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Filosofía de la Ciencia Social

3. Algunas distinciones de trabajo

Hemos estado discutiendo cuestiones de terminología. Estas,


aunque constituyen un importante delimirado del campo, no nos
ponen directamente en contacto con dos problemas fundamentale;
a tratar. Para ello tenemos que utilizar ciertos conceptos o distin-
ciones, herramientas que han sido fabricadas sobre todo en la filo-
sofía de la ciencia contemporánea. De hecho, serán utilizadas de for-
ma tan significativa en ¡o que sigue, que comprenderlas es una
condición previa para poder darles pleno sentido. Es conveniente
subrayar las distinciones operantes entre: (a) método y técnicas; (b)
el contexto de descubrimiento y el contexto de justificación (o vali-
dación); (c) ciencia como proceso y. ciencia como producto.

a) Método científico y técnicas científicas


En el pasado se ha seguido frecuentemente el criterio de que las
ciencias sociales eran radicalmente diferentes de las otras ciencias,
debido a que sus objetivos requerían una «metodología» radicalmen-
te diferente de la de éstas'. Con demasiada frecuencia los defensores
de este criterio lo han sido por confusión entre metodología y téc-
nica, contusión que ha viciado bien el significado, bien la aceptabi-
lidad del mismo.
Conviene subrayar que las afirmaciones sobre diferencias técnicas
entre disciplinas son mucho menos fundamentales que las referentes
a diferencias en metodología. Por ejemplo, se ha sostenido con cier-
ta frecuencia, y por cierto, con bastante razón, que ciertas técnicas
de observación o experimentación o de control experimental aplica-
bles a fenómenos físicos no lo son a fenómenos sociológicos. Pero
está claro que la tesis metodológica sobre los problemas sociales no
equivale en manera alguna a la afirmación trivial y simple de que
los sociólogos no pueden acelerar a los profesores de Cambridge en
ciclotrones.
1
Si bien este criterio parece haber sido plenamente desacreditado, sin em-
bargo ha sido resucitado en una serie de argumentos de gran peso procedentes
de filósofos que, al parecer, se han visto influidos por el análisis wittgensteiniano
de las acciones gobernadas por reglas (véase la sección 2 del cap. 4 y la biblio-
grafía para las obras de Winch, Oakeshott, Peters, Hayek y Cowling).
1, Introducción 21

En términos generales, ser consciente de que distintas discipli-


nas científicas utilizan diferentes técnicas de investigación no equi-
vale a ser consciente de algo importante sobre la naturaleza de la
ciencia social. Ni siquiera está claro que las técnicas de las ciencias
sociales y no sociales difieran entre sí más de lo que las técnicas ce
las ciencias no sociales difieren entre sí. ¿Qué razones se podrían
aducir, por ejemplo, para defender el criterio de que el uso de un
telescopio en astronomía difiere del uso de un espejo de observación
en la investigación de pequeños grupos, más de lo que difiere del uso
de una batisfera en ictiología?
Defender que existe una diferencia metodológica entre dos disci-
plinas o dos tipos de disciplinas es, por el contrario, defender un
criterio muy radical. Pues hay que tener en cuenta que la metodo-
logía de una disciplina científica no es algo que concierna a sus téc-
nicas transitorias, sino a su lógica de la justificación. El método de
una ciencia es. sin duda, la exposición razonable sobre la que basa
la aceptación o el rechazo de una hipótesis o teoría. Por tanto, man-
tener que las ciencias sociales son metodológicamente distintas de
las ciencias no sociales, es mantener no sólo (o quizás en absoluto)
el punto de vista de que las ciencias sociales utilizan técnicas de in-
vestigación diferentes, sino más bien mantener la sorprendente opi-
nión de que las ciencias sociales requieren una lógica de investiga-
ción distinta. Más aún, mantener semejante punto de vista equivale
a negar que todas las ciencias se caracterizan por una lógica de la
justificación común en lo que respecta a la aceptación o rechazo de
hipótesis o teorías.
Nuestro propósito aquí no ha sido valorar la cogencia (fuerza) de
tales criterios (véanse los caps. 4 y 5, donde se estudia precisamente
este aspecto), sino más bien indicar la importancia de nuestra dis-
tinción entre técnica y metodología. Esta distinción de trabajo se
puede presentar más claramente atendiendo a una segunda distinción
que utilizaremos en repetidas ocasiones.

