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El Saqueo de Bolivia (Marcelo Quiroga Santa Cruz) PDF
El Saqueo de Bolivia (Marcelo Quiroga Santa Cruz) PDF
E l saqueo
d e B oliv ia
ediciones
PUERTADELSOL
Casilla 2188 —La Paz - Bolivia.
Prim era E dición: J u n io fi 19 73 - E d t. C ruis
Segunda E dición: Ju lio 1973 — E d t. Crisis
T ercera E d ición: Dic. 1979
E diciones PU E R T A D EL SOL
D E R E C H O S R E S E R V A D O S PO R EL A U T O R
— D epósito Legal 3 5 9 /7 9
- Im preso en Gráficas Galaxia S. R. L.
La Paz - Bolivia.
COLECCION LUCES Y SOMBRAS
Títulos publicados:
No. I.* Proceceso y Sentencia a la Reforma
Agraria en Bolivia —Luis Antezana E.
No. 2.— El Cooperativismo y la Comunidad
Indígena (Critica al cooperativismo
desde una perspectiva aymara) Rdo.
P. Gregorio Iriarte.
No. 3.- El Saqu@& de Bolivia -Marcelo
Quiroga Santa Cruz
POR PUBLICARSE:
Geopolítica y Geofagia en América
Latina (Cómo piensan y actúan
nuestros vecinos) —Edgar Oblitas F.
Foto portada: Antonio Eguino
Nuestro propósito anunciado en el primer
volumen de esta serie dice: “Se pretende sea una
colección de debate y polémica y constituye un
aporte a sus soluciones. Los intelectuales boíl*
víanos que piensen que sientan y crean que
pueden aportar, están cordialmente invitados
a formar parte de ella”.
La Colección LUCES Y SOMBRAS S#
enriquece ahora con el libro EL SAQUEO DÉ
BOLIVIA, del conocido intelectual y dirigente
Sr. Marcelo Quiroga Santa Cruz. Fue nuestro
principio ofrecer sólo textos de primera edición,
pero hemos considerado que este libro amplia
mente difundido en el exterior no fue conocí*
do en nuestro país y esa es la razón para in
cluirlo en nuestra colección. 1 . :.'í;
Los editores.
PROLOGO A LA TERCERA EDICION
Este estudio fue escrito en los últimos
meses de 1972. De él se hicieron dos ediciones,
ya agotadas, al promediar el año 1973. Redactado
en el exilio, sirvió al propósito inmediato de
desenmascarar la naturaleza proimperialista de la
política económica de la dictadura militar enca
bezada por Banzer. La inactualidad cronológi
ca de los hechos referidos, habfa aconsejado
rehusar los frecuentes pedidos de reedición.
Pero la evidente (y amenazante) actualidad
del contenido de clase del proyecto político
antinacional analizado, así como la activa per
manencia de los instrumentos partidarios que en
ese entonces jugaron un papel protagónico en
“el saqueo de Bolivia”, instrumentos que , como
el MNR-H, se proponen hoy día asegurar con
tinuidad “democrática” al sistema de poder de
1971» me han inclinado, finalmente, a permitir
esta tercera edición.
Siendo costumbre de los escritores dedicar
un libro a la persona que inspiró su redacción
o en cuyo homenaje se rinde el esfuerzo intelec
tual, yo quiero que ésta, fruto de una pasión
inextinguible por la libertad y la justicia social,
le sea dedicada, postumamente, a los que ya
no verán la sociedad liberada de mañana que
ellos contribuyeron a organizar con su generosa
sangre.
MARCELO QUIROGA SANTA CRUZ
Vísperas de Boliria
14
Frente a la ocupación
de Bolivia
El 21 de agosto de 1971 la burguesía proim-
perialista de Bolivia asalta el poder. El 27 de
octubre de 1972 asalta la remuneración de los
trabajadores. Entre ambas fechas, la Dictadura
fascista desnacionaliza implacablemente el patri
monio económico de Bolivia y reduce la autori
dad gubernamental a la que corresponde a la ad
ministración colonial de un país ocupado. En
catorce meses, la Dictadura despojó a la nación
de sus riquezas naturales y las obsequió al impe
rialismo; arrebató los salarios de los trabajado
res y los regaló a la burguesía antinacional.
Su acción depredadora ha encontrado en la
Ley de Inversiones y la Ley de Hidrocarburos,
los instrumentos para legalizar, por medio de la
organización de Sociedades Mixtas, la desnacio
nalización del petróleo, del gas, de la industria
de refinación, de la petroquímica, de los más ri
cos yacimientos de COMIBOL, del Mutún, de la
metalurgia y de la siderurgia. La política de ex
portaciones petroleras, definida por la Gulf, ago
tará nuestras reservas petroleras antes de ocho
años, ocasionará al país una pérdida de cuatro
cientos millones de dólares y lo someterá a la
condición de importador de hidrocarburos. Las
15?
transacciones con "Matilde” y la IMPC fueron
resueltas reservadamente, con el reconocimiento
de sumas cuantiosas por inversiones no realiza
das y el obsequio de acciones liberadas. La de
valuación monetaria ha sido impuesta por el im
perialismo, a través del Banco Mundial, para
mejorar la capacidad de endeudamiento del Es
tado que permita el financiamiento de la desna
cionalización de nuestra economía. El empobre
cimiento planificado de la clase trabajadora y
los sectores oprimidos de la población, así como
la imposición de un régimen policíaco que su
prime todas las libertades y derechos humanos,
incluido el de la vida misma, tienden a asegurar
un "clima de garantías" atractivo para el capital
financiero internacional del que la Dictadura bur
guesa es su agencia administrativa.
La burguesía antinacional masacró al pue
blo en las calles para apoderarse del gobierno.
Continuó martirizándolo en las celdas, para con
servarlo en provecho del imperialismo. Hoy lo
reprime brutalmente para evitar su derrota. Su
misión explotadora y entreguista no ha conclui
do. Pero la paciencia de la clase trabajadora y
de los sectores populares ya se ha agotado. El
21 de agosto fueron necesarios los ta^<lues de
guerra para abrir las puertas del Palacio de Go
bierno. El 27 de octubre han sido indispensa
bles para cerrar el paso a la heroica insurgencia
popular.
El Partido Socialista de Bolivia tiene el de
ber de esclarecer ante la conciencia de los traba
jadores el carácter burgués de la Dictadura, su na
turaleza fascista y su condición proimperialista,
explicando cada una de las medidas que compro
meten sus intereses de clase y los intereses na
cionales. La dirección del PS debe preparar al
partido en el conocimiento de las causas, carac*
16
terísticas y objetivos de la política general de la
Dictadura. Así, su dirección inedia y su m ilitan .
cia deben estar en condiciones de actuar en el
seno de las organizaciones de masas para orien
tarlas en su lucha consciente contra la explote*
ción social y nacional. Pero la dirección del PS
también tiene el deber de caracterizar la presen
te coyuntura política, de prever su desarrollo, de
señalar las perspectivas revolucionarias del pue
blo boliviano y de formular las consignas que
expresen su concepción estratégica de la lucha
revolucionaria. A esa finalidad obedece la redac
ción de este documento que desarrolla la Decla
ración de Principios y la Tesis Política del PS,
en aplicación de la actual coyuntura.
De la permanente confrontación de la teoría
revolucionaria con la realidad concreta, del aná
lisis de cada una de las decisiones de la Dictadu
ra, surgirá una conciencia clara y un espíritu de
lucha resuelto. No basta señalar al enemigo. Es
necesario explicar cómo actúa. Sólo así sabre
mos cómo debemos enfrentarlo. Si no explica
mos la naturaleza fascista de la Dictadura, no
podremos unir a los sectores democráticos y
progresistas en una acción popular antifascista.
Si no podemos demostrar el contenido de clase
burgués de la Dictadura y el predominio de su
sector proimperialista no podremos organizar
correctamente la lucha de las masas trabajado
ras. Si no demostramos el carácter proimperia
lista de la Dictadura, no podremos movilizar al
pueblo de Bolivia en su lucha antimperialista.
Si no somos capaces de hacer todo esto, no po
demos pretender un puesto en la vanguardia de
*a clase trabajadora y los sectores oprimidos.
17
1. La desnacionalización de
la economía boliviana
La política económica que la Dictadura ha
impuesto a los bolivianos no es de ella, por la
misma razón que el gobierno instalado en Bolivia
no es de Bolivia.
Como suele ocurrir en toda campaña de con
quista, en la que el orden de ingreso de los inva
sores al país ocupado guarda relación inversa
mente proporcional a su autoridad, el 21 de
agosto de 1971 llegaron primero los conspirado
res, después los tanques, luego los ejecutivos de
las empresas privadas monopólicas y, finalmen
te, el embajador norteamericano. Siracusa entró
en el Palacio Quemado para reconocer oficial
mente al nuevo hijo natural de la política exte
rior norteamericana. Concluida la ceremonia,
declaró con indisimulable satisfacción y explica
ble certidumbre: "Ahora se abren oportunidades
para servirnos mutuamente”.
La pretendida mutualidad de servicios era
so'-miente una forma menos grosera de recla
mar del nuevo gobierno la retribución de un ser
vicio inestimable: el de haberlo inventado. En
suma, nada más que la presentación de una fac
tura traducida al lenguaje que, aun entre los
19
embajadores norteamericanos, no puede menos
que ser diplomático.
Pero como el insigne servicio de confeccio
nar a mano un gobierno a la medida de las ne
cesidades económicas y políticas del imperialis
mo y de sus agentes nativos, no es algo que deba
comprometer la gratitud del pueblo de Bolivia,
obligado ahora a pagar cuentas ajenas, la fac
tura recibió un nombre menos ofensivo adecua
do tanto para ocultar su carácter de cobranza
tramposa, como para prestarle la atractiva apa
riencia de un donativo que acrecentaba la obli
gación. Banzer la ha designado "el despegue
económico" y, exagerando el uso de un lenguaje
eufemístico tolerable en un embajador pero no
en un soldado, frecuentemente se refiere a su
compromiso de pago como a toda una política
económica.
El “despegue" comienza con la afirmación
de que la dependencia nacional sería una venta
ja histórica y concluye en la consigna de la des
nacionalización de Bolivia, aunque en nombre
del nacionalismo. Esta concepción autodenigran-
te, repulsiva en la conciencia del cipayo desem-
bozadamente entregado al servicio del opresor^
esta visión satisfecha de la propia condición co
lonial, se reviste, con el mismo ánimo mimético
grotescamente imitativo con que el colono repro
duce internamente las formas extemas de la so
ciedad imperial, de algunas ideás comunes que
cumplen la finalidad de conferir alguna aparien
cia de seriedad intelectual, a lo que no es más
que una forma ciega y empírica de instituciona-
lización política del lucro.
Así, la burguesía nativa del país colonizado,
la pobre burguesía intermediaria, la clase agente
instalada a la cábezk de un miserable desarrollo
capitalista atrasado y dependiente, repite algu
20
nos tópicos del repertorio ideológico de la Hao»
homónima formada en el desarrollo histórico del
capitalismo metropolitano, proceso cuyo máxi
mo y postrer vigor adquiere la forma del impe
rialismo, es decir de la antinación. ¡Y todo ello,
en nombre del nacionalismo!
Impaciente por pagar la ayuda a la que debe
su existencia y asegurar su conservación, la Dic
tadura extendió un pasaporte en blanco que de
bió servir al traslado masivo del capital financie
ro internacional a Bolivia: la Ley de Inversiones.
El más ligero análisis de su transparente ar
ticulado revela, sin embargo, que es algo más
que un pasaporte de excepción. Se trata, en ver
dad, de una autorización para el ejercicio legal
del despojo, de una carta-de legitimación de la
piratería, de una licencia para el saqueo de la
riqueza nacional. Semejante documento, sólo
comparable, por su origen y características, al
Código Davenport redactado por los propios in
teresados y sancionado por un parlamento co
rrompido, señala Como objetivos del mismo, en
tre otros aparentemente consecuentes, el incre
mento de la producción y la formación de aho
rro interno. Con esta justificación, la Ley de
Inversiones establece un régimen de excepción
en la concesión de franquicias tributarias que
virtualmente elimina toda forma de contribu
ción directa a la formación del presupuesto na
cional, en favor de cualquier inversión o rein
versión privada extranjera o nacional.
Disposiciones como la liberación total de de
rechos arancelarios sobre la importación de todo
aquello que el inversor considere necesario; la de
volución de gravámenes aduaneros que el inversor
pudiera haber cancelado extraordinariamente, ba
jo la forma de cartas de crédito que le permiten
descontar aquellas imposiciones que sólo excep
21
cionalm ente correspondiera pagar; la exención
del impuesto al capital móvil; la supresión de
todo impuesto sobre producción y ventas, fuese
de carácter nacional, departamental, municipal
y aun de los simples recargos universitarios; la
liberación de impuestos sobre transferencia, so
bre plusvalía, sobre construcciones; la facultad
que tiene el inversor para resolver discrecional
mente del régimen de depreciación de activos fi
jos y de amortizaciones que le permita la recu
peración del cien por ciento de sus inversiones
en el plazo promedial de sólo cuatro años; la se
guridad de que el régimen tributario de excep
ción (es decir su supresión completa),-no podrá
ser alterado en un plazo mínimo de siete años,
aunque sí será susceptible de rebaja (¡!); la libre
e irrestricta convertibilidad y disponibilidad del
capital para la amortización de las inversiones y
el pago de dividendos; la liberación del cien por
ciento de los impuestos sobre utilidades y renta
total, por una década, para las inversiones reali
zadas en los lugares que se juzgue de menor de
sarrollo económico y social; la concesión gratui
ta de terrenos industriales, aunque el inversor
no los necesite; la concesión gratuita de tierras
fiscales para explotaciones agropecuarias. (Un
consorcio brasileño ya ha pedido la concesión de
seis mil hectáreas en una zona limítrofe con el
Brasil.) He ahí algunos de los privilegios que esta
Ley-Ganzúa pone en manos del imperialismo y su
agente nativo, la burguesía monopólica, para que
con ella abran la economía nacional a la explo
tación impune del país.
