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ArielLingüística Robert-Alain de Beaugrande

Wolfgang Ulrich Dressler

Introducción
a la
lingüística
del texto
/ española
/!Versión y estudio preliminar de
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SEBASTIAN BONILLA
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EditorialAriel, S.A
Barcelona
Diseño cubierta: Nacho Soriano

Título original:
Einfíihrung in die Textlinguistik

Edición en inglés:
lntroduction to Text Linguistics

1.' edición: mayo 1997

ID 1\lax Niemever Yerlag, Tübingen 1972


ID Roben de B� augrand� . 1981 �
ID Longman Group Limited, 1981, 1994

Derechos exclusivos de edición en español


reservados para todo el mundo
y propiedad de la traducción:
ESTUDIO PRELIMINAR
ID 1997: Editorial Ariel. S. A.
Córcega, 270 · 08008 Barcelona
Qué es un texto, o cristalización
ISBN: 84-344-8215-0
versus urbanismo
Depósito legal: B .. 13.441- 1997
Especulemos un poco. Supongamos que los textos se organizan si­
Impreso en España guiendo un procedimiento parecido al de la cristalización m ineral.
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño
El fenómeno de la cristalización consiste, en esencia, en que una
de la cubierta, puede ser reproducida. almacenada o transmitida reunión caótica de elementos independientes se convierte en una es­
en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, tructura máximamente ordenada. Ello es posible gracias a la conjun­
químico. mecánico. óptico. de grabación o de fotocopia,
sin permiso previo del editor..
ción de miríadas de actividades microscópicas e inconexas entre sí, las
cuales, en el interior de un medio mineral, van creando, poco a poco,
zonas crecientemente cohesionadas de coherencia que se van am­
pliando de manera sucesiva hasta completar la reorganización estruc­
tural total del medio.
Aunque haya pocas cosas en el universo tan ejemplarmente orde­
nadas como un cristal observado a través de un microscopio, no se
puede aceptar que la metáfora de la cristalización sirva como base de
un modelo textual explicativo, a causa de una razón obvia: la cristali­
zación consiste en un fenómeno natural no intencionado y, por lo tan­
to, no resulta pertinente aplicarlo en el análisis de la actividad comu­
nicativa humana, prototípicamente cultural e intencionada.
No obstante, el fenómeno de la cristalización puede utilizarse
como argumento en contra de la idea, demasiado extendida, según la
cual para que un texto esté ordenado basta simplemente con que esté
cohesionado y sea coherente. Si no se quiere reducir el texto a un per­
fecto pero muy poco interesante ente mineral cristalizado, se ha de en­
tender que la cohesión y la coherencia que lo caracterizan son pro­
ducto de una actividad cultural intencionada, y que, por lo tanto, am­
bas propiedades son inseparables de la intencionalidad.
Antes de continuar; na aclaración pertinente con respecto al con­
cepto de intencionalidad. Parece obvio que es imposible (re)conocer la
8 I'-:TRODCCCIÓL\ �\ LA L li\GGÍSTICA ESTUDIO PRELIMINAR 9

intención última, recóndita, que mueve a un hablante o a un escri tor v los marcadores discursivos) que guíe la trayectoria interpretativa de
a producir un texto. Pero no es a eso a lo que nos estamos refiriendo Íos usuarios textuales.
aquí, sino más bien a una concepción intersubjetiva de la intención . En este sentido, un texto se parece más a un espacio urbano que a
En la vida cotidiana, cuando alguien produce un texto está muy inte­ un mineral cristalizado. Al igual que los espacios urbanísticos, los tex­
resado en que sus receptores lo entiendan, en el sentido de que reco­ tos están modelados para dirigir la actividad interpretativa de sus
nozcan la intención que transmite. Tal y como se demuestra en el usuarios (ambos suelen estar cohesionados, ser coherentes y son un
ejemplo siguiente que aparece en casi todos los manuales de pragmá­ producto intencionado e interactivo). Como sucede en la trama urba­
tica, cuando alguien nos aborda en la calle y nos dice «¿ tiene hora?» , na, los textos toleran un cierto nivel de entropía, de desorden relativo,
habitualmente entendemos ese enunciado, no como una pregunta li­ siempre que el receptor (o el transeúnte del texto) acepte realizar
teral que haya de responderse con un «SÍ» o un «nO», sino como una un esfuerzo adicional de procesamiento para compensar sus errores e
petición que requiere una respuesta informativa (puesto que hemos imperfecciones formales y para recuperar la información elidida e im­
reconocido la intención con la que ha sido producida). Se trata de de­ plícita (Beaugrande y Dressler denominan a este fenómeno «aceptabi­
volver el aura mediocritas a la intencionalidad, de desalojada de su lidad»). Dando una última vuelta de tuerca a la analogía, de manera
prolongada estancia en la filosofía hermenéutica y trasladarla al con­ parecida a como una nueva plaza ha de entablar con los edificios del
texto de la interacción comunicativa cotidiana, ya despojada de cual­ entorno un diálogo urbanístico, cada nuevo texto ha de relacionarse
quier tipo de especulación . En su manual, Beaugrande y Dressler tra­ intertextualmente con los textos previos que lo han hecho posible.
tan la problemática que plantea la intencionalidad en el contexto am­ Dada la compatibilidad del modelo que Beaugrande y Dressler pre­
plio y suficientemente explorado por la ciencia cognitiva de los planes sentan en este manual con la metáfora del urbanismo, puede afirmar­
y de las metas. se que ésta sirve corno base intuitiva para fundamentar un modelo de
Sigamos especulando. Supongamos que los textos se organizan si­ texto centrado en las ideas de construcción de un espacio formal y
guiendo un procedimien to parecido al de la urbanización de un terri­ conceptualmente homogéneo (cohesión y coherencia), de actividad
torio. productiva e interpretativa (intencionalidad y aceptabilidad), de inte­
El urbanista ha de resolver los mismos problemas que se plantean racción con el entorno a causa de su localización física y conceptual
en la organización de cualquier otro espacio semiótico, como, por (situacionalidad e intertextualidad) y de calidad (nivel de informativi­
ejemplo, un texto (Zunzunegui, 1 990). El entramado urbano será re­ dad, eficacia, efectividad y adecuación).
corrido por transeúntes y por vehículos (el texto será interpretado por
sus receptores), y, por esa razón, el urbanista ha de prever sus movi­
mientos interpretativos, proyectando la estructura de los l ugares de Un problema previo de terminología
tránsito y de los lugares de encuentro, amueblándolos con elementos sin apenas importancia
de naturaleza interactiva, en forma de carteles, letreros, indicadores,
etc., que informen, propicien o exijan determinados comportamientos El cronista de la evolución de las disciplinas científicas debería re­
a sus usuarios (como, por ejemplo, imponer un lím i te de velocidad a servar siempre un espacio para los chistes privados. Por ejemplo, se
los automóviles, obligar a los transeúntes a cruzar la carretera por un han impreso muchas páginas y se han dedicado muchas horas de dis­
determinado lugar señalizado con un paso cebra o bien organizar los cusión a la pasión inútil de establecer las supuestas diferencias exis­
movimientos de entrada y de salida de los usuarios en los transportes tentes entre «texto» y « discurso» . Quien escribe estas l íneas no t iene
públicos). El transeúnte o el conductor respetuosos con la urbaniza­ noticia de ningún caso equiparable en otros ámbitos del conoci ­
ción prevista del teiTitorio realizarán una descodificación adecuada miento: l o que unos lingüistas llaman « texto» es, precisamente, l o que
del texto urbano, asegurándose el éxito de sus movimientos (interpre­ o tros denominan « discurso» y viceversa. Existe unanimidad en el de­
tativos). Una descodificación aberrante (por ejemplo, cruzar por don­ sacuerdo.
de no está previsto o aparcar el coche en la zona de los peatones) es Teun A. van Dij k comentó recientemente que los investigadores ale­
una infracción. De igual manera, el productor textual ha de prever los manes y holandeses que trabajaron, a principios de los años setenta,
movimientos de sus receptores potenciales, incluyendo en su texto in­ en la fundamentación científica de la lingüística del texto, no dispo­
formación interactiva (presentada prototípicarnente por los conectores nían en sus propias lenguas de un concepto transparente de discurso,
ESTUDIO PRELL\liNAR 11
10 Il'T RODCCC!Óf-.: A L A Lll'G0ÍSTICA

por lo que optaron por utilizar de manera unánime el término « tex­ allá del mundo conocido de los límites de la oración, probablemente
to>>, que les era más familiar, empleando «discurso», cuando escribían no imaginaron nunca que, algunos años después, los temas estrella de
en inglés, para referirse a una entidad marcadamente abstracta. Si se la disciplina texrual (la cohesión y la coherencia) estarían incluidos en
sigue la trayectoria de las publicaciones de Van Dijk, puede compro­ los programas oficiales tanto de la enseñanza secundaria como de la
barse que en sus trabajos anteriores a 1 9 8 1 utiliza el concepto << textO>> , universitaria.
mientras que en los aparecidos a partir de esa fecha emplea el térmi­ De entre las muchas maneras posibles de presentar este manual
no «discurso>> , ya de manera sistemática, aunque en ambos casos y clásico de la lingüística del texto, en este estudio preliminar se ha pre­
desde enfoques distintos, Van Dijk esté tratando, en esencia, el mismo ferido el procedimiento de seleccionar algunos aspectos relevantes que
objeto básico de estudio. En el caso de las publicaciones más recien­ caracterizan el concepto clave de « textualidad>> , para comentar el tra­
tes de Robert de Beaugrande, el problema terminológico sencillamen­ tamiento (breve, pero casi siempre original, cuando no revelador) que
te desaparece, . puesto que suele utilizar de manera habitual el sintaa- b
les aplican Beaugrande y DressleL
ma « texto y d1scurso>> . Pero acaso donde se advierta mejor la escasa Con la excepción hecha de la retórica clásica (entendida, en su
importancia de este quizá seudoproblema terminológico algo sobredi­ acepción no restringida, como la formación de comunicadores ex­
mensionado es en la relativa coincidencia entre el contenido de la ma­ pertos), de la estilís tica literaria y de la tradición didáctica de la en­
yor parte de los trabajos de lingüística del texto y de análisis del dis­ señanza de la lectura y de la escritura, los objetos de estudio de las
curso (compárese, por ejemplo, los trabajos «textuales>> de Van Dijk, diversas disciplinas lingüísticas han sido casi siempre, o bien la pa­
1 980, Beaugrande y Dressler; 1 98 1 , o Balliday y Basan, 1 976, con los labra, o bien la oración. Desde el punto de vista de la lingüística del
trabajos «discursivos>> de Brown y Yule, 1 98 3 , Stubbs, 1 987, o Schif­ texto, es un lugar común afirmar que lo que hace que un texto sea un
fTin, 1 994). texto no es su gramaticalidad, sino su textualidad. Un texto no es sim­
plemente una suma de palabras, oraciones o párrafos; un texto tam­
poco es una superoración de gran longitud compuesta parcialmente
A modo de presentación de la Introducción por oraciones bien formadas y colocadas en secuencia lógica (para
de Beaugrande y Dressler una exposición de las diferencias entre texto y oración, puede con­
sultarse en la bibliografía en inglés Balliday y Basan, 1 976, y Van
Resulta cuanto menos paradójico el hecho de que un conocido gru­ Dijk, 1 978; en italiano, Conte, 1 977; en español, Petófi y García Be­
po británico de música pop haya grabado su último disco compacto rrio, 1 97 8 , Bernárdez, 1 98 2 , Mederos, 1 98 8 , y Fuentes, 1 996b; en ca­
utilizando la tecnología digital más avanzada precisamente para si­ talán, Rigau, 1 98 8 , y Castella, 1 992). Bien es verdad que, como seña­
mular el ruido de fondo que la aguja del tocadiscos producía en su la Beaugrande ( 1 997), entre 1 96 5 y 1 97 5 , en la época de las denomi­
roce con los antiguos discos analógicos de vinilo; por toda explicación, nadas gramáticas textuales de base generativa, se consideraba que l as
el líder del grupo declaró a los medios de comunicación que quería diferencias teóricas entre una oración y un texto eran únicamente
obtener un «Sonido clásico>> . cuantitativas. Culminando esta l ínea argumentativa generativa, se hi­
Con la traducción de este libro, quince años después de su prime­ potetizó con escasa fortuna acerca de la existencia de un supuesto
ra edición, se intenta recuperar y reivindicar el sonido clásico, genui­ « principio de suplementación >> según el cual, para explicar la estruc­
no, de la lingüística del texto. En cualquier otra disciplina científica tura de un texto, bastaba con añadir unas reglas textuales nuevas a
resultaría una rareza que hayan pasado tantos años antes de disponer los sistemas de reglas y demás formalismos oracionales ya conocidos.
de una versión en castellano de un manual que sigue y seguirá siendo Esta vía de investigación, que hoy se considera situada en los lejanos
de cita obligada en la práctica totalidad de los trabajos especializados inicios de la disciplina textual, renunciaba explícitamente a la idea de
en temas textuales. Esta versión en castellano pretende acabar con que el texto fuese una unidad lingüística específica y diferenciada de
esta suerte de extravagancia. la oración. Todas las teorías textuales posteriores a esa época funda­
Quizá la razón última que pueda justificar la iniciativa de traducir cional dan por sentado, incluso corno si fuera una trivialidad, que el
ahora este libro haya sido que el paso de los años ha situado a la lin­ texto no es necesariamente una unidad lingüística supraoracional
g �ística del texto en un lugar privilegiado. Quienes, a principios de los (una palabra, como «PELIGRO>> , o un enunciado, como « Abróchense
anos setenta, se aventuraron en la investigación de lo que sucedía más los cinturoneS>> , debidamente contextualizados, también son textos),
12 INTRODUCCIÓN A LA LINGÜÍSTICA ESTUDIO PRELIMINAR 13

sino que se trata de una unidad comunicativa cualitativamente dis­ cio nes de diversa naturaleza, por ejemplo, de causalidad. La inten­
tinta. cionalídad consiste en que la organización cohesiva y coherente del
Aun a riesgo de que parezca una afirmación que invi ta a la polé­ texto sigue un plan dirigido hacia el cumplimiento de una meta, ha­
mica, puede suponerse que las unidades lingüísticas denominadas bitualmente extralingüística. La aceptabilidad se manifiesta cuando u n
« palabra» y «oración» se han establecido mediante la aplicación de receptor reconoce que una secuencia d e enunciados constituye un tex­
unos planteamientos teóricos que contrastan de manera evidente con to cohesionado, coherente e intencionado porque lo que se comunica
la realidad de la comunicación, ya que, sin ir más lejos, los mismos es, a su juicio, relevante. La situacionalidad se refiere a los factores
lingüistas que estudian de manera exclusiva la oración producen, re­ que hacen que un texto sea pertinente en un determinado contexto de
ciben e intercambian continuamente, tanto en su vida cotidiana como recepción. La intertextualidad indaga en el hecho de que la interpreta­
en su vida académica, textos genuinos monologados y conversaciona­ ción de un texto dependa del conocimiento que se tenga de textos an­
les. Que no se interesen científicamente en ellos quizá sea consecuen­ teriores. La informatividad es el factor de novedad que motiva el inte­
cia de una elección metodológica basada en dos suposiciones: la pri­ rés por la recepción de un texto. En cuanto a los principios regulati­
mera, que todo lo que de interesante hay en un texto está contenido vos de la comunicación textual, la eficacia de un texto depende de que
necesariamente en las oraciones que lo componen y, la segunda, que quienes intervengan en su intercambio obtengan los mejores resulta­
más allá de la oración no se puede aplicar seriamente el método cien­ dos comunicativos posibles invirtiendo en esa tarea un esfuerzo míni­
tífico, ni se pueden obtener resultados respetables. En este manual in­ mo. La efectividad está en relación con la intensidad del impacto co­
troductorio, la apuesta de Beaugrande y Dressler es, precisamente, de­ municativo que el texto provoca en sus receptores. La adecuación es
mostrar la inconsistencia de ambas suposiciones. el equilibrio óptimo que se consigue en un texto entre el grado de ac­
Basándos e en la idea de que los comunica dores producen y reci­ tualización de los criterios de textualidad, por un lado, y la satisfac­
ben textos siguiendo intencionadamente unos planes cuyo cumpli­ ción de las demandas comunicativas, por otro. A continuación se se­
miento les permitirá alcanzar las metas deseadas (éste sería el motivo ñalan, sin afán de exhaustividad, algunos problemas relevantes que
no ingenuo que movería a los interlocutores a participar de manera plantea el funcionamiento de esas normas y de esos principios.
cooperativa en las interaccion es comunicativas), Beaugrande y Dress· La cohesión representa la función comunicativa de la sintaxis.
ler proponen un modelo de procesami ento textual muy exigente, en el Beaugrande y Dressler demuestran, mediante un sistema de análisis
sentido de que ha de cumplir rigurosam ente muchos requisitos de dinámico basado en redes cognitivas, que la cohesión, en contra de lo
control, modelo que coloca a la lingüística del texto en la posición que prevén otros enfoques más estáticos (como, por ejemplo, el de Ha­
de columna vertebral interdiscip linaria encargada de regular las rela­ lliday y Hasan, 1 976), no consiste únicamente en un conjunto de re­
ciones entre la lingüística , la ciencia cognitiva y la inteligenc ia artifi­ laciones superficiales que interconecta gramaticalmente los diversos
cial. componentes textuales, sino que cada elemento lingüístico dirige y
En el modelo propuesto en este manual, cualquier texto ha de cum­ mediatiza la operación de acceso a otros elementos lingüísticos con
plir siete normas (interrelac ionadas entre sí mediante restriccio nes) y los que se interrelaciona. De esta manera, el modelo de procesamien­
tres principios reguladores de la comunica ción textual. De entre los to de la cohesión que proponen Beaugrande y Dressler no cae en la fa­
siete criterios de textualida d aludidos, hay dos de tipo lingüístic o lacia (señalada convenientemente por Brown y Yule, 1 98 3 : 2 36-46) de
(cohesión y coherencia) , dos psicolingü ísticos (intencion alidad y acep­ o tros modelos textuales no cognitivos de cuyo funcionamiento se de­
tabilidad), dos socioling üísticos (situacio nalidad e intertextu alidad) y duce, por ejemplo, que cuando el receptor encuentra un pronombre,
uno de tipo computa cional (inf'onnatividad); los tres principio s comu­ ha de retroceder en el texto hasta que encuentra su referencia. Sobre
nicativos son eficacia, efectividad y adecuación. Según este modelo in­ este punto en concreto, la explicación que ofrecen Beaugrande y
terdiscip linario, la cohesión consiste en que las secuenci as oraciona les Dressler es que la cohesión funciona asegurando que se mantenga ac­
que compon en la superfic ie textual están intercon ectadas a través de tivada en la memoria la información relevante, de manera que cuan­
relacion es gramati cales, como la repetició n, las formas pronom inales, do aparezca un elemento pronominal, el receptor no tenga que trasla­
la correferencia, la elisión o la conexió n. Un texto posee coherencia dar su atención físicamente hacia atrás en el texto, sino que bastará
cuando los conceptos (configu raciones de conocim iento) que compo­ con que recupere en su memoria activa esa información. Precisiones
nen su universo del discurso están intercon ectados a través de rela- de este tipo son las que permiten entender, por ejemplo, que un lector
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pueda comprender en tiempo real el texto que está leyendo o que un de asociarse necesariamente a esos tres fenómenos el de l a aceptabi­
ovente entienda a su in terlocutor a la vez que éste le está hablando: la lidad.
c;hesión textual le asegura a ese lector o a ese oyente la disponibili­ El carácter interactivo de la cohesión y de la coherencia se advier­
dad de la información que sea relevante en cada momento. te con claridad cuando se examina el hm ¿ ionamiento de la elisión tex­
Bien es verdad que la propuesta de Beaugrande y Dressler de re­ tuaL Si bien la mayor parte de los modelos textuales se centran, de
presentar gráficamente las r elaciones de cohesión y de coherencia tex­ manera casi exclusiva, en la posibilidad de borrar de la superficie tex­
tuales mediante redes cogni tivas repletas de etiquetas y de trayectorias tual la información conocida y los elementos redundantes, para po­
(véanse los capítulos IV, V y IX) puede parecer compleja y desanimar tenciar así la presencia de la información relevante, Beaugrande y
a más de uno. Ahora bien, se ha de tener en cuenta que este tipo de Dressler proponen que se preste atención sobre todo a la utilización
visualización cartografía de una manera bas tante reveladora interrela­ estratégica de la elisión: cuando el productor elide un elemento tex­
ciones textuales muy abstractas que serían muy difíciles de clarificar tual está, en realidad, propiciando que el receptor lo reponga mediante
mediante otros procedimientos. En cualquier caso, Beaugrande y su propia actividad interpretativa. De esta manera -que en el ámbito
Dressler consideran que este tipo de redes cogni tivas consti tuye un de la política se calificaría sin duda de «maquiavélica»- el productor
mal menor a falta de otro sistema de análisis más conveniente: en obliga a que el receptor se implique en el proceso de reconstrucción
efecto, pese a su aparente complejidad, simplifican enormemen te las textual . Aunque pueda parecer paradój ico, un texto completo, acaba­
representaciones mentales auténticas que construyen los receptores do, cerrado en sí mismo, minimiza, cuando no repele, la actividad re­
textuales mediante operaciones inferenciales tan extraordinariamente ceptora; por el contrario, un texto con zonas de elisión, la potencia.
complejas y veloces de ejecución como la de aplicar el conocimiento En este punto, sólo es de lamentar que en muchos manuales de com­
previo del mundo almacenado en su mente a la comprensión del tex­ posición se enseñe a escribir; pero no a no escribir lo que conviene eli­
to que están procesando en ese momento en tiempo real (véase, por dir para implicar de una manera efectiva al lector en el texto.
ejemplo, la figura 1 4). El nivel de informatividad textual plantea siempre una especie de
Una de las ideas que desmantelan Beaugrande y Dressler en su ma­ dilema interactivo similar al de la mayor parte de los j uegos de estra­
nual es la de que la cohesión y la coherencia (esta última se encarga tegia. Un texto que posea un bajo nivel de informatividad (es decir; que
de asegurar la continuidad del sentido y la interconectividad del con­ sea predecible y esté compuesto por i nformación conocida) requiere
tenido textual) son propiedades intrínsecas de los textos y respon­ un esfuerzo m ínimo de procesamiento, pero carece totalmente de in­
sabilidad absoluta de quien los produce. En un giro copernicano, terés para el receptor (por ejemplo, en los aviones, nadie atiende a l as
Beaugrande y Dressler proponen que la cohesión y la coherencia son, instrucciones de la tripulación sobre cómo colocarse el chaleco salva­
por un lado, restricciones i nscritas en el texto por el productor; en­ vidas, excepto si se tiene una motivación especial, como la de ser fa­
cargadas de orientar los procesos cognitivos interpretativos que han talista o la de haber viajado poco en ese medio de transporte). Un tex­
de poner en funcionamiento los receptores; y, por otro, ambas pro­ to con un nivel alto de informatividad (es decir, que sea sorprendente
piedades constituyen el producto de esa misma actividad interpretati­ y contenga información nueva) requiere un esfuerzo elevado de pro ­
va. Sólo un planteamiento similar a éste podría explicar el hecho cla­ cesamiento, pero promete que no defTaudará el interés que el recep­
ve de que un texto con irnperfecs;iones formales, que presente un de­ tor ponga en su in terpretación (por ejemplo, un mensaje en clave que
terioro más o menos grave en su cohesión o en su coherencia, pueda contenga i nformación sobre movimientos de tropas del ejército ene­
ser interpretado sin problemas (aunque sí con dificultades) por los re­ migo). Habitualmente, los textos reales poseen zonas de diferente ni­
ceptores textuales. En este sentido, el mantenimiento de la cohesión vel de informatividad; no obstante, lejos de buscar un equilibrio en el
y de la coherencia textuales se apoya (y, en ocasiones, se suple) con la nivel de informatividad del conjunto del texto, como parece aconsej ar
actividad interpretativa de los receptores; es decir� con la «aceptación» la lógica, Beaugrande y Dressler postulan que para potenciar la efec­
del texto por parte del receptor, con la realización de sus propias con­ tividad textual , el productor ha de decantarse sin duda por proporcio­
tribuciones al m ismo y con la sistemática aportación de inferencias nar el mayor nivel de informatividad posible a su texto en la promesa
reparadoras de la superficie y del sentido textuales. Desde este punto de que el receptor invertirá un mayor esfuerzo, pero obtendrá un ma­
de vista, si en el primer apartado de este estudio preli m inar se apun­ yor beneficio cognitivo: comunicarse con eficacia exige, por lo tanto,
taba la i nterrelación entre cohesión, coherencia e i ntencionalidad, ha correr un riesgo (calculable) .
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Suele ser una tendencia bastante habitual en lingüística intentar Con la intención de complementar de un modo modesto el trabajo
demostrar la validez de una hipótesis mediante complejas demostra­ de Beaugrande y Dressler; esta prospectiva, necesariamente breve, deja
ciones teóricas, cuando, en ocasiones, se plantean problemas que ya a un lado la crónica de la evolución reciente de la disciplina textual y
han sido resueltos en el contexto de la comunicación en la vida real. se centra en el tratamiento de tres temas, dos de ellos prototípicos (la
Por ejemplo, la existencia de una interrelación necesaria entre texto y tipología textual y los conectores) y uno tan novedoso que, en el mo­
situación todavía es motivo de especulación y de discusión entre lin­ mento de publicar este estudio preliminar� todavía no existen trabajos
güistas, cuando ese problema ya ha sido resuelto en la práctica por los específicamente lingüísticos sobre el mismo (la hipertextualidad) .
ayuntamientos que alquilan el espacio público a empresas que quie­ El afán por reducir a la máxima sencillez lo que e s extrema­
ren anunciarse en vallas publicitarias: la tarifa se establece de acuer­ damente complejo ha llevado a simplifi car, de manera abusiva, la
do con dos parámetros, teniendo en cuenta las dimensiones del anun­ cuestión de las tipologías textuales. En contraste con la orientación
cio (es decir, el tamaño físico del signo), y, sobre todo, el contexto, el empírica, característica de la disciplina textual desde sus orígenes, la
lugar (situacionalidad) en que se va a colocar el texto propagandísti­ actividad en este terreno se ha circunscrito de manera casi rnonote­
co. Resulta obvio el hecho de que la situacionalidad multiplica o dis­ mática a la elaboración de inventarios clasificatorios de tipos puros e
minuye el impacto persuasivo de una valla publicitaria; un texto colo­ ideales de texto, cuando la realidad comun icativa ofrece textos com­
cado en una ubicación privilegiada i ncrementa su valor comunicat ivo; plejos, que bien podrían denominarse, provisionalmente y de manera
un texto situado en un lugar periférico, lo disminuye. La situacionali­ hipotética, «intertipológicos» . En un trabajo reciente, que reorienta la
dad relativiza los conceptos de cohesión y de coherencia: un texto pue­ discusión de una manera quizá definitiva, uno de los especialistas en
de ser coherente en una situación e incoherente en o tra (precisamen­ el tema, Adam (1 992), demuestra que no existen textos tipológica­
te en este j uego se basa el mecanismo principal del humor). mente puros, sino textos en donde se integran secuencias prototípicas
Para finalizar esta breve presentación, parece oportuno recordar, de naturaleza diversa (descriptivas, argumentativas, explicativas, na­
mediante un ejemplo, la elegancia explicativa que caracteriza a este rrativas, etc.). Por lo tanto, desde esta nueva perspectiva, lo i nteresan­
manual. Para explicar en qué consiste la intertextualidad, Beaugrande te es analizar empíricamente cómo se ensamblan en un mismo texto
y Dressler u tilizan la metáfora de las señales de tráfico. Si un con­ secuencias prototípicas distintas, y, ya desde una perspectiva teórica,
ductor encuentra en la carretera una señal de tráfico en la que se mar­ estudiar cómo funciona la i ntertipologicidad.
ca el final de la limitación de velocidad, eso quiere decir que kilóme­ El terna discursivo de moda en estos últimos años de fin de siglo
tros antes encontró otra señal que limitaba la velocidad. No se trata es, sin duda, los conectores y los marcadores del discurso, o por lo me­
de que un elemento remita a otro espacialmente, sino de que un ele­ nos eso parece a la vista del creciente número de publicaciones, de la
mento activa un determinado conocimiento almacenado previamente cantidad de tesis doctorales que se están realizando y del inusitado i n­
en la memoria. La relación entre ambas señales de tráfico es i ntertex­ terés que despierta actualmente el terna entre los lingüistas .
tual, es decir; no se puede i nterpretar una sin hacer referencia a la Retando la concepción de Saussure de que el signo lingüístico po­
otra. En este punto, Beaugrande y Dressler levantan la sospecha de see un significante y un significado, los conectores parecen requerir
que quizá n ingún texto pueda interpretarse de o tra manera si no es en una estrategia de tratamiento bastante distinta. No ha servido de mu­
clave i ntertextual. cho colocarlos, corno ha s ido habitual durante varios siglos de pensa­
miento gramatical, en el l imbo evanescente de las partículas y de los
elementos de relación. Ha resultado muy fácil llevar a cabo la tarea de
Prospectiva ubicar los conectores en cuadros clasificatorios, pero muy problemá­
tico mantener esas clasificaciones cuando en ellas se ha i ntroducido
Desde el año 1 98 1 , en que se publicó originalmente esta Introduc­ un bisturí crítico . El primer dato obvio acerca de este tipo de elemen­
ción, hasta la fecha, han ido apareciendo nuevos enfoques y se han tos que se ha de tener en cuenta es que un conector relaciona cogni­
propuesto nuevos t ratamientos de las cues tiones textuales más signi­ tivamente al menos dos elementos informativos (ya sean textuales y/o
ficativas, especialmente desde una disciplina, el análisis del discurso, contextuales) y que, por lo tanto, no parece que sea una buena estra­
llamada a integrar, entre o tras, las aportaciones de la lingüística del tegia de investigación analizarlo aisladamente de su entorno y de sus
texto y de la pragmática. condiciones de uso.
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ESTUDIO PRELIMINAR 19
18 1:\TRODL'CC!Ó:\ ..\ LA lll\GCÍSTICA
el gasto de energía que éste ha de emplear en sus operaciones menta­
Junto con otras teorías pragmáticas recientes (como la de la argu­
les de in terpre tación. Así, por ejemplo, cuando el hablante introduce
mentación francesa, por ejemplo), la teoría de la relevancia (Sperber su enunciado con una secuencia conectiva del tipo <<ahora en serio » ,
y Wilson, 1 9962, y Wilson y Sperber; 1 990; véase también Espinal,
está invitando a que su interlocutor interprete l o que s igue a conti­
1 988, Garrido, 1 990, Leonetti, 1 993 , Sánchez de Zavala, 1 994, Escan­
nuación en una clave determinada, neutralizando malentendidos y
de!!, 1 9962, Bonilla, 1 992, 1 996, y Montolío, 1 992, 1 997) ha sentado las
ahorrándole tiempo de procesamiento.
bases para un nuevo tratamiento de los conectores. En esta línea de
Desde el punto de vista de la teoría de la relevancia, los conec tores
investigación des tacan sobre todo los trabajos de Blakemore ( 1 987)
no contribuyen al contenido semántico de los enunciados entre los
y Blass ( 1990). Como punto de partida puede analizarse el trabajo . de que aparecen insertos, es decir, su presencia no aporta información
� lass sobre el funcionan:iento de los conectores a y ka de la le ngua conceptual alguna; ahora bien, sí transmiten una valiosa información
sissala (hablada en Burkma-Faso), en principio equivalentes a la con­
computacional, que repercute directamente en la minimización del es­
junción and inglesa o y española. En esencia, a se u tiliza cuando el
fuerzo de procesamiento que ha de invertir el receptor en la interpre­
acontecimiento que se describe en el segundo m iembro de la coordi­
tación de los enunciados conectados.
nación sucede de una manera normal, mientras que ka se emplea
En contra de lo que se presupone en algunos trabajos sobre e l
cuando el �egundo acontecimiento ocurre de una manera especial,
tema, l a existencia d e conexión formal no crea por s í sola l a relación
anormal o mesperada . Así, por ejemplo, la diferencia entre
textual (que, en realidad, preexiste al conector), aunque sí contribuye
a hacerla más explícita. Así, por ejemplo, en la secuencia
X iba paseando por la calle y (a) se encontró a z
)•
X i ba paseando por la calle (ka) se encontró a z
(A) El delantero chutó mal el balón, [pero] (B) el portero no pudo evi­
tar el gol
radica en que a señala que el enunciado que le sigue ha de i nterpre­
t �rse segú ? .el guión estandarizado con respecto a ese tipo de s i tua­ la relación semántica que se establece entre las dos proposiciones (A)
Ciones cotidianas (un encuentro casual en la calle), mientras que, por y (B) exige la presencia de un conector de tipo adversativo o con tra­
su parte, ka da una instrucción de procesamiento especial, que sugie­ argumentativo. De ahí lo anómalo que resulta, desde un punto de vis­
re que el encuentro s � ha producido de u n modo i nhabitual (por ejem­ ta pragmático, usar en ese contexto un conector de tipo, por ejemplo,
plo, que B estaba hendo e n el suelo o que A se ha asustado al ver a B conclusivo:
porque pensaba que estaba muerto). Esta idea de que hay elementos
cuya función no es tanto la de codificar un concepto o la de marcar ?
El delantero chutó mal el balón, [por lo tanto] el portero no pudo evi­
una relación, como la de i ndicar de qué manera ha de procesarse una tar el gol
secuencia, juega un papel decisivo en el tratamiento de los conectores
que proponen las últimas líneas de i nvestigación sobre el tema. A pesar de haberse insertado un conector ( <<por lo tanto»), una
E n el acercamiento explicativo de la teoría de la relevancia sobre marca explícita de relación, no se ha podido crear automáticamente,
e ! funcionamiento de. los conectores discursivos se maneja la hipóte­ mediante ese procedimiento forzado, una relación conclusiva entre las
SIS de que los enunciados poseen dos tipos básicos de información: dos secuencias presun tamente conectadas. En realidad, la relación es­
por un lado, contienen información conceptual, es decir; información tablecida entre ambas secuencias no se modifica de manera sustan­
gramat � cal � cerca de ! contenido conceptual del enunciado, y, por o tro, cial, haya o no haya nexo entre ambas
t �·ansmlten mfo m;aczon _ computacional, esto es, información pragmá­
tica acerca de como ha de procesarse el contenido concep tual del El delantero chutó mal el balón; el portero no pudo evitar el gol
enunciado.
Blakemore ( 1 9 87) ya h a�ía formulado esta idea cuando argumen­ o si el nexo es inadecuado (precisamente porque la relación semánti­
. ca, como se dijo antes es previa el nexo, puede advertirse cuándo se
to, que los enunciados contienen « constricciones de procesamiento»
que guían la trayectoria interpretativa de los mismos. E n este sent ido, está utilizando incorrectamente u n conector). Ahora bien, la ventaj a
cuand? un hablante u tiliza u n conector está indicando el t ipo de pro­ evidente d e usar e l conector pertinente e s la d e hacer explícita la re­
cesamiento que espera que ponga en marcha el oyente, reduciendo así lación cohesiva que mantienen ambas secuencias. El receptor que ha
20 1:\TRODCCCIÓ::.: A L A LINGUÍST!Cr\ ESTUDIO PRELIMINAR 21

de interpretar un texto puede apoyarse en la guía que le proporcionan navegante va construyendo con sus movimientos y decisiones u n tex­
los conectores, entendiendo que funcionan a modo de indicios rele­ to vi ;tual nuevo. Como señalan Rouet et al. ( 1 996), la hipertextualidad
vantes que restringen y señalan la dirección en que es pertinente pro­ plantea un nuevo objeto de estudio, no sólo a la ciencia cognitiva, s ino
_
también a la lingüística. La perspectiva que se abre ante el mvestiga­ _
cesar la información" La presencia del conector adecuado, de la infor­
mación computacional precisa, multiplica la eficiencia interpretativa dor es apasionante: ¿ cómo tratar, en el seno del hipertexto, el fenó­
del receptor; ya que reduce al mínimo el esfuerzo, y con ello, el gasto meno multidimensional de la conexión virtual?, ¿qué modificaciones
de energía de procesamiento. En consecuencia, que se utilicen conec­ pueden sufr i r nuestros viejos conceptos analógicos de cohesión y de
tores no sólo es una manifestación como se afirma por doquier de que coherencia en el marco de la hipertextualidad digital?, ¿de qué mane­
los comunicadores intentan organizar formalmente sus enunciados, ra se verá afectado el problema de la s ituacionalidad en el contexto del
proporcionándoles cohesión, sino de que intentan ser máximamente hiperespacio virtual?, ¿qué sorpresas deparará la revisión del conce�­
relevantes para que el receptor acceda a la i nterpretación más ade­ to, ya algo añejo, de intertextualidad en este nuevo planteamiento _ di­
cuada a un coste mínimo que rentabilice el esfuerzo empleado en la gital'?, ¿qué tipo de tratamiento analítico se aplicará al nuevo proto­
interacción comunicativa. colo de procesamiento de la información que plantea el fenómeno de
A causa de la reciente invasión de los teléfonos móviles, ya puede la navegación hipertextual'? El lector tiene ahora en sus manos una in­
decirse que hoy día casi todos los lugares habitados por seres huma­ troducción a la lingüística del texto y, desde este apartado titulado
nos del planeta Tierra están i ntercomunicados mediante el teléfono. «prospectiva>> que aquí concluye, se le i nvita a imaginar cómo sería
La red Internet utiliza esa misma infraestructura telefónica, sólo que una hipotética i ntroducción a la lingüística del hipertexto.
en cada extremo de la línea hay un ordenador que permite intercam­
biar con otros ordenadores no sólo sonido, sino también imágenes y
texto. Cuando, después de unas maniobras de navegación por el ci­ Para seguir leyendo
berespacio (universo virtual formado por los ordenadores que están
interconectados entre sí en una red telemática), un internauta entra en En este apartado se presentan exclusiv amente referenc ias biblio­
un documento (cuyo emplazamiento físico puede residir en un orde­ gráficas de trabajos publica dos en nuestro país.
nador situado en las antípodas geográficas), se encuentra con un hi­ Algunas de las i ntroduc ciones a la lingüíst ica del texto (más o me­
pertexto. nos extensas y profund as) son: Petofi y García Berrio ( 1 979), Ramón
Como explica Codina ( 1 996), un hipertexto es un texto digital (un Trives ( 1 979), Rigau ( 1 98 1 ), Acosta ( 1 982), Albaladejo y García Berrio
documento electrónico) con múltiples enlaces asociativos que remiten ( 1 982), Bernárd ez ( 1 982), Lozano ( 1 982), Mezeltin ( 1 988), Núñez La­
a otros textos digitales. Mientras que un texto analógico se estructura devéze ( 1 99 1 , 1 993), Castella ( 1 992), Casado ( 1 993), Fuentes ( 1 996b) y
de acuerdo con el orden lineal de lectura previsto, un hipertexto digi­ Núñez y Del Teso ( 1 996).
tal es un conjunto de elementos informativos interconectados en for­ El fenóme no de la cohesió n se trata monote máticam ente en Me-
ma de red y que aprovecha las ventajas de acceso aleatorio a la infor­ cleros ( 1 988), Luna ( 1 990) y Fuente s ( 1 996a).
mación que facilitan los ordenadores . Aunque pueda leerse de la ma­ Acerca de las tipologí as textuale s, puede consulta rse Fernánd ez-Vi-
nera tradicional, es decir, en forma secuencial, la modalidad típica de llanueva ( 1 990) y Milián ( 1 990).
desplazamiento hipertextual es la lectura navegacional (no ha de olvi­ En cuanto a reflexio nes sobre la relación entre escritur a y textua­
darse que el texto analógico también posee herramientas propias de lidad, resultan recome ndables Calsam iglia ( 1 990) y Poca ( 1 99 1 ).
navegación, como los índices temáticos, de autores o de contenidos, Han tratado diversos aspectos de la textualid ad desde distinto s
las remisiones i nternas, las referencias bibliográficas, etc.). Navegar puntos de vista didáctic os Battane r ( 1 985), Cassany ( 1 978, 1 99 3 ), Az­
por la i nformación supone una liberación de las restricciones impues­ nar, Cros y Quintan a ( 1 99 1 ), Camps et al. ( 1 990) y Camps ( 1 994).
tas por la secuencialidad textual, ya que se aplican criterios de bús­ Sobre la i ntertextu alidad, abordada desde una perspect iva textual
queda basados en asociaciones que i ncluyen potencialmente cualquier y pragmát ica, destaca Reyes ( 1 994).
tipo de relación que pueda imaginarse entre dos elementos textuales. Han acometi do el estudio de los conectores desde práctica mente
En este sentido, la navegación por la información digital es responsa­ todos los puntos de vista (convers acional, argume ntativo, gramati cal,
ble de buena parte de la interactividad característica del hipertexto: el relevant ista, etc.) Fuentes ( 1 987, 1 993a y b, 1 995-96) , Portolés ( 1 989,
22 l"TRODL'CCIÓ" A LA LI'-:GCíSTIC.; ? _,
....
ESTL'DIO PRELI!v!INAR _

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Gredos. Correo electrónico: robert.de. beaugrande@univie.ac.at
26 I'\TRODCCCIÓ'\ A LA LI!\G UÍSTICA

SEBASTIAN BONILLA
Sección de Lingüística
Departamento de Traducción v Filología
Cni\'ersidad Pompeu Fabra -

La Rambla, 30-32
08002 Barcelona
Voz: 93-542 24 49 (desde España) 34-3-542 24 94 (internacional)
Fax: 93-542 23 02 (desde España) 43-3-542 23 02 (internacional)
Correo electrónico: bonilla_sebastian@trad.upfes

AGRADECIMIENTOS

Este manual intenta introducir al lector no especialista en la cien­


cia del texto y del discurso. Los perfiles básicos de la disciplina ya fue­
ron expuestos en el libro de Robert-Alain de Beaugrande Text, Dis­
course, and Process (Norwood, New Jersey, Ablex; Londres, Longman,
1 980), una introducción más exhaustiva y especializada que la pre­
sente. En este libro hemos intentado presentar una síntesis de las
aportaciones a la lingüística del texto, por un lado, de aquellas ten­
dencias de la lingüística tradicional cuyo objeto de estudio se encuen­
tra situado más allá de la oración, y, por otro, de un amplio abanico
de i nvestigaciones interdisciplinares en el campo de la producción, de
la recepción y del uso de los textos en la interacción humana. No que­
remos dej ar de señalar que las consultas personales que realizamos a
la mayor parte de los investigadores cuyos trabajos citamos repe tida­
mente han sido de un valor y una ayuda inestimables.
Brad Schultz y Sofía Solczak-Roberts leyeron el manuscrito. Peggy
Drinkwater negoció con paciencia las condiciones que permitieron l a
creación del libro. A todos ellos y a todos aquellos cuyas ideas han
quedado reflej adas aquí, nuestro agradecimiento más sincero.
PREFACIO

l . E n el encuentro de la Societas Linguistica Europaea del vera­


no de 1 97 6, decidimos preparar una traducción actualizada del libro
del profesor Dressler EinfLilmmg in die Textli11guistik ( 1 972a) que tan
buena acogida tuvo en su momento. Ahora bien, mientras realizába­
mos la tarea preliminar de someter a examen y dar un sentido unita­
rio a las nuevas i nvestigaciones llevadas a cabo desde 1 972, nos dimos
cuenta de que nuestro plan era i ngenuo. En esta etapa inicial de bús­
queda de teorías y de métodos novedosos, advertimos en seguida que
las tendencias más recientes en l ingüística del texto no se l imitaban
simplemente a ampliar los antiguos métodos conocidos para que pu­
dieran aplicarse a un objeto de estudio nuevo, sino que pretendían
modificar las condiciones teóricas mismas que requiere la constitu­
ción de una ciencia del texto. A todo ello se añadía el hecho de que
esta evolución de los estudios textuales estaba mucho más marcada
por la cooperación i nterdisciplinaria de lo que era habitual en la lin­
güística de tipo tradicional. En consecuencia, decidimos desarrollar
un plan y un formato de trabajo completamente nuevos para confec­
cionar nuestro panorama introductorio. 1
2. Queremos i nsistir desde el principio en que de ningún modo
hemos dado un tratamiento exhaustivo ni definitivo a las cuestiones
que conciernen a la l ingüística del texto. Con frecuencia nos hemos
ocupado de problemas que han ido apareciendo recientemente, pro­
blemas que sólo recibirán un tratamiento adecuado cuando los i nves­
tigadores trabajen en la materia de un modo coordinado muchos años.
Aun así creemos que puede ser útil no sólo plantear tales cuestiones,
sino también intentar sugerir algunas respuestas razonables que las

1 . En nuestra nueva división del trabajo, Robert de Beaugrande se ha ocupado de la mayor par­
te de los temas que han aparecido desde 1 972 ; la contribución del profesor Dressler se ha centrado en
las áreas que ya había cubierto en su libro de 197 2 , especialmente en el campo de la cohesión.
30 1 '\ T ROD LCCIO'\ .:, L A LI'\GLÍSTICA PREFACI O 31

aclaren. En cualquier caso nos daremos por satisfechos si nuestm li­ las correlaciones profundas entre las partes que componen una totali�
bro pudiera ser utilizado como guía en estos momen tos de cambio y dad (véase X.29).
S . Parece razonable suponer que una ciencia joven como la lin­
·

de rápida transición en que vive inmersa la disciplina.


3. Cualquier estudio de transición que trate cuestiones multidis­ güística ambicione alinearse entre las ciencias más prestigiosas, como
ciplinal eS del tipo que proponemos en este manual está abocado a la la física, las matemáticas y la lógica formal. Sin embargo, no hay que
con troversia. Así, por ejemplo, algunos investigadores niegan el valor olvidm que la comunicación, como cualquier otra actividad humana,
de la lingüística del texto en su conjunto e insisten en que la dimen­ posee una física especial propia y unas propiedades matemáticas y ló­
sión oracional es el terreno más apropiado para la investigación lin­ gicas peculiares. Una aplicación i ndebida y rígida de las nociones pro­
güística. 2 O tros desean admitir que los textos son un objeto de estu­ vinentes de las ciencias <<exactas » podría deshumanizar el objeto de
dio pert inente, pero no están dispues tos a pagar como precio el que se estudio de la lingüística, hasta el punto de que la i nvestigación resul­
alteren de un modo sustancial los métodos de análisis conocidos.3 tara irrelevante. Ha de recordarse que un formalismo es una repre­
Quienes sí aceptan modificaciones profundas en su trabajo no se po­ sent ación, no una explicación; y un medio, no un fin. En este sentido,
nen de acuerdo, sin embargo, en cuál de las nuevas direcciones de in­ ha de entenderse que el simple análisis de las estructuras formales de
vestigación es la mejor . 4 Con independencia de lo que las personas o una lengua puede fT-acasar en el esclarecimiento de la naturaleza y
instituciones comprometidas en la tarea hicieran en el pasado, en de la función que realiza un elemento lingüístico en el amplio contex­
nuestra opinión lo que debería decidir qué métodos han de usarse to de uso en el que aparece.
6. Los términos y los conceptos que se emplean en lingüística
en la investigación es la naturaleza misma de los textos, entendidos
como acontecimientos comunicativos. En la práctica, nuestro enfoque atestiguan en muchas ocasiones la ambición de la disciplina por al­
no i ntenta competir con los métodos tradicionales, sino complemen­ canzar el rigor matemático, lógico y científico. No obstante, la acep­
tarlos, aunque, en muchas ocasiones, nos hemos ocupado de cuestio­ tación acrítica de estos únicos fundamentos teóricos podría ser peli ­
nes que los enfoques antiguos ni siquiera l legaron a plantear: grosa. Debido a la naturaleza de su objeto de estudio, una ciencia del
4. Thomas Kuhn (1 970) contribuyó de un modo decisivo a la di­
texto exige poseer unos términos y conceptos propios. En este senti­
vulgación de la idea de hasta qué punto las actividades realizadas en do, los modelos probabilísticos son más adecuados y realistas que los
el campo de lo que podríamos llamar <<ciencia normal» no están con­ deterministas; los enfoques dinámicos de operaciones de construcción
troladas -como sería lo esperable- por la naturaleza misma de los de estructuras son más productivos que las descripciones estáticas de
objetos de investigación, sino por un acuerdo mantenido convencio­ esas mismas estructuras. Hay que intentar descubrir regularidades, es­
nalmente por los científicos. Esta situación es especialmente preocu­ trategias, motivaciones, preferencias y valores por defecto en lugar de re­
pante en lingüística, ciencia en la que el objeto de estudio es muy fle­ glas y leyes. Las tendencias dominantes permiten realizar una clasifi­
xible y diversificado, pues es difícil encontrar algún aspecto del pen­ cación más realista de los fenómenos que las categorías estrictas. La
samiento, la acción y la interacción humanas que no esté impregnado aceptabilidad y la adecuación son dos criterios que ha de cumplir un
en alguna medida por el lenguaje. Si bien es cierto que los científicos texto y que tienen más importancia que la gramaticalidad y la correc­
no pueden evitar ser reduccionistas cuando construyen sus teorías y ta formación . Los procesos ele razonamiento humano son más esencia­
sus modelos, deberían tener presente, sin embargo, que la simplifica­ les para utilizar y transmitir el conocimiento mediante textos que las
ción es una condición temporal y poco recomendable de la cual hay pruebas lógicas. La tarea de la ciencia consiste en sistematizar la va­
que prescindir tan pronto como sea posible. Parece comprobado que guedad de sus objetos de investigación, no en ignorarla.s
7. Como ya señaló Thomas Kuhn (1 970: 1 36-43), normalmente
un enfoque i ntegrado y comprehensivo conduce a una explicación más
s imple del lenguaje entendido en su totalidad, que otro enfoque más los manuales dan la impresión de que todos los descubrimientos e in­
fragmentado y restringido: la preocupación por la exact itud del deta­ vestigaciones que se han realizado a lo largo de la historia de una dis­
lle en campos aislados de i nvestigación puede entorpecer la visión de ciplina científica sólo han servido para preparar el terreno del cual
surgirán por fin la constelación de teorías y problemas que hoy con­
2.Por ejemplo, Dascal y Margalit ( 1 974) sideramos importantes. Quizá cualquier otro modo de presentación de
3.Por ejemplo, Ballmer ( 1 975).
4. Para hacerse una idea de la impresionante diversidad de puntos de vista, véanse los artículos
. El estatuto científico ele los estudios textuales se explora en Beaugrande ( 1 98 1b )
en Petüfi (ecl.) ( 1 979) y el panorama que se presenta en Dressler (ed.) ( 1 978).
5.
reumclos
-

32 1 :\ T RODCCClÓ� A LA L ll\GUiST lCA

la materia confundiría al estudiante con una colección desorganizada


de disputas, muchas de las cuales no son relevan tes desde nuestra
perspectiva actual. En este libro dedicamos algún espacio a comparar
el « paradigma» de la lingüís tica del texto con paradigmas an teriores.
También hemos intentado mantener un grado razonable de unidad y
consistencia en nuestra exposición, incluso en cuestiones que todavía
provocan vivos debates en el seno de la comunidad de la lingüística
del texto. En este sentido, hemos señalado cuáles son algunas de las
principales áreas de disensión, aunque inevitablemente hayamos pa­ CAPÍTULO I
sado por alto o atenuado algunas afirmaciones y puntos de vista que
nos parecían demasiado personales. Esperamos que tales deficiencias NOCIONES BÁSICAS
sean perdonadas en un manual sobre u n ámbito de conocimiento no­
vedoso que vive i nmerso en una rápida evolución.
l . He aquí seis muestras de lenguaje que comparten algunos ras­
gos y difieren en o tros: 1

[1] NIÑOS
JUGANDO
DESPACIO

[2] Duérmete niño, duérmete ya,


que viene el coco y te comerá

[3] A sus veinte años de edad, Willie B. es un teleadicto i ntransigente.


Odia las noticias y los programas de entrevistas, pero es un fanático
aficionado de los partidos de fútbol. Se pone tan nervioso cuando in­
terrumpen con anuncios la retransmisión de un partido que i ncluso
a veces le pega puñetazos al televisor. Un amigo s uyo dice que se
comporta como «Un niño pequeño>> . Willie B. es el único gorila del
zoo de Atlanta. El pasado mes de diciembre un representante de Ten­
nessee TV se enteró de la solitaria vida que lleva Willie B. y le regaló
un televisor para que le hiciera compañía.

[4] En una zona del desierto de N uevo México se alzaba un enorme cohe­
te V-2 de color amarillo y negro de 1 4 metros de altura. Vacío pesa­
ba cinco toneladas. Llevaba como combustible ocho toneladas de al­
cohol y oxígeno líquido. Todo estaba preparado para el lanzamiento.
Los militares y los científicos se habían parapetado detrás de unos

Los ejemplos [ 1 ] y [2] son de dominio público. El ejemplo [3] se extrajo del número publicado
el 22 de enero de 1 979 de la revista Time. El ejemplo [4] aparece en McCall y Crabbs ( 1 96 1 ); este ejem·
plo ha sido muy utilizado después en otros trabajos (véase la nota 10 en el capítulo V, Beaugrande,
1 980a y e, 1 9 8 l b , y Simon y Chester, 1 979). El ejemplo [5] procede de House at Poolz Conzer de Mil­
ne ( 1 928: 44 y ss.). El poema [6] es un soneto del amor oscuro de Federico García Lorca. Estos ejem­
plos serán tratados a lo largo del libro: [ 1 ] en L4-6 y 1 9-2 1 ; [2] en 1.1 1 ; [3] en VII .Z J -28; [4] en Ill.26,
IV.7- 1 0 , 24, 29, V.29-39; [5] en VL29-3 1 ; y [6] en VIL29-42
--

3-+ 1:\TRODLCC IÓ :\ A LA LI:\Gl!ÍSTIC-\ 1\0CIOr-;ES BASICAS 35

Pero yo te sufTL Rasgué mis venas,


montículos de tierra, a cierta distancia del ingenioo Dos destellos 1 o­
tigre y paloma, sobre tu cintura
j os anunciamn la inmi nencia del lanzamientoo De pronto, con una
en duelo de mordiscos y azucenas.
gran llamarada y un fuelle estmendo, el enorme cohete ascendió pri­
Llena, pues, de palabras mi locura
mero lentamente v luego cada \oez más ele prisao Iba dejando una es­
o déjame vivir en mi serena
tela de llamaradas amarillas de unos 20 metms de largo. En un ins­
noche del alma paro siempre oscura.
tante, la llamarada parecía una csl! ella amarillao En pocos segundos,
se había alejado tanto que ni siquiera podía \·islumbrarse; el radar se­
guía su trayectoria a medida que ascendía a una velocidad cercana a 2 . Todos los ejemplos anterio1 es son TEXTOS usados e n SITUACIO­
los 200 kilómetros por horao lVlinutos después del lanzamiento, el pi­ NES DISCURSIVAS diferentes. El hecho de que estos textos puedan utili­
loto de un avión de vigilancia lo vio regresar. Aterrizó a unos 64 ki­ zarse de diversas maneras indica que pertenecen a TIPOS DE TEXTO dis­
lómetros del punto de partida. tintos : [ 1 ], señal de tráfico; [2], canción de cuna; [3], artículo perio­
dístico; [ 4], fTagmento de artículo científico; [5], conversación entre
[5] HE FFALUMP (relal/liéndose) : ¡Jo, jo! dos participantes que intercambian el tumo de habla; y [6], poema. Pa­
PIGLET (distraídamente) : Tra-la-la, tra-la-la. rece razonable exigir a una ciencia del texto que sea capaz de descri­
HE FFALUI\lP (sorprendido .v no lo suficientemente seguro de sí mismo) : bir o de explicar tanto los rasgos que comparten como las diferencias
¡Jo, jo! que separan unos tipos de texto de otros. De igual manera, una cien­
PIGLET (más dislraídanzente aún}: Tu-tu-tu, tu-tu-lLL cia del texto debería hacer explíci to qué normas han de cumplir los
HE FFALUI\lP(iba a decir de nuet•o «jo, jo", pero le da z u z repentino ata­ textos, cómo se producen y cómo se realiza su recepción, de qué ma­
que de tos) : Lo (tose). .. ¿Qué pasa aquí?
nera los usan los hablantes en el marco de una situación comunicati­
PIGLET (sorprendido) : ¡ Hola! Mira, he hecho una trampa y estoy espe­
rando que caiga en ella un heffalump.
va determinada, etc. Las palabras y oraciones que aparecen literal­
H EFFALUMP (con et•idente desaprobación ) : ¡Vaya ! (Después de wz largo mente en un texto son indicaciones interesantes que ha de tener muy
silencio) ¿ Estás seguro de lo que dices? en cuenta el analista, pero no reproducen la totalidad de lo que se está
PIGLEI : Sí. comunicando, por lo que si en nuestro análisis nos limitásemos a ellas
H EFFALUMP: ¡Vaya! (Nervioso) Yo . . . yo creía que era una trampa que nunca podríamos ofrecer una descripción completa de cómo funciona
había hecho yo mismo para cazar un piglet. un texto. Y precisamente el problema más apremiante que ha de re­
PIGLET (s01prendido): ¡ Oh, no! solverse es cómo FUNCIONAN los textos en la INTERACCIÓN COMUNICATIVA .
H EFFALUMP: ¡ O h ! (En tono conciliador) Puede ... , puede que yo me haya
3 . U n TEXTO e s un ACONTECIMIENTO COMUNICATIVO que cumple sie­
equivocado. te normas de TEXTUALIDAD. Si un texto no satisface alguna de esas nor­
PIGLET: Me temo que sí. (Cortésmente) Lo siento (en tono burlesco).
H EFFALUJ\lP: Bueno, bueno, bueno. Supongo que será mejor que me
mas entonces no puede considerarse que ese texto sea comunicativo.
vaya. Por consiguiente, los textos que no sean comunicativos no pueden
PIG LET (descuidadamente) : ¿Te vas? Bien, si por casualidad ves por ahí analizarse como si fueran textos genuinos (véase III.S). En este capí­
a C hristopher Robín, ¿puedes decirle que lo estoy buscando? tulo se esbozan las siete normas de textualidad de una manera i nfor­
H E FFALUI\lP (ansioso por quedar bien) : ¡ Desde l uego! ¡ D esde luego ! mal y, más adelante, se dedica un capítulo aparte a profundizar en
(huye a toda velocidad). cada una de ellas.
4. La primera norma de textualidad es la COHESIÓN. La cohesión
[6] EL POETA PIDE A SU AMOR QUE L E ESCRIBA establece las diferentes posibilidades en que pueden co11ectarse e11tre sí
de11tro de ww secue11cia los componentes de la SUPERFICIE TEXTUAL, es
Amor de m is entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
decir� las palabras que realmente se escuchan o se leen. 2 Los compo-
y pienso, con la flor que se marchi ta,
que si vivo sin mí quiero perderte. 2. La « Superficie• textual no es, desde luego, un material e11 bmto compuesto por sonidos o mar·
cas impresas. Su existencia presupone que las expresiones lingüísticas que la componen han sido pre­
El aire es inmortal. La piedra inerte sentadas por alguien en la interacción y el receptor ha logrado identificarlas. La cuestión que plantea
ni conoce la sombra ni la evita. el enfoque procedimental es cómo se produce realmente esa identificación Sobre este tema puede con­
Corazón interior no necesita sultarse Selfridge y Neisser ( 1 960); Sperling ( 1 960), Neisser ( 1 967), Crowder y M ot1on ( 1 969), Woods
la miel helada que la luna vierte. et al. ( 1 976), Rumelhan ( 1 977a) v Walker (ecL) ( 1 978).
3ó 1 '\TRODLCClÓ'\ A LA Ll '\G LÍ ST l C A '\OC!Oi'\ES BASICAS 37

nen tes que integran la superficie textual dependen unos de otros con­ explica� cómo es posible que s e produzcan AMBIGÜEDADES d e este tipo
forme a unas convenciones y a unas formalidades gramaticales deter­ en la superficie textual , sino que también ha de aclarar cómo los ha­
minadas, de manera que la cohesión descansa sobre DEPENDENCIAS blantes resuelven, de hecho, la mayor parte de estas ambigüedades sin
GRAi\IATICALES. Tal como han señalado con frecuencia los lingüistas, las ninguna dificultad. En la interpretación de un texto, como puede ver­
secuencias superficiales de un texto no se pueden reorganiza¡ de un se, la superficie textual no es decisiva en sí misma; para conseguir que
modo 1adicalmente distinto al originario sin que ello cause al teracio­ la comunicación sea eficaz ha de existir INTERACCióN entre la cohesión
nes significativas en ese texto. Por ejemplo, sería absurdo modificar el y las otras normas de textualidad (véase III.4).
ejemplo [ 1 ] de la manera siguiente 6. La segunda norma de textualidad es la COHERENCIA. La cohe­
rencia regula la posibilidad de que sean accesibles entre sí e interac­
[ ] a] JUGANDO túen de un modo relevm1te 5 los componentes del MUNDO TEXTUAL, es de­
DESPACIO cit; la configuración de los CONCEPTOS y de las RELACIONES que sub_va­
NIÑOS
cen bajo la superficie del texto. Un CONCEPTO es una estructuración de
conocimientos (o contenidos cognitivos) que el hablante puede activar
y pedir luego a las autoridades pertinentes que lo adopten como texto o recuperar en su mente con mayor o menor unidad y congruencia
en una señal de tráfico. La serie de palabras [ l a] es tan inconexa que (véase V.4 y ss.). Las RELACIONES son los VÍNCULOS que se establecen en­
los conductores apenas entenderían una señal con esas características, tre los conceptos que aparecen reunidos en un mundo textual deter­
debido, obviamente, a que se han deteriorado las dependencias gra­ minado : cada vínculo recibe una denominación según los conceptos
maticales inscritas en su superficie textual, y éstas son las principales que conecte. Por ejemplo, en 'niños jugando', 'niños' es un concepto
indicaciones que permiten entender el significado y el uso de las pa­ objeto y 'jugando' es un concepto acción. Que se pueda establecer una
labras que aparecen en el texto. Todos los procedimientos que sirven relación mental entre ambos conceptos se debe a que los 'niños' son
para marcar relaciones entre los elementos superficiales de un texto los agentes de la acción 'jugar' (véase V. 26[b ]). En ocasiones, aunque
se incluyen en el concepto de COHESióN} no siempre, las relaciones no se establecen en el texto de un modo EX­
5. Adviértase que el ejemplo original PLÍCITO, esto es, no se ACTIVAN directamente a través de las expresiones
que aparecen en la superficie textual (véase V.4). Para suplir esta ca­
[J] NIÑOS rencia de indicaciones explícitas los hablantes suelen aventurar hipó­
JUGANDO
tesis acerca de la existencia latente de tantas relaciones como sean ne­
DESPACIO
cesarias para dar sentido al texto desde el inicio. Así, por ejemplo, en
ausencia de otras pistas, en la señal de tráfico [ 1 ], 'despacio' tiene más
podría in terpretarse de diversas maneras. Del hecho de que los 'niños' sentido si se entiende como « Cantidad de movimiento>> que como un
estén 'jugando despacio'-+ podrían derivarse algunas conclusiones nada «atributo>> asociado con 'niños'.
favorables sobre la capacidad física o la i nteligencia de esos niños. Sin 7. El tipo de relaciones que se incluyen bajo la denominación de
embargo, la interpretación más natural aconseja segmentar el texto en CAUSALIDAD6 ejemplifican de un modo particularmente claro en qué
dos partes ('niños jugando', por un lado, y 'despacio', por otro), dedu­ consiste la coherencia. Las relaciones de causalidad regulan la mane­
ciendo a continuación que los conductores han de aminorar la veloci­ ra en que una situación o un acontecimiento influye en las condicio­
dad de sus vehículos para evitar poner en peligro la vida de los niños nes que han de darse para que ocurra otro acontecimiento. En un
que juegan en las i nmediaciones. Una ciencia del texto no sólo ha de ejemplo como el siguiente:

3 . El término «cohesión" fue divulgado p o r Halliday y m á s tarde p o r su esposa Hasan (véase Ha­ 5 . Sobre la coherencia, véase Harwcg ( 1 968), Km1tunen ( 1 968), Bellert ( 1 970), Van Dijk ( 1 972a,
lliday, 1 964, Hasan, 1 968, y Halliday y Hasan, 1 976). Cotéjese también con el uso de esta noción en 1 977a ), Kintsch ( 1 974) y Beaugrande ( 1 980a) La «coherencia» se ha confundido o mezclado a menu­
Crymes ( 1 968), Harweg ( 1 968), Palek ( 1 968), Hobbs ( 1 976) y Webber ( 1 978). Advié11ase que la utili­ do con la «cohesión"; no obstante, parece indispensable establecer una distinción entre la conectivi­
zación que se hace en este manual del término «cohesión» es extremadamente amplia, puesto que in­ dad superficial y la conectividad del contenido subyacente (véase \Viddowson, 1 973, Coulthard, 1 977,
cluye todos los medios de señalización de dependencias textuales superficiales (confróntese con Halli­ y Beaugrancle, 1 980a)
dav, 1 964: 303) . 6. Pueden encontrarse desc1ipciones sobre la causalidad diferentes pero compatibles con la nues­
.
4. Los ejemplos lingüísticos se enmarcarán entre comillas simples. Para otros tipos de ejemplos tra en Schank ( 1 975) y \Vilks ( 1 977b). En IV.46 se mencionan algunos «marcadores" que señalan la
se usarán las comillas angulares" causalidad.
-

38 I\:TRODCCCIO\: .-\ L.-\ Ll\:GCÍSTIC.-\ \:OCIONES B..i.SIC.-\S 39


[7] Se cayó de un ter cer piso v se rompió una pierna 1 0 . O tra manera d e observar los acontecimientos o las situacio­
nes es desde el punto de vista de su ordenación en el TIEMPO. La cau­
el acon tecimiento 'caída' es la CAUSA del acontecimien to 'rotura', pues­ sa, la posibilidad y la razón se caracterizan por su direccionaliclad pro­
to que el primero ha creado las condiciones necesarias para que se gresiva, esto es, el primer acontecimiento es la causa, hace posible o
diera a continuación el segundo. En el ejemplo siguiente, por el con­ �roporciona la razón para que suceda el acontecimiento posterioL En
tJ ario, se aplica un tipo de causalidad más débil: cambio, el propósito se caracteriza por su direccionalidad regresiva,
es decil; la acción posterior conlleva el propósito que ha movido la
[S] María del Campo cocinó un delicioso pastel de chocolate. Horas des­ realización de la acción anterior. Las relaciones temporales pueden lle­
pués, María del Mar robó el pas tel y se lo comió con sus amigas. gar a ser muy complejas, dependiendo de la manera en que se orde­
nen las acciones, los acontecimientos o las situaciones implicadas en
En este caso, la acción de María del Campo ha creado las condi­ ellas. En el ejemplo siguiente:
ciones suficientes, pero 110 necesarias, para que María del Mar pudiera
llevar a cabo su acción (es decir; la ha hecho posible, aunque no obli­ [1 1] Cuando fue a coger un yogur, vio que la nevera estaba vacía
gatoria); a esta relación se le llama POSIBILIDAD.
8. Las relaciones conceptuales mencionadas no agotan todos los nuestro conocimiento estereotipado del mundo nos indica que la ac­
tipos de causalidad. En un ejemplo como el siguiente: ción A 'ir a coger un yogur' sucedió con posterioridad a la acción B
'acercarse a la nevera' (la acción B marca el límite terminal de la ac­
[9] No gana más dinero porque trabaja pocas horas ción B), pero también nos indica que la acción A sucedió al mismo
tiempo que la acción C 'ver la nevera vacía'. La relación de PROXIMIDAD
la primera acción no es la causa o lo que hace posible que suceda la TEMPORAL que puede darse entre dos acontecimientos distintos se con­
segunda, sino que 'no gana más dinero' es indudablemente un resul­ cretará ele maneras diferentes, según los límites establecidos entre las
tado predecible y razonable de 'trabaja pocas horas'. Cuando una ac­ acciones que compongan esos acontecimientos. 7
ción es el resultado esperable de un acontecimiento previo, la relación 1 1 . La sección V.2 5 y ss. se reservan para una exposición sobre
que se establece entre esa acción y el acontecimiento se denomi na RA­ otras relaciones ele coherencia. No obstante, hemos ele señalar que nos
ZON. En resumen: que alguien se caiga de u n tercer piso es la causa (y estamos moviendo s iempre entre consideraciones que van más allá del
no lo que hace posible o la razón) de que se rompa una pierna; que texto, entendi do éste en un sentido restringido como aquello que se ha
alguien haga un pastel hace posible (pero no es la causa ni la razón) dicho o se ha escrito ele un modo explícito. De ello se deduce clara­
que alguien lo robe; que alguien trabaje poco es la razón (y no la cau­ mente que la coherencia no es un simple rasgo que aparezca en los
sa ni lo que lo hace posible) de que gane poco dinero (véase Wilks, textos, sino que se trata más bien ele un producto ele los procesos cog­
1 9 7 7b : 2 3 5 y ss. ). nitivos puestos en funcionamiento por los usuarios de los textos. La
9 . Aún hay otra relación distinta a la d e causa, la posibilidad y la simple yuxtaposición de acontecimientos y ele situaciones en un texto
razón, como puede apreciarse en el ejemplo siguiente: activa operaciones que generan relaciones ele coherencia. Puede ad­
vertirse ese efecto en el ejemplo siguiente:
[ 1 0] La abuela fue a la alacena para darle un hueso a su perTo
[2] Duérmete niño, duérmete ya,
La primera acción de la abuela (dirigirse a la alacena) hace posi­ que viene el coco y te comerá
ble la segunda (darle un hueso al perTo), pero existe una diferencia
muy importante entre los ejemplos [8] y [ 1 0] : en [ 1 0] el agente tiene En el texto se señalan de un modo explícito una serie de acciones
u n PLAN, mientras que en [8] el agente no hizo su pastel para que se ('dormir', 'venir' y 'comer'); las únicas relaciones que se establecen en·
lo llevara u n ladrón. Cuando se planea i ntencionadamente que suce­ tre cada acción son las de AGENTE ('coco') y ENTIDAD AFECTADA ('niño')
da un acontecimiento B a partir de la concreción de un aconteci­ (acerca ele estos términos, véase V. 2 6 y ss. ) . Aunque sea simplemente
miento anterior A, se considera que el acontecimiento B posee u n
PROPOSITO. 7. En IV.47 se analizan algunos marcadores que indican proximidad temporal. Sobre las !i·onte­
ras entre acontecimientos, véase IIL2-l
�OCIO:\ES BASIC..\S
40 I�TRODL:CCIÓ� A L A L l t\ G C Í STICA 41

en virtud de la configuración verbal, es probable que cualquier re­ pecífica dentro de u n PLAN ) . 9 Bien es verdad que -en algún grado al
ceptor textual suponga que las acciones descritas intentan ser una pis­ menos- puede considerarse que, en sí mismas, la cohesión y la co­
ta de la CARACTERIZACIÓN de los agentes (aunque no se dice en ningún herencia son metas operativas que si no se alcanzan podrían bloquear
momento que el niño no quiere dormir y que el coco se come a los la consecución de otras metas discursivas. No obstante, como sucede
niños que no duermen) . Esta operación de enriquecimiento del mun­ de maneJa notoria en la conversación espontánea, los receptores prac­
do textual mediante la aportación del propio conocimiento del mundo tican habitualmente cierta TOLERANCIA hacia producciones lingüísticas
que realiza el receptor se denomina H A C E R INFERENCIAS (véase V. 3 2 de sus interlocutores que difícilmente pueden considerar;e como
y ss .). cohesionadas y coherentes (véase VI.2 y ss.). Una estructura relati­
1 2 . El fenómeno de la coherencia puede ser también útil para vamente confusa como la siguiente (documentada en Coulthard,
perfilar mejor algunas características que debería reunir una ciencia 1 977 : 72) :
del texto sólidamente fundamentada sobre la idea de que el texto es
una forma de actividad humana. Un texto no tiene sentido por sí mis­ [ 1 2] Bien, ¿dónde . . . en qué parte de la ciudad vives?
mo, sino gracias a la interacción que se establece entre el CONOCI­
M IENTO PRESENTADO EN E L TEXTO y el CONOCIM IENTO D E L MUNDO ALMACE·
no provoca trastornos en la comunicación, pues aunque la meta se­
NADO EN LA M E M ORIA de los i nterlocutores (véase Petofi, 1 974, y IX.24-
cundaria de mantener la cohesión no se cumpla por completo, el ha­
40) . De este planteamiento se deduce que los lingüistas textuales han blante consigue alcanzar su meta principal: enterarse de la dirección
de cooperar con los psicólogos cognitivistas en la exploración de cues­ de su i nterlocutor. Ahora bien, también es cierto que si el hablante se
tiones básicas para ambas disciplinas, como por ejemplo el problema obstina tercamente en producir un texto sin cohesión ni coherencia
del sentidoS de un texto. O tra conclusión que puede derivarse de lo ex­ entonces ese texto puede perder buena parte de su interés (véase IX. l S
puesto hasta aquí es que las teorías y los métodos que se u tilicen en y ss.), por lo que la relación comunicativa con el receptor también
la investigación no han de ser DETERMINísncos sino, por el contrario, puede deteriorarse completamente.
PROBABI LÍSTICOS, es decir, deberán aclarar no lo que sucede siempre
14. La cuarta norma de textualidad es la ACEPTABILIDAD. La acep­
sino, por el contrario, lo que sucede 11ormalme11te. Bien es verdad que tabilidad se refiere a la actitud del receptor: una serie de secuencias
hablantes diferentes pueden inferir sentidos ligeramente distintos en que consti � uyan un texto cohesionado y coherente es aceptable para
la interpretación de un mismo texto. No obstante, no cabe la menor un determmado receptor si éste percibe que tiene alguna relevancia
duda de que el «Sentido del texto» es una propiedad bastante estable: por ejemplo, porque le sirve para adquirir conocimientos nuevos �
la mayor parte de los hablantes pueden ponerse de acuerdo sin pro­ porque le permite cooperar con su interlocutor en la consecución de
blemas en cuál es el contenido de un texto, puesto que normalmente una meta discursiva determinada. 1 0 Esta actitud receptora es, en últi­
realizan unas operaciones de interpretación similares (véase V. l ) . ma i nstancia, la responsable de factores tales como el tipo de texto, la
1 3 . Tanto l a cohesión como l a coherencia son nociones centra­
situación social o cultural y la deseabilidad de las metas que preten­
den alcanzar los hablantes. En este sentido, podría interpretarse que
das en el texto que designan operaciones enfocadas hacia los mate·
una de las metas propias del receptor textual es el mantenimiento de
riales textuales. Además de éstas, se necesitan otro tipo de nociones
la cohesión y la coherencia, puesto que tiene la potestad de tolerar las
centradas en el usuario que expliquen con mayor amplitud el fun­
imperfecciones formales que presenta el material textual hasta donde
cionamiento de la actividad comunicativa en la que están implicados
tanto los productores como los receptores de textos. Un ejemplo de ese
tipo de nociones es la tercera norma de textualidad: la INTENCIONALI­ 9. Se ha discutido mucho acerca de la <dntencionalidad•, pero no se ha llegado a nin<>una con­
DAD . La i ntencionalidad se refiere a la actitud del productor textual: �
clusión definitiva. No obstante, pueden consultarse las publicaciones siguientes, � n las que e trabaja
que una serie de secuencias oracionales constituya un texto cohesio­ con este concepto: Wünderlich ( 1 97 1 ), Héirmann ( 1 976), Bruce ( 1 977), Van Dijk ( 1 977a), Schlesinger

nado y coherente es una consecuencia del cumplimiento de las inten­ ? ; � :


0 77), Coh':? ( 1 78), Mc ·� lla ( 1 978), \ ilensky ( 1 978a), Allen ( 1 979) y Beaugrande ( 1 979a y b, 1 980a)
(\ease tamb � en \ L6) Adv1e11ase que qUJ en produce un texto no tiene por qué ser el mismo que lo pre­
.
ciones del productor ( transmitir conocimiento o alcanzar una META es- s��ta, p� r eJemplo e� el caso de la alus10n textual (IX. 1 2); este fenómeno puede incluirse bajo la no­
Cien de mtertextuahdad (acerca de la parodia, véase !.22)
1 0 . Sobre la aceptabilidad, puede consultarse Quirk y Svartvik ( 1 966) y Greenbaum (ed.) ( 1 977).
8. En V.l se distingue entre •significado", entendido como la capacidad que tienen las expresio­
nes l ingüísticas para ser significantes, y "sentido', entendido como el conocimiento que realmente Sobre la aceptación de las metas discursivas de los otros pa11icipantes, véase Cohen ( 1 978), McCaila
transmiten las expresiones que aparecen en los textos. ( 1 978) y Allen ( 1 979)
42 l �T RO D C C C l Ó � A LA L I N G L' i S TI C.-\ NOCIONES BASICAS 43

sus propios intereses se lo aconsejen. En este mismo sentido, la ope­ Parece ser que al receptor se le persuade con mayor facilidad si se
ración de HACER INFERENCIAS mencionada en L 1 1 demuestra de un le obliga a que realice un esfuerzo aportando conocimiento adicional
modo contundente cómo los receptor es apoyan el mantenimiento de para entender el contenido del texto: de esa manera se crea la ilusión
la coherencia mediante la realización de sus propias contribuciones al subj etiva de que el propio receptor; en alguna medida al menos, ha
sentid o del texto. enunciado el texto. El ejemplo [1 4] es más informativo que el ejem­
15. Si el receptor minimiza su grado de aceptabilidad, el proce­ plo [ 1 4a] debido a un factor que constituye la norma de textualidad
so comunicativo puede deteriorarse. Si el receptor cuestiona la acep­ que se tratará a continuación.
tabilidad de lo que dice el hablante, cuando la intención de éste ha 1 7 . La quinta norma de textualidad es la INFORMATIVIDAD. La in­
sido en realidad ser claro y comprensible, el hablante puede conside­ formatividad sirve para evaluar hasta qué punto las secuencias de un
rarlo como una señal de que el receptor no quiere cooperar en el man­ texto son predecibles o inesperadas, 1 1 si transmiten información co­
tenimiento de la conversación o en que ésta transcurra de un modo nocida o novedosa. La afirmación 'probablemente no pueda telefo­
habitual. Véase el ejemplo siguiente (Dickens, 1 947: 774): neamos' es mucho más sorprendente en el escueto ejemplo [ 1 4] que
en el [ 1 4a], donde se presenta, después de una prolija argumentación,
[ 1 3] -Lo que necesitamos, señor, es pruebar esto. como una conclusión lógica. Procesar secuencias con un alto nivel de
-Se dice probar, señor Weller, probar -dijo Pe!! . informatiyidad requiere realizar un esfuerzo mayor que procesar se­
-Bueno, señor -replicó bruscamente el señor Weller-, pruebar cuencias con un baj o nivel de informatividad, pero por el contrario
y probar es lo mismo, poco más o menos; si usted no entiende lo que
también suele ser una actividad mucho más interesante. No obstan te,
quiero decir, señor, estoy seguro de que ya encontraré quien me en­
tienda. el productor textual ha de ser cuidadoso y evitar que la tarea de pro­
-No se enfade, por favor, señor Weller -dijo Pell mansamente. cesamiento que ha de realizar el receptor no sea tan ardua como para
que se ponga en peligro la comunicación.
1 6. En ocasiones, el productor textual especula con la actitud de 1 8. Cualquier texto es, en alguna medida al menos, informativo .
aceptabilidad de sus receptores, presentando textos que exigen que El problema no radica en qué medida la forma y el contenido de un
éste se esfuerce si quiere dotarlos de sentido. Por ejemplo, la Compa­ texto sean predecibles, puesto que, en cualquier caso, siempre habrá
ñía Telefónica Bell advierte a sus abonados: alguna serie de secuencias que no puedan preverse. Con toda proba­
bilidad, un nivel especialmente bajo de informatividad puede pertur­
[ 1 4] Llámenos antes de cavar una zanja. Probablemente no pueda tele­ bar� causar fastidio e incluso provocar el rechazo del texto. Tómese en
foneamos después consideración la secuencia que abre un típico manual científico: 12

La Compañía Telefónica Bell i nvita a que sus abonados i nfieran [ 1 5] El mar es agua
que cuando se excava una zanja se corre el peligro de cortar un cable
telefónico soterrado y, en consecuencia, puede averiarse la instalación El hecho que se afirma aquí es tan conocido por todos que no vale
para llamar por teléfono no sólo a la Compañía Telefónica para que la pena enunciarlo en un libro científico. Nadie duda de que [ 1 5 ] sea
arregle la avería, sino i ncluso para insultar a quienes pusieron ahí ese un texto cohesionado y coherente, y que, como tal, indudablemente in­
cable o para recibir la llamada del jefe e n la que nos despide por co­ tente ser un texto aceptable. Sin embargo, se trata en realidad de un
meter una negligencia profesionaL Resulta curioso que [ 1 4] sea una texto con muy poco i nterés para sus receptores puesto que es míni­
versión más efectiva del mensaje que cualquier otra que, como [ 1 4a], mamen te informativo. Ahora bien, cuando se accede a su continua­
sea más explícita (en el sentido que se expone en 1.6) : ción, el texto va adquiriendo una mayor entidad:

[ 1 4a ] Llámenos antes d e cavar una zanja. Cabe la posibilidad d e que haya


un cable soterrado. Si usted rompe ese cable, se quedará sin servi­ 11 Sobre la informatividad, puede consultarse Shannon ( 1 9 5 1 ) , Weltner ( 1 96.\ ) , Grimes
cio telefónico, por no mencionar que puede recibir además una ( 1 975), Loftus y Loftus ( 1 976), Groeben ( 1 978) y Beaugrande ( 1 978b, l 980a) Véase también el ca­
fuerte descarga eléctrica. En cualquiera de estos casos, usted no po­ pítulo VII
drá telefoneamos. 1 2 .. Con este enunciado comienza el libro de Chanslor ( 1 967: 9). Para un análisis más profundo
del fTagmento véase Beaugrande ( 1 978b)
44 I N TRODUCCIO!'-i A LA LINGU i ST I C A NOCIO!'-iES BÁSICAS 45

[ l Sa] El mar es agua únicamente en el sentido de que el agua es la sus­ [ 1 b] Los conductores deberían conducir despacio, porque los niños que
tancia predominante en su composición .. En realidad, el agua es juegan en las inmediaciones podrían cruzar la calzada sin miraL Los
una mezcla de sales y gases que, además, contiene una cantidad vehículos pueden detenerse con mayor facilidad si circulan despacio
enorme de organismos vivos . . .
podría aclarar cualquier posible duda acerca del sentido, el uso y el
La afirmación de u n hecho obvio e n el ejemplo [ 1 5] funciona como grupo de receptores a quien va dirigido el texto. Ahora bien, en una
punto de partida a partir del cual se pueden realizar a continuación ;ituación como la circulación de tráfico en la que los receptores tie­
afirmaciones con un grado más elevado de informatividad. La expre­ nen limi tada su capacidad y su tiempo de atención, no parece que sea
sión 'en realidad' que aparece en la superficie textual de [ 1 5a] señala lo más apropiado señalizar todas y cada una de las circunstancias que
que la relación entre 'mar' y 'agua' (véase V. 26[l]) no es, en absoluto, puedan concurrir en una situación determinada. Esta consideración
rigurosa. La refutación de una creencia estereotipada eleva el nivel de f·uerza al productor textual a emplear un máximo de economía en su
informatividad del fragmento en que aparece (véase VII. l 6 ) . actividad comunicativa. La si tuacionalidad constriñe con tanta fuerza
1 9. L a sexta norma d e textualidad e s l a SITUACIONALIDAD. L a si­ el intercambio comunicativo que la versión minimizada [ 1 ] es mucho
tuacionalidad se refiere a los factores que hacen que un texto sea RE­ más apropiada que [ 1 b], aunque ésta sea más clara y proporcione una
LEVANTE en la SITUACióN en la que aparece; l 3 ya se vio anteriormente mayor cantidad de información (véase I.23).
que la señal de tráfico 2 1 . La séptima norma de textualidad es la INTERTEXTUALIDAD. La
intertextualidad se refiere a los factores que hacen depender la utili­
[1] NIÑOS zación adecuada de un texto del conocimiento que se tenga de otros
JUGANDO textos anteriores. 1 -l Un conductor que ha visto la señal de tráfico [ 1 ]
DESPACIO probablemente se encontrará más adelante con otra señal del tipo:

podía i nterpretarse de diversas maneras, pero la i nterpretación más [ 1 6] FIN DE LA LIMITACIÓN DE VELOCIDAD
probable era bastante obvia. La facilidad con que los hablantes pue­
den decidir semejantes cuestiones se debe a la influencia de la situa­ No se puede anular el límite de velocidad a menos que anterior­
ción en la que se presenta el texto. En el caso del ejemplo [ 1 ], la señal mente se hubiese establecido una limitación previa. Parece claro que
está emplazada en una localización en la que cierta clase de recepto­ el sentido y la relevancia de [ 1 6] depende del conocimiento que se ten­
res, llamados conductores, probablemente esperan que la señal se re­ ga de [ 1 ] y de la aplicación de su contenido a la situación en curso.
fiera a un determinado tipo de acción, cuyo cumplimiento o desobe­ 22. La intertextualidad es, en un sentido general, la responsable
diencia puede afectarles. Parece razonable suponer que 'despacio' ha de la evolución de los TIPOS DE TEXTOS, entendiendo por 'tipo' una cla­
de entenderse como un requerimiento para reducir la velocidad, más se de texto que presenta ciertos patrones característicos (véase IX. l
que como un anuncio acerca de las capacidades físicas o mentales de y ss.). Cada tipo de texto en particular posee un grado diferente de de­
los niños. En ese mismo contexto, los peatones entenderán que el tex­ pendencia de la intertextualidad. En ciertos tipos de textos como la
to de la señal no es relevante para ellos, porque su velocidad de mar­ parodia, las reseñas críticas, las contraargumentaciones o los i nfor­
cha no puede poner en peligro a nadie. Todo ello demuestra que el mes, el productor textual ha de consultar continuamente el texto prin­
sentido y el uso de ese texto se ha decidido por medio de la situación cipal para construir su discurso paródico, crítico, contraargumentati­
en la que aparece. vo o informativo, y, con toda seguridad, los receptores textuales nece­
20. La situacionalidad puede afectar i ncluso a los medios de co­ sitarán conocer el texto previo para entender el texto actual. Como
hesión. Por un lado, una versión del texto similar a la siguiente: ejemplificación de este planteamiento, recuérdese que hace algunos
años apareció un anuncio en varias revistas con la fotografía de un jo­
ven que imploraba:
1 3.La "situacionalidad» ha recibido un tratamiento más adecuado en disciplinas como la socio­
lingüística y la etnometodología que en la propia lingüística. Pueden consultarse los artículos reuni­
dos en Gumperz y Hymes (eds.) ( 1 972) y Bauman y Scherzer (eds ) ( 1 974). Dittmar ( 1 976) ofrece un 1-l.. Puede encontrarse un uso más I estringido de la noción de « intertextualidad" en Klisteva
panorama global de la sociolingüística 0 968); Quirk ( 1 978) presenta una concepción más parecida a la nuestra.
46 r :--; TRODl)CCIÓ'\ A LA L I '\ G C Í ST ICA '\OCIO:\ES B.i.SICAS 47

[ 1 7] Tú que estás en las alturas, concédeme un DON 's 24. A lo largo de este manual analizaremos los principios consti­
tutivos y regulativos de la comunicación textual . En cuanto a los prin­
Cierto profeso!� que estaba esperando a que el Ministerio fi nancia­ ci pios constitu tivos, nos ocuparemos de la problemática que plantea
ra su proyecto de investigación, rec01tó el texto del anuncio y, reto­ cada una de las siete normas de textualidad. En cuanto a los princi­
cándalo ligeramente, lo pegó en la pue1ta de su despacho.: pi os regulativos, intentaremos demostrar de qué manera la eficacia, la
efectividad y la adecuación controlan la constitución y el uso de los
[ 1 7a] Tú que estás en las alturas, concédeme un DON text os. No ha de sorprender a nadie que la propia naturaleza de los te­
mas a tratar nos aleje a veces ele las fronteras conocidas de la linaüís­
"'
En su contexto original, [ 1 7] era una incitación para que el públi­ tica. Más en concreto, en algunos momentos ele nuestro estudio nos
co adquir iera una determinada marca de pantalones vaqueros (ooN's). veremos obligados a confiar en los resultados obtenidos por otras dis­
En el nuevo con texto, [ 1 7a ] parece en principio fuera de lugar: la co­ ciplinas, especialmente la CIENCIA COGNITIVA, un campo en el que se en­
locación de un recorte de revista en la puerta de un despacho difícil­ trecruzan la lingüística, la psicología y la inteligencia artificial (véase
mente ayudará a conseguir la financiación de un proyecto de investi­ X.3 y X .26 y ss. ) . Téngase en cuenta que para poder explicar ele un
gación . Sin duda alguna, para acceder a una interpretación compe­ modo competente algo en apariencia sencillo, como qué es un texto,
tente ele [ 1 7a ] se ha de recurrir al conocimiento del texto anterior [ 1 7] hemos de recurrir a la interrelación de factores que afectan tanto a la
y ele la intención que lo produjo. Una vez que se tiene en cuenta esta cognición como a la planificación y al entorno social en que se en­
información, puede entenderse mejor que lo inesperado de la nueva marcan los acontecimientos comunicativos. Quizá no sea demasiado
versión incremen ta el interés y la informatividad del texto reutilizado ilusorio esperar que el con torno excesivamente amplio de la ciencia
(véase 1. 1 7) . Este efecto de sorpresa suple la falta de relevancia situa­ del texto que hemos intentado bosquejar en este manual se vaya lle­
cional inmediata y revela, además, la intención humorística que ha nando gradualmente de contenido gracias al trabajo de los investiga­
movido al nuevo usuario textual. dores ele diversas disciplinas que compartan nuestro m ismo compro­
23. En este capítulo se ha hecho una primera presentación de las miso por el estudio del uso del lenguaje entendido como la actividad
siete normas de textualidad: cohesión (1.4-5), coherencia (1.6- 1 2), i n­ humana más importante.
tencionalidad (I. 1 3 ) , aceptabilidad (!. 1 4- 1 6 ), informatividad, s ituacio­
nalidad (!. 1 9-20) e intertextualidad (1. 2 1 -22). Estas normas funcionan
como los PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS (en el sentido en que emplea este
término Searle, 1 969: 3 3 y ss.) de la comunicación textual: estas siete
normas crean y definen la forma de comportamiento identificable
como « comunicación textual» . No puede quebrantarse ese conjun to ele
normas sin atentar contra el proceso comunicativo mismo. Existen
también PRINCIPIOS REGULATIVOS (ele nuevo siguiendo a Searle) que, más
que definirla, controlan la comunicación textual. En nuestro modelo
prevemos la existencia de al menos tres principios regulativos. La EFI­
CACIA de un texto depende de que los participantes empleen o no un
mínimo de esfuerzo e n su utilización comunicativa. La EFECTIVIDAD de
un texto depende de si genera o no una fuerte impresión en el recep­
tor y si crea o no las condiciones más favorables para que el produc­
tor pueda alcanzar la meta comunicativa que se había propuesto. La
ADECUACIÓN de un texto depende de si se establece o no un equilibrio
entre el uso que se hace de un texto en una situación determinada y
el modo en que se respetan las normas de textualiclad. I S

1 5. Más adelante se apela a este concepto en IL6, III.9, IV. ! ! , 28, 37, VIL28, VIII 1 1 , IX. ! ! y XJ6.
CAPÍTULO II

LA EVOLUCIÓN DE LA LINGÜÍSTICA
DEL TEXTO

1 . Si se tiene en cuenta que hace veinte años sólo un grupo muy


reducido de i nvestigadores conocía la noción « lingüística del texto » ,
parece i nteresante analizar la s ignificativa expansión que está viviendo
la disciplina en la actualidad. En los años setenta se publicaron mu­
chas exposiciones y recopilaciones de artículos sobre el tema (véase,
por ejemplo, S tempel, ed., 1 97 1 , Dressler, 1 972a, Fries, 1 972, Schmidt,
1 973, Dressler y Schmidt, eds., 1 973, Sitta y Brinker� eds., 1 97 3 , Jelit­
te, 1 973 -74, 1 976, Petofi y Rieser, eds., 1 974, Kallmeyer et al., 1 974,
Harweg, 1 974, 1 978, Hartmann, 1 975, Schecker y Wunderli, eds . ,
1 975, Danes y Viehweger; eds., 1 976, Coulthard, 1 977, Gülich y Raible,
1 977, Jorres, 1 977, Dressler, 1 978, G indin, 1 978, Grosse, 1 978 , Kuno ,
1 978, Noth, 1 978, Rieser, 1 978, y Beaugrande, ed., 1 980). La visión de
la disciplina que reflejan estos trabajos es heterogénea y algo confusa,
debido a que aún no se ha establecido una metodología aplicable a los
textos que pueda equipararse, en alguna medida, a la que han con­
sensuado los enfoques tradicionales que tratan objetos l ingüísticos
convencionales como la oración.
2. Teun van Dijk ( 1 979a ) llamó la atención sobre el hecho de que,
en realidad, «lingüística del texto" no es una denominación que se re­
fiera a una única disciplina o a un determinado método en concreto.
En el ámbito de la ciencia del lenguaje, este término se u tiliza para
etiquetar cualquier tipo de estudio relacionado con el texto, siempre
que éste sea el objeto principal de la i nvestigación. El breve panorama
de la disciplina que se presenta en este capítulo se centra en la pre­
sentación del reducido i nventario de líneas de trabajo que ha marca­
do la evolución gradual de la teoría y la metodología textual, encami­
nándola hacia la creación de una disciplina i ndependiente, diseñada
específicamente para el estudio de los textos. Pero antes de afrontar
50 1 '-: T RO D L C C ! Ó '-: ,.; LA L l '-: G L Í STIC\ LA E\'O L UCIÓ� D E LA LING UÍSTICA DEL TEXTO 51
esta cuestión parece conveniente detenerse en el examen de las raíces cesan y cómo se reciben en la interacción comunicativa. Mientras que
históricas de las que tan importantes consecuencias se han derivado la pregunta convencional que se hace quien trabaja en lingüística es
para la disciplina. ¿qué es tructuras emergerán cuando se analice una lengua?, la pre­
3 . La RETÓRICA es la forma más antigua de preocupación textual. gunta que se hacen los lingüistas textuales (véase III.6) es esta otra:
Su origen se remonta a la Grecia antigua y su historia se extiende por ¿cuáles son las estmcturas construidas mediante operaciones inten­
la época latina y, a través de la Edad Media, llega hasta nuestros días cionadas de selección, y cuáles son las repercusiones que esas opera­
(sobre el resurgimiento reciente de la retórica clásica, véase por ejem­ ciones tienen en la interacción comunicativa? A pesar de la diversidad
plo Corbett, 1 97 1 , Winterowd, ed., 1 97 5, Plett, ed . , 1 977, y Brown y de métodos y terminologías que la integran, parece claro que, al igual
Steinmann, eds., 1 979). El punto de vista tradicional que adoptaban que la lingüística del texto, la retórica clásica estaba comprometida vi­
los retóricos estaba mediatizado decisivamente por la tarea prioritaria talmente en la búsqueda de una respuesta a la segunda pregunta.
a la que dedicaban la mayor parte de su tiempo: el entrenamiento de 6. Se puede llegar a una conclusión parecida a la anterior con
los oradores ante un auditorio. Por regla general, las áreas principales respecto al campo tradicional de la ESTILÍSTICA. Quintiliano, un teóri­
de investigación retórica eran las siguientes: la inventio o selección de co de la Antigüedad (siglo I d.C.), identificó cuatro cualidades estilís­
las ideas, la dispositio u organización de las ideas, la elocutio o selec­ ticas: corrección, claridad, elegancia y adecuación Mientras que la co­
ción de las expresiones apropiadas para las ideas, y la memoria u ope­ rrección depende de la conformidad con respecto al uso prestigioso de
ración previa a la deliberatio , entendida como la situación efectiva de la lengua, y la adecuación puede definirse en términos presumible­
habla. En la Edad Media, la retórica formaba parte del trivium (con­ mente similares a la noción textual del mismo nombre (véase I. 23), las
junto de tres disciplinas) junto a la gramática (dedicada normalmente nociones de claridad y elegancia parecen, en principio, demasiado va­
al estudio de los patrones formales de las lenguas latina y griega) y a gas y subjetivas como para que puedan definirse y cuanti ficarse de
la lógica (entendida como la construcción de argumentos y de pruebas una manera fiable. No obstante, sin llegar a ser idénticas, estas no­
suasorias). ciones estilísticas son parecidas a los principios textuales de eficacia y
4. La retórica tiene algunos intereses en común con el tipo de lin­ efectividad, con la diferencia de que las categorías establecidas por
güística del texto que se explora aquí (véase Spillner; 1 977), entre los Quintiliano se basaban en la suposición de que unos textos difieren
cuales puede destacarse las suposiciones siguientes: 1 cualitativamente de otros a causa de la efectividad de los recursos de
procesamiento empleados en su producción (véase III.28).
a) se puede controlar d e u n modo sistemático el acceso a las 7. Los estudios estilísticos recientes se han realizado desde pun­
ideas y a la manera de organizarlas; tos de vista muy diversos (véase la panorámica que presenta Sebeok ,
b) mediante un entrenamiento consciente puede mejorarse el ed., 1 960, y Spillner, 1 974). Últimamente se ha empleado la lingüísti­
paso que media entre las ideas y su expresión lingüística; ca como un instrumento para descubrir y describir estilos (véase l a
e) s i se evalúan textos diferentes que expresen verbalmente de panorámica que presenta Enkvist, 1 97 3 ) . A pesar de la variedad de en­
maneras distintas un mismo conjunto de ideas, habrá algunos foques, casi todos los trabajos en este campo se basan en la convic­
que tengan una calidad superior a otros; ción de que el estilo es el resultado de una determinada elección entre
d) pueden emitirse juicios sobre los textos según el efecto que opcio11es diversas que se ha realizado durante el proceso de produc­
provoquen sobre una audiencia concreta de receptores; y ción de un texto o de una serie de textos. De ahí que pueda explorar­
e) el texto es un instrumento de interacción comunicativa. se el estilo de un texto aislado, de los textos completos de un único au­
tor, de los textos representativos de un período histórico completo e ,
5 . Dentro de ciertos límites, los investigadores pueden estudiar incluso, del lenguaje predominante e n el conjunto de textos caracte­
desde un punto de vista relativamente abstracto unidades de sonido y rísticos de una cultura determinada. 2 Como es lógico, las dificultades
de forma o patrones formales de oraciones. Ahora bien, muchos as­ metodológicas que plantean los estudios estilísticos se incrementarán
pectos relevantes de los textos sólo aparecerán de un modo sistemáti­ en la medida en que la investigación se adentre en campos cada vez
co si se analizan en la perspectiva de cómo se producen, cómo se pro- más amplios.