b) El contexto de descubrimiento y el contexto de validación

Que la ciencia social se distinga metodológicamente de las otras


ciencias, es un problema que cae dentro del área de interés filosó-
fía) denominada contexto de validación o contexto de justificación,
a diferencia de aquella área de la investigación empírica denominada
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contexto de descubrimiento. Conviene notar que de lo que se trata


es más bien de una tesis sobre lógicas de la investigación, es:o es,
sobre metodologías, más que de un problema de técnicas; igual de
conveniente es ver que los problemas de metodología o de la lógica
de la investigación científica pertenecen a su vez ai contexto de va-
lidación.
De hecho, nadie ha demostrado que haya o pueda haber una
lógica del descubrimiento. Por otro lado, una lógica, o metodología
de la validación o de la explicación o de la predicción, es precisa-
mente a la que se hace referencia cuando se afirma o niega que,
independientemente de diferencias en las técnicas de observación o
experimentación, el método científico se encuentra en todas las
ciencias, y es aplicable tanto en la investigación de los fenómenos so-
ciales como los no sociales.
En general, el contexto de validación es lo que nos preocupa
cuando, independientemente de cómo hayamos llegado a descubrir o
mantener una hipótesis o teoría científica, nos planteamos la cues-
tión de si aceptarla o rechazarla, por otra parte, pertenecen al con-
texto de descubrimiento cuestiones tales como: de qué manera se
llega a dar con una hipótesis buena o qué condiciones sociales, psi-
cológicas, políticas o económicas pueden ayudar a dar con una hi-
pótesis valiosa. Resumiendo, los problemas o cuestiones propios de!
contexto de descubrimiento, son también problemas o cuestiones
fundamentales en las ciencias sociales. Como llegó a dar Harvey con
la hipótesis de la circulación de la sangre, es una cuestión funda-
mental para la historia de la ciencia. Pero, qué se quiere decir cuan-
do se afirma que esta hipótesis ha sido suficientemente confirmada
por las pruebas acumuladas para ello, es una cuestión totalmente dis-
tinta, que pertenece a la filosofía de la ciencia.
La idea de que las ciencias sociales son metodológicamente dis-
tintas ha sido defendida algunas veces falazmente con argumentos
que confunden no sólo las nociones de técnicas y métodos, sino tam-
bién las de descubrimiento y validación, que acabamos de tratar.
Lo que conviene que quede claro es que un argumento sobre el mé-
todo de la ciencia social (es decir, que pertenezca al contexto de va-
lidación) no puede en manera alguna ser defendido en ningún ejem-
plo destinado a demostrar que en las ciencias sociales resulta más
difícil formular teorías o hipótesis, o que algún fenómeno social que
otro es relativamente inaccesible a la observación o experimentación.
1. Introducción 23
No obstante, el atractivo de semejantes ejemplos ha resultado, a!
parecer, demasiado grande para poderlo resistir. Por ejemplo, se
ha planteado con cierta frecuencia el siguiente tipo de argumento,
cuyo análisis nos ayudará a ponernos en guardia contra los argumen-
tos de su clase, además de facilitarnos una ilustración de cómo esa
distincion sirve de herramienta de trabajo. Este tipo falaz de argu-
mento es a veces como sigue: supongamos que un marciano se ve
depositado inesperadamente en la Tierra. Supongamos también que
lo primero que presencia es un acto social consistente en un hom-
bre, N, que vota en una elección por el partido demócrata. Por muy
bien que el marciano describiera las características puramente físicas
de este acontecimiento, o lo explicara como un acontecimiento físico,
nunca podría explicar o describir ninguno de sus aspectos sociales
(afirma el argumento); ya que el significado del acontecimiento, el
hecho mismo que lo constituye en un fenómeno social, se le escaparía
irremediablemente.
Lo primero que conviene notar sobre-este argumento es el hecho
de que nos sitúa ante una hipótesis empírica en sociología de la
ciencia: una hipótesis empírica sobre la-psicología de los marcianos,
o más generalmente, sobre las limitaciones de la imaginación de se-
res extraños. El ejemplo mismo plantea la hipótesis de que criatu-
ras de cierto tipo de cultura u origen son psicológicamente incapaces
de pensar cierto tipo de hipótesis.
Desde luego, no hay ninguna evidencia científica que pueda ga-
rantizar la aceptabilidad de semejante hipótesis. Más aún, la hipóte-
sis misma está acuñada en conceptos que no pueden precisarse en
términos de ninguna teoría sólida psicológica o sociológica. Pero
supongamos que dejamos a un lado todos estos impedimentos sobre
la aceptabilidad científica de esta hipótesis acerca de las limitaciones
de una imaginación extraña. Supongamos que la hipótesis fuera acep-
tada como verdadera. Lo importante, entonces, es observar que ello
establecería a lo sumo un resultado empírico en el contexto de des-
cubrimiento. Establecería que la investigación de los fenómenos
sociales por un ser extraño es técnicamente muy difícil, o incluso em-
píricamente imposible (es decir, contrario a la ley psicológica empí-
rica), puesto que los seres extraños no están capacitados para pensar
ciertas hipótesis. Sin embargo, inferir de esta hipótesis una tesis en
el contexto de la justificación, a saber, que la metodología —la lógica
de la validación— de las ciencias sociales tiene que ser radicalmente
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distinta de la metodología de las ciencias no sociales, es simplemente


