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Carl R. Rogers
El Problema
Las Condiciones
Una Relación
La primera condición específica que debe existir es una relación mínima, un contacto
psicológico. Planteo la hipótesis de que el cambio positivo significativo de personalidad
ocurre sólo en una relación. Desde luego, ésta es una hipótesis y puede ser refutada.
Excepto en una situación límite como la que acabo de mencionar, sería relativamente
fácil definir esta condición en términos operacionales y así determinar, desde el punto
de vista de la investigación estricta, si la condición existe o no. El método más simple de
determinación implica sencillamente la consciencia, tanto del paciente como del
terapeuta. Si cada uno está consciente de hallarse en un contacto personal o psicológico
con el otro, entonces esta condición se cumple.
Esta primera condición del cambio terapéutico es tan simple que tal vez debería
señalarse como suposición o precondición, para separarla de las siguientes. De todas
maneras, sin ella los temas restantes no tendrían significado alguno, y ésa es la razón
por la que se la incluye.
Otro caso sería el de la madre que desarrolla enfermedades indefinidas cada vez que su
único hijo hace planes para abandonar la casa. El deseo real es aferrarse a su única
fuente de satisfacción. Percibir esto en la consciencia sería incongruente con el cuadro
que mantiene de sí misma como una buena madre; no obstante, la enfermedad es
congruente con su autoconcepto, y la experiencia es simbolizada en esta forma
distorsionada. Así, de nuevo existe una incongruencia básica entre el self tal como se
percibe (en este caso, como una madre enferma necesitada de atención) y la experiencia
real (en este caso, el deseo de aferrarse a su hijo).
No es fácil dar una definición operacional precisa a esta segunda condición, mas en
cierto grado ya se ha logrado. Algunos investigadores han definido el autoconcepto
mediante una clasificación Q (Q sort) que el individuo hace de una lista de ítemes
referentes al self. Esto da una visión operacional del self. La experienciación total del
individuo es más difícil de captar. Chodorkoff (2) la ha definido como una clasificación
Q hecha por un clínico que clasifica independientemente los mismos ítemes referentes al
self, basando esta clasificación en la imagen que ha obtenido del individuo mediante los
tests proyectivos. Así, su clasificación incluye elementos tanto conscientes como
inconscientes de la experiencia del individuo, representando así (de manera reconocida
como imperfecta) la totalidad de la experiencia del paciente. La correlación de la
incongruencia entre el self y la experiencia; desde luego, una correlación baja o negativa
representa un alto grado de incongruencia.
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La tercera condición es que el terapeuta debe ser, dentro de los confines de la relación,
una persona congruente, genuina e integrada. Esto significa que, dentro de la relación, él
es libre y profundamente él mismo, con su experiencia real exactamente representada
por su consciencia de sí mismo. Esto es lo opuesto a la presentación de una fachada, ya
sea dándose cuenta o no de esto.
No es necesario, ni tampoco posible, que el terapeuta sea un modelo que muestre este
grado de integración, de totalidad, en cada aspecto de su vida. Es suficiente que sea
exactamente él mismo en la hora de esta relación, que en tal sentido básico él es lo que
realmente es, en este lapso de tiempo.
Debería ser evidente que esto incluye ser él mismo aún en formas que no son
consideradas como ideales en psicoterapia. Su experiencia puede ser “tengo miedo de este
paciente”, o “mi atención está tan enfocada en mis propios problemas que apenas puedo
escucharlo”. Si el terapeuta no niega estos sentimientos a la consciencia, sino que es capaz
de ser sus sentimientos con libertad (así como ser sus otros sentimientos), entonces se
cumple la condición mencionada.