L Volveremos sobre estos asuntos en nuestro bosquejo de la producción textual (III.I S-28). 2. Citado en Stegmüller (1969: 205)
1'-:TRODLCCJÓ:\ A L..\ LI:\GL' ÍST ICA LA EVOLLCIÓ'-: DE LA LJ'-:GUÍSTICA DEL TEXTO 53

8 . El medio más neutral para descubrir qué tipo de elecciones se [ 1 8] El muchacho golpeó la pelota
han realizado en el proceso de producción de un texto o de una serie
de textos es la tabulación estadística directa de la frecuencia de apa­ Pero s i l a cuestión que s e planteara fuese cómo puede i nsertarse
rición de secuencias (véase Dolezel y Bailey, eds . , 1 969). A este méto­ adecuadamente [ 1 8] dentro de un texto, por ejemplo en:
do, sin embargo, se le pueden hacer algunas críticas significativas. La
fTecuencia relativa de aparición de una secuencia es, en ocasiones, me­ [ 1 9a] El muchacho golpeó la pelota. La multitud lo aplaudió
nos importante que el índice de probabilidad de encontrarla en el con­ [ ! 9b] El muchacho golpeó la pelota. Fue aplaudido por la multitud
texto específico en el que aparece normalmente (véase VII.S y ss). Lo [ 1 9c] El muchacho golpeó la pelota. La multitud aplaudió a la joven pro-
que es esperable dentro de las normas de una lengua considerada en mesa
su conjunto puede convertirse en inesperado cuando aparece en un
contexto concreto, y al contrario (véase Riffaterre, 1 959, 1 960, y Beau­ resulta mucho más difícil decidir qué expresión referida a 'muchacho'
grande, 1 978a: 39 y ss.). Además, existen variaciones en cuant ¿ al gra­ ha de emplearse en la oración que quiera producirse a continuación
do en el que una opción cualquiera puede influir en la identificación (por ejemplo, qué hace preferible elegir 'lo' [ 1 9a ] frente a 'joven pro­
de un estilo, por ejemplo, por el simple hecho de que llame la aten­ mesa' [ 1 9c]) y en qué formato (por ejemplo, qué hace preferible elegir
ción o de que pase inadvertida. A partir de las consideraciones hechas la modalidad de oración activa [ 1 9a ] frente a la pasiva [ 1 9b]). Cierta­
hasta ahora, se deduce que el estilo sólo puede definirse realmente si mente, no existen unas reglas estrictas y contundentes que obliguen al
se tienen en cuenta las operaciones que han llevado a cabo los pro­ productor textual a elegir necesariamente una continuación determi­
ductores y los receptores de los textos, precisamente una de las cues­ nada y no otra distinta.
tiones principales por las que se interesa este libro . 1 0. No obstante, si se entiende que un texto es una forma de ac­
9 . Desde los inicios de la lingüística moderna se estableció como tividad humana, la distinción hecha más arTiba entre oración y se­
costumbre limitar la investigación al marco de trabajo de la oración, cuencias de oraciones no es tan importante para una ciencia del tex­
entendida como la unidad más amplia que posee una estructura in­ to como podría parecer a primera vista. Si se asume que las estructu­
herente (véase Bloomfield, 1 933: 1 70). Cualquier tipo de estructura ras lingüísticas son siempre el resultado de operaciones intencionadas
que desbordara los límites oracionales era considerada como objeto de de selección (véase II.S), en consecuencia ha de entenderse que las
estudio de la estilística. Bien es verdad que esta división refleja, a fin oraciones aisladas no se generan únicamente a partir de un conj unto
de cuentas, una propiedad fundamental de las lenguas. Parece m ucho de reglas abstractas, sino que, como los propios textos, han de cons­
más sencillo establecer con claridad en qué consiste una oración acep­ truirse también mediante un proceso de selección. Más aún, existen
table o gramatical,3 que concretar de una manera explícita en dónde muchas relaciones superficiales, como por ejemplo la corresponden­
estriba la aceptabilidad o la gramaticalidad de una secuencia de ora­ cia entre un sustantivo y un pronombre, que pueden aparecer tanto e n
ciones, párrafos, textos o discursos. 4 Cuando un investigador traspasa el seno de una oración como en el interior de una secuencia extensa
los límites de la oración, está adentrándose en un campo caracteriza­ de oraciones. Por esa razón, cuando se está constmyendo una ciencia
do por una mayor libertad de elección o de variación y un menor gra­ del texto existen buenos motivos para interrelacionar la lingüística
do de conformidad con respecto a las reglas establecidas. Por ejemplo, oracional y la estilística textual.
a nadie le extraña la afirmación de que una oración declarativa ha de 1 1 . Los textos han sido durante mucho tiempo el objeto de in­
contener al menos un sintagma nominal y un sintagma verbal que vestigación prioritario de los ESTUDIOS LITERARIOS, aunque también es
concuerden entre sí, tal como se muestra en la sempiterna oración fa­ cierto que esa disciplina se ha limitado a analizar únicamente unos ti­
vorita de los lingüistas: pos de textos determinados con ciertas características concretas (véa­
se X. 1 3- 1 8) . Los especialistas en l iteratura se han embarcado en di­
versas ocasiones en tareas como las siguientes:
3. Acerca de los juicios de gramaticalidad o de aceptabilidad, véase V L 2 1 v ss.
4. Ello no ayudaría a entender los textos o los discursos como oraciones cÍ e gran longitud (véase a) describir los procesos y los resultados d e la producción textual
Kat� Y Fodm; 1 963: 11.28) o como secuencias de oraciones unidas mediante •signos de puntuación•
,
(penados) (wnse Ballmer, 1 975). Las oraciones se juzgan únicamente por su cohesión, mientras que
de un autor o de un grupo de autores de un mismo país o du­
los textos Y los discursos
.
han de seguir todas las normas de textualidad enumeradas en el capítulo L rante un mismo período de tiempo;
54 1:\TRODLCCIÓN A LA LINGÜÍSTICA LA E\'O LLCJ6:-.: DE L\ LINGUiSTICA DEL TEXTO 55

b) descubrir algunos aspectos problemáticos o discutibles que de obtención de muestras lingüísticas que estimulen a los hablantes
aparecen en los textos; nativos de manera que éstos produzcan unos enunciados que reúnan
e) asignar valores a los textos. ciertas características peculiares buscadas por el investigador. Este
método es muy útil sobre todo para empezar a describir lenguas que
El intento de realizar estas tareas del modo más objetivo y siste­ el analista no conoce, puesto que es una manera de que el descono­
mático posible ha propiciado la aplicación de métodos lingüísticos cimiento del código no entorpezca las fases iniciales de la investiga­
en los estudios literarios (véanse los trabajos de Spitzer, 1 948, Levin, ción.
1 962, Chatman y Levin, eds. , 1 967, Jakobson y Jones, 1 970, Ihwe, 14. La integración de la antropología y la lingüística en el enfo­
ed., 1 97 1 , Koch, ed., 1 972, Van Dijk, 1 972a y b, Ihwe, 1 97 2 , Spillner; que tagmémico ha generado documentación de un valor incalculable
1 974, y Kloepfer; 1 97 5 ) . Con toda probabilidad, el punto de vista am­ sobre muchas lenguas de regiones remotas que se han extinguido. No
pliado más allá de los límites oracionales que emplea la lingüística obstante, la contribución más importante que ha realizado la antro­
del texto ha resultado ser de mayor utilidad para los estudios litera­ pología a la ciencia del texto es el reconocimiento sistemático de la re­
rios que la metodología convencional de descripción gramatical cen­ lación entre el lenguaje y la situación de comunicación. Sin embargo,
trada en las estructuras oracionales: la lingü ística del texto intenta ir un enfoque como el tagmémico, basado en la idea de que existen una
más allá de las estructuras y preguntars ; cómo y por qué se cons­ serie de opciones previstas en el sistema que determinan la elección
truyen y se utilizan los textos (véase el prefacio, punto 6, y X. 1 6 del hablante en cada momento, es quizá demasiado rígido como para
y ss .). abarcar el fenómeno de la textualidad, tal como se conceptualiza en
1 2 . Los textos también han estado sometidos al escrutinio de la este manual; el enfoque tagmémico pasa por alto la existencia de pro­
ANTROPOLOGÍA en su exploración de los artefactos culturales (véase cesos operativos previos al hecho de que una unidad lingüística enca­
X.8). Bronislaw Malinowski ( 1 923) defiende la importancia de enten­ je en un hueco previsto por el propio sistema. De nuevo, se plantea el
der el lenguaje como una forma de actividad humana para compren­ problema de si es más importante para un investigador descubrir cuá­
der en profundidad el problema del s ignificado. La antropología ha les son las estructuras de una lengua o descubrir cuáles son los pro­
dedicado una atención especial a los mitos y a los cuentos folclóricos; cedimientos estructurales de selección y construcción textuales (véase
el pionero en este campo fue Vladimir Propp ( 1 928), secundado más prefacio, punto 6, II.5 y III.6).
tarde por Claude Lévi-Strauss ( 1 960) y sus seguidores. Estos antropó­ 1 5 . La sociOLOGÍA se ha interesado por el análisis de la CONVER­
logos tomaron prestado de la lingüística diversos métodos de descrip­ SACIÓN, entendida como una manera de interacción y organización so­
ción y análisis estructural (puede consultarse también Dundes, 1 962, cial (véase X.8). Buena parte de las investigaciones realizadas en esta
Bremond, 1 964, Greimas, 1 967, Zolkovskij y Sceglov, 1 967, y Colby, línea se centran en cómo se apropian los hablantes del turno de habla
l 97 3a y b ) . En los últimos años (véase Beaugrande y Col by, 1 979) la ( Sack, Schegloff y J efferson, 1 97 4). La disciplina denominada ETNO­
antropología va adoptando cada vez más un enfoque basado en ope­ METODOLOGÍA indaga la correlación entre los patrones de habla y los
raciones de procesamiento, similar al tipo que se está presentando en grupos o los papeles sociales: por ejemplo, cómo los hablantes adap­
estas páginas. tan su comportamiento lingüístico para a frontar ciertos encuentros en
1 3 . La investigación antropológica centrada en el estudio de cul­ grupo, cómo se establecen o se modifican las convenciones comuni­
turas poco conocidas se apoyó de un modo significativo en un méto­ cativas, cómo las relaciones de poder social se manifiestan en la len­
do lingüístico conocido como TAGMÉMICA (desarrollada ampliamente gua, etc. (sobre estos temas puede consultarse Gumperz y Hymes,
por Kenneth Pike, 1 976; véase también Longacre, 1 964, 1 970, 1 976). eds., 1 972, y Bauman y Scherzer� eds . , 1 974).
La tagmémica se interesa en objetos de estudio enormemente com­ 1 6. El estudio de la conversación -a veces también llamado de
plejos, situados más allá de las fronteras de la oración y del texto, un modo más general ANÁLISIS DEL DISCURSO (véase Sinclair y Coult­
como el juego del fútbol o las ceremonias religiosas. El método tag­ hard, 1 975, y Coulthard, 1 977)- es de vital importancia para una
mémico reúne y analiza datos a partir de un cuestionario previo e n ciencia del texto. Los mecanismos que interrelacionan las contribu­
el que s e reserva una serie d e huecos que h a n d e ser rellenados por ciones aisladas de cada participante dentro de la conversación, con­
una� determinadas unidades susceptibles de ocupar esas posiciones. virtiéndolas en una serie de textos relevantes entre sí, activan ciertos
Habitualmente, en la investigación tagi'1émica se u tilizan estrategias fenómenos muy significativos que conciernen a las normas de textua -
56 I:--; T RODLCCIO:--; .-\ L A u :--; G L ÍSTIC-\ LA E\'O L LTIÓ'< DE U L l 0iG LJ ÍSTICA D E L TEXTO 57

lidad. 5 La cohesión se ve afectada cuando las estructuras superficia­ parte de ellos pertenecientes a la escuela de Praga) bajo la denomi­
les que aparecen en una conversación han sido emi tidas por partici­ nación de PERSPECTTVA FUNCIONAL D E L A ORACIÓN (véase IV. S l -53 y
pan tes distintos en tumos de habla diferentes (véase IV. 3 3 y VI. 26). La VII . l 8.4). En esta línea de trabajo se considera que los elementos ora­
coherencia de una contribución conversacional aislada sólo puede cion ales oper·an si tuando el conocimiento activado en un « horizonte»
entende rse en el contexto del discurso global al que pertenece (véase de expectativas en el que se valora su grado de importancia o de no­
IX. 22 -y ss. ) . La intencionalidad se manifiesta de una manera evi­ vedad. Así, por ejemplo, en muchas lenguas los elementos que trans­
dente e n la conversación dirigida hacia la consecución de una meta portan información sorprendente, nueva o importante se suelen si tuar
(véase VI. 1 6 y ss. y VIII. 1 3 y ss .). El fenómeno de la aceptabilidad habitualmente en la última parte de la oración (véase IV 52 y ss . ) .
puede verse con toda claridad en la retroalimentación inmediata típi­ 1 9. E l surgimiento d e l a lingüística moderna en e l siglo ::<.,'( s e aso­
ca de la conversación (véase 1. 1 5 y VI .4). El papel que juega la situa­ ció (particularmente en Estados Unidos) con metodologías de corte
cionalidad es especialmente claro en la conversación (véase VIII. 1 3) . ESTRUCTURAUSTA O DESCRIPTIVISTA6 que operaban de la manera siguien­
La propia organización conversacional ofrece los mejores ejemplos te: se reunían muestras lingüísticas, y se analizaban y clasificaban en
acerca del funcionamiento de la intertextualidad (véase IX. l 3 y ss.). SISTEMAS de UNIDADES MÍNIMAS. Así, por ejemplo, a la unidad mínima
Por último, la exigencia de informatividad (véase IX. 1 4) regula en de sonido se le denominó « fonema»; a la de forma, <<morfema» ; a la
buena medida la selección de cada participante de su contribución a de orden de palabras, <<sintagmema»; a la de significado, «sema» o <<Se­
la conversación. mema» , etc. Cada sistema de unidades mínimas constituía un NTVEL7
1 7 . En los apartados anteriores se ha pasado revista a algunas organizado por la OPOSICIÓN existente entre las unidades y sus rasgos
disciplinas que, por diversos motivos, comparten intereses en común distintivos, puesto que cada unidad es de alguna manera distintiva
con la ciencia del texto. Es posible que la lamentable falta de coope­ frente a las demás. Si un «sistema» se define como <<Una serie de ele­
ración entre estas disciplinas en el pasado se haya debido, en realidad, mentos en la que cada elemento tiene una función específica» (véase
a la inexistencia de un eje vertebrador del tipo que pueda representar IIL2), es lógico que el sistema se apoye en la disti11ció11. Según la me­
una ciencia del texto. A continuación se examinan algunas líneas de todología descriptivista, cuando se hayan identificado los diferentes
investigación en el campo de la lingüística que antecedieron a la cons­ sistemas de una lengua y clasificado sus unidades, se habrá descrito
titución de la ciencia del texto, en momentos en que lo normal era completamente esa lengua.
considerar el texto como una entidad marginal, sin interés cientí fico 20. De este breve esbozo se puede deducir claramente que el mé­
alguno. todo descriptivo-estructuralista no puede realizar una aportación sig­
1 8 . La FILOLOGíA es una disciplina precursora de la lingüística ni ficativa al estudio de los textos. Por supuesto, se podría analizar un
moderna, en general, y de la ciencia del texto, en particular. La filolo­ texto en sus diferentes niveles de unidades mínimas, pero no hay nin­
gía se ocupa de la organización y de la evolución de los sonidos y de guna garantía de que obrando de esa manera se descubra algo intere­
las formas de una lengua en su devenir histórico. Mediante la compa­ sante con respecto a su naturaleza textual. Por el contrario, el trabaj o
ración del orden de palabras en las lenguas antiguas y modernas, Hen­ de obtención d e los componentes mínimos desvía l a atención d e las
ri Weil ( 1 844, 1 887) detectó la existencia de ciertos fenómenos que no macrounidades que contiene un texto considerado en su conjunto.
podían considerarse como enteramente gramaticales: las diferentes re­ 2 1 . No es de extrañar que los primeros trabajos sobre textos que
laciones que pueden establecerse entre unos «pensamientos» y otros se realizaron en el seno de la tradición descriptivo-estructuralista dis­
en la mente del hablante afectan de una manera evidente a la organi­ creparan de los principios textuales básicos antes mencionados. Zellig
zación de las palabras dentro de las oraciones. La línea de investiga­
ción de Weil fue retomada por algunos lingüistas checos (la mayor 6 . Más tarde, se aplicó el término " lingüística taxonómica» al enfoque desde el que trabajaban los
gramáticos transformativos, cuyo trabajo consistía, a fin de cuentas, en la descripción de estructuras
(aunque ellos preferían hablar de o generación de estJUcturas» ) (véase 1!.30). El trabajo taxonómico
5. El uso en este manual del término «discurso» es más compatible con el que proponen Sinclair más elaborado fue el de Koch ( 1 97 1 ), en donde se dedica una considerable atención a las implicacio­
y Coulthard que con el sugerido por Zelig HmTis ( ! 952), que también utiliza el término (véase 1!.2 1 - nes metodológicas que tiene la actividad de crear taxonomías
22). Si, como s e argumenta aquí, los discursos heredan todas las normas d e textualidad, podríamos 7. En este manual se utiliza siempre el término «nivel» para referirse a los aspectos de una len­
sucumbir a la tentación de hacer de los discursos nuestra noción central (véase por ejemplo <modelos gua o de un texto que aparecen sistemática y simultáneamente en copresencia, por ejemplo el sonido,
del mundo discursivo» frente a «modelos del mundo textual» y IX23) Sin embargo, en ese caso, el la sintaxis, el significado, la planificación, etc. Se resetYa el término categoria para refetirse a tipos
modelo sería incapaz de realizar un tratamiento adecuado de los textos que aparecen aislados. de unidades, por ejemplo el morfema, la palabra, la oración, etc.
LA EVO LU C i ó :-.; DE LA L I � G O Í STICA DEL T EXTO 59
58 I � T RODUCCió:-.; A LA L I !\ G U ÍST ICA

S. Harris ( 1 952, reimpresión 1 963) propuso analizar la distribución de técnicas que emplean para convertir ese conocimiento lingüístico en
los morfemas en los textos siguiendo el criterio de la «equivalencia>> actividad verbaL Coseriu emplea el concepto « determinación" para se­
(tipo de relación en la que dos elementos distintos pueden aparecer en ñalar de qué manera se concreta el significado virtual de las palabras,
un mismo entorno). Para poder analizar de una manera más precisa por ejemplo mediante las operaciones de «discriminación" (escoger
la cantidad y la calidad de equivalencias entre elementos diversos y, uno de entre los posibles referentes de una expresión), « delimitación"
por lo tanto, para poder realizar análisis más exhaustivos, Hanis apli­ (seleccionar un aspecto concreto del significado) y « actualización"
có la noción de « transformación,, que más tarde sería adaptada y mo­ (activar el conocimiento potencial; véase III. 1 2), cada una de las cua­
dificada por su alumno aventajado Noam Chomsky. El proceso de les puede dividirse en suboperaciones relacionadas con identidades,
« transformación" gradual de un texto hace evidente la existencia individualidades, cantidades, clases incluidas, especificaciones, distin­
de una cantidad máxima de equivalencias entre los elementos que lo ciones y especializaciones. A partir de este planteamiento, Coseriu pre­
componen. Por ejemplo, para obtener un patrón equivalente a 'usted senta una elaborada clasificación de « entornos" basada en factores de
quedará satisfecho', Harris transforma mediante una serie de opera­ tipo cultural, social, cognitivo e histórico y en el grado de adecuación
ciones de supresión, susti tución y permutación un fragmento de texto entre el texto y la situación en la que aparece inserto (véase VIII. l ) .
previo en otro ('cliente satisfecho' 4 'los clientes quedan satisfechos' 24. Es de lamentar que las propuestas de Coseriu fueran desa­
4 'usted quedará satisfecho'), un entresijo de operaciones que segura­
tendidas en su momento. Algunos de los problemas de los que él ya se
mente le resultará familiar a los gramáticos oracionales actuales. había ocupado se consideran en la actualidad muy significativos para
22. A pesar del enorme impacto que tuvo el concepto de « trans­ el estudio empírico de la comunicación. Si algunas de las ideas de Co­
formación,, la propuesta de «análisis del discurso" basada en princi­ seriu hubiesen recibido la atención que merecían, por ejemplo su con­
pios distribucionales tuvo una repercusión muy reducida (véase Prin­ cepción de las unidades de contenido, entendidas no como partículas
ce, 1 978), quizá porque no estaba demasiado claro qué es lo que se fijas con una identidad estable, sino como conglomerados difusos sen­
proponía descubrir el método de Harris. Mientras que la lingüística sibles a sus condiciones de uso (véase V.4), se hubiera podido evitar
descriptiva se centraba en la clasificación de unidades, nunca antes se buena parte de los absurdos efectos secundarios provocados por los
había investigado cómo funciona la operación de «representar el or­ ilusorios intentos posteriores de describir el lenguaje aislado de sus
den discursivo en el que aparecen sucesivamente los elementos que condiciones de uso.
pertenecen a una misma clase" (Harris, 1 95 2 : 8). No obstante, el pro­ 25. La primera investigación a gran escala que se ocupó de la or­
pio Harris admitió ( 1 952: 493 ) que las equivalencias estructurales en­ ganización textual fue la realizada por Roland Harweg ( 1 968). 8 Har­
tre oraciones diversas no dicen nada acerca de las relaciones de sia- weg postuló que los textos conforman un conjunto unitario gracias al
o

ni ficado que mantienen entre s í (está claro que Harris deseaba eludir mecanismo de la «Sustitución" (dos expresiones que aparecen en un
como fuera cualquier referencia al significado); como mucho, «puede mismo texto y que tienen el mismo sentido o la misma referencia es­
formularse el criterio que ha de cumplir una oración nueva para ser tablecen entre sí una relación cohesiva o coherente). Como revela su
formalmente idéntica a otras oraciones previas que aparezcan en el capí tulo sobre « La fenomenología del encadenamiento pronominal"
mismo texto , . Como señala B ierwisch ( 1 965a) en su crítica de Harris, ( 1 96 8 : 1 78-260), la concepción de Harweg acerca de la «Sustitución"
a fin de cuentas da lo mismo que un texto satisfaga o incumpla el cri­ es extraordinariamente amplia y compleja, puesto que incluye rela­
terio de equivalencia cuando de hecho se está usando comunicativa­ ciones tales como la repetición (véase N. 1 2 y ss.), la sinonimia (véase
mente. Sea como sea, el trabajo de Harris proporciona una prueba in­ V. 1 8), la clase/ejemplo (véase V. 1 7), la superclase/subclase (véase V. 1 7) ,
teresante de que la cohesión textual presupone la existencia de un l a causa/efecto, la parte/todo, etc. 9 Harweg hizo hincapié sobre todo
cierto grado de repetición y paralelismo entre los patrones sintácticos en la DIRECCIONALIDAD de la sustitución, es decir� en la importancia del
de las oraciones que componen un texto (véase N. 1 2 y ss.).
2 3 . El trabajo de Coseriu ( 1 955-56, reimpresión 1 967) titulado
8. Como la mayor parte de los trabajos iniciales de lingüística del texto -Schmidt ( 1 968), Koch
( 1 9 7 1 ) y Wienold ( ! 97 1 )-, Hnrweg ( !968) fue una tesis doctoral dirigida por el profesor Peter Hart­
«Determinación y entorno" se basa en consideraciones totalmente di­ mann de la Universidad de Munich .. Las fechas de publicación de todos estos trabajos son, lógicamente,
-
posteriores a las que se han señalado.
ferentes de las que se han tenido en cuenta hasta ahora. Coseriu afir·· 9. Con el objetivo de promover la unidad y evitar la confusión, cuando citamos varias fuentes pre­
ma que la investigación lingüística exige tener en cuenta no sólo el co­ ferimos exponer nuestras propuestas más que las de cada investigador mencionado individualmente,
nocimiento de los hablantes sobre su propia lengua, sino también las dando por supuesto, y así ha de entenderlo el lector, que existen conespondencias entre unas y otras .
60 1 :\T RODLCCIO:\ .-\ LA Ll:\Gl'ÍSTIC A L'l EVO LL'ClÓ.\' DE LA. Ll.\'GUÍSTIC..\ D E L TEXTO 61
orden de aparición del elemento sustituido con respecto al elemento ciclo de patrones básicos, al que se añadiría una serie de reglas de ma­
que lo sustituye. Aunque el modelo que se presenta en este manual tie­ nip ulación y creación de patrones más elaborado s.
ne una organización distinta y sigue una metodología diferente a la de 2 8 . El nuevo enfoque transfor mativo condujo a una visión dife­
Harweg, en r·ealidad ambos modelos se ocupan del mismo tipo de re­ ren te de los textos. En lugar de en tender el texto como una unidad
laciones textuales. sit uada por encima de la oración, se concept ualizó como una cade­
26. No puede dejar de mencionarse la existencia de toda una se­ na de oracion es correcta mente formada s y colocad as en secuenc ia. Al
rie de estudios textuales basados en mayor o menor medida en el en­ prin cipio, Katz y Fodor ( 1 963) argume ntaron que podía afronta rse
foque descriptivo-estructuralista. l ü En esta línea de trabajo se definió con éxito el análisis de un texto entendi éndolo no como una serie de
el texto como una unidad mayor que la oración (véase Pike, 1 967, secuencias oracion ales relacion adas entre sí median te nexos, sino
Koch, 1 97 1 , y Heger; 1 976). El procedimiento de investigación con­ como una oración de gran longitud constru ida por una conjunc ión
sistía en establecer diversos tipos de estructuras textuales y en clasifi­ de período s. No obstante , este planteam iento no tiene nada de nove­
car-los en una serie de esquemas. De manera ocasional, el marco de doso, puesto que incluso la gramáti ca tradicio nal había tenido en
trabajo de la investigación estructuralista amplió sus intereses inclu­ cuenta esta opción, ya que ninguna teoría conocid a ha establec ido ja­
yendo secuencias de textos o de situaciones en las que aparecían tex­ más una limi tación sobre la longitud de las oracion es . Ahora bien,
tos (por ejemplo, Coseriu, 1 955-56, Pike, 1 967, Harweg, 1 968, y Hoch, aunque exis ten ciertas estructu ras típicas que aparece n habitua l­
1 97 1 ) . No obstante, lo más habitual en esta línea de investigación es mente en el interior de una oración simple larga l l y en muy raras
que las estructuras analizadas se construyeran de una manera artifi­ ocasiones se emplean en secuenc ias de oracione s separad as entre sí,
cial y preconcebida y no como algo que hubiera de crearse mediante los textos obtenido s empíric amente adoptan , casi siempre , el forma­
procedimientos operativos puestos en funcionamiento por interac­ to de oracione s separad as, y ello es así por motivos profund os an­
tuantes humanos. El fTuto de las investigaciones de corte descripti­ clados en alguna parte del conocim iento de los hablante s sobre su
vis ta fueron una serie de clasi ficaciones de elementos agrupadas en propia lengua. No hay manera alguna de que la propues ta de Katz y
diversas series de categorías y grados de elaboración, pero no una re­ Fodor pueda explicar la textualid ad, entendid a en el sentido usado en
presentación clara de cómo se utilizan los textos en la actividad so­ este manual .
cial. 29. Karl-Eri ch Heidolp h ( 1 966) señaló la dimensi ón textual de
27. Incluso en el interior de sus propias fronteras teóricas, el mé­ factores tales como la acentuación, la entonac ión y el orden de pa­
todo descriptivo eventualmente se colapsa en presencia de la COMPLE­ labras que, aun aparecie ndo dentro de una oración, depende n en rea­
JIDAD (un aspecto lingüístico demasiado complejo, cuyos constituyen­ lidad de la organiz ación que presente n las otras oracion es de su en­
tes son demasiado numerosos y están demasiado diversificados puede torno. Heidolp h sugirió que, para regular estos factores , podría intro­
impedir que se realice una clasificación) y cuando se analizan SISTE­ ducirse la distinció n gramati cal entre rasgo « mencion ado>> con ante­
MAS ABIERTOS (compuestos por una serie de aspectos lingüísticos for­ rioridad en el texto frente a rasgo «no mencion ado>> . Horst Isenberg
mados a su vez por series infinitas de miembros cuya complejidad im­ (1 968, 1 97 1 ), siguiend o a Heidolp h, enumeró algunos fenómen os que
pide su clasificación). Por ejemplo, aunque se pueda clasificar sin lí­ no podían tratarse adecuad amente dentro de las fronteras de la ora­
mite series de oraciones, entendidas tal como propone Harris como ción aislada, sino desde una perspect iva textual, tales como el funcio­
distribuciones de morfemas, en absoluto se habrán agotado los patro­ nam iento de los pronomb res, de los artículos y de las secuenci as de
nes de todas las oraciones posibles, por lo que resulta inoperante cons­ verbos en correlac ión temporal. A todo ello, Isenberg añadió ciertos
truir una clasificación. Por esa razón, cuando apareció el modelo lin­ rasgos intencio nales que permitía n entender la naturale za de los sin­
güístico conocido como «gramática transformacional» fue muy bien �agmas nominales más allá de la simple sintaxis, como por ejemplo la
recibido entre los especialistas, puesto que ofTecía unos medios para Identida d, la identific abilidad , la generali dad y la contrast ividad. Isen­
manejar la complejidad y los sistemas abiertos: la serie infinita de da­ berg también se refirió a las relacion es de coheren cia como la causa
'
tos posibles -«oraciones de lengua» en la terminología del modelo es­ la intenció n, la especifi cación y la proximi dad tempora l.
tándar transformacional- se generaría a partir de un conjunto redu-
1 1 . Un ejemplo es la «Catáfora » , fenómeno en el que una f01ma pronominal suple el contenido de
1 0.. Muchos de ellos se encuentran en las referencias que se presentan en Dressler ( 1 972a) .. un sustanti\'o o ele un sintagma nominal que aparecerán posteriormente (\'éase IV.23-24).
62 1 :\TRODLCCIÓ:\ A L.-\ LI'\GL'ÍSTIC.-'. LA E\'O LUClÓ:\ DE LA L l t\GÜÍSTICA DEL TEXTO 63
30. Poco tiempo después de que estos mismos especialistas mos­ ,,genera , , pero no demostraron que lo hiciera a partir de una gramá-
traran su apoyo más o menos explícito a la lingüística del texto, se reu- ti c a .
n 1· 0- Ltn ooTupo de investiaadores
o en la Universidad de Constanza (Ale- , .- 32. János Petofi ( 1 97 1 ) ya previó las dificultades que plantea la
manía) para participar en un proyecto sobre la noc10n d e «gramatrca -

lización de la gramátic a transform acional en una teoría del texto .


textual, . Este grupo, constituido alr�?edor de Hannes R1ese1; � � ter
_ uti
P etofi revisó la teoría «estánda r, (tal como quedó diseñada después de
Hartmann, János Petofi, Teun van DIJk, Jehs Ihwe y Wolfram K_-ock, Ch omsky, 1 965) proponie ndo que primero se generab a la estructu ra
entre otros, empezó trabajando en la formulación de una gramat1ca , Y si ntáctica y después se realizaba la «interpre tación semántic a , , si­
de un lexicón abstractos que, hipotéticamente, «generaría, un texto de guie ndo el modelo de la «Semánt ica generati va, (véanse los artículos
Brecht titulado «El animal favori to de Mr. K. , , es decir; asignaría des­ que aparecen en Steinberg y Jakobovits, eds . , 1 97 1 ) , la cual consider a
cripciones estructurales a las oraciones de ese texto. Lo� resultados d � l que la estructur a básica es una represen tación del significa do y la for­
_ _ Ihwe, � e to­
proyecto (algunos de los cuales se pubh � aron � n Van DIJk, ma sintáctic a se activa con posterior idad a la semántic a. Petofi se pre­
_
fi y Rieser; 1 972) concluyeron que las d1fe :·en� ra� � ntre una gramat!Ca guntó si sería oportuno construir una gramátic a con dos compone n­
_
oracional y una gramática textual eran mas s¡gmf¡catJvas de lo que se tes separado s, uno que explicara la actividad del hablante y otro la del
había supuesto en un principio. A pesar del enorme aparato de reglas, oyente. Mientras que el hablante iniciaría su actividad a partir del sig­
no se llegó al establecimiento de ningún criterio para juzgar la gra­ nificado y posterio rmente crearía un patrón sintáctic o secuenci al para
maticalidad o la correcta formación de los textos: 1 2 no se encontró producir el texto, el oyente empezar ía su labor de interpret ación a par­
ninguna razón de peso por la cual las oracion� s que a� arecen � n un tir de la secuenci a completa que se presenta en la interacci ón, e iría
texto debieran estar organizadas en un orden d1stmto, _ m por que esas
recorrien do el camino inverso al que siguió el hablante hasta llegar al
oraciones presentaban un determinado formato y no cualq� ier, o �ro. significado. 1 4
Tampoco quedó resuelto el problema general de la referencm: umca­ 3 3 . El volumen editado por Petofi en 1 97 1 estaba dedicad o al de­
mente se le reservó un lugar especial dentro del lexicón del texto. 1 3 sarrollo de una teoría del texto sumame nte elaborad a, conocida como
Como era de esperar, no tardó demasiado tiempo en producirse un de­ «teoría de la estructur a del texto/estr uctura del mundo>> (en abrevia­
bate, en este caso protagonizado por Werner Kummer ( 1 972a Y b) Y tura «TeSWeS T, ) . Petofi había intentad o distribui r los diversos aspec­
algunos m iembros del propio equipo de inv� sti�ación de C ? nstanz,a tos que presenta un texto entre una batería exhausti va de mecanis mos
(Ihwe y Rieser� 1 972) en el que Kummer cuestiOno las suposiciones _ ba- de represen tación derivado s de la lógica formal. Conform e iba desa­
sicas del proyecto en su conjunto. rrolland o la teoría, la cantidad y la compleji dad de sus compon entes
.
3 1 . El proyecto de Constanza era de alguna m anera u na rer_:n­ crecía constant emente (para una versión actualiza da véase Petófi ,
niscencia del proyecto de «análisis del discurso, de Harns _ ( 1 9_::> 2 )
1980) . L a tendenci a seguida por Petofi fue la d e integrar e n e l mode­
(véase II. 2 1 y ss. ) . D e nuevo, s e había aplicado u n método gramatical lo cada vez más factores relacion ados con los usuarios de los textos,
a un proceso textual, y, de nuevo, nada parece haberse probado ex­ desechan do aquellos que supusier an entender el texto como un arte­
cepto que las oraciones exhiben las m ismas propiedades estructurales facto aislado. Por ejemplo, el LEXICÓN, que originari amente contenía
tanto en su dimensión gramatical como en la textual. Tampoco se en­ poco más que el vocabula rio definido por el propio texto (véase Van
contraron normas para distinguir lo que es un texto de lo que no lo Dijk, Ihwe, Petofi y Rieser; 1 972), se construyó ahora de manera que
es. De todo ello se dedujo que las reglas gramaticales no pueden re­ pudiera incorporar progresivamente cada vez más «conocim iento típi­
flejar los procesos que operan en la producción o en la recep �ión d e co de sentido común , acerca de la organiza ción general del mundo
un texto. En efecto, como advierte Kummer ( 1 972a: 54), los mvesti­ _
(véase Petófi, 1 978: 43 ). La idea subyacen te en esta reorienta ción del
gadores del proyecto de Constanza dieron por supuesto que el texto se modelo es que no puede establecerse el estatuto lógico del sentido de
un texto a menos que se tome en consider ación su interacci ón con el
12. La noción de «conecta formación» se ha exportado a campos de la gramática en los que su
aplicación es bastante dudosa. Para e\'Ítar que aumente la confusión, en adelante no usaremos e: ta no­ conocim iento previo de los usuarios (véase también Petofi, 1 974).
_
ción, asumiendo el hecho de que todos los textos producidos están correctamente formados SI esa era
__
la intención del productor y si así los acepta el receptor; ahora bien, es posible que sean tamb1en tex­
L 23 ).
tos ineficaces, no efecti\'OS o inapropiados (\'éase Puesto que ya los ejemplos reales dan bastan­
te trabajo, no consideramos opm1uno in\'entar textos deliberadamente « malformados» . 1 4. Sin embargo, este modelo únicamente da cuenta d e algunas acti\'idades de la producción y de
13 . Con respecto a l lexicón, \'éase
11. 33 111.2 5
la recepción reales de textos, explayándose en exceso sobre el fenómeno de la linealización (\'éase
y SS.).
L-\ E\.OLLTIÓ� DE LA Ll:\GÜÍSTICA DEL TEXTO 65
64 I"iTRODUCC!Ól'-: A LA Ll�GUÍSTI C A

34. En la versión de 1 980, Petofi dio por supuesto que todos los mas textuales que las gramáticas oracionales no podían tratar de una
componentes del modelo facilitan la representación textual desde to­ manera : atisfactoria. En este trabajo de Van Dijk el principal objeto
das las perspectivas posibles. Para satisfacer la exigencia de que el mo­ de estud1 o f�1ero � los textos poéticos y literarios, que, aunque per­
.
delo tuviese una fundamen tación lógica sólida, Peto fi estableció la tenecen md1scut1 ? lemente al conju � to de textos de una lengua, a
existencia de una modalidad «Canónica>> (un correlato regularizado e menudo no encaJan en las convenciOnes gramaticales y semánticas
� establecidas (véase IX.9). Utilizando las metáforas literarias como ilus­
idealizado) paralela a la modalidad del <<lenguaje natural» en la que el
texto se expresa ele hecho. Este correlato idealizado proporcionaría las tración de su tesis, Van Dijk concluyó que existen ciertas «operaciones
reglas y los algoritmos necesarios para afrontar operaciones comple­ literarias » aplicadas al sonido, a la sintaxis y al significado, a partir de
jas como la « formación» , la « Composición» , la «construcción » , la «des­ las cuales se obtendrían textos no convencionales. Algunos ejemplos
cripción», la « interpretación» y la « traducción» . 1 s En cuanto al meca­ de dich as operaciones serían la adición , la supresión y la permutación
. .
nismo de funcionamiento de la referencia textual a objetos o acciones (es decn; msertar; eliminar o modificar los materiales lingüísticos bá­
del mundo exterior al texto, Petofi postuló la existencia de un compo­ sicos) .
nente de control denominado «semántica del mundo» . Es la primera 3 7 . Aparte d e los estudios sobre las secuencias ele oraciones una
vez que en un modelo lingüístico se admitía la existencia de una cier­ de las nociones más importantes para la constitución de una ci� ncia
ta correspondencia entre la estructura del texto y la estructura del del texto que aportó Van Dijk fue la de MACROESTRUCTURA, 1 6 que con­
mundo. siste básicamente en un resumen conceptual del contenido del texto.
35. Dejando a un lado los detalles técnicos, el modelo desarrolla­
Van Dij k razonó que la generación de un texto ha de partir de una
do por Petofi puede valorarse como ilustrativo de las cuestiones a las idea principal que, gradualmente, se va desarrollando diversificándo­
que se enfrentaron las teorías textuales basadas en la lógica. Parece se en significados cada vez más detallados que van penetrando en el
claro que si se emplea cualquier tipo ele lógica conocida, se pierde de interior de los fragmentos simples de longitud oracional (véase III. 2 1 ) .
vista buena parte de la naturaleza de los textos; por lo tanto, la reso­ Cu �ndo un texto � e actualiza, han de ponerse en marcha ciertas ope­
lución de este problema exige acondicionar la lógica de manera que racw � es que funciOnen en 1� dirección contraria a la producción y que
permita realizar un tratamiento lo más adecuado posible de los textos perm1 tan extraer retrospectlvamente la idea principal del texto. Estas
(Petofi, 1 97 8 : 44 y ss.). Para evitar inadecuaciones en el modelo, Peto­ operaciones son la «supresión» (eliminación directa de material lin­
fi previó la existencia de mecanismos complejos que mediarían entre güístico), la «generalización» (reconsideración del material lingüístico
los textos reales y las versiones acomodadas a la lógica de esos mis­ en un contexto más amplio) y la «construcción» (creación de material
mos textos. Si esta empresa hubiese tenido éxito, y si, en conse­ lingüístico nuevo susceptible de ser actualizado) (Van D ijk, 1 97 7a). l 7
cuencia, se hubiesen clarificado las propiedades más relevantes de los Las gramáticas oracionales, por supuesto, no prevén que tales opera­
.
textos, se habría resuelto la problemática textual, pero ello no fue así. clOnes mantengan relación alguna con las macroestructuras, puesto
Pareció quedar demostrado, por el contrario, que un enfoque menos que se trata de un problema que simplemente no se plantea cuando se
riguroso y menos formalizado se aproximaría con mayor acierto a la analizan oraciones aisladas. En coherencia con este planteamiento,
manera en que los humanos utilizamos los textos en la interacción co­ Van Dijk recurrió a la psicología cognitiva para encontrar un modelo
municativa cotidiana. textual orientado hacia el procesamiento. En colaboración con Walter
3 6 . El monumental tratado de Teun A. van Dij k ( 1 972a), Som.e Kintsch, investigó las operaciones que los hablantes ponen en marcha
Aspects of Text Grammars, se ocupó de una serie de cuestiones bas­ para resumir textos de cierta longitud, especialmente narraci ones
tante diferentes a las planteadas por Petofi . Como ya hicieran Hei­ (véase Kintsch y Van Dijk, 1 978, y Van Dijk y Kintsch, 1 97 8 ) . 1 8 Aun­
dolph ( 1 966) e Isenberg ( 1 96 8 , 1 97 1 ), Van Dijk justificó la necesidad que se presupuso que el resumen típico de un texto debería basarse en
de crear una gramática textual argumentando la existencia de proble- su macroestructura (véase Van Dijk, 1 979b ), sin embargo, la investí-

1 5. Con toda probabilidad, se requiere una maquinaria tan compleja como la que se describe para
?
1 6. En Van ijk ( 1 972a) se usa el término «estructura profunda, sólo en contadas ocasiones para
.
e\'ltar .
la confuswn con el uso chosmkiano (,·éase Van Dijk, 1 979b). Véase la nota 1 9 siocuiente.
construir cualquier modelo textual basado en la lógica desde un punto de vista tan amplio como el ele
Petófi . Lo más sorprendente es que la representación ele la que parte Petófi se base todavía en cálcu­

17. Van Dijk no considera que estas nociones sean parecidas a las que emplean D \�cl Ausubel o
John Bnmsforcl. Véase también la división que se propone en IX.28.
los ele predicados ele primer orden. Para un tratamiento más extenso, véase Biasci y Fritsche (ecls . )
1 8 . En cuanto a In comprensión ele nanaciones, véase la nota 22 del capítulo IX.
( 1 978)
1 :\TRODLCC lÓ:\ A LA LI:-.:GL'ÍSTICA LA E\'O LLCIÓ:\ DE LA Ll:\GUÍSTICA DEL TEXTO 67
66

gación demostró que el resumen real hecho por los hablantes incluía nerativo�transformacional. En abierto contraste con investigaciones
� o sólo la macroestr uctura del texto, sino también las macroest ructu- anteriores que, aceptando sólo alteraciones menores, postulaban la
1 as previame nte almacena das en la mente del hablante
y basadas en existencia de un único tipo de relaciones tanto entre secuencias de ora­
el conocim iento de cómo se organiza n los acontecim ientos y las si­ ciones como en el interior de las mismas (por ejemplo, Heidolph, 1 966,
tuacione s en el mundo real (acerca de los <<esquem as » , una concep­ Isenberg, 1 968, 1 9 7 1, y Van Dijk, Ihwe, Petofi y Rieser; 1 972), las ten­
ción distinta a la de macroes tructura , véase IX.25-2 8 ) . dencias posteriores partieron de una concepción radicalmente distin­
3 8 . Igor Mel'cuk siguió una línea de investigac ión bastante dife­ ta a la gramatical. El modelo de Mel'cuk adaptó la noción de « tr ans­
rente a la de Petofi o a la de Van Dijk (véase Mel'cuk, 1 974, 1 976, y formación>>, incluyendo en ella la capacidad para construir paráfrasis
Mel'cuk y Zolkovskij, 1 970). Mel'cuk consideró que la operación cen­ (véase Ungeheuer; 1 969), con el objetivo de dirigir la investigación lin­
tral de un modelo lingüístic o ha de ser la transición entre el <<signifi­ güística hacia la « imitación artificial del comportamiento humano>>
� (Mel'cuk y Zolkovskij , 1 970: 1 O). Para afrontar esta tarea, Mel'cuk creó
cado >> (smvsl en ruso) y el texto, es decir, ha de plantearse de qué ma­
nera se p �1ede expresar o es posible abstraer el significad o fuera del un nuevo tipo de representación del significado que captase la conti­
texto en sí. Por «Significa do>> , Mel'cuk entiende la <<habilidad del ha� nuidad cognitiva (véase V.2). En este sentido, el propio Petofi había
blante para expresar una única idea de maneras diferentes y la habi­ trasladado la operación de transformación de su campo sintáctico ori­
lidad del oyente para interpreta r que una serie de enunciado s formal­ ginal al textual, permitiendo la existencia de transformaciones textua­
mente distintos son sinónimos y tienen el mismo significad o >> (Mel'cuk les entre distintos niveles, e incluso Van Dijk había ampliado la noción
y Zolkovskij , 1 970: 1 1 ) . Como se deduce de este planteamie nto, el in­ de transformación para que fuera operativa en la descripción de los
terés principal de esta línea de investigac ión se centra en la cons­ procesos cognitivos activados en la producción de textos <<literarios>> o
trucción de <<sistemas de parafrasea do>> (sobre la paráfrasis , véase de resúmenes.
l\1. 1 8- 1 9) . 4 1 . En conclusión, parece seguro que casi todos los modelos y las
3 9 . Mel'cuk previó la existencia en su modelo de una represen- gramáticas textuales han hecho o harán virtualmente algún uso de la
tación del significad o que tuviera una <<Sintaxis>> propia, es decir, un noción de <<transformación>>, aunque con toda probabilidad no se tra­
nivel de conectivid ad no visible en la organizac ión gramatica l. Para te del mismo uso del concepto que se hace en la gramática chornskia­
formaliza r su análisis, Mel'cuk utilizó una red de interrelac iones de na. Más aún, cuanto m ejor se vaya definiendo la interacción real entre
alguna manera similar a la que se propone en el capítulo V de este li­ hablantes, las exigencias de una modelización adecuada de la comu­
bro, con la diferencia de que atomizó la representa ción de los con­ nicación humana harán que se marchiten la mayor parte de las supo­
ceptos en unidades mucho más simples. Las unidades más elementa­ siciones básicas que se encuentran en el núcleo de la gramática ora­
les se extraerían de un <<lexicón profundo>> , se trasladarí an a la red de cional, tales como la de autonomía de la sintaxis. Las tendencias
interre laciones y a continuac ión se formatear ían mediante la aplica­ apuntadas por los trabajos de Petofi, Van Dijk y Mel'cuk son un ejem­
ción de operacion es de <<sintaxis profunda >> ( <<profunda >> en el sentido plo claro de esta línea de evolución tanto en la teoría como en la me­
de que se trata de una sintaxis compuest a por elemento s básicos pri­ todología textuales.
mitivos más que por palabras y sintagma s perteneci entes al texto ac­ 42. En este capítulo no se ha pretendido presentar un panorama
l exhaustivo de las investigaciones que se llevan a cabo sobre el texto.
tualizad o). l 9 Con el objeto de controlar la selección de opciones, e
modelo de Mel'cuk interpone <<filtros potenteS>> que garantice n la ge­ Por el contrario, se ha preferido simplemente mencionar algunas lí­
neración de pará frasis aceptab les. neas de i nvestigación representativas en este campo dentro y fuera de
40. Las <<gramática s textuales>> de Petofi, Van Dijk y Mel'cuk son la lingüística. Más en concreto, se ha presentado una serie de enfoques
un buen ejemplo de modelos que intentan reconducir la gramática ge- que han aparecido m ientras se investigaban los textos desde perspec­
tivas variadas y a causa de diversos motivos. En la mayor parte de es­
tos enfoques, la noción de <<texto>> con la que se trabaja (por ejemplo,
que
1 9. En gramática transformacional, las entidades "profundas» son elementos "primordiales» el texto entendido corno una unidad superior a la oración, como una
axiomas.
no se puede� descomponer en unidades más simples, es decir, encarnan la estructura de los
En un enfoque procedimental, las entidades "profundas» son aquellas que se han suprimido de
la re­ distribución discursiva de morfemas o como una secuencia de oracio­
de
presentación superficial; de ahí que el procesamiento «más profundo» incluya menos operaciones nes correctamente formadas) es mucho más restringida que la que se
III.9
identificación y más de integración y de organización que el procesamiento más superficial (véase defiende en este libro. No obstante, como afirman Petofi y Van Dijk,
y la nota 6 del capítulo III).
68 1 :\T RODCCCIO:\ A L A LI:\G U Í STICA

el punto de vista desde el que se investiga el texto se va amplian �o


continuamente. En consecuencia, consideramos que nuestro prop10
enfoque es el resultado de una evolución continuada en el modo de
entender el objeto de estudio; no pretendemos, por lo tanto, refutar te­
sis o metodologías previas.

CAPÍTULO III

EL ENFOQUE PROCEDIMENTAL

l . Durante muchos años en lingüística se ha estudiado sintaxis y


semántica pero sin prestar demasiada atención a cómo se usa la gra­
mática y el significado en la comunicación. El estudio del uso del len­
guaje apenas se ha explorado, relegado al campo de la PRAGMÁTICA. En
un enfoque procedimental, sin embargo, se describen todos los nive­
les lingüísticos en relación con su uso comunicativo. En este tipo de
enfoque se considera que el campo de trabajo genuino de la pragmá­
tica es el estudio de los PLANES que proyectan y de las METAS que se fi­
jan los hablantes; de acuerdo con este planteamiento, las cuestiones
relacionadas con el uso pueden tratarse, por qué no, de un modo per­
tinente desde una perspectiva sintáctica y semántica. En este sentido,
cuando se analiza un texto, las nociones de «cohesión» y «coherencia»
sólo son fructíferas si explican cómo se establecen realmente conexio­
nes e interrelaciones entre acontecimientos comunicativos diversos.
Lo que incumbe en realidad a la pragmática es todo lo relacionado
con la exploración de las actitudes de los productores ( <dntencionali­
dad» ) y de los receptores de los textos («aceptabilidad» ) en las situa­
ciones comunicativas ( «Situacionalidad» ) .
2 . Lingüistas d e todas las tendencias parecen estar de acuerdo e n
que e l lenguaje puede entenderse como u n SISTEMA: I las lenguas se
componen de una serie de elementos cuya función es contribuir al
funcionamiento de la totalidad. Pero esta definición es tan general que
sus implicaciones en la investigación lingüística pueden ser muy di­
versas. Por ejemplo, como se señala en II. 1 9, los primeros trabajos
realizados en esta l ínea daban por supuesto que se podía establecer un
sistema de unidades m ínimas para cualquier aspecto de una lengua;
cada unidad se caracterizaría por ser distintiva con respecto a todas

L Véase por ejemplo Saussune ( 1 9 1 6) , Firth ( 1 957), Hartmann ( 1 963a y b), Coseriu ( 1 967), Ha­
lliday ( 1 976) y Berry ( 1 977)
70 ! 0:TRODCCC IÓC\ ,-\ LA L ! l'GÜÍSTICA EL El'FOQüE PROCEDI!I!ENTAL 71
las demás. Sin embargo, a nadie se le ocurriría aplicar este tipo de sis­ ce como si los usuarios del lenguaje flotasen a la deriva en un m ar in­
tematización en el análisis de las operaciones que se realizan en la co­ terminable de estructuras diminutas situadas en diferentes niveles lin­
municación, puesto que los hablantes no combinan unidades di� ti.nti­ güísticos, mientras sigue siendo una cuestión misteriosa la manera en
vas de una manera obvia o directa. En efecto, las pruebas empincas que interactúan la sintaxis, el significado y las intenciones de los ha­
demuestran que la mayor parte de las distinciones abstractas cons­ blantes durante el proceso comunicativo.
truidas especulativamente en la teoría no se perciben luego en el ha­ S. No hay duda de que únicamente puede explicarse el compor­
bla real (véase Pollack y Pickett, 1 964, Woods y Makhoul, 1 973, Y Wal­ tamiento comunicativo real de una manera adecuada si el lenguaje se
ker; ed., 1 978). modeliza como un sistema interactivo (véase Walker; ed., 1 978). No
3. La perspectiva de un investigador sobre su objeto de estudio puede ignorarse o reservarse para una hipotética fase de «interpreta­
depende de la tarea científica que lleve a cabo. La SISTEtv!ATIZACION del ción>> a posteriori la correlación entre los diversos niveles lingüís ticos.
objeto de estudio -una noción promovida especialmente por Ca�'l Los experimentos empíricos realizados en este sentido demuestran
Hempel-2 se realiza desde la suposición básica de que los aconteCI­ que un modelo lingüístico basado en la autonomía de la sintaxis no
mientos no suceden de una manera aleatoria, sino que están contro­ puede funcionar en tiempo real a causa de la EXPLOSióN COMBINATORIA
lados por principios metódicos. La DESCRIPCióN del objeto de � stu?io que produciría su puesta en marcha: una inmensa sobrecomputación
requiere la identificación de todos aquellos principios de orgamzación de estructuras y de lecturas alternativas que chocarían con operacio­
que permitan clasificar de una manera objetiva '! fiable las � uestras nes de procesamiento ejecutables únicamente en un lapso de tiempo
.
empíricas que se analicen. La EXPLICACION del objeto de estud1o exige, astronómicamente enorme. 3 La comprensión de la señal de tráfico [ 1 ]
por su lado, la formalización de los principios mediante los cuales ese (' NIÑOS JUGANDO DESPACIO') -por poner un ejemplo sencillo- exigiría
objeto adquiere sus características propias y la concreción de los pro­ del receptor un esfuerzo de procesamiento colosal si tuviese que ana­
cedimientos de creación y uso de las muestras empíricas analizadas. lizarla sin hacer referencia alguna al contexto en el que aparece (véa­
Se puede describir una lengua perfectamente sin tener que dar e�pli­ se I.l 9) . La producción y la recepción de un texto de gran longitud, s i
cación alguna, ya sea de manera explícita o implícita. En este sentido, se hace sin tener en cuenta l a interacción entre los niveles lingüísticos
se puede simplificar una descripción excluyendo deliberadamente de y los factores situacionales o cognitivos, sólo podría explicarse como
la m isma muchas consideraciones que sería obligatorio a f rontar en el una especie de milagro.
caso de una explicación. Ahora bien, sin ninguna duda, la ciencia del 6 . Consideracion es de este tipo han propiciado la inserción de un
texto ha de ser explicativa. enfoque PROCEDIMENTAL en el estudio de los textos en la comunicación .
4. Un asunto significativo que ha de tratarse obligatoriame nte es En este sentido, aunque el establecimient o de unidades y patrones es­
la oposición entre MODULARIDAD (según la cual los componentes de un tructurales es todavía una actividad central en la investigación lin­
modelo se consideran independiente s unos de otros) e INTERACCIÓN (se­ güística, ya ha dejado de ser un objetivo en sí mismo. En cambio, lo
gún la cual los componentes de un modelo están interrelacio.nados Y que interesa ahora son las operaciones mediante las cuales se mani­
se controlan mutuamente) (véase Sussman, 1 9 7 3 : 1 2 y ss., y Wmograd, pulan esas unidades y esos patrones durante la utilización de los sis­
1 975: 1 92). Los sistemas m odulares son muy difíciles de diseñar Y de temas lingüísticos en la comunicación (véase II.S). El TEXTO es el re­
mantener actualizados, puesto que las modificaciones que se produ­ sultado real de esas operaciones. De ahí que un texto no pueda ex­
cen en el sistema modular afectan únicamente a elementos específi­ plicarse como una s imple combinación de morfemas o de oraciones
cos; en cambio, el sistema de operaciones que incluye un sistema mo­ (véase el capí tulo II) : en todo caso, podría afirmarse que esos morfe­
dular es inmensamente complejo (véase Levesque y Mylopoulos, 1 979: mas y esas oraciones funcionan a modo de unidades y patrones ope­
94) . En consecuencia, los modelos lingüísticos que sean en su mayor rativos que transmiten los significados y las intenciones de los ha­
parte modulares, como los desarrollados a la vez por la lingüística des­ blantes durante la comunicación . La m inuciosidad con la que los
criptiva estructural y por la gramática transformacional, acaban pro­ usuarios de los textos organizan y utilizan de manera efectiva los ma­
poniendo un tipo de sistema operativo muy ineficaz para dar cuenta teriales morfémicos y sintácticos debería considerarse no como una
del uso del lenguaje en tiempo real. En los modelos modulares pare-
3. La importancia de este factor ya se planteó en los primeros modelos de procesamiento del len­
2. Citado en Stegmüller ( 1 969: 205) gua� e mediante ordenador (véase Petrik, 1 975, y Woods, 1 970).
72 I)JTRODCCCIO!\ A L A LI!\GUÍST IC..; E L E:\FOQ C E PROCEDII\!El\TAL 73
suposición apriorística dictada por una teoría determinada y acepta� a to y qué no lo es, pasan a ser claves las nocion es textua les el e eficac ia,
sin discusión, sino como una cuestión que ha de pasarse por el tam1z efe ctividad y adecua ción (véase L 2 3 ). Estos tres factores contro lan la
ele la investigació n empírica en condiciones realistas. . producción lingüís tica por lo menos en la misma medid a en que lo ha­
7. Como señaló Manfred Bierswisch ( 1 966: 1 30), no ex1sten res­ cen las reglas abstractas ele la gramá tica o de la lógica. Desde el pun­
tricciones claramente definidas sobre la cantidad ele gramáticas abs­ to de vista proced imenta l, la eficacia contribuye a aumen tar la facili­
tractas que pueden construirse para describir una lengua. Habitual­ dad de procesamie11 to , puesto que concentra los recursos cognit ivos,
mente se suele evaluar la calidad ele una gramática sobre la base ele co m o la atenció n y el acceso a la inform ación, en el funcio n; miento
criterios tales como la simplicidad, la consistencia y la generalidad. En controlado de las operac iones. La efectividad favorece la profún didad
el enfoque procedimental, sin embargo, los criterios decisivos que han de procesamien to , puesto que intens ifica el rendim iento ele los recur­
ele incluirse en la valoración ele un modelo lingüístico son los ele ope­ sos cognitivos que actúan sobre los materia les lingüís ticos que no apa­
ratividad y plausibilidad .¡ Puesto que las intuiciones ele los lingüistas
. recen en la repres entació n superf icial explíci ta del texto. 6 La adecu a­
no pueden ir más allá de lo meramente heurístico, y no aportan, por ción es el factor que determ ina la homol ogació n del texto presen
tado
lo tanto, elatos primordiales (véase la discusión sobre este tema en en la interac ción con las norma s ele textual idad, de manera que per­
Crystal, 1 97 1 : 105 y ss ., Spencer; 1 973, Ringen, 1 975, y Snow y Meije1� mite calcula r de una manera fiable cómo pueden los interlo cutore s
1 977), la validez ele las teorías y ele los modelos ha de demostrarse, no procesar la inform ación con facilid ad y en profun didad. Adviér tase
a partir ele intuiciones, sino ele su contrastación con las actividades que la eficaci a y la efectiv idad tiende n a funcio nar ele una manera
humanas naturales. compl ement aria. Si bien el lenguaje común y un conten ido trivial
son
8. Investigar siguiendo el enfoque procedimental supone un muy fáciles ele produ cir y ele interpretar; sin embargo puede n provo­
cambio ele prioridades en cuanto a las cuestiones que han ele tratar­ car el aburri miento y apenas dejan huella retrosp ectivam ente en
la
se.s Por ejemplo, la distinción entre qué es y qué no es una oración memo ria. Por el contra rio, el lenguaje creativ o y un conten ido inespe
­
resulta a bsolutamente imprescindible para una gramática abstracta, rado puede n provoc ar un efecto intens o, aunqu e sean induda bleme

puesto que ese criterio sirve para decidir qué gramáticas son admisi­ te di �íciles ele produ cir e interpretar: De ahí que la adecu ación haya de
bles y cuáles no. Pero si se puede demostrar que, ele hecho, los ha­ media r entre los factor es contra puesto s de la eficaci a y la efectiv idad
blantes son incapaces ele establecer una distinción consistente entre para poder evalua r qué es lo conven cional y qué no lo es en cada
si�
qué es una oración y qué no lo es -tal c.omo sugiere la investiga�ión tuación.
revisada en VI.23 y ss.-, en consecuenCia, en una teona > que entien­ 10. El grado ele calida d ele un texto, en cuan to a
su nivel ele efi­
da el lenguaje como una forma de actividad humana, la gramaticali­ cacia, ?e efectiv idad y ele adecu ación, depend e ele los recursos de
pro­
clacl oracional es simplemente un VALOR POR DEFECTO (esto es, algo que cesamien to emplea dos en su produc ción y recepc ión (véase III . 2 8 ) .
En
se asume en ausencia ele una indicación contraria) (véase III. 1 8) . U n princip io, no existe un pun to concre to en el que pueda decirs e que
. se
hipotético texto puede ser rechazado como texto genuino si cl e safí.a ha realiza do la produ cción el e un texto de una manera definit iva,
sino
abiertamente las normas ele textualidad hasta el punto ele que su u ti­ que a lo sumo puede detecta rse un UMBRA L DE FINALIZ ACióN en el
que
lización comunicativa no es ele ninguna manera factible (por ejemplo, el produ ctor consid era que el resulta do obteni do es satisfa ctorio
con
porque carece totalmente ele cohesión, coherencia o adecuación con respec to al propós ito que preten día alcanz ar (véase Flowe r y Hayes
,
respecto a la si tuación en la que aparece, etc.) (véase 1 . 3 ) . La fron te­ 1 979: 1 7) . De maner a simila r; el juicio sobre la calidad del texto influ­
ra entre lo que es un texto y lo que no lo es también puede depender ye sobre los recursos que está dispue sto a emplea r un recept or
en su
de factores externos al texto mismo, por ejemplo ele la tolerancia y del proces amien to. En absolu to puede darse por finaliz ada la recepc
ión
conocimiento previo ele los interlocutores o del tipo el e texto que se en un punto concre to, sino que más bien acaba en un umbra l
de fi-
esté utilizando.
9. En la misma medida en que deja ele tener importancia la dis­
tinción entre qué es una oración y qué no lo es, o entre qué es un tex- 6. Véase Craik Y Lockhart ( 1 972) y Mistl er-Lachman ( 1 974) Parece fuera de discusión que los ni­
l'eles de profundidad son los siguientes: 1) sustancia del sonido/letra, 2) presentación superficial lineal
:
3) estructura d � dependencia gramatical, 4) relación conceptual texto/mundo, 5) idea principal ;
6) plan. Estos ;m·eles de profundización -que en esta lista se han ordenado desde lo más superfici ;l
4. Véase l a noción de «procedi miento de adecuación» en Schank y Wilensky ( 1 977). (! ) h �sta lo mas profundo (6)- se tratarán (excepto el nh·el 1 , al que se dedica la nota 2 del capítulo
5. Véase el prefacio, punto6, yX 6 1) mas adelante en este mismo capítulo
74 I :\TRODUCCIÓ0: A LA LINGUÍSTICA EL E:\ FOO U E PROCEDIMENTAL 75
nalización en el que se considera que la interpretación textual parece tre sí elemen tos diversos). Estas operaciones se realizan mediante pro­
satisfactoria. En principio, cualquier receptor distinto del originario ced í m ien tos de ACTUALIZACIÓN . 1 0
podría continuar revisando y analizando e � texto donde lo dejó pri­ 1 3 . Puesto que la lingüística estructural y la gramática tranfor­
mero todavía con una mayor minuciosidad. ' mativa se han ocupado ambas de los sistemas virtuales, en realidad se
11. Las consideraciones que han surgido e n los apartados ante­ ha investigado muy poco sobre los procedimientos de actualización .
rior es dejan entrever la dificultad de limitar el estudio de los textos Incl uso en el estadio inicial en el que se encuentra la investigación tex­
únicamente a los artefactos escritos o hablados. Debido a su natura­ tua L parece claro que la actualización funciona de tal man� ra que no
leza peculiar, estos artefactos no están completos cuando se aíslan de pue de aplicarse directamente al análisis de los sistemas virtuales. Por
las operaciones de procesamiento que se han realizado sob�-� ellos. Si ejemplo, parece que hay una relación de i nterdependencia muy mar­
se parte de la base de que un texto es un documento de dectst � ne� , se­
. cada entre las decisiones que se toman y las selecciones que s� reali­
lecciones y combinaciones, la mayor parte de los textos son stgmflca­ zan, aunque ambas estén en el mismo nivel o en niveles distintos. Esta
tivos en virtud de todas las alternativas posibles que podrían haberse interdependencia ejerce un control estricto sobre las modalidades vir­
elegido en lugar de las que se prefirieron. Con fl·ecuencia, la organi­ tual es de utilización de un mismo texto. Si cualquier i nterlocutor
zación básica de la lengua (por ejemplo, sus regularidades en cuanto adoptase una actitud desviada e idiosincrásica con respecto al aconte­
al sonido, la gramática, el vocabulario, etc), no proporciona una ayu­ cimiento textual, la comunicación se vería seriamente dañada.
da decisiva sobre qué alternativa es más conveniente escoger en cada 14. De este planteamiento, Beaugrande ( 1 980a) concluye que un
momento para construir progresivamente un texto. Para dar cuenta de texto consti tuye un sistema CIBERNÉTICO en el que continuamente se
cómo se realiza esa tarea, han de establecerse y sistematizarse las MO­ están regulando las funciones de sus elementos constitutivos. Cuando
TIVACIONES y ESTRATEGIAS de acuerdo con las cuales se generan y utili- un elemento textual no puede interpretarse a partir de los sistemas de
zan los textos . conocimiento establecidos de los interlocutores acerca de la lenaua, el
1 2 . Por otro lado, no se puede permitir que la corporeidad del contenido y la intención comunicativa, se perturba la ESTABILID: D del
texto se desvanezca diluida en una parafernalia de procesos mentales. sistema textual, lo cual obliga a que sea restaurada mediante un pro­
Debates recientes sobre el papel del lector advierten del peligro de su­ ceso de INTEGRACIÓN REGULATIVA que asimile en el sistema ese elemen­
poner que el receptor puede hacer lo que quiera con el texto que ha to textual esquivo, por ejemplo mediante la adición o la modificación
de interpretar� s Si el receptor no se sometiera a ningún tipo d � res­ del co �ocimiento almacenado por el usuario en su memoria. El pro­
tricción interpretativa, la comunicación textual sería muy poco fiable, cesamiento de un elemento textual sólo queda bloqueado si fracasa su
quizás incluso solipsística. Han de existir en definitiva, aunque no de integración regulada en el sistema de conocimiento de los usuarios, es
una manera férrea, controles que prevean las variaciones en los mo­ decir, si pese a todo persisten en su interpretación problemas irr·eso­
dos en que puedan utilizar un mismo texto diferentes receptores (véa­ lubles. En condiciones normales, los interlocutores consiguen la esta­
se III . l 6) . Beaugrande ( 1 980a) propone que el texto sea visto como un bilidad del sistema mediante el mantenimiento de una solución de
sistema como una serie de elementos que funcionan conjuntamente.9 CONTINUIDAD entre cada elemento textual significativo y su contexto. ! !
Si se c¿nsidera que una lengua es un sistema VIRTUAL de opciones dis­ Incluso aunque sea posible construir varias relaciones de continuidad
ponibles susceptibles de ser activadas, entonces el _ texto es un sistem� posibles, siempre h abrá alguna que sea más satisfactoria o más pro­
REAL en que se han elegido unas opciones determmadas y se han uti­ bable que o tra y, por consiguiente, que pueda considerarse como una
lizado en la producción de una ESTRUCTURA concreta (que relaciona en- relación PREFERIDA. 1 2 En la medida en que una comunidad comunica­
tiva comparte un conocimiento preferido similar (precisamente el cri­
7. Como señaló Peter Hartmann (en comunicación personal a Robert de Beaugrande), los lin· terio que sirve para ide11ti{icar dicha comunidad) , el resultado obteni-
güistas profesionales poseen un umbral de procesamiento desproporcionadamente elevado y, por esa
razón, pueden descubrir muchas más estructuras que Jos usuarios normales del lenguaJe Desafor:u­
nadamente, el tipo de análisis que realizan Jos lingüistas ha sido considerado, en demasiada� oca;; r�­ 1 O. Coseriu ( 1 955-56) también ha tratado la actualización
nes, como el modelo por excelencia de la comprensión lingüística; quienes han adoptado mas drastl· . l l: La vital importancia que tiene la continui dad
camente este criterio han sido los transformacionalistas (véase el panorama que, sobre este asunto, se �m�urstas preocupados por el análisis ele unidades y constituy
ha sido minusvalorada con frecuenc ia por los
entes. Las normas de textualid ad están
ejemplo !LI6, IV, ! , V.2, VII . 1 3 v IX . 2 9 ).
presenta en Clark y Clark, 1 977). mtrmamente relacionadas con la continuidad (véase por
12. El uso en este manual del término « preferenc ia• es bastante
más amplio que el propuesto por
8. Véase especialmente los artículos incluidos en Warning (ed ) ( 1 975),
9. Véase Hartmann ( 1 963a: 85 y ss.), Domen ( 1 969) y Fowler ( 1 977: 69 ) su creador, Yorick Wilks ( 1 979).
76 1'-:TRODUCCIÓ:\ A LA LI:\G UÍSTIC..\ EL E:\FOQUE PROCEDI:V! E:\TAL 77
do del procesamie nto de un texto determinado será bastante parecid ? tuacionalidad) y media nte l a interp retaci ón d e l a depen denci a entre
para todos y cada uno de los miem ? ros pertenecientes a e sa con: um� textos distinto s (intertex tualidad ).
, .
dad. Cualquier resultado interpr·etatlvo claramente excentnco actrvara 1 7. Este énfasi s en la contin uidad y en la conec tivida
d de relaci o­
un proceso de regulación especial y, en es � mismo momento, el indi­ nes entre eleme ntos diversos permi te estudi ar la textua lidad y el pro­
.
viduo idiosincrásico se dará cuenta de cuales son las preferencras de cesa mient o textua l como si fuera una opera ción forma l de RESOL UCióN
esa comunidad. DE PROBL EMAS (en el sentid o en que emple an este conce pto Newe l
y Si­
1 5 . Ser consciente del conocimiento preferido por la comunidad mon, 1 972). 1 3 Desde este punto de vista, un PROBL EMA consis te en que
a la que se pertenece no supone de ningún modo una invitación a la trayectoria de conex ión entre dos eleme ntos ha FALLAD O (no se ha po­
claudicar y a conformarse con esa si tuación . Al contrario, un texto dido recorrer) porque no se ha podid o encon trar todavía. Los PROBL

cuyo formato y cuyo contenido se amoldasen completamente al cono­ MAS FORMA LES apare cen cuand o las oport unida des de fracas
ar en el es­
cimiento establecido poseería paradój icamente un grado extrema­ tabl ecimi ento de una conex ión son más proba bles que las de tener éxi­
damente bajo de il1formatividad (en el sentido descrito en I. 1 7 y ss.; to. Se dice que un problema se ha RESUELTO cuand o se ha podid o esta­
véase también el capí tulo VII). El conocimiento «Conocido» -o, ex­ blecer una trayectoria que conec ta sin interrupción el ESTADO Il\TICIA L
presado en términos cibernéticos, la estabilidad tot �l del siste r:na-:­ de
un eleme nto con el ESTADO META. Si se alcanza un punto en el que quien
carece evidentemente de interés desde el punto de VIsta de las mch­ pretende resolver un probl ema no puede avanzar pese a todo
hacia la
naciones cognitivas humanas. En este sentido, la comunicación fun­ consecuci ón de la meta, se dice que existe un BLOQU EO. Obvia
mente ,
ciona a modo de constante supresión y restauración de la estabilidad del la opera ción decisi va de resolu ción de problemas es la BúSQU EDA de
una
sistema mediante la ruptura y la reposición de la con tinuidad entre ele­ conex ión entre estado s distin tos. Existe n tres tipos de búsqu eda: 1 4
mentos textuales diversos. En consecuencia, ser consciente del conoci­
miento preferido no excluye la creatividad de la comunicación textual, a) En la BÚSQU EDA EN U N PRIME R NIVEL D E PROFU NDIDA D, el resolv

pero sí hace posible que los interlocutores encuentren una orientación dor ?e probl� mas se dirige hacia la meta siguie ndo una trayec
toria
para esa creatividad y sirve también de ayuda para que puedan cum­ c? ntmu ada, sm tomar en consid eració n las altern ativas que vayan
sur­
plir sus intenciones comunicativas más eficazmente. grend o con tal de progr esar hacia adela nte con mayor rapid
ez. Si en­
1 6. La línea argumental que se ha desarrollado en los apartados cuent ra un bloqu eo, el resolvedor de probl emas retrocederá
sólo lo su­
anteriores sugiere la manera en que un enfoque de teoría de sistemas ficien te como para poder recuperar el movim iento y, a contin
uació n,
puede resolver el dilema de si han de admitirse o no los procesos cog­ reanu dará su condu cta de progresar hacien do caso omiso
de las al­
nitivos humanos como factores que intervienen decisivamente tanto ternat ivas colate rales. La búsqueda en un prime r nivel de
profu ndida d
en la utilización como en la investigación de los textos. Los usuarios no condu ce al éxito excep to cuand o la trayec toria que ha
de seguir se
de un sistema han de ser conscientes de los principios de funciona­ es obvia e incont establ e.
miento de ese sistema, puesto que una utilización errónea sería per­ b) En la BÚSQU EDA EN UN PRIME R NIVEL DE AMPLI TUD, el
resolv edor
judicial o bloquearía el proceso comunicativo. Ciertos tipos de ac�n­ de probl emas progresa con rapid ez hacia adela nte sólo hasta
que al­
tecimientos textuales, por ejemplo las ambigüedades, las contradic­ canza la subm eta más próxim a y sopes a qué trayec toria puede
seaui r
ciones o las discrepancias, parecen difíciles de someter a un control
a, ;, si
a partir de ese punto . A contin uació n, sigue la trayec toria elegid
de regulación, por eso son consideradas inadecuadas excepto para resulta ser una elecci ón exi tosa, el procedimie nto se repite
hasta al­
conseguir; mediante su empleo, un efecto especial (por ejemplo, un canzar la subm eta siguie nte, y así suces ivame nte hasta
cump lir la
chiste o una paradoja). Las normas de textualidad establecidas en este meta princ ipal defini tiva. La búsqu eda en un prime r nivel
de ampli ­
manual tienen un carácter relacional, es decir; tienen que ver con tu� es prude n_te y segur a, pero puede ser inefic az e inútil
si la trayec­
cómo se conectan unos elementos con otros: mediante dependencias tona que se sigue es obvia .
gramaticales en la superficie (cohesión), mediante dependencias con­
ceptuales en el mundo textual (coherencia), mediante las actitudes de 1 3 . El « resolvedor general de problemas» fue un program
a informático pionero (Ernst v Newell
los interlocutores hacia el texto (intencionalidad y aceptabilidad), me­ 19 69) que deel �ciia qué tipo ele operaciones
principales debían activarse para afrontar tarea; específi
cas. El trat � m1ento que se ofrece en este manual �
diante la incorporación de lo nuevo e inesperado en lo conocido y es­ es más cercano al ele Winston ( 1 977) a causa de las
repres entaciones ele redes con que trabaja. Véase también
la nota siguient
perable (informatividad), mediante la adecuación a la s ituación (si- 14. Véase Winston ( 1 977: 90 y ss , 1 30 y ss ) - e.
INTRODLCCIÓ:\ A L A LINGCÍSTIC..l. EL ENFOQL'E PROCEDI\! ENTAL 79
78

e) En la estrategia de búsqueda denominada ANALISIS MEDIOS/FI­ sición hacia una opción en detrimento de otras) que aliviarían la car­
NES, el esolvedor de problemas identifica, en primer lugar, las princi­
1 ga ele procesamiento permi tiendo que el sistema opere con eficacia en
pales diferencias entre el estado inicial y el estado meta, e intenta con­ distintos niveles al mismo tiempo (véase VII. 1 2 ) .
quistar uno tras otro los estados intermedios que los separan, Si las 1 9 . E n condiciones normales, las operaciones d e procesamiento
diferencias entre ambos estados son demasiado graneles, el resolveclor no se aplican con la misma in tensidad y de manera indiscriminada a
de problemas intentará alcanzar primero una submeta intermedia. todos los materiales individuales que componen el texto. Existen pro­
Mient1as que la búsqueda en un primer nivel de profundidad y en un cedim ientos generales muy poderosos capaces de adecuarse al tJ:ata­
primer nivel ele amplitud pueden aplicarse con anterioridad al análi­ miento de una considerable diversidad de datos y coyunturas (véase
sis medios/fines, parece lógico que la eficacia ele la búsqueda pueda X. S). La noción de Bobrow y Winograd ( 1 977) de PROCEDIMIENTO D E
incrementars e si el resolveclor ele problemas trabaja a la vez progre­ AD ECUACIÓN (mecanismo que permite la modificación ele operaciones
sanclo a partir del estado inicial y retrocediendo desde el estado meta. normalizadas para las necesidades que surjan sobre la marcha) pare­
Como consecuencia ele es te planteamiento bidireccional, cualquier es­ ce encajar aquí. Los procedimientos de adecuación funcionan me­
tadio puede utilizarse como CENTRO DE CONTROL a partir del cual con­ diante la activación de mecanismos de EMPAREJAMIENTO DE PATRONES
tinua! la búsqueda en cualquier clirección . I 5 que detectan la existencia de similitudes razonables entre los materia­
les actualizados en el texto y los materiales almacenados en la memo­
18. Ya es posible esbozar un modelo ele la producción textual uti­ ria. 17 De esa manera, mientras funcionan los procedimientos genera­
lizando las nociones presentadas en este capítulo (compárese con les de adecuación, cuando sea conveniente puede procesarse sin pro­
Beaugrande, 1 979b, Flower y Hayes, 1 979, y Meye1� 1 979). El modelo blema alguno cualquier elemento, se halle en el nivel que sea.
prevé, aunque todavía de un modo impreciso, la existencia de una se­ 20. Normalmente, la primera fase de la producción textual es la
rie secuencial de FASES PREDOMINANTES DE PROCESAMIENTO. Se conside­ PLANIFICACIÓN (véase Flower y Hayes, 1 979, y Meye1� 1 979). El produc­
ran «predominantes» porque no parece probable ni necesario que tor textual tiene la intención de alcanzar una meta concreta a través
cuando se activen las operaciones de una fase se detenga el funciona­ de un texto, por ejemplo mediante la transmisión de conocimiento o
miento de las demás; en lugar de eso, habría un umbral más allá del la obtención de la conformidad de un interlocutor con respecto a su
cual el foco ele atención ele los recursos de procesamiento se dirigiría plan (véase 1. 1 3 y VI. 1 6 y ss.). En ese sentido, la producción textual es
hacia una determinada fase de operaciones, mientras que las otras fa­ una submeta que se encuentra a lo largo ele la trayectoria para alcan­
ses operativas no quedarían suspendidas, sino minimizadas. La no­ zar la meta principal. Mediante el análisis de medios/fines (III. 17c )
ción de « predominio>> ayuda a resolver la oposición entre modularidad el productor textual puede intentar calcular cuál ele entre los varios
e interacción (III.4) ya que permite que el procesador realice sus acti­ textos posibles contribuiría de manera más efectiva a recorrer la dis­
vidades distribuyendo sus recursos entre varias tareas (véase Wino­ tancia entre el estado actual en que se encuentra y el estado meta que
gracl, 1 975). La interacción entre niveles distintos (sonido, sintaxis, pretende alcanzar. Si este tipo de análisis resulta difícil ele llevar a
significado, etc.) puede controlarse mediante un tipo de operaciones cabo, el productor textual puede intentar poner en marcha una bús­
denominado pro_vecció11, que prevé la correlación entre elementos, es­ queda en 1m primer nivel de amplitud para disponer así ele varios
tructuras y relaciones ele diferentes tipos. I 6 A pesar ele este plantea­ textos alternativos y confiar en que uno de ellos alcance el éxi to. Los
miento, no es posible todavía concretar de qué manera buena parte ele textos se integran dentro de un plan mediante un PROCEDIMIENTO DE
la actividad organizativa ejecutada en un nivel determinado se puede ADECUACIÓN (véase lll. l 9) .
llevar a cabo también en otros niveles al m ismo tiempo. Quizá la res­ 2 1 . A l proceso de fijar una meta y elegir u n tipo d e texto deter­
puesta sea la existencia ele ASIMETRÍA (falta de correspondencia entre minado le sucede (o se superpone) una fase de IDEACIÓN . Una IDEA es
niveles), de VALORES POR DEFECTO (suposiciones que se hacen cuando una configuración de conocimiento generada internamente (no forza­
no se clan especificaciones de ningún t ipo) y PREFERENCIAS (predispo- da por el entorno externo) que porporciona un CENTRO DE CONTROL
para orientar los comportamien tos productivos y significativos, entre
1 5 . La noción de «centro de controL• es decisiva en la comprensión de los procedimientos de ac­
ceso (véase por ejemplo IV.7, V .24 , 2 9 y ss., y Beaugrande, 1 980a).
16. El concepto de «proyección» procede originariamente del campo de l a lógica formal, pero se . 17. . Sobre el emparejamiento de patrones, véase Colby y Parkinson (1974), Kuipers ( 1 97 5 ), Padi­
( 1 977), Rumelhart ( 1977a) y Winston ( ! 977).
ha recon\'ertido en una noción operacional (véase Goldman, Balzer y Wile, 1 977) d!s
80 1:\TRODCCC!O:\ A L A LI:\G USTICA EL E:\FOQl' E PROCEDI .\!E�TAL 81

los que se puede incluir la producción textual. La proyección de la es­ natural a empar ejar expresiones y contenidos (véase V. 1 2 ) . Las expre­
tructura de un plan dentro de una idea (o viceversa) es, sin duda, un siones activadas mediante ese procedimiento podrían considerarse en­
problema complicado, sobre todo cuando no tesulta conveniente ex­ wnces como PREFERENCIAS en el sentido que se expone en III. l 8 .
poner de una manera clara el plan que se ha diseñado" Por ejemplo, 24. En este punto surge un tipo especial de PROBLEMA. Mientras
la meta de persuadir a un receptor exige la elaboración de un proce­ que la imagen mental de una escena o de una secuencia de aconteci­
dimiento de búsqueda de ideas que sean atractivas desde la presumi­ mientos es un contenido CONTINUO, su expresión lingüística está com­
ble visión del mundo de ese receptor o que, al menos, modi fiquen esa puesta por elementos DISCRETOS (estamos ante un ejemplo típico de
visión de una manera que el receptor per ciba como provechosa (véa­ asimetría entre contenido y expresión). Si el productor textual quiere
se VI. 1 6 y VIII . 1 7 y ss. ) . Sean cuales sean las circunstancias, no pare­ resolver este problema de asimetría ha de establecer las fronteras en­
ce que sea nada aconsejable decla1ar el plan que quiere seguirse (véa­ tre los diversos componentes o acontecimientos que componen la es­
se VI. 8 y VIII . l ) . cena (véase Halliday, 1 967-68, Miller y Johnson-Laird, 1 976, y Talmy,
22. Después del proceso de ideación, se pone en marcha una fase 1 978 ) " En esta tarea suele ser de gran ayuda el hecho de que cada una
de DESARROLLO que permite ampliar, especificar; elaborar e interconec­ de las diferentes expresiones tomadas en consideración aconsejará el
tar las ideas obtenidas. La fase de desarrollo puede visualizarse como establecimiento de fronteras de un mayor o menor grado de continui­
una búsqueda de ESPACIOS DE CONOCiivHENTO previamente almacenados dad y discrecionalidad.
en la memoria (configuraciones de conocimiento organizadas inter­ 25. Debido a que la presentación de los textos se concreta por
namente). La fase de desarrollo oscila entre el procesamiento indivi­ medio de secuencias de sonidos o de letras, la fase final de producción
dualizado de espacios de conocimiento homogéneos e íntegros y el ha de ser necesariamente el ANÁLISIS GRAMATICAL, que consiste en r ela­
procesamiento conjunto de espacios de conocimiento raramente rela­ cionar entre sí las expresiones lingüísticas mediante DEPENDENCIAS GRii.­
cionados entre sí. La táctica de resolución de problemas que se sigue MATICALES, organizándolas en formatos LINEALES que permitan cons­
para hacer coherente el conjunto -en ocasiones heterogéneo- de los truir la SUPERFICIE TEXTUAL. En este punto hace su aparición de nuevo
espacios de conocimiento activados, consiste en conectarlos entre s í la asimetría, puesto que el repertorio de dependencias gramaticales de
mediante trayectorias d e relación (como s e demuestra e n e l capítu­ una lengua es mucho más reducido que el repertorio de relaciones
lo V ) . En ese caso, el texto será máximamente informativo, en el sen­ conceptuales que necesitan activar los hablantes (compárese IV. 7 y ss.
tido que se señala en el capítulo VII, puesto que se habrán encontra­ con V. 2 6 ) . En lenguas con muchos casos gramaticales que marquen re­
do nuevos espacios de conocimiento para añadir al mundo textual. I S laciones conceptuales (por ejemplo, el finlandés o el húngaro), el ni­
23. Los resultados de las fases de ideación y desarrollo no nece­ vel de asimetría entre expresión y contenido es mucho menoL 2 o
sitan concretarse en expresiones lingüísticas (véase Flower y Hayes, 26. Desde el punto de vista de la linealización, la preferencia
1 979: 24 ) . Las escenas o secuencias de acontecimientos que se idean más evidente es la ad.vacencia, es decü; los elementos integrados en
y se desarrollan pueden componerse, por ejemplo, mediante imágenes una relación de dependencia gramatical están ordenados en series
mentales. I9 Por esa razón, ha de haber una fase de EXPRESióN en la que progresivas. El proceso de ahnacenamiento activo (véase IV.2 y V.4 )
el conocimiento modelado hasta el momento pueda ser transmitido. es capaz de analizar relaciones de dependencias muy fácilmente cuan­
La búsqueda de expresiones lingüísticas es un ejemplo especial de re­ do los elementos que las componen se agrupan en series homogéneas
solución de problemas mediante la construcción de trayectorias de adyacentes. Sin embargo, existen muchas motivaciones que invalidan
relación que cruzan desde un nivel de organización a otro. No obs­ esta preferencia por la adyacencia. Así, por ejemplo, cuando un ele­
tante, este tipo de búsqueda se vería muy apoyada si, como parece mento concreto entra a formar parte de varias relaciones de depen­
plausible, la activación del conocimiento mental tendiese de manera dencia establecidas en el interior de un sintagma o de una oración, es
posible que la copresencia de otros elementos dependientes en la mis­
ma secuencia obligue a trasladarlos de su emplazamiento adyacente.·
1 8" Entre las cuestiones candentes de la ciencia del texto figuran hasta qué grado un mundo tex·
tual (véase L6 y V.2) debería emparejarse o diferir del conocimiento previo almacenado en la memo­
La secuencia siguiente:
lÍa y cómo se realiza este emparejamiento" Véase IX .3 1 y ss
1 9 . Las imágenes mentales es una cuestión que plantea extraordinarias dificultades (véase Paivio, 20" La asimetría significa, en términos operacionales, la resolución de problemas en niveles inte­
1 97 1 ), pero que no puede ignorarse en un planteamiento riguroso de la comprensión (véase VL2 6 , ractivos con unidades y trayectol"ias de dife¡ entes dimensiones, rangos y constituciones" No obstante,
Vll. l O y IX.32). los niveles se apoyan unos en otros. aunque sea de manera ocasional (v¿ase V30)
I � T RODUCCIÓN .-\ LA LINGCiSTICA EL E'-.;FOQL'E PROCEDL'v!ENTAL 83
82
[4a] Un cohete V-2 , enorme, negro y amarillo, de 1 4 metros de altura trasladá ndose a una fase «más profunda» 2 1 (es decir; e l resultado in­
deseable se suprimiría de la superficie textual sometida al proceso de
determ i­ producción ). Las decisiones posteriores pueden hacer evidente que las
contien e un elemen to nuclear 'cohete ' del que depend en el
'enorm e', 'negro', 'amaril lo' y adoptadas anteriormente no fueron convenientes; por ejemplo, las fa­
nante ('un') y cinco modific adores ('V2', ses de desarrollo y de expresión pueden requerir ciertos cambios en
ente, no todos esos elemen ­
'de 1 4 metros de altura') . Ya que, lógicam
adyacen cia, n hay nás remedi o las fases inmediatamente anteriores de planificación e ideación. 22 Por
tos depend ientes pueden situarse en � :
que aplicar ciertas conven �i ? nes que regulen la _distanci_a que ha d
� consiguiente, ha de haber algún principio similar al de la «intención
ador respect o al nucleo (vease Vendler , del texto>> por el cual los materiales textuales revelen tendencias orga­
observa r cada tipo de modific
y Glucksb erg, 1 97 1 ), que en este caso se nizativas propias durante el proceso de producción y que se las im­
1 968, Martin, 1 969, y Danks
pongan al productor; a la vez que funcionen como una motivación que
puede ejempli ficar en la secuenc ia 1 ) tipo de .cohete, 2) tamaño � elati­
ponga en marcha operaciones de procesamiento que no tengan una
vo, 3) color y 4) tamaño absoluto . En cambio, en otra secuenc ia del
mismo texto: vida efímera (acerca de la intención del texto desde el punto de vista
del lector, véase Iser; 1 980). En III . l O se sugirió que la producción es
[4b] Con una gran llamarada y un fuerte estruendo un proceso inherentemente abierto e inconcluso, aunque de manera
convencional se considera que se produce su finalización cuando se
alcanza cierto nivel de satisfacción. Quizás el productor llega a este lí­
en la organización de la adyacencia interviene el conocimiento del
mite cuando obtiene materiales lingüísticos específicos adecuados a
mundo para indicar que, sin ninguna duda, 'gran' modifica a 'llama­
su intención. No obstante, incluso entonces el productor originario
rada' y 'fuerte' a 'estruendo'. En contraste, la secuencia
habría dej ado sin desarrollar cierta potencialidad que podría ser ex­
plotada de manera diferente por otro productor.
Grandes palabras o silencios de amor 28. El ejercicio continuado de la producción textual favorece la
superposición dinámica de fases. En este sentido, podría alcanzarse
podría haberse construido perfectamente invirtier: do el orden ?e lo� de una manera sencilla un buen nivel de calidad textual en un sim­
,
modificadores ('palabras de amor o grandes silencios ) . Ahora bien, SI ple ensayo preliminar si hubiera un mayor dinamismo entre las dife­
los modificadores que aparecen en la secuencia expresan conceptos rentes fases durante la tarea de revisión. Los escritores o los hablan­
opuestos, por ejemplo tes que se consideran importantes y con talento no parecen emplear
un esfuerzo extraordinario en la producción de sus textos, aunque se
Grandes palabras o silencios diminutos ven obligados a pagar con una intensidad mayor la menor duración
de la tarea de procesamiento. Probablemente, los productores tex­
entonces cada modifica dor ('grande s' y 'diminut os') se vincular ía de tuales expertos ya preparan el terreno en los estadios iniciales, en los
una manera menos dinámica con el núcleo más cercano. Como pue­ que habitualmente emplean de manera consciente un enorme gasto
de verse, en el proceso de análisis gramatic al la adyacenc ia es un tipo de procesamiento. La experiencia alcanzada por un escritor o un ha­
de preferen cia útil pero relativa mente inestab le. . . ,
blante experto facilita el discernimien to de la <<i ntención del texto>> .
27. En los apartado s anteriore s se ha presentad o una VISlon de Esto explicaría el hecho de que un productor experimentado pueda
conjunto de las fases que, presumi blement e, constituy en la pr� �uc­
ción textual: la planifica ción, la ideación , el desarrol lo, la expresw n Y 2 L Sobre este uso de la noción •más profundo» véase la nota 6 de este capítulo y la nota 1 9 del
capítulo JI.
el análisis gramatic al. Como se advirtió en III . l 8 , estas fases de pro­ 22 . El escritor Peter von Tramin (en comunicación personal a Wolfgang Dressler) mantiene que,
ducción no pueden entender se como una secuenci a ordenada tempo­ antes de ponerse a escribir, ya ha decidido el contenido del texto, el curso que seguirán los aconteci­
ralmente de operacion es delimitad a por fron teras claramen te marca­ mientos, la organización de las secuencias nanativas, el cometido que desempeñarán los matetiales
que aparezcan en primer plano o en el fondo, el uso de la contracción o de la expansión de la acción,
das. Puede concebirse perfectam ente que las cinco fases de produc­ los elementos del diálogo y la línea que seguirán los personajes de la historia. Este ejemplo es quizás
ción interactúe n entre sí al m ismo tiempo, modifican do los centros de inusual: las decisiones del tipo que se han enumerado parece que en la mayor parte de las ocasiones
contro l con rapidez. Cuando apareciese n resultados imposible s o i n­ se realizan sobre la marcha durante el proceso de escritura. No obstante, un fenómeno mucho más
pe11urbador es cómo otros escritores pueden valorar esas decisiones e incluso sugerir cambios, aun
satisfactor ios en una de las fases, el centro de control retroceder ía cuando no han participado en el proceso de planificación otiginal (véase IIL28).
84 l'.;TRODCCClÓ'.; A LA Ll'.;GUÍSTICA EL E'.;FOQU E PROCEDI\!E:\TAL 85

mejorar los textos generados por otra persona (no ya tan sólo los su­ 31. Siguiendo e l planteamiento anteri01� l a recepción textual in­
yos propios) sin tener que tomar parte r ealmente en sus procesos cluye un UMBRAL D E FINALIZACIÓN en que el nivel de comprensión del
;-nen tales.2 3 texto se juzga satisfactorio (véase III. l ü). Si el receptor considera que
29. La RECEPCIÓN textual puede modelizarse como una serie de el texto es importante, el umbral será elevado. Un profesional de la crí­
fases dominantes de procesamiento que se recorren en dirección con­ tica li teraria, por ejemplo, dedica de una manera atípica un esfuerzo
traria a la producción 24 La recepción comienza en la « superficie>> , en de procesamiento enorme cuando se en fre nta a ejemplos literarios es­
la presentación misma del texto, y opera «descendiendo" progresiva­ pecíficos, centrando su atención no sólo en los aspectos más espera­
mente a las fases « más profundas , 2 5 Las cadenas lineales que com­ bles y evidentes de la forma y del contenido textual, sino también en
ponen la superficie textual se ANALIZAt\J en términos de relaciones de muchos otros aspectos sutilmente subsidiarios que pasan inadvertidos
dependencia gramatical (una operación que se analizará en IV.7 y ss.). al lector aficionado. Un ejemplo todavía más extremo de actitud re­
Los elementos afectados por estas relaciones de dependencia son las ceptora atípica es la clase de análisis que realizan los lingüistas pro­
expresiones que ACTIVAN los conceptos almacenados en la memoria du­ fesionales, puesto que no sólo recuperan la organización estructural
rante una fase denominada RECUPERACIÓN CONCEPTUAL (véase V.4). Tan del texto que había previsto intencionadamente el producto1 textual,
pronto como la configuración conceptual crece y adopta cierta densi­ sino que también consideran muchas posibles alternativas que los re­
dad, pueden extraerse las IDEAS principales mediante una fase de RE­ ceptores normales ni siquiera podrían imaginar.
CUPERACióN DE LAS IDEAS. La posterior extracción de los PLANES que el 32. En algunos aspectos, la recepción de un texto no es un pro­
productor textual intenta seguir se realiza durante la fase de RECUPE­ cedimiento inverso a la producción (véase III.29). El receptor intenta
RACióN DEL PLAN textual. Una vez que el receptor ha recuperado los anticiparse a las actividades del productor con el objetivo de reaccio­
conceptos, las ideas y los planes que concurren en el texto, estará por nar con rapidez e inteligencia. En este sentido, la recepción tiene la
fin en disposición de ofrecer un tratamiento adecuado a todas las po­ misma direccionalidad que la producción, es decir; el receptor inten ta
sibles acciones y reacciones suscitadas en el texto. emular el proceso de producción,2 6 de ahí que intente recuperar las
30. Puesto que ya se exploran en detalle los procesos de recep­ ideas y los planes principales a corto plazo (III.29) que subyacen en el
ción en los capítulos IV, V y IX, no se tratarán aquí en extenso. Sin texto. Sin la continua generación y comprobación de hipótesis sobre
embargo, nótese que al igual que sucede con las fases de producción, qué intenta hacer en realidad el productor en cada movimiento tex­
tampoco es necesario separar las diferentes fases de la recepción me­ tual, el receptor se atascaría seguramente en el tratamiento indiscri­
diante fronteras rígidas. Lo más probable es que existan movimientos minado de masas de alternativas e indeterminaciones. Se produciría,
alternativos de prevalencia entre las diferentes fases, que se activarán entonces, una EXPLOSióN combinatoria de estructuras y de relaciones
de manera especial cuando los resultados de cualquier fase se consi­ que sería muy difícil de procesar en tiempo reaJ.2 7
derasen dudosos o extraños. Habrá también cierta variación en la in­ 3 3 . Este bosquejo algo rudimentario de los procesos de produc­
tensidad y en la duración de las fases, en dependencia directa de fac­ ción y recepción textuales se completará en buena medida en los ca­
tores tales como: a) el juicio del receptor sobre la calidad del texto pítulos siguientes. Estamos, sin duda, ante un objeto de investigación
(véase III. l ü) , b) el grado en el que el contenido del texto se integre en muy difícil de formaliza¡� puesto que la mayor parte de las operacio­
el almacén principal de conocimientos del receptor (véase Spiro, 1 977, nes implicadas en la producción y en la recepción textuales son muy
y Beaugrande, 1 980c) y e) la implicación emocional y cognitiva del re­ difíciles de observar y controlar empíricamente mediante una simula­
ceptor en la situación comunicativa. Por ejemplo, la cantidad de tra­ ción experimental fiable. Por esa razón, se hace necesario establecer
bajo inferencia! invertido por el receptor textual puede variar consi­ MODELOS PROCEDIMENTALES que reflejen las operaciones responsables
derablemente (véase I. l l y V. 34). del control de los recursos mediante los cuales se crean y se utilizan
los textos. Este tipo de modelos puede evaluarse de dos maneras dis­
tintas. En primer lugar; puede realizarse una simulación de su funcio­
23. Claro que e l proceso d e revisión parace más fácil para quienes n o h a n producido e l texto, por­
que el productor siempre sabe lo que quena decir y no ad,·ierte los casos en los que la expresión es namiento mediante ordenador, criterio habitual en el campo de inves-
ineficaz o directamente enónea
24. En Simmons y Chester y Beaugrande
( 1 979) ( 1 98lb)
se presenta un formalismo reversible que
analiza gramaticalmente el texto del 'cohete' dentro de una red 26. Un procedimiento denominado «análisis mediante síntesis» (véase Neisser, ! 967)
6
25. Sobre la o profundidad» , véase la nota de este capítulo. 27 Sobre el concepto «explosión» véase la nota 3 de este capítulo.
86 ! '.; T RODCCC!Ó'.; A L A LI0:Gl.!iSTIC.-'\ EL E'.;FOQL'E PROCEDL\IE:-.JTAL 87

tigación denominado INTELIGENCIA ARTIFICIAL (véanse las expoS I C I Ones ta rse e n este terreno. L a verdadera complejidad de las operaciones i n­
que, acerca de esta disciplina, se presentan en Minsky y Papert, 1 974, volucradas en la producción y la recepción textuales sobrepasan sin
Goldstein y Papert, 1 977, Winston, 1 977, Winston y Brown, eds , 1 979, dud a en varios niveles de magnitud la complejidad de los modelos de­
y X.26 y ss .) 28 Terry Winograd ( 1 972) ha demos trado cómo se puede sarrollados actualmente (véase X.28). Hoy día se tiende a creer que
p rogramar un ordenador para que utilice una gramática al estilo de puede ohecerse un tratamiento apropiado de la complejidad (véa­
Halliday en el procesamiento de enunciados de una lengua natural se X.29) basándose en principios como el de la adecuación procedi­
mediante movimientos de piezas sobre una mesa. La teoría de la « de­ mental (III. 1 9) y el protocolo general de resolución de problemas
pendencia conceptuaL> de Roger Schank considera que la compren­ (III. 1 7). De esta manera, aunque hubiese una enorme cantidad de ope­
sión lingüística consiste en la aplicación del conocimiento previo acer­ raci ones involucradas en el procesamiento textual, sólo habría una
ca de secuencias prototípicas de acontecimientos y acciones (véase can tidad razonablemente reducida de tipos de operaciones, por ejem­
Schank et al. , 1 97 5 , y Schank y Abelson, 1 977). En la medida en que plo el mantenimiento de la continuidad y de la conectividad textuales,
incluyen tareas de procesamiento, se han podido replicar informáti­ la evaluación de las hipótesis, el emparejamiento de patrones, las pro­
camente algunas de las cuestiones típicas de la lingüística del texto, babilidades de computación, la planificación dirigida a la consecución
como, por ejemplo, el uso de los pronombres (véase Grosz, 1 977, de una meta, la resolución de problemas, etc. (véase X.4 y ss .). En los
Webber� 1 97 8 , y Hobbs, 1 979). Aunque bien es verdad que la mente capítulos siguientes se exponen las normas de textualidad, por lo que
humana no maneja los procesos lingüísticos exactamente de la misma se volverán a revisar repetidamente los diversos tipos de operaciones,
manera que los ordenadores, estas máquinas son, hoy por hoy, i ndis­ ejemplificándolos mediante el análisis de textos de muchas clases dis­
pensables para evaluar con cierta fiabilidad si los complejos modelos tintas utilizados en situaciones comunicativas diversas.
procedimentales son operativos y plausibles (véase X.27).
34. La segunda línea de investigación en evaluación de modelos
procedimentales ha sido desarrollada por la PSICOLOGÍA COGNITIVA,
rama de la psicología que se ocupa de la adquisición, el almacenaje y
el uso del conocimiento (véase una exposición de la disciplina en
Kinstch, 1 977a).29 En la psicología cognitiva, los modelos se evalúan
contrastando el comportamiento cognitivo y lingüístico entre sujetos
humanos sometidos a la realización de tareas tales como el reconoci­
miento y la rememorización de lo que se ha escuchado o leído. Aun­
que la mayor parte de los trabajos psicocognitivos se han dedicado al
reconocimiento y rememorización de oraciones (véase un panorama
de los estudios en este campo en Clark y Clark, 1 977), los textos tien­
den a convertirse progresivamente en los objetos principales de i nves­
tigación. En IX.24 y ss. se revisan algunas de las tendencias predomi­
nantes en este campo.
3 5 . Sería erróneo suponer que la producción y la recepción tex­
tuales ya han sido perfectamente estudiadas. Nada más alejado de la
realidad: lo único que se ha conseguido hasta el momento ha sido un
consenso gradual acerca de cuáles son las cuestiones que han de tra-

28. La noción de «inteligencia» designa una capacidad inherentemente humana para afrontar una
enorme cantidad de tareas diferentes y una amplia diversidad de formatos de entrada de la infOima­
ción (en oposición a la necesidad inherente a los ordenadores de seguir servilmente cie11os pasos es·
trictos, admitiendo únicamente formatos rígidos de entrada de la información).
29. La cooperación entre los psicólogos cognitivistas y los científicos de la inteligencia artificial
ha promovido la creación de la disciplina denominada «ciencia cognitiva» (véase L24 y X3)
CAPÍTULO IV

COHESIÓN

1 . En III. 1 4 se sugirió que la ESTABILIDAD de un TEXTO, como su­


cede con cualquier tipo de SISTEMA, se mantiene gracias a la CONTINUI­
DAD DE LOS ELEMENTOS que la integran. La noción de «COntinuidad» se
basa, a su vez, en la suposición de que existe una relación entre los di­
ferentes elementos lingüísticos que configuran el texto y la situación
en la que el texto mismo se utiliza de hecho; o expresado en términos
cognitivistas: cada elemento lingüístico es un instrumento eficaz para
ACCEDER a otros elementos lingüísticos. El ejemplo más obvio que pue­
de ilustrar este planteamiento es el funcionamiento del sistema SIN­
TÁCTICO que impone patrones organizativos a la SUPERFICIE TEXTUAL (es
decir� modela la organización patente de las palabras) . Como se com­
probará más adelante, cuando se usa el término «cohesión» se quiere
destacar, a fin de cuentas, la función que desempeña la sintaxis en la
comunicación. 1
2. La mente humana manifiesta una capacidad muy restringida
para almacenar materiales lingüísticos superficiales extensos el tiem­
po suficiente como para poder operar eficazmente sobre ellos (véase
Keele, 1 973, y Loftus y Loftus, 1 976). Este tipo de materiales se suele
someter a un proceso de ALMACENAMIENTO ACTIVO en una especie de
«memoria operativa» , en donde los elementos que se procesan se dis­
tribuyen entre los recursos cognitivos disponibles de acuerdo con la
importancia que se les haya adjudicado a cada uno de ellos (véase Ei­
senstadt y Kareev, 1 975: 3 3 8 y ss., III.26 y V.4, 1 0) . El paso siguiente
consiste en que, sobre la base de las impresiones efímeras que han ido
aportando los materiales percibidos visual o acústicamente se cons­
truye, con mucha rapidez, una organización mnemotécnica provisio-
Como señaló David Johnson ( ! 977: l 53), las ¡;:ramáticas oracionales estandarizadas, construi­
das en tomo a conceptos como el de ujerarquización :, se han ocupado muy poco de las relaciones de
conexión y de dependencia. No obstante, la •gramática relaciona], (véase Cole y Sadock, eds., l 977)
intentó, en su mon1ento, con1pensar esta carencia"
1'\TRODLCC!Ó'\ A LA Ll'\G UiSTI C.-\ COH ESIÓ'\ 91
90
na! (véase Sperling, 1 960, Neisser; 1 967, Crowder y Morton, 1 969, y ECONOMIZAR esfuerzo de procesamiento (véase V. 1 5), son los siguientes:
Rumelhart, 1 970). Una vez realizada esta operación, los materiales or­ repetición, repetición parcial, paralelismo, pará frasis, uso d � profor­
ganizados aún de manera provisional pueden retenerse sin excesivo mas, elisión, tiempo y aspecto verbales, conexión y entonación. La RE­
esfuerzo durante períodos de tiempo más prolongados, aunque toda­ PETICióN consiste en la reutilización directa de elementos o de patro­
vía dentro de unos límites bastante modestos. De forma paralela, exis­ nes formalmente idénticos. La REPETICióN PARCIAL permite la transca­
ten ciertos sistemas secundarios que restringen aún más si cabe la or­ tegorización de un elemento utilizado con anterioridad en otro tipo de
ganización formal de las opciones y de los patrones que se utilizan en elemento distinto (por ejemplo, un verbo, como 'andar', puede con­
el discurso. En las lenguas naturales, este sistema secundario suele ser vertirse en un sustantivo, como 'los andares'). El PARALELISMO se cons­
el sintáctico, cuyas clases de elementos y de estructuras constitutivas, truye sobre la repetición de una estructura enriquecida por la aporta­
aunque en algunos idiomas sean más o menos numerosos que en ción de nuevos elementos. La PAR.AFRASIS consiste en la repetición de
otros, son todavía muy limitadas en número en comparación con las un mismo contenido, pero transmitido mediante expresiones lingüís­
clases y estructuras de que se dispone habitualmente para organizar ticas distintas. El uso de PROFORMAS permite reemplazar elementos in­
los conceptos y las relaciones (véase III.25 y ss. y V.30). De todo ello dependientes portadores de contenido por formas dependientes más
puede concluirse que el mecanismo habitual de procesamiento textual breves. La repetición incompleta de una estructura y de su contenido,
no proporciona a los interlocutores vastos almacenes de conocimien­ en la que se ha omitido alguna de las expresiones superficiales origi­
to del mundo de una manera inmediata. En otras palabras, el enfoque nales, está en la base del mecanismo de la ELISióN. Un procedim iento
que se ha planteado en este párrafo se basa en la evidencia observa­ para marcar de una manera explícita las relaciones existentes entre los
ble de que las estructuras lingüísticas superficiales se suelen almace­ elementos lingüísticos y las situaciones que configuran el mundo tex­
nar en la memoria «a corto plazo>> , m ientras que el contenido con­ tual es insertar señales superficiales, como, por ejemplo, la elección de
ceptual se almacena en la memoria «a largo plazo>> (Wright, 1 968). determinados TIEMPOS y ASPECTOS verbales o de determinados CONEC­
3 . Las funciones sintácticas reflejan, como es lógico, las restric­ TORES. Como se comprobará más adelante, la teoría denominada PERS­
ciones cognitivas mencionadas en el párrafo anterior. Debido a que las PECTIVA FUNCIONAL DE LA ORA.CIÓN proporciona algunos criterios plausi­
dependencias gramaticales se establecen a menudo entre elementos bles para ordenar las expresiones lingüísticas según la importancia o
que aparecen alejados discursivamente unos de otros (III.26), la sin­ la novedad de su contenido. En cuanto a los textos hablados, el me­
taxis ha de proporcionar patrones homogéneos de varios tipos y de di­ canismo que permite marcar la importancia o la novedad del conte­
ferentes grados de complejidad en los cuales puedan acomodarse los nido lingüístico es, por excelencia, la ENTONACióN.
materiales reales. 2 De ahí que las unidades sintácticas principales sean 4. La cohesión existente en el interior del sintagma, de la cláusu­
patrones de dependencias bien marcadas: en primer lugar; el SINTAGMA la o de la oración es más directa y más obvia que la cohesión que se
(compuesto por un núcleo modificado al menos por un elemento de­ da entre dos o más de estas unidades. No obstante, la manera en que
pendiente), en segundo lugar; la CLÁUSULA (una unidad compuesta al se construyen estas unidades tan homogéneas durante el proceso co­
menos por un sustantivo o un sintagma nominal que concuerda con municativo real es una cuestión que merece examinarse detenida­
un verbo o un sintagma verbal) y, en tercer lugm� la ORACióN (una uni­ mente. Desde un punto de vista procedimental, se considera que los
dad compuesta al menos por una cláusula dependiente) .3 Desde un sintagmas y las cláusulas básicas de una lengua natural son configu­
punto de vista cognitivo, estas tres unidades lingüísticas (sintagma, raciones de vínculos establecidos entre pares de elementos, muchos de
cláusula y oración) se caracterizan porque todas ellas pueden proce­ los cuales mantienen otras conexiones adicionales con terceros (véase
sarse en un intervalo breve de tiempo. En el procesamiento de frag­ Perlmutter y Postal, 1 978, y Johnson y Postal, 1 980). En este punto, el
mentos textuales más largos suelen intervenir otros mecanismos que problema que se plantea es el siguiente: ¿cómo y en qué orden se han
permiten la reutilización, la modificación o la compresión de las es­ de crear esos vínculos?
tructuras y de los patrones usados previamente. Estos mecanismos, 5 . Las gramáticas abstractas aducen varias respuestas a l a pre ­
que contribuyen tanto a ESTABILIZAR el sistema (véase III . 1 4) como a gunta que cerraba el párrafo anterior; pero, en general, este tipo d e
gramáticas n o tiene en cuenta, en absoluto, los procesos cognitivos
2. Sobre el emparejamiento de patrones, véase la nota 17 del capítulo III. implicados en los fenómenos lingüísticos que acontecen en tiempo
3. Existen, por supuesto, muchas otras definiciones de oración (O'Connell, 1 977, ofrece un pano­
rama muy surtido), aunque muchas de ellas son inconsistentes o confusas.
real. No obstante, existe un tipo distinto de sintaxis que ha demos-
92 1:\TRODCCCIÓ:\ A LA LI:\GCÍSTIC\ COHESIÓ:\ 93

trado su valía en la realización de simulaciones de procesamiento lin­ ción (la argumentación que intenta justificar la oposición entre ambos
güístico mediante ordenador: se trata de la RED DE TRANSICióN POTEN­ con ceptos puede encontrarse en Chomsky, 1 96 5).
� IADA (véase Thome, Bratlev- :v Dewar, 1 968 , Bobrow ;y Frase1� 1 969, 7 . A continuación se ofrecerá una breve muestra del funciona­
Woods, 1 970, y Christaller y J\1 etzing, eds", 1 979)" Una ed es una con­ miento de una red de transición (para más detalles, véase Winston,
figuración de NUDOS O, en este caso, de ESTADOS G RAMATICALES,.¡ CO­ 1977, Rumelhart, 1 977a, y Beaugrande, 1 98 0a y b). Considérese esta
nectados entre sí mediante VÍNCULOS o, en este caso, mediante D EPEN­ versión ligeramente modificada del comienzo del ejemplo [ 4] que apa­
DENCIAS GRAMATICALES. Para trasladarse de un nudo a otro, el pro­ rece en L 1 :7
cesador realiza un movimiento de TRic\NSICióN cruzando el espacio
textual a través de un vínculo . Esta operación exige identi ficar cada [ 4. la] Un enorme, negro y amarillo cohete se alzaba en un desierto
vínculo que se transite como si fuera un elemento perteneciente a un
repertorio fijo de modalidades de dependencia, por ejemplo, del tipo Si se quiere construir un modelo plausible del procesamiento del
«Sujeto con respecto al verbo» o «modificador con respecto al nú­ enu nciado [ 4. 1a], como ya se advirtió en III.26, el analista no puede
cleo>> . El movimiento de transición se puede POTENCIAR realizando limitarse a trabajar únicamente sobre la secuencia lineal del enuncia­
cualquier tipo de operación de búsqueda o de acceso, como, por do, puesto que ésta es parcialmente engañosa, debido a que contiene
ejemplo, la identificación de la categoría exacta a la que pertenece el varios modificadores situados a distancias desiguales de su núcleo co­
nudo activado (véase Winston, 1 977: 1 72 ) . De probar qué relación mún 'cohete'. Por consiguiente, uno de los problemas principales que
conceptual conesponde a la dependencia gramatical que se ha crea­ ha de resolver el sistema de análisis es encontrar un procedimiento
do se encargaría un tipo especial de movimiento potenciado de tran­ para expresar como vínculos directos las diferentes relaciones exis­
sición (véase V30). tentes «de modificador a núcleo» . 8 La respuesta que se propone a esta
6 . En una red de transición, la estructura de los sintagmas y de cuestión es la siguiente: tan pronto como aparece el determinante 'un',
las cláusulas se utiliza como medio para construir y evaluar hipótesis el procesador activa una RED SINTAGMÁTICA NOMINAL, es decir, un MA ­
acerca de qué tipos de elementos pueden aparecer en un momento de­ CROESTADO que presupone la existencia de un núcleo nominal con, al
terminado en el discurso. De ahí que, por un lado, esas redes repro­ menos, otro elemento que depende de él. Una vez que el procesador
duzcan las ESTRATEGIAS y las EXPECTATIVAS de los usuarios lingüísticos ha desechado sucesivas hipótesis fallidas y ha alcanzado la meta prin­
y, por otro, expresen las reglas gramaticales a modo de PROCEDIMIEN­ cipal de acceder al núcleo de la estructura, acto seguido, ese núcleo ya
TOS de utilización de esas reglas (Rumelhart, 1 977a: 1 22 ) . Desde este localizado se utilizará como el CENTRO DE CONTROL desde el cual se ex­
punto de vista, el sintagma, la cláusula o la oración son MACROESTADOS plorará retrospectivamente el resto del macroestado. 9
gramaticales y los elementos que los componen son MICROESTADOS del 8. En la figura 1 se simulan los movimientos interpretativos que
sistema textual. 5 Puesto que las reglas intentan estipular el papel REAL realiza un procesador a través de una red sintagmática nominal. La fi­
y no el papel VIRTUAL que desempeñan las dependencias gramaticales6 gura propone una predicción sobre qué elemento funciona como nú­
(acerca de la distinción entre real y virtual, véase III. 1 2) , de alguna cleo de la estructura y cuáles, en cambio, desempeñan la función de
manera se resuelve la divergencia teórica entre competencia y actua- modificadores. Con toda probabilidad, el procesador PREFERIRÁ, en pri-
7. En principio, las redes ele transición pueden aplicarse ele igual manera tanto en el proceso de
4. El «estado» de un sistema es el punto en que se concentran las operaciones en un momento producción como en el ele recepción textuales, tal y como demostró lógica y matemáticamente Sim­
detern1inado" Existen {(macroestados)) o « microestados)) según sea mayor o rnenor la amplitud de las mons Y Chester ( 1 979) No obstante, existe una diferencia obvia entre ambos procesos en cuanto al
operaciones que se realicen. Existen también diferentes tipos de estados: estados gramaticales en la co­ tipo ele búsqueda que se activa en cada caso, puesto que el productor textual toma las decisiones ori­
hesión (véase IV.6), estados de conocimiento en la coherencia (véase V,3 1 ), estados de planes en la in­ ginales y el receptor únicamente las recupera. En este apm1aclo, se enfoca esta cuestión desde el pun·
tencionalidacl (véase VI 3 1 y ss ). estados de información en la informath·idad, estados ele objetos y ele to ele vista ele la recepción, ya que es el uso pJincipal para el que se han diseñado los formalismos ana·
panicipantes en la situacionalidad (\·éase la nota 6 del capítulo VII), etc. Como la mayor parte de las líticos que aparecen (véanse las referencias en IV.S)
nociones teóricas que se manejan en este n1anual, " estado)) también constituye una entidad que ope­ 8: Quizá sea mejor subdividir los modificadores en diferentes tipos, por ejemplo, «adjetivos», «ad·
ra en los mundos textuales (véase V26a)
verbros», etc.; no obstante, esta cuestión tendrá que resoh-erse ele manera empírica: quienes emplean
5. La conjunción de « macroestados» produce una « macroestmctura » , en el sentido en que emplea el lenguaje, ¿hacen siempre estas distinciones? Y si la respuesta es afirmativa, ¿qué sucede cuando los
este término Van Dijk ( ! 979b) (véase IL37). hablantes comunes y corrientes no acaban ele decidirse por una opción en concreto, como sucede, por
ejemplo, cuando utilizan 'biillante', no se sabe muy bien si corno adjetivo o corno adverbio, en 'la luna
6. Adviértase que e l uso real ele un mismo elemento puede variar según las dependencias grama­
reluce brillante'?
ticales a las que se encuentre sometido. Por ejemplo, «en un desierto» es un «modificador» del «nú­
cleo)) 'se alzaba', pero 'desierto' es, a su vez, <lnúcleon del <'determinante)) 'un' (véase la figura 4)., 9. Véase la nota 1 5 del capítulo III
COHES!Ót\ 95

m er lugar; localizar el núcleo de la construcción y, a continuación, in­


te ntará identificar los modificadores que lo complementan (este orden
de preferencias interpretativas es típico del español o del inglés, pero
no es universal, puesto que existen otras lenguas que muestran ten­
dencias distintas) . En la figura 1 se representan los supuestos movi­
mientos interpretativos de un procesador encaminados a la identifica­
ción del núcleo de la estructura mediante vínculos trazados, o bien, en
línea discontinua para marcar la hipótesis fallida, o bien, en línea con­
tinua para destacar la suposición correcta. En cuanto aparece en la se­
cu encia la conjunción 'y', l O el procesador puede suponer; con toda
confianza, que a) aparecerá a continuación otro modificador y que,
además, b) éste ocupará la última posición de los complementos no­
minales . Si estas predicciones se confirman, se habrá identificado el
núcleo y se habrán establecido los vínculos existentes entre él y sus
elementos dependientes, tal como muestran las líneas continuas 4, 5 ,
6 y 7 d e l a figura 1 . Ahora bien, l a secuencia de movimientos inter­
pretativos descritos hasta ahora podría analizarse desde una perspec­
tiva muy diferente. Supóngase que el procesador, en primer lugar, vaya
amontonando de manera compacta todos los elementos que compo­
nen la secuencia lingüíst ica tal y como vayan apareciendo, y que, a
continuación, construya, a partir de este material, una RED DE DEPEN­
DENCIA GRAMATICAL (o macroestado) . En este sentido, puede interpre­
tarse que el amontonamiento compactado del material lingüístico se
utiliza como un procedimiento provisional de almacenamiento «com­
primido » de la info rmación en el que los elementos se introducen en
un cierto orden y se eliminan en el orden inverso al que entraron.
En la figura 2 se representa el modo en el que se agrupan los com­
ponentes del sintagma nominal: en primer lugar; aparece el orden tem­
poral (tiempo) de entrada de cada elemento; a continuación, la fun­
ción (estado) que desempeña cada elemento, y, en tercer lugar, se pre­
sentan los elementos mismos. Una vez que ha identificado el núcleo
ui Z ··
de la construcción (mediante el procedimiento hipotético descrito más
o º� arriba), el procesador crea la red estructural trazada en la parte dere­
o ü <(
<t: a:
¡::;
(/) :2 1- cha de la figura. Los números que aparecen junto a las líneas que sa­
w
ow
a: Z
len de los elementos en esta zona del esquema indican el orden de vin­
u.. w
�o culación que siguen de acuerdo con este principio. No obstante, no
puede dejar de señalarse la falta de pruebas empíricas que demuestren
que los procedimientos que utilizan los comunicadores durante la in­
teracción comunicativa real sean los mismos que los que se han pre­
sentado aquí. l l
1O Como se advir1ió en IV.43, la coordinación con 'y' es el procedimiento prototípico para mia­
dir información, y normalmente une elementos del mismo tipo o de idéntico nivel jerárquico.
1 1. Por ejemplo, puede haber varías transiciones posibles que el receptor intente recorTer en paralelo.
COHESió:-; 97
96 ¡:-;TRO DLCC IÓ:\ A LA u:-;Gc iST IC\

enorme )- ié . amarillo
.. ---
0'
--;;.Q «
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"' "

un cohete se alzaba
Clave: cj, conjunción; d, determinante; m, modificador; n, núcleo; s, sujeto; v, verbo

Clave: cj, conjunción; d, determinante; m , modificador; n , núcleo


FIG. 4 .

