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I.E.D.T HUGO J.

BERMÚDEZ
LENGUA CASTELLANA
COHERENCIA Y COHESIÓN

Para que un texto tenga sentido y lo pueda comprender todo tipo de público, debe poseer dos
propiedades importantes que son LA C0HERENCIA Y LA COHESIÓN.

LA COHERENCIA: es la propiedad del texto que permite que sea interpretado como una unidad de
información, percibida de una forma clara y precisa por el receptor. Esta se construye a través de
SELECCIÓN Y ORGANIZACIÓN DE LA INFORMACIÓN Y UNIDAD TEMÁTICA.

SELECCIÓN DE LA INFORMACIÓN: elegimos lo que queremos decir o escribir y lo que no, teniendo
en cuenta el tema del que tratamos y lo que pretendemos comunicar.

ORGANIZACIÓN DE LA INFORMACIÓN: tenemos muchas ideas en la cabeza, pero, después de


seleccionar lo necesario, hay que organizarlo de alguna manera para que el o los receptores de
nuestro texto comprendan qué queremos transmitir.

Para conseguir la coherencia textual hay que tener en cuenta:

LA UNIDAD TEMÁTICA: todos los enunciados giran en torno a un tema, es decir, se relacionan unos
con otros y no debe haber contradicciones.

EJEMPLO:
“El día comenzó con un cielo despejado. Había todavía charcos de agua de la lluvia del día anterior.
La carretera estaba desierta y la chica abrió su bolso y sacó la llave. Nadie sabía qué ocurría en la
casa. Había algunas nubes, pero el ladrón siguió trepando por la pared. Así que terminé la cena y me
puse a ver la tele”.

LA COHESIÓN: al unir oraciones para construir un texto es necesario establecer conexiones lógicas
entre ellas para que tengan la debida cohesión (también cohesión textual).

Un modo de conseguirla es aludir a algo que ya se ha mencionado antes. Por ejemplo:

Ejemplos:
“El libro sobre la violencia colombiana, que recientemente apareció en el mercado, es un estudio
muy completo; en él analizan todos los factores que intervienen en este fenómeno tan complejo.
“Santa Marta es la perla de américa. Aquí los turistas pueden disfrutar de diversos atractivos”.
“Un estudio pionero confirma que el 30% de las personas que no fuman incrementan el riesgo de
desarrollar cáncer si viven con un fumador. Esta investigación estima que una tercera parte de
muertes anuales de fumadores pasivos son por cáncer en el pulmón
También se puede lograr la cohesión sustituyendo palabras por sinónimos: el autor del libro se lució.
Este escritor es uno de los mejores.

Otro mecanismo, es la elipsis, que consiste en omitir o quitar palabras del texto que el lector ya
conoce. Por ejemplo: Unos niños fueron al parque, otros (niños) a la piscina
Otro modo de conseguir la cohesión en un texto es a través del uso de los conectores. Los
conectores son palabras o grupos de palabras que sirven para unir ideas expresando claramente el
modo en que se relacionan entre sí. Un buen uso de los conectores le da una mayor coherencia y
cohesión a nuestro discurso y lo hace más legible para el receptor.

Ejemplo:
El profesor está enfermo por lo tanto no vino a clases

Deseo que me acompañes a la fiesta pero no lleves a tu hermano

Otro mecanismo para lograr la cohesión es a través del uso de los signos de puntuación. Estos
proporcionan al lector pautas para la obtención de sentido a partir de un texto escrito. Están
determinados por la intención comunicativa del que escribe y el estilo personal del escritor.
Ejemplo:

El testamento de don Facundo


El juez: «Voy a leer el testamento de la misma manera en que lo redactó el difunto. Dice así: “Dejo
mis bienes a mi sobrino no a mi suegra tampoco jamás se pagará la cuenta del sastre nunca de
ningún modo para los mendigos todo lo dicho es mi deseo yo Facundo Fonseca”».
La suegra fue la primera en responder, quien se expresó así:
La suegra: «Es verdad que el testamento de mi yerno carece de signos de puntuación, pero
conociendo bien a ese hijo mío, estoy segura de que esta fue su voluntad». Coloca los signos de
puntuación y luego lee: «¿Dejo mis bienes a mi sobrino? No. A mi suegra. Tampoco, jamás se pagará
la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo, para los mendigos. Todo lo dicho es mi deseo. Yo,
Facundo Fonseca».
El sobrino: «Señor juez, la suegra del difunto está equivocada. Yo no creo que mi tío haya querido
favorecerla. Su intención fue otra, como quiero demostrárselo». Hace la puntuación y lee el
documento: «Dejo mis bienes a mi sobrino, no a mi suegra. Tampoco, jamás se pagará la cuenta del
sastre. Nunca, de ningún modo, para los mendigos. Todo lo dicho es mi deseo. Yo, Facundo
Fonseca».
El sastre: «Quiero demostrarles a ustedes cuál es la verdadera puntuación». Puntúa el testamento
y lo lee de la siguiente manera: «¿Dejo mis bienes a mi sobrino? No. ¿A mi suegra? Tampoco, jamás.
Se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo, para los mendigos. Todo lo dicho es mi
deseo. Yo, Facundo Fonseca».
Un mendigo: «Usted, como buen sastre, ha hecho una buena puntuación a la medida de sus
intereses. Pero la verdadera puntuación es la siguiente: “¿Dejo mis bienes a mi sobrino? No. ¿A mi
suegra? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta del sastre? ¡Nunca, de ningún modo. Para los
mendigos, todo. Lo dicho es mi deseo. Yo, Facundo Fonseca”».
El juez: «Pues, señores, yo creo que el señor Facundo Fonseca lo que en realidad quiso decir fue lo
siguiente: “¿Dejo mis bienes a mi sobrino? No. ¿A mi suegra? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta
del sastre. Nunca, de ningún modo, para los mendigos. Todo lo dicho es mi deseo. Yo, Facundo
Fonseca”».
La suegra, el sobrino, el sastre y el mendigo: «¿Entonces, el señor Fonseca no dejó herederos?».
El juez: «Así es en efecto. Y visto que esta última interpretación se aviene más que ninguna otra al
espíritu de las leyes, declaro terminado el juicio y, en consecuencia, hago entrega de la herencia al
Estado».

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