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El espejo mágico revela la verdad

Un día la Reina Malvada decidió volver a consultar al espejo mágico:

– Espejo, espejito, dime una cosa, ¿qué mujer de este reino es la más


hermosa?

– Tú eres hermosa mi reina, pero Blancanieves sigue siendo la más


bella- respondió el espejo.

Enfurecida, la reina utilizó sus poderes para descubrir dónde se


escondía la princesa. Cuando supo que estaba en la casa de los
enanitos, la malvada hechicera puso en marcha su plan: preparó un
potente veneno y sumergió en él la mitad de una manzana, de manera
que media manzana estuviera envenenada y la otra mitad no. Después
se disfrazó de campesina, puso la manzana envenenada en una cesta y
marchó al bosque.

Al llegar a la casita, se aseguró de que los enanitos nu estuvieran y


llamó a la puerta. Blancanieves espió sin ser vista, y al ver a una
anciana campesina abrió la puerta, pensando que podía necesitar
ayuda.

– Buenos días señorita- dijo la reina con falsa voz- vendo manzanas


jugosas y deliciosas, ¿te gustaría probar una?

– Gracias señora, pero no puedo aceptar nada de


desconocidos- respondió Blancanieves

-Oh, te entiendo jovencita, pero no tienes nada que temer. Mira, para
demostrarte que mis manzanas son deliciosas e inofensivas, yo misma
daré un mordiscón a una.

Y dicho esto, la Reina Malvada mordió la parte sana de la manzana que


tenía en la mano, ofreciendo a Blancanieves la otra mitad, la que estaba
envenenada. La princesa se confió, dio un mordisco y al instante cayó
al suelo como muerta. La malvada reina lanzó una carcajada y
desapareció en la espesura del bosque.

Despidiendo a Blancanieves
Cuando los enanitos regresaron de la mina, encontraron a Blancanieves
en el suelo. Intentaron por todos los medios revivirla, pero al no lograrlo,
con profundo pesar la dieron por muerta, y la colocaron en un ataúd de
cristal que ellos mismos fabricaron, para poder seguir viéndola todo el
tiempo. Colocaron el ataúd en un claro del bosque, en un lugar donde
podrían ir a visitarla a diario.

Todos los días los tristes enanitos y los animales del bosque, que
también eran amigos de Blancanieves, iban a visitarla en su tumba de
cristal.

Un príncipe se enamora de Blancanieves


Así pasó algún tiempo. Un buen día, un príncipe de otro reino que
pasaba por el bosque con su caballo, se encontró de casualidad frente
al ataúd de cristal y se enamoró al instante de la misteriosa joven
muerta que había en su interior. En ese momento llegaron los enanitos,
que le contaron al príncipe la triste historia de Blancanieves. El joven
príncipe les ruega que le permitan llevarse el ataúd a su palacio, para
poder seguir admirando a su amada.

Los enanitos al principio no están de acuerdo, pero ante las lágrimas


sinceras del joven se conmueven, y acceden al pedido del príncipe.
Ellos mismos la llevarán hasta el palacio, para poder despedirse. Pero
ocurre que mientras caminan cargando el ataúd, uno de ellos se
tropieza, y el ataúd que cargan da un salto. Con el golpe, el trozo de
manzana que Blancanieves tenía todavía en la boca sale disparado
hacia afuera, y la joven despierta de su sueño de muerte, antes la
sorpresa y la dicha de los enanitos y el príncipe.

Un final feliz
Blancanieves está algo confundida… ¿qué está haciendo dentro de una
caja de cristal? ¿y quién es ese joven tan apuesto que la mira con una
gran sonrisa?

Los enanitos le cuentan todo; el príncipe se presenta y le pide a


Blancanieves y a los enanitos que vayan con él a su palacio; allí estarán
más seguros. Ellos aceptan y se encaminan junto al príncipe hacia su
reino.

Mientras tanto, la Reina Malvada, cuya vanidad nunca se sacia, vuelve


a consultar al espejo mágico para volver a escuchar que es la más
hermosa del reino. Pero el espejo la sorprende: le dice que
Blancanieves es ahora aún más hermosa que antes, porque el amor ha
llegado a su vida, y que sin duda es mil veces más hermosa que ella.

– ¿Blancanieves está viva? ¡No puede ser!– grita la Reina Malvada, y


loca de furia comienza a destruir todo lo que tiene a su alrededor,
lanzando hechizos y maldiciones. Pero en su locura se condena a sí
misma: el enorme caldero con la poción venenosa que había preparado
para Blancanieves le cae encima, y así llega a su fin la vida de la
maligna hechicera.

Tal y como había dicho el espejo, ahora Blancanieves es todavía más


bella. Es que con el pasar de los días, Blancanieves se enamora del
apuesto y generoso príncipe, y éste le pide que sea su esposa. Los
jóvenes se casan, ante la mirada emocionada de los queridos enanitos,
y viven todos juntos en el castillo, felices para 

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