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Papantla (900-1519).
Cempoala (900-1519).
Flores del campo, el maíz, el mole, las aguas de frutas, el conejo, frijoles y nopales
son sólo algunos de los ingredientes que Martha Soledad Gómez Atzin, cocinera
tradicional, y un grupo de mujeres utilizan para darle forma a los platillos que han
deleitado miles de personas.
“Se cambiaban a diario, el menú solo con zacahuil, bocoles rellenos de chorizo,
tamales corrientes, mole, pollo a las brasas con enchiladas espolvoreadas, agua
de horchata y jamaica, en la tarde antojería que se acompaña con aguas de fruta y
buñuelos de camote bañados con miel de vainilla”, apuntó la cocinera.
Lenguas de la familia
Totonaco
o Totonaco de Papantla
o Totonaco de Misantla
LEYENDA TOTONACA
Hoy les contaremos sobre Tajín y los siete truenos, leyenda totonaca ampliamente
conocida en la región, pero quizá desconocida para los poblados más alejados.
Esta historia cuenta que había un joven malcriado y malvado llamado Tajín que
siempre buscaba la forma de hacer maldades. Un día se cruzó en el camino a un
hombre de bigotes y gran barba blanca, él le pregunto al joven si quería
acompañarlo a su casa para servir de ayudante en las tareas domésticas, le dijo
que era uno de los siete truenos y que su trabajo era subir al cielo a mantener a
raya las nubes de lluvia, los truenos y las tormentas. Al escuchar quién era este
hombre, el joven aceptó inmediatamente el trabajo, pues su verdadera intención
era poder subir al cielo a causar desmanes entre las nubes. Los días
transcurrieron con normalidad, hasta que un día los siete truenos decidieron salir
juntos y dejar al chico solo en la casa, Tajín aprovechó esta oportunidad única
para robarse las botas especiales para subir al cielo, la capa de las tormentas y la
espada de los truenos, luego subió rápidamente al cielo y así desató el peor
huracán que le mundo hubiera visto, al ver esto los siete truenos corrieron
rápidamente al cielo a atrapar al joven y detenerlo. Así lo hicieron, luego mandaron
a Tajín al fondo del mar, donde permaneció para siempre, pero de vez en cuando
el joven se escapa del mar y vuelve a subir al cielo a hacer desmanes, esto
también se conoce como Huracán, en ese momento los truenos vuelven a arrojar
al joven al mar.
Los indígenas totonacos del estado de Veracruz, adoran al dios Sol, Chichini, por
sobre todas las cosas. Se trata de un ser muy poderoso al que no se le puede ver
por la luz tan intensa que emite. Gracias a él, los hombres pueden gozar de la luz
del día. Chichini es el dador de la vida y del calor que propicia la existencia; es el
dueño de la siembra y del maíz; los alimentos son el producto de la sangre de este
dios. Chichini es, además, el héroe civilizador que encontró al maíz y enseñó a los
hombres cómo cultivarlo, allá por el inicio de los tiempos. Chichini nació un día en
que se juntaron cuatrocientos dioses, entre los que había dos hermanos, uno de
ellos se arrojó al fuego de una hoguera y nació el dios Sol, para beneficio de la
humanidad; el otro hermano, acobardado, no se atrevió a echarse al fuego, pero
después recapacitó y se arrojó. Sin embargo, la hoguera ya se había apagado, tan
solo quedaban las cenizas. Este hermano se fue al Cielo y se convirtió en P’apa,
la Luna, que visita todos los meses a las mujeres para que tengan su
menstruación. Los eclipses se producen cuando estos dos dioses-hermanos se
pelean.
Los totonacos de la Sierra Norte de Puebla cuentan que en un principio principio
todo era oscuro. Como a los animales no les gustaba la oscuridad, en un momento
dado se reunieron para hacer la luz. A la reunión no fue la lagartija, la cual se
escondió debajo de una piedra. Una vieja mujer fue a buscarla, rompió la piedra
en cuatro trozos, y encontró dos huevos que se guardó en el pecho. La vieja
quedó embarazada; a los nueve meses tuvo dos hijos, quienes tuvieron que pasar
varias pruebas. La primera, consistió en matar a dos serpientes voladoras que
devoraban a los animales. Éstos les pidieron a los jóvenes que se transformaran
en el Sol porque todo estaba muy oscuro. Para lograrlo debían sacrificarse
arrojándose en una laguna de fuego. Antes de hacerlo, el mayor de ellos fue a
despedirse de las muchas novias con que contaba; luego, se echó al fuego y se
convirtió en el Sol. Cuando llegó a la laguna el hermano menor, ya no había fuego,
tan solo cenizas. Ni tardo ni perezoso el chico se arrojó y se transformó en la
Luna.
FIESTAS TOTONACAS
La región totonaca sobresale por sus múltiples fiestas patronales, pueblos como el
de Santa Catarina, Vicente Guerrero, Olintla y Huehuetla se visten de colores
carnavalescos cuando se celebra a su santo. Destacan los bailes como los
huehues, los negritos e incluso los afamados voladores de Papantla.
Los pueblos del totonacapan son famosos por su tradicional festividad del día de
los muertos, el primero de noviembre, en toda casa, se levantan ofrendas
decoradas por la típica flor de cempaxúchitl, así como otra flor morada conocida
popularmente como "pata de elefante", las cuales resaltan entre las ramas de la
planta tepejilote. Las iglesias y los cementerios se decoran, los cantos y los rezos
no cesan en toda la noche.
ARTESANIAS TOTONACAS
VIVIENDA TOTONACA