FIG. 2
Los nudos son los estados (o funciones) de los elementos y los enlaces
expresan sus interrelaciones gramaticales.
alzab a
9. El resto del mater ial l ingüís tico del ejemp lo [ 4. 1 � ] ('se El papel que desempeña este tipo de red consiste en la organiza­
GMATI CA VERBA L.
en un desie rto') puede procesarse como una RED SINTA verbo
ción de la estructura lingüística superficial de acuerdo con el cri terio
ntra el
Este macr oesta do se activa cuand o el proce sador encue de aumento ele su nivel de accesibilidad; por esa razón, el texto lineal
ctura . En es�
'se alzab a', que funci ona tamb ién como núcle o de l_a estru puede construirse, durante la producción, o recibirse, duran te la re­
q';le aparecera cepción , de una manera rápida y sencilla. 12 Pese a que la investigación
mom ento, se pued e supon er, casi con toda segun dad,
el pro�e­
algún tipo de comp lemen to verb �l ; a partir _ de esta prem
rsa, sobre el fenómeno de la producción textual es todavía escasa, existe,
o que �u ando ; e­
sador puede simpl ificar su tarea mterp retat:va, puest .
�l �n
no obstante, alguna evidencia empírica sobre la recepción que apoya
pare en la prese ncia de la estruc tur� de sr � tagm � prepo srcwn algunas ele las suposiciones teóricas expuestas más arriba acerca del
o) la recon ocer a, Sl�
(pre posic ión), un (determinan te) desrer t� (nucle _ La fl­
modelo de redes de transición. Más en concreto, a raíz de unos expe­
stanc ral de lugar. rimentos, Stevens y Rumelhart ( 1 975) demostraron que las prediccio­
probl ema algun o, como comp lemen to Clrcun , se alzab a en
ma verba l (
gura 3 prese nta el anális is sintác tico del sintag nes sintácticas realizadas por los sujetos sometidos a la i nvestigación,
os, de manera
un desier to') como si se tratar a de un esque ma de estad acerca de cómo consideraban que seguiría una secuencia a partir de
nte en la figura l . .
simila r a como se proce dió anter iorme . un punto concreto, coincidieron, en un significativo setenta y cinco
1 0 . Para agota r el anális is de la cohes ión que mamf iesta la se­ por ciento de los casos. Y no sólo eso: cuando los lectores alteraban el
cuenc ia [4. 1a], en la figura 4 se prese nta el fragm ento
.
c? ;n ple
_
to, no ya texto mientras lo estaban leyendo en voz alta , u sus cambios coinci­
una red de transr cron etrque tada. dían en un ochenta por ciento de las ocasiones con sus propias ex­
como un esque ma lineal , sino como
pectativas, que ya habían manifestado con anterioridad median te el
tipo de pruebas pertinente. Estos porcentajes de coincidencia son sor­

¡ !.�a: 11 \
prendentemente altos y confirman muchas de las suposiciones en las
E7 : ¿adv? . ��ú�leo? • que se basa el modelo de procesamiento de la cohesión textual que se
\
---b..:-·,
expone en este capítulo. Tal como se prevé en la noción de PROCEDI­
1 \
MIENTO DE ADECUACióN (véase III. 1 9) , la incidencia de las expectativas

ESTAD OS:
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detde 11 \nucleo sobre la información de entrada en el sistema permite minimizar los
requisitos de especificación formal que han de cumplir las secuencias

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discursivas. Si se aplican estos resultados a las redes gramaticales, se
advierte claramente cuál es el procedimiento mediante el que se po-
INFORMACIÓN '
¡,;,-
DE ENTRADA: L.::.:J t..::'..'J
!2. Véase la nota 7 de este capítulo
13. Este tipo de alteraciones se denominan DESLICES o gazapos (véase Goodman y Burke, 1 973)
FIG. 3.
98 I:\TRODLCCIÜ:\ .-\ LA U:\GLÍSTIU COH ESIÜ� 99
tencian las transiciones entr e elemen tos (véase IV9): lo más habitual par a planificar la efí mera superficie textuaL En el ejemplo siguiente se
suele ser que los mater iales lingüísticos que se estén procesando se recogen las declaraciones de un concejal muy impresionado después
emparejen con los patrones de expectativas previstos. de haberse pmducido una inundación repentina en la zona (el artícu­
1 1 . En unidades sin tácticas muy homogéneas, como son los sin­
lo apareció en el periódico Gaimsville Swz del 20 de diciembre de
tagmas, las cláusulas y las oraciones, la cohesión se consigue hilva­
19 78; en este fTagmento se adopta la convención de destacar en cursi­
nando los elementos mediante relaciones de dependencia gramatical va los elementos repetidos):
de corto alcance. En fragmentos textuales más extensos, la operación
cohesiva principal consiste en establecer los procedimientos mediallte [20] Muchas casas han quedado completamente inundadas de agua. Yo
los cuales los elemelltos v los patro11es utilizados previamente e11 el dis­ diría que la mayor parte de ellas están inundadas de agua. Están
curso puedan reutilizarse, modificarse o comprimirse. Los mecanismos completameme hundidas debajo del agua.
enumerados en IV3 satisfacen esta f�unción mediante la repetición, la
sustitución, la elisión y la conexión . La utilización de estos mecanis­ Cuando existe un entorno apropiado para desarrollar más recursos
mos no es tan obligatoria como la de aquellos que se suelen emplear de procesamiento y, sobre todo, cuando se dispone de más tiempo
en la homogeneización de las unidades sintácticas más breves, en las para realizar la producción textual, habitualmente la repetición se
que la simple elisión de un elemento se percibe inmediatamente como mantiene controlada y dentro de unos límites razonables. Si se fre­
un desajuste y puede interferir en el proceso de almacenamiento acti­ cuenta indebidamente el procedimiento de la repetición, entonces des­
vo de la información l-l Una equivocación en la construcción estructu­ ciende de manera significativa el nivel de infonnatividad del texto (en
ral de una cláusula o de una oración puede desorientar mucho más al el sentido en que se emplea este término en I. 1 7 y ss.). Por este moti­
receptor, que no un error en el uso de la repetición, de los conectores, vo, Georgia Green ( 1 96 8 : 22) sugirió que un enunciado como:
de las proformas, etc. Analizado desde un punto de vista gramatical
(véase Beaugrande, 1 980a ) , los mecanismos textuales que operan a [2 1 ] Juan regresa a casa y Juan regresa a casa
largo alcance, pese a que su uso no es obligatorio, contribuyen de ma­
nera muy significativa a que la superficie textual sea estable y a que era inaceptable, puesto que parece que se use sin ningún motivo que
el proceso de producción y de recepción sea económico (IV 3 ) . lo justifique para decir exactamente la m isma cosa dos veces. No obs­
1 2 . L a reaparición li teral de u n mismo elemento en dos lugares tante, la repetición suele utilizarse de manera bastante habi tual por
distintos de un texto se denomina REPETICióN (véase Plett, 1 975). Wein­ quienes quieren reafirmar puntos de vista propiosl 6 o por aquellos que
rich ( 1 972) demostró que las categorías gramaticales tienden a repe­ quieren transmitir su sorpresa ante lo que están oyendo. Ambas mo­
tirse más que a modificarse (un hallazgo obtenido unos años antes por dalidades de uso se atestiguan en los ejemplos siguientes:
Harris, 1 952 , aplicando un enfoque diferente; véase IL2 1 y ss . ) . Van
Dijk ( 1 969) sugirió que los componentes conceptuales de los textos se [22] MARLOW: ¿ Qué, mi buen amigo? ¿Y si nos sirves un vaso de ponche
repiten para apoyar la coherencia discursiva. Si bien la repetición es cuando puedas?
un fenómeno que afecta a varios niveles lingüísticos, a continuación H ARDCASTLE: ¿ ¡Ponche .. , ! ?
se analizará únicamente la repetición léxica, es decir; la reaparición de MARLOW: ¡Sí señor, ponche ! Después d e nues tro agotador viaje, un
vaso de ponche caliente será muy reconfortante.
las mismas palabras o de expresiones idénticas en el mismo texto.IS
1 3 . La repetición léxica es bastante frecuente en el habla espon­ (Oliver Goldsmith, Ella s e rindió para vencer, 1 773, p, 24)

tánea, como resultado del breve tiempo de que dispone el productor


Hardcastle se sien te desconcertado porque Marlow lo trató como
14. En cuanto a este asunto, no se da por supuesto que los hablantes construyan redes de transi­
un criado, cuando él era el dueño de la casa. Por esa razón repite el
ción que cubran todas las dependencias gramaticales posibles que se hayan establecido entre todos los nombre de la bebida que le acaban de pedir que sirva como si no lo
elementos que componen el texto en su globalidad (parece ser que los hablantes construyen, por el
contrario, redes de relaciones conceptuales cuando cada fragmento de texto ya ha sido procesado; acer­ 16. P o r supuesto, los repertorios limitados que conforman cada uno d e los niveles d
e l sistema lin­
ca de este asunto, véase el capítulo V). No obstante, es bastante probable que existan huellas dejadas güístico, especialmen te el fonético, hacen ine\·itable que en los textos se vavan
acumulando las repeti­
por una red similar construida previamente: resulta más económico reutilizar una red preexistente que
. �
?
cion�s (vé se Wet1h, 1 97 , Y Beaugrande, 1 978b). No obstante, este tipo
. d� repeticiones forzadas por
no constntir una nueva para cada ocasión. las ltmrtactones del propto srstema son muy difíciles de percibir En cuanto al uso de la repetición a
1 5 . Acerca de otros tipos de repeticiones, véase el análisis que se realiza en VI! .29-42. través de la insistencia, véase VI. 1 8, VIIL24 y26.
I '.; T R O D L C C I Ó :\ .-\ L.-\ L I '.; G L Í S T I C .-\
C OH E S I Ó N 101
1 00
[25] Rompe, rompe, rompe
hubiese oído bien ('¿ ¡ponclze ! ?'), mientras que, a su vez, Marlow lo re­ en estas frías piedras grises, ¡ oh, mar!
pite también dos veces, por un .lad � , . para r� iterar ,su demanda ('Sí se­
ñor, ponclze'), y, por otro, para JUStificarla ( despues d � nuest 1 o a?� t,a­ se repite en eco la forma verbal 'rompe', en un intento ele evocar en la
dol viaje, un vaso de ponche será muy reconfortante ). La r: pet1c � on mente del lector el mismo movimiento ele las olas que se está descri­
también puede utilizarse como estrategia de RECHAZO (en.tendJenclo re­
bie ndo. Con una intención poética similar; Frost ( 1 969: 224) concluye
chazo' en el sentido en que ut ilizan este concepto Halhcl a y y Has_an, uno ele sus poemas con los versos siguientes:
1 976): como una maneJ a ele negar algo que s� h � bía afirmado .(o 1:-n ­
plicaclo) en el discurso previo. En el ejemplo s1gUJent � , el n: atenal lm­ [26] Y tantos kilómetros que recorrer
güístico repetido acota exactamente los elementos discursivos que se antes de que pueda dormir
rechazan: Y tantos kilómetros que recorrer
antes de que pueda dormir
[23] -Creo que ya te dije que me llamo Bumside.
-También podría llamarse Snútlz , señor, o Iones o Robinson. La in tención ele Frost es evocar el movimiento uniforme, continuo
-Ni me llamo Smith , ni Iones, ni Robinson.
de un largo viaje en un trineo a través ele un paisaje nevado durante
la noche. El uso ele la repetición en [25] y [26] se denomina ICONICI­
En este intercambio, el señor Burnsicle está combatiendo, utilizan­ DAD, puesto que fuerza la semejanza externa entre la expresión lin­
do el recurso el e la repetición, los intentos el e su interlocutor ele güística superficial y su contenido conceptual.
rechazar su verdadera identidad diluyéndola con nombres muy fre­ 1 5 . En los ejemplos [20] a [26], todas las expresiones que se re­
cuentes, triviales y vulgares. Otra de las situaciones contextuales pro­ petían, ya fuera por la razón que fuese, coincidían en mantener siem­
totípicas en las que se suele usar la r� �etición se pr? cluce cuan� o el pre la misma REFERENCIA, es decir; pese a su aparición en distintos lu­
hablante se empeña en hacer sobrev1vn· sus enunctaclos a las Inte­ gares del fragmento, continuaban designando la misma entidad en el
rrupciones impertinentes de sus no demasiado cooperativos interlocu­ :Cmunclo» textual (o en el universo del cliscurso) . I S Por ese motivo, la
tores, como sucede en el ejemplo siguiente: estabilidad se apoyaba, en esos casos, en la continuidad referencial ele
HARDCASTLE: Primero pidió ayuda a la guarnición . . .
una manera muy evidente (véase IIL1 4). Ahora bien, repárese en el in­
[24]
M ARLOW: ¿No crees que este chaleco dorado queda demasiado i n­ quietante resultado que provoca la repetición ele un vocablo que ten­
formal encima de una camisa marrón? ga dos referencias distintas:
HARDCASTLE: Primero pidió ayuda a la guarnición, que estaba forma­
da por unos quinientos hombres. . . [27] Las malas noticias no sorprendieron a la señora Ankrom, que esta­
HASTINGS:Creo que no; pero l a mezcla de marrón y dorado queda ba esperando un niño. Ella dijo que lo había estado medio esperm1do.
un poco pob1 e. (Wi/1011 Times, citado en Levin y Goldman, 1978: 1 )
HARDCASTLE : Como iba diciendo, caballeros, les estaba contando que
primero llamó a la guarnición, que estaba formada por unos quinien­ En este ejemplo aparece un elemento ('esperando') que se repite
tos hombres. . . formal pero no conceptualmente, puesto que se usa en dos sentidos
distintos (véase V. l y ss.). I 9 El pronombre 'lo' apoya la ambigüedad ele
1 4 . Con bastante fTecuencia, la peculiar organización superficial
del texto poético está justificada por las especiales corres�o � clencias
que se establecen entre el significado del p � ema y el prop? slto gene­ 18. La discusión filosófica en torno a la referencia ha sido extensa y rara vez se ha llegado a una
ral que persigue la comunicación poética. 1 ' En los conocidos versos conclusión tajante (véase un panorama en Lyons, 1 977: 1 74 -229).
La tendencia actual es intentar ex­
plicar todos los tipos de referencia sobre la base de los pocos casos marginales que se puedan aducir.
ele Tennyson ( 1 930: 237): Véase V.40
para acercarse a una perspectiva distinta, que considera que la referencia es una propie·
dad de la lógica de los mundos textuales v no de las palabras que los componen.
19. El ;sentido» es el conocimiento ;.ea! transmitido por un elemento textual dentro de la conti­
1 7. Como s e advirtió e n I X los textos poéticos s e definen d e acuerdo a s u modo d e organizar
1 9,
las estrategias de esquematización de la superficie del texto, de tal manera que invitan a que los re­
1
nuidad que proporciona la coherencia discursi,·a (véase V. y ss ).. Por supuesto, la consecuencia lógi­
ca de un sentido dudoso es una referencia dudosa, aunque no tiene por qué suceder al contrario ne­
ceptores e; foquen su atención sobre las diferentes modalidades de repetición que se explotan en el
poema.
cesariamente (véase la nota 18 de este capitulo)
1 02 1 :--; T RO D L CClO� A LA u:--; GuiSTIC..\ C O H ESIÓ� 103

la estructura po1 que tiene, en este caso, una referencia i ndefinida y [30] Cualquiera puede encontrarse con una desvalida tortuga tumbada de
tanto puede remitir a 'malas noticias' como a 'niño'. Si bien es verdad espaldas y que no puede girarse sola. En ese momento, se puede o
que la segunda alternativa puede desecharse por ser algo absurda, sin no tomar la decisión de darle la vuelta.
embargo, el receptor se ha visto forzado antieconómicamente, a cau­
sa precisamente de la repetición, a prestar una atención especial a la 1 7 . La repetición tiene la desventaja, ya mencionada en IV. 1 3 , de
interpretación del enunciado. que reduce el nivel de informatividad del texto. Para contrarrestar ese
1 6. El mecanismo de la REPETICi ó N PARCIAL supone la reutiliza­ i nconveniente, en ocasiones, se utiliza la técnica de repetir los mismos
ción de algunos componentes léxicos básicos que han sufrido una ele mentos formales, pero que transmitan contenidos diferentes o de
transcategorización (recuérdese el mecanismo denominado « polipto­ repetir el mismo contenido, pero expresado en formas diversas. Una
ton>> de la retórica clásica) . En los ejemplos siguientes, extraídos de de estas técnicas, el PARALELISMO, consis te en reutilizar formatos su­
la Declaración ele la Inelepe11elencia americana, podrá advertirse cómo perficiales pero rellenándolos con expresiones distintas. 2 1 En la Decla­
un concepto ya activado previamente puede reutilizarse de nuevo en ración ele la Inelepenelencia, el rey de Inglaterra se presenta como sigue :
el texto, siempre que su expresión se adapte a la situación discursiva
[3 1 ] H a saqueado nuestros mares, ha destrozado nuestras costas, h a que­
nueva: mado nuestras ciudades.
[28. 1 ] . . . comprometerse en que los poderes terTenales se alinearán con
quienes apoyen la independencia y la igualdad ... que son las causas En este caso, se han expresado en cláusulas paralelas (con la es­
que nos impulsaron a i11dependizamos. tructura verbo + pronombre posesivo + objeto directo) una serie de
[ 2 8 . 2 ] Los gobiemos son elegidos por los ciudadanos, y su poder emana acciones negativas similares, aunque no idénticas, en las que el pose­
únicamente del común acuerdo entre los gobernados. sivo 'nuestro(a)s' (el único elemento que se repite en el enunciado)
ocupaba el centro de cada una de ellas. En otro pasaje del mismo do­
En su revisión del fenómeno de la repetición parcial, Dressler cumento, se enuncian distintas acciones monárquicas mediante parti­
( 1 979a ) advirtió que, en ocasiones, la simple presencia de una expre­ cipios de presente precedidos por la preposición 'por':
sión hace posible que, a continuación, puedan aparecer otras, aunque
sean muy raras o completamente i nsólitas. Dressler cita un fragmen­ [32 ] Por acuartelar grandes ejércitos ... Por impedir nuestro comercio . . .
to de una historia escrita por Joachim Ringelnatz titulada « Las balle­ Por imponer tasas . . . Por depravamos . . . Por expulsamos d e nuestros
nas y el extranjero» : 20 territorios . . . Por abolir el Sistema de Libertades . . .

[29] Había un famoso rascacielos construido con pieles de plátano . . Al .


De nuevo, existe una relación e ntre esas acciones (todas s o n ejem­
sur del rascaplátanos. . . plos de abuso de poder) que se enfatiza utilizando como medio ex­
presivo el paralelismo de la forma. Además, la repetición del m ismo
La expresión «rascaplátanos» sería m uy difícil de entender, en el formato evoca subjetivamente la reiteración abominable de las accio­
sentido en que se emplea en el ejemplo, sin recurrir a las expresiones nes del rey. En el ejemplo siguiente, la expresión 'repetidas' se rei tera
correferenciales ('rascacielos' y 'plátanos') que aparecieron previamen­ con la i ntención de marcar el paralelismo antagónico existente entre
te. Dressler también analizó un fragmento de un relato escrito por dos facciones (los poderosos y los sometidos ) :
Erich Fried ( 1 975) titulado La vuelta ele la tortuga. La expectativa que
se crea en el título (algo así como 'el regreso de la tortuga') luego no [33] Nuestras repetidas peticiones han sido respondidas únicamente con
se corresponde con el desarrollo de la historia (cuando se repite el vo­ repetidas i njurias.
cablo 'vuelta', el lector advierte que no se refiere a 'regreso' sino a 'gi­
rar el cuerpo'): De igual manera, un cambio ele forma , aun conservando el parale­
lismo estructural, puede potenciar expresivamente el cambio de conte­
nido, como sucede en el ejemplo siguiente:
20. El uso creativo de la repetición parcial está en conformidad con la «teoría genera], de la
creatividad que se esboza en Beaugrande ( 1 979c). 2L Puede verse más ejemplos en VII .34.
1 04 !'.;TRODLCCIÓ0: A LA L!'.;Gl'ÍSTICA
COHESIÓ!\ 1 05
[34 ] Debemos deternerlos. Enemigos en la GueiTa; en la Paz, Amigos.
En circunsta ncias normale s, la serie de palabras 'requerim iento 1
s ugerencia 1 propuest a' y 'obsceno 1 impúdico 1 lascivo 1 sucio 1 inde­
1 8 . La PARAFRASIS consiste en utilizar expresiones distintas para
ce n te', se entiende que está compues ta por elemento s que poseen, más
repetir el mismo contenido , 22 como se ejemplifica en el pasaje si­ o menos, el mismo significad o (y, por lo tanto, parece difícil definir
guiente (Beerbohm, 1 9 5 8 : 5 6 y ss . ) : ca da miembro de esas series sin poder utilizar en su definició n alaún
Nunca he visto a 111 1 asesino, ni el símbolo abominable de quien se
otro miembro de la misma serie). Sin embargo , la legislació n ac :r ca
[35 ]
lleva la l'ida .
del uso telefónico intenta cubrir todos los posibles vacíos legales en
los q�te pueda ampararse un delincue nte, pagando el precio, si es ne­
Mientras que [ 3 5 ] muestra la paráfrasis de un concepto simple ces ano, de parecer repetitiva o pedante. El alguacil Dogberry de Sha­
('asesino'), [36] ilustra el parafraseado de una estructura mucho más kespeare proporcio na una parodia inmortal de esta tendencia leaa.
b

compleja ( Govinda, 1 976: 206): list a:

[38] Marry, señor, han cometido pe�iurio; más aún, han dicho cosas fa l­
[36] Desde que Dios se reveló en su mente, sintió un ten"ible sufrimien­
sas; en segundo lugar, son calumniadores; en sexto v último Jugar,
to, porque ( * ) sabia con anterioridad qué pasaría en cada momento
( )
fu turo. * * Para él ya no hubo más smpresas; no pasó nada que no
han calumniado a una dama; en tercer lugar, han j¿;rado cosas al­ f
sas; y, para concluir, son unos bravuco11e s mentirosos.
supiera de antemano que iba a suceder.
(Mllclzo ru ido y pocas lllleces, V i 22 4 -29)
Puesto que no es, en absoluto, seguro que el contenido del frag­
mento (''' ) sea el mismo que el de su paráf-rasis (",;'), no es de extrañar El efecto cómico de este pasaje descansa a la vez sobre el conoci­
que el fenómeno de la paráfrasis se relacione últimamente con la cues­ miento del tipo de texto legalista que se parodia (recuérde se que la pa­
.
tión mucho mejor conocida de la SINONI!\1IA. 2 3 Cada vez se fortalece rodia se basa en la intertex1 ualidad, véase 1.22) y en el fracaso del al­
más la suposición de que existen únicamente unas pocas expresiones guacil en reproduc ido (confund iendo los marcado res de ordenaci ón
de la lengua natural cuyos significados virtuales sean totalmente idén­ del discurso y acaband o con el térm ino no rigurosam ente legal de 'bra­
ticos. Lo cual no quiere decir que la sinonimia o la paráfrasis sean in­ vucones mentiros os'). En este caso, coincide la excentric idad textual
necesarias, puesto que, tal como sucede tanto en [ 3 5 ] como en [3 6], con un tipo de comport amiento que se considera excéntric o en el
en muchos contextos completan, aclaran o profundizan en el signifi­ «mundo real» (véase IX.8 y X. l 6) .
cado real (o sentido, véase V. 1 ) de los fragmentos a que se refieren. 20. Los ejemplos anteriore s (del [20] al [ 3 8 ]) sugieren algunos ti­
1 9 . La situación en la que aparece un texto puede afectar de ma­ pos de motivacio nes que mueven a los producto res textuales a utilizar
nera decisiva a la i nfluencia discursiva que ejerce la paráfrasis y la si­ la repetición , la repetición parcial, el paralelism o y la paráfrasi s. Como
nonimia. Así, por ejemplo, en el discurso legal se intenta definir cier­ ha podido advertirse , en general, estas técnicas se emplean con el ob­
tos tipos de comportamiento más allá de toda duda razonable; para jeto de marcar de manera explícita la existencia de relacione s internas
cumplir con ese objetivo, se u tiliza con mucha frecuencia la paráfra­ entre elementos o contenido s (habitual mente se trata de relacione s de
sis con la esperanza de aprehender todos los aspectos posibles del con­ EQUIVALEN CIA, aunque también pueden darse relacione s de
oposición ,
tenido de lo que se pretende expresar. Adviértase cómo este plantea­ c_omo sucede en el ejemplo [ 34]). 2 4 Todo el amplio abanico de posibi­
miento se aplica en la Guía Tele{ó11ica de Gaimsville ( 1 978-79: 1 6), en hdade:S de repetició n se despliega , en toda su excelenc ia, en aquellas
.
donde se recuerdan ciertas «Leyes de Florida» que prohíben el uso del s1tuacwn es en las que la estabilid ad textual y la m inuciosid ad del con­
teléfono para hacer tenido discursiv o pueden acarrear consecue ncias prácticas significa ti­
vas, como sucede en los textos legales que han de aplicarse e n la vida
[37] cualquier tipo de comentario, requen'miento, sugerencia o propuesta
que sea obsceno, impúdico, lascivo, sucio o indecente.
24 L? noción ele «e�uivalencia" fue básica para la lingüística descriptivista (véase IL2 1 y ss ) . Para
. .. .

In linguistica del
texto, sm embargo, existen grados de aproximación más que equivalencias claras; en
cualqUler caso, desde un punto de vista discursivo, el factor importante es la
22. Puede verse más ejemplos en VIU7 y 4 1 , y en VIIL24. estabilidad del sistema
23. Véase por ejemplo Hirsch ( 1 975) Aparecen algunos ejemplos en VIL37. ?
cuan o los elementos (o bloques de elementos) que lo componen comparten
comun, con1o sucede en este caso
la pertenencia a un tipo
1 06 .
! 0:TRO D L C C I Ó 0: .\ LA L I � G UiST I C A COHESIÓ� 1 07

real. No resulta en absoluto sorprendente que, en el co � tex �o legis ­ mico mecanismo de la repetición. Las formas pronominales más usa­
lativo, los productores textuales se esf� ercen e � �onstrun· �rscursos das son los PRONOMBRES, que operan sustituyendo a los sustantivos o
escrupulosamente definidos, para no depr resqurc10 a la mahnterpre­ a Jos sintagmas nominales con los que han establecido una relación de

tación 0 a la ambigüedad, que podría causar un vacío legal de conse ­ coRREFERENCIA (es decir� comparten la misma referencia, en el sentido

cuencias im previsibles . Téngase en cuenta, a modo de ejemplo , el fTa �·­ en que se plantea este fenómeno en IV. 1 5) . 2 6 Así, por ejemplo, en el
mento siguiente, extraído del contrato sindical de los profesores um­ cuento infantil:
versitarios americanos: 2 5
[40] Érase una vez un viejecito y una viejecita muy pequeñitos que vivían
en un zapato. Él fumaba en pipa y ella cosía en una mecedora
[39] !
Excepto en lo que hace referencia a los descubr n:ientos o a los in­
ventos hechos durante el periodo en que no se disfrutaba de empleo
y de sueldo a costa de la universidad, cualquier descubrimiento o in­ el pronombre personal 'él' hace innecesario repetir de nuevo 'un vieje­
�·ento que el investigador haya hecho mientras estaba emplea o por
.
� cito muy pequeñito que vivía en un zapato'; mientras que el pronom­
la universidad o mientras u tilizaba fondos del presupuesto umvers¡­ bre personal 'ella' evita que se tenga que volver a reproducir la expre­
tario, facilidades, materiales, equipamiento, personal o informa�ión sión 'una viejecita muy pequeñita que vivía en un zapato'.
tecnológica procedente de la universidad, es propiedad de la umver­ 22. El fragmento [ 40] ejemplifica el fenómeno de la ANÁF O RA, que
,7
sidad, el descubridor o el inventor deberá compartir sus ganancias consiste en utilizar una forma pronominal después de la expresión co­
con la ·universidad que ha hecho posible ese trabajo. rreferente (véase Postal, 1 969, Bresnan, 1 97 1 , Edmondson, 1 976, Han­
kamer y Sag, 1 976, Kaplan, 1 976, Bullwin kle, 1 977, Camarazza et al. ,
En el fraomento se advierte la utilización de casi todos los meca­ 1 977, y Webber, 1 97 8 ) . La organización anafórica del texto suele ser el
nismos que �e han analizado anteriormente, como la repetición ('des­ modo más habitual de construir la correferencialidad (pri mero apa­
cubrimientos' 1 'descubrimiento', 'inventos' 1 'inven to', 'hecho' 1 'hecho', rece la expresión referencial y, después, se introduce una remisión
'universidad' 1 'universidad' 1 'universidad'), la repetición parcial ('in­ anafórica), ya que es éste el procedimiento más económico para man­
vento' 1 'inventor', 'empleo' 1 'empleado') y la paráfrasis ('descubri­ tener activado durante un mayor espacio de tiempo el contenido con­
miento' 1 'invento', 'investigador' 1 'inventor', 'facilidades' 1 'materiales' ceptual de una expresión _ 27 Por esa misma razón, la organización ana­
1 'equipamiento' 1 'información tecnológica'). fórica del texto puede propiciar algún problema interpretativo, si en­
2 1 . Afortunadamente, no siempre comunicarse exige expresarse tre la expresión referencial y la forma pronominal se interpone un
con semejante grado de exactitud todo el tiempo. Ant� s. al contrar�o, fragmento textual excesivamente amplio (véase V. 3 5 y ss .). Si eso ocu­
en la i nteracción comunicativa cotidiana se suelen utihzar mecams­ rre, cuando el receptor tenga que interpretar la forma pronominal
mos cohesivos que ayudan- a economizar o a simplificar la superficie realizando el movimiento de remisión anafórica, la i nformación de re­
textual, aun a costa de que se pierda cierto grado de determinación ferencia probablemente se habrá visto desplazada de la zona del al­
_
(véase IV.2 9 y 37) . Desde este punto de vista, el mecanismo cohesivo, macenamiento activo en beneficio de otro fragmento discursivo que
por excelencia, es el uso de las FORMAS PRONOMIN�L�S : se tra :a de ele­ dificultará la recuperación de la información correferencial .
_
de muy corta longitud, economicos, vacws de un
mentos linaüísticos
"' 2 3 . El fenómeno de la CATÁFORA consiste en utilizar una forma
significado propio concreto, que p ueden aparecer en la superfi�ie tex­ pronominal antes de la expresión correferente (véase Halliday y Ha­
tual en lugar de otras expresiones más definidas y con contemdo se­ san, 1 976). El protocolo de procesamiento de la catáfora requiere la
mántico activo (véase Karttunen, 1 969, Paduceva, 1 970 y Dressler, creación temporal de una casilla vacía (es decir; de una posición en
1 972a: 27). Una de las misiones de las formas pronominales es la de la que se prevé la existencia de una bolsa de i nformación, en el senti­
permitir que los interlocutores mantengan el contenido discursivo ac­ do que se señaló en IV.8) que se rellenará cuando aparezca en el tex­
_ _
tualizado en el texto en situación de almacenamiento activo (vease to el contenido suplido pronominalmente. Un mecanismo de estas
IV.2 y V.4) sin tener que recurrir al -en buena medida- antieconó-
26. Aquí se utiliza el término «Correferencia» porque está sólidamente establecido, aunque se pue­
? 5 E l fraamento se ha extraído del Acuerdo ell/re el equipo recroral, los órganos de gobiemo del sis­
.
den seguir manteniendo las reservas acerca de este concepto expresadas en la nota 1 8 En algunos ca­
tem� ;miversit;rio de Florida y la Universidad de Florida, 1978- / 98/ (sin fecha ni lugar de publi cación),
sos, quizá el neologismo '(cosentidol> sería más apropiado que «correferencial>
p . 22 2 7.. Acerca de información sobre usos diferentes de la anáfora en samoano, véase Chapin ( 1970)
I N T R O D C C C I Ó N A LA L I :\ G U Í ST I CA
C O H ES I Ó N 1 09
1 08
24. Con el objeto de comprobar si este efecto de aumentar el in­
caracterís tic as funcionar á óptimame nte cuando la distancia entre la
t erés del receptor puede documentarse empíricamente, se realizó un
forma pronomina l y la expresión correferent e se mantenga dentro de
experim ento con e l texto del 'cohete' (en cuyo análisis se pr ofundiza­
unos límites razonables , por ejemplo, entre oraciones contiguas : rá con mayor detalle en IX.2 5 y ss.) consistente en exponer a un gru­
[4 1 ] No s é si lo que ella quiere hacer va e n serio, pero m i compañera de po de lectores ante un fTagmento manipulado del texto original [ 4] que
habi tación sueña con caminar por un cable que atraviese las cata­ se presenta en I. l :
ratas del Niágara�
[ 4c] Vacío, pesaba cinco toneladas. Como combustible, llevaba ocho to­
Este ejemplo, extraído de una redacción escrita por una estudian­ neladas de alcohol y de oxígeno líquido. Se alzaba en un desierto de
Nue\·o !\•léxico: un enorme cohete V2 negro v amarillo de 14 metros
te, es muy parecido, en cuanto a su estructura catafórica, a otro que de altura. , .
� .

proponen Halliday y Hasan ( 1 976: 56):

Nunca lo hubiese creído. Aceptaron todos los puntos de nuestra pro­


Mediante la colocación de la secuencia de apertura original ('un
[ 42]
puesta. eno rme cohete V2 negro y amarillo de 14 metros de altura') en la zona
final del párrafo, se ha conseguido proporcionar al texto una estruc­
En ambos casos, una forma pronominal anticipa catafóricamente tma catafórica. Cuando se sometieron los informantes a la prueba de
un contenido complejo. E n [4 1] , 'ella' remite al fragmento 'mi compa­ leer el texto y luego recordarlo, los resultados obtenidos en los proto­
ñera de habitación' que aparece en la oración contigua, y 'lo' a 'sueña colos de rememoración revelaron un efecto sorprendente. Mientras
con andar por un cable que atraviese las cataratas del Niágara'; y, en que únicamente el treinta por ciento de los lectores del texto original
[ 42], 'lo' se refiere a 'aceptaron todos los puntos de nuestra propues­ no manipulado recordaron la composición exacta del combustible,
ta'. O tro uso habitual de la catáfora es la generación de incertidumbre esta cifra se elevó hasta el ochenta por ciento entre los que habían leí­
y, en consecuencia, la i ntensificación del interés del receptor en el tex­ do el texto manipulado. En cambio, el ochenta por ciento de los que
to que está procesando (véase VII . 1 3 ) . Repárese en el inicio del relato leyeron el texto original recordaron exactamente los colores del cohe­
siguiente (Coppée, 1 8 9 1 : 9 1 ) : te, mientras que únicamente el treinta por ciento de los que leyeron el
texto con el orden i nvertido los recordaron. La conclusión del experi­
[43] (Él) tenía apenas diez años cuando le arrestaron por primera vez por mento parece encaminarse hacia la idea de que la inversión de la in­
vagabundo. En su declaración le dijo al j uez: «Me llamo Jean Fran­ formación textual provoca una redistribución de la atención de los lec­
¡;:ois Leturc � " ' " tores, pero no un incremento absoluto de la misma. Este resultado
coincide con lo que prevé el mecanismo denominado «efecto von Res­
Lo que sigue a este fragmento es la continuación detallada de la torff» (se trata de un fenómeno relacionado con la información desta­
vida del muchacho, desde su nacimiento hasta ese mismo i nstante en cada de manera especial; véase Wallace, 1 965). En cualquier caso, la
que, en la cumbre de su desgracia, está prestando declaración ante un utilidad de la catáfora para atraer el foco de atención sobre una zona
juez. S i la primera secuencia era algo enigmática, la conti nuación del textual determinada -en este caso, se trata de impelir a los lectores a
relato irá eliminando todas las dudas acerca de la identidad del indi­ que se esf-uercen en intentar encontrar el sujeto de todos los verbos
viduo celosamente ocultada en la oración de apertura. Los lectores se que aparecen en el fragmento- está fuera de toda duda. 2 9
sentirán motivados para encontrar una respuesta a cómo un niño de 2 5 . Además de los sustantivos y de los sintagmas nominales, exis­
diez años ha llegado a ser arrestado y p uesto ante un juez (se trata ten otros elementos que pueden correlacionarse mediante proformas.
de conocimiento PROBLEMÁTICO, con un alto nivel de i nformatividad; Así, por ejemplo, el verbo 'hacer' se emplea frecuentemente como una
véase III. 1 7) . 28 La catáfora, aparte de ayudar a que progrese la infor­ FORMA PROVERBAL amplia que mantiene actualizado el contenido de un
mación textual, ejerce una influencia notable en la motivación de los verbo o de un sintagma verbal m á s concreto (Véase Karlsen, 1 959: 1 24
lectores para que se adentren en el relato. y ss., Isacenko, 1 96 5 : 1 7 2 y ss., Roggero, 1 968, Haskell, 1 97 3 , Vater�

28�. La tendencia a preferir el conocimiento problemático c o m o material discursivo se vuelve a


29� Puede haber también efectos de primacía (se destaca la primera parte del texto) (véase Me­
plantear de nuevo en IV.29
y ss. y en IX . 1 4, 26. 9
yer, 1 77 : 3 08 23
y ss , JX37 5 y la nota del capítulo IX)
1 10 1 :\ T R O D L C C ! Ó i\ A L.-\ L l :\ G L Í STICA C O H ESIÓ!\ 111

1 97 5 : 3 7 y ss., y Halliday y Hasan, 1 976: 1 25 y ss. ). En el ejemplo si­ 26. Sería equivocado suponer que las proformas han de correfe­
auiente
b
(Goldsm ith, 1 77 3 : 36): rirs e monotemáticamente siempre a elementos del mismo tipo, por
ejemplo, los pronombres a los sust��tivos, los proverbos a los ver� os
[44] SEÑORA HARDCASTLE: Le comprendo perfectamente, señor v los promodi ficad01 es a los modificadores . Tales correspondencias
M ARLOW (apar!e) : ¡ Caramba! Eso es más de lo que vo lo hago han de en tenderse como PREFE RENCIAS favoritas que tienen la ventaja
de encajar en marcos gramaticales conocidos, y que son fácilmente
la forma p1 overbal 'hago' susti tuye de manera muy económica a 'com­ an alizables y reutilizables. Lógicamente, las proformas han de amol­
prendo perfectamente al señor Marlow'. La forma proverb�l puede , darse a los emplazamientos gramaticales en donde aparezcan. Para
como se ve, ser correferen te de un bloque de contemdo relativamente ilustrar esta última consideración, préstese atención al conocido pa­
extenso. En este otro texto (Beerbohm, 1 958 : 57): saje siguiente (Julio César, I ii 1 94-95):
[ 45] Ese mismo día me avergoncé de no haberme levantado de un salto [ 48] El joven Casio tiene una mirada torcida y hambrienta. (Él) piensa
y no haberle atado las �anos a la espalda, en ese mismo i nstante y demasiado. Tales hombres son peligrosos.
�llí mismo. Si hubiese tenido siquiera una pizca de coraje físico, ha­
bría hecho eso
El mecanismo correferencial que vincula a 'Casio' con el pronom­
bre personal 'él' es muy simple: en primer lugar, aparece un sustanti­
podría usarse el término FORMA PROMODIFICADOR para describir la fun­ vo; a continuación, sigue un pronombre. Ambos ocupan la casilla re­
ción que desempeña el elemento complejo 'hecho eso' en el ejemplo servada para la [·unción de sujeto en sus respectivas oraciones. En con­
[ 45] o, si se quiere una denominación más específica, FORMA PROCOM­ traste con la sencillez anterioc el promodificador 'tales' transporta el
PLEMENTO (véase Steinitz, 1 968: 1 48 y ss. ) . 'Hecho eso', o alguna va­
contenido que se incluye en las expresiones 'tiene una mirada torcida
riante similac puede aparecer sustituyendo a cualquier modificador y hambrienta' y 'piensa demasiado' (dos sintagmas verbales que se
que se relacione con el verbo principal de la construcción (véase Bo­
convierten, de esta manera, en correferentes). Algunos investigadores
linger; 1 970, y Bouton, 1 970). En ocasiones, el elemento 'eso' de la ex­
(por ejemplo, Lakoff, 1 968) probablemente clasificarían 'hombres'
presión 'hacer eso' se omite en el uso, multiplicando la economía de
como un seudopronombre, o como un cuasi pronombre, que, en el
un mecanismo ya de por sí económico. Compárense, en este sentido, fondo, tiene ú nicamente un mínimo contenido y una relevancia míni­
las dos estructuras siguientes (Priestley, 1 950: 299): ma. Este mismo es el criterio que se aplica a términos como el de
SEÑORA BIRLING: N o le comprendo, inspector.
'cosa' y sus equivalentes en otras lenguas (ding en alemán, thing en in­
[46]
I NSPECTOR: Querrá decir que no quiere hacer eso, señora Birling
glés, etc.) (véase Green, 1 968: 25, Hasan, 1 968: 94 y ss., y Dougherty,
1 969: 5 1 3 v ss.).
2 7 . E� muchas ocasiones, las proformas son correferentes de
fre nte a
cláusulas completas (se trata del fenómeno denominado 'sustitución
[ 46a] I NSPECTOR: QuerTá decir que no quiere hacerlo, señora Birling. clausal' en términos de Halliday y Hasan, 1 976: 1 30-4 1 ) . La proforma
'eso' es especialmente versátil. En el fragmento textual siguiente (Ca­
O tra modalidad de proforma son los promodificadores del tipo 'tal' rroll, 1 960: 8 1 ):
(véase Hasan, 1 968: 7 8, Palek, 1 968: 6 1 y ss., y Figge, 1 97 1 : 1 75 ) en
[49] -Pero ¿ es que tienes que entrar? -le respondió el lacayo-. Es
(Wilson, 1 9 59: 3 ) :
lo primero que deberías preguntarte, ¿ no ?
Así era en verdad; sólo q u e a Alicia n o l e gustaba q u e le dijeran
[ 4 7] Gerald Middleton fue un hombre de temperamento apacible, aunque
eso
persistenternente depresivo. Tales hombres no se encuentran en su
mejor forma a la hora del desayuno.
el 'eso' transporta el contenido completo de lo que acaba de decir an­
En esta secuencia, ' tal(es) ' se refiere a 'un hombre apacible, aunque teriormente el lacayo. En este otro fragmento ( Carroll, 1 960: 24 1 ) :
persistentemente depresivo'.
1 12 1 \: T R O D L C C I O \: .·\ LA L I \: G L Í S T I C A C O H E S ! Ó \: 1 13

[50] -0:aturalmente esta1 ás ele acuerdo en que nos batamos en due­ procesamiento, ya que son más breves que las expresiones que reem­
lo -elijo Tararí con un tono más tranquilo. plazan; ahora bien, si el emplazamiento textual de las proformas obs­
-Eso supongo -replicó malhu morado el otro
t acul iza su grado de reconocimiento y de determinación, e ntonces se
pi erden todos los beneficios de su uso, porque han de realizarse cos­
'eso' sei1ala la aceptación del enunciado previo del interlocutor.30 En tosas operaciones de búsqueda para lograr emparejar la proforma y la
general, las proformas se utilizan en la «susti tución de cláusulas>> para expresión correferente. No obstante, si se da el caso, existen varias téc­
indicar que el contenido informativo se mantiene activado, aunque no nicas ele recuperación de la información no definida. Así, por ejemplo,
el jor111ato supe1jzcial de su expresión. Chafe ( 1 976: 47) sugirió que en un fTagmento algo enrevesado como
28. La localización textual de las proformas puede variar de el siguien te:
acuerdo con su nivel de especificidad. Lakoff ( 1 968) sugiere la existen­
cia de la siguiente progresión secuencial discursiva prototípica: [53] Aver, Juan fue a visitar a Pedro. le habían dicho a él que él estaba
a) nombre propio, b) descripción específica, e) clase general (seudo­ enfermo
pronombre, en el sentido de IV. 26) y d) proforma. Considérese el ejem­
plo siguiente : ha de procesarse de manera preferente la suposición de que el estatu­
to del sujeto se ha de mantener constante a lo largo del texto (es decir;
[5 1 ] Napoleón llegó al palacio . El conquistador de Austria estaba m uy ale­ 'Juan' 'él' y 'Pedro' 'a él') .3 1 O tra estrategia para proteger el siste­
= =

are . Nunca he visto a un hombre alegrarse tanto. Nadie en el mun­ ma in terpretativo de las proformas de dificultades interpretativas in­
do podía estar como él tan satisfech ; ele sí mismo.
salvables consiste en tener en cuenta la organización de las situacio­
nes, de los objetos o de los acon tecimientos tal y como se establece en
Este tipo de progresión textual comienza con un nombre propio el mundo textual. Cuando en la Declaración de la Independencia se lee:
('Napoleón') , sigue con una descripción específica ('el conquistador de
Austria') , continúa con un seudopronombre ('hombre') y finaliza con [54] (El rey ele Inglatern) ha forzado a nuestros compañeros Ciudadanos
una forma pronominal ('el') . La progresión recorre la distancia que a convertirse en ejecutores ele sus propios amigos y Hermanos, o les
separa a lo más específico de lo más abstracto. No obstante, si se ha sustraído la voluntad, ele manera que ellos m ismos han caído en
invirtiera esta modalidad prototípica de progresión textual se estaría sus Manos
explotando una manera muy eficaz de ir revelando la identidad del re­
ferente poco a poco, aumentando progresivamente el interés del la proforma 'sus' traslada la referencia de una manera muy rápida eles­
receptor. En un relato de Nikolai Leskov ( 1 96 1 : 5 5 ) se puede encon­ de 'compai'íeros Ciudadanos' hasta 'amigos y Hermanos'; cualquier
trar un ejemplo en el que se sigue esta táctica: otra interpretación referencial violentaría de manera grave la cohesión
del texto. En el fragmento del 'cohete' opera un mecanismo similar:
[52] Quien está cruzando el camino no es otro que un anciano en cuya
majestad se reconoce i nmediatamente a uno ele los santos de la Igle­ [4] En una zona del desierto ele Nuevo México se alzaba un enorme co­
sia , que no es otro que el reverendo Sergius. hete ele color amarillo y negro. Vacío (él) pesaba cinco toneladas.

En este fragmento se demuestra que, en ocasiones, se puede incre­ Desde un punto de vista estrictamente sintáctico, la forma prono­
mentar la efectividad de un texto si no se siguen las convenciones en­ minal 'él' podría ser correferente tanto de 'cohete', como de 'desierto'
focadas hacia la eficacia discursiva (véase II.23 y III.9). o, incluso, de 'Nuevo México'. No obstante, el lexicón no puede ayu­
29. El criterio de eficacia se presenta en Beaugrande ( 1 980a) dar a aclarar este problema de adjudicación de referencia, porque, en
como el principal motivo que mueve a la utilización de las proformas el contexto de la secuencia ('vacío (él) pesaba cinco toneladas') no exis­
en general (véase IV. l l ) . Hasta cierto punto, sin embargo, en este te una definición razonable que estipule lo que debería pesar un co-
punto se plantea un problema de NEGOCIACIÓN entre la concisión y la
claridad discursivas. Por un lado, las preformas ahorran esfuerzo de 31 Reichman (1978: 290)señala un caso interesante en el que un nombre propio se usa más que
una preforma. aunque no sea posible la confusión, aparentemente porque la persona mencionada está
fuera del foco de atención; habitualmente, la referencia a la persona enfocada se realiza mediante una
30. Sobre los múltiples usos de 'eso', véase Halliday y Hasan ( 1 976: 1 40) pro forma
1 14 1 :\ T R O D L C C I Ó :\ ,.; LA L I :\ G L 'Í STIC\ C O H ES ! Ó ]'; 115
hete, un desierto o un estado como el de Nuevo México. La correfe­ [56] Se trata de un caso muv doloroso' mucho· nunca había visto uno
que fuese tan doloroso c'omo éste. '
rencialidacl se resuelve, simplemen te, recurriendo al conocimien to es­
tel eotipado del mundo que considera absurdo pesar un desierto o un
estado, pe1 o no un objeto volante del tipo 'cohete' (la variabilidad ele En � ste fragment o, 'uno' designa un 'caso' cualquier a (es decir; in­
peso de los cohetes es un tipo de información relevante, puesto que se d etermJ � ado), . descrito simpleme nte como 'más doloroso que el caso
trata de un tipo de conocimiento problemático;32 además, precisa­ p resen te . De 1gual manera, la proforma 'uno' puede funciona r como
mente un exceso de peso podría ser la causa de que fl·acasase el vue­ s ustituto de una persona cualquier a, inespecíf ica, por ejemplo en (Go­
lo, véase III. 1 7) ; los desiertos y los estados no suelen moverse de su vinda, 1 976: 1 5) :
emplazamiento, por lo que la estimación de su peso suele ser irrele­
[57] uuo no pue d e formarse juicios profundo s basados en tales percep-
vante para el transcurso normal de los acontecimientos (además, de .
ciOnes, wzo no deber·ia permitir que los pensamie ntos de wzo es tén
todas maneras sería bastante complicado, sino imposible, pesarlos).
influidos y dirigidos por ellos .
30. La preferencia de los comunicadores por introducir conoci­
miento de tipo problemático en el discurso textual es un principio om­
nipresente de organización, porque esa característica determina lo que ,
� n contraposic ��n, co�sidérese este -algo extraño- ti tular perio­
se considera interesante y, de ahí, de lo que vale la pena producir y dts ttco que aparecto pubhcado en el Gainesville Stm el 20 de diciem­
recibir textos (véase Schank, 1 977, y Beaugrande, 1 980a). Tómese en bre de 1 978 :
consideración este fTagmento de una conversación (Dickens, 1 947: EL PISTOLERO DE S AN JUAN YA HA MATADO A UNO
[58]
6 1 7) :

[55] -A l a mañana siguiente s e despertó, encendió e l fuego, ordenó En este ejemplo, los receptores textuales han de reconstruir con
en tres montoncitos los bollos y las tostadas, hum, se lo comió todo, cierta dificultad el sentido de 'uno', entendido no solamente como una
hum, todo, y se golpeó la cabeza. persona inidentificada ('El pistolero de San Juan ya ha matado a al­
-¿Por qué hizo eso ? -preguntó el señor Pickwick abruptamente. guien'), lo cual sería escasamente informativo, sino como la cuanti fi­
cación del número de entidades afectadas por la acción del asesino
Desde un punto de vista estrictamente sintáctico, las proformas (información típicamente periodística) .
'hizo eso' pueden referirse a todas las acciones mencionadas en el re­ 3 2 . Otro mecanismo cohesivo que contribuye de manera decisiva
lato de Sam (despertarse, encender el fuego, ordenar en montones, co­ a que se alcance la concisión y la eficacia textuales es la ELISióN (véa­
merse los bollos y las tostadas y golpearse la cabeza), pero no hay nin­ se Karlsen, 1 959, Gunter� 1 963, Isacenko, 1 96 5, C:rymes, 1 96 8 , Dress­
guna duda de que el señor Pickwick se está refiriendo únicamente a le!� 1 970, Halliday y Hasan, 1 976, y Grosz, 1 977). Ahora bien, un exa­
la última acción. 'Golpearse la cabeza' es, con bastante diferencia, la men pormenorizado de las fuentes bibliográficas citadas anteriormen­
acción más problemática de todas las enunciadas, y, por lo tanto, te re�elaría la � �i stencia de una �i � cusión abierta acerca de lo que
.
la más relevante, ya que despertarse, encender el fuego o comer tos­ constrtuye �a ehsto- � . La disputa teonca se centra en qué requerimien­
.
tadas son acontecimientos habituales en el transcurso normal de la tos gramattcales rrummos ha de cumplir una secuencia y hasta dónde
vida cotidiana, mientras que golpearse la cabeza suele ser un aconte­ p:rede ll � gar el nivel de elisión de material lingüístico en una secuen­
cimiento i nhabitual y que puede tener consecuencias posteriores. Cia consid � r:ada g:a � atical. Si el criterio para la correcta formación y
3 1 . El mismo principio podría aplicarse a la interpretación de los la aceptabihdad logica de una secuencia es generoso, entonces la ma­
homónimos (palabras con el mismo formato externo, pero que difie­ yor: parte de l�s �extos reales que se producen y se reciben son proto­
ren en cuanto a su significado o en cuanto a la función que realizan), _
ttpicamente ehpticos. 33 En el enfoque procedimental defendido en este
tales como la proforma 'uno' o el cuantificador numeral 'uno'. La pro­ manu �l, la elisión s e presenta únicamente cuando las tareas de pro­
.
forma 'uno', en ocasiones, se emplea para referirse a un miembro no cesamiento textual mcluyen completar una discontinuidad perceptible
específico de una determinada clase, por ejemplo (Dickens, 1 948 : 1 28):
33 .
.· �
En �·ealid · el proble ma radica en: «una secuencia es elíptica, ¿en comparación con
� _ qué?»
<"; ase C�senu, 1 9::>::>-::>6). _
Recuerdese b postura extrema adoptada por Alfred Whitehead, quien se mos­
32 . Véase la nota 28 d e este mismo capítulo tiO pwchve a condenar las lenguas naturales precisamente a causa de
su incompletitu d
l 16 1 :\TRO D L C C I Ó :\ .·\ LA L l :\ G L'Í ST I CA C O H ESIÓ"i 1 17
e11 la supe1jicie textual. En cualquier caso, la cuestión de si .u� eje m­ p osibi lidad de aliviar la superficie textual de elementos redundantes
plo determinado es o no verda ? �ramente � líptico deb�ría dec1d1r�e, � n (véase Ross, 1 970) se debe, en este caso, a que en la constitución de
cada ocasión, de manera empmca (por e¡emplo, aplicando el c1 1 te uo una secuencia no es imprescindible i ncluir el verbo si ya apareció en
intersubjetiva de ¿qué estructuras superficiales son las que los usua­ la secuencia contigua. Una cosa parecida sucede con la elisión del su­
rios textuales consideran discontinuas ? ) . jeto (Dickens, 1 94 7 : 5 5 ):
3 3 . Normalmente, la elisión funciona obligando a que varias
cláusulas de la superficie textual compartan determinados componen­ [62] Está siempre dormido. Hace los encargos dm·mido . . . Estov orgullo­
_
tes estructurales comunes. La elisión suele ser de tipo a11 afórico , es de­ so de este chico. No lo cambiaría por nada en el mundo.
cíe la estructura completa aparece antes que la elíptica (véase IV.22):
Las primeras dos secuencias comparten el mismo sujeto (el 'chi­
[59] Sé mina de mi amor, v usuaria de mis tesoros co'), pero tienen un sujeto dis tin to de las dos segundas ('yo', que tam­
(Shakespeai e, So11e1o X.Y)
bién lo comparten). Para recuperar la información elidida, el lector ha
de recurrir a fragmentos anteriores del mismo texto. El alto nivel de
Para interpretar adecuadamente [59]. se necesita encontrar un ver­ disponibilidad de los sujetos en cuanto a sus posibilidades de elisión
bo para la segunda cláusula. El candidato para ocupar esa po � ición e� , se puede relacionar; en opinión de Chafe, con el papel que juegan en
sin duda alguna, el verbo 'sé' de la primera cláusula ('sé usuana de m1s el procesamiento de la información textual (véase IV.29): la posición
tesoros'). La recuperación de la información elidida suele ser muy sen­ de sujeto es máximamente relevante, por lo que es el lugar hacia don­
cilla en este tipo de casos, pero puede hacerse muy compleja si la dis­ de el receptor dirige su atención cuando ha de interpretar estructuras
tancia entre la entidad elíptica y la entidad completa se encuentran con un alto nivel de elisión, debido a que esa posición y ese papel lo
muy alejadas. También puede darse el caso de que la elisión se a de suele desempeñar un tipo de información estable a todo lo largo del
, . y
tipo catafórico (es decir; que primero aparezca la estructura ehpt1ca texto. Lo mismo sucede con la elisión del sujeto entre cláusulas de­
después la completa): p�ndientes (véase Leech y Svartvik, 1 975: 1 68), como en:
[63] Estaba tan cansado que se fue a dormir
[60] Se dice que la hija, sana y bella; pero el hijo, un muchachote des­
garbado, se crió atado al delantal de su madre.
3 5 . La elisión del sujeto o de otros elementos supuestamente i n­
dispensables en la estructura oracional, como el verbo, ejemplifica la
En [60], la información verbal elidida en la primera secuencia ('se
complejidad de la interacción existente entre la cognición y las con­
dice que la hija (se crió) sana y bella') puede recuperarse, e � un pro­
- suele venciones sintácticas. Incluso en las construcciones menos habituales,
ceso de remisión catafórica, en la segunda. En la conversac10n, como la [63], la identidad del sujeto elidido es totalmente recuperable.
ser muy habitual que aparezca información elidida en la intervenci?n En este sentido, el enfoque procedimental se ocupa de describir las
de un hablante que se haya de recuperar en el parlamento del otro In­ condiciones bajo las cuales la elisión se convierte en frecuente e, in­
terlocutor; como es el caso del ejemplo siguiente, en el que el verbo cluso, en obligada. Por ejemplo, existen situaciones, como la de en­
elidido en la intervención de Casio ('tener') se ha de recuperar en el viar un telegrama, en las que se producen textos de manera natural
turno de habla de Bruto (Julio César, IV iii 9- 1 2) : con un altísimo n ivel de elisión y que, a pesar de esta característica,
son, sin ninguna duda, totalmente comprensibles. Verbigracia, el dis­
[6 1 ] BRUTO: Permíteme que t e diga, Casio, que eres tú mismo quien tie­
nes las manos manchadas y que por eso te censuran muchos; por
curso del señor Alfred Jingle, aunque claramente excéntrico por su
vender y por traficar con los i ndeseables tus favores a cambio de formato fragmentado, es bastante fácil de entender (Dickens, 1 94 7 :
oro. 1 1):
CASIO: ¿Yo, las manos manchadas?
[64] Disparaba un mosquete ... el fuego de una idea . . . corría a la taber-
na . . . la escribía . . . volvía o tra vez . . . pim, pam . . . otra idea ... a la ta-
34. El fenómeno de la elisión se hace muy perceptible cuando se
berna de nuevo ... pluma y tinta ... volvía otra vez ... disparar y escri-
emparejan estructuras cercanas que comparten los mismos verbos. La bir. . . tiempos heroicos, señor.
1 18 1 '\ TRODLCCIÓ'\ .;. L-'
. LI '\GLiST IC-\ COH ESIÓ� 1 19

Como se argumentó en IV 2 y ss., la función de la sintaxis en la in­ va cro >> de la superficie discursiva (véase Burton, 1 976: VII.9). En cuan­
teracción comunicativa consiste en proporcionar al discurso una es­ to � la utilizació n exhaustiv a de la sintaxis, puede afirmarse que, por
tructuración superficial que constriña las hipótesis interpretativas �m lado, aumenta las transiciones entre los elementos que constituye n
acerca de la organización conceptual y de las relaciones subyacentes la s redes gramatica les integradas en los textos (véase IV.9), y, por otr�,
entre las secuencias lingüísticas (es deci1� se trata de un sis tema, en el neutra liza la posibilida d de aparición de fenómeno s como la ambJ-
fondo, con muy pocas opciones y que actúa como una suerte de filtro crüedad.
"'
previo de control de otros sistemas, como el conceptual, que sí pre­ 37. Al igual que sucediera con el uso de las proformas , la utili-
sen ta muchas opciones) . Por ese motivo, cuando, en apariencia al me­ zació n de la elisión ejemplific a la búsqueda de un compromiso equi­
nos, se reduce mediante la elisión la importancia de la sintaxis, co mo lib rado entre la concisión y la claridad textuales (véase IV.29). En un
sucede en [64], se está obligando, tanto al productor como al receptor; plato de la balanza, producir y recibir te.xtos en los que n ? aparezcan
a que realicen un esfuerzo de procesamiento adicional. En presencia fe nómenos de elisión eleva el gasto de ttempo y de energw de proce­
de la elisión, la obligación de resolver problemas que impone al comu­ sami ento; en el otro extremo, los textos con un elevado nivel de elisión
nicador el seguimiento de las normas textuales de la cohesión y de la pued en llegar a neutraliza r cualquier ahorro de tiempo y de_ e�ergía
coherencia en el discurso (véase el capítulo III) le obliga a trabajar, de procesam iento porque exijan activar unos costosos procedimi entos
tanto productiva como interpretativamente, en unas condiciones más de búsqueda o unos gravosos protocolo s de resolución de problema s.
exigentes y de mayor gasto de energía de procesamiento. En este pun­ El comunica dor ha de evaluar el nivel de adecuación de la elipsis con
to se ha de matizar algún aspecto: por ejemplo, los enunciados del se­ respec to a la situación comunica tiva en la que se ha de producir o de
ñor Jingle son bastante sencillos de recomponer en la escritura, pero recibir el texto y valorar hasta qué punto la elipsis contribuirá a favo­
plantearían más problemas de interpretación si únicamente se escu­ recer o a dañar la efectividad de ese texto (véase III.9). Esta opera­
chasen oralmente. ción de cálculo marca una diferencia prototípica entre el funciona­
36. Frente a la idea predominante de que la oración formada co­ miento de los sistemas abstractos , como el de la sintaxis, y de los mo­
rrectamente desde un punto de vista gramatical es la unidad que ha delos procedim entales que analizan la sintaxis en interacció n con los
de manejarse obligatoriamente en todos los experimentos lingüísti­ demás factores que afectan a la textualid ad.
cos, 3 -l en los párrafos anteriores se ha presentado una modesta i nves­ 38. Uno de los vértices centrales en los que se apoya la cohesión
tigación sobre el procesamiento de los textos que presentan cierto ni­ textual es en el TIEMPO y en el ASPECTO de las formas verbales (véase
vel de elisión. El papel, más que destacado, dominante, que juega la Reichenba ch, 1 947, Weinrich, 1 964, Wunderlic h, 1 97 1 , y Dowty,
oración en las teorías lingüísticas modernas alienta la idea de que 1 972). 3 5 Las categorías verbales temporales y aspectuale s se organizan
«quizá todos los enunciados se deriven, en última instancia, de las ora­ de manera muy diferente en las diversas lenguas (véase Dresslei�
ciones completas » (R. Brown, 1 97 3 : 209). No obstante, esta noción no 1 972a: 47 y ss.). Normalme n te, en todas las lenguas existen medios
se puede probar empíricamente. En este sentido, reponer la informa­ para distinguir entre: a) tiempos de pasado, de presente y de futuro;
ción elidida en un texto como [64] es una condición suficiente para b) continuida d frente a discontinu idad; e) anteriorida d fTente a poste­
completar oraciones, pero no es una condición necesaria para realizar rioridad, y d) acontecim iento finalizado frente a acontecim ien to no fi­
su procesamiento de manera adecuada. Además, sería enormemente nalizado. Algunas de estas distincione s se establecen desde la pers­
difícil ponerse de acuerdo en cuál es «realmente» la versión completa pectiva de los usuarios textuales en el momento de la enunciació n (por
de una secuencia. Lo más probable es que exista un protocolo de pro­ ejemplo, pasado, presente y futuro son relativos con respecto a la si­
cesamiento que, por un lado, permita al productor eludir el uso obli­ tuación en la que se produce y/o recibe el texto); y, otras, se basan en
gatorio de ciertos mecanismos sintácticos, obteniendo sin embargo el modo de organizar temporalm ente entre sí las situaciones o los
beneficios comunicativos y sin requerir un gasto de energía adicional, acon tecimientos que i ntegran el mundo textual. En los casos en que
y, por otro lado, que le permita al receptor interpretar la coherencia no se emplea el sistema verbal para establecer estas distincione s, se
textual de una manera directa, realizando únicamente un «análisis
3 -1.No puede dejar de señalarse el hecho de que el procedimiento de omitir palabras en una se­
35 . En su uso común, el < tiempo \"erbal » se refiere a la inflexión de los \"erbos que les permite ex­
cuencia para que los sujetos sometidos al experimento las recuperen en condiciones de laboratorio, no presar el tiempo relati\"o en el que transcurre un acontecimiento discursivo. mientras que el <aspecto»
es realmente comparable con el modo en que se utiliza la elisión en el discurso espontáneo señala las fronteras (inicio, terminación) y la duración de los acontecimientos discursi\"OS .
COHESIÓN 121
1 20 l:\ TRODLCCIÓ0: A LA Ll:\GL ÍSTICA
de tiempo" En [65c], el acontecimiento es una unidad formada por va­
suelen utilizar los modificadores o los conectores para cumplir co n rias secuencias con unas fTonteras temporales limitadas. Analizando
esa función" ejemplos similares a estos, Fillmot e ( 1 977: 74) concluyó que <<Cual­
39. El modo en que se utiliza la temporalidad y la aspectualidad
quie r vetbo o cualquier elemento predicativo proporciona, cada vez
verbales consti tuye una estrategia de construcción textuaL Así , por que se usa, una determinada perspectiva» sobre la «escena» descrita
ejemplo, en hebreo existe una secuencia prototípica de tiempos ver­
( Dillon, 1 978 : 70 y ss., analizó la necesidad de visualizar << escenas >> con
bales que se ha de utilizar de una manera íntegra en el discurso, lo
cual tiene una enorme repercusión en la organización estructural de el objetivo de facilitar las operaciones de procesamiento, incluso en lo
concernien te a las cuestiones superficiales como, por ejemplo, la aná­
los textos que la incluyen (véase Harweg, 1 968: 284 ) En bahinemo,
"

fo ra).
una lengua que se habla en Papúa Nueva Guinea, la estructura del pá­ 4 1 . El sistema temporal y aspectual de los verbos también puede
rrafo se organiza en tomo a la forma verbal que aparece en la prime­
rela cionarse con algunos principios relevantes de la organización
� tex­
ra cláusula del texto y que se responsabiliza de activar la perspectiva
tual . Si, corno se sostuvo en IIL 1 4 , la textualidad des cansa sobre la
tem � oral en la que se insertarán todos los demás acontecimientos y si­
continuidad, los usuarios textuales han de entender que los aconte­
tuacJOnes que aparezcan posteriormente en el parágrafo (véase Lon­
cimientos y las situaciones que aparecen en el mundo textual están
gacre, 1 970)" Llevando esta característica a sus últimas consecuencias
relacionados entre sí (véase L 1 1 ) . Partiendo de esa suposición, los re­
en la lengua godie, hablada en Costa de Marfil, la información acere�
ceptores no tienen problema alguno en rellenar las lagunas y los hue­
del tiempo verbal sólo se menciona una vez, puesto que se extiende,
cos informativos existentes en el texto aplicando procedi � ientos de
de manera automática y sin requerir más indicaciones, al texto com­
ACTUALIZACióN, como, por ejemplo, la realización de inferencias (en el
pleto (véase Grimes, 1 97 5 : 232). En la lengua brasileña denominada
sentido que se expone en I. l l ; véase, también, V.3 2-34) acerca de
xavante, se utilizan dos sistemas distintos de aspectos verbales para
cómo se desarrollan los acontecimientos en el mundo textual (véase
los acontecimientos que se consideran relevantes fTente a los no rele­
Sacerdoti, 1 977: 1 5 , y Winston, 1 977: 3 8 6 ) . Verbigracia, cuando el
vantes (véase ? : imes, 1 97 5 : 9 3) . En las lenguas nigerianas mumuye y
cohete 'despega' en el ejemplo [ 4], el lector actualiza inferencialmen­
longuda, se ut1hza el aspecto verbal progresivo para marcar los acon­
te su trayectoria desde el 'desierto' hasta el 'cielo', supone que su com­
tecimientos que suceden al margen de la secuencia principal de acción
bustible, compuesto al principio de la operación de despegue por
(véase Grimes, 1 97 5 : 234).
'ocho toneladas', irá disminuyendo progresivamente, etc., aunque todo
40. Valga el somero inventario anterior para hacerse una idea ini­
ello no se afirme de manera explícita en el texto" Por su lado, Leonard
cial acerca de la enorme d iversidad, complej idad y subjetividad con
Talrny ( 1 978) sis tematizó una propuesta acerca de los principios de
que se organiza el tiempo en los mundos textuales construidos en di­
organización temporal que operan en los textos: a) la desplegabilidad,
ferentes lenguas (véase Bruce, 1 972). Aunque esté bastante extendido,
entendida como la capacidad de que en un mismo texto se abran múl­
el punto de vista pre-einsteiniano de que el tiempo transcurre de ma­
tiples perspectivas o planos temporales; b) la limitabilidad, o la capa­
nera uniforme, desvirtúa las interrelaciones establecidas entre las si­
cidad de definir discursivamente límites temporales discernibles entre
tuaciones y los acontecimientos que , en realidad, difieren no sólo en l�s acontecimientos descritos en el texto; e) la divisibilidad, o la posi­
cuanto a su duración, sino también en cuanto a su estructura formal .
bthdad de segmentar la continuidad temporal interna del texto en
y a su importancia funcional. Así, por ejemplo, como señaló Talmy
diversas partes; y d) la distribución, es decir; la ordenación de los
( 1 978: 2 1 ) , el m ismo acontecimiento puede expresarse desde diferen­
acontecimientos y de las acciones en patrones temporales. Aunque
tes perspectivas:
tanto Halliday como Talmy consideran que este tipo de nociones son
puramente <<grama ticales>> , no existe la menor duda de que también
[6Sa] El faro iluminó la bahía
[65b] El faro estaba iluminando la bahía se encuentran fácilmente integradas en los protocolos de procesa­
[65c] El faro iluminó cinco veces seguidas la bahía miento cognitivo de los acontecimientos y de las acciones (véase Mi­
ller y Johnson-Laird, 1 976). En este sentido, tal y como sucede en mu­
En [65a], el acontecimiento se contempla como una unidad ceiTa­ chos otros ámbitos, la cohesión de la superficie textual se apoya evi­
d � que sucede en un punto aislado del tiempo. En [65b], el aconteci­ dentemente sobre la coherencia que se le presupone al mundo textual
miento es una unidad que se proyecta sobre una extensión ilimitada (véase Margan, 1 978 ) .
1 22 1:\T RODLCCió:-; .·\ L.\ u:-;GLÍST IC\ COHESIÓN 1 23
42. Quizás el mecanismo más evidente de señalización de las re­ O tra función que puede desempeñar la conjunción es la de vincu­
laciones entre los diversos acontecimientos y si tuaciones que concu­ lar entre sí enunciados que no tienen un formato í ntegramente ora­
rren en un texto sea la CONEXIÓN, o, más en concreto, el uso de co ­ cional, favoreciendo, de esta manera, la activación de una relación
ne ctores (en las gramáticas tradicionales se denominan de manera i n­ aditiva o de interdependencia (Time , 26 de marzo de 1 979):
discriminada «Conjunciones » ; véase Gleitman, 1 96 5 , Dik, 1 96 8 , Tai,
1 969, Hanveg, 1 970, Doughe1ty, 1 970-7 1 , R. Lakoff, 1 97 1 , Halliday y [ 68] Después de todo, lo único que quiero es que se cumpla la ley; \' que
ellos dejen de maltratarn os de esta manera.
· ·

Basan, 1 976, Lang, 1 976, y Van Dijk, 1 977b ) . Los cuatro procedi­
mien tos principales de conexión son:
Puede considerarse que la conjunc ión es una especie de conexió n
a) La coNJ UNCióN, que vincula entre sí elementos equiparables, por defecto, en el sentido de que, a menos que se diga algo en con­
por ejemplo, que ambos son verdaderos en el mundo textual. tra, unos acontec imiento s se van añadien do sucesiva mente a otros en
b) La D ISYUNCIÓN, que vincula entre sí elementos opuestos, por el mundo textual. No es impresc indible la presenc ia de los conectores
ejemplo, que ambos no pueden ser verdaderos a la vez en el mundo concreto s 'y ' , 'tambié n', 'además ', etc., relacion ando de manera explí­
textual. cita cláusul as u oracion es para que se establez ca una relación de con­
e) La ADVERSACIÓN, que vincula entre sí elementos equiparables junción genuina . De hecho, plagar el texto de conecto res conjunt ivos
pero incompatibles en el mundo textual, por ejemplo, una causa que produce un efecto retórico redund ante conocid o como <<polisíndeton>> .
provoca un efecto i nesperado. Por supuest o, la probabi lidad de aparició n de este tipo de conecto r se
d) La SUBORDINACIÓN, que vincula entre sí elementos ordenados increme nta cuando la i nterdep endenci a entre secuenc ias no es obvia
jerárquicamente, por ejemplo, que son verdaderos en el mundo textual y, por esa razón, se ha de marcar de una manera explícita .
sólo si se cumplen ciertas condiciones (del tipo precondición/aconte­ 44. La DISYUNC IÓN aparece marcad a habitua lmente por el nexo 'o'
cimiento, causa/efecto, etc.). (en ocasion es, para señalar esta relación , se emplean varios element os
coordi nados entre sí, del tipo 'ni/ni', 'si o no', etc.) (Dicken s, 1 948: 49
43. Cada una de estas modalidades de conexión se reconoce por y ss.):
el tipo de conectores (entendidos en el sentido de indicios superfi­
ciales) que hacen evidente su uso. Desde u n punto de vista estadísti­ [ 69] Hay pocos momentos en la existencia de un hombre en que éste ex­
' '
co, la CONJUNCIÓN se suele señalizar con el conector y , aunque, con perimente tan lamentable angustia y encuentre tan escasa conmise­
una frecuencia menor; se utiliza 'también', 'además', etc. La conjun­ ración caritativa corno cuando va en persecución de su propio som­
ción es una relación de tipo aditivo (añade información nueva al tex­ brero. Para alcanzar un sombrero se requiere mucha frialdad y un
to), como puede comprobarse cuando se conectan entre sí dos acon­ grado de especial discernimiento. Uno no se debe precipitar d� ma­
tecimientos o situaciones interdependientes que se mencionan dentro siado, o corre el riesgo de pisarlo; no debe caer tampoco en el ex­
tremo opuesto, o se quedará sin él seguro.
de una misma oración, como sucede, por ejemplo, en (Time, 2 6 de
marzo de 1 979):
Por un lado, en el interior de una oración, 'o' se emplea para co­
[66] A los pájaros de gran envergadura les gusta dormir en los árboles de nectar dos alternativas, de las cuales una se impondrá sobre la otra en
los parques que hay en las afueras de la ciudad, y desde 1 88 5 los ciu­ el mundo textual ('uno no se debe precipitar demasiado, o corre el ries­
dadanos locales han considerado ese hecho como la mejor de las si­ ?;o de pisarlo'). Por otro lado, entre oraciones, 'o' se emplea tanto para
tuaciones posibles. mtroducir una i nformación adicional, como para -como se ilustra en
e� ejemplo siguiente- traer a colación una alternativa posible no con­
No obstante, la relación que marca la conjunción también puede Siderada con anterioridad en el mundo textual (Dickens, 1 94 7: 3 1 ) :
traspasar las fronteras oracionales (Time, 26 de marzo de 1 979):
[70] -!¿- no ser, claro, que el señor Winkle se sienta agraviado por el
[67] Sadat considera el acuerdo como u n medio de proteger los « derechos desafiO, en cuyo caso estimo que tiene derecho a una satisfacc ión.
humanosn de los palestinos asentados en Gaza. Y para asegurar que El señor Winckle , con gran abnegac ión, expresó que va se sentía
-
Gaza consigue la autonomía, Sadat quiere firmar un acuerdo. bastante satisfec ho.
1 24 l�TRODLCCIÓ0: A LA Ll�GL:Í STICA COHESIÓ� 1 25
-0 posiblemente -dijo el otro hombre- el padrino de este ca­ O tro tipo de conexión textual subordinante es la RA.ZóN (entendida
ballero se haya sentido ofendido por alguna obser-vación que yo haya
como la reacción humana racional, véase I.S) (Time, 26 de marzo de
hecho.
1 979 ):
La disyunción no es probablemen te fácil de procesar; ya que los El juez rechazó encargarse del caso, sobre la hase de que carecía ele
[74 ]
usuarios textuales han de mantener en la memoria activa ambas al­ la au toridad adecuada.
ternativas hasta que se encuentre una solución.
45. Los conectores que se emplean con mayor frecuencia para 47. El r epertorio de conectores que se utilizan para expresar re­
marcar la ADVERSACióN son 'pero', 'sin embargo', 'aunque', 'no obs tan­ lacio nes de PROXIMIDAD TEMPORAL es muy extenso (véase l. l O) . Entre los
te', etc. La función textual que desempeña la adversación es la de fa­ más significativos destacan: 'entonces', 'próximo', 'antes', 'desde',
cili tar una solución a un problema en el que se combinan acontec i­ 'cuan do', 'mientras', 'durante', etc. Si unos acontecimientos se ordenan
mientos en principio incompatibles entre sí. En un ejemplo como con respecto a otros, la proximidad temporal se secuencializa, como,
(Time, 26 de marzo de 1 979): por ejemplo, en [75], en donde 'entonces' marca el hecho de que un
[7 1 ] Se produjo una debacle cuando las ayudas pactadas s e rechazaron
acontecimiento sucede a otro anterior (Time, 26 de marzo de 1 979):
abiertamente. Pero , en el úl timo minuto, Carter consiguió una vic­
toria de la diplomacia presidencial [75] El presidente declaró emocionaclamente que estaba « muv contento
de regresar a casa>> . Entonces habló de la reunión que fwbía cele­
el productor del texto utiliza el conector 'pero' para alertar a los re­ brado.
ceptores de que el anunciado 'debacle' se ha convertido finalmente en
algo totalmente distinto y contrapuesto: en una 'victoria'. En este otro También la superposición se puede indicar de una manera tan in­
ejemplo (Time, 26 de marzo de 1 979): mediata como la secuencialidad. En [76], el conector 'mientras tanto'
indica que los dos acontecimientos que se enuncian acontecen de ma­
[72] Carter estaba desconcertado y enfadado. Pero Begin permanecía nera paralela y simultánea (Time, 26 de marzo de 1 979):
firme
[76] Al día siguiente, el gobierno egipcio también aprobó con desánimo
la adversación indica que la interpretación adecuada de la secuencia los detalles finales del acuerdo. Mientras tanto, los minis tros de de­
es que no se produjo la conciliación entre Car·ter y Begin, cuando se fensa israel í y egipcio celebraban una reunión en \"lashington.
sugiere entre líneas que ésta hubiese sido la respuesta más natural
para calmar el enfado de un personaje tan poderoso como el presi­ O tra modalidad de proximidad temporal consiste en un encadena­
dente de Estados Unidos. miento de secuencias en que la finalización de un acontecimiento
46. La modalidad de conexión textual denominada SUBORDINACIÓN coincide con el inicio del siguiente, a lo cual se añaden implicaciones
suele concretarse en el empleo de un amplio repertorio de conectores causales. En [77], por ejemplo, 'cuando' marca tanto la contigüidad
del tipo 'porque', 'ya que', 'como', 'así', 'mientras', 'por consiguiente', temporal entre la oferta de un acuerdo y su rechazo, como el hecho
etc. Cuando operan entre secuencias, los conectores subordinan tes in­ de que el segundo acontecimiento es la consecuencia, y el primero, la
troducen INTERRELACIONES DE COHERENCIA explícita, tales como las que causa (Time, 26 de marzo de 1 979):
se sugirieron en !.6- 1 1 (véase también el capítulo V). U n tipo de cone­
xión subordinante, como la CAUSA (en cuanto a sus condiciones nece­ [77] Cuando Carter le ofreció la propuesta a Sadat, Begin dijo que ellos
la consideraban «completamente inaceptable » .
sarias, véase I.7), suele aparecer introducido mediante un conector
adecuado, en este caso, un porque (Time, 26 de marzo de 1 979):
4 8 . El últ imo tipo de conexión subordinante que se tendrá en
[73] Eso significa ensuciar Long Beach Harbour con manchas de aceite cuenta es la señalización de la CONDICIONALIDAD, esto es, de la proba­
y aumentar notablemente los índices locales de contaminación, por­ bilidad, la posibilidad o la necesidad (o de todo lo contrario a eso) de
que sólo por el simple hecho de descargar ese aceite ya se liberarían unos acontecimientos con respecto a otros (véase Reichenbach, 1 976).
a la atmósfera los humos nocivos de los hidrocaburos. El conector condicional, por excelencia, 'si' establece una condición
T
!