Se encuentra en el polo opuesto de una actitud evaluativa selectiva: "Eres malo en estos
aspectos, bueno en aquellos”. Implica el mismo sentimiento de aceptación de la expresión
por parte del paciente, de sentimientos negativos, "malos", dolorosos, de temor,
defensivos y anormales, así como por la expresión de sentimientos “buenos”, positivos,
maduros, de confianza, sociales, la misma aceptación de las formas en que es
incongruente como de las formas en que es congruente. Significa un interés por el
paciente como persona aparte, con permiso de tener sus propios sentimientos, sus
propias experiencias. Un paciente describe al terapeuta como “fomentando mi posesión
de mi propia experiencia… que (ésta) es mi experiencia y que realmente la estoy
teniendo: pensar lo que pienso, sentir lo que siento, querer lo que quiero, temer lo que
temo: ningún “con tal que", "pero" o “no es cierto”. Éste es el tipo de aceptación que
hipotéticamente es necesaria si ha de ocurrir el cambio de personalidad.
Al igual que las dos condiciones previas, la cuarta condición es una cuestión de grado 2,
como es de inmediato evidente si intentamos definirla en términos de operaciones
específicas de investigación. Un método para definirla sería considerar la clasificación Q
para la relación, tal como se describió en la condición 3. Hasta el punto en que los ítemes
que expresan un aprecio positivo incondicional son clasificados como característicos de
la relación, tanto por el terapeuta como por los observadores, se podría decir que el
aprecio positivo incondicional existe. Tales ítemes podrían incluír afirmaciones como:
"No siento ningún repulsión respecto a lo que el paciente dice”, “No siento aprobación ni
desaprobación del paciente y sus declaraciones -simplemente aceptación"; “Siento afecto hacia el
paciente -hacia sus debilidades o deficiencias y problemas, así como hacia sus potencialidades",
"No me inclino a formular un juicio sobre lo que el paciente me dice", "Me agrada el paciente",
etc. Hacia el punto en que tanto el terapeuta como los observadores perciban estos
ítemes como característicos, o sus opuestos como no característicos, se podría decir que
se cumple la condición 4.
Empatía
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La frase "aprecio positivo incondicional" puede ser poco afortunada, ya que suena como un absoluto, un concepto
de disposición a todo o nada. De la descripción se desprende probablemente la evidencia de que un aprecio positivo
incondicional completo no existiría jamás, más que en teoría. Desde el punto de vista clínico y experiencial, creo que
la afirmación más exacta es que el terapeuta efectivo experimenta un aprecio positivo incondicional por el paciente
durante muchos momentos de su contacto con él, pero de cuando en cuando experimenta sólo un aprecio positivo
condicional -y a veces, quizá, un interés negativo, aunque esto no es probable en una terapia efectiva. En este
sentido, existe un aprecio positivo incondicional como cuestión de grado en cualquier relación.
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El terapeuta tiene una alta capacidad de comprender los sentimientos del paciente.
El terapeuta nunca duda respecto a lo que el paciente quiere decir.
Las observaciones del terapeuta concuerdan muy bien con el estado de ánimo y humor del
paciente.
El tono de voz del terapeuta transmite su gran habilidad para compartir los sentimientos del
paciente.
Otra manera de describir esta condición sería que tanto paciente como terapeuta
clasificaran una lista de ítemes descriptivos de los sentimientos del primero. Cada uno
clasificaría independientemente; la tarea sería representar los sentimientos que el
paciente hubiera experimentado durante una entrevista recién terminada. Si la
correlación entre las clasificaciones de paciente y terapeuta fuera alta, diría que existe
una empatía exacta, en tanto que una correlación baja indicaría una conclusión opuesta.
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Ya que las actitudes no pueden ser percibidas directamente, sería un poco más exacto
señalar que el paciente percibe las conductas y las palabras del terapeuta y las significa
como queriendo decir que, hasta cierto grado, el terapeuta lo acepta y lo comprende.
No sería difícil dar una definición operacional de esta condición. Después de una
entrevista, el paciente podrá clasificar mediante la técnica Q, una lista de ítemes
relativos a las cualidades que representan a la relación entre él y el terapeuta (se podría
utilizar la misma lista que en la condición 3. Si el paciente clasifica como característicos
de la relación varios ítemes descriptivos de aceptación y de empatía, entonces esta
condición puede considerarse como existente. En el estado actual de nuestro
conocimiento, el significado de “en grado al menos mínimo" tendría que ser arbitrario.