En aplicación de las franquicias antes men
cionadas, una compañía extranjera, privada o
estatal, podrá recibir el obsequio de grandes ex
tensiones agrícolas para explotarlas sin pago de
tributo alguno. ¿Para qué ser. colonizador boli
22
viano, que debe pagar impuestos por la misérri
ma cosecha de bananas, y de yuca que arranca
con su esfuerzo al mezquino pedazo de tierra que
incorpora a la agricultura? Una compañía mi
nera extranjera, privada o pública, podrá recibir
la concesión de un rico yacimiento mineral y lo
explotará sin pago de contribución alguna a la
economía fiscal. ¿Para qué ser uno de los dos
mil pequeños empresários bolivianos o uno de
los veinte mil mineros cooperativistas agobiados
por la irracional carga impositiva que pesa so
bre ellos?
¿Hay algún sector de la sociedad boliviana
al que beneficia esta Ley de Inversiones? Sí, al
sector monopólico de la empresa privada forma
da por grandes empresas de la burguesía indus
trial (fabril, extractiva y agropecuaria), comer
cial y bancaria, al sector que concentra en má-
nos de cien de las cinco mil empresas privadas,
en manos de los dueños de solamente el 2 % de
ellas, la mayor riqueza y poder político genera
dos en la producción, el comercio y el crédito.
Es este sector el que, mediante sus dos repre
sentantes directos en el directorio del INI y el
voto del Ministerio de Industria y Comercio, que
es el coto de caza de los ejecutivos de ese sector
hegemónico, controla las decisiones que se im
ponen por encima de "toda autoridad en el país,
cualquiera que fuese su jerarquía".
Pero las características hasta ahora señala
das son, comparativamente, las más benignas de
este increíble documento. Resta por considerar
un aspecto que pe de manifiesto el verdadero
carácter desnacionalizador de esta resolución que
no evoca la política económica del despotismo
asiático, pues en los países árabes aun las mo
narquías absolutistas sobrevivientes idean formas
de hacer retroceder a las empresas multinaciona-
23
Ies de occidente que monopolizan la explotación
y el comercio mundial del petróleo. La semejan
za se da, más bien, aunque de un modo formal
mente más sofisticado, con el estulto trueque
de marfiles por espejos y abalorios, explicable
en una organización tribal, a causa del primiti
vismo de su desarrollo económico. La misma
conducta observada por la dictadura fascista de
la Bolivia capitalista de 1972, se explica por los
beneficios que el ruinoso intercambio deja en las
hábiles manos de un sector de clase, la burguesía
monopólica, de las que caen algunos centavos
para los gestores político administrativos "re
sueltos a salvar el país del comunismo", pero
con las dos manos.
Para los efectos de esta Ley de Inversiones,
las empresas privadas son, indistintamente, aque
llas nacionales o extranjeras cuyo capital sea ín
tegramente privado. Las empresas de economía
mixta son aquellas que reúnen capital público y
privado, sin indicación de las proporciones, en
una combinación tan vaga como conviene a esta
inocente disposición. Así, las empresas económi
cas de Estado, creadas y administradas por la
Corporación Boliviana de Fomento, como una
planta hidroeléctrica (la de Corani), una fábrica
de cemento (la de Sucre o de Cochabamba), una
planta industrializadora de productos lácteos (la
PIL), un ingenio azucarero (el de Guabirá), po
drán ser objeto de enajenación por medio de la
constitución de Sociedades Mixtas con capital
privado extranjero, en las que éste controle la
mayoría del aporte. En otras palabras, la Ley
de Inversiones, cuyas disposiciones están por en
cima de cuaquier otra, sienta las bases de la pri
vatización y la extranjerización del activo de
empresas que el Estado organizó, en aquellas
zonas y rubros que en ese entonces carecían
24
de interés para la clase terrateniente, en obse
quio de su heredera, la burguesía agroindustrial
e industrial.
Pero no se trata solamente de la producción
láctea, azucarera, de cemento o de energía eléc
trica que, aunque intervienen de un modo esti
mable en la formación del PIB, no generan divi
sas (lo "cuota americana" del azúcar ya desapa
reció), sino también y sobre todo de la produc
ción minera estatal que hace el mayor aporte del
85 % del volumen de exportaciones anuales del
país. Las empresas mineras del estado, todo el
activo de Corporación Minera de Bolivia (COMI-
BOL), pueden ser objeto de una negociación con
capitalistas privados extranjeros de la que resul
tarán Sociedades Mixtas con participación mi
noritaria del Estado.
¿No es esto, acaso, lo que Banzer anunció
sólo diez días después, de su posesión como Pre
sidente, cuando dijo que para la solución de los
problemas económicos de COMIBOL "alternati
vamente se procedería al establecimiento de so
ciedades mixtas con inversión privada interna y
externa”? ¿Con quién consultó ese programa,
cuándo se discutió esta posibilidad de "solución”?
¿Acaso los innecesarios conspiradores del MNR
y de FSB y, desde luego, las FF.AA., lograban
ponerse de acuerdo, después de triunfado el gol
pe, en la misma composición del gobierno? Las
FF.AA. y los partidos no sabían quién sería el
Presidente, pero el que resultó serlo ya sabía que
había que desnacionalizar las minas. Por eso fue
el elegido.
Así, veinte años después de la nacionaliza
ción de las minas, que no se resolvió con la tinta
empleada en suscribir el decreto, sino con la san
gre obrera derramad? en una lucha de decenios,
25
el militar que promete gobernar inspirado en la
memoria de Busch y Villarroel, apoyado políti
camente por el civil que rubricó el decreto (Paz
Estenssoro), sanciona la ley de desnacionaliza
ción que el INI les hace llegar desde el escritorio
de su director, el mismo que veinte años antes
fuera el último candidato presidencial de la casa
Aramayo. Ya están todos juntos. Ninguna dife
rencia los separa.
Para los autores de la Ley-Ganzúa, sin em
bargo, como para todo hurtador calificado, re
sulta evidente que en un país cuyo Estado ha
tenido la insolencia de organizar algunas indus
trias estratégicas que la burguesía minera confi
nó a la región de la mitología, la depredación no
puede detenerse (si se le brinda una ocasión co
mo ésta de contar con un gobierno propio que
aprueba leyes a la carta), en la desnacionaliza
ción de la minería. Por eso han tenido la previ
sión de establecer que ‘la metalurgia, la siderur
gia y la petroquímica, sólo en sus etapas básicas
de fundición y refinación, porque las otras son
marginadas de hecho del radio de actividad in
dustrial del Estado, se consideran reservadas a
éste para su desarrollo a través de sus empresas
respectivas. En realidad, es una manera oblicua
y quejumbrosa de decir que puesto que el Esta
do ya tiene en su poder la fundición de minerales
y la refinación del petróleo, debe declararse que
las tiene, pero, al mismo tiempo, establecerse
claramente que dejará de tenerlas. Para ello se
dispone que el Estado podrá asociarse con el ca
pital privado extranjero o nacional (que son dos
modos de llamarle al capital foráneo que, inscrito
a nombre de un "palo blanco" activo, bajo la for
ma de crédito o de otra modalidad, no cambia
su condición extranjera), para la explotación, en
dos formas distintas, de esas tres actividades
26
consideradas como estratégicas. La más benigna
de ambas deja al Estado en minoría, frente al
capital privado extranjero y "nacional". La otra
determina la mayoría absoluta del capital priva
do extranjero y transforma al Estado que hoy
es el único propietario, en un socio minoritario.
Pero el rigor de la disposición no es impla
cable. También el imperialismo tiene ciertos ras
gos de "nacionalismo" para la exportación. En
el caso previsto de una asociación mixta que
deje al Estado en franca minoría, el socio ma-
yoritario privado, el capitalista extranjero, le
venderá un cierto número de acciones que le per
mita salir de esa condición tan desmedrada (no
se dice en qué proporción, por cierto), pero sólo
después de esperar nada más que un cuarto de
siglo. Al término de este plazo que sólo los im
pacientes que no atienden a las exigencias de la
economía de escala pueden considerar excesivo,
el Estado al que se obligó a desandar el camino
recorrido en procura de la nacionalización de la
economía, tendrá que armarse de paciencia, pues
el control de la participación mayoritaria se dará
por la suma de su aporte y el del capital privado
"nacional", y no por la transferencia de la ma
yoría del capital extranjero al patrimonio del
Estado.
Esta es la sentencia. El sentenciado es el
Estado. El botín al que se llega con la Ley-Gan
zúa es YPFB, ENAF, COMIBOL, es decir, la refi
nación y transformación industrial básica de los
hidrocarburos, la fundición de estaño y la side
rurgia. La Ley-Ganzúa hace posible no solamente
la privatización de las empresas industriales or
ganizadas por la CBF, la desnacionalización de
la minería, y la privatización y extranjerización
de la metalurgia, la petroquímica, la siderurgia;
es decir, de los sectores dinámicos y estratégicos
27
del desarrollo económico, sino que acuerda, en
beneficio del capitalista desnacionalizados un ré
gimen de franquicias que la Dictadura niega a los
cuatro mil novecientos medianos y pequeños em
presarios cuyo nombre invocan los representantes
de cien grandes empresas monopólicas. Esa es la
Ley de Inversiones que el Ministro de Industria
y Comercio , llevó personalmente a los Estados
Unidos y repartió a los interesados, en una se
gunda traducción que restableció su idioma ori
ginal: el inglés.
Los intereses del imperio y la colonia son
antagónicos por definición. Los de la burguesía
nativa de los países capitalistas neocolonizados
y los de la burguesía del país imperialista, co
mienzan siendo los mismos, a causa de que aqué
lla se forma como mera intermediaria en la ex
plotación primaria de la riqueza nacional, para
ir diferenciándose, a medida que su desarrollo
capitalista se hace más orgánico, y terminar en
trando en contradicción. Por ello, de la Ley de
Inversiones de un país capitalista dependiente
cuyá burguesía, puesta en el trance de elegir en
tre sus propios intereses y los del imperialismo,
cuando ellos entran en pugna, debe esperarse dis
posiciones que restrinjan las prerrogativas del
capital financiero monopólico internacional y
amplíen las que correspondan al capital privado
nacional. De un país dependiente, donde su bur
guesía debe esta condición a la identificación de
sus intereses con los del imperialismo, puede es
perarse una Ley de Inversiones que otorgue un
margen indistinto de ventajas al capital extran
jero y al "nacional". Pero de la dictadura de un
país sometido a la condición de protectorado o
Estado asociado de los Estados Unidos, no po
demos esperar sino una Ley-Ganzúa. Las estadís
ticas nos señalan antes que a Haití, en él penúl
28
timo puesto, según la producción interna bruta
y el ingreso por habitante. Todavía nuestra bur
guesía monopólica no ha sobrepasado a la bur
guesía vampiro haitiana que exporta sangre hu
mana para conseguir divisas, aunque ya la hace
derramar sin tregua y sin piedad para exportar
confianza a los inversores.
Como parte de un programa de gobierno in-
formulado cuyo origen se ha convertido, por ra
zones comprensibles, en secreto, Banzer declaró
una semana después de su arribo al Palacio Que
mado que se enmendaría "la excesiva e irracio
nal absorción, por parte del Estado, de muchas
actividades económicas para las que no se en
contraba capacitado y la indiscriminada nacio
nalización de la actividad económica de produc
ción". Un modo seudo técnico de referirse a la
nacionalización de la Gulf, de la IMPC y de la
MMC, tres, empresas norteamericanas a las que
él mismo, siendo ministro, contribuyó a entregar
o consolidar la entrega del petróleo y el gas, del
estaño residual y del zinc.
Comencemos por "Matilde". El rico yaci
miento de zinc, mineral estratégico que los Esta
dos Unidos se procuran en un 50 % mediante la
explotación'que sus empresas transnacionales rea
lizan en el exterior, fue revertido al patrimonio
del Estado por efecto de la nacionalización de
minas decretada en 1952. De las manos de Hos-
child, pasó, en avanzado estado de prospección,
a la administración de COMIBOL. Diez años des
pués, el Congreso Nacional y el Poder Ejecutivo
aprobaron la Ley número 151 y el Decreto Re
glamentario número 06000, respectivamente, dis
posiciones que bajo la forma inaugural de las
sociedades mixtas resolvía la desnacionalización
de ’Matilde”. Tanto la nacionalización como la
29
desnacionalización fueron resueltas por el mismo
partido, el MNR, bajo la jefatura del mismo poli-
tico, Víctor Paz Estenssoro.
En respuesta a la licitación internacional
convocada por la COMIBOL, según consta en el
Acta número 420 del directorio de la empresa, en
enero de 1964 se aprobó un Acuerdo General con
la OMRD-, del Japón, para la explotación de "Ma
tilde". En octubre del mismo año, el presidente
de COMIBOL y actual subjefe del MNR, suscri
bió una Carta de Intenciones ratificatoria de di
cho acuerdo. Es verdad que dos semanas des
pués el presidente. Paz Estenssoro es derrocado
por su vicepresidente, el general Barrientos Or-
tuño. Pero como este ascenso inconstitucional no
modifica la posición de las clases respecto del
Poder y, mucho menos aún, el programa de go
bierno que comparten derrocador y derrocado, el
proceso de desnacionalización sigue su curso, só
lo que de un modo más expeditivo, como corres
ponde a la naturaleza militar del nüevo régimen.
El primero de noviembre de 1965 la Junta Mili
tar dispone la convocatoria internacional a un
concurso para el "arrendamiento" de "Matilde".
Como se advierte, el progreso es evidente. Ya ni
siquiera se habla de sociedad mixta. A cada go
bierno corresponde un lenguaje distinto para de
signar las mismas cosas. El 25 de julio de 1966,
desoyendo el unánime repudio popular, la Junta
entrega por 30 años la mina de zinc a la "Matil
de Mines Corp.", una compañía organizada por
la United States Steel Corp. y Minerals and Che
micals Pholipp Corp., en el Estado de Delaware.
