típicas y masivamente utiliza-
das en las compraventas internacionales y que se identifican con las conocidas
siglas EXW, FOB, FAS, CIF, CFR, etcétera.

Brevemente diré que estas reglas del comercio internacional nacieron de los
inveterados usos y costumbres provenientes de los negocios concertados entre
personas o empresas domiciliadas en diversos países que, con el tiempo, fue-
ron consolidándose bajo las famosas siglas referidas. Sin embargo, la tarea de
sistematización, precisión de significado y alcances, efectos y ámbito usual de
aplicación de aquellas cláusulas es realizado desde hace décadas por la tam-
bién famosa Cámara de Comercio Internacional ( ICC , en su sigla inglesa),
que es una institución no gubernamental constituida en el año 1919, con sede
en la ciudad de París. La ICC tiene registrado a su nombre la expresión Inco-
terms , es decir, que Incoterms es una marca registrada a favor de esa institu-
ción.

La primera publicación de la ICC sobre la materia fue realizada en 1936. Lue-


go, periódicamente, se fueron realizando actualizaciones de contenido, supre-
siones y agregados de cláusulas, etc., según las fluctuaciones y usos del co-
mercio internacional, hasta que, desde 1980, se realizan revisiones y actualiza-
ciones cada diez años. La última publicación Incoterms es del año 2010. Ella
efectuó una reclasificación de los Incoterms existentes, agrupándolos bajo un
nuevo criterio, se eliminaron algunos y se adicionaron otros, además de ade-
cuarse el contenido de los vigentes; todo ello, a tenor de los cambios que se
habían producido en el comercio internacional durante el último decenio.

En resumen, la ICC, que trabaja permanentemente en diversos aspectos del


comercio internacional, ha sistematizado esas usuales cláusulas del comercio

2763
internacional denominadas Incoterms dotándolas de un significado propio que
es seguido por los tribunales nacionales o internacionales que entienden en las
contiendas en las que se examina el contenido de esas cláusulas. Si bien las
reglas Incoterms se han desarrollado y tienen su mayor aplicación en el ámbito
de las compraventas internacionales, no existe ningún obstáculo para su em-
pleo en las ventas nacionales, y así se verifica en la práctica negocial.

Los Incoterms regulan algunos aspectos de la compraventa: entrega de las


mercaderías, transferencia de los riesgos por daños, etc., de las cosas vendi-
das, gastos y costos de la operación, y lo relativo a trámites y derechos adua-
neros. Sin embargo, como rige en esta materia el principio de la autonomía
contractual es absolutamente válido que los contratantes modifiquen el conte-
nido predeterminado de la regla Incoterms que hayan utilizado para su compra-
venta y agreguen aspectos no considerados por ella, modifiquen sus efectos,
etcétera.

Retomando el análisis del art. 1161: en éste se establece una regla de interpre-
tación general según la cual todas estas cláusulas Incoterms y todas aquellas
otras que puedan utilizarse en las compraventas internacionales y que no están
categorizadas como Incoterms , tendrán el significado y deberán entenderse en
el sentido que surjan de sus usos internacionales, ya sea que se trate de una
venta internacional o de una nacional. Esta última parte de la norma se explica
porque, como indiqué, también es usual que en las ventas que se celebran y
ejecutan dentro del territorio nacional se empleen ese tipo de cláusulas para
regular los diversos aspectos de una compraventa. El significado de cada cláu-
sula según el uso internacional es, precisamente, el que tiene estandarizado la
ICC , en tanto se trate de alguna cláusula Incoterms que esa institución siste-
matiza.

Finalmente, el artículo comentado concluye afirmando que la presunción legal


de interpretación que él contiene puede quedar desvirtuada si de las circuns-
tancias del caso resulta lo contrario a esa presunción.

Art. 1162. Compraventa con cláusula pago contra documentos. En la com-


praventa de cosas muebles con cláusula "pago contra documentos", "acepta-

2764
ción contra documentos" u otras similares, el pago, aceptación o acto de que se
trate sólo puede ser rehusado por falta de adecuación de los documentos con
el contrato, con independencia de la inspección o aceptación de la cosa vendi-
da, excepto que lo contrario resulte de la convención o de los usos, o que su
falta de identidad con la cosa vendida esté ya demostrada.

Si el pago, aceptación o acto de que se trate debe hacerse por medio de un


banco, el vendedor no tiene acción contra el comprador hasta que el banco
rehúse hacerlo.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto legal

Ninguno de los Códigos sustituidos contenía disposiciones como ésta; s e trata


de una norma novedosa en el ordenamiento legal argentino.

El art. 1098 del Proyecto de 1998 estatuía una norma parecida a la transcripta.

II. Comentario

Como ocurre con numerosas disposiciones de esta Sección, se trata nueva-


mente de una norma de interpretación de la voluntad negocial que tendrá apli-
cación y relevancia en tanto no surja una regla de interpretación diversa de la
voluntad de las partes o de los usos específicos aplicables en una región o ac-
tividad determinada.

La disposición regula las modalidades empleadas en el tráfico mercantil de


abonar la mercadería contra la entrega de los documentos propios de la venta,
o contra la aceptación de esos instrumentos, regularmente denominadas "pago
contra documentos" o " aceptación contra documentos" o similares. Estas cláu-
sulas son frecuentes en la contratación internacional de mercaderías, sobre
todo por vía marítima, que requiere la realización de trámites aduaneros, impo-
sitivos, en reparticiones públicas diversas, etc., para lo cual resulta útil contar
con la documentación vinculada con el contrato y con las mercaderías que se
adquieran. Por ello se subordina el pago, aceptación u otro acto, a la entrega

2765
de los documentos o a su correspondencia apropiada con el contrato celebra-
do.

En este tipo de cláusulas, lo relevante para las partes ha sido que el pago del
precio sea realizado contra la entrega de la documentación vinculada con el
contrato o que la aceptación u otro acto del comprador quede subordinado a la
entrega de esa documentación; en definitiva, que el acto de pagar el precio o
de aceptar la venta no esté vinculado ni en función del examen, revisión o re-
cepción de las cosas compradas, sino únicamente relacionado con la docu-
mentación vinculante (cfr. Satanowsky). Se considera que esta cláusula impli-
ca la renuncia del comprador a su derecho a revisar las mercaderías antes de
pagar el precio (art. 1152; antiguo art. 465, CCom.).

En otras palabras: las partes vinculan uno de los débitos a cargo d el vendedor,
como es entregar la documentación del contrato (doct. arts. 1137, 1141, inc. b]
y 1146), con la obligación del comprador de pagar el precio, con la aceptación
definitiva por el comprador de la venta o con cualquier otro acto propio del con-
trato, todo lo cual es lícito y posible en el amplio marco de la autonomía de la
voluntad (doct. arts. 12, 958, 962 y concs.).

La regla de interpretación que establece la norma determina que, en esos ca-


sos, el comprador sólo puede negarse a pagar el precio, aceptar o ejecutar el
acto de que se trate en caso de falta de adecuación de los documentos con el
contrato, excepto en los siguientes supuestos: pacto en contrario, usos contra-
rios o que ya esté demostrada la falta de identidad de los documentos con la
cosa vendida. No es relevante para ello lo relativo a la inspección, examen o
aceptación de la cosa vendida. Si los documentos vinculados con el contrato
fueron entregados al comprador de manera anticipada al plazo debido, se apli-
ca el régimen del art. 1146, a cuyo comentario me remito.

El art. 1162 concluye estableciendo que si el acto de que se trate — p ago,


aceptación u otro acto— debe realizarse por medio de un banco — a lgo su-
mamente frecuente en las contrataciones internacionales a través dio de la fi-
gura del crédito documentado— , el vendedor no tiene acción contra el com-
prador hasta que el banco rehúse realizar el acto debido de que se trate.

2766
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 1. COMPRAVENTA
Comentario de Mariano ESPER
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

Sección 7ª - Algunas cláusulas que pueden ser agregadas al contrato


de compraventa.

Art. 1163. Pacto de retroventa

Art. 1164. Pacto de reventa

Art. 1165. Pacto de preferencia

Art. 1166. Pactos agregados a la compraventa de cosas registrables.

Art. 1167 Plazos

Art. 1168. Venta condicional. Presunción.

Art. 1169. Efecto de la compraventa sujeta a condición resolutoria

1. Comentario general a las normas de esta Sección

La temática de las cláusulas que pueden incorporarse al contrato de compra-


venta recibía en las normas sustituidas un tratamiento particularizado y detalla-
do, especialmente en la legislación civil.

El Código de Vélez trataba la materia en el Capítulo IV, " De las cláusulas es-
peciales que pueden ser agregadas al contrato de compra y venta" (arts. 1363
a 1407), ubicado dentro del articulado que disciplinaba este contrato. Como se
advierte, era un tratamiento extenso, casi de la misma expansión que el conte-
nido de los textos que regulan la compraventa en el sistema actual.

En ese capítulo, Vélez sentó el principio general en la materia (art. 1363), que
replicaba el principio más general de la autonomía de la voluntad estatuido en

2767
el famoso art. 1197, CCiv., y procedió a regular sucesivamente los siguiente
pactos, cláusulas o modalidades de la compraventa: la cláusula de no enajenar
(art. 1364); la venta a satisfacción del comprador (arts. 1365 y 1377 a 1379); la
venta con pacto de retroventa (arts. 1366 y 1380 a 1390); el pacto de reventa
(arts. 1367 y 1391); el pacto de preferencia (arts. 1368 y 1392 a 1396); el pacto
de mejor comprador (arts. 1369 y 1397 a 1403); las ventas condicionales (arts.
1370 a 1372); la venta con cláusula de arrepentimiento (art. 1373); la venta con
pacto comisorio (arts. 1374 y 1375); la venta con reserva de dominio (art.
1376); y las ventas aleatorias (arts. 1404 a 1407), aunque estas últimas, más
que una cláusula o pacto, son un tipo de compraventa que se contrapone a las
ventas conmutativas (ver comentarios a arts. 1130 y 1131).

Además de esas normas, el Código Civil regulaba en otras sectores del articu-
lado que trataba la compraventa, a las ventas sujetas a ensayo o prueba y las
ventas ad gustum (arts. 1336 y 1337), que he analizado al examinar el art.
1160.

Como se advierte, entonces, el sistema del Código Civil en la materia era ex-
tenso, casuista y detallista, y también algo disperso e intrincado en la regla-
mentación que ofrecía de algunas de las cláusulas que podían estipularse en la
compraventa.

El Código mercantil, no tenía la prolijidad metódica ni la extensión de la legisla-


ción civil: únicamente regulaba las ventas sujetas a prueba (art. 455, CCom.).

El nuevo Código agrupa bajo esta misma Sección 7ª (arts. 1163 a 1169) las
normas que disciplinan los diversos pactos o cláusulas que se pueden estipular
en la compraventa. En concreto, el nuevo ordenamiento trata las siguientes
modalidades: el pacto de retroventa, el pacto de reventa, el pacto de preferen-
cia y las ventas condicionales.

Sin embargo, en otras disposiciones del articulado que regula la compraventa


— como se refleja en los comentarios a los artículos precedentes— , o en otras
partes del Código, el nuevo texto legal también prevé otras modalidades de
este contrato: para las compraventas de cosas muebles, se disciplinan las ven-
tas sujetas a prueba y a satisfacción del comprador (art. 1160), las ventas con
cláusulas usuales en el comercio internacional (art. 1161) y las ventas con las

2768
cláusulas referidas en el art. 1162; además, en el art. 1972, ubicado dentro de
las normas que tratan sobre los límites al dominio, se regulan las cláusulas de
inenajenabilidad, aplicables no sólo a la compraventa sino también a otros ac-
tos a título oneroso o gratuito, tanto para cosas muebles como inmuebles.

El nuevo ordenamiento no regula la venta con cláusula de arrepentimiento, a


pesar de que el Código otorga a la señal o arras carácter confirmatorio del acto
(arts. 1059 y 1060), como en el régimen mercantil sustituido (doct. art. 475,
CCom.). Sin embargo, por aplicación del principio de autonomía de la voluntad
(arts. 12, 958, 962 y concs.) y, además, porque las disposiciones sobre la señal
expresamente lo admiten, las partes pueden válidamente otorgar a la seña
carácter penitencial, concediendo a las partes derecho a arrepentirse de la
convención, en cuyo caso los efectos serán los determinados por el art. 1059 u
otros que hubieran pactado los contratantes. De todas formas, por el referido
principio de libertad contractual, las partes pueden estipular una cláusula de
arrepentimiento específica en la compraventa, que se distingue de la seña pe-
nitencial principalmente en que ésta: a) requiere la entrega de dinero o de al-
guna otra cosa en el acto de constituirse; b) tiene un especial régimen de pena-
lidad en caso de ejercicio (cfr. Spota).

En cuanto a la venta con pacto comisorio, el Código elimina sin reemplazar el


polémico art. 1374, CCiv., cuyo exacto alcance fue materia de arduos debates
doctrinarios y jurisprudenciales aún inconclusos, y delega toda la materia de la
cláusula resolutoria implícita, como así se denomina en la nueva legislación, a
la parte general de los contratos (arts. 1087 a 1089).

Finalmente, la supresión y no reproducción por el nuevo texto del pacto de me-


jor comprador (arts. 1369, 1397 a 1403, CCiv.) no impide a los interesados
acordarlo en el contrato de compraventa, en virtud del principio de libertad con-
tractual tantas veces citado (arts. 12, 944, 958, 962 y concs.).

Art. 1163. Pacto de retroventa. Pacto de retroventa es aquel por el cual el


vendedor se reserva el derecho de recuperar la cosa vendida y entregada al
comprador contra restitución del precio, con el exceso o disminución conveni-
dos.

2769
El contrato sujeto a este pacto se rige por las reglas de la compraventa someti-
da a condición resolutoria.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El Código Civil trataba la venta con pacto de retroventa en el art. 1366 y en los
arts. 1380 a 1390. El Código mercantil no proporcionaba disposiciones al res-
pecto.

El Proyecto de 1998 regulaba este pacto en el art. 1099, con términos muy se-
mejantes al actual.

II. Comentario

La doctrina nacional tradicional observó con disfavor este pacto (cfr. BORDA)
porque generalmente se utilizaba para encubrir préstamos de dinero usurarios,
sirviendo la cosa entregada de garantía de la restitución del préstamo. No obs-
tante ello, el Código actual regula un pacto que tiene tradición, por lo menos,
romana (Trincavelli).

El artículo que se anota recepta la sustancia de la definición que proporcionaba


el viejo art. 1366, CCiv., y, con ello, el perfil esencial de la figura. Desde este
punto de vista, se mantiene la doctrina tradicional respecto de qué se entiende
por pacto de retroventa y a favor de qué parte contractual se estipula —el ven-
dedor— .

El Código actual efectúa dos innovaciones importantes respecto de su prece-


dente: a) amplía el campo de aplicación de este tipo de pacto, ya que lo admite
para las cosas muebles e inmuebles, cuando el Código sustituido sólo lo per-
mitía para los inmuebles (art. 1380 , CCiv.); y b) extiende el plazo de su posible
vigencia a cinco años para los bienes raíces, cuando el Código Civil originario
establecía un término máximo de tres años (art. 1381 , CCiv.). Sobre esto vol-
veré al examinar el art. 1167 que fija los plazos máximos de los pactos de re-
troventa, reventa y preferencia, que varían según el tipo de cosa objeto del con-
trato.

2770
Por otra parte, la nueva legislación no detalla cuáles son las consecuencias del
ejercicio por el vendedor del derecho acordado por el pacto de retroventa, co-
mo lo hacía Vélez en los arts. 1380 a 1390, CCiv., más que indicar que hay
restitución recíproca de la cosa y precio, y que este pacto se rige por " las re-
glas de la compraventa sometida a condición resolutoria”. Es decir, se remite al
sintético art. 1169, que más abajo también analizaré.

La condición resolutoria se encuentra regulada en el nuevo Código de manera


general para todos los actos jurídicos, en los arts. 343 a 349. Esas normas,
especialmente lo dispuesto en el art. 348, junto con las disposiciones sobre
obligaciones de dar y, particularmente, las referidas a las obligaciones de dar
para restituir a su dueño (arts. 759 y ss.), más las normas sobre frutos, mejo-
ras, etc. (arts. 1932 y ss.), fijan los efectos del ejercicio de esta cláusula.

En cualquier caso, Vélez resultaba más explícito respecto de los efectos del
ejercicio del pacto por el vendedor, como lo revelan los arts. 1383 a 1385,
CCiv., aunque probablemente por la aplicación conjunta de las normas sobre
condición resolutoria, dominio revocable, obligaciones de dar para restituir, etc.,
las consecuencias previstas por el Código anterior y el Código actual resulten
semejantes en general.

Finalmente, señalo que las normas que el Código Civil proporcionaba para re-
gular los efectos del pacto respecto de los sucesores de los contratantes (arts.
1387 y ss., CCiv.), fueron eliminadas por el nuevo texto, con lo cual se aplican
las normas generales de este Código en materia sucesoria.

III. Jurisprudencia

1. La situación del comprador con pacto de retroventa es la de un propietario


bajo condición resolutoria ( CNCiv ., sala C, 6/11/1962 , LA LEY, 111 - 15).

2. La declaración del vendedor haciendo valer la facultad resultante del pacto


de retroventa puede acreditarse por cualquier medio de prueba, ya que ella no
ese halla sujeta a formalidad alguna (C. Salta, 23/6/1964 , LA LEY, 115 -659).

3. La existencia del pacto de retroventa es generalmente considerado como un


indicio de simulación del contrato de compraventa al cual se añade, aunque por

2771
sí solo es insuficiente para descalificar el acto ( CNCiv ., sala C, 08/10/1959, LA
LEY, 98 - 7; CNCiv ., sala F, 20/08/1964, LA LEY, 116 - 190).

Art. 1164. Pacto de reventa. Pacto de reventa es aquel por el cual el compra-
dor se reserva el derecho de devolver la cosa comprada. Ejercido el derecho, el
vendedor debe restituir el precio, con el exceso o disminución convenidos.

Se aplican las reglas de la compraventa bajo condición resolutoria.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El Código Civil trataba la venta con pacto de reventa en los arts. 1367 y 1391,
que remitían a los arts. 1380 a 1390 que regulaban el pacto de retroventa. El
Código mercantil no proporcionaba definiciones ni regulación sobre este pacto.

El art. 1100 del Proyecto de 1998 trataba la cuestión con términos idénticos a
los transcriptos.

II. Comentario

El pacto de retroventa y el de reventa consisten en cláusulas de contenido simi-


lar, pero estipuladas a favor de contratantes contrapuestos: el primero, consa-
gra el derecho discrecional del vendedor a dejar sin efecto la venta, mientras
que el segundo otorga al adquirente el derecho unilateral de extinguir la venta
celebrada.

Por este motivo, el Código Civil originario preveía que el régimen del pacto de
retroventa se aplicaba cuando la retroventa se estipulaba a favor del comprador
(art. 1391, CCiv.), en cuyo caso se denominaba pacto de reventa. En virtud de
esa aplicación normativa, el pacto de reventa también estaba prohibido en la
venta de cosas muebles y el plazo máximo por el que podía acordarse en las
ventas inmobiliarias era de tres años (arts. 1380 y 1381, respectivamente,
CCiv.).

2772
Estas cuestiones han quedado modificadas con el nuevo régimen de la retro-
venta y de la reventa que este Código prevé, ya que admite estos pactos tanto
para la venta de cosas muebles como para la de bienes raíces y establece un
plazo máximo de dos y cinco años, respectivamente, según el tipo de cosa ob-
jeto de la venta.

Por lo expuesto, valen entonces las explicaciones dadas en el artículo anterior


al examinar la retroventa, como también las que realizaré en las subsiguientes
normas vinculadas con este tema, a cuyos estudios reenvío al lector.

III. Jurisprudencia

Ver la doctrina judicial relativa del pacto de retroventa (art. 1163), aplicable en
lo pertinente.

Art. 1165. Pacto de preferencia. Pacto de preferencia es aquel por el cual el


vendedor tiene derecho a recuperar la cosa con prelación a cualquier otro ad-
quirente si el comprador decide enajenarla. El derecho que otorga es personal
y no puede cederse ni pasa a los herederos.

El comprador debe comunicar oportunamente al vendedor su decisión de en-


ajenar la cosa y todas las particularidades de la operación proyectada o, en su
caso, el lugar y tiempo en que debe celebrarse la subasta.

Excepto que otro plazo resulte de la convención, los usos o las circunstancias
del caso, el vendedor debe ejercer su derecho de preferencia dentro de los diez
días de recibida dicha comunicación.

Se aplican las reglas de la compraventa bajo condición resolutoria.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La legislación civil anterior disciplinaba el pacto de preferencia en la compra-


venta en los arts. 1368 y 1392 a 1396, CCiv.: el primero lo definía y los restan-

2773
tes regulaban sus aspectos más importantes. El Código mercantil no preveía
normas sobre la materia.

El art. 1101 del Proyecto de 1998 reglaba la cuestión con términos semejantes
a los de este precepto.

II. Comentario

En materia contractual, la nueva legislación regula el pacto de preferencia con


un doble régimen: a) en los arts. 997 y 998, ubicados en la Sección 5ª, " Pacto
de preferencia y contrato sujeto a conformidad" , Capítulo 3, " Formación del
consentimiento" , Título II, " Contratos en general" , de este Libro III, " Derechos
personales" ; y b) en el articulado que trata sobre la compraventa, en los arts.
1165, 1166, 1167 y 1169. El doble sistema no es idéntico y varía en algunos
aspectos como, por ejemplo, el pacto de preferencia genérico es transmisible a
terceros (art. 997), mientras que la preferencia pactada en el contrato de com-
praventa no lo es (art. 1165, similar al régimen del viejo art. 1396, CCiv.). Sin
embargo, los Fundamentos del Código (apartado VI., cit. ) afirman que la regu-
lación del pacto de preferencia en la compraventa se complementa con lo dis-
puesto en la parte general de los contratos.

El nuevo Código mantiene la esencia de cómo este pacto funciona en la com-


praventa: es una estipulación a favor del vendedor para poder recuperar la co-
sa vendida, siempre que el comprador decida enajenar la cosa, que se aplicaba
y se aplica a las compraventas de cosas muebles o de inmuebles. El pacto no
puede cederse ni pasa a los herederos del vendedor (arts. 1165 y 1024, nuevo
Código, arts. 1396 y 1195, CCiv.), ya que es intuitu personae . En todo esto no
hay mayores distinciones.

Sin embargo, el nuevo texto contiene algunas diferencias respecto de su ante-


cesor, entre las cuales destaco las siguientes:

a) en el régimen originario, la preferencia del vendedor tenía lugar sólo si el


comprador decidía venderla o darla en pago, pero no cuando enajenase la co-
sa por otros contratos o constituyese sobre ella derechos reales (art. 1392,
CCiv.). El nuevo sistema es más amplio y extiende la prerrogativa del vendedor
siempre que el adquirente decida enajenar la cosa adquirida, con lo cual se

2774
incorporan otros actos posibles como la permuta, donación, aporte en socie-
dad, transacción, fideicomiso u otros que impliquen transmitir la propiedad de la
cosa y, con ello, configuren una enajenación;

b) el plazo para que el vendedor ejerza la preferencia varía en ambos sistemas:


en el originario, dependía del tipo de cosa objeto del contrato, ya que si se tra-
taba de cosas muebles, el plazo era de tres días, y, si eran inmuebles, diez
días; en ambos casos, el plazo se contaba desde que el comprador le hubiese
comunicado la oferta y demás condiciones que hubiera recibido (arts. 1393 y
1394, CCiv.; cfr. BORDA). En el nuevo régimen, el plazo siempre es de diez
días, cualquiera sea la cosa objeto del negocio y se computa desde que el
comprador comunique al vendedor su decisión de enajenar la cosa y todas las
particularidades de la operación proyectada (art. 1165). Ese plazo puede redu-
cirse o ampliarse si así se estipuló, o surge de los usos o de las circunstancias
del caso;

c) la redacción actual es más clara que la anterior porque impone al comprador


la obligación de comunicar su decisión de enajenar la cosa y demás condicio-
nes de la operación proyectada , mientras que el sistema precedente fijaba la
obligación del comprador de comunicar la oferta que hubiera recibido y las de-
más condiciones que se le hubieran propuesto (arts. 1393 y 1394), lo que cla-
ramente ocurría después de que el comprador había tomado la decisión de
vender la cosa;

d) el nuevo Código expresa que el comprador debe comunicar oportunamente


su decisión al vendedor. Esto significa que debe hacerlo en un tiempo tal que le
permita al antiguo propietario, es decir al vendedor originario, evaluar la conve-
niencia o no de ejercer su preferencia en readquirir la cosa. Por lo tanto, la co-
municación no tiene que ser repentina. El viejo Código no traía previsiones so-
bre este punto;

e) el Código Civil sustituido preveía los efectos de la venta de la cosa por el


comprador que no había dado aviso previo al vendedor: la transferencia era
válida, en protección del tercer adquirente, pero debía indemnizar al primitivo
dueño los perjuicios que le hubiera ocasionado (art. 1394). Esta disposición no
se replica en el régimen actual del pacto de preferencia en la compraventa, ni
en el régimen general de este pacto regulado en los arts. 997 y 998. Sin em-

2775
bargo, el art. 1166 regula genéricamente la cuestión declarando que en las co-
sas registrables, el pacto es oponible al tercero si resulta del documento ins-
cripto en el Registro correspondiente o si de otro modo el tercero tuvo conoci-
miento efectivo de la existencia del pacto, con lo cual, se protege el derecho de
preferencia del vendedor en esas hipótesis, lo que será ampliado al comentar
aquella disposición;

f) otra diferencia entre ambos sistemas se presenta si la cosa se vende por su-
basta: en el régimen anterior, el vendedor tenía derecho a que el comprador le
notificara el día y lugar en que se realizaría el remate si la cosa era inmueble,
mas no tenía derecho alguno si la cosa era mueble (art. 1395); en el nuevo or-
denamiento, el comprador debe comunicar oportunamente al vendedor el tiem-
po y lugar de la subasta, cualquiera fuera el tipo de cosa que se enajene.

Una vez que el comprador notifica al vendedor su decisión de enajenar la cosa,


si éste ofrece las condiciones y requisitos pretendidos por el comprador, se ac-
tiva su prerrogativa y tendrá derecho a ser preferido frente a cualquier otro ter-
cero que proponga las mismas condiciones; la operación, entonces, debe ser
concretada con el vendedor.

Finalmente, queda por señalar que tanto el Código sustituido como el actual no
indican cuál es la forma de la comunicación que debe formular el comprador al
vendedor, ni tampoco cuál es la manera en que el vendedor debe avisar al ad-
quirente su decisión de ejercer la preferencia pactada. Por lo tanto, y salvo que
las partes hayan acordado un modo especial para efectuar esas comunicacio-
nes, en principio rige para ambas el principio de libertad de formas consagrado
genéricamente en el art. 284 para todos los actos jurídicos, aunque para el ca-
so del comprador hay que tener presente la posible aplicación supletoria del
art. 998 que regula la preferencia en general, según el cual esa comunicación
debe ser una " declaración" con los " los requisitos de la oferta" .

III. Jurisprudencia

1. El pacto de preferencia entraña para el promitente dos obligaciones: a) una


de no hacer, consistente en abstenerse de vender la cosa sin hacerlo saber
previamente al beneficiario; otra de hacer, por la cual debe notificarlo con la

2776
debida anticipación para que éste pueda ejercer su facultad (CCiv., sala D,
18/10/1955, JA, 195 5- IV- 408).

2. El solo transcurso del plazo sin que el comprador haya rechazado la cosa,
importa una declaración tácita de que es de su agrado, siendo innecesario que
el vendedor lo interpele para que manifieste expresamente su decisión (CCom.,
sala B, 21/3/1958 , JA, 195 9-I- 6, sum. 48).

3. El pago del precio, sin reserva alguna, importa una declaración tácita del
comprador de que la cosa es de su agrado (CFed., 10/02/1965, JA, 196 5- I I-
476).

Art. 1166. Pactos agregados a la compraventa de cosas registrables. Los


pactos regulados en los artículos precedentes pueden agregarse a la compra-
venta de cosas muebles e inmuebles. Si la cosa vendida es registrable, los
pactos de retroventa, de reventa y de preferencia son oponibles a terceros inte-
resados si resultan de los documentos inscriptos en el registro correspondiente,
o si de otro modo el tercero ha tenido conocimiento efectivo.

Si las cosas vendidas son muebles no registrables, los pactos no son oponibles
a terceros adquirentes de buena fe y a título oneroso.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

Como lo expuse en los comentarios anteriores, el viejo Código Civil sólo autori-
zaba los pactos de retroventa y de reventa para la venta de cosas inmuebles
(arts. 1380 y 1391), pero admitía la cláusula de preferencia en todo tipo de ven-
tas (doct. arts. 1393 y 1395). En cuanto a su oponibilidad a terceros, el sistema
del Código Civil protegía al vendedor o al comprador, en la retroventa o en la
reventa respectivamente, ya que establecía que la obligación de sufrir la retro-
venta pasaba a los terceros adquirentes de la cosa, aunque en la venta que se
les hubiese hecho no se hubiere expresado que la cosa vendida estaba sujeta
a un pacto de retroventa (art. 1388, CCiv., aplicable a la reventa por remisión
del art. 1391, CCiv.; norma criticada duramente por BORDA). En cuanto al de-

2777
recho de preferencia, la legislación anterior desprotegía en parte al vendedor,
ya que establecía que si el comprador vendía la cosa sin avisar al vendedor, la
venta era válida pero debía indemnizarlo de los perjuicios que le hubiera oca-
sionado (arts. 1394 y 1395).

El art. 1102 del Proyecto de 1998 reglaba la cuestión con términos parecidos a
la norma actual.

II. Comentario

El artículo que se anota regula dos cuestiones importantes vinculadas con los
pactos de retroventa, reventa y preferencia: a) cuál es su ámbito de aplicación
o, mejor, a qué tipo de cosas se aplican esos pactos; y b) cuáles son los efec-
tos de esos pactos frente a terceros, que varían según determinadas condicio-
nes. Los examinaré seguidamente.

a) El nuevo Código amplía el régimen del sistema sustituido, ya que admite


expresamente que los pactos de retroventa y de reventa se acuerden en la
venta de cosas muebles e inmuebles, cuando el régimen originario del Código
Civil solo los validaba para la venta de inmuebles. En cuanto al pacto de prefe-
rencia, no hay mayores cambios, ya que ambos ordenamientos admiten su es-
tipulación para cosas muebles e inmuebles.

b) En cuanto a los efectos de estos pactos, el art. 1166 establece un régimen


general para determinar cuándo los pactos de retroventa, reventa y de prefe-
rencia son oponibles a los terceros interesados. La norma regula diversamente
la materia según que se trate de cosas registrables — inmuebles, automotores,
maquinaria agrícola y vial, buques, aeronaves, etc.— o de cosas muebles no
registrables. Este régimen de oponibilidad modifica el sistema del Código Civil
previsto en el art. 1388 para la retroventa, y para la reventa por remisión del art.
1391, y el sistema de la preferencia establecido en el art. 1394, CCiv.

Para las cosas registrables, el nuevo sistema protege al beneficiario del pacto
de que se trate al disponer que ese cláusula será oponible a los terceros inte-
resados si: a) el pacto surge de los documentos inscriptos en el Registro que
corresponda, es decir, aplicando los efectos de la publicidad registral; o b) si el
tercero tuvo de otro modo conocimiento efectivo del pacto en cuestión. En

2778
cualquiera de esas hipótesis, el pacto de retroventa, reventa o preferencia pue-
de hacerse valer ante el tercero interesado, frente a quien podrá invocarse el
derecho contenido en el pacto ignorado, con el impacto que ello tendrá en la
restitución de la cosa al titular del pacto no respetado y demás cuestiones vin-
culadas a ello.

Para las cosas muebles no registrables, el sistema protege al tercero adquiren-


te si es de buena fe y a título oneroso, consolidándose el derecho que haya
adquirido sobre la cosa si reúne esos requisitos. En caso contrario, prevalecerá
el derecho del titular del pacto de retroventa, reventa o preferencia, según el
supuesto de que se trate.

Art. 1167 Plazos. Los pactos regulados en los artículos precedentes pueden
ser convenidos por un plazo que no exceda de cinco años si se trata de cosas
inmuebles, y de dos años si se trata de cosas muebles, contados desde la ce-
lebración del contrato.

Si las partes convienen un plazo mayor se reduce al máximo legal. El plazo


establecido por la ley es perentorio e improrrogable.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El Código Civil establecía que el pacto de retroventa y el de reventa, que sólo


regían en las ventas de inmuebles, no podían tener un plazo mayor de tres
años, desde el día del contrato (art. 1381, CCiv., aplicable a la retroventa por el
art. 1391, CCiv.). El pacto de preferencia no tenía determinado por ley un plazo
máximo de duración (cf. Borda).

La fuente inmediata del precepto es el art. 1103 del Proyecto de 1998, de


términos muy similares al actual.

II. Comentario

La norma que se comenta constituye una disposición de orden público — o , en


su caso, de carácter imperativo, ya que no es lo mismo una cosa que otra—

2779
que impide a las partes establecer condiciones más amplias que las admitidas
en ella (doct. arts. 12, 944, 958, 962 y concs.; cfr. Spota).

La disposición determina cuáles son los plazos máximos posibles de los pactos
de retroventa, reventa y de preferencia, que varían según el tipo de cosa objeto
del contrato: dos años en caso de muebles y cinco años en caso de inmuebles.
Este último tiempo pareciera excesivo no sólo en comparación con el término
más reducido, de tres años, que estipulaba el Código Civil originario para la
retroventa y para la reventa (arts. 1381 y 1391) sino, especialmente, para la
seguridad de las transacciones inmobiliarias, especialmente en materia de re-
troventa y reventa, dado que quedarían en algún punto inciertas por estar suje-
tas a una condición resolutoria y a un dominio imperfecto revocable (art. 1964),
que no permitiría al titular del dominio consolidar su derecho respecto de la co-
sa adquirida sino hasta después de vencido ese largo plazo. Especialmente si
se advierte que coincide con el plazo ordinario de prescripción de cinco años
estatuido por el nuevo Código con carácter general (art. 2560), sensiblemente
inferior a los diez años de sus predecesores (art. 4023, CCiv., y art. 846,
CCom.), lo que denotaría un ánimo de consolidar las relaciones jurídicas y de-
rechos en menor tiempo que el previsto en las normas sustituidas (cf. Funda-
mentos del Código, apartado IX], Libro Sexto, " Disposiciones comunes a los
derechos personales y reales" , punto 8, " Plazos de prescripción" ).

Los plazos se computan desde la celebración del contrato, cualquiera sea la


fecha en que la cosa se haya entregado al comprador. Si las partes estipularan
plazos más amplios, quedan reducidos a los términos fijados en este artículo,
por tratarse de una norma imperativa o, en su caso, de orden público, como he
indicado. Tampoco las partes pueden prorrogar ni renovar el plazo inicial esta-
blecido, de manera que sumado al tiempo originario supere los términos de dos
o cinco años establecidos por la ley, ya que el plazo es " perentorio e improrro-
gable" , como señala la norma. Todo esto es, precisamente, consecuencia di-
recta del señalado carácter de orden público, o imperativo, de la disposición
que se analiza.

III. Jurisprudencia

2780
1. El plazo establecido por el art. 1381, CCiv., es de orden público, por lo que
es nula cualquier convención en la medida que lo amplíe (C2ª La Plata,
22/7/1958 , JA, 1959 - I - 165).

2. Si las partes no han estipulado el plazo para la retroventa, debe estarse al


indicado en el art. 1381, CCiv. (C. Stgo. del E., 5/8/1963 , LA LEY, 114 - 26).

Art. 1168. Venta condicional. Presunción. En caso de duda, la venta condi-


cional se reputa hecha bajo condición resolutoria, si antes del cumplimiento de
la condición el vendedor hace tradición de la cosa al comprador.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El Código Civil preveía una norma prácticamente exacta a la transcripta (art.


1372), incorporada a continuación de la regulación de las ventas sujetas a con-
dición suspensiva (art. 1370) y resolutoria (art. 1371). El Código mercantil no
preveía una disposición semejante.

El art. 1104 del Proyecto de 1998 regulaba la cuestión con términos casi idénti-
cos a los transcriptos.

II. Comentario

El artículo constituye una regla de interpretación de la voluntad contractual — o


tra más de las tantas que se advierten en este capítulo destinado a disciplinar
la compraventa— que rige la vinculación entre las partes, salvo que ellas hayan
acordado darle otro efecto a la condición estipulada en el convenio (arts. 12,
958, 962 y concs.).

La presunción legal se fundamenta en el presupuesto de hecho de que la cosa


haya sido entregada por el vendedor al comprador. BORDA explica que es
lógica la presunción legal porque el vendedor bajo condición suspensiva no
tiene obligación alguna de entrega la cosa y sí la tiene quien ha vendido bajo
condición resolutoria.

2781
Por lo tanto, en caso de duda sobre si enfrentamos a uno u otro tipo de venta
condicional, la ley presume que la condición pactada es resolutoria si antes de
su cumplimiento el vendedor había hecho tradición de la cosa al comprador.

III. Jurisprudencia

1. Se ha resuelto que hay condición cuando la compraventa se subordina al


hecho de que el comprador obtenga un préstamo para pagar el precio conveni-
do (CCiv. 1ª, 26/4/1950 , JA, 1950 - IV - 819; SCBA, 8/3/1960 , LA LEY, 98 -
622).

2. En general, la condición es resolutoria cuando las partes, o alguna de ellas,


cumple el contrato antes de que se hubiera producido el hecho condicionante
(CJ Salta, 28/9/1964 , LA LEY, 118 - 60).

Art. 1169. Efecto de la compraventa sujeta a condición resolutoria. La


compraventa sujeta a condición resolutoria produce los efectos propios del con-
trato, pero la tradición o, en su caso, la inscripción registral, sólo transmite el
dominio revocable.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

La legislación civil precedente regulaba la venta bajo condición resolutoria en el


art. 1371, CCiv., cuyo inc. 1°, establecía un principio general similar al estable-
cido en la primera parte de la disposición que se comenta: en este tipo de ven-
ta, el comprador y el vendedor quedan obligados como si la venta no fuese
condicional. La segunda parte del precepto que se anota se refleja en ciertas
disposiciones del Código Civil vinculadas con la venta bajo condición resoluto-
ria y con el dominio revocable (doct. arts. 1371, 2663, 2668 y concs., CCiv.).

El art. 1105 del Proyecto de 1998 contiene un texto casi idéntico al actual.

II. Comentario

2782
Las ventas sujetas a condición resolutoria son aquellas en las que se subordina
la resolución de un derecho adquirido a un hecho futuro e incierto (art. 343).
Entre otros supuestos, quedan incluidas las compraventas con pacto de retro-
venta y con pacto de reventa (arts. 1163 y 1164).

La venta bajo condición resolutoria se rige: a) por lo dispuesto en el art. 1169;


b) por las disposiciones generales aplicables a toda condición resolutoria (arts.
343 a 349); y c) finalmente, por las reglas del dominio revocable (arts. 1964 a
1969), dado que es la clase de dominio que adquiere el comprador en este tipo
de acuerdos.

La norma anotada establece dos reglas para las compraventas sujetas a condi-
ción resolutoria: la primera, que este tipo de ventas produce los efectos propios
del contrato; la segunda, que la tradición o la inscripción registral sólo transmite
un dominio revocable.

Como se advierte claramente, la disposición separa los efectos que el contrato


produce en el ámbito de los derechos personales — primera parte— , de aque-
llos que genera en el área de los derechos reales — segunda parte—:

a) En el primer campo, este tipo de venta produce los " efectos propios" del
contrato. Esto significa que las partes quedan recíprocamente obligadas a
cumplir el conjunto de obligaciones y deberes colaterales que surjan del contra-
to, ya sean convencionales, legales o emergentes de los usos aplicables. Y,
asimismo y como contrapartida, ambos contratantes quedan facultados a ejer-
cer los derechos comprendidos en esta figura jurídica. En definitiva, las partes
deben actuar " como si la venta no fuese condicional" , como rezaba con buena
técnica el antiguo art. 1371, inc. 1°, CCiv., cuya esencia en este punto no se ha
modificado;

b) En el ámbito de los derechos reales, el Código establece que la tradición de


la cosa, que resulta indispensable para adquirir el derecho real de dominio so-
bre el objeto transmitido (doct. arts. 750, 1892 y concs.), sólo transmite un do-
minio revocable . Idéntico efecto se produce en los casos en que la legislación
impone la inscripción registral como constitutiva del derecho real que se trans-
mita, como sucede, por ejemplo, en la transferencia de automotores, maquina-

2783
ria vial y agrícola (doct. arts. 1° y concs., dec.-ley 6582/1958, ley E- 0492 según
Digesto Jurídico Argentino aprobado por ley 26.939).

La aclaración legal que realiza el art. 1169, última parte, no era en verdad ne-
cesaria: por aplicación de lo dispuesto en el art. 1965, el dominio que se trans-
mite al comprador cuando la venta se sujeta a una condición resolutoria es im-
perfecto por ser revocable, desde que está restringido en su posible duración
temporal.

Al tratarse de un dominio revocable, cumplida la condición a que se subordinó


el contrato, el titular del dominio imperfecto debe restituir la cosa a su antiguo
propietario, aplicándose: a) los arts. 1964 a 1969, que regulan los efectos pro-
pios de la revocación dominial; b) las reglas sobre obligaciones de dar para
restituir a su dueño (arts. 759 a 761); y c) las disposiciones en materia de fru-
tos, mejoras, etc., en lo que puedan correspondan (arts. 1932 a 1940).

2784
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 1. COMPRAVENTA
Comentario de Mariano ESPER
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

Sección 8ª - BOLETO DE COMPRAVENTA.

Art. 1170. Boleto de compraventa de inmuebles.

Art. 1171. Oponibilidad del boleto en el concurso o quiebra

Art. 1170. Boleto de compraventa de inmuebles. El derecho del comprador


de buena fe tiene prioridad sobre el de terceros que hayan trabado cautelares
sobre el inmueble vendido si:

a) el comprador contrató con el titular registral, o puede subrogarse en la posi-


ción jurídica de quien lo hizo mediante un perfecto eslabonamiento con los ad-
quirentes sucesivos;

b) el comprador pagó como mínimo el veinticinco por ciento del precio con an-
terioridad a la traba de la cautelar;

c) el boleto tiene fecha cierta;

d) la adquisición tiene publicidad suficiente, sea registral, sea posesoria.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

1. La legislación civil

El Código Civil extinguido no contenía una disposición como la que se anota.


Regulaba todo lo atinente al boleto de compraventa únicamente en dos normas
que disciplinaban unos pocos aspectos relativos a este extendido instrumento
contractual: el art. 1185 bis , incorporado en 1968 por la ley 17.711, luego mo-

2785
dificado por la ley 17.940,que regulaba la oponibilidad del boleto al concurso o
quiebra del vendedor, tema legislado en el siguiente artículo de este Código, y
el art. 2355, cuyo último párrafo, también incorporado por la ley 17.711, reputa-
ba legítima la adquisición de la posesión de inmuebles de buena fe, mediando
boleto de compraventa, en una redacción que generó polémicas doctrinarias
aún no agotadas.

En lo demás, la Código precedente no traía normas expresas que rigieran los


numerosos conflictos que genera el masivo boleto de compraventa inmobiliaria,
por lo que para resolver esas controversias e interpretarlo adecuadamente deb-
ían aplicarse las normas y principios generales que el Código Civil establecía,
básicamente, en materia de actos jurídicos, obligaciones, contratos y derechos
reales.

En la legislación civil general, el tema del boleto de compraventa de inmuebles


se regulaba también en dos regímenes específicos: a) la ley 14.005 de Venta
de Inmuebles en Lotes y Pagaderos a Plazos (ley E- 372, según Digesto Jurídi-
co Argentino aprobado por ley 26.939); y b) en la ley 19.724 de Prehorizontali-
dad — complementada por la ley 20.276 de Excepciones al Régimen de Pre-
horizontalidad— .

Esas normas legislaban sobre el boleto de compraventa de inmuebles en el


específico marco de aplicación de esos regímenes, por lo cual sus disposicio-
nes no podían traspolarse a situaciones ajenas a esos ámbitos. La ley
14.005permanece vigente; las leyes 19.724 y 20.276 fueron derogadas por el
nuevo ordenamiento —art. 3, inc. a), de la ley que aprobó el nuevo Código— y
todo el régimen de prehorizontalidad se comprimió en el marco sencillo y poco
protectorio provisto por los arts. 2070 a 2072 del Código.

2. La legislación mercantil

Como el Código de Comercio derogado no regulaba directamente las ventas de


inmuebles (doct. arts. 8, incs. 1° y 2°, 451, 452, inc. 1°, entre otros), no conten-
ía en consecuencia disposiciones que trataran lo relativo al boleto de compra-
venta inmobiliaria.

3. La fuente directa del art. 1170

2786
Finalmente, señalo que el Proyecto de 1998 no contenía una disposición seme-
jante a la transcripta. Tampoco la tenían el Proyecto de Unificación de la Legis-
lación Civil y Comercial de la Nación de 1987 ni el Proyecto de Reformas al
Código Civil elaborado por la Comisión designada por dec. 468/1992.

II. Comentario

1. El boleto de compraventa. Generalidades

El tradicionalmente conflictivo tema del boleto de compraventa de inmuebles —


b asta recordar la existencia de un viejísimo plenario, " Baño C. Spinedi" (CCiv.
Cap., en pleno, 16/3/1918 , JA 1- 222), para ratificar el aserto— ha sido esca-
samente regulado por el nuevo ordenamiento, que previó solo dos disposicio-
nes específicas destinadas a tratar algunos de sus efectos, dejando sin conte-
nido regulador concreto a numerosos controversias que cotidianamente genera
este instrumento utilizado cotidianamente en las ventas inmobiliarias, y también
en ciertas ventas mobiliarias registrables (automotores, embarcaciones, etc.).
Ello, pese a que desde hace tiempo las V Jornadas de Derecho Civil (Rosario,
1971) habían recomendado que " es necesario reemplazar los arts. 1185 bis y
2355 última parte, por un régimen eficaz de protección a los adquirentes por
boleto de compraventa, el que debe contemplar las variadas situaciones que
pueden presentarse sujetándose a un adecuado régimen de publicidad" (Con-
clusiones de los Congresos y Jornadas Nacionales de Derecho Civil 1927 -
2003 , Buenos Aires, La Ley, 2005, p. 46). Por lo tanto, todos los aspectos no
específicamente tratados por los arts. 1170 y 1171 que examinaré, se regu-
larán por las disposiciones generales del Código (arts. 756, 1916, entre tantos
otros).

El Código tampoco toma partido en la principal de las cuestiones conflictivas


vinculadas con esta figura: cuál es la naturaleza jurídica del boleto (cf. Negri),
es decir, si se trata de un contrato preliminar de venta, si se trata del contrato
definitivo, perfecto y concluido de compraventa de un inmueble o si se trata de
otro tipo de vínculo jurídico. La doctrina al respecto es vastísima (cfr. Morello,
Gatti - Alterini, Etchegaray, Rocco, Mariani De Vidal, Mosset Iturraspe, " La dis-
cutida... " , ob. cit. , entre tantos otros).

2787
La referida cuestión tiene una consecuencia práctica decisiva en el régimen del
nuevo Código, ya que si se reputa al boleto como un contrato preliminar habrá
que aplicar las reglas que los arts. 994 a 996 establecen para los contratos pre-
liminares, entre las cuales se determina que su plazo de vigencia es de un año,
que las partes podrán renovar " a su vencimiento" (art. 996) — ¿ antes no?— ,
lo que impactará decididamente en la mecánica de esta masiva figura jurídica
que frecuentemente se celebra por períodos muy superiores al plazo legal indi-
cado. La naturaleza jurídica del boleto no impactará en materia de asentimiento
conyugal de inmuebles gananciales en el régimen de comunidad cuando se
pretenda enajenarlos o gravarlos, ya que sea que se repute al boleto como un
contrato definitivo de venta o sólo se lo califique como un contrato preliminar de
venta, la ley exige para ambos supuestos la prestación del asentimiento del
cónyuge no titular del inmueble (art. 470).

2. Boleto de compraventa y medidas cautelares sobre el inmueble

El precepto predispone reglas generales para clarificar una de las cuestiones


más debatidas vinculadas con esta figura: el conflicto entre el titular de un bole-
to de compraventa y el acreedor del vendedor que solicitó alguna medida cau-
telar sobre el inmueble objeto de la venta.

La línea legislativa adoptada por el Código toma partido en esta debatida cues-
tión y consolida la corriente jurisprudencial que predicaba la aplicación analógi-
ca del régimen de oponibilidad del viejo art. 1185 bis , CCiv., a las ejecuciones
individuales. El sistema del art. 1185 bis , CCiv., se mantiene casi sin variantes
en el nuevo Código, como se verá al examinar el siguiente art. 1171. La norma
comprende las medidas cautelares trabadas sobre el inmueble, lo que incluye
el embargo, la anotación de litis, la prohibición de contratar u otras que puedan
decretarse sobre el bien raíz de acuerdo con la legislación procesal que co-
rresponda aplicar.

El art. 1170 que se comenta estandariza el sistema de oponibilidad del boleto


de compraventa a terceros acreedores: ya se trate de ejecuciones individuales
o colectivas, la ley otorga prevalencia al adquirente por boleto de compraventa
en la medida que se reúnan las condiciones que la ley establece para cada ca-
so.

2788
Los requisitos que el art. 1170 prescribe para otorgar preferencia o prioridad al
adquirente del inmueble por boleto de compraventa frente a terceros que hayan
trabado medidas cautelares sobre el bien raíz enajenado son los siguientes:

a) Buena fe : este requisito surge del encabezamiento del artículo. El art. 1185
bis , CCiv., ya lo imponía para las ejecuciones colectivas. El adquirente debe
tener buena fe en el momento de la celebración del contrato ;

b) Contratación directa con el titular registral o subrogación en la posición jurí-


dica de quien lo hizo mediante un perfecto eslabonamiento con los adquirentes
sucesivos , lo que permite proteger al cesionario sucesivo de un mismo boleto
de compraventa, siempre que haya una concatenación perfecta que vincule al
adquirente con el titular registral originario del inmueble;

c) Pago como mínimo del 25% del precio, con anterioridad a la traba de la cau-
telar : el pago de esa porción mínima del precio reitera el porcentaje que preve-
ía el extinto art. 1185 bis . El art. 1171 reitera esta pauta . El pago tiene que
haber sido realizado antes de la traba de la medida cautelar, lo que entiendo se
refiere al momento que el Registro inmobiliario correspondiente toma razón o
inscribe la orden del juez de decretar la medida cautelar. Recordemos que, en
cuanto al pago, siguen vigentes las disposiciones de orden público de la ley
25.345 de Prevención de la Evasión Fiscal (ley L - 2441, según Digesto Jurídi-
co Argentino aprobado por ley 26.939), pese a que la realidad haya desvirtuado
su intención y prescripciones ;

d) Fecha cierta del boleto: el nuevo Código alteró el nunca pacífico régimen de
la fecha cierta de los instrumentos privados que establecía el art. 1035, CCiv., y
fijó una regla general y abierta en la materia, considerando que un instrumento
privado adquiere fecha cierta frente a terceros " el día en que acontece un
hecho del que resulta como consecuencia ineludible que el documento ya es-
taba firmado o no pudo ser firmado después" (art. 317). Esta flexibilidad norma-
tiva permite que la jurisprudencia reconozca como hechos que otorgan fecha
cierta a los instrumentos privados a supuestos que actualmente son de discuti-
ble admisión. Al exigir fecha cierta al boleto para su preferencia ante medidas

2789
cautelares sobre el inmuebles, la legislación vigente aclara un tema muy discu-
tido en la doctrina (cfr. Gatti- Alterini).

d) Publicidad suficiente de la adquisición : el Código admite las variantes de


publicidad registral o posesoria para tener por satisfecho este requisito. La pu-
blicidad puede verificarse si el titular del boleto fue puesto en posesión de la
cosa o si el instrumento ingresó para su inscripción en el Registro pertinente,
cuando ello se encuentre autorizado. La ley no aclara si la relación de poder
posesoria o la inscripción en el Registro debió comenzar antes de la traba de la
medida cautelar sobre el inmueble o si puede serlo después.

III. Jurisprudencia

La naturaleza jurídica del boleto de compraventa dio lugar a pronunciamientos


encontrados :

1. El llamado boleto de compraventa de inmueble constituye un verdadero con-


trato de compraventa ( CNCiv ., sala A, 6/11/1969 , LA LEY, 138 - 412; CNCiv .,
sala C, 12/5/1961 , LA LEY, 106 - 42).

2. Sólo configura una promesa de contratar de la cual no surgen los efectos de


la compraventa ( CNCiv ., sala F,11/6/1970 , JA, 8 - 1970 - 357; CNCiv ., sala
C, 26/10/1955, LA LEY, 81 - 319).

Art. 1171. Oponibilidad del boleto en el concurso o quiebra. Los boletos de


compraventa de inmuebles de fecha cierta otorgados a favor de adquirentes de
buena fe son oponibles al concurso o quiebra del vendedor si se hubiera abo-
nado como mínimo el veinticinco por ciento del precio. El juez debe disponer
que se otorgue la respectiva escritura pública. El comprador puede cumplir sus
obligaciones en el plazo convenido. En caso de que la prestación a cargo del
comprador sea a plazo, debe constituirse hipoteca en primer grado sobre el
bien, en garantía del saldo de precio.

2790
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del
nuevo texto

El precepto constituye una fusión del derogado art. 1185 bis , CCiv., y del art.
146, ley 24.522 de Concursos y Quiebras.

El Proyecto de 1998 no contenía una disposición similar a la transcripta, como


tampoco la tenían el Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial
de la Nación de 1987 ni el Proyecto de Reformas al Código Civil elaborado por
la Comisión designada por dec. 468/1992.

II. Comentario

El artículo regula el régimen de oponibilidad del titular de un boleto de compra-


venta de inmuebles frente al concurso o quiebra del vendedor, para hacer valer
su instrumento y el derecho que él refleja. El sistema que propone no es nuevo
en el Derecho argentino ya que, como expresé en el apartado anterior, la nor-
ma constituye una refundición de dos disposiciones: el art. 1185 bis , CCiv.,
que se ha derogado, y el art. 146, ley 24.522 de Concursos y Quiebras que
permanece vigente. A ambas disposiciones, se adiciona la exigencia de que el
boleto debe tener fecha cierta.

Desde un punto de vista de la claridad y simplicidad legislativa, podría haberse


evitado este artículo y dejar que la cuestión se regule dentro de la legislación
concursal específica, que traía y trae una norma al respecto. Los propios Fun-
damentos del Código (apartado VI, cit. ) reconocen que se trata de una norma
de tipo concursal y que ese tipo de relaciones se rige por su legislación espe-
cial, aunque se optó por mantener esta disposición por el valor histórico que
ella tiene.

Los requisitos que el artículo exige para que el adquirente por boleto pueda
oponer su instrumento al concurso o quiebra del vendedor y, por lo tanto, tenga
un trato preferencial diferenciado del régimen de los acreedores quirografarios,
son los siguientes:

a) El adquirente debe ser de buena fe;

2791
b) El boleto debe tener fecha cierta, como también exige el art. 1170 para hacer
prevalecer el boleto frente a las medidas cautelares trabadas sobre el bien raíz;

c) El comprador debe haber abonado el veinticinco por ciento del precio de


venta, como mínimo. La norma no aclara cuándo debió verificarse ese pago,
pero la doctrina judicial del plenario capitalino Arturo de Zaguir v. Concepción
Arenal SCA (LL 1981- C- 465) aclara que el precio debió ser abonado antes de
la falencia del vendedor;

d) No se requiere que se haya transmitido la posesión al comprador, ratificando


la doctrina del referido plenario.

Reunidos estos requisitos, el art. 1171 establece que el juez debe disponer el
otorgamiento de la escritura pública a favor del comprador. Se unifica, así, la
directriz prevista en el art. 146, ley 24.522, que también obliga al juez a dispo-
ner esa medida, y mejora la expresión potestativa (" podrá" ) que contenía el
desaparecido art. 1185 bis , CCiv. El art. 146 de la legislación falencial agrega
que la decisión del juez se adoptará cualquiera fuera el destino del inmueble, a
diferencia de su predecesora, la vieja ley 19.551 de Concursos y Quiebras, que
limitaba la aplicación a inmuebles destinados a vivienda (cfr. Fassi).

La norma concluye con una medida protectoria del derecho del comprador por
boleto, para que no vea reducida su posibilidad de oponer el boleto al concurso
o quiebra del enajenante, y una disposición protectoria del concursado o fallido:
a) por la primera, se mantienen los plazos de cumplimiento de las obligaciones
del adquirente; y b) por la segunda, si la obligación del comprador fuera a pla-
zo, se debe constituir hipoteca en primer grado sobre el inmueble, en garantía
del pago del saldo de precio.

III. Jurisprudencia

1. El pago del 25% del precio a que alude el art. 1185 bis del Cód. Civil debe
haber sido efectuado por el comprador antes de la falencia del vendedor, haya
mediado o no por parte del ahora fallido la entrega de la posesión del inmueble
vendido a aquél ( CNCom ., en pleno 8/7/1981 , LA LEY, 1 9 81- C, 465).

2792
2. El embargo trabado sobre un inmueble o el proceso concursal abierto con
anterioridad a la enajenación mediando boleto de compraventa es oponible al
adquirente. El adquirente de un inmueble mediando boleto triunfa en la tercería
de mejor derecho o en la acción de oponibilidad ejercida en el proceso indivi-
dual o concursal, si se cumplen los siguientes recaudos: a)El boleto tiene fecha
cierta o existe certidumbre fáctica de su existencia anterior al embargo o a la
apertura del concurso; b) El boleto tiene publicidad (registral o posesoria); c) El
tercerista o peticionante en el concurso ha adquirido de quien es el titular regis-
tral o esta en condiciones de subrogarse en su posición jurídica mediante un
perfecto eslabonamiento entre los sucesivos adquirentes; d) El tercerista o pe-
ticionante en el concurso es de buena fe y ha pagado el 25% del precio con
anterioridad a la traba del embargo o a la apertura del concurso universal (SC
Mendoza, 30/05/1996, LLAR/JUR/3023/1996).

3. Cuando no se reitera en la escritura la cláusula sobre prórroga de jurisdic-


ción incluida en el boleto de compraventa, cabe inclinarse por la no subsisten-
cia de aquélla, en razón de lo dispuesto por los arts. 1 y 2, CPCC Bs. As., y 3 y
37, ley 24240. Si bien el boleto de compraventa inmobiliaria es un contrato pre-
liminar o precontrato, válido como tal, en el cual las partes se obligan a celebrar
el contrato definitivo de compra y venta, mediante el otorgamiento de la escritu-
ra pública prescripta en el art. 1184 inc. 1° del Código Civil, el contrato no que-
da concluido como tal mientras la escritura pública no se haya firmado, por lo
que no existe ultraactividad del boleto más allá de la firma de la escritura (del
voto de la mayoría) (SCBA, 21/9/2011 , AP/JUR/1109/2011).

2793
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 2. PERMUTA
Comentario de Mariano ESPER
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

Art. 1172. Definición.

Art. 1173. Gastos.

Art. 1174. Evicción.

Art. 1175. Norma supletoria.

Bibliografía de la reforma: Borda, Alejandro, "La permuta en el Proyecto de


Código Civil y Comercial de la Nación de 2012" , LL AR/DOC/6242/2012; Cen-
tanaro, Esteban, "Permuta" , en Universidad Católica Argentina. Facultad de
Derecho. (2012). Análisis del proyecto de nuevo Código Civil- Comercial 2012
[en línea]. Buenos Aires, El Derecho. Disponible en: http:/ bibliotecadigi-
tal.uca.edu.ar/repositorio/libros/analisis - proyecto - nuevo - codigo -civil.pdf .

Bibliografía clásica: Alterini, Atilio A., Contratos. Civiles. Comerciales. De con-


sumo. Teoría general , 2ª ed. act., reimp., Abeledo - Perrot, Buenos Aires,
2011; Borda, Guillermo A. , Tratado de Derecho Civil. Contratos , t. I, 8ª ed. act.
por Alejandro Borda, Abeledo - Perrot, Buenos Aires, 2005; Esborraz, David F. ,
" Compraventa " , en Nicolau, Lidia N. (dir.) - Ariza, Ariel C. - Hernández, Carlos
A . (coords.), Fundamentos de Derecho contractual. Parte especial, t. II, La Ley,
Buenos Aires, 2009; Esper, Mariano , " Permuta " , en Esper, Mariano y otros,
Manual de contratos civiles y comerciales. Parte especial, Abeledo - Perrot,
Buenos Aires, 2011; Favier - Dubois, Eduardo M. - Nocita, Rafael, " Permuta “,
en Etcheverry, Raúl A., Derecho Comercial y Económico. Contratos. Parte es-
pecial, t. 1, Astrea, Buenos Aires, 1991; López De Zavalía, Fernando J. , Teoría
de los contratos , t. 2. Parte especial, v. 1, 2ª ed., Zavalía, Buenos Aires, 1991;
Mosset Iturraspe, Jorge, Compraventa inmobiliaria, Ediar, Buenos Aires, 1976;
Mosset Iturraspe, Jorge , Contratos , Rubinzal - Culzoni, Santa Fe, 1995;

2794
Rezzónico, Luis María , Estudio de los contratos en nuestro Derecho Civil.
Compraventa. Permuta, cambio o trueque. Cesión de derechos, 3ª ed. ampl. y
act., Depalma, Buenos Aires, 1967; Salvat, Raymundo M. , Tratado de Derecho
Civil argentino. Fuentes de las obligaciones, t. III, 2ª ed., actual. por Arturo
Acuña Anzorena, 1ª reimp., T.E.A., Buenos Aires, 1957; Spota, Alberto G. , Ins-
tituciones de Derecho Civil. Contratos, v. IV, Depalma, Buenos Aires, 1979;
Wayar, Ernesto C., Compraventa y permuta , Astrea, Buenos Aires, 1984.

I. Introducción

En la legislación derogada, el contrato de permuta se encontraba regulado úni-


camente en el Código Civil, en los arts. 1485 a 1492, ubicados en el Título V, "
De la permutación" , Sección 3ª, Libro II, y también en los arts. 2128 a 2131,
CCiv., que trataban la evicción entre los copermutantes. El Código mercantil no
ofrecía disposiciones sobre la materia.

Metodológicamente, la permuta se trataba a continuación del contrato de ce-


sión de créditos (arts. 1434 a 1484, CCiv.), en lugar de estar a continuación del
contrato de compraventa (arts. 1323 a 1433, CCiv.). El nuevo Código disciplina
la permuta a continuación de la compraventa, como parece ser lo más lógico, lo
que evidencia una mejora metodológica (Centanaro).

La legislación nacional regulaba la permuta en los preceptos referidos, aunque


podría haber prescindido de alguno de ellos, ante notoria afinidad entre este
contrato y la compraventa y ante la remisión general a las normas de la com-
praventa que efectuaba el art. 1492, CCiv. Por ello, la doctrina consideraba "
perfectamente sobreabundantes e inútiles" a los arts. 1490 a 1491, CCiv. (Bor-
da, Guillermo A.)

Desde antiguo, por ejemplo, ya el Anteproyecto Bibiloni de 1926, sólo contenía


una disposición relativa a la permuta, que disponía que las normas de la com-
praventa se aplicaban por analogía al trueque de bienes (Anteproyecto de Re-
formas al Código Civil argentino , t. VI, "Obligaciones. Parte especial" , Abele-
do, Buenos Aires, 1932, p. 47), y los posteriores proyectos de reforma tendie-
ron desde siempre a simplificar y reducir el articulado destinado a regular la
permuta, estableciendo mínimas pautas, y dejando que todo lo demás quede

2795
regulado por las disposiciones de la compraventa. Así procede también el nue-
vo Código, en consonancia con los proyectos precedentes.

El nuevo ordenamiento regula la permuta, directamente, en los arts. 1172 a


1175. Sin embargo, también provee normas aplicables a esta figura en los arts.
1039 y ss. — obligación de saneamiento— y en el art. 1126 — permuta mixta o
con saldo— , que deben por ello ser tenidos en cuenta al momento de exami-
nar este contrato.

Los arts. 1172 a 1175 se han tomado del Proyecto de Código Único Civil y Co-
mercial de 1998, que regulaba la permuta en los arts. 1106 a 1109, con térmi-
nos muy similares a los del nuevo Código.

Por último, señalo que el nuevo ordenamiento no ha reproducido el art. 1486,


CCiv., como tampoco su espejo en la compraventa, el art. 1425, CCiv. (Rezzó-
nico, Borda), que también se suprime, aunque la regla que ellos consagraban
puede considerarse comprendida ya sea en la figura de la " suspensión del
cumplimiento" (art. 1031), que es la vieja y conocida " excepción de incumpli-
miento contractual" (arts. 510 y 1201, CCiv.; cf. SPOTA) o en la figura de la
tutela preventiva que ahora regula el art. 1032 (esto último, cf. BORDA, Alejan-
dro), ambas recogidas por este Código. Tampoco se replican los arts. 1487 y
1488, CCiv., ni las disquisiciones sobre evicción total o parcial de la cosa per-
mutada, que realizaban los arts. 2128 a 2131, CCiv.

Art. 1172. Definición. Hay permuta si las partes se obligan recíprocamente a


transferirse el dominio de cosas que no son dinero.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código Civil perfilaba la permuta en el art. 1485, CCiv. La definición trans-


cripta ha sido calcada del art. 1106, Proyecto de 1998, que puede reputarse
fuente directa del precepto que se comenta. Por otra parte, los arts. 1552 a
1555 del Código Civil y Comercial italiano de 1942 tienen importantes semejan-
zas con el nuevo ordenamiento.

2796
II. Comentario

1. Denominación del contrato

El contrato de permuta era denominado en el Código de Vélez, indistintamente,


como " trueque" o " permutación”, en el art. 1485, CCiv., " permuta" o " cambio”,
en el art 1356, CCiv., o " permuta" , en los arts. 2180 y 3073, CCiv. (Favier-
Dubois Y Nocita). Las partes se rotulaban, también indistintamente, como "
permutantes" o " copermutantes".

El Código moderno emplea únicamente la nominación de " permuta" para refe-


rirse a este vínculo jurídico y designa como " permutante" a las partes contra-
tantes.

Estas pequeñas variantes terminológicas no tienen ningún impacto jurídico en


la esencia del contrato y en la regulación semejante que proveen ambos orde-
namientos jurídicos. En estos comentarios, mantendré la sinonimia entre los
vocablos referidos por su tradición histórica y por su equivalencia conceptual.

2. El contrato de permuta

La permuta o trueque es un contrato antiquísimo que puede considerarse el


antecedente inmediato de la compraventa, la cual se origina con la aparición de
la moneda como denominador común de los valores de todas las cosas y susti-
tuye a la permutación en el intercambio de cosas y bienes (Rezzónico). Sin
embargo, el reemplazo nunca fue total ya que la permuta mantuvo su vigencia
y empleo en el mundo de los negocios o entre particulares no comerciantes:
conservó su autonomía legislativa en el Código Civil y en otras legislaciones
extranjeras, y también mantiene su autonomía conceptual (Wayar). Como indi-
qué ya, algunos Proyectos nacionales de reforma a la legislación civil optaron
por suprimir l a autonomía legislativa de la permuta y se remitían al régimen de
la compraventa para regular todo lo vinculado con este contrato.

El nuevo Código mantiene la autonomía normativa de este contrato al otorgarle


un espacio concreto dentro del régimen de los contratos en particular. La regu-
lación que presenta es mínima y, en todos los aspectos no previstos en ella, se
reputan aplicables las normas de la compraventa, como indica el art. 1175.

2797
Desde este punto de vista, entonces, el nuevo Código mantiene la idea central
del Código Civil en la materia, aunque purifica su reglamentación.

La definición prevista por el nuevo texto legal es más sencilla que la estableci-
da por el art. 1485, CCiv., y a la vez mejora su redacción, dado que la expre-
sión " con tal que éste [el copermutante] le dé la propiedad de otra cosa" , que
contenía la última parte de aquella disposición, era algo imprecisa en tanto se
podía interpretar que la prestación del copermutante debía ser simultánea a la
obligación que asumía el permutante (cfr. Favier- Dubois y Nocita), aunque el
carácter consensual de la permuta no podía en verdad ponerse en duda (Sal-
vat, t. I, ob. cit. , Borda, López De Zavalía, Wayar). Por ello, la expresión legal
actual que indica que hay permutación si las partes "se obligan" es más conve-
niente que su predecesora. La redacción del art. 1172 permite concluir que el
contrato de permuta se perfecciona con la asunción de las obligaciones recí-
procas asumidas por las partes, de transferirse el dominio de cosas que no son
dinero. Este perfeccionamiento contractual resulta coherente con la eliminación
de la clasificación de contratos reales y consensuales decidida por el nuevo
Código (arts. 966 a 970), aunque algún resabio de la categoría de los contratos
reales se advierte en el art. 1554 relativo a la donación manual.

Los elementos esenciales de la permuta que se extraen de la definición legal y


las observaciones que ésta merece son los siguientes:

a) El objeto del contrato deben ser " cosas que no son dinero" . Esto requiere
de varias explicaciones.

En primer término, el objeto deben ser cosas (Rezzónico, Borda, Wayar; con-
tra: Salvat), cuya definición legal surge del art. 16, que dispone que los bienes
materiales susceptibles de valor económico se llaman cosas. Por lo tanto, ése
es el ámbito de funcionamiento ordinario de esta figura, acorde con el texto
histórico y actual relativo a este contrato. Spota explica que el objeto de la
permuta pueden ser no sólo cosas ciertas, sino también cosas inciertas y aun
futuras, por aplicación de las reglas de la compraventa.

Sin embargo, al regular el contrato de compraventa, el Código establece que el


objeto de ese contrato debe ser una cosa (art. 1123), pero inmediatamente dis-
pone que también se aplicarán las reglas de la compraventa a otras figuras

2798
jurídicas en las que no necesariamente una cosa sea el objeto del contrato (art.
1124). Esto permite el siguiente razonamientos si las normas de la compraven-
ta se aplican supletoriamente a la permuta, como lo decreta el art. 1175 al re-
gular ésta, entonces también podría considerarse que el art. 1124 se aplica a la
permutación y, por lo tanto, que el cambio o trueque de los derechos o títulos
referidos en el art. 1124, reflejarían situaciones que, aunque no son técnica-
mente una permuta, porque no se trata del intercambio de " cosas" , se regu-
larán por las normas de ésta.

b) La expresión de " cosas que no son dinero" que contiene la definición legal
que se examina permite deducir que, existiendo dinero en la operación, no se
tratará ya de un contrato de permuta sino de una compraventa u otro negocio
diverso al trueque. Sin embargo, hay que aclarar una importante situación: el
texto que se comenta formaba parte del Anteproyecto de este Código, el cual
calificaba a las obligaciones en moneda que no tuviera curso legal en la Re-
pública, como una obligación de dar sumas de dinero (art. 765 del Anteproyec-
to). Este artículo fue modificado por el Poder Ejecutivo Nacional, que alteró las
reglas aplicables a las obligaciones de dar dinero en moneda extranjera y esta-
bleció que esas deudas deben considerarse como de " dar cantidades de co-
sas" — evidentemente se han referido a las obligaciones de género, porque la
calificación de obligaciones de dar cantidades de cosas ha desaparecido de la
nueva legislación con esa denominación— . El texto del art. 765 reformado por
el Poder Ejecutivo Nacional fue aprobado como tal por el Congreso de la Na-
ción, con la sola variante de "podrá liberarse" por "puede liberarse" .

De lo anterior se deduce que las obligaciones de dar dinero en moneda que no


tienen curso legal en nuestro país se rigen por las obligaciones de género (can-
tidades de cosas), asimilándolas a éstas. Se retorna, así, al régimen originario
que Vélez había previsto para ese tipo de obligaciones (art. 617, texto origina-
rio, CCiv.).

La modificación del art. 765 realizada por el Poder Ejecutivo Nacional y apro-
bada por el Poder Legislativo no alteró, sin embargo, el texto del art. 1172 que
se anota. Por lo tanto, se mantuvo la expresión "cosas que no son dinero" em-
pleada también en el Anteproyecto, pero varió su impacto jurídico: con el texto
del Anteproyecto la adquisición de la propiedad de una cosa con dinero que no

2799
tenía curso legal en la República era una compraventa, como también era el
sistema del Código Civil al tiempo de la sanción de este nuevo Código, con la
modificación del art. 765 esa adquisición con moneda que no tiene curso legal
en el país, es decir con una " cosa que no es dinero" , podría hacer considerar
el acto como una permuta, regido por las normas de ésta, como sostenían al-
gunos autores bajo el régimen originario de las obligaciones en moneda extra-
njera que preveía el Código Civil (Spota; López De Zavalía considera que es
una permuta de particulares características). Sin embargo, la doctrina mayorita-
ria sostenía, en posición que comparto, que el pago en dinero extranjero no
alteraba la naturaleza de compraventa del acto y no lo convertía en permuta
(cf. Borda, Guillermo A., Rezzónico, Wayar). Esta controversia se reactivará
con los nuevos textos legales.

b) El otro aspecto de la definición legal que debe destacarse es la exigencia de


que la obligación consista en transferir el " dominio " de cada una de las cosas
que se intercambian. Pese a la explicación dada en los Fundamentos del Códi-
go (apartado VI, "Libro Tercero: Derechos personales“, Título IV, "Contratos en
particular" , punto " Compraventa. Permuta. Suministro " ), respecto de por qué
se decidió modificar la palabra "dominio" , que empleaban los anteriores Pro-
yectos de Reforma, por la de " propiedad " al tiempo de definir el contrato de
compraventa en el art. 1123, esta sustitución no se replicó al definir el contrato
de permuta, cuando el fundamento dado es igualmente válido para este caso y
cuando el Código Civil originario utilizaba la palabra " propiedad " tanto en la
definición de la compraventa como de la permuta. La coherencia de esa expli-
cación justificaba utilizar idéntica palabra para ambos contratos.