1 26 I�TRODLCCIÓ'-: A LA LI�GCi STIC.-\ COHESIÓN 1 27

que, si se cumple, permitirá que tenga lugar un determinado aco nte.. qu e la 'declaración emocionada' del presidente no se debía a 'la reu­
cimiento. Recué1 dese, por ejemplo, una de las declaraciones real iza­ nió n que había celebrado' (como hubiese sido el caso si 'entonces' se
das por la señora Tatcher durante una campaña electoral (Dailv Tele­ hubiera eliminado), sino al hecho ele haber regresado a casa; en este
graplz , 26 de abril de 1 979): se ntid o, la utilización del conecto¡ permite al productor; además, in­
sell ar su propia interpretación, como una estrategia ele reconducción
[78] Tendríamos el nivel de vida de Alemania si tuviésemos el nivel de de la si tuación (véase VIII . l ) .
productividad laboral de Alemania . 50. Teniendo en cuenta las apreciaciones anteriores, puede de­
du cirse que, en la interacción comunicativa, no sólo las reglas gra­
La condicionalidad es un movimiento mental muy importante que ma ticalmente obligatorias deciden qué formatos sintácticos han ele
permite PROYECTAR aquellos acontecimientos y si tuaciones que podrían utilizar los participantes, sino que también la conexión juega un papel
suceder o que podrían haber sucedido en el mundo textual (véase importante en el proceso. Tan probable es que los conectores sean
V.28). En cuanto a esta última posibilidad, la que afecta al tiempo pa­ simplemente un detalle ele cortesía del productor con respecto al re­
sado, normalmente no caben demasiadas posibilidades de que la pro­ ceptor; para ayudarle a realizar una recepción eficiente del texto, como
yección condicional sea verdadera (Dickens, 1 94 7 : 24 ): que ayuden ele manera eficaz al productor textual durante la organi­
zación y la presentación del mundo textual. Como se demostró en
[79] Si la torre pr-i ncipal del castillo de Rochester se hubiese echado a an­ IV.49, los conectores pueden sugerir e, incluso en ocasiones, imponer;
dar repentinamente arrancando sus cimientos de cuajo y se hubiese una determinada interpretación a las secuencias afectadas, aunque,
detenido ante las ventanas de esta misma sala del té, la sorpresa del bien es verdad, no siempre aparecen en todas las transiciones entre to­
señor Winckle no hubiese sido nada comparada con el profundo dos los acontecimientos y situaciones que concurren en un mundo tex­
asombro con el que escuchó esas palabras. tual. En apariencia, al menos, puede suponerse que una manera de
elevar el nivel de informatividad de un texto es no usar conectores, o
El estatuto contrafáctico de la prótasis condicional (la torre de un al menos no utilizarlos ele manera continuada. En cualquier caso, exis­
castillo caminando) y su relación con la apódosis (el asombro) tam­ ten otras categorías que pueden satisfacer las mismas funciones, por
bién aparecen marcados y reforzados por el empleo de los tiempos ejemplo, las formas verbales causativas (véase Grimes, 1 964, para una
verbales ('hubiese echado a andar' y 'hubiese sido') . comparación entre la lengua huichol y el inglés) o mediante la i nser­
49. El nivel de complejidad de la conexión textual es, por su­ ción de interjecciones (véase Gülich, 1 970, y Franck, 1 979).
puesto, mucho mayor de lo que pueda deducirse de lo expuesto hasta 5 1 . La PERSPECTIVA FUNCIONAL DE LA ORACIÓN (véase Il. 1 8 ) s e ha
el momento. Excepto en el caso de la disyunción, el uso de los conec­ ocupado de un aspecto especial ele la interacción entre la sintaxis, la
tores como señales que marcan un determinado tipo de relación de informatividad y las situaciones comunicativas que puede ser perti­
una manera explícita es, en muy pocas ocasiones, obligatorio, porque nente en este punto. La simple decisión del emplazamiento ele los ma­
los usuarios textuales no suelen tener excesivas dificultades en el re­ teriales l ingüísticos en la zona inicial o en la parte final de las cláusu­
conocimiento de las relaciones existentes entre secuencias como la las o de las oraciones es un indicio significativo acerca de la p rioridad
aditividad, la incongruencia, la causalidad, etc., mediante la simple relativa, así corno del nivel ele informatividad que el productor textual
aplicación del conocimiento del mundo almacenado en la memoria. otorga, desde su punto ele vista, al contenido subyacente (para discu­
No habría problema alguno en borrar los conectores de la superficie siones y panoramas sobre este asunto, véase Mathesius, 1 92 8 , Firbas,
textual de los ejemplos [66], [67], [73], [76] y [77], con la precaución 1962, 1 964, 1 966, 1 968, 1 974, 1 97 5 , Halliday, 1 967-68, Benes, 1 968,
de añadir ocasionalmente algún signo de puntuación: no habría pro­ Chafe, 1 970, 1 976, Sgall et al. , 1 973, Danes, ed., 1 974, Dahl, ed., 1 974,
blema alguno en aceptar la grama ticalidad y la corrección de esos tex­ Grossman, San y Vanee, ecls ., 1 975, Grimes, 1 975, Firbas y Golková,
tos. Ahora bien, no cabe la menor duda tampoco de que mediante el 1976, Li, ed., 1 976, y Jones, 1 977). ¿ Hasta qué punto este tipo de de­
uso de los conectores, el productor textual puede ejercer un control so­ cisiones (por ejemplo, el de la ubicación estratégica de la información)
bre el proceso de reconocimiento y de activación de las relaciones tex­ controla el nivel sintáctico? La respuesta a esta cuestión variará, sin
tuales que han de realizar los receptores. Así, por ejemplo, en [75], utic duda, de acuerdo con la incidencia de otros tipos de restricciones que
l izando el conector 'entonces', el productor textual consigue expresar se apliquen en la construcción de las secuencias. Así , por ejemplo, en
1 28 1\:TRODLCCIÓ\: A LA LI\:GLÍST IC�\ COHES!Ó);" 129

inglés, la carencia de un sis tema morfemático distintivo impone unas qu e esta actividad e s s u 'única ocupación' (es decir; caso d e n o ser una
fuertes constricciones sobre el patrón de ordenación de palabras. En a cti vidad hones ta, Savari no podría redimirse mediante trabajos de
cambio, en checo, a causa de su rico sistema morfemático, el orden orto tipo). Un 'eso' anafórico (en [80.4]) mantiene el contenido de la
de palabras es mucho más flexible y cumple con las predicciones de oración precedente activado en la memoria para que pueda añadírse­
la perspectiva funcional de la oración de una manera muy signi fic ati­ le a la caracterización del cazador un nuevo dato (era 'un pecador so­
va (véase Sgall et al. , 1 97 3 )36 litario} El in icio de [80.5] presenta a Savari realizando su ocupación
52. Ya que la tendencia natural de los comunicadores es fijar un us ual y la secuencia finaliza con la irrupción de un nuevo personaje
punto de orientación antes de presentar material nuevo o sorpren­ (' un extranjero') en la escena.
dente, el nivel de informatividad tiende a elevarse hacia el final de la 53. El tema de la informatividad se tratará con mayor detalle en
cláusulas o de las oraciones. Considérese el siguiente inicio de un re­ el capítulo VIL En este momento, resulta interesante destacar que,
lato de las biografías tibetanas de los ochenta y cuatro Siddhas (Go­ puesto que la cohesión descansa sobre la suposición de la existencia de
vinda, 1 976: 25 ) : una coherencia subyacente (véase I\1.4 1 ), la secuenciación de la super­
ficie textual ha de ofrecer señales del productor que indiquen qué tipo
[SO] de conocimiento compartido ha de activar el receptor en cada mo­
[80. 1 ] É rase una vez un cazador llamado Savari. mento de la interacción comunicativa. Por ejemplo, debido a la utili­
[80.2] Es taba muy orgulloso de su fuerza y de su puntería. dad estratégica de presentar en primer lugar la información conocida,
[80.3] Matar animales era su única ocupación, los sujetos de las oraciones -aunque ciertamente no siempre- son,
[80.4] y eso hizo de su vida un pecador solitario. con fTecuencia, los elementos que se utilizan para (re)activar el conte­
[80 5] U n día, mientras estaba cazando, vio a un extranjero.
nido establecido o predecible de la secuencia (véase Firbas, 1 966a),
mientras que la zona final reservada para el predicado suele ser; por su
El texto comienza con la expresión vacía 'érase una vez', que sim­ lado, un lugar especialmente adecuado para crear un foco de a tención.
plemente introduce al lector en el mundo imaginario de los relatos y 54. Un sistema cohesivo subsidiario disponible únicamente para
establece la existencia del personaje principal ('un cazador llamado los textos hablados es el de la ENTONACióN (véase Halliday, 1 967, Crys­
Savari' [80. 1 ] ) . Tan to el nombre como la profesión del personaje se tal, 1 969, Lehiste, 1 970, 1 975 , y Brazil, 1 975 ) . En inglés, el patrón en­
han de mantener activados en la memoria del lector durante todo el tonativo normal marca una curva ascendente hacia el final de las cláu­
texto, porque se van a ir actualizando continuamente. En la secuencia sulas o de las oraciones, alcanzando el cénit en la última expresión
siguiente, el personaje reaparece como sujeto; en el predicado se ofre­ que transmite el contenido esencial del enunciado. Aunque la investi­
ce más información acerca de sus características ('orgulloso de su gación entonativa se ha centrado casi siempre en el terreno de las
fuerza y de su puntería' [80.2]). Las diferentes partes del relato van en­ cláusulas y de las oraciones, David Brazil ( 1 975) propuso un enfoque
cajándose unas con otras, puesto que puede suponerse que el cazador de la entonación aplicable en el discurso o en los fragmentos textua­
sentía un orgullo lógico por su fuerza y por su puntería; pero, en este les localizados dentro del discurso. En este sentido, Brazil adaptó el
punto, el relato toma otro derrotero, ya que la interpretación adecua­ concepto de 'tonema' de Halliday ( 1 967), pero modificándolo, según
da es: sus i ntereses explicativos, para que pudiera referirse a diferentes t ipos
de acciones discursivas (véase VI. l l ) . Así, por ejemplo, desde el pun­
[80.2a] 'Su fuerza y su puntería le hicieron ser demasiado orgulloso'
to de vista de Brazil, la acción discursiva de INVOCAR (o «referirse a » )
se produce cuando el hablante presenta material que, en s u mayor
Dado el tratamiento que reciben, la fuerza, la valentía y el exceso
parte, es conocido o esperable, mientras que INFORMAR ( « O revelar>> ) se
de orgullo crean un foco de atención en el relato. En [80.3], 'matar da cuando el hablante presenta material nuevo, inesperado, correcti­
animales' constituye un inicio esperable de secuencia, puesto que se
vo o contrastivo con respecto al material anterior (véase VIII . 1 0) . De
trata de algo deducible de la profesión ya mencionada de 'cazador'; la
ahí que la acción discursiva de i nformar provoque necesariamente una
información novedosa que aporta la secuencia al relato consiste en
respuesta en los otros participantes involucrados en la interacción. E n
contraposición, existe también una opción entonativa neutral que n o
36.. En cuanto a otras lenguas, véase Grimes ( 1 975), Grossman, San ·y Vanee (eds.) ( 1 975), Li (ed.)
( 1 976) y Grimes (ed.) ( 1 978)
pretende i ncitar a que e l receptor realice acción discursiva alguna.
130 I�TRODCCCIÓ � A LA LJ�GUÍSTICA COHESIÓN 131

/� -�
[Si ]a 1 1

Cuando acabe James Joyce 11 leeré Homero 11 re intensificar la acción discursiva de invocar; puede utilizar u n sim­
"-v' ple tonema ascendente (en coincidencia con el tonema 2 de Halliday);

"" -� /., así por ejemplo, en la segunda cláusula de [ 8 1b], la intensificación del
[Si ]b 1 1 Cuando acabe James Joyce 11 leeré Homero / to nema ascendente convertiría el enunciado en una pregunta o una
""- '·" ,"f
confirmación, desde el punto de vista del hablante, de su propia in­
[8 i ]e 1 1 Leeré Homero 11 cuando acabe James Joyce · 11 certidumbre. Finalmente, Brazil identificó la existencia de un tonema
."' le vemente ascendente (es decir; ascendente sólo en un nivel muy bajo;
"'-..,� , ��
[81 ]d 1 1 Leeré Hornero · 11 cuando acabe James Joyce 11 véase IV.S7), utilizado por el hablante como opción « neutral» que le
sirve para no comprometerse con ciertos tipos de acción discursiva
(en coincidencia con el tonema 3 de Halliday).
Las barras dobles marcan las fronteras entre los grupos tonales Las flechas señalan el movimiento tonal
57. Este esquema entonativo básico presentado por Brazil coin­
FIG. 5 , cide aproximadamente con la clasificación tradicional de las CLAVES,
que sugirió en su momento Henry Sweet ( 1 906). La clave media sería
la entonación considerada estándar en circunstancias normales y las
5 5 . El TONEMA marca la tendencia ascendente o descendente de claves alta y baja las entonaciones que se sitúan por encima y por de­
un GRUPO TONAL (entendido como u n fragmento de texto enunciado bajo, respectivamente, de la normal. Brazil argumentó que la secuen­
unitariamente). El hablante ha de tomar una decisión entre emplear cia discursiva normal suele ser la que sigue el esquema alta-media­
un tonema descendente u o tro descendente-ascendente (es decir, que baja, ya que la clave alta sugiere la intención de continuar el frag­
primero desciende y, a continuación, asciende; o sea, en el esquema de mento actual del discurso, y la clave baja la intención de concluirlo.
Halliday, los tonemas 1 y 4), El tonema descendente se utiliza nor­ Más en concreto, la clave alta se emplea principalmente para marcar
malmente para informar; y el descendente-ascendente para i nvocar (en los contrastes, tanto entre dos fragmentos que contengan información
el sentido que se le da a estas acciones discursivas en IV.S4). Si se uti­ conocida, como entre un fragmento que presente información conoci­
l izasen flechas señalando tanto la caída (descenso) como la caída�ele­ da y otro que introduzca información nueva. Desde el punto de vista
vación (descenso-ascenso) entonativas, se obtendrían cuatro patrones del análisis de la conversación, la clave baja sugiere la existencia de
distintos para la misma secuencia de enunciados, como se muestra en equivalencias entre un determinado fragmento y otro previo o espera­
la figura S (los ejemplos son una versión de los que presenta Brazil, ble: lo cual es lógico, p uesto que la estabilidad ha de articularse con
1 97 S : 6 ) . un mínimo esfuerzo ( tanto productivo como receptivo) . En un i n ter­
Con i ndependencia del orden de aparición en el enunciado, la en­ cambio como el siguiente (Brazil , 1 97 S : 2 8) :
tonación descendente coloca la i nformación en un primer plano, fren­
te a la ascendente-descendente, que la sitúa en el fondo: tanto en [8 1a] [82 .1] ¿Dónde está ahora?
como en [ 8 1d], la primera parte de la secuencia se reserva para la in­ [82.2 ] En la cama
formación que el hablante supone que conoce el oyente, mientras que
la segunda cláusula (con entonación descendente) transmite informa­ una clave alta en la respuesta [82.2] sugeriría que la localización por
ción novedosa. En [ 8 1 b ] y [ 8 1c] sucede lo contrario. la que se pregunta es extravagante o escandalosa, mientras que la cla­
56. Para completar su análisis, Brazil ( 1 97S: 7 y ss.) identificó la ve baja sugeriría, más bien, que el lugar donde se encuentra esa per­
existencia de dos opciones marcadas o intensif!cadas que el hablante sona es esperable. De ahí que la clave alta motiva la discusión, la aper­
puede utilizar para conseguir ciertos efectos: en primer lugar, si el ha­ tura del discurso a nuevas intervenciones, mientras que la clave baj a
blante quiere enfa tizar el desarrollo de la acción de informar, puede indica que n o hay necesidad d e decir nada más, que e l discurso h a
emplear un tonema ascedente-descendente (en coincidencia con el to­ concluido. La clave media es neutral, puesto que n o s e compromete
nema S de Halliday); así, por ejemplo, en la de apertura de [8 1 b] , el en este punto; por lo tanto, su u tilización es la más adecuada cuando
tonema ascendente-descendent e marca el tiempo en que concluirá la el hablante desea dejar abierta la posibilidad de continuar el discurso.
lectura de 'James Joyce' (es decir, e ntonces y únicamente entonces y 5 8 . Del breve esbozo del esquema de Brazil presentado en los
no en o tro momento cercano). E n segundo lugar, si el hablante quie- apartados anteriores, parece claro que se derivan unas significativas
1 .:>-, -) I �TRODlCC IÓ:\ .:.. L A LI:\GCÍSTIC..\ COHESIÓ'-: 133

implicaciones para el estudio de los textos, entendidos como activida. lización literal de material ya empleado con anterioridad e n e l mismo
des humanas intencionadas. Así, por ejemplo, sin ánimo de exhaus ti­ texto (véase IV. l 2 - 1 7 ) ; la REPETICióN PARCIAL permite reutilizar de ma­
vi dad, puede suponerse que la entonación no únicamente vincula en­ neras distintas los mismos elementos lingüísticos básicos (véase
tre sí materiales pertenecientes a textos hablados; también se emp lea IV. 1 6) ; el PAR.\LELIS!v!O permite la reutilización de las mismas estructu­
para clarificar el tipo de enlace establecido en tre los conceptos tant o ras superficiales con diferentes mate¡ iales lingüísticos (véase IV 1 7) ; la
dentro del mundo textual como en tre el mundo textual y el cono ci­ PARAFR.\SIS supone utilizar la equivalencia conceptual que se establece
miento previo del mundo compartido entre hablante y oyente. Si se re­ entre materiales diferenciados exteriormente (véase IV. 1 8- 1 9) . En su
consideran desde esta perspectiva los mecanismos de la REPETICióN y lugar pertinente, se argumentó que esos cuatro mecanismos se em­
de la PARÁFRASIS (véase IV. 1 2 - 1 9 y 1 8- 1 9 , respectivamente), ha de en­ plean preferen temente cuando los productores textuales desean ex­
te nderse que cuando un comunicador repite o parafrasea un texto que cluir ciertos tipos de ambigüedad. En el uso habitual del lenguaje,
acaba de presentar su interlocutor; el desarrollo adicional del discur­ también se emplean otros mecanismos para compactar la superficie
so depende principalmente de la entonación con que se concluya la re­ textual, que se repasarán brevemente a continuación: las PROFORlllAS
petición o el parafraseado: por un lado, una repetición o una paráfra­ son elementos breves, vacíos que se emplean para mantener en si tua­
sis enunciada en clave alta obtiene habi tualmente, una justificación o ción de procesamiento activo el contenido de los elementos comple­
una explicación adicional, tal como sucede con la exclamación del se­ tos, así como para operar con estructuras sintácticas básicas (o ver­
ñor Hardcastle '¡ toma!' del ejemplo [22]; por o tro lado, una repetición siones comprimidas; véase IV.2 1 -3 1 ) ; la ELISIÓN permite la omisión de
o una paráfrasis enunciada en clave baja simplemente indicaría que el algunos componentes estructurales, siempre que el interlocutor pueda
fragmento textual anterior ha sido escuchado o entendido; por último, recuperar sin dificultad esa información (véase IV.32-37); las profOI ­
una repetición o una paráfrasis enunciada en clave media por parte mas y la elipsis indican la existencia de una negociación ent1 e la cla­
del receptor dejaría al productor la decisión de continuar o de finali­ ridad y el ahorro de energía de procesamiento (véase IV.29 y 3 7 ) .
zar su intervención anterior. Desde este punto de vista, la elección de 60. A continuación, en este capítulo se anal izará cierto tipo de re­
la clave es una i ndicación fehaciente de la intencionalidad del ha­ laciones en el interior de y entre los acontecimientos y las situaciones
blante y de la aceptabilidad del oyente, es decir; de las actitudes de que constituyen el mundo textual. En este sentido, el TIE!v!PO y el AS­
los i nterlocutores con respecto a la cohesión, la coherencia y la in­ PECIO verbales señalan la temporalidad relativa, los límites, la unidad,
fonnatividad de los textos que intercambian en la interacción comu­ el orden y la modalidad de los acontecimientos y de las situaciones
nicativa. Por consiguiente, cualquier descuido en que pueda i ncurrir textuales (véase IV. 3 8-4 1 ) ; la CONEXIÓN ofrece marcadores explícitos
un comunicador, con respecto a los requerimientos m ínimos de efi­ para señalar las relaciones de adición, alternatividad, incompatibili­
cacia, efectividad y adecuación que ha de cumplir un texto, puede dad y subordinación, así como de causalidad, tiempo, modalidad, etc.
ser neutralizado inmediatamente por su interlocutor: en esa tarea pue­ (véase IV.42-50); también se revisó la contribución en este terreno de
de emplear, o bien una paráfrasis enunciada en clave alta para con­ la PERSPECTIVA FUNCIONAL DE LA ORACIÓN, cif-rada en la correlación entre
trarres tar un descuido grave, o bien una paráfrasis enunciada en cla­ conoci miento e informatividad y la organización de las palabras en
ve baja para compensar un descuido moderado. cláusulas y oraciones (véase IV. S l -5 3 ) ; y, para concluir, se trató el tema
59. Este capítulo se ha dedicado a i ndagar en los factores que in­ ele la ENTONACióN, entendida como la utilización de contornos car·acte­
tegran la cohesión textual. Se ha sugerido que, en el procesamiento de rísticos audibles de tonemas y de claves en los textos que aparecen en
los fragmentos con una estructura superficial breve, se activan patro­ situaciones discursivas, de manera que proporcionen pistas importan­
nes prototípicos de dependencias grama ticales estandarizadas; en el tes acerca de las expectativas, las actitudes, intenciones y las reaccio­
procesamiento de los fragmentos más amplios, en contraste, se reuti­ nes de los participantes en la interacción comunicativa (véase IV. 54-
lizan continuamente patrones previamente usados, economizando el 58).
esfuerzo interpretativo hasta allá donde sea posible. Para demostrar 6 1 . Aunque no sea completo ni exhaustivo, este panorama hace
este planteamiento, se progresó argumentativamente desde el caso en evidente por qué la noción de «Cohesión textual >> es mucho más am­
que los elementos superficiales s implemente reaparecían de nuevo, plia que otras nociones en apariencia comparables, como las de «sin­
hasta el caso en que se aplicaba el criterio de la compactación máxi­ taxis textual» o de <<gramática textual>> . Esta mayor amplitud concep­
ma de la información. En este sentido, la REPETICióN supone la reuti- tual se debe, fundamentalmente, a dos factores: en primer lugar� a la
"P
¡

1 34 1 '-:TRODCCCIÓ� A LA Ll'-:Gl!ÍSTICA

operatividad de las estructuras sintácticas o gramaticales, entendidas


como configlllaciones de elementos lingüísticos empleados textual­
mente en tiempo real y, en segundo lugar; a la interacción entre la sin­
taxis o la gramática y los demás factores que integran la textualidad.
En el período que va desde 1 950 hasta 1 960 (imagínese el enorme lap­
so de tiempo que para la investigación científica significan diez años),
las teorías sintácticas no intentaron explicar en ningún momento nin­
guno de estos dos factores, por lo que únicamente se incentivó el de­
sarrollo de nuevos modelos que «revisasen» o que « ampliasen>> los mo­ CAPÍTULO V
delos estandarizados conocidos. Para evitar que esa situación se re­
produzca en el seno de la lingüística del texto, en este capítulo se han COHERENCIA
ido sugiriendo algunas de las cuestiones fundamentales que las nue­
vas teorías de la cohesión textual deberían, primero, afrontar; y, des­
pués, resolveL En conclusión, se ha intentado aportar argumentos 1 . Si el concepto SIGNIFICADO se emplea para designar la capacidad
para construir modelos textuales que cumplan con garantías ciertos de una expresión lingüística (o de cualquier otro tipo de signo) para
requisitos explicativos en el amplio contexto de la interacción comu­ representar y para transmi tir conocimientos (es decir� significados vir­
nicativa. tuales), entonces p uede usarse el término SENTIDO para referirse al co­
nocimiento que se transmite de manera efectiva mediante las expresio­
nes que aparecen en el texto. Si bien es cierto que la mayor parte de
las expresiones lingüísticas transportan varios significados virtuales,
sin embargo, en circunstancias normales, sólo poseen un sentido en el
texto concreto en el que se usan . Si el sentido intencionado que intro­
dujo el productor en el texto permanece inaccesible para el receptor�
entonces se manifiesta la INDETERMINACióN. Si la indeterminación per­
siste se denomina AMBIGÜEDAD, si no es intencionada, y POLIVALENCIA s i
el productor textual pretender transmitir; d e hecho, sentidos múltiples
al mismo tiempo. Aunque todavía no se ha encontrado una explicación
convincente de cómo funciona el fenómeno, la habilidad humana para
descubrir sentidos intencionados y excluir o resolver las ambigüedades
es, sin duda alguna, uno de los procesos comunicativos más comple­
jos y sorprendentes (véase, por ejemplo, Hayes, 1 977).
2. Un texto « tiene sentido» porque el conocimiento activado por
las expresiones que lo componen va construyendo, valga la redundan­
cia, una CONTINUIDAD DE SENTIDO (véase Hormann, 1 976). C uando los
receptores detectan la ausencia de continuidad, el texto se convierte
en un «Si nsentido» , característica normalmente atribuible a la exis­
tencia de una serie de desajustes entre la organ ización de los concep­
tos o de las relaciones expresadas en el texto y el conocimiento previo
del m undo que tienen los receptores. La continuidad del sentido está
en la base de la COHERENCIA, entendida como la regulación de la posi­
bilidad de que los CONCEPTOS y las RELACIONES que subyacen bajo la su­
perficie textual sean accesibles entre s í e interactúen de un modo re­
levante (véase I.6). Esta organización subyacente en un texto es lo que
1 :\ TRODLCC IÜ:\ e\ LA Ll:\GL ÍSTIC-\ COHERE!\CIA 137
1 36

se denomina '\tUNDO TEX TUAL Los mundos textuales no tienen por qué loca n ese fragmento e n la si tuación de ALMACENAl\!IENTO ACTIVO, véase
con cOI dar con la visión in tersubjetiva sobre el «mundo reaL> que se !Il . 2 6 y IV. 2 ).2 Las variaciones entre hablantes diferentes en este modo
suele compartir socialmente (véase VII. 1 8 . 1 ) , es decir, con la visió n de cíe procede! no parecen ser lo suficientemente sus tanciales como para
producir trastomos significativos con demasiada fTecuencia. Quizás
las cosas considerada válida por un grupo social en particular o p or l a
sociedad en general. Adviértase, sin embargo, que el mundo textu al és tos se produzcan, más bien, porque el significado de un concepto es
con tiene información que va mucho más allá del sentido li teral de las la sum a de sus usos posibles (véase Schmidt, 1 96 8 ) . Desgraciadamen­
expresiones que aparecen en la superficie textual: de manera casi au­ te para el analista, la mayor parte de estos conceptos son tan adapta­
tomática, los procesos cogn itivos aportan cierta cantidad adicional de bles a tan diferentes entornos que suelen ser bastante Il\!PRECISOS en
conocimiento, denominado SENTIDO COMúN, que deriva de las exp ecta­ cua nto a sus componentes constitutivos y en cuanto a sus fTo nteras 3
tivas y de las experiencias de los participantes en la interacción co­ Por lo tanto, el procesamiento de los conceptos implica operar con
municativa relativas a la manera cómo se organizan los acon teci­ PROBABILIDADES comparativas. En este sentido, existen más o menos
mientos y las si tuaciones en el mundo real. Por esa razón , aun cu an­ probabilidades de que un concepto incluya cierto tipo de conocimien­
do el sen ti do de las expresiones lingüísticas realice la contribu ción to cuando se actualice en un mundo textual, si ese concepto puede en­
principal, la más obvia y, además, la más accesible, a la significac ión tab lar RELACIONES con otros conceptos, por ejemplo, del tipo «estado
del texto, no obstante, el sentido no monopoliza de manera absoluta de», « atributo de» , etc. (véase V.26). El conj unto de estas relaciones
el significado textual transmi tido comunicativamente . constituye el abanico de posibilidades de VINCULACióN que delimita el
3 . Aunque es imposible que el conocimiento coincida exactamen­ uso efectivo de cada concepto.
te con las expresiones lingüísticas que lo representen o que lo transmi­ S. Si, como parece se1; los conceptos incluyen diferentes ele­
tan, sin embargo, sobre este asunto persiste un error que podría califi­ mentos de conocimiento de acuerdo con sus condiciones de activa­
carse de endémico, tanto en lingüística, como en psicología. 1 Esta con­ ción, entonces, consecuentemente, los conceptos no pueden ser uni­
fusión nace de la enorme dificultad que supone entender y describir el dades monolíticas ni primitivas. Ahora bien, no cabe la menor duda
conocimiento sin relacionarlo de manera constante con las expresiones de que los conceptos man tienen relacionados sus propios componen­
lingüísticas que lo transmiten. La mayor parte de los investigadores es­ tes cons titu � ivos aplicando en cada caso la FUERZA DE VINCULACióN que
tán de acuerdo en que es totalmente perentorio realizar una represen­ sea n � cesana (como se verá a continuación, determinada, prototípica
tación del lenguaje independiente del conocimiento (véase, por ejemplo, y accidental) . De esta manera, los componentes esenciales que com­
Schank, Goldman, Rieger y Riesbeck, 1 975).Ahora bien, por el momen­ ponen la identidad del concepto constituyen el conocimiento DETER­
to, aunque se hayan hecho propuestas, todavía no ha habido un acuer­ MINADO (por ejemplo, del tipo « todos los seres humanos son morta­
do sobre ningún modelo representacional en concreto. Esta situación de les » ) . Por su lado, los componentes ú tiles únicamente para determi­
estancamiento en la que vive el problema no es, en absoluto, una cir­ nados aspectos del concepto constituyen el conocimiento PROTOTÍPICO
cunstancia meramente accidental: por el contrario, reflej a con absoluta (por ejemplo, del tipo <dos seres humanos normalmente viven aaru­
fidelidad la naturaleza huidiza del fenómeno que se está intentando sis­ pados en comunidades >> ) . En tercer lugar; los componentes qu � se
tematizar (en el sentido que se le da a este concepto en III. 3 ) . usan en ejemplos casuales únicamente constituyen el conocimiento
4. Tal y como se argumentó en 1.6, un CONCEPTO se define como ACCIDENTAL (del tipo <<algunos seres humanos son rubios» ) . 4 No obs-
una configuración de conocimientos que puede activarse o recuperar­
se de una manera más o menos consis tente y homogénea. Esta defi­ 2. El término "fragmento» procede de Miller ( 1 956): se trata de una conficruración heterogénea de
nición es de tipo operativo y se basa en el hecho indiscutible de que .

info �·mación que �e procesa como si fuera un bloque unitario (,·éase V 1 0). Bo k ( 1 979) señal ; que las
_
leonas psicolmgLnsticas olndan ut!hzar con la frecuencia que debieran el concepto de búsqueda ele in­
los usuarios del lenguaje, cuando producen o reciben una expresión formación en la n1emoria
lingüística determinada, t ienden grosso modo a ACTIVAR de manera pa­ 3. Véase Rosch ( 1 973) y Kintsch ( ! 977a: 292 y ss. ) . En este sentido, una aplicación muv impor­
tante de l a " teoría de las series difusas, ha sido el tratamiento ele los conceptos i mprecisos (\:éase Za­
ralela un fTagmento de conocimiento (o dicho con otras palabras, co- deh, 1 972, 1 975 y 1 979, así como Eikmeyer y Rieser, 1 979)
4 Smith, Shoben y Rips ( 1 974) usaron unas nociones de «definición» ·v « rasgos característicos»
A lo largo de este manual, se utiliza el término <�conocimienton para designar contenidos cog· similares a las que se presentan en este párrafo, aunque ellos insistieron en que s� modelo se basaba
en una teoría de sec� encias y no de redes (véase la refutación ele esta afirmación en Holland, 1 975 ) .
nitivos de todo tipo, en oposición al osignifícado" y al cscntido» de las expresiones (\·éase la discusión _
al respecto en VJ y ss.). Un fTacaso en el trazado de esta distinción conduce a desdibujar el hecho de Rosch Y M � r:·¡s ( 1 97�) argumentaron, e n cambio, e n favor de los «parecidos d e familia > , porque los
que el conocimiento ha de seleccionarse y ha de procesarse antes de ser expresado y comunicado. 18
<rasgos defmrtonos» son, en ocasiones, difíciles de descubrir (véase V. y la nota 23 de este capítulo).
1 38 1'-<TRO D L C C ló:-..: A LA LI:-..: G l'ÍST ICA CO H ERENCIA 139

ta nte tal y como señalan Loftus y Loftus ( 1 976: 1 34), esta gradació n dores>> , «primi tivos» , «sernas», «sememas >> o d e cualquier otra ma­
que ¿scil � entre lo determinado, lo prototípico y lo accidental ta m­ nera 6
bién es confusa. Así, por ejemplo, existen muy pocos elementos que 7. Aunque existiese un acuerdo sobre qué unidades de conoci­
compong an el conocimiento que estén absolutamente determinados: mie nto constituyen los conceptos, no podría demostrarse que la des­
los pájaros siguen siendo pájaros aunque no puedan volar, como su­ composición de los conceptos en unidades constitutivas sea una acti­
cede en el caso de los pingüinos; las mesas son mesas pese a tener to­ vid ad rutinaria durante el procesamiento textuaL La evidencia de que
dos los tipos de formas imaginables y cualquier número de patas p o­ existen tales rutinas analíticas es, en el momento presente, insignifi­
sibles, etc Labov ( 1 9 7 3 ) evaluó dónde si tuaban los sujetos las fronte­ can te (véase Kintsch, 1 974: 242, J. Anderson, 1 976: 74, y Hayes-Roth
ras para llamar 'copa' a un recipiente que presenta una casi infinita y Hayes-Roth, 1 977). Por el contrario, es alarmante la cantidad de
variedad de formas en oposición a otros tipos de recipiente (como los cue stiones que quedan por resolver: por ejemplo, ¿cuántas unidades se
'tarros', los 'vasos', etc. ), y detectó únicamente un relativo acuerdo necesitarían para componer todos los conceptos posibles?, ¿los con­
parcial entre sus informantes. Parece evidente que para que los con­ ceptos están compuestos por la misma serie de unidades que las ex­
ceptos sean operativos, sus usuarios han de establecer algún tipo de presiones lingüísticas? Muchas son las cuestiones abiertas al respecto :
gradación en cuanto a la manera en que se vinculan unos con otros. puesto que los hablantes s e comunican mediante expresiones lingüís­
En cualquier caso, los conceptos que se emplean en las situaciones ticas, ¿cómo adquierén en realidad esas unidades?, ¿cómo pueden
comunicativas cotidianas están diseñados para utilizarse en ejemplos definirse las unidades sin tener que recurrir de hecho a los m ismos ti­
normales , y no como contraejemplos extraños y ficticios pergeñados pos de expresiones o de conceptos en que se están intentando des­
en situaciones peculiares (por ejemplo, a lo largo de un debate filo­ componer?, ¿existen unidades que, en el peor de los casos, sean nece­
sófico). sarias solamente para constituir un único concepto o una única ex­
6. Una cuestión en la que sí existe un acuerdo entre los especia­ presión en el contexto de la totalidad de una lengua?
listas es que los conceptos pueden descomponerse en unidades más 8. También cabe la posibilidad de que quizá sería más producti­
básicas; otra cosa diferente es llegar a un entendimiento sobre qué ti­ vo trabajar en otra dirección: más que preguntarse cómo pueden f rag­
pos de unidades puedan ser éstas (véase Le Ny, 1 979). 5 En lo concer­ mentarse las expresiones o los conceptos en piezas lo más diminutas
niente a este asunto, incluso en el caso de los conceptos más sencillos, posible (en un intento vano de encontrar una hipotética unidad esen­
los especialistas se han enzarzado en interminables e inconclusos de­ cial), el interés de la investigación podría desplazarse hacia cómo se
bates. Así , por ejemplo, aunque parezca totalmente razonable aceptar asigna un sentido conceptual a una expresión, o hacia cómo se inte­
que el concepto 'asesinar' se compone habitualmente de unidades me­ gra el sentido de un enunciado en un tipo de organización más am­
nores como 'existencia de una causa', 'realización de una acción vio­ plio, como el del mundo textual. No puede negarse el hecho de que
lenta' y 'quitar la vida', incluso en este caso puede aparecer la contro­ la construcción de mundos textuales es una actividad rutinaria docu­
versia. De hecho, pueden encontrarse textos en donde fracase com­ mentada en la comunicación humana, por lo que esta propuesta de in­
pletamente el sencillo análisis anterior: versión de la perspectiva de análisis alejaría la atención de aquellas
cuestiones especulativas que a priori no puedan resolverse (como las
[83] Y aunque yo no lo maté, yo soy la causa que se citan en V.7), centrándola en asuntos que puedan recibir un tra­
Su muerte fue así tamiento empírico (por ejemplo, mediante experimentos de lectura y
(Shakespeare, Bie11 está lo que bien acaba , III ii 1 1 8- 1 9) de rememoración de textos; véase IX.24 y ss.). La vaguedad y la ines­
tabilidad características de los conceptos y de sus componentes hipo­
Evidentemente, los componentes de los conceptos no son, en sí téticos adquiriría concreción cuando apareciesen en contextos comu­
mismos, estables, llámense como se llamen, ya sea «rasgos», «marca- nicativos determinados. Desde este punto de vista, el sentido de una
expresión o el contenido de un concepto se definen como una serie or­
5 . En repetidas ocasiones se ha demostrado la insostenibilidad de las propuestas iniciales de Katz denada de hipótesis sobre los elementos cognitivos que se han activado
v Fodor ( 1 963) (véase Bolinger, 1 965, y Hi:irtmann, 1 976). Actualmente se sospecha que la empresa
�ompleta de estipular las tmidades mismas puede ser equivocada e in·emediablé . Parece más apropia­ 6. Katz y Fodor utilizaron los términos "rasgos» y « marcadores» ; Wilks ( l 977a), el concepto "pri­
do definir tipos de llllidades, por ejemplo, •atiibutos». Véase X .S para algunas implicaciones más am­ mitivos» , •sernas» aparece en Greim�s ( 1 966) y •sememas.. se empleó en Koch ( 1 97 1 ), Véase un pa­
plias. norama general en Le Nuy ( 1 979).
1 40 1 :\ TROD L C C ! O :\ .-\ L\ Ll:\GLÍST!C-\ COH ERENCIA 141

v se Izan Jzeclzo accesibles dentro de wz detemzi¡¡ac/o patrón (véase Qui­ en la memoria y han de recibir; por consiguiente, u n tratamiento pro­
llian , 1 966). vis ion al en la zona de almacenamiento activo del sistema hasta que se
9. Recientemente ha aparecido una tendencia en el estudio del !es e ncuen tre un acomodo más adecuado .
signifi cado lingüístico enfocada desde el punto de vista expuesto en el 1 1 . Estos patmnes de conocimiento difie·ren de acuerdo con las
párrafo anterior: la SEl'vlANTICA PROCEDIMENTAL (véase Miller y Johns on­ exige ncias que requieren las tareas de procesamiento que se estén eje­
Laird, 1 97 6 , Winograd, 1 97 6 , .Tohnson-Laird, 1 97 7 , Levesque, 1 97 7, cutando en cada momento. Así, por ejemplo, los receptores textuales
Schneider ; 1 9 7 8 , y Levesque y Mylopoulos, 1 979). Es un lugar co mún utilizan patrones para construir y para evaluar las hipótesis acerca de
conside rar que, junto al conocimiento de tipo DECLARATIVO (afirmacio­ cuá l es el TEl\lA principal del texto (véase V.2 3 ) y sobre cómo se orga­
nes de hechos o de creencias acerca de la organización de los acon te­ niza el mundo textual que se está procesando. En consecuencia, el pa­
cimientos y· de las si tuaciones en el «mundo real»), la comunicac ión trón temático se utiliza en muchas más ocasiones que los patrones
requiere la activación de conocimiento de tipo PROCEDil'vlENTAL (hechos subsidiarios de utilidad marginal para el procesamiento del texto en
o creencias enunciados en formatos intencionados adecuados para ti­ curso (véase V. l 6) . Otro criterio escalar de diferenciación entre patro­
pos específicos de usos y de operaciones) (véase Winograd, 1 975, nes de conocimiento es la importancia del texto con respecto a la si­
Winston, 1 97 7 : 390 y ss ., Goldstein y Papert, 1 97 7 , y Bobrow y Wino­ tuación concreta en la que se encuentra el receptor: cuanta más rele­
grad, 1 977). La significación del lenguaje que aparece en los textos es vancia tenga un texto para su receptor; el conocimiento que transmi­
únicamente un caso especial de adquisición, almacenamiento y uti­ te se procesará de una manera más detallada y minuciosa (véase
lización del conocimiento de entre muchas otras modalidades de acti­ III.3 1 )
.

vidad humana. Puesto que el uso del lenguaje presenta en la comuni­ 1 2 . Cuando se activa algún elemento de conocimiento, parece ser
cación cotidiana una enorme variabilidad, aunque esté razonable­ que también se activan otros elementos cercanos asociados mental­
mente regulado por el acuerdo social, parece claro que para el lin­ mente con él en la memoria (aunque quizá esa activación no se dé de
güista enfocar la investigación en el análisis de los casos concretos es una manera tan potente como la que concierne al elemento original) .
mucho más prometedor que pretender ocuparse de los aspectos más Este principio s e denomina ACTIVACióN GENERALIZADA (véase Collins y
generales y abstractos (véase X.7). Loftus, 1 97 5 ) y opera como un mecanismo intermediario entre los
1 0 . Cuando se usan discursivamente los enunciados en los en­ conceptos activados de manera explícita y los conceptos residentes en
cuentros comunicativos, se ACTIVAN los conceptos y las relaciones co­ la memoria, de manera que cuando interactúan puede e nriquecerse el
rrespondientes en un espacio de trabajo mental que, en adelante, se mundo textual de una manera sencilla pero muy s ignificativa. En las
denominará mediante el término ALMACENArvliENTO ACTIVO (véase III.29, actividades de producción textual, la activación generalizada opera ex­
IV.2 y V.4). George Armitage Miller ( 1 95 6 ) demostró que este espacio teriorizando los conceptos y convirtiéndolos en las expresiones de len­
de trabajo mental tiene una limitación característica: únicamente ad­ guaje natural que se podrían utilizar con preferencia para transmitir­
mite operar con un máximo de siete elementos a la vez. En conse­ los (véase III.23). En las actividades de recepción textual, la activación
cuencia, observó Miller� la efectividad del sistema de procesamiento se generalizada hace posible construir asociaciones elaboradas, generar
facilita si los elementos que se manipulan están bien integrados en predicciones e hipótesis, desplegar imágenes mentales, etc., más allá
BLOQUES de conocimiento y no funcionan como unidades aisladas y sin de lo que realmente aparece en la superficie textual como conoci­
relación alguna con otras unidades. En consecuencia, el tipo de cono­ miento explícito. Los conocimientos pertenecientes a los tipos DETER­
cimiento que se maneja en las actividades textuales se puede repre­ MINADO y PROTOTÍPICO son especialmente adecuados para protagonizar
sentar normalmente en términos de PATRONES GLOBALES integrados y un proceso de activación generalizada (véase V.5), aunque el conoci­
especializados tanto en proporcionar la base a la información de sali­ miento ACCIDENTAL también puede incluirse con los otros tipos si se hu­
da del sistema (en el momento de la producción), como en enmarcar biese i mprimido con la suficiente fuerza en la mente del receptor.
la información de entrada al sistema (en el momento de la recepción) 1 3 . Hay algunas evidencias que apoyan la existencia de dos prin­
(véase V. 1 6) . Desde este punto de vista, la dificultad en el procesa­ cipios diferenciados de almacenamiento y de utilización del conoci­
miento de los elementos inesperados en la situación o discrepantes miento. Ende! Tulving ( 1 972) introdujo las nociones de MEMORIA EPI­
con respecto a las convenciones sociales (véase VII. 1 3) estriba en que SóDICA frente a MEMORIA SEMÁNTICA para justificar este planteamiento.
no se pueden tratar como partes de patrones integrados almacenados Desde el punto de vista de Tulving, mientras que la memoria episódi-
1 42 1'-JTRODLCCIO:--.: A L\ L I :-\ G l! Í STIC.\ COHERENCIA 143

ca contiene los recuerdos de la propia experiencia del individuo («todo 1 5 . E n u n enfoque d e tipo procedimental, los argumentos en favor
aquello que me ha sucedido a mí mismo>>), la memoria semán tica -al de un modelo de conocimiento y en contra de otro se pueden expresar
menos en el sentido más atrayente del término-7 refleja los patrones en términos de tareas y de operaciones. Considérese, por ejemplo, la
generales inherentes a la organización del conocimiento, por ejemplo, cuestió n desde el punto de vista de la ECONOí\1ÍA. Por un lado, podría
las estructuras de los acontecimientos o de las situaciones ( « todo imaginarse que cada elemento de conocimiento únicamente se po­
aquello que sea cierto con respecto al mundo en general»). Ahora bien, dría almacenar en el sistema en una sola ocasión, sin importar, no obs­
parece claro que no sólo las propias experiencias se integran de ma­ tante, cuántas configuraciones distintas pueda llegar a tener ese ele­
nera continuada en la propia visión general del mundo, sino que ésta, mento. Sería posible que un elemento determinado tuviese una enorme
a fin de cuentas, impone su organización en el modo cómo se perci­ cantidad de posibilidades de configuración formal, o bien que se pre­
ben las experiencias . Más aún, el conocimiento episódico está vincu­ sentase en una configuración única que debería recuperarse literal­
lado fuertemente con los contextos originales en los que se activó y, mente cada vez que lo requiriera el sistema. Este tipo de organización
por esa razón, presenta unas características accidentales muy marca­ o frecería una gran economía de ALMACENAMIENTO, pero supondría el em­
das. En contraste con el episódico, el conocimiento semántico, por pleo de un enorme gasto de energía en las operaciones de BÚSQUEDA. Por
contra, se organiza de manera predominante en términos de lo carac­ otro lado, podría imaginarse que los elementos pudieran almacenarse
terístico y de lo que tiene en común la mayor parte de los ejemplos in­ redundantemente en cada una de las configuraciones que los inclu­
dividuales . yan. Este sistema trabajaría muy rápidamente durante la operación de
1 4. La valoración de la importancia comparativa que se puede búsqueda, pero sería absurdamente inoperante si se considerase su fun­
establecer entre «experiencia>> y «Capacidad de razonamiento» en la cionamiento en términos de política de almacenamiento. Como sugirió
adquisición del conocimiento, ha sido motivo de debates más o me­ Walter Kintsch ( 1 977a : 290 y ss.), esta negociación entre la economía
nos acalorados desde los tiempos de Platón y Aristóteles hasta nues­ de almacenamiento y la economía de búsqueda se podría resolver pro­
tros días. Que los conceptos tengan una existencia virtual, con inde­ bablemente con una solución de compromiso entre ambas tendencias.
pendencia de que puedan encontrarse ejemplos concretos de los mis­ En este sentido, parece lógico que las configuraciones de conocimiento
mos ( tal como sostuvo Platón), o que los conceptos hayan de extraer­ sean almacenadas como bloques unitarios, a pesar de la cantidad de re­
se necesariamente de la experiencia personal ( tal como defienden los dundancia que incluyan, ya que, cuando se activan en la memoria, es­
empiristas) son, en cualquier caso, dos cuestiones irresolubles en el tas configuraciones requieren, en muy contadas ocasiones, una bús­
marco en el que se discuten habitualmente. Cualquier perspectiva que queda pormenorizada de los elementos que las componen.
rechace tanto el poder de razonamiento innato en los seres humanos, 1 6. Existen ciertos tipos de patrones globales que suelen almace­
como la influencia enorme de la experiencia real, sería insostenible si narse corno bloques unitarios debido a su enorme utilidad en la rea­
se j uzgase con imparcialidad en el marco de las investigaciones de lización de muchas tareas heterogéneas. Los MARCOS son patrones glo­
conj unto sobre la conducta humana (un recurso que las actuales ge­ bales que contienen conocimiento de sentido común sobre algunos
neraciones de filósofos parece ser que no han tomado demasiado en conceptos prototípicos corno, por ejemplo, las 'fiestas de cumpleaños'
consideración) . Parece claro que cuando se utilizan textos comunica­ (véase Charniak, 1 975b, Minsky, 1 975, Winograd, 1 97 5 , Petofi, 1 976,
tivamente se ha de tener en cuenta las interacciones y los compromi­ Scragg, 1 976, y Metzing, ed., 1 979). En principio, los marcos indican
sos continuos que se establecen entre los materiales textuales que se qué elementos han de relacionarse entre sí, pero no en qué orden han
presentan en el encuentro y la disposición previa que tienen los par­ de aparecer esos elementos. Por su lado, los ESQUEMAS son patrones glo­
ticipantes, así como las condiciones contextuales en que se lleva a bales de acontecimientos y de estados integrados en secuencias vincu­
cabo la interacción, que, aunque flexibles y variables, no son nunca ladas por relaciones de causalidad y de proximidad temporal (véase
asistemáticas (véase la exposición que al respecto se hace en IX.37 Barlett, 1 93 2 , Rumelhart, 1 97 5 , 1 977b, Kintsch, 1 97 7b , Mandler y
y ss.). Johnson, 1 977, Rumelhart y Ortony, 1 977, Spiro, 1 97 7 , Thorndyke,
1 97 7 , Kintsch y Van D ijk, 1 97 8 , y Beaugrande y Colby, 1 979). A dife­
7. En lo que hace referencia a los sentidos menos interesantes del término, véase Schank ( 1 975) rencia de los marcos, los esquemas siempre se organizan en una pro­
y Kintsch ( 1 979b ) . Para evitar los problemas terminológicos que pudieran desviar la atención de lo gresión temporal, y, por este motivo, permiten que puedan realizarse
realmente i mportante, quizá sería aconsejable utilizar el término «memoria conceptual» en lugar de
«memolia semántica• (véase Rieger, 1 975, y Beaugrande, 1 980a). hipotésis sobre lo que se hará o se mencionará a continuación en el

1 44 1:\TRODLCCIO:\ A LA L! :\G l'ÍST I CA COH ERE:\CL.I. 145

mundo textual que se está procesando. Los PL-\NES son patrones globa­ CANCELADO de manera intencionada (véase Fahlman, 1 977). En este
les de acontecimientos y de estados conducentes a una META intencio­ sentido, se puede asumir que Napoleón tenía dedos en sus pies -por
nada (véase Sussman, 1 97 3 , Abelson, 1 97 5 , Sacerdoti, 1 977, Schank y usar un ejemplo familiar extraído de vValter Kintsch, 1 974- aunque
Abelson, 1 977, Cohen, 1 97 8 , McCalla, 1 97 8 , Wilensky, l 978a, Allen, nadie (excepto el propio Walter) lo haya dicho de esa manera, porque
1 979, y Beaugrande 1 979a y b ) Los planes difieren de los esquemas en
. Napoleón es un ejemplo de la clase de los «seres humanoS>> . No cabe
que un planificador (por ejemplo, el productor textual) evalúa todos los la menor duda de que si Napoleón no hubiese tenido dedos en los pies
elementos en términos de cómo avanzan hacia la consecución de la exi stiría alguna anécdota histórica que tuviera relación con esa pecu­
meta que se había propuesto alcanzar el planificador. Los GUIONES son lia ridad. En segundo lugar; las SUBCLASES heredan de las SUPERC LASES
planes estabilizados activados con mucha frecuencia para especificar en las que se encuadran únicamente aquellas características que per­
los papeles que deberían realizar los participantes en cada momento y miten una CARACTERIZACióN restringida de las mismas. Por ejemplo, la
las acciones esperables que deberían llevar a cabo (véase Schank subclase de los «avestruces» difiere de la superclase de los <<pájaros»
y Abelson, 1 977, Cullingford, 1 97 8 , y McCalla, 1 978). Por lo tanto, los en que son incapaces de volar� aunque puedan correr a una velocidad
guiones se diferencian de los planes en que se montan sobre una ruti­ enorme. En tercer lugar; unas entidades pueden heredar de otras cier­
na preestablecida. En los procedimientos de adecuación de los tex­ tas características en virtud de las ANALOGÍAS que hayan establecido en­
tos producidos y recibidos se le da mucha importancia a todos estos ti­ tre sí, es decir; aunque dos entidades pertenezcan a clases diferentes
pos de patrones globales, puesto que resuelven problemas como los que pueden ser compatibles, sin embargo, en algunas distinciones útiles .
se enumeran a continuación: cómo se desarrolla un tema (mediante la Por ejemplo, los investigadores en ciencia cognitiva e inteligencia ar­
activación de marcos), cómo progresa una secuencia de acontecimien­ tificial realizan suposiciones acerca de la mente humana mediante la
tos (mediante la activación de esquemas), cómo los usuarios o perso­ analogía que proporciona el ordenador (véase X . 2 6 y ss.). Aunque no
najes de los mundos textuales intentan alcanzar sus metas (mediante se afirme en ningún momento que la mente humana y las máquinas
la activación de planes) y cómo se activan las situaciones para que cier­ de computación son la misma cosa, sin embargo, se pueden descubrir
tos textos se presenten en el momento oportuno (mediante la activa­ características comparables entre ellas que sean de una utilidad enor­
ción de guiones). Diferentes tipos de patrones pueden compartir el mis­ me en la construcción de los complejos modelos de cognición.
mo conocimiento básico, pero utilizándolo desde perspectivas distintas 1 8. La herencia cae bajo las consideraciones económicas que se
(por ejemplo, un marco para la 'estructura de una casa' frente a un plan trataron en V. l .S . Si se parte de la base de que el conocimiento acerca
para la 'construcción de una casa'). En contraposición con el uso de los de las clases/ej emplos, subclases/superclases o analogías se almacena
patrones locales, la utilización de los patrones globales reduce enor­ en la memoria en un orden jerárquico riguroso, parece bastante pro­
memente la complejidad textual y permite retener mucho más material bable que se puedan realizar predicciones acerca del tiempo necesario
en la memoria activa durante un mayor espacio de tiempo. Más ade­ para acceder a ciertos tipos de información. Por ejemplo, [ 84a] exigi­
lante se proporcionarán algunas demostraciones al respecto.s ría del receptor un mayor lapso de tiempo para juzgar si es <<Verdade­
1 7. Una cuestión adicional muy interesante que se plantea en los ra» o << falsa» que [84b], porque la superclase 'animal' ocupa un lugar
modelos procedimentales de conocimiento es la HERENCIA, es decir, la más elevado en la jerarquía que la subclase 'pájaro', y, por esa razón,
transferencia de conocimiento entre elementos de tipos o de subtipos conectarlas entre sí exige al menos un paso más:
similares (véase Fahlman, 1 977, Hayes, 1 977, Brachman, 1 97 8 , y Le­
vesque y Mylopoulos, 1 979). Al menos, existen tres tipos distintos de [84a] U n pollo es un animal
herencia. En primer lugar; un EJEMPLO hereda todas las características [84b] U n pollo es un pájaro
de la CLASE9 a la que pertenece, a menos que esta propiedad se haya
No obstante, las pruebas que se han realizado sobre este asunto
fracasaron paradój icamente en la confirmación de semejantes predic­
8. Véase VLl l -20, VII 38 y IX..25-2 8 .
ciones (véase Collins y Quillian, 1 972). Por alguna razón, se confirmó
9. U n a aclase» e s un grupo de entidades que con1parten algunas características e n cornún, mien­
tras que una "serie» se define, simplemente, por los miembros que la componen. Algunos consideran que [ 84c] se procesaba regularmente con mayor velocidad que [84b],
que la teoría de las series es la piedra angular para el estudio del significado (véase, por ejemplo, Smith aunque 'pollo' y 'petirrojo' estén en el mismo plano jerárquico:
et al., 1 974), aunque quizá más que responder a la cuestión real, la ignora: ¿qué procedimientos clasi­
ficatorios se usan para formar series por piimera vez'
1 46 1 '-: TRODtCCIO:\ A LA LI"iGtÍSTIC\ COHEREJ\CIA 147

[84c] Un petirrojo es un pájaro 20. Las conclusiones que pueden extraerse hasta este momento
son las siguien tes. En primer lugar, en vez de inten tar separar el len­
Smith, Shoben y Rips ( 1 974) explicaron este efecto curioso en tér­ guaje de todo aquello que no sea otra cosa más que lenguaje, se re­
minos de «rasgos» o componentes básicos de los conceptos: , sr_ u � qui � re un esfuerzo para construir modelos en los que el uso del len­
. , ­
ejemplo o una subclase tiene lo� rasgos más determmados Y mas trpr guaje en los textos reales se explique en términos de los procesos de
cos (véase V. S), entonces los mrembr? s de una clase � d � una super_­ p ercepción y de cognición que se realizan durante la interacción co­
clase serán evaluados con mayor raprdez. Los , petrrrOJOS
_ , que vuelan municativa (véase Minsky, 1 97 5 , Miller y Johnson-Laird, 1 97 6 ,
y cantan bien, son considerados 'p�jaros' con mayo :· f�cilidad que los Kintsch, 1 97 7a , Rumelhart, 1 97 7a , y Beaugrande, 1 98 0a ) . Las restric­
'pollos', que ni vuelan, ni cantan bren. De manera srmrlar� los hablan­ ciones en la investigación que reduzcan todas las cuestiones a algo
,
tes son más propensos a juzgar erróneamente [84d] como mas verda­ concerniente a las variaciones en el tiempo para la realización de ta­
dero que [84e ] : reas irreales (incluyendo los juicios sobre oraciones, siguiendo las lí­
neas marcadas en \1. 1 8 ) oponen obstáculos a la investigación rigurosa
[84d] Un murciélago es un pájaro y científica de los fenómenos lingüísticos. Si bien es verdad que se ha
[84e] Una piedra es un pájaro
de trabajar en una amplia diversidad de tipos de experimentos, tam­
bién es cierto que el análisis de la utilización cotidiana de los textos
a causa del rasgo compartido 'pueden volar' que relaciona a los 'mur­ proporciona el criterio más importante y decisivo.
ciélagos' y a los 'pájaros' mediante una analogía. Acerca de este asun­ 2 1 . Una segunda conclusión es que esos esfuerzos por incremen­
to, Rosch y Mervis ( 1 975) argumentaron que los resp ? nsables de que tar el estudio de los textos y del conocimiento en el marco de la lógi­
_
se produzcan tales efectos paradój icos son los «parecrdos de fam rha» ca formal que ya se detecta en Aristóteles han rendido un beneficio es­
y no los rasgos definitorios de clase, porque resulta extremadamente caso. En este sentido, la actitud científica más adecuada sería elevar
difícil decidir� en muchos casos, qué rasgos deberían poseer todos Y a prioritario la construcción de modelos humanamente plausibles y, a
cada uno de los miembros de una clase (véase los ejemplos que sobre continuación, y de manera secundaria, insistir en la aplicación de
este asunto se analizan en V. S ) . otros tipos de lógica que permitan un nivel de formalización más ele­
1 9. Se puede apreciar fácilmente que las consideraciones d e tipo vado (véase Petofi, 1 97 8 : 44 y ss.). Los seres humanos están capacita­
procedimental que se han esbozado -acti�� �ión C;éase V.4 Y 1 0) , �er­ dos para realizar procesos de pensamiento muy complejos que la ló­
za de vinculación (véase V. S), descomposrcwn (vease V.6 y 7), actrva­ gica tradicional no puede, sencillamente, explicar: saltar directamente
ción generalizada (véase \1. 1 2) , memoria episódica f rente a memori a a las conclusiones sin pasar por las premisas, seguir analogías subje­
,
semántica (véase V. 1 3) , economía (véase V. 1 5) , patrones globales (ve­ tivas e incluso razonar en ausencia de conocimiento (véase Collins,
ase V. 1 6) y herencia (véase V. 1 7 y 1 8)- dependen ínt �gra_mente uno_s 1 97 8 ) . Por ejemplo, cuando se en frenta a un hecho posible, las perso­
de otros. Todos estos conceptos se han de tratar en termmos de um­ nas se dicen a sí mismas: «Si esto fuese cierto, debería saberlo; ya que
dades básicas y de operaciones cognitivas. Aunque cualquier model? no lo sé, probablemente será falso >> (se trata de la inferencia sobre una
limitado, simplista, podría formalizar los resultados de los expe�r­ carencia de conocimiento, descrita por Collins). La norma importante
mentos sobre el juicio de oraciones (como las de [ 84a ] a [ 8 4e] ) , sr� que ha de aplicarse en el análisis de este asunto no es que tal o cual
embargo no podría ir mucho más allá de la mera constata:r_ �, n empr­ procedimiento sea o no defectuoso desde un punto de vista lógico,
rica (véase Kintsch, 1 979b ). El intento de separar un « lexrco � » o un sino más bien de que si un procedimiento funciona lo suficientemen­
<<diccionario» de palabras o de conceptos pulcramente orgamzado Y te bien en los asuntos cotidianos.
aislado del vasto y confuso laberinto del conocimiento enciclopédico 22. Una tercera conclusión es que, como ya se subrayó con ante­
del mundo que tienen los comunicadores es sintomático de esta ten­ rioridad (véase V.8), tanto el conocimiento como el significado son ex­
dencia hacia la simplicidad (véase Smith, 1 97 8 ) . Como señaló Kintsch tremadamente sensibles a los contextos en que se utilizan. De este
( 1 979b ) , semejante separación es una ficción de laboratorio de inves­
modo de contemplar el fenómeno se deriva una serie de implicaciones
tigación que impide el desarrollo de modelos generales realmente po­ que debería asumir cualquier candidato a modelo de la coherencia
tentes, cuya capacidad explicativa no se deteriore siempre que se tome textual. Básicamente, la combinación de los conceptos y de las rela­
en consideración un repertorio amplio de datos realistas. ciones activados en un texto puede conceptualizarse como una cues-
1 48 1\:TRODLCCIÓ\: A LA L I 0: G L Í STIC. .\ COHERE:\C IA 149

tión de RESOLUCióN DE PROBLEMAS (en el sentido que se le da a ese t ér­ ción , aunque, como ya se señaló en III. 2 9 , existen indudablemente im­
mino en III. l 7 ) . A partir de algunas unidades de sentido y de conteni­ portantes simili tudes entre ambas actividades. La adjudicación de la
do difusas e inestables, los usuarios textuales han de construir una coh erencia a cualquier fragmento textual se realiza siguiendo las lí­
configuración de trayectorias que genere la creación de un tv!UNDO TEX­ nea s sugeridas en III . 2 9 y ss. La superficie textual se ANALIZA como si
TUAL (véase V. 2 ) . No obstante, únicamente ciertas características o est uviese compuesta por una configuración de DEPENDENCIAS GRAi\!ATI­
<<rasgos>> de los conceptos incluidos son realmente necesarios y rele­ CA LES, del tipo que se señala en IV. 5 - 1 O. Las expresiones que aparecen
vantes para llevar a cabo esas operaciones. Tales procedimientos, en la superficie textual se consideran indicaciones para ACTIVAR los
como la descomposición, la activación generalizada, la realización de con ceptos (véase VA y 1 0) . En esta fase no se incluye la consulta di­
inferencias o la herencia se llevan a cabo de acuerdo con las condi­ recta de un << diccionario, mental (véase V. l 9). En vez de eso, se con­
ciones de pmcesamiento activadas en ese momento. La cuestión cen­ side ra que los conceptos reciben un tratamiento como si fuesen pasos
tral es cómo pueden clasificarse y sistematizarse esas condiciones (y en la construcción de la continuidad del sentido textual (véase V. 2 )
no cómo certificar únicamente que todos los usuarios textuales hace n y e l alcance del procesamiento generalizado variará d e acuerdo con
las mismas cosas cuando se ven comprometidos en las mismas tesitu­ aquello que sea requerido y útil para afrontar esa tarea. La atención
ras). En esta línea de investigación, se puede plantear lo siguiente: se dirige, de manera particulac hacia el descubrimiento de los CENTROS
¿cómo extraen y organizan los hablantes el contenido de los tex tos DE CONTROL textual, es decir, a aquellos puntos desde los que se puede
para almacenarlos en la memoria y para recuperarlos dt�rante los pro­ realizar estratégicamente el acceso a la información e iniciar su pro­
cesos de rememorización?, ¿qué factores de la interacción entre el co­ cesamiento.
nocimiento presentado en el texto y el conocimiento previo almace­ 25. Los candidatos más adecuados para ejercer de centros de
nado en la mente de los comunicadores afectan a esas actividades?, control se denominan CONCEPTOS PRIMARIOS, y están constituidos por:
¿qué regularidades pueden descubrirse mediante la variación de fac­
tores tales como el estilo de la superficie textual o la idiosincrasia de a) OBJETos: en tidades concep tuales con una identidad y una cons­
los grupos de usuarios a quienes se les presenta el texto?, o ¿cuál es el titución estables .
papel que j uegan las expectativas en todos estos procesos? b) SITUACIONES: configuraciones de objetos presentes en sus-esta­
23. Un paso inicial hacia la exploración de esa o de otras cues­ dos habituales.
tiones similares es encontrar una representación básica de la cohe­ e) AcoNTECIMIENTOS: elementos que modifican una situación o un
rencia textual. En este punto, se puede sugerir� al menos, la existencia estado dentro de una situación.
de unos procedimientos análogos a los que se propusieron para el mo­ d) AcciONES: acontecimientos realizados intencionadamente por
delo procedimental de la sintaxis descrito en IV.S- 1 0 y que podrían un agente. I I
f1-mcionar en este pun to. La coherencia ha de entenderse como el re­
sultado de la combinación de los conceptos y de las relaciones en una 26. Los otros conceptos se pueden inscribir en una tipología de
RED compuesta por ESPACIOS DE CONOCIMIENTO orbitando alrededor de CONCEPTOS SECUNDARIOS. La serie siguiente retoma la idea formulada en
los TEMAS principales del texto. El texto sobre el que se realizará a con­ Beaugrande ( 1 980a ) , donde se ofTece una justificación más elaborada
tinuación el análisis de la coherencia será el ejemplo [4] del 'cohete' de la misma:
que aparece en L 1 y que ya se usó también para indagar en algunos
aspectos de la cohesión (véase IV. 7 y ss., 24 y 29), así como en ciertas 1) EsTADO: la condición temporal (y no característica) de una en­
investigaciones anteriores. IO tidad.
24. Antes de abordar el análisis del texto mismo, se harán algu­ 2) AGENTE: l a fuerza que posee una entidad que realiza una ac­
nas consideraciones acerca de las características de la representación ción y que, de esa manera, modifica una situación (véase
del mecanismo de procesamiento textual . El foco de atención se diri­ V. 2 5d).
ge ahora sobre el proceso de recepción, en menoscabo del de produc-
1 0. Véase McCall y Crabbs ( 1 96 1 ) , Miller y Coleman (1967), Aquino ( 1 969), Kintsch y Vipond 11 Puede advertirse fáciln1ente que las "situaciones)} incluyen <'objetos)) y que los ((aconteci-
( 1 979) y Beaugrande ( 1 979(, 1 980a y b) Pa ra un nue,·o tratamiento del fenómeno en ténninos de ló­ mientos» incluyen "acciones» .. Lo más habitual será hablar de "situaciones y acontecimientos» para
gica computacional, véase Simmons y Chester ( 1 979) y Beaugrande ( 1 98 1 b). cubrir toda la designación de los conceptos primarios y de su organización

I '.;TRODCCCIÓ.\: A LA LIXGUÍSTICA C O HERENCIA 151


1 50

3) ENTIDAD AFECTADA: l a entidad cuya si tuación s e ve modificada 2 6) CANTIDAD: un concepto numérico, ele alcance, escala o mecli­
por un acontecimiento o una acción en la que no figura ni cla i 3
como agente, ni como instrumento. 27) MoDALIDAD: concepto ele necesidad, probabilidad, posibilidad,
4) RELACióN: una categoría residual para las relaciones fortu itas permisibiliclacl, obligación o sus opuestos.
del tipo 'padre-hijo', 'jefe-empleado', etc. 28) SIGNIFICANCIA: un significado simbólico asignado a una enti­
5) ATRIBUTO: la condición característica ele una entidad (véase «es­ dad.
tado >> ) . 29) VALOR: asignación del equivalente ele una entidad en términos
6 ) LOCALIZACióN: posición espacial ele una entidad. ele otras entidades.
7) TIEtv!PO: posición temporal de una si tuación (o un estado) o un 30) EQUIVALENCIA: igualdad, mismidad, conesponclencia y pare­
acontecimiento (véase L 1 0) . ciclo .
8) MoviMIENTO: cambio ele localización. 3 1) OPOSICióN: lo contrario ele equivalencia.
9) INSTRUMENTO: un objeto sin intenciones propias que propor- 32) CORREFERENCIA: relación e n l a que expresiones diferentes ac­
ciona los medios para que suceda un acontecimiento. tivan la misma entidad (o configuración ele entidades) del
1 O) FORMA: configuración, contorno, parecido. mundo textual (véase IV. 2 1 ) .
1 1 ) PARTE: un componente o un segmento ele una entidad. 33) REPETICióN: l a relación e n que l a misma expresión reactiva un
1 2) SuSTANCIA: materiales ele los que se compone una entidad. concepto, pero no necesariamente con la misma referencia a
1 3 ) CONTENCióN: l a localización d e una entidad dentro el e otra una entidad o con el mismo sentido (véase IV. 1 2 - 1 5) . 1 4
pero no como parte o sustancia.
1 4) CAUSA: véase I.7. 2 7 . L a mayor parte el e estos conceptos son familiares en l a ter­
1 5) POSIBILIDAD: véase l.7. minología empleada en la «gramática ele casos» , 1 s que emprendió la
1 6) RAzóN: véase I . 8 . tarea ele clasificar las relaciones lingüísticas ele acuerdo con la orga­
1 7) PROPÓSITO: véase I . 9 . nización ele los acontecimientos y ele las situaciones (véase Fillmore,
1 8) PERCEPCióN: operaciones ele entidades creadas sensorialmente 1 96 8 , 1 97 7 , Chafe, 1 970, Grimes, 1 97 5 , Longacre, 1 976, y Frecleriksen,
durante las que el conocimiento se integra mediante los ór­ 1 977) . En algunos casos, estos simples esquemas tienden a utilizarse
ganos sensoriales. 1 2 como una clasificación del conocimiento e incluso se han llegado a
1 9) CoGNICióN: almacenamiento, organización y utilización del aplicar en otros dominios cercanos al lenguaje (véase Kintsch, 1 974,
conocimiento mediante entidades creadas sensorialmente. Charniak, 1 975a, Schank et al. , 1 97 5 , Woocls, 1 97 5 , y Wilks, 1 97 7b ). En
2 0) EMOCióN: un estado experiencia! y no neutral con respecto a este manual se incorporan algunos conceptos más para abarcar tam­
una entidad creada sensorialmente. bién las operaciones mentales (percepción, cognición, emoción, voli­
2 1 ) VoLICióN: actividad ele desear mediante una entidad creada ción, comunicación, posesión), inclusión de clase (ejemplo, especifi­
sensorialmente. cación) y nociones heredadas en los sistemas ele significación en sí
2 2 ) RECONOCIMIENTO: emparejamiento exitoso entre percepción y mismos (cantidad, modalidad, significación, valor; equivalencia, opo-
conocimiento previo.
2 3 ) PosESióN: relación en la que una entidad creada sensorial­ 1 3. E n futuras investigaciones, sería conveniente subdividir esta categoría en cantidades "numé­
mente se cree predominante y controla una entidad. ricas,) y « medidas')
24) EJEMPLO: un miembro ele una clase que hereda todos los ras­ . . 1 4. En muchos casos no existe una necesidad especial de incluir la «COITeferencia» y la «repeti·
ciOn» en los modelos del mundo textual, ya que los nudos en cuestión se utilizan de manera marginal -
gos no cancelados ele la clase a la que pertenece (véase V. 1 7). de todas maneras. Pero seria de utilidad para marcar esas relaciones cuando se exploran factores c omo
2 5 ) EsPECIFICACióN: relación entre una superclase y una subclase, los efectos de la repetición y de la variación dentro de la superficie textual que se procesa o se reme­
mora. Véase la nota 1 9 de este capitulo.
con una afirmación ele los rasgos más restringidos ele la últi­ 1 5. La noción de «caso» procede de las lenguas (por ejemplo, el latín) que marcan el papel del
ma (véase V. l 7) . sustantivo en las estructuras oracionales mediante una formación de tipo superficiaL Con frecuencia,
no existe un criterio conceptual homogéneo que explique todos los usos de un caso gramatical con�
:
creto considerado aisladamente. La concepción del caso de Fillmore consistía en que en una lengua
1 2. La «percepción» s e refiere a l caso común de que s e suele aplicar e l conocimiento previo a lo como el inglés, los ((casos» son rasgos «subyacentes» de los sustantivos que aparecen en las oraciones"
que se experimenta por primera vez. Sobre las investigaciones actuales de Fillmore, véase Fillmore ( ! 977).
¡ :--; T RODLCCIO:--; A L.-\ U:--; G L ÍSTlC.-'. COH ERE:--; C I.-\ 1 53

sición, correferencia, 1 epetición). Esta tipología no puede ser exha us­ [ 4J . 2 ] Vacío pesaba cinco toneladas.
tiva, ni supera a otras que se propusie1 on con ante1 ioridad. Simp le­ [4. 1 . 3] Llevaba como combustible ocho toneladas de alcohol y
·
de oxígeno �

mente resulta de utilidad para etiquetar los vínculos establecidos en­ líquido.
tre conceptos, poi ejemplo, que un concepto es el «estado de" otro, o
el «agente de" otro, etcétera; y mediante varias combinaciones, se pue­ El concepto 'cohete' desempeña claramente la fl.mción ele CENTRO
den simular las nociones de otras propuestas tipológicas. En este sen­ DE CONTROL textual; a su alrededor se organizan sus atributos ('enor­
tido, se puede trabajar perfectamente con tipologías que presenten un m e', 'negro', 'amarillo', 'que medía'), una especificación ('V-2') y un
mayor o un menor detalle que la que se propone aquí . l ó est ado ('se alzaba') con su localización espacial ('Nuevo México', 'de­
28. Además de una tipología para etiquetar vínculos, se necesita sie rto'); en cuan to al atributo 'medía' se completa con las cantidades
una serie de OPERADORES que especi fiquen el estatuto de la vinculación. 'catorce' y 'metros'. Como se muestra en la figura 6, todas estas rela­
Por ejemplo, se puede introducir operadores que indiquen la FUE RZA cio nes conceptuales se pueden formalizar ubicándolas den tro de una
DE UNA VINCULACIÓN (en el sentido que se le da a este concepto en V. 5): red.
a) un operador de DETERMINACióN para marcar los componentes nece­ Las etiquetas de vinculación anuncian cuál es el tipo de concepto
sarios en la configuración ele la identidad de los conceptos, y b) un más adecuado que ha de activarse para atravesar los vínculos en las
operador de PROTOTIPICALIZACióN para marcar los componentes que direcciones que señalan las flechas . Este modo de funcionamien to se
sean frecuentes, aunque no imprescindibles en una relación concep­ puede comparar con el de las REDES DE TRANSICióN que ya se utilizaron
tual. Estos operadores se aplican en las configuraciones del cono­ en IV. S - 1 0 . El procesador se mueve del estado actual al siauiente
"' esti-
cimiento del mundo, como se muestra en V. 3 9 . Se puede in troducir mulada por el intento de identificar el tipo de nudo al que mejor pue-
operadores de vinculación que incluyan fronteras: a) un operador de de adecuarse. En la consecución de ese objetivo se aplican estrategias
INICIACIÓN para señalar una entidad que se acabe de crear o de repre­ de RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS (véase III. 1 7), complementa das por la ac­
sentar; b) un operador de CONCLUSióN para marcar todo lo contrario, tivación generalizada (véase V. l 2 ), la realización de inferencias (véase
e) un operador de ENTRADA para una entidad que opera sobre sí mis­ V.32 y ss.) y la evocación de patrones globales (véase V. 1 6) .
ma, y d) un operador de SALIDA para indicar todo lo contrario del de 3 0 . Resulta muy significativa la comparación y el contraste entre
entrada. Finalmente, serán útiles dos operadores que señalicen las vin­ la red conceptual que se presenta en la figura 6 y la red gramatical que
culaciones aproximativas o contrafactuales: a) el operador de PROXIMI­ se plantea en la figura 4 (véase IV. l O) . Aunque se utilicen palabras en
DAD para marcar las relaciones en las que es relevante la distancia la notación de la figura 6, en realidad se están representand o concep­
(véase la noción de proximidad temporal en I . l ü y de proximidad cau­ tos, y no expresiones lingüísticas supe�ficiales. Sería deseable disponer
sal en V. 3 6 , etc.), y b) el operador de PROYECCióN para señalar las rela­ de algún otro tipo de representación alternativa, pero, hasta el mo­
ciones que son posibles o contingentes, pero no verdaderas en el mun­ mento presente, los investigadores no han sido capaces de ponerse de
do textual (véase IV.48 ) . Para distinguir los operadores de las etique­ acuerdo en ninguna propuesta unitaria. Adviértase que el patrón ge­
tas de vínculos formadas por las letras iniciales de los nombres de los neral de las dos redes es similar: incluso las rutas de acceso de un
conceptos (por ejemplo, <<Ca» para causa, << t>> para tiempo, etc.),
los operadores se designan con letras del alfabeto griego en la prime­
ra o la segunda vez que aparezcan las respectivas palabras.
29. El funcionamiento de la tipología que se ha ido exponiendo
E]
8 t // /j altura i cd -,.. i metros : cd -,.. : 14 1 I Nuevo Méxicol
·, ¡lo
más arriba se clarificará a continuación mediante una demostración.
Considérese el párrafo con que comienza el texto del 'cohete': ""' ;;; .,1�Y /"
"\�$),... �C
'/

· · �/
[4. 1 . 1 ] En una zona del desierto de Nuevo México se alzaba un enorme
cohete V-2 de color amarillo y negro que medía 14 metros de altura.
� cohete ·;:¡-
---""
85'-
__::_
,.__ __,1 se alzaba [r----10=->1-=en"-J_-:c._,.._--ij desierto 1

1 6 . En general, las tipologías lingüísticas tienen menos categorías que las que se han propuesto Clave: al, atributo de; cd, cantidad de; es, estado de; esp. especificación de; lo, localización de
aquí (por ejemplo, Fillmore, 1 968, Chafe, 1 970, y Longacre, 1 976), m ientras que, por su lado, las ti­
pologías empleadas en la inteligencia artificial tienen muchas más (por ejemplo, Wilks, 1 977a). FIG. 6 .
1 54 I �TRODLCCIO� A LA LI �GUÍSTICA

nudo a otro son, en muchos casos, las mismas. De ahí que parece ra. a)
zonable que el procesamiento textual haga uso de las similitudes es­
tructurales existen tes en tre niveles lingüísticos diferentes siempre que 1 1
negro
_
i -, -'
sea posible hacerlo (véase Bobrow, 1 9 7 8 , Walter, ed., 1 97 8 , y vVoods y
Brachman, 1 97 8 ) Así, por ejemplo, la hipótesis sin táctica de que la
fi mcióll de 11úcleo gramatical la desempefimz ¡ zormalmente conceptos
primarios se confirma en tantas ocasiones en los textos como para que Í enorme i ... _ at 1 cohete )-
----'"'-=!:.__--j
L____j
se pueda generalizar como afirmación discursiva. De manera pareci­
da, se puede postular que los denominados modificadores gramatica­
les funcionan, desde una perspectiva textual, como atributos, estados,
localizaciones, etc., y que se organizan en el discurso siguiendo un
cd + su _,.. 1 pesaba
1
1
1
cd _,.. 1 toneladas j cd ->-
a
cierto orden de preferencias (acerca de las preferencias, véase III . 1 8),
en dependencia directa de los conceptos primarios, que ejercen la fun­
ción de centro de control textual. Este tipo de hipótesis y de prefe­
rencias contribuyen a la coherencia textual porque propician la PO­
TENCIACION de las transiciones en tre nudos, en el sentido que se le da
a este fenómeno en IV. 5 . Siempre que sea posible, se ha de incentivar
la relación entre las dependencias gramaticales y las textuales, de ma­
nera que interactúen significativamente; si no es el caso, se pueden es­
tudiar como niveles distintos aunque paralelos (es posible que, en ese
caso, se produzcan ciertas ASIMETRÍAS, ya que el repertorio de relacio­
nes gramaticales es más limitado que el de las textuales; véase III . l 8
y 2 5 ) . Dicho con otras palabras: los problemas que afectan a u n nivel
lingüístico se pueden resolver apoyándose en los que ya se resolvieron b)
en otros niveles.
lo {en} ->-
3 1 . Una distinción signi ficativa entre los dos tipos de red (la gra­ J ri Poi<>rt��
matical y la conceptual) radica en el tipo de fragmento que describen
� �
cada una de ellas. Parece muy poco probable que los hablantes cons­
truyan las mismas redes gramaticales cuando están procesando frag­
mentos textuales breves que cuando se enfrentan a textos completos.l7
El procedimiento normalizado prevé que la construcción de redes gra­
maticales es el protocolo más conveniente para tratar fTagmentos tex­
tuales parciales, retenibles en la memoria activa mientras se constru­
ye la red conceptual que abarque la totalidad del texto al que perte­
necen. El texto del 'cohete' se puede ensamblar con facilidad dentro de
un ESPACIO DE CONOCIMIENTO coherente -es decir, de un MACROESTADO
conceptual en el que los conceptos son MICROESTADOS (véase IV. 6)­
porque el concepto mismo de 'cohete' homogeneíza la información
que aparece en todos los fragmentos que componen el texto. Así, por
ejemplo, la información que se va añadiendo en sucesivos párrafos Clave: at, atributo de; cm, compuesto de; ca, continente de; ea, entidad afectada; es,
su, sustancta de,
estado de; to, localización de''
(verbigracia, 'vacío pesaba cinco toneladas' o 'llevaba como combusti-
FIG, 7.
1 7, Véase la nota 14 de este capitulo,
1 56 I N TR O D L C C I O :\ A LA Ll:\GLÍSTICA C O H E R E NCIA 1 57

ble ocho toneladas de oxígeno líquido') simplemente aporta informa­


ción nueva -concretada en estados, cantidades, contención, sustan­
cias, etc.- que se integra coherentemen te con el nudo central previa­
mente creado po1 'cohete'. Para visualizar este planteamiento, por un
lado, la figura 7a muestra el espacio de conocimiento y su modo in­
temo de o� ganización de tres fTagmentos de longitud oracional no re­
lacionados ';; n tre sí, y, por otro lado, la figura 7b presenta toda la in­
formación anterior integrada en una unidad coherente.
Todas las formas verbales que apm ecen en el fragmento ('se alza­
ba', 'pesaba', 'llevaba') tienen el mismo sujeto ('cohete') y están, por lo
tanto, conectadas a ese nudo central directamente. 1 8 En este caso, la
cohesión proporciona una continuidad referencial que apoya la cons­
trucción de la coherencia.
32. El nivel de integración de los elementos constituyentes del es­
pacio de conocimiento que construye el párrafo siguiente es mucho
más complejo que el del ejemplo anterior:

[4 . 2 . 1 ] Todo estaba preparado para el lanzamiento.


[4.2 . 2 ] Los m ilitares y los científicos se habían parapetado detrás de unos
montículos d� tierra, a cierta distancia del ingenio.
[4 . 2 . 3 ] Dos destellos rojos anunciaron la inminencia del lanzamiento.

En este fragmento, no se advierte la presencia de mecanismos


cohesivos entre oraciones. La coherencia subyacente no es, por lo tan­ Clave: al, atributo de; cd, cantidad de; cm, compuesto de; co, continente de; ea, entidad afectada; es, estado de;
to, obvia. En [4.2 . 1 ] se menciona un estado de 'disponibilidad' ('todo esp. especificación de; lo, localización de; mo, movimiento de; p, percepción de; po, posibilidad de; 1; razón de;
su, sustancia de; E, entrada; t , iniciación.
estaba preparado para el lanzamiento'); en [4.2 .2] y [4 . 2 . 3 ] aparecen
dos tipos distintos de acontecimientos de movimiento ('se habían pa­ FIG. 8.
rapetado', 'lanzamiento') . Para hacer coherente toda esta información,
el receptor ha de REALIZAR INFERENCIAS (véase 1 . 1 1 ). Semejante opera­
ción exige suplementar los conceptos y las relaciones que se mani­ dar coherenci a al fragmento son las siguientes : que ' todo estaba pre­
fiestan en el texto con el fin de rellenar los HUECOS o DISCONTINUIDADES parado' implica que se cumplen todos los requisitos para que la ope­
que aparezcan en el mundo textual. En contraste con el fenóme �o de ración de 'despegue' pueda llevarse a cabo; los 'científicos ' y los 'mili­
la ACTIVACióN GENERl1.LIZADA (véase V. 1 2) , que se pone en funclOna­ tares' están en el escenario para 'observar' el lanzamien to del 'cohete'
miento de manera automática, aunque no exista una demanda espe­ y 'se parapetan ' para protegerse de las llamarada s de ignición. Si to­
cífica, la realización de inferencias es i ntencionada y va dirigida siem­ das estas observaci ones se integran esquemát icamente, señalando los
pre hacia la resolución de un problema (en el sentido en que se en­ nudos inferidos mediante corchetes, se obtendría el patrón de la figu­
tiende este concepto en IIL 1 7), o, dicho con una metáfora, tender un ra 8 .
puente para cubrir un espacio en donde no existe camino P?r donde 3 3 . En este punto surgen dos objecione s posibles. L a primera de
pasar� 1 9 El tipo de i nferencias más lógicas que se han de reahzar para ellas consiste en que se puede no estar de acuerdo con el hecho
de que las i nferencia s que se han admitido como correctas se hayan
1 8. Compárese con la nota 14 de este capítulo. escogido , en realidad, de una manera arbitrari a. Como respuest a a
.

1 9 . E'<presado en términos de procedimientos ele resolución de problemas: la acti\'aci n gener�lt­ esta reticenci a, p uede aducirse que, s i bien es verdad que la i ntuición
zada se orienta hacia la búsqueda en un primer nivel de amplitud y la realización ele mferencms,
por su lado, hacia el análisis de medios y fines (\'éase IIl 17)
del analista juega un papel decisivo en la reconstru cción hipotétic a de
1 58 !);TRODLCCIÓ'-: A LA LI'\GUÍSTICA COHERE'\C!A 1 59

inferencias, en el caso del experimento de rememoración (que sirve tajante en este asunto: de igual manera que un productor textual tie­
de base para estas reflexiones) sobre el texto del 'cohete' las inferen­ ne a su disposición casi infinitas posibilidades de expresión, pero es­
cias que realizaron los informantes se confirmaron empíricamente coge, de entre todas las posibles, solamente la que le parezca más ade­
(como se argumentará en IX .34), puesto que los sujetos sometidos al cuada a la si tuación comunicativa en curso, los receptores podrían
experimento trataron las inferencias como si fúese/1 una parte illte­ realizar cantidades enormes de inferencias, pero cuando, por ejemplo,
grante de lo que habían leído. En un grupo de setenta y dos lectores, la s consideran triviales ni siquiera las incluyen en sus informes reme­
por ejemplo, no menos de veinticuatro recordaron que, aunque no se morativos. Por esa razón, la cuestión debería replantearse en estos
dice en el texto, los científicos 'observaban' el cohete. Resultados de otros términos: ¿de qué manera se parecen los mundos textuales de
esta índole previenen en contra de la creencia, quizás errónea, de que los productores y de los receptores? Y esa pregunta lleva a otras: ¿pro­
los lectores advierten de manera clara las discontinuidades existentes ductores y receptores pueden ponerse de acuerdo en qué es lo que me­
en el mundo textual; parece, más bien, como si no existiese una dis­ rece o desmerece su atención?, ¿existen diferencias notables entre pro­
tancia excesivamente marcada entre, por un lado, los conceptos acti­ ductores y receptores en cuanto a la riqueza de sus represen taciones
vados directamente mediante las expresiones lingüísticas que apare­ mentales acerca de las situaciones y de los acontecimientos expresa­
cen explícitamente en el texto, y, por otro, los conceptos inferidos que dos en el mundo textual? En la actualidad, estas cuestiones siguen aún
rellenan las discontinuidades de la superficie textual. Por lo tanto, abiertas y no se vislumbra una respuesta a corto plazo; no obstante,
desde este punto de vista, tanto los nudos y los vínculos activados tex­ la acumulación de resul tados de la que se hizo acopio en el experi­
tualmente, como los nudos y los vínculos inferidos, tendrían grosso mento de rememoración sobre el texto del 'cohete' indica que los mun­
modo una dinámica de funcionamiento muy similar (véase Beau­ dos textuales construidos por diferentes sujetos son relativa, pero ra­
grande, 1 9 80b). zonablemente, uniformes.
34. La segunda obj eción se refiere a que las i nferencias que se 3 5 . El tercer párrafo supera al primero en cuanto al uso de me­
han admitido como correctas son, en realidad, excesivamente restrin­ canismos cohesivos: aparecen repeticiones ('llamarada', 'más rápido',
gidas. De hecho, los usuarios textuales podrían hacer muchas más in­ 'amarillo'), paráfrasis ('ascendió . . . más y más rápido' 1 'ascendía a una
ferencias de las que se han descrito hasta el momento: desde que el velocidad cercana a los 2 00 kilómetros por hora') y proformas ('se .. ' ) : .

'combustible' prendió, y que por esa razón los 'científicos' y los 'mili­
tares' buscaron refugio detrás de los ignífugos 'mont ículos de tierra', De repente, c o n u n a gran llamarad a v un fuerte estruendo e l enor­
hasta que se produjo la típica cuenta atrás o que el lanzamiento del me cohete ascendió primero lenta�ent e y luego cada v� z más v
más rápido.
·

cohete formaba parte de un experimento, etc. (véase IX.26). Bien es


verdad que los i nformantes podrían recomponer estos materiales in­ [4.3.2] Iba dejando una estela de llamarada s amarillas de unos 20 metros
formativos si se pusiera en marcha automáticamente el proceso de AC­ de longitud.
TIVACIÓN GENERALIZADA (véase V. 1 2), lo cual relevaría a los sujetos de te­ [ 4.3.3] E n un instante, la llamarada parecía una estrella amarilla.
ner que realizar operaciones de búsqueda de ningún tipo. Para acla­ [ 4.3 .4] E n pocos segundos, se había alejado tanto que ni siquiera podía
rar este punto, parece justificado establecer una distinción entre las vislumbrarse;
adiciones forzadas por los problemas interpretativos que van surgien­ [ 4.3 . 5] el radar seguía su trayectoria a medida que ascendía a una veloci­
do sobre la marcha (véase Charniak, 1 976) y aquellas otras que son dad cercana a los 200 kilómetros por hora.
h·uto de la tendencia natural de los comunicadores a completar las la­
gunas informativas que aparecen habitualmente en las situaciones o No obstante, este fTagmento contiene una pequeña dificultad in­
en las secuencias de acontecimientos en general. Yendo un poco más terpretativa achacable a la ambigua localización de la forma prono­
lejos en este planteamiento, debería indagarse si esta distinción entre minal 'se' en [4. 3 .4], ya que, en ese contexto, tanto puede referirse a
un tipo y otro de adiciones es plausible psicológicamente, es decir, si 'cohete' (que aparece en [4.3 . 1 ]) , como a 'llamarada' o a 'estrella' (en
los usuarios textuales sometidos a un proceso rememorativo poseen [4.3 . 3 ] ) . Para salvaguardar la coherencia del fngmento, el tratamien­
un umbral de percepción que discrimine claramente entre la informa­ to habitual que se da a las formas pronominales de referencia dudosa
ción expresada y la información i nferida. Existe otro elemento que es asociarlas correferencialmente al nudo TEMÁTICO (véase V.3 8) , que
contribuye de manera decisiva a impedir la adopción de una postura en este caso es, por supuesto, 'cohete'.

-
C O H EREi\CIA 161
·o
·¡¡
Q.
<ll 3 6 . E l espacio de conocimiento que representa e l parágrafo [4 . 3 ]
'='
QJ
Q. aparece modelizado en la configuración que se presenta en la figu­
. ro
i -g : , ro 1
' � 1
Q
¡.¿
ra 9 .
� i
� ro ro El movimiento de 'despegue' del 'cohete' es la causa inmediata de
1 E ¡
o
1
' ¡:: ' üi
ro
DO ª
Q)
i
:0
Q. la 'llamarada' y del 'estruendo' y recibe la cuantificación del movi­
o
QJ
o
:< o miento 'lentamente' y 'más y más rápido' (estas cantidades expresan la
> N
¡}
Qj
"'
velocidad de progresión del artefacto) . En la proximidad situacional al
"tl : A .'
"O
"
'cohete', aparece la 'llamarada', descrita con el atributo 'amarilla',
Q
'
E :Q
¡ B¡ ro
D
cuantificada con la apreciación 'veinte metros de longitud' y animada
_i_ o
por el movimiento 'iba dejando' y comparada perceptivamente ('pare­
ifl
E
1:5
o cía') a una 'estrella' (véase V. 1 7) . En un breve intervalo de tiempo ('un
E
' � .
ins tante'), el 'cohete' se encuentra (estado) en una indeterminada lo­
! .i(l l ¡,¡
"'
i E 1 o
e
calización ('alejado') , cuya cuantificación inconcreta, pero significati­
Q)
E
va ('tanto'), es la causa de que el verbo 'vislumbrarse' reciba una mo­
>
o dalización negativa ('no podía') (también ha de señalarse que aquí
E
aparece una inferencia). En contraposición a esa laguna perceptiva de
ro,
ó
E
o
los observadores del lanzamiento, el 'radar' todavía tiene localizado (se
li1
¡,¡
(f) "O
e
"'
e: dice en el fragmento que 'seguía') al 'cohete', caracterizado ahora por
'' E (.) ·O
1
(f) ·¡¡
"' su 'velocidad', cuantificada ('doscientos kilómetros por hora') y por su
/ D
(lJ
1 ro
.':!
ro
1 (.)
.2
Q
o;
alejamiento progresivo de la última localización en la que podía verse
a simple vista ('ascendía') . Conectando, a continuación, el modelo de
1 "
�/ ,:¡:; la figura 9 con el modelo de la figura 8 (es decir; uniendo entre sí los
¡1
¡,¡
"O
}J/ o
dos nudos temáticos p rincipales, ambos referidos a 'cohete'), y, asu­
!
"O
"'
üi
<ll miendo que los 'observadores' eran aquellos que 'no podían vislum­
gj brar' el cohete debido a la gran altura en la que éste se encontraba, se
ii
"O -o
" "'
obtiene la figura 1 O.
ti 'O
<ll E 37. El párrafo final
1ii x
"O o
"' a.
;g
e: " [ 4.4. 1 ] Minu tos después del lanzamiento,
QJ
¡..j
[ 4.4.2] el piloto de un avión de vigilancia lo vio regresar.
Qf �
ar e
<ll
[ 4.4.3] Aterrizó a unos 64 kilómetros del punto de partida.
"O
"O w
"'
:Q ¡,¡
"O
e
"' o establece vínculos de cohesión con el texto precedente mediante re­
(.) o.
"' peticiones ('lanzamiento', 'velocidad', 'kilómetros por hora', 'vio') y la
C!J ti" �
t:l :;::;
t ¡,¡ ..:
"O
referencia elidida del sujeto que se incluye en la forma verbal ('aterri­
m::l � zó'), que es correferente, por supuesto, de 'cohete', aunque ambos ele­
<1l
B ·g mentos (el sujeto y el verbo) estén separados por la considerable dis­
"'
f.i 1ñ tancia de tres oraciones (aquí opera de nuevo la presunción de que un
"'
::J
¡,¡
"O
o
:j
V}
elemento aparentemente desconectado se ha de relacionar con el nudo
'5
:@ u
iD temático que opera como centro de control textual (véase V. 3 5) . Si se
� .§ interconectan los dos nudos temáticos referidos a 'cohete' (fi gura 1 0)
� ;g"' con los episodios que se describen en [4.4.2] y en [4.4.3], es decir, el
� o.
e
El 'regreso' y el 'aterrizaje', junto con su cuantificación y su localización
ü ..:
C O H ERE?'\ClA 163
cd
14 � metro s
·
· --(-

con respecto a la situación inicial de partida, s e obtiene el mundo tex­


tual que aparece en la figura 1 1 . 2 0
3 8 . Esta representación en forma de redes de conocim iento del
Q Á
:¡¡ ¡ �--
sentido global de un texto puede parecer, sin ninguna duda, excesiva­
-· alcohol .
m ente elaborada. No obstante, este tipo de visualización ofrece una
utilísima cartografía que permite estudiar de manera bastante directa
cuestiones como el nivel de de11sidacl de vi11culació11 existente entre los
heterogéneos elementos que constituyen el texto, o la manera como se
desp liega el tema (entendido como centro de control textual), o, in­
cluso, ayuda a entender que las operaciones de rememoración y de
resumen incluyen protocolos de emparejamiento de patrones. No pue­
de dejar de señalarse, además, que este tipo de redes cognitivas están
mucho menos elaboradas que las representaciones mentales auténti­
cas que construyen los receptores textuales mediante los procesos in­
ferenciales, de activación generalizada y de actualización (o, expresa­
do en resumidas cuentas, el resultado total de aplicar el conocimien­
to previo del mundo a la comprensión del texto). 2 I En este punto se
ha de señalar una reticencia. Para que el texto del cohete resultase
realmente comprensible, en principio deberían especificarse ciertos
conocimientos lógicos. Así, por ejemplo, no es cierto que la locali­
zación 'en una zona del desierto de Nuevo México' tenga vigencia du­
rante todo el desarrollo textual, puesto que únicamente la tiene
,--, cd _,.. ,--,
durante los momentos del 'despegue' y del 'aterrizaje'; el resto del
�� tiempo la localización del cohete es indeterminada. En respuesta a
-<- rr + lo {detras} esta reticencia, puede aducirse que la precisión, llevada a sus últimas
consecuencias de una manera escrupulosa, podría contaminar el mo­
delo con una complejidad i ntratable. Por esa razón, los comunicado­
res suelen limitar el modelo del mundo textual únicamente a aquellos
conceptos que hayan s ido activados de manera directa por las expre­
siones textuales, reservando la actividad i nferencia! para llevar a cabo
la tarea de conectar coherentemente cada elemento del modelo con el
resto de elementos que conforman la totalidad textual. En este senti­
do, los comunicadores intentan emparejar el conocimiento del mundo
con la información que compone el mundo textual empleando un pa­
trón de reconciliación denominado CORRELATO DEL CONOCIMIENTO DEL
MUNDO (en el que se i ntegran el conocimiento textual global y los pa­
trones cognitivos generales, como el esquema prototípico del 'vuelo de
un cohete') (véase IX. 2 5-28).
Clave: ac, actitud de; at, atributo de; ca, causa de; cd, cantidad de; cm, compuesto de; co, continente de; ea, enti­
dad afectada; eq, equivalente a; es, estado de; esp. especificación de; is, instrumento de; lo, localización de;
2 0 . S e han utilizado dos etiquetas para la relación d e 'piloto' y de 'avión': el 'piloto' está dentro del
mo, movimiento de; mod, modalidad de; op, opuesto a; p, percepción de; po, posibilidad de; r, razón de; r, repeti­
concepto contenedor 'avión' y tambi�n el <<agente)) actuando en el 'avión' corno 'entidad afectada'.. No
ción de; su, sustancia de; t, tiempo de; E, entrada; t, iniciación; rr, proximidad.
obstante, otra solución hubiese sido cdtar este problema utilizando un simple \"Ínculo "relación de•
denominado «piloto de•.
FIG. 1 0. L En IX.3 1 y ss ., se redsa la naturaleza del material añadido por los receptores
2
COHERENCIA 1 65

39. La figura 1 2 representa el correlato del conocimiento del


m undo del ejemplo [4] . A las relaciones fijadas en la figura 1 1 se le
han añadido otros elementos relevantes enmarcados entre corchetes:
todo este material nuevo se ha integrado en el modelo cognitivo me­
diante operaciones automáticas de activación generalizada o median­
te la realización de inferencias (para rellenar las discontinuidades tex­
tuales). En la figura 1 2 se introducen operadores de DETER!vHNACióN y
de PROTOriPICALIZACióN para indicar la fuerza de la vinculación de los
co nceptos relacionados entre sí, tal como se propuso en V.2 8 . 22 Son
muestras de determinación los ejemplos siguientes: 'quemar' necesita
'combustible' y provoca 'calor'; una 'señal' se 'advierte' si se 'observa';
los 'segundos' son, por definición, parte de los 'minutos'. Son muestras
de prototipicalización los ejemplos siguientes: el 'lugar' 'aislado' para
'despegar', localizado en una zona del 'desierto' de 'Nuevo México'; por
un lado, las actividades de 'exploración' de los científicos y, por otro,
las actividades de 'ataque' de los 'militares', ambas realizables me­
diante el instrumento 'cohete'; las localizaciones, las sustancias y los
atributos del 'refugio' que requiere la protección del 'peligro' que pro­
voca la ignición del ingenio; los propósitos y los atributos de las 'lla­
� maradas' y de las 'señales', etc. A pesar de la vaguedad de su delimi­
::;:::- ··· · ...
r:::r

L.::/::: tación (véase V.S), la distinción entre el conocimiento determinado y
..,._ r. + lo {detrás}
/
c.�� � rno
_.,..
ejaba 1 --.
,._
instantei 1 el conocimiento prototípico parece de bastante utilidad. Por otro lado,
se ha preferido i ncluir en la figura las repeticiones (en el sentido que
�r �
adas
' 'p /+ p c se le da a este término en V.26, en lugar de reservarles un grafo sepa­
� -....
r omoJ r-:;:;::;;:-¡_,,_-l·_� rado) . Para completar el cartografiado del texto, se ha de acudir a los
/ r.
,.
� ·---_r-;:;;;:;;;;::l
��
�"" p arecta

a l ->-
_
apartados IX.25-2 8 , en donde se ofrece un tratamiento del marco glo­
cd+ t {en} �� bal del texto a modo de « esquema», con el objetivo de relacionarlo con
_,. � � el conocimiento global del mundo acerca de la noción de 'vuelo'.
40. En este capítulo se ha presentado un modelo del mundo tex­
tual sin haber clarificado previamente la noción de REFERENCIA, a pe­
sar de la importancia que se le dedica a esta noción en buena parte de
las teorías filosóficas del significado. 23 En la antigua semántica, se es-
.,_ 1 {después} 1
�------����1 ascenso
L---� 22 . Para averiguar si los miembros de un grupo de control se pondrían de acuerdo sobre este pun­
cd _,. : kmih
1
cd -+
1 160 1 to, Beaugrande dirigió una pmeba en la que los receptores del texto del 'cohete' tuvieron de respon­
der, seis semanas después de haberse realizado la pmeba original, a preguntas del tipo: « ¿los cohetes
necesitan o no necesitan combustible para volar? » , «¿los cohetes se utilizan siempre o nunca o sólo en

¡
i---+-'--'P:___[PUo!ol ocasiones para atacar objetivos militares0 » , etc .. Como era de esperar, el acuerdo se alcanzó sin pro­

t ���-- t8
blemas, pero no por unanimidad .. Sólo dos afirmaciones alcanzaron el acuerdo unánime: «sin com­
bustible, los cohetes no pueden volar» y «las rampas de lanzamiento de cohetes normalmente se ins­
talan en tierra". Algunas respuestas que se obtuvieron demostraron que el grupo (compuesto, en su
j 1
po !
observación J ..ot:- avión mayor parte, por profesores universitarios) estaban escasamente infmmados sobre asuntos de aviación
y de lanzamiento de cohetes (por ejemplo, muchos informantes consideraron que el alcohol era un
Clave: ac, actitud de; at, atributo de; ca, causa de; cd, cantidad de; cm, compuesto de; co, continente de; ea, enti­ «combustible inapropiado» para un cohete). Tales resultados nos devolvieron a la desconfianza hacia
dad afectada; eq, equivalente a; es, estado de; esp. especificación de; is, instrumento de; Jo, localización de; las investigaciones en las que los informantes se presentan casi como expertos en léxico.
mo, movimiento de; mod, modalidad de; op, opuesto a; p, percepción de; pe, permitido; po, posibilidad de; r, razón 23 Véase la nota 1 8 de este capítulo
de; r, repetición de; su, sustancia de; t, tiempo de; E, entrada; t, iniciación; ¡¡, proximidad
C O H ERE:-:CIA 1 67
V-2 [lugar] [aislado] -<E - : + at desierto �º--=!:.. Nuevo �v1éxico

peraba que el significado pudiese explicarse en términos de las « con­


diciones >> bajo las cuales las afirmaciones (erróneamente denomina­
das « OracioneS >> ) eran «VerdaderaS>> . En este contexto, que algo «sig­
nifi ca>> quiere decir que se sabe cómo «verifican> sus condiciones de
«verdad>> . Este punto de vista, en ocasiones denominado «verificacio­
nismo>> , 24 conlleva adheridas algunas implicaciones indeseadas : por
un lado, es de sentido común considerar errónea la creencia de que
los comunicadores no pueden entender una afirmación a menos
que puedan decir de ella si es verdadera o falsa; por otro lado, no pa­
rece demasiado serio creer que los comunicadores tienen un acceso
inmediato a la «verdad>> , como queda implícito en el planteamiento
verificacionista. Por el contrario, en la línea de investigación que se
propone en este manual, el mundo textual se construye, de manera
compleja, a partir del emparejamiento, no exento de problemas que
han de resolverse, del contenido cognitivo (o «conocimiento>> ) 2 5 tex­
tual con las creencias del individuo acerca del funcionamiento del
«mundo reah . Por esa razón, en lugar de afirmar de manera progra­
mática que «las palabras se refieren a los objetoS >> , en este manual se
prefiere hablar del « conocimiento activado por las expresiones>> . Des­
de esta perspectiva, el acto de referir se convierte en un proceso com­
plejo de emparejamiento de patrones. El texto de FICCióN se carac­
terizaría, en este sentido, porque no supera un determinado umbral
mínimo de coincidencia entre los patrones del mundo textual y los del
mundo reaL Existen numerosos factores contingentes que pueden in­
fluir en el acto mismo de referir: por ejemplo, el tipo y el propósito
del texto, su importancia y sus implicaciones con respecto a la situa­
ción en la que se inserta, la credibilidad del productor textual que lo
construye, la experiencia previa con ese tipo de textos y los materiales
temáticos que integran el mundo textuaL No obstante, la investigación
empírica en este tipo de cuestiones que afectan a la naturaleza refe­
rencial de los textos es todavía bastante escasa.
4 1 . Este capítulo se ha dedicado a los medios para explorar y re­
presentar la coherencia, entendida como el resultado de la actualiza­
ción de los significados encaminado hacia la construcción del «senti­
do>> global textuaL Para estudiar las actividades humanas que se rea­
lizan mediante el i ntercambio de textos, se ha tratado el significado y
el sentido en términos de procedimientos de utilización del conoci­
miento en una amplia variedad de tareas heterogéneas. Desde esta
perspectiva, han aparecido cuestiones como las siguientes: la conti­
Clave: ag, agente; at, atributo de; ca, causa de; cd, cantidad de; co, continente de; ea, entidad afectada; eq, equi­
nuidad (véase V. 2 ) , la activación (véase V.4 y 1 0) , la fuerza de una vin-
valente a; esp, especificación de; i, instrumento; p, propósito de; po, posibilidad de; r, razón de; re, repetición de;
su, sustancia de; 8, determinado; E , entrada; rr, proximidad; r, típico,
24 Para una discusión acerca de este actualmente desprestigiado punto de vista, véase Johnson­
Laircl ( 1 978)
FIG. 1 2 . 25 Véase la nota 1 de este capítulo
1 68 1 :\ TRODLCCIO:\ A LA Ll:\Gl'ÍSTICA

culación (véase V S ) , la activación generalizada (véase V 1 2 ) , la me m o­


ria episódica frente a la memoria semántica (véase V 1 3 ) , la economía
(véase V I S ) , la utilización de patrones globales (véase V 1 6 ), la heren­
cia (véase V 1 7 y ss .) y la compatibilidad entre el lenguaje especí fico
que apar ece en los textos y la percepción o la cognición en gen eral
(véase V 2 0 ) . De igual manera que los significados de las expresiones
o el contenido de los conceptos son fenómenos bastante inaprehensi·­
bles si se analizan aisladamente, cuando han de procesarse dentro del
mundo textual requieren un cierto nivel de estabilidad y de delimita­ CAPÍTULO VI
ción, por lo que este problema puramente teórico se ha de resolver en
la práctica de u na manera razonablemente aceptable. Todo ello se ha INTENCIONALIDAD Y ACEPTABILIDAD
intentado ejemplificar con la construcción de un modelo de mundo
textual que i ncluía los factores más relevantes que ha de tener en
cuenta el analista (véase V. 2 3 -40; para una ampliación de esta pro­ l . Las normas de textualidad más obvias son la cohesión, que se
puesta, véase IX. 3 1 y ss.). manifiesta en la superficie textual, y la coherencia, que subyace e n los
4 2 . El estudio de la coherencia siguiendo estas líneas no prome­ mundos textuales. La cohesión y la coherencia indican de qué mane­
te, por supuesto, ser simple. Ahora bien, se ha intentado abandonar el ra se i ntegran y adquieren sentido los elementos que componen un
callejón sin salida que afectaba tradicionalmente a las cuestiones con­ texto. No obstante, n i la cohesión ni la coherencia s o n normas que sir­
cernientes al significado y al sentido. Parece razonable suponer que la van para trazar una l ínea fronteriza rotunda que separe, en las situa­
insistencia dogmática en puntos de vista extremos, típicos de tantas ciones reales de comunicación, lo que es un texto de lo que no lo es.
discusiones entre filósofos y psicólogos en el pasado, debería ceder Los hablantes pueden usar, y de hecho usan, textos que, por motivos
paso a un trabajo de modelización flexible, realista, de las heterogé­ diversos, no parecen estar demasiado cohesionados o ser plenamente
neas, pero a la vez sistemáticas, estrategias que los hablantes aplican coherentes. Para ofrecer un tratamiento adecuado de este asunto, en
realmente cuando utilizan los textos en su vida cotidiana. este manual se incluyen, entre las normas de textualidad, las actitudes
de los usuarios de los textos. En este sentido, puede afirmarse que
para que una determinada organización de elementos lingüísticos
constituya un texto, ésta ha de ser el resultado de una elección inten­
cionada por parte del productor textual y que, para que esa m isma or­
ganización pueda utilizarse en la i nteracción comunicativa, ésta ha de
ser aceptada por el receptor textual. 1 S iempre que se respete la natu­
raleza característica de la comunicación, tanto las actitudes de. i n ten­
cionalidad de los productores textuales, como las de aceptabilidad de
los receptores, admi ten un cierto grado de tolerancia con respecto al
deterioro que pueda s ufrir un texto en cuanto a su nivel de cohesión
y de coherencia (véase I. l 3 y ss.) . En este sentido, las acciones de pro­
ducción y de recepción de textos han de entenderse no únicamente
como procesos lingüísticos, sino también como una forma de activi­
dad discursiva relevante con respecto al cumplimiento de u n plan o
a la consecución de una meta determinada prevista intencionadamen-
! . Como resulta lógico, estas normas se aplican de una manera distinta en los textos que produ­
cen o reciben los ordenadores. En este caso, las actitudes se originan, como es lógico, en los progra­
madores humanos y no en las máquinas: la intención y la aceptación se han de entender como activi­
dades que están simulándose artificialmente.
1 70 r:--;TRODCCCió:--; .-\ LA u:--; G ciST I C.-\ l �TEl'C!Oi\ALIDAD Y ACEPTABILI DAD 171

te por el productor y que necesita la aceptación, o un cierto nivel de 3 . U n tipo de argumentación similar al anterior puede aplicarse
complicidad al menos, por parte del receptor (véase VI. l l ) . tam bién a los problemas que afectan a la coherencia. Los productores
2. En I. l 3 s e introdujo l a noción d e INTENCIONALIDAD, e n l a que se textuales pueden llegar a parecer confusos e inconsecuentes si la si­
incluía todo lo relacionado con las intenciones de los productores tex­ tuaci ón comunicativa es desorientadora y así lo propicia (Hardy, 1 97 7 :
tuales . En el sentido más inmediato del término, el productor I NTENTA 3 0):
que la organización de los elementos lingüísticos sometidos al pro ce­
[89] -Bien, señor -dijo el guardia-, usted es el hombre que esta-
so de producción dé como resultado un texto cohesionado y cohe­
mos buscando, aunque usted no sea en realidad el hombre que es­
rente. Ahora bien, existen ciertas situaciones que impiden que la in­ temos buscando. Porque el hombre que estamos buscando no es el
tención de producir un texto cohesionado y coherente pueda llevarse hombre que necesitamos para realizar este trabajo, señor. No sé si
a cabo completamente, ya sea porque el productor textual se vea li­ me explico.
mitado expresivamente a causa de una escasa disponibilidad de re­
cursos cognitivos para el procesamiento de la información, ya sea p or­ Esta serie de afirmaciones, en apariencia ilógicas y contradictorias,
que se encuentre sometido a ciertas presiones por falta de tiempo. Por adquieren un sentido pleno en el contexto de un caso policial en el que
ejemplo, en muchas ocasiones, la cohesión está ausente en la conver­ un doble ha de suplantar la identidad de otra persona. En otras oca­
sación espontánea (este hecho está documentado en Coulthard, 1 977: siones, el productor textual puede, de manera deliberada, atentar con­
53, 1 08 y 8 8-89): tra la coherencia de lo que está enunciando para conseguir un efecto
especial determi nado. Cuando Sherlok Holmes simula estar delirante­
[85] Pero eso fue ... entonces, te fuiste al bar de Alfredo.
mente enfermo, su plan para engañar a Watson exige parecer incohe­
[86] ¿Tú crees que ... de qué te ríes? rente (Conan Doyle, 1 967: 444 ) :
[87] Te voy a contar una cosa que ... eh . . . mi hermana me contó una his­
toria sensacional anoche. [90] -¿Por qué el lecho del océano no es una masa sólida de ostras,
[88] Cuando yo digo que quiero ser algo, no sólo estov diciendo que quie­ siendo como son estas criaturas tan prolíficas? ¡Ah, soy un vaga­
ro ser eso, yo sólo . . . yo . . . yo . . . yo sólo . . . la única cosa que le digo a bundo !
la gente para que me entienda es que yo quiero ser artista.
Por supuesto, para llevar a buen puerto sus intenciones, Holmes es
Este tipo de estructuras superficiales carentes de consistencia muy cuidadoso en ocultar su plan a largo plazo, exhibiendo ante un
(cuyo uso recibió el nombre de «anacoluto» en la retórica clásica) ha­ sorprendido Watson el tema pintoresco de las ostras y de su crisis de
cen evidente la influencia que, en el proceso de comprensión, tienen identidad. Por desgracia, este tipo de intencionalidad -conseguir me­
determinados factores situacionales similares a los que se sugieren a tas mediante la simulación- no se suele tener demasiado en cuenta
continuación. En [85], el hablante modifica la planificación de su en las discusiones filosóficas sobre el tema.
enunciado al intentar reconstruir un acontecimiento todavía confuso. 4. La compleja relación de interdependencia que se establece en­
En [86], el hablante abandona el enunciado en curso nada más co­ tre la cohesión, la coherencia y la intencionalidad, puede conducir a
menzar a emitirlo y reacciona ante la impaciencia del otro partici­ situaciones comunicativas complicadas. Por ejemplo, p uede suceder
pante. En [87], el hablante i ntenta al principio contar directamente que cuando el productor textual quiera engañar al receptor, acabe trai­
una historia, pero entonces decide sobre la marcha que el relato de­ cionándose a s í m ismo i ncurriendo en i ncoherencias (Twain, 1 92 2 :
bería introducirse como si de un acontecimiento reciente y sensacio­ 242 y ss. ) :
nal se tratase. En [88], el productor del texto aparentemente no se de­
cide a expresar sus verdaderos deseos de buenas a primeras, y, como [91] -Entonces pasaron esos dos tipos junto a m í llevando algo de-
no encuentra las palabras adecuadas, su intervención contiene varios bajo del brazo, y creo que lo habían robado. Uno estaba fumando y
falsos principios. Parece ser que las discontinuidades y los cambios de el otro pidió fuego; casi se pararon justamente delante de m í y los
dirección se toleran normalmente en la i ntervención de un hablante puros iluminaron sus caras, y vi que el grandullón era el español sor­
domudo, por sus patillas largas y el parche en el ojo, y el otro era
siempre que éstos no entorpezcan la i nteracción y cuando se aclare
como un demonio enmohecido y harapiento.
con rapidez la causa que los provocaron.
1 72 I"iTRODCCCIÓN A LA LINGCÍSTICA I"iTENCIOI'\ALIDAD Y ACEPTABILIDAD 1 73