Pero esta vez, a diferencia del estado de desarro
llo en que fue rescatada para el patrimonio del
Estado en 1952, ya está, gracias a la inversión de
un millón de dólares hecha por la COMIBOL, en
condiciones de explotación inmediata.
30
El 30 de abril de 1971, cuando la nacionali
zación de "Matilde" se convirtió en una existen
cia popular apremiante, el Gobierno, presidido
por el general J. J. Torres Gonzales, decretó la
rescisión del leonino contrato de arrendamiento
suscrito entre COMIBOL y MMC.
Nadie en Bolivia puso nunca en duda el po
der económico del consorcio que se adjudicó la
explotación de "Matilde". Dos formas de mani
festación de este poder hicieron posible la con
cesión del yacimiento de zinc y, en la parte que
ha debido corresponderle, la consumación del
golpe del 21 de agosto. Si en 1965 fue capaz de
obtener la dictación de un decreto unánimemen
te repudiado, en 1971 pudo evitar la comerciali
zación del zinc nacionalizado. Suscrito el contra
to de venta entre el gobierno de Bolivia y la "In-
termill", el mineral se abarrotaba en los puertos
y el comprador incumplía el contrato. ¿La razón?
Que la Intermill y la Philipp Corp. compartían la
misma oficina: el número 229 de Park Avenue,
en Nueva York. Expropiado y comprador del
zinc eran una misma empresa. Pero cuando la
influencia económica de esta empresa se hizo
desmesurada, fue a partir del establecimiento de
la dictadura fascista. La empresa y el gobierno
de Bolivia no compartían una misma oficina, pero
obedecían al mismo interés. Pero ésta es la his
toria de "Matilde”. Y lo que ahora debemos de
nunciar es el cuento de "Matilde”.
La MMC en previsión de una medida como la
nacionalización, contrató un seguro con la agen
cia estatal norteamericana Overseas Prívate In-
vestment Corp. (OPIC), entidad que debía pagar
la póliza respectiva, si el gobierno de Bolivia no
acordaba el pago de la indemnización correspon
diente. Pero el gobierno de Bolivia estaba resuel
to a mucho más que impedir que la agencia de
31
seguros del gobierno norteamericano gastara un
solo centavo por cuenta suya.
¿En qué suma aseguró la MMC sus inversio
nes en Bolivia? Según consta en el certificado
otorgado por la “Agency for International Deve-
lopment”, de fecha 12 de febrero de 1971, el mon
to total del seguro contratado por la MMC en la
OPIC es de u$s 16.720.000.—. Esta suma, como
lo acredita la misma agencia, no corresponde a la
realidad efectiva de las inversiones de la MMC,
sino a una estimación que incluye otros gastos.
La suma que la OPIC tendría que pagar se limita
a la que corresponda a inversiones por créditos
bancarios documentalmente acreditados, a las
que hubiera efectuado esa compañía de sus pro
pios recursos y, finalmente, al monto de sus uti
lidades correspondientes al período comprendido
entre la nacionalización y el pago de la póliza de
seguro. Esta suma, a pesar de incluir ítems como
el de renta no percibida, en absoluto extraña al
concepto de inversión, ha sido estimada por la
OPIC en algo más de u$s 12 millones, según in
formación proporcionada directamente por uno
de sus personeros al gobierno de Bolivia. Para
una correcta evaluación de lo que a continuación
afirmamos, conviene recordar que esta suma, de
aproximadamente u$s 12 millones, es una estima
ción del total de inversiones y utilidades no per
cibidas, y que la propia OPIC no se refiere en
absoluto a las que por concepto de amortizacio
nes o deudas impagas contraídas por la MMC
deban descontarse.
El propio Banco Mundial, en el estudio-infor
me que realizó sobre "La Minería y la Metalurgia
en Bolivia", coincide con esta apreciación de las
inversiones. Huelga decir que, en ambos casos,
se trata de la opinión que merece el pan al pana
dero.
32
Que la suma asegurada es mayor que la real
mente invertida, es algo que la propia OPIC re
conoce. Pero, tal vez este reconocimiento es me
nos digno de tomarse en cuenta, por la dictadura,
que el testimonio de la propia MMC. Por carta
dirigida el 9 de diciembre de 1970 por el gerente
de la MMC al gobierno de Bolivia, esa compañía
reconoció que a esa fecha sus inversiones totali
zaron la suma de u$s 10.910.627.—.
¿Cuál es la estimación que Bolivia ha hecho
de las inversiones de la MMC? La comisión que
al efecto de la determinación del monto indem-
nizable inició sus actividades durante el gobierno
del general Torres, concluyó su trabajo bajo la
dictadura del coronel Banzel, en noviembre de
1971. ¿Qué dice este informe? Sostiene y prueba
que a la fecha de la nacionalización de "Matilde”
(30/4/71), el total de inversiones alcanzaba a la
suma de de u$s 8.792.848.—. Y algo más: tam
bién demuestra dicho informe que a esa m ism a
fecha la MMC registraba un pasivo (deudas que
dejó sin pagar) de u$s 2.860.011.—, suma que, de
ducida de la anterior, arroja una inversión indem-
nizable de u$s 5.932.837.—.
Pero la MMC planteó la exigencia de cuadru
plicar sü inversión y, Según las publicitadas y
amedrentadoras informaciones que la dictadura
deslizaba metódicamente, pedía nada menos que
24 millones de dólares. Por cierto que los perso-
neros de la MMC no esperaban recibirla, ni si
quiera de un gobierno a cuya cabeza está preci
samente uno de los firmantes del decreto que le
valió tan jugosa concesión, pues para que ello
ocurriera impunemente la campaña de represión,
silenciamiento y exterminio tendría que acabar
con el último de los trabajadores bolivianos. Era
nada más que una manera de hacer posible, en
mejores términos, la formación de una Sociedad
33
Mixta con el Estado, o, en su defecto, el pago de
una indemnización superior a lás inversiones,
pero inferior a la que originalmente sé pidió. De
este modo, el éxito estaba asegurado. O se obte
nía la Sociedad Mixta, o se lograba el enervante
efecto político de transformar el sobreprecio que
se obtendría, en una bondadosa rebaja al país.
No estaba equivocada la MMC. El primero
de marzo de 1972, el gerente de la COMIBOL,
general Rogelio Miranda, el mismo que como mi
nistro de Agricultura suscribiera seis años antes
el decreto de concesión de "Matilde”, envió a
MMC un "Memorándum de Intenciones” reserva
do, que no dejaba dudas sobre su intención. Di
cho Memorándum proponía la formación de una
Sociedad Mixta entre COMIBOL y la MMC, lo
que de por sí implicaba la desnacionalización del
zinc por correspondencia reservada y, además,
formulaba la oferta de que "la Sociedad Mixta
comprará el activo fijo de MMC, por la suma de
u$s 13.980.000.—”.
Pienso que no es necesario añadir nada a esta
tasación epistolar del general Miranda. El cuan-
tifica las inversiones indemnizables de la MMC
en una suma mayor que la considerada por la
OPIC, mayor que la estimada por el Banco Mun
dial, mayor que la reconocida por la propia MMC
y, desde luego, pero esto último no debiera sor
prendernos, superior en más del doble a la deter
minada por la comisión técnica boliviana.
Pero, lo que sí exige un análisis, es la impli
cación económica de su proposición y la enormi
dad del daño que se pretendió inferir a los inte
reses de la Nación. No se trataba de una sociedad
en la que cada una de las partes intervendría en
la proporción de sus aportes reales. De ninguna
manera. Esta era una asociación digna de la
Ley-Ganzúa y fiel reflejo de su espíritu desnacio-
34
nalizador. La increíble oferta del general gerente
(o gerente general) consistía en que el Estado
boliviano le daría a MMC, además de sus yaci
mientos de zinc, estimados por la propia MMC
en u$s 64.6 millones, tomando en cuenta sola
mente el rendimiento económico neto (renta);
además de la devolución del total de sus inver
siones no recuperadas (u$s 5.932.837.—); además
de la suma de u$s 8.047.163.— (que corresponde
a la diferencia entre la suma total que se le ofre
ce y la equivalente al valor de las inversiones in
demnizares); además de todo ello, el obsequio
de acciones liberadas para que la MMC hiciera al
Estado boliviano el honor de aceptarlo como so
cio... minoritario. Una gestión estupenda. Dar
u$s 78.5 millones, a cambio de u$s 6 millones.
Oye el Estado pague 13 dólares por cada uno que
a él le dé la MMC. La compañía norteamericana
no esperaba tanto. Unas cuantas sociedades mix
tas como ésta, y el país verá cómo su bandera se
traslada en forma de una pequeña estrella, la nú
mero cincuenta y uno, a otra bandera. ¡Y en nom
bre del nacionalismo!
La protesta que a pesar de la represión y el
silenciamiento levantó la sospecha pública de lo
que se tramaba, dio ocasión para que el gerente
de COMIBOL exhibiera una inconmovible tenaci
dad. El general Miranda asumió la responsabi
lidad personal de la iniciativa y declaró: "Como
una de las posibles soluciones con la ex «Matil
de», había planteado yo la posibilidad de la con
formación de una Sociedad Mixta”. Luego explicó
por qué: “La conformación de una Sociedad Mix
ta ha sido propuesta con la seguridad de que es
la menos onerosa para el país". Resulta inimagi
nable lo que el general Miranda consideraría co
mo la más onerosa de las soluciones. Frente a la
alternativa de indemnización por la que algunos
35
pronunciamientos públicos parecen inclinarse, el
general añade: "Evidentemente hay que pagar la
indemnización que se debe, pero aquí salta la pre
gunta: ¿Con qué fondos?" Evidentemente, la pre
gunta paralítica que no salta a la vista del gerente
es cómo y por qué ofrece él un pago al conta
do de u$s 13.980.000.—, al mismo tiempo que de
clara que no hay fondos para pagar solamente
u$s 5.932.837.
Pero la negociación era excesiva, aun para la
dictadura, y el temor de'la repulsa popular im
puso una rectificación. En su reemplazo, luego
de algunos viajes a Washington, la comisión inter
ministerial designada al efecto presentó al gobier
no el texto del acuerdo reservado al que arribó
con la MMC. La dictadura lo sancionó para sa
tisfacción de los accionistas de la MMC, de los
directores del Banco Mundial, verdadero inspira
dor de toda la negociación, y, desde luego, del
gobierno norteamericano. Todos ellos resultaban
ganando, aunque por una vía que ofrecía a la Dic
tadura la posibilidad de ocultar por un tiempo
lo que el país perdía y de presentar el despojo
como una ganancia.
La Dictadura resolvió el pago de u$s 13,4 mi
llones a la MMC, en el carácter de indemnización
por sus inversiones. Al alivio producido en la
opinión popular por el abandono del proyecto de
sociedad mixta, se sumó el calculado efecto que
produjo el conocimiento de una suma notoria
mente inferior a la que la propia dictadura divul
gó como exigida, para conferir la apariencia de
un logro patriótico a lo qué en verdad fue una
típica negociación colonialista. (La comunicación
oficial hizo una relación casi deportiva de cómo
se habría hecho retroceder a la MMC, a 24, a 19,
a 16, en una dramática puja que concluía con la
proeza de ese 13,4 millones de dólares.)
36
¿Qué representa la suma de u$s 13,4 millones?
Representa un millón y medio de dólares más de
lo que el Banco Mundial y la OPIC estimaron
como inversión total, suma para, cuya determina
ción ninguna de las dos instituciones descontó
las amortizaciones de capital ya efectuadas, ni el
pasivo de la MMC. Representa dos y medio mi
llones de dólares más de lo que la propia MMC
reconoció por escrito como su inversión total,-
también sin tomar en cuenta las dos deducciones
mencionadas. Representa siete y medio millones
de dólares más que la suma estimada por la pro
pia comisión de gobierno, bajo la dictadura ac
tual. ¡Siete y medio millones de dólares regala
dos por la dictadura a la MMC!
Pero, aún hay más por decir. Como ya lo
advirtiera el gerente de COMIBOL, en una sor
prendentemente perspicaz observación suya sobre
la capacidad de pago del Estado, no había dinero
con qué pagar la indemnización. Contrariamente
a lo que podía suponerse, en este caso la falta de
dinero no era un obstáculo para satisfacer la exi
gencia empresarial de un pago al contado y por
el doble del valor de lo expropiado. El ministro
de Minería anunció la solución, al declarar que:
“El país tendrá necesariamente que recurrir a
una institución crediticia". Y así füe. Sólo que
el crédito fue solicitado con mucha anterioridad
al anuncio de la indemnización y su gestión for
mó parte inseparable y condicionante del arreglo
mismo.
La comisión ministerial que en julio de 1972
se trasladó a Pittsburg y Nueva York para defi-
nar los términos del acuerdo con los directivos
de la MMC, dio su aprobación a la exigencia de
un pago al contado de los u$s 13,4 millones, me
diante el crédito de una organización banearia
internacional, muy probablemente el propio Ban
37
co Mundial u otro bajo su patrocinio, crédito que
fue asegurado por la OPIC.
Ahora sí que la operación había sido comple
tada, a entera satisfacción del interesado. La dic
tadura, que debe recurrir a la más indigna men
dicidad internacional para financiar el cuantioso
déficit del presupuesto nacional que su incapaci
dad y deshonestidad provocan, no se detuvo a
considerar ni siquiera la posibilidad de una in
demnización diferida, en consonancia con la ren
tabilidad de "Matilde”. La Dictadura paga al con
tado. Y paga, además de los u$s 7,5 millones
adicionales al monto de la verdadera inversión,
la suma que corresponda por los intereses banca-
rios del crédito, suma que, tomando en cuenta el
interés del 6 % anual y un plazo de amortización
de diez años (período de vida de la mina), fluc
túa alrededor de los u$s 4 millones. Y paga, ade
más, la prima que corresponda por la póliza de
seguro contratada en OPIC, en beneficio del ban
co prestamista. Los accionistas de la MMC nunca
habrán hecho mejor inversión. Recuperan de in
mediato la totalidad de sus inversiones que de
bían recibir en el transcurso de algunos años;
reciben la cancelación del lucro cesante (las uti
lidades que no percibieron entre la nacionaliza
ción y la indemnización); beneficio que hoy día
ningún país del mundo les reconocería; obtienen
una utilidad equivalente al 120 % de su capital,
lo que es muchísimo más que el mejor de los di
videndos, y, además, cancelado de inmediato, al
mismo tiempo que la recuperación del total de
su inversión.