Algunos comentarios
Hasta este punto, se ha hecho el esfuerzo de presentar, en forma breve y factual, las
condiciones que he llegado a considerar esenciales para el cambio psicoterapéutico. No
he tratado de dar el contexto teórico de estas condiciones, ni de explicar lo que me
parece que es la dinámica de su efectividad. Dicho material explicativo estará a
disposición del lector interesado en otros documentos.
De todas formas, he dado por lo menos una forma de definir, en términos operacionales,
cada condición mencionada. He hecho esto con el propósito de enfatizar que no estoy
hablando de cualidades vagas que idealmente deberían presentarse para que ocurra
algún otro resultado vago. Estoy presentando condiciones que son crudamente
medibles, aún en el estado actual de nuestra tecnología, y que han sugerido operaciones
específicas en cada caso, aún cuando estoy seguro de que un investigador serio podría
idear métodos de investigación más adecuados.
otra, que por medio de otra serie de operaciones muestra ser hidróxido de sodio,
entonces los productos de esta mezcla serán sal y agua. Esto es verdadero, ya sea que se
considere que los resultados se deben a la magia o que se los explique en los términos
más adecuados de la química moderna. De la misma manera, aquí se postula que ciertas
condiciones definibles anteceden a ciertos cambios definibles, y que este hecho existe,
independientemente de nuestros esfuerzos para explicarlo.
Hipótesis resultantes
El valor más grande al formular una teoría en términos inequívocos es que pueden
derivarse de ella las hipótesis específicas susceptibles de probar o desaprobar; por tanto,
aunque las condiciones que se han postulado como necesarias y suficientes fueran más
incorrectas que correctas (que espero que no lo sean), de todos modos podrían hacer que
la ciencia avanzara en este campo, al proporcionar una base de operaciones a partir de la
cual el hecho podría entresacarse del error.
Algunas Implicancias
Omisiones significativas
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Si existe algún aspecto alarmante en la formulación que se ha dado, así como en las
condiciones necesarias para la psicoterapia, probablemente está en los elementos
omitidos. En la práctica clínica actual, los terapeutas trabajan como si existieran muchas
otras condiciones que son esenciales para la psicoterapia, además de aquellas que se han
descrito. Para señalar esto, sería bueno mencionar algunas de las condiciones que,
después de una consideración cuidadosa de nuestra investigación y de nuestra
experiencia, no están incluídas.
No se establece que estas seis condiciones sean esenciales para la terapia centrada en el
paciente y que otras lo sean para otro tipo de terapia. Desde luego, estoy fuertemente
influído por mi propia experiencia, la misma que me ha guiado hacia un punto de vista
que se llama “centrado en el cliente”. Sin embargo, mi propósito al formular esta teoría
es establecer las condiciones que se aplican a cualquier·situación en que ocurre un
cambio constructivo de personalidad, ya sea que pensemos en el psicoanálisis clásico o
en cualquiera de sus ramificaciones modernas, o en la psicoterapia adleriana o en
cualquier otra. Será obvio entonces que, a mi juicio, mucho de lo que es considerado
esencial, empíricamente no se encontraría que fuera esencial. Verificar algunas de las
hipótesis formuladas aclararía este embrollado asunto. Por supuesto, podemos
encontrar que distintas terapias producen diversos tipos de cambios de personalidad, y
que para cada psicoterapia se necesita un conjunto de condiciones por separado. Hasta
que, y a menos que esto sea demostrado, postulo la hipótesis de que la psicoterapia
efectiva de cualquier clase produce cambios similares en la personalidad y en la
conducta y que se necesita un solo conjunto de condiciones previas.
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Insisto en esta formulación de mi hipótesis, aunque se vea amenazada por un estudio de Kirtner recientemente
terminado. Kirtner ha encontado, en un grupo de 26 casos del Counseling Center de la Universidad de Chicago, que
existen marcadas diferencias en la manera en que el paciente enfoca la resolución de las dificultades de la vida, y que
estas diferencias se relacionan con el éxito en la psicoterapia. En resumen, probablemente tenga éxito el paciente que
ve que su problema implica sus relaciones y que siente que contribuye a este problema y quiere cambiarlo. Es mucho
más probable que sea un fracaso el paciente que externaliza su problema, sintiendo poca responsabilidad de sí mismo.