_(·Y pudiste ver los harapos con sólo la luz de los puros? bi én que forman parte de textos más amplios cuya coherencia está
Esto hizo vacilar a Huck u n momento. Luego d !JO: " f·uera de toda duda. No obstante, en ambos fragmentos aparecen ejem­
-Bueno, no estoy seguro . . . pero creo que fue así. plos del tipo de acciones regulativas que se ponen en marcha habi­
-Entonces se marcharon y tú . . .
-Los seguí; sL . eso hice . .Quería Yer l o que s e traían entre ma--
tualmente cuando se deteriora la coherencia textual, entendida como
una continuidad de sentido (véase IIL14). En el capítulo IX se descri­
nos, porque�caminaban muy recelosos. Les seguí los pasos hasta la
casa de la viuda, me agazapé en la oscuridad y oí que el harapiento
ben algunos modos de RECONDUCIR LAS SITUACIONES comunicativas ejer­
intervenía en favor de la viuda y que el español j uraba que le iba a ciendo intencionadamente el control sobre los textos que se producen
cortar la cara con una navaja, tal y como les conté a usted y a sus en las mismas (véase IX. l 5 y ss.). Desde la perspectiva amplia de la IN­
dos . . . TERTEXTUALIDAD que se desarrolla en el capí tulo IX, se considera que la
-¡ ¿ Cómo?! ¿ El sordomudo dijo todas esas cosas? cohesión y la coherencia de un determinado fragmento textual aisla­
¡ Huck había cometido otro terTible error! do puede depender de la cohesión y de la coherencia que posea otro
fragmento que aparezca en el mismo discurso al que pertenecen am­
Hay otro tipo de situaciones en las que se ha intentado que el .tex­ bos. De ahí que casos como [9 1 ] y [92] puedan resolverse eventual­
to sea coherente, pero el receptor no ha aceptado esa coherencia a mente en el marco del discurso global en el que se localizan estos frag­
causa de que no comparten el mismo conocimiento acerca de la si­ mentos.
tuación en la que están interactuando. En el fragmento siguiente de 6. En un amplio sentido de la palabra, la intencionalidad se re­
una novela de Mark Twain, en el que un jugador está hablando con un fiere a todas las modalidades en las que los productores textuales uti­
sacerdote ( 1 9 1 3 : 45 y ss .), se puede encontrar una ilustración quizás lizan los textos para conseguir que se cumplan sus intenciones. Sobre
algo exagerada de esta cuest ión: el tema de la intencionalidad existe un conjunto importante de inves­
tigaciones que se han llevado a cabo en diversas disciplinas como, por
[92] -¿Eres el duque que predica el evangelio aquí al lado? ejemplo, la sociología (véase Heider, 1 958), la psicología (véase
-Soy eL, perdóneme, creo que no le he entendido. Schmidt, 1 976 y Schlesinger; 1 977), la filosofía (véase Austin, 1 962, y
-¿N'a eres el jefe de los trabajos de redención?
Searle, 1 969) y la inteligencia artificial (véase Bruce, 1 975, 1 977,
-Soy el pastor que tiene a su cargo el rebaño que se recoge en
Schank y Abelson, 1 977, Cohen, 1 978, McCalla, 1 978, y Allen, 1 979) .
el redil de al lado.
-¿Lo qué?
Bien es verdad que la función que se le otorga a los textos difiere en
-El supervisor espiritual de l a pequeña congregación cuyo san- cada una de estas disciplinas, tan distintas en sus planteamientos. Los
tuario acoge el recinto adyacente. sociólogos han explorado el uso de los textos en los «sistemas de in­
Scotty se rascó la cabeza, reflexionó u n instante, y dijo: tercambio de habla» en los que los participantes interactúan e inter­
-¡Puta madre! Calculo que no voy a perder esta partida. Apues­ cambian turnos de palabra (Sack, Schegloff y Jefferson, 1 974). Los
te y cárguele el muerto a otro. psicólogos han puesto el énfasis en la intención del productor textual
--¡ ¿ Cómo?! Le pido perdón, pero ¿qué es lo que ha entendido de «de guiar la mente del oyente>> (Jórg y Hormann, 1 978, y Hormann,
todo lo que le he dicho? 1976) . Por su parte, desde la filosofía se ha argumentado que un pro­
ductor textual que « quiera decir algo» mediante un texto « utiliza in­
En circunstancias normales, todos los textos que se producen in­ tencionadamente la enunciación» de ese texto «para producir algún
tentan ser coherentes por sí mismos. No obstante, el producto discur­ efecto en la audiencia mediante el reconocimiento de esa intención"
sivo resultan te no siempre es comunicativo y, como consecuencia de (Grice, 1 97 1 : 58). Los investigadores en inteligencia artificial se han
ello, los receptores son incapaces de establecer, en algunas ocasiones, interesado en los planes y en las metas que habitualmente se marcan
la coherencia de los textos que producen sus interlocutores. Así, por los hablantes con el objeto de «analizar de una manera más compe­
ejemplo, en [92] los interlocutores no se entienden entre s í porque el tente las intenciones de los comunicadores que se ocultan tras el sig­
jugador u tiliza expresiones de la jerga de los tahúres, mientras que nificado de las palabras que u tilizan en la interacción" (Schank y Abel­
el sacerdote emplea términos religiosos. son, 1 977: 1 29).
5 . B ien es cierto que los fragmentos discursivos [9 1 ] y [92] de 7 . La l ingüística ha sido influida de una manera muy profunda
Twain presentan interacciones inhabituales y ha de recordarse taro- por el enfoque filosófico, centrado en la cuestión de cómo se relacio-
1 74 1:\T RODCCClÓ:\ A LA Ll:\GCÍST IC\ 1:\TE:\ClOXALIDAD Y ACEPTABI LIDAD 175
nan realmente las intenciones de los hablantes con la forma y el sen­ la acción es suficientemente transpar ente porque la e11unciaciórz es e n
tido de los enunciados. Sea de ( 1 969: 43 y ss.) propuso que se corri­ si m is1 � w la acción. L� s verbos que se utilizan para enunciar ese tipo
giese el enfoque de la intencionalidad y del significado propuesto po
G rice,2 ya que, a su entender, ignora la influencia significativa que tie­r de acc 1 0 �es se d� nomman REALIZATIVOS, y su uso es muy habi tual en
. _
el ! engua ¡e Jund i co y parlamentario, como muestran los ejemplos si­
nen sobre la comunicación las convenciones y los efectos que pretende
gmen tes:
conseguir el hablante . Searle construyó su propia explicación alt erna­
tiva basándose en el trabajo de Austin ( 1 962) y desarrollando la no­ [ 95] Por la presente, aplazo la sesión
ción de «acto de habla>> , entendida como la acción que se realiza in­ [96] Os declaro marido v mujer
tencionada o convencionalmente por el simple hecho de enunciar un
texto. Searle distinguió entre: a) actos locutivos o la simple enuncia­ Sin emba rg� , la c omunicación cotidiana es bastante más variada y,
. . .
ción de palabras u oraciones con contenido y referencia, b) actos ilo­ ?e ma �era s¡gmf: catlva, menos transparente. Existen muchos tipos de
cutivos o las actividades convencionales que se realizan en el discur­ mtenc 1 0nes que pmás se hacen explícitas. La gente nunca dice cosas
so, por ejemplo, promete1� amenaza1� etc., y e) actos perlocutivos o la del tipo:
consecución de determinados efectos sobre los receptores textuales,
por ejemplo, convencer o asustar (Searle, 1 969: 23 y ss.). La primera [97] Por la presente intento que obedezcas lo que te mando
tarea que acometió Searle fue la de establecer las convenciones que [98] Por la presente i ntento convencerte de que adoptes el punto de vis­
subyacen en los actos ilocutivos . Así, por ejemplo, prometer supone ta que más me conviene
que el productor textual se compromete a realizar una acción en el fu­
turo que el receptor considera positiva para sí mismo (en caso con­ aunqu e, en realid ad, éstas son alguna s de las intenc iones más
usuale s
trario sería «amenazan>) y que no sucedería de manera natural en el que motiv an a los interlo cutore s a embar carse en la intera cción
dis­
transcurso normal de los acontecimientos (Searle, 1 969: 57 y ss.) . cursiva. La teoría de los actos de habla es, por lo tanto, insu f
iciente ­
8 . Aunque l a teoría d e los actos d e habla h a realizado una con­ mente explic ativa y, ademá s, yerra en la apreci ación de cómo
intera c­
tribución impresionante al estudio de la PRAGMÁTICA, en el sentido túan las conve ncione s comu nicativas con los contex tos situac
ionale s
apuntado en III . l , sin embargo el tipo de explicación que propone pre­ más habitu ales (véase Cohen , 1 97 8 : 26).
senta, desde el punto de vista de la lingüística del texto, ciertas limi­ 9. Sobr� el proble ma de la intenc ionali dad, Paul
Grice ( 1 975,
taciones intrínsecas. Existe una diferencia enorme entre acciones re­ 1978) 3 aporto el enfoque más ampli o de los que se había n presen
tado
lativamente bien definidas como las de «prometen> o «amenazan> y ac­ hasta es � mome nto. Gr� ce propu so la existe ncia de un princi
_ pio de
ciones extremadamente confusas como las de «afirmar, , « describir» o cooperac 1 0n que se mamfiesta en una serie de <<máxi mas, que
los pro­
«preguntar, ; aunque todas ellas se clasifiquen de manera conjunta e duc to res textua les supue stame nte siguen en la conversació n.
_ . Estas
indiscriminada dentro del grupo de los denominados <<actos ilocuti­ <<maxtm as, han de entenderse como estrate gias y precep tos,
y no
vos , (Searle, 1 969: 2 3 ) . Tampoco hay una manera obvia de esclarecer como <<regla s, en el sentid o previs to por Searle . A contin uación
se
qué condiciones y qué intenciones han de cumplirse para que pueda analiz an las máxim as gricea nas tal como fueron formu ladas
por Gri­
realizarse una <<descripción,, sobre todo si esta situación se compara ce ( 1 975 y ss. ) .
con los criterios, definidos de una manera tan concreta, que ha de 9. 1 . Grice formu ló e l princi pio d e coope ración d
. e la maner a si­
cumplir, por ejemplo, la acción de <<prometer, . Si alguien dice: gment e: <<haga que su contri bución a la conve rsació n sea en cada mo­
�ento, la � ás . aprop iada para cump lir con el propó sito del interc am­
[93] Yo prometo bio comu mcattv o en el que usted está implic ado, . Parece bastan te evi­
[94] Yo pido perdón dente que en las situac iones comu nicativ as en las que se necesi
. te un
consejo o ayuda se requiere que los interlo cutore s coope ren. No obs­
tante, no result a excesi vamen te comp licado encon trar contra
2 . Los trabajos de Grice fueron escritos, en realidad, en fechas significati\'amente m:ís tempranas ejemp los
que las que se citan en las referencias bibliográficas Así, por ejemplo, Grice ( 1 97 1 )
ya circulaba en
1 957,y Grice (1975) ya fue presentado en una conferencia en 1 967,aunque, de acuerdo a Grice mis­ 3. Véase la nota 2 de es � e capítulo . En lo que sigue
a continua ción, se incorporan algunos co-
mo (en comunicación personal a Robert de Beaugmnde), ese trabajo fue escrito \'a!Íos años antes de _. s he?hos por el propio Gnce a Robert
mentano
esa fecha .. de Beaugrande durante el coloquio celebrado en junio
de 1 979 en B1elefeld
1 76 INTRODl'CCIÓN A LA LINGÜÍSTICA !NTENCIONALIDAD Y ACEPTABILIDAD 177

de estos planteamientos. El diálogo siguiente muestra una violació n de Las interacciones discursivas de este tipo reflejan magníficamente
ese principio cooperativo (Carro!!, 1 960: 80 y ss.): ¡0 que sucede cuando uno de los p articipantes está perturbado men­
ralm ente, pero también cómo se viola la máxima de cantidad.
[99] -¿Cómo entraré? -repi tió Alicia en voz alta. 9.3. La máxima de CALIDAD tiene que ver con la sinceridad: <<IlO
-Yo estaré sentado aquí -subravó el lacayo- hasta mañan a o diga aquello que cr ea que es falso, ni aquello de lo que carezca de
quizás hasta pasado mañana. pruebas>> . Esta máxima se aplica de un modo mucho más extremada­
-¿Cómo entraré? -volvió a preguntar Alicia, ahora en un tono mente riguroso en los textos científicos (véase IX. l O) que en la con­
más contundente.
versación cotidiana, aunque en ésta sea lo normal entender que decir
-¿Tienes que entrar sea como sea? -repuso el lacayo-. Eso es
lo primero que deberías de preguntarte, ¿no'?n [ . . . ] Estaré sentado la verdad es casi una obligación social. El incumplimiento de la má­
aquí, durante días y días. xima de sinceridad puede estar motivado por la intención de, por
-Pero ¿y yo? -i nsistió Alicia-, ¿qué voy a hacer? ejemplo, ocultar algo que se ha hecho mal, como sucede en la situa­
-Todo lo que se te antoje -contestó el lacayo, y se puso a sil- ción siguiente (extraída de Tom Sawyer; Twain, 1 92 2 : 2 ) :
bar
[101] -¿ Qué hacías ahí dentro ?
En este fragmento, la actitud anticooperativa de rechazo del laca­ -Nada.
yo a aceptar el plan de <<entran> bloquea la posibilidad de que Alicia -¡ Cómo que nada! Mira tus manos. ¡Y mira tus morros ! ¿Qué
lleve a cabo sus intenciones. es esa porquería?
-No lo sé, tía.
9.2. La máxima de CANTIDAD se formula como «haga que su con­
-¿Ah, no? Yo sí sé lo que es. Es mermelada, eso es lo que es.
tribución a la conversación sea, teniendo en cuenta los objetivos del Te he dicho cuarenta veces que si no dejabas en paz esa mermela­
intercambio, tan informativa como sea necesario (pero no más infor­ da, te zunaría. Tráeme la vara inmediatamente.
mativa de lo requerido) >> . Es de suponer que ser « informativo >> i nclu­
ye transmitir a un interlocutor información novedosa o impredecible 9.4. Grice formuló la máxima de RELACióN de una manera espe­
cuando sea oportuno hacerlo. Sin embargo, ello no siempre sucede cialmente escueta: «sea relevante>> . La relevancia tiene que ver; por lo
así. Por ejemplo, en el fragmento extraído de un guión que aparece se­ menos, con dos aspectos: a) qué tipo de conocimiento guarda relación
guidamente (Shaffer; 1 976: 2 1 y ss.), Alan rechaza ser informativo, pri­ con un tema determinado y b) qué clase de conocimiento será útil
mero refugiándose en el silencio y después cantando un anuncio tele­ para alcanzar cierto objetivo. En las últimas i ntervenciones del diálo­
visivo a Dysart, un psiquiatra: go [99] entre Alicia y el lacayo se violan ambos aspectos. En el frag­
mento conversacional [90] entre Holmes y Watson, si bien la referen­
[ 1 00] DYSART: Bien, ¿has tenido un buen viaje? Espero que al menos te cia a las 'ostras' es irrelevan te con respecto al tema en el que está
hayan dado el desayuno en el tren. Aunque no hay comparación po­
interesado Watson, sin embargo es altamente relevante para la conse­
sible entre la comida que s irven en los ferrocarriles británicos y la
de aquí . cución de la meta de Holmes ( fingir que está delirando). Todavía pue­
(Alan lo mira fijamente.) de aducirse un caso más de irrelevancia intencionada con el objetivo
DYSART: ¿No quieres sentarte'? de desviar el discurso hacia una dirección imprevista, como sucede en
(Silencio. Alan no quiere sentarse. Dysart consulta su archivo.) este i ntercambio o ído por casualidad en el campus de la Universidad
DYSART: ¿Tu nombre completo es AJan Strang? de Florida:
(Silencio.)
DYSART: Naciste en el año sesenta y uno, ¿es correcto? ¿En el se­ [ 1 02] ¡ Es terrible encontrarse con God
EVANGELISTA HACIENDO APOSTOLADO:
senta y uno? .. ¿Y bien? t he King [Dios, el Rey] !
ALAN: Es el cola-cao desayuno y merienda ideal. Lo toma el futbo­ EsTUDIANTE: ¿ Como cuando Godzilla se encuentra a King Kong?
lista para meter goles, también lo toman los buenos nadadores. Sí
lo toma el ciclista, se hace el amo de la pista y si lo toma el bo­ En esta interacción curiosa, el estudiante establece una asociación
xeador, pom pom, golpea que es un primor.
inusitada entre expresiones lingüísticas superficiales (God y Godzilla;
Ki11g y King Kong) que, en realidad, no guardan relación alguna entre
1 78 1 :\TRO D l C C IÓ\: A LA Llt\GL' ÍST IC\ 1 \: T E\:CIO\:ALIDAD Y ACEPTABILIDAD 179

sí (a excepción de la fonética). De esa manera, el estudiante asocia las aparecer un obstáculo potencial para l a comunicación, n o ya e n el
palabras del predicador con una película japonesa de monstruos de se ­ proceso mismo de selección de los elementos lingüísticos que se vayan
rie B de los años sesenta, � n la q� e el mí�ico gorila gigante King Ko ng a emplear, sino en la fase de proyección del contenido seleccionado y
se enfl enta con una especre de dmosauno enorme llamado Godzi lla .-+ organizado sobre la expresión superficial (véase III.23) . Ya se demos­
Quizás el estudiante considerase la observación del evangelista, pro fe.­ tró en [92] que la intención de transmitir conocimiento y de alcanzar
ricla a voz en grito en medio de un parque y dirigida a nadie en par­ una meta podía frustrarse debido a que ambos participantes utili­
tiCLdar; como una violación de la máxima de I elevancia en sí mis ma zab an expresiones oscuras desde el punto de vista de su interlocutOJ
e inten tase, pese a todo, hacerla coherente, interpretándo la a partir el� respectivo . No obstante, también es cierto que un productor textual
su conocimiento personal del mundo; aunque lo más probable es que podría tener algún motivo justificado para ser oscuro, por ejemplo in­
el estudiante sólo estuviese bromeando: incluso en ese caso, su bro ma tent ar parecer erudito. Una muestra de ello la o frece el maestro de es­
estaría basada en una burla de la máxima de relevancia. Lo cierto es cuela Holofernes cuando imita el estilo de habla de otra persona (El
que, habi tualmente, los participantes en la situación discursiva suelen amor es una pérdida de tiempo, \1. 1 7 y ss.):
esforzarse en ser relevantes, por ejemplo, como una manera de neu ­
tralizar los posibles malentendid os o de minimizar las indetermi na­ [ 1 04] Retomó el hilo de su refinada verbosidad en la expresión de sus ar­
ciones en lo que se dice. Acerca de esta cuestión, Tom lVlagner (en co­ gumentos y dijo: «Abomino de semejantes fantasmagorías fanáticas
municación personal a Wolfgang Dressler) aportó un fragmento de y detesto a todos esos compañeros insociables y un punto fanta­
una carta recibida por los inspectores de un hospital público de Pitts­ siosos; son como dolores de ortografía.»
burgh:
Otra motivación para expresarse de manera oscura sería las venta­
[ 1 03] No hay manera de que cobre mi pensión por invalidez. Tengo seis jas que la oscuridad reporta a quien posee poder de algún tipo. La pro­
hijos. ¿ Puede decirme por qué? verbial oscuridad de expresión en las leyes fiscales es una fuente de in­
gresos excepcional para los gobiernos (Neue Westfiilisclze Zeitung, 8 de
Lógicamente , el productor del texto no pide una explicación de por mayo de 1 979):
qué tiene tantos hij os, puesto que esa cuestión no es relevante para
realizar un trámite ante la inspección de salud pública (aunque sí es [ 1 05] De acuerdo con Hubert Mockershoff, presidente del Consejo Fede­
máximamen te relevante para un aspirante a pensionista) . ral de Hacienda, las apmximadamente 90 leyes y 1 00 regulaciones
9.5. La máxima griceana de MANERA se refiere a los modos en que de impuestos son, en ocasiones, tan complicadas e i ncomprensibles
los textos pueden organizarse (internamen te) y comunicarse (externa­ que los ciudadanos que las pagan no pueden saber realmente en
mente) . Grice (en comunicaci ón personal a Robert de Beaugrande) re­ qué consisten.
planteó la máxima originaria ( « Sea claro ») de la forma siguiente: «Ac­
9.7. La tercera parte de la máxima de manera recomienda que se
túe de manera que las intenciones que usted tiene acerca de lo que va
a decir estén expresadas con claridad». Esta reorientació n es cohe­ «evite la ambigüedad» . Aunque existen muchas expresiones en las len­
rente con el enfoque que tenía Grice sobre el significado intencionad o guas naturales que tienen sentidos diferentes según en qué contextos
(citado en VL6), al cual se le añade ahora una condición de claridad se empleen, la ambigüedad sólo se activa cuando el receptor no logra
(véase II.6). Las mismas objeciones que se hicieron a esa teoría pue­ decidir cuál es el sentido que intentaba comunicar realmente su in­
den aplicarse de nuevo a esta máxima, es decir; que las intenciones in­ terlocutor (V. l ) . Si el productor textual pretende de manera intencio­
dividuales no pueden invalidar completam ente la convención social, si nada que su expresión tenga, de hecho, múltiples sentidos, entonces
bien es cierto que l a convención es un parapeto muy adecuado para puede hablarse de «polivalencia» (V. 1 ). Mientras que el procesamien­
disimular las intencione s (véanse los ejemplos [90], [9 1 ], [97], [98], to de la polivalencia es indudablemente muy costoso, la ambigüedad
[ 1 0 1 ], [ 1 09] y [ 1 3 9]). le añade la penalización adicional de que el receptor puede estar em­
9.6. La máxima de manera incluye otra precisión: «evite ser os­ pleando un esfuerzo significativo de procesamiento en una interpreta­
curo en su modo de expresarse ». Desde este punto de vista, podría ción equivocada, que no coincida con la intención del productor, y
que, además, no sinra en absoluto para nada. Por consiguiente, los i n­
4. «!Ung Kong contra Godzilla» (! 963) terlocutores suelen apresurarse para eliminar la ambigüedad median-
r:-;TRODUCCIÓ� A LA LINGUÍSTICA I['.; TE"C IONALIDAD Y ACEPTABI LIDAD 181
1 80

te acciones regulativas, habitualmente parafraseando el contenido sos­ [ l OSa] El cohete despegó más y más rápido y luego fue ascendiendo cada
pechoso en otro formato que no plantee problemas de interpretación. vez más lentamente
En el intercambio siguiente entre un empleado de ferrocarriles y un
usuario (Allen, 1 979: 3 ) resulta muy significativo que el cuarenta por ciento de los lectores re­
memoraron el fragmento en el orden lógico de la secuencia temporal
[ 1 06] USUARIO: ¿Cuándo pasa el tren de Wi ndsor? estandarizada siguiente:
EMPLEADO: ¿El que va a Windsor?
USUARIO: SL [ 1 OSb] El cohete despegó lentamente y luego fue ascendiendo cada vez
EMPLEADO: A las 1 S' 1 S más y más rápido.

la pregunta inicial del usuario es incuestionablemente ambigua, ya El favorecimiento de las estrategias de ordenación estandarizada
que en esa si tuación no se sabe a ciencia cierta si tiene la intención de del discurso refleja sin duda el hecho de que los lectores procesan y
averiguar si el tren <<Va a» o <<Viene de>> Windsor. El empleado opta por almacenan con una facilidad mayor un formato conceptual lógico: l a
reformular la parte problemática de la pregunta en un formato de­ mente ha d e realizar un esfuerzo muy superior cuando busca un modo
sambiguado. En circunstancias normales, los i n terlocutores están lo de organización discursiva no convencional.
suficientemente motivados como para intentar suprimir los elementos 9. 1 0. Lo que le interesaba especialmente a Grice con respecto a
ambiguos de la manera más eficaz de la que sean capaces. La persis­ sus máximas es que proporcionaban la base para construir un enfo­
tencia de la ambigüedad puede desanimar a quienes participan en la que de la IMPLICATURA CONVERSACIONAL, es decir, del conocimiento
interacción comunicativa. transmitido cuando los i nterlocutores « implican, sugieren, quieren
9.8. La cuarta parte de la máxima de manera recomienda que el decir; etc.>> algo distinto de lo que literalmente <<dicen>> ( Grice, 1 97 5 :
productor textual <<sea breve>> . La submáxima de brevedad se refiere a 43). Si los interlocutores cumplen e l principio d e cooperación y res­
la cantidad de elementos que se empleen en decir algo (Grice, en co­ petan las máximas de cantidad, calidad, relación y manera, resulta
municación personal a Robert de Beaugrande) . En el fragmento dis­ sencillo determinar qué es lo que intentan transmitir mediante sus
cursivo del alguacil Dogberry recogido en IV. l 9 se m uestra la violación contribuciones a la conversación. Ahora bien, cuando los i nterlocuto­
de la máxima de brevedad: se repite varias veces que los prisioneros res <<Violan modestamente (sin ostentación) >> o <<burlan descarada­
han 'cometido perjurio'. No es sorprendente que la comunicación se mente>> una máxima, o s implemente la « ignoran>> , surgen las implica­
quebrante a causa de esta violación (Mucho ruido y pocas n ueces, turas conversacionales propiamente dichas ( Grice, 1 97 5 : 49). Por esa
V. 2 34) : razón, en el ejemplo [99] las contribuciones no cooperativas del laca­
[ 1 07] PEDRO: Este sabio alguacil es demasiado artificioso como para que
yo llevan a Alicia a concluir que es <<perfectamente idiota>> (Carroll,
yo pueda entenderlo. 1 960: 8 2 ) . En el ejemplo [ l OO], Alan transmite la implica tura de que
no tiene intención de dar ningún detalle de sí m ismo, ni s iquiera el
Después de todo, el alguacil Dogberry estaba intentando ser comu­ más trivial. En el ejemplo [ 1 O 1 ] , los enunciados de Tom implican que
nicativo, aunque su incontenido deseo de imitar el lenguaje legal trai­ ha estado efectivamente haciendo algo prohibido. En el ejemplo [ 1 02 ] ,
cione continuamente esa sana i ntención (véase IV. l 9) . l a expresión del estudiante parece sugerir que e l predicador se está
9 . 9 . La última parte de la máxima d e manera sugiere que el pro­ ocupando de ideas tan tontas e i nsustanciales como esas películas
ductor textual <<sea ordenado>>, es decir, que <<presente sus expresiones sensacionalistas de monstruos. En opinión de Grice ( 1 97 5 : 5 1 y ss. ) ,
en el orden adecuado>> (Grice, en comunicación personal a Robert de l a conclusión está clara: antes d e abandonar la suposición d e que el
Beaugrande) . Un ejemplo obvio de cumplimiento de este requisito lo discurso de nuestro i nterlocutor intenta ser coherente, informativo,
ofrecen las ESTRATEGIAS DE ORDENACIÓN ESTANDARIZADA del discurso que relevante y cooperativo, cualquier participante en una conversación
incluye acontecimien tos y situaciones, es decir, la expresión lingüísti­ preferirá sin duda, en circunstancias normales, i nferir contenidos no
ca que reproduce icónicamente la secuencia temporal en la que las co­ expresados l iteralmente que salvaguarden, a pesar de las apariencias
sas suceden (véase VII . 1 8 . 2 ) . En un experimento en el que se expuso en contra, la vigencia del principio de cooperación y de las máximas
a un grupo de sujetos a la lectura del fragmento siguiente: conversacionales.
1 82 rc-;TRODCCClOc-; .-'\ L.-'\ LI\:GUÍSTICA Jc-;T Ec-;C l00:ALIDAD Y AC EPTABILID.-'\0 183
1 0 . Indudablemen te, las máximas de Grice poseen un rango ex­ ADEC UACióN (que sitúa las acciones e n una secuencia planificada)
plicativo superior al de las tipologías de los «actos de habla» cons­ (véa se IIL 20 y VI.2 0) .
truidas por Austin y Seade. En el seguimiento de las máximas, los 1 2. En la agotada tradición del conductismo (véase, por ejemplo,
productores textuales no se están comprometiendo personalmente a Watson, 1 930), ;e consideraba que el organismo humano era una es­
realizar determinadas acciones especiales bajo ciertas condiciones es­ pecie de mecanismo que continuamente «respondía>> a los «estímulos >>
tablecida s de maneJa convencionaL Por el con trario, simplemente de su entorno. Las teorías conductistas del lenguaje (Skinner, 1 957) y
intentan comunicarse con sus interlocutores evitando esfuerzos y del signi ficado (Quine, 1 960) se construyeron sobre ese prejuicio. Una
malentendidos innecesarios. La aplicación de las máximas sería un de las muchas capacidades humanas no sólo ignoradas, sino también
caso de PROCEDIMIENTO DE ADECUACióN: los materiales discursivos habi­ abo lidas por el enfoque conductista, fue la PLANIFICACióN, es decir, la
tuales se procesan de acuerdo a procedimien tos convencionales (véa­ habilidad para prever estados futuros alternativos al presente y para
se IIL 1 9) . No obstante, como se ha podido comprobar anteriormente, maniobrar de manera adecuada hacia la consecución de la meta de­
las intenciones del productor textual pueden conducirle a violar las seada.s Puesto que los planificadores humanos no son habitualmente
máximas cuando ello le parezca conveniente (un hecho que hace evi­ ni omniscientes ni todopoderosos, resulta lógico que sean sensibles y
dente que el criterio de <<sinceridad» enunciado en la teoría de los ac­ reaccionen ante las sucesivas m utaciones de las condiciones ambien­
tos de habla no proporciona en realidad una explicación satisfactoria tales. Ahora bien, incluso teniendo en cuenta este factor; el planifica­
de las acciones discursivas) . dor humano que reacciona ante un «es tímulo >> externo determinado,
1 1 . Existe una zona todavía inexplorada que s e extiende entre de hecho lo está procesando desde el punto de vis ta de las implica­
las máximas de Grice y los «actos de habla» de Searle. El propio Gri­ ciones que tenga en cuanto a la consecución de sus propios planes .
ce sugirió que los hablantes en ocasiones intentan alcanzar metas no 1 3 . Puede especularse con la idea de que la mente humana está
expresadas expl ícitamente en el discurso mediante el uso de implica­ dotada con lo que podría denominarse UMBRAL DE ACTIVACióN DE PLA­
turas conversacionales, es decir� se p uede decir algo que implique una NES. Este umbral representaría idealmente el grado mínimo de cono­
petición, aunque li teralmente no lo sea. Aun estando de acuerdo con cimiento requerido sobre posibles estados futuros que estimule la
esta idea, la noción de implicatura parece demasiado vaga y, si se exa­ confianza del sujeto de tal manera que ponga en marcha un plan. En
mina en profundidad, presenta el punto débil de que no presta im­ este sentido, cuando un estado futuro deseable se vislumbra tan i n­
portancia alguna a las metas discursivas que motivan los movimien­ cierto como para que su consecución pueda fracasar; se considera que
tos de los participantes en la interacción comunicativa. Sería de de­ el planificador tiene ante sí un PROBLEMA, en el sentido que se da a esta
sear que se explorase la correlación entre las acciones discursivas y noción en III. 1 7 . De ahí que las actividades de planificación puedan
los textos de una manera más directa y operativa. Para cumplir con conceptualizarse como un tipo elaborado de protocolo de resolución
ese objetivo , un punto de partida aconsejable es la definición de AC­ de problemas aplicado a la previsión de la actividad de un planifica­
CióN de Von Wright ( 1 967): una acción es un acto intencionado que dor que quiere alcanzar una meta en una situación inmersa en una
modifica el curso de una situación que, de no haber sido por esa in­ evolución continua. Para formalizar m ínimamente este planteamiento
tervención, habría transcurrido de una manera distinta (véase V.25). puede considerarse que el plan arranca en un ESTADO INICIAL a partir
Una ACCióN DISCURSIVA puede describirse, por lo tanto, como los cam­ del cual se ponen en marcha las decisiones sucesivas. Por supuesto, ha
bios operados sobre la situación comunicativa y sobre el estado (cog­ de asumirse, como un VALOR POR DEFECTO, que el ESTADO META es de­
nitivo, social, emotivo, etc.) de los participantes implicados en el in­ seable desde el p un to de vista del planificador (véase Beaugrande,
tercambio. De entre todos los. cambios que acontecen desde el co­ 1 979a, l 980d).
mienzo hasta la finalización de una interacción discursiva, el foco de 1 4. La cantidad y la intensidad de la actividad planificadora pue­
atención de cada participante se centra instrumentalmente de ma­ de variar de acuerdo con varios factores: a ) la probabilidad o la im­
nera continuada en la modificación del estado (cognitivo, social, probabilidad de alcanzar una meta, b) la presencia o la ausencia de
emotivo, etc.) de su i nterlocutor, con el fin de ejecutar su PLAN enca­
minado a la consecución de una META . Por esa razón, el productor i n­ 5. El trabajo "pivote" de Míller, Galanter y Pribam ( 1 9ó0) inauguró una fase de transición entre
tentará controlar las diferentes alternativas que sufre el estado del la perspectiva conductista del estímulo/respuesta :.· la teoría moderna de los planes. Este modelo i n·
i n terlocutor durante la interacción comunicativa mediante un PLAN DE termedio preveía que eJ organismo inmerso en el entorno <:realizaba pruebas)> hasta que alcanzaba la
meta que se había propuesto
'1
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1 84 1 '-:T RODCCC!Ó'-: A LA Ll!\G L'Í STICA 1:-.iTE:'JCIO:'JALIDAD Y ACEPTABI LIDAD 185

convenciones sociales estables pa1a conseguir una meta, e) la posible 1 6. Puesto que e l discurso puede definirse como una situación o
interferencia de contra-planes (otros agentes cuyas metas entren en una secuencia de acontecimientos en la que varios participantes pre­
con flicto con las del planificador), y d) el nivel de planificación re­ se ntan textos, a modo de acciones discursivas, puede considerarse que
querido, por ejemplo, en la elección en tre la modalidad a corto plazo ]a comunicación mediante discursos es un caso de PLANIFICACIÓN INTE­
o a largo plazo (dependiendo de la cantidad de pasos necesario s que RACTIVA (véase Bruce y Newman, 1 978). Considérese, por ejemplo, un
se hayan de recorrer para llevar a cabo un plan determinado). En la plan que exigiese la inducción de creencias en la mente de los inter­
vida cotidiana de los seres humanos surgen problemas, como por loc utores, de manera que éstos fuesen útiles para la consecución de
ejemplo «tener apeti to», que se intentan resolver mediante planes con­ las metas egoístas del productor textual. Acometer ese plan sería pro­
vencionalizados en los que basta con que el sujeto dé ciertos pasos ya blemático si las creencias que se intentan imbuir fuesen contrarias a
previstos en un PAPEL (entendiendo por « pape],, un marco de acciones las evidencias disponibles en la situación real o si no estuvieran basa­
y de características prototípicas y predecibles) dentro de una situación das de ningún modo en evidencias.
bien estructurada. Schank y Abelson ( 1 977) emplearon la denomina­
ción de GUióN para referirse a este tipo de planes convencionales [ 1 09 ] [ 1 ] -¿Le parecen guapas mis sobrinas? -le susurTó su afec-
(véase V. l 6) . Su conocido «guión del restaurante» prevé la existencia tuosa tía al señor Tupman.
de papeles para el cliente, el camarero, el cocinero y el cajero. Cual­ [2] -Me lo parecer·ían si no estuviera presente su tía -respon-
quier sujeto que tenga dinero puede resolver su problema de apetito dió con celeridad el pickwickiano, con una mirada apasionada.
ejerciendo el papel de cliente en un restaurante. Una vez que ha to­ [3] -Ah, qué malo es usted; ahora en serio, si mis sobrinas tu-
vieran un tipo un poco mejor, ¿ no cree que serían unas chicas
mado esa decisión, no será necesario que desarrolle ningún plan en guapas . . . ? Si no hubiese mucha luz, claro.
especial, m ás allá de adoptar algunas decisiones secundarias, como la [4] -Sí , creo que lo serían -dijo el señor Tupman, con cierto
de elegir un plato de entre varias alternativas posibles (de hecho, cual­ aire de i ndiferencia.
quier tipo de comida satisfaría el plan principal). [5] -Oh, qué pillín; ya sé Jo que iba a decir.
1 5 . Robert Wilensky ( 1 978a y b ) señaló, no obstante, que la ma­ [6] -¿Qué? -preguntó el señor Tupman, que precisamente no
yor parte de las situaciones en las que habitualmente se ve envuelto pensaba decir nada en absoluto.
el ser humano en su vida cotidiana aún no se han descrito de una ma­ [7 ] -Iba a decir usted que Isabel camina un poco encorvada ...
nera aceptable. Wilensky sugirió, además, que los seres humanos uti­ ya sé que iba a decirlo . . . ustedes los hombres son muy obser­
lizan estrategias poderosas y flexibles para descubrir qué planes tie­ vadores. Bueno, es verdad; no se puede negar; y lo cierto es que
nen sus interlocutores, a pesar de las acciones de disimulo que éstos si hay algo que desde luego afee a una chica es que camine en­
corvada. Muchas veces le digo que cuando sea un poco más
lleven a cabo. Aunque la mayor parte de los trabajos de Wilensky, mayor se volverá espantosa. ¡Ah, qué pillo es usted!
Schank y Abelson se ocupan de la recepción y del procesamiento de [8] El señor Tupman no tenía i nconveniente alguno en adquirir
los textos relacionados con las acciones (es decir� de las acciones in­ semejante reputación a un precio tan barato; de modo que puso
mersas en los mundos textuales), no sería muy descabellado conside­ cara de ser un entendido en la materia, y sonrió misteriosa­
rar que este tipo de investigación puede ser m uy relevante también mente.
para el estudio de la intencionalidad en los procesos de producción [9] -¡Qué sonrisa tan sarcás tica! -dijo la solterona, con ad-
textual. De hecho, siempre que el productor textual esté i n tentando miración-. Le aseguro que tengo verdadero miedo de usted.
encaminar la situación hacia una meta, puede considerarse que esa [ l O] -¡Miedo de mí!
ACCIÓN DISCURSIVA, que sirve para modificar una situación determina­ [11] -Usted no puede ocultarme nada; s é muy bien Jo que quie-
da (VI. l l ), no es otra cosa que un plan. Este tipo de actividad podría re decir esa sonrisa.
[ 1 2] -¿Qué? -dijo el señor Tupman, que no tenía ni la más re-
conceptualizarse como DIRIGIR LA SITUACióN comunicativa, mientras mota idea de Jo que pudiera significar su sonrisa.
que la simple reacción ante una si tuación mediante la descripción me­ [ 1 3] -Usted quiere decir -dijo la amable tía, bajando aún más
diatizada subjetivamente de las supuestas evidencias disponibles en la voz si cabe-, usted quiere decir que no cree que sea tan
la realidad podría entenderse como una iniciativa para RECONDUCIR LA malo que Isabel se encorve como que Emily sea tan a trevida.
SITUACióN (véase VIII. l y ss., e n donde se presenta una argumentación ¡ Es cierto que ella es a trevida! No se puede usted imaginar
adicional). cuánto me duele a veces que sea así: le aseguro que, en oca-
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siones, me hace llorar horas seguidas por esa razón ... Mi her­ con eficacia l a evidencia negativa aportada por l a tía. Por l o tanto, l a
mano es ran bueno v ran i nocente que no se da cuenta; si se tía hará efectiva una serie d e acciones encaminadas a reemplazar las
diese cuenta, es tov- segura de que se le partiría el corazón. Me operaciones de control del señor Tupman con versiones medi � tizadas
gustaría poder cre er que se trata sólo de una pose pasajera . . . es­
subjet ivamente conducentes a favorecer el avance de su prop1o plan.
p ero que lo sea. -En ese momento, la afligida tía lanzó un pro­ El primer paso que dará la tía consistirá, simplemente, en re�hazar el
fundo suspiro y sacudió la cabeza con desaliento.
movimiento de indiferencia del señor Tupman en [ 1 09.4] a firmando
«ya sé lo que iba a decir», al mismo tiempo que alaba sus habilidades
1 7. La primera acción discursiva del fmgmento [ 1 09 . 1 ] es una
perceptivas y cognitivas llamándole 'pillín' [ 1 09 . 5 ] . En efecto, la tía le
P REG UNTA aparentemente simple (véase VIII . 1 0), pero con ella la tía
atribuye al señor Tupman una acción discursiva premeditada en
quie1 e, en realidad, averiguar de qué manera intentará el señor Tup­ [ 1 09.6] que él no tenía la menor intención de llevar a cabo. Una vez
man RECONDUCIR la situación. Su entonación 'susurrante', además, in­ que la tía ha advertido que el señor Tupman, por lo que pa: ·ece, s e
dica que espera oír una respuesta que dejaría consternadas a sus so­ .
presta a sus insinuaciones, a partir de ese momento ella se s1ente l t­
brinas si pudieran escucharla. No obstante, la réplica del señor Tup­ bre para suministrar material discursivo de su propia cosecha para
man [ 1 09.2] hace evidente que, en principio, se siente inclinado a ser continuar la interacción a su gusto. Vale la pena analizar los pasos que
cooperativo y se presta a sufrir la persecución amorosa a que quiere se siguen en la reevaluación miniaturizada de las evidencias objetivas
someterle la tía, aunque también se muestra inquieto a la vez porque disponibles en la situación que se realiza en [ 1 09.7]. La tía arranca s u
siente como si estuviese de hecho enjuiciando indiscretamente a las argumentación co n la idea principal de que 'Isabel camina encorvada',
sobrinas delante de su tía. Incluso llega a sugerir que existen eviden­ e i nmediatamente elogia los poderes de 'observación' del señor Tup ­
cias objetivas en la realidad como para que le « parezcan guapas». man. Éste, desde luego, estará de acuerdo c o n que esa suposición e s
Alarmada quizá por el atrevimiento de haber realizado una pregunta ineludible para cualquier persona en su sano juicio que sopese la evi­
tan directa, la tía inmediatamente aduce una evidencia desfavorable dencia; en cualquier caso, rechazarla equivaldría a automenospreciar
que le quite hierro al asunto: las formas cor·� orales no e�cesiva �1 �nte su propia perspicacia. Los dos pasos siguientes que da la tía son sen­
acrraciadas de sus sobrinas que, aunque meJorasen de ftgura, umca­ das reafirmaciones ('bueno, es verdad', 'no se puede negar') en previ­
�ente serían 'agradables' en condiciones de insuficiente iluminación sión de que el señor Tupman sienta alguna inclinación a disentir. El
[ 1 09.3] . Pero, en el fondo, las críticas de la tía enmascaran una mo­ paso cuarto conduce a una elevación del defecto de la sobrina a � n ni­
dalidad de defensa, un intento de minimizar un defecto para no lla­ vel abstracto en 'lo cierto es que si hay algo que afee a una ch1ca es
mar en exceso la atención sobre él (se trata de la puesta en práctica que camine encorvada'. La culminación de la táctica de la tía se al­
de un plan de ocultación ) . La respuesta del señor Tupman [ 1 09.4] es, canza cuando ésta afirma que su sobrina será «espantosa» si sigue así
de nuevo, sólo parcialmente cooperativa: simula no verbalmente 'indi­ de encorvada cuando se haga mayor ('cuando sea un poco más ma­
ferencia' hacia las sobrinas, aunque su respuesta verbal sea todavía un yor. . . ', aquí 'poco' presupone que sucederá próximamente); esta tácti­
'sí' sin restricciones. Q uizás el señor Tupman se haya sentido compro­ ca resuelve el problema de que la sobrina no es 'espantosa' en el mo­
metido con la evidencia objetiva de la fealdad irremediable de las so­ mento presente, aunque pueda serlo en el futuro. El remate final con­
brinas de una manera tan enternecedora que incluso podría ablandar siste en halagar por segunda vez la perspicacia del señor Tupman con
el casi irremisiblemente gélido corazón de un conductista. el fin de asecrurarse su cooperación: se trata de un ejemplo de repeti­
1 8 . En VIII. 1 9 se sugirió una estrategia de acción discursiva en­
ción discur;'iva al servicio de la reafirmación de un punto de vista
caminada a controlar las situaciones comunicativas. De acuerdo con (véase IV. l 3).
esta estrategia, si el receptor rechaza o desaprueba un movimiento de 1 9. Como era de esperar; el señor Tupman 'no tiene i nconvenien­
control determinado, éste ha de ser reemplazado por una versión me­ te alguno' en parecer más astuto de lo que en realidad es [ 1 09.8]; au �­
nos MEDIATIZADA subjetivamente del mismo, es decir, por una versión que no tenga nada que añadir a la cualidad aduladora que se le atn­
que se base lo más directamente posible en las evidencias objetivas buye, la asume simulando la expresión facial de ser un 'entendido' en
reales dispon ibles en la situación. No obstante, en el ejemplo [ 1 09] su­ materias femeninas. Naturalmente, la tía está dirigiendo la situación
cede justo lo contrario: la respuesta del señor Tupman [ 1 09.4] no está hacia la consecución del éxito de la primera fase de su plan. A conti­
mediatizada subjetivamente lo suficiente como para que contrarreste nuación, realizará los mismos pasos de nuevo y empezará desacredi-
1 '-i TE:-:CIO'-iALIDAD Y ACEPTABILI DAD 1 89
188 1:-:TRODCCCió:-: A. LA U"-:GUÍSTICA

tando a su segunda sobrina con las mismas tácticas que le han fun­ vaguardando así su propia imagen mediante el procedimiento de ale­
cionado anteriormente de una manera tan fructífera. 6 De nuevo, la tía ·
ja r de sí cualquier sospecha de estar abrigando intención alguna de di­
se aferra a un ligem rasgo facial ('la sonrisa') para atribuirle al señor fa mar.
Tupman la premeditación de un plan de control de la situación [9. 1 1 , 20. El ejemplo anterior demuestra cómo la tía DIRIGE una situa­
1 3] , aunque, como en la ocasión anterior; él no tenga en realidad las ci ón comunicativa aunque, en realidad, únicamente pretendiera RE­
intenciones que le supone la tía [ 1 09. 1 2] . En esta ocasión, mediante el coNDUCIRLA (véase VII L 1 ). La capacidad de convicción que tiene su
halago a sus habilidades mentales, la tía le da la razón sobre lo que discurso ficticio se debe, con toda seguridad, a su habilidad para con­
ella cree que él está supuestamente pensando. La tía construye su ac­ seguir; mediante la ejecución de un plan de adecuación, que los com­
ción discursiva [ 1 09. 1 3] paso a paso, de manera análoga a la que ya ponentes textuales de su discurso vayan cumpliendo los pasos de su
utilizó en [ 1 09.7]. La tía parte de la idea de que es preferible el 'en­ plan. La presencia de algunas perturbaciones en la coherencia discur­
corvamiento' de Isabel al 'atrevimiento' de su sobrina Emily (e, inten­ siva como, por ejemplo, la asignación de un significado complejo y
cionadamente, reafirma una vez más la idea de que 'Isabel camina en­ elaborado a una sonrisa probablemente inintencionada, así como la
corvada'). Como en su intervención anterior; la tía continúa con una violación de la máxima de CALIDAD (véase VL9.3), no i nvitan a consi­
reafirmación ('es cierto que ella es atrevida'), fingiendo estar de acuer­ derar que su discurso sea inaceptable, puesto que esas perturbaciones
do con la supuesta opinión del señor Tupman sobre su sobrina. Para se justifican como acciones intencionadas encaminadas hacia la con­
hacer que este rasgo potencialmente inofensivo parezca lo suficiente­ secución de una meta premeditada.
mente lamentable, la tía guía su propia respuesta para que parezca 2 1 . E n I. 1 5 y SS . , s e introdujo l a noción de ACEPTABI LIDAD, en­
que se trata de la respuesta que su hermano (el padre de Emily) daría tendida como la actitud que acostumbran a adoptar los receptores
si éste se 'diese cuenta' de la situación. El 'dolor' que ella siente (que textuales durante la interacción comunicativa. En el sentido más in­
le hace 'llorar horas seguidas'), y el hecho de que a su hermano 'se le mediato del término, los receptores textuales suelen ACEPTAR que una
partiría el corazón' si se enterase de lo que sucede en realidad, ampli­ determinada configuración de elementos lingüísticos sea un texto
fican el defecto de su sobrina hasta alcanzar una magnitud que úni­ cohesionado y coherente, susceptible de ser utilizado comunicativa­
camente a una persona 'buena' e 'inocente' le sería posible pasar por mente. Al igual que sucede con la intencionalidad, el concepto de
alto (es decir� a alguien incapaz de darse cuenta de que el demonio aceptabilidad i ncluye una zona de TOLERANCIA con respecto a las posi­
está pasando por su lado). En este punto, la tía guía la situación de bles discontinuidades o a las perturbaciones menores que puedan dar­
manera propicia para sus intereses, presentando la falta de compe­ se en la interacción comunicativa, como se ilustra en el ejemplo [ 8 5 ] ,
tencia de su hermano como una simple ceguera (como un no 'darse si bien en [90] (véase VI.2 y s s .) s e demuestra que l a continuidad dis­
cuenta' de la realidad que existe a su alrededor). En ese momento la cursiva también puede restablecerse mediante la aplicación de un pro­
t ía reanuda su aparente acción de defender más que difamar a su so­ tocolo adecuado de resolución de problemas (véase III. 1 4 y ss.) . Si
brina diciendo que 'desea' y 'espera' que su defecto se deba al segui­ se identifica la aceptabilidad con la «habilidad que manifiestan los re­
m iento de una moda efímera (que sea 'sólo una pose pasajera') y no ceptores textuales para inferir instrucciones de funcionamiento a par­
algo profundamente enraizado en su forma de ser. No obstante, su uti­ tir de los enunciados» (Jorg y Hormann, 1 978: 76), entonces parece
lización de los tiempos verbales ('me gustaría poder creer', 'espero que evidente que en el texto, y en la situación en la que éste aparece, han
lo sea') sugiere indirectamen te que lo que ella espera y desea es todo de figurar; aunque sea de una manera implícita, esas « instrucciones»
lo contrario a los hechos que se presentan en la realidad (véase IV48). (véase Schmídt, 1 97 1 b, 1 973, y Weínrich, 1 976).
Su comportamiento no verbal, su 'suspiro' y su 'sacudir la cabeza', han 2 2 . La importancia enorme que tiene el fenómeno de la acepta­
de entenderse, de igual manera, como una justificación de su senti­ bilidad se advierte de manera inmediata cuando se está realizando
miento de desaliento. Adviértase, además, que esa manera de terminar una investigación sobre qué procedimientos pueden seguirse para eva­
su intervención comunica simultáneamente la idea de que ella es muy luar la calidad de una « gramática» , entendida como el conjunto de to­
bondadosa en el juicio de los actos que realizan los que le rodean, sal- das las oraciones posibles permitidas en una lengua determinada
(véase II.27). En apariencia al menos, parece que uno de los procedi­
6. Si un plan funciona bien y se aplica automáticamente, se denomina GUIÓ!'( (véase V. l 6). El plan mientos de evaluación más fiables consistiría en presentar l istas de
de Toro Sawyer de intercambiar con otros muchachos sus pertenencias a cambio de tener el « privile ­ oraciones a i11{ormantes (hablantes nativos que aplican sus conocí-
gio" de pintar una valla, a fuerza de repetirse, se convirtió en un guión (véase VIII.27)
"'
l
!

1:\TRODCCC IÓ:\ ..'-. LA LI:\GL' iST!CA 1:\TE:\ClO'-JALIDAD Y ACEPTA BIL!D.-\ D 191


1 90

mientas de uso de su lengua materna en la consideración de mues tras ne r una influencia decisiva en lo que se dice" Esta suposición sitúa el
lingüísticas) para que juzgasen si son «gramaticales ,, o si son «agra­ fe nó meno del lenguaje y de la comunicación muy lejos de los objetos
maticales )) " Una «gramática'' que superase esa prueba cumpliría el re­ de estudio prototípicos en las ciencias naturales y en las matemáticas
quisi to de generar únicamente oraciones gramat icales y de excluir las ( véase el prefacio, punto 5 ) .
que no lo son . Este requ isito, que no suelen cumplir las escuelas gra­ 24. Par ece muy poco probable que las teorías del lenguaje que
maticales tradicionales, es enormemente económico, puesto que ex­ sea plausibles ignor en la correlación entre las realizaciones verbales
n
cluye expr esamente vastísimas series de oraciones que « nunca a nadie y los modelos hipotéticos. A continuación se presentan algunas refle­
se le ocurrirá forman' (Quirk y Svartik, 1 966: 9 y ss.). ;\i ones conducen tes a intentar superar la aparente dicotomía estable­
23. Ahora bien, incluso en las líneas de investigación gramatical c ida m tificialmente en tre la gramaticalida d y la aceptabilidad . Una
más antigua, se ha comprobado que la obtención de un juicio unáni­ práctica muy frecuente entre los lingüistas ha sido la de inventar y la
me, o al menos uniforme, emitido por informantes acerca de una se­ de ju :-gar sus propias oraciones, es decir; la de convertirse en sus pro­
rie de oraciones determinadas es casi imposible (véanse los artículos pio s mformantes (véase la crítica en Labov, 1 972: 1 99 , Ringen, 1 975,
que se dedican a este tema en Sebeok, ed., 1 960). La investigación más And erson, 1 976: 69, y Schlesinger; 1 977: 2 1 0). En opinión de Sidney
reciente y exhaustiva sobre este asunto ha confirmado, más allá de Greenbaum ( 1 977: 4), «es incluso muy peligroso para un lingüista de­
toda duda, que la dificultad que se plantea en este punto es insalvable pender de sus propias habilidades introspectivas como el único medio
(véase Heringer; 1 970, Ringen, 1 975, Greenbaum, 1 977, Mohan, 1 977, de obtenció � de datos: la exposición prolongada a una serie de ejem­
y Snow y Meijer; 1 977). Lambek ( 1 96 1 : 1 67) señala sarcásticamente la p los convementes para la demostración de las propias tesis es muy po­
.
disparidad de acti tudes y de criterios que suelen aplicar los informan­ sible que acabe abotargando la capacidad del lingüista para emitir jui­
tes durante los experimentos: « En un extremo, se sitúan quienes lla­ cios objetivos, estimulando que sus opiniones profesionale s que d en
man oración a cualquier enunciado, esto es, a cualquier cadena de pa­ inevitableme nte maleadas por los prejuicios que impone su posición
labras tanto si sale de la boca de un poeta como de la de un campesi­ teórica'' · Abundando en esta crítica, Spencer ( 1 973) advierte que, en
no" En el otro extremo, se sitúan quienes juzgan que el 'canibalismo' muchas ocasiones, los lingüistas emiten juicios muy diferentes sobre
es agramatical porque el hombre no pertenece a la clase de los ali­ los m ismos datos que los que emiten los hablantes que no son lin­
men tos. '' Lambek está caricaturizando dos puntos de vista opuestos en güistas. Remachando el clavo, Snow y Meijer ( 1 977) sugieren que los
el estudio del lenguaje: por un lado, a) la creencia de que todos los ele­ lingüistas acaban desarrollando una habilidad especial, excepcional,
mentos lingüísticos que se tomen en consideración, sea cual sea su que no poseen los usuarios normales de lenguas. Los experimentos
procedencia, pertenecen de la misma manera a la lengua, y, por otro realizados por Snow y Meijer demostraban que los lingüistas acos­
lado, b) la creencia de que la gramática puede prever y especificar to­ tumbran a estar de acuerdo entre ellos y suelen enjuiciar la aramati­
das las relaciones posibles entre los elementos lingüísticos que com­ calidad de una secuencia en base únicamente a su organiza d ón sin­
ponen una lengua con independencia del uso real . Con el objetivo de táctica, sin tener en cuenta su contexto de uso. No obstante, los auto­
situarse en u n punto intermedio equidistante entre estas dos posturas res de este manual han podido comprobar en multitud de ocasiones
contrapuestas, se ha instaurado como costumbre en lingüíst ica distin­ que muchos lingüistas, sobre todo los embarcados en polémicas con
guir entre la gramaticalidad (aquello que está estipulado en una gra­ otros colegas, construyen ejemplos con un tan alto nivel de elabora­
mática abstracta) y la aceptabilidad (aquello que realmente aceptan ción que, al final, los acaban aceptando como gramaticales (y dianas
los i nterlocutores implicados en la interacción comunicativa). No obs­ de anális � s, por tanto), cuando en realidad se trata de oraciones0que
tante, no parece claro que debiera existir una distinción tajante entre los usuanos comunes de la lengua juzgarían absolutamen te absurdas.'
la gramaticalidad y la aceptabilidad. Por el contrario, debiera supo­ 25. William Labov ( 1 969, 1 972) propuso una segunda manera de
nerse que ambas propiedades han de tender a fundirse en una sola. relacionar aceptabilid ad y gramaticali dad. Labov argumentó que las
También puede conjeturarse que donde existe, de hecho, una distin­
ción muy importante es entre los sistemas virtuales y los procedí· . 7" C� n1o ilustración muy significath·a de este fenómeno tón1ese en consideración una oración pa�
mientos de actualización (véase III. 1 2) . Como puede suponerse, si s¡,·a del t1po: "la manzana fue comida por Juan» Parece bastante claro que una persona razonable no
produciría se�1ejante secuencia, o que, por lo menos, no lo haría habitualmente, Desde este punto
durante el proceso de realización verbal aparece una motivación apro­ ele
nsta, parece mco �_rrensible que muchos in\'estigadores empleen su tiempo intentando explicar cómo
piada, la hipotética organización de los sistemas virtuales deja de te- procesan esa orac10n unos hablantes que no tienen la menor intención ele producirla
nunca
1 92 I'.;TRODLCC!Ó'.; A LA LIC\GL' ÍSTICA l '.;TE'.; C! O'.;AL! DAD Y .-\CEPTABILIDAD 1 93

divergencias de uso que se contabilizan en el interior de los diversos bil idacl , tal como se está planteando en este capítulo, es sumamente
grupos sociales pueden explicarse únicamente gracias a la existencia útil para ofrecer un tratamiento adecuado no únicamente de los tex­
de reglas variables, en las antípodas de las reglas estrictas e infal ibles to s usados en situación comunicativa, sino también de las oraciones
que prevé la normativa. El enfoque de Labov introdujo la diversid ad y aisl adas artificialmente por los lingüistas.
la variación como un valor en el interior de la gramática, evitando la 27. No obstante, las correspondencias entre la intencionalidad y
apelación al socorrido recurso de distinguir entre lo que es «gram ati­ la aceptabilidad son extremadamente complejas. Por ejemplo, los ha­
cal>> y lo que es «agramatical>> . En coherencia con este planteami e nto , blantes sometidos a tensiones o a la presión del tiempo suelen produ­
dada la flexibilidad del sistema, los usuarios de una lengua que perte­ cir enunciados que, en circunstancias normales, difícilmente estarían
nezcan a un mismo grupo social pueden ponerse de acuerdo sin de­ dispuestos a considerar como oraciones aceptables; y, en el reverso de
masiados problemas en qué oraciones son o no son aceptables. Ahora la moneda, en contextos conversacionales, los hablantes suelen acep­
bien, tal como se ha señalado anteriormente (véase VI. 2 3 ) , es, preci­ tar enunciados de sus interlocutores que ellos nunca producirían (véa­
samente, el acuerdo en sí, del cual no se ocupa y cuya existencia da se Van Dijk, 1 977c). Se ha podido comprobar que, habitualmente, los
por supuesto Labov, lo que resulta tan difícil de explicar. hablantes no son conscientes de sus propios estilos de habla, o de
26. Existe una tercera manera de relacionar la «gramaticalidad» los ele su propio grupo social, hasta el punto de que suelen sorpren­
y la «aceptabilidad>> que, quizá, sea más pertinente que las dos pri­ derse extraordinariamente cuando escuchan grabaciones auténticas
meras. Consiste en en tender que la producción y la recepción de los de ellos mismos y de los de su grupo (véase Bloom y Gumperz, 1 972 :
textos (o de las oraciones) es una tarea que incluye operaciones PRO­ 430). No hay qu � olvidar, tampoco, que, en muchas ocasiones, los ha­
BABILÍSTICAS. Contemplada desde esta perspectiva, para algunos l in­ blantes vuelven sobre sus enunciados y los « reparan>> si los juzgan
güistas, la gramática se convierte en una colección de instrucciones como i nsatisfactorios (véase Schegloff, Jefferson y Sack, 1 977). En ese
«difusas» . En consecuencia, el único criterio de adecuación gram ati­ mismo sentido, los hablantes pueden modificar sus estilos ele pro­
cal posible, es decir; la única manera de evaluar si una secuencia está ducción textual con el objetivo de simular determinados papeles so­
o no bien construida, es situándola en una escala graduada que m ide ciales en diferentes situaciones, a causa de la falta de marca social de
la gramaticalidad relativa (véase Lakoff, 1 97 3 , y Moham, 1 977). En ciertas opciones lingüísticas (véase Ervin-Tripp, 1 972, Fishman, 1 972,
opinión de otros lingüistas partidarios del enfoque probabilístico, un y Tyler; 1 972). En vista de todas estas consideraciones, de nuevo pare­
informante juzga como «gramatical>> cualquier oración para la que sea ce i neludible llegar a la conclusión de que difícilmente se p uede des­
capaz de imaginar un CONTEXTO de aparición (Bolinger, 1 968, Mcaw­ cribir o explicar un fenómeno lingüístico si no se entiende que ha de
ley, 1 976, y Snow y Meije1� 1 977). En consecuencia, la «gramatica­ manifestarse en forma de texto y en situaciones reales.
lidad>> , en interacción con otros factores, se convierte en un deter­ 28. En un sentido amplio del término, la «aceptabilidad>> textual
minante parcial de la aceptabilidad . Así, por ejemplo, se ha podido debería subsumirse conceptualmente dentro de la noción de ACEPTA­
comprobar fehacientemente que el orden en el que se presentan los CióN, entendida como la actividad complaciente que realiza un comu­
elementos que componen las oraciones afecta de manera muy signifi­ nicador para participar en un discurso y para compartir una meta con
cativa al juicio de gramaticalidad que sobre ellas emiten los infor­ sus interlocutores. En este sentido, la aceptación es una acción dis­
mantes (véase Greenbaum, 1 97 3 ) De igual manera, los hablantes son
. cursiva por derecho propio (Van Dijk, 1 977c) que supone la integra­
más propensos a aceptar las oraciones integradas por expresiones que ción del comunicador en la interacción discursiva, con todas las con­
evocan con mayor facilidad imágenes mentales, debido a que, presu­ secuencias que de ello se derivan. Cuando un interlocutor no acepta
m iblemente, las imágenes ayudan a inventar contextos posibles en los participar en un i ntercambio, suele comunicar su decisión convencio­
que esas oraciones puedan insertarse (véase Levelt et al. , 1 977). Si se nalmente mediante señales explícitas del tipo:
considera el caso de las oraciones conectadas discursivamente, no
cabe la menor duda de que la gramaticalidad de cada una de esas se­ [ 1 1 0] Ahora no puedo hablar porque estoy demasiado ocupado
cuencias puede estar i nfluida por la estructura de las oraciones conti­ [1 1 1] No me interesa hablar de ese tema
guas (véase Van Dijk, 1 977c); tal es el caso, por ejemplo, de las cons­
trucciones ELíPTICAS del tipo [60] y [6 1 ] que se analizaron en IV.33. Ahora bien, en circunstancias normales, los interlocutores asumen,
Este tipo de consideraciones invita a pensar que la noción de acepta- como si se tratara de un valor por defecto, que participar en una in-
1 94 1 \:TRODLCCJO\: A LA Ll\:GUiSTJ C.-'1 1:\TE'\ C !O\:AUDAD Y ACE PTABI LIDAD 195

teracción comunicativa implica, en general, la << aceptación>> de la di­ [6] PIG LET (sorprendido) : ¡ Hola! Mira, h e hecho una trampa y estoy
námica discursiva. esperando que caiga en ella un heffalump.

29. Que un hablante acepte colaborar en la consecución de las [7] HEFFALUMP (con evidente desaprobación) : ¡Vaya! (Después de wz

prolongado silencio) : ¿ Es tás seguro de lo que dices?


metas ajenas fijadas por los otms participan tes en la interacción co ­
[8] PIG LET: SL
municativa se justifica por una serie de motivaciones de muy diversa [9] HEFFALU;>.!P: ¡Vava !
(Nervioso): Yo ... yo creía que era una trampa
índole (véase Wilensky, 1 978a y b ) . En el ejemplo [ 1 09] se pudo com ­ que había hecho yo mismo para cazar un piglet.
probar que el señor Tupman compartía de manera más o menos en­ [ 1 O] PIGLET (s01prendido): ¡ O h, no!
tusias ta la meta que perseguía la tía (cortejado), aunque su apoyo no [1 1] HEFFALUMP: ¡ O h ! (En tono conciliador) : Puede . . . puede que yo m e
f1.1era tan activo como la tía deseaba que fuese. Para que un hablan te haya equivocado entonces.
pueda llevar a cabo con éxi to sus intercambios comunicativos ha de [ 1 2] G
P I LET: M e temo que sí. (Cortésmente) : Lo siento (en 10110 bur­
poseer la habilidad de detectar o de inferir cuáles son las metas que lesco).
desean conseguir sus interlocutores sobre la base de lo que están di­ [ 1 3] HEFFALUMP: Bueno, bueno, bueno. Supongo que será mejor que
me vaya.
ciendo (véase Allen, 1 979). Por esa misma razón, los productores tex­
[ 1 4] PIGL E"T (descuidadamente) : ¿Te vas? Bien, s i por casualidad Yes por
tuales han de ser capaces de anticiparse a las respuestas de sus re­ ahí a C h ri s topher Robín, ¿ puedes decirle que lo estoy buscando?
ceptores, previendo si van a ser favorables o contrarias a la ejecució n [ l S] HEFFALUMP (ansioso por quedar bien) : ¡ Desde luego ! ¡ D esde luego !
de su plan. La manera más habitual de proceder en este terreno es (Huye a toda velocidad)
construyendo un modelo i11 temo de los receptores, de sus conoci­
mientos y de sus creencias.s El breve diálogo siguiente lo ha imagina­
30. El '¡jo, jo!' inicial de Heffalump [5 . 1 ] muestra el regocijo que
do Piglet como una manera de liberarse a sí mismo de una situación
molesta: Piglet imagina que ha caído en una trampa tendida por un siente por haber conseguido la meta de capturar a alguien con su
'Heffalump' (palabra distorsionada a partir del vocablo 'elefante') . Ya trampa. Por lo tanto, Piglet está lo suficientemente motivado como
que Piglet es un animal diminuto, cree que la única oportunidad que para no hacer evidente muestra alguna de que está implicado en la si­
tiene de sobrevivir en un enfrentamiento directo con un enorme Hef­ tuación o de que tiene miedo, lo cual confirmaría el acierto de Hef�a­
falump es ser más listo que él e intentar RECONDUCIR la situación co­ lump en el modo de conducir la situación. Su manera de tararear dis­
municativa de manera favorable a sus propios intereses. 9 P iglet espe­ traídamente una canción [5.2, 5 .4] también sugiere su ociosidad des­
ra que Heffalump acepte su derrota, suponiendo que se crea de pe a preocupada que tanto conviene a su pretensión de guiar la si � uación
pa todo el montaje de Piglet. En otras palabras, Piglet postula una ac­ que se manifiesta en [5.6]. En ese momento, Heffalump comienza a
.
titud de total e ideal aceptación por parte de Heffalump. A conti nua­ dudar de su recrocijo y, en cambio, solicita una indicación para que Pl­
ción se transcribe el diálogo planeado por Piglet (Milne, 1 92 8 : 44 y ss.) glet le guíe en la comprensión de la situación ('¿qué pasa aquí?') [ 5 . S l
Picrlet ha conseauido una posición óptima para proponer su propw _
b b
(se trata del ejemplo [S] que aparece en I . l ) : .
modo de conducir la situación en [ 5 .6]. A causa de 1 a acentuad a acti-
tud de aceptación que se le atribuye a él, Heffalump no protesta, sino
[S] [ 1 ] HEFFALUMP (relamiéndose): ¡Jo, j o ! que simplemente pregunta si la nueva versión de l� sit�a � ión en la qu e
[2] PrGLET (distraídamente) : Tra-la-la, tra-la-la. _
está implicado es 'segura' [ 5 . 7 . ] (el 'prolongado silencio es, presumi­
[3] HEFFAL UMP (s01prendido y no lo suficientemente seguro de sí mis­
mo) : ¡Jo, jo!
blemente, tiempo empleado en ajustar su modelo de la situación). Tras
[4] P I G LET (más distraídamente aún): Tu-tu-tu, tu-tu-tu.
la confirmación [ 5 .8], un '¡vaya!' señala su aquiescencia, seguida de un
[S] HEF FALUMP (iba a decir de nuevo ¡·a, jo ', pero le da w z repentino ata­ modesto intento de restablecer la situación original con una maniobra
que de tos) : L. (tose) , . , ¿Qué pasa aquí? de reconducción en [5 .9]. La 'sorpresa' que recibe Piglet [5 . 1 0] hace
evidente su improbabilidad, de igual manera que la 'sorpresa' anterior
[5.6] sugería que Heffalump no tenía motivo alguno para estar allí,
8. Véase Goldman Bemstein y Pike
( 1 975: 346). Cm·bonell, k
( 1 977: 3), ( 1 978),
Cohen ( 1 978: 16), después de todo. El toque final derrota la versión de Heffalump com­
McCalla ( ! 978: ! 9),
Rubín y Allen
( 1 978/J: 136) ( 1 979: 6).
9. E n realidad, la escena ha sido previamente planificada por Pooh, por lo que el modelo de Pi­ pletamente (el '¡oh ! ' final marca su último paso), abocándole a la con­
glet es, simplemente, un préstamo. Las acciones que guían el intercambio podrían calificarse clara­ clusión de que 'puede que yo me haya equivocado entonces' [5. 1 1 ] . A
mente como RECTORAS de la situación (véase Vlll . 1 )
1 96 1:\TRODLCClO:\ .-\ LA LI"G UST lCA 1:\T E:\CIO:\AL!DAD Y ACEPTABI LIDAD 1 97
continuación, Piglet puede permi tirse ser r eservado (compárese el 'me -¿ Qué? -dijo C h ri s topher Robín.
temo que sí' [ 5 . 1 2] con el 'sí' de [ 5 . 8] y el '¡oh, no!' [5. 1 0], y la cort esía -Una trampa para jo, jos -dijo Piglet, con voz cascada-. Aca-
con la que se dirige a su adversario [ 5. 1 2] ) . Adviértase que la insince­ bo de terminarla y estoy esperando a que un jo jo caiga caiga en ella.
ridad de la disculpa no es, en absoluto, relevante con respecto al plan
de Piglet (acerca de la sinceridad, véase VI. 1 0). El habla vacilante de La confusión surge del cortocircuito que se produce por la super­
Heffalump señala, en ese momento, su indecisión sobre el pap el que posición ele los diversos componentes del discurso planificado por
está jugando y sobre el modelo de la situación en curso [5.9, 5 . 1 1 ] 1 0 cad a uno ele los participan tes, por eso en este fTagmento se hilvanan
es evidente en ese instante clave ele la interacción [5. 1 3] , hasta el pun­ elementos pertenecientes a textos distintos y que, sin embargo, apare­
to de que no puede pensar en nada más que no sea retirarse del modo cen unidos en la superficie textual, mezclados con detalles literales del
más honroso posible de la interacción [ 5 . 1 3 ] . Manteniendo todavía su plan mismo (por ejemplo, 'entonces yo digo'). La noción 'trampa para
'aire descuidado', Piglet consigue, de manera ingeniosa, que Heffa­ Poohs' es consecuencia de una conversación anterior en que Pooh pre­
lump sea un agente cooperativo en la consecución de otra meta igual­ dijo la llegada de Heffalump. La interjección 'jo, jo' reemplaza 'Heffa­
mente importante: para que Piglet se escape de la trampa [ 5 . 1 4] es ne­ lump' aparentemente mediante la confusión causada por un sonido
cesario que encuentre a Christopher Robín . Para hacer las cosas del inicial l I en medio de la confusión mental, aparece un fenómeno de
mejor modo posible y quedar bien, Heffalump evidentemente acepta duplicación en 'caiga caiga en ella'.
de nuevo el papel que le otorga Piglet y 'huye' para poder cumplirlo 32. Aunque esta conversación sea ficticia, proporciona una ilus­
[ 5 . 1 5] . tración apropiada de cómo un hablante prepara su plan discursivo,
3 1 . No obstante, los planes tan bien urdidos por Piglet en su previendo las. posibles intervenciones de los demás participantes en la
mente, acaban saliendo rematadamen te mal a la hora de la verdad. interacción. Si sus interlocutores no aceptan ese plan, violando fla­
Cuando se presenta la ocasión de poner en práctica lo planeado, su in­ grantemente el principio de cooperación, se exponen a deteriorar la
terlocutor no actúa como se esperaba ele éL En efecto, Piglet i ntenta­ textualidad de sus intervenciones. De ello se deduce que un partici­
ba que la situación transcurriera como un GUióN, pero se encuentra pante no dispuesto a cooperar puede bloquear un discurso rechazan­
con que ha de volver a planificar los detalles que no había previsto, lo do su aceptación del mismo, es decir; no apoyando ni restableciendo
cual resulta ser un obstáculo insalvable. El otro hablante (en realidad, su coherencia. A continuación se presenta un ejemplo instructivo en
Christopher Robín, aunque Piglet no puede ver de quién se trata) co­ el que Robert Benchley ( 1 9 54: 1 06) disuade a Mr� Thwomly para que
mienza con un '¡jo, jo!', pero después del 'tra-la-la' de Piglet continúa no cuente sus aburridas aventuras en el extranjero. Ya que los partici­
inesperadame nte tarareando otro fragmento de canción. El plan guio­ pantes están en un vagón de tren, Benchley no tiene escapatoria físi­
nizaclo queda, desde ese momento, fuera de funcionamien to: ca posible. Por esa razón, su táctica consistirá en rechazar el TEMA
principal de las sucesivas intervenciones de su interlocutor ('vagón de
[ 1 1 2] " Acaba de decir una cosa equivocada -pensó Piglet con angus­ tren', 'Francia', 'francés') (Benchley, 1 954: 1 06):
.
t i a-, tendría que haber d i c ho '¡jo, j o ! ' de nuevo . »
[ 1 1 4] [ 1 ] TmvOivlLY: He pasado todo el verano en Francia, ¿sabes ? , y to­
Los intentos de Piglet de salvar su plan, por ejemplo, diciendo él dos los trenes fTanceses llevan compartimentos . . . D urante el
mismo '¡jo, jo !', no son de demasiada u tilidad, por lo que pronto se en­ trayecto d e París a Marsella me sucedió una divertida expe­
cuentra 'completamen te aniquilado' y los textos que produce a partir riencia. Estaba sentado junto a un caballero francés que se ha­
de ese momento pierden algo de cohesión y mucho ele coherencia bía subido al tren en Lyon . . .

(Milne, 1 92 8: 49): [2] BENCHLEY: ¿Fuiste a Francia este verano?


[3] TmvOMLY: Acabo de decirte que estuve en Francia. Para hacer
el trayecto de París a Marsella i ba en un tren con comparti­
[ 1 1 3] -Ésta es u n a trampa para Poohs, y estoy esperando a que cai-
mentos . .. .
ga uno en ella, jo, jo, qué pasa aquí, y entonces yo digo jo, jo de
nuevo.
1 1. La confusión d e los elementos superficiales qu� tienen u n sonido similar o compartido e s [Te­
cuente en los <:deslices» (errores con1etidos por alterar un texto mientras se lee en \' O Z alta, \'¿ase la
10. La pérdida de cohesión textual a causa de factores como la indecisión o la sorpresa es bas­
nota 13 del capitulo IV) . No obstante, las equivocaciones de Piglet son bastante inverosímiles desde un
tante común (véase VL2 y 3 1 ).
punto de vista lingüístico
1 98 I'\TRODLCCI O'\ A LA LI'\ G L'Í STIC-'\ 1 '\TE'\ CI O'\ALIDAD Y A C EPTABI LIDAD 199

BENCIILEY. Los u enes fra nceses ¿son como los nuestros? He vis
de la meta d e s u in terlocut or y h a consegu id � alcanza r la ��ya prot:ia
[4] ­
to algunas fotografías y me ha parecido que llevaban co m par­
timentos. (la paz y el silencio) boicotea ndo la ceremom a de aceptac1 0n del dis­
[5] (con cierto desaliento) " Viajé en u n tren fTancés y
Tm\.0.\ILY aca- .::: urso de su in terlocu tor.
34. Puede observar se a partir de los ejemplos que aparecen en
.

bo de descr-i bí rtelo Viajaba j u nto a un caballem "


[6] BENCII LE Y : ¿ Francés? est e capítulo el importa nte papel que juega el C ?�TEXTO comuni ca � ivo
[7] TmVO'-IL y · Exacto, un caballero francés. Eso es lo que estoy in­ con respecto a la intencio nalidad y a la aceptab1
hdad. Er; este � entlclo,
tentando decir. han de tomarse en consider ación factores como: a) que cantidad de
[8] BENCHLEY: Ah, en tiendo. con ocimiento comparte n o están transmit iéndose los interlocu tores ,
TIIWOI\ILY : Bien, el caballero francés es taba dorm ido, v cuando cir la
[9 ] b) el e qué manera los participa ntes intentan controla r o recondu
l l egamos a Marsella, tropecé con su p i e . Entonces se despertó
situ ación, v e) cómo se relacion an entre sí los textos que compon en el
y me dijo algo en francés que no pude entender. . . L
discurso . os próximo s tres capítulo s se dedican al análisis ele cada
[ 1 O] BENCHLEY: Estaríais a t ravesando l a fron tera d e Francia, ¿no?
[1 1] THWO:\!LY (dándose tota!!llente por vencido): Y ¿qué es lo que tú uno ele estos factores .
hi cis te es te verano?

3 3 . En el capítulo V se utilizó la noción de TEMA para designar


aquellos conceptos del mundo textual que mantienen una alta densi­
dad de vinculación con los otros conceptos que aparecen en el mismo
texto (véase V.38). El procesamiento del mundo textual sólo es facti­
ble si se activan los conceptos temáticos principales, porque una de las
condiciones que proporciona un CENTRO DE CONTROL textual es la exis­
tencia de IDEAS principales. De esta manera, Mr: Thwomly se bloquea
cuando tiene que volver a contar una y otra vez su pesada 'experien­
cia' por la impresión de que su audiencia no comprende los concep­
tos en base a los cuales él está intentando construir su discurso. Las
preguntas de Benchley serían cooperativas si trataran de aspectos no
comentados con anterioridad o desconocidos del mundo textual (véa­
se IX. 14), pero, en lugar de eso, tienen que ver con material discursi­
vo al que se hizo clara referencia un instante antes. Thwomly no ha
violado la máxima de manera porque no ha sido ni oscuro ni ambi­
guo (véase VL8 y ss.); aunque la respuesta de su interlocutor parece
indicar que lo ha sido de alguna manera . A lo largo del intercambio,
se ha ido esforzando pacientemente en reiterar las nociones básicas
como si nunca las hubiera enunciado [ 1 1 4 . 3 , 1 1 4 . 5 y 1 1 4.7], pero gra­
dualmente ha ido 'desalentándose' porque su interlocutor no parecía
centrarse en 'lo que estoy intentando decir' [ 1 1 4 . 7] . Cuando finalmen­
te se lanzó a dar detalles de la escena trivial (intentando excusarse a
sí mismo a través de una barrera lingüística), tuvo que retroceder
inmediatamente al punto de partida inicial a causa de una pregunta
insidiosa acerca del tema principal del texto (la localización del acon­
tecimiento). Comprensiblemente, 'se da por vencido' cuando se da
cuenta de que no puede hacer progreso alguno en su discurso
[ 1 1 4 . 1 1]. De esta manera, Benchley ha hecho imposible la consecución
CAPÍTULO VII

INFORMATIVIDAD

1 . Como ya se planteó en 1. 1 7 y ss., el concepto de INFORMATIVI­


DAD se relaciona con el grado de novedad o de imprevisibilidad que tie­
ne un texto para sus receptores. Aunque, en principio, no hay n ada
que i mpida que cualquier elemento perteneciente a cualquier nivel del
sistema lingüístico pueda ser informativo, normalmente, el nivel de
informatividad de un texto se valora en función de su CONTENIDO. La
importancia del contenido se explica (como ya se sugirió en el capí­
tulo V) por el papel dominante que juega la COHERENCIA en la tex­
tualidad, en detri mento de los fenómenos que se producen en otros
niveles del sistema lingüístico, como, por ejemplo, el fonético o el sin­
táctico que, al ser subsidiarios o auxiliares desde un punto de vista
textual, no suelen estar en el foco directo de ATENCióN de los i nterlo­
cutores. Ha de aclararse que por « atención» aquí se entiende la con­
centración de la mayor parte de los recursos de procesamiento dispo­
nibles del s is tema cognitivo en el tratamiento de una única tarea, lo
cual restringe la potencia del sistema para realizar otras tareas al mis­
mo tiempo (Keele, 1 97 3 ) . Como consecuencia de ello, si el grueso de
la atención se focaliza sobre la coherencia de los conceptos y de las
relaciones que aparecen en el texto, es lógico que haya otros fenóme­
nos que no adquieran relevancia, a menos que se hayan manipulado
deliberadamente de una manera sorprendente. Muestra de ello son las
agrupaciones más o menos extravagantes de sonidos fonéticos que no
forman palabras conocidas y que fueron utilizadas de manera provo­
cativa por algunas tendencias poéticas vanguardistas del sigl o xx, por
ejemplo, en este fragmento de Emst Jandl: l

[ 1 1 5] la zeechn u bapp
iileo zunggi

l, Citado en Karl Riha, uSchi::gnnm. Zu Emst Jandj,, Replik, 314, 1 970, pp .. 54-56
202 1 :\T RODLCCIO:\ ,\ L\ Ll:\G LÍSTICA
1 :\FOR\lATIVIDAD 203
Pues to que se trata de un texto incoherente, la atención del recep­
qué localizarse unas a conti � u �ción de las otras . O tra crítica �ue pue­
tor queda liberada para explayarse en la propia materialidad ele los _
sonidos, para crear hipótesis imposibles de confirma! acerca de los de hacerse al enfoque estadist1co es que no t1 � ne en cuent� m el sen­
_
supues tos sentidos que pueda tener el fTagmento. También se puede ti do ni el propósito de los textos en las situaciOnes comumcatlVas en
que éstos aparecen.
focalizar la atención del receptO!� por ejemplo, sobre el componente
4. Pese a las reticencias que se han Ido senalando, las teonas
. _ . .

sintáctico, como en la secuencia llamativamente inhabitual en que


realistas y los modelos textuales no pueden prescindir completa �1ente
Dios dio la orden a sus ángeles de que obedecieran a Cristo, en El Pa­
de la noción de probabilidad. A lo largo de este mam1� l se est � ap e­
raíso perdido (V, 6, 1 1 - 1 2) de Milton:
lando repetidamente a conceptos tales como «expectativaS>> , «hipote­
A Él mi
sis», «Valores por defecto » , «preferencias >> y <<predicciones >> , enten­
[ 1 1 6] quien desobedezca, a desobedece
diéndolos como impmtantes fenómenos de control sobre lo que suce­
de en los textos. Por ejemplo, las REDES DE TRANSICIÓN u tilizadas para
Resulta muy curioso que aunque la sintaxis de [ 1 1 6] es ciertamen­
representar la sintaxis en N.S y ss., así como las relaciones concep­
te rebuscada, en cambio, el contenido de la secuencia es bastante sen­
tuales mencionadas en V.29 y ss. funcionan sobre la base que propor­
cillo de comprender (véase VII.6).
2 . Claude Shannon y Wanen Weaver ( 1 949) proyectaron una
ciona el principio de certidumbre de que existen ciertos víncul ? s que
- aparecerán con una mayor probabilidad que otr�os en determm �das
TEORÍA DE LA INFORMACIÓN basada fl.mdamen tal m en te en la noción de
PROBABILIDAD ESTADÍSTICA, es decir; en la idea de que cuanta mayor sea condiciones, y que, por lo tanto, merecen selecciOnarse en un cier:to
la cantidad de alternativas posibles entre las cuales elegir en un mo­ orden jerárquico . De igual manera, la utilización de PLA.t\J ES e ? el � :s­
mento determinado, más elevado será el valor que tenga la informa­ curso requiere que quien planifica active un MODELO de la si tuaciOn
ción cuando se proceda a escoger una de entre todas las posibilidades presente y futura, y que, de acuerdo co � ese � odelo, prevea adecua­
disponibles. En lingüística, el método más exacto para decidir qué al­ damente las contingencias que puedan n· surgiendo sobre la marcha
ternativas se han de tomar en consideración en cada momento con­ (véase VIII . l ) .
., .
S . Para que la teoría de la informac10n fuese ut!l para la lmgms-
, . "

siste en revisar el conjunto de todas las secuencias que configuran una


lengua y en hacer un recuento de las ocasiones en que aparecen inte­ tica debería reemplazarse la noción de probabilidad estadística por
rrelacionados dos elementos determinados, por ejemplo X seguido otr� que podría denominarse probabilidad co11textual. � i se ll�vase a
de Y. Si, a continuación, se establece el número de ocasiones en que cabo esta sustitución, entonces lo más importante no sena avenguar el
después de X aparece cualquier otro elemento distinto de Y, se habrá valor absoluto del índice de frecuencia de aparición de unos fenóme­
obtenido la « probabilidad ele transición» de X con respecto a Y (es de­ nos que ocurren a la vez que o tros, sino, más bi � �· preve � qué tipo de
cir; la posibilidad de que cuando aparezca un « elemento X >> aparezca fenómeno pueda suceder con una mayor probabilidad baJo la m �
_ uen­
a continuación otro «elemento y,, en un texto). A una secuencia cons­ cia de las agrupaciones sistemáticas de factores contextuales mas ha­
tituida siauiendo esa relación transicional entre elementos se le elena- bituales. Por o tro lado, desde un punto de vista estadístico, resulta bas­
o

mina CADENA DE MARKOV. tante verosímil suponer que, si se diesen las condiciones ap �opiad�s,
3. No obstante, ya es un lugar común totalmente admitido que podrían tener una elevada probabilidad de aparición las conf1gurac10-
este modelo de la probabilidad estadística no puede aplicarse con éxi­ nes extrañas de expresiones superficiales, así como los conceptos sub­
to en el análisis de la comunicación mediante una lengua natural. yacen tes raros o los pasos inhabituales en un plan. En cualquier caso,
Para empezar� está fuera de toda duda que el recuento de todas las se­ parece clara la conclusión de que cada uno de los elementos que apa­
. _
cuencias de una lengua es una tarea quimérica e irreal izable. Aunque rece en un texto t iene unas probabilidades contextuales de apanc10n
se diera el caso de que ello no fuera así, surgirían o tros problemas distintas (véase Millei� 1 95 1 , Shannon, 1 95 1 , y Sprung, 1 964). No obs­
irresolubles, como, por ejemplo, que la aparición de la mayor parte de tante, la cuestión de cómo interactúan los diversos sistemas l ingüísti­
los elementos lingüísticos depende de múltiples factores y no única­ cos en la determinación de esas probabilidades es un asun to bastante
mente de que haya aparecido con anterioridad un elemento determi­ complejo y que, además, todavía no ha sido explorado en �ro fundidad .
.
nado. En VI.7 y ss. se demostró que las dependencias gramaticales, en 6 . Existe un motivo por el que el grado de probab1hdad no es
muchas ocasiones, se establecen entre expresiones que no t ienen por igual en cada uno de los diversos sistemas lingüísticos: una secuencia
puede estar compuesta por elementos sintácticamente probables (y,
204 1 '-: TRODCCC IÓ;\ r\ L\ L l '-:G L ÍSTICA I � FOR\lATIVIDAD 205

por lo tanto, tener un nivel bajo de infor� atividad en su cohes ión) y ejemplo evidente es la señal de tráfico que contiene el texto 'stop': se
.
que, sm embargo , sean conceptualment e Improbables (y, por lo tan to trat a de un elemento completamente predecible en cuanto a su cohe­
que tengan un nivel elevado de informatividad en su coherenc ia; véa� sió n, a su coherencia y a su planificación, la situación de aparición es
se Hess, 1 96 5 ) . Por ejemplo, una secuencia como (Macbetlz , V v 2 2) normalmente obvia y la señal misma incluso tiene una única forma y
un único color reconocible desde una distancia considerable. La i n­
[ 1 1 7] Todos nuestros ayeres han mostr ado a los locos el camino hac ia
la te nción que ha movido a las autoridades de tráfico responsables de la
m u erte pol\'orienta
colocación de la señal es que los conductores no tengan que focalizar
su atención en la m isma y que puedan a tender a o tras incidencias del
es convencional en cuanto a su cohesión, aunque bastante singular en
tráfico (véase I.20).
cuanto a su coherencia, si se contrasta con una afirmación ordin ari a
9. Las opciones seleccionadas que se caracterizan por poseer un
que se estructure en su mismo formato sintáctico: primer nivel de informatividad son elecciones bastante TRIVIALES, es
decir; están tan bien integradas dentro del sistema de expectativas o
[ 1 1 7a] Todas nues tras agencias venden viajes a Venecia
de la situación comunicativa que reciben muy escasa atención por
Por el contrario, una secuencia en la línea de la anteriormente ci­ parte de sus receptores (en el sentido en que se utiliza el término
tada (VILl ) : «atención » en VII . l ) . En español, las PALABRAS FUNCIONALES (artículos,
preposiciones y conjunciones), es decir; todas aquellas que marcan re­
[ 1 1 6] A Él quien desobedezca, a mí desobedece laciones y que carecen de contenido, 2 aparecen con tanta frecuencia
en cualquier texto, que su presencia pasa normalmente inadvertida.
es normal en su coherencia, pero i nhabi tual en su cohesión, que se Lo más habitual suele ser que las palabras funcionales se pronuncien
opone al modo estandarizado de organizar este tipo de expresiones: en el habla espontánea de una manera tan despreocupada, que no sólo
son casi i ndistinguibles en el espectrograma fonético, sino que tam­
[ 1 1 6a] Quien le desobedezca a él, me está desobedeciendo a m í bién serían muy difíciles de identificar fuera de su contexto real de
producción (véase Woods y Makhoul, 1 973). No obstante, en algunos
L a normalidad facilita las tareas de procesamiento, mientras que la trabajos especializados ha quedado plenamente establecido que las pa­
originalidad opone un interesante desafío de procesamiento al re­ labras funcionales ocupan unos lugares determinados y no otros den­
ceptor. tro de una secuencia. Por supuesto, estas consideraciones tienen unas
7. Parece bastante inverosímil que pueda asignarse un valor nu­ implicaciones muy importantes en las tareas de procesamiento de es­
mérico totalmente exacto a la probabilidad de aparición de todos y tos elementos. Sobre este punto en concreto, Clark y Clark ( 1 97 7 : 275 )
cada uno de los elementos que componen todos y cada uno de los ni­ sugirieron que, por un lado, durante el proceso de la producción tex­
veles lingüísticos. Parece mucho más lógico suponer que, para todos tual, las palabras funcionales se seleccionan con posterioridad a las
los elementos y para todos los n iveles l ingüísticos, existe una serie de palabras que transmiten contenido, y, por otro lado, en el proceso de
probabilidades ge11erales, es decir� una escala relativa de frecuencias de recepción textual, los hablantes suelen pasar totalmente por alto las
aparición más elevadas o más bajas, según de qué elemento y de qué palabras funcionales y procesar con una mayor atención las palabras
nivel se trate. A falta de una explicación más satisfactoria, por el mo­ con contenido, si bien emplean en la tarea una especie de «análisis
mento, puede especularse con la idea de que existe un conjunto jerar­ difuso» ejecutable a una velocidad muy elevada. 3 En cuanto a la im-
quizado de tres NIVELES DE INFORM.t<TIVIDAD : a) nivel superior, b) nivel
inferior y e) nivel extraordinario . Cada uno de estos niveles ha de es­
2, La denon1inación ':palabras funcionales)) procede d e la significath·a contribución que realizan
tar lo suficientemen te diferenciado de los demás como para que los estos elementos a la organización de los sistemas reales y de su carencia de contenido estable. Este
hablantes sean capaces de distinguirlos durante las interacciones co­ concepto de "función» es básico en la teoría de sistemas
3, Acerca de este tema, ,·éase IV 36. Parece ser que el hablante infiere la(s) función(es) desempe·
municativas reales. ñada(s) por un elemento determinado no, como sería esperable, rastreando los marcadores de función
8. Cuando un hablante ha seleccionado una opción con un alto que aparecen en la superficie textual, sino que más bien basan su búsqueda en criterios de sentido.
grado de probabil idad, es decir� cuando ha elegido un elemento p revi­ Por esa razón, las � palabras con contenido)' pueden contribuir de una manera eficaz a la organización
funcional del texto, hasta un punto inimaginable para la teoría que sostiene la existencia de una dico­
sible, esta decisión conlleva un PRIMER NIVEL de informativid ad. Un tomía estricta entre "palabras con contenido» frente a o palabras funcionales » .
206 l :\ TRO D l C C l Ó :\ A LA L l :\ G L Í ST l C-\
1 :\ FOR:\1..\T l\'IDA.D 207

portancia 1 elativa de las palabras funcionales en el discurso, hay dos tomado con anterioridad en el mismo texto (véase Wei nrich, 1 972,
argumentos que han de tenerse en cuenta. En pr imer lugar, existen de­ quien demuestra que en las decisiones gramaticales que se toman en
terminados tipos de texto, como, por ejemplo, los telegramas o las se­ un texto habitualmente se prima la coherencia que ofrece la similitud
y se grava la incoherencia que pueda introducir la diversidad) .-+ Aho­
ñales de tráfico, que requieren el empleo de una máxima economía de
medios expresivos, lo cual obliga a que sus productores prescindan del ra bien, tampoco puede perderse de vista el hecho de que la oposición
uso de palabras funcionales. En segundo lugar, se ha observado que entre elección 1 no elección y entre identidad/diferencia es bastante
una de las características de la afasia (pérdida de la habilidad lingüís­ simplista, y que, en muchas situaciones comunicativas, se intenta
tica motivada por una lesión cerebral) es que quien la padece suele c rear un foco de atención especial burlando los patrones establecidos:
omitir precisamente las palabras funcionales en el habla (Goodglass y es evidente que muchos hablantes especulan con la denominada fala­
Blumtein, 1 97 3). cia del jugador, consistente en explotar la expectativa que tiene el re­
1 O. En lo que hace referencia a las palabras con contenido, éstas ceptor de que su interlocutor realizará una serie de elecciones espera­
son, por lo general, más informativas que las funcionales. Por razones bles introduciendo la sorpresa de su ruptura (véase Kintsch, 1 977a : 1 9
lógicas, el conjunto de palabras con contenido que tiene a su disposi­ )' SS . ) .
ción el hablante es mucho mayor que el de las palabras funcionales 12. E n l a interacción comunicativa, los procedimientos normali­
(véase el concepto de «probabilidad estadística » , citado en VII.2). Las zados aplicados a las decisiones que se adoptan en un primer nivel de
palabras con contenido activan materiales cognitivos con una mayor informatividad (el más bajo) son de dos tipos: en primer lugar� la ELEC­
intensidad y variedad (véase V8), y propician la evocación de emocio­ CIÓN POR DEFECTO (se trata de operaciones o de decisiones que, en au­
nes y de imágenes men tales en un grado cualitativamente superior al sencia de indicadores en con tra, se ejecutan siempre de manera casi
de las palabras funcionales. No obstante, el productor textual puede aut ? mática), y, en segundo lugar; la PREFERENCIA (consistente en ope­
alterar o invertir el papel que habitualmente juegan en la comunica­ racwnes o decisiones rutinarias que favorecen de manera sistemática
ción estos dos tipos distintos de palabras. Así, por ejemplo, en deter­ la ejecución de unas determinadas alternativas frente a otras; véase
minadas situaciones, las palabras funcionales pueden emplearse de III. 1 8) . Evidentemente, estos dos procedimientos minimizan el esfuer­
manera similar a las palabras con contenido, e incluso pueden ocupar zo cognitivo que ha de realizar el receptor con el objeto de concentrar
huecos en la estructura enunciativa que parecían reservados en exclu­ la mayor parte de sus recursos de procesamiento en la toma de deci­
siva a las palabras con contenido: siones en los niveles de informatividad más elevados. Cuando un ha­
blante evita seguir los procedimientos normalizados descritos, es de­
[ 1 1 8] No le han puesto ningún pero a m i propuesta cir� cuando opta por realizar elecciones no previsibles, obtiene como
[ 1 1 9] Voy a ir a la fiesta porque sí rendimiento un SEGUNDO NIVEL de informatividad. La norma habitual
en la comunicación suele ser que en un texto aparezcan al menos va­
El emplazamiento inhabitual de estas palabras clasificables nor­ rios elementos pertenecientes al segundo n ivel de informatividad,
malmente como funcionales, 'pero' en [ 1 1 8] y 'sí' en [ 1 1 9], focaliza la puesto que construir un texto con opciones adscribibles exclusiva­
atención del receptor sobre el contenido especial que puedan estar mente al primer nivel no sólo sería muy complicado, sino también
transmitiendo; en este caso, 'pero' indica 'reparo' y 'sí' deja bien claro muy poco interesante, tanto para el productor como para el receptor
que la decisión de asistir a la fiesta 'es iiTenunciable'. No es casual el textual. Según la ocasión, puede AUMENTARSE el grado de inform ativi­
hecho de que, normalmente, se utilicen palabras con contenido para dad de las opciones de primer nivel y DISMINUIRSE el de las del terce­
comentar metadiscursivamente el papel que juegan las palabras fun­ ro, de manera que se mantenga un nivel de informatividad medio e n
cionales en casos como los comentados. el texto, tal y como se expondrá a continuación (véase VII. 1 3 y ss.) .
1 1 . Existe una razón por la cual en cualquier t ipo de texto que se 1 3 . Las opciones que s e escogen fuera del conjunto más probable
tome en consideración, aparece represen tado necesariamente el nivel de posibilidades disponibles adquieren un TERCER NIVEL de informati­
más bajo de informatividad: cualquier opción que haya elegido el pro­ vidad. Se trata de elementos comparativamente infrecuentes que re-
ductor textual, por trivial que ésta haya sido, supone el rechazo de
cualquier otra alternativa. A ello se le añade el hecho de que cada op­ 4. No cabe la menor duda de que la tendencia descubierta por Weimich se debe a la inclinación
ción que se elige suele ser consecuente con las elecciones que se han natural de los sistemas y de los subsistemas textuales a permanecer ESTABLES (\·éase 11 1 . 1 4 y ss.).
208 209

claman mucha atención sobre sí mismos y que exigen el empleo de mente, intentaría recordar si había comprado un billete de lotería que
abundantes recursos ele procesamiento, aunque, por contra, son m u­ pudiera haber sido premiado (disminución regresiva del nivel de in­
cho más INTERESANTES, tanto para el productor como para el recepto1� s formatividad); también podría reaccionar esperando que en un breve
Los dos tipos más usuales de elecciones con un tercer nivel de in for­ lapso ele tiempo se dirija a él alguien que le aclarase lo sucedido (dis­
matividad son las siguientes: en primer lugar, las DISCONTINUIDADES (el minución progresiva); una última posibilidad sería suponer que al­
material seleccionado carece ele una configuración precisa) , y, en se­ guien ha cometido un error y le ha enviado ese cheque a otra perso­
gundo lugar; las DISCREPANCIAS (los patrones textuales que se utilizan na (disminución abductiva). Si ninguna ele esas tácticas puestas en
no encajan con los patrones de conocimiento estereotipado almace­ marcha disminuye el nivel de informatividad de ese acontecimiento
nado en la memoria). Cuando el productor textual elige opciones con tan inusual, ello querrá decir que, sencillamente, no se entiende. El
un tercer nivel de informativicl a d, el receptor ha de realizar una sinsenticlo es un fenómeno difícil ele tolerar que procede ele la falta de
BÚSQUEDA DE LAS iv10TIVACIONES que, supuestamente, hayan movido al continuidad cognitiva entre un determinado acontecimiento y el co­
productor a actuar de esa manera (se trata ele un caso especial de pro­ nocimiento del mundo estereotipado almacenado en la memoria (véa­
tocolo de resolución de problemas), con el objetivo de intentar en­ se V. 2 ) .
contrar el significado de esas decisiones y la manera en que pueda n 1 5 . Una secuencia que presente un tercer nivel d e informatividacl
integrarse esas discontinuidades y esas discrepancias dentro de la puede obstaculizar su proceso de i nterpretación en la medida en que
CONTINUIDAD normalizada que está en la base de la comunicación esa caracterís tica pueda afectar a su CAPACIDAD DE VINCULACIÓN con el
(véase III. 14). En este sentido, el receptor habrá completado una bús­ conocimiento pro totípico almacenado en la memoria del receptor
queda exitosa de las motivaciones del productor cuando haya adverti­ (véase V.S). Una secuencia que contradiga un conocimiento ele tipo ES­
do que la elección extraña objeto de su atención estaba, por ejemplo, PECÍFICO será mucho más desorientadora para el receptor que otra que
disponible entre el abanico de opciones, aunque sólo podía llegarse a se oponga a un conocimiento de tipo ESTEREOTIPADO; en este m ismo
ella a través de una trayectoria interpre tativa marcadamente subjeti­ sentido, una vulneración del conocimiento estereotipado del mundo
va. Por tanto, este procedimiento de búsqueda habría hecho DESCEN­ provocaría una perturbación mayor que otra que violase un tipo de co­
DER una opción de tercer nivel a un segundo nivel de informatividad. nocimiento simplemente ACCIDENTAL. Considérese a continuación el
En este sentido, la disminución del nivel ele informatividacl puede dar­ ejemplo siguiente (Carroll, 1 960: 2 34):
se en tres DIRECCIONES distintas: si el recep tor textual realizase una
búsqueda de motivaciones en las decisiones tomadas por el productor [ 1 20] Entonces otras cuatro ostras jóvenes
previas a un determinado punto, entonces el proceso de disminución se adelantaron, ansiosas de pasear:
de la i nformatividad sería regresivo; si sucediese lo contrario, enton­ l i mpios sus abrigos y sus caras bien lavadas,
ces sería progresivo; si las decisiones examinadas desbordaran las op­ pulidos y brillantes sus zapatos;
lo cual era bastante extraño,
ciones textuales habitualmente disponibles, el proceso de disminución
porque ya sabéis que las os tras no tienen pies.
sería abductivo . En el caso del mecanismo ele elevación del nivel de
inforrnatividad pueden establecerse las distinciones i nversas.
14. El mecanismo del procesamiento ascendente, descendente o
El efecto sorprendente que se consigue en este fTagmento deriva de
abductivo de la información, t ípico de la comunicación textual, puede la contradicción entre lo que en él se dice y el conocimiento concre­
to ele que las ostras no tienen p ies y que, por lo tanto, no pueden cal­
aplicarse, por extensión, a las reacciones humanas fTente al mundo.
Cualquier persona se quedaría atónita si un día abriese su buzón y en­ zar zapatos. Si esas ostras hubiesen sido, en realidad, seres humanos,
contrase un cheque por una enorme cantidad de dinero. Inmediata- su condición antropomórfica habría justificado todo lo que se dice e n
el fTagmento (por otro lado, el hecho ele que los abrigos, l a s caras y
los zapatos estén limpios es un tipo de conocimiento mudable, pura­
5 . El interés que pueda tener una elección determinada no se basa únicamente en su improbabi­ mente accidental).
lidad, En su valoración han de considerarse también otros dos factores: por un lado, el potencial in­ 16. En I . 1 8, se analizó la secuencia siguiente como un ejemplo de
herente que tenga para impactar con mayor o menor fuerza en el sistema perceptivo del receptor, es
decir, su grado de RELEVANCIA (véase VII L 3), y, por otro lado, la importancia que pueda tener en la con­ fragmento textual bastante sorprendente:
secución de las metas personales que se haya fijado el productor (véase VL! 2 'y Le Nv v Denhíere,
' '
1 980)
210 1 :\TR O D C C C I Ó:\ A LA L I :\ G L Í S T ! C.A
1:\FO R \ ! .ATIVIDAD 211
[ 1 5] El mar es agua
receptor podría interpretar que [ 1 2 1 ] se refiere a la comparación en­
En apar iencia al menos, el conocimiento concreto acerca de la sus ­ tre la velocidad de vuelo de una mosca y la de una flecha; o b) apo­
yándose en el hecho de que, en inglés, 'like', aparte de 'como' también
tancia que compone el mar se presenta de una manera objetiva, sin
intenciones secundar ias (se sugiere que el mar no podría estar com­ �
quiere decir 'apre.ciar', un supuest ? rec�� tor P ? ría interpreta :· que
una extraña especre de , mosca del tiempo aprecra las flechas. Sr bren
puesto de otra cosa que no fuera agua). Ahora bien, el propio p ro­
ductor textual eleva el nivel de informativida d de esa secuencia obvia es verdad que, dada su imprevisibilidad, las secuencias al ternativas a )
y b) poseen u n tercer nivel d e informatividad, t ambién e s ci : rto que
cuando afirma posteriormen te que 'en realidad' el mar está comp ues­ .
c asi ninaún receptor realizaría unas interpretaclünes .
tan excentncas.
to por una 'mezcla de sales y gases' (véase [ 1 5a] en L1 8) . Bien es ver­
dad que el productor textual podría haber empezado su discurso de En el ex�remo opuesto de la escala de la informatividad se encuentran
esta otra manera: las secuencias obvias que presentan un primer nivel de informativi­
dad, como es el caso del verso siguiente (perteneciente al poema «Ri­
[ 1 5b] El mar no es agua. En realidad, es una mezcla d e sales y gases.
cha rd Cory» de Edward Arlington Robinson, 1 9 14 : 3 5 ) :