La OPIC, esto es, el gobierno norteamericano,
evita, el pagar u$s 12 millones, aproximadamente,
suma que debía cancelar hasta fines de setiembre
de 1972; logra vender una nueva póliza de seguro
por una suma mayor. (u$s 13,4 millones); y, lo
38
más importante para ei gobierno de los Estados
Unidos, sienta un precedente importante en rela
ción con las nacionalizaciones resueltas en otros
países latinoamericanos y que afectan a inversio
nes norteamericanas aseguradas en la entidad es
tatal de ese país.
El Banco Mundial consigue que "Matilde'' sea
mantenida administrativamente segregada del pa
trimonio de COMIBOL (exigencia igual a la for
mulada en relación con YABOG, la entidad trans
portadora y comercializadora del gas de YPFB);
logra que OPIC, es decir, el gobierno de los Es
tados Unidos, intervenga en la administración de
"Matilde" para controlar el pago del crédito ase
gurado, por medio de técnicos y funcionarios cu
yas remuneraciones tendrán que ser pagadas por
"Matilde”, es decir, por el Estado de Bolivia. Y
este es el momento de sentar la última denuncia,
en relación con "Matilde": Bolivia no recibirá
ningún ingreso de su explotación hasta la cance
lación total del monto del crédito de u$s 13,4 mi
llones destinados a la indemnización acordada en
favor de la MMC.
¿Debe sorprender a alguien que el FPN se
pronuncie sobre la negociación con MMC, "de
clarando públicamente su plena conformidad con
la victoria nacional obtenida"? ¿Acaso los perso-
neros de las organizaciones integrantes de este
frente, no son los mismos que sentaron las bases
legales de la desnacionalización de “Matilde” (Paz
Estenssoro, a la cabeza del MNR); los mismos
que con su firma respaldaron la concesión de
"Matilde” a la MMC (el coronel Banzel y el ge
neral Miranda); los mismos que en 1972 negocian
y deciden el obsequio de "Matilde”, en condicio
nes que no tienen más ni peores precedentes que
sus propias decisiones administrativas del pasa
do? ¿Cómo no admitir que la derrota nacional
39
sea para ellos una victoria, si la lúchá por la li
beración nacional siempre les pareció trna empre
sa foránea?
El ministro de Minería declaró, al término de
las negociaciones, que: "La solución del proble
ma de la indemnización de "Matilde" permitirá
dar luz verde a varias solicitudes de crédito que
tiene Bolivia ante organismos de crédito interna
cional, como ser el Banco Mundial".
Ya está consumada la traición a los intere
ses de Bolivia. El Banco Mundial y la MMC han
vencido. ¡Pero no por mucho tiempo!
Las "colas’’ y "desmontes”, esa montaña he
cha a mano por generaciones de trabajadores que
la formaron con la parte de su esfuerzo que nun
ca llegó a las fundiciones de Liverpool, porque
carecía de valor económico para las grandes em
presas mineras nacionalizadas, fueron entregados
a una empresa norteamericana, la International
Metal Processing Com. (IMPC), que hace tres
años comenzó a explotarlos sin intervención de
la clase obrera que la había formado y sin bene
ficio para el país. De este modo el capital finan
ciero internacional, como un ave que se nutre de
despojos, volvió al país del que había sido arro
jado y, bajo otro nombre, con medios de profi-
tación más aguzados, devora lo que su antecesor
dejó como un desperdicio. Se lleva el desecho
de otro tiempo que la caída vertical de la ley del
mineral y el agotamiento de los viejos yacimien
tos revalorizó al punto de convertir en una forma
apreciable de las reservas estatales.
La nacionalización de la IMPC coincidió con
el golpe fallido que el coronel Banzer protagoni
zó el 11 de enero de 1971. Pero si el conato que
él encabezara contribuyó, a pesar suyo, a la adop
ción de la medida que invalida otro de sus actos
40
ministeriales de 1965, una de sus primeras deci
siones de gobierno fue la de desnacionalizarla.
Para ello, nada mejor que una Sociedad Mix
ta al amparo de la Ley-Ganzúa y bajo una nueva
razón social que disfrace eficazmente el despojo:
Empresa Metalúrgica Boliviana S. A. (EMBOSA).
Tal el nombre elegido para identificar a la socie
dad mixta constituida por la IMPC y COMIBOL.
El 27 de diciembre de 1971, la Dictadura autorizó,
por medio del decreto n9 10056, la negociación de
dicha sociedad. Todavía no habían transcurrido
dos semanas de la aprobación de la Ley-Ganzúa
y ya se la empleaba para franquear el ingreso de
los solicitados inversores a la explotación de nues
tros recursos naturales. El 11 de abril de 1972
se suscribe la minuta de constitución de la socie
dad. El 15 dé mayo la Dictadura aprueba tanto
la minuta como los estatutos de la nueva socie
dad y materializa, por vez primera, el proyecto
general de convertir al país todo en el socio mi
noritario de cualquier inversor sensible a la voca
ción nacionalista de sus personeros.
¿Qué aporta el Estado a la constitución de
EMBOSA? Todo, absolutamente todo. ¿Y la
IMPC? Ella hace la contribución de renunciar al
uso de una razón social en idioma inglés, como
valioso aporte a la causa del nacionalismo. En
efecto, COMIBOL paga a la IMPC, y al contado,
la suma de u$s 1.447.066.— que el propio decreto
estima equivalente de todas las inversiones de la
IMPC y, además, com pensatoria de sus "nego
cios”.
Pero esto de pagar los innominados negocios,
además de Tais inversiones es, sin embargo, la me
nor y menos escandalosa de las condiciones esta
blecidas para la desnacionalización de las "colas”
y "desmontes". COMIBOL aportará los yacimien
tos (algunos millones de toneladas de desmontes
41
con un apreciable contenido estañífero), y todas
las instalaciones y maquinarias (puesto que las
ha comprado, sobrevaloradas, al pagar por ellas
no sólo el precio original, sin castigo por depre
ciación, sino que además la suma correspondien
te a unos "negocios" indefinibles). Y COMIBOL
sigue aportando: obsequiará a la IMPC, además
de contribuir con el 100 % del activo de la so
ciedad mixta, el 45 % del capital, es decir, otros
u$s 650.000.—, en forma de acciones virtualmente
liberadas. Algo muy parecido a la fallida socie
dad mixta que se intentó organizar con là MMC
para la explotación del zinc.
Con la intención de que esta disposición in
dignante parezca menos dañina a los intereses
del país, la Dictadura fascista y la IMPC resolvie
ron que diez años después de iniciadas las ope
raciones, las instalaciones y m aquinarias que
COMIBOL compró al contado y con un injustifi
cable sobreprecio, pasarán a ser de COMIBOL.
Es decir, que el Estado debe esperar diez años
para que se reconozca su derecho propietario so
bre lo que ha comprado. Es como una venta a
plazo, pero al revés. Estas son, según el mismo
decreto, las condiciones "mínimas" en que se ba
sa la comisión mixta. Hay que estar preparados
para las máximas.
¿Cuál será el único aporte efectivo de la
IMPC a esta sociedad digna del genio financiero
y del furor nacionalista de los generales gerentes
de la primera y segunda restauración roscofas-
cista? La tecnología. Ya estábamos acostumbra
dos a este tributo empobrecedor que los países
dependientes deben pagar por la transferencia de
tecnología. Pero la magnitud del benefìcio eco
nómico logrado en este caso nos da la dimensión
de la distancia a la que está, no la tecnología bo
liviana del estaño respecto de la norteamericana,
sino la dictadura fascista, en relación con los in
tereses de Bolivia.
¿Cómo explicar este nuevo despojo? El ar
tículo segundo del decreto desnacionalizador de
las "colas” y "désmontes”, "autoriza al Banco
Central de Bolivia a conceder a COMIBOL un
préstamo de u$s 1.447.066.— destinado al pago
de la indemnización acordada”. Pero William
Rogers, secretario de Estado, en su informe so
bre política exterior de los EE. UU. anuncia que:
"También se ha logrado un acuerdo para pagar
u$s L4 millones como compensación a la IMPC,
cuyo contrato concesionario había sido obligado
en dinero. El acuerdo estipula la continuada par
ticipación^ de la IMPC en actividades de empresa
mixta con el Estado”. En marzo de 1972, los per-
soneros de la flamante EMBOSA inician la ges
tión de un crédito por u$s 10 millones ante el
Banco Mundial. Los informantes de la gestión
indican que "La solicitud fue bien acogida por
el organismo financiero internacional'’
Esa es la explicación, y no otra.
Hay una idea recurrente con que el reducto
gerencial de los ejecutivos de la empresa privada
acuden presurosos al Palacio de Gobierno, cada
vez que a sus balcones asoma la efímera cabeza
de un presidente reaccionario: las Sociedades
Mixtas. En 1962 .lograron un tortuoso avance le
gislativo. En 1972 han satisfecho sus aspiracio
nes. Ya tienen ley'y sociedades mixtas. Y están
a punto de lograr lo que realmente esperan: ob
tener que se desnacionalice la totalidad de las
dos actividades fundamentales del país, hoy en
manos del Estado, la industria minero-metalúrgi
ca y la petrolera y petroquímica. En lo que hace
a la minería, el sueño de los desheredados sobre
vivientes de la burguesía industrial minera con
siste en compatibilizar la proyectada desnaciona
43
lización con las inconveniencias políticas de una
medida semejante. Por uno de esos rasgos de cla
rividencia política que en los hombres que sólo
saben de negocios se torna aguda en circunstan
cias de riesgo, intuyen que el pueblo de Boliyia
no toleraría una desnacionalización por decreto
y con ese nombre. Su ingenio, y la necesidad que
tiene cara de hereje, les ha permitido descubrir
la fórmula: La descentralización administrativa
de las empresas de la CQMIBOL y las Sociedades
Mixtas. Lo primero para separar el casco viejo
de COMIBOL, esas minas agotadas, vacías de es
taño pero llenas del recuerdo de la sangre obre
ra y la miseria proletaria, sobre las que no hay
el menor interés privado. Lo segundo, para pro
ceder a la desnacionalización subrepticia de los
yacimientos que conservan un alto interés econó
mico.
Ya cayeron las “colas” y "desmontes". Ya
cayó el zinc. ¿Qué hacer con lo que queda? No
hay duda; nuevas sociedades mixtas. No en vano
alguien se dio el trabajo de redactar y traducir
al castellano esa Ley de Inversiones.
Un día cualquiera las páginas de los diarios,
cuyos titulares asombran al trabajador con el
cuotidiano anuncio de una copiosa lluvia de dóla
res que los inversores y los prestamistas se dispu
tan por precipitar sobre el país, pero que nunca
llegan a su bolsillo, ni siquiera en forma de unos
centavos de aumento en sus remuneraciones, re
gistran una nueva razón social: United Develop-
ment Inc. (UNI).
Estimulada por la Ley de Inversiones, la UNI
llegó a Bolivia. La COMIBOL, "por instrucciones
expresas del Gobierno”, le abrió las puertas de
las reservas mineras del Estado. En silenciosas
negociaciones con autoridades de Gobierno y de
44
COMIBOL que ya han dado muchas muestras de
tener en mayor estima la reserva de sus negocia
ciones que las reservas minerales del país, los
personeros de UNI arribaron a un acuerdo y fir
maron una Carta de Intenciones. Por la suscrip
ción de ese documento del 17 de agosto de 1972,
COMIBOL adquiere el compromiso de entregar
a UNI todos los estudios geológicos y de prospec
ción minera de que dispone, algunos de los cua
les encargó a una empresa minera mediana com
petidora! suya, sobre una extensa zona mineraló
gica que comprende nueve grandes yacimientos
de plata, cobre, zinc, plomo y de otros minerales.
Cuando UNI resuelva la conveniencia económica
de realizar una inversión, hará un aporte de ca
pital de u$s 100 millones. En cuanto a COMIBOL,
aportará sus yacimientos (ya hemos visto que
éste es un aporte que la dictadura juzga simbó
lico); amortizará las obligaciones que contraiga
con UNI entregándole minerales por un valor
equivalente al capital y a los intereses (se reco
noce un interés mínimo del 8 % anual); y, ade
más, le entregará a UNI, en "venta”, el 50 % de
la producción minera resultante.
Es claro que la "venta" no es más que una
manera de encubrir la real propiedad que UNI
adquiriría sobré el volumen total de la produc
ción (la suma del equivalente a las amortizacio
nes y el 50 % de "venta”). Y de este modo, por
la puerta de las asociaciones mixtas, o de los
"contratos de operaciones", o de las "empresas
operativas”, que la Ley-Ganzúa o la Ley de Hidro
carburos abrió pára el saqueo de nuestro patri
monio de recursos naturales no renovables, los
desnacionalizadores sientan las bases de la más
rápida e intensiva descapitalización de Bolivia,
como portaestandartes del capitalismo. Hoy es
María Luisa, Cobrecillos, Puntillas, Linares, Agui-
45
lar, Huancané, Collpani, Cerrillos, Bonete y San
Antonio de Lípez. Mañana será Malmisa, Coro-
coro y otras minas.
Quedará el casco viejo que a ningún inversor
interesa. Quedará el Campo de María Barzola
barrido por el viento de la ignominia. Lo que no
podrán privatizar jamás, lo que no podrán des
nacionalizar es el espíritu combativo y revolucio
nario de la clase trabajadora, es su decisión in
quebrantable de retomar el cámino de la libera
ción nacional. Y un día, que no lo olviden, ese
pueblo, esos trabajadores mineros que hoy pier
den con la firma de un gerente lo que ayer con
quistaron al precio de su sangre, marcharán otra
vez por el Campo de María Barzola para construir
una sociedad popular y nacional que no será mix
ta, que será una sociedad de trabajadores, porque
la dictadura privada les ha enseñado que la bur
guesía monopólica no tiene patria, sino bolsillos.