un non sequilar.
Ante el fracaso de este tipo de ejemplos que pretenden defender
una metodología especial para la ciencia social. la conclusión de que
ningún claco extraído del contexto ce descubrimiento podría apoyar-
los es bien manifiesta. Pero, sea como sea, la distinción entre ambos
contextos puede ser considerada corno una útil herramienta para el
análisis2.

c) Ciencia como proceso y ciencia como producto

La tercera herramienta de trabajo que conviene tener en cuenta


está directamente relacionada con las otras dos sin coincidir con nin-
guna de ellas. Implica usos del término «ciencia». Con considera-
ble frecuencia, tanto en el discurso ordinario como en el discurso
técnico de la ciencia y de la filosofía, el termino «ciencia» aparece
con sistemática ambigüedad, y frecuentemente esto es totalmente ino-
cuo. Pero en algunas ocasiones, y sobre todo en aquellas en las que la
—discusión se centra sobre la naturaleza de la ciencia misma, o cuando
el uso del término en cualquier discusión presenta peligro de equi-
vocidad, la combinación de dos de los significados puede resultar
en una peligrosa confusión. Los dos significados de «ciencia» más
pertinentes para la presente consideración se pueden distinguir con
bastante facilidad; y el daño que puede resultar de su confusión
puede evitarse simplemente adoptando una convención explícita co-
mo la que se propone a continuación.
El término «ciencia» pertenece a una clase de términos bastante
numerosa —todos los cuales exhiben una ambigüedad similar—, una
clase lo suficientemente manifiesta como para haber sido escogida
por los filósofos del lenguaje3, que la han denominado de manera
especial: la ambigüedad proceso-producto. Todos los términos que
presentan esta ambigüedad (y entre ellos figuran, además del de
«ciencia», términos tan dispares como «cosecha», «educación», «de-
ducción», «fabricación», «voto», etc.), son términos que se utilizan
haciendo referencia a una cierta actividad o proceso, y también a un
1
Para una esclarecedora discusión de este tema, véanse págs. 7-10 de Logic,
de Wesley C. Salmón (véase la bibliografía).
J
Por e¡emplo, por Max Black, Crítical Thinkimg, 2.* edición (véase !a biblio-
grafía).
I, Introducción 25