[ 1 22] Era humano cuando hablaba


En este caso, el receptor del texto se encuentra con una primera
secuencia sorprendent e que presenta un tercer nivel de informativi­
Como es lógico, el señor Cory pertenece claramente a la especie de
dad; no obstante, en cuanto tenga en cuenta el contenido de la se­
los 'seres humanos', y los humanos son los únicos seres que pueden
gunda secuencia, no tendrá problema alguno en interpretar retroacti­
vamente la primera mediante un proceso de disminución progresiva 'hablar'; la elevación del nivel de informatividad del verso, manipula­
ción que justificaría el interés en procesarlo que pudiera tener un re­
de su nivel de informativid ad. Tan to en el caso de [ 1 5], como en el de .
[ 1 5b], la manera en que arranca el texto crea un ESTADO DE INFORMA­ ceptor� p uede basarse en el hecho de que el huraño señor Cory vrvía
CióN i nestable y, presumiblem ente incómodo, en la mente del recep­
tan apartado de sus semejantes que lo sorprendente era que actuase
tor: 6 La natural tendencia interpretativ a por parte del receptor a redu­ como un ser humano. Ya se argumentó en IV.3 1 de manera similar;
cir la incertidum bre es un argumento importante en favor de que la . aunque con respecto a otros temas, u tilizando el titular periodístico si­
comunicac ión puede entenderse como un proceso sistemático de re­ guiente:
novación y de restauración de la ESTABILIDAD (véase III . 1 5).
[58) E L PISTOLERO DE S AN JUAN YA HA MATADO A UNO
1 7. Es de sentido común considerar que existe necesariam ente
un requisito de procesamie nto que prevenga a los usuarios textuales
en donde el hecho de que ese pistolero actúe en esa ciudad en con­
en contra de las interpretaci ones claramente absurdas de un texto. El
creto, provoca que el lector que no viva en San Juan no tiene por qué
ejemplo que proponen sobre este asunto Schank y Wilensky ( 1 977:
sentirse implicado y que considere irrelevante la noticia.
1 4 1 ):
1 8 . La probabilidad contex tua!, a pesar de su limitada escala de
tres valores, consiste en una amalgama compleja de factores. Entre
[121] Ti111e flies like a n arra \V
(El tiempo vuela como una flecha)
ellos puede distinguirse cinco fuentes distintas de EXPECT!HIVAS que se
aplican en diversos grados durante la interacción comunicativa (véase
podría recibir varias lecturas alternativas a la interpretac ión obvia de Beaugrande, 1 978b ) :
que el tiempo pasa velozmente : a) apoyándos e en el hecho de que, en 1 8 . 1 . El modelo socialmente dominante de l a situación humana
inglés, 'flies', aparte de 'vuela', también significa 'mosca', un supuesto y de su entorno constituye lo que comúnmente se denomina el MUNDO
REAL. Las proposiciones que se consideran verdaderas en ese mundo
6. El «estado de información» inestable es tan sólo uno de los diversos estados posibles que pue­ son los HECHOS (véase Van Dijk, 1 978 ). Los hechos que una persona o
de experimentar un participante en una interacción comunicativa (véase la nota 4 del capítulo IV). un grupo de personas asocian habitualmente con las situaciones y co �
Beaugrande ( 1 979a y b ) sugirió que los seres humanos acostumbran a decidir sus acciones teniendo los acontecimientos «reales» constituyen sus CREENCIAS. Por consr­
en cuenta cuáles serán útiles para conseguir lo que desea11. No obstante, se ha de tener en cuenta que,
durante el proceso de planificación, el deseo de interesar al receptor entra en conflicto constantemen­ guiente, el « mundo real» es la fuente privilegiada que genera las creen­
te con el deseo de ofrecerle conocimiento cias que se utilizan en la comunicación textual. Por supuesto, se pue-
212 ¡ :-.; TR O D L CC I Ó :\ A L\ L l :\ G U ST! C r\ I :-.; FOR:"I ! AT I V I DA D 213

den producir y recibir multitud de textos que no son reales en este se n­ casi siempre en los predicados (Linde y Labov, 1 975). Siguiendo la
tido; sin embargo, la tendencia natural de los comunicadores es l a de misma lógica, los objetos móviles suelen mencionarse en el espacio
utilizar el mundo «real » como punto de referencia. Existen algunos sintáctico del sujeto gramatical con mayor frecuencia que los estáti­
«hechos>> que están tan firmemente enraizados en la manera de p en ­ cos, aunque ambos coincidan en la misma escena ( Osgood, 1 97 1 ) .

sai de los seres humanos, que actúan como valores por defecto en También se ha podido comproba1· una curiosa correlación: cuando el
cualquier mundo textual que se tome en consideració n: una causa pro­ foco de atención discursiva se centra en un agente, los hablantes pre­
duce un efecto; un hecho no puede ser a la vez verdadero y fals o, 0 fieren utilizar el formato de oración activa; sin embargo, cuando el
existente e inexistente a la vez y bajo las mismas circunstanci a s; los discurso se refiere a entidades afectadas por los acontecimientos sue­
objetos tienen identidad, masa y peso, etc. Si cualquiera de estos fac­ len utilizar el formato de la oración pasiva (Olson y Filby, 1 972). Otra
tores se violase en un mundo textual determinado , el pmductor debe­ de las conclusiones que se ha extraído de este tipo de experimentos es
ría señalarlo de manera explícita e inequívoca, como sucede e n el que los hablantes narran los acontecimientos icónicamente en el mis­
ejemplo [ 1 20], en que las ostras calzaban zapatos sin tener pies p ara mo orden temporal en el que sucedieron en la realidad (Labov y \>Va­
hacerlo, y Carroll puntualizab a inmediatam ente que 'era bastante ex­ letzky, 1 967, y Clark y Clark, 1 96 8 ). No obstante, todas estas tenden­
traño'. Habi tualmente, las certidumbre s estandariza das son tan p ode­ cias mencionadas son simplemente PREFERENCIAS (véase VII . 1 2 ) que
rosas que parece muy poco probable que pudiera, primero, producir­ pueden verse modificadas en los contextos apropiados, siempre que se
se, y, después, recibirse un texto de gran longitud en donde se recrea­ tome la precaución de que cada cambio quede marcado con un indi­
se un mundo posible en el que se hubiese suspendido , por ejemplo, la cador lingüístico i nequívoco .s
dinámica de la causa y el efecto. 1 8 .3. Después del « mundo real», la segunda fuente de expectati­
1 8.2. Parece ser que los seres humanos aplican estrategias de vas que se utiliza en la comunicación textual es la organización de los
percepción y de organizació n del mundo real consecuent es con sus ca­ ELEMENTOS LINGüísTicos usados en el texto. En cualquier lengua, la ma­
pacidades intelectivas , con el fin de que la complejidad de ese mun­ yor parte de las convenciones que se emplean para combinar formas
do no llegue a desbordarl as. Los seres humanos no experimen tan el son ARBITRARIAS; es decir; la organización real de los acontecimientos
mundo real como un bombardeo de estímulos incoherent es; integran y de las situaciones no tiene por qué reflej arse directamente en la or­
sus sensacione s en un MODELO del mundo a través de un « acto de aten­ ganización de los elementos lingüísticos que la expresa (no obstante,
ción selectiva sumament e habilidoso >> (Miller y Johnson-L aird, 1 976: véase VII. 1 8 .2 ) . E n este sentido, las convenciones arbitrarias impulsan
29). Cualquier conocimie nto que se adquiera se utiliza posteriormen­ a los hablantes a considerar impronunciables ciertos grupos de soni­
te como base sobre la cual añadir nuevos conocimien tos. En V. l 6 se dos porque su lengua carece de ellos. Así, por ejemplo, un hablante
describió, por ejemplo, el USO de PATRONES GLOBALES, como MARCOS, ES­ nunca intentaría pronunciar las agrupaciones de sonidos siguientes
QUEMAS, PLANES y GUIONES, para integrar y controlar enormes cantida­ «ONG>>, « FBI>> o «FLP>> tal como están escritas, sino que las reconocería
des de conocimien to prototípico . 7 A este arsenal intelectivo se añade como abreviaturas de formas lingüísticas más extensas, con patrones
la existencia de ESTRATEGIA S DE ORDENACIÓN ESTANDARIZ ADA de la per­ de sonidos más convenientes a sus costumbres articulatorias ( « Oene­
cepción del mundo (real o imaginario ) y de su expresión discursiva: gé>> , «efebeí>> , etc. ) . Siguiendo el mismo p rincipio, las secuencias to­
cuando, en un experiment o, se le pide a un sujeto que rememore una talmente desordenadas que utilizan algunos gramáticos para demos­
escena visual (véase VIII. 1 ), lo habitual suele ser que se desplace men­ trar la importancia de la organización sintáctica oracional, por ejem­
talmente en ella (DeSoto, London y Handel, 1 965, y Clark y Chase, plo, Dresher y Hornstein ( 1 976: 365):
1 974) . Cuando describen su propia vivienda, los sujetos del experi­
mento la recorren mentalmen te, refiriéndos e a cada habitación en el [ 1 2 3] pelota hombre el la alto golpeó roja
orden en el que las van viendo o van entrando virtualmen te en ellas;
curiosame nte, las habitacion es más grandes a menudo se describen apenas se producen ni se aceptan fuera de los debates l ingüísticos. Si
mediante expresione s que ocupan el lugar del sujeto en la secuencia se diese el caso de que semejantes agrupaciones de sonidos o de frag-
oracional, mientras que las habitacion es más pequeñas se describen
8. Por ejemplo, se puede natTar acontecimientos que no sigan el orden original en el que suce­
dieron en el tiempo, pero a costa de pagar el precio de utilizar los morfemas verbales adecuados, los
7. Véase VL! l - 1 6, VIL38 y IX.25-28 conectores precisos o los modificadores temporales pe11inentes (véase IV38 y ss.).
I:c.;FOR\lATI\'IDAD 215
214 1 :\ T RO D LCC I Ó :\ .·\ L.-\ L l i' G L Í S TI C\

fi cado de las expresiones y el sentido de los textos está fuertemente


men tas inconexos fueran presentados en la in teracción comunicativa
vi nc ulado a la adquisición y al uso del conocimiento, entonces tam­
por un in terlocutor, los hipotéticos receptores que se enfrentasen a bién deberían es tar sujetas a la influencia de los factores sociales y
ellas seauramente
o fracasarían en su intento de hacer descender su n i- culturales (una suposición que ha sido explorada en los estudios de
.
ve! de informatividad con el fin de hacerlas comprensibles. Por lo tan- «semántica etnográfica » ; véase Colby, 1 966). En consecuencia, existe
to, si la fonética y la sintaxis se utilizasen únicamente para cumplir una indudable inter acción entre las tres fuentes ele expectativas bos­
una FUNCióN específica en la organización del contenido de la secuen­ quejadas en los apartados anteriores, pero cada fuente ejerce efectos
cia 9 (véase VIL9), entonces esa falta de estructuración parecería in­ distin tivos en correspondencia con sus principios organizativos parti­
motivada, a menos que se descubriera que cumple una nueva función, culares. En algunas ocasiones, sería posible aislar cada una de esas
en este caso la de ser una muestra típica de uso restringido en el ám­ fuen tes ele expectativas median te ejemplos especialmente construidos
bito profesional de los gramáticos (véanse los ejemplos [ 1 1 8] y [ 1 1 9] a tal efecto, pero los seres humanos no tienen motivo alguno para ha­
en VII. l O). cer eso en el curso normal ele las interacciones comunicativas.
1 8 .4. Las técnicas de organización de las secuencias lingüísticas
1 8 .6. La cuarta h1ente de expectativas es el TIPO DE TEXTO que se
de acuerdo con el nivel de informatividad de los elementos o de los presenta en la interacción. Como se argumentará más adelante (véase
grupos de elementos que las componen proporcionarían la tercera IX. 1 y ss.), los tipos ele textos son marcos globales que controlan la se­
fuente de expectativas que comparten los i nterlocutores en la comu­ rie de opciones disponibles que pueden u tilizarse . Ahora b ien, incluso
nicación textual. En el capítulo IV se revisó la PERSPECTIVA FUNCIONAL Jos patrones fonéticos o sintácticos más inhabituales, como los exa­
DE LA ORACIÓN (IV. S l -5 3 ) y la ENTONACIÓN (IV. 54-58 ) como medios ade­
minados en [ 1 1 5] y [ 1 1 6] (véase VII. l ), son aceptables en los textos
cuados para señalar lo que se considera nuevo, importante o inespe­
poéticos, en los que las convenciones expresivas habituales se ven
rado dentro de las cláusulas o de los grupos tonales . En su momen­
modi ficadas de una manera característica y en los que la actividad de
to se comprobó que los elementos altamente informativos t ienden a hacer descender el nivel de informatividad se realiza con bastante
aparecer hacia el final de la cláusula y a recibir una entonación ele­ frecuencia (véase IX.9). En el subtipo ele texto poético que podría de­
vada. En contraste, los elementos con un bajo nivel de informativi­ nominarse <<poema sinsentido » , I o la presencia de zapatos 'pulidos y
dad tienden a aparecer hacia el principio de las cláusulas y a recibir brillantes' sin pies que los puedan calzar [ 1 20] es también tolerable.
una entonación baja y a ser sustituidos por FORMAS PRONOMINALES Ahora bien, sería bastante perturbador que los informes científicos se
(IV. 2 1 -3 1 ) o formas vacías mediante su ELISióN (IV. 3 2-37). Estas téc­ construyesen de manera semejante a la siguiente:
nicas de agru pación de secuencias lingüísticas permiten alcanzar un
equilibrio relativo entre dos tendencias opuestas: por un lado, la de [ 1 20a] Este tratado examina los datos recogidos en los informes del Ins­
man tener un punto de referencia compartido claro, y, por otro, la t ituto de Investigación Oceanográfica sobre el grado de limpieza
de sostener un nivel de i nformatividad razonablemente elevado (véa­ de los zapatos entre los moluscos del género Ostreidae.
se III. l S) .
1 8. 5 . Puede concluirse que, e n l a comunicación textual, l a pri­ El prototipo ele texto científico (véase IX. l O) es incompatible con
mera fuente de expectativas (el « mundo reah y sus « hechos» consti­ la suspensión de los <<hechos» básicos en la organización del mundo,
tutivos) es totalmente independiente d el lenguaje, mientras que la se­ como, por ejemplo, que las cosas (del tipo 'pies') existan y a la vez no
gunda fuente (las convenciones formales) y la tercera (el marcaje del existan (véase VII. 1 8 . 1 ) . De ahí que, un ejemplo como [ 1 20a ] sea in­
nivel de informatividad) pueden variar de una lengua a otra. Este servible en el discurso científico.
planteamiento, no obstante, todavía está abierto a la discusión. Así, 1 8.7. La quinta y última fuente de expectativas en la comunica­
por ejemplo, la diversidad de convenciones formales existente entre ción textual es el CONTEXTO INMEDIATO en que aparece y se u tiliza el tex­
las diversas lenguas es un argumento i ncontestable: sin embargo, no to (véase Dressler� 1 978 ) . Si, como se ha afi rmado repetidamente, en
hay un acuerdo claro sobre si esta diversidad es la responsable que im­ última i nstancia la ACTUALIZACIÓN discursiva puede contradecir la or-
pulsa a los usuarios del lenguaje a organizar el mundo de manera di­
ferente, como afirma Whorf ( 1 95 6) . De un modo parecido, si el signi- 10 Acerca del «sinsentido», véase V.2 v VII ¡.¡ E l «Sinsentido" es una cuestión que concierne a
las expectativas y al conocimiento previo q� e tengan los receptores, por lo tanto, puede ,·ariar de un
indh·iduo a otro
9, Véase la nota 2 de este capítulo.
216 1 \: TR O D L CC I O \: A LA L l \: G L Í S TI C\
1 :-,; FO R.\ l.-\TIV I D A D 217
ganizac10n convencional que prevén los SIST E i'v!AS VIRTUALES, I I esta hablantes no suelen declarar qué expectativas tienen realmente (véase
quinta fuente supone la modi ficación de las expectativas sugeridas por IX. 2 4 v ss ) De es te plan teamiento pesimista con respecto a la efica­
las otras cuatro fuentes anteriormente mencionadas. En este manual cia ex p licativa de la probabilidad es tadística se deduce que se ha de
se ha empleado la noción de ESTILO para referirse a la suposición de afrontar el problema desde otro punto de vista. Una vía de solución
que un texto aislado o una serie de textos interrelacionados suelen ca­ posible es la de inten tar profundizar en la misma evidencia t�xtual,
racterizarse por seguir ciertas tendencias homogéneas en la selección iden tificando las técnicas lingüísticas que expresan las expectativas ele
de opciones (véase 1 L 7 ). De acuerdo con este planteamiento estilísti­ los interlocu tores . Un ejemplo bastante obvio ele este planteamiento es
co, los receptores esperan razonablemente que aparezca en el texto el análisis del uso que hacen los hablantes de la NEGACióN. El método
una determinada serie de secuencias dominan tes con mayor frecuen­ que ha de seguirse es localizar y analizar las estructuras negativas que
cia que otras. Los textos poéticos y los literarios (véase IX . 8f) con­ apm ecen en un texto para establecer qué tipo ele contenido presupo­
centran la atención en su estilo, por esa razón sus productores han de nen (véase VIL 3 8 ) : habi tualmente, sólo se u tiliza la negación cuando
emplearse a fondo en la tarea de selección de procedimientos expresi­ existe algún motivo (he aquí la expectativa revelada indirectamente)
vos. Ello no es óbice para que el nivel de informatividad de un texto para creer que algo no es cierto (véase Wason, 1 965, Osgood, 1 97 1 , y
literario pueda potenciarse mediante la ruptura intencionada de su Givon, 1 97 8 ) . Aparte ele la negación, pueden considerarse como mar­
propio estilo establecido (véase Riffaterre, 1 959, 1 960). Ahora bien, si cadores de expectativas prácticamente todos los mecanismos cohesi­
esa táctica se repite con demasiada frecuencia, los receptores pueden vos enumerados en VII . 1 8 .4.
llegar a desorientarse, hasta el punto de sentirse incapaces de utilizar 2 1 . Ya se demostró la plausibilidad ele este enfoque, basado en la
de una manera adecuada semejante texto cambiante (ésa es una de las evidencia textual ele las expectativas ele los interlocutores, en el análi­
razones por la que, por ejemplo, Ulises, la novela de James Joyce, es sis del ejemplo [3], un breve extracto ele la revista Time (22 de enero
tan difícil para muchos lectores): ante la inexistencia de patrones es­ ele 1 979) que aparece en I. 1 :
tables que conformen la base sobre la cual puedan integrarse las se­
cuencias i nesperadas, mediante un proceso de disminución de su ni­ [3] [ 1 ] A sus vein te años de edad, Willie B . es un teleadicto i ntransigen­
vel desmesurado de i nformatividad, los receptores se encuentran to­ te. [2] Odia las noticias y los programas de entrevistas, pero es un fa­
talmente desasistidos en su tarea interpretativa. nático aficionado de los partidos de fútbol. Se pone tan nervioso
1 9. La noción de « probabilidad estadística» , bosquejada en VIL2, cuando inten1.1mpen con anuncios la retransmisión de un partido que
presenta un enfoque de la informatividad significativamente empo­ a veces hasta le pega puñetazos al televisor_ [3] Un amigo suyo dice
brecido que no resuelve el problema: no parece que exista una corre­ [4] que se comporta como «un niño pequeño» . [5] Willie B. es el úni­
lación estable entre el valor de la información que contiene una se­ co crorila del zoo de Atlanta. [6] El pasado mes de diciembre, un re­
cuencia y su frecuencia absoluta de aparición. Parece sensato suponer pre�entante de Tennessee TV se enteró de la solitaria vida que l leva
Willie B. y le regaló un televisor para que le hiciera compañía.
que el productor textual tiene siempre en cuenta que los efectos rea­
les de una secuencia en su contexto de aparición pueden variar me­
En el comentario del fragmento se procederá clasificando el flujo
diante los procedimientos de elevación o de disminución de su nivel
de informatividad. Por consiguiente, aunque la evaluación de la [Te­ ele expectativas que su lectura va creando progresivamente en el re­
cuencia de aparición de una secuencia sea útil, especialmente si se tie­ ceptor únicamente a partir del material lingüístico que conforma el
ne en cuenta una serie muy extensa de textos, sin embargo ese dato texto.
22. Una de las marcas formales que hacen evidente la existencia
no es, a todas luces, ni suficiente ni fiable.
20. El interés en recurrir a los recuentos estadísticos de [Tecuen­
ele expectativas por parte ele los interlocutores es el grado ele DEFINI­
cróN I 2 de los artículos que aparecen en el texto (definidos fTente a in­
cia de aparición se debe, sin duda alguna, a que se trata de un méto­
do simple y conciso. Ahora bien, el establecimiento i nequívoco de las definidos). Habitualmente, disfrutan del estatuto ele definidas las enti­
expectativas que tienen los usuarios de textos es, en el fondo, una ta­ dades del mundo textual que sean identificables, accesibles y recupe­
rea bastante confusa y enrevesada. Salvo en muy raras ocasiones, los rables sin un excesivo esfuerzo ele procesamiento. En principio, este

1 1. Véanse los ejemplos que aparecen en VI .2 y ss y en VI I. 1 1 2. En este manual no se tratará la definición en detalle, ya que es un fenómeno que se mueve a
1 37-44)
caballo entre la i nformatividad y la cohesión. Véase Beaugrande ( ! 980a: para más detalles
I '-: F OR'\1.-\TIVIDAD 219
218 I :\ TR O D L C C I Ó :\ A L\ L I :\ G L Í ST I C\

productor textual ha seleccionado únicamente uno de entre los mu­


estatuto está ma1 cado convencionalmente en los textos por el artículo chos posibles, y, en estas condiciones, los hablan tes suelen ser reti­
«definido >>, mien tras que el artículo «i ndefinido>> se reserva para enti­ cen tes a emplear el mecanismo de la definición . I 3 'Un niño pequeño'
dades que aparecen por primera vez en el cliscur_-so. �o obstante, son [3 .4] es un miembro accidental de una clase y, además, se menciona
muchas las objeciones que pueden hacer se al simphsmo que exhrb _ e
por primera vez. 'El único gorila' [ 3 . 5 ], en cambio, no es un miembro
semejante plan teamiento del fenómeno. Par�ce basta nte claro qu � al­ de una clase, puesto que sólo hay un único gorila en ese zoo, pero sí
aunas en tidades del mundo textual se consideran srempre _ _ as
defmid
es la primera vez que se menciona; por consiguiente, resulta tan lógi­
� arque forman parte del conocimiento prototípico compartido por lo s co que aparezca indefinido el primero, como que se defina el segun­
in terlocutores, por ejemplo, 'el sol' o 'la luna', mien tras que otras se do. 'Un televisor' [3.6] está indefinido de manera lógica sólo si se con­
consideran siempre indefinidas porque son miembros inespecíficos de sidera que el fragmento en donde se inserta comienza con una se­
una clase, aun cuando sean información conocida o se hayan men­ cuencia de apertura del discurso ('En diciembre . . .') que da pie a un
cionado recientemen te en el discurso. En el ejemplo [3], incluso la
primera vez que aparece la entidad textual 'el zoo de Atlanta' 3 . 5 ] se � nuevo inicio textual. Desde este pun to de vista, si se reconsiderase la
descripción ele la teleadicción de Willie B. en la primera secuencia del
considera como información conocida (se presupone, ademas, que
texto y, paradójicamente, la aparición de 'un televisor' indefinido en la
únicamente existe un único zoo en esa ciudad) . Más adelante, apare­
última, podría establecerse que quizás esta inconsecuencia la impon­
ce mencionada de nuevo la secuencia 'el zoo' [3.6] (se presupone que
ga la misma secuenciación lógica de los acontecimientos en el mundo
se refiere al único que hay en Atlanta) . A causa de las expectativas
real (véase VII . 1 8.2), ya que si 'a veces hasta le pega puñetazos al te­
que se les supone al lector; en ambas ocasiones aparece 'zoo' determi­
levisor' [3.2], éste ha podido estropearse (no olvidemos que se trata de
nado por el artículo definido. Por su parte, suele asignarse la INDEFI­ un gorila), lo cual justificaría que alguien le regalara 'un (indefi nido)
NICióN a las entidades que aparecen en su primera mención textual:
televisor1 [3 .6] posteriormente.
'un teleadicto intransigente' [ 3 . 1 ], 'un aficionado fanático' [3 .2], 'un 24. Aparte de la definición/indefinición, otra de las marcas for­
amigo suyo' [ 3 . 3 ], 'un niño pequeño' [3.4], 'un representante ele Tenne­ males que hacen evidente la existencia de expectativas por parte de
ssee TV' [3.6]. No obstante, teniendo en cuenta el fTagmento, han de los interlocutores inmersos en la i nteracción comunicativa es la or­
existir otras explicaciones que den cuenta del uso de la indefinición y denación secuencial (secuenciación ) de las oraciones y de las cláusu­
que no se circunscriban de manera e �clusiva al momento ? iscursivo las que aparecen en el texto (véase IV. 5 1 y ss.). Así , por ejemplo, en
.
en el que aparece cada una de las entidades textuales. Adv1ertase que el fTagmento [3], la oración de apertura [ 3 . 1 ] no tiene, por supuesto,
tanto 'un niño pequeño' [ 3 .4] como 'el único gorila' [3 .5] son designa­ material anterior sobre el cual construirse; ahora bien, el emplaza­
ciones que aparecen mencionadas por primera vez e � el te:< t o ref�r�­ miento del elemento nominal 'Willie B.' en la posición de sujeto se­
.
das a 'Willie B.', y, mientras que una de esas referencias esta mdefrm­ ñala que tendrá la función de TEMA (véase el análisis que se hace del
da, la otra se presenta definida. De igual manera, 'un televisor' [ 3 .6] se tema 'cohete' que aparece como sujeto en la secuencia de apertura
presenta como indefinido a pesar de que anteriormente se había he­ del ejemplo [ 4] de I. l ). Por la misma razón, la entidad textual 'Willie
cho mención por primera vez 'a(e)l televisor' [3 .2] que aparece, para­ B.' realiza la función de sujeto en cuatro cláusulas más: las dos que
dójicamente, defi nido, si bien es cierto que se trata de dos aparatos de componen [3.2], una en [3 .4] y otra en [ 3 . 5]. Los materiales textua­
televisión distintos. les remáticos que, refiriéndose también a Willie B . , presentan infor­
23. Esta utilización de la indefinición y de la definición, en oca­
mación nueva o todavía no mencionada en el discurso previo, ocu­
siones contradictoria, invita a realizar un tratamiento del fenómeno en pan los predicados del conjunto de seis cláusulas que componen el
términos de ACCESO PROCEDilv!ENTAL. Si una entidad textual se encuen­ fragmento. El productor textual organiza todo este material lingüís­
tra activada en la memoria i nmediata, entonces se propicia que el ac­ tico mediante el uso de CONJUNCIONES (véase IV.42 y ss. ) : así, por
ceso al conocimiento definido y prototípico de la misma sea fácil Y ejemplo, la conjunción 'pero' [ 3 . 2 ] expone la oposición entre las fo­
rápido, tal como se explica en IV. 2 . Por lo tanto, la entidad textual 'un
bias y las filias que siente el gorila ( adversación, véase IV.45), m ien­
teleadicto intransigente' [3 . 1 ] se presupone que ya tiene 'un televisor',
tras que 'tan . . . que .. .' señala la existencia de una relación de tipo cau-
por lo que resulta esperable que en [ 3 . 2] aparezca definido 'a (e)l te­
levisor'. En contraste, 'un amigo suyo' [ 3 . 3 ] es un miembro acciden­
tal de una categoría: Willie B . puede tener muchos amigos, pero el 1 3. Para más detalles, puede consultarse de nuevo Beaugrande ( l 980a: 1 37-.f.f).
""í

220 1 :\ TR O D L C C I O :\ A LA L I :\ G L ÍSTIC\ l i\FO R.\ IATIVIDAD 221

sal en t re 'se pone nervioso' y 'pega puñetazos' (subordinación, véa­ del zoo', aunque, e n cualquier caso, esos términos s e refieran a las
se IV.46 ) . mis mas entidades textuales. ! -+
2 5 . L a coherencia textual s e basa e n l a explotación discursiva de 27. Cuando tras la lectma de las primeras secuencias [ 3 . 1 -4] ya
las expectativas que genera la información que va apareciendo p ro­ d lector ha construido un entramado de creencias y de expectativas,
gresivamente en el texto. Por ejemplo, cuando el receptor lee la se­ la irrupción de la secuencia [ 3 . 5 ] provoca el desmoronamiento abso­
cuencia 'un teleadicto intransigente' [3 . 1 ], de manera inmediata, se ac­ lu to de todas esas ideas previas: 'Willie B. es el único gorila del zoo de
tiva en su mente la expectativa de que, a continuación, aparecerá al­ Atla nta'. El efecto inmediato que ello provoca en el lector es el de sor­
guna otra secuencia en donde se precise los programas televisivos que pres a (dado su carácter extraordinario, se encuentra ante una secuen­
tanto entusiasman y que tanto odia Willie B. (lo cual sucede, efectiva­ ci a con un tercer nivel de informatividad) y el de tener que volver a
mente, en [3 .2]). El comportamiento violento 'cuando interrum pen rei nterpr·etar todo lo que antes había leído hasta ese momento (ha de
con anuncios la retransmisión de un partido' [ 3 . 2 ] no parece ser el poner en marcha un proceso retroactivo de disminución regresiva
más adecuado para alguien que ha cumplido 'veinte años de edad' del nivel de informatividad de las secuencias anteriores; véase VIL 1 3 ).
[3 . 1]. pero sí que lo es si lo protagoniza un veinteañero infan ti !izado En este sentido, el receptor ha de revisar retrospectivamente en su
que actúa como 'un niño pequeño' ( tal como se dice en [3 .4]). Cuan­ memoria todo el material textual previo a la secuencia [ 3 . 5 ] y darle
do se descubre en el texto que 'Willie B . es el único gorila del zoo de una nueva coherencia: ya no se trata de conocimiento estereotipado
Atlanta' [ 3 . 5 ] , el lector espera que el 'aparato de televisión' se lo lleven aplicable al comportamiento de los seres humanos, sino de conoci­
a Willie B . al zoo, aunque eso no se diga de manera explícita [3 .6]. 'di­ miento específico de algunas conductas muy sorprendentes que ha
ciembre' [3 .6] es un mes muy apropiado para hacer regalos, especial­ llevado a cabo un determinado gorila. También se hace necesario que
mente, para los 'representantes' comerciales de las empresas, por eso el lector emprenda una labor de disminución progresiva del nivel de
no es de extrañar que suceda lo que sucede en el texto. Además, que informatividad de las secuencias [ 3 . 5-6] para poder comprender el
Willie B. sea 'el único gorila del zoo de Atlanta' [3.5] crea la expecta­ fragmento de una manera competente. En este sentido, es vital el dato
tiva de que lleva una vida 'solitaria' [ 3 . 6] y, retrospectivamente, justifi­ de la 'solitaria vida' que lleva el gorila, ya que ello explicaría tanto la
ca, en alguna medida al menos, su conducta agresiva. situación anímica difícil en la que se encuentra, como sus actitudes re­
26. En contra de la idea comúnmente aceptada de que la cohe­ lativamente humanas. Estas operaciones de disminución del nivel de
sión y la coherencia organizan el espacio textual de una manera pre­ informatividad de las secuencias sorprendentes preservan el texto del
visible, el productor textual de [3] ha sido capaz de burlar esta ex­ absurdo lógico.
pectativa e introducir un elemento sorpresa: que 'Wi llie B .' no es, en 28. El uso especulativo que el productor del texto [3] hace de las
realidad, un ser humano aunque así lo pareciese en la secuencia de expectativas de los receptores ha incrementado, de una manera signi­
apertura [ 3 . 1 ]. Una de las claves de la frustración de las expectativas ficativa, el INTERÉS del fragmento (véase VIL 1 3) . Bien es verdad que la
iniciales es que la entidad textual 'Willie B . ' sugiere, en sí misma, la secuencia [ 3 . 5 ] podría haberse colocado perfectamente antes que la se­
idea de ser humano, puesto que ni los animales domésticos ni los sal­ cuencia [ 3 . 1 ], sin embargo, ello hubiese provocado que el nivel de
vajes suelen tener apellido. De manera más o menos explícita, los tér­ EFECTIVIDAD del texto hubiese decaído notablemente (véase I . 2 3 ) . No
minos 'teleadicto' [ 3 . 1 ], 'amigo' [ 3 . 3 ] y 'niño pequeño' [3 .4] presupo­ cabe la menor duda de que semejantes tácticas de secuenciación de la
nen, también, el estatuto humano. Que Willie B. se comporte 'como información son habituales en la producción de muchos tipos de tex­
un niño pequeño' [3 .4] es quizás el detalle que mejor demuestra la as­ tos, especialmente de los periodísticos, en los cuales se ha de mante­
tucia y la habilidad del productor textual para ocultar su i ntención. El ner el interés a toda costa, aun cuando los acontecimientos y las si­
hecho de que Willie B. discrimine entre programas televisivos [3.2] in­ tuaciones que se narren no tengan, en sí mismos, una especial tras­
vita al lector a que suponga que puede entender sus contenidos; que cendencia. No obstante, independientemente del tipo de texto que esté
uno de estos programas sea 'de entrevistas' sugiere que Vvillie B . en­
tiende el lenguaje. En otras palabras, el productor textual ha excluido 1 4, Consideraciones de este tipo (por qué los interlocutores utilizan unas determinadas expresio·
toda aquella información que pudiera desvelar la identidad animales­ nes Y no otras para referirse, a fin de cuentas, a lo mismo) jalonan la historia de la filosofía dd len­
ca de Willie B . : así, por ejemplo, en lugar de u tilizar el término 'pata' guaje, desde que Frege ( 1 892 ) inició la discusión sobre las diferencias entre las nociones 'estrella ma·
tutina' Y 'estrella vespertina' (véase Carnap, ! 947: 1 1 9.
Quine, ! 953: 2 1 ,
y Linsky, ! 97 ! : 83
y ssJ Por
emplea 'puño' y utiliza 'amigo' en vez del más lógico 'asiduo visitante supuesto, este complejo asunto no se reduce a la relación entre los nombres y los objetos designados.
1 '-: T RO D l CC IO :\ .-\ LA L ! '-: G l ! ST I C-\ 1 :\ FOR:-.!ATIVIDAD ? Y.)'
222 __

to, tiene una


co nstruy endo , el produc to¡ del fragme nto [3], en concre tipo de texto de que se trata (véase VII. 1 8 .6). En este caso, el recep­
motiva¿ ión adicion al para explota ! de maner a interes ada la táctica de t or se encuen tra inequívocamente ante un texto poético prototípico,
aestion ar la secuen ciación de la inform ación" Por un lado, la situación ante un formato especial de poema, diferente a cualquier otro tipo de
� ue describ e en el mundo textual refleja la creenc ia � e la gente el� que formato de cualquier otro tipo de texto (véase IX"9)" Una organización
un animal solitari o puede alivia¡ su soledad recurn endo a la m1sm a en catorce líneas (o versos) que riman entre sí y que tienen una lon­
tecnolo�gía (la televisi ón) que los seres human os solitar ios" Por o tro gitud similat (once s ílabas o endecasílabos) iden tifica el texto como un
;ubtipo de poema denominado « soneto » . Ya que está compues to por
lado, la imagen impacta nte de un gorila 'teleadi cto' capaz de enfure­
cerse porque interru mpen con anuncio s su programa favorito recuer­ dos cuartetos y dos tercetos, se trata de un soneto de metro « i taliano»
da muchís imo la conduc ta de muchos telespec tadores human os in­ o « petrarquista» , fTente, por ejemplo, al soneto típicamente «shakes­
fanti lizados por su adicció n " El produc tor del texto [3] fuerza las ex­ periano», compuesto por tres cuartetos, un terceto y un pareado aña­
pectativas de sus lectores para que conf: mdan " a un gorila co � u � ser dido. El patrón rítmico del poema (abba-abba-cdc-ded) también es ha­
humano , pero no de una manera gratwta : qmere demostrar mdJrec­ bitual en los sonetos" De igual manera, aparecen los paralelismos es­
ta mente (irónica mente) que los telespec tadores humano s se compor­ tructurales característicos de los sonetos ('ni conoce la sombra' 1 'ni la
tan, en muchas ocasion es, de manera irracion al, es decir, como ani­ evi ta' [6.6], 'la piedra inerte' [6.5] 1 'la miel helada' [6.8] 1 'la luna vier­
males que no tienen concien cia de sus propios actos" De esa manera, te' [6.8], 'tigre y paloma' [6. 1 O] 1 'mordiscos y azucenas' [6. 1 1 ], 'espe­
a través de la manipul ación de las expectat ivas y de la secuenc iación ro' [6.2] 1 'pienso' [6.3] 1 'vivo' [6.4] 1 'quiero' [6.4]) y contraposiciones
controla da de la informa ción, el product or del texto consigu e trans­ típicamen te poéticas ('viva muerte' [6. 1 ]) . Ahora bien, la gestión de las
mitir una idea de una manera extrema dament e persuas iva (véase L 1 6, expectativas de los receptores que impone el productor del poema es
VIL42 y VIIL20) " . "
muy distinta a la que realiza el texto [3]. Mientras que en el fragmen­
29. Como ya se señaló al principi o de este capítulo , la « mforma- to del 'gorila' se propiciaba que el lector avanzase progresivamente
tividad» afecta h abitualm ente, en el uso cotidian o del lenguaje , al con­ confiado y se encontrara abruptamente con la sorpresa final del cam­
tenido textual (VIL J ) . Utilizan do el ejemplo [6] que aparece en I. l , en bio de identidad de vVillie B., en el soneto, el título («El poeta le pide
los apartad os siguient es, se analizar á de qué manera se explota la i n­ a su amor que le escriba» ) ya encauza las expectativas lectoras en una
formativ idad en los textos en los que i nteractú an varios niveles lin­ dirección muy determinada que ayuda a dar coherencia global al dis­
güísti cos a la vez: curso poético que va desarrollándose luego siguiendo la imaginería
onírica típicamente lorquiana. Por lo tanto, la secuenciación de las ex­
[6] EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA pectativas en [6] es i nversa a la que se ha planificado en [ 3 ] . En el so­
[1] Amor de m is entrañas, viva muerte, neto, una vez declarado en el título del tema prosaico que va a desa­
[2] en vano espero tu palabra escrita rrollar (una petición), llega la sorpresa de las imágenes impactantes de
[3] y pienso, con la flor que se marchita, la desesperación y del amor en progresión creciente que culmina en
[4] que si vivo sin mí quiero perderte. unos versos que homenajean al místico san Juan de la Cruz ('déjame
[S] El aire es inmortaL La piedra i nerte vivir en mi serena 1 noche del alma para siempre oscura' [6. 1 4]). Mien­
[6] ni conoce la sombra ni la evita. tras que el texto del 'gorila' es un reportaje sobre la realidad, el sone­
[7] Corazón interior no necesita to es literario, y por esa razón presenta un mundo poético de ficción,
[8] la miel helada que la luna vierte. alternativo al real (véase IX.8); no obstante, en ambos casos, tanto en
[9] Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
[ 1 0] tigre y paloma, sobre tu cintura
el de la realidad, como en el de la l iterariedad del discurso, se está
[ 1 1 ] en duelo de mordiscos y azucenas" comprometiendo la organización del mundo textual (véase VII. 1 8 . 1 ).
[ 1 2] Llena, pues, de palabras mi locura 3 1 . En la exposición acerca de la informatividad que se ha pre­
[ 1 3 ] o déjame vivir en mi serena sentado en este capítulo se ha pretendido ofrecer un tratamiento ade­
[ 1 4] noche del alma para siempre oscura. cuado de algunas cuestiones dignas de consideración en el estudio de
los textos. Ha quedado demostrado que la informatividad, propiedad
30. El simple formato en el que se presenta el texto sobre la pá­ inherente a la materia discursiva novedosa e inesperada, ejerce un
gina impresa activa por sí mismo una serie de expectati vas acerca del control decisivo sobre la selección y la organización de las secuencias
224 1 :\T RO D L C C I Ó :\ A L A L l :\ G L Í ST I P

ele opciones que integran el espacio textuaL Se ha argument ado, tam­


bién , que la norma estándar a la que tiende un texto es la que se ha
denomi nado «Segundo nivel ele informativ iclacl >>, pues representa u n
compromi so equilibrad o entre los intereses del productor y del recep­
tor: Para que pueda alcanzarse este punto medio ideal, puede elevarse
el nivel ele informativ iclacl ele las secuencias que presenten un pri mer
nivel .y disminuirs e el ele aquellas que alcancen el tercer nivel. Tam­
bién s e ha sugerido en este capítulo que los productor es textuales p ue­
den proyectar una secuenciac ión planificada ele expectativa s, con el CAPÍTULO VIII
objetiv o ele elevar el interés del texto. A modo ele conclusión , parece
razonable suponer que el control del texto ejercido por la informa tivi­ SITUACIONALIDAD
clacl es un factor muy importante tanto en la configuració n interna
como externa ele los textos .
l . El término SITUACIONALIDAD se refiere, en general, a los factores
que hacen que un texto sea relevante con respecto a la situación co·
municativa en que aparece (véase I. 1 9 y ss.). La influencia que tiene
la localización situacional sobre el texto durante el encuentro comu­
nicativo está mediatizada por la intervención (o MEDIACióN) ele la sub­
jetividad ele los interlocutores, quienes suelen introducir sus propias
creencias y sus propias m etas en el MODELO mental que construyen ele
la situación comunicativa en curso (véase IX. l ) . Habitualmente, la EVI­
DENCIA que proporciona la situación real accesible por igual a los par­
ticipantes en la interacción se mezcla con el conocimiento previo y
con las expectativas que éstos tienen sobre cómo se organizan proto­
típicamente las situaciones en el « mundo real» (véase VII . 1 8 . 1 ) . Suele
ser m uy frecuente, no obstante, que el productor textual intente pre­
sentar al receptor un modelo ele la s ituación en apariencia no media­
tizado por su subjetividad, cuando en realidad está ocultando su in­
tención ele RECONDUCIR LA SITUACIÓN comunicativa. También p uede SU­
ceder que el productor textual intente manipular la situación de una
manera favorable para el cumplimiento ele sus metas egoístas; en ese
caso se considera que el productor intenta DIRIGIR LA SITUACióN. La
línea fronteriza establecida entre las acciones ele « reconducir>> y de
«dirigir>> las s ituaciones comunicativas es extremadamente difusa y
puede variar de acuerdo con la visión que los participantes tengan i n­
dividualmente de la interacción en curso. D e hecho, lo más habitual
suele ser que los comunicadores prefieran disfrazar sus maniobras de
dirección de las situaciones comunicativas como si fuesen acciones
de reconducción, con el fin de crear la impresión en su interlocutor de
que el modo en que están sucediendo las cosas (que, curiosamente, es
el más conveniente para el cumplimiento de los i ntereses egoístas del
manipulador) es, en realidad, la manera natural como éstas han de su­
ceder en el curso normal de los acontecimientos. Por ejemplo, en [ 1 09]
226 1 :\ T R O D L C C I Ó :\ .-\ L\ L I :\ G U Í S T I C.-\
SITCACI ONALIDAD 227
(VL 1 6) , la tía sol terona intenta dir igir la si tuación comunicativa que alto nivel de informatividad, de sorpresa), el receptor no tendría pro­
le enfrenta con un posible pretendiente fingiendo que, simplemente, blema alguno en reorientar su atención, desatendiendo las <<p istas »
intenta reconducida de manera favorable para sus sobrinas casaderas. co ntextuales y, llegado el caso, desoyendo, incluso, las indicaciones
En el ejemplo [S] (VI.29), Piglet intenta dirigir la difícil situación en lingüísticas explíci tas incluidas en el texto.
la que se ve inmerso intentando convence¡ a su interlocutor de que se 3 . El tipo más básico de improbabilidad informativa es la des­
deje guiar por él, aceptando someterse a cierto tipo de control. Si en proporción en la FRECUENCIA �e aparición �e un ele�nento, t � l com ? se
cada uno de estos casos hubiese sido evidente que las acciones de re­ señala en el enfoque estadístico de la teona de la mformac10n - (vease
conducción de la si tuación realizadas por los manipuladores estaban, VII . 2 ) . Supóngase que un sujeto X realiza algún tipo de acción de una
en realidad, mediatizadas subjetivamente y eran contrarias al trans­ manera más frecuente de lo normal y que ello puede ser juzgado como
cmrir lógico de los acontecimientos, entonces el plan de dirigir en su negativo por el interlocutor A; supóngase también que el interlocutor
provecho la situación comunicativa que afecta a los manipulados hu­ B pretende, por alguna razón, convertir discursivamente el defecto del
biese fTacasado. En cualquier caso, la distinción entre reconducir y di­ sujeto X en virtud. En ese caso, probablemente, B intentaría recondu­
rigir las si tuaciones comunicativas, considerada en términos de TEN­ cir la situación de una m anera parecida a la siguiente (Dickens, 1 947:
DENCIAS DOMINANTES, es de una utilidad analítica enorme. 1 55) :
2. Los conocidos experimentos de Osgood ( 1 97 1 ), en que se pe­
día a los sujetos evaluados que «simplemente describieran» ciertos ob­ [ 1 2 5] -¡Maldito muchacho! -dijo el viejo caballero-. Se ha vuelto a
·jetos y determinados acontecimientos que previamente les habían sido dormir.
presentados/ son, sin duda alguna, una modalidad casi prototíp ica de -Extraordinario chico éste -dijo el señor Pickwick-. ¿Siem­
reconducción de la situación. Casi sin excepción, los textos produci­ pre duerme de esta manera'?
dos por los sujetos sometidos al experimento eran algo más que sim­ -¡Que si duerme! -dijo el viejo caballero-. Siempre está dor­
ples <<respuestas » al <<estímulo» que representa la escena que han de mido. Va a hacer recados dormido y ronca mientras sirve la mesa.
describir� Y ello sucede de esa manera por una razón lógica: en el cur­ -¡Qué raro! -dijo el señor Pickwick.
so del proceso de recepción, los sujetos realizan suposiciones acerca -Sí que es raro -respondió el viejo-. Estoy muy orgulloso de
de qué tipo de información merece recibir su ATENCióN; es decir, de este muchacho; no lo cedería por nada del mundo: ¡es una curiosi­
dad natural!
una manera subjetiva, el receptor dedica la mayor parte de sus recur­
sos de procesamiento en el análisis y en el tratamiento de la informa­
ción que le ha parecido más interesante. En este sentido, las ESTRATE­ Las operaciones de reconducción interesada de la situación pueden
GIAS DE ORDENACIÓN ESTANDARIZADA de la percepción del mundo (como complementarse con el intento de dar una explicación supuestamente
las citadas en VII. 1 8 .2), proyectadas sobre las secuencias l ingüísticas, convincente (mediante la disminución del nivel de informatividad de
dan pistas al receptor de cuáles son las informaciones más relevantes lo que se cuenta) que justifique la inusual frecuencia de aparición
que aparecen en el texto. Sobre este particulac Erving Goffman ( 1 974) de un determinado elemento (en este caso, la abundancia de maris­
sugirió que las situaciones contienen diversas <<pistas» que indican qué querías en un barrio marginal) (Dickens, 1 974: 3 0 1 y ss .):
objetos y qué acontecimientos merecen <<atención» o <<desatención»
por parte de los interlocutores. Por ejemplo, algunos gestos de los co­ [ 1 26] -Mire en esa dirección, señor; hav una marisquería por cada
media docena de chabolas, Bendito s �a Dios, estoy seguro de que
municadores se juzgan como muy significativos (señalar objetos o in­ cuando se es tan pobre como esa gentuza, de pura desesperación,
dicar direcciones) , mientras que otros no lo son tanto (rascarse o es­ sale uno corriendo de su casa a comer marisco.
tornudar). No obstante, ante un acontecimiento que presentase un
alto grado de Il'v!PROBABILIDAD (y que de él se derivase, por lo tanto, un
El i ntento de reconducir una situación comunicativa también pue­
de tener como objeto subsanar la falta de coherencia de algún acon­
l. Si bien desde una perspectiva lingüística todavía no se han desarrollado plenamente hasta el tecimiento mediante una interpretación que disminuya su nivel de in­
momento las nociones de •reconducción» v de •dirección• de las situaciones comunicativas, estos con­
ceptos son de uso habitual en las investig;ciones sobre el procesamiento automático de datos . formatividad y lo haga, por tanto, comprensible; como sucede, por
2. Para ser más precisos, los experimentos de Osgood suponían en realidad la <descripci ón• de ejemplo, cuando las acciones de unos determinados personajes no pa­
objetos y la •narración> de acontecimientos (en el sentido que se le da a estos términos en IX . 6).
rezcan racionales (Carroll, 1 960: 1 44 y ss.):
228 1 '-:TRODCCCIÓ!'\ A LA U'-:GCÍSTICA SIT CAClO!'\ALIDAD 229

[ 1 27] Los doce miembros del .j urado estaban muv atareados escri- . 4. La reconducción de situaciones comunicativas, como las des­
biendo en sus pizarras. cri tas en los ejemplos anteriores [ 1 2 5- 1 2 7 ] . puede considerarse como
-¿ Qué están haciendo? -susurró Alicia al Grifón-. No pueden u na es trategia de RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS, entendida en el sentido
estar apuntando nada, puesto que el juicio no ha empezado to­ que se da a esta noción en III. 1 7 . Habitualmente, el productor reser­
davía.
va la función de TE!vlA del texto para marcar los acontecimientos ines­
-Están escribiendo sus nombres -cuchicheó el Gri fón-, no
perados. Ello suele p1 ovocar en el receptor una de estas dos posibles
vaya a ser que los olviden antes de que acabe el juicio.
-¡Vaya estupidez! -empezó a decir Alicia, con una \'OZ muy in­ reacciones: o bien los hechos extraordinarios se consideran directa­
dignada. mente 'raros' [ 1 2 5 ] o 'estúpidos' [ 1 2 7 ] . o bien se intenta disminuir su
nivel de informatividad de manera que, pese a las apariencias, no bur­
En este fragmento, el Grifón intenta reconducir de manera cohe­ len las expectativas habituales (ejemplos [ 1 26] y [ 1 2 8 ] ) . En cualquier
rente la situación disminuyendo el nivel de informatividad de una ac­ caso, únicamente la segunda reacción resuelve el problema comuni­
ción aparentemente inmotivada (los miembros del jurado escribiendo cativo mediante la integración de todos los elementos que aparecen en
antes de que comience el juicio) ofreciendo a su extrañado interlocu­ el texto y en la situación en un esquema aceptable para ambos inter­
tor una explicación supuestamente razonable (aunque, en realidad, locutores. El procedim iento de disminución del nivel de i nformativi­
bastante surrealista). La exclamación de Alicia, '¡Vaya estupidez!', hace dad de las secuencias que planteen problemas comunicativos entre in­
evidente no sólo que no acepta la reconducción de la situación que terlocutores es una modalidad de NEGOCIACióN del modelo de la reali­
propone el Grifón, sino que esa misma explicación le parece tan des­ dad y del conjunto de normas aceptadas socialmente (véase VII. 1 8 . 1 ) .
cabellada como lo que intenta explicar (lo cual también es un intento En este sentido, la manera d e reconducir las situaciones comunicati­
ahora por parte de Alicia, de reconducir la situación) . Cualquier acon� vas está bastante normalizada y no suele presentar variantes signifi­
tecimiento sorprendente o DESTACAoo3 puede someterse a un procedi­ cativas, aun cuando los diferentes participantes en la interacción ten­
miento de disminución de su nivel de informatividad que lo resta­ gan opiniones contrapuestas acerca de lo que se está haciendo, como
blezca dentro de la normalidad predecible o, al menos, en el terreno se muestra en el ejemplo siguiente (La flerecilla domada, ii 2- 1 7) :
de las expectativas habituales, como se advierte en este ejemplo (Ca­
rroll, 1 960: 2 7 9) : [ 1 29] CRIADO 1 : ¿Querría su señoría tomar una copa de saque?
CRIADO 2: ¿Seda tan amable su eminencia de degustar estos fiam­
bres?
[ 1 2 8] -¡Qué posturas m á s raras! -exclamó, pues e l mensajero n o ha-
CRIADO 3: ¿Qué indumentaria desea su eminencia vestir hov'? .
cía más que dar saltos de un lado para otro y retorcerse como una
SLY: Me llamo Christophero Sly; no me llamen «Señoría» o « emi­
anguila a medida que avanzaba, extendiendo sus manazas a ambos
nencia». No he bebido saque en mi vida y si usted me quiere ofre­
lados del cuerpo como si fuesen abanicos.
cer fiambres, que sean de buey. No me pregunte qué i ndumentaria
-No tan raras -dijo el Rey-. Es que es un mensajero anglo­
vestiré; no tengo más jubón que mi espalda, ni más medias que mis
sajón, y sus posturas son anglosajonas. Se comporta así sólo cuan­
piernas, ni más zapatos que mis pies . . .
do está contento.
LORD: ¡ Que e l cielo cese s u humor ocioso e n t u honor! ¡Oh, estamos
ante un hombre poderoso de tal descendencia, con tales posesiones
Fillmore ( 1 977) sugirió que la información destacada influye de y digno de tan alta estima, que no puede estar maculado por man­
una manera decisiva en la configuración de la superficie textual. En cha alguna!
efecto, la información más relevante habitualmente suele ocupar el lu­ SLY: ¿ Qué, es que quiere volverme loco?
gar preemi nente de los huecos funcionales reservados al sujeto o al
objeto directo. 4 Cuando se rechaza un o frecimiento, aunque éste sea tal que satis­
faga una de las metas básicas del ser humano -la provisión de bebi­
3, Acerca de lo destacado, Yéase Kintsch ( 1 977a: 397 .y ss.). Véase también la nota 5 del capítu- da, comida y ropa-, el conflicto y el malentendido se mantendrá
lo VII
4. Este enfoque proporciona una explicación satisfactoria de un par de secuencias oracionales que
han pro\'ocado muchas discusiones entre los lingüistas ('He manchado la pared con barro' frente a 'He A efectos de interpretación, ha de asumirse que l a primera oración del par implica que l a pared ente­
manchado con barro la pared'): sin duda alguna, en la construcción se le ha dado una mayor impor­ ra ha quedado manchada de barro, mientras que la segunda sugiere que sólo está embarrada parcial�
tancia al elemento que ocupa la posición de objeto directo en detrimento del sintagma preposi cional. mente (Yéase Fillmore, 1 977: 79)
230 ¡:--; T RODCCCIÓ:\ A L ..\ u:--; G C ÍSTIC.-\ SIT L'.-\CION.-\LID.-\D 231

mientras los participantes sigan reafirmándose en sus propios puntos Aunque los textos dramáticos sean inequívocamente u n subtipo
de vista y no entren en la negociación de los mismos. Téngase en cuen­ especial de texto de ficción , en muchas ocasiones sus productores ne­
ta, además, la tendencia a considerar como 'locos' a quienes sostienen gocian con el público los términos en los que se va a desarrollar la in­
un punto de vista divergen te al de la mayoría con respecto a la situa­ teracción comunicativa, de igual manera que sucede, por otro lado,
ción «reaL> (se trata de un mecanismo de autodefensa de las expecta­ entre los hablantes en el ámbito más habi tual de la vida cotidiana
tivas sociales fTente a las individuales) . (véase Goffman, 1 974).
5 . No obstante, las desviaciones de la evidencia que proporciona 6. En algunas ocasiones, la tarea de reconducir de manera ade­
la situación real suelen tolerarse de una manera convencional en cier­ cuada una si tuación comunicativa en la que se ha producido un ma­
tos tipos de texto, especialmente en los tipificados como dramáticos. lentendido puede llevarse a cabo, simplemente, mediante el uso de las
Considerados como una subclase de los literarios, los textos dramáti­ FORMAS PRONOMINALES pertinentes en lugar de las denominaciones con­
cos disfrutan de la prerrogativa de presentar una organización textual ceptuales que sustituyen. Halliday y Basan ( 1 976) sugirieron el térmi­
alternativa de los acontecimientos que narran (véase IX.S); puesto que no EXÓFORA (neologismo creado por analogía con los términos « aná­
se representan en directo ante un público, sumen a sus receptores en fora>> y «Catáfora>> , véase IV. 2 2 y ss.) para referirse a este tipo de uso .
una situación comunicativa peculiar que exige una participación sub­ La exófora no establece una relación de tipo correferencial en un sen­
jetiva muy elevada (en el sentido que se dio a este concepto en VIII . l ) . tido estricto (véase IV. 2 1 ), puesto que no existe otra expresión conti­
Muestra d e ello e s que algunos textos dramáticos i ncluso comienzan gua en el texto que se corresponda exactamente con la forma prono­
con una «exposición>> i nicial en la que se pide al público que partici­ minal (aunque algunos l ingüistas argumentan que, aunque no haya
pe en la ficción. El ejemplo más famoso podría ser el « Prólogo» a la sido enunciada explícitamente en el texto, de hecho puede existir una
segunda parte de Enrique V de William Shakespeare: expresión corr·eferente activada en la memoria del receptor que justi­
fique la remisión exofórica) . En el apartado siguiente se examinará el
[ 1 3 0] RUMOR funcionamiento de la exófora aplicada en la reconducción de las si­
tuaciones comunicativas.
Prestadme atención, porque ¿quién de vosotros, 7. Los pronombres de primera y de segunda persona son, por su
si el Rumor habla, se tapará los oídos?
propia naturaleza, exofóricos, en el sentido de que han sido seleccio­
Yo, desde levante hasta el aburrido poniente,
haciendo del viento mi caballo de posta, nados por el productor del texto para marcar su relación social con
extiendo sin cesar la noticia de los actos el(os) receptor(es), como sucede en este fragmento:
realizados sobre esta bola de tierra.
Y de mi lengua sin parar [ 13 1 ] MARULUS: ¿Qué oficio tienes, gandúl? Habla claro.
brotan mentiras, que en cada idioma CIUDADANO II: Bah, no pierdas los estribos, señor; pero si lo haces,
yo pronuncio, y voy calentando la cabeza yo tengo un remedio para ti.
de todos los hombres con noticias falsas. MARULUS: ¿Que usted tiene un remedio para mí? ¿Qué quieres de­
Hablo de paz, mientras la oculta guerTa, cir con eso, mentecato?
amagando una sonrisa de satisfacción , CIUDADANO II: Pues que os puedo ayudac
hien; al mundo. ¿Y quién sino el Rumor, FLAVIO: Eres curtidor de cuero, ¿ no?
quién sino yo, reúne levas de hombres espantados
que preparan la defensa cuando la vida, repleta de
Cuando el artesano trata de « tÚ>> al oficial gubernamental, la res­
desgracias, se presenta bajo el dominio de la
Estrella de la guena? El Rumor es una flauta puesta enfática de éste hace que en su siguiente parlamento el 'ciuda­
soplada por la sospecha, los celos y las conj eturas; dano II' le trate de «USted>> , mientras que el oficial sigue tuteándolo,
es tan fácil de tocar, es tan sencillo su manejo, demostrando así su preeminencia social sobre él (véase un análisis de
que el estúpido monstruo de mil cabezas, la expresión del poder y de la solidaridad en el uso de los pronombres
la sempiterna mul titud i ntranquila y vacilante
·
en Brown y Gilman, 1 960). Mediante DEícncos, la exáfora puede se­
puede convertirla en música. ñalar (en sustitución del dedo índice extendido) tanto al productor
(primera persona) como al receptor (segunda persona) y a los demás
I � T RO D C C C I Ó � A LA L I 0: G C ÍST IC-\
S ITUACIO C.:ALIDAD 233

participan tes (tercera persona) en la interacción (Julio César, II, 94- unas metas previas que mediatizan subjetivamente l a interacción, por
97): ejemplo de las del tipo que aparece en la conversación entre la tía sol­
terona y el señor Tupman (véase VI. 1 6 y ss. ) . En el fragmen to si­
[ 1 32] CASIO: É ste es Trebonio.
guien te, en donde se presenta la valoración que hacen dos personas
BRUTO: Biem·enido sea.
CASIO: É ste es Decio, Bruto.
distintas de un mismo episodio de la campaña electoral a la presiden­
BRUTO: También sea bienvenido. cia de los Estados Unidos que enfrentó a Kennedy y a Carter (Gaims­
CASIO: Éste es Casca, ése Cinna y aquél Metelo. ville S un, 1 5 de octubre de 1 979), se advierte que la consecución de las
BRUTO: Sean todos bienvenidos. propias me tas motiva una visión significativamente subjetiva acerca
de la misma situación:
En esta escena, cuando se presentan ante Bruto los conspiradores
que quieren atentar contra la vida de Julio César; Casio identifica pri­ [ 1 34] Los seguidores de Kennedy afirmaron que lo sucedido en Florida
mero a los hombres que llevan máscaras y que, por lo tanto, no son fue «uno de los mayores triunfos políticos de este siglo».
reconocibles a partir de su apariencia externa. Cuando Casio ha acla­ [ 1 3 5] «Ellos pusieron de su parte lo mejor que tenían y nosotros pusimos
de nuestra parte lo mejor que teníamos y nosotros les golpeamos y
rado la identidad de cada uno, Bruto les da la bienvenida. Llama la
ate �ción c �mo p �·esenta a Casca ('éste'), Cinna ('ése') y Metelo ('aquél') �
les golpeamos de muerte» , sentenció Jody Powell [seguidor
.
de Car-
. ter].
segun la distanCia relativa a la que se encuentran de la p rimera per­
sona. En este sentido, los deícticos organizan el espacio físico en que Parece claro que ambas versiones sobre los mismos hechos varían
se desarrolla la interacción. También son útiles para referirse, de una de una manera tan significativa que no pueden ser ambas ciertas: sin
manera inigualablemente sintética, al conjunto de acciones que se i n­ duda alguna, en este caso, el intento de dirigir la situación prevalece
tegran en una situación (Goldsmith, 1 7 7 3 : 29): sobre el intento de reconducida. Adviértase el uso de la REPETICIÓN en
HARDCASTLE: Esto puede que sea modestia moderna, pero yo nunca
las declaraciones de Powell, quien i ntenta reforzar con ese recurso su
[ 1 3 3]
he visto nada tan parecido a la insolencia clásica .
·
propia versión de los hechos (véase I\1. 1 3 ) . Un ejemplo todavía más
claro de imposición de los puntos de vista propios sobre los ajenos lo
En su intervención [ 1 3 3], el señor Hardcastle se está refiriendo me­ proporcionaron unos hombres armados enfrentándose a los conduc­
diante el uso del deíctica 'esto' de una manera máximamente sintéti­ tores de una furgoneta que transportaba dinero ( Gaimsville Sw1 , 20 de
ca a toda la secuencia completa de acciones que llevó a cabo su invi­ diciembre de 1 97 8 ) :
tado desde el mismo momento en que llegó a su casa hasta que se des­
[ 1 3 6] Esto es un atraco. No estamos bromeando
pidió muchas horas después.
8. En VIII. l se propuso la utilización del término DIRIGIR LA SI­
TUACióN comunicativa para referirse a la manipulación de los textos
Los atracadores describen la situación en curso intentando con­
que conduzcan la situación hacia la consecución de las metas egoístas centrar la atención de los participantes sobre su plan de 'robar el di­
de los participantes en la interacción. En ese mismo lugar ya se ad­ nero', confiando en que las armas de fuego i nvaliden la versión dis­
crepante que, sobre la misma situación, puedan tener los demás par­
virtió que la fro ntera existente entre « reconducir» y «diriair» una si­
tuación es bastante vaga y que, quizá, pueda describirse de una ma­ ticipantes .s
nera más apropiad� en términos de tendencias dominantes que pre­ 9. El análisis de los ejemplos anteriores, aunque superficial, invi­
valecen en un sentido o en otro. También se sugirió que, cuando las ta a concluir que el intento de dirigir una situación puede explorarse
expectativas de los participantes en la i nteracción no coinciden, se de manera adecuada desde el punto de vista de un productor textual
plantea l a situa�ión típica en la que el productor textual, si pretende que intenta imponer su PLAN a un receptor (véase VI.22 y ss.). Los pla­
. . nes prototíp icos, con frecuencia denominados GUIONES, se activan úni­
ser conCiliador, mtenta reconducir la situación para solventar esa dis­
crepancia o, si tiene intereses egoístas, para i ntentar reafirmar s us camente cuando una determinada situación conocida exige transcu­
p�·opias expectativas frente a las del receptor (véase VIII.4). Ahora rrir de una manera estereotipada (véase VI. 1 4 y ss.). Partiendo de la
bien, cuando se opta por dirigir una situación, en cambio, ya existen Acerca del uso de armas de fuego en la redefinición de situaciones, ,·éase Goffrnan ( 1 974: 44n
S l TL;AClO'JA L I DAD
23-+ l � T R O D C C C l Ó � .-\ L A L l � G C i S T ! C A

supostcw n de que los comunicadores procuran siempre alcanzar sus cOI·darJe,, algo a alguien es una acción discursiva consistente e n traer
metas, los participantes han de saber adaptarse a una serie de facto­ a colación una información conocida y compartida por ambos inter­
res variables y, en ocasiones, imprevisibles, cuando se ven implicados locutores, en oposición a « informarle», que consiste en presentar in­
en situaciones de las que no tienen experiencia alguna. Una manera formación nueva; véase IV. 54). Otra posibilidad que tiene a su dispo­
de realiz � r este cometido es evaluar los textos de los otros participan­ sición el productor consiste en RA.ZONAR la conveniencia de que ambos
participantes cooperen entre sí (véase L8). También el productor pue­
tes para rntentar reconocer las metas que les mueven a actuar de la
manera determinada en que lo hacen (véase Allen, 1 979). Bien es ver­ de PACTAR con su interlocutor su cooperación a cambio de un FAVOR, o
dad que también pueden resolver esta cuestión asignando a la inten­ NEGOCIAR para obtener algo que se desea y que el otro tiene. Lógica­
ción c ? municativa de sus interlocutores metas POR DEFECTO, es decir, mente, si todas estas acciones discursivas (sobre este concepto, véa­
supomendo que la mayor parte de la gente tiene los mismos dese os se VI. l l ) FRACASAN, siempre queda el recurso de AMENAZAR al otro, de
que tendrían � llos mi � mos en su lugaL 6 Ahora bien, si los recursos que in tentar DOMINARlo mental o físicamente o de ROBARle lo que se quie­
han de reparttrse los r nterlocutores en su beneficio son limitados e in­ ra obtener: Cuando, ante la negativa reiterada del receptor textual, el
suficientes para cumplir todas y cada una de las metas de todos los productor va seleccionando opciones cada vez más cercanas a la vio­
participantes en la interacción, entonces lo más lógico es que se pro­ lencia, este proceso se denomina ESCALADA PROGRESIVA ENTRE CONJUN­
duzca un CONFLICTO (véase Wilensky, 1 978a ) . 7 Como resulta evidente TOS INTEGRADOS DE PLANES. 9 Este tipo de escalada también puede prac­
en las declaraciones tanto de los seguidores de Kennedy [ 134], como ticarse en el i nterior de un único conjunto integrado de planes. Por
de los de Carter [ 1 3 5 ] , cuando se produce un confl icto de metas cada ejemplo, el productor puede PEDIR, RECORDAR o RAZONAR siendo cada
participante intenta reconducir la situación de una manera distinta vez más i nsistente en su petición, en su recordatorio o en su razona­
pero siempre favorable a la consecución de sus propios intereses. ' m iento; también puede forzar un PACTO mediante el ofre cimiento de
1 0. Cuando se da el caso de que existe una cantidad significativa FAVORES progresivamente más beneficiosos para su interlocutor o pro­
de metas que no pueden alcanzarse mediante las acciones realizadas metiendo regalarle OBJETOS deseables en mayor cantidad o con mejor
por un úni � o agente, la tarea de dirigir una situación compleja impli­ calidad; otra opción consiste en AMENAZAR a su interlocutor progresi­
ca, en ocas10nes, la apertura de un proceso de NEGOCIACióN DE METAS vamente con la comisión de acciones cada vez más violentas, o inten­
entre varios interlocutores, operación consistente en la puesta en mar­ sificar su DOMINIO físico o mental sobre el otro utilizando de manera
cha de m étodos que ayuden a obtener la complicidad y la cooperación progresiva armas cada vez más destructivas.
1 1 . Como muchos otros procedimientos, 10 la escalada progresiva
de los otros participantes en la i nteracción. En este sentido, Schank y
�belson ( 1 97 7 ) analizan el hmcionamiento de una serie de « conjuntos entre co�j �ntos integrados ?e planes supone una estrategia de tipo
econoimcista. En este sentido, el planificador discursivo ha de en­
rntegrados de planes» 8 que contienen los tipos de planes que se utili­
zan habitualmente en la negociación de metas entre diversos i nterlo­ contrar un equilibrio entre la EFICACIA (facilidad y mínimo esfuerzo) y
cutores. Así , por ejemplo, un productor textual puede optar, simple­ la EFECTIVIDAD (oportunidades de obtener éxito) de sus acciones, in­
mente, por PEDIR a su interlocutor que haga algo por él o que le preste tentanto que sean las más APROPIADAS a la situación y a los papeles que
alguna cosa. Si quiere obtener algo de su receptor, un productor tex­ juegan los participantes en la interacción (véase I . 2 3 ) . Ni « pedin> , ni
tual también puede decantarse por RECORDARle, por ejemplo, la amis­ «recordar» , ni « razonar» exigen un excesivo gasto de energía, que vaya
tad que los ha unido a lo largo de tantos años (en este contexto, «re- más allá de la activación de los recursos de procesamiento necesarios
para producir el texto mismo. Por su lado, « pactar» compromete al
productor a gastar determinados recursos materiales , pero proporcio­
6. Sobre la deseabilidad, véase VI. 13 6
y la nota del capítulo VIL na, en cambio, un incentivo elevado para el receptor. « Amenazan> ,
7. \Vilensky distinguió entre casos en los que el agente tiene metas conflictivas ( e.conflicto de me­
tas») y casos en que las metas de dos o más agentes se contraponen entre sí ( e.oposición entre metas•).

El �]timo tipo e confli � to es computacionalmente más relevante que el primero; de ahí que sea la mo­
9_ Schank y Abelson (1 977: 90) proponen, como altemath·a a las opciones más violentas «recu­
dalidad que mas se utthce para e]e,·ar el nivel de interés de un relato (véase Beau>!rande v Colbv,
1 979). En el ejemplo [1 39] ya se exploró el funcionamiento de ambos tipos de conflic o.7
· •
l
tTir � otro conjunto integrado de planes que se halle situado tan alejado de la escala de benef cio po­
8. Schank Y Abelson ( 1 977: 90)consideran que un «conjunto integrado ele planes» está compues­ :

tenctal p� r� . el produc :or .como e peligro potencial para sus intereses , , como medio para crear una
•precondtcwn de medtacton" mas neutral, que le permita ir avanzando en la consecución de sus me­
to por auna acción clave cuya realización fm·orecerá que se alcancen las metas deseadas• , a la que se
tas. Como ejemplo proponen la aplicación del conjunto de planes denominado abuena voluntad».
p� eden añadir tres tipos distintos de «precondiciones » : que la acción clave sea «controlable•, que sea
amcontrolable> o que esté «mediatizada• .
10. Véase IV.29, 37 y V.. 1 5
236 1 :\ T RO D L C C IÓ :\ A L A L I 0: G C Í ST ICA SITLACIO"ALI DAD 237

«dominar» y <<roban> exigen que se asuma un gasto elevado de recur­ -Hombre, si quiero, puedo lzacer que m e importe.
sos físicos y, además, suprime la posibilidad de cualquier tip o d e ne­ -¿Ah, sP ¿Y por qué no lo haces?
gociación; esta opción presenta, también, la desventaja de qu e los -Si no me dices tu nombre, lo haré.
amenazados, dominados o robados intenten recuperar su digni dad 0 -Demasiao-demasiao-demasiao . ¿Qué pasa contigo, tío?
-Oh, te crees muv listo, ¿1'erdad? Si yo quisiera, podría darte
sus propiedades, lo cual hace que la meta del productor violento sea
una paliza con una n{ano atada a la espalda.
inestable, ya que se alcanza sin el consentimiento del otro. De h echo
-¿Ah, sí? Muv bien, y ¿por qué no me la das?
en la mayor parte de las sociedades civilizadas se adoptan medida�
institucionales encaminadas a desalentar la activación de los co njun­ Como puede preverse, este encuentro conflictivo se resolvió a pu­
tos integrados de planes violentos, de amenaza, de dominio o de hur­ ñ etazos (es decir; se empleó el recurso de la IMPOSICióN violenta para
to. Bien es verdad que la simple amenaza es la acción violenta más fá­ resolver el conflicto) . No obstante, aunque Tom finalmente le dio una
cil de ejecutar; pero también es cierto que su puesta en práctica pla n­ 'paliza' al otro muchacho, no consiguió alcanzar su meta de saber
tea muchos problemas (véase Apeltauer, 1 977): si el amenazado no cómo se llamaba. En este caso, quizás INVOCAR cierto espíritu de cor­
cree en la capacidad del amenazador para ejecutar su amenaza, éste tesía y de camaradería, o PACTAR un favor en contrapartida, podría ha­
no sólo se sentirá cuestionado y no alcanzará su meta, sino que ten­ ber s ido una maniobra táctica más adecuada.
drá que adoptar una actitud todavía más violenta. 1 3. En el párrafo siguiente se describirá el modo en que se sue­
1 2. La escalada progresiva entre conjuntos integrados de planes
len dirigir las situaciones comunicativas en términos de una escalada
es, por lo tanto, la respuesta normal al fracaso continuado del pro­ planificada de secuencias de negociación. En el análisis de las con­
ductor textual. Wilensky ( 1 978a: 2 8 ) propuso un modelo de compren­ versaciones dirigidas a la consecución de una determinada meta ya se
sión de relatos (que pudiese ser gestionado por un ordenador) basán­ analizó el funcionamiento de ciertas estrategias de dirección de situa­
dose, precisament e, en el conocimient o acerca del procesamien to es­ ciones que brindan un alto rendimiento al comunicador que las em­
calonado de acciones planificadas. Considérese el ejemplo siguiente: plea. Bien es verdad que no todas estas estrategias funcionan en todos
los contextos, ni cubren todas las acciones discursivas concebibles,
[ 1 3 7] Juan quería montarse en la bicicleta de Pedro. Se acercó a él y le
preguntó si se la dejaba. Pedro rehusó. Juan le dijo que le pagatia
pero, en principio, podrían aplicarse teóricamente en cualquier serie
500 pesetas, pero Pedro no estaba de acuerdo. Entonces, le dijo que de textos o de acciones no verbales. Por supuesto, la acomodación de
le rompería el brazo si no le dejaba la bicicleta. Pedro acabó ce­ las estrategias a la situación real en curso sería otro ejemplo de PRO­
diéndole la biciclet<L CEDIMIENTO DE ADECUACIÓN, tal como se definió este concep to en III. 1 9 .
1 4. El texto que se utilizará para ejemplificar lo expuesto en el
El deseo de Juan de montar en bicicleta choca con la negativa con­ párrafo anterior es un episodio muy conocido de Las aventuras de Tom
tinuada de Pedro a dejársela; en consecuenci a, si Juan persevera en su Sawver (Twain, 1 92 2 : 1 6 y ss.), en donde a Tom le han mandado que
deseo, no le queda más remedio que realizar una escalada progresiva pint� la valla de su casa en sábado, precisamente el día que tiene libre
en su plan que va desde la PETICióN hasta la AMENAZA, pasando por el para irse al río a darse un chapuzón. Para empezar� Tom no es un mu­
estadio i ntermedio de la proposición de un PACTO. No puede dejar de chacho precisamente trabajador y, lo que es peor, deberá soportar el
señalarse que, en el fragmento [ 1 37], uno de los criterios que permite tormento adicional que supone la burla de otros muchachos que pa­
al productor utilizar formas pronomina les imprecisas ('se acercó a él sen por su lado con sus toallas de baño camino del río. En concreto,
y le preguntó . . .', '[él] le dijo que le rompería el brazo . . .', 'acabó cedién­ en el fragmento, Tom ya ha empezado a pintar la valla y pasa junto a
dole la bicicleta') es, precisamen te, el conocim iento que sobre este tipo él su vecino Ben: l l
de secuencias progresivas de acciones tiene el receptor: En [ 1 38], Tom
Sawyer PREGUNTA a o tro niño cuál es su nombre y como no obtiene [ 1 39] [ 1 ] Ben le miró fijamente un momento y dijo:
una respuesta inmediata, i nicia una escalada progresiva desde la PETI­ [2] -¡Ji, ji ! ¿Te han hecho polvo, eh?
CióN hasta la AMENAZA (Twain, 1 92 2 : 7 y ss.) : [3] No hubo contestación.

[ 1 3 8] -¿Cómo te llamas ? ll En la numeración del ejemplo, se ha preferido respetar la fronteru entre ucciones discursivus
(ya sean verbales o no verbales), a pesar de violentar los límites entre secuencias oracionales, aunque,
-¿Y a ti qué t e importa? en algunas ocasiones, ambos pueden coincidir
238 ! '.; T R O D L C C I O :\ .-\ L A L l :\ G U ÍST ! C\
S !T U A C I O NA L I DA D 2 39
[4] Tom examinó su úl timo toque con la mirada de un arti sta , dad e s que s i fuese la valla trasera, n o me importaría dejarte
luego dio otro suave brochazo sobre la valla y se detm·o a con­ pintar, ni a ella tampoco le importaría que pintases;
templar el resultado.
[ 40] lo que pasa es que mi tia Polly cuida mucho de su valla,
[5] Ben se le acercó, in teresado.
[-+ 1 J se tiene que pintar con muchísimo cuidado;
[6] A Tom se le hacía la boca agua viendo la manzana (que lle­ [42 ] creo que hay un muchacho entre miL o quizás entre dos mil,
vaba Ben en su mano), que pueda pintarla de la manera en que ha de hacerse para que
[7] pero continuó con su trabajo.
quede perfecta.
[8] En ese momento, dijo Ben:
[43] -¡No! ¿Seguro?
[9] -Hola, viejo amigo,
[44] ¡Venga!
[ 1 O] así que hoy te ha tocado trabajar, ¿eh?
[1 1J [45] Déjame probar,
Tom giró su cabeza súbi tamente y dijo:
[46] aunque sólo sea un poquito.
[ 1 2] -¡Ah, eres tú, Ben! No me había dado cuenta de que esta­
[47] Yo te dejaría a ti, si estuviera en tu lugar, Tom, amigo.
bas aquí.
[48 ] -Ben, ya me gus taría a mí dejarte . . . , te lo aseguro;
[ 1 3] -Oye, (yo) me voy a nadar,
[49 ] lo que pasa es que tía Polly . . .
[ 1 4] ¿ no te gustaría venirte a nadar conmigo?
[50] fíjate, Jim quería pintar esta valla, pero ella no le dejó;
[ 1 5] Aunque, bien pensado, a lo mejor prefieres quedarte aquí tra­
[5 1 ] Sid también quería hacerlo, pero mi tía tampoco le dejó.
bajando, ¿ no? ¡Seguro que lo prefieres!
[52] ¿No te das cuenta de que me pones en un aprieto si me pides
[ 1 6] Tom con templó al muchacho durante un instante y dijo:
que te deje pintar?
[ 1 7] -¿A qué llamas tú «trabajan> ?
[53] ¿Y si te pones a pintar y pasa algo . . . ?
[ 1 8] -¿Cómo? ¿Lo que estás haciendo no es « trabajar» ?
[54] -¡ Narices! Pondré todo el cuidado del mundo .
[ 1 9] Tom reemprendió su tarea de pintar y
[55] ¡Venga! Déjame que pruebe ahora.
[20] contestó despreocupadamente:
[56] Si me dejas, te daré el corazón de mi manzana.
[2 1 ] -Bueno, tal vez sí o tal vez no,
[57] -Bueno, está bien, pinta un poqui to aquí. . .
[22] lo único que sé es
[58] No, Ben, todavía mejor no.
[23] que a Tom Sawyer, que soy yo, le gusta hacer esto.
[59] Tengo miedo de que no sepas . . .
[24] -Venga, vamos, ¡me vas a decir ahora que te gusta pintar!
[60] -¡Te daré la manzana entera !
[2 5] La brocha continuaba moviéndose.
[61 ] Tom le entregó la brocha con cara de no estar m uy conven­
[26] -¿Gustarme?
cido, pero con t;da la alegría de su corazón.
[27] No veo por qué no habría de gustarme.
[28] ¿Acaso tiene un muchacho como yo todos los días la oportuni­
dad de pintar una valla como ésta? 1 5 . La situación que se plantea en [ 1 39] está claramente más ela­
[29] Estas palabras iluminaron la escena con una luz nueva. borada que las que enmarcan los ejemplos analizados hasta el mo­
[30] Ben dejó de mordisquear su manzana. mento en este capítulo. En contraste con la conversación entre el se­
[31] Tom deslizaba con elegancia la brocha de a trás hacia ade­ ñor Tupman y la t ía solterona (véase VI. l 6 y ss .), los participantes e n
lante, se retiraba para observar el efecto, añadía un toque aquí,
esta escena no se sienten previamente predispuestos a cooperar entre
otro toque allá, y volvía a examinar el efecto de sus brochazos.
[32] sí. Para alcanzar su propia meta de dejar el poco apetecible trabaj o de
Ben observaba cada movimien to y estaba cada vez más in-
teresado en lo que veía, cada vez más absorto. pintar la valla e irse a nadar al río, Tom ha de dirigir la situación co­
[33] De repente, dijo: municativa de manera que Ben se sienta inducido artificialmente a
[34] -Oye, Tom, déjame pintar un poqui to, anda. perseguir una meta que, en principio, no deseaba. Mientras que la tía
[3 5] Tom se lo pensó un instante. solterona i ntentaba que el señor Tupman cambiase de opinión con res­
[36] Estaba a punto de consentir; pecto a sus sobrinas casaderas, Tom i ntenta que Ben realice una ac­
[37] pero cambió por fin de opinión: ción puramente física que nunca hubiese realizado por su propia vo­
[38] -No, no; creo que pintar esta valla es demasiado difícil luntad. En consecuencia, en esta situación, la negociación es muy
para ti. complej a y ha de estar muy bien planificada.
[39] Mira, tía Polly le tiene un cariño especial a esta valla porque
1 6. El primer paso que se da normalmente para i naugurar una
está justamente en la parte delantera de la casa, ¿sabes? La ver-
situación i nteractiva nueva es que uno de los interlocutores ADVIERTA,
240 I�T RODCCCIO� A LA LI:-:GLÍST JCA SITL"ACIO:\:AUDAD 24 1

o preste atención a la presencia del otro (en el sentido que se expone EsTRATEGIA 2 : Si la secuencia de apertura de la interacción que pro­
en VIII . 2 ) . Esta secuencia de apertura, previa al inicio de la conversa­ pone su interlocutor choca contra sus propios puntos de vista o contra
ción, se desarrolla en [ 1 3 9 . 1 ] : 'Ben le miró fijamente un momento'. La sus in tereses, no la acepte. Tiene la posibilidad de a) rechazarla abierta­
secuencia siguiente [ 1 3 9 . 2 ] ejempli fica una de las estrategias típicas nzente, b) cuestionarla, e) ignorarla o d) reemplazarla con una secuen­
para iniciar una conversación: cia propia de apertura que sustitum a la ajena .v que dirija la situación
de una manera más conveniente para sus i11tereses.
EsTRATEGIA 1 : Utilice una maniobra de dirección para empezar la in­ La elección por parte del interlocutor de una de entre esas diver­
teracción. sas opciones (a-d) depende, en buena medida, del cálculo que haga de
Es bastante habitual abrir una situación comunicativa con una ob­ las relaciones de dominio social establecidas entre los participantes
servación sobre el tiempo meteorológico. Si bien es cierto que un co­ en la interacción y del coste que le exija acometer una escalada pro­
mentario de ese tipo tiene un nivel de informatividad bajo (puesto que gresiva en su pla� alternativo. Un participante con el suficiente poder
cualquier persona puede observar por sí misma qué tiempo hace), sin social no se preocuparía por el coste que le supondría i niciar una es­
embargo tiene la virtud de fomentar el acuerdo y de evitar que en la cala progresiva en el desarrollo de su plan ante un rechazo frontal (op­
primera toma de contacto entre los interlocutores ya aparezca la ción a) de su i nterlocutor� En el ejemplo siguiente, a la Alicia de Le­
discrepancia (véase VIII.4). Por supuesto, puede ELEVARSE el nivel de wis CarToll no le preocupa demasiado que una simple oruga le con­
informatividad de un comentario intrascendente sobre el tiempo tradiga (Canoll, 1 960: 6 8 ) :
mediante la suposición de que, acto seguido, nuestro interlocutor pro­
ducirá un enunciado más informativo, como sucede en el ejemplo si­ [141] -Cambiar tantas veces d e tamaño a l o largo del día ha d e ser
guiente (Wilde, 1 95 6 : 14 ) : muy desconcertante para tL
-Ni mucho menos -replicó la Oruga.
[ 1 40] JACK: Qué día más bueno ha hecho, señorita Fairfax.
GWENDOLYN: Le ruego que no me hable del tiempo, señor Worthing. Pero lo cierto es que el número de ocasiones en las que el rechazo
Siempre que la gente me habla del tiempo, no puedo evitar sentir firme del enunciado del otro interlocutor es aconsejable, no es ni de­
que están hablando, en realidad, de otra cosa muy distinta. Y eso masido amplio ni demasiado significativo. Los enunciados de rechazo
me pone muy nerviosa. no suelen ser� precisamente, los más comunes en el interior de grupos
JACK: Lo siento, yo no he querido decir otra cosa distinta a la que sociales homogéneos; lo más habitual suele ser todo lo contrario: las
he dicho. ofensas anecdóticas se toman muy poco en serio en esos contextos,
como por ejemplo en:
Justamente después de que [ 1 40] s irviese como preámbulo para
romper el hielo, Jack le declaró su amor a Gwendolyn y le hizo una [ 1 42] ¡Tonterías !
proposición matrimonial. [ 1 43] ¡Te estás pasando!
1 7. Volviendo al análisis del fragmento de Tom Sawyer, la se­ [ 1 44] ¿Te has vuel to loco?
cuencia [ 1 3 9 . 2 ] de apertura de discurso que u tiliza Ben está MEDIATI­
ZADA, de manera evidente, por su propio p unto de vista (véase VIII. l) En otros tipos de grupos más heterogéneos, en los que suele ser
acerca del trabajo: más habitual la negociación i ndirecta de las situaciones interactivas,
gana peso la opción b) del cuestionamiento:
[ 1 39.2] -¡Ji, ji! ¿Te han hecho polvo, eh?
[ 1 45] ¿Estás seguro?
Utilizar secuencias de apertura mediatizadas subjetivamente suele [ 1 46] ¿ Qué te hace pensar de esa manera?
ser problemático cuando el receptor textual no comparte los mismos [ 1 47] ¿ No podríamos mirarlo de otra manera?
puntos de vista que el productor (véase VL1 8 ) . Si se da ese caso, el re­
ceptor p uede elegir entre varias opciones: 1 8. Volviendo al ejemplo [ 1 39], puesto que la meta que se ha im­
puesto Tom Sawyer requiere la cooperación servicial, la rendición in­
condicional, de su amigo Ben, no puede incluir en su plan la elección
"""¡

I:-\TRODL'CCIO;\ A LA Ll:\GCiSTICA SITC.ACIONAUDAD 243


242
EsTRATEGIA 4: Si su manera de dirigir la situación no es aceptada por
de la opción a) de rechazo. En cambio, puede elegir cualquiera de las
otras tres, como ele hecho hace en diversos momentos de la interac­ su interlocut01; reemplázela por una versión menos mediatizada subjeti­
ción: cuestionar la dirección de la situación que propone su interlo­ vamente de la misma.
cutor ('¿A qué llamas tú trabajar?' [ 1 3 9 . 1 7 ]), ignorarla ('No hubo con­ Esta estrategia se basa en la suposición de que los participantes en
testación' [ 1 3 9 . 3 ] ) y reemplazarla even tualmente por otra propuesta una interacción se muestran más dispuestos a aceptar que s u i n terlo­
más convenien te para sus pr opios intereses ('¿ Gustarme? No veo por cutor dirija la situación si su propuesta no contradice las evidencias
qué no habría de gustarme. ¿Acaso tiene un muchacho como -yo todos disponibles en la realidad. En este sentido, Ben opera repitiendo de
los días la oportunidad de pintar una valla como ésta? ' [ 1 3 9 . 2 6-28]). nuevo su saludo ('Hola, viejo amigo' [ 1 3 9 .9]) y reemplazando su pri­
No obstante, la opción e) ele « ignoran> los enunciados del otro parti­ mera iniciativa de control de la situación ('¡Ji , ji ! ¿Te han hecho pol­
cipante en la interacción es particularmente conveniente en la fase ini­ vo , eh?' [ 1 3 9 . 2 ] ) por una versión menos mediatizada subjetivamente
cial ele apertura ele la conversación, puesto que puede aducirse que no ('así que hoy te ha tocado trabajar; ¿eh?' [ 1 3 9 . 1 0] ) . La reacción de Tom
se ha advertido la presencia del otro (y, ele esa manera, eludir la acu­ consiste en reconocer; ahora sí, ele buena gana la presencia de Ben
sación ele descortesía), cosa imposible una vez que la interacción ya ([ 1 3 9 . 1 1 ]), pero sin aceptar que la dirección de la situación quede en
está en marcha. Un ejemplo de aplicación ele esta táctica aparece en manos de su interlocutor. Sin duda, Tom quiere que la s ituación se di­
[ 1 3 9 . 3 ] ('no hubo respuesta') . Tom simula estar tan concentrado ('Tom rija implacablemente hacia el cumplimiento de sus metas egoístas. En
exami nó su último toque con la mirada ele un artista, luego dio otro coherencia con este planteamiento, Tom intenta de nuevo elevar el ni­
suave brochazo sobre la valla y se detuvo a contemplar el resultado' vel de interés de la actividad que está realizando y que, supuestamen­
[ 1 3 9 A] ) que ello justifica que no puede dedicar su atención (véase te, tanto le ensimisma, cuando dice ' ¡Ah, eres tú, Ben! No me había
VIL 1 ) a satisfacer las demandas cooperativas del inicio ele una con­ dado cuenta de que estabas aquí' [ 1 3 9 . 1 2] .
versación. Esta simulación ele la desatención tiene la función ele ele­ 20. Ya que, por fin a l segundo intento, s e pone e n marcha la con­
var el nivel de interés ele la actividad, en principio rutinaria y tediosa versación, Ben vuelve a intentar dirigir la situación e imponer su pro­
ele pintar una valla, superponiéndole un valor añadido l 2 La estrategia pio plan ('Oye, (yo ) me voy a nadar' [ 1 3 9 . 1 3 ] ) , actuando, en este sen­
general para decidir cuándo ha de realizarse una elevación del nivel tido, de la misma manera que actuaría un hablante cualquiera. Su si­
ele interés de una actividad es la siguiente: guiente i ntervención ha de entenderse como una i nvitación a que su
interlocutor acepte s u l iderazgo estratégico ('¿No te gustaría venirte a
EsTRATEGIA 3 : Para estimular el avance de su plan, eleve el valor de nadar conmigo?' [ 1 3 9 . 1 4] ) (véase VIII.9):
la actividad que esté siendo cuestionada por su interlocutOJ:
Esta estrategia especulativa suele resultar exitosa, al menos en el ESTRATEGIA 5 : Presen te sus propios deseos y sus propias metas a los
ejemplo que se está analizando. demás participantes en la interacción, excepto en el caso de que exista
1 9. Ben advierte i nmediatamente que su estrategia de dirección en la situación alguna evidencia en contra que se lo desaconseje.
ele la situación ha f-racasado por el hábil rechazo de Tom, quien ha si­ Sintiéndose seguro de su superioridad situacional, Ben se recrea
mulado no verlo, ni haber escuchado su burla. Para hacerse notar de irónicamente en el estado en que se encuentra Tom ('aunque, bien pen­
una manera más evidente, Ben opta por acercarse físicamente a Tom sado, a lo mejor prefieres quedarte aquí trabajando , ¿ no?' [ 1 3 9. 1 5] ) . A
('Ben se le acercó, interesado' [ 13 9 . 5]), pero lo que consigue, en reali­ continuación Ben remacha el clavo de su burla respondiéndose a s í
dad, es mostrarle mejor la espléndida manzana que lleva en la mano, mismo ('¡Seguro que l o prefieres!' [ 1 39 . 1 5] ) . En ese punto, Tom pone
tentando de tal manera a Tom que éste se siente motivado 8. perseguir en práctica la estrategia 2 y la opción b) de «cuestionan> el i n tento de
una nueva submeta (comerse esa manzana: 'A Tom se le hacía la boca dirigir la situación llevado a cabo por Ben, aplicándola en combinación
agua viendo la manzana' [ 1 3 9.6]). Para i ntentar recuperar la iniciati­ con esta otra estrategia:
va en la i nteracción, Ben aplica otra estrategia:
ESTRATEGIA 6 : Cuando se produce una contraposición entre su in­
tmto de dirigir la situación y el de su interlocutor, negocie el sentido de
1 2. Adviértase que Tom en ningún momento dice de manera explicita que pintar una valla sea los conceptos problemáticos incluidos en el tema que se está cuestio­
una actividad maravillosa, con lo que se protege de que alguien pueda contraargumentarlo
- (lo que rio nando.
se ha llegado a decir no puede ser, por lo tanto, contradicho)
244 I :\ T R O D C C C I Ó � .-\ LA L I N G C Í STIC\ S!T CACIONALI D.-\0 245