Durante muchos años Naciones Unidas se
mostró dispuesta a solventar los gastos que de
mandaban los renovados estudios técnicos para
determinar, con una precisión innecesaria y ab
surda, el tonelaje exacto de las reservas de hierro
del Mutún que ya era considerado como el yaci
miento más importante del mundo. Siempre fue
posible encontrar dinero para el financiamiento
de los interminables estudios de calculación. Pero
la tarea de obtenerlo para poner en movimiento
esa gigantesca concentración de hierro que a su
vez empujaría, desde la base misma, el desarrollo
dinám ico de la economía nacional, era algo que
ni los gobiernos de la burguesía se habían pro
puesto, ni el crédito internacional privado o pú
blico controlado por el imperialismo estaba dis
puesto a satisfacer. A menos, claro está, que la
explotación del Mutún se entregara precisamente
al capital privado extranjero.
46
Así lo comprendió el MNR en las postrime
rías de su claudicadora gestión cuando, al mismo
tiempo que rechazar la oferta de un importante
crédito soviético para el desarrollo de esos yaci
mientos, ofreció el Mutún en licitación interna
cional que atrajo puntualmente a un oscuro con
sorcio financiero. Su derrocamiento interrumpió
las gestiones que luego recomenzaron y siguieron,
intermitentemente, bajo el Gobierno de la Res
tauración.
Bolivia se había habituado a pensar en el
Mutún como en un nuevo “El Dorado". Opulento
e inalcanzable al mismo tiempo, el Mutún era
sólo un lujo inútil que el azar había puesto en el
suelo de éste nuestro pueblo de pastores. El Mu
tún había entrado a formar parte de la mitología
nacional. Había que desarrollar su explotación;
pero, al mismo tiempo, había que defender esa
riqueza de la voracidad de los inversores que se.
mostraban dispuestos a la “aventura” de realizar
la leyenda, a cambio del botín. Había que hacer
posible la explotación del Mutún pero no al pre
cio del Mutún mismo. En 1969 presenté y obtuve
la aprobación del decreto que establece el mono
polio estatal de la explotación del Mutún y, al
mismo tiempo, encomienda a COMIBOL el inicio
de los trabajos experimentales para la explota
ción de las primeras cincuenta mil toneladas.
Seis días después de constituida la dictadura
fascista, el nuevo ministro de Minería y Metalur
gia anunció: "Soy partidario de las empresas mix
tas y espero que este sistèma de administración
se aplique en el caso del Mutún. Se necesita fi
nanciar su explotación, acudiendo a la formación
de una empresa mixta entre el Estado y la firma
extranjera que esté dispuesta, en las condiciones
de la licitación internacional que se hará próxi-
47
mámente”. De nuevo la licitación., Pero esta vez
para la organización de una empresa mixto que
permita la desnacionalización del hierro. Y todo
esto, antes de que el gabinete se hubiera reunido
por primera vez y, desdé luego, cuatro meses an
tes de la aprobación de la Ley-Ganzúa que legali
zaría la formación de sociedades mixtas. ¿Cómo
entender una declaración tan rotunda y compro
metedora? ¿Cómo comprender ese anuncio cuan
do el impaciente desnacionalizador ni siquiera
había sido presentado a sus colegas de gabinete?
Es que el ministro no necesita consultar la opi
nión de su Gobierno, por la misma razón que
Banzer no requería el criterio de las FF. AA. y el
Gobierno en su conjunto prescindía del juicio po
pular. El mandatario consulta al mandante. Y
éste no está én Bolivia.
El 6 de octubre de 1972 la dictadura fascista
firmó el decreto de desnacionalización del hierro.
Lo hizo del modo más farisaico imaginable. Como
ni siquiera a ella puede ocultársele la inmensa
responsabilidad que contrae al entregar/bajo pre
sión o estímulo, la riqueza fundamental de la que
depende nuestro desarrollo industrial básico, los
firmantes acuden al inagotable repertorio de ar
gucias leguleyescas de que la burguesía y sus sir
vientes disponen con destreja, y esgrime la fic
ción jurídica de que el Mutún no estaría sometido
al régimen de concesiones mineras a personas
naturales o jurídicas privadas. Más aún, fingien
do ignorar el decreto vigente que establece el mo
nopolio estatal de su explotación, habla del con
trol del Estado sobre la planificación, explotación
y comercialización del hierro. Pero a continua
ción extrae de la manga la carta fraudulenta y la
pone servilmente en la mano del imperialismo
para determinar una nueva derrota nacional: la
explotación del Mutún deberá realizarse a través
48
de empresas fiscales (ya no COMIBOL, sino otras
por crearse, sin, la incómoda intervención de esa
empresa del Estado que simboliza la institución
de la nacionalización de las minas). Pero de em
presas fiscales "que podrán Constituir empresas
mixtas para, la instalación y manejo de plantas’’.
La traición se ha consumado. Pero la Dictadura
añade, en una demostración de cinismo insupe
rable, "si así conviene al interés nacional”.
El decreto desnacionalizados que se muestra
c?m? d(f finitorio de una "Política Nacional Side
rúrgica", establece que "El financiamiento reque
rido para la instalación de las industrias del hie
rro y del acero podrá ser obtenido en cualquiera
fuente . Y añade: " de acuerdo con los pre
ceptos constitucionales ’. La exhibioión de esta vo-
vación legalista de la Dictadura, entra en contra
dicción con su irreprimible voluntad de entregar
el hierro de Bolivia, a pesar de las mismas nor
mas de la legalidad burguesa que ella invoca y
dice defender. La Constitución Política del Estado
de Bolivia prohíbe, por disposición de su artículo
25, toda forma de concesión, cualquiera que fue
se su modalidad, de parte del suelo o subsuelo
nacionales en una zona comprendida dentro de
los cincuenta kilómetros de las fronteras del país,
a personas o entidades extranjeras. ¿Extranjeros?
Esos son los revolucionarios. Para la Dictadura
fascista y proimperialista, el inversor privado ex
tranjero es un compatriota. Por eso dispone que
la comisión ministerial 'encargada de elaborar un
proyecto de nuevo Código de Minería incluya, en
tre las modificaciones previstas, una que suprima
la restricción contenida en el mencionado artícu
lo 25 de la Constitución Política.
El joven oficial, el sargento, el soldado de
todas las guarniciones fronterizas, el boliviano
de uniforme, el centinela de todas las fronteras
49
)
126
3. La ocupación
del país
El rápido, profundo y extenso desarrollo po
lítico de las masas bolivianas, el extraordinario
ritmo de su radicalización y de su ascenso, plan
teó al imperialismo norteamericano la necesidad
inaplazable de restablecer en el poder a la bur
guesía proimperialista para afianzar su domina
ción interna. La peligrosidad que para el impe
rialismo entrañaba el simultáneo aunque distinto
desarrollo político liberador que en Bolivia, Perú
y Chile se daba antes del 21 de agosto, amagando
sus intereses hemisféricos sobre el Pacífico e in
troduciendo un importante factor de desequili
brio continental en la correlación regional de fuer
zas, hizo que la ocupación de Bolivia dejara de
ser un problema referido solamente al control del
poder interno y se transformara en una exigen
cia para la restauración de su dominación en el
extremo sur de América. La intervención norte
americana en el golpe del 21 de agosto y la con
siguiente eliminación de uno de esos tres factores
nacionales de perturbación, justamente de aquel
donde el desarrollo político de las masas oprimi
das y el nivel de su conciencia revolucionaria se
manifestaban más radicales, debía tener, como
consecuencia de ello y de la particular posición
127
geográfica de Bolivia, el efecto de una seria agu
dización de la vulnerabilidad externa del proceso
liberador que se operaba en los otros dos países.
En esencia, la lucha por el poder en el área
de la dependencia siempre tiene un carácter in
ternacional. Pero la manifiesta internacionaliza-
ción regional de la lucha por el poder en Bolivia
corre paralela no solamente al cambio del con
tenido de clase de las corrientes en pugna y a la
modificación cualitativa del desarrollo político
revolucionario interno, sino al cambio de la co
rrelación de fuerzas en el plano internacional.
Internamente, la lucha por el poder ya no se da
entre sectores de una misma clase burguesa por
cuotas de poder, sino entre clases antagónicas
por la totalidad del poder. Internacionalmente
esto se desarrolla en un conflicto entre la nación
explotada y la metrópoli explotadora. Es esta
contienda la que, en el marco de la explotación
neocolonial de América Latina, puso en movi
miento represivo a la estructura continental de
dominación que desembocó en la intervención
delegada brasileña en el golpe del 21 de agosto.
Desde el punto de vista económico, Bolivia
es para el imperialismo un mercado irrenuncia-
ble de abastecimiento de recursos naturales no
renovables de carácter estratégico que no produ
ce y cuyas fuentes tradicionales de suministro
se escapan progresivamente de su control. Pero
también para el gobierno brasileño Bolivia es no
sólo el campo de acción de la misión política
delegada por los EE. UU. de contener regional-.
mente el proceso de liberación revolucionaria,
sino el mercado inscrito en los proyectos expan-
sionistas del desarrollo industrial capitalista de la
burguesía brasileña cuyos intereses traduce ese
gobierno en planes de ocupación y de anexión
militar.
128
¿Cuáles fueron los factores Internos que el
imperialismo puso en movimiento para la ejecu
ción del golpe restaurador de su dominación en
Bolivia?
La intervención directa de una burguesía mi
nera controlada por el imperialismo a través de
la inversión, del financiamiento o del mercado y
afectada por la intervención monopólica o sim
plemente competitiva del Estado en el campo de
la minería, de la comercialización y de la meta
lurgia. La participación de una burguesía agra
ria surgida de las nuevas relaciones de produc
ción establecidas en la explotación de la tierra
y vinculada al capital financiero internacional.
La combinación de estos dos sectores de clase
que reemplazan a la vieja alianza del superesta-
do minero con la clase terrateniente y que per
mitió el control oligárquico del poder durante la
primera mitad de este siglo, constituyó el co
mando nativo del golpismo proimperialista. La
acción de respaldo de la burguesía comercial, in
dustrial y bancaria, íntimamente ligada^ a la mi
nera y la agraria. La adhesión inactiva de los
pequeños empresarios dependientes de Jos gran
des grupos empresariales de la burguesía proim
perialista que monopolizan la producción, el cré
dito y el comercio. La temerosa conformidad de
la pequeña burguesía que se sentía políticamente
desplazada por el desarrollo revolucionario y a
la que la derecha presentaba como víctima de
una inminente expropiación anárquica e indiscri
minada. La anulación de las capas medias de la
población y aun de los sectores pobres no obre
ros a los que la provocación y la propaganda
reaccionaria mostraban como marginados de un
programa político excluyentemente proletario. La
neutralidad de algunos sectores obreros política
129
mente atrasados e influidos por el nacional po
pulismo y la prédica sindical salarialista. La dis
persión y la pasividad de las masas campesinas
minifundiarias, explicablemente rezagadas en el
proceso de ascenso revolucionario que ya no se
movía ideológicamente con la pequeña burguesía
antifeudal, sino por la concepción proletaria an-
timperialista y antiburguesa.
En el aspecto militar, el control ideológico y
organizativo de las estructuras de mando de las
FF. AA. y la presencia de los sectores reacciona
rios y golpistas que fueron mantenidos en situa
ciones de mando superior; la Influencia política
que en el grueso de la oficialidad tuvo el despla
zamiento hacia posiciones regresivas de las capas
medias de que son originarios; el efecto unifica-
dor que tuvieron las provocaciones de un antimi
litarismo indiferenciador; y el uso que la derecha
hizo de esas provocaciones para suscitar un sen
timiento de autodefensa profesional colectiva e
individual, todo lo cual concluyó por anular la
acción francamente minoritaria de una fracción
progresista pero vacilante.
En el aspecto político, el imperialismo dis
puso del Movimiento Nacionalista Revoluciona
rio y de Falange Socialista Boliviana, partidos a
los que unió en un pacto conspirativo forzoso
para dar una cobertura política a la alianza de
los ejecutivos de la Confederación de Empresa
rios Privados con los altos mandos castrenses,
única manera de encubrir la índole clasista y pro
imperialista del golpe. El MNR es el partido que
representó a la pequeña burguesía antifeudal y
antioligárquica al inicio del proceso revolucio
nario de 1952, concluyó encabezando al sector
proburgués de esa clase oscilante en una deser
ción que le llevó a pactar con la burguesía hege-
mónica y a claudicar ante el imperialismo. Para
130
el proletariado de mayor conciencia de clase y
nivel político, el MNR ya era un partido contrarre
volucionario. Para las capas políticamente atra
sadas de la clase trabajadora y para la peque
ña burguesía no reaccionaria, conservaba alguna
imagen progresista. Para la burguesía industrial,
comercial y bancaria, era un partido convertido
a su causa y entregado a su servicio, aunque de
lejanas raíces populistas que le intranquilizaban
inmotivadamente. Para la vieja clase terrate
niente, era el antiguo partido expropiador identi
ficado con la Reforma Agraria. Para las FF. AA.,
era el partido del que les separaba un imborra
ble rencor institucional derivado de su derrota
armada en 1952 y de la dominación política que
ejerció sobre ellas por muchos años. Para el im
perialismo, el MNR era el partido que en su do
ble condición de conductor y traidor al proceso
revolucionario del año 52, ofrecía una ventaja
también doble. Servía para atrapar a las capas
pobres de la pequeña burguesía en la confusión
ideológica de sus postulaciones "policlasistas",
y para neutralizar a los sectores obreros de me
nor formación política con ayuda de la imagen
vaga e impropiamente progresista que conser
vaba a causa de su derrocamiento por el golpe
militar del 4 de noviembre de 1964. Pero tam
bién ofrecía la garantía de su probado transfugio
político y, por tanto, de su utilidad como correa
de transmisión de la burguesía proimperialista al
poder. La encubierta participación de este parti
do en el fracasado golpe fascista del 4 de octubre
de 1970 y su ulterior expulsión del Comando Po
lítico de la Asamblea Popular, fueron insuficien
tes para desenmascararlo del todo ante las masas.
