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Libro: La Concepción y el sentido de la existencia. Teoría del Programa de Vida I.

Capitulo II – Paginas 150


y 151.
Autor: Gabriel Jorge Castellá.
Editorial: San Pablo.
Fecha y Lugar de Edición: 2006, Argentina.

“…Como parte de la ayuda y del trabajo terapéutico, a quienes fueron engendrados con la vivencia de
que estaban de más, que no tenían cabida y que por eso, se los rechazó y se los sintió como indebida e
inoportuna su presencia, suelo narrarles esta bella historia, que en algunos de sus viajes a la Argentina,
le escuché relatar, ante un nutrido auditorio, al Padre Carlos Vallés:

Desea ingresar en la India, para radicarse un pequeño grupo portador de una religión distinta, de las
muchas que abundaban en ese país, sin duda la nación que alberga mayor diversidad religiosa.
El líder que nuclear a los aspirantes a ingresar es recibido por el líder de la religión con mayor número de
adeptos, que oficia de anfitrión. Reunidos ambos garúes mantienen entre sí un diálogo simbólico.
El anfitrión toma la iniciativa. Con parsimonia toma una jarra con leche y la vierte en un baso
exactamente hasta el tope de éste. Milimétricamente calculado, una gotas y habría rebalsado.
Con gesto aparentemente cortés, y a la vez contundente, le ofrece el vaso a su huésped. Éste, con
meridiana claridad, descifra el inequívoco mensaje. De modo tajante, le está diciendo que se vayan a otro
sitio, ya que, en la India (representada por el vaso), no tienen cabida. Ya no hay espacio para otras
religiones (simbolizadas por la leche).

Cuando tengo un interlocutor delante, suelo congelar aquí la escena y preguntarle: ¿qué cree que
respondió el hombre que aspiraba a ingresar?

Muchos contestan: -Bebió un sorbo de leche.


No –les aclaro-, estarían diciendo: Venimos a engullirnos a parte de los que están.
Otros tantos responden: -Busca un vaso más grande.
-Eso sería anexar más países limítrofes a la India- Les explico.
Otros plantean volcar parte de la leche nuevamente en la jarra. A lo cual agrego que eso significaría
expulsar a algunos para lograr tener cabida.
Pocos me manifiestan que hay que agregar una sola gota de leche.
-Suficiente para que se derrame- Les respondo.

Muy pocos descubren la respuesta correcta. Continúo con el relato:


Ese hombre auténticamente religioso, toma un solo granito de azúcar y se lo añade al vaso repleto de
leche. Con ese acto, sabia y proactivamente, está expresando: No venimos a desplazar a nadie. Sí a
integrarnos con los que ya están y a aportarles un sabor que no tienen, para que todo el conjunto resulte
mejor.

Por medio de este bello ejemplo, intento que aquellas personas, portadoras de la frustrante sensación
de sentirse no queridas, desplazadas, inoportunas, que están demás o que perturban, descubran que
ellas también vinieron a la vida con el sentido valioso de enriquecer u endulzar, con su presencia la
familia y la sociedad de pertenencia.”

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