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Erase una vez una princesa LLAMADA Isabella, ELLA vivÍa en un reino muy muy lejano, DONDE
HABIA un castillo en UNA torre MUY alta , LA CUAL ESTABA altaMENTE custodiada por un feroz Y
GRAN dragón.
Ella le tenía mucho miedo , porque EL DRAGÓN siempre estaba muy muy MALHUMORADO.
Un día que la princesa estaba ya estaba muy aburrida de estar encerrada en la torre después de
tantos años y por eso decidió ser muy valiente y asomarse por la ventana y hablarle al dragón.
Entonces la princesa decidió ser muy pero muy valiente otra vez. Caminó hacia la ventana para
asomarse y preguntarle de nuevo al dragón:
DRAGON: Estoy muy enojado porque estoy amarrado aquí todo el día con esta cadena para que le
sea más difícil al príncipe el salvarte.
DRAGON: Para demostrar lo valiente que puede ser solo para salvarte
PRINCESA: Yo no necesito que nadie me salve yo quiero salir de torre y viajar por el mundo. Voy a
soltarte para que seas libre ¿quieres ir conmigo?
La princesa se subió a la espalda del dragón y volaron muy lejos de ahí. Volaron por encima de
montañas y mares, sobre bosques y selvas. Pero cuando ya estaba anocheciendo comenzó a tener
mucha mucha hambre la princesa.
PRINCESA: Oye dragón, tengo mucha hambre. ¿No quieres detenerte a comer unos taquitos?
PRINCESA: ¡Claro!
Ambos caminaron hasta donde había un puesto de taquitos de pollo y pidieron dos órdenes para
comer ahí. Pero cuando el mesero llegó a la mesa, tropezó con la cola del dragón y tiró los taquitos
de la princesa.
El dragón vio como la cara de la princesa se ponía roja roja y empezaba a gruñir:
PRINCESA: RAAAAAAWWWRRR!!!
Y entonces el dragón se dio cuenta que algo pasaba con su nueva amiga.
PRINCESA: ¡No!
PRINCESA: ¡SÍ!, tienes razón, dragón. La culpa es de él (señalando al mesero) ¡Que mal servicio!
¡Que mal mesero!
DRAGON: Espera, princesa (la toma de los hombros) Estar molestos no nos da el derecho de tratar
mal a otros. En la torre tu me enseñaste que podíamos ser amigos si dejaba de enojarme.
PRINCESA: Tienes razón, amigo dragón. No debo tratar mal a las personas solo porque me haya
enfadado. (se dirige al mesero) Lo siento mucho, ¿podemos ser amigos?
MESERO: ¡Claro! Pero por favor... (asustado) no vuelvas a rugir que me diste mucho ¡mucho
miedo!
FIN