Así, la implicación es que resulta necesario proporcionar otras condiciones para la psicoterapia con este grupo; no
obstante, por ahora seguiré postulando mi hipótesis como la propuse, hasta que se confirme el estudio de Kirtner y
hasta que se conozca una hipótesis alternativa que tome su lugar.
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Aquí no se pretende sostener que la evaluación diagnóstica es inútil. Nosotros mismos hemos usado ampliamente
dichos métodos en nuestros estudios de investigación sobre el cambio de personalidad. Lo que se cuestiona es su
utilidad como condición previa a la psicoterapia.
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Tal vez he dado suficientes explicaciones para indicar que las condiciones que he
postulado como necesarias y suficientes para la psicoterapia son sorprendentes y
excepcionales, principalmente en virtud de lo que omiten. Si tuviéramos que
determinar, por medio de un sondeo de las conductas de los terapeutas, aquellas
hipótesis que ellos parecen considerar como necesarias para la psicoterapia, la lista sería
mucho más larga y compleja.
Las técnicas de las diversas terapias son relativamente poco importantes, excepto en el
grado en que sirven como canales para llenar algunas de las condiciones. Por ejemplo,
en la terapia centrada en el cliente, se ha descrito y comentado la técnica de "reflejar el
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En un momento oportuno, he sugerido que a tales terapeutas se les puede igualmente tranquilizar si se les da el
diagnóstico de algún otro individuo que no es su paciente. El hecho de que el diagnóstico resultara inexacto al
avanzar la terapia no sería particularmente inquietante, porque siempre se espera encontrar imprecisiones en el
diagnóstico al trabajar con el individuo.
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sentimiento". En términos de la teoría que se está presentando aquí, por ningún motivo
se considera que esta técnica sea una condición esencial para la terapia; sin embargo, en
el grado en que proporcione un canal por medio del cual el terapeuta comunique una
empatía sensitiva y un aprecio positivo incondicional, podrá servir como un canal
técnico mediante el cual se cumplen las condiciones esenciales de la terapia. De la
misma manera, la teoría que he presentado no encontraría ningún valor esencial para la
terapia en técnicas como la interpretación de la dinámica de la personalidad, la
asociación libre, el análisis de los sueños, el análisis de la transferencia, la hipnosis, la
interpretación del estilo de vida, la sugestión y cuestiones similares; no obstante, cada
una de estas técnicas puede llegar a ser un canal para comunicar las condiciones
esenciales que se han formulado. Una interpretación puede darse en forma tal que
comunique el aprecio positivo incondicional del terapeuta. Una corriente de asociación
libre puede ser escuchada de manera que comunique la empatia que el terapeuta está
experienciando. En el manejo de la transferencia, un terapeuta·efectivo suele comunicar
su propia integridad y congruencia en la relación. Algo similar ocurre con las otras
técnicas. Pero así como estas técnicas pueden comunicar los elementos que son esenciales
para la terapia, también cualquiera de ellas puede comunicar actitudes y experiencias
que marcadamente contradicen a las condiciones de la terapia que se han postulado. El
sentimiento puede ser "reflejado" en tal forma que comunique la carencia de empatía del
terapeuta. Las interpretaciones pueden hacerse de manera que indiquen el aprecio
altamente condicional del terapeuta. Cualquiera de las técnicas puede comunicar el
hecho de que el terapeuta está expresando una actitud en un nivel superficial, y otra
actitud contradictoria que es negada a su propia consciencia. Así, un valor de una
formulación teórica como la que hemos expuesto es que puede ayudar a los terapeutas a
pensar en forma más crítica respecto a aquellos elementos de su experiencia, actitudes y
conductas que son esenciales para la psicoterapia, y aquellos que no son esenciales y
hasta perjudiciales para la psicoterapia.
Referencias Bibliográficas