En este caso, el tema cuyo sentido se está negociando es el 'traba­ yo todos los días la oportunidad de pintar una valla como ésta?'
jo' ('¿A qué llamas tú trabajar?' [ 1 3 9. 1 7] ) . Ben, en su respuesta, inte n­ [ 1 3 9 . 2 8]). Sabido es que cuando un recurso es limitado, su valor se
ta recupera! de nuevo la iniciativa e imponer su criterio ('¿ Cómo? ¿Lo multiplica. Tom tiene, además, la habilidad de sugerir (no de «afirmar
que estás haciendo no es << trabajan> ?' [ 1 39. 1 8]). Lógicamente, To m no explícitamente>> para no arriesgarse a ser contraargumentado) que la
puede negar que está trabajando (estrategia 2a), porque ello deterio­ tarea de pintar es más que un trabajo, una 'oportunidad' para entre­
raría su credibilidad como hablante; por lo tanto, prefiere mostrarse tenerse.
ambiguo ('Bueno, tal vez sí o tal vez no' [ 1 3 9.2 1 ]) . De esa man era 22. Como puede apreciarse, los intentos maquiavélicos de Tom
acepta un acuerdo parcial con su interlocutor; pero sin ceder comple� de reconducir la situación, en contraste con los ingenuos de Ben, se
tamente el mando de la si tuación y preparando el terreno para i nicia­ caracterizan por el intento de manipular a su i nterlocutor (véase
tivas futuras: VIII. l ). Tom ha conseguido, por fin, 'iluminar la escena con una luz
nueva' [ 1 3 9.29], es decir; se ha hecho con el mando efectivo de la si­
EsTRATEGIA 7: Si su propuesta 110 resulta verosím.il, es mejor que 110 tuación. En ese mismo instante, las metas de Tom y las de Ben CON­
la exponga, au11que tampoco se comprometa de ma11era explícita a re­ VERGEN plenamente por primera vez: Ben está ansioso por pintar la va­
mmciar a ella. lla ('Ben observaba cada movimiento [de brocha] y estaba cada vez
Ya que Tom no ha expuesto abiertament e su propuesta sobre qué más interesado en lo que veía, cada vez más absorto' [ 1 39 . 32]). Ben ha
dirección ha de tomar el encuentro, Ben no puede oponerse. No obs­ centrado hasta tal punto su atención (véase la definición de este con­
tante, 'Tom reemprendió su tarea de pintar' [ 1 3 9. 1 9], como si no pu­ cepto en VII. 1 ) en lo que está haciendo Tom que, i ncluso, ha dejado
diera pasarse sin pintar ni un momento; a continuación se autoafirma 'de mordisquear la manzana' [ 1 3 9 .30]. La coreografía gestual que des­
('lo único que sé es que a Tom Sawyer [esta utilización de su nombre pliega en ese momento Tom ('Tom deslizaba con elegancia la brocha
completo en lugar de su sustituto pronominal pretende sugerir que se de atrás hacia adelante, se retiraba para observar el efecto, añadía un
trata de una actividad acorde con el papel social que desempeña] , que toque aquí, otro toque allá, y volvía a examinar e l efecto de sus bro­
soy yo, le gusta hacer esto' [ 1 3 9 . 22-23]). La estratagem a que está uti­ chazos' [ 1 39. 3 1 ]) retoma coherentemente la actitud « de artista>> que
lizando aquí Tom consiste en aumentar el i nterés de su interlocutor en ya mostró en [ 1 3 9.4] con el fin de elevar el interés (véase VIII. l 8) de
la tarea que él está llevando a cabo, sabiendo que se persuade mejor su i nterlocutor en su trabajo.
a un receptor si, en vez de i ntentar convencerlo directamen te (lo cual 23. Habiendo sido persuadido inconscientemente por Tom , Ben
podría provocar cierta resistencia, cuando no oposición), se le i nvita a formula de manera explícita la nueva meta que ahora persigue (ya no
que infiera por sí mismo lo que se está sugeriendo (véase I. l 6, VII.28 quiere irse a nadar; sino que ahora quiere pintar la valla) mediante
y 42). una PETICIÓN ('Oye, Tom, déjame pintar un poquito, anda' [ 1 3 9.34]). E n
2 1 . En su siguiente intervenció n, Ben aplica la estrategia 2b de este momento triunfal, Tom podría haber dejado d e dar brochazos y
«Cuestionam ientO>> ('Venga, vamos, ¡ me vas a decir ahora que te gusta podría haberle dado su brocha a Ben, como pretendía desde el prin­
pintar!' [ 1 3 9.24]), ya que, como prevé la estrategia 5 , no puede dar cipio, porque acababa de alcanzar su meta principal. No obstante,
abiertamen te su opinión porque ello provocaría un enfrentamie nto di­ Tom no aceptará i nmediatamente la petición de Ben porque tambié n
recto con su interlocutm� La respuesta de Tom al movimiento discur­ quiere satisfacer la submeta (véase VIII. 1 9) de 'comerse la manza­
sivo de Ben ('¿ Gustarme? No veo por qué no habría de gustarme' na'. l 3 En consecuencia, Tom elige, con buen criterio, seguir con algu­
[ 1 39 . 26-27]) sigue aproximad amente la estrategia siguiente: na variación la estrategia 3 (de valoración de la tarea que se está rea­
lizando para encarecerla a los ojos del receptor). O tra estrategia apro­
EsTRATEGIA 8: No se expo11ga a que su opi11ión pueda ser desacredi­ piada que podría aplicarse en esta si tuación es la siguiente:
tada por su i11terlocuto r expo11iéndola directame11 te, pero explore por qué
razón sería rechazada en el caso de que la expusiera. ESTRATEGIA 9: Si desea obtener algún objeto o algún favor de su in­
Es decir; avanzando en el entramado de su plan, Tom se confiesa terlocutot; rechace las PETICIONES que éste le haga y que le obligan a des-
i ncapaz de encontrar una razón por la cual no debería gustarle t raba­
jar. A continuac ión, eleva indirectam ente el valor de la tarea que está
realizand o en ese momento diciendo '¿Acaso tiene un muchach o como 1 3 . En esta situación se plantea un "conflicto de metas> en el sentido propuesto por Wilensky
( 1 978a) Véase, también, la nota 6 de este capítulo.
246 l 'i T RO D L: C C I Ó :\ .-\ L .-\ L l � G L:Í ST I C..\
SJTC.-\C I O".-\LI DAD 247
viarse de su meta e i11te11 te que su plan vawz progresando hasta que con­ El punto de vista supuestamente mantenido por la tía Polly, apoya
siga ll/1 PACTO. el TEMA ahora conocido sobre la habilidad artística requerida para pin­
Esta estrategia ha de aplicarse con sumo tacto para precave rse en
tar una valla (véase VIII. 1 8 ) . Para aumentar el efecto del argumento
con tra de las dos posibles reacciones siguientes por parte del receptor: de autoridad, Tom lo remacha con una REPETICIÓN [ 1 3 9.40] (véase
si el otro participan te no acepta que haya sido rechazada su petic ión , IV. 1 2 v ss.) -v, a continuación, con una PAR.Á.FRASIS [ 1 39 .4 1 ] (véase IV. l 8
a) puede abandonar su interés en la interacción, o b) puede iniciar una
v ss.) d e s u material previamente presentado. Su culminación es com­
escalada progresiva de enfTentamien to con su interlocutor que culmi­
ne en la violencia, como sucedió en los ejemplos [ 1 37] y [ 1 3 8 ] : en el
p ararse a sí mismo (\m muchacho') con 'mil' e incluso 'dos . mil' mu­
chachos menos competentes que él [ 1 3 9 .42]. Estas proporc10nes nu­
ejemplo [ 1 3 7 ] , Pedro se niega a prestar su bicicleta hasta el punto de
méricas desorbitadas sugieren las dimensiones que un pacto adecua­
que le acaban agrediendo y quitándosela a la fuerza, a pesar de que
do debería encontrar.
podría haber obtenido cuando menos un beneficio de quinientas pe­
2 5 . Si una petición, como la de [ 1 3 9 .42 ] , se hubiese hecho an te­
setas aceptando el trato que le proponían. En el ejemplo [ 1 3 8], se re­ riormente en la conversación, habría sido, sin duda alguna, rechaza­
chaza una PETICióN de una manera tan enfática que se produce una es­
da enérgicamente por Ben. Pero gracias al desarrollo extenso del tema
calada progresiva de beligerancia que acaba en una AMENAZA y en una
conocid� , Ben muestra únicamente un escepticismo momentáneo
posterior agresión . En las interacciones comunicativas, i ncluso en las
[ 1 3 9 .43-44] y, a continuación, retorna a su PETICIÓN con una limitación
más cotidianas, es muy importante saber calibrar la paciencia de los
parcial ('sólo un poquito' [ 1 39 .45-46]) . La estrategia que explica estos
otros participantes e intuir el punto hasta el que estarían dispuestos a
movimientos es:
llegar con tal de alcanzar sus metas. Una estrategia que puede em­
plearse en este cometido es la siguiente:
ESTRATEGIA 1 2: Para alentar la cooperaczon, desprecie el gasto de
EsTRATEGIA 1 0 : Rechace de manera rotunda las peticiones no conve- tiempo y de recursos que su interlocutor haya de emplear para que us­
11Íentes para usted que le haga su interlocutm: Si muestra indecisión en ted pueda alcanzar su meta.
su rechazo se expone a que su interlocutor inicie u na escalada progresi­ 26. La acción discursiva siguiente de Ben ('Yo te dejaría (pintar)
va en su plan 1 4 a ti, si estuviera en tu lugar' [ 1 39.47]) sirve para PROPONER UN TEMA
24. Para justificar su rechazo inicial a la PETICióN de Ben, Tom (que Ben y Tom son viejos amigos) y ARGUMENTAR UNA OPINION (q�¡e
RECUERDA TEMAS que ya aparecieron con anterioridad y ARGUMENTA OPI­ Tom debería ser tan generoso como cualquier otra persona en las m ts­
NIONES que apoyen su discurso. El ARGUMENTO principal que emplea mas circunstancias). Tom sigue muy cómodo asumiendo el papel de
Tom es el i nterés de la t ía Polly en que la valla esté muy bien pintada, que quiere ayudar ansiosamente a apartar los obstáculos que se i nter­
puesto que está s ituada en la parte delantera de la casa [ 1 3 9 . 39]. Esta ponen en el camino de Ben para que éste pueda alcanzar sL: m� �a.
táctica, que utilizará posteriormente (véase VIII.26), sigue una estra­ Aunque está dispuesto a ayudarlo, Tom vuelve a elevar la cottzacwn
tegia del tipo: de la actividad de pintar; argumentando esta vez que su tía no ha de­
jado que lo haga ni Jim, ni Sid (una acción que va un paso más allá
ESTRATEGIA 1 1 : Para elevar el interés de su contribución y conducir de la estrategia 1 1 ; véase VIII.24). De nuevo, Tom emplea el recurso
la escalada progresiva en el plan hacia u n PACTO ventajoso para usted, de la REPETICióN como reforzamiento de sus argumentos, expresando
INFORME o RECUERDE puntos de vista sostenidos por personas con una en términos casi idénticos [ 1 39 . 5 0·5 1 ] la experiencia frustrada de 'Jim'
opinión autorizada pero que estén ausen tes y 110 puedan contradecirle, y de 'Sid'. Tom intenta que Ben suponga que s ! le deja J?intar es por­
por lo que usted 110 parecerá irrazonable o codicioso. 1 5 que supera en habilidad tanto a Jim como a Std. A partir de ese mo­
mento, Tom intenta de nuevo elevar el i nterés de su tema todavía un
1 4. Como ha podido atestiguar recientemente Robert de Beaugrande, los vendedores tienen la poco más para indicar que podría 'suceder' algo calamitoso si un mu­
propensión a introducir en sus negociaciones enunciados del tipo siguiente: 'Me parece que no l e voy chacho poco hábil 'se pusiera a pintar esa valla' [ 1 3 9 . 5 3 ] .
a vender este producto'. Por supuesto, estos enunciados no se pueden entender literalmente, puesto
2 7 . P o r supuesto, todas las acciones discursivas d e Tom están di­
que intentan elevar el precio de la transacción No obstante, un comprador inexperto que no lo en­
tendiera así, abandonaría 1a negociación. señadas para i ncitar a que Ben ofrezca a cambio de p intar la valla, un
1 5. Este mismo tipo de maniobra se utiliza en l a memorable escena de la obra de Moliere El ava­ OBJETO DE PACTO (la manzana). Ben permanece reticente durante
1.
ro, en el acto II, escena
un m inuto, renovando su PETICióN con una promesa ('pondré todo el
248 1 \: TROD L C C I Ó\: .-\ L A L I \: G L Í S T I C \

cuidado del mundo' �1 39.54-5 5]. Finalmente, ofrece un PACTO [ 1 39.5 6]:
darle a Tom el cor·azon de la manzana; el problema radica en que ésta
no es, lógicamente, la meta que se había fijado Tom. Por consiguien­
te, Tom vuelve a retomar la estrategia 1 O y manifiesta su indec isión
primero concediendo el « favor>> ('Bueno, está bien, pinta un poquit�
aquí. . . ' [ 1 39.57]) y, después, rechazándolo ('No, Ben, todavía mejor no'
[ 1 39.58]). Cuando Tom retoma de nuevo su tema preferido ('Tengo
miedo de que no sepas . . .' [ 1 39.59]), Ben le interrumpe (sin duda se
pone enf� rmo al oír hablar del asunto) ofreciendo por fin (en [ 1 39.60])
como objeto de pacto la manzana entera. Habiendo obtenido a la vez CAPÍTULO IX
su meta principal y su submeta secundaria, Tom acepta por fin el tra­
to que él mismo ha forzado, pero sin olvidarse de señalar; eso sí, sus INTERTEXTUALIDAD
reparos con una expresión facial ('Tom le entregó la brocha con cara
de no estar muy convencido, pero con toda la alegría de su corazón'
[ 1 39.6 1 ]); quizá demasiada alegría por parte de Tom hubiese alertado 1 . El término INTERTEXTUALIDAD, que ya se introdujo de manera
a Ben del alcance de la manipulación que ha sido perpetrada y de la esquemática en I. 2 1 y ss., se refiere a la relación de dependencia que
cual ha sido víctima propiciatoria. En la continuación del episodio no­ se establece entre, por un lado, los procesos de producción y de re­
velesco, agradablemente impresionado por el éxito de su plan, Tom lo cepción de un texto determinado y, por otro, el conocimiento que ten­
estabili�a c �mo GUióN susceptible de ser empleado muchas veces y gan los participantes en la interacción comunicativa de otros textos
lo practicara con todos los muchachos que pasen por los alrededores. anteriores relacionados con él. Este conocimiento intertextual se acti­
Tom acaba disponiendo de una cuadrilla de voluntariosos y motivados va mediante un proceso que puede describirse en términos de MEDIA­
muchachos realizando de manera entusiasta la ingrata tarea de pintar CIÓN (es decir; teniendo en cuenta la i ntervención de la subjetividad del
la valla un sábado por la mañana y, encima, habiendo pagado por ello. comunicador, quien suele i ntroducir sus propias creencias y sus pro­
Por esa razón, el novelista comenta que 'Tom habría arruinado a to­ pias metas en el modelo mental que construye de la situación comu­
dos los muchachos del pueblo, si no hubieran acabado de pintar la va­ nicativa en curso; véase VIII. l ) : cuanto más tiempo se emplee y más
lla' (Twain, 1 922: 1 8). actividades de procesamiento se realicen para relacionar entre sí el
28. En este capítulo se han descri to algunas maneras significati­ texto actual y los textos previos que tengan que ver con él, más eleva­
vas en que los textos se relacionan con las acciones discursivas y se do será el grado de mediación . El uso de diferentes TIPOS DE TEXTO du­
aplican de forma efectiva en la dirección de las situaciones comuni­ rante la interacción puede servir como ejemplo de un nivel de media­
cativas. Una de las conclusiones que p ueden extraerse de esta des­ ción elevado: el comunicador espera que cada tipo de texto u tilizado
cripción es que la relación establecida entre un texto y una situación posea ciertas características apropiadas para alcanzar ciertas metas
no se agota en las evidencias disponibles en la realidad que envuelve que se propone cumpliL El grado de mediación decrece cuando se ci­
a los interlocutores. Normalmente, los participantes suelen modificar tan literalmente textos específicos conocidos, como, por ejemplo, mo­
el contenido de los textos MEDIATIZÁNDOLOS subjetivamente a partir de nólogos famosos u obras literarias. El nivel de mediación es mínimo
sus propias creencias, planes y metas. En este sentido, que un texto cuando se llevan a cabo acciones discursivas como repetir, refutar, in­
sea o no aceptable depende no de la « corrección» con que se <<refiere» formar� resumir o evaluar otros textos, actividades que suelen reali­
al <<mundo real>> , sino de la credibilidad y de la relevancia del punto de zarse especialmente en el transcurso de la CONVERSACióN.
vista adoptado por los participantes en la interacción comwúcativa. En 2. La existencia y el uso de diferentes TIPOS DE TEXTO plantea un
cualquier caso, ha quedado demostrado que las acciones discursivas fuerte desafío a la disciplina de la TIPOLOGÍA LINGÜÍSTICA, ocupada en la
que componen un texto han de entenderse lógicamente como realiza­ clasificación y en la sistematización de muestras verbales de diferen­
ciones de estrategias generales encaminadas a la reconducción y a la tes lenguas. Ya en la lingüística tradicional se solían establecer tipolo­
dirección de toda suerte de situaciones en que los seres humanos in­ gías para organizar las formas y los sonidos de las lenguas (véase
teractúan. II. 1 9) . Posteriormente, surgió la preocupación por las tipologías ora-
250 1'-.;TRODL'CCIO:\ .-\ L-\ U(.;GiJ iSTIC\ 1'-.;TERTEXTLJALIDAD 251

cionales. I La disciplina tipológica también se ocupó de la construcción 4 . Siegfried J. Schmidt ( 1 97 8 : 5 5) previó la existencia d e « dos po­
de tipologías interculturales para lenguas que poseyeran una estruc­ sibilidades fundamentales>> de encarar el estudio de los tipos de texto
tura similar (véase Romportl et o!. , 1 977) . En cualquier caso, todos es­ de manera adecuada: o bien la investigación parte de los tipos ya de­
tos trabajos tipológicos se aplicat on al estudio de los SISTEivlAS VIRTUA­ finidos e instituidos tradicionalmente como objetos lingüísticos ob­
LES, que representan, en toda su excelencia, el potencial abstracto de servables y se intentan reconstruir en el seno de una teoría textual
las lenguas. Ahora bien, una tipología textual también debería ocu­ compatible con ellos, o bien se parte de una teoría textual que esta­
parse de los SISTEMAS REALES en el momento en que ya se han llevado blezca los tipos teóricos que hayan de confrontarse luego con los ejem­
a cabo las decisiones y las elecciones de producción textual (véase plos empíricos. Una vez planteada esta disyuntiva, debería desecharse
III . 1 2 ) . La mayor dificultad en este campo todavía inexplorado es que la segunda opción, puesto que parece m uy peregrino suponer que una
la mavor parte de los ejemplos reales 1 1 0 encajan completamente en las ciencia del texto que entienda el texto como una actividad humana
carac terísticas exactas que se prevén en wz tipo ideal. Las expectat ivas pueda prescindir de los tipos de texto establecidos tradicionalmente y
o las exigencias asociadas con un determinado tipo de texto pueden que los hablantes usan de hecho como procedimientos heurísticos o
verse modificadas e incluso anuladas a causa de los requerimientos de invención en las tareas de producción y de recepción textuales. Si
que exija su contexto de aparición (véase VII . 1 8 . 7). Examinado el la tipología textual resultante basada en estos criterios fuese vaga e
asunto desde una perspectiva más amplia, por supuesto, las discre­ imprecisa, esa vaguedad e imprecisión reflejaría, en consecuencia, la
pancias entre los tipos lingüísticos ideales y las concreciones l ingüís­ manera en que se manifiesta la comunicación en la realidad.
ticas reales son siempre inmanentes e i nevitables. Así, por ejemplo, 5. La tipología textual ha de relacionarse necesariamente con las
nadie ha resuelto todavía los problemas fonéticos mediante la cons­ tipologías de acciones y de situaciones discursivas. En este sentido, un
trucción de una tipología de fonemas. Por esa razón, cada lengua en comunicador no podría siquiera cumplir las normas de textualidad a
particular tiene su propia versión de los tipos de fonema que posee menos que evaluase la adecuación que presenta un tipo de texto de­
(véase Skalicka, 1 97 7 ) . temlinado en relación con la situación en la que aparece (véase I . 2 3 ) .
3 . En 1 972 se celebró un coloquio sobre tipos de textos en la Uni­ Téngase en cuenta que, por ejemplo, las exigencias que ha de cumplir
versidad de Bielefeld, Alemania (las actas del mismo se publicaron en un texto para estar cohesionado y ser coherente son menos estrictas
Gülich y Raíble, eds., 1 972) . Todos los intentos que se realizaron en­ en la conversación (véase VI. 2 y ss.) que en los textos científicos (véa­
tonces para aplicar o reconvertir los métodos lingüísticos tradiciona­ se Huddleston, 1 97 1 ) . Adviértase igualmente que, en los textos poéti­
les fracasaron en la tarea de satisfacer las necesidades especiales que cos , el mecanismo de la cohesión puede burlarse esporádicamente,
plantea la construcción de una tipología textual. En ese coloquio se aplicando principios no convencionales (véase IX.9). En cualquier
quiso saber cómo y por qué aparecían determ inados rasgos caracte­ caso, no existe la m enor duda en que si se presenta un tipo de texto
rísticos en los textos. Para averiguarlo, se realizó un recuento de las determinado en una situación i nadecuada, por muy cohesionado que
clases de palabras (nombres, verbos, etc.) y se midió la longitud y la esté o por muy coherente que sea, sin duda alguna se producirá una
complejidad de las oraciones que aparecían en los textos (véase Mis­ perturbación o un deterioro de la i nteracción comunicativa.
trík, 1 97 3 , y Grosse, 1 976), pero en ningún momento se llegó a definir 6. Algunos de los tipos de texto establecidos tradicionalmente
realmente el perfil de cada tipo textual. Tampoco esta clase de análi­ pueden definirse mediante procedimientos FUNCIONALES, es decir, exa·
sis gramatical estadístico no presta a tención alguna a la función que minando la contribución que realiza cada tipo textual a la i nteracción
cumplen los textos en la comunicación y en la consecución de las me­ comunicativa. 2 Contemplado el fenómeno desde esta perspectiva, se
tas que desean alcanzar los comunicadores. No obstante, parece lógi­ podrían identificar algunas TENDENCIAS DOMINANTES en cada tipo de
co suponer que todos estos factores comunicativos e i ntencionales de­ texto, aunque no se obtuviese una categorización estricta para cada
berían relacionarse necesariamente, de alguna manera al menos, con ejemplo concebible. Desde este punto de vista, los textos DESCRlPTIVOS
las características gramaticales de los textos (Schmidt, 1 97 8 : SS). En se u tilizan para enriquecer los espacios de conocimiento cuyos cen­
cualquier caso, la construcción de una tipología textual debería orien­ tros de control son las situaciones o los obj etos; en este tipo de tex-
tarse hacia la resolución de este problema.
J. Además de las tipologías oracionales propuestas por In gramática transformacionnl, se ha de
2. La noción de «función» que se utiliza aquí se basa de nuevo en la teoría de sistemas: consiste
en In contribución que realiza un elemento a la totalidad del sistema (en este caso, un tipo de texto al
destacar las de Admoni y Brinkmann, entre otras (véase el panorama que se presenta en Helbig, 1 974).
2
sistema comunicativo). Véase la nota del capítulo Vll
'"'1

252 1 :\ T RO D C C C l Ó :\ A L\ L I :\G C Í STlCA 1:\TERTEXTUALIDAD 253

to es previsible que se dé una elevada frecuencia de aparición de rela­ sea, sin ningún género de duda, la argumentativa, es decir; que el tex­
ciones conceptuales de atribución de características, de estados, de to intenta introducir en la mente del receptor la creencia de que Amé­
ejemplific ación y de especificación; la superficie textual descrip tiva rica obró de manera justificada cuando se 'deshizo' de las 'cadenas po­
reflejará, como es lógico, una elevada densidad de modificadores v líticas' que la aprisionaban como nación. Los productores de ese tex­
complementos; el patrón global más aplicado habitualmente en est� to declaran abiertamen te su 'respeto hacia las opiniones de cualquier
tipo de texto es el de marco (véase V 1 6 y VIL 38), En contraste con lo ser humano', así como su confianza en la 'rectitud' de sus 'intencio­
an terior, los textos NARR�nvos se utilizan para organizar· discursiva­ nes'. En otra categoría de textos, el manual de reparación Cómo mmz­
mente las acciones y los acontecimientos en un orden secuencia l de­ tener su Volks1Vage11 a punto (Muir; 1 969), aunque contenga más frag­
terminado; en este tipo textual se contabilizarán, con toda seguridad, mentos narrativos y argumentativos que la mayor parte de ese tipo de
elevadas frecuencias de aparición de relaciones conceptuales para manuales, predomina la intención de describir cómo está construido
marcar la causa, la razón, el propósito, la posibilidad y la proximi­ y cómo se hace el mantenimiento de los coches Volkswagen. En con­
dad temporal (véase Labov y Waletzky, 1 967, Beaugrande y Colby, secuencia, la asignación de un tipo textual a un texto no puede basar­
1 979, y S tein y Glenn, 1 979); la superficie textual narrativa reflej ará se simplemente en su formato superficial, sino que depende directa­
una elevada densidad de estructuras subordinadas; el patrón de co­ mente de la FUNCióN que ese texto vaya a desempeñar en la si tuación
nocimiento global habitualmente más aplicado en este tipo de texto es comunicativa en la que se inserte.
el esquema (véase V. 1 6 y IX.2 5 y ss.). 3 Por su lado, los textos AR­ 8. En lo concerniente a los textos LITERARIOS, éstos también sue­
G U!v1ENTATIVOS se utilizan para persuadir al receptor textual de que de­ len contener diversos fragmentos de descripciones, de narraciones y
terminadas creencias o ideas son verdaderas o falsas, favorables 0 de argumentaciones. Se hace necesario, por tanto, emplear 6tro crite­
desfavorables para sus intereses; en este tipo textual aparecen con rio de distinción analítica más adecuado que el puramente formal.
mucha fTecuenci a relaciones conceptuales para expresar la razón, la Quizá la definición más amplia de « texto literario>> sea la que lo con­
significación, la volición, el valor y la oposición; la superficie textual sidera un mundo textual de ficción apoyado en su relación de excep­
argumentativa reflejará una elevada densidad de mecanismos cohesi­ cionalidad con respecto a la versión aceptada socialmente del «mundo
vos que expresan el énfasis y la insistencia, por ejemplo la repetición, real» (véase VII . 1 8 . 1 ), 5 entendiendo por «mundo real» no algo deter­
el paralelismo y la pará frasis, como pudo comprobarse en el frag­ minado objetivamente, sino un producto de la cognición, de la inte­
mento de la Declaración de bzdepende1zcia analizado en IV. 1 6 y ss.; el racción y de la negociación social. Con bastante fTecuencia, los mun­
patrón intelectivo global que se aplica normalmente en este tipo de dos textuales literarios contienen discrepancias con respecto al mode­
texto es el plan encaminado a la inducción de creencias (véase V. 1 6, lo de «mundo real» aceptado socialmente (véase IV. l 9, VII.40 y X. l 6),
VI. 1 1 - 1 6 y VII. 1 8 . 1 ) . 4 Incluso las tendencias literarias como el realismo, el naturalismo o el
7. Las propuestas precedentes se refieren a las características y a documentalismo (cuya preocupación estética consiste en emparejar
los usos prototípicos de los tipos textuales, por lo que constituyen una artísticamente el mundo textual con el mundo real) surgen de esta mo­
primera aproximación heurística al fenómeno. Ahora bien, en la ma­ tivación: si bien el mundo textual no es «real» en un sentido estricto,
yor parte de los textos se puede encontrar una mezcla de funciones si es, al menos, un ejemplo de un punto de vista de la «realidad» . En
descriptivas, narrativas y argumentativas. Así, por ejemplo, la Decla­ este sentido, un texto puede considerarse literario en la medida en que
ración de Independencia contiene tanto descripciones de la situación la intención de ofrecer una lectura alternativa del «mundo real» do­
de las colonias americanas como narraciones breves de las acciones mina sobre la intención de relatar <<hechos» (véase IX. l ü).
llevadas a cabo por los británicos, aunque la función PREDOMINANTE 9. Los textos poéticos son una subclase de los textos literarios
que se caracterizan porque, junto a la alternativa al mundo real, aña-
3 Freedle y Hale ( 1 979) consideran que los esquemas naiTativos se utilizan también en el proce-
samiento de los textos descriptivos (o " expositivos" ) .
4. Una cuestión m u y impo11ante, y a tratada e n otros lugares (véase L l 6 , VII.28 y 4 2 y Vlll.20), es 5. Los textos l iterarios también se denominan de [lccíó11, para señalar su nivel de relati\'O desa­
que los receptores textuales son persuadidos de una manera más efectiva por los productores cuando cuerdo con el "mundo real». No obstante, también hny textos ficticios que no son !iterados, por ejem­
éstos dejan que aquéllos suplan por sí mismos los contenidos textuales implícitos .. No cabe la menor plo, las mentiras; la ficcionalidad no es, en sí misma, una condición suficiente para la literadedad .. La
duda de que este fenómeno introduce un factor decisivo en los textos argumentativos. Como se sugi­ condición necesaria y suficiente para que un texto sea literario es que el productor aplique, de mane­
rió en el capítulo VII, todos los textos pueden analizarse teniendo en cu�nta lo que no dicen de ma­ ra consciente e intencionada, principios organizati\'OS que pro\'oquen, en mayor o menor medida, cier­
nera explícita, pero sí sugieren de manera implícita lo que el receptor espera que digan. to desacuerdo entre el mundo textual y el <mundo real, (\'éase !ser, 1 975, e Ihwe, 1 976).
l 'iT R O D C C C I Ó 'i A LA L l :\ G L' Í S TI C..l.
!)!TERI EXT UA L I DAD 255
2 54

den una organización peculiar de las estrategias de representació n de Porter, 1 97 2 ) ; ante esos textos, poetizados a posteriori, las reacciones
los planes subyacentes en el discurso y del contenido semántico en ele procesamiento del receptor textual, sin duela, son bastante distin­
una superficie textual proyectada específicamente. La cohesión de u n tas a las que tendría si esos mismos textos hubiesen aparecido en su
texto poético se apo�'a . en parte, en oposición a otros tipos de texto y, lugar de procedencia originaL Al igual que sucede con muchas otras
. . cuestiones, la problemática ele los tipos ele textos sobrepasa la capaci­
en parte, en el segwm1ento de c1ertas convenciones tipológicas espe­
cíficas (véase VII.30 y ss.). En el capí tulo VII se intentó demostrar que dad explicativa de los métodos lingüísticos convencionales (véa­
el productor textual puede controlar la confirmación o la frustración se IX.3) y cae bajo la jurisdicción de las condiciones generales de uti­
del flujo de expectativas que genere el receptor mediante la organiza­ lización de los textos en la interacción comunicativa entre los seres
ción plani ficada ele la superficie textual. La función poética se utiliza humanos . Un « tipo ele texto » es una serie ele mecanismos ele invención
por lo tanto, para conseguir que la organización ele la superficie tex� para producir, predecir y procesar secuencias textuales, y, por consi­
tual sea interactiva y negociable. No ha de sorprender a nadie el he­ guiente, se trata de un determinaclor importante ele la eficacia, de la
cho de que muchos textos literarios que no se presentan como poemas efectividad y de la adecuación (en el sentido que se da a estos térmi­
aprovechen la función poética para subrayar la naturaleza interactiva, nos en I.23). No obstante, el criterio de diferenciación tipológica difí­
negociable del discurso acerca del «mundo real» (véase IX. l 8) . cilmente sirve para trazar unas fTonteras nítidas absolutas para dis­
1 0. Los textos poéticos y literarios s e oponen a los tipos el e tex­
tinguir qué textos pertenecen a un tipo y cuáles a otro distinto, ele la
tos que intentan incrementar y transmitir el conocimiento aceptado misma manera que es muy complicado establecer un juicio que sepa­
comúnmente acerca del «mundo real» . Los textos CIENTÍFICOS cumplen re los textos ele los que no lo son (véase III.S). Sencillamente, las con­
con esta finalidad en su intento ele explorar; ampliar o clarificar el co­ diciones ele comunicabilidad textual son tan cambiantes que impiden
nocimiento almacenado por la sociedad en un campo específico ele el establecimiento ele semejante caracterización rigurosa.
«hechos » (entendiendo este concepto en el sentido que se da a este tér­ 1 2. A la par que la tipología, una segunda cuestión que afecta a
mino en VII . 1 8 . 1 ) mediante la presentación y el análisis ele la eviden­ la intertextualicl a cl es el fenómeno de la ALUSIÓN TEXTUAL. Por alusión
cia a la que se ha llegado a partir de la observación directa o de la do­ textual se entiende las maneras en que los comunicadores hacen refe­
cumentación. Los textos DIDÁCTICOS, por su lado, no van más allá del rencia o utilizan textos conocidos (véase IX. l ). En principio, para pro­
conocimiento habitual que la memoria social tiene almacenado, sino ducir su discurso, el comunicador puede inspirarse en cualquier texto
que únicamente se emplean para distribuir el conocimiento estableci­ previo disponible a su alcance; ahora bien, en la práctica, se suele pre­
do entre una audiencia no especializada, o en período de formación, ferir la utilización ele textos c01�ocidos porque, dada su familiaridad y
de receptores textuales. Para cumplir con esta tarea, se requiere, ob­ su prestigio, son más accesibles para la audiencia receptora. Como po­
viamente, la presentación ele un transfonclo ele conocimiento más drá comprobarse a continuación, la distancia temporal que puede me­
abundante y más explícito ele lo que es costumbre en los textos cien­ diar entre la producción del texto original y la del texto inspirado en
tíficos. él no tiene límites teóricos. En 1 600, 6 Christopher Marlowe escribió la
1 1 . A pesar ele su reducido alcance, la esquemática tipología tex­ famosa súplica de un 'apasionado pastor a su amada', que comenzaba
tual expuesta hasta el momento en los apartados anteriores dista así:
mucho de ser satisfactoria. De hecho, todavía no se ha aclarado la
[ 1 48] Ven a vivir conmigo y sé mi amor,
vaguedad en torno a las características que identifican las distintas
y probaremos todos los placeres
series de textos. Uno ele los problemas que ha de afrontarse es la ele­ que valles, arboledas, colinas y campos,
vada complejidad que supone el hecho de que cada conjunto ele fun­ bosques o abruptas montañas ofTecen.
ciones (descriptivas, narrativas y argumentativas) puede variar en su
grado ele predominio en un texto. A ello se le añade la dificultad adi­ En la continuación del poema, el pastor ofrece a su clama como re­
cional que supone que un texto aislado perteneciente a un tipo deter­ galo una fantástica y desmesurada colección ele flores hermosas y ele
minado puede manipularse hasta convertirlo en otro tipo distinto, uti­
lizando las estrategias apropiadas ele representación. Por ejemplo, en 6 La información sobre las fechas de publicación que se utilizan en este apartado se han extraí­
un momento determinado, se puso de moda publicar en las revistas li­ do de Tlze Norton lntroducti01z to Literature, editado por J Paul Hunter (Nueva York, Norton, 1 973 ,
terarias textos que en su origen no eran poemas (véase, por ejemplo, pp.78 y SS )
256 r :--: T ROD L C C i ó :--: r\ L A L I 0: G L Í ST I C..\ NTERTEX T U A L I DAD 257

rústicos atavíos. Ese mismo año, sir vValter Ralegh escribió 'la res­ pm la tarde, cruzando los melancólicos canales
puesta de la nin fa al pastor': esperaremos oír algunos madrigales

[ 1 4 9] Si mundo y amor fuesen etemamente jó\·enes, La fuerza de este texto radica en su oposición a los diversos prin­
v fuese verdad puesta en boca de pastor, cipios y convenciones que subyacen en el poema original de Marlowe:
esos preciosos placeres me conmoverían la creencia de que las vidas de los pastores o de otras personas perte­
y consentiría en vivir contigo v en ser tu amor necientes a las clases trabajadoras emplean su tiempo en juegos y en
bagatelas ornamentales, mientras la naturaleza los provee de lujosos
pero, a continuación, la ninfa sentenciará que, pasado el tiempo, las juguetes y de baratijas. En [ 1 5 1 ] , la dama proletaria sólo podrá ver en
o frendas del pastor se tornarán 'marchitas', 'rotas', 'secas' y 'olvidadas'. las revistas de modas los opulentos vestidos veraniegos prometidos
Llama la atención el hecho de que la «respuesta» de Ralegh intenta por el pastor de Marlowe a su amada. En cuanto al ripio que descri­
preservar el formato superficial (esquema rítmico, número de estrofas, be la esperanza de oír 'madrigales' (un tipo arcaico de canción) por los
etc.) y algunas de las expresiones literales del original de Marlowe, lo 'canales' (un tipo moderno de construcción) parece bastante absurdo.
cual es lógico, puesto que la construcción de un texto inspirado en Compárese todo este despropósito con la idílica escena que aparece en
otro exige que el productor conozca en detalle el texto original y las ese mismo punto del poema de Marlowe:
convenciones a que ha de acomodarse. Unos años después, en 1 6 12,
John Donne se apropió del esquema general del poema de Marlowe [ 1 52 ] Por los ríos e n cuyas cascadas
para escribir una elaborada declaración de amor imaginaria de un melodiosos pájaros cantan madrigales
pescador inverosímil, que comenzaba así:
El poema de Cecil Day Lewis es mucho más devastador que la re­
[ 1 50] Ven a vivir conmigo y sé mi amor,
y probaremos todos los placeres,
futación de Ralegh o que el sarcasmo de Donne, porque ataca la rela­
que doradas arenas y arroyos cristalinos ofrecen: ción de absoluta excepcionalidad sobre la que se basa el estatuto l i te­
sedosos sedales y plateados garfios. rario del texto de Marlowe; Ralegh y Darme intentan ridiculizar la de­
claración de amor del pastor a su amada, pero no el modo en el que
Más adelante, el pescador sugiere que si su joven dama se desnu­ Marlowe seleccionó los elementos poéticos y la manera en que comu­
da y se baña en el río, entonces atraerá «a todos los peces que pulu­ nicó su idea. En la versión de Day Lewis, la excepcionalidad del texto
lan por el cauce» y, de esa manera, podrá incluso prescindir de los cos­ poético se refuerza cuanto más se oponga a las convenciones previs­
tosos aparejos de pesca. Aunque el nivel de mediación (intervención tas para ese tipo de texto. Adviértase que en el ejemplo citado se pre­
subjetiva) con respecto al texto de Marlowe es mucho mayor en el de senta una situación típica del «mundo real» de 1 93 5 -tiempos de
Donne que en el de Ralegh, en ambos casos la dependencia del origi­ fuerte recesión económica- que prevalece sobre el estado de cosas
nal es incuestionable. Bien es verdad que si los dos primeros versos idealizado que propone la tradición l iteraria y poética.?
del poema de Donne no hubiesen sido una cita l iteral de los de Mar- 1 3 . En la CONVERSACióN, las relaciones de intertextualidad suelen
1 0\ve, sin duda esta dependencia hubiese sido menos evidente. Muchos aparecer menos mediatizadas por la subjetividad de los interlocutores
años después, en 1 93 5, Cecil Day Lewis escribió una nueva versión, en que en los textos literarios. En este manual ya se han analizado varios
tono irónico. En esta ocasión, quien hace la súplica es un trabajador modos de organizar la estructura de la conversación a partir de crite­
en paro: rios como el de la intencionalidad (véase VL1 6 y ss.) o el de la si­
tuacionalidad (véase VIII. 1 3 y ss.). No obstante, ninguno de estos cri­
[151] Ven a vivir conmigo y s é mi amor, terios, considerados aisladamente, ha proporcionado una perspectiva
y probaremos todos los placeres global del fenómeno de la intertextualidad: un texto ha de ser rele­
de paz y abundancia, cama y tablón de anuncios, vante con respecto a otros textos que aparezcan en el mismo discurso
que un empleo ocasional ofTece. y no únicamente en relación con las intenciones de los participantes
Descargaré delicadamente en los muelles 7. En este punto, de nuevo, una discrepancia en el mundo textual señala deliberadamente una dis-
y tú leerás revistas de moda estival: crepancia en el «mundo real» (véase IV. l 9, IX.8 y X . l 6)
·
258 1 :\T RODCCCI O :\ r\ L.\ L I :\ G U Í ST I C.-\ J).JTERTEXT UALI DAD 259

o con la configmación de las características de las si tuaciones comu­ [ 1 54] PIIOEBE: Quieren que nos vayamos y que Charlie controle el hotel
nicativas; de igual n; an � ra, un texto puede utilizarse, de manera glo­ de O tawa c o .
JEAN: ¿ Cuándo te escribieron para decírtelo? [variable d e tiempo]
bal, para reconducir (rntertextualmente) otros textos o, de manera
parcial, para modificar las creencias implicadas en esos textos (véase [ 1 5 5] MARTIN: Dijo «en el momento de su muerte entró en el cie]o,
Posner, 1 972, 1 980). La reconducción de un texto a partir de otro es Por eso yo le pregunté «¿Y tú cómo sabes eso?» [variable de cog­
una de las estrategias más recomendables cuando parecen violarse nición]
convenciones como las «máximas>> conversacionales ci tadas en VI.9
y ss. , puesto que reintegran el sentido a los textos que aparentemente [ 1 56] JIMMY: ¿Te vas?
no lo tienen. ALISON: Exacto.
1 4. En un texto, los temas se han de seleccionar� han de desa­ JIMMY: ¿En una tarde de domingo en esta ciudad, a qué lugar de la
rrollarse e irse modificando progresivamente; en la conversación, en tierTa te vas? [variable de localización]
cambio, el TEl\lA principal surge de la enorme densidad de conceptos
[ 1 57] HELENA: Se va a la iglesia.
y de relaciones que caracterizan el interior de los mundos textuales JrMtv!Y:¿A hacer qué? ¿Se ha vuelto loca o algo por el es tilo? [va­

Ahora bien, un texto totalmente aislado de otros textos (sin posibili riable de razón]
dad de relacionarse intertextualmente con otros) únicamente conten­
dría temas po tenciales pendien tes de un ulterior desarrollo (Schank
1 977: 424). Para decidir qué es lo que vale la pena exponer acerca d� En [ 1 53] quien da la réplica (Dave) pide a su interlocutor que le dé
un tema cualquiera, los participantes, presumiblemente, han de con­ variables posibles: la referencia de una forma pronominal, en este caso
side �·ac en pri �1er l �gar; cuál es el nivel de infotrnatividad de sus po­ 'viene él', es variable en cuanto a su cohesión, es decir, con respecto al
elemento nominal al que remite (véase IV.29) y se ha de poder recu­
�encrales . contnbuc10nes. Desde este punto de vista, los aspectos más perar si no está disponible durante demasiado tiempo en la memoria
rnformatrvos de un tema, es decir; los más aptos para recibir un desa­
rrollo que pueda interesar a los receptores, son aquellos que incluyen activa; en [ 1 54], Jean le pregunta a Phoebe por el momento en que su­
P �O B LEMAS y �ARIABLES, es decir; cuestiones abiertas y opinables que
cederá algo ('¿cuándo . . . ?') porque el tiempo es variable desde el punto
aun �o han srdo establecidas definitivamente porque están sujetas a de vista de la coherencia, a causa de que pocos acontecimientos y si­
cambiOs y p_lantean problemas todavía no resueltos.s En otras pala­ tuaciones ocurren en momentos prefijados. En [ 1 55], [ 1 56] y [ 1 57] se
bras, formalizado a la manera de las «máximas, griceanas: Del tema plantean los problemas siguientes. En [ 1 55 ] se expone un problema de
que vaya a expone¡; explote aquellos aspectos que considere problemáti­ conocimiento: ¿cómo sabe alguien que en el momento de la muerte se
cos ? modiflc� bles. Esta máxima suele seguirse, por ejemplo, cuand o accede al cielo?; en [ 1 56], el problema es imaginar adónde puede irse
las mtervenc10nes de un participante son, simplemente, reacciones alguien un domingo por la tarde en una pequeña ciudad; en [ 1 57], un
ante acontecimientos o ante situaciones que fueron introducidas con ateo declarado se plantea si a su mujer le han lavado el cerebro y por
esa razón quiera asistir a los oficios religiosos. En todos los casos, se
anterioridad en la conversación como temas (véase Schank, 1 977). En
este � ipo de situaciones, un interlocutor realiza una pregunta cuya co­
escoge un aspecto problemático del tema que se está tratando ('ir al
. cielo', 'salir una tarde de domingo' e 'ir a la iglesia') como material
nexiOn con el mundo textual previo es una relación conceptual del tipo
cuestionable.
qu � se expuso en V.26. Por ejemplo, en los intercambios siguientes, ex­
1 5 . En ocasiones, muchos de los problemas que aparecen en al­
trardos de obras de teatro contemporáneas, 9 aparecen los tipos de
gunos textos son i nherentes no tanto al contenido del mundo textual,
conceptos problemáticos o modificables enmarcados entre corchetes:
como a su modo de presentarlo. Si un participante viola las conven­
[ 1 53 ] SAMMY: ¿Cuándo viene a ver su silla? ciones sociales o los principios conversacionales, o si sus intenciones
DAVE: ¿Quién, Se!by? [variable de agente] y creencias son discrepantes con respecto a lo establecido o no pare­
cen obedecer a motivo especial alguno (cada uno de estos casos con­
lleva problemas diferentes), el otro participante probablemente in­
8. Sobre la preferencia por el saber problemático véanse JV.23 v 2 v 9 - JX.26. Acerca del trata­
miento de las variables en las operaciones de rememoración, véase JX: 37S_ tentará reconducir discursivamente la situación para restaurar el
9. �as fuentes a las que pertenecen estos extractos son las siguientes: [ 1 35] aparece en Wesker ( ! 964: acuerdo (véase VIII. l ) . En el apartado siguiente se ejemplificará, de
1 89), [ b4] en Osbome ( l 96 1 b: 67), [ 1 55] en Osbome ( l 96 1 a : 58) y [ 1 56-1 57] en Osbome ( ! 960: 5 !).
2 60 1 \: T R O D C C C l O \: A LA u :-;G l'iST l C:\ 1 \: T ERTEXT CAL! DAD 261

nuevo con ejemplos extraídos de obras de teatro contemporáneas, 1 0 al­ [161] FAY: Desde entonces no he tenido nada más que dolor de corazón.
gunos casos típicos de reconducción discursiva de situaciones. Me arrepiento del terTible crimen que cometí.
TRUSCOTT: Muy. bien. Te expresas con un estilo sencillo y directo. Es
16. Si un participante vulnera alguna de las convenciones so­ un tema que manejado con menos destreza podría parecer una
ciales, en este caso porque gri ta en público en una si tuación i napro­ ofensa.
piada, su i nterlocutor puede intentar reconducir la situación centrán­
dose en la modificación de ese modo inadecuado de exponer el texto: 1 7 . A partir de la evidencia de los textos que producen, el esta­
[ 1 58] Gus: ¡ Una botella de leche! ¡ l'vledia pinta! ¡ Servicio urgente de le­ do en el que se encuen tran los participantes también puede conver­
chería! tirse en el objeto de la reconducción: 13
BEN: No deberías gri tar de esa manera.
Gus: ¿Por qué no'? [ 1 62] DAPHNE: Márchate de mi \·ida, Charlie ...
BEN: Eso no se hace . LEONORA: Daphne, sé que tienes problemas, pero creo que estás
siendo muy desagradable.
La reconducción de la situación es, también, la solución que se
pone en práctica cuando uno de los participantes parece focalizar su El estado de un participante puede considerarse inadecuado dis­
atención en algún aspecto inadecuado de la exposición: cursivamente por su interlocutor y éste puede i ntentar reconducido:
[ 1 59] CATHERINE: Durante las vacaciones, he pensado que Leonora ten­ EsTHER: Entonces, ¿dónde se han ido tus ideales de repente'?
[ 1 63]
dría que i ntentar ser más realista. ¿Me estás escuchando, Charlie? CrssrE : Esther, no te metas en donde no te llaman, no entiendes es­
CHARLIE: Sí, Catherine. tas cosas.
CATHERINE: ¿Qué estaba diciendo?
Cr·IARLIE: Que Leonora tendría que intentar ser más realista.
La reconducción discursiva de una situación también puede i ncluir
En [ 1 59], el participante desatento se ve obligado a repetir el tex­ comentarios acerca de las condiciones que favorecen o que entorpe­
to producido por su interlocutor para demostrar su atención. También cen la habilidad comunicativa de los participantes:
aparecen maniobras de reconducción de la situación cuando el moti­
vo que lleva a realizar una exposición parece injustificado: 1 1 [ 1 64] HANS: No tienes ni idea de lo que estás hablando. Aún no has be­
bido el suficiente vino, ése es tu problema . . .
[ 1 60] HANS: He perdido un hijo; date cuenta: un hijo. MARTIN: Estás bonacho.
LUCAS: ¿Cómo puedes decir eso?
HANS: ¿Que cómo puedo decirlo'? Lo digo, sin más. 1 8. Existe aún otra motivación para intentar reconducir discur­
sivamente una situación que surge cuando las intenciones subyacen­
En [ 1 60], se consigue reconducir la situación empleando la táctica tes a las contribuciones textuales de los interlocutores no parecen úti­
evasiva de enfocar la atención sobre el hecho de 'decir algo' y disimu­ les para alcanzar una meta o para avanzar en el desarrollo de un plan:
lar el tema de 'perder un hijo'. Y, finalmente, la reconducción de una
situación puede dirigirse hacia la modificación del estilo de la expo­ [ 1 65] HA L : Si, como proclamas a los cuatro vientos, tu esposa es una mu­
sición más que hacia la del contenido: 1 2 jer mujer, realmente necesitarás tener unos ingresos elevados.
TRUSCOTT: ¿A dónde nos lleva ese ataque de nervios jesuítico?
1 O. Las fuentes a las que pertenecen esos extractos son las siguientes: [ 1 58] aparece en Pinter HAL: Lo que te estoy sugiriendo es un soborno.
( 1 960: 1 08), [ 159] en Spark ( 1 963: 1), [ 1 60] en Osbome ( 1961a: 1 5), [ 1 6 1 ] en Orton ( 1 967: 67), [ 1 62]
en Spark ( 1 96 3 : 100), [1 63] en Wesker ( 1 96 4 : 200), [ 1 64] en Osbome ( 1961a: 3 9), [ 1 65] en Orton ( 1 967:
82), [ 1 66] en Osbome (196 1a: 53), [ 1 67] en Osbome ( 1 968: 16), [ 1 68] en Spark ( 1 963 : 76), [ 1 69] en Os­ Si la i ntención que mueve a un participante es errónea, la recon­
borne ( 196 1a: 38), [ 1 70] en Orton ( 1 967: 66), [ 1 7 1 ] en Orton ( 1 967: 70), [ 1 72] en Wesker ( 1 964 : 1 7),
[ 17 3] en Orton ( 1 967: 72) y [ 174 ] en Orton (1967: 62). ducción discursiva de la situación sirve para indicar el rechazo de ese
1 1 En VII.13 se trató la función textual de la búsqueda de motivaciones; en este caso, el parti­ error:
cipante está traspasando la tarea de búsqueda al productor del texto problemático (véase IX.2 1 ).
12. Si el estilo es, como se afhmó en !.7,
el resultado de procesos de selección y de decisión, en­
tonces podría recibir un tratamiento adecuado como fenómeno problemático y vari able y, en conse­
cuencia, como tema discursivo conveniente (véase IX. l 4). 13. Acerca del estado de los participantes, \"éase la nota 6 del capítulo VII
262 1 :--J TRO D L' C C I Ó !'\ A L A LI0iG L'Í STIC..\.
INTERTEXT UA LI DAD 263
[ 1 66] STAUPITZ : Cuidará muv amablemente de ti y te protegerá.
l\1.-\ RTIN: ¿Protegerme, a mí? [171] McLEAVY: ¿Está loco el mundo? Dime que no es así.
STAUPITZ: Sabes perfectamente a qué me estoy refiriendo, herma no TRuscorr: No me pagan para discutir hechos indiscutibles.
Martín, no quieras hacerte el inocente.
Adviértase la tendencia típica a identificar las creencias propias
Un participante que sea intencionadamente ambiguo puede pro­ con los «hechos >> del «mundo real» en [ 1 7 1 ] (véase VIL 1 8 . 1 ) . Sin em­
vocar que su interlocutor intervenga, reconduciendo discursivamente bargo, se pueden rechazar creencias atribuidas a uno mismo sin com­
la situación: prometerse realmente con los « hechos» (véase VIIL 2 1 ) :
[ 1 72] SARAH: ¿Para qué quieren tener dos reuniones?
[ 1 67] PAULINE: Pamela tiene algo muy especial, ¿no crees?
HARRY: Bueno, y ¿por qué no iban a querer tener dos reuniones?
EDITH: ¿ Qué quieres decir?
SARAH: ¿Cómo? ¿De verdad crees que quieren tener dos reuniones?
PAULINE: Bueno, no es lo que se dice exactamente una belleza, pero
HARRY: No, no es eso lo que pienso.
tampoco es tan fea como para que no sepas qué hacer con ella.

En [ 1 67], la primera intervención de Pauline es deliberadamente La falta de creencias propias puede atribuirse a la inverosimilitud
ambigua acerca del tema 'Pamela', en cierto modo porque existe una inherente a ciertos acontecimientos y situaciones:
dificultad real para clasificarla dentro de una escala de 'belleza/feal­ [ 1 73] McLEAVY: ¿No te parece que es como buscarle tres pies al gato? ¿A
dad'. Se puede utilizar también la reconducción discursiva de la si­ ti te convence?
tuación para reafirmar o para rechazar las intenciones subyacentes de TRUSCOTT: A mí nada me convence nunca. Siempre elijo la explica­
las propias intervenciones: ción menos inverosímil y la archivo en mi memoria.

[ 1 68] CATHERINE: Y dices que Leonora fue expulsada en el acto. De manera parecida, se puede señalar la inverosimilitud como ra­
CHARLIE: Yo no he querido decir eso. zón de peso para no aceptar las contribuciones textuales de otro in­
CATHERINE: Extraña confesión para u n futuro profesor de economía terlocutor como aportaciones apropiadas al discurso:
eso de decir que has dicho algo que no querías decir.
CHARLIE: No estoy encima de una tarima. En mi propia casa yo pue­ [ 1 74] McLEAVY: ¿ Cómo ejecuta un arTesto un guardiamarina?
do decir lo que se me antoje. TRuscorr: Ni idea señor, yo no soy guardiarnarina.

1 9. Las creencias y el conocimiento previo que tienen los par­ 20. Los extractos de diálogos teatrales analizados anteriormente
ticipantes se pueden reconducir discursivamente si sus intervenciones ejemplifican la manera en que la textualidad se apoya en el discurso,
presuponen que algo es un hecho, cuando en realidad se trata de una a pesar de los problemas y de las perturbaciones que la amenazan. En
cuestión discutible: muchas ocasiones, el contenido de los textos no parece concordar con
los papeles, las intenciones y las creencias atribuidas a los participan­
[ 1 69] MARTIN: Padre, ¿por qué me odias cuando vengo a verte? tes. En este sentido, los principios conversacionales en la línea de las
HANS: ¿Cómo? ¿Qué quieres decir? Yo no te odio porque estés aquí. «máximas» de Grice pueden violarse. Por ejemplo, la máxima de CALI­
DAD (véase VI.9 . 3 ) se pone en peligro si el texto de un participante se
Se puede explícitamente denunciar como falsa alguna creencia: basa en creencias infundadas, como sucede en [ 1 69], [ 1 70], [ 1 7 1 ] y
[ 1 74]. La máxima de RELACióN (véase VI.9.4) se ve amenazada por una
[ 1 70] FAY: Soy inocente hasta que encuentres una prueba de mi culpabi­
lidad. Éste es un país libre. La ley es imparcial.
contribución aparentemente irrelevante, como en [ 1 65]. La máxima de
TRuscorr: ¿Quién ha llenado tu cabeza con esas bobadas?
MANERA (véase VL9.5 y ss.) ha de reafirmarse para contrarrestar la am­
bigüedad, como pasa en [ 1 67]. Además, todo lo concerniente a la cor­
Se puede rechazar una petición confirmando que, en el fondo, las tesía ( [ 1 58] y [ 1 62]), l a atención ( [ 1 59]), el estado de los participantes
creencias del o tro son ciertas, pero entran en conflicto con las propias: ( [ 1 63 ] y [ 1 64 ]) y a la no continuación de un tema ( [ 1 66]) o la evasión
de las propias responsabilidades ( [ 1 68]), afectará seguramente al prin­
cipio de COOPERACIÓN (véase VI.9. 1 ) .
!0:TERTEXT UALIDAD 265
264 1 :\ T R O D L C C I Ü :\ ,\ LA L l :\ G L Í ST ! C.-'\

2 1 . En VIIL4 se advirtieron ciertas similitudes entre la recon­ cuestión general que parece polémica, se obtiene una relación de tipo
G E NER.:.. L IZADOR . Existen combinaciones en las que una situación o un
ducción de las situaciones comunicativas y los protocolos de reso­
lución de problemas: mediante la utilización de un acontecimiento acon tecimi ento ejemplifica varios asuntos a la vez: se trata de una re­
inesperado como tema textual el interlocutor puede estar intentando lación entre SUBCUESTIONES; si es una cuestión aislada la que ejempli­
in tegrarlo en la versión compartida intersubjetivamente del «mundo fica varias situaciones o acontecimientos al mismo tiempo, se trata ele
real» , o, al menos, puede estar intentando defender su versión en con­ una relación de UNIFICACI O N . Las relaciones de Reichman aclaran el
tra de las po � ibles refutaciones. Este principio podría aplicarse, de modo cómo interactúan los temas que interesan subjetivamente a los
manera � arec.I da, a los aspectos de la reconducción de si tuaciones que participantes y los <<hechos» que se consideran en general verdaderos
. en el « mundo reaL> (en el sentido que se le da a este concepto en
se han discut � do en . IX. l 6-20: la función de la reconducción de los pa­
peles, de las m tencwnes y de las creencias de los interlocutores sub­ VII. 1 8 . 1) .
yacentes en los textos consiste, de nuevo, en negociar las condiciones 23. E n vista de las consideraciones anteriores, la noción ele <<mo­
básicas �e la comuni �ación e i � teg�ar y neutralizar las desviaciones y delo del mundo textuaL> , que se avanzó en el capítulo V, podría am­
los obstaculos potenciales que 1mp1clan su desarrollo normaL Por un pliarse perfectamente al de MODELO DEL MUNDO DISCURSIVO (véase <<mO­
lado, en la reconducción de situaciones, los elementos inesperados delo discursivo >> en Bullwinkle, 1 977, Reichman, 1 978, Rubín, 1 978 b ,
surgen del entorno externo que rodea al discurso. Por otro lado, en la y Webber; 1 978). Esta entidad representaría la organización integrada
reconducción discursiva intertextual, esos elementos inesperados son de los concep tos y de las relaciones subyacentes en todos los textos
parte integrante de las acciones discursivas en curso. El receptor tex­ que aparezcan en la misma situación discursiva. No obstante, los par­
_ ticipantes han de realizar concesiones a sus interlocutores para sol­
tual Siempre puede llamar la atención del productor y pedirle que le
� aga saber la MOT�VACI ON que hay detrás de una acción discursiva suya ventar los posibles desacuerdos que afloren entre los diferentes mode­
I nesperada; de arll que productor y receptor puedan interactuar en la los del mundo discursivo que posean. La reconducción discursiva de
resolución de problemas (acerca de la «búsqueda de motivaciones» situaciones analizada en VIII . 1 4 y ss. y IX. 1 6 y ss. ayuda a minimizar
v�ase VII. 1 3) . Buena parte de los problemas comunicativos surge � los conflictos que puedan plantearse entre versiones distintas de mo­
s I mplemente a causa de que los in terlocutores creen que pueden sa­ delos discursivos, especialmente mediante la remisión a suposiciones
. y a normas estandarizadas conciliadoras que no se mencionaron ele
tisfacer mejor sus objetivos si se apartan de las convenciones conver­
sacionales, por ejemplo, ele las «máximas» griceanas: pueden estar in­ manera explícita en los textos.
24. A todo este planteamiento se le puede objetar claramente
teresados en atribuir creencias infundadas a otros o en escabullirse de
sus propias responsabilidades, etc. Bien es verdad que, en ocasiones, que el conocimiento implícito de los comunicadores es extraordina­
los problemas aparecen porque las normas estandarizadas de las riamente difícil de observar y de estudiar. En la mayor parte de los
creencias y de los comportamientos necesitan negociarse de vez en ejemplos analizados, ese conocimiento únicamen te adquiere prota­
cuando. gonismo cuando se plantea una discrepancia; en una infinidad de
22. Rachael Reichman ( 1 978) demostró que la coherencia con­
ocasiones, sin embargo, pasa inadvertido aunque su concurso sea i n­
versacional no se basa necesariamente en la existencia el e conceptos dispensable para dar sentido a las contribuciones ele cada uno de los
compartidos entre todos los componentes que integran el texto. Reich­ participantes en la interacción. En cualquier caso, puede arrojarse
man propuso una distinción entre « cuestiones de interés» general (es luz sobre una cantidad significativa de saberes implícitos (sentido
decir, actividades y puntos ele vista prototípicos) y situaciones y acon­ común) mediante la aplicación de experimentos diseñados especial­
tecimientos específicos, idiosincrásicos, con respecto a los cuales los mente a tal efecto. Por ejemplo, cuando se pide a unos s ujetos que
interlocutores desean hablar� Los ejemplos empleados por Reichman escuchen o que lean un texto y, a continuación, que recuerden su
demostraron que la transición entre lo general y lo específico era una contenido, aparece siempre un patrón sistemático ele adiciones, omi­
<<relación espacial contextua!» prototípica. Verbigracia, se obtiene siones y modificaciones que se manifiesta en sus informes intros­
una relación ele tipo ILUSTRATIVO si al planteamiento de una cuestión pectivos . La construcción de informes y de resúmenes de textos que
ele tipo general le sigue en el discurso un ejemplo específico extraído antes se han leído representa otro de los importantes ámbitos en que
de la propia experiencia de los participantes; si a una discusión sobre opera la intertextualidad, como se expondrá en los apartados si­
una situación o un acontecimiento específico le sigue la cita ele una guientes .
266 1 '-:TRO D L C C I Ó :\ A L.\ L I '-: G U Í STICA I � T ERTEXTUALI DAD 267

25. El texto del 'cohete', que ya fue analizado en el capítulo V, se


empleó en una serie de pruebas a las que se sometieron a diversos gru­
pos de receptores. 1 -l El texto que se propuso para el experimento fu e
el siguiente:

[4]
[ 4. L 1 ] En una zona del desierto de Nuevo México se alzaba un enor­
objetos volantes
me cohete V-2 de color amarillo v negro que medía 1 4 metros de al­
t ura. [ 4. 1 .2] Vacío pesaba cinco toneladas. [ 4. 1 .3] Llevaba como com­
bustible ocho toneladas de alcohol y de oxígeno líquido.
[4.2 . 1 ] Todo estaba preparado para el lanzamiento. [4.2.2] Los mili­
tares y los científicos se habían parapetado detrás de unos montícu­
los de tierra, a cierta distancia del ingenio. [ 4 . 2 .3] Dos destellos rojos
anunciaron la inminencia del lanzamiento.
[4.3 . 1 ] De repente, con una gran llamarada y un fuerte estruendo, el
enorme cohete ascendió primero lentamente y luego cada vez más y
más rápido. [ 4.3.2] Iba dejando una estela de llamaradas amarillas de
unos 2 0 metros de longi tud. [ 4.3 .3] En un instante, la llamarada pa­
recía una estrella amarilla. [ 4 . 3 .4] En pocos segundos, se había aleja­
do tanto que ni siquiera podía vislumbrarse; [ 4 . 3 . 5 ] el radar seguía su Tiempos

trayectoria a medida que ascendía a una velocidad cercana a los 200


Clave: A, acontecimiento; E, estado; esp, especificación de; lo, localización de; mo, movimiento de; pa, parte de;
kilómetros por hora.
z, salida; E, entrada; t, iniciación; t. terminación
[ 4.4. 1 ] Minu tos después del lanzamiento, [ 4.4.2] el piloto de un avión
de vigilancia lo vio regresar. Aterrizó a unos 64 kilómetros del punto FIG. 13. Estados y acontecimientos.
de partida.

La mayor parte de los sujetos evaluados comenzaron sus infoimes No obstante, tal y como demuestra el ejemplo [ 4], no es necesario
introspectivos con afirmaciones del tipo: 'Se trata del relato del vuelo que se hagan explícitos (en el sentido de I.6) todos los acontecimientos
de un cohete'. De acuerdo con este planteamiento inicial, el proceso de un relato. Los acontecimientos del 'despegue' y de la 'ascensión' se
de recepción estuvo absolutamente guiado por la adecuación al ES­ recogen ambos en la forma verbal 'partió' que aparece en [ 4.3 . 1 ], mien­
QUEMA del vuelo (véase \1. 1 6) . 1 5 Este esquema contiene una progresión tras que el acontecimiento de 'alcanzar el cenit' sólo puede inferirse de
ordenada de los ACONTECIMIENTOS y de los ESTADOS que constituyen el lo que sucedió en el lapso de tiempo que media entre su 'trayectoria as­
'vuelo'. Los acontecimientos fijos que se incluyen en este esquema son, cendente' [ 4.3.5] y su 'regreso' [ 4.4.2]. Sin la menor duda, está demos­
al menos: el 'despegue', la 'ascensión', el 'alcanzar el cenit', el 'descen­ trado que el esquema funciona como «organizador del avance» de la
so' y el 'aterrizaje'; cada movimiento traslada al cohete a un nuevo es­ información textual (véase Ausubel, 1 960). Su aplicación al discurso es
tado de localización. La figura 1 3 muestra el esquema del 'vuelo' como otro ejemplo de los PROCEDIMIENTOS DE ADECUACIÓN que ya que se ?re­
un gráfico de red, a cuyos componentes se les ha colocado una deno­ sentaron en III. 19, entendidos como mecanismos poderosos , para Ido­
minación. neizar las estrategias generales aplicadas a la gestión de las tareas co­
municativas habituales. La figura 1 4 ofrece una proyección gráfica de
cómo los nudos del modelo del mundo textual (véase la figura 1 1 ) se
14. Acerca de trabajos anteriores sobre este texto, véase la nota l O del capitulo IV. Los autores de
este manual reconocen su deuda con todos aquellos que participaron en estos experimentos: Manfred
adecuan a los nudos de un esquema (véase la figura 1 3).
Bunge, Roger Drury, Richard Hersch, Walter Kintsch, Genevieve Miller y Althea Tumer, así como a 26. Como se podrá comprobar a continuación, los resultados pre­
los estudiantes que realizaron las pruebas en las universidades de Colorado y de Florida y en el Gymn­ vistos en el esquema del 'vuelo' (figura 1 3 ) se confirmaron en los pro­
sasium am Wall (Verden an der Aller, Alemania).
1 5. El texto es esencialmente narrativo y, por tanto, está guiado predominantemente, aunque no tocolos de las pruebas rememorativas a que fueron sometidos un ele­
de manera exclusiva, por un esquema (véase IX.6). vado número de sujetos. El texto original comenzaba con una des-
268 1 \:T RODCCCI Ó \: ..\ L A LI\:G C Í ST!CA
1 '-i T E RT EXTUALI D..\D 26 9

cripción sencilla de la escena, si bien en ningún momento se narraba


acontecimiento alguno (acerca de las diferencias existentes entre des­
cripción y narración, véase IX. 6 ) . Los informantes, de manera unáni­
me, rememoraron el inicio del texto como si de un acontecimiento de
'despegue' se tratase, tal y como preveía el esquema mental del vuelo
de un cohete. Excepto en casos muy raros, la mayor parte de los su­
jetos nunca se refirieron a que el cohete simplemente 'se alzaba'
[ 4. 1 . 1 ] ; mucho más habitual fue que los informantes se refirieran a
que el cohete estaba 'en la rampa de lanzamiento, esperando el mo­
mento del despegue'. Muchos sujetos iniciaron su informe diciendo di­
rectamente: 'un cohete despegó hacia el cielo' o 'un misil despegó' o
'en un desierto de Nuevo México, fue lanzado un cohete'. Parece evi­
dente que el material informativo que los sujetos no juzgaron esencial
para el cumplimiento del esquema mental que tenían previamente
acerca del despegue del cohete se consideró que no merecía la pena
mencionarlo y se eliminó. Más aún, los informantes tendieron habi­
tualmente a reemplazar el concepto original 'ascendió' [ 4. 3 . 1 ] por el de
'despegó', expresado mediante una múltiple variedad de expresiones
('despegar', 'se elevó', 'lo dispararon', 'lo lanzaron', etc.) referidas al INI­
CIO del movimiento del cohete. En un grupo de 7 2 personas evaluadas,
los protocolos rememorativos mostraron que se habían u tilizado con­
cep tos de inicio de movimiento en 7 1 informes. Además, las veces en
que se utilizaron conceptos de movimiento que no incluyera la idea de
inicio (en 2 1 casos, por ejemplo, 'ascendió', 'subió', etc.) fue con la
intención de separar el momento del 'despegue' del momento de la
'ascensión' (que, a fin de cuentas, son dos acciones distintas en el
esquema mental del 'vuelo' de un cohete). La insistencia unánime y
reiterada en el 'despegue' quizá se justifique por la naturaleza pro­
blemática de esta acción, 1 6 hasta el punto de que si ésta falla, sería
imposible que se llevaran a cabo todos los demás acontecimientos pre­
vistos en el esquema. En contraste con la unanimidad anterim� la ac­
ción de 'alcanzar el cenit', un acontecimiento que sucede necesaria­
mente entre la 'ascensión' y el 'descenso', sin embargo apenas fue men­
cionada en un puñado de informes, aunque (como se advirtió en
IX.2 5) no se había utilizado en el texto original de manera explícita .
Clav�: A,, despegue; A2, ascenso;
trerra, Es_, en tierra; ca, causa Ahora bien, que no s e hubiese mencionado no e s u n obstáculo para
A3 , descenso; A,, tierra· E
' ,, e n tierra
. .
. E2 , en el
de; cd, cantidad de; ea' enti arre; E3, en el cenit; E,, cerca
. dad afectada,: eq, equrvalent de
de'· lo locall·zac·lo· n de·· m o, mov1
pecrflcaclon de; i, instrumento
1 1 1 a d d e; r, razón de; re, repet '
s·bTd m1ento de· _mod' m od alrdad
e a; es, estado de· esp es
' ; po,
• - que los informantes lo hubieran podido inferir; si no lo hicieron fue
ición de; su, sustancia de· t ' · de; p, percepción po-
' ' tiempo de, E, entrada; rr, proximida d;
t. terminación. porque consideraron innecesario i ncluirlo en su informe (este tipo de
FrG . 1 4 .
decisiones subjetivas suele ser muy habitual e incontrolable en todos
los experimentos de rememoración) . 1 7
16 Véase l a nota 8 d e este capítulo .
17. El acontecimiento de 'alcanzar el cenit' se puede recuperar mediante su actualización (véase
V .34).
2 70 l :\ T RODL'CCI Ó :\ A LA Lll\G Ü Í STICA !:\TERT EXTUALI DAD 271

27; Otro de los efectos que tuvo el esquema mental previo d ei memoración de materiales que guarden similitud con e l contenido in­
,
vuelo sobre esta � rueba de rememoraci � n fue la inclinación a la que formativo de los textos (la abstracción de huellas, la construcción y la
se entregaron los m formantes a hacer comcidir las fronteras textuales reorganización ) . El proceso de ABSTRACCióN D E HUELLAS consiste, en
con las fronteras del esquema. El texto original [ 4] concluía con el primer lugar; en el almacenamiento de las huellas mnemotécnicas que
acontec imiento del 'aterrizaje' del cohete en las cercanías del punto de produjo en el sujeto el texto original como si fueran elementos perte­
. necientes a una experiencia sensorial; a continuación, una demanda
lanzamiento . Los protocolos de rememoración siguieron fielmente
esta e� trategia de presentación de los acontecimientos. En un grup o de rememoración reactiva esas huellas previamente almacenadas
de 42 m formes, se mencionó el atenizaje del cohete en la oración fi­ (véase Gomulicki, 1 956), y, en ese momento, el sujeto ha de decidir de
nal en 37 de los ejercicios. Adviértase, en cualquier caso, el contras te alguna manera qué serie de huellas merecen su atención y que otras
entre el final abrupto del texto original (el 'aterrizaje') y el inicio (du­ pueden desatenderse (véase Neisser; 1 967); si esto no sucediese así, el
rante nada más y nada menos que dos párrafos se describen, como almacenamiento de la información en la memoria sería caótico y con­
.
matenal textual intr� d� ctorio los i nstantes anteriores al 'despegue'): fuso. La segunda perspectiva teórica que intenta explicar el procedi­
; , miento habitual de rememoración textual es la CONSTRUCCióN . Las ope­
en el esquema prototiplco del vuelo de un cohete se prioriza sin duda
el � omento inicial y se simplifica al máximo el acontecimien to final . raciones constructivas permiten la utilización de los patrones de co­
Cun � samente, en la mayor parte de los informes, se produjo una ten­ nocimiento prototípico en el proceso de organización de las huellas
. mnemotécnicas (véase Bransford, Barclay y Franks, 1 972); la teoría de
denCia generalizada a reorganizar el texto de manera que el aconteci­
miento del 'despegue' ocupase el contenido de la primera secuenci a la construcción explica, por lo tanto, por qué razón lectores distintos
del texto r� me � orativo, mien tras que el resto de los preparativos , recuerdan habitualmente versiones diferentes del contenido de un
c?mo la ubicac!On, el combustible, . mismo texto, de igual manera que la teoría de la abstracción de hue­
etc., fue mencionado con posterio­
ndad. Esta reorganizació n se hizo efectiva en 1 3 de los 72 protocolos llas explicaría en la misma medida las omisiones o los errores que se
examinados. Quizá los receptores habían dirigido su foco de atención producen en el proceso de rememoración textuaL La tercera perspec­
hacia el esquema prototípico del 'vuelo' durante la fase inicial del ex­ tiva teórica, según Roye1� es la RECONSTRUCCió N. El proceso de recons­
perimento (la co � prensión del texto) , o quizás activaron el esquema trucción aplicado a la comprensión de textos presupone el uso de es­
. quemas previos (o planes, o marcos, etc.), tal y como se encuentran
para que les suv1era de base en la organización del contenido de sus
informes, o también es posible que el esquema operase en todo mo­ almacenados en la memoria, en la recuperación de información de al­
mento en ambos estadios. gún texto que se procesó en el pasado y que tenga relación con el tex­
28. Aunque la i nfl uencia de los esquemas en el proceso de reme­ to que se está procesando en ese momento; el hecho de que las hue­
moración textual es muy acusada, la posición adoptada en este senti­ llas reales no tendrían tiempo para adquirir una identidad idiosincrá­
do por David Rumelhart ( 1 977b : 268) es, probablemen te demasiado sica propia justificaría que se recurra al proceso de reconstrucción
i r: �exi ?�e: «El proceso de comprensión es idéntico al de seÍección y ve­ (véase Spiro, 1 977). El punto de vista de Rumelhart, anteriormente
nflcac!On del esquema conceptual que se proyecta sobre las situacio­ mencionado (la total coincidencia de los procesos de esquematización
nes o sobre los textos para entenderlos. » Sobre esta cuestión parece y de comprensión) parece proyectar la teoría de la reconstrucción de
razonable sostener una opinión menos rotunda basada en la idea de Royer sobre el acto mismo de la comprensión del contenido textual.
qu� �os proces ?s de selección y de verificación de los esquemas pro­ En este sentido, Rumelhart predijo que los conflictos existentes entre
totlpicos contrzbu)'el1 a la comprensión , pero lo que no se ha demos­ un esquema y un texto -por ejemplo, la correspondencia inexacta en­
trado aún es que puedan identificarse totalmente con ella. No cabe la tre el texto del 'cohete' y el esquema del 'vuelo' (véase IX.25 y ss.)- se
menor duda de que durante la interacción comunicativ a se establece resolvería siempre en favor del esquema. También sugirió Rumelhart
una relación muy profunda entre el conocimien to presentado en el que la i nformación relacionada con el esquema siempre se recordaría
texto, los patrones de conocimien to organizativo almacenado s en la mej or que la literal del texto que se intenta recordar: No obstante, los
memoria y la disposición cognitiva de quien procesa toda esa infor­ resultados obtenidos en el experimento de rememoración del texto del
mación con el objetivo de entenderla . La aportación de Royer ( 1 977 ) 'cohete' sugieren que las tendencias apuntadas por Rumelhart son me­
a la re �? lución de es �e problema fue su propuesta de establecer una nos pronunciadas de lo que él pretende y que, en cualquier caso, no
. .
d1stmc10n entre tres t1pos de perspectiv as teóricas distintas sobre la re- son iiTeversibles. Verbigracia, en el asunto de los datos concretos que
272 l'<TRODLCClO'-: .-'\ L .-\ LI'-: G L I S TICA 1;-.;TERTEXTlJA L ! DA D 273

aparecen en el texto [ 4], las huellas mnemotécnicas referidas, por constmcción (como, de hecho, el propio Bartlett sugirió a su manera).
ejemplo, a los colores exactos del cohete o a las ci fras de velocidad : al­ Ahora bien , contemplado el asunto desde un punto de vista equidis­
tura, etc., no se pueden almacenar en ningún esquema prototípico, por tante tanto de la teoría de la abstracción de las huellas como de la
mayor que sea la frecuencia con la que se abstraigan, almacenen y re­ perspectiva reconstructivista, el tratamiento adecuado de un texto
memoren. De igual manera, los informantes pusieron en marcha cla­ como el del 'cohete' (cuyo . contenido es bastante -lo cual no quiere
ramente el proceso de construcción cuando intentaron recordar los decir completamente- convencional) hace evidente la necesidad de
datos sobre la localización del relato (el 'desierto'), ya que añadieron encon trar un compromiso entre ambas concepciones extremas .
elementos de su propia cosecha, como la intensa 'radiación solar' o la 3 1 . En diversos lugares
� de este manual se han estudiado los pro­
'arena'. Por consiguiente, la teoría de la reconstrucción no puede o fre­ cesos INFERENCIALES y de ACTIVACI Ó N G ENERALIZADA considerándolos
cer un enfoque global del fenómeno de la rememoración, a menos que como mecanismos que amplían, actualizan, desarrollan o complemen­
tenga en cuenta también la existencia de patrones almacenables y re­ tan el contenido expresado en un texto (véase Ll l , V. l 2 y 34 y ss.). Des­
cuperables de «esquemas>> prototípicos. Y si se aceptase este argu­ de este punto de vista, puede interpretarse que la realización de infe­
mento, lo más sensato sería reconocer; a continuación, que la teoría rencias se aplica a la resolución de las discontinuidades de sentido y de
de la reconstrucción es perfectamente prescindible. los problemas interpretativos específicos, mientras que la activación
29. En III . l 4 se sugirió que el texto puede entenderse como un generalizada se dispara automáticamente cuando se procesa un ele­
SISTEMA CIBERt'JÉTICO en el que el procesamiento de la informació n ha mento perteneciente a un patrón de conocimiento almacenado en la
de garantizar el mantenimiento de la CONTINUIDAD textual. El criterio memoria. En los protocolos de rememoración del texto del 'cohete' se
de textualidad que se presenta en este manual se basa fundamental­ pudo comprobar el funcionamiento de ambos procesos. La informa­
mente en la idea de que existen relaciones de acceso mutuo entre los ción adicional que los informantes incluyeron en sus textos rememo­
elementos integrantes de un mismo nivel o de niveles distintos. Desde rativos provino de su vinculación con tipos de conceptos que sirven
este punto de vista, la prioridad principal en la comprensión y en la para representar estereotipadamente el conocimiento en los mundos
rememoración del contenido textual sería la conversión de todo el ma­ textuales, tal como se esbozó en V.26. El tipo de vinculación que esta­
terial percibido, almacenado y recuperado en un patrón de continui­ blecieron con una mayor fTecuencia los informantes, como puede su­
dad. Como quiera que las huellas reales dejadas por un texto son dis­ ponerse, fue entre el material conceptual presentado en el texto y el co­
continuas (se trata de impresiones concretas), el sujeto las puede reu­ nocimiento prototípico almacenado en los marcos o en los esquemas
nir libremente utilizándolas como conocimiento previo (incluyéndolas aplicados en el proceso de comprensión textual. Puesto que el esque­
en los esquemas o en los marcos que active durante el proceso de re­ ma prototípico del 'vuelo' incluye frecuentes cambios de localización,
memoración). En circunstancias normales, el receptor textual no tie­ es lógico que este concepto apareciese con bastante frecuencia en la in­
ne una motivación clara para crear una huella exacta o completa del formación adicional o en las modificaciones incluidas en los informes
contenido de un texto en particular, ni para mantener separada una introspectivos de los sujetos sometidos al experimento rememorativo.
huella concreta de otros conocimientos que estén relacionados con 3 2 . Los informantes suelen enriquecer y desarrollar la informa­
ella (véase I. l l , V. l 2 y 34 y ss.). Donde el sujeto encuentra una moti­ ción sobre la localización de los acontecimientos rememorados me­
vación extraordinaria es en la consecución de la continuidad del sen­ diante la intervención de IMAGINERÍA MENTA L . 1 8 Parece ser un universal
tido (véase V.2). humano el hecho de que la narración de acontecimientos o la des­
3 0 . De las consideraciones anteriores se deduce que es posible di­ cripción de situaciones se complemente con la visualización de ESCE­
señar experimentos para obtener la confirmación, en mayor o menor NAS (véase Fillmore, 1 975, 1 977) . 1 9 No es de extrañar, por lo tanto, que
media, de cada una de las tres perspectivas teóricas de Royer bosque­
j adas en IX.28. Se puede demostrar la existencia del fenómeno de la 1 8 . Rober1 ele Beaugrancle y Zafia Solczak-Roberts están diseñando actualmente, en la Universi­
abstracción de huellas analizando textos muy homogéneos cuyo con­ dad de Florida, una nueva prueba para evaluar la incidencia ele la imaginería mental en el proceso ele
tenido concuerde perfectamente con el conocimiento prototípico del rememoración . En concreto, el texto del 'cohete' se acompañará ele dibujos, en la pre\·isión de que el
efecto de las i lustraciones sea bastante notable sobre el recuerdo.
mundo. Desde otro punto de vista radicalmente opuesto, un relato ex­ 1 9. El uso que hace Fillmore del término «escenas» es mucho más amplio que el que se presenta
traño como el de « La guerra de los fan tasmas" de Bartlett ( 1 932) se aquí: <ccualquier segmento coherente de creencias, acciones, experiencias o imaginaciones)) (Fillmore,
puede utilizar para demostrar la importancia de las operaciones de re- 1 975: 1 43) (véase !V.40) En este manual se prefiere utilizar el concepto de •escena» en un sentido más
restringido: in1ágenes coherentes de situaciones.
2 74 I:\TRODCCCI Ó :\ A LA L l :\ G U Í STICA I '\ TERTEXT L' A L I DAD 275

Jos informantes rememoraran el 'desierto' del texto del 'cohete' co mo aterrizaje adoptando como punto de observación la posición aérea del
'una extensión de arena ' si tuada, en unas ocasiones, en un 'lugar re- 'pi loto' del avión de reconocimiento. En buena parte de los protocolos
1110to', 'aislado', -y, en otras, en las 'afileras de la ciudad'. 2 0 De igual ma­ rememorativos se justificaba la elección de ese punto de vista aducien­
nera, imaginaro n que el cohete se lanzó 'bajo Wl sol brillante' y desde do que era el propio piloto quien 'relataba' lo que había visto.
una 'rampa de lanz_amiento'. Algunos sujetos rememoraron los 'montí­ 35. En las modificaciones in troducidas por los sujetos evaluados
culos' como si fueran 'montaiias', lo cual les exigió realizar más cam­ en sus informes rememorativos con respecto al texto original incidió
bios para mantener la coherencia de la escena, como sucede en este decisivamente la manera de conceptualizar los fenómenos que se na­
ejemplo: 'hay un cohete frente a ww montai1a en d01ule se oculta la gen­ rran . Así, por ejemplo, los informantes emplearon el concepto de cau­
te que lo controla'. No cabe la menor duda de que la persona que es­ salidad para concluir que el cohete 'chocó' o 'explotó' al tomar tierra;
cribió: 'el cohete fue !amado, se elevó y se alejó de la rampa de la nza­ incluso un informante conjeturó: 'yendo aproximadamente a 1 .600 ki­
miento . . . al llegar al cenit de su tra>•ectoria invirtió su recorrido y se des­ lómetros por hora, el cohete debió hacer una buena hondonada en la
plomó descendiendo en su viaje ele vuelta a la tierra', había consultado corteza terrestre'. La mayoría de los informantes aplicó el concepto de
previamente el esquema prototípico del 'vuelo' almacenado en su me­ intencionalidad al conjunto del relato, entendiendo el 'vuelo' como
moria. una especie de 'experimento' o de 'prueba de un nuevo tipo de cohete'.
33. Los sujetos sometidos al experimento de rememoración em­ A los 'científicos', los sujetos les atribuyeron la propiedad de la agen­
plearon la info rmación temporal para vincular entre sí acontecimien­ cialidad, al hacerlos responsables del lanzamiento del cohete (cuando
tos en un patrón de continuidad, como puede verse en los enunciados en el texto original simplemente estaban parapetados tras los mon­
siguientes: los 'científicos se escondieron detrás de los montículos tículos de protección). En cuanto a la 'estela' dejada por el cohete la
cuando se lanzó el cohete', 'cuando llegó la hora del lanzamiento, el conceptualizaron como una sustancia: 'humo amarillo brillante' o for­
cohete se elevó arrojando dos llamaradas roj as', 'había un avión vo­ mada por 'gases'.
lando al mismo tiempo que el cohete'. Resulta curioso que las expre­ 36. Toda la información adicional y todas las modificaciones sig­
siones temporales del texto original referidas al regreso del ingenio nificativas introducidas por los suj etos sometidos al experimento de
('en un instante', 'en pocos segundos' y 'minutos después') fueron re­ rememoración se basan en el conocimiento acerca de cómo se desa­
memoradas en muy pocos informes. Parece como si los sujetos hu­ rTollan las situaciones y los acontecimientos en el mundo real. En este
biesen creado las relaciones temporales que necesi taban estrictamen­ punto, la cuestión más importante es: ¿existen estrategias sistemáticas
te para organizar de manera coherente una secuencia propia de acon­ que controlen la interacción entre el conocimiento presentado en el
tecimientos conveniente en la configuración de su mundo textual y texto y el conocimiento almacenado en la memoria, de tal manera que
hubiesen desestimado las que aparecían en el texto originaL se puedan realizar y evaluar predicciones sobre cómo se rememorará
34. Como ya se señaló en V. 3 3 , las inferencias sobre la percep­ un texto determinado? La respuesta a esta pregunta es compleja. Por
ción de los acontecimientos rememorados llevó a los informantes a su­ un lado, parece claro que han de existir ciertas tendencias sistemáti­
poner que los 'científicos' y (con menor frecuencia) los 'militares' 'ob­ cas, o, de otra manera, cada receptor entendería a partir de un mismo
servaban' o 'miraban' el cohete, cuando eso no se dice de manera ex­ texto una cosa distinta y no aceptaría ningún tipo de consenso. Por
plícita en el texto originaL En muchos informes, se añadieron con lla­ otro lado, parece demostrado que existe un nivel suficiente de grada­
mativa insistencia diversos verbos de percepción vinculados entre sí y ción y de variación entre las diferentes estrategias que se aplican, las
formando una secuencia coherente, como demuestran los ejemplos si­ diferen tes expectativas personales que se tienen y los diferentes cono­
guientes: 'contemplaron el despegue y prestaron atención a las llamara­ cimientos almacenados en la memoria que se poseen como para que
das hasta que dej aron de verlo y entonces miraron el radar para detec­ las predicciones nunca sobrepasen el nivel rudimentario de la simple
tar a qué distancia se encontraba el cohete', 'pudieron verlo vía satélite, aproximación. Por ejemplo, en el texto del 'cohete', la inferencia de
pero se elevaba tan velozmente que perdieron su rastro'. Resulta muy que los 'científicos' estaban 'observando' el ingenio fue incluida en el
llamativo el hecho de que los informantes narraron la primera parte del informe del 3 3 % de los sujetos evaluados, aunque es imposible saber
vuelo desde una perspectiva a ras de suelo, mientras que relataron el cuántos informantes realizaron esa inferencia y luego no lo hicieran
explícito en sus informes rememorativos, y si esa proporción aumen­
20. Se han transctito en cursiva las palabras añadidas o modificadas por los propios informantes. taría o disminuiría si se: alterase cualquiera de los múltiples factores
276 r :.: TRODL' C C l Ó :\ A L A LI:\GC Í ST l C-\ 1 :\ T ERTEXTUAL!DA D 277
que intervienen en la rememoración 2 1 En cualquier caso, parece más 3 7 . 3 . El conocimiento presentado en el texto suele modificarse en
lógico, y así se hará a partir de este momento, centrarse en las apre­ la memoria para que sintonice lo mejor posible con los patrones ele co­
ciaciones cualitativas y prescindir de las predicciones cuantitativas. nocimiento almacenado en la nze11 te. En apariencia al menos, el texto
37. Sobre la base de los resultados obtenidos en las pruebas de del 'cohe te' no parece contener incongruencias perturbadoras. No
rememm ación, en la última parte de este capítulo se hipotetiza acer­ obstante, llama poderosamente la a tención el hecho de que los in­
ca de cuáles son las tendencias sistemáticas en la interacción entre el formantes considerasen que los 'montículos de tierra' [ 4.2.2] eran
conocimiento del mundo almacenado en la memoria y el conocimien­ incongruentes, quizá porque lo que se espera en un desierto es que
to presentado en el texto. haya arena y no tierra. Estos montículos fueron rememorados en
37. 1 . El conocimiento presentado en el texto tiene prioridad e11 la muchísimos informes como 'colinas de arena', 'dunas de arena', 'ro­
comprensión y en la rememoración si concuerda con los patrones de co­ cas', 'formaciones rocosas' y, en algunos casos, como 'montaiias' (ló­
nocimiento almacenados en la memoria. Ya que la mayor parte de los gicamente, se trata de elementos susceptibles de formar parte de un
cohetes son puestos en funcionamiento mediante una combustión, no desierto). Algunos informantes rememoraron los montículos como
es en absoluto sorprendente que uno de los conceptos que ha obteni­ 'barreras' o, incluso, como 'bunkers de hormigón', lo cual parece indi­
do un índice más alto de fTecuencia de aparición haya sido el recuer­ car que enfocaron su atención sobre el hecho de que los 'montículos'
do de la 'llamarada', que se incluye en 48 de las 72 pruebas evaluadas. sirvieran como protección del personal científico y militar. O tro pun­
La significativa mención del 'desierto' en 36 protocolos rememorativos to de discrepancia que presentaban los informes introspectivos con
se justifica por el hecho de que suele ser habitual que las instalacio­ respecto al texto original se centró en la afirmación de que la llama­
nes donde se prueban los cohetes se localicen lejos de los centros de rada producida por el cohete 'parecía como una estrella amarilla'
población y de las tierras cultivables. La mención del 'radar', recorda­ [ 4.3.3]. En vez de recordar esa imagen, los sujetos evaluados reme­
do en 2 6 informes, se justifica porque es un elemento típico que siem­ moraron la llamarada como un una especie de 'resplandor', como una
pre aparece en todo lo relacionado con la aviación. Es decir, desde este luz 'borrosa'; algunos informantes, para describir el movimiento del
punto de vista, se recuerda mejor lo que ya se sabía de antemano. cohete, utilizaron la imagen de 'una estrella atravesando el firma­
37.2. El conocimiento presentado en el texto tiene prioridad en la mento' o de una 'estrella fugaz'. Otra modificación importante la
comprensión y en la rememoración si se adecua a la información pri11- realizó alguien que había visto por televisión reportajes sobre la Se­
cipal de los patrones globales aplicados (marcos, esquemas, planes o gunda Guerra Mundial en los que aparecían cohetes V-2: 'el texto
guiones) . Esta tendencia es un corolario especializado de la preceden­ cuenta el lanzamiento de un cohete V-2 capturado a los n azis' . En to­
te, aunque introduce la idea de que el informante da prioridad a los dos estos casos, los informantes modificaron el texto de manera sis­
patrones globales sobre los locales: en este sentido, los patrones glo­ temática para que coincidiese con sus conocimientos previos sobre el
bales realizan una contribución más significativa a los procesos de tema.
comprensión que los patrones locales, como quedó demostrado en 37.4. Los distintos elementos que configuran el conocimiento pre­
IX.26 y ss., donde se revisó la influencia que el esquema del 'vuelo' sentado en el texto se convierten en conflictivos o desconcertantes, a me­
tuvo sobre el modo en que los informantes rememoraron el texto del nos que se asocien claramente con el conocimiento almacenado en la
'cohete'. En cualquier caso, existe un conjunto muy importante de in­ memoria. En la mayor parte de las muestras que ejemplifican esta ten­
vestigaciones que documenta inequívocamente la utilidad de los es­ dencia, los informantes confundían los 'destellos (fla res, en inglés) ro­
quemas en la comprensión de los RELATOS (dicho en otras palabras, en jos' utilizados como 'señal' de la inminencia del lanzamiento con la
la enorme variedad de textos reales subyace un reducido número de 'llamarada (jlame, en inglés) amarilla' emitida por el cohete cuando ya
patrones globales comunes). 22 había despegado: 'el cohete salió despedido entre un estallido de lla­
mas'; 'cuando se lanzó el cohete, parecía una llam.aracla roja'; 'subió a
21. El fragmento '(el cohete] se alejó tanto que ni siquiera podía vislumbrarse' pudo haber influi­
gran velocidad a una altura enorme, dejando tras de sí una especta­
do retrospectivamente en este punto. No obstante, ¿cómo se pueden e¡•aluar las inferencias sin haber­
las obte11ido previamente mediante preguntas directas? cular estela de llamas amarillas y rojas'. Esta confusión pudo haberse
22 . Véase Rumelha11 ( 1 975, ! 977b), Bower ( 1 976), Anderson ( 1 977), Kintsch ( 1 977b), Mandler y debido a la existencia de similitudes superficiales entre los vocablos
Johnson (1977), Meyer ( 1 977), Rumelhart y Orthony ( ! 977), Thomdyke ( ! 977), Kintsch y Van Dijk
( 1 978), Mandler ( 1 978), Stein y Nezworski ( 1 978), Adams y Collins ( 1 979), Beaugrande y Miller ( 1980) flare (señal luminosa) y flame (llamarada) que aparecen en dos luga­
y Thomdyke y Yekovich ( ! 980). Véase, también, V. l 6 res distintos del texto original ( [ 4.2.3] frente a [ 4.3 . 1 ]).
278 1 0/T RODUCCI Ó N A L A L l l\: G U Í STICA
INTERTEXTUALIDAD 279

37 5 . El conocimiento presentado en el texto se deteriora e, inciu­


.
Si, como se argumentó en IX.29, los receptores textuales habitual­
mente no sienten motivación alguna por preservar una huella mne­
so, se convierte en irrecuperable si se refiere a conocimientos sobre e[ motécnica individualizada para un texto o para un mundo textual
mundo de tipo accidental o variable. Esta tendencia tuvo, sin la menor
duda, una influencia muy destacable en el tratamiento que aplicaron concretos, en tonces lo más lógico es que sean incapaces de recordar
los informantes a la rememoración de los datos cuantitativos que aquello que han escuchado o que han leído y que no encaje con su
aparecen en el texto. Los cohetes de los sujetos evaluados pesaban en­ pro � i� contribución cognitiva. El paso del tiempo, además, parece in­
tre cinco y 50.000 toneladas, y medían entre 1 3 y SO metros. La velo­ tensi ficar esta tendencia: cuando los sujetos realizaron su informe re­
cidad del ingenio oscilaba entre los 1 2 0 kilómetros por hora hasta los memorativo cinco minutos después de haber leído el texto del 'cohe­
1 .200 kilómetros por hora. La distancia entre el despegue y el aterri­ te', las adiciones y las modificaciones fueron más numerosas que en
zaje fluctuó entre los 300 metros hasta los 1 1 kilómetros. Y eso por no el grupo de control en el que se pusieron a redactar su informe ins­
mencionar que en algunos informes rememorativos las ci fras de la ve­ tantes después de la lectura. En sus investigaciones sobre este fenó­
locidad se convirtieron en cifras de altitud y las de peso en número de meno, Harry Kay ( 1 955) concluyó que los informantes preferían afe­
litros de combustible. Algunos sujetos, astutamente, utilizaron la ar­ rrarse a sus propias versiones aun cuando se les diese la oportunidad
gucia de referirse a los datos cuantitativos de una manera global, p or de volver a leer el texto original de nuevo; cuanto mayor sea el tiem­
esa razón hablaron en términos de 'mucho combustible', 'cierta velo­ po que transcurre entre la lectura del texto original y la escritura del
cidad' o 'muy rápido'. Un informante recordó incluso una cantidad que info :me re� emorativo, más se aferran los informantes a sus propias
no sabía exactamente a qué correspondía: 'había un no sé qué que me­ versw r:es, sm preocuparse en exceso por mejorar su precisión. El lap­
día ciento veinticuatro no se cuántos'. Los sujetos sometidos al expe­ so de tiempo parece reforzar la confianza que los informantes deposi­
rimento recordaron, no obstante, los colores del cohete de manera tan en sus propias modificaciones. 24
más competente, aunque quizás ello se debiera a que su emplaza­ � 8 . Las seis tendencias analizadas en los párrafos anteriores apa­
m iento en el principio del texto habría facilitado su retención en la rec¡eror: en grupos de receptores de todas las edades. También se pasó
memoria, en detrimento de otros detalles (se trata de un efecto cono­ una sene de pruebas de rememoración a hablantes nativos de alemán
cido como PRIMACÍA y que aparece de manera sistemática en los expe­ sobre el texto del 'cohete' traducido a su lengua25 y se obtuvieron re­
rimentos de aprendizaje). 23 Ningún informante parecía saber con an­ sultados similares que con el grupo de informantes de la Universidad
telación que los cohetes V-2 estaban todos pintados de color 'negro' y de Florida. Así, por ejemplo, fue común la inferencia de que los 'cien­
'amarillo'; por esa razón, en uno de los grupos, el 50 o/o de los sujetos tíficos' estaban 'observando', o la inserción del 'despegue' corno el
evaluados no recogieron el dato de los colores del cohete en sus in­ acontecimiento i nicial del esquema, así corno la imprecisión en los da­
formes, m ientras que el 25 o/o mencionaron varios colores del espec­ tos cuanti tativos concretos. Por supuesto, los grupos alemanes mos­
tro, citando el 'rojo', el 'verde', el 'blanco', el 'azul' y el 'p lateado'; de traban un conocimiento cultural de fondo distinto. A diferencia del
todos estos colores, quizás el 'plateado' sea el único que podría ser el grupo de americanos, los alemanes rara vez confundieron 'Nuevo Mé­
color prototípico de un cohete. Por consiguiente, la ausencia de cono­ xico' con 'Arizona' o 'Nevada' (tal corno se diagnosticó en IX.35.4),
cimientos previos con respecto a una información hace que ésta pier­ pero sí cambiaron los 'montículos de tierra' por 'colinas de arena': es
da interés para el sujeto, incluso hasta el punto de acabar pasando posible que estuvieran menos familiarizados con la noción de 'desier­
inadvertida. to' que con la geografía del sudoeste de Estados Unidos. Sus conoci­
37 .6. Las adiciones, las lnodificaciones v los cambios realizados n: ientos de química eran mejores que los de los americanos, que con­
m.ediante la activación generalizada o medim� te la realización de infe­ sideraban el 'nitrógeno' (en realidad, una sustancia no i nflamable)
rencias se hacen indistinguibles del conocimiento presentado en el texto. como un combustible; el 'hidrógeno líquido' que se dio por error en la
traducción alemana fue recordado exactamente o corTegido por 'oxí-

23 . Aún no se posee una evidencia inefutable de la existencia del efecto •primacía» en la reme­
moración textual (véase Meyer, ! 977: 3 08 IV.24).
y ss.) (no obstante, véase Desde un punto de vista . 24. Bransford y Franks ( 1 97 1 ) concluyeron que los receptores confiaban más en las versiones ma­
mpulad as por ellos mis ':' os por�u e éstas presentaban de una manera explícita la mayor parte de las
conversacional, si el fragmento final de un texto se ve favorecido en el proceso de rememoración a cau­
sa de la posición privilegiada en que aparece (lo último que se escucha es lo mejor que se recuerda),
� _
aso :ac10nes que aparecmn 1mphcitas .
en el texto originaL
-:>. Los autores de este manual agradecen a Manfred Bunge, del Gymnasium am Wall (Verden an
se está ante un ejemplo de recencia (es decir, de primacía de lo reciente). No obstante, sobre este fe­
der Aller), por controlar la realización de las pruebas, así como a Dany Paul por la traducción alemana
nómeno, de nuevo, no se tienen pruebas definitivas.
2 80 1 :\ T RO D C C C I Ó :\ A LA L l :\ G L Í S TI C.-\ 1 :\ T ERT EXTCA L I DAD 28 1

geno l íquido' .2ó Los informantes alemanes tendieron a recor dar la pre­ 4 1 . Todas las consideraciones anteriores indican que la intertex­
�encia de 'militares' en el lanzamiento en un porcentaje más elevado tualidad no puede desatenderse como uno de los factores decisivos en
que los americanos (quienes se concentraban más en la presencia de cualquier tipo de investigación textual, ya sea de tipo experimental, ya
'cientí ficos'), debido quizás al recuerdo de los bombardeos durante la sea de tipo empírico o, simplemente, en la transmisión de conoci­
guerra. En resumidas cuentas, se observaron parecidas tendencias en miento a través de textos. La comunicación satisface una miríada de
ambos grupos de diferentes nacionalidades, pese a las variaciones cul­ propósitos diferentes bajo toda suerte de condiciones contextuales y, a
turales en su conocimiento del mundo. pesar de que los hablantes disponen de unos medios sorprendente­
39. Hasta allá donde puede emitirse un juicio razonable, no p a­ mente económicos de procesamiento de la información, de hecho
rece probable que las seis tendencias mencionadas permitan realizar realizan sus actividades comunicativas con muy pocas distorsiones y
predicciones exactas sobre cómo se comprenderá un texto concreto o sin que se produzcan excesivos malentendidos . Ha de hacerse la sal­
sobre cómo rememorará ese texto un receptor específico . De hecho, vedad de que no se ha intentado definir la f-unción de todos y cada uno
esas seis tendencias seguramente interactúan entre sí de una manera de los elementos lingüísticos para todos y cada uno de los contextos
compleja e imprevisible. Por ejemplo, es posible que un determinado concebibles; tampoco se ha afirmado en ningún momento que cada
patrón de conocimiento presentado en el texto encaje tan perfecta­ contexto sea tan único que sea imposible apreciar sus regularidades
mente con un patrón de conocimiento almacenado en la memoria, y sistemáticas. En este punto en concreto, la tarea central que ha de
que esa total coincidencia alcance tal estatuto privilegiado (véase acometer una ciencia del texto consiste, más bien, en encontrar las re­
IX. 3 7 . 1 ) que el sujeto se sienta inclinado a desatender completamente gularidades de acuerdo con las cuales las funciones convencionales de
los elementos circunstanciales variables (véase IX. 3 7 . 5 ) o incompati­ los elemen tos lingüísticos son, o bien reafirmadas, o bien modificadas
bles con esa visión (véase IX. 3 7. 3 ) . O también, la experiencia personal para su adaptación al uso reaL Como conclusión, la intertextualidad
del informante puede motivar que realice un tratamiento completa­ ejerce una influencia poderosa sobre la concepción global de la tex­
mente impredecible de los e lementos que componen el mundo textual tualidad.
como, por ejemplo, cuando aquel lector americano supuso que el
cohete del texto había sido capturado a los alemanes.
40. A todo lo anteriormente expuesto se ha de añadir el hecho de
que un protocolo de rememoración es un texto en sí mismo, de lo cual
se derivan importantes implicaciones (véase Kintsch y Van Dijk, 1 978:
3 74). Es posible que aflore un cierto grado de variación entre el texto
original y un determinado protocolo de rememoración a causa de que
las personas evaluadas se hayan esforzado en construir la TEXTUALIDAD
de sus propios informes introspectivos. Desde este punto de vista, las
exigencias habituales que imponen la cohesión y la coherencia ex­
p licarían l as adiciones, los cambios y las omisiones de material tex­
tual. En el contexto de la vida real, la situación o las circunstancias
bajo las cuales los sujetos han de recordar cosas tiene una influencia
decisiva. Puede advertirse incluso una tendencia clara hacia la poten­
ciación del nivel de inforrnatividad del texto rememorativo mediante
el embellecimiento o la exageración del contenido del texto original ;
al menos tales procesos operan de manera sistemática en los « relatos
fantásticos» que se cuentan en las áreas rurales. 2 7
!Tafos, suele ser muy habitual que los sujetos evaluados amplíen, en ocasiones de manera exagerada,
26. Uno de los informantes comentó, incluso, que el texto presentado contenía ese error Y señaló la longitud v la velocidad del cohete en sus informes (véase IX375) Cuando a los miembros de uno
-
que los cohetes V-2 requieren oxígeno como combustible, -y• no hidrógeno. de los grup ;s del expe1imento se les propuso que esciibíeran su propio relato sobre el 'cohete', toda­
27. Weinrich ( 1 966) analizó la tendencia a representar objetos extrañamente grandes o pequeños vía agrandaron más si cabe sus exageraciones, por ejemplo, lo presentaban volando desde la Tierra
en los textos literarios En las ptuebas de rememoración que se están tratando en estos últimos pá- hasta Marte en seis horas
CAPÍTULO X