La necesidad de compatibilizar la utilidad
política que podía prestar el MNR, con la injus
tificada y débil desconfianza que inspiraba a las
131
FF. AA. a parte de la burguesía tradicional, llevó
al imperialismo a exigir la alianza del MNR con
FSB, partido éste cuyo origen de clase, vocación
militarista, coincidencia ideológica con la radica*
lización de la derecha y antigua y apasionada ene
mistad con el MNR, cumpliría el papel de aval
del carácter inofensivo que asumiría la partici
pación movimientista en el golpe, haciendo posi
ble el levantamiento del veto militar que pesaba
contra el partido jefaturizado por Paz Estenssoro.
¿Cuáles han sido los efectos sociales y políti
cos del golpe? En primer término se ha operado
un cambio en la composición de clase del poder.
De manos de la pequeña burguesía nacionalista
ha pasado a manos de la burguesía proimperia
lista, en mayor medida y con un carácter más re
sueltamente oligárquico que en el caso del gobier
no de la Restauración concluido el 26 de setiem
bre de 1969. Hasta entonces la burguesía pro
imperialista participaba del gobierno por medio
de viejas y casi inexistentes agrupaciones políti
cas reaccionarias, unidas al oportunismo de dere
cha y de izquierda. Ahora lo hace por la interven
ción directa en el gabinete de los ejecutivos de
las empresas privadas monopólicas. El desarrollo
de la lücha de clases ha polarizado la contienda
por la captura del poder. Esta polarización ha
traído como consecuencia la radicalización de las
posiciones de clases antagónicas. La izquierda se
ha hecho revolucionaria y la derecha se ha toma
do fascista. Para la derecha, derrotada ideológi
camente, el fascismo es hoy en Bolivia la última
trinchera de fuerza donde se bate en retirada,
como en su tiempo fue el nacional populismo
claudicador su última simulación para sobrevivir
históricamente. Agotada ideológicamente, incapaz
de contar con un partido de masa? que exprese
sus intereses, la burguesía liberal proimperialista
132
ha recurrido a la impostura de un nacionalismo
chauvinista para dar coherencia política a su ine
vitable fascistización. Pero esta apelación deses
perada a la violencia la ha obligado a renegar de
la propia institucionalidad y de la legalidad bur
guesa que durante un siglo y medio invocó y usó
para conservarse en situación de dominio. Se ha
desembarazado del orden jurídico e institucional
que ayer legitimaba su condición, explotadora,
porque hoy se ha convertido en un osbtáculo para
la guerra a muerte que ha declarado contra las
fuerzas sociales que la lucha de clases y el desa
rrollo histórico empujan hacia el poder. La bur
guesía se ha desenmascarado. Y la consecuencia
es que la democracia burguesa se ha convertido
en la Dictadura de clase de la burguesía. Ese es
el carácter que asume el gobierno surgido del gol
pe del 21 de agosto: una Dictadura burguesa pro-
imperialista que esgrime el nacionalismo para ex
plicar políticamente su fascistización.
Con los objetivos y los instrumentos señala
dos, sobre la base de las condiciones sociales y
políticas generales a referidas, y con el poder dic
tatorial en manos de la burguesía, el imperialismo
inició la ejecución de un plan que reconocía dos
etapas de realización. En la primera se propuso
utilizar al máximo las ventajas derivadas de la si
tuación de fuerza para crear las condiciones polí
ticas, económicas y sociales favorables a la con
solidación del poder de la burguesía proimperia
lista. En la segunda pretende el repliegue táctico
de las FF. AA. a sus cuarteles, su conservación
como el factor de poder determinante, y su reem
plazo en Junciones de gobierno por una alianza
orgánica de los partidos golpistas que pudiera lle
nar el vacío de poder político de la derecha y ase
gurar continuidad al proceso restaurador de la
oligarquía.
133
¿En qué medida se cumplieron estos planes?
Fracasaron en la primera etapa. Fracasarán en
la segunda.
En lo político se propusieron la liquidación
de la izquierda revolucionaria, el exterminio de
su vanguardia, la dcspolitización del movimiento
universitario y estudiantil, la conscripción políti
ca de las masas en las filas del nacional populis
mo proburgués y la preservación de la estabilidad
política. Pero fracasaron. Ñi la proscripción de
las fuerzas revolucionarias, ni la prisión y muer
te de muchos de sus dirigentes, ni la adopción de
un régimen punitivo pseudo legal que suprimió
el "habeas corpus” y estableció la pena de muerte
para castigar la militancia revolucionaria y el
compromiso patriótico, ni la cancelación de todas
las libertades, garantías, derechos y fuero demo
cráticos y sindicales, ni la explotación chauvinis
ta e hipócrita del sentimiento patriótico del pue
blo, ni el cuantioso respaldo económico oficial y
privado al FPN, ni el reparto masivo de puestos
públicos, de prebendas económicas y de impuni
dad para el robo y el crimen, nada de eso ha
hecho posible que los partidos oficialistas y la
ideología burguesa avancen a costa de las posi
ciones revolucionarias en el seno de las clases
desposeídas y oprimidas. Tampoco la suspensión
del año escolar, ni la clausura de las universida
des, ni la supresión de la autonomía universitaria
y la entrega del sistema pedagógico superior a
una estructura clasista dependiente dé la autori
dad individual del presidente de turno de la Dic
tadura, han podido ni podrán destruir el espíritu
combativo y la insobornable conciencia revolu
cionaria y patriótica de la juventud boliviana.
En lo económico proyectaron la desnaciona
lización de los sectores básicos y estratégicos, la
privatización de las empresas del Estado y el fo
134
mentó de un desarrollo capitalista y dependiente.
Pero también prometieron, por razones políticas,
la activación general de la economía, el bienestar
económico de las capas medias, la creación de
nuevas fuentes de trabajo, la defensa del valor
adquisitivo de las remuneraciones, la preserva
ción de la estabilidad monetaria y la absorción de
la mano de obra desocupada. Pero fracasaron.
Han aprobado las leyes desnacionalizadoras y las
han empleado. Han comprometido el agotamien
to de las reservas petroleras, y las están agotando.
Han fomentado el enriquecimiento de la burgue
sía y la concentración de la riqueza, pero lo han
hecho empobreciendo a todo el pueblo, elevando
el costo de vida, disminuyendo los sueldos y sala
rios y aumentando la cesantía.
En lo social se propusieron utilizar al MNR
en la desarticulación de la COB, de la FSTMB y,
en general, en la suplantación de la organización
obrera revolucionaria por el sindicalismo amari
llo; preservar la paz social marginando a la clase
trabajadora de la represión masiva, sólo táctica
y temporalmente, y conservando el nivel de sus
remuneraciones; anular políticamente al campe
sinado mediante la extensión y profundización del
"pacto” militar campesino; y mantener a la pe
queña burguesía unida a los intereses políticos de
la burguesía. Pero fracasaron. La conciencia re
volucionaria de la clase obrera identificó a los
agentes y a los desertores, defendió la indepen
dencia de sus organizaciones sindicales y eligió a
dirigentes con tradición de lucha. Los sectores
medios y pobres de la pequeña burguesía, defrau
dados en sus expectativas de bienestar, han dado
la espalda a la burguesía proimperialista y co
mienzan a'moverse en dirección de la clase pbre-
ra. Las masas campesinas, empujadas por la po
breza, inician la ruptura del cerco militar "pacta
135
do”. La clase trabajadora rompe la paz social
impuesta por el terror y gana las barricadas.
En cuanto a la segunda parte del plan consis
tente en el relevo constitucional de las FF.AA.
en funciones de gobierno, por una alianza orgá
nica de los partidos golpistas que haría posible el
repliegue táctico de la institución castrense, tam
bién fracasará.
El FPN está compuesto por el Alto Mando
Militar, la Confederación de Empresarios Priva
dos de Bolivia (CEPB), el MNR y FSB. Los dos
primeros organismos son los determinantes por
que representan de modo directo los intereses de
clase de la burguesía proimperialista, en cuanto
institución de fuerza contralora del poder guber
namental y como comando oligárquico poseedor
del poder económico, respectivamente. El prime
ro de ellos hizo esfuerzos inútiles, que ya ha aban
donado, por completar la unificación del MNR y
FSB que el imperialismo impuso como requisito
para el apoyo internacional al golpe del 21 de
agosto. ¿Por qué estos partidos que cumplieron
la exigencia de su reconciliación conspirativa para
llegar al gobierno, no pueden aceptar la de su fu
sión para heredarlo?
Porque los intereses de clase que representan,
inicialmente confundidos, son distintos, tienden
a diferenciarse inevitable y rápidamente y entra
rán en contradicción. FSB fue el partido joven
de la clase terrateniente afectada por la Reforma
Agraria. El MNR fue el partido de la pequeña
burguesía insurgente que anuló a esa clase. Aun
que el proceso inconcluso de afectación de la tie
rra dio origen al capitalismo agraiio con que el
MNR está identificado, lo que lo ac "edita vincu
lado con los intereses de la burguesía (una parte
de la comercial también se formó o fortificó bajo
su Gobierno), la subsistencia de formas feudales
136
y semifelídales de explotación de la tierra preser
va una contradicción en el seno de la oligarquía
que las relaciones del MNR y de FSB no pueden
menos que expresar en el plano político. En su
ma, que los intereses de clase o grupos de clase
subsisten y que, en consecuencia, las diferencias
entre los partidos que los representan también se
preservan. En la conspiración y el disfrute inicial
del poder, los intereses de la burguesía y de la
pequeña burguesía parecieron confundidos. Pero
el control del poder por la burguesía monopólica
y el daño que la pequeña burguesía ha sufrido a
causa de la política económica de la Dictadura,
han restablecido las diferencias que a medida que
pasa el tiempo tienden a acentuarse. Esta es la
razón fundamental de la impracticabilidad de la
fusión que el imperialismo pretende. Los parti
dos no pueden estar sino allí donde están las cla
ses cuyos intereses representan, ni siquiera tra
tándose de uno tan oportunista como el MNR,
pues FSB es reaccionariamente consecuente. Y
la burguesía no puede mantener la adhesión polí
tica de la pequeña burguesía si su potenciamiento
desde el poder se realiza parcialmente a expensas
de los intereses de ésta.
A esta contradicción de clase se añaden las
contradicciones derivadas de las relaciones del
gobierno de los EE. UU., el Alto Mando de las
FF. AA.. y la CEPB, con uno u otro partido, en
función de la defensa de sus respectivos intereses
que, siendo esencialmente coincidentes, manifies
tan tendencias tácticas progresivamente diferen
ciadas en sus expresiones políticas inmediatas.
Para el imperialismo el MNR converso, por su in
comprensión original del carácter antimperialista
que asume la lucha por la justicia social, su iden
tificación con el propósito general de moderniza
ción burguesa de la sociedad (del feudalismo al
137
capitalismo agrario), como meta histórica, por la
ambigüedad, de su posición ideológica "policla-
sista", por la influencia que pudiera ejercer sobre
las masas campesinas propietarias, por el peso
político que pudiera conservar entre las capas po
bres de la pequeña burguesía, por su populismo
demagógico de otra hora, por su probada resis
tencia pequeño burguesa aí avance de la clase
obrera, por su sincera .reconciliación con la dere
cha; por su eficaz servicio a los intereses imperia
listas, por la experiencia adquirida por algunos
centenares de funcionarios medios'en más de una
década de ejercicio del poder, mostraba las con
diciones que lo recomendaban como al heredero
gradual del gobierno surgido el 21 de ágosto. En
FSB, en cambio, reconoce el imperialismo la re
presentación de un sector anacrónico de la so
ciedad, sin gravitación política popular ni poder
económico, de utilidad represiva pero sin las con
diciones mínimas de experiencia político-adminis
trativa y con una imagen irremediablemente ne
gativa en las masas campesinas y obreras. En su
ma, carente de viabilidad política.
Aunque la CEPB, en cuanto comando político
nativo de la burguesía monopólica proimperialis
ta, no podía sino coincidir con esta apreciación ge
neral, acusó una desinteligencia interna respecto
de la rehabilitación completa del MNR, depen
diendo del punto de vista de los sectores tradicio
nales y modernos de la oligarquía y de la mayor
o menor vinculación de ese partido con la estruc
tura capitalista nativa y con la burguesía nacional
que se propuso crear.*
También en el seno de las FF. AA. se dio des
de el inicio una contradicción sobre la interven
ción del MNR y sobre el carácter que asumiría
esa intervención, resultante del distinto condicio
namiento de clase de los sectores castrenses y
138
a pesar del común resentiinienio y «laeoafiaan
que les inspiraba. En términos generales, los man
dos jerárquicos superiores, a causa desu mayor
relación de dependencia con la política del Pen
tágono, su antigüedad militar que acredita en la
mayor parte de los casos su pasada militancia en
el partido que gobernó al país y controló política
mente a las FF. AA. durante doce años, su paso
por* funciones administrativas, políticas o diplo
máticas que modificaron su status económico
aproximándolos a la convivencia con la burgue
sía, aceptaban la intervención del MNR. Lo ha
cían comprendiendo una exigencia impuesta por
su orfandad política, con el propósito de que el
MNR amortiguara política y sindicalmente el efec
to negativo que tendría en las masas populares la
cancelación del proceso revolucionario y en la
esperanza de que llenara el vacío político dejado
por la proscrita izquierda revolucionaria. El sec
tor militar vinculado socialmente con la clase te
rrateniente afectada después del año cincuenta y
tres y con las capas altas de la pequeña burgue
sía, sector que fue marginado de las FF. AA. ba
jo el gobierno del MNR y reincorporado en 1965,
-lideriza una oposición definida a este partido. El
grueso de la oficialidad joven, originaria de las
capas pobres de la pequeña burguesía y, en me
nor proporción, de algunos sectores obreros, ar
tesanales y aun campesinos, vacila confundido,
sin ceder en un sentimiento antimovimientista
institucionalmente cultivado, aunque para la ma
yor parte de ella sin relación con una experiencia
profesional concreta, entre el bando de los que
fueron arrojados de la institución poi el MNR,
hace veinte años, y el bando de los que restable
cieron al MNR en el gobierno el año pasado. Am
bos'sectores desarrollan una intensa campaña de
proselitismo y de presión y se disputan la adhe
139
sión de la oficialidad joven indecisa. Las frecuen
tes crisis militares que concluyeron en el despla
zamiento de los hombres fuertes del Ejército que
impugnaron la participación del MNR en el go
bierno, revelan que hasta ahora el sector resuel
ta y tradicionalmente antimovimientista muestra
militarmente la debilidad que socialmente corres
ponde a los sectores de clase de que es oriundo;
pero, sobre todo, descubre que el Alto Mando con
duce a las FF. AA. institucional y jerárquicamente
siguiendo el rumbo señalado por el imperialismo
a través del Pentágono y en aplicación de su doc
trina militar hemisférica.