Más allá de ello, lo relevante para que se configure este contrato es que las
partes se obliguen a transferirse recíprocamente el derecho real de dominio —
s i fueran otros derechos reales, rige lo expuesto respecto de la interacción de
los arts. 1124 y 1175 — que detenten sobre las cosas de su propiedad; por lo
tanto, si sólo se transfirieran el uso, la tenencia o la obligación de cuidar o con-
servar las cosas intercambiadas, ello no conformaría el contrato en análisis y
configuraría un contrato innominado, regido por las reglas y según el orden es-
tablecidos por el art. 970.

2800
c) La eliminación del Código de Comercio y, con él, del art. 451 según el cual la
adquisición de " moneda metálica" era compraventa, traerá como consecuencia
determinar si la adquisición de moneda extranjera con moneda nacional es una
compraventa o una permuta, y si es una u otra la adquisición de moneda es-
tranjera con moneda extranjera.

Por último, conviene recordar que hay uniformidad de pensamiento en conside-


rar a la permuta como un contrato consensual, contrato consensual, bilateral y
oneroso, que puede ser conmutativo (Rezzónico, Borda, Guillermo A.) o aleato-
rio (López De Zavalía; Esborraz; Esper; Favier - Dubois y Nocita). En cuanto a
su forma, se señala que es un contrato no formal aun cuando se trate de in-
muebles, ya que la escritura pública que exigía el extinto art. 1184, inc. 1°,
CCiv., que ahora impone el art. 1017, inc. 1°, se vincula con la transferencia del
dominio pero no con el contrato en sí, que puede ser válidamente celebrado en
instrumento privado (Borda, Guillermo A., Borda, Alejandro, Favier -Dubois y
NOCITA, Wayar), pero si se sostiene que la exigencia de escritura pública re-
querida por esas disposiciones no se vincula con la traslación del dominio sino
con la forma del contrato, entonces se trataría de un contrato formal, clasifica-
ción admitida expresamente en el nuevo ordenamiento (art. 969). Jurispruden-
cialmente, se supo señalar que " tratándose de inmuebles no existe permuta en
tanto no se otorgue la escritura traslativa de dominio; el contrato celebrado por
instrumento privado que tiene ese objeto, sólo vale como promesa de permuta
"(C Mar del Plata, 17/12/1964 , JA 1965 - II - 174).

III. Jurisprudencia

1. En el marco de un contrato de compraventa en el cual una de las partes se


obligó a vender un inmueble y, como contraprestación, la otra se obligó a abo-
nar una parte del precio en dinero y a la entrega de un automóvil, debe con-
cluirse que entre las partes existió un contrato de permuta y no una dación en
pago, pues el valor del rodado es superior al saldo de precio que se debía abo-
nar en dinero efectivo (C8ª ACiv. y Com. Córdoba, 8/4/2008 , LLAR/JUR/3214/
2008).

2. El contrato de permuta tiene efectos puramente obligatorios, por lo que la


propiedad no se transfiere mientras no se haga la tradición de la cosa, con las

2801
correspondientes consecuencias sobre la adquisición de los frutos
(SCBA,1/6/1954 , JA, 195 4- II I- 511).

Art. 1173. Gastos. Excepto pacto en contrario, los gastos previstos en el artí-
culo 1138 y todos los demás gastos que origine la permuta, son soportados por
los contratantes por partes iguales.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código Civil no preveía una norma similar a la transcripta. La fuente inmedia-


ta del precepto que se comenta es el art. 1107, del Proyecto de 1998, casi
exacto al actual.

II. Comentario

El artículo establece una norma supletoria de la voluntad de las partes que de-
termina cómo deben distribuirse los gastos del contrato, en caso de que nada
se haya estipulado al respecto. Es decir que el principio general es la plena
autonomía de la voluntad en esta materia — consagrada en el art. 958 del
Código nuevo— y, en defecto de estipulación entre las partes, la regla legal
establece distribuir los costos y gastos del contrato de manera igualitaria entre
los contratantes.

El precepto remite: a) por una parte, a los gastos que el art. 1138 impone a
cargo del vendedor, esto es, los costos de entrega de la cosa vendida, los de-
vengados en obtener los instrumentos contractuales requeridos por los usos o
por las particularidades de la venta y, cuando el objeto es un inmueble, los gas-
tos del estudio del título y sus antecedentes, la mensura y los tributos que gra-
ven la venta; y b) por otra parte, a los gastos de recibo de las cosas, incluidos
los del testimonio de la escritura pública y los demás posteriores a la venta
(arts. 1141), como también las tasas o tributos, visado de documentación, de-
pósito, transporte u otros originados en la permuta.

La regla supletoria consagrada por el art. 1173 constituye una diferencia impor-
tante entre el régimen aplicable a la compraventa y a la permuta: en la primera,

2802
cada parte contractual asume ciertos gastos prefijados legalmente, mientras
que en la segunda las erogaciones se reparten igualitariamente, como ha que-
dado expuesto.

El fundamento de esta regla igualitaria reside en que en la permuta, cada parte


asume simultáneamente el rol de comprador y vendedor (Rezzónico, Favier-
Dubois y Nocita) y, por ende, es lógico que los gastos se sufraguen equitativa-
mente, salvo, insisto pacto contrario al respecto.

Art. 1174. Evicción. El permutante(1) que es vencido en la propiedad de la


cosa que le fue transmitida puede pedir la restitución de la que dio a cambio o
su valor al tiempo de la evicción, y los daños. Puede optar por hacer efectiva la
responsabilidad por saneamiento prevista en este Código.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código Civil regulaba el régimen de la evicción en la permuta de manera


dispersa y algo confusa, en los arts. 1489 y 2128 a 2131, CCiv.; éstos, a su
vez, remitían al régimen de evicción en la compraventa que se disponía o en
los arts. 2118 a 2127, CCiv.

Esta dispersión normativa exigió el esfuerzo de la doctrina para interpretar el


sistema y presentar un esquema uniforme de aplicación. En caso de evicción,
el copermutante vencido tenía una triple opción (Borda, Guillermo A.; López De
Zavalía, Esper) a su alcance: a) reclamar la restitución de la propia que cosa
que hubiese entregado (arts. 1489 y 2128, CCiv.); b) su valor (art. 2128, CCiv.);
o c) el valor de la cosa que se le dio en cambio y que perdió por evicción (art.
1489, CCiv.) En todos los casos, adicionando el reclamo de los daños y perjui-
cios causados, que desde mi punto de vista estaba limitado a los rubros y con-
ceptos que fijaba la ley, excepto en caso de dolo del enajenante (doct. art.
2123, CCiv.; Alterini parecería coincidir con ello), aunque la doctrina clásica
afirma que la obligación del vendedor de indemnizar al comprador es amplia
pues, como se sostiene, el resarcimiento comprende el daño emergente y el
lucro cesante (Rezzónico), se aplican las reglas generales relativas al incum-

2803
plimiento de los contratos (Borda) y la mención de ciertos rubros por el Código
no es obstáculo para la procedencia de otros que son resarcibles de conformi-
dad con los principios generales sobre responsabilidad contractual (Mosset Itu-
rraspe,Compraventa... , ob. cit. ). Por su parte, Salvat (t. III, ob. cit. ) es algo
confuso a mi entender ya que indica que para determinar los daños y perjuicios
a cargo del vendedor se aplican las reglas generales, aunque inmediatamente
señala que el Código ha consagrado al respecto una disposición especial.

La fuente inmediata del precepto que se comenta es el art. 1108 del Proyecto
de 1998, que regulaba la materia con términos semejantes al texto actual.

II. Comentario

El artículo regula la responsabilidad por evicción en la permuta, estableciendo


un régimen similar en parte, y diverso en otra, al que preveía el Código Civil,
pero sin diferenciar como éste los casos de evicción total o parcial de la cosa
permutada. Ese sistema debe completarse, a su vez, con el régimen general
por evicción que el nuevo Código regula bajo la denominación de " obligación
de saneamiento " en los arts. 1033 a 1058, ubicados en la Sección 4ª, "Obliga-
ción de saneamiento " , Capítulo 9, " Efectos " , Título II, " Contratos en general
" , Libro III, " Derechos Personales " , corrigiendo, de ese modo, el método de-
fectuoso desarrollado por el Código de Vélez, que trataba la materia en los arts.
2089 y siguientes, en la parte especial de los contratos (Mosset Iturraspe, Con-
tratos , ob. cit. ), ya que éste es un tema que corresponde a la parte general de
la materia.

La terminología que emplea el Código es en parte nueva en el Derecho positivo


argentino — Vélez ya en el art. 1414, CCiv., aludía a la obligación de " sanear"
la cosa vendida, como deber del enajenante— , mas no en la doctrina, en la
jurisprudencia ni en los usos notariales. El Código alude a obligación de sa-
neamiento , en la cual se tratan globalmente la responsabilidad por evicción y
por vicios ocultos. En la obligación de saneamiento regulada se presentan dos
sujetos: el acreedor y el deudor de esa obligación. Luego corresponderá ade-
cuar esa estructura abstracta al contrato o relación jurídica onerosa de que se
trate.

2804
El precepto en comentario reitera, con variantes de redacción, las opciones que
el viejo art. 2128, CCiv., consagraba a favor del permutante evicto, a la vez que
elimina la posibilidad que otorgaba el extinto art. 1489, CCiv., que también fa-
cultaba al permutante vencido a reclamar a su copermutante el valor de la cosa
que recibió y que justamente perdió por evicción frente al reclamo del tercero.
La doctrina armonizaba y permitía la convivencia de las tres opciones que otor-
gaban esos preceptos, como indiqué (Rezzónico, Esborraz).

Para examinar las posibilidades que el Código concede al permutante vencido


en la propiedad de la cosa que recibió de su contraparte, se requiere analizar
conjunta y armoniosamente el art. 1174 que se comenta con las disposiciones
que tratan la obligación de saneamiento referida. Esa coordinación arroja las
siguientes opciones a favor del copermutante vencido contra su contraparte:

a) Solicitar la restitución de la cosa que dio a su cocontratante, más los daños


ocasionados (art. 1174);

b) Reclamar el valor de esa cosa, también con más los daños sufridos. El valor
a tomar en cuenta es el que tenía la cosa " al tiempo de la evicción" (art. 1174).
No se reproduce la aclaración que traía el art. 2121, CCiv., en materia de evic-
ción total en la compraventa, que se aplicaba a la permuta, que adicionaba " si
su aumento no nació de causas extraordinarias";

c) Ejercer alguna de las opciones que le otorga el art. 1039, es decir: 1) recla-
mar el saneamiento del título; 2) solicitar un bien equivalente si la cosa perdida
por evicción era fungible; o 3) declarar la resolución del contrato, en tanto se
presenten los requisitos del art. 1049, salvo que se den las circunstancias pre-
vistas en los arts. 1050 ó 1057 del Código. La opción de reclamar el sanea-
miento del título que puede ejercer el permutante en general como titular de la
obligación de saneamiento, no procedería en la hipótesis del art. 1174, desde
que presupone que el copermutante ya fue vencido por un tercero respecto de
la propiedad de la cosa transmitida y, entonces, no se podría sanear un título
que ya fue declarado como perteneciente a un tercero (cf. Borda, Alejandro) ;

d) En todos los supuestos, el permutante afectado puede reclamar los daños


sufridos (art. 1040). El nuevo Código no establece los rubros indemnizatorios

2805
posibles, como lo hacían los arts. 2118 y siguientes, CCiv., en materia de evic-
ción de la compraventa y, por ende, en caso de permuta, lo que era lógico dado
que la responsabilidad por saneamiento constituye una responsabilidad de tipo
objetivo (Mosset Iturraspe, Contratos , ob. cit. ) que se independiza de la culpa
o dolo del enajenante — que sólo agravan la responsabilidad — , como parece
reconocerlo también el art. 1040, inc. 2°, del nuevo Código cuando señala que
no hay indemnización de daños a favor del adquirente si el enajenante no co-
noció ni pudo conocer el peligro de la evicción o la existencia de vicios.

Ahora bien: ¿cuál es el alcance de los daños resarcibles? ¿Abarca el daño


emergente, lucro cesante, daño moral, etc., en la terminología antigua (cf. doct.
arts. 1737 y ss.)? ¿O está limitado a ciertos rubros, como lo fijaban los arts.
2118 y ss., CCiv.? Y cuando se aplican los excepciones del art. 1040, es decir
que no hay reparación de daños a favor del copermutante evicto, ¿tampoco
éste puede reclamar las costas del contrato, gastos por mejoras, etc., como
permitía el Código Civil en los referidos preceptos? Parecería que, al no esta-
blecer categorías, se autoriza una indemnización de todos los daños ocasiona-
dos.

Por último, señalo que la reparación de daños no procede en los diversos su-
puestos establecidos en el art. 1040 del Código que, a su vez, también tiene
excepciones a esas hipótesis.

e) Antes de ser vencido por el tercero, el permutante demandado también go-


zará de los derechos que se reconocen en los arts. 1039 y siguientes, como
citar de evicción al garante (art. 1046) o solicitar el reembolso de los gastos de
defensa de sus derechos (art. 1047). Esas facultades podrán ser ejercidas por
permutante al ser demandado judicialmente por el tercero, mas es claro que en
el supuesto de hecho del que parte el art 1174, esto es, que el permutante ya
fue vencido en la propiedad de la cosa que le fue entregada, esta facultad
podrá haber sido ejercida precisamente durante ese proceso y no una vez que
haya concluido.

III. Jurisprudencia

2806
Cuando en la permuta de inmuebles una de las partes ha integrado el precio
con dinero, tiene derecho a repetir de ese importe la suma que proporcional-
mente corresponda a la superficie que falta en el inmueble que se le ha entre-
gado en cambio y cuya integridad fue asegurada en el contrato (CPaz I,
4/6/1941 , LA LE Y , 22 - 965).

Art. 1175. Norma supletoria. En todo lo no previsto por el presente Capítulo


se aplican supletoriamente las normas de la compraventa.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código Civil establecía una regla idéntica en el art. 1492. A su vez los arts.
1490 y 1491, CCiv., constituían aplicaciones puntuales y específicas de esa
regla más general, que el nuevo texto no reproduce por innecesarias.

El art. 1109 del Proyecto de 1998 constituye la fuente inmediata de la disposi-


ción en comentario, redactado en términos exactos al precepto transcripto.

II. Comentario

La disposición reitera la tradicional norma en la materia que establece que se


aplicarán supletoriamente las reglas de la compraventa en todo lo que no esté
regulado especialmente en las disposiciones que rigen este contrato. Es decir
que prácticamente todos los aspectos y cuestiones vinculados con esta figura
contractual, excepto los puntuales casos de gastos, evicción y aquellos que
resulten incompatibles entre una figura y otra, se disciplinarán por las normas
de la compraventa. Y, aun en esas excepciones, es posible que se recurra
analógicamente a las disposiciones del contrato de venta.

De todas maneras, la autonomía de la voluntad (art. 958) y los usos y prácticas


vigentes en el lugar de celebración del contrato (doct. art. 964) resultarán esen-
ciales para determinar el exacto contenido contractual y asignar los verdaderos
efectos al contrato de permuta celebrado, ya que las propias normas que regu-
lan la compraventa establecen en casi todos los casos la primacía de la volun-

2807
tad de las partes o de los usos por sobre las reglas legales supletorias que dis-
ciplinan ese contrato.

III. Jurisprudencia

Son tan afines las figuras contractuales que la compraventa, trueque o permu-
tación, que la propia ley (art. 1492,CCiv.) dispone la aplicación residual de las
normas atinentes a la venta y entre estas normas no puede dejar de estar
aprehendida la del art. 1185 bis (SCBA, 1/2/1985 , Abeledo Perrot online N°
70065611).

Si uno de los contratantes no puede legalmente conservar la cosa que se le


había entregado, o la que se le debía entregar, no sería justo ni equitativo obli-
garlo a entregar lo prometido( CNCiv ., sala C, 7/8/1967 , ED, 2 1- 460).

2808
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 3. SUMINISTRO
Comentario de Bárbara Elizabeth PRUSKI
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

Art. 1176. Definición.

Art. 1177. Plazo máximo

Art. 1178. Cantidades.

Art. 1179. Aviso

Art. 1180. Plazo en prestaciones singulares.

Art. 1181. Precio

Art. 1182. Pacto de preferencia.

Art. 1183. Contrato por tiempo indeterminado.

Art. 1184. Resolución.

Art. 1185. Suspensión del suministro

Bibliografía sobre la reforma : Alterini, Atilio, López Cabana, Roberto (Direc-


tores), Reformas al Código Civil , Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1998; Negri,
Nicolás, en Comentarios al Proyecto de Código Civil y Comercial ,Rivera, Julio
César (Director), Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2012; Stiglitz, Gabriel A. , "
Concepto y función del contrato de suministro" , LA LEY, 1989- A; Alegria,
Héctor, Alterini, Atilio Aníbal, Alterini, Jorge Horacio, Méndez Costa, María Jo-
sefa, Rivera, Julio César, Roitman, Horacio, Proyecto de Código Civil de la Re-
pública Argentina unificado con el Código de Comercio: nota de elevación: pro-
yecto de ley de sanción: fundamentos del proyecto , San Isidro Labrador, Bue-
nos Aires, 1999.

Bibliografía clásica : Batán, Adriana, " El contrato de suministro en el derecho


privado" , LA LEY, 1994- C; Farina, Juan M. , Contratos Comerciales Modernos

2809
, Astrea, Buenos Aires, 1997; Favier Dubois (h.), Eduardo M. , Práctica en Con-
tratos de Empresa Modernos y Posmodernos . Errepar, Buenos Aires, 2002;
Leiva Fernández, Luis(Director), " Digesto Práctico La Ley" . Contratos IV , La
Ley, Buenos Aires, 2000.

Art. 1176. Definición. Suministro es el contrato por el cual el suministrante se


obliga a entregar bienes, incluso servicios sin relación de dependencia, en for-
ma periódica o continuada, y el suministrado a pagar un precio por cada entre-
ga o grupo de ellas.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

El suministro pertenece a la categoría de los contratos mixtos o combinados, al


cual le son aplicables las disposiciones de los contratos atípicos. Tanto el
Código Civil como el Código de Comercio no regulaban este tipo de contrato.
La fuente del texto es el Código Civil italiano de 1942 y el Código Civil peruano.
El presente texto encuentra su antecedente en el Proyecto de Unificación del
Código Civil y Comercial de 1998 a través de su art. 1110.

II. Comentario

El contrato de suministro es aquel en virtud del cual, el suministrado, para satis-


facer las necesidades ordinarias de su empresa recurre al suministrante, quien
desempeña toda una actividad tendiente a la entrega, continua o periódica de
las cosas objeto de esta operatoria, de acuerdo a las modalidades pactadas y a
cambio de un precio.

Las partes en el contrato son: el suministrante o abastecedor, que suele ser


una empresa, dado que tal forma de organización brinda mayor seguridad en lo
que respecta a la solvencia para cumplir con las prestaciones prometidas, y el
suministrado o abastecido.

Si en el contrato de suministro interviene la Administración Pública, entonces


será un contrato de suministro regulado por el Derecho Administrativo.

2810
El abastecedor no sólo se obliga a entregar las cosas a lo largo del tiempo, sino
también a prestar un servicio a fin que los bienes necesarios para el desarrollo
y funcionamiento de la empresa del suministrado sean recibidos por él en tiem-
po y forma oportunos.

Es importante destacar que entre las partes no se forma una relación de de-
pendencia, sino que sólo hay un contrato entre ambas. No existe la subordina-
ción jurídica.

Asimismo se puede pactar que el suministrado pague un precio por cada en-
trega, o por un conjunto de ellas.

Los caracteres de periodicidad o continuidad, son las causas por la cual las
partes, recurren a esta figura contractual y no a la compraventa.

La obligación de entrega es de duración. Cuando se refiere a que la entrega es


periódica, significa que hay un fraccionamiento del total convenido. Cuando es
continuada, hay una constante en entrega, en el sentido de que hay una cons-
tante en la puesta a disposición, de manera tal que depende del suministrado el
estar constantemente recibiendo, o sólo recibir cuando lo decida.

A su vez, el contrato de suministro presenta los caracteres de consensual, bila-


teral, oneroso, conmutativo, atípico, por adhesión y de empresa.

En cuanto a la forma, a pesar de que no se requiera forma escrita para esta


figura contractual, la doctrina ha establecido que es casi imprescindible la exis-
tencia de un pacto por escrito para asegurar los derechos y las obligaciones de
la partes.

El artículo incorpora la opción de contratar a través de esta figura no sólo bie-


nes sino también servicios.

III. Jurisprudencia

El art. 1176 recepta lo establecido por la jurisprudencia definiendo al contrato


de suministro como aquel por " el cual una de las partes se obliga frente a la
otra al cumplimiento de determinadas prestaciones, durante un término, deter-
minado o indeterminado, por un precio fijado o a fijarse " ( CNCom ., sala E,
30/3/1989, LA LEY, 1989).

2811
Art. 1177. Plazo máximo. El contrato de suministro puede ser convenido por
un plazo máximo de veinte años, si se trata de frutos o productos del suelo o
del subsuelo, con proceso de elaboración o sin él, y de diez años en los demás
casos. El plazo máximo se computa a partir de la primera entrega ordinaria.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

Al ser un contrato atípico, el contrato de suministro no tenía regulación ni en el


Código Civil ni en el Código de Comercio. En cuanto a la fuente del nuevo tex-
to, el Proyecto de Unificación del Código Civil y Comercial de 1998 a través de
su art. 1111 es el antecedente inmediato del presente texto.

II. Comentario

El objeto del suministro que describe el artículo son cosas que sean extraídas
del suelo o subsuelo, ya sea que tengan un proceso de elaboración o no.

Por cosas en sentido amplio debe entenderse, agua, frutos, combustible, mine-
rales, energía, etc.

Por lo general el objeto del suministro recae en cosas consumibles, pero nada
impide que se trate de cosas no consumibles, incluso no fungibles.

El artículo determina que la duración del suministro en caso de frutos o produc-


tos del suelo o subsuelo con elaboración o sin él, es de 20 años y de 10 años
para el resto de los casos.

El cómputo de los años comienza a regir a partir de la primera entrega, en for-


ma ordinaria.

III. Jurisprudencia

En relación con el cómputo del plazo del contrato, el mismo se establece a par-
tir de la primera entrega ordinaria del servicio o mercadería. La jurisprudencia
ha dicho que: " aun cuando pudieran haber existido irregularidades en el pro-
cedimiento administrativo de contratación directa, si el contrato de suministro

2812
había comenzado a ejecutarse con la primera entrega de la mercadería, la ad-
ministración no puede negar el pago de lo ya recibido " (ST San Luis,
27/5/2008, LLGran Cuyo, 2008, octubre, 894).

Art. 1178. Cantidades. Si no se conviene la entidad de las prestaciones a ser


cumplidas por el suministrante durante períodos determinados, el contrato se
entiende celebrado según las necesidades normales del suministrado al tiempo
de su celebración.

Si sólo se convinieron cantidades máximas y mínimas, el suministrado tiene el


derecho de determinar la cantidad en cada oportunidad que corresponda, de-
ntro de esos límites. Igual derecho tiene cuando se haya establecido solamente
un mínimo, entre esta cantidad y las necesidades normales al tiempo del con-
trato.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

Al ser un contrato atípico, el contrato de suministro no tenía regulación ni en el


Código Civil ni en el Código de Comercio. El art. 1112 del Proyecto de Unifica-
ción del Código Civil y Comercial del año 1998 es el antecedente inmediato del
presente texto.

II. Comentario

La necesidad del suministrado y la capacidad del suministrante son determi-


nantes del suministro. También se toman en consideración las posibilidades
económicas del suministrado y lo que se pactó en cuanto a cantidades máxi-
mas y mínimas.

El nombre específico de cantidades consisten en designar conforme los usos


negociales a cada individuo de la especie, que sólo se distingue por su canti-
dad de otro individuo de la misma especie y calidad.

Son las cosas que se cuentan, pesan y miden teniendo en cuanta no sólo la
calidad de las cosas sino también las consideraciones socioeconómicas para

2813
medir la cantidad, y a su vez considerando que existe una unidad media míni-
ma.

El artículo establece que en principio las obligaciones pueden estar sometidas


a las necesidades normales del suministrado al tiempo de su celebración, en
caso de que nada se haya establecido en el contrato.

En caso de que sí se hayan pactado cantidades máximas y mínimas, es el su-


ministrado quien tiene el derecho de establecer qué cantidades son necesarias
en cada oportunidad, pero siempre dentro de los límites de lo convenido.

Como se ha dicho, el suministro no es solamente una obligación de entrega


sino también un vínculo de colaboración. Es por ello que el artículo establece
que si sólo se ha establecido un mínimo de cantidades para suministrar, el su-
ministrado tiene derecho a establecer las cantidades en cada oportunidad que
corresponda, dentro de las necesidades normales al tiempo del contrato.

Art. 1179. Aviso. Si las cantidades a entregar en cada período u oportunidad


pueden variarse, cada parte debe dar aviso a la otra de la modificación en sus
necesidades de recepción o posibilidades de entrega, en la forma y oportuni-
dades que pacten. No habiendo convención, debe avisarse con una anticipa-
ción que permita a la otra parte prever las acciones necesarias para una efi-
ciente operación.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuente del


nuevo texto

Al ser un contrato atípico, el contrato de suministro no tenía regulación ni en el


Código Civil ni en el Código de Comercio. La fuente de este artículo se encuen-
tra en el Codice Civile, dirigido por D’ Amelio Finzi a través de su art. 1559 del
Código Civil italiano de 1942. El Proyecto de Unificación del Código Civil y Co-
mercial de 1998 a través de su art. 1113 es el antecedente inmediato del pre-
sente texto.

II. Comentario

2814
Las prestaciones deben adaptarse cuantitativamente y cualitativamente a las
necesidades del suministrado.

Dentro de las obligaciones del suministrante o suministrado, el artículo mencio-


na la importancia de dar aviso a la otra parte de toda variación de las cantida-
des.

En este supuesto una de las partes debe dar aviso a la otra del cambio en sus
necesidades de recepción o entrega con una anticipación que permita a ésta
tomar las decisiones necesarias para una eficiente operación.

La primera obligación de entrega puede estar sometida a un plazo que puede


ser diario, semanal o mensual.

Si se ha modificado la entrega en relación con el período u oportunidad debe


darse aviso a la otra parte contratante de tal modificación.

Si no hay convención alguna sobre el período de entrega, debe avisarse a la


otra parte con una antelación tal que permita realizar las acciones necesarias
para una eficiente operación.

Art. 1180. Plazo en prestaciones singulares. El plazo legal o convencional


para el cumplimiento de las prestaciones singulares se presume establecido en
interés de ambas partes, excepto pacto en contrario.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del


nuevo texto

Al ser un contrato atípico, el contrato de suministro no tenía regulación ni en el


Código Civil ni en el Código de Comercio. El Proyecto de Unificación del Códi-
go Civil y Comercial de 1998 a través de su art. 1114 es el antecedente inme-
diato del presente texto.

II. Comentario

El presente artículo protege a ambas partes contratantes, a través del plazo


legal o convencional para el cumplimiento de las prestaciones singulares.

2815
Se entiende que el plazo para cumplir con las obligaciones de los cocontratan-
tes es en interés de ambos, salvo pacto en contrario.

Art. 1181. Precio. A falta de convención o uso en contrario, en las prestaciones


singulares, el precio:

a) se determina según el precio de prestaciones similares que el suministrante


efectúe en el tiempo y lugar de cada entrega, si la prestación es de aquellas
que hacen a su giro ordinario de negocios o modo de vida;

b) en su defecto, se determina por el valor corriente de plaza en la fecha y lugar


de cada entrega;

c) debe ser pagado dentro de los primeros diez días del mes calendario si-
guiente a aquel en que ocurrió la entrega.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuente del


nuevo texto

Al ser un contrato atípico, el contrato de suministro no tenía regulación ni en el


Código Civil ni en el Código Comercial. En cuanto a la fuente inmediata del tex-
to el artículo la encuentra en el Código Civil italiano de 1942 y peruano. El art.
1115 del Proyecto de Unificación del Código Civil y Comercial de 1998 es el
antecedente inmediato del presente texto.

II. Comentario

La modalidad anterior de suministro a través de una figura atípica preveía un


principio que establecía que el precio se fijaba conforme los establecido en el
contrato.

Ahora bien, el artículo presente prevé el supuesto que el precio no esté fijado
en el contrato, con lo cual se establecen tres posibilidades.

La primera, establece que a falta de determinación del precio en el convenio, el


mismo se determinará según el precio de prestaciones similares en tiempo y

2816
lugar de cada entrega, siempre y cuando las prestaciones sean el modo de vi-
da o giro ordinario de la parte.

La segunda, establece que en caso de falta de precio, el mismo será determi-


nado conforme el valor corriente en plaza en la fecha y lugar de entrega de la
mercadería.

La tercera, menciona que a falta de convención acerca del precio, el mismo


deberá ser abonado dentro de los primeros diez días del mes en que ocurrió la
entrega.

Art. 1182. Pacto de preferencia. El pacto mediante el cual una de las partes
se obliga a dar preferencia a la otra en la celebración de un contrato sucesivo
relativo al mismo o similar objeto, es válido siempre que la duración de la obli-
gación no exceda de tres años.

La parte que desee contratar con terceros el reemplazo total o parcial del sumi-
nistro cuyo plazo ha expirado o expirará en fecha próxima, debe dar aviso a la
otra de las condiciones en que proyecta contratar con terceros, en la forma y
condiciones pactadas en el contrato. La otra parte debe hacer uso de la prefe-
rencia, haciéndolo saber según lo acordado. A falta de estipulación en el con-
trato, se aplican la forma y condiciones de uso. En su defecto, una parte debe
notificar por medio fehaciente las condiciones del nuevo contrato con una ante-
lación de treinta días a su terminación y la otra debe hacer saber por igual me-
dio si utilizará el pacto de preferencia dentro de los quince días de recibida la
notificación. En caso de silencio de ésta, expira su derecho de preferencia.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del nuevo
texto

Al ser un contrato atípico, el contrato de suministro no tenía regulación ni en el


Código Civil ni en el Código de Comercio. El art. 1116 del Proyecto de Unifica-

2817
ción del Código Civil y Comercial de 1998 es el antecedente inmediato del pre-
sente texto.

II. Comentario

El artículo menciona en su primer párrafo que la parte que dé preferencia a la


otra para celebrar un contrato sucesivo, relativo al mismo o similar objeto, sólo
puede originar un nuevo contrato por un plazo máximo de tres años, renovable
sólo por una vez.

En caso de que una de las partes desee contratar con terceros reemplazando
total o parcialmente el contrato anterior, debe dar aviso a la otra parte de la
nueva contratación con los terceros.

Ante ello la otra parte debe dar uso de su derecho de preferencia.

Estarían incluidas dos cláusulas: la primera de preferencia a favor del suminis-


trante, para el caso de que el suministrado quisiera celebrar un nuevo contrato
de suministro con un tercero, en el que, a igualdad de condiciones podría aquél
exigir su conclusión con él. La segunda cláusula de preferencia a favor del su-
ministrado, para el caso de que fuera el suministrante el que quisiera celebrar
otro contrato con un tercero.

La parte que haga uso de este derecho debe notificar por un medio fehaciente
las condiciones del nuevo contrato, con una antelación de treinta días a la con-
clusión del mismo.

La otra parte deberá hacer saber por el mismo medio fehaciente si utilizará o
no el pacto de preferencia dentro de los quince días de recibida la notificación.

En caso de no expedirse dentro de esos quince días de recibida la notificación,


se considera que no ha utilizado su derecho de preferencia y el plazo expira.

En el derecho comparado, la doctrina italiana ha establecido que conforme el


principio de buena fe, el proveedor que contrata el suministro con una empresa

2818
tercera, debe notificarle su contratación de suministro con pacto de preferencia
con otra empresa.

En todos los casos, la preferencia será oponible sólo a terceros que la hubie-
sen conocido.

Art. 1183. Contrato por tiempo indeterminado. Si la duración del suministro


no ha sido establecida expresamente, cualquiera de las partes puede resolver-
lo, dando aviso previo en las condiciones pactadas. De no existir pacto se apli-
can los usos. En su defecto, el aviso debe cursarse en un término razonable
según las circunstancias y la naturaleza del suministro, que en ningún caso
puede ser inferior a sesenta días.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuente del


nuevo texto

Al ser un contrato atípico, el contrato de suministro no tenía regulación ni en el


Código Civil ni en el Código de Comercio. La fuente de este artículo encuentra
su origen en el art. 1569 del Código Civil italiano de 1942. El art. 1117 del Pro-
yecto de Unificación del Código Civil y Comercial de 1998 es el antecedente
inmediato del presente texto.

II. Comentario

El artículo prevé que cualquiera de las partes pueden rescindir el suministro


establecido por tiempo indeterminado, debiendo dar preaviso en el término pac-
tado o conforme los usos y costumbres.

El art. 1183 determina que en caso de que no haya sido establecido expresa-
mente el plazo de duración del contrato cualquiera de las partes podrá rescin-
dirlo sin expresión de causa, debiendo notificar a la otra parte con una anticipa-
ción que no puede ser menor a 60 días, para no incurrir en responsabilidad al-
guna.

2819
Quedan a salvo las prestaciones pendientes, del mes en curso, al momento en
que se notifique al cocontratante la intención de resolver el contrato, como así
también el cumplimiento de las obligaciones pecuniarias pendientes.

El artículo menciona que de no existir pacto se aplican los usos y costumbres,


dentro de ellos entendemos que cada parte podría rescindir el contrato unilate-
ralmente, pero con obligación de indemnizar a la otra si tal rescisión fue intem-
pestiva o de mala fe.

III. Jurisprudencia

1. El Código recepta los usos y costumbres dando la posibilidad a cualquiera


de las partes de resolver el contrato en caso de no haber sido pactado un tiem-
po determinado del mismo, así se ha establecido que: " si bien debe en princi-
pio reconocerse a ambas partes el derecho de rescindir el contrato de suminis-
tros, de acuerdo con los supuestos fácticos que en cada caso se presenten, la
rescisión unilateral por la Administración no perjudica el derecho del cocontra-
tante para impugnar ese acto ante la autoridad judicial " (CNFed. Cont. Admin.,
sala III, 10/6/1981).

2. De la jurisprudencia surge el concepto de que las prestaciones del suministro


pueden ser durante un término determinado o indeterminado. Así se ha resuel-
to que: se ha definido el " contrato de suministro " como aquél en el que " una
de las partes suministrante asume frente a la otra suministrado la obligación de
cumplir prestaciones... durante un término determinado o indeterminado en la
medida en que lo solicite y por un precio fijado o a fijarse "(SCBA, 16/2/2005,
LLBA, junio, 2005).

3. La jurisprudencia sostuvo que no existe la obligación de indemnizar, si se ha


rescindido unilateralmente cuando no se estableció un tiempo de duración de-
bido a que las partes entendieron que podían darle fin al contrato en cualquier
momento. En razón de ello, la rescisión unilateral no da derecho al cobro de
una indemnización por pérdida de clientela si se probó que el lugar donde se
prestaba el servicio, así como los productos a comercializar, eran aportados
por la demandada, y no se acreditó la existencia y magnitud de clientela propia
( CNCiv . y Com. Fed., sala 3ª, 23/5/2000, LA LEY, 2001 - B, 259).

2820
Art. 1184. Resolución. En caso de incumplimiento de las obligaciones de una
de las partes en cada prestación singular, la otra sólo puede resolver el contra-
to de suministro, en los términos de los artículos 1077 y siguientes si el incum-
plimiento es de notable importancia, de forma tal de poner razonablemente en
duda la posibilidad del incumplidor de atender con exactitud los posteriores
vencimientos.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuente del


nuevo texto

Al ser un contrato atípico, el contrato de suministro no tenía regulación ni en el


Código Civil ni en el Código de Comercio. El art. 1118 del Proyecto de Unifica-
ción del Código Civil y Comercial de 1998 es el antecedente inmediato del pre-
sente texto.

II. Comentario

El artículo prevé la posibilidad de resolver el contrato de suministro en caso de


incumplimiento del mismo, cuando la falta sea de notable importancia.

La valoración que se toma en cuenta es la imposibilidad de poder cumplir con


los posteriores vencimientos.

Es fundamental el hecho de que con el incumplimiento de las obligaciones se


ponga en duda la posibilidad de continuar con el contrato, en relación a atender
los posteriores vencimientos y las obligaciones.

III. Jurisprudencia

En relación con la resolución del contrato en caso de que el incumplimiento


contractual sea de notable importancia, el artículo recepta la jurisprudencia,
según la cual: " la Administración tiene derecho a rescindir el contrato de sumi-
nistro ante el incumplimiento de las obligaciones de la otra parte que un día
antes de la fecha prevista para iniciar el servicio comunicó que no lo haría, in-
vocando para ello argumentos que resultaron tardíos, en el caso, malas condi-

2821
ciones edilicias y de salubridad del lugar en el que debía cumplir la prestación,
pese a haberlo inspeccionado con anterioridad, y no se ajustaron a los términos
contractuales " (CNFed. Cont. Admin., sala II, 1/2/2000, LA LEY, 2000 - E).

Art. 1185. Suspensión del suministro. Si los incumplimientos de una parte no


tienen las características del artículo 1184, la otra parte sólo puede suspender
sus prestaciones hasta tanto se subsane el incumplimiento, si ha advertido al
incumplidor mediante un preaviso otorgado en los términos pactados o, en su
defecto, con una anticipación razonable atendiendo a las circunstancias.

I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuente del


nuevo texto

Al ser un contrato atípico, el contrato de suministro no tenía regulación ni en el


Código Civil ni en el Código de Comercio. El art. 1119 del Proyecto de Unifica-
ción del Código Civil y Comercial de 1998 es el antecedente inmediato del pre-
sente texto.

II. Comentario

A diferencia del artículo anterior, en caso de incumplimiento de una de las par-


tes de sus deberes contractuales, la otra parte sólo puede dejar de cumplir con
sus obligaciones hasta tanto la primera subsane su incumplimiento. En este
artículo no se contempla la posibilidad de resolución contractual ante el incum-
plimiento de una de las partes; siempre y cuando se haya notificado mediante
un preaviso pactado con anterioridad o con una anticipación razonable al in-
cumplidor que no cumplió con su obligación, teniendo en cuenta las circunstan-
cias del caso.

Art. 1186. Normas supletorias. En tanto no esté previsto en el contrato o en


las normas precedentes, se aplican a las prestaciones singulares las reglas de
los contratos a las que ellas correspondan, que sean compatibles.

2822
I. Relación con el Código Civil y con el Código de Comercio. Fuentes del
nuevo texto

Al ser un contrato atípico, el contrato de suministro no tenía regulación ni en el


Código Civil ni en el Código de Comercio. El art. 1120 del Proyecto de Unifica-
ción del Código Civil y Comercial de 1998 es el antecedente inmediato del pre-
sente texto.

II. Comentario

Conforme lo establece la doctrina el contrato de suministro se asocia con los


caracteres propios del contrato de compraventa; de la locación de servicios y
de obra, lo cual permite realizar actos para que las cosas lleguen a disposición
del suministrado.

Asimismo los contratos de agencia, de distribución y de concesión constituyen


los canales a través de los cuales la empresa productora tanto de bienes o ser-
vicios, comercializa los mismos en el mercado.

III. Jurisprudencia

El Código recepta la interpretación de la jurisprudencia al aplicar al contrato de


suministro, en caso de imprevisión de normas específicas caracteres propios
de la compraventa, locación de servicios y de obra, en tanto no esté previsto en
el contrato las normas aplicables. Así se ha dicho que: " el contrato de suminis-
tro, en el caso, de combustible, es un contrato empresario de duración, que
origina una verdadera organización de trabajo (manipulación, carga, transporte,
descarga, etc.) tan especial para asegurar la entrega, que lleva al suministrado
a entender que el suministrante le brinda un servicio con miras a la recepción
de las cosas en tiempo y forma, lo cual implica que se asocian a dicha figura
caracteres propios del contrato de compraventa y de la locación de servicios y
de obra, al cumplimentarse actos que posibilitan que las cosas lleguen a dispo-
sición del suministrado " ( CNCom ., sala B, 29/5/2006, LA LEY, 9/10/2006).

2823
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 4. LOCACION
Comentario de Esteban Javier ARIAS CÁU y Matías Leonardo NIETO
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper .
Editorial La Ley 2014.

Sección 1ª - Disposiciones generales.

Art. 1187. Definición.

Art. 1188. Forma. Oponibilidad.

Art. 1189. Transmisión por causa de muerte. Enajenación de la cosa


locada.

Articulo 1190. continuador de la locación.

Articulo 1191. facultades del representante.

Sección 2ª. Objeto y destino.

Articulo 1192. cosas.

Articulo 1193. contrato reglado por normas administrativas.

Articulo 1194. destino de la cosa locada.

Articulo 1195. habitación de personas incapaces o con capacidad res-


tringida.

Articulo 1196. locación habitacional.

Sección 3ª. Tiempo de la locación.

Articulo 1197. plazo máximo.

Articulo 1198. plazo mínimo de la locación de inmueble.

Articulo 1199. excepciones al plazo mínimo legal.

Sección 4ª. Efectos de la locación.

Parágrafo 1°. Obligaciones del locador.

Articulo 1200. entregar la cosa.

2824
Articulo 1201. conservar la cosa con aptitud para el uso convenido.

Articulo 1202. pagar mejoras.

Articulo 1203. frustración del uso o goce de la cosa.

Articulo 1204. pérdida de luminosidad del inmueble.

Parágrafo 2°. Obligaciones del locatario.

Articulo 1205. prohibición de variar el destino.

Articulo 1206. conservar la cosa en buen estado. Destrucción.

Articulo 1207. mantener la cosa en buen estado. Reparaciones.

Articulo 1208. pagar el canon convenido.

Articulo 1209. pagar cargas y contribuciones por la actividades.

Articulo 1210. restituir la cosa.

Parágrafo 3°. Régimen de mejoras.

Articulo 1211. regla.

Articulo 1212. violación al régimen de mejoras.

Sección 5ª. Cesión y sublocación.

Articulo 1213. cesión. Articulo

1214. Sublocación. Articulo

1215. Relaciones entre sublocador y sublocatario.

Articulo 1216. acciones directas.

Sección 6ª. Extinción.

Articulo 1217. extinción de la locación.

Articulo 1218. continuación de la locación concluida. .

Articulo 1219. resolución imputable al locatario.

Articulo 1220. resolución imputable al locador.

Articulo 1221. resolución anticipada.

Sección 7ª.efectos de la extinción.

2825
Articulo 1222. intimación de pago.

Articulo 1223. desalojo.

Articulo 1224. facultades sobre las mejoras útiles o suntuarias.

Articulo 1225. caducidad de la fianza. Renovación.

Articulo 1226. facultad de retención.

Bibliografía de la reforma: Aparicio, Juan M. , " Contratos en general. Obser-


vaciones al Proyecto de Código" , LA LEY, 2012- F, 1213; Hernández, Carlos
A. - Trivisonno, Julieta , " Suspensión del contrato en el Proyecto de Código",
LA LEY, 2012- E, 1067; Leiva Fernández, Luis F. P. , " La locación en el Pro-
yecto de Código, LA LEY del 6/02/2013; Leiva Fernández, Luis F. P. , " Loca-
ción" , en Rivera, Julio C. (dir.) - Medina, Graciela (coord.),Comentarios al Pro-
yecto de Código Civil y Comercial de la Nación 2012 , Abeledo- Perrot, Buenos
Aires, 2012.

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Cristina N. (dir.) - Esper, Mariano (coord.), Corte Suprema de Justicia de la Na-
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da, Alejandro, El contrato de fianza. Límites de la responsabilidad del fiador, La
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2ª edición, Zavalía, Buenos Aires, 2003; Lorenzetti, Ricardo L. , Tratado de los
contratos , t. II, 2ª edición actualizada y aumentada, Rubinzal- Culzoni Editores,
Santa Fe, 2007; Márquez, José F. - Calderón, Maximiliano , " La tutela del con-
sumidor de los derechos de uso y goce de un inmueble. La locación y la ley
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nual de Contratos Civiles y Comerciales. Parte Especial , Abeledo- Perrot,
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Derecho Civil , 2ª edición, t. II, Depalma, Buenos Aires, 1959; Salvat, Raymun-
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obligaciones , t. II, 2ª edición actualizada por Arturo Acuña Anzorena, TEA,
Buenos Aires, 1957; Spota, Alberto G. - Leiva Fernández , Luis F.P. , Contra-
tos. Instituciones de Derecho Civil, t. V, 2ª edición actualizada y ampliada, La
Ley, Buenos Aires, 2009.

Art. 1187. Definición. Hay contrato de locación si una parte se obliga a otorgar
a otra el uso y goce temporario de una cosa, a cambio del pago de un precio en
dinero.

Al contrato de locación se aplica en subsidio lo dispuesto con respecto al con-


sentimiento, precio y objeto del contrato de compraventa.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

La locación de cosas ha encontrado regulación en el Código de Vélez desde su


primigenia redacción. Por su parte, la locación de inmueble con destino a vi-

2827
vienda o locación urbana, tratándose de una subespecie de este contrato, en
virtud que implica una fuerte gravitación de intereses sociales con la correlativa
política legislativa tuitiva, ha visto abultada en el tiempo su regulación merced a
múltiples leyes especiales, con declarado contenido de orden público: por
ejemplo, la Ley 23.091 de Locaciones Urbanas. Autorizada doctrina afirmaba
que " haber destinado distintos capítulos a la locación de cosas, como a la lla-
mada locación de actividad, permite obtener una definición más precisa del
contrato bajo estudio" (López De Zavalía). El Código Civil y Comercial 2014, ha
seguido el esquema previsto por el Proyecto de Código Civil de 1998, dividien-
do el capítulo en siete secciones, comprensivas de 39 artículos, reduciéndose
significativamente la regulación de este contrato, en comparación al Código de
Vélez que cuenta con 129 artículos más los previstos en la citada ley de loca-
ciones urbanas.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1493 y 1494; Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1074 y 1075; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1121.

II. Comentario

1. Definición

La definición proporcionada encuentra amplia conformidad con la doctrina más


calificada, siguiendo al Proyecto de 1993 y de 1998 que también decidieron
definir al contrato y resulta inobjetable desde el punto de vista de la técnica le-
gislativa. Los elementos propios (essentialia propria , diría López de Zavalía)
son la obligación de conceder el uso y goce temporario de una cosa a cambio
de un precio en dinero. Así las cosas, a través de tres elementos queda perfec-
tamente configurado el contrato.

En primer lugar, la obligación del locador de otorgar el uso y goce de una cosa.
Los términos uso y goce aún mantienen plurisignificación jurídica, como adujo
en su momento respecto del Código de Vélez López De Zavalía (arg. art. 2145,
que hace comprender en el derecho real de uso tanto las facultades de uso,
como de goce, en la extensión y con los límites que se establezca en el título).
Conceptualmente, es útil entender el uso como la facultad de empleo de la co-

2828
sa, y el goce como la de percepción de frutos (Leiva Fernández). Así las cosas,
lo realmente característico de este contrato es el no compromiso de transmi-
sión del derecho real de dominio o de la posesión sobre la cosa que el locatario
reconoce en cabeza del locador. Debe advertirse que pueden darse en loca-
ción las universalidades (arg. art. 1188, Proyecto 2012; ver fundamento nro.
188 del Proyecto de 1998), tal el caso de la locación de un fondo de comercio.
Ello ciertamente pone en jaque, artículo seguido, la definición diseñada. La más
calificada doctrina sostenía que, si por ejemplo, se quería locar en el régimen
de Vélez un inmueble con un fondo de comercio, por el inmueble podía proce-
derse mediante la locación, mas no así para el fondo de comercio, operación a
la que debían aplicársele las reglas de la cesión de derechos (Lorenzetti). Aho-
ra, si bien se permite la locación de universalidades (y, por ende, de fondos de
comercio) se observa la inadecuación de la definición al resto del articulado
(ver art. 16).

En segundo lugar, como elemento distintivo advertimos la nota de temporali-


dad, tan próxima a los derechos personales, y tan propia de este contrato por la
existencia de un plazo resolutorio que delimita temporalmente el ejercicio del
uso y goce concedido. En la definición legal del Código de Vélez, sin bien no
había alusión directa a este límite temporal en su art. 1493, la prescripción del
art. 1505 (que prohibía extensiones temporales mayores a diez años) sentaba
la base legal de tal conclusión. Finalmente, en tercer lugar, se requiere un pre-
cio en dinero, obligación típica y principalísima del locatario. Sin embargo, sur-
ge el interrogante de la tipificación contractual cuando se ha pactado el precio
en moneda extranjera (arg. art. 765, por la modificación que le introdujo el PEN
al Anteproyecto), debiéndose estar, en este último supuesto, a lo normado por
el artículo 970 en materia de contratos innominados. El contrato reviste carác-
ter consensual (arg. art. 971). El precio debe ser determinado o determinable
(arg. art. 1133). Ante el silencio sobre el valor locativo, debe estarse por la re-
misión del último párrafo a lo dispuesto en el art. 1144, y entender que el mis-
mo es el corriente de plaza para el tipo de cosa locada.

2. Prelación e integración normativa

2829
El último párrafo del precepto manda aplicar en subsidio las normas del contra-
to de compraventa en lo referente al consentimiento, precio y objeto. De este
modo, y siempre considerando las particulares diferencias entre ambos tipos
contractuales, habrán de resolverse las lagunas por aplicación subsidiaria de
las normas sobre la compraventa y, recién acudir a las normas generales sobre
los contratos para, finalmente, recurrir a la teoría general de las obligaciones
(por ejemplo, las de dar cosas para restitución, arts. 759- 761; o bien el art. 749
para transferir uso o tenencia; o bien arts. 765- 772 de obligaciones de dar su-
mas de dinero). Finalmente, en materia de integración contractual habrá tam-
bién de acudirse a los usos y prácticas (arg. art. 964 inc. c) en virtud de la unifi-
cación de la materia civil con la comercial. Este contrato puede ser de consu-
mo, cuando se perfeccione una relación de consumo, debiéndose aplicar las
normas del Título III del Código Civil y Comercial de la Nación conjuntamente
con las previstas en la ley 24.240 y sus modificatorias.

III. Jurisprudencia

(ST Santiago del Estero, 20/2/2009. LLNOA, 2009-449); (CNCom., sala D,


9/8/2010, LLAR/JUR/47112/2010).

Art. 1188. Forma. Oponibilidad. El contrato de locación de cosa inmueble o


mueble registrable, de una universalidad que incluya a alguna de ellas, o de
parte material de un inmueble, debe ser hecho por escrito.

Esta regla se aplica también a sus prórrogas y modificaciones.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez no prescribía una forma determinada a este contrato,


aplicándose la regla de la libertad de formas. En cambio, la ley 23.091 de Lo-
caciones Urbanas (art. 1) vino a imponer en el ámbito de su aplicación la ins-
trumentación por escrito, disposición de relevancia en virtud de la tutela de or-
den público (art. 29) que emerge de dicha normativa e interpretada mayorita-

2830
riamente como una solemnidad ad probationem . El texto citado, por tanto, in-
troduce alteraciones en el sistema del Código Civil de Vélez.

En cuanto a las fuentes del artículo: Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art.
1084; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1122;
Ley 23.091,art. 1.

II. Comentario

1. De la forma

Cabe advertir que al reglar la forma se deja entrever la posibilidad de dar en


locación universalidades. En doctrina, con relación a la locación de un fondo de
comercio, se decía que " es en verdad un contrato complejo que rompe los lími-
tes demasiado estrechos de la mera locación. Importa el alquiler del local e ins-
talaciones, la venta o el préstamo de consumo de las mercaderías, la cesión
temporaria del derecho al nombre y de la clientela" (Borda). Sin embargo, el
concepto diseñado en el art. 1187 toma por objeto las "cosas”, que deben cons-
tituir bienes materiales (art. 16). Sobre esto nos hemos referido ya en el comen-
tario anterior.

Este precepto permite inferir a contrario sensu, que como principio el contrato
de locación no es formal. Sin embargo, cuando el objeto del mismo constituya
la transferencia del uso y goce sobre inmuebles, muebles registrables, univer-
salidades que incluyan alguno de los bienes referidos, o partes materiales de
un inmueble, debe hacerse el mismo por escrito. No otorgada la forma escrita
se constituye una obligación de hacer, pudiendo otorgar el instrumento del con-
trato el juez en representación de la parte omisa (arg. arts. 285 y 1018, Código
Civil y Comercial de la Nación). Podríamos decir que, en los supuestos con-
templados por el artículo, nos hallamos ante negocios formales de solemnidad
relativa (Rivera), por cuanto el artículo no contiene la mención " bajo sanción de
nulidad" .

La posición mayoritaria sostiene, haciendo referencia a la ley 23.091, que la


forma escrita reviste carácter ad probationem (Leiva Fernández) debiéndose
aplicar el precepto contenido en el art. 1020 del Código Civil y Comercial de la
Nación. Por su parte, autorizada doctrina se manifestaba contraria a que sea

2831
una forma solemne absoluta porque " sería absurdo que para esta locación in-
mobiliaria se exigieran requisitos de forma más rigurosos que para la compra-
venta inmobiliaria" (López De Zavalía). En términos similares, refiriéndose a la
locación urbana y cuyos términos son aplicables a la norma anotada, se dijo "
debe tenerse en cuenta que el orden público emergente de esta norma es
esencialmente protectorio, razón por la cual la forma no hace a la eficacia del
negocio sin antes bien a la posibilidad de su acreditación" (Hernández- Frusta-
gli).

En este tipo de contratos, el principio de ejecución suele habilitar la amplitud


probatoria permitiéndose su acreditación por medio de actos o hechos de los
cuales se desprenda que el uso y goce concedido contra el pago del precio,
configura un contrato de locación. Cuando la locación de cosas sea de consu-
mo también es un contrato formal, con las mismas condiciones y finalidades
protectorias de la norma.

2. Prórroga o modificación

Finalmente, resta reseñar que toda prórroga o modificación de los contratos


con forma impuesta, también deberán observar la forma escrita, aspecto ya
contemplado en la ley 23.091, no así en el régimen del Código Civil. Afirmán-
dose, que " cabe considerar que la prórroga refiere al acuerdo expreso de las
partes destinado a extender la vigencia del plazo de la locación originaria"
(Hernández- Frustagli).

III. Jurisprudencia

( CNCiv., sala G, 5/5/1998, LA LEY, 1998 - E, 46); ( CNCiv ., sala B, 8/2/1999,


LA LEY, 1999 - D, 22); (CCiv., Com., Minas, Paz y Trib., 3ª, Mendoza,
24/10/2008. LL Gran Cuyo, 2009 - 66); Sobre libertad de formas: CCiv., Com.,
Minas, Paz y Trib., 5ª, Mendoza, 5/5/2009. LL Gran Cuyo, 2009 - 793).

Art. 1189. Transmisión por causa de muerte. Enajenación de la cosa loca-


da. Excepto pacto en contrario, la locación:

a) se transmite activa y pasivamente por causa de muerte;

2832
b) subsiste durante el tiempo convenido, aunque la cosa locada sea enajenada.

Art. 1190. Continuador de la locación. Si la cosa locada es inmueble, o parte


material de un inmueble, destinado a habitación, en caso de abandono o falle-
cimiento del locatario, la locación puede ser continuada en las mismas condi-
ciones pactadas, y hasta el vencimiento del plazo contractual, por quien lo habi-
te y acredite haber recibido del locatario ostensible trato familiar durante el año
previo al abandono o fallecimiento.

El derecho del continuador en la locación prevalece sobre el del heredero del


locatario.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

En el Código Civil, las obligaciones derivadas del contrato de locación se


transmiten activa y pasivamente a los herederos del locador y del locatario,
siendo una regulación de naturaleza supletoria. Con respecto al supuesto de
enajenación de la cosa locada, era objeto de discusión si la continuación del
contrato era aplicable sólo al supuesto de arrendamientos de inmuebles. La
doctrina más moderna afirmó que también era aplicable la continuación a las
locaciones de muebles (Borda, Lorenzetti). Podemos concluir que observamos
un sistema de modificaciones subjetivas similar al vigente, que evidencia una
mayor claridad y recepción de los criterios doctrinarios dominantes.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1496 y 1498; Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1076; Proyecto de Código Civil de la Repúbli-
ca Argentina de 1998, arts. 1123 y 1124; Ley 23.091,art. 9.

II. Comentario

1. De la transmisión por causa de muerte

El precepto no es más que una aplicación del principio general recogido en el


art. 1024 Código Civil y Comercial de la Nación. En efecto, al no tratarse la lo-
cación de cosas de un contrato intuito personae (Lorenzetti) sólo podría obstruir

2833
la transmisión mortis causa un pacto o disposición legal en contrario (el que no
podrá, sin embargo, restringir el plazo del art. 1198 cuando la locación sea de
inmuebles sin importar su destino). En el caso del fallecimiento del locatario, el
derecho del continuador prevalece incluso sobre el del heredero del locatario,
es decir, se genera una prevalencia de este instituto frente al derecho suceso-
rio (Leiva Fernández). Es importante notar que la redacción del texto consagra
un derecho a hacer subsistir la locación sólo en cabeza de los continuadores,
sujetos que no se identifican con los herederos del locatario. Esta opción bene-
ficia a quien habitaba el inmueble y logre acreditar haber recibido ostensible
trato familiar por un año previo al abandono o fallecimiento del locatario. Como
puede observarse la norma exige conjuntivamente dos requisitos para ser con-
tinuador, no bastando la mera habitación sino también, requiriéndose el trato
familiar, aun cuando no se verificare grado alguno de parentesco. Quedan
comprendidas situaciones tales como los " hijos ajenos criados o parientes le-
janos sin vocación sucesoria"(Leiva Fernández).

Este artículo se aplica aun cuando la transmisión mortis causa opere a título
singular, como por ejemplo, por un legado.

2. De la subsistencia ante el caso de abandono de la cosa por parte del


locatario.

En virtud de lo normado por el art. 1219 inc c) del Código Civil y Comercial de
la Nación, cuando se abandonase la cosa locada surge el derecho de resolu-
ción por causa imputable al locatario. Sin embargo, aun cuando se ausentase
el locatario sin dejar apoderado, en la medida que tuviere grupo conviviente
habitando en el inmueble, estos tendrán la facultad de convertirse en continua-
dores de la locación. El abandono consiste en el retiro de la finca arrendada sin
dejar en ella la o las personas necesarias para poder cumplir los actos materia-
les requeridos para su conservación (Salvat). Cabe recordar que esta facultad
exige igualmente que la cosa locada sea un inmueble con destino a habitación.

2834
3. El ostensible trato familiar

El derecho de convertirse en continuador de la locación requiere una serie de


requisitos, a saber: a) Que la cosa locada sea inmueble; b) Que el destino sea
de habitación; c) Que esta persona haya habitado en el inmueble junto al loca-
tario durante un año previo al abandono o fallecimiento; d) Que hubiera recibido
del locatario " ostensible trato familiar" . De todos los requisitos, entendemos
que este último supuesto es el que más dudas interpretativas puede generar,
pues nos hallamos ante un concepto jurídico indeterminado del que el juzgador
hará mérito en función de las realidades sociales que modelan el concepto de
familia, siendo paradigmáticas las ahora reguladas como "uniones convivencia-
les" (arts. 509 y 528, Código Civil y Comercial de la Nación). El trato familiar no
depende de la edad de los miembros del grupo conviviente, o de sus potencia-
lidades económicas, pues la ley no ha reparado en ello para discernir esta tute-
la habitacional. Sin embargo, no creemos que el artículo admita una extensión
tal que conceda esa facultad a simples amistades del locador. El origen de este
instituto, " presente en varias leyes de emergencia, se recibió finalmente por el
art. 9° de la ley 23.091, que sin embargo, por inadvertencia, no requiere plazo
alguno ni exige el carácter ostensible del trato familiar" (Leiva Fernández).

4. Subsistencia ante enajenación de la cosa

Estamos frente a un fenómeno de modificación subjetiva contractual ex legem


(Pizarro - Vallespinos). La locación subsiste siempre que la cosa haya sido
enajenada por cualquier acto jurídico inter vivos (López De Zavalía), sea por
venta, donación, permuta, una dación en pago, etc. El fundamento de la norma,
que ya habíamos adelantado, estriba en una elemental directiva de buena fe. El
adquirente requiere tradición para hacer nacer su derecho real, salvo en aque-
llos casos donde la inscripción registral opera de modo constitutivo, pero aun
en ellos, es dable pensar que si el adquirente deseaba ejercer todas las potes-
tades posesorias, tuvo que haber sabido de la existencia de un relación jurídica
que justificaba la tenencia de la cosa en un sujeto distinto del enajenante. Si
bien se ha argumentado que para poder oponer este derecho hace falta un ins-
trumento público o privado de fecha cierta, entendemos que puede prescindirse
de este requisito en aquellos supuestos donde se requiere tradición de la cosa

2835
para hacer nacer el derecho real del adquirente por lo antes fundamentado y
siempre que el locatario conserve la tenencia de la cosa (López De Zavalía).

Al igual que el supuesto contemplado en relación al fallecimiento, la norma es


derogable por la voluntad de las partes, pero no podrá restringir el plazo míni-
mo consagrado en el art. 1198 del Código Civil y Comercial de la Nación. Por
último, en relación a los pagos efectuados por el locatario al enajenante, los
mismos son válidos mientras no se haya cursado la notificación del art. 1637
del Código Civil y Comercial de la Nación.

III. Jurisprudencia

(CSJN, 20/5/1982, Fallos: 304:711); ( CNCiv ., sala C, 12/3/1992, JA, 1992 - IV


- 178); ( CNCiv ., sala C, 20/5/1999, JA, 2000 - III - 583); ( CNCiv ., sala H,
17/04/1997, LA LEY, 1997 - E, 888); ( CNCiv . sala G, 06/11/1996, LA LEY,
1997 - C, 482 ).

Art. 1191. Facultades del representante. Para celebrar contrato de locación


por más de tres años, o cobrar alquileres anticipados por el mismo período, se
requiere facultad expresa.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Este artículo se aparta tanto de la técnica legislativa del Proyecto de 1998, co-
mo del Código de Vélez. La nueva metodología es criticable ya que se trata de
una reproducción del principio contenido en el art. 375 in fine del Código Civil y
Comercial de la Nación, no habiéndose incluido excepción alguna que justifique
su inclusión.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1881 inc. 10); Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1077; Proyecto de Código Civil de la Repúbli-
ca Argentina de 1998, art. 366 inc. k).

II. Comentario

2836
1. Extensión de la representación para recibir pagos anticipados. Conflic-
to de normas

Como regla la celebración de un contrato de locación de cosas es considerado


un acto de administración, por lo cual las partes (locador y locatario) sólo re-
quieren contar con dicha aptitud para que el contrato sea válido. Sin embargo,
por excepción, podrá ser considerado un acto de disposición cuando se exceda
un determinado plazo, que el Código de Vélez estableció en seis años (art.
1881, inc. 10).

La norma comentada, a diferencia de su antecedente, exige facultad expresa


cuando se exceda de los tres años, considerando dicho plazo como un acto de
disposición. Comprende tanto la facultad de celebrar el contrato de locación
como de percibir pagos anticipados. Entendemos por pago anticipado o adelan-
tado aquel que se efectúa antes de ser exigible, sea que el periodo de uso y
goce haya o no transcurrido. Suelen ser vistos con disfavor por la posibilidad de
implicar actos en fraude o perjuicio de terceros.

Se presenta aquí una aparente dificultad. El precepto comentado no estaba


incluido en el Proyecto de 1998; empero si existía una norma similar en el
párrafo segundo del art. 1077 del Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, relati-
vo a aquellos que tuvieren la administración de bienes propios o ajenos, en es-
tos términos: " Sin embargo, se considerará que exceden los actos ordinarios
de administración los contratos de locación que tuvieren un plazo mayor de
cinco años, así como los anticipos de alquileres por más de un año" .

Pues bien, la norma proyectada manda tener facultades expresas para cobrar
alquileres anticipados por más de tres años, ampliando el plazo del Proyecto de
1993. Ya alertamos que esta norma debió ubicarse en la parte general al tratar
sobre la representación. Sin embargo, cabe señalar que existe una sutil dife-
rencia con el contenido del art. 375 inc. k) del Código Civil y Comercial de la
Nación. Mientras la última norma exige facultades expresas para cobrar alquile-
res anticipados por más de un año, la primera los exige para más de tres años.
Una lectura detenida, sin embargo, permite advertir cómo conciliar ambos pre-
ceptos. Cuando la locación sea de inmuebles, se aplica como lex specialis el
art. 375 inc. k), y por ende se requiere facultad expresa para cobrar alquileres

2837
adelantados por más de un año. Cuando la locación verse sobre cosas mue-
bles, o universalidades que no contengan inmuebles, se requiere facultad ex-
presa para cobrar alquileres anticipados por más de tres años. No logra adver-
tirse, sin embargo, la necesidad de esta norma que bien pudo y debió dejarse
emplazada en el art. 375 inc. k), con similar contenido al que traía el Proyecto
de 1998. El facultamiento expreso sólo es referido para cobrar los alquileres
anticipados, más no para pagarlos de ese modo. Sin embargo, el inc. h) del art.
375 del Código Civil y Comercial de la Nación requiere facultades especiales
para efectuar pagos que no sean los ordinarios de administración, con lo cual,
entendemos, un buen criterio temporal para determinar cuando el pago por
adelantado excede el mero acto de administración, es emplear el plazo para su
cobro. En conclusión, tanto para cobrar como para pagar por adelantado, en
las condiciones temporales de los artículos estudiados, se requiere de un facul-
tamiento especial.

2. Extensión de la representación en relación al plazo acordado

Sea la locación de inmueble, mueble o universalidad, siempre que el plazo sea


mayor a tres años, se requiere facultamiento expreso para celebrar el contrato.
Otra diferencia que puede advertirse de la confrontación de ambas normas
surge en que el art. 375 inc. k) del Código Civil y Comercial de la Nación exige
facultades expresas para "dar o tomar en locación inmuebles por más de tres
años" ; en cambio, la norma anotada sólo la exige para " celebrar contrato de
locación" . Entendemos que una hermenéutica correcta podría ser incluir en el
término celebrar , tanto al eventual locador como al locatario, exigiéndose en
ambos casos las facultades expresas cuando se exceda el término legal. En
otras palabras, este facultamiento especial es exigible tanto para dar como pa-
ra tomar en locación por más de tres años.

III. Jurisprudencia

( CNCiv ., sala B, 27/5/1980, ED, 89 - 349 )

Sección 2ª - Objeto y destino.

2838
Bibliografía de la reforma: Leiva Fernández, Luis F. P ., " La locación en el
Proyecto de Código " , LA LEY del 6/02/2013;

Bibliografía clásica: Arias Cáu, Esteban J. , " Locación de cosas " , en Arme-
lla, Cristina N . (dir.) - Esper, Mariano(coord.), Corte Suprema de Justicia de la
Nación. Máximos Precedentes. Contratos , t. II, La Ley, Buenos Aires, 2014;
Moeremans, Daniel E. - Rousset, Maximiliano , Locaciones urbanas. Ley
23.091 , LexisNexis - Abeledo -Perrot, Buenos Aires, 2002; Otero, Esteban D. ,
" Locación de cosas " , en Esper, Mariano , Manual de contratos civiles y co-
merciales. Parte especial , Abeledo - Perrot, Buenos Aires, 2011.

Art. 1192. Cosas. Toda cosa presente o futura, cuya tenencia esté en el co-
mercio, puede ser objeto del contrato de locación, si es determinable, aunque
sea sólo en su especie. Se comprenden en el contrato, a falta de previsión en
contrario, los productos y los frutos ordinarios.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Se observa una mejor técnica legislativa en relación al régimen de Vélez, sub-


sumiendo en un solo precepto los presupuestos que debe reunir el objeto de la
cosa dada en locación

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1499, 1500 y 1501; Pro-
yecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1078, 1079 y 1080; Proyecto de Códi-
go Civil de la República Argentina de 1998, art. 1125.

II. Comentario

1. Cosa presente o futura

Si se celebra contrato de locación de cosa futura, se entiende que dicho contra-


to se encuentra bajo condición suspensiva de que la cosa llegue a existir (arg.
arts. 1187 y 1131, Código Civil y Comercial de la Nación). Por la remisión for-
mulada a las disposiciones del contrato de compraventa, podemos concluir que
el riesgo pesa, a falta de pacto en contrario, en cabeza del locador, siendo él

2839
quien debe arbitrar todos los medios para que la cosa llegue a existir, en el
tiempo y condiciones pactadas.

2. Determinada o determinable

Puede que la cosa objeto del contrato esté perfectamente delimitada (en cuyo
caso se aplicarían las reglas de las obligaciones de dar cosas ciertas para
transferir su uso y goce), o bien, sea indeterminada pero determinable. Los
ejemplos clásicos son el alquiler de un coche, sin individualización de su domi-
nio, pero con delimitación de su especie (por ejemplo, un coche tipo 4x4, mode-
lo 2013, etc.). En estos últimos supuestos habrán de aplicarse las reglas de las
obligaciones de género, determinándose una cosa de calidad media (Lorenzet-
ti). Las cosas consumibles no son objeto del contrato de locación, sino más
bien del mutuo; pero si eventualmente se pactase un uso anormal de las mis-
mas, que no consista en darles el último uso (como entregar una torta para ex-
posición en vidriera con la condición de restituirla en un plazo) podríamos
hallarnos ante una auténtica locación de cosa (López De Zavalía). La indeter-
minación, por tanto, es siempre relativa.

3. Locación de cosa ajena

Este supuesto no se encuentra expresamente reglado en la norma, pero mer-


ced a la remisión del segundo párrafo del art. 1187 y lo normado por el art.
1132 del Código Civil y Comercial de la Nación no cabe dudar de su validez.
Con relación al régimen del Código de Vélez, la doctrina considera posible y
perfectamente lícito la locación de cosa ajena, en aquellos casos que " existe
legitimación para disponer del uso y goce, lo que ocurre en un variado número
de supuestos, entre los cuales pueden citarse, los contratos celebrados por: a)
el sublocador; b) El usuario — e n las ocasiones de excepción en las cuales le
fuera permitido — o el usufructuario; c) el tomador del leasing " (Hernández-
Frustagli).

El locador debe garantizar al locatario el uso y goce pacífico. Sin embargo,


cuando el locador carecía de la posesión o de título que lo habilitase a entregar
la cosa en locación (por ejemplo, si ejercía tenencia por un contrato de depósi-
to) la misma le es inoponible al propietario (Cifuentes- Sagarna). Siempre que

2840
el locador no hubiera conseguido mantener al locatario en el uso y goce pacífi-
co de la cosa, este último tendría acción de daños y perjuicios contra el locador
(Lorenzetti).

4. Cosas fuera del comercio

La norma exige, siguiendo al Proyecto de 1998, que la cosa este en el comer-


cio. ¿Qué sucede con las cosas fuera del comercio? Una interpretación a con-
trario sensu de la nueva normativa, permite sostener que es imposible arrendar
cosas fuera del comercio, sin distinciones. Sin embargo, el régimen de Vélez
permite estos contratos cuando las cosas no hubieran sido puestas fuera del
comercio en razón de su nocividad, o por cuestiones de moral y buenas cos-
tumbres. El mismo criterio fue seguido por el art. 1080 del Proyecto de 1993, en
estos términos: " Se podrán arrendar las cosas que están fuera del comercio,
salvo que lo estén por nocivas al bien público o contrarias a la moral y buenas
costumbres”. Empero, la norma proyectada no admite distinciones.

5. Frutos y productos

Están comprendidos en el objeto de la locación, pues no sólo se transfiere el


uso sino también el goce, salvo pacto en contrario. Nos referimos a los frutos o
productos ordinarios de la cosa locada, quedando excluidos los extraordinarios.
El art. 1078 del Proyecto de 1993 expresaba: " Se comprenderán en el contrato
las servidumbres activas de las cosas arrendadas y los frutos y productos ordi-
narios; no estarán incluidos los frutos y productos extraordinarios, salvo con-
vención expresa de las partes" .

III. Jurisprudencia

( CNCiv ., sala C, 3/5/1989, LA LEY, 1989 - D, 41); (SCJ Mendoza, sala 1ª,
18/4/1991, LA LEY, 1991 - C, 409); (CCiv. y Com. Resistencia, sala 4ª,
29/06/2010, LLAR/JUR/34489/2010)

Art. 1193. Contrato reglado por normas administrativas. Si el locador es


una persona jurídica de derecho público, el contrato se rige en lo pertinente por
las normas administrativas y, en subsidio, por las de este Capítulo.

2841
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El texto del Código de Vélez era de redacción ciertamente compleja y refería no


solamente a los bienes estatales, sino también a los de corporaciones o esta-
blecimientos de utilidad pública, aplicándole a los primeros las disposiciones
del Derecho Administrativo y, a las segundas, las propias (generando múltiples
dudas).

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1502; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1081; Proyecto de Código Civil de la República Argenti-
na de 1998, art. 1126.

II. Comentario

1. Bienes cuyo uso y goce es otorgado por el Estado

Cuando el Estado entrega en " arrendamiento" bienes del dominio público, es-
tamos indudablemente en el ámbito de aplicación de las reglas del derecho
público, en la especie administrativo, siendo en tal caso más correcto aludir a
"concesiones de uso" que a locaciones o arrendamientos (López De Zavalía), y
ello con total independencia del nombre que quisieran darle las partes (Marien-
hoff). En este tipo de contratos se advierte un régimen jurídico exorbitante, que
no deja lugar a dudas sobre la aplicación plena y preeminente del Derecho
Administrativo.

Cuando el bien, cuyo uso y goce pretende transferirse, pertenece al dominio


privado del Estado, las normas del Derecho Administrativo se ordenan más
bien al proceso de formación de la voluntad administrativa, aunque el contrato
celebrado, queda sujeto en mayor medida a normas del derecho común. Así,
con relación el régimen del Código de Vélez, se dijo que la " locaciones sobre
bienes de dominio privado del Estado están regidas por las normas del Dere-
cho administrativo y supletoriamente por las reglas del Derecho común. La
subsidiariedad significa que el primero alcanza a las condiciones de la oferta,
precio, plazo, formas, garantías, derecho y deberes de las partes, y en todo lo
no previsto se aplica el derecho común" (Hernández- Frustagli).