INVESTIGACIÓN Y ENSEÑANZA

1 . En el pasado, las teorías y los modelos lingüísticos se constru­


yeron con frecuencia sobre la base del criterio puramente i nmanen­
tista de descripción de estructuras. Si bien es cierto que estas teorías
y estos modelos han sido ú tiles para otras disciplinas relacionadas con
el lenguaje y que, además, han contribuido metodológicamente a me­
jorar las habilidades lingüísticas entre los estudiantes de lenguas, sin
embargo no es menos cierto que no eran éstas precisamente las cues­
tiones en las que estaban interesados quienes los diseñaron. La lin­
güística del TEXTO, entendida como una parte i ntegrante de la ciencia
del texto, concentra de hecho todo su i nterés e n ofrecer un trata­
miento adecuado de estas cuestiones que afectan tanto a la i nvestiga­
ción i nterdisciplinaria como a la enseñanza. Por un lado, dada su na­
turaleza i nterdisciplinaria, la lingüística del texto necesita cooperar
con o tras disciplinas adyacentes para poder tratar de manera compe­
tente sus objetos esenciales de investigación. Por o tro lado, desde un
punto de vista didáctico, si las estrategias y los procedimientos que se
activan durante la producción y la recepción textuales están controla­
dos claramente por los principios de eficacia, efectividad y adecuación
(1.23), entonces la l ingüística del texto tiene una considerable capaci­
dad para contribuir al entrenamiento lingüístico (véase Kohonen y
Enkvist, eds., 1 97 8 ) . Para desarrollar este planteamiento, en este capí­
tulo se sugiere la manera en que el enfoque l ingüístico expuesto e n
este manual puede ser ú ti l tanto en la investigació11 i nterdiscipli naria
como en la e11seiia11za de lenguas.
2. Si se hubieran de explorar en toda su extensión las implica­
ciones que tiene la ciencia del texto en la investigación y en la ense­
ñanza, sin duda se necesitaría un libro monográfico dedicado al tema.
Por esa razón, en este capítulo únicamente se pasará revista a algunos
asuntos relacionados con ciertas disciplinas en las que los textos son,
o bien un objeto de i nvestigación en sí mismos, o bien un instrumen-
2 84 I:\TRODlCCIO:\ .·\ LA Ll:\G LÍSTIC.-'1 IN\'ESTIG.-'I CIÓ'.; Y E:\SEl\ANZA 285
to educa tivo : la CI ENCIA COGNITIVA, la SOCIOLOG ÍA, la ANTROPO LOGÍA, la pacidad para coordinarse de un modo efectivo con otros participantes
PSICOLOG ÍA, la LECTURA, la ESCRIT UR-'1, los ESTUDIO S LITEMRI OS, los ESTU­
en la interacción.2
DIOS DE TMDUCC IÓN, la LINGÜÍST ICA CONTR-'IS TIV.-'1 , la ENSEÑAN ZA D E LEN­
5 . En la actualidad, se sabe que la INTELIGENCIA no consiste (mi­
G UAS EXTR-'INJ ERAS, la SE.\l ! ÓTICA y la INTELIG ENCIA ARTIFICI AL.
camente en la capacidad para almacenar y recuperar con rapidez y efi­
3. La C IENCIA COGNITI VA es un campo de investi gación relativa
­ cacia conocimiento específico (una desafortunada concepción errónea
mente nuevo que integra tanto los in tereses de la psic; logía cogni tiva muy dif·undida tanto entre los psicólogos como entre los educadores),
(véase III.34) como los de la intelige ncia artifici al (véase X . 2 6 y ss.) sino que surge de la habilidad para aplicar una reducida pero podero�a
(véase 1.24, Bobrow y Collins , eds., 1 975, y Collins , 1 977b ) . Se ha de serie de habilidades v de procedimientos en la realización de cualqwer
señalar ; no obstan te, que en esta discipl ina el texto es sólo uno de los tarea concreta (Bea� grande, 1 980a, y Papert, 1 980). Se trata, en resu­
diversos centros de interés . En ciencia cognitiva se han hecho progre­ midas cuentas, de la capacidad para trabajar con un alto PODER de re­
sos import antes en el estudio de cómo se utiliza el signific ado, cómo solución (en el sentido en que se emplea este término en Minsky y Pa­
se organi za y cómo se accede al conoci miento del mundo almace nado pert, 1 974: 59) gracias al reconocimiento de que cualqU.ier tarea � ue
en la memoria (véase el capítul o V). Aunqu e aún no se haya podido se vaya a realizar es, a fin de cuen tas, un ejemplo específzco de un tzpo
observar empíri camen te el funcion amient o de los mecani smos de general de operación cognitiva, como las que se enumeraron en X.4.
aprend izaje, de conoci miento y de recuerdo del materia l lingüís tico Los procesos de decisión y selección que se activan durante la comu­
signific ativo que operan en el interio r de la mente, sí puede afirma rse nicación textual funcionan en este nivel de profundidad abstracta, a
con toda segurid ad que las activid ades comun icativas textual es obser­ causa de lo cual se puede transmitir contenido y se puede controlar
vables están determ inadas , en buena parte, por el modo en que se or­ una situación comunicativa sin tener que recurrir a otros textos ante­
ganiza la memor ia y por la propia naturaleza del compo rtamie nto pro­ riores. Un fenómeno interesante que demuestra el nivel de abstracción
ductivo que genera signific ado. ! en el que opera el procesamiento lingüístico es que los hablantes pue­
4. Eviden temen te, la comun icación textual es un campo
de tra­ den recordar el contenido general de un discurso incluso después de
bajo muy import ante para la constru cción de teorías de tipo cognitivo.
haber olvidado la superficie textual utilizada en su transmisión
Los textos son esencia les para verbali zar los aconte cimien tos m.entales
(Schweller� Brewer y Dahl, 1 976). Ello se debe sin duda a que en el ni­
y para hacerl os accesib les al conoci miento consci ente. La comun ica­
vel de la atención consciente, la sintaxis, el significado, la información
ción textual es el sistem a más sutil, complejo y distintivo del comporta­
y la planificación de un texto no se procesan como conjuntos de pa­
miento human o simbólico : permite que los hablan tes mante ngan inte­
labras y de estructuras concretas, sino como tipologías de elementos y
raccio nes en las que se pueden poner de acuerd o sobre distinc iones
de relaciones (véase III . 1 4, 1 7, 3 5 ; IV.3; V.2 5 y ss.; VIL7 y ss.; VIII . l ü
que serían confus as o cuand o menos discut ibles si se a frontase n des­
y ss., etc.). E n este sentido, l a investigación e n e l campo d e la comu­
de otros modos de compo rtamie nto . Es bastan te probab le que la co­
nicación textual puede ser de gran utilidad para la elaboración de mo­
munic ación textua l ponga en juego la ma_v or parte de las habilid
ades delos de procesamiento con implicaciones significativas en el estudio
superi ores del comportamie nto racion al human o: a) capaci dad para
RE­ de la inteligencia en general.
SOLVER PROBLE MAS, b) capaci dad para PLANIF
ICAR, e) capaci dad para 6. Ante la necesidad de hacer frente a un cambio de prioridades
IDEAR, PONER A PRUEBA y EVALUA R HIP ÓTESIS, el)
capaci dad para E M PARE­ en el estudio del lenguaje, puede adoptarse la decisión sensata de de­
JAR PATRON ES, e) capaci dad para PROCES AR CON
FACILID AD enunc iados sarrollar una nueva perspectiva, aunque sea a partir de las mismas
que sean espera bles o previs ibles, f) capaci dad para PROCES AR EN cuestiones tratadas por la lingüística tradicional (véase el prefacio,
PRO­
FUNDID AD enunc iados inespe rados o impro
bables , g) capaci dad para punto 6). Así por ejemplo, el aislamiento de los «rasgos distintivos»,
REDUCI R LA COMPLE JIDAD contrarrestan do las
LIMITAC IONES DE PROCES A­ practicado de un modo generalizado por la lingüística descriptiva
MIENTO , h) capaci dad para selecc ionar el
Foco DE ATENCióN , i) capaci ­ (véase II. 1 9), puede reconducirse hacia el análisis de aquellos rasgos
dad para mante ner activada la CONTIN UIDAD de una experi encia, y
j) ca- que se activm1 realmen te en el curso de las operaciones l ingüísticas. De
igual manera, el análisis estructural de oraciones potencialmen te am-
l. Bock ( 1 979) sugiere que existen ciertos paralelismos entre
el procesam iento textual y el tipo de
tar.eas �u e �� les a�Jgnan
_ a los SUJetos en los experimentos psicológicos tradicionales,
memonzacJOn de hstas de palabras. Un estudio de Ma1y por ejemplo la
bargo, llega a la conclusión contraria..
Kircher (citado en Meyer, 1 977: 308), sin em-
· 2 . En este manual se apela repetidamente a estas nociones (véase el índice temático y Beaugran·
de, 1 98üa, para más detalles)
286 1 '-:TRO D U C C I Ó ;\ A LA L l '.; G U Í STICA I"iVESTIGACI Ó '-: Y ENSE Ñ ANZA 287
biguas, un ejerc1c1o frecuente en la gramática transformacion al, pue­ ]a in teracción estra tégica (Erving Goffman). 5 De igual manera, entre las
de reorientar se hacia la búsqueda de las estrategia s de procesamient o preocupaciones de la sociología de la educación, y en el estudio de �as
.
diferencias en tre clases sociales, aparece en lugar destacado las ha�:)l h­
que excluven o resuelven las ambigüed ades en el uso reaJ.3 En este mis ­
mo sentido , la noció n de «presupos ición>> , entendida como el co noci-­ .
dades lingüísticas. 6 Los ANTROPóLOGOS investigan los cuentos tradzcw-
miento previo supues to en una oración simple, tema que ha fome nta­ 11ales, !os �-ituales , !os litigios y otras instituciones culturales centradas
do numerosa s discusion es en tre los filósofos (véase Petófi y Franck, en torno al uso de ciertos tipos de textos. 7 La PSIQUIATRÍA y la PSICOLO·
eds . , 1 974) , podría situarse en una nueva perspect iva si se desarrolla­ G í A dependen del discurso terapéutico para el descubrimiento y el tra­
se una teoría general de cómo se utiliza el conocim iento del m undo en tamiento de las enfermedades mentales. 8
la comunica ción. De manera similar; la preocupa ción de los lógicos 9. El estudio de la LECTURA. ha progresado de manera considera­
con respecto a la «existenci a>> real de objetos individua les y de «co n­ ble en los últimos años. La ciencia del texto puede aportar una defi­
diciones de verdad>> para las oraciones podría suplantar se por la in­ nición fiable del concepto LEGIBILIDAD, entendida como el punto al que
vestigación del umbral cognitivo en el que los humanos pueden reco­ sería conveniente se acercara la presentación de un texto para facili­
nocer objetos y creer afirmacio nes (véase V.40). Si se llevase a cabo
de tar su adecuada recepción. Antiguamente, las indagaciones con res­
manera sistemátic a esta reconvers ión de los viejos enfoques, quizá to­ pecto a la legibilidad se centraban casi exclusivamente en aspectos su­
das aquellas cuestione s que se han resistido a un tratamien to de fi niti­ perficiales, como la longitud y la fTecuencia de las palabras o la com­
vo desde puntos de vista especulat ivos o formales podrían resolverse plejidad de las oraciones que componían el texto (véase �1 panora ma
ahora desde un punto de vista empírico. _
que se presenta en Klare, 1 96 3 , y Groeben, 1 978) . Sem�J antes meto­
7. Si, como se sugirió en X.4, la comunica ción textual relaciona .
dos ingenuos podían ser aplicados de una manera sencilla y d1recta,
entre sí todas las principal es habilidad es del comporta miento racional
pero el resultado de sus mediciones era muy insatisfactorio porque no
humano, no hay duda de que la utilidad de la ciencia del texto es
permitía llegar a ninguna conclusión significativa. Con; o señ al a
enormem ente amplia y universal . Considerado desde este punto de
Ronthkopf ( 1 976: 1 08), en este tipo de método «la caractenst1ca lext­
. _ .
vista, la mayor parte de las disciplina s cercanas a la l ingüística com­
ca que se tiene en cuenta fundamentalmente es la familiaridad. No se
parten con ella aspectos relaciona dos con la resolució n de problema s,
presta excesiva atención ni a la intensidad ni a la concreción . Se de­
la planifica ción, la comprob ación de hipótesis y la atención. Así, por
satienden totalmente tanto la exposición como la organización. Se ig­
ejemplo, no puede negarse que los textos son el vehículo más extendi­
noran los factores de contenido>> . En resumen, con excepción de cier­
do mediante el cual los científico s investiga n y discuten entre sí. En la
tos factores cohesivos obvios, la medición antigua de la legibilidad no
mayor parte de las ciencias, el estatuto que poseen las teorías y los
tuvo en cuenta la textualidad.
modelos coincide con la apreciac ión del discurso que sirve para ex­
1 0. Para evaluar la coherencia de un texto, la medición de la le-
presarlas y comunic arlas. 4 Los propios científico s no pueden perte­
gibilidad ha de tener muy en cuenta de qué manera el conocimiento
necer a una comunid ad científica determin ada a menos que hayan
presentado en el texto interactúa con el conocimiento del mu:1Cto al­
adquirido sus convencio nes argumen tativas y discursiv as. No hay
macenado en la memoria del receptor (véase IX.37 y ss.). Por eJemplo,
ninguna duda de que, en la ciencia, el uso h abitual de textos (instruc­
la legibilidad puede utilizarse para experimentar qué parte del mate­
ciones, descripc iones, explicaci ones, análisis, entrevist as, cuestiona ­
rial en apariencia necesario para hacer encajar los diversos elementos
rios o relatos de investiga ción) es tan i ndispens able como los i ns tru­
del ESQUEMA DE U N RELATO puede eliminarse sin que se deteriore su co­
mentos tecnológic os más complejos .
herencia (Thorndyke, 1 977). 9 La organización jerárquica del material
8. En muchas disciplinas, los textos mismos figuran entre l os ob­
j etos de i nvestigac ión. Así, por ejemplo, los soció LOGOS se ocupan de
nociones como la interacción simbólica (George Henry Mead), o como 5 Véase Blumer (ed ) ( 1 9 6 9) y Goffman ( 1 974)
6 Véase Gumperz y Hymes (eds.) ( 1 972) y Cicourel ct al ( 1 974),
7. Véase Frnke ( 1 972), Colby ( 197 3a y b), Salmond ( 1974), Leodolter ( 1 97 5 ) Y \Vodak ( 1 980)
3 . Peter Hartmann (en comunicación personal a R de Beaugrnnde) cree que el análisis lingüísti­ 8. Véase Dressler v Stark ( 1 976), Engel ( 1977), Labov y Fanshel ( 1 977) y Wodak-Leodolter ( 1980).
co tiende de una manera natural a multiplicar el tipo de ambigüedades que no 9. Véase Kintsch ·(! 977b). En un estudio comparativo de alumnos de cuarto y décimo grado,
juegan un papel en In Beaugrnnde v !v!iller ( 1 980) concluyeron que según cómo se almacene el conocimiento importante se
comunicació n real; véase la nota 7 del capítulo II!,
4. Groeben ( 1 978) considera que las pmebas psicológicas y lingüísticas pueden emplearse para prod �cen ,. a;·iaciones significativas en la interacción entre el esquema mental y las capacidad�s c ?g·
perfeccionar los textos didácticos utilizados en la instmcción científica . nitivas principales. Sobre los esquemas, ,·éase V. l 6 y la nota 22 del capítulo IX. Sobre la modahzacwn _
de la lectura, véase Beaugrande ( 198 1 a)
--

288 IYIR O D C C C I Ó :\ .-\ L\ L I � G L Í STI C..\ 1'"\VEST!GAC! Ó '.J Y ENSE ÑANZA 289

lingüístico de acuerdo con su importancia y con su grado de genera ­ un escritor puede construir y usar un modelo razonable de la i nten­
lidad también afecta al nivel de legibilidad de un texto (Meyer, 1 975 , ción lectora de la audiencia. A diferencia del lenguaje hablado, la es­
1 97 7 ) : los episodios narrativos valorados por los investigadores co mo critura no puede utilizar el recurso de la retroalimentación inmediata
los más importan tes del relato fueron los que posteriormen te serían y, por lo tanto, el escri tor ha de presentar su texto en la interacción de
recordados con mayor facilidad por el grupo de lectores sometido a una manera más organizada, habiéndolo sometido previamente a una
experimento. evaluación crítica (véase Rubin, 1 978a). Los factores secundarios de la
1 1 . Parece claro que no es posible optimizar la legibilidad de un oralidad, como la calidad de la voz, la entonación, las expresiones fa­
texto haciendo coincidir simplemente el conocimien to presentado en ciales y los gestos han de compensarse en la escritura con medios pu­
el texto con el conocimiento previo del mundo del receptor. El texto ramente textuales de focalización y de intensificación expresiva.
resultante de semejante manipulación poseería un nivel radicalmente 1 3 . Los ESTUDIOS LITERARIOS han aplicado tradicionalmente los
bajo de informatividad, por lo que su procesamiento no tendría, en métodos de investigación vigentes en las tendencias lingüísticas con­
·
principio, interés alguno. Esta inadecuación impregna muchos de los temporáneas a su propio objeto el e estudio (véase II. l l ) . Así, por
materiales de lectura usados hoy en día en la educación. Sin duda al­ ejemplo, los primeros estudios de los « formalistas rusos)) (por ejem­
guna, los lectores emplearán con mucho gusto esf-uerzo adicional en plo, Eichenbaum, Jakobson, Jakubinskij, Propp, Sklovskij, Tomasevs­
la lectura de un texto si el valor del material lingüístico inesperado que kij, Tynjanov, Vinogradov) y de los estructuralistas del <<CÍrculo de Pra­
contenga justifica su procesamiento. Ya se argumentó en VIL 2 1 y ss. ga)) (por ejemplo, Havránek, Mathesius, Mukarovsky, Trnka) l 2 se cen­
que el texto del «gorila» está construido de acuerdo con este plantea­ traron en la descripción de estructuras. El método estructural que se­
miento. En conclusión, la legibilidad no debería definirse como un guían era describir los elementos simples y las configuraciones com­
gasto m ínimo de esfuerzo (a pesar de lo que sostiene Hirsch, 1 977), plejas de elementos que sitúan al lenguaje poético y literario fuera de
sino como el equilibrio satisfactorio entre el esfuerzo requerido y el re­ las f ronteras del lenguaje común y del procesamiento «automático)) .
su ltado obtenido en el procesamiento del texto. l O La « desautomatizaciów) del lenguaje poético (Mukarovsky, 1 964) se
1 2 . En la investigación y en la enseñanza, el problema de la legi­ conseguía mediante « desviaciones)) , tales como el uso de neologismos
bilidad es similar al ele la ESCRITURA. Los métodos antiguos solían ocu­ raros, de desplazamientos sintácticos imprevisibles o mediante la im­
parse anoclinamente ele los mecanismos superficiales, como la pun­ posición de «equivalencias)) que no suelen aparecer en el lenguaje co­
tuación, la concordancia sujeto/verbo o el orden ele palabras. Incluso mún. 1 3 En cualquier caso, la poética de la desautomatización, del des­
l legó a considerarse que saber suprimir los errores en los mecanismos vío y de la equivalencia siempre describió las estructuras desde un
que generan la superficie textual equivalía a saber escribir bien. Pos­ punto de vista esencialmente estático.
teriormente, los especialistas (por ejemplo Christensen, 1 96 7) empe­ 1 4. Durante el período de máxima influencia de la gramática
zaron a estudiar con mayor amplitud y ambición la organización for­ transformacional, aparecieron propuestas en favor de la creación de
mal del discurso y l legaron a encontrar varios patron;s típicos recu­ una « poética generativa)) , entendida como una gramática diseñada es­
rrentes. No obstante, « la razón ele por qué son efectivos los diferentes pecialmente para «generan) estructuras literarias mediante la aplica­
patrones, la manera en que interactúan sus partes, las técnicas más ción de reglas transformativas. l 4 Sin embargo, se hizo evidente de ma­
útiles de decidir sobre la secuencia de pasos que ha de seguirse en la nera gradual que tales gramáticas no podían aplicarse adecuadamen­
composición, etc., son cuestiones que se han afrontado con ligereza, te en textos pertenecientes a diversas tipologías. En efecto, la propia
con indecisión o con una absoluta falta de interés)) (Larson, 1 976: 7 1). diversidad l iteraria y poética de los textos provocaba una explosión de
Una investigación procedimental basada en el análisis de los proce­
sos de toma de decisiones sería de gran ayuda en la compensación 1 2 . S e encuentran reunidos at1ículos de los formalistas rusos e n Erlich ( 1 955), Matejka y Po­
de esta carencia. 1 1 También deberían explorarse las maneras en que rnorska (eds.) ( 1 97 1 ) y Hansen-Léive ( 1 978); sobre el estructuralismo de Praga, véase los editados en
Garving (ed .) ( 1 964).
1 3 . Sobre la desviación, \·éase M ukarovsky ( 1 964), Le\"in ( 1 963 , 1 965) Sobre la equivalencia, véa­
1 O. En términos generales: los humanos prefieren resolver problemas difíciles si obtienen a cam­ se Levin ( 1 962) y Jakobson y Iones ( 1 970). Acerca de algunos problemas inherentes a este enfoque o
bio una recompensa satisfactoria. Sobre la preferencia por el conocimiento problemático que aparece a otros relacionados con él, \'éase Werth ( 1 976) y Beaugrande ( ! 978b y el, 1 979c)
en los textos, \'éase la nota 8 del capítulo IX. 14. La línea principal de este movimiento se encuentra representada por el trabajo de Teun A van
1 L Véase IL4, IIL20-28, IVJ0-20 y VIILI 3-27. Flower y Hayes ( 1 979) han propuesto un modelo Dijk ( 1 972a y b ); no obstante existen trabajos anteriores que también fueron influyentes, como los de
concebido de una manera similar (véase también Bruce, Collins, Rubín y Gentner, 1 978) Bienvisch ( 1 965b), Zolkovskij y Sceglov ( 1 967), Hendiicks ( 1 969), Thome ( 1 969) ;: Levy ( 1 97 1 )
2 90 1'-iTRODL'CC IO:\ A LA L I :\ G l.JiSTICA l � VESTI GACIÓ� Y E�SEÑA:--J Z A 291

reglas especiales, algunas de las cuales, en el peor de los casos, sólo dad y convencionalidad con que l a sociedad victoriana trata a los
servían para explicar la estmctura peculiar de una única oración. La niños.
aplicación de las reglas también generaba muchas estructuras extra­ 1 7 . Las lecciones experimentales conducidas por R. de Beau­
ñas para las cuales no se encontraba ningún ejemplo real. En conclu­ grande en la Universidad de Florida, dirigidas a una audiencia hete­
sión, si bien la explosión virtual de reglas gramaticales que proponía rogénea de receptores no especializados, han demostrado que los
la poética generativa permitía eventualmente la generación de cual­ estudiantes desarrollan rápidamente habilidades para descubrir las
quiel estructura lingüística concebible por el ingenio humano, sin em­ motivaciones que subyacen en las secuencias poéticas. Quizás estas
bargo nada había quedado explicado en realidad. 1 5 mot ivaciones puedan haber escapado al control consciente del pro­
1 5 . Ni el enfoque descriptivo ni el transformacional intenta ron ductor textual, pero eso poco importa, puesto que la única manera de
en ningún momento ocuparse de la alternancia de los mundos tex­ acceder a las intenciones reales del productor textual es a través ele la
tuales que en la actualidad se considera como uno de los rasgos dis­ evidencia que proporciona el texto mismo. En cualquier caso, se ad­
tintivos de la li teratura y ele la poesía (véase IX.S y ss.). Com ; conse­ vierte inmediatamente que, en este tipo de planteamiento intuitivo, el
cuencia de ello, se desatendieron o se trataron sólo de manera margi­ interés por el texto literario dispara el ansia por descubrir las motiva­
nal las funciones epistemológicas y sociales del discurso literario , en ciones del productor textual, lo que provoca la emisión de juicios de
la idea discutible ele que el texto poético gira sobre sí mismo, fijando valor ingenuos. En contra de este planteamiento, algunos opinan que
la atención del receptor sobre el formato del mensaje y, por consi­ el análisis literario no es relevante si no se tiene un conocimiento ele­
guiente, liberando a la interacción comunicativa poética el e cualquier tallado de otras fuentes de información exteriores al texto, como por
tipo de consecuencia práctica. ejemplo la biografía de su autor� 1 6
1 6. Para dar cuenta del prestigio de los textos literarios y poéti­ 1 8 . E s evidente que este tipo d e enfoque sobrepasa e l alcance de
cos dentro del contexto global del discurso social, no es suficiente con la lingüística tradicional. No obstante, los estudios literarios podrían
referirse al fenómeno de la desviación del lenguaje común. La histo­ beneficiarse enormemente de la creación de una ciencia del texto ge­
ria de la literatura demuestra fehacientemente que el valor asignado a neral e interdisciplinaria. Entre las aportaciones que apuntan en esa
un texto literario en el transcurso de los años no es un resultado di­ dirección, destaca la realizada por Siegfriecl J. Schmidt ( 1 979, 1 98 1 ) ,
recto de su grado de desviación; de otra manera, lo lógico hubiese sido quien proporcionó un marco teórico de trabajo para los estudios lite­
considerar la contribución experimental de Gertrude Stein a la litera­ rarios en el amplio contexto de la interacción social. La investigación
tura muy por encima de la de Emest Hemingway, y ello no sucede así. en este campo se ampliaría y se e nriquecería si tratase el uso de los
Este tipo ele valoraciones quizá se basa más bien en el nivel ele satis­ textos literarios como un objeto de estudio respetable (véase Wienold,
facción que obtienen los lectores cuando, por un lado, durante el pro­ 1 97 2 ) : en ese momento, además, la crítica literaria se convertiría no
cesamiento descendente de las secuencias lingüísticas inesperadas sólo en un medio de investigación, sino también en un objeto de es­
empleadas por los escritores, descubren las motivaciones comunicati­ tudio en sí misma. Aun cuando los críticos no se ponen ele acuerdo en
vas subyacentes en su discurso (véase VII. l 3 y ss.), y cuando, por otro la intención que subyace en ciertas secuencias lingüísticas utilizadas
lado, durante el procesamiento ascendente de las secuencias lin­ en un texto determinado, el hecho de que se ocupen de desentrañar
güísticas esperables, advierten su significación especial. En contra de esta cuestión ya hace evidente su importancia. 1 7 La crítica es básica­
lo que prevé la teoría desviacionista, las discontinuidades lógicas que mente una actividad que se mueve entre el PROCESAMIENTO DESCENDEN­
aparecen en los textos l iterarios son más efectivas si, en vez de anali­ TE (encontrar motivaciones comunes en las secuencias lingüísticas
zarse en sí mismas, se equiparan con las discontinuidades lógicas en más inverosímiles) y el PROCESAMIENTO ASCENDENTE (encontrar motiva­
el modelo del « mundo real » establecido socialmente (véase IV. 19, ciones especiales en las secuencias lingüísticas más comunes): cuanto
VII.40 y IX. S ) . Por ejemplo, la permanente apelación a la ilogicidacl en
el mundo textual recreado en los libros de Alicia de Lewis Carroll tie­
ne realmente como objetivo la denuncia de la enloquecida arbitrarie- 16 . La esperanza de explicar literatura mediante el análisis de las biografías personales de los es­
critores es un caso especial de procesamiento descendente, consistente en asignar a un autor moti­
vaciones literarias relacionadas con experiencias extemas que justifiquen sus puntos de vista idiosin­
crásicos sobre el mundo o sobre el lenguaje (véase X.J S). Sin embargo, la trascendencia de esas expe­
1 5. Si cualquier productor textual intentase aplicar semejante gramática, tendría que afrontar riencias es, en cualquier caso, cuando menos dudosa o no necesariamente relevante"
también una explosión combinatoria (véase IIL5, 32 ) 1 7. Véase la discusión sobre este punto en Riffatene ( ! 959: 1 62 )
292 l"TRO D L' C C I Ó " .-\ L A L l !'\ G U Í STIC-\ INVESTIGACIÓN Y E N S E ÑANZA 293

más grati ficante sea un texto, tanto más amplia será la oscilación que cia del contexto en que aparezcan, como si esas equivalencias fuesen
provoca entre el procesamiento ascendente y el descendente. En los de alguna manera relevantes para el uso real. El traductor «literab
textos de Shakespeare, por ejemplo, hay, sorprendentemente, motiva­ descompone el texto en elementos simples (o en pequeños grupos de
ciones de muchos tipos para seleccionar y organizar de una manera o elementos) y reemplaza cada uno de ellos con otro elemento (o grupo
de otra las opciones lingüísticas. 1 8 Por esa razón, el procesamien to de elementos) hipotéticamente equivalente en la lengua de llegada. El
descendente que haga un crítico en su interpretación de una obra de traductor «libre», en cambio, juzga qué función cumple el texto com­
Shakespeare no debería calificarse como <<Correcto» o <<incorrecto >>, pleto en el discurso y busca los elementos que puedan cumplir esa
sino como más o menos probable , convincente y enriquecedm: función en la situación de la lengua de llegada. El acierto o el desa­
1 9. La ciencia del texto puede también realizar una aportación cierto de cada enfoque es imprevisible: una traducción <<literaL> puede
significativa a los ESTUDIOS DE TRi\DUCCió N . 1 9 Es un hecho que la preo­ ser torpe e incluso ininteligible, mientras que otra «libre» puede pro­
cupación monoternática de la lingüística tradicional por los sistemas vocar que el texto original se desintegre y desaparezca completamente.
virtuales y autosuficientes ha obstaculizado el desarrollo de una teo­ 2 1 . La equivalencia entre una traducción y el texto original po­
ría de la traducción, 20 debido fundamentalmente a que la traducción dría entenderse en términos de la equivalencia que se establece entre
supone, ante todo, la realización de la lengua. Este hecho resulta dra­ las diversas experiencias discursivas de los participantes.22 En este sen­
máticamente obvio cuando se emplean sistemas virtuales corno única tido, cuando el traductor incumple su labor de mediador e incorpora
base lingüística en la traducción automática: todavía no se ha enco n­ su propia experiencia discursiva a la traducción, dej ando a los recep­
trado ningún ordenador que, equipado únicamente con una gramáti­ tores con muy poco trabajo interpretativo, en realidad está impidien­
ca y un lexicón, haya traducido con eficacia, puesto que es incapaz de do que se establezca una relación de equivalencia entre la experiencia
evaluar el contexto. Un ordenador en el que se haya introducido un transmitida por el escritor y la que intentan reconstruir los lectores.
cuerpo de conocimiento previo del mundo funcionaría mucho mejor Para contrarrestar esta tendencia, los traductores han de esforzarse en
que otro sin él, ya que sería capaz de decidir qué conceptos y relacio­ transmitir el mismo tipo de experiencia discursiva expresada en el tex­
nes se han combinado en la construcción de un determinado mundo to original empleando para ello un mismo tipo de material lingüísti­
textual. 2 1 Todavía flmcionaría mejor ese ordenador si también estu­ co, intentando que las ampliaciones, reducciones o modificaciones de
viese equipado con un modelo de preferencias que cubriese todas las los componentes textuales sean las imprescindibles para minimizar las
operaciones lingüísticas posibles (proyectar mundos textuales sobre la inevitables divergencias de experiencia que pudieran producirse. Que
superficie textual, realizar intenciones y ejecutar planes mediante ac­ ocupen o no los elementos del texto de la lengua de llegada las mis­
ciones discursivas, relacionar los textos con situaciones contextuales, mas posiciones en sus respectivos sistemas virtuales que ocupan los
etc). Bien es verdad que el coste de programación del cuerpo de co­ elementos del texto original en los suyos, es una cuestión secundaria,
nocimiento del mundo y del modelo de preferencias en un ordenador que en ocasiones conduce a conflictos irresolubles e innecesarios.
sería muy gravoso, pero no es menos cierto también que a la larga se 22. La traducción LITERARIA ejemplifica estas consideraciones de
vería compensado por unos resultados de traducción más inteligentes una manera bastante contundente. Tal como se ha sugerido anterior­
y satisfactorios. mente, los textos literarios y poéticos utilizan una organización alter­
20. La investigación en el campo de la traducción humana ha nativa del mundo o del discurso acerca del mundo con el objetivo de
sido objeto de una sempiterna controversia entre los partidarios de un provocar que los receptores realicen actividades especiales de proce­
enfoque << literal>> frente a otro <<libre>> . Semej ante discusión refleja, en samiento. 23 Si un traductor literario o poético interfiere en esa orga­
última instancia, lo erróneo que puede llegar a ser un enfoque centra­ nización alternativa planificada por el escritor, será imposible para el
do en las equivalencias entre elementos lingüísticos, con independen- receptor reproducir la equivalencia de la experiencia discursiva. Con
demasiada frecuencia, los traductores literarios incorporan en el tex­
18 Véase Jakobson y Jones ( 1 970) y Beaugrande ( 1 979c). to sus propias actividades de procesamiento: resuelven problemas, re-
19. Véase Dressler ( 1 970, 1 972b, 1 974b) y Beaugrande ( 1 978a, 1 980e).
20 . Este problema ya quedó claro en la crítica de Mounin ( 1 963). Véase X.23.
21. Este enfoque ha sido propuesto especialmente por Yorick Wilks ( 1 972, 1 979); la unidad de tra­ 22. Beaugrande ( 1 978a) intentó evaluar qué implicaciones tenia esta tesis en la traducción litera­
ducción del grupo de Yale (véase Goldman, 1 975, Schank y Abelson, 1 977, y Cullingford, 1 978) ínten· ría en términos de fenomenología de la lectura, es decir, de preservación de la polivalencia. En Beau�
ta aplicar el conocimiento de los hablantes acerca de los acontecimientos y de las acciones en el pro­ grande ( 1 980e) se ofrece un tratamiento del fenómeno mediante redes de coherencia.
ceso de comprensión. 2 3 . Véase Vll.29-42, IX 8-9 y X 1 3- 1 8
2 94 I:\TRODUCCI Ó :\ .-1. LA L l l' G U Í STICA I :\ VESTIGACI Ó :\ Y ENSE Ñ ANZA 295

ducen polivalencias, minimizan las incongruencias, etc. Ello hace que, orientados hacia la comunicación; véase Wienold, 1 97 3 , y Wilkins,
en consecuencia, los receptores de la traducción encuentren sus tareas 1 976). Desde un punto de vista conductista, la habilidad para comu­
mentales vacías de contenido de antemano. Para no incurrir en ese nicarse en una lengua se entiende que es la misma que la habilidad
abuso, y con el objetivo de preservar tanto como sea posible la fluidez para formar patrones sintácticos y paradigmas gramaticales con la
de la comunicación de la experiencia, los traductores literarios han de ayuda de listas de vocabulario compiladas de manera asistemática. Ya
analizar tanto el texto como la serie de reacciones esperables de los que a los estudiantes nunca se les expone a la tarea de ejecutar estra­
receptores. En la realización de semejante tarea sería obviamente de tegias, su conocimiento de los sistemas virtuales sintácticos, gramati­
mucha ayuda la ciencia del texto, puesto que trata los elementos y las cales y léxicos será de poco valor práctico, puesto que no lo relacio­
estructuras lingüísticas en términos de procesos y operaciones. narán con los textos, con las situaciones, con los planes ni con las
23. La LINGÜÍ STICA CONTRASTI VA, ocupada en la descripción de las metas que caracterizan la interacción comunicativa textual. Antes al
diferencias estructurales entre las lenguas humanas, 24 ampliaría enor­ contrario, los estudiantes se ven abocados a actuar como si la perfec­
memente su campo de estudio si se interesase también en confrontar ción gramatical de una secuencia lingüística fuese la única prioridad
estrategias textuales. Si se contrasta en exclusiva unos sistemas vir­ que aspira satisfacer un hablante cuando se comunica con otro (los
tuales con o tros -tendencia llevada a su extremo por John Catford profesores refuerzan esta falsa creencia con su modo de diseñar los
( 1 964 ), por ejemplo- la lingüística contras ti va fracasará en mostrar exámenes y de evaluar a sus alumnos). 2 5 No es de extrañar que mu­
cómo diferentes lenguas pueden usarse para cumplir con los mismos chos estudiantes de lenguas extranjeras se conviertan en hablantes li­
o similares propósitos en la i nteracción humana. En efecto, como se­ mitados en cuanto a recursos expresivos y desamparados en las situa­
ñaló Georges Mounin ( 1 963), la preocupación exclusiva por las diver­ ciones comunicativas cotidianas. La ciencia del texto podría ayudar a
gencias entre sistemas virtuales, especialmente en el terreno de la gra­ señalar unas nuevas prioridades y a seleccionar aquellas reglas y pro­
mática, la sintaxis y el léxico, conduciría a la suposición absurda de cedimientos que, en una escala limitada, sean suficientes para cada es­
que la traducción es imposible tanto en la teoría como en la práctica. tadio de aprendizaje de la comunicación textual (véase Wikberg, 1 978).
La «estilística comparativa>> desarrollada por Vinay y Darbelnet 25. La superdisciplina de la SEMi óTICA, entendida como el estudio
( 1 958), por o tro lado, ejemplificó en el uso real de diversas lenguas las de los signos en general, todavía carece de una teoría unificada. Si
correspondencias y las divergencias entre diversos patrones culturales. bien existe una enorme diversidad de tipos de signos: escritura, ima­
A pesar de que sus criterios fueron en ocasiones superficiales, Vinay y gen gráfica, música, pintadas, etc . , sin embargo podría hipotetizarse
Darbelnet descubrieron algunas regularidades s ignificativas que, pos­ una unificación de los signos -y de la semiótica- basada en la na­
teriormente, serían elaboradas empíricamente por sociólogos y psicó­ turaleza sistemática de su aparición en el contexto de las actividades
logos. humanas. En un sentido amplio, cualquier configuración de signos
24. La ENSEÑANZA DE LENGUAS EXTRA.NJERAS está en la actualidad con sentido es un texto que ha de poseer� necesariamente, textualidad.
en una situación precaria. Demasiado a menudo se acepta como un Cada signo i ndividual aparece actualizado en un sistema real que re­
hecho normal que los estudiantes fracasen en el aprendizaje de len­ gula y determina su función y su sentido. La ciencia de los textos lin­
guas extranjeras. De manera inexplicable, ha pervivido en Norteamé­ güísticos podría, perfectamente, ampliarse y generalizarse de manera
rica un enfoque didáctico radicalmente conductista (conocido como que se convirtiese en una suerte de semiótica de todos los tipos de tex­
método « audio-lingual>> o « directo>>) , basado en la idea de que en el tos. Las películas, la pintura, los conciertos, las carreras electorales,
uso del lenguaje subyace un simple mecanismo de estímulo/respuesta, los juegos, etc., son acontecimientos que se componen de elementos
a pesar del hundimiento total de las teorías del aprendizaje conduc­ cohesivos y coherentes que se adecuan a las actitudes y a las metas de
tista dentro de la propia psicología (véase VI. 1 2) (y a pesar también los participantes dentro de una situación determinada. Presumible­
del descrédito de este enfoque en Gran Bretaña y Europa, donde se mente, éstas serían las precondiciones básicas que deberían cumplir
prefieren desde hace años los métodos de aprendizaje de lenguas los signos (sea del tipo que sean) para contribuir a la textualización de
sus respectivos lugares de aparición.
24. Véase Nickel (ed.) ( 1 97 1, 1972). En la actualidad, la lingüística contrastiva vive momentos de
confusión tras el denumbe de la gramática transformacional como paradigma aceptable. La contras­ 25. Ulijn (1 980) concluyó que los problemas sintácticos n o eran de hecho un obstáculo importante
tación de lenguas sólo puede realizarse desde el punto de vista de alguna teoría o modelo lingüístico para la comprensión si se comparan con los problemas semánticos, al menos en las actividades de lec­
determinado, nunca desde la nada ateórica (véase Coseriu, 1 97 2 ). tura en lenguas extranjeras
296 1 :\TRODL'CCI Ó :\ ,.\ L A L I :\ G U Í STICA 297

26. La INTELI G ENCIA ARTIFICIAL está inmersa en la actualidad en un perfeccionamiento de la capacidad de memorización y la velocidad de
proceso vertiginoso de evolución. Terry Winograd ( 1 979) ya advirtió computación humanas ha llegado prácticamente a su límite, se ha
que la demanda creciente de programación informática de «alto nivel» de reconocer que las habilidades de los ordenadores se han incre­
no se dirige ya hacia las operaciones numéricas específicas, sino a la mentado de manera extraordinaria en los últimos diez años, hasta el
«manipulación de sistemas y de componentes complejos» . Hace muy punto de que, si bien los humanos nunca podrán parecerse más a los
pocos años que los programadores han podido reemplazar por fin los ordenadores de lo que ya lo son, sin embargo los ordenadores cada vez
caros programas capaces de realizar únicamente tareas muy específi­ se parecen más a los humanos.
cas con programas relativamente baratos y con enormes posibilidades 28. En cualquier caso, puede considerarse que la inteligencia ar­
de funcionamiento. Poco a poco, la inteligencia artificial se va acer­ tificial es una fuente i ncesante de modelos de procesamiento de la
cando al objetivo de diseñar el ordenador INTELIGENTE, programado mente humana . En el campo de la ciencia cogni tiva (véase X . 3 y ss. ) ,
para realizar cualquier tarea sin que el formato de los datos imponga con bastante frecuencia s e ponen a prueba las teorías sobre las activi­
una restricción seria a su funcionam iento (véase Lenat, 1 977, Walke1� dades mentales humanas mediante la construcción de modelos com­
ed., 1 97 8 , y Simon, 1 979; véase la discusión que se planteó en X.S) . putacionales. B ien es verdad que los cognitivistas consideran que los
Con el tiempo, los ordenadores serán capaces de operar a partir de modelos computacionales operantes en la actualidad son más simples,
una descripción «informal» del entorno de una tarea ( Goldman, Bal­ en varios grados de magnitud, que los procesos humanos correspon­
zer y Wile, 1 97 7 ) . Para ello necesitarán estar equipados de un progra­ dientes (véase III.3 5) , pero también es cierto que esos modelos han al­
ma que simule una <<Visión del mundo» (Winograd, 1 979: 3 9 5 ) , es de­ canzado un nivel de complejidad inasequible para las teorías tradicio­
cir� que contenga conocimiento operativo de cómo se organizan los nales lingüísticas y psicológicas. Casi con toda seguridad, únicamente
acontecimientos y las situaciones en el mundo real, con el objeto de los ordenadores perm i ten evaluar de manera i nmediata si una teoría
que el ordenador pueda comprender la tarea que está realizando y que matemática o un procedimiento cognitivo o comunicativo funcionan
pueda, de esa manera, actuar autónomamen te sin estar sometido a la verdaderamente en tiempo real; únicamente los ordenadores pueden
incesante i nspección y guía del usuario humano. revelar los detalles concretos que suelen permanecer ocultos en los ex­
27. Por supuesto, la línea de i nvestigación que conducirá al de­ perimentos humanos. Dicho con brevedad, la investigación en i n teli­
sarrollo de semejantes sistemas de computación <<i nteligentes» tiene gencia artificial permitirá modificar de manera radical el paradigma
importantes implicaciones para la ciencia del texto. En este manual de la i nvestigación, trasladando el interés actual en la comprensión de
siempre se han avalado las propuestas de la <<inteligencia artificial» , 26 los datos por la i ndagación en el campo más amplio de la comprensión
puesto que se trata de contribuciones encaminadas al perfeccio­ de la comprensión. 27
namiento de la interacción entre los humanos y las máquinas, es­ 29. Con esta nota optimista concluimos nuestro panorama de lin­
pecialmente en el terreno de aquellas habilidades en que hombres y güística textual. Esperamos haber esbozado las cuestiones básicas de
ordenadores se complementan entre sí. Los ordenadores ejecutan ope­ una manera útil y no demasiado técnica. Aunque todas las cuestiones
raciones de computación a una velocidad vertiginosa, pero el almace­ que hemos planteado estén lejos de resolverse, los i nvestigadores van
naje de la información es costoso; los humanos poseen una enorme adquiriendo de manera gradual importantes intuiciones acerca de la
capacidad de almacenaje de datos muy complejos (sensoriales, men­ naturaleza de las cuestiones que i ncumben a su investigación. La na­
tales, etc.), pero tienen unas habilidades computacionales bajas (Lof­ turaleza de los textos, entendidos como objetos relevantes de investi­
tus y Loftus, 1 97 6: 1 28 ) . Los ordenadores pueden almacenar y recu­ gación, exige con toda claridad que se reevalúe la metodología lin­
perar cualquier conj unto de material informativo sin pérdida ni error, güística tradicional. Una vez que se han definido los textos como acon-
aun después de que hayan transcurrido largos períodos de tiempo; los
humanos no pueden garantizarlo. Ahora bien, los h umanos son capa­ 27.. En todas las ciencias en general se está llevando a cabo finalmente el alejamiento de los <he­
chos" y el acercamiento a los procedimientos ele adquisición y ele demostración ele hechos (véase Steg­
ces de reconocer analogías y correlaciones sutiles que los ordenadores müller, 1969, 1976, Khun, 1 970, Lakatos, 1976, Spinner, 1 977, y Feyerabend, 1 978) Esta tendencia,
ignoran (Collins y Quillian, 1 97 2 ) . Considerando que ya se sabe que el aplazada en tantas ocasiones, ha demostrado su enorme productividad en la apertura ele los funda­
mentos de la ciencia a las discusiones críticas.. Puede encontrarse una aplicación de este planteamiento
26. S e recogen aquí conceptos como t: acceso" , � centro d e control», ((valor por defecto», «marco»� a la investigación lingüística en Finke ( 1 979) y Beaugrancle (198 1b) La misma tendencia aparece en
<meta " , «red", <operadm·,, «resolución de problemas", « búsqueda,, etc, Todas estas nociones provie­ la investigación educativa (véase Collins, Wamock, Aiello y Miller, 1 97 5 , Collins, 1 977a, Brown, Co­
nen ele la inteligencia artificiaL llins y Harris, 1978, y Papen, 1 980)
298 1 1\ T R O D U C C ! Ó '.; A LA U:-.:GU i STICA

tecimientos comunicativos, estamos obligados a considerar todos los


factores de control y de procesamiento que concurren en las situacio­
nes reales de comunicación. No obstante, pensamos que esta amplia­
ción de nuestro marco de trabajo no elevará la complejidad de la in­
vestigación y de sus aplicaciones, como muchos podrían suponer. El
hecho de que los humanos se comuniquen de manera exitosa en una
enorme cantidad de situaciones reales distintas indica que ponen en
funcionamiento un número muy limitado de estrategias potentes y re­
gulares en funcionamiento, como las que hemos sugerido en X.4. En
el i n tento típicamente inmanentista de aislar los distintos niveles lin­
güísticos (fonológico, morfológico, sintáctico, etc.) y de mantener el
lenguaje separado de su contexto de uso, la invest igación lingüística REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
sin duda ha operado en un plano superficial que, paradójicamente, ha
incrementado la complej idad del estudio en vez de reducirla. Si se re­
condujese la investigación hacia niveles más profundos de análisis, es Abelson, R. ( 1 975): « Concepts for representing mundane reali ty i n plans», en
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ÍNDICE DE NOMBRES

Los números romanos citan capítulos, las cifras remiten a párrafos y los
números índices se refieren a notas.

Abelson, III.33, V. 1 6, VI.1 4- 1 5 , 29, Biasci, II1 5


VI9, VIIL9- 1 0, VIIF· s, X.2 1 Bierwisch, II.22, IIL7, Xl4
Adams, IX22 Blom, VL27
Admoni, IXI Bloomfield, II.9
Aiello, X26 Blumer, X5
Allen, 19 , 1 o, V. 1 6, VI.6, 9.7, VI9 Blumstein, V1I.9
Anderson, J., V.7, VI.24 Bobrow, D., IIL 1 9, IV. 5, V.9, X.3
Anderson, R., 1X22 Bobrow, R., V.30
Apeltauer, VI1I. 1 1 Bock, V2 , XI
Aquino, V1 0 Bolinger, IV.2 5 , V5, VL2 6
Austin, VI.6-7, 1 0 Bouton, IV. 2 5
Ausubel, II17, IX. 2 5 Bower, IX22
Brachman, V. 1 7, 30
Ballmer, Prefacio\ II4 Bransford, II17, IX.28, IX24
Balzer, IIII 6, X.2 6 Bratley, IV. 5
Barclay, IX. 2 8 Brazil, IV. 54-58
Barlett, V. 1 6, IX.30 Bremond, 11. 1 2
Bauman, ! 14, 11. 1 5 Bresnan, IV. 2 2
Beaugrande, 1 1 . 5 , 9, 1 2, II.S, III. 1 2 , Brinkner, II. 1
IV.7, V. 1 6, VL1 3, X l 3 Brinkman 1XI
Beerbohm, IV. 1 8 , 2 5 Brown, J. S., X26
Bellert, I5 Brown, Richard, III.33
Bencheley, VI.32-33 Brown, Robert, IL3
Benes, IV. 5 1 Brown, Rogert, 1V.36, VIIL7
Bernstein, V19 Bruce, I9, IV.40, VL6, 1 6, X I I
Berry, 1II I Buge, IX I 4, 2 5
Bever, IIF Bullwinkle, IV.22, IX.2 3
326 1 :--i T RODL'CCIÓ:--i A L A LI:--i G ÜÍSTICA ÍNDICE DE NOMBRES 327
Camarazza, IV.22 Darbelnet, IP , X23 Fishman, VL2 7 Gülich, I L 1 , IV.50, IX.3
Car·bonell, VI9 Dascal, Prefacio2 Flower, IIL ! O, 1 8, 2 0, 23, XI I Gumperz, I 1 4, I L 1 5 , VL2 7, X6
Carnap, VII 1 4 Deeping, IV . 1 3 Fodor, IL28, IP, vs . 6, VIS Gunter, IV.32
Carro!!, IV.2 7 , VL9. 1 , VII . 1 5 , 1 8 , Denhiere, vns Fowler, III9
VIIL 3 , IX. 1 7, X . l 6 Desoto, VIL 1 8 .2 Frake, X7 Halle, IX3 . 22
Carter, VIIL9 Dewar, IV.5 Frank, IV.50, X.6 Halliday, P, III.24, III I , IV.23, 2 5 , 27,
Catford, X.23 Dickens, U 5 , 1 1 1 , IV.30-3 1 , 34-35 , 44, Fraser, IV.5 32, 4 1 A2, 5 1 , 54-56, IV3D, VIIL 6
Chafe, IV.29, 34, 52, V.27, V l 6 48, VL1 6, VIIL3 Frederiksen, V.27 Handel, VII. 1 8.2
Chanslor, I 1 3 Dijk, I5 9, IL2, 1 1 , 30, 33, 3 6-37, 40- Freedle, IX3 · 22 Hankamer, IV.22
Chapin, IV27 42, II 1 6. 1 7, IV. 1 2 , 42, rvs , V. l 6, Frege, VII 1 4 Hansen-Love, Xl 2
Chamiak, V. l 6, 2 7 , 34 VI.26-28, VIL 1 8 . 1 , IX.40, IX22, Xl4 Fied, IV. 1 6 Hardy, VI.3
Chase, VII. 1 8 . 2 Dik, IV.42 Fries, IL ! Harris, G., X2 6
Chatman, Il. l l Dillon, IV.40, IV33a Fri tsche, III5 Harris, Z. IL2 1 -2 2 , 3 1 , Irs, IV. 1 2
Chester I l , III2 3 , IV7, V IO Dittmar, I l 4 Frost, IVJ 4 Hartmann, II. l , 30, ns, IIII
Chomsky, IL2 1 , 32, 40, IV.6 Dolezel, IL8 Harweg, p . s, IL 1
Christaller, IV.5 Donne, IX 1 2 Galanter, VI6 Hasan, P, IV. 23, 25-27, 3 2 , 42 , IV3ü ,
Chris tiensen, X. 1 2 Dougherty, IV.26 Gan·et, VI8 VIII.6
Cicourel, X6 Dowty, IV.3 8 Garvin, X 1 2 Haskell, IV.25
Clark, E., IIL34, VII .9, 1 8 .2 Dresher, VIL 1 8 . 3 Gentner, X 1 1 Havranek, X. 1 3
Clark, H., III.34, VII.9, 1 8 .2 Dressler, Prefacio. ! , 4, II. l , li iO, IV. 1 6, Gilman, VIII.7 Hayes, J., III. l O, 20, 2 3 , XI I
Cohen, I9. 1 o, V. 1 6, VL6, 8, VI9 2 1 , 32, VIL1 8 . 7, X.5, xs . 1 9, 2 1 Gindin, II. 1 Hayes, P., V. 1 , 1 7
Colby, I L 1 2 , V. 1 6 Drury, IXI4 Givon, VII.20 Hayes-Roth, V.7
Cole, IV 1 Dundes, IL 12 Heger, Il.26
Gleitman, IV.42
Coleman, V I O
Glenn, IX.6, IX22 Heider, VL6
Collins, V. 1 2 , 1 8, 2 1 , IX22, X.3, 27, Edmonson, IV.22 Goffman, VIII.2, 5, VIII4, X.8, xs Heidolph, II.29, 36, 40
XI I , 2 6 Eichenbaum, X. 1 3 Goldman, IIL 1 6, IV. 1 5 , V.3, VI9, X.26, Helbig, IX 1
Conan Doyle, VI.3 Eikmeyer, V 1 3 X2 1 Hemingway, X. 1 6
Copee, IV.23 Eisens tadt, IV.2 Goldsmith, IV. 1 3 , 2 5 , 3 3 , VIII.? Hempel, III.3
Corbett, II.3 5 Engel, xs Goldstein, IIL33, V.9 Hendricks, X 14
Coseriu, II.23-24, 2 6, III I , IV33, X24 Enkvist, IL7, X. 1 Golkova, IV. 5 1 Heringer, VL2 3
Coulthard, I. l 3 , !5, II. l , 1 6, II5 Erlich, X 1 2 Gomulicki, IX.2 8 Hess, VIL6
Crabbs, I l , VI O Emst , III 1 3 Goodglass, VIL9 Hirsch, IV2 3, X. 1 1
Craik, III6 Ervin-Tripp, VL2 7 Goodman, IV 1 3 Hobbs, P, III.33
Crowder, F , IV.2 Govinda, IV. 1 8, 3 1 , 5 2 Holland, V4
Crymes, P, IV.3 2 Fahlman, V. 1 7 Green, IV. 1 3, 2 6 Hormann, I9, V.2, vs , VI.6, 2 1
Crystal, IIL7, IV.54 Feyerabend, X26 Greenbaum, 11 0 , VL2 3-24 Hornstein, VIL 1 8.3
Cullingford, V. 1 6, X2 1 Figge, IV. 2 5 Greimas, I L 1 2 , V6 Huddleston, IX.S
Cummings, VIL 1 O Filby, VII. l 8. 2 Grice, VL6-7, 9- 1 1 , VP. 4, IX.20-2 1 Hymes, I l 4, I L 1 5, X6
Fillmore, IV.40, V.27, VIS . 1 6, VIIL l , Grimes, 1 1 2, IV.39, 50-5 1 , IV36, V.27
Dahl, D., X.5 VIIPa, IX.32, IX I9 Groeben, I l 2, IV.39, 50-5 1 , IV36, V.27 Ihwe, II. 1 1 , 30, 3 3 , 40, rxs
Dahl, 0 . , IV. 5 1 Finke, X2 6 Grosse, IX.3 Isacenko, IV.25, 3 2
Danes, II. 1 , IV. 5 1 Firbas, IV. 5 1 , 5 3 Grossman, IV. S l , IV36 Isenberg, IL2 9, 36, 40
Danks, III.2 6 Firth, IIII Iser, IX5
Grosz, III.33, IV.3 2
328 I NTRODUCCIÓN A LA LINGUÍSTICA ÍNDICE D E NOMBRES 329

Jakobovi ts, I L 3 2 Larson, X. 1 2 Meyer, IIL 1 8, 2 0 , IV29, IX22, 2 3, X. 1 0, Petrick, IIP


Jakobson, I I . 1 1 , X. 1 3 , X I 3 . I s Leech, IV . 3 4 XI Picket, IIL2
Jelitte, II. l Lehiste, IV. 54 Miller , IIL24, IV.4 1 , V.9- 1 0, 2 0 , V2, Pike, II. 1 3 , 2 6 , VI9
Jennings, I I , VIL 2 9 Lenat, rrrn, X . 2 6 VI6, VIL S Platón, V. 1 4
Jespersen, VIL 3 3 Leodolter, X'· s Milne, J I , Vl2 9, 3 1 Plett, IL3 , IV. 1 2
Johnson, D . , IV.4, IV I Leodol ter-Wodak, X'· s l'v1ilton, VIL 6 Pollack, IIL2
Johnson, N , V. 1 6 , IX22 Leskov, IV . 2 8 Minsky, III. 3 3 , V. 1 6 , 20, X.S Pomorska, X 1 2
Johnson-Laird, IIL24, IV.4 1 , V.9, 20, Levelt, VL2 6 Mis tler-Lachman, III6 Porter, IX. 1 1
V25, VIL 1 8 . 2 Levesque, IIIA, V.9, 1 7 Mistrík, IX. 3 Posner, IX. 1 3
Iones, I L 1 1 , X l 3 . IS Levin, J., IV. 1 5 Mohan, VI . 2 3 , 2 6 Postal, IV.4, 2 2
Jorg, VL6, 2 1 Levin, S., I L 1 1 , X l 3 Moliere, VIII I 3 Powell, VIILS
Joyce, VIL 1 8 . 7 Lévi-Strauss, IL 1 2 Morgan, IV. 4 1 Pribram, VI6
Levy, X I 4 Morton, F , IV.2 Priestley, IV. 2 5
Kallmeyer, II. 1 Lewis, IX. 1 2 Mounin, X. 2 3 , xzo Pri nce, I L 2 2
Kaplan, IV. 2 2 Li, IV. S l , IV36 Muir, IX.7 Propp, II. 1 2 , X. 1 3
Kareev, IV.2 Linde, VII . 1 8 . 2 Mukarovsky, X. 1 3 , X l 3
Karlsen, IV. 2 5 , 3 2 Linsky, VII I 4 Mylopoulos, III.4, V.9, 1 7 Quillian, V.8, 1 8 , X.27
Karttunen, I5 Livingston, VII . l O Quine, VI. 1 2 , VIJ4
Katz, IL2 8 , II4, vs . 6 Lockhart, III6 Neisser, F , m2s , IV. 2 , IX. 2 8 Quintiliano, IL6
Kay, IX.3 7 . 6 Loftus, E . , 1 1 2 , IV. 2 , V . S , 1 2 , X . 2 7 Newell, I IL 1 7 , III I 3 Quirk, 1 1 0 . 1 5 , VL 2 2 , VIL2 9 , 33
Keele, IV. 2 , VII . l Loftus, G . , 1 1 2 , IV. 2 , V . S , 1 2 , X . 2 7 Newman, VI. 1 6
Kennedy, VIII . 9 London, VII . 1 8 . 2 Nezworski, IX22 Raíble, I I. 1 , IX.3
KJnstch, I 5 , I L 3 7 , IIL34, V . 7 , 1 5- 1 7 , Longacre, I I . 1 3 , IV. 3 9 , V . 2 7 , V I 6 Nickel, X24 Ralegh, IX. 1 2
1 9-20, 2 7 , V3. 7, I o , VII. 1 1 , VIIP, Lyons, IV I S Noth, IL l Reichenbach, IV. 2 8 , 4 8
IX.40, IX I 4, 22, X l O Ny, v . 6 , V6, vrrs Reichman, IV. 2 2 - 2 3
KJrcher, X I Magner, VI. 9.4 Rieger, V. 3 , V7
Klare, X.9 Makhoul, IIL2, VIL9 O'Connell, IV3 Riesbeck, V.3
Kloepfer, I L 1 1 Malinowski, IL 1 2 Olson, VII. 1 8 . 2 Rieser, I L l , 3 0 , 40, V3
Koch, I L 1 1 , 2 6 , II6. s, V6 Mandler, V. 1 6 , IX22 Oomen, III9 Riffaterre, IL S , VIL 1 8 . 7 , X l 7
Kock, I I . 3 0 Margalit, Prefacio.2 Orton, V. 1 6, IX22 Riha, VIII
Kohonen, X. l Markov, VII.2 Osborne, IX9· 1 0 Ringelnatz, IV. 1 6
Kris teva, I I S Marlowe, IX. 1 2 Osgood, VII. 1 8 . 2 , 2 0 , VIIL 2 , VIIF Ringen, I IL 7 , VL 2 3-24
Kuhn, Prefacio.4, 7, X2 6 Martín, I IL 2 6 Rips, V. 1 8, V4
Kummer, 11. 30-3 1 Matejka, X I 2 Paduceva, IV. 2 1 Robinson, VIL 1 7
Kuno, I l . 1 Mathesius, IV. 5 1 , X. 1 3 Paivio, III I 9 , IX . 3 2 Roggero, IV.2 5
McCall, J I , V I O Palek, P , IV. 2 5 Romportl. IX.2
Labov, V . S , VL24-2 5 , VIL 1 8 . 2 , IX.6, McCalla, J9, 1 0 , V. 1 6, VI. 6 , VI9 Papert, IIL3 3 , V . 9 , X.S Rosch, V. 1 8, V3. 4
xs McCawley, VI . 2 6 Parkinson, III 1 7 Ross, IV. 3 4
Lakatos, X26 Mead, X.8 Pavlidis, III 1 7 Rothkopf, X.9
Lakoff, G., IV. 2 6 , 2 8 , VI. 2 6 Meijer, I IL 7 , VI.2 3 -2 4 , 26 Perlmutter, IV.4 Royer, IX. 2 8
Lakoff, R., IV.42 Mel' cuk, 1 1 . 3 8-40 Petofi, Prefacio.4, I . 1 2 , IL30, 3 2 -3 5 , Rubín, VI6, IX . 2 3 , X. 1 2 , X I I
Lambek, VI . 2 3 Mervis, V. 1 8 , V4 40-42, w s , V. 1 6, 2 1 , X.6 Rumelhart, F, III I 7 , IV. 2 , 6-7, 1 0,
Lang, IV.42 Metzing, IV. S , V. 1 6 Petrarch, VIL30 V. 1 6, 2 0 , IX. 2 8 , IX22
I NTRODUCCIÓN A L A LINGÜÍSTICA ÍNDICE D E NOMBRES 33 1
330

Sacerdo ti, IVA 1 , V. 1 6 Sprung, VII . 5 Webber, P, IIL33, IV.22, IX.23 Wilson, IV. 2 5
Sacks, I L 1 5, VI.6, 2 7 Stark, xs Weil, II. 1 8 Winograd, III.4, 1 8- 1 9, 33, V.9, 1 6,
Sadock, IV 1 Stein, X. l 6 Weinrich, IV. 1 2 , 38, VI.2 1 , VII. l 1 , X.26
Sag, IV.26 Steinberg, IL32 VII4, IX2 7 Winston, III.33, III I 3 , 14. 1 7, IV.5, 7, 4 1 ,
Salmond, X' Steini tz, IV.25 Weltner, I 1 2 V.9
San, IV. 5 1 , IV36 Stempel, IL 1 Werth, IV 1 6, X 1 3 Winterowd, IL3
Saussure, IIII Stevens, IV. 1 0 Wesker, IX 1 9 Wodak-Leodolter, X7· 8
Sceglov, II. 1 2, X l 4 Sussman, III.4, V. 1 6 Whi tehead, IV33 Woods, F, III. 2, IIP, IV.5, V 2 7, 30,
Schank, I6, IIL33 , IW, IV.30, V.3, 1 6, Svartvik, I I O, IV.34, VL22 Whorf, VIL1 8.5 VIL 9
2 7, V7, VI.6, 1 4- 1 5 , VII. 1 7, VIII. 1 0, Sweet, IV.5 7 Widdowson, !5 , IX. 5 Wright, V L 1 1
VIIP. s, IX J 4 , X2 1 Wienold, ns, X. 1 8 Wunderli, II. 1
Schecker, II. 1 Tai , IV.42 Wikberg, X.24 Wunderlich, I9, IV.38
Schegloff, I L 1 5 , VI.6, 2 7 Talmy, IIL24, IV.40 Wilde, VIII. 1 6
Scherzer, I l 4, II. l S Tennyson, IV. 1 4 Wile, III I 6, X.26 Yekovich, IX22
Schlesinger, VI.6, 24 Thatcher, IV.47 Wilensky, I9, III4, V. 1 6, VI. 1 5, 2 9,
Schmidt, I L l , ns, V.4, VL2 1 , IX.3-4, Thomdyke, V. 1 6, IX22 , X . l O VII. 1 7, VIII.9, 1 1 - 1 2 , 22 Zadeh, V3
X. 1 8 Thome, IV5, Xl4 Wilks, 1.8, I6, III I 2, V.27, V6. 1 6, X2 1 Zolkovskij, IL1 2, 38, 40, Xl4
Schweller, X.S Tomasevskij, X. 1 3
Scragg, V. 1 6 Tramin, IIJ22
Searle, P , VI.6-9 Tmka, X. 1 3
Sebeok, IL7, VI.23 Tulving, V. 1 3
Sgall, IV.5 1 Twain, VI.4-5, VIIL 1 2 , 1 4, 2 7
Shaffer, VI.9.2 Tyler, VI.2 7
Shakespeare, IV. 1 9, 33, VII.30, VIII.5 Tynjanov, X. 1 3
Shannon, I l 2 , VII.2, 5
Shoben, V. 1 8 .4 Ungeheuer, IL38
Simmons, Il, IIJ2 3, IV', VI O
Simon, III. 1 7, III2 ', X.26 Vanee, IV. 5 1 , IV36
Sinclair, I L 1 6, II5 Vater, IV.25
Sitta, II. l Vendler, III.2 6
Skalicka, IX.2 Viehweger, II. 1
Skinner, VI. 1 2 Vinay, II2, X.23
Sklovskij, X. 1 3 Vinogradov, X. 1 3
Smith, V. 1 8- 1 9, y.¡, 9 Vipond, V iO
Snow, III.7, VI.23-24, 2 6
Solczak-Roberts, IXI S Waletzky, VII. l 8 .2 , IX.6
Spark, IX I O Walker, J I , III.2, 5, 2 5 , V.30, X.26
Spencer, III. 1 7, VL24 Wallace, IV.24
Sperling, F, IV.2 Warning, IIP
Spillner, II.4, 7, 1 1 Wamock, X26
Spinner, X26 Wason, VIL20
Spiro, IIL30, V. 1 6, IX.28 Watson, VI. 1 2
Spitzer, II. 1 1 Weaver, VII.2
ÍNDICE TEMÁTICO

Los números romanos se refieren a los capítulos; los números arábigos re­
miten a los párrafos; los números índices i ndican el número de nota que se ha
consultar. Los números en cursiva señalan los fragmentos en donde se explica
cada término. Los conceptos más importantes del enfoque procedimental que
se presenta en este manual se destacan en negrita.

abstracción de huella, IX. 28, 30 adición, II.3 6, IV.43, IV I O


acceso, IV. 1 , V.30, VII.2 3 , X25 adversación, IV. 42 , 45, VII.24
acción, L6, V. 25, VI l , VI.7, J O, 28; adyacencia, III.26
véase acción discurs iva afasia, VIL9
- discursiva, IV.54, VI. J J , VIII. 1 0, agente, I.6, V. 26, VII.3 5 , IX.35
VIII l O almacenamiento, V. l S , X.27
aceptabilidad, Prefacio.6, 1 . 1 4- 1 6, - activo, III.26, IV. 2 , V.4, 1 0, 3 1
p o , IP, III. 1 6, IV.5 8 , V L l , 2 1 -33 alternativas, III. 1 1 , IX.S-9, 1 2
aceptación, VI.28-33 altematividad, IX. S-9, 1 2 , X.22
acontecimiento, V. 2 5 , V I l , IX.25 alusión textual, IX. 12
actitudes, L l 3- 1 6, III. 1 6, VI.l ambigüedad, I.S, IIL 1 6, V. 1 , VI.9.7,
activación, 1.6, III.29, V.4, 1 0, 24 IX. 1 8, X.6, X3
- de planes, VI. 1 3 amenazar, VIII . l O, 2 3
- generalizada, V. 1 2 , 29, 32, VII.2 3, amontonamiento compactado de
IX.3 1 , 37.6 material lingüístico, IV. 8, 2 3 , X2S
acto de enunciación, VI. 7 anacoluto, VI.2
- ilocutivo, VI.7-8 anáfora, V. 22, 33
- proposicional, VI. 7 análisis del discurso, II. 1 6, 22
actos perlocutivos, VI. 7 - gramatical vago, IV.36, VII.9
actualización, II.23, IIU 2 , III I O , - mediante síntesis, III2 5
VI.2 3 , VII. 1 8 .7, X.S, 1 9, 24, V.34, - medios/fines, Ill. 1 7c) , 20, V20
JX I 7 - sintáctico, lll. 25, 29, V.24
acuerdo de metas, VIII.22 analogía, V. 1 7, 36, VII.42
adecuación, Prefacio.6, 1. 20, 2 3 , II.6, antropología, II. 1 2- 1 4, X. 8
III.9, IV. 37, 5 8 , VIII . 1 1 , IX.S , 1 1 arbitrariedad, VI1. 1 8. 3
3 34 l l\TRODCCCIÓN A LA LINGUÍSTICA ÍNDICE TEMATICO 335

argumento, VII.38, 4 1 complejidad, IL27, III.35, V1I. 1 8.2, conversacional, I L 1 5 - 1 6, VIII. 1 3 , discurso, IU 6 , US , IX.20
artículos, VIL2 2 X. 2 9 IX. l , 5, 1 3 -23 legal, IVJ9, VL8
asimetría, III. 1 8, 24-2 5 , IIP O , V.30 comunicación, V 2 6 corrección, IL6 dispositio, IL3
aspecto, IV.3 8-4 1 , 60, IV35 comunidad, IIL1 4 correcta formación de los textos, Pre­ distribución, IVAI
atención, IV.24, IVI 7. 3 1 , VII. l , 1 8 .2, conceptos, 1. 6, V. 4 facio.6, IL30, III 2 , IV.32 disyunción, IV.42, 44
VII .22, VIIL 1 8, VIIU , 1 6, 1 8- 1 9 primarios, V. 25 correferencia, IV.2 1 , IV2ó, V.26, V14, divisibilidad, IV.4 1
atributo, \/26 - secundarios, V.26 VIIL6
concisión, IV.29, 37 correlato del conocimiento del economía, V. l 5 , 1 8
bloqueo, II1. 1 7 condiciones de verdad, X. 6 mundo, V. 26, 38-39 efectividad, I. 1 6, 2 3 , IL6, III.9, IV. 28,
brevedad, VL9 . 8 conductismo, VI. 1 2 , X.24 cosentido, IV2 6 58, VIL29, VIIL l l , IX. l l , X. 1 6
búsqueda, IIL 1 7, IV7, V. 1 5 , IX.2 1 , conector, 16· 7, I V. 8 , 42-50, VII.24 creatividad, rvzo efecto de primacía, IV29, IX.37.5, IX23
x2s conexión, IV.3 , 8, 42-50, 60 creencia, V.40, VL1 6, VIU 8. 1 , IX.7, - von Restorff, IV.24
- de la motivación, VIL 1 3, 39, IX I I confianza, IX. 37.6, 1X24 1 9, X.6 eficacia, 1. 2 3 , II.6, IIL9, IV. l l , 2 8-29,
- en un primer nivel de ampli tud, conflicto de metas, V1II.9, VIII6 crítica l iteraria, III.3 1 , X. 1 8 32, 37, 58, VIII. 1 1 , IX. l l
Ill. J 7b) , III.20, vz o conjunto integrado de planes, ejemplificación, IX.22
- en un primer nivel de profundidad, VIII. l O, V!JJ7 decisión, III. l l , 1 3, X.5, 1 2 ejemplo, V.1 7, 26
II1. 1 7a) conocimiento, VI definición, VII.22-23, VII 1 2 elegancia, IL6
- lectora, X. 9- 1 1 - accidental, V.S, 1 2 , V1Ll 5 , 2 3 , deícticos, VIII.7 elipsis, IV.3, 3 2-37, VL59, VJ33,
IX.37.5 deliberatio, II.3 VII . 1 8.4
cadena de Markov, VIL 2 - de sentido común, 11.33, V.2, 1 6, dependencia conceptual, III. 1 6, 3 3 elocutio, II. 3
cálculo d e predicados, IIJS 1X.24, 3 6 - gramatical, 1. 4 , IIL25-26, 29, IV.S- emoción, V. 26
cantidad, V.26, VI .32, IX.37.5 - declarativo, V. 9 1 0, IV6, V.24, V1I. 3, 34 emparej amiento de patrones,
caso, VIS - del mundo, L l 2 , III.26, IV.2 , descomposición, V.6-7 III. 1 9, III 17, IV. 3, IV2, V. 1 0, 3 8, 40,
catáfora, IV.2 3-24 IX.37-39, X . 3 , 6 descripción, III.3, VI1J2, IX.26 VII . 1 8 . 2 , IX.37.3, X.S
categorías, 1F - determinado, V. S , 1 2 , 2 8 , 39, deseabilidad, VL1 3, VII6, VIII.9, vms enfoque procedimental, Ill. 6 , V . 1 5 ,
causa, J. 7-8 , IV.46, V.26, IX.3 5 VII. l 5 , 23 deslices, IV1 3, VI1 2 X.3, 1 2
causalidad, L 7, J6 - presentado en el texto, L 1 2 , V.22, desplegabilidad, IV. 4 1 - relacional, III. 1 6, IV I
centro de control, III. 1 7, 2 1 , IV.7, IX.28, 3 7-39 determinación, 11.23 enseñanza de lenguas extranjeras,
V.24, 29-30, xzs - previo, IX. l 9 determinador, IV.7, 9 X.24
ciencia cognitiva, 1.24, IIJ28 , X.3 - problemático, IV.23, 28-29, IX. l 4 , determini stas frente a probabilísticos, entidad afectada, V. 26
- normal, Prefacio.4 2 6, 1X8 , 1 1 . 1 2 Prefacio.6, I. 1 2 entonación, II.29, IV.3, 55-58, 60,
ciencias exactas, Prefacio.5 - procedimental, V. 9 diferenciación, IV.S l , X.4 V1I. 1 8 .4
claridad, II.6, IV.2 9 , 37, VI.9.5 - prototípico, V. 5 , 1 2 , 2 8 , 3 9 , Vl7, dirección, VIIII, IX. 1 5 , Xzs equivalencia, 11. 2 1 -22, 1V.20, 57, IV24,
clases, IV.2 8 , V. l 7, V9 VII. l 5 , 2 3 - de la situación, VI. 1 5, 20, V1I O, V.26, VII.3 1
cláusula, JV. 3- 4 , 2 8 , .43, 5 1 , VII.24 construcción, II.37, IX. 28 Vlll. l escalada progresiva entre conjun­
clave, IV. 56- 5 7, VLS , VIL 1 8.4 contención, V. 2 6 direccionalidad, I. l O, 11.25, III.32, tos integrados de planes, VIII. J 0-
cognición, V. 2 6 contenido, V . 8 , VII. l , 3 8 VIL 1 3 13,17-27, VIIF· s
coherencia, 1. 6- 1 2 , IS, II. l 6, III. 1 6, contexto, VI.8, 2 6 , 34, VII.5, 1 8, X.9 discontinuidad, IV.32, V.32, VL2 , escenas, VL1 8.2, IX.26, 32, IX19
IV.4 1 , 5 3 , 58, V, VI. l -3, VII. l , - espacial, IX.22 VJI. l 3 , X. l 6 escritura, X. 1 2
IX.22, 40, X. 1 0 continuidad, IIL 1 4, 24, IIII I , JV. J , 1 5, discrecionalidad, IIL24 espacio, X2 5; véase contexto espacial,
cohesión, 1. 4-5, 20, p. s, II. 1 6, II4, 4 1 , V.2, 24, VI. 2 1 , 3 3 , VIL 1 3, IX.29 discrepancia, III. 1 6, IV. 1 9, VII. 1 3 , conocimiento espacial
IIL 1 6, IV, V.35, VI. l -2 , VII I , IX.9, contrafactualidad, IV.48, V.28 VII I6, IX7, X. 1 6 espacios de conocimiento, ll/. 22,
40, X.9 convención, VI.7, IX. l 6 discriminación, II.23 V.2 3, 3 1
336 l �TRODlJCCI O� .-\ L\ Lll'-:GUÍSTIC A i �DICE TEMÁTICO 337

especificación, V 1 7, 2 6 fallo, III. 1 7, VIILl O, IX.2 6 imaginería mental, III.23, III 1 9, VL26, - del texto, ll. 2
especificidad, IV.28 fase d e expresión, lll. 2 3 VIL J O, IX.32, IX I S - descriptiva, I L 1 9-27, X.6
esquema, V. 1 6 , 38, VIL 1 8.2, IX.6, 25- - d e ideación, IIL2 1 implicatura conversacional, Vr 9. 1 0, - taxonómica, II6
28, 37.2, IX3 . 1 s , X. ! O, X9 - de recuperación de las ideas, 11 localización, V. 26, IX. 3 1 -32
estabilidad, IIL 1 4- 1 5, IV ! , 3, 1 5 , 20, IIU9 imposición, VIIU O, 1 2 lógica, IL3, 33-35, V.2 1
34, 57, IV2 4, V.8, VIL1 6, VII4 - de recuperación de los concep- indeterminación, IV. 1 5 , 29, V. !
estadística, ILS, VIL2-3, 5, 1 0, 1 9 , 34, tos, IIL 2 9 indicios, IVA3 macroestado, IV.6, IV4 s , V.3 1
.

IX.3 - de recuperación del plan, IIL29 inferencia, I. l l , 14, III.30, IVA ! , macroestructura, II.37, rvs
estado actual, VI. 1 3 filología, II. I S V.2 1 , 29, 3 2-34, IX.2 5 , 3 1 , 37, 3 7 .6, marcadores, V.6, V6
- de la información, VII. 1 6, VII6 foco, IV.24, 52-53, VIL ! , 1 0 1X2 1 marco, V. 1 6 , VII. 1 8 .2, 3 8 , IX.6, 29,
- gramatical, IV5 fonemas, ll. 1 9, IX 2 37.2, X2 5
. - sobre una carencia d e conocimien-
- inicial, III. 1 7, VI. 1 3 forma, V 2 6 to, V.2 1 más allá de la oración, IL9
- meta, III. l 7 formalismo ruso, X. 1 3 , X 1 2 informante, VI.22, 24 máxima de calidad, VL9.3, 20, IX.20
estados, IV4, V. 26, VI. 1 2- 1 3 , VII6, fragmento, IV.57, V.4, 1 0, vz informar, IV 54, VIIU O - de cantidad, VL9.2
IX. 1 7, 2 5 - textual, V.3 1 informatividad, 2 2 , I l 2,
!. 1 6 - 1 8, - de manera, VL9S9, 3 3 , IX.20
estilís tica, II.6- 1 0, X.23 frecuencia, VIL 1 9-20, VIIL3 IILIS- 1 6, IV. 1 3, 17, 3I, 50-53, 58, - de relación, VL9-4, IX.2 0
- comparativa, II2 , X.23 fron teras de un acon tecimiento, IX. 1 4, 40, X. 1 1 máximas conversacionales, VL9. 1 -
estilo, II.7, IF, VI.27, VII. 1 8 .7, IX. 1 6 IIL24 i ns trucciones, VI.2 1 9 , IX. 1 4, 2 0
estrategias, Prefacio.6, III. 1 1 , VI.9, fuerza de vinculación, V.S, 2 8 , instrumento, V.26 mediación, V L J S, VIIU , S, 1 7 , 1 9 ,
VIII. 1 3-28 VIL 1 5 inteligencia, X.5, 26-27 28, IX J
- de ordenación estandarizada, función, 1.2, II. 1 9, III. 1 4, 1 6, IV.3, - artificial, III. 33, VI.6, X.27-28 memoria, V2
VI. 9.9, VII. 1 8 . 2 , VIII.2 VIP . 3, VII. 1 8 .3, IX.6, rxz intención, VI.6, IX. l S - a corto plazo, 1V.2
estructura, Ill. 1 2 ; véase macroestruc- - de u n texto, III.27-28 - a largo plazo, IV.2
tura y microest ructura generali zación, II.37. 1X.2 2 intencionalidad, I. 1 3 , I9, 1 L 1 6, III. 1 6, - activa, IV.2
- profu nda , III6 . 1 9 generar, 11.30-32, II I 6 IV.58, VI. l -2 1 , 2 7 - conceptual, V7
estructuralismo d e Praga, X:u , X l 2 gramática, II.3, III.7-8, VI.2 2 interacción, L5, 1 2, lll. 4 , 1 8 , IV.37, - episódica, V. J 3
estudios d e listas d e palabras, X I - de casos, V.27, VI S 6 1 , V.S, VII. l 8 . 5 , 2 9 - semántica, V. 1 3
- d e traducción, X. 1 9-24 - de relaciones, IVI interés, I . 2 2 , 1V.30, VII. 1 3 , 2 8 , VIJ S , memorización, II.3
- li terarios, II. 1 1 , IX. l 3- 1 6 - del texto, IL30, 36, 40 X. l l meta, L3 , V 1 6 , VI.6, 1 1 - 1 6 , 2 8- 30, 3 3 ,
evaluación de hipótesis, III. 32, IV.6, - transfonnacional, II.27-32, 40-4 1 , i nterrupción, 1V. 1 3 VIIL I , X25
8-9, V.S, X.4 X.6, 1 4 intertextualidad, 1. 2 1 -22, I9, III. 1 6, microestado, IV.6, IV4, V. 3 1
evidencia, VI. 1 5- 1 8, VIII. I , 1 9 gramáti ca/sintaxis, VJIS modalidad, IV. 48, V.26
IV. 1 9, 38, VI.S, IX
exófora, VIII. 6-8 grupo entonativo, I V. 55 i ntuición, III.7 - canónica, ll. 3 4
existencia, X.6 guión, V. 1 6, VI. 1 4 - 1 5 , 3 1 , VF, VII. 1 8.2, Í11Ve11{ÍO, II.3 modelo d e la situación, VI.29, VII.4,
expectativas, 1V.6, VII. l s .s, VIII.4, 8 VIII.27, IX.37.2
· i nversión, 1V. 1 7, 2 8 Vlll. l
experienc ia, V. l 2- 1 4 - discursivo del mundo, IX.23
invocar, I V. 54 , Vlll. 1 0
explicación, IIU hechos, Vll. 1 8. 1 , 1 8 .5, 39, 42 , IX. l O, - procedimental, III.33, IV.3 7
explicitud, 1.6, IV.3 8 , V. 1 2, IX.25 1 9, 2 2 , x2s legibilidad, X . 9- 1 1 modelos probabilísticos, Prefacio.6,
explosión combinatoria, III. 5, 32, XI S homonimia, IV.3 1 I. 1 2 , VA, VI.2 6
lenguas naturales, 11.34
expresión, IV.52, V.2-3 hueco, V.32 modificador, III.26, IV.7-9, rvs
lexicón, II. 30, 33, II 1 3 , IV.29, V. l 9
limitabilidad, IV-4 1 modularidad, III.4, 1 8
facilidad de procesamiento, IIL9 iconicidad, III. 1 4 linearización, II4, III.2 5-27, IV. 7 morfemas, ll. 1 9, IV. 5 1
falacia del jugador, VII. 1 1 II.37, lll. 2 1 motivación, Prefacio.6, III. l l , VII. 1 3 ,
idea, lingüística contrastiva, X.23, X2 4
338 1'-:TRODUCCIÓ'-: A LA LI!\GUÍSTICA Í�DICE TEi\!ATICO 339

39, IX 1 6, 2 1 , X . 1 6 funcionales, VIL9, VIP principios regulativos frente a consti­ reconducción, VII. 1 8 .2, VIII I , IX. 1 3 ,
movimiento, V. 26, IX.25 papeles, VI. 1 4 , 2 7 t u tivos, 1.23 1 5-2 1 , xzs
mundo real, V/1. 1 8.. 1 , 1 8 .5, IX.S- 1 0, paráfrasis, I L 3 8-40, IV 3 , 1 8- 1 9 , 58- probabilidad, VL 1 4 - de la situación, IVA9, VI. 1 5 , 1 8 ,
1 2 , 1 9, 2 1 -2 2 , X. 1 6 59, V.35, VI.9.7, VII.37, 4 1 , VIIL24 d e transición, VII.2 20-30, VIII . l
- textual, I.6, rr s . III 1 8, V.2, 8 , 2 2 , paralelismo, I V 3 , 1 7, 20, 59, VIL34 problema, 1!1. 1 7, 24, \l 34, V L 1 3, reconocimiento, V.26
IX. 23 parecidos de familia, V. 1 8, V4 IX. 14, 26, IX 1 2 reconstrucción, IX.2 8, 30
parodia, L 2 2 , IV. 1 9 - serio, IIL 1 7 recursos de procesamiento, III. l O
negación, VIL20, VIL 3 8 parte, V 2 6 procedimiento de adecuación, 111. 1 9, red, IV. 5 - 1 0, \1.2 3-39, xzs
negociación, I. 1 3 , VIII.4-5, 1 0 , 2 0 , patrón global, V. 1 0, 16, 2 9 , 38, IV. 1 0, V/. 1 0, VIIL 1 3, IX.25 - de dependencia gramatical , I V 8 ,
nivel, II. 9, 40, IJ7 VIL 1 8.2, IX.37.2 procedimientos, IV.6 V. 3 1
niveles de informatividad, VIL7- 1 7, percepción, V. 26, Vl2, IX.34 procesamiento ascendente, VIL 1 2 , - de sintagma nominal, IV.7-8
27 permutación, IL36 1 6, VIIL 1 6, 1 8 - de sintagma verbal, IV.9
n o texto, IILS perspectiva funcional d e l a ora- - descendente, V/1. 1 2 - 1 6 , 27, 40, - de transición, IV. 5 - 1 0, IV7· 14, V.2 9
normalidad, V.5 ción, !1. 1 8 , IV.3, 5 1 -53, 60, VIIL3, X. 1 6, X l 6 - de transición potenciada, IV.5-
núcleo, IV.7-9 VII. 1 8.4 - en paralelo, IV1 1 JO, V.30
nudos, IV. 5 , V.29-30 perspectivas, IV.3 8 , V J 6 redundancia, V. 1 5
- en profundidad, III9, 111. 9, 27,
numerales, IV. 3 1 perspicuidad, VI. 9.5 III6 referencia, IV. 1 5 , IVI S, 1 9, V.40, VII I 4
perturbación, IV. 1 5 , V.4, VI. l O, 20, procomplemento, IV.25 reglas, Prefacio.6, IV.6
objeto, L6, V 25 VII. 1 5 producción d e textos, I9, II I , IIL20- - variables, VI.25
obtención, I L 1 3 . petición, VIIU O, 23-25 28, V. l 2 , VI. 1 5 regulación, III. 1 4, VII. 1 6
operacionalidad, III.7, 35, IV. 37, 6 1 , plan, 1.9, 13, V. 1 6 , VI.3, 6, 1 1 - 1 6, VI6, proformas, U l l , IV.3, 2 1 -3 1 , 59, IV3 1 , - cibemética, IIL 1 4
V. 1 5 VIL4, 1 8 . 2 , VIII. 9- 1 3 , IX.6, 37.2 V.3 1 , 35, VII. 1 8 .4, VIII.6, 1 2 , 2 0 relación conceptual, IV. 5 , VA
operador, V.28, xz s - d e adecuación, III.20, VI. 1 1 , 20 profundidad, III9, III.9, III6, 2 4 ; véase - de coherencia, 1.6, IV.46
- de determinación, V.28, 39 planificación i n teractiva, VI. 1 6 profundidad de procesamiento relaciones, /. 6, V. 4
- de entrada, \1.2 8 poder, X.5 prometer, VL 7 relatos, II.37, w s , VIII6, IX.37.2, JX2 1 ,
- d e finalización, V. 28, V 1 7 poética generativa, X . 1 4, X l 4 promodificador, IV. 2 5 X. 1 0
- de prototipicidad, V.28, 3 9 poliptoton, IV. 1 6 pronombre, IV.2 1 , VIII.7 relevancia, VI.9.4, VUS, VIIL3 , VIIP
- d e proximidad, V. 28 polisíndeton, IV.43 propósito, 1. 9, V.26, IX.35 repetición, IV. 3 , 1 2- 1 7, 58-59,
- de proyección, V. 28 polivalencia, V. l , VI.9-7, xzz proverbo, IV.2 5 fV I S, 1 6 , 1 7 , V.26, 35, 37, Vl4, VI . S ,
- de salida, V.28 posesión, V. 2 6 proyección, IV.48, V.28 1 8, VII.37, VIIL S, 2 4 , 2 6 , IX. 1 6
oposición, II. 1 9, IV.20, V.26 posibilidad, 1.7-8, V.26 proyectar, 1!1. 1 8 - léxica, IV. 1 2- 1 5
oración, IIL S, I V. 3 , 36, 43-44, 5 1 , IV3, pragmática, III. l , VI. S psicología cognitiva, III.34 - parcial, IV. 3 , 1 6
VII. 24 precondiciones, VIIF psiquiatría, X.S resolución de problemas, Jl/. 1 7, 22-
ordenación, VI. 9 . 9; véase estrategias predominancia, IIL 1 8, 30, VIII. 1 , 8, 24, III ! 3, IV.35, V.22, VI. l 3 , 2 1 ,
de ordenación estandarizada 1 7, IX.6-7 rasgos, Il. 1 9, V. 1 8, 2 2 , V4. 6, X.6 VII. 1 3, VIllA, IX.2 1 , X l ü, 2 5
ordenadores i n teligentes, III2 7, X.26- preferencia, Prefacio.6, III. 1 4, 1 8 , razón, 1 . 8 , IV.46, V.26 resolvedor de problemas general,
27 23, 26, III 1 2 , IV.S, 2 6, 2 9-30, V.30, razonar, VIII. l O, 24, 26 III I 3; véase resolución de proble­
organizador del avance textual, IX. 2 5 VIL 1 2 , 1 8.2, X. 1 9 reafirmación, IV. 1 3 mas
oscuridad, VL9.6 presentador de textos, J9 realizativos, VI.S resumen, II.3 7
presuposición, X.6 recencia, IX23 retórica, II.3-5
pactar un favor, VIII. 1 0 primi t ivos, V.6, V6 recepción de textos, III.29-32 , V. 1 2 , reversibilidad, IIJ23
- un objeto, VIII . I O, 2 7 principio de cooperación, VI.9 . 1 , 1 7, IX.24-40 rima, VII.30
palabras con contenido, VIL 9- 1 0 32-33, IX.20 rechazo, IV. 1 3
I NT RODUCCIÓN .-\ LA LI0:GÜÍSTICA ÍNDICE TB1ATICO 341
340

selección, II.7, 1 0, III. 1 1 , 1 3 , X.S superficie textual, 1. 4 , J2, IIL 2 5 , 29, umbral d e activación d e planes, VL1 3 valor, VIII.9, xz s
V. 26,

semán tica generativa, 11. 3 2 IV.. l , 32 de finalización, JJI. JO, 27, 3 1 - por defecto, Prefacio.6, JIJ. 8 , 1 8 ,
- procedimental, V. 9 supresión, 11.36-37 unidad mínima, I L 1 9 IV.43 , VL1 3 , 2 8 , VII. 1 2 , 1 8 . 1 ,
sernas, II. 1 9, V.6, V6 sus tancia, V. 2 6 , 1X. 35 unificar, JX 22 variable, JX. 14, 37.5

sememas, 11. 1 9, V.6, V6 sustitución, IL2 5 , IV .27 u tilización, III. 1 1 , X.6 verdad, V.40, VL9.3, X.6
semiótica, X.25 verificacionismo, V.40
sentido, L6, 1s, IV. 1 5 , 1 8, IV I 9, V I , 8 , tagmémica, IJ. l 3 vaguedad, Prefacio.6, V.4-5, S, 22, vinculación, IV7, V.4-5; véase fuerza
VI , VL9.7, 1 1 - 1 4, VII. 1 8 . 5 tareas, V. 1 5 39, VL2 ó, VII.7, VIII. l , S, IX.4, de vinculación
serie, \!9 telegramas, IV.3 5 IX. 1 1 volición, V. 26
seudopronombre, IV. 2 6 terna, V. 1 1 , 2 3 , 3 5 , 3 8 , VL33 , VIL24,
significación, V 2 6 3 1 , 38, VIII.4, J O , 1 8-20, 1X 1 3 - 1 5
significado, 1s , V. 1 , y1 - recordado, VIII. J O , 1 8 , 24, 2 ó
simulación, III.33 teoría d e l a estructura del texto/es-
sinceridad, Vl.7, 1 0, 30 tructura del mundo, II.33-34
sinonimia, IV. 1 8, VIL3 7 - de la información, VIL2
sinsentido, V.2 , VII . 1 4 - de los actos de habla, VL7-8
sintagma, JV. 3 - de sedes, V4 . 9
- nominal , 1L9, IV.7-8 - de series difusas, V3
- verbal, 1L9, IV.9 - estándar, II.3 2
sintagmemas, II. 1 9 texto, !. 2 , IL26 , 4 2 , III.ó
sintaxis, IV - argumentativo, JX 6 , rxs
sistema, 11. 1 9, III.2, 1 2 - científico, VI.9.3, VII . 1 8 . 6 , IX. 5 ,
- abierto, II.27 J O, X . 7
- cibemético, III. 1 4, IX. 2 9 - descriptivo, IX. 6
- de intercambio d e tumos d e habla, - didáctico, IX. J O , X4
VI.6 - dramático, VIII.5
- real, lll. l 2 , IV.6, 1 8, VIF, IX.2 - literario, 11.3 6 , VII. 1 8.7, 42, VIILS ,
sistemas virtuales, III . 1 2 , IV.6, 1 8, IX 8-9, X. l 3- 1 6, 2 2
VL23 , VIL 1 8 . 7, IX.2, X. 1 9, 2 1 , - naiTativo, VIII2, IX 6 , Xl 3 , 1s
X.23-24 - poético, IV. 14, IVI7, VIL 1 8 .6, 30,
sistematización, III.3, V.3 IX. S , 9, X. 1 3- 1 6, X22
situación, V. 25, V i l textualidad, I.3, IX.40-4 1 , X.9
situacionalidad, !. 1 9-20, J l 4, III. 1 6, tiempo, I. l O, IV. 38-4 1 , V. 2 6 , vns,
IV. 1 9, 38, 58 IX.33
sociología, II. I S , VI.6, X.S - verbal, IV.3, 3 8-4 1 , 60, IV3s, VI. 1 9
soneto, VII.30 tipo de texto, 1.2, 2 2 , VII. 1 8 . 6, 30,
subclase, V. 1 7 IX. J - 1 1
subcuestiones, IX.22 tipología, IX.2, IXI
subordinación, I V. 42 , 46-48, VIL24 tolerancia, L l 3, III. S, VI. l , 2 1
sujeto de u na cláusula o de una ora- tonema, JV. 54-56
ción, IV.29, 34, 52-53, VII.24, 3 2- transformación, IL2 1 -2 2 , 4 1
35 trivialidad, VII.9, 1 1
superclase, V. 1 7
ÍNDICE
Estudio preliminar, por Sebastián Bonilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Qué es un texto, o cristalización versus urbanismo. Un problema previo
de terminología sin apenas importancia. A modo de presentación de la
I11troducció11 de Beaugrande y D ressler. Prospectiva. Para seguir leyen-
do. Referencias bibliográficas.

Agradecimientos 27
Prefacio 29

I. Nociones básicas 33
Textualidad. Las siete normas de la textualidad: cohesión; coherencia;
intencionalidad; aceptabilidad; informatividad; situacionalidad; intertex­
tualidad. Principios regulativos frente a principios constitutivos: efica­
cia; efectividad; adecuación.

II. La evolución de la lingüística del texto 49


Trasfondo histórico de la lingüística del texto: retórica; estilística; estu­
dios literarios; antropología; tagmémica; sociología; análisis del discur­
so; perspectiva funcional de la oración. Lingüística descriptiva estructu·
ral: niveles del sistema; el enfoque del análisis del discurso de Ha.rris; el
trabajo de Coseriu sobre la situación enunciativa; el modelo de la susti­
tución de Harweg; el texto considerado como una unidad situada más
allá de la oración. Gramática transformativa: las propuestas de Isenberg
y Heidolph; el proyecto de Constanza; la teoria de la estructura del tex­
to 1 estructura del mundo de Petüfi; la gramática textual de Van Dijk; el
modelo del significado del texto de Mel'cuk; el desan'O!lo de la noción
de transformación.

III. El enfoque procedimental 69


Pragmática. Sistemas y sistematización. Descripción y explicación. Mo­
dularidad e interacción. Explosión combinatoria. Aumento de la facili­
dad y de la profundidad de procesamiento. Umbral de finalización. Sis-
�DICE
Í � DICE 347
346
motivación. Direccionalidad. Fuerza de enlace. Supresión y restauración
temas virtuales y sistemas reales. Regulación cibernética . Continuidad.
de la estabilidad. Clasificación de las expectativas: el mundo real; hechos
Estabilidad. Resolución de problemas: búsqueda en un primer nivel de
y creencias; estrategias normales de ordenación; la organización del len­
profundidad; búsqueda en un primer nivel de amplitud y análisis me­
guaje; dando formato a la superficie textual; tipos de textos y contexto
dios/fin. Planificación. Procedimiento de adecuación. Emparejamiento
inmediato. Negación. Grado de definición. Un artículo de periódico y u n
de patrones. Fases de la producción textual: planificación; ideación; de­
soneto. Expectativas en niveles múltiples ..
san·ollo; expresión; análisis gramatical; linealización y advacencia. Fases
de la r ecepción textual: recuperación del concepto; -r ec�peración de la
idea; r ecuperación del plan. Reversibilidad de la producción y de la r e­ VIII. Situacionalidad 225
cepción. Fuentes de los modelos procedimentales: inteligenci� artificial·'

Modelos de situación. Mediación y evidencia. Reconducción frente a di­
psicología cognitiva; tipos de operaciones.
rección. Tendencias dominantes. Estrategias normales de ordenación.
Frecuencia. Relevancia. Negociación. Exófora. Dirección. Planes y guio­
IV. Cohesión 89 nes. Conjuntos de planes y escalada en conjuntos integrados de planes.
Equilibrio entre eficacia y efectividad. Estrategias de reconducción y de
La función de la sintaxis. La estructura del texto durante el almacena­
dirección de las situaciones comunicativas.
miento activo. Patrones homogéneos: frase; cláusula; oración. Redes de
transición potenciada. Dependencias gramaticales. Reglas entendidas
como procedimientos. Microestados y macroestados. Ag�upaciones. Pa­ IX. Intertextualidad 249
tmnes reutilizados: repetición; repetición par·cial; paralelismo y paráfra­
Tipos de texto frente a tipología lingüística. Definiciones funcionales:
sis. Patrones de compresión: proformas; anáfora y catáfor;; elisión;
textos descriptivos; narrativos y argumentativos; textos literarios y poé­
equilibrio entre concisión y claridad. Señalización de r elaciones: tiempo
ticos; textos científicos y didácticos. Remitir a textos conocidos. La or­
y aspecto verbales; actualización; conexión; disyunción; adversación y
ganización de la conversación. Problemas y variables. Seguimiento y
subordinación; modalidad. Perspectiva funcional de la oración. Entona­
manipulación. Las relaciones de coherencia de Reichman. Modelos
ción.
mundo/discurso. Recuerdo del contenido textuaL Efectos del esquema.
Abstracción; construcción y reconstrucción de huellas. Inferir y activa­
V. Coherencia 135 ción generalizada. Escenas e imaginería mentaL Interacciones entre el
conocimiento presente en el texto y el conocimiento del mundo almace­
Significado frente a sentido .. Indeterminación; ambigüedad y polivalen­
nado en la memoria. Textualidad en los experimentos de rememoración.
cia. Continuidad de sentidos. Mundos textuales. Conceptos y relaciones.
Fuerza de enlace: conocimiento determinado, prototípico y accidentaL
Descomposición. Semántica de procedimiento. Activación. Patrones X. Investigación y enseñanza 283
fragmentarios y globales. Activación generalizada. Memoria episódica y
Ciencia cognitiva: las habilidades del comportamiento racional humano;
semántica. Economía. Marcos; esquemas; planes; guiones. Herencia.
lenguaje y cognición. Definiendo la inteligencia. Los textos como trans­
Conceptos primarios y secundarios.. Operadores. Construcción de un
misores de la ciencia. Sociología. Antropología. Psiquiatría y consulta
modelo del mundo textual. Hacer inferencias. E l correlato del conoci­
psicológica. Lectura y legibilidad. Escritura. Estudios literarios: desau­
miento del mundo. Referencia.
tomatización; desviación; poética generativa; la critica literaria entendi­
da como degradación. Estudios de traducción: traducción literal y libre;
VI. Intencionalidad y aceptabilidad 1 69 traducción basada en la equivalencia; traducción literaria. Lingüística
contrastiva. Enseñanza de lenguas extranjeras. Semiótica. Ciencia de los
Intencionalidad. Cohesión mermada. Coherencia mermada. La noción
ordenadores e inteligencia artificiaL Comprender la comprensión.
de intención en diversas disciplinas. Teoria de los actos de habla. Reali­
zativos. Las máximas conversacionales de Grice: cooperación; cantidad;
calidad; relación y manera. Las nociones de accción y acción discursiva. Referencias bibliográficas 299
Plane s y met as.
._ .
� uiones. Planificación interactiva. Reconducción y di­
Índice de nombres 325
reccron de srtuacrones. Aceptabilidad. Emitir juicios sobr·e oraciones.
Índice temático 333
Relaciones entre aceptabilidad y gramaticalidad. Aceptación de planes y
de metas.

VII. Infonnatividad 201


Atención. Teoria de la información. La cadena de Markov. Probabilidad
estadística frente a probabilidad contextua]. Tres niveles de informativi­
dad. Trivialidad, valor por defecto y preferencias. Procesamiento ascen­
dente y descendente. Discontinuidades y discrepancias. Búsqueda de la

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