Pero la posición de estos factores de poder
fundamental, respecto de las fuerzas políticas ac
cesorias de que se valen, no es inmutable, pues
lo que les interesa es emplearlas en el afianza
miento de su dominio y no dar pruebas éticas de
fidelidad a ellas. Por el contrarío, se modifica con
la frecuencia y rapidez con que evoluciona la si
tuación política y social. El alejamiento de la pe
queña burguesía defraudada en sus expectativas
de mejoramiento económico y social, arrastra
inevitablemente a las bases del MNR, empuja a
ciertos sectores de ese partido no comprometidos
con la camarilla cómplice de la Dictadura ha
cia posiciones progresistas, aísla a la fracción go
bernante y la reduce a la dimensión y significa
ción de un grupo residual palaciego, cada vez más
divorciado de su propia militancia y, por tanto,
de progresiva insignificancia e inutilidad política
para la propia burguesía.
Si el interés político del comando oligárquico-
militar en el MNR disminuye rápidamente, tam
bién se invalidan en la misma medida y con ma
yor celeridad las motivaciones por las que FSB
toleró una alianza golpista que forzaba el grado
de autonomía que este partido podía permitirse
140
respecto de la clase terrateniente y del sector tra
dicional de la burguesía de que es exprer'V po
lítica, alten« que lastimaba el sentimiento de sus
bases aunque satisfacía la avidez burocrática senil
de ambas direcciones partidarias. En la misma
wif<liHa en que la dirección del MNR se aleja de
sus bases de sustentación social, se acerca a la
dirección de FSB. Nunca antes hubo entre ambas
direcciones menos diferencias ideológicas y pro
gramáticas que las que ahora las distinguen casi
imperceptiblemente.
El ¿codo de los sectores sociales que hace un
aftn todavía fueron representados o influidos par
cialmente por .el MNR, a causa de la empobre
c e d la política económica y monetaria de la Dic
tadura, liquidó el engañoso proyecto populista
originalmente concebido sobre la dirección de ese
partido que ahora ha entrado en conflicto con su
propia base social y precisamente a causa de su
adhesión a esa política económica.
¿Qué significado tiene la última exigencia mi
litar de incorporar en el frente oficialista al "ba-
rrientismo”, esa reserva reaccionaria y oportunis
ta, rosquera, seudolegalista y carente de toda base
de sustentación social, pero fielmente represen
tativa de los intereses de la burguesía proimpe
rialista y en la que ésta sobrevive políticamente
de un modo artificial?
Fracasado el proyecto de institucionalización
del poder burgués por mediodel relevo constitu
cional de la Dictadura proimperialista uniforma
da, por el organismo político resultante de la fu
sión del MNR y FSB, el imperialismo ensaya dis
tintas combinaciones de reagrupamiento político
que puedan llenar el peligroso vacío dejado por la
rápida e irremediable desvalorización del MNR.
Ante la impracticabilidad de ese proyecto de alian
za burocrática concebido al margen de la realidad
141
del desarrollo de la lucha de clases y de su expre
sión política, busca una solución que viabilice el
repliegue institucional de las FF. AA.
El imperialismo y la burguesía agente asisten
confundidos a la disolución política del poder dic
tatorial que instauraron a tiros y buscan, entre
sus desorientados y desmoralizados efectivos, pie
zas de recambio para restaurarlo precariamente,
vacilando entre las siguientes alternativas:
1. Persistir en el plan original de constitu-
cionalización del gobierno, sobre la base de la
actual estructura partidaria o de fracciones disi
dentes de los partidos oficialistas. Para ello, pre
paratoriamente, hacer ciertas concesiones sala«
ríales, introducir algunas modificaciones en su
política económica de corto plazo para detener
el desbande de los sectores sociales medios queg
hoy están más cerca del barrio obrero de Villa
Victoria que del Palacio de Gobierno, rescatar 4
la pequeña burguesía y desarrollar una política
que ofrezca a la dirección cómplice del MNR mo
tivos de reconciliación con sus bases partidarias.
2. Abandonar el proyecto constitucionaliza-
dor de un gobierno nacional-populista. Afianzar
el régimen de fuerza imperante, sometiendo la
protesta popular. Eliminar todos los factores par*
tidaríos conflictivos, profundizar y extender lai
coherencia de su política económica desnaciona-
lizadora, darle aún mayor definición en el carác
ter burgués de clase que le corresponde y culmi
nar el proyecto de organización de una dictadura
militar-tecnocrática proimperialista com partida
por el sector reaccionario de las FF. AA. y los re
presentantes del grupo monopólico de la burgue
sía nativa.
3. Promover la reestructuración del gobier
no mediante la incorporación de la reserva reac-
142
d on aría "barrientista”, de los grupos políticos de
la burguesía que hasta hoy no intervinieron en
funciones gubernam entales y a los que correspon
dería el "m érito" de desfascistizar el régim en, de
restituir un calculado y restringido m argen de li
bertades dem ocráticas, de paliar transitoriam ente
el efecto negativo que la devaluación ha tenido
en la econom ía de los sectores de m ayores ingre
sos de la pequeña burguesía, pero sobre todo, de
elim inar del conjunto de m edidas adoptadas en
relación con la devaluación m onetaria, aquellas
disposiciones tributarias que acentúan las contra
dicciones internas en el serio de la propia burgue
sía. Todo ello com o arte del trabajo preparatorio
de la constitucionalización dei gobierno que haga
posible el repliegue institucional castrense, que
detenga la radicalización p o lític a de las m asas
abriéndoles una válvula de escape electoralista,
que im pida el aislam iento total de la burguesía,
que la consolide y legalice en el gobierno y que
confiera carácter legal a la política desnacionali-
zadora de nuestra econom ía, privatizadora de las
em presas estratégicas y básicas del Estado, de
explotación de las m asas trabajadoras, de repre
sión del m ovim iento obrero, de proscripción de
sus partidos de clase y de supeditación colonial
de su política exterior.
El im perialism o y el com ando nativo oligár-
quico-gorila barajan estas posibilidades que van
desde la radicalización derechista y la consolida
ción de la dictadura burguesa sobre la sangrienta
represión del m ovim iento obrero y popular, hasta
la sim ulación dem ocratizante, lácticam ente refor
m ista, pero estratégicam ente contrarrevoluciona
ria, aunque sin decidirse a jugar ninguna. Intu
yen que todas están destinadas al fracaso. Pero
la indecisión y la inacción prolongada es tam bién
m
una respuesta a la pregunta por una salida políti
ca pará la burguesía: No hay ninguna. Las tres
alternativas importan un cambio en la composi
ción partidaria del régimen y el desplazamiento
total o gradual de los partidos con los que Banzer
compartió la Dictadura, terminará por arrastrar
lo a él mismo. Las tres exigen la intervención de
las FF.AA. en distintas modalidades de golpes
de rectificación interna por los que se intentará
prolongar políticamente, bajo formas distintas,
la misma estructura de poder y de dominación.
Ha llegado, pues, el momento en que la bur
guesía antinacional, que todavía puede jugar tác
ticamente para demorar su retirada, ya no tiene
una estrategia para conservar el poder en sus ma
nos. Pero también ha llegado el momento en que
al imperialismo, urgido de conservar en el poder
a su clase agente, no le queda otra cosa que pro
bar, angustiosamente, distintas y efímeras combi
naciones burocráticas y de fuerza que posterguen
la inevitable derrota histórica de la burguesía. Es
frente a esta realidad que la izquierda debe actuar
asimilando críticamente la valiosa y dramática ex
periencia recogida en los catorce meses transcu
rridos desde el 21 de agosto. Y es como parte de
ella que el Partido Socialista asume su responsa
bilidad en la organización de la lucha popular por
la liberación social y nacional.
144
4. La liberación
nacional
La batalla que la izquierda perdió el 21 de
agosto no fue militar, sino política. Es la previa
derrota política la que empujó a sus organizacio
nes de. vanguardia a la defensa armada y tardía
que, por ello mismo, estaba condenada al fra
caso. Pero como la lucha política no es otra
cosa que la forma más alta de expresión de la lu
cha de clases, la derrota de la izquierda comenzó
con la pérdida de los sectores pobres no obreros
y de las capas medias de la pequeña burguesía,
cuyos intereses fueron confundidos con los de la
burguesía, dejando a la cíase trabajadora aislada
y enfrentada a una correlación de fuerzas fran
camente desventajosa. El 21 de agosto puso de
manifiesto que la exacerbación de las diferencias
ideológicas que hasta entonces antagonizaron a
las distintas fuerzas de izquierda trabadas en una
contienda suicida por la primogenitura de la re
volución, cedían ante la común necesidad de im
pedir la cancelación del proceso revolucionario;
que las masas obreras no acudían al combate, y
que esta renuencia revelaba el certero instinto de
clase y la extraordinaria experiencia de ludia de
las masas obreras que les permitió advertir la
145
políticas populares, tampoco podía tener el efec-
existencia de una correlación de fuerzas adversa
y la carencia de una vanguardia unitaria.
La conversión de la unidad de resistencia en
unidad política de conducción, bajo la forma de
un frente antimperialista, era la respuesta que co
rrespondía dar a la izquierda, dialécticamente,
frente a la unidad operada en el seno de la derecha
para la captura del poder por la burguesía proim
perialista. Pero no una alianza que, de un modo
mecánico, reproduzca y prolongue el tipo de uni
dad emergente del 21 de agosto, institucionalizan
do la errónea concepción militarista del carácter
esencialmente político que asumió esa derrota y
proyectándola a la índole que tendrá la lucha por
la liberación nacional, sino la alianza de los par
tidos de la clase trabajadora y de las fuerzas po
pulares de avanzada para la reorientación y con
ducción de las masas oprimidas en el proceso
revolucionario de emancipación de los explotados
y de liberación de la patria ocupada. Sin embar
go, así como la coincidente intervención tardía
en la infructuosa acción de defensa armada no
podía modificar, por sí sola e instantáneamente,
la colocación política de las clases, el solo hecho
de la unificación antimperialista de las fuerzas
to inmediato de un reagrupamiento clasista con
secuente con la rectificación de la conducta de
esas organizaciones. Mientras ello no ocurriera, y
no podía ocurrir sino como resultado de una mo
dificación de las adversas condiciones económi
cas, políticas y sociales generales, entre las que
debe destacarse el reflujo del movimiento obrero
y la desarticulación de las estructuras partidarias,
la constitución del Frente Revolucionario Antim
perialista, en cuanto vanguardia efectiva de las
clases oprimidas acaudilladas por el proletariado,
en cuanto comando político representativo de la
146
unidad de esas clases en torno de intereses comu
nes, no pasaba de ser una inmadura aunque co
rrecta aspiración qüe la realidad política y social
prevaleciente impedía concretar orgánicamente y
cuya coherencia interna y viabilidad tampoco po
día probarse en tanto esa misma realidad no le
abriera posibilidades de confrontación práctica.
Pero la burguesía ha creado, en un solo año
de ejercicio del poder dictatorial, las condiciones
sobre las que la unidad antimperialista y antifas
cista debe desarrollar su acción de vanguardia,
condiciones que configuran una coyuntura cuali
tativamente nueva y frente a la cual, recogiendo
críticamente la experiencia frentista, esa unidad
debe consolidarse redefiniendo sus términos y ob
jetivos.
Lá Dictadura burguesa hizo todo esfuerzo por
preservar y aun acentuar la correlación de fuer
zas sociales que le permitió montar el golpe fas
cista del 21 de agosto, manteniendo la adhesión
de los sectores medios de la población, aislando y
neutralizando al proletariado y forzando, desde
fuera, la eliminación de las contradicciones que se
daban en las FF. AA. Esgrimió los fantasmas de
la supresión de toda propiedad privada, de la can
celación de toda libertad democrática, de la re
presión sangrienta de toda conducta y pensamien
to no marxista, de la eliminación total de las
FF. AA., de la supresión de la libertad de culto y,
por último, el fantasma de la desmembración, de
la desintegración de Bolivia antimperialista, y los
atribuyó todos al programa de la izquierda y a sus
consecuencias internas e internacionales, en una
desvergonzada explotación del temor que inspira
ban ellos en las masas campesinas y en los secto
res medios de la población, y en una cínica apela
ción al sentimiento cristiano y patriótico de nues
tro pueblo. Marginó de la represión masiva, tác
147
ticamente, al movimiento obrero, habilitó al MNR
para la suplantación de las direcciones obreras y
para la organización de un sindicalismo amarillo,
canceló el régimen de garantías y libertades sin
dicales y, finalmente, restableció y extendió los
efectos del "pacto militar-campesino” para enfren
tar el campesinado a la clase obrera.
Pero pudo más la realidad que la impostura.