2842
Por último, cuando el Estado actúa como sujeto de derecho privado celebrando
contratos de locación con particulares, y asumiendo el rol de locatario , queda
sujeto a las disposiciones comunes de la materia.

Esta norma se aplica tanto a la administración centralizada, como descentrali-


zada y entidades autárquicas, siendo feliz el vocablo utilizado " persona jurídica
de derecho público" . El Código Civil y Comercial de la Nación enumera en su
art. 146 como personas jurídicas públicas al Estado Nacional, Provincial, Muni-
cipal, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entidades autárquicas y demás or-
ganizaciones a que las leyes le atribuyan tal carácter; los estados extranjeros,
organizaciones del derecho internacional público y otras personas jurídicas
públicas constituidas en el extranjero; finalmente, mantiene este carácter la
Iglesia Católica. “En síntesis, se aplicará el derecho administrativo si el locador
es el Estado, sea o no el dueño de la cosa locada" (Leiva Fernández).

2. Personas jurídicas no estatales

El tenor de la norma, entendemos, abarca también este supuesto (ej. Colegios


Profesionales). En la práctica, y aún durante la vigencia del régimen de Vélez,
estas personas jurídicas celebraban sus contratos de locación comportándose
mayormente como sujetos de derecho privado por gestionar bienes que no per-
tenecen al patrimonio del Estado, pero ello no quita que ingresen en el ámbito
de aplicación de la norma si las previsiones del derecho público tuviesen pres-
cripciones particulares al respecto o si el Estado les confiriese la facultad de
administrar determinados bienes de su patrimonio.

3. Competencia

Habría que distinguir si el Estado en sentido lato obra como locador o como
locatario. En virtud de lo expuesto, si el Estado actúa como locador " se aplican
las normas del derecho administrativo y resulta competente la Suprema Corte
de Justicia" (Cifuentes- Sagarna). En cambio, si el Estado es locatario y contra-
ta en ese carácter la locación de una propiedad de un particular, " se aplican
las normas del derecho civil" (Cifuentes- Sagarna), siendo competentes los tri-
bunales ordinarios.

2843
III. Jurisprudencia

(CSJN, 16/4/1945, Fallos: 201:339); (CFed. Bahía Blanca, sala I, 15/4/1999, LA


LEY, 1999 - D, 564); (CSJN, 8/4/2008, Fallos: 331: 622)

Art. 1194. Destino de la cosa locada. El locatario debe dar a la cosa locada el
destino acordado en el contrato.

A falta de convención, puede darle el destino que tenía al momento de locarse,


el que se da a cosas análogas en el lugar donde la cosa se encuentra o el que
corresponde a su naturaleza.

A los efectos de este Capítulo, si el destino es mixto se aplican las normas co-
rrespondientes al habitacional.

Art. 1195. Habitación de personas incapaces o con capacidad restringida.


Es nula la cláusula que impide el ingreso, o excluye del inmueble alquilado,
cualquiera sea su destino, a una persona incapaz o con capacidad restringida
que se encuentre bajo la guarda, asistencia o representación del locatario o
sublocatario, aunque éste no habite el inmueble.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Puede observarse una mejor técnica legislativa que subsume en un solo artícu-
lo numerosos preceptos del Código de Vélez relativos al destino. Asimismo, el
texto resuelve problemas interpretativos al establecer que, ante la presencia de
un destino mixto, han de aplicarse las normas correspondientes al destino habi-
tacional. No encontramos en el nuevo régimen de locación de cosas un texto
similar al del art. 1503 de Vélez (requisito de uso honesto en el destino de la
cosa), pues, en realidad, no es necesario, por vigencia de los preceptos gene-
rales contenidos en los arts. 279, 386 y 1014 del Código Civil y Comercial de la
Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1504 (reforma ley
11.156) y 1554.

2844
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1083 y 1089; Proyecto de Código
Civil de la República Argentina de 1998, arts. 1127 y 1128.

II. Comentario

1. Determinación del destino

El artículo comentado establece las reglas necesarias para determinar el uso o


destino de la cosa locada. En primer lugar, se otorga preeminencia a la auto-
nomía privada de las partes mediante la frase " destino acordado" , que noso-
tros denominamos como destino subjetivo . A falta de convenio expreso, se
disponen distintas alternativas para suplir esta omisión. La conjunción disyunti-
va " o" permite inferir que el locatario podrá darle a la cosa cualquiera de los
siguientes destinos: aquel que tenía la cosa al momento de celebrarse el con-
trato, el que se le suele dar a cosas de naturaleza análoga o bien aquel que
mejor se corresponda con la naturaleza de la cosa. Este último, lo conocemos
como destino objetivo.

La determinación del destino de la cosa es de suma importancia toda vez que


el emplearla para otro distinto, hace nacer la facultad del locador de dar por
extinguido el contrato (conf. arts. 1205, 1219 inc. a), y exigir los daños y perjui-
cios correspondientes. Pero estas alternativas operan indistintamente cuando
no exista modo alguno de inferir algún acuerdo tácito. Ahora bien, cuando el
uso se ha convenido explícitamente, el apartamiento del destino acordado, de-
be juzgarse con mayor severidad (López De Zavalía).

2. Supuesto de destinos múltiples. Error sobre el destino

Toda vez que el destino habitacional ha sido objeto de una mayor tutela, la
norma establece que existiendo destino mixto (inmueble que se alquila para
colocar un comercio y vivienda), debe dispensarse el tratamiento normativo de
tutela habitacional (ver arts. 1196, 1222). Todo error sobre el destino, en la me-
dida que implique una variación del régimen legal aplicable, debe ser conside-
rado esencial, y viciará al acto de una nulidad relativa. Se enseña por autoriza-
da doctrina (Lorenzetti) que el destino de la cosa puede determinarse objetiva o
subjetivamente. Mientras la determinación subjetiva del destino viene dada por

2845
el acuerdo de partes, la objetiva se vincula más bien con el uso propio de la
cosa, y reseña este autor que las cosas tienen un uso, un destino que surge de
las propias condiciones funcionales de la cosa, de los usos anteriores al contra-
to y, menciona incluso, como un calificante objetivo, la habilitación municipal.
Entendemos que todas estas ideas están receptadas en el artículo 1194 anota-
do.

3. Tutela habitacional de incapaces

El texto (art. 1195) confiere una tutela más amplia a las personas incapaces o
con capacidad restringida, pues no sólo protege a aquellos que se encuentren
bajo la representación o guarda del locatario o sublocatario, sino que se extien-
de incluso a aquellos que reciben mera " asistencia" por parte de éste, y aun
cuando no habiten el inmueble. En tal sentido, se dijo: " El art. 1195 propuesto
—coincidente con el artículo 1128 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la
República Argentina— también invalida la exigencia de que el locador pueda
exigir como condición que el eventual locatario capaz habite el inmueble junto
con el incapaz" (Leiva Fernández) .

En efecto, el Proyecto de 1993 disponía, en su art. 1083, que: " Será nula toda
cláusula por la que se pretendiere excluir de la cosa arrendada o subalquilada
a los menores que estén bajo la patria potestad o guarda del locatario o sublo-
catario, en su caso”.

La sanción sigue siendo la nulidad de toda cláusula que restringa el ingreso de


los incapaces mencionados o pretenda excluir del inmueble, aun cuando la lo-
cación no tuviera destino habitacional, admitiendo ambas opciones. Ello surge
del giro utilizado " cualquiera sea destino" debiéndose interpretar en sentido
amplio. Asimismo, la nulidad será " parcial y sólo recaerá sobre la cláusula de
exclusión" (Cifuentes- Sagarna).

La regla se extiende a todos los incapaces de hecho y no sólo a los menores


(Leiva Fernández), como estaba redactado en el Proyecto de 1993.

III. Jurisprudencia

(CCiv. y Com. Resistencia, sala 4ª, 29/6/2010, LLAR/JUR/34489/2010).

2846
Art. 1196. Locación habitacional. Si el destino es habitacional, no puede re-
querirse del locatario:

a) el pago de alquileres anticipados por períodos mayores a un mes;

b) depósitos de garantía o exigencias asimilables, por cantidad mayor del im-


porte equivalente a un mes de alquiler por cada año de locación contratado;

c) el pago de valor llave o equivalentes.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez otorga preeminencia a la autonomía privada de las partes


(art. 1197) pudiendo éstas convenir el pago anticipado de la locación, en una
sola vez o por diferentes períodos (mensuales, bimestrales, semestrales, etc.).
Sin embargo, cuando se trata de locaciones destinadas a viviendas, el régimen
tuitivo de la ley 23.091 dispuso, para evitar excesos o abusos de los locadores,
que los pagos anticipados de alquileres no podrían ser por períodos mayores a
un mes y los depósitos de garantía no podían superar el importe equivalente a
un mes de alquiler por año de locación convenida. El Proyecto de 1998 carece
de una norma similar.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 23.091,art. 7.

II. Comentario

1. De la tutela habitacional

Se hace referencia a esta disposición en los Fundamentos como una forma de


tutela habitacional, siguiendo a la ley 23.091. Autorizada doctrina, afirmaba que
el régimen antedicho contiene " diversas disposiciones tendientes a proteger a
los inquilinos de vivienda contra los posibles abusos que puedan cometer los
locadores que, dada la escasez de viviendas, son la parte más fuerte del con-
trato de locación" (Borda). De este modo, se dijo que " el legislador receptó el
buen uso y desechó la práctica abusiva — f recuente al tiempo de su sanción—
que consistía en imponer pagos anticipados elevado que en algunos casos lle-

2847
vaban incluso a exigir la totalidad del canon, afectándose el acceso a la vivien-
da" (Hernández- Frustagli).

El Proyecto de 1998 no incluyó una pauta similar " por considerar que debían
ser regulados por la ley de oferta y demanda y que el Estado debía abstenerse
de intervenir en las relaciones patrimoniales entre particulares" (Leiva Fernán-
dez). El Código Civil y Comercial de la Nación, sin embargo, aquí se apartó del
Proyecto de 1998 y dispuso incluir esta tutela en su articulado.

2. Del ámbito de aplicación

El ámbito de aplicación de esta norma está delimitado por el uso de la cosa


(destino de vivienda) no siendo, por ende aplicable a la locación de inmuebles
con destino comercial donde es costumbre exigir el pago del valor llave. En
materia habitacional, el valor llave (como cualquier concepto equivalente) cons-
tituye un sobreprecio para exigir valores anticipados. La disposición de la ley
23.091 de locaciones urbanas consigna que, pagados estos valores en contra-
vención a lo normado, el locatario podría demandar el reintegro actualizado de
las sumas obladas, debiendo cargar el locador con las costas si se requiriese
para ello la iniciación de trámites judiciales. De más está decir, que dicha pres-
cripción era innecesaria y surge del plexo normativo vigente con lo que se me-
jora la técnica legislativa. Entendemos, además, que la norma proyectada (aun
habiendo eliminado la última regla de su redacción), no pierde su contenido de
orden público y como tal es inderogable, pues de otro modo se vería frustrada
la finalidad perseguida con la misma.

Desde el punto de vista técnico, debemos resaltar la decisión de suprimir el


calificativo " urbano" por " habitacional" , pues en el régimen de la Ley 23.091
se proyectaba sobre locaciones de inmuebles dentro de los éjidos urbanos,
quedando la locación habitacional " campestre" sujeta a las normas del Código
de Vélez (López de Zavalía). En el Proyecto de la Comisión Federal de juristas
se menciona el término " casa habitación" .

Por el contrario, esta norma no resulta aplicable a la locación comercial, indus-


trial o empresarial en las cuales "sigue siendo práctica frecuente pactar perío-
dos de pago mayores de un mes y exigir el pago de un valor llave"(Borda).

2848
Por último, cabe recordar que en aquellos casos de locaciones habitacionales
regidas por el derecho del consumidor, también se aplican sus normas protec-
torias a esa relación jurídica.

III. Jurisprudencia

(CNCiv., sala E, 22/5/1980, LA LEY, 1980-D, 147); (CCiv. Neuquén, sala II,
7/8/2008, LLAR/JUR/16466/2008)

Sección 3ª - Tiempo de la locación.

Bibliografía de la reforma: Leiva Fernández, Luis F. P. , "La locación en el


Proyecto de Código", LA LEY del 6/2/2013.

Bibliografía clásica: Arias Cáu, Esteban J. , "Locación de cosas", en Armella,


Cristina N. (dir.) - Esper, Mariano(coord.), Corte Suprema de Justicia de la Na-
ción. Máximos Precedentes. Contratos , t. II, La Ley, Buenos Aires, 2014; Moe-
remans, Daniel E. - Rousset, Maximiliano , Locaciones urbanas. Ley 23.091 ,
LexisNexis-Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2002.

Art. 1197. Plazo máximo. El tiempo de la locación, cualquiera sea su objeto,


no puede exceder de veinte años para el destino habitacional y cincuenta años
para los otros destinos.

El contrato es renovable expresamente por un lapso que no exceda de los


máximos previstos contados desde su inicio.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El plazo de la locación constituye un elemento sustancial del contrato porque


implica sacar del ámbito de la oferta y demanda (tráfico) un inmueble por un
cierto tiempo. En tal sentido, el Código de Vélez preveía un plazo máximo de
diez años, cualquiera fuera el destino, el que había sido juzgado como exiguo
por numerosa doctrina en ciertas circunstancias (por ejemplo, cuando el desti-
no se vinculase a actividades lucrativas que demandan un largo periodo de
amortización por el nivel de inversión).

2849
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1505; Proyecto de unifi-
cación de 1987, art. 1505; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1085;
Proyecto de 1993 de la Comisión Federal de Juristas, art. 1505; Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1129.

II. Comentario

1. Plazo máximo. Fundamento

La redacción del artículo distingue entre objeto y destino. Cuando dice " cual-
quiera sea su objeto" entendemos que se refiere a la posibilidad de aplicar el
precepto tanto a bienes muebles, inmuebles, o universalidades que los conten-
gan; pero, finalmente, es el destino de la locación el que determina el plazo
máximo. El plazo máximo en las locaciones encuentra su fundamento en razo-
nes de política legislativa. En efecto, plazos excesivamente extensos perjudi-
can el tráfico comercial, las inversiones en la cosa locada, y suelen erigirse en
fuente de problemas cuando la cosa ingresa en un acervo hereditario.

El plazo debe contarse desde que principia efectivamente el uso y goce de la


cosa locada. El plazo es de carácter resolutorio, aunque no es difícil imaginar
en un contrato de locación que consigne también un plazo suspensivo (Loren-
zetti); en este último caso, la locación comenzaría a producir sus efectos pasa-
do cierto tiempo (el término del plazo suspensivo) y hasta el lapso que com-
prenda el plazo resolutorio. Esta norma debe ser considerada de orden público,
por lo que, si se excediese dicho término, el arrendamiento debe ser conside-
rado hecho por el máximo tolerado por la norma. Por el mismo orden público
que gravita en la norma, el destino de la cosa se determina por el que efecti-
vamente entendieron las partes darle a la cosa con prescindencia del que se
hubiera consignado en instrumento alguno. Si eventualmente no se hubiera
acordado el destino, debe procederse conforme lo normado por el art. 1194 del
Código Civil y Comercial de la Nación.

Sin embargo, esta opinión no es unánime, habiéndose afirmado por autorizada


doctrina que, en la " duración máxima del contrato de locación no se encuentra
interesado el orden público, desde que las partes pueden volver a contratar en
los mismos términos tantas veces como quieran, postergando sine die la resti-

2850
tución de la tenencia. Además, existen en el Código Civil situaciones mucho
más gravosas que el contrato de locación que no tienen plazo máximo, como el
comodato en el ámbito contractual; o que lo tienen muy amplio, como el usu-
fructo en el campo de los derechos reales, que puede extenderse hasta una
vida. Con el agravante — e n ambos casos— de la gratuidad, porque el como-
dato es esencialmente gratuito, y el usufructo admite la modalidad gratuita"
(Leiva Fernández).

El Código Civil y Comercial de la Nación ha optado por mantener el carácter de


orden público del plazo, pero permitiéndose pactar por plazos más extensos a
los previstos en el Código de Vélez.

2. Comparación con la norma vigente

El Código de Vélez tiene un plazo máximo de locación, sin considerar si se tra-


ta de habitacional o empresarial, que es de 10 años. El Código Civil y Comer-
cial de la Nación, en virtud de la unificación de la materia civil y comercial, ha
estimado distinguir los destinos del inmueble. Así, cuando sea habitacional el
plazo máximo será de 20 años; en cambio, para otros destinos, por ejemplo el
comercial o empresarial, se dispone un plazo de 50 años, siguiendo el Proyecto
de 1998.

Estimamos razonable la fijación de ambos plazos. En tal sentido, se ha dicho


que " debe tenerse presente que en la contratación empresaria es muy necesa-
rio y lícito tener contratos de locación por plazos mayores" (Lorenzetti). Por
ejemplo, el Proyecto de 1993, mantenía el plazo de 10 años para las locacio-
nes urbanas, ampliándolo a 20 años cuando el destino del bien fuera una ex-
plotación industrial o comercial, plazos que en nuestros días pueden parecer
exiguos. El Proyecto de la Comisión Federal de Juristas (art. 1505) disponía: "
El contrato de locación no puede hacerse por mayor tiempo de diez años si se
tratara de casa habitación, y de cincuenta años en los otros casos. El que se
hiciera por mayor tiempo quedará concluido en esos plazos”.

3. De la renovación. Límite

Se permite la renovación del contrato de locación, cualquiera sea su destino,


siempre y cuando no se excedan los plazos máximos establecidos. De lo con-

2851
trario, las partes podrían pactar un contrato de 20 años o 50 años, respectiva-
mente, con renovaciones por iguales plazos contraviniendo la limitación legal.
El cómputo del plazo es el inicio del contrato, como explicamos en el acápite
anterior. Tanto la renovación como la prórroga del contrato de locación debe
instrumentarse por escrito, por lo general mediante una cláusula que establez-
ca dicha opción. Se ha dicho que " la opción es un acuerdo celebrado conjun-
tamente con el contrato originario, o bien durante su ejecución, mediante el
cual las partes prevén que, al vencimiento del plazo, una de ellas tiene la facul-
tad de renovarlo"(Lorenzetti).

No se ha previsto su registración, como había sido propuesto, por lo cual


tratándose de contratos de larga duración se aconseja la " protocolización vo-
luntaria de los contratos de plazo prolongado" (Leiva Fernández).

III. Jurisprudencia

(CNCiv ., sala C, 7/9/1993, LA LEY, 1994- B, 150).

Art. 1198. Plazo mínimo de la locación de inmueble. El contrato de locación


de inmueble, cualquiera sea su destino, si carece de plazo expreso y determi-
nado mayor, se considera celebrado por el plazo mínimo legal de dos años,
excepto los casos del artículo 1199.

El locatario puede renunciar a este plazo si está en la tenencia de la cosa.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El régimen del Código de Vélez exige determinar primeramente si la locación


es o no urbana. Efectuado dicho análisis, si es urbana se aplican las normas de
la Ley de Locaciones Urbanas; de lo contrario, pasa a regirse por las normas
del Código Civil que habían quedado parcialmente modificadas al respecto. En
materia de plazo, en las locaciones urbanas la lex specialis sentaba como prin-
cipio el plazo resolutorio de tres años, pero si el destino era de vivienda, el pla-
zo mínimo se reducía a dos años; caso contrario, regía el art. 1507 (López De
Zavalía) del Código Civil. La regulación proyectada viene a unificar los plazos
mínimos depurándose el complejo sistema de plazos vigentes. Se elimina la

2852
diferencia en función del destino para la aplicación del plazo mínimo que surgía
de la Ley de Locaciones Urbanas, la que, como se ha dicho, nunca tuvo sus-
tento lógico (Leiva Fernández)

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1506, 1507, 1508, 1511;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1086 y 1087; Proyecto de Código
Civil de la República Argentina de 1998, art. 1130; ley 23.091,art. 2.

II. Comentario

1. Del plazo mínimo

Esta norma delimita su ámbito de aplicación a las locaciones que tienen por
objeto inmuebles, sin importar el destino del mismo, pudiendo ser habitacional,
comercial o industrial. Tampoco interesa si tiene o no muebles (art. 2, ley
23.091). Como bien se ha dicho, " los plazos mínimos están instituidos a favor
del locatario, atento a la finalidad tuitiva de la ley" (Moeremans- Rousset). Así,
tratándose " de una norma de orden público, no puede ser derogada por con-
venio de partes, y son ineficaces las cláusulas penales instrumentadas para
que el locatario no invoque este beneficio" (Lorenzetti). La norma es lo suficien-
temente clara y sienta como regla general el término de dos años, cualquiera
sea el destino. De este modo unifica los plazos, tanto para la locación habita-
cional como para otros destinos.

La técnica legislativa es superior al régimen de Vélez y de la ley de locaciones


urbanas, que ya mencionamos, restringía su ámbito de aplicación a inmuebles
situados dentro del éjido urbano. Con relación a la derogación tácita de la regu-
lación de los plazos del Código de Vélez, por parte de la ley 23.091, se inter-
pretaba que " dichos textos mantienen vigencia, aunque en un ámbito residual,
para las locaciones con destino de vivienda o económicos, de inmuebles ubi-
cados fuera de las plantas urbanas, ya que se trata de casos excluidos, tanto
del ámbito de la Ley de Locaciones Urbanas como de la Ley de arrendamiento
Rurales" (Hernández- Frustagli).

Todo contrato celebrado por un plazo menor, o sin determinación del mismo,
debe ser considerado hecho por tal término mínimo, con las excepciones que
veremos en el comentario del artículo siguiente. En el caso que las partes no

2853
hubieran determinado el plazo de la locación, el Proyecto de 1993 (art. 1087)
estableció un interesante sistema supletorio según el caso (vivienda, oficina,
departamentos amueblados, muebles para local urbano y muebles en general).

2. De la renuncia del plazo por el locatario

La norma que impone el plazo mínimo " forma parte del denominado orden
público de protección de la parte débil, razón por la cual es obligatorio para el
locador, pero no para el locatario" (Lorenzetti).

En virtud que el plazo mínimo es otorgado al locatario para su protección, sólo


él podría renunciar al mismo (aunque no anticipadamente, pues estamos frente
a una norma de orden público, y serían inválidos los pactos en tal sentido). Por
ello es requisito que el locatario se encuentre en tenencia de la cosa para po-
der renunciar al plazo mínimo (no podría hacerlo antes de la entrega de la
misma), evitándose las " renuncias sistemáticas y anticipadas" (Leiva Fernán-
dez).

III. Jurisprudencia

(CSJN, 20/5/1982, Fallos: 304:711 - CS Tucumán, 17/2/1978, LA LEY, 979-


414 - CNCiv., sala M, 20/2/1992, LA LEY, 1992- E, 406)

Art. 1199. Excepciones al plazo mínimo legal. No se aplica el plazo mínimo


legal a los contratos de locación de inmuebles o parte de ellos destinados a:

a) sede de embajada, consulado u organismo internacional, y el destinado a


habitación de su personal extranjero diplomático o consular;

b) habitación con muebles que se arrienden con fines de turismo, descanso o


similares. Si el plazo del contrato supera los tres meses, se presume que no
fue hecho con esos fines;

c) guarda de cosas;

d) exposición u oferta de cosas o servicios en un predio ferial.

2854
Tampoco se aplica el plazo mínimo legal a los contratos que tengan por objeto
el cumplimiento de una finalidad determinada expresada en el contrato y que
debe normalmente cumplirse en el plazo menor pactado.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

En el Código de Vélez no se estableció un sistema de excepción para el plazo


mínimo legal. En cambio, el régimen de la ley 23.091 estableció un régimen
especial para aquellos contratos de organismos internacionales, para fines de
turismo o esparcimiento, destinados a guarda de animales o vehículos, puesto
de mercado y cuando el Estado en sentido lato o los entes autárquicos actua-
ran como inquilinos o locatarios.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1507 y 1508; Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1086; Proyecto de Código Civil de la Repúbli-
ca Argentina de 1998, art. 1131; ley 23.091,art. 2.

II. Comentario

1. De las excepciones al plazo mínimo legal. Enumeración

Con esta norma se cierra el sistema de plazos locativos diseñado en la norma-


tiva proyectada de forma simple y comprensible. Entendemos se ha logrado un
innegable avance en claridad y sistematización. El principio general es que el
término mínimo de locación de inmuebles es de dos años; sin embargo, el
mismo cede en determinados supuestos que se refieren a destinos específicos
que le son dados a los inmuebles (en el caso de cosas muebles no rigen plazos
mínimos).

El vocablo " excepciones" nos parece feliz, porque en el régimen de la ley


23.091 se utiliza " excluidos" habiéndose discutido si sólo beneficiaba al locata-
rio o también al locador. Sin embargo, autorizada doctrina, expresaba que " los
plazos mínimos están instituidos a favor del locatario, atento a la finalidad tuiti-
va de la ley. Además, esta tesis sí se ve apoyada en la facultad rescisoria del
locatario pues la obligación de pagar la indemnización prevista en la ley es re-
nunciable" (Moeremans- Rousset).

2855
Los destinos de excepción son los mencionados por la norma. El primer inciso
es de una hermenéutica sencilla y no nos detendremos en la misma, justificán-
dose en las características del locatario. El segundo inciso se refiere a locacio-
nes con fines de turismo, en el cual es dable advertir la supresión del requisito
de ubicación en zonas turísticas que existía en la legislación especial (ley
23.091,art. 2), permitiéndose una interpretación extensiva de este supuesto.
Aun así, entendemos resultará de suma utilidad la aptitud turística de la zona
para facilitar la prueba del destino acordado, sin dejar de reconocer que la ac-
tual redacción resulta más razonable, pues turismo o esparcimiento puede rea-
lizarse en cualquier lugar con prescindencia de su infraestructura, logística o
aceptación turística. La tercera excepción es la locación de inmuebles con des-
tino de guarda de cosas, no discriminándose los supuestos a los cuales se re-
fiere. En el caso de la guarda de automóviles resultará usualmente más común
entender que se ha configurado el contrato de garaje al que deben aplicarse las
normas del depósito necesario (conf. art. 1375). En el cuarto inciso se contem-
pla la locación de predios feriales, supuesto ya previsto en la ley 23,091, pero
mejorándose su redacción abarcando la exposición u oferta de cosas o servi-
cios. En efecto, el predio ferial se caracteriza por la ubicación de numerosos
puestos comerciales en idéntico inmueble y que colaboran con expensas co-
munes, ajustándose a mínimas pautas de coordinación (por ejemplo, en lo refe-
rente a la limpieza, horarios de cierre y apertura, etc.). Este último precepto se
aplica, en resumidas cuentas, a distintos centros de compras (Shopping, galer-
ías comerciales, etc.). Por último, tampoco se aplica el mínimo legal en aque-
llos contratos que tengan por objeto una finalidad, determinada y expresada,
que debe cumplirse en un plazo menor al fijado por la ley.

2. Comparación con la norma vigente

El texto proyectado sigue a sus antecedentes, pero con algunas modificaciones


formales y otras sustanciales. En las formales, el Proyecto de 1998 sólo con-
tenía tres supuestos en igual número de incisos (organismos internacionales,
viviendas con muebles destinadas al turismo y locaciones con una finalidad
determinada). Por su parte, la ley 23.091incluía cinco supuestos que estaban
excluidos del mínimo legal, a saber: a) Contratos con organismos internaciona-
les, para embajadas y personal diplomático; b) Locaciones de viviendas con

2856
muebles con fines de turismo en " zonas aptas para ese destino" ; c) Ocupa-
ciones de lugares destinados a la guarda de animales, vehículos u otros obje-
tos y los garajes que forman parte del inmueble; d) las locaciones de puestos
en mercados o ferias; e) Las locaciones en que el Estado (nacional, provincial,
municipios o entes autárquicos) sea inquilino. Por su parte, el Proyecto ha to-
mado partido por incluir cuatro incisos y un párrafo final relativo a la locación
con finalidad determinada.

Entre las sustanciales, siguiendo al Proyecto de 1998, ha eliminado el supuesto


relativo al Estado en su carácter de locatario, interpretándose que también
quedara sujeto al mínimo legal, cuando actúe en su carácter de persona de
derecho privado. Igual criterio había seguido el Proyecto del Poder Ejecutivo de
1993 (art. 1086).

III. Jurisprudencia

(CSJN, 20/5/1980, Fallos: 304:711 - C1ª Civ. y Com. San Nicolás, 8/10/1997,
Juba B1400721 - CNCiv ., sala H, 31/5/2005, LA LEY, 2005- E, 20).

Sección 4ª - Efectos de la locación

Parágrafo 1º - Obligaciones del locador.

Bibliografía de la reforma: Hernández, Carlos A. - Trivisonno, Julieta , "Sus-


pensión del contrato en el Proyecto de Código", LA LEY, 2012-E, 1067; Leiva
Fernández, Luis F. P. , "La locación en el Proyecto de Código", LA LEY del
6/2/2013.

Bibliografía clásica: Arias Cáu, Esteban j. , "Locación de cosas", en Armella,


Cristina N. (dir.) - Esper, Mariano(coord.), Corte Suprema de Justicia de la Na-
ción. Máximos Precedentes. Contratos , t. II, La Ley, Buenos Aires, 2014;
Hernández, Carlos A. - Frustragli, Sandra A. , "Contrato de Locación de cosas",
en Nicolau, Noemí ,Fundamentos de derecho contractual , t. II, La Ley, Buenos
Aires, 2009; Lorenzetti, Ricardo L. , Tratado de los contratos , t. II, 2ª edición
actualizada y aumentada, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe, 2007.

2857
Art. 1200. Entregar la cosa. El locador debe entregar la cosa conforme a lo
acordado. A falta de previsión contractual debe entregarla en estado apropiado
para su destino, excepto los defectos que el locatario conoció o pudo haber
conocido.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El nuevo precepto es más claro y conciso, eliminando la presunción de acepta-


ción "en el estado que se encuentre" para los edificios arruinados y cuando se
ingresa sin exigir las reparaciones del caso, que contiene el Código de Vélez.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1514; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1088 inc. 1); Proyecto de Código Civil de la República
Argentina de 1998, art. 1132.

II. Comentario

1. Obligación principal del locador

Este precepto estatuye la principal obligación del locador, cual es la entrega de


la cosa, la concesión de su uso y goce. Tratándose de un contrato consensual
la " entrega de la cosa es una obligación causada por el contrato, de lo que se
sigue que no es un modo de perfeccionamiento del mismo (...) La entrega tam-
poco es tradición, de modo que no se transmite el dominio, sino la tenencia"
(Lorenzetti).

Nos encontramos frente a una obligación de dar, con el fin de trasferir el uso o
la tenencia de la cosa que merced al art. 749, se rige en su plenitud por el es-
quema previsto en este capítulo 4. Se ha dicho, con respecto a esta exigencia,
que " la misma tiene a satisfacer las expectativas que el locatario tuviere en
miras al tiempo de la contratación, en especial, considerando el destino que se
le dará a la cosa locada" (Hernández — Frustagli).

2. Falta de previsión sobre el estado de la cosa

Si nada se ha acordado, el destino de la cosa determina el estado en que debe


ser entregada; es decir, la cosa debe ser apta para satisfacer la causa fin sub-

2858
jetiva (si estuviera expresada en el instrumento) u objetiva (según su naturale-
za) en su defecto. Este principio cede cuando el locatario conocía (ej. el locata-
rio estaba debidamente notificado del estado inapropiado de la cosa), o debía
conocer el estado inapropiado de la cosa (supuesto que cobra importancia
cuando el locatario posee conocimientos especiales en relación a la cosa loca-
da y pudo efectivamente controlar la misma). A los efectos de examinar si me-
dió una forma de lesión subjetiva, resulta útil analizar el valor locativo pues, si
éste es notoriamente inferior al de plaza, es probable que el locatario hubiera
conocido (o podido conocer) el estado en que se encontraba la cosa.

El estado apropiado de la cosa debe ser verificado al momento de la entrega,


siendo una de las obligaciones emergentes del contrato la realización de las
reparaciones necesarias en el intervalo que va desde el perfeccionamiento del
mismo a la entrega, salvo los casos excepcionales en que la autonomía de la
voluntad la descarta (López De Zavalía).

La previsión contractual en contrario, referida al buen estado de la cosa, cuan-


do el contrato de locación fuere de consumo puede tornar abusiva la cláusula.
Por ello, se afirmó que " sólo podrá aplicarse cuando no resulte contraria a los
criterios de razonabilidad y buena fe, en atención al precio acordado por las
partes" (Hernández — Frustagli).

3. Supresión de los accesorios

Observamos que se ha suprimido, con buena técnica legislativa, la mención a


los accesorios que dependan de ella , prescripción sobreabundante a tenor de
lo dispuesto en el art. 746 del Código Civil y Comercial de la Nación. Es decir,
junto con la cosa deben entregarse todos los accesorios que dependan de la
cosa al tiempo del contrato y que sean conformes al destino acordado pues en
nada podría agraviarse el locatario si no se entregase un accesorio que fuera
totalmente inútil para satisfacer la finalidad denunciada. Se enseña que deben
incluirse en el concepto de accesorios las llaves necesarias para el acceso, las
servidumbres activas, los frutos y productos pendientes y no percibidos por el
locador y algunos servicios tales como los sanitarios, eléctricos, de gas, agua
caliente, etc. no siendo propiamente accesorio, por ejemplo, el servicio telefóni-
co (Lorenzetti), distinguiéndose entre " la instalación necesaria para la presta-

2859
ción de tales servicios y el servicio propiamente dicho " (Hernández — Frusta-
gli).

III Jurisprudencia

(CSJN, 13/3/67, Fallos: 267:133); (CNCom., sala D, 1/11/1998, LA LEY, 1989-


D, 128); (CNCiv., sala E, 12/5/1994, JA, 1995- II- 481); (CNCiv., sala J,
9/4/1996, LA LEY, 1996- D, 873); (CNCiv ., sala D, 8/2/2005. LA LEY, 2005- C,
303); (CNCiv ., sala J, 28/12/2010, LA LEY, 2011- A, 324).

Art. 1201. Conservar la cosa con aptitud para el uso convenido. El locador
debe conservar la cosa locada en estado de servir al uso y goce convenido y
efectuar a su cargo la reparación que exija el deterioro originado en su calidad
o defecto, en su propia culpa, o en la de sus dependientes o en hechos de ter-
ceros o caso fortuito.

Si al efectuar la reparación o innovación se interrumpe o turba el uso y goce


convenido, el locatario tiene derecho a que se reduzca el canon temporaria-
mente en proporción a la gravedad de la turbación o, según las circunstancias,
a resolver el contrato.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez trae directrices en varias normas sobre la obligación de


conservación de la cosa locada, por parte del locador, que el Proyecto ha redu-
cido sensiblemente, siguiendo al texto propuesto en el Proyecto de 1998.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1515 a 1519; Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1088 inc. 2), 1089, 1090, 1091, 1092, 1993;
Proyecto de Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1133.

II. Comentario

1. Obligación de conservación

2860
Conjuntamente con la entrega de la cosa en uso y goce, se impone al locador
el deber de conservación y que constituye una de las obligaciones más impor-
tantes que emergen de este contrato. En puridad de concepto, el locador asu-
me el " deber colateral " (Lorenzetti) de mantener al locatario en el uso y goce
pacífico, en condiciones que permitan satisfacer el destino tenido en miras al
contratar, lo que implica de suyo, que la cosa mantenga dichas calidades de
modo que no se vea frustrada la causa fin o se alteren substancialmente las
condiciones contractuales. No debe olvidarse que el esquema legal es de
carácter supletorio, sujeto a la autonomía privada de las partes, pero dentro de
los límites impuestos por la moral o el orden público como el régimen del con-
sumidor, cuando estemos en presencia de una locación de consumo. De modo
tal que el locatario, o no hubiera acordado la locación, o bien la hubiera cele-
brado por un precio menor; sólo así puede sostenerse que la cosa servirá al
uso convenido. El deber de reparación consiste en una obligación de hacer que
surge mediatamente con la celebración del contrato de locación de cosa e in-
mediatamente cuando se verifican cuatro causas.

Por una parte, el locador debe cargar con las reparaciones que exija el deterio-
ro causado en la calidad de la cosa, sin perjuicio de modificar este régimen por
el poder configurador de la autonomía de la voluntad, las partes " pueden au-
mentar la garantía por vicios, incluyendo en el concepto otros rubros que con-
sideren necesarios" (Lorenzetti). Se entiende por deterioro cuando la cosa deja
de estar en buen estado conforme al criterio socio económico vigente (López
De Zavalía) y lo pactado, sin llegar al grado propio de una destrucción total o
parcial de la cosa. Se comprenden en esta causal la humedad en las paredes,
las goteras, las pérdidas de líquidos en un rodado rentado, etc. El deterioro no
debe confundirse con destrucción parcial de la cosa, pues este último caso se
caracteriza no por una aminoración en las posibilidades de buen uso y goce de
la cosa, sino por una imposibilidad de uso y goce circunscripta a una determi-
nada parte de la cosa (por ejemplo, si se hubiera derrumbado el techo de un
cuarto de la casa). El deterioro, señala el Código Civil y Comercial de la Na-
ción, puede originarse en la misma calidad de la cosa, o en un defecto. Enten-
demos, que ha marcado una distinción conceptual que permite comprender
como reparaciones a cargo del locador, no sólo a aquellas que causalmente se

2861
vinculan con un vicio, rotura o falla de la cosa (el término defecto sería com-
prensivo del vicio al que antes aludía el Código de Vélez) sino también aquellas
que, naturalmente, van produciéndose por el paso del tiempo y, ciertamente,
castigan con mayor dureza a una cosa si menor la calidad de sus materiales o
técnica de construcción.

También se deben estas reparaciones si se ocasionan la propia culpa del loca-


dor o sus dependientes o incluso por caso fortuito, siendo esto último una apli-
cación de la regla " res perit et crescit domino " (López De Zavalía).

Mención aparte requiere la prescripción que obliga al locador a reparar los da-
ños ocasionados por terceros a la cosa; no debiéndose considerar tercero para
estos efectos a las personas que convivan con el locador, o sus dependientes,
ni a los visitantes ocasionales. Tampoco comprende los daños que hubiera po-
dido evitar el locador ejerciendo una vigilancia razonable sobre la cosa (todo
ello por el deber de conservación que también pesa sobre el locatario, conf. art.
1206).

2. De la interrupción del uso o goce

El último párrafo consagra el derecho del locatario a exigir una reducción del
canon proporcional a la gravedad de las molestias que le ocasionare la repara-
ción de las mismas, habilitándose, incluso, acorde a la gravedad de la situa-
ción, a resolver el contrato. El art. 1519 del Código de Vélez otorgaba al locata-
rio la facultad de cesar el arrendamiento (con la consecuente cesación en los
pagos, aun cuando no derivasen de un casus ). Entendemos que la normativa
actual aún posibilita aquella facultad si las reparaciones exigiesen tales moles-
tias que el locatario se viera momentáneamente privado de usa la cosa, no pu-
diéndose luego exigir los meses suplementarios si esas reparaciones se deri-
vasen del caso fortuito (BORDA), pero sí cuando los deterioros se vinculasen
causalmente con la culpa del locador o sus dependientes.

III. Jurisprudencia

(CNCiv., sala D, 13/9/1978, LA LEY, 1979- B, 38); (CS Tucumán, 12/9/1996, LA


LEY, 1998- D, 853); (CNCiv., sala C, 23/12/1993, LA LEY, 1994- D, 210); (C1ª

2862
Civ. Com. Lomas de Zamora, sala 2ª, 18/4/1996. LLBA, 1196- 924); (CNCiv .,
sala J, 15/7/1998, LA LEY, 1998- F, 636).

Art. 1202. Pagar mejoras. El locador debe pagar las mejoras necesarias
hechas por el locatario a la cosa locada, aunque no lo haya convenido, si el
contrato se resuelve sin culpa del locatario, excepto que sea por destrucción de
la cosa.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez contiene esta prescripción en el inciso cuarto del artículo


1539, habiéndose eliminado la referencia a las mejoras útiles realizadas por el
locatario. Por tanto, se han suprimido varios preceptos del Código de Vélez que
eran sobreabundantes. Así, en el inciso primero se consignaba la obligación del
locador de pagar las mejoras que cuyo costo el locador hubiera asumido con
anterioridad, o posterioridad a la celebración del contrato. Otra previsión con-
signaba la obligación del locador de pagar las reparaciones urgentes a su car-
go que afrontaba el locatario, disposición que verdaderamente no necesitaba
de una mención expresa por desprenderse de una interpretación armónica del
régimen proyectado. En resumidas cuentas, se observa un avance en la técni-
ca legislativa al suprimirse menciones sobreabundantes, clarificándose su re-
dacción.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1539, 1545, 1549, 1550;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1088 inc. 2) y 1106; Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1134.

II. Comentario

1. Nociones generales

La mejora es " todo aumento del valor de la cosa, aunque no afecte la estructu-
ra del bien " (Lorenzetti). En otros términos, es una modificación valiosa en la
cosa, y como toda mejora, se caracteriza por la introducción de alguna altera-
ción material en la cosa (López De Zavalía). Por su parte, son mejoras necesa-

2863
rias aquellas modificaciones imprescindibles o sin las cuales la cosa no puede
ser conservada. Son mejoras ú tiles aquellas que, " no siendo indispensables
para la conservación de la cosa, son de manifiesto provecho para cualquier
poseedor de ella, porque no son realizadas teniendo en cuenta el interés de
una de las partes, sino de la cosa " (Lorenzetti). Por último, son mejoras volun-
tarias, de lujo o recreo, las que tienen por finalidad la exclusiva utilidad para el
que las hizo.

2. De las mejoras necesarias. De su pago

Creemos que el artículo 1934 del Código Civil y Comercial de la Nación brinda
pautas concretas para su conceptualización. En tal sentido, se entiende como
mejora necesaria aquella " cuya realización es indispensable para la conserva-
ción de la cosa " y son a cargo del locador (interpretando ello a contrario sensu
de lo dispuesto por el art. 1207 que sólo carga las mejoras de mero manteni-
miento al locatario). Ahora bien, sucede con las mejoras necesarias que, si por
la mala fe contractual del locador (Lorenzetti), o cualquier otra causa que no
sea la misma culpa del locatario, el contrato se extinguiese de modo intempes-
tivo, entonces se impondrá al locador la obligación de afrontar dichas mejoras
necesarias que hubiera erogado el locatario, aunque " no lo haya convenido " .
Este precepto, entendemos, podría ser derogado por la voluntad de las partes
siempre que el mismo no revista las notas propias de un contrato de consumo.

Sin embargo, esta interpretación adolece de la dificultad de armonizarse con el


art. 1211, que establece el derecho del locatario de exigir al locador el pago de
las mejoras necesarias , sin formular distinción alguna por el modo de extinción
contractual. Para nosotros, la diferencia está en la palabra " valor " . El art.
1211 se funda más bien en el principio que veda el enriquecimiento sin causa.
Siempre podría el locatario exigirle al locador el pago de las mejoras necesa-
rias, pero hasta el efectivo valor que le haya dado a la cosa; mientras que, en el
supuesto que trata el artículo 1202, el locador cargará con lo efectivamente "
erogado " por el locatario. De todo el sistema puede colegirse que en ningún
caso deberá el locador las mejoras útiles, constituyendo estas reglas una ex-
cepción al art. 1938.

2864
Por último, el locador deberá abonar las mejoras necesarias si el contrato se
resuelve sin culpa del locatario, englobándose aquellos supuestos que no sean
por vencimiento del plazo contractual. En tal sentido, con relación el régimen de
Vélez, se dijo: " creemos que como regla son reembolsables, y por tanto, el
locador deberá hacerse cargo de ellas, salvo extinción por culpa del locatario o
pacto expreso liberatorio " (Hernández — Frustagli).

Por el contrario, si la cosa se destruye el locador queda exceptuado de abonar


las mejoras necesarias.

III. Jurisprudencia

(CSJN, 20/12/1984, LA LEY, 1985-B, 56); ( CNCiv ., sala K, 16/7/1996, LA LEY,


1997 - E, 1026); (CCiv. y Com. Córdoba, 6ª, 16/5/2012, LLAR/JUR/ 23604/
2012).

Art. 1203. Frustración del uso o goce de la cosa. Si por caso fortuito o fuer-
za mayor, el locatario se ve impedido de usar o gozar de la cosa, o ésta no
puede servir para el objeto de la convención, puede pedir la rescisión del con-
trato, o la cesación del pago del precio por el tiempo que no pueda usar o gozar
de la cosa. Si el caso fortuito no afecta a la cosa misma, sus obligaciones con-
tinúan como antes.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

La frustración del uso o goce de la cosa no se encuentra en el Proyecto de


1998. Dicho principio, en cambio, puede inferirse de principios generales del
Código de Vélez.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1522.

II. Comentario

1. De la frustración del uso o goce. Consecuencias

2865
Este precepto constituye una aplicación de la doctrina de la frustración del fin
del contrato, que tiene su origen en el campo de la locación y se " aplica en
contratos en los que la finalidad perseguida por una de las partes haya sido
conocida por la otra, y sea fundamental en la terminación de la voluntad de al-
guno de los contratantes. En el supuesto en que la finalidad no haya podido ser
lograda y que esa falla sea producido por alguna razón externa y ajena a la
voluntad de las partes, se permite la resolución " (Lorenzetti). En el caso de la
norma anotada, se exige la concurrencia de tres circunstancias como presu-
puesto de su aplicación, a saber: a) Que exista una concreta dificultad o impo-
sibilidad de usar o gozar de la cosa; b) Que esa dificultad o imposibilidad se
conecte casualmente con una circunstancia que revista las notas propias del
casus ; c) Que el caso fortuito afecte a la cosa locada.

Una vez verificadas todas estas notas, pueden darse dos consecuencias: 1) La
extinción; 2) La suspensión del contrato (Hernández- Frustagli). El Código Civil
y Comercial de la Nación asigna esta facultad al locatario. No se respondería
por daños y perjuicios salvo pacto en contrario, pues estamos en el terreno del
caso fortuito (Salvat).

2. Dificultad o imposibilidad de usar o gozar de la cosa

La conjunción disyuntiva que se impone entre los términos usar y gozar confie-
re mayor amplitud a la norma, pero es observable que el Código Civil y Comer-
cial de la Nación no brinda pautas claras para determinar la significación de
uno y otro término. Siguiendo con la distinción conceptual que aceptamos al
comentar el art. 1187, entendemos que si el locatario pudiera usar una cosa,
pero no percibir los frutos que por causa del contrato de locación le hubieran
correspondido, queda habilitado a pedir la suspensión del contrato si dicha cir-
cunstancia pudiera considerarse como frustratoria del fin contractual previsto,
siendo esto último, el criterio rector con que se debe aplicar la regla.

3. Conexión causal con el caso fortuito

La circunstancia que impide usar o gozar de la cosa, debe revestir las notas
propias de caso fortuito. Se debe interpretar considerando lo normado por el
art. 1732, por lo que la imposibilidad de cumplimiento debe ser objetiva y no

2866
meramente referida a circunstancias personales de los contratantes, máxime
en tanto el casus debe referirse a la cosa locada en sí misma. Ahora bien, el
artículo citado, exige que la imposibilidad de cumplimiento deba ser absoluta; lo
que no se verifica en el artículo que comentamos y que constituye en tal senti-
do una excepción a las reglas generales, desde que la imposibilidad de cum-
plimiento podría ser parcial (ej. se puede usar, pero no gozar de la cosa, o bien
se pueden usar y gozar de la misma pero parcialmente). Debe recordarse que
el locatario debe acreditar esta conexión causal (conf. art. 1736)

4. El casus debe referirse a la cosa en sí misma

De lo expuesto, se infiere que el caso fortuito debe afectar a la cosa y no a las


personas. Ello se colige de la nota de objetividad antes aludida que consigna el
art. 1732. Así, suponiendo que una persona alquila un departamento en un ter-
cer piso con fines de vivienda y sin escaleras, y luego el locatario por un acci-
dente se ve impedido de subir escaleras durante unos seis meses, no podría,
fundado en este artículo, solicitar la suspensión del pago del canon locativo. La
objetividad exige que la imposibilidad de uso y goce conforme la finalidad pro-
yectada, sea de tal grado de impersonalidad, que a cualquier contratante
común y corriente pudiese impedirle el uso o goce. Quedan incluidas en estas
disposiciones imposibilidades o impedimentos que provengan del hecho de
terceros, en la medida que refieran a la cosa misma (como si una muchedum-
bre evitase el ingreso o salida de un edificio por manifestar que debe ser trata-
do como patrimonio arquitectónico y quitado del comercio). En cambio, " no se
encuentra comprendida la mudanza del locatario por haber cambiado su desti-
no laboral Vg. (ejecutivo, militar o diplomático), ni el establecimiento cercano de
un negocio del mismo que disminuye las ganancias del locatario" (Leiva
Fernández).

III. Jurisprudencia

(C3ª Civ. y Com. Córdoba, 19/5/1992, JA, 1993- II- 125).

La frustración del fin del contrato es admisible en nuestro derecho como causal
de rescisión del vínculo (...) cuyo cumplimiento o continuación de cumplimiento
ha perdido sentido y razón de ser por haber sobrevenido hechos de ciertas ca-

2867
racterísticas que generan una situación distinta a la existente al tiempo de la
celebración del contrato (CNCom ., sala D, 22/5/2001, LA LEY, 2001- F, 423 -
DJ, 2002- I-102).

Art. 1204. Pérdida de luminosidad del inmueble. La pérdida de luminosidad


del inmueble urbano por construcciones en las fincas vecinas, no autoriza al
locatario a solicitar la reducción del precio ni a resolver el contrato, excepto que
medie dolo del locador.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez, en el art. 1605, califica como vicio redhibitorio en las fincas
urbanas volverse oscura la casa por motivos de construcciones vecinas o ame-
nazar ruina. La pérdida de luminosidad del inmueble se encuentra plasmada en
el art. 1135 del Proyecto de 1998. No creemos que sean sobreabundantes
(arts. 955, 956, o 1732 del Código Civil y Comercial de la Nación). No podemos
dejar de expresar que hay un notable avance en la técnica legislativa frente a la
casuística proyectada por Vélez (ej. la disposición contenida en el artículo 1519
sobre los trabajos efectuados por los vecinos), que tornaba dificultosa su inter-
pretación.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1519, 1520, 1521, 1522,
1526 y 1605; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1119; Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1135.

II. Comentario

1. Pérdida de luminosidad de un inmueble

Con relación a la pérdida de luminosidad del inmueble, el Código Civil y Co-


mercial de la Nación se ocupa de aclarar expresamente que las construcciones
vecinas en lugares urbanizados no hacen procedente la aplicación del art.
1203. La única excepción contemplada por la norma es el dolo del locador.

2868
Sin embargo, a nuestro juicio, la norma debe entenderse con cierto grado de
flexibilidad. No debe olvidarse que estos preceptos son aplicaciones de la doc-
trina de la frustración del fin contractual y que, si se hubiera impuesto como
condición contractual la luminosidad del inmueble, mal podría entenderse que
este artículo veda la extinción del contrato por tal motivo. Igualmente, enten-
demos, nada obsta a la renegociación del canon locativo por este motivo.

2. Comparación con la norma vigente

El Código de Vélez caracteriza a la pérdida de luminosidad de la finca urbana


como un vicio redhibitorio. Se ha explicado que la " regla de Vélez tenía razón
de ser cuando las personas cesaban su actividad productiva con la caída del
sol por no existir la luz eléctrica" (Leiva Fernández).

Se entiende que es un defecto grave de la cosa que impiden su uso, algunos


podrían interpretar que implican la imposibilidad total del uso de la cosa. Sin
embargo, autorizada doctrina afirma que " esta interpretación sería excesiva; se
acepta sin discrepancias serias, que basta con que hagan desagradable el uso
de la cosa o impidan su uso normal, aunque sea parcialmente" (Borda).

Cabe agregar que el texto anotado sigue el criterio ya previsto en el Proyecto


de 1998, y que se caracteriza por modificar la naturaleza de vicio redhibitorio
que el Código de Vélez le otorga al supuesto en el art. 1605. En cambio, el
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993 (art. 1119) también caracterizaba a la
pérdida de luminosidad como vicio redhibitorio.

Autorizada doctrina critica la calificación de vicio de este supuesto, afirmando


que " no debería ser vicio, ya que no constituye un defecto de la cosa" (Leiva
Fernández). En efecto, a diferencia del vicio redhibitorio que se caracteriza por
ser oculto y anterior o concomitante al perfeccionamiento del contrario, en este
supuesto se trata de un defecto que surge con posterioridad y que no posibilita
el debido uso y goce de la cosa.

3. Caso de dolo del locador

Todo el esquema anterior, sin embargo, se modifica cuando se pruebe el dolo


del locador. En dicho supuesto, el locatario queda autorizado a solicitar la re-

2869
ducción del precio locativo (actio quanti minoris ) o bien a resolver el contrato
(actio redhibitoria ). Por ejemplo, la construcción de un edificio de departamen-
tos al lado de una casa con amplias vistas, con conocimiento previo del locador
y cuyo destino hubiera sido previsto contractualmente, en forma expresa.

4. De la responsabilidad

En el régimen de Vélez se discutió la procedencia de la acción de daños por-


que , a diferencia del régimen de la compraventa, el vicio redhibitorio de pérdi-
da de luminosidad carecía de norma expresa. La doctrina mayoritaria afirmó la
acción de responsabilidad contractual (Leiva Fernández - Lorenzetti), expre-
sando que "es evidente que el Código Civil ha querido brindar al locatario una
garantía por los defectos graves que presente la cosa arrendada, que lógica-
mente lleva implícita una obligación de seguridad para la propia persona del
locatario, como así también para las cosas incorporadas a la finca arrendada"
(Hernández - Frustagli). Por lo tanto, nos parece que si media dolo del locador
o bien se ha pactado expresamente esta causal, se mantiene la posibilidad de
interponer una acción de responsabilidad con fundamento en la pérdida de lu-
minosidad del inmueble urbano.

III. Jurisprudencia

(CNCiv ., sala A, 1/9/1993, LA LEY, 1995- A, 466).

Parágrafo 2º - Obligaciones del locatario

Art. 1205. Prohibición de variar el destino. El locatario puede usar y gozar de


la cosa conforme a derecho y exclusivamente para el destino correspondiente.
No puede variarlo aunque ello no cause perjuicio al locador.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

2870
La técnica legislativa se encuentra más depurada en el texto propuesto evitán-
dose las remisiones y eliminándose la casuística contradictoria que posee el
Código de Vélez, ganándose en claridad.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1503, 1504, 1554 y
1555; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1099 inc. 1) y art. 1100; Pro-
yecto de Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1136.

II. Comentario

1. Destino del inmueble

La primera obligación del locatario consiste en usar y gozar de la cosa locada


conforme al destino pactado. El precepto debe interpretarse teniendo en cuento
lo normado por el art. 1194 del Código Civil y Comercial de la Nación y sigue
los antecedentes del Proyecto de 1993 (art. 1100) y del Proyecto de 1998 (art.
1136). Por tanto, el destino que debe darse a la cosa es, en primer lugar, el
convenido en el contrato; a falta de convención, aquel que tenía al momento de
celebrarse el arrendamiento (si hubiera habido un uso discernible y debidamen-
te conocido por el locatario). Caso contrario, se entenderá que debe dársele el
uso que se le dispensa a cosas similares y, finalmente, a falta de todas estas
alternativas, deberá estarse a la naturaleza objetiva y funcional de la cosa.

Se trata, en suma, de amoldarse al acuerdo de las partes libremente expresado


en el contrato. Por supuesto, todo lo referente al uso pactado, es una cuestión
de hecho que en definitiva dependerá del criterio judicial, debidamente orienta-
do por estas reglas (Rezzónico).

Sin embargo, la voluntad de las partes puede modificarse y facultar el cambio


de destino de la cosa por un acto posterior.

2. Prohibición. Efectos

Si el locatario infringiere el destino pactado constituye una violación a la norma,


aunque no origine daños al locador, tratándose de un hecho objetivo. En igua-
les términos se encuentra expresado en el Proyecto de 1993 (art. 1100): "Se
entenderá que no cumple esta obligación si utilizare la cosa para otro destino" .

2871
La inexistencia de daños y perjuicios resulta irrelevante al efecto de facultar al
locador a pedir la extinción contractual como los perjuicios e intereses deriva-
dos por esa misma terminación de la locación (siempre que no resulte proce-
dente aplicar el art. 1221 por resolución anticipada). Nos explicamos: aun
cuando el cambio de destino no genere daños y perjuicios al locador, la extin-
ción anticipada del contrato si podría hacerlo. La norma debe aplicarse con ce-
loso cuidado de no facultar el ejercicio abusivo del derecho.

Con respecto al régimen de Vélez, la doctrina se bifurcó en opiniones encon-


tradas en torno a la variación de destino de la cosa " aunque no cause perjuicio
al locador" . Por un lado, se expresó que " el art. 1555 ha quedado derogado,
en esta parte, por el art. 1071. En verdad, si bien el ejercicio de un derecho no
importa nunca la comisión del acto ilícito, la ley se refiere — a hora expresa-
mente— al ejercicio regular del derecho" (Spota). Por otro lado, en cambio, se
expresó que en " caso de violación, si está pendiente el plazo mínimo legal ca-
duca y se autoriza la resolución del contrato. Si la violación se produce supera-
do el plazo mínimo legal se aplica el art. 1559 pudiéndose reclamar daños y
perjuicios, o reclamar la supresión de las causa del perjuicio o resolver el con-
trato sin necesidad del cumplir con los plazos del art. 1204" (Leiva Fernández).

III. Jurisprudencia

(CSJN, 27/5/1974, Fallos: 288:435); (CNEsp. Civ y Com., sala II, 28/2/1978, JA,
1979- II- 732); (CNCiv., sala E, 2/5/2005, LL AR/JUR/8964/2005); (CNCiv., sala
M, 20/2/1992, LA LEY, 1992- E, 406).

Art. 1206. Conservar la cosa en buen estado. Destrucción. El locatario debe


mantener la cosa y conservarla en el estado en que la recibió. No cumple con
esta obligación si la abandona sin dejar quien haga sus veces.

Responde por cualquier deterioro causado a la cosa, incluso por visitantes oca-
sionales, pero no por acción del locador o sus dependientes; asimismo respon-
de por la destrucción de la cosa por incendio no originado en caso fortuito.

2872
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Se elimina la profusa casuística del Código Civil. Ya no se impone necesaria-


mente al locador la regla de probar la culpa del locatario en el incendio, y pasa
a regirse por los principios generales de la prueba. El sistema de Vélez había
sido ampliamente criticado por la forma en que distribuía la carga de la prueba,
pues ciertamente, estando el locatario en tenencia de la cosa, no resulta razo-
nable que se presuma el caso fortuito, dejando al locador una carga probatoria
ciertamente compleja.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1561 al 1572; Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1099 inc. 2) y art. 1102; Proyecto de Código
Civil de la República Argentina de 1998, art. 1137.

II. Comentario

1. Conservación de la cosa

El deber de protección respecto de la cosa constituye uno de los principales


límites al derecho de uso y goce de la cosa, por lo que el uso se torna abusivo
si se deteriora el inmueble por haber olvidado cerrar una llave de agua, o se
instalare depósitos de materias que atrajesen insectos (Lorenzetti). El daño a la
cosa puede derivarse de la acción del locatario o sus dependientes o bien por
la omisión del mismo (como si por no realizar las reparaciones de mero mante-
nimiento, se produjese un daño mayor a la cosa, o la falta de aviso oportuno al
locador para que realice reparaciones a su cargo), o cuando por su negligencia
en el cuidado y vigilancia de la cosa, visitantes ocasionales le propiciaran dis-
tintos tipos de daños.

El Proyecto de 1993 (art. 1099 inc. 2) también dispone como obligación del lo-
catario la de " conservar en buen estado la cosa alquilada y responder por todo
deterioro que le causare" . El texto propuesto sigue al Proyecto de 1998 (art.
1137).

2. Abandono de la cosa

El precepto consagra asimismo la prohibición de abandono de la cosa. Para


que se repute configurada una situación de abandono, es necesario que el lo-

2873
catario no haya dejado una persona al cuidado de la cosa, teniendo en cuenta
lo exigible por la conciencia media, atendiendo al tipo de cosa y las circunstan-
cias del caso, no haciendo falta que el abandono asuma un grado abdicativo de
la tenencia (López De Zavalía). La violación de este deber no sólo faculta al
locador a pedir la resolución contractual (art. 1219, inc. b), sino también a exigir
la satisfacción de los daños y perjuicios ocasionados por el deterioro de la co-
sa, y derivados de la resolución anticipada del contrato (siempre que no se
aplique el art. 1221, que absorbe este tipo de perjuicios).

En virtud que el abandono configura un incumplimiento contractual se ha sus-


tentado que " la amenaza de un daño da lugar a la tutela inhibitoria permitiendo
al locador la constatación del estado y la resolución del contrato. Excepcional-
mente, el incumplimiento puede estar justificado por situación que configure
fuerza mayor. Es de destacar que el abandono constituye una causal autónoma
de resolución del contrato que autoriza a pedir el desalojo y el resarcimiento de
los daños causados" (Hernández - Frustagli).

3. Deterioro. Destrucción por incendio

El locatario responde por cualquier deterioro causado a la cosa, por hecho pro-
pio o por terceros (visitantes), debiendo realizar las reparaciones necesarias.
Asimismo, responde por la destrucción de la cosa, en el caso de daños deriva-
dos de un incendio, excepto que éste se origine en caso fortuito. Por ello, de-
berá usar con precaución los servicios públicos domiciliarios, especialmente
aquellos que sean potencialmente causa de un incendio (ej. gas natural), de-
biendo efectuar el mantenimiento de los aparatos del hogar. Conforme adelan-
tamos, se ha mejorado el régimen de Vélez (art. 1572) que considera al incen-
dio como caso fortuito, hasta que el locador pruebe la culpa del locatario o per-
sonas vinculadas (cesionario, subarrendatario, huéspedes), invirtiéndose la
carga de la prueba.

III. Jurisprudencia

(CSJN, 23/5/1938, Fallos: 180:404) (CSJN, 27/5/1974, Fallos: 288:435).

El incendio no debe presumirse causado por casus , sino que debe admitirse la
posibilidad de que sea más bien el resultado de negligencia o culpa de parte de

2874
las personas encargas de mantener la vigilancia y cuidados necesarios
(CNCiv., sala C, 1/3/1984, ED, 108- 654).

(CNCiv., sala C, 28/12/1996, LA LEY, 1997- D, 858).

(C1ª Civ., y Com. Bahía Blanca, sala II, 12/12/1996, LLBA, 1997- 995).

(CS Tucumán, 11/9/2000. LL NOA, 2001- 417).

(C1ª Civ. Com. San Isidro, Sala 1ª, 11/8/1998. DJ, 1989- 1- 568).

Art. 1207. Mantener la cosa en buen estado. Reparaciones. Si la cosa es


mueble, el locatario tiene a su cargo el gasto de su conservación y las mejoras
de mero mantenimiento; y sólo éstas si es inmueble.

Si es urgente realizar reparaciones necesarias puede efectuarlas a costa del


locador dándole aviso previo.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Se brinda un giro importante en punto al concepto de reparaciones o gastos


urgentes. En el Código de Vélez, deben afrontarse sin posibilidad de dar aviso
previo al locador. En el régimen del Código Civil y Comercial, se consagra la
obligación del aviso previo al locador antes de proceder a la erogación de ur-
gencia. Ello se amolda mejor a la dinámica y comunicaciones modernas.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1573; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1102; Proyecto de Código Civil de la República Argenti-
na de 1998, art. 1138.

II. Comentario

1. De la conservación y mejoras. Criterios y dificultades

Se distingue el régimen de mejoras aplicables a las locaciones de muebles e


inmuebles. En el primer caso, el locatario tiene a su cargo los gastos de con-
servación y mejoras de mero mantenimiento. Por ejemplo, el alquiler de un ca-
ballo por un mes, implica que deberá ser alimentado (gastos de mantenimiento)

2875
y ser objeto de las mejoras necesarias para su subsistencia (como si debiesen
cambiarse las herraduras). En el segundo caso, tratándose de inmuebles, sólo
son a cargo del locatario las mejoras de mantenimiento. Por ejemplo, el locata-
rio deberá reparar los deterioros menores que exige la conservación de la cosa
y se derivan del mismo uso normal y ordinario (mejoras de mero mantenimien-
to, conf. art. 1934, son aquellas reparaciones menores que impone el uso nor-
mal y adecuado de la cosa por quien detenta una relación de poder sobre la
misma), pero no estará obligado a abonar, por ejemplo, el impuesto inmobiliario
(gasto necesario), o la pintura del lugar (mejora útil).

Un buen criterio para trazar la distinción es el siguiente, tomando el ejemplo del


alquiler de un automóvil por un lapso prolongado. Según la norma que comen-
tamos, el locatario corre con las mejoras de mero mantenimiento, como con los
gastos de conservación. Lo que distingue a una de otra, es que el gasto, no
implica alteraciones materiales en la cosa. Si el locatario debe, por ejemplo,
parchar una cubierta al advertir que la misma ha perdido presión, habrá efec-
tuado una tarea indispensable para que el automotor pueda seguir funcionando
correctamente y, ciertamente, por más ínfima que sea, implica un trabajo de
modificación material, pues exige el cambio de un accesorio indispensable. Por
el contrario, la obligación de abonar el precio del combustible, si bien constituye
una erogación necesaria para poder usar la cosa conforme al destino pactado,
o de uso, no implica una alteración material sobre el objeto de la relación loca-
tiva. La distinción a veces puede ser muy confusa y casi siempre se configura
como una situación de hecho que el juez habrá de analizar en cada caso parti-
cular. El problema, obviamente, no se presentará con las locaciones de mue-
bles, y así, rentado un automóvil, deberá cargar el locatario tanto con el pago
del combustible como con la reparación de una cubierta pinchada. El problema
adquiere importancia práctica fundamental, sin embargo, en relación a la loca-
ción de inmuebles. En estos casos debe interpretarse con un criterio restrictivo
los gastos que debe realizar el locatario por cuanto resulta un mero tenedor de
la cosa. Por ello en caso de duda, deberá entenderse que se está frente a un
gasto de conservación y no una mejora de tenencia en las locaciones de in-
muebles (el problema, en las locaciones de muebles, es ciertamente de gabine-
te).

2876
Por similar argumento, las reparaciones que se derivan de un uso adecuado y
normal de la cosas, sólo serán a cargo del locatario en la medida que sean
menores, pero si implican una erogación substancial, como un calefón que de-
viene inutilizable por tener ya veinte años de uso, serán a cargo del locador
(Rezzónico), ésta es la interpretación que mejor se ajusta a las pautas del art.
1934. Es que el locatario sólo debe correr con mejoras de conservación que se
deriven del uso ordinario que éste ha hecho, aun cuando hubiera sido el normal
y adecuado; mientras que el locador es garante de los vicios o defectos graves
y ha asumido la obligación de entregar la cosa en buen estado (Lorenzetti). Por
ejemplo, reparar una cerradura, sería una mejora de mantenimiento que debe
correr a cuenta del locatario, pero no el cambio del cableado eléctrico del in-
mueble. El tema es verdaderamente arduo y, creemos, se echa de menos al-
guna lista enunciativa orientadora.

2. Reparaciones urgentes

En relación a las reparaciones urgentes que corren a cargo del locador, basta
con que se le curse algún tipo de notificación que, si bien la norma no lo pres-
cribe, conviene sea fehaciente. Sin embargo, muchas veces la urgencia no
admite dilación alguna, y no es por ello dable exigir al locatario la espera que
insume el lapso de diligenciamiento de una carta documento (como por ejemplo
ante la rotura de una cañería), y de ahí la correcta flexibilidad de la norma. En
casos como el antes descripto, el envío de un mensaje de texto por telefonía
celular, por ejemplo, revestiría gran utilidad.

III. Jurisprudencia

(CSJN, 25/4/1941, Fallos: 189:286); (CSJN, 27/5/1974, Fallos: 288:435);


(CNCiv ., sala C, 23/12/1993, LA LEY, 1994- D, 210); (CCiv. y Com., Azul,
18/6/1996. LLBA, 1996- 1004); (CNCiv ., sala E, 22/10/1999, LA LEY, 2000- B,
650); (CNCiv ., sala G, 19/9/2001, LA LEY, 2001- A, 946); (CCiv. y Com.,
Morón, sala II, 7/4/2009, LLBA, 2009- 667).

Art. 1208. Pagar el canon convenido. La prestación dineraria a cargo del lo-
catario se integra con el precio de la locación y toda otra prestación de pago

2877
periódico asumida convencionalmente por el locatario. Para su cobro se con-
cede vía ejecutiva.

A falta de convención, el pago debe ser hecho por anticipado: si la cosa es


mueble, de contado; y si es inmueble, por período mensual.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Se observa una mejora en la técnica legislativa, en tanto se hacen explícitos


numerosos preceptos que debían inducirse del articulado del Código de Vélez.
Entendemos, sin embargo, que se echa de menos la enunciación de las pre-
sunciones que otrora se encontraban establecidas para el pago anticipado de
alquileres. Quizás, la diferencia más llamativa del régimen proyectado consiste
en que la acción ejecutiva no se limita al locador de inmuebles, sino que se ex-
tiende a todas las locaciones de cosas.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1556, 1574, 1575, 1578,
1581; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1099 y 1104; Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1139.

II. Comentario

1. Pago del canon

La obligación principal del locatario consiste en el pago del alquiler mediante


una suma de dinero, siendo una obligación recíproca y de carácter nuclear al
contrato de locación de cosas. En tal sentido, se afirmó que constituye uno de
los elementos esenciales del contrato (Salvat).

El texto proyectado denomina canon locativo al precio de la locación y a todas


aquellas prestaciones de pago periódico asumidas convencionalmente por el
locatario, siguiendo al art. 1139 del Proyecto de Código Civil de 1998. Es, indu-
dablemente, esta última prescripción la que más interrogantes plantea. Se ha
dicho que los " impuestos y contribuciones de mejoras que gravan el inmueble
pueden ser objeto de convenio de partes, disponiendo que el pago integre el
precio a cargo del locatario o permanezca adeudado por el locador (...) Tam-
bién las expensas comunes ordinarias, las extraordinarias y el pago de servi-

2878
cios integran el alquiler; su pago suele imponerse al locatario y el incumplimien-
to autoriza el desalojo " (Lorenzetti). En virtud que alguna jurisprudencia negó
la acción ejecutiva, se consideró necesario incluir además del precio del alqui-
ler todas aquellas prestaciones de pago periódico asumidas por el locatario,
para aventar cualquier duda interpretativa al respecto.

A nuestro criterio, si el pago de expensas, por caso, fuera puesto a cargo del
locatario de un departamento, éste integrará el valor del canon locativo. Curio-
samente la norma nada dice sobre conceptos que no se abonan mensualmente
como el valor llave que, a los fines impositivos, se considera integrante del pre-
cio locativo. Cabe recordar que la versión del art. 765 que se generó a partir de
las modificaciones realizadas al anteproyecto por el Poder Ejecutivo impide
pactar el pago del canon locativo en moneda extranjera con lo que, es proba-
ble, se siga recurriendo a la práctica de " pactar alquileres escalonados" (Leiva
Fernández). Para otra postura, el " pacto sobre alquileres progresivos es lícito
siempre que no tenga por causa una actualización contra la inflación, y no sea
abusivo" (Lorenzetti).

2. De la vía ejecutiva

Se mantiene la vía ejecutiva para el cobro de alquileres, la que estará, por lo


demás sujeta a la normativa del rito procesal aplicable. Este agregado no esta-
ba incluido en el antecedente del art. 1139 del Proyecto de 1998, " por conside-
rar que esa regulación es propia del derecho procesal y por tanto, es ajena a
un código de derecho sustancial" (Leiva Fernández). Sin embargo, el Código
Civil y Comercial de la Nación estimó adecuado incluirla para evitar dudas.
También es importante precisar que la acción ejecutiva no se circunscribe so-
lamente al pago de los alquileres adeudados, sino también a toda obligación
que se devengue periódicamente y haya sido puesta a cargo del locatario (ej.
impuestos, tasas, servicios, expensas), y que la norma denomina canon locati-
vo.

3. Pauta supletoria

La norma establece como pauta supletoria que, a falta de convención, el pago


de locaciones de muebles se hace de contado, y en el caso de inmuebles, en

2879
forma periódica, tal como mandan las costumbres en el tráfico jurídico, su-
perándose así las dificultades interpretativas que poseía el Código de Vélez en
esta materia. La obligación de abonar los arriendos deja de subsistir cuando el
locatario intenta restituir el bien, más allá de los justos reclamos que pueda
luego el locador incoar.

III. Jurisprudencia

(CSJN, 13/3/1967, Fallos: 267:133); (CSJN, 28/3/1995, Fallos: 318:424);


(CNCiv ., sala J, 26/2/1991, LA LEY, 1991-C, 356); (CNCiv ., sala B, 1/9/1995,
LA LEY, 1997- E, 1021); Los alquileres escalonados no son cláusulas de ajus-
te, sino precios diferentes por distintos tiempos de locación y, por tanto, no se
encuentran comprendidas en la prohibición indexatoria de la ley de convertibili-
dad (CNCiv ., sala L, 17/5/1999, LA LEY, 1999- F, 92); (C. Civ. Com., Minas,
Paz y Trib., Mendoza, 3ª, 27/10/2008. LL Gran Cuyo, 2009- 184); (CNCiv ., sala
G, 21/5/1996, LA LEY, 1 996-E, 674); (CNCiv ., sala F, 8/3/2010, JA, 2010- III-
73).

Art. 1209. Pagar cargas y contribuciones por la actividad. El locatario tiene


a su cargo el pago de las cargas y contribuciones que se originen en el destino
que dé a la cosa locada.