resultado, acontecimiento, o producto de este proceso. En el caso


de <ciencia> la distinción de referencia es perfectamente clara. Por
un lado (como término que significa un proceso) se utiliza para, hacer
referencia a las actividades o trabajo de los científicos o de .as Ins-
tituciones científicas, a saber, experimentar, observar, razonar, leer,
organizar, investigar proyectos, etc. Por otro lado, el mismo tér-
mino se utiliza para hacer referencia al resultado de estas activida-
des o procesos, es decir, al producto de las actividades científicas;
esto es, un «corpus» de enunciados que pretenden descubrir un as-
pecto u otro del universo y que incorpora lo que constituye nuestro
conocimiento científico.
Para la comprensión de ios capítulos siguientes, es importante
distinguir entre la ciencia-como-producto y ciencia-como-proceso. Con-
viene subrayar, en especial, que «ciencia» (como producto) se refiere
a entidades lingüísticas solamente, y que «ciencia* (como proceso)
se refiere a fenómenos extralingüísticos.
Este libro se ocupará, fundamentalmente, de la ciencia como pro-
ducto. Todos los usos del termino «ciencia», o (más usualmente)
«ciencia social», deberán tomarse como referidos al corpus de enuncia-
dos que comprende el producto de las actividades científicas, a no
ser que se especifique previamente lo contrario. De esta forma, tra-
taremos de problemas que surgen fundamentalmente en conexión con
aquellos conjuntos de enunciados relacionados lógicamente, que cons-
tituyen las teorías u otras construcciones teoréticas de la ciencia
social. \
Al centrar nuestra atención sobre lo que son aspectos lingüísticos
de la empresa científica, se podría pensar que estamos limitando
nuestra atención excesivamente o que nos estábamos quedando en
un nivel de investigación relativamente trivial. De hecho, existe la
opinión tan extendida como curiosa (conocida por el uso indiscrimi-
nado de la frase «meramente verbal») de que ocuparse del análisis
lingüístico o del análisis lógico de cualquier discurso, o problemas
lingüísticos en general, es superespecializarse, o incluso trivializar
los propios intereses. No cabe duda de que esta disparatada opinión
sobre las preocupaciones lingüísticas tiene su génesis en la con-
vicción de que hay muy pocos problemas reales y acuciantes que se
puedan construir como «meras cuestiones de lenguaje». Pero sea
cual sea la génesis de semejante opinión, de lo que no cabe la menor
duda es de que está equivocada.
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Es de esperar que esto quede suficientemente claro con el conte-


nido de este libro. Pero incluso una breve reflexión a este nivel de-
mostrará que no es una opinión sostenible. Considérense ios siguien-
tes problemas:

1. El almacenamiento de armas nucleares por parte de la nación A ¿disua-


dirá a la nación B de Iniciar un ataque nuclear?
2. El hecho de que el acto de una persona S estuviera causalmente deter-
minado ¿exime a S de la responsabilidad moral de dicho acto?
3. El hecho de que las actividades científicas de un individuo estén social-
mer.te condicionadas, al igual que la mayor parte de su conducta
aprendida, ¿implica que la ciencia no puede alcanzar la objetividad?

Está claro que todos estos problemas son de una magnitud o im-
portancia suficiente para desmentir cualquier acusación de triviali-
dad. Sin embargo, está igualmente claro que cada uno de ellos, sin
disminuir ni un ápice en su importancia, puede ser reconstruido ce-
rno problema lingüístico, precisamente en el sentido de que cada uno
de ellos puede interpretarse como un problema que plantea una
cuestión sobre entidades lingüísticas. De esta forma, el problema
sobre la disuasión del ataque nuclear, planteado en la pregunta nú-
mero 1, se construye como problema lingüístico al plantearlo de la
siguiente forma:

1'. ¿Tenemos suficientes pruebas para aceptar la hipótesis 'El almacena-


miento de armas nucleares por parte de la nación A disuadirá a la
nación B de iniciar un ataque nuclear'?

Alternativamente la cuestión 1 se puede construir como «proble-


ma lingüístico» de la manera siguiente:

1". ¿El enunciado 'El almacenamiento de armas nucleares por parte de la


nación A disuadirá a la nación B de iniciar un ataque nuclear', es un
enunciado verdadero?

Es obvio que reconstruir el problema 1 como 1', o 1", no implica


disminución alguna en su importancia, ni tampoco se ha eludido nin-
guna «responsabilidad humana» o «compromiso» por referirnos al
problema en la forma 1' o l", en lugar de en la forma 1. Nótese que
encontrar una respuesta a 1' o a l" nos proporciona una respuesta a 1.
Lo que se pretende con estos ejemplos no es mostrar que ningún
problema lingüístico es trivial, ni siquiera que reformular un im-
Introducción 27

portante problema no lingüístico como un problema lingüístico de


igual importancia sea siempre un procedimiento trivial, ya que, sin
duda, hay problemas lingüísticos triviales. Más aún, puede ocurrir
que construir 1 como 1", aunque no disminuya la importancia de;
problema lingüístico no trivial, nos dé como resultado que el pro-
ceso es trivial en el sentido de que la conversión es mera rutina y no
nos aproxima más a la solución deseada. El objeto de estos ejemplos
es demostrar lo absurdo que resulta tratar todo problema lingüís-
tico despreciativamente, o interpretar «lingüístico» y «trivial» corno
sinónimos en discusiones y problemas. Los problemas importantes
siguen siendo importantes aunque admitan una conversión fácil a
problemas lingüísticos.

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