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Hubo una vez un rey y una reina que no habían tenido hijos, lo —Las reinas no deben prestar oídos a las niñas harapientas ni a
cual le causaba a la reina no poca amargura. En realidad, apenas sus cuentos chinos —dijo la comadre, y salió de la pieza dando
pasaba una hora feliz cuando ya estaba acordándose del asunto zancadas.
y su ánimo se ensombrecía. Siempre estaba lamentándose y
compadeciéndose de sí misma, y diciendo cómo estaba de Esto hizo que la reina se enfureciera, y que quisiera de nuevo
aburrida y de sola en el palacio. expulsar de sus aposentos a la zagala, pero ella seguía
asegurándole que todo lo que le había dicho era cierto.
—Si tuviésemos hijos, sí que habría animación —dijo ella.
—La reina solo tiene que darle a mi madre un sorbito o dos de
Adonde fuera en sus dominios, encontraba la bendición que alguna bebida… porque, cuando se achispe, verá cómo
Dios concedía a las gentes a través de los niños, incluso en las encuentra muy rápido el modo de ayudarla a usted.
casuchas más miserables, y allá donde llegara, siempre oía a las
beatas echando rapapolvos a los rapaces, y diciéndoles que lo La reina se preparó para hacer lo que le aconsejaba la niña, así
que habían hecho estaba mal por este o aquel motivo. Todo esto que mandó que buscaran de nuevo a la mendiga y las agasajó a
lo oía la reina, y pensaba en lo bien que estaría haciendo lo las dos con vino e hidromiel. Bebieron cuanto quisieron, y
mismo que hacían las demás mujeres. Al final, el rey y la reina verdaderamente, no tuvo que esperar demasiado, pues
adoptaron una chiquilla y se la llevaron al palacio para criarla, enseguida se le soltó la lengua. Entonces la reina planteó de
para tenerla siempre junto a sí, para amarla si hacía las cosas nuevo la pregunta que había hecho antes.
como debía y para reprenderla si se portaba mal, como si fuera —Una manera de ayudarte… Sí, puede que sepa una—, dijo la
su propia hija. pordiosera—. Su Majestad debe hacer que le traigan dos cubos
Así que un día, la chiquilla que habían adoptado como si fuese de agua una noche, justo antes de irse a dormir. En cada uno se
su hija bajó corriendo al patio del palacio y se puso a jugar con habrá de lavar, y después arrojará el agua debajo de la cama.
una manzana de oro. Justo entonces pasó por allí una vieja Cuando a la mañana siguiente se asome a mirar ahí abajo, verá
comadre, una pordiosera, acompañada por una niñita. La que dos flores habrán brotado, una de ellas hermosa y la otra
chiquilla y la rapacita de la mendiga no tardaron en hacerse muy fea. La hermosa tendrá que comérsela, mientras que la otra la
amigas y empezaron a jugar juntas, lanzándose una a la otra la dejará allí, erguida, pero mucho ojo: ¡no puede olvidarse Su
manzana dorada. Cuando la reina vio esto, sentada como estaba Majestad de la segunda!»
junto a una de las ventanas de palacio, se puso a dar golpecitos Esto es lo que dijo la mendiga.
en el cristal para que su protegida subiese. La niña obedeció al
instante, pero la mendiga también subió con ella, y cuando La reina, muy obediente, hizo cuanto le recomendaba la
estaban entrando en la alcoba de la reina, lo hicieron cogidas de comadre pedigüeña. Ordenó que le llevaran el agua en dos
la mano. Entonces, la reina reprendió a la damita, diciéndole: cubos, se lavó con esa agua y luego los vació bajo la cama.
Entonces, ¡oh, milagro!: cuando fue a mirar ahí abajo a la
—Deberías saber que tu dignidad te impide corretear e ir por mañana siguiente, vio que había dos flores. Una era fea y estaba
ahí jugando con una mocosa pordiosera y andrajosa. pocha, con todas las hojas negras, pero la otra brillaba y era muy
Y quiso expulsar de allí a la rapacita. hermosa. Era de verdad una flor muy bonita, hasta el punto de
que la reina no había visto nunca una flor parecida. Así que se
—¡Ojalá conociera la reina los poderes de mi madre! Pues si así la comió al punto. En realidad, tan dulce le supo la flor que no
fuera, no me expulsaría, dijo la zagalilla, y cuando la reina le pudo resistirse y se comió también la otra, pues pensó: «No
preguntó qué quería decir con eso, ella le dijo que su madre puede hacerme ningún daño, ni tampoco molesto a nadie.
podría conseguir que tuviera hijos si así lo elegía. La reina no Además, en todo caso, va a suceder lo que el cielo quiera.»
se lo creyó, pero la rapacita seguía en sus trece, y le repetía que
lo que decía era la pura verdad, y desafió a la reina a que Pues bien, sucedió exactamente así. Porque, al cabo de un cierto
intentase llamar a su madre para pedirle que lo hiciera. Así que tiempo, tuvieron que conducir a la reina a la cama. En primer
la reina envió a la niñita a buscar a su madre. lugar, tuvo una niña que llevaba una cuchara de palo en la mano