No tiene a su cargo el pago de las que graven la cosa, excepto pacto en con-
trario.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Las cargas y contribuciones son gastos de conservación de la cosa que se ex-


teriorizan en aquellos casos de locaciones industriales o comerciales, que deb-
ían ser objeto de tratamiento en virtud de la unificación. En efecto, a veces, el
destino que pretende darle el locatario (claro está, con acuerdo del locador),
puede generar específicos gastos de conservación, tales como una tasa es-
pecífica por el destino de un galpón o planta industrial, que por ende requiere
de servicios especiales de control y limpieza por parte del municipio. Estos ca-

2880
sos constituyen una excepción a las reglas generales, y son a cargo del locata-
rio. El último párrafo podría deducirse del art. 1207.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1553; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1113; Proyecto de Código Civil de la República Argenti-
na de 1998, art. 1140.

II. Comentario

1. Cargas y contribuciones. Distinción

El texto anotado distingue las cargas y contribuciones de la cosa propiamente


dicha de aquellas derivadas de la actividad de la cosa, según el destino pacta-
do con el locatario, siguiendo al Proyecto de 1998. Ello tiene su razón de ser en
la unificación de las normas civiles y comerciales, pudiendo ser las locaciones
de cosas destinadas a viviendas o también ser empresarias. Las primeras, co-
mo regla son a cargo del locador, salvo pacto en contrario (ej. impuestos). Las
segundas, son a cargo del locatario.

Se ha dicho que " si el locatario asume el pago de expensas o servicios puede


hacerlo bajo una doble modalidad, entregar su monto al locador para que sea
éste quien pague la deuda, o pagarla el locatario directamente al tercero
acreedor en cuyo caso debería — p or aplicación de este artículo— entregar la
constancia de pago al locador al cesar el vínculo contractual" (Leiva Fernán-
dez).

2. Comparación con la norma vigente

El Código de Vélez (art. 1553) impone al locador pagar las cargas y contribu-
ciones que " graviten sobre la cosa arrendada" . Sin embargo, se ha dicho que
en la " actualidad se ha consolidado una práctica de sustituir esta disposición
supletoria por cláusulas que imponen al locatario el pago de impuestos y con-
tribuciones que recaigan sobre el bien arrendado. Sin embargo, en el contexto
del Código Civil sólo son a cargo del locatario aquellos impuestos y contribu-
ciones que se vinculen a la actividad específica explotada en el inmueble alqui-
lado cuando se trata de locaciones con destino comercial" (Hernández - Frus-
tagli).

2881
Este criterio fue seguido por el Proyecto del Poder Ejecutivo, art. 1113 en su
primer párrafo, considerándola también una obligación del locador. Empero, en
su segundo párrafo, en virtud de la mentada unificación, se incluyó la siguiente
frase: " Sin embargo, será el locatario el obligado a abonar las que se aplicaren
en razón de la actividad a que él se dedique" . El Proyecto de 1998 ha mante-
nido la distinción de las cargas según graven la cosa o la actividad del locata-
rio, y su contenido ha sido reproducido textualmente en la norma anotada.

Esta distinción la estimamos adecuada según el destino que puede tener la


cosa locada, ya sea habitacional o empresaria.

3. Del pacto en contrario

El último párrafo prescribe que como regla el locatario no tiene a su cargo


aquellas cargas y contribuciones que graven la cosa, siendo por lo común, a
cargo del locador. Acto seguido, en virtud de la supletoriedad que campea la
regulación, afirma salvo pacto en contrario. Nos parece que si se trata de una
locación empresarial es perfectamente válida la cláusula que lo disponga. En
cambio, si se trata de una locación habitacional y si es de consumo, dicha cláu-
sula podrá ser tachada de abusiva.

III. Jurisprudencia

(CSJN, 6/7/1956, Fallos: 235:296); (CCiv. y Com. Córdoba, 7ª, 20/10/1994,


LLC, 1995-351); (C2ª Civ. y Com. Paraná, sala II, 3/5/2002, LLAR/JUR/ 3491/
2002).

Art. 1210. Restituir la cosa. El locatario, al concluir el contrato, debe restituir al


locador la cosa en el estado en que la recibió, excepto los deterioros provenien-
tes del mero transcurso del tiempo y el uso regular.

También debe entregarle las constancias de los pagos que efectuó en razón de
la relación locativa y que resulten atinentes a la cosa o a los servicios que ten-
ga.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

2882
La contracara del uso y goce concedido por el locador a favor del locatario es la
obligación de éste de restituir la cosa, una vez finalizado el contrato. Se mejora
la técnica legislativa con relación al sistema de Vélez, especialmente incluyén-
dose un parágrafo específico para las mejoras. El texto propuesto sigue al Pro-
yecto de 1998.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1615 y 1616; Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1099 inc. 5) y 1106; Proyecto de Código Civil
de la República Argentina de 1998, art. 1141.

II. Comentario

1. Obligación de restitución

La restitución opera in idem debiéndose devolver lo recibido, y siendo la des-


cripción contractual el mejor punto de partida para determinar el estado de res-
titución debido (López De Zavalía). En tal sentido, se afirmó que una vez extin-
guido el contrato, " nace la obligación restitutoria, la que incumplida da lugar a
la acción de desalojo"(Hernández - Frustagli).

El locatario no responde por los deterioros propios del transcurso del tiempo y
del uso regular de la cosa salvo pacto en contrario. En efecto, sucede que for-
ma parte de la ecuación financiera que subyace al contrato, que el precio loca-
tivo incluya la amortización del bien de capital. Por lo demás este precepto es
una aplicación del artículo 1940, inc c) del Código Civil y Comercial de la Na-
ción.

El Proyecto de 1993 (art. 1106), siguiendo al Cód. de Vélez, incluía una pre-
sunción que, salvo constancia escrita, se presumirá " que la cosa, al ser entre-
gada al comienzo de la locación se encontraba en buen estado y era apta para
su destino" . Esta presunción ha sido suprimida por el Proyecto de 1998, y ha
sido seguida por el Código Civil y Comercial comentado.

2. De los deterioros

Los deterioros que sufra la cosa por el uso normal o regular como aquellos que
tengan que ver con el trascurso del tiempo, no implica dejar de lado el estado
en la cual se recibió la cosa. Por supuesto, nos referimos a aquellos deterioros

2883
menores. El Proyecto de 1993 (art. 1106) era más explícito: " No responderá el
locatario de los deterioros provenientes de la acción del tiempo o del uso extra-
ordinario de ella que el locador hubiera autorizado" .

3. Entrega de las constancias de pago

Además de la restitución de la cosa locada, se dispone la entrega de aquellas


constancias o recibos que tengan relación con el contrato. Resulta lógico, en
consonancia con el comentario del artículo precedente, que el locatario deba
entregar los recibos de pagos de los servicios públicos domiciliarios, en el caso
de locación habitacional, de modo que se acredite el cumplimiento del contrato
y sirvan para demostrar frente a los proveedores el estado de pago.

Ésta es, quizás, la innovación más interesante en cuanto prescribe la expresa


mención a la obligación de entregar los comprobantes de pago de servicios a
cargo del locatario, siguiendo el antecedente del Proyecto de 1998.

III. Jurisprudencia

(CSJN, 25/4/1941, Fallos: 189:286); (CSJN, 14/12/1942, Fallos: 194:378);


(CSJN, 27/5/1974, Fallos: 288:435); (CNCiv., sala J, 9/4/1996, LA LEY, 1996-
D, 873); (CNFCiv. y Com., sala II, 8/10/2003. JA, 2004- II- 549); (CCiv. Com.
Minas Paz y Trib. Mendoza, 5ª, 5/5/2009, LLAR/JUR/11006/2009).

Parágrafo 3º - Régimen de mejoras

Art. 1211. Regla. El locatario puede realizar mejoras en la cosa locada, excep-
to que esté prohibido en el contrato, alteren la substancia o forma de la cosa, o
haya sido interpelado a restituirla.

No tiene derecho a reclamar el pago de mejoras útiles y de mero lujo o suntua-


rias, pero, si son mejoras necesarias, puede reclamar su valor al locador.

2884
Art. 1212. Violación al régimen de mejoras. La realización de mejoras prohi-
bidas en el artículo 1211 viola la obligación de conservar la cosa en el estado
en que se recibió.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El régimen de mejoras contenido en el Código de Vélez era demasiado casuis-


ta y complejo de interpretar. En cambio, el Código Civil y Comercial de la Na-
ción tiene la virtud de establecer en pocas reglas todo un sistema de mejoras,
siguiendo al Proyecto de 1998, a saber: arts. 1211, 1212, 1207 y 1202.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1537, 1538, 1539, 1540,
1541, 1542, 1543, 1545, 1546, 1547, 1548, 1549, 1550, 1551; Proyecto del Po-
der Ejecutivo de 1993, arts. 1097, 1098, 1106, 1111; Proyecto de Código Civil
de la República Argentina de 1998, arts. 1142, 1143.

II. Comentario

1. Regla

En principio, y como ley supletoria, el locatario puede realizar mejoras en la


cosa locada que le permitan llevar a la práctica el uso y goce concedido, pu-
diendo ser necesarias, útiles o suntuarias. Como vemos, la regla sigue siendo
aquélla contenida en el art. 1533 del Código de Vélez. El Proyecto de 1993 (art.
1097) disponía: " Si no hubiese prohibición en el contrato, el locatario podrá
hacer en la cosa arrendada las mejoras que deseare para su utilidad y comodi-
dad, con tal de que no altere su forma o que no hubiese sido citado para la res-
titución de la cosa " .

Sin embargo, esta regla tiene sus excepciones para el supuesto que las partes
hayan pactado en contrario; o bien impliquen mudar o alterar su destino; o bien
haya sido interpelado a reintegrarla al locador.

En primer lugar, para el supuesto que las partes hayan pactado en contrario,
habrá que distinguir si se trata de una "cláusula que podrá tener carácter gene-
ral o referir a supuestos determinados" (Hernández - Frustagli). En otros térmi-
nos, las partes en virtud de su autonomía privada pueden establecer al momen-

2885
to de contratar la prohibición general o especial de introducir cualquier especie
de mejora; empero, también, posteriormente las partes podrían establecer una
autorización similar. En segundo lugar, se interpreta en doctrina que el funda-
mento de prohibir mejoras que alteren el destino de la cosa consiste " en que la
modificación de la cosa es una facultad del propietario y no del tenedor- locata-
rio" (Lorenzetti). En tercer lugar, el fundamento de la prohibición de introducir
mejoras una vez requerida la devolución de la cosa, por cualquier medio (notifi-
cación judicial o extrajudicial), radica " en la imposibilidad de que el locatario
logre un pleno disfrute de la misma" (Hernández - Frustagli).

2. Derecho de pago

Como principio, para el supuesto que hubiere realizado mejoras, sólo tiene de-
recho a reclamar el valor de las mejoras necesarias que haya introducido en el
inmueble. Es decir, deberán cuantificarse y abonarse al locatario. El Proyecto
de 1993 (art. 1106) prescribía: " El locador deberá pagar las mejoras necesa-
rias hechas por el locatario. Si además deseare conservar mejoras hechas con-
tra una prohibición del contrato, deberá pagarle un importe igual al mayor valor
que hubiese adquirido la cosa" .

Este artículo debe interpretarse teniendo en cuenta las definiciones del art.
1934 del Código Civil y Comercial de la Nación. Nos remitimos a los comenta-
rios de los arts. 1202 y 1207, donde hemos tratado ya estos temas.

3. Violación al régimen de mejoras

Para el supuesto que la norma supletoria haya sido modificada por las partes,
por ejemplo, prohibiéndose la introducción de mejoras, sea por una prohibición
general o particular, o bien de algunos de los otros supuestos previstos en la
norma, la violación implica desconocer uno de los principales deberes a cargo
del locatario, cual es el de conservación de la cosa, autorizando al locador a
extinguir la relación contractual. Se advierte que la posición adoptada, siguien-
do el Proyecto de 1998, implica la autorización de finalización del contrato; a
diferencia del Proyecto de 1993, que comprendía su pago para el supuesto que
el locador quisiera mantenerlas.

2886
En el régimen del Código de Vélez, el art. 1565 prescribe tres consecuencias:
1) Impedir o paralizar su ejecución; b) Demandar la demolición; c) Solicitar la
restitución de la cosa en el estado en el cual fue entregada. Como dijimos an-
tes, el régimen anotado es mucho más sencillo y su sanción es la resolución
del contrato.

III. Jurisprudencia

(CSJN, 27/5/1974, Fallos: 288:435); (CNCom., sala B, 26/3/1979, ED, 85- 170);
(CNEsp. Civ. y Com., sala I, 8/2/1979, LA LEY, 1980- A, 194); (CSJN,
20/12/1984, LA LEY, 1985- B, 56); (CNCiv., sala K, 16/7/1996, LA LEY, 1997-
E, 1026).

Sección 5ª - Cesión y sublocación.

Bibliografía de la reforma: Leiva Fernández, Luis F. P ., "La locación en el


Proyecto de Código", LA LEY del 6/2/2013; Leiva Fernández, Luis F. P. , "Lo-
cación", en Rivera, Julio C. (dir.) - Medina, Graciela (coord.), Comentarios al
Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación 2012 , Abeledo-Perrot, Bue-
nos Aires, 2012.

Bibliografía clásica: Hernández, Carlos A . - Frustragli, Sandra A., "Contrato


de Locación de cosas", en Nicolau, Noemí , Fundamentos de derecho contrac-
tual , t. II, La Ley, Buenos Aires, 2009.

Art. 1213. Cesión. El locatario sólo puede ceder su posición contractual en los
términos previstos en los artículos 1636 y siguientes. La cesión que no reúna
tales requisitos viola la prohibición de variar el destino de la cosa locada.

La prohibición contractual de ceder importa la de sublocar y viceversa.

Se considera cesión a la sublocación de toda la cosa.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

2887
Este precepto resulta novedoso frente al régimen de Vélez, y ello es así por
cuanto aquel ordenamiento no regulaba la técnica de la cesión de posición con-
tractual con lo que mal podía establecer una remisión normativa como la ahora
existente. En el Código de Vélez estaba claramente delineada la cesión de po-
sición contractual y la sublocación como nuevo contrato (López De Zavalía). La
actual referencia a la sublocación de toda la cosa como cesión viene a introdu-
cir cierta confusión. Se elimina el tope de valor locativo en los subarriendos que
hubiera sido introducido por la ley 11.723.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1583, 1584, 1585 y
1597; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1114; Proyecto de Código Ci-
vil de la República Argentina de 1998, art. 1144.

II. Comentario

1. De la cesión

Si nos referimos a la transmisión de la posición contractual locativa, con buena


técnica legislativa, el Código Civil y Comercial de la Nación remite a los artícu-
los que regulan la cesión de posición contractual. Violar dichas reglas se consi-
dera una alteración del destino de la cosa locada, circunstancia que facultará al
locador para dar por finalizado el contrato exigiendo las indemnizaciones que
pudieran corresponder. Además, se plasma la regla que la imposibilidad de
ceder implica la de sublocar y viceversa.

El Proyecto de 1993 (art. 1114) disponía: " Cuando el contrato no lo prohibiere,


el locatario podrá ceder sus derechos, o sublocar total o parcialmente la cosa
arrendada. Si hubiere sublocación, el subarrrendatario deberá respetar las dis-
posiciones del contrato principal. La cesión se regirá por las normas de la ce-
sión de posición contractual, mientras que la sublocación constituirá una nueva
locación y estará sujeta a las disposiciones contenidas en el presente título. La
prohibición de ceder importará la de subarrendar y viceversa" .

2. De la sublocación

La sublocación de la cosa es considerada como un nuevo contrato de locación


de cosa (conf. art. 1215) pero una sublocación que tenga por objeto idéntica

2888
cosa en toda la extensión que comprendía la relación locativa originaria, es
considerada por el nuevo ordenamiento como cesión, y regida en consecuencia
por los artículos 1614 y subsiguientes. Calificada doctrina (Leiva Fernández)
había sostenido, en relación al régimen anterior, que un buen criterio orientador
para discernir la sublocación de la cesión del derecho de uso y goce, era la ex-
tensión del ámbito locado que se transmitía. Del texto comentado, sin embargo,
se infiere la imposibilidad de sublocar toda la cosa, en una opción de política
legislativa por lo menos opinable.

Por último, la posición contractual del locador o del locatario puede ser cedida
en tanto no nos encontremos frente a vínculos intuito personae (Lorenzetti).

III. Jurisprudencia

(CNCiv., sala L, 26/6/1995, LA LEY, 1996- B, 32); (CNCiv., sala A, 17/3/1997,


LA LEY, 1997- F, 93).

Las obligaciones del cesionario de una locación están regidas por el contrato
de locación originario, pues aquél ocupa la posición contractual que tenía el
cedente (CNCiv., sala H, 15/7/1998, LA LEY, 1999- F, 387 — DJ 2000- I-506).

Art. 1214. Sublocación. El locatario puede dar en sublocación parte de la cosa


locada, si no hay pacto en contrario. Para ello debe comunicar al locador, por
medio fehaciente, su intención de sublocar e indicarle el nombre y domicilio de
la persona con quien se propone contratar, y el destino que el sublocatario
asignará a la cosa.

El locador sólo puede oponerse por medio fehaciente, dentro del plazo de diez
días de notificado. El silencio del locador importa su conformidad con la sublo-
cación propuesta.

La sublocación contratada pese la oposición del locador, o con apartamiento de


los términos que se le comunicaron, viola la prohibición de variar el destino de
la cosa locada.

2889
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

A pesar de la aparente similitud de principios, el sistema ha variado notable-


mente, tal como explicaremos en el apartado siguiente.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1583, 1598, 1602; Pro-
yecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1115; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1198.

II. Comentario

1. De la sublocación. Regla

El régimen de Vélez (art. 1583) establece que el locatario puede subarrendar,


en todo o en parte, si no estuviese prohibido por el contrato o por la ley, agre-
gando luego que, aun para el caso de no contar con el consentimiento, esto no
impedirá ceder o subarrendar si el sublocatario propuesto ofreciese " todas las
condiciones de solvencia y buen crédito" (art. 1598).

En cambio, la redacción de la norma comentada, siguiendo al Proyecto de


1998, podría inducir a pensar que, como principio, se mantiene vigente la posi-
bilidad de subarrendar salvo pacto en contrario: ello no es así. En principio, la
sublocación autorizada es aquella parcial , y siempre que no exista pacto en
contrario. Recordemos que, por el artículo anterior, se considera cesión a la
sublocación de toda la cosa.

En rigor, se establece un sistema mediante el cual no puede concluirse ninguna


sublocación parcial o de parte de la cosa locada sin al menos el consentimiento
presunto del locador, el que se deberá obtener a través del procedimiento dise-
ñado por la norma (comunicación fehaciente al locador).

Evidentemente, siendo esto una norma supletoria, bien puede el acuerdo dis-
pensar al locatario de este procedimiento, o bien establecer una prohibición de
iniciarlo. En este último caso, aunque el locatario cursare la notificación fe-
haciente al locador, y hubieran transcurrido los diez días que fija la norma, no
se habilitaría por ello la autorización para subarrendar.

2. Efecto de la prohibición

2890
Para el supuesto que el locatario hubiera violado la expresa prohibición del
contrato o bien no hubiera seguido el procedimiento establecido por la norma,
la consecuencia es diversa al sistema de Vélez. En el régimen del Código Civil,
según el art. 1598, la violación de la prohibición no impedirá la cesión o sublo-
cación siempre que el cesionario o sublocatario tuviera solvencia y buen crédi-
to. En tal sentido, se expresó que el Codificador " ha querido facultar a priori al
locatario a ceder o sublocar, dejando al locador la posibilidad de impugnar judi-
cialmente su proceder, en la medida que tenga fundamentos objetivos para ello
al haberse elegido un locatario con condiciones de solvencia insuficientes, o
que no goce de buen crédito por haber observado manifiesta desaprensión en
el cumplimiento de sus obligaciones" (Hernández - Frustagli). Por el contrario,
en el texto anotado, se considera que habrá igualmenteviolado el destino de la
cosa locada y pesarán sobre él las consecuencias que para tal incumplimiento
el ordenamiento dispone.

III. Jurisprudencia

(CNPaz en pleno, 7/7/1970, ED, 33- 139); (CNEsp. Civ. y Com., sala V,
7/4/1981, BCECyC, 981- 704)

Art. 1215. Relaciones entre sublocador y sublocatario. Entre sublocador y


sublocatario rigen las normas previstas en el contrato respectivo y las de este
Capítulo. Está implícita la cláusula de usar y gozar de la cosa sin transgredir el
contrato principal.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez prescribe un sistema que admite, expresa o presuntamente,


la posibilidad de una sublocación. El régimen glosado tiene consecuencias dife-
rentes, siguiendo al Proyecto de 1998.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1585, 1590, 1594, 1595,
1600; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1114; Proyecto de Código Ci-
vil de la República Argentina de 1998, art. 1147.

2891
II. Comentario

1. De las relaciones

El ordenamiento permite tanto la cesión de posición contractual locativa, como


una cesión del derecho de uso o goce derivado de una relación locativa, como
una sublocación propiamente dicha. Salvando el caso en que la sublocación
refiera a la totalidad de la cosa objeto del contrato (supuesto en el que se apli-
can las reglas de la cesión, conf. art. 1214, tercer párrafo) se entenderá que
existe una sublocación regida por las reglas propias del contrato de locación y
las del capítulo 4, comentado.

Debemos cuidar que la cesión del derecho de uso y goce derivado de un con-
trato de locación de cosa no se confunda con una sublocación. Puede resultar
complejo discernir donde hay propiamente una cesión y donde una subloca-
ción. Algunos criterios orientativos pueden ser el precio porque si se paga en
un solo acto puede ser indicativo de una cesión; en cambio, si el mismo es pe-
riódico, será una sublocación. También la extensión es, en el régimen proyec-
tado, determinante por lo dicho ut supra, pues la sublocación para tener el
régimen propio de la locación de cosas, no puede referir a toda la cosa.

2. Del uso y goce

Para el supuesto que el locatario perfeccione un contrato de locación, en rigor


sublocación, se regirá por el contrato base y las normas legales, aunque suple-
torias, previstas en el presente capítulo. Por tanto, se entiende implícito que el
uso y goce del inmueble debe darse dentro del marco del contrato originario,
con sus alcances y restricciones.

III. Jurisprudencia

Quien invoca la calidad de sublocatario debe acreditarlo en legal forma, pues el


régimen de beneficios no comprende al simple ocupante, ni al intruso, ni al pre-
cario tenedor. No basta ocupar la finca ni vivir en ella, es menester la existencia
de un contrato y quien lo invoque tendrá que demostrarlo por el modo estable-
cido en las leyes generales (CNCiv., sala D, 4/5/1964, LA LEY, 115- 21);
(CNCiv ., sala H, 15/7/1998, LA LEY, 1999- F, 387).

2892
Art. 1216. Acciones directas. Sin perjuicio de sus derechos respecto al locata-
rio, el locador tiene acción directa contra el sublocatario para cobrar el alquiler
adeudado por el locatario, en la medida de la deuda del sublocatario. También
puede exigir de éste el cumplimiento de las obligaciones que la sublocación le
impone, inclusive el resarcimiento de los daños causados por uso indebido de
la cosa.

Recíprocamente, el sublocatario tiene acción directa contra el locador para ob-


tener a su favor el cumplimiento de las obligaciones asumidas en el contrato de
locación.

La conclusión de la locación determina la cesación del subarriendo, excepto


que se haya producido por confusión.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez establece acciones directas entre el locador y el subarren-


datario para el cumplimiento de las obligaciones recíprocas que ambos hubie-
ran asumido con el locatario. También prescribe un privilegio sobre las cosas
introducidas en el predio a favor del locador.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1591, 1592, 1601 inc. 2°
y 4°, 1606 y 1607; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1114; Proyecto
de Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1148.

II. Comentario

1. De las acciones directas recíprocas

El precepto consagra las llamadas acciones directas que emanan de la sublo-


cación. Las mismas siguen siendo excepcionales en nuestro sistema de dere-
cho privado por apartarse del principio general del efecto relativo de las obliga-
ciones. En tal sentido, se ha dicho que la " acción directa del subarrendatario
contra el locador principal, se puede ejercer sólo dentro de los límites del con-
trato originario. A su vez, la acción directa del arrendador originario contra el
subarrendatario, se puede ejercer solo dentro de los límites del contrato de
subarriendo" (Cifuentes-Sagarna). En tal sentido, la doctrina mayoritaria había

2893
reconocido " que la acción directa del subarrendatario deba ser ejercida dentro
de los límites del contrato de locación originario y del contrato de sublocación"
(Borda).

Para cierta doctrina (Hernández-Frustagli) la sublocación es un supuesto de


conexidad contractual, dentro del régimen de Vélez, y tiene las siguientes mani-
festaciones: a) El locatario es parte de los dos contratos (locación y subloca-
ción); b) Los contratos vinculados presentan la misma naturaleza de locación
de cosas; c) La relación de dependencia del contrato originario y el derivado
determina la limitación de los efectos del segundo al contenido del primero.

Entonces, por expresa habilitación legal, el locador puede exigir al sublocatario


el pago de los alquileres adeudados por hasta el monto que le debiera al loca-
tario- sublocador. La acción agrede directamente el patrimonio del sublocatario
haciendo ingresar los bienes adeudados al patrimonio del locador sin ingresar
previamente al patrimonio del locatario- sublocador. La acción no se limita al
mondo adeudado en concepto de canon locativo, pues la norma habilita la ac-
ción directa para el cumplimiento de las obligaciones que la sublocación le im-
pone. Por su parte, el sublocatario podría también mediante la acción directa
que se le habilita exigirle al locador que se avenga a cumplir con las obligacio-
nes originalmente asumidas en el contrato de locación celebrado con el locata-
rio-sublocador; así por ejemplo, la de mantener la cosa en buen estado de con-
servación (Salvat).

2. De la cesación

La extinción de la locación originaria causa la conclusión del contrato del sublo-


catario, en virtud que sus derechos y obligaciones se rigen por el contrato base,
que motivó la locación. Por tanto, no podría invocar un plazo más extenso que
el previsto originariamente. Esta regla tiene una excepción, para el caso que de
confusión.

3. Del privilegio

El Proyecto de 1998 (art. 1148) en su último párrafo prescribía: " El privilegio


del locador se extiende a los bienes del sublocatario, en la medida de las obli-

2894
gaciones de éste" . Igual principio se encuentra establecido en el art. 1593 del
Cód. Civ. El Proyecto por su parte ha suprimido dicho párrafo.

III. Jurisprudencia

(SCBA, 23/2/1954, JA, 1954- II- 161)

Sección 6ª - Extinción.

Bibliografía de la reforma: Leiva Fernández, Luis F. P., "La locación en el


Proyecto de Código", LA LEY del 6/2/2013; Leiva Fernández, Luis F. P. , "Lo-
cación", en Rivera, Julio C. (Dir .) - Medina, Graciela (coord.),Comentarios al
Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación 2012 , Abeledo-Perrot, Bue-
nos Aires, 2012;

Bibliografía clásica: Hernández, Carlos A. - Frustragli, Sandra A. , "Contrato


de Locación de cosas", en Nicolau, Noemí, Fundamentos de derecho contrac-
tual , t. II, La Ley, Buenos Aires, 2009;

Art. 1217. Extinción de la locación. Son modos especiales de extinción de la


locación:

a) el cumplimiento del plazo convenido, o requerimiento previsto en el artículo


1218, según el caso;

b) la resolución anticipada.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El régimen de Vélez dispone en siete incisos aquellos supuestos de extinción


de la locación, reproduciendo (en la mayoría de ellos) casos que pueden infe-
rirse de principios generales. El Proyecto, siguiendo al criterio del Proyecto de
1998, los ha reducido a sólo tres casos específicos, sin perjuicio de la aplica-
ción de otros casos previstos en la teoría general.

2895
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1604; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1118; Proyecto de Código Civil de la República Argenti-
na de 1998, art. 1149.

II. Comentario

1. De las causales en general

Se ha reducido, con buena técnica legislativa, la enumeración de los supuestos


de extinción del contrato de locación. Se mencionan tres causas de extinción
de la locación a saber: a) El cumplimiento del plazo (resolutorio); b) El requeri-
miento de devolución una vez fenecido el plazo resolutorio o mínimo legal, y c)
La resolución anticipada reglada en el art. 1221.

Podría sostenerse que el artículo mencionado se limita a enunciar las causales


de extinción propias de la estructura legal del contrato, sin excluir obviamente
otras causales tales como la destrucción de la cosa o la frustración del fin con-
tractual. La destrucción de la cosa por caso fortuito antes de producirse su en-
trega es una causal de extinción del contrato, y ello sin mencionar el distracto,
la expropiación o la evicción. Ello por sólo dar unos ejemplos para no compli-
carnos en una tarea de inútil fatiga corriendo el riesgo de olvidar algunas cau-
sales (López De Zavalía).

Por el contrario, el régimen de Vélez traía siete incisos que habían motivado
diversas clasificaciones por la doctrina, distinguiéndose entre " aquellas que
son consecuencia del cumplimiento del contrato (agotamiento del plazo resolu-
torio), de las que devienen de la ineficacia (rescisión). Entre estas últimas, hay
causas que son inherentes al contrato y otras que provocan la extinción por vía
derivada, como ocurre por ejemplo cuando extingue la sublocación por efecto
de lo que sucede en el contrato principal" (Moeremans- Rousset). El Proyecto
de 1993 (art. 1118) sigue idéntico criterio. Por último, autorizada doctrina, con
base en el Proyecto de 1998, prefirió distinguir entre " causales generales, co-
munes a cualquier contrato, y especiales, propias de este contrato" (Hernán-
dez- Frustagli).

2. El vencimiento del plazo

2896
El vencimiento del plazo no ofrece mayores dificultades cuando es determina-
do, cierto o incierto, debiendo estarse al término del mismo. Si el plazo fuera
indeterminado, se deberá ocurrir por ante el Juez para la fijación del mismo por
el procedimiento más abreviado de los códigos de rito (conf. art. 871). Si el pla-
zo es tácito la locación concluye en aquel tiempo en que acorde a los usos y
costumbres debía restituirse la cosa; pero no habrán consecuencias moratorias
hasta tanto el locatario no sea debidamente interpelado (arg. art. 887, y claro
está, también por imperio del art. 1218 que genera un especial paraguas frente
a la mora en lo que refiere a la obligación de restituir por la regla de continua-
ción de la locación en los mismos términos en que fue celebrada).

3. Del requerimiento

Nos remitimos al análisis del artículo siguiente.

4. De la resolución anticipada

Para el caso que por imperio legal se admita la resolución anticipada del con-
trato de locación, se podrá pedir la devolución de la cosa. Nos remitimos al co-
mentario del art. 1219.

III. Jurisprudencia

El contrato de locación es de tracto sucesivo y por ende, subsiste a través del


tiempo, pero sin ninguna duda, también es temporario y ciertamente llega un
momento en que concluye. Una de las causas de conclusión del contrato, es
precisamente, el vencimiento del término, conforme resulta del art. 1604 del
Cód. Civil al establecer que si la locación fuese contratada por tiempo determi-
nado, concluye acabado ese tiempo (...) y se explica, desde que las convencio-
nes hechas en los contratos es una regla ala que las partes deben someterse
como a la ley misma (SC Mendoza, sala I, 27/8/1979, LA LEY, 1980- A, 598);
(CNCiv., sala C, 21/5/1991, LA LEY, 1991- E, 177); (CNCiv ., sala A, 27/10/
1992, JA, 1993- III- 610).

Art. 1218. Continuación de la locación concluida. Si vence el plazo conveni-


do o el plazo mínimo legal en ausencia de convención, y el locatario continúa

2897
en la tenencia de la cosa, no hay tácita reconducción, sino la continuación de la
locación en los mismos términos contratados, hasta que cualquiera de las par-
tes dé por concluido el contrato mediante comunicación fehaciente.

La recepción de pagos durante la continuación de la locación no altera lo dis-


puesto en el primer párrafo.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez (art. 1622) se expide en contra de la tácita reconducción,


considerándola como una mera prosecución de la locación vencida. Los pro-
yectos de unificación siguen idéntico criterio.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1622, 1609, 1610; Pro-
yecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1121; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1150.

II. Comentario

1. De la continuación de la locación

El primer párrafo es similar al Código de Vélez (art. 1622) en cuanto estipula


que la continuación de la tenencia por parte del locatario no implica tácita re-
conducción, sino continuación de la locación vencida. Al respecto, se dijo que
"una vez finalizado el plazo contractual de la locación, si el locatario permanece
en el uso y goce de la cosa no se juzga que hay tácita reconducción sino conti-
nuación de la locación bajo los mismos términos del contrato vencido. Tres son
las condiciones que se han tenido en cuenta para aplicar la continuidad de la
locación: a) que exista un contrato de plazo fijo de duración; b) que ese plazo
haya transcurrido y c) que el locatario permanezca en el uso y goce de la cosa
sin que el locador se oponga " (Cifuentes - Sagarna). Sin embargo, autorizada
doctrina afirmó que "hay quienes — e n criterio que compartimos — han dicho
que el Código Civil— a un negándolo — ha adoptado uno de los modelos posi-
bles de tácita reconducción, aunque sin desconocer que quiso darle matices
especiales al excluirlo de las reglas de los artículos 1509 y 1610 inciso 2° del
Código Civil" (Hernández-Frustagli).

2898
El Proyecto de 1993 (art. 1121) prescribía: " Si, terminado el contrato, el locata-
rio permaneciere en el uso y goce de la cosa arrendada, no se juzgará que hay
tácita reconducción" . El primer párrafo es idéntico al Proyecto de 1998 (art.
1150), con la diferencia sutil de evitar reenvíos.

2. Recepción de pagos

En el último párrafo aparece como una novedad, incluso frente al texto del Pro-
yecto de 1998, la recepción de pagos durante la continuación de la locación. El
mismo resulta superfluo, pues, evidentemente no habiendo tácita reconducción,
el contrato vigente propaga sus efectos en el tiempo, y uno de ellos es la facul-
tad del locador de exigir y recibir los pagos. Mal podría argumentarse en base a
la parquedad de esta norma que ella autoriza aceptar pagos de diferente cuant-
ía a los originalmente pactados sin que opere el nacimiento de un nuevo con-
trato.

En tal sentido, se afirmó: " El añadido me parece innecesario puesto que la


continuación de la locación bajo sus mismos términos implica necesariamente
el pago, cobro y otorgamiento de recibo de alquileres. Y quien paga, cobra exi-
ge u otorga recibo lo hace en virtud de los deberes seguidos de la continuación
de la locación que está en sus manos utilizar o no, y no porque exista tácita
reconducción" (Leiva Fernández).

Una cuestión diversa consiste en la modificación del precio de la locación, por-


que se ha dicho por autorizada doctrina: " Aunque se haya modificado y recibi-
do de conformidad un nuevo precio del alquiler ya convenido se entiende que
no hay concertación de un nuevo contrato y queda obligado el locatario a su
pago hasta la restitución de la cosa. Sin embargo, se ha resuelto que si hubo
un importante aumento del alquiler en relación al pactado originariamente y se
han modificado otros elementos esenciales del contrato, puede presumirse que
se ha convenido una nueva locación" (Cifuentes- Sagarna). A nuestro juicio, si
el pago que se recibe es por un monto diferente al anteriormente pactado
(usualmente con un incremento del valor locativo), se alteraría un elemento
esencial del contrato y, entonces, deberá entenderse que se ha celebrado un
nuevo contrato de locación sujeto al régimen normativo supletorio. Esta norma

2899
impide la aplicación de la mora automática a la obligación de restituir la cosa
objeto de la relación locativa.

III. Jurisprudencia

(CSJN, 20/5/1982, Fallos: 304:71); (CJ Catamarca, 19/12/2008. DFyP, 2010-


Noviembre-36). En contra de la interpretación que propiciamos ante variaciones
del canon locativo vencido el plazo de la locación (SCBA, 1/10/1996. LLBA,
1996- 1123).

Art. 1219. Resolución imputable al locatario. El locador puede resolver el


contrato:

a) por cambio de destino o uso irregular en los términos del artículo 1205;

b) por falta de conservación de la cosa locada, o su abandono sin dejar quien


haga sus veces;

c) por falta de pago de la prestación dineraria convenida, durante dos períodos


consecutivos.

Art. 1220. Resolución imputable al locador. El locatario puede resolver el


contrato si el locador incumple:

a) la obligación de conservar la cosa con aptitud para el uso y goce convenido;

b) la garantía de evicción o la de vicios redhibitorios.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez incluye como supuesto especial para concluir el contrato de


locación, los casos de culpa del locador y locatario. El Proyecto ha dispuesto
separar los supuestos en dos artículos, con sus respectivas causas.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1604 inc. 7°); Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, arts. 1151 y 1152.

2900
II. Comentario

Las normas transcriptas reúnen aquellas causales que autorizan a la contrapar-


te a requerir la extinción de la locación. No operan de pleno derecho y refieren
al incumplimiento de deberes y obligaciones que ya hemos analizado en este
capítulo. Toda vez que nos encontramos ante obligaciones de resultado, la
prueba de la no culpa del deudor deviene irrelevante (conf. art. 1723).

1. Resolución imputable al locatario. Causales

En el primer supuesto, se faculta a resolver el contrato cuando haya cambio de


destino de la cosa locada, contraviniendo el pactado, ya sea subjetivo u objeti-
vo, como también cuando el locatario realice un uso irregular (art. 1205) aun-
que no cause perjuicio al locador. En el segundo supuesto, el locatario no ha
realizado las mejoras necesarias de la cosa locada incurriendo en falta de con-
servación; o bien, la abandona " sin dejar quien haga sus veces" . El tercer su-
puesto, es por falta de pago durante dos períodos consecutivos.

2. Resolución imputable al locador. Causales

En el primer supuesto, el locatario puede resolver el contrato cuando el locador


incumple con su deber de conservación de la cosa con aptitud para el uso y
goce convenido. Ello resulta lógico en virtud que se pierde la finalidad del con-
trato, y por una causa imputable. En el segundo supuesto, cuando el locador no
cumple con garantizar el uso y goce o haya una turbación de derecho (garantía
de evicción) o de hecho (vicios redhibitorios). Se aplica el régimen del consu-
midor para el supuesto de una locación de consumo.

III. Jurisprudencia

(CNEsp. Civ. y Com., sala IV, 23/5/1974, LA LEY, 156 - 595); ( CNCiv ., sala G,
3/5/1989, LA LEY, 1990 - A, 317); (C2ª Civ. y Com. La Plata, sala 3ª,
16/0/1991, Lexis nro. 14/42175); (CCirc. Santa Fe, 28/9/2008,
LLAR/JUR/27348/2008); (TCas. Penal Bs. As., sala I, 27/11/2008, LL
AR/JUR/17319/2008); ( CNCiv ., sala J, 28/12/2010, LA LEY, 2011 - A, 324).

2901
Art. 1221. Resolución anticipada. El contrato de locación puede ser resuelto
anticipadamente por el locatario:

a) si la cosa locada es un inmueble y han transcurrido seis meses de contrato,


debiendo notificar en forma fehaciente su decisión al locador. Si hace uso de la
opción resolutoria en el primer año de vigencia de la relación locativa, debe
abonar al locador, en concepto de indemnización, la suma equivalente a un
mes y medio de alquiler al momento de desocupar el inmueble y la de un mes
si la opción se ejercita transcurrido dicho lapso;

b) en los casos del artículo 1199, debiendo abonar al locador el equivalente a


dos meses de alquiler.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez carecía de una norma similar. La Ley de locaciones urba-


nas introdujo esta posibilidad en el régimen nacional, a favor del locatario de
inmuebles urbanos con destino para vivienda.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 23.091,art. 8; Proyecto del Poder Eje-
cutivo de 1993, art. 1120; Proyecto de Código Civil de la República Argentina
de 1998, art. 1153.

II. Comentario

1. De la resolución anticipada

La norma autoriza al locatario a resolver el contrato de locación antes del tiem-


po de finalización del contrato. Esta posibilidad ya estaba incluida en la ley
23.091 y había sido mantenida en los Proyectos de unificación. En el Proyecto
de 1993 (art. 1120) en similares términos al art. 8 de la ley 23.091. En el Pro-
yecto de 1998, el art. 1153 esquematiza los supuestos en tres incisos.

2. Análisis del sistema

Sin embargo, la norma anotada importa en materia de resolución anticipada un


importante giro. En primer término, podemos observar que, siempre que fuera

2902
un inmueble el objeto de la locación y cualquiera sea el destino del mismo,
existirá la posibilidad de resolución anticipada, estructurándose dos regímenes
según que la finalidad del contrato sea de las enumeradas por el art. 1199 (ex-
cepciones al mínimo legal) o no. Dicha facultad le compete únicamente al loca-
tario. En tales términos, se expresó recientemente: " En mi propuesta, la regla
ahora contenida en el proyectado art. 1221 también contenía como supuesto
de resolución anticipada, pero por voluntad del locador, la institución hoy vigen-
te en el art. 1.507, modificado por la ley 11.156. Su no recepción por la comi-
sión eliminaría, en caso de convertirse en ley, el instituto de desalojo por au-
mento de capacidad locativa " (Leiva Fernández).

Fuera de los casos del art. 1199, se requiere que hayan transcurrido al menos
seis meses de contrato. Si bien se exige una notificación fehaciente al locador,
lo cierto es que no se establece una determinada antelación en la comunica-
ción, siendo ésta una de las novedades más inexplicables de la reforma. En el
último párrafo del art. 1153, del Proyecto de 1998, se prescribía " la resolución
anticipada se produce a los sesenta (60) días de ser comunicada a la otra par-
te" . En tales términos se afirmó: " En mi propuesta, como en la norma vigente,
se establecía que el aviso de resolución debía efectuarse al menos con sesen-
ta días de antelación. Inexplicablemente, el Proyecto no contiene antelación
alguna, lo que originará abusos de las partes y también planteos judiciales" .
Basta con que el locatario abone los montos referidos en el inciso b) del artícu-
lo para conseguir el efecto extintivo.

El régimen de la ley de locaciones urbanas resulta absurdamente exigente con


el locatario, el que, aparte de tener que abonar los montos equivalentes a un
mes o mes y medio de alquiler (montos que dejaban suficientemente indemne
al locador), debía notificar con una antelación de sesenta días su intención re-
solutoria, circunstancia que le dejaba en una compleja realidad habitacional en
dicho lapso. Sin embargo, lo preocupante, es que al no aclararse expresamen-
te el carácter de orden público de esta disposición, deja abierta la posibilidad
de plantear su derogación por la voluntad contractual de las partes (casi siem-
pre impuesta por el locador), lo que neutralizaría en la práctica el avance de la
reforma y podría, incluso, colocar a los locatarios de inmuebles con destino a
vivienda, en peor situación a la que ostentaban con anterioridad a la reforma.

2903
Un análisis del plexo axiológico subyacente a la norma debe concluir en la in-
derogabilidad de este precepto, salvo que el mismo resulte más beneficioso a
la parte débil (locatario del inmueble). Ello por cuanto esta norma, al importar
una excepción a las reglas generales de los contratos, en tanto importa una
extinción unilateral y anticipada de carácter tuitivo, debe revestir carácter inde-
rogable. De otro modo bastaría con que el locador imponga en cada contrato la
imposibilidad de resolver anticipadamente el mismo (arg. conf. art. 1077), para
que este beneficio del locatario quede eliminado. Cuando la locación de inmue-
bles tiene por destino los consignados en el art. 1199 (excepciones al plazo
mínimo legal) no se requiere el plazo de mínimo de seis meses para el ejercicio
de la facultad resolutoria, pero deberá abonarse siempre un monto equivalente
a dos meses de alquiler. En caso de contrato de consumo hay que estar a las
reglas del art. 1092 y siguientes del Proyecto.

III. Jurisprudencia

(CNCiv., sala A, 24/2/1998, LA LEY, 1999- E, 904); (Trib. Cas. Penal Bs. As.,
sala I, 27/11/2008, LL AR/JUR/17319/2008); (CNCiv. sala J, 20/10/2010, LLAR/
JUR/65149/2010).

Sección 7ª - Efectos de la extinción.

Bibliografía de la reforma: Leiva Fernández, Luis F. P ., "La locación en el


Proyecto de Código", LA LEY del 6/2/2013; ídem, "La facultad de retención en
el Proyecto de Código Civil", en DCCyE, La Ley, Buenos Aires, 2012; ídem,
"Locación", en Rivera, Julio C. (dir.) - Medina, Graciela (coord.), Comentarios al
Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación 2012 , Abeledo-Perrot, Bue-
nos Aires, 2012.

Bibliografía clásica: Borda, Alejandro , El contrato de fianza. Límites de la


responsabilidad del fiador , La Ley, Buenos Aires, 2009; Hernández, Carlos A. -
Frustragli, Sandra A. , "Contrato de Locación de cosas", en Nicolau, Noemí ,
Fundamentos de derecho contractual , t. II, La Ley, Buenos Aires, 2009; Leiva
Fernández, Luis F. P. , "El derecho de retención anómala del locatario del in-

2904
mueble", LA LEY, 1977-C, 907; ídem, Derecho de retención , Astrea, Buenos
Aires, 1991.

Art. 1222. Intimación de pago. Si el destino es habitacional, previamente a la


demanda de desalojo por falta de pago de alquileres, el locador debe intimar
fehacientemente al locatario el pago de la cantidad debida, otorgando para ello
un plazo que nunca debe ser inferior a diez días corridos contados a partir de la
recepción de la intimación, consignando el lugar de pago.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Esta regla no se encuentra en el Código de Vélez ni en el Proyecto de 1998. En


cambio, si se encuentra incluida en el régimen especial de locaciones urbanas.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 23.091,art. 5.

II. Comentario

El texto reproduce la prescripción que se encuentra en la ley de locaciones ur-


banas. La diferencia de extensión en el ámbito de aplicabilidad de la norma
estriba en no circunscribirse a inmuebles locados con destino habitacional en
los ejidos urbanos, aplicándose a cualquier inmueble que tenga destino habita-
cional. Por lo demás, la claridad de la norma nos exime de mayores comenta-
rios.

Se trata de una regla que tiene efectos tuitivos para el locatario permitiéndole
abonar los alquileres adeudados, para evitar el desalojo. Sin embargo, se
afirmó por autorizada doctrina: " En mi propuesta a la Comisión no se con-
templó ex profeso la intimación previa a la demanda de desalojo por falta de
pago del art. 5º de la L. 23.091 porque en la práctica si es omitida, los jueces la
consideran suplida por el traslado de la demanda, en vez de retrotraer el pro-
ceso" (Leiva Fernández).

III. Jurisprudencia

2905
1. La intimación prevista en el art. 5° de la ley 23.091 de locaciones urbanas
(Adla, XLIV- D, 3712) es un requisito formal que se debe cumplir antes de la
promoción del juicio de desalojo por falta de pago, con la finalidad de evitar un
desalojo intempestivo que redunde en una imprevista situación de desamparo
del locatario. Sin embargo, la ausencia de intimación previa no obsta a la pro-
cedencia de la acción, si no se ha pagado ni se satisface al tiempo de contestar
la demanda el alquiler adeudado" (CNCiv., Sala E, 22/9/1997, LA LEY, 1998- B,
174). (CNCiv., sala G, 5/5/1998, LA LEY, 1998- E, 46)

2. La falta de intimación prevista en el art. 5 de la ley 23.091 no es causal sufi-


ciente para rechazar la acción de desalojo si el demandado contó con el plazo
de gracia para la cancelación de la deuda, cuya existencia reconoció, y no
cumplió con la obligación omitida ni antes ni después de notificado de la pro-
moción de la acción (CACiv. Neuquén, sala II, 7/8/2008, LL AR/JUR/16466/
2008); (CNCiv ., sala J, 20/10/2010, LLAR/JUR/65149/2010).

Art. 1223. Desalojo. Al extinguirse la locación debe restituirse la tenencia de la


cosa locada.

El procedimiento previsto en este Código para la cláusula resolutoria implícita


no se aplica a la demanda de desalojo por las causas de los artículos 1217 y
1219, inciso c).

El plazo de ejecución de la sentencia de desalojo no puede ser menor a diez


días.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Con esta norma se elimina del Código Civil la enorme multiplicidad de plazos
de desalojo, siguiéndose al Proyecto de 1998.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1507; Proyecto de Código
Civil de la República Argentina de 1998, art. 1154.

II. Comentario

2906
Con respecto al texto comentado se afirmó: " El proyectado art. 1223 proviene
de los arts. 1609 y 1611 del Cód. Civil, y establece un plazo mínimo de ejecu-
ción de las sentencias de desalojo de diez días. De esta manera se respeta las
facultades provinciales sobre el procedimiento" (Leiva Fernández)

Sólo en tres situaciones no se aplica el procedimiento de la cláusula resolutoria


implícita del art. 1088 del Código Civil y Comercial de la Nación, a saber: a)
Ante la expiración del plazo o el requerimiento de devolución una vez concluido
el mismo; b) Ante la falta de pago de dos periodos consecutivos del canon loca-
tivo; y c) En los casos de resolución anticipada del art. 1221 (facultad que, co-
mo dijimos, sólo le compete al locatario). En los dos primeros casos el locador
no podrá iniciar la acción judicial de desalojo sin previa intimación. En caso de
la resolución anticipada, siendo la misma una facultad que puede discrecional-
mente emplear el locatario mientras abone las sumas que se le exigen, no re-
quiere de un incumplimiento por parte del locador con lo que mal puede soste-
nerse que se le aplica el procedimiento normado en el art. 1088 del Código Ci-
vil y Comercial de la Nación.

Por tanto, en toda otra situación de incumplimiento, tal como la variación del
destino, o el incumplimiento del deber de mantener al locatario en el uso o goce
pacífico y adecuado de la cosa, deberá emplazarse el cumplimiento de lo pac-
tado como un paso previo a la extinción por uso de la cláusula resolutoria
implícita. Como bien se dijo: " Mi propuesta también recoge la enseñanza de
Llambías en orden a la inaplicabilidad de las reglas del pacto comisorio tácito
(que el Proyecto denomina cláusula resolutoria implícita) en los supuestos que
señala" (Leiva Fernández).

Por último, se dispone que el plazo de ejecución de la sentencia de desalojo no


puede ser inferior a diez días, convirtiéndolo en un piso o " plazo mínimo" , res-
petándose " las facultades provinciales sobre el procedimiento"(Leiva Fernán-
dez).

III. Jurisprudencia

(CCiv. Com. Garantías Necochea, 10/6/2008, DJ, 2008- II-2293); (CCiv. Com.
Minas Paz y Trib. Mendoza, 5ª, 5/5/2009, LL AR/JUR/11006/2009); (SCBA,
26/8/2009, RCyS, 2010- III-115 — LL AR/JUR/43380/2009).

2907
Art. 1224. Facultades sobre las mejoras útiles o suntuarias. El locatario
puede retirar la mejora útil o suntuaria al concluir la locación; pero no puede
hacerlo si acordó que quede en beneficio de la cosa, si de la separación se si-
gue daño para ella, o separarla no le ocasiona provecho alguno.

El locador puede adquirir la mejora hecha en violación a una prohibición con-


tractual, pagando el mayor valor que adquirió la cosa.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez regula aquellas mejoras que no debe pagar el locador como
accesorios de la cosa, cualquiera sea su valor, no pudiendo el locatario sepa-
rarlas si ocasionara daño o no resulta de provecho. La norma anotada ha se-
guido el criterio del Proyecto de 1998.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1620; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1111; Proyecto de Código Civil de la República Argenti-
na de 1998, art. 1155.

II. Comentario

1. De las mejoras útiles y suntuarias

Ya hemos definido ambas clases de mejoras, distinguiéndolas según que apro-


vechen a cualquier poseedor o bien resulten de utilidad exclusivamente para el
locatario, respectivamente. En tal sentido, la doctrina está de acuerdo en que
las útiles " son aquellas que aprovecha a cualquier poseedor, y las últimas se
caracterizan por resultar de exclusiva utilidad para quien las introduce"
(Hernández- Frustagli).

2. Del retiro de la mejora. Regla y excepciones

Se ha mejorado la técnica legislativa, porque el locatario puede retirar la mejora


útil o suntuaria al concluir la locación, especificándose la clase de mejora, a
diferencia del Código de Vélez. Empero, por excepción, no podrá hacerlo en
tres supuestos: a) Si pactó que queden en beneficio de la cosa; b) Si la separa-

2908
ción puede causar un daño a la cosa; c) Si la separación no le ocasiona prove-
cho alguno.

3. De la facultad del locador. Mejora prohibida

El último párrafo de la norma anotada confiere al locador la facultad de adquirir


una mejora hecha en violación al contrato, abonando el mayor valor " que ad-
quirió la cosa" . Adelantamos, que no debe inferirse de este artículo la imposi-
ción al locador de la obligación de abonar una mejora no autorizada. En rigor,
se le acuerda al locador la facultad de impedir el retiro de la mejora en cues-
tión, si ésta pudiera ser retirada por el locatario acorde las reglas que sienta la
norma, abonando el mayor valor que adquirió la cosa. Debemos recordar que
en el caso de las mejoras necesarias (art. 1934 inc. d), siempre podría el loca-
tario exigir al locador su valor (conf. art. 1211); por lo que esta disposición sólo
refiere a las mejoras útiles y suntuarias.

Decimos facultad porque se utiliza el giro " puede" y en virtud que tratándose
de una mejora no autorizada, no hizo uso en su momento de la facultad de res-
cindir el vínculo contractual. Otro caso sería " cuando en el contrato se estipuló
que las mejoras quedaran en el inmueble, sin que deba pagarlas el locador. Si
el locatario las retira pese a la cláusula, debe los daños y perjuicios y el valor
de las mejoras" (Cifuentes- Sagarna). El criterio es pagar el mayor valor que la
mejora otorgó a la cosa locada, como ya hemos analizado antes.

4. Comparación con la norma vigente

Es dable advertir que las mejoras útiles, en el régimen de Vélez, son " a cargo
del locador cuando el contrato se extingue sin culpa del locatario, esto es, por
culpa del locador o caso fortuito (arts. 1539 inc. 4° y 1550 inc. 1° del Cód. Civil)
(...) Las mejoras voluntarias o suntuarias son excepcionalmente a cargo del
locador, requiriéndose culpa de éste en la resolución del contrato para obligarlo
a su pago (art. 1539 inc. 5° del C.C.)" (Hernández — Frustagli).

III. Jurisprudencia

(CNCom ., sala B, 9/9/1970, LA LEY, 145- 412).

2909
Art. 1225. Caducidad de la fianza. Renovación. Las obligaciones del fiador
cesan automáticamente al vencimiento del plazo de la locación, excepto la que
derive de la no restitución en tiempo del inmueble locado.

Se exige el consentimiento expreso del fiador para obligarse en la renovación o


prórroga expresa o tácita, una vez vencido el plazo del contrato de locación.

Es nula toda disposición anticipada que extienda la fianza, sea simple, solidaria
como codeudor o principal pagador, del contrato de locación original.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Esta norma no se encuentra en el Código de Vélez ni en el Proyecto de 1998.


Se trata de una reproducción del art. 1582 del Código Civil, reformado median-
te ley 25.628.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1582 (ley 25.628); Pro-
yecto de Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1506 inc. b).

II. Comentario

1. Concepto

La fianza en el contrato de locación, según autorizada doctrina, es aquel " con-


trato celebrado por el locador y un tercero (fiador), que presupone la configura-
ción de un vínculo obligacional con carácter principal (entre el locador y el loca-
tario), en virtud del cual el fiador garantiza el cumplimiento de las obligaciones
del locatario, en especial la obligación de pagar el arriendo o canon locativo y la
obligación de restituir el inmueble, salvo pacto en contrario "(Moeremans -
Rousset). El fiador responde por todas las obligaciones derivadas del contrato
de locación con un límite temporal preciso, dado por el término del contrato de
locación.

2. De la sanción

2910
Al fulminar la norma con sanción de nulidad toda cláusula por la que se prorro-
guen de modo automático las fianzas, el fiador se desvincula de la relación
contractual aun cuando se haya pactado la prórroga tácita; de no haberse pac-
tado la misma, sólo responde por la obligación de restituir la cosa. Es evidente
que la prohibición de extensión anticipada de fianza es de orden público e inde-
rogable por la voluntad de las partes. Así las cosas, si locador y locatario de-
seasen renovar el contrato de locación, aun tácitamente (por ejemplo, aceptan-
do el locador un mayor precio en concepto de canon locativo), se deberá re-
querir la expresa conformidad del fiador para obligarse nuevamente, sea para
prorrogar la fianza en similares condiciones a las originalmente pactadas, o
bajo nuevas condiciones contractuales.

La nulidad abarca a todo tipo de fianza, extendiéndose incluso al codeudor so-


lidario, figura de habitual uso en la tutela crediticia, y que es considerada para
algunos como " un deudor accesorio" (Moeremans- Rousset). En sentido con-
cordante, se afirmó que la " legislación argentina contempla tres tipos de fianza,
llamadas simple, solidaria y principal pagador y los tres están comprendidos
por la nueva norma" (Borda).

3. Del alcance de la obligación

Debe entenderse que la extensión de la obligación del fiador por la no restitu-


ción del inmueble locado se circunscribe al pago de los alquileres devengados
y costas judiciales derivadas hasta la efectiva restitución de la cosa. No se ex-
tiende a la falta de pago de gastos de conservación a cargo del locatario de-
vengados con posterioridad a la fecha de cese del contrato, como tampoco a
perjuicios derivados de una sublocación celebrada con posterioridad, etc.

En tal sentido, se ha dicho que " comprende las fianzas como garantía perso-
nal, pero no a los depósitos en garantía ni a los seguros de compañías asegu-
radoras" (Cifuentes- Sagarna).

4. Aspectos no comprendidos

Sin embargo, a pesar de las advertencias de cierta doctrina, la norma no ha


tenido en consideración, por lo menos expresamente, aquellas otras fianzas
que excedan a la locación propiamente dicha (contrato de apertura de cuenta

2911
corriente bancaria) como tampoco aquéllas ahora comprendidas. Así se dijo: "
Piénsese en la fianza prestada en un contrato de apertura de cuenta corriente
bancaria. Esta fianza, generalmente gratuita, que procura superar obstáculos
para girar comercialmente, celebrada mediante instrumentos prerredactados
por la entidad bancaria, muchas veces trae la desagradable sorpresa para el
fiador de que (a sus espaldas) la entidad ha acordado con el cuentacorrentista
la posibilidad de girar en descubierto o de ampliar ese giro. Tampoco se com-
prende por qué razón se ha excluido la locación de cosas muebles " (Borda).

III. Jurisprudencia

(CNCiv ., sala C, 26/11/2000. ED, 191- 603); (CNCiv ., sala K, 12/11/2002, LA


LEY, 2003- A, 70); (CNCiv ., sala M, 2/5/2003, JA, 2003); (C. iv. y Com. 8ª
Nom., Córdoba, 28/7/2005. LLC, 2005- 1027); (CCiv. Com. Garantías Neco-
chea, 10/6/2008, DJ, 2008- II, 2293).

(TS Córdoba, sala Civ. y Com., 15/11/2012, LLAR/JUR/65685/2012).

Art. 1226. Facultad de retención. El ejercicio del derecho de retención por el


locatario lo faculta a percibir los frutos naturales que la cosa produzca. Si lo
hace, al momento de la percepción debe compensar ese valor con la suma que
le es debida.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

No existe en el texto una disposición similar al art. 1618 del Código Civil. Ello
implica una depuración plausible, bastando la actual disposición contenida en
el art. 2589 del Código Civil y Comercial de la Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1547, 1618; Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1156.

II. Comentario

1. De la facultad. Requisitos

2912
Esta facultad se vincula a lo normado en el art. 2590 inc. c) del Código Civil y
Comercial de la Nación. En nuestro criterio se trata de una aplicación específi-
ca del derecho de retención, con lo que el locatario no debe abonar el canon
locativo pero tampoco puede usar de la cosa (López De Zavalía). Existe una
corriente opuesta (Leiva Fernández) que ha llamado a esta peculiar facultad del
locatario retención irregular toda vez que locatario podría usar la cosa y percibir
los frutos en orden a la compensación con lo debido por mejoras.

El texto circunscribe el derecho de retención a la percepción de los frutos, pero


en lo restante, debe estarse a los principios generales, no advirtiéndose que el
legislador haya especificado un régimen de excepción que autorice el uso de la
cosa (dicho sea de paso, si se pudiera usar de la cosa sin abonar el canon lo-
cativo, se estaría frente a un enriquecimiento sin causa). Entendemos que el
aviso exigido por el art. 2590 in fine del Código Civil y Comercial de la Nación
previo a la percepción de frutos no se exige en este caso por cuanto la reten-
ción opera con esa exclusiva finalidad; aunque obviamente subsiste la obliga-
ción de rendir cuentas. Una de las pautas que nos sostienen en esta inteligen-
cia de la norma es que se faculta a retener los frutos naturales, pues distinto
hubiera sido el caso si la norma hubiera extendido la facultad de retención a los
provechos producidos espontáneamente, " implicando el valor de la ocupación
del inmueble " (Leiva Fernández).

A nuestro juicio, la retención así concebida (regular) resulta totalmente anti-


económica y poco funcional. En síntesis, al no haberse seguido al Proyecto de
1998, se ha mantenido la tesis vigente (López De Zavalía), habiéndose propi-
ciado una redacción más clara: " El ejercicio del derecho de retención por el ex
locatario lo faculta a compensar el valor del uso del inmueble con el del crédito
que le es debido " (Leiva Fernández).

2. Comparación con la norma vigente

El art. 1547 del Cód. Civil acuerda al locatario el derecho de retener la cosa
arrendada, hasta que sea pagado del valor de las mejoras y gastos, explicán-
dose que este " derecho es de carácter excepcional y debe armonizarse con el
art. 1618. Por ello, se ha resuelto que para que el locatario pueda ejercer la
retención de la cosa, es necesario que las mejoras hayan sido apreciadas y

2913
calificadas judicialmente y que no existan causales de rescisión del contrato o
sentencia dictada en juicio de desalojo por falta de pago" (Cifuentes- Sagarna).
El Proyecto de 1998, en su art. 1156, disponía: " El ejercicio del derecho de
retención por el locatario lo faculta a obtener de la cosa retenida el provecho
que produzca espontáneamente. Si lo hace queda obligado a compensar su
valor al momento de la percepción con la cantidad correspondiente de la suma
que le es debida" . De este modo, se ampliaba la facultad para facilitar el uso
del inmueble, explicándose en estos términos: " Mi propuesta, entonces, no se
refería sólo a frutos naturales sino a provechos producidos espontáneamente,
porque lo significativo es el valor de la ocupación del inmueble, que — s in du-
da— no es un fruto natural" (Leiva Fernández).

III. Jurisprudencia

(CNCiv., sala A, 25/11/1988, LA LEY, 1989- A, 499); (CNCiv ., sala B, 4/6/2004,


LA LEY del 14/10/2004, 6); (CNCiv., sala C, 27/5/2004, DJ, 2004- 3-270);
(CCiv., Com., Minas, Paz y Trib., Mendoza, 4ª, 12/5/2009, LLGran Cuyo, 2009-
787).

2914
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 5. LEASING
Comentario de Esteban Javier ARIAS CÁU
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper.
Editorial La Ley 2014.

Articulo 1227. Concepto.

Articulo 1228. Objeto.

Articulo 1229. Canon.

Articulo 1230. Precio de ejercicio de la opción.

Articulo 1231. Modalidades en la elección del bien.

Articulo 1232. Responsabilidades, acciones y garantías en la adquisición


del bien.

Articulo 1233. Servicios y accesorios.

Articulo 1234. Forma e inscripción.

Articulo 1235. Modalidades de los bienes.

Articulo 1236. Traslado de los bienes.

Articulo 1237. Oponibilidad. Subrogación.

Articulo 1238. Uso y goce del bien.

Articulo 1239. Acción reivindicatoria.

Articulo 1240. Opción de compra. Ejercicio.

Articulo 1241. Prórroga del contrato.

Articulo 1242. Transmisión del dominio.

Articulo 1243. Responsabilidad objetiva.

Articulo 1244. Cancelación de la inscripción. A

Articulo 1245. Cancelación a pedido del tomador.

Articulo 1246. Procedimiento de cancelación.

2915
Articulo 1247. Cesión de contratos o de créditos del dador.

Articulo 1248. Incumplimiento y ejecución en caso de inmuebles.

Articulo 1249. Secuestro y ejecución en caso de muebles.

Articulo 1250. Normas supletorias.

Bibliografía de la reforma: Barreira Delfino, Eduardo A ., "Estructura financie-


ra del leasing", JA, 2012-I-1161; ídem,, "Leasing", en Rivera, Julio C. (dir.) -
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va en el leasing financiero", JA, 2012-I-1117;

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rabi, Buenos Aires, 1997; Arias Cáu, Esteban J. - Calderón, Maximiliano R. ,
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2916
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Fernández, Luis F. P. , Contratos. Instituciones de Derecho Civil , t. V, 2ª edi-
ción actualizada y ampliada, La Ley, Buenos Aires, 2009.

Art. 1227. Concepto. En el contrato de leasing el dador conviene transferir al


tomador la tenencia de un bien cierto y determinado para su uso y goce, contra
el pago de un canon y le confiere una opción de compra por un precio.

2917
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El contrato de leasing es un instrumento de financiación que había sido regula-


do en leyes especiales, incorporadas como legislación complementaria al
Código de Comercio, pero que no había sido incluido en su cuerpo. Se trata,
básicamente, de una institución propia del derecho comercial puesto que es
utilizada por los empresarios, individuales y sociales. Sin embargo, a partir de
la modificación de la ley 24.240, por intermedio de la ley 26.361, es factible
también su utilización y desarrollo a favor de los consumidores de bienes o ser-
vicios, debiéndose interpretar el contrato como de consumo y siguiendo los
parámetros del art. 1092 y ss. del Código Civil y Comercial de la Nación. En
virtud de su incorporación, se propicia en el Anexo de legislación complementa-
ria la derogación de los Capítulos I) y III) de la ley 25.248, con excepción de los
párrafos segundo y tercero de los arts. 11 y 28 de la misma.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 1; ley 24.441,art. 27; Pro-
yecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1145 a 1151; Proyecto de la Comisión
Federal de Juristas de 1993, art. 1366; Proyecto de Código Civil de la Repúbli-
ca Argentina de 1998, arts. 1157 a 1174.

II. Comentario

1. Antecedentes

El leasing, desde el punto de vista contractual, si bien fue una modalidad muy
utilizada en el ámbito empresario no fue legislado por la República Argentina
como contrato típico durante bastante tiempo revistiendo, por lo tanto, solamen-
te tipicidad social , a pesar de encontrarse ya algunos antecedentes (decreto
ley 13.130/57 referido a la Carta Orgánica del Banco de Crédito Argentino o el
decreto ley 18.061/69 de Actividades financieras) para su regulación, incluso en
proyectos de unificación de los códigos civil y comercial.

Recién en el año 1995, mediante el dictado de la ley 24.441 (BO 16/1/95), se


promueve la regulación legal del instituto con un objetivo claro, instaurar el lea-
sing inmobiliario " como un instituto idóneo para paliar el déficit habitacional del
país" (Frustagli y Hernández). Sin embargo, a nuestro juicio, la técnica legislati-

2918
va utilizada no fue totalmente la correcta por dos motivos: Por un lado, porque
una figura contractual de la entidad del leasing debió contar con una normativa
propia y específica, y no incluirla dentro de una ley ómnibus que sistematizaba
otras figuras contractuales, como el fideicomiso o el régimen de corretaje, o
bien modificaba regulaciones procesales. Se incurrió, también, en un excesivo
reglamentarismo para un contrato que "hasta entonces" había funcionado ra-
zonablemente, con apoyo en el principio de la autonomía de la voluntad, fun-
damento de nuestro derecho privado, configurándose un tratamiento legislativo
" paradójicamente desprolijo" (BORDA). Empero, por otro lado, se eligió definir
el contrato conforme el criterio más moderno en la materia (Leiva Fernández;
Spota y Leiva Fernández) y configurarlo con una naturaleza propia y específica.

Las razones antedichas, entre otras, prepararon el camino para su modificación


y posterior promulgación de la ley 25.248 (BO 14/6/2000) denominada " Contra-
to de Leasing" , que se encuentra actualmente vigente, y que el Código Civil y
Comercial de la Nación incorpora a su articulado, introduciendo algunas refor-
mas, y derogando los capítulos I) y III), con las salvedades ya apuntadas. Re-
sulta, por tanto, criticable la metodología seguida al incluirlo luego del trata-
miento de la locación y no en la regulación de los contratos bancarios del capí-
tulo 12, Título IV, Libro Tercero, como veremos a continuación.

2. Finalidad económica

En sentido económico, el contrato de leasing tiene una función básica de con-


seguir financiamiento, posibilitar el acceso al crédito de modo de obtener el uso
y goce de maquinarias de alta tecnología, o de bienes inmuebles, destinados a
la producción e intercambio de bienes o servicios, pero sin adquirir su propie-
dad y evitándose el desembolso de un importante capital. Al mismo tiempo, el
propio bien constituye la perfecta garantía del crédito otorgado, sin perjuicio
que pueden contratarse otras garantías o constituirse seguros por su pérdida o
destrucción.

3. Nuestro concepto

El leasing es una operatoria mercantil en virtud de la cual una empresa o un


consumidor puede acceder a bienes determinados sin desembolsar grandes

2919
sumas de dinero, pudiendo utilizarlos en su giro empresario o como destinata-
rio final obteniendo beneficios, ya sea de modo directo o indirecto, abonando
como contraprestación un canon y consiguiendo además, luego de transcurrido
un plazo y en caso de hacer uso de una opción prevista contractualmente, la
propiedad de aquéllos.

En tal sentido, conceptualmente, podemos precisar al leasing como aquel con-


trato en que una persona (dador) entrega a otra (tomador) la tenencia de un
bien cierto y determinado para su uso y goce a cambio de un canon, confirién-
dole también la opción de compra por un precio predeterminado o determina-
ble.

4. Caracteres

Los caracteres de la figura son: nominado, típico, consensual, bilateral, onero-


so, conmutativo, formal, de duración, puede ser celebrado por adhesión, puede
ser de consumo o de empresa, puede ser intuito personae .

5. Naturaleza jurídica

A diferencia del régimen de la ley 24.441 que lo consideraba un contrato mixto


por acumulación contractual (locación de cosas con opción de compra), la ley
25.248 y el Código Civil y Comercial de la Nación lo configuran como un contra-
to autónomo (Lavalle Cobo) En otros términos, se ha adoptado la naturaleza
propia y espec ífica del contrato de leasing en sentido amplio, posición de polí-
tica legislativa que compartimos.

III. Jurisprudencia

(CNCom ., sala D, 8/2/1982, JA, 1982- IV- 32)

Uno de los principales beneficios del contrato de leasing es que facilita el acce-
so de los operadores económicos a ciertos bienes de uso (o incluso de consu-
mo) mediante una forma de financiamiento relativamente segura y sin necesi-
dad de adquirir directamente la propiedad. Asimismo, tiene el claro incentivo de
que el mismo bien adquirido por el tomador se transforma en garantía para el
cumplimiento del contrato, garantía que, por otro lado, es sumamente efectiva,

2920
ya que el dador nunca ha perdido la propiedad del bien objeto de leasing
(CNCom ., sala F, 23/2/2010, MJJ55971).

Art. 1228. Objeto. Pueden ser objeto del contrato cosas muebles e inmuebles,
marcas, patentes o modelos industriales y software, de propiedad del dador o
sobre los que el dador tenga la facultad de dar en leasing.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 2; ley 24.441,art. 27 inc.


b); Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1145 inc. 2; el Proyecto de la
Comisión Federal de Juristas de 1993, art. 1366 incs. 1 y 2; Proyecto de Códi-
go Civil de la República Argentina de 1998, arts. 1158 y 1159.

II. Comentario

1. Objeto amplio

En principio, el objeto del contrato de leasing puede ser cualquier bien , com-
prendiendo tanto a las cosas muebles o inmuebles como los objetos inmateria-
les, por lo cual resulta lo suficientemente amplio para incluir bienes tecnológi-
cos (como el software) actuales o futuros , como también derechos sobre mar-
cas, patentes y modelos industriales, ya sean de propiedad del dador o sobre
los que el dador tenga la facultad de dar en leasing. Empero, debe tratarse de
cosas individualizadas, " lo que significa que deben ser susceptibles de identifi-
cación, a fin de que puedan ser registradas" (Lorenzetti).

2. Supuestos previstos

2.1 Cosas muebles e inmuebles

2921
El leasing puede perfeccionarse sobre cosas inmuebles , ya sean " inmuebles
nuevos o usados, inmuebles urbanos o rurales, con destino habitacional, co-
mercial, industrial, profesional o mixto" (Spota y Leiva Fernández). En cuanto a
las cosas muebles, como tampoco el legislador ha distinguido, pueden ser nue-
vas o usadas, con destino a la producción o de consumo.

2.2 Propiedad industrial: Marcas, patentes y modelos industriales

A diferencia del régimen de la ley 24.441, la ley 25.248 optó por incluir como
bienes susceptibles de incluirse como objeto a los derechos de propiedad in-
dustrial e intelectual, a los efectos de ampliar las posibilidades jurídicas de este
contrato. El régimen específico de las marcas se encuentra contenido en la ley
22.362, y allí cabe remitirse. Las patentes de invención están reguladas en la
ley 24.481, encontrándose en su art. 1 la enumeración de aquellas invenciones
de productos o procedimientos que son susceptibles de registrarse. Por último,
los modelos industriales están regulados por el Decreto ley 6673/63, ratificado
por la ley 16.478, definiéndose al modelo o diseño industrial "a las formas o el
aspecto incorporados o aplicados a un producto industrial que le confieren
carácter ornamental"(art. 3°).

2.3 Software

El texto mantiene la inclusión del software, que se encuentra regulado en la ley


25.922 denominada de " Promoción de la industria del software" , que lo define
como " la expresión organizada de un conjunto de órdenes o instrucciones en
cualquier lenguaje de alto nivel, de nivel intermedio, de ensamblaje o de
máquina, organizadas en estructuras de diversas secuencias y combinaciones,
almacenadas en medio magnético, óptico, eléctrico, discos, chips, circuitos o
cualquier otro que resulte apropiado o que se desarrolle en el futuro, previsto
para que una computadora o cualquier máquina con capacidad de procesa-
miento de información ejecute una función específica, disponiendo o no de da-
tos, directa o indirectamente" .