Y la realidad de la política antinacional y antio
brera de la dictadura mostró objetivamente que
lo que las capas medias de la población debían
temer no era al programa revolucionario de cam
bio estructural de la sociedad formulado por la
izquierda, sino a la acción dictatorial que la bur
guesía ejercita y que ellas sufren desde el 21 de
agosto, a la expropiación constante de su econo
mía en beneficio del enriquecimiento de la burgue
sía monopólica, la prisión, el destierro y la muerte
por disentir del pensamiento reaccionario oficia
lista. El movimiento religioso progresista, la igle
sia no reaccionaria, tuvo la confirmación de que
lejos de temer a la nueva sociedad sin explotados
con que se le amenazó, debe combatir junto a los
oprimidos por establecerla, siguiendo su vocación
cristiana y revolucionaria. La oficialidad joven
progresista o no reaccionaria, ha podido hacer la
experiencia de cómo invocando su misión de de
fender la soberanía, la independencia y la integri
dad nacionales, de una supuesta "intervención
extranjera extremista”, el sector corrompido y
proimperialista de los altos mandos utiliza a toda
la institución militar y la asocia a la oligarquía,
en la conformación y sostenimiento de un régi
men que negocia la soberanía nacional, permite
la ocupación extranjera económica del país, el
control extranjero de su propia institución, la su
basta de nuestro patrimonio y la posesión efecti
va de parte del territorio nacional.
148
El pueblo todo ha podido comprobar cómo la
Dictadura que explota su sentimiento patriótico
con el argumento de la desmembración territorial
de Bolivia por los países limítrofes, en caso de
triunfar la causa revolucionaria, como un modo
de persuadirlo de la presunta inviabilidad históri
ca de la revolución boliviana, comenzó y termina
haciendo de la ocupación extranjera del país, del
control extranjero de su economía y de sus insti
tuciones, su razón de ser, su origen y su destino.
Los planes imperialistas de habilitar al MNR
como un "ala izquierda” de la Dictadura y de Ves
tir toda forma de resistencia popular con el uni
forme de un "guerrillerismo" aventurero, proyec
tos destinados al potenciamiento político del MNR
como fuerza de relevo populista, y a tornar invia-
ble en<el seno de las masas la lucha revoluciona
ria por la liberación nacional y el socialismo, han
fracasado. El MNR cómplice de la Dictadura ya
no podrá servir más como agente del imperialismo
incrustado en la lucha revolucionaria por la libe
ración nacional y el socialismo, en las organiza
ciones populares. Su descalificación inhabilita
también al nacional populismo de ideología peque
ño burguesa. En cuanto a la alianza antimperia-
lista concertada inmediatamente después del 21
de agosto, ella abrazó la ideología de la clase tra
bajadora, reconoció el papel dirigente que le co
rresponde, se propuso organizar la lucha popular
por la liberación social y nacional siguiendo el
desarrollo político, la movilización, la organiza
ción de la clase trabajadora y los métodos propios
de la revolución proletaria, descartando toda for
ma de vanguardismo y de acción política al mar
gen de las masas.
Ninguna medida de la Dictadura sirvió más y
mejor al esclarecimiento de su índole burguesa
y proimperialista, ninguna afectó económicamen
149
te al conjunto de la población en mayor medida
y, por tanto, ninguna influyó más en la colocación
de las clases respecto del poder, que la revalua
ción monetaria.. La aprobación del decreto deva-
luatorio de la moneda nacional marca nítidamen
te el fin de una etapa en las luchas del pueblo
boliviano y el principio de otra nueva, cualitati
vamente distinta. El plan de desarrollo económi
co capitalista afianzador de la dependencia, ha
señalado con el dedo del hambre a las clases
trabajadoras: ellas deben pagar el costo social y
económico de ese plan imperialista que persigue
la desnacionalización económica de Bolivia y el
enriquecimiento de la burguesía intermediaria.
La pérdida del valor adquisitivo de los suel
dos y salarios, su disminución efectiva, la des
valorización del ahorro y el encarecimiento in
controlado del costo de vida, como efecto de una
medida monetaria impuesta por el imperialismo
y de desigual beneficio para la burguesía inter
mediaria, permitió a las capas pobres de la pe
queña burguesía y después a toda ella en su con
junto, descubrir que entre sus intereses y fos de
la burguesía proimperialista que con su adhesión
inactiva asaltó el poder y lo conservó durante el
primer año, no sólo que no hay la presunta co
incidencia invocada por la primera, sino que los
de la burguesía se incrementan a expensas de los
intereses de la clase trabajadora y comprometen
inevitablemente los de la propia pequeña burgue
sía* La comprobación de una mayor comunidad
de intereses entre la clase obrera y los sectores
pobres y medios de la pequeña burguesía, que
entre los de éstos y los de la burguesía, ha modi
ficado substancialmente la correlación de fuerzas
imperantes e invertido los términos de la situa
ción prevaleciente inmediatamente antes y des
pués del 21 de-agosto.
150
Cesado el reflujo del movimiento obrero, la.
clase trabajadora ha retomado la iniciativa. La
lucha reivindicatoría de desechos y fueros vulne
rados y por mejores condiciones de vida, ha al
canzado, frente al saqueo de sus salarios, un nivel
y una condición que revelan en las masas la con
ciencia del carácter político que asume la lucha
por la justicia social y la dirección .revolucionaria
que esa lucha debe tomar. La clase trabajadora
ha pasado de la resistencia pasiva a la acción ma
siva antioligárquica. Las capas medias y pobres
de la pequeña burguesía han iniciado un claro
viraje que los aleja rápidamente de la burguesía
monopólica y los aproxima a la clase trabajadora.
El distinto beneficio resultante de la devaluación
y'la transitoriedad de una parte de él, por el efec
to dístorsionador de la economía que tendrá el
incontrolable proceso de encarecimiento del costo
de vida, há introducido importantes factores con
flictivos entre los distintos sectores de la bur
guesía, agudizañdó sus contradicciones internas y
debilitando sensiblemente la identificación de esa
clase con el poder ejercido por la parte francamen
te proimperialista de ella. El viraje hecho por
los sectores pobres de la pequeña burguesía de los
que proviene el grueso de la oficialidad, ha com
prometido la posición interna del sector reaccio
nario de las FF. AA. y permitido qué el sector "ins-
titucionalista" que apremia al Alto Mando por un
abandono castrense de las responsabilidades de
gobierno, gane posiciones y debilite el nexo polí
tico-militar que sustenta a la dictadura.
Las masas campesinas comienzan a tomar
conciencia de que el "pacto militar-campesino"
no impide que en aplicación del pacto de la bur
guesía con el imperialismo, el sector reaccionario
de las FF. AA. que se ha apoderadodel Alto Man
do utilice el poder para empobrecerlos en bene
151
ficio de los herederos de la clase terrateniente que
monopolizan la moderna producción agropecua
ria exportable.
El 21 de agosto encontró confundidos los in
tereses de la burguesía monopólica y los de la
pequeña burguesía empobrecida. La clase traba
jadora estaba aislada y, por acción de los sectores
obreros políticamente atrasados e influidos por
la prédica de las direcciones nacional populistas,
penetrada de una tendencia neutralizadora de su
conciencia de clase. Hoy la situación es inversa,
aunque todavía no maduramente inversa. La bur
guesía está aislada y en su seno se agudizan las
contradicciones internas. Este nuevo alineamien
to de clases, todavía en proceso de definición de
sus objetivos comunes, encuentra a la izquierda
precariamente unida, pero exige que esta unidad
sea capaz de formularlos, demanda que el desa
rrollo de esa unidad y su traducción en las tareas
de conducción del nuevo ascenso popular se ade
cúe a las características determinadas por la nue
va correlación de fuerzas sociales y por el reno
vado avance del movimiento obrero. Corresponde
a la vanguardia de las clases oprimidas prever el
desarrollo de esta coyuntura caracterizada por la
desintegración política de la Dictadura y por el
nuevo vigoroso flujo popular.
Hace poco más de un año el imperialismo y
sus agentes nativos pudieron interrumpir por la
fuerza el ascenso revolucionario de las masas tra
bajadoras, restablecer a la burguesía intermedia
ria en el poder y detener el proceso de emancipa
ción nacional. Pero en sólo catorce meses han
mostrado que ni con el abuso de la fuerza pueden
anular el profundo desarrollo político revolucio
nario de las masas obreras, ni asegurar estabili
dad política al caduco poder burgués, ni consoli
dar el sistema de dominación nacional. Fracasado
152
su postrer intento de institucionalización impune
de la Dictadura burguesa o de constitucionaliza-
ción del poder burgués, el im perialism o busca
prolongar la agonía histórica de su clase agente
mediante desesperadas maniobras que van des
de la radicalización derechista impuesta a sangre
y fuego, hasta la simulación democratizante, des-
movilizadora y contra insurrecional. Dentro de
la estructura de poder creada por su participa
ción el 21 de agosto, cualquiera de estos recursos
de rectificación interna demandará o provocará
una nueva intervención de los altos mandos mi
litares en el desplazamiento parcial o total del
régimen de gobierno presidido por el coronel
Banzer.
No importa la variante que se elija. Lo que
si importa es esclarecer en la conciencia de las
masas que cualquiera de ellas sirve al mismo pro
pósito de prolongación de fuerza o burocrática
de un sistema de explotación social y nacional his
tóricamente agotado y, por tanto, condenado al
fracaso. Lo que sí interesa es que el pueblo esté
preparado para resistir y vencer la represión ma
siva y que esté prevenido para rechazar la ilusión
democratizante con que se intentará someterlo
sangrientamente o desmovilizarlo políticamente.
Pero también importa y en la misma medida, evi
tar que las masas caigan en otra ilusión, en la
ilusión de una victoria inminente o fácil. Lo pri
mero puede llevar al aplastamiento y a la desarti
culación del movimiento obrero, o a la división
de las filas populares. Lo segundo puede condu
cir a la impaciencia y a la aventura provocadora
y consolidadora del régimen. En ambos casos,
el resultado no sería otro que una postergación
de la victoria popular y nacional. No puede sub
estimarse la capacidad de maniobra de la burgue
sía ni la decisión del imperialismo de acudir a
153
toda forma de .violencia para impedir la libera
ción nacional. Ni puede perderse de vista que no
todas las soluciones desesperadas a que acuda
exigirán la misma respuesta ni que todas ellas
demandarán el mismo costo social en el camino
de la liberación.
No hay, pues, la menor duda de que ninguna
tarea es más importante hoy día, que la de per
feccionar la unidad de conducción antiimperialis
ta para que asuma su papel de vanguardia y sea
capaz de organizar el nuevo ascenso obrero y po
pular, para que esté en condiciones de orientarlo,
y prepararlo para transformar la próxima recti
ficación golpista de la estructura de dominación,
en el inicio de un poderoso y orgánico proceso
insurrécional que conduzca al pueblo oprimido a
la captura del poder.
La unidad antimperialista está enfrentada a
una coyuntura social y política cualitativamente
nueva, en la que las masas realizan el proyecto
unitario y avanzan a pesar del atraso de sus van
guardias. Es preciso que éstas se muestren capa
ces de superar el rezago y de actuar unitariamen
te junto a las masas, interpretando sus aspiracio
nes y expresando sus intereses, formulando sus
objetivos de lucha, conduciéndolas por el camino
de la liberación nacional y social y evitando los
riesgos de desviación claudicadora o aventurera.
Ha comenzado una nueva etapa ascencional
en la historia de las heroicas luchas del pueblo
boliviano. EL PARTIDO SOCIALISTA, partido
de la clase trabajadora, asume la responsabilidad
que le corresponde en las tareas unitarias, orga
nizativas y de conducción de esta lucha. Como
parte de la vanguardia del proletariado y reco
giendo el ejemplo de sus dirigentes y militantes
muertos, encarcelados, exiliados y perseguidos.
154
el partido ocupa su puesto en la trinchera del
pueblo.
Las masas explotadas se unen en torno de
sus intereses comunes y avanzan resueltas á im-
pner la justicia social. Los primeros triunfos han
fortalecido su moral combatiente. La burguesía
y sus instrumentos políticos y de fuerza vacilan
entre la transacción y el genocidio; la desmorali
zación domina el ánimo de sus conductores y la
desorientación y la deserción se extiende en sus
filas- El imperialismo arma hasta los dientes a
la Dictadura para preservar el régimen de depen
dencia nacional y evitar su derrota. La vanguar
dia revolucionaria arma ideológicamente a las ma
sas para la victoria popular y nacional. El pueblo
vencerá en la lucha entre el Estado Asociado de
los apatridas y la Patria Libre de los bolivianos.
¡Abajo la Dictadura!
Santiago de Chile, noviembre de 1972.
Nota:cifras,
dísticas, Todos los indicadores,
gestiones, acuerdos informaciones
o¡ disposiciones esta
men
cionados a lo largo de este análisis, están respaldados
documentalmente por informaciones
nisterio de Planificación, Banco Centraloficiales del Ins
de Solivia, Mi
tituto Nacional
Extenor, Informe de Anual
Estadísticas,
al CIAP,Anuarios de Comercio
Presupuesto General
de la Nación, Memorias Anuales de las distintas em
presas del Estado, Banco Mundial, BID, FMI, disposi
ciones gubernamentales pertinentes. Informes Oficiales
Reservados
ciones ae de comisiones
carácter oficial, deasíestudio,
como distintas
por publica
declaraciones
de ministros
por la prensaynacional.
altos funcionarios públicos, r-nnsignaH»«
155
Vísperas de Bolivia
Frente a la ocupación de Bolivia
1. La desnacionalización de la econom ia
boliviana
2. El em pobrecim iento del pueblo
3. La ocupación del país
4. La liberación nacional
EL ESCRITOR
Escritor y conductor del socialismo en
Bolivia, Marcelo Quiroga Santa Cruz, autor de
la Nacionalización del Petróleo (1969), la medida
antimperialista más importante de nuestra his
toria, es hoy día, desde la cátedra universitaria,
el Congreso Nacional y la literatura comprome
tida, una de las personalidades más orientadoras
para las nuevas generaciones.
LA OBRA
Un penetrante y documentado análisis
crítico de la política económica del gobierno
de Banzer, que revela los mecanismos de la do
minación y anticipa el colapso de la economía
nacional, que hoy es una dramática realidad.
LUC ES
Ediciones PUERTA DEL SOL Y
Casilla 2188 - La Paz - Bolivia SOMBRAS