La importancia de la programación del lenguaje en nuestros días es superlati-


va, porque de nada sirve tener una computadora sin un sistema informático que
la controle y dirija. Por otra parte, el avance cada más veloz de la tecnología
implica que los equipos deban renovarse de un modo permanente, con el con-

2922
siguiente egreso de fondos para una empresa. Para algunos, habría que recu-
rrir al contrato de licencia de uso de software. De acuerdo a las necesidades
del tomador pueden existir dos clases de leasing, ya sea sobre un programa
estándar o enlatado susceptible de aplicarse a cualquiera; o bien, un programa
hecho a medida.

En la doctrina jurídica tiende a prevalecer la idea de que el programa tiene na-


turaleza de bien inmaterial. Por nuestra parte, consideramos que sería mucho
más conveniente la formalización de un contrato de leasing de sof tware que
permite utilizar el tipo legal para solucionar conflictos eventuales, aún ante la
carencia de normas específicas que lo regulen. En cambio, el contrato de licen-
cia de uso de software es un contrato innominado que tendría que regularse
por la autonomía de la voluntad de las partes, las leyes especiales y los deci-
monónicos códigos Civil y Comercial, lo cual podría traer muchos más inconve-
nientes que soluciones. Con respecto a los objetos intelectuales y software se
ha cuestionado la necesaria inclusión de la opción de compra, que " limitará
fuertemente, en la práctica, el leasing "(Lavalle Cobo) por no ser usual su ven-
ta.

2.4 Servicios y accesorios

En el art. 1233 del Código Civil y Comercial de la Nación se permite obtener


aquellos servicios y accesorios necesarios para la utilización del bien, incluyen-
do su costo en el canon a abonar al dador, como objeto del contrato. Ello resul-
ta muy útil, especialmente en el leasing operativo, en el cual por lo general se
encuentra el dador a cargo el mantenimiento del bien.

III. Jurisprudencia

Es decir, no existe controversia en cuanto a que el Sr. Antidin suscribió los con-
tratos que obran a fs. 201/235 (reservados en sobre nro. 45.591 y que en este
acto se tienen a la vista, ver copias a fs.4/37), por medio de los cuales acordó
con la demandada el leasing de cinco vehículos para transporte de pasajeros
(dominios DIE 137; DCP 945; CYK 605; CYK 606 y CFY 383). Tampoco hay
discrepancias respecto a que estos automotores (4 minibuses y 1 ómnibus) —
a su vez— fueron puestos a disposición de la empresa accionada para que

2923
prestaran los servicios de transporte de personas comprometidos con sus clien-
tes y que por ellos ésta le abonaba un precio. De igual modo, y sin perjuicio de
cuanto agregaré más adelante, podría decirse que — c on excepción de la uni-
dad correspondiente al dominio CFY 383— la relación brevemente descripta
llegó decididamente a su fin cuando la encartada retuvo en su poder los vehí-
culos y le reclamó en forma epistolar al Sr. Antidin el cobro de los cánones lo-
cativos correspondientes a los meses de noviembre y diciembre del año 2002 y
de los meses de enero y febrero del año 2003, así como los gastos de mante-
nimiento de las unidades comprometidas, los cuales se hallarían supuestamen-
te adeudados (CNCom ., sala B, 29/8/2012, MJJ75269).

Art. 1229. Canon. El monto y la periodicidad de cada canon se determinan


convencionalmente.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 3; ley 24.441,art. 27 inc.


c); Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1145 inc. 4 y 5; Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1158.

II. Comentario

1. Noción

El vocablo canon deriva de la voz latina canon que significa regla o contribu-
ción. Desde el punto de vista jurídico, es aquella contraprestación del tomador
por el uso y goce del bien materia del contrato de leasing, consistente en una
suma de dinero pactada contractualmente. Para el derecho nacional se trata de
un elemento tipificante por lo cual su no inclusión en el instrumento implica la

2924
desnaturalización del contrato de leasing o su eventual nulidad como tal. En
otras palabras, es el precio por el uso y goce del bien, objeto de leasing.

El texto propuesto es idéntico al art. 3 de la ley 25.248 otorgando a las partes


completa libertad para fijar cual será el monto del canon a abonar en el leasing
como también su periodicidad, admitiéndose métodos diversos, según la con-
veniencia de cada tomador, desechándose el criterio de la amortización del
bien según criterios contables, que fuera seguido por la ley 24.441 (art. 27, inc.
c), y que fuera criticado porque no todos los objetos admitían un "paralelismo
tan estrecho, entre precio, duración y amortización" (Lavalle Cobo).

La adopción del canon como contraprestación a cargo del tomador del leasing
nos permite distinguirla tanto de un alquiler como de un precio de una compra-
venta a cuotas. Se diferencia del primero en que el canon comprende otros ru-
bros, además del monto por el uso de la cosa y que generalmente se fija según
un porcentaje del valor total de ésta. Se distingue del segundo, en que el pago
de las cuotas comprende una parte del monto total de la cosa, cancelada la
última se obtiene la propiedad no requiriéndose ningún pago extra o valor resi-
dual; en cambio, en el contrato de leasing además se deberá fijar y abonar el
precio de la opción de compra.

2. Requisitos

2.1 Moneda de pago

El canon debe ser abonado en dinero, admitiéndose sólo la moneda nacional


de curso legal (art. 765), tomándose la moneda extranjera como una obligación
de dar cantidades de cosas, a diferencia del régimen de la ley 25.248.

2.2 Monto

El monto del canon resulta sustancial para el contrato de leasing por ello debe
estar fijado expresamente en el instrumento o " debe tener un nivel absoluto de
determinación " (Lorenzetti). Por lo cual, si el contrato no tiene fijado el monto
del canon o bien no se ha previsto la moneda de pago, a pesar de la integra-
ción normativa prevista con las reglas de la compraventa (art. 1250) no tendrá
validez como contrato de leasing. En materia comercial se han seguido diver-
sos criterios para establecer el monto a abonar en concepto de canon, a saber:

2925
a) Valor fijo; b) Valor decreciente (sistema alemán); c) Valor variable (tasa Libor
o Prime ); d) Combinación de valor fijo o variable más pagos iniciales ( ballon
payments ); e) Valores escalonados (para actividades agrícolas), etc. (Spota y
Leiva Fernández )

La libertad de configuración con relación al monto es extensa y permite a las


partes adoptar cualquiera de los métodos citados, mejorándose el criterio con-
table adoptado por el régimen de la ley 24.441 que traía inconvenientes para
determinar el valor residual de la cosa, según fuera el plazo de duración con-
tractual.

2.3 Composición

El canon se compone o integra con distintos rubros, por lo cual no corresponde


confundirlo con el precio, a saber: a)Valor locativo; b) Valor de amortización; c)
Costo financiero; d) Los riesgos inherentes al estado de conservación del bien;
e) Gastos administrativos y servicios (Molina Sandoval y De Amunátegui
Rodríguez). Asimismo, " la cuota está sometida al control de Banco Central de
la República Argentina, punto impensable en el canon locativo de cualquier otra
naturaleza" (Mirande — Orquera)

2.4 Periodicidad

Se deja librado a la autonomía de voluntad de las partes la fijación de la perio-


dicidad del pago del canon, pudiéndose pactar cuotas mensuales, bimestrales,
trimestrales, con o sin plazo de gracia, y todas aquellas opciones válidas que
no desnaturalicen el contrato. Por ejemplo, " si el canon fuera pagadero en fe-
cha posterior al vencimiento del período de concesión del uso y goce de la co-
sa" (Lavalle Cobo).

III. Jurisprudencia

( CNCom ., sala D, 23/11/2004, Lexis nro. 70017065).

En el leasing el precio es un canon que se integra con el valor económico del


uso (alquiler de la locación), el correspondiente a la amortización del valor de la
propiedad (precio de la compraventa), el costo financiero (interés del mutuo), el
costo de los servicios y accesorios, además de los costos administrativos y de

2926
gestión. Entonces, si el canon es idéntico al precio dividido por la cantidad de
períodos de uso, es igual a una venta a plazo; por ello, se estima necesario que
en el momento del ejercicio de la opción de compra exista el pago de un precio,
que representa el valor residual de la cosa ( CNCom ., sala F, 23/2/2010,
MJJ55971 ).

Art. 1230. Precio de ejercicio de la opción. El precio de ejercicio de la opción


de compra debe estar fijado en el contrato o ser determinable según procedi-
mientos o pautas pactadas.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 4; ley 24.441,art. 27 inc.


d); Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1145 inc. 4 y 5; Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1158.

II. Comentario

1. Carácter tipificante

A diferencia de otras legislaciones y proyectos normativos (Convención de Ot-


tawa de 1988, Unidroit), el leasing vigente en el derecho argentino exige que en
todos los casos se disponga una opción de compra para el tomador por un pre-
cio. En otros términos, este tipo contractual necesariamente debe contener la
opción de compra del bien; de lo contrario, no estaremos en presencia de un
contrato de leasing sino de otra figura contractual atípica y que deberá ser re-
gulada por la autonomía de la voluntad o bien recurriendo a contratos análo-
gos. Se trata, en suma, de un derecho del tomador. Por ahora, baste señalar
que si el contrato perfeccionado entre las partes incluye los demás requisitos,
utiliza el nombre de leasing, pero no otorga al tomador la opción de adquirir el

2927
bien, no será leasing en sentido técnico (doctrina del art. 1326 del CCiv.), apli-
cable por analogía a nuestro caso. Como bien se dijo, si es un " requisito, ya no
es un problema de validez o nulidad, sino de calificación jurídica: el contrato
que se aparte de la precisión del inciso, no será de leasing en sentido técnico"
(López de Zavalía).

2. Autonomía privada

La legislación deja en libertad a las partes en cuanto al precio a abonarse al


momento de hacerse uso de la opción, toda vez que puede estar fijado en el
contrato o bien ser determinable " según procedimientos o pautas pactadas" ,
diferenciándose de la opción de técnica legislativa elegida por la ley 24.441 "y
que fuera criticada por la doctrina" en tanto disponía que el precio de la cosa
debía estar fijado ab initio en el contrato y además debía responder al valor
residual de aquella (art. 27 inc. d), no siendo una cláusula práctica para aque-
llos objetos que " podían depreciarse rápidamente" (Lavalle Cobo).

Sin embargo, es justo reconocer que esta autonomía para fijar el precio debe
ser razonable, porque también se ha alertado por los autores especializados
que " debe existir una relación entre el precio por el uso del bien y el precio de
compra del mismo al final del contrato, de modo tal que impida que el tomador
tenga por única salida ejercer la opción de compra" (Frustagli y Hernandez). En
cuanto a la forma, podría generarse la duda si debiera instrumentarse por es-
critura pública, por ejemplo, en el supuesto de leasing inmobiliario. Se ha res-
pondido negativamente, afirmándose que: " La ley no exige ninguna forma"
(Molina Sandoval y De Amunátegui Rodríguez). Con relación al modo de exte-
riorizar la utilización de la opción, se ha dicho, con razón, que no requiere for-
ma solemne para manifestarse, por lo cual " podrá realizarse mediante cual-
quier medio fehaciente antes de vencido el plazo" (Spota y Leiva Fernández).
El pago puede integrarse en un pago único, o realizarse en cuotas, naciendo
recién en este último supuesto, con el pago de la última cuota, el derecho a
gozar de la transferencia del dominio, sin perjuicio de los demás requisitos exi-
gidos legalmente conforme la naturaleza del bien. Si el tomador no hace cono-
cer su voluntad de hacer uso de la opción, debe interpretarse que ha renuncia-
do a su ejercicio, perdiendo dicha facultad. Por último, la opción puede ser "

2928
pactada como una cláusula, o como un anexo del contrato, o como un acto do-
cumental diferente, pero causalmente unido a la locación" (Lorenzetti).

Para el supuesto que no se hubiera establecido el precio en el contrato, las


pautas para su determinación pueden ser: a) Tasación por un tercero; b) Com-
paración con el valor de otra cosa cierta; c) Valor corriente en plaza del bien,
salvo que sea inmueble o un derecho intelectual.

3. Quid sobre la naturaleza jurídica de la opción

La doctrina ya se había cuestionado, con relación al régimen de la ley 24.441,


sobre la naturaleza jurídica de la opción de compra, en cuanto a si se trataba
de un preliminar o promesa unilateral de venta (Bollini Shaw y Boneo Villegas),
una oferta irrevocable (Borda), un contrato de opción o una compraventa sujeta
a condición simplemente potestativa del comprador. Finalmente, quedaron dos
grandes grupos mayoritarios sosteniendo tesis contrapuestas, ya sea que se
trataba de un contrato de opción o de una compraventa sujeta a condición sim-
plemente potestativa, y que veremos a continuación, con especial relación al
régimen vigente:

Así, por un lado, la mayoría de la doctrina, siguiendo al Proyecto de Código


Civil de 1998 (art. 936), considera que estamos en presencia de un contrato de
opción del cual " nace para el tomador un derecho de opción que obliga al da-
dor no sólo a cumplir el contrato de compraventa sino también a abstenerse de
celebrar con terceros otros negocios incompatibles con ese derecho mientras
tenga vigencia la opción" (Frustagli y Hernández; Molina Sandoval), postura
que compartimos. Para otra postura, ahora minoritaria, se trata de una " com-
praventa bajo condición simplemente potestativa del comprador" (López de Za-
valía), o mejor dicho, del tomador del leasing.

Empero, la doctrina más reciente ha alertado sobre que " nada se contempla
para el caso de declinación de la opción de compra y sus derivaciones, aspecto
que necesariamente debe ser cubierto por el contrato, en razón de las conno-
taciones jurídicas y financieras que tiene" (Barreira Delfino).

III. Jurisprudencia

2929
La opción concedida en el contrato de leasing a favor del tomador constituye
una oferta irrevocable de venta unilateral de parte del dador, que sólo puede
ser retirada cuando se agote el término fijado para que el locatario opte por
comprar o desistir de ello (CNCom., sala A, 27/6/1997, LA LEY, 1998- E, 383).
(CNCom., sala B, 11/12/1992).

Art. 1231. Modalidades en la elección del bien. El bien objeto del contrato
puede:

a) comprarse por el dador a persona indicada por el tomador;

b) comprarse por el dador según especificaciones del tomador o según catálo-


gos, folletos o descripciones identificadas por éste;

c) comprarse por el dador, quien sustituye al tomador, al efecto, en un contrato


de compraventa que éste haya celebrado;

d) ser de propiedad del dador con anterioridad a su vinculación contractual con


el tomador;

e) adquirirse por el dador al tomador por el mismo contrato o habérselo adquiri-


do con anterioridad;

f) estar a disposición jurídica del dador por título que le permita constituir lea-
sing sobre él.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 5; ley 24.441,art. 27 inc.


b) y 28; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1145 inc. 1 y 2 y art. 1146;
Proyecto de Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1159.

II. Comentario

2930
1. Quid sobre la naturaleza jurídica de las modalidades

En el régimen fijado en la ley 24.441, se prefirió legislar al leasing establecién-


dose un tipo contractual que admitía sólo dos subtipos, el leasing financiero y el
operativo, que con variantes objetivas y subjetivas, poseían especificaciones
técnicas conforme el objeto pero participaban de los elementos típicos defini-
dos por la ley como también de la causa. Por lógica consecuencia, todas aque-
llas variedades contractuales que se habían utilizado con anterioridad subsistie-
ron como atípicas , sujetas a la autonomía privada y a la costumbre, con tipici-
dad meramente social, como por ejemplo el retroleasing.

En cambio, la ley 25.248, siguiendo las directrices del Proyecto de Código Civil
de 1998, adoptó una definición flexible y que pudiera abarcar el mayor número
de opciones "denominándolas como modalidades" para las partes contractua-
les, ya sea recurriendo al leasing financiero, ya sea recurriéndose al leasing
operativo, o habilitándose el leasing de retro, y por último, se admitió el sublea-
sing. El texto ha seguido el mismo método, en el artículo comentado, por lo
cual se mantiene la discusión doctrina, y que se actualiza.

Para un sector de la doctrina, el régimen vigente "a pesar de la denominación


utilizada" ha seguido idéntico criterio del régimen de la ley 24.441, establecien-
do un tipo contractual y regulando distintos subtipos (Fresneda Saieg, Frustagli
y Hernández) de leasing. Por el contrario, para otra parte de la doctrina, se tra-
taría en rigor de modalidades o combinaciones que el legislador ha establecido
para permitir a las partes la configuración del contrato, conforme a sus necesi-
dades. Así, se ha dicho que el régimen actualmente vigente " concibe al leasing
como un contrato autónomo y típico, sin subtipos y abarcando todas las varie-
dades o modalidades " (Lorenzetti).

1.1 Distingo entre tipo, subtipo y las modalidades

Corresponde indagar, pues, sobre las nociones de tipo, subtipo o modalidades


contractuales para precisar su concepto, y luego tomar posición. Existe acuer-
do en que el tipo contractual es un esquema o arquetipo legal para regular de-
terminado contrato, estableciéndose sus elementos esenciales, conforme su
finalidad, y que sigue la tradición romanista del derecho continental. En otros
términos, es un " modelo que el legislador dispone para el uso de los contratan-

2931
tes; es, en definitiva, un modo de programar las relaciones jurídicas subsidian-
do aquellos vínculos que se ajustan al mismo, adjudicándole efectos jurídicos"
(Lorenzetti). Por tanto, un contrato será típico " cuando la totalidad de sus cláu-
sulas esenciales se adecua a un tipo legal, sin que tenga importancia el nom-
bre dado por las partes" (López de Zavalía).

El subtipo , en cambio, participa de los elementos generales del tipo pero "al
mismo tiempo" se incluyen especificaciones en cuanto al sujeto, objeto o la
causa, conforme a una idea predeterminada y con distintas finalidades econó-
micas. Es decir, el subtipo aparece " cuando el legislador otorga a las modali-
dades un rango especial, si se cumplen los requisitos establecidos en la ley " .
Por ejemplo, la ley 24.441 siguió el criterio de establecer un tipo leasing , con-
siderándolo como un contrato mixto por acumulación contractual (locación de
cosas y opción de compra), regulando a continuación tres subtipos (el leasing
mobiliario financiero, el leasing mobiliario operativo, y el leasing inmobiliario),
excluyéndose "por lógica consecuencia" todas las demás variantes, y que sub-
sistieron como contratos atípicos.

Las modalidades, por el contrario, se caracterizarían por su flexibilidad y ade-


cuación a las necesidades de los contratantes según el caso concreto, y permi-
ten obtener variantes dentro de un mismo contrato típico. Así, se ha explicado
la distinción entre el leasing financiero y el operativo afirmándose que " son
modalidades de un mismo contrato, aunque con diferentes caracteres, ya que
el primero es un contrato financiero y el segundo es de cambio"(Lorenzetti).

1.2 Nuestra opinión: Se trata de especies

Pues bien, compartimos la última posición cuando afirma que se trata de moda-
lidades de un mismo contrato, pero preferimos denominarla especies siguiendo
la distinción aristotélica entre el género próximo y la diferencia específica. Por-
que está claro que el género leasing comprende los elementos esenciales, y
luego las distintas especies permiten distinguir variantes en el sujeto, objeto e
incluso en la causa pero siempre dentro del tipo contractual leasing.

En efecto, creemos que no se ha seguido el criterio de la ley 24.441 en cuanto


a elaborar un tipo contractual rígido y luego establecer especificaciones para
los subtipos legales. Por el contrario, se ha adoptado un régimen flexible que

2932
actúa como género y que es el contrato típico de leasing, y luego en el art.
1231 y sus concordantes se ha elegido incluir variantes, incluyéndose al lea-
sing financiero (mobiliario e inmobiliario); al operativo; se ha receptado como
variante legal al retroleasing o leasing de retro; se acepta el subleasing; y, por
último, se ha permitido "por interpretación" el leasing empresarial como el de
consumo, según su destinatario final, en la medida que no vuelva a introducir el
bien en la cadena de comercialización o lo utilice como en mero insumo. Sin
embargo, es cierto que el término modalidades en la elección del bien no es
feliz para caracterizar las distintas finalidades económico -sociales que el lea-
sing permite obtener a las partes contractuales. Pero ello no implica aceptar
que se trata de subtipos legales porque no se trata de esquemas rígidos, pre-
concebidos por el legislador y que excluyen todos aquellos contratos que no se
conforman al mismo.

2. De las especies de leasing. Su distingo

2.1 Leasing financiero

En la especie leasing financiero, una sociedad financiera o una sociedad cuyo


objeto societario sea el leasing, adquiere ciertos bienes de un fabricante o pro-
veedor, que habían sido previamente elegidos o seleccionados por el tomador,
con la finalidad de celebrar un contrato de leasing. Se advierte que la finalidad
del dador es ser un mero intermediario financiero entre el fabricante y el toma-
dor, toda vez que éste " no puede adquirir el bien por carecer de capital sufi-
ciente para adquirirlo o porque no tiene interés en hacerlo en razón de la amor-
tización del mismo " (Spota- Leiva Fernández). Cierta doctrina advierte la exis-
tencia de tres partes contractuales (fabricante, dador y tomador) por lo cual se
afirma el carácter trilateral del contrato. Para otros, se perfeccionan dos contra-
tos conexos, desde el punto de vista jurídico, ya que por un lado el dador cele-
bra una compraventa o un contrato de suministro con el fabricante o proveedor
y luego un contrato de leasing con el tomador.

El régimen vigente, a diferencia de la ley 24.441 (art. 27), no establece requisi-


tos subjetivos ni objetivos, pudiendo ser dador cualquier persona física o jurídi-
ca que financie esta operatoria, sin necesidad de inscripción registral o societa-
ria alguna, y mucho menos contar con autorización del Estado en sentido lato.

2933
Tampoco se incluye en la ley 25.248 una limitación en orden a los bienes in-
cluidos, ni a su afectación, ya que pueden ser para el giro empresario o bien
para su destino final como consumidor. Esta modalidad se configura en los in-
cisos a), b) y c) del art. 1231 del Código Civil y Comercial de la Nación, en el
cual el objeto siempre es adquirido por el dador, en su carácter de intermediario
financiero, pero siguiendo las instrucciones del tomador, ya sea a persona indi-
cada o según especificaciones o catálogos o buen sustituyéndolo en un contra-
to de compraventa ya perfeccionado por éste. En materia de derecho del con-
sumidor resulta sustancial el art. 4 de la ley 24.240 referente al derecho de in-
formación, cuando el tomador sea un consumidor o usuario.

2.2 Leasing operativo

En la especie leasing operativo, el dador conviene con el tomador el uso y goce


de un bien para destinarlo al equipamiento de su empresa, en virtud de su co-
sto o depreciación tecnológica; o, por el contrario, el tomador puede destinar el
bien para su consumo final. En esta supuesto, el dador es el fabricante, impor-
tador o vendedor del bien, objeto del leasing, por lo cual su finalidad no es fi-
nanciera sino simplemente comercializadora u operacional, es decir, de cam-
bio. En otros términos, la " nota característica de esta figura está dada por la
ausencia de intermediación de una entidad financiera " (Spota-Leiva Fernán-
dez).

Se ha criticado que esta especie no sería, precisamente, un leasing ya que el


bien al depreciarse rápidamente por su uso tecnológico no permite una opción
de compra, siendo el tiempo de uso muy breve. Empero, a pesar de la crítica
anterior, se ha considerado que " si se ha pactado la opción de compra, ésta
puede ejercerse con cierta razonabilidad y no se ha utilizado el leasing como
forma elusiva de normativa imperativa, no existen inconvenientes en considerar
esta operación como una verdadera operación" (Molina Sandoval y De Amuná-
tegui Rodríguez). El régimen de la ley 25.248 ha receptado esta modalidad en
su art. 5 inc. d), eliminándose las limitaciones subjetivas y objetivas, y se man-
tiene en el texto proyectado, en el inc. c) del art. 1231. A nuestro juicio, en esta
especie será más intensa la protección al consumidor cuando sea tomador en
virtud que su finalidad implícita es " la comercialización del bien" (Molina San-
doval y De Amunátegui Rodríguez).

2934
2.3 Leasing de retro o retroleasing

Desde el punto de vista jurídico se lo ha definido como " un contrato por el cual
el empresario vende un bien mueble o inmueble de su propiedad al dador de
leasing , que paga el precio correspondiente y simultáneamente cede el uso y
goce del bien adquirido al vendedor, quien se obliga a pagar cánones periódi-
cos por un cierto término, con la facultad de readquirir la propiedad del bien al
vencimiento mediante el pago de un precio establecido " (Molina Sandoval y De
Amunátegui Rodríguez). Esta modalidad, según la terminología de la ley
25.248, constituye en rigor una variante del leasing financiero puesto que posi-
bilita al tomador seguir utilizando un bien, previa formalización de una compra-
venta a favor del dador, obteniendo liquidez para otros emprendimientos sin
dejar de gozar de los frutos. En otros términos, económicamente, se trata de
una monetarización de activos no dinerarios.

A pesar de ser una modalidad controvertida, porque alguna doctrina creyó ver
un negocio jurídico indirecto o una figura fraudulenta, fue receptada por la ley
25.248 en su artículo 5 inc. d) y mantenida en el Código Civil y Comercial de la
Nación en su inc. e) del art. 1231.

2.4 Subleasing

Por último, el dador no necesariamente tiene que ser el propietario o poseedor


del bien para perfeccionar un contrato de leasing, sino que se admite la figura
del subleasing " en la cual el tomador originario se convierte, a su vez, en dador
" (Lavalle Cobo). Esta modalidad parece estar autorizada por el inc. f) del art.
1231, que mantiene la redacción del inc. f del art. 5 de la ley 25.248. Sin em-
bargo, su interpretación es restrictiva en la medida que tiene que armonizarse
con los arts. 1238 y 1242. En conclusión, " en aquellos casos que se posibilite
el subleasing, éste quedará sujeto al régimen normativo del leasing y los dere-
chos y obligaciones entre, subdador y el subtomador se regirán por los térmi-
nos acordados en el nuevo contrato, sin perjuicio de que la relación originaria
entre el dador y el tomador - subdador permanezca inalterada " . (Fresneda
Saieg, Frustagli y Hernández).

III. Jurisprudencia

2935
( CNCiv ., sala B, 31/5/88, ED, 133 - 572).

Si la cuenta corriente bancaria fue abierta exclusivamente para la contratación


de un leasing por parte del actor, una actitud diligente de la entidad financiera y
respetuosa de las obligaciones de información y de seguridad que pesaban
sobre ella, la obligaba a cursar una notificación formal al accionante informán-
dole los pasos a seguir para que la cuenta fuera dada de baja, advirtiéndole las
consecuencias disvaliosas que podía generar que la misma permaneciera
abierta, y explicitándole su imposibilidad de operar la cancelación sin su inter-
vención. La conducta del banco resultó antijurídica cuando infringió tanto sus
obligaciones de brindar a los usuarios una información adecuada y veraz, como
un servicio que no presentara peligro alguno para sus intereses (arg. arts. 4, 5
y 42 de la Ley de Defensa del Consumidor, y 1198 del Cód. Civil), así como el
deber genérico de no dañar que la Corte Suprema juzga consagrado en el art.
19 de la CN ( CNCom ., sala E, 27/12/2011, MJJ71966 ).

Art. 1232. Responsabilidades, acciones y garantías en la adquisición del


bien. En los casos de los incisos a), b) y c) del artículo 1231, el dador cumple
el contrato adquiriendo los bienes indicados por el tomador. El tomador puede
reclamar del vendedor, sin necesidad de cesión, todos los derechos que emer-
gen del contrato de compraventa. El dador puede liberarse convencionalmente
de las responsabilidades de entrega y de la obligación de saneamiento.

En los casos del inciso d) del artículo 1231, así como en aquellos casos en que
el dador es fabricante, importador, vendedor o constructor del bien dado en
leasing, el dador no puede liberarse de la obligación de entrega y de la obliga-
ción de saneamiento.

En los casos del inciso e) del mismo artículo, el dador no responde por la obli-
gación de entrega ni por garantía de saneamiento, excepto pacto en contrario.

En los casos del inciso f) se deben aplicar las reglas de los párrafos anteriores
de este artículo, según corresponda a la situación concreta.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

2936
El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-
go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 6; ley 24.441,art. 28;


Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1146; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1160.

II. Comentario

1. Responsabilidades, acciones y garantías en el leasing financiero

El primer párrafo del artículo comentado es aplicable a los incisos a), b) y c) del
art. 1231, que regula el leasing financiero . Esta especie o modalidad se verifica
cuando una persona física o jurídica, por lo general una sociedad financiera o
una sociedad cuyo objeto societario sea el leasing, adquiere ciertos bienes de
un fabricante o proveedor, que habían sido previamente elegidos o selecciona-
dos por el tomador, con la finalidad de celebrar un contrato de leasing. Se ad-
vierte que la finalidad del dador es ser un mero intermediario financiero entre el
fabricante y el tomador: " hay un negocio de compraventa o suministro, cele-
brado por el fabricante o comerciante con el dador (que es quién financia el
negocio), sobre el bien indicado por el tomador, y luego un leasing entre la en-
tidad financiera y el tomador" (Lorenzetti).

Sin embargo, no basta que el dador adquiera el bien sino que debe ponerlo a
disposición del tomador, mediante la tenencia, a fin que lo utilice, por lo cual no
debe interpretarse literalmente el párrafo que afirma que cumple el contrato con
la sola adquisición. Por lo general, el dador le dará una orden de entrega al to-
mador para que reciba el bien, debiendo verificar " que se encuentre en perfec-
tas condiciones y con todos sus accesorios " (Lavalle Cobo), pudiendo reclamar
todos los derechos emanados del contrato de compraventa, sin necesidad de
cesión, tratándose de una acción directa y no " de una acción subrogatoria ni
una subrogación legal o sustitución de los derechos del dador al tomador " (Mo-
lina Sandoval y De Amunátegui Rodríguez)). Dicho en otras palabras, se trata
de una "hipótesis de reconocimiento legal de la conexidad contractual existente

2937
en el contrato de leasing financiero "(Lorenzetti). Sin embargo, ha sido motivo
de crítica que no se haya facultado expresamente al tomador a requerir la reso-
lución del contrato " porque la extinción del vínculo contractual sólo puede ser
demandada por las partes del negocio " (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernán-
dez).

En virtud que se trata de un mero intermediario financiero, se faculta a las par-


tes a incluir una cláusula accidental de liberación de responsabilidad para el
dador, sobre las obligaciones de entrega, de evicción y de vicios redhibitorios,
en virtud que es el propio tomador quien se presenta ante el proveedor para la
adquisición del bien, por lo general provisto de la orden de entrega o factura.
Se ha estimado como " acertada la distinción según cada modalidad, ya que en
el leasing financiero la relación se trilateraliza y en el sale and lease back el
proveedor es el mismo tomador"(Molina Sandoval y De Amunátegui Rodrí-
guez). Empero, una vez más, resulta criticable que no se haya incluido una
norma expresa que regule la cuestión cuando el tomador sea un consumidor o
bien se disponga una remisión al Libro III, Título III. Sin embargo, a pesar de
ello, compartimos que si fuera un contrato de consumo " la cláusula de eximi-
sión de responsabilidad por falta de entrega de la cosa resulta abusiva" (Loren-
zetti).

2. Responsabilidades, acciones y garantías en el leasing operativo

En el segundo párrafo se trata del denominado leasing operativo , que se verifi-


ca cuando el dador conviene con el tomador el uso y goce de un bien para des-
tinarlo al equipamiento de su empresa, en virtud de su costo o depreciación
tecnológica; o, por el contrario, el tomador puede destinar el bien para su con-
sumo final. En este supuesto, el dador es el fabricante, importador o vendedor
del bien, objeto del leasing, por lo cual su finalidad no es financiera sino sim-
plemente comercializadora u operacional, es decir, de cambio. Por ello, aquí se
prohíbe la liberación del dador de las obligaciones de entrega y de saneamien-
to, y analógicamente resulta aplicable a aquellos supuestos de bienes en los
cuales el dador tenga su propiedad con anterioridad al contrato de leasing. Si
comparamos esta norma con el instituto de los vicios redhibitorios regulados en
el CCiv., en los cuales constituye una garantía que se incluye como cláusula

2938
accidental, en virtud que las partes pueden agravarla o incluso suprimirla, resul-
ta que en el leasing " el legislador ha sido un tanto más exigente, revistiendo en
algunas hipótesis "leasing operativo" a estas garantías de carácter imperativo"
(Lorenzetti), siendo nula toda cláusula exonerativa en contrario.

3. Responsabilidades, acciones y garantías en el retroleasing

En el tercer párrafo se dispone la exención de responsabilidad del dador con


respecto a las garantías de entrega y saneamiento, con sustento en que el to-
mador era el anterior propietario del bien objeto de leasing, según el art. 1231
inc. d). En otros términos, aquí se refiere al leasing de retro o retroleasing o
también conocido como lease backque se encuentra autorizado en el inciso
antedicho. Se lo ha definido como " un contrato por el cual el empresario vende
un bien mueble o inmueble de su propiedad al dador de leasing , que paga el
precio correspondiente y simultáneamente cede el uso y goce del bien adquiri-
do al vendedor, quien se obliga a pagar cánones periódicos por un cierto térmi-
no, con la facultad de readquirir la propiedad del bien al vencimiento mediante
el pago de un precio establecido (Molina Sandoval y De Amunátegui Rodrí-
guez)). Constituye en rigor una variante del leasing financiero puesto que posi-
bilita al tomador seguir utilizando un bien, previa formalización de una compra-
venta a favor del dador, obteniendo liquidez para otros emprendimientos sin
dejar de gozar de los frutos. En principio, el dador no responde por la obliga-
ción de entrega ni la garantía de saneamiento por haberse adquirido al propio
tomador, salvo convención expresa en contrario.

4. Responsabilidades, acciones y garantías en el subleasing

El último párrafo regula la responsabilidad en el subleasing, afirmando que de-


berán aplicarse las reglas de los párrafos anteriores, según corresponda a la
modalidad utilizada, ya sea financiera, operativa o de retro. El subleasing con-
siste en aquella operación en virtud de la cual el tomador originario se convierte
en dador, siempre y cuando no se encuentre vedada esta posibilidad en el con-
trato, pudiendo a su vez constituir un contrato de leasing, que deberá tener la
opción de compra. Por ello, el art. 1231 inc. f) prescribe que el bien debe estar
a " disposición jurídica del dador" , es decir, que permita constituir un sublea-

2939
sing y que pueda adquirir la propiedad con anterioridad a que el segundo to-
mador haga uso de la opción de compra.

Con respecto a las responsabilidades de entrega y de saneamiento, se ha di-


cho que debe distinguirse " según la iniciativa del negocio haya sido del toma-
dor o del dador" (Lavalle Cobo). Será, por tanto, el " juez (o el operador jurídi-
co) el que deberá resolver la cuestión según las condiciones de tiempo, modo y
lugar" (Molina Sandoval y De Amunátegui Rodríguez).

III. Jurisprudencia

(CNCom ., sala C, 6/3/2009, La Ley Online).

Art. 1233. Servicios y accesorios. Pueden incluirse en el contrato los servi-


cios y accesorios necesarios para el diseño, la instalación, puesta en marcha y
puesta a disposición de los bienes dados en leasing, y su precio integrar el
cálculo del canon.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 7; Proyecto de Código


Civil de la República Argentina de 1998, art. 1161.

II. Comentario

1. Fundamento de la norma

Se ha dicho que " este artículo es aclaratorio respecto de situaciones que, por
su complejidad, pueden llevar a que un caso concreto sea calificado como de
naturaleza jurídica distinta que el leasing" (Lavalle Cobo).

2940
La ley 24.441 tipificó al leasing como una locación de cosas con opción de
compra, siendo criticable esa decisión porque no permitía comprender en su
ámbito de aplicación a los derechos. Tampoco abarcaba al leasing empresarial
que permite utilizar una empresa llave en mano, enteramente lista y equipada
para la producción. Mucho menos se ocupó del denominado leasing de consu-
mo. La ley 25.248 intentó subsanar este defecto ya que limitaba el ámbito de
aplicación del instituto e impedía la realización de negocios jurídicos empresa-
riales. Se ha dicho que el fundamento de la norma consiste en el " carácter
principal que tiene el contrato de leasing, mientras que las obras o los servicios
que el dador puede prestar al tomador son siempre de naturaleza accesoria
cuanto no se trata de operaciones preparatorias del contrato" (Lavalle Cobo).

2. Efectos

De este modo, se amplía considerablemente la operatividad del contrato de


leasing, permitiendo la inclusión de aquellos servicios y accesorios necesarios
para el diseño, instalación, puesta en marcha y de disposición de los bienes.
En otros términos, con esta norma se permiten las situaciones anteriores y que
no induzcan a confusión al intérprete en torno a su naturaleza, lo cual generaba
situaciones de inseguridad jurídica. La doctrina se preguntaba si estos servicios
y accesorios son entregados también en leasing o bien son complementarios
del contrato principal de leasing, respondiendo negativamente (Molina Sando-
val y De Amunátegui Rodríguez) por dos razones: a) No se concibe cómo pue-
de darse en leasing un servicio (que es un bien que se consume con su sola
prestación); b) Se trata de servicios que complementan el contrato de leasing y
por ello integran el monto del canon.

Para el supuesto que se trate de un leasing de consumo "en la especie: opera-


tivo" se aplica el art. 12 de la LDC en el cual los fabricantes deben asegurar un
servicio técnico adecuado y el suministro de partes y repuestos. Empero, no
debe olvidarse que son prestaciones accesorias al objeto principal del contrato;
es decir, se trata de " la prestación de determinados servicios vinculados a la
cosa o bien dado en leasing, esto es, un hacer o una obra, generalmente un
opus material" (Spota-Leiva Fernández).

3. Inclusión dentro del canon

2941
Como corolario de lo anterior, es factible incluir todos aquellos servicios y acce-
sorios como parte del precio del cálculo del canon fijado. Ello, por lo general,
ocurrirá en el leasing operativo en virtud del cual el dador es el propio fabrican-
te del bien. Por ejemplo, el mantenimiento de las máquinas de la fábrica que se
otorga en leasing. El art. 1233 " es coherente y facilitador del negocio, por tra-
tarse de una alternativa de financiación, que permite incorporar en el monto
total a financiar todos aquellos rubros accesorios necesarios o convenientes
para la entrega y puesta en funcionamiento del bien contratado" (Barreira Delfi-
no).

III. Jurisprudencia

Un contrato de leasing en el cual el dueño del bien se compromete a garantizar


su buen funcionamiento, no debe ser confundido con una locación de servicios;
ya que esta obligación asumida por el dador funciona como un accesorio de la
prestación principal, que es conceder al tomador el uso y goce del bien
(CNCom., sala B, 31/5/1988, ED, 133- 572).

Art. 1234. Forma e inscripción. El leasing debe instrumentarse en escritura


pública si tiene como objeto inmuebles, buques o aeronaves. En los demás
casos puede celebrarse por instrumento público o privado.

A los efectos de su oponibilidad frente a terceros, el contrato debe inscribirse


en el registro que corresponda según la naturaleza de la cosa que constituye
su objeto. La inscripción en el registro puede efectuarse a partir de la celebra-
ción del contrato de leasing, y con prescindencia de la fecha en que correspon-
da hacer entrega de la cosa objeto de la prestación comprometida. Para que
produzca efectos contra terceros desde la entrega del bien objeto del leasing,
la inscripción debe solicitarse dentro de los cinco días hábiles posteriores. Pa-
sado ese término, produce ese efecto desde que el contrato se presente para
su registración. Si se trata de cosas muebles no registrables o de un software,
deben inscribirse en el Registro de Créditos Prendarios del lugar donde la cosa
se encuentre o, en su caso, donde ésta o el software se deba poner a disposi-
ción del tomador. En el caso de inmuebles, la inscripción se mantiene por el
plazo de veinte años; en los demás bienes se mantiene por diez años. En am-

2942
bos casos puede renovarse antes de su vencimiento, por rogación del dador u
orden judicial.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 8; Proyecto del Poder Eje-
cutivo de 1993, arts. 1148; Proyecto de la Comisión Federal de Juristas de
1993, art. 1366; Proyecto de Código Civil de la República Argentina de 1998,
arts. 1162.

II. Comentario

1. De las formas legales previstas para su eficacia

El contrato de leasing tiene que instrumentarse siempre por escrito para tener
validez y producir efectos adquiriendo el carácter de formal, según el artículo
comentado. Esta circunstancia no es menor, porque la ley 24.441 no contenía
norma alguna al respecto ocasionando disputas doctrinarias al respecto, espe-
cialmente en materia de leasing inmobiliario. Su texto sigue al pie de la letra el
art. 8 de la ley 25.248, habiéndose perdido sin embargo la oportunidad de me-
jorarse su redacción, por algunas críticas recibidas en materia de técnica legis-
lativa, como veremos más abajo.

Empero, se ha dicho con razón que el contrato es formal con solemnidad relati-
va porque si las partes no cumplen con las solemnidades exigidas por la ley "
se operará la conversión del negocio jurídico regulada en el art. 1185, Cód. Ci-
vil, dando cuenta de un contrato preliminar por defecto de solemnidades me-
diante las cuales las partes se obligarán a elevar el acto a la forma impuesta
legalmente" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández). En otros términos, por
tanto, será un " contrato en el cual las partes se han obligado a hacer escritura
pública (art. 1185), y en el que, por tratarse de una obligación de hacer, la parte

2943
que se resistiere a su otorgamiento podrá ser demandada por escrituración (art.
1187)" (Lavalle Cobo).

Así, en materia de inmuebles, buques y aeronaves se requiere escritura pública


por lo cual si las partes celebran un contrato de leasing en instrumento privado
valdrá como preliminar. En cambio, en los demás casos como de cosas mue-
bles, derechos y software podrá celebrarse por instrumento público o privado.

2. De la técnica legislativa

Con anterioridad, la doctrina había sido muy crítica con la redacción del art. 8
de la ley 25.248, circunstancia que ha sido soslayada porque se ha insistido en
el texto cuestionado. La norma determina que el contrato debe inscribirse en el
registro que corresponda " según la naturaleza de la cosa que constituye su
objeto”. El vocablo técnico cosano es el adecuado porque el contrato de leasing
tiene como objeto bienes, que pueden ser cosas (muebles o inmuebles), dere-
chos o software, aspecto que lo distingue del contrato de locación. Es más, el
propio legislador lo ha reconocido en los arts. 1227, 1231 y 1235, pudiéndose
haber modificado el término para no persistir en el error.

Por otra parte, tampoco resulta feliz la frase " cosas no registrables" porque
daría la impresión que dichas cosas no fueran posible de registrarse. Como
bien se interpretó, en realidad, se ha querido " referirse a bienes, que siendo
material y jurídicamente susceptibles de registración, no están sometidos a ins-
cripción en un registro especial"(Moisset De Espanés).

Empero, la principal crítica tiene su razón de ser en aquellas derivaciones o


reenvíos que el legislador utiliza en materia registral, en virtud que no todos los
bienes, materia del contrato de leasing, poseen registros específicos con el
agregado que no se ha establecido una regulación uniforme para todos los con-
tratos de leasing, debiendo la doctrina interpretar y conciliar las normas genera-
les con las particulares, incluyéndose a las disposiciones de índole administra-
tiva que tales registros están facultados a emitir.

En nuestro caso, las normas generales deberán integrarse con las leyes es-
pecíficas de cada uno de los Registros, a saber: 1) Ley Nacional Registral
17.801 en materia inmobiliaria; 2) Decreto ley 6582/58 en materia de automoto-

2944
res, que crea el Registro de Propiedad Automotor; 3) Ley de Navegación
20.094; 4) Código Aeronáutico; 5) Ley de Prenda con Registro, dec.-ley
15.348/1946, texto ordenado por el dec. 897/1995.

3. De la inscripción registral

Para proteger los derechos de terceros se ha dispuesto la inscripción registral


del contrato de leasing en el registro que corresponda, lo cual dependerá de la
naturaleza del bien. Los terceros comprendidos en la norma son los acreedores
de las partes (dador y tomador) como también todos aquellos terceros intere-
sados (directos o indirectos). La naturaleza del bien resulta fundamental para
conocer los registros respectivos. En el caso de inmuebles, buques, aeronaves
no habrá inconvenientes porque cada uno de ellos tiene su propio registro. El
problema se plantea en el supuesto de los demás bienes que carecen de un
registro específico, estableciéndose "de manera residual la anotación ene el
Registro de Créditos Prendarios " (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández). En
particular, en materia de cosas muebles en virtud del principio que la posesión
vale título (art. 2412, CCiv.) resulta especialmente relevante la inscripción, " con
el fin de destruir mediante la registración la aludida presunción legal de propie-
dad que tendría el tomador y que podría generar confusión frente a los terceros
acreedores de las partes " (Lavalle Cobo).

3.1 Oponibilidad

El efecto principal de la registración consiste en hacer oponible a los terceros el


contrato de leasing, como forma de publicidad, siendo el principal interesado el
tomador porque " puede ejercer la opción de compra contra el dador y oponerla
a terceros en caso de conflicto" (Lorenzetti). Sin embargo, como bien se ha di-
cho, la inscripción del leasing" no es un requisito constitutivo del contrato y las
partes pueden no cumplirla. El contrato de leasing no inscripto será perfecta-
mente válido entre las partes, pero no podrá ser opuesto a terceros que estarán
perfectamente habilitados para agredir la cosa dada en leasing como el contra-
to no existiera" (Molina Sandoval y De Amunátegui Rodríguez)). Para aventar
cualquier duda o confusión, es dable recordar que lo que se registra " es el ins-
trumento del contrato, no la propiedad de la cosa, la cual sigue siendo en sí
misma no registrable" (Lavalle Cobo).

2945
3.2 De los plazos generales y particulares

Como ya se señaló, el artículo comentado no establece un plazo general apli-


cable a todas las especies de leasing lo cual introduce un factor de incertidum-
bre que podría haberse evitado, debiendo la doctrina interpretar en cada caso
el plazo legal adecuado para su inscripción. La norma distingue dos supuestos:
1) Inscripción a partir de la fecha de celebración del contrato, con prescindencia
de la fecha de entrega del bien; 2) Inscripción a partir de la fecha de entrega
del bien.

Se había sugerido brindar claridad a la norma, afirmándose que como regla " si
el perfeccionamiento del contrato de leasing precede a la ejecución de la obli-
gación de entregar el bien para su uso por el tomador, el contrato producirá
efectos desde la fecha de la celebración si es inscripto en el respectivo registro
dentro del plazo que cada una de las leyes registrables establece" (Lorenzetti).
A nuestro juicio, como regla es dable señalar que el contrato será oponible a
los terceros desde la fecha de su celebración y siempre que su inscripción haya
sido realizada en el término legal, de acuerdo a la naturaleza del bien y la exis-
tencia de un registro especial. Por ejemplo: 1) En materia de inmuebles deberá
inscribirse en el plazo de 45 días; 2) En materia de automotores deberá inscri-
birse en el plazo de 10 días; 3) En los demás bienes dentro de las 24 horas de
su perfeccionamiento. En todos estos supuestos, " la inscripción tempestiva
permitirá que la misma se retrotraiga a la fecha de celebración, a partir de la
cual se operará su oponibilidad a terceros interesados" (Fresneda Saieg, Frus-
tagli y Hernández). En materia registral el cómputo de los plazos se realiza en
días hábiles administrativos, y no en días corridos, como se computan en el
Código Civil. En virtud de su naturaleza consensual el contrato " puede ser ins-
cripto antes de la entrega de los bienes" (Lavalle Cobo).

Por excepción , en cambio, podrá producir efectos frente a terceros a partir de


la entrega, siempre que la inscripción se solicite " dentro de los cinco días hábi-
les posteriores" . Se ha justificado esta diferencia de tratamiento firmándose
que " el legislador al consagrarla ha pensado en la hipótesis de una promesa
de contrato de leasing (vgr. un leasing inmobiliario otorgado en instrumento
privado) acompañada de la entrega de la cosa" (Fresneda Saieg, Frustagli y
Hernández).

2946
La distinción de ambas hipótesis de estudio tiene directa relación con la res-
ponsabilidad del tomador y dador, por un daño ocasionado por el bien, para
saber si ha habido o no transferencia de la guarda, respectivamente. Empero,
existe el supuesto de la inscripción tardía que es aquella en la cual no se cum-
plen ninguno de los casos analizados; entonces, con buen criterio, el legislador
ha precisado que el contrato será oponible recién desde la fecha de la inscrip-
ción, por lo cual " no puede afectar los derechos de terceros de buena fe que
se hubiesen constituido con anterioridad" (Lavalle Cobo).

3.3 Plazo de vigencia de la inscripción

La norma dispone dos plazos de vigencia de la inscripción del contrato de lea-


sing, a los efectos de su oponibilidad frente a los terceros. Así, distingue si se
trata de inmuebles y otros bienes. En el primer caso, la inscripción se mantiene
por el plazo de 20 años. En el segundo caso, tratándose de muebles, derechos
o software, la inscripción se mantiene por 10 años. En ambos supuestos, es
factible su renovación siempre que se formalice antes de su vencimiento, ya
sea por pedido del dador o bien por orden judicial. Creemos que las partes re-
currirán a la renovación de la inscripción cuando opte el tomador por renovar el
contrato, por lo general, ello ocurrirá en la modalidad del leasing de retro.

De la regulación legal no surge cuantas veces es posible la renovación de la


registración, generándose dos tesis al respecto. Para una primera tesis, que
toma la interpretación literal del texto, afirma que sólo puede renovarse una
sola vez. Para una segunda tesis, en cambio, aplicando analógicamente el art.
23 de la ley 12.962, afirma que " para el caso de ejecución judicial permite que
el juez ordene la reinscripción todas las veces que fuere necesario" (Lavalle
Cobo).

III. Jurisprudencia

La no utilización de la escritura pública en la suscripción de un contrato de lea-


sing por un inmueble es subsanable al tratarse de una nulidad relativa por no
afectar el orden público (CACiv. y Com. Mercedes, sala 2ª, 3/7/2008,
MJJ36798)

2947
Art. 1235. Modalidades de los bienes. A los efectos de la registración del
contrato de leasing son aplicables las normas legales y reglamentarias que co-
rrespondan según la naturaleza de los bienes.

En el caso de cosas muebles no registrables o software, se aplican las normas


registrales de la Ley de Prenda con Registro y las demás que rigen el funcio-
namiento del Registro de Créditos Prendarios.

Cuando el leasing comprenda a cosas muebles situadas en distintas jurisdic-


ciones, se aplica lo dispuesto en la Ley de Prenda con Registro para iguales
circunstancias.

El registro debe expedir certificados e informes. El certificado que indique que


sobre determinados bienes no aparece inscrito ningún contrato de leasing tiene
eficacia legal hasta veinticuatro horas de expedido.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 9; ley 24.441,art. 30;


Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1148; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1163.

II. Comentario

1. De las normas aplicables

En virtud de la naturaleza de los bienes que pueden ser materia del contrato de
leasing, se realiza un reenvío a aquellos regímenes legales y reglamentarios
que resultarán aplicables, por analogía y siempre en lo que sea pertinente, con-
forme a la naturaleza propia del leasing. En tal supuesto, debe recordarse que
no existe un registro único para los contratos de leasing, sino que se recurre a
todos aquellos registros ya creados por las leyes especiales de acuerdo a los

2948
bienes que se trate, y que tienen por finalidad la registración de la titularidad,
las transmisiones y especialmente los gravámenes que puedan recaer sobre
ellos.

En tal sentido, en el caso del leasing a inmuebles se aplicará la ley de registro


de la propiedad inmobiliaria (17.801); para el leasing de aeronaves el Cód. Ae-
ronáutico; para el leasing de buques la ley de navegación (20.094); para los
automotores (arts. 7 a 19 del dec.-ley 6582/1958), para leasing de animales de
pura raza el registro genealógico y selectivo (art. 11, ley 22.939); y para las
marcas y patentes (24.481).

En el caso de los muebles no registrables o el software se le aplicará la ley de


prenda con registro, por lo cual será el Registro de Crédito Prendario (ley
12.962) el encargado de inscribir estos contratos de leasing.

2. Comparación con la norma vigente. Algunas modificaciones

El artículo anotado ha sufrido algunas modificaciones con relación a su antece-


dente inmediato mejorándose su técnica legislativa, suprimiéndose aquellas
remisiones a artículos en concreto, en virtud que se derogan "o pueden dero-
garse" las leyes especiales.

Sin embargo, en materia de software y a los fines de evitar una doble registra-
ción, de su propiedad en el Registro nacional de la Propiedad Intelectual y del
leasing en el Registro de Créditos Prendarios, se había propuesto que " los
leasings de softwares deben ser inscriptos en el Registro Nacional de la Pro-
piedad Intelectual, en cumplimiento de las disposiciones reglamentarias corres-
pondientes" (Lavalle Cobo). Esta crítica no ha sido receptada en el Proyecto,
por lo cual podría llegar a interpretarse que existe obligación de realizar la do-
ble registración, lo cual no compartimos en virtud de la correcta hermenéutica
de la ley 25.036.

Con relación a cosas muebles situadas en distintas jurisdicciones se reenvía a


la ley de prenda con registro, eliminándose la remisión al art. 12 de dicho texto
legal. Lo mismo ocurre con la remisión al art. 19 de la ley 12.962, respecto de
la expedición de certificados e informes.

3. De las cosas muebles situadas en distintas jurisdicciones. Precisiones

2949
Para el supuesto que se perfeccione un contrato de leasing sobre cosas mue-
bles que sean susceptibles de traslado a diferentes jurisdicciones, se aplicará
la ley de prenda con registro para casos de iguales circunstancias. Por ello, el
régimen especial dispone que el registro ante el cual se practique o efectivice la
inscripción del contrato, deberá comunicar dentro de las veinticuatro horas a los
registros del lugar donde se encuentren situados los bienes. Se ha explicado
que esta solución resulta acertada porque se evita " la necesidad de presentar
un mismo contrato para su inscripción ante distintos registros, con el consi-
guiente peligro que la dilación de los trámites lleve a que se exceda el plazo
legal para su inscripción, con la consiguiente pérdida de la oponibilidad a los
terceros" (Lavalle Cobo).

Ahora bien, si el registro no cumple con su obligación legal dentro del plazo
fijado ello no afectará la validez del contrato de leasing y sus efectos.

4. De la expedición de certificados e informes. Su eficacia

La norma en su cuarto párrafo prescribe que el registro debe expedir certifica-


dos a aquellas partes o terceros que lo soliciten. Por lo general, tendrán como
objeto las cosas muebles no registrables sobre las que se haya pactado el lea-
sing.

En cuanto a su validez se ha estipulado como plazo máximo hasta veinticuatro


horas de expedido. Al respecto, con relación a la ley 25.248 existió una contro-
versia en torno a si el plazo debía computarse en horas o bien en días hábiles.
Al respecto, por aplicación del Cód. Civil se arribó a la conclusión que el plazo
debía computarse en un día," desde la medianoche del día de la firma hasta la
medianoche del día siguiente" (Lavalle Cobo) y éste debe ser hábil.

III. Jurisprudencia

No estando inscripto el contrato de leasing en el registro correspondiente, co-


rresponde desestimar la defensa de falta de legitimación para obrar deducida
por la entidad codemandada, propietaria del automotor a la época del siniestro
(CNCiv ., sala M, 15/7/2008, MJJ40353).

2950
Art. 1236. Traslado de los bienes. El tomador no puede sustraer los bienes
muebles del lugar en que deben encontrarse de acuerdo a lo estipulado en el
contrato inscrito. Sólo puede trasladarlos con la conformidad expresa del dador,
otorgada en el contrato o por acto escrito posterior, y después de haberse ins-
crito el traslado y la conformidad del dador en los registros correspondientes.
Se aplican las normas pertinentes de la Ley de Prenda con Registro al respec-
to.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: el Proyecto de Código
Civil y Comercial.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 10; Proyecto de Código


Civil de la República Argentina de 1998, art. 1164.

II. Comentario

1. Traslado de las cosas muebles. Regla

El artículo comentado reconoce su antecedente en el art. 10 de la ley 25.248,


cuyo texto ha sido transcripto casi en su totalidad. Como regla se dispone la
prohibición de traslado de los bienes muebles (sic), del lugar donde se encuen-
tran, conforme lo previsto en el contrato inscripto. En efecto, el tomador tiene la
facultad de uso y goce del bien objeto del leasing, dentro de los límites fijados
en el contrato, siendo el lugar de radicación o su ubicación fundamental para el
dador, en virtud del carácter de garantía de su crédito que dicho bien posee.
Como se menciona en el proemio resulta obvio que esta disposición se aplica a
las cosas muebles, sean registrables o no, pero cuyo instrumento contractual
ha sido inscripto en el Registro de Prenda con Registro.

2. Excepción. Requisitos

2951
Como excepción se permite el traslado de la cosa mueble siempre que se
cumplan determinados requisitos, a saber: a) Conformidad expresa del dador,
otorgada en el contrato o por acto posterior; b) Debe especificarse el lugar con-
creto donde se trasladará el bien; c) La forma debe ser la misma del contrato
principal; d) Inscripción del traslado y de la conformidad del dador.

En primer término, se requiere la conformidad expresa del dador, anterior al


traslado cuando existe una cláusula especial prevista por las partes o bien por
acto posterior, lo cual implica la modificación del contrato. En tal sentido, se ha
dicho que con " esta exigencia legal se invalida cualquier tipo de acuerdo tácito
que pudiere inferirse del silencio, conducta u omisiones del dador " (Lavalle
Cobo). En segundo término, en virtud que el traslado del bien puede afectar a
terceros, se infiere que debe especificarse, de modo previo o posteriormente, el
lugar preciso en el cual se radicará el bien, concluyéndose que la indetermina-
ción del lugar invalida la autorización. En tercer término, por aplicación del prin-
cipio del paralelismo de las formas y tratándose de una modificación del contra-
to original, la forma debe ser igual que la precedente. En cuarto término, la
norma exige que sólo puede trasladarse efectivamente la cosa mueble una vez
registrada la autorización del dador y tomado razón del traslado el Registro
respectivo.

3. De su comparación

El texto anotado, adelantábamos, es similar a su antecedente con un detalle de


técnica legislativa. El art. 10 de la ley 25.248 remite a los párrafos 1, 2, 5, 6 y 7
del art. 13 de la ley de prenda con registro; en cambio, el art. 1236 expresa: "
Se aplican las normas pertinentes de la Ley de Prenda con Registro al respecto
" . De este modo, se ha seguido a su fuente inmediata contenida en el art. 1164
del Proyecto de 1998 y se ha receptado la crítica doctrinaria a las remisiones
que sostenía que " de ninguna manera se justifica por cuanto contiene una re-
misión sumamente detallista, que hubiera sido más conveniente reemplazar
mediante la incorporación expresa de las soluciones previstas en el texto al que
se reenvía " (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández). Por otro lado, no debe
perderse de vista que la remisión genérica resulta más conveniente, para aque-

2952
llos casos posibles de modificaciones ulteriores de los artículos citados en su
texto.

Esta remisión, sin embargo, tenía su importancia práctica en virtud que el sexto
párrafo del art. 13 de la Ley de Prenda con Registro faculta al acreedor prenda-
rio a pedir el secuestro de las cosas muebles, afirmándose que se trata de un
secuestro precautorio que tiene por objeto asegurar el estado del bien, como
vía preparatoria para una eventual acción judicial. Por el contrario, la remisión
genérica implicará que la doctrina determine las distintas medidas que podrá
tomar el dador ante el uso indebido de las cosas materia de leasing o la prohi-
bición de la inspección por parte del tomador.

4. De los efectos

Resulta claro que el efecto práctico perseguido consiste en " establecer en ca-
da caso el lugar de ubicación real de las cosas muebles " (Lavalle Cobo). Para
el supuesto de incumplimiento del tomador de lo establecido en la norma, como
vimos, se " faculta al dador a inspeccionar el bien y a solicitar el secuestro del
bien " (Lorenzetti). Un caso particular, es el de los automotores que en virtud
del art. 13 de la ley 12.962 quedan comprendidos "sólo cuando se trate de su
desplazamiento definitivo”, por lo cual a contrario sensu creemos que no resulta
necesario cumplir con el procedimiento establecido por el artículo comentado,
si se trata de desplazamientos temporarios.

III. Jurisprudencia

No existe base legal para exigir la prestación de una contracautela en el se-


cuestro autorizado por el art. 21 de la ley 25.248, pues no se trata de una me-
dida cautelar, ya que si el secuestro previsto en el dec. 15.348/1946 no tiene
carácter precautorio, no obstante que a través del mismo se desposee al pro-
pietario del pignus , menos aún puede conferírsele tal carácter al secuestro
previsto en la ley de leasing, que apunta al recupero de los bienes de aquel que
sólo tiene derecho a tenerlos en la medida que cumpla con el pago regular de
lo convenido y que, una vez efectivizado, importará la resolución del contrato.
Lo cual de por sí no importa que la requirente se exima de responsabilidad en
caso de abusarse de su derecho (CNCom ., 14/2/2003, ED, J6125).

2953
Art. 1237. Oponibilidad. Subrogación. El contrato debidamente inscrito es
oponible a los acreedores de las partes. Los acreedores del tomador pueden
subrogarse en los derechos de éste para ejercer la opción de compra.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 11; ley 24.441,art. 31; Pro-
yecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1149; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1165, primer párrafo.

II. Comentario

1. Generalidades

El contrato de leasing debe ser inscripto por ante el Registro correspondiente a


los efectos de ser oponible a los terceros, como modo de publicidad, especial-
mente cuando se trate de cosas muebles. La norma, en cambio, no utiliza dicho
término sino que se refiere a los "acreedores de las partes”. Sabemos que las
partes del contrato, son el dador y el tomador, por lo cual en una primera
aproximación, son terceros aquellos que no son partes. En consecuencia, co-
rresponde distinguir quienes son los terceros. Desde el punto de vista general,
el vocablo terceros comprende a los terceros interesados y no interesados,
siendo los acreedores una especie dentro de los primeros. En cambio, los ter-
ceros no interesados son todos aquellos que no integran la primera categoría y
que deben respetar el contrato.

2. Comparación con la norma vigente

La fuente inmediata del artículo comentado es el art. 11 de al ley 25.248 que


cuenta con tres párrafos. En el primero dispone la oponibilidad del contrato y

2954
habilita a los acreedores del tomador a ejercer la acción subrogatoria para ejer-
cer la opción de compra. El segundo y tercero regula los efectos del contrato de
leasing en el concurso y quiebra del dador, y en la quiebra del tomador, respec-
tivamente.

La fuente mediata es el art. 31 de la ley 24.441 que incorporaba un párrafo que


decía " sólo podrán ejercer las facultades que les son propias pero que no obs-
taculicen el cumplimiento de la finalidad del contrato" .

El objetivo pretendido es que se resguarde la finalidad del contrato de leasing,


es decir, que el uso y goce del bien por parte del tomador no pueda ser obsta-
culizado por los acreedores del dador; en idéntico sentido, que los acreedores
del tomador tampoco puedan impedir la libre utilización del bien, con las parti-
cularidades que veremos más abajo con relación a la subrogación del ejercicio
de la opción de compra.

En otros términos, corresponde afirmar que " mediando inscripción, la oponibili-


dad del contrato a los acreedores de cualquiera de las partes consiste precisa-
mente en que éstos deban respetar las situaciones jurídicas generadas por el
contrato de leasing, lo cual implica que sus acciones no obstaculicen el cum-
plimiento de la finalidad del negocio mientras no logren la declaración de in-
oponibilidad a través de la acción revocatoria o la declaración de nulidad por
simulación del negocio, si tales acciones fuesen procedentes" (Fresneda Saieg,
Frustagli y Hernández). En igual sentido, se ha afirmado que " los terceros inte-
resados tienen frente al leasing no inscripto los mismos derechos que frente a
cualquier otro contrato y, por ende, de no mediar simulación o fraude, no están
en condiciones de atacarlo"(Lavalle Cobo).

Con buen criterio, en cambio, se ha elegido no regular los efectos del contrato
de leasing para el supuesto de concurso o quiebra del dador y del tomador,
debiéndose tratar dichos temas en la ley de concursos y quiebras.

3. De los efectos

Por lo general, se pone énfasis en que la oponibilidad tiene efectos sobre los
terceros. Sin embargo, no se repara en que los efectos inmediatos recaen so-
bre las propias partes. Por ello, compartimos la opinión que expresa que " el

2955
contrato de leasing inscripto puede ser invocado por cualquiera de las partes
ante los acreedores de la otra para alegar un derecho preferente; es decir que
el legislador trata a los derechos creditorios emergentes del leasing como una
suerte de derecho personal privilegiado" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernán-
dez).

3.1 Respecto de los acreedores del dador

Como regla, los acreedores del dador no pueden agredir el bien objeto del lea-
sing mientras el tomador se encuentre en uso y goce del mismo, dentro del
plazo contractual o bien para el caso de renovación o prórroga del contrato; en
cambio, si podrán solicitar medidas de embargo preventivo sobre el bien, sobre
el canon o sobre el precio de compra. Sin embargo, si el tomador no hace uso
de la opción de compra, podrán embargar y proceder al secuestro del bien. En
cambio, si el tomador hace uso de la opción de compra los acreedores sólo
podrán embargar el precio de compra con más los accesorios legales, pero no
el bien ni impedir que salga del patrimonio del dador.

Cabe preguntarse si los acreedores del dador podrán ejercer la acción subro-
gatoria para ejercer por él derechos y obligaciones del contrato de leasing. Al
respecto, se ha dicho que los acreedores tendrán " legitimación para ejecutar al
tomador por la falta de pago de los cánones y, en su caso, del precio de la op-
ción de compra. En cambio, al no existir norma expresa al respecto, en caso de
incumplimiento del tomador, los acreedores del dador no tendrán derecho para
solicitar el secuestro de la cosa mueble ni el desalojo de los inmuebles, ya que
ello implicaría el ejercicio de facultades del dador, privativas de éste" (Lavalle
Cobo).

En lo que resulta de interés, es dable advertir que la inhibición general de bie-


nes tampoco " podrá invocarse contra el tomador para impedirle adquirir la titu-
laridad del bien dado en leasing" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).

3.2 Respecto de los acreedores del tomador

Los acreedores del tomador tampoco pueden agredir el bien porque no ha in-
gresado todavía en el patrimonio del deudor, ya que su propiedad y posesión le
pertenece al dador, facilitándole la inscripción del contrato oponer esta circuns-

2956
tancia. Sin embargo, como existe la posibilidad cierta que el tomador adquiera
la propiedad, es factible su embargo luego de ejercida la opción de compra.
También podrían los acreedores ejercer la acción subrogatoria, supuesto que
analizaremos a continuación.

3.3 Caso de conflicto de acreedores

Se ha planteado en doctrina la hipótesis de conflicto entre los acreedores del


dador y del tomador, respectivamente, sobre la prioridad en la inscripción de
medidas cautelares, recordándose el adagio latino: prius in témpore, potior in
jure . Al respecto, se ha sostenido que " sin importar la prioridad temporal en la
inscripción de medidas cautelares, será preferido el acreedor del tomador en
razón de la oponibilidad de la opción de compra" (Fresneda Saieg, Frustagli y
Hernández).

4. De la acción subrogatoria. Facultades de los acreedores del tomador

4.1 Antecedentes

La facultad concedida por el artículo comentado tiene su fuente inmediata en el


art. 31 de la ley 24.441.

4.2 Finalidad. Naturaleza jurídica

En el derecho de obligaciones las facultades del deudor de contratar o de acep-


tar una compraventa no pueden ser ejercidas por los acreedores, por interme-
dio de la acción subrogatoria, en virtud que se trata de una facultad exclusiva
propia de la libertad de conclusión, de raigambre constitucional. En cambio, el
art. 1237, siguiendo a su antecesor inmediato, les concede a los acreedores del
tomador una especial acción toda vez que pueden subrogarse en los derechos
del tomador para ejercer la opción de compra, para el supuesto que éste no la
efectivice. De este modo, contratan por su deudor creándole una obligación a
su cargo, y que no se encuentra contenida en el ámbito natural de la acción
subrogatoria.

La norma no distingue mencionando el vocablo acreedores en sentido lato, por


lo cual, en principio todos los acreedores del deudor- tomador estarían faculta-
dos para ejercer esta acción. Sin embargo, creemos que sólo estaría facultado

2957
aquel acreedor que tenga un crédito exigible y para ello el deudor- tomador ya
debería estar en estado de mora.

En cuanto a la naturaleza jurídica de esta especial acción, se ha dicho que es "


de naturaleza sui géneris , que por disposición de la ley los legitima para obli-
gar al tomador y convertirlo en deudor del precio de la opción de com-
pra"(Lavalle Cobo).

4.3 Fundamentos

Con razón, se ha expresado que la facultad otorgada ha " contemplado la si-


tuación peculiar que existe en el leasing debido a que los cánones pagados por
el tomador se componen en parte por un valor que representa "para el dador"
recuperación del costo del bien, de modo tal que sería abusivo negar a los
acreedores el ejercicio de una facultad que permite ingresar un bien al patrimo-
nio de su deudor por un valor residual" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernán-
dez).

4.4 Su crítica

Se ha dicho, por autorizada doctrina que esta norma es de práctica imposible


por los acreedores en virtud que " el ejercicio de la opción de compra reconoci-
da en el contrato de leasing, no es obligatorio sino facultativo, por lo tanto, el
tomador no está obligado a ejercer esa opción, por lo que nunca puede caer en
inacción, requisito indubitable que amerita el ejercicio por la misma por parte de
sus acreedores" (Barreira Delfino).

III. Jurisprudencia

Las calidades de dador y tomador del contrato de leasing podrán ser opuestas
al tercero víctima de un ilícito sólo si el contrato se encuentra inscripto, siendo
evidente que la ley ha querido garantizar a los terceros, siendo rigurosa con los
plazos y con el deber de inscripción para que se pueda cumplir con esa finali-
dad ante los ajenos al contrato (CACiv. y Com. Mercedes, sala 3ª, 14/10/2010,
MJJ58921).

2958
Art. 1238. Uso y goce del bien. El tomador puede usar y gozar del bien objeto
del leasing conforme a su destino, pero no puede venderlo, gravarlo ni disponer
de él. Los gastos ordinarios y extraordinarios de conservación y uso, incluyen-
do seguros, impuestos y tasas, que recaigan sobre los bienes y las sanciones
ocasionadas por su uso, son a cargo del tomador, excepto convención en con-
trario.

El tomador puede arrendar el bien objeto del leasing, excepto pacto en contra-
rio. En ningún caso el locatario o arrendatario puede pretender derechos sobre
el bien que impidan o limiten en modo alguno los derechos del dador.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 12; Proyecto de Código


Civil de la República Argentina de 1998, art. 1166.

II. Comentario

1. Derecho del tomador

El contrato de leasing otorga al tomador el derecho personal de uso y goce del


bien, y no su propiedad, en virtud que el mismo constituye la mejor garantía
para el dador, sin perjuicio de exigir o poder recurrir a otros medios de garantía
de su crédito. Precisamente, este derecho personal constituye la causa fin del
contrato que se celebra por lo que cualquier imposibilidad, material o jurídica,
de uso y goce conspira contra la finalidad económica tenida en cuenta al mo-
mento de su perfeccionamiento.

El legislador no ha sido explícito en la enumeración de los derechos y obliga-


ciones del contrato, debiéndose concordar con los demás artículos (ej. art.
1227) y además, suplir los vacíos, mediante la integración con aquellos contra-
tos que se aplican de modo subsidiario, como la compraventa y la locación, en

2959
lo que sean compatibles con esta figura jurídica. A pesar que autorizada doctri-
na había criticado la falta de integración con el régimen del consumidor (Fres-
neda Saieg, Frustagli y Hernández), creemos que ella puede suplirse ahora
con la incorporación del consumidor, el contrato de consumo y su interpretación
a partir del art. 1092 y ss. del Código Civil y Comercial de la Nación, cuando el
tomador fuere un consumidor o usuario; aunque, hubiera sido altamente reco-
mendable su incorporación en las normas supletorias previstas en el art. 1250.

2. Obligaciones del tomador

El tomador tiene también obligaciones legales que debe cumplir, respetando el


plexo contractual. Empero, además, se han previsto prohibiciones en materia
de disposición del bien, que resultan concordantes con la tenenciaotorgada. Sin
embargo, éstas carecen de relevancia o bien son redundantes, en virtud que la
inscripción del contrato implica la inoponibilidad de dichos actos frente a terce-
ros, según lo prescribe el art. 1239, otorgándole por consiguiente al dador la
correspondiente acción reivindicatoria.

2.1 Del uso de los bienes

El uso del bien debe ser conforme a su destino teniéndose en cuenta la finali-
dad objetiva del objeto del contrato, a diferencia de la locación de cosas en el
cual, a falta de convención, puede darle el destino que tenía al momento de la
locación, el de cosas análogas o el que corresponda a su naturaleza (art. 1154
y 1504). Cualquier desvío, total o parcial, del uso del bien constituye un incum-
plimiento contractual, siendo pasible de las acciones legales que correspondan;
en otras palabras, " está obligado a ejercerlo regularmente, conforme se exige
al locatario y de acuerdo a los standards de buena fe y del ejercicio no abusivo
de los derechos " (Lorenzetti). También debe realizar el procedimiento de auto-
rización, notificación y registración, de modo previo a realizar el traslado del
bien, conforme se regula en el art. 1236. Por último, para el supuesto que cau-
sare un daño a un tercero con el bien, el tomador resulta responsable con un
factor de atribución objetivo, sin perjuicio de la responsabilidad del dador para
el supuesto de no haber contratado un seguro, conforme veremos en el comen-
tario del art. 1243, y que modifica el régimen vigente en materia de responsabi-
lidad.

2960
2.2 Gastos ordinarios y extraordinarios

Debe mantener el bien en buen estado de uso y de conservación, haciendo los


gastos necesarios, ya sean ordinarios o extraordinarios, aplicándose subsidia-
riamente las normas previstas para la locación de cosas, con las reservas que
veremos más abajo. Esta obligación incluye abonar los seguros, impuestos y
tasas que recaigan sobre el bien, que hayan sido incluidos en el instrumento
contractual. La norma es supletoria de la voluntad de las partes quienes pue-
den incluir otros tributos, pero sienta un principio general para los tomadores.
Para ello, deberán afrontar a su costa los servicios de mantenimiento y repara-
ción, aun aquellos de carácter extraordinario, sobre el bien contando " para ello
con los derechos correspondientes a las garantías de fábrica" (Lavalle Cobo)
frente al proveedor o fabricante sin necesidad de cesión alguna de parte del
dador. Esta obligación puede tornarse gravosa para cuando el tomador fuere
un consumidor, pudiéndose invocar su nulidad en virtud de su carácter de abu-
siva.

2.3 Obligación de facilitar la inspección

Como el dador mantiene la propiedad y la posesión del bien, el tomador debe


facilitarle la inspección para conocer su estado y radicación, pudiendo ser cau-
sal de incumplimiento contractual cualquier oposición infundada.

2.4 Prohibición de disposición

La norma aclara que el tomador, con relación al objeto del leasing, " no puede
venderlo, gravarlo ni disponer de el" , afirmación a todas luces redundante en
virtud que el tomador sólo tiene la tenencia del bien, y además el contrato se
encuentra inscripto en un registro, siendo oponible esta situación jurídica a los
terceros. En tales términos, el art. 1166 del Proyecto de Código Civil de 1998
enfatizaba: " La venta o gravamen consentido por el tomador es inoponible al
dador" . En conclusión, " el tomador no puede gravar ni vender el la cosa; si lo
hace es responsable por los daños causados frente al dador; este último tiene
acción reivindicatoria contra el tercero, pidiendo directamente el secuestro de la
cosa" (Lorenzetti).

3. Comparación con la locación de cosas

2961
En primer lugar, el derecho principal del tomador consiste en usar y gozar del
bien objeto del leasing, siendo idéntico al derecho del locador. Sin embargo, en
el contrato de leasing se agrega " conforme a su destino" , no siendo conforme
con el carácter supletorio previsto en materia de locación (arts. 1154 y 1159,
Cód. Civil), que permite dar el bien el destino que pacten las partes y sólo para
el caso de silencio, recién exigir que el uso sea acorde a la naturaleza del bien.

En segundo lugar, en materia de conservación del bien, la norma impone al


tomador los gastos ordinarios y extraordinarios, salvo pacto en contrario. Con
respecto a los gastos ordinarios existen puntos de conexión con la locación,
siendo lo normal que se encuentren a su cargo en virtud que posee el disfrute
del bien. Sin embargo, resulta criticable que no distinga las distintas especies
de leasing, como el financiero, operativo o retroleasing; porque recordemos
que, en el leasing operativo, por lo común será el dador quien tendrá a su car-
go el mantenimiento o service del bien.

Con respecto a los gastos extraordinarios, la norma nos parece que resulta ex-
cesiva, tampoco distingue entre las clases de leasing y no se compadece con
el régimen supletorio de la locación de cosas (arts. 1568 y 1568, Cód. Civil). En
efecto, la regla en materia de asunción de riesgos implica que el propietario
corre con el riesgo de pérdida o destrucción de la cosa; sin embargo, en el ca-
so del leasing financiero se ha establecido una excepción, con fundamento en
el carácter financiero del vínculo contractual. Empero, en el supuesto del lea-
sing operativo se ha dicho que " la solución legal carece de justificación (...)
donde la función financiera no se presenta con la misma intensidad sino que
prevalece la finalidad de intercambio" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernán-
dez).

En tercer lugar, se impone a cargo del tomador el pago de los impuestos y ta-
sas que recaigan sobre el bien, diferenciándose del régimen de la locación. Así,
en materia de impuestos que tengan relación con la titularidad del bien deben
ser soportados por el locador propietario; en cambio, aquellas tasas que gravan
el uso del bien deben ser abonadas por el locatario. En cambio, aquí la norma
no distingue los tributos por razón de titularidad ni uso, mencionando impuestos
y tasas en plural, con lo cual caben por lo menos dos respuestas: a) El tomador
debe abonar todos los impuestos y tasas que recaigan sobre el bien, ya sean

2962
con sustento en su titularidad como en su disfrute; b) El tomador sólo debe
abonar aquellos impuestos o tasas que gravan el uso y goce del bien.

En cuarto término, en materia de reparaciones, no se aplica el art. 1516 del


Cód. Civil ya que debe realizar a su costa sobre el bien, incluso aquellas que
impliquen gastos extraordinarios, salvo convención en contrario.

4. Del arrendamiento

El art. 1238, párrafo segundo, faculta al tomador para celebrar un contrato de


arrendamiento, salvo prueba en contrario, siguiendo el art. 1583 del Cód. Civil,
que dispone lo mismo para el contrato de locación. Ello es factible en virtud que
el tomador tiene el uso del bien pero además el goce, es decir, puede percibir
los frutos ya sean industriales, naturales o civiles. En una palabra: tiene legiti-
maci ón . Empero, se distingue de la regulación de la locación que " requiere
tener la posesión de la cosa y, por ello, en el régimen general de las locaciones
solamente se reconoce legitimación para arrendar bienes a su propietario o
usufructuario (arts. 2515, 2870 y 2963, Cód. Civil)"(Lavalle Cobo). Se ha dicho
que la naturaleza del contrato de locación celebrado por el tomador con un ter-
cero es un " contrato coligado al de leasing, en razón de existir un nexo por de-
pendencia unilateral" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández) con lo cual
queda vinculado con el contrato de leasing originario o principal, aplicándose
todas aquellas consecuencias o efectos que mantenga el primero. En otras pa-
labras, conforme el párrafo comentado, en ningún caso el " locatario o arrenda-
tario puede pretender derechos sobre el bien que impidan o limiten en modo
alguno los derechos del dador" , diferenciándose una vez más de la locación
porque " en el régimen del Código Civil el arriendo no se extingue por la enaje-
nación del bien (art. 1498 y concs,)" (Lavalle Cobo).

5. Cesión de la posición contractual por el tomador

Si bien la norma no dice nada, en virtud del principio de autonomía privada, las
partes podrían establecer una cláusula que autorice la cesión de la posición
contractual, siempre y cuando no exista pacto en contrario. No obstante ello, "
el contrato de leasing ha sido calificado en ocasiones como intuitu personae ,
toda vez que el dador tiene interés en la persona del tomador, ya que la cosa

2963
está bajo su cuidado (Lorenzetti). En cambio, si se ha autorizado expresamente
la cesión de la posición contractual por el dador, como veremos más abajo, en
el art. 1247 del Proyecto.

III. Jurisprudencia

El art. 12 de la ley regulatoria del contrato de leasing (25.248), conforme la cual


las sanciones ocasionadas por el uso del bien objeto del contrato de leasing
son a cargo del tomador, salvo convención en contrario, aparece como deroga-
toria de los regímenes represivos que establecen sanciones pecuniarias que
debe afrontar el propietario de los bienes, con independencia de la persona que
ha cometido las correspondientes infracciones; orientándose en la sintonía que
marca el artículo 17 de la misma ley en el sentido de responsabilizar civilmente
al tomador y exonerar al dador por la responsabilidad objetiva que respecto del
dueño de la cosa que ha causado un daño contempla el artículo 1113 del Cód.
Civil (CACiv. y Com. Santa Fe, sala 1ª, 7/2/2008, MJJ20356)

Art. 1239. Acción reivindicatoria. La venta o gravamen consentido por el toma-


dor es inoponible al dador.

El dador tiene acción reivindicatoria sobre la cosa mueble que se encuentre en


poder de cualquier tercero, pudiendo hacer aplicación directa de lo dispuesto
en el artículo 1249 inciso a), sin perjuicio de la responsabilidad del tomador.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 13; Proyecto de Código Civil
de la República Argentina de 1998, arts. 1166.

II. Comentario

2964
1. De la tutela del derecho del dador

En el contrato de leasing se ha buscado proteger en todo momento los dere-


chos del dador, reconociéndole la propiedad y posesión del bien, no sólo entre
las partes sino también frente a los terceros, en especial los acreedores del
tomador en virtud que el leasing sólo otorga la tenencia.. Empero, el legislador
ha ido más allá teniendo en cuenta que el leasing puede recaer sobre cosas
muebles estableciéndose dos medidas protectorias: a) La inoponibilidad de la
venta o gravamen consentido por el tomador; b) La acción reinvidicatoria sobre
la cosa mueble en poder de cualquier tercero.

En el primer caso, en el art. 1238 se estableció la prohibición para el tomador


de efectuar actos de disposición sobre el bien, en virtud que carece de legiti-
mación legal para ello. En tal sentido, no puede venderlo, gravarlo ni disponer
de él siendo inoponible dichos actos jurídicos al dador. Quedan comprendidas
también aquellas operaciones jurídicas como " la donación u otros derechos
reales (uso, usufructuo) que requieren que el tomador sea titular del bien y no
tomador. Tampoco podrá el tomador constituir un fideicomiso con dicho bien
(...) Hubiera sido más prudente (y más amplio) que la ley se refiriera a enajena-
ción o disposición" (Molina Sandoval y De Amunátegui Rodríguez)

En el segundo caso, para reforzar aún más la posición del dador, el legislador
ha previsto que si el tomador realiza cualquiera de los actos prohibidos, le con-
cede la acción reinvidicatoria incluso frente a cualquier tercero, aunque fuere
de buena fe y a título oneroso, que veremos a continuación. Para cierta postura
doctrinaria, los antecedentes de la norma " debemos encontrarlos en el art. 41
de la Ley de Prenda con Registro" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).

2. De la acción reivindicatoria

2.1 La acción reivindicatoria en el leasing. Particularidades

La norma le concede al dador en el leasing la acción reivindicatoria contra


cualquier tercero poseedor de la cosa mueble. Sin embargo, a diferencia de la
acción reivindicatoria genérica que en materia de muebles se detiene contra el
poseedor de buena fe y a título oneroso, el legislador le ha otorgado caracterís-

2965
ticas especiales producto de la inoponibilidad que le otorga la registración del
contrato.

En efecto, en virtud de la inoponibilidad legal el tercero de buena fe no podrá


paralizar la acción reivindicatoria que recaiga sobre cosas muebles. Por tanto, "
la disposición en análisis constituye una excepción al principio general estable-
cido en el art. 2767 del Cód. Civil" (Lavalle Cobo). En materia de legitimación
pasiva, si bien el legislador ha sido amplio en su configuración, abarcando a
cualquier tercero, ya sea de buena o mala fe, a título oneroso o gratuito, se ha
dicho que " parece prudente entender que debe tratarse de un tercero que po-
sea el bien mueble"(Molina Sandoval y De Amunátegui Rodríguez).

En materia de antecedentes corresponde advertir que " en el marco de la ley


24.441 no era posible construir una solución como la que hoy se consagra (...)
De forma tal que, en este ámbito, se debía aplicar la solución prevista en los
arts. 2412 y 2767, Cód. Civil, por lo cual la acción reinvidicatoria del dador en
caso de cosas muebles no registrables, debía detenerse frente a un poseedor
de buena fe y a título oneroso" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).

Se ha destacado que utilizar esta acción constituye " una mera facultad del da-
dor (y no una obligación) (...) Sólo está legitimado el dador. En consecuencia el
tomador (...) no puede ejercer la acción reivindicatoria; frente a la inacción del
dador carece de acción jurídica para reclamar al tercero adquirente de la cosa
mueble" (Molina Sandoval y De Amunátegui Rodríguez).

2.2 De la vía especial del secuestro de bienes

A diferencia de la acción reivindicatoria genérica que debe dilucidarse en un


proceso contencioso de conocimiento amplio, el legislador ha estimado necesa-
rio incluir una vía procesal sumarísima para dejar desposeído del bien al terce-
ro. Con razón se ha dicho que este " secuestro es análogo al que se establece
en el art. 39 de la ley 12.962 de prenda con registro y tiene por objeto la restitu-
ción del bien a su dueño sin litigio alguno" (Lavalle Cobo). En tal sentido, se ha
dicho que basta la " sola presentación del contrato inscripto y demostrando
haber interpelado al tercero otorgándosele un plazo no menor de cinco días
para la devolución del bien" (Molina Sandoval y De Amunátegui Rodríguez).

2966
3. De la responsabilidad del tomador

La norma en su parte final además de considerar inoponible al dador la venta o


gravamen y de otorgarle una acción reinvidicatoria especial, concluye con la
frase " sin perjuicio de la responsabilidad del tomador”.

Ello implica que el tomador " responderá siempre por los daños y perjuicios
causados al dador, de acuerdo con las reglas generales de la responsabilidad
civil" (Lavalle Cobo), en virtud que con su conducta ha incumplido expresamen-
te la ley y el contrato, ocasionándole un dispendio material y procesal al dador,
quien para recuperar el bien ha debido incurrir en gastos de tiempo y dinero.

III. Jurisprudencia

No existe base legal para exigir la prestación de una contracautela en el se-


cuestro autorizado por el art. 21 de la ley 25.248, pues no se trata de una me-
dida cautelar, ya que si el secuestro previsto en el dec. 15.348/1946 no tiene
carácter precautorio, no obstante que a través del mismo se desposee al pro-
pietario del pignus , menos aún puede conferírsele tal carácter al secuestro
previsto en la ley de leasing, que apunta al recupero de los bienes de aquel que
sólo tiene derecho a tenerlos en la medida que cumpla con el pago regular de
lo convenido y que, una vez efectivizado, importará la resolución del contrato.
Lo cual de por sí no importa que la requirente se exima de responsabilidad en
caso de abusarse de su derecho (CNCom ., 14/2/2003, EDJ6125).

Art. 1240. Opción de compra. Ejercicio. La opción de compra puede ejercer-


se por el tomador una vez que haya pagado tres cuartas partes del canon total
estipulado, o antes si así lo convinieron las partes.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

2967
En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 14; ley 24.441,art. 27 inc.
d); Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1145 inc. 4 y 5; Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, art. 1167.

II. Comentario

1. De la naturaleza jurídica. Sus argumentos

Conforme ya se adelantó, la mayoría de la doctrina, siguiendo al Proyecto de


Código Civil de 1998 (art. 936) considera que estamos en presencia de un con-
trato de opción del cual " nace para el tomador un derecho de opción que obli-
ga al dador no sólo a cumplir el contrato de compraventa sino también a abste-
nerse de celebrar con terceros otros negocios incompatibles con ese derecho
mientras tenga vigencia la opción" (Frustagli y Hernández). La opción puede
ser pactada " como una cláusula, o como un anexo del contrato, o como un
acto documental diferente, pero causalmente unido a la locación" (Lorenzetti).

Para arribar a esta conclusión se valen también del art. 16 de la ley 25.248,
contenido en el art. 1242 del texto, en cuanto el derecho a la transmisión del
dominio nace con el ejercicio de la opción de compra y el pago del precio fijado
en el contrato, " es decir, basta su manifestación de voluntad para perfeccionar
el contrato" (Molina Sandoval). Se ha definido al contrato de opción, como "
aquél en el cual una de las partes queda vinculada a una determinada oferta y
la otra parte se reserva la libertad de aceptarla o no, dentro del plazo que se
fije" (Aparicio), con sustento en el texto del art. 1331 del Código Civil italiano de
1942.

En este aspecto, y a los efectos del leasing, resulta interesante esta postura
doctrinaria, en virtud que " la opción se caracteriza porque el titular del derecho
es quien tiene acción para exigir que se perfeccione el contrato definitivo, la
otra parte sólo tiene obligaciones" (Nicolau). A modo de conclusión, en virtud
que el Código Civil y Comercial de la Nación incorpora al contrato de opción en
el art. 996, se refuerza la postura doctrinaria antedicha, debiéndose cumplir la
opción contenida no siendo susceptible de revocarse por ningún motivo, transfi-
riéndose a los herederos la facultad de elegir o no la compra del bien.

2. Plazo para la opción. ¿Desde cuando y hasta cuando?

2968
El texto comentado sigue al pie de la letra su fuente inmediata, contenida en el
art. 14 de la ley 25.248. Cabe preguntarse cuando nace el derecho de opción y
hasta cuando puede ejercerse. Con respecto al primer interrogante, afirmamos
que el derecho nace con el perfeccionamiento del contrato de leasing, en virtud
que se trata de un elemento tipificante y sin el cual perdería su razón de ser. En
cambio, el segundo interrogante tiene sus dificultades interpretativas porque,
en principio, puede ejercerse una vez que " se haya pagado tres cuartas partes
del canon estipulado, o antes si así lo convinieren las partes”. Esta indetermi-
nación ha sido juzgada razonable porque considera que " el legislador ha to-
mado en cuenta que las partes pueden haber pactado cánones cuyos montos
no sean iguales o cuyos períodos de pago no sean consecutivos" (Frustagli y
Hernández). Esta era, precisamente, la crítica que se le hizo al art. 27 inc. d) de
la ley 24.441 en cuanto facultaba al tomador a ejercer la opción cuando " hubie-
re pagado la mitad de los períodos de alquiler estipulados" , porque podía no
coincidir con la estructura contractual fijada; otra de tinte más financiera, era
aquella que afirmaba que " alteraba el contrato, al modificar su naturaleza por
la sola voluntad del tomador" (Lavalle Cobo) transformando el leasing en una
compraventa.

Ahora bien, la norma dice a partir de cuando puede ejercerse pero no dice has-
ta cuando el tomador podrá comunicar su intención de comprar el bien, por lo
cual, una vez más, dependerá de la autonomía contractual y, si las partes nada
han dicho, se afirma que la opción puede ejercerse hasta antes del vencimiento
contractual . De lo contrario, su silencio se interpretará en sentido negativo y
que carece de la intención de quedarse con el bien. Estimamos que " la última
oportunidad se da cuando el tomador se encuentra obligado, sino opta, a resti-
tuir la cosa"(López de Zavalía), porque si la restituye implica que no hará uso
de la opción de compra; en cambio, sino lo hace incurre en mora haciéndose
pasible de las acciones legales.

3. Modo de ejercicio

La ley 25.248 no ha establecido un modo de ejercicio o de comunicación de la


opción de compra, por parte del tomador al dador, por lo cual "salvo disposición
específica del contrato" se ha juzgado razonable que basta cualquier medio de

2969
comunicación que exteriorice la voluntad de utilizar la opción de compra, siem-
pre que sea fehaciente. Empero, también se ha dicho que una conducta implíci-
ta resulta suficiente siempre que sea contundente, por ejemplo, " el pago del
precio acordado para el ejercicio de este derecho" (Frustagli y Hernández).

En suma, existe libertad contractual para fijar el modo o la forma de comunica-


ción, pudiendo ser expreso o tácito, debiéndose juzgar con amplitud y razonabi-
lidad en virtud que la opción de compra resulta un elemento tipificante del lea-
sing.

4. Efectos de la opción. Cánones pendientes y precio de la opción

Una vez exteriorizada la intención de adquirir el bien, corresponde abonar el


precio de la opción, que como vimos en el comentario al art. 1230, se deja li-
brado a la determinación de su monto en el contrato o bien que sea determina-
ble de acuerdo a un procedimiento también pactado. Nos preguntamos, ¿co-
rresponde abonar los cánones pendientes con más el monto del precio, si se
encuentra ya determinado? Se ha juzgado más conveniente que " el ejercicio
anticipado de la opción de compra implica la suspensión del pago de los cáno-
nes y un aumento proporcional del precio que deberá abonarse por la opción
(...) En consecuencia, procede el recálculo proporcional del precio de la opción"
(Lavalle Cobo). En efecto, no debe olvidarse la finalidad económica financiera
del leasing que subyace al contrato; además, recordemos también que habien-
do cancelado el precio, se aplican las reglas del contrato de compraventa de
acuerdo a la naturaleza del bien.

5. ¿El plazo como elemento esencial?

En materia contractual el plazo es un elemento esencial, por ello calificada doc-


trina ha sostenido "con razón" que el plazo constituye un elemento esencial del
contrato de leasing (Spota- Leiva Fernández; Lorenzetti). En nuestro caso, re-
iteramos que "para nosotros" el contrato de leasing integra la categoría de los
contratos de duración ya que, necesariamente, requiere un plazo para el uso y
goce del bien, y que por lo general será dilatado. Decimos, por lo general, por-
que salvo supuestos particulares de contratos sobre bienes de corta vida útil
(por ej. un leasing de un programa informático que varía continuamente, como

2970
puede ser un sistema antivirus), el tomador pretende utilizar el bien por un pla-
zo prolongado y con la consiguiente financiación por el dador. Con buen crite-
rio, el legislador no ha establecido plazos mínimos ni máximos de este tipo con-
tractual, dejándolo librado a la voluntad de las partes y excluyendo expresa-
mente de su aplicación a los plazos establecidos para la locación de cosas.

Ahora bien, se trata a nuestro juicio de un carácter relevante, y por lo general


será un contrato de duración. Empero, no estamos seguros que se trate de un
elemento tipificante del contrato sub exámine, a diferencia de la opción de
compra, y por ello no está incluido en la definición legal ni se ha previsto un
plazo mínimo y mucho menos máximo, para dejar autonomía a las futuras par-
tes contractuales. En suma, dependerá de la modalidad que recurran las partes
(financiero, operativo, mobiliario o inmobiliario, retroleasing, de empresas o de
consumo, etc.) para asegurar la finalidad buscada, pero reiteramos "no sin
polémica para algunos" que no se trata de un elemento tipificante, como si lo es
la opción de compra, sin la cual el contrato no será de leasing, sino alguna va-
riante atípica.

6. Monto del ejercicio

En los Fundamentos se explicita que " se ha exigido entonces el criterio del


Proyecto de 1998, por ser el más equilibrado" , estableciéndose que puede
ejercerse la opción una que el tomador " una vez que haya pagado tres cuartas
partes del canon total o antes si así lo convinieren las partes" .

III. Jurisprudencia

(CNCom ., sala A, 27/6/1997, LA LEY, 1998- E, 383). La restitución de un bien


tomado en leasing cuando se verifica que el deudor no comunicó su decisión
de continuarlo dentro del plazo fijado por la ley concursal, autoriza a considerar
resuelto el convenio de pleno derecho, no siendo aplicable el art. 14 de la ley
25.248 en cuanto establece que el tomador puede ejercitar la opción de compra
del bien, ya que habiéndose juzgado que el contrato se halla resuelto, fenece la
prerrogativa que le asistía en tal sentido. Al no ejercerse la opción prevista por
el art 11 de la ley 25.248 dentro del plazo previsto por el art. 20, LCQ, el contra-
to de leasing ha quedado resuelto de pleno derecho, correspondiendo la resti-

2971
tución exigida. Ello, sin perjuicio de lo que el incidentista pueda reclamar por
cánones devengados hasta la devolución de las cosas (CNCom ., sala A,
28/12/2011, MJJ71185).

Art. 1241. Prórroga del contrato. El contrato puede prever su prórroga a opción
del tomador y las condiciones de su ejercicio.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 15; ley 24.441,art. 29;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1147; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1167.

II. Comentario

1. Opción de prórroga

El tomador del contrato de leasing dispone de un elenco de alternativas, algu-


nas establecidas por el legislador y otras que surgen del principio de autonomía
privada de las partes, para utilizar al momento de la finalización del contrato.
Precisamente, entre las primeras se encuentra la opción de prórroga del con-
trato, aplicable a todas las especies de leasing, y cuya fuente inmediata es el
art. 15 de la ley 25.248. A diferencia de la opción de compra que posee natura-
leza tipificante y por tanto es esencial para calificar a un contrato como de lea-
sing, la facultad de prorrogar el contrato puede o no estar incluida en el plexo
contractual; y para el supuesto que las partes la incluyeran, deberá además
establecer las condiciones de su ejercicio. Se trata, por tanto, de una cláusula
accidentaldel contrato, contando con ella el tomador " si es que ha así ha sido
prevista expresamente en el contrato de leasing" (Lorenzetti); y tiene su razón

2972
de ser en virtud que el tomador puede manifestar su interés en continuar go-
zando del bien. Con buen criterio, se ha dicho que la " prórroga del período lo-
cativo podrá optarse en el momento que determinen las partes, pero solamente
comenzará a correr desde la fecha de su vencimiento, pues en el caso contra-
rio, si el contrato se prorrogara antes de su vencimiento, se produciría una mo-
dificación del contrato original y no su prórroga" (Lavalle Cobo).

Esta cláusula resulta más acorde con la modalidad del retroleasing porque
permite seguir utilizando un bien; empero, creemos que no es compatible con
las otras modalidades, como el leasing financiero y el operativo, porque persi-
guen la adquisición del bien o su renovación, respectivamente. En tal sentido,
se ha dicho que si nos atenemos" a la naturaleza financiera del contrato de lea-
sing, esa posibilidad de prórroga es desaconsejable" (Barreira Delfino).

1.1 Caso de conflicto con acreedores

El tomador de un leasing puede elegir prorrogar el contrato y no ejercer la op-


ción de compra. En dicho supuesto, puede existir un conflicto con sus acreedo-
res, que en virtud del art. 1237, pueden subrogarse en los derechos del toma-
dor y ejercer ellos mismos la opción de compra, en el supuesto de estimarlo
más conveniente para sus intereses. Al respecto, se ha interpretado que el con-
flicto " debe resolverse en forma favorable a las pretensiones de estos últimos,
pues de lo contrario el derecho de subrogación que establece la ley en su be-
neficio dependería, en última instancia, de la voluntad del tomador" (Lavalle
Cobo).

1.2 Registración

Como la prórroga del contrato implica una modificación del plazo original, y en
virtud que el art. 1234 y concordantes, disponen un régimen de inscripción del
contrato a los efectos de su oponibilidad para terceros, debe inscribirse también
el instrumento de prórroga.

2. Opción de renovación

Entre las segundas alternativas, que tienen su origen en la autonomía privada,


se encuentra la opción de renovación de los bienes del contrato. Esta cláusula

2973
es muy útil " en aquellos contratos de leasing referidos a bienes de rápida ob-
solescencia tecnológica" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández) en los cua-
les la opción de compra carece de interés, por ejemplo, en materia de progra-
mas informáticos o software ; o bien, en bienes o equipos que, por su uso in-
tensivo, sufren una rápida depreciación económica.

La ley 24.441, en su art. 29, prescribía la opción de renovación del contrato


mediante la sustitución de " las cosas que constituyen su objeto por otras nue-
vas en las condiciones que se hubiesen pactado" . Empero, como bien se se-
ñaló, esta renovación de los bienes no preveía " la prórroga del período locati-
vo" (Lavalle Cobo). La ley 25.248 no incluyó una norma similar como tampoco
el texto proyectado, habiéndose afirmado que ello es acertado " porque enten-
demos que es innecesaria esta intervención del legislador, ya que es una cues-
tión de las partes establecer si compran la misma cosa u otra distinta, y ello no
desnaturaliza la función típica del contrato" (Lorenzetti). Sin perjuicio de ello, en
virtud de la autonomía de las partes es factible su inclusión, debiéndose conve-
nir también la regulación de los derechos y obligaciones para el supuesto de
hacer uso de la misma. Por ejemplo, " plazos para su ejercicio, pautas para la
elección del nuevo bien y bases para la determinación del canon" (Fresneda
Saieg, Frustagli y Hernández).

3. Opción de restitución del bien

Al momento del perfeccionamiento del contrato, el tomador conoce que puede


hacer uso de la opción de compra del bien, por imperio legal. Empero, en tanto
facultad puede o no utilizarla. Pues bien, no se ha previsto expresamente la
posibilidad de restitución del bien por parte del legislador, que resulta ser la
contrapartida por el no uso de la opción de compra. En otros términos, si al
momento de concluir el plazo del contrato, el tomador elige no comprar el bien
deberá restituirlo al dador, a la sazón propietario y poseedor, en el estado en
que se encuentre, bajo apercibimiento de incurrir en mora y responder por los
daños.

III. Jurisprudencia

2974
1. En el leasing no se transmite el dominio ni la posesión, sino la tenencia; sólo
a partir del ejercicio de la opción se aplican las reglas de la compraventa y se
producen sus efectos. Corresponde la restitución de los bienes muebles dados
en leasing al propietario por no haberse optado por la cláusula de compra ni
por la continuación del contrato (CNCom ., sala F, 23/2/2010, MJJ55971).

2. A diferencia de lo que acontece por ejemplo en un contrato de compraventa,


en donde el comprador adquiere la propiedad del bien objeto del mismo y si se
frustra puede reclamar el valor de aquél, en el caso del leasing, recién al cum-
plirse el pago de las tres cuartas partes del valor del canon total pactado (art.
14ley 25.248), el tomador cuenta con tres opciones: 1) ejercer la opción de
compra, cancelar el saldo y adquirir el dominio del bien (posibilidad siempre
existente, puesto que de no ser así no podría tratarse de un contrato de leasing
— conf. art. 1ley 25.248—); 2) no ejercer dicha opción de compra y restituir el
bien; y, por último, 3) la de prorrogar el contrato (art. 15 ley citada) (CNCom .,
sala B, 29/8/2012, MJJ75269).

Art. 1242. Transmisión del dominio. El derecho del tomador a la transmisión


del dominio nace con el ejercicio de la opción de compra y el pago del precio
del ejercicio de la opción conforme a lo determinado en el contrato. El dominio
se adquiere cumplidos esos requisitos, excepto que la ley exija otros de acuer-
do con la naturaleza del bien de que se trate, a cuyo efecto las partes deben
otorgar la documentación y efectuar los demás actos necesarios.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 16; ley 24.441,art. 32;
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1150; Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1168.

2975
II. Comentario

1. Requisitos de transmisión del dominio

Una vez que el tomador exterioriza su intención de ejercer la opción de compra,


se perfecciona el contrato de opción, por lo cual el dador queda obligado a
transmitir el dominio del bien. El texto comentado tiene su fuente inmediata en
el art. 16 de la ley 25.248 que tiene una redacción similar. Sin embargo, la in-
terpretación literal ha sido motivo de crítica en virtud que " parece dar a enten-
der que para el perfeccionamiento del contrato de compraventa no bastaría con
la manifestación de voluntad del tomador de ejercer su derecho de opción, sino
que sería necesario entregar la prestación a su cargo, exigencia propia de los
negocios reales" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).

En virtud que el Código Civil y Comercial de la Nación elimina la categoría de


los contratos reales, y conforme fuera adelantado, el contrato de leasing es
consensual porque se perfecciona por el mero acuerdo de partes, generando
derechos y obligaciones, entendemos que el artículo comentado nunca podría
interpretarse como que exigiera el pago del precio recién para hacerse exigible
el derecho de transmisión del dominio. Así, se ha dicho que " el derecho del
tomador a que se le transmita el dominio deriva del contrato de compraventa, el
cual queda perfeccionado en el momento en que aquél emite la declaración
que contiene su opción, dirigida al dador" (Lavalle Cobo).

Por otra parte, en virtud del ejercicio de la opción de compra el tomador pasa a
ser comprador y el dador se transforma en vendedor, aplicándose subsidiaria-
mente las reglas de la compraventa (cfr., art. 1250), que es un contrato con-
sensual siendo el pago "en realidad" ejecución del contrato de opción de com-
pra del bien. En otros términos, con razón, se ha afirmado que " el derecho del
tomador- comprador a la transmisión del dominio, nace desde el perfecciona-
miento del contrato por el solo ejercicio del derecho de opción (título), pero se
requiere de una actividad personal suya (pago del precio) que sumada a la tra-
dición produzca la transmisión del dominio" . No debe olvidarse que el tomador
ya se encuentra con la tenencia del bien, por lo cual una vez ejercida la opción
y abonado el precio no requiere actos materiales de tradición, siendo un su-

2976
puesto de traditio brevi manu, conforme lo previsto en el art. 2387 del Cód. Ci-
vil.

El espíritu de la norma tiende a proteger tanto a las partes como a los terceros.
Por un lado, al dador evitando que se transfiera el dominio hasta tanto se abo-
ne el precio pactado. Por otro lado, a los terceros a fin de evitar los fraudes,
especialmente en los casos de cosas muebles no registrables. Es dable reco-
nocer que la ley 24.441, en suart. 32, resultaba mucho más sencilla en su in-
terpretación: " La transmisión del dominio se produce por el ejercicio de la op-
ción, el pago del valor residual en las condiciones fijadas en el contrato y el
cumplimiento de los recaudos legales pertinentes de acuerdo con la naturaleza
de la cosa de que es trate, a cuyo efecto las partes deberán otorgar la docu-
mentación necesaria" .

2. Otros requisitos complementarios según la naturaleza del bien

Como regla , la transmisión del dominio se perfecciona con el título y el modo;


en nuestro caso, con el ejercicio del derecho de opción, el pago del precio y la
entrega de la posesión al tomador del bien. Empero, con buen criterio, teniendo
en cuenta que el objeto del leasing es amplio y permite otorgarse también so-
bre derechos, la norma también dispone que, por excepción, según la naturale-
za del bien de que se trate deberán cumplirse con aquellos otros requisitos que
sean necesarios para la transferencia del bien. Así, en el caso de cosas inmue-
bles deberá instrumentarse por escritura pública y registrarse en el Registro de
la Propiedad Inmueble; en el supuesto de leasing de buques deberá instrumen-
tarse también por escritura pública o instrumento privado y registrarse en el
Registro respectivo, lo mismo en materia de aeronaves. En cambio, en el caso
de los automotores se requiere la registración porque tiene carácter constituti-
vo. Para el caso de leasing de muebles no registrables será suficiente la opción
de compra y el pago del precio, en virtud de la tradición brevi manu ya explica-
da, sin perjuicio de la cancelación de la inscripción.

3. Comparación con el contrato de compraventa

En virtud que se aplican subsidiariamente las reglas de la compraventa cuando


el tomador ejerce la opción de compra, puede resultar de interés distinguir am-

2977
bos contratos. Así, con el contrato de compraventa, el leasing posee dos dife-
rencias sustanciales: a) Por un lado, el objeto de la compraventa consiste en
transmitir el dominio de una cosa a partir del momento del perfeccionamiento
del contrato, es decir, desde el inicio. En cambio, en el leasing, el objeto del
contrato consiste en transferir la tenencia de un bien, para uso y goce del to-
mador, facultándolo a adquirir la propiedad en un momento determinado, legal
o contractualmente, ejerciendo la opción de compra y abonando el precio con-
venido; b) Por otro lado, la compraventa sólo puede tener como objeto cosas,
muebles o inmuebles. En cambio, en el leasing, además de las cosas, se per-
mite otorgar el uso y goce sobre " objetos intangibles, como marcas, patentes,
modelos industriales y software" (Spota-Leiva Fernández).

En cuanto al plazo del pago del precio del la opción de compra, en virtud de la
autonomía privada, deberá estar establecido en el contrato. Para el caso de
silencio, rige supletoriamente el régimen jurídico de la compraventa, por lo cual
existen varias opciones: a) Puede ser al contado (cfr., art. 1141); b) Contra en-
trega de la cosa (art. 1152).

4. Deber de otorgar la documentación

Por último, se explicita la obligación del dador de otorgar toda aquella docu-
mentación que sea necesaria para efectivizar la transferencia del dominio. Para
el supuesto de incumplimiento, tratándose de una obligación de hacer es sus-
ceptible de ejecución forzada, y ante la contumacia del dador la documentación
puede ser suscripta por el juez. También puede resolver el contrato con más
los daños. Empero, en el caso que fuere el tomador un consumidor, entende-
mos que deberá prevalecer el criterio que exige el cumplimiento del dador, por-
que le interesa adquirir el bien y no los daños que este incumplimiento pudiere
ocasionarle.

III. Jurisprudencia

Debe rechazarse la demanda de daños y perjuicios incoada por quien fuera


desalojado, alegando que las partes habían convenido la opción de venta del
inmueble alquilado, pero que dicha venta no se pudo concretar porque la de-
mandada/locadora no tiene ni tenía, al momento de la promesa, la documenta-

2978
ción para realizar la transferencia de dominio. Ello, pues no se encuentra pro-
bado que la demandada haya sido constituida en mora por la actora, ni tampo-
co que la misma frustrara la compraventa del inmueble (CACiv. y Com. Lomas
de Zamora, sala I, 13/8/2009, MJJ46195).

Art. 1243 Responsabilidad objetiva. La responsabilidad objetiva emergente


del artículo 1757 recae exclusivamente sobre el tomador o guardián de las co-
sas dadas en leasing.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación

En materia de fuentes se han seguido: ley 25.248,art. 17; Ley 24.441,art. 33;
Proyecto de Código Civil de 1998, art. 1169.

II. Comentario

1. Antecedentes legislativos. Posición del legislador

La reparación de los daños que sufran terceros como consecuencia de un bien


otorgado por medio de un contrato de leasing, ha sido motivo de arduas dispu-
tas en materia doctrinaria, ya sea en el derecho nacional como en el compara-
do. En efecto, la finalidad económica y financiera del leasing que subyace a
toda esta materia ha sido el argumento principal para evitar que el dador sea
responsable por aquellos daños causados por el bien, cuando es utilizado por
el tomador, quien es el que se favorece por su uso y goce: en suma, es el
guardián del bien.

El art. 33 de la ley 24.441 establecía " la responsabilidad objetiva del dador


emergente del art. 1113, Cód. Civil, se limita al valor de la cosa entregada en
leasing cuyo riesgo o vicio fuere la causa del daño si el dador o el tomador no

2979
hubieran podido razonablemente haberse asegurado y sin perjuicio de la res-
ponsabilidad del tomador" . Esta redacción fue muy criticada por la doctrina
civilista, denominándola como un " mecanismo de limitación cuantitativa de la
responsabilidad del dador" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández), llegándo-
se a aprobar un despacho de mayoría, en la Comisión II de las " VII Jornadas
Bonaerenses de Derecho Civil" , propiciándose su derogación a fin de obtener
la responsabilidad plena de los dadores. En cambio, la doctrina comercialista
afirmaba que esta responsabilidad objetiva conspiraba contra " el pleno desa-
rrollo de la actividad, porque aun cuando se hubieran asegurado los riesgos
correspondientes, las instituciones financieras eran sistemáticamente deman-
dadas por daños y perjuicios" (Lavalle Cobo).

El Proyecto de Código Civil de 1998, en su art. 1169, receptando estas críticas


estableció que "el dador del leasing tiene la carga de contratar un seguro que
cubra los riesgos ordinarios de responsabilidad civil que puedan causar los bie-
nes objeto del contrato (...) el dador es responsable (...) únicamente en los ca-
sos que no haya contratado este seguro”. Esta norma fue ponderada por le
doctrina, afirmándose que " la posición correcta es la del proyecto"(Lorenzetti).

El art. 17 de la ley 25.248 hizo caso omiso a las críticas y avanzó aún más dis-
poniendo lisa y llanamente la exclusión total de responsabilidad del dador, en
estos términos: " la responsabilidad objetiva emergente del art. 1113, CCiv. re-
cae exclusivamente sobre el tomador o guardián de las cosas dadas en lea-
sing" , modificación que fue considerada como un " criterio correcto de estable-
cer que en los casos de responsabilidad objetiva (...) el único responsable es el
tomador" (Lavalle Cobo), siempre y cuando el contrato se encuentre debida-
mente registrado. Desde otro punto de vista, en cambio se dijo que " la ley ac-
tual se aparta del proyecto de 1998 y, perjudicando el interés de los eventuales
damnificados, los obliga a tener que acreditar la presencia de un factor de atri-
bución subjetivo para responsabilizar al dador" (Lorenzetti).

La doctrina más autorizada (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández), sin em-


bargo, enumeró criterios hermenéuticos para interpretar la norma transcripta a
fin de evitar la indefensión de los terceros o víctimas de daños ocasionados por
bienes otorgados en leasing, especialmente cuando el tomador no hubiera ges-
tionado la contratación de seguros de responsabilidad civil o bien fuera insol-

2980
vente, ya que por imperio legal es el único responsable. A tales efectos, tenien-
do en cuenta los principios generales del derecho privado y los específicos del
régimen de de defensa del consumidor, podemos afirmar: a) Desde un punto
de vista general, la exclusión de responsabilidad del dador se aplica sólo al
leasing financiero no así al leasing operativo; en cuanto al factor de atribución,
sin distinción de especies de leasing, la responsabilidad del dador siempre será
subjetiva; b) Desde el punto de vista del régimen del consumidor, en virtud de
la aplicación del art. 40 de la ley 24.240 resultan responsables frente al consu-
midor o usuario, dentro de la relación de consumo, " todos los integrantes de la
cadena de comercialización "incluido el dador" (...) y no sólo su productor o
elaborador" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández); c) El tomador o guardián
es responsable de los daños ocasionados por el vicio o riesgo del bien, objeto
del leasing, debiendo responder con un factor de atribución objetivo, pudiéndo-
se excluir su responsabilidad por las causales previstas en el art. 1113 del
CCiv.

La responsabilidad del tomador corre a " partir del momento en que recibe la
cosa (...) se proyecta también al guardián de las cosas dadas en leasing, por
ejemplo, al depositario a quien el tomador las hubiere confiado o al locatario de
ellas" (Lavalle Cobo).

En los Fundamentos del Anteproyecto se expresa que frente a " este debate es
necesario buscar un equilibrio que contemple el derecho de las víctimas al re-
sarcimiento y la necesidad de viabilizar este tipo de contratos. Por esta razón
se elabora una norma que, siguiendo el Proyecto de 1998, establece un ade-
cuado balance" .

2. Comparación con la norma proyectada

La norma anotada sigue el texto de la ley 25.248 recayendo la responsabilidad


con el factor de atribución objetivo (art. 1757) exclusivamente sobre el tomador
o el guardián del leasing, excluyendo al dador.

Sin embargo, desde el punto de vista del derecho de seguros, el dador contra-
tará el seguro como tomador del mismo para resguardar su patrimonio; y desde
el punto de vista del contrato de leasing, avizoramos que incluirá la prima de-
ntro del canon a abonar por el tomador, en virtud de los arts. 1229 y 1238 del

2981
Código Civil y Comercial de la Nación. En dicho caso, el factor de atribución
será objetivo de manera idéntica al tomador, en virtud del reenvío al art. 1757
que regula la responsabilidad por el " hecho de las cosas y actividades riesgo-
sas" . De modo reciente, se ha afirmado " que la eliminación de esta exención,
implica un retroceso normativo que puede traducirse en un desaliento para
ofrecer este tipo de negocio financiero o un fuerte encarecimiento del mismo,
en función del mayor riesgo imperante" (Barreira Delfino). Ello, sin perjuicio, de
otros seguros que pueda contratar el tomador que cubran los riesgos de los
bienes otorgados en leasing, por ejemplo por pérdida o destrucción de la cosa,
en los cuales por lo general " son (...) endosados a favor del dador en cumpli-
miento de disposiciones contractuales, ya que cubren los riesgos de pérdida
total o parcial de la cosa" (Lavalle Cobo).

3. De la acción directa y su supresión por el Proyecto

Cabe advertir que el Proyecto suprimió la acción directa en contra del asegura-
dor que gozaba el damnificado según el texto elevado por la Comisión de re-
formas, siguiendo el Proyecto de 1998, que decía lo siguiente: " En el ámbito
de la responsabilidad prevista en este artículo, se reconoce al damnificado ac-
ción directa contra el asegurador en los términos del contrato de seguro. El da-
dor es responsable únicamente en los casos que no haya contratado este se-
guro. La responsabilidad del tomador se juzga según la responsabilidad por el
hecho de las cosas”.

Esta supresión va a contramano de la doctrina, que se había expedido recono-


ciendo que " es muy importante la acción directa contra el asegurador, que el
nuevo Código reconoce al tercero damnificado" (Barreira Delfino).

III. Jurisprudencia

1. ( CNCiv ., sala K, 20/3/2006, MJJ11105). Resulta improcedente responsabili-


zar al banco dador, y titular del dominio, por los daños derivados de un acci-
dente de tránsito en el cual intervino el vehículo objeto del contrato de leasing
celebrado durante la vigencia de la ley 24.441 (ADLA LV - A - 296), pues, visto
que el accidente se produjo con posterioridad a la sanción de la ley 25.248
(ADLA LX - C - 2815), es aplicable al caso lo previsto en el art. 17 de la citada

2982
norma, en cuanto dispone que la responsabilidad objetiva del art. 1113, Cód.
Civil., recae exclusivamente sobre el tomador o guardián de las cosas dadas en
leasing " (CCiv. y Com. Rosario, 28/3/2007, LL Litoral, 1238).

2. Corresponde modificar parcialmente la sentencia recurrida, admitiendo la


excepción de falta de legitimación pasiva opuesta por la cedente de una unidad
de transporte de pasajeros a la empresa codemandada — tomadora de la cosa
- , a través de un contrato de leasing, recayendo la responsabilidad exclusiva
en el tomador o guardián de dicha unidad, a raíz de los daños y perjuicios su-
fridos por la actora con motivo de un accidente de tránsito ( CNCiv., sala J,
11/9/2007, MJJ16211) (CCiv. y Com. Santa Fe, sala 1ª, 7/2/2008, MJJ20356)
(CCiv. y Com. Junín,2/10/2007, MJJ15761) ( CNCiv., sala D, 9/5/2008, JA,
fasc. 11, 2009 - I - 9) ( CNCiv ., sala M, 15/7/2008, MJJ40353)

Art. 1244. Cancelación de la inscripción. Supuestos. La inscripción del leasing


sobre cosas muebles no registrables y software se cancela:

a) por orden judicial, dictada en un proceso en el que el dador tuvo oportunidad


de tomar la debida participación;

b) a petición del dador o su cesionario.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 18; Proyecto de Código Civil
de 1998, arts. 1170.

II. Comentario

1. Antecedentes normativos

2983
La norma anotada tiene su antecedente mediato en el art. 1170 del Proyecto de
Código Civil de 1998 y el art. 25 del dec.-ley 15.348/1946 sobre Prenda con
Registro. El antecedente inmediato es el art. 18 de la ley 25.248 que estableció
un procedimiento de cancelación de la inscripción del leasing en tres incisos,
cuando lo solicitara el tomador en un proceso judicial (inc. a); cuando lo solicita-
ra el dador o su cesionario (inc. b); cuando lo solicitara el tomador mediante un
procedimiento extrajudicial (inc. c).

Del texto del artículo comentado podemos adelantar que se ha mejorado su


técnica legislativa, al fraccionarse el art. 18 citado en tres artículos: arts. 1244,
1245 y 1246. De este modo, se permite tener una comprensión más sencilla de
los distintos supuestos sometidos a tratamiento. Sin embargo, compartimos la
postura que afirma que nada se dice " de la cancelación de la inscripción en
casos de incumplimientos contractuales del tomador que se dan lugar a la res-
cisión del contrato de leasing, lo que hubiera sido conveniente prever atento las
diversas interpretaciones de los registros sobre el particular " (Barreira Delfino).

2. Del ámbito de aplicación

Es sabido que todo contrato de leasing debe registrarse a los efectos de hacer
oponible sus cláusulas a los terceros. Una vez concluido, ya sea por finaliza-
ción del plazo o bien por hacer el tomador uso de la opción de compra, en vir-
tud del principio de paralelismo de las formas resulta necesario cancelar la ins-
cripción. El ámbito de aplicación para la cancelación de la inscripción del lea-
sing comprende sólo a las cosas muebles no registrables y al software , llenán-
dose un vacío legal y con ese fin " establece un régimen análogo al de cance-
lación de los gravámenes prendarios legislado en el art. 25 del dec.- ley
15.348/46, adaptado a los contratos de leasing" (Lavalle Cobo).

A tales efectos, dispone dos supuestos: a) Por orden judicial, dictada en un


proceso; b) A petición del dador o su cesionario.

En el primer caso, el tomador deberá promover una acción tendiente a obtener


la cancelación de la inscripción registral, demostrando el pago de los cánones
y, que por lo común, será " consecuencia de haber fracasado el procedimiento
previsto" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández) en el art. 1245 que veremos
a continuación. Se requiere, además, que el dador haya tenido oportunidad de

2984
una debida participación, interpretándose que ello implica gozar del derecho de
defensa, contenido en el art. 18 de la Constitución Nacional. Empero, además,
exige que " el dador sea parte actora o demandada en un proceso de conoci-
miento que tuviere por objeto derechos sobre los bienes dados en leasing" (La-
valle Cobo), no bastando haber tenido alguna participación incidental, sino que
debe tratarse de un proceso de conocimiento, con amplio derecho a ofrecer y
producir prueba, en el cual se discuta sobre el contrato de leasing.

En el segundo caso, la cancelación de la inscripción se requiere a petición del


dador del leasing, o bien de su cesionario, habiéndose afirmado que ninguna "
duda se genera en tal caso" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández). Sin em-
bargo, en nuestra opinión, el leasing se registra en beneficio de todas las par-
tes contratantes e incluso de los terceros, por lo cual se debe interpretar que "
el dador "o su cesionario" sólo podrá solicitar la cancelación de la inscripción
del contrato de leasing si deja constancia de que el tomador ha ejercitado la
opción de compra correspondiente y que nada tienen que reclamarle por el
precio de ella (...) [ya] que permite salvar las distorsiones que podrían producir-
se si la disposición en comentario se aplicara literalmente" (Lavalle Cobo). De
lo contrario, parecería que el dador y por ende su cesionario podría tener la
facultad exclusiva de requerir la cancelación de la inscripción, violando dere-
chos de los terceros lo que no se compadece con el carácter bilateral del con-
trato. Nos remitimos al comentario del art. 1247 en el cual ampliaremos.

3. El supuesto del software. Controversia

Al comentar el artículo 1235 se mencionó la controversia doctrinaria en torno a


cual debía ser el Registro para inscribir un leasing de software, el Registro de
Créditos Prendarios por aplicación analógica a las cosas muebles no registra-
bles; o por el contrario, el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual en vir-
tud de la última modificación a la ley 11.723.

Compartiendo la postura ya esbozada, afirmamos que " la disposición acerca


de la cancelación de los contratos de leasing de software por el encargado del
Registro de Créditos Prendarios es inaplicable, y debe estarse a las reglamen-
taciones del Registro Nacional de la Propiedad Intelectual" (Lavalle Cobo). Lo
ideal hubiera sido la creación de un Registro único de leasing por parte del le-

2985
gislador, con alcance nacional, pero dicho criterio no ha sido seguido habién-
dose optado por no innovar en la materia, a pesar de su tremenda importancia.

III. Jurisprudencia

(CNCiv ., sala M, 15/7/2008, MJJ40353)

Art. 1245. Cancelación a pedido del tomador. El tomador puede solicitar la


cancelación de la inscripción del leasing sobre cosas muebles no registrables y
software si acredita:

a) el cumplimiento de los recaudos previstos en el contrato inscrito para ejercer


la opción de compra;

b) el depósito del monto total de los cánones que restaban pagar y del precio
de ejercicio de la opción, con sus accesorios, en su caso;

c) la interpelación fehaciente al dador, por un plazo no inferior a quince días


hábiles, ofreciéndole los pagos y solicitándole la cancelación de la inscripción;

d) el cumplimiento de las demás obligaciones contractuales exigibles a su car-


go.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 18; Proyecto de Código Civil
de la República Argentina de 1998, arts. 1170.

II. Comentario

1. Antecedentes

2986
La norma comentada tiene su antecedente inmediato en el art. 18 inc. c) de la
ley 25.248 que establece un "procedimiento sencillo y económico a través del
cual el tomador pueda después del vencimiento del plazo para el ejercicio de la
opción de compra (...) solicitar la cancelación ofreciendo el pago del monto de
los cánones totales no pagados y del precio de ejercicio de la opción, con sus
accesorios, en su caso" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).

Su ámbito de aplicación también esta pensando para la cancelación de la ins-


cripción del leasing que recaiga sobre cosas muebles no registrables y softwa-
re.

2. Requisitos para su ejercicio

La norma mejora la redacción de su antecedente y enumera "de modo didácti-


co" cuales son los requisitos que debe cumplir el tomador para cancelar la ins-
cripción del leasing, a saber: a) Cumplimiento de aquellos recaudos previstos
contractualmente para ejercer la opción de compra; b) Depósito del monto total
de los cánones pactados y del precio de la opción, con más sus accesorios; c)
Interpelación fehaciente al dador ofreciéndole los pagos anteriores y solicitán-
dole la cancelación, en un plazo no inferior a 15 días hábiles; d) Las demás
obligaciones pactadas en el contrato.

En primer lugar, el tomador debe haber abonado tres cuartas partes del canon
total o menos si así se hubiere estipulado (art. 1240) y haber exteriorizado su
voluntad de adquirir el bien. Resulta fundamental que no haya incurrido en mo-
ra, de lo contrario " no estará en condiciones legales de proceder a la cancela-
ción por consignación del saldo de precio si se encuentra en mora y ese estado
de incumplimiento, de acuerdo con las cláusulas contractuales, le ha hecho
perder el derecho de optar por la compra" (Lavalle Cobo).

En segundo lugar, deberá depositar el monto total de los cánones previstos,


con más el precio de compra fijado en el contrato o bien ya determinado según
procedimientos pactados (art. 1230). Se incluyen también aquellos accesorios
previstos. El régimen del art. 18 inc. c) de la ley 25.248 es más explicito porque
se debe " acompañar constancia de depósito en el banco oficial o el que co-
rresponde a la jurisdicción del registro de la inscripción, del monto de los cáno-
nes totales no pagados y del precio de ejercicio de la opción, con sus acceso-

2987
rios" . Debe recordarse que la finalidad del leasing es financiera por lo cual el
plazo del contrato debe tener una razonable relación con los cánones pacta-
dos.

En tercer lugar, debe acreditar haber interpelado al dador ofreciéndole los pa-
gos de los rubros antedichos, en un plazo de 15 días hábiles, por lo general en
el domicilio establecido en el contrato. Se había recomendado en doctrina " que
hubiera sido mejor prescribir el uso de la carta- documento que funciona en la
actualidad como medio fehaciente indiscutido de notificación por correo" (Lava-
lle Cobo). Sin embargo, la norma guarda silencio sobre el medio de interpela-
ción por lo cual podrá utilizarse la carta documento o bien la carta certificada o
cualquier otro medio que sea fehaciente, y que permita acreditar su recepción
sin duda alguna por parte del dador. Al respecto, se dijo que frente a esta pre-
tensión la conducta del dador admitía dos opciones: " a) formular observacio-
nes al pedido, lo cual obligará al tomador a valerse del procedimiento indicado
en el punto 1; b) no formular expresamente observaciones, con cuyo silencio
generará una importante presunción en cuanto a la caducidad de sus dere-
chos"(Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).

En cuarto lugar, también, si las partes han previsto otras obligaciones acceso-
rias a las previstas por la legislación, el tomador deberá cumplirlas. Para ello, el
encargado del registro deberá verificar el instrumento contractual registrado.

3. Procedimiento de cancelación

Una vez verificado el cumplimiento de todos los recaudos previstos por la nor-
ma, el encargado del registro debe iniciar el procedimiento de cancelación pre-
visto en el art. 1246, y que será objeto de análisis a continuación.

III. Jurisprudencia

(CNCiv., sala M, 15/7/2008, MJJ40353).

Art. 1246. Procedimiento de cancelación. Solicitada la cancelación, el encar-


gado del registro debe notificar al dador, en el domicilio constituido en el contra-
to, por carta certificada:

2988
a) si el notificado manifiesta conformidad, se cancela la inscripción;

b) si el dador no formula observaciones dentro de los quince días hábiles desde


la notificación, y el encargado estima que el depósito se ajusta a lo previsto en
el contrato, procede a la cancelación y notifica al dador y al tomador;

c) si el dador formula observaciones o el encargado estima insuficiente el de-


pósito, lo comunica al tomador, quien tiene expeditas las acciones pertinentes.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 18 inc. c); Proyecto de
Código Civil de la República Argentina de 1998, arts. 1170.

II. Comentario

1. Antecedentes

El artículo comentado regula el denominado procedimiento de cancelación que


se encuentra regulado en el art. 18 inc. c) de la ley 25.248, para las cosas
muebles y software que se tramita por ante el encargado del Registro de Crédi-
tos Prendarios, y que se aplica cuando el tomador hace uso de la opción de
compra.

2. Comparación con la norma vigente

La norma anotada mejora la redacción de su antecedente inmediato en virtud


que clasifica en tres incisos las distintas conductas que puede tener el dador
del contrato de leasing, luego de producida la notificación de la solicitud de
cancelación de la inscripción, por parte del tomador, a saber: a) Manifestar su
conformidad; b) No manifestar observaciones; c) Formular observaciones.

2989
A diferencia del art. 1245, esta vez dispone cual será el medio fehaciente para
notificar al dador del requerimiento del tomador: la carta certificada . Por lo tan-
to, el encargado del registro obligatoriamente deberá utilizar este medio para
hacer conocer la pretensión al dador. Sin embargo, como ya adelantamos,
mientras el medio utilizado permita conocer que la notificación ha llegado a co-
nocimiento del dador, y pueda acreditarse su debida recepción, podrá ser utili-
zada cualquier medio, como la carta documento o la carta certificada.

3. Análisis de las opciones del dador

3.1 Conformidad expresa

En primer lugar, ante la solicitud de cancelación de la inscripción el Encargado


del Registro deberá notificar la dador, en el domicilio constituido en el contrato,
quien puede manifestar su conformidad expresa. Se entiende que el tomador
ha ejercido la opción de compra del bien y que ha satisfecho el precio, los
cánones pendientes con más los accesorios pactados, desobligando al dador.
En tal supuesto, el dador deberá cumplir con la suscripción de los documentos
legales que sean necesarios para la efectiva transferencia del bien.

3.2 Conformidad implícita

En segundo lugar, ante la notificación el dador, se abre un plazo de 15 días


hábiles para que el dador manifieste su conformidad expresa o bien su silencio
ante el requerimiento de cancelación de la inscripción. La doctrina sostiene que
el " silencio del dador crea la presunción de que presta su conformidad con la
cancelación " (Lavalle Cobo) siendo uno de los pocos supuestos en los cuales
la inacción o silencio tiene efectos positivos (cfr., art. 919, Cód. Civil)

Una vez que transcurre dicho plazo y ante la falta de exteriorización del dador,
el encargado puede proceder a la cancelación, notificando al dador y al toma-
dor, respectivamente. Para ello "de modo previo" deberá realizar un cálculo del
depósito efectuado por el tomador y si se ajusta a lo previsto en el contrato.
Recordemos que el art. 1230 del Cód. Civ. y Com determina que el precio de
ejercicio de la opción de compra debe estar " fijado en el contrato o ser deter-
minable según procedimientos o pautas pactadas” . Por lo tanto, de la claridad
de la redacción de aquella cláusula dependerá que el encargado del registro

2990
determine si el depósito se ajusta o no al plexo contractual. Tendrá que hacer,
pues, un juicio de razonabilidad.

3.3 Formulación de observaciones. Depósito insuficiente

En tercer lugar, una vez notificado el depósito del tomador la conducta del da-
dor puede consistir en expresar observaciones, de distinta índole. En tal senti-
do, puede estimar el depósito como insuficiente o bien denunciar que el toma-
dor se encontraba en mora y había perdido la oportunidad de hacer uso de la
opción de compra. En otros términos, el procedimiento extrajudicial de cancela-
ción de la inscripción se tornaría contencioso, por lo cual corresponde que se
dilucide en los estrados judiciales dentro del marco del art. 1244 del inc. a), de-
biendo el encargado del registro concluir el trámite.

Ahora bien, del texto de la norma no surge la solución para aquellos casos en
que el dador formule observaciones, pero que el encargado estimara que éstas
carecen de entidad. Simplemente, se expresa que el encargado puede estimar
insuficiente el depósito.

En consecuencia, si el dador formula cualquier tipo de observación al requeri-


miento del tomador o bien el encargado estima que el depósito del tomador no
se ajusta al contrato, deberá promover el tomador las acciones judiciales res-
pectivas, conforme esta previsto en el art. 1244 inc. a), que fuera ya analizado,
y a cuyos comentarios nos remitimos.

III. Jurisprudencia

(CNCiv ., sala M, 15/7/2008, MJJ40353).

Art. 1247. Cesión de contratos o de créditos del dador. El dador siempre


puede ceder los créditos actuales o futuros por canon o precio de ejercicio de la
opción de compra. A los fines de su titulización puede hacerlo en los términos
de los artículos 1614 y siguientes de este Código o en la forma prevista por la
ley especial. Esta cesión no perjudica los derechos del tomador respecto del
ejercicio o no ejercicio de la opción de compra o, en su caso, a la cancelación
anticipada de los cánones, todo ello según lo pactado en el contrato.

2991
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 19; Proyecto de Código Civil
de la República Argentina de 1998, arts. 1171.

II. Comentario

1. Antecedentes

La norma anotada pretende regular la cesión de contratos y la de créditos del


dador, reconociendo su antecedente en el art. 19 de la ley 25.248, mantenien-
do idéntico epígrafe: cesión de contratos o de créditos del dador.

La ley 24.441, en cambio, carecía de un artículo que se refiriera al tópico esti-


mando la doctrina que resultaba innecesaria " desde que no hay razón para
pensar que los créditos emergentes del leasing pudiesen estar fuera de la regla
general de cedibilidad de los derechos creditorios consagrada en los arts. 1444,
1446 y 1448, Cód. Civil"(Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández). Lo mismo
cabe predicar de este artículo toda vez que el Código Civil y Comercial de la
Nación, en su capítulo 27, regula la " cesión de la posición contractual" .

Asimismo, con anterioridad había sido objeto de crítica el epígrafe puesto que,
en rigor, lo que se pretende regular es la cesión de créditos del dador ya sean
actuales o futuros por parte del dador, pudiendo recaer sobre el canon pactado
o el precio del ejercicio de la opción de compra, y no la cesió n del contrato .
Sin embargo, se ha optado por mantener el texto cuestionado sin modificación
alguna, renaciendo las opiniones doctrinarias al respecto.

2. Análisis de la técnica legislativa

Desde el punto de vista de la técnica legislativa, se modifica el reenvío que


hace el art. 19 de la ley 25.248 a los artículos 70, 71 y 72 de la ley 24.441, toda

2992
vez que a partir del art. 1614 del Código Civil y Comercial de la Nación, en su
capítulo 26, se trata de la Cesión de derechos. En tal sentido, también se corri-
ge el defecto del texto anterior que mencionaba el vocablo " titularización" o "
titulación" en el Proyecto de Código Civil de 1998 (art. 1171), cuando en reali-
dad, el término correcto es " titulización" de activos o bien securitización de
créditos.

Por último, el art. 19 de la ley 25.248 dispone que la cesión no perjudica los
derechos del tomador " todo ello según lo pactado en el contrato inscrito" . En
cambio, el art. 1247 anotado ha suprimido el vocablo " inscrito" , dándolo por
sobreentendido.

3. Facultad irrestricta. Su finalidad

En primer término, cabe distinguir que en el epígrafe se menciona la cesión de


contrato y la cesión de créditos, tratando el artículo solo el segundo tema. Co-
mo ya se adelantó, la cesión del contrato resulta perfectamente posible, en vir-
tud de los principios generales, debiendo respetar el cesionario la opción de
compra prevista en el contrato de leasing. En otros términos, " la cesión del
contrato tiene como consecuencia una delegación de acreedor respecto del
total de los créditos del dador: a partir de ella el tomador debe pagar los cáno-
nes al cesionario, al igual que — en su caso— el precio de la opción de com-
pra" (Lavalle Cobo).

En segundo término, del texto de la norma se explicita la facultad irrestricta del


dador "por ello se utiliza el vocablosiempre " de ceder sus créditos emergentes
del contrato de leasing, ya sean en concepto de cánones o bien del precio del
ejercicio de la opción de compra. De este modo, se garantiza la nulidad de
cualquier cláusula o prohibición en contrario, ya sea legal o reglamentaria. Los
créditos pueden ser actuales o futuros, en virtud que se encuadran dentro del
objeto de la cesión, que no hace distinción.

Por supuesto, la cesión debe cumplirse con la formalidad propia del contrato
principal debiéndose instrumentar por escrito y notificarse al deudor cedido. Sin
embargo, esta última posición ha sido desechada, de modo reciente, afirmán-
dose que " se deja de lado el requisito de la notificación al deudor cedido por
acto público, por un mecanismo más dinámico, pero cuidando siempre que el

2993
deudor tome conocimiento de la cesión para cancelar su obligación con el nue-
vo acreedor" (Barreira Delfino).

En el caso de inmuebles, buques o aeronaves además deberá además instru-


mentarse por escritura pública y registrarse en el Registro respectivo para ser
oponibles a los terceros. Una vez perfeccionada, el cesionario queda habilitado
a disponer la cancelación de la inscripción del leasing, conforme lo dispone el
art. 1243 inc. b), dentro de los parámetros o requisitos ya estudiados.

4. Derechos del tomador

En virtud del carácter bilateral del contrato de leasing, generando derechos y


obligaciones para ambas partes de naturaleza correspectiva, el legislador ha
estimado conveniente reforzar los derechos del tomador con una norma expre-
sa que dispone que la " cesión no perjudica los derechos del tomador respecto
del ejercicio o no de la opción de compra o, en su caso, la cancelación antici-
pada de los cánones, todo ello según lo pactado en el contrato" .

La norma resulta, de por sí, redundante porque no era necesaria su inclusión


toda vez que la cesión del contrato implica que el cesionario debe respetar las
cláusulas pactadas, y en especial la opción de compra del bien.

4.1 Derecho de opción

En el supuesto de cesión del contrato, el tomador mantiene "a pesar de la ce-


sión" su derecho a ejercer la opción de compra una vez abonado los tres cuar-
tas partes del canon total o antes si las partes hubieran incluido una cláusula
accidental (art. 1240), no pudiendo el cesionario oponerse a su ejercicio tem-
pestivo, pues conocía perfectamente su contenido. En el supuesto de cesión de
créditos, ya sea de los cánones o del precio del ejercicio de la opción de com-
pra, " el negocio tendrá naturaleza aleatoria ya que el ejercicio de aquélla de-
penderá por entero de la voluntad del tomador" (Lavalle Cobo).

III. Jurisprudencia

La ley nacional 25.248 que regula el contrato de leasing establece, en su art.


17, que la responsabilidad objetiva emergente del artículo 1113 del Cám Civ.
recae exclusivamente sobre el tomador o guardián de las cosas dadas en lea-

2994
sing. Asimismo, el artículo 8 de dicha ley establece que: A los efectos de su
oponibilidad frente a terceros, el contrato debe inscribirse en el registro que
corresponda según la naturaleza de la cosa que constituye su objeto. Del in-
forme del Registro Nacional de la Propiedad Automotor, surge la inscripción del
contrato de leasing en el que figura como tomador la empresa codemandada,
con fecha anterior al siniestro, por lo que se ha configurado la eximente de res-
ponsabilidad prevista en el artículo 17 de la ley nacional 25.248, por lo que de-
berá admitirse la excepción de falta de legitimación pasiva opuesta por la co-
demandada dadora en el contrato de leasing. A mayor abundamiento, consta
copia del convenio de cesión de contratos de leasing celebrado entre ambas
codemandadas, de fecha anterior al siniestro, con firmas certificadas por ante
escribano público, resultando ser una de ellas la cedente del contrato de lea-
sing de la unidad en cuestión, habiendo asumido la otra, su carácter de cesio-
naria y, por ende, las obligaciones del deudor cedido " ( CNCiv ., sala J,
11/9/2007, MJJ16211).

Art. 1248. Incumplimiento y ejecución en caso de inmuebles. Cuando el


objeto del leasing es una cosa inmueble, el incumplimiento de la obligación del
tomador de pagar el canon produce los siguientes efectos:

a) si el tomador ha pagado menos de un cuarto del monto del canon total con-
venido, la mora es automática y el dador puede demandar judicialmente el
desalojo. Se debe dar vista por cinco días al tomador, quien puede probar do-
cumentalmente el pago de los períodos que se le reclaman o paralizar el trámi-
te, por única vez, mediante el pago de lo adeudado, con más sus intereses y
costas. Caso contrario, el juez debe disponer el lanzamiento sin más trámite;

b) si el tomador ha pagado un cuarto o más pero menos de tres cuartas partes


del canon convenido, la mora es automática; el dador debe intimarlo al pago
del o de los períodos adeudados con más sus intereses y el tomador dispone
por única vez de un plazo no menor de sesenta días, contados a partir de la
recepción de la notificación, para el pago del o de los períodos adeudados con
más sus intereses. Pasado ese plazo sin que el pago se verifique, el dador
puede demandar el desalojo, de lo que se debe dar vista por cinco días al to-
mador. Dentro de ese plazo, el tomador puede demostrar el pago de lo recla-

2995
mado, o paralizar el procedimiento mediante el pago de lo adeudado con más
sus intereses y costas, si antes no hubiese recurrido a este procedimiento. Si,
según el contrato, el tomador puede hacer ejercicio de la opción de compra, en
el mismo plazo puede pagar, además, el precio de ejercicio de esa opción, con
sus accesorios contractuales y legales. En caso contrario, el juez debe dispo-
ner el lanzamiento sin más trámite ;

c) si el incumplimiento se produce después de haber pagado las tres cuartas


partes del canon, la mora es automática; el dador debe intimarlo al pago y el
tomador tiene la opción de pagar lo adeudado más sus intereses dentro de los
noventa días, contados a partir de la recepción de la notificación si antes no
hubiera recurrido a ese procedimiento, o el precio de ejercicio de la opción de
compra que resulte de la aplicación del contrato, a la fecha de la mora, con sus
intereses. Pasado ese plazo sin que el pago se verifique, el dador puede de-
mandar el desalojo, de lo que debe darse vista al tomador por cinco días, quien
sólo puede paralizarlo ejerciendo alguna de las opciones previstas en este inci-
so, agregándole las costas del proceso ;

d) producido el desalojo, el dador puede reclamar el pago de los períodos de


canon adeudados hasta el momento del lanzamiento, con más sus intereses y
costas, por la vía ejecutiva. El dador puede también reclamar los daños y per-
juicios que resulten del deterioro anormal de la cosa imputable al tomador por
dolo, culpa o negligencia por la vía procesal pertinente.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 20; ley 24.441,art. 34; Pro-
yecto de Código Civil de la República Argentina de 1998, arts. 1172.

II. Comentario

2996
1. Antecedentes normativos

La norma bajo comentario dispone dos clases de regulaciones. Por un lado,


regula los efectos del incumplimiento del contrato de leasing que recaiga sobre
cosas inmuebles, de acuerdo a un sistema progresivo de pago de cánones y de
mora, de naturaleza eminentemente material. Por otro lado, también incluye
normas relativas a plazos, pago de accesorios contractuales y costas, procedi-
miento de desalojo y vía ejecutiva para reclamar cánones impagos, todas ellas
de naturaleza formal o procesal, que deberán ser armonizadas con las leyes
locales.

Los antecedentes normativos podemos encontrarlos en el art. 20 de la ley


25.248 y el art. 34 de la ley 24.441 que ya habían incursionado en su regula-
ción, siendo objeto de reparo por parte de la doctrina, como veremos en segui-
da. Cabe adelantar que el art. 1248 ha reproducido textualmente el art. 20 de la
ley 25.248 sin tener en cuenta las críticas recibidas.

2. Del ámbito de aplicación. Causales

El art. 1248 tiene un epígrafe que dice " incumplimiento y ejecución en caso de
inmuebles" por lo cual podría inducir a error al intérprete al creer "razonable-
mente" que dispone todas aquellas causales posibles de incumplimiento del
contrato de leasing, ya sea por el dador o por el tomador, cuando tenga por
objeto cosas inmuebles. Sin embargo, ello no es así; por el contrario, su ámbito
de aplicación es restrictivo " por cuanto sólo refieren al caso de incumplimiento
de la obligación del tomador de pagar el canon convenido" (Fresneda Saieg,
Frustagli y Hernández). En consecuencia, los demás incumplimientos del con-
trato deberán ser resueltos por la integración y aplicación de los principios ge-
nerales del derecho privado, y muy en particular, los principios del derecho de
defensa del consumidor, cuando el tomador sea consumidor o usuario, debién-
dose aplicar las reglas previstas en el art. 1093 y concordantes del Código Civil
y Comercial de la Nación.

Adelantamos que no se ha receptado la opinión de la doctrina especializada en


torno a la posibilidad de un leasing inmobiliario de consumo , es decir, cuando
el tomador sea un consumidor que perfeccione el contrato para darle destino

2997
de vivienda al inmueble. Nos referimos al denominado consumidor inmobiliario .
En tal sentido, compartimos la afirmación que concluye " que estas normas,
que se encuadran en el marco de un derecho privado signado por la utilidad de
las empresas, deben ser interpretadas de manera restrictiva, especialmente
tratándose de contratos de leasing de consumo" (Fresneda Saieg, Frustagli y
Hernández).

3. Procedimiento legal ante el incumplimiento del leasing inmobiliario

Pues bien, ante el incumplimiento del pago del canon por parte del tomador de
un leasing inmobiliario, el legislador ha previsto distintas medidas a favor del
dador, según un sistema progresivo de pago que pretende la resolución del
contrato y la rápida recuperación del bien.

Sin embargo, el procedimiento " es complicado y no refleja lo que habitualmen-


te sucede con el incumplimiento de las asistencias financieras en cuotas, don-
de es habitual el incumplimiento de cualquiera de las cuotas pactadas, da lugar
al decaimiento de todos los plazos ulteriores y se considera la obligación credi-
ticia totalmente vencida y exigible" (Barreira Delfino).

3.1 Pago de menos de 1/4 del canon

Si el tomador no abona hasta un cuarto del canon total convenido, la mora es


automática, por lo cual el dador puede demandar directamente el desalojo del
inmueble, debiendo dar vista por cinco días al tomador quien, a su vez, puede
probar "de modo documentado" el pago de los períodos reclamados o bien pa-
ralizar el trámite por única vez, abonando lo adeudado con más sus intereses y
costas. Si el tomador no toma ninguna acción, el juez puede disponer el " lan-
zamiento sin más trámite” . A diferencia de los otros supuestos, aquí el dador
no se le exige una previa interpelación de carácter extrajudicial, sino que puede
promover directamente el juicio de desalojo del tomador, a quien se le corre
vista "en rigor, traslado" de la demanda. En efecto, el régimen de la mora au-
tomática en esta etapa " constituye una importante abreviación de los plazos
legales " (Lavalle Cobo). Se ha dicho, con razón, que esta solución legal resulta
gravosa para los intereses del tomador, más aun cuando sea un leasing de
consumo, por lo cual la doctrina ha afirmado su carácter " inconstitucional, con-

2998
forme lo dispuesto en el art. 42, CN. Frente a la declaración de inconstituciona-
lidad, la carencia de normativa deberá ser integrada con las normas vigentes
en materia locativa " (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández). En sentido con-
trario, se ha dicho que esta disposición "debe considerarse derogatoria de lo
establecido en el art. 5 de la ley 23.091 de locaciones urbanas respecto de este
contrato "que, en caso contrario, se hubiera debido aplicar en subsidio" , el cual
impone al locador que se propone demandar el desalojo por falta de pago la
carga de intimar el pago por diez días en forma previa " (Lavalle Cobo). Por
nuestra parte, compartimos la primera tesis y que ahora se encuentra reforzada
por la regulación del Código Civil y Comercial de la Nación en materia de con-
trato de consumo a partir del art. 1092 y sig., a cuyo tenor remitimos.

Ante la demanda de desalojo se abren dos hipótesis para el tomador: a) Acredi-


tar el pago de los períodos reclamados, adjuntándose los recibos imputados a
los cánones; b) Paralizar por única vez el juicio de desalojo abonando lo adeu-
dado, con más intereses y costas. Esta opción es muy importante porque " se
debe inferir que no serán válidas (...) las cláusulas contractuales de caducidad
de los plazos acordados para el pago de los cánones, pues ello sería incompa-
tible con la facultad de lograr el archivo de las actuaciones mediante el pago de
la deuda vencida a la fecha de la intimación" (Lavalle Cobo). A todo evento, en
el leasing de consumo esta cláusula sería nula por abusiva.

3.2 Pago de 1/4 o más del canon pero menos de 3/4

Si el tomador al momento de incurrir en mora tiene abonado los cánones entre


un cuarto pero menos de tres cuartos, a diferencia del caso anterior, el dador
debe remitirle una intimación extrajudicial requiriéndole los períodos adeuda-
dos. Ante esta situación el tomador dispone por única vez, en un plazo no me-
nor a 60 días, de la oportunidad de cancelar los períodos adeudados con sus
intereses. Este plazo legal debe contarse por días corridos y " tiene la naturale-
za de un plazo de gracia, que permite la purga de la mora" (Lavalle Cobo).

Una vez transcurrido el plazo extrajudicial citado, si el tomador no ha abonado


los períodos adeudados, el dador puede demandar el desalojo del inmueble
debiéndose darle vista al tomador por un plazo de 5 días. Dentro de ese plazo,
ahora judicial, el tomador dispone de las opciones siguientes: a) El pago de los

2999
períodos adeudados con más sus intereses y costas si no ha recurrido a dicho
procedimiento con anterioridad, con lo cual paraliza el proceso; b)Demostrar el
pago de lo reclamado con la documentación correspondiente; c) Si no existe
cláusula contractual en contrario, puede ejercer la opción de compra con más
los accesorios (legales y contractuales). Si guarda silencio o no ejerce ninguna
de las opciones comentadas, el juez puede disponer el lanzamiento del inmue-
ble sin más trámite.

El tomador, por tanto, tiene dos alternativas de paralizar el trámite de desalojo:


1) La primera extrajudicial, purgando la mora dentro del plazo de 60 días me-
diante el pago de los cánones adeudados; 2) La segunda judicial, dentro del
plazo de 5 días en el cual se le corre traslado de la demandada de desalojo,
con las opciones que ya analizamos.

A la luz de estas alternativas, la doctrina se ha interrogado sobre la subsisten-


cia del contrato de leasing inmobiliario y la resolución del contrato. A tales efec-
tos, podemos distinguir una regla y una excepción, como veremos a continua-
ción: a) Como regla el vencimiento del plazo extrajudicial de 60 días otorgado
al tomador para que purgue la mora no conduce a la resolución del vínculo con-
tractual; b) Por excepción , si el dador en su intimación extrajudicial incluye un
apercibimiento de resolución del contrato para el caso de incumplimiento del
pago de los cánones adeudados y el tomador no pueda hacer uso de la opción
de paralizar la acción por haberla ya utilizado con anterioridad.

En tales términos, se ha dicho que " esta interpretación es la única posible, to-
da vez que carece de sentido afirmar que el contrato quedará resuelto de pleno
derecho por el vencimiento del plazo suplementario, si luego se reconoce que
el tomador puede paralizar el juicio de desalojo" (Fresneda Saieg, Frustagli y
Hernández). Para otra postura, la "única finalidad que podría tener la norma en
cuestión es la de aclarar que la situación de mora, una vez purgada, no hace
perder al tomador el derecho de ejercitar la opción de compra anticipada, si ésa
es su voluntad" (Lavalle Cobo).

3.3 Pago superior al 3/4 de los cánones

Si al momento de incurrir en mora el tomador ha abonado los cánones del con-


trato de leasing por un período mayor a tres cuartos del total, se aplica un pro-

3000
cedimiento extrajudicial similar al anterior, ampliándose el plazo ahora a 90
días corridos , siempre y cuando no se haya recurrido con anterioridad a dicha
alternativa. Para el caso de silencio del tomador, el dador podrá promover el
desalojo judicial aplicándose idénticas alternativas al supuesto anterior, a cuyo
tenor nos remitimos. Se ha interpretado que " la disposición legal, que debe
interpretarse a favor del tomador, permite siempre a éste optar por la compra
depositando el precio de la opción, no obstante haber ya utilizado el beneficio
de la purga de la mora en una oportunidad anterior" (Lavalle Cobo).

3.4 Desalojo del inmueble. Vía ejecutiva

En una facultad que fue muy discutida en el Congreso, una vez producido el
desalojo, el dador podrá reclamar el pago de los cánones adeudados " hasta el
momento del lanzamiento, con más sus intereses y costas" . También podrá
reclamar los daños que resulten del deterioro " anormal de la cosa imputable al
tomador por dolo, culpa o negligencia por la vía procesal pertinente" .

Esta alternativa legal a favor del dador ha sido cuestionada afirmándose que "
no ha sido acompañada por una equilibrada tutela de los intereses de los to-
madores (...) no sólo en lo concerniente a la posibilidad de que el dador pueda
reclamar cánones hasta el momento del lanzamiento, sino también en relación
a tratar a las prestaciones cumplidas como equivalentes y divisibles, esto es,
sujetas a compensación y ajenas a toda posibilidad de restitución" (Fresneda
Saieg, Frustagli y Hernández).

Desde otro punto de vista, con respecto a la discusión si debe el dador esperar
el resultado del desalojo para recién promover el cobro de cánones adeudados,
se ha dicho que " el texto de la ley no es prohibitivo y, por ello, no autoriza a
inferir que sea legalmente inviable la deducción simultánea de las acciones por
desalojo del inmueble y por cobro de los cánones. Quitar ese derecho al dador
requiere una prohibición expresa de la ley (...) pues de aplicarse tal interpreta-
ción de la ley estaría concediendo una espera implícita al tomador y a sus co-
deudores o fiadores para el pago de los cánones" (Lavalle Cobo).

III. Jurisprudencia

3001
Resulta competente para entender en un reclamo por leasing inmobiliario el
juez comercial — e n el caso, el magistrado comercial se declaró incompeten-
te— , pues el carácter de sociedades anónimas que las partes ostentan y la
invocación en el escrito de inicio del art. 34 inc. a) de la ley 24.441 revisten ca-
racterísticas que exceden el marco de una locación de inmuebles y aconsejan
la intervención del fuero mercantil (CNCom ., sala E, 29/12/2000, DJ, 2001- 2-
848) (CNCom ., sala D, 19/2/2004, LA LEY, 2004- D, 304)

Art. 1249. Secuestro y ejecución en caso de muebles. Cuando el objeto de


leasing es una cosa mueble, ante la mora del tomador en el pago del canon, el
dador puede:

a) obtener el inmediato secuestro del bien, con la sola presentación del contra-
to inscrito, y la prueba de haber interpelado al tomador por un plazo no menor
de cinco días para la regularización. Producido el secuestro, queda resuelto el
contrato. El dador puede promover ejecución por el cobro del canon que se
haya devengado ordinariamente hasta el período íntegro en que se produjo el
secuestro, la cláusula penal pactada en el contrato y sus intereses; todo ello sin
perjuicio de la acción del dador por los daños y perjuicios, y la acción del toma-
dor si correspondieran; o

b) accionar por vía ejecutiva por el cobro del canon no pagado, incluyendo la
totalidad del canon pendiente; si así se hubiera convenido, con la sola presen-
tación del contrato inscripto y sus accesorios. En este caso, sólo procede el
secuestro cuando ha vencido el plazo ordinario del leasing sin haberse pagado
el canon íntegro y el precio de la opción de compra, o cuando se demuestre
sumariamente el peligro en la conservación del bien, debiendo el dador otorgar
caución suficiente. En el juicio ejecutivo previsto en ambos incisos, puede in-
cluirse la ejecución contra los fiadores o garantes del tomador. El domicilio
constituido es el fijado en el contrato.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

3002
El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-
go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 21; Proyecto de Código Civil
de la República Argentina de 1998, arts. 1173.

II. Comentario

1. Antecedentes

La norma comentada trata sobre el " secuestro y ejecución en casos de mue-


bles”, reconociendo como derechos del dador los siguientes: a) Obtener el in-
mediato secuestro del bien; b) Accionar por vía ejecutiva por el cobro del canon
no pagado. Su antecedente inmediato es el art. 21 de la ley 25.248 que introdu-
jo esta novedad al régimen jurídico del leasing; sin embargo, " tiene una fuerte
analogía con los secuestros prendarios previstos en el art. 39 de la ley de
prenda con registro (t.o. dec. 897/95)" (Lavalle Cobo). Corresponde adelantar,
que el legislador de la ley 25.248 no trató específicamente sobre esta facultad
en aquellos contratos sobre bienes inmateriales, como las marcas, patentes o
software; omisión que tampoco fue salvada en esta reforma, aspecto suma-
mente criticable.

Se ha dicho, que " no estando en presencia de normas de orden público, por


vía contractual el dador puede diseñar un esquema de defensa y recupero de
su acreencia, de mayor eficacia y eficiencia, para los supuestos de incumpli-
miento del contrato de leasing por parte del tomador" , teniendo en cuenta la
especial naturaleza financiera del negocio (Barreira Delfino).

2. Secuestro de cosas muebles

Si el tomador incurre en mora en el pago de los cánones debidos, el dador tie-


ne la facultad de obtener el secuestro del bien y consiste en un " procedimiento
ejecutivo, que no debe ser confundido con la medida precautoria de igual nom-
bre que se legisla en los códigos procesales" (Lavalle Cobo). A diferencia de la

3003
facultad del art. 39 de la ley 12.962 que es exclusiva de ciertos sujetos (ej. Es-
tado, Bancos), aquí no se encuentra limitada y puede ejercerla cualquier dador.

Para ello, se requiere de dos requisitos habilitantes: a) Interpelación extrajudi-


cial al tomador por el plazo de cinco días a los fines de regularizar su situación,
abonando los períodos reclamados, purgando la mora; b) Que el contrato de
leasing mobiliario se encuentre debidamente registrado por ante el registro co-
rrespondiente. Por el contrario, si el contrato de leasing no se ha inscripto el
procedimiento de resolución como las acciones judiciales " se regirán por las
normas generales correspondientes" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).

También se ha destacado la posible indefensión del tomador, más aún si se


trata de un consumidor, por lo cual se ha recomendado que " los jueces de-
berán encontrar la forma de permitir a los tomadores el ejercicio del derecho de
defensa, sin alterar la naturaleza de este procedimiento. Una posibilidad sería
la exigencia previa de caución suficiente al dador, por los perjuicios que el se-
cuestro ilegítimo pudiere producir al tomador" (Lavalle Cobo).

2.1 De la resolución del contrato

Hasta tanto no se efectivice el secuestro judicial del bien el contrato sigue vi-
gente, por lo cual " el mero vencimiento del plazo otorgado al deudor sin que
éste purgue la mora, no produce de pleno derecho la resolución del nego-
cio"(Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).

En otros términos, sólo el secuestro del bien produce la resolución del vínculo
contractual pudiendo el dador demandar el cobro de los cánones adeudados
hasta que el secuestro se efectivice, como veremos a continuación.

2.2 Ejecución de saldos adeudados. Daños

El dador además puede promover la ejecución de los cánones adeudados has-


ta " el período integro en que se produjo el secuestro, la cláusula penal pactada
en el contrato y sus intereses" . Esta acción puede ser, por tanto, acumulada al
procedimiento ejecutivo de secuestro del bien. Se trata de una acción de natu-
raleza ejecutiva por lo cual los plazos y las defensas a oponer por el tomador
son restringidos, dejándose todas aquellas cuestiones que la excedan para el

3004
juicio ordinario posterior. En cuanto al límite de cánones adeudados, como
principio , " está dado por el período completo corriente en el momento en que
se produce el secuestro (...) Extinguido el vínculo contractual y, restituido el
bien a su dueño, no puede devengarse canon alguno por períodos posteriores"
(Lavalle Cobo). Sin embargo, si estuviere pactada la caducidad de los plazos
por mora, el dador podría demandar la totalidad de los cánones pactados,
siendo una excepción a la regla precedente.

También la norma faculta al dador y al tomador promover las acciones que co-
rrespondan con fundamento en el contrato. La acción de daños y perjuicios pa-
ra el primero, y todas aquéllas relacionadas con incumplimientos contractuales
para el segundo. Esta norma contenida en el art. 21 de la ley 25.248 ya había
sido objeto de severa crítica, afirmándose que podría tornarse abusiva, espe-
cialmente con relación a la cláusula penal, concluyéndose que" la solución legal
es de dudosa constitucionalidad, al menos desde la perspectiva del derecho del
consumo"(Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández).

3. Vía ejecutiva de cobro de saldos deudores. Distingo de los secuestros


mencionados

En el inciso b) del art. 1249 habilita el cobro de cánones adeudados por la vía
ejecutiva, con el solo requisito habilitante de encontrarse inscripto el contrato
de leasing mobiliario. Es decir, que el dador puede optar por perseguir el se-
cuestro del bien como procedimiento ejecutivo autónomo para finiquitar el
vínculo contractual o bien promover la ejecución que tenga por objeto el cobro
de los cánones adeudados.

En este segundo supuesto, sólo procede el secuestro cuando ha vencido el


plazo ordinario del leasing " sin haberse pagado el canon integro y el precio de
la opción de compra, o cuando se demuestre sumariamente el peligro en la
conservación del bien, debiendo el dador prestar caución suficiente" . Debemos
distinguir la naturaleza jurídica de los secuestros mencionados en el inc. a) y b)
del art. 1249 para evitar equívocos en su interpretación. El primer secuestro,
mencionado en el inc. a), configura un procedimiento ejecutivo que posee una
fuerte analogía con el secuestro del art. 39 de la ley de prenda con registro,
persiguiendo obtener sólo la posesión del bien, el tomador no es parte, no hay

3005
condena en costas, y la tasa de justicia es por monto indeterminado. El segun-
do secuestro, en cambio, tiene carácter de " media precautoria, demostrando
sumariamente el peligro que pudiere existir en la conservación del bien y dando
caución suficiente. Este secuestro no implicará la puesta en posesión del da-
dor, sino el depósito judicial de la cosa" (Lavalle Cobo). En idéntico sentido,
tampoco implicará la extinción del vínculo contractual.

4. Ejecución de fiadores o garantes

En la última parte, se incluye un párrafo habilitando en los dos incisos prece-


dentes, en los cuales se promueva un juicio ejecutivo tendiente al cobro de los
cánones adeudados, incluir como demandados a los fiadores o garantes del
tomador. Es decir, que no se requiere ningún requisito específico para deman-
dar a los fiadores del tomador, bastando tener el contrato inscripto y que haya
incurrido en mora. En otros términos, no se requiere ninguna interpelación ex-
trajudicial a los fiadores o garantes, siendo suficiente aquella prevista para el
tomador establecida en el inc. a) del artículo en comentario.

Por el contrario, si el contrato no estuviera inscripto entonces deberá " previa-


mente prepararse la vía ejecutiva contra el fiador o garante, y se lo citará a re-
conocer su firma inserta en el texto en el cual se las hubiere instrumentado"
(Lavalle Cobo).

5. Procedimiento aplicable al contrato de leasing sobre bienes inmateria-


les. Analogía

Conforme fuera denunciado, la ley 25.248 no incorporó normas especiales para


regular la resolución del contrato, la ejecución de saldos deudores por falta de
pago de cánones ni el secuestro de los bienes, materia del contrato.

Al respecto se formularon dos tesis: a) La primera tesis reconoció la aplicación


analógica del art. 21 de la ley 25.248"y por carácter extensivo, sería aplicable al
presente artículo" del procedimiento abreviado debiéndose perseguir además la
cancelación de la inscripción y la prohibición de uso de la marca, patente o
software (Nicolau); b) La segunde tesis, por el contrario, afirma que " a falta de
un mecanismo especial correspondería recurrir a las reglas generales de reso-

3006
lución por incumplimiento previstas en el art. 1203CCiv., y 216 CCom." (Fres-
neda Saieg, Frustagli y Hernández).

A nuestro modo de ver, no vemos inconveniente que la aplicación analógica del


secuestro y ejecución de cosas muebles sea aplicable a los bienes inmateriales
susceptibles de contratarse por leasing.

III. Jurisprudencia

(CNCom ., sala D, 10/3/1999, JA, 1999- III- 168) (CNCom ., 14/2/2003,


EDJ6125) (CNCom ., sala C, 30/10/2009, MJJ52419) (CNCom ., Sala F,
23/2/2010, MJJ55971). El trámite particular instado por el art. 21 inc. a) de la
ley 25.248 se caracteriza por una actividad jurisdiccional limitada a la mera
comprobación de los recaudos de admisibilidad de la medida y su diligencia-
miento, pues sólo se trata de la apertura de una vía judicial voluntaria para ob-
tener la orden de secuestro impartida por juez competente, agotándose preci-
samente su objeto procesal con la entrega del bien pignorado al acreedor
prendario. El secuestro previsto por la ley 25.248: 21 se cumple sin que medie
contradictorio con el deudor, a quien tampoco se le admite, en el marco de este
trámite, recurso alguno para enervar el ejercicio del derecho que le asiste a su
acreedor. Despréndese de ello que no es dable examinar en este tipo de trámi-
te otra cuestión que no sean aquellas atinentes a la eficacia y realización del
secuestro (CNCom ., sala A, 8/9/2011, MJJ69479).

Art. 1250. Normas supletorias. En todo lo no previsto por el presente Capítu-


lo, al contrato de leasing se le aplican subsidiariamente las reglas del contrato
de locación, en cuanto sean compatibles, mientras el tomador no ha pagado la
totalidad del canon y ejercido la opción, con pago de su precio. No son aplica-
bles al leasing las disposiciones relativas a plazos mínimos y máximos de la
locación de cosas ni las excluidas convencionalmente. Se le aplican subsidia-
riamente las normas del contrato de compraventa para la determinación del
precio de ejercicio de la opción de compra y para los actos posteriores a su
ejercicio y pago.

3007
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El leasing estaba previsto en una legislación especial (primero la 24.441 y lue-


go la vigente 25.248) como complementaria del Código de Comercio. Ahora, se
incorpora este contrato a un nuevo cuerpo unificado: Código Civil y Comercial
de la Nación.

En cuanto a las fuentes del artículo: ley 25.248,art. 26; ley 24.441,art. 33; Pro-
yecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1151; el Proyecto de Código Civil de la
República Argentina de 1998, art. 1174.

II. Comentario

1. De la aplicación subsidiaria de las normas del contrato de locación y


compraventa

El último artículo que concluye el contrato de leasing, siguiendo los anteceden-


tes de las leyes 24.441 y 25.248, dispone una norma general que pretende
clausurar los vacíos legales del régimen del leasing, reenviándose a la regula-
ción del contrato de locación y de compraventa, reconociendo que sólo con-
templa " los aspectos más importantes del contrato, en su mayoría de naturale-
za imperativa, pero carece de una reglamentación supletoria que permita inte-
grar la voluntad de las partes" (Lavalle Cobo). En otros términos, impone la in-
tegración de aquellos contratos que poseen puntos de conexión con el contrato
de leasing, estableciendo límites y exclusiones. En los primeros dispone expre-
samente dos, una regla de afinidad y otra temporal, respectivamente: a) En la
medida que "sean compatibles" con el leasing; b) Mientras el tomador no ha
pagado la totalidad del canon y ejercido la opción, con pago de su precio, se
aplican las normas de la locación; en cambio, se aplican las normas del contra-
to de compraventa para la determinación del precio del ejercicio de la opción de
compra y para los actos posteriores a su ejercicio y pago.

En las exclusiones, también dispone dos: a) No son aplicables al leasing las


disposiciones relativas a plazos mínimos y máximos de la locación de cosas; b)
Tampoco aquéllas excluidas convencionalmente.

2. Comparación con la norma vigente

3008
Como adelantamos, el artículo comentado tiene su fuente inmediata en el art.
26 de la ley 25.248, que establece: "Al contrato de leasing se le aplican subsi-
diariamente las reglas del contrato de locación, en cuanto sean compatibles,
mientras el tomador no ha pagado la totalidad del canon y ejercido la opción,
con pago de su precio. No son aplicables al leasing las disposiciones relativas
a plazos mínimos y máximos de la locación de cosas ni las excluidas conven-
cionalmente. Ejercida la opción de compra y pagado su precio se le aplican
subsidiariamente las normas del contrato de compraventa" .

2.1 Su análisis

De su confrontación se advierte una mejor redacción por parte de la norma


proyectada en cuanto, en su primera parte, incluye una remisión genérica que
será muy agradecida por la doctrina, cuando expresa: " En todo lo no previsto
por el presente capítulo..." También se ha mejorado la técnica legislativa al dis-
poner la aplicación de las normas del contrato de compraventa " para la deter-
minación del precio de ejercicio de la opción de compra" , cuando el art. 26 re-
cién la establece una vez ejercida la opción y pagado su precio, a pesar que la
doctrina especializada igual había interpretado su aplicación subsidiaria, por
ejemplo, para el supuesto que las pautas de determinación no hubieran sido
claras. O bien, afirmando la aplicación de las normas generales relativas " a la
oferta y a la aceptación de los contratos en general, establecidas en el art.
1150 y ss. del Cód. Civil" (Lavalle Cobo).

2.2 Algunas críticas

Si bien hemos ponderado la redacción del art. 1250 en cuanto introduce algu-
nos cambios al régimen vigente, creemos que se ha quedado a mitad de cami-
no al no incluir otras remisiones o integraciones que eran requeridas también
por la doctrina.

En primer lugar, al no haberse incluido normas expresas que regulen al contra-


to de leasing, en cualquiera de sus especies, cuando se perfeccione entre un
proveedor y un consumidor de bienes o servicios (Fresneda Saieg, Frustagli y
Hernández) hubiera resultado alentador incluir una norma genérica que dispu-
siera un reenvío al Libro III, Título III " Contratos de consumo”, en lo que fuere
pertinente para evitar conflictos de interpretación que "desde ya avizoramos" se

3009
darán en la práctica. En tal sentido, se había afirmado que resultaba " altamen-
te criticable que la actual ley de leasing no dé cuenta en el plano normativo de
esta intersección con el microsistema del Derecho del consumidor" (Lorenzetti),
con el agregado que en los propios Fundamentos del Proyecto se expresa: "
hay que tener en cuenta las normas de los contratos de consumo”.

En segundo lugar, ya había sido objeto de reparos la norma fundante por parte
de la doctrina calificándola de "incoherente" (Fresneda Saieg, Frustagli y
Hernández), por dos motivos: a) En materia de locación de cosas la remisión "
quedaba vacía de contenido" porque en el período de uso y goce "art. 12, ley
25.248; art. 1238 del Anteproyecto" se imponen los gastos ordinarios y extraor-
dinarios al tomador; se excluyen los plazos mínimos y máximos de la locación y
se establecen disposiciones específicas sobre la resolución por incumplimiento;
b) En materia de compraventa el texto limita la aplicación a partir del ejercicio
de la opción de compra " lo que no sólo es criticable desde la perspectiva del
perfeccionamiento contractual" (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernández), que-
dando ceñida a los efectos poscontractuales, como evicción y vicios redhibito-
rios.

En tercer lugar, la doctrina comercialista había criticado esta remisión genérica


a los contratos típicos, de locación de cosas y compraventa, que en rigor "
cumplen funciones jurídico- económicas totalmente distintas" (Barreira Delfino),
propiciando la incorporación de reglas de interpretación propias que atienden a
la causa final de la operación.

En cuarto término, resultan aplicables las nociones generales en materia de


contratos en materia de oferta y aceptación, por ejemplo. En otras palabras, no
se ha establecido un procedimiento específico de prelación para interpretar la
institución, circunstancia no menor en virtud que se ha incorporado una figura
netamente empresarial a un código unificado. La doctrina había recomendado
(Lorenzetti) el siguiente criterio de interpretación y aplicación de las leyes: a) En
primer lugar, la autonomía de voluntad de las partes; b) En segundo lugar, el
régimen específico del contrato de leasing (ley 25.248); c) En tercer lugar, las
reglas del contrato de locación de cosas y la compraventa, en cuanto fueren
compatibles. También se había sugerido (Fresneda Saieg, Frustagli y Hernán-
dez) remitir a las reglas generales en materia de obligaciones y contratos.

3010
A modo de corolario, ha sido destacado por la doctrina especializada que las "
connotaciones financieras de la operación brillan por su ausencia, lo que de-
muestra una incomprensión del negocio de leasing" (Barreira Delfino).

3. Incompatibilidades

La integración es bienvenida en cuanto permite llenar aquellas lagunas legales.


Empero, también existen incompatibilidades evidentes con el régimen jurídico
del leasing: a) No se aplica el régimen general de la oferta para la opción de
compra a favor del tomador; b) No se aplica el régimen general de la locación
en materia del objeto del leasing, que permite concluir el contrato sobre dere-
chos (marcas, patentes y software); c) No se aplica supletoriamente las normas
sobre locación, que tienen que ver con el destino del bien, ni gastos ordinarios
ni extraordinarios.

III. Jurisprudencia

Sin perjuicio de la naturaleza jurídica propia del leasing, la ley 25.248 establece
que se le aplican subsidiariamente las reglas de la locación, correspondiendo
por analogía la prescripción a los cinco años para el cobro de los cánones
adeudados (CNCom ., sala C, 30/10/2009, MJJ52419).

3011
LEY 26.994/14 CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION
LIBRO TERCERO. DERECHOS PERSONALES
TITULO IV CONTRATOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO 6. OBRAS Y SERVICIOS
Comentario de Esteban Javier ARIAS CÁU y Matías Leonardo NIETO
Fuente: Código Civil y Comercial de la Nación. Dir: Graciela Medina, Julio C. Rivera. Cord: Mariano Esper .
Editorial La Ley 2014.

Sección 1ª - Disposiciones comunes a las obras y a los servicios.

Art. 1252. Calificación del contrato

Art. 1253. Medios utilizados.

Art. 1254. Cooperación de terceros

Art. 1255. Precio.

Art. 1257. Obligaciones del comitente.

Art. 1258. Riesgos de la contratación.

Art. 1259. Muerte del comitente.

Art. 1260. Muerte del contratista o prestador.

Art. 1262. Sistemas de contratación

Sección 2ª - Disposiciones especiales para las obras.

Art. 1263. Retribución.

Art. 1264. Variaciones del proyecto convenido.

Art. 1265. Diferencias de retribución surgidas de modificaciones autori-


zadas.

Art. 1266. Obra por pieza o medida.

Art. 1267. Imposibilidad de ejecución de la prestación sin culpa.

Art. 1268. Destrucción o deterioro de la obra por caso fortuito antes de


la entrega.

Art. 1269. Derecho a verificar.

Art. 1270. Aceptación de la obra.

3012
Art. 1271. Vicios o defectos y diferencias en la calidad.

Art. 1272. Plazos de garantía.

Art. 1273. Obra en ruina o impropia para su destino.

Art. 1274. Extensión de la responsabilidad por obra en ruina o impropia


para su destino.

Art. 1275. Plazo de caducidad.

Art. 1276. Nulidad de la cláusula de exclusión o limitación de la respon-


sabilidad.

Art. 1277. Responsabilidades complementarias.

Art. 1278. Normas aplicables.

Art. 1279. Servicios continuados

Bibliografía de la reforma: Aparicio, Juan M. , "Contratos en general. Obser-


vaciones al Proyecto de Código", LA LEY, 2012-F, 1213; Gregorini Clusellas,
Eduardo L. , "Contrato de obra en el Proyecto de Código, Lagunas sobre ga-
rantías y plazos de prescripción", LA LEY, 2012-E, 719; Hernández, Carlos A. ,
"Sobre algunos aspectos del contrato de obra en el Proyecto de Código Civil y
Comercial de 2012", DCCyE, 2012 (octubre); Márquez, José F. , "La atribución
de riesgos en el contrato de obras. Daños a la persona del empresario", LA
LEY, 2012-D, 267;Silvestre, Norma O. - Maglio, María C. E. , "Obligaciones
concurrentes en el Proyecto de Código", LA LEY, 2012-E, 1027; Vega, Alejan-
dro P. , "Profesiones liberales. Contratos profesionales", Sup. Act. 6/9/2012, 1;

Bibliografía clásica: Arias Cau, Esteban J. - Nieto, Matías L. , "La prescripción


de la acción estimatoria y el orden público del consumidor", DJ año XXVII, N°
23, 8/6/2011; Arias Cáu, Esteban J ., ""Actos realizados por los directores du-
rante el periodo de formación de la sociedad anónima", LA LEY, 2000-D, 1045;
Azar, Aldo M. , Obligaciones de medios y de resultado , La Ley, Buenos Aires,
2012; Borda, Guillermo A. , Tratado de Derecho Civil, Contratos , t. II, 9ª ed., La
Ley, Buenos Aires, 2008 actualizada por Alejandro Borda; Bustos, Plácido M. ,
"El concepto de vicios en la locación de obra y la responsabilidad por ruina", LA

3013
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Santa Fe, 2007; Rezzonico, Luis M. , Estudio de los Contratos en nuestro De-
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Depalma, Buenos Aires, 1977; Ídem, Tratado de Locación de Obra , t. III, 3ª ed.
ampliada y actualizada, Depalma, Buenos Aires, 1978; Vallespinos, Carlos G. -
Ossola, Federico A. , La obligación de informar en los contratos. Consentimien-
to informado. Derechos del consumidor, Hammurabi, Buenos Aires, 2010; Wa-
yar, Ernesto C. , Compraventa y permuta , Astrea, Buenos Aires, 1984;

Art. 1251. Definición. Hay contrato de obra o de servicios cuando una perso-
na, según el caso el contratista o el prestador de servicios, actuando indepen-
dientemente, se obliga a favor de otra, llamada comitente, a realizar una obra
material o intelectual o a proveer un servicio mediante una retribución.

3014
El contrato es gratuito si las partes así lo pactan o cuando por las circunstan-
cias del caso puede presumirse la intención de beneficiar.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El contrato de locación de obra y servicios, fue regulado en el Código Civil de


Vélez, siguiendo el criterio de los códigos decimonónicos. Sin embargo, en la
actualidad, la locación de servicios en relación de dependencia se ha escindido
en una ley especial (ley 20.744), que regula por excelencia el denominado con-
trato de trabajo, propio del mercado laboral, conforme se expresa en el art.
1252 del nuevo Código. Por lo tanto, la locación de servicios que será objeto de
análisis es aquella llamada independiente, autónoma o profesional. Sin embar-
go, es dable advertir que puede darse también una prestación de servicios a
cargo de un proveedor a favor de un consumidor, perfeccionándose una rela-
ción de consumo que queda atrapada por el régimen de defensa del consumi-
dor, con las exclusiones previstas en el art. 2 in fine de la ley 24.240.

El Código Unificado dedica tres secciones para reglamentar los contratos cita-
dos, con una franca mejora en la técnica legislativa y con un total de 29 artícu-
los, en comparación a los 27 artículos del Código Civil de Vélez (esto es, sin
considerar la forzada regulación genérica de toda locación), siguiendo el méto-
do del Proyecto de Código Civil de 1998. La primera la denomina " Disposicio-
nes comunes a las obras y a los servicios" ; la segunda " Disposiciones espe-
ciales para las obras" ; y por último, la tercera abarca " Normas especiales para
los servicios" .

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1493, 1623, 1625, 1627
y 1628; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1152 y 1214; Proyecto de
la Comisión Federal de Juristas de 1993, art. 1627; Proyecto de Código Civil
para la República Argentina de 1998, art. 1175; ley 20.744,arts. 21 y 23; ley
13.064,arts. 1 y 24; ley 11.723,art. 1.

II. Comentario

1. Consideraciones en torno a la definición

3015
El contrato de obra y servicios en el nuevo Código deja de ser considerado un
subtipo de locación mediante un cambio nominal, englobándose en un mismo
capítulo a lo largo de tres secciones, lo que otrora eran llamadas "locaciones de
obra y servicios" . La distinción conceptual con la locación de cosas existía ya
claramente delimitada en doctrina. Así, se hablaba de la " locación de activi-
dad" (López de Zavalía) que englobaba, conjuntamente, la locación de servi-
cios y la locación de obra. El cambio es acertado desde lo teórico, mejorando
los problemas metodológicos que se originaban en el Código de Vélez, sobre
todo en referencia a los arts. 1495, 1496, 1497 y 1498 que referían esencial-
mente a la locación de cosas. Se remarca, también, analizando el texto del
Proyecto de 1998, que se deriva de la definición la persistencia de la autonom-
ía legislativa de la relación de trabajo dependiente en la ley 20.744 y modifica-
torias, mientas que el trabajo autónomo en general (incluyendo servicios) en-
cuentra "disposiciones comunes de la sección primera" (Lorenzetti). Estas con-
clusiones son aplicables a la metodología interna actual. El límite de ambas
regulaciones es trazado por la palabra independiente. Existe cierto consenso
en que, la nota distintiva de la relación laboral, no abrazada por las regulacio-
nes de este capítulo, se configura a partir de una triple dependencia: jurídica,
económica y técnica , donde el empleador asume los riesgos económicos pro-
pios de tal colaboración, tema sobre el que no abundaremos más, pues se ha
escrito profusamente en relación al mismo.

Cuando el objeto del contrato es una obra, la norma expresamente admite que
la misma no sólo podrá ser material sino también intelectual con lo que, merced
a lo normado en el art. 1252, las reglas de esta sección primera se integran a la
normativa de tutela de la propiedad intelectual. En el caso de la sección segun-
da, si bien aparenta estar destinada a obras materiales, muchos de sus precep-
tos son aplicables a obras intelectuales (como por ejemplo el contrato de desa-
rrollo de software a medida).

2. Presunción de onerosidad

La gratuidad no se presume en estos contratos. Sin embargo, el contrato será


gratuito si ello surge de la autonomía privada de las partes o bien de las cir-
cunstancias del caso pueda inferirse que ella estuvo en mira de los contratan-

3016
tes, cobrando especial relevancia la consideración de todas aquellas que ro-
dearon la negociación, celebración, ejecución y conducta posterior de los con-
tratantes. Un criterio útil es considerar las especiales vinculaciones preexisten-
tes entre las partes.

III. Jurisprudencia

1. La nueva redacción deja sin sustento aquella corriente jurisprudencial que


negaba la aplicación de la normativa de obras a las producciones intelectuales
(CCiv. y Com. Córdoba, 4ª, 23/3/1969, CJ X XII- 174).

2. En relación a la presunción de onerosidad (CNCiv ., sala B, 24/10/2004, LA


LEY, 2004- E, 482; CNCom ., sala A, 12/5/2003, LA LEY, 2004- B, 1015;
CNCiv., sala C, 28/11/2006, LLAR/JUR/9749/2006).

Art. 1252. Calificación del contrato. Si hay duda sobre la calificación del con-
trato, se entiende que hay contrato de servicios cuando la obligación de hacer
consiste en realizar cierta actividad independiente de su eficacia. Se considera
que el contrato es de obra cuando se promete un resultado eficaz, reproducible
o susceptible de entrega.

Los servicios prestados en relación de dependencia se rigen por las normas del
derecho laboral.

Las disposiciones de este Capítulo se integran con las reglas específicas que
resulten aplicables a servicios u obras especialmente regulados.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez carecía de un precepto de calificación e integración como el


artículo comentado. En cambio, el Proyecto de Código Civil de 1998 para hacer
frente a problemas de calificación echaba mano de una sección de disposicio-
nes comunes a obras y servicios, pero carecía de estas pautas, destinando el
art. 1176 a resolver los problemas de integración normativa. El nuevo Código
Unificado va más allá y explicita en los fundamentos la necesidad de brindar

3017
algunos criterios, que deben correlacionarse con su art. 774. Asimismo, la nor-
ma habilita la integración con otros regímenes específicos: ej. ley 11.723 (Pro-
piedad intelectual), ley 23.187 (Ejercicio de la abogacía en Capital Federal), ley
17.132 (Ejercicio de la medicina) y ley 13.064 (Obras públicas).

En cuanto a las fuentes del artículo: Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art.
1152; Proyecto de la Comisión Federal de Juristas de 1993, art. 1624; Proyecto
de Código Civil para la República Argentina de 1998, art. 1176.

II. Comentario

1. El problema de calificación

Resulta esclarecedor el concepto de matriz jurídica (Lorenzetti) para referir un


género comprensivo de la locación de cosas, servicios, obra, contrato de traba-
jo, de servicios públicos y los destinados al consumidor. La existencia de notas
comunes plantea, consecuentemente, problemas de deslinde conceptual entre
las figuras antedichas. Esta norma, en su primera parte, trata de brindar pautas
para facilitar la labor del intérprete a la hora de calificar situaciones de la vida
real, especialmente cuando existieran dudas sobre la calificación del contrato
distinguiendo el contrato de servicios del de obra, según que se realice una
actividad sin comprometer un resultado eficaz o se prometa un resultado eficaz,
respectivamente (no solapar el criterio con la clásica distinción entre obligacio-
nes de medios y resultados, sino con las pautas del art. 774). En relación a los
problemas de calificación entre el contrato que tiene por objeto una obra, y el
que refiere a un servicio, el problema es arduo y por ello, se regula una sección
común (la primera) con lo que muchas dificultades prácticas quedarán resuel-
tas.

En su párrafo segundo, tratándose de servicios prestados en relación de de-


pendencia, la norma expresa que se aplica el derecho laboral, por lo cual nos
remitimos al comentario del art. 1251. En su párrafo tercero, incorpora una
norma de integración para aquellas obras o servicios que cuenten con una re-
gulación específica, que podrán contar "de modo subsidiario" con las disposi-
ciones generales de la presente sección. En suma, la aplicación de las restan-
tes dos secciones, se verá ayudada por las siguientes pautas que permiten

3018
deslindar la actividad que entraña el contrato de obra, y la que entraña el de
servicios.

2. Distinción en punto a la naturaleza y características del objeto

Según el texto del artículo, el servicio puede caracterizarse como un hacer (fa-
cere ), es actividad intangible, se consume y desaparece. En cambio, la obra
implica un resultado reproducible de la actividad (como quien escribe una nove-
la y la misma puede plasmarse en una tirada de mil ejemplares) que es pasible
de entrega. Sin embargo, el criterio de " reproducibilidad " no es el único apto
para formular la distinción en atención a la partícula disyuntiva " o"empleada.
La auténtica divisoria de aguas está dada por el compromiso de eficacia de un
resultado, esto es, que la funcionalidad tenida en miras se cumplirá acabada-
mente.

3. Criterio del fin

Se encuentra desarrollado en los Fundamentos . Así, en la locación de servi-


cios, la actividad del deudor es el fin en si mismo (como el médico que intervie-
ne quirúrgicamente al paciente, agotándose el servicio con ese hacer); mien-
tras que, en la locación de obra, es un medio para alcanzar ese objeto reprodu-
cible y susceptible de entrega antes aludido (como el arquitecto que despliega
su actividad para corporizar un plano, que entrega a su comitente). Por ello, se
dice también, que en la locación de obra la persona del contratista es sustitui-
ble salvo que surja que dicho contrato haya tenido el carácter intuito personae .
En la zona más ambigua, es posible hallar contrato de obra aún sin la materia-
lización de un bien reproducible cuando, insistimos, se prometió la eficacia del
resultado.

4. La tesis de las obligaciones de medios y resultado

Fue muy difundida la tesis que encontraba la llave de la distinción de los traba-
jos autónomos en la clásica (y controvertida) distinción entre obligaciones de
medios y resultado. Así, se decía " que la obra era una especie de resultado, se
promete el resultado mismo" (López de Zavalía). Si bien este criterio no es pre-
ciso, lo cierto es que se encuentra parcialmente receptado en la nueva regula-

3019
ción, pues entiende el artículo que hay locación de obra cuando se promete un
resultado eficaz, reproducible o susceptible de entrega. Deberá tenerse espe-
cial cuidado al aplicarse este criterio por cuanto el nuevo Código "como ya lo
hacía una importante corriente doctrinaria antes de sancionarse el nuevo cuer-
po legal" lo liga al factor de atribución de responsabilidad civil (cfr., art. 1723).
Sin embargo, la más moderna doctrina ha sido contraria a emplear este criterio
de deslinde. Así, se cita el ejemplo del abogado (Lorenzetti): Si una empresa
celebra un contrato de locación de servicios con un abogado para que se con-
vierta en su asesor legal, algunas veces estará obligado a prestar su conducta
diligente (como cuando representa a la empresa en juicio) y en otras ocasiones
a cumplir un resultado determinado (emisión de dictamen). El texto legal, sin
embargo, nos dice que para hablar de obra, el resultado ha de ser " eficaz" ,
por lo que entendemos útil desarrollar el siguiente ejemplo: una persona contra-
ta una compañía de publicidad para conseguir una mejor colocación de su pro-
ducto en el mercado. Ahora bien, la compañía de publicidad pretende impactar
a los transeúntes con múltiples carteles en distintas calles con determinada
publicidad gráfica, siendo la confección de dichos carteles, resultados concre-
tos que se dan con prescindencia de su eficacia (captar suficientes consumido-
res); en cambio, el contrato que celebró la empresa de publicidad con una im-
prenta para imprimir esos carteles, será de locación de obra, pues el resultado
es eficaz en sí mismo, reproducible y susceptible de entrega.

5. Criterio del riesgo

El criterio del riesgo es una pauta útil en virtud que es propio del contrato de
obra hacer caer el riesgo en cabeza del empresario; en cambio, en el contrato
de servicios, el mismo recae sobre el comitente. Así, si un abogado realiza un
contrato nulo por encargo no ha cumplido y pierde el derecho a la remunera-
ción; mientras que si, efectuando una defensa en juicio, pierde el mismo,
igualmente tendría derecho a sus honorarios (Gregorini Clusellas).

6. Conclusiones en relación al distingo

Debe entenderse que los criterios antes expuestos son orientativos y en modo
alguno certeros; sin embargo, al haberse redactado una sección de disposicio-
nes comunes a obras y servicios, los problemas prácticos son reducidos en

3020
modo sensible incluso para aquellas zonas grises que la realidad económica
suele presentar a los operadores jurídicos. Por ejemplo, se discutía bajo el
régimen proyectado por Vélez si las normas sobre " precio no ajustado" en la
locación de servicios podían aplicarse al contrato de obras, cuestión superada
con la nueva técnica legislativa.

7. Reglas de integración

Las normas proyectadas por el nuevo régimen constituyen un cuerpo de reglas


generales que no derogan las previsiones especiales (por ejemplo en materia
de propiedad intelectual) pero que resultarán aplicables a las relaciones jurídi-
cas subsumibles en dichos cuerpos normativos ante ausencia de previsión es-
pecífica.

III. Jurisprudencia

Sobre el problema de calificación (CCiv. y Com. Córdoba, 4ª, 23/3/1969, CJ, X


XII- 174; SCBA, 3/9/1991, LL AR/JUR/2236/1991; CNCom ., sala D, 13/8/2007,
LLAR/JUR/6928/2007

Art. 1253. Medios utilizados. A falta de ajuste sobre el modo de hacer la obra,
el contratista o prestador de los servicios elige libremente los medios de ejecu-
ción del contrato.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Se debe tener cuidado de no incurrir en el error de pensar que este artículo es


el sucedáneo del antiguo 1632 del régimen de Vélez, donde a falta de precisio-
nes sobre el modo de hacer la obra "no quedaba claro si se aplicaba este pre-
cepto a la locación de servicios", se remitía a las costumbres del lugar y, even-
tualmente, a una interpretación fundada en el precio pactado como parámetro;
pues sus contenidos son remozados por el art. 1256 inc. a) del nuevo Código
que reemplaza el patrón de las costumbres y precio por " los conocimientos
razonablemente requeridos al tiempo de su realización por el arte, la ciencia y

3021
la técnica correspondientes" . Así las cosas, el artículo comentado, vendría a
funcionar como pauta interpretativa de delimitación del objeto, misión que antes
cumplía el art. 1632 (Gregorini Clusellas).

En cuanto a las fuentes del artículo: Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art.
1152; Proyecto de Código Civil para la República Argentina de 1998, art. 1177.

II. Comentario

El artículo comentado consagra, entonces, la denominada discrecionalidad


técnica que constituye una de las características del trabajo autónomo y por
ende constituye la regla de interpretación a falta de instrucciones precisas por
parte del comitente. Debe procederse con cautela ante cláusulas que sometan
toda la prestación de actividad a la disposición de medios que efectúe el comi-
tente, pues podría abrirse un margen de duda, y sostenerse la existencia de
una relación de trabajo dependiente. La discrecionalidad técnica encuentra su
límite en el estadio de conocimientos propios del arte, ciencia o técnica perti-
nentes; siendo propia tanto de la locación de servicios como de obra. Sin per-
juicio de ello, puede existir relación de dependencia aún existiendo discreciona-
lidad técnica si concurren otras notas tipificantes de la relación laboral. En tal
sentido, se advierte este supuesto cuando el trabajador posee alguna compe-
tencia específica, una " profesionalidad" (Lorenzetti).

Ahora bien, la discrecionalidad consagrada en el texto bajo análisis resulta evi-


dentemente limitada por las " reglas del arte y la técnica" a que alude el art.
1256 del nuevo ordenamiento. Básicamente, el supuesto al que refiere la nor-
ma, se presenta cuando la técnica permite o brinda distintos modos de ejecu-
ción igualmente aceptados para la obtención del resultado; aún así, siempre
deberá la buena fe operar como criterio interpretativo de ejecución del contrato.
En tal sentido, la doctrina se preguntaba cómo proceder cuando se pactaba la
cláusula " de acuerdo a la mejor regla del arte" (Borda), entendiendo que debía
entonces ser más exigente el empresario en cuanto a la calidad de los materia-
les y estándares operativos (aun cuando reconocía que la jurisprudencia no le
asignaba mayor trascendencia a dicha cláusula, exigiendo simplemente que el
modo elegido se adapte a las reglas del arte).

3022
III. Jurisprudencia

(CNCom., sala D, 28/9/2000, LA LEY, 2001- A, 423; DJ, 2001- 1-351; CNCom.,
sala F, 27/12/2011, JA del 13/6/2012, 59; DJ del 19/12/2012, 7, LL
AR/JUR/94022/2011).

Art. 1254. Cooperación de terceros. El contratista o prestador de servicios


puede valerse de terceros para ejecutar el servicio, excepto que de lo estipula-
do o de la índole de la obligación resulte que fue elegido por sus cualidades
para realizarlo personalmente en todo o en parte. En cualquier caso, conserva
la dirección y la responsabilidad de la ejecución.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

La ejecución de la obra o la prestación de servicios como regla admite que sea


ejecutada por terceros, conforme lo autoriza el art. 1631 del antiguo sistema,
salvo que se haya elegido al contratista o prestador por sus especiales condi-
ciones o cualidades (intuito personae ), teniendo en cuenta las cláusulas del
contrato o bien la naturaleza de la obligación contraída. En todos los casos,
siempre será responsable, tanto de la dirección como de la ejecución de la obra
o servicio.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1631, 1640 y 1641; Pro-
yecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1154; Proyecto de Código Civil para la
República Argentina de 1998, art. 1178.

II. Comentario

1. Fundamentos de la norma. De la cooperación

Se sienta como principio, tanto para obras como servicios, la posibilidad de va-
lerse de otras personas en la ejecución del contrato salvo cuando el mismo fue-
ra intuito personae. Se recoge así la ingente experiencia que demuestra este
tipo de contrataciones, en la cual es cada vez más frecuente el recurso de la
tercerización, dependientes, etc. Es común incluso hoy en día que en contratos
de servicios profesionales, el prestador se valga de otras personas (un dentista

3023
reconocido que deriva sus pacientes a otros que para él trabajan, supervisán-
dolos) que colaboran con su tarea. Sin embargo, siempre será importante ana-
lizar el instrumento y las circunstancias que rodearon la contratación para po-
der determinar si el contratista o prestador fue seleccionado o no por sus cuali-
dades especiales (un buen criterio es si el comitente sabía de antemano que el
prestador o contratista se valía usualmente de otras personas).

En tal sentido, autorizada doctrina sostenía que " por principio, el empresario
no estaba obligado a ejecutar por sí la obra, pudiendo valerse de terceros
siempre que no hubiera sido efectuada la contratación atendiendo a cualidades
especiales" (Spota). La regla, pues, estaba en el art. 1641 y la excepción en el
1640 del anterior CCiv., llegando a esa conclusión por una interpretación armó-
nica del art. 1631 que responsabilizaba al empresario por el trabajo ejecutado
por personas que hubiera ocupado en la obra. Con mejor técnica legislativa, el
sentido de la norma es ahora más claro. En resumidas cuentas, siempre esta-
remos lidiando con una cuestión de hecho que los jueces habrán de valorar
debidamente. En los fundamentos de la norma se expresa, incluso en relación
a los servicios, que la obligación debe ser contratada atendiendo a condiciones
insustituibles del profesional para que no proceda esta facultad reconocida al
prestador.

2. La subcontratación y la cesión

Debe tenerse en claro que el artículo brinda por regla una autorización para
subcontratar mas no para ceder (la cesión de posición contractual se regirá por
las normas pertinentes de los arts. 1636 a 1640 del nuevo Código). La clave
para distinguirlas estriba en que en la cesión el primigenio contratista se desen-
tiende de la obra y deja de responder por ella; en cambio, cuando hay subcon-
tratación, el empresario no queda liberado de la misma (Garrido-González De
Garrido).

En la última parte de la norma, por tanto, se aclara que el contratista o presta-


dor del servicio que recurra a terceros para realizar o prestar la obra o servicio
respectivamente, ya sea de forma total o parcial, nunca pierde o limita su pro-
pia responsabilidad. Este criterio se aplica tanto a la dirección como a la ejecu-
ción.

3024
III. Jurisprudencia

(CNCiv ., sala C, 13/11/1984, LA LEY, 1985- C, 460; CFed. Paraná, 27/3/2000,


LL Litoral 2000, 603; LLAR/JUR/2991/2000).

Art. 1255. Precio. El precio se determina por el contrato, la ley, los usos o, en
su defecto, por decisión judicial.

Las leyes arancelarias no pueden cercenar la facultad de las partes de deter-


minar el precio de las obras o de los servicios. Cuando dicho precio debe ser
establecido judicialmente sobre la base de la aplicación de dichas leyes, su
determinación debe adecuarse a la labor cumplida por el prestador. Si la apli-
cación estricta de los aranceles locales conduce a una evidente e injustificada
desproporción entre la retribución resultante y la importancia de la labor cum-
plida, el juez puede fijar equitativamente la retribución.

Si la obra o el servicio se ha contratado por un precio global o por una unidad


de medida, ninguna de las partes puede pretender la modificación del precio
total o de la unidad de medida, respectivamente, con fundamento en que la
obra, el servicio o la unidad exige menos o más trabajo o que su costo es me-
nor o mayor al previsto, excepto lo dispuesto en el artículo 1091.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El precio constituye la contraprestación por la obra o servicio prestado por el


contratista y por lo común estará previsto en el contrato, estableciéndose crite-
rios supletorios que permitan su determinación.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1627 (ley 24.432), 1628,
1633; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1161 y 1164; Proyecto de
Código Civil para la República Argentina de 1998, art. 1179.

II. Comentario

1. Del precio. Su fijación

3025
El precio es la contraprestación a cargo del comitente que se encuentra gene-
ralmente pactada en el contrato, "constituyéndose en un elemento de califica-
ción del negocio" (Lorenzetti). Si ello no ocurriera, pero puede determinarse por
criterios supletorios como la ley o los usos, el contrato será válido. Por último, si
existiera desacuerdo entre las partes puede recurrirse al juez.

Por lo común el precio consistirá en una suma de dinero. Sin embargo, la modi-
ficación efectuada por el PEN al Anteproyecto en su art. 765 abre la discusión
en torno al carácter innominado del contrato resultante.

2. Su libre determinación. Facultad judicial

Del segundo párrafo de la norma comentada surge la protección de la libre de-


terminación del precio que tienen las partes contratantes, no pudiendo ser cer-
cenada por las leyes arancelarias locales. En cambio, sí será el monto fijado
con sujeción a las leyes arancelarias locales cuando el mismo debe ser deter-
minado judicialmente; especialmente en aquellas actividades que se encuen-
tran reguladas por las provincias y en virtud de la integración propuesta por el
art. 1252 ya analizado.

Cuando se recurra al juez para determinar el monto debido como precio se in-
cluye una pauta genérica que exige su adecuación a la labor cumplida, en la
cual deberá ponderarse la importancia de la obra o servicio prestado, las cuali-
dades personales del contratista y el precio determinado. Para el supuesto que
existiera una evidente desproporción y que carezca de sustento, aun cuando se
aplicaran los aranceles locales, el juez puede fijar la retribución conforme la
equidad. Esta pauta viene a generar una brecha para que los jueces puedan
fundadamente apartarse de las reglas arancelarias locales cuando no se con-
diga el resultado de su aplicación con las labores efectivamente desarrolladas.

3. De las modalidades de precio: Global y unidad de medida. Imprevisión

La contratación por ajuste alzado, es una modalidad de la locación de obra


(Gregorini Clusellas) aplicable también al contrato de servicios, a ella debe en-
tenderse referida la expresión " precio global" . En este caso se establece un
precio fijo, insensible a las variaciones de costos y unitario por la totalidad de la
obra. El riesgo lo asume el empresario, quien deberá prever cuidadosamente el

3026
presupuesto de la obra (o servicio). Tampoco podría el comitente pretender una
reducción del precio si los costos disminuyesen, salvo que ocurra por el art.
1091 que regula la teoría de la imprevisión; de lo contrario, implicaría una " mo-
dificación del contrato" (López de Zavalía).

Cuando se contrata por unidad de medida, la inmutabilidad refiere al valor


asignado a una unidad técnica convenida, como por ejemplo pintar paredes a
tantos pesos el metro cuadrado. Puede ser que de antemano se fijen los me-
tros cuadrados a pintarse, obteniendo un régimen parecido al ajuste alzado;
podría en cualquier grado de avance de la obra, pagarse las unidades efecti-
vamente realizadas, pero el contratista está obligado a entregar la obra con-
cluida, conf. art. 1266 del nuevo Código. Se decía gráficamente que sería un "
ajuste alzado diferido " (Lorenzetti); sin embargo, remitimos al comentario de
dicho artículo por tratarse éste de un supuesto especial o bien sin indicación
previa de las unidades a emplearse; se presupone en estos casos que la obra
es divisible. Resulta evidente que, como el empresario puede cobrar cada uni-
dad trabajada, el riesgo que implicaría una paralización de la obra pesa, princi-
palmente, sobre el comitente.

III. Jurisprudencia

(CNCiv., sala C, 25/8/1987, LA LEY, 1988- A, 456; CNCiv ., sala C, 25/8/1987,


LA LEY, 1988- A, 456; CNCom ., sala A, 10/6/2010, LLAR/JUR/32215/2010).

Art. 1256. Obligaciones del contratista y del prestador. El contratista o pres-


tador de servicios está obligado a:

a) ejecutar el contrato conforme a las previsiones contractuales y a los conoci-


mientos razonablemente requeridos al tiempo de su realización por el arte, la
ciencia y la técnica correspondientes a la actividad desarrollada;

b) informar al comitente sobre los aspectos esenciales del cumplimiento de la


obligación comprometida;

c) proveer los materiales adecuados que son necesarios para la ejecución de la


obra o del servicio, excepto que algo distinto se haya pactado o resulte de los
usos;

3027
d) usar diligentemente los materiales provistos por el comitente e informarle
inmediatamente en caso de que esos materiales sean impropios o tengan vi-
cios que el contratista o prestador debiese conocer;

e) ejecutar la obra o el servicio en el tiempo convenido o, en su defecto, en el


que razonablemente corresponda según su índole.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Esta norma establece las obligaciones del contratista de la obra o prestador del
servicio que, por lo general, ya están estipuladas en el contrato. Este precepto
prevé la posibilidad (incluso la obligación a falta de pacto en contrario) de pro-
visión de los materiales por el contratista. Esta circunstancia generó en su mo-
mento arduas dificultades para distinguir la compraventa con la locación de
obra, variando las tesis propuestas entre estar siempre frente a una compra-
venta, una locación de obra (Wayar), o un contrato mixto (Salas).

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1629, 1630, 1632 y
1635; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1156 y 1159; Proyecto de
Código Civil para la República Argentina de 1998, art. 1180. Conf., Proyecto de
Código Civil 2012, arts. 9, 59 y 775.

II. Comentario

1. Límites a la discrecionalidad técnica

La discrecionalidad técnica del contratista o proveedor encuentra su límite en


las previsiones contractuales y en el estadio vigente del arte, ciencia o técnica,
es decir " la práctica profesional específica que resulta obligatoria" (Lorenzetti).
Cualquier intento de operar con medios novedosos o aún no debidamente aco-
gidos por la comunidad científica, deben haber sido acordados previamente por
las partes (dejando siempre a salvo el límite que impone el orden público, conf.
art. 12 del Código). Si bien se ha eliminado la referencia al precio como pauta
interpretativa, entendemos que el mismo no deja de ser un factor orientador
cuando existen múltiples formas aceptadas de realizar la obra acorde a técni-

3028
cas y métodos distintos (similar razonamiento hacía López de Zavalía cuando
existían diferentes " costumbres" para la realización de la obra).

2. El deber de información genérico. Sobre los materiales impropios o con


vicios

La norma prescribe un deber genérico de información a cargo del contratista o


prestador del servicio sobre los "aspectos esenciales del cumplimiento de la
obligación" comprometida. Consiste en el deber de poner al co-contratante en
conocimiento de toda aquella información relevante sobre el desenvolvimiento
de la relación jurídica que los vincula, con suficiencia tal que pueda el mismo
ejercer cabalmente su libertad contractual de concertación, como de configura-
ción, y específicamente sobre la labor contratada. En efecto, el empresario es
un profesional que posee conocimiento experto sobre el tema, existiendo, en-
tonces, una asimetría de información que puede ser fuente de conflictos (-
Lorenzetti). Este deber es una emanación del principio de buena fe (conf. art. 9
del Código) y que adquiere matices de suma gravedad en los contratos profe-
sionales. Debe entenderse que el deber de información se enlaza a la libertad
como derecho humano irrenunciable. En el caso de perfeccionarse un contrato
de consumo, existe un deber especial contenido en el art. 4 de la ley 24.240
que no debe soslayarse.

La norma prescribe, además, un deber específico de informar al comitente so-


bre aquellos materiales impropios o con vicios que el contratista o prestador
debiera conocer, en virtud de su conocimiento profesional; ello es una emana-
ción del deber de información antes reseñado, y se aplica aun cuando éstos
sean provistos por el propio comitente.

Asimismo, se desprende de la obligación de correcto empleo de los materiales


provistos por el comitente el deber de custodiarlos, existiendo respecto de los
instrumentos de trabajo las obligaciones que resultan del préstamo de uso si tal
situación se presentase (Lorenzetti).

3. Del plazo de la obra o servicio

El plazo puede haberse convenido expresamente, o bien, inferirse de las cir-


cunstancias que rodean la contratación, como la " instalación de palcos para un

3029
desfile de 9 de julio" (Gregorini Clusellas). Como bien se ha dicho, en toda obra
" hay un plazo implícito, un tiempo normalmente necesario para ejecutar la obra
de acuerdo a las circunstancias" (Rezzónico). Si no se diese alguno de estos
casos, la fijación judicial tendrá como criterio orientador primordial la naturale-
za, extensión, dificultad y circunstancias que rodean la ejecución de la obra o
prestación del servicio; siendo altamente probable que " se requiera la opinión
de peritos" (Spota). Debe recordarse que, en caso de duda ante la posibilidad
de un plazo tácito o indeterminado propiamente dicho, debe estarse por el pri-
mero (conf. art. 887).

4. De la provisión de materiales. Situaciones conflictivas

Mención aparte requiere la obligación de provisión de materiales si nada se ha


pactado en contrario. Particularmente, en el contrato de obra, cuando el em-
presario provee los materiales, se produce una sería cuestión de deslinde con
la compraventa de cosa futura (art. 1131). El nuevo régimen legal prevé una
disposición para zanjar el asunto: el art. 1125 acoge un criterio ya sostenido por
la doctrina. Por tanto, cuando lo principal es la mano de obra, el contrato es de
obra; cuando lo principal es el producto manufacturado, se aplican las reglas de
la compraventa. Aún así, en el último supuesto se adiciona un criterio comple-
mentario pues si el que encarga la producción o manufactura, provee parte
substancial de los materiales, se aplican las reglas del contrato de obra. Puede
igualmente resultar complejo determinar que es, en la intención de las partes,
lo principal y qué lo accesorio. Un clásico ejemplo resulta útil: Si una persona
encarga un vehículo en una concesionaria que aún no se ha construido, pero
que es de los seriados, intuitivamente entenderemos que se aplican las reglas
de la compraventa de cosa futura pero, si un corredor profesional encarga es-
pecíficamente un diseño a determinada compañía, aparecería con claridad la
figura de la locación de obra (Gregorini Clusellas). Entendemos, que en la me-
dida que el comitente posea amplias facultades para indicar y precisar el opus ,
como la falta de estandarización del mismo, es dable considerar la existencia
de un auténtico contrato de obra.

III. Jurisprudencia

3030
El hecho de que los materiales de la obra hayan sido elegidos por el comitente
(en el caso, las aberturas de las ventanas) no exime de responsabilidad al lo-
cador de la obra, pues en razón de su profesión éste tiene la obligación de ad-
vertir al comitente acerca de la mala o inadecuada calidad de los materiales y
hasta negarse a utilizarlos si aquél insistiera (CCiv. y Com., San Martín, Sala
1ª, LLBA, 1998- 279 - CNCiv ., sala J, 20/9/2004, DJ, 2004- 3- 1269;CNCiv .,
sala J, del 20/9/2004, DJ, 2004- 3- 1269).

Art. 1257. Obligaciones del comitente. El comitente está obligado a:

a) pagar la retribución;

b) proporcionar al contratista o al prestador la colaboración necesaria, confor-


me a las características de la obra o del servicio;

c) recibir la obra si fue ejecutada conforme a lo dispuesto en el artículo 1256.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

La contraprestación principal del comitente consiste en abonar el precio o retri-


bución (art. 1636, Cód Civ.) pactado en el contrato. Sin embargo, no es la úni-
ca, regulándose también aquellas accesorias y que también tienen su origen en
aquello convenido.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1636; Proyecto de Código
Civil para la República Argentina de 1998, art. 1181. Conf., Proyecto de Código
Civil 2012, art. 731.

II. Comentario

1. Obligación de abonar el precio. Normas supletorias

La obligación nuclear del comitente consiste en pagar la retribución convenida


al contratista, que es de carácter recíproco. Precisamente, en base a esta reci-
procidad, " puede decirse que el precio en la locación de servicios representa
una proporción con la duración del esfuerzo, mientras que en la obra está vin-
culado al trabajo concluido"(Lorenzetti). Si no se hubiera determinado expresa

3031
o tácitamente el monto de la retribución, ver comentario supra al art. 1255 del
Código Unificado.

2. Del deber de colaboración

El deber de colaboración informa toda la materia contractual y es una deriva-


ción del principio general de buena fe. En general, el comitente debe hacer to-
do lo que de él dependa para el cumplimiento de la obra (o la prestación del
servicio). No basta la sola transferencia de la tenencia de la cosa mueble o in-
mueble para la realización de la obra, sino también, cumplir con el deber de
mantener al empresario en la posesión pacífica de los elementos que requiera
del comitente (Spota). Se ha discutido si el empresario posee acciones poseso-
rias contra el comitente dueño de los terrenos, locales, etc.; el conflicto se re-
suelve sencillamente acudiendo al derecho (rectius : facultad) de retención que
le compete al empresario. El derecho de retención confería tutela posesoria a
base de acciones de tipo policial concedidas al tenedor interesado en el régi-
men de Vélez (Pizarro - Vallespinos). El empresario gozaría de las acciones de
despojo y de mantener la tenencia o la posesión (conf. arts. 2238, 2239, 2241,
2242 del Código Unificado.; también la defensa extrajudicial, conf. art. 2240).

En particular, la norma establece una cláusula abierta en la cual la mentada


colaboración necesaria estará en directa relación con aquellas circunstancias
de hecho o fácticas, que encuadren en la frase " conforme a las características
de la obra o del servicio " , cuyo análisis quedarán a criterio del juez. Por ejem-
plo, suscribir la documentación necesaria. Ante el incumplimiento del deber de
cooperación del comitente, " el empresario puede suspender la continuación de
la obra. En casos de incumplimientos graves, puede pedir la resolución del con-
trato por culpa del dueño " (Lorenzetti).

3. De la recepción

Realizada la obra, o prestado el servicio de conformidad a lo acordado, el comi-


tente no podrá negarse a su recepción; y la aprobación no será un acto libre
sino un " acto debido" . Por el contrario, si la obra o el servicio no se ajustare a
las obligaciones contenidas en el art. 1256 in fine del Código Civil y Comercial,

3032
la aprobación y recepción dejarían de ser " actos debidos" y se tornarían " ac-
tos libres" (López de Zavalía).

III. Jurisprudencia

(CSJN, 15/10/1991, Fallos: 314:1302; SP, 23/2/1993, Fallos: 316:165; CCiv. y


Com. Santa Fe, sala 2ª, 19/3/1992, LLAR/JUR/2632/1992).

Art. 1258. Riesgos de la contratación. Si los bienes necesarios para la ejecu-


ción de la obra o del servicio perecen por fuerza mayor, la pérdida la soporta la
parte que debía proveerlos.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Este precepto es una aplicación del principio general que se explicita por el
adagio latino " res perit domino "(Gregorini Clusellas), esto es, las cosas se
pierden para su dueño.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1636; Proyecto del Po-
der Ejecutivo de 1993, art. 1155; Proyecto de Código Civil para la República
Argentina de 1998, art. 1182. Conf., Código Civil y Comercial de la Nación, arts.
755 y 1268.

II. Comentario

1. Fundamento de la norma

Los bienes necesarios para la ejecución de la obra pueden ser suministrados


por el contratista o por el comitente, quienes mantienen la propiedad de los
mismos. Por lo cual, resulta lógico que, para el supuesto de su pérdida o des-
trucción por fuerza mayor, se aplique el principio general ya citado, por el cual
su dueño debe soportar su pérdida. Entonces, si la " pérdida o destrucción pro-
viene de los materiales siendo éstos aportados por el empresario, éste asume
los riesgos frente a la pérdida total o parcial de la cosa por caso fortuito (...) Por

3033
esta razón, la regla se invierte si los materiales han sido incorporados al in-
mueble por accesión " (Lorenzetti).

2. Su interpretación

Para evitar una contradicción entre lo dispuesto por esta norma y el precepto
del art. 1268 del Código Unificado, que autoriza al empresario a solicitar com-
pensación por los materiales que hubiera provisto cuando construye en un in-
mueble del comitente (como así también por la tarea efectuada) cuando opera
la destrucción por casus , es menester efectuar una tarea interpretativa. En
efecto, sobre este tema la doctrina había discutido arduamente y remitimos al
comentario infra del art. 1268. En el régimen actual, entendemos que la regla
ahora analizada sienta el principio general: las cosas mejoran y se pierden para
sus dueños antes de algún acto que opere la traslación de riesgos en la diná-
mica contractual (entrega, constitución en mora). Sólo en el supuesto excep-
cional de construcciones con materiales del empresario sobre el inmueble del
comitente se aplica el inc. a) del art. 1268. Puede fundarse esto en el principio
de accesión y, consecuentemente, en la regla " res perit domino " .

III. Jurisprudencia

(CFed. La Plata, sala I, 6/7/1983, LLAR/JUR/1998/1983; CCiv. y Com. Rosario,


sala 3ª, 10/9/2002, LLAR/JUR/829/2002).

Art. 1259. Muerte del comitente. La muerte del comitente no extingue el con-
trato, excepto que haga imposible o inútil la ejecución.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El contrato de locación de obra no se extingue por fallecimiento del comitente o


locatario como regla (art. 1640, CCiv.) en virtud que puede continuarse con sus
herederos, salvo pacto en contrario.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1640; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1166; Proyecto de Código Civil para la República Argen-

3034
tina de 1998, art. 1183. Conf., Código Unificado Civil y Comercial, arts. 955 y
1090.

II. Comentario

1. Fundamento de la norma

Como regla la muerte del comitente o dueño no extingue el contrato, toda vez
que puede ser susceptible de continuarse por sus herederos, que pueden man-
tener el interés en su conclusión, y por tanto, " deben cumplir con todas las
obligaciones derivadas del contrato" (López de Zavalía). Por supuesto, cabe
agregar también que las partes pueden haber pactado explícitamente lo contra-
rio.

En efecto, la importancia del comitente es desigual con relación al contratista.


Así, " mientras el empresario asume una obligación de hacer, en la que resulta
importante el cómo lo hace cada empresa, no sucede lo mismo con el dueño,
que contrae una obligación de dar una suma de dinero, en la que es indiferente
quien lo da" (Lorenzetti).

Por el contrario, como excepción, el contrato se extinguirá cuando sea imposi-


ble o inútil su continuación. La redacción del precepto recepta la doctrina de la
frustración del fin del contrato que ha sido descripta, conceptualmente, " cuan-
do en un contrato bilateral válido, de ejecución diferida o continuada (en algu-
nas modalidades de esta clasificación), la finalidad relevante "razón de ser" y
conocida, aceptada expresa o tácitamente por las partes, no puede lograrse "se
ve frustrada" por razones sobrevinientes ajenas "externas" a su voluntad y sin
que medie culpa (Gastaldi).

Por lo tanto, la norma anotada debe leerse en conformidad a lo dispuesto en


los artículos 955 y 1090 del Código Unificado. El primero de ellos, emplazado
entre los modos de extinción de las obligaciones, libera de responsabilidad
cuando una imposibilidad sobrevenida, objetiva, absoluta y definitiva, se produ-
ce por caso fortuito.

2. De las excepciones

3035
Pues bien, resulta claro que la obligación de pagar el precio puede transmitirse
a los herederos, pero siendo este artículo aplicable tanto a obras como servi-
cios, existen numerosos supuestos en que la muerte del comitente frustra la
finalidad tenidas en miras al contratar o bien, torna la obligación de cumplimien-
to imposible, configurándose excepciones a la regla sub examine .

Por ejemplo, si una persona contrata una cirugía estética y fallece antes de la
intervención, mal podría el cirujano compeler a los herederos a que se cumpla
la intervención; o si el comitente contrata la realización de un tatuaje en su
cuerpo; o cuando contrata una defensa penal con un abogado y fallece el impu-
tado. Empero, se requiere que sea definitiva . Así, " la imposibilidad tiene efec-
tos extintivos cuando es definitiva. Cuando sólo es temporaria no da lugar a la
resolución, sino a una prórroga del plazo equivalente al de la imposibilidad" (-
Lorenzetti).

En consecuencia, cualquier imposibilidad jurídica o fáctica que impide la conti-


nuación del contrato implica su extinción, como también en aquellos supuestos
en que se torna inútil su continuación.

III. Jurisprudencia

(CNCiv ., sala H, 22/9/1994, LA LEY, 1995- C, 18).

Art. 1260. Muerte del contratista o prestador. La muerte del contratista o


prestador extingue el contrato, excepto que el comitente acuerde continuarlo
con los herederos de aquél. En caso de extinción, el comitente debe pagar el
costo de los materiales aprovechables y el valor de la parte realizada en pro-
porción al precio total convenido.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El sistema del Código de Vélez presentaba ciertas complejidades, pues por


principio (art. 1496) las obligaciones emergentes del contrato de locación se
transmiten a los herederos; luego, disponía la resolución por muerte del loca-

3036
dor, observándose por la doctrina que, la expresión correcta sería " rescisión
del contrato" por operar hacia futuro (López de Zavalía).

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1496, 1640 y 1641; Pro-
yecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1166; Proyecto de Código Civil para la
República Argentina de 1998, art. 1184; ley 13.064 de Obras Públicas, art. 49.

II. Comentario

1. Extinción del contrato por muerte del empresario. Fundamento

Como regla, el contrato de locación se extingue por la muerte del contratista


porque puede suceder que se hayan tenido en cuenta sus cualidades persona-
les para contratarlo y por lo tanto ya no exista interés en proseguir la obra. En
dicho caso, se prescribe que el comitente debe abonar "se entiende" a los
herederos, el costo de los materiales ya comprados y que le sirvan para conti-
nuar la obra como también la parte proporcional de los honorarios por la parte
ya cumplida. Este supuesto se aplicará cuando el empresario sea una persona
física, no cuando sea una persona jurídica, " por lo que no se da el supuesto de
muerte" (Lorenzetti).

Como excepción , se prescribe que el contrato puede continuarse con los here-
deros del contratista fallecido para el caso que las tareas no sean aquellas de
las denominadas como intuito personae .

2. Comparación con la norma vigente

El Código Civil, en los arts. 1640 y 1641, regula el mismo supuesto de hecho
con idéntica solución. La norma exige el acuerdo con los herederos del presta-
dor o contratista para evitar la extinción.

Confrontado con lo expuesto en relación al sistema de Vélez, la norma es cier-


tamente más clara. El contrato se extingue por principio; salvo acuerdo en con-
trario. Desde el punto de vista de la técnica legislativa, la norma comentada ha
fundido los artículos cita dos en una sola regla, teniendo como fuente inmediata
el art. 1184 del Proyecto de Código Civil de 1998 y como fuente mediata el art.
1166 del Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993.

3037
Ahora bien, cabe preguntarse si dicho acuerdo puede darse antes de la muerte
del empresario (sea por caso, en el mismo acto de contratación). Nos inclina-
mos por la respuesta afirmativa, y la cuestión se encontraría resuelta. Por el
contrario, resulta complejo dilucidar cuando la situación no ha sido prevista.
¿Puede continuarse un contrato extinguido? Si se concertare la continuación,
¿estaríamos ante un nuevo contrato? No creemos que haya sido esa la volun-
tad legislativa, pues no hubiera requerido decir nada al respecto para llegar al
segundo resultado. La norma expresamente habilita la prosecución del contrato
en similares condiciones (por ejemplo, si algún plazo de prescripción estuviera
corriendo, seguiría desde el mismo punto, pues estaríamos ante a un fenóme-
no de transmisión obligacional; sin embargo, no sucedería lo mismo con las
garantías, donde siempre resultará relevante la persona del deudor primigenio).

3. Obligaciones del comitente ante la muerte del contratista o proveedor

Producida la extinción del contrato, el comitente debe un precio proporcional al


trabajo realizado y a los materiales aprovechables (el código de Vélez refería a
materiales " preparados" que sean útiles a la obra). Subyace el principio que
veda el enriquecimiento sin causa, aunque claro, la acción de los herederos
deriva primariamente de este artículo desplazando aquel remedio subsidiario
(arg. art. 1795). La complejidad para determinar la proporción de avance de la
obra, como el carácter de " aprovechable" de los materiales incorporados a la
misma, puede resultar una tarea harto compleja siendo aconsejable que el con-
trato determine la posibilidad de someter esta cuestión a dictamen técnico. Sin
perjuicio de ello, estimamos atinada la opinión que expresa que el valor de la
parte ejecutada, no es " el valor de mercado, sino el que resulte según el precio
convenido" (López de Zavalía).

4. De las condiciones especiales

El art. 1641 del Código de Vélez, prescribe que los herederos podrán continuar
la obra cuanto esta no exigiese "cualidades especiales. Al respecto, cierta doc-
trina (López de Zavalía) afirmaba que " cuando la locación de obra no era con-
cluida teniendo en miras las calidades personales del locador, mal podría
hablarse de una extinción automática del contrato, pues el código permitía la

3038
continuación por los herederos (arg. art. 1641)" . Dicho sea de paso, tampoco
entendía (López de Zavalía) procedente la extinción ipso iure si el contrato fue-
ra intuito personae , requiriéndose en todos los casos una declaración del in-
terés de las partes en la continuación del contrato (obviamente si existían con-
diciones personales tenidas en miras al contratar, se requerirá un acuerdo en-
tre el comitente y los herederos del locador). Por otra parte, se decía (Gregorini
Clusellas) que, existía una auténtica presunción sobre el carácter intuito perso-
nae, pero reconoce que los herederos podrían plantear la continuidad de la
obra implicando, en caso de discordancia con las apreciaciones del locatario, la
necesidad de ocurrir por ante la justicia para dirimir la cuestión. Por nuestra
parte, adhiriendo en parte a las ideas expuestas, entendemos que no operaba
automáticamente la rescisión ex legem . En principio, debían los herederos
manifestar si se consideraban calificados para proseguir la obra no pudiendo el
comitente negarse en forma infundada; pero toda vez que éste esquema nor-
mativo fue concebido con carácter supletorio, si del contrato surgiera el carác-
ter " intuito personae " , entendemos sí operaba la extinción ipso iure. El régi-
men del Código Unificado no deja mayor margen a estas disquisiciones; exi-
giendo en todo caso el acuerdo entre el comitente y los continuadores del con-
tratista o prestador.

III. Jurisprudencia

(CNCiv ., sala D, 27/12/1979, LA LEY, 1980- D, 85).

Art. 1261. Desistimiento unilateral. El comitente puede desistir del contrato


por su sola voluntad, aunque la ejecución haya comenzado; pero debe indem-
nizar al prestador todos los gastos y trabajos realizados y la utilidad que hubie-
ra podido obtener. El juez puede reducir equitativamente la utilidad si la aplica-
ción estricta de la norma conduce a una notoria injusticia.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

3039
Se observa una profunda similitud de contenido entre el texto actual vigente
(art. 1638) y la norma del Código Unificado, en la cual se regula el desistimien-
to unilateral del comitente o dueño de la obra.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1637 y 1638; Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1168; Proyecto de Código Civil para la Re-
pública Argentina de 1998, art. 1185; ley 13.064 de Obras Públicas, art. 50.

II. Comentario

1. Del derecho de desistimiento

La norma proyectada tiene su fuente inmediata en el art. 1185 del Proyecto de


Código Civil de 1998, la cual sigue en su totalidad. Sin embargo, este derecho
es excepcional en la generalidad de los contratos (conf. art. 1077), debe estar
expresamente consagrado en la ley o bien configurado por mutuo acuerdo
(Mosset Iturraspe). En efecto, se trata de un caso muy específico de habilita-
ción legal para rescindir unilateralmente.

2. Del momento de rescisión. Límite

El comitente puede desistir del contrato en cualquier momento luego de perfec-


cionado el mismo, ya sea que haya suministrado los materiales o bien hayan
sido provistos por el contratista. En otras palabras, puede ser ejercitado incluso
antes de comenzada la ejecución de la obra o durante la ejecución de la misma
(Lorenzetti); incluso también" aunque la obra haya comenzado" y se encuentre
en sus primeros pasos, siempre que abone las indemnizaciones correspondien-
tes.

Sin embargo, adelantamos, que esta norma no resulta aplicable cuando se ha


contratado la obra por unidad, pieza o medida, pudiendo rescindirse unilateral-
mente por el comitente abonando las unidades efectivamente realizadas.

3. De la indemnización. Rubros debidos

Como contrapartida al derecho de desistimiento del comitente el artículo co-


mentado consagra el deber de indemnizar, que en rigor surge de los principios

3040
generales, pero incluyendo expresamente los rubros debidos, a saber: a) Gas-
tos y trabajos realizados; b) La utilidad que hubiere podido obtener.

El texto alude en la cuenta indemnizatoria los gastos y trabajos realizados (da-


ño emergente) como la utilidad que hubiera podido obtener el empresario (lucro
cesante). Empero, cabe preguntarse si corresponde indemnizar el daño moral
ocasionado al contratista. La doctrina afirmaba, en cuanto a su procedencia,
que " en algunos casos, puede llegar a constituir un monto elevado por el des-
crédito que este tipo de actitudes le pude generar a un empresario" (Lorenzetti).

4. De la reducción equitativa

La última parte de la norma reafirma un criterio ya sostenido en el Proyecto del


Poder Ejecutivo de 1993 (art. 1168) y el Proyecto de Código Civil de 1998 (Art.
1185), que autoriza al juez a reducir equitativamente la utilidad que haya tenido
en mira el contratista, de acuerdo a la naturaleza de la obra.

En tales términos, se sostuvo que el " monto indemnizatorio puede ser suma-
mente alto y desproporcionado con el interés económico que revela el contrato,
lo que motiva al legislador a consagrar expresamente una facultad judicial de
moderar, con base en la equidad, el monto de la reparación: empero, los jueces
podrán reducir equitativamente la utilidad a reconocer si la aplicación estricta
de la norma condujera a una notoria injusticia" (Lorenzetti).

Entendemos que los principios rectores de la responsabilidad contractual de-


ben ser aplicados para evitar un lucro excesivo del contratista o prestador ante
el supuesto de la norma; es sobre la base de esos principios que el juez podrá
morigerar las sumas (pues en muchos casos, abonar el monto de la obra cuan-
do no ha tenido comienzo de ejecución, podría conducir a situaciones de noto-
ria y evidente injusticia). Pueden efectuarse acuerdos previos que morigeren o
condicionen de antemano el monto indemnizatorio, como cuando se condiciona
la subsistencia del contrato a la obtención de futuros créditos. Esta norma no
tiene aplicación para el sistema de contratación por unidad de medida (Rezzó-
nico).

III. Jurisprudencia

3041
1. (CSJN, 20/5/1986, Fallos: 308:821; CNCiv., sala C, 3/3/1998, LA LEY del
3/11/1998; CNCiv., sala A, 10/6/2011, RCyS, 2011- IX, 171; CNCiv., sala G,
5/10/2011, ED del 29/5/2012, 4).

2. Hay jurisprudencia que se ha declarado en contra de la procedencia del da-


ño moral, interpretación que no compartimos, pero que aún resulta válida
(CNCiv., sala F, 29/12/1997, LA LEY, 1998- C, 750).

3. En relación a la imposibilidad de obligar al dueño de la obra a aceptar la eje-


cución de la misma en atención a su poder de desistimiento unilateral: CNac.
Paz, sala V, LA LEY, 146- 531.

4. En relación al desistimiento unilateral en obras intelectuales (CNCiv., sala C,


30/3/1982; CNCiv ., sala E, 17/9/1977, ED, 73-574), que califica la obligación
resarcitoria post rescisión unilateral como una deuda de valor.

Sección 2ª - Disposiciones especiales para las obras.

Bibliografía de la reforma: Aparicio, Juan M. , "Contratos en general. Obser-


vaciones al Proyecto de Código", LA LEY, 2012-F, 1213; Carranza, Latrubesse,
Gustavo , "Las nuevas reglas de la responsabilidad civil. Visión crítica", RCyS
2012-IX, 17; Hernández, Carlos A. , "Sobre algunos aspectos del contrato de
obra en el Proyecto de Código Civil y Comercial de 2012", DCCyE, 2012 (octu-
bre); Silvestre, Norma O. - Maglio, María C. E. , "Obligaciones concurrentes en
el Proyecto de Código", LA LEY, 2012-E, 1027;

Bibliografía clásica: Alterini, Atilio A. , "Los contratos de consumo", LA LEY,


1993-E, 1058-1071; Arias Cau, Esteban J. - Nieto, Matías L. , "La prescripción
de la acción estimatoria y el orden público del consumidor", DJ año XXVII, N°
23, 8/6/2011; Llambías, Jorge J ., Tratado de Derecho Civil. Parte General , 20ª
ed., LexisNexis Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2003; Lorenzetti, Ricardo L .,
Tratado de los contratos , t. II, 2ª edición actualizada, Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, 2007; Nicolau, Noemí L. , Fundamentos de Derecho contractual , t. I, La
Ley, Buenos Aires, 2009; Spota, Alberto G., " Locación de obra, s istemas de
ejecución de obra" , LA LEY, 140-1235;

3042
Art. 1262. Sistemas de contratación. La obra puede ser contratada por ajuste
alzado, también denominado "retribución global", por unidad de medida, por
coste y costas o por cualquier otro sistema convenido por las partes. La contra-
tación puede hacerse con o sin provisión de materiales por el comitente. Si se
trata de inmuebles, la obra puede realizarse en terreno del comitente o de un
tercero. Si nada se convino ni surge de los usos, se presume, excepto prueba
en contrario, que la obra fue contratada por ajuste alzado y que es el contratista
quien provee los materiales.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El Código de Vélez podría ser calificado de lacónico en punto a la descripción


de los distintos " sistemas de contratación" . En efecto, preveía las consecuen-
cias de pactar una retribución por un precio fijo, con las consecuencias jurídicas
que le asemejan a lo que en doctrina se ha llamado " ajuste alzado" y también
contemplaba la posibilidad de celebrar este contrato con o sin provisión de ma-
teriales por el comitente. Ciertamente, el Proyecto de Código Civil de 1998, ba-
se del texto proyectado, sintetizó claramente lo que en propiedad debe deno-
minarse como " modalidades de contratación" (Lorenzetti).

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1629, 1633, 1638 y
1639; Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, arts. 1164 y 1169; Proyecto de
Código Civil para la República Argentina de 1998, art. 1186.

II. Comentario

1. Modalidades en relación al precio pactado. De la presunción legal

El texto reconoce como principio distintas modalidades a las cuales las partes
pueden recurrir al momento de perfeccionar el contrato de locación de obra
(ajuste alzado, unidad de medida, por coste y costas), que deben ser conside-
radas supletorias de la voluntad de las partes, porque expresamente afirma que
también pueden adoptar "cualquier otro sistema convenido " .

3043
Para el supuesto que las partes guarden silencio y tampoco surja de los usos
del lugar el texto introduce como directiva hermenéutica (presunción juris tam-
tum ) que debe entenderse que el ajuste alzado es la modalidad acordada y
que es el contratista quien provee los materiales. Bien se ha dicho que el " cri-
terio consagrado parece partir de la premisa que ésta es la modalidad contrac-
tual más sencilla para encarar una obra, principalmente desde la perspectiva
del dueño o comitente, en cuanto no sólo limita su responsabilidad a un precio
global y fijo, sino que además evita las preocupaciones y trabajos de elegir los
productos que se emplearán en la obra" (Hernández).

En el sistema por ajuste alzado , descripta la obra, se proyecta y acuerda un


precio que será invariable (con la salvedad del art. 1091). Este principio obede-
ce al sentido común y la experiencia ordinaria, pues se supone que el empresa-
rio al calcular el precio, ha considerado con su formación y experiencia, las po-
sibles fluctuaciones en el valor de los materiales y mano de obra. Por ello, el
acuerdo es válido en tanto permanezcan las circunstancias que le dieron su
razón de ser (Lorenzetti). Es posible, también, que se pacte reconocer ciertas
alteraciones de precio, dentro de límites tope, lo que se denomina ajuste alzado
relativo, por oposición al absoluto (Borda); por tanto, "habrá un precio básico y
un tope máximo" (López de Zavalía).

La contratación por unidad de medida presupone la divisibilidad de la obra


(conf. art. 805). En efecto, se fracciona la obra en etapas o unidades termina-
das, a las que se le asigna un valor; pudiendo luego estimarse el precio a pagar
por la simple multiplicación del valor acordado a cada unidad (v.gr. tantos pe-
sos por km; aunque también podríamos imaginar un precio por función teatral),
por el número de unidades efectivamente elaboradas. Permite al comitente po-
ner fin a la relación contractual abonando el número de unidades trabajadas y
caracteriza a la misma por una cierta imprevisibilidad en relación al número de
piezas o unidades que se necesitarán.

Finalmente, el sistema por coste o costas implica acordar un valor sujeto a la


condición de variabilidad del valor de los materiales y salarios (Borda) pudiendo
el contratista reajustarlos de acuerdo a sus fluctuaciones, toda vez que "el pre-
cio surge a posteriori de la ejecución" (Lorenzetti). Por coste se entiende el gas-
to de construcción y por costas la utilidad del empresario (López de Zavalía).

3044
Entendemos que al contratarse por coste y costas se asume una auténtica
obligación de valor a la que le es aplicable el art. 772 del Código Unificado. Ob-
viamente, las partes podrían diseñar contractualmente otros sistemas (funda-
mento 202 del Proyecto de Código Civil de 1998).

2. Provisión de materiales

El precepto establece que, si nada se ha pactado, ni surge de los usos y cos-


tumbres, se entiende que el empresario es quien debe proveer los materiales.
Sin embargo debemos advertir la importancia de indagar sobre acuerdos táci-
tamente expresados en relación a este punto, sobre todo en relación al precio
acordado (Borda). Remitimos, en relación a este complejo tema, al comentario
del artículo 1256 del Código Civil y Comercial de la Nación.

Por último, se prescribe que en materia de obras en inmuebles puede ser el


mismo de propiedad del comitente o de un tercero.

III. Jurisprudencia

(CNCiv ., Sala A, 23/5/1997, LA LEY, 1997- D, 388; CNCiv ., sala A, LA LEY,


1999- B, 157; CNCom ., sala A, 7/6/1999, LA LEY, 1999- F, 57; CNCiv ., sala F,
1/6/2005, LLAR/JUR/5600/2005).

Art. 1263. Retribución. Si la obra se contrata por el sistema de ejecución a


coste y costas, la retribución se determina sobre el valor de los materiales, de
la mano de obra y de otros gastos directos o indirectos.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1636; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1164; Proyecto de Código Civil para la República Argen-
tina de 1998, art. 1187.

II. Comentario

1. Determinación de la retribución

3045
El sistema por coste o costas permite acordar como retribución de la obra un
valor sujeto a la condición de variabilidad del valor de los materiales y salarios
(Borda) pudiendo el contratista reajustarlos de acuerdo a sus fluctuaciones. Por
coste se entiende el gasto de construcción y por costas la utilidad del empresa-
rio (López de Zavalía). Por último, el costo o retribución comprende ambos ru-
bros (coste y costas) y constituye el precio final de la obra. En otros términos, "
el costo es lo que el dueño debe invertir para contar con la obra, o mejor, es el
precio de lo que paga el empresario y está compuesto por dos elementos: Cos-
te, que comprende los gastos directos e indirectos que ocasiona la ejecución
de la obra, excluidos el beneficio o utilidad empresaria. Costas, que es la utili-
dad o ganancia prevista y pactada para el constructor, o sea el beneficio indus-
trial, que puede ser una suma fija o porcentual. (ej.: se conviene que corres-
ponde al empresario el 15% de todo lo que correctamente se invierta en mate-
riales y en obra de mano, así como de los gastos indirectos en que incurra)"
(Spota). Este sistema, a nuestro juicio, no es conveniente en épocas de marca-
da inflación. La norma prescribe la retribución como una función del valor de los
materiales, de la mano de obra, y de otros gastos vinculados. La inclusión de "
otros gastos" como base para determinar la utilidad habrá de generar segura-
mente numerosos planteos litigiosos por lo que será aconsejable establecer
con claridad los mismos en los acuerdos respectivos.

En otras palabras, bajo este sistema la retribución del empresario no es deter-


minada sino determinable. Así, la "estructura de incentivos de este vínculo pro-
duce una traslación de riesgos hacia el locatario: si aumentan los materiales, o
si hay variaciones en la obra o en la cantidad de medidas, todo ello es soporta-
do por el dueño. El propietario desea construir por este sistema porque consi-
dera que los riesgos no son de ocurrencia probable, o porque desea pagar un
precio menor" (Lorenzetti).

2. Antecedentes

La norma proyectada, siguiendo a su fuente inmediata contenida en el art. 1187


del Proyecto de Código Civil de 1998, admite que la retribución tenga como
parámetros el valor de los materiales suministrados y la mano de obra, que per-
fectamente pueden ser previstos por las partes al momento de celebrar el con-

3046
trato. Sin embargo, agrega un factor de incertidumbre porque comprende tam-
bién otros gastos directos o indirectos, de aquello que denominamos" coste"
(Spota).

III. Jurisprudencia

(CACiv. y Com. Córdoba, 5ª Nom., 14/8/1995, LLC, 1996-474)

Art. 1264. Variaciones del proyecto convenido. Cualquiera sea el sistema de


contratación, el contratista no puede variar el proyecto ya aceptado sin autori-
zación escrita del comitente, excepto que las modificaciones sean necesarias
para ejecutar la obra conforme a las reglas del arte y no hubiesen podido ser
previstas al momento de la contratación; la necesidad de tales modificaciones
debe ser comunicada inmediatamente al comitente con indicación de su costo
estimado. Si las variaciones implican un aumento superior a la quinta parte del
precio pactado, el comitente puede extinguirlo comunicando su decisión dentro
del plazo de diez días de haber conocido la necesidad de la modificación y su
costo estimado.

El comitente puede introducir variantes al proyecto siempre que no impliquen


cambiar sustancialmente la naturaleza de la obra.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El sistema diseñado por el artículo comentado es novedoso en relación al


Código Civil de Vélez. La ley 17.711 introdujo la posibilidad de alteración de la
obra, mediante el art. 1633 bis, cuando así lo exigiesen las reglas de la técnica,
estableciéndose un precepto algo impreciso para cuando el " contrato exigiera
esas alteraciones y ellas no pudieren preverse al tiempo en que se concertó" .
En efecto, en tal supuesto, el empresario debía comunicar dichas diferencias al
comitente. Si no existía acuerdo, entonces el juez debía resolver sumariamente
. Se trata de los llamados " trabajos imprevisibles" (Spota), que se presentan
como necesarios, pero que las partes no podían predecirlos ni siquiera emple-
ando la debida diligencia al momento de contratar. Si bien el juez era quien re-

3047
solvía las diferencias entre empresario y comitente en el sistema de la ley
17.711, la doctrina era conteste en la posibilidad de aplicar la teoría de la im-
previsión si dichas alteraciones tornaban excesivamente onerosa la obra.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1633 bis; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, art. 1163; Proyecto de Código Civil para la República
Argentina de 1998, art. 1188.

II. Comentario

1. Modificaciones a instancia del empresario

La norma tiene su fuente inmediata en el art. 1188 del Proyecto de Código Civil
de 1998. De su texto se advierte que posibilita las modificaciones aun cuando
se haya contratado por ajuste alzado, en virtud que su proemio reza: "Cualquie-
ra sea el sistema de contratación”.

La regla establecida es que el empresario no puede variar o introducir altera-


ciones en la obra proyectada (pacta sunt servanda ). Sin embargo, cuando las
reglas del arte y la técnica, por un giro imprevisto, exigiesen alteraciones para
concluir la obra, es necesaria la comunicación por escrito al comitente con es-
timación del costo. A pesar de la naturaleza no formal del contrato de locación
de obra, toda variación al proyecto original requiere aceptación por escrito del
comitente.

Sólo si la variación del costo supera en un veinte por ciento del valor origina-
riamente acordado, podrá el comitente rescindir el contrato, y tiene un plazo de
diez días para comunicar dicha decisión. Estaríamos así frente a un supuesto
de extinción por declaración de una de las partes (art. 1077). Dicha comunica-
ción sólo producirá efectos hacia el futuro (art. 1079) y las prestaciones cumpli-
das quedarán firmes, sin perjuicio de las restituciones que pudieran resultar
procedentes (arts. 1080 y 1081). No es aplicable a este supuesto lo normado
por el art. 1261. Debe entenderse, a contrario sensu , que si las modificaciones
necesarias importan variaciones en el precio menores a una quinta parte, no
podrá ejercer el comitente su derecho de extinción contractual debiéndose apli-
car la norma del art. 1261.

3048
2. Modificaciones a instancia del comitente

A su vez, el comitente puede introducir variantes siempre que no alteren " sus-
tancialmente la naturaleza de la obra”. Resulta importante que nos detengamos
en el análisis de este supuesto.

Mientras en el primer párrafo tratábamos de alteraciones a instancia del em-


presario, aquí nos referimos a variaciones a instancia del comitente . El mismo
podría introducirlas abonando las lógicas y consecuentes diferencias de precio,
pero en modo alguno alterar la " naturaleza de la obra " . Entendemos que la
ratio subyacente a la norma, es imposibilitar al comitente exigir alteraciones
que puedan superar la capacidad técnica del empresario. Si las modificaciones
que pretende el comitente son menores, y no implican mayor onerosidad al
empresario, dicha facultad debe ser reconocida al mismo aun cuando no hayan
sido previstas en el contrato, afirmándose por cierta doctrina como " de buena
política legislativa " (Spota).

3. De la forma prevista. Modificaciones a instancia del comitente y del


empresario

Si la modificación es a instancia del empresario por las aludidas razones de


buena técnica, deberá observarse laforma escrita para tal permiso. Debemos
recordar también que este precepto no sólo trata de modificaciones a instancia
del empresario (Gregorini Clusellas), pues el nuevo texto in fine refiere a las
modificaciones a instancia del comitente. Si bien no consigna expresamente el
texto la exigencia de una orden escrita, resulta aconsejable emplear tal formali-
dad.

III. Jurisprudencia

(CNEsp. Civ. y Com., sala V, 16/3/1982, LA LEY, 1982- C, 76; CCiv. y Com. 6ª
Nom, Córdoba, 30/3/2004, LLC, 2004- 619; CNCiv ., sala E, 7/12/2005, LL
AR/JUR/7401/2005; CNCom ., sala B, 26/4/2006, LA LEY, 2006- D, 530). Man-
tiene su vigencia la jurisprudencia que exigía la forma escrita para el permiso
(CNCiv ., sala F, 28/4/1980, JA, 1981- 1- 577 - CANor. Chubut, 7/8/2008, LL
Patagonia 2008 [diciembre], 586 — LL AR/JUR/10554/2008).

3049
Art. 1265. Diferencias de retribución surgidas de modificaciones autoriza-
das. A falta de acuerdo, las diferencias de precio surgidas de las modificacio-
nes autorizadas en este Capítulo se fijan judicialmente.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El art. 1633 bis del Código Civil dispone que las alteraciones al proyecto origi-
nal deben ser comunicadas al comitente, expresándose el monto que ella im-
porta; y para el supuesto de falta de acuerdo el juez resolverásumariamente .
Puede observarse, en relación al texto anterior, que se ha suprimido la expre-
sión sumariamente, dejando mayor brecha de regulación sobre la materia a los
códigos locales de procedimientos, aunque la naturaleza del asunto requiere
ocurrir por un procedimiento expedito.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1633 bis; Proyecto de
Código Civil para la República Argentina de 1998, art. 1189.

II. Comentario

Si bien el Código Civil y Comercial establece el modo de proceder ante altera-


ciones de precios (si es a instancia del empresario por altera ciones técnicas
del art. 1264, puede rescindirse el acuerdo si las mismas superan una quinta
parte del valor original por el comitente; en el sistema por coste y costas, puede
el empresario introducir dichas alteraciones de acuerdo a las variaciones de los
materiales y mano de obra; y, finalmente, por alteraciones introducidas a ins-
tancia del comitente, se deberán abonar las diferencias necesarias, no pudien-
do las mismas revestir entidad tal que " desnaturalicen la obra " ) no será infre-
cuente encontrar desacuerdos sobre la legitimidad y justificación de las altera-
ciones alegadas en los valores. Si no se hubiera previsto un mecanismo con-
tractual para resolver estos diferendos (como por ejemplo el juicio de árbitros,
el dictamen técnico, etc.) en el contrato, entonces cobra aplicación esta pauta
supletoria debiéndose recurrir al juez.

3050
Para ello, deberá determinarse mediante un proceso judicial, que estimamos
deberá ser lo más rápido posible, a pesar que "insistimos" se ha suprimido el
vocablo " sumariamente " del texto ahora vigente.

III. Jurisprudencia

(CNCiv ., sala E, 16/2/2000, LA LEY, 2000- D, 654; CCiv. y Com. Paraná, sala
II, 29/3/2004, LL Litoral 2005 (marzo), 161; LL AR/JUR/3860/2004).

Art. 1266. Obra por pieza o medida. Si la obra fue pactada por pieza o medi-
da sin designación del número de piezas o de la medida total, el contrato puede
ser extinguido por cualquiera de los contratantes concluidas que sean las par-
tes designadas como límite mínimo, debiéndose las prestaciones correspon-
dientes a la parte concluida.

Si se ha designado el número de piezas o la medida total, el contratista está


obligado a entregar la obra concluida y el comitente a pagar la retribución que
resulte del total de las unidades pactadas.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El art. 1639 del Código Civil, en su redacción actual, regla el supuesto de


haberse convenido una obra ajustada por pieza o medida, sin designación del
número, estableciendo que el contrato puede resolverse por cualquiera de las
partes, pagadas las unidades concluidas en cualquier momento (extinción li-
bre).

El Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, en su art. 1169, mejoraba la redac-


ción del art. 1639 y agregaba un párrafo:" el contrato podrá resolverse por
cualquiera de los contratantes, concluidas que sean las partes designadas co-
mo límite mínimo, contra el pago de la parte concluida" . La fuente inmediata
del artículo comentada es el art. 1190 del Proyecto de Código Civil de 1998,
cuyo texto es idéntico al propuesto.

3051
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1639; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1169; Proyecto de Código Civil para la República Argen-
tina de 1998, art. 1190.

II. Comentario

1. Especies de precio

Según autorizada doctrina (López de Zavalía) podíamos distinguir dos especies


de precio ad mensuram : a) El contrato por unidad simple; b) El contrato por
unidad de medida stricto sensu . En el contrato por unidad simple se conviene
el precio por unidad, más no el número de unidades. No se altera este carácter
por fijar un número máximo de piezas y en cualquier momento podrían las par-
tes extinguir el contrato abonando las unidades trabajadas. Esta incertidumbre
o falta de información " hace que las partes busquen previsibilidad a través de
la determinación del precio en base a cada unidad, de modo que el precio total
de la obra puede variar si hay más o menos unidades o medidas construidas "
(Lorenzetti).

Distinto es el caso del contrato " por unidad de medida " propiamente dicho
pues aquí no sólo se fija un precio por unidad sino que, " además, se determina
la obra a realizar, resultando el precio, del número de unidades que sean nece-
sarias para completar dicha obra " (López de Zavalía). En tales términos, se
infiere que la posibilidad de extinguir el contrato pagando las unidades trabaja-
das procedía para la primera especie, no así para la segunda, si se ha pactado
como obligatoria la finalización de la obra. Esta distinción conceptual se en-
cuentra recogida en el nuevo régimen con claridad y si, eventualmente, las par-
tes designaron el número total de piezas o unidades, debe entenderse que la
obra ha de ejecutarse en su totalidad.

III. Jurisprudencia

(CACiv. y Com. Bahía Blanca, 27/2/1979, LL AR/JUR/3503/1979; CNCiv ., sala


G, 18/5/1984, LLAR/JUR/2709/1984; CCiv., Com., Lab. y Paz Curuzú Cuatiá,
13/9/1996, LL Litoral, 1997- 433).

3052
Art. 1267. Imposibilidad de ejecución de la prestación sin culpa. Si la eje-
cución de una obra o su continuación se hace imposible por causa no imputa-
ble a ninguna de las partes, el contrato se extingue. El contratista tiene derecho
a obtener una compensación equitativa por la tarea efectuada.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El art. 1642 del Código Civil incluye una causal de resolución tanto para el loca-
tario como para el empresario, cuando sobrevenga la imposibilidad de hacer o
concluir la obra. Mientras en su redacción anterior se exigía "imposibilidad" , en
la redacción actual se exige una " causa no imputable" . Este artículo debe con-
frontarse con los arts. 1721 a 1723 del Código Civil y Comercial.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1642; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1184; Proyecto de Código Civil para la República Argen-
tina de 1998, art. 1191.

II. Comentario

1. Extinción del contrato sin culpa. Causales

En virtud que el contrato de obra coloca en cabeza del empresario usualmente


una obligación de resultado que consiste en hacer y en entregar la obra, siendo
ésta su obligación nuclear, la imposibilidad de llevarla a cabo implica un incum-
plimiento del contrato. Empero, esta imposibilidad puede tener su causa en la
culpa del comitente que origina su responsabilidad o en un factor externo, aje-
no a la persona del empresario.

Entonces, la denominada " causa no imputable" deberá implicar una ruptura del
nexo causal entre la actuación de la parte y el incumplimiento resultante. De
este modo, advertimos que el contenido de este precepto es notoriamente simi-
lar al regulado en el Código de Vélez. Cabe recordar que, conforme cierta doc-
trina, se concluía que " el supuesto de hecho contemplado por el art. 1642, es
el de la imposibilidad subjetiva" (López de Zavalía).

Cuestión más ardua es la determinación del factor de atribución. El nuevo


Código Civil y Comercial ha tomado partido por la doctrina del factor objetivo

3053
cuando se ha comprometido un resultado (art. art. 1723). No obstante ello, se
deja una válvula abierta para admitir la no culpa como eximente, apareciendo
entonces la expresión técnica "causa no imputable" como más precisa. Es que
la doctrina moderna no subsume inexorablemente los contratos de obras de-
ntro de la categoría de obligaciones de resultado como si resultados- obras y
medios- servicios fueran pares binarios (Lorenzetti).

Ejemplos de hechos sobrevinientes no imputables a las partes serían la " ex-


propiación del inmueble o la destrucción de la cosa por caso fortuito" (-
Lorenzetti).

El nuevo texto establece dos supuestos, tanto el caso de imposibilidad de eje-


cución como de continuación, que en la redacción del Código de Vélez no es-
taban claros o eran ambiguos, a pesar que la doctrina era conteste en sostener
su vigencia para ambos supuestos (López de Zavalía).

Para ello, se requiere que la imposibilidad sea definitiva, por oposición a tempo-
raria. En efecto, cuando es sólo temporaria " no da lugar a la resolución, sino a
una prórroga del plazo equivalente al de la imposibilidad. Si de ello se derivaran
perjuicios, deben ser indemnizados si hay culpa" (Lorenzetti).

2. De la compensación equitativa

Una vez acreditada la causal de imposibilidad de ejecución o continuación de la


obra y que ella no es imputable a las partes, para el supuesto que haya co-
menzado la ejecución, la solución del art. 1642 del Código de Vélez consiste en
abonar al empresario " lo que ha hecho" , es decir corresponde abonar al con-
tratista el trabajo realizado. Con distinta redacción, el nuevo Código Civil y Co-
mercial utiliza la frase " compensación equitativa" , pudiendo interpretarse que
ello implica abonar la tarea, parcialmente efectuada, tal como era regulado en
su fuente mediata. Empero, puede ocurrir que no sea lineal el precio proporcio-
nal con la índole de la tarea parcial cumplida, admitiéndose que sea introducida
la equidad como factor de corrección. Resulta evidente que si las partes no
arriban a un acuerdo sobre el monto de la compensación, ni han establecido un
mecanismo de resolución del diferendo en el contrato, será necesaria la inter-
vención judicial.

3054
III. Jurisprudencia

(SCBA, 28/8/1990, LL AR/JUR/1711/1990; CNCom ., sala C, 29/11/1996, LA


LEY, 1997- E, 324).

Art. 1268. Destrucción o deterioro de la obra por caso fortuito antes de la


entrega. La destrucción o el deterioro de una parte importante de la obra por
caso fortuito antes de haber sido recibida autoriza a cualquiera de las partes a
dar por extinguido el contrato, con los siguientes efectos:

a) si el contratista provee los materiales y la obra se realiza en inmueble del


comitente, el contratista tiene derecho a su valor y a una compensación equita-
tiva por la tarea efectuada;

b) si la causa de la destrucción o del deterioro importante es la mala calidad o


inadecuación de los materiales, no se debe la remuneración pactada aunque el
contratista haya advertido oportunamente esa circunstancia al comitente;

c) si el comitente está en mora en la recepción al momento de la destrucción o


del deterioro de parte importante de la obra, debe la remuneración pactada.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El art. 1630 del Código Civil regulaba la destrucción de la obra por caso fortuito
antes de su entrega al comitente o dueño. Llama la atención el inciso b) del
nuevo artículo, pues imposibilita la remuneración pactada al empresario aun
cuando éste haya advertido de la mala calidad de los materiales al comitente
(que opera, finalmente, como causa adecuada de la ruina o deterioro). El códi-
go de Vélez sostenía, en cambio, que si el empresario advertía dicha circuns-
tancia al dueño, operada la ruina, sí podía reclamar estipendio, solución acorde
a la lógica y la equidad; a fortiori si la obra se destruye por caso fortuito debería
también tener el mismo derecho.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1630; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1165; Proyecto de Código Civil para la República Argen-
tina de 1998, art. 1192.

3055
II. Comentario

1. Extinción del contrato. De las causales por caso fortuito

A diferencia del art. 1630 del Código Civil, que sólo incluía la destrucción por
caso fortuito antes de la entrega de la obra, el artículo comentado incluye dos
supuestos: a) Destrucción; b) Deterioro. La fuente inmediata está contenida en
el art. 1192 del Proyecto de 1998, pero que incluía cuatro incisos. El deterioro
ya había sido analizado por autorizada doctrina (López de Zavalía).

En primer término, no debe confundirse el supuesto que trata este artículo con
el anterior, pues mientras el artículo 1267 habla de imposibilidad de " ejecu-
ción" , aquí nos referimos a una obra ya concluida, pero destruida por verifica-
ción de un casus antes de su entrega, o bien antes de operada una causa de
traslación de riesgos. Prescribía el 1630 del Código de Vélez que, operada la
ruina o destrucción de la obra por caso fortuito, nada podía exigir el locador. De
dicho precepto surgían dos grandes brechas para el debate: Por un lado, se
sostenía que la norma era demasiado rigurosa con el empresario, que veía
frustrada toda expectativa remuneratoria sin haber incurrido en culpa alguna.
Por otro lado, se discutía la dificultad de conciliar la regla res perit et crescit
domino con el principio de accesión.

El problema más arduo se produce cuando el contratista es el proveedor de los


materiales en un terreno de propiedad del comitente y opera el caso fortuito: El
" problema era serio" (López de Zavalía). Si el empresario provee los materia-
les y construye sobre terreno del comitente, por accesión los mismos se incor-
porarían al patrimonio de este último, quien cargaría con los riesgos de la fuer-
za mayor aun cuando no hubiera operado la traslación de riesgos, lo que podr-
ía derivar en situaciones injustas para el comitente. Así, se sostenía que en
este supuesto "cedía la regla res perit et crescit domino para dar paso al princi-
pio de las obligaciones de resultado por las que el comitente tiene derecho al
resultado alcanzado" (Spota); entonces, no alcanzado el mismo por caso fortui-
to, cada parte pierde los materiales que hubiera provisto. En sentido contrario,
se decía que el comitente debe pagar los materiales provistos por el empresa-
rio (Lorenzetti).

3056
La regulación actual brinda una solución expresa, acorde a la proyectada en
1998, y que se asemeja a las conclusiones del último de los autores citados.
Ahora está claro que, cuando el empresario provee materiales sobre un inmue-
ble del contratista y éstos se destruyen por casus , tendrá, por expreso imperio
de la norma, derecho a su valor y además, a una compensación equitativa la
que "seguramente" será merituada por los jueces considerando el grado de
avance de la obra, de cumplimiento adecuado del contrato, y pautas elementa-
les de equidad como el patrimonio de los sujetos involucrados.

Toda vez que esta norma implica una excepción a los principios generales "re-
mitimos art. 1258 del Proyecto y su comentario" debe ser de interpretación res-
trictiva para el solo supuesto de construcción con materiales del empresario en
inmueble del contratista, y la norma claramente circunscripta en su ámbito de
validez a las locaciones de obra. Obviamente que si el comitente es constituido
en mora por no prestar la cooperación debida para que el empresario pueda
liberarse, se opera la transmisión total de riesgos y deberá la totalidad de la
suma pactada. En otros términos, " sería irritante esperar hasta la recepción si
el comitente incurre en mora de recibir la obra" (López de Zavalía).

Por último, dada la naturaleza supletoria de la norma comentada, nada obsta a


que las partes convengan cargar los riesgos de otro modo (Rezzónico).

2. Quid de la destrucción o deterioro por mala calidad de los materiales

El art. 1630 del Código Civil, por excepción, facultaba al empresario a reclamar
sus honorarios para el caso que la destrucción de la obra haya provenido de la
mala calidad de los materiales, " con tal que haya advertido esta circunstancia
oportunamente al dueño" . Por el contrario, el inciso b) del artículo comentado
establece la solución contraria, mediante la cual no se debe la remuneración
pactada ante la destrucción o deterioro importante causado por la mala calidad
o inadecuación de los materiales aun cuando esta circunstancia le haya sido
advertida al comitente. La solución se aparta también de la fuente inmediata
contenida en el inc. d) del art. 1192 del Proyecto de 1998. Si en el texto actual
se intercambiase la palabra " aunque" por " salvo" , a nuestro juicio, llegaría-
mos a la solución correcta. Entendemos, nos encontramos ante un error mate-

3057
rial; sin embargo, será aconsejable modificar en los contratos esta previsión
supletoria.

III. Jurisprudencia

(CNCiv ., sala C, 20/8/1979, LA LEY, 1979- D, 333; CFed. La Plata, sala I,


6/7/1983, LL AR/JUR/1998/1983; a contrario sensu , CNCiv ., sala E,
24/8/2000, LA LEY, 2001- A, 179).

Art. 1269. Derecho a verificar. En todo momento, y siempre que no perjudique


el desarrollo de los trabajos, el comitente de una obra tiene derecho a verificar
a su costa el estado de avance, la calidad de los materiales utilizados y los tra-
bajos efectuados.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Esta facultad del comitente no estaba consagrada en el Código de Vélez aun-


que era admitida en doctrina y jurisprudencia. Así, se afirmaba que se " deriva-
ba implícitamente de la obligación del locador de realizar la obra siguiendo las
reglas del arte y la técnica en el plazo estipulado o razonable, por cuanto mal
podría el comitente hacer valer esa obligación si no pudiese controlar los mate-
riales ni el estado de avance de la obra, formando parte dicho derecho de un
imperativo de buena fe contractual" (Gregorini Clusellas).

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1647 bis; Proyecto del
Poder Ejecutivo de 1993, art. 1162; Proyecto de Comisión Federal de Juristas,
art. 1647 bis; Proyecto de Código Civil para la República Argentina de 1998,
art. 1193.

II. Comentario

1. Derecho de verificar. Noción

El comitente tiene el derecho de verificar, aspecto genérico aplicable a todos


los contratos. Se ha dicho que verificar" es examinar, inspeccionar, constatar"

3058
(López de Zavalía). En el caso específico de la locación de obra, se ha estima-
do necesario incluir expresamente este derecho, permitiéndole al comitente la
facultad de inspeccionar el estado de avance de las obras, que abarca los ma-
teriales y los trabajos realizados por el empresario. Se ha elegido caracterizarlo
como un derecho , a diferencia de otras opiniones doctrinarias que lo conside-
raban como una carga o un deber, y " no puede prohibirse o eliminarse por
acuerdo de partes, ya que sería una cláusula abusiva por desnaturalizar los
efectos de este contrato" (Lorenzetti). Este derecho admite que sea ejercitado
por el propio comitente o bien se autorice a un tercero, que en su nombre,
examine la obra y su avance.

2. Límites

En principio, no existe un límite temporal para este derecho del comitente en


virtud que puede ejercerlo " en todo momento" , a partir del comienzo de la eje-
cución de la obra hasta su finalización. En doctrina se ha centrado el análisis
de este derecho a partir de la finalización de la obra, relacionándolo con la re-
cepción provisoria . Así, se sostenía que el " ejercicio del derecho de inspec-
ción puede llevar un tiempo e inducir a las partes a pactar un momento inter-
medio entre la entrega y la aceptación, que es la recepción provisoria con la
finalidad de inspeccionar"(Lorenzetti).

Empero, este derecho será susceptible de ejercerlo el comitente siempre que "
no perjudique el desarrollo de los trabajos" , por lo cual deberán ponerse de
acuerdo las partes sobre el día y la hora para evitar que la inspección de la
obra por el comitente se traduzca en un perjuicio o demora para su marcha,
debiendo ser a su cargo los gastos.

3. Efectos

Quizás, el interrogante más complejo que plantea esta norma, consiste en los
efectos que produce el silencio del comitente luego de efectuada la inspección,
que "reiteramos" puede ser en cualquier momento de ejecución de la obra. En
otras palabras, el silencio del comitente ¿puede implicar conformidad con los
materiales y técnicas empleadas si nada dice al respecto? Entendemos que
una elemental directiva de la buena fe contractual así lo impone, siempre que

3059
las circunstancias de la inspección hubieran permitido advertirlas (sea por cali-
dades técnico profesionales del comitente, o por haber tomado el recaudo de
hacerse acompañar por un profesional durante el acto de inspección, etc.). Ello
se deriva también de una extensión analógica de la norma siguiente al supues-
to fáctico aquí contemplado. Con la redacción de Vélez, en cambio, se había
sostenido que el " comitente no tiene obligación de verificar, ni en caso de veri-
ficar, de comunicar los resultados de la operación. Tampoco tiene una carga de
verificar, entendiendo por carga un deber libre" (López de Zavalía).

La situación varía si se configura una relación de consumo, debiendo estarse a


la normativa específica.

III. Jurisprudencia

Las funciones del director de obra se concretan en la verificación de los mate-


riales y en dirigir y vigilar la ejecución de los trabajos a fin de que sean realiza-
dos conforme a las reglas del arte y las especificaciones generales y técnicas
(CCiv., Com. y Cont. Adm. Rio Cuarto, 4ª Nom., 21/10/1999, LLC, 2000-982 -
CNCiv ., sala H, LA LEY del 12/1/2004, 4; LL AR/JUR/3214/2003).

Art. 1270. Aceptación de la obra. La obra se considera aceptada cuando con-


curren las circunstancias del artículo 747.

Art. 1271. Vicios o defectos y diferencias en la calidad. Las normas sobre


vicios o defectos se aplican a las diferencias en la calidad de la obra.

Art. 1272. Plazos de garantía. Si se conviene o es de uso un plazo de garant-


ía para que el comitente verifique la obra o compruebe su funcionamiento, la
recepción se considera provisional y no hace presumir la aceptación.

Si se trata de vicios que no afectan la solidez ni hacen la obra impropia para su


destino, no se pactó un plazo de garantía ni es de uso otorgarlo, aceptada la
obra, el contratista:

a) queda libre de responsabilidad por los vicios aparentes;

3060
b) responde de los vicios o defectos no ostensibles al momento de la recep-
ción, con la extensión y en los plazos previstos para la garantía por vicios ocul-
tos prevista en los artículos 1054 y concordantes.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

La remisión que efectúa el precepto al art. 747 del Código Civil y Comercial
asemeja el mandato contenido en el art. 1647 bis, introducido por la ley 17.711
al Código de Vélez. Sin embargo, dicha norma supeditaba la liberación del lo-
cador por las diferencias y vicios aparentes a la " recepción" de la obra mien-
tras que el texto actual, refiere a la "aceptación" de la misma. Uno de los pro-
blemas interpretativos más serios que supo generar el régimen legal anterior,
era el referente al plazo de prescripción de la acción que emergía ante el des-
cubrimiento de vicios ocultos como el de la naturaleza de dicha acción.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1647 bis (ley 17.711);
Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1183; Proyecto de Código Civil para
la República Argentina de 1998, arts. 1194, 1195 y 1196.

II. Comentario

1. La aceptación y sus consecuencias jurídicas

Este precepto puede ser referido tanto a obras materiales como inmateriales
(López de Zavalía). La aceptación de la obra constituye, por principio, un acto
jurídico unilateral no formal y debido, mediante el cual el comitente exterioriza
de algún modo conformidad con la obra realizada, y constituye un paso previo
a la recepción de la misma. La recepción, a su vez, " presupone otra acepta-
ción" (López de Zavalía); la aceptación de la oferta de tradición. Pues bien,
aceptar es declarar que una obra esta bien hecha y ello surge de la conformi-
dad entre el resultado y lo pactado. La recepción, permite presumir una apro-
bación previa; ergo , recibida la obra, la misma ha sido tácitamente aceptada
en principio, mas al ser conceptos diferentes es posible que encontrándose ya
en posesión de la obra terminada, aún el comitente no la haya aceptado por
haber expresamente diferido dicho acto. Otra de las consecuencias prácticas

3061
de la distinción estriba en el momento de la traslación de riesgos, el que no
opera por la mera aceptación, sino que requiere " tradición" (López de Zavalía).

Empero, mientras que el vicio "con consecuencias jurídicas relevantes" alude a


características que tornan la cosa impropia para su destino; las diferencias, en
cambio, manifiestan una discordancia entre lo que ha resultado, y lo que en su
momento se acordó. Declarada o inferida la aceptación, el empresario se libera
tanto de las diferencias, como de los vicios que revistan el carácter de " aparen-
tes " . Es decir, que de acuerdo a las circunstancias de tiempo, personas y lu-
gar, no hubieran pasado inadvertidas para el comitente al inspeccionar la obra.
Los viciosaparentes son aquellos de fácil comprobación, como " el estado de la
pintura, tabiques y divisorios " (Lorenzetti). En relación a los vicios ocultos , una
vez que éstos se manifiestan, surge idéntico plazo de caducidad al que con-
templaba el régimen anterior (sesenta días para denunciar, conf. art. 1054).
Denunciado el defecto oculto, corre entonces un nuevo plazo de caducidad "así
le llama el Código" de tres años para accionar si la cosa es inmueble y dos pa-
ra el supuesto de muebles. Este último plazo se contaría desde la recepción,
con la salvedad, en las cosas muebles, de contarlo desde que se puso la mis-
ma en funcionamiento, si fuera el caso (art. 1055), superándose así las arduas
discusiones que este tema supo generar durante la vigencia del Código de
Vélez.

2. La regla general y sus excepciones

A partir de lo expuesto, podemos concluir "por principio" que aceptada la obra,


el empresario queda libre de vicios y diferencias aparentes, mas no de aquellas
que revistan el carácter de ocultas. Se ha precisado que se " busca revalorizar
a la aceptación, que no siempre podrá inferirse de la recepción" (Hernández).
En efecto, la " acepción y la recepción son actos habitualmente contemporáne-
os pero podría ocurrir que el dueño inspeccionara la obra, aprobándola, pero
dejándola en manos del empresario (aceptación sin recepción), o, por el contra-
rio, se produce la recepción, pero haciendo reservas e impugnaciones, es decir
sin aceptarla" (Lorenzetti).

Sin embargo, del articulado del Código se desprenden distintas excepciones , a


saber:

3062
a) No se libera el empresario por los vicios aparentes si los usos o costumbres
(o la voluntad de las partes) difieren la aceptación del momento mismo de re-
cepción.

b) No responde el empresario por los vicios ocultos, aceptada la obra, si el co-


mitente, por sus cualidades personales (sea por su formación técnica o profe-
sional) pudo haberlos advertido (arg. art. 1040).

c) No se responde por vicios jurídicamente irrelevantes (no torna la cosa im-


propia para su destino); igual criterio debe seguirse con las diferencias.

En suma, podemos concluir que " el régimen proyectado sobre los defectos
ocultos o no ostensibles, queda previsto como solución general que atrapa a
cualquier defecto que tenga la obra, no siendo necesario que el mismo sea
grave, ni que haga a la cosa impropia para su destino " (Hernández).

III. Jurisprudencia

(CACiv. y Com., Córdoba, 5ª Nom., 14/8/1995, LLC, 1996-474; CNCiv ., sala K,


3/9/1998, LA LEY, 2000- B, 865;CNCiv ., sala J, 20/9/2004, DJ, 2004- 3- 1269;
CCiv. y Com. Dolores, 13/10/2011, LLBA 2012 [marzo], 211; La Ley Online).

Art. 1273. Obra en ruina o impropia para su destino. El constructor de una


obra realizada en inmueble destinada por su naturaleza a tener larga duración
responde al comitente y al adquirente de la obra por los daños que comprome-
ten su solidez y por los que la hacen impropia para su destino. El constructor
sólo se libera si prueba la incidencia de una causa ajena. No es causa ajena el
vicio del suelo, aunque el terreno pertenezca al comitente o a un tercero, ni el
vicio de los materiales, aunque no sean provistos por el contratista.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

Se observa que el art. 1646 del Código de Vélez es receptado en el nuevo or-
denamiento por cuatro artículos, a saber: 1273, 1274, 1275 y 1276.

3063
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1646; Proyecto de Código
Civil para la República Argentina de 1998, art. 1197.

II. Comentario

1. Fundamento

Este artículo consagra una obligación de garantía, fuente de responsabilidad


civil contractual objetiva (conf. arts. 1723 y 1722) atribuyendo legitimación acti-
va al comitente, sucesores universales y también a los sucesores singulares;
por ello habla de " adquirentes”. La misma se debe aun cuando los daños se
vinculen a la mala calidad de los materiales provistos por el comitente, ello
atento a las cualidades técnicas y profesionales con las que se supone el em-
presario ha de lucrar, y que le imponen la obligación de advertir al comitente
sobre toda disfuncionalidad de los materiales provistos (arg. art. 1256 inc. d).

El texto actual, al no acotarse en la palabra " ruina" , hace procedente la ga-


rantía aun cuando no fuera la misma estabilidad del edificio la que estuviera en
juego, bastando que la construcción no sea adecuada para su destino. En su-
ma, el nuevo Código Civil y Comercial se propone " distinguir claramente el
régimen de la ruina y de los defectos constructivos que afecten la solidez de la
obra o la tornen impropia para su destino (art. 1273), de los restantes defectos
ocultos, respecto de los cuales no resulta necesario que sean graves, ni que
hagan a la cosa inepta para cumplir los fines previstos (art. 1272), clausurando
definitivamente el debate aún existente" (Hernández).

El constructor sólo se libera probando la incidencia de una causa ajena, exter-


na, no imputable, configurando un caso fortuito.

2. Comparación con la norma vigente

El artículo que ahora analizamos, trata la materia de la primera parte del art.
1646 del Código de Vélez. Se sustituye la expresión " ruina total o parcial" por "
daños que comprometen su solidez y por los que la hacen impropia para su
destino" y se exige, en orden a la liberación de responsabilidad, que el empre-
sario acredite la incidencia de causa ajena (ruptura de nexo causal). La doctri-
na más calificada había advertido ya que, a los efectos de esta garantía de se-

3064
guridad, no era necesario un derrumbe o destrucción, bastando un deterioro
que haga la cosa impropia para su destino (Lorenzetti), más allá de las conno-
taciones conceptuales que emergen de la palabra " ruina" . Por su parte, otro
sector entendía que la palabra ruina implicaba " pérdida de estabilidad del edifi-
cio" , haya sobrevenido o sea ésta inminente, siempre que suceda antes de
finalizar la vida técnica o económica del edificio (Spota). El vocablo ruina pro-
viene del latín ruere , y es equivalente a caer (Rezzónico). Sin embargo, doctri-
na y jurisprudencia habían acordado interpretar dicho término en un sentido
más lato y gramaticalmente aceptable: el de daño grave a la cosa. La redacción
del Código Civil permitía identificar, según el último autor citado, tres causales
para esa pérdida de estabilidad: a) Vicio del suelo; b) De los materiales; c) De
la construcción.

Problemas similares se detectaron en el derecho comparado, ampliando la ju-


risprudencia progresivamente el concepto de ruina hasta comprender vicios
graves ocultos, configurativos de " la ruina en sentido amplio " (Bustos). Por el
contrario, la redacción actual se limita a aclarar que no es causa ajena el vicio
del suelo o de los materiales. En el primer caso, se refiere al lugar de asiento
de la construcción, afirmándose que " un suelo inestable, mal afirmado, cam-
biante con el tiempo sin que ello haya sido previsto, un suelo que no podía so-
portar el peso del edificio" (Lorenzetti). En el segundo caso, el constructor es
responsable por no haber controlado la calidad de los materiales, teniendo en
cuenta que se trata de un experto y que debe seguir las reglas de la ciencia o
arte, vigentes al tiempo de la ejecución de la obra.

El texto original había sido motivo de disputas en los autores en torno a si esta
garantía era extensible a cosas muebles o inmuebles; el Código Civil y Comer-
cial, siguiendo los lineamientos que sentó al respecto la ley 17.711, no deja
lugar a dudas: sólo se aplica a inmuebles.

III. Jurisprudencia

1. Los adquirentes de unidades afectadas por la ruina parcial pueden deman-


dar al constructor de la obra a pesar de no estar ligados a éste por un contrato
de locación de obra, porque la acción pertenece a aquel que sufre las conse-
cuencias de la culpa cometida, y la titularidad de la misma se transmite de pro-

3065
pietario a propietario ( CNCiv ., sala F, 29/4/1991, LA LEY, 1992 - B, 27 -
SCBA, 7/7/1998, LLBA, 1998 - 1358).

2. La mala calidad del terreno y de las construcciones vecinas no constituyen


un acontecimiento fortuito que exima de responsabilidad al constructor y al
dueño de la obra por los daños ocasionados a los linderos, pues el deber de
previsión que es dable exigir a dichos profesionales excluye la imprevisibilidad
e irresistibilidad de las circunstancias mencionadas ( CNCiv ., sala E,
24/8/2000, LA LEY, 2001 - A, 179).

3. La ruina de la obra prevista en el art. 1646 del Cód. Civil como presupuesto
que hace surgir la responsabilidad del constructor no implica necesariamente el
derrumbe de la cosa — e n el caso, existen serios vicios en la construcción del
suelo — , sino que se trata de un concepto jurídico aplicable al grave daño del
inmueble, a la imposibilidad de aprovechar la cosa o la necesidad de realizar
costosos trabajos de reparación " ( CNCom ., sala B, 14/4/2004, DJ, 2004 - 3-
193).

Art. 1274. Extensión de la responsabilidad por obra en ruina o impropia


para su destino. La responsabilidad prevista en el artículo 1273 se extiende
concurrentemente:

a) a toda persona que vende una obra que ella ha construido o ha hecho cons-
truir si hace de esa actividad su profesión habitual ;

b) a toda persona que, aunque actuando en calidad de mandatario del dueño


de la obra, cumple una misión semejante a la de un contratista ;

c) según la causa del daño, al subcontratista, al proyectista, al director de la


obra y a cualquier otro profesional ligado al comitente por un contrato de obra
de construcción referido a la obra dañada o a cualquiera de sus partes.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El régimen del Código de Vélez hacía extensiva la responsabilidad por ruina


tanto al director como al proyectista de la obra, los que ahora forman parte del

3066
tercer inciso del precepto comentado. Sin embargo, mientras el proyectista res-
pondía por " vicios del plano o del proyecto " (ej: diseño violatorio de las nor-
mas de policía edilicia, o diseño que no se condice con las calidades del suelo
que le habían dado a conocer), la responsabilidad del director de obra se ex-
tendía a los vicios del suelo y de los materiales, aparte del vicio de construc-
ción, propiamente dicho (Spota).

En tal sentido, al no consagrarse en el Código Civil la solidaridad en modo ex-


preso, podemos inferir que las obligaciones tenían carácter concurrente , reco-
nociéndose acciones de regreso cuando debiesen responder conjuntamente
dos o más sujetos. Así, si la obra cae por un vicio del plano, puede hacerse
responder tanto al proyectista como al empresario, pero bien podría este últi-
mo, si hubiera abonado las indemnizaciones totalmente, ejercer una acción de
regreso por la responsabilidad que se le pueda endilgar al proyectista. Si even-
tualmente la ruina se produjese por vicios inadvertidos en los materiales, mal
podría, en principio, accionarse contra el proyectista "por eso el texto consigna-
ba la procedencia de las responsabilidades indistintas " según las circunstan-
cias " ". Ahora el texto es claro en cuanto a que nos hallamos frente a obliga-
ciones concurrentes, las que, cuentan con su régimen propio (arts. 850 y 852 )

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1646; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1185; Proyecto de Código Civil para la República Argen-
tina de 1998, art. 1198.

II. Comentario

1. Carácter en que se impone la responsabilidad

Tal como adelantamos, responden los sujetos enumerados por el art. 1274 en
forma concurrente , pero debemos hacer una serie de salvedades. En primer
lugar, el art. 851 del Código Unificado permite, excepto disposición legal en
contrario, accionar contra cualquier persona obligada en modo concurrente.
Pues bien, el texto bajo análisis consagra una excepción en el inc. c), pues sólo
se podrá accionar contra el subcontratista, proyectista, director de obra u otro
profesional vinculado, de acuerdo a la causa del daño . En segundo término, no
se observa tal restricción para accionar contra quien vende una obra que ha

3067
hecho construir o construido "siempre que haga de ello su actividad habitual" o
contra el mandatario del dueño de la obra que se comporta como contratista.
Por otra parte, resulta de aplicación el inc. h) del art. 851 en lo que a acciones
de regreso se refiere. Las circunstancias que determinarán si puede o no ejer-
cerse dicha acción, como el monto por el que procederá, terminará resolvién-
dose por las reglas de la responsabilidad civil.

2. Sujetos comprendidos

Desde el punto de vista subjetivo, resultan comprendidos los sujetos siguientes:

a) El empresario inmobiliario: La norma exige " profesionalidad habitual" , lo


que restringe sensiblemente el número de sujetos incluidos, pues a nuestro
modo de ver han de concurrir necesariamente dos condiciones: 1) Por un lado,
cierta idoneidad técnica (sea que se acredite por título habilitante o no, se exija
o no matrícula); y 2) Por el otro, reiteración de actos de venta de inmuebles. En
relación a este último supuesto, el más importante, debe considerarse verifica-
do dicho requisito aun cuando se hubieran producido los daños en la primera
obra vendida; si posteriormente, demostró su vocación de realizar tal actividad
habitualmente. Decimos que la habitualidad es la circunstancia con mayor po-
der calificador, toda vez que en cierto modo traduce una profesionalidad.

b) Mandatario del dueño de la obra: Cumple una misión similar a la del contra-
tista. Es lo que la doctrina clásica solía llamar realización de obra " por adminis-
tración”. El interesado no opera directamente, encarga a un mandatario la reali-
zación de los contratos necesarios, aplicándose las reglas del mandato (López
de Zavalía).

c) El subcontratista: Caracteriza a la subcontratación la creación, por parte de


un sujeto contratante, de una posición contractual derivada del contrato princi-
pal (art. 1069). Así, bien podría "y, es usual en las prácticas habituales de la
materia" el empresario derivar la realización total o parcial de una obra a un
tercero. Responden igualmente por este inciso tanto el arquitecto, el proyectista
como cualquier otro profesional vinculado (por ejemplo un técnico en cálculos,
un topógrafo, etc.). En este inciso se responde " según la causa del daño" por
lo que, como dijimos en el apartado anterior, deberá tenerse en cuenta la causa

3068
eficiente del grave daño al inmueble. Si fue un vicio de plano podría responder
tanto el arquitecto como el proyectista (indistintamente con el empresario o
mandatario en las condiciones de los incisos a y b) pero no responderían ellos
(en principio) si el daño fuera por mala calidad de los materiales, circunstancia
en la que se podría hacer recaer responsabilidad en un subcontratista si este
ha provisto los materiales, conjuntamente, por ejemplo, con el empresario habi-
tual.

Por último, se ha dicho que, aunque " nada se dice sobre el financista, creemos
que la eventual responsabilidad deberá ser juzgada a la luz de las reglas de la
conexidad que de modo muy cuidadoso establece el Proyecto que tratamos
(Ver arts. 1073 y ss.)" (Hernández).

III. Jurisprudencia

(CSJN, 17/12/1991, Fallos: 314:1817; CCiv. Com. y Cont. Adm., 1ª Nom. Río
Cuarto, 21/10/1999, LLC, 2000 - 681;CNCiv ., sala E, 24/8/2000, LA LEY, 2001
- A, 179).

El director y el constructor de una obra son responsables indistintamente ante


la ruina parcial de la misma, toda vez que el primero no sólo controla la ejecu-
ción de los trabajos, sino que interpreta los planos, aporta instrucciones técni-
cas y corrige eventuales errores, tanto en la recepción de los datos técnicos
como en su aplicación práctica por parte de los operarios, controlando la inter-
vención de los gremios y evaluando permanentemente la labor cumplida me-
diante la concurrencia a la obra ( CNCiv ., sala F, 5/10/2004, LA LEY, 2005 - A,
773).

Art. 1275. Plazo de caducidad. Para que sea aplicable la responsabilidad pre-
vista en los artículos 1273 y 1274, el daño debe producirse dentro de los diez
años de aceptada la obra.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

3069
Lo referente a la prescripción de la acción se traslada al art. 2564 del Código
Civil y Comercial. El día de la ruina se consideraba, en principio, como dies a
quo de la prescripción anual. Se observa otra importante diferencia, pues eldies
a quo del plazo decenal no es ya el de la recepción "cuestión que motivaba la
disputa en torno a si refería a la provisional o definitiva" sino el del acto de
aprobación que bien, puede no coincidir temporalmente con aquélla.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, art. 1646; Proyecto del Poder
Ejecutivo de 1993, art. 1185; Proyecto de Código Civil para la República Argen-
tina de 1998, art. 1199.

II. Comentario

A partir de la aprobación de obra "acto por el cual se manifiesta conformidad


entre lo acordado y el resultado de la ejecución" que puede instrumentarse en
el mismo acto de recepción de obra, o bien diferirse por acuerdo de partes,
comenzará a correr un plazo decenal de caducidad, que constituye una garant-
ía poscontractual. Conforme lo entiende la doctrina, este " plazo puede ser am-
pliado por convención de las partes; pero no puede ser disminuido porque la
responsabilidad del empresario es de orden público y no se admite dispensa
contractual de ella " (Lorenzetti).

A su vez, desde el día en que operen los daños descriptos en el art. 1273 al
inmueble, principia el plazo de prescripción para hacer valer la garantía. Sin
embargo, debe cuidarse el supuesto de desconocimiento de existencia de rui-
na, caso en el cual habrá de tomarse por día de inicio de cómputo aquel en que
llega a conocimiento del legitimado activo dicha situación; pues, no puede
prescribir una acción que no ha nacido (Sozzo). Poseenlegitimación activa tan-
to el comitente como sus sucesores universales y particulares. La legitimación
pasiva fue analizada en el comentario del artículo 1274, a cuyo tenor nos remi-
timos. El plazo de prescripción para demandar la garantía sigue siendo de un
año (conf. art. 2564 ).

Por último, es importante recordar que aun cuando el acto de aceptación libera
de responsabilidad al empresario por vicios aparentes, subsiste su responsabi-
lidad si ellos motivaron la ruina (Spota). Se ha precisado que se " busca revalo-

3070
rizar a la aceptación, que no siempre podrá inferirse de la recepción" (Hernán-
dez).

III. Jurisprudencia

1. La facultad del comprador de un inmueble de demandar al empresario, pro-


yectista, director de obra, por los daños causados por vicios ocultos, o por la
ruina total o parcial del edificio, surge del art. 3267 del Cód. Civil, en cuanto
establece que el sucesor particular puede prevalerse de los contratos hechos
con su autor (CNCiv ., sala H, 12/12/2006, RCyS, 2007-893; LL
AR/JUR/10455/2006).

2. Tratándose de un reclamo por los daños y perjuicios ocasionados por los


defectos e irregularidades en la construcción e instalación de una escalera en
un inmueble, resulta aplicable el plazo de prescripción anual establecido en el
art. 1646 del Código Civil a contar desde la ruina, siempre que ésta haya so-
brevenido en el curso del plazo decenal de garantía establecido en dicha nor-
ma " ( CNCom ., sala E, 31/5/2010, LA LEY, 2010 - D, 695).

( CNCiv ., sala F, 29/4/1991, LA LEY, 1992 - B, 27; CNCom ., sala C,


27/5/2003, DJ 2003 - 2, 1136; CNCiv., sala F, 5/10/2004, LA LEY, 2005 - A,
773).

Art. 1276. Nulidad de la cláusula de exclusión o limitación de la responsa-


bilidad. Toda cláusula que dispensa o limita la responsabilidad prevista para
los daños que comprometen la solidez de una obra realizada en inmueble des-
tinada a larga duración o que la hacen impropia para su destino, se tiene por no
escrita.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El art. 1276 del Código Civil y Comercial carece de antecedentes en el Código


Civil de Vélez, toda vez que la construcción jurídica de la nulidad de aquellas
cláusulas de limitación de responsabilidad fueron derivadas del principio de la

3071
buena fe o del abuso de derecho, pero no contaban con una norma expresa en
dicho ordenamiento.

En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 21, 1071 y 1198; Pro-
yecto de Código Civil para la República Argentina de 1998, art. 1200.

II. Comentario

1. Fundamento

De la lectura del precepto se infiere que está teñido de un fuerte orden público
de protección que limita la autonomía privada de las partes. Podemos clasificar
la noción en un orden público clásico y otro moderno. En la primera posición, "
se denomina orden público al conjunto de principios eminentes — religiosos,
morales, políticos y económicos — a los cuales se vincula la digna subsistencia
de la organización social establecida " (Llambías), siendo su efecto la de invali-
dar una conducta jurídica contraria a sus preceptos. El criterio moderno , en
cambio, además de perseguir dicho efecto, le incorpora la exigencia de obrar
ciertas conductas impuestas legalmente. Es decir, puede considerarse de un
contenido negativo y positivo a la vez. Es conocido como orden público econó-
mico . Autorizada doctrina admite dos subespecies: un orden público de pro-
tección y otro de dirección . El primero, y que en este caso nos interesa, tiende
a " resguardar a una de las partes y particularmente al equilibrio interno del
contrato " (Alterini), incorporándose precauciones legislativas que tienden a
confirmar la libertad de conclusión y de configuración. Es decir, que está desti-
nado a la " defensa y protección de la población que, en general, pueda sufrir
los efectos de la desigualdad y subordinación económica " (Nicolau )

2. Nulidad de cláusulas

La norma comentada prescribe la imposibilidad de pactar dispensa o limitación


de responsabilidad para los daños que refiere el art. 1273, que se tendrá por
inválida o no escrita, teniendo por finalidad proteger al comitente, especialmen-
te en aquellos contratos suscriptos con empresas que se dedican profesional-
mente a la construcción de estas obras como también en aquellas realizadas
por un empresario individual.

3072
Esta cláusula será nula siempre que se encuentre inserta en un contrato ten-
diente a la construcción de una obra inmueble destinada a larga duración. Em-
pero, por lo dicho, nada obsta acordar contractualmente la dispensa de respon-
sabilidad por defectos aparentes u ocultos en la medida que no comprometan
la solidez del edificio ni lo hagan impropio para su destino . Tampoco compren-
de la ampliación de la responsabilidad, por acuerdo de partes, que ingresa de-
ntro de la autonomía privada de las partes. A contrario sensu , como hemos
dado por sentado que estos preceptos refieren a cosas inmuebles, es válida la
dispensa contractual por vicios en materia de muebles aun cuando el mismo
torne la obra impropia para su destino, siempre que no nos encontremos frente
a contratos de consumo (arg. arts. 1117, 1119).

Por último, en cambio, sí pueden insertarse cláusulas que amplíen la respon-


sabilidad del constructor, como por ejemplo, la extensión del plazo decenal, "
pero no puede ser disminuido porque la responsabilidad del empresario es de
orden público y no se admite dispensa contractual de ella" (Lorenzetti).

III. Jurisprudencia

(CNCiv .,sala K, 18/3/2003, LLAR/JUR/7729/2003).

Art. 1277. Responsabilidades complementarias. El constructor, los subcon-


tratistas y los profesionales que intervienen en una construcción están obliga-
dos a observar las normas administrativas y son responsables, incluso frente a
terceros, de cualquier daño producido por el incumplimiento de tales disposi-
ciones.

I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto

El art. 1277 tiene su fuente mediata en el art. 1647 del Código Civil que consi-
dera responsables al constructor por la omisión en el cumplimiento de normas
reglamentarias, ya sea administrativas o policiales.

3073
En cuanto a las fuentes del artículo: Código Civil, arts. 1646 y 1647; Proyecto
del Poder Ejecutivo de 1993, art. 1185; Proyecto de Código Civil para la Re-
pública Argentina de 1998, art. 1201.

II. Comentario

1. Fundamento

La norma comentada tiene dos partes. Por un lado, dispone que los profesiona-
les que intervienen en una construcción, además de cumplir con las normas del
arte, ciencia o técnica, deben observar los reglamentos municipales de la zona
(ej. Código urbano o de construcción). En particular, se menciona al construc-
tor, a los subcontratistas y a los demás profesionales (ej. proyectista, ingeniero
que realice el cálculo de estructura, etc.) que intervienen de modo directo o in-
directo en la obra.

Por otro lado, en la segunda parte establece la responsabilidad de aquéllos


frente a terceros, es decir, dispone su responsabilidad extracontractual. A dife-
rencia del Código Civil que sólo consideraba a los vecinos, la norma proyecta-
da siguiendo al Proyecto de 1998, resulta más amplia porque abarca a todos
los terceros. Al respecto, la doctrina ya interpretaba extensivamente la norma
de Vélez, señalando que " es responsable el empresario constructor como el
director de la obra y por todo daño causado culposamente, entrando en esta
categoría la construcción de paredes que obscurecen la finca vecina en viola-
ción de normas reglamentarias, desagües pluviales que transmiten humedad,
derrumbe de una pared, caídas de instrumentos de trabajo o mampostería" (-
Lorenzetti).

Es necesario recordar que deben concurrir los presupuestos de la responsabili-


dad civil para que emerja la obligación de reparar el daño; siendo particular-
mente importante verificar la existencia del nexo de causalidad entre la inob-
servancia de las normas administrativas y el perjuicio ocasionado. Se trata de
una responsabilidad concurrente, conforme lo explicamos al comentar el art.
1274, a cuyo tenor nos remitimos.

III. Jurisprudencia

3074
1. El art. 1647 del Cód. Civil, en cuanto responsabiliza a empresarios construc-
tores ’por la inobservancia de la disposiciones municipales de todo daño que
causen a los vecinos’, constituye una aplicación particular de la regla general
del art. 1109 (Adla, XXVIII- B, 1799). La responsabilidad que impone es de
carácter extracontractual, y es regla generalizada que la palabra ’ empresarios’
tiene aquí un sentido amplio, comprensivo de directores de obra, constructores
etc., pues lo que cuenta es que tengan sobre sí la responsabilidad de la direc-
ción de las obras, que por su culpa o negligencia se haya causado un daño,
sea por un hecho propio (art. 1109 - Adla, XXVIII- B, 1799- ), o de sus depen-
dientes (art. 1113, 1ª parte) (CNCiv ., sala E, 7/4/1978, LA LEY, 1979- C, 616 -
CNCiv ., sala A, 26/5/1978, LA LEY, 1979- C, 617).

2. El director de la obra y el empresario (art. 1647, Cód. Civil) son responsables


por el daño causado a terceros, derivado de su construcción — e n el caso, el
actor tropezó con unos tablones sueltos que estaban en la vereda tapando una
zanjas de la obra— , cuando éste no ha sido producido por una cosa de pro-
piedad del dueño comitente( CNCiv ., sala K, 9/3/2000, LL AR/JUR/2846/2000 -
CNCom ., sala B, 27/8/2003, LLAR/JUR/4249/2003).

Sección 3ª - Normas especiales para los servicios.

Art. 1278. Normas aplicables. Resultan aplicables a los servicios las normas
de la Sección 1a de este Capítulo y las correspondientes a las obligaciones de
hacer.

Art. 1279. Servicios continuados. El contrato de servicios continuados puede


pactarse